Revista del ISMP N° 30

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2016 REVISTA DEL INSTITUTO SANMARTINIANO DEL PERÚ N° 30

(EN LÍNEA) 2414-8555 ALEXIS R. ARÉVALO-VERGARA, EDITOR



REVISTA DEL INSTITUTO SANMARTINIANO DEL PERÚ (EN LÍNEA) ISSN 2414-8555 AÑO 81, N° 30

PUBLICACIONES DE LA BIBLIOTECA DEL ISMP ALEXIS R. ARÉVALO-VERGARA, EDITOR.

LIMA, DICIEMBRE DE 2016


Revista del Instituto Sanmartiniano del Perú (En línea) ISSN 2414-8555 http://www.institutosanmartinianodelperu.org/ https://issuu.com/bibliotecaismp

Editado por: Alexis Rolando Arévalo Vergara e-mail: alexis.arevalo.vergara@gmail.com

Instituto Sanmartiniano del Perú Plaza Bolognesi N° 467, esquina con Av. Guzmán Blanco – Lima 1 – Perú Teléfono: (51-1) 4230310

Prohibido su reproducción total o parcial Derechos reservados D. Leg. N° 822


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ÍNDICE

Consejo Directivo del ISMP (2015-2017)

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Editorial

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I.

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SECCIÓN INSTITUCIONAL 1.1. ISMP,

Felicitamos al Sr. Presidente del por

su

incorporación

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como

Miembro Correspondiente del Centro de Estudios Histórico-Militares. 1.2.

Felicitamos al Sr. Presidente del

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ISMP, por haber sido condecorado con las Palmas Sanmartinianas de Argentina y las visitas oficiales que realizó a ese país en los meses de julio y noviembre. 1.3.

Felicitamos al ISMP, por haber

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sido elegido como Vocal de la Red de Museos del Centro Histórico de Lima, siendo designado representante, para tal efecto, el Sr. Maestro de Ceremonias del ISMP. 1.4.

Felicitamos al Sr. Pro-Tesorero

del ISMP, por haber recibido un Diploma al mérito por la Academia Nacional de la Historia, por su labor académica.

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1.5.

Felicitamos al Sr. Bibliotecario

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del ISMP, por su ponencia en la Conferencia “Conflicto Amazónico 19321934”,

organizada

por

la

Sociedad

Peruana de Historia; y la condecoración Orden

del

Príncipe

Danilo

I

de

Montenegro, por su labor académica.

II.

SECCIÓN HISTÓRICA

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2.1.

Historia General

63

Un “hombre para todo” en San Agustín de

Cartaya Baños,

la Florida: el capitán Juan Rodríguez de

Juan

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Cartaya (Cir. 1560-1622). Baldomero Espartero. Su participación en

Huidobro Moya,

las

José Manuel

guerras

coloniales

(procesos

de

91

independencia en Hispanoamérica), una faceta poco conocida. La Reinstalación de la Facultad de Letras

Núñez Huallpayunca,

y Ciencias Humanas de la Universidad de

Efraín

102

San Marcos en 1985. El

aciago

desafortunado Miranda.

1812 fin

y

el

Paredes Muñante,

Francisco

de

Jorge

venezolano de

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2.2. Historia Sanmartiniana

125

Homenaje al Dr. Gustavo Pons Muzzo,

Arévalo-Vergara,

excelso historiador sanmartiniano, en el

Alexis Rolando

127

centenario de su natalicio (1916-2016). Pepita Balcarce, la nieta del Gral. San

Castro Paz,

Martín. El arte del resguardo en algunos

Aldo Marcos de

138

objetos singulares. Los proyectos monárquicos en Perú,

Heras y Borrero,

Colombia y Ecuador durante el siglo XIX.

Francisco Manuel de las

Ascendencia de D. Manuel Rodríguez y

Molina Canales,

Erdoiza, héroe de la causa independentista

Enrique

americana.

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INSTITUTO SANMARTINIANO DEL PERÚ CONSEJO DIRECTIVO (2015-2017)

Presidente Adolf Friedrich Wilhelm Sobrevilla Guzmán 1.° Vicepresidente Crescencio Domingo Díaz Cáceres 2.° Vicepresidente Felipe Díaz Morales Secretario Carlos Manuel Castañeda Jiménez Pro-Secretario Augusto Zavala Rojas Tesorero José Andrés Mogollón Saavedra Pro-Tesorero Juan San Martín Vásquez Bibliotecario Alexis Rolando Arévalo-Vergara Maestro de Ceremonias Juan Augusto Fernández Valle Abanderado Juan Pablo Velásquez Peláez (+) Vocales Raúl Antonio Labarthe Saric Luis Felipe Quevedo Valderrama Francis Christian Ramírez Espinoza Segundo Vicente Zarria Carbajo

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EDITORIAL La edición de una revista académica es un trabajo arduo, pero resulta también fascinante al dar oportunidad al editor de tratar a cada uno de sus colaboradores, con intereses distintos pero todos con un afán gratuito de que la historia sea una ciencia siempre viva. En anterior oportunidad tuve también el placer de editar la revista anterior del Instituto Sanmartiniano del Perú, órgano por excelencia que propaga la vida y obra del Libertador D. José de San Martín. En la presente Revista Nro. 30, contamos con tres secciones bien diferenciadas; la primera, referida a la INSTITUCIONAL, en la que hemos querido felicitar a cada uno de nuestros más ilustres miembros del Consejo Directivo, quienes por sus obras a favor de la cultura han recibido distintos reconocimientos nacionales y extranjeros; los cuales nos llenan de profunda alegría y aliento para los demás miembros de nuestra Institución. La segunda sección es la HISTÓRICA, que al igual que el año pasado, se divide en dos partes la de Historia General y la de Historia Sanmartiniana. Con respecto a la Historia General, contamos con cuatro artículos interesantísimos; el primero del historiador español JUAN CARTAYA BAÑOS , Doctor en Historia Moderna por la Universidad de Sevilla, Colaborador del Grupo de Investigación Andalucía y América de dicha Universidad, ha escrito más de 30 publicaciones, 3 capítulos en Libros sobre la materia, y 2 libros propios, la mayoría relacionados a la historia sevillana; para nuestra revista del ISMP, nos ha remitido la vida del capitán Juan Rodríguez de Cartaya, un andaluz que sirvió a su Rey en la Florida a finales del S. XVI y principios del XVII, su aciaga vida rodeado de ataques de los indios Caribes y piratas, e incluso la situación calamitosa en la que se encontró su viuda e hijos tras su muerte. El segundo artículo, de autoría del caballero español Mg. JOSÉ MANUEL HUIDOBRO MOYA, antiguo colaborador nuestro en la Revista ISMP Nro. 29, nos entrega en esta oportunidad un brillante artículo sobre un personaje crucial de la historia española el Gral. Baldomero Espartero; no obstante explica una faceta poco conocida la de su participación en las guerras coloniales y en especial su accionar en el Alto Perú, su ascenso a Brigadier, y su envío a la Corte a fin de explicar la calamitosa situación en que se encontraba el ejército realista, sorprendiéndole en la metrópoli la Capitulación de Ayacucho del 09.XII.1824; resultando interesante para los historiados peruanos a fin de conocer la otra visión de la Gesta Libertadora. El tercer artículo del distinguido historiador

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peruano Lic. EFRAÍN NÚÑEZ HUALLPAYUNCA, especializado en la historia de su alma mater (Universidad Nacional Mayor de San Marcos), está referido a la reinstalación de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de dicha Casa de Estudios en el año de 1985, la cual había quedado suprimida en 1969, producto de las reformas educativas patrocinadas por el gobierno de turno. El cuarto y último artículo de esta subsección es de autoría del Prof. JORGE PAREDES MUÑANTE , dedicado investigador de la Gesta Libertadora peruana y colaborador nuestro en la revista anterior, pero que en esta ocasión traslada sus estudios a Venezuela y nos muestra el desafortunado fin que tuvo Francisco de Miranda, considerado “El Precursor de la Emancipación Americana”, resulta interesante resaltar que dada su amplitud, ha tenido que ser dividida en dos partes; siendo que, la segunda entrega se realizará en la siguiente Revista que publicaremos. Con respecto a la subsección Historia Sanmartiniana, contamos igualmente con cuatro artículos, el primero de MI AUTORÍA referido a uno de los más excelsos historiadores sanmartinianos el Dr. Gustavo Pons Muzzo, a quien hemos buscado conmemorar en éste número el centenario de su natalicio (1916-2016). El texto hace referencia brevemente a su vida y obra; así como, un pequeño estudio genealógico sobre su familia, aporte que consideramos será de provecho para sus descendientes, quienes lo tendrán como recuerdo imperecedero y como aliciente para emularlo. El segundo artículo, es del historiador y genealogista argentino ALDO MARCOS DE CASTRO PAZ, quien nos brinda la historia de singulares objetos, incluidas las imágenes, que pertenecieron en su día a doña Pepita Balcarce, nieta del Gral. José de San Martín, testimonio de antigüedades y anécdotas que siguen vivas de generación en generación. El distinguido Sr. De Castro ha tenido acceso a estas hermosas pertenencias gracias a que su familia es la propietaria actualmente, por la amistad y parentesco consanguíneo con los propietarios primigenios. El tercer artículo es del diplomático español FRANCISCO MANUEL DE LAS HERAS Y BORRERO, Doctor en Derecho y Miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, quien nos deleita con un interesante ensayo sobre los proyectos monárquicos frustrados en Perú, Colombia y Ecuador durante el siglo XIX; y finalmente, un artículo del intelectual chileno Lic. ENRIQUE MOLINA ALCALDE , Miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, y Numerario del Instituto Chileno de Investigaciones Genealógicas, quien ha tenido a bien remitirnos un meticuloso artículo sobre la ascendencia del prócer sanmartiniano Manuel Rodríguez Erdoíza, quien ayudó al

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Libertador a preparar el terreno en Chile, en calidad de colaborador, emisario y más tarde coronel de su ejército. Finalmente, nos queda invitar a los distinguidos lectores y simpatizantes del Instituto SMP a dar lectura a tan provechosas investigaciones. San Borja, 15 de diciembre de 2016.

ALEXIS ROLANDO ARÉVALO VERGARA Gran Oficial de las Palmas Sanmartinianas del Perú Bibliotecario y Miembro del Consejo Directivo del ISMP

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“No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”. Séneca (2 AC-65), Filósofo latino.

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I.

SECCIÓN INSTITUCIONAL

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1.1.

Felicitamos al Sr. Presidente del ISMP, por su incorporación como Miembro

Correspondiente del Centro de Estudios Histórico-Militares El Centro de Estudios Histórico Militares del Perú (CEHMP) fue fundado el 24 de mayo de 1944, es el más antiguo de América y se dedica a investigar, estudiar y difundir los acontecimientos de carácter Histórico Militar. Su Archivo y Biblioteca conserva un valioso patrimonio, encontrándose cartas y diarios personales de los próceres y soldados de la Independencia Nacional, así como bitácoras de los soldados que participaron en la Guerra del Pacifico. La sede del Centro (frente al Museo de Arte de Lima) es de estilo morisco, diseñada por el afamado arquitecto francés Alexandre Gustave Eiffel. La estructura desmontable llegó a Lima en 1870 para la Feria de la Exposición. En este hermoso lugar, el 13 de octubre de 2016, se llevó a cabo la Ceremonia conmemorativa por el 195º Aniversario de la creación de la Marina de Guerra del Perú, organizada por el CEHMP, que tiene como su Presidente al General de Brigada EP (r) Herrmann Hamann Carrillo. Se rindió homenaje a la Marina de Guerra del Perú y contó con la presencia de representantes de los Altos Mandos Militares de nuestra Fuerza Armada, Presidentes de Instituciones Cívico-Militares y personalidades, quienes le dieron realce a la ceremonia. El Discurso de Orden estuvo a cargo del Contralmirante Jorge Llontop Sánchez-Carrión, quien brindó una brillante semblanza de nuestro héroe naval Almirante Miguel Grau Seminario y su participación en la defensa de nuestra patria. Concluido la disertación académica, se procedió a incorporar como Miembro Correspondiente de tan prestigiosa academia, al Sr. D. Adolf Sobrevilla Guzmán, Presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú. Nuestras más sinceras felicitaciones al distinguido Sr. Sobrevilla por su incorporación.

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1.2.

Felicitamos al Sr. Presidente del ISMP, por haber sido condecorado con las Palmas

Sanmartinianas de Argentina y las visitas oficiales que realizó a ese país en los meses de julio y noviembre.  Las Palmas Sanmartinianas de Argentina El Instituto Nacional Sanmartiniano (INS) fue fundado en Buenos Aires, Argentina, el 05 de abril de 1933 (aniversario de la Batalla de Maipú), bajo la dirección del historiador José Pacífico Otero (1874-1937), recordado por su brillante obra “Vida del Libertador José de San Martín” y por su denodada dedicación a revalorar la imagen de San Martín como prototipo del americano patriota. Actualmente el INS depende del Ministerio de Cultura de Argentina. Su sede es una réplica, casi exacta, de la residencia francesa en Le Gran Bourg, en la que vivió el Gral. San Martín sus últimos años de vida. Entre las atribuciones que posee el Consejo Superior del Instituto Nacional Sanmartiniano, figura la de acordar distinciones y premios a determinadas personas, benefactores e incluso instituciones que exhiban una actuación destacada inherente al conocimiento y difusión de la vida y obra del Libertador. Así lo establece el Artículo 11 del Estatuto Orgánico del Instituto Nacional Sanmartiniano (Ley Nº 15.538); siendo, las Palmas Sanmartinianas1 la más importante de las distinciones que se otorgan. Éstas fueron creadas, según dice en sus primeras placas, el 27 de junio de 1945, con el nombre de “Palmas del Libertador”; pero, al promulgarse la Ley Nº 13.202 (el 21 mayo de 1948) que creaba la “Orden del Libertador San Martín”, se le cambió el nombre para evitar cualquier equívoco. La tradición de otorgar las Palmas Sanmartinianas cuenta ya con casi siete décadas. El 19 de julio de 2016, el Sr. D. Adolf Sobrevilla Guzmán, Presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú, fue recibido en visita oficial por el Sr. D. Eduardo García Caffi, Presidente del INS, quien le dio las mayores atenciones, y en una íntima ceremonia se le impuso las Palmas Sanmartinianas de Argentina, condecoración por excelencia de dicha institución patriótica. El Sr. Adolf Sobrevilla 1

La citada condecoración contiene, en el núcleo, la “Orden del Sol” que San Martín instituyó como Protector

del Perú por Decreto del 8 de octubre de 1821. El Sol Incaico, la palma de laureles y la palma de olivo que adornan la distinción, incitan siempre a los que la reciben a practicar las virtudes sanmartinianas y a luchar por los ideales del Padre de la Patria.

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Guzmán, se suma a las distinguidas personalidades que han recibido esta importantísima presea, entre los que se destacan el actual Embajador del Perú en Argentina Dr. José Luis Pérez SánchezCerro, que fuera Secretario General y Viceministro de Relaciones Exteriores del Perú y el finado historiador sanmartiniano Dr. Gustavo Pons-Muzzo, de quien hacemos en esta revista un emotivo homenaje, por el centenario de su natalicio.  Visitas oficiales a Argentina en los meses de julio y noviembre de 2016 BUENOS AIRES El Sr. Adolf Sobrevilla Guzmán, Presidente del ISMP, ha cumplido, durante los meses de julio y noviembre del presente año, en acudir -por invitación que le hicieron órganos oficiales de la República Argentina- a las ceremonias de homenaje por el Bicentenario Nacional de dicho país, en diversas ciudades, tales como: Buenos Aires, Mendoza, Tucumán, etc. El recibimiento que le dieron fue propio al alto cargo que actualmente desempeña, con las mayores atenciones de autoridades políticas, militares y lo más granado de la sociedad argentina. Como señalamos con anterioridad fue condecorado en Buenos Aires con la máxima distinción (Palmas Sanmartinianas) por parte del Sr. D. Eduardo García Caffi, Presidente del INS; posteriormente, fue invitado al Cuartel del Regimiento de Granaderos a Caballo General José de San Martín, donde el Sr. Coronel C. Óscar Roberto Armanelli, actual Jefe de dicho Regimiento, y su ayudante el Teniente Coronel Fernando Alberto Tereso, le acompañaron a conocer este lugar con muchísima historia; relatándole que, al pisar suelo Rioplatense, el Tnte. Crnel. José de San Martín, descubre el deplorable estado en que se encontraba la organización militar de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, las cuales se habían alzado en armas en contra del dominio español. Ante esta situación, el Gobierno Superior Provincial del país, otorga a José de San Martín el 16.III.1812 el grado de Tnte. Crnel. de Caballería y lo nombra Cmdte. del Escuadrón de Granaderos, escuadrón que deberá organizar y preparar adecuadamente, recayendo en su persona la responsabilidad de formar un cuerpo idóneo y cualificado, cuyos miembros debían ser voluntarios rigurosamente seleccionados.

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Esta unidad no solo tenía la responsabilidad de dotar a la milicia del Rio de la Plata de efectivos preparados para contener los ataques del ejército realista, sino que debía ser ejemplar y estar dotada de los mejores soldados y oficiales, los cuales se convertirían en la insignia entre las fuerzas armadas. En Mayo de 1812, después de una ardua labor de selección, queda conformada la primera guarnición luego, en septiembre del mismo año, se conforma la 2da. Guarnición y en diciembre de ese mismo año la 3ra. Guarnición. Desde su organización y reclutamiento, se buscó que todas funcionaran como ejemplo de profesionalismo y perfección. El 7.XII.1812, se crea el Regimiento de Granaderos a Caballo; en la misma fecha ascienden a Coronel a D. José de San Martín. La aspiración de esta guarnición de élite concordaba con la visión del Libertador. Así, quedaron delineados desde su creación, los valores fundamentales, la estructura disciplinaria y la conducta ejemplar que deberían cumplir sus miembros. San Martin se encarga expresamente del reclutamiento de los soldados y oficiales que debían conformar el regimiento y estipula un código de disciplina que hasta hoy dicta su comportamiento, el cual se conoce bajo el nombre de “Código de honor Sanmartiniano”, el cual sigue y guía el accionar diario del Granadero a Caballo. Su primera participación o Bautismo de Fuego se da el 02.02.1813, en San Lorenzo, Provincia de Santa Fé, cuando en un sorpresivo accionar, el Crnel. San Martín y sus hombres sorprenden a las huestes realistas, que en la huida, dejan atrás a su heridos, muertos y artillería. Su participación en la gesta libertadora es sin lugar a dudas, de importante magnitud. El honor, la entrega y la honorabilidad en todas y cada una de sus actuaciones contribuyeron a que nuestra América hispana lograra la libertad anhelada. Su accionar en la “Banda Oriental”, en el Norte y en el Alto Perú, así como en Cuya y la Defensa de Chile, en el Perú, en Ecuador y en la Guerra del Brasil dejaron grabadas en letras de oro y plata la grandeza de este grupo de valientes. En 1825, la guarnición regresa a Buenos Aires 140 miembros, solo 140 de 1000 hombres que la conformaron inicialmente. Entre estos regresan dos de los sargentos que participaron el sublevación en el Callos, a los que ahorcaron el 25 de noviembre de 1825, en la Plaza del Retiro.

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En 1903 fue creado EL REGIMIENTO DE GRANADEROS A CABALLO GENERAL SAN MARTIN. En 1907, fue designado “Escolta Presidencial de la República Argentina”. En, 1982 durante la Guerra en Las Malvinas, este valeroso regimiento tuvo una ejemplar participación, ya que 141 miembros, de las Clases 62, 63, Oficiales y subalternos conformaron el Escuadrón “Pringles” y resguardaron locaciones estratégicas en Las Malvinas, replicando valientemente la arremetida inglesa, actuando con valentía y honor, siguiendo así con las viejas tradiciones granaderas. Es así como, en presencia de la oficialía argentina, el Sr. Adolf Sobrevilla Guzmán, Presidente del ISMP, dio un discurso de agradecimiento por el recibimiento que le hicieron, y condecora con la Medalla Sanmartiniana, en el grado de Comendador, al Regimiento de Granaderos. -°Medalla Sanmartiniana y Diploma de Honor al Jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino 12 El 21 de noviembre de 2016, el Presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú distinguió al jefe de Estado Mayor General del Ejército, en el Regimiento de Granaderos a Caballo “General San Martín”. La ceremonia comenzó pasadas las 19hs con el ingreso del subsecretario de Formación del Ministerio de Defensa, Dr. Alejandro Gómez; el jefe del Ejército, teniente general Diego Luis Suñer; y de los presidentes de los institutos sanmartinianos del Perú y de Argentina, Adolf Sobrevilla Guzmán y Eduardo García Caffi, respectivamente, a la plaza de armas de la histórica Unidad. Luego de entonar los himnos de las repúblicas de Argentina y del Perú, se leyó el acta en el que se resuelve otorgarle la Medalla Sanmartiniana y un diploma de honor al jefe del Ejército Argentino, 1 2

http://www.ejercito.mil.ar/sitio/2015/noticias/noticia.asp?Id=4121 http://www.fmsoldados.com/do.php/6450

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como reconocimiento de su destacada trayectoria personal y profesional, en el marco del Bicentenario de la Independencia de la Nación Argentina. Seguidamente, el presidente del Concejo Directivo del Instituto Sanmartiniano del Perú concretó la entrega de la distinción. En sus palabras de agradecimiento hacia el Ejército del Perú y su pueblo, el general Suñer resaltó que la fraternidad entre ambos ejércitos es un legado de quienes, como el general San Martín, soñaron una Patria Americana. Además, afirmó: “A casi treinta y cinco años de la Guerra de las Malvinas, quiero recordar y agradecer muy especialmente el apoyo irrestricto que nos proporcionó el pueblo peruano durante aquel conflicto. Esto es la herencia de San Martín, ese prócer cuyo corazón sigue palpitando en América y en nuestra Patria (…)”. Tras entonarse la Canción del Ejército Argentino, se retiraron los efectivos formados y se dio por terminada la ceremonia. -°TUCUMÁN Durante estas festividades por el Bicentenario Nacional de la Independencia de Argentina, el Presidente del ISMP Sr. D. Adolf Sobrevilla no podía faltar a las actividades desarrolladas en la emblemática ciudad de Tucumán, lugar en donde el 24 de septiembre de 1812 se libró la decisiva batalla de Tucumán, donde el Gral. Belgrano venció a las fuerzas realistas del Alto Perú, al mando del Mariscal Pío Tristán; se dice que por intermediación de la Virgen María, una plaga de langostas cayeron a los españoles que ante la confusión y el hábil manejo de Belgrano lograron tomar el polvorín español y vencer en la batalla. Belgrano agradecido a la Virgen, a la que había orado largamente antes del iniciar el combate, le entregó el bastón de mando y la nombró a Nuestra Señora de la Merced como "Virgen Generala del Ejército Argentino"; fijando muy cerca de la ciudad el Cuartel General patriota. La ubicación estratégica entre el Río de la Plata, el Alto Perú y Santa Cruz de la Sierra, hicieron que Tucumán fuera elegida para la reunión del congreso de la Independencia; fue así como, el 9 de julio de 1816, el Congreso reunido en San Miguel de Tucumán, declaró la independencia de Argentina de España y de toda otra dominación extranjera.

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Este hecho significó el nacimiento concreto de una nueva nación. La declaración se llevó a cabo en la llamada Casa Histórica (también llamada Casa de la Independencia o Casa de Tucumán), lugar que el Presidente del ISMP visitó y firmó el Libro de Oro de las personalidades distinguidas que la han visitado. Fue testigo presencial de la Sesión extraordinaria que el actual Congreso Argentino celebró en Tucumán, en remembranza del primigenio acto independiente. El Sr. Sobrevilla, como ciudadano notable del Perú, y dada su alta investidura como Presidente del ISMP, fue recibido por la Vice Presidente de Argentina Lic. Michetti y los Presidentes de las Cámaras de Senadores y Diputados del Congreso Argentino; entregando al Congreso de la República, la condecoración máxima del ISMP las Palmas Sanmartinianas, a lo cual la Lic. Michetti, agradeció muy honrada por tan alta distinción.

-°MENDOZA Palmas Sanmartinianas a la Provincia de Mendoza No podía quedar atrás la visita oficial que realizó a Mendoza, el 14 de julio de 2016, el Sr. D. Adolf Sobrevilla Guzmán, Presidente del ISMP, quien fue recibido espléndidamente por el Sr. D. Alfredo Cornejo, Gobernador de la Provincia de Mendoza, junto con altos funcionarios del gobierno; quienes lo nombraron Huésped de Honor. Reproducimos la nota de prensa, que se publicó en la página web del ministerio de Educación1, y replicada en los principales medios de comunicación mendocinos2. “Mendoza fue distinguida con las “Palmas Sanmartinianas” Se trata de la máxima condecoración que el Instituto Sanmartiniano otorga a quienes realizan acciones para difundir el legado del general José de San Martín. La distinción fue recibida por el Gobernador Alfredo Cornejo en representación del pueblo mendocino.

Cfr. http://www.mendoza.edu.ar/?p=17511 Cfr. http://www.sitioandino.com.ar/n/204746/ y http://www.losandes.com.ar/article/mendoza-fue-distinguida-con-las-palmas-sanmartinianas 1 2

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El Instituto Sanmartiniano del Perú reconoció a la Provincia de Mendoza con su máxima distinción, las “Palmas Sanmartinianas”. Fueron recibidas por el Gobernador Alfredo Cornejo, en representación del pueblo mendocino. El acto se realizó en el Salón Patricias del cuarto piso de la Casa de Gobierno. La mesa académica estuvo formada por el presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú, Adolf F. W. Sobrevilla Guzmán; el director general de Escuelas, Jaime Correas; la cónsul de la República del Perú, Patricia Isabel Köster Chávez; el cónsul general de Chile, Juan Manuel Pino Vásquez, y el Gobernador Alfredo Cornejo. Mendoza fue distinguida por las acciones que ha realizado para difundir el legado del general José de San Martín. Las Palmas Sanmartinianas están inspiradas en la “Orden del Sol” de Perú, y fueron instituidas por San Martín en Lima el 16 de diciembre de 1821 como premio a los “ciudadanos virtuosos” y a los “hombres beneméritos”. Al comienzo del acto se realizó un toque de diana en honor a los héroes caídos en la emancipación del Perú. Antes de que se realizara la entrega de la distinción, Jaime Correas tomó la palabra y comentó: “Hoy me encuentro en una doble condición, soy miembro correspondiente del Instituto Nacional Sanmartiniano y a su vez estoy a cargo de la Dirección General de Escuelas. Insistí mucho en que realizáramos este encuentro, ya que tenemos un núcleo central que nos une como argentinos, creo que estamos en una etapa de acuerdo y unión y estas acciones ayudan mucho”. “Hoy podemos demostrar la hermandad entre Perú, Argentina y Mendoza, el hecho de que San Martín saliera desde nuestra provincia para liberar al Perú nos pone en una condición especial y esta distinción que se entrega hoy termina de cerrar el círculo”, agregó Correas. A su turno, Adolf F. W. Sobrevilla Guzmán, presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú, afirmó: “Me siento honrado de que hoy estemos juntos y de representar a nuestra institución que se formó hace 82 años y es la segunda Asociación Sanmartiniana más antigua del mundo. Yo llegué a la Argentina para los festejos del Bicentenario para rendirle homenaje a este país”. “En Tucumán entregamos las Palmas Sanmartinianas al Congreso de la Nación y ahora lo hacemos con la provincia de Mendoza, este es un gesto que demuestra la fraternidad de los

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pueblos a través de la Gesta Sanmartiniana”, destacó Adolf, y luego le entregó las Palmas Sanmartinianas al Gobernador. Alfredo Cornejo afirmó: “Muchas gracias por este reconocimiento, que no es en sí a mi persona sino que en la institución del Gobernador representado llega a todo el pueblo de Mendoza. Es un honor ocupar el lugar que supo tener el general Don José San Martín hace 200 años atrás, nos ha tocado en suerte estar en este lugar mientras se llevan a cabo estos homenajes por la Gesta Sanmartiniana. “Este es un reconocimiento especial a toda la gente que mantiene viva la cultura del libertador de América. Los mendocinos necesitamos tener presente la obra, ejemplo, cultura y administración de San Martín. Agradezco a las organizaciones genuinas de la sociedad civil que trabajan en ello, nosotros nos comprometemos desde la gestión a trabajar codo a codo, como se ha hecho en estos últimos años”. Como retribución, el Gobierno de Mendoza declaró “Huésped de honor” a Adolf F. W. Sobrevilla Guzmán -presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú- a través del Decreto Provincial Nº 846/16 con la entrega de un diploma. Además, el representante peruano recibió como obsequio vinos mendocinos. Las autoridades se dirigieron hacia primer piso de la Casa de Gobierno, donde descubrieron en el Salón Sarmiento un cuadro realizado en 1941 por Fidel Roig Matons, que se ubica junto a la Bandera del Ejército Libertador. Correas detalló: “Hoy ha sucedido algo muy valioso para la DGE y la cultura de Mendoza, porque hemos habilitado en la Dirección General de Escuelas un gran cuadro y de gran tamaño de San Martín, obra de Fidel Roig Matons, y que para mí es uno de los cuadros más bellos sobre San Martín de la larga serie de Roig Matons, del año 1941″. “La obra estaba en el Ministerio de Salud, y el ministerio y el propio ministro Giacchi amablemente aceptaron hacer un canje por otro cuadro para poder traerlo a la Dirección General de Escuelas, precisamente en el Salón Sarmiento. Este es un lugar muy significativo porque allí, entre otras actividades, se reúne el Consejo Provincial de Educación, un organismo de la Constitución y consultivo del director general de Escuelas y

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que ahora, además de tener la Bandera del Ejército de los Andes y un dibujo de Sarmiento, va a tener un cuadro de San Martín, lo cual nos parece esencial”, completó el titular de la DGE”. -°Medalla Sanmartiniana a la Universidad de Mendoza Asimismo, en el marco de los festejos por el bicentenario de Argentina, la Universidad de Mendoza recibió al Sr. Adolf Sobrevilla, Presidente del ISMP, quien se encontraba en compañía de la Cónsul Adscrita de la República del Perú, Sra. Patricia Isabel Köster Chávez, allí visitaron las instalaciones de este prestigioso centro de estudios; y luego pasaron a un Salón en donde el Sr. Sobrevilla entregó el Diploma de Honor y la Medalla Sanmartiniana, en el grado de Comendador a la Universidad de Mendoza, recibiendo esta presea el Sr. Rector Dr. Emilio Vázquez Viera, distinción que se otorga a personas naturales e instituciones que hayan prestado servicios o trabajos excepcionales y/o distinguidos al Instituto, así como por su destacada trayectoria. A su vez, el Sr. Rector de la UM entregó a su Presidente, Diploma de Honor, Medalla y Busto del Gral. Dn. José de San Martín, obra realizada por la artista plástica Lic. Silvia Nazar para ser expuesto en las instalaciones de la mencionada Institución Peruana. -°Medalla Sanmartiniana a la Asociación Cultural Sanmartiniana de Mendoza y a los Sres. Silvia Nazar y Eduardo Giro El

Presidente del ISMP Sr. Adolf Sobrevilla participó de la invitación que le hicieron las

asociaciones culturales mendocinas: Damas Pro Gloria, Junta de Estudios Históricos de Mendoza y la Asociación Cultural Sanmartiniana de Mendoza. La reunión se llevó a cabo en la Junta Deliberante de Mendoza (Salón de Regidores), allí el Sr. Sobrevilla condecoró a la Asociación Cultural con la Medalla Sanmartiniana. La Asociación Cultural Sanmartiniana de esa ciudad, institución fundada en 1941, realiza una importante gestión cultural a través de su Biblioteca y Archivo General; así como, salvaguardar el

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patrimonio Sanmartiniano, custodiando: “La Bandera de los Andes”, el campo histórico “El Plumerillo” y “Las Bóvedas de Uspallata”. Encontrándose gestionando la recuperación y el traslado a Mendoza de los Estandartes españoles (realistas) que fueron tomados en la Gesta Libertadora y que fueron donados por el Gran Capitán en 1817, hoy ubicados en el Museo Histórico Nacional. Asimismo, fueron condecorados con la Medalla Sanmartiniana los ciudadanos argentinos Lic. Silvia Nazar, renombrada escultora, y el Sr. Eduardo Giro, nuestro Socio Correspondiente. Finalmente, reproducimos el discurso que pronunció el Presidente del ISMP, agradeciendo las atenciones recibidas: DISCURSO RESUMEN - ASOCIACION CULTURAL SANMARTINIANA DE MENDOZA Estimadas autoridades, personalidades, representantes de instituciones, amigos, damas y caballeros. Traigo desde el Perú, un fraternal abrazo a todos Uds., con quienes compartimos fuertes lazos de amistad y de tradición histórica independentista. El Instituto Sanmartiniano del Perú, segunda organización sanmartiniana más antigua del mundo, después del Instituto Nacional Sanmartiniano de Argentina, fue fundado también por el ciudadano argentino Dr. José Pacífico Otero Insúa, en Lima, el 23 de febrero de 1935. En nuestro caso, somos una asociación cultural, cívico-patriótica privada, reconocida por el Estado Peruano, cuyo fin principal, desde hace más de 80 años es exaltar la memoria del Libertador del Perú, General Don José de San Martín y Matorras, así como de los precursores, ideólogos, próceres y héroes de la Independencia del Perú, fomentando la identidad nacional, el patriotismo y el espíritu cívico de los peruanos para una convivencia basada en el respeto, la tolerancia, la cultura de paz y el fortalecimiento de la democracia. En el ISMP, valoramos

la trayectoria institucional de la ASOCIACION

CULTURAL

SANMARTINIANA DE MENDOZA, y su incomparable labor en pos de la recuperación y salvaguardia de los bienes patrimoniales de la Gesta Libertadora. En la actualidad, y desde hace varios años, los miembros de la ASOCIACION CULTURAL


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SANMARTINIANA DE MENDOZA, se encuentran abocados a la recuperación y traslado a Mendoza de los estandartes realistas que fueron tomados en la Gesta Libertadora y que fueron donados por el “Gran Capitán” en 1817, los cuales se encuentran hoy en el Museo Histórico Nacional. Reconocemos estos denodados esfuerzos, por lo que con el voto aprobatorio del Consejo Directivo 2015-2017 del Instituto Sanmartiniano del Perú, que me honro en presidir y, de acuerdo a lo establecido en los Estatutos que rigen a la institución, tengo el honor de distinguir a la ASOCIACION CULTURAL SANMARTINIANA DE MENDOZA con la Medalla del Instituto Sanmartiniano del Perú, presea que se otorga a personalidades e instituciones en reconocimiento a sus altas virtudes, trayectoria institucional y por el logro alcanzado en el cumplimiento de sus objetivos institucionales. Es por ello, que hago entrega de esta valiosa distinción al Sr. CARLOS ORLANDO CAMPANA y lo hago recipiendario de esta presea, en su calidad de Presidente de la ASOCIACION CULTURAL SANMARTINIANA DE MENDOZA. Me permito con esta acción, reafirmar los valiosos vínculos de hermandad, solidaridad, respeto mutuo y la búsqueda de un ideal común entre nuestras instituciones. -°TUPUNGATO (Prov. Mendoza) Medalla Sanmartiniana y Diploma de Honor para el Regimiento de Infantería de Montaña N° 11 Gral. Las Heras El Sr. Adolf Sobrevilla se trasladó a la ciudad de Tupungato, en la provincia de Mendoza, allí visitó el 13 de julio de 2016, el Regimiento de Infantería de Montaña N° 11 Gral. Las Heras. Este regimiento nació en 1814, a insistencias del Gral. D. José de San Martín, como Batallón de Infantería Línea N° 11, en Cuyo. Fue integrado con efectivos que habían quedado de los “auxiliares” que combatieron al mando del entonces Teniente Coronel Juan Gualberto Gregorio Las Heras.

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En 1817, formó parte del Ejercito Libertador, contribuyendo de manera heroica y disciplinada en la libertad de Chile, con su valiosa participación en los episodios de Cucha Cucha, Membrillar, Curapaligue, Cancha Rayada y Maipú y, en el Perú, con su inigualable valor en las gestas de Nazca, Acari, Jauja, Cerro de Pasco. Se disuelve en el Callao en el año 1824. A mediados del Siglo XIX es refundado, y por Decreto del Presidente Figueroa Alcorta, fue denominado “REGIMIENTO DE INFANTERIA DE MONTAÑA N° 11 GRAL. LAS HERAS”. Se estableció en Rosario en 1912 y en el año 1964 se instaló en Tupungato. Es custodio de “La Bandera de los Andes”, que se encuentra en la Planta Baja de la Casa de Gobierno de Mendoza”. En el cuartel donde se ubica el referido Regimiento, el Sr. Adolf Sobrevilla visito su museo y dio un discurso de agradecimiento; asimismo, condecoró al regimiento con la Medalla Sanmartiniana, en el grado de comendador, y Diploma de Honor del ISMP, colocando la distinción en la bandera del Ejército de los Andes. Se concedió la presea por motivo de que el regimiento mantiene vivo el legado del Padre de la Patria, José de San Martín; del valeroso mariscal Juan Gualberto Gregorio de Las Heras, y de los patriotas argentinos que participaron en la Independencia de Argentina, Chile y Perú. A continuación, la Banda Militar “Talcahuano” ejecutó un carrusel, y hubo un desfile de los efectivos del Regimiento1. A continuación trascribimos el discurso del Presidente del ISMP: DISCURSO - REGIMIENTO DE INFANTERIA DE MONTAÑA N° 11 GRAL LAS HERAS Estimadas autoridades, personalidades, representantes de instituciones, amigos, damas y caballeros. Traigo desde el Perú, un fraternal abrazo a todos Uds., con quienes compartimos fuertes lazos de amistad y de tradición histórica independentista. El Instituto Sanmartiniano del Perú, segunda organización sanmartiniana más antigua del mundo, después del Instituto Nacional Sanmartiniano de Argentina, fue fundado también por el ciudadano argentino Dr. José Pacífico Otero Insúa, en Lima, el 23 de febrero de 1935. En nuestro caso, somos una asociación cultural, cívico-patriótica privada, reconocida por el Estado Peruano, cuyo fin principal, desde hace más de 80 años es exaltar la memoria del Libertador del 1

Cfr. http://www.ejercito.mil.ar/sitio/2015/noticias/noticia.asp?Id=3487

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Perú, General Don José de San Martín y Matorras, así como de los precursores, ideólogos, próceres y héroes de la Independencia del Perú, fomentando la identidad nacional, el patriotismo y el espíritu cívico de los peruanos para una convivencia basada en el respeto, la tolerancia, la cultura de paz y el fortalecimiento de la democracia. En el ISMP, valoramos la trayectoria institucional del REGIMIENTO DE INFANTERIA DE MONTAÑA N° 11 GRAL. LAS HERAS, y su importante labor, así como los esfuerzos por contribuir en la formación digna y eficiente de la Juventud Mendocina, siguiendo el ejemplo de heroísmo y patriotismo del héroe de la independencia americana del cual llevan el nombre y de los valores inmersos en su historia desde su formación. Desde su creación en 1814 y hasta el día de hoy, estos hombres, jóvenes valores de esta patria amiga, siguen forjando los principios de disciplina, pundonor, entrega, lealtad y valor. Hoy bajo la dirección del Teniente Coronel Darío Ochoa, el REGIMIENTO DE INFANTERIA DE MONTAÑA N° 11 GRAL. LAS HERAS”, desarrolla invalorables esfuerzos por difundir, a nivel de la comunidad en general, los valores de su historia y de su participación en la historia de esta Nación y de América Hispana. Reconocemos estos denodados esfuerzos, por lo que con el voto aprobatorio del Consejo Directivo 2015-2017 del Instituto Sanmartiniano del Perú, que me honro en presidir, y de acuerdo a lo establecido en los Estatutos que rigen a la institución, tengo el honor de distinguir al REGIMIENTO DE INFANTERIA DE MONTAÑA N° 11 GRAL. LAS HERAS, con la Medalla del Instituto Sanmartiniano del Perú, presea que se otorga a personalidades e instituciones en reconocimiento a sus altas virtudes; trayectoria institucional y por el logro alcanzado en el cumplimiento de sus objetivos institucionales. Es por ello, que hago entrega de esta valiosa distinción al Teniente Coronel Darío Ochoa y lo hago recipiendario de esta presea, en su calidad de Jefe del REGIMIENTO DE INFANTERIA DE MONTAÑA N° 11 GRAL. LAS HERAS Me permito con esta acción, reafirmar los valiosos vínculos de hermandad, solidaridad, respeto mutuo y la búsqueda de un ideal común. -°-

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Entrevista al Presidente del ISMP: “La obra de San Martín como Protector del Perú es sumamente rica”, realizada el 16 de julio de 2016, y publicada en el Diario Tiempo del Este1 El presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú, Adolf Sobrevilla (45), estuvo en Mendoza participando activamente de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia argentina, y sostuvo que “la obra de San Martín como Protector del Perú es sumamente rica”. En un alto de sus actividades y horas antes de partir de la provincia, Adolf quien también es empresario en distintos rubros, conversó en el hotel en que se hospeda con Tiempo del Este, acerca de lo que significó su visita a Mendoza, en la que fue declarado “Huésped de Honor” por el gobierno provincial. ¿Qué sensaciones tiene de esta visita a Mendoza, en una fecha tan especial para los argentinos? “Ha sido muy fuerte lo que he vivido en Mendoza, me han atendido espectacularmente bien y la verdad, no pensaba tener este recibimiento”, comenta emocionado. “El gobernador Alfredo Cornejo nos recibió muy bien, y nosotros le entregamos a la máxima distinción que brinda el Instituto Sanmartiniano del Perú, que son las “Palmas Sanmartinianas”, dice el presidente del Instituto. En Mendoza, Sobrevilla participó de distintos actos en la Universidad de Mendoza, la Asociación Sanmartiniana de Mendoza, la Asociación Damas Pro gloria Mendocinas, la Junta de Estudios Históricos, el Liceo Militar Gerónimo Espejo y el RIM 11 (Regimiento de Infantería de Montaña 11) General Las Heras. Su visita al país, en realidad comenzó a principios de julio, fecha en la que hizo una gira por el norte, visitando la provincia de Salta (es integrante del Instituto Güemesiano de esa provincia), y luego a Tucumán. Desde el pasado lunes llegó a Mendoza y durante 5 intensos días se ha nutrido de la hermandad entre los pueblos, donde sigue cosechando amistades y compromisos oficiales para el corto plazo. http://tiempodeleste.com/presidente-del-instituto-sanmartiniano-del-peru-la-obra-de-sanmartin-como-protector-del-peru-es-sumamente-rica/ 1

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¿Cómo surgió esta pasión por la historia? “Primero, porque siempre me gustó la historia desde pequeño, especialmente la Universal y la del Perú. Hace 6 años un ex presidente del Instituto, me invitó a participar. Luego integré la comisión como tesorero, y me presenté a la elección del año pasado, cuando se eligieron autoridades de la institución y pude ganar”. ¿Y por San Martín? “La figura de San Martín y su gesta es muy poco conocida… inclusive por los argentinos (risas). Hace 3 años hice una ponencia sobre su protectorado en Perú. Ese pasaje en la vida de San Martín es casi desconocido, mayoritariamente en Buenos Aires”, sostuvo. “Recuerdo que en esa ponencia me referí a 3 temas: la creación de la Biblioteca Nacional, la creación de la Primera Escuela Normal de Varones, en Perú se celebra el 6 de julio el Día del Maestro, y la creación de la Marina de Guerra del Perú. Los asistentes comentaban: ¡Qué gran obra! Y yo les corregí: “No, eso es apenas un comienzo, su obra es mucho más rica como protector del Perú”. Y ejemplifica con fervor adolescente: “San Martín hizo un libro de bandos, donde se puede señalar la inviolabilidad del domicilio, es decir ¡Se está protegiendo los derechos de las personas en 1821! En fin, es un tema muy extenso y apasionante”. ¿Cómo es considerado San Martín en Perú? “En el Perú lo consideramos el prócer de la Independencia, también el Padre de la Patria, y el creador de la Bandera Nacional y el Himno del Perú. Nosotros recordamos y festejamos su natalicio, el 25 de febrero y su fallecimiento, el 17 de agosto, con honores”. Proyecto Sobrevilla se entusiasma al referirse a un proyecto en danza, que hay sobre el manifiesto libertario de San Martín, y una producción argentino-peruana que tendrá como finalidad un trabajo en conjunto: “Los libros que se escriben en Perú, son conocidos por los habitantes de ese suelo. Y otro tanto sucede en Argentina, realizado bajo la óptica de los argentinos. Desde el próximo mes,

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comenzaremos en el trabajo de una publicación de autoría conjunta entre Perú y Bolivia -y en la que intervendrán universidades de ambos países-, para que pueda ser interpretado por ambas naciones”. Y añade con admiración hacia el Prócer: “Queremos rescatar la figura de San Martín como estratega, como genio militar, porque nuestro trabajo debe ser de docencia, no de permanecer sentados como autoridad de una institución”. ¿Qué se lleva de la provincia y del país? “Me llevo de Mendoza y de Argentina, el afecto y el cariño, que es recíproco entre argentinos y peruanos. Los gratos momentos que he pasado por las diferentes instituciones de esta provincia, renuevan mi compromiso de volver pronto, para colaborar con los proyectos que se están realizando a futuro, y empaparme de esta provincia, que es un hito fundamental en la gesta del General San Martín”. Y esos proyectos, a los que se refiere Adolfo Sobrevilla, serán en el corto plazo. En Diciembre próximo, el departamento de San Martín cumplirá los 200 años de su fundación a manos del Libertador, y Las Heras ya trabaja en las festividades por el Bicentenario de la partida del Ejército de Los Andes, a cumplirse en Enero de 2017.

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Instituto Nacional Sanmartiniano. Buenos Aires, Argentina.

El Sr. Presidente del ISMP recibiendo las Palmas Sanmartinianas de Argentina

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Dalmacio Mera, Senador por Catamarca, fue condecorado con la Medalla Sanmartiniana, en el grado de Caballero.

Alfredo Luis de Angelis, Senador por Entre RĂ­os, condecorado con la Medalla Sanmartiniana, en el grado de Caballero.

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Julio Cobos, Senador por Mendoza, recibió una Placa conmemorativa por parte del ISMP.

Juan Pedro Tunessi, Secretario del Honorable Congreso Argentino, fue condecorado con la Medalla Sanmartiniana, en el grado de Caballero.

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El Presidente del ISMP condecora con la Medalla Sanmartiniana, en el grado de Caballero, al Crnl. Óscar Roberto Armanelli, Jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo Gral. San Martín.

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Cuartel San Martín, durante la visita oficial del Presidente del ISMP.

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El Teniente General Diego Suñer, Jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino, pasando revista a las tropas, en compañía de D. Adolf Sobrevilla, Presidente del ISMP.

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El Teniente General Diego Luis Suñer, Jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino (al centro) y a la derecha el Presidente del ISMP Sr. Adolf Sobrevilla Guzmán

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Estrado de Honor

Regimiento de Granaderos a Caballo Gral. San Martín

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El Presidente del ISMP condecora con la Medalla Sanmartiniana al Jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino Teniente General Diego Suñer.

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Cadetes peruanos destacados en Argentina, saludando al Presidente del ISMP.

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Visita Oficial a la Casa Histórica de Tucumán.

El Presidente del ISMP firmando el Libro de Oro de la Casa Histórica de Tucumán.

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El Presidente del ISMP entregando una placa conmemorativa por el Bicentenario del Congreso de Tucumán.

El Sr. Presidente del ISMP con la Vicepresidenta de Argentina, y Senadores, recibiendo las Palmas Sanmartinianas del Perú a favor del Congreso de la República (Tucumán, Argentina).

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En reunión con Senadores y Vicepresidenta de Argentina.

Comentando las actividades por el Bicentenario, en compañía de Senadores y Vicepresidenta de Argentina.

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El Sr. Presidente del ISMP en visita oficial a la Universidad de Mendoza.

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El Presidente del ISMP recibiendo el busto del Gral. San Martín de manos del Rector de la Universidad de Mendoza.

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Recibimiento en la Junta Deliberante de Mendoza (Salón de Regidores) por asociaciones culturales mendocinas: Damas Pro Gloria, Junta de Estudios Históricos de Mendoza y Asociación Sanmartiniana de Mendoza.

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El Presidente del ISMP condecorando con la Medalla Sanmartiniana a la AsociaciĂłn Cultural Sanmartiniana de Mendoza.

El Presidente del ISMP condecora con la Medalla Sanmartiniana a la Lic. Silvia Nazar, renombrada escultora argentina.

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El Presidente del ISMP condecora con la Medalla Sanmartiniana al Socio Correspondiente Sr. D. Eduardo Giro.

Medalla Sanmartiniana, en el grado de Cabalero.

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La provincia de Mendoza recibe las Palmas Sanmartinianas del Perú.

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Palmas Sanmartinianas del Perú

Adolf Sobrevilla, Presidente del ISMP, nombrado Huésped de Honor de Mendoza.

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Develación del retrato de San Martín, en ceremonia oficial en la provincia de Mendoza.

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El Presidente del ISMP pasando revista al Regimiento de Montaña Nro. 11 Gral. Las Heras (Tupungato, Prov. de Mendoza).

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Estrado de Honor durante la visita oficial del Presidente del ISMP al Regimiento de Montaña Nro. 11.

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Palco Oficial durante la marcha del Regimiento de Montaña Nro. 11.

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Palco Oficial durante la marcha del Regimiento de Montaña Nro. 11.

Boina e insignias de pertenencia al Regimiento Nro. 11 Gral. Las Heras.

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El Presidente del ISMP condecora con la Medalla Sanmartiniana al Regimiento de Montaña N° 11 Gral. Las Heras.

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1.3.

Felicitamos al Museo del ISMP, por haber sido elegido Vocal de la Red de Museos del Centro Histórico de Lima, siendo designado representante, para tal efecto, el Sr. Maestro de Ceremonias del ISMP.

La Red de Museos del Centro Histórico de Lima (RMCH) es una institución de reciente formación, que reúne a 30 museos exclusivamente ubicados en el casco histórico de la capital. Su misión principal es inspirar la búsqueda, descubrimiento, valoración, disfrute y cuidado del Patrimonio Cultural por medio de programas, proyectos, y actividades en los museos del Centro Histórico de Lima, basados en la experiencia museológica y museográfica de cada uno de ellos que en conjunto representen la mirada patrimonialista peruana sobre los museos; y su objetivo es el de contribuir al desarrollo cultural y al reforzamiento de la identidad de la población limeña, mediante el uso social de los museos; siendo el Museo Sanmartiniano, ubicado al interior de la sede del Instituto Sanmartiniano del Perú, uno de ellos, enfocado en la gesta Libertadora y la vida y obra del Gral. D. José de San Martín y Matorras. La asamblea general se reunió en la Casa de Ejercicios Espirituales de Santa Rosa, habiendo sido elegido Vocal el Museo del Instituto Sanmartiniano del Perú, siendo designado representante, para tal efecto, el Sr. Maestro de Ceremonias del ISMP Mg. Juan Fernández Valle. La juramentación de la nueva Junta Directiva se realizó, el 7 de setiembre de 2016, en el Museo del Convento de Santo Domingo.

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1.4.

Felicitamos al Sr. Pro-Tesorero del ISMP, por haber sido agraciado con un Diploma al

Mérito por la Academia Nacional de la Historia. La Academia Nacional de la Historia (antiguo Instituto Histórico del Perú), fue creado por D. José Pardo y Barreda, presidente de la República, mediante Decreto Supremo del 18 de abril de 1905; a ella pertenecieron los más conspicuos intelectuales peruanos. Su sede actual se ubica en el Palacio de Osambela, también conocida como Casa Oquendo, única residencia virreinal que contó con tres pisos, más una torre morisca, por la cual, su propietario –acaudalado comerciante españolobservaba la llegada de los barcos al Callao. El 19 de febrero de 2016 se realizó la ceremonia conmemorativa al 111° aniversario de la creación de la referida Academia; premiándose en dicho evento con un Diploma al Mérito por la promoción de la Historia del Perú 2016 al Sr. D. Juan San Martín Vásquez, historiador por la Universidad Nacional Federico Villarreal y Pro-Tesorero del ISMP. Se le hizo entrega de este reconocimiento por haber trabajado altruistamente difundiendo su conocimiento a nivel de instituciones educativas, medios de comunicación e investigaciones. Felicitamos al historiador San Martín por su loable actividad cultural.

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1.5.

Felicitamos al Sr. Bibliotecario del ISMP, por su Conferencia “Conflicto Amazónico

1932-1934”, organizada por la Sociedad Peruana de Historia y la condecoración Orden del Príncipe Danilo I de Montenegro, por su labor académica. El pasado miércoles, 23 de noviembre de 2016, se llevó a cabo la Conferencia: “Conflicto amazónico entre el Perú y Colombia 1932-1934″, organizada por la Sociedad Peruana de Historia y la Municipalidad de Lima. El evento académico se desarrolló en el Salón Dorado del Teatro Municipal de Lima. La conferencia tuvo por moderador al Dr. Fernán Altuve-Febres Lores, Catedrático de la Universidad de Lima, Miembro de la Sociedad Peruana de Historia, de las Reales Academias de Jurisprudencia y Legislación, y de Ciencias Morales y Políticas del Reino de España. Fue ponente en el coloquio el Sr. D. Alexis R. Arévalo-Vergara, abogado especializado en Historia del Derecho Internacional y Bibliotecario del ISMP, quien profundizó respecto a las 54 epístolas entre los insignes intelectuales peruanos José de la Riva-Agüero y Osma, Marqués de Montealegre de Aulestia y Presidente del Consejo de Ministros del Perú (1933-34) y Víctor Andrés Belaúnde, miembro de la Delegación diplomática peruana encargada de resolver el conflicto con Colombia (1932-1934). La “Correspondencia amazónica” resulta crucial; debido a que, por un conducto no regular, que hubiera sido el diplomático, se informó, aconsejó y se estableció mecanismos técnicos que finalmente coadyuvaron a la solución del conflicto amazónico a través de la firma del Protocolo de Río de Janeiro (1934). Asimismo, el Sr. D. Alexis R. Arévalo-Vergara, Bibliotecario del ISMP, fue recientemente condecorado como Comendador de la Orden del Príncipe Danilo I de Montenegro, otorgada por S.A.R. el Príncipe Nicolás Petrović-Njegoš, Jefe de la Casa Real de Montenegro. La Orden fue creada el 23 de abril de 1853, a fin de conmemorar la independencia de la pequeña nación balcánica, siendo concedida a aquellos que destacan en su trabajo científico, desarrollo de la cultura, arte y ciencia. Entre los miembros más destacados de la Orden montenegrina se encuentran: el Príncipe Alberto II de Mónaco; el afamado diplomático Cardenal Pio Laghi; Fra' Andrew Bertie, Gran Maestre de la Soberana Orden Militar de Malta; Filip Vujanović, Presidente de Montenegro; el embajador Nebojša Kaluđerović , Ministro de Relaciones Exteriores de Montenegro; entre otras distinguidas personalidades.

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Sr. D. Alexis Arévalo Vergara, durante su conferencia en el Teatro Municipal.

Orden del Príncipe Danilo I de Montenegro.

Conferencia en el Teatro Municipal.

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II.

SECCIÓN HISTORICA 2.1. Historia General

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UN “HOMBRE PARA TODO” EN SAN AGUSTÍN DE LA FLORIDA: EL CAPITÁN JUAN RODRÍGUEZ DE CARTAYA (cir 1560-1622) JUAN CARTAYA BAÑOS1 Universidad de Sevilla RESUMEN: Exponemos en este artículo diversos acontecimientos que jalonaron la vida activa del capitán Juan Rodríguez de Cartaya, capitán “de mar y tierra” en San Agustín de la Florida en el primer cuarto del siglo XVII. Al servicio de varios gobernadores, realizó múltiples tareas militares, administrativas y de información, en un entorno dominado por tribus indias hostiles y piratas ingleses y holandeses. Destacó en diversas misiones, entre las que descolla –en 1609- la “jornada del Jacán”, al mando del capitán Fernández de Écija. En 1622 moriría ahogado al tratar de rescatar a un náufrago español, cautivo por los “yndios moros caribes”, dejando numerosa descendencia en la colonia. PALABRAS CLAVE: Juan Rodríguez de Cartaya / San Agustín de la Florida / Capitán de mar y tierra / indios caribes / piratas / Felipe III / Felipe IV. 1.

Un breve preámbulo: el porqué de este artículo

En el año 2007 tuve el honor de defender mi trabajo de investigación de Licenciatura –el consabido primer paso que siempre debe dar un doctorando para poder realizar posteriormente su tesis, que acredita la última cualificación académica- ante un tribunal presidido por don León Carlos Álvarez Santaló, de quien por entonces yo tenía un cariñoso recuerdo -propio de un alumno más-, al haber asistido a sus singularísimas clases durante los años de formación universitaria: nunca olvidaré, por ejemplo, su estimulante exposición acerca de los avatares por los que pasaron las exportaciones de cobre sueco durante la Guerra de los Treinta Años. ¡Don Carlos hacía ameno lo más impensable! Esa mañana de nervios, y ante el estrado que presidía ya como emérito, don Carlos dejó caer el interés y la favorable opinión que le merecían algunos de los trabajos que había presentado para su

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Dedicado a don Carlos Álvarez Santaló, maestro de historiadores.

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evaluación, instándome a publicarlos1, y en particular me hizo saber cómo se había “entretenido notablemente” (y creo que he citado textualmente su expresión) con las andanzas del capitán floridano Juan Rodríguez de Cartaya, un quién sabe si lejano pariente que hoy traigo a estas páginas. Evidentemente, esta deuda –la de publicar en forma de artículo aquel breve trabajo- había quedado pendiente; y no puedo concebir una mejor ocasión de saldarla que esta, publicando el trabajo que en su momento tanto le divirtió, en un modesto homenaje a lo que su persona ha supuesto para tantos investigadores de la Historia. 2.

San Agustín de la Florida durante los Siglos de Oro, y algunas noticias sobre el capitán

Juan Rodríguez de Cartaya San Agustín de la Florida durante los siglos XVI y XVII era una plaza fronteriza conflictiva, en la que las tropas españolas debían intervenir continuamente ante las continuas, habituales y sangrientas escaramuzas con las tribus indias vecinas, frente a los conflictos constantes entre los propios caciques, ante los numerosos ataques e incursiones de los piratas ingleses y franceses 2, y siempre asimismo frente a un medio natural perpetuamente hostil, que bordeaba la costa de naufragios. Este es el medio en el que se desarrollará la muy activa carrera militar de Juan Rodríguez de Cartaya, que pasó [...] treynta y quatro años continuos de soldado, cauo de esquadra, sargento, alférez, y de capitán de gente de mar y tyerra contra los enemygos olandeses y de otras naçiones que acudieron a ynfestar aquellas costas como con los yndios naturales de la tierra, como tan honrrado soldado 3,

1

Cartaya Baños, J., “Don Francisco de Paula Cartaya y Barco: vida, actividades y antecedentes familiares de un clérigo ilustrado en la Sevilla del Siglo XVIII”, en Archivo Hispalense, tomo 92, número 279-281 (2009), pp. 27-53. 2 En un fiel reflejo de algo que ocurría de un confín al otro de las posesiones del Rey Católico. Hasta tal punto, que esta situación hizo exclamar a Felipe IV que “con tantos reinos como se han unido a esta Corona, es imposible estar sin guerra en alguna parte, sea para defender lo que hemos adquirido o para entretener a mis enemigos”. De hecho, San Agustín de la Florida fue asaltada por una escuadra inglesa al mando del conde de Cumberland, Francis Drake y John Hawkins en 1586, hecho que convenció a la administración colonial de levantar una fortificación definitiva, aunque el proyecto final aún se demoró casi un siglo. Acerca de las fortificaciones de Florida, ver Hoffman, Paul E: “A study of Florida defense costs: 1565-1585: a quantification of Florida history”. Florida Historical Quarterly, April, 1973. También Chatelain, Verne E: The defenses of Spanish Florida 1565 to 1763. Carnegie Institution, Washington, 1941. 3 AGI, Santo Domingo, 232. Relación de méritos del capitán Juan Rodríguez de Cartaya, enviada a Felipe IV por su viuda Francisca Ramírez de Contreras. Acerca de la población española de Florida en los siglos XVIIXVIII, Alexander, Elizabeth [et al.]: Fuentes para la historia social de la Florida española: 1600-1763. Fundación España en USA, Madrid, 1987.

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formando en las compañías reales asentadas en la ciudad de San Agustín de la Florida desde 1589 hasta 1622, año de su muerte, treinta y cuatro años en los que “los gobernadores [...] lo haurían ocupado en la mayor parte de las ocaçiones”. Sabemos por los testimonios del alférez Domingo Fernández de Villarreal y del sargento Cristóbal de Berlanga, recogidos en la relación de méritos enviada por su viuda a Felipe IV, que Cartaya había comenzado su servicio en la guarnición llegando a Florida “en setiembre de 1589, con la capitana bieja que se perdió en esta barra”, siendo gobernador Gutierre de Miranda. Desde ahí, Juan Rodríguez de Cartaya iría ascendiendo haciéndose primero cargo de una escuadra, y de ahí seguiría como sargento y alférez de una compañía, recibiendo posteriormente una promoción a capitán de infantería española otorgada por el rey Felipe III, aunque nunca llegó a ocupar el puesto por falta de vacantes (y tal vez por la no muy buena voluntad de alguno de los gobernadores a los que sirvió), terminando sus días como capitán de gente de mar y tierra en San Agustín de la Florida. El 31 de enero de 1600 encontramos un primer documento que le alude 1, escrito de la mano de Juan Ximénez, escribano público mayor, por orden del capitán general y gobernador Gonzalo Méndez de Canzo, en el que firma como testigo el sargento Juan Rodríguez de Cartaya. El documento es un bando, escrito para ser leído “en la plaça de armas y calles públicas desta dha. ciudad [de San Agustín de la Florida]”, en el que el Rey Felipe III manda y hace saber a los soldados, oficiales y habitantes de la plaza que “no permita[n] que haya esclabitud ni seruidumbre” de los indios, “por fuerça ny con título de esclabos ny que les ayan de serbir si no fuere a gusto y beneplácito de los dhos. naturales, y pagándoles lo que justo y moderado fuere”, avisando a los que incumplieran esta norma de que “será[n] castigado[s] con el rigor que se requiere”, mandando que se dé un pregón con esta orden, acompañado por las cajas y pífanos de las compañías, por las calles y plazas de la ciudad. El bando real tiene una causa y un motivo claros: escaso tiempo atrás, el gobernador Méndez de Canzo había mandado a sus tropas “castygar la muerte de los frayles que allí mataron los naturales de la dha. prouinçia”, capturando a los indios de las tribus vecinas y entregándoselos a los soldados de las compañías, para que “se siruiesen dellos en lo que Su Magd. y el Real Consejo de las Yndias mandasen”. El Rey contestó a dicha orden, sin embargo, prohibiendo la captura y la reducción a la esclavitud de los indios. Como podemos apreciar, el trabajo misional en la provincia de la Florida era verdaderamente arriesgado. Llevado a cabo primero por jesuitas y después por frailes franciscanos, muchos de ellos encontraron la muerte al tratar de evangelizar a las tribus 1

AGI, Santo Domingo, 224, R.5, N. 36.

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indias de la zona, como nos indica la documentación conservada: el gobernador Méndez de Canzo escribía, por ejemplo, cómo “el p[adr]e Fray Pedro Fernández de Choças me abissó por carta suya cómo los yndios de la Lengua de Guale avían muerto seis rreligiosos que en ella hestaban, En las dotrinas y conbersión dellos, acía más de dyez años” 1. Estos problemas se repetirán de forma continuada durante el primer cuarto del siglo XVII, dando testimonio de ello la correspondencia de los sucesivos gobernadores, que de vez en cuando darían a los caciques rebeldes castigos ejemplares. Entre 1550 y 1639 los españoles y las tribus nativas hostiles continuaron luchando por el control de la tierra de la Florida, y la relación de los gobernadores como Pedro de Ibarra con los indios del sur de San Agustín implicó la misma mezcla de coerción y de regalos que sus precursores habían utilizado, con resultados igualmente inciertos. Así en 1604, el ya alférez Juan Rodríguez de Cartaya –ascendido por Méndez de Canzo a su nuevo cargo: según el testimonio del ayudante Juan Sánchez de Mérida fue promovido en febrero de 1600, en sustitución de Hernando de Mestas, que había sido ascendido a capitán-, y que había estado recogiendo ámbar gris a lo largo de la costa, llevó al “capitán chico”, o cacique, de Aiz a San Agustín por la fuerza, para parlamentar con el gobernador. Allí le dieron regalos, y éste prometió traer a los otros caciques de nuevo a San Agustín a una reunión con el gobernador, lo que hizo “muy contento”. 3.

Mensajero de confianza del gobernador de La Florida

Dos años más tarde volvemos a tener noticias sobre Juan Rodríguez de Cartaya: a 16 de junio del año de 16062, se emite expediente de información y licencia de pasajero a Indias 3 para el alférez Juan Rodríguez de Cartaya, de la compañía del capitán Alonso de Pastrana, a Nueva España, “a las prouinçias de La Florida”, de donde había venido enfermo a Sevilla tras desembarcar en Cádiz, con una cédula real de permiso y por orden de la Junta de Guerra de Indias, para ir a informar al Consejo de parte del gobernador, Pedro de Ibarra. El alférez traía despachos del gobernador Ibarra 4, en donde este pedía “gente de guerra y otras cossas nesesarias, pues sin ellas es imposible seruir aquí a V. Magd.”, e informaba de una presa hecha a corsarios ingleses y franceses en la costa, a los

1 Carta de Gonzalo Méndez de Canzo, AGI, Santo Domingo, 224, R.5, N. 31. Acerca de las misiones franciscanas, Arenas Frutos, Isabel: “Auge y decadencia del sistema misional franciscano durante el primer periodo español (1565-1763)”. Anuario de Estudios Hispanoamericanos, 48. Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, 1991. Igualmente, Castro y Castro, Manuel: “Los franciscanos y la gobernación de La Florida: siglos XVI-XVII: documentos”. Hispania Sacra, vol. XLII, nº 85, CSIC, Madrid, 1990. 2 AGI, Contratación, 5296, N. 1, R.77. 3 AGI, Pasajeros, L. 8, E. 3939. 4 AGI, Santo Domingo, 224, R.6, N. 49.

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que se les habían incautado documentos que probaban “que tienen más plática de la costa y tierra adentro de la Florida los dhos. franceses e Yngleses que los que estamos aquí”. Cartaya había intervenido “en la toma del navýo inglés en la baýa de los Baxos”, donde “dió muestras de el balor de su persona”, por lo que recibió como premio ir a informar a España. El buque capturado terminaría sirviendo “en el armada de barlobento”, al mando de don Luis de Córdoba, y de los corsarios ingleses y franceses capturados se haría “justiçia dellos, conforme a las leyes destos reynos”, dándose al rey, como se acostumbraba, “el quinto que toca a Su Magd.”. Informaba también a Felipe III del establecimiento de relaciones amistosas con algunos caciques indios, en una provincia conflictiva “en donde tanta gente Pereçe y hacienda se pierde, y en todo me remito al dho. alférez Cartaya, que es quien mejor lo saue, Por auerlo uisto”. Y por capturar el navío inglés y llevar los despachos al Consejo de Indias el alférez había recibido una merced real: “Que al alférez Juan Rodríguez de Cartaya, que vino con el auiso de la presa, le corra su sueldo desde que salió de la Florida hasta que buelva a ella y demás desto se le den 400 maravedís cada día librados en el situado de aquél presidio”, aunque el alférez, de hecho, había pedido como ayuda de costa mil maravedís al día por cada día de viaje1, lo que le fue denegado por el fiscal. Esta merced sin duda debió venirle más que bien, aunque su monto fuera menor al esperado, a un bolsillo que no debía estar demasiado provisto, ya que, según otro documento incluido en el mismo legajo, se habla de [...] la necesidad de los capitanes y oficiales de guerra por ser muy poca la paga que tienen [y] por estar en tierra más pobre y les cuesta mas caro cualquiera cosa, y siruen como los de mar [...], por lo que pide “se les libre y pague como a los capitanes y oficiales de la Barra”, aunque según parece por un documento posterior2 hubo bastantes reticencias para cumplir con el pago del regalo real -aunque finalmente se le pagó-, montando un total de “tresçientos y nouenta y oçho mill y quinientos maravedís de ayuda de costa” (en torno a unos ochocientos cincuenta y cinco pesos oro,

1

AGI, Santo Domingo, 232, 1 de diciembre de 1607. Carta del factor Alonso de las Alas al rey Felipe III: AGI, Santo Domingo, 224, R. 6, N. 64. Acerca de la función de los oficiales reales, Bushnell, Amy: Privilege and obligation: the officials of the Florida “Caja Real”, 1565 to 1702. Ann Arbor, Michigan, 1978. 2

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una cifra nada despreciable), que le fueron pagados a cuenta del dinero del Situado por Mateo Luis, piloto mayor de las Prouincias de Nueva España1. Tras 1606 regresaría a España en 1613, pasando a Madrid “con abisos y otros despachos” relativos al gobernador Juan Fernández de Olivera, que acababa de morir en noviembre de 1612. El 10 de enero de 1613, Juan de Arrazola y Joseph de Olivera envían a España, en el navío San Juan Bautista, a Juan Rodríguez de Cartaya, que llevaba la noticia de esta muerte de parte de los oficiales reales de Florida. Este documento especificaba el salario –cuatrocientos ducados- que habría de cobrar el alférez Cartaya a cuenta de su paga del situado como ayuda de costa, e insistía repetidas veces en la premura con la que debería presentar los despachos ante el rey, para que este proveyera a la mayor brevedad posible el cargo de gobernador, instando “a qualesquiera justizias del Rey nuestro Señor” que facilitaran el camino del mensajero, por lo que “Su Magestad se terná por serbido y nosotros quedaremos obligados al agradeçimiento y satisfaçión dello”, encomendando también a Cartaya realizar su misión “con la mayor diligençia… llegando al primero puerto de Castilla con el pliego de Su Magestad, y demás recabdos, como de su persona se espera”, realizando además a su regreso el embarque en La Palma de diversos productos –vino, entre otros- para servir “a la gente de guerra que sirbe en las dichas Probinçias” de Florida, y tomadas las órdenes reales “se bolberá a este dho puerto de San Agustín de la Florida con el fabor de nuestro señor”. Favor que, a lo que parece, obtuvo; ya que según el testimonio de Juan Sánchez de Mérida, ayudante de sargento mayor en 1622, “estando en la Corte, hizo presentación de los Papeles de sus serbiçios y en rremuneraçión dellos, Su Magd. y señores de su Rreal Consejo le dieron la Rl. 1

AGI, Santo Domingo, 229, N. 435. La necesidad de los hombres de armas del Situado llegó a ser acuciante por lo que parece, ya que Pedro de Ibarra, preocupado por la pobreza en la que se encontraban sus soldados, escribió al rey acerca de “la necesidad que Padeçen en esta Prouinçia los soldados casados a causa de las muchas criaturas que tienen y de la manera que Va. Magd. lo puede mandar Remediar”, haciéndole ver al rey que “a más de ser tanta limosna la que les hará, será justissima por ser de los mejores soldados para mar y tierra de quantos he visto”. Sin embargo, no parece que sus reclamaciones fueran bien atendidas: de trescientos hombres de armas con los que el gobernador defendía Florida, se pretendió reducir el contingente armado a la mitad (de hecho, en noviembre de 1600 se había llegado a considerar el desmantelamiento y abandono de Florida), algo que provocó repetidas quejas y memoriales del gobernador, que por otra parte sostenía importantes diferencias con varios oficiales y religiosos destinados en la provincia, y que le llevaron a un cruce de acusaciones mutuas, réplicas y contrarréplicas sucesivas ante el Consejo de Indias hasta el término de su mandato. Las quejas por las faltas y atrasos en los pagos serán una constante en la correspondencia de los sucesivos gobernadores. Acerca de la administración económica de la Florida española, ver Sluiter, Engel: The Florida situado: quantifying the first eighty years, 1571-1651. University of Florida Libraries, 1985. Acerca de este período, ver Arnade, Charles W: Florida on Trial, 1593-1602. University of Miami Press, 1959. Sobre los gobernadores españoles en San Agustín, ver Arana, Luis Rafael: List of the Governors of Florida, 1565-1961. The Saint Augustine Historical Society, Saint Augustine, 1961.

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Zédula”, habiendo recibido por tanto, fechada el 21 de mayo de 1613 en Madrid, Real Cédula por la que se le nombra capitán de una de las compañías de la guarnición cuando quedara vacante una de ellas: [...] pareçiéndome justo premiar lo bien que me ha serbido, y espero lo continuará adelante, he tenido por bien de hazelle merçed como por la presente se la hago, de una de las dos compañías que a por lo presente ubiere baça o la primera que baçare, y que sea premiado con las bentajas y otras cossas de la tierra. Tras su retorno a Florida, ya no volvió a España: se asentó definitivamente en San Agustín, en donde continuó desempeñando cargos militares como oficial de confianza junto a los sucesivos gobernadores, igual que había hecho a las órdenes de Gonzalo Méndez de Canzo, Pedro de Ibarra y Juan Fernández de Olivera. Ahora seguiría haciéndolo a las órdenes, primero, de Juan de Treviño y de Juan de Salinas después, hasta su propia muerte. 4.

La accidentada jornada del Jacán

Tras su primer regreso a Florida, los documentos le mencionan en el año de 1608 (al mediar en una sangrienta disputa entre dos caciques, el de Jega y el de las Bocas de Miguel Mora, “dexándolos agradeçidos y en buena paz”), y asimismo en el año de 1609 (19 de junio), como consta por carta de Pedro de Ibarra al Consejo de Indias 1, momento en el que alférez Juan Rodríguez de Cartaya se embarcó, a las órdenes del capitán de su compañía Francisco Fernández de Écija, a reconocer los puertos y bahías hasta el cabo de San Román, para hallar fondeaderos adecuados para las flotas, entablar relaciones amistosas y alianzas con los caciques indios y comprobar in situ hasta qué punto había llegado el asentamiento de ingleses y franceses en la Florida 2. Por ello, el gobernador Ibarra ordenó [...] al capp[it]án Fran[cis]co Fernández de Écixa que lo es de una de las dos compañías deste presidio se enbarque en la çabra [zabra] nonbrada La Asunción de Xpo. ques de su Magd. y del seruicio destas prouincias y lleue consigo hasta 25 personas que tengo señaladas de tierra y mar y 1

AGI, Patronato, 261, R. 11. Es una ocasión en la que, según el testimonio del soldado Juan de Espinosa, “dió muestras de el balor de su persona”, hallándose, según el testimonio del sargento reformado Cristóbal de Berlanga, “en la jornada del Jacán, con el capitán Fº de Écixa”. 2

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haga el dho viaxe en conformidad de la ynstruición que va ynserta con esta. Y ansí mando A toda la dha. gente obedezcan y guarden las órdenes del dho. cap[it]án Fran[cis]co Fz. de Écixa como las mías propias y por su ausencia o muerte es mi voluntad y mando se entienda lo mismo con el alférez Juº Rsº de Cartaya y por ausencia de entranbos el alférez Juan de Santiago porque Ansí conviene al servicio de su Mag[esta]d. Desde aquí en adelante no puedo resistirme a transcribir en buena parte el bello texto, que nos muestra en su lenguaje sencillo, narrativo y directo, las dificultades de una jornada de conquista y exploración, mezcla de descubrimiento y espionaje, cuyo resultado podía resultar imprevisible para el pequeño grupo que había embarcado en San Agustín de la Florida. Según la instrucción antedicha, Ibarra los envía a “descubrir, reconocer y tomar lengua en el nombre de dios Todopoderoso y de su Santísima Madre Mar[í]a y de San Buenauentura, sin acer agrauio, saluo caso forçoso para su defensa” a los naturales “dexando su fuerza para los enemigos estrangeros que puedan rendir”, recogiendo igualmente todas las referencias posibles sobre el terreno que pudieran resultar de interés, geográficas, estratégicas, etc., [...] tomando muestra y señal de las minas de oro o plata o perlas o otros géneros de metales y todas las relaciones de lo que fructifica la tierra ansí de frutos, drogas, yeruas como de ganados, trayendo de cada cosa las más muestras que pudiere. Para ello partieron el domingo 21 de junio, “después de auer oýdo misa y salido de la Yglesia Mayor1 desta ciudad de San Agustín de La Florida”, acompañados por “María de Miranda, natural de Santa Elena, lengua de aquella tierra [intérprete], muger de Juº de Espinosa, soldado deste presidio”. Tras salir al embarcadero, el capitán Fernández de Écija hiço una plática, abraçándolos a todos y a cada uno en particular se embarcó en la çabra que para esta ocasión estaua adereçada y preuenida de vastimentos y municiones y pertrechos convinientes y dos pieças de artillería, y estando en la çabra enbarcados y rancheados y quietos llamó a todos y mandándo[lo], se hizaron las velas dando el buen uiaxe y salimos muy a gusto. Y dimos fondo dos leguas a la mar y celando la noche sobrebino tanta tormenta que estuvimos toda la noche a Dios [rogando] misericordia con mucho trabaxo. Las malas condiciones climáticas les obligaron a volver a puerto para reparar la nave dañada al día siguiente, saliendo de nuevo al mar y fondeando durante varios días en varias bahías cercanas, como Gualaquini, Capala, Santa Elena y Cayagua, tomando lengua, enviando al alférez Cartaya a 1

La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Los Remedios.

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tierra para que procurasse traer alguno [de los caciques, para sonsacarle información], y el dho. alférez lo [halló], lo acariçió y lo traxo a bordo, uiniendo en su seguimiento una canoa donde uinieron dos hijos suyos y otro yndio y el dho. capitán los rregaló y les dió de comer y beber y después lo metió en el camarote de popa y le preguntó [...]. El cacique contestó a las preguntas de Écija que había visto, efectivamente y días atrás, un navío que no era español “a dos leguas más al sur deste Río Jordán”, donde se encontraban, cerca “del fuerte de los yngleses fortificado cerca de la varra”, situado en los alrededores de la Vuelta del Norte, informándole además de que un grupo de franceses había llegado hasta el interior, y que tanto unos como otros “estauan ynconfederados con los caciques comarcanos”. Preocupado por las noticias, y a través de un singular combinado de adulación, regalos de baratijas y sobornos, Écija consiguió que el cacique de Asati le trajera un prisionero francés cinco días más tarde. Pasado este tiempo, [...] con la marea mandó levar el dho. capitán y fuimos al pueblo del dho. mandador1, y siendo por la mañana, lunes 13 del dho. mes uinieron cantidad de yndios y el eredero de Sati que traýa el francés y otros caciques y prinçipales los cuáles rreçibió el dho. capitán con mucho amor y contento, y le entregaron al francés que dixo llamarse Juº Corbe2. El buen resultado de sus gestiones animó a Écija, que se retiró a cambiar impresiones con el alférez Cartaya y con el condestable de la artillería, y con ellos trató algunas cosas que conbenía que se hiziesen o prebiniesen, por conbenir al alto seruicio de Dios N[ues]tro S[eñ]or y de Su Magd., y [viendo] que los soldados iban con tan buen ánimo, [ellos] se olgarían de acometer aunque fuese un navío de alto borde, y a esto contestó el dho. alférez que le paresçía cosa puesta en raçón y que todos beníamos a obedesçer y guardar su orden, y su parecer era que en viendo algún enemigo se le ganase el barlobento y se reconociese con la orden que su m[erce]d dezía [...]. Por ello, acuerdan emboscarse para capturar alguna lancha enemiga, acordando disfrazar la bandera del buque, cambiando la española por otra de diferente nación [que] si biniesen a reconoçernos abiendo ocasión se podría acer diligencia de tomalla, y a eso respondió el dho. Juº Rº [el condestable de la artillería, Juan Rodríguez, que servía como intérprete en la guarnición] y dijo que dándole liçencia a él tomava eso a su cargo y que diría que era olandés por ser plático y conocer algunas personas, y el dho. Juº Rº dijo que se nonbraría de un pueblo y ciudad llamada Abstradam, 1 2

Cacique. ¿Jean Courbet?

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por ser puerto y ciudad mui populosa y que se gobierna por consulado y es donde entran y salen sobre cien navíos cada día y los dhos. navíos que entran no se pueden conocer por ser grande el comercio y ansimismo conoçía algunos personaxes y mercaderes gruesos cuyo diría que era la çabra y en todo lo susodicho se conformaron según la ocasión diere lugar. Continuaron costeando, tomando referencias de las bahías y ensenadas que encontraban, y el día dieciocho, en prevención de un próximo encuentro con los ingleses, mandó el capp[it]án pabesar1 la çabra y ponerse cada uno en sus puestos y a punto para lo que podía succeder pues ybamos donde podríamos descubrir al enemigo quando no pensásemos, y el dho. capitán llamó a todos los soldados y les dixo una plática en la manera que se [sigue]: ‘Señores soldados: Adonde iba tan honrrada ynfantería y gente de mar no era necessario hacer yo esta prebención porque me pareçe que no abía ninguno que no haga como soldado onrado, y como español cada uno deue señalarse con ánimo ualeroso, y en caso que alguno vea al compañero muerto, o caído, no ay de qué temoriçarse sino procurar de vengar la muerte o herida del amigo, pues siendo la demanda que llevamos la gloria de Dios primeramente, y serbiçio de n[ues]tro Rey y señor, Dios nos ayudará, y abiendo ocasión mirará el que muriese como buen xpiano. y baleroso’. Y acabando de deçir estas y otras raçones, dignas de deçir en semejante ocasión, el alférez su acompañado2 dijo que todos harían como soldados que heran, y que yban confiados en el balor de su m[erce]d, [por lo que] no les sería cosa dificultosa, y aquí se mostraron todos mui agradeçidos al dho. capitán y aparexados a qualquier trançe que se ofreciesse. Tras esta demostración de ánimo y confianza continuaron navegando, y al día siguiente descubrieron una ensenada que acía el dho. cauo adónde nos llegamos y dimos fondo hasta el lunes de mañana 20. Y este día se descubrió una baía en dónde se entendió estauan los dhos. yngleses poblados y en donde antes abían estado en t[ie]mpos passados y en un monte que avía dentro nos hicieron gran humada, y assí fuimos costeando los vajos, reconoçiendo lo que se pudo reconoçer y yendo cada uno en su puesto y con las Armas en la mano y el artillería a punto y los ombres en los topes que rreconoçiesen y dijeron no aber nada dentro en la vaýa más de quél humo que todos víamos, y no abiendo cosa alguna, determinó el dho. capitán de pasar adelante en seguimiento de ntro. viaxe.

1

Empavesar; colocar la bandera o pavés (en este caso, holandesa) que no les identificara como españoles frente al enemigo. 2 Juan Rodríguez de Cartaya.

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Una vez comprobado el hecho de que los ingleses se habían asentado en territorio español, solo quedaba encontrarlos. Y a eso se dedicaron Écija, Cartaya, Santiago y el pequeño destacamento armado (sólo una escuadra, 25 efectivos) que se hallaba bajo sus órdenes, sufriendo durante la búsqueda varios encuentros con indios, que les hostigaron “emboscados, con sus arcos y carcaxes, pitando con unos pitos y dándonos bozes nos binieron siguiendo a todo correr por la playa largo rato”, y a los que no respondieron, cumpliendo las órdenes del gobernador. Afrontaron además un nuevo temporal (“nos bino un gran aguacero con biento de tierra”), y avistaron constantes señales de humo cada vez que se veían obligados a fondear, señales estas que servían a los indios – probablemente igual que los pitos que utilizaban- para alertar a los ingleses, sus aliados, de la presencia de la reducida tropa española. Un día después, llegando a la baýa del Jacán, a las 5 de la tarde, antes de llegar a la punta de la varra del sur mui poco trecho, el que yba en el tope de cintinela Reconoció un navío surto en la vaýa y por ser ya tarde el dho. capitán mandó dar fondo y luego mandó prebenir todo lo necessario, tomando cada uno su puesto y Repartiendo toda la ynfantería en tres quartos para que hiciesen guardia, asistiendo en los dhos. quartos en cada uno el dho. capitán y los dhos. alférez[es]. Y uista la ocasión el dho. cap[itá]n llamó al dho. alférez su acompañado [y a los demás oficiales, suboficiales, al piloto y al condestable de la artillería], y estando todos juntos en su presencia [...] les pidió consejo acerca de qué hacer, siendo él mismo partidario de acometer y rendir la nave enemiga. A esto, Cartaya –que fue el primer consultado, como segundo en el mando: y aquí podemos oírle hablar y exponer su parecer, casi como si estuviéramos presentes-, pidiendo licencia para proponer su raçón, dijo lo siguiente: ‘Señor capitán, en Raçón de lo que Vmd. propone, no me parece; aunque donde va un tan gran soldado y de tanta yspiriençia como Vmd. no era menester tomar pareçeres, más Vmd. los pide. Digo y es mi parecer que siendo Dios servido, mañana, gustando Vmd. uamos y entremos por esa vaýa ganando siempre el barlovento, y se reconozca qué navío es y de qué porte; y si fuese desuentaxa conoçida no soi de parecer acometelle por nengún caso, sino ponernos A la trinca 1 a aguardar al dho. navío qué haze y si envýa alguna lancha para reconoçernos y en caso que la envýe procuremos de tomalla, y si no se pudiere hacer se procure de Enuialla a fondo con el artillería por ber si se puede tomar alguna persona de quien se pueda tomar lengua y aviso de lo que se pretende, y siendo de porte que nos yguale u que nos tenga poca bentaja lo barloemos 2 p[ar]a que siendo Dios servido, se pueda conseguir lo dho.’ Y ansimis[m]o dijo ‘que si la lancha fuese de [mayor] porte, era de pareçer nos

1

DRAE: Estar a la trinca, ponerse a la trinca: “Disponer las velas de modo que la embarcación ande poco”. DRAE: barloar o abarloar: “Situar un buque de tal suerte que su costado esté casi en contacto con el de otro buque, o con una batería, muelle, etc.” 2

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fuésemos retirando por Raçón de que la dha. lancha no biniese a detenernos hasta que llegase el nabío de fuerça sino que rretirándonos la esperásemos donde la pudiésemos tomar u barloar sin que el dho. nauío la pudiese socorrer tan presto. La prudencia y la astucia parecen ser cualidades que describían a nuestro experimentado alférez, cuya opinión fue de hecho aceptada y compartida por todos: el resto de los oficiales y suboficiales, de acuerdo con el alférez, pidieron a los hombres “que guarden silencio y que estén en sus puestos” con el fin de no alertar a la nave enemiga y poder mandar la derrota 1. También Fernández de Écija estuvo de acuerdo con ello, invocando ante sus hombres el “seguro favor de Dios”, mandando silencio a la gente, y que los centinelas estuvieran atentos, “por uer si salía el nauío para afuera”. Al amanecer del día siguiente, el sábado 25 de julio, día del señor Santiago, se puso un marin[er]o sobre el tope y descubrió el dho. nabío estar como estaua el día Antes y a este punto nos dimos a la uela estando de contino la posta en el tope2, la qual descubrió quel dho. nabío hacía tanbién la vela, a la vuelta de nosotros, procurando nosotros siempre ganalle el barlobento3, y fuimos en su demanda llegándonos a él, y allí que el dho. nauío se hiço a la uela. En ese momento, una gran humareda al norte y otra al noroeste, “ques donde está un rrío mui caudaloso”, señaló su posición, con lo que vieron claramente “que los humos ni más ni menos que nos haçían por la costa eran ansimismo señas”. Se acercaban cada vez más al navío enemigo, con lo que pudieron reconocerlo “porque bimos traýa dos belas de gavia y una gran bandera arbolada, y ser el dho. navío de gran fuerça, largo y raso”, con lo que apreciaron su ventaja, siendo además difícil darle alcance “siendo el uiento poco y escaso”. Écija llamó de nuevo a consulta a sus oficiales, haciéndoles notar cómo el enemigo yba procurando de meternos y en ponernos en la uaýa de donde pudiese ser señor de nosotros, pues había amainado las uelas de gavia y se dexaba yr con la marea. Y a este tiempo, el enemigo que ya estava de nosotros mui çerca, como no podía ganarnos el barlobento començó a yr arribando y ansí nosotros viramos de la otra buelta y el dho. nabío caçó a popa4, y descubrió una popa que pareçía un castillo, y nosotros, uisto que no podíamos hazer camino, dimos fondo en medio de la vaýa. Y el dho. nabío con biento y marea a popa fue navegando más de tres leguas pareciéndonos siempre yba para dentro y a cauo de dos oras u tres 1

DRAE: Derrota: “Rumbo o dirección que llevan en su navegación las embarcaciones”. El vigía en el extremo del palo mayor. 3 DRAE: Ganar el barlovento: “situarse dejando el enemigo u otra escuadra o buque a sotavento o en disposición de poder arribar sobre él”. 4 DRAE: Cazar: “poner tirante la escota, hasta que el puño de la vela quede lo más cerca posible de la borda”. 2

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nos paresció se tornava acercando, y el dho. capitán mandó dar uela y largar todo el trapo, y el dho. navío vino siempre la buelta donde estávamos y siguiéndonos hasta el poner del sol, lo que obligó al capitán a salir de la bahía y adentrarse en el mar, habiendo caído ya la noche, temiendo una emboscada. El barco según parece había salido bastante malparado, y habían perdido el palo mayor tras las maniobras que habían realizado para evitar que el navío inglés, más rápido y potente, les abordara y capturara. Por ello, el capitán Fernández de Écija llamó de nuevo a consejo, e hizo ver a los oficiales cómo al ser la çabra pequeña y [estar] haciendo mucha agua de una uía abierta demás que llebamos el árbol mayor rrendido y en t[iem]po de ynbierno y yr tanta Altura donde entrando agosto y setiembre reinan los nordestes y estes y trabesías1 y ansí, para acertar y ho herrar pido a Vsms. su pareçer [aunque] digo de cumplir la orden como la traigo suceda lo que succediere. Los oficiales convocados decidieron también seguir adelante, y Juan Rodríguez de Cartaya dio su parecer, en la manera siguiente: ‘yo soi de parecer que para que se cumpla la orden de Su Magd. y del señor gobernador que se prosiga el dho. viaxe hasta donde se pueda para yr descubriendo y sondando conforme la orden ynstruición que trae V[uestra] m[erce]d. y obligándonos necesidad y tienpos si no se pudiere llegar a la altura que dicha ynstruición contiene [44 grados y medio norte], se podrá desde aý boluer y de buelta soi de parecer se buelua a rreconoçer la baýa del Jacán adonde hallamos un nabío que estava de cintinela y guardia en la dha. baýa, como consta por la relación a que me remito y otrosí digo: que si a la buelta lo boluemos a ver, es cosa aberiguada ser cuerpo de guardia y cintinela de los enemigos que se entiende están en esta baýa. Todos estuvieron de acuerdo en que era una señal evidente de que “estaua el enemigo allí poblado”, y firmaron todos “de sus nombres” los pareceres que habían expuesto, con lo que “apareció conbenía al seruiçio de Dios N[ues]tro. S[eñ]or. y de Su Mag[esta]d. boluer a dar el auiso de todo lo que se a bisto e ynfor[mad]o en el dho. viaxe, ansí de los naturales como de todo lo uisto y sucedido. Y así, con esta rresoluçión”, decidieron seguir su camino, este ya de regreso. Aprovechando el momento de relativa tranquilidad, el capitán mandó llamar al condestable de la artillería Juan Rodríguez y al prisionero francés, y por la lengua francesa, la qual entendía el dho. Juº. Rº. le preguntó al dho. francés lo que antes desto no había sido pusible por causa quel dho. francés hauía perdido su lengua francesa y hablaua yndia, y quando le preguntavan algo respondía en yndio y no se dexaua entender.

1

DRAE: Travesía: “viento cuya dirección es perpendicular a la de una costa”.

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Según parece, y no sabemos si después de apretarle un poco o bastante, o tal vez en el fondo agradecido de que le hubieran liberado de la prisión en que le tenían los indios, el francés al final aceptó responder en su lengua a las preguntas que Écija le hacía, confirmándole que efectivamente había un poblado de ingleses en el interior 1, y que tenían un fuerte de madera, y dijo que tenían dos nabíos gruesos artillados, a manera de castillos, en guardia del fuerte, y otros dos en guardia y çintinela de la Varra, sin [olvidar] otros que yuan y uenían, y ansimismo dixo que todos los años uenía un nabío de Yngalaterra cargado de bastimentos y municiones, y ansimismo se le preguntó si sauía la distançia u camino que hauía desde el pueblo de Sati hasta la población de los yngleses; dijo que no lo sauía. No obstante, hizo saber al capitán que había varios indios aliados con los ingleses, particularmente uno, que les servía de intérprete y también de verdugo. A esto, el capitán Fernández de Écija le dijo “que tubiese quenta si acaso benía este yndio, y que si biniese le auisasse de secreto”, con el fin de capturarlo y sacarle toda la información posible, a lo que el francés respondió que así haría. Y según nos cuenta la relación fueron “prosiguiendo nuestra derrota ya dha. con calmas y bonanças hasta ponernos en 33 grados y medio escasos el último día de julio”, aunque después, ya entrado agosto y la estación del mal tiempo, “començó a benir el uiento arreçiando con aguaçeros y sobrebino tanta tormenta”, que, como pudieron, comprometida la arboladura y haciendo aguas, costearon hasta los 35 grados norte, donde les llevó el fuerte viento, con una profundidad de cincuenta y una brazas. El domingo 9 de agosto avistaron tierra “a quatro leguas del cauo de San Román de la Vanda del norte”, se acercaron a recoger agua y dieron fondo, e intentaron, a remo y en vano, salir de nuevo al mar. Sin agua, embarrancados, con el buque en muy mal estado y en un punto a lo que parece de la desesperación, el sábado 15, siete días más tarde nos encomendamos a Ntra. Sra. de la Soledad y prometimos sacalla en proçesión y decille vísperas y misa pidiéndole nos rremediase de biento faborable para yr a dónde pudiésemos tomar agua, y al quarto del alua, domingo 16 nos dio Dios el biento por el norte y nos duró hasta las 4 de la tarde dos leguas al norte del Jordán donde entramos en una barra donde tomamos agua y leña [el] lunes 17 del dho. mes, y siendo el día de San Lorenço se le puso a éste rrío de San Lorenço.

1

Con seguridad se trataba del núcleo inicial de la ciudad de Jamestown, fundada en 1607, dos años atrás de los sucesos aquí narrados. Acerca de la penetración de los ingleses en Florida y Virginia, ver Coxe, Daniel: A description of the english province of Carolana: by the Spaniards call’d Florida, and by the French La Louisiane. University Press of Florida, 1976.

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Debido de nuevo al mal tiempo, tormentoso, con relámpagos y con un viento fuerte y constante que les acometía con furia, entraron hacia el interior siguiendo el cauce del río, para ponerse a resguardo. El día 21 “vino el dho. mandador del Jordán y el dho. capitán lo regaló, el qual nos guió y lleuó por dentro de un caño al Río Jordán y fuimos al pueblo del dho. mandador”, en donde se encontraron con un hermano de éste, que tenía algunas noticias de los ingleses, indicándoles que su fuerte estaba “por camino derecho, por tierra, a unas 50 leguas poco más” de allí. Écija pagó su información con regalos, como era costumbre, y recibió a otros indios, jefes y caciques, de los que amplió informaciones y a los que aseguró como aliados con más obsequios de hachas, cuchillos y cuentas. El jueves 27 salieron al mar, buscando la bahía de Cayagua, en donde salieron a recibirles varias canoas de indios. Una de ellas se aproximó al buque, y a este subió un yndio con un sombrero viejo tocado, y ansí como entró dentro el francés le conoçió, y dio parte al dho. capitán de cómo aquél yndio era uno de los que auía ydo a la poblaçión de los yngleses y siendo auisado desto el dho. capitán llamó a el alférez su acompañado y le dio orden que le fuixese a hablar con el dho. capitán, y metiéndole en el camarote, y al dho. francés, y a Juº Rº condestable, lengua del francés, le començó a preguntar por el dho. francés si había estado en la dha. poblaçión de los yngleses y rrespondió que sí. El indio informó a los oficiales acerca del fuerte inglés, aunque luego, interrogado por María de Miranda, la intérprete india que llevaban los españoles, negó su testimonio diciendo que el francés mentía, y que él no conocía el fuerte ni había estado en él. Écija mandó ponerle grillos “y ponelle a buen recaudo hasta uer lo que se averiguaba”, y recabando información de otros indios que también habían venido a la bahía, éstos le hicieron saber su parecer: que según ellos, el prisionero “no sauía nada” de lo que se le había preguntado. Écija llamó de nuevo al francés, al que requirió si era cierto que el preso era uno de los indios que trataban con los ingleses, y éste se afirmó en su respuesta, diciendo que “quando no fuese uerdad lo ahorcasen y lo quemasen”. Esto decidió de nuevo al capitán a llamar al indio, y “apretándole por una parte y obligándole por otra con gran artifiçio y astucia de palabra”, hizo reconocer al indio prisionero que conocía el emplazamiento inglés, donde “auía una casa mui grande donde estaua el cacique de los yngleses”. Agotado sin duda por el interrogatorio y el más que probable castigo recibido, el cacique indio pidió que cesase, y el capitán lo mantuvo preso tomándolo como rehén para obtener más información más adelante, aunque lo tranquilizó sobre su prisión por boca de María de Miranda, la intérprete, permitiendo que le acompañara uno de sus familiares que había venido a saber de él. El mismo día,

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trató el dho. capitán con el yndio Alonso, lengua y cacique de un pueblo de dho. puerto que si se atrebía de yr a rreconoçer por tierra el dho. ynglés dónde estaua poblado, y el dho. yndio se ofreçió de yr de buena boluntad y [que] fuesen a donde están los yngleses no dándoles a entender que eran ynbiados de españoles ni [que] los auían visto ni los conocían y que andubiesen como yndios simples mirándolo todo, ansí la fuerça que tenían como gente y nabíos y artillería, y qué entrada tenýa por la vanda de tierra, y si la fuerça era grande. Y el dho. yndio Prometió al dho. Capitán de traelle rrelaçión de todo sin faltar un punto y que bendría con brebedad de todo lo qual se puede tener mui grande fe y esperança de que el dho. Alonso lo hará por ser yndio xpiano. y auer estado en San Agustín dos bezes, siendo allí antes ya mui rregalado. Así, tras haber enviado espías al campamento inglés, los españoles siguieron costeando y atravesando varias bahías durante el mes de septiembre, hasta el día 24 en el que entraron en el puerto de San Agustín de la Florida, “dando a Dios ynfinitas gracias”. No termina aquí la crónica: por carta posterior de Pedro de Ibarra1, sabemos que los indios enviados al fuerte inglés habían llegado a San Agustín el 15 del mismo mes, y que estos no habían podido acceder al asentamiento enemigo por habérselo impedido los indios aliados de los ingleses, por lo que “temerosos de sus vidas, se bolbieron de donde se ynfiere que ya tienen granxeados [aliados] asta allí los yngleses”. En suma, la pequeña escuadra había cumplido su cometido, pese a sus más que accidentados cuatro meses de arriesgada travesía: establecer alianzas con algunos caciques indios, obtener de ellos información, e informar ellos mismos al gobernador Ibarra acerca de la situación en la costa y el interior de la Florida, dando noticia sobre la penetración de los ingleses hacia la provincia española desde Virginia, formando estos un numeroso contingente que había levantado y fortificado un asentamiento que finalmente se mantuvo estable y sin verse incomodado a posteriori tras la tregua de los doce años firmada por Felipe III con Inglaterra en ese mismo año de 1609. No obstante, hubo esfuerzos serios y varios intentos para erradicar las bases protestantes de Virginia, cabeza de puente hacia Florida: desde 1595, se venía considerando a propuesta del Consejo de Indias la creación de una Armada de Barlovento que repeliera a ingleses, franceses y holandeses en estas latitudes. Aunque la Armada se construyó, su actuación fue intermitente y no continuada, tal vez debido a su alto coste2. Incluso hubo propuestas para anexionar el territorio (y el contiguo archipiélago de Bahamas) a la corona española. 1

San Agustín de la Florida, 28 de octubre de 1609. En Goodman, David: El poderío naval español: historia de la Armada Española del siglo XVII. Ediciones Península, Barcelona, 2001. La construcción de una potente Armada había sido un empeño nacional desde Felipe II, y así justificaba su creación Martín de Aróztegui, Secretario de Marina, a Felipe III: “La Monarquía 2

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5.

Timucúas y calusas, o el difícil statu quo en la Florida del primer cuarto del siglo XVII

Acerca de nuestro alférez, de nuevo existen datos sobre la expedición que él mismo dirigió tres años después, en 1612, ante los indios calusa en la zona de la bahía de Tampa, siguiendo la misma política que había usado ocho años antes, en 1604, cuando había recorrido la costa en el buque Asunción recolectando, por igual, ámbar gris y caciques hostiles para eliminar a estos últimos, pacificarlos o llevarlos, reducidos y por la fuerza (“tyraron a los yndios de arcabuçaços y mosquetaços, y mataron a el cacique y a otro yndio hermano suyo, por lo qual los yndios se an alborotado”), a presencia del gobernador de turno 1, y combatiendo a los corsarios ingleses y franceses. Esta reacción española vino provocada por la muerte de diecisiete indios cristianos pertenecientes a la tribu timucúa a manos de los pohoy y tocobaga en 1611: casi inmediatamente, los españoles reaccionaron ejecutando a varios caciques culpables con rapidez. Tal vez impresionado o atemorizado por la rapidez de la reacción española, Carlos, el jefe calusa hizo insinuaciones de paz al inicio del año 1612, y Juan Fernández de Olivera, el nuevo gobernador español de la Florida, mandó a Juan Rodriguez de Cartaya en un barco con veinte soldados y un piloto para escenificar la paz con los líderes nativos, parando en Pojoy y Tampa. En cada parada, Cartaya ofreció regalos y estableció paz y amistad. Carlos le respondió devolviendo a un hombre negro de Cuba cuya canoa había naufragado en Florida a causa de una tormenta, dándole como regalo dos objetos de oro, y prometiéndole devolver a cualquier cristiano que pudiera naufragar en su costa. En un informe a Felipe III, el gobernador de la Florida escribió cómo el alférez había recompensado a los nativos fieles con regalos y cruces para su protección. En el mismo año de 1612, el 24 de noviembre, sintiéndose “muy fatigado de su enfermedad”, muere en San Agustín el gobernador Olivera. Ante su lecho de muerte se encuentran los oficiales reales del situado, que firman el acta de defunción y entre los que está el alférez Cartaya. En noviembre de 1613, tras regresar de España y recibir su cédula de capitán, Cartaya parte de nuevo “ya que conbiene ynbiar persona de la plática y espiriençia que es neçesaria” a defender a los religiosos de la lengua de Guale, que estaban siendo hostigados de manera continuada por los indios hostiles, enviado por el nuevo gobernador, Juan de Treviño Guillamas. Se embarca en la lancha San Pedro de España consta de Reinos tan separados que necesita fuerzas superiores en el mar para oponerse a las de los que envidian su grandeza y su riqueza y desean su destrucción. Es, por lo tanto, deseable que Vuestra Majestad ordene que en todo momento haya una cantidad de barcos de la calidad, tamaño y fuerza requeridos.” (Martín de Aróztegui a Felipe III, Madrid, 15 de agosto de 1617). 1 AGI, Santo Domingo, 224, R. 6, N. 45, B. 2.

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“con el mayor recato y silençio que pudiesse, y sin que aya ningún escándalo, y en todo hará [así lo esperaba el gobernador] como de su persona y espiriençia confío”. La vigilancia de las fundaciones misionales era una misión habitual en una provincia en la que el tambaleante status quo y los intereses contrapuestos (españoles, holandeses, franceses, ingleses, y unas veinte tribus indias) hacían que la situación fuera, por defecto, insegura. Era constante, por tanto, la vigilancia llevada a cabo desde San Agustín de las fundaciones franciscanas, que llegaron a ascender a más de veinte en total, a finales de siglo 1. Prueba de esta inseguridad a la que aludimos, un año más tarde, ya en 1614, Carlos, el jefe calusa, con el doble juego que usaban la mayoría de los caciques indios –utilizado igualmente por los propios españoles-, continuó causando problemas y en marzo de ese año atacó las aldeas nativas que apoyaban a los españoles: envió trescientas canoas de guerra a la provincia de Mocoço en Tampa, destruyendo las aldeas de los ahora aliados pojoy y dos de sus ciudades, matando y capturando a más de quinientos indios. No escapó con vida más allá de una docena 2, que fueron enviados por el cacique calusa para amedrentar a otras tribus aliadas de España, y para dar el aviso a los mismos españoles de que se habían abierto las hostilidades. La reacción de San Agustín no se hizo esperar: Juan de Treviño, el nuevo gobernador tras el fallecimiento de Olivera, enviará en junio de 1614 las fragatas San Martín y San Pedro, con dos escuadras al mando de Juan Rodríguez de Cartaya, para combatir a los rebeldes “en la baýa de Carlos, Tanpa, Taçhista, y Muspa”, cumpliendo éste su misión a la satisfacción del gobernador, según parece, y reduciendo a la obediencia nuevamente –y castigando- a los caciques y tribus rebeldes de forma expeditiva 3.

1

En 1674, tras la visita del obispo Gabriel Díaz-Vara Calderón se contabilizarán veintisiete, desde San Diego de Salamomoto hasta San Nicolás de Chacatos. En McEwan, Bonnie G (Ed.): The spanish missions of La Florida. University Press of Florida, 1997. 2 En Hoffman, Paul E: Florida´s Frontiers, Indiana University Press, 2002. Sobre la actuación punitiva de Juan Rodríguez de Cartaya, hay referencias asimismo en Turner Bushnell, Amy: Situado and Sabana: Spain´s Support System for the Presidio and Mission Provinces of Florida, University of Georgia Press, 1994. Ambos autores hacen referencia a una relación de méritos enviada al rey, fechada en 5-7-1613 y recogida en AGI, Indiferente, 1863. No obstante, bajo esa signatura no hay ningún documento que aluda a Juan Rodríguez de Cartaya: el legajo es una recopilación de mercedes y disposiciones muy posteriores, ya de final de siglo. No sabemos si se trata de un error de transcripción de Bushnell, la primera en citar el documento (Hoffman simplemente recoge la referencia de esta autora). 3 Worth, John E.: “The Pineland Site and Calusa-Spanish Relations, 1612-1614”, Friends of the Randell Research Center, Vol. 4, N. 2, June 2005. Debo aquí agradecer al profesor Worth, del Randell Research Center, Florida Museum of Natural History, su gran amabilidad al facilitarme copia de la orden del gobernador Treviño y al ponerme sobre la pista de varios documentos; entre otros, del memorial enviado por Francisca Ramírez, viuda del capitán, consignando los méritos de este tras su muerte en 1622. La orden de Juan de Treviño (transcrita en AGI, Santo Domingo, 232), fue emitida el 30 de marzo de 1614.

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Otros documentos nos dan información añadida acerca de varias acciones llevadas a cabo por Cartaya tras su nombramiento como capitán: en un memorial sobre el servicio de Pedro Álvarez de Godón1, que había servido como alférez acompañado de Juan Rodríguez de Cartaya, su viuda, Petronila de Cañizares y Ossorio recoge el testimonio del capitán Cristóbal Quixano en 1618, que nos dice cómo Godón, que llegaría a ser sargento mayor, “se halló en el descubrimiento de Bahama, Por aconpañado del capitán Juan Rodrígues de Cartaya”. Godón había sido cabo de navíos y de gente de mar y guerra, con lo que debió trabajar muy estrechamente con Cartaya, aunque no sabemos a qué alude exactamente en cuanto a ese “descubrimiento”, o expedición a Bahama. Sabemos, por supuesto, que las Islas Bahamas fueron descubiertas por Cristóbal Colón en 1492. Pero no existió en ella ningún asentamiento europeo estable hasta 1647: concretamente, en esa fecha se instaló allí un grupo de disidentes religiosos ingleses. Bahama estuvo oscilando entre la soberanía española y británica durante un tiempo, hasta volver a manos de Inglaterra en 1783, como consecuencia del Tratado de París. Posiblemente –aunque no hemos podido ver más información sobre esa jornada en ningún otro documento- Cartaya dirigió una expedición de reconocimiento, para determinar las posibilidades de la zona, tal vez para su colonización, o quizá para aprovechar su situación para la defensa del archipiélago y del continente aledaño, muy cercano: debió ser entre 1613 y 1618, pero no conocemos la fecha exacta. 6.

Problemas financieros y una muerte olvidada

Por lo que se ve en la documentación que hemos manejado, Cartaya no solo realizaba misiones de compleja ingeniería diplomática, de exploración o de pacificación: es frecuente verlo aparecer en órdenes que tienen mucho que ver con la pura y simple administración, o gestión burocrática de la guarnición y sus recursos: en 1615, Treviño envía al capitán Cartaya a investigar sobre el naufragio de la lancha con documentos que se había enviado desde San Agustín a la Habana; en enero de 1619, irá a solicitar y a recoger de los caciques indios cincuenta trabajadores para el situado; y sólo unos días más tarde, en ese mismo mes de enero, irá –y hará lo mismo otras veces en ese mismo año de 1619 y el posterior de 1620-, embarcado en la fragata Nuestra Señora del Rosario, a San Pedro y la lengua de Guale para entregar bastimentos y provisiones a los franciscanos de las misiones, aprovechando su viaje para amonestar a aquellos caciques que no trataban con consideración a los religiosos. En febrero de 1620 va a Cuba, a Matanzas y a San Juan de Los Remedios del Cayo para recoger y embarcar ganado para poblar, aunque este tipo de servicios rutinarios se ven seguidos de 1

AGI, Santo Domingo, 21.

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otros en los que el capitán deberá hacer “como de su persona y expiriençia [se esperaba], porque assí conbiene al servicio de Su Magd.”, como hizo al embarcarse de nuevo el 29 de julio de 1620, al armar una chalupa con diez soldados para ir hasta la barra de Mosquitos, donde varios “nabíos gruessos” enemigos (ingleses u holandeses), habían atacado y cañoneado las fragatas del situado La Trinidad y El Rosario que iban con pliegos a La Habana, viéndose estas obligadas a varar, volviendo las tripulaciones a San Agustín por tierra a pie. Salió a encontrarse con los navíos del Situado, que llegaban con la paga y los bastimentos desde Nueva España, y una vez se encontró con ellos los capitaneó, procurando eludir al enemigo, más potente, según la orden del gobernador Salinas: Hordeno al capitán Juº Rº de Cartaya se enbarque luego en la chalupa deste Pressº y con dyez Personas con sus armas que e mandado señalar salga deste puerto y baýa, haçiéndose a la mar, y si descubriera algún nabío surto pasará adelante asta dar abiso a los dhos. nauíos del Situado y se enbarcará en el nabío de el Situado que le pareçiere y en otro el piloto Juº albarez, y pasará dando rresguardo a que no le bea para que nos podamos baler de los bastimentos y Haçienda de Su Magd. que trajeren [...]. Ordeno a el Capitán Alonso de Pastrana o a la persona que biniere en su lugar en los dhos. nabíos dejen hacer y hordenar el dho. biaje a el dho. Cap.an Juº Rrz. de Cartaya. El capitán volverá a embarcarse el 19 de marzo de 1621 en la chata San Juan, para buscar la artillería que se había perdido al varar las fragatas un año antes, y que, según algunos indios, aún estaba montada entre los restos de los barcos. Aprovechó el viaje para intentar capturar a los indios que habían matado al sargento mayor, Miguel Pérez de Oco, y a tres soldados: debería, si no encontraba a los directos culpables, prender a los caçiques de Jega, Santa Lucía y Aiz, al Capitán Grande y a un yndio llamado Mena, portándose con el recato y prudençia que fío de su persona, sin ussar de las armas, con la buena yndustria y maña de la que había hecho uso en otras ocasiones, debiendo, ante todo, negociar con los indios, entregándoles “mantas, cuentas, tabaco y cuchillos”. Tenemos otras referencias sobre Juan Rodríguez de Cartaya, y concretamente, sobre su maltrecha economía: en 1619 figura en la petición1 que Antonio de Herrera, residente en San Agustín de la Florida, hace el 14 de diciembre de ese año al nuevo gobernador, Juan de Salinas (que había sido nombrado el 13 de marzo de 1618), acerca de que se le reintegren las cantidades que había anticipado en préstamo a un crecido número de oficiales y soldados, a cuenta de las pagas del 1

AGI, Santo Domingo, 229, N. 579.

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Situado que como siempre llegaban mal y tarde (un capitán cobraba solo 280 escudos, es decir, 3113 reales1). En la relación aparece reconociendo su deuda, que importaba 1017 reales, una tercera parte de su salario anual. Esto nos indica que las condiciones económicas de los oficiales, como vemos, eran realmente precarias. El mismo Juan de Salinas hace saber al rey cómo los capitanes de Ynfantería que sirben a V. Magd. en este presidio con 280 escudos de sueldo pasan extrema neçesidad, y tanta que mueren de hambre y están tan desnudos y desluçidos que no Pueden ponerse delante sus Compañías porque el sueldo es tan corto que no alcança para comer y Vestir 2. Y los mismos gobernadores no eran ajenos a estas carencias: Gonzalo Méndez de Canzo, gobernador en 1598 (había accedido al cargo en 1596), escribe a Felipe II en febrero de ese año lo siguiente, acerca de sus apuros económicos: Estoy muy gastado, y enpeñada mi haçienda y patrimonio por acudir a uuestro rreal seruiçio, que con el sueldo que V. Magd. me haçe merçed de mandarme dar no me puedo sustentar en esta tierra, por ser [todas] las cosas muy caras, y me gasto mucho con los naturales para atraellos a Vtro. rreal serbiçio. V. Magd. me haga merçed de mandarme dar una buena ayuda de costa conque pueda pasar y acudir a mis obligaciones, que en ello rreçibiré mucha merçed 3. Pero en el caso del capitán Cartaya, parece ser que los equilibrios financieros eran una constante en su vida cotidiana: de hecho, sus deudas –crecidas- le impedían acercarse por La Habana “donde debía muchos marauedís, porque no le molestaran sus acreedores”. También tenía deudas –e importantes- en la propia San Agustín, como se deduce de la encuesta realizada a su muerte. De hecho, el 31 de julio de 1621 pide como merced y para ayudarse económicamente que el gobernador dé a sus hijos varones el sueldo correspondiente a dos plazas de soldado, lo que se deniega, ya que éstos “son de corta hedad”, asignándole a su hijo mayor, Juan, con once años en 1621, una plaza con su sueldo para que “se le asiente de page de una de las fregatas del Situado”.

1 El coste de la vida en San Agustín de la Florida era realmente elevado: Sabiendo que el salario anual de un capitán era de 280 escudos, es decir 3.113 reales, un traje nuevo llegaba a costar 220 reales, y un caballo 1.600, es decir, aproximadamente la octava parte y la mitad, respectivamente, de sus ingresos totales anuales. Con esta situación, el endeudamiento, como vemos, era sin duda inevitable y desgraciadamente habitual (En Turner Bushnell, Amy: The King´s Coffer: Propietors of Spanish Florida Treasury 1565-1702. University Press of Florida, 1982). 2 AGI, Santo Domingo, 225, R. 3, N. 11 (San Agustín de la Florida, 20 de noviembre de 1618). 3 AGI, Santo Domingo, 224, R. 5, N. 31.

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En este año de 1621 volvemos a tener datos acerca de los servicios del capitán Juan Rodríguez de Cartaya, en una nueva carta de Juan de Salinas al rey -ya Felipe IV- que había ascendido al trono en ese mismo año: Después de aber dado quenta a Vmagd. de la muerte del sargento mayor deste presidio, y tres soldados, y del yntento que tenía de castigar los culpados, ymbié al capp[it]an Juan Rodríguez de Cartaya con 20 soldados en una lancha y llegado al punto hizo tan buena diligençia que prendió a un Capitanejo que fue el delinquente y caudillo y a otros casiques y yndios, y bolviendo con ellos para este presidio, ocho leguas del cabo de canaberal les dio un tiempo por la trabesía tan rreçio que les obligó a barar. Con harto Riesgo, Perdióse la lancha y escapóse la gente y los presos vinieron aquí y aberiguado el casso no se alló otro culpado que a este capitanejo, mandéle ahorcar y hacer quartos, y a los demás di libertad […]1. Por lo que vemos Salinas estaba realmente decidido a poner orden en Florida, dando todo el ejemplo que fuera necesario, harto ya de los hostiles nativos (“gente uellaca y mentirossa, no guardando palabra que hubiessen dado, porque son traydores, y no se puede fiar dellos nada”) y no muy dispuesto a usar de muchas contemplaciones con ellos, ya que, según entendía, “mientras no son ostigados y amedrentados con algún castigo hazen mill trayçiones y maldades”. Las hostilidades entre la guarnición y los indios se habían recrudecido en esas fechas, ya que en el mismo documento se recoge que el gobernador también había enviado a Alonso Díaz de Badajoz, capitán de la otra compañía, a socorrer a los religiosos que habían sido hostigados en las misiones. Asimismo, Salinas da cuenta de que “en dos probinçias an tomado las Armas los Ynfieles, rompiendo las paçes, de lo que an Resultado algunas muertes”, e informa de un contingente de soldados heridos y tullidos en estas escaramuzas, comunicando al rey la necesidad de rehacer las banderas del Tercio al haber perdido numerosos efectivos, lo que nos hace confirmar el recrudecimiento de los enfrentamientos entre españoles e indios en torno a 1621. De hecho, se realizaría una leva de cincuenta nuevos soldados en ese año, y se nombrarían nuevos oficiales de guerra en los años siguientes (1623-1624)2, debido a un número creciente de plazas vacantes. Esto 1

AGI, Santo Domingo, 225, R. 3, N. 12. En 1621, los capitanes de las dos compañías de infantería asentadas en San Agustín de la Florida son Alonso de Pastrana y Alonso Díaz de Badajoz. Juan Rodríguez de Cartaya es “capitán de las lanchas y la gente de mar y guerra”. En 1623 tenemos referencias acerca del sargento mayor Gavira, de cuyo puesto se hace cargo en 1624 Antonio de Herrera, que había sido alférez y posteriormente fue capitán; en 1626, otro de los 2

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nos hace dar noticia de la inesperada muerte del capitán Cartaya, mientras regresaba de la costa sur de Florida: cómo yendo el dho. Capitán el año de seysº y veynteydos a la costa del sur y canal de Bahama, con orden del gobernador, al lugar de Santa Lucía con treynta y dos soldados, y treynta yndios christianos de Timucúa, a castigar los yndios moros caribes del dho. lugar que hauían muerto muchos españoles, y haviendo cumplido con su orden y bolbiendo el dho. Capitán a salbar uno de los soldados que le hauían cautibado, temiendo que le matasen, se aogó en el mar sin hauer pareçido su cuerpo. El 7 de octubre de 1621 había embarcado de nuevo, tras ser informado el gobernador por los indios del naufragio en la costa de Jega de la nave almiranta de Santo Domingo: los yndios de la dha. costa le dijieron que en la de Gega se abía perdido un nabío y que de él se abían escapado treynta y quatro personas, hombres, mujeres y muchachos, y que los naturales abían ahorcado y muerto la mayor parte, y que de ellos están quatro hombres en el pueblo de Ayz, y podría ser que ubiese muchos más en otras partes, [y] conbiene recojerlos. Así, Cartaya debería yr a recoger los españoles que quedaron bibos entre los yndios de la costa en los lugares de Ays y Jega y que se escaparon de los lugares de Santa Lucía y Hobe en la dha. costa, [y] que eran de el Almiranta de Santo Domingo que dio a el trabez en la dha. costa. Para ello, embarcará con cuarenta soldados para recorrer la costa, para intentar recuperar la artillería perdida y a “la gente que hallare”, de buen grado o por fuerza, y para informar “de regreso y de secreto” al gobernador “de los que an sido agresores, para que a su tienpo se castiguen”. De esta primera expedición regresó trayendo veintiocho personas a San Agustín, según testimonio del capitán Alonso Díaz de Badajoz (según el testimonio del alférez Domingo Fernández de Villarreal trajo primero veintidós personas, volvió a rescatar a seis más, las trajo igualmente y regresó a por el que quedaba1), embarcándose de nuevo “a sacar al español que estaba cautibo” en Hove, algo que

capitanes es Diego del Pozo, y en 1627 los nuevos capitanes serán Martín Freyle de Andrade y Alonso de Argüelles: este último también asumirá la plaza de sargento mayor. 1 Como nos cuenta el memorial enviado por la viuda del capitán a Felipe IV solicitando su merced: “Treynta personas que quedaron bibas sacó el dho. mi marido de entre los dichos yndios”, y al ir a rescatar al último “porque no le martiriçasen como a los demás”, naufragó igualmente “por la Barra de Mosquitos, con dos chalupas, con biento y temporal que les sobrebino [que] se ahogó con otros ssoldados”. Incorpora al memorial los testimonios del capitán Alonso Díaz de Badajoz, de 61 años, que conocía al capitán desde 1589; del alférez Domingo Fernández de Villarreal, que “había estado presente en los bautismos de sus ijos”, de 76

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nunca pudo hacer (lo rescató el mismo Díaz de Badajoz más tarde, al ir a ver lo que había ocurrido con Cartaya, y aprovechó para acabar con uno de los caciques rebeldes y otros doce indios). El capitán Juan Rodríguez de Cartaya se ahogó el once de marzo de 1622 en una chalupa cargada de bastimentos y municiones, con otros dos soldados en la barra de Mosquitos, por causa de “un biento trabesía”: “Se anegó la chalupa y se bolcó boca abajo”, según el testimonio del sargento reformado Cristóbal de Berlanga, ahogándose en las aguas que tan bien conocía, y que tantas veces había surcado en sus misiones. 7.

Conclusión: el rastro familiar

Tras su muerte, su viuda Francisca Ramírez de Contreras elevará una petición al rey 1, a la que ya hemos aludido, fechada entre el 26 y 27 de abril de 1622 y que incorpora un memorial de los méritos y servicios del capitán, por el que podemos seguir al completo su carrera militar y gracias al cual hemos podido obtener muy valiosos datos. No se le concedería la merced que pedía –una pensión de por vida y la paga de una plaza de soldado para una de sus hijas-, aunque alegó que “es tanta [mi necesidad] que no tengo para comprar un pan para mi sustento y de mis hijos, suplico se me haga merçed para ayudar my sustento y criar y rremediar mys hijos”, pues no tiene, ni aún vendiendo “las casas en que bibe y quanto tiene”, para pagar “ny la terçera parte de las deudas” que dejó su marido. Alegaba asimismo ser “nacida en estas Probinçias”, e hija y hermana de soldados, muertos en el servicio de la guarnición –su padre Juan Ramírez de Contreras, al servicio de Gonzalo Méndez de Canzo, había sido capturado y “hecho quartos de los yndios, y lo presentaron unos caçiques a los otros”2, y su hermano Jusephe de Contreras había muerto también ahogado cuando llevaba unos despachos a La Habana, a bordo de la fragata San Martín, en 1611, en el cabo Cañaveral-, y alega que con esta situación “[había quedado] la dha. Françisca Ramírez con syete hijos, los çinco dellos hembras y con muçha neçeçidad”. De hecho, la mayor de sus hijas, María, tenía casi catorce años; la más pequeña, Antonia, tan solo ocho meses. Apiadado por la situación, años; del soldado Juan de Espinosa, de 62 años, “conueçino” suyo; del soldado Francisco Millán, de 48 años, “que tenýa con ellos gran yntimidad”; del sargento Cristóbal de Berlanga, de 64 años, que “vió casar al dho. Juan de Contreras y a Mª del Junco”, y del ayudante de sargento mayor, Juan Sánchez de Mérida, de 50 años. 1 En AGI, Santo Domingo, 232. 2 Juan Ramírez de Contreras procedía de Baena (Córdoba), y destacó como cazador e intérprete en la colonia (En Manucy, Albert: Sixteenth-Century St. Augustine: The People and Their Homes. University Press of Florida, 1997). Por su muerte se concedió una pensión vitalicia de cien ducados al año a su esposa, doña María de Junco, hija a su vez de Juan de Junco (que había sido contador de la guarnición y tenedor de bastimentos del fuerte) y de doña María de Pomar, quedando su hija, Francisca Ramírez, su hermana Ana (nacida en 1597) y su hermano Jusephe “huérfanos y pobres”, a la muerte de Juan de Contreras.

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Juan de Salinas ordena a 20 de mayo de 1622 a “Joan de Cueba, veedor y factor” de Florida, le de tres reales y medio al día en bastimentos; sin embargo, dos años más tarde y por Real Cédula dirigida al nuevo gobernador, Luis de Rojas y Borja1 se le quita la ración que percibía y se responde negativamente a su petición, ya “que no ha lugar lo que pide”, según entendía, y ofreciéndole a cambio, casi como una limosna, la merced de “dosçientos escudos, dados de una sola uez, de las sobras del Situado”2, reprendiendo incluso al gobernador por haberle dado una ayuda, para que “de aquí adelante no se aga semexante cosa”: así pagó la administración, por lo que vemos, los prolongados servicios del capitán, muerto en cumplimiento de su deber tras más de treinta años sirviendo bajo las banderas del rey, y pese a la mucha satisfaçión que de su persona se a tenido, y gran prática que tenía, ansí de las costas como de la tierra e yndios naturales de ellas, y [haber] apasiguado ynquietudes y alborotos de los dhos. yndios, porque es hombre para todo, de mucho serbiçio y muy plático de toda esta tierra y de la mar 3. Si no tenemos ya más datos acerca de Rodríguez de Cartaya, sí tenemos en cambio algunos sobre su familia más cercana: el entonces alférez había casado con Francisca Ramírez el 15 de febrero de 1602, y como nos indica la petición y el memorial de su viuda, en 1622 Juan Rodríguez de Cartaya tenía siete hijos, teniendo la mayor de ellos, María, “treze, para catorçe años”. Esto es, había nacido en 1608, siendo bautizada en la parroquial de San Agustín el 3 de mayo de ese mismo año4. En el mismo documento se nos habla de una “segunda de sus hijas, con doze años de edad”, es decir, Francisca, bautizada el 4 de enero de 1610; y de una tercera, Antonia, con sólo ocho meses de edad, bautizada el 10 de octubre de 1621. Junto a ellas, se nos habla de María Ana (bautizada el 12 de septiembre de 1614), Beatriz (bautizada el 27 de septiembre de 1616), Juan (bautizado el 21 de enero de 1612), y del hijo varón más pequeño, Gerónimo, que había sido bautizado el 8 de octubre de 1619. Conocemos algunos de estos datos gracias a que en el mismo Estado de Florida, en los libros sacramentales de los archivos de la Catedral de San Agustín (St. Augustine) del hoy condado de Saint Johns, se conservan las partidas de bautismo, matrimonio o defunción de los hijos del capitán: María Ana Rodríguez de Cartaya (fallecida el 5 de junio de 1636), y casada con Francisco

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San Agustín de la Florida, 31 de octubre de 1624. AGI, Indiferente, 451, L. A8. 3 Siguiendo las nuevas pautas marcadas por Olivares en su Gran Memorial de 1624, en el que aconsejaba a Felipe IV que interrumpiera el pago de las ayudas de costa y mercedes en los que tan pródigos habían sido su padre y su valido, Lerma (Elliott, J. H., de la Peña, J. F., y Negredo, F (Eds.), Memoriales y cartas del Conde Duque de Olivares. Vol. I. Política interior, 1621-1645 (tomos 1 y 2). Marcial Pons Historia, Madrid, 2013. 4 Sería su padrino –al igual que en el caso de buena parte de sus hermanos, salvo Jerónimo y Antonia- el factor Andrés de Sotomayor.

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Castellanos el 26 de febrero de 1634, madre de Francisco (1634); de Beatriz Rodríguez de Cartaya, casada con Alonso Fernández de Cendrera el 19 de mayo de 1632 1, padres de Agustina (1634), Alonso (1640) y Pedro (1641), y de Gerónimo Rodríguez de Cartaya, casado el 27 de julio de 1647 con Magdalena Jorge, nacida esta a su vez en 1627. Estas fechas pueden indicarnos también que Juan Rodríguez de Cartaya podría haber nacido en torno a 1560-70, al haber comenzado a servir en 1589 en la guarnición de San Agustín, según las fechas que manejamos en la relación de méritos enviada por su viuda. No sabemos cómo salió adelante esta mujer sola y sin recursos, viuda y huérfana de soldados, “cargada de hijos” y cargada también de deudas, de la que la maquinaria administrativa se había despreocupado absolutamente.

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Hijo del oficial real comisionado para la toma de cuentas de la colonia, Francisco de Cendrera o Fernández de Cendrera y de Agustina de Lara García de la Vera; había nacido en 1612.

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BALDOMERO ESPARTERO. SU PARTICIPACIÓN EN LAS GUERRAS COLONIALES (PROCESOS DE INDEPENDENCIA EN HISPANOAMÉRICA), UNA FACETA POCO CONOCIDA JOSÉ MANUEL HUIDOBRO MOYA Universidad Politécnica de Madrid Resumen: Tras participar en la guerra de la Independencia española 1808 y 1814, desde "soldado distinguido" (por sus estudios) hasta llegar a alcanzar el grado de teniente, acudió a la guerra de las colonias en el Perú. Entre 1815 y 1824/1825 estuvo destinado en América, donde combatió contra los independentistas hasta que España perdió sus colonias en el continente. Aunque no participó en la decisiva batalla de Ayacucho, en el futuro sus partidarios serían conocidos popularmente como los “ayacuchos1” en recuerdo del pasado americano de Espartero y de la influencia que sobre sus ideas políticas tuvieron otros militares liberales de aquella campaña. Su participación en la campaña americana fue muy destacada por sus conocimientos en topografía y construcción de instalaciones militares, su capacidad de actuar rápido y con pocos efectivos, la virtud de movilizar con prontitud tropas y la autoridad que le reconocían los soldados bajo sus órdenes. A su regreso a España, participó en la primera guerra Carlista como general de las tropas Isabelinas y, por sus éxitos militares, fue recompensado con dos cruces laureadas de San Fernando, la gran cruz de Carlos III y el Toisón de Oro, Capitán General de los Ejércitos, y los títulos de Conde de Luchana, Duque de la Victoria con grandeza de España (GdE), Duque de Morella, Vizconde de Banderas y, más tarde, con Amadeo I, el de "Príncipe de Vergara". Palabras clave: Espartero / Perú / Virreinato / Independencia / Príncipe de Vergara Joaquín-Baldomero (Fernández) Espartero Álvarez de Toro, el menor de 9 hermanos, nació en Granátula de Calatrava (Ciudad Real) el 27 de febrero el año 1793 y falleció en Logroño el 8 de enero de 1879. Hijo de Manuel Antonio Fernández-Espartero y Cañadas, nacido hacia 1728, un artesano constructor de carruajes y pequeño hacendado acomodado, adoptó el segundo apellido de

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Estos eran generales que gozaban de la máxima confianza del regente Espartero porque habían combatido y desarrollado su carrera militar con él en las guerras de independencia hispanoamericanas.

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su padre. Su madre fue Josefa Vicenta Álvarez de Toro y Molina 1, nacida el 19 de marzo de 1749, hija de Pedro Álvarez, natural de Mérida (Badajoz), y de Ángela de Molina, de Granátula de Calatrava, ambos vecinos de Villamayor de Calatrava. Cursó estudios en el convento de dominicos de Almagro (Ciudad Real) y en 1808, al estallar la Guerra de la Independencia (1808-1814), desestimó la carrera eclesiástica y tomó las armas alistándose en el Regimiento de infantería de Ciudad Real. Durante el tiempo que estuvo en las líneas del frente en la zona centro-sur de España, participó en la batalla de Ocaña, donde las fuerzas españolas fueron derrotadas. De nuevo, su condición de universitario le permitió formar parte del Batallón de Voluntarios Universitarios, que se agrupó en torno a la Universidad de Toledo, desde diciembre de 1809 hasta agosto de 1810, pero el avance francés le llevó hasta Cádiz donde cumplía su unidad funciones de defensa de la Junta Suprema Central Así pues, desde 1810 permaneció en el Cádiz sitiado por los franceses, donde se estaban desarrollando las Cortes constituyentes –redacción de la primera constitución española–, lo que marcó su decidida defensa del liberalismo y el patriotismo; allí realizó sus primeros estudios militares y entró en la recién constituida Academia Militar de la Isla de León (San Fernando / Cádiz), en la que alcanzó el grado de subteniente en enero de 1812. Mientras la guerra tocaba a su fin, estuvo destinado en el Regimiento de Infantería de Soria, y con dicha unidad se desplazó a Cataluña combatiendo en Amposta, Tortosa y Cherta, hasta regresar con su regimiento a Madrid. 1. La aventura americana2 Terminada la guerra de Independencia española, y deseoso de proseguir su carrera militar y defender el dominio español en las colonias americanas, que se veía muy comprometido tras la guerra, Espartero se alistó, en septiembre de 1814 (al tiempo que era ascendido a teniente, al ser nombrado el 2 de ese mes por Real Despacho), en el Regimiento Extremadura, embarcando en la fragata Carlota desde Cádiz hacia América, el 1 de febrero de 1815, arribando a las costas de 1 2

Madre de Espartero, [en línea] http://bit.ly/1ZKB4bX [Consulta: 24 de enero de 2016].

Baldomero Espartero, [en línea] http://enciclopedia.us.es/index.php/Baldomero_Espartero [Consulta: 13 de enero de 2016].

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Colombia tras dos meses de travesía, para reprimir la rebelión independentista (insurrección) de las colonias1 americanas y, en concreto, la del Perú, cuyo germen estaba en los criollos, no en los indígenas, paradójicamente, aliados de los españoles. Su elección fue sentimental, pues como liberal estaba decepcionado tras el regreso de Fernando VII, que derogó lo actuado por las Cortes y restableció el Absolutismo, por lo que América era una buena opción para cambiar de aires e iniciar una nueva etapa en su vida. La corte de Fernando VII había conseguido desplazar a ultramar a seis regimientos de infantería y dos de caballería, a las órdenes del general Miguel Tacón y Rosique, quedando Espartero integrado en una de las divisiones formadas con el Regimiento Extremadura, que embarcaron con el general Pablo Morillo, y que se dirigió hacia el Perú desde Panamá. Llegaron al puerto de El Callao el 14 de septiembre de 1815 y se presentaron en Lima, con la orden de sustituir a José Fernando de Abascal (Marqués de la Concordia), como virrey del Perú y que había ocupado ese cargo durante diez años, por el victorioso general Joaquín (González) de la Pezuela2 (Griñán y Sánchez de Aragón Muñoz de Velasco), que llegaría a ser capitán general del Ejército Realista del Alto Perú (1813–1816) y el trigésimo noveno virrey del Perú (desde el 7 de julio de 1816 hasta el 29 de enero de 1821). Pezuela había sido enviado al Alto Perú para contener a los rebeldes bonaerenses que, victoriosos en La Plata, querían extender sus éxitos por los altos páramos del sur del Perú, quién, al mando de las tropas coloniales peruanas, obtuvo sendas victorias sobre Belgrano en Vilcapuquio y Ayohuma, y la más importante en las punas de Sipe Sipe, en Viluma, sobre las fuerzas argentinas de Rondeau. La recomendación de Abascal, por esta meritoria conducta, hizo que se elevase al brigadier al rango nobiliario de Marqués de Viluma, como jefe del Ejército del Alto Perú. Pero los jóvenes brigadieres españoles llegados al Perú, sobre los que ejercía predominio don José de La Serna e Hinojosa, veían en el virrey un militar anticuado en sus procedimientos y por demás tolerante con los criollos, política que había heredado del sagaz Abascal, gracias a lo cual se le había conferido el apropiado título de Marqués de la Concordia. Ellos mismos eran de esa nueva casta, que como Espartero habían sido testigos de las bondades del liberalismo constitucional votado en Cádiz y por lo tanto les resultaba el virrey un conservador a ultranza, por lo que el 29 de enero de 1821, un motín de los

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En realidad, América no fue una colonia española. En ese continente los españoles fundaron reinos (virreinatos), como los de la Nueva España o el de Perú, entre otros. 2 Estudió en el Colegio de Artillería de Segovia y combatió en el sitio de Gibraltar y años más tarde contra Francia en Guipúzcoa y Navarra. En 1805 fue trasladado a América del Sur, donde llegó a ser virrey del Perú.

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jefes del Ejército, acampados en Aznapuquio, una hacienda cercana a Lima, llevó a la destitución y el confinamiento del virrey, su familia y sus leales). En el momento de la llegada de Espartero a América, la situación de los territorios españoles en ultramar era muy delicada. Pues Simón Bolívar estaba avanzando desde Caracas y José de San Martín desde Buenos Aires. La “operación tenaza” confluía en Perú. Los mayores problemas se concentraban en la penetración de fuerzas hostiles desde Chile y Río de la Plata al mando del general José de San Martín, aunque también desde Ecuador –tomado por los insurgentes– donde un batallón de 8.000 soldados estaba dispuesto para invadir el norte del Perú. Para obstaculizar los movimientos, se decidió fortificar Arequipa1, Potosí y Charcas (actual Sucre, capital constitucional de Bolivia), trabajo para el cual la única persona con conocimientos técnicos de todo el Ejército del Alto Perú era Espartero, por tener dos años de formación en la escuela de ingenieros. El éxito de la empresa le valió el ascenso a capitán el 9 de septiembre de 1816 y, aún antes de cumplir un año (el 1 de agosto de 1817), el de segundo comandante. Tras el pronunciamiento del coronel Rafael del Riego 2 y la jura de la Constitución gaditana de 1812 por el rey, el 7 de marzo de 1820, las tropas peninsulares en América se dividieron definitivamente entre realistas y constitucionalistas. En el año 1820 España entró en una crisis política por el control impuesto al rey Fernando VII, y la restauración de la Constitución Liberal, apoyada por el general Rafael de Riego, quien sublevó la expedición de 20.000 soldados destinados al Río de la Plata para auxiliar a los realistas de América. Tras este suceso, se acabó para siempre con las expediciones de refuerzos de España, que desde entonces no se volvieron a mandar a ningún lugar de América, y motivó que los dos grandes virreinatos3, el del Perú y el de Nueva España que, hasta el momento habían contenido el avance de la revolución hispanoamericana, tomasen caminos opuestos.

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El abrupto Cañón de la Colca fue uno de los emplazamientos usados por Espartero en Arequipa para consolidar las posiciones de las tropas realistas. 2 El 1 de enero de 1820 el coronel Rafael del Riego, jefe de las fuerzas que debían sofocar las sublevaciones americanas y constitucionalista convencido, se levantó en Cabezas de San Juan en un pronunciamiento contra Fernando VII y recorrió Andalucía proclamando la Constitución de 1812. 3 El virreinato constituyó la máxima expresión territorial y político-administrativa que existió en la América española y estuvo destinado a garantizar el dominio y la autoridad de la monarquía peninsular.

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José de San Martín aprovechó estas circunstancias de división interna para continuar su acoso y avance, ante lo cual un numeroso grupo de oficiales, tal como se ha comentado, destituyó a Pezuela como virrey el 29 de enero de 1821, nombrando en su lugar al general José de la Serna e Hinojosa. Se desconoce con exactitud el papel que en este movimiento jugó Espartero, aunque su unidad en conjunto fue leal al nuevo virrey. Sea como fuere, el que sería más tarde Duque de la Victoria y Príncipe de Vergara, se empleó a fondo en el sur del Perú y el este de Bolivia en una manera de combate singular (guerrilla) caracterizado por escasas tropas y acciones rápidas, donde el conocimiento del terreno y la capacidad de aprovechar al máximo los recursos disponibles eran determinantes. Este modo de operar será el que más tarde desarrolle también en la guerra Carlista en España. Los ascensos de Espartero por acciones de guerra fueron constantes y así, en 1823 ya era coronel de Infantería a cargo del Batallón del Centro del ejército del Alto Perú. Cuando el general insurrecto Alvarado trató de penetrar con fuerzas muy superiores por las fortificaciones de Arequipa y Potosí, de las que Espartero se sentía especialmente orgulloso, el general Jerónimo Valdés no dudó en encargar a éste la defensa de la posición de Torata, con apenas cuatrocientos hombres, con el fin de hostigar desde ella al enemigo, al tiempo que Valdés organizaba una encerrona. Al llegar los sublevados, Espartero mantuvo durante dos horas la posición causando importantes bajas y replegándose, de manera ordenada, a órdenes de Valdés, mientras éste salía al encuentro del enemigo sin permitirle avanzar y, en un error del general Alvarado al desplegar una línea de frente excesiva, Valdés lanzó un ataque desde el que desbarató los intentos de penetración. Tras la llegada de José de Canterac, el enemigo fue puesto en fuga, siendo el Batallón de Espartero uno de los que persiguió a las fuerzas que huían por Moquehua y destacó por destruir por completo la llamada Legión Peruana1. El general Valdés consignó en sus calificaciones sobre Espartero: “Tiene mucho valor, talento, aplicación y conocida adhesión al Rey nuestro señor: es muy a propósito para el mando de un Cuerpo y más aún para servir en clase de oficial de Estado Mayor por sus conocimientos. Éste será algún día un buen general…”. Espartero, además de una gran valentía, tenía una gran sangre fría y capacidad de engaño al enemigo, infiltrándose entre los sublevados para más tarde arrestarlos y, en juicio sumarísimo, condenarlos a muerte y ejecutarlos. Este modo de proceder sería una constante en su carrera militar. 1

El 18 de agosto de 1821 se había creado la “Legión Peruana de la Guardia” bajo el mando del Marqués de Torre Tagle

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El 5 de octubre de 1823, el victorioso comandante fue ascendido a brigadier de infantería, otorgándosele el mando del Estado Mayor del Ejército del Alto Perú. Tras finalizar labores de control de los restos de insurgentes, el Virrey José de La Serna e Hinojosa, Conde de los Andes, lo envió a la conferencia de Salta como representante plenipotenciario suyo para la firma de un armisticio que permitiese la extensión de los acuerdos con los insurrectos de Buenos Aires al Perú, así que Espartero se reunió allí con el general José Santos de la Hera, que actuaba en nombre de los comisarios regios, y le comunicó que el acuerdo no era posible pues las fuerzas enemigas carecían de toda capacidad operativa y no se sentía el Virrey obligado a otorgar más que la generosidad con la que habían sido tratados. La actitud hostil de La Serna y el propio Espartero hacia los delegados en nombre del rey Fernando se ha interpretado como una afrenta a la Corona para algunos, o como una medida de contención de las aspiraciones independentistas para otros. El fin del Trienio Liberal (1820 a 1823) y el retorno al absolutismo volvieron a dividir al ejército expedicionario. La Serna envió a Espartero a Madrid con el encargo de dar cuenta sobre el estado de aquellos países y recibir instrucciones precisas de la Corona, partiendo para la capital desde el puerto de Quilca (Perú) el 5 de junio de 1824 en un barco inglés. Llegó a Cádiz el 28 de septiembre y se presentó en Madrid el 12 de octubre y, aunque obtuvo para el Virrey la confianza de la Corona y el crédito suficiente para que La Serna quedase confirmado en el gobierno del Perú, no le fue posible garantizar los refuerzos pedidos. Embarcó en Burdeos, camino de América, el 9 de diciembre de ese mismo año, coincidiendo con la pérdida del Virreinato del Perú. Arribó a Quilca el 5 de mayo de 1825 sin haber tenido noticias del desastre de Ayacucho 1, y fue hecho prisionero por vestir uniforme español y portar armas, hecho proscrito en las Capitulaciones firmadas por José de Canterac en Ayacucho, que prescribían la pena de pasar por las armas al infractor sorprendido en tal estado. Así pues, se le condujo escoltado como prisionero a la ciudad de Arequipa, lugar de las preferencias sentimentales de tan importante reo, pero donde también se encontraba presente el general Simón Bolívar, que dispuso su fusilamiento, pero gracias a la mediación entre otras personas, del liberal extremeño Antonio González y González que sufría exilio en Arequipa, fue liberado a los tres meses tras sufrir dura prisión. Tras ser liberado, y desterrado a perpetuidad, 1

La batalla de Ayacucho fue el último gran enfrentamiento dentro de las campañas terrestres de las guerras de independencia hispanoamericanas (1809-1826) y significó el final definitivo del dominio colonial español en América del sur. La batalla se desarrolló en la Pampa de Quinua o Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. La victoria de los independentistas supuso la desaparición del contingente militar realista más importante que seguía en pie, sellando la independencia del Perú con una capitulación militar que puso fin al Virreinato del Perú.

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regresó a España con un numeroso grupo de leales compañeros, llegando al puerto de Burdeos, en la fragata Telégrafo, en noviembre de 1825, donde permaneció hasta marzo de 1826, que fue cuando se trasladó a España. Al poco tiempo de su regreso a España contrajo matrimonio, el 13 de septiembre del año 1827, en la Iglesia de La Redonda de Logroño, con María Jacinta Guadalupe Martínez de Sicilia y Santa Cruz, una rica heredera de Logroño, gracias a lo cual se convirtió en un hacendado1. A pesar de que sus superiores presentaron informes favorables a él, cuando regresó a la península tuvo que desempeñar funciones burocráticas y destinos menores, lo que lo irritaba. Aprovechó para ordenar su nueva hacienda constituida por la fortuna heredada de su esposa y que consistía en un mayorazgo y diversos bienes vinculados donde se encontraban importantes fincas rústicas y urbanas y cerca de un millón y medio de reales procedentes también de los beneficios en las inversiones que los tutores de su esposa habían realizado durante la minoría de edad de esta. En el año 1828 se le nombró comandante de armas, así como presidente de la Junta de Agravios de Logroño y después se le destinó al Regimiento Soria, destacado en Barcelona primero y Palma de Mallorca más tarde. Al morir el rey Fernando VII, se decantó por el apoyo a la causa de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón frente al hermano del difunto rey, Carlos María Isidro, en virtud de sus convicciones constitucionales. Nombrado Comandante General de Vizcaya en 1834, bajo las órdenes de un antiguo jefe suyo, el general Jerónimo Valdés, participó así en el frente norte durante la Primera Guerra Carlista, desempeñando un destacado papel, no sin antes haber puesto en fuga distintas partidas carlistas. Luchó contra la reacción absolutista en la Primera Guerra Carlista (1833–1840), en la que desempeñó un papel destacado: sus éxitos militares le llevaron de ascenso en ascenso hasta obtener el mando del ejército del Norte a raíz del motín de los sargentos de La Granja (1835). Rompió el cerco carlista de Bilbao venciendo en la batalla de Luchana (1836); por lo que la reina le recompensó con el título de conde de Luchana. Considerado extremadamente duro en el trato, valoraba la lealtad de sus compañeros de armas, tanto como la eficacia. Combatió en primera línea, 1

Hacienda del General Espartero, 1879 [en línea] http://www.bermemar.com/ESPARTERO/1879finc.htm [Consulta: 19 de enero de 2016].

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fue herido en ocho ocasiones; su carácter altivo y exigente le hizo cometer algunos excesos en la aplicación de la disciplina militar. En 1837 organizó la defensa de Madrid frente a la expedición de don Carlos, y presidió un fugaz gabinete gubernamental. El 1 de mayo de 1838 había sido nombrado Capitán General. Fomentó las divisiones entre los mandos carlistas, atrajo al general Rafael Maroto hacia conversaciones de paz que terminaron en el Convenio de Vergara (31 de julio de 1839), que puso fin a la Primera Guerra Carlista y que sellaron ambos con el “Abrazo de Vergara”. Gracias a este logro, le fue otorgado el título de duque de la Victoria. Pacificó después el Maestrazgo, derrotando a Ramón Cabrera y Griño (1840), general carlista y I conde de Morella. Se introdujo en la política como diputado por Logroño; fue nombrado presidente del Consejo de Ministros en 1840 y cuando la reina regente María Cristina, después del motín de la Granja y el alzamiento de otras grandes ciudades en su contra se exilió a Francia, se convirtió en regente de la corona de España durante la minoría de edad de Isabel II (desde el 9 de mayo de 1841 hasta el 31 de julio de 1843). Espartero, convertido en un ídolo nacional y colmado de honores, dio paso a sus ambiciones políticas y puso su prestigio al servicio de sus ideales políticos liberales y progresistas. Se enfrentó al conservadurismo de María Cristina haciendo que ésta le nombrara presidente del Consejo de Ministros en 1840-1841; pero, ante la resistencia de la regente al programa liberal avanzado que defendía, exigió a ésta que abdicara e hizo que las Cortes le nombraran regente a él mismo (1841– 1843). Partiendo de un origen modestísimo protagonizó una fuerte ascensión social que le había llevado a ser conde, duque, Grande de España (GdE) y, finalmente, regente. El "espadón 1" progresista se enemistó con muchos de sus partidarios, a causa de su modo de gobernar autoritario, personalista y militarista; en enero 1843, tras el bombardeo de Barcelona un mes antes, se vio obligado a disolver unas Cortes que se le habían vuelto hostiles. Tras el pronunciamiento conjunto de militares moderados y progresistas (encabezados por Narváez y Serrano) se le arrebató el poder en 1843; pronto se declararía mayor de edad a Isabel II y

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Tres fueron los “espadones” al servicio de Maria Cristina e Isabel II, Espartero, Narváez y O´Donnell.

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comenzaría una década de predominio conservador. Espartero se exilió en Inglaterra en julio, de donde regresó en 1849 para vivir retirado en Logroño. Ante el deterioro político vivido al final de la década moderada (1844-1854), el autoritarismo de la reina y la hegemonía política de la minoría ultraconservadora, se produjo una nueva revolución en 1854, que llevó a Espartero a la presidencia del Gobierno; durante el siguiente «bienio progresista» (1854–1856) avaló el reformismo de los liberales avanzados, pero no pudo evitar que se reprodujeran las mismas disensiones acerca de su liderazgo. La ruptura entre Espartero y O´Donnell en 1856 propició la vuelta de Narváez y de la constitución conservadora de 1845. Nuevamente fue expulsado del poder por un pronunciamiento encabezado por su antiguo aliado, el general O'Donnell, tras el cual vino un nuevo periodo de ostracismo político de los progresistas, que Espartero contempló pasivamente desde su retiro de Logroño. Allí recibió, tras la revolución que destronó a Isabel II en 1868, conocida como “La Gloriosa”, la oferta del general y Presidente del Consejo de Ministros don Juan Prim de hacerle elegir por las Cortes rey constitucional de España, oferta y honor que rechazó por razones de edad y poca salud. Con motivo de la revuelta del pueblo contra Isabel II, una comisión de notables se acercó a su retiro para rogarle aceptase el trono de España habida cuenta del gran vacío que había con el destronamiento de la reina, y de esta forma poner fin a los problemas de sucesión, ya que peligraba la corona. Espartero rechazó la tentadora oferta de ser rey de España, en parte por su avanzada edad y también a consideraciones políticas. Realmente, se le invitaba a ser candidato, más que a ser rey, con la prevención de que no se sublevase si no era elegido; tal era el temor que el viejo capitán general todavía producía en las filas de algunos mandos del Ejército. Tras ser entronizado el príncipe italiano Amadeo de Saboya como rey de España, con el nombre de Amadeo I, que fue también primer Duque de Aosta, segundo hijo del Rey de Italia D. Víctor Manuel II, quedó temporalmente resuelto el problema sucesorio y el nuevo monarca concedió a Espartero el título de Príncipe de Vergara, el 2 de enero de 1872, con tratamiento de Alteza Real, un caso sin precedentes en los anales de la monarquía española. La Carta de Creación de dicho Título fue publicada como Real Decreto de 2 de enero de 1872, publicado en la «Gaceta de Madrid».

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A lo largo de su vida obtuvo cinco títulos nobiliarios, entre ellos el de "Príncipe", reservado sólo al Príncipe de Asturias, y más de veinte condecoraciones. Según relató el mismo: "Por mis apellidos podía parecer noble o hidalgo, pero nada más lejos de la realidad. Mi padre era carretero de oficio y lo ejercía en su pequeño taller de Granátula, mi madre bastante tenía con sacar adelante a nueve hijos, hasta el momento, ya que yo era el último". Así, don Joaquín Baldomero Fernández Espartero Álvarez de Toro, Conde de Luchana, Duque de la Victoria, Duque de Morella, Vizconde de Banderas, Caballero de la Orden del Toisón de Oro y Príncipe de Vergara, entre otras muchas distinciones, alcanzó la edad de 85 años y falleció en Logroño, el 8 de enero de 1879, en poder de una considerable fortuna pero sin sucesor directo pues no había dejado descendencia, por lo que ésta se la dejó a su sobrina Eladia Espartero Fernández y Blanco, por quien sentía gran predilección y que le cuidó en sus últimos años. Al resto de sobrinos y al personal de su casa les dio mandas y legados, y a su antiguo ayudante, el Marqués de Murrieta, le otorgó la espada con la que Bilbao le obsequió. Su testamento había sido otorgado el 15 de junio de 1878, apenas seis meses antes de fallecer y poco después de la muerte de su esposa. 2. Conclusión La pacificación de España después de la guerra de la Independencia supuso para Espartero la marcha a América en la expedición a Ultramar dirigida por el General Pablo Morillo. En América permanecerá durante una década, hasta el 1 de agosto de 1825. Los jefes militares de Espartero en las colonias fueron Pablo Morillo, Joaquín de la Pezuela, más tarde Marqués de Viluma (octubre 1815) y José de la Serna (29 enero de 1821). Con Pezuela como Virrey, estuvo en la región del Alto Perú, en la provincia de Charcas, desde el mes de mayo de 1815, en donde permanecerá prácticamente durante toda su estancia en América. Bajo su mando participó en la pacificación de esta provincia y logró importantes ascensos en su carrera militar. La crisis de 1820 en la Península llevó a La Serna al Virreinato y a Espartero, con sólo 30 años, hasta el Grado de Brigadier, el 5 de octubre de 1823.

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La derrota del ejército realista, el día 9 de diciembre de 1824 en Ayacucho 1, sorprendió a Espartero en España, ya que el día 5 de junio 1824 había partido de América para explicar en la Corte los problemas internos del ejército en el Perú. Pero el periplo americano de Espartero se prolongará hasta mediados de 1825, ya que, cumplida su misión, sale para el Perú a finales de diciembre, y cuando llega, el 4 de mayo de 1825, es hecho prisionero y encarcelado durante tres meses en la ciudad de Arequipa. El 1 de agosto se embarcó camino de la repatriación definitiva llegando a finales de noviembre al puerto francés de Burdeos, y de ahí a España algo más de tres meses alegando quebranto de salud y falta de fondos económicos. 3. Bibliografía: FLOREZ, José Segundo. Espartero. Historia de su vida militar y política y de los grandes sucesos contemporáneos (4 volúmenes). Ayguals de Izco, 1843-1845. LEONARD Y LAMUÑO DE CUETOS Alfredo José. “El capitán general d. Joaquín Baldomero Fernández-Espartero: títulos y distinciones”. Asociación Riojana de Genealogía y Heráldica, Boletín N° 8. La Rioja, 2015, pp. 163–182. MARES, José María (Editor). Historia del general Don Baldomero Espartero, duque de la Victoria y de Morella. Madrid, 1851. NARCISO, Ramirez. Hoja de servicios del Excmo. Sr. Capitán General D. Baldomero Espartero. Barcelona, 1861.

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El general Antonio José de Sucre derrotó al último ejército colonial español en 1824 en la batalla de Ayacucho (La independencia del Perú había sido ya declarada en Lima, el 28 de julio de 1821, por José de San Martín).

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LA REINSTALACIÓN DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS DE LA UNIVERSIDAD DE SAN MARCOS EN 1985 EFRAÍN NÚÑEZ HUALLPAYUNCA Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Resumen: La primera instalación de la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos se dio en 1868 con el inicio de las sesiones del Consejo de Facultad durante el decanato del doctor Sebastián Lorente. A partir de esa fecha la Facultad tuvo una vida institucional de más de cien años. Y es que en 1969, a raíz de las reformas educativas impulsadas por el gobierno de entonces, las Facultades y los decanatos desaparecieron para dar paso a una nueva estructura académica. Años después (1985) las Facultades regresarían al sistema universitario por obra de la Ley y el Estatuto Universitario de entonces. Respecto a la Facultad de Letras, aquel año se daría la segunda instalación, se elegiría al nuevo Decano y a los primeros directores de las Escuelas Académico-Profesionales recientemente creadas. Palabras claves: Departamento de Humanidades, Facultad de Letras, Escuela Académico Profesional, catedráticos. 1. Introducción A lo largo de su historia republicana la Universidad de San Marcos ha adoptado diferentes modelos de organización, todas ellas a través de Estatutos y leyes universitarias que de alguna forma reflejan, directa o indirectamente, la política dictada por los gobiernos de turno a la que la Universidad siempre ha estado ligada. Esto lo vemos por ejemplo en 1850, 1855, 1876, 1888, 1901, 1902, 1919, 1920, 1928, 1931, 1935, 1941, 1946, 1960, 1969, 1972, 1983 y 2014. Para nuestro caso, cojamos solo 1969 y 1983, que son los años que nos interesa para ver los cambios en el sistema universitario, es decir, lo que introdujeron y suprimieron las respectivas leyes universitarias en San Marcos1. 1

En 1969 se suprimen (aparte de las Facultades), los decanatos, el Consejo Universitario y los Consejos de Facultades; además, se restringe la participación de los estudiantes en los órganos de gobierno de la universidad. Pero también se introducen novedades (aparte de los Departamentos y Programas Académicos),

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Así, el 18 de febrero de 1969 la Universidad de San Marcos cambia su estructura académicoadministrativa a raíz del Decreto-Ley N° 17437 (Ley Orgánica de la Universidad Peruana) promulgada durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado. Con dicha Ley las Facultades, que estuvieron activas hasta entonces, desaparecieron para dar paso a los Departamentos y Programas Académicos. Este régimen departamentalista, de origen norteamericano, duró en San Marcos 15 años, y es que a inicios de los años ochenta las autoridades universitarias discutían la posibilidad de volver al antiguo sistema facultativo. Esto llegó a concretarse cuando en diciembre de 1983, durante el gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry, y producto de los constantes debates en el Congreso de la República, se promulga la Ley Universitaria N° 23733, lo que motivó a que la Universidad de San Marcos discutiera y aprobara el nuevo Estatuto Universitario (22-XII1984), conteniendo en ella su nueva organización. De este modo los antiguos Departamentos y Programas Académicos de la década del setenta, y parte del ochenta, fueron reemplazados por las actuales Facultades y Escuelas Académico-Profesionales. La reorganización ocurría en toda la Universidad, sin embargo, y por la brevedad del espacio para este ensayo, nosotros no veremos los cambios en todas la Facultades, sino solo, y de manera somera e inmediata, en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, que en ese entonces estaba fragmentada desde 1969 en varios Departamentos Académicos: Humanidades, Lingüística, Literatura, Psicología, etc. Además intentaremos reconstruir el contexto académico de entonces, para esto tomamos como referencia algunos documentos del Archivo Histórico de la Universidad, principalmente lo referente a los acuerdos del claustro de profesores del antiguo Departamento de Humanidades y de la Facultad de Letras, y esto con la finalidad de conocer a los catedráticos, a los miembros del Tercio Estudiantil, la elección de los primeros directores de las recientemente creadas Escuelas Académico-Profesionales y los primeros intentos por crear la Facultad de Psicología, que para entonces era inevitable su autonomía. 2. El Departamento de Humanidades en 1983 Los catedráticos del Departamento Académico de Humanidades 1, ubicado en el Pabellón de Letras de la Ciudad Universitaria, se reunieron para sesionar por última vez (20-IV-1983). El Comité los Estudios Generales, los Estudios Profesionales y los Estudios de Postgrado; además, en reemplazo del Consejo Universitario y los Consejos de Facultad se crean el Consejo Ejecutivo y los Comités Directivos. 1 Hay que dejar en claro que los Departamentos Académicos creados en 1969 no tienen nada que ver con los actuales Departamentos que integran la Universidad. Los antiguos Departamentos de los años setenta eran entidades “equiparables” a las actuales Facultades, y así como las actuales Facultades tienen sus Escuelas

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Directivo estuvo integrado por el Jefe del Departamento, Dr. Luis Piscoya Hermosa, además de los Dres. Alfonso Vizcarra, Arsenio Guzmán, Alfonso Castrillón y la doctora Teresa Pardo. La secretaria fue la Lic. Nélida Callirgos Marín. Aquel día, el Dr. Piscoya informó sobre el Concurso Público para docentes contratados de la Sección de Comunicación Social que se había llevado a cabo y en el cual habían salido ganadores los señores Ronald Portocarrero, Ana María Velando y Fernando Rivasplata Tejada. Asimismo informó que los “Viernes Filosóficos” se venían desarrollando con normalidad tal como lo habían programado los coordinadores y los profesores Óscar Marañón Ventura y Carlos Ballón. Enseguida, el Dr. Castrillón, profesor de la Sección de Arte, solicitó que se pusiera una placa de bronce recordatoria en favor de la Dra. María Luisa Saco Miró Quesada para colocarla en la pared o en un salón que llevara su nombre. Además propuso coordinar con el Dr. Juan Camacho Camacho, de la Sección de Filosofía, para hacer un homenaje al Dr. Augusto Salazar Bondy (1925-1974). Finalmente el Comité aprobó los contratos de los profesores de la Sección de Filosofía: José Ballón, Ladislao Cuellar, Alejandro Chávez, Armando Espinoza, Alfonso Ibáñez, Fernando Lombardi, Raúl Pérez y Lucio Obando. También se aprobó el desdoblamiento de un grupo nocturno en el curso de Lenguaje de los Medios de Comunicación Social a favor de la señorita Ana María Velando y los contratos de la Sección de Bibliotecología y Ciencias de la Información a favor de los profesores Ricardo Arbulú, Danilo Sánchez y Nelly Mac Kee. La sesión del Departamento finalizó y los catedráticos no volverían a reunirse sino hasta 1985 bajo la nueva organización universitaria producto de la Ley, pero esta vez la sesión se realizaría en la

Académico-Profesionales (carrera o profesión), los anteriores Departamentos estuvieron conformados por los Programas Académicos (Secciones-carrera o profesión); y así como las actuales Facultades tienen un decano que las dirige, los Departamentos de los años setenta tuvieron un Jefe. Los actuales Departamentos, según el artículo 14° del Estatuto (1984), “reúnen a profesores que cultivan la misma disciplina o disciplinas afines y que tiene como función coordinar las actividades de sus integrantes, orientadas a cumplir con los requerimientos de la Facultad, a través de sus Secciones”. Estos Departamentos son al igual que la Escuela parte integrante de la Facultad. Por otra parte, otro cambio significativo en aquel período de reformas durante el gobierno del general Juan Velasco fue con la promulgación del Decreto Ley N° 13417 de 1972, ella creo el Consejo Nacional de la Universidad Peruana (CONUP). Años después (1983), con la Ley N° 23733, el CONUP sería reemplazado por la Asamblea Nacional de Rectores (ANR); finamente, la Ley N° 30220 del 2014, reemplazaría a la ANR por la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU).

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Facultad de Letras y Ciencias Humanas, que reemplazaría definitivamente al Departamento de Humanidades. 3. Facultad de Letras en 1985 Ante un contexto adverso para el país1 se aplica en San Marcos la Ley N° 23733 que restablecía las Facultades y la autonomía de las universidades, tanto en lo académico, administrativo y presupuestal. Así mismo, el rectorado de la universidad es asumido por el Dr. Antonio Cornejo Polar. Mientras tanto, por disposición del nuevo Estatuto Universitario (1984), el 29 de enero de 1985, a las 5:15 p.m., en el ex-Convictorio de San Carlos (La Casona), se reunieron, bajo la presidencia del profesor principal más antiguo, Dr. Washington Delgado, los Miembros de Mesa quienes, en conformidad con el Art. 41° del Reglamento de elecciones, debían elegir las autoridades de la Facultad. En esa primera sesión estuvieron presentes los catedráticos Alfredo Torero, Víctor Amorós, Sixto García, Aída Mendoza, Luis Piscoya, Betty Aguilar, Óscar Marañón, Julio Sanz Elguera, Jorge Chacón Sihuay, Jorge Luna Antiparra y Gabriel Niezen. Igualmente estuvieron presentes los estudiantes del Tercio Estudiantil: Gustavo Ascacibar Noblecilla, Carlos Felice Hernández, Walter Espinoza Olcay, Víctor Reyes Padilla, Reyna Temple Tolente y Claudio Chipana Gutiérrez. El Secretario fue el Dr. Marco Gutiérrez Verástegui. Se procedió entonces a elegir Decano. Los principales candidatos eran los doctores Washington Delgado y Luis Piscoya Hermosa. Efectuada la votación el Dr. Washington Delgado obtuvo 11 votos a favor y el Dr. Piscoya 7. En consecuencia, el Dr. Washington Delgado fue proclamado Decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, y con esto, la Facultad quedaba instalada por

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Una rápida mirada al contexto peruano nos dará una idea de la terrible crisis que vivía en país, y por ende, la universidad. En lo económico, vemos que desde 1985 la inflación sobrepasaba el 180%, esto se vio reflejando en el presupuesto de San Marcos. A su vez, la crisis económica acentuó la crisis social como las movilizaciones, las paralizaciones, huelgas, subversión y violaciones de derechos humanos. Sobre esto último, por ejemplo, muchos estudiantes acusados de terrorismo fueron detenidos, maltratados y encarcelados injustamente; al mismo tiempo, la Universidad fue acusada de favorecer acciones subversivas, un ejemplo de ello fue la acusación que recibió el profesor de Filosofía Arsenio Guzmán, esto causó un grave daño a la Institución. Presupuesto deficitario, falta de mantenimiento, carencia en la infraestructura, equipos deteriorados, desorden académico, en fin, tal era el estado en que se encontraba la Universidad de entonces.

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segunda vez1. Cabe recordar que el último decano de la Facultad de Letras fue el Dr. Alberto Escobar en 19672. Enseguida se procedió a elegir al Director de la Unidad de Post-grado. Se propusieron a los Dres. Antonio Peña Cabrera y Luis Piscoya. Realizada la elección el primero obtuvo 9 votos a favor y el segundo 7. En consecuencia fue elegido el Dr. Peña como Director de la Unidad de Post-Grado de la Facultad de Letras. A partir de aquí los catedráticos procedieron, en sesiones continuas, a estructurar y organizar todas las dependencias de la Facultad. Así, en las siguientes reuniones (19 y 21-II-1985), realizadas en la Ciudad Universitaria, específicamente en el local del Repertorio Bibliográfico de la Facultad de Letras, se empezó a discutir lo siguiente: la creación de la Facultad de Psicología; la nueva estructura de la Facultad de Letras a base de Escuelas Académico-Profesionales (EAP); y el nombramiento de Comités Asesores de las EAP. En aquel entonces, y como punto previo a la discusión, el Dr. Piscoya dijo que era conveniente nombrar un Secretario Académico, ya que en todas las sesiones debía leerse el acta de la reunión anterior. Se propusieron para el cargo a los profesores Marco Gutiérrez Verástegui y Julio Celada. Fue elegido Secretario el Dr. Marco Gutiérrez. Asimismo se eligió Secretaria Administrativa a la Lic. Nélida Callirgos Marín. En seguida se procedió a discutir los temas de la agenda. El primero de ellos fue lo relativo a la creación de la Facultad de Psicología. El Dr. Víctor Amorós fundamentó las características peculiares de la especialidad de Psicología: infraestructura propia, oficina de impresiones, y estamento estudiantil de 1 600 alumnos; en general, agregó que Psicología tenía las condiciones para convertirse en una Facultad. El Dr. Julio Sanz, profesor de la Escuela Académico-Profesional de Filosofía, quien fuera miembro integrante de la Asamblea Estatutaria que elaboró el Estatuto en 1984, aclaró que cuando se discutió la creación de las Facultades, existió el principio de que para crear una Facultad hubiera un número

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La Facultad iniciaba así su segunda etapa de vida republicana. La primera se inició en 1868 con Sebastián Lorente, quien había instalado la Facultad y de esa manera dio inicio a las Sesiones del Consejo. 2 Para mayor información al respecto ver nuestro libro: Crónica de una crisis: La Facultad de Letras de San Marcos (1967-1969). Lima, 2014.

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de docentes principales establecidos; y aclaró también que para el caso de la Escuela de Psicología, había nueve docentes principales y podría tener las condiciones requeridas para su autonomía 1. El Dr. Marañón, profesor de la Escuela de Filosofía, indicó que evidentemente existía un ánimo favorable al proyecto de la Escuela de Psicología en cada uno de los miembros del Consejo de la Facultad, pero agregó que era conveniente tener en cuenta lo establecido en el Estatuto en su Art. 78°, inciso h, que prescribía que ello compete al Consejo Universitario. El Dr. Piscoya, por su parte, aclaró que había que tener en cuenta no solo criterios académicos y científicos, sino la voluntad de las personas que integraban la Asamblea Universitaria ya que agregó- se necesitaría, para efectuar las reformas previas, sesenta votos a favor. A su turno, el Dr. Washington Delgado, profesor de la Escuela de Literatura, solicitó que el Consejo de Facultad autorice al Decanato para enviar un oficio al Consejo Universitario para que asuma el proyecto y lo proponga a la Asamblea Universitaria. Para ello solicitó el nombramiento de una Comisión. La Comisión estuvo compuesta por los Dres. Víctor Amorós, Julio Sanz y el estudiante Gustavo Ascacíbar. Por otro lado se discutió también sobre la nueva estructura académico-administrativa de la Facultad, para eso se nombró una Comisión que elaborase el nuevo diseño. La Comisión lo conformaron los Dres. Julio Sanz, Carlos Garayar, Enrique Namuche y Alejandro Loli. Enseguida el Decano precisó que “en la estructura funcional de la Facultad, las Escuelas Académico-Profesionales eran piedras angulares de su organización” e indicó que era conveniente el nombramiento de los integrantes de los Comités Asesores y, en segundo lugar, de los directores de las respectivas Escuelas. Consideró además que cada Comité Asesor debía estar integrado por seis miembros: 4 docentes y 2 alumnos. Aceptada la proposición, empezó la elección:

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Psicología era por entonces una Escuela Académico-Profesional dependiente de la Facultad de Letras. En su historia institucional, Psicología comenzó como una Sección del Instituto de Filosofía de la Facultad de Letras desde 1946. Sobre los antecedentes institucionales de la carrera de Psicología, ver como referencia nuestro ensayo: “La fundación de la Escuela Académico Profesional de Filosofía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1946-1947)”. Dialéctica. Revista de Filosofía de la Escuela Académico-Profesional de Filosofía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, N° 2. Lima, julio 2013, pp. 305-309; o del mismo autor el libro Escuela Académico-Profesional de Filosofía. Planes de Estudio, Syllabus, Cátedras y Catedráticos. UNMSM (1985-1997), pp. 7-15.

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En primer lugar, para la Escuela Académico Profesional de Filosofía, el Comité Asesor quedó conformado como sigue: Dres. Raimundo Prado, Sixto García, Arsenio Guzmán, Óscar Marañón, y los estudiantes Zenón de Paz y Fernando Muñoz. El Comité de la EAP de Literatura con los Dres. Edgardo Rivera Martínez, Luis Fernando Vidal, Eduardo Hopkins, Carlos Garayar y los estudiantes Ricardo Delgado Rossi y Edgar Álvarez Chacón. De la EAP de Psicología con las Dras. Nelly Ugarriza y Betty Aguilar, los Dres. Julio Celada, David Jáuregui y los estudiantes César Sánchez Cuadros y Gustavo Ascacíbar Noblecilla. De la EAP de Arte con los Dres. Alfonso Castrillón, Francisco Stastny, las Dras. Dora Felices, Martha Barriga y los estudiantes David Vargas y Ramón Chong Siu. De la EAP de Lingüística con los Dres. Alfredo Torero, Antonio Gálvez Ronceros, Ángel Corvera, la Dra. Clotilde Chavarría y los estudiantes Edith Pineda Bernuy y Ruth Jiménez Palacios. De la EAP de Comunicación Social fueron designados los profesores Manuel Jesús Orbegoso, Carlos Oviedo Valenzuela, Jorge Hani, Víctor Gonzales Pumachaico y los estudiantes Guillermo Vidalón del Pino y Nelson Núñez Vergara. Ahora, en la estructura de la Facultad, el Estatuto reconocía y creaba siete Escuelas AcadémicoProfesionales: Literatura, Psicología, Filosofía, Lingüística, Comunicación Social, Arte y Bibliotecología. De la misma forma se crearon siete Departamentos con sus respectivos Coordinadores Académicos1. Cada Departamento tenía, entre otras funciones, que agrupar a profesores de especialidades afines. Más adelante (28-II-1985) se eligieron a los directores de las Escuelas. Para la Escuela de Filosofía se eligió director al Dr. Sixto García; en la Escuela de Literatura se eligió al Dr. Raúl Bueno Chávez; en Arte al Dr. Enrique Iturriaga Romero; en Lingüística al Dr. Augusto Escribens Triziano; en Psicología al Dr. Víctor Amorós; en Bibliotecología se acordó que no cabía la posibilidad de un Director sino de un encargado de la dirección por el plazo máximo de un año hasta que se regularizara el número reglamentario de docentes, fue así que por votación fue elegido el profesor Luis Fernando Vidal. En Comunicación Social se dio la misma discusión sobre la posibilidad de elegir un encargado o un coordinador. El Dr. Piscoya expresó su preocupación de las soluciones provisionales y sugirió la posibilidad de que el Decano emitiera una resolución. Después de intercambiar ideas se nombró al profesor Jorge Hani como Coordinador de la E.A.P. de

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Para el Departamento de Filosofía se eligió como Coordinador al Dr. Julio César Krüger Castro; en Literatura, al Dr. Tomás Escajadillo; en Psicología a la Dra. Betty Aguilar Olano; en Arte al Dr. Alfonso Castrillón; en Lingüística al Dr. Humberto Masgo; y en Comunicación Social al Dr. Carlos Oviedo (encargado).

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Comunicación Social. Los profesores elegidos líneas arriba fueron los primeros directores de las Escuelas Académico-Profesionales de la Facultad de Letras. En sesiones continuas los catedráticos continuaron discutiendo y organizando la Facultad. Se crearon los Institutos de Investigaciones Humanísticas, Lingüísticas, CILA, Investigaciones del Pensamiento Peruano y Latinoamericano e Investigaciones Psicológicas; además, se establecieron los servicios de Extensión Universitaria y Proyección Social (Museo de Arte, Teatro, Cine, Coro y Ballet). Meses después se iniciaban en la Facultad las Jornadas Curriculares. En abril de 1985, el Rector Antonio Cornejo Polar había propuesto a los catedráticos del Departamento de Literatura de la Facultad de Letras, a la que pertenecía como profesor del área, otorgar el grado de Doctor “Honoris Causa” al poeta cubano Nicolás Guillén (1902-1989). El pedido fue aprobado por unanimidad por el Consejo Universitaria. Fue el Dr. Tomás Escajadillo quien, como Jefe del Departamento Académico de Literatura de la Facultad de Letras de San Marcos, recibió y acompañó al poeta desde el aeropuerto a la universidad. En la Casona de San Marcos (Parque Universitario) se le confirió el Doctorado “Honoris Causa”1. En esa misma ceremonia en honor a Guillén, circulaba entre los asistentes “copias de una breve petición para que se le otorgue al poeta cubano el Premio Nobel de Literatura del presente año. Días después una de las copias llevaba la adhesión no sólo del rector y los vicerrectores de San Marcos sino también de la totalidad de los profesores de su Departamento de Literatura”2. Años más tarde (15-XII-1988), y ante un escenario social muy convulsionado (inflación y terrorismo) la Escuela Académico-Profesional de Psicología de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas lograría su autonomía al convertirse en Facultad; y aunque el tema referente a Psicología escapa a nuestro ensayo, debemos remarcar que tras la instalación de la Facultad de Letras (1985), y la posterior creación de la Facultad de Psicología, surge un grave problema en el seno mismo del 1

“El martes 2 hubo un lleno notable en el Salón de Grados de la antigua Facultad de Letras (Casona de San Marcos, Parque Universitario), donde se realizó la ceremonia. Fue notoria la asistencia masiva de los estudiantes de Literatura de la Universidad, a pesar de que casi no hubo tiempo de pasar la voz. Cuando Guillén se hizo presente en el colonial Salón de Grados había vibración en el ambiente. Para otorgar el grado de “Doctor Honoris Causa” que Cornejo Polar y el pleno de los profesores del Departamento de Literatura había pedido para Nicolás Guillén, fue necesario derogar primero una Resolución Rectoral de la administración Pons Muzzo que limitaba este grado honorifico a Jefes de Estado. Así, los últimos en recibir dicha distinción habían sido el rey de España y el Papa Juan Pablo II; después vino –como decía Vallejo– el negro Guillén”. ESCAJADILLO, Tomás. “Guillén de paso”. Quehacer N° 35, pp. 110-111. 2 Ibíd.

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claustro, pero que ya venía arrastrándose desde muchos años atrás, solo que es por esta época que se acentúa más: el problema de los ambientes. Por aquel entonces, el Pabellón de Letras albergaba a cuatro Facultades: la de Letras propiamente dicha, Educación, Ciencias Sociales y Psicología. La escasez de aulas ante la masificación de los estudiantes obligó a que muchos profesores realizaran sus clases en varios ambientes fuera del claustro: en otras Facultades, en las casas de los profesores, y hasta en las bibliotecas y los cafetines de la Universidad 1. Para solucionar en parte el problema, la Facultad de Ciencias Sociales se trasladó por completo a su nuevo local, de esta forma Educación ocupó el Segundo piso y a Psicología se le asignó los ambientes del Tercer piso y el Sótano del Pabellón de Letras (XII-1989). 4. Consideraciones finales El propósito de este ensayo es, en principio, incentivar las investigaciones institucionales de nuestras Facultades y Escuelas Académico-Profesionales. En esta línea también puede ser de mucho interés reconstruir las historias de las Federaciones y Centros de Estudiantes. Difícilmente alguien puede recordar, o saber, que en la historia de la Universidad Peruana existieron, durante 15 años (1969-1985), los Departamentos y Programas Académicos, y más todavía, que esos años coinciden con la era del marxismo académico, no el marxismo manual (textos que llegaron del extranjero a la Universidad), sino la cátedra universitaria. Ese terreno aún falta explorar. Existen pocos trabajos sobre la Universidad de San Marcos en lo referente a sus Facultades y Escuela Académico-Profesionales, tanto en lo académico e institucional 2. La parte académica tiene 1

Para nadie es un secreto que la masificación estudiantil es, y seguirá siendo, uno de los problemas más delicados que enfrenta la Universidad peruana. Este fenómeno se inicia aproximadamente en los años cuarenta y las causas son diversas: alto índice de crecimiento demográfico; ausencia por parte del Estado de una verdadera planificación educativa; acelerado dinamismo social y aumento cada vez mayor de jóvenes que prefieren elegir estudios universitarios para mejorar su calidad de vida. Este crecimiento se refleja aún más en San Marcos, y respecto a la Facultad de Letras, los ambientes físicos, como el Pabellón, permanecieron siempre iguales. Pero este problema también tuvo otra causa: el económico. La Universidad en general siempre ha sufrido la indiferencia económica de los gobiernos de turno, dotándolas cada vez de menos recursos, esto obviamente repercute no solo en la calidad académica de los profesores y estudiantes, sino en otra serie de problemas, como la infraestructura. 2 Algunos trabajos sobre el tema son por ejemplo los de Luis Alberto Sánchez; Luis Aurelio Loayza; Reynaldo Saavedra, Breve noticia de la fundación y transformaciones de la Facultad de Filosofía y Letras (1866-1919); Carlos Daniel Valcárcel, La Facultad de Letras y Ciencias Humanas (1919-1966); Hermilio Valdizán, La Facultad de Medicina de Lima; Gustavo Delgado Matallana y Miguel Rabí Chara, Evolución histórica de la Facultad de Medicina de San Fernando, Universidad Nacional Mayor de San Marcos:

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que ver con los syllabus, planes de estudio, cátedras y catedráticos. Toda esa información ayuda a conocer, entre otras cosas, cómo ha sido, o ha cambiado, el perfil académico y la formación profesional de los estudiantes sanmarquinos. Lo institucional tiene que ver con los acuerdos del claustro de profesores en las sesiones de los Consejos de Facultad, y esto con el objetivo de conocer el funcionamiento de la institución. Dentro del ámbito universitario tampoco debemos ser ajenos a los excesos de la política, tanto de docentes como de estudiantes. En San Marcos, los años setenta y ochenta fueron años de extrema politización, de sectarismos, violencia, radicalismo y movilizaciones. Por otra parte, muy poco, o casi nada, se conoce acerca de los catedráticos y su relación con San Marcos y sus Facultades, y para el caso de Letras y Ciencias Humanas sería interesante conocer, aparte del balance de sus obras, la trayectoria universitaria en la cátedra de los recordados maestros Jorge Hani Legunda (1933-2013), Manuel Jesús Orbegoso (1923-2011), Alfredo Torero (19302004), Washington Delgado (1927-2003) o Víctor Amorós Terán (1929-2005), este último, ex Decano de la Facultad de Letras y principal impulsor de la creación de la Facultad de Psicología. Conocer la historia institucional de nuestras Facultades y Escuelas Académico-Profesionales es generar identidad en los estudiantes y profesores.

sesquicentenario de la Facultad de Medicina, 1856-2006; Aurora Marrou Roldán, Historia de la Facultad de Educación; José Carlos Martín, Historia de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas (1875-1920); Gustavo Pons Muzzo, Historia de la Facultad de Derecho; Dagoberto García Ramos, Pedro Gálvez, primer decano de la Facultad de Derecho; Juan Vicente Ugarte del Pino, Historia de la Facultad de Derecho; entre otros.

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EL ACIAGO 1812 VENEZOLANO Y EL DESAFORTUNADO FIN DE FRANCISCO DE MIRANDA (PRIMERA PARTE) JORGE PAREDES MUÑANTE Universidad Nacional Mayor de San Marcos Resumen: 1812 constituye un año trágico para la historia de la primera república venezolana (1811-1812). Ese año las fuerzas patriotas son derrotadas por las realistas al mando de Domingo Monteverde y ello obliga a Francisco de Miranda a firmar la Capitulación de San Mateo, el 25 de julio de 1812. Este acontecimiento produce un golpe de Estado contra Miranda liderado por Simón Bolívar, el 31 de julio, y por una serie de traiciones la entrega de Miranda a los realistas y con ello su muerte militar y política. Palabras claves: Miranda / Bolívar / Monteverde / La Guaira / Golpe de Estado.

1. Introducción El trágico fin de la Primera República venezolana fue realmente la crónica de una muerte anunciada. Si bien es cierto que se sella con la Capitulación de San Mateo (25 de julio de 1812), esa capitulación es el comienzo del fin de la vida de Francisco de Miranda. Miranda había vivido la mayor parte de su vida al servicio de la revolución separatista hispanoamericana por lo que el apelativo solo de precursor es realmente mezquino. Si el 25 de julio de 1812 se vio obligado a capitular, sin embargo, debió ser, como en otras oportunidades, para volver a empezar la lucha revolucionaria. Miranda no es el precursor de escritorio, no es el teórico que antecede a las revoluciones, es el ideólogo que con la pluma y con el arma en ristre, cual cuerdo Quijote, se lanza al mundo para hacer realidad esa revolución que él concibe, con la que él sueña y que, por esas cosas trágicas que posee la vida, acabará con su existencia, en una situación por demás confusa. La Capitulación de San Mateo, por esos insondables vericuetos que tiene la historia, terminará catapultando a la fama a Simón Bolívar y sepultando a Francisco de Miranda; es cierto, no en el olvido, pero sí enterrándolo en vida hasta su muerte definitiva, cuatro años después en otro julio fatídico, pero esta vez 14, en una insalubre prisión gaditana, La Carraca, de esa España, no podemos ni debemos olvidar, en la que en sus años mozos, como tantos otros líderes de la revolución hispanoamericana, recibió su formación militar, luchó por ella, se desencantó y pasó a combatirla

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con ese espíritu español que en el fondo tenían todos los criollos, independientemente del bando en el que se encontraban. En este trabajo pretendemos encontrarle una explicación a lo que realmente ocurrió el 31 de julio de 1812, a ese bochinche de un grupo de connotados mantuanos contra su jefe Miranda, acusado de traición, y que terminó con su prisión por parte de los conjurados y su casi inmediata entrega a las fuerzas enemigas, a los realistas al mando de Monteverde. Cuál fue el papel jugado por Bolívar, que no era, como pretenden algunos historiadores, un simple complotado más sino el líder de la conjura. Qué había ocurrido para que el desencanto hubiese llegado a tal nivel y se pensara en abrirle un juicio sumario y fusilarlo bajo el supuesto de que el gran líder de la revolución venezolana, de la Primera República, era un traidor. ¿Tenía algún sentido ese cargo conociendo la trayectoria revolucionaria de Miranda? ¿Qué papel le cupo a Bolívar en este abstruso suceso histórico? Parafraseando a Fernando Falcón, tenemos muy claro que no puede presentarse a Bolívar, ni a ningún personaje histórico, a rendir cuentas en el tribunal de la historia, porque este, simplemente, no existe (Falcón, 2006, p. 13). No se trata de ello. Simplemente se trata de conocer para comprender hasta dónde esto es posible. 2. El desafío mantuano de 1808 Los mantuanos constituían la poderosa y endogámica nobleza criolla caraqueña, una verdadera casta conformada por grandes y poderosos terratenientes cuya riqueza se basaba en la producción del cacao (Rosenblat, 1975, pp. 73-74). Esta élite criolla estaba imbricada con los grupos socioeconómicos poderosos de la Metrópoli e incluso con la propia corte, como ha sido puesto de relieve por Alejandro Cardozo (2012). Los mantuanos se van a ver inmersos en los acontecimientos que ocurren en la Metrópoli como consecuencia de las abdicaciones de Bayona y la invasión francesa a la Península. No solo es el impacto de la eclosión juntera sino lo que es más importante y trascendente: la retroversión de la soberanía al pueblo como consecuencia de la vacatio regis. Es necesario enfatizar que, como señala Raúl Chanamé, Napoleón tuvo especial cuidado que la vacancia real de los borbones españoles fuese total: el 2 de mayo Fernando VII abdica a favor de su padre, el 5 abdica, a favor de Napoleón, el rey Carlos IV. Ese mismo 5 Napoleón cede a su hermano José los reinos de España y de las Indias:

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“Art. 1.- Su Majestad el emperador de los franceses cede á su Majestad el rey de Napoles y de Sicilia los derechos á la corona de España y de las Indias que adquirió por la cesion que de ellos le hizo el rey Cárlos IV, y á la que adhirieron el principe de Asturias y los príncipes infantes de España. Su Majestad el rey José Napoleon gozará de ella perpétuamente él y sus sucesores masculinos por via de primogenitura, y con esclusion perpétua de las hembras y su descendencia, conforme á las constituciones de España que en lo sucesivo se determinarán”. (Del Castillo, Alejandro, 1843, pp. 716-719). Cinco días después, el 10 de mayo, a exigencia de Napoleón, Fernando renuncia a sus derechos como Príncipe de Asturias y el día 12 los infantes Antonio y Carlos renuncian a sus derechos (Chanamé, 2013, p. 42). “Articulo 1. ° Su Alteza real el príncipe de Asturias adhiere á la cesion hecha por el rey Cárlos de sus derechos al trono de España y de las Indias en favor de su Majestad el emperador de los franceses, rey de Italia y protector de la confederacion del Rhin, y renuncia en cuanto sea menester á los derechos que tiene como príncipe de Asturias á dicha corona” (Del Castillo, Alejandro, 1843, pp. 714-715). Es necesario enfatizar que la “eclosión juntera” producida en España como reacción frente a ese complejo y abyecto proceso de abandono se produce, en el fondo, como consecuencia de los encuentros y desencuentros entre no solo Carlos IV y su hijo Fernando, sino entre los partidarios que ambos personajes poseían, en una verdadera lucha palaciega que el afrancesado, y partidario de José I, Miguel José de Azanza y Alegría, embajador de España en París (1810-1811), calificara como “intriga de putas” (Dufour, 1999, p. 13). El 19 de marzo de 1808 Carlos IV, frente al motín de Aranjuez y la actitud de confrontación de Fernando y de rebeldía del pueblo español contra el príncipe Godoy, se había visto obligado a entregar la corona a su hijo Fernando, usando como pretexto su vejez: “Como los achaques de que adolezco no me permiten soportar por más tiempo el grave peso del gobierno de mis reinos, y me sea preciso para reparar mi salud gozar en clima más templado de la tranquilidad de la vida privada; he determinado, después de la mas seria deliberación, abdicar mi corona en mi heredero y mi mui caro hijo el Príncipe de Asturias. Por tanto es mi real voluntad que sea reconocido y obedecido como Rei y Señor natural de todos mis reinos y dominios. Y para que este mi real decreto de libre y espontánea abdicación tenga su exacto y debido cumplimiento, lo

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comunicaréis al consejo y demás a quienes corresponda. Dado en Aranjuez, a 19 de marzo de 1808.-Yo, el Rey.- A don Pedro Cevallos”. Sin embargo, el endeble e inconstante Carlos IV protestaba que dicha dimisión era nula porque había sido obligado a ella: “Protesto y declaro que todo lo que manifiesto en mi decreto del 19 de marzo abdicando la corona en mi hijo, fue forzado, por precaver mayores males, y la efusión de sangre de mis queridos vasallos, y por tanto de ningún valor.=YO EL REÍ.:= Aranjuez y marzo 21 de 1808" (Gazeta (sic) de Madrid del viernes 13 de mayo de 1808). Esta situación caótica de la corte española fue muy bien aprovechada por Napoleón quien convenció a la familia real para reunirse en Bayona donde conseguiría que el príncipe de Asturias, Fernando, devolviese la corona a su padre y este se la entregase a Napoleón quien a su vez terminó cediéndola a su hermano José. En el artículo primero de su abdicación del 5 de mayo Carlos IV explícitamente declara: “Su Majestad el rey Carlos, que no ha tenido en toda su vida otra mira que la felicidad de sus vasallos; constante en la idea de que todos los actos deben dirigirse á este fin;

no pudiendo las

circunstancias actuales ser sino un manantial de disensiones, tanto más funestas cuanto las desavenencias han dividido su propia familia, ha resuelto ceder, como cede por el presente, todos sus derechos al trono de las Españas y de las Indias a S.M. el emperador Napoleón, como el único que, en el estado a que han llegado las cosas, puede restablecer el orden…” (Del Castillo, Alejandro, 1843, pp. 713-714. Tres días después, el 8 de mayo, comunica su renuncia, texto que con suma claridad d expresa la debilidad de carácter y total falta de honor de Carlos IV: “He tenido a bien dar a mis amados vasallos la última prueba de mi paternal amor… Así pues, por un tratado firmado y ratificado he cedido a mi aliado y caro amigo el Emperador de los franceses todos mis derechos sobre España e Indias; habiendo pactado que la corona de las Españas e Indias ha de ser siempre independiente e íntegra cual ha sido y estado bajo mi soberanía, y también que nuestra sagrada religión ha de ser no solamente la dominante en España, sino también la única


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que ha de observarse en todos los dominios de esta monarquía”. (Gazeta (sic) de Madrid del viernes 20 de mayo de 1808, N° 48, p. 482). Como consecuencia de esas pávidas abdicaciones deviene el “vacío de poder” y al unísono la digna reacción del pueblo español, no de la élite, expresado en lo que se ha dado llamar la eclosión juntera. Ese proceso juntero va a replicarse en Hispanoamérica en forma simultánea e íntimamente imbricada con lo que va ir acaeciendo en la Península a partir de 1808. En ambos continentes las consecuencias de ese proceso van a ser múltiples y profundas. En España, el tránsito -con sus marchas y contramarchas- hacia un liberalismo político que ha de concluir con el establecimiento del sistema monárquico parlamentario (Constitución Española de 1978, Título Preliminar, art. 1). En Hispanoamérica, con la formación de Estados independientes y soberanos en un proceso sumamente breve (1808-1824). Con palabras de F.X. Guerra, una verdadera explosión histórica que “va a desembocar en la desintegración de ese conjunto político en múltiples Estados soberanos, uno de los cuales será la España actual” (Guerra, 2009, p. 26) y el otro, los actuales Estados Hispanoamericanos Sin embargo, en los hechos seguía siendo rey Fernando VII porque tanto en la Metrópoli como en Hispanoamérica no se reconocía su abdicación. Hay que tener presente que las Cortes de Cádiz, en septiembre de 1810, habían señalado que reconocían, proclamaban y juraban por su único y legítimo rey al señor D. Fernando VII, declarando nulas de ningún valor ni efecto la cesión de la corona que se dice hecha a favor de Napoleón, no solo por la violencia que intervino en aquellos actos injustos e ilegales, sino principalmente por faltarle el consentimiento de la nación. (Chanamé, 2015, p. 69). Todos los rituales del poder, en ambos hemisferios, se llevaron a cabo en nombre de Fernando, El Deseado. Sin embargo, es muy válida la reflexión que al respecto formula Inés Quintero: “¿Quién ejerce la autoridad en ausencia del Rey?, ¿sobre quién recae la soberanía? ¿Son legítimas las abdicaciones? ¿Debían sostenerse las autoridades constituidas o debían ser sustituidas por otras?” (2008, pp. 491-492). El capitán general de Venezuela, el valenciano Juan de Casas y Barrera, el 27 de julio de 1808, incapaz de sufrir el peso que lo agobiaba por los sucesos que ocurrían en la Península, según don Pedro Urquinaona y Pardo (Comisionado de la Regencia Española para la Pacificación del Nuevo Reino de Granada), se dirige a los miembros del Ayuntamiento:

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He creído, después de una madura y detenida reflexión, que debe erigirse en esta ciudad una Junta, á ejemplo de la de Sevilla; y deseando que se realice á entera satisfacción de los mismos que se interesan en ella en común utilidad de todos, espero que V. S., me manifieste en este delicado asunto cuanto le pareciere, con toda la brevedad que fuese posible. (Urquinaona, 1917, pp. 20-21). El Ayuntamiento, en poder de los mantuanos, asumió el encargo y pronto ya tenía formada la junta. Esta, sin embargo, no se instaló porque en esos momentos llegaron comisionados de la Junta de Sevilla solicitando que se le reconociese como legítimo órgano de gobierno, lo cual fue aceptado por el capitán general, aunque el Cabildo manifestó sus reservas (Quintero, 2005, p. 42). Los mantuanos, de muy mala gana, tuvieron que reconocer, el 29 de agosto de 1808, a la Junta de Sevilla. Descontentos, se produjeron nuevos planes mantuanos para la formación de una junta autónoma, surgiendo la, según Inés Quintero, mal llamada conjura de los mantuanos, la última demostración inequívoca de lealtad al monarca y el último acto en defensa de la integridad del reino español, según la prestigiosa historiadora venezolana. Los mantuanos, a semejanza de otros grupos criollos hispanoamericanos, se habían visto afectados por las reformas borbónicas, las cuales “estimularon el sentimiento de postergación y abonaron la búsqueda de un autonomismo local, que, tras la crisis de la monarquía se transformó en abierta rebeldía contra la Corona” (Bernabéu, 2006, p. 15). La crisis metropolitana de 1808 devino en la ocasión propicia para pugnar por recobrar los privilegios perdidos. En un primer momento, en ningún lugar de Hispanoamérica se piensa y actúa teniendo como objetivo la independencia. A lo máximo que se aspira es a un autonomismo. Que esto ha de conducir, en diversos lugares de América, y en diversos tiempos, a la independencia, es algo que sucede casi imperceptiblemente y en gran parte porque los intereses contrapuestos entre las élites criollas tienden a permanecer a pesar del liberalismo que se opera en la Metrópoli, a pesar de las Cortes y de la Constitución gaditana. La Metrópoli, independientemente de quién o quiénes detentasen el poder, no podía permitir, por ejemplo, una igualdad de representación de americanos en función del tamaño y población toda vez que ello significaba trastocar el centro de un imperio, trastocar la relación centro-periferia. El 22 de noviembre de 1808, cuarentaicinco mantuanos firmaban una representación dirigida al gobernador y capitán general de Venezuela proponiendo la constitución de una Junta Suprema que ejerciera la autoridad suprema en la provincia, ínterin el rey Fernando VII regresaba al trono. Esta

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reacción, como lo señala Inés Quintero, parte nada menos que de una significativa dupla peninsularcriolla: de don Antonio Fernández de León, marqués de la Casa León, español natural de Badajoz y miembro de la Real Audiencia, y del mantuano Francisco Rodríguez del Toro. En el Patriota de Venezuela, con mordaz estilo periodístico, se le califica como el pretendido gobierno filantrópico de los Toros y los Leones. Las reuniones se llevan a cabo en casa de José Félix Ribas con la asistencia de la crema y nata de la sociedad caraqueña: Martín de Tovar y Blanco, Martín y José Tovar Ponte, Mariano Montilla, Vicente Ibarra, el Marqués del Toro, el Conde de San Javier, Nicolás Anzola, Juan Nepomuceno y Vicente Ribas (hermanos de José Félix), entre otros connotados miembros de la alta sociedad caraqueña. El 24 de noviembre le fue entregado al capitán general Juan Casas el documento redactado por el marqués de la Casa León y firmado por cuarentaicinco vecinos, en el cual se habla de la criminal felonía cometida por Napoleón contra “nuestro amado Rey y su Real Familia, y contra el honor y libertad de 1a Nación” (“Conjuración en Caracas”, 1808). Se le hace presente que la gloria de la Nación consiste en adoptar medios uniformes, como lo asienta la Suprema Junta de Sevilla en su manifiesto del 3 de agosto último, “por lo que consideran de absoluta necesidad que se lleve a efecto la resolución del Sr. Presidente Gobernador y Capitán General comunicada al ilustre ayuntamiento para la formación de una Junta Suprema con subordinación a la Soberana de Estado, que ejerza en esta ciudad la autoridad suprema, mientras regresa al trono nuestro amado Rey” (“Conjuración en Caracas”, 1808). Los altivos mantuanos, sin embargo, tuvieron que soportar la humillación de ser encarcelados, aunque por supuesto en sus casas, en cuarteles o alejados de Caracas: “1. Arrestar en sus respectivas casas al marqués del Toro, al conde de San Javier y a don Antonio Fernández de León. 2. Arrestar en los cuarteles que el señor presidente dispusiera a don José Félix Ribas, a los abogados don Nicolás Anzola y don Vicente Tejera, a don Mariano Montilla, don Francisco de Paula Navas, don Juan Sojo y a los hermanos don Martin y don José Tovar. 3. Arrestar en los cuarteles rnientras se !es reciba declaración y luego confinarlos fuera de la ciudad a don Pedro Palacios, quien debía ser enviado a Curiepe; a los abogados don Ignacio y Antonio Nicolás Briceño Méndez quienes serán remitidos luego a la Sabana de Ocumare; a don Francisco Antonio Paul y don Juan Jerez Aristeguieta quienes serán confinados en Aragilita; a don Juan Nepomuceno Ribas cuyo destino será Guatire; a don José María Uribe a la costa de

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Ocumare; a don Isidoro Quintero, don Domingo Galindo y don Narciso Blanco para Puerto Cabello; a don Antonio Esteves para Tacarigua, a don Tomás Montilla a Baruta, a don Vicente Ibarra al pueblo de Charallave y a don Francisco de la Cámara para la Guaira” (Quintero 2008a, p. 108). Fueron procesados por orden de Joaquín de Mosquera y Figueroa, regente interino de la Real Audiencia (Quintero, 2008). El cargo principal era que la pretendida constitución de una junta gubernativa solo era pretexto para obtener la independencia (Quintero, 2005, p. 43). El juicio a los implicados en este movimiento se prolongó hasta octubre de 1809 debido a que un grupo de mantuanos recurrió a la propia Junta Central de España para que este organismo se pronunciara sobre el caso, lo que hizo el 25 de octubre de 1809, ratificando el fallo de absolución dado por la Real Audiencia el 4 de mayo de 1809. Como bien señala Inés Quintero, “los sucesos del año ocho no pueden considerarse como un acto de insubordinación contra la Corona mucho menos interpretarse como un movimiento preindependentista” (Quintero, 2005, p. 44). 3. Los mantuanos al poder (1810) Los acontecimientos políticos y militares que se van sucediendo en la Península actúan en Hispanoamérica con efecto cascada. Se actuaba no en función de fines políticos predeterminados o coherentemente planificados, sino como reacción ante la posibilidad de que la Península cayese bajo dominio francés. Pero, por otro lado, se va haciendo cada vez más notoria la reacción de los criollos americanos de rechazo a las actitudes discriminatorias de los organismos gubernativos establecidos en la Península con relación a los derechos de igualdad preconizados por los representantes americanos en la corte gaditana. La eclosión juntera española termina por replicarse en Hispanoamérica. 1809 será el año de los avances y retrocesos, fundamentalmente porque en uno de los nudos del imperio, en el virreinato peruano, las fuerzas realistas dirigidas por el virrey Abascal han de colaborar para que la quietud vuelva a diversos territorios (Quito, Charcas, Chile). En cambio, 1810 va a ser el año en el cual los movimientos autonomistas van a ir transformándose en separatistas, van a hacer frente a las fuerzas realistas en una guerra que no dejando de ser nunca civil se vio en la necesidad de devenir en una guerra contra un enemigo confrontado como foráneo.

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Los mantuanos, en abril de 1810, pasan a liderar una segunda arremetida contra ese resquebrajado orden establecido. Se deciden por la deposición del capitán general Vicente Emparán y Orbe y el establecimiento de una Junta de Gobierno. El 19 de abril, Jueves Santo, se dará inicio a una vorágine de acontecimientos que va a llevar, un año después, a la proclamación de la independencia, al inicio de la guerra separatista venezolana que ha de empalmar con la de Nueva Granada, para convertirse en una unidad con la formación del ejército libertador del norte al mando de Bolívar y que se extenderá, en un brevísimo periodo, por los territorios actuales de Ecuador, Perú y Bolivia. El 14 de abril de 1810 llega a Puerto Cabello el bergantín Palomo y con dicho navío noticias sumamente preocupantes: Sevilla estaba en poder de los franceses. Parecía inevitable el reinado de José I. El ayuntamiento caraqueño analiza la problemática. Martín Tovar Ponte y Nicolás Anzola, alcalde y regidor del ayuntamiento de Caracas, convencieron a don José de las Llamosas, vicepresidente del cabildo, para que convocara una sesión extraordinaria, que debería realizarse el 19 de abril de 1810. Es cierto que no había un plan predeterminado orgánico pero volvió a aflorar entre los mantuanos la pretensión de desconocer al capitán general. Cinco días después, el ayuntamiento de Caracas rompe el nudo gordiano. Lo que ocurrió ese 19 de abril lo conocemos por diversas fuentes, una de ellas la propia acta del ayuntamiento de Caracas que puede ser considerada como la versión heroico-romántica de los vencedores y que debe ser contrapuesta con la versión de los vencidos, en este caso, la relación del depuesto auditor general de guerra de Venezuela, Joseph Vicente de Anca. Señala la historiadora Nydia Ruiz Curcho (1994) que lo importante no es cuál de las dos versiones se ajusta mejor a la realidad de lo allí acontecido, toda vez que la realidad se construye socialmente y que las dos versiones compitieron por ser la verdad mientras se mantuvo la competencia por el poder entre los dos sectores encontrados. Como la historia la escriben los vencedores, el acta deviene en el documento que relata “la verdad” impuesta y transmitida mediante los mecanismos sociales legitimadores que son las versiones “oficiales” de la realidad social (Ruiz, 1994, p. 202). El cabildo caraqueño se reunió a las 8 de la mañana del señalado 19 de abril. Los regidores Valentín Ribas y Rafael González invitaron a Emparán para que presidiese la reunión. En dicha sesión se planteó la necesidad de formar una Junta de Gobierno debido a que al haberse disuelto, en la Península, la Junta Central, resultaba indispensable que una Junta asumiese la soberanía de Venezuela. Los opositores a esta posición, y entre ellos por supuesto Vicente Emparán, hicieron referencia a que ya se había constituido un Consejo de Regencia. Martín Tovar argumentó que

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dicho organismo no podía ser acatado porque su constitución era ilegítima, toda vez que nadie poseía el necesario poder para constituir un organismo gubernativo de ese tipo. Hacia las 9 de la mañana, la sesión fue suspendida para que las autoridades se trasladasen a la iglesia Catedral para estar presentes en la ceremonia religiosa establecida por ser Jueves Santo. Parecía que este intermedio podía calmar la situación. Sin embargo, Emparán se encontró en la plaza con una multitud pendiente de los acontecimientos que casi sorpresivamente comenzó a corear un desafiante: “¡al cabildo!, ¡al cabildo!” Entre la multitud, en actitud de azuzadores, se encontraban distinguidos miembros de la elite mantuana como José Félix Ribas, Francisco Javier Yánez, Tomás Mariano Montilla y Juan Germán Roscio. De pronto, Emparán se vio detenido por el caraqueño Francisco Salias, quien con un entre respetuoso e insolente “os llama el pueblo a cabildo, señor”, le exigió volver al ayuntamiento. Comienza así la segunda etapa de la sesión del 19 de abril. Parece ser que los moderados van a imponerse porque, al parecer, la Junta que se forme ha de ser presidida por el propio capitán general. Pero intempestivamente hace su ingreso, al salón donde se realizaba la reunión, José Joaquín Cortés de Madariaga, canónigo de la iglesia Metropolitana, chileno de nacimiento, y manifiesta su oposición a que Emparán presida la Junta a formarse. Sagazmente, propone consultar a la muchedumbre que se encuentra, expectante, en la plaza. El capitán general se asoma al balcón del cabildo y la multitud, azuzada por el canónigo, le manifiesta su rechazo. Urquinaona expresa que, en esos momentos, “la chusma siguió el tolle tolle sin oír lo que se le preguntaba, ni saber lo que respondía, como siempre suceden estas escenas tumultuarias” (Urquinaona, 1917, p. 31). La suerte de Emparán estaba echada. Se redacta de inmediato el acta de lo allí ocurrido y se dispone su publicación “en los parajes más públicos de esta ciudad, con general aplauso y aclamaciones del pueblo, diciendo: «¡Viva nuestro rey Fernando VII, nuevo Gobierno, muy ilustre Ayuntamiento y diputados del pueblo que lo representan!»” (Acta del 19 de abril). Al día siguiente quedaba establecida la Suprema Junta Gubernativa de Caracas que se proclamaba defensora de los derechos de Fernando VII. El 19 de abril de 1810 va a marcar un punto de quiebre muy significativo en la marcha del fidelismo hacia un autonomismo que en poco tiempo evolucionará hacia el separatismo. Ligia Berbesi (2010) señala que los hechos ocurridos el 19 de abril actúan como un catalizador para que criollos y peninsulares manifiesten sus dudas sobre la legalidad y efectividad de la Regencia como órgano central de gobierno. Ello explica que el 3 de mayo la Junta, por unanimidad, decida no reconocer la

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autoridad de aquel consejo por usurpador y arbitrario. En el acta del 19 de abril se expresa que, por noticias últimas procedentes de Cádiz, parece haberse sustituido otra forma de gobierno con el título de Regencia la cual no puede ejercer ningún mando ni jurisdicción sobre estos países que no siendo ya colonias, sino partes integrantes de la Corona de España, están llamados a ejercer ellos la soberanía interina. La nueva estructura de poder quedó conformada por la Junta Suprema con sus dos presidentes, Martín Tovar Ponte y José de las Llamozas; 21 vocales y cuatro secretarios de Estado: Juan Germán Roscio en Relaciones Exteriores, Lino de Clemente en Marina y Guerra, Nicolás de Anzola en Gracia y Justicia y Fernando Key Muñoz en Hacienda; el Tribunal de Apelaciones, Alzadas y Recursos de Agravios, que sustituyó a la Real Audiencia; el Ayuntamiento se convirtió en Municipalidad; una Junta de Guerra y una Junta de Hacienda (Maldonado, 2005, p. 3). La Junta caraqueña, el 3 de mayo de 1810, se dirige a la Regencia en respuesta a las comunicaciones que el 14 de enero de 1810 dirigiera esta al Capitán General de Venezuela; al tiempo que reafirma su desconocimiento de la pretendida legalidad de dicha institución como representativa del reino y, como consecuencia, declara la existencia de un real vacío de poder que hace que la soberanía revierta al pueblo y con ello la legalidad a la Junta caraqueña. La Junta Suprema de Caracas asume, como una necesidad para poder enfrentar con éxito a las fuerzas realistas, el reto de extender el movimiento a toda la Capitanía. Sin embargo, Coro y Maracaibo se manifestaron partidarias del Consejo de Regencia. Germán Cardoso y Arlene Urdaneta Quintero (2007, p. 430) señalan que Coro significó un grave problema no solo por la influencia ejercida sobre Maracaibo, sino por la segregación de su importante espacio económico de la provincia de Caracas. Coro era el centro de una intensa actividad, eje económico que compartía con La Vela. Sobre los regionalismos venezolanos y las escisiones producidas en los territorios mencionados, Inés Quintero (2012) ha puesto énfasis en los intereses disímiles de las diversas élites regionales que explican estos desencuentros. Además, señala la prestigiosa historiadora, las elites de Coro y Maracaibo no tenían ninguna oportunidad de ampliar su espacio de representación ni de hacer valer sus demandas y aspiraciones de acuerdo a sus intereses mientras se mantuviesen sujetos a la autoridad de Caracas. Ello explica sus negativas a reconocer la autoridad de la Junta Suprema (pp. 211-212). 4. La Primera República (1811-1812)

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El siguiente hito en el proceso separatista es la proclamación de la independencia de Venezuela, el 5 de julio de 1811. Previamente se había establecido, el 2 de marzo de 1811, el Primer Congreso de las Provincias Venezolanas ante el cual declinó la Junta Suprema sus poderes, convirtiéndose en Junta Provincial de Caracas. Este primer Congreso quedó instalado con la representación del clero y los diputados electos por las capitales provinciales de Caracas, Margarita, Barinas, Mérida, Cumaná, Trujillo y Barcelona; las ciudades y pueblos de Cumanacoa, Paria, La Grita, Valencia, Achaguas, Calabozo, Guasdualito, San Sebastián. (Vásquez, 2012, p. 21). Hay que tener presente que los miembros de este congreso aun juraron por Dios y los Sagrados Evangelios defender los derechos de Fernando VII. Subsistía aún la duda entre el autonomismo y el separatismo. Aquí entra a tallar la Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía, que habiendo sido creada por la Junta Suprema el 14 de agosto de 1810, con la inofensiva finalidad de fomentar la agricultura, da un viraje y se convierte en la institución que va a actuar a semejanza de un partido político cuyos miembros, entre los que destacan Miranda y Bolívar, van a difundir las ideas separatistas con sus discursos y publicaciones en diversos periódicos (El Patriota Venezolano, El Mercurio, La Gaceta de Caracas, etc.). Todo ello va a presionar para que el Congreso se decida de una vez por todas por la independencia. El discurso de Bolívar del 2 de julio de 1811 será decisivo al expresar que desvirtuaba erróneas ideas de que se estuviese fomentando el cisma, cuando todos estaban confederados contra la tiranía extranjera: Que debemos atender a los resultados de la política de España. Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres. La Sociedad Patriótica respeta como debe al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la Sociedad Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. ¡Pongamos sin temor la piedra fundamental de la independencia sudamericana, vacilar es perdernos! (Esteves, 2007, pp. 24-25). Las presiones de la Sociedad Patriótica dieron fruto. El 3 de julio el diputado José Luis Cabrera Charbonier, canario de nacimiento (Hernández, 1998, p. 457) y diputado por Guanarito, planteó, en el Congreso, la necesidad de debatir y decidirse por la independencia. Dos días después, J. L. Cabrera insistía que tenía que discutirse sobre la independencia de Venezuela. Cabrera, ese día 5, expresó: “… se acabó el tiempo de los cálculos entró el de la actividad y energía, seamos pues independientes, pues queremos y debemos servirlo” (Zapata, 2011, p. 211). Después de un arduo debate de varias horas, la independencia fue declarada el 5 de julio de 1811. Juan Germán Roscio y

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Francisco Isnardi fueron encargados de redactar el acta de tan trascendental acontecimiento. El acta fue leída y aprobada por el Congreso el día 7 de julio y publicada, por bando, siete días más tarde. Con la declaración y proclamación de la independencia se da un salto cualitativo al transitarse del autonomismo al independentismo, aquello que, con gran acierto metafórico, el historiador venezolano Reinaldo Rojas denomina uno de los “nudos historiográficos” (Rojas, 2011, p. 71) y que tiene que ver con esa persistente dicotomía historiográfica entre reformismo y separatismo, autonomismo e independentismo. “Nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida, y Trujillo, que forman la Confederación americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y legítimamente desde el 19 de Abril de 1810 ( ... ) a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes [ ... ]” (Rojas, 2011, p. 86) Cinco meses después, el 21 de diciembre de 1811, los representantes de Margarita, de Mérida, de Cumaná, de Barinas, de Barcelona, de Trujillo y de Caracas, reunidos en Congreso General, promulgaban la Constitución Federal para los Estados de Venezuela. Con ello, al igual que con el Acta de la Confederación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, y sin la influencia de la Constitución de Cádiz, se inicia el importante proceso constituyente inspirado directamente en los principios del constitucionalismo moderno que originarían la sanción de diversas constituciones provinciales, así como la constitución de dos nuevos estados nacionales con la sanción de la Constitución Federal para los Estados de Venezuela del 21 de diciembre de 1811 y el Acta de Confederación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada del 27 de noviembre de 1811 (Brewer-Carías, 2012a, pp. 53-54). (Continuará en la Revista del ISMP Nro. 31…)

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2.2. Historia Sanmartiniana

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HOMENAJE AL DR. GUSTAVO PONS MUZZO, EXCELSO HISTORIADOR SANMARTINIANO, EN EL CENTENARIO DE SU NATALICIO (1916-2016) ALEXIS R. ARÉVALO VERGARA Universidad de Lima

RESUMEN: El Dr. Gustavo Pons Muzzo es uno de los historiadores más notables que ha tenido el Perú, su dedicación a la investigación y a la enseñanza de nuestro pasado, hizo de él un verdadero cultor del peruanismo. Este ensayo es un homenaje que conmemora el centenario de su natalicio (1916-2016); buscando así, resaltar su vida y obra. Asimismo, en la última sección se presenta genealogía de este linaje, desde don Bartolomé Pons, súbdito español, natural de Palma de Mallorca, que vino al Perú a finales del siglo XIX, pasando por el notable historiador y su amplia descendencia. PALABRAS CLAVE: Gustavo Pons Muzzo / historiador peruano / genealogía / Linaje Pons /centenario

I.

Introducción

Este 2016, se conmemora el centenario del natalicio del destacado historiador peruano Dr. Gustavo Pons Muzzo, excelso cultor del peruanismo, historiador incansable de la Gesta Libertadora y de la vida y obra del Libertador D. José de San Martín. Su obra se encuentra en todas las bibliotecas peruanas; ya que, incluye tanto, textos para la educación secundaria como otros académicos de mayor profundidad. Sus trabajos son el punto de partida para todas las demás venideras, y soporte de los nuevos estudios que se harán. Leyendo a Pons-Muzzo se descubre el Perú, aquel mundo cambiante que se debatía por su libertad, aquel que es hoy, forjada por los Libertadores, y cimentada luego por otros notables que la consolidaron. Pons-Muzzo fue cultor y defensor del Perú, no olvidemos que fue él, quien con tenacidad corrigió el himno nacional que por décadas contenía un párrafo apócrifo. He allí la envergadura de este hombre

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de oro, quien fue amado por su familia, respetado por sus colegas y venerado por todos nosotros que le admiramos y leemos asiduos su obra. Existen muy buenas biografías de él, como por ejemplo el Diccionario histórico-biográfico del Dr. Alberto Tauro del Pino; otro, incluso con más detalle, se encuentra en aquel homenaje que le hizo el Ing. Manuel de Ingunza Simonetti, Presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú, que incluye una preciosa fotografía del historiador sanmartiniano a tres cuartos, portando todas sus condecoraciones, bien ganadas por décadas de estudios del y para el Perú, fotografía que recogemos al colofón de esta investigación. Debo advertir que este trabajo no busca repetir lo mismo, que otros, que lo trataron, ya han publicado con anterioridad; sino que, buscamos dar un aporte diferente a lo ya existente. En primer lugar, haré una brevísima sinopsis de su vida y obra; para finalmente, en la última sección, presentar la genealogía de la familia Pons-Muzzo desde el primero que llegó al Perú hasta los últimos descendientes, retoños que llevan con honor el apellido que hizo conocido este historiador defensor de nuestra peruanidad. II.

Biografía

Nació en Tacna el 12 de setiembre de 1916, hijo de don Bartolomé Pons Salleres y doña Elsa Muzzo Vásquez. Estudió en el Liceo de Tacna, hasta que su familia fue expulsada producto del proceso de chilenización; debiendo trasladarse a Lima. Continuó sus estudios

en el Colegio

Salesiano y luego los secundarios en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe (19291933). Concluido sus estudios secundarios ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en la cual se graduó como Bachiller en Letras, el 16 de enero de 1940, sustentando la tesis “El conflicto entre el Perú y España; y posteriormente, optó el grado de Doctor en Letras, con la tesis “Historia del conflicto entre el Perú y España”, el 28 de octubre de 1943. Luego hizo un segundo Doctorado en Educación, en la especialidad de Historia y Geografía, con la tesis “Hacia una solución del problema de la educación nacional”, el 9 de setiembre de 1948, que mereció el Premio de Fomento a la Cultura otorgado a la especialidad (1948).


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Su desenvolvimiento profesional se desarrolló en varios colegios capitalinos, destacándose su incorporación en 1943 en el plantel del Colegio Militar Leoncio Prado, en el cual ejerció el cargo de Jefe de los cursos de Historia del Perú, entre 1944 a 1950 y Director de Estudios entre 1950 a 1952. Luego, de 9 años ejerciendo la docencia allí, pasó como Director de la Gran Unidad Escolar Emilio R, de Nosiglia, hasta 1954; concluido este período, con el mismo cargo pasó a la Gran Unidad Escolar Ricardo Bentín, hasta 1957. Finalmente, fundaría su propio Colegio San Julián, obra de la cual sus egresados recuerdan con mucha nostalgia, como he podido comprobar en diversa correspondencia con sus ex alumnos, interesados en rescatar el Centenario del Natalicio del excelso historiador. Pons-Muzzo fue, asimismo, catedrático de Historia de América en la Facultad de Letras de su alma mater, entre 1949 a 1953; así como, catedrático de Problemas Pedagógicos Peruanos en la Facultad de Educación de la Universidad Católica. Su desenvolvimiento académico fue notable. Sus conocimientos y su facilidad para investigar en archivos antiguos, le valieron descubrir hechos notables y poco conocidos en la historiografía nacional. Sus apuntes y disertaciones con otros intelectuales, le llevaron a publicar una amplia obra, destacándose:  Símbolos de la patria (1974)  Educación para los jóvenes peruanos (1953)  Las fronteras del Perú (1962)  Historia del conflicto entre el Perú y España 1864-1866 (1966)  Política educativa del Estado peruano (1966)  Homenaje a Barranco (1969)  Compendio de Historia del Perú (1978)  El Coronel Francisco Bolognesi y el expansionismo chileno (1987)  Estudio histórico sobre el Protocolo de Río de Janeiro (1994)  Breve reseña histórica de los límites fronterizos Perú-Ecuador (1995)  Del Tratado de Ancón a la comisión de Lima. Una historia de la política exterior chilena desde la firma del Tratado de Ancón a la actualidad (1999)  La Ley N.° 1801 y la letra auténtica del Himno Nacional (1983), importante texto que logró la supresión de una estrofa apócrifa, cantada por décadas.

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Fue miembro de varias instituciones cívico-patrióticas como el Instituto Sanmartiniano del Perú, del cual fue Presidente y condecorado como Gran Oficial de las Palmas Sanmartinianas del Perú. Asimismo, fue miembro de varias comisiones estatales, entre ellas perteneció a la Comisión Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, respecto a la propuesta chilena de darle una salida al mar a Bolivia, entre diciembre de 1975 a noviembre de 1976; entre otras, siempre referidas a la educación y la cultura. Fue quizás la más importante comisión a la que perteneció la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia, ya que trabajó activamente en las compilaciones que dieron origen a la magnífica “Colección Documental”, preparando con sumo cuidado los 3 volúmenes referidos a “La Expedición Libertadora” (1971); del mismo modo, los otros 3 volúmenes del “Primer Congreso Constituyente” (1973-1975); tras la partida del Perú del Gral. D. José de San Martín. Independientemente, publicó “El gobierno protectoral del Libertador Generalísimo José de San Martín” (1971). Recibió innumerables condecoraciones por su amplia labor, entre ellas podemos citar la Orden El Sol del Perú, la Orden del Libertador San Martín de la República Argentina, las Palmas Magisteriales, las Palmas Sanmartinianas, entre otras; distinciones que lo honraron en vida y que ahora son de lucimiento para su descendencia, que tendrá siempre presente a su venerable antepasado, un hombre notable del cual el Perú estará eternamente agradecido. III.

Genealogía de los Pons-Muzzo del Perú

La genealogía de este linaje español, asentado en Tacna, Perú, a finales del siglo XIX y posteriormente trasladados a Lima, en la segunda década del XX, se inicia en: I.

Bartolomé Pons que casó con Da. Margarita Salleres, súbditos españoles, naturales de

Palma de Mallorca1; fueron padres de: II.1. Paula Emilia Pons y Salleres, nacida en España, 1864, casó en la parroquia de San Pedro de Tacna, Perú, el 12 de febrero de 1881, con D. Arturo M. Carbajal, nacido en Tacna, en 1861, hijo de D. Cirilo Carbajal y Da. María Godines1. Fueron padres de: 1

Es probable que fueran naturales de Palma de Mallorca, España, esta hipótesis se basa en que su segunda hija doña Josefa Pons y Salleres, nació allí en 1870, conforme figura en su partida eclesiástica de matrimonio.

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II.1.1. Julio Celestino Carbajal Pons, nacido en San Pedro, Ilabaya, Tacna, el 28 de mayo de 18832. II.1.2. Rosa Elvira Carbajal Pons, nacida en Tacna en 1885, casó en la parroquia de San Pedro de Tacna, Perú, el 12 de octubre de 1912, con D. Calixto Valda y Ramírez, súbdito español, hijo de D. Inocente Valda y Da. Cipriana Ramírez3. II.1.3. Emilia Teresa Adriana Carbajal Pons, nacido en Tacna, el 06 de octubre de 18874. II.1.4. José Leoncio Carbajal Pons, nacido en San Pedro de Tacna, el 20 de octubre de 18895. II.1.5. Juan Alberto Francisco Carbajal Pons, nacido en San Pedro, Tacna, el 13 de febrero de 18926. II.1.6. Armando Valerio Carbajal Pons, nacida en San Pedro, Tacna, el 12 de setiembre de 18937. II.1.7. Rebeca Ana Carbajal Pons, nacida en Tacna, el 06 de abril de 1901 8. II.1.8. Margarita Blanca Carbajal Pons, nacida en Tacna, el 07 de octubre de 19069. II.2. Josefa Pons y Salleres, nacida en Palma de Mallorca, España, en 1870, casó en la parroquia de San Pedro de Tacna, Perú, el 30 de enero de 1892, con D. Felipe Aparicio

1

Cfr. Familysearch, Perú Marriages, 1600-1940, Batch Nro. M66144-7, Microfilm Nro. 1389746, Identif. Ref. p. I-20. 2 Cfr. Familysearch, Perú Baptisms, 1556-1930, Batch Nro. C66151-1, Microfilm Nro. 1389810, Identif. Ref. I-5 P. 132 3 Cfr. Familysearch, Perú Marriages, 1600-1940, Batch Nro. M66144-7, Microfilm Nro. 1389746, Identif. Ref. I-23, p. 189. 4 Cfr. Familysearch, Perú Baptisms, 1556-1930, Batch Nro. C03909-1, Microfilm Nro. 1389744, Identif. Ref. p. 57. 5 Cfr. Familysearch, Perú Baptisms, 1556-1930, Batch Nro. C03909-2, Microfilm Nro. 1389744, Identif. Ref. p. 135. 6 Cfr. Familysearch, Perú Baptisms, 1556-1930, Batch Nro. C03909-4, Microfilm Nro. 1389744, Identif. Ref. p. 186. 7 7 Cfr. Familysearch, Perú Baptisms, 1556-1930, Batch Nro. C03909-5, Microfilm Nro. 1389744, Identif. Ref. p. 186. 8 Cfr. Familysearch, Perú Baptisms, 1556-1930, Batch Nro. C03910-1, Microfilm Nro. 1389744, Identif. Ref. V B-19 P. 104. 9 Cfr. Familysearch, Perú Baptisms, 1556-1930, Batch Nro. C03910-5, Microfilm Nro. 1389744, Identif. Ref. 252.

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y Sarabia, nacido en Valladolid, España, en 1867, hijo de D. Francisco Aparicio y Da. Encarnación Sarabia1. II.3. Margarita Pons y Salleres, nacida en Tacna ¿? En 1871, casó en la parroquia de San Pedro de Tacna, Perú, el 30 de noviembre de 1892, con D. Julio Muzzo y Richini, viudo de Da. Mercedes Vázquez, hijo de D. Pedro Muzzo y Rosa Ricchini 2. Fueron padres de: II.3.1. Santiago Orestes Muzzo Pons, nacido en Tacna, el 12 de setiembre de 19023. II.4. Bartolomé Pons y Salleres, nacido en San Pedro, Tacna, el 30 de noviembre de 18824; tenía la nacionalidad española y se dedicaba al comercio en Tacna. La situación política de dicha ciudad era caótica producto de la chilenización de las provincias injustamente ocupadas tras la guerra del Pacífico. El cariño por el terruño que lo vio nacer, lo hizo enfrentarse a las autoridades del país sureño. Tal fue su patriotismo por el Perú que le “costó la expulsión por parte de las autoridades chilenas… un acto que les valdría el apoyo del gobierno peruano, que asumió el coste de su repatriación”5 a nuestro país. Se sabe que el general chileno Fernández Pradel firmó la orden para en que el 27 de mayo de 1925

se le embarcara, junto con su familia, en el Vapor Oropesa con

dirección a Guayaquil “a consecuencia de haberse interceptado comunicaciones suyas con tacneños residentes en el Perú”6. La familia Pons no volvería a esa ciudad en la 1

Cfr. Familysearch, Perú Marriages, 1600-1940, Batch Nro. M66144-7, Microfilm Nro. 1389746, Identif. Ref. I-21 p. 167 Nro. 4. 2 Cfr. Familysearch, Perú Marriages, 1600-1940, Batch Nro. M66144-7, Microfilm Nro. 1389746, Identif. Ref. I-21 p. 183 Nro. 68. 3 Cfr. Familysearch, Perú Baptisms, 1556-1930, Batch Nro. C03910-2, Microfilm Nro. 1389744, Identif. Ref. p. 169. 4 Cfr. Familysearch, Perú Baptisms, 1556-1930, Batch Nro. C03157-2, Microfilm Nro. 1389744 5 Anuario de estudios americanos, Volumen 66. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009, p. 116. 6 Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. El proceso de Tacna y Arica (1925-1927): reseña de los principales sucesos y recopilación de documentos oficiales relativos al período comprendido entre la expedición del laudo arbitral, las actividades plebiscitarias y los buenos oficios, hasta la propuesta del secretario de estado mr. Kellogg, de noviembre de 1926, y la presentación de la réplica peruana ante la Comisión especial de límites. Lima: Casa editora "La Opinión nacional", 1927, p. 25.

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que pacíficamente se habían asentado pero ahora expulsados por una potencia enemiga. El Perú les abriría sus brazos y acomodaría en Lima. D. Bartolomé Pons y Salleres había casado con Da. Elsa Mercedes Muzzo Vázquez, nacida en Tacna en 1887, hija de D. Julio Muzzo y Ricchini y Mercedes Vázquez 1; fueron padres de: III.1. Alfonso Pons Muzzo casó con Da. Elvira Vargas, fueron padres de: III.1.A. Mariela Elsa Pons Vargas, nacida en Lima, el 7 de mayo de 19462. III.1.B. Elvira María Pons Vargas, nacida en Lima, el 8 de diciembre de 19493. III.1.C. Fernando Antonio Pons Vargas, nacido en Lima, el 3 de febrero de 19584. III.2. Gustavo Pons Muzzo, intelectual peruano, Gran Oficial de la Orden El Sol del Perú, Comendador de la Orden del Libertador San Martín, de Argentina, Palmas Magisteriales, en el grado de Amauta, etc., nació en Tacna el 12 de setiembre de 1916 y fallecido en Lima el 06 de febrero de 2008. Casó con Da. Aurea Estela Díaz Burga, nacida el 11 de abril de 1929; fueron padres de: IV.1. Gustavo Ernesto Ponz-Muzzo Díaz, nacido en Bellavista, Callao, el 28 de agosto de 19515 y fallecido el 17 de noviembre

1

Cfr. Familysearch, Perú Marriages, 1600-1940, Batch Nro. M66144-7, Microfilm Nro. 1389746, Identif. Ref. I-23, P. 179. 2 Cfr. Familysearch, Perú, Lima, Civil Registration 1874-1996, Carpeta digital Nro. 005095305, Imagen Nro. 00366. 3 Cfr. Familysearch, Perú, Lima, Civil Registration 1874-1996, Certificado Nro. 5511, Carpeta digital Nro. 005121693, Imagen Nro. 00130 4 Cfr. Familysearch, Perú, Lima, Civil Registration 1874-1996, Microfilm Nro. 005194492, Carpeta Digital Nro. 005194492, Imagen Nro. 00154. 5 Cfr. Familysearch, Callao, Registro Civil, 1874-1996, Certificado Nro. 2276, P. 359, Microfilm Nro. 007365955, Carpeta Nro. 00373, Imagen Digital Nro. 00373

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de 2016, casó con Carmen Cecilia Nalda, nacida el 18 de junio de 1952; fueron padres de: V.1. Gustavo Bartolomé Pons-Muzzo Nalda, nacido en Miraflores, Lima, el 09 de marzo de 19801, que casó con Da. Melissa Cox, nacida el 25 de agosto de 1981; fueron padres de: VI.1.

Facundo

Pons-Muzzo

Cox,

nacido el 10 de diciembre de 2015. V.2. Julio Pons-Muzzo Nalda, nacido el 20 de marzo de 1982, que casó con Da. Ángela Heredia, nacida el 04 de setiembre de 1985; fueron padres de: VI.1. Nicolás Pons-Muzzo Heredia, nacido el 02 de julio de 2012. V.3. Carmen Lourdes Pons-Muzzo Nalda, nacida el 21 de setiembre de 1988. Tiene el grado académico de Bachiller en Administración, por la Universidad del Pacífico, desde el 24 de enero de 2014. IV.2. María Elsa Pons-Muzzo Díaz, nacida en Bellavista, Callao, el 07 de febrero de 19552. Tiene el grado académico de Bachiller en Ciencias Sociales en especialidad Historia, por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, desde el 13 de febrero de 1981; posteriormente el 22 de setiembre de 1983, optó la Licenciatura en Historia, por su alma mater.

1

Cfr. Familysearch, Perú, Lima, Civil Registration 1874-1996, Certificado Nro. 859, Carpeta digital Nro. 005638538, Imagen Nro. 00261. 2 Cfr. Familysearch, Callao, Registro Civil, 1874-1996, Certificado Nro. 416, P. 116, Microfilm Nro. 007392636, Carpeta Digital Nro. 007392636, Imagen Nro. 00118.


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IV.3. Alfonso Pons-Muzzo Díaz1, nacido en Lima, el 12 de setiembre de 19562, casado con Da. Katia Vizcarra Silva, nacida el 15 de diciembre de 1960; fueron padres de: V.1. Leonardo Pons-Muzzo Vizcarra, nacido el 29 de noviembre de 1991. V.2. Andrea Pons-Muzzo Vizcarra, nacido el 06 de febrero de 1997. IV.4. Ricardo Jorge Pons-Muzzo Díaz, nacido en Bellavista, Callao, el 27 de junio de 19593. Tiene el grado académico de Bachiller en Medicina, por la Universidad Peruana Cayetano Heredia, desde el 19 de junio de 1985; esa misma fecha, optó el título de Médico Cirujano, por su alma mater. Asimismo, tiene el título de Médico Cirujano especialista en cirugía de tórax y cardiovascular, por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el 13 de agosto de 2000. Casó con Da. Faria Bernuy, nacida el 01 de diciembre de 1958; fueron padres de: V.1. Luciana Pons-Muzzo Bernuy, nacida el 24 de agosto de 1991. IV.5. Aurea Margarita Pons-Muzzo Díaz, nacida en Bellavista, Callao, el 06 de julio de 1961 4, casado con D. Pablo Castañón Carbajal, nacido el 11 de enero de 1961; fueron padres de:

1

Se agradece muy especialmente al distinguido Sr. D. Alfonso Pons-Muzzo Díaz, quien nos proporcionó la descendencia de su padre. 2 Cfr. Familysearch, Perú, Lima, Civil Registration 1874-1996, Certificado Nro. 4228, Carpeta digital Nro. 005194483, Imagen Nro. 00034. 3 Cfr. Familysearch, Callao, Registro Civil, 1874-1996, Certificado Nro. 2081, p. 281, Microfilm Nro. 007424773, Carpeta Digital Nro. 007424773, Imagen Nro. 00283. 4 Cfr. Familysearch, Callao, Registro Civil, 1874-1996, Certificado Nro. 2197, p. 297, Carpeta digital Nro. 007463430, Imagen Nro. 00299.

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V.1. Sandra Castañón Pons-Muzzo, nacida el 30 de noviembre de 1988. V.2. Daniela Castañón Pons-Muzzo, nacida el 16 de enero de 1994. IV.6. Federico Francisco Pons-Muzzo Díaz, nacido el 02 de abril de 1963. Tiene el grado académico de Bachiller en Arquitectura por la Universidad Ricardo Palma, desde el 07 de agosto de 1990, optó el título de Arquitecto, por su misma Casa de Estudios, el 15 de octubre de 1993. Casó con Da. Rocío Santivañez, nacida el 17 de enero de 1968; fueron padres de: V.1. María Alejandra Pons-Muzzo Santivañez, nacida el 07 de agosto de 1995. IV.7. Jaime Rolando Pons-Muzzo Díaz, nacido el 13 de diciembre de 1967.

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Gustavo Pons Muzzo, excelso historiador sanmartiniano.

Gustavo Pons Muzzo como Director del Colegio San Julián de Barranco (1967).

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PEPITA BALCARCE, LA NIETA DEL GRAL. SAN MARTÍN. EL ARTE DEL RESGUARDO EN ALGUNOS OBJETOS SINGULARES.

ALDO-MARCOS DE CASTRO PAZ Historiador y genealogista argentino Resumen: Los recuerdos de familia evocan un diálogo entre las generaciones, recuerdo vivo del ayer de nuestros mayores. A partir de pocos objetos como son una estampa, un estuche, dos retratos, un mantel y un cuadro, nos adentraremos a las pertenencias que fueron de Da. Pepita Balcarce, nieta del Gral. José de San Martín. Estas piezas históricas han adquirido con el tiempo, tan sólo por haber tenido la fidelidad de conservarla, un valor intrínseco que es resguardado con el mayor celo y profundo cariño por sus actuales propietarios. Palabras clave: José de San Martín / familia Balcarce / patricios porteños /Argentina / antigüedades

“No se escriben recuerdos para los demás ni para uno mismo, sino para dar la vida a seres, a cosas, que de otro modo no hubieran existido, ni vivido, ni hubieran salido jamás de los limbos...” Alain Danielou Las cosas de todos los días, suntuosas o sencillas, fueron un refuerzo para la existencia y un adorno para la vista. Fueron, muchas veces desde el solo peso de las cosas pequeñas. Estuvieron allí desde la sola gravitación de su mínimo paso impostergable. Cuando la imprevisión termina con el curso de su existencia, acaban entre los trastos y los desperdicios, olvidadas. Más, cuando el cuidado o esa singular cualidad del azar doméstico las ha ido resguardando en el fondo de algún armario, en el rescoldo de la red de un mueble o en el anejo de un salón, en la ventana siempre abierta de una vitrina o en el menudo ramaje de una alacena, las cosas toman una fuerza inédita, recuperan los ecos de aquel atajo del tiempo. Tras el ritmo sucesivo


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de los instantes, son el memorial del tiempo que dormita en ellas, connaturalmente, y su sola presencia evoca un diálogo entre las generaciones. Las cosas, en este marco, pasan a ser fuertes reservorios del tiempo ido, del ayer de nuestros mayores, de la cotidianidad que ellas han protagonizado sin saberlo, de año en año, de mano en mano y de siglo en siglo.

Sonríe mi tía e interlocutora, la señora Celia de Estrada de Frías Bunge (1906-2002), sobrina de José Manuel, el patrono de las Escuelas católicas argentinas y tataranieta del protomédico Cosme Argerich, sentada en su sala del porteño barrio de las Victorias, junto a un mueble de estilo Don Pedro del estrado colonial de su tatarabuela misia Martina de Sarratea Altolaguirre 1. Y una tarde levantando la cabeza y tornando visible la tersura de su mentón, me dice: -'Mirá esta ESTAMPA2. Tiene su historia, y por eso quiero regalártela. Yo tenía diez años cuando un día Mamá me llevó al Palacio Episcopal a saludar al Canónigo Terrero, como le decían entonces a monseñor Juan Nepomuceno Terrero y Escalada, que era famosísimo. En el momento que él me miró, me puso la mano sobre la cabeza (yo estaba estupefacta, porque llevaba una larga cola de color fucsia que salía de su sotana y Mamá, que estaba espléndida con un sombrero de altas plumas y su traje negro, le había besado el anillo con mucha devoción). Él, mirándome con detenimiento y afecto me dijo (alisándome el gran moño blanco que yo llevaba en la cabeza): - Porque eres la hija del hermano de mi gran amigo José Manuel Estrada, a quien quise mucho, te voy a hacer un regalo. Esta estampa del Niño Jesús me la envió Pepita Balcarce desde París, y ahora con mi bendición, es tuya.'Yo me fui muy feliz con mi estampa a casa, que es un grabado impreso en galalite francés, pero lo que Mamá luego me explicó es que la famosa Pepita Balcarce que él me nombraba con tanta familiaridad, era nada menos que la nieta del General José de San Martín!-'

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Mujer del señor Alberto Frías Bunge, sobrino tataranieto del Gral. Manuel Belgrano. Cfr. Estampa de Da. Josefa (Pepita) Balcarce - Imagen Nro. 1.

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Cuando ella levantaba la cabeza para después bajarla y centrarse en sí misma, era como si quedara conectada con el otro tiempo, la dorada época ya ida de sus años de plenitud. Ante mi asombro por este relato, ella agregó: 'Mi hermano siempre me reconvenía, porque según él yo no valoraba ni alcanzaba a darme cuenta del núcleo donde nací, porque siempre me fue habitual. Y, lógicamente, ¡no podía ser de otra forma...!'.

En efecto, doña Josefa Dominga Balcarce y San Martín era hija de la “patricia mendocina” doña Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada (1816-1875), casada en 1832 con el Dr. Mariano Antonio Severo Balcarce (1807-1885), diplomático, secretario de la Misión Sarratea a Londres y mas tarde Ministro Plenipotenciario de Argentina en Paris. Por lo que Josefa era nieta del Libertador de Argentina, Chile y Perú, general José de San Martín (1778-1850); y por línea de su abuela doña María de los Remedios Carmen Rafaela Feliciana de Escalada y de la Quintana (1797-1823), era prima tercera de Monseñor D. Juan Nepomuceno Terrero y Escalada, segundo Obispo de La Plata (1901-1921), sobrino de D. Máximo Terrero -primo de los próceres Manuel Belgrano y de Juan José Castelli- casado con la “Niña Manuela” de Rozas y Ezcurra, la hija del Restaurador, y a su vez sobrino nieto de Monseñor Mariano José de Escalada y Bustillo Zeballos, primer Arzobispo de Buenos Aires y asistente por la Argentina al Concilio Ecuménico Vaticano I de 1871. Mi padre Marcos Agustín de Castro Paz y algunos de sus hermanos fueron confirmados por él, y era acotación corriente que la cruz pectoral que pendía de su cuello había sido diseñada por un orfebre, el que incluyó las piedras que pertenecieron a la condecoración que el general O´Higgins le entregó al general San Martín.

También ubico un estuche guarda anteojos de teatro (MONÓCULO)1. El mismo, es síntesis visual de la vida elegante de entonces, en teatros, veladas de gala y de beneficencia a las que su propietaria acudía con frecuencia. Está realizado en cuero verde fileteado de oro, con sendos centros de flores bordadas en relieve y oro, que lleva grabado en su interior –que se extrae por una lengüeta de cueroel nombre de la dama: Jsefa Balcarce (sic). 1

Cfr. Monóculo de Da. Josefa Balcarce - Imagen Nro. 2.

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Josefa Balcarce era hija de doña María Mercedes Tomasa de San Martín y de la Quintana, nacida en Mendoza el 24 de agosto de 1816 y bautizada el día 31 por el vicario general castrense del Ejército de los Andes Dr. José Lorenzo Güiraldes, a cargo de la salud espiritual de 3.987 hombres, entre jefes, oficiales y tropa. El padrinazgo estuvo a cargo de doña Josefa Álvarez y del ingeniero JOSÉ ANTONIO ÁLVAREZ CONDARCO1 (Tucumán, 1780 – Chile, 1855), hijo del Alcalde don José Antonio Álvarez Condarco y de doña Gregoria Sánchez de Lamadrid de Paz y Figueroa (nieta de D. Domingo de Paz y Figueroa Ibáñez del Castrillo)2, químico e ingeniero que adhirió a la gesta de Mayo de 1810, Director técnico de la Fábrica de Pólvora de Córdoba y del Polvorín de Cuyo (Argentina); cartógrafo, ayudante de campo y secretario privado del general José de San Martín en el Cruce de los Andes, para cuyo cometido realizó el reconocimiento visual de la topografía chilena para asentarlo en los mapas: atravesó los Andes y se batió en Chacabuco. Asimismo, el sargento mayor del Regimiento de Artillería del Ejército de los Andes, amigo de los generales Balcarce y Gregorio de Las Heras, organizó la Marina y fue jefe del Departamento de Ingenieros y Caminos de la República de Chile. Hacia fin de ese año, las damas se daban a la tarea de bordar la Bandera de los Andes, a pedido del Libertador: Laureana Ferrari (mujer del coronel Manuel de Olazábal); Dolores Prats de Huisi; Margarita Corvalán Sotomayor de Anzorena, hermana del general Manuel de la Trinidad Corvalán, amigo de San Martín y edecán de Dorrego y de Rosas; y Mercedes Álvarez de Segura, sobrina de patriotas, el general Bruno Morón y el coronel Juan Bautista Morón3. Josefa Balcarce había nacido en Grand Bourg (Francia) el 14 de julio de 1836 y murió en Brunoy el 15 de abril de 1924. Casó en Lima con don Fernando María de los Dolores Vicente Cleofás

1

Cfr. Retrato del Ing. José Antonio Álvarez Condarco - en Imagen Nro. 3. Hermano de mi sexto abuelo, el general don Juan Joseph de Paz y Figueroa e Ibáñez del Castrillo (17161767), Teniente General de Gobernador de Santiago del Estero, Tesorero de la Real Hacienda, encomendero, personaje acaudalado de larga y lucida actuación: un Departamento de la provincia lleva su nombre. Era primo hermano de la Beata MARIA ANTONIA de PAZ y FIGUEROA (1730-1799), fundadora de la Santa Casa de Ejercicios de Buenos Aires. 3 El autor, en la década del ´50 fue alumno en Azul (BA) de la señorita Emma Josefina Segura Álvarez, que descendía de la patricia mendocina. 2

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Gutiérrez de Estrada Gómez Cortina (1833-1904), miembro de una prestigiosa familia, Caballero de la Legión de Honor y secretario de la legación de México en París1. Todos los viajeros que llegaron hasta ella la elogiaron por su gentileza y sus maneras 2. Al enviudar erigió en las proximidades de París (Brunoy) la Fundación Balcarce y Gutiérrez de Estrada con el fin de sostener un asilo de ancianos. Del mismo modo, durante la guerra del ´14 organizó un hospital de sangre para asistir a los heridos en su propio “Petite Château” (residencia que había sido del conde de Provence, hermano de Luis XVI) –que le mereció la distinción de la Legión de Honor del gobierno francés-, el cual pasó a integrar la Sociedad Filantrópica de París. La noche anterior a tal distinción, los enfermos ornamentaron la casa con un cartel que decía: "Gracias, señora, usted es más valiente que nosotros". Mientras, su casa porteña fue legada al Patronato de la Infancia y todos los recuerdos de su ilustre abuelo, al Museo Histórico. En 1895, don Adolfo P. Carranza, primer director del Museo Histórico Nacional, le pidió a Josefa Balcarce los objetos y muebles del Libertador para ser exhibidos en los repositorios que guardaban los tesoros de la patria lejana. El 30 de mayo de 1899, la anciana escribía: En vista de todos estos patrióticos empeños que tanto honran la memoria de mi venerado abuelo, he decidido –prescindiendo de mis sentimientos íntimos- conforme lo participo a Vd. por la presente, donar desde ahora al Museo Histórico Nacional no sólo todos los muebles de mi abuelo que conservaba yo religiosamente en el mismo orden que guardaban en su cuarto en vida de él (…). A tal efecto, realizó un listado y un croquis del cuarto del General, para que pudiera ser reconstruido en su tierra. En Buenos Aires, el Instituto Nacional Sanmartiniano, sito en Plaza Grand Bourg (réplica ampliada de la casa donde murió el prócer), el Museo Histórico Nacional de Parque

1

Era hijo del Ministro de Relaciones Exteriores de México, D. José Miguel Gutiérrez de Estrada, Caballero Gran Cruz de la Orden de Carlos III, y de la condesa doña Ana María Gómez de la Cortina. Recuérdense las Máximas para mi Hija, que el gral. San Martín le había dedicado a su madre, valores que ella transmitió a sus hijas. Cfr. Tomás Diego BERNARD (h), Comentarios de, Máximas para mi Hija. José de San Martín. Ed. Kapelusz, Buenos Aires, 1950. 2 Recuérdense las Máximas para mi Hija, que el gral. San Martín le había dedicado a su madre, valores que ella transmitió a sus hijas. Cfr. Tomás Diego BERNARD (h), Comentarios de, Máximas para mi Hija. José de San Martín. Ed. Kapelusz, Buenos Aires, 1950.

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Lezama y el Complejo Histórico Udaondo de Luján, conservan y exhiben numerosas piezas que pertenecieron al Padre de la Patria. Este es el MONUMENTO1 de Ibarra García al General José de San Martín con sus dos nietas, María Mercedes (1833-1860) y Josefa Dominga Balcarce y San Martín (1951). El Capitán conoce a Remeditos en una tertulia en su casa paterna. Entonces, le escribe a su amigo el general Mariano Necochea: “Esa mujer me ha mirado para toda la vida”. Y he aquí a sus dos nietas que le acompañaron en el desarraigo hasta la muerte. La tradición familiar relata que el general San Martín –conocido militar y estratega- era muy irritable y siempre cobraba sofoco para alcanzar un objetivo, esperando plasmar otro que ya tenía en su mente. En medio de su mal estado de salud, emprendió su viaje titánico hacia los Andes, y lo acompañaban muchos valientes de todas las edades y procedencias. Entre ellos recordamos a la persona del teniente coronel José Ceferino Palma (1796-1861) que de adolescente acompañó al general San Martín durante el Cruce de los Andes y luego fue un importante terrateniente de Tupungato. Su mujer, Josefa de Echenique, era hija de José Santiago de Echenique Martínez de Betancur, b. el I.V.1776, vecino y hacendado de Río Cuarto (Córdoba), y de Petrona Pescara; nieta paterna de Juan Patricio

de Echenique Garay, b. 2.I.1734, Licenciado y Maestro en Artes egresado de la

Universidad de San Carlos de Córdoba, + 1810, y de Josefa Rita Martínez de Betancur González Carriazo; bisnieta paterna de José Jerónimo Santiago de Echenique y Cabrera, Maestre de Campo, Regidor, Familiar del Santo Oficio de la Inquisición, Licenciado en Filosofía, + Salta 13.II.1747, y de Bartolina Rosa de Garay Tejeda Torres Salguero; tataranieta de Juan de Echenique, b. Vera de Bidasoa de Navarra hacia 1640, pasó a Indias y se radicó en Córdoba del Tucumán, donde fue Teniente de Gobernador, Corregidor y Capitán a Guerra en 1676, encomendero de Lules, + 13.VIII.1709, y de María Rosa de Cabrera, casados el 10.VII.1689 en la capilla de la estancia La Lagunilla, hija ella del Maestre de Campo Gerónimo Luis de Cabrera y Saavedra, Cabo y Gobernador de Salta, Esteco y Jujuy en 1660, Contador Juez Tesorero de la Real Hacienda de Tucumán en 1654 (+20.VIII.1689) y de Antonia de Carvajal y Velasco, descendientes todos de ilustres conquistadores. 1

Cfr. Monumento de San Martin anciano junto con sus nietas – Imagen Nro. 4.

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La bandera del regimiento de Talavera llegó a San Juan la noche del 7 de mayo de 1817, conducida por el teniente José Ceferino Palma y recibida con la dignidad y magnificencia que exige un trofeo de tanta importancia. Se la expuso en el altar de la Virgen del Carmen del templo de San Agustín, patrona del Ejército de Los Andes, hasta su traslado por un decreto de 1822 a la Iglesia Matriz de San Juan, poco después Catedral de Cuyo. Una escuela rural de Tupungato lleva el nombre del Coronel José Ceferino Palma. Mamá Pepa1, mientras quedó aguardando su regreso del Cruce de los Andes, bordaba un sutil MANTEL2 o pisito de encajes, que ella misma ubicó sobre la mesa de arrimo de mármol y caoba. Un día el Libertador llegó muy nervioso a su sala, y Josefa de Echenique de Palma le sirvió un té sobre dicho mantel. Ella estaba amasando pastelitos con almíbar…y debió dejarlo todo por lo imprevisto de la visita. Era el día de la ceremonia del bautizo de su hija Merceditas, “la infanta mendocina”. Con los años, el mantel pasó a su nieta la señora Alicia Olmedo Araujo de Moyano Cardoso, suave y culta en los salones, oficial de la Legión de María de la Catedral de Mar del Plata y asidua de mi familia. En ocasión de mi casamiento (1982), ella me obsequió dicho recuerdo con el retrato de su abuela Mamá Pepa, y asimismo con la voluntad de que esta relación no se perdiera con el tiempo. He colocado el mismo en la mesa isabelina de un solo pie labrado donde el Dr. Sáenz Peña conversaba con el coronel Eduardo P. Villarruel, attaché argentino en Bélgica y Roma. La misma, llegó a mi poder por legado de su hija la señora Isolina Villarruel de Núñez Monasterio y de Acosta y Lara (1904-1993), gran contertulia de mi casa. Mi tío bisabuelo don Martín de Castro Ramos (1848-1896), procurador, martillero, agrimensor y escribano público –hijo de D. Martín Hermenegildo Tiburcio de Castro y Domínguez de Garfias (1797-1859), notable hacendado de Soriano (R.O.U.) que integró el Padrón de Artigas de 1811, y de doña María Ramos y Quiñones (1810-1906), miembro de la comitiva de recepción de los Treinta y Tres Orientales-, casó con doña Magdalena Teófila de Escalada López Camelo (1845-1929), hija 1 2

Cfr. Antigua fotografía de Da. Pepita Balcarce con una edad avanzada. Cfr. Mantel de Da. Pepita Balcarce – Imagen Nro. 6.

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de D. José Eufrasio de los Dolores de Escalada Gadea, alcalde ordinario y escribano público de Soriano (R.O.U.). Don José Eufrasio de Escalada concedió a su primo 2º D. Tulio Bonifacio de Castro (18751938) –hijo del Comandante don Marcos de Castro Ramos, miembro del Partido Blanco oriental, y de Máxima María de los Dolores García de Castro (1854-1886), hija de uno de los oficiales que constituyeron el Ejército Libertador del general Lavalle- un cuadro de doble cartabón negro. El mismo lleva a) el escudo nacional argentino bordado con hilos de seda; b) Hojas del histórico Pino de San Lorenzo (Santa Fe), testigo del Combate donde participó su padre, el coronel D. Celedonio de Escalada, aclamado “Ciudadano Ilustre de las Provincias Unidas del Río de la Plata” por la Asamblea del Año XIII, junto al Gral. San Martín, aportándole el auxilio de su cañón y su tropilla de caballos blancos, y c) Hojas del Algarrobo de San Isidro (Bs. Aires), testimonios de la entrevista de los generales José de San Martín y Juan Martín de Pueyrredon en vísperas de concertar estrategias para la liberación de los pueblos americanos. Este CUADRO1 existente en nuestro archivo y recibido de manos de D. Ismael Secundino de Castro (1886-1962) fue realizado en Montevideo, junto con un retrato de Dña. Francisca Ramos de Quiñones y Acosta de Escalada, segunda mujer del Alcalde de Soriano y prima hermana-madrina de los hermanos Castro Ramos y Quiñones. Ciertamente, a partir de pocos objetos como son una estampa, un estuche, dos retratos, un mantel y un cuadro, hemos podido adentrarnos en las personas a las que se refieren o tenían relación con ellos, de manera tal que casi se desvanece la pieza de museo –por decirlo así- y surge de ella la persona concreta, con nombre y apellido y sus relaciones familiares e históricas. Ese es el valor que una pieza histórica adquiere con el tiempo, tan sólo por haber tenido la fidelidad de conservarla con referencia a un pasaje de la tradición y haberlo dejado consignado para la posteridad. Bibliografía: AA.VV. Año del Libertador José de San Martín. Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Revistas núm. 9 y 10, Buenos Aires, 1950-1951, passim. CARRANZA, Adolfo Pedro. Patricias Argentinas, Sociedad Patricias Argentinas, Buenos Aires, 1910 1

Cfr. Cuadro – Imagen Nro. 7.

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CUTOLO, Vicente Osvaldo. Nuevo diccionario biográfico argentino (1750-1930), Editorial Elche, 1968. SOSA DE NEWTON, Lily. Diccionario biográfico de mujeres argentinas, Buenos Aires, 1986, passim. VELASCO QUIROGA, Hilario. La bandera de los Andes, Mendoza, 1943.

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1.

Estampa.

2.

Monóculo.


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3.

Retrato de José Antonio Álvarez.

4.

Monumento del

Gral. San Martín y sus nietas.

5.

Mantel.


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6.

Fotografía de

Da. Pepita Balcarce, nieta del Gral. San Martín.

7.

Cuadro


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LOS PROYECTOS MONÁRQUICOS EN PERU, COLOMBIA Y ECUADOR EN EL SIGLO XIX FRANCISCO M. DE LAS HERAS Y BORRERO Universidad de Extremadura Resumen: En este año de 2010, en el que se conmemora el Bicentenario de la Independencia de Hispanoamérica, se vuelve a desempolvar los hechos históricos que dieron origen a tan significativo acontecimiento. Exceptuado el caso de México, donde se establecieron dos imperios tras su independencia de España, el tema de la eventual instauración de una monarquía en las antiguas colonias españolas en el periodo post-independentista ha permanecido ignorado, sin que se le haya dedicado la atención e importancia que el mismo requiere. Fruto de las contradicciones de una época convulsa, confrontación ideológica y pasiones encontradas, la fórmula de gobierno republicana no aparecía en los primeros momentos como la única posible ni la más deseable por la ciudadanía. La causa de la monarquía también tenía sus partidarios entre los independentistas, muchos de los cuales militaron dentro y fuera de las filas republicanas. Incursionamos hoy brevemente a través de los proyectos para establecer una monarquía en Perú, Colombia y Ecuador, episodios que, mucho de ellos, no son de conocimiento público. Ojala que la historiografía actual, sobre todo los numerosos especialistas en Historia de América de nuestras universidades, profundicen en esta materia tan poco estudiada. Palabras clave: Monarquía / nobleza / Perú / José de San Martín /Colombia / Simón Bolívar /Ecuador / Juan José Flores / Gabriel García Moreno 1. Proyectos para establecer un Reino en el Perú El compartir sentimiento monárquicos y republicanos no fue en los primeros momentos de la independencia un hecho excepcional. Un buen ejemplo de ello nos lo brinda don José de la RivaAgüero y Sánchez Boquete, V Marqués de Montealegre de Aulestia, quien dejando a un lado honores, títulos, fortuna y posición social, militó de forma decidida en pro de la causa revolucionaria, lo cual no le impidió contemplar, al mismo tiempo, la monarquía como una respuesta a la nueva situación política.

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Tras algunas vacilaciones iniciales, Riva-Agüero coincide en lo básico con las ideas del General José de San Martín, expuestas en septiembre de 1820 en la Conferencia de Miraflores. Allí, en forma reservada, se plantea la coronación de un príncipe de España en el Perú independizado. San Martín quería realizar la independencia por medio de los españoles, pero quería que previamente fuese reconocida por la metrópolis, fracasando por esta causa las negociaciones, bastante avanzadas, de Punchauca. Ante esta situación, el General San Martín, ya rigiendo el Protectorado, opta por la acción directa ante las potencias europeas de acuerdo y en conexión con la nobleza limeña. Así, al crearse por el Estatuto Provisorio, el 8 de octubre de 1821, un Consejo de Estado se encomienda a García del Río y Paroisien y otros comisionados la búsqueda de un rey para el Perú. Llevaban en cartera una lista compuesta por Leopoldo de Saxe Coburgo, que más tarde sería rey de los belgas, algún príncipe de la casa de Brunswick, Austria, Rusia, Francia o Portugal, y en último caso solicitar de España a don Luís de Borbón, duque de Luca, sin que se llegue a nada en concreto. En sintonía con la idea monárquica, el Consejo de Estado declara a los títulos de Castilla como títulos de Perú, previa convalidación de los oportunos despachos y crea la Orden del Sol, cuyos miembros tenían carácter hereditario para así formar una nueva nobleza. Años más tarde, RivaAgüero, desterrado en Europa, casado en julio de 1826 con la princesa Carolina de Loos Corswarem, perteneciente a una casa que había sido soberana de un ducado pequeño en el antiguo imperio germánico, es acusado de financiar, según la información despachada por el gobierno de Méjico al gobierno de Perú en octubre de 1827, una expedición de aventureros a América con el objeto de coronarse él o coronar a un príncipe alemán o al infante don Francisco de Paula de Borbón. Vemos, pues, cómo el dilema monarquía-república estuvo presente durante casi una década y media entre los partidarios de la independencia del Perú, que no tenían claro en los primeros años la fórmula o sistema de gobierno más aconsejable. Intrigas internacionales y los intereses políticos de Inglaterra y otras potencias darían al traste con estos proyectos. No obstante, el sentimiento monárquico y estima de la nobleza quedó hondamente arraigado en la sociedad peruana. En 1869, casi cincuenta años después de iniciado el proceso independentista, aún seguía figurando en las partidas matrimoniales la condición noble de los desposados.

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A este respecto, tenemos delante de nuestra vista la partida de casamiento del Ilmo. Sr. Juez Don Marcelino Arévalo y Orbe, quien contrajo matrimonio el 29 de Octubre de 1869 en la Santa Iglesia de Tarapoto, San Martín, Perú, con Doña María de las Mercedes Iglesias y Pérez-Albán, registrados ambos con el calificativo de “Nobles”. Del mismo modo, su hermana Doña María Antonia Arévalo y Orbe, junto con Don Baleriano Reyna e Hidalgo, figuran con el calificativo de “Nobles”, en su partida de matrimonio, el 01 de setiembre de 1856. Las partidas eclesiásticas resultan ser pruebas irrefutables de que la Nobleza siguió subsistiendo muchas décadas después de finalizado el régimen monárquico en el Perú 1. 1

De la noble familia “Arévalo y Orbe”, asentada en Tarapoto, Dpto. de San Martín, Perú, forma también parte el distinguido político Don Manuel Arévalo y Orbe, Subprefecto de San Martín en 1914 y varias veces Alcalde de Tarapoto a finales del XIX y principios del XX, fueron sus hijos: el Senador Dr. Víctor Manuel Arévalo Delgado, Primer Vicepresidente de la Cámara de Senadores (1957-1958), 5° Alcalde del Rímac (1922), Comendador de la Orden de Boyacá de Colombia (1937), diplomático, etc.; D. Jorge Arévalo Delgado, Diputado por San Martín y Secretario de la Cámara de Diputados (1956-1962); D. Carlos Gustavo Arévalo Pérez, Subprefecto en 1921 y Prefecto del Dpto. de San Martín en 1922, Cónsul General del Perú en La Paz, Bolivia, y Diputado por San Martín (1939-1945 y 1945-1950); y D. Benedicto Arévalo, Cónsul del Perú en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. En el caso del Ilmo. Sr. Don Marcelino Arévalo y Orbe (n. Tarapoto, 1838), Juez y Gobernador de Tarapoto a mediados del siglo XX, casado con Da. María de las Mercedes Iglesias Pérez-Albán, Nobles en 1869, fueron padres del noble D. Julio Arévalo Iglesias (n. Tarapoto, 1884), Caballero de la Orden del Águila de Georgia y la Túnica Inconsútil de Nuestro Señor Jesucristo -que vivió en tiempos de S.A.R. el Príncipe Irakli Bagration-Mukhraneli, Jefe de la Casa Real de Georgia (1957-1977)- casó con Da. Rosa Elvira Gardini del Castillo; y fueron padres a su vez del noble D. Arquímedes Arévalo y Gardini (n. Lagunas, Loreto, 1930), Caballero de la Orden del Águila de Georgia -que vivió en tiempos de S.A.R. el Príncipe Jorge Bagration-Mukhraneli, Jefe de la Casa Real de Georgia (19772008)- casó con Da. Lilliam Montalván Vásquez, y fueron padres del noble Don Rolando Homero Arévalo y Montalván, I Barón de Arévalo y Orbe, de la Casa Real de Georgia, (n. Lagunas, Loreto, 1957), Caballero Gran Cruz de la Orden del Águila de Georgia y Caballero Hijodalgo del Linaje Don Vela de los Doce Linajes de Soria, que casó con Da. Marcela Leticia Vergara y Robles, Baronesa consorte de Arévalo y Orbe, (n. Zorritos, Tumbes, 1961), Dama Hijadalgo del Linaje Don Vela, de los Doce Linajes de Soria, y Miembro de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el Dos de mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria (BSFI), hija de Da. Justa Nelly Mercedes Robles y Estremadoyro, Miembro de la BSFI y del Ilmo. Sr. Dr. Jorge Alejandro Vergara y Lévano, Alcalde de la Provincia de Contralmirante Villar, Tumbes (1964-1966), Magistrado de la Corte Superior de Piura y Tumbes, y hermano del General de División EP Rufino Vergara y Lévano, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú (1972), Vencedor de la Campaña Militar de 1941, Caballero Oficial de la Orden Militar de Ayacucho y Miembro de la BSFI; y del General de Brigada EP Félix Vergara y Lévano, Jefe Militar de la Fortaleza del Real Felipe. El título nobiliario de Barón de Arévalo y Orbe, fue otorgado en Tiflis, Georgia, el 8 de setiembre de 2010, por S.A.R. el Príncipe Davit Bagration-Mukhraneli, Jefe de la Casa Real de Georgia, en atención a la nobleza de sangre de los Arévalo que fue recocida por la Iglesia Católica en las partidas eclesiásticas de matrimonio de 1856 y 1869; así como, por haber probado la baronesa Da. Marcela Vergara, descender en línea recta cognada de S.M. Don Pedro I, Rey de Castillla y León (1350-1369) y de S.M. Bagrat III “El Unificador”, 1er Rey de Georgia (1008-1014), conforme consta en el Registro de Nobleza y Armas de la Casa de Arévalo, otorgada por el Real Colegio Heráldico de Georgia, del 20 de setiembre de 2012. D. Rolando Arévalo y Da. Marcela Vergara, Barones de Arévalo y Orbe, fueron padres de D. Gino André Arévalo y Vergara (n. San Isidro, Lima, 1992), ingeniero industrial por la Universidad de Lima, Caballero Hijodalgo del Linaje Don Vela, de los Doce Linajes de Soria y Miembro de la BSFI, y D. Alexis Rolando Arévalo y Vergara, II Barón de Arévalo y Orbe, por cesión hecha por su padre y ratificada por la Casa Real de Georgia, mediante Real Despacho, firmado en Tiflis, Georgia, el 27 de octubre de 2014, nacido en San Borja, Lima, 1987. Asimismo,

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2. Colombia: una corona para Simón Bolívar General victorioso, hombre querido y admirado, Simón Bolívar pudo convertirse en “Rey”. En efecto, El Libertador recibió la propuesta formal de ceñir la corona real de la Gran Colombia. Esta propuesta, dentro de una cierta efervescencia, fue efectuada por los mantuanos de Caracas y un partido de Bogotá. Pero con la llegada, en 1827, de Bolívar a Colombia y Venezuela se calman los ánimos. No obstante, el 14 de abril de 1829 se presentan en Bogotá el conde Charles de Bresson y el duque de Montebello quienes, a despecho de la opinión de Simón Bolívar, comienzan a trabajar para la instauración de una monarquía en Colombia. El duque de Montebello propone, nada menos, que casar a El Libertador con una princesa de la Casa de Orleans. Con Bolívar ausente, enfermo en Guayaquil, los encargados en Bogotá del poder ejecutivo, Urdaneta, Castillo, Restrepo y Castillo y Rada, apoyados por Estanislao Vergara, un monárquico de toda la vida, conspiran para complacer a los enviados franceses. El General Páez, pese a la insistencia epistolar de Urdaneta, no es partidario de cambiar la forma de gobierno. Cuando El Libertador regresa de nuevo a Bogotá, se reúne, el 16 de enero de 1830, con el Consejo de Ministros y recibe un documento en el que se le informa de que dicho Consejo “después de un detenido estudio sobre la forma de gobierno que más conviene a la nación, acordó por unanimidad que la monarquía constitucional presenta todo el vigor y estabilidad que debe tener un gobierno bien cimentado”. Bolívar ante semejante proposición monta en cólera, pide la renuncia inmediata a los ministros e instala su Congreso Admirable el 20 de enero, retomando Colombia su curso republicano. El proyecto monárquico había, definitivamente, fracasado. 3. Proyectos monárquicos en Ecuador Un primer intento de establecer una monarquía propia en el territorio de la Real Audiencia de Quito se produce tras la revolución quiteña de 10 de agosto de 1809. Los criollos, sublevados al poder de es abogado por la Universidad de Lima, especializado en Derecho Internacional y Laboral; ha sido distinguido como Caballero Gran Cruz de la Orden del Águila de Georgia, Comendador de la Orden del Príncipe Danilo I de Montenegro, Gran Oficial de las Palmas Sanmartinianas del Perú, Bibliotecario del Instituto Sanmartiniano del Perú, Miembro de la Sociedad Amantes del País, de la BSFI, etc.; casado en Pueblo Libre, Lima, el 29 de octubre de 2016, con Da. Pierina Isabel Collazos y Chumbe-Alegre, Baronesa consorte de Arévalo y Orbe, (n. Miraflores, Lima, 1992), Bachiller en Derecho por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Miembro de la Sociedad Numismática del Perú, e hija de Da. Pier Annetta Chumbe Alegre y del destacado economista y catedrático peruano D. Jesús Collazos Cerrón, Doctor en Economía, ex Decano y Vicerrector de la Universidad Nacional del Callao.

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Madrid, nombraron la Junta de Gobierno Autónoma, a cuyo frente pusieron al más popular de los nobles locales de aquel entonces, Juan Pío de Montúfar, II Marqués de Selva Alegre, al que en el acta de independencia pasan a denominar “Su Alteza Serenísima”, prueba inequívoca del destino real del interesado. El proyecto no sigue adelante ya que la otra facción de la Junta Soberana decide devolver el poder al rey de España. Un segundo proyecto se debe al General Juan José Flores, quien, tras 14 años en el poder, se convenció de que sólo la monarquía podía rescatar a Ecuador del caos en que le había sumergido la república. Flores había nacido en Puerto Cabello, Venezuela, en 1800. Su madre, Rita Flores, era una mujer humilde y su padre, Juan José Aramburu, un rico comerciante vasco, aunque no existen documentos que lo avale. A la edad de treinta años ya estaba en la cumbre de su vida política al ser nombrado Primer Presidente del Ecuador, cargo que desempeñó en tres oportunidades hasta que en 1845 fue obligado a salir del país tras la derrota sufrida en la Revolución del 6 de marzo. Fue casi al final de su mandato cuando decidió enviar una serie de cartas a la Reina Regente de España María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII, quien había contraído nuevas nupcias con don Agustín Muñoz y Sánchez, I duque de Riánsares. En dichas cartas, el Presidente Flores solicitaba la restauración de la monarquía en Ecuador en la persona de Agustín Muñoz y de Borbón, I Duque de Tarancón, que contaba 8 años, hijo de la Regente y el Duque de Riánsares. El plan de Juan José Flores constaba de dos partes. En la primera se declaraba Príncipe de Ecuador al Duque de Tarancón, bajo la regencia de su madre Doña María Cristina. En la segunda se le convertiría en monarca de un hipotético Reino Unido de Ecuador, Perú y Bolivia, con trono en la ciudad de Quito. Cuando todo estaba organizado, Flores fue depuesto y los planes se vinieron abajo. Desde el exilio intrigaría y movería influencias a favor de su proyecto sin resultado alguno. Aún todavía en 1859 se produciría un último intento de instaurar un régimen monárquico en Ecuador, condenado igualmente al más absoluto trabajo. El entonces Presidente Gabriel García Moreno desarrolló un proyecto de protectorado que envió a Napoleón III, quien lo rechazaría de plano. Y aquí concluimos estas breves notas sobre los intentos de establecer una monarquía en estos antiguos territorios de la Corona de España, dejando a plumas mucho más capacitadas que la mía el estudio minucioso de los acontecimientos esbozados. La celebración del Bicentenario de la Independencia de la América Hispana es más que una buena excusa para ello.

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1. Partida eclesiástica de matrimonio del Ilmo. Sr. Juez Don Marcelino Arévalo y Orbe y Doña María de las Mercedes Iglesias y Pérez-Albán1, por la cual la Iglesia Católica certifica de manera indubitable la calidad de “Nobles” de los desposados. Tarapoto (Perú), 29 de octubre de 1869.

56

21

682

Marcelino

El 29 de Octubre de 1869 previas las tres proclamas como

Arévalo

Lo manda el Santo concilio de Trento y las confesiones y

Con

Comuniones, y no habiendo resultado impedimento alguno

Ma.

Fueron unidos en matrimonio en esta Santa Iglesia de

Mercedes

Tarapoto Don Marcelino Arévalo hijo legítimo de Don

Iglesias

José Benedicto Arévalo y de Doña María Manuela Orbe con

Nobles

Doña María de las Mercedes Iglesias, hija natural de Don Raymundo Iglesias y de Doña Caya Pérez Albán, fueron Padrinos el Presbítero Don Miguel del Castillo y Doña María Antonia Arévalo y para que conste lo firma el Cura que suscribe. Miguel del Castillo

1 Cfr. Familysearch, Perú, Catholic Church Records, 1603-1992, San Martín, Tarapoto, Exaltación de la Cruz, Matrimonios 1782-1924. https://familysearch.org/ark:/61903/3:1:S7WF-97MZ69?mode=g&i=482&cc=1877097

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2. Partida eclesiástica de matrimonio de Don Baleriano Reyna e Hidalgo y Doña María Antonia Arévalo y Orbe1, por la cual la Iglesia Católica certifica de manera indubitable la calidad de “Nobles” de los desposados. Tarapoto (Perú), 01 de septiembre de 1856.

185.

Yo el Presbítero José Remigio Arbildo, cura encargado de esta Doctrina de Tarapoto el

Dn. Baleriano

Primero de septiembre de mil ochocientos cincuenta y seis previas las moniciones

Reyna

Como lo manda el Tridentino, y no habiendo resultado impedimento alguno casé Inface

Da. Antonia

Ecclesiae a Dn. Baleriano Reyna, hijo legítimo de Dn. Bacilio y Da. Ma. Hidalgo con Da. An-

Arévalo

Tonia Arévalo, hija legítima de Dn. Benedicto y Da. Ma. Orbe, fueron testigos Dn.

Nobles

Faustino Maldonado y Da. Baltazara Reategui y pa. Qe. Conste lo firmo. José Remigio Arbildo

Cfr. Familysearch, Perú, Catholic Church Records, 1603-1992, San Martín, Tarapoto, Exaltación de la Cruz, Matrimonios 1782-1924. https://familysearch.org/ark:/61903/3:1:S7WX-97T8F9?mode=g&i=414&cc=1877097 1


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ASCENDENCIA DE DON MANUEL RODRÍGUEZ Y ERDOIZA, HÉROE DE LA CAUSA INDEPENDENTISTA AMERICANA ENRIQUE MOLINA CANALES1 Sociedad Chilena de Historia y Geografía Resumen: El estudio da a conocer la genealogía ascendente del héroe de la independencia chilena y colaborador del movimiento independentista americano, don Manuel Rodríguez y Erdoiza, cuyos ancestros paternos, lo señalan como originario de la ciudad de Arequipa en el virreinato del Perú, y a través de sus antepasados maternos, se vincula a tradicionales familias chilenas de origen castellano–vasco, portuguesas, que incluyen dos títulos de Castilla, y entroncando con Petrona, una de las matronas indígenas chilenas del siglo XVI. Palabras clave: Chile / Perú / Arequipa / Santiago de Chile / Valparaíso / Angol / castellanos– vascos / portugueses / mapuches / genealogía. ¡Aún tenemos patria, ciudadanos! Santiago de Chile, 23 de marzo de 1818.2 I. Introducción: No resulta fácil abordar a uno de los más intensos colaboradores de la causa patriota nacional chilena y a la vez, partícipe del proyecto americano de independencia de la corona española. Más aún, bajo la motivación y afán de contribuir al estudio histórico, con algún dato relevante y nuevo, para evitar con ello la constante de que adolece la historia; repetición, reformulación y reinterpretación del trabajo y esfuerzo de investigadores anteriores. Hablar de Manuel Rodríguez, chileno natural de Santiago de Chile, puede ser probablemente, la primera idea que se viene a la mente de cualquier ciudadano que recuerde la figura del héroe, en especial recordando la tradición que se ha venido enseñando en las aulas escolares desde el siglo 1

Miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía desde el año 2010, numerario del Instituto Chileno de Investigaciones Genealógicas, desde 2008. Licenciado en Trabajo Social por la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad de Tarapacá, el año 2009. 2 Palabras de Manuel Rodríguez en Santiago de Chile, luego del Desastre de Cancha Rayada en 1818.

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XX hasta el presente. Del patriota amigo de los hermanos Carrera, que luego del Desastre de Rancagua en 1814, pasó a Mendoza junto a la mayoría de patriotas chilenos, pero qué, al poner su afán al servicio del General San Martín, se inserta en el cuadro internacional de acciones que materializaron la independencia de Chile, Argentina y Perú. Resignificar su origen, si no racial, al menos socio–cultural de la familia de Rodríguez, como hijo de un peruano, y con abuelos paternos naturales y vecinos de Arequipa, nos parece relevante, información que también probablemente, resulte extraña tanto, para la mayoría de los ciudadanos chilenos como para los peruanos. Y en este punto, resulta útil detenerse a reflexionar que la temática de la genealogía, permite conectar aspectos que, a veces, la historiografía centrada en los grandes procesos, no siempre discurre o pasa por alto como información poco relevante. La genealogía viene aquí a poner en relieve temas que pueden explicar costumbres, ideales, cargas genéticas que siempre, desde el libre albedrío, predisponen el modus operandi de los individuos, y que en el caso del prócer aquí estudiado, se identifican por el costado paterno con una familia peruana de Arequipa, y por el costado materno con una amalgama de familias vascas, Erdoíza, Olaguibel, Aguirre, Illaradi, Amésquita, Barrenechea y Suasti; y en igual proporción de sangre con entronques de origen portugués, Díaz Pimienta, Afonso, Veneta, Martins de Olivares; ello sumado a los toledanos, Vásquez Barba y a las sevillanas familias Écija y Álvarez, teniendo finalmente, en Petrona, una interesante raíz mapuche en el siglo XVI, cuya sangre llega a Manuel Rodríguez en línea femenina. A través de su ascendencia, Manuel Rodríguez está fuertemente vinculado a familias tradicionales chilenas, y en especial a dos que gozaron títulos de Castilla, como su tío abuelo materno, el marqués de Montepío, que en sus descendientes emparentan por afinidad con los marqueses de Casa Boza, y los de La Pica. En el siglo XVII, una cuarta tía abuela materna, doña Isabel de Olivares, fundadora del mayorazgo Sierra Bella, cuya sucesión, vigente aún, ostentó en Chile, Perú y actualmente España, el título condal de Sierrabella. La ascendencia de Rodríguez llega a los abuelos paternos, y por el costado materno hasta los octavos abuelos, sumando 10 generaciones. Se ha utilizado el método Sosa; destacando la línea de varón en letras mayúsculas negrillas, y la línea umbilical con mayúsculas subrayadas. Los rangos vitales se expresan al costado derecho del nombre: (1635/1692), separando años de nacimiento y

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muerte con el signo: /, y para fechas aproximadas: (c.1635). En cada individuo se anotan actividades relevantes, y remitimos al lector a revisar las fuentes que se irán citando. II. Biografía y entronque genealógico: Licenciado don MANUEL JAVIER RODRÍGUEZ Y ERDOÍZA (1785/1818) Nació en Santiago de Chile el 25 de febrero de 1785, bautizado y oleado el mismo día en la parroquia de El Sagrario de Santiago, por el Doctor, don Joaquín Gaete, canónigo de la Santa Catedral de Santiago, padrinos: don Ignacio Irigaray y doña Juana Aldunate.1 Estudió en la antigua casa de estudios de los jesuitas, el colegio Convictorio Carolino de Santiago, entre los años 1792 y 1802, ingresó a la Real Universidad de San Felipe de Santiago, para estudiar Derecho, hasta aprobar como Licenciado en Leyes, el 14 de enero de 1807. Supernumerario de la Real Academia de Derecho desde 1802 hasta 1809. Abogado, ejerció la profesión en Santiago, fue Defensor de Pobres en lo criminal en 1810, y Procurador de la ciudad. Diputado electo por Talca, en el Congreso Nacional de 1811. Secretario de Guerra de Chile, entre 1811 y 1812. Secretario de Gobierno, Hacienda y Guerra hasta el Desastre de Rancagua, en 1814, cuando las tropas del Rey, retomaron el poder de la nación chilena, iniciándose el periodo llamado Reconquista Española. Comienza aquí la etapa más intensa de su vida al servicio de la causa patriota. En octubre de 1814, emigró a Mendoza junto a sus dos hermanos, como la mayoría de los patriotas chilenos, permaneciendo allí hasta 1815. “Se ofreció para volver a Chile a organizar un plan de guerrillas que facilitara la invasión del Ejército Libertador, que organizaba en Mendoza el General San Martín. Pasó a Chile en noviembre de 1815, junio de 1816 y en septiembre u octubre de 1816”, “preparando guerrillas y dando golpes de audacia que fueron diezmando a los realistas, incentivando los sentimientos patriotas de la población durante 1816 y remitiendo informaciones periódicas a San Martín”.2 Fueron tan importantes sus correrías por los campos de la zona central

1

Archivo Parroquial (AP) Sagrario de Santiago de Chile, Bautismos (B.) 26/foja (f.) 62. CASTELLÓN COVARRUBIAS , Álvaro, “Apuntes sobre la familia del padre de la patria Manuel Rodríguez Erdoyza”, en Revista de Estudios Históricos (REH), 38, Santiago de Chile, 1994, pp. 117–136. CASTELLÓN COVARRUBIAS, Álvaro, “Apuntes sobre la familia del padre de la patria Manuel Rodríguez Erdoyza”, en GUAJARDO, Ernesto, editor, Manuel Rodríguez. Historia y Leyenda, Santiago de Chile, RIL Editores, 2010, p. 251. 2

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chilena, que el gobernador Marcó del Pont, puso precio a su cabeza, ofreciendo una recompensa de 1.000 pesos, por su captura o muerte, en bando del 7 de noviembre de 1816.1 El 12 de febrero de 1817, luego del triunfo patriota en Chacabuco, fue llevado detenido a Santiago, con intenciones de exiliarlo, dada su manifiesta amistad con el prócer don José Miguel Carrera y Verdugo, enemigo político de San Martín y O’Higgins. Fue llevado a Valparaíso desde donde se fugó, presentándose a San Martín el 18 de mayo, el 28 de junio, fue nombrado Teniente coronel y agregado del Estado Mayor de Chile. Se mantuvo en la capital de Chile, sobre todo ante los sucesos de inestabilidad que resultaron en un combate de los patriotas con tropas españolas, llamado Desastre de Cancha Rayada, en Talca, el 19 de marzo de 1818. Como edecán del gobierno, en medio de la desesperación de los santiaguinos, Rodríguez organizó a los vecinos, al grito de la arenga “Aún tenemos patria, ciudadanos”, y junto a las facultades que le otorgó el cabildo, asumió las funciones de Director Supremo de Chile durante los días 23 y 24 de marzo de 1818, devolviendo luego el poder al titular, General O’Higgins. El 5 de abril de 1818, consolidada la independencia con el triunfo de Maipú, O’Higgins, procesó nuevamente a Rodríguez, y en el camino de traslado a su deportación, murió asesinado en un llano de Til–Til, el 26 de mayo de 1818…2 Tomando las palabras de Opazo, como epílogo a esta biografía, “don José Miguel Carrera y Verdugo es la clave de la vida y de la muerte de Manuel Rodríguez. El Húsar de Galicia y el Húsar de la Muerte, tienen sellada su amistad desde su infancia…”3 III. Ascendencia: Padres Don CARLOS RODRÍGUEZ DE HERRERA Y ZEBALLOS (c.1755/1822) Opazo, señala que nació en la ciudad de Arequipa, y Castellón, que es natural de la ciudad de Moquegua,4 ambas 1

VALDEZ, Cristóbal, Colección de las leyes y decretos del gobierno, desde 1810 hasta 1823, Santiago de Chile, Imprenta Chilena, 1846, pp. 89–90. 2 Cfr. CASTELLÓN COVARRUBIAS, Álvaro, op. cit., (1994), p. 121. 3 Cfr. O PAZO MATURANA, Gustavo, “Manuel Rodríguez”, I, en Boletín de la Academia Chilena de la Historia, 41, Santiago de Chile, 1949 (27–51), p. 28. OPAZO MATURANA, Gustavo, “Manuel Rodríguez (I)”, en GUAJARDO, Ernesto, director, op. cit., p. 93. 4 Cfr. CASTELLÓN COVARRUBIAS, Álvaro, op. cit. (1994), pp. 254–255.

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pertenecientes al Virreinato del Perú. Sin embargo, el 6 de mayo de 1800, hizo donación de sus derechos hereditarios a la casa de su madre en Arequipa, a favor de su tía materna doña Irene de Ceballos.1 Opazo, recoge una tradición según la cual Hipólito Villegas, argentino, de la confianza de O’Higgins, y enemigo acérrimo de Manuel Rodríguez, señalaba que era mulato. El cuento fue recopilado por el historiador Benjamín Vicuña Mackenna, de boca de don José Manuel Astorga, chileno, genealogista y vecino de los Rodríguez, en Santiago, que también era de la opinión que los “Rodríguez de Moquegua”, tenían origen mulato. El relato de Villegas dice así: Viniendo yo de Lima en el año de 1796, en el Milagro de don Vicente La Riva, su capitán Puertas me preguntó si conocía a Carlos Rodríguez, Oficial Mayor de la Aduana de Chile y a su mujer, y si esta era alguna señora noble; yo le contesté que sí, que le conocía y que su esposa era doña Loreto Erdoyza, de buen linaje; y entonces delante de don Javier Ríos nos dijo: ‘Pues sepan ustedes que yo soy del mismo país (Perú) del mulato Rodríguez, quien logró introducirse en Lima con el señor Escobedo quien fue de Visitador a Chile, a donde le llevó de su amanuense, y me extrañó que en Chile, donde se blasona tanto la caballería o nobleza, se cuide tan poco en los casamientos con hombres desconocidos’.2 Desde 1775, era funcionario de la Real Aduana del Perú, como principiante y es allí donde conoció al visitador Escobedo, que solicitó a Rodríguez como amanuense, y juntos pasaron a Chile en 1778, dejándolo como empleado de la Real Aduana de Santiago, ascendiendo a Oficial Mayor, por decreto del 22 de mayo de 1781.3 El 20 de mayo de 1797 obtuvo el nombramiento de Tesorero, 4 con un sueldo de 1.500 pesos anuales;5 y en 1803 era Contador Mayor, como tal figura entre los ciudadanos que ratificaron la Constitución del 12 de octubre de 1812.6

1

Archivo Nacional de Chile, Fondo Archivo de escribanos de Santiago (AES), volumen (Vol.) 948/f. 281. VICUÑA MACKENNA, Benjamín, Chile: Relaciones históricas. Colección de artículos i tradiciones sobre asuntos nacionales, Santiago de Chile, Rafael Jover, editor, 1878, p. 95. OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (1949), p. 39. 3 Cfr. OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (1949), p. 39. 4 Archivo Nacional de Chile, Fondo Capitanía General (CG), Vol. 746, pieza 97/f. 148. 5 SANTA CRUZ, Juan José, “Noticia de Santiago, 1790”, en SAGREDO BAEZA, Rafael, y GONZÁLEZ LEIVA, José Ignacio, La Expedición Malaspina en la frontera austral del imperio español, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 2004, p. 477. 6 __, Reglamento Constitucional provisorio del Pueblo de Chile, Santiago de Chile, En la imprenta del gobierno, 1812. 2

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Continuó su labor durante el gobierno realista entre 1814 y 1818, pero en febrero de 1818 pensando el General O’Higgins que se vinculaba a las actividades de su hijo Manuel, le suspendió de su cargo, sin embargo, por Decreto Supremo del 13 de febrero de ese año, fue reincorporado en sus funciones “en atención a los buenos informes posteriores, que ha tenido el Gobierno Delegado de su conducta política”. El 20 de abril de 1820, fue definitivamente separado de su cargo por O’Higgins y desterrado a La Serena, partiendo el 26 de junio de ese año, permaneció en esa ciudad hasta morir.1 Paralelo a ello, en 1816 tuvo pleito en su contra doña Dolores Vergara sobre la rendición de cuentas de la testamentaría de su hijastro y pupilo, don Lucas Fernández de Leiva y Erdoiza.2 En 1820 tuvo otro pleito con Luis Reyes por cobro de pesos.3 El 22 de febrero de 1822, testó en La Serena, ante Meléndez, y entre sus bienes destacaban: la casa de calle Agustinas en Santiago de Chile, una esclava a la cual libertó, y la no menos interesante suma de 270 libros de su librería personal, de los cuales portaba en su viaje, cerca de 40.4 Murió en La Serena el 22 de febrero de 1822, siendo sepultado con oficio de entierro mayor cantado en la iglesia del Convento de Santo Domingo de la ciudad.5 Casó en Santiago, en abril de 1784, con:6 Doña MARÍA LORETO DE ERDOÍZA Y AGUIRRE, nacida en Santiago de Chile, vecina de la ciudad, propietaria de las casas ubicadas en la esquina suroriente de las actuales calles de Agustinas con Morandé, a 1 cuadra del palacio de la Real Casa de Moneda de Santiago, hoy Palacio de la Moneda, sede de gobierno de la nación.

1

Cfr. OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (1949), p. 43. Archivo Nacional de Chile, Fondo Archivo de la Real Audiencia de Santiago (ARA) Vol. 2.149, pieza 1, son 51 folios. 3 ARA Vol. 2.107, pieza 13, son 8 folios. 4 Cfr. OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (1949), p. 45. 5 AP Sagrario de La Serena, Entierros (E.) 4/f. 180. BARRIOS BARTH, Juan Eduardo, “Fe de muerte del padre de Manuel Rodríguez”, en REH, 28, Santiago de Chile, 1983, p. 120. 6 AES Vol. 931/f. 106 y 181. Cfr. CASTELLÓN COVARRUBIAS, Álvaro, op. cit. (2010), p. 251.

2

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Era viuda de un primer matrimonio con don Lucas Fernández de Leiva y Díaz, comerciante español, que murió en c.1779, y cuyos bienes fueron inventariados, liquidados y partidos en 1807, dejando una fortuna de 180.000 pesos, curiosamente, entre sus papeles se encontró un legajo de cartas de don Juan Albano Pereira, comerciante portugués, establecido en San Agustín de Talca, en el partido del Maule, quien fue tutor del General don Bernardo O’Higgins y Riquelme (de la Barrera). Fruto de este enlace doña María Loreto, tuvo por hijo a don José Joaquín Fernández de Leiva y Erdoiza, nacido en 1775, quien fue criado y educado bajo la curatela de su padrastro, don Carlos Rodríguez entre 1784 y 1808. Leiva – Erdoíza, obtuvo el grado de doctor en leyes en la Real Universidad de San Felipe de Santiago, y luego de trabajar en su estudio de abogado, viajó a España, representando al Reino de Chile como Diputado en las Cortes de Cádiz, que gobernaban en nombre de S.M. Don Fernando VI, prisionero de Napoleón. Las cortes lo nombraron Oidor de la Real Audiencia de Lima, en donde murió en 1814.1 Había casado con doña Dolores Vergara y Sepúlveda. Abuelos paternos y maternos Don PEDRO RODRÍGUEZ DE HERRERA (c.1730) Vecino de la ciudad de Arequipa, en el virreinato del Perú. Practicada el año pasado, una indagación en los libros de partidas sacramentales de las parroquias de las ciudades de Arequipa y Moquegua, no ha sido posible encontrar una partida que acredite la filiación de don Pedro, su residencia en la ciudad, o su matrimonio con doña Melchora, no obstante, fue posible encontrar los siguientes testimonios, que permiten argüir la presencia activa de la familia en Arequipa. Existen también varios ejemplos de personas del apellido Rodríguez, en Arequipa y Zeballos en Moquegua, sin embargo, esos datos no han sido recogidos acá, por no tener pistas que puedan ligarlos al linaje del prócer objeto de esta investigación. El 27 de abril de 1753 casó en la parroquia del Sagrario de Arequipa, Gregorio Rodríguez y Hernaní, natural de la ciudad, hijo legítimo de Carlos Rodríguez y de Petronila Hernaní, con Margarita Zeballos y Villanueva, hija legítima de José Zeballos y de Micaela Villanueva. AP

1

Cfr. OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (2010), p. 105.

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Sagrario de Arequipa.1

En 1732, se encuentra en el enlace matrimonial de doña Tomasa

Rodríguez de Herrera, casada el 12 de abril de ese año, en la parroquia de El Sagrario de Arequipa con don José Rodríguez y Orihuela, hijo legítimo de don José Rodríguez y de doña Rosa de Orihuela.2 Pedro Rodríguez de Herrera, casó antes de 1755 con:3 Doña Melchora Zevallos de Estrada (/c.1799) Castellón la denomina doña Melchora de Zeballos, tal como aparece en la partida de bautismo de su nieto Carlos, ya citada. Su hermana Irene, obtuvo las casas de la familia en Arequipa, por cesión de derechos que le hizo su sobrino don Carlos Rodríguez de Herrera, en 1799.4 Don Juan de Erdoíza y Olaguibel (/1762) Capitán, vecino del comercio de Santiago de Chile, asociado a don Francisco Jorquera, con tráfico de mercaderías entre el Perú y Chile. Natural de la villa de Durango, en el País Vasco, murió en Santiago. Casó ahí el 29 de octubre de 1724, con:5 Doña ROSA DE AGUIRRE Y BARRENECHEA (/1778) Dotada por su madre viuda, con 10.000 pesos ante el escribano Henestroza, el 10 de febrero de 1725.6 Otorgó en Santiago, un poder para testar a su marido, en 1778.7 Hermana entera de don Juan Nicolás de Aguirre y Barrenechea, fundador de la Casa de huérfanos, Hospital de pobres y Asilo de las arrepentidas de Santiago, del que se conserva en un plano de

1

AP Sagrario de Arequipa, Matrimonios (M.) 5/f. 147v. Fueron los testigos: Luis Araníbar y Pedro Rodríguez. 2 AP Sagrario de Arequipa, M. 4/f. 147v. Testigos: don José Rodríguez y don Felipe Rodríguez. 3 AP Sagrario de Santiago de Chile, B. 26/f. 110v, partida de bautismo de don Carlos Rodríguez y Erdoiza. 4 AES Vol. 948/f. 281. 5 AP Sagrario de Santiago de Chile, M. 2/f. 165v. Cfr. ESPINOSA MORAGA, Óscar, Los Andonaegui de Vizcaya, de Chile y de Argentina, Santiago de Chile, Editorial Nascimento, 1984, p. 41. FARIÑA DÍAZ, Carlos, “La Independencia de Chile y los vascos”, en Los Vascos en las Independencias Americanas, Bogotá, Editorial Oveja Negra, 2009, p. 41. 6 AES Vol. 522/f. 78v. 7 AES Vol. 787/f. 96.

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1760,1 y otro del 6 de abril de 1767, que trata de las gestiones para crear un Hospital de mujeres al interior de la citada casa de huérfanos, atendida por los religiosos de la Orden de San Juan de Dios. 2 Corregidor del partido de Santiago de Chile, fundó el Mayorazgo Aguirre, el 12 de octubre de 1744, ante el escribano don Juan Bautista Borda.3 Solicitó título de Castilla, siendo el primer Marqués de Montepío, por concesión de S.M. Don Fernando VI de Borbón, Rey de España, con despachos del 9 de octubre de 1764, y el vizcondado previo de Aguirre.4 Bisabuelos maternos Don Francisco de Erdoíza, capitán, vecino de la villa de Durango, provincia de Vizcaya, en el País vasco español. Casó con:5 Doña Antonia de Olaguibel. Don Pedro Ignacio de Aguirre e Illaradi Amésquita (/1724) Alcalde de Santiago de Chile en 1714, alguacil mayor de la Real Audiencia de Santiago en 1724, capitán de caballería en el gobierno de Ustáriz, maestre de campo.6 Mayordomo de la Cofradía del Rosario de Santiago de Chile, junto a don Diego Calvo, en 1706.7 Fue propietario de una chacra en el pago de Manquehue, al este de Santiago de Chile, por la que tuvo pleito por deslindes con Francisco Arenas, entre 1702 y 1703.8 Además en 1699 habitaba unas

1

Archivo General de Indias (AGI) MP Perú–Chile, 219. AGI MP Perú–Chile, 223. 3 AES Vol. 656/f. 349. AMUNÁTEGUI SOLAR, Domingo, La sociedad chilena del siglo XVIII. Mayorazgos y títulos de Castilla, 2, Santiago de Chile, Imprenta, litografía y encuadernación Barcelona, 1903, pp. 55–64. 4 AGI Títulos de Castilla, 6, R.34. Real despacho del título de Marqués de Montepío a don Juan Nicolás de Aguirre, libre de Lanzas y Media Annata, 1764, Octubre, 9, Chile. AGI Títulos de Castilla en Indias, 2ª Relación, 11, R.6/f. 4v. Real Cédula auxiliatoria del título de Marqués de Montepío a D. Juan Nicolás de Aguirre, 1764, Diciembre, 9, Chile. Archivo General del Ministerio de Justicia de España (AGMJ) Legajo 96, expediente (Exp.) 847. Cfr. ALMOZARA VALENZUELA, Francisco Javier de, “Mayorazgos y títulos de Castilla presentes en la revolución independentista de Reino de Chile”, en REH, 50, Santiago de Chile, 2008, pp. 195 y 222–223. 5 AP Sagrario de Santiago de Chile, M. 2/f. 165v. Cfr. ESPINOSA MORAGA, Óscar, op. cit., p. 41. 6 Cfr. AMUNÁTEGUI SOLAR, Domingo, op. cit., p. 2. 7 OVALLE LETELIER, Álex, “…Juntos y a son de campana congregados”: Prestigio y sociabilidad de la élite en las Cofradías Santiaguinas (1700–1770)”, en Revista de Historia Social y de las Mentalidades, 16, Nº 1, Santiago de Chile, 2012, p. 201. 8 ARA Vol. 1.378, pieza 2, son 79 folios. 2

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casas en la calle de los Mercaderes, luego calle del Rey (actual Estado), a ¼ de cuadra de la plaza mayor de Santiago, hacia el sur.1 Nació en Donostia (San Sebastián) en el País Vasco.2 Testó el 6 de julio de 1716,3 otorgó un poder para testar en Santiago, ante Rodrigo Henríquez el 8 de enero de 1728.4 Testó finalmente en 1724,5 pero luego de su muerte hubo un juicio entre 1728 y 1735, por la partición de los bienes que dejó junto a los de su mujer.6 Casó el 20 de julio de 1695 en Santiago, con:7 Doña JUANA BARRENECHEA Y DÍAZ PIMIENTA (1676/1728) Natural de Santiago de Chile, oleada de dos años el 27 de junio de 1679, fue dotada para su matrimonio en Santiago, el 20 de junio de 1695 ante el escribano Manuel de Cabezón, con 7.553 pesos en dinero, ropa y joyas, sumando 2.000 pesos en arras que le dio su marido.8 Juana testó en Santiago, el 8 de enero de 1728.9 Tatarabuelos maternos Don Pedro de Aguirre, casó con:10 Doña María Bernarda de Illaradi y Amésquita.

1

RAMÓN FOLCH, Armando de, “Santiago de Chile, 1650–1700”, I, en Historia, Santiago de Chile, Universidad Católica de Chile, 1974, p. 212. 2 AES Vol. 399/f. 249. THAYER OJEDA, Luis, Navarros y Vascongados en Chile, Santiago de Chile, G. Miranda, editor, 1904, p. 20. 3 ARA Vol. 647. 4 Archivo Nacional de Chile, Fondo Archivo de escribanos de Santiago (AES) Vol. 457/f. 12. 5 AES Vol. 521/f. 137. Cfr. LABORDE DURONEA, Miguel, Los Vascos en Chile 1810 – 2000, Santiago de Chile, Seguros Cruz del Sur, 2002, p. 21. 6 ARA Vol. 647, pieza 13, son 8 folios, contiene los testamentos de don Pedro Ignacio de Aguirre en 1716, y de su mujer, doña Juana Barrenechea en 1728. 7 ESPEJO TAPIA, Juan Luis, Nobiliario de la antigua capitanía general de Chile, 1, Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1917, p. 49. REYES REYES, José Rafael, “El presidente de la República don Ramón Barros Luco y el vicepresidente don Luis Barros Borgoño”, en REH, 37, Santiago de Chile, 1993, p. 11. 8 AES Vol. 399/f. 249. AMUNÁTEGUI S OLAR, Domingo, op. cit., p. 2. 9 AES Vol. 619/f. 202. ARA Vol. 647, pieza 13. 10 AES Vol. 399/f. 249. ESPEJO TAPIA, Juan Luis, op. cit., p. 49.

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Juan Bautista de Barrenechea (/1710) También llamado Juan Bautista Barnachea, Capitán de milicias, regidor de moradores de Santiago de Chile, en 1687. En sesión del 10 de enero de ese año, fue encargado de organizar la fiesta del señor San Sebastián. Firmaba Juan Baptista Barrenechea,1 el 25 de febrero, fue comisionado junto al capitán don Valeriano Zapata para invitar a los mayordomos de la Cofradía de la Vera Cruz para nombrar a las personas que portarían las insignias de Semana Santa,2 el 4 de marzo propuso la construcción de los tajamares para protección de la ciudad contra las crecidas del río Mapocho,3 continuó sirviendo a la ciudad en otras comisiones durante 1687, año de inundaciones y una gran peste. Luego de enviudar de su primer matrimonio, casó en la parroquia de El Sagrario de Santiago, en 1682 con doña María Nicolasa de la Carrera y Elguea,4 quien le sobrevivió y con sucesión de 3 hijos. Tuvo en 1692 un pleito por cobro de pesos contra Francisco Tejo Basaure.5 El 7 de septiembre de 1693 compró ante el escribano Morales, una casa y sitio de ½ solar, ubicada en Santiago en la calle de La Cañada, a ½ cuadra del monasterio de Santa Clara de la Antigua Fundación, y frente cañada por medio con la Iglesia y convento de San Francisco, a la esquina oriente de la calle de San Antonio. La casa tasada en 5.727 pesos, fue vendida por su propietario el capitán don Miguel de Elguea, tío de Nicolasa, rebajando el saldo que quedaba de reconocer un censo de 3.000 pesos que gravaba la casa a favor de doña Luisa de Garay, monja agustina.6 Natural de Donostia (San Sebastián), en el País Vasco,7 testó en Santiago, en 1710.8 Casó primero en 1672, en la parroquia de El Sagrario de Santiago, con:9

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MEDINA ZAVALA, José Toribio, “Actas del Cabildo de Santiago”, XXII, en Colección de historiadores de Chile y documentos relativos a la historia nacional (CHCh), 42, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1913, pp. 184–185. Su primer cabildo fue la sesión del 10 de enero de ese año. 2 MEDINA ZAVALA, José Toribio, op. cit. (1913) pp. 194–195. 3 Ibídem, p. 195. 4 AP Sagrario de Santiago de Chile, M. 1/f. 127. Nicolasa es tía bisabuela paterna de don José Miguel de la Carrera y Verdugo, prócer y amigo de Rodríguez. 5 ARA Vol. 1.438, pieza 1, son 28 folios. 6 AES Vol. 368. RAMÓN FOLCH, Armando de, op. cit., p. 181. 7 ESPEJO TAPIA, Juan Luis, op. cit., p. 49. 8 AES Vol. 452/f. 2 y Vol. 453/f. 6v. 9 AP Sagrario de Santiago de Chile, M. 1/f. 63.

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Doña JUANA GERTRUDIS DÍAZ – PIMIENTA Y OLIVARES (/1679) Fue dotada en la ciudad de Santiago de Chile el 30 de diciembre de 1671, con 6.000 pesos para su matrimonio.1 Testó ahí en 1679.2 Hermana entera del capitán don Francisco Díaz – Pimienta y Olivera (/1726) Regidor del cabildo de Santiago de Chile en 1697, jurando el 1 de enero de 1697, con nombramiento de la misma fecha y previo pago del real derecho de la medianata,3 y desde el 11 de enero del mismo año, como procurador general interino de la ciudad, en nombre del general don Francisco Avaria que no había tomado posesión del cargo, firmando Francisco Diaz Pimienta.4 Nuevamente regidor de vecinos en 1698.5 Procurador titular de la ciudad en 1700.6 Agricultor, propietario de la rica estancia Peteroa en el partido del Maule, con casas, capilla y abundantes indios de servicio, descendientes de la antigua encomienda y vecinos a la encomienda de Peteroa de su suegro Calderón,7 que después heredó su hija, figurando desde 1698 como titular Díaz Pimienta.8 Casó con doña Josefa de

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AES Vol. 273–F/f. 446. OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (1949), p. 34. 2 AES Vol. 350/f. 242. 3 MEDINA ZAVALA, José Toribio, “Actas del Cabildo de Santiago”, XXIV, en CHCh, 44, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1915, pp. 7–9 y 24–25 entre otras páginas. Su primer cabildo fue la sesión del 7 de enero de ese año. 4 MEDINA ZAVALA, José Toribio, op. cit., p. 20. Ese mismo año recibió junto al general Avaria y al capitán don Francisco de Rojas, la comisión para hacerse cargo de la fiesta de Santa Rosa de Lima de la cual eran devotos. 5 MEDINA ZAVALA, José Toribio, op. cit., p. 131, además el 10 de enero de ese año, fue nuevamente comisionado con sus pares, para la fiesta anual de Santa Rosa de Lima. 6 Ibídem, p. 345. 7 Cfr. AP Curepto, B. 1/f. 23. En el archivo de la parroquia doctrinera de Peteroa (actual Curepto) se encuentran partidas de indios al servicio de Díaz–Pimienta, de las cuales procuramos recoger la memoria de sus nombres: 1) AP Curepto, B. 1/f. 32, el 20 de enero de 1700, bautismo y óleo de Pedro, yndio natural de Peteroa, hijo legítimo de Andrés, yndio, natural de Peteroa y de Agustina yndia natural de Peteroa del Servizio del Capitan Don Franco Díaz Pimienta. 2) AP Curepto, B. 1/f. 35, el 24 de julio de 1701, en la capilla de Peteroa, bautismo y óleo de Antonio, yndio natural de Peteroa, hijo legítimo de Agustín, yndio, natural de Peteroa y de Francisca india natural del Parral. Padrinos Thomas yndio y Juana yndia todos del Servisio del Capitan Don Franco Días Pimienta. 3) AP Curepto, B. 1/f. 35, el 31 de julio de 1701 en la capilla de Peteroa, bautismo y óleo de Santiago, de 16 días de nacido, yndio natural de Peteroa, hijo legítimo de Lucas, yndio, natural de Peteroa y de María yndia natural de Peteroa del Servisio del Capitan Don Franco días Pimienta. 4) AP Curepto, B. 1/f. 35–36, el 19 de agosto de 1701 en la capilla de Peteroa, bautismo y óleo de José, de 26 días de nacido, indio natural de Peteroa, hijo legítimo de Lucas, indio, natural de Peteroa y de María yndia del servisio del Capitan Don Franco díaz Pimienta. 8 Al igual que en el ejemplo anterior desde 1698, se suceden partidas de matrimonios de indios del servicio de Díaz Pimienta, como encomendero de Peteroa: 1) AP Curepto, M. 1/f. 12, el 29 de octubre de 1698, en la capilla de Peteroa, matrimonio de Lucas, yndio de la encomienda de el Capitan francisco Dias Pimienta, natural de Maule, de 20 años, hijo legítimo de Jasinto,

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Calderón y (Velázquez de) Covarrubias y Lísperguer, de la distinguida familia alemana–chilena con vinculaciones en Perú. Josefa fue propietaria de la gran estancia Peteroa, en el partido del Maule, cuya posesión recayó por herencia en la familia Grez. Cuartos abuelos maternos Juan de Barrenechea, vasco, vecino de San Sebastián, casó con:1 Quizás sea el Juan Bautista Barrenechea, que fue junto a Gabriel Iturrieta, alcaldes ordinarios de San Sebastián en 1668.2 Doña Gracia de Suasti, Zuasti, o Zugasti. Francisco Dias Pimienta (/c.1683) Natural de São João da Foz, en el reino de Portugal. Reyes, sugiere que era de origen judío. 3 De oficio mercader, fue también capitán, mantuvo entre 1669 y 1673 un pleito con don Alonso de Soto y Córdoba por cobro de pesos, de una deuda que Soto tenía con Francisco.4 Vecino propietario de casa y solar en Santiago de Chile, al llegar a la esquina sur oriente de las actuales calles Santo Domingo y Bandera a ½ cuadra del convento de Santo Domingo, y a 1½ y de isabel indios de la dicha encomienda, con Maria yndia natural de Maule, hija de legitima de Lorenso y Francisca, yndios. 2) AP Curepto, B. 1/f. 12, el 4 de mayo de 1699, en la capilla de Peteroa, matrimonio de Juan manzano, de la encomienda del Capitan francisco dias Pimienta, natural de Maule, de 40 años, hijo legítimo de Marcos, y de Clara indios, con Marsela yndia natural de Quillota, de 58 años, hija de legitima de gerónimo y Magdalena, yndios. Finalmente, en el libro de entierros de esta doctrina, también es posible encontrar algunas partidas de indios del servicio de Díaz Pimienta: 1) AP Curepto, E. 1/f. 16, el 15 de agosto de 1700, en la capilla de Peteroa, entierro de francisco, yndio natural de Peteroa, de 3 años, hijo legítimo de Antonio indio, y de Antonia yndia del servicio del Capitan Don francisco Dias Pimienta. 2) AP Curepto, E. 1/f. 16–17, el 26 de agosto de 1700, en la capilla de Peteroa, entierro de Andrea, india natural de Peteroa, de 1 años y medio, hija legítima de Pedro indio naural de Limache, y de Agueda india natural de Peteroa del servicio del Capitan Don francisco Dias Pimienta. 1 FERNÁNDEZ PRADEL, Pedro Javier, Linajes vascos y montañeses en Chile: Linajes vascos, Santiago de Chile, Talleres gráficos San Rafael, 1930, p. 213. REYES REYES, José Rafael, “Don Aníbal Zañartu Zañartu, vicepresidente de la República”, en REH, 33, Santiago de Chile, 1988, p. 7. 2 AROZAMENA, Jesús María de, y C ALVO SOTELO, Joaquín, San Sebastián: biografía sentimental de una ciudad, Madrid, Samarán, 1963, p. 393. 3 REYES REYES, José Rafael, “Nota genealógica sobre la familia Barros”, en Notas y Documento sobre Barros Arana, Anales de la Universidad de Chile, 109–110, serie 4, Santiago de Chile, Imprenta del Siglo, 1958, p. 383. 4 ARA Vol. 1.342, pieza 2, son 82 folios.

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cuadras al norponiente del Palacio del Gobernador del reino, y de la Santa Catedral de la ciudad. Los deslindes eran: al norte, calle de Santo Domingo por medio con casa y solar del capitán Domingo de Burgoa y su mujer doña Ana Vélez;1 al oriente, solar de media cuadra sin construir, del maestre de campo don Francisco Canales de la Cerda2 y Belluga de Moncada, regidor y fiel ejecutor perpetuo de Santiago de Chile, casado con doña Luisa de las Cuevas; al sur, con las casas de don Diego González y Montero, gobernador del Reino de Chile en 1662 y 1670,3 casado en 1643 con doña Ana Jufré del Águila y Sarmiento;4 y al poniente, con las casas de su cuñada doña Isabel de Olivares, casada con don Pedro de Torres, mayorazgo de Sierra Bella. 5 Tenían las casas un avalúo de 5.000 pesos, y estaban gravadas con 2.600 pesos, de los siguientes censos: 600 pesos a favor del monasterio de Agustinas, 1.000 pesos a favor del doctor don Pedro de Molina y 1000 pesos del licenciado Rodrigo de Navia.6 Testó en Santiago de Chile el 12 de marzo de 1679. Casó con:7 Doña BEATRIZ DE OLIVARES, nació en El Almendral, suburbio del Puerto Claro de Valparaíso, pasó a vivir a Santiago de Chile, viuda en 1683, vivía aún a 9 de septiembre de 1690, en la casa de calle Santo Domingo con su hijo Francisco. Hermana entera del Rvdo. Doctor don Juan de Olivares, cura de Valparaíso y canónigo de la catedral de Santiago de Chile. Y también, de doña Isabel de Olivares (/1692) Murió en 1692, bajo testamento de 1678,8 fue casada en Santiago de Chile, bajo carta dotal del 22 de mayo de 1675,9 con 1

RAMÓN FOLCH, Armando de, op. cit., p. 238. En 1688 pasó en dote a su hija doña María de Burgoa y Vélez, al casarse con el capitán don Juan de Jorquera, todavía vivían en ella en 1703. 2 RAMÓN FOLCH, Armando de, op. cit., pp. 239–240. El solar fue dividido en dos sitios de norte a sur, el primero colindante con la casa de Díaz Pimienta, fue entregado en dote el 16 de agosto de 1678 a su hija doña María Canales de la Cerda, al casarse con el capitán Pedro de Beitía, y estaba siendo edificado, probablemente estaba vacío el terreno, producto de los destrozos del gran terremoto del 13 de mayo de 1647. 3 MEDINA ZAVALA, José Toribio, Diccionario biográfico colonial de Chile, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1906, p. 375. 4 RAMÓN FOLCH, Armando de, op. cit., pp. 241–242. MUÑOZ CORREA, Juan Guillermo, Don Melchor Jufré del Águila. Biografía, obra y descendencia, Santiago de Chile, sin editorial, 2011, pp. 133–135. 5 Ibídem, pp. 238–239. 6 RAMÓN FOLCH, Armando de, op. cit., p. 239. 7 AES Vol. 315/f. 109; y Vol. 327/f. 38 y 63. 8 AES Vol. 349/f. 260. 9 AES Vol. 340/f. 275. ARA Vol. 2.016/pieza 1, pleito de 116 fojas de fray Juan Pasos, OSA contra don Pedro de Torres, por cobro de pesos entre 1690 y 1692, incluye la carta dotal de Isabel.

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don Pedro de Torres Miranda y de Sáa (/1722) Tesorero General de la Santa Cruzada, entre 1679 y 1722,1 vecino de Santiago de Chile, con casas en la plaza mayor de la ciudad (posteriormente llamado Portal Sierra Bella, luego Portal Fernández Concha). El 29 de octubre de 1693, fundaron el mayorazgo de Sierra Bella, ante el escribano Gaspar Valdés, luego de obtener licencia del Rey, dada en Madrid, el 4 de agosto de 1684.2 Era hijo del sargento mayor Francisco de Torres Miranda, natural de la villa de Setubal, en el Reino de Portugal y de doña Ana María de Sáa, portuguesa, y ambos vecinos de San Bartolomé de La Serena, en el reino de Chile. Murió el 22 de agosto de 1722, bajo testamento cerrado que otorgó en Santiago de Chile, el 15 de febrero de 1716, ante el capitán Juan de Morales Melgarejo, notario de Santiago, y un codicilo fechado el 18 de diciembre de 1721, entregado sellado el 16 de julio de 1722, siendo viudo de Isabel, con su hija y heredera ya fallecida, y con sucesión en los condes de Sierrabella. 3 Pedro e Isabel, fueron padres de doña María Javiera de Torres y Olivares, dotada el 30 de enero de 1686, ante el escribano José de Morales Melgarejo, con 100.000 pesos para su matrimonio con el general don Cristóbal Mesía de Valenzuela 4(1662) Caballero de la Orden de Santiago desde 1684, Paje de S.M. el Rey don Carlos II de España,5 Oidor decano de la Real Audiencia de Lima, nació en Quito, Ecuador.6 Primer Conde de Sierrabella, por concesión de S.M. Don Carlos II, Rey de España, y título despachado el 28 de enero de 1695, con el vizcondado previo de Sierrabella.7 Obtuvo además del Rey, el nombramiento futurario de Capitán General y Gobernador de las provincias del Río de la Plata (Argentina) por Real cédula, dada en Madrid, el 25 de febrero de

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SCHAFFHAUSER MUÑOZ, Pablo, “Los Ramos de Torres y la descendencia del matrimonio de don Juan Páez y Torres y doña Eugenia Ossandón Castro”, en REH, 42, Santiago de Chile, 2000–2001, p. 131. 2 LIRA MONTT , Luis, “La fundación de mayorazgos en Indias”, en Hidalguía, 235, Madrid, Ediciones Hidalguía, 1992, p. 575. 3 AES Vol. 589/f. 140 y 142v. 4 AES Vol. 358/f. 41. La dote incluía la casa de la Plaza Mayor esquina de calle Ahumada, que fue tasada en 25.160 pesos. 5 AGI Contratación, 5447, N.1, R.18/f. 1. LOHMANN VILLENA, Guillermo, Los americanos en las órdenes nobiliarias, I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1993, pp. 271–272. 6 Archivo Histórico Nacional de España, Órdenes Militares, Caballeros de Santiago, Exp. 5285. 7 AGMJ Legajo 130, exp. 1.165. REZABAL Y UGARTE, José de, Tratado del real derecho de las Medias–Anatas seculares y del servicio de Lanzas á que están obligados los títulos de Castilla, Madrid, En la oficina de Benito Cano, 1792, p. 171. ALMOZARA VALENZUELA, Francisco Javier de, op. cit., pp. 194 y 210–211. Obtuvo real cédula del 22 de mayo de 1768 de exención del tributo de la Media Anata.

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1695,1 pero el 15 de enero de 1697 le fue retirado el beneficio del cargo, por carta del Secretario del Consejo de Indias, dirigida a la Audiencia de Buenos Aires.2 El título condal fue transmitido en los Mesía de Torres, con sucesión vigente en la actualidad en don Juan Rodríguez de Santiago–Concha y Fabra, como X Conde de Sierrabella desde el 2 de junio de 2004, además de ser cabeza de los siguientes títulos: XV Marqués del Dragón de San Miguel de Híjar, IX Marqués de Valdelirios, VIII Marqués de Casa–Tremañes, X Conde de la Vega del Ren y VII Conde de Villanueva del Soto.3 Quintos abuelos maternos Sebastião Afonso, su nombre en castellano, Sebastián Alfonso, vecino de Oporto, en el reino de Portugal. Casó con:4 Maria Veneta. Pedro Martins de Oliveira (1585) Llamado habitualmente: Pedro Martín de Olivares. Tesorero de la Santa Cruzada en 1636. Capitán, natural de Lisboa, en el Reino de Portugal, vecino del partido de Quillota. Casó con:5 Doña BEATRIZ VÁSQUEZ, nacida en El Almendral, suburbio del Puerto Claro de Valparaíso. No llevó dote a su matrimonio, no obstante, su madre declaró al testar que le dio su ajuar de ropa blanca, cama y vestido y unos capados, que Olivares sacó en venta de la estancia familiar. Hermana entera del capitán José Vásquez, Benemérito del Reino de Chile,1 teniente de corregidor del valle y partido de San Martín de Quillota y del puerto de Valparaíso, y capitán a guerra del

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AGI Contratación, 5796, L.1/f. 71–78. AGI Buenos Aires, 4, L.11/f. 295v. Tenía la opción de optar a un cargo similar en otra plaza o recibir la suma de 1.000 doblones. 3 Boletín Oficial del Estado, España (BOE) Nº 41, p. 1462, Madrid, 17 de febrero de 2004. El 20 de enero de 2004, solicitó la sucesión en los títulos de Marqués de Valdelirios, Marqués de Casa–Tremañes, Conde de Villanueva del Soto y Conde de Sierrabella, vacantes por fallecimiento de su padre. ALONSO DE CADENAS Y LÓPEZ, Ampelio, Títulos nobiliarios vinculados con Extremadura, Madrid, Ediciones Hidalguía, 2007, p. 58. 4 OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (1949), p. 34. LASSO P ÉREZ – COTAPOS, Luis Felipe y REYES REYES, José Rafael, Reyes, la familia de origen portugués establecida en Chile en el siglo XVII, en REH, 24, Santiago de Chile, 1979, p. 79. 5 Ibídem, p. 79. MARTÍN Y MANERO, Vicente, Historia eclesiástica de Valparaíso, I, Valparaíso, Imprenta de J.M. Sandoval, 1890, p. 77. 2

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puerto de Valparaíso, con títulos de don Antonio de Acuña y Cabrera, gobernador del Reino de Chile, fechado en La Concepción, el 3 de agosto de 1654. Se presentó en sesión del cabildo de Santiago, el 23 de octubre de ese año, y en la de 30 del mismo mes en cuya acta se insertó el título, que incluye una referencia a los servicios de su padre en el mismo cargo y jurisdicción; haciendo mención de la presentación del título ante la Real Audiencia de Santiago, el 24 de octubre, y aprobación de los oidores el 26 del mismo, procediendo al juramento ante los alcaldes y regidores de Santiago el 30 de esa fecha.2 Su hermana doña Mariana Vásquez de Écija, fue casada con el capitán Gaspar de los Reyes, nacido en San Gonzalo de Amarante, en el Reino de Portugal, fundadores de aquella familia, en cuya sucesión destacó don Blas de los Reyes y Vásquez de Écija, que sacó a remate el 22 de diciembre de 1707, las porciones de la estancia Almendral que eran de sus parientes, por no pago de 252 pesos de los réditos del censo de un censo de 720 pesos que gravaba las tierras, a favor de los padres Mercedarios. Así De los Reyes, reunió en su mano toda la propiedad original. Una descendiente de la familia, doña Tomasa Valenzuela y Morán, casó con el gallego don Francisco Domínguez Heras, siendo fundadores de la distinguida familia Domínguez en Chile. Sextos abuelos maternos Pedro Vásquez Barba, Teniente de corregidor y capitán a guerra del puerto de Valparaíso, por título de don Luis Fernández de Córdoba y Arce, gobernador del Reino de Chile, fechado en Santiago, el 29 de diciembre de 1625, presentado en sesión del cabildo santiaguino a 25 de febrero de 1626, fecha en que juró el cargo. 3 Capitán a guerra del puerto de Valparaíso y de las bodegas de S.M., nombrado en Concepción por Fernández de Córdoba, el 27 de julio de 1629, presentándose al cabildo de Santiago para su juramento, en sesión del 12 de octubre de ese año,4 y por tercera vez, en el mismo cargo, nombrado por el gobernador del Reino, don Francisco Laso de la Vega, por despacho dado en Santiago, el 5 de junio de 1632, jurando en sesión del cabildo santiaguino de 29

1 LIRA MONTT, Luis, “Beneméritos del Reino de Chile, repertorio del siglo XVII”, en BACH, 105, Santiago de Chile, 1995, p. 101. 2 MEDINA ZAVALA, José Toribio, “Actas del Cabildo de Santiago”, XIV, en CHCh, 34, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1907, pp. 492 y 494–499. 3 MEDINA ZAVALA, José Toribio, “Actas del Cabildo de Santiago”, IX, en CHCh, 28, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1902, pp. 358–359. 4 MEDINA ZAVALA, José Toribio, “Actas del Cabildo de Santiago”, X, en CHCh, 30, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1905, pp. 128–130.

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de octubre de 1632.1 Benemérito del Reino de Chile, por auto de la Real Audiencia de Santiago de 1625 y confirmado el 29 de octubre de 1632.2 Sargento en 1625, en el Real Ejército, sirvió en la Guerra de Arauco desde 1589, firmaba Pedro Vásquez,3 era capitán en 1629. Agricultor, propietario de la estancia Valle del Almendral, en Valparaíso,4 tierras que vendió posteriormente al convento de La Merced de Santiago de Chile. 5 En 1611 fue nombrado albacea de su suegro.6 El 28 de marzo de 1619, siendo morador en Santiago de Chile, su cuñado Diego Hernández de Écija le otorgó poder para testar, junto a su concuñado el alférez Juan de Balmaceda.7 Era natural de Toledo, España, y según Medina, originario de Talavera de la Reina.8 Murió antes de 1669. Casó con:9 Doña MARIANA DE ÉCIJA (1588/c.1675) Mestiza, también llamada Mariana Fernández de Écija, vecina de Valparaíso, una de las primeras mujeres empresarias del Reino. Fue dotada para su matrimonio con 1.000 pesos de buen oro.10 El 20 de octubre de 1648 compró con su marido la estancia Almendral, que deslindaba por el oriente con la estancia de la Viña de la Mar, por el norte con el Morro (cerro Barón) y al poniente el estero de las Delicias, por un valor de 300 pesos a censo. Construyó ahí casas, capilla y bodegas, y una panadería que surtía de pan y bizcocho a los navegantes del puerto, como ella misma relata en su testamento: Fueron gruesos los bodegajes que entonces se ganaron. Luego compró la Chacarilla de Ulloa al otro lado del estero, y el 6 de junio de 1652 compró tierras en Valparaíso en el valle del 1

MEDINA ZAVALA, José Toribio, op. cit. (1905), p. 382. LIRA MONTT, Luis, op. cit., p. 85. 3 MEDINA ZAVALA, José Toribio, op. cit. (1902), p. 359. 4 Archivo Nacional de Chile, Fondo Archivo Notarial de (AN) Valparaíso, Vol. 1/f. 239v. (283v) Carta dotal del 13 de octubre de 1688 que otorga don Melchor Vásquez en favor de su hija natural Agustina Vásquez, al casarse con José Díaz. 5 AN Valparaíso, Vol. 1/f. 230. 6 AES Vol. 48/f. 279 y 296v. 7 AES Vol. 126/f. 82. LASSO P ÉREZ – COTAPOS, Luis Felipe y REYES REYES, José Rafael, op. cit., p. 79. 8 MEDINA ZAVALA, José Toribio, op. cit. (1906), p. 934. 9 LASSO PÉREZ – COTAPOS, Luis Felipe y REYES REYES, José Rafael, op. cit., p. 79. 10 Cfr. V ICUÑA MACKENNA, Benjamín, Historia de Valparaíso. Crónica política, comercial, i pintoresca de su ciudad i de su puerto, desde su descubrimiento hasta nuestros días, 1536–1868. I, Valparaíso, Imprenta Albion de Cox i Taylor, 1869, p. 369. 2

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Duque, San Esteban y Árbol Copado (entre la subida Santos Ossa y los cerros al oriente de la ciudad), formando una gran estancia que abarcaba todas las tierras planas y de cerros entre los actuales cerros Concepción y Barón, colindante por el poniente, con el primitivo puerto ubicado a los pies de los actuales cerros Artillería, Arrayán, Santo Domingo, Cordillera, Alegre y Concepción.1 El 18 de abril de 1664, instituyó una capellanía de misas en cabeza de su nieto, el clérigo de órdenes menores, licenciado José García y Olivares, seminarista en Santiago, mientras terminaba los estudios y recibía las órdenes mayores gozó de la capellanía su otro nieto, don Juan de Olivares, cura de Valparaíso.2 Otorgó testamento cerrado el 7 de mayo de 1669, ante el teniente de corregidor del Puerto Claro de Valparaíso, don Martín de Axpée y Bolívar, declarando ser natural de Santiago de Chile, de 84 años de edad, y viuda de un matrimonio que tuvo por 30 años con el capitán Pedro Vásquez, declarando la compra de la estancia Almendral en la que construyeron sus casas y 3 bodegas, algunas dañadas por el terremoto del 13 de mayo de 1647.3 El 12 de febrero de 1675, a los 91 años dictó un codicilo cerrado ante el corregidor de Valparaíso, don Juan Antonio Caldera, diciendo ser hija de Melchor Hernández Deza y de Petronila de Quiroga, declara que su entierro ya no sea en la capilla familiar de Almendral, sino donde designen sus albaceas: su hijo el capitán José Vásquez, su yerno don Gaspar de los Reyes y su nieto, el doctor José de Olivares, cura de Valparaíso.4 Séptimos abuelos maternos Melchor (Fernández) de Écija (c.15155/c.16131) Conquistador, natural de la ciudad de Sevilla, pasó a las Indias y llegó al Reino de Chile, según Thayer, en 1549 junto al general Juan Jofré,

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Cfr. OSSANDÓN WIDOW, María Eugenia, “Proyecto para un plano de Valparaíso (1675–1700)”, en Historia, 26, Santiago de Chile, 1991–1992, (247–258), p. 251. SÁEZ GODOY, Leopoldo, Valparaíso: lugares, nombres y personajes, siglos XVI–XXI, Valparaíso, Editorial Universidad de Playa Ancha, 2001, p. 63. 2 AN Valparaíso, Vol. 1/f. 61–61v. 3 AN Valparaíso, Vol. 1/f. 230–232v. 4 AN Valparaíso, Vol. 1/f. 233–236v (279–282v) 5 AGI Justicia, 407, N.1., en 1554 declaró tener 41 años y luego en 1560, declaró 47 años de edad.

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Opazo señala el año 1547,2 y el mismo Écija en una declaración dijo conocer al gobernador Valdivia, desde 1548. Pasó a la ciudad de La Imperial en donde vivía en 1556, permaneciendo ahí hasta 1558, retornando posteriormente a Santiago de Chile, 3 luego de testar, se trasladó al valle de Quillota, ya centenario de edad, sin embargo, consta su alternancia como morador en Santiago. El 9 de marzo de 1556, en la ciudad de La Imperial y ante su alcalde, Pedro de Aguayo, depuso en una de las probanzas del pleito que sostuvieron el alguacil mayor, Juan Gómez de Almagro y Antonio de Tarabajano, por la posesión de la encomienda de Topocalma, señalando tener 41 años de edad poco más o menos, y conocer a Gómez de Almagro, desde hacía 6 años (1549) y al gobernador Valdivia hacía 8 años (1547).4 El 23 de mayo de 1561, y ante Juan Hurtado, escribano público de Santiago de Chile, declaró en una de las probanzas de Gómez de Almagro, y en ese momento señaló 47 años de edad.5 El 17 de noviembre de 1565, ante Juan de la Peña, escribano de Santiago, y los testigos, Francisco de Ortega, Francisco Gómez y el capitán Juan Álvarez de Luna, otorgó una carta poder a Diego Santos, mercader, para que en su nombre cobrara 35 pesos de oro, a las Cajas Reales por libranza que dio al gobernador don Rodrigo de Quiroga, este dinero ya lo había pagado Santos a Écija en ruán de su tienda en Santiago.6

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OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (1949), p. 32. THAYER OJEDA, Tomás, Formación de la Sociedad Chilena y Censo de la Población de Chile en los años de 1540 a 1565, I, Santiago de Chile, Prensas de la Universidad de Chile, 1939, p. 297. OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (1949), p. 31. 3 THAYER OJEDA, Tomás, Los conquistadores de Chile, II, Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1910, p. 154. THAYER OJEDA, Tomás, “Los conquistadores de Chile”, en Anales de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1910, p. 906. 4 AGI Justicia, 407, N.1. MEDINA ZAVALA, José Toribio, “Valdivia y sus compañeros”, IV, en Colección de Documentos Inéditos para la historia de Chile, desde el viaje de Magallanes hasta la batalla de Maipo 1518–1818, colectados y publicados (CDIHCh), XI, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1897, pp. 26–27. 5 MEDINA ZAVALA, José Toribio, op. cit., (1897), pp. 114–115. 6 AES Vol. 1, legajo 2/f. 200–200v. JARA, Álvaro y MELLAFE, Rolando, Protocolos de los escribanos de Santiago, primeros fragmentos, 1559 y 1564–1566, Santiago de Chile, Ediciones DIBAM, 1996, pp. 376–377.

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El 27 de febrero de 1567, actuó en la ciudad de La Imperial, como testigo de su alcalde, Pero Esteban, en la presentación del interrogatorio de Gómez de Almagro. 1 En 1601, aparece en la lista confeccionada por el gobernador Alonso de Ribera, informando al Rey el estado de Chile, figura en el número 62 del listado de hombres que se quedan en Santiago de Chile, melchior de ecija, muy viejo.2 Thayer, cree que por medio de “las fechas de nacimiento de algunos de sus hijos y su propia longevidad” es posible creer que “Ecija era hombre sano y vigoroso, aunque su memoria se debilitó progresivamente haciéndole creerse más joven primero pues en 1604, 3 declaró contar sólo 83 años, y exagerando más tarde su vejez y así depuso tener cien años en 16104 y ciento treinta, tres años después5”.6 El 15 de enero de 1610, depuso en el interrogatorio que hizo Gabriel Vásquez, tutor, inserto en el pleito judicial de los herederos de Babilés de Arellano, con el vicario Julian de Landa por deslindes de tierras en el valle de Quillota, indicando ser morador y tener 100 años de edad.7 Melchor, fue andaluz y nació en la ciudad de Sevilla, testó en Santiago de Chile, el 20 de octubre de 1585, ante Ginés de Toro – Mazote, escribano de Santiago, declaró, nombrando a sus hijos mestizos: Diego Fernández de Écija, María, y Mariana, dejando entre otras disposiciones un

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MEDINA ZAVALA, José Toribio, “Valdivia y sus compañeros”, VII, en CDIHCh, XIV, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1898, p. 60. 2 AGI Patronato Real, 228, R.1/f. 52. “Lista de la gente que queda en la ciudad de Santiago” (f.52–53v), en El gobernador de Chile, Alonso de Rivera, informa a Su Majestad sobre el estado en que se encuentra aquel reino, con documentos y estados, 1602. 3 ARA Vol. 167, pieza 1/f. 193. 4 ARA Vol. 2.300, pieza 2/f. 43. 5 ARA Vol. 321/f. 46. 6 Cfr. THAYER OJEDA, Tomás, op. cit. (1939), p. 297. 7 ARA Vol. 2.861, pieza 2, sin foliar. Mensuras fechas por el visitador general/ Xinés de Lillo en el valle de quillota, y plenaria/ información dada por Capn. gavriel vaques / sobre el pleyto de las tierras de los herederos de babiles de/ Arellano con el vicario Julian de Landa sobre por don/ de era el camino real, de la ciudad, a la de Coquimbo en/ quillota y por donde y por que tierras pasava, al tiempo y qdo./ el mariscal martin Ruis de gamboa le hiso merd. de las tierras al dho. Arellano. (Gentileza del profesor Jaime Vera Villarroel). VERA VILLARROEL, Jaime J., “El Tambo de Quillota”, en Revista de Historia Universidad de Concepción, 21, Concepción, 2014, p. 138.

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donativo de 20 pesos para los pobres del Hospital de Santiago y más de 151 pesos para el culto divino;1 dictó un codicilo, el 19 de noviembre de 1611 ante el escribano de Santiago, Diego Rutal.2 Melchor, se unió a: PETRONA, matrona mapuche chilena, Écija la mencionada como india soltera, de la ciudad de Los Confines de Angol.3 Al testar su hija Mariana en 1675, la denomina Petronila de Quiroga. ¿Buscó esconder el origen mapuche de su madre natural?, Opazo, sugiere que sí, Melchor de Écija, al testar señala que su hijo Diego nació de la india Petrona, una mapuche de Angol,4 y no de la llamada Petronila de Quiroga… Octavos abuelos maternos Diego de Écija, vecino de Sevilla, casó con:5 María Álvarez francesa. III. Epílogo: El producto de meses de trabajo ha resultado en este artículo que busca ofrecer un cuadro respecto de los antepasados del héroe chileno y americano, don Manuel Rodríguez y Erdoíza. Dejando de lado discusiones estériles respecto a qué bando pertenecía el prócer, Carrerista u O’Higginista, aquí interesa vislumbrar a través del origen socio–racial, algunos aspectos de la

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AES Vol. 3/f. 30v–32v. LACOSTE, Pablo; CRUZ, Enrique y POLANCO, Carolina, “Pobres y pobreza en los testamentos (Reino de Chile, 1585–1641)”, en Varia Historia, 54, Belo Horizonte, 2014, (753–773), pp. 760, y 761. En este artículo se clasificó a Melchor en el nivel económico medio, basándose en las cantidades de dinero que los testadores analizados hacían en pesos al Hospital de Santiago: nivel bajo, de 1 a 5 pesos; nivel medio, 10 a 50 pesos; nivel alto, 100 pesos y más. 2 AES Vol. 48/f. 296v. 3 AES Vol. 3/f. 30. OPAZO MATURANA, Gustavo, op. cit. (1949), p. 32. 4 AES Vol. 3/f. 30v–32v. 5 AES Vol. 3/f. 30. Vol. 48/f. 279. THAYER OJEDA, Tomás, op. cit., p. 154. LASSO P ÉREZ – COTAPOS, Luis Felipe y REYES REYES, José Rafael, op. cit., p. 79.

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familia del héroe y sus vínculos con la sociedad chilena y sus raíces peruanas. Rodríguez, dio ejemplo, al saber anteponer el sueño de la libertad de la patria, sobre sus lealtades y afectos personales, exponiendo su vida en incontables ocasiones, para mejor servir a Chile y a la causa americana de San Martín y O’Higgins, así contribuyó concretamente, a la consolidación de la independencia de España. Al concluir, agradezco la invitación recibida del Señor Don Alexis Arévalo y Vergara, distinguido Bibliotecario del Instituto Sanmartiniano del Perú, así también la confianza que ha depositado en nuestro trabajo como historiador y genealogista. IV. Fuentes consultadas: a) Documentales: Archivo General de Indias. Archivo Nacional de Chile: Fondo Archivo de Escribanos de Santiago de Chile. Fondo Archivo Notarial de Valparaíso. Fondo Archivo de la Real Audiencia de Santiago de Chile. Fondo Capitanía General. Archivo del Arzobispado de Santiago de Chile: Archivo parroquial de El Sagrario de Santiago de Chile. Archivo de El Sagrario de La Serena. Archivo del Arzobispado de Arequipa: Archivo parroquial de El Sagrario de Arequipa. Archivo parroquial de Santa Catalina de Moquegua. b) Bibliográficas: ALMOZARA VALENZUELA, Francisco Javier de, “Mayorazgos y títulos de Castilla presentes en la revolución independentista de Reino de Chile”, en Revista de Estudios Históricos, 50, Santiago de Chile, 2008.

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“En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto”. Séneca (2 AC-65), Filósofo latino.

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