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CENTRO DE MENORES
Cuando la cama parece estar más cómoda de lo normal, no hay nadie en casa,comísola yestá lloviendo,simplementemiro al techo y asimilo queno estoy bien. Esos días solo vivo para torturarme con mis propios pensamientos. Puede quealgunasvecessesientagenialycomolosmejoresdías,pero otrasvecessiento que estoy cayendo de nuevo en ese hoyo del que tanto me costó salir.
Creo que poco a poco estoy volviendo a dejarme llevar por los pensamientos que me han estado atormentando durante toda mi vida. Una vez, llegué al summum de la desesperación y de la impotencia, y por poco acabo con todo, pero no lo hice. A veces me alegro tanto de no haber sido capaz, que me odio a mí misma por haber deseado mi propia muerte, pero simplemente a veces no puedo, no soy capaz de asimilar la situación y pensar que todo va a salir bien, no cuando la situación no depende de mí.
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Mis padres, de nuevo me abandonaron, dejándome sola durante una semana más en casa. No les importaba en absoluto mi bienestar, ya que de todas formas, sabían que me las sé apañar muy bien sola. No sabía los motivos de mi abandono, pero era mas frecuente de lo que quería. Cada dos semanas se volvían a marchar sin avisar. Únicamente me dejaban una nota en la que decía “nos tenemos que volver a ir, te queremos”, es gracioso cuando añaden un “te queremos” sarcástico en una nota de despedida sin siquiera añadir losmotivosde su desaparición,pero de todasformas, no le di importancia.Apesar de que esta situación me empezaba a cansar, prefería no hacer preguntas.
A la semana volvieron, y como siempre, me limité a saludarlos y preguntar que tal el viaje. Con una frialdad absoluta, simplemente me miraron y se quedaron en silencio.
La situación me empezaba a cansar, estaba harta de que no se me prestara la atención que reclamaba, yo les daba igual, mostraban una indiferencia total ante todo lo relacionado conmigo.
Así que para llamar su atención, comencé a comportarme de forma hostil, tanto en el instituto como en casa, para ver si sus reacciones cambiaban, pero no, ni siquiera eso, da igual los días que me pasara expulsada o la de veces que llamaban a mi casa, nada cambió.
Así que sólo se me ocurrió empeorar aún más todo lo que hacía, hasta el punto de que me llevaron internada a un centro de menores.
No tenía demasiada buena fama, allí llevaban a lo peor de lo peor.
Cuando llegué, observé con detención a cada uno de mis compañeros y compañeras, no se diferenciaba mucho del instituto, al fin de al cabo, no dejábamos de ser adolescentes, pero es cierto que se notaba un ambiente bastante cargado, como si estuviese sonando el tic tac continuo de una bomba a punto de explotar, como si faltara algo que la detonara por completo, y creo que el detonante soy yo.
De las miles de personas que debía haber allí, parece ser que les interesé a tres en concreto, se quedaron observándome durante una hora desde mi llegada, hasta que uno de ellos se me acercó y dijo:
-Yo de ti, iría buscándome un grupo al que acoplarme, no es por meterte miedo ni nada por el estilo, pero si no lo haces, este sitio acabará contigo.
Sin darme tiempoa responder,se fue caminando hasta lasescaleraspara volver a apoyarse en la barandilla mientras retomaba la conversación con lo que parecían ser susamigos.Pensaba que era una amenaza,por lo tanto,no presté mucha atención a sus palabras.
Poco después, sonó una especie de timbre que nos avisaba para ir a nuestras habitaciones. Y comenzó mi estancia durante un tiempo indeterminado en ese centro. Los días pasaban lentos, y se hacían inmensamente pesados por lo rutinarios que eran. Pero al quinto día, me di cuenta de donde me había metido de verdad.
Una tarde, fui al baño mientras mis compañeros estaban en el módulo, cuando de repente, empezaron a golpear la puerta; “está ocupado” dije, pero sin respuesta, volvieron a golpear la puerta mientras pedía que le dejase pasar; volví a vociferar de forma más enérgica que estaba ocupado; de nuevo, volvieron a golpear y gritar mientras me suplicaba que le dejase pasar, pero esta vez entre gritos de sufrimiento. Me asusté,esosgritosno eran de enfado,eran de miedo,esa persona temía porsu vida, temía tanto que me estaba suplicando. Pero no pude contestar, estaba paralizada. Me quedé en silencio, esperando a que se acabasen los gritos de desesperación, hasta que por fin cesaron y pude abrir la puerta para comprobar que no había nadie. Salí asustada, no dejaba de darle vueltas a todo, no parecía que hubiese nadie en peligro cerca del módulo como para llegar a ese punto, todo el mundo actuaba de forma normal y ninguno de los guardias estaba alerta, todo continuaba como siempre. Pensé que simplemente me querían gastar una broma y todo se quedó ahí
Al parecer, desde que comencé a comportarme de forma agresiva, solo he empeorado cada vez más mi comportamiento, hasta el punto de que me encuentro en observación, donde te meten cuando se te van las cosas un poco de las manos y como castigo, te privan de muchos de los derechos que supuestamente tienes.
Eran las cuatro o cinco de la madrugada, y de pronto, mientras dormía, me despertó un ruido de lo más terrorífico que he escuchado en mi vida. Un sonido atronador, un grito desgarrado de dolor que nunca he escuchado ni volveré a escuchar en mi vida. No supe de que era, pero no pude volver a dormir
Al día siguiente, resulta que fue un chico que se había arrancado las venas con su propia boca. Me lo encontré desayunando por la mañana con todo el brazo lleno de vendas y escayolado, además de eso, tenía un ojo de cristal, porque al parecer anteriormente, se había arrancado un ojo. Es sorprendente que aún siga vivo. Medía 1,90m y pesaría unos 40kg, era puro hueso, y al tenerlo desayunando a mi lado, lo veía como una especie de extraterrestre, no parecía ni siquiera un ser humano, era una especie de demonio en vida.
Cada día, los sucesos eran peores. Desde mi llegada, todo iba de mal en peor, y en absolutamente todos los frecuentes sucesos yo estaba involucrada, no podía aguantarlo más. Hasta que por fin, una semana antes de irme de allí, encontraron mi cadáver tirado en el módulo principal del centro. Al fin, pude descansar en paz y no ser consumida por los llantos de las víctimas que escuchaba diariamente en micabeza, o sentir rabia por la frialdad y negligencia de mis padres. Tendría que haber prestado atención a las palabras de aquel chico. ¿Le puse fin a mi vida yo misma, o fue este sitio el que le puso fin a ella?
Yara Tristán Pais 4ESO