Revista del ISMP N° 1

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Š 1935 - 2015 Instituto Sanmartiniano del Perú. Todos los derechos reservados.


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COMISION DE REDACCION DoctorLuis Alayza y P . S. Teniente Coronel Carlos Dellepíane Doctor Pedro Ruiz Bravo Señor Pescual Saco Lanfranco Octavo Cavada D .

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JULI 0 - 1 935

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REVISTA D EL-

Julio de 1935

EDITOR I AL

Es inextinguible la deuda contraída por el Perú con sus Libertadores, destacando entre éstos al inEigne e pitán Americano Don José de San Mart!n . Por eso, bajo la advocación de s u glorioso n ombre, esta Revista abre sus páginas para rendir culto a los prchombres de nuestra independencia, rememorando sus hechos, sin establ ·cer distinción particular entre los méritos de cada uno, puesto que la_suma y total de sus virtudes fué la que nos dió Patria y Libertad. La Historia, cuando realza a los hombres cumbres de la Humanidad, a sus factores de progreso, no debe tom. r en cuenta el lugar que la Providencia designó para que vieran la primera luz. Este incidente se opaca ante la grandeza de los hechos que llevaron a cabo; el Mundo los reivindica para sí, con justo y aquilatado egoísmo. E so es precis.a mente, por otra parte, lo que ambiciona el hombre genial , lo que sueña el héroe: salir del linde de su propio pueblo, escllpar, agigantado por sus obras, del valladar limítrofe y servir a su patria trasponi"ndo con su renombre y con su gloria las líneas que determinan la paterral heredad. Los grandes hombres de nuestra Em:mcipacié.n nacieron bajo todas las latitudes , voluntariamente u oblig~dos por el desarrollo que tomaron los sucesos, se cituon en nuestro suelo, donde mtrecidamente se les supo honrar en vida, encontrando en él dignísunos émulos y abnegados camaradas que se batieron a su lado bajo el mismo So en la cumbre· y en la playa, y cuyos hijos quieren olvidar de dónde vinieron, para hacer más justo y elevado encomio de su altísima J rsonalidad creadora.

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• Junta D irectiv a del Instituto Sanmartiniano del Perú Presidente.-Doctor Carlos A. R omero.

l\1iembros d : Ilonor.

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\ "ice Presidentes. {

Antonio Mora y Araujo, Embajador de la Repü 'llica Argentina. R . E. e.e la R osa, Ministro de la R epública de V ·nezuela. José P~ 1fico Otuo. Luis Al yza y Pi-.z Soldán. T enient Corone Carlos Dellepiane.

5:ecretar ios.

J . l\l. Yalega. { R icardo Cavero Eg(1squiza.

Tesoreros.

Fe Paz Soldán. {Luis Alberto l\lexandcr. pe

Ribhctecario.-Pascual Sac

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Lanfranco.

1ºocales.-Arturo P érez F ":Uerola; Ioracio H . Urteaga; Víctor L. Criado; Luis A. Valcárcel ; Manuc C. Bonilla; Juan Bautista de. Lavalle; Osear l\Jiró Quesada; J. J iménez J lrja; Ma mel Benvenuto M.; F emando G. Fuchs; Pedro R uiz Bravo; Rcmigio Silv 1. Ernesto Salaverry; Edmundo EscolT'el; Luis Espejo; Carlos C .briel S<.<'o; Evaristo Sancristóbal ; Juvenal Monge; Octavio Cabada D ; C(·sar Gar~ia Rossel.

Socios correspondientes del Instituto Sanmartiniano de Buenos Aires Doctor Manar ¡. Prad > José Gé !vez • Horac• H. Urte-1ga Luis Al yza y Piz Soldán Teniente Coron 1 Carlos Dellepiane

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Asamblea Constitutiva del Instituto Sanmartiniano del Perú

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E . de Habích J u in E. Rojas Vera 1\1. E. Gamarra Hcrnándcz C lrlos Arellano T . N. Pérez Velásquez S. lpión E. Llona F . Ericson Jenaro Helfffa - Ci..;ar García Roscll E. de las Casas Luis Vargas Prada :\!. A. Marlínez José G. Otero I~ ias :\lendoza del Solar Ferruccio Zilerí C istina E. de Layous A 1,ana E. de Sarria :\lanlio Zíleri L11Js Santa l\Iaría Vida! C. Panizo E. A. l\foya del Barco Si ~}¡¡.~o Duarte R bK.R.overano Atilio Sívírichi C H. Shepherd Gonzalo Herrera Ei 'tho de la Barrera Daniel Matto S. \laríáteguí Leiva Abdón l\fax Pajuelo C E. Paz Soldán E. O. Farfán y B. Edo. F . García P Etchapare T Cavero Egúsquiza T" J . P. Otero Est r F. de Ramos O. :\-!. A. Martínez J. \I Ramos Ocampo Alfredo Muñoz 3 firma minteligi Jlcs

Nuevo Socio Dr. Juan Fra .;co Paz 1s \'arela Sra. Dora :\la cr de Zul ·n Srta. Angélic· Ptlma Srta. Elvira ( cía y G 1rcí:.t Srta. Emili;, 1 mero Dr. Díómcdes \rías Sel kibcr Dr. Evaristo ( "llez Sá1 , hez Dr. Antonio I Torre Gral. Pedro P· e> .o l\fart nez Cor!. Jorge V< rgas Corl. Luis Es. udero Comtc. Edu. 'rdo Castro Río!ó

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Estatutos del Instituto Sanmartiniano

del Perú Arl. I.- Es objeto del Instituto Sa 'lmarliniano del Perú fomentar por todos los medios el culto de s héroes de nuestn independencia y los estudios históricos de la República. Art. II.-Son miembros del stituto Sanmartiniano del Perú los que con tal objeto se designe y las 1ersonas ·oncurrentes a la actuación en que se fundó Ja Institución, el 2 ie febnro de 1935, y que firmaron el Acta. Art. III.- Son socios bono rios las perscnalidades designadas en razón del cargo que ejercen, de al es mér tos o de servicios prestados al Instituto o al Perú; y socios cor spond1ent ·s las perscnalic~ades de fuera de Lima, a quienes se confiera e,;a disti11c1én por su consagración a estudios históricos o por sus actu, wnes des cadas. Los representantes diplomallcos de l~ República Argentina y de los EE. UU. de \'enezuela, patrias e os libe ,adores San :\Iartín y Bolívar, residentes en el Perú y el Dr J e Pacífico Otero, iniciador de este Instituto y fundador del Sarunartm1 1 v de Buenos Aires, son miembros natos, de honor. Art. IV.- La dirección del stituto 'stá a cargo de un comité compuesto por el Presidente, dos \ icl residentc s. dos secretarios, dos tesoreros, un bibliotecario y veinte V OCé 1 Art. V.- En caso de ausenc ¡ del P~esidente, los vicepresidentes se turnarán mensualmente en el c· ,.,o, dcci· liéndose por suerte a cual de ellos toca presidir durante el pnn •r mes. Art. VI.-Las elecciones de rgos se calizarán en la primera quincena de julio de Jos años impares, d Comi l' electo entrará en funciones el 28 de ese mes, en la actuación 1•mne de qm.. trata el artículo 9°. La duración de los cargos L de dos años y son reelegibles. Art. VIL-Habrá junta ge ral ordil' ria una vez al afio, para los efectos del artículo anterior y µ. l'"a la le< tura de la :l\femoria anual del Presidente y juntas extraordm; as cuan 10 las soliciten más de veinte miembros. Art. VIII.-El Comité scs1· nará una \ ez al mes, en la fecha que fije el Presidente.

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6 Art. IX.-Habrá una sesión solemne el 28 de julio de cada. año o, si no fuera posible, en la fecha más pró..1ma, en recordación de la J ura de la Independencia del Perú; y en otr; s fechas memorables cada vez que lo acu erde el Comité. Ar t. X.- En las juntas generales y en las de Comité, los acuerdos se tomarán por m ayoria absoluta. Art. XI.- El quorum p ara las ju tas generales será de veinte miembros. Si no se alcanzase este númcr- se citar'\ por segunda. vez y se sesionará con los que asistan. Art. XII.- El quoñiffi de las se: ,ries de Comité será de seis de sus miembros. Art. XIIl. -En las jun tas genen es, ordinarias o extraordinarias, se harán las designacio11es de m iembros 1onora rios y correspondientes. Ar t. XIV. -El I nstitu to pubhc, ª una r evista que llevará el nombre de San Martín, y formará una bit oteca y un fichario, debidamente catalogados. Ar t. XV.-Son rentas del Inst1t las cu otas de los miembros, cuyo monto fijará el Comité y los fondos ')Venientes del importe que se señale para los emblemas y diplomas, dt ubvenci0nes, donativos y de actuaciones que se r ealicen para proveerse e ' fondos. Art. XVI.- El Institu to tendrá fi les en 1<1.s ciudades del P erú en que h aya ambiente para ello. Art. XVII.- Los miembros del In 1tuto u sarán en las actuaciones oficiales el emblema de la Institución t es un botón de oro o plata de forma oval, con el busto de San M art lentro de una franja con los colores de nuestra bandera. Art. XVIII.- El Reglamento ck Instituto puntu alizará las atribuciones de los miembros del Comité Art. XIX.- E l Institut o es ext rano a la po 1tica y las actividades d e esta natura leza quedan prohibidas dl· Planera tbsoluta. Art. XX.- El InsLituto Sanmart1. no del Perú colaborará con el de Buenos Aires, para los fines que les so ·omunes.

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Instituto Sanmartiniano del Perú

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Dr. José G•lve> Colaborador en la Organización

Dr. Luis Alayza y Paz Soldán Vicepresidente

Tte. Cor!. Carlos Dellepiane \'icepresic!ente

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Sesión de Solemne Instalación y Toma de Cargos.

Realizada el 29 de julio, con asistencia oficial, en la sala de sesj:ones del Concejo P rovincial de Lima.

DISCURSO DE INSTALACION pronunciado por el Presidente cesante del Comité Provis ional, Doctor Don Lu is Alayza y Paz Soldán. Señores: El 23 de febrero el historiador argentino Jo~é Pacifico Otero, tras la lectura de su importantísima coni rencia titulada "San Martín y la peruanidad", inició la fundación del I 1stituto ~. mnartiniano del Perú diciendo : "Los peruanos, como los argcr mos, tierc·n pendiente con San Martín una deuda que, como lo dije al ere rse el Instituto Sanmar tiniano de Buenos Aires, no es la del bronce, n tampoco la del mármol, ni la del lienzo, porque es la del espíritu". y c..mo de i..na deuda se trataba, lógicamente el mismo insigne historiado declaró que en la esfera de acci6n del I nstituto Sanmartiniano, entr<- no sólo el Protector del Perú "sino Bolívar, el héroe soberano del On 1oco; O'Hic:gins el soldado esforzado de Arauco; Sucre, la espada directiva le la guerra del Ecuador y otros próceres". Este amplio y elevado conc ··to ha sido el norte de nuestros E statutos. Los peruanos estamos en el fie de la balanza frente a los émulos gigantes de la libertad de América San Mar m y Bolívar. P or la obra de entrambos nacit os a la vida de la independencia, que es la de la dignidad. Uno y otro rigieron nuestros de tinos, des.le la casa de Pizarro y dejaron la huella luminosa que deben S(.. 'llir nuestros mandatarios. No hay razón alguna para ¡ue part·cipemos de los exclusivismoo de las sectas que procuran lograr ~ glorificación de sus propios héroes, a la vez que el rebajamiento de sus ·ompetido res en gloria; pasionsilla sólo disculpable porque, en definitiva, ·s produr.to, aunque morboso, del patriotismo.

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8 La misma circunstancia de que • figura rumbre, autóctona de nt\eSlro suelo, en el trance de la emanci Lción fuera, a mi juicio no un guerrero sino el anciano médico Hipo 1 o Unanu•', nos libra de ese contagio de emulaciones que hace que los i- ndes capitanes de la independencia sigan divididos a través de los tiempos y de la generaciones. Señores: El momento no ~propicio p 1 funda cenáculos de la índole de nuestro Insti tuto Sanmartiniano; ¡ eT no eleg 111os el momento. Las circunstancias lo inlponen. Es esta J¡ h ra en que mueren las instituciones del espíritu. Las corporaciones q 1c . bieron ~r nuestras compañeras en la obra de culto a los héroes y ex. lt. 'ión de 1..1 peruanidad, duermen un sueño, que acaso es el de la muer e En esta hora materialista, la e r IN:'tividac', oh·idando que no sólo de pan se alimenta el hombre, ha caulo en la idc l 1tría del oro y en el culto del placer. Pero hay que reaccionar contra ello. La elevada frase cristiana que acabo de proferir, es más c iert.1 v fe.cunda cuamlo se aplica a las naciones. No sólo de pan se a limentan lo!'; pncblos. Bien sabemos que hoy sólo tic '1et acogida 1 s iniciativas en orden al provecho material o las religiosas, ne r no las mspiradas en el alma del Evangelio, sino las apreciables por sentido corporales. Esta es la vieja enfermedad ¡ •cru 1a, cau a de todos nuestros reveses, que los políticos frívolos de ,mtano ni si ¡uiera entrevieron. La Yieja enfermedad que hace de nuest ro hombres de bien en esta hora, no un conjunto cerrado, sino una mu tt d clispers 1. Pero también los males de los pueblos se curan y esa es J.' , l, ·a del e ...píritu. Ahí es donde debemos encontrar el remedio para 1 uc 1s enfennedades de hoy y aun la vacuna contra los contagios disolvc 1 <. ¡ue no .imagan. Este es. señores, el cometido el •1 tpo ele hombres en c uyo nombre hablo, y en cuyo nombre hago un 11. m miento ¡ todos los patriotas y una invocación a los hombres que pres l las instituciones nacionales. Rendir homenaje a lós héroes no es sólo t n acto platónico. Por el contrario. En ello hay cierta inspir· 1 interes: t. Noblemente interesada. Los héroes retribuyen nuestra< el divas po , ue, cultivando su memoria, caminamos sobre sus huellas, 11f 1mpregm os de su ambiente, captamos algo de sus espíritus triunfa< < n ele su tenacidad inquebrantable Y de sus sentimientos de abnegacion .,. sacrifico. prenda de la grandeza de los pueblos. Por eso un gTUpo de hombres de bu na volun ad acogió la iniciativa del gran biógrafo de San Martín, docto Jos~ Pacífi<'o Otero, de organizar en el Perú una fundación que colabor~·sc ·c.n el I1 titulo Sanmartiniano de

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9 Buenos Aires, con la Academia l\a nal d e h H istoria '1c Caracas y con las demás organizaciones de la indr e de t od l la América española. Los grandes hombres de la 1 "'lanidad han exhibido junto a sus grandezas, sus fallas. Al lado de su v irtudeF, sus vicios. Sombras de sus resplandores. Pero hay uno que 1 r a com p. 1diar sólo grandezas, resplandores y virtudes, con exclusiur· d fallas, ' ic1os y sombras. Ese es el general San Martín, cuyo nombre n< a usp1ci; Como miembros correspondie1 es del In-;, tuto bonaerence, el doctor José Gálvez -nuestr~signe bardo- y el m"tlesto ciudadano que os dirig e la palabra, recibi~os en esa r~i.. 1ón p r eb •1inar el cometido de la organización. Hemos elaborado los E sta utos y hl'mos convocado la asamblea g eneral de 3 de este mes clásico de' Perú, p ara elegir el personal direct ivo. A su frente se ha colocado a l r >'llbre Qlll' reún e la experiencia y la virtud, la sabiduría y el renombre que en la ac tualidad dirige el templo de la inteligencia, legado del Liberte •r San \1art ín , que es la Biblioteca Nacional de Lima, al señor Carlos \ Romer" Señor Romero: Como president tuto Sanmartiniano del Perú, os i

ocasiornl y momentá neo del Instiito a a sumir este sitial de honor.

DISCURSO DE TOMA DE CARGO del Presidente del Instituto Doctor Don Carlos A. Romero. Señores: Sea mi primera palabra d e pre n d o ) incero agradecimiento a los señores miembros del Instituto S<. ·1artin ia io del Perú que, quizá con un erróneo, pero ben évolo concept• de m is aptit udes y de mis merecí- . mientos, han querido honrarme coi a presidC'ncia d e esta institución durante la primera jornada de su ) cimenta la existencia. ¿Qué otra cosa puedo hacer sino aceptar y tratar l correspo 1 l('r dignamente a tan espontánea y galante d esignación , por ·n do a l s ·r•icio del Ins tituto todo e l contingente de mi buena voluntad, ¡u e es mucho, y todo el bagaje de mis conocimientos históricos, que yo lo 1uzgo n e .nuy abultado? Ardua es la 'tarea, yo bien lo sé, ya que se trat de per c-ccionar y desarrollar un org anismo nuevo, darle constantemente v ida y 110 desmayar en la labor, sobre todo "en esta hora materialista en q ue a colectividad, olvidándose d e que no sólo de pan se alimenta el 1ombre, 'la caído en la idolatría del oro y en el culto del placer" como ac. •d de expresar el ilustre organizador de este Instituto, doctor Luis Ala.yza ~ Paz Sold;in . 1,s-2

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Hay que reaccionar; ya lo a dejado <'icho el doctor Alayza extendiendo su frase anterior "no ••lo de pan ,;e alirnentan los pueblos", y el Instituto Sanmartiniano vien< º 1ora a ha ·cr acto de presencia y a recordarle al pueblo peruano que l historia t·s una de las más brillantes de las hil;torias de los pueblos de An nea y qut· tiene el deber de cultivarla y de rendir culto y tributo de adm1raLi6n y ~ratitud a quienes nos hicieron grandes y nos hicieron libres. Hay tres figuras cumbres l't 1- histori: del Perú, por que cada una de ellas es el funQ.a._99r de cada m.a de su tres épocas históricas: Manco Cápac, el fundador' del imperio peruano, < uc llegó a ser uno de los más grandes de Ja tierra dentro de su r .ismo a •artamiento de la civilización; Francisco Pizarro, el soldado vakr«•so y te 1az conquistador hispano, que nos trajo el símbGlo de Ja cruz y l. e vilizaci in de Occidente, y el General don J osé de San l\llartín que nos ;rajo la Ji >crtad y proclamó Ja independencia del Perú tal día como el d< ayer, ahora ciento catorce años; sin que esto quiera decir que en los tres ¡ >eríodos históricos no hubiera habido, después, hombres que han conqmstado la irrnortalidad por s us méritos y por sus hechos; sobre todo en la nuigna ludia por nuestra independencia, donde según la feliz expresión del doctor \layza "los peruanos estamos en el fiel de la balanza frente a lo ·mulos i ig;antes de la libertad de América: San l\1artín y Bolívar". El Instituto Sanmartiniano a tomar sobre sí la tarea de revivir el culto a nuestro glorioso pasado ' o va a dt pr que s iga echándose al olvido ni que diariamente no se rcct. rde al undador de nuestra independencia. Nuestra mis ión va a S('r e ·r 10 la dt 1 sacerdote, que trata de volver al redil cristiano a la oveja c. ·arriada a quien especulaciones mundanales ha hecho que olvide su-; deberes. Vamos a procurar hacer de San Martín lo que fué cuando ¡m !amó nu ·stra independencia, es decir, el ídolo del pueblo; nos ayuda en nuestro iropósito la grandeza del hombre, la magnitud de su obra, el patnotismo de nuestro pueblo y el cariño de éste a su Libertador. Y no <lud< q ue lo lograremos y que el Instituto Sanmartiniano cumplirá con su misí ·m, tom 1ndo como campo de acción la prensa, la tribuna y la escuela. Antes de terminar deseo dejar consta1 cia de que el Instituto Sanmartiniano ha quedado organiza<lc y celebra esta actuación únicamente merced al patriotismo, desvelos y usiasm·i del doctor don Luis Alayza y Paz Soldán, uno de nuestros más el .,;1 inguidos historiadores y cuya cooperación va a seguir siendo nuestra má fuerte columna de sostén.

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11 DISCURSO DE ORDEN J>'tonunclado por el Señor Teniente C oronel Carlos Dellepian~, Vice-Presidente del nstituto Sanmartiniano.

Señor Presidente de la R1 ública; Señor Embajador de la R p ública Argentina; SeñoreS M:i.W:stros Plenip lcnciario ' Señores Ml~istros de Estauo.

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Es muy afortunada para Ja concatt nación de circunstancias que me trae a esta tribuna. El hecho de haber coordina o disím i.l's narraciones históricas para form ar una sola; reunido y sin tet zado valiosos estudios para darles )lnidad; consultado dispersos doc u 1tos p ara con stituir con ellos un todo, y mi afanoso empeño por deductr <e los a c.c.nt ccimientos de nuestra histo r ia externa, algunos preceptos d.\; orden ex.>enmental r eferentes al estudio integral de la Guerra, me han < .do escaro titulo para qu e, amigos generosos, me consideren como m eI b ro cor~cspondiente del Instituto Sanmartiniano de Buenos Aires, y <iicha design tc ión , q ue agradezco, ha influído para que en Lima se me h aya l onra<lo con C'l cargo de Vicepresidente 'Cle este Instituto Sanmartinia 1c <~el Perú Tal el proceso feliz al que <lt. el honc. r de haber sido nombrado para hablar, en esta oportunidad, a n el S eño r P residen te de la República, dignísimo continuador, en el Co ando y en el Gobierno, de nuestros brillantes generales gobernantes de ...sadas é >oeas, aquellos a cuyo esfuerzo patriótico debemos la formación consolidación de nuestra nacionalidad. El nombre de uno de ello: y la remen <oración de sus hechos, e l nombre del qu e fuera más virtuoso t ' r e t odo,, es e l que congrega ahora a las distinguidas personalidades r¡u me ei;cuchan, entre las que se cuentan altos representantes de nuestro n n do ofic a l y calificados intelectuales de ~sfuerzo y m éritos constructivos ~ µatr:ióticns.. Señor Presidente del Instituto Sar martiniano del Perí1~ Señor Coronel J efe del E .ado l\la_-or General del Ejército; Señor Alcalde del Conct Pro vinc.ial <le Lima; Señoras; Señores: Estudiar siquiera un a spt.·Ct< u e la p rócer figura de San Martín en la sesión inaugural de nuestro 1 stitulo, es tarea muy h onrosa. pero d ifí-cil, aunque gratísima,

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No me hubiera animado a pr ~ntar e D iscurso de Orden que corresponde a esta solemne ceremo1 ia i no me tra nquilizaran a tiempo los dignísimos amigos que me propusícr para tan señalada distinción, autorizándome a tratar sobre la eg-rl ia pcrs• •nalidad de San Martín tan sófo desde puntos de vista milita1·, Con sta condición se facilitará bastante el honroso ern:: argo, porquL ·s precla1 o el mérito cívico del General, y son·notables sus hechos de guerr· de modo que, simplemente con enumerarlos, se puede- ~tener la a 1ción de 1 auditorio por largo lapso y conseguir que disculpe la limita.. i6 d e est e n i estudio. Cuento mucho, pues, con que , '.Jrillo e plendente del personaje que celebramos , iluminar á la oscuridad de mi ( 1scurso .

No será mi voz débil e insegu ra. la que l·\·a n te o engrandezca, siquiera fuera micrométrkamentc, el b r nce pcre 1 •e c on que los hombres representan y honran a San ·Martín , 1ara r eco'"uar sus nobilísimos hechos como ilustre hijo de América, y ¡.ara loar su s concepciones militares, comparables a las de los más encu 1 rados y m uy escasos grandes generales de todos los siglos. San 1\1artín es por antonoma ia General <le América, hasta hoy insupcrado. Alejandro, César, Fedenc1 Napole-m, son f iguras epónimas que marcan épocas de la Historia del Iundo . G recia y Roma, las luchas de Europa, y, la Revolución Francesa • ')ntinuada p or la Epopeya Imperial. San Martín, como general, es la G •erra d e la Emancipación de América; "es más que un hombre, es una 1 1i. , alta, mcontrastable, terrible a Yeces, sublime otras. Sólo bajo es t p ecto providencial y casi divino es como la Historia debe hacerse C.."lr• de su ~ ran de nombre y de su gran carrera, llena toda ella de admirab!, u nidad" Tal dice un historiador chileno (Vicuña Mackena), comnov1d< on su ¡ ropia voz a medida que produce entusiasta juicio sobre el L hf... tador 11e su Patria. Personalidades de gigantesca t . la, c omo Bolívar, como el ínc lito precursor :M iranda anulado por la rueldad lel Destino y tantos otros, ha tenido varias -héroes de la Guerr a )' héroes tle la Paz- el magnificente su elo americano; pero, hombres <k a contex ura moral del Protector d el Perú, señalado por la Providenc ia 1ara d ig 1.., ejemplo nuestro, por sus virtudes y singular altruismo, e 1 c il e n ' l ntrar en las páginas de la Historia. Triunfante y dueño de los <k m os de n cdio Continente, San :\.Iartín pudo escapar al impulso frenl íco de hs pasiones, supo moderar a su s colaboradores más ambiciosos ) p oner f n a su obra en el m omento preciso en que ella debió terminar S u p on !.,ración, ecuanimidad y altura de miras, impidieron que se.. ·slizara ¡ >0r la pendiente desastrosa a

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que conduce la personal ambición, siempre cond •nable porque pretende subordinar la vida de todos al imperio interese,; de uno sólo. La ambición y el ensimismamien o llmpre han lanzado a l hombre a las más desorbitadas empresas; el ans ie P oder, pasión casi siempre parasitaria y consiguiente de la Gloria, 1<.. impul ado a las más grandes aventuras. Raros han sido los hombrl's ue no han cometido el error de instalar sobr e el pedestal de su gloria, d espejo d · ormador de la mezquina satisfacción de mando. Y San MartÍ11 lr el coi trario, en todos los escalones de su encumbramieñtó, debido a legítimo~ tnunfos, y en el más alto de ellos, como G obernante del Pe estuv1 • siempre listo a desp r enderse de toda insignia y título de <l< ünio y .mtoridad. De este modo, en julio de 1820 y 1 tescribía con a ltivez y orgullo: "Todos saben que después de Chacabuc me hall { dueño de todo cuanto puede dar el entusiasmo a un vence< ir; el putl>lo chileno quiso acreditarme su generosidad, ofreciéndome o<las las 'entajas capaces de lisonjear a l hombre, él m ismo es testigo <I la firn lza con que rehusé admitirlas. Conocí desde ese momento e te excit a ·ía celos y me esforcé e n calmarlos con mi moderación y desi erés". Luego, en agosto de 1822, siendo d ño de le s destinos del Perú dirige una carta a Unanue, la que a hor· ·onocem is gracias al Dr. Luis Alayza y P az Soldán, quien la reprodt ·c. en su valiosa y documentada obra, "Unanue, San l\Iartín y Bolívar' En uno k los párrafos de dicha carta, con modestia inigu alable, con sene llez cxtn ordin aria, dice: "Antes, ahora y cuando no tenga más destino •ue el de un patriota particular, digo y diré que el honradísimo y virtuo, imo l:miPue es uno de los consuelos que he tenido durante mi adnur1 ración. '' Constatamos en ese documento que no experimenta el vért1j:, de la al ura, ni se cree llamado a excepciona l figuración. Antes, ahora después forman para su espíritu generoso una sola época, e nlazada través <le los años por las virtudes de su espíritu; n o distingue etapa t.n su vi<;, que juzga una y rectilínea, como lo qu ería su acerada volm t•d; sabía de lo inmutable de su destino qu e parecía querer garantizar fiJo y sere o con sus palabras. No esperaba como ulterior empleo · - ¡desµu s de h •ertar tres naciones!sinó disfrutar de los beneficios que cor ·esponden a cua lquier "patriota particular". Y su digo y diré, lo comp .meten • respetar su palabra y sus propias obras, no sólo hoy, sino h mbién m nana. No aventura expresión ligera; en su espíritu se afirma l. conYic1 t•m muy justificada de que Unanue era un grande hombre y no ree que l'n su mano estuviera el tener q ue rectificarse. Sabe que pronun un juic· ') meditado y por tal seguro, que espera siempre poder sostener Su alma es serena como el infinito; no tiene los múlt iples desdoblamie tos que hacen desdecir mañana,

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14 a veces por ínf1uencia de pequeñas pasion ., lo que hubiera aseverado ayer.

San Martín, entre todos los caudill< republi··.mos o realistas de la Gesta Emancipadora, fué el más complLt.l estratq~a. Entendiéndose por tal el Jefe Supremo que en el orden miht r crea ~ estimula resortes morales; organiza, dota y abastece; traza los 1 anes; co luce las tropas al campo de batalla; dirige ésta ~plota d~ .p el éxit > logrado, sometien do a la propia, la voluntad del enemigo. Si en la Guerra todo ha de ser pn: t'<ton y s , según un viejo aforismo: mandar es prever, no hay duda CJUL d caudil o argentino fué el mejor dotado entre sus contemporáneos, para l 1s tareas y obligaciones propias de quien ejerce autoridad. La improvisa .:m con rariaba su natural inclinación y temperamento, por eso, dL·!;<l ñándola 'Jmo propia del talento subalterno, se entregó siempre a la más -e ·exiva n <...lit.ación antes de señalar los rumbos por seguir. ~abía que te. hombre< e estado, como el general, deben resolver meditada y reflexiva 1 nte los levados problemas que les encomienda el Destino, para hacer la 1 1cidad dl los pueblos. Ni uno ni otro tienen derecho a entregar Ja suerte. <le sus con• t·mporáneos a los azares de la fortuna ;están llamados, por e l contr• ·10, a calcular el peso de los sucesos, prever los acontecimientos y centran~ los imr revistos que, en Ja guerra más qu e en la paz, son a veces detel"I Jativos males e incontrastables. Esta característica temperamental, jándolo del impromptus imaginativo que pretende crearlo todo med l expedit·rites de ocasión, lo con· dujo por el camino del estudio, fonn{,n. > como d más notable practicante de las doctrinas y teoría gene1 ti I· 1 Arte k la Guerra que apar ecían recién en el horizonte, condensa. b en breve-; y sentenciosas fórmulas, afirmadas con el ejemplo de las bnll< ·s campiñas de Napoleón: mirífico espejismo en el q ue se deslumhr • ·n todos los hombres de guerra de aquel período de sublime exaltacióri ica. Sin embargo, en el ciclo histórico e que actu tra San Martín florecieron los más brillantes caudillos -en su .g1tima acc-pción- que han ilustrado las armas americanas. Es incontestable que p ara lucir u1 rma espléndida a l lado y en la época de esos notables hombres de gucr que se 1lamaron La Serna, Bolívar, Sucre, La Mar, se requería Ja Jum sidad propia del genio. El último Virrey del P erú y de América, La ~erna, qu" pudo soportar con orgullo su desgracia en Ayacucho, perdie lo su e1(·rcito pero sosteniendo rnuy en a lto el honor de su b andera, en. entre su comilitones el de mayor cultura militar, y el papel que le et J al contrariar nuestra Emancipación no hubiera sido mejor cumpl.1 1 por cu t quier otro general. L:i ·M ar, denodado conductor de tropas, en u 1en se aunaba la metódica y

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15 prudente previsión con el más enérgic empeci1 "miento en la lucha. Bolívar, afortunado general , cu yos m ér os es innecesario señalar . Sucre, el Abel de América, que jamás fuera 'encido g ·· lcia s a sus eminentes dotes de J efe Superior. Entre ellos... San Martín hizo i•o la de si 1gular talento en la concepción y dirección de las operaciones le guerr l , como se comprueba estudiando el elevado alcance que supo 11 •primir ; sus planes de campaña con característico sello personal y con .• c.t a ndo, 1 través de esos estudios, la extraordinaria preci~ matemática de sus ~onsiguientes proyectos de operaciones. Y ésto, apesar de que la ¡.;ucrra es '. m á s compleja de las actividades humanas; basta recordar C'ue t.'1 ningu 1:i otra empresa del hombre, participa tan radical y profund. m ente el sentido psicológico. En ella , a todos los inconvenientes y clific ,1lt ades propia s de cualquier empeño, se unen consubstancialmente los tctores 11ora les: polarizados en el apoyo de la opinión pública que a u.'Ci 1 o COilJ lena al guerrero, y en las manifestaciones del espíritu militar de h s masa. de combatientes que se ven impulsados a la lucha, no sólo p or sagrados mhelos patrióticos, sino también, y tal vez principalmente, por • acción d el Jefe que marcha a la cabeza de ellos, creando vínculos espir uales y sometiendo a su volu ntad esa muchedumbre armada que forma k ~ ejércit •s de ayer, de hoy y de siempre. Orientar y dirigir con éxito t n formid ble organización, cuyas piezas constitutivas son hombres, car g,1dos de p .1siones, es tarea que según lo acredita la Historia, sabia, exclus1' l y abso rb ente maestra de la Humanidad, sólo ha estado al alcance le • gunos 1•redestinados, en el curso de los siglos y a través de las edades.

Definir al estratega en la forma c¡ue antes o hemos hecho y no citar los efectivos triunfos tácticos o del can )0 de bat.11la que obtuvo San Martín, permitiría suponer que existe algo •scuro o ¡ue pretendemos dejar en la sombra a lguno de los hechos del 11.;neral. Mas nó. Su talento táctico qued ó sobrada1 '1cnte demostrado en Chacabuco y Maipú; en la dirección p orri enerizad. qu e dió a Arenales para la expedición a la Sierra, y en la bau pla nt da del Chancay, de que nos ocupamos más adelante. Frente a Lima, fué precisamente 'U exper l'llc ia táctica y la gu erra de fintas y amenazas la que - venia «ra guerr; de zapa, según el la bautizó- socavara los fundamentos del edificio m 1 tar realista, obligando al Virrey a abandonar la Capital, objetivo exclusivo que San Martín perseguia en aquellos días. L uego. por otra parte, conviene j)u'ltualiza · en la forma más categór ica qu e la guerra que San Martín J rigió en e l Perú revestía, para él,

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carácter exclu siva y francamente: d1l: torio. l\o era cu estión, a su juicio, de aventurar la libertad de Amé ·1c:i en el az i r de una batalla; valía más. para su congénita filantropía y ~lt ·uismo, p ·occder en forma circunspecta esperando que, a breve plazo. ~ paulat 1 ia conquista de la opinión pública, decidiera el definitivo abar lono de estas tierras por las fuerzas del R ey. Si en ésto hu bo error t:..l )rincipi• > pues la victoria es el prem io exclusivo de la sangre, n o hubo error de ejt.>cución; puesto qu e, si tales eran los fines perseguidos, no existí d esacie1 to o equivocación a l aplicar los medios apropiado~para alcanza los, con o los hechos lo p robaron y j ustificaron después. I nspirado, posiblemen te, en 1.1 máxima clásica que quiere qu e no se aventure batalla en t a n to no o an po.;1bilidades de vencer , era su ju ego postergar el día del ch oque tot l de las fuerzas; obtener esta postergación frente a un adversar io agr<.. •vo. era ) ' un triunfo, puesto que b gu erra, en gran síntesis y conclus1 1 consis ,, en realizar nuestra propia voluntad a pesar de la d el enemíg<- ) malgn do todos sus afanes para Ílnponernos la suya. D e esto se deduce q u e, pr<..'Cl ;.:i ncnte cfrsdc el punto de vista militar, no se puede atrib uir error a e proc lcr; porque si la guerra es la continuación de la política por los •n <líos de fuerza, nadie pretenderá negarle a San Mar tín, como Jefe Pe l111co SupH·mo que era y Protector del P erú, el derecho de juzgar wbre la )portun < ad y conveniencias de pasar de un temperamento a l otro.

El General aju stó la concepc1 n y ejecución de las operaciones de guerra que condujo, a las más pur -; y elev1das formas del Arte. L a operación q ue respon dió, into en •l dominio estratégico como en el táctico a dich os calificados 1 I< ldes, fu,' la c¡uc realizó en 1817 pa ra desembocar de las P rovincias Arge 1 1as, tra ·1noniando los Andes, en marcha h acia el territorio por libertar, e 1 galla rd 1 agresión hacia Chacabuco y Maipú para luego, haciendo antcsal: en Chilt tomar los anchurosos caminos del mar que lo iban a conduc1.,. nuestras playas. M uy justificado era este p roced , puesto •ue el núcleo principal de las tropas realistas que mantenían la minació 1 de España en América se encon traba en el Per ú, donde las í.J s de líl: ,·rtad no podían germinar, lógicamente, bajo la sombra y pres1 n de fo. u crza. Los americanos p a rtidarios de la Emancipación, que o 1~inarialT't'nie esbozara Tupac Amaru en su r ebelión contra las autoríd. es espai: ·las, invocando sin embargo la obediencia al Rey como lo hicieron al comít·nzo todos los demás precursores, debieron pues acu dir a nuestro terri orio, desde los confines del Con tin ente, para sacar a l h ermano n.ayor d~ la tutela y para agredir , en

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li sus propias posiciones y fuentes de r• cu.-scs, a la~ ÍUl'rzas que mantenían e1 vas.Jlaje y castiga ban con severic< ,¡ s u s inte1 t is e mancipadores. Por eso fué que los soldados de 1 ~ Liberta d concun-ieron, por todos los senderos de América, siguiendo se nti< lo opt t•st o a l que tomaran las huestes del Inca y las de l a Conqui t , para reunirse bajo el Sol del P erú a fin de intentar la batalla final Su primera concepción de gran a l ·1r-e y ' lor , que revela conocimiento profundo de los secretos del A rtL, se en< u e ntra al estudiar el plan general que trazó San l\faR:1n para in v· 1 .. el Yir~t'y n a to que entonces formí.bamos, emprendiendo '1a más accrt <l' a gresi<11 estratégica con t r a sus ocu pantes; este plan fué redactado de uerdo cc n los patriotas de Lima, e n tre ellos, con don José d e la R iv · \güero. su gestor principal, qu e i n formó de las posibilidades y calificó 1 s prribal:, 1dades. Sus coetáneos del Sur, convenc1dc1 le h ce 1 v eniencia y ven taja que representaba para la Causa, expulsar d~ Perú a ! is representantes del Rey, puesto que era conocido el valioso co n 1 ente d! elementos de vida y de guerra que este país les p roporcion' b.t 10 sup1 ron acordar los medios, sin embargo, para lograr el fin que se: l roponían obtener. Era ne:esario hallar el equilibrio con la formid:i.bk po c nc i<i. m ilitar que representaba este Virreynato: emple:i.ndo toda act la d par 1 e n samblar y aumentar las fuerzas de la Libertad, a fin d e e nducirl~ s re unida s al teatro de operaciones en que debían actuar. E o implicaba pedir el concurso de otros pueblos y tomar la línea de operaciones m s direc ta, para alcanzar los objetivos propuestos; ya había que u lo d em >strado que, siguiendo a lo largo de los páramos desiertos de la p una a lto peruana, era imposible llegar al corazón del Vin-eynato; por es t a n1ta tod 1 esfuerzo había escollado contra potentes fuerzas r ealista¡:, q u operaba i cerca de sus propias bases de operaciones, con líneas de con micación le positivo rendimiento por su escasa longitud. Buscar la alianza de C hile y de los 1smos F hlailores del Perú, sería un primer paso para equiparar las fuerz s. Rcst: r a l adversario l os adeptos que lo auxiliaban -y lo seguían. e 1 vcnc1én lok s , con la acción y aITogancia de los propios batallones, e u e ·bía n abraza r la causa de la Patria, era otro paso para reducir el p odt •· Reo!. G racias al trasporte por la vía marítima, efectivamente la m as e- lod a y ·orla en estas regiones físicamente hostiles a los ejércitos, er1 Jl( 1blc con ,crYa r los efectivos y ganar tiempo. El simple hecho de empn d er la ofensiva estratégica, permitía conquistar de un golpe la supc ri o 1dad m o • l la n buscada, que la agresividad proporciona siempre. Viviendo luego sobre el país, <¡, tccidas J 1-.; tropa s por la flota que ya conduciría recursos desde la base p ncipa l de operaciones, ya los conI.S-3

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seguiría en el propio litoral invadido, brmando tantas bases secundarías cuantos valles se abren cerca de él L garant,zaba la conservación e incremento de las fuerzas hasta llegar d c.eseado · uilibrio. E ste sesudo plan exigía lz.rga suc .;ión de r ilizaciones parciales, y demandaría tiempo; pero, sus resultad< 'inales c·omenzaban a quedar asegurados desde el primer paso que se iera para su ejecuc ión . De este modo, en síntesis, los pue los a leja [ )s del centro de la dominación española en América, se arm. n y abrí •ron campaña por la Emancipación, favorecidos-pQf-la escasa v1,_ ~ncia qu<.' sobre e llos se ejercía y por la facilidad que ofrecían su s costas al nticas pira el acopio de elementos de guerra que los mercaderes, princ1 lmente i'lgleses, ofrecían en venta. El Perú, enclavado en el Pacífico y 1lícitame'lte c uidado en su s vías de acceso (Panamá y Magallanes), no pt lo reunir los mismos medios. U n a vez q ue aquellos pueblos ' eron libn·s, encaminaron sus esfuerzos hacia el Perú, para destruir en su r>1ás sólulo balua rte el poderío español. Y si los hombres símbolo de l. Liberta i de nuestra América, San Martín y Bolívar, se abrazaron en Gu:iya~~uil puerto que entonces era prácticamente peruano, no fué por ur • banal <<>incidencia; esa entrevista era la fusión de las corrientes libert loras qu<', partidas del Norte y del Sur, trataban de reu nirse para luchar contra c..quellos bravos y tenaces soldados perua nos, afectos a la causa d Rey, que durante largos años supieron pasear en triunfo, por el Con mente, los biz:irros estandartes de España.

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En el vasto T eatro de Guerra ,;ud merícam San l'vfartín trataba de actuar en m asa y con entera se~u~ hd. Reu1 iendo los esfu erzos hasta entonces aislados; haciendo converge •odos lo· medios hacia un solo fin; economizando en todo orden la fuerz· potenc1 l de los elementos de guerra puestos en su mano; buscando un gigant•·sca ensambladura y el enlace político y militar de los pueb os teresado!'. De este modo iba a concentrar un poder considerable en Teatro e Operaciones y frente al adversario común. Disponiendo de c.ntcra libe ·tad de acció n a lo largo de las vías marítimas, previamente dcsp j idas de obstáculos, iba a desQ_uiciar el sistema de fuerzas adverso ese giendo l l1remente una dirección de ofensiva, para atraer hacia ella la a c..nción del t:nemigo. Los realistas, en angustiosa expectatiYa, escuchaban los pasos del adversario al que sentían pero no vu r avanzar; pretendiendo parar a ciegas los golpes de éste, su bordinaban u propia acción a la de S an Martín, que era dueño d e la iniciativa d e las •peracion s y libre de proceder como mejor le conviniera, s in q u e naclit. •' lo pur Itera estorbtlr; e l caudillo· emancipador podía fundar su s dec1s1 es en l. !'. faltas que cometieran los

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19 del Rey, e iba a aparecer ame1 azador dela nte de éstos, encadena,dos a un dispositivo fijo que les ponía , su mer•'cd. Este triunfo encumbra a Sari Martín sobre todos sus émulos que, si obtuvieron brillantes y sonad. s victori is, no las ordenaron ab initio tal -como ellas resultaron a l final Y lo el c umbran pcrque en la Guerra, el mérito debe ser siempre atribt ido a los hombres reflexivos, capaces de pesar en todo momento el pró y l contra le l as empresas que acometen; y no a los que por t('ll:lcesiones d e la ortuna :.ciertan, corriendo grave riesgo, en la buena solución de los cruen os y tras.·endentales problemas bélicos, que no tienen derecho de confiar <. Azar. El general animoso, temer rio, que se halla siempre pronto a probar l a fortuna de ·sus armas en lucl 'IS desigu 'lles, fundadas en concepciones tal vez geniales pero improvisadas debe merecer menos loa que el que sabe madurar cuidadosamente sus •kcisiones, cuenta sus pasos y llega al fin buscado por la ruta que trazó ' que <-studió de antemano. Estos últimos, no juega n al éxito, espc1 mdo q u t su obtención justifique los medios. . La ciega confianza qu en ellos ponen los pueblos, es justo galardón y premio a su incontestal 1e mérito

Ya en el Perú, o en sus costas, San Martín desembarca al Sur de la Capital por las razones que st. l:iló años después, en carta personal dirigida a Miller. En ella dice que ordenó tomar t ierra en ese lugar, fué porque juzgaba "ne::esario apoíler rse de lc,s esclavos para aumentar el ejército, lo que no pudo verificarse smo en m uy pequeña parte, pues, habiendo faltado el buque que conducfr. los caba. los dió tiempo a los amos de las haciendas a retirar sus esclavos y de re111tir, como se verificó, una división con el objeto de insurreccionar a l país, y venir por la sierra a ligar sus operaciones por el norte de Lima con el cuerpo principal del ejército y , en esta situación, obrar según "lS suces< i; de la campaña y la insurrección de los pueblos lo exigiera". A.< rcga, adtmás: " 1\unca entró en el cálculo del General San Martín, ccn las fuen:as de que disponía el ejército y e l estado de su disciplina -quL calific2.l p como malo- atacar a viva fuerza la Capital del Perú". San M artín escogió para < 'semba rc ir, previa madura reflexión, una zona poco guarnecida y de ab ndantes rt:cursos, que le permitía lla m a r la atención del núcleo principa l < las tro >:is del Virrey, para luego despachar una expedición al interior del p aís, insurreccionar bajo su protección a los habitantes del litoral , en .ndo res stencias a los realistas al mismo tiempo que aumentaba sus pre :> os med t•s. Por otra parte, gracias a su situación en c uña, cortaba las comunic¡ «iones por la costa entre las fracciones de tropa realistas del St. y las de: Lima; l a expedición que actuaría

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• en

el interior iba a prolongar esta ac ·ic en el <t•ntro del país. En fin. los fáciles triunfos que obtuvo sobre cor is y m d apercibidos destacamentos realistas, acrecieron la moral 1t sus t-opas y propendieron a sembrar el desconc ierto entre los hombre ¡ue fonnctlxm en el bando adverso. Despt.:és de la suspensión de Annas de 1'.liraflorcs, y como ya Arenales se había internado a la sierra, el Gem rnl se re»1·1barca, hace demostraciones fren te a l Callao:¡~ Ancón p :i~ atraer oLre sí la atencién del Virrey, a fin de q1.:.e su te{¡iente puec ,1 p ..igresar 1 'lr los escabrosos pasos de la Sierra, circunvalando amenazador 1 Capita El brillante éxito de Cerro de P<i ), al ter·11inar el año de 1820, pone a San Martín, entonces en Huaur; en conc.i ~ i ones de buscar la decisión contra las fuerzas del Virrey 1 ra obtJcqcrla plantea la batalla del Chanca y, magnífico trabajo de ¡ 1re ·isión y cálculo, del más puro molde napoleónico. Según este plan, \ u: tles del <-ría provocar la decisión concurriendo, desde el Cerro, a l mismo mpo de •atalla del grueso de las fuerzas, con matemática precisión. La operación fracasa en plena cjec 1 ~ión por un retardo de ..\renales y no cristaliza por esta causa la que <kl ser ba : lla final de la Em:..ncipación, llamada a realizarse en 1820 ccn 1 de las puertas de Lima. Xuestras hermanas Repúblicas de Bolivia y 1 Ecuad :ir, fueron concebidas ese día; bajo el dombo celeste de Aménc ) en el vientre formidable del Ande, gestóse su futura vida como pm,bl< s libre"'. Su partida de nacimiento sería r edactada por Bolívar a i os iespués .t raíz de Pichincha y del ulterior motín de Tumusla que mó 1 Sucre u mejor t riunfo alto peruano. En el Chan<;ay quedaron traz; ,das las act t. les banderas de esas naciones y la ley determinista de los ht os hizo ue allí se tit'ieran de rojo y oro, con los colores de Colombia. d .tzul o ver<le, que las complementan, vini eron algo después ...

L a S egunda Expedición de Arennles la sierr . la batalla de :\Iiravc en que t riunfa :-.1iller, antes de la entr,1d de Sa1 'fortín a Lima y de la Jura d e la Independencia; Riobamh:. Pichinc .L en que participan y vencen las p rimeras tropas regula res ¡ .1anas, i 1struídas a la argentina; e l d esastre de :'.\1acacona, señala n y jal<·na n la consecutiva acción del General. Luego, antes de dejarnos, concibe, redacta e instn1yc a sus subordinados sobre el formidable plan de c:11npa fía a P 11.:rtos Intcm1edios, que con tan m a la fortu na desarrollaran Ah·. rado y S: ta Cruz. E ste plan de campaña adoptado pnr In Junta < <C prt:sidió d intachable La 1\Iar y r eemprendido luego por orden d , l meritís1mo Ri,·a ..\güero, estaba fundado en con sideraciones militares de e levad ) alcance.

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21 Se trataba de atacar el dispo!"1tn. realista por el norte y por el sur, en el M antaro y en el Alto Perú, para f 1: r las fuerzas q ue ocupaban esas regiones. En tanto, una violenta ofrnsiva dt hía ser la nzada por Puertos Interme::l.ios h acia el Cuzco, a fin le crtar en os a las fuerzas realistas, ya fijadas en sus extremos, para bati-h en detall . La ejecución de este plan ex1¡;í i 1.. cooper, ción y concurrencia de un ejército argentino que debía inv;1d11 saliendc de Salta, el Alto Perú. Un ejército llamado del Centro pa ·t1r de Lin .a p:tra atraer sobre sí a las tropas de Canterac, ~ permanc ía n. el :VI;: 1 taro. Como e n los puertos del Sur 1 ín.n guar 'ltciones realistas cuyo núcleo se encontraba en A r equipa, el plan contero¡ bba la destrucción de esas tropas para franquear la entrada 1 territor· , inflingiendo a l adversario un rudo golpe desde la iniciación d las ope aciones. El plan era complicado, como t vé, y su ejecución presantaba serias dificultades. En efecto, la rt•se 1.·ión del problema exigía salvar una serie de inconvenientes relativos, t 1 to a la organización de los elementos, como a ciertas condiciones e tratégica y ele orden táctico, que la Junta no acertó a remedia r. Tan complejo sistema estraté~ ·o concel:..iclo por un G e neral que con ocía profundamente los principi0s et ni.os de la g u erra, re ¡uería ser llevado a la práctica por el mismo J efL e 1 e lo ideó )Uesto que su desarrollo táctico, encomendado a otros hombre< ¡ue no i"iabían calculado o que no sabía n calcular la importancia y f nción de. cada una de las piezas del m ecanismo general, tenía que prod 1 ir el n ..s lamentable fracaso. En e l hecho, la vasta operac1. estraté~ ica que planteó el General resultó transformada en una expe(lJ, .n parecida a la que condujo l\1iller a l Sur, en 1921; con la diferencia dL r ue, sien lo las tropas más numerosas el desastre fué considerable, produc ndo resultados más bien contraproducentes, para la finalidad general e la guerra. No fué más afortunada la Expl iición que condujo el General Santa Cruz, con los mismos fines, a quien despach;, ra. con loable afán n aciona lista y fervor patriótico el Gran :.\1 riscal Den José de la Riva- Agüero. Aparte del muy aleatorio t riunfo qt obtuve en Zepita, Santa Cruz vió sus fuerzas dispersadas por la con entr~ció1 y consiguiente agresión de las tropas del Virrey y es que, et mo escrit t• > Don Emilio Gutiérrez de Quintanilla en su brilla nte y docun entado e~t .idio sobre la obra "Historia :.\1ilitar del P erú", que aplaude en nninos 4uc nunca sabré agr a decer debidamente: "La ejecución de este plan con l icado, << mpucsto de múltiples operaciones sincrónicas y coincidentes, re ¡ucría no sólo activ idad máxima y rápida concepción para discurrir 'lrl 1 rios, re." >lver d ificul tades y a llana r obstác ulos en cada uno de los ca npos de ac · ón simultánea, sino, lo que

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22 era mucho más difícil, concordar l volun ades concurrentes, armonizar los intereses discrepantes y neulra izar las pasiones." T a les dificultades, efectivamente.. con siderables, eran no obstante menores y más fáciles de salvar que las ue ofre-'1Ó el traslado, del Plata y de Chile, de las fuerzas chileno-argenti1 as de San :\1a rtín o de aqu ellas, peruano- colombianas, q u e dieron a l. Patr ia e decisivo triunfo de Pichincha. El General q u e concibió el pla mdo h :. l .erlo llevado a cabo, er a él, y solo é l, quien es~alificado p;:, resolv •.r problema militar de tamaña magnitud.

T an notables triunfos en todo nrden J- ubíeran lanzado a un espíritu menos firme, por el camino d e la r 'is desei frenada ambición. Pero San Martín no alenta! menud; s pasion es, no pretendía q u e s u s conciudadanos vivieran pendí• ·ltes de sus gestos, atentos a sus órdenes. Su lema fué el d esinterés d s nterés ná..'l:imo, sublime. Su ambición fu é exclusivamente militar : servir servir filé su a postalado. La abnegació n que ha d e caracterizar al so 1 ido, el spíritu de sacrificio del que el hombre de filas se envanece, tcm, su mtjor represen tante en el Protector. Y sirvi6 a España b atiéndose p o r dla en tierra y en el mar; en d ie z y siete años de cruda y sani ríenta luC'ha contra la Francia, sólo había alcanzado el grado de Capitán Despu( s de San L orenzo, en plena flor ación de triunfos, cuando sus con patriota~ le ofrecen la oportunidad de cambiar el mando de sus sold:,do ->or el t i:indo de la Nación Argentina. San M a r tín se niega porque dí " hubiera t.cnído q ue llo rar mi Yictoria junto con los vencidos" . Y 2 l. insiskncia d e su s conciudadanos responde rotundamente con u n n• ¡ue rep -rcute t odavía en los Andes, par a humi!lací6n de quienes concih 1 la aS<'t.>nción al Poder Público como único premio proporcionado n ~ esfu erz ~s. " No; el General San :\Ia rtín jamás derramará la sangre <le sus corr¡ atriotas y sólo desem·aínará b espada contra los enemigos dt:. Amcrica." Notemos que para él , como o fuera luego para B olívar, n u estra América era un solo pueblo y una sola na< í, >n y así, en una proclama de 1818, dirigida a los limeños,dícv ~' ..\fianzad11s los primeros pasos de nuestra existencia política, W'l Congreso Central e mpuesto de los representantes de los tres estados -se refiere la Argc · · ina, Chile y el Perú- dará estabilidad a su organización; } l consti ucion, a lia n za y jederació11 perpétua se establecc~án en medio d las luc s. la con cordia y la esperanza universal". Tres puehlos so1amentc hubieran ocupado las parcelas de Sud América: uno del Norte, Colombia y Venezuela con Bolívar; otr o del Oeste y

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22 era mucho más difícil, concordar 1 los intereses discrepantes y neutr Tales dificultades, efectivamen res y más fáciles de salvar que las Chile, de las fuerzas chileno-argen ruano-colombianas, que dieron a 1J El General q ue concibió el pLu solo él, quien est.abfr<:alificado pal magnitud.

s voiun n.des concurrentes, annonízar izar las pasiones." considerables, eran no obstante menoue ofrer-ió el traslado, del Plata y de nas de San l\Iartín o de aquellas, pePatria e decisivo triunfo de Pichincha. mdo h .:iherlo llevado a cabo, era él, y resolv •r problema militar de tamaña

Tan notables t riunfos en todo orden 1'ubíer an lanzado a un espíritu menos firme, por el camino de la r 1 \s desei frenada ambición. Pero San Martín no alen tab, menud: s pasiones, no pretendía q u e sus conciudadanos vivieran penrh "ltes de ~s gestos, atentos a sus órdenes. Su lema fué el desinterés, d• s1nter és máximo, sublime. Su ambición fué exclusivamente militar : servir servir fué su apostala.do. La abnegación que ha de caracterizar al so l.i.do, el spíritu de sacrificio del que el hombre de filas se envanece, tcní. l su mejor representante e n el Protector. Y sirvió a España batiér •se por c·lla en tierra y en el mar; en diez y siete años de cruda y sa1. nenta lucha contra la Francia, sólo había alcanzado el grado de Capitán Despu(s de San Lore=o, en plena floración de triunfos, cuando sus ce· -.atriota~ le ofrecen la oportunidad de cambiar el mando de sus soldad. por el r l lndo de la Nación Argentina. San Martín se niega porque die "hubirra tenido que llorar mi Yictotia junto con los vencidos". Y , 1 insist..·ncia de sus conciudadanos responde rotundamente con un m 1ue rep,-rcute todavía en los Andes. pata humillación de quienes concib •1 la as. ·~·nción al Poder Público como único premio proporcionado ~· su esfu erz •s. " 'o ; el General San :\Iartín jamás derramará la sangre dl su s coro patriotas y sólo d esem:ainará la espada contra los enemigos de A. crica." Notemos que para él, corr;< o fuera luego para Bolívar, n u estra América era un solo pueblo y un: sola na< 1 ll1 y así, en una proclama de 1818, dirigida a los limeños,dict. · ~ \fianzad< los primeros pasos de nuestra existencia política, un Congreso ( ritral compuesto de los representantes de los tres estados -se r efiere la Argentina, Chile y el P erú- dará estabilidad a su organización; ) ~ consti uciun, a lianza y jederaáó11 perpétua se establece~án en medio de las luc s, la concordia y la esperanza universal". Tres puehlos solamente hubi ·ran ocu¡ ado las parcelas de Sud América : uno del Norte, Colombia y \ 1.:nl;!zue1a con B olívar; otro del Oeste y

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24 Guaqui, Viluma, Ayohuma; en la 1 1crta, I nc6n ele los Toros .. ; cuyas páginas están ilustradas por Carabo ) y Bo) LCá; por Chacabuco y J\faipú; por Zepita y Torata, olvidando otr s brilla 1 es capítulos que magnifican la obra escrita por nuestros prócer : por c. l tr lento indiscutible de San Martín y por el genio indiscutido d Bolívar Con todo, a pesar de que nuest > juicio o puede perfeccionarse sino por la comparación y aún por su. ~ivas or sic10nes de relación, no es ciertamente comparable la figura ch San M: rtín, con la de cualquier otro de los grandes caud.illi;i.i de esa hor Sería t..""ln inútil este empeño, como el de querer encontrar semejanza 'tre un serena puesta de Sol en el Ande: paz, oro, colorido, luz; con l. fiereza arrebato, desconcierto y estruendo de una tempestad en el .:.\1 Opm slos, pero magníficos fenómenos que nos ofrece la madre Natu eza, pa :i mostrarnos de todo lo que es capaz.

Cuando pasen cien gen e racionc y el hum ts recubra y encierre todo en sí mismo, por ineluctable ley unívc" ·.l de ru ovación y reintegración, los hombres sabtán, como lo saben hov que S, n ~Iartín íué en la Historia de América lo que allende los man fueron Alejandro, César, Federico. Napoleón. Sabrán, que San Martín fué < General por antonomasia, entre los hombres cumbres de nuestra Ema1 >ación.

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VOYAGE HISTORIQUE

~ DE L'AMERIOUE M E R I D I O N A1.°'E

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Don José de San Martín obsequió a la Biblioteca Nacional de Lima, al fundarla, una colección de obras notables de su propiedad particular. El fotograbado reproduce la portada y una hermosa agua fuerte que exorna una edición en francés del notabilísimo estudio histórico de Jorge Juan y Antonio de Uiloa.

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• HIPOLI TO UNAN UE Y FERNANDO VII Cor..ABORAcróN DEL

DR

,

PRIMER.\ !.- Cau sas Determinantes

d~

1s

ALA t ZA

PAZ Sor..DÁN

PARTE la E mancipación .

Sólo estudiando paralelamente l· enóme1 < s políticos de España y de las naciones hispano americanas, puL k llegw-s1 a una inteligencia completa de los porqués de la emancipac1 le la A 1.frica L atina. El curso de los acontecimientos es entonces tan 1 Jgico y ordl!nado, qu e decaen los vagos razonamientos de la gran m 1\0 ~1 de es ''"1tores, que tornan la libertad de estos pueblos como efecto <k l " enseii.á 1 zas de los enciclopedistas franceses, de la revolución del 92 y :it la líber : i de los EE. UU. Aun sin estos tres últimos f te ' res, Hi!!l , no~mérica habríase emancipado; en tanto que, no mediando 1 mvasió1 napoleónica de la Península y la política funesta de Fen ' \'II. A .énca no h abría sido libre, .a despecho dtl las enseñanzas encielo listas, d1 la declaración de lo> Derechos del Hombre y de la obra d e \\ 1shington

H acia 1808. culminaban las 111tr gas de f: milia de la corte española. Carlos IV había entregado el m am. ;o ele! imp. ·rio más grande del mundo, a un improYisado de mérito mediocrl., tlon :\1 mel Godoy, después Príncipe de la Paz. raturalmentc la indignación dt espafiol tradújose en una conspiración. Esta cristalizó sus :•ni is en 1 pl·rsona de Fernando VII, jo\·cn príncipe, heredero de la con•n. rodeado de una aureola de víctima -víctima de sus propios padres ) le Godo) susceptible de impresionar en grado sumo a los pueblos. Habíase "frustrado el primer 1·01 t plot, el ' , Escorial. Cuando la delación entregó el secreto al viejo 111 narca, F rnando, convicto y confeso, delató a sus cómplices para que s.1 r eran lo rigores de la justicia. El egoísmo y la cobardía caracterizan 1 • prime ·os pasos del Príncipe De-

I.S-4

seado.

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Pocos meses después prodúcese el S• '1do complot, el de Aranjuez, de 17 de m a rzo de 1808. Esta vez, un p<.111 imnoti\ adose apodera del rey y de la reina. Aquél tiembla por la con 1 . Esta por el favorito. Los fernandistas apr ovech an hábilmente de es 1 mome o, apresan a :\Ianuel Godoy, y Carlos IV, más por miedo que ¡ Jr coac• i m, abdica la corona en favor de F ernando.

II.- Talleyrand y-:valencey. l\1íentras se producían estos acontt miento~. Napoleón I, sacudien do violentamente el árbol carcomido ele viejos i npcrios, traía por tierra d inastías y tronos y hadase el á rbitro de '~uropa. L os infelices monarcas españoles, padr,• e hijo apelan sucesivamente a l gran advenedizo, Tapoleón Bona•Jart solieit ti.do su mediación y a yuda en un conflicto q ue n o pasa clt s domés 1 o, como que está circun scrito al rey, la reina, el primogém to el ami •o del a lma: ;la familia real¡ Detrás del gran capi tán del siglo, LS á el gra1 capitán de la d iplomacia europea: el príncipe de Talleyrat 'i El h ombre q ue sabe localizar y explotar el punto débil de cada situaci'n Jurar I'' téticamente y quebrantar no con c inismo, sino, a lgo peor, co~ 1aturalid.td sus juramentos. Y tender las redes invisibles de la m{1s ne l trastah artería para cazar en ellas a los pueblos confiados y a los príP l"')CS mentl'C'atos. Todos los actos de Napolé'm en est.1 faz de u obra, están inspirados por el tortuoso espíritu de T a \leyr ancl F emando VII, viudo de María Ant 1 ia, hija del rey de N'ápoles, suplica a Napole:m que le conceda la m 1 > de una de sus sobrinas, princesas improvisadas, n o importa cuál, por ie lo q1 l' busca es la alianza del Emperador; como si no sup iese cuan vd 1doso e con sus aliados y cuan desleal con sus parien tes. Después de la abdicación de AraPJnez, Carlos I V insta a ~apo­ león para que intervenga en la c uestió1 l nnéstica' e España. Aduc<' que la abdicación n o fué expontánea. La R em , con su i1 sistcncia de cuarentona enamor adiza.,hace firmar a su esposo o<lo aqué lo que cree puede procurarle la libertad y la Yida del suspira.le dVOrito. ~o importa que E spaña se pierda . El amor es así. Al tin Napole5n se api'l<la de este < uadm < l'Sg; rrador y tien<le sus manos desinteresadas a l hermano rey y sc1 her( lcro. \ºeamo!'; cóm'.>. Invítalos dulcemente a trasponer los Pirineos y a 1em,ir!';c con él en tien a francesa, en Bayona, para llevarlos a un dmable ; \ cnimiento.

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Carlos I V, que nada tiene que perck1 acude presuroso. F erna ndo VII oque es astuto y que escu cha la voz de l p ·udcnci: c¡ue por boca, no de sus ne~ ios consejeros, sino de s u p ueblo iah los peligros de entregarse a me;-.::e:l del amigo sospc:::hoso, vacih. l' r·J Na:)ok m insta y Ferna ndo obede:::e. Este R ey lleno de miedos an e d ira110 dl' E,tropa, yérguese inalterable ante sus amigos y ante su pue!1lo pas'n lo ¡)'.)r encima de cla m ores y a m enazas, acude a B ayona. Es tll > de tar tos casos en que el m iedo hace un h éroe. L as conferencias de ~yona fuer<., 1revcs. renicndo a uno y otro r ey e n tre sus manos, no hace falta gastar 1111· has pa '.lbras al E nperador francés. En intervenciones breves com0 h ele qui •n manda en un com bate, dá las órdenes para q ue se c umpla el 1 •yoso p ·111 t razado por el p ríncipe de Talleyrantl. Fernando es obligado ; abdica· en favor d e su p a dre. El curita Escóiquiz, mentor del Prí ncip , intenta polemizar con N apoll'1ón. Este búrlase de él y concluye tiránclolL le las 01 j lS. El C orzo sabe aquilatar a los hombres y reducir a su s nalc proporc' nes a los héroes de pega. Carlos I V recibe la corona de m tn •S de su 1 jo, y entrégala a Napoleón, para que éste la imponga sol>n: s sicne' r¡uc más le cuadre n . P ero Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, se r salvado. 0

Napoleón manda al r ey Yiejo pric1onero a 11 :i.lia con su esposa y con Godoy. Al rey joven con s u s tíos, lo 111fantes a Valcncey. No le gu st a sep:1.rar a las familias. Cad:l uno n los suyos. ¿Qué condiciones reunía Y a lencc:)- p ra SC'r degido como si1io de sec u estro del monarca por q uien clam< ba toda · spat'ía y a quien apoyaba con s us sim patías toda Europa~ ¿Por ué era posible aislar en Valencey, moral y materialmente a Fernando sm riesgos k• que el espioni:tje e xtran jero o la decisión de sus súbdi tos pn liese es .. bkcer un contacto entre é l y su pueblo? La respuesta es su1c !la. \':: encC'y, era un castillo de propiedad del príncipe de T a lleyrand 1:1 cdifici( . impregnado del espíritu de s u propietario, es w 1 pulpo d e p1l'Jrn misterio><o, voraz. inabcr .:l.able. E n los seis años que dura e l e ,utn erio, P< 1nanclo no cesa de ofrecer los más vergonzosos homenajes dt mor y re itlimiento a s u carcelero, Napoleón Bonaparte. Cree el desc11rh ido que a ailulación sirve para todo y que todo lo alcanza. Se equi' <•<" Ese terril,lc disolvente que es la adulación, que funde como cera los e ractercs le los príncipes más templados, puede franquear todos los he nores y todas las cumbres, puede inducir a los monarcas a cometer t la clase 1 l injusticias y todo orden de malrladcs; pero no a q u e renunci1 ilgo ( uc '10 les pertenece y q u e detentan. L a adulación , que explota LI <' e ísmo ck t n monarca, estréllase contra su codicia, que es lo único que t > lcanza disolver o a conmover siquiera.

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III.-Fernando Inverecundo. E spañ a levántase como un solo hombre ·ntra el amo de Europa. lína corrien t e eléctrica r ecorre la P enínsula en 1 1Jos sus ámbitos. Aún en los r incon es a donde casi no llegaron n i la ci. zación r 1 el alfabeto, ¡,óncnse en p ié los hijos de la tierra, gallard os y hcn ::>s, resu ltos a todas las temeridades y a todas las abnegaciones, por honor de' trono y por la persona a madísima de su lcgi!:isa en carnac1 Fcrnar <lo VII. M ientras tanto, F em ando; u na tras o r¡ lirigc e trtas al francés. solic itando la mano de u na de su s sobrin a s, nada más qul la mano, por ~í en ella puede venir, como dote de la esposa corona l ~ Espatfa. legí imo patrimonio del m a rido. No. im p or t a cu ál s1.;. la princ•·~.t, apesar de que en la familia B onaparte las m u jeres son de his ria. El orgu llo secula r de los B orbones, rcyt por derecho cli\·ino. soberanos absolutos, de un barro d istinto del r<:stc e la humanidaa, de rodillas está clam a n do la alianza de su v ie ja y ¡don< sa sangn· 0 con la de quién? ¿quién era Napoleón? P ara el historiador, para el hombre de estudio, Napoleón era el genio, er a la m :iyor e n onm< d a que podía llegar hombre a lgu no. Era la encarnación de la glori l{UilO d< "US bi6grafos, como :;vierej kowsky, le a fil ian , ya n o a l a hum;•m 1 d sino < los atlantes, seres de un pla n o superior a l n u estro, confundid< acaso por Dios, como los ángeles rebeldes, porq u e osaro n enfrentari<e " 1.i divini !ad. P ero pa r a los B or bon es, Napoleón eni e cosa. Era el plelJcyo. El advenedizo . El sujeto q u e n i siq u iera p ertLnL ' franc 1mLnte a las clases b ajas, a l estado llano, sino con r is ibles puje de a ris .cracia; con ril:etes de pergamino barato; con c n troncamien tc s l noblez • por alguna rama más o m en os enrevesada de su mod esto árbol genealógico. En una palabra, para los B orbones, Napoleón era un /¡ '-Jzafo P erdon adme este expresivo peruan ismo. l'erdónes. ·1e esta irrupción de vulgarida d . P ero no he e ncontrado rn d, más gr~ 'o para exhibir el concep l o que a los Borbones mer eciera "'-: oleón. <' .atcaubriand, con términos m ás pulidos, llega a conceptos no t s pulido.; ~obre el par·rnue y l\1a ría Luisa, la princes:i. a u stria.ca, ex teno! su desprecio por el gran cazador d e coronas, plantándole sobre las sicn<o t del ricl1culo y humillándole a n te un q uidan, q u e aunqu e carece de s1 'I ficación. es un aristócrata genuino. IV.- Cartas de Femando. ¿Os in t eresa conocer el ton o en q u e F crn ndo se d 1 igía a Vais a oírlo:

"apolcón?

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"Señor: las cartas publicadas e 1 'El l\fonitor", han dado a conocer al mundo entero los sentimientos d e ¡ 1erfecto iror de qt:e estoy penetrado a favor de V. l\I. I. y R. y al pr•Jp tiempo 1 1 Yivo deseo de ser vuestro hijo adoptivo. Permilid, pues, S e1 que d• pos1te en vuestro seno los pensamientos de un corazón que, no ' ~ ilo en lccirlo, es digno de perteneceros por los lazos de la adopción. Q V. l\I. R. se digne unir mi destino al de una princesa francesa de su L '.ción , y cumplirá el más ardiente de mis votos. Con esta unión, aclcmás de m1 ,·entura personal, lograré la dulce certidumbre de~ue toda I: u1 ¡ ·a se ce 1 vencerá de m i inalterable respecto a la voluntad de V. l\IL I , ) < ue V. 1'1 se digna pagar con algün retorno tan sinceros sentimientos. Pero hay algo más grave. Cu<11 ' Napol ' .n impuso en Madrid su planta de conquistador, la carta m ás usiYa cc 1 gratulándolo por tal hazaña, fué la de Fernando VII, que d <:sd Valenc Lv le decía: "Señor.-El p lacer que he te1 1clo viendo 1 los papeles pJblicos las v ictorias con que la Providencia coror.. succ~1vamente la augusta frente de V. M. I. y R., y el grande i1 l cr que t e iamos mi hermano, mi tío y yo en la satisfacción de V. M. l . 1 •S estin ula n a felicitarle con el amor, el respeto, la sinceridad y rec011< mient o u1 que vivimos bajo la protección de V. M. l. y R. "Mi hermano y mi tío me enca rg:an que; frczca a V. 1\11. su respetuoso homenaje, y se µnen al que t1L 1c el ho 1o1r de ser con la inás alta y respetuosa consideración, Señor, de ::\1. I. v R . el más humilde y más obediente servidor.- Femando.- V;.k · -cy, 6 d · agosto de 1809." (::\1onitor del 5 de febrero de 1840 ) Fernando VII es el argumento mas decisivo contra la monarquía. Su personalidad, su historia, sus c:1rt;, s, sen 11ás elocuentes que todos los panfletos republicanos y que t odos los e ¡,cursos de la Convención Francesa. Enhorabuena el pueblo españ 11 eroico · no ble, el pueblo más va1iente de Europa y también el más 11d ,-iduali ta, háse por fin sacudido de tronos y de Fernandos. Conmovida la Península por e l t entado n2 poleónico, púsose toda élla en armas. En cada rincón sun, i6 U '1 ca udi lo. L0s labradores, los médicos y hasta los curas, empuñaron 1.1 espada; . l'jcrciendo cada cual la qutoridad a que su valentía y apti u cs de homb re de guerra dábale derechos, organizó una banda de leonei; ¡>dcfe1 dcr el territorio. En este momento el Imperio envía sobr e la Pt·1 1 sula a . 11s más gloriosos mariscales a la cabeza de enormes cuerpos de L'jt o. Y a d e~cle antes del gatuperio de Bayona, habían ingresado en éll . como al iacll)s y como amigos, por malas artes, so pretexto de pasar a Pnrtug'll a b a ir a los ing-lcses; habíanse incautado de los castillos y de las plaz < fuerte . Cada vez que un capitán

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general o un pueblo entero mostrábase re. u tos a ne entregar una plaza la aliado sospechoso, el mismo monarca esp 1 ol orde·11ba que fuérale franqueada. P ero apresado Fernando VII, los pu. )los, de por sí, organizan las juntas de administración, que ejercen autoridad en nombre del Rey. Asócianse estas juntas y por un p roceso de e< ralizació11 reconocen a la jimia Suprema Central Gttbernativa. El pnm< acto d<: patriotismo es un estallido de heroicidad llevada hasta el mar1 no. Es d 2 de mayo de 1808 en Madrid. Todos apresúrañ'Se" a ofrend,1r u sangre 1 Jr Fernando, el Príncipe D eseado. IIa sido el más intenso ... n 1 :::i de su uelilo. Cuantas simpatías y desprecios concitara a Carlos I\' · 1 toler icia exccsiYa, tradujéranse en prestigios para el príncipe hLrcdero.

,V.-

Goya Hhtoriador.

L os pinceles de Goya p u sieron la not t'"lás sa1 tgrienta en los regios a moríos. Cuando se visita el museo del P lo, surgt 'ª la sala de los cartones el más terrible epigr ama. Es el cu. it:::i El O' ero, en que la regia calesa conduciendo a la reina l\llari a Lui. Je Pan l •, marcha por un camino desierto. Al fondo insinúanse los p< • les de llna mansión muy conocida, ocu lto nido de los amores del P ·mcipe d' h Paz. El cicerone se encargará d e decirnos que los grupos e gitanos l ue discurren e n torno de la calesa, no existieron en ~l cartón or 1al. SC" cuando Goya supo que su audacia pictórica h abía sido d elatada en la L'orte, y que estaba a punto de caer en su t a ller la policía, con mano iinpro,·isadora, rápida y genial, introdujo ese grupo del ollero y 1 s transeuntes, cambiando así el nombre y la sugestión del cuadro tendenn so. Todavía otro epigrama más expresn El cuadro de "La G:illina Ciega". Vemos en él, en rueda y tomados las manos, a la reina con su corte. A izquierda y derecha de M aría ,LlÍSa, el Príncipe de la P az y el duqu e de Alba y, alternando damas y 'a "S, las conc.ksitas de ~Ionti jo, y entre otros grandes de la corte, el torero P ·pe IIillo. de espaldas a l espectador, con la rodilla ligeramente inclinad En el e-entro, con los brazos tendidos, las m a nos palpando en el esp ' io y Jo, ojos vendados, está el rey Carlos IV; ila gallina ciega.! ¡Qué tcrr ble a lus i< 11'. ,Qué sátira c ruenta' Pepe-Hillo inicia un quiebro de rodillas • la t esta coronada de Espai'ia ... Este mismo enorme pintor, que así hibe lo oprobios nacionales, muéstranos también la a potéosis del dolor de la gloria del pueblo espai'iol: los fusilamientos de la noche del 3 m ayo en La ~Ioncloa. L a masa anónima, los homb res del pt ilo, después <le haber agotad o la más heroica y desesperada resisten' i:> mtra el impío domina d or francés, frente al cañón de lós fusiles de sus jecutorc;;, en la mis p avorosa

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inmolación. Tiene ese lienzo en q u e , p cen los íranceses sacrificando al p u eblo d e :i.\1adrid, u n as luces de hogucr 1 o de fogc 1 azos, com o si en medio de las sombras de l¡i. noche, el pintor hD1 ra sor¡. r ndido el cuad ro espantoso , a la lumbre instantánea y tétric e los d paros. ' 'iven y laten en las pupilas de las víctimas sentimaw s de p l\"Or o de protesta a n te esa inm olación repu gnante. El genio de Goya h a dej ado en c tda 1 enzo m capítu lo de hist oria y un v ibrante juicio crí tico.

VI.-·Las C:ir t es d e C á diz. Ya h emos v isto com o r eaccionó el < 1•azón dl ese gran pueblo . M ás grande todaYía reaccionara su cerehn Un so e nombre encierra todo este enor me movimiento in telectu a l y gran co nquista redentora : las Cor les de Cádiz. Concurren a esas Cor tes, expont l amente proYocadas por e l movim ie n to popular del rein o, en e l proceso ¡,, la guo·rra napoleónica, las m ás grandes per sonalidades de todos los 1 ices poi 1cos. L iberales q u e hacen tabla rasa del abs::>lutismo y del no den ho ele los reyes. R eaccionarios q u e claman por la I nqu isicié n bomina ele la prensa lib r e. P or primer a vez la eminencia del ¡ ro hace ·omprcnder a España lo q u e es A mérica. Antes h e d icho q u e el n1edo es · utor de much os h é roísmos. T ambién del fondo de esa lan c1 l))e dcb 1 dad del alma h umana, nacen anli léticamenle los más gr andLs c1 ~rtos. J ,os pueblos de la A m érica , por p rimera vez son llam ados a l consorcio de la representació n esp añola . U n o a u n o van e l igiendo s u s diput.t< ns. Espa i ,, t'n el empeño de d~r repr esentació n y paridad a las India. , ya que l 1 escasez de t iemp o no perm ite esperar que se practiq u e n las d ccciones l n las lejanas localidades u l t ra m a rinas, crea las suplencias. A m é rito de · 1as, los americanos residentes en la Pen ínsula eligen entre ,.¡ diput los por su s r espectivas circ u nscripciones, con e l car ácter de st 1 ·ntes. E ntre los d iput ados amer icanos d 1910. e 1 stácanse en primer términ o e l suplente V icente :i.\1o r a les D r-•z, cloc te nte pensador limetio, compañero de IIipólito Unanue y dt· J• "· Bac_uí a no y Carrillo en la redacción de "El !\Iercu r io Peru a n o". J t Yupa tq ui y Feli ú, escla r ecidos colaborador es de Duárez, S u azo y, con >trns m ic hos más, la extraña e inquietan le pcrnonalidad d el can ónigo !)e tolaza, le quien más adelante he <le ocuparme. L a m onar q u ía enter a d ivid ida en el > grandes r.1cc10ncs, l ucha en el rccin lo de las Cortes. Amenazados de c(.·n por las huestes napoleónicas, r e1:ínense en l a isla de León. Un simplL sep .1 la salv. de sesiones del campo de bat a lla. E n aqu é lla, como < un csce1 rio gig::n te, los 'h imnos

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más grandes de la elocuencia española mezcl í r on,:;e c on 'l tron a r de los c a ñones y con los rugidos del combate. En ese ambiente d e desgracia y de h erof mo, díct' se la Constituc ió n Liberal de 1812, y júrase en toda España Créase e l con:,ejo de la R e gencia, cuyos miembros ejercen la autorida< l 11 >rem a l 11 nombre del re y Fernando VII. De sus tres miembros, dos S( l m erica 1 s. En esta época nació una coplilla que h a d.Lcl >la vue t . a l mundo. Di· ce así: De ?tts:-bombas que tira ii Los fanfarrones, Hacen las gadita11as Tirabuzones. He aquí su origen. Las primeras bombas que cayeron en h \Ccindac1.s del salón de las Cortes, eran tan mal hechas que no explos101 ban. B Locáuanlas los m ucha chos para sacar el plomo que contenían, ) bs mujt rcs para u tilizad o e n h a c e rse " t ira buzones", lo que aquí llan1 mos "cachitos", po::-q~e los rizos e staban de moda. La mujer espa ñola supo s ie m pr< lucha::- contra e l enemigo d e la p 2.tria, ya , virilmente, con las rma s en fa mano, ya, femenil con los dardos del ridículo. Otra cuchufleta de la época era llamar 'b pr edicadores" a- lo;:: diputados, porque el recinto de las Cortes e ra u1 : ,·ieja igl •sin. y Curas muchos de los congresales. Cuando alguno h ablaba con e lxuencia la barra decía: ¡Qué bien predica!

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Pero sobrevie ne el año 1812 y, la caída d las ágm bs imperiales q u e p a rec ió significar la libertad de Europa, en • ñ6 la s.·1·vidumbre ele E spaña y de todo el C o ntinente. Después de \'Va ter.loo, ingresó Fernando \' [ J con 'u séqu ito al reino. Las cortes enviaron sus mensajes congratula t o n os a l P rín ipe Deseado, y su s embajadas para concertar con él el día d e h jura d e l. C'onstitución por el monarca. Pero F em a n do e s un abi sm o Xad ie a< h-ina el c u rso ele! pensamie nto detrás de esa s sienes p á lidas . Tortu oso y desleal como su ca rcele ro Talle yrand. d esconcierta y engaña 1 ' s h o mbr s dC' más da::-o tale nto d e su pueblo. :\1a rcha h a cia :vla drid ·cc1b1endo lo..; homenajes ele las ciuda des y contempla ndo las piedras conn un >ntivas le la Constitución que rig e a E spaña, obra de a quellos súbdi t<•s qul• h an ch rramado sin tasa su sangre , por la salud del soberano. Y 1 ·1clte sab e que trae en los bolsillos el dec reto fulminando la Carta y a las C or .; que la d ieran. Un decre to que a nula a ésta s y a aquélla com o s1 no h u b iesen pasado jamás tales actos y se quitasen del medio ·l t.iemr o". agregando. n o

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$é si. burlesco o i.nconsciente:

"aborrezco ) letest.o l'l despotismo. En España jamás fueron déspotas los reyes' Este decreto tiene fecha 4 de mayo, y o siete c!ías después se hace público y se promulga, siete días de impostu y sub crfugio. Una noche los miembros de la Regencia y los represent es a C 1·tes son perseguidos y encarcelados, por orden del monarca que le ·s debe a corona.

SEGUNDA PAR rB

Vll. -Unanue Diputado a Cortes. Investigando la vid:i pública de Un.mu hállast una enorme laguna~ viaje a España. El testamento del pn e e hízome conocer aproximadamente la fecha de su llegada a Cádiz, ha< . 1814, " sus gestiones para recuperar los cuantiosos bienes de su pupi > y ben' actor, Agustín Lande 180'J, cuando Landáburu dáburu, confiscados por una Real C é lu conspiraba por la emancipación de Améric" Narraciones de familia enteráronme d los cpis. lios interesantes de -esta época: el de la tempestad en el Caho c. Horno con la rel ación prolija de los momentos de desesperación y de muerte; y el de la entrevista del sabio peruano con Fernando VII, cu, r o en una dilatada charla el <lón de gentes, el talento brillante y la cru c10n inagotable de n u estro Unanue, apodéranse del espíritu de Fer 1an 1 ' hasta d punto de arrancarle, no sólo la devolución de los bienes e serán entregados, no ya a Landáburu, sino a Unanue, como a homb de tod 1 confianza, para que los administre, mientras su pupilo sienta l. abeza , sino el ofrecimiento de u n titulo nobiliario. Fernando, después de mostrar su ad1 1 ación mt.c la sapiencia del hombre que todo lo conoce y que aport; r mtinent la solución de todos los p roblemas, dícele: "Te quiero ennol c.-c<:r Te h:oré marqués del Sol". Unanue rehusó. ¿Porqué? Sin duela, e :>mo v~·.... mos más adelante, por sus ideas liberales y políticas, y pore¡ ·i e 1,occ a la aristocracia criolla. Instado por el rey para que aceptast. .t • ma J.Jren-ogativa, alguna merced, la que más le interesase, solicitó l 1 d >1ación < d fü·nzo mil agroso de La Asunción de la Firgcn, meritoria y ele.· pin•ura, a•lorno de la regia antesala, a cuya imagen el sabio atribuye gracia ele la benévola acogida del monarca. Fernando hizo la don. e y Unanue trajo consigo el 9leo, que desde entonces recibe culto, ano r,l.g año, primero en "Arona", ~u

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Ja hacíenda de família, y en la actualidad en Lima, er el hogar de sus descendientes de rama pazoldánica. Nada más se conocía de la permanuncia de l: nanue en la corte de Madrid. Entre los miles de papeles amarillentos evisados para llegar a reconstituir la parte militante de la vida del prócer cayeron l'n m is m a n os los de un a rchivo de familia q u e, entre muchos el• cumentos importantes, contiene la correspondencia del Dr. Hipólito l: n. m.e con su intimo amigo el coronel Fra ncisco Moreyra y Matute, de 1 1-t a 181f>, época en que estaba aqu él en E spaña y éste en Lima .. Lógicamente, a l ser Ji.lOsible la figuracíó1 del ~lem ·nto peruano en la metrópoli, h a bía de surgir la brillante p erson 1 dad de: Unanue. El 25 de octubre de 1813 fué elegid<:> diputado a (_ •rtes por Arc.¡uipa, provincia que entonces comprendía no sólo el actual <kpartaml·nto de ese nombre, sino el de T a rapacá y e l partido de Moquc-Q l .. He 1sto en Yiejos papeles, las congratulaciones que con este moti'\ 1 dirigen .tl sabio los ayuntamientos de esas históricas ciudades. Unanue partió en abril. E s la 6úca n .. q u e se separa de la patria .. Como K ant y como otros g ra ndes hombres tente horror al desplazamiento, y e-xteriorízalo en su carta de 20 de agos > de 181 · escrita desde Cádiz a su amigo Mor.eyra: "Cuatro meses he navegado p or m ares climas Gtferentes; y que sófo se puede a venturar a transitarlos o por n o e .11ocer fo e ue se hace o movido del interés. Los hombres que como Ud wnen p ra pasarlo con las proporcion es del decoro correspondiente, s6l1) eben pensar en adelantar los bienes p aternos en ese suelo dichoso ) p "ífico, )ara el beneficio y lustr e de sus hijos. Quiera Dios que nos ' ·amos a ver cuanto antes. " A mi esposa l e he remitido una r elac1011 de algunas menudencias de mi viajs, donde podrá Ud. leer 1o q u e aquí 1 l .. "Al recibir ésta, estará Ud. instruído er los gr; 11des e ínesperados sucesos de la Europa. Por lo que a nosotros specta, uestro Rey se halla restituído felizmente a su trono y el gol tl:rno pUt-sto absolutamente bajo el mismo pié que tenía, an t es, .en el ali• ne 1808 " En este pueblo no se habla de a suntos ¡ > iticos, ; en fos pocos días que estoy en él, sólo he podido saber q u e los "Jutados l ue han n~nido de América, tienen orden de pedír a l Rey lo e consid~ en oportuno para el mayor bien de su s províncias, según las instn ~iones qtJe hubieran recibido de éstas. H e participado a los señores m1 1stros mi legada a estJ. ciudad y espero su r espuesta, y que calmen u poco los calores para pasar a Madrid." · Los " grandes e inesperados su cesos de l. Luropa" de que habla Cnan u e son, la caída de B onaparte, la libertad le Fernan lo \'II y su ingre-

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so a España. En torno del odioso m on rea actúan en este momento tres peruanos: el duque de S..-i.n Carlos, C ar <!jal y ''a rga s. deiinitivamente expatri:1do del Perú años há; el mal cornx lo canó1.1go Blas Ostolaza, trujillano de trágica historia, y el celebér n 10 José Baquíjano, conde de Vist a Flcrida, miembro del C11msejo de E st. ">, dep u •sto por Ferna ndo VII en 1814, pero resguardado de sus iras p r el duqul d e San Carlos, y uncido finalmente al círculo favorito.

VIII.- La Camarilla. El verdadero consejo de ministrm d. Femando en su harto extensa administración y aún en su cautiverio Valencey , era "La Camarilla". Este grupo de íntimos y de prive os llamose Camarilla porqu e se reunía para sus conciliábulos en la antec:.. nara del Rey. De ahí salían nombramientos torpes y encumbramientos i1 1•rovisad ')S. Chismes, destierros, prisiones y cadalsos. Eran sus más co picuos componentes el canónigo Escéiquiz, confesor del Rey, y nuestro ¡ 1sano el truculento Ostolaza, director espiritual del . infante Don Carlos, xira q uiL·n compuso varias obras místicas y profanas. El conde de Alagó• desaprt 1 sivo acompañante del monarca en sus nocturnos donjuaneos, y > ras figu ras más o menos borrosas. Finalmente Chamorro, ex- aguador e la fuen e del Berro, Pepe Ségovia, pinche de cocina, encumbrado a cor sano, y los o tres elementos del mismo jaez. Fernando correspondió a sus súbdito! que a fuerza de abnegación y heroísmo le resca ta ron de entre las ga r s impt riales, con la más innoble felonía. Al ingresar a España exp1. ya lo re dic ho, el decreto del 4 de mayo, - instigado por el duq ue de Sm Carlos y v e nciendo la oposición <lel heroico Palafox- fulminando la Con t ución ) las conquistas liberales. Unanuc, que llegó tres meses dcspw.:s a C n 1z, encontr óse con que ya n o había Cortes. De ahí la invitac ion ,t los di lUta d os americanos para representar las necesida des de sus comitl'Tl es ante d m onarca absoluto de la s Españas, y el doloroso incidente co c.l diput; 1!0 peruano Mariano de H.ivero. En 24 de enero de 18 15 el sabio ese~ a M or \Ta que Ostolaza y Vista Florida le asisten con su influencia c 1 l.t C orte y agrega: "el conde es mi hombre porque tiene muchísima int uencia e 1 e l ministerio, y con él he ido a ver al señor ministro y t ,i r11 i ~n con su a yuda voy saliendo avante de mis a suntos. " Pocos meses antes el Rey invitó : los dipu : dos de ultramar. Reu• nidos en casa de Vista Florida, Roca m . t y 1Ia-1an o de Rivero y Bea-

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soaírt, expresaron que no irían, ¡ r de la ~naccíón de Vista Florida. Esto costó seis años de cárcel a Ri-.. ero prendid<• el día de sus bodas. Advertido Rivero pudo haber fugado. N~ se dície1 <lo: "Un Rivero no planta a una dama." "' Este conde de Vista Floriill , = el popu ar timeño José Baquíjano y Carrillo. Hombre de grandes luces \ virtuden que a principios del sigloX I X llena con su personalidad la ( u lad de os Reyes. Arrojados los B'Ql:b.ones por t-.a •ón, a ) rtir de 1808 fórmans~ juntas autónomas en las 'colonias dt- A enea ·1 este momento Baquíjano. enemistado con el Virrey y la l\1ct •poli des. le que tuvo la arrogancia de formular ciertos reproches contra c.1 -:-égímen .. n la actuación de recibimiento del virrey Jáuregui, como r ley ( e gravedad, constitúp•.sc en el candidato del elemento peruano ue vé ·n él al caudillo que ha de librarnos de Abascal y de España ¿Conspiró o nó conspiró Baqu11 no? Est' rué un punto obscuro en el siglo XIX, que ni el general l\Il d1buru T'I \'íeuña l\1ackcnna lograron aclarar. En este siglo el doctor Ltus Ante, nio Eguíguren des-pejó el enigma. ** Exhuma el proceso seguido con I 1otivo de> 1a llamada "Conspiración de Baquíjano". Proyecta sobre {l esudas consideraciones y pronuncia la última palabra: Baquíja no coi sp ba. Pero cuatro años despu és se en1ropaba e 1 la comparsa del duque de San Carlos, Ostolaza y otros "scrv1 , ·s'', co~ se llamaba a los partidarios de Fernando de la mona ¡u absolu .1. 1.:n contraposición a los: "liberales", que profesabaa la menar< ..iía con. títucional. Una carta de Unanue a More r i de 8 le noviembre de 1814 dice hablando de Ostolaza: "U. no puede considerar has a 6nde lle? el alto grado en que está este señor. Los americanos han cr.n idcrad0 'orno una señal de mucha estimación el que me haya visitado los vece~. En 1a. últíma me habló con mucho cariño de U. y me elijo c¡u~ l' dinero < ue Ud. entregó a ~[orales Duárez se había perdido y que k•li los pap< 1 •s únicamente, y que ocurriese por éllos; pero hasta ahor•• diligen"11s han sído inl'lliles, porque a manera de los ministros, sólo dá ~.et hencía ciertas horas de cíertos días, en que es ímposíble penetrar por la 1ultitud le gentes de todas dígnidades, que están en las puertas y a 1te alas de su vínenda. l'\uestro hombre es el señor conde de Vista Florida, tan amígo de U. que no podía yo

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* Vicuña :\fackertna en su libro La R olucíón de la l11depemlc11cia del Perú-pág 127-Edición Garcilaso 1924, Lima- alude • este cutio. epibo<l10, q\le conozco por narra~ ciones de familia. ·»·:·:· G1.ierra Separati.sla del Perii-Lima, 9¡3,

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-37encontrar otro mejor para girar r 1 suntos, porque tiene relaciones recónditas, por lo que los he puesto oi cn sus n1anos. quedando únicamente con el cuidado de ap'.lrarlos." Este valimento de Vista Flon<l orprcnc:.< porque el mismo Unanue, en una postdata que de su puño ) etra, p{ 1 e en su ya citada carta de 20 de agosto dice: "Se ha admitido .l;a--renuncia c¡u de Con« jero de Indias hizo el señor Baquíjano, con una real orden muy presiva ' honorífica. Retracto m1 prevención al señor Querejazu, pues Mbiendo snlido dos papeles muy inter esantes se los remito. y léalos l. La prevención a Querejazu era q11 • no po· 1 i mandarle per iódicos españoles, porque Fernando VII, tan lucllegó a :\ladrid, los prohibió totalmente. Sólo salían " L a Gaceta' y ·El Dia ·1u de Madrid", ór ganos ambos del régimen absolutista. IX. -Blas O s tola za, Privad . de F er nando. Los asuntos que llevaba Un<>nt. a la Pl 1 1nsula eran de tres órdenes. En primer Jugar, los de los p u eulos ue lo 1 l L n elegido. Tal vez para rmanenc 1 l en l'vladrid, obtuvo una justificar ante éllos su prolongad.i constancia que textualmente decía "Yo Juan ::\1artín Delgado, cs1 1?ano de Rey, nuestro señor y del Colegio de esta Corte y Villa de ::\. drid, doy fé que el Dr. D . Hipólito Unanuc, que fué elegido diputado e Cortes ) lt la provincia de Arequipa un año siguiendo y agitando los apar asta capital donde se h alla ha suntos de aquéllas provincias y el Perú, co 110 su procurador, según lo acreditan las reales cédulas expedic. s en 9 d<: 'l1ayo y 6 de agosto del corriente de 1815, vive y existe en cst. e )rte; y >ira que conste, a su solicit u d, doy el presente, que signo y firmo en l\1ndnd a 3 de octubre de mil ochocientos quince.-Juan Martín ll gado" En segundo la reivindicació1 d os bien ,., confiscados a Landáburu. En tercero y último los intermin 111 pedido~ de sus numerosos amigos del Perú. El sabio, que ya en 1801 de 1. "Lima es país de empleos" y quejábase de que aquí nadie puede gana <;e la vi Lt si no es a expensas del erario, v ióse acribillado de empenos y petitor as, desde antes 'de salir de A r equipa. Cada correo depositalw bre su 1.esa, primero en Cádiz y en :Madrid después, innúmeras carbs ·digüefü :-, Unos querían tít~los nobiliarios y enviaban en plata acu i.; crecida,; sumas, en los galeones que salían del Callao, para que Unanute gestion~ se el "negocito" con la rea l cancillería. Otros impetr aban ;1lti ' 'lantes utulos de brigadieres y de

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-38mariscales en las milicias, con el derecho d e caminar Yes tidos de fantasía, cubiertos de alamares y plumas en p ara bs y as istencias. Naturalmente a l solicitar cualquiera de estos honore .. se c ump lía, previamente, con remesar unos cuantos centenares de dU' is en plr ta acuñada. Los devotos imploraban indulgencias, derecho de 4·clebrar rnisas en s u s casas particulares y otras prerrogativas de orden es¡ ritual. '"en go a la vista un a carta en que Unanue dice al marquesito t Casa riosécuántos. "Amigo mío: -Mando de.~ con un p1 ,pio que re m i to a alcanzar la salida de la "Aurora". Incluyo a U . doc a uténticas d e gracías, indulgencias, oratorias, parientes vivos y dífunt y qué sé y o cuántas más cosas con que ha aniquilado U. Ia corte romana y ha qJ.edado con tantas prerrogativas como un príncipe."

El conde de Valdenoséq ué, solicita una d ta Iínajt da para esposa. Si es posible, duquesa. Quiere echar pan a sus congéneres de Luna . Aunque no sea guapa, aunque no sea rica. Aune e no sea J )Ven . Eso sí, que no se halle tan avanzada que no pueda darle u d uques1 to. . Fácil es comprender a qué extremo llega : la HU\ 1a de peticiones al d esv enturado Ostolaza, valido de Femando V f y su c;irector espiritual. mie mbro de la Camarilla y á rbitro de la m on. rquía. Pffo más q u e cuanto yo pueda decir al respect o, encíerra esta breve ca n : con que el propio Ostolaza se despide de Unanue, cuando ~ t prcpar·1 su regreso a la Ciudad de los Reyes: "lYfurcía y noviembre 30 d e 1815. Sr. Dr. Hip6 lito Una l'l'Ue. Paisano y señor. "Mí sobrino me dice que está Ud. próximo a emb ircarse y aprovecho esta ocación para suplica rle diga a Bravo, ~otomay ·r y C a stro, mis p a isa nos éstos y a migos aquéllos, que ya estoy jubilad') d e ca rtas y q u e Ud. puede decirle cuanto yo por escrito: y que isculpen "Al p a dre Sanz ya le h e dicho los trámitel le mi o br y que h asta a h o ra no he podido sacar la licencia y que aquí la unprimir 5 luego que me la r e mita n de Madrid. " Puede ser que escriba el Prcpósíto de n Felíp~ nuestro amable Pedemonte. En sun1a U. lleva mi poder par· c umplir ¡ or mí co n todos, como C6rdova, canónigo, conde de lVfonteblanc• J ordá n , t.tc "Este país es muy análogo al nuestro y , w1 los que.: llam a n barracas ele la brador es y son como los r anchos d e los indios, H ay c hirimoy as, maní, alfalfa y acequias, en fin, es lo más delictoso que yo he v isto a quí

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y en Flandes. U. va a lo mejor que hay en cl l)unuo ¡que no lo conozcan t odos! "Es superflt:.o decir a U. nada sohrc que cu •nte con mi inutilidad, por saber que mi carácter no varió en 1 corte, y 'uánto vale entre los hombres de buena intenció n la circuns t~11 del r .1isanaje; en esta inteligenc ia ocúpeme, persuadido de la sine~ t lad conc ue soy su afmo. capellán Q. B. S. M Blas Ostolaza." Hay cierta amargura en estas 11' eas del pintoresco canónigo trujillano. Ya había recibido el signífit ativo pre!'entc de exquisitos cigarro!< habanos, de S. M. Feñi"'ando VII Les conocedores de la historia del s iniestro monarca me comprenden. C a a magnat•' fa,orccido con estos regio!; presentes, experimentaba lo que lo a ltos pt. rsonajes da Roma cuando el prefec to les visitaba en nombre de '-cr.Sn. Escóiquiz y el cruel ministro Echevarn re--ibieron también casi a l mismo tiempo los trágicos h a banos Al día siguiente estaban el uno en e l presidio, el otro en el destierro ..:mando departió con Echevarri cor· dialmente. Despidiólo a las doce d • h noc h ' ofre::iéndole un habano. Cuando el ministro llegó a su casa, e >crábalo \ la puerta un coche para conducirlo des t errado a Cádiz. Pérez Galdós refiere que igual u " i ocurrie:-a a l minisLro Pércz Villarnil. Años después el terco Rodil, el 1 e n bre de l 1 resistencia en el Real Felipe, amigo íntimo de Fernando despl 's de la 'api t ulación de los castillos, recibió de su real a migo una m < g• ica caja de puros h a b a nos. Incontinenti constituyóse en palacio ; pcn odas las puertas estaban ce1radas para él. Ni los ujieres dieron impor incia a 1 >s clamores del ex- favorito : ya sabían que había recibido los c iv rros. Re ·tlil no era hombre de quedarse a mitad de camino. Con el gt. o y con la v iolencia impúsose y penetró. Atemorizada la Camarilla d1... le cruzar a través del recinto de sus conciliábulos y franquear las puc r t. <> de la real cámar a donde, enfrentándose con Fernando díjole: ¿Por e 1c quiere V. '\1. fusilarme? Naturalmente el monarca negó todo. R odil rguy6: ,a todos sabemos lo que s ignifican los cigarros de S. M. El rto bajó lo$ ojos hipócritas y confesó que había rec ibido un anónimo. D es ués depa rtieron largamente, y, como al fin y al cabo alguna debilidad ha\ de cx¡.x:rimcntar Fernando por e l dulce brigadier que vertiera tanta !;a gre y que hiciera derramar tantas lágrimas, concedióle una gracia inusit~.cb: la de la v ida. Y todo se redujo a una incruenta orden de destierro Pues bien, Ostolaza indignado v • una tarde franquear sus puertas al regio presente de cigarros habanos. \l día siguiente r ecibió su nombra • miento de Rector del Colegio de E. lucandas de Murcia. Era una especie de destierro. Saboreando la nicoti1 • del obs.·· iuio de Fernando, escribie-

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ra en novíembre de 1815 la carta q u e he 11 sertado ya, llena de saudades y añoranzas por el suelo natal, despid1c1 io a Gna •ue con esta frase mgenua y sentida: "Ud. va a lo mejor que lay en e mundo"; aludía al Perú. X- El de los Tristes D estinos. Los Qu intero, hablando de una viuda ¡ue ha ei krrado al cuarto consorte, llámanla un"cementerío de maridos' ' Fernand i VII, fué un cementerio de princesas. Primero María Antoma, 1 ija del rey de Nápoles, cuando Fernando es sólo Prínc1~ de Astun. Después de las instancias pordioseras a las plantas de Napoleón, por l r 'l princtsa de la turbia sangre de los Bonaparte, -cosa que no llegó a - !izarse, ue·ló solo en antojito- uniose con María Isabel de Portug~ 1 h ija del n·y lucitano, residente en el Brasil. Luego, en terceras nupcias, e n Josefa ..\1a ria Amalia de Sajonia, y, finalmente, con María Cristina, hLj..i del rey de k'l.S Cicilias. La historia nos pinta a F ernando c 1 to un hombre inteligente y sarcástico, no desprovisto de cierto gracc..jo español. Hablaba de su tío el infante Antonio Manuel, un infeliz ret·ir k lo, llamándole burlescamente" mi tío el doctor", porque en un accc o adula tono la. Universidad de Oviedo confirióle el título doctoral. And~ l) los tü 1 '1pos otro desenfreno de adulación cortesana, confirió al infante 1 nbécil el • lmirantazgo general de España, -verdad que no existía la flo - y en onces Fernando llamárale con sorna: "mi tío el Almirante".

Los ministros de Fernando pasan rápH y atr •pclladamente por el portafolio. Figuran entre é!los los homhn.. más eSt' .trecidos del reino y los más solemnes majaderos. La Camarílb los enct.t '1bra y la Camarilla los hace caer. Al pié de cada sitial de mii 1 tro, está e do.:stierro, la cárcel en fin, el cadalso. Parece que Fernando con la linterna de Diógenes Yá buscando a su hombre. hállalo al fin en l. persona < ~ Calomarde. N"ada más siniestro ha producido España. Calomarcle es u a de esas personalidades impersonales, arquetipo de los visi ., , oricntale: , en quien la astucia suple a la inteligencia, la adulación, al m. nto y la c rueldad a la austeridad, intrigante y rastrero, hizo del s r v lismo, pm s to a servicio de la inmoralidad, el punto de apoyo que su pa lan ·.t de Arq u1medes necesitaba para desplazar a su gusto, sin disponer ( uerzas efr,·tivas, ese mundo en el que hasta entonces el sol no se pon Pues bien , este hombre detenta al ministerio durante diez largos afios J sangre y de tiranía. A esta era llámale la historia la decada ominosa .\ lado de esa década, qué pequeño resulta nuestro oncenio. Y qué im.. o oros sus c omardes.

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41 hija d' F e rnando- "La de los TrisPérez Galdós llama a Isabel II , Destinos". Esto parece un a e uivocaci "1: Ese es el calificativo que 'Corresponde a Fernando VII. A. él lebe Es->aña la pérdida de las Américas- el triunfo de la libertad en riérica ne?or dicho, porque según el adagio popular "Dios con pautas orcidas 1acc líneas derechas"-; debe también a Fernando la muerte d(; •S libera.L·s en España y el asesinato de los héroes de la independencia spañola. Y como si todo ésto fuese poco, débele todavía el nacimiento de carlismo La extrema tiranía de la época e;rnandin a llegó a asentar una escuela tan arraigada en el:"'1)ueblo espail• 1 que cu.mdo las armas francesas del duque de Angulema sofocan la cr 1 beral i1 1ciada por Riego, y Fernando establece la más ruda y cruenta r p resión, \ngulcma y hasta Luis XVIII protestan de élla; pero ya la cruclcl l y el dt spotismo han encarnado en l a -colectividad de la Península, y Es 1aña entera yérgese airada contra toda :sugestión de liberalidad o clemenc < • Lleg~ por fin el momento en que Fernando suprime los dos baluartl' le la cr 1e ldad y de la tiranía: las comiswnes militares para el juzgarmcri o de los reos politicos y las purificaciones o expedientes para esclarecer ¡ue los func ionarios están limpios en :su pasado de toda mancha de Ji J<.ral ismo y el pueblo entonces se rebela contra la cesación del terror v .•uzando sus :simpatías y sus anhelos hacia el hermano segundo del sol .:rano, el ¡ 1mcipe Carlos, que parece, o , lo simula, no querer enterarse de L'Sta nue va corriente politica. Mientras pasa corno una sombra a través d<: l i corte :1- de la Camarilla, ese príncipe por quien va a desangrarse Es¡ ~iia en interminable guerra fratricida, :su esposa maneja la intriga y SL entiende con los propagadores del carlismo. Claro está que el primero de éllos <s nucstr-0 buen Ostolaza, maestro y director espiritual del prct1; uliente. ~s

X I .- P érez Galdós y la Historia. La personalidad de Blas Ostolaza es poco conocida entre nosotros. * Acompañó a Fernando en el cau Yerio de \'alencey, en calidad de director espiritual y maestro del infan 1..o don C arlos. Fugó en 1810, y de re~eso a España, fué elegldo diputa' lo suplL•1üe, representando al P erú en las cortes de Cádiz. En el s~no de ellas íué u n or'l.uor terr ble y agresivo. Absolutista fanático, luchó denodadamente coi la ola d liberalismo que inundaba to-

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No obstante que durante e1 efime o r-esp1andr r de la 1iberta<_l de imprenta en el Perú, rigiendo las Cortes de Cádiz, las hoja6 imeñas m( n udean sus golpes contra el diputado cscurantista; algunos con violencia e 'lpr operios d enostan al C\lra trujillano como El Perua110., de 1812, en sus númeirOS 21 } .l y Ii.l Imx:.-cis:ac!.n- de 1814, en sus números 48 y l02. 1. s.-<>

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da España. Enardecióse en la refriega. Bl n dió t o• hs los argumentos. Apeló a todas las armas- ¿hasta a la desleal :id? ¡q u H·n sabe! - Naturalmente contaba con amistades ardientes y enutrnizados e n emigos. Desde el momento en que Fernando reg ·esa al nino, Ostolaza ocupa su sitio al lado de él. Es uno de los omnipot ·nt es min stros sin título, sin responsabilidad y sin cartera, de ese consejo secr eto e ue la historia llama " La Camarilla". No es un blando pasto¡; ~ ovejas esp ri. u a les ; sino un guerrero furibundo. U na vez atacado en 'la noche en i,, '1.1 calle r lesicrta por un individuo que trata de coserlo a puñaladas, el C< '1ónigo desarma al agresor y entrégalo a la policía. ¿Qué hacía Ostolaza en la alta noche ¡ c r calles extra viadas? Para conocer estas intimidades y para ver func iona: de cerc : la Camarilla , no b a stan los his toriadores. Hay que ocurrir a B• ·•· ito Pér 'Z Galdós, que es el Ricardo Palma de la política española. E l , o rno el )iablo Cojuelo, tiene el dón de leva ntar, sin ser sentido, los • -ch os y 1 lS p la fones de salas y alcobas, para mostrar a sus curiosos lecto ·es lo q u e l'n el interior ocurre.

La Historia nos presenta a los personajes hicrá 1cos, engomados y barnizados "al duco". Ya, estatuarios, blander la esp: tla d e piedra en el combate. Ya rígidos, como si un jefe hub1érales gritadc ;Firmes!, ejercen el poder desde un trono regio o desde un silk p residen a l. Cuando murió Anatole Fra nce, entre el 1ar de pt b licaciones biográficas, del ilustre literato, brotó un libri•o · Anat.ol< F r a nce en Pantuflas" indiscreta travesura de su secretario. 'Pues es, ,o sólo lo más sabroso, sino lo más definitivo para cerrar el p hgono d · • la compleja personalidad del biografiado. En España Galdós, como en el Perú P a l n: ,, nos ')•nen delante a los personajes viviendo descuidados; y hácennos •rprende'"\os glotones en la cocina, nimios en el hogar, concupiscentes ~ . todas p ..r tes. En pantuflas y, a veces, en camisa. Desgraciadamente Galdós, liberal iracu ncl "l, no e~ imparcial cu a ndo juzga a los fernandistas o serviles. En las "Memorias de un Cortesano de 1·15", su llicn do la falta de retratos del cura trujillano, nos ofrece esta 1 •rlesca a g t a fuerte: "Cara redonda y arrebolada; gestos mu) vivo s y u n modo de mira r c¡ue daba a conocer a tiro de ballesta su su r ·riorida d c u erpo sólido; voz campanuda y gruesa, como toda voz creada r ra decir ¡.>Tandes cosas.'' ¡Cuánto más elocuente es esta pintura e uc los tilSOS retratos al óleo de hace un siglo!

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-43R~tlérenos tambien el Diablo Cojuelo pañol, com o Ostolaza acompaña a su pupilo el infante don Carlos en 1 s oracior es de la noche. Bendice luego el lecho del adolescente, en uno los ángdos con la bendición de la Virgen, en otro con la de San Juan E 1 los rest mtcs la del apóstol Santiago y l a de Santa Teresa, y c uando e oupilo, 1.;;í garantido contra los asedios nocturnos del Enemigo, se enln. - t al sut 1) 0 inocente, sal e el Canónigo embozado en su capa, encasqueta la teja. a paso de lobo, ent re las sombras por los barrios a partados. \ • t solo porque no le agrada malas compañías. _

¿Os inten~sa conocer el fi nal de Ostol. z.i? El fl'neral Mendiburu lo "refiere así en s u Diccionario Histórico Bio¿;..-:..fico: "HaUábase en la cárcel de Va lencia, cu ndo, con ocasión de una de las v ictorias del general Zumalacán-egm, 1 ubo allí un espantoso motín popular, que dió mérito a que el capitán g .eral huy ese . La Audiencia se vió en conflictos, porque el pueblo enfun,c1d pediah entregasen los reos políticos. D espués de muchos desórdenes ot1 ·i6 aplacar se con tal de que :se fusilase a tres de los presos.. Uno de ellos ·a el Det.n Os tolaza. Otorgado que fué ésto, se le intimó la r esolución en alt'l. noche la recibió muy tranqu ilo: hizo testamento y Se confesó en h e rcel. :M and o fundar una capilla con suficiente renta y en la cual <lcb a poners1 el retrato de Carlos V, el pretendiente. Salió al cadalso con muo ha sercn ad. no permitió q u e :Se le Vendasen los ojos; y al ejecu társele d ijo que m o '"1a por su Íé y por su rey don Carlos." Luego P érez Galdós nos hace contcm 1 lar el cuadro , el filtñ parlante mejor dicho, de la Camarilla. Reunese en a cámara contigua a l dormitorio del r ey. Campea el duque del Infanta. o "gen <ra l que tenía la mejor mano del mundo para perder todas la batallas en que se encontraba, el famoso canónigo E scóiquiz, a quite 1 Napolein tiraba de las ore)as; y mi buen Ostolaza, d el cual ya h l d icho ocio cuanto hay q ue tlecir". Efectivamente, todo cuanto h ay ¡u c d ecir, has ta que delata al rey los pensamientos de sus compañeros l s diput·ulos a Cortes. P ero 'este dato de P érez Galdós antó)aseme p u n . maledi<enc1a. Allí e·stá también el cond e de A1agón. calavera 'C. (' alta sociedad , compañero en las visitas nocturnas de Fernanc ) a casa le "Juana l a Naranjera" y de otras hemb"ras igualmente r cspc 'lbles, pot que "Narices", como <el p ueblo llama a Fernando, nunca va solo en sus exc ursiones gatunas. Cierran el circulo Chamorro, ex-agua1 :or y Jm ~ Sl'govia (a) Pepe.te, ex-pinche de cocina, q ue h a ganado la regia c01 üanza, presentándose

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- 44 en Valencey a Fernando como súbdito hcto, del icado a evitar fantásticos envenenamientos de que inculpa a '\apoleón contra el rey cautivo. P érez Galdós, con su ingenio incisivo y fácil, r eproduce las garrulerías del diálogo de la camarilla, cuando fulr 1 1a a un ministro probo, o cuando encumbr a a una nulidad corrupia y¡ l' entada. C ien días despu és de las clausura de. l<..s Cortc.:s, de la destrucción de la prensa y del aniquila.rniento de las lit e ·tades po,.. el rey falaz, llegó Unanue a Cádiz. Ya os he p'l-e:séntado el me. 10 e n qm hubo de actuar. Fácil es comprender el efecto q u e en este h orr .re de ciencia extraño a la política, a u stero y puro, causaría la España r guinari< y a byecta de 18 14!

XII.- Unanue en la Corte. Unanue fué honrado por Fernando JI con d tít ulo de Real lVIédico de Cámara. Tenía pues francas las pucr • s de la '"Cgia alcoba y pudo penetrar por varios puntos a la célebre Ca. "l.rilla, 1uc sería una institución ris ible s i no estuviese llena. de sangre I t imó con Ostolaza, el favorito tru culento; con San Carlos, el duqul· 1t 1eño que aconsejara a F emando el liberticidio de 18 14; finalmente cúpok c..lgo m .ts terrible: estar en Madrid cuando comenzaron las ejecuciones 'e los h ( roes de la independencia española. Uno de los personajes más novelescos de la n lYela vivida de esa época, es D íaz Porlier, llamado " E l Marquesita", acaso por su figura elegante o acaso por cr eérsele sobrino del man ,u de la R omana. Mozo de veinte afíos, la nzósc a los caminos con '-'º p uñado le valientes, para contrarrestar la marcha triunfadora de las l ones d ' amo del mundo. En c u .m bres y en encruc ijadas, en forta lez y en s 1burbios, sorprendió sin cesar a los m a risca les de Napoleón. 1 ·nó cim ••ides por asalto. Acrecentó la gavilla de héroes de su man<l<, hasta h.1cer de el la una hueste respetable. Llegó a enseñorearse de L 1rovinci 1s del Norte. En la guerra sin cuartel q u e hacen 1 s france: l'S, fusilan a los prisioneros, violando todas las leyes de la hum idad y le la guerra. Porlier toma represa l ias. Feroz e l gene r a l francés. rucifica un d ía a los com pañeros del "Marquesita" en los arboles del C' UT .o de C trrió n, p ero ese espectác ulo retempla más, si cabe, la osadfo cit. Porlier. En octubre de 1815, F ernando VII, ·n prem if) de tanto h eroísmo, le hace fusilar por libera l , a los veintisil.t años. ( *)

*

Porlier era colombiano nacido en Cartag ·na de India.; Según e l historiador ] 0<;é I. Hernández descendía de los de la casa de Bajar .....r y era marqu<'s de MatarQ&l. El Congrei;o Hispano americano de Historia, reunido en C...rtagena e 31 de diciembre de 1933, bajo la presidencia de Gabriel Porras Trocoanis, acordó creación d e un busto d <i bronce a Portier.

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Esta fué la s uerte de todos los héroes sobre q uienes pudo poner Fernando VII la real m a no que escribiern I< s carta> indecorosa s a Napoleón. Tras de P orlier, marcharon al cadal ' Richard y Vidal, Lacy y Juan .\I a rtín "El Empecinado"; Riego y Torrijo' y un inkrminable martirologio. Lui s d e Lacy, mezcla d e Simbad el \larino y le don Juan Tenorio, héroe niño d e Trafalgar, guerrillero d e mar y t ierra, denonado como Porlier, abandonado de los suyos en otra err icstida l beral en Cataluña, no p u ede ser a r cabu ceado en -ese.. reino. ¡El p ueblo 12ntero se levantaría a defe nde rlo! Condúcesele subr epticiarnen; · a Palma de l\!Iallorca y el 5 de abril de 1817 s ube a l patíbulo. Martín el Empecinado, pertenece a la mism a pléyade. Sus hazañas igu alan a las de Porlier y a las de Lacy España e- debe, si no grandes t riunfos , legenda rias glorias. En 1808 su ejército era de 2 hombres. En 1811, de 3000. También es arrastrado por Fernando VII a la h orca. Empecinado, como reza su sobrenombre, logra romp er sus ataduras y a l pié del cadalso lucha con el verdugo y lo domina. Pero cae arcabu ceado y el cadáver del héroe es su spendido de la horca. Todavía u n año antes de morir dá Fernanrlo otro regocijo, dig no de Nerón : la ejecución de Torrijos. Esh cau d ill > en quien inciden las s impatías y las esperanzas de todo el país que demasiado niño para tomar las a rmas en la irrupción n apoleónica, ecl' >Se a los <-amines en la segunda invasió n francesa, la del duque de A nguk :ia. a luchar, ya no sólo contra el enemigo, s ino con.ira la propia España q ue des¡ tentada, clama por la inter vención vergonzosa, para m atar un uevo retot'ío del liberalismo. T orrijos es inducido a conspirar por ( .onzál ez \loreno capitán general de Málaga, y atraído a una miserable CL ida, r ecibido a balazos, captur ado y sometido a juic io. El 11 d e dic11·mbre de 183 1, él y sus c incue ntaiún compañeros son pasados por las ~ mas. G 11lardo e n los últimosinstantes, solicita mandar el pelotón que a de eje< utarlo. No se le conce' de esa gracia. La indignación que este e tmen pnduce en España , h áse hec ho gráfica. Guilbert protesta en u n óko famoso, y Espronceda en el a la rido de dolor y rabia de s u p o pular soneto " A la m u e rte de Torrijas y de sus compañeros", q u e dice:

Helos aUi junto a la cadá·i:eres están !ay! los honra del libre, y con si1 almas al cielo, a E spafü

mar bra ·ía te fueron 1nuerte dieron nom.braafa

Ansia de patria y l •ertad he ichfa sus nobles pechos, que Júmás temi.ron y las costas de Málaga ?S 'L>Íeron cual sol de gloria en de~dichado d la.

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-46Españoles llorad; m as 11estro lla 110 ltfgrimas de dolor y sangre ·ean; sangre que ahogue a sienos y opres otcs.

Y los víles tíranos co11 spanta síempre delante ame~taza1 do ·can alzarse sus espectros vengadores. Los hístoríadores americft1tt'.)S observa n q ue los hombres de nuestra independencia más decididamente enemigo de la d<>minación española , fueron aquéllos que conocían la P enínsula. Ya vemoii porqu{

TERCERA PARTe .

XIII~La

Historia después de un Siglo.

Mucho se ha fiscríto sobr e la participac 11 de los peruanos en su ín~ dep<mdencía, no sólo en los pródromos de la cxped <1ón sanmattiniana $;Ít16 en tiempos anteriores. A veces los h~ ortógrafos de América afrentan a nuestros mayores, preséntándolos co m o carente ~ del empeño de ser libres. Hoy día, un mejor conocímiento d e las cosas permite afirmar lo contrario. José B aquí.jano es el primer rebelde , cuando vít•rte frases de censura a la política española en ocasíón solemni., )ronuncia rHlo en 1781 la Loa del virrey J á ureguí. Atrévese a decirle: "que ... ! bien mismo deja de serlo si se establece y furtda contra el voto y op1m0n del pt hlíco" ... que "Mejorar al pueblo contra su volu ntad, ha sido i::íempre e especioso pretexto de fas tiranías'' qu e "Un pueblo es un re...0r1 e que, orzado más de lo que sufre Su elasticidad, revienta de,;trozan<lo la ll1éi 110 irnprudente que 1o oprime y sujeta". Para hacer pasar estos osados conceptos, 1 orador los envuelve a con~ tinuación en una loa al virrey, a sus antcpa 1 los y a España. Pero las palabras atrevidas, vertidas están . Once años después Unanue, el mal Han ·~Jo timorato Unanue, va tnás lejos todavía, y en el acto inaugural d Anfít ea ro Anatómico (21 de noviembre de 1792) habla al virrey Gil T < ooada. y 1.emos de que "los Ímperios d i1atados y sin mora.dores, son cuer')os fantásticos.. . Lejos de a.umentar la n~p u tación del trono, enervan su vigor cor una carga gravosa.

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SAN MARTIN

UNANUE

Oleo de D.iniel Hernández

~lármol de la

Pan Ameri~n L'nión

BOLIVAR Oleo de Daniel Hemández Tríptico de propiedad del

Doctrr Luis Alavza y Paz Solrlán.

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y perjudicial. Tal es hoy la s u erte, tal la ·ondición del Perú; de aquel Perú, hipérbole en otro tiempo de la felic1< . i y la •pulcncia. ¡Consumidos s us moradores sólo presentan cúmulos d ruinas, heredades desiertas, minas derru mbadas!. . Parece que cansa< la tierra de la insaciable ambición con que la agitaban los humanos .bismó de improviso con las vidas sus tesoros. Parece que al ruido le lS cade1 as del despotismo y l a tiranía que arrastraba el hambre del on huyeron los naturales a las cavernas, a las selvas inhabitables; y d(; ~mparad ts las provincias, q u edaron yermas, sacrificadas:-á la voraci< l del tiempo". Verdad que también Unanue, como Baquíjano, trata más adelante de componer las cosas, para no co 1citar la s iras del v irrey, y agrega que toda la devastación y ruina < que ha hablado, no es obra de los conquistadores, y que "los negros < .racteres con que se ha p i ntado a los poseedores de la América español; sólo existen en la pluma de l os que antepusieron al valor de conquista <.S, el v,l empeño de denigrar l as ínclitas acciones". Pero esta misma frase, que aparcnt ·mente aT(;núa la tremenda afirmación anterior, parece que en el fondo :oln sirve para ratificarla . Y todo ese discurso, acaso la obra 1 ..estra del sabio, tiene tal sabor de reproche y unas notas tan tendenciosa'>, que es la más formidable acusación contra la política colonial de E spaña.

Vicuña Mackenna ha escrito la m, amplia ' mdicación de los peruanos de aquella época, en su l ibro La R.e,·o ucwn de la Indenendencia del Perú. Esa obra, nutrida de anéq:lotas y d ns, es un hacinamiento de joyas, de buena ley y falsas. Hay que conocer 'lucho l. historia para pescar en ella perlas y brillantes, entre piedras dt. estrás ) chaquiras; por q u e no es oro todo lo que brilla en ese montón luciente, más que obra histórica, ensalada d e historia. Vicuña Mackenna despu és de afirm. r que la~ conspiraciones de 1809 en Lima tuvieron por núcleo al cuerpo médico, y por cabeza a Unanu e, acoge, de no sé donde, la versión d e C'• ~ delata la la conspiración a l virrey, apodcrose tal terror del sabio y de us discíp11los, que ya no volv ieron a hablar ni a ocuparse del asunto. Inst. ·ta la a1 ccdota de que enterado Abascal del conciliábulo de los conspirad >res, cicr· a noche envió dos u j ieres, que al momento en que, ter minada a reunió 1 salía cada conjurado, proyectábanle en pleno rostro la luz dt. una linterna sord a, diciéndole: En nombre del señor virrey os damos la. buenas noches. Como con secu en-

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-48cía de esta broma el doctor Chacaltana m u110 de míedo y el doctor Unanue no volvió a hablar más de libertad, co lclu y e Vi ~uña. Pero los historiadores de mediados del siglo Xl X, y muy especialmente el imaginativo Vicuña Mackenna e en ser o<1m1zados por la crítica. Elfos mismos confiesan que bebieron ·n las ful•t1tes vivas de la versíón oral de los próceres sobrevivientes d e 1 era de 'a independencia. E s decir, en las aguas necesariamente envenena ·1s por l as p asiones, que a veces no se enfr'ian ni con el hielo del sepulcrc porque tlgunos, como si después de m u ertos sacasen. un instante la C< •eza de 1 1 tumba, para verte r el concho de sus resentimient<'5", legan a l n ndo sus memorias p ós tumas . Cochrane y Pruvonena, Mosquera y otro: mucho s, h an legado en es ta forma a la posteridad, junto con el grano dl 1.1 histor :., la cizaña del odio. Concluida la independencia advino p.1 Unanuc la etapa del odio y de la injuria. No tiene esto nada de extr - o . Lo mism o ocurrióle a B o lívar, aquí y en su patria. Sus tenientes llegaron ~ a t e nta r alevemente contra su existencia, y otros, más execrabk contra su reputació n y su gloría. San Martín corrió igual suerte, y t od " ia con µna a gravante grotesca y afrentosa; los hombres q u e se suced ic m en la p o lítica argent ina, redujéronle a l hambre y a la miseria. L a gr .títud d( 1 Perú, aportóle entonces el pan de la existencia. Mariano Felipe Paz Soldán, bebiendo t.., las ver .ion es del encon ad o mariscal La Fuente, y Vicuña Mack enna e1 la s del tm a rgado l\Iariá t egu í y de otros personajes íguahnente llenos de p asión ) d e resentimientos, deben ser sometidos a la critica. Sólo un e lo después es posible l a a cendración de estos minerales para que rclu 1 el or o. E sa ventaja t ienen los que como J. A. de Izcu e y L . A. Egu1g1 re n h a n trabaja do en el mis· mo sentido que Vicuña Mackenna. Izcue cor e l folleto sobre Los P eruanos en su Independencia, Eguiguren con s u >en documentada obra Gue-

rra Separatista del Perú.

XIV. -La Revolución . Ert cuanto a Unanue, desde 1791, fec h a ''El Mercu río Peruano", se advierte que C< una especíe de reto al virrey, de que ya h e fAnfiteatro Anatómico. Esta 1abor continúa siglo y, cuartdo después de- la ca:ída de tos

de sus prÍmcros escríto s crt nspira. l 'n a fio después la nza b lado, en la Ín a uguracíón d e l ·ista con 1enzos del siguiente B o rbone , tra b a jan los pro-

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:gn la edicíón éxtraorclínatia de El Cotnt!l'do 1le 18 de e n ·ro, con tr.otivo del tv centenario de la fundación de Lima, he estudiado en un rtfculo tit u tdo E strategias de U11a• :ua l pudo ..1 sabio sa lir ruroso de este y de otros much06 tranees al parecer irremediables qu · afront ó, 1rne, 106 medi06 sagaces y Ja táctica especial debido a L

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hombres peruanos para conseguir la iguald id de los <lcrechos políticos con los peninsulares, es Unanue quien en 1812 ·cdacta ti memorial vibrante, y el conde de la Vega d el Ren, uno de l"s pocos ':loblcs que conspiran, emocionado prostérnase de rodillas para ~ tamp a r ' u firma al pié de la del sabio. Todo esto h ace com prender los sen' it.1Jcntos que embargaban al diputado de 1814, cuando estuvo en la Pení 1 ula. Al llegar a ella, esperábale el es:arnio de encontrar suprimidas 1: Cortes · revocada- la Constitución. Esto a nuló su misión en E spaúa Había ic o a r eemplazar en el brillo de la elocuencia y e n eí'1iber alismo dt los propc sitos al egregio Morales Duárez, * y en vez del lum.inoso pal ·nque de las cor tes, hallose con d conc iliábulo secreto de la Camarilla, y l. inspecci<1na de cerca hasta fines de m arzo de 1816, en q u e se embarca ¡ 'ra llegar a Lima el 23 de julio, como nos lo h ace saber una carta de M orC) a l P. Cabezudo. Diez años después todavía d escubnm s en el sabio, manso y reservado siempre, una huella de su resentim1 en ) contra el tirano. En su m e moria a las cimaras ( 14 de febrero de 182-. , doliéndose de la d estrucció n ele la Casa de l'.vi oneJ.a, exclama : " L a mon •la no e tan sólo el signo r e" presentativo de las especies comerciales. Es en las repúblicas, un monu" mento que lleva a la posteridad el recuerdo de los sucesos prósperos y " adversos; y en bs monar quías el testimo 10 infali le del dueño y señor "de ellas. ¡Qué doloroso y de c u a n infaust agüero me era ver batir roo" nedas con el busto de Fernando VII, ¡>r<><.lamada ya la independencia! " En cada momen to la temía perdida, y e efecto se perdió". concluye, :•ludiendo a la apostasía polí tica de nue .. tr gobierne. de 1824, y a la nueva ocupación de L ima por las a rmas dd \ r-rey.

Por esto he d icho q u e una de las caus.

de la e1 1·rncipació n de AmériLa otra Napoleón I; porque l a invasión de 1808, sorpresiva y violen ta lcj0 en u 1 momento a la metrópoli sin gobierno. Los pueblos de Arnt m a: Bui·nos Aires y Caracas, La P a z y Q :.l ito, ejercitando un acto de c.1ltad al re) cautivo, constituyer o n sendas juntas de gobierno, que adm11 1strarfrn os p ueblos a nombre de Ferna ndo. También Lima r eaccionó Ct la "conspiración de Baquíja no", pero tibio éste y certero el virrey \bascal, abor tó el movimiento. ** ca f u é Fernando VII con su política torpe

* _En la edición extraordinaria de La Cr6nica de 11' de ener<, con motivo del IV centenario de la fundación de Lima, he estudiado a este hn !ante orad< r limefio, q ue falleció a los pocos días de elegido P residente de las Cortes de Cádiz. ** Luis Antonio Eguiguren, obra citada. I .S- 7

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-50Nada más se necesitaba. Ya los pueblos de AIT'erica sabíart que podían gobernarse a sí mismos. Estaba hecho el ensayf y franq ueado el primer paso. El resto era corola rio del con1i<onzo. La semilla de la emancipación no ha) que buscarla, pues, en las doctrinas de los filósofos enciclope:iistas ni eri la de. laración de los dere c hos del hombre, como tampoco en la imit, ·1ón o el contagio de la independencia de Norte América. N a ce y se de: .rrolla n 1 ura l y lógicamente desde 180 8 y durante la ocupación napole61 ica de E .;paña y el r einado de Fernando. Esta concomitanc~rac ional y ncresaria, l'S más elocuente que las conjeturas de quienes busea n la filiación cnciclop((lista o girondina. Era una necesidad. natural y explicit.~ e los pueblos. Nunca habían s ido considerados como parte integrante de España, ;ino como dominios y colonias. Los espafioles nacidos en Améric , con sangre tota!Jnente ibérica en las arterias, no podían avenirse a er tratad s como esclavos de su s compatriotas del otro lado de los m ares v a verse t·xcluídos de los cargos públicos de importancia. La aspirac1fü1 ª la igua !dad y paridad de derechos políticos, desde t iempo atrás ínv<Jcada por los criollos, no era producto de gérmenes de fuera. E r a fruto • utóctono '-' derivación natural de las cepas españolas nacidas en Indias. * Nadie más francamente expresa este n ural fen<nncno q u e la Junta Tuitiva de La Paz en 1809. "Hasta aquí h1."11os tolen.do, dice, una espe" c íe de destierro en nuestra mis ma p atria. Hemos visto indiferentes por más de tres siglos, sometida nuestra prim1 '"a lil ertud al despostimo y " t ira nía de un u s urpa dor injusto que, clegradándon ) s de la especie hu" m a na, nos ha r e putad.o por salvajes y m1r· do com-o esclavos... Ya es "tiempo de fundar un sisteina nuevo de gobierno, Jnndaclo en los ínte" r eses de nuestra patria." Sólo faltaba la posibilidad. N a p o león proporcic 1 :SL-i 1'.'.Iíentras las águilas francesas se enseñoreasen de Espaii i la metrópoli car ecía de todo elemento para guerrear e n ultramar. Quedábanlc sólo l. •S gobiernos y ejércitos que tenía en América. Pero éstos cst•.ban desor~ nizados y soca,·ados por la gue1Ta sorda de los c riollos. L, s lo~ ias polí ·as que pululaban en España habíanse trasplantado a l Nue\ o !undo. Cuando en los p ueblos desapa rece la libertad de reuníón, n¡ • ·1 las a >< >eiaciones secretas~ como cuando se amordaza la prensa, s urge d 'l.squín. XV. -El Pró cer y el Déspota. En la primera sem a na de marzo d e

----Ya en

1816

Una11ue

f:C

a leja de

Fer-

·=~· 1777 Teodoro de Croíx, que fue virrey d.,, Pcrtí, e 'ribú• a su hennano ef marqués de Heuchin, que ya había prevenido al rey ¡ue continuar goLcrnanco a !\léxico y al Perú de este modo, es exponer a estas posesiones a r. r.des peligr ~ en un ¡:orvenir tal vez. muy próximo.

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nando para siempre. El sabio llew a Lima cu ando el virrey Abascal sujeta con mano fuerte la colonia, q u t: '"Lda año sacúdese en un nuevo movimiento por su independencia. E n 18 20 brilla un r a yo de luz con la apa rición de 12.s hu estes libertadoras de n l\1ar 111 en nuestras playas. Ese mismo año otro rayo de esperanz. b<>.ña la Península: el general R iego subleva en Sevilla la división d e 2 J,000 h o'l1bres que debe embarcarse para luchar en América, y procbrr las ide. s liberales y la constitución de Cádiz. En 1823 Fernan°d otriunfa contr" las lil t·r tad es y contra las leyes, y a rrastra a Riego al patíbulo. El m mo año Un a nue, al lado de B olívar y de un puñado de mártires p a triot LS, lucha d esesperadamente como periodista y como a póstol, por la suc e del P 1·rú, que agoniza y se hunde. En 1825 Unanue, después de l v ictoria l e Ayacucho asume el mando supremo del Perú, en ausencia dt. Bolíva r. En agosto del 26 abandona la v ida política, la profesión médtC< } la capital. Mientras tanto Fernando sigue tiranizando, asesinando y ~ontraye1 1 <lo matrimonios. A cad a boda del rey, conmut LSe entu~íasta la Península con la esperanza de que se reproduzca el ve Jugo cor >nado, en uno o varios Fern a nditos. Desconocen la vieja fábt latina le la s ranas, que sabedoras de que el sol y la luna proyectan sarse, e lc\·an desde las char cas sus clamores a Júpiter, rey de los a n i1 les, pan que lo impida. "Si un solo sol, dicen, deseca los pantanos } '1os hace m orir sedientas y calcinadas en la a rena ¿ qué será c uando t en hijitos ?' P ero los pueblos son a veces menos previsores que las ran ts.

CUARTA PARTE

XVI. -

LA PERSONALIDAD D E UNANUE

Unanue filántropo. Y a conocemos a Fernando. O l"\ozca m °" ahora a Unanue. En la plenitud de la edad es ur sabio, do •spués de haber sido un h ombre de tr.ibajo en la juventud. En - vejez es u n patriota. Vuelve en su s últimos años al punto de partida < su s aspiraciones; había querido ser sacerdote en la adolescencia y obc i ·Liendo e 1 mandato de u na voz fami-

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-52liar, "' que, no sé porqué, r epresenta la voz <lel dc·stino, se aparta de la carrera sacerdotal y entra de lleno en el siglo. Como sabio cultiva diversas actividades :y lescuella en todas, pero su sector es e l de la medicina, en la más amplia al >Ción de concepto. Creador de la escuela médica en el P erú primero. Ast: • idor de wlientes toda su vida y, corno m eta, precursor de la medicina S<~ ial. Es ccir, médico no sólo de los in dividuos, s ino de los p u eblos. Come tal seña.a los derroteros para luchar contra la mortalida¡:l.~ontra las q> dernias, 'mtra las endemias. La base para ello es, desde luego, penetrar los arc.-i os de El clima y sus Influencias Sobre los Seres O rganizados, en Especial el Hombre. ** y Unanue hace su gran creación: su obra cumbre, libro E Clima de Lima. Luego señala, a los gobernantes del Perú, las c..iu :as de LL despoblación y la forma de luchar contra ellas. Y hasta, en su 11timos ·ui.üs, en algunos apólogos h allados en sus papeles, aparece uno de- pocas líneas titulado Sobre la Necesidad de Poblar. Nótese, pues, que ha escogido Unanue para coronars · cerno sabio, la rania del saber más en armonía con los sentimi 1 os de e iridad cristiana: el amor a su s semejantes. Es la influencia d ... s1 rocaciór sacerdoral, que se cumple c iegament e en la más d ulce de sus f •r .as : ame r al prójimo. Los acontecimientos de la política del orbe 1 'Tlan un ~iro v-iolento y vertiginoso. Una de sus manifestaciones es la irn ·>endenc a de Ia América española. La del Perú encierra e l n u do gordiano l la emp-tsa. Es necesario que haya un elemento autóctono de gran pre ancia, r w-a que la obra emancipadora de nuestra patria p,ierda su carácte de extn njera; para que los nuestros la miren como la obra propia, com cosa peruana. Unanue comprende en las llamadas q u e escucha, y, por ( ima de todas, en la d~ su propia conci,encia, que ese elemento es é l. El anciano sabio sábese incapacitado por Ia e<lad y por la adaptación a la vida del pensamiento de toda su existencia, ;ncapacita i "l digo, para la lucha material d e emancipar a una nación y crear 1na patr· 1 Pero no hay otr o. Se n ecesita una personalidad plena de apt1 udes, ple a de inmanencias y p lena de prestigios. Hay elementos que ¡ •seen en alto grado una cualquiera de estas condiciones y hasta dos dl ellas, er eT Perú. Sólo Unanue reúne las tres. Entonces, obediente a la voz del deber, asu1 it.. el nue> ) sacerdocio y se alista casi a los setenta años en Ia vida milítn te. ¿H .......ta dónde cabe

* Un1nue vi110 aáolecente a Lín1a, para ingresar a 1 •arrera ec eG1á~tíca, recomenlíjole enf~ticamente que esdado a su tío el presbftero Pabón quien, al t ratar al sobri taba lbm:ido a ot ·os fines, y 1>.con8ejóle optar otra carrera. l:nanue or ti\ la de Medicina. .,;obre 1o.; .., res Organizados, T. 11 , Pa<:, 3.-"El Clima de Lima, y s u lnfluen en especial el Hombre".-L1ma., 1806; Madrid, 18 1S; Li. 1874; Barcelona, 1914.

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separ ar los conceptos de patriotismo y caridad en la actuación de Unanue, que no lu cha por e l poder, porque jamás lo ha amad< . ni por la gloria, porque ya h tiene? Otra vez, Ja más santa, la más du ·e de las modalidades de la santidad: el amor a los semejantes cna en Unnnuc, el sabio, un político, un patriota, un Jefe de Estado. Unanue luchador. ~Cómo es la vida militante de Una-iue') Hay en su labor periodística de 1 791 • ispas d' emancipacionismo. En su bullado discurso d e 1 792 ce sura al régimen colonial con frases que p u eden considerarse como conata de rebt hón, por la serenidad y fir:me.za con que se expresan en ese d ocUl:nento, qui debió ser muy pensado. En 180 9 ya Unanue conspira, y es de e tbierto por Abascal, con sus a lumnos, los j óvenes médicos Pe.zet, Part.- tl( , Chacalt tna. • En 18 12 los limeños descontentos se d1n en a él ellos sabrán porqué buscaron a Unanue-- para pedirle que r<·d e e l mn ifiesto a las Cortes, solicitando la paridad d e d erechos de los arr. r:icanos c-on los peninsulares, ese manifiesto que el Conde de la Vega del R ·n, '"'""~ lcado patriota, firma· de rodillas. En 18 14 Unanue se aparta por primera) última' z de s u patria. Va a E spaña corno diputado a Cortes, pero con tan mala ( stn.lla que llega tres meses después de que Fernando VII, d e Vl.. 1 a de Francia, donde estuvo cautivo, ha aniquilado las Cortes y las hb<: ades, y cntrenizado el despo tismo brutal y sangriento, toca a l sabio, am e d e l a il>ertad, conte.m.plar de cerca el absolutismo; presenciar las reacc nes de ks liberales y su comp le to fracaso y la ejecución de los héroes dt: las gueP-· s contra Napoleón . Los defensores de España, a quienes respeta- n las ba as francesas, mueren en el patíbulo por orden d e Fernando, e l rey CQbarde que adulara a su imperial carcelero y solici tara una de sus livian: sobrina para compartir con e lla la corona de Carlos V. Cuánta r epugnancia, cuánto odio provocarían en L 1 diputado in partibus, en e l viejo conspirador, estos espectáculos que el destino le obliga a presenciar tan de cerca, que casi salpica su vesti<lu • <•S la sangre de los mártires de la libertad, y de la dignidad humana.

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* "El Mercurio Peruano", famosfsima revista t 11ada en L 1 a, por los más preclaros valores de la Colonia, bajo los auspicios de la "So<; et.ad Aman <6 aeJ País", cuyo secrc· tario era Un anue. Comenzó a publicarse en 2 de ener• 1e 1791. * * Discurso de la inauguración del Anfiteatro \ 1atómico d' Lima, de 2 de noviero· bre de 1792.- 0bras de Unanue. Barcelona, 1914. T. 1 Pág: 3.

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-54 Unanue y la n obleza. Tiene grande importancia uno de ese, episodi s que, superficialmente considerados, parecen nimios: Fernando \" l tuvo 01 ortunidad de tratar a Unanu e y, sorprendido con l os talentos conocin icntos del sabio, quiso ennoblecerlo. haciéndolo Mar qués del s.., Unan ue rehusó, e>cpresando que había nacido en otra esfer a y que n.o lcseaba cambiar de condición. ¿Qu é significado puedQ.-tener este reo r azo de Unanue? Cuando se conoce la historia de nuestra independt'nci. , se descLtbre con dolor la calidad de la aristocracia criolla, y cómo de ·audó t0< !ns las esperanzas que pudieron cifrarse en el espíritu cívico y 'l.·1 udes de las c lases más altas y cultas del país. L a historia de nuestra an >cracia •·s la de las defecciones y felonías. Con albo~ozo infantil aeept6 la ea de L: emancipación política y con m ás infantiles alardes tomó parte en 1, >S prime ros actos de San Martín, hasta el punto de dar lu gar a la gran uivocac 1 :'>n del prócer argentino, q u e p u so en man os de ella los resortes nacional 'S. Bolívar, guiado no sólo por su genio sino por la dura expericr ·ia sanm~rtiniana, fue harto severo con los condes y mar q u eses de L im.a A veces 1 asta duro. Unanue que alternó siempre entre las lases alt as, conocía a fondo la calidad d el material, y sin d u da sabía que ·n el m omento de la prueba ni t endria valor para la lucha, n i la altivez ne o::saria pa ra r echazar la dominación y la esclavitu d , ya que era a méd t o dl esa esclavitud del Perú que sus títulos nobiliarios ten ían alguna significac m. Co 1clutda la dominación española, concluiría la nobleza. P or esto U. w-i.stocra ·ia a l concepto d e patria p r efirió el de nobl eza t it ulada.

Una.nue dirigente. E n 18 16 regresa al Perú, desesperanza y aba•íuo; pero cuatro año5 desp u és llega San Martín y, elegido el sabic como dí¡ uta<lo del Virre y para las conferenéÍas de Miraflores, el destino p nele en < ontact o con los hombres de ley y con los hombres de guerra dt 1 gener a lís mo argentino. Debió ser perfecta su inteligencia y s u comunicad ele ideales con éstos, * porque cuando D íonísio Capaz, otro dipu tado del 'irrey P ezuela. suplanta la firma del sabio en un manifiesto injurioso y mendaz contra los leg ionarios d e la independencia, Unanu e lanza otro lailÍfíestG desenmascarando al

* Los diputados por parte de San M a rt(n fueron •I genera l Tomás Guido, a rgentino, y el doctor J uad García del Río, colombiano de Cart >na de India". P or parte del Vireey Pezuela fueron el conde limeño de Villar d e Fuente y , marino ~pañol Dionisio Cap az, Y como secretario, Unanuc,

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55 falarios, y en forma tal, y es tal la ft erza de c~as declaraciones, emanadas del hombre más respetable del P erú, < 1c García del Río lo califica, en carta a O'Higgi.1s, de "la acción más suuli y el go pe más fuerte que se puede haber dado al Gobierno de Lima" Cuando San Mart.:ín ocupa Lima forma u1 Consejo de Ministros, con dos estadistas extranjeros que han pr stado la ·gos servicios a la causa de la emancipación y como represen1.an1 peruan-> cn él, designa a Unanue. ¿Porqué el Protector, que co:i.ocía des le dos a •os antes todas las figuras da la baraja peruana, )'..que, como l mbre fr· y concienzudo, nunca improvis1, hizo tal designa-;i6_1 ?. Y pc.,-q ué el ~ 1bio, olvidando sus años y ~aliendo de su esfera, la aceptó~ por< ue sabe • ¡ue es el llamado; que le corresponde ofrecerse en holocausto en aras de la patria naciente, porque nadie r eúne las cualidades necesarias, c¡ue en él <.hundan. El mismo día que San Martín a'>andona t 1 Perú, se instala la Constituyente. Tal vez por eso no es U nan l~ el pri1 1 r presidente de ella. Está todavía en el P oder Ejecutivo como lmistro le Hacienda. Esto es el 20 de setiembre; pero el 1° de diciembre y 1 sus coleg.is le h a n e legido presidente. Des:ie ese momento ejerce una rep rc ·t.:'1tación parl.--imentaria, alternándola con la Cartera de Ha ~ienda, para que e fre:uentemente solicitado. Los dos Maris::ales que ejercen el 1.1 ndo su ¡ rcro, y el mismo Libertador, invariablemente búscanlo para '- e lVlini> ·río. Despu és de la victoria de Ayact..~ho, Bolívar, dictador del Perú, deja el territorio nacional y delega sus f._ '1Ciones e 1 un Consejo Gubernativo; y no sólo es Unanue e l presidente d éste, sil o que parece tan ineludible que sea siempre el sabio quien se ha le a la e tbeza de su s conciudadanos, que en las oportunidades en que B o lh r d ecide ¡ue presida un militar - bien porque estime que las circuns ta·;1cia. críticas así lo exigen o bien porque como hombre de guerra- tiende nece,., .riamentt a sus conmilitones- interviene e l acaso, y Unanue continúa . _ 1 la pres ciencia. La primera vez La ::viar, enfermo del cuerpo o del espínt i rehusa presidir. La segunda, Santa Cruz acepta gustoso e l mando, pero una g ra ·e insurrección militar en el Centro oblígale a entregar el gobien10 al vieJ sabio, mientras él marcha a debelarlo. En esta ú !tima oportunidad la <·onjuracic•n estalla también en Lima, y es el viejo médico quien ha d e en rentársel" desplegando una entereza insospechable en él, y orden:indo que salgan l las calles los cañones y el ejército. **

* Carta de García del Río a Bernardo 1'Higgins, ')irector de Chile, datada en Pisco, en 20 de octubre de 1820.-"Historia de San ' rtín", por J. Padjico Otero.-T. III, Pag. 82. ·:i·* "Unanue, San J'vfortín y Bolívar", pt L. Alayza ' S.-Lima, 1930, Pag. 15.

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N'o s61o actúa en el escenario qut e;ncierran las fronteras. Gran ameri:canista, se empeña en el afán de umc :1 del C o t inente, propósito del Congreso hispano-americano de Panamá, de 1826. * Cuando Bolívar anuncia la p roxlr'lidad de su viaje a Colombia, Unanue pide su retiro. Es lógico. E st<t hecha la l"bertad del Perú y establecido el Gobierno; y, automáticamcnt la ancian idad, la senectud, recuperan su triste domi;nio sobre el indi\ iduo del patri.ota.

Unanue y F austo. ~­ ,.

Concluída la emancipación, co11c U) ·n las fuer,:-as de este nuevo Fausto, en quien el sentimiento del amor - pcn del am ·r a la patria, al género humano-- ha encendid~ una juventud d magia Una;·.ue vuelve a la senda est.recha. La que conduce a Dios. Y e.; el e;rrr i año de A.tuna. Como San Agustfn, arrastra a i.::: vida cor ventual en primer término al hijo de su carne, Unanue rodéasc d los suyc,s para iluminarles la senda. Cegados ca&i sus ojos, ciérralos al lib1 de la • · aturaleza, que como sabio hubo de penetrar año tras año, y ábrdos a la luz increada de su s amores d e adolescente. Ya no puede consagrarse 4• altar. Pero sin ese requisito puede directamente propender al Creador, y sí Io haCf' Por fin abandona la envoltura car- al en 15 de julio de 1833 y trascurre u na centuria sin que sus compatriotas hstingan ,¡reguero de luz y de fuego sagrado de su paso por la vída nac10111l Aper> as Jos miembros del cuerpo médico peruano, sus hijos espirituales más inm •<liatos, la entreven. Pero, como quien mira sólo por una rendiJa no abar<'an sino t>l reducido sector que de ella puede mirarse por la grieta Apenas t 1 segundo cuadrante de stt existencia: el de la sabiduría.

Una.nue y la Hístoría. Los cultores del pasado y d e la e¡ •eya patr·,t escarban entre los viejos papeles y los perdídos recuerdos c1 busca de un héroe para entronizarlo en el altar peruano; y halla n sólo los -sonajes de comparsa o los comprimaríos d e la epopeya. Pasan al ladQ de la enonnc ~ luminosa silueta y n o la ven . -¿Porqué? -Es un místerio. Acaso por lw1 1s y ot ,;curas causas sociológicas. Acaso por daltonismos sícológícos. Tal vez por · ¡ue contagiados de la vul~ garídad del medío común no concib n , héroe ~í '1 espada.

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Véase "Él Congreso de Panatná 11, pot Ra

Porras Barreneehea, Lima, 1930, Pág. 15.

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Si Y, sin embargo, qué nación de \mérica puede present a1· como su corifeo figura tan excelsa, person aje tan tacha, varón tan múlliple y luminoso. En las cuatro etapas conscientes 0 a vida xhibió las cuatro santidades: la del trabajo, trabajo de un pobre e 1 .i inopi< , la de la sabiduría, sabiduría, no sólo del cerebro sino del amor ah hnmanid: ü; la del heroísmo, pat riótico, realizado en p lena ancianidad, y la s 1 idad qt t por auton omasia es de D ios. Digo por a utonomasia, porque entk lo que .s otras tres también lo son. Unanue tuvo error es, pero s6lo err ores No bajas pasiones ni menos crímenes. Y, en ca~. cuantas "t 1dezas. Fue el patriota sin t ib iezas, s in d esmayos, sin claudicaciones. ¿Y cuál d e esas grandezas es m ,,., grand< Ko lo sé. Un obr er o diría, la primera. La d el trabajo a sahri Un hcnbre de ciencia exclamaría l a segunda: l a sabiduría. Un varón de Dios pnl'onizaría la última: la piedad. Yo tímidamente confieso la d e mi p1 lilecci6'l · la del patriota.

U nanue an te la Naturaleza y ante las Pas iones. T oda la actuación política <le U nanue !-t desarrolla e n una época d e m iseria material y descomposición n «ral en <l Perú. El, sin duda, hubiera preferido abandonar e l mundo pan, e lcerrars • en la celda y en el laboratorio. P ero su misión era de funda ció y de l < locausto. El destino de este pueblo quiso que su fundador fuese o un m litar o un agricultor, como en otr os, sino su sabio. En aras de e misión supo, viviendo entre perfidias y cobardías, conservar, según frase ·opia, e rostro tran quilo y el corazón sereno; per o no porque hubiese nac do intréindo. sino porque hasta su valor personal era en él res ultado de sabidt. da y del deber. ¿Cuál era e l reactivo qué trasmu aba e l neta! blando de su alma en el templaElo de su heroís1no? El nos lo dice: " D ebo declarar que en esas gra1 les con ul!;iones del globo, en que m e consiEleraba u n átomo vagand o en b nmensi l td de la naturaleza, un f u erte sentimiento religioso m e levan taba ic mpre h tl'ia Dios, y experimentaba no sé qué aliento de seguridad y d e ,_>ra:1deza. \Ii alma lejos de abatirse cobraba nuevo vigor". Sin ~mbargo confiesa que, tratár lose no ya ele la furia de los elementos, sino de las pasiones humanas des 1 .tdenad< , esas pa!<ioncs tan protervas de la época d e su actu ación política asta el 1 1ágico r eactivo de su espíritu falla b a y d esfallecía. "No puedo decir lo propio, 'X ti a com nJetando la frase citada, en los trastornos m orales. L os hombr· s, ¡..,runos H mbres, son más peligrosos y dañinos que la naturaleza. Cuando ú desaté n las pasiones d e l corazón hu-.

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mano y se agitan y combaten, no d ejan ver los cla .s sender •s de la virtud ni los caminos de la verdad". Así hablaba e l hombre que v iera el fracaso d e las grandc-s personalidades de nuestra sociedad, en el momento de la lu c a por la emancipación; su s cobardías y claudicaciones, sus traiciones y su envidias; los lances en que la v enganza y la ambición arrastraron a quiL1 ·s eran p : dres y libertadores de la patria, a hundir sus puñales a sesin os (; 1 el seno d e esa misma patria que les debía la existencia. Hubo, por fin, de encontrarse ~edio del c h oque de <:'Sas d os enormes f u erzas liber.tadoras de América, q u e 'se llama.ron Simón Bol var y José de San Martín, las que, acaso por ser fuerzas del mis io nombr . c omo las de la electric idad, chocaron, amenazand o producir en u ch oque: la hecatombe más grande q ue hubiera presenciado la Amércica, p ro esta V <'Z fue el sabio, ya qu e no e l vínculo de coJ·dialidad de uno y otro l ~roe, el enorme eslabón por obra del cual sumáronse, en vez de aniquil a r~c esas do tempestades, para lograr en la continuidad d e su obra la libertad del conti 1entc.

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Epílogo

Quien v1s1ta el Escorial ingresa en la umba d '' los reyes de E spaña. Severos sarcófag9s de granito para los reales dt·spojos. Pero antes de ocuparlos han de pasar éstos varios af\I s e n u n recin to que tiene un nombre de feroz realismo: el Pudridero, h as, q ue los gu sanos hayan concluido su obra. Fernando enLierra a su tercera esposa, l d ulce ~1aría Josefa Amalia de Sajonia, y s iete meses despu és contrae n upcia s "On María Cristina, hija del rey de Nápoles, q ue le aporta la a1 ~ciada suresión . ¿Varón? preguntaréis. No señores, "chancleta" , y las } e mbras i o p u eden reinar en Esp¡i.ña por imperio de la ley Sálica, intro<k ·lda por Felipe V en 1703. Fernando ha revocado la ley, para encendc así la g ..icrra de sucesión, el carlismo, q ue ensangrentará durante u n sig J a l p a is L as f uer zas de Fernando declinan. Cúbrcse d e •rupciones, vejigas y granos. Es lo de dentro q u e Je sale al ros ro. También U nanue declina, sin males, si dolenci: s. S u s ojos comienzan a cegar, de tanto contemplar los astros sus o b<l'rvaciones astronómicas, sin lentes protectoras. Avecinase u 1 muerte (l uJce y natural, como la de un péndulo que se detiene. "España es una botella de cerveza qu• fermen t t", decía en sus últimos meses F ernando. Y o soy el tapón q ue saltará <1 día de mi muerte, inundando el reino. El 29 d e setiembre de 830 sal tl el t apón y Femando ingresó por fin a l pudridero. Tres meses antes Unanue, despu és de .cis años de reclu sión en Cañete, destinados a a lejarse de los h ombres ) a cercan·< a Dios, se vé un día libre de la carga de la decrepit ud y d el h <rror d e 1: materia corporal, y el 15 de julio traspu so seren a mente las p uer 1.s luminosas de la inmortalidad.

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Magd:. lcna del l\lar , julio de 1935.

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CANJES

Se ,oli ita su n I ii;iún al Sr. Dr. Luis Al&yz: y Paz Soldán Lima, rnlle de Valladolid 224 \

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