FotografĂas de 50 estudios de Buenos Aires y sus protagonistas
Ambientes de Arquitectura
Fotografías de 50 estudios de Buenos Aires y sus protagonistas
Ambientes de Arquitectura
Fotografías Albano García Textos Edgardo C. Freysselinard
García, Albano; Freysselinard, Edgardo C. Ambientes de arquitectura : fotografías de 50 estudios de Buenos Aires y sus protagonistas / Albano García ; Edgardo C. Freysselinard ; editado por Hernán Bisman ; Pablo Ariel Engelman ; editor literario Jorge Denis. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Bisman Ediciones, 2019. 180 p. ; 20 x 20 cm. ISBN 978-987-3779-34-3 1. Arquitectura . 2. Estudios de Arquitectura . 3. Fotografía. I. Bisman, Hernán , ed. II. Engelman, Pablo Ariel, ed. III. Denis, Jorge, ed. Lit. IV. Título. CDD 720.98212
Editado por: Bisman Ediciones Bolívar 875 of. 1, C1066AAQ, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. www.bismanediciones.com.ar info@bismanediciones.com.ar
Fotografías Albano García Textos Edgardo C. Freysselinard Curaduría y edición Hernán Bisman Pablo Engelman Diseño gráfico Albano García Edición literaria Jorge Denis Corrección de castellano Marco Maiulini
ISBN 978-987-3779-34-3 Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723. Impreso en la Argentina. Tirada de 1000 ejemplares. Se terminó de imprimir en el mes de abril de 2019 en AGI S.A. William Morris 1049, CBA1602D, Florida, Buenos Aires, Argentina.
"La fotografía es un sistema de edición visual. En el fondo, todo consiste en enmarcar una porción del cono de nuestra visión al tiempo que se está en el lugar apropiado y en el momento apropiado. Como la escritura, consiste en elegir entre varias posibilidades determinadas, pero en el caso de la fotografía el número de posibilidades no es finito sino infinito." John Szarkowski
Los arquitectos, sus espacios de trabajo y sus sueños Por Hernán Bisman
1. Clorindo Testa. Como muchos otros proyectos importantes en nuestra vida de editores este libro nació, sin que en ese momento fuéramos conscientes de ello, en el estudio de Clorindo. Era primavera del año 2012 y estábamos diseñando junto a él y a un entusiasta equipo de curadores un envío a la Bienal de Venecia. Se nos ocurrió pedirle a Albano García, notable fotógrafo especializado en arquitectura, que nos acompañara ese día con su cámara y a Pablo Engelman, mi socio, con su grabador. Queríamos registrar una de esas reuniones de trabajo, verdaderos talleres de aprendizaje con el maestro que teníamos semanalmente en esa época, entre los croquis, planos, maquetas, puntales y obras de arte que poblaban todos los rincones de su querido y hermoso estudio de la avenida Santa Fe, esquina Callao. Cuando unos días después Albano nos mostró las fotos que había tomado esa tarde quedamos impresionados. Las imágenes reflejaban perfectamente el espíritu y los signos que hacían de ese estudio de arquitectura el favorito de todos; era el estudio que siempre queríamos visitar, con cualquier excusa. Publicamos algunas de esas fotos en el catálogo de aquel envío a la Bienal. Tiempo después, con tristeza, volvimos a publicar una de ellas acompañando parte de la conversación registrada por Pablo aquel día en la despedida a Clorindo, al que seguimos extrañando siempre; en especial cuando pasamos por la puerta de esta esquina tan emblemática de nuestra ciudad, precisamente por haberla habitado él. 2. Ambientes de arquitectura. Pasaron más de seis años, muchos libros, revistas y documentos editados, y siempre esas fotos íntimas, un poco traviesas porque revelaban rincones desconocidos de aquel mítico estudio, volvían a mi mente. Hasta que una tarde de domingo en casa, hace poco más de un año, hojeando un muy lindo libro de fotografías de escritores en sus espacios de trabajo que encontramos en una pequeña librería de viejo, le recordé a Clarisa, mi mujer, las imágenes que Albano le había hecho a Clorindo, señalándole la coincidencia del clima de aquellas con el libro que estábamos mirando juntos: ¡Eureka! Clarisa me sugirió editar un libro que “espiara” dentro de los estudios de arquitectura
de Buenos Aires, un libro que registrara esos ambientes donde la arquitectura se imagina, se proyecta y se documenta; espacios muy conocidos por nosotros en nuestros veinte años de actividad como editores pero que despiertan gran curiosidad en quienes no los conocen o acceden a estos espacios íntimos de manera esporádica. Inmediatamente, ese mismo domingo puse manos a la obra. A través de un grupo de WhatsApp enlacé en un chat a Pablo Engelman, a Albano García y a Edgardo “Chester” Freysselinard, autor de un interesante libro que habíamos editado poco antes, para contarles la idea y ver si les entusiasmaba emprender el laborioso proceso de seleccionar, fotografiar y escribir acerca de 50 estudios, la cantidad que me pareció adecuada para lograr en un tiempo razonable un libro representativo de las distintas formas de trabajo de arquitectos y arquitectas de varias generaciones. Como muchas otras veces, y con la generosidad que caracteriza a estos amigos, los tres se sumaron felices al proyecto siguiendo mi impulso y sin saber siquiera si el libro podría materializarse, en un clima de complicidad y alegría que hizo de este libro un trabajo enormemente placentero. Meses después, se sumarían a este grupo el talentoso Jorge Denis, como editor literario, y Marco Maiulini, en el rol de puntilloso corrector de castellano, quienes también condimentarían con sus saberes y entusiasmo las páginas de este libro. Así, ese día del otoño de 2018, comenzó un trabajo de muchos meses, primero seleccionando cincuenta “Ambientes de Arquitectura” entre cientos o, en rigor, miles posibles. Sabíamos que cualquier recorte sería parcial, acaso injusto. Tomamos entonces la decisión de hacer la selección de la forma más sincera que imaginamos, por afinidad, eligiendo a los estudios por los que ya habíamos transitado, alguna o varias veces, en ocasión de otros proyectos fotográficos, literarios o editoriales de los miembros del grupo. Oficinas que sabíamos por experiencias previas que serían interesantes por diversos motivos para los lectores y en las que la presencia de la cámara de Albano y del grabador de Chester sería bien recibida. Nos pusimos el corsé de seleccionar estudios dentro de los límites de la Ciudad de Buenos Aires, la palma geográfica de 5
nuestra mano, aunque con el correr de los listados no pudimos evitar tentarnos en extender un par de dedos un poco hacia el Norte y otros hacia el Oeste, fuera de los bordes de la avenida General Paz. Decidimos, sin embargo, no salir de los límites del AMBA, dejando para próximas aventuras y siguientes tomos una nueva selección que incluya a los “Ambientes de Arquitectura” de La Plata, Mar del Plata, Rosario o Córdoba, entre otras muchas ciudades argentinas posibles. 3. El libro. Un año nos tomó registrar los cincuenta estudios seleccionados. Un trabajo muy esforzado de Albano, produciendo y fotografiando especialmente a cada uno de ellos, y posteriormente de Chester, visitando a todos y todas para observar y conversar in situ acerca de la magia de cada espacio, para luego escribir una pincelada de lo escuchado, se complementó con una cuidadísima edición y puesta en página por parte de nosotros, los editores del equipo. Promediando la edición el interés del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, de la Fundación Tejido Urbano y de las empresas Horcrisa, Rehau, Knauf, Agi y Desalvo nos permitió realizar una importante tirada del libro, que se distribuirá a partir de su presentación en la Fototeca Latinoamericana (FoLA) entre los estudios participantes, instituciones culturales y profesionales, bibliotecas especializadas y librerías. Luego de varias alternativas posibles, elegimos publicar las sesiones de fotos prácticamente en la secuencia real de las tomas. La recorrida inicia con la visita al estudio de Daniel Silberfaden, primer anfitrión en su carácter de querido amigo y feliz morador de una oficina semicircular con una mágica luz, y termina con un estudio registrado doce meses después, el moderno ambiente de trabajo de los arquitectos Adamo y Faiden. Entre estos dos estudios los lectores descubrirán una diversidad de espacios de arquitectura que habitan juntos en este libro. Variados estilos de trabajo que deparan estéticas distintas, configuraciones espaciales diversas, mobiliarios y bibliotecas más o menos sofisticados, talleres o despachos, todos dan marco y contexto a estos creadores; arquitectos y arquitectas, asesores, estudiantes y pasantes trabajan día a día en estos extraordinarios espacios versátiles, simbólicos, ceremoniales o lúdicos; verdaderos laboratorios de las ideas que luego serán dibujos primarios, planos de anteproyecto y documentaciones de obra que permitirán construir los edificios y las ciudades en que vivimos. El chat entre amigos que dio origen a este libro sigue abierto y muy activo. Guarda en su cuerpo digital todo lo visto, registrado y comentado entre nosotros en estos dos años. Un universo repleto de papeles, escalímetros, calcos, pizarrones, pantallas, lápices y lapiceras que acompañan y definen a los protagonistas de esta publicación: los arquitectos, sus dibujos y sus sueños, habitantes tenaces de los espacios maravillosos que este libro registra. ¡Bienvenidos! 6
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Estudios Berdichevsky & Asociados Arquitectos adamo-faiden
AFRa
Aisenson Arquitectos
Alberto Varas & Asociados, Arquitectos
Alonso & Crippa
170 Besonías Almeida Arquitectos
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bl&arqs. Baudizzone Lestard Arquitectos y Asociados
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150 Busnelli Arquitectura
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C4 Cortiñas Arquitectos
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168 Castillo Kogan Arquitectas
Alric Galindez Arquitectos
Arquitectónika
Arquitectos Dujovne-Hirsch & Asociados
ASZ Arquitectos
ATV Arquitectos
ccyza
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del Puerto - Sardin Arquitectos
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162 Estudio Borrachia
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Estudio NE3
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158 Frazzi Arquitectos
Barq
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Estudio Silberfaden BAAG
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Galpón Estudio
Grinberg Dwek Iglesias
Moarqs
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Monoblock
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118 Moscato-Schere y Asociados
Hampton+Rivoira+Arquitectos
116 MSGSSS
Hauser Oficina de Arquitectura
iR Arquitectura
KLM Arquitectos
Planta
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Point
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Martín Forcinito Arquitectos
Martín Gómez Arquitectos
Minond estudio
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154 Rietti Smud Zelcer + Ana Smud
Luciano Kruk Arquitectos
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Remy Arquitectos LMA Arquitectos
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128 Neto Arquitectura
iF - Investigaciones del futuro
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78 Torrado Arquitectos
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Urgell Penedo Urgell Arquitectos
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Vila Sebastián Arquitectos
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112 2PS Arquitectos
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Estudio Silberfaden Daniel Silberfaden
Llueve. La tarde, temprana, se presenta soñadora e incauta. La temperatura no es muy baja; es el primer frío de un otoño esperado y tardío. Dentro de su estudio el arquitecto nos recibe cordialmente en su gabinete personal, que oficia de sala de reuniones. Nos acomodamos en una oficina atravesada por la luz acuartelada de una ventana de estilo. Un tenue tamiz nos predispone a la entrevista, sumergidos en una introspección general. En cada instante de la visita vuelve esa luz, gris pero no espectral, que se acomoda sobre nosotros suavizada por los cristales que reflejan la imagen de la calle y de las copas de los árboles; estas, ahora saturadas de sienas y ocres añosos, se pierden a lo lejos sobre volúmenes construidos. Daniel Silberfaden trabaja desde siempre en espacios que lo motivan, que lo contienen y que le dan forma a su obra; desde su primer estudio ha buscado, nos dice, esa luz inspiradora y a la vez protectora que producen los vanos verticales calados en muros profundos. Proyectando junto a ella, la incorpora a su trabajo con cada trazo, como si se tratase de un color primario. Al recorrer el estudio, observamos el damero blanco y negro que compone el piso, el cual sostiene tableros, escritorios, estanterías con maquetas y vastas bibliotecas atiborradas de libros y revistas. Ese piso iluminado por el sol exiguo de la tarde es un continuum virtuoso atravesado por nuestros pasos. El arquitecto nos despide con una sonrisa en la puerta de antigua madera, y bajamos a la calle en el ascensor de rejas del edificio. Afuera, en la avenida, continúa la lluvia; descubrimos nuevamente el atardecer temprano, propio del calendario. En La náusea, Jean Paul Sartre describe una tarde parecida: “Me gustaba tanto el cielo de ayer, un cielo estrecho, negro de lluvia, que se apretaba contra los vidrios como un rostro ridículo y conmovedor. Este sol no es ridículo, al contrario (…). Día perfecto para volver sobre uno mismo: las frías claridades que el sol proyecta, como un juicio sin indulgencia, sobre las criaturas, entran en mí por los ojos; me ilumina por dentro una luz”. 12
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del Puerto - Sardin Arquitectos Valeria del Puerto Horacio Sardin
Llegamos a un bucólico edificio de noble construcción, que remite a un indefinido estilo francés de gran auge en los años veinte y treinta; está regido por un color claro que induce un sentimiento de calidez en el invitado. Allí dentro, en un espacio que se fue componiendo desde una amistad iniciada en la temprana juventud de la facultad hasta nuestros días, los dos arquitectos trabajan en una armonía que es incluso palpable para el observador externo. Se puede percibir un afecto entrañable entre ellos, tanto como un sostenido y profundo amor por la profesión. Cada rincón del estudio contiene un fragmento del pasado, el cual a su vez va enriqueciendo el presente de esta sociedad. El espacio de trabajo personal de ambos recuerda escenarios de entregas universitarias, con esa sensación de ebullición creativa constante. No es casualidad que mantengan su actividad docente viva como otra instancia enriquecedora de su pensar y hacer. Este lugar de trabajo carece de solemnidad, expone un armado descontracturado pero no caótico, articulado por multiplicidad de colores, formas y texturas. Bajo su sentido de profesionalismo ellos mantienen una actitud cuasi lúdica pregonada por ambos, la cual de algún modo se termina de sublimar en cada croquis, en cada proyecto, en cada obra. Este ambiente de trabajo flexible, abierto a las ideas, recuerda a Guy Debord y su Teoría de la Deriva: “El concepto de deriva está ligado indisolublemente al reconocimiento de efectos de naturaleza psicogeográfica y a la afirmación de un comportamiento lúdico-constructivo que la opone en todos los aspectos a las nociones clásicas de viaje y de paseo. (…) En la arquitectura, la inclinación a la deriva lleva a preconizar todo tipo de nuevos laberintos que las posibilidades modernas de construcción favorecen”. No se trata de construir laberintos in se sino de mantener una parte de la mirada inocente, fresca, irreverente. Mientras tanto la vida avanza y el futuro ha de traer otros espacios por conquistar con sentimiento e imaginarios profesionales, entregándose a la deriva, dejándose llevar, con su búsqueda intacta como en sus inicios, comprometiéndose como siempre. 16
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Berdichevsky & Asociados Arquitectos Carlos Berdichevsky Juan Aiello Laura Ostrofsky
Al atravesar el cristal de la puerta de acceso nos asalta la sensación de iniciar un viaje intenso en una nave que es, en su interior, totalmente blanca, con estructuras metálicas que la sostienen y conforman. Una nave-estudio con puentes que ordenan y guían a sus visitantes y tripulantes cotidianos entre doble alturas y techos continuos y bajos. Puertas opacas de cristal sostenidas por guías que, en su abrir y cerrar, van articulando diferentes espacios de trabajo y de guardado, también de encuentros y reuniones, en donde los miembros de este estudionave aportan, desde sus múltiples funciones, al andar de este barco de arquitectura. Presentes en todo momento están las láminas, los dibujos, las maquetas, que dan cuenta de una trayectoria larga, variada y fructífera; repleta de obras. También vemos elementos de precisión, máquinas en uso y desuso y una importante biblioteca. Una oficina vigía, de comando general, al frente en el nivel superior, se presenta como un ojo atento que observa y participa. Berto Berdichevsky aparece en la cima de una escalera metálica y blanca como el entorno, etérea, disipada, un caracol al infinito. Nos invita a subir. Imbuidos en una charla casi introspectiva el arquitecto nos da refugio en su lugar de trabajo, puesto de conducción de esta nave, la cual timonea desde hace muchos años, en los comienzos de su práctica. En este punto, siento que podríamos estar siendo soñados por Julio Verne en su novela Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, dialogando con el capitán del Nautilus: “Nemo se levantó y yo le seguí. Por una doble puerta situada al fondo de la pieza entré en una sala de dimensiones semejantes a las del comedor. Era la biblioteca. (…) Hay aquí por lo menos seis o siete mil volúmenes, ¿no? –Doce mil, señor. Son los únicos lazos que me ligan a la tierra”. 18
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Vila Sebastián Arquitectos Marcelo Vila Adrián Sebastián
Estamos en el Norte de la ciudad, en el borde donde la trama llega a ese híbrido que primero es del color verde de los grandes predios arbolados, y luego se hace río “color de león” y horizonte. En una fina punta de una manzana atípica se eleva una estructura de hormigón sutilmente recubierta en ambos lados por una piel metálica, un telón que cambia de transparencia a opacidad según la mirada. Tras el encuentro en la planta baja subimos una escalera que entrelaza tres niveles con usos y zonas diferenciadas; tableros, muebles bajos, bibliotecas, maquetas, planos y libros se suceden bajo la luz del sol filtrada por los parasoles horizontales, cuyas sombras lineales parecieran desdibujar los cuerpos y los objetos contenidos por el edificio. Todo parece mutar con el paso del día. Estamos dentro de una caja que desmaterializa y fragmenta las formas. Escaleras abajo, en un subsuelo iluminado por franjas horizontales a la altura del nivel de la calle, los arquitectos entablan un diálogo enmarcado por muchos paneles, colgados de los muros, que exhiben obras en nuestro país y en el extranjero. Antes de terminar la visita, nuestra charla continúa en la terraza del edificio, con su techo de concreto horadado y sus largas vistas al Río de la Plata. Mientras bajamos a despedirnos, imaginando que estuvimos en la cubierta de proa de un navío de hormigón y vidrio entre las copas de los árboles, surge el recuerdo de un personaje de la novela de P. D. James El Faro: “Su apartamento a orillas del río estaba situado en el extremo del edificio, con doble fachada al exterior y dos terrazas. (…) Siempre le había gustado el estímulo del contraste, y aquí podía pasar de lo viejo a lo nuevo y observar la vida del río con todos sus contrastes desde las primeras luces del día hasta el anochecer. A la hora del crepúsculo se acodaría en la barandilla de la terraza y contemplaría la transformación de la ciudad en un cuadro de luces tan brillantes que eclipsaban las estrellas al proyectar en el cielo el reflejo de su resplandor carmesí”. 22
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iF - Investigaciones del futuro Gustavo Diéguez Lucas Gilardi (estudio a77) Roger Colom Leonello Zambón (CoZa)
El después de un largo camino hacia los bordes de la ciudad se presenta inmerso en una trama ortogonal clásica que se confunde y altera en antiguas fábricas y depósitos, algunos lotes vacíos, pocos árboles, asfalto viejo, viviendas decoloradas por el paso del tiempo. Desde cerca, un aire fresco: el campus de una joven universidad alumbra vitalidad en un entorno barrial que se está transformando rápidamente. Como si de un templo antiguo se tratase, un ex depósito en ebullición constante, siempre mutando en su piel y en sus colores, marca su presencia en el barrio con un ícono, altivo, en su remate: es el taller donde los arquitectos nos reciben. Sus paredes amuralladas contienen un trabajo interminable, la búsqueda de nuevas soluciones que configuren, con su alquimia, posibles caminos a seguir para la arquitectura. Este estudio es una experiencia, un paisaje que nos empuja a sumergirnos en esta marea colectiva de ideas, formas, música, artefactos sencillos y complejos y un olor a madera infinito. La alegría que se percibe en el compartir, soñar y proyectar de estos arquitectos y artistas se materializa en sus obras. Cada pensamiento, cada palabra, cada dibujo conforman coralmente la fluida máquina que han creado. Al salir nuevamente a la calle suburbana, ya en sombras, vuelve al presente un párrafo de Georg Simmel en Filosofía de Geldes recordado durante la visita: "La única moralización posible se da por medio del proceso cultural que cada vez objetiva más contenidos vitales en formas transindividuales: los libros, el arte, las construcciones ideales, la patria, la cultura universal, la configuración de la vida en imágenes conceptuales y estéticas, el conocimiento de miles de cosas interesantes y significativas, todo esto se puede disfrutar sin que uno haya de quitárselo al otro. Cuánto más claramente estos valores adquieren esta forma objetiva, tanto más sitio hay en ellos para cada alma". 26
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Busnelli Arquitectura Roberto Busnelli
La tarde es gris. Una escalera inmaterial, casi etérea, de vidrio en sus pisadas y con costillas metálicas que la sostienen, es la transición necesaria para llegar desde la planta baja a un sector oscuro y privado del estudio en el segundo piso. La primera impresión es la de estar dentro de una caja perfecta de aristas acentuadas y determinada por los muros texturados, poblada de colores, tanto en sus espacios como en sus intersticios. Deslumbra una luz vertical y horizontal a la vez, una luz fría que cae como catarata sobre la pared de vidrio en doble altura que da marco al lugar y lo contiene. Existe otro nivel superior, con caminos de observación hacia el espacio central inmerso en un clima de trabajo creativo y de introspección general. Visuales cruzadas en observaciones sucesivas. Nos envuelve la comodidad dada tanto por el trato del arquitecto como por la compañía de maquetas, de una gran biblioteca y de objetos de culto personales, no triviales. Hemos entrado a un universo poblado de arquitectura, tecnología y humanidad. Cuando llega el momento de despedirse, atravesamos el umbral y empezamos a caminar perdiéndonos en las calles del barrio, ajeno a lo que sucede dentro de ese edificio. Se nos presenta la sospecha de que quizás esta suerte de laboratorio de ideas y materia no está en este lugar sino en la mente, tal vez en forma de recuerdo de un libro, La Eva Futura, de Augusto Villiers de L`Isle - Adam: “A las cinco de la tarde de estos últimos otoños, el maravilloso inventor, el gran Edison estaba solo en lo hondo de su laboratorio personal, allí, en el pabellón arrancado del castillo. (…) Allí se esbozaban, agobiando las mesas, entrañas de instrumentos de precisión, engranajes de mecanismos desconocidos, de aparatos eléctricos, de telescopios, de reflectores, junto con los grandes imanes, las matrices tubulares (…), por todas partes, las aristas metálicas, las facetas de los cristales, las turgencias de las pilas (…). Bajo el influjo sutil de aquella atmósfera, el pensamiento siempre fuerte y vivaz del soñador se distendía”. 32
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Urgell Penedo Urgell Arquitectos José Antonio Urgell Augusto Manuel Penedo Juan Martín Urgell Elisa Alurralde Enrique Lynch Juan A. Pierantoni Andrea López Gustavo Vago
Un edificio neoclásico francés viste la esquina con una suntuosidad que se presenta tan repetida como virtuosa en algunos puntos de la Ciudad de Buenos Aires. Observamos la magnificencia de su acceso, sus alturas, su ascensor jaula que se desliza a través del “corte-vista” de una escalera de mármol blanco, quizás de Carrara. Al ingresar en el estudio todo es voces y movimiento. Muy cerca del hall recibidor, en un salón oval que se anexa desde una esquina, parecen guardarse sensaciones e imágenes que dan entidad al lugar; ellas definen a este estudio desde la experiencia y el hacer durante los 60 años transcurridos desde su fundación. Las paredes blancas sostienen imágenes de las arquitecturas contemporáneas aquí imaginadas y construidas. En el recorrido se nos presenta linealmente una sucesión de espacios a lo largo de un pasillo, todo bajo una luminosidad especial. En cada uno de ellos el trabajo es acompañado por la charla, el debate, los sueños individuales y colectivos. Tableros, libros y máquinas conforman un paisaje común que se repite. Un suave color tiza compone el ambiente: el largo pasillo, paso obligado a las distintas oficinas, repleto de maquetas, enormes planos, detalles constructivos y algún texto. Este paso se convierte en deriva por un canal mayor que nos conecta con la sala de reuniones. Los socios y asociados del estudio, reunidos alrededor de una gran mesa de directorio durante una amena charla, comparten relatos que incluyen pasado y presente de una oficina con mucha historia en la escena arquitectónica argentina. En el aire se siente fuertemente la presencia de quien hasta hace muy poco, con su caballerosidad infinita y su hacer elegante y sabio, poblaba estos salones. Al despedirnos, el blanco de las paredes –ahora más claro que nunca por el ángulo en el que ingresa la luz– transforma a esta antigua vivienda burguesa en una diáfana caja de ideas y de búsqueda sistemática de belleza, esa que Walter Benjamin define como “aquella a la que afecta la mirada propia del alegórico, siendo la melancolía inseparable respecto al sentimiento de lo bello. En el orden simbólico, la belleza se encuentra en el sentido inverso de la vida". 36
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ATV Arquitectos Federico Azubel Ignacio Trabucchi Walter Viggiano
Mañana fría de finales de un largo invierno en la ciudad. Un barrio antiguo cobija al edificio de este estudio que hoy nos recibe. El sol se refleja en distintos sectores del hormigón y de los cristales para luego licuarse en el aire. El cubo de vidrio central que nos envuelve posee una gráfica impresa que descompensa el interior convirtiéndolo en un fragmento más de esa luz exterior, ahora adentro. Como pequeños fractales, los diseños impresos se componen y descomponen en un ojo convertido en un caleidoscopio amarillento. Cada movimiento de la luz inunda los libros, el entorno. La charla con los arquitectos avanza mientras nos relatan cómo se aseguran de que su proceso creativo fluya con gran precisión y de que, desde el comienzo mismo del encargo, todas sus aristas compongan un polígono de juego dentro de una cancha signada por la búsqueda del rigor. Recorremos otros sectores del estudio que quedan separados o integrados según un leve movimiento de puertas transparentes que se deslizan dejando que aparezcan y desaparezcan espacios, todos ellos conectados a través de las visuales que van de Este a Oeste. Ya en el piso superior, la terraza aparece como un lugar de expansión general del edificio y del estudio, con vistas infinitas sobre un barrio antes de casas bajas ahora en un proceso intenso de metamorfosis. El diseño exquisito y contemporáneo de este espacio hace pensar, a partir de escuchar a sus tres jóvenes fundadores, que tienen en cierto modo un punto en común con Paul Varjack, uno de los protagonistas de Desayuno en Tiffany´s de Truman Capote: “Siempre me siento atraído por los lugares en donde he vivido, por las casas y los barrios. Por ejemplo, hay un edificio de roja piedra arenisca en la zona de la calle 70 donde, durante los primeros años de la guerra, tuve mi primer apartamento neoyorquino. (…) me embargaba una tremenda alegría cada vez que notaba en el bolsillo la llave de este apartamento; (…) mi casa, mía y de nadie más, y la primera, y tenía allí mis libros, y botes llenos de lápices por afilar, todo cuanto necesitaba”. 40
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C4 Cortiñas Arquitectos Jorge J. Cortiñas Julián J. Cortiñas Luciano J. Cortiñas Eugenia Cortiñas
Una luz tenue de invierno atraviesa la puerta desde adentro, y convierte a la fachada en una vidriera refulgente. Atravesamos, como en un sueño, ese patio, ahora moderno, que remite con sus líneas y verdores a los patios originales del viejo Palermo o el primer Belgrano. Ingresamos a ese estudio al que en otros tiempos ya había tenido la suerte de visitar. Esta vez los hijos, ahora adultos, aparecen como una prolongación del padre, un profesional de la arquitectura comprometido con su época. Se hace patente el privilegio de estar dentro de este estudio-casa-refugionido, un espacio por donde el elegante rigor y la eterna pasión por el oficio se evidencian en cada plano, cada maqueta, cada elemento de dibujo por igual. El arquitecto Jorge José Cortiñas y sus hijos Julián, Luciano y Eugenia nos relatan sus obras, sus ideas y algunos sueños junto a viejos y nuevos proyectos que se retroalimentan, porque, como bien sostienen, las buenas ideas no envejecen. Continuamos recorriendo el estudio por los distintos espacios de trabajo, la biblioteca, la sala de reunión, todo cartesianamente ordenado. Estos cuatro arquitectos creen en una arquitectura despojada de clichés y superficialidades materiales y discursivas, donde la solidez del sentido común y la sensibilidad constructiva son el lenguaje compartido que los guía. Esta visión de la profesión, sostenida por Jorge con férrea convicción desde hace muchos años, ha logrado trascender su ámbito de trabajo para llegar a influenciar académicamente a incontables alumnos a través de las décadas. Al retirarnos percibimos, esta vez con mayor conciencia, la luz azul del atardecer que se derrama por el patio que oficia como foco del edificio del estudio. Al pasar al sector semicubierto en penumbra previo al portón de calle el pensamiento, motivado por la amabilidad de esta sucesión de espacios, nos lleva a las palabras de Jorge Luis Borges: “Con la tarde, se cansaron los dos o tres colores del patio. Esa noche, la luna, el claro círculo, no domina el espacio. Patio, cielo encauzado. (...) Serena, la eternidad espera en la encrucijada de estrellas. Grato es vivir en la amistad oscura de un zaguán, de una parra y de un aljibe”. 44
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Moarqs Ignacio Montaldo Ángel Tundis Christian Dragan
Termina el día. El crepúsculo se pierde en el horizonte construido. La barranca es un límite que marca el arriba de un bajo cada vez más alejado del río; en otros atardeceres el Río de la Plata quedaba más cerca, muy cerca. Las quintas terminaban casi en él y el más allá era algo impredecible, librado al azar. Al final de la calle encontramos el edificio del estudio, erguido allí desde principios de los años 20, custodio mudo del paso del tiempo, original casa de renta de una actriz y cantante del varieté porteño de la primera parte del siglo XX. Ya en el interior, el ambiente se transforma en un lugar cálido; allí, la madera oscura del piso y los marcos de las puertas contrastan con el blanco de los muros y sus molduras. En ese ambiente que lo contiene encontramos al arquitecto trabajando. A medida que transcurre la charla se logra adivinar el sentido de su búsqueda profesional, en donde la modernidad, comprometida con su tiempo, inunda cada plano, cada fachada, cada interior de sus obras. Él introduce su discurso dentro de su obra, más allá del dibujo, con palabras en tres dimensiones. Es curioso. Conoce otras miradas, otros entornos, otras realidades, que enriquecen su hacer cotidiano. Así lo hace también en su trabajo académico, transitando desde joven las aulas de distintas universidades. Acompañan la entrevista largos tableros, maquetas, lápices de colores, diferentes texturas en materiales y objetos, una mesa de reunión de gran impronta, y su gran biblioteca profesional, nutrida y protagonista del espacio, en donde se puede divisar el lomo de Hacia una arquitectura. Parecen resonar aquí mismo, entonces, las palabras de Le Corbusier: “El arquitecto, por el ordenamiento de las formas, obtiene un orden que es pura creación de su espíritu; por las formas afecta intensamente nuestros sentidos, provocando emociones plásticas; por las relaciones que crea despierta en nosotros profundas resonancias; nos da la medida de un orden que se siente de acuerdo con el mundo, determina reacciones diversas de nuestro espíritu y de nuestro corazón; y entonces percibimos la belleza". 48
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Galpón Estudio Ramiro Gallardo Gustavo Nielsen Enrico Rovaletti Max Zolkwer
Con paso firme hemos ido acercándonos a nuestro destino. En el viaje descubrimos, entre antiguas casas bajas, depósitos y algunos talleres de automóviles que sobreviven, la aparición progresiva de nuevos edificios de viviendas insertos en este barrio casi central en intensa transformación. Una alta puerta de hierro deja entrever un pasillo extenso. Al ingresar, sobre el muro vemos grabados de color que van despertando el interés por descubrir lo que vendrá. Entramos a un espacio profundo y en doble altura, iluminado por dos grandes ventanales de hierro y vidrio partido. Un patio participa brindando colores y perfumes cotidianos desde su interioridad. Sectores de servicio conviven en esa gran planta baja junto a una sala de reuniones de uso común; algunos muebles de diseño y una biblioteca de madera son sus actores principales. Una escalera compensada nos remite a posibles usos del lugar en tiempos pasados. Desde el primer nivel el ambiente se convierte en un gran multiespacio en donde, subdivisiones mediante, conviven diferentes estudios de arquitectos, diseñadores, ilustradores, escritores y artistas. La variedad de colores, formas y texturas caracterizan el sitio. Cabriadas metálicas sostienen el techo fabril; juegos pensados para la distensión –un metegol y una mesa de ping pong– ayudan a entender el clima que se genera aquí a diario. En una búsqueda creativa colectiva los integrantes de Galpón Estudio, los arquitectos Gustavo Nielsen, Max Zolkwer, Ramiro Gallardo y el diseñador gráfico Enrico Rovaletti, dieron forma a un lugar libre de preconceptos, donde la dinámica del trabajo se potencia y se ve motivada por el espacio en sí mismo; es este lugar el que genera distintas formas de relacionarse entre ellos, como por ejemplo sociedades temporales y por proyectos. La imaginación los lleva a otros lugares y situaciones donde la utopía aún es divisable; porque, como dijo el cineasta Fernando Birri en una conferencia junto a Eduardo Galeano, "La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar". 52
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Frazzi Arquitectos Matías Frazzi
Mediodía gris. Una calle ancha del barrio de Villa Devoto, sostenida en uno de sus lados por edificios magníficos cuya vista remite a un pasado ahora inexistente; en el lado opuesto, casas bajas y edificios que acompañaban el caminar pausado, con sus estilos y alturas moderadas. De hormigón a la vista, metal y vidrio está conformado el lugar de la cita. Al ingresar, el verde de la calle sorprende desde lejos por su nivel de espesura en la altura, de textura interminable de hojas, ramas y algún pájaro interpelado por otro. Delinean un perfil que aparece como límite entre el interior y el exterior, con las vistas distendidas, de una trama barrial que se pierde en el horizonte y descansa. La imaginación aquí recorre cada sector del lugar, en donde aparece una biblioteca técnica y personal, algún cuadro original, alguna imagen de obras terminadas o pensadas en concursos. Vemos muchas maquetas de vibrantes colores, materiales y texturas. Estos fragmentos del pasado acuden a la mente y a la emoción, llevándonos a recordar a Walter Benjamin y su escrito Los Colores (parte de Infancia en Berlín), donde nos introduce en el mundo de su niñez: “En nuestro jardín había un pabellón abandonado amenazando ruina. Le tenía cariño por sus ventanas de cristales coloreados. Si pasaba la mano en su interior me iba transformando de cristal en cristal, tomando los colores del paisaje que se veía en las ventanas, ahora llameante, ahora polvoriento, ya ardiente, ya exuberante. Lo mismo me sucedía cuando pintaba en colores y se me abrían las cosas en su seno, tan pronto que las llenaba con una nube húmeda (…). Venciendo la barrera, los colores me asaltaron y aún siento la dulzura con la que entonces se empaparon mis ojos…”. Matías Frazzi, como un niño grande, busca armar con partes diferentes un mundo nuevo para ser vivido. Trata de ser fiel a sus orígenes y a su lugar de pertenencia. El Río de la Plata, para él, es una alfombra que recorre una y otra vez dentro de una gran patria de dos orillas. 60
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KLM Arquitectos Federico Kelly Paula Lestard Hernán Maldonado
Una calle tranquila me lleva hacia el edificio en el que se encuentra KLM, en la zona Norte de la ciudad. Un sinfín de casas bajas rodeadas de inminentes nuevas construcciones hace notar un cambio de escala y de densidad urbana que deja atrás un pasado de viviendas unifamiliares que le daban su carácter a este barrio. Desde un primer momento el espacio del estudio se vislumbra luminoso y amplio. Su orientación Este nos hace imaginar largas e intensas mañanas de sol y tardes frescas de charlas tranquilas en un gran balcón aterrazado. En un cubo de cristal traslúcido sucede la entrevista y el reencuentro con los tres arquitectos. Ellos nos cuentan que en su estudio anterior, los muros estaban colmados de imágenes de proyectos y de concursos. En esta nueva etapa los muros blancos dominan cada rincón. Solamente en algún paramento, y casi a modo de escultura, aparece algún panel, algún fragmento de trabajos del pasado. Mientras continuamos dialogando, los integrantes del estudio dibujan con sus anécdotas y con sus historias un recorrido por un gran número de obras y premios, en paralelo a una también intensa práctica docente en diversas universidades. Ellos están convencidos de que la actividad académica y la profesional son dos instancias que sólo pueden retroalimentarse positivamente. Su trabajo en equipo se ve reflejado en las formas de integrarse en sus tableros, de cohabitar entre los proyectos. Sólo un mueble utilitario, también blanco, divide en forma virtual el sector de producción del resto de los tableros de la planta. El espacio de trabajo fue pensado en cada aspecto como un lugar de interacción dinámica. Una foto de una fiesta de fin de año en un rincón ejemplifica la manera fresca y joven de estos arquitectos de trabajar juntos y con su equipo. Todo acontece bajo el baño de la copiosa luz natural que convierte en coreografía cada movimiento de sus miembros. Esa misma luz que es centro de su interés disciplinar, la que buscan que sea protagonista en cada obra, a su manera, escala y carácter particular para cada desafío proyectual. Les es claro, como a Alberto Campo Baeza, que hay que intentar “hacer arquitecturas capaces de permanecer en la memoria de los hombres, de permanecer en el tiempo. Y sólo los arquitectos que han merecido la pena, los maestros, han entendido que la luz, precisamente la luz, es el principal material con el que la arquitectura es capaz de vencer al tiempo”. 64
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ccyza Carlos Campos Yamila Zÿnda Aiub
La avenida casi céntrica desprende colores que se confunden con la mañana y generan una atmósfera clásica, tradicional. El edificio al que ingresamos sostiene con sus mármoles, sus granitos, sus maderas, incluso con los atardeceres que lo alumbran, una historia ahora inexistente (el modernismo primigenio de una metrópoli en constante crecimiento). Los dos socios del estudio nos reciben. Una puerta signada por los detalles que expresan la sabiduría de las formas puras y la luz intensa que proviene de los grandes ventanales hacia el Este –sobrevolando el pulmón verde de manzana– dan marco a la escena que proponen ambos arquitectos enfocados en un juego de tazas y cucharas de diseño, mini cafeteras metálicas de colores utilizadas para crear el café que comparten. Mientras esperamos que filtre la bebida, el arquitecto nos enseña las características de un nuevo artefacto–instrumento que evidencia su interés por la música y que complementa su pasión por la arquitectura. Giro la vista y encuentro, sobre el color intenso de un muro, un universo de dibujos personales y de otros artistas. Ese color rojo apagado se expresa como un sello que se repite en trabajos, en marcos internos de cuadros, en fondos perdidos de otros momentos. Maquetas, trabajos construidos y proyectos componen una trama que despierta el ojo de quien transita este estudio. La arquitecta nos invita a entrar a uno de los cuartos: una gran biblioteca contiene textos admirados y fundamentales, mezclados entre publicaciones y revistas de todo el mundo. Lo técnico y lo espiritual compiten en cada rincón. El arquitecto, a través de cierta nostalgia en sus palabras, deja descubrir su itinerancia entre la ciudad de Buenos Aires y la de Nápoles, en la que ya hace muchos años es profesor invitado, haciéndose la ciudad italiana cada día más suya. Al igual que el general Cork en el cuento La piel de Curzio Malaparte, todos nos hemos enamorado alguna vez de otro sitio al punto de cuestionar nuestro propio lugar: “¡Los aires de Capri han sido hechos expresamente para que los generales americanos repongan fuerzas! Y tras aquella comedia ritual partíamos a bordo de una lancha a motor hacia Capri junto con el coronel Jack Hamilton (…). En cuanto surgía del mar el promontorio del Massullo y, al borde de este, aparecía mi casa, una sonrisa infantil iluminaba el rostro del general Cork (…) Y el general Cork gritaba: ¡Ah, aquí, aquí quisiera vivir!”. Los ojos del arquitecto expresan esa misma alegría intensa, aunque se le suma el sabor amargo que poseen las distancias para quien oscila entre continentes. Aunque la sensación de estar y de no estar convive en cada instante de su vida, él conoce su propia esencia, la que lo devuelve a nuestras costas, amarrándolo otra vez. 68
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Remy Arquitectos Andrés Remy
Cae la tarde y en este sector de la ciudad la calma se ve interrumpida sólo por el cercano traqueteo del tren. En otros tiempos la paz rodeaba aquí a los últimos vestigios de una ciudad que desaparecía hacia el norte. La casona de altos, ahora remodelada, alberga el estudio, destino final de este día. Ya desde el acceso por un antiguo garaje el lugar despierta expectativas. El recorrido ascendente se detiene en niveles que presentan distintas características, como lugares de trabajo, de reunión, espacios con grandes tableros, maquetas y láminas de trabajos realizados. El Este está oscuro a esa hora y es el Oeste el que destella sus últimos rayos descendentes, pudiéndose recorrer todo el espacio y sus límites concretos con la mirada. Más arriba, y al final de la escalera, se visualizan dibujos producto de la máquina y de la mano; pintados, recortados y pegados en mamparas o paredes van marcando el día a día del pensamiento expresado en trazos y formas. En una interesante charla, Andrés Remy cuenta su devenir desde sus inicios en su ciudad natal situada en el Sur del país, sus años en la FADU, sus vicisitudes y desafíos en Buenos Aires, hasta llegar a la actualidad de su trabajo, tan reconocido como vertiginoso. Es un observador comprometido con los integrantes de su oficina, muchos de ellos muy jóvenes, donde las ideas son compartidas y discutidas hasta el consenso. Las formas en este lugar se delinean trasversalmente. Andrés busca la interacción con sus socios y dibujantes porque parece entender aquello de lo que nos habla Mies van der Rohe en sus Conversaciones –Certezas americanas–, “Tenemos que saber que no podemos cambiar la vida. La vida cambiará, pero no seremos nosotros quienes la cambiemos. Nosotros sólo podemos guiar las cosas que pueden provocar un cambio físico. (...) esto es aplicable a todos los hombres, no sólo a unos pocos: utilizar todas estas cosas en aquello que sea mejor para todos nosotros". 70
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Planta Irene Joselevich Ana Rascovsky
La ciudad como un laberinto: la trama aparece y desaparece, confundiéndose. Son de metal el basamento y la piel del edificio al que nos dirigimos, que crece hasta lo alto; allí el estudio Planta se confunde con la copa de los árboles, con las hojas, con la terraza que se proyecta sobre el Oeste en un balcón sobre las vías del ferrocarril. Todo es luz, transparencia, el límite se deconstruye en la superficie de los cristales. Color, formas, planos, maquetas de materiales exóticos invitan al recorrido y a la observación meticulosa. Subiendo una escalera interior encontramos una gran sala que vuelve a desvanecerse, pero esta vez se perciben materiales y colores que prevalecen, enmarcando una gran biblioteca y una mesa de trabajo que domina el espacio. Un café compartido acompaña la charla cordial, profesional, donde la historia particular de cada una de las arquitectas revela los sentimientos que se perciben en este lugar a flor de piel. Aparecen objetos estratégicamente colocados por doquier, pequeñas obras de arte, maquetas que expresan búsquedas pasadas y por venir. Con las últimas luces del día ellas nos cuentan que la tradición de hacer arquitectura, en su caso, inicia con Irene reinterpretando la práctica de su padre con toda la fuerza de la modernidad, y continúa en Ana y esa intensidad joven presente en su abordaje de la contemporaneidad y la globalización. Estas arquitectas, madre e hija, son exponentes de un triunfo del amor filial sobre las diferencias generacionales, del trabajo constante en la búsqueda de consenso y el entendimiento en cada proyecto. Ellas han conformado un lazo que se tensa y destensa, pero que sigue generando expectativas y sueños para el futuro, como ya expresara Lord Byron en el relato El sitio de Corinto: “No lejos de allí, un templo antiguo cubría la tierra con sus ruinas: dos o tres columnas permanecían todavía en pie y el musgo crecía sobre el mármol y el granito. ¡Tal es el tiempo inexorable! (…) Lo que nosotros hemos visto nuestros hijos lo verán como nosotros; los restos de los monumentos que ya no existen y los fragmentos de las piedras elevadas por las manos de los hombres mortales”. 74
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Luciano Kruk Arquitectos Luciano Kruk
Nos estamos acercando. El sol asesta sus rayos casi lateralmente pero no daña, es una caricia en contrapunto con el rasgar de un viento frío que suavemente lacera la piel. La avenida por la que transitamos se presenta como un límite contundente entre el tejido de la ciudad y los bosques antropizados del otro lado. El estudio del arquitecto se encuentra allí arriba, en una torre vítrea que mira hacia el horizonte ocre. Es como una almena moderna que domina las vistas que se extienden más allá de los árboles, sobre un río que se aleja y se acerca según cuándo se lo mire, según la hora e incluso según el sentimiento del observador. Subimos al estudio que guarda entre sus paredes blancas la maquinaria inquieta de un espacio de creación de arquitectura. Los objetos y los tableros parecen desvanecerse con la iluminación natural franca que todo lo baña, no sabiéndose ya cuál es el límite entre ellos y la envolvente de vidrio. En un punto extremo, contra la muralla transparente, vemos al arquitecto. Nos recibe con amabilidad y, mientras caminamos juntos, nos observan los libros de una biblioteca que se adivina rica y diversa. Conversamos acerca de sus inicios, sus periplos y su actual estado profesional, con proyectos en preparación y con obras realizadas que tienen un sello material desarrollado con los años y la experiencia. Nos retiramos habiendo sido testigos de ideas y convicciones que pesan tanto como el hormigón que el arquitecto delinea, de figuras ideadas que transmutan en una arquitectura que Frank Lloyd Wright ha definido como “El triunfo de la imaginación humana sobre materias, métodos, y hombres, para poner al hombre en la posesión de su propio mundo. [La arquitectura] es por lo menos el patrón geométrico de las cosas, de la vida, del mundo humano y social. Es en el mejor de los casos ese marco mágico de la realidad que a veces rozamos cuando utilizamos la palabra orden”. 78
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Monoblock Marcos Amadeo Fernando Cynowiec Juan Granara Adrián Russo Alexis Schächter
La mañana se presenta cálida, definida por la luz del sol que comienza a competir con las sombras que proyectan los árboles sobre las veredas y las fachadas que se multiplican. Este sector de la ciudad es similar a muchos otros, con sus casas bajas, sus alturas constantes y un ambiente característico que lo distancia del centro. A estas horas todo se mantiene, aún, en una extensa calma. Ya en el estudio, desde el ingreso, la vista se pierde a través de una puerta de reja metálica que posee un colorido diseño ortogonal, permitiéndonos vislumbrar un patio interno con árboles, discretamente trazado: es el remate de un paso común en esa antigua vivienda de departamentos compartidos. La planta baja se recorta nítida, envuelta en una penumbra que juega con la persiana de madera baja hacia la calle; se contrapone al ventanal metálico vertical que enmarca un sector del jardín en el corazón del terreno. Ascendemos. Una escalera original de pasos clásicos nos lleva a un primer piso totalmente modificado, en el cual vemos grandes tableros, extensas bibliotecas, planos, sectores de reunión, una barra-office y un volumen de materialidad contrastante que alberga los servicios. Todo el lugar está atravesado por una luz cristalina proveniente principalmente de un gran ventanal, que da acceso a un balcón. Los arquitectos socios del estudio se complementan en su discurso y desarrollan un pensamiento que se traduce en sus obras y proyectos, sin descuidar la tarea entrañable de la docencia universitaria. Ellos generan un lugar de trabajo que invita a la discusión y al pensamiento. El espíritu que se vive en ese espacio transmite la calma del barrio recuperado. Su calidez conforma una isla, con un clima propio diferente al vértigo de la ciudad, amable para recibir al visitante casual o a los profesionales que allí realizan su trabajo. La calle y sus árboles nos invitan a continuar con la mañana que ya se viste de mediodía, con su dulzor característico. Mientras cruzamos la calle recordamos la tranquilidad de los espacios del estudio y surgen las palabras de Virginia Woolf en Los jardines de Kew: “La luz caía, o bien sobre la superficie suave y gris de una piedra; o bien sobre la caparazón de un caracol, con sus venas circulares color marrón; o sobre una gota de lluvia, ensanchando con tal intensidad las delgadas paredes de agua, de rojo, azul y amarillo, que parecía que iba a explotar y desaparecer”. 80
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Torrado Arquitectos Martín Torrado Ligia Gaffuri
Llegamos a nuestro destino en medio de una multitud que, acelerada por la hora pico, atestaba a esta tradicional avenida comercial del barrio de Palermo. Desde el acceso distinguimos que el edificio donde se aloja este estudio es uno de esos buenos ejemplos de arquitectura afrancesada de la década del veinte en Buenos Aires. El estudio se encuentra en el último nivel, donde las formas amansardadas caracterizan las aristas y los lados de los muros que lo contienen. Una piel de cristal transparente separa el sector de la sala de reuniones del ingreso. El lugar posee características del buen diseño de la época, donde texturas, elementos de decoración, revestimientos y artefactos complementan los sectores adyacentes a los espacios comunes del estudio. Todo el lugar de trabajo se desarrolla junto a una gran biblioteca nutrida por destacados volúmenes y variadas colecciones que acompaña a un conjunto de muebles blancos. Es el entorno habitual de desarrollo del pensamiento y del hacer del arquitecto Martín Torrado, quien trabaja asociado a su esposa, la arquitecta Ligia Gaffuri. En la charla nos cuenta su trayectoria, que abarca trabajos en el país, en el exterior y, actualmente, en la función pública, escenario que le posibilita pensar la ciudad para transformar realidades. Una intensa práctica profesional se respira en este ambiente ordenado y sistemático. Finalizada la entrevista, al descender, volvemos al estrepitoso murmullo de “la calle”, corazón real de esos proyectos urbanos de los que conversamos hace instantes con el arquitecto. Viene bien escuchar cada tanto a un poeta hablando de urbanismo, como es el caso de Mario Benedetti en La ciudad: “Cada ciudad puede ser otra, cuando el amor la transfigura, cada ciudad puede ser tantas como amorosos la recorren. El amor pasa por los parques casi sin verlos pero amándolos, entre la fiesta de los pájaros y la homilía de los pinos. Cada ciudad puede ser otra cuando el amor pinta los muros y de los rostros que atardecen, uno es el rostro del amor. El amor viene y va y regresa y la ciudad es el testigo, de sus abrazos y crepúsculos, de sus bonanzas y aguaceros. Y si el amor se va y no vuelve, la ciudad carga con su otoño, ya que le quedan sólo el duelo y las estatuas del amor”. 84
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MSGSSS Flora Manteola Javier Sánchez Gómez Josefina Santos Carlos Sallaberry Justo Solsona Damián Vinsón Joaquín Sánchez Gómez Diego Solsona Alberto Peluso
Suena en las calles el final de la primavera porteña. El sol intenso ilumina la fachada del consagrado estudio de Florida y Paraguay. Destellos de rayos tamizados provenientes de las ventanas perimetrales acompañan la espera. Una pantalla expone las obras del estudio: fragmentos de un pasado lejano, algunos más cercanos y otros contemporáneos que recorren la historia de la arquitectura argentina de las últimas seis décadas. Cada sector de esta oficina es un mundo por descubrir. Como simples observadores, detrás de bambalinas nos transportamos entre objetos, planos, maquetas, tableros y escritorios. Los socios del estudio, actores virtuosos de esta obra, desarrollan su papel con maestría. El acercamiento entre nosotros es casual, respetuoso, callado; la entrevista es cauta con ellos, interactuando con la vista, y pocas veces con las manos; estamos entre planos, croquis, perspectivas, maquetas de estudio, bibliotecas personales o sectores comunes habitados por viejos y nuevos proyectos. Todos ellos elementos irreemplazables que le dan forma y carácter al mítico pensamiento arquitectónico que habita estas paredes, las cuales en cierta forma parecieran pertenecernos un poco a todos, por haber sido tantas veces visitadas a través de las fotografías de las revistas. Las risas de fondo de los socios, el fervor de los jóvenes asociados y la frescura de los rostros de los dibujantes aportan la energía que necesita este taller eterno. El estudio toma en la mirada de quien lo visita la forma de una sutil máquina, que sólo puede moverse hacia adelante. Desde hace muchos años sus fundadores, y quienes luego se han ido sumando, han marcado la vida profesional y académica de varias generaciones de arquitectos argentinos. Nos han enseñado a mirar la ciudad, a proyectarla, incluso nos han enseñado a habitarla. En otras palabras, nos han ayudado a mantener firme, a recordar, aquello que Le Corbusier escribió, hace casi cien años, en Hacia una arquitectura: “La arquitectura es una obra de arte, un fenómeno de emoción, situado fuera y más allá de los problemas de la construcción. La construcción tiene como misión afirmar algo; la arquitectura, se propone emocionar. La emoción arquitectónica se produce cuando la obra suena en nosotros al diapasón de un universo, cuyas leyes sufrimos, reconocemos y admiramos. Cuando se logran ciertas relaciones, la obra nos capta. La arquitectura consiste en las armonías, en pura creación del espíritu”. 86
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Martín Gómez Arquitectos Martín Gómez Martín Torterola Maia Truppel Greta Zuberbühler Azul Peyronel
Estamos en un sector especialmente verde y residencial de la ciudad, un vergel que nos remite a sabores, idiomas y culturas entrelazadas. El vértigo del cambio se va develando de a poco, a cada paso. El edificio en el que se encuentra el estudio es uno de esos reflejos que comenzaron la transformación de este barrio. Ascendemos por una escalera interna y, al llegar al nivel superior, quedamos sumergidos en un universo de tableros, bibliotecas, fotos, maquetas, lápices, lugares de estar, un sector de juegos y relajación con imágenes actuales y del pasado. Todo el espacio está recubierto en madera, una materia que se hace piel, estructura y muebles alternativamente, y que contrasta con un gran ventanal que derrama las múltiples luces verdes de la copa de los árboles, produciendo un juego cromático infinito e inimitable. Encontramos a Martín Gómez trabajando en la intimidad de su oficina, donde la luz de los ventanales dinamita la creciente oscuridad. Nos acompaña el silencio que el arquitecto rompe para hablar del pasado, de sus inicios, de sus búsquedas interiores en viajes de trabajo y de aprendizaje. En uno de esos trayectos, habiendo encontrado la playa y el mar agreste de la costa norte uruguaya, su corazón tiró el ancla. Desde entonces, su vida de divide entre estas dos orillas; dos estudios y un mismo sueño, con el mar siempre presente. Al partir, un color azulado descompuesto en reflejos verdes, amarillentos y rojizos acude a nosotros. Quizás hemos quedado, sin remedio, embebidos por el relato entusiasta de los infinitos crepúsculos que se disuelven en la voz del océano; una voz maravillosamente simple como la frase del Padre Cayetano Cattaneo que Saer cita en su libro Un río sin orillas: “Y entrando en él, cuando se está hacia la mitad de su curso, se pierde de vista la playa, y no se ve otra cosa que cielo y agua a guisa de un vastísimo mar". 96
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Barq Julián Berdichevsky
Rodeado de una luz diáfana que atraviesa los paneles de vidrio de su estudio, desde una calma sincera y contagiosa, el joven arquitecto me recibe de forma afectuosa y cálida. Su nueva oficina la ha diseñado por completo desde cero: predominantemente blanca, luminosa, abierta, con grandes ventanales que posibilitan que ingrese el sol y que, a su vez, permiten que la mirada se pierda en el recortado horizonte urbano. Es evidente que Julián se siente a gusto con su vida actual, y lo transmite. El poder andar libre, sin ataduras, sin depender del juicio de los otros: ése es el lema de vida de este arquitecto. Con esta actitud aborda también su práctica profesional, ya que la postura frente a la vida personal se entrelaza indefectiblemente con la del oficio de ser arquitecto. Él trabaja para que las cosas funcionen, sumergido en un estado de goce de su práctica que se refleja en cada plano expuesto en los tableros, en cada cuadro sostenido por los muros de un espacio en silencio activo. Proyecta y construye obras encargadas por otros pero también hace arquitectura para él mismo, para su realización personal. Nos recuerda a Susan Sontag en su texto Estética del silencio, en donde plantea: “En la medida en que es serio, el artista experimenta continuamente la tentación de cortar el diálogo que mantiene con el público. El silencio es el apogeo de esa resistencia a comunicar, de esa ambivalencia respecto de la toma de contacto con el público, que es una característica sobresaliente del arte moderno, con su incansable consagración a lo ‘nuevo’ y/o lo ‘esotérico’. El silencio es el supremo gesto ultra-terrenal del artista: mediante el silencio, se emancipa de la servil sujeción al mundo, el cual se presenta como mecenas, cliente, público, antagonista, árbitro y deformador de su obra”. 100
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Alric Galindez Arquitectos Santiago Alric Carlos Galindez Federico Lloveras
Intensa, con calor y sin sombras se presentaba la tarde en este sector al norte de la ciudad cercano al hipódromo, el que otrora fue parte de aquellas fundacionales quintas españolas. Tras un corto peregrinar, en una esquina, descubrimos una piel metálica y brillante, que se revela como el lugar de destino. Al llegar, la escondida puerta de acceso se abre casi mágicamente y accedemos a un espacio cúbico que contiene varias alturas. Una luz oblicua inunda el lugar rebosante de tableros de trabajo, sillones de espera, muebles bajos, maquetas, planos y fotografías de obras realizadas, muchas de ellas en la Patagonia argentina. La escalera lateral, adosada al muro orientado al Este, se presenta a la manera de una cinta angosta que invita al ascenso. Como si estuviéramos dentro de un antiguo templo, el recorrido en procesión va revelando distintas situaciones. En una primera escala accedemos a un gran sector de trabajo, en intensa actividad, al que acompaña un sol tamizado por los ventanales. Al llegar al plano superior, segunda escala, nos reciben los arquitectos titulares del estudio, con una sonrisa alentadora. El lugar parece desmaterializarse entre fragmentos de luces combinadas, laterales y cenitales, que caen sobre maquetas de estudio, lápices de colores de distintos espesores y grandes paneles con imágenes que remiten a lugares lejanos, casi de ficción. El camino al sur, realizado hace años por Santiago Alric y Carlos Galindez, junto a Federico Lloveras, produjo la posibilidad de hacer arquitectura en un ambiente inmerso en el largo silencio de su extensión, buscando entender al paisaje como territorio anterior, originario. La charla extensa expone la importancia disciplinar de este lugar de trabajo, escenario de esas búsquedas, el cual les ofrece un refugio para imaginar y desarrollar esas epifanías arquitectónicas. Al despedirnos, en el descenso, no podemos evitar recordar un fragmento del Diccionario de símbolos de Juan Eduardo Cirlot, que nos presenta una definición que clarifica las sensaciones de esta visita: “Las estructuras arquitectónicas poseen significados simbólicos; las del templo lo concretan y sobredeterminan. En general, prevalece el sentido del centro místico, identificado a la cima de la montaña, foco del cruce de los dos mundos: cielo y tierra (…). Todas las construcciones graduales, como las escaleras, conciernen al simbolismo de la evolución espiritual discontinua, es decir, a los diferentes y progresivos grados de la evolución”. 102
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Neto Arquitectura Marcela Martin Juan de Souza
Una mañana como tantas en la ciudad. Transitamos entre las últimas manzanas del centro que se funden y se convierten lentamente en uno de sus antiguos barrios. Aparece frente a nosotros una calle distinta a todas que zigzaguea conformándose en un pasaje peatonal. En uno de sus bordes se encuentra el edificio del estudio en donde nos reciben sus integrantes; una construcción reciente que contiene oficinas en su mayoría, junto a algunas viviendas. Ya adentro, la luz sorprende ingresando a raudales a través desde una carpintería de piso a techo. Todo el interior guarda una línea clásicamente moderna que se va expresando en tableros, estantes, bibliotecas y muebles, con colores neutros que acompañan sus formas amables. El atractivo del lugar se basa en la frescura de sus detalles y rincones de descanso. La excepción la da una explosión de color y formas que surge desde uno de los muros con una obra de Milo Lockett estratégicamente ubicada. Comienza la charla y no podemos dejar de notar que la juventud de sus integrantes contrasta con el intenso recorrido profesional que han desarrollado hasta ahora. Los arquitectos son socios en este nuevo emprendimiento tal como lo han sido en su época de estudiantes en la universidad. La frescura de cada palabra y cada gesto se complementa con una gran amabilidad durante el café compartido. Las imágenes de obras realizadas, así como los proyectos aún en carpeta, muestran un dinámico crecimiento como estudio en la Ciudad de Buenos Aires y en otras tantas del interior del país. El espacio donde se inicia la despedida está enmarcado por más imágenes de obras, mostrando sus detalles al visitante casual del lugar. Salimos, y al retomar esa calle zigzagueante recordamos su origen: el paso de un tranvía ya inexistente, en una ciudad que ya es otra. Jorge Luis Borges, en su poema Tranvías, ilustra magistralmente ese pasado: “Con el fusil al hombro los tranvías patrullan las avenidas. Proa del imperial bajo el velamen de cielos de balcones y fachadas verticales cual gritos. Carteles clamatorios ejecutan su prestigioso salto mortal desde arriba. Dos estelas estiran el asfalto y el trolley violinista va pulsando el pentagrama en la noche y los flancos desgranan paletas momentáneas y sonoras”. 106
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Alberto Varas & Asociados, Arquitectos Alberto Varas
Esa tarde la Avenida Santa Fe aparecía como un telón de fondo de un nostálgico pasado. El edificio adonde nos dirigimos remata con prestancia la esquina. Al ingresar, el estudio se nos presenta como una antigua vivienda adaptada al uso, guardando características, materiales y texturas ineludibles de otros momentos y otros pensamientos de la arquitectura de principios del siglo XX trasladada a nuestro lejano rincón en el mapa americano. Todo parece estar en su lugar. Tableros, maquetas, trabajos impresos en paneles dan un marco que nos relata inequívocamente donde estamos. Alberto Varas se encuentra en su oficina rodeado de papeles, lápices, expresivos croquis a mano alzada, dibujos a máquina, paneles de concursos antiguos y actuales, algunas maquetas de trabajo, pinturas, objetos de diseño y color. Como fondo, una gran biblioteca que contiene volúmenes variados y exquisitos, producto de una curiosidad intelectual intensa que abarca el diseño, la obra en sus diferentes escalas e instancias, y la docencia universitaria, la cual transita desde la juventud; luego de tantos años, ha influenciado y formado innumerables generaciones de arquitectos. En una larga y amable charla, sus palabras nos transportan a distintos momentos de su vida personal y profesional, junto a otros importantes arquitectos contemporáneos que le fueron dando forma a la ciudad y a la enseñanza. Su reconocida madurez disciplinar, que aparece reflejada en cada trazo que despliega sobre el papel, habla también de una postura frente a la vida y la profesión, de una actitud en búsqueda constante de la elegancia. En el texto llamado Mies Dandi el arquitecto Mariano González Presencio sugiere que contrastar “El trabajo de Mies con la actitud del dandi, puede ofrecer una nueva lectura de su relación con la ciudad moderna. Sus objetos arquitectónicos, que aparecen repetidos en la gran ciudad, silenciosos e inconmovibles, siempre bellos y elegantes, pueden identificarse, en cierto sentido, con la figura del flâneur, en la que convergen las dos funciones de espectador y espectáculo respecto de la multitud que recorre la ciudad. Su distinción que lo diferencia del resto de la masa edificada, como la del dandi destaca a éste de la multitud, se basa en la contención, en la sobriedad formal que descansa sobre la exactitud de los volúmenes y la precisión de las tramas que modulan las fachadas, como en el dandi lo hace la sobriedad de su atuendo y la elegancia de su compostura". 108
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Minond estudio Edgardo Minond
Es una aplastante tarde de verano, en el límite Oeste de Palermo Viejo. Un edificio recientemente construido dentro de un entorno antiguo en transformación es el continente del estudio a recorrer. Desde el ingreso, un patio central color gris intenso hace de hall general, de lugar de encuentro. Al traspasar la puerta, el espacio se fragmenta en una profunda planta baja que se extiende hacia un patio. Una luz invade la doble altura, proyectando sombras sobre escritorios, tableros de trabajo, computadoras, planos, maquetas e imágenes de obras pasadas y actuales. Una escalera lateral es la forma de ascenso a la oficina principal del estudio. Al llegar allí, descubrimos una pasarela metálica acompañada por una gran biblioteca que trepa el muro y que se desarrolla en toda su superficie; suspendida en el aire se convierte en un punto de observación del lugar. El arquitecto nos recibe rodeado de elementos de trabajo, acompañado por libros de estudio y publicaciones propias. Algunos magníficos dibujos sueltos, producto de su forma de abordar el diseño arquitectónico, dialogan con expresivos croquis de recorrido e imágenes de obras. Trazos y colores con vida propia que pintan su realidad y enriquecen la nuestra. ¿Cómo leer y describir la mente del arquitecto? ¿La del artista de hoy, en general? Paul Gauguin sabía llevarnos a imaginar otras posibilidades de ver y abordar la realidad contemporánea desde el alma y sus intersticios: “Cerré los ojos para poder ver. (…) el pintor de la naturaleza primitiva posee la simplicidad, el hieratismo sugestivo, la ingenuidad un poco desmañada y angulosa. Plasma a través de la simplificación, mediante la síntesis de las impresiones que se subordinan a la idea general. (...) el color, que, como la música, es una cuestión de vibraciones, llega a lo más general, y por lo tanto más indefinible por su naturaleza: su poder interior”. La charla aparece como complemento del momento, historias de vida que atraviesan desde sus comienzos el amor por la docencia, sus trabajos nacionales e internacionales, sus concursos, sus sueños realizados y por realizar. Descendemos y nos invita a seguir bajando hacia un subsuelo que limita con un patio inglés cubierto de plantas. En ese espacio, largos tableros de trabajo son el apoyo de un gran número de colaboradores. Juntos hacen posible cada objetivo sostenido en común. Al retirarnos sentimos que la expresión es parte de su esencia como persona y como profesional. Haciendo escala en un bar cercano, una jarra de limonada helada fue un reconfortante premio. La tarde iba llegando a su fin. 112
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Hampton+Rivoira+Arquitectos Jorge Hampton Emilio Rivoira Emilia Alvarado Roberto Bustamante
Con paso seguro caminamos las conocidas cuadras de Palermo, un barrio que ha ido mutando a través de las décadas. Descubrimos edificios nuevos, viviendas recicladas, avanzados recorridos gastronómicos y comerciales. Sus calles configuran, con sus esbeltas tipas, un techo verde que cobija nuestro caminar. Inmerso en esa trama aparece el edificio del estudio; con su estructura modulada, sus grandes ventanales y su materialidad desaturada invita al ingreso a través de un patio. Elementos como el vidrio, el acero inoxidable y la madera definen el espacio de acceso en planta baja. Ya en la oficina, casi en el centro del espacio, puestos de trabajo con computadoras dominan el lugar, junto con planos, dibujos y detalles constructivos. En los muros cuelgan grandes dibujos y referencias de concursos de escala urbana; una gran biblioteca con volúmenes técnicos y textos de investigación complementa el espacio. Traspasando una puerta se presenta un lugar distinto: una gran mesa de reuniones domina el lugar, y una raja horizontal deja entrever el entorno urbano. Un mueble alto de madera es sostén y escaparate de incontables fragmentos de la historia del estudio. Hacia el frente, un mueble de madera alto sirve de modulador del sector, determinando lugares de trabajo privados a un costado. Una pared sostiene calcos de colores que, a su vez, son soporte de fascinantes croquis en tinta y lápiz. Un cuadro al óleo, con trazos indefinidos en una de las esquinas, se asemeja a un custodio mudo. Una placa de acrílico contiene la esencia del sentimiento de los arquitectos Jorge Hampton y Emilio Rivoira, quienes, en una cálida charla, despliegan un sinfín de imágenes que refieren a sus pensamientos fundantes. Al despedirnos, nos llevamos una síntesis de su ideario arquitectónico, donde sobresalen conceptos como tradición, diversidad, organización, contexto, patrón, evento, inclusión y, finalmente, el entendimiento fundacional del rol de la naturaleza en nuestras vidas y lo que hacemos de ella. Los arquitectos entienden que no hay nadie mejor que el poeta Johann Wolfgang von Goethe para explicárnoslo, y no podemos estar más de acuerdo: “La naturaleza siempre está creando nuevas formas, lo que ahora existe no existió nunca antes, lo que existió en el pasado no volverá, todo es distinto y sin embargo siempre es lo mismo”. Salimos a la calle y es mediodía. Nuestra memoria y ella, la naturaleza, ya se nos presentan transformadas. 116
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Grinberg Dwek Iglesias Jaime Grinberg Adriana Dwek Julio Iglesias
Una melodía que surge desde alguna ventana cercana nos acompaña mientras llegamos a nuestro destino. La fachada tejida en un macramé preciso de ladrillos de vidrio, con grandes carpinterías metálicas y amplios vidrios, dispara la memoria hacia fragmentos de una arquitectura heroica, industrial. La planta libre nos permite ir más allá, hasta el fondo, encontrándonos con un verde que trepa e invade los sentidos. Pisadas de piedras horadadas y completas con césped en crecimiento; hormigón a la vista y metal que se conforman en la estructura de una escalera ascendente. Con pasos firmes llegamos al estudio. Una luz tamizada desde un patio central accede por todos los puntos posibles de ingreso. Al entrar descubrimos las vetas grises de las placas de mármol que dan marco al espacio integral que es el estudio, con un único sector de servicios como punto central. Lugares definidos por pieles transparentes hacia el frente determinan principalmente una gran sala de reuniones y de trabajo, donde un importante mueble alto de guardado en uno de sus límites es el actor indiscutible. En el otro sector, las oficinas individuales de los socios son una continuidad del anterior. Antes, en el acceso, grandes maquetas de obras y concursos junto con una biblioteca bien surtida completan el lugar. Observamos sobre el muro norte un gran panel iluminado con fragmentos de obras construidas, croquis, vistas, imágenes en papel impreso, textos y detalles constructivos que son partes del intenso trabajo profesional a lo largo de los años. La luz del sol del Este, apenas atenuada por grandes telas plásticas, invade cada rincón. Podemos notar un joven plantel de colaboradores; es otra característica particular de este estudio además de la docencia, principales puntos de retroalimentación de ideas y saberes. Los arquitectos Jaime Grinberg, Adriana Dwek y Julio Iglesias transitan el quehacer profesional respetando las premisas de los clientes sin olvidar que tienen, a la vez, una responsabilidad en la intervención del tejido urbano en medio de su búsqueda de crecimiento disciplinar dentro del marco de la tradición moderna. Podemos expresar estos sentires a través de las palabras de Antón González Capitel en Innovación y tradición en la arquitectura contemporánea: una “administración sensata y enriquecedora de la poderosa herencia moderna (…) parece un ambicioso y adecuado programa para la época contemporánea, sino expresión de una ambición colectiva (…). Puede vivirse así en el interior de la herencia moderna con serenidad profesional, con amplitud artística y con altura e inquietud intelectual plenas”. 118
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Moscato-Schere y Asociados Jorge Moscato Rolando Schere
El calor reverbera sobre el asfalto de la ciudad. Las veredas despobladas de sombras exponen las fachadas del barrio, casas antiguas en las que se adivina una pátina de gloria de principios del siglo pasado. Desde la calle, puertas altas de madera y ventanas con celosías metálicas forman la máscara de esta casa donde se aloja el estudio. Al traspasar el límite del portal somos llevados, como en un sueño, por una serie de cuartos transformados en talleres, comunicados con un pasillo interior y que enfrentan en su recorrido a un patio de baldosas decoloradas. El recorrido conduce a un volumen blanco. La sala principal que da a la calle luce carpinterías, cristales grabados, detalles de ebanistería producto de manos expertas ya desaparecidas. El edificio conserva una calma absoluta desde sus primeros tiempos, cuando supo ser taller de grabados del artista surrealista Juan Batlle Planas. Años después fue transformado en estudio de arquitectura por los dos socios, quienes desarrollan su trabajo profesional comprometido con lo social, con la enseñanza universitaria y con el traspaso de su saber y pensamiento a la comunidad por medio de publicaciones. Cada espacio que se atraviesa contiene tableros, planos, textos actuales de consulta o publicaciones de obras de todos los tiempos, infinidad de maquetas de trabajos realizados y de concursos, dibujos, croquis, imágenes en los muros, objetos y esculturas; todo ese universo es la profunda huella de una vida profesional larga e intensa, con muchas obras consumadas, sobre las que se pueden adivinar una gran cantidad de historias como parte de su proceso de creación. George Bataille, en La experiencia interior, expresa mejor que nosotros los deseos contenidos en el camino de la realización: “La experiencia alcanza finalmente la fusión del objeto y del sujeto, siendo, en cuanto sujeto, no saber y, en cuanto objeto, lo desconocido. (...) En el éxtasis, puede uno dejarse ir, es la satisfacción, la felicidad, la serenidad. (...) La vida va a perderse en la muerte, los ríos en el mar y lo conocido en lo desconocido. El conocimiento es el acceso a lo desconocido. El tiempo no significa más que la huida de los objetos que parecían verdaderos”. Un sonido agudo que proviene de la calle nos devuelve bruscamente a la realidad. Es hora de partir y dejar este amable espacio contenido entre altas paredes, que sostienen los techos blancos y sus decorados de flores de yeso. Solamente la propuesta de una nueva visita hará a la despedida más llevadera. 120
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ASZ Arquitectos Antonio Antonini Sergio Antonini Juan C. Fervenza Miguel Hall Guillermo Schon
Trepamos la barranca desde la avenida vertiginosa. El bosque ya había quedado atrás; ahora, edificios de referencia histórica dan carácter a una plaza abierta, tradicional y patricia, donde convergen el divertimento, la cultura, el recogimiento religioso. Calles con un particular estilo se diluyen en la trama de la ciudad que en este lugar hace un descanso. El edificio del estudio participa, en silencio, casi desde la esquina. Un hall con grandes plantas en sus lados nos recibe con una calma que hace las veces de fuelle entre el exterior en ebullición y el interior donde se desarrolla el trabajo profesional. La sala de reuniones despliega un sinfín de referencias de obras pasadas que nos relatan la notable trayectoria de este estudio. La mesa se completa, de a poco, con todos sus integrantes; cada uno de ellos, una parte indisoluble de esta maquinaria disciplinar. Al caminar entre los puestos de trabajo distribuidos en un amplio espacio central descubrimos grandes planos, detalles constructivos de obra, materiales, maquetas de trabajo de proyectos y de obras construidas, dibujos de concursos emblemáticos ganados. Sobre los límites del frente y del contrafrente hay oficinas privadas que generan lugares particulares y de encuentro. Un paso interno de conexión entre los puntos opuestos contiene mesas de trabajo, carpetas de obras pasadas, bibliotecas y más maquetas que son fragmentos materializados de su historia profesional. Una maqueta de escala urbana cuelga de uno de los muros como fiel exponente de las ideas de un concurso icónico. Los arquitectos integrantes del estudio ASZ han conformado un equipo de trabajo que con los años fue incorporando a las generaciones más jóvenes. La tradición en el hacer arquitectura los atraviesa, los sostiene a través del tiempo, afirmando su esencia. Mies van der Rohe en una de sus citas célebres expone: “La arquitectura depende de su época. Es la cristalización de su estructura interna, el lento despliegue de su forma. Esta es la razón porque la tecnología y la arquitectura están tan íntimamente relacionadas. Nuestra esperanza es que logren crecer juntas, que algún día una sea el reflejo de la otra. Sólo entonces tendremos una arquitectura digna de su nombre: Arquitectura como un verdadero símbolo de nuestros tiempos”. 124
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Castillo Kogan Arquitectas Paz Castillo Carolina Kogan
Con cada paso el barrio se va convirtiendo en el recuerdo de un pasado glorioso. Pertenece a un sector del casco histórico de la ciudad que actualmente está en profunda transformación. El estudio está inserto en la planta baja de una casa añosa y reacondicionada que, desde el deslumbramiento de la calle, parece una caja de sorpresas semioscura. Sus techos altos de bovedillas de ladrillo intenso y sus paredes revocadas en blanco brillante dan el marco escenográfico al encuentro. Los tableros ocupan gran parte del centro del espacio; bibliotecas y muebles en los límites exteriores conforman la imagen principal del lugar. Nos deslizamos como entre bambalinas en el mundo interior de las arquitectas. La charla gira en torno a sus recorridos profesionales, con agregados de anécdotas de sus vidas. Cada palabra y cada gesto nos hacen espectadores de sus sentimientos por la arquitectura y sus aristas; denotan una preocupación constante por el ejercicio profesional, por la sociedad contemporánea en movimiento y la docencia en todas sus ramas. Su satisfacción profesional está expresada en los logros conjuntos de propuestas a escala pequeña, las cuales se han multiplicado luego en proyectos de escala superior a nivel urbano y de sus hábitos de uso. Desde un espíritu cooperativo que oscila entre lo creativo, lo sensible y lo fascinante, Paz y Carolina enarbolan la bandera del permanente aspirar a un encuentro con cosas nuevas, con propuestas que se vayan descubriendo en el andar, como sumergidas en un viaje continuo. Da la sensación de que un motorhome sería su situación ideal de estudio, con el cual permanecerían siempre on the road. Justamente en el libro En el camino de Jack Kerouac se respira esa casi fílmica intensidad del andar por los caminos de la vida en una búsqueda constante: “Así, en esta América, cuando se pone el sol y me siento en el viejo y destrozado malecón contemplando los vastos, vastísimos cielos de Nueva Jersey y se mete en mi interior toda esa tierra descarnada que se recoge en una enorme ola precipitándose sobre la costa oeste, y todas esas carreteras que van hacia allí, y toda la gente que sueña en esa inmensidad”. 126
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Hauser Oficina de Arquitectura Germán Hauser
Vamos aproximándonos al límite Norte de la ciudad, muy cerca del Río de la Plata. El aire aquí es distinto, más puro; los sonidos también. El estudio se encuentra en esta zona, en un edificio nuevo que está recubierto por una piel de vidrio y venas de aluminio. Al ingresar observamos un sector de tableros de trabajo poblado de planos, maquetas de proyectos de distintos tamaños, y una blanca mesa de reunión que contrasta con un oscuro muro metálico. Exhibe, en su superficie, una gran cantidad de croquis primarios, dibujos en tinta, coloreados con lápices, posibles planteos a trabajos en los comienzos de su desarrollo. Una verdadera cocina de ideas, expuesta a la vista de todos. Desde este estudio Germán Hauser ha logrado consolidar su práctica nacional y traspasar las fronteras del país, asociándose a otras oficinas de arquitectura para realizar proyectos y obras en España y en varios países de Latinoamérica. Observando el espacio de trabajo, hacia el frente, se destacan dos sectores diferenciados y delimitados por cristales que funcionan uno como una sala de reunión, y el otro como un ambiente privado de líneas modernas y muebles heroicos. Ese lugar es su oficina personal, más cercano al estar de una casa que a un espacio de trabajo comercial. Durante la charla nos comenta que para él su estudio, además de ser su lugar de trabajo diario, es un segundo hogar. Con el correr de los años fue logrando encontrar un punto exacto entre la dedicación a la familia y su tarea diaria, manteniendo la pasión como el denominador común que sostiene a ambas. Como nos recuerda Erich Fromm, “El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería”. 128
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AFRa Saturnino Armendares Pablo Ferreiro Joaquín Leunda Andrés Gómez
La distancia del viaje pareció extenderse por el intenso calor de mediodía de un verano ya avanzado, pero que aún distaba de concluir. Este sector suburbano del norte de la ciudad, lindante con las extensas y verdes tierras de un antiguo hipódromo, llama la atención desde la mixtura de su trama. Detrás de un muro alto, al abrirse la puerta, aparece el edificio del estudio inserto en un verde que lo rodea y lo contiene, haciéndolo parte de él como si de una escultura se tratase. Desde el ingreso en doble altura de la recepción observamos salas de distintos usos en la totalidad de la planta baja, que contiene tanto un lugar destinado a reuniones como un taller de trabajo. El ascenso hacia el primer nivel se realiza por una escalera lateral. Al llegar, los límites del espacio se diluyen por la existencia de una piel de vidrio que se apropia definitivamente de las vistas. La planta libre central que balconea sobre el acceso se contrapone con las cabeceras de las oficinas privadas al frente y al contrafrente, también trasparentes, profundas. La unidad que genera el espacio nos lleva a suponer que nos encontramos en el interior de una nave en movimiento. La imaginación nos transporta a un viaje donde los pasajeros incursionan en una fragmentada atmósfera de dibujos, maquetas y planos, complemento directo del diseño ordenado y sustancial de los trabajos en proceso creativo. Este lugar se ha ido transformando, desde sus inicios, de un estudio a un hogar, donde gran parte de la vida cotidiana se desarrolla entre sus límites. Ahora la sensación es que los integrantes del estudio junto con su equipo son viajeros en busca de la realización de sus sueños. Sus esfuerzos intelectuales y profesionales terminan siempre por desatar una nueva inmensidad de posibilidades por explorar. En su texto crítico Frank Lloyd Wright y la estofa de los sueños, el historiador americano Vincent Scully busca comparaciones que nos hagan repensar en nuestros sueños por cumplir: “Lo que motivó la construcción de las casas de Wright, después de todo, fue lo que motivaba según Freud la producción de los sueños: la satisfacción de los deseos. (…) ¿Cuál es la función de los sueños?, preguntaba Freud, y contestaba que los sueños son el guardián del que duerme’. Censuran, decía, el material inquietante que exige ser reconocido por la mente, y cuando este censor fracasa, aparece la ansiedad y la pesadilla. (…) Como los sueños, exploran nuestras ansiedades a la vez que nos protegen de ellas”. 130
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iR Arquitectura Luciano Intile Enrico Cavaglià Guillermo Mirochnic
Calle de barrio, tupido bosque de plátanos en las veredas. La mañana comienza a despuntar y se expresa a través de un sol absoluto, bajo el cual el encuentro programado se produce no sin sorpresas. El estudio está inserto en una vivienda transformada en oficina dentro de un lote profundo que contiene otra construcción en espejo; entre ambas abrazan un patio verde exultante, en donde un árbol generoso domina el lugar. Los extensos ventanales hacia el frente y también hacia ese centro dejan fluir al espacio que se derrama entre las hojas. En el estudio vemos tableros, grandes bibliotecas que se apoyan en un muro medianero, planos, maquetas, imágenes de obras, entre otros muchos objetos queridos que le dan su identidad personal a esta oficina. En un balcón aterrazado, ambientado como una casual sala de reuniones flotante sobre la calle y el verde, Luciano Intile despliega un relato que se inicia con su pasión temprana por la profesión, continuando por el encuentro de ésta con lo emotivo, así como con su compromiso social que no descuida la enseñanza barrial ni la universitaria. El arquitecto lo plasma en talleres de oficios donde la carpintería y la herrería vuelven a ser protagonistas, dejando de ser oficios perdidos para entrelazar en ellas la brecha directa entre el hacer y el pensar. Desde su individualidad convoca con la autogestión y la solidaridad a otras visiones sobre cómo debe ser la ciudad y sus formas de habitabilidad. Terminando la entrevista, la despedida se hace difícil. Nos llevamos dos palabras en la mochila: compromiso y sueños, las que nos acercan a la memoria la narración de José Eduardo Agualusa, en La sociedad de los soñadores involuntarios: “Me levanté y salí a la playa, descalzo. (...) En el arenal no había nadie (...). El sol escalaba y enseguida el aire se llenaría de luz. Pequeñas olas, una después de otra, bordaban finos encajes de espuma. Los acantilados crecían después de mí. Encima de los acantilados crecían los cactus, como altas catedrales de espinos y, más allá, el rápido incendio del cielo. Entré en el agua y nadé con brazadas lentas". 134
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Estudio NE3 Daniel Lamm Pablo Sztulwark Guillermo Torregiani
El encuentro tiene lugar en Palermo, al bajo, casi en los comienzos del extenso parque original. El edificio entre medianeras busca diferenciarse del entorno ya desde el primer acercamiento con la mirada. El estudio abarca la primera planta en su totalidad. Desde el acceso observamos claramente un devenir de espacios que van desde el frente, con lugares de trabajo y sectores privados, con una importante maqueta en el centro, hacia un contrafrente con una gran sala de reuniones. Llegamos a un lugar apartado del fragor general de la producción arquitectónica. Al ingresar, un golpe verde sacude la vista y conmueve los sentidos. Un gran plano de vidrio enmarca una interminable piel natural que trepa por todos los muros de un frondoso patio: una isla, para meditar y soñar. En el refugio, la charla se hace cálida, serena. Nos rodean, contra los muros, grandes bibliotecas. En la mesa de trabajo los planos se confunden con dibujos a mano; maquetas anuncian obras pasadas y por venir. El relato comienza por los primeros tiempos de juventud y sus búsquedas, que continúan hasta hoy. El arquitecto Pablo Sztulwark se entrega vertiginosamente en forma cotidiana al desarrollo de sus sueños. Atento a ampliar el campo de batalla toma como armas la tinta y el lápiz, sosteniéndolas firmes, con el aplomo que le da su amor por la literatura y la filosofía. Él investiga, escribe, publica. La docencia universitaria es parte de su contextura psíquica. Enseña con el ejemplo de intentar ir siempre un poco más allá en cada intento proyectual, logrando comprometerse con el proceso creativo. El abrazo sentido y la despedida llegan junto a la promesa de un nuevo encuentro. Mientras nos alejamos por la calle entre lejanos recuerdos de compañeros en común, sillas altas, tableros comunitarios color ocre muy gastados y pizarrones en alto, viajamos a través de nuestros antiguos pensamientos hacia la primera juventud, a la de la felicidad eterna, allí donde todos encontramos a nuestra “primera ciudad blanca”. Joseph Roth describe maravillosamente su esencia en Las ciudades blancas: “Desde aquí veo toda la extensión de mi primera ciudad blanca. Sí, así la imaginé en sueños. (...) Las sombras vespertinas se proyectan sobre el mundo, las voces de las calles se vuelven más silenciosas, el murmullo del Ródano se torna más intenso. (...) La luna emerge tras las rocas, y la ciudad blanca se vuelve aún más blanca, las piedras compiten con la luna por ver quien brilla más". 136
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Rietti Smud Zelcer + Ana Smud Alberto Smud Leonardo Rietti Liliana Schraier Daniel Zelcer Ana Sol Smud
La calle se acurruca junto a las fachadas; aprovecha la poca sombra de una fila de árboles que se apoyan salteados sobre lonjas de césped a la vera de la avenida, barranca abajo, en Belgrano. Encontramos el estudio en un elegante edificio en esquina de principio de los años veinte. El ascensor es una caja de tejido metálico de época, que deja ver a través de sí la escalera de mármol blanco que lo serpentea. Grandes aberturas de madera y vidrio repartido comunican los lugares de trabajo y las oficinas privadas con el exterior, extendiendo las vistas hasta casi encontrar el río, pasando por el pequeño bosque intermedio. La luz queda tamizada por cortinas blancas en todos sus límites. La arquitecta nos recibe en su oficina, que balconea la avenida. El blanco de los muros contrasta con algunos objetos y libros de una biblioteca, con fotos de obras enmarcadas; este es su lugar de trabajo, su isla de introspección. Este espacio particular ha sido imaginado por ella desde niña cuando iba a jugar al estudio de sus padres, y luego cuando era estudiante universitaria, en los momentos de su primera juventud. La búsqueda profunda en el aspecto profesional la llevó a otros lugares, donde fue completando su formación. Hoy comparte el estudio con sus padres y con el arquitecto Daniel Zelcer, como así también desarrolla conjuntamente con ellos proyectos en el corto y mediano plazo. Se la ve inmersa en el futuro, en el sentido de hacer una arquitectura que se refleje en lo social y desde un enfoque sensorial, emocional y comprometido; tratando de realizar cosas que transformen en algo la realidad cotidiana. Finaliza la entrevista y la arquitecta nos acompaña hasta la puerta de calle; mientras salimos y recordamos lo dialogado no podemos evitar asociarlo al texto Es allí donde voy de Clarice Lispector: "Más allá de la oreja existe un sonido, la extremidad de la mirada un aspecto, las puntas de los dedos un objeto: es allí donde voy. La punta del lápiz el trazo. Donde expira el pensamiento hay una idea, en el último suspiro de alegría otra alegría, en la punta de la espada la magia: es allí donde voy. (...) Al lado de la tertulia está la familia. Al lado de la familia estoy yo. Al lado de mí estoy yo. Es hacia mí donde voy. Y de mí salgo a ver". 138
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bl&arqs. Baudizzone Lestard Arquitectos y Asociados Miguel Baudizzone Jorge Lestard Verónica Paz Gómez María Eugenia Gelso Moure Diego Dubove
Nuestro lugar de encuentro está localizado en un edificio de reminiscencia francesa, con tintes clásicos en sus detalles. Desde la planta baja, un ascensor metálico tipo jaula nos eleva dentro en una cinta continua de mármol de Carrara. Ya al ingresar, descubrimos que el departamento original ha sido transformado a través de los años convirtiéndose en un extenso y alto estudio en donde, mirando desde la recepción, la perspectiva se diluye en un paso central iluminado transversalmente por un patio interior. Se van sucediendo espacios que se desnudan hasta quedar libres de muros y de muebles de gran altura. La charla se realiza en una sala de reuniones que guarda piezas de fragmentos del pasado lejano y reciente, con maquetas de obras y concursos intercaladas entre grandes imágenes de proyectos concretados o de ideas pensadas para la ciudad. El ambiente se desarma entre la palabra, los recuerdos, algunas melodías conocidas y el café compartido. Un claroscuro domina cada sector. La magia de la tradición en la profesión y en el hacer emerge en cada palabra; el dejarse llevar a otros momentos donde la historia atraviesa la vida y la profesión reconforta el espíritu. Los arquitectos Miguel Baudizzone y Jorge Lestard se reconocen como parte de una generación transformadora y hacedora de la ciudad en todas sus escalas. Los fundamentos de las ideas devenidas desde los primeros tiempos de estudiantes decantaron en décadas de enseñanza universitaria y en entidades profesionales, participando ambos activamente en todos los roles posibles del quehacer cultural de la arquitectura. Junto a su grupo de trabajo estable, ellos continúan el camino de la arquitectura, habiendo producido hechos que los convierten en pioneros, conformando una memoria viva de la disciplina y dejado un legado construido en la ciudad. Legado que fue dado a luz, en palabras del propio Le Corbusier, como “Unos organismos tan vivos y armoniosos como los de la misma naturaleza. (…) Ellos son los que prepararán el espectáculo urbano, ese que el ojo ve, experimenta, soporta o ama. Desde fuera, componen la silueta; desde dentro (y como por el empuje de una energía) el juego sabio, correcto y magnífico de las formas bajo la luz. Todo ha sido analizado, medido, dosificado, construido, proporcionado; unos organismos han aparecido, alzados o tendidos sobre la ciudad”. 140
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Point Luis Bruno Leo Lotopolsky Brígida Squassi
La música del aire provenía de diferentes lugares: casas de familia, viejos talleres, obras en construcción. Caracterizan al edificio del estudio una alta fachada al Este con elementos italianizantes, junto a una esbelta puerta de madera y un ventanal elevado al borde de un balcón casi inaccesible. Un desnivel en el ingreso nos lleva a un hall distribuidor, donde unas puertas abiertas nos conectan a un patio profundo que, a su vez, nos transporta a otros tiempos y a esas palabras de Borges: “el patio es el declive por donde se derrama el cielo de la casa". Estamos en una casa tipo chorizo original que se despliega en su magnificencia centenaria; en algún momento de su historia llegó a ser, además, una galería de arte de vanguardia. La seguidilla de locales sostenidos sobre un piso de pinotea brinda una continuidad entre los ambientes que ventilan e iluminan a la permeable galería. Árboles puntuales dignifican el mosaico estrellado. Al frente, una gran mesa de reuniones carga con planos y croquis varios. La luz ingresa al lugar tamizada por blancas telas que dan un respiro del exterior intenso. En la recorrida, un espacio central dominado por una isla de puestos de trabajo genera la sensación de atravesar una sala de máquinas. Hacia el contrafrente descubrimos otros sectores, servicios de apoyo y lugares de depósito. Una escalera metálica nos lleva a un pequeño entrepiso que balconea sobre una encerrada doble altura. El color blanco de los muros, los vanos y las puertas van uniendo los espacios visualmente. Los arquitectos de Point, Luis Bruno, Brígida Squassi y Leo Lotopolsky, con su equipo de colaboradores, realizan obras de diseño donde la sustentabilidad está en cada paso de lo que proyectan. Los rodea un sentimiento palpable de estar cerca de las cosas que creen importantes, el disfrute intenso del trabajo, y la búsqueda de una mejor calidad de vida, defendiendo una arquitectura que enuncian como “sin obsecuencias”. Con una historia en común, ellos transitan la profesión sin dejar de lado la docencia y la conducción universitaria, junto al compromiso social que los moviliza. La imaginación va de la mano de la diversificación individual de los socios, complementándose. La calidez de la charla nos hace perder el sentido de la hora. Nos despedimos con la seguridad de otro encuentro que no será lejano en el tiempo. En el exterior, el viernes ya se está por transformar en sábado. 144
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Besonías Almeida Arquitectos María Victoria Besonías Guillermo de Almeida
La ruta al Oeste se presentaba despejada. Anduvimos el camino hasta descubrir, a lo lejos, un extenso bosque que comenzaba a la vera y se extendía hacia nuestro lugar de encuentro, un centro comercial sobre la arteria principal de ese entramado de antiguas quintas. En un edificio nuevo, el estudio ocupa un sector del primer piso. Desde el ingreso se pueden observar los arboles añosos a través de enormes ventanales, frente a las cuales se dispone una larga fila de puestos de trabajo con sus computadoras. En un espacio integrado y flexible, encontramos subsectores de trabajo privado. Contra uno de los muros, una gran estantería que flota sobre los escritorios contiene textos de estudio y de consulta. En otro de las laterales, un espacio de encuentro común: una sala de reuniones separada por una mampara transparente es el lugar que invita a la charla. Notamos la presencia de una obra de arte realizada con restos recuperados, compuesta por una trama de parquet de madera. Su superficie discontinua y su variación de textura y color parecen exponer el intenso y desproporcionado paso del tiempo. Imaginamos que este fragmento representa una metáfora material del pensamiento y sentimiento de los responsables del estudio. Los arquitectos María Victoria Besonías y Guillermo de Almeida, junto con su equipo de trabajo, se encuentran en un entorno que posee una tranquilidad siempre deseable: la de un barrio que no comparte la intensidad de algunos centros urbanos cercanos. El ambiente del estudio refleja la clara postura proyectual de sus obras. En su relato se nota que trabajan con la misma pasión del primer día, con la irrenunciable preocupación por la calidad espacial, material y humana en cada uno de sus proyectos. En el texto Atmósferas, de Peter Zumthor encontramos una afirmación de esta postura disciplinar: "hace mucho tiempo que me interesa (...) qué es la calidad propiamente arquitectónica. (...) Para mí la realidad arquitectónica sólo puede tratarse de que un edificio conmueva o no. ¿Qué diablos me conmueve a mí? ¿Cómo puedo proyectar algo así? (...) ¿Cómo pueden proyectarse cosas con tal presencia, cosas bellas y naturales que me conmuevan una y otra vez?”. 146
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Arquitectónika Darío López Laura Leyt Marcelo López Mariana Yablón
Mediodía en la ciudad. La intensidad del ruido de la calle se va tamizando al ingresar en el patio de acceso del edificio donde el estudio ocupa las dos últimas plantas. Al bajar del ascensor, una amplia recepción establece un espacio intermedio antes del ascenso a los espacios de trabajo. Aquí la luz proviene de un ventanal que ilumina fugazmente imágenes de obras pasadas y presentes. Una escalera lateral nos lleva al primer piso; un juego de luces y sombras compiten mientras subimos por ella. Al llegar se despliega ante nosotros un gran espacio dominado por los puestos de trabajo, planos, maquetas y demás elementos característicos de todo estudio de arquitectura. Amplias ventanas horizontales nos conectan con el exterior brindándonos largas perspectivas de la ciudad sobre un centro de manzana abierto. Los despachos privados se separan del resto mediante una piel de vidrio que es el límite imperceptible entre los socios y el resto de los integrantes del estudio. Una biblioteca de piso a techo en uno de los laterales vibra en colores y texturas con su innumerable variedad de libros y revistas técnicas. La cálida charla se desarrolla alrededor de una gran mesa de reuniones; el lugar está separado del espacio principal por amplias puertas de transparentes. En el interior maquetas de estudio, grandes sectores de guardado, paneles de concursos y croquis son epítome de la ebullición de ideas que exudan las mentes de los integrantes de Arquitectónika. Los arquitectos Darío López, Laura Leyt, Mariana Yablón y Marcelo López conforman un estudio abierto donde se suman trabajos e intercambios de experiencias. La preocupación por la condición urbana de sus proyectos, sean pequeños o grandes, está siempre presente en sus obras. El libro Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino siempre resulta pertinente para recordar que hay condiciones urbanas que son tan relevantes como las disciplinares pero que exceden las explicaciones racionales: “Zora tiene la propiedad de permanecer en la memoria punto por punto, en la sucesión de sus calles, y de las casas a lo largo de las calles, y de las puertas y de las ventanas en las casas, aunque sin mostrar en ellas hermosuras o rarezas particulares. Su secreto es la forma en que la vista se desliza por figuras que se suceden como en una partitura musical donde no se puede cambiar o desplazar ninguna nota. El hombre que sabe de memoria cómo es Zora, en la noche, cuando no puede dormir imagina que camina por sus calles y recuerda el orden en que se suceden. (…) Esta ciudad que no se borra de la mente es como una armazón o una retícula en cuyas casillas cada uno puede disponer las cosas que quiere recordar”. 148
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Aisenson Arquitectos Roberto Aisenson María Hojman Pablo Pschepiurca José Fiszelew Rodrigo Grassi Alejandro Aisenson
Un suave camino ascendente desde las barrancas, en el clásico paseo de Belgrano, invita a pensar en los cambios sucesivos que ha sufrido este barrio desde su fundación. Donde otrora encontrábamos grandes casonas, con sus patios y parques, hoy existen edificios de vivienda y locales comerciales. Es la historia, que avanza. Llegamos al edificio del estudio. Un gran lobby marcado por el granito, el vidrio y el acero inoxidable conforma la recepción. Ya arriba, el hall de espera nos presenta varias imágenes sobre un muro, trazando un recorrido por la importante obra ejecutada en las muchas décadas de existencia de este estudio. Una gran actividad se percibe en las otras salas; se las ve repletas de computadoras, tableros y documentaciones de las obras en marcha y en proyecto que habitan en el estudio. Nos espera una larga mesa de reuniones de madera con un pie blanco de fundición acompañada por sillones; un gran ventanal horizontal que discurre sobre un mueble bajo y una importante biblioteca en un muro lateral son testigos de la charla. Un clima tradicional de elegancia deviene de todos los rincones. Un escenario ideal para trascender y proyectarse. Los arquitectos Roberto Aisenson, María Hojman, Pablo Schepiuca, José Fiszelew, Rodrigo Grassi, Alejandro Aisenson y un gran equipo de colaboradores estables, conforman Aisenson Arquitectos y también ASN/nOISE, la cara B del estudio dedicada a la investigación, una especie de célula que fue creciendo desde su creación; un corazón que, con su pulsión joven, busca abordar la arquitectura transversalmente. En este estudio se comprendió que para permanecer creciendo es fundamental la relación móvil entre el conocimiento establecido y la búsqueda de nuevas soluciones. Georg Steiner lo explicaba muy bien en Lecciones de los maestros: “El profesor demuestra al alumno su propia comprensión del material, su capacidad para realizar el experimento químico. (…) Su capacidad para resolver la ecuación de la pizarra, para dibujar con precisión el vaciado de escayola o el desnudo en el taller. La enseñanza ejemplar es actuación y puede ser muda. Tal vez deba serlo. La mano guía la del alumno sobre las teclas del piano. La enseñanza válida es ostensible: muestra”. 150
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LMA Arquitectos Antonio Ledesma Lucía Mazzaglia
Transitamos las calles de un barrio que conocemos desde la primera infancia. Esquinas, fachadas y árboles son parte de nuestros recuerdos. Asoma entre los añosos árboles un edificio definido por una piel de vidrio con un cuerpo metálico que la sostiene. Su lenguaje contemporáneo dialoga en forma respetuosa con el entorno clásico, destacándose en altura y volumen. Accedemos anunciándonos con el encargado en una planta baja libre que permite un acercamiento fluido al núcleo de ascensores. Las visuales traspasan un espacio definido por una gran sombra que en su final, hacia el centro del lote, explota de luz, color y texturas. El estudio, lugar del encuentro, se ubica en una de las torres del complejo. Al ingresar descubrimos dos sectores diferenciados: un lugar común de tableros sucesivos, que contiene planos de obras en ejecución, dibujos a mano alzada y maquetas de estudio. Estos planos de trabajo se van repitiendo en el espacio, terminando en un cristal que nos separa de una expansión que mira al gran patio central. Un sillón rojo en una esquina pone color al lugar, que está definido por blancos y grises. El otro espacio de trabajo, la oficina privada, está poblada por imágenes que remiten a obras realizadas y en ejecución, croquis de antiguos concursos, dibujos de procesos de diseño en calcos; son fragmentos de la intensa tarea profesional realizada desde sus inicios por los arquitectos Lucía Mazzaglia y Antonio Ledesma quienes nos reciben con una cálida charla, en la cual las palabras buscan acomodarse entre tantos recuerdos y afectos sostenidos. El lugar es el vívido sentimiento del amor por la tarea que desarrollan, donde la actividad académica universitaria encuentra un lugar de privilegio. Este nuevo estudio se proyecta como una continuidad generacional, a la que se incorpora una de sus hijas, estudiante de arquitectura. Nos despedimos afectuosamente con la promesa de otro encuentro cercano en el tiempo. En su poema La otra mitad, Hermann Hesse nos deslumbra: “La mitad de la belleza depende del paisaje; la otra mitad de la persona que la mira… Los más brillantes amaneceres; los más románticos atardeceres; los paraísos increíbles; se pueden encontrar siempre en el rostro de las personas queridas. (…) La belleza no hace feliz al que la posee; sino a quien puede amarla y adorarla. Por eso es tan lindo mirarse cuando esos rostros se convierten en nuestros paisajes favoritos”. 154
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2PS Arquitectos Roberto Parysow Emilio Schargrodsky Jessica Parysow
Cruzando la esquina salimos del barrio de Belgrano y ya estamos, al otro lado de la calle, en Colegiales. El lugar de la cita se encuentra en los pisos superiores de un edificio vidriado de aires contemporáneos. Ascendemos e ingresamos al estudio. El sol aparece como principal protagonista de la escena. Una escalera de metal blanco y madera neta sin pretensiones rodea a un esbelto mueble de vidrio que contiene maquetas de obras consagradas y piezas de diseño, las cuales brindan color a este espacio casi monocromático. En la planta baja, una serie de puestos de trabajo consecutivos se apoyan sobre un muro blanco. Planos, coloridos dibujos a mano alzada, detalles constructivos y maquetas de estudio de distintos tamaños le otorgan un marco apropiado a este espacio rodeado por las impactantes vistas del entorno construido. Al ascender a la planta superior la intensa luz natural nos sorprende. Una imponente sala de reuniones y proyecciones con una gran biblioteca acompaña y a la vez domina a este piso, dotando de texturas y colores a todo el conjunto. Una terraza escolta linealmente el paso en donde se despliegan, hacia la esquina y enfrentadas, las oficinas de trabajo. Los arquitectos Roberto Parysow, Emilio Schargrodsky y Jessica Parysow, junto a su equipo de trabajo, presente en el estudio hace muchos años, conforman un grupo donde se distingue el buen clima laboral, que se ha revelado desde nuestra llegada. Versatilidad, decisiones conjuntas y compromiso con el hacer y con la disciplina son premisas que comparten, junto con una intensa actividad docente en la universidad, el espacio donde despliegan sus búsquedas personales. Podría decirse que los individuos que integran este estudio resuenan entre ellos, conformando una unidad que mantiene la diversidad, al tiempo que comparten objetivos y visiones. Este tipo de organización y relación humana ha sido descripta por el arquitecto japonés Kengo Kuma, en una conferencia en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra en 2015, donde ha afirmado que “el equipo es siempre la base de la creación. (...) La arquitectura no surge de un solo cerebro, sino del equipo, porque de esta forma podemos estimularnos unos a otros, y esta estimulación puede crear algo fascinante". 156
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BAAG Gabriel Monteleone Griselda Balian Gastón Noriega
El trazado del parque acompaña la velocidad de la avenida; sus árboles y plantas salpican la continuidad de un verde vivo en los albores de un verano intenso. Todo es luz y color. Divisamos el complejo, sostenido por un basamento de ladrillo compacto que va entrelazando, asemejándose a una muralla imaginaria. Las almenas aterrazadas se elevan en estructuras de hormigón pintado y pérgolas, junto a un revoque rústico; guardianas de un tiempo pasado detenido, ellas parecen proteger el conjunto. Una vez en el interior, vemos que el espacio se fragmenta en subespacios determinados, convirtiéndose en puestos de trabajo separados del sector de servicios mediante un mueble de madera de diseño modulado. Este contiene en algunos sectores objetos, maquetas de trabajos realizados e investigaciones, libros y publicaciones, entre otros. Una escalera metálica transporta a un entrepiso, donde una gran mesa de reuniones con sus sillones ordena el lugar. Sobre un muro lateral, como fondo, una gran biblioteca da color y textura. Un desnivel salvado por escaleras delimita la antigua vivienda, ahora transformada en otro sector del estudio. La amena charla se desarrolla en la mesa de reuniones, de madera y metal, diseño del estudio. Los arquitectos del estudio BAAG (Buenos Aires Arquitectura Grupal), Gabriel Monteleone, Griselda Balian y Gastón Noriega, junto a su equipo, transitan el vértigo de la búsqueda y la investigación en todo lo que proyectan, y consideran sus obras como una enseñanza continua. La preocupación por lo político y lo social, además, atraviesa sus pensamientos desde sus comienzos profesionales. Al salir, vuelvo a observar el conjunto que, antaño ubicado en un límite, se eleva como un reflejo de la historia, inmerso en la ciudad contemporánea. Evoca el recuerdo de Franz Kafka, que nos cuenta que “la muralla china fue terminada en su punto más septentrional; avanzando desde el sudeste y del sudoeste se unió aquí. (…) La muralla debía convertirse en protección por siglos; la ejecución más minuciosa, la aplicación de la sabiduría arquitectónica de todas las épocas y pueblos conocidos, el permanente sentido de responsabilidad de los constructores, eran ineludibles condiciones previas para el trabajo. (…) Y cuanto más elevada la misión, mayores la exigencias”. 158
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Estudio Borrachia Alejandro Borrachia
Transitamos por las calles de un barrio que antaño era parte de las quintas que, con el tiempo, terminaron incorporándose a la ciudad. El vértigo del mundo contemporáneo nos hace olvidar, a veces, la mutación constante que tiene lugar en el tejido urbano. Partes quedan en los recuerdos; partes sobreviven. Una de ellas se sostiene y guarda en su interior, inmutable, el ambiente de un estudio de arquitectura que ha atravesado generaciones. Esta casa chorizo de Caballito contiene entre sus muros, en forma diferenciada, los espacios de trabajo y de vivienda, junto con dos patios que son testigos tanto de una vida social y de encuentros culturales como de un espacio de celebración familiar y de reunión entre amigos. La gran mesa que protagoniza el espacio puede ser sostén de largas comidas tanto como de reuniones académicas. Alejandro Borrachia mantiene este refugio de encuentro, pensamiento y reflexión como alternativa al compromiso académico que realiza en una importante universidad de la zona Oeste del Gran Buenos Aires. Su trabajo profesional oscila entre esos dos puntos, tal como sucedió durante muchos años al lado de su padre. La paz del lugar es custodiada por un gran cuadro sobre su tablero de trabajo que refleja el pensamiento y la imaginación de otros arquitectos que, con sus trazos y color, sintetizan parte de la historia de la arquitectura nacional. Desde su taller de investigación, Alejandro indaga en los nuevos usos de los materiales para el mejoramiento del hábitat mientras sigue creciendo profesionalmente en todos los aspectos posibles y sin olvidar todas aquellas cosas que lo han conformado como persona, como ciudadano. Son esas mismas cosas que Peter Zumthor pondera en Enseñar Arquitectura: “La fuerza de un buen proyecto reside en nosotros mismos y en nuestra capacidad de percibir el mundo con sentimiento y razón. Un buen proyecto arquitectónico es sensorial. Un buen proyecto arquitectónico es racional. Antes de conocer siquiera la palabra arquitectura, todos nosotros ya la hemos vivido. Las raíces de nuestra comprensión de la arquitectura reside en nuestras primeras experiencias arquitectónicas: nuestra habitación, nuestra casa, nuestra calle, nuestra aldea, nuestra ciudad y nuestro paisaje son cosas que hemos experimentado antes y que después vamos comparando con los paisajes, las ciudades y las casas que se fueron añadiendo a nuestra experiencia. Las raíces de nuestro entendimiento de la arquitectura están en nuestra infancia, en nuestra juventud: residen en nuestra biografía”. 160
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Arquitectos Dujovne-Hirsch & Asociados Berardo Dujovne Silvia Hirsch María Dujovne
La mañana se desarrolla con calma en este sector de Palermo. Caminamos apurados desde el parque, con algunos colores del otoño asomando en los árboles. Un moderno edificio en esquina es el lugar del encuentro. Al llegar, como si se tratase de un fragmento de arquitectura heroica, una columna blanca, imponente, se ve envuelta por una escalera metálica que la aprisiona. La baranda finaliza en una llegada en voladizo que la une a la fachada. Una piel de escamas metalizadas compone la trama sobre ese sector distinto del muro, arma el acceso y remata en una reja que repite parte del módulo establecido. Todo esto define y da carácter al volumen adosado al edificio que contiene al estudio. Ya desde el ingreso, el ambiente del lugar nos presenta un panorama de la arquitectura nacional de varias décadas a través de obras de esta oficina. La armonía del trabajo se integra en un destacado devenir de imágenes en sus muros y maquetas de gran escala de obras recientes y de concursos. El mueble bajo de la recepción separa un gran sector de puestos de trabajos apoyados por computadoras, planos de obra y bibliotecas técnicas de consulta; todo ello iluminado desde el frente y el contrafrente. Encontramos oficinas privadas, sectores de reuniones, servicios de apoyo y mesas de trabajo grupales. Los arquitectos Berardo Dujovne, Silvia Hirsch y María Dujovne componen un grupo de profesionales para quienes la tradición, el hacer, la búsqueda de nuevos horizontes en lo proyectual, su relación con la ciudad y la continuidad generacional son sentires que se complementan con la intensa actividad universitaria, desde la enseñanza y la conducción, a través del tiempo. Durante la distendida charla nos concentramos en algunas maquetas de obras en proceso que despertaron nuestro interés, siendo éstas objeto de discusión proyectual. La mañana se acaba al concluir la entrevista y llega el momento de seguir nuestro camino. Nos despedimos y bajamos, peldaño a peldaño, la enorme escalera, sumergiéndonos en una espiral imaginaria que nos lleva a la calle, mientras la charla reciente nos recuerda un pensamiento de Simone de Beauvoir: “El hombre no es ni una piedra ni una planta, y no puede justificarse a sí mismo por su mera presencia en el mundo. El hombre es hombre sólo por su negación a permanecer pasivo por el impulso que lo proyecta desde el presente hacia el futuro y lo dirige hacia cosas con el propósito de dominarlas y darles formas. Para el hombre, existir significa remodelar la existencia. Vivir es la voluntad de vivir". 162
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Martín Forcinito Arquitectos Martín Forcinito Teodoro Tenenbaum
El Este no es solamente un punto cardinal. En nuestra capital, junto con el Norte, es una de las orientaciones de privilegio donde los arquitectos proyectan sus vistas más beneficiosas. Un sol prominente se refleja esta mañana sobre la fachada principal del edificio de pocos años, convirtiéndola en una piel encendida que mira al Oriente. Casi al llegar al suelo, la carpintería que la conforma se retira hacia el interior del terreno, transformándose en un acceso. Ya adentro, al ingresar al estudio, un espacio central aúna los puestos de trabajo. Una oficina privada al contrafrente agrupa en uno de sus muros una trama de croquis a mano alzada en tinta y marcadores de colores, entre otras técnicas, con poderosos trazos. Distinguimos plantas en proceso, sectores de la ciudad en transformación y detalles constructivos; todos ellos provenientes de la creatividad y la experiencia en el hacer arquitectura. Sobre otros paramentos imágenes de obras ejecutadas, en color, complementan el ambiente de trabajo. Hacia el frente, un límite de cristal genera una oficina y sala de reuniones; en esta última, grandes paneles con dibujos, perspectivas, cortes e imágenes de desarrollos inmobiliarios dan un marco preciso para la entrevista. Martín Forcinito nos cuenta su trayectoria dividiéndola en tiempos, como en un juego deportivo. Su primer tiempo, asegura, está llegando a su fin. Durante éste, sus inicios como hacedor de detalladas maquetas, su posterior paso por importantes estudios de arquitectura y la docencia universitaria fueron forjando su capacidad y corrección en el hacer y en el entender de la disciplina desde múltiples perspectivas. Hoy en día se plantea salir a la cancha en este segundo tiempo de su vida profesional. Proyecta ser contundente en sus propuestas y en sus búsquedas, para seguir creciendo. Busca un ambiente de creatividad continua en donde con el devenir de los años llegue un tercer tiempo, ya maduro. En su texto filosófico La construcción de uno mismo, Michel Onfray define esa intensa búsqueda interior: “En el estado de excitación que acompaña esos reajustes con la realidad, el cuerpo se transfigura. En él se cumplen metamorfosis nutridas de sueños y temores, fatigas y aprehensiones. La sangre afluye a las sienes, al rostro. Calienta los miembros, desentumece el alma y se vuelve más veloz, más ágil. Está emboscada en la noche, lista para atrapar el pretexto de la emoción que se convertirá en una intuición, y luego en una idea". 166
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Alonso & Crippa Mariano Alonso Ludmila Crippa
Nuestro punto de encuentro es en un magnífico edificio de un estilo neoclásico francés, sin balcones sobresalientes, con molduras, frisos y ornamentos lineales blancos sobre un tejido de ladrillo visto que, sin pretensiones, componen la fachada. Desde el ingreso se puede ver un patio en el contrafrente, poblado de árboles y plantas que dialogan con los fondos de las casas bajas que lo rodean. Estamos en un espacio único de luz, colores y olores, que acompañan la vista y los sentidos desde todos los puntos de observación. Una escalera central de desarrollo compensado evoca, en su transitar, destellos de una época lejana. Una vivienda modificada al contrafrente es el estudio de los arquitectos Mariano Alonso y Ludmila Crippa. Un gran espacio central está abierto a la luz directa y al aire de los jardines que invade todo el lugar. Ingresamos a un sector privado de trabajo donde la charla se plantea con un café de por medio, entre palabras que van completando las historias acerca del trabajo profesional de los entrevistados. Nuestras miradas se dirigen, entre frases, impulsivamente, al norte de la frondosidad del jardín. En uno de los muros una estructura contiene maquetas de estudio y de obras realizadas, las cuales participan silenciosamente del momento. Con una obsesión impuesta sobre cada trabajo, sobre cada dibujo, y en todas sus facetas de representación, ellos transitan el espacio futuro de los usuarios de sus obras, donde cada detalle está pensado. Trabajan y piensan juntos desde siempre, involucrados con la enseñanza universitaria, y sin olvidar el compromiso social que abrazan desde sus comienzos. El estudio es una continuidad de su casa, donde los afectos verdaderos se trasladan, se cuidan. Nos despedimos, ya desembocados en la tarde. En su obra Un mundo feliz, Aldous Huxley nos lleva en un viaje iniciático: “Los impulsos coartados se derraman, y el derrame es sentimiento, el derrame es pasión, el derrame incluso es locura; ello depende de la fuerza de la corriente, y de la altura y resistencia del dique. La corriente que no es detenida por ningún obstáculo fluye suavemente, bajando por los canales predestinados hasta producir un bienestar tranquilo". 168
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adamo-faiden Sebastián Adamo Marcelo Faiden
Una deseable sombra producida por el edificio bajo y retirado de la línea municipal. Hormigón, muros blancos y cristales. El lugar del encuentro es al contrafrente, flotando sobre un verde que se traduce en los árboles y plantas que enmarcan la paz del barrio. Al ingresar observamos sectores diferenciados: destaca uno central con tableros de trabajo, bibliotecas, maquetas en ejecución, planos, dibujos varios, computadoras. Dos volúmenes de vidrio se recuestan sobre el límite de la fachada; uno de ellos posee los lugares de trabajo de los titulares del estudio. El segundo, más amplio, es una sala de reuniones. En ella nos encontramos rodeados por croquis, detalles constructivos, planos corregidos con tinta y color, todos ellos sostenidos sobre la piel de vidrio que nos contiene. Los arquitectos trasmiten en cada palabra su compromiso con el aprender y el superarse, y con la docencia universitaria como parte del crecimiento diario. Observamos cómo sus palabras se ven reflejadas en cada parte del taller, en cada trazo, y en cada memoria construida. Sus intenciones están acompañadas desde los inicios por un trabajo intenso y a conciencia en cada tramo de sus carreras. Se yuxtaponen en su discurso fragmentos de sueños cumplidos, viajes realizados, metas alcanzadas en convivencia con los objetivos profesionales intactos, que buscan manifestarse en la ciudad desde el diseño inteligente; esto es, entender que en el hacer arquitectura siempre subyace el pensar. En su escrito de 1780, Arquitectura, Ensayo sobre el Arte, ÉtienneLouis Boullée nos invita justamente a indagar en el concepto del arte en la construcción, en qué es verdaderamente el hacer: “¿Qué es la arquitectura? ¿Debería acaso definirla, con Vitruvio, como el arte de construir? No. Esa definición conlleva un error terrible. Vitruvio confunde el efecto con la causa. Hay que concebir para poder obrar. Nuestros primeros padres no construyeron sus cabañas sino después de haber concebido su imagen. Esa creación que constituye la arquitectura es una producción del espíritu por medio de la cual podemos definir el arte de producir y llevar a la perfección cualquier edificio”. 170
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Estudios
adamo-faiden http://www.adamo-faiden.com AFRa http://www.estudioafra.com Aisenson Arquitectos http://aisenson.com.ar Alberto Varas & Asociados, Arquitectos http://www.estudioalbertovaras.com.ar Alonso & Crippa http://alonsocrippa.com.ar Alric Galindez Arquitectos http://alricgalindez.com.ar Arquitectónika http://www.arquitectonika.com.ar Arquitectos Dujovne-Hirsch & Asociados http://dujovne-hirsch.com ASZ Arquitectos http://asz.com.ar ATV Arquitectos http://atvarquitectos.com BAAG http://baag.com.ar Barq http://barq.com.ar Berdichevsky & Asociados Arquitectos http://463sa.com.ar Besonías Almeida Arquitectos http://besoniasalmeida.com bl&arqs. Baudizzone Lestard Arquitectos y Asociados http://www.blarqs.com Busnelli Arquitectura http://www.barquitectura.com.ar C4 Cortiñas Arquitectos http://estudioc4.com.ar
Castillo Kogan Arquitectas http://castillokoganarquitectas.blogspot.com ccyza http://facebook.com/ccyzaarchs del Puerto - Sardin Arquitectos http://delpuerto-sardin.com Estudio Borrachia http://www.estudioborrachia.com Estudio NE3 http://ne3.com.ar Estudio Silberfaden http://estudiosilberfaden.com Frazzi Arquitectos http://frazziarquitectos.com Galpón Estudio http://www.galponestudio.blogspot.com Grinberg Dwek Iglesias http://www.arqad.com.ar Hampton+Rivoira+Arquitectos http://hampton-rivoira.com
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Auspicios
La cultura del lugar La arquitectura es sin duda un hecho cultural. Detrás de cada construcción vislumbramos las ideas de los artistas. Buenos Aires se puede pensar entonces como una representación, una serie aparentemente infinita de pensamientos que dialogan y discuten acaloradamente entre sí a lo largo de todas nuestras calles y avenidas. “Ambientes de Arquitectura: fotografías de 50 estudios de Buenos Aires y sus protagonistas” nos ofrece el privilegio de adentrarnos en esos espacios donde los protagonistas de la arquitectura porteña idearon la ciudad. La creatividad que inspiran estas imágenes es el fiel reflejo de esta Buenos Aires maravillosamente ecléctica que habitamos o transitamos todos los días. Enrique Avogadro Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires
Las prácticas de nuestro tiempo Cada estudio de arquitectura es un espacio único, irrepetible, que permite definir a sus habitantes y otorgarles uno y mil signos. Signos que serán capaces de ilustrarnos acerca de las múltiples y sorprendentes formas de las prácticas de nuestro tiempo. La Fundación Tejido Urbano se propone alertar y combatir los problemas habitacionales de la ciudad. Nuestro desafío es constituir verdaderos propietarios a lo largo del proceso de construcción de propiedades. Este libro, que apoyamos y celebramos, es una herramienta que permite construir una ventana a este hábitat particular, las oficinas en las que los arquitectos trabajan, esos ambientes en los que se imaginan y producen los espacios y las ciudades en donde vivimos. Un formidable panorama de distintas formas del hacer en estas primeras décadas del Siglo XXI. Pablo Roviralta Presidente de la Fundación Tejido Urbano
Maridaje virtuoso En HORCRISA creemos que la arquitectura recién puede considerarse completa una vez que los seres humanos la habitan; los edificios brillan cuando los hombres y las mujeres viven en ellos, respiran en sus espacios y transitan por sus ambientes. Esta misma comunión entre los espacios del habitar y los seres humanos se da entre el diseño y la técnica: desde la aparición del hormigón armado, primer material inventado por el hombre, se logra este maridaje virtuoso entre los profesionales y la industria, por ello trabajamos para la mejora continua de nuestro producto de manera sustentable, impulsando la participación y trabajo en equipo como herramienta para lograrlo; el proveer un hormigón de calidad superior con agregados virtuosos y ofrecer de soluciones al rubro es la misión encomendada para materializar esta unión. Este libro festeja ambas comuniones, registra los ambientes de la arquitectura y a sus protagonistas, profesionales comprometidos con su época y sus espacios de trabajo, desde donde proyectan los edificios y los entornos en los que transitamos nuestras vidas, y por eso nos emociona acompañarlo. Miguel Ángel Tommasi y Gabriel Ricardo Ruiz Directores HORCRISA
Magia cautivante Cada estudio guarda una magia especial entre sus paredes. Así como sucede con los atelieres de los artistas, los espacios donde se desarrollan las arquitectos y las arquitectas nos cautivan con esa magia que luego quedará impregnada en los proyectos y en las obras que realizan. Este libro plasma ese encanto. El de los lugares de los hacedores de la Arquitectura, que a todos nos emociona. Knauf acompaña a los profesionales en Argentina y en la mayor parte del mundo desde hace décadas con la resolución de detalles del sistema de construcción en seco, así como en consultas de temas tan especiales como la acústica, la protección al fuego y el ahorro energético. Es un honor para Knauf estar muy cerca de los grandes y prestigiosos estudios del país, así como seguir creciendo junto a los estudios emergentes. Marilita Giuliano Jefe técnico-comercial Yesos Knauf Argentina
Alquimias mágicas Por los pasillos de REHAU corre siempre sangre emprendedora. Tal vez en este aspecto estemos emparentados con el espíritu creador que se respira en los estudios de arquitectura que se retratan en este libro. Nuestra historia comenzó en 1948, en un pequeño depósito repleto de sueños y tres personas desbordantes de energía. Aquellos pioneros pronto obtuvieron el primer proyecto grande, también cargado de mística: realizar varias autopartes del icónico VW Escarabajo. Así continuó este impulso arrollador que nos inspira hasta hoy. Somos más de 20.000 colaboradores trabajando en más de 170 localidades del mundo. Estamos en los muebles de tu casa u oficina, en las ventanas, en sistemas de calefacción o de agua sanitaria, en las mangueras y accesorios de jardín. También en tu heladera, en un avión y hasta en tu auto. Esa alquimia mágica que se produce cuando una idea individual o un sueño colectivo se combina con la pasión indomable que la convierte en un producto es la que nos alienta a seguir creciendo. Por eso apostamos por esta obra de arte: porque queremos descubrir juntos estos “ambientes de arquitectura” donde un plano comienza a tomar vuelo, hasta convertirse en realidad. Martín Mom Presidente para Sudamérica REHAU
Vínculos duraderos En DESALVO siempre hemos tenido el gusto de recibir a los arquitectos para proveerles materiales e instrumentos de dibujo o para copiar e imprimir los planos que ellos han dibujado; en este libro, son los arquitectos quienes ahora nos reciben en los lugares donde la arquitectura misma se piensa, nace y se desarrolla. Nuestra empresa fue creada en el año 1914; hoy es una de las líderes en el ploteo de planos y láminas en gran formato y en la provisión de elementos de librería y dibujo técnico, así como en la impresión digital, digitalización y copiado de documentos. Es una gran satisfacción para nosotros poder acompañar este libro, ya que lo entendemos como una forma más de afirmar nuestro vínculo con los profesionales de la arquitectura del país, los mismos que han confiado y siguen confiando en nosotros. Marco Maiulini Director de Operaciones DESALVO
Ambientes de Arquitectura Fotografías de 50 estudios de Buenos Aires y sus protagonistas Arquitectos y arquitectas, asesores, estudiantes y pasantes trabajan día a día en maravillosos ambientes de arquitectura; espacios versátiles, simbólicos, ceremoniales o lúdicos, verdaderos laboratorios de las ideas de estos creadores que luego serán dibujos primarios, planos de anteproyecto y documentaciones de obra, para finalmente convertirse en los edificios que conformarán nuestra ciudad en su conjunto. Este libro, habitado por el doble registro que conforman las fotografías de Albano García y los textos de Edgardo C. Freysselinard, nos permite espiar instantes de ese devenir profesional en cincuenta de estos estudios por los que ya hemos transitado, alguna o varias veces, en nuestros veinte años editando arquitecturas. ¡Bienvenidos! Hernán Bisman y Pablo Engelman Bisman Ediciones
Albano García es fotógrafo y diseñador gráfico por la Universidad de Buenos Aires. Trabaja de manera independiente desde 2004 y vive en Buenos Aires. Se especializa en proyectos editoriales, tanto en fotografía como en diseño gráfico, para clientes dedicados a la arquitectura y las artes visuales. Entre ellos se encuentran el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU), la Sociedad Central de Arquitectos (SCA), el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), el Ente de Turismo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la Universidad de Palermo (UP) y numerosas editoriales que producen libros y revistas de arquitectura, tanto en Argentina como en el exterior del país. Registra de manera habitual edificios y piezas urbanas para los más destacados estudios argentinos. Ha expuesto sus fotos en el Centro Cultural Recoleta, ArteBA, Centro Cultural Borges, Centro Cultural Konex, Buenos Aires Photo, Bienal Arte x Arte, Nonabia (9a Bienal Internacional de Arquitectura de San Pablo), Museo de Arquitectura y Diseño (Marq) y Fundación Proa. A lo largo de su carrera profesional obtuvo numerosos premios y menciones por su labor.
Auspician esta publicación
Edgardo C. Freysselinard es arquitecto por la Universidad de Buenos Aires y magister en “Historia, Arte, Arquitectura y Ciudad” por la Universidad Politécnica de Cataluña, España, bajo la tutela del arquitecto Josep Quetglas. Nacido en Mendoza, vive desde temprana edad en la Ciudad de Buenos Aires, en donde ha desarrollado su profesión de arquitecto, ensayista e investigador. Es autor del libro Fractales de la modernidad (Bisman Ediciones, Buenos Aires, 2014), publicación galardonada con el premio francés Design&Design. Escribe regularmente crónicas y críticas de arquitectura en prestigiosos medios especializados de la Argentina y del exterior, tanto físicos como digitales, destacándose colaboraciones en los periódicos MetroWeber, 8,66, en los documentos Arquis de la Universidad de Palermo y en varios de los tomos de la colección del Taller Vertical de Arquitectura Solsona Ledesma de la Universidad de Buenos Aires. En el campo del ejercicio profesional practica la arquitectura de forma independiente desde su graduación en 1990 y es miembro de las comisiones de Ética y de Ejercicio Profesional del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) desde 2012.