Helena o nadie

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Biblioteca Josep Janés i Olivé

L L I B R E F Ò R U M

Helena o nadie de Rhea Galanaki

HORARI Matins: dimarts, dimecres i dissabte de 10 h a 13.30 h Tardes: de dilluns a divendres de 15.30 h a 20.30 h http://www.l-h.cat/biblioteques/josepjanes.aspx


Dimarts, 5 de maig de 2015 Helena o Nadie

Sinopsis Galanaki ha editado en español “Helena o Nadie”, donde nos cuenta la vida de Eleni Altamura, la imaginaria primera pintora griega, que, para conseguir buscarse un sitio en los talleres de los afamados pintores Napolitanos, decide disfrazarse de hombre. La obra es un paseo por los problemas de género, el contraste entre la cultura griega y la extranjera, la iglesia ortodoxa y el catolicismo y el amor erótico frente a la maternidad. Cada mañana, Eleni, convertida en un hombre, se permite sobrepasar los límites de su género pero no podrá renunciar a su verdadera naturaleza, convirtiéndose en madre y esposa. Tras numerosas vicisitudes y al final de su vida, se rodeará de un halo de misterio en donde nadie sabrá muy bien cómo calificarla, si como una poderosa bruja, o simplemente como una vieja loca.

Biografia i obra Rhea Galanaki nació en Heraclio, Creta, en 1947. Estudió historia y Arquelogía en Atenas durante el período de la dictadura, y sus primeras publicaciones fueron en contra del sistema y las instituciones. Vive en Kato Kastritsi, en los alrededores de Patras, en el Peloponeso. Es miembro fundador de la Asociación de Escritores, que se formó en Atenas en 1982. Y durante los años 1994-1997 fue vicepresidenta de la comisión para las Artes y las Letras del Ministerio de Cultura de Grecia. Ha recibido numerosos premio por su obra.

Destacamos entre sus obras: O vios tou Ismail Ferik Pasha (en inglés The Life of Ismail Ferik Pasha), Tha ipographo Loui (I Shall Sign as Loui), Eleni i o Kanenas (Eleni or, Nobody - Helena o Nadie, la única traducida en español).

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Sobre la novel·la Cristina Sánchez-Andrade. “Rencoroso destino”. Publicado a Revista de Libros el 2 de mayo de 2002. http://www.revistadelibros.com/articulos/helena-o-nadie-de-rhea-galanaki [Consulta: 10 de marzo de 2015] No cabe duda de que la última novela de Rhea Galanaki (Creta, 1947), galardonada con el segundo puesto del Premio Europeo Aresteion y con el Premio Nacional de Literatura en 1999, bebe de la leyenda de Helena, la hermosa mujer griega que huye hacia Troya con Paris, renunciando a su patria y abjurando de sus sentimientos de esposa y madre. Aunque en este caso, la protagonista, una muchacha griega del siglo XIX que también se llama Helena, no se vale únicamente de su belleza y sí lucha por forjar su destino. Así, cruza el Mediterráneo para estudiar pintura, transformándose al llegar a Italia en un muchacho que lleva por nombre Nadie («mi nombre es Nadie y Nadie me llaman mi padre, mi madre y mis compañeros todos», le dice Ulises al cíclope en el canto IX de La Odisea).

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En este país tendrá dos hijos y se cambiará de credo para casarse con un revolucionario condenado a muerte –estamos en la época del nacionalismo revolucionario italiano–, escapando de esta forma del sistema social dominante de la época que le ha tocado vivir. La novela, tercera de esta escritora que también ha cultivado la poesía, los ensayos y los relatos cortos, se inicia con la decisión de la muchacha de irse a estudiar a Italia. Su padre, un capitán retirado de origen albanés, comprende que la pasión de su hija por la pintura es semejante a la de sus viajes marinos y por este motivo apoya la decisión. Por otro lado, él mismo también se enfrenta a un reto: con el dinero obtenido por la venta de su último barco, sin saber leer ni escribir el griego, compra un viejo teatro y se convierte en empresario. Desde este momento, la vida de la protagonista (basada en la vida real de la pintora griega Helena Altamura Búcara, según se deduce de los agradecimientos del libro) correrá pareja a los avatares de ese teatro que en los últimos años de su vida, «cerrado a cal y canto y sin actividad alguna», debe ser demolido. En Helena o Nadie están presentes varios de los elementos característicos de la generación de narradores griegos de los ochenta que ya se habían esbozado –y censurado– en la generación del setenta: la fatalidad, la invocación de la fantasía, la muerte omnipresente de forma más o menos velada, el mal como una fuerza innata en el mundo del hombre. Pero a diferencia de otros autores de esta generación, la narrativa de Rhea Galanaki (o, al menos este libro) parece estar, como veremos, un tanto lastrada por el peso de la tradición y la mitología. Con una prosa acorde con el ambiente y la época que describe, aunque de tono lánguido y frecuentemente monótono, Rhea Galanaki alterna el uso de dos voces para rememorar la vida de la pintora. Por un lado, tenemos la de la propia Helena que, situándose en un tiempo posterior al desarrollo de la historia, se dirige a sus hijos. Por otro, la de un narrador omnisciente que da cuenta de la temprana pasión por la pintura de la protagonista, de los años de aprendizaje en Italia bajo otra identidad, del conocimiento del amor, del nacimiento de los hijos y de su reclusión durante los últimos años en la isla de Spetses, todo bajo la presencia constante de esos demonios del nacimiento que son las Parcas. Pues bien, la primera duda que surge al adentrarse en este libro, es la siguiente: ¿por qué estas dos voces? La condición de ser mujer en una sociedad dominada por el hombre puede hacer que una segunda voz, en este caso la de Helena, aparezca como necesaria para lograr la visión de la totalidad. Ocurre, sin embargo, que esta voz narrativa no se diferencia en gran cosa de la otra (el estilo, el ritmo, el nivel de la prosa o incluso algunas de las reflexiones son exactamente los mismos), resultando ser un mero eco que poco ayuda en la indagación de la psicología del personaje. Si en un principio la protagonista parece dotada de una fuerte personalidad, a lo largo del relato su voluntad y determinación se van debilitando. Así, cuando su marido la abandona, la Nadie de Italia vuelve a Grecia convertida en una Helena quejosa e inexplicablemente débil, que quema todos 3


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sus cuadros y que renuncia a su vida pasada encerrándose en su casa de la isla de Spetses y sometiéndose dócilmente a la venganza del destino. Puesto que no se ha profundizado en el resto de los personajes (los hijos, el hermano, el marido, el maestro, el padre...), y puesto que se ha escogido a Helena como conciencia central que refleja y examina la realidad, toda la novela queda impregnada por la personalidad sensiblera y melodramática de la protagonista, que al final de sus días vive acompañada de Lascarina, una criada coja (recuérdese que las famosas Parcas de la mitología griega también lo eran) que representa al destino que, por mucho que intetemos cambiar, nos toca irrevocablemente vivir.

José Luis de Juan. “La vida después de la vida”. Publicado a El País el 2 de febrero de 2002. http://elpais.com/diario/2002/02/02/babelia/1012611020_850215.html [Consulta: 10 de marzo de 2015] En el canto IX de la Odisea, Ulises le dice al cíclope que su nombre es Nadie y que Nadie le llaman su padre, su madre y todos sus compañeros. Ulises oculta su identidad tras un nombre que no otorga carácter de individuo y que podría ser sustituido tanto por 'Todos' como por 'Ninguno'. La engañosa disyuntiva se establece, por tanto, entre ser 'uno mismo' o 'Alguien', es decir, Nadie, pues en la personalidad oculta, anónima, está el origen del arte, igual que tras el huésped sin nombre del cíclope está el héroe que regresa a su patria. La escritora Rhea Galanaki, nacida en Creta en 1947, ha utilizado el apodo del protagonista de la Odisea para ilustrar un conflicto humano y artístico que realmente sucedió. Helena o Nadie recrea la vida de una pintora griega olvidada, Helena Altamura Búcura, que vivió en el siglo XIX y que representa un desafío contra el destino de la mujer en las sociedades tradicionales. Su forma de novela no impide que conserve muchos nombres propios que existieron y que permanezca fiel a la línea vital de la protagonista. Éste es quizá el mayor problema con el que se enfrentan este tipo de novelas: mantenerse fieles al mundo del personaje retratado y a la vez lograr trascender a él, ofreciéndonos una verdad que surja de la misma ficción y que posiblemente jamás encontraríamos en los hechos reales. Galanaki opta por aproximarse a Helena Altamura desde varios ángulos, lo cual ocasiona que el personaje pierda intensidad en favor de una cierta objetividad, que parece ser el verdadero interés de la autora. Comienza el libro con la escena de la entrega de un pergamino firmado por Otón, rey de los griegos, al capitán Yanis Búcuras, padre de Helena. Esta escena tiene lugar en Spetses, y Helena, la primogénita del lobo de mar, es la única capaz de leer griego pues la lengua de la isla es el arvanita, que deriva del albanés. Ya entonces se parece en casi todo a su padre. Tiene su misma determinación y comparte su interés artístico, interés que llevará a Yanis al teatro y a Helena a la pintura. Cuando 4


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ella decide absorber los conocimientos de los maestros italianos en Florencia, sabe que no le queda otra opción que convertirse en hombre, en Nadie. Ya no será más Helena por muchos años, pero siempre recordará aquel ruego que le hizo su padre al llevarla a desposar con la pintura en Nápoles: 'No olvides que eres griega'. Helena tendrá varios hijos con otro pintor, el revolucionario Saverio Altamura, y a partir de ahí su sueño se irá diluyendo hasta el punto de que ella misma quemará las pinturas de Nadie en un patio. El resto de su vida se consagrará al olvido y al silencio ('no existe vida femenina sin la necesidad de un profundo silencio'), convencida de que 'el destino se venga de cuanta mujer intenta escapar a su predestinada réplica. De toda la que pretende huir hacia la libertad de su propia naturaleza, la libertad del hombre, la que proporciona el conocimiento'. Lo que vendrá al dejar de ser Nadie será para ella 'la vida después de la vida'. La obra de Galanaki deja un regusto de panfleto, sin que por ello carezca de buenas imágenes y una prosa que se lee con facilidad pero escasa avidez.

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