Revista Sant Jordi castellà

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NARRATIVA, 2n cicle, 1r premi AUTISMO, por Marta Flores Rubias, 4t d’ESO El pasillo blanco cubierto de puertas continuaba en ambos lados hacia donde alcanzaba la vista, personas vestidas de blanco salían de una puerta, con expresión monótona, para adentrarse en otra exactamente igual. No había manera de llegar al final del corredor, de hecho, parecía no tener realmente un final. La niña alzaba sus manitas en un esfuerzo de llegar a la pequeña ventana que se encontraba en cada una de las puertas. Pero, por desgracia, su reducida estatura no le permitía tan siquiera rozar el marco del pequeño rectángulo acristalado. Frustrada frente aquello empezó a caminar hacia delante, sin seguir un patrón lógico: lo mismo arrastraba los pies que empezaba una corta carrera. Todas las puertas eran exactamente iguales, sin tan siquiera un mínimo cambio. Y, aunque intentaba rascarlas y extraer la pintura, ésta continuaba perfectamente adherida a la puerta. Con los ojos humedecidos, se sentó en el suelo, deslizándose lentamente por la pared, esperando a que alguien le dijese qué hacer. Sin embargo, las horas pasaban y continuaba sin ningún deber... La gente iba y venía en sus monótonos paseos de puerta en puerta. No era capaz de comprender por qué lo hacían ni cómo: las puertas no tenían pomo y ella era incapaz de abrirlas. Los días pasaron y su existencia se fue oscureciendo cada vez más. Todo el mundo avanzaba decidido hacia algún lugar y nadie se quedaba en el pasillo junto a ella, simplemente cambiaban de puerta sin tenerla en consideración. ¿Cómo podía pasar

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desapercibida si ella notaba que existía, que respiraba y que lloraba? No tenía sentido ni lógica. Un ruido estridente llegó a sus oídos. Era terrible, se metía en su cabeza y no era capaz de amortiguarlo. A unos pasos vio a un hombre que observaba una puerta, quieto, dejándola abierta sin ser consciente del horrible ruido que producía. Con los ojos llenos de lágrimas y las manos sobre los oídos corrió hacia el hombre e intentó impedir sus movimientos, pero se quedó clavada en el suelo, sin posibilidades de hacer nada. La niña observó el interior de la puerta: una enorme sala blanca se extendía hacia el infinito, dentro podía verse una aglomeración de personas con la misma vestimenta que todos llevaban; estaban apretados y estresados. Hacían demasiado ruido. El hombre entró y la puerta se cerró. Entonces, por fin desapareció el sufrimiento que había atormentado a la niña. Se apartó de la puerta y huyó, corrió hasta que no pudo más intentando comprender qué ocurría. Agotada, se sentó sobre las frías baldosas y empezó a llorar desconsoladamente. Con el tiempo, aprendió que ella no era igual a las otras personas. Ella era una mancha oscura que maculaba el blanco. Y, a pesar de poder llegar a la ventanita, seguía sin comprender qué es lo que ocurría y por qué ella era así. Aprendió que su única aliada era una su imaginación: el único lugar donde realmente podía descansar, donde no había estridentes ruidos que la molestasen, donde todo era paz... porque su mente era el único orden en medio del caos de su existencia. Ensimismada en sus pensamientos dibujaba lo que no comprendía y lo dejaba apartado en un rincón, a veces recordaba esos instantes y observaba los dibujos buscando alguna pista que le explicase qué había ocurrido. Pero después de tantos años todo seguía igual.

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La chica hubiese dado cualquier cosa por entrar en alguna de las puertas y vestir un traje blanco, por ser normal, por llevar la misma vida que los demás. Pero ya había asimilado que su existencia se limitaba a recorrer los pasillos blancos, observar los paseos incomprensibles y chillar ante los ruidos. Hasta que, un día, una de las puertas se quedó abierta; sin producir ningún estruendo. Con temor, atravesó el umbral y vio a una mujer. La mujer iba vestida de blanco, pero a diferencia de los demás, la miraba con ojos dulces. Le era familiar, sentía apego hacia esa mujer, pero no era capaz de reconocerla. Se apartó y empezó a dar vueltas en el pasillo. ¿Qué podía hacer? Si atravesaba la puerta quizás no podría volver, y no tenía forma de saber si esa existencia sería mejor. Y mientras ella cavilaba la puerta empezó a cerrarse. No podía perder esa oportunidad: mantuvo la puerta abierta con una mano y miró a la mujer. —¿Mamá? —Preguntó. Autismo: trastorno del desarrollo que afecta a la comunicación y a la interacción social, caracterizado

por

patrones

de

estereotipados. (Extraído de la RAE)

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comportamiento

restringidos,

repetitivos

y


POESIA, 1r cicle, Primer premi LA LLEGADA DE TIBERIO, Lola Forner Tapias, de 2n ESO A Parece que era verano, cuando llegó aquel romano. Augusto le recibía, alargándole la mano. Y Tarraco sonreía a la nueva dinastía. Quien llegaba era Tiberio, heredero de un imperio. Su padre le presentaba, y la ciudad le aclamaba. Los problemas que vendrían muy pocos los predecían. Pero ahora es la alegría, la fiesta y la algarabía. Rebosando está el espacio que les lleva hasta Palacio. Van sonando los tambores y el pueblo les echa flores. Hoy es un día de gozo y se siente el alborozo, padre e hijo se han unido, los dioses lo han bendecido.

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POESIA, 2n cicle, Primer premi GUN CONTROL, d’Anna Sànchez Tristan, 3r d’ESO Sentada en la cama blanca en la habitación blanca Me dijeron que no podía hablar contigo Aún sigo aturdida y confundida Pero puedo oler las palabras que sus bocas van a sostener

Las once y media Llego a casa demasiado tarde un martes noche La puerta se abre Mi familia entera está aquí Preocupación en sus ojos Pero ni siquiera me importa Quiero correr a tus brazos Aun no me he dado cuenta de lo que realmente ha pasado Esta fría mañana de invierno u otoño Me dicen “toma asiento en el sofá” Y susurran dulces poemas a mis oídos Familiares que ni siquiera conocen mi nombre Llaman todo el camino desde estados diferentes

Medianoche i cinco minutos De repente no hay aire y me doy cuenta de que nunca me enseñaron a respirar Mi abuela me abraza con todos sus años en ternura

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Lo puedo ver otra vez Todo el mundo corriendo La vida se torna en algo borroso Gritos hasta que todo quedó en silencio por un ruido más grande El mundo se vuelve negro Tu mano Poco a poco Dejando la mía. Estoy sollozando En el regazo de mi abuela Creen que todavía estoy asustada Pero todo cuanto quiero es ver tu cara. Escuché el sonido De algo que no quiero nombrar Perdí tu mirada Dejé de querer respirar.

Se alza el día de nuevo Me despierta mi propio temblor Pero sigue haciendo demasiado calor Mi madre corre al oírme gritar por mi vida Me dieron algún tipo de droga Para hacerme dormir toda la noche Intento correr Pero hay algo en mi costado Que duele simplemente demasiado

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Hay un papel, blanco, cubriendo algo que no puedo ver Pero duele Hace correr lágrimas Por mis dolientes mejillas Te necesito, ¿dónde estás?

Son las diez de la mañana Pero todo se volvió negro Cuando las palabras “se ha ido” Escaparon de sus bocas El mundo entero dio vueltas Y yo intenté no caer Mi padre me intenta levantar Del blanco suelo de madera Pero no me encuentro aquí No puedo encontrarme.

Tengo diecisiete Y estoy caminando hacia la escuela Por primera vez en un año El sol no brilla Está nublado hoy Como el día en que te perdí Te imagino aquí Bromeando y acariciando mi pelo Pero cada vez que doy la vuelta a un pasillo temo Verle a él otra vez

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Acarreando tu muerte. Miro tu antiguo jardín sentada en el primer escalón Y pongo flores en la puerta de tu casa De la que tus padres decidieron irse algunos meses atrás Dijeron que aquí les perseguía demasiado dolor Guardo una caja con todas las fotografías que siempre deseaste haber tomado Debajo de la cama Y allí es donde aflijo todo lo que sé

La televisión anuncia Ha pasado un año Enseñan una imagen Y alguien menciona tu nombre Pero no es suficiente Como puede tu vida ser concentrada en un minuto de silencio Hay ira en mí Que nunca antes estuvo ahí Eres más que un número en una estadística del periódico He estado en tu casa algunas veces desde que te fuiste Ahora allí vive una familia con tres hijos y dos gatos Tu hermano dejó la universidad Y el equipo de fútbol. Tu padre parece sesenta y cinco. Y solo tiene cuarenta y seis. Y tu madre siempre parece estar distante Volando en la ilusión de que todavía sigues aquí.

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Me pregunto si él lo sabía Cuando disparó aquel arma La manera en la que destruiría, el ya no tan eterno mundo de cada uno de nosotros. Lloro lágrimas del color de tus ojos.

Tengo dieciocho Y aún recuerdo tu camiseta azul Del último día que tomé tu mano Y como se manchó con el rojizo lamento de mi costado ardiente Justo antes de que tú no sintieses absolutamente nada Tu mirada Cuando me viste perdiendo el aliento Me sigue persiguiendo en sueños. La escuela está terminando Supongo que esto es otro adiós He conocido a más gente este año Que también han estado comiendo con la muerte Estamos intentando encontrar una manera De bajar sus armas Pero sé que eso no te traerá de vuelta.

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POESIA, 2n cicle, Tercer premi POEMA, Andrea Buendía Ruiz, 4t ESO Tu cuerpo no es tuyo nunca; Tu cuerpo es de la tierra que lo cubra Del agua y peces si al mar se arroja Del aire que lo pudra y sus moscas De las llamas que lo deshagan O del tiempo eterno Que vive en las mentes de todos los amantes Que de ti desearon Obtuvieron O tomaron Sin permiso ni preparación De tu alma un trozo, Un rincón de tu corazón.

Tu cuerpo no es tuyo Porque no se puede poseer Tu cuerpo es un templo Un recuerdo Un suspiro Que desaparece En el último atardecer.

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