Revista del ISMP N° 2

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SUMAR IO EDIT01'.IAL DR. JosÉ PACÍFICO Ü'iERO Prof. JORGE BASA' RE .. . CARLOS GABRIEL '>ACO •• Gral.PEDRO P.M. RTfNEf Cptán. C. G. EGÚSQUIZA Dr. GERMÁN LEG1 ÍA y .~ARTÍNEZ

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DICIEMBRE

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Sa·1 fartín atite la Hist oria de Chile. An erica en el Siglo xvn. Co aboradores a la Independencia Peruana. • abnegación de San ' ~lartín .. BaLlla de Junín. Fragmentos de la' Historia del Protectorado Cmas Históricas. F ehas Bibliográficas.

1935

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Perú SUMARIO EDITORIAL DR. JOSÉ PACÍFICO Ü''C.RO San Martín ante la Historia de Chile. Prof. J OR JE BASADRI . . América en el Siglo xvn. CARLOSGABRIELSA< O. . Co laboradores a la Independencia Peruana. Gral.PEDRO P. MART iKEZ La abnegación de San JVIartín. Cpt:in. e G. EGÚSQllZA Batalla de Junín. Dr. GER \'< LEGUÍA Y l\.1A~ i"EZ .•• . .• Fragmentos de la Historia del Protectorado Cartas Históricas. Fichas Bibliográficas.

DICIEMBRE - 1935

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Excelentísimo Señor President e de la República del P e1 ú · General de División D. Osear R. Benavides

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ALAYZA PAZ

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O.rectores: Snr ) - Tr .

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Co RL. CARLOS DELLEPIANE

lnstitutc Sanmartiniano del Perú

Dicie n bre de 1935

EDIT ORIAL El comercio ilicito de doc mentos ')ficiales y de reliquias arqueoió.., gicas es tan antiguo en el. Pem, como t-n la República. Desde los primeros gobier os se ha procurado evitar este mal, pero .siempre en la forma teórica de simples decretos, que .son letra muerta en la práctica. Con ser uno de los delito más fre cuentes, nunca ha ingresado por tal motivo ciudadano alguno a a cárcel. A veces el asalto a los arch vos públicos ha asumido ·caracteres de escándalo tan subidos, que ha d terminad o la iniciación de prolijos suma• rios, que nunca tuvieron <:onclt. s. ón ·; pero, en la generalidad de los casos ni el ministerio fiscal se cree e el debe de acusar. Sinembargo de que siempre puede afirmarse que k s documentos comerciados salieron de los archivos públicos, y las reliquia arqueológicas, de huacas y templos, que son patrimonio nacional. En los pueblos antiguos d pasado análogo al nuestro, como Egipto y la India, aun los individuos d clases ll'jseras se resisten a comerciar con los despojos de sus antepasados, en tanto que entre nosotros son -por lo general personalidades destacadas las q Je negocian con las reliquias de nuestra historia patria. Esto e.:. índice de sentimientos colectivos . que es necesario corregir con tesón, in ~ligencia y energía, y a tal fin deben converger los gobiernos y los par culares, siendo el periodismo la más genuina expresión de estos últimos. I,a tolerancia, la indiferenc a y la impunidad son otros tantos incen.. tivos -es decir, una educación atriótica a la inversa- para la subsisten"' cia de estos hábitos bochornosos. "'

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Reproducimos a continuación

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juicioso Decreto del Gobierno Venezolano.

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Un Decreto Interesante

DR. JOSE GIL FORTOUL _fi'tesidente del Concejo de Gobierno en• :dl"gado de l<. Presidencia de la República_.

En uso de la

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airi:il~ti.ción

9ª. de Art. 80 lle la Constitución Nacional

Art. to-. - Se prohibe negociar documen tns nacíona!es u. objetns his.tóricos sin_ que el Archivo Nacional, 1 Direct )r de los Museos Nacionales, el Director de la Academia de la I istoria o d Director de la Biblioteca Nacional certifiquen oficialmente , en los casoE respectivos, q_ue no pertenecen a la Nación. Art. 2°. - No se permitirá que salgan del país documentos oficiales: y 0bjetos históricos, aun cu ando fu 'ren de propiedad particular, sin que. hay.;.. constonci.. de que han sido of ~ciclos en venta a la. Nación. Art. 3°. - Cuando el gobíemo '10 juzgu ' conveníente . la. adquisición de un objeto ofrecido en venta el oseedor J )drá disponer de aquel con permíso del respectivo ministerio, r: ·evio el nforme de la corpor~ción o· íu·.icionario competente. Art. 4°. - Todos aqueIIos que i 'scubrar documentos o prendas históricas y suministren los datos nec ·s2rios p< ra probar el derecho que a ellos tiene la Nación, recibirán del JecutiYo federal la retribu.ción legal o la recompensa correspondiente. Art. 5°. - Serán nulas la§' ena 1enacíone~ que contravengan este decreto, y los que negocien o cansen ·n en su poder sin causa legítima los. bienes expresados serán perseguidos conform( a ley, como reos de apropiación fraudulenta. Dado ...... etc . .... . en Caraca. a 24 d ~ enero de 1914.

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Señor Coronel D. Federico Hurtado M inistro de Guerra

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San Mardn ante . la Historia de Chile

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:R.EIVINDICACION DE LA VERDAD HISTORICA

E¡¡vío esplCial del Señor Doctor Don osé Pacifico Otero; Presidente del Instituto S wmartiniano de Buenos ".i res.

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'B'l 26 de enero del corr1ente año se co.ocó en r;i na la piedra fundam~n­ 't81 del monumento a don Bernardo O'H ggins, de stinado a perpetuar eü tierra peruana la grntitud de Chile al má., grande y esclarecido de sus hijos. Con i:ü motivo se p1onuüciaron di ersos d'iscursos, figurando entre éstos el que pronunció en nombre de la Academia <le la Historia de Santiago su presidente, don Agustín Edwards, quien con cálido acento realzó la personalidéi.d del Héroe. No le <lesconocemos derecho para re¡ rochar a los contemporáneos r:e O'Higgins la incompremión de sus mérit. s, de sus a bnegacfones y v:rtudes. O'Higgins - y en. esto acentuamos na convi ~ción absoluta en nuestro an1mo- fué me)or comprendido en 1 s Proviwias Argentinas que en su patria de origen; pero si esto sirve paré> realzar lis simpatías que los hijos del Plata h::J.n prodigado y prodigan al héroe de Rancagua, no es razón para que reconozcamos en él el pensamien o directivo y la espada ejecutora por excelencia Q.e la emancipación amc.ncana en esta parte austral del continente. Decimos ésto porque nuestro ilustre migo don Agustín Edwards, cegado acaso por un ·nacionalismo de impulso más q' te por un nacionalismo de convicción, llegó a formular declaracio ies tan graves como éstas en e1 d1scurso a que aquí aludimos: "La misrr a extrafü incomprensión de sus contemporánebs ha hecho olvidar que sin O'Higgins no habría venido al Perú San Martín y el Ejército Libertador, compuesto en sus dos terceras partes de chilenos".

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-4 Precisamente es el c2.so de inver los t<-rn 1os y de decír que sin San ,&fartín O'Higgins n '.l hubier2. Teto~n lo 2. Ch 1 , y ésto porque, c2.ído en desgracia después de Rc.nc2.gv.1, sé lo geni'.; 1 1 :-t2dor del C2.pitán de los Andes se encontró con c2.p2.cidad suf1 ·iente r:. ,.2. ~>.rr2.ncar 2. Chile de la servidumbre polític2. en que y2.cfa de e 1814 desde el momento en que el éxodo chileno se vió obligado a uscar su salvación al abrigo de los hoga.res cuya.nos. Pero la intencí.óh...4e nuestro co trinc;:mt se acentúa cuando aborda el punto relacionado con el rep2.so ~ 1 Ejércit ' de los Andes. Ignornndo 18.s causales reales, más chilen2,s quL gen tina>, que obligaron 2. San M2.rtín a buscar en este recurso estr2teg o un m) 1o indirecto de quebrar la inercia militar y política que en un "10menb <'.do p2.recía sistemática en bs dominios de ultra.cordillera, lo pr sent<:i. coir~o un desertor de la. causa, desertor que sólo cambia de procE'dl r •2.jo el ' onjuro o 112.mamiento insistente de O'Higgins y de Guido. CL ( está q1 te este plan expositivo ideapropó::: tr, vale decir el de encumdo por el señor Edwards sólo tenía brar a O'Higgins sobre San Ma.rtín, , sta el I tmb de present2.r a éste en la expedición libertad.ora del Perú ne como el \·erdadero "Dev.x ex m2.china" de la empresa, sino como el sol , do v.ler0so que subordina. sus pla.-· nes a un genio superior y m2.rcha &. ·u remol ¡ 1e. Los conceptos y e_~ espíritu de e di:::cu nos obligaren a replicar en Lima en la forma serena y ar al• 1ca que \ c12ma la verdad. Los interesados en este debate encontran nuestn réplica en riuestro último libro "LA TRAYECTORIA DE LA I POPEYA" leyendo las páginas titulares: "La soberanía inspirad ora _- ejccut \a de San Martín". Esta conferencia la pronunciamos ante el •nicrófo1 o de la Radio \Veston, en Lima, el 31 de enero del corriente a1 i y el 1' le marzo don Agustín Edward.s trató de replicamos pronuncia .o a su Yez un discurso delante del micrófono de la Radio Estación de .a Coope1 ativa Vitalicia de Santiago. Al decir del señor Edwards, sus argumen < s son irredargüibles y con tal convicción enfoca de nuevo a la f t...ra de C 'Higgins y trata de vindicar su nombre. Sin ánimo de hacer de estas Pª' as un < legato personal, pero sí con el decidido intento de llamar a nues ro ilustr. contrincante a la reflexión y al reconocimiento de la ver dari e todos sus puntos, vamos a anallzar en forma minuciosa y metódica este 1scurso ue, aunque breve, en su síntesis y en el espíritu que lo determ1 constituve una pieza de desorientadora precisión para todos aquellos o no con 'Ciendo el drama de la liberación americana en su estructura fr .ma y co 11pleta pueden caer en error si sólo se guían de estas generalidadt " dEshil <'nadas en el concepto constructivo y sin más propósito que el l hacer ¡ ,,ar por exacto o exactísirrio lo .que no lo es en sentido absoluto 1..-io relat vo. r

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El Ejército Chileno después de Rancagua. En el discurso motivo de es r éplica l l señor Edwards dice textualmente: "y así como a San l\ Iar m, goberr a dor de Mendoza, le cupo recibir las huestes chilenas dispersa d espués ce la derrota de Rancagua, que a fines de 1814 buscaron refug10 a otro lad de los Andes y reorganizarlas, retemplarlas y reforzarlas con tn 'Pª S argc 1 t inas y cruzar la cordillera y vencer a los espa~s, primero l Chacal t co con la cooperación heroica y decisiva por su misma temeridtd de O'f 1ggins y después en Maipo, así a éste, y sólo a éste, le cupo orgar izar la pr mera escuadra y concebir la Expedición Libertadora del Perú, como comp cmento esencial de la independencia chilena". · En pocas líneas, como se Ye nos ene ) t ramos con dos errores históricos y de doctrina, vís~bles s111 mayor esl uer zo a cualquier conocedor de la historia de América en este p ceso dt: la emancipación americana en que confundieron su heroí;mo c. gentinos y chilenos. Vamos a ver a la luz de los documen t'1s cómo las huestes chilenas a que alude el señor Edwards no f• eron n · reorganizada:;;, ni retempladas, ni reforzadas con las tropas arge t nas, y rnás adelante vamos a ver cuan inexacta es la afirmación tan ca' cgórica i/ contundente que él establece al decir que a O 'Higgins y sólo O 'Higgi s le cupo organizar · la primera escuadra y concebir la Expedicil•r Libert idora del Perú. Acepta,das estas afirmaciones así come ellas están escritas y así como las establece su autor, tendríamo que rev sar y modificar .substanc;_ialmente la historia cor,sagrada por lo~ <:ocumer tos, por los hechos, por la tradición, por la propia conciencia ( )lltirental , prueba de ciue ésto no es posible es la carencia absoluta de ¡ ·uebas al r especto. Nosotros, por el cont r ario, vamos a aducir las prueb. ~ que. ex:sten en pro de la tesis verdaderamente auténtica. L¡;¡, batalla de Rancagua pus< t érmino al orden de cosas que había surgido después del movimiento c11JC..ncipado que conc~etó su acción en la junta revolucionaria de Sanfrigo ·n 1811 La reacción española provocó de inmediato el pánico en la m a popula r y las fuerzas armadas que habían podido escapar a la derrota "e, dirigie:ron a Mendoza apesadumbradas y con la convicción de que a Jí A ían en ,ontrar un punto de apoyo para el desquite que dictaba el pat tismo. ¿Qué estado ofrecían esas · r zas y :i_u é significaban como masa beligerante?. El propio San M 1r nos lo va a decir. "Dividida la inmigración -escribe él- en dos pé r idos furiosamente opuestos que se acriminaban y recusaban, pidiéndo te cada ..ino justicia y castigo contra el otro, yo no hice sino de .media. lm para apaciguar su exaltamiento y dispuse continuase la marcha - c1 ese momento San Martín se encontraba

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en Uspallata - a ,Mendoza, donde fué recibida y asilada con las ntieshái'i más expresivas de fraternidad y compa. 1ón". Pero es el caso de que San Martín 'lO se con enta con apuntar este detalle fundamental. Con la pluma con la cual ef'cribiera las líneas precedentes n'.)S traza un cuadro del estado uesolador 1ue ofrecían les dispersos y así escríbe: "Allí se presentó a mi 'ista el Cl.adro del descrden más enternecedor que puede figurarse. Una oldadescé dispersa, sin jefes ni oficiales y por tanto sin ei..freno de la sur ordinación ' salteando, insultando y cometiendo toda clase de excesos ha ta inutil zar los víveres". Fué entonces que San Martín, a fin de poner frrmino a esta anarquía de cosas, publicó un bando y dispuso que a tropa Jispersa se reuniese en piquetes, so pena de la vida; y encargó ' sta trab josa operación" -son sus palabras- al bravo capitán Freyres, quien cons guió imponer el orden. Estos antecedentes nos demuestran qu ~ no esta nos en presencia de un ejército ni cosa por el estilo. Nos demuestra que hay una soldadesca indisciplinada y tumultuosa que el gobernador e int ndente de Cuyo trata de encauzar por buenas vías a fin de que este mal ejemplo no altere ni modifique en nada el orden y el respeto que eina en f-U provincia.

Fuerzas Chilenas que repasaron la Cordillera. Según una est~dística publicada por d Archive General de 1a'Nación• los soldados que 1legaron a Mendoza en e ·ta emerf' encia comprendían 595 hombres de infantería y 106 dragones, excluídos los jefes respectivos. Al dar a conocer esta estadística nuestro malogrado historiador don José J. Viedma señala entre los jefes emigrados 6 corone es, 2 coroneles graduados, 7 tenientes coroneles, 7 tenientes coro ,efes graduados, 5 sargentos mayores, 4 sargentos mayores graduados, 42 capitanes, 4 capitanes graduados, 26 tenientes, 4 tenientes graduados, 44 <:.Lereces, 3 alfereces ayudantes, 2 abanderados, un porta-guión , 3 cadete 2 cape Janes y 2 guardaalmacenes. Los dragones contaban en su plana 'layor co·1 un jefe, 16 oficiales, 11 sargentos y 13 cabos. 1 1 Quiere decir, entonces, que si a los 7 )1 hombr" de tropa agregamos los 205 jefes, oficiales y suboficiales, etc. que seña la esta estadística, las unidades. chilenas llegadas a Mendoza des ués de }' ancagua sum_aban 906 combatientes. Esta cifra supera en cerca e.e 200 unidades al r'IÚ'mero de soldados que los hermanos Amunátegui p blican en su libro "La Reconquista Española de Chile".

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• -7Destino de esta Tropa. ¿Qué destino le cupo a estas unit ades?. ¿~e quedaron en Mendoza o abandonarO'n aquella provincia con otn destino ?. ¿Se interesó San Martín en tenerlas bajo su comando y en rec rganizarlas, retemplarlas y i;eforzarlas, como así lo afirma, sin base alguna documental el señor Edwards? La historia es la historia y ésta nos dice que San Martín se desprendió de todas esas fuerzas y que ,sólo trajo a su lado, tiempo más tarde, a uno que otro jefe que incorporó al Ejército de los \ndes. El propio general don Bernardo O'Higgins no se quedó en M ·ndoza, p..tes el 21 de noviembre de 1814 salió para Buenos Aires, en dohce permaneció hasta el 1° de fE;brero de 1816, época en que el directorio ar ge '1tino 10 incorporó al Ejército Libertador para militar bajo las órdenes de San Martín. Al tomarse esta resolución, se le entregó a O'Higgins la suma de quinientos pesos para los gastos de su viaje tal como lo testimonia el propio hÍstoriador chileno don Benjamín V cuña Mackena. Sabemos que no había entrado en el ánimo de San Martín, como primera intención, utilizar esas tuerzas e incorporarlas de inmediato al ejército cuya formación era ya causa de sus desvelos. Y sabemos que desde su encuentro con los soldados de Carrera descltbnó en la indisciplina de éstos un elemento perturbador, consect.:encia, a 10 dudarlo, del espíritu de rebeldía que caracterizaba a los hermano,; Carrera. El primer conflicto de San Martín con éstos se produjo rn Uspallata; el segundo en Villavicencio y el tercero enel cuartel de la Jropia Mt~ndoza. Está demás insistir en un punto indiscutible de la veracidad histl)rica; que al amparo de su arrogancia y de su desmesurada ambición el des¡ rtor de la batalla de Rancagua pretendía nada menos que suble\ ar en la capital de Cuyo las fuerzas armadas para substituir con~upersona ~la perso 1a y a)a autoridad de San Martín. Felizmente la inflexibilidad de éstt. y su energía conjuraron el peligro y los hermanos Carrera tuvieron que .alir para la provincia de San Luis adonde los destinaba la autoridad naci mal. Es e proceder mereció en todo momento el aplauso de nuestro Di ·ectorio, y con fecha 26 de octubre de 1814 se le envió un comunicado aprC)batorio de sus actos y con instrucciones p ara que los hermanos Carrera J las otras personas de jerarquía que no pudiesen ser útiles en Mendoza pa..asen inmediatamente a Buenos Ai- ,. res. En ese comunicado se le decía a San Martín -ver el tomo I de nuestra Historia del Libertador, pág. 386 y el tomo III del Archivo de San Martín- que siendo de la mayor importa 1cia la pronta reorganización de un nuevo cuerpo, se esperaba de su actividad y de su celo, se empeñara en arreglarlo con la mayor brevedad con hijos del país. Se le decía además que se le remitirían individuos de la Banda Oritntal por tratarse de gente 1

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"valiente y jovial" y se agregaba "que lejos de ser útiles en aquella provincia, es decir en Mendoza, los ind1v1c u )S de e hile que se han pasado con armas, será conveniente que los re i a inme iatamente a esta capital". Al mismo tiempo, se le comunica que niciarái la marcha para Mendoza . el 29 de octubre, 240 hombres del b, llón N 8 y que deberá procederse a la formación de dos escuadrones de ' balkría con nativos de la provincia de Cuyo y poner a su frente al bem rito te1 1cnte ccronel don Francisco Montes. Tal cual lo que;ía:::rran Martín } al cual o dispusiera el Poder Ejecutivo de la revolución argentina, las tropas e i lenas se pusieron en viaje. Al iniciarse esta jornada San Martín lScribió t su gobierno, con fecha 19 de noviembre de 18~4, advirtiéndole Ue COrn; 'LUente COn las Órdenes del supremo director, comunicadas por la Secretaría de Guerra, había dispuesto la marcha de las tropas emigrada le Chil< hacia la capital argentina, haciendo al efecto los gastos necesar s reclam t los por los troperos. A visa que parte de la primera división, mpuesb de 250 soldados al mando del teniente coronel graduado don F r que La enas, va a efectuar la travesía en 27 carretas.

¿Por que San Martín remitió es as Tropas directamente a Buenos Aires y nó al Eje cito del Alto Perú? Cuando San Martín firmaba el cument() a que acabamos de hacer referencia llegó a sus manos un comm do del >1der Ejecutivo, fechado en Buenos Aires el 9 de noviembre, ord ndo qm las tropas pasasen al ejército del Alto Perú. En el acto tomó la pluma y se di ,.,ió a su 1 obierno en estos términos: "En otras círcunstancias no hubiera epídado t n solo momento en darle cumplimiento, pero la reflexión de qu se van fl perder quinientos y más hombrescon sólo la noticia de la vanac i de su i arch::t, me hizo mantener en el primer propósito para dar cuent· • S.E .". Con esto San Martín daba a entern r que ni> convenía enviar las tropas chilenas al Alto Pe~ú y que su mejor c. <;tino era i3uenos Aires, como lo testimonia el contenido de estas líneas, sa 0as igualmente de su pluma. "Para cortar 1a dispersión y des. ón des· més del suceso del 30-sc refiere San Martín al intento de Carrera y su:-; secuaces de provocar un ttunulto revolucionario en Mendoza-mc he val <lo ele los medios más suaves y adecuados al carácter de estas ~ 1 tes: les ofrecí que su destino sería la Capital y que socorridos diariamentE. "' más de su rancho con alguna cantidad, emprenderían su marcha con l. 'omodic J posible; en efecto, con estas medidas alcancé el fin que me h. bía prop 1 'sto". Luego agrega: "Su nsubord inación e indisciplina ?-1 paso que. darían m mal ejemplo al ejército 1

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todo si se persiste en su i·emisiv1, los cor.stituyen incapaces de ser útiles en sus circunstancias, a más que lé inmedia ~ión de Coquimbo y Provincias del Norte que acaban de sucumbir, 1 s depararán su fuga a que aspiran sin cesar. "Introducidos en el cuadro de los re~imientos que guarnecen esa corte -leamos Buenos Aires,-no s',] J se evitará ésta por la distancia de su país, sino qu~ puestos b;ijo el pié de e isciplina ·buen orden de que carecen, podrá contarse con 530 hombres que <-hora son mútiles y aún tal vez perjudiciales. "Me animo a hacer presen estas razones, no sólo por creerlas justas, sino también poN¡i'.ie si no se co 1sideran rnficientes para trastornar la citada orden del 9, aun queda el arbit ·io de dir .girlos desde el camino a la .capital de Córdoba. Pero espero que \ E. se sen irá elevarlos al Supremo Director para su conc qimiento". * Los documentos que acab' nos de b anscribir en su parte fundamental son perentorios y nos demuest 1 todo le contrario de lo que afirma en su discurso el señor Edwards. E n 1X14 y de~pués del éxodo ::iue provocó la guer ra de Rancagua no hubo en :\ ·ndoza l uestes chilenas ni reorganizadas ni r etempladas, ni reforzadas cor ·ropas a ·gen t inas. Solo hubo una masa de combatientes indisciplinada y ltiva de la cual quiso desentenderse en el acto el general S::tn Martín ~ ue la p ·opia política del Directorio creyó necesaTio alejar de Cuyo para ·itar qu.: incubase allí la anarquía que ya venía reinando en el país ,·ecrn

Jefes Chilenos en el Ejército de los Andes El famoso Ejército Liberü l0r orgai izado por San Martín en Mendoza fué obra exclusiva de la volun• 1d argenti 1a y para nada entraron a figurar en él b::ttallones chilenos. Lo út co que ac · ·ptó San Martín fué la designación de algunos jefes y ofici::tles et \os nomli ·ros pasamos a puntualizar: En el Estado Mayor: el J -igadier reneral don Bernardo O'Higgins, el sargento mayor Ramón Freyr· , el alférez graduado de teniente Francisco 1\foneses. En el batallón de artill rh 'l capit{: graduado de teniente coronel don Francisco Formas, y el t enien' ~ graduarlo Ramón Picart. En el batallón N°. 11 ; lo~ capitane1 graduados de mayor Diego Guz• mán e Ibañez, Bernardo CácPr s y Juan de Dios Rivera, el ayudante mayor José Santiago Sánchez, los te1 1 ·ntes pr mero. Camilo Benavente y Manuel Benavente, los subtenientes Je (' Antoni') Alemparque, Pablo Cienfuegos y el abanderado Carlos Formas. En el batallón N °. 11 de Cazador es: el capitán graduado de tepiente coronel don Juan Calderón. 0

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Documentos referentes a la Gu.

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de la Inc'ependencia. Infolio pag. 329130 1.

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En el regimienta de Granaderos a Caballo : el alférez don Francísro Fhenzalida, y el p::irtaestandarte Ramón >i:avarre .;e. En el escuadrón escolta: el portaestandart e don Pedro Antcmio Ramírez. En la secretaría dd ejército: don José Ignacío Centeno. Quiere decir que en una masa de combate de más de cuatro mil homÓres sólo tenían figuración diez y nueve chilenos de dístínto eséalafón en la ferarquía militar. Pero antes de entrar erl. detalles fund rmentaie~ relacíonados con la formación del Ejército de los Andes - este ~s neces.uio para que la verdad histórica brílle ante los ojos de nuestros hermano ' ultracordílleramos con claridad m eridíam¡.-debemos observar r primero, que los mismos dragones que pasaron la cordillera comandados por el co onel Pedro Alcázar fueron enviados a Buenos Aires. y distríbuídos en Ios cuerpos que guarnecían a esta capitaL Segundo, que en abril de 1816 San Martín designó una comisión integrada por Meríno, Benavente, Víllar, Hermída. Vial y Escanílla con el propósito d'e formar cuadros chilenos y qm. redactó tÚn un plan de organización cOrt este objeto, pero como Io dice Viedma, iístoríador ya citado, el proyecto fracasó por los- odios poiítícos que dívídía n a Ios mílíta.res- emigrados, de modo que el efércíto que pasó los Andes, pele-) en Chacabuco, y entró triunfador en Santfago, era un eiército compuesto en toda su íntegridad numérica por argentinos.

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Com:o se form:6 el Efé: ctio I:ibetfador de Chile .. :La formaci6n áef ejercíto de íos- Ánd :s. que es en realídad de verdad el' éjército líherta:cfor de Chile, constítuye fa obra capít<: 1 de san Martfn y comprueBa fa potencialidad -y fa lUmínosídad de su ge1 10 . A su Heg-ada a Mendoza,. es·casas o mlas eran 'as fo.erzascon que podía contar para su magna empresa.- Hullía co 1 todo en su mente-mente dinámica: y vísíonarfa~la idea de· un pequeño t·Jércíto, p ro este pequeño ejército fo q,uería él bíen discíplínacfo -y equipado. Gloría fl11 · pues de S'an Martfo la realízaci6rr de· este prop6síto, -y gforfa fué 1ara él ígualmente el saberse apo-· yacÍo y comprendído ,. primero por el director Puyr'r dón y luego por fos golbernacfores respéctívos de fas provillcías dt San Juan y de San LuiS,. que con • Mendoza íntegra&an fa zona efe Cuyo, Un historíador de Cuyo,. Damíán H udson, recuerda que aI firtalízar et año 1815 se encontraban en Mendoza para servfr del >aS'e al efército de fos An-des, dos compañías del batallón N O'. 8 enviadas desde Buenos Aíres al mando del sargento mayor don Bonífacío García, dos escuadrones del regimiento de Granaderos a Caballo, comandadoS' respectivatrientE'.por José Matías, Za piola,. teniente coronel y don José' Melíanv sargento mayo~ 0

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Además existían allí doscientas plazas pertenecientes N ·0 • 11 de ln.. i antería al mando del comandante don Juar Gregorio de Las Heras que llegó a M endo~a protegiendo con esas fuerzas a los dispersos que cruzaron 1a ·cordillera después de Rancagua.. Oportunamente fueron llega.ido, envJ.adas desqe Buenos Aires., titras fuerzas . Llegó así medio batallón ie artillería comandado por el teniente ·coronel Pedro Regalado Plaza y, simultáneamente., llegaron también dos es·cuadrones del re~nto de granaderos N°. 3 ,y4, que habían recibido el bau• tismo de fuego junto a los m uros de Moff evideo. Estas fuerzas partieron d e Buenos Aires para Mendo-za el 1 º. de agosto de 1815 y estaban comandadas, r ·s.pectl.vamente., por Zapiola y por Mellan. El arribo a Meridoza se produjo (IJ 3 de septiembre. Junto con las carretas que transportab i.n a los granaderos de la referen'•cia y a los artilleros comandados por Plaz a, fueron envl.ados desde Ruenos Aires a Mendoza 4 cañones, dos otm. es., 200 fus1les., diversos fardos de VeStua~ rl.o, pertrechos de guerra ,y cargas de pólvor . Este transporte estuvo a cargo de troperos mendocinos que se of-ecieron gratuitamente pa:ra realizarlo, ha.. <c iendo donación d e sus fletes como lo dice Espe)o, en favor del erario. En 1816 llegó a Mendoza el batallón K 0 . 7 de infantería, que SaR Mar· t ín ya había remontado en T ucu. 'lán cuan lo reemplazó allí. a1 .g eneral Bel· grano en el comando del ejército 1el Norte · Este batallón estaba comandé do por el teniente Coronel Pedro Conde e i ntegrado con negros y con esclavos. A fines de 1815 había llegado igualmente a Mendoza el 8 de in!anterfa, formado en Buenos Aires con n ·gros div ~rsos y con soldados rebajados. T enía por Jefe al teniente coronel fose Marla Rodríguez y ·a l mayor Anadeto Martín ez. Al llegar a Mendoza, San M trtín lo n~organizó y colocó al ~ando del teniente coronel Ambrosio Cramc.r. El 8 de noviembre de 1814 se Jrocedió ,t la creación del 11 de infantería, Jlenándose sus plazas con r eclutas de Cuyo. Fueron sus jefes el coronel Juan Gregorio de Las H eras y el coronel Antonio Deheza. Pero abramos el episto· lario d e Puyrredón y veamos los JOrmenon ~s. relacionados con la formación del Ejército de los Andes, que nos µro porcic.na. El 1 º. d e septiembre de 1816 Puyrred6n le dice a San Ma:rtin qué el Regimiento Nº. 8, compuesto de ~00 plazas . va a reforzar al ejército argentino en Cuyo, pero que se halla el tenido en Santa F é por falta de carretas. El 10 de ese mismo m es y añi > le hace aber que se interesa por SOD ó 600 negros para agregarlos al refendo bata! ón y el 24 de ese mismo mes le significa que está vistiendo al ha allón N° 8, compuesto de 900 plazas Y dispuesto a emprender su camino dentro de 15 días. En está. misiva hay una frase que no podemos silenciar. La fama de San Martín llena: ya todo el país1 en Buenos Aires se sigue con vivo nterés su obra libertadora en Cuyo y por

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-12 eso le dice el eminente director: "Es 1. ese ejé·cito en la mejor reputación Me sacan los ojos los oficiales para ir a servir · 1 él' '. El 9 de octubre le anuncia que el regimien 0 N °. 8 saldrá dentro de diez o doce días y ya en viaje y con fecha 2 de nov cmhrc de 18-16, le dice: "Veo Ia enorme fuerza que va a reunir el l\ '. 8 con k esclavatura de esa provincia y considero que será muy convenient ' dividirlo en dos batallones completo para hacer más movible su fuerza y '11ej or dir gida" . Estas fuerzas d~bmon salir en d s divisior es. La primera-por razones que no es del caso explicar-se detu,o en el Scilto y el 8 de Noviembre, al ponerse en contacto con San Martí· b dice: 'Ya está casi pronto todo lo concerniente a ese ~jército y saldrá c1 ·ritro de 'uatro días el resto del Nº. 8 para continuar reunido con la división detenida llegará a esa del diez al quince de diciembre". "No ha sido posibl , amigo nío, vencei con más celefidad las infinitas contradicciones que ha sufrido e acopio y preparación de la gran factura que remito". Pero es el caso que San J\fartír no llenó las filas dd futuro Ejército Libertador con sólo los contingentes e ue le llegaron de Buenos Aires. En torno de estas fuerzas allí destacadas se c n.gregó h milicia ciudadana reclutada por él en Mendoza y dispuso por ban• los que Sfrían sorteados todos los habitantes que no se presentasen volun ariament ' a este servicio y mientras Chile estuviese en poder del enemigo desde la edad de 15 a 50 años. Como lo dice Mitre y lo corrobo 1 la hist ria, San Martín puso además en ejercicio un sistema de levas cont ·1 los va~ os y mediante estos procedimientos y la preciosa colaboración q e le pres aron el gobernador La Rosa en San Juan y el gobernador Dupu~ · San Lt 1s, al t erminar el año de 1816 contaba con cerca de seis mil hombr s de com >ate pertenecientes a las tres · Armas. Los unos veteranos y milician •s los otrr '" con 17 piezas de artillería, con sables afilados a m0lejón, co-i terc ·~..,las, cor .m parque,con una maestranza, en fin con todo aquello que la est ,tegia del eximio capitán había concebido como indispensable para la vict lTL ' Quiere decir, entonces, dados es f•S antecr ' ent s, que el ejército libertador de Chile fué pura y exclusívamc. i<-e el Ejlr ito de los Ancles, compuesto con batallones argentinos y con jefes 'l"gentíno;. Quiere decir que la Ieyenda colocada a la entrada del campo d ' C i2 cauco en el modestísimo monumento que allí existe no responde a la ven'larl cua11do ' 1° ~ esta inscripción relacio- · nada con el 12 de Febrero, día en que S" ganó l 1 batalla de Chaca buco: "Ba-. talla ganada por los ejércitos de San \Iartín y ce O'Higgins" . No había más que un ejército .. ro había más que un jefe soberano y supremo: el ejército era el Ejército de os Andes el jefe don José de San l\Iartín, reconocido por el Directorio ArgL 1tino como capitán del Ejército Libertador.

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Financiación del Ejército de los Andes

i la creación del Ejército de los Andes fu é el resultado de una voluntad tesonera y genial como la de San Martín al pa r que el resultado de otros fac~ tores convergentes a este nuevo ord€ 1 de cosa ', lo fué a su vez de la finanza argentina. Cuando San l\~n llegó a temar posesión del gobierno de Cuyo el tesoro de la provincia se favorecía L ')n el intt rcambio comercial ultracordillerano. La derrota de Rancagua pa. alizó estas actividades y la renta aduanera sufrió por consecuencia una ba a en det ·imento de la riqueza pública. Para salvar estos inconvenientes y contar con nuevas fuentes de recursos, San Martín procedió a poner en vigor una contribución extraordinaria de guerra y ordenó además que todos los t erratenientes declarasen ante una comisión -especial el valor de sus pre>piedades Según un historiador chileno, don Diego Barros Arana, no hubo un solo ciudadano que no cumpliese con este deber y todos se presentaron a mani ·estar a porfía la cantidad y la calidad de sus bienes. ' La comisión a que aquí nos rei ~rimo ccr:cluyó imponiendo un tributo de cuatro reales por cada .mil pesos de capital, lo que permitió recaudar durante el segundo semestre de 18 15 .a suma de pesos 13.431. - Al decir de un cronista esta contribución conti:ruó por tcdo el año de 1816. Pero San Martín no se detuv ahí. Ore enó además que integrasen al tesoro los capitales de pertenencia le las religiosas de la Buena Enseñanza que ~enían colocado a interés entr , particu;ares, obligándose a pagar este interés en la misma forma que lo hacían los tenedores de estos títulos. Dis· puso además que el Fisco recaudase os capita es de que disponían las diversas cofradías existentes en su territorio y aún la limosna recolectada por los religiosos merced.arios para la redrnción de cautivos. En el tesoro de la provincia er traron lo-.; fondos recaudados en el ramo de Alcabala, las multas impuestas a distintc•s ciudadanos por delito o por otras causales, los fondos del colegi) de Ciencias, el importe de varios lotes de tierras públicas que se vendieron para recaudar dinero y el importe de los diezmos que pagaba el vecin ]ario. El comercio de vinos y de agi ardientes fué gravado con fuertes erogaciones. Se impuso además un inpuesto Dbre el consumo de carne, se llevó a cabo el secuestro y la conLscación los bienes de los europeos o americanos enemigos de la libertad prófugos en el reino de· Chile o en Lima y se tomaron otras providencias para alleg:u fondos y hacer frente a los gastos de todo orden que exigía la guerra. El gobierno de Buenos Aires según lo testimonia Espejo, auxilió a la tesorería de Mendoza con un contingen "e mensual de $ 5.000 que recibía el doctor Hipólito Villegas, ar;ente dd gobierno de Cuyo en Buenos

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Aíres. En los últímos seis meses del año 1816, este contingente subió a la suma de $ . 20.doü mensuales. Pero si ésto es lo que se hacía por la reconquista de Chile en Cuyo y en la capital argentina, veamos la política económica en que se había empeñado el Directorio a cargo de Puyrredón, para conve;tir al dinero en factor de Ja historia. El 11 de septiembre de 1816 Puyrredón le dice a San Martín que a fines de ese mes tendrá $ 30.0'00 ~ le pidiera para la ~aja militar. Estas promesas de envío coinciden con las ínstai c1as del futuro Libertador , y al verse acosado por tan apremiantes solicit udes, F uyrredón le dice al eximio amigo: "V d. me pide muchas cosas y yo estoy ahogado porque no tengo fondos con que proporcionárselas; sin embargo m esforzaré a todo y estarán pronto también los $ 30.000 en phta, para la caja de ese ejército, a principios de octubre. El 9 de este mismo m es le escribe recelándose del en vío de una suma tan importante y le consulta sino le será mejor v conveni?nt e que gire letras sobre Buenos Aíres. ~ continuación agrega : "Ya faltan los guarismos, para contar todas las costas de esa expedición y será necesario que el territorio

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beneficiado nos indemnice. En esa misma fecha Puyrredón le hace sa 'Jer a San Martín que entrega $ 18.CYJO al batallón N°. 8 que parte para Men doza. El 2 de noviembre le escribe que por ser ese día, D: a de Todos los Santos, no le ha sido posible buscar entre los comerciantes libranzas para los $ 30,00b que debe remitirle, pero que le pro111ete hac erlo con empeño, y en caso de que no los consiga le remitirá "la pata a tod ri riesgo, aunque sea en oro , por la posta, y esto para el tiempo que San Ma rtín lo pida''. El 16 se noviembre le escribe nuevament diciénd le que ha mandado ya $ 10.0QiO en oro a cuenta de los $ 30.000 y el 2 de diciembre le hace saber que Villegas, el apoderado de San Martín o dd gobierno de Cuyo en Buenos Aíres, a quien se le debían pesos 21.000 1 re ·1birá 20.000 . Esta suma la está buscando con empeño el secretari > de H aci ~nda, según Puyrredón, mediante préstamos en el pueblo. "No hay, ami g-o mío, dinero-le dice textualmente.-Esto está agotado. Sí los arrieros no se conforman a esperar seá preciso renunciar a Chile porqu' en el ía no se aprontan los 30.QOO aunque me convierta en diablo " . El 3 de diciembre de 1816 le dice que v· a hacer o imposible para remitirle los $ 20 ..000 y el 17 le escribe de nu::: ·o para comunicarle que los tiene prontos, pero no encuentra quien los lle ·e con se ruridad. Le anuncia que para el mes próximo le a1 rontará e tros $ 20.000 y el 24 le hace saber que se le había pagado todo lo que se le debía al apoderado de Cuyo hasta fiues de Noviembre, entregánd1le en esa fecha y en onza:: la suma de $ 20.000.

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En ese mismo correo le dice que se envía una libranza a su favor por el importe de cuatro mil pesos y pico, y que está casi resuelto a mandar a todo riesgo otros 4.000 en oro con el µiismo conductor de la valija para completar así, con los 10.000 ya remitidos, los 30.000 pesos que le tenía ofrecidos para la -caja militar. De este modo se fué financiando la organización del ejército libertador de Chile y de este modo San Martín vino a adquirir una preponderancia monitora y ejecutiva q:µ~izo posible su epopeya y con ella en primer término la reconquista del país vecino y en segundo término la posibilidad inmediata de llevar la guerra libertadora a la tierra de los incas.

Como y con que Elementos fue Equipado el Ejército de los Andes

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Si el personal chileno no entró como elemento de composición e~ el · ejército libertador de Chile, tampoco los vecinos de ultra cordillera contribuyeron a la financiación de este ejército ni menos al equipamiento del mismo. Mulas, caballos, arneses, armas, cañones fusiles, sables, municiones, calzado, vestuario para la tropa, frazada.s, tiendas de cam paña, parque de artillería, hospitales militares, medios de transporte, ya para salvar la pampa, ya pru-a salvar las hondanadas cordilleranas, amt n de todo el abastecimiento que reclamaba esa masa de combate y amén del forraj e necesario para el gánado caballar y mular , todo fué provisto por las Prov ncias Argentinas, es decir por el Directorio que tenía su sede en Buenos Ai ~es y por el gobierno e in tendencia de Cuyo que tenía su sede er Mendoza. El 13 de enero de 1815 se le remiter: a San Martín 100 fusiles de primera, 100 de segunda, 100 carabinas, 100 sables de caballería, 10.000 cartuchos de fusil a bala, 4.000 piedras de chispa para fusil, 2,000 para carabina, un botiquín, 200 correajes para infantería, 100 cinturones para sables de caballería y 10 quintales de pólvora. El 7 de enero de 1815 solicita San Martín de su gobierno 600 fusiles, · 2.000 cartuchos de fusil a bala, 3.000 piedras de chispa, 4 cañones de batalla, 6 cañones de montaña, 4 cureñas con sus respectivos avantrenes , 300 sables para caballería, 300 correajes para cívicos, un botiquín y 20 quintales de pólvora. El 15 de junio de 1816 solicita del Directori o Argentino 1500 caballos 500 monturas completas, 200 pares de herraduras inglesas, 130 infantes, 200 artilleros y 100 hombres de caballería. Con fecha 16 de enero de 1815 el jefe de artillería Pedro Regalado Plaza presenta una relación sobre el calibre y número de piezas de artillería que necesita el ejército, como igualmente sobre la cartidad de juegos de arnés, municiones de guerra y demás útiles que .e impone l como necesarios. En otra relación da a conocer todos los pertrechos que existen en Mendoza, útiles o inútiles y declara que se están montando en el . parque provisional de esa

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ciudad 4 cañones de bronce de mon aña, 4 cureñas con sus armazones , 2 avantrenes para los cañones de plaz; , un carro para conducir municiones, al mismo tiempo que se fabrican 438 balas de )ronce de calibre cuatro . 438 saleros para bala de calibre cuatro, 32 espegue~ de batería, 8 palancas de dirección, 600 tiros con pólvora y 500 t.lfros de n etralla. Las relaciones de esta naturaleza ·los pedirlos de pertrechos y elementos de guerra se multiplican a través de te lo el año 1815 y en 1816. Si fuésemos a detenernos en la e11u.!lleración de todc estos po ~menor@s, tendríamcs que decir que el médico del e;ército don Ju. n Isidro Zapata presenta una relación reclam:i.ndo todos los aparatos quirúr· ices, medicinas y demás útiles que necesita la sanidad del futuro Ejército _,ibertado · Tendrí:::mos qu~ decir que el 5 de octubre de 1815 subscribe San Martín una relación importantísima, detalla ílo todo lo que existe en pertrechos , municiones, utensilios de artillería, ca iones, armas, etc. en el parque de ).1endoza. Tendríamos que decir de qué manera · rabajaba la maestranza que dirige Luis Beltrán, cuáles y cuántas so 1 las armas que reparan en Mendoza. se trate de fusiles o de tercerohs y tendríamos que decir que los c2potes, las chaquetas, los pantalones de brin o de pafü , los chalecos, los corbatines. lm; morriones, las gorras de campaña o de cuartel, las mochilas, las botas, todo eso que utilizó para su debida i dumenta ·ia el ejército comandado por San Martín, todo :;;alió de los tabanes y de la maestranza que dirigía con su ojo previsor y directivo el gran Cap hn. Ten Iríamos que decir que el gobierno argentino desde su sede en Bt enos Ain s, en momento oportuno fijó l~s sueldos a jefes y oficiales y tropa v que de lcuerdo con estas medidas los coroneles recibían $ 240 mensuales, 1S tenie 1tes coroneles S 160, los comandantes de escuadrón 160, el sa 1;ento mayor 115, el ayudante mayor 55, el portaestandarte 35 el capitán 130, el teniente 40, el alférez 35, el capellán 30, el cirui·mo 30, ,.¡ sargento y trompa de órdenes 16, el cabo 12, el trompa L y el solclado 10. El gobierno argentino no se prec cupó sola mente de todo esto que acabamos de puntualizar, ya en el order de las f nanzas y suelios como en el orden de los pertrechos y elementos d ~ guerra. Por decreto del 1 º de febrero de 1814 sefr 1S los distinti,·os de la plana mayor, correspondiendo a San Martí 1 una faja celeste con borlas de oro, que descendiendo del hombro derechc debía cr 1zar su pecho y prenderse en el costado izquierdo. En virtud de este mismo decreto el mayor general debía usar la banda blanca con borlas de oro, los ayudantes del general en jefe la banda celeste, pero ceñida a la cintura y sin borla, los del mayor general blanca y colorada y sin borlas.

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-Lo que era el Ejercito de los Andes a fines de 1816 Con fecha 15 'de noviembre de 1816 el general San l\fartín se dirige al ·directorio argentino y le hace saber que a medida que se desarrollan los prepara ti vos de la expedición a Chile, progresan los 1 1gentes C· msumos de dinero y especie, multiplicándose de consiguiente los cibstáculos . Con tal motivo p;resenta un9' planilla e:n la cual declara que para transportar 4,000 hombres, para el servicio del parque, para'-l:~tillería, para el hospital, para el cuartel general, para el servicio de jefes y oficiales y para el trans ::>orte de víveres y forrajes, necesita 12,133 mulas, Est.1 circur:sta cia, CJmo la necesidad de encarar otro' gastos importantes e impostergables, obliga a . San Martín a formular u11 pedido en numerario. El Gobierno calcula que las necesidades expuestas por el intendente de Cuyo exigirían la suma de S . 80.000, pero que careciendc el erario nacional de esa c1ntidad, se le hace presente que se procurará respcnder a sus deseos ·co :1 los S 10.0 O que llevó el r egi.1T.iento N° 8 con los 20.0Jl que se le remiten por co;-iducto del apoderadJ doctor Villegas y cor bs 21.WD que se le adeudan y se le remitirán en la primera oportunidad Pero es el caso que San Martín no se con te· tó con e~ ta resolución y lo que no podía recibir de Buenos Aires trató de sacarlo de lé propia Mendoza. Acudió por esto a un emp: éntito forzoso y el 9 d' diciembre de 1816 se reco'lectó por concepto de emprés titos en tal sentido, ~rtre espéñoles y desafectos a la causa emancipadora, la suma de 9.983 .-I 1 30 de e.;e mismo mes San Martín, que ya había abandonado la intendenci:.: de Cuyo. se dirige al gene~ ral don Toribio Luzuriaga, peruano, su reemplazante, y lo insta para que interese al comercio de esa ciudad en la recolección de 20.000 que debía enviarle el gobierno nacional, pero que por las razones ·a apuntadas no :se le habían remitido. Estos y otros pormenores más que sería larg) enumer ir nos demuestran que el Ejército de los Andes fué una organizac16 1 exclusi\ amente argentina , argentina por sus jefes, argentina por su tropa, a gentina por su armamento , argentina por su equipo, y argentina por su econ 1mía. No cuadra, pues, el decir que las huestes e} lenas qu' pasaron la cordillera después de Rancagua se reorganizaron en \Iendoza. se retemplaron y 'Se vieron reforzadas con las tropas argentinas p"ra prepa ~arse a la cruzada andina, vencer a los españoles en Chacabuco y ar la libutad ¡:¡, Chile. Presentar la epopeya de los Andes en esta forma, e:; desnaturalizarla. En los Andes y antes de la batalla de Chac buco y e i la batalla misma no hubo un ejército unido como lo hubo en :\I upú. No hubo más que un >ejército con una sola bandera, que era la band 'ra azul r blanca, creada y hecha bendecir por San Martín en Mendoza. Esta es la historia de los hechos, de las cifras y de los documentos. l. S- 3

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Plan de Reconquista de Chile Dado todo lo expuesto, se puede decir 'n sentid< perentorio y absoluto que el plan de la reconquista de Chile foé olm1 pura y exclusiva de San Martín. A éste y no a O'Higgins le corresponde el honor J.: haber buscado y logrado la coordinación de todos los elementf s de la v .ctoria. A él y no a O' Higgins le corresponde la gloria de haber io 'ado y t nzado en forma magistral e impecable el paso de la cordilleri, la 1x talla de Chacabuco, y la marcha y entrada triunfal en Santiago. Esto lo reconoció Chile y por eso lo qmso nombr lr su director al día siguiente de la victoria. Esto lo reconoció O Higgins ··a consagrado director de Chile por la propia libérrima sugestión <e San M lftín, cuando el día de la victoria de San M'lrtín sobre Osorio en 1 is campo , de Maipo se acercó a él y en la tienda de Espejo lo saludó con es ~ grito, e ue ha quedado hpidariamente escrito en los anales de América "GLORI AL SALVADOR DE CHILE''. Es por eso que San Martín después de -.,u travesh andina pudo escribir con el lac::mismo propio de su pkma en el p.trte remitido al directorio argentino: "Al Ejército de los Andes queda pare siempre la gloria de decir en veinticuaL·o días hemos hecho la campañ- , hemos pasado las cordilleras más elevadas del globo, concluído con los ti;anos y cl.ádo la libertad a Chile"

O'Higgins y la Batalla de Chac1buco Tanto del espíritu como de la letra con que se pi onuncia en su discurso nuestro contrincante se deduce que la batal 1 de Cha \1buco se vino a ganar por la heroica cooperación de O'Hig ~ins. Nada más inexacto. Además de haber s lo aquella una batalla planeada y dirigida por el Capitán de los Andes, en a monía con su plan libertador de Chile y de acuerdo con la táctica y estrat 'ta que &e proponía desarrollar, O'.Higgíns, contrariando las órdenes de San :\Iartín re' esperó la llegada de la división de Soler al campo de operaciones r apenas se encontró dominando con su tropa la cuesta de Chacabuco, r eso vió atacar la posición que ocupaba en su. frente el enemigo y a son de tan bores ini1 ·ió la carga. Pero es el caso que la suerte no le acomp .. ñó en este acto osado y valeroso y en pocos momentos comprometió la suer" de la b halla. Fué entonces que San Martín informac::> de lo q· te 2cababa de suceder, pues venía bajando la cuesta al frente de sus ,..,ianaderi '" llamó a su ayudante Alvarez Condarco y le dió órdenes perentorias a fin de e ue se acercase a Soler y éste apresurase la marcha de su división . I1 mediatamente asumió él una actitud de carga y comandando a los granaderos de su ~scolta avanzó sobre el

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punto en que O'Higgins había comprometido la acciGn y éJsto al mismo tiemp o que los soldados del 7 y del 8 de infan ería em puñaban sus bayonetas y enfilaban sobre el centro de la línea enemi~a /

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Esta carga de San Martín y la carga d, estos infantes hicieron malograr las ventaj : s obtenidas por los realistas y h victoria 'i110 a pronunciarse definitivame·a te e"1 pro de los libertadores, cuando poni,_;ndo en práctica las órdenes que le trasmitiera San Martín , Sole hacía su aparición por el flanco izquierdo del enemigo, cuari@'f Alvarado ac1 leraba su marcha al frente de los · c'lzadores y cuando Mariano N ecochea se desprendía de la cuesta, cargando con sus granaderos. Este ataque convergen e de los granaderos de Necochea y de Zapiola e;:iilogaron ".ictoriosamente este hecho de armas. Prob:iblemente el señor Edwards y los que con d se apartan de la tesis fundame-utal en lo tocante a E'Ste punto, no han leíc o lo que decimo:s en el tomo II de nuestra His toria de San Martín página 7i glosando lo escrito por el canó:iigo chileno señor Albaño, referente a O'Higgins en la batalla de Chac:tbuco. Seg{m est e memorialista de ultra cordillE'ra , O'Higgins, le previno a San Martín , una vez llegado a la cuesta, q 1e no le era posible aguardar más la división de Soler y que estaba resuelto a atacar a la ba:yo neta. Textualment e escribe: "Todo fué inst antáneo, la contes ación del general a hscer pedazos la lín.ea enemiga que nos dió por resultado hacernos dueños de Chile". Pues bien, la publicación de tan raros como ir exactos comentarios la conoció San Martín estando en el ostracisn o en el ::: cto tomó la plum'1 y al margen del texto que tenía entre sus manos c:scribió 'No ha habido tal aviso. El General O'Higgins era bravo hasta el extrem o, pero sus conocimientos militares eran nulos. Desde la cima de la cuesta de Chacabuco lo destiné a perseguir al enemigo con el batallón N ° 8, con la orden expresa de no comprometer ninguna acción con el enemigo hasta qu e la caballería que yo llevaba pas:lse el desfiladero de más de una legt.a. Al poco· tiempo oí que el fuego había cotnenzado ; a la media hora llegué c m dos escuadrones de granaderos y ví con sorpresa que O'Higgins marchaba ·n columr a sobre los españoles y que éstos lo habhn rechazado dispersándo ~ el batallón 8. Todo mi plan estaba trastornado por la precipitación de e'ite ataque que no daba tiempo a la división de Soler de llegar a tiempo y a acar por la espalda . ~n tan críticas circunstancias no m e quedó otro partid• que el d -' atacar con la caballería la izquierda de la línea enemiga, la que f11é destrozada, coincidiendo a este resultado el comandante N'ecochea que al m smo tiem )0 atacó la retaguardia". Se trata, como se ve, de un docmn ent) escrito de puño y letra por San Martín y escrito no en el fragor de la lucl a, sino ct:.ando su alejamiento del teatro de guerra le permitía una visión clara y serena de los acontecimientos. En estas líneas no hay un desconocimiento del va lor épico de O'Higgins. Por el contrario, se señalan su ardor y su impulso, , >ero se acentúa sin equívoco y con franqueza absoluta su relativ2 capacid· .d para el comando mi-

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htar. El amor a O'Higgins y el amcr a la causa de solidaridad argentíno-chi:... lena que era en estos momentos 1z ley d 2t enninantc de sus actos hizo que en el parte de la victoria San M art ,1 c1lla se este episodio. Acaso nunca hu-· biera escrito' una línea al respecto, pero la escribió cuando se eneontró con una adulteración tan rara y capricl >Sa de la \ erdad por parte de una pluma chilena. Si algo amaba San Martín en la verd ad y por ella escribió la glosa que anotamos, sin~o y sin recl o para el :tmigo que en un momento tan grave había compró'metido su pla de gue1ra.

La c~ndu:cta de O'Hihgins después de C.hacabuco ¿Cuál fué la conducta de este henemén to sold ado de la emancipación chilena después de la batalla en cu~ tión? (Ft é acaso la de atribuirse laureles. que no le pe:rtenecían? ¿Fué la de ¡ )Sponer a San M artín y la de destacarse como la primera entidad directwa > de decis:ón perentoria en e3e choque de armas) En m odo alguno este jefe se adjudicó un papel decisivo que luego y con el andar d el tiempo le adjudicaroa ~ lgunos de sus compatriotas. Por ::l contrario, U 'la vez encurr ~rado y a la cabeza deÍ Directorio dirigió una proclana a sus compatriotas se expr ·só en los siguientes t¡ minos :. "Elevado por vuestra generosidad 1 mando supremo de que jamás pude ·c onsidó:rar.n e digno, es una de mi;; -ím<:'ras e blígaciones recordaros la más sagrada que; d ::b e fijar se en vuestrc corazón . :"Juestros amigos, los hijos de las Provinci1s d el Río de la Pl ata, i esa naci i 1 que ha proclamado su independencia como el fruto precioso d su const.t 1cía y de su patriotismo, acaban de recuperarnos la libertad usi.:. rµa da po·· los tiranos. "Estos han desaparecido cargados de su- vergüenza 2 ím petu ;:>rimero de un ejércítQ virtuoso y dirigido por la mano maestra de t n genera valient e, experto y decidido a la muerte o a la extinción de los usu padores. La condici6;i de Chile ha camhado de ;emblante por la grande obra de un momento en que s2 disputan a prefore icía, el desinterés, el mérito de los libertado1's y la admiración del riunfo" Se trata a no dudarlo de un exto his~óríco que los recelosos de la gloria sanmartíniana debieran apre ider de rnemofrt. O'Higgins habla sin reticencias idiomáticas. No dice qu( la liber<:.ción de su patria es fruto de los chilenos vueltos a ella desnués d éxodo dl' 1814, dice que es fruto de un "ejército virtuoso" y de cm ejército 'd irigido )0r la mano maestra de un gerlerál valiente, experto y decidido a 3 muert,' com o lo está igualmen t e según sn expresión a· la "extinción <le los u surpadores" La proclama de O'Higgins fué e lda a corocer en Buenos Aires por medio de la "Gaceta" y publicada en ella Purredón se apresuró a decirle a:

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Sr. Dr. D. Antonio Mora y Araujo Embajador de la República Argentina en el Perú Miembro de Honor del Insti tuto San 1artiniano del Perú.

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O'Higgin s: "Cuídeme V d. mucho a nut stro San ::.fartín para que, restablecido cuanto antes-esta caita está daü ]a en Bu 'nos Aires el 6 de marzo de 1817-,nos ayude a completar la obra. Vam os < echar el resto para salvar todo el país y aprovech emos los m ome'1tos de una fortuna que se presenta favorable. Me ha gustado mucho la ¡ ·0clama ce Vd. por los sentimientos que inspira. haya para siempre una a "listad t a 1 estrecha entre ese y este Estado como es íntima la unión de los jefes que los dirigen".

El Monopolio e la Gloria En los preliminares de su discurso e señor Edwards se detiene en algunos consideraridos q11e nada tienen que ve con el t ·ma en cuestión. La propia ironía con que allí acentúa su pluma, e 'muestra que escapa por la tangente y que queriendo ridiculizar nuestro pa¡ 'l de pan ..:girista, con referencias cervantinas a los molinos de viento, rehu~ el fondo del debate o el tema en su parte fundamental. Dice el señor EdV\;ards que de ni guna m anera se trata de discutir a San ~1artín "como cree el señor Otero 1 su disc· trso" Pero es el caso que si no se le discute se le niegan méritos .) , adjudican a otros laureles qúe a él le pertenecen en primer término. Ya se ve por solo este enunciado que nue~tra batalla histórica no va cqntra los molinos manchegos. Ella V< contra un propósito sistemático en cierto sector i'1telectual de ultracorclilk'"a, sect or que se propone desconocér a San Ma:ttín, hablando de la batalla < ' Chacahtco sin mencionar su nombre o de la Expedición Libertadqra dE Perú sólC1 citándolo por favor o ·por gracia. El señor Edwards ha incurrido er este pecido, no callando el nombre de San Martín, ciertam ente, pero valié cose de ('itas truncas y de exposiciones ligeras y sumarias para atribuir al héroe de Rancagua lo que pertenece al héroe de Chacabuco, a l director de Chile lo e¡ue pertel)ece al capitán de los Andes. Las nuevas páginas que vamos a escribir, prosiguiendo nuestra rectificación, demostrarán hasta dónde ha Kcado de injusto el eminente amigo afirmando que a "O'Higgins y sólo a O Higgins le cupo organizar la primera escuadra y concebir la expedción libe1 adora d( 1 Perú como complemento esencial de . la indepen dencia chilena. Con nuestra actitud reivindicato~ , no prE:tendemos en modo alguno monopolizar la gloria o hacer de ella un rl.istribu· ·ión arbitraria y antojadiza. Lo que queremos es dar al César 1 que es el César y a Dios lo que es de Dios. En consecuenéia, no podemos h.r a O'Biggins lo que le pertenece a San Martín ni a San Martín lo que le pertenecE: a O 'Higgins.

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Si volviesen a la vida ambos próceres C(lfilO se lo imagina nuestro contrincante, a buen seguro que no se burlarían dt: los defensores de la justicia distributiva y de ultratumba. Habldrían am os el lenguaje de la verdad y lo que dijo O'Higgins en pro de San :\Iartín y de la patria argentina que delegaba en él su misión redentora, lo dii a hoy acaso con mayores acentos. San Martín, por su parte, repetiría arnso el ca ')Ítulo de sus quejas, capítulo que cerró con ~cento magnífico cuando el pres:dente Bulnes, viviendo el Héroe en su retiro d~.J2roscripto, quiso reparar la injusticia de Chile para con su Libertador y lo Clió de alta en el ejércitc de su patria reconociendo además en San Martín todos los, tí tul is, honon s y privilegios anexos a su grado de Capitán General. Una última observación, antes de cerrar ~stas pág 1 as. Dice el señor Edwards que ningún geno, se llame César, Alejandro, Napoleón, San Martín, O'Higgins, Sucre o Bolívar "pudo hacerlo todo, abarcarlo todo, proveerlo todo por sí mismo' Pero es d caso que tratándose de San Martín este postulado sólo puede ser idmitido ri su sentido de relatividad, pues si sólo se exceptúa lo secundario o lo subo dinado a lo absoluto, en todo y por todo, ya se trate de la empresa de los A ides, o ya se trate de la ExpedicÍón Libertadora del Perú, San Mar+ín lo hizc todo en sentido elevado y substancial. Probablemente el señor Edwards ro ha leído la historia del Libertador de su patria con detenido j icio y ce n desapasionamiento nacionalista. S! hubiera sucedido lo contran) habría ,·isto como todos los resortes del drama en lo militar como en lo )Olítico y aún en lo económico y diplomático, los manejó San Martín con s 1beranó i'11.pulso, y como, mediante la potencialidad y perseverancia de su ~cnio logrn consumar, en 1821, con la toma de Lima 12 trayectoria que ya .e había ropuesto realizar en

1814. Con esto no divinizamos a un héroe, pues ·1mca henos hecho ni hacemos de la historia un politeísmo honorífico. Con es o sólo abrigamos por la verdad, pues siendo ésta lo que ella es y no otra cos1, no es e ado a mortal alguno variarla en ninguno de sus ápices. Acaso el señor Edwards ignora que San \fartín era un trabajador infatigable y trabajador de todas las horas del día,. de la ne che. Acaso desconoce lo que el general Cruz, delegado chileno an e el gobierno pro ectoral del Perú, escribía a O'Higgins al poco tiempo de c;u arribe "' Lima, refiriéndose a San Martín. "Lo pasa en la Magdalena dice Cn.z Allí va con el despacho cada día un ministro. El despacho hor rl)riza y 1 l ' todo toma conocimiento tan exacto que lo hace demasiado la "'º" Acaso ignora que el general O'HiggiRs,.y fallecid San Martín, se interesó, estando en Lima, en la erección de su e tatua y que con tal motivo el 28 de Julio de 1850 entre otras cosas le decía esto a los peruanos· "Los mé-

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ritos de Bolívar fueron grandes respecto al Perú, pero los de San Martín fueron colosales". Estamos, pues, en presencia de la rr isma ·tesis que nos cupo el honor de sustentar en Lima y que motivó el discnrso del s• i'í.or Edwards al cual contestamos, es decir, que en San l'vfartín e iste, al arangonarlo con otros libertadores australes del continente, una soberanía épica e inspiradora que no se discute. A esta soberanía no llegó O Higgins crimo no llegaron tampoco Las Heras, Arenales, Mi~ Alvarado. Por eso Sa n Martín es el astro y los personajes mencionados los satélites del istro. ·

JOSE p

ÜTERO.

Buenos Aires, Octubre 12 de 1935.

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···············~ ············ AMERICA EN EL SIGLO XVII UN .Ji!filllJANO QUE TRABAJO

D iego de Peñalosa y sus intrigas en las Cortes de Carlos II de Inglaterra y Luis XIV P o R Er

PROFES lR J o RGs B ASA D RE

DE LA "C"NIAER:::I CA D D E SAN MARC C ~

Enemigos en Valdivia En la tarde del 25 de diciembre de 1670, a las treo más o menos , hizo seña con una pieza de artillería el castillo de Sa Pedro d' Mancera, en Valdi,·ia . H abía sido vista la llegada de un ba jel enerr i~o a la boca del puerto. Idéntica seña fué repetida por todos los castillos. E capitán Pedro de Arévalo fué a reconocer el navío inquieta nte y su canoa \pgÓ tan ·crea que estuvo debajo de la popa. Preguntó Arévalo de dónde er n los rec e 1 llegados y recibió la respuesta en u n español muy mal pronm.. do, que de E spaña. Se procuró entonces apartai", y dij éronle, al ver esta ac ud que 1da recelase. El alférez del castillo de San Sebast ián y algunos s ados fu -on luego en una falúa a hacer un nuevo reconocimien to del bajel . explon 1 si aparecían otros por barlovento; y como tardaran creyeron los d castill i que habían sido apresados. Nada de eso había ocurrido. Regresaron los exploradores diciendo ¡Lte creía i que el enemigo había saltado a tierra junto a Morro Gonzalo, p. raje al la o opuesto de los castillos. Centinelas fueron colocados en la cost para qt.. l ª' isaran si Yeían m :ís bajeles y empezaban a hacerse aprestos d lucha, cu 11do llegó el buque enemigo hasta Morro Gonzalo de donde viró, ·ri viando t '1 lancha a la v ela con band~ra blanca que llegó frente al castillo ' hizo di ' rsos llamamientos con un trompeta. Otra bandera de paz fué la ·spuesta. Jescmbarcaron un oficial inglés y tres ingleses más, junto coi un muh ,a. t rompeta. D ijeron ser marinos del r ey de Inglaterra que pase a a las \ Iolucas y que, de conformidad con la paz ent onces existent e er re amba .; monarquías, les había dicho su rey que podían llegar a cualqui r puerto tlel mar Pacífico si se veían necesitados de bastimentos. Los 'Omision~c os recibieron algunas provisiones; pero fueron puestos en la plaza de t al modo que no pudieran L

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't"e'Conocet él castl11o. Al recibir aquellos socorros hincaron las rod'illa'S eti 1tlerra y brindaron a la salud del rey de España, por lo cual el castellano D. Diego de Lara h~zo disparar la artillerl:a del castillo, 'Causándoles algún 'terror Contaron que esfab:i.n sin agtta ni leña y pidieron una persona inte'" figente que les m Jstrara algún paraje donde el bajel pudiese dar fondo. Y para reconocer el bajel y las fuerzas que traía, se embarcaron el). la lan'Cha'el :sargento mayor~rios soldados, con el pretexto de que podÍan prestarles ese servicio. Llevados a la cámara de popa, los agasajó _el capitán inglés Y viendo que el sargento iba mojado le <lió un traje suyo de seda a la inglesa y ropa blanca y luego mandó hacer salvas en 'S U honor con nueve piezas <le artillería, pór haber dicho el mulato que aquel español eta persona de viso. Pretendió todavía regalarle más, dándole manteca , queso y conser« vas y el festejo duró más de una hora, con música de clarines, citaras y laúd. Dijo el capitán por medio d el mulato, el intérprete en't:re ellos, que aquel día el visitante español era dueno del bajel y que ordenara lo que le pare'" 'Ciese. Llegó la noche y dispuso el capitán que el sargento descansara en :su lecho, mandando colocar la aguja de marear con luz a la cabecera, para que viese el rumbo de la nao y a cada hora le hacia preguntar cómo lo Pª'" :s aba, y le enviaba aguardiente. Un día estuvo el sargento mayor a bordo y asi pudo registrar el buque, 'Contando 36 piezas de artillería 96 h?mbres, muchos géneros, 2 lanchas, un bote y mucho armamento por lastre. Cuando dio fondó, el sargento mayor fué enviado a tierra, acompañado por un 'teniente y otros ingleses., uno de los cuales dijo haber sido criado del duque de York. Poco después entraba en la bahía un velero español q e venia de Valdivia a descargar <el "situado" y como sobreviniera un. gran ventarrón, sufrió daños, por lo -cual el bajel inglés mandó su lancha para socorrerlo. El gobernador D . Pedro de Montoy que se hallaba <en el castlllo de San Pedro de Mancera, se enojó con lo hecho por la guarniclóh. Decidió que quedaran como prisioneros el teniente inglés, el cabo, otro marino más y el mulato que le había acompañado · y envió un mensaje al capitán del bajel para que entrase bajo la artillería del fuerte si quería recibir los bas-· timentos y rescatar a sus subordmados. E l bajel se alejó, después de habet trasmitido el capitán su enojo por lo ocurrido. El 2 qe ,enero, volvió a ~parecer . Como a las ocho de la noche, llegó al castillo de San Luis de Al· .v a un hombre desnudo que alegó venir huido del bajel y pidió amparo y la palabra real. agregando que era el director de la expedición con orden ,d el rey para descubrir cierto estrecho que no podía revelar s:ino al vlrrey del Perú y al gobernador de Chile, a quienes conocía. ' Los prisioneros fueron llevados primero a Santiago de Chile y luego a Lima. tlno de ellos, Tomás Arminger, escribió entonces varias cartas:: l. $-"4

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Z6 fina al secretaría del duque de Yor~ y otra a Jhon Fisher, Westmínster; que luego fuéron traducidas por Nicolás Arturo, saéerdote irland(~ . De ellas rest'iÍtaba qué él présun~o fugiÚvo ' habí~ _mentfdo ; C&rolus Hennovecus,· como éscríbían los íngléses o Carla -; Ertriqu~z Ciérque;· como decían. 1~s español~s; habfa sido competido por eÍ capitán para saltar a t?érra ape-· nas llégó. al barco;· pero éÍ sé ha )la presentá:do én éi· castillo; ditiéndo que! 1 • había llegado f~gitivo : El rnísterkiso Ehríquéz Clerque.

Car1~s Enríquez Cl~rqué de4 lar6 éu- L.m.a, el 23 de abrí! dé 1671, té.: ner 39 años; y .ser hÚo rtatural de d9ña Ana Clérque, nat1,lral 4e FiÍisburg; Alsacía; y creér. qué su padre era el príncipe Robérto, hijo del. réy de Boht:;mi~ y primo del' rey dé fo glaterr.a. .l\.'Iuerta la madre, el príbci'pe le había dado dinero1 y ·educ'ací(m, te'1iéndolo i !2ostá err Lo':'aÍI!a, Bruselas; Fland~s; Floren'cia; Venécra, Se •1lla y o ro~ lugares; no lo llamaba hijo , pero lo trataba cpn cariño. Má tan;le; decl?-ró sin éin~argo, no sE'-r cierto nada de· estó y :IIamarsé Oliverí'i Belin, nacido éú' St Malo, en" Franc ia y haber· estado anteriormente en el Pérú. Las revelací~nes qué' acérc< de É.nr qµéz Cl~rqué hicieron sus com.: pañer9s; fuérort mu~ho niénos honrosas. El duqué déc Sandwis~ (Sandwich) embajador que fué en. Españ_a, a qu1en había. servido EnriqUez;, e_ra su protector, Había al.egado_ Enrígue· tel).er poder en estas provincias, ser hijo del virrey o del gobe,rnador de Chile, )', a4emás, haber vi,-ido en ellas seis añ~s atrás.. Otra dedaracil'·n dijo q _e _h abía víaj~do' asistiendo a; Enriquez un. caballero ipglés, Guill ,rmo Méditit, hijo de uh capitán de C()..ballos _del príncipe Roberto,_ que le serVÍ' a la mesk. y comía con él. * Mu cho se interesó Enríquez en que "1 vir:rey le ~ye:ra, no cozisiguiéndolo, escribió en un papel. graves noticias. * La Real C: mpañía delcomercio d~ I~gl~terra había obligado al re r a c_onéederle la lí~enci~ que tenía pedida qesde 1663 para exp!or~.r y deEcubrir las cestas, puertos y .radas que cir6undan el sur y norte de los estréchos de' 11agallanes y de Aníán,

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T~das e8tas notici~s, ~ el Archivo de' bdias, Audiencia de Lima, bajo N. 0 63.

Testimonio tle los autos hechos sobre averiguar los desígniOs del enemigo inglés que mó w~ta· con una f ragata sobre' el pÜerto' de Viudivia p~r iicíembre de{ a1Tu 1670 y diligéncia~ ~chás eÍt esta raz?n' con' u.nos ingleses q,pre,sado. que vínierún en ella y remitieron a esta ciu,dad con los autos d,e ,los GobernMlores d~ Chile y Valdivw" Otros papeles sueltos sobre la misma ,¡Audié1cia de'Lüna" leÚjo'N.º 72. Por lo general, se ha cÜnsignado datos equivocados' S'.)bre este ' incidente. Mendiburu y otro~ copian -\e Aked~i°Herrera (véase más adeiante) que el barco' irtglés : presetltÓ. bafalla,, es decir que u expedición' era guerrera. * Carta de Carios Ennquez Cleroue al Con e de Lemas, virrey del Per6, sobre las' proposiciones hechas a Carlos II de Ing1aterrá por a Compañia de Cowércio en .daño de su' S':· L. y de sus reinos .de ' Aln~ica. (Manuscrito, co ia de la época); BibÍioteca Naci&ial de' Madrid, · Sección Ms;, nº 2341, folio 143. ~\.

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(Cón el obJeto ·de abreviar las distancias en el comercio de Japón, Chma ;y .el resto del oriente. Ofrecían estos mercaderes dos millones de libras es• terlinas, aparte <le otro dinero que iban a .d ar los reyes de Suecia y Dinamarca :Como 1nte~esados -e~ ·d~cha compañia Era creer~cia general que 1a paz entre España e I~gl~:üe1:r~ .duraría po,co. La o,cu~aciÓn de u~ puestq '.Cerca de Magallanes imp1~c~fa la ca da de V;:,Úivia v ést~, el saqueo y la ruina <leí Call~o.· Coafiaba~ ~n la toma dE:. Valdi~ia,' lla~e de Amédca Meridional, po~ su lYo.ca y .mal contenta guamÍción, c~si si~ p~stilnentos:, y con fortificacioneS mal trazadas. Valdivia era para el sur, lo que Pana~ má era para el no~te de Am:'.rica. Téngase ~n cuen~a qU:e ror esta: misma !época ·E nrique Margan asolaba Panamá. No era, según estas ~oticias, misión de g·1erra la de Enriquéz. ·T raja ·6rden,es de regalar a lo:s descontentos y a los indios para lo cual esta]:>a pro~ visto de 12,000 reales en dinero, hachas , cuclillos, machetes y otros géneros . Había corrido. de España ~ Ingl~terra la noticia d~ 'ios tumultos en 'Chile en la época del Gol::¡ernadÓr D Fr~ncisco de Menese~, noticia p~oba­ blemente ·,e xagerada: Por eso? E nricuez, des ués' d~ esta~ pr~s·~, preguntó por ·Meneses, a quien alegaba haber conocic.o muchas afíos en F1andes, p.gregando en el pr.ocesp que el misrr o r~y de Inglat erra también había estimado muchQ el val r desplegado por Meneses en dicha gu~rra, Colocado Enriqttez maliciosament~ en la misma hab~tación con un ctiado de Menes~s, preguntó por amigos de f., por su esposa doña Catai'ina, de la ·cual conocía la fama de su hermosura. Por fin, escribió a doña Cata1ina una carta ~n estos términos: ~' Señera mía , ni la ~casión ni e~ tiempo dán lugar a significar a Vmd. más razones de las qui:'! el portador podrá dar a Vmd a qqien me r~mito porquf dejo a Dios y al tiempo lo demás que se 0 e ofrece: Nuestro Señpr guard~ a Vmd. los años d~ llll desea1 ·. Obscuro y novelesco como aparece eStf episodio , a1gunas luces arro. ja soqr~ él el conocimiento de la vida, riesgo y desventura de Diego Diu;. nisio de Peñalo~a y Briceño: Por eso, en aras de la qaf.~dad, -es preciso ~hC!ra decir alg0 acerca d~ est~ qn inal ayi:nturero. '

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Don Diego Dionisia de Peñalosa y Briceño se jactaba de haber nac'r~ •¡io -en. Lima en 1,624: Su enemigo e imitador el marqués de ·Varinas dice, sin embargo, que nació en Santa Cruz de la Sierra. Esta segunda vers ión paree~ más verosímil, por el hecho de que la fam'ilia él.e Peñalosa esta:. ba radicada ~n La Paz, territorio de 1a Audiencia de Charcas. El abuel~ de · Diego Dionisia, don Diego de Peñalcisa, se había 'trasla~ 'P:ado al Perú con el virrey marqués de Cañe te, llegando a ser capitán de

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á'ttílfería y veedor de fas fábricas reales del puerto del CaTlao. * De su padre, D . Alonso de Peñalosa, la ii1dagatoria remitida por el vi: rey del Perú , a insta.ncias del Consejo de Indias en 177 1, dice que no ocupaba puesto alguno y que no era sino un " afectado cortesano", viejo ya, de edad de 15 años, que vivía en La. Paz, pobre de dinero y parientes y con dos hijos, más, en Cochabamba y en La Paz, este último clérigo presbítero. Diego Dionísio contaba, cuando fué '1.echa la indagación, con otro pariente cercano, su hija <100&- Aldonza, casada con on J a cinto Gutierrez de Escobar r "mozo de corto talento" que asistía en La Relaja, en medía chacra de su propiedad, Una hermana de doña Aldonza había muerto ya en. 1671 Brillante imaginación mostró Diego de Peñalosa años más tarde para adjudicarse un abolengo ilustre, y no fui.\ más modesto en lo que a su propia persona se refiere. A los quince año ', según él, fué Regidor de La Paz ; después; Alcalde ordinario por dos veces y, en tres ocasiones, Justicia -Ma yor de la misma ciudad. Levantó a su costa dos compañías de infant ería: para el socorro de Chile y una de ochenta hombres que llevó en persona a la guerra contra los indios chunchos. A poco fué nombrado capitán de caballería, gobernador de la provincia de Omasuyos y Alcalde ordinario de la ciudad del Cuzco, adquiriendo , p r último, el cargo de Alcalde provincial de la ciudad de La Paz por el precio de 50,000 escudos. * En cuanto a la causa de su salida del Perú , dijo en la Corte francesa que en 1652 una querella con el hermano del virrey conde de Sa!vatierra le llevó a España; pero que su barco nc;.ufragó en Paita y que, después de haber sido víctima de otro naufragio, hubo de visitar a su pariente don Alonso Briceño y Córdova, obispo de Nicaragua. * Bien reéomendado por e1 obispo, habría vÍajado Peñalosa a México, en espera de · dinero del Perú. El virrey, duque de Alburquerque, le habría obligado a quedarse en México, dándole el mando de dos compañías. En 1655, le habría conferido el de t oda la infantería destinada al socorro de la flota del marqués de Montealegre, refugiada en Veracruz De Veracruz habría pasado Peñalosa por orden del virrey a La Habana, con la misma infantería para cooperar en la defensa de dicha plaza, residiendo allí once meses. Al regreso, el duque de Alburquerque le habría nombrado alcalde mayor o Gobernador de la provincia de Xiquilpa, que comprendía tambíén el gobierno de la prc,}Vincia de Chilota

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Instrucd 6n del Marqués de Montesclaros, 15 de abril de 1608. Biblioteca Central de Marina, Madrid. Colección Navarrete Ill, N. 0 50. * Cédula de 30 de dicíerrtbre de 1671 y su respuesta, Archivo de Indias, Audientia de Lima, legajo 72. * Pierre Margry. "Memoíres et dacuments pour servir a l'Hisroire des origines íran<:ais des pays d'Outre Mer" París, 1879, tomo 111, págs. 39 y 44.

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Otros puestos habría ocupado tambien . F inalmente (y de esto sí que hay comprobantes) en 1660; el virrey conde de Baños le confirió la gobernación y capitanía general de Nuevo M éxico, por quejas habidas contra D . Bernardo Lopez de Mendizabal.

Gobernador de Nuevo México y Penitenciado por la Inquisición. En Nuev?~ 1~ico estuvo Peñalosa t res años. Se jactó de haber he- ' cho entonces la guerra de los apaches y .de haber fundado varias ciudades. También llevó a cabo visitas a las provincias de su gobernación e hizo padrones de naturales; documentos éstos que llevó consigo y que, como ha de verse luego, lo salvaron en un crítico momento de su azarqsa vida. Refiriéndose años después a las noticias que Peñalosa propagó sobre la riqueza y fertilidad de aquellas tierras. decía el maestre de campo Júan Dominguez de Mendoza : "No ha falta o a la verdad, por tener conocimiento de todo el Nuevo México y hab r andado todo el reino h8;Sta las provincias de Sur y Moqui, demarcando todos los lugares del reino .. . ". Y agregaba . "Tiene individuales noticias del poderoso reino del Teguaio por haberse informado de un indio christiano de la nación Emes que estuvo captivo en dicho Reino y también las tiene del reino de la ·Gran Quivira y del reino de las Texas y también del Serro del Asul cuyos metales están ensayados y vistos ser muy ricos en oro y plata; y dicho Peñalosa quiso hacer jornada a dicho Serro del Asul , teniendo ya prevenidos muchos peltrechos y por las guerras de los apaches y otros accidentes no lo ejecÍ1• tó".

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Bruscamente cayó Peñalosa en desgracia. Según él, el motivo fué la prisión en que tuvo por ocho días al comisario general de la Inquisición. Acababa de regresar en 1664 Peñalosa a la capital del Virreinato, con el propósito de obtener la concesión del Virrey para la conquista del ~erritorio vecino a Nuevo México, cuando fué apre.<>ado por orden de dicho Tribunal de l.a Inquisición. Treinta y dos meses duró la prisión. Sus bienes fueron vendidos por ínfimo .precio y él fué declarado incapacitado para servir nin- . gún otro gobierno de Nueva España, y fué además condenado a pagai 51 ,000 escudos de multa. E n el relato de este decisivo episodio de su vida, si Peñalosa mintió, fué en lo secundario. Consta en ·el "Diario de sucesos notables" escrito por el licenciado D . Antonio de Robles que el viernes 3 de febrero de 1668, Peñalosa, a pesar de su rango de gobernador de Nuevo México, salió en auto de fé " por sue1to de lengua contra sacerdotes e

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Archivo de Indias. Audiencia de-Guadalajara. "Expediente sobre la conquista de ;Nuevo Méjico". 1639 a 1686.

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3ó tnqµÍsÍdores '.; y por decir "dispanltes que to~ab&n en b1as!em1asH. Agre~ "Sal~ó ~n ~uerpo ~~~~ lo te~ía rn,uy bueno) vestido de tercio~ pelo neg:i-o : el pelo (que ~ra propio y <:rec1do) n;iuy peinado, las medias arruJ gadas;· putios de punta~ de F1a~des muy grande~, que par~ce ~e cotnpuso p~Qp6sito', ~Í~ capa ni s'ombrero , con vela Ve;d~ en 1a mano~ , éausó mu~ ~ ~ _l ' • ; ~qa lást~a''. * Robles escribió su diario hacia l 70Q, ~s decir treinta y do~ afios despué~ ·y pe9a, por lo g.eneral, de somero en 'su~ n9tícías' por éno n:!sulta más interesante la ex'tensión que a este auto de fé dedica, na1, ~ "' ~ . . ~ . ' • rrand~ <;óm,o i~a a~ lado. 1le Pefíalosa ti'1 Fernando de Tolosa, cirujano y quién era éste. Se prueba pues, la honda ÍtY(pre·dón que el su~eso dejó , ~~Cau~ muchá. lástim,aÚ, , escribe a propós.ito de Peñalo~a · y seguramente no ÍgUoraba al d~cir estas palabras, que se refería un ~nerµigo de España. H;ay, otro: dato a<:,eréa de la V.asta difusión que la desirada de PeñalQsa, alcanzó, , El m,arqué~ de 'Varinas, al menGionar a ' este aventurero , bi,::n S17~dó d~ r~.v:~\ar. que ','.la · lnquisicÍÓl de Méx co Castigóle con. un~ ve1a ver.de y, con wia .soga a 1a gargant a en el convent o de Santo Dommgo, siend~ v~rrey e1 marqués ' de Mancera".· * ' ' ·· . · . Profunda ~J:ItPresión causó. en Peñalosa 1a hu millante ceremonia . En el mismo añ.o de 1668, pasa\Ja· Veracruz y de allí a La' Habana., Según t \ .... él, esper.6. ent<mces notícía~ y dinero del Perú en .rano, a caw:;a de 1a persecudón d~ los ínquisídores. · ·· · · · ' · :$n ~66<J, ap;areció en éanarias, rompiendo c.on 1a C,ostutnbre de los. yiajeros qu~ ento~ces iban d~ América a Españ· . En Canarías cambió de rumbo y, se dírígíó a Lon&es . Explicó a SU$ parÍ:ent~s má$ tarde este viaje, con débÍles razpnes '.. 1a dificultad d t ener notícías de sus familiares , el temor a c.~rsaríos. berberíscos y la poca frecuencía de com:unicadones ~n~t:. ~ :tt-ení~su1a y, Ga~arías . * Fácil es con, eturar ; a l:a ~uz: de sus acfoS. posterÍores , que esfa VÍaJe estaba Ít spÍrado tn un plan tan prot€1"VO Como audaz , . ,. . . . . . - . , ,

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Los fotorttí.e$ a! eniba)ador español conde de Molína a su gobierno, Perm~te~ seguir los pasos del aventurero peruano en la corte londinense.' Ya en febrero de 1670 dÍó señales de acbvÍdad, acercándose 'a los mer~a•

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'-'Dfa.rio de sucesos notables'!, 1665. a 1 ~03. "Document os para la Historia d© Méjico'', 18S3. '\ro!~men' IL · ' ' ·· ·" · ' ' '·* ·~eotección dé doeurr!entos_~éditos. publicados ~ot; la I¡teal Academia de la His· toria 2ª, Serie, voL XII, memorias y cartas de dor Gabriel F .rná!i.dez de Villalobos, marq~és de VarÍn~s. · · · · *. Cartá de Peñ_alosa a su familia, en febrero de 1670, desde Londres. Archivo, d~ indfas, Audiencia: de Liina, legajo N. 0 73.

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31 deres interesados en la navegación y comercio d~ . Indias. De allí, pasó ~ la Secretaría del Consejo y , por ese conducto, a la amistad con el minis: t ro lord Arlington, con el príncipe Roberto, con el duque Cle York y. con el rey Aquí no se trata ya de fantasmagorías de advenedízo arÍibicÍoso; sino de Hechos doncretos, en detalle y con alarma corrtuni~adbs por el embajador éspafiol a. su gobierno. Pronto Feñalosa denfostró tenef una hotgada pósición: Et dinero 16 recibía a caill'bio .de noti~ías ; planos y, memorias at'erf;á de , la fuerza, elr .-armarrletfü\ ta. pobtabón, la~ duCiad~s .' ·- ··r • .-. , . y otró¡; datos concernientes a~ las coton :.as españolas en América.. . Alegré y licenéíos,é!- era la co'r te inglesa en aquella éppca. El período puritano; llamado , el "C3rnn F uego", guedq,f)a atrás; en el recuenio, como' un suceso inéréíble. Competían en, luj o las mansiones de ia gente rica; aglom'erq.das e11tre la . City y Whitehall. Estaban de moda Sir Cris,t opher Wren el arq}.litect , WÜiiam Wycherley el éorried1ogl-afo, Bárbara VinÍers duquesa de Cteveland, fa cortesana . __ A !a vinl.er~ reemplaz' a rÍa pbco t,íéiri~ . • -,_ , t 1· 1r \ po después Louise de Kerolialle. En ,el tea,tro, deslumbraban Nelt Gwyn 1 y Moll Davis. .A Nells por esa époºca la recib ieron hostilm'ertte en Oxford, creyendo rrue ha la .KeroÚalle y eÚa sé asi:nnó' sonriente á la ventai';'a de su carruaje para ex:Clamkt "Buena gente, os é'quivocáfs, yo soy la pros.:: titutá: pr9téstanW". :Qentro de aquel arri:biente que ponía. todo su .én..: fasis én la gaiant~ía, la nota e.Jtótica era .consideriidá maraviÜos~ . Pro..: <lucían sensaéión las; personas que podían jaétarse de poseer papagayd~ mon 0 s. Exhíbir un negro e.s clavo era ya llegar á )o é\ilminanté de la aé.: tu:alidad, la tubercµlosis o la nemnonia . inip laéables én és'a época con io¿ negros que . di;:sa#aba,n el frío clima ipglés; acabp,ba pronto ~Ón, ésé privilegio . Tal fué el' ambiente en el cual .vivió' Peñalos'a . . No' és aven.: t urad9 suponer que f11é propicio para .sus planes. . , Fué enton_é.es éuanclo se pi;~paró la éxpe<;lici?n qu~ l~evó, .á ·Em;iquez. ~lerqué a la costa de Chile. Pa 'iero:r dos barcos, uno, dé los cualesc no llegó; pür é:ontratiempq's el} su naveg¡¡,ci Sn, a .atravesar él estrecho de M~­ gallanes. La misi,ón d~ -··· -E nrique9 Clarqu.e e~'a·"' té]-1 vé~ dé réconÓci~i' ~to , ., i ' . ..,, , ·¡ -. ' · , ' ,. · · q información, . tal vez mái:; amb,iciósa. Una cq.rta, qe;l abate Bernou en 1684 reconoce la intervención del peruan o en ella, hablandü' dé . un enemigo suYº: "'Censura qt1e por inst1gaéión suya hubiera enviado rey de • glat~rra µna expedición, que fué 1 est echo de Magalianes .al mando dti Mr. Narborough con objeto de apoderarse de Chiie y que fracasó " *

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* Correspon:dencia del e~bajador conde de Molina. Archivo' de simancas. s;c~ ción 69, Sécretaría de Estado, 99· , . *·. -Ad~lph~ Rob~rs "Sir Henry Morgan, bucca~eer and Gov~rn:or". Londres, ,1033. , . * Be~noua Ren:au<lof; Roma, 29 d~febrero' & 16S( En' la pág: 73' dei tomo' III <le Iá obr~· de Matgry.

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El conde de Molina denunció además otros planes de Peñalosa. Uno era la ocupación de Habana, Panamá y Santo Domingo, debiendo ir a esta última isla un bajel con trajes y banderas españolas. En aquella época, como se ha dicho, Morgan atacó y ocupó Porto-B elo y Panamá. Dichos sucesos, no cabe' duda que tuvieron no sólo la aquiescencia sino el apoyo del gobernádor inglés de Jamaica y, por lo tanto, de la Corte inglesa. No hay, sin embargo, prueba alguna, aparte de lo que puede suponerse acerca de la inter'l,(eu.dón de Peñalosa como inductor de los golpes de mano de Morgan. ... Tal vez el mal resultado de la expedición a Chile, tal vez otras causas , ácabaron con el auge de Peñalosa en Londres. El embajador español. viéndole pobre, hizo que el cónsul le prestara 250 patacones (25 libras es~ terlinas) con escritura y otros requisitos, para poder luego hacerle apresar por deudas y conducirlo bajo partida de registro a Flandes que era, en esa época, territorio español. Ya iba a cumplirse este plan, cuando se prod ujo una fo.tervención salvadora. Según el embajador, fué la del propio rey Carlos II. Peñalosa, en carta al nuevo embajador; marqués de Fresno, dice que fué la del comerciant~ Enrique Slingesby El marqués de Fresno, después de ridiculizar los temores de su antecesor, consiguió que el rey ordenara a su secretario, conde de Arlington, hacer una notificación a Peñalosa para que no entrara en la corte. Luego, ofreció su auxilio a Peñalosa. La miseria era la única compañera del peruano en ese momen· to, "Viéndome ~dice Peñalosa en una pintoresca carta al marqués de Fresno conservada como las de Molina y Fresno, e el archivo de Simancas- desafuciado en el crítico término de cuarenta meses, sin tener en un abismo de necesidades a qué volver los OJOS, empeñadas todas mis alha-· jas y ropas de vestir exteriores y aún interiores; gravado de otras deudas contraídas para alimentar la penosa vida tan parcamente que parece me ensayaba para anacoreta ; cerradas las veredas del remedio en lo humano, pues no lo era cansar a un rey extraño pidiendo cada día ayudas de costa; sobre haberme dado S.M. británica (en cuatro meses) mil y setecientos reales de a ocho, quinientos la primera por mano del conde de Arlington, ciento la segunda por la niisma, ciento la tercera por la del conde de Salisbury, gran canciller y un mil la cuarta y úl ima por oficiales reales de la Corte. Rozar los amigos tampoco era raz 'n, debiendo a D . En- • rique Slíngesby 250 patacones (que pagó al conde de Molina cuando por esta cantidad me hizo arrestar) con más las costas y otros 50 reales de a ocho que antes me había prestado este caballero. A D. Pedro Coleton .no podía ocurrir porque, fuera de deberle cincuenta pesos, estaba ausente. Estos son, señor, los amigos ingleses que he tenido (: otros caballeros que :no he ocupado porque me parecían condes de Molin- )".-Para abandonar J,ondres tenía Peñalosa dos obstáculos. "La primera, la salida de la casa;

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debiendo a 1a dueña de ella "30 libra. esterlinas de comida y aposento, -Siendo esta cantidad todo el caudal de t. a pobre mujer que vive de lo que la continua tarea de la labor le rinde c. segun< a. falt3.rme dineros para las costas del viático. Impiadosa ignonncia sería creer que nos dá Dios ·en mayor número males que bienes p o sólo vemos más veces afligidoo que prósperos. Ocurrióme para la prime decir a la casera que quería ir a di· -vertirme al campo por algunos días J que para el seguro de mi de uda ha· ría una obligación y tllrfía en rehem s unos p<peles que por n1ngún precio dejaría en empeño. (Dice Fresno e una anotación marginal: "Los más son visitas de las provincias de Nuevo Méxi\ o y padrones de los naturales católicos y muchas cartas de corresponder cia con caballeros a'fnigos")Contentóse al parecer y para la segm1da y a costa de la verguenza, que Pe· dir quien ha tenido y está acostumbrn lo a dar es hazaña vergonzosa, ped1 al Embaj ador de Portugal D . Francisco de l\ Ielo en seis renglones de un billete, media docena de guineas y i..sando de la galantería de su nobleza , me las envió con don Diego de Brito su cabal erizo, acción que estimé mu· c ho porque le he tratado poco. Aquí conocí que hace nada la constancia en acompañar al hombre entre la pr >speridad , si en la adversidad le deja s olo, pues sin lengua, criado ni más e Jmpañía que yo mismo, resolví y eje· cuté mi partenza; salí de Inglaterra ro sé si lo creerán los que lo. afirma· b:;i,n imposible porque hay entre ellos llgunos de tan poca fé que aún dudan de r¡ue hay Jesucristo, si bien la cor v·eniencia les compela a afectar la hi· pocresía". * El marqués de Fresno auxilió a' avent urero después de su llegada a Calais y rendidas lisonjas le dedicó l.Ste en pago, en la carta citada, que tiene fecha en ese puerto, el 22 de j r io de 1673. Allí decía también que s u ambición consistía en poder ser ·ecibido en la Cartuja. "He resuelto habit~r en los bosques" "En a t el desit ·rto quiero pasar la carrera de la vida con librea de a~acoreta, < ·e en fie stas reale no será la menos vistosa". Como testamento, antes ie enter rarse allí, pedía al marqués de Fresno dos cosas para cuando, ce lO era se guro, el rey lo nombrase vi~ rrey del Perú: que honrara a Jacint Gutierrvz de Escobar, su yerno y a D . Andrés de Peñalosa Briceño, su l ~mano, ,ue pagase 30 libras a doña Juana SevenhauE en, la casera de su lojamie ito en Londres o a su hija del mismo nombre. Pero antes de e os favor"s, quería otro la ayuda pa~ ra su ingreso en la Cartuja. Ardía ya en aquella época la gí. rra de I spaña y Holanda y Austria contra Francia e Inglaterra, rota la p z de Aq uisgrán. Precisamente, más o menos en la fecha en que Peñalos escribía 1quel1a carta, los franceses 1

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Archivo de Simancas, legajo citado.

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fugtahan la rendíción de Maestricht, una de las m is poderosas e ímportantes fortificaciones de Europa y las. escm dras com binadas francesa e inglesa sostenían diversos. combates con la ·scuadra holandesa de Ruyü~r ~ que defendía la flota española de Indias.

Con Académicos, Abates, Ministros y Navegantes en París E'n· vez: de entrar en la..~tu)a . Peñal< .sa se fué a Paris, Alli, en la' Corte, Iogró la amistad del antiguo goberna. lcr de la~ islas Hyeres, Cabart de Villermont, Asi pudo relacionarse cor académicos, abates y ministros . Se hizo llamar conde de Santa F é y usó hábito de Alcántara . Se casó con: una mujer francesa hacia 1673. Entre las personas que más le trataron y ayudaron cabe mencionar a los redacton-s de la "Gacette de Francía" y del "Mercurio Galante", al ab: te Eusel: io Renaudot, académico y orientalista, al abate Bernou, (a tra\. és de cu_-< s papeles con serva-· dos en la Biblioteca Nacional de Paris, fonc'o Claírambau lt, tomo III, se ha podido reconstruir todos estos hechos,) a monsieu - de Cailleres, diplomático de actuacíón destacada en la paz de Rynswíck. y a Mr Moret. Visitó Peñalosa entonces los salones famosos dd príncip t de Conti , del cardenal D'Estrés y otros. Por esa época presentí una r el lción acerca del descubrimiento del reino de la Gran Quivira, en Nuevo l\l éxico y dió a conocer un pomposo resumen de su biografía y de su lina je por el cuaI resultaba descendiente de Pedrarias Dávila, de Die~ o de Oc<:impo y de Pedro de Valdívia. A su abuelo , capitán de artillería lo hizo general de artillería del reino·; y de veedor de las fábrica8 reales del puerto el Callao que había sido, lo convirtió en alcalde o gobernador del Callao. De su padre, dijo· que habh sido maestre de campo de infantería , comandante de frontera& de la Audiencia de Charcas, gobernador de .\ricaxa _· Arequípa .. Acerca. de lo que refirió de su vida, se ha hablado ar teriormer te.

:E:f Prodigioso Reíno de Quiviría El cfocum:ento que Peñafosa prernrrtó sob ·e el deseubrimiento del reino de la Gran Quiviri'a aparece escrito por el J F r Nic )]ás de Freytas, det O. de Sar:i: F'rancisc·o. N'o es difícil suponer e ·e fué fr guado por Peñalosa, si bién el P Freytas existió re;i.lmente. St. trata de un viaje maravi lloso, como páira despertar fa codícia del mon lrca francés. La expedición' nabría saiído el 2 de marzo de 1662 de Santa ""é, capítal de Nuevo México,. compuesta de Pepalosa, e1 P . F•. Miguel de G evara, gt ardián del convento de Santa Fé, Freytas, 80 españoles y algu 1os extra 1jeros avecínd;i,dos,. llevando a Miguel de Noriega como capitán y Tomé Dominguez de Mendoza como maestre de campo, con Fernando Durán y Chaves y Juan Lu-

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Sr. Dr. D. Andrés Eloy La Rosa Ministro de la República de Venezuela en el Perú Miembro de Honor del Instituto Sanmartiniano del Perú.

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cero Godoy como sargentos ma ,rores, m &s mil indios infantes. Bncciíl~ :traron los expedicionarios la famc-;a y magnífica ciudad de Quivira, fueron bien recibidos por sus moradorc , obtuviffon noticias prodigiosas acerca de s·1 riqueza y, ya de n oche, se retiraron a su campamento a descansar., con el propósito de entrar en dic h a ciudad a la mañana siguiente. Pero 1on indios escanjaques enemigos de Quivira, saquearon e .incendiaron la ciudad durante.. la noche, por lo cual hm-e~on su s moradores. A Peñalosa - , excep to combatir y extermiy sus acompañante$ nada les quet ó por haeer nar a los escanjaques y volver a Santa FE: . Al cabo de cuatro meses, un caci::¡ue y 700 indios llegaron a Santa Fé p ara agradecer a Peñalosa el cast igo de los escanjaques y dieron nuevas noticias sobre las grandes ricas ciudades de tierra adentro, el cacique traj ri en esa ocasión un mapa de la reg10n. Peñalosa, deseoso de esta m.eva conquista, había dirigido en 1663 un memcrial impreso al rey de Españ a acerca de todo esto, sin obte· 11er contestación. * P almaria como aparece la s1.percherfa de tal relato, hay que to·m ar e n cuenta los rudimentarios conorimientos geográficos, las difundidas fantasías, el sentido de lo maraville>so, propios de aquella época. P eñalosa había , en realidad, inventado mt. v poco o rasi nada. Su relato se apoyaba en las noticias anteriores de 'rancisco Vasquez Coronado y Juan de Oñate, dadas en 1605 sobre el n no de Q·1ivira. Cuando el gobierno e'S·11añol, al saber los phnes de conc uista fopnulados por Peñalosa acerca de e~e reino quimérico, ma'.ld6 .:tbr ir u na información al respecto, tanto Fr. Alonso de Posadas, O.S .F., procuro dor ger eral de la Orden en la Corte y antes custodio habitual de Nuev< \1éxico en el tiempo de la gobernación de Peñalosa y además misionero r cr diez a ños en aquella región, como Fr. · Nicolás L opez, como el m aestre de campo Juan Dominguez de Mendoza, 'l.ludd.o por Pefüllosa, aceptaron 1 existencia de la Gran Quivira. En vez del desdén o la burla , se nota en llos la al trma. " De poner por ejecución dicho Peñalosa su intento, se pu 1en tem<·r muchas ruin as en esta Nueva España, por ser aquellas tierras l 1s m 3.s f1:rtiles y abundantes del Nuevo Mundo" dice Dominguez de Me doza, el maestro de campo, avecindado d urante luengos años en la región v a quie n el P Lopez recomendaba en su empeño por explorar precisarr~nte dicr o t erritorio y " juntamente re~

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* Biblioteca Central de M arina, \fodrid, to1 10 XXVI!, N° 20. Biblioteca Maríti• ma de Martín Fernández de Navarrete, ti mo II, pág 506. Jhon G. Shea, "The expeditioit oj Don Diego Dionisia de Peñalosa in 166! by Nit oh s de Freytas, with an accóunt of Peña:losa's proyects". Nueva York 1882 .-Ces reo Femár fl ez Du~o, "Don Diego de Peñalosa y su descubrimiento del Reino de la Gran Q1 iira 1', '' M emorias de ia Reai Academia de la Historia" tomo X, Madrid.

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.. conoc·e r fas riquezas de la Gran Quivira y d 1 reino ee los Texas 1~. * L&:s &xpediciones para descubrir el reino de Qui ·ira , asi como los reinos no me~ nos fantásticos de Cibola y Teguayo, dunron hasta el siglo XVIIL No· fué antes de 1.778 que la desluml:lrante kyenda em pezó a desvanecerse_ Muy atrayente fué tam )ién el mito de la "(_ mdad en --rntada" o de los Césares,, que se suponía existiera aI sur de Ch Je, por olira quizá de los sobre-vivíentes de la expedícíón de Sarmiento de Gamboa o de los sobrevivientes. de· una de Ias ciudades es];J~las que fue dn asoladas por los araucanos. Era vnz muy extendida que'"'gentes blanca::; µoderos<s y civilizadas habían poblado el ínterior de ese territorio tan poco conocic o entonces, sin querer o sin poder reiacíonarse con Ios demás e. J:tñoles. Precisamente con los moradores de aquella cíudad encantada cor <.ron mu ~hos de los planes elaborados por Ios ingleses después de la époc· de Dra1 e para sus incursiones en América. La relación presentada por Peñaiosa sobre el descubrimiento de la Gran Quivira estaba acompañada por un p m para ccupar dicho t erritorio. El pfarr no gustó. Peñaiosa presentó con f<rch a 18 d enero de 1682 al ministro de Marina, marques de Seigneiay o•ro plan ¡::ara el establecímíento de una colonia en Florida , en la desembocé dura del río Bravo, para Ia ulterior· conquista de Nueva Vizcaya por los f 11ibusteros, después de Ia cual podría sobrevenir la sublevación de los in hos, n eg""os, mulatos , mestízcis: y criollos de América. *

Acababa de firmarse entonces Ia paz ntre Francia y España y ella impidió la inmediata ejecución del proyecto de Peñalosa que,, esta vez ,, fué: bien acogi·do. E stímulo y, a Ja vez, obsta 'Ulo p ar~ Peñalosa vino a ser fuego et regreso del marino francés La Salle Yerificado en 1684, después de fargas y penosas expioracíones por lo:; ríos territorios de Illínois, Ohio, y Lousiana. esta última bautizada en 1682 en mo de es•)S viajes por el propio, La Salle. · Se entabió en tre La Salle y Peñ. losa um. competencia para lo-· grar eI apoyo de Luís XIV. Renaudot se eciaró p( r La SaT!e y er abate Bernou por Peñalosa, en tanto que Gabart de Viller'Ylont oscilaba,. procu:t-ando quedar· pien con. todos .

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Reates cédufas dé fO de diciembré dé 1678 " de agos .o de !685, pidiendo· foforArchivo de Indias, Andiencia de l\Iéjico, Registro de oficio> "!/ partes; Reales órdenes a las autoridades y .partícuJ rl's 1678 a 1685.-''Varias piezas correspondientes al Real Orden", Academia de la Histor 1 de Madn 1 tomo 11 I, A. 124, E 23,... gr. 5.-'.\{emoriales de Lopez y Dominguez de. M end , Archiv l de Indias, Audiencia deGuadalajara, legajo N°. * Margry, recopilación de documentos citada, orno III, vág. 44.

ín'e sobre el reino de Quivira.

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La Independencia de América

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En enero de 1684 fué presentada al rev una nueva propuesta, con dos alternativas. Una era ir a Nueva Vizca yg, con doc; barcos y con 1000 o 1200 filibusteros reunidos por el gobernador de San .o Domingo, si era po• sible bajo el comando de Grammont p or e prestigie que entre ellos tenía, acrecentada de~ués de su @ente saqueo del puerto de Veracruz. Como jefe principal y director de esta empresa s.e proponí t al "conde" de Peñalosa y como garantía de fidelidad se presentaba el hecho de que iría solo entre tantos franceses aguerridos. Además el comá.ndante francés podría "dar orden de ahorcarlo en el primer árbol si falta a cualquiera de las ofertas que hará". En cambio, se pedía para él, el título de gobernador del territorio que fuera ocupado. La otra alternativa e a la expedición de La Salle, desde el fuerte de San Luis, con un ejér~ito de indios y doscientos franceses, también hacia Nueva Vizcaya Al mes siguiente Peñalosa presentaba una nueva memoria, recalcando cuán útil y factible era el proyecto. Pánu, ·o no pod n a resistir la arremetida de los filibusteros que habían capturado y saqueado Porto Belo, Nombre de Dios, Panamá y Veracruz. De Pá'luco habría que marchar hasta Durango, capital de Nueva Vizcaya, no brtificada apoderándose de ella y de las minas del Parral y de las otras próximas. Luego la expedición debía dirigirse hacia Culiacán, empresa que reputaba fácil por no haber las fortificaciones y casi ningún español. La conquista daría, aparte de sus provechos y ventajas, ocasión para realizar ur proyecto secreto del "conde" de Peñalosa "Por medio de cartas a los criollos, sus parientes y amigos, hará sacudir al yugo espafiol en todl ese gran país y reconocer la autoridad de S. M. sin necesitar para mantenerla má. que un destacamento de cien franceses que piensa enviar con ccmandant..; de la misma nación. Los criollos principales que tienen señoric en el m smo país, le acu dirán asi que reciban las cartas, deseosos de rec.bir de él gobiernos particulares y títulos honoríficos como, por ejemplo, la erección de sus propiedades en condados o marquesados, cosa de que esas gentes se pagan mucho Será necesario al biten resultado que asi que hayan llegado los franceses, publi._ que el conde de P efíalosa que S. M le envía a libertarlos de la opresión de los "gachupines" sus enemigos y de ellos, y que prometa en su real nombre a los criollos que quieran permanecer en la tierra y prestar el juramento de fideli dad, que los tratará como a naturales súbditos y regn colas y que muy lejos de autorizar actos semejantes a los de los españole:, les acordará nuevos p rivilegios y disminuirá en una mitad todos los derechos que se pagan al rey de España, declarando al mismo tiernJo que dlseando S. M. usar de t oda clemencia con ellos, autoriza durante cierto t empo a los afectos al servicio de España que puedan retirarse con pasapcrtes a donde les plaz'.",

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ca y que S. M . concederá las tierras que abandonen a los criollos que tomen su partido. Otra declaración hará falta para conciliar la amistad del pu~­ blo compuesto de indios, mestizos, mulatos v negros cristianos, a saber que no consintiendo las leyes de Francia que ningún cristiano sea esclavo, S . M . concede la libertad a cuantos se hallen en este caso y no consentirá en lo sucesivo que los amos les obliguen a tn bajar en las minas ni en otra parte sin mutuo convenio por tiempo limita< o, ni qu( te:ogan derecho de vida o muerte sobre ellos, autb~ndoles a de l f el serv cio de los amos que no cumplan el contrato y presentarse al gob ~rnador general por S.M. e¡ue les hará distri buir tierras de cultivo como a lo<> otros he hitantes libres" Teniendo en consideración que posterio mente a' ITemorial anterior se había sabido que 800 o 9'00 filibusteros es aban en campaña contra los españoles y que era necesario disponer de ti mpo par l reunirlos, después se décía aquí cómo era conveniente hacer marchar a P{ íi.alosa a Santo Domingo antes de setiembre, época en que regresaban los filibusteros a causa de los huracanes : en Santo Domingo, Fefialosa escogería, junto con el gobernador en el curso del invierno, a los más ralientes v '.lptos para la empresa, redutando, asimismo, algunos bu caneros. ~e ·esignaba Peñalosa , en último caso, a un barco, con tal que pudiera transportar les víveres, municiones y armas de los cuales se daría re 'lción. I 1sistía mucho en el viaje a Santo Domingo pero de incógnito, con los pacte; es y patentes necesarios, acompañado de algunos criados y de cinco o ffis oficiales franceses amigos suyos que deseaban seguirle; y antc.s de pa rt r solicitaba la carta de naturaleza como francés "porque en lo s tcesivo se pueda titular súbdito de S. M . y tenga medios de ofrecer prueb< s de su c 'lo y fidelidad con el éxito de esta empresa' * En esta memoria de fe1:Jrero de 1684 ya se roponía la ejecución simultánea de ambas expediciones, la de Peñalosa y L de La Salle. "El último empezará durante el invierno a sembrar el es1 anta en 1 parte de Nueva Vizcaya que cae del lado del ria que ha desct:. b1erto y llegando después a Pánuco, el conde de Peñalosa, con su cueri o de filit usteros, penetrará más fácilmente según su proyecto hasta la mar del Sud v los dos jefes se darán la mano en la conquista, siguiendo las órJenes de N-. M., partiéndola en dos gobiernos" . . El ministro Seignelay había manifestado h conven encía de que ambos caudillos se unieran y por ello y también p. ra reconocer mejor los planes y papeles del peruano y parn dar más grand osidad a ,-;•1s planes, L't Salle recibió el consejo de lisonjear a éste. Ause ·te y pre ente debía loarlo, procurnr ganar su confianza por todos los medios y deci1 le siempre que no quería tener en la hazaña más partE; que la que el mismc Peñalosa le asig-

Margry, colección de documentos citada; tomo I 1, pág. 63.

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nara. Asi pudo conocer La Salle los P" peles de Peñalosa y rectificar mu· chas de las presunciones que tenía acerca de sus viajes anteriores y de los viajes que ahora proyectaba. Entre tanto, Peñalosa se exhibía c01 un lujo tal que no sólo su émulo La Salle sino aún su propio amigo el ab~ te Bernou. hallaba excesivo. Graves dudas suscitaba su capacidad y no pocos recelos y sospechas su lealtad.• Bernou, sin embargo, después de examinar lo, creía que "a reserva de alguna hipérbole de Ci}CÜnstancias" y reconociendo sus "continuas exageraciones", decía verdad. Tenía, además, informes de que "es lo que presume y sabíamos". "No me fiaría de su palabra, del conocimiento que tiene del país, de los pueblos, del trabajo de las minas, etc (escribía Bernou en Roma, el '11 de abril de 168.4) sin las informaciones que ha dado y que yo me he tomado el trabajo de compulsar, entre otras fuentes, con un libro de la biblioteca de Mr de Seignelay, escrito por un oficial del C'onsejo Ge Indias. También había aprendido Bernou a estimar a Pefrl.losa por su aptitud para conocer o avaluar a los hombres, demostrada en su juicio >obre Mr. de Villennont. Ello no obstante, Peñalosa era ur extranjero, un advenedizo y, sobre todo, el rival de un navegante franc~s lleno de glorias frescas, obtenidas en el mismo territorio que pretendía conquistar Las resistencias .que encontró fueron tenaces y poderosísimas. Por tin quedó decidido que La Salle marchara primero, resolución a• te la Cllftl Peñalosa parece ya resignado en febrero de 1684. La precaución de enviar a La Salle por delante era muy explicable por razones de ¡)atriotismo y de lógica; pero contribuyó al inicial fracaso de la aventura

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El Fracaso Sabido es que la expedición de La ~alle, salio de Francia en julio de 1684 y tropezó con las discordias de los nismos jefes, sobre todo entre La Salle y Beaujeux. Sabido es también qt.e luego cometió La Salle el error de creer haber llegado al río Mississipi, iue perdió varios navíos; que entabló estériles luchas con los indios, con sus compañeros y con la naturaleza. Sabido es, por último, que el final fué un horrendo desastre, que costó la vida a La Salle en marzo de 687 . Al conocerse en Francia la noticia y los detétlles de todo esto, cayó el crédito del ministro Segnelay que tanto había apoyado a Peñalosa y éste fué arrinconado y olvidado , como en los días negros de Londres des-

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Margry coleccion de documentos citada, III 75. Idem, id III, 75.

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pués del fracaso de Enriquez Clarque. Del rortesano cuya fastuosidad llamaba la atención en la corte dispendiosa de Luis XIV, nada quedó. En mayo de 1686 apareció en España recl amando el amparo de un deudo. Se atrevió con magnífica des'achatez a solicitar entonces la plaza de almirante de la escuadra que se preparaba a verificar la persecución de los piratas de las Antillas. Tan frágil no era la memoria de. la G,orte española. Una orden de prisión fué nespachada por el Consejo de Estado al gobernador de ""13.'trt'púzcoa, al & berse la noticia de su presencia en España. Logró escapar el perseguido y al año siguiente murió en suma pobreza en París. Con espíritu ceñuro, podría repetirse aquí la frase lapidaria del gmn Ranke: "Hay límit s hast a para la maldad humana" . Aunque frustradá y doliente, la \ida de Diego de Peñalosa impresionó a sus contemporáneos. Se tejió ura leyenda sobre él, fuera de España, diciéndose que era hijo de don Luis le Raro, primer ministro de Felipe IV o de una hermana de él y que haba sido virrey de Nueva España, expatriado por un pleito con el arzobispo de M x:ico. El aventurero español Gabriel Femández de Villalobos, marques de Varinas, de tan novelesca vid<t, fué, con el ejemplo de Pei1alosa, esoía y agente extranjero en España y también envió a Luis XI\ diversos memoriales y planes para la ocupación de América. * Poco más de veinte y cinco · años después ele la empresa de Peñalosa, el marques de Corpa pretendió repet rla. Don Mateo Ibañez de Peralta, caballero de Calatrava 'y marqu és de Corpa, limeño de hacimiento, conocido en la historia literaria como traductor de Quinto Curcio, estuvo en Londres en· 1710 y 1711, con dos re igiosos trinitarios y el secretario del conde de Arach, embajador de Austr i, en Madrid , proponiendo la ocupación de Chile por una armada ingles2 y el apoyo a un levantamiento de los indios araucanos y de los criollo Vivía entonces Europa revuelta con la guerra de sucesión española en la que tomaron parte Inglaterra Y Austria contra Francia. El marques d Corpa cuya juventud había transcurrido en la corte de Madrid, como n 1enino de la reina doña :-Iariana de Austria, tomó lógicamente el partido d ~1 preten 1ente austriaco en la guerra de sucesión y debió combatir en ese ejército hacia 1709. Anteriormente, en 1700, había estado en Chile, jur to con el gobernador de este reino, don Francisco Ibañez de Peralta, a qu en estaba ligado por doble vínculo de parentesco, pues era su esposa sot rina de dicho gobernador El gobierno inglés accedió al fin a las instan. ias del nu.rqu és de Corpa y dispusó el envío de una escuadra a Chile p 'ro la fin '1a del t ra tado de "Ctrecht

* Ver el tomo citado de la "Colección de Documento ' publicada por la Academia de la Historia de Madrid.

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impidió la realización de este pro ·ecto. M ás feliz que Peñalosa, consiguió el ma;rqués, años más tarde , la gracia de poder volver a España a reunirse con su familia. Sus planes ne fueron clvidados, en Londres, sin embargo, y años después, pasó a las costas a mericanas del océano Pa'cífico el marino inglés Jorge Anson con u na escuadra con el objeto antedicho. La dispersión que los temporales causaron en la escuadra y el rechazo que otra invasión inglesa por el norte c;ufriera, dieron al traste con tan ambiciosos proyectos.

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Vér sobre el marqués dé Corpa el 1bro de Amunátegut "Precursores de la inJepentlencia de Chile". Vol lI l, pág. 167 y siguientes; y la "Biblioteca Hispano Americana" de J. T. Medi.1a, Vol. 1, pág. 631. Mendiburu (Vol. VI foT "Diccionario Hist6rico-Eiográfico'', pág. 326, confunde lamentablemente esta figura y asevera, ignorando estas cosas, que se trata de "paparruchas". Para el enlace d los planes del marqués de Corpa con los de Anson, ver la obra de D. Justo Zaragoza 'Piraterías y agresiones de tos ingleses y de otros pueblos de Europa en la Améfica 11 1 Madrid, 1883.

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···············-············ Colaboradores a la Independencia Peruana

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EL DR. D. JosÉ

DE ARRIZ

v

lJcEDA

Bajo un espíritu selecto, liberal, grneroso y amante de la alta cultura, un gobernante colonial que honra a España, Gil de Taboada y Lemmus, y que, sin pecar de exageración solament e tuvo en los gobiernos hispano americanos de su época igual 1 yucateco, Virrey del Plata, :\Iariscal D . Juan José de Vértiz, reuniénronse los mas preclaros hombres de finales del siglo XVIII , que apesar de sus años de madurez, de sus altos puestos representantativos y oficiales, t uvieron el anhelo juvenil y o ptimista de los cambios políticos, el amor entrañable al Perú, al que desearon hacer conocer de propios y extraños en su enorme e incomparable esplendidez. Aquellos varones ilustres que formaron la Sociedad de "Amantes del País" fueron por antonomasia peruanos y por deber "peruanizadores" , . tuvieron la conciencia de su responsabilidad histéJrica no la revolución callejera, el motín de cuartel, el cambio, muchas vrces interesado, de banderas, sino el balance de las propias fuerzas, riquezas físicas y morales del pais, obedecer a la orden del filósofo " Conócete a tí mismo" ·o ímpetu inconsiderado, sino voluntad cons ~ iente ·no improvisación, sino experiencia, creadora, después la acción . "Los Am antes del País" sembraron el gérmen fecundizan te de n .:estra propi:i. lic ertad, vi1'ntos contrarios desparramáronle fuera del surco, sequías o llU\ tas inespt~radas detuYieron la cosecha de las espigas ópimas, pero la -cosecha llegó, fuera en la hora de San Martín o de Bolívar, podía aun, por cu'.llquier efímero fracaso militar, haber sido después, pero tenía que ser. Los Amantes del País poseían la confianza absoluta, como · intelectuales y a triotas puros, en la fuerza fatal e invencible de las ideas nobles. Reuniéronse en los Amantes del Pa s todas h s fuerzas vivas del Perú; no con "impertinente li era tura". El :onde Vi~ ta Florida, entusiasta reformador de San Marcos y , un día; a su ida a la enínsula en la que había de perderse para· su propia patria, ídolo de la ración, Pino Manrique, claro . magistrado, Pedro Nolasco Crespo, naturalist y astrónomo, José Ma-

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-43 :nue1 B~rmudM, el conocido éronis:a, literato y orador, Fray Jerónimo de Calatayud, José María Egaña que tan alt0 sitial ocupara en la iniciación tl-e Chile, El Pbto, Ignacio Castro, el ilustre Vic nte Mo ..ales Duarez, que pre'S idiera las Cortes de Cádiz, el "Padre Jerónimo", Fray Diego de Cisneros, Feo. Requena, el entusiasta y culto Gober'lador de l\faynas, el explotador y misionero Fray Manuel Sovreviela, Ber11ardino Rt:iz, erudito, humanis-ta y poeta, y junto a · esfos ~nen tes e spíritus, muchos otros olvidados bajo el anónimo de sus seudénimos forzado y dos abogados ilustres, que en -el futuro h'.1.bian de ser como lazo de unió-, de los núcleos Íntelectuales libertarios de San Femando, cuyo representación fuera el ilustre Unanue, y de San Carlos en Rodiiguez de Mendoza el Dr. Francisco de Arrese y "Layseca y en el Dr. José de Arriz y Uceda, ambos destacados catedráticos ·de nuestra vieja universidad limense. Obra incomparable de esfuerzo peruar o y civilizador de los Amantes -del Pais fué la publkación del "Mercurio Peruan ", cuyo titulo mismo, Bl dl.os del comercio, nos hace ver la índote de sus creadores y redactores que te'nían el firme propósito de hacer ase, uible a1 ryúblico toda su sapien· 'Cia antes recluida en los claustros_ Mercurio lige..o, alado, debía ser el ;símbolo de su vida y de su propio anhelo, no en el v tlgar concepto del m~t· cader, atento únicamente al tanto por cierto de ganancia sino del hombre que a través de la historia vincula los países y bajo la utilidad del rnomenw t o deja una verdad o trae la de otros hermanos lejanos. Los Borbones hicieron nobles a los comerciantes, libraban a la raza U.e haraganes y analfabetos. Los Borbo es pedían comerciantes, como Bossuet, m-e atengo al providencialismo d la Historia, bajo los merca~ derías vendibles en los tilettados de P anamá o tra1das a nuestra Aduana, •hoy Cortes de Justi~ia, venían de contrabando prohibidos libros "franceses", bajo los pesados fardos, no sablan l s Borbones que sembraban un reguero dé pólvora, sobre las generosas ierras dt América, en las del Perú, en que paseara su figura arrogante Gonzalo Pizarro, Hernández G!rón, Lorrez de Aguirre, Tupac Amaru, Zela los grandes peruanos en la rebeldia, Sobre -el reguero; a veces apagado y que a n se creyó definitivamente muerto, como tea amenazadora es .aba brilhnte el espiritu peruano ~ Idea, Cuando los Amantés del Pais resueh ~n hacer su publicación de una revista dé cien~ias, literatura y artes, encolniendanle la confección del " plan de trabajo" al eminente D, H ipóhto Unanue, el sabio ilustre que creara la actual medicina peruana y aun sudamericana, y, mis tarde, el compañero de San Martín y B<:>Hvar en a consolidación patria, y dá en tópicos que hoy mismo son de actualidad naciona y más de sesentitrés, las bases fundamentales de un sincero y desintere5ado nacionalismo. Pe-

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-44se a su ímportancia el "Mercurio Peruano " nacido en 1791 solo duró hasta 1795 y a pesar, o mejor diré por la e iccelencia de su contenido, bien merecería haber subsistido hasta las agonías de la Colonia, si la Corte nos hubiera regalado con gobernantes como Gil de Tahoada y Lemmus o el Virrey Abascal, a quien llamaría yo - con disculpa de los amables manes de D . José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra- la sirena tentadora, la de . los ojos glaucos y atrayentes, la de cantar adormecedor. Opio confeccionado en Versalles, ~para el señor de .fierce, opio ceremoniosamente suministrado a los hijos del Rímac, tan buenos y tan niños. Junto a la figura ilustre de H ipólito Unanue , se destaca, José de Arriz , su amigo, comprensión de palabra de propósito. Por determinantes de la época ambos habían seguido la misma senda en busca de la verdad: T eología. El estudio de Dios resultaba a realidad misma , cuando en sus obras, físicas o ideológicas, El vive, ante la realidad, ante lo tangible, su pensamiento es la sonrisa creadora y sostenedora del Universo. Unanue, haciendo la salvedad de su cerebro genial, fué buscar a Dios en el cuerpo mismo del hombre, en la obra que hasta ·ho v suponemos -vanidad o ig. norancia- el sumun del espíritu creador: Su amigo el Dr. Arriz como magistrado, como abogado siempre de buenas causas, defensor de menores, no pagado, tuvo que buscar, bajo la determi ~ante de su educación ft.;ndamental, la verdad, la verdad exigente a toda alma bien constituída la ver. dad para él era la justicia. El dolor -verdad y vida- "Sufrir para Vivir" dice el viejo lema de un escudo es realidad. Unanué trató resueltamente de vence:- el dolor físico; en forma mas modesta , y lo comprueban sus múltiples déensas publicadas, el Dr Arriz quiz salvar aquellos dolores que repercuten en el alma bien equilibrada cua 1do la pasión impulsa hasta el crímen. Te~npestades horrendas en el vasto océano interior, que sólo una aurora de profundo sentimien o puede aclarar. De la amistad sincera que guardara Unanue , el ilustre hombre de ciencia, literato y estadista, al Dr. Arriz qu eda un documento público en c;ue, no por la cantidad de dinero,' no despreciable para la época, quiso el P adre de la Medicina Peruana te3tificar r nte la posteridad curiosa, como apre- . ciaba sus amigos. En junio de 1817, ante el escribano Jerónimo de Villafuerte, el Dr . . D. 1osé Hipólito Unanue, como administrador de los bienes de su esposa doña Josefa de la Cuba -descendiente de los conquistadores Diego Hernández de la Cuba, fundador de Arequipa, y ricolás de Rivera "el viejo", primer alcalde de Lima- extiende una escrit ra de condonación de $. 1250 e intereses que pesaban sobre el fundo y capitales de "Mane.hay" a Isabel de Arriz, viuda de cíon Manuel Solis Vango, n obsequio al SeF1or Don José de Arriz, Oydor honorario de la Real Audioicia de Charcas y Agente Civil de esta.

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-=--- 45 El Dr. D. José de Arriz y Uceda nació en la ciudad de Lima en el año de 1748. Procedía por su línea paterna d una antigua familia de Navarra, registrada en la obra monumental de los hermanos Garcia Garraffa. A los doce años de su edad ingresó, el 23 de enero de 1760, al real Colegio de San Martín, creado para nobles, bajo los sabios auspicios de los Jesuitas, patronato Real en 1582, dirigido )Or su R Ector el ilustre P. Juan de Atienza, conforme a ~us clásulas estudió entre otras materias jUlis. pru d enc1a. Pasó al de San Pablo, donde cultivara teología y letras humanas, con lucimiento, pues en esta remota época, 1a precocidad y hasta mediados de la República , fué seg~ridad de un futuro de irtelecto supremo. En Arriz no hubo preconcebida idea, pues desde sus catorce años, si nos atenemos a su biografía el erudito Medina, en su Imprenta en Lima, cuatro veces, fuera de Dtras oposiciones se presentó para obtener la cátedra de Vísperas que la regentó su gran amigo y compañero tanto en los Am2ntes del País, como después en las oscuras cábalas para la obtencién de la Independencia, poco antes de la llegada de S:in Martír., con los cuales estaba en comunicación, Fray Cipriano Jerónimo de Calat.1yud y- Borda, del Orden de Nuestra Señora de la Merced, ex-Rector del Colegio de San Pedro Nolasco, Examinador Sinodal. Al tratar de él el Gtal. D . Manuel de :Vfendibi.:ru manifiesta qu e desde 1778, era ya agente de lo civil en la Re.,l Audien.::ia de Li°ma, lo qt:e deS\'!mpeñó hasta 1821 con aceptación. "Fuera -agrega- por falta de ambición, o por esperar recompensa a su mé11to sin pretensiones de su parte, él no avanzó otra cosa en su .carrera públ ca de má s de 43 años". El comentario de Mendiburu encierra en sí el mas alto elogio que puede hacer· se del Dr. Arriz. A pesar de no haber obtenido ninguna de las c,. tedras en concurso debido, probablemente, no a falta de esclarecidos conocimientos, sir.o a sus pocos años, ya que la sapiencia debe medirse por los días de vida; la Universidad Mayor de San Marcos le honró. El 18 de marzo de 1764 había leído ante la docta corporación la lectura secreta de grados y dos días después se le concedían los de licenciado y doctor en Teología y Cáhones, a la vez que se le nombraba examinador del Real Colegio. Tenía el propósito de seguir la carrera eclesiástica. En sus doce años sus .Padres le consagraron en ~n lienzo, casi mural, a la Virgen Santísima, lienzo que por su fecha y cuidada factura es, seguramente, obra del sabio pincel de Diaz. 'Presentó su oposición a la canongía magistral de Lima y en S de noviembre de 1768 predicó sobre el evangel o correspondiente al 31 de agosto. Su oratoria era de gran corrección y libre, como toda su obra posterior, del culteranism.o de la épo_ca, pero sus competidores ganábanle en años

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y eran prestigiados prelados. Fuera por este contrariedad o, probablemente, como le pasara a Unanue, por que pensa ·a que su espíritu y esfuerzo irían mejor por camino distinto al eclesiástico, el Dr. l..rriz dirigió sus conocimientos por la ruta de las l'eyes. La Audiencia 1 encargó graves defensas de menores y criminales, lo hizo con grm lucimiento y se hallan publicadas y entre los múltiples folletos que ha ·en la riqceza de nuestra Bi· blioteca Nacional. El Cabildo de Lima, le ~ró su asesor en agosto de 1770. Su oratoria, por lo poco que de él conocemós, está alvada de todas las vulgares figuras y repeticiones de la época en que le tJcó educ· rse y vivir. Su estilo sereno, despreocupadamente literario, le señala l.tn sitio distinguido entre los hombres eminentes· que en los Ama 1tes del País, cerraron un régimen, para abrir en las alboradas del siglo XIX, otro luminoso y esperanzado. Pero el tiempo gasta y no perdona. Los hom bres que escribieron el Mercurio de 1791 al 95 , en la plenitud de su vida, en la conciencia responsable de sus palabras, en la seguridad defmitíva de su anhelo, llegaron en 1821 cansados la mayoría, alguno enhies.o como Gnanue, raro fénix , otros para tener la felicidad de. ver flamear sobre su tumba abierta el bicolor, blanco y sangre, concretacíón de una esperanza l.1rgamente cultivada cariciosamente. Como se demostrara en su juventud, ante de tomar un camino definitivo en la vida, el Dr. Arriz elegante orador s: grado ; como al tomarlo comprobara aquellos mismos dotes como abogado en el momento definitivo de la libertad patria en el cabildo abierto de 15 de J .ilio de 1821, correspondíale la palabra. Algo más, días antes había ido donde S:Jn Martín en la comisión que el anciano Conde Valle Osselle, Marques de \fontemír , entregó en manos honorables y patriotas, pidiéndole al Genera de los Andes ocupase Lima, pese a aquella proclama del Virrey Laserna a los habitantes del Perú en que les avisa el abandono de la capital, de 1..i cual sarara hasta la última arma y el postrer doblón, pero "delegando e mando político y militar en el Señor Conde de Valle-Oselle, digno patrici( y español, cuya sola opinión pública es bastante para infundir consuelo :y evitar t'"aStornos". El dig· no patricio, peruano y no español, se dirigió inmediata'llente, el 6 de aquel mes al General San Martín. En el Cabildo abierto del 15 de julio en qt..e se firmé> el acta de Independenda ampliada su firma , después, a todos los vecino , el Dr. D . José de Arríz se expresa así: Excmo. Señor : Como nacido en esta capital; como vec no de ella y con larga famí~ lía; educado en sus colegios y Univ©rsidad; por haber dado durante mas

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de cincuenta años pruebas de mi integridad y tal cual aplicación a las let ras y aprovechamiento en el desemr eño del cargo público en que me he envejecido; sobre todo por la comisiór qt:e me confió este excmo. Ayuntamiento el Domingo próximo pasado merezco que tan respetable Congreso, · me preste su grata atención en el negocio mas importante que hasta ahora ha ocurrido a est e pueblo. 1

Comprometidos estamos a tratar con el excmo. señor general en jefe del Ejército LibertaCi'b1':-1Jajo la base y piedra angular del edificio majestuoso de nuestra libertad, de la corcn3. y nación española y de cualquier otra potencia extranjera ¡Duro a par G.el t iempo de este globo, téngalo Dios dibujado en el decreto eterno de su sabiduría y providencia! ...... No debemos ahora ocuparnos en la justicia, necesidad, conveniencia y legitimidad de esta resolución, reconocida y confesad'.!. por casi todas las naciones de Europa, por los sentimientos racionales de t odo hombre por bárbaro que sea, y decidida por las últimas operacic,nes de la misma parte interesada. Lo que insta en el momento es det erminar y decidir valerosarr:ente si esto es el oportuno y preciso de obrar . L i generosidad del señor general en la noche que desempeñó la comisión referida , cuando imploramos su socorro contra el hambre que 1 erraba dE: mendigos nuestras pi:ertas y nuestras calles, nuestros hospitales de enfermos contra la desolacién de nuestros sembrados, instrumentos de labranza , fondos capitales de m estra subsistencia, de la de nuestros hijos y de las generaciones venideras de nuestros compatriotas; cuando con a vecind.1.d de sus tropas esperaban nuestras indefensas mujeres, tiernos hijos y '.lzoradas familias que acaso esa misma noche fuese la última de su existencia, pereciendo victimas del _ furor de los indígenas conmovidos en las provincias inmediatas, y de la plebe que es arrastrada por h embriaguPz, tumul to y confusión: en tan onminosa noche, cuando todo bamboleaba y fluctu&.ba en las olas y en el buque en que buscábamos, yo y mis compañeros, al señor San Martín; este gene~ ral, cuyas virtudes militares y polí .icas prometen el feliz cumplimiento de la ·r egeneración de esta América, a la primera abertura de nuestra proposición reducida a que ante todas las cosas nos socorriese, defendiese y precaviese de todo peligro interior y exte ior; reservando (como si estuviese en nuestra mano y fuese ella robusta , y no tuviese t odos los músculos y resor~ te ya paralizados), corresponderle por grati ud Jo que era consecuencia del derecho de conquista, que t an dolorosa 1ente reina en Europa, Asia y América Española- se prestó : pronunció, casi sin deliberarlo, el otorgamiento de nr estro ruego, condescendiendo generosamente en que difiriésemos la de.~hración de la independencia h asta el tiempo en que pudiéramos hacerlo decorosamente, removido el peligroso estado de la cercanía del ejército, y vuelta del general La Serba que nos amenazaba con sus capciosas respuestas; y ofreciéndonos nuestro libertador proveernos de ejér-

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citos y recursos para nuestra subsistencia y defensa a logro de su gloriosa empresa. Ya todo está al alcance de nuestros sentidos tropas, oficiales espertos, valerosos, amantes de la gloria, exaitados por el amor de la patria, subordinados, verdaderos militares, guiados por ' San Martín", hijo de la · victoria, que tenemos asegurada por su religión y virtudes morales. Ya nuestro pueblo participa del mismo entusiasmo vuelven los que se hallan emigrados; salen de las cavern~..,lQs otros que se hallan escondidos para no ser arrastrados por ese ejército, que abandona:ido la ciudad , no perdonó a inválidos y enfermos, quienes veían su ruina y sacrific10 en cada paso de esa incierta jornada. Y a se alistan todos nuestros jóvenes, y ofrecen su vida por la patria y su justá causa. Está ecftada la stterte, y desde el antiguo palacio, habitación que fué de los virreyes, nos avisa ayer el señor general, que nos congreguemos para deliberar ¡si es llegado el punto, el momento de nuestra suspirada declaración! ¿No concurriremos al voto unánime y sentimiento general de todos? ¿Lo dila'"aremos ? ¿Lo deliberaremos? ¿Nos arredrará el terror vano, o cualquiera que sea el peligro incierto de lo futuro? Esta ciudad es la primera de esta América. Por trescientos años ha sido el centro del gobierno, ejemplo y reguladora de todo. Cuzco, Arequipa, Huamanga, todas las villas y poblaciones del reyno , tienen a este momento fijos en ella los ojos: ancían por su v lerosa desición, anhelan por su testimonio, aunque demorado, siempre loab e, de los esfuerzos heróicos que ha repetido para sacudir el yugo de la e.presión. Están ciertos de que aun restan armas a los desójados -spoliatis arma supersuy que la elástica reacción ha de ser vemente, pronta, activa y feliz. Desde nuestras elevadas cordilleras hasta, los mas profundos valles y playas arenosas del Océano Pacífico, se ha congregado y corre vel0z el fuego eléctrico de la libertad y de los dones y bienes de la ndependrncia, que ha de purificar este .-hemisferio. Jamis presentará el teatro dd mundo otra oportunidad mas favorable ¡Independencia del suelo AmPricano! ¡Quien pudiera pintar al vivo tu hermosura y dignidad para que te amesen los hombres todos como te mereces! Cuando ef socorro de la razón no bastase para elegir entr 'ellos y circunstancia que todos palpamos; tú, Dios Supremo, que dispones de los imperios y de la suerte de las naciones; tú, que inspiras id.:as de va or, confianza y esperanza a los hombres que los dirigen y representan-a nima, enciende, ilumina el entendimiento y conforta los corazones de este Congreso, (como humildemente te los ruega y pide, para exaltación de t 1 santo nombre y el de tu eterno Hijo, hecho hombre y promulgador de tu verdadera religión) a fin de que hallando este prim~r paso, cese el interregno, se establezca el gobierno provisorio pacífico, se premie la virtud, y ~e castiguen los delitos y halla el órden para cuya conservación han sido instituídas todas las potestades.

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En octubre de 1821, proclamado el Estatu.to Provisorl.o, él Oenera1 'San Martín le nombró vocal de la alt. Corte de Justicia, presidida por el Dr. Francisco Javier Moreno, y con sus colegas y varios jurisconsultos formó la comisión que diera el reglan ento de 1.dministra:ción de justicia.. Poco después, al crearse la Orden del Sol 'ué nombrado su asoeiado, como su hermano el Dr. D. Manuel d, An:iz, cura de Lurin. A fin de aquel año, en Diciembre asaltóle la enfermedad que llevára1e a la tumba, cuando desempeñaba el encargo de revisar los titu1os de propiedad de Bellavista"', ..,~ al Callao, "lombranc!o en su iugar al vocal Dr. Tomás Ignacio Palomeque. Acrecentáronse sus males y a comienzos de marzo de lB22 fall'eció, -pues leí en la "Gaceta de Gobierno" , e.e 16 de aquel mes, que fué nombra<lo vocal de la alta Corte de Justicia , ,¡ juez de ecuestros y V'0cal honorario Dr. D. Francisco Valdivieso "por muerte del benemérito Dr. Arriz". El Dr. D. José de Arriz y Uceda, 1.ntiguo Agente Fiscal de la Audien'Cia de Lima, Oidor Honorario de la Plé:ta, en la República Vocal de la Alta Corte de Justicia y miembro de 1a Ord n del Sol, casó con doña Isabel Laviano, hija de don Francisco Laviano ) doña R vsa Quezada y nieta de don Manuel Laviano y de doña Beatriz P crez de· Acosta, de cuyo matrimonio t uvieron a José Mariano, Diego, Frarcisco, M;.nuel y Felipe y -a Teresa, Josefa e Isabel de Arriz Leviano. Del distinguido matrimonio Arriz-Leviano p rocede la actual familia de su .apellido en Lima.

CARLO S GABRIEL SACO.

I.S-7

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La Abnegación de San Martín '\

Genera de Brigada p MARTÍNEZ .

P EDRO

"Bo ívar y JO no cabemos en el Perú. He pe zetrado sus miras, he comprendido su disgus o por la gloria que pudiera caberme en la terminación de la campaña. Que entre '5olívar al Perú y se asegure lo que hemos ganado, me daré por muy satisfecho porque de cualq 11íer modo triunfará la América" Palc.bras de San Martín, después de la entrevista de Guayaquil.

Las gentes que no ven e1 panor'lma de fr hístoría y estudían fa sícología de los hombres sino desde un á igulo apasionado o sugestionable, han pugnado siempre por encontrar fa s s lpremácfas entre Bolívar y San Martín. Medir a 2stos pro-hombres, fguras estelares de la Independencia, con ig .ial rasero, como si hubieran sido lisas su t.:rficies tales almas egregias . Algunos han manifestado preferencias por Sa i Martín, otro, por Bolívar , ,estableciéndose polémicas y discusio 1es que si no han restado a ninguno de ambos padres de la Patria, méritos ni glori is, si demuestran hasta donde es vano y triste discutir, eligiendo como te mas a quienes están por encima de toda opinión corriente, de toda nefr rivalidad. En el cielo de nuestro recuerdo resplan cerán a la vez, y con distintos fulgores : el genio arrebatador de Bolívar. el Iluminado de la Libertad, que fué•un soldado y un apóstol, un artíLce y una voluntad· triunfadora ; y, el genio sútil y sencillo, razonador y abnegado de San Martín , que deponía la personalidad en el ideal, el "ye" en el pueblo. Muy profundo habrá de ser el pensad or que dictamí~e entre estos heterogéneos temperamentos y nadie podrá sí honradamente pretende, emitir un juicio, buscar alguna preferencia e 1tre dos espíritus tan disímiles v complicados. -Si. siempre deberá asomar el hombre vc,.liente y decidido, qu~ haga de su nombre una bandera de pelea y de su prestigio y energía, un incen-

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tivo y un estimulo; siemp e también rcsplandecuá el noble desinterés, la suprema delicadeza de aquellos que sie ten por completo las causas qu e defienden, hasta olvidarse de si mismos hasta b0rrarse y suprimirse en la modestia y el anonimato. Poned frente a frente a Bolívar y San Mar tín, al genio que sul:::ordinó la acción y el pensam:ento a su deci ir n, y a tquél que, inspirado por el ideal común, se entregó .a él y se perdió en él, _. tendréis la explicación de la Conferencia de Gua)lláquil. "No podemos · dirigir dos, la acción .... pensó o dijo Bolívar, consc.iente de la importancia militar de la unid, d de coriando. "¿Quien de ambos !lierece dirigirla?', medita~ía San Martín, contraponiendo su. fuerza y su prestigio en el s 11r, al entusiasmo que acompañaba a Bolívar en el Norte?. Era un hed ::> que la libertad de América necesitaba del ejército bolivariano y San fartín ne habría de arrebatar la dirección de este ejército a su jefe precl~ro. La e imentación de la Lihertad exigía un sacrificio, un sacrificio m s, y a quel qu e había rechazado títulos excesivos, que por tres veces devdviera el alto grado de Brigadier al Gobierno de su país, porque había jur, do no re2ibir nada de sus esfuerzos por la libertad de América, no pod i dudar .ntonces. "Si hace falta Bolívar, que sea Bolívar" "Trataré de colaborar a su lado"! Tal la resolución de un hombre desinteresado e intelige1 te, al no dirigir la empresa común, contribuír a ella. Bolívar, que por su parte apreciaba todo el inmenso mérito del patricio argentino, veíase también ante el n unfador del Sur y dud~ría mucho antes de no aceptar su colabora1·1ón . "Usted no puede estar a mis órde,nes" . Eran dos figuras, una de las cuales f xigía el s~crificio de la otra. San Martín, cedió. Era el hombre que posp mía t odo a los intereses inmediatos de su causa , y, abandonando poco l ~spués todo derecho a premio o recompensa, retornó a la soledad y al 1slamicnt'.), a la brillante soledad de los sacrificios y de los filósofos . Con el mismo sentimiento diáfano 7 elevad , se alejó definitivamente de Chile y la Argentina, yendo a mor r en la h spitalaria tierra de Francia, que le recibió con simpatía y cob11ó su austera vejez. Auspició su callada tristeza y asistió por fin a su fo ql seren , como lo es la caída de sol en un día de v erano. Un biógráfo compatriota de San I'v '1rtín, dice de él que "fué el más bueno de los hijos de la República de la Argentina, el que más la amó" y agrega, recordando una frase de Plutarco "Que fué lo que debía de ser y que de ser ' lo que no debió, prefirió ne ser nad t".

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Batalla de •

Jwún

Dep·1ws const.z1tcia de que para el hecho· hist6rico m ilitar 1iemos seguido la "HistoricrMilibr le! Perú" pJr el Teníente Coronel D. Carios I elür17iane , obra maestra, que resume todas lo paem2s y t'láas las escul:uras de nwstras .,forias gu erreras y re-presenta el, mefor monume1 to que se haya podido erigir para perpetuar nuestro pas;,do militar

Ef hecho hi"stóríco bajo su triple aspecto~ político, militar y didáctíco. El hecho de guerra: su significado y mo o cómo debe ser estudiado. El hecho de guerra como resulunte de c os. fuerzas: la fuerza físico1 • mecánica y la fuerza · síquíco~moral. El hecho de guerra bajo su aspe•to filosófico fatalísta . L~ rememoración de fas gloriosa efeméri<les guerreras en el ínstante: emotivo y la sagrada promesa patriótica .

JUNÍN

L EGENDARIA

¡;6 de .\gosto r EL· ALMA DE N UESTRA CABALLERÍ A.

Á nosotros nos tó'ca narrar los l echos de guerra, únicamente dentm <le su lineamiento militar. El hecho de guerra circunscrit o :obre el marco de una ciencia. El hecho de guerra como una realidad palpable y de ópimas enseñanzas tácticas y estra tégícas. A nosotros, las circunstancias aj€.,as a la ciencia militar, no nos inte~ tesan ..

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53 Tomamos el hecho desnudo y depurado de •odo prejuicio y de toda exaltación patriótica. Para nosotros, el hecho de guerra es como t.na fórmula matemática. Su pureza es intangible. Su espíritu es el espíritu de los nÚP1eros. y su poesía es la poesía de lo absoluto . Sin embargo, es p;:'ect&) apartarse ael criterio estrecho de la generalidad de los historiadores, que no ven en estas fórmulas matemáticas de los hechos de guerra, más que la ecuación de los fenómenos materiales y no . saben distinguir la . ecuación de los fenómen s morales. Siendo que, sólo con la resolución de ambas ecuaciones, es posi ble encontrar la verdadera identidad. En efecto, hay historiadores tildad )S de m y escrupulosos, estricta mente desapasionados y verídicos, que n )S presen tan los hechos de guerra como una combinación puramente meca 'lica : Como un fenómeno materia}: Como un choque de cadáveres en e vacío. Nó. En la guerra intervienen dos grandes fuerzas la fuerza material dirigida por la inteligencia y la fuerza mor-il alentada por el corazón. Ambas s~:m igualmente potentes. Ambas conservan su indefinido par¡, lelismo. Y ambas se entrelazan en una peri ecta interdependencia. Y cuando el hecho histórico pasa del plano t angible de la realidad del presente, al plano imaginario del recuer lo sobre el campo de la historia, ninguna de estas fuerzas desaparece n nguna acrece ni se debilita más que la otra, porque el hecho fué, preci ..amente, la resultante de ambas, actuando en un instante determinado. Est0 no quiere decir que al hacer ir tervenir las fuerzas morales en el estudio de los hechos de guerra, se vaya l caer en la sensiblería romántica ni en la declamación patriotera. Es preriso depY'"ar estas fuerzas, buscar su medida en justo equilibrio y su aplicación en u n campo exclusivamente real. Así mismo, en la narración militar de los hechos de guerra, los detalles desaparecen dentro del conjunto de los grandes acontecimientos. Sólo se toma lo estrictamente necesario y siempre se usca el principio doctrinario en la generalización. Hay que mirar bieri y desde lo alto· El historiador militar es un verdadero topógrafo: El topógrafo que levanta el plano del Pasaoo. r

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* Sentado este doble criterio, vamos a narrar el hecho histórico y al mismo tiempo apreciar el hecho de guerra, en st. triple aspecto: político, militar y didáctico.

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~ CAMPAÑA DE JUNIK ~

Hechos políticos.

De un modo general, las luchas por la independencia d€ las actuales naciones hispano-americanas, no se tradu eron en guerras directas de nación a nación, es decir, de la colonia contra la metrópoli, fueron verdaderas luchas políticas en el seno mismo de 1 s nacien tes repúblicas Lucha de dos tendencias: la republicana y la conservadora colonial. Lucha de un ideal: la libertad; contra una abyec ción la esclavitud. España, aislada por inmensos mare y desor ~anizada por sus propias luchas internas, desatendió la conservaci •n de sus colonias, las que se aprovecharon de esta coyuntura, para pr01 unciarse sucesivamente y organizarse en repúblicas independientes. En el Perú, después de la proclamación de s independencia en 1821, poco a poco, tomó alas la reacción re. lista qu e no había sido estirpada totalmente y surgía, por todas partes, a manera de gigantesca medusa . Por otra parte, en nuestra novel epública, dentro de su incipiente democracia, se desarrollaba, de modo a ,armante. el cáncer de la política interna, con su fétida purulencia de egc ísmos y bastardas ambiciones caudillescas. Surgió la intriga. Las delaciones se enseñorearon. Y la trarción empezó, doquier, a "mar. En 1823, un poco antes de la Cam Jaña de . unín, existían en el Perú 3 gobernantes y 2 congresos: Riva Ag !er_o mai .daba desde Trujillo con una Cámara de Senadores; Torre Taglc, delegado de Sucre, imperaba en Lima, con una Cámara de Diputados 1 ·ro Sucre jefe de las fuerzas expedicionarias del Sur, era el verdadero m. 11dat8rio, que h2cia accionar a los dos gobernantes con hábiles maniobras políticas, cumpliendo así, fidmente, las consignas de Bolívar. Bolívar, genio megalómano y absorbente, dE·spués de haberse negado a compar tir con San Martín la dirección suprema y las glorias de las Campañas de la Emancipación, determinó completar él sólo la magna obra empezada y decidió estirpar los restos d la domi 'lación española en el Perú, que, otra vez, tomaba alas amenazan es, que i: odrían extenderse a todo el Continente. 1

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Para cumplir su designio, eligió el cammo de hacerse dueño absoluto del poder político y dueño absoluto del po ier militar; en efecto, desembarcado en el Perú el 1 º de setiembre de 1823, despt es de haber preparado su nuevo campo de acción, mediante la ntriga y Ja amenaza para dividir a los unos y amedrentar a los otros, se 'lizo proc'amar Dictador, el 10 de febrero de 1824. Analicemos ahora el hecho político, precursor •iel hecho de guerra. ¿Cuál era la esencia de nuestra políti a interna de ese momento?. La política de ambicioneS. La política partidarista y obtusa. La política de intereses y egoísmos personales. Es decir, no hubo política, sino lucha de apet itos, en nombre de la política. ¿Cómo influyó esta política en la sagrada cau sa nacional? Fo~entó la desorganización del país y engendro la reacción realista. Así, el Perú iba a ser ahogado en la esclavitud ·-otra vez- por culpa de sus propios hijos. ¿Y qué repercusión tuvo esta política E'n las operaciones de guerra?. Desastros;i,. Dividió las fuerzas militares. Fomentó las luchas caudillistas. Originó defecciones y desbandes. Y aniquiló el fervor patriótico de las tropas. ¿Y la política externa?. Confusa y débil. Sólo la casualidad determinó la desate'1ción de España por sus asuntos coloniales y, también, sólo la casualida l y el instmto de la defensa común, determinaron las relaciones de amista<l y entendimiento con las otras naciones recientemente independizadas. La diplomacia que debió mostrarse h<."bil y edi. icante, fué nula. ¿y la actitud política de Bolfrar? Juzgada desde un punto de vista ind vidual, como actitud humana;. como act;tud moral, fué injusta y condenable. Porque intrigó, ambicionó y absorbic el poder, cual inmensa tromba. El escribió a Sucre: "a mi llegada rlebe ser el Perú un campo rozado , para que pueda hacer en él ;o que me convenga ' Pero juzgada desde un punto de vist8 colectivo o social, como la ac~ titud del caudillo, · del genio, del enviado providencbl para salvar la libertad; fué justa, oportuna y grandiosa. Ante él todo debía avasallarse. Porqué él era el huracán. El era la tempestad.

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Gravemente enfermo en Pativilca, en la pue~ta mism.i de la tumba y colocado frente a un verdadero caos político y -nilitar r reguntado qué pensaba hacer ante semejante situación, respondió lacónicaf'lente: "Triunfar''. Triunfar!....... . . Y hé aquí la palabra maravillosa qu e encierra t oda la obra grandiosa de Bolívar. Pequeños hechos militares...a.i-slados. Sólo para no perder la ilación de los acontecirr•ientos, vamos a enumerar ligeramente algunos de éstos, desde la llegada ele Bolívar al Perú hasta la iniciación de la Campaña de J unín: -El 4 de febrero de 1823, el Regimiento Argentino "Río de la Plata", se sublevó en el Callao y se pasó a los reali. tas , ocu ando el fuerte "Real Felipe". - El 14 de febrero se sublevó -en Lurín parte lel Regimiento "Granaderos de los Andes" y se pasó al bando de los amotinados del Callao. -El 29 del citado mes, reforzaron a los suble\ ados del Callao las tropas de Monet, enviad9 por Canterac, desde la sierra. -En el mismo mes, la guarnición patriota de Lima, al 'liando del General Necoch«a, evacuó la Capital. -En enero del año siguiente, el general realista Olañeta, desobedeció al Virrey y se declaró en franca rebeldía, en el \lto -Pen... De todos estos sucesos militares aislados, sólo este último tuvo marcada importancia, porque Olañeta, con su rebeliór , desequ1 libró el dispositivo de las fuerzas realistas, les restó valor mora y decidi ' a los patriotas que, aprovechando este momento oportuno , ePlprendien m la ofensiva. Los sucesos anteriores a éste, fueron la consecuencia lógica del des• barajuste político interno, que absorbió las activid.1des de lns gobernantes al extremo de desatender la disciplina, alimentación y pago de los CÚerpos. Fase preliminar de la campaña

-Organización y Movilización. Generalmente, en lo tocante a estos puntos nuestroEO historiadores no nos dan datos precisos y no presentan clarame te estos puntos importantísimos del Arte Militar, casi todos se concret m a enu'llerar detalles y a relatar anecdóticamente fases aisladas y pas21es caren tes de Ínterés desde el punto de vista profesional, y, disimuladr mente, asan por alto sobre esta materia, trascribiendo comunicaciones, partes e informes sobre cambios de unidades, vestuario, equipo, etc. Así por ejemplo, para la campaña de J unín, en lo tocan te a la organizacicin y mo\ ilización, casi

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todas las historias, salvo honrosas excepciones, están plagadas de frases de admiración y alabanza para el genio prolijo de Bolívar, que se fijaba hasta en el herrado de los caballos y el corte de la chaqueta de los soldados; pero, casi en ninguna, se plantea el problelll.'.1, desde el punto de vista exclusivamente técnico. En la Campaña de Junín, la organización co:risistió en reunir la mayor cantidad posible de unidades combatientes, que formaron agrupamientos denominados Divisioneii.....que se distinguían unas de otras por razón de nacionalidad. Las Divisiones se componían: De 3 o 4 Batallones de Infantería: De 3 o 4 Regimientos Escuadrones de Caballería; y De 3 o 4 Piezas de Artillería . Organos de Comando no existían v si los abía eran completamente rudimentarios. Los Servicios estaban organizados caprichosamente en cada División. Dada la escasez de recursos y la improvisación de estas unidad es, no podemos hacer una crítica ceñida rigurosamente al Arte Militar; en lo que respecta a la organización. Así, no podríamos hablar de esa a"monía de conjunto, resultante ~e la juiciosa repartición de los diversos elementos constitutivos de las unidades, ni analizar el equilibrio estable de las Gnndes Unidades, debido a la justa aplicación del principio org ánico de la proporcionali'dad de las Ar~ mas. - Situación General. En los primeros días de junio, iniciación e la Campaña de J unín, las tropas patriotas se encontraban escalonadas a lo largo de todo el Callejón de · Huaylas, desde Caja tambo hasta Cajabarrba, en el siguiente orden . -La División Peruana, a órdenes de La . far, entre Cajabamba y Huamachuco.- Cuartel General: Hue-machuco -La ra División Colombiana, al mando d e Lara, entre Huaylas y Huaraz.- C. G.: Huaraz. - La II ª División Colombiana, a órdenes de Córdova, entre Huari y Cajatambo.- C. G. · Chiquián. - El Gran Cuartel General: en Huaraz. Estas tropas escalonadas en esta orma, t ardaron para concentrarse 2 meses. A simple vista, salta el dispositivo en cordón qu e, en primer lugar, no permite una concentración rápida en la zona deseada , y, en segundo lugar, es de escasa aplicación estratégica, puesto que no se puede conseguir un golpe decisivo, con la mayoría de la masa, en el l gar y en el momento deseados, ni parar eficazmente un golpe sorpresivo del adversario. Estos tres núcleos debieron situar·;e en la siguiente forma: !.S-8

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-58 -Un 1er escalón avanzado hacia el enemigo con una División entre Chiquián y C<-jatambo y otra División entre Huánuco y Ambo. -Un 2°. escalón retrasado: con una División entre Huaraz-Huari en enlace con las anteriores, y orientada en forma tal de poder acudir en refuerz<J hacia cualquiera de las dos primeras Divisiones. Este dispositivo hubiera realizado la cobertura 1"ndi recta, con fuerza suficiente y capaz de caer ___::p;;r Cajatambo-Canta o por Cerro de PascoJauja- sobre el flanco o la retaguardia de ·ualquier núcleo de tropas realistas que hubiesen intentado bajar sobre la Capital, al mismo tiempo que hubiera permitido una actitud defensiva ventajosa, en caso de un ataque de Canterac o de las fuerzas de Lima-Callao. Bolívar tuvo sin duda esta idea, cuando escribí<> a Torre-Tagle, mucho antes de la campaña de Junín: "deseo tener u·1 gran ejército al lado de Huánuco para impedir que los realistls bajen a Lima", pero no llegó a realizarla, no sabemos por qué causas. Los realistas estaban dispuestos en el siguiente orden -Ejército del Norte, a órdenes de Can erac, fue ·te de 8.000 hombres, entre Jauja y Huancayo. -El Ejército del Sur, al mando de Valdez, de 7. 00 hombres, en Areq uipa, con la División de Olañeta destacada en el Alto-Perú. - 1.000 hombres a órdenes directas del Virrey, en el Cuzco. -2.000 hombres en las guarniciones del Callao y destacamentos. -El G.C.G.: en Sicuani. Estratégicamente, este dispositivo respondía, en forma amplia, a la situación real del momento; en efecto, el Ejército dE1 Norte. bien colocado , estaba en aptitud de detener al Ejército de Bolív:ir o de socorrer a las t ropas de Lima-Callao. Su resistencia era suficientE para ganar el tiempo que n ecesitaba el Ejército del Sur para acudir CJportunamente. Este Ejército estaba en la misma aptitud de tm~ladarse .t Alto-Perú, en ayuda de Olañeta, si el amago se producía por esa región pues, su colocación era,' más o menos, equidistante. Además. e preciso anotar que las tropas de Valdez, uno de los generales más hábiles de la época, eran las más inst ruídas y las más maniobreras. La rebelión de Olañeta en el Alto-Pen , rompió este equilibrio. Valdez tuvo que marchar a Bolivia a someter a Olañeta, mientras tanto, Canterac quedó aislado.

-Plan Ge1ieral de Op1ra,iones. El plan de Bolívar íué concentrar sus tropas en r, región de Cerro de Pasco-Rancas y tomar la ofensiva sobre e Ejército de Canterac. Este plan, perfectamente trazado, fué oportuno, porque ~e llevó a cabo en el

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preciso momento de la ruptura de equilibri o del dispositivo realista y cuando éstos habían sufrido un grave iescalabrn moral con la defección de Olañeta. Para la elaboración y ejecuc ón de este plan, la fuente de informaciones, mediante los datos propornonados por la Caballería, los montoneros y el servicio de espionaje, M.bilmentt organizado, funcionó' en forma completa y efica(':. Y, precisamente, en esta car'1paña resalta la acción de la Caballería, en el cumplimiento de dos de st.s roles 1 mportantes: la exploración y la protección, es decir, misión la prir 1era tendiente a dar la libertad de acción al jefe y la segunda, a garantizar a las tropas contra cualqu ier sorpresa inmediata. Y a que hemos mencionado e rol de protección encomendado a la Caballería, no será demás hacer ligero hinca pié, para establecer las tres misiones netamente defin{das de e ·ta Arma ; la exploración, la seguridad y la protección; pues, a menudo, S•' present m confusiones, porque se habla frecuentemente de la exploración cercana J. lejana, de la seguridad inmediata, de la seguridad lejana, de la seguridad por el dato y otras formas fraseológicas más, que oscurecen los conceptos técnico-militares, que deben ser claros y concisos. No existen más que estas tres misiores principales O · fundamentales, antes de la batalla general. 1" la exploració 1, que es exclusivamente la búsqueda del dato y la señalación del contorno aparente Q_el enemigo; tiene descubiertas que operan por gclpes de sonda y se llaman descubiertas de exploración. 2ª.- La seguridad , que e;; la cortina interpuesta entre la caballería de exploración y las tropas, para impedir la infiltración de la exploración enemiga; también time descu iertas que se denominan descubiertas de seguridad.- - 3ª.-La protección que, como su nombre lo indica, es la garantía inmediata de las tropas contra pequeños elementos enemigos, que hayan logrado infiltrar .e burlar: do la cortina de seguridad. En la campaña de Junín, la Caballería desempeñó con eficiencia estas tres misiones.

Desarrollo de la campaña -Marcha lejos del Enemigo Los primeros días de junio, Bolívar d1ó la orden de marcha, señala1; cfo como zona de reunión la región Cerro de Pasco-Rancas. La preparacl.ón de la marcha fué perfecta, pues .e habían llenado todos los detalles relati~ vos al aprovisionamiento de las ropas, p~eparación de alojamientos, tambos y depósitos de víveres.; se h cieron los reconocimientos correspondientes y al efecto, Sucre, con suficiente antici pación, trasmontó los Andes por tres veces para indicar las ru as convenientes.

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-60 La seguridad fué hábilmente proporcionada por los montoneros, dispuestos en la siguiente forma: montoneros de la Costa , al mando del Coronel Ortega, entre Huaura y Canta, cubrían el flanc derecho, montoneros de la Sierra, a órdenes del Coronel Otero, entre Tarma y Yauli, cubrían el frente. Merecen especial mención, desde el punto de vista de la abnegación y del amor patrio, estos núQleos improvisados de mon toneros, que lucharon denódadamente por la causa::cfe la libertad, hacien o verdaderos sacrificios y sin que su sostenimiento costase un solo céntimo al estado, pues ellos se costearon todo de su propio peculio. De aquí que el espíritl;l de nuestra Arma de Caballería, desde sus orígenes, sea la generosidad y la abnegación, o sea, que 1 sacrificio patriótico, hecho carne, se llame Soldado de Caballería. La Caballería patriota, marchó reunida en una sola columna, por el Callejón de Huaylas, siguiendo el mismo itinerario de los Batallones de Infantería y orientada hacia Cajéi:tambo. -Marcha cerca del Enemigo. Antes de entrar a la batalla de Junín, es conver:i.ente relatar someramente los preliminares de esta operación. - El 1º de agosto, Canterac, escasamente noticiado del movimiento de los patriotas, decidió emprender marcha al Norte , con dirección al Cerro de Paseo, pero sin ningún fin determinado. Eligil ql azar la ruta oriental del lago o sea el itinerario Jauja-Carhuamayo-Cerro de Paseo. Olvidó la exploración y hasta la simple segurida l de sus 1ropas; pues se eml:otelló entre Reyes y Carhuamayo, sin cuidar<;e del la o occidental del lago por donde era posible que apareciera el enemigo. Sólo de Carhuamayo, dejando a sus Divisiones de Infantería, se adelantó en són de reconocimÍento sobre Cerro de Paseo con toda su Caba lería y s frió , desde luego, la sorpresa consiguiente - por falta de exploración- porque los patriotas el 3 de agosto habían iniciado su marcha, por la ruta del Oeste del lago y estaban a punto de caer sobre la espalda de los realistas. - Bolívar, con gran tino,· escogió este tinerario que le facilitaba triple ventaja: 1ª.- interponerse entre las fuerzas de Canterac y las realistas de la Costa, 2ª.-realizar la maniobn napolelnica del envolvimiento por la retaguardia; pues le bastaba adelan~arse hasta Reyes, para consegui'i:' completamente dicha maniobra. y _,ª.-cubrirse de cualquier ataque de' Canterac, interponiendo entre el enemigo y sus tropas el gran obstáculo del río Mantaro. - Canterac regresó del Cerro -de Paseo precip tadamente, llegando el S en la noche a Carhuamayo. - Bolívar, esa misma noche, pernoctó en Conocancha. Al día siguien-

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te se iba a jugar la batalla decís.va. En este momento, ambos jefes conocían claramente la situación respectiva de su adversario. -Bolívar decidió caer sobre la retaguardia de los realistas, cortando el Mantaro por Carhuaro y tomando como objetivo Reyes. -Canterac determinó rehuir la bata la y conservar a todo trance su línea de comunicaciones, mediante una marcha retrógrada a toda celeridad. Ambos adve~ios se encontraban , más o menos, equidistantes del punto crítico o sea Reyes. - Al día siguiente, 6 de agosto, Canterac partió un poco antes y marchó con más rapidez. - Bolívar Ílegó a la cita con dos horas de retardo ; precisamente hacía este tiempo que Canterac había dejado R eyes y se encontraba frente a la quebrada de Chacamarca, cuando Bolívar, adelantándose a sus tropas, divisó cómo los realistas desfilaban por la pampa de Junín. Se le había escapado la ocasión . Aquí es bueno anotar que se perdió la oportunidad por falta de un reconocimiento preciso de la zons por recorrer: el terreno escabroso retardó la marcha de los patriotas, mientras el llano favoreció a los realistas. La idea de maniobra de Bolívar fué magnífica e iba a conseguir el fin máximo, pero sólo una falta de previsión dejó escapar la ocasión propicia. Por esto, en las operaciones de r:uerra, las ideas más fecundas y brillantes caen en el vacío, si en su realización no las acompañan la pre.visión y el cálculo.

·Fase decisiva de la campaña -Batalla de ]unín. Como toda operación de guerra se subordina extrictamente al terreno, no podemos prescindir de hacer un ligero examen topográfico del campo de batalla : al Sur del lago se ext iende la quebrada de Chacamarca, con fuertes pendientes a su margen derecha y terreno pantanoso a su margen izquierda. La quebrada se abre sobre la pampa de Junín. Por el centro de la pampa cruza, de Norte a Sur, el camino de Reyes a Jauja El camino del lago, en el lado Occident al y que pasa por la quebrada indicada, es de pendiente fuerte. La pampa está completamente descubier. ta y su piso es duro, salvo en h región pantanosa de la quebrada, pantano que se extiende hasta la misma orilla S. del lago. Hemos visto como Canterac había ganado tiempo y su columna estaba ya a 10 km. al S. de R eyes, con la Caballería a retaguardia para cubrir la retirada. Las tropas patriotas se encontraban a 10 km. de la Pampa de J unín. Bolívar se había adelanta io con su Caballería y a las dos

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de la tarde del día 6, se colocó a la bajada de la quebrc.da de Chacamarca y a la vista del enemigo.

- Plan de Bolívar. Al comprender Bolívar que el golpe le ha ':>ía fallad o, decidió retardar la marcha de Canterac a fin de dar tiempo p:tra que l 1s tropas patriotas desembocaran en la pampa. Entonces la Cc.ballería atriota recibió la misión de enganchar al enemi~ atraerlo hacia la pampa. -Plan de Canterac. Canterac, adivinando la intención de Bclívar, decidió eludir la batalla que se le presentaba en condiciones de favorabks, continuando su marcha retrógrada con el grueso de sus tropas y parando sólo con su Caballería el golpe de la Caballería enemiga, a fin de evitai· la batalla general, cubrir su retirada y ganar el tiempo necesario para hacer frente al adversario en mejor situación táctica . En la orden dada por Bolívar, vemos a la Caballería en el cumplimiento de otra de sus misiones: enganchar al enemigo y at raerlo a la batalla. Sólo que en esa época no podía cumplir ampliamente esa misión como ahora, mediante el combate retardatriz, porque para esta m& niobra se requiere la combinación del fuego y del movimiento. Del lado de la Caballería realista se realizó el rol de protección, que ya conocemos, con la oportuna intervención e e esta Arma, evitando la consiguiente sorpresa a las tropas de Infantería, mediante la cobertura del flanco derecho de la columna en marcha En la retirada , la Caballería es el Arma el sacrifi io, debe proteger esta delicada operación militar, con su activid, 1 y su arrojo pues, tanto tendrá que cubrir la retaguardia, como acudir e 1 flanco más amagado . -Dispositivo de Combate. El combate de Junín fué un combate al aI"na blane< un modo de acción de la caballería, que está hoy desterrado para las grandes unidades. En la actualidad, el combate al arma blanca se ¡_,revé sólo para las pequeñas unidades: grupo de combate, pelotón, etc., pcrqu.e el moao de acción principal de la Caballería es el fuego. Pero no es demás, al recordar esta acció1 reconstuir el dispositivo de esa dos masas de choque : patriotas, 900 j -ietes y realistas, 1.300. La Caballería realista se desplegó con dos escuadr0nes en batalla al fre:Ute y dos escuadrones en cada ala, en cohurna de regimiento, es decir. un escuadrón detrás del otro, en batalla. Es e dispositivo permitió un frente amplio de choque, al mismo tiempo que d envolvimiento de las alas del enemigo. Reserva : ninguna unidad fué destinada con este fin.

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-63 La Caballería patriota, en baJada precipitada por las pendientes de la quebrada y estrechada a su izquierda por el pantano, no pudo completar su dispositivo para el combate ·11 a rma blanca que, normalmente, dehe ser con un frente amplio, con los escuadrones en batalla y guardando un escalonamiento conveniente en profundidad , para parar sucesivament e los golpes del adversario, o para ¡.;olpear en la misma forma sobre el frente o el flanco del enemigo. Por los motivos anotados, no pudo tomar la iniciativa de la car~ se concre ó a resi >tir el empuje del adversario. Cuando se produjo el' choque, había a lcanzado a desplegar sólo dos escuadrones al frente y quedaron cuatrc escuadrones en batalla, desordenadam ente escalonados en profundidad. Los dos escuadrone's de Miller, dest inados a caer sobre el flanco derecho del enemigo, quedaron empantanados y sin acción. Un escuadrón, el " Húsares del 'Perú", al mando del Teniente Coronel argentino Suárez quedó em bot ellado en el fondo de la quebrada, para desplegarse en batdla , cuan io encontrara el espacio suficiente y el turno correspondiente R eserva: tampoco se destinó t..nidad alguna con este fin . El escuadrón "Húsares del Perú" desempeñ) este papel, debido sólo a las circunstancias que hemos anotado. Bolívar presenciaba la acción desde un observatorio inmediato a sus tropas.

-La Acción. Esta consistió en la carga inici<. da por los realistas, desde 2 kilómetros de distancia y aproximadamente a las 4 h oras del día 6. Las cargas no deben practicarse sino a un máximun de 100 metros, porque la carga es un golpe netamente m ecá 1ico, donde el efecto es el producto de la masa por la intensidad de la fuerza. La masa es la suma de la cohesión de los jinetes y la cohesión de fas unidades y la intensidad de la fuerza está en proporción inversa del espacio por recorrer. Sin embargo, los realistas cargaron desde esa anorme distancia , por no dejar escapar la brillante oportunidad del m ome:ito crítico del adversario que no podía tomar su dispositivo de comba te. Los realistas, aunque con poco ímpetu, cayeron sobre los dos primeros escuadrones patriotas, apenas desplegados en batalla, concretados únicamente a resistir a pie firme, y lo. desbarataron completamente. En las filas de la columna de los cuatro e.;cuadrone s restantes, cundió el desórden y se dejaron sablear sin ofrecer '"esistencia. La batalla iba a terminar con la persecución encarnizada de os patriotas, cuando la reserva del "Escuadrón Húsares del Perú", colocac a al a zar para este rol, intervino oportunamente, lanzándose sobre el fla'lCO izqui ~rdo y la retaguardia del enemigo, que pasaba en ese momento, en completo desorden y gran velocidad. La sorpresa se produjo: los rea lisias volvieron grupas, de "perseguidores

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se convirtieron en perseguidos" y fueron sableados con furia por los escuadrones patriotas, ya rehechos del anterior desastre, hasta las propias filas de su infantería en retirada precipitada . Este cambio brusco de la faz de la batalla, no lo presenció Bolívar que fué el primero en retirarse al advertir el arro.lamiento de su Caballería por los re listas. Y, según expresión histórica , "voló como un relámpago" hacia su Infantería, sin duda con la idea · de pa rar con esta tropa el golpe que creía haber sufrido· · Salta inmediatamente e( resultado del error de Canterac, al no haber colocado convenientemente alguna reserva para los casos imprevistos. En todo dispositivo de combate, por más que se trate e.e simples o cortas accipnes, ya sea en el orden· ofensivo como e1 el defensivo, el principio de la conservación de . las reservas es primordial. Sólo cor la reserva -es posible <;:ompletar el golpe de las primeras unidades, durante la ofensiva; y sólo con .la reserva es posible parar el golpe, en la defer siva mediante contraataques, oportunamente lanzados. Ninguna otra experiencia útil para el arte miHar podemos sacar de esta bata¡la, porque, como repetimos, las acciones de la Caballería mediante el arma blanca, están reservadas sólo p;ira las pE·queñ as unidades y en circunstancias muy especiales; el modo normal de a tuar de ella es, en la actualidad, mediante el fuego. Desde est e punto e vista, la Caballería, como es el Arma de mayor movilidad, po ·ee, ahor', la preciosa cualidad táctica de representar una potencia de fuego mu.y mó vil, capaz de ser trasportada ·en un mínimum de tiempo y salvar, así, verdaderas situaciones de crisis en el trascurso de las operaciones D e este modo, la Caballería es, por excelencia, el Arma del momento critico: pw ~de cerrar una brecha rápidamente, prolongar una ala o lanzarse sobre los flancos o la retaguardia del enemigo.. Es el Arma llamada a consumar el éxito con la persecución a fondo y es el Arma llamada a detener la derrota con su oportuna intervención. La exploración le pertenece a ella exd usivamente y ella es la llamada a tender la verdadera cortina rr ' vil de f guridad. Contribuye a la protección inmediata de las demás Ar'11as, fuen de otras muchas mi-· siones más, como enlaces, etc, etc., que le :mede tocar desempeñar ventajosamente. Es un grave error suponer, como muchos pretenden, que la Caballería ha llegado como Arma a su ocaso pudien o ser reemplazada ·o suplantada por la Aviación o las tropas motorizad' s ligeras. Nada más erróneo que este obtuso criterio. La Av•1.ción jamás puede reemplazar a la Caballería en la exploración. · El ·empl ~o de la 1 ma no excluye el empleo de la otra. . Ambas se complementan n el des(:mpeño de esa misión. Hay muchos que se imaginan que la "'aballerÍé , en el cumplimiento· de las otras misiones que hemos señalado , es de escaso rendimiento y de empleo delicadísimo, por su gran vulnerab lidad, dada la enorme prepon-

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El Libertador Bolívar según una v1e1a pintura en metal, que la crítica supone tomada del natural Prop. del Dr. L' Alayza P. S.

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- 65 derancia que ha tomado el fuego en la actualidad pero tal hipótesis está muy lejos de la verdad; c4sta tanto co"llo el sueño ie la !ealidad. La Caballería combate como la Infan:ería; trasporta sensiblemente la misma potencia de fuego, con la única diferencia qt.e su reh 1iva debil'd1d está compensada por su mayor movilidad . Sobre todo, ent ·e nosot -os, dada la naturaleza del terreno, los extensos teatros de operaciones probables, donde e impcndrá la guerra de ·maniobra, la Caballería es d Arma llamada a desempeñar un papel prep~ante . Es ~amos sí de acuerdo que su empleo es bastante delicado ; en efecto, la Caballería para dar su rendimiento máximo, necesita la mano hábil de un jefe de División, Cuerpo de Ejército, Agrupamiento Táctico, etc. de otro modo , dicha Arma," sería como un raro juguete puesto en las manos inexpertas de un niño. Las tropas motorizadas ligeras, completan la organización de la Cab allería, pero no la reemplazan. En Europa misna , donde la vialidad y la motorización, han alcanzado su más alto grad , subsiste la Caballería, complementada con elementos ligeros de motociclistas y ciclistas, organizadas en forma de batallones y compañías. No<óotros no podemos pensar en esta mixt ura, porque no consegu iremos, dad<> nuestra escasez de vías y recursos, más que un lucido desfile en las calles céntricas de nuestra Capital, pero salido de ellas, nos encontraríamos con un organismo exótico e inoperante. Es preciso sí conseguir, por todos los medir)S, la modernización de nuestra Arma de Caballería y organizarla de acuerdo con nuestro medio, recursos y posibles cont iendas.

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• Extra-tema, vamos a tocar ligeramente dos puntos que creemos interesantes y de actualidad y que se relac10nan, pn-cisamente, con el caráct er de la materia que nos ocupa : uno se refiere a la guerra y el pacifismo y el otro a las influencias de origen politico externo e interno, en las operaciones de guerra y en la moral del Ejército. Parece que la conmemoración de los hechos ' le guerra, la celebración de las fiestas militares, fuese una continua provocación a las tendencias pacifistas de la época actual, y es sin duda por ésto que hay gentes que nos contemplan con cierto recelo y hay nac10nes que nos tachan de militarist as exagerados. Pero esas gentes andan equivocadas Y estas naciones nos juzgan injustamente. Las campantes tendencias pacifistas de las que alardean algunas po· t encias, son verdaderas ; son sinceras ?. Nó. l.S- 9

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Desde tiempo inmemorial la guerra se ha hech siempre escudándose tras el albo y hermoso manto de la paz Sin ir muy lejos, recordamos con la so:1risa en bs labios, esas magníficas protestas de paz de las viejas potencias europeaf', en vísperas del gran conflicto del 14; esos bellos mensajes y tel( gramas e los soberanos y diplomáticos, que parecían ser más que hermanos; y, s n embargo, la guerra se desencadenó con toda su furia y crueldad. Ayer, y muy cerca, cruzaron a través lel Chace, hermosas promesas, sentimientos cordiales, hi~ fraternales y, sin embargo, hasta ahora poco ha SEguido tronando el cañón y corrie'lrfo la sangre de aquellos que, al parecer, se querían demasiado. Hoy, otra vez en el Viejo Continente y al u n'sono con el Extremo Oriente, se pulsa maquiav'élicamente la cel1'stial lira de la paz, mientras se agolpan los nubarrones de la próxima tempestad , ¡ ue se desencadenari inminentemente. Y aquí, entre nosotros, demás está decir· somo.; pacifistas; deseamos ardientemente la paz. !VIuy bien. Pero debemos permanecer siempre en alerta

* La guerra considerada desde un punto de vist t filosófico, es decir, en su esencia y su por r¡u é y mirada bajo su aspecto fat~•lista, tiene existencia propia y definida. Se desencadena inevitablemente· acá allá , hoy o mañana. Por eso, nosotros no creemos en aquel a paz perpétua de los poetas y de los glosadores de bellos sueños. Amamos la paz, p ero aceptamos la gt.erra. La una no . puede existir sin la otra. Y nuest ro lema siempre será prepararse para la guerra a fin ·de vivir en paz. Esto no quiere decir que busquemos o provoquemos la guerra. Para los militares el amor a la guerra ex1 te, pero no el amor a la guerra como miseria, carnicería, dolor y luto; sino e.e la guerra como fuerza ciega y sublime. Amamos la guerra como quien ama el rayo, c mo quien admira la tempestad. Amamos la guerra como aliento de purif cación, como impulso de regeneración. La guerra como expr¿sión máxima del Yalor m htar La guerra como eoencia pura del sacrificio pat rintico. Nosotros, amamos la poesía de la guerra y adoramos en ella lo épico, lo bello y lo sublime.

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En el estudio de un hecho de guerra de )e contemp1arse la situaci6~ jJo1ítica 0 , ~L E imprescindiblemente. La guerra no es sino la consecuencia de la política de la naci6n, La política interna predispone, prepara y fecunda el espíritu guerrero del pueblo y orienta todas las acti> idades. i dustrias, vialidad, comercio, 1 ,etc., h &cia la guerra, ·~ndo ésta se hace inevitable corno medio de sostener, la <::xistencia y los intereses de la nacién. La política eXterna obliga a la ~ación a }acer la guerra o a abstenerse según sus propias conveniencias en -relación con las demás naciones, Trazamos esta · líneas s6lo para dejar s n t ado, y en forma sintética, tiue el Ej frcito no es sino el instruP1en to qu<· ejecuta las dE:tisiones de la política externá del pais, alimentado p or la p lítica interna. La ejecuci6n <le dicha decisiones origina la gu -rra. Por esto, el Ejército no es responsable s no de la técnica y del valor puestos en la guerra- Dél origen de ella, de rns consecuencias y de su ter-rninaciéfl o cont111ua"Ci6n1 es responsable la diplomacia. Y hay tiue tener muy presente este prin('ipio fundamental y difundirlo en la masa dél pais, porque es mur do1oros) y no s6lo doloroso sino fatalmente desdo'toso para nosotros, qu una p arte del pueblo ctea· que los úni~os responsables de todos los desastres wcionale's en las acciones béli-cas., seamos los mili tares, Así cree una ~n parte del pueblo por ignorancia; pero la ignorancia -es perdonable y susceptible de corrección. As~ voéeal'l ciertas gentes y as se murmura, solapadamente, en ciertos drcutos; pero por qué? . , .. Po-r maldad premedltada, Se pretende atroj ar la piedta 2 l inocente, mas, la verdad se impone y la ma1dad se extirpa, D esgraciadamente, este doble uego a'ttt-ro se viene e)ercitando hace un siglo' explot~do la ignorancia le los ut os y la maldad de los otros. Sin embargo, el Ejército permanec, altivo e incólume, cotno el ,ffiás alto :p1cac.h o de nuest ras cordilleras. Por qué? Porque en su sangre fluye la angre de nuestros héroes. Y en su espiritu flota el espír,tu de nu 'Sttos libertadores. En cuanto a la polític·a i'nterna es preciso no confundl.r la 'polltica sarta y edificante, que consiste eh el libre desarrolb de las funciones de la ciuda~ dada, en el libre desenvolvimiento del anhel nacioíi.al hacia su perfección :orgánica, con la mezquina politiquería de círculo o de intereses creados. La primera es la regeneraci6n el ptog ~eso, la c'ivil1zac1ón, L:t segund~ es la ruina , el desastre, el caos. No débi'.amos tocar este punto asaz delicado , sin embargo es preciso , ti_ue, siqu'iera en fechas c~mo el 6 de agosto, de rememoración del fi'lagno

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-6S acontecimiento , del triunfo de Junín, recordemos, !T'editemos y razonemos lógicamente, que el Ejército es una organización netamente apolítica. El Ejército es sólo la fuerza . El Ejército es sólo el guardián de la integridad t erritorial. El Ejército es sólo la garantía del honor nacicnal.

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Para terminar, volvamos, p )r breve Í'1stante, a la Batalla de Junin. La acción que acabamos de narrar, tiE.ne un tri ple aspecto : histórico , militar, filosófico y legendario. Bajo el primer aspecto hemos seguido el desarrollo de los hechos, supliendo con la ilustración del lector todas las faltas y defic iencias y hemos meditado para hacer deducciones lógicas y aprovec.iar de las enseñanzas útiles. Bajo el segundo aspe.cto, Junin, no es sino el tri nfo de la libertad sobre la esclavitud, es decir, la culminación de una aspiración humana, que es, precisamente, la esencia misma del espíritu . La democracia derribó a la aut ocracia . Los derechos del hombre se impusieron a los caprichos del feudalismo . Estas dos fuerzas antagónicas debían encont rarse alguna vez, en el vasto escenario de la vida de nuestros pueblos in do-latinos. Eran dos nubes contrariamente electrizadas que amenazaban con la tempestad el cielo d e América. Junín fué el preludio; Ayacucho , la e ·cena fin ' l. En Junín surgió la centella; en Ayac icho repercut ió el trueno . Al fin, el rayo de la libertad partió para siempre la masa negra de la esclavitud. Y el Perú fué libre y con el Perú, la América Meridional. Y desde entonces adoramos la liber tad. La libertad que es la fuerza suprema del hombre. La libertad que es la prepotencia de los pu eblos La libertad que es la luz de la vida. La libertad que e.s la antorcha de la c1vilizaciór . Bajo el aspecto legendario, la batalla de J unín representa el mito olímpico de los dioses : la lucha de la luz con las t inieblas. En esa grandiosa pampa de Junín, en las noches silenciosas, bajo un cielo estrellado, se oye todavía el bronco galopar ce los escuadrones, el ronquido profundo de los caballos y la furiosa i mprec~aci ón de los jinetes. Y, cuando alguna nube tiende su pálida sombra, se refleja en el aire el cent elleo de los vibrantes sables y ~a hierba del suelo se: enciende fulgurante bajo la chispa de los cascos de hierro.

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Cuentan los viajeros errantes, que sobre las ondas de aquel grandioso eco, que semeja una tempestad, se O) e el poderoso batir de unas inmensas alas que remontan hacia el cielo , y que, en medio de esas fulguraciones, surge una luz explendente que se proyecta h:icia el infinito .... . Aquellas alas pertenecen a BOLIVAR, y esta luz es la luz de la LIBERTAD.

Quizo Dios que Latino-América fuese libre y creó un genio . Bolívar. Quizo Dios que "'etrrreludio d e la libertad -;e entonara en Junín y creó una Caballería . la Caballería patriofa. He aquí por qu é celebramos este día, ¡6 ece Agosto!!!, como el glorioso día de nuestra Caballería. Y hé aquí por qué nuestros espíntcs unid s en un bello ideal y fraternalmente enlazados, remontan hasta la serena y majestuorn pampa de Junín, desde donde van a contemplar aquella grandiosa y l.e gendaria carga d~ los bravos J' HUSARES DEL PERC" ' · grandiosa carga, de cuya vilira-:. ción metálica nació el alma de nuestra Caballi-ría grandiosa carga que repercute sobre el abismo del tiempo, como una ola, en los agrestes flancos de nuestras cordilleras ........ . 6 de Agosto de 1935.

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Fragmentos de la His toria del Protectorado de San Martín en el Perú *

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Obra inédih del Sr. Dr. Germ. n Legufa y Martínez.

PARTE

VII.

CAMPAÑA AL SUR DE LL\Íf.\ CAPITULO

II.

El Viaje y el Des1;mbarco.

I. Al melancólico decliínar del sol, sobr' un cielo puro y límpido, en 1a hermOS1. e histórica tarde del 21 de agosto de 1820, vimcs a la expedición y a la escuadra libertadoras perderse de v sta a las afueras de la bahía de Valparaíso, en sentido n orte, y navegar er rigoroza conserva reccstándose a la costa. Iban en ella todos los buques le guerra y trasporte de que en su lugar se hizo mención, salva, únícame te, la fr1gata "Minerva'', en· viada a Coquímbo desde el 20, con el objetf de emba rcar en esa rada alba~ tallón número 2 de Chile, comandado por 1 sargento mayor don Santiago Aldunate y a la sazón acantonado en el c~unriado pu edo. Hermosísimo expectáculo, jamás visto en las soledades d 1 Pacífico multitud sublime éle albugíneas velas, arremolinándose en 1a le anía, cor10 bandada de gavío~ tas descendidas a bañarse y flotar en 1os e ·pumosos surcos del océano; al· go así como una explosión de margaríton(s opulen os, concitada entre el musgo de la campaña abierta y esplend irosa. * 1

* El Boletín del Museo Bo1ivaríarto-Dic. 1928 N. 0 4 pág. 93- publíé:ó el Sumario de la obra inédita "Historia del Protectorado de San l\Iartín €l1 el Perú" de don Germá:n Le• guía y Martínez. * "Causaba una verdadera comp!acencia-tlice un actor y testigo ocular del hecho, e1 general argentino don Jerónimo Eapejo - ver t an considerable número de embarcaciones a la vela, esparcidas en la solitaria superficie del mar" -A puntes r1istóricos de este autor, apud Revista de Buenos Aires, t: XIV, pág, 265,

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- 71 Era ese, como mienta Mitre, el más gigantesco de cuantos esfuerzos habíanse hecho hasta entonces en pro de la suspiradá independencia cotrtinental. *

II La noche del 21 trascurrió sin novedad, s ' lo que la tenebrosidad de aquella dispersó el convoy, impcsibilitddo de seguir matemáticarrente la línea y la cercanía preti~adas. Refi ere ·a est1· propósito, el "Diario de las Operaciones" de este viaje, que , "al amar: ecer del 22, encontráronse los cronistas del ejército sin ningún buque mas a p()CO tiempo se avistaron la "Independencia" y el "Aguila", y desµt:és el na vío "San l\fartín'', al que esos cronistas se acerc·a ron para saber el rumbo que debía seguir". - Se les ordenó por:erse en facha. Llegada a " Indei. '1dencia", hízcse señal de continuar el convoy. A las tres de la tarde, se troi:ezó con el resto de l~ escuadra. De acuerdo Cochrane co,n el ge:-:e·alen Jefr , dió ord en de que el bergantín "Araucano" desprendiérase de la lírea y adelant{rase a Coquimbo, con pliegos para Aldunate, en que se le preved- nuevarr:ente embarcarse, en el acto, a ~ordo de la "Mirerva buque, q':e sería convoyado ror el "Araucano", hasta incorporarse al núc eo de la flota a, altura dada. Unidos al grueso de ésta la "O'H ggins" y el "San Martín", de!:>pués de alejarse el "Araucano", rehízose el convoy a bs tres y media, tras rr ·edi~ hora de mantenerse otra vez ~n facha Al anochecer se acortó de vela, para aguardar al "Aguila", al "Lautp,ro", a la 'Montezuma" y a la almiranta misma , que se habían atrasado. Es de advertir que, desde la sal da de Valparaíso, navegábas e en el modo y forma que los marinos denominan de "Vli elta y vuelta", es a saber, dando la llamada "vuelta de afuera" durante 11 noche, a partir del crepúsculo vespertino; y efectuando la "Vttelta de tierra' durante el día, desde el amanecer, para, en todo momentC', tener la ceja del litoral a la vista, y así evitar, tanto las sorpresas como los peligros naturales nocturnos ·(abordajes, arrecifes, escollos, etc)

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III. El 23, no puestos aún a la vista los buques retrasados, se -siguió navegando a corta vela hasta las ocho dE la mañ' na. A esa hora aparecieron y reincorporáronse en la línea na\'R la M o11t ''Juma y la almiranta. Esta izó ~eñal de romper a toda vela;marC1a rápida que perduró hasta la puesta del sol. En ese instante la flota pús.1se en facha, frente a la duna cono-

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Op. cit., t. 1Il, pag. 10.

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cida en los derroteros con la denominación de "Le1 gua de Vaca" . Después de breve confe:-encia er.tre el almirante y el ge; eral en Jefe, a bordo del navío "San Martín", aquél perdióse a Jo lejos, 'a nino de Coquimbo, seguido por dos velas. Su misión es ir en pos, y apresurar la vuelta, de la fragata "Minerva" y el bergantín "Araucano", y, con ell )S, la ext racción del número 2 del mayor Aldunate.

IV. Al rayar el alba del 24 de agosto, la arma a se encuentra a las inmediaciones de Coquimbo. Reina profunda calma. Ni un soplo, ni una tremulación en las velas. La "O'Higgins" , se des .aca a la vista, aguantándose en las afueras de la rada, porque la ausencia de brisa no le permite entrar. La almiranta hace señales, ordenando salir de la bahía a la "Minerva" y al "Araucano". La orden es imposible de cumplir. No corre la mínima racha. La flota se balancea inmóvil frente al puerto, ya no sólo por la carencia de ventolina, sino por haber desaparecido el "Lautaro". A las tres de la tarde, se presenta una embarcación sospechosa a la vista. Anochece, y la "Argentina" iza señal de "enenugos en el horizonte". El "San Martín'.' enarca en sus drizas y grím pola de "unión constante" y de "mantenimiento en facha" Así se hace. Resulta que el buque sospechoso es una nave mercantil. Se la _deja proseguir su viaje.

V Al expirar las tini.eblas predecesoras el 25, y a favor de momentánea, aunque suave refresca, la "O'Higgins' y la "). ontezuma" ganan al fin el fondeadero. Pero la calma se resta )Jece. E. una calma muerta, que veda todo impulso. A ninguna de las e'11.barcaciCJnes le es dado entrar ni salir. El día trascurre sin novedad. Apenas si, a las nueve de esa ma· ñana, una vela, más que empujada por la c urmiente brisa, arrastrada por la corriente humboltniana, alcanza el embarcadero y larga allí andas. A las seis de la tarde más o menos, ya en pena penumbra, surge otro bergantÚl, en arribada usual de comercio. Tanto las naves de íntra como de ext~a puerto, vense en la precisión de no marear, éstas aguantándof'.e a puro fl te, aquel as, al ancla.

VI. Cochrane, en esa fecha, extiende carta gratulatoria para O'Higgíns. "No quiero - le dice ~ perder la o¡.iortunidad que ahora se me o-

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frece, de enviar a Ud . la agradable nueva de que todos los trasportes rr. chan en convoy, y de que el vic1 to es tar fayorable y tan ~ecio, cuanto p osible desea~". "¿Cuan glorioso será parr Chile e que, bajo vue>tro paternal g l)ierno, consiga derribar el p ode1 de Fsp 1i1a, y libertar toda la cost'.' < cidcnttl de este vasto continent de la d grac1ante opresión de la cdon elevándolo al ran~de una pcdr esa nacirm ! La Europa contemplará a ni ta los esfuerzcs de Chile ; y la 1 resente y las futuras generacior es ha justicia al nombre y a la memcn l de V E ." "La senda de V. E. es, ar ora, haft fácil. T cdo 1o que Chile n sita para la felicidad de su pue >lo, son l 1s justas y equitativas leyes e V. E. se propone establecer, ase,.,rurando 'a laborioso pueblo el fruto ce trabajo, y la libertad' personal a todos os ciudadanos, excepto a aq llos que violen las instituciores del país,. En esta carta, la República Argentina, verdadera y primordial : tora de la épica cruzada, no le m erece una sola palabra de alabanza o de j Ücia al apasionado lord. Sus o os no ven, no quieren ver más que a C le: porque ya t iene sobre los pe 1etrantes ojos la venda tenebrosa de su validad y su odio para con Sa Martín .

VII.

Comienza el 26 con un \ en to bon ·al mucho más violento que e la víspera. Los buques fondeados dentrn de la rada permanecen forza samente en ella, y el convoy exterior st separa, desvincula y desorde A las diez de la mañana reinterpó'ase el "Portillo" con mil traba: Trae el juanete de trinquet e r )to. Se procura repararlo. El viento modifica su P 1mbo al comienzo de la tarde. Esta sopla del sur, y lo hace con v )lencia p ·anunciada. Es la una . Aurn bien puede r ecrudecer el pelign , levantá 'ldosc. uno · de aquellos tempon que barren y soliviantan los mn ~s de Ch le, la escuadra recibe orden de flar velámenes, a fin de rehace el disgr 'gado convoy. Son las tres, cuando al c. ibo logr· n evadirse del puerto la "ó'E gins'', la "l\1inewa'', el "Arauca o" , etc. que entran en conserva, ya la tropa de Aldunate a bordo Pero el viento aplaca. El viaje se enerva. Las naves avanz débiles y parsimoniosas, sólo un. pujada ~ por h corriente. Según carta de G::trcía d 1 Río, la " O'Higgins" y el "San M::trtí éste y el "Lautaro'', aquél.la y el "Porfllo', están, en ocasiones, tan ~ ximos entre sí, y a veces tan e11barazadrn por la oscuridad de la noch por los vientos, que puede cont: rse como el mejor agüero el que no hu1 sen sufrido daños considerablt"' "

*

Apud. Ruines, op. cit., t. 1, pa,

424.

I.S-

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VI II. El 27 acentúa fa amenaza de temporal. El viento fresco resopla. y brama siniestramente. Las embarcaciones, impelidas por potente ún- · petu atmosférico, vuelan y se apartan. Llueve las señales de la almiranta: '"No hay que separase: los buques de atrás , aumenten velas· los de adelante, amainen" Refresca aún má; a-:ías diez; pern, como t•l "Aguila" ha quedado a gran distancia , el com:oy procede a ve1as cortas, hasta que la "Independe.1cia '' toma a aquel bergatín a remolque. A e. o de la oración, se allegan a la línea remolcadqr y remolcado, y se hace señal de "forzar velar' .

IX. En la tarde del 28, se condensan los nubarrones de que está poblado el firmamento, y arrecia la ventolina en forrra amen azante. Dispérsa'1se los buques y rómpese la conserva Se pon e la señal de '''reunión'" y, para facilitarla, se ordena a los navíos avanza-los otra vez acortar de velas. La reu.nión ordenada se efectúa, pero una nueva dispersión sobreviene. Antes de ponerse. el sol, se iza segunda señal de que "los buques se acerquen a la comandanta (el "San Mart n") y durante la noche sigan sus; movimientos" * El 29 la tormenta se declara y enfurece ca da vez más. La armada capea sus arremetidas felizmen te sin mayor zozobra . Dist:mtes las embarcaciones entre s , les es imposible guardar la aproximación que se les recomienda. VienVJ y mar están conjurados. El "Aguila" se extravía, sin ser de pron to a lvertida . u separación. La esperanza y el deseo de extravesar el radío p:oceloso del fuerte temporal, hace, a la hora del crepúsculo, forzar la vela,

-it En todo este capítulo, seguimos los datos ·ontenídos, oobre el presente viaje, en eI "Diario militar de las operaciones del Ejército Lil•ertador" que, abarcando las fechas comprendidas entre el 18 de agosto y el 9 de octubre de 1820, ap&rece inserto en los Doc111nento:r históricos de Odriozola, t. IV,págs. 25 a 32; hermanando y cone<Jrdando los aludidos dat os con los muchos, y muy interesantec, comprEndidoi; en los Ap11ntes hi.,/óricos de Espejo (Jerónimo), actor y testigo ocular de los sucEsos. Tales "apuntes" se encuentran en la " Revista de .Bmftos Aires, t. XIV, págs. 265 a 269, 359 a 361, y 367 a 375. Y hemos consultado, por fin, todo lo que, acerca de la materia, se puede hallar en Cochrane y Miller, Mitre, Paz Soldán, Mendiburu, Barros, Bulnes, Camba, etc. - ReRpecto a Es¡::ejo, aiiadiremos, para conocimiento de quienes lo ignorrn, que, tenazmente ¡::erseguido ¡::or el t ira 'lo Roras, hul;o de regresar al Perú, por cuya independencia había combatido, corno ya verenos; y establecerse en el Cerro de Paseo. Caído el déspota en 1852 (por Ja batalla de Montt·-Caseros), Espejo, tornó a su patria en 1853, para fi jar residencia en Mendoza. \unque Espt'jo no sea un literato, ni siquiera un e&Critor correcto, como Guido, y otros; con oclo, sus rn¡ mografías resultan en extremo interesantes, y merece agradecimiento justísirr,c por los senic es que ha prestado a la hif,turia americana.,

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X. La cólera de océano y atmésfera aplaca un tanto al amanecer de1 30. La neblina se desvanece al contacto de un sol radiante . La vista pue<le abarcar la totalidad del espectáculo ofrecido por esa flota numerosa ·en plena marcha. Al reponerse el convoy, adviértese la ausencia del ''Aguila" . La ansiedad e8'~era1 y prof n da. E1 esos mor.emtos se cruza ·el paralelo de Huascon; y, en consecuencia, es p-Oco lo que, en los diez días trascurridos, se ha podido avanzar . \ ' ienen', n el "Aguila", seiscientos setenta y nueve hombres, del batallón número 4 d e Chile, inclusos sus jefes y oficiales; setentitrés de la artíllería de aquel Estado; siete cañones; y, además, apreciable suma de armas, municicnes, monturas de uso y .de repuesto, etc; ¿Qué es lo que habrá ocurrido a la referida nave? De ahí la inquietud del resto de los expedicionarios . No es factible, de momento, salir en pns de la embarcación extraviada o retrasada, porque lo impiden la calma surgente y la niebla circundante, impe~~etn~le al atardecer; tan e~pesa .¡ cerrada, que ''los buques march:m con faroles", y cada cua rte d e hora disparan sendos cañonazos para mutuamente notificar o su avance o su presencia. Todos , todos (excepto el " Aguil.1") van "en veh", pero tímida y parsimoniosament e. Para colmo de inquietudes, et la noche d e este día se extravía la " Santa Rosa" *

XI. Raya el 31 nublado y con llovizna o garúa. La calma sigue. A las nueve de la mañana 1'éomienza a abrir" , ' "se echa: de menos al bergantín Araucano y a un trasporte" La flota , c·ntonces, "se ron e en facha" . A las 2 h. P. M. avístanse dos buques. Se . u pone que son los dos últimamente nombrados . No hay m odo de avan zar en la dirección de los mismos, y constatar su identidad, porqu e la fa ta de viento es absoluta, y todas las unidades presentes de la armada eE.tán , a pesar suyo, detenidas , e inmóviles. Se permarece frente a Huasco. Entretanto, continúa el extravío del ' Aguila' * y de la i'Santa Rosa"

* M etnürias de Miller, vol. 1, pág. 246. - Esa fecha es la exacta, porque el memógrafo aquí citado iba a bordo de la fragata referida. * Las frases que eneste van entre comillas per enecen al "Diario de navegación" ya cit.

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-76 XII. El (. de setiembre se inicia con calma y nublé do , como el día anterior. JVIuy temprano, conferencian San Martín y Cochrane a bordo de la comandanta. Reincofporado el "Araucano , se orde a que la "Independencia" * tome de él treinta artilleros chiknos con J cs oficiales; y que, así reforzado, salga en pos d~J "Aguila",. a quien - cas•J de no haberse perdido - se supone éonstituíd~en el primer )Unto de concentración que, para tales eve.1tos, fijá: ase en las instrustrncc Jnes imp irtidas a la armada. El trasbordo referido da algo que hacE. gracias a la mar gruesa renuente, y .a: la circunst ancia de no haberse t. ·tinguido t ota lmente el temporal. La "Independencia" torna al declinar la tarde No hay nada ní nadie. E! almirante mándale salir de nuevo, lirigirse &! segundo punto de éoncentración previamente preceptuado; y, le encc1 trar allí a,l buque des:i.parecido, c-onvoyarlo hasta el tercero , y aguardar en éste, al núcleo de la flota. Habiendo, en tales circunstancias refre·cado el ·1ento, se da la se·ñal de "navegar'".

XIIL N'o s2 contínúa hacíéncfolo el 2, porquE. la garúa y la calma dífícuItan la marcha, y, aunque a las nueve aclara, e lo es sin vient0. Ocufi'e lo pro pío en t odo el día 3. Acrece, e,1tretanto, la Ínquíetud producida por la desaparición del "Aguíla' ', y de h "Santa Rora". Conííase en 1 coraj e} h ¡ ericia de Jaime Blaist, capitá11 del segundo de los buques en mcíados; y se alienta la esperanzá de tropezar con los mismos, en el segl1J1do o tu-cero de los puntos de conce,1 tracíón det-e,·mínacfos en las instrucc ·nes. !l que valiosa carga 1a que conduce 1a "Santa Rosa'' ¡Nada meneis que al ya glorioso Míller, con dos compañías del número 8 argentino, y c tras do > de la s~lecta artí1Jerfa de fos Andes .

* DÍce Espeja que tal orden fue, de;C:e e1 pt'ÍncÍp1• comunícac a al "Santa Rosa"; pero el Diario ya ·~it, a ' irma, no úna, Rino repetidas ve::es, q ie lo fu é al buque mencionado en eI texto. Preferimos; pues, por razones obvias, las versión incusa en el 11(-::umento oficial; tanta más 1 cuanto que Espe'o _escribió simplemente guiado poi EUS lejano.; recuerdos; ya que, cómo el mismo nos cuenta en sus "Apimtes, uno de los inm€ 'l.os daños '• 1e le infiriera la. persecuriól'.} de Ro.oas,. fué Ja pérdida de "sus papeles" ;

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- 77 Por felicidad, a las siete y tres cuartos de la noche del referido día 3, comienza a soplar una ventolina que, aunque corta, facilita el avance del convoy . Deslízase éste último, ya completamente reunido, sin más excepción .que la del "Aguila" y el "Santa Rosa'" y pronto se llega a los primeros paralelos de la costa del Perú. El 4 y el 5 prosiguen la alegre claridad y el buen viento. Se dispone para aprovecharlos, "forzar velas". Las embarcaciones patriot_as pasan como flechas. Bien se conoce que han ingresado en la zona de acción del austro y de las aguas, literalmente "pacíficas", del Perú. ' De este modo, el 6, tras una densa niebla matinal que ciega la vista, y que se desvanece tan sólo a las diez y media del día se puede, a ésta última hora, divisar clarísimamente los morros de Nazca y de San Nicolás; altura, la pri:nera, emplazada sobre el pueblo de su hombre; y eminencia, la segunda, encaramada sobre el cabo y el pueblo de San Nicolás, dominan::lo las arenosas p~mpas de Turiga, en las costas meridionales de lea. Cochrane y sus subalternos, que conocen ya perfectamente aquella zona, dan la voz, cada cual en su buque,· catalejo en mano, anunciando la proximidad de Pl.sco. Del morro de Nazca al último citado pue~to, hay sólo veinticinco leguas; y de el se cuentan apenas sesenticinco al del Callao. Grandes aclamaciones resuenan a lo largo de la majestuosa armada. "El placer, dice Espejo, es inmenso, al ver cercano el término del penoso viaje" * Puede, en efecto, equiparrarse la emoción de los expedicionarios, a la que los descubridores del continente experimentarían al escuchar el histórico grito de Rodrigo de Triana "¡Tierra! ¡Tierra!"

XIV. Se da rumbo sobre Pisco, cuya ceja costanera extiéndese a la vista, a la m'3.llera de una faja azul, desteñida suavemente por la br~1mosa esfuminación que en ella origina la distancia. La maniobra se cumple veloz. alegre y ent usiastamente.. Se navega de lleno toda la noche; y, al rayar el alha del 7 de setiembre, mucho antes de cerrar una inoportuna neblina tempranera, el zotfir del firmamento calca hermoso la silueta del morro de Sangallán; diadema de Ja isla de este nombre, isla fronteriza a la península de Paracas', setentrional al islote de Zárate, y meridional a los pequeños archipiélagos de las Chincha y las Balle,,tas. Son las once de la mañana, cuando la escuadra, en plena y regular conserva, penetra en el canal formado por la isla de Sangallán y la península de Paracas. Doblado el cabo extremo de ésta última, la blanca línea

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Revista y vol. dt., pág. 267

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de infladas velas desenvuelve orgullosa frente a Piéco,y se tiende en línea a la entrada de la bahía de Paracas, que se er:.sa:r~cha en media luna o en semielipse, esto es, en la forma de una U, con su arco ulterior al mediodía y su ancha boca o cuerda al setentrión. Cochrane ha reconccido· bien esa bahía en los dos viajes precedentes, y elegídola, al fin, para el desembarco, de acuerdo con San Martín; nó sin haber entablado antes animadas disputas sobre la materia.

XV. Refiere el lord, en sus "Memorias", que, efectivamente, San Martín tuvo la intención de "dirigirse con el cuerpo principal de sus tropas a Trujillo; plaza distante cuatro grados a sotavento de Lima, en la que nada tenía el ejército que {Jacer, ni se podía obtener ventaja alguna; a no ser la de permanecer a cubierto de todo ataque por parte de los españoles, que no . podían ir allá por tierra, mientras la escuadra les impedía ir P.o r mar"; que al "hacer presente al general en Jefe el descontento que su determinación causaría en oficiales y soldados, esperanzados en que se les desembarcara y llevara inmediatamente sobre Lima, para cuya conquista eran más que suficientes, dicho general consintió en abandonar el plan de ir a Trujillo; pero . se negó resueltamente a . desembarcar la gente en las inrnediaciones de Lima"; que el plan del almirante era "desembarcar en Chilca (al sur y cerca de Lurín), punto, aquel, no lejano del Callao, y apoderarse, sobre la marcha de la capital peruana; empresa nada difícil, y, antes bien, de buen éxito seguro"; y que, pcr último, "viendo cuán infructuosos eTan todos SUS razonamientos, hubo, con gran sentimiento suyo, de dirigirse a Pisco" . Sea de ello lo que fuere, resulta positivo que Cochrane, por confesión propia, no fue quien determinó la operación irruptora, señalando el paraje de la costa invadible, en que aquélla había de cons'.: mar. Y, como el Aníbal de Jos Andes carecía de motivos y conocimientcs personales para hacer ese señ~lamiento por sí mismo, es de toda evidencia que, en el incidente debió el gran capitán de guiarse por los planes de Carrasco y los consejos y advertencias de Riva- Agüero y ele Remigio Silva; de Riva-Ag ·~'te­ ro, a quien hemos visto en sus comunicacion es, marcar aunque inncminada, individual y categóricamente, la bahía de Parncas, como sitio, en el sur, indicado para la inv2.sión; y de Remigio Silva, que en su "manifiesto", determina, como punto de ésta última, el ubicado detrás de la isla de Sangallán. Recordemos 'las palabras del primero: "Si el ejército de la Patria que debe venir al Perú tuviese siete mil hombres bien disciplinados, podrá desembarcar en las inmediaciones de Pisco. A dos leguas , hay allí una excelente proporción para desembarcar" .. '. Y rememórense, a su vez, las frases del segundo "Arregle y haga el desembarco el general de esa división tras de la isla Sqngayán, cena de Pisco, la que deberá ser el punto de reunión" .. ,

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- 79XVI. Eran las tres de la tarde del jueves 7 de setiembre de 1820, .cuando la escuadra libertadora poníase en facha y manteníase a la capa, frente a la entrada -de la bdhía, trazando con-su recta de limpia vehs, la cuerda ideal del arco formado por la misma. La "Montezuma" es la primera embarcación que se desliza en el puerto, con b '.lnden. americana, para practicar precautorio :::ondaje. A las 3 y 30 se iz 1 señal, en la almiranta, de "prepararse para an- ' clar" A las tres y tres cuartos, flota nuevo gallardete, indicativo de "forzar la vela". La "Iil.dependencia" se desprer¡_de de el convoy, en misión de reconocimiento de tres buques, que descúbrese fondeados en la rnda de Pisco. Son dos bergantines de comercio y una goleta cargadora de huano. * La "Independencia" hace buena presa de las dos primeras, mientras la última es echada a pique por los propios realistas del castillo de tierra, para impedir que siga la misma suerte. La recta de naves de guerra y trasporte se deshace en majestuosa curva, que va penetrando, suave, parsimoniosamente,. en el semielíptico aconchamiento del surgidero. A las seis y media en punto, y a los dieciocho días de la partida de Valparaíso, se larga anclas a un recodo de la playa, distante exactamente dos leguas del puerto de Pisco y mil quinientas millas de aquel en que inicióse el ;viaj e. Brilla el júbilo en todos los semblantes. La idea "de volver a pisar tierra firme" estremese los corazones. * La noche impera en el espacio, pero es luz plena, recóndita, indominable, la que relampaguea en las almas de los expedicionarios; luz de esperanza y de ilusión; presentimiento de triunfo y de gloria . . . · Titila en la almiranta una señal nocturna ; la de "apercibirse para desembarcar". Esa indicación produce efe@to mágico. Todo el mundo se pone en movimiento. Nadie piensa en el sueño, ni lo quiue, ni lo busca. No basb ndo los botes y lanchas de la flota para un dese'11barco nu~ meroso y rápido, la superiorid_td manda improvisar una serie de "jangadas",

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* Los bergantines resultaron ser el "Canton" y el "Rebeca"; y la goleta, la "Jesúi; María", llevada a Pisco y allí dejada a remolque por otro bergantín español: el "Congreso"; todo, según los partes a Quimpér, de que se habla en el IV, capítulo Ill de esta sétima parte. * Espejo, Apuntes cts., pág. 268. * Las señales eran diurnas y nocturnas. Consistían las primeras en banderas y gallardetes coloreados; las segundas, también utilizables para los casos de niebla y cerrazón, eran faroles, falsos fuegos, tiros de cañón o de fusil, etc.

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esto es, de pipas y barriles, entrelazados horizontalmente, a la manera que los maderos de una balsa o los tablones de una chata; distribuidos en ciiadrad os más o menos extenso<>; y flotante,-, crmo vacíes. La noche trascurre, en plena ansiedad, con estos prepantivos minuciosos y, a esci de las dos de la mafüma, comparece, tardh pero explendorosa, la luna me:iguante, esparciendo ideal claridad sobre la costa, el mar y esa parvada de gaviotas albinegras que se112ejan el cúmulo de naves ya aconchadas en el fondo de la b::ihía. Esa bahía, desde aquella fecha, cambiará de nombre, en recue1'do del gran acontecimiento. Ya no se denomiPará "bahía de· Paracas" , sin~ "de la Independencia'.

XVII. Es ya, como se acaba de ver, la madrugada del inolvidable día jueves, 8 de setiembre del año del Señor de 1820. A las tres e1. punto, San Martín, Cochrane y Las Heras Jefe del E. M. G., . parte;i en una espaciosa lancha de la "O'Higgins", y reconocen, recorriéndola toda la curvatura de la extensa playa . Después de escoger el mejor punto p3.ra abordar ésta con hcilidad, dan la orden de saltar a tierra. Los tres héroes son los primeros que huellan arena peruana en a. quel histórico día. A las cuatro justas comienza el desembarco. El "Montezuma" se coloca, al norte de la rada, próximo a la orilla, con un vigía encaramado sobre la cruceta del palo mayor, en observación atenta de los vecinos arenales, y de las dunas que, a modo de collar inmenso y roto bordean la elipsoid ea perife,-ia de la costa. Tiene ord en de proteger la operación con su enorme colisa de a 24, barrier-do, si necesario fuere, a cualesquiera grupos enemigos que pretendieren estorbarla. Dirígese a ti·e:ra (antes que nadie, echa excepción del almirante, del ger:eral en J efe -y ·de ' Las Heras), una compañía del batallón argrntino númern once, que inmediatamente ascie!1de sobre los rrédamos, encargada, en el papel de avanzada o descubierta, de explorar el campo y rechazar posibles emboscadas o fue ,·zas próximas del adversario. Cinco espías de éste, que se ocultan entre- el ondear de las a:-enas, huyen y piérderse a lo lejos. Siguen los bat3.llones argentinos números ! , 7 ·y resto cj.el 11,; el número 2 de Chile; dos cañones con sus respectivos artilleros; y cincuenh granaderos de a caballo. • 1 Todas esas tropas desembarcan con uniforme de parada. Con ellas const ituye San Martín una división de vanguan;iia ,(de unos mí! hombres), a cuya cabeza es puesto Las Herns.

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9 de Diciembre Con motivo de esta fecha rendimos homenaje a los héroes de Ayacucho, y por encima de todos · a Bolívar. El Libertador no estúvo materialmente en esa enorme jornada, que decidió la suerte de un mundo. El concibió el proyecto gigante, no sólo con meses, sino con años de anticipación. Laboró en los enorn:es escenarios americanos como protagonista de dramas heroicos, no como en acon.tecin:ientos decisivos, sino cerno pasos hacia Ayacucho; porque para cualquier gran capitán la libertad de una nación podía ser la cima de su obra, pero Bolívar emprendió la liberación de un mundo. Montó paciente y genialmente la máquina que debía realizar la obra y esperó el momento de ponerla en movimiento. El momento único del triunfo. El momento estelar, que diría Zweig. Designó al ejecutor de su empresa, y lanzó su portentosa organización cuando sonó el instante esperado, con cálculo de matemático y seguridad de vidente. En Ayacucho ambos contendientes - digno el uno del otro - hicieron, cada uno, lo que debían hacer. Ni . en uno ni en otro c?_mpo falló un solo engranaje. No hubo una nube en ese cielo de gloria. Después de la jornada, ci:tda ejército, a sol!:l_s con su conciencia y tras el más severo examen, se diría: He cumplido mi deber. Nada tengo que reprocharme. Por eso - además de por mil otras razones - es tan grande la jornada que puso fin a la cautividad de un continente. Y tan grande el hombre que en los abismos luminosos de su mente, estableció las necesarias premisas para que se produjese como una ineluctable consecuencia. Y no hizo falta en ella su presencia, porque su genio había predeterminado el triunfo.

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La Batalla de Ayacucho; óleo del brillante pintor peruano Francisco González Gamarra.


A las diez de la mañana se aproxima una pa:..-tida de ochenb hombres de caball~tia re3.lista, que, a prudentísima distancia, obse . va los movimieetos y aprestos de las tropas independientes ya deserr bz. ~· c2das . La descubierta del 11 forma en guerrilla y se dispor e a recibir R les españoles como es debido. Estos avar;zan. Pero r,o están todavía los contendientes a tiro de fusil, cuando la "Montezu-n'.l" ·rcmpe sob:.e les realistas en un cañoneo que los abre, diezma y desmenuza. Fugan en velcz carrera; reúne·;~ se muy lejcs; y páranse a persis tir en su tarea de observación, desde la cúspide de un moritÍ.Culo emplazado a la izqu:e .- da, camino del puerto. XVIII. De dos a tres de la tarde. * Las Heras y sus fuerzas abren mar~ tha sobre Pisco. * La partida española huye definitivarr.ente. Solo el gereral nombrado y uno de sus ayudantes van a caballo. Todos los demás jefes y oficiales , ~in exceptic1ar a les dem2s granade1·cs, proceden a pié, como éstos últimcs, porteando al hcmbro sus monturas y accesorios como soldados rases. . . Les artilleros empujan o arrastran sus piezas a puro pulso todo, por no haber podídose deserrbarcar la caballada en gran parte; y carecen de la inrr.ediata posibilidad de traerla a tie ra. 1 'Espectáculo imponente! ~ exclama Espejo ,:___ impore:::te y cormovedor, en que lucen el imperio de la sumisión militar, la moral, la disciplina y la severa subordinación a la voz del general: mirar a tántcs hombres ber.erneritos. ostentando las insignias de las más altas clases, y en el pecho tantas condecoracior:es de gloria; y mirarles con la silla a cuestas"! ... lCaravana brillante, reveladora, en aquel solo detalle, de su excepcional aptitud para la heroicidad y la grar:deza! !Allá va, sobre la sinuosa línea de la abierta playa, hollando sus inmensas sibanas de arena suelta, en que el pié se hunde hasta el tohillo; a lento y fatigoi'io paso; ba)o el sofocante y pesado fuego (el sol; con el martirio de la sed ya extinta él agua que cada cual traje·:a, desde el r especti-

* Atmónizambs así la diferencia de hora que aparece de las furntes conr,ultadas. Espejo dl.ce que esta salida de Las Heras sobre Pisco ft:é a las dos en tanto que el "Diario" cit. dice que a las tres. Es desesperante la variedad y aún la contradiccién que aquelks fuentrn ofrecen en ciertos detalles. Ya hemos, ¡:;or e;errp'b, hablaco de la pérdida del "Agui1a", y manifestadb las verdones 0pU€Stas estarrpada6 reJatiYamrnte a] bqqt:e que parti6 a bu;car • lo. Espejb asienta una corn a este respecto, y el "Diario" otra. Garda del Río, entre tanto, sobre el propio asunto,asevera cosa muy diferente cuanco escrite que el Ara11ca110 fué "el des• tinado a salir en busca del "Aguila";y que "el Santa Rosa",a1 trasbordar algur.o;;. artillercs del Araucano, se quedó muy a sotavento del convoy, y dernparedó a la mafana riguiente, sin que se supiese -de él hasta que fondeó en Paracas" (el 15 de setiemtre); afirtr.aciones, estas ú1timas, que en nada, se avienen con las que, por obvias razones , se han adoptado pRra el texto. _El pueblo¡ ¡i.b el puerto, que sólo fué ocupado después.

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vo buque, en la limitada ca;rmañol,a: * y obligada a guardar rígurosas filas, ya que, por las incidencias anotadas, e~ de presqmir ciue . ~l .enemigo se halle cercar . . . .. En ~ playa no. falta, para. dicha, de aquellos jinetes veteranos. convertidos en improvisado& peatones:, un oasis benévolo, como los que, a largos. trechos, esmaltan los desiertos: berberiscos. Palmar sombroso. no sembrado probablemente por l?- mano del hombre, sino conc_ítado, en espontá'leo brote, por nuestra colosaJ naturaleza,. brinda momentáneo re-' fugio a esos. cruzados de Ia libertad,, que, a la puesta del sol, pisan al fin los . al.e.daños del poblacho písqueño . .

XIX. . Las Heras:, como mílitar diestro y experimentado, que jamás perdió de vista la sangrienta sorpresa de . Cancharrayada (en la que, como s:1bBmos, 1 él fué s.ilvador del ejé~cito), desprende guerrillas en todas direc- . ciones. Aunque, en nú1gmÍo de los: alrededores haya indicios de la presencia de fuerzas contrarias, .puede, con todo, suceder que éstas s.e encuentren emboscadas.. en los médanos, o tras las colinas círcundantes, o quizá si dentro del poblado ,mismo . Es'ls guerrillas explotan todas las cercanías. Las destacadas directamente sJbre ei pueblo, ·atraviesan éste sin peligro hasta el extremo diametralmente op.iesto. Las calles están sile1cios::ts y s Jlitarias; las puertas, cerradas; no hay un solo S?ldado; ni siquiera se descubré un solo habitante. Media horá después, cerca de las sie' e.de la noche, el jefe dé aquella vanguardia recibe una seri~ de partes, en que reza uniformerr_e~te la frase sacramei1tal del casJ : "Sin . novedad". Se da cuenta de ésto a San Martín, que continúa a bordo, en Pai:aE:as, con, él restó de las tropas. El Ge::ierál en Jefe ordena ocupar la plaza. A las diez y media de la noche entra Las Heras con el núcleo de su divición . * M3.nda que las guerrillas y descubiertas se. replieguen y estacionen a una cuadra .de la plaza de arma~, dejando en las aft:e:-·as los correspondiecites rondices de observación y algunos _c entinelas avanzados. El grueso divisionario, en columna cerrada, acampa, en el centro de esa plaza misma. El jefe comisionado e".:tiende, en el acto ,. parte escrito de todas las ocurre:1cis del día, parte que vuela a las manos de la superioridad. So: ranchea y se toca silencio. La 'noche trascurre absolutamente tranquila.

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Así lla~a EsP.eío, y llamaba entoncei> todo el mundo, a nu~tras actual~ cantimploras. · , . . Tal es la hora fijada en el Diario d~ operaciones, aunque .Las Hcras afirma haberi;e efectuado Ja ocupación a las nueve y cuarto, en carta .a que se alude más adelante, de 27 de &etiembre, es decir, de diecinueve días dei>pués.

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arrastre tal de animales y de víveres. "Esos malvados, decíar, edrarán aquí, como la vez pasada, en que cor:dujéralcs al grir:go Ccc.hrar:e, rnqc:rnndo vuestros hogaies y llevár:dcse tcdcs vt:estrcs bier:es, so petexto de salvaros y d e re:'L:mi1·cs" . D e ese :modo' les pobladcres, en rrasa, fueron obligados a abar.donar la población con cuanto en víve~ es y sE.rrovientes poseían. Lo que les vecinos no pudieron llevar cor sigo fr é arrastrado por las tropas. Eso había sido un s;iqu~o parcial y un éxodo forzcso. Los cosacos del ccror:el emigrante habían t<mbién arre2do, en irrrer so LÚme:-o, lo~ caballé:s y reses del valle, conforre a estrictas ir:struccicr:es c'el virrey. * "Yo, agrega el ar.ciar.o, cargado de añcs, achaccso, valetudinario, i:mpcsibilitado de camir:ar, me quedé en mi casa cculto, y por supuesto terreroso de tánto malo qt:e , resrecto a vcsotrcs, he oído siemr:re a los españ ~ '. es decir".-Las H eras, manifirnta a su tE.mblcrcso irfo1mar:te que puec'e :¡·eti:[arse ccmplet2rrerte trar:quilo; que nadie le hará daño; y que, caso de ei¡::erirr.entar algún faltamiento se lo comunique en el ir:stan. te, para severamente reprimirlo.

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Como el puerto no ha sido ocupado hasta ese instante, se destaca so''.)re él una partida de ;e~or:ocimiento. No hay nadie que le cierre el paso; . y; en conseet:encia, ¡:e-etra aqi:élla en el fuerte defer:sivo de la plaza, cerno en casa propia. Ese fuerte, con todos sus cañones de fierro clavado adrede, está, como la adi ana y el resguardo, solitario, desierto. Ccmunicada esta circl"nstar:cia al cuartel ger:eral divisionario, se despacha de es ~ e una com¡:-afüa de ir.fantes, a las órder:es del tenier:te coronel arge:1tino don Manuel Roj3s, primer ayudante del E. M. G.; ¡;ara que inicie la ocu¡::ación formal, y proceda a examinar y vigilar los almacenes desamparados. En éstos se encu entra todavía apreciable cantidad de azúcar y trre» mil botijas de aguardiente. * 1

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Camba cens ra mereci¿amente a Químper por su retirada tímida y desastrosa, diciendQ en sus Memcrias: "El 8 quedó ocupado el fuerte y la villa de Pisco, ¡;in que el coronel Químper opt:siera la menor rEEÍEtEn'.:ia, ni a fa, or de la calidad del terrero, ventajorn para la guerra de guerrillas. Este jefe, al contrario, torró la extrafa rei:o1ución de retirane a la ciudad de lea, prefiriendo incor.cetiblerrrnte una Jireccién opt:esta a su base natural dé operaciones". - Op. cit: t.!,págs. 335 y 336. · · * Espe:o asienta qi:e sólo mil y tantas; pero la ci'ra del texto es la que da el propio Las Hera~, en la cit. ·carta .del 27 ce setiembre, que a este propósito dice: "El país (pueblo y puerto) estaba enteramente saqueado )r abandonado, y sólo el aguardiente que no pt:dieron derramar o llevar ha sido lo único qt~e se tornó: y, sin embargo, su número ascendió a tres mil botijas, y algún poco de azúcar".-Autor y op. cit. t.1,pág. 426.

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XXII. En Paracas, continúa, entretanto, el desembarco del ejército, reiniciado a las diez de la mañana. A la hora exacta del medio día, queda ya, s.o bre la playa, la compañía de cazadores del número 5 de Chile y los presentes del batallón núrr..ero 8 del ejército de los Andes. * , Comienza a soplar violenta paraca. La mar se pica. Tiene, que suspenderse el desembarque. El número 8 y los cazadores indicados toman, con la fresca de las cinco de la tarde, la senda ya trillada del pueblo de Pisco. las profundas tinieblas que sobre aquellos despoblados descienden a la primera noche, obligan a aquel cuerpo a detenerse y acampar en pleno medanal. Son las siete cuando tal ocurre. Pernocta, pue¡;, el 8 en pleno camino, y prosigueª. las del alba sJbre el pueblo, a donde lleva la orden de relevar en el servicio a la vanguúdia. En la víspera no ha habido allí otra novedad, que la de haber vístose cortada por el e~emigo, determinada descubierta patriota comp11esta por un oficial y sie';e soldados; inmediatamente salvada por otra L erza que, en auxilio suyo, partió con el teniente coronel Conea; ·y que incontine;1te puso en fuga a los re'llistas avanzados, procedentes de lea. El capitán Aldao sale con cincuentá granaderos mont::tdos, a reconocer el pmino de aquella ciudad y descubrir con precisión el acantonamiento de las fuerzas contrarias. El mismo 9, a lai' seis de la mañana, presentáronse a la entrada de la bahía, el "Aguila" y el ''Araucano" buques a los que se daba ya por perdidos. No se rea~iza su ingreso por falta de ventolina, Cochrane da orden de que una escuadrilla de lanchas salgan al encuentro de ambas embarcaciones, y las introduzca a remolque en el fondeadero; pero la paraca ·sobreviniente es tan recia, que ni los barcos recién llegados logran entrar, y antes bien se desvían a·e la boca; ni el grupo de lanchas remolcadoras puede salir. Tal fondeo, como se verá se obtiene sólo dos días más tarde, esto es, el 11.

XXIII. Mientras el número 8 de los Andes, prosiguiendo su camino en la madrugada del 10, e :t·a e::-i Pisco a las s:e: e de la mañana del propio día, en Paracas, aprove'.:hando la calma de esta última , con~inúa el desembarco.

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Recuérdese que dos compañías de este cuerpo vienen en el "Santa Rosa", buque que continúa retrasado.

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-86Pónense en tierra toda la caballería y la artillería, qué, con las monturas al hombro como los precedentes cazadores y compañía de vanguard·a, desfilan a ·las cuatro de la tarde,. para llegar a . Pisco en la madrugada del 11, y alogarse _en las rpejores casas de los extramuros, listos para cualquier alarma. A las doce del día fondean al cabo el "Aguila" y el "Araucano". La alegría es ge e:··al, al re::-ibir ya .salvo, el reft:erzo que eses barcos traen: ochociénbs plazas, trece cañones, van cantidad de ¡:,ertrechos y municicnes. Horas después l'.eza el "Nancy", portador de la caballada. Se ce· sembaroa cuidadm;a.rr.e:ite a los bridones; se los deja sueltos, para que se refocilen, coman y beban, Se los baña en el río cercano y se los avienta en los mejores potreros pisqueños reple:os de alfalfa. No queda ya más que una sola inquietud: la demora del "Santa Rosa" con Miller, el resto del 8 argentino y la artillería de los Andes. Pero, dice Espejo, se corfía en dos cosas: en el genio del comandante Bfaist, y e.n l?- buena estrella del general. Al ponerse el sol, peretran en el pueblo los regimientos números 4, Y 5 de Chile, así como la artille.tía de aquel Estado. En la noche, regresan Aldao y sus cincuenta granaderos. Traen cincuenta -=tnimales, entre caballos y mulas; ochocientos carneros y treinta vacas. El er:emigo dice, se mantiene en la- posición que desde el 8 tomara, a seis legÜas ·de Pisco; el hacendado español Fernando del Mazo, dueño de Caucato, ha dado orden de internación de la mayoría de sus siervos, y él mismo se ha m:;¡,rchado apresuradamente a Lima; y, en fin , el conde de Monteblanco * dando libertad a ciento ciencuenta de los esclavos negros de sus fundos, los ha entregado a la tropa de Químper para que en ella sirvan cómo soldados.

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'r

XXIV. El 12 de setiembre, cuando ya todo ha sido puesto en play~ y .estin al fin debidamente instaladas en Pisco todas las fuerzas de la expedición) desembarcan a su vez, San Martín y su cuartel general; montan a cab~llo en la orilla; se dirigen al pueblo; y se alojan en la espléndidá mansión del marqués d'e Campoameno, do~ Ál¿-nso Gonzáles del Valle, éoronel de milicias de Ica, realista recalcitrate. Antes · de dejar la; escuadra, ha dispuesto que el "Araucano" parta de riuevo en pos del "Santa R osa"; y recibido la buena nueva de q~e el · "Montezuma" ha cogido en calidad de buenas presas, cargados de eféc,-

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temar.

Don Femando Carrillo de Albornoz de Ja Presa y Salazar, conde, también, de Mon· ·

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tos y de víveres; nada menos que tres místicos (pailebotes costaneros o de cabotaje) procedentes del puerto del Callao. Confianza, sosiego, sltisfacción: tales son los sentimientos que se apodera·1 del espíritu de las tropas, al ver entre ellas al gen.eral que tántas veces los ha conducido a la victoria. La vida y el movimie:,to ounden por todas partes. Todo es dianai? y ejerc1c10s. Los éuarteies · bullen en p:ena actividad. Las caballadas, refres::'.adas ya e;npiezan a prestar sus útiles servicios. Las avanzadas de a pié·s :m reemplazadas por las ágiles y vivaces descubiertas de granaderos y cazadores mon.t adas: S e en~ancha, así, el radio de influencia y acción del ejército ocupa·.1 te; y se multiplican las partidas desprendidas en torno, particularmente SC>bre Caucato y Chincha, en eficaz y constante requisa de bes~ ias y ganados. El país invadido comienza a sufragar, de buen grado y sin necesidad de violencia alguPa, cuantos gástcs, elementos y recursos son precisos para la ·subsistencia de los libertadores. Los habitantes, cuenta Espejo, entregan sus acémilas, caballos ·o mulas, y, en una palabra, todo cuanto tienen, de buera voluntad. * Los vecinos de Pisco, libres al cabo de la férrea presión de las fuerzas realistas, inician su reimigración: los unos, porque ya no puden soste ~ erse en los puntos de refugio; los. otros, porque conve:icid~s del bcien comportamiento de las tropas inde.pendientes sacuden el temor eq su ánimo infundido por la propaganda de desp·cestigio eCJ. que se han complacido y encarnizado las autoridades españolas; los mí.s, p::>rque simpatiza~ sincernmente con la causa patriota, y ya no tie len el freno de esa úitima p~na con que Químper y los suyos han amenazado a quie-es entren en cualquier contacto o presten el mínimo sei-Vicio a los libertadores. Estos procuran, por su parte, consolidar, en aqu€l vecindario renaciente, la quietud, el afecto y la confianza: "No hemos venido, les dice!l, a oprimirlos, sino a emanciparlos". En menos de veinte días, · tornan y se reinstalan en sus hogares, de ochocientos a mil vecinos pisqueños, co:me:ciantes por me:1or, y, en fin, familias enteras, que reabriendo sus tiendas y pulperías, las unas; sus panaderías y dulcerías, los otros; sus granjerías y r egocios habitu'.3.les, todas - introducen y c'lerraman, en el lugar, an ' es trisÍ:e, solitario, desierto, ese alegre fern:ento y perdurable ruido en que. gozos:imente rompen las colmeras humanas. San Martín se esmera en recomendar a sus subalternos la afabilidad y el buen trato para con los hijos del suelo, ya que, sin excluír ni aún a los más modestos, se ofrecen y manifiestan todos, como buenos amigos de la causa; y, en efecto, conforme al te_stimoriio de un actor y testigos ocular de estos sucesos, "los hombres, las mujeres y hasta los negros esclavos de las haciendas, al presentarse como patriotas, muestran, a manera de pa-

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Rev. y t . cits., pág. 367.

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saporte o comprobante de adhesión a l,a causa de la Patria , algura de las innumerables proclamas que San Martín ha hecho desparramar en el Perú; proclamas que aquellas pobres gentes han conservado, ocuitc: s y con la mayor cautela, como un talismán sagrado, envueltas en retazcs de gé:: ero o entre papeles; a raís de sus carnes"; prueba de que el Perú, aún en sus capas sociaies más humildes, era partidario resuelto de la empresa de su redención; y no había menester, como se ha dicho, que se le viniese a redi~ mir, aún, sobre o contra su voluntad.

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Continuará

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Espejo. loé. cit .

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•••••••••••••••••••••••••••• Cartas ·de don Hipólito Unanue a don José de San Martín

Archivo de San Martin, tumo IX, página 526, 528, y 529.

Lima, 18 de noviembre de 1822. Excelentísimo señor don -José de San MJrtín. Mi :: preciable jefe. He tenido grande gusto con la carta que he recibido de V.E. de 13 de octubre. Ahora pocos días le escribí cuatro p: labréis porque aun estaba incómodo de que se hubiese hido tcJn de prisc. Me dijo el presidente del congres'.) que se había sentido mucho -el que no hubiese dado lugar p~>n que le manifestara l:;.s señales de gratitud en los honores que inmedié.t<imente publicó. Anteayer presenté Iglesias un memorrn.1 p:diendo los sueldos y segtjn costumbre re~olvieron pásara a una comisión no seguramente p<ira los vc.ncidos sinó para los que deban señalarse como generalísur:.o. Una de las comiSior:es a que esto pertenece es la de hacienda en que yo estoy, y ya pronto se absolverá. El nombre de V . .E . es muy querido de este pueblo; se h2.bla y escribe de V. E. , con respeto y hay muchísima gente que lo· extraña. Si V. E. puede dar algún impulso al ejército que manda el señor Alvarado seiía muy oportuno a su gloria y a nuestra libertad porque ·todavía no es tiempo de descansar; quedará la obra imperfecta . . Sin embargo si la s2.lud no lo permite, aquí está la preciosa quinta de la Magdalena para comer con sus ami·· gos. Cuan agradable me ha sido la carta de .V. E., me ha sido desJgradable una de Monteagudo que. recibo escribiendo ésta. Me escribe solicita le paguen sus sueldos de Julio, pues se halla en la mayor estrechéz; haré cuanto pueda. Sus enemigos son muchos; le echan la culpa aún de aquello en que no intervino. He tenido que defenderlo muchas veces en cosas que hRbían conido por mi y nó por él. Se incomodan, sufro sus regc<ños; pero buey viejo camino delante. I.!::- 12

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90 Hoy se han empezado a examinar las bases del código de este gobierno representativo. El niño vá a nacer: no sabemos cuál será su suerte. Con tsdo, si le apadrina el general Sa.n Martín andará bien, porque sus padres son gente pacífica y no t an turbulenta como les otros americanos que todo lo han arruina.do. El doctor don Francisco Luna, su primer presidente, remite a Ud. con muchas memorias,Ios papeles inclusos que son los que han salido del congreso. Me dice que el gobierno de Chile ha negociado un empréstito de cinco millones en Londres, sería oportuno que nos supliese uno. Dinero y armas necesitamos y no gente que tenemos bastante y principalmente de los que y.E., conoce; que sé yo qué miras habrá por esos andurriales, aunque -parece que todo se vá enredando. Unos dicen que atacan al Itsmo mil europeos de la Habana; otros que Nariño y Paez han ocupado Santa Fé con cinco mil hombres y el libertador se agita mucho en preparativos marciales. Cuida.do, señor fundador, que nos quieren arrebatar nuestros trabaj os. Bañarse ligero y al ejercito, o a la capital. Quizás en estas andanz2.s nos agarrar,á la muerte, pero que no nos sorprenda con los brazos cruzado?, pues queda desp:J.és el nombre y la fama, y es locura ·n o cuidar sea la mejor del mundo. Cuarenta mil expreúones de mi casa, y otras muchísim'3S, y mande a su muy a~ecto, sin recordar las impertinencias que dice ha tenido conmigo que yo bien ~rocuraba vengarme cuando p )día. S.S.Q.B .S.M. HrPÓLITo

UNANUE.

Lima, 25 de noviembre de 1822, Excelentísimo sei'i0r don José de San Martín. Mi respetable Jeje . Ha.ce cuatro días que le essribí por medio de Guido, remitiéndo1e 1os pa.peles del congreso y hablándole sobre diferentes cosas. La comís.ón de hacienda hizo presente se abonas ~n a V.E. los sueldos . vencíd0s, y que se r esolviera sobre la pensión decretada por el congreso; es natural que V.E . haya recibido el oficio que le dirigió con posterioridad a su salida, ::uando no que haya visto en la Gaceta los testimonios que le ha querido dar justa y debidamente. Seria muy op'ortuno que V.E. le conteste, pues he visto alguna queja en esta parte.

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Toda mi intervención está reducida a procurn.r arregla.r la hac:enda, que no podrá ser en el ministerio, porque h2. reducido a los ministros a pur s , cretarios, para autorizar firmas. Sobre éste y otro punto, para ampliar las facultades del gobierno, he tenido algunos debates. Veo que se me mira con algún recelil1o; pno la verdad y la fuerza en lo justo son irresistibles. Estas cosas de congreso han puesto de mal humor a los chapetones de Jauja; lo tratan con furor. Pero yo, de todos los dimes y diretes no hago caso; lo que conviene es atacarlos, y atacarlos de veras, y si la expedición al mando del señor Alvarado no se logra, quedaremos reducidos al último conflicto. V.E. no . debe perder tiempo en hacer mejorar en lo posible la - expedición. Lo de menos es la capital en comparación de todo el Perú. Ojalá que Monteagudo hubiese oído con atención las muchas veces que le hablé sobre ésto. Pero su gran cabeza se ciñó a pequeñas ideas, queriendo verificar vastos proyectos donde rio había terreno. Y lo sensible es que en esta parte tiene muchos secuaces que se persuaden que todo se tiene en teniendo a Lima; mas, un par de buques de guerra que se pongan al puerto le harán perecer de hambre y despoblarse. Siga pues, V.E. la guerra con empeño hasta que quede bien establecido el título glorioso de fundador de la libertad del Perú, que dice muchísimo más que protector, como es de sí claro. Aquí basta con auxiliar; allá es menester de hecho sacrificarse. No apartar los -ojos de la expedición mariitma. Según los inteligentes, ha sido muy mal equipada, después de ingentes gastos. Chile puede' socorrer con caballos, armas y gentes, y ·el golpe será decisivo. Mande V.E. a su afect9 servidor q.b.s.m . HrPÓLITO UNANUE .

Acaba de sancionarse se paguen los sueldos vencidos; continúa el de general, y que en cuanto a la pensión resuelva la comisión encargada de señalarla.

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Lima 23' de diciembre de f822'. Excelentísimo señor don José de San Martín, Mi respetable

jefe ~

Tengó escritas varías cartas- a V. E. y remitídole ¡rruchos papeles. Dos. cosas me han tenido con sumo cuidado. La ruina de· Chile y la enfermedad que dice ha padecido V.E.; pero, según estoy informado, no ha sufrido en la primera y s-~ halla convaleciente de la segunda.. Deseo se restaure enteramente y goce de salud. Incluyo cuatro ejemplares de la exposición que hice sobre la hacienda del Estado . V.E. s~brá ya que el ejército desembarcó en Arica, y que los. auxiliares de Colombia han consumido mucho dinero; no quieren salir a campaña; ponen condiciones inauditas, y nos han paralizado los movimientos del señor Arenales. Que conducta y que conducta[ V.E. bien sabe que , de muy atrás percibí todo ésto; que hemos de hacerf es menester ír tolerando los contratiempos que siempre acompañan las empresas en este mundo . Es varia la opinión sobre el destino de V. E.; unos dicen que se vá para Buenos Aires, otros que regresa a Lima. En ambas capitales tendrá la estimación de su alto mérit:o. Sí seguimos con felicidad la campaña, es muy necesario es'.;rcchar íntimamente las relaciones y unión de ambas capitales. Los porteños y chilenos son vistJs fnternalmente en el Perú; no así los de Colombia y Dios quiera no tengamos-ningunas desavenencias, que en nuestra actual posición nos serían muy pesadas. Si V.E. no se hubiera ido ~ habría tal vez con su respeto mediado ert estas cosas, e i~pedído el éxito que pueden tener. Nada más añado . sinó que mande a su muy amante servídor q .b .s.m . H1PÓL1TO DNANUE

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Carta de Juan García del Ria a Bernardo O'Higgins

"Expedición Libertadora del Perú", por Gonzalo Bulnes, Tomo I, página 462. Pisco, 20 de Octubre de 1820 Excmo señor Bernardo O'Higgins: Mi apreciado jeneral i amigo: /

Desde que escribí a usted mi última: hemos tenido la fortuna de alcanzar a la división de Quimper contra nuestras esperanzas i de batirla~ dispersarla toda del modo mas completo, según verá usted por los documentos oficiales. La acción es, sin embargo, mas importante considerados los detalles que hemos adquirido ayer, en que se nos presentó un oficial con 25 hqmbres, que habiendo quedado cortados por Rojas no han encon- . trado otro medio de salvarse. El nos ha dicho que unos 80 hombres de a caballo fueron los que dispersaron y acuchillaron aquella división, que constaba de más de 300 hombres, en la plaza sola de Nazca, i nuestra infantería i el resto de caballería se hallaban de allí a tres leguas; de modo que el referido oficial cuenta con referencia a 'otro que nue¡_;tras tropas han sido un modelo de constancia i de bravura. Es escusado hacer· á usted reflexiones sobre lo importante de este primer suceso para entusiasmar los pueblos, envalentonar a nuestros soldados i d.~salentar a los enemigos. Entre los prisioneros hai un coronel de milicias; los aguardamos aquí en todo el día, i los oficiales seguirán inmediatamente a Lima para dar princi~ pio al canje propuesto. Hace tres días recibim.os las primeras comunicaciones de Lima con fecha del 11. La Prueba i la Venganza salieron del Callao el día antes; se ignora su destin0, pero, cuando por esta altura no han parecido, es probable hayan ido a Arica a trasportar a Ricafort, si es qu e .el virrei cree que no habrá otra insurrecció~. Por el mismo conducto tuvimos la GACETA DE LIMA i el papel de Unanue, de que se remiten copias. Por fa primera observará usted que su lenguaje es el de la rabia impotente, el de las esperanzas burladas, el de la desesperación, lenguaje

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tanto más ventajoso para nosotros, cuanto que forma un contraste mui marcado con el estilo digno y moderado del manifiesto del jeneral. Nada digo del papel de Unanue, porque es la acción más sublime i el golpe más fuerte que se puede haber dado al gobierno de Lima. El conductor de aquella correspondencia regresó ayer; i si entra en Lima felizmente i la suerte nos es propicia, dentro de un mes puede estar concluida la campaña. El Araucano, destinado a reconocer el Callao, regresó ayer, habiendo llenado su comisión el 8. Vió su comandante a la Prueba y Venganza fondeadas a alguna distancia de los otros buques como en franquía; i a la Sebastiana, Esmeralda i otros cuatro o cinco barcos en el surjidero, prontos a darse la vela, La Hyperion .i Macedonian no estaban en el puerto. Hace tres días que fugó en un bote para ·el Callao, o por mejor decir para el primer punto enemigo de desembarco, el capitán del bergantín Cantqn, dejando escrita a Lord Cochrane su carta, en que dice que sólo ha dado aquel paso porque está convencido de que el gobierno español no puede subsistir en el Perú, i desea recojer antes de su caída cierta cantidad que le debe. Asegura que no dará fa menor noticia acerca del ejército i escuadra. Por la correspondencia oficial, verá usted que el.marqués de San Mi·guel está resuelto a seguir al ejército. Es un jóven como de veintiocho años, de considerable fortuna, cuñado del conde de la Vega, etc., pero ha tenido la desgracia de ser educado bajo el sistema que los españoles se habían propuesto en América. El marqués de Campo Ameno, anciano respetable, ha ofrecido igualmente sus servicios. Aquel se dará a reconocer mañana o pasado por edecan del jeneral. O'Reilly, a pesar de los deseos que manifestó al virrei de acercársenos, no se ha movido aún de Cañete; i si nosotros no hemos ido a buscarle, ha sido porque desgraciadamente a un mismo tiempo cayeron enfermos, i de cuidado, Al varado y N ecochea. Y a están muy restablecidos. Nuestro Jonte falleció antes de ayer a las doce i media del día, cors'Orvando hasta el último instante de su vida toda su razón. Murió sin fa tiga, i poca& horas antes de su catástrofe, me encargó mui particularmente trasmitiese a usted los últimos votos de su amistad·. ·Todo 10 dejó arreglado, i el despejo y serenidad de ánimo que manifestó hasta· el momento de su disolución contribuyeron a hacernos más mortificante a todos sus amigos esta separación eterna. En Iéa se ha proclamado i jurado · la independencia. Y a se ' comunican a Ud. las providencias que se toman para que continúe aquí la insurrección. Creo que no se me olvida nada interesante que ccmunicar a Ud. para 1 llenar el vacío de lo o'ticial.

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Sírvase Ud. ponerme a los pies de mi señora su madre i hermana, aceptando el afecto i estimación que invariablemente le profesa su amigo i servidor Q.B.S.M.

J.

GARCÍA DEL

Río .

Son' las 7 de la noche, i acabamos de recibir el parte de Suarez, que ha llegado hasta Acarí en persecus10n. Por él verá Ud. hasta donde se han estendido nuestros valientes soldados, el entusiasmo de los pueblos, i la satisfacción i seguridad en que queda el patriótico vecindario de lea .. Solo · tengo tiempo para poner cuatro letras a mi esposa, a quien, suplico a Ud. tenga la bondad de enviar la adjunta carta. A los señores ministros de estado) demás amigos no puedo escribir por ahora, pero siempre me acuerdo de ellos.

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Cartas de Escobedo, Olmedo y Vásquez de Novoa, cuyos originales existen en el archivo de limites del Ministerio de Relaciones Exteriores.- Sección Ecuador .- Siglo XIX.-Rep. N ° 1.- Carpeta l.

Octubre 10 de 1820 Contestada 12 de Noviembre Exmo. Sor. Tengo. el honor de anunciar a V.E. que la suerte me ha proporcionado dar a la patria un dia de Gloria. En la m0tdrugada del 'dia 9 con todas las tropas de esta guarnición y auciliado de este paludico vesindario he prosedido a tomar los Quarteles y puntos fuertes de la plaza, a deponer las autoridades y X efes milit3:res y á estableser provisionalmente un Govierno que llebe adelante un systema conforme á los sentimientos y bien general de la América. Los sucesos se han precipitado uno sobre otro, y no me han dado lugar para descansar de las fatigas de estos dos dias m emorables. Por tanto no puedo dar V.E. un detalle de todas las operaciones y de todos los resultados. Me contraigo solo á anunciar a V.E . con el m 0tyor placer que se han nombrado un Xefe politico que dirija todo lo gubernatiles de h Provincia; se ha confirm3.do el 'Ayuntamiento que estaba nombrado popularmente; que se m e ha elegido por comandante general de las Armas, que se ha instalado una Junta provisional de Guerra y que reina el mayor orden y tranquilidad en este pueblo que desea anciosamente ver entrar por su puerto Buques coronados con el pabellon de h Patria y que nos conduscan los aucilios que jusgue V.E. nesesarios á sostenernos con firmesa. Todos los Oficiales se han comportado con el mayor honor y con la constancia que caraterizan a todo buen patriota. Estos pliegos los conduce en la Goleta Alcanza el Capitan con grado de Teniente-Coronel Don Miguel Letamendi cuya decisión y cooperac10n en esta hermosa insurreccion, son muy recomendables.

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22 de Noviembre de 1820 Contestado DiciEmbre 17 . Exmo Sor. Con esta fecha he tenido el honor de participar a V.E. el estado de todas estas Provincias hasta las inmediacic~es de Quito. Ahora añado otras noticias que creo no serán para V.E. de menor imp9rtancia. Ayer hemos t:mido una conferencia con el Sor. Comicionado por V.E. sobre el punto principal de sus ins.t rucciones, de que se impondra V.E. · por las noticias oficiales que ~e remiten en esta ocacion. Este beneme. rito oficial regresará en la primera oportunidad. No así el Sor. Coronel Mayor Luzurriaga, quién podrá facilitar con sus conocimientos todos los planes que se mediten para poner expedita la comunicacion con Y.E. desde el punto que ocupa hasta Cuenca. Este Pueblo despues de haber proclamado tan gloriosamente su independencia no há gozado de sus frutos tan sin sosobra como se esperaba, y como prometían los hermosos prinCipi,os de nuestra santa insurreccion. Las circunstancias del momento hicieron crear un gobierno sin las debidas forma1id:i.des. A mi se encargó el gobierno político, y el m:litar al Capitan Dn. Gregario Escob edo. Me vi precisado á los seis días de hacer dimicion de un empleo que yo no podia- exercer en beneficio de mi patria, pues el oficial Escobedo no correspondía á la confianza que se le hizo y reuniendo toda la autoridad hacia estrañar los días del antiguo despotismo. Previendo yo estos males hice convocar de-;de el prin:::ipi0 de rpi goviemo á todos los Pueblos para que por medio de sus diputados eligiesen eri esta Ciudad el Govierno que mas les conviniese. Verificada la reunion en el tiempo señalado form3.ron una Junta de tres individuos que rigiese la Provinc;:ia de la cual tengo el ·h onor de ser Presidente y deponiendo del mando al Comandante E scob edo nombraron al benemérito Coronel Don Juan de Arauso por Comandante general de esta Provincia. Desde este momento libres de la opresion se manifestó la indignacion general contra el anterior Gefa de un mJdo que compr0metía la tranquilidad pública . Las acusaciones hervían, y las reclamaciones mas vivas, no nos dejaban un instante para dedicarnos a la administracion. La principal acusación consistia en haber Escobedo conspirado contra este País, preparando la fuerza armada para atacar la representación de la Provincia. Justificose este atentado y .se confirmó con el rriobimiento. hostil que hicieron las fuerzas sutiles contra eLedificio en que nos reuníamos; descubrieronse otros planes por sus mas ihtimos amigos que pospusieron su amistad al bien de este ... país.

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Otra acusacion no menos grave en mi conceto era que habiendo pre-

so desde el primer di.a a todos los europeos sin distincion y encerrándolos en un Ponton estrecho, se echó sobre sus bienes, los cuales no entraron en los fondos públicos. Mas de Sü europeos, fueron remitidos al Chocó y sus propiedades ocupadas han desaparecido . De manera que ·el pueblo clamaba y clama aún contra un exceso indigno de un caballero, de un americano .y de un ministro de la libertad. Se decía á voces que no era el amoí· de la patria ni de la independencia el que le ha1 ia hecho tomar una parte activa .en la trnnsfo-mación de este país, y si solo la sed de atesorar, la ambicion de mando y el ansia de salir del estado misei:able á que le habia reducido su conducta anterior. Acosado el Govierno por todas partes queria siempre proceder con moderación y templar los ánimos; pero todas las medidas erart inútiles, y como la exa1tacion podía causar un extravío dificil de contener fue indispensable proceder a su arresto para consultar a su propia seguridad y resolver su remiciori a Chile en el bergantín Puyrredon á dispcsicion del Supremo Govierno con la correspondiente sumaria. En mi consepto -el crimen mayor en un americano es hacer odiosa la causa de la Patria, y dar ocacion á que los enemigos, los tibios y los indiferentes letanten el grito contra nosotros, infamen nuestra Q_onducta, declamen contra este gerteral movimiento de América y atribuyan a la causa de. la libertad, 19s exesos de los hijos desnaturalizados. No está libre de esta nota el Comandante E scobedo; por tanto devuelvo á V.S . los despachos de Coronel que le ha expedido para que se los entregue si lo juzga conveniente. Y e no he querido remitírselos al interesado por no tener parte en un premio que compromete la reputacion de mi pais. La mala versacion de los caudales publicos que há he cho et mismo Escobedo, nos tiene en los mayores apuros. Las tropas de esta guarnicion y los auxilios indispensables y frecuentes que damos a la división protectora de Quito, dema~dan execµtivamente pagos y socorros de que necesi~ tamos nosotros mismos. La escases de nuestro Erario merece el nombre de y_erdadera miseria, y ya puede V.E. considerar los cuidados de este Govierno naciente en esta critica situacion. No queremos apelar . al medio de una corttribuciort para no decaer del credito y confianza con que nos honra este Pueblo, para el cual s.e ria muy odioso el que el primer paso que da á su libertad fuese urta erogacion que quiza no puede soportar atendida la situacion del Comercio después de ortce años de una gerteral paralisacion y despues de habersele sacado por extorcion por los artteriores Gobiernos contribuciones exorvitarttes. Esta situacion es tanto mas sensible cuanto que nos imposibilita de coadyuvar a las operaciones del exercito libertador y de su escuadra y · cuando el impávido Lord Vice-Almirante nos anuncia que 'la O'Higins po.drá venir a carenarse e,n esta ría, nos acongojamos desde ahora hallando~

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- roo nos absolutamente faltos de num ~rario y sin recursos; pudiendo V E. quedar intimamente persuadido de que no necesitamos de estímulo para p:-estar á la causa de la Patria todo lo que esté á nuestros alcances y para sacrificarle nuestro reposo y nuestra vida. Nos hallamos igualmente en ta mayor necesidad de armas pa a esta guarnición, y especialm2nte para lebantar u.n a respetable diYóon en Cuenca, cuya importancia no puede desconocer V ..E. En est3. ,-:rtud · \'.E _ pudiera proporcion3.rnos mil fuciles y algunas fornituras haC'ia un sernc10 inestimable á esta Provincia que mira como la muerte el dar un paso ret rogado en su carrera. Días guarde a V.E . muchos años . Guayaquil Noviembre 22 de 1820' Exmo Sor.

]OSE ]OAQUIN DE OL JEDO (Una rúbrica) 1

Exmo. Sor. don José Sn. Martín.

·Diciembre 10 de . 1 ZO Capítanía Generaf de

1a Provincia lil¡re de Cuenca

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Sin contestacion por haber llegado al ' mismo tiempo que el oficio , el Capitán General de Cuenca. Exmo . Sor. Cuando á la cabeza de este v<;iliente Pueblo, fui el agente principal para que lebantara su encorbada serviz, tantos años agoviada por la crueldad española, conté siempre' para el sosten del justo cisterna que adoptaba, · Con los auxílios de Guayaquil, de donde sin duda esperaba al menos quinientos fusiles, y algunas municiones con que alarmar esta Provincia inerme. Se me ha frustrado todo á pesar de que mis instancias han tocado la linea de importunas; y según concibo, no ha sido la escaces, el motivo de haber-

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seme negado sino una bana confianza en que la Divicion que remitieron contra Quito, pond~ía a cubierto este cañón, sobre cuya fuerza se me oficiaba que descansase seguro. El resultado há bindicado de. prudente mi temor. Puerilidades y ninguna reflexion en el órden de ataque, fueron el origen de la completa derrota que sufrió: dejando comprometida á esta Ciudad á los inciertos efectos 'de la imbacion que espero dentro de ocho días, remitida por el Bajá Aymerich qúien por los conocimientos que le asisten no dificulta el logro de un completo triunfo. Sin embargo de que á lo mas doscientos fusiles y unos pocos cañones de montaña hacen el tren militar de esta Plaza, como á las veces el.valor lo supera todo estoy confiado en que el inexplicable entµciasmo bencerá al tirano, combatiendo su or~ gullo brazo á brazo, aunque hayga seiscientos fusiles y doscientos caballos con carabinas, Sables y Pistolas. Sea qua] fuese el resultado de la acción que espero, no será E;staJa última que tenga que hacer la guerra. Encerrados en un punto los debas'-tadores de la sang~e Americana, procurarán siempres abrirse paso,. y aun quando esto no suceda el honor mismo exige protexei- á Ja oprimida Qui~º á fin de que logre libremente .proclamar su independencia. Nada de esto es verificable sin armas y demás elementos militares y por ello es que remiti dos comicionados á Guayaquil con quince mil pesos destinados a la compra de mil quinientos fu siles, de una fragata estrangera que flotaba sobre el puerto del Chocó. Me aseguran haber pactado solo la de quinientos: mas el Sr. Coronel Guido ha tenido la bondad de escribirme ofreciendo mil fuciies, ya sean 1 de aucilio, si acaso los tubiese el depósito de V.E., o ya por su '· importe a razón de diez pes~s. 'Esta generocidad me ha llenado de placer como tan oportuna á ]as~ necesidades que me rodean, y en. su concepto, con esta fecha ordeno á dichos Comicionados sierren el pacto, anunciandoselo igualmente en contestación al Sr. Edecan de V.E. y remitiendd el completo del valor que falta, no obstante la grandisima escases de numerario en que se halla esta Caxa, que aún falta para lo preciso de . pagas a la Tropa. Como mi decision por la sagrada causa de la Patria no conoce límites, se agitan los deseos en · buscar el medio de operar por el Sur baxo los auspicios 'de V.E. y si acaso lo tubiere por conveniente. Para esto es indispensable que cuente con quatro mil fusiles y las municiones necesarias á tal arm:tmento y á pesar de que esta Provi~cia y las pequeñas de Zaruma y Loxa carecen enteramente de metalico, he hecho el anuncio de sacrificar los mas precioso de mis bienes para completar veinte y cinco mil pesos, con los que medito comprar dos mil y quinientos, y los demás artículos que falten, contando siempre para todo con la comunicación de V.E. que como tan digno héroe á quien se le debe el dulce ayre de la libertad en la mayor parte de la América Meridional, se dignara decirme quanto sabiamente

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consulte convenir al biert general de estas y aquellas Provincias. Para todo tendre el honor de hablar a V.E . extensamente luego que las criticas circunstancias del momento me den lugar de verificarlo con algún descanso . Dios guarde V.E. muchos años .

"

Cuenca y Diciembre 10 de 1820.

1º de su independencia.

Exmo Sor. (Una rúbrica) ]OSE MARIA VASQUEZ DE NOVOA

Exmo. Sor. Capitart General del Exercito Líbertador del Perú Don José de San Martin.

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Fichas Bibliográficas

LA IN9msrcróN EN LIMA. - Síntesis de su Historia, por Cabada Danoourt Octavio.-Editorial EL INCA.- Lima, 1935.-1 vol. 123 págs.-0.138 x 0.085. Carta introducción de Carlos A. Romero . -Prólogo de L. Alayza P. S .-Contiene el relato de la Inquisición de Lima, en clara síntesis de las obras de José Toribio Medina . -Historia de la la .. Inquisición de Lima.- Ricardo Palma y otros autores connotados. VrnAURRE, por Leguía Iturregui Jorge Guillermo.-Imp. La Voce d' Italia, Lima, 1935. - 1 vol, 231 págs.- 0.162 X 0.095~-Prólogo de Jorge Fernandez Stoll. Es la obra póstuma e inconclusa del malogrado historiador, sobre Manuel Lorenzo Vidaurre y Escalada, personaje limeño lleno de talentos y ' genialidades, magistrado público, diplomitico y estadista de primera línéa; amigo y colaborador de Bolívar en 1823 y 24, abrió campaña contra el Libertador y fué el alma de la revolución de 26 de enero de 1827, que puso fin a la influencia bolivariana en el Perú. Fernandez Stoll ha confeccionado el libro con los papeles de J. G. Leguía Iturregui. EL PRIMER ALCALDE DE LIMA, NICOLÁS DE RIBERA EL VIEJO y su POSTERIDAD. - Por José de la Riva Agüero.-Imp. Gil, Lima 1935. - 1 vol. 99 págs.-Ü.17 X 0.11. Estudi0 histórico genealógico de Riqera el Viejo y de su descendencia hasta los actuales vástagos, nutrido de datos· y documentación. Es la tercera refusión que hace el autor de un trabajo que amplía y corrige los del General Mendiburu y Torres Saldamando, sobre el mismo personaje. EsTUDIOS HISTÓRICOS, de j osé Antonio de Lavalle Y, Arias de Saavedra Imp. Gil, Lima 1935.- 1 vol, 481 págs. Esta obra compuesta de artículos del ilustre literato e historiador li- . meño, ha sido editada por sus hijos y nietos, con motivo del centenario del nacimiento del autor. Contiene 17 estudios biográficos de personalidades de la Colonia y de la República, originariamente publicados en La Revista de Lima, El Ateneo, etc. /

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CENTENARIO DE MANUEL PARDO . - Imp . Gil, Lima 1935 .-I vol. 316 págs .; II vol. 261 págs. Es una compilación de estudios, juicios y datos sobre el destacado estadista limeño, personaje de primera línea de la R epública, fundador del partido Civil. Es un homenaj e de los deudos de Pardo a su ilustre genitor, y contiene valiosa documentación sobre las personaliddes descollantes de un importante lapso de nuestra vida independiente. CUATRO SIGLOS DE MEDICINA LIMENsE.' - Edición alem3,na hecha 'por la Casa Ba:yer, como ofrenda a Lima en las fiestas del IV Centenario de la fundación de esta. Gran formato: 0.28 x 0.19; tricromías y dibujos artísticos de Víctor Morey. Texto del Dr. Carlos Enrique Paz Soldán, estudiando la medicina en Lima, desde sus orígenes españoles, hasta finalizar la orientación científica que le imprimiera el Dr. Hipólito Unanue en las postrimerías del siglo XVIII y principios del XIX. LA CRUZ DE SANTIAGO, por Carlos · Camino y Calderón.- Edit. Rimac.-1 vol. 153 págs.- 0 .14 x 0.092. Edición mandada hacer por el Concejo Provincial de Lima, como dice la siguiente acotación, en la caráuula "En homenaje a su autor D. Carlos Camino y Calderón y al glo:ioso pasado que en estas bellas páginas se exalta, se reimprime esta novela histórica al celebrarse el IV centenario de la fundación de Lima". Es una amena y elegante narracLón de escenas del primer cuarto del siglo XIX y de las conspiraciones por la Emancipación del Perú. La primera edición, de tirada reducídísima, se hizo en Trujilló en 1925.

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~~~!fl-limiil~R~

Notas cambiadas entre la Academia de · la Historia de Caraq1s y el Dr. Luis Alayza Paz Soldán Caracas, 17 de Agosto de 1935

Señor doctor Luis Alayza Paz Soldán. Lima (Perú) Muy distinguido señor :Tengo el honor de participarle que esta Academia, en atención a los méritos que concurren en U d. tuvo a bien elegirlo Miembro Correspondiente en Lima, en su sesión del quince de los corrientes. Por paquete separado le r el Diploma que lo acredita como tal. Con entimientos de consideración, quedo' de Ud. muy atento segur0 servidor.

J OSE

SANTIAGO RODRÍGUEZ·

Director.

Lima, Octubre 16 de 1935 . Señor Director •de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. Muy señor mío : He tenido el honor de recibir su apreciacle de 17 de Agosto del 'Corriente año, que me hace saber que he sido elegido miembro correspondiente de la docta institución caraqueña, y el correspomliente Diploma:, quedo profundamente reconocido por tan alta y significativa disti~ción. Ruego a Ud. expresarlo así a lá Academia y aceptar los sentimientos de mi más especial consideración.

Luis

ALAYZA 1 PAz soLDÁN.

I.S-14

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Estatutos del Instituto Sanmartiniano del Perú Art. I.-Es objeto del Instituto Sanmartiniano del Perú fomentar por todos los medios el culto de los héroes de nuestra Independencia y los estudios históricos de la RepúbJica. Art. II.- Son miembros del Instituto Sanmartiniano del Perú Jos que con tal objeto se designe en lo ulterior, teniendo en cuenta su labor histórica nacional o extranjera. Art. III.-Son socios honorarios las personalidades designadss en razón del cz.rgo que ejercen, de altos méritos o de servicios prestados al Instituto o al Perú; y socios corresponciientes ías personalidades de fuera de Lima, a quienes se confiera esa distinción por su consagración a estudios históricos o por sus actuacioves d~stacadas. Los representantes diplomáticos de Ja República Argentina y de los EE.UU. de Venezuela, patrias de los !ibert¡¡dores San M¡µtín y Bolívar, residentes en el Perú y el Dr. José Pacífico Otero, iniciador de este Instituto y fundador del Sanmartiniano de Buenos Aires, sori miembros natos, de honor. Art. IV.- La dirección del Instituto está a cargo de un comité compuesto por el Presidente, dos vicepresidentes, dos secretarios, dos tesoreros, un bibliotecario y veinte vocales. Art. V.-En caso de ausencia del Presidente, los vicepresidentes se turnarán mensualmente en el cargo, dedi:Uéndose por suerte a cual de ellos toca presidir durante el primer mes. Art. VI.- Las elecciones de cargos se realizarán en la primera quincena de julio de los años impares, y el Comité electo entrará en funciones el 28 de ese mes, en la actuación solemne de que trata el artículo 9°. La duración de los cargos es de dos años y son reelegibles. Art. VIL-Habrá junta general ordinaria una vez al año, para los efectos del artículo an~ terior y para la lec':11ra de la Memoria anual del Presidente y juntas extraordinarias cuando las soliciten más de veillte miembros. Art. VIII.-El Comité sesionará una vez al mes, en la fecha que fije el Presidente. Art. IX.- Habrá una sesión solemne el 28 de julio de cada año o, si no fuera posible, en la fecha más próxima, en recordación de la Jura de la Independencia del Perú; y en airas fechas memorables cada vez que lo acuerde el Comité. Art. X.-- En las juntas generale3 y en las de Comité, los acuerdos se tomarán por mayoría absoluta. Art. XI.- El quorum pflra las juntas generales será de veinte miembros. Si no se alcanzase este númerc, se cit<.rá por segunda vez y se sesionará con los que asistan. , Art. XII.- El c¡uorum de las sesiones de Comité será de seis de sus miembros. , Art. XIU.- En las juntas generales, ordinarias o extraordinarias, se harán las designaciones de miembrcs honorarios y correspondientes. Art. XIV.-El Instituto publicará una revista que llevará el nombre de San Martín, y formará una biblioteca y un fichario, debidamente catalog?.dos. Art. XV.- Son rentas del Instituto las cuotas de los xr.iembros, cuyo monto fijará el Comité y los fondos provenientes del impcrte que se señale para los emblemas y diplomas, de subvenciones, donativos y de actuaciones que se reaiicen para proveerse de fondos. Art. XVI.- El Instituto tendrá filiales en las ciudades del Perú en que haya ambiente para ello. Art. XVII.-Los miembros del Instituto usarán en las actuaciones oficiales el emblema de la Institución que es un bo:ón de orQ o plata de forma oval con el busto de San Martín dentro de una franja con los colores de nuestra bandera. Art. XVIlI.-El Reglamento del Instituto puntualizará las atribuciones de los miembros del Comité. Art. XIX.- El Instituto es extraño a la pcrlítica y las actividades de esta naturaleza quedan prohibidas de manera absoluta. Art. :XX.- El Instituto Sanmartiniano del Perú colaborará con el de Buenos Aires, para los fines que les son comunes.

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