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ORIGINALES Pao•• F."'l'fClICO GAacb,.V4LDEC4u" . -Progresol Teuplatieot. DR. Josi Morccm6 Forn'!. - A1~Wlu eon.iderac:ioaet clInieu lobre l. di.belel mdhtuI inCnnti1y IU tratamiento. D • • Emnou8 n.un! GRAv. - Concepto IIctual r clútica de lit. enfermedades alér¡rieal de ID piel. Du. ADUl'fDID ALVA..K%. Al.v.a.uz.-El dolor peniltente de eabeaa de ori~en ocular. 0.. F'jux ",!'Ccuo MA.a-rmn.- Cl!Dica pedi6trica: Pteuwa po.. raJeat. tltafiloe6d ea curad. coa pClticiliD •• Da. GEaAllDO Cu.ysaO DEL V.lLLa.- UI1 ca.o de menútgiti. traa· miticlI de enrio an6malo. D1l. Jo" Cl1lDea LL.u••••-Setenl. ea.o. personaJe. de acorta .. , IlÚtIlto d.l. duraei6a del parlO aarmal pOfmedio de l. dal.atina. n.. AMorflo L. GOKÚLU OeOalo.-Embanl&O' Úlua r aua.. ateriDo aimahÚleal.
Pfo B.uol...-Cartal .. de Feria ,liter.tv. d. Cordel.
A~O XXII
1947
Núms. 21 Y 22
Sección Literaria Dueando enriquecer y dar mayor variedad al conlenido de la Revisla, enlre .sus secciones técnicas procuraremos intercalor, siempre que el espacio lo permita, una nueva sección, que inauguramos en este Rlimero, en la que iremos incluyendo
onsinalu ae las más deslacadas fisuras de las lelras ••pañolas. Huelsa lodo pre.enlaci6n de D. pro Baroja, que por derecho propio la inicia, pre.'isiaNdo nueslra publicaci6n.
Carteles de Feria y literatura de Cordel por
o.
Plo BAROJA la Real Academia de la Lengua. llusJracionls de Esplandiú.
En las aldeas y pueblos de España, desde hace muchísimo tiempo no bay barracas con figuras de cera. Este espectáculo era uno de los más sensacio· nales y folletinescos de la época. En algunas partes, se sustituían las llarracas por unos carteles horriblemente pintados, en donde se representaban escena. de crimenes, inundacione. , rayos, pedriscos y otras calamidades públicas. Generalmente, tal.. carteles estaban pintados por 10. dos lados; en uno de ellos se veían los personajes de un crimen, el asesino que mataba a una mujer o a sus propios hijos y volvia después tranquilamente a su casa, y luego se le veía preso en la cárcel, y al último aparecía sentado en el banquillo fatal, donde le habian dado garrote. En el otro lado l e trataba de un fen6meno c6s· mico o atmosférico, de un eclipse o de una aurora boreal con 108 colore. del arco iris. El más característico que recuerdo de estos carteles e. uno que vi en Sigüenza, hace treinta y tantos años. A un lado se representaba el crimen de Don Benito, en varias escenas, con el trágico fin en el patibulo de lo. dos criminales importantes: García de Paredes, hijo de una familia noble de Extremadura, y el amigo y compinche suyo, tipo shakesperiano, llamado eastej6n. Entre los dos mataron a una pobre costurera, Inés Maria, y a su madre. El hombre que comentaba el cartel recitaba con voz lastimera un romance, del que no recuerdo más que estos dos verao. pueatos en boca del asesino y dirigidos a la victima: Enlrégale, Inés MarIa, que lu madre ya murió.
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Los romances explicativos de asesinatos que recitaban los hombres que llevaban carteles DO eran casi nunca antiguo8, porque 108 horrores lejanos interesaban poco al público. Eran, en general, de hechos recientes. Yo he oido romances sobre ese crimen de Don Benito, sobre el del Huerto del Francés, Rosaura la de Trujillo, Cintabelde, Higinia Balaguer, protagonista del suceso de la calle de Fuencarral, que fué famosúimo en España, y de otros, como el del exprés de Andalucía. Además, en esos cartelones se comentaban asuntos politicos d. actualidad. Uno de ellos estaba dedicado a la sublevaci6n del general Villacampa,
y se contaba c6mo la hija de éste se presentaba en casa de Sagasta, jefe del Gobierno por entonces, vestida de negro, a pedir el indulto d. su padre, y el viejo político lloraba enternecido. También habia un cartel6n del submarino Peral, con las conquistas que Ibamos a hacer los españoles cuando este submarino anduviera por el fondo de los mares y encontrara en él restos de naufragio, como el de los galeones de Vigo. Una de las estrofas de la canción que cantalla el hombre del cartel decía:
y nosotros,
como comprondemos
que en España no hay dinero ya, nos vestimos con trajos de bu:o para ver si lo hallamos en el fondo del mar. ¡Qué optimismo! Así como el anverso del cartel-de feria se dedicaba a la representaci6n expresionista de un crimen o de UD hecho famoso, en el rever-
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era frecuente dar al respetable público una lección astronómica más o meapooallptica . En cierto. carteles solía verse como primera figura algún nigromántico oon larga barba en punta, túnica azul y cucurucho en la cabeza. El astr6nomo barbudo solía observar con un anteojo puesto sobre un tripode la luna, las estrellas o algún cometa con cola. La gente contemplaba con cierta atención y ansia. A pesar de lo malos que eran como pinturas estos carteles, siempre hubiera sido interesante para la curiosidad popular y fo1kl6rica fotografiar y guardar los dibujos y las relaciones que los comentaban. De tales relaciones, la que recuerdo más completa es la aparici6n de la Fiera Corrupia. Varias veccs estuve escuchando las narraciones . horripilantes y a veces clniCB8 de dicba fiera fantástica. La Corrupia tenía forma de dragón rojo, con siete cabezas, siete cuernos y unos candelero. con velas en cada cabeza. Era evidentemente la bestia del Apocalipsis, más o menos camuflada, que venia a la plaza pública a presentar sus respetos a la gente. El que habia escrito el romance babia leido, sin duda, algo del libro fan- ' tástico y enigmático del Apocalipsis. Le recordaba a uno la pintura, con el drag6n rojo y los 60geles tocando la trompeta, tI antiguo poema de Alexandre: ID,
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Vyeron aquella noche una muy fyera cosa Venya por el ayr. una syerpe rabiosa Dando muy fuertes grupos la fanlasma aslrosa Toda venya sangTysnta V8Tmeia como rosa.
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Esta Fiera Corrupia, otras veces Correpia, descendiente espúrea de la Bestia del Apocalipsis, tenía diversos avatares. Perdia, sin duda, en otros carteles y romances el carácter de BU origen bíblico. Había varios romances en que la fiera presentaba otros aspectos y nombres. Uno de eUos era la Fiera Malvada. La Fiera Malvada, a juzgar por la estampa tosca que tenía en el cartel, era un monstruo negro con tres cabezas, la de en medio de hombre, y las de los lados, una de oso y otra de serpiente. Tenía seis manos, seis patas y seis velas encendidas en la cabeza. Uno de los papeles que la anunciaba se titulaba: "Nueva y curiosa relaci6n de las horrorosas muertes, estragos y desgracias que ejecut6 una fiera silvestre el día 12 de marzo del presente año en la ciudad de Urben, inmediata a Tierra Santa, matando a más de 150 personas y el fin que ésta tuvo". Además, existía la Fiera Maltrana, caso notable y espantoso que sucedió en la ciudad de Alicante con un animal feroz y nUDcn visto. Dase cuenta de cómo, por' la Providencia divina, arrebataba todos los días tres niños de caSB de sus padres, llevándoselos a la cueva de un monte. Declíirase también c6mo, al cabo de cierto tiempo, se descubrió la causa de cste castigo, por un niño de pecho que lo supo por inspiraci6n divina. La Fiera Maltrana, a juzgar por el dibujo, era un dragón de tres cabezas y uñas "de usurero. Este animal fabuloso venía a la tierra a castigar a las familias que no daban a sus hijos una educación cristiana. El monstruo evolucion6 con el tiempo, y en otros romances se le llam6
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Cmpecia o Curpecia: "HorroroBos estragos ocasionados por la Fiera Curpe..
cia, que apareci6 en Melilla, en el no d. la Plata." No sabemos qué río será éste, o si el autor del letrero confundi6 Melilla con Buenos Aircs. A juzgar por el grabado que encabezaba el romance, la Fiera Curpecia era un monstruo femenino, con cuatro cuernos, alas de murciélago, dos pa-
tas y dos garras suplementarias a cada lado. Su voracidad era terrible. El hombre del cartel que vendía los romances, hombre, sin duda, de gran cultura histórica, aseguraba que la fiera eomia más que el animal llamado Heliogábalo. El mismo dibujo de la Fiera Curpccia sirvió para representar el "Fen6meno del Pez-Mujer o la Maldici6n de una Madre" y para otras narraciones cómicas y absurdas sobre el fin del mundo. Al lado de estas historias donde intervenia en parte lo sobrenatural, había otras de hechos corrientes, más o menos exagerados, fieras que mataban ni.. ños o pastores, como el "Lobo de Peñarroya" o el "Oso del Urhi6n", que se escap6 rompiendo la cadena con la que le llevaba atado un bohemio. Otras leyendas parecidas amenizaban las ferias de los pueblos. Había también relaciones irónicas, en pross y en verso, como "Los cua.. renta y nueve motivos que tiene el hombre para no casarse", "Los apuros de un gallego al llegar a Madrid", "Las picardias de las mujeres la primera noche de bodas", "La desesperación y arrepentimiento de D. José Espronceda", "La muerte del Guaja Chico en la plaza d. toros de Albacete", "El arte de no pagar al casero y encima ganar dinero" y otras cosas por el estilo. ri •
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Algo pareCido a estos carteles y relaciones de feria eran los pliegos de "Li_ teratura de Cordel", de los cuales tengo yo tres o cuatro carpetas y de los que pude tener una colección completa. Cuando estudiaba Medicina, y vivia en Madrid, en la antigua casa anexa, a las Dcscalzas, en una esquina de la calle de Capellanes, que luego se llamó de Mariana de Pineda, habla una librena de viejo de un señor también viejo
y canoso que era amigo mío. Solía ir yo a la tienda a ver libros y recalaban en ella algunos intermedia, ,rios, medio libreros, medio traperos, que hacían SUB pequeños negocios de compraventa. Uno de ellos, con quien solía hablar, era un tipo del que no recuerdo el nombre, a qnicn llamaban el "tío Calendario". Yo saqué un tipo parecido en una novela mía titulada La.'f mascaradas sangrientas. El "tío Calendario" era un hombre alto, corpulento, fuerte, de pelo rojo ya cano, con ojos medio verdes, estrábicos. Hablaba de manera muy expresiva y sabía mucho de su oficio. Vendía libros en los caf6s de noche, y supongo que ofrecla la Llave ae Oro, del padre Claret, novel!," verdes y otras
COS8S
por el cstilo.
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En la librería de la calle de Capellanes hacía sus negocios y cambalaches de obras de bibliófilo, consistentes en romanees, vidas de Santos y aleluyas ,con grabados toscos. A mi· me parecía todo aquello bastante pueril y no me interesaba. Un día, el hombre me dijo que se marchaba al pueblo, y que lo que le quedaba no se lo quería dar al viejo librero, porque, según decla, era un camastrón y un avaro y prefería dármelo, a mi por cuatro -cuartos.
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Yb no hice caso del ofrecimiento. Pocos días después, me marché de Madrid y, años más tarde, cuando volví, el viejo librero habla traspasado la tienda y no se sabía sus s.ñas. . Tiempo más tarde, recordando al "tío Calendario", quise ver si era posible encontrar los romances, las vidas de Santo, las novenas que él coleccionaba; pero entonces era ya muy difícil dar con ellas, porque el género escaseaba. . Había todavía literatura "de cordel", que aun s. publicaba; pero de lo antiguo se encontraba muy poco, casi nada. Esta literatura se llamaba "de cordel" porque se imprimía en pliegos que se anunciaban para venderlos doblados sobre un bramante, como se hace ahora en algunas esquinas con los peri6dicos. La literatura "de cordel" caltivó varios géneros: verso, teatro y prosa . El Verso abarcó romances, canciones y sainetes. Los romances eran, muchos, religiosos, vidas de Santos y de héroes, relaciones hist6ricas, legendarias, noticias de interés o de actualidad y observaciones humorísticas sobre usos, modas, costumbres, etc. Los pliegos eran de papel de hilo, impresos gencralmente a dos colwnnas y con una viñeta. Estos dibujos variaban mucbo según la época en que se imprimieron. Algunos parecían hechos en el siglo XVIII y hasta en el XVII. Las planchas debieron de servir durante mucho tiempo, porque se comprendía que estaban gastadas y encabezaban romances o historias, y muchas veces el asunto no tenía nada que ver con la estampa de la portada. En este género "de cordel" babía también canciones burlescas y amorosas. Los sainetes eran cortos, parecidos a los antiguos pasos, como 108 de Lope de Rueda. Las historias inspiradas en los libros de Caballería estaban abreviadas y recortadas. Había también biografias de personajes más IJ menos reales. Los héroes legendarios antiguos representados y cantados por estas hojas eran casi .iempre Carlomagno con sus doce Pares de Francia, Roldán, Genoveva de Brabante, los Cuatro Hijos de Aymon, Roberto el Diablo, Bernardo del Carpio .y 10B Siete Infantes de Lara_ . De las novelas de Caballería habían pasado a la literatura "de cordel" la Nueva Hisloria d. Oliveros de Caslilla y Arta. del Algarbe, El Conde de Flandes Ideri,o, el Caballero Tablanl. de Ricamonl. y otras obras. Las viñetas representaban guerreros armados de punta en blanco, con grandes plumeros en los yelmos y la espada en alto y otros derribados en el suelo, con la punta de la espada del vencedor entre los dos ojos. Con relación a las leyendas medievales extranjeras, la mayoría de los personajes provenían del ciclo culovingio. El Ciclo Bret6n, de los caballeros de la Tabla Redonda, fué, sin duda, menos conocido en España, y de él no qued6 en la literatura de cordel más que la historia de Tablante de Ricamonte y \¡I. de J offre Donason. Al ciclo Carolivingio pertenecieron las historias de Oliveros y Artús de Algarbe con la del Muy Noble y Esforzado Caballero Conde Partinoples, el cual lIeg6 a ser, según la leyenda, emperador de Constantinopla. Cuentos fantásticos que figuraban en esas colecciones eran: La redoma. encanlada del Marqul. de Vil/ena, El loro blanco, El caballo de modera o el Ca-
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samiento d. Clémad8S y Claramunda, novela francesa del lriglo XIII, escrita por la reina María, e 1dorico, primer conde de Flandes, etc. Habra también una relaci6n anticlerical muy famosa: La nueva historia de Cornelia, horriblemenl8 mulilada. Esta historia se referia a Comelia BororCJ1!ia o Bohorques, y ñu! escrita a principios del eiglo XIX por Luis González Cerdá, afrancesado y bonapartista, que fué ahorcado. De eote escrito no quedan ejemplares. Los franceaes llaman a esta clase de literatura de cordel, de colpOrlaje, de buhoneria, porque antes babía buhoneros que vendian libros y papelea por loa pueblos o recitaban 10 que en ellos se explicaba. _ En la Vida y hechos de Eslebanillo Con.ále., novela de autor deoconocido, hay.un pasaje en el cual el protagonista cuenta c6mo lleg6 a una ciudad anda-
luza a tiempo de que, con un numeroso senado y un copioso auditorio, eataba Robre una Ailla de 8610 tres pies, como banqueta, un ciego a nativitate con un cartapacio de coplaa harto mejores que las famosas del "Perro del Alba", por ser ejemplares de mucha doctrina y ser él el autor, el cual, chirriando como garrucha y como un carro y cantando como un becerro, sacaba el pescuezo, encogía los hombros y coreaba con el pueblo. Las coplas empezaban de esta auerte:
Cri.,ian •• y redimido. por JSI'ÚS, suma clemencia, los que en vicios sois metido!t
d8Sperlod bien l••• íd•• Y B%aminad la conciencia.
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Estebanillo, que andaba de buhonero hampón, envidió tanto la industria del ciego, que pensó en asociarse a ~l y servirle de lázaro. En efecto, las coplas se vendían como el pan. Al fin, pensando el pro y el contra, determinó proponer al buhonero la compra de bastantes papeles. llegándose a ~l, le dijo que como le hiciera conveniencia en el precio de las coplas que le compraría una gran cantidad, porque era un pobre mozo extranjero que andaba de tierra en tierra buscando donde ganar un pedazo de pan. Enternecido el viejo, y no dc vcrlc, le respondi6 que la imprenta le llevaba un ocbavo por cada copla, además de la costa que le tenían de tracrlaa desde Córdoba, y que así, para que todos pudiesen vivir, que se las pagase a tres maravedis. Estebanillo le respondió que se había puesto en razón y en lo que era justo. El ciego dijo a Estebanillo que le signiera para consumar el trato~ Acaso lo qv.e viene a continuación, es decir, la pintura de la vida del ciego con su mujer, vieja, sorda y horrenda, sea uno de 108 trozos más logrados, como diría un critico de arte, de la obra. . Se hizo la venta, y Estebanillo se llevó dos paquetes de coplas "de cincuenta pares cada uno" de la última producción del poeta de plazuela, pagando por ellos doce maravedis por los dos. . Estebanillo, aquella noche, fu6 a dormir al hospital de pobres, y a la mañana siguiente salió para Agnilar, donde estuvo varios dias y pasó luego a Cabra y a Lucena. Vendía las agujas a las mozas. Yo no s6 lo que son las agujas. Supongo que serán composiciones satiricas. Cantaba las coplas a las viejas, pero aunque se las alababan mucho apcnas compraban una. Así que pronto dió fin a su caudal. No tuvo la sucrte del autor de las coplas. ICuántos ciegos de ~stos salen en las obras clásicas de la literatura castellanal Hay ciegos rezadores, ciegos copleros, ciegos ensalmadores, desde los que airvieron de modelo al Lazarillo de Tormes hasta los que sacaro,,: novelistas más modernos. En general, este tipo de pobre aventurero y vagabundo, que iba de pueblo en pueblo y de feria en feria, tenía mala fama. Se le consideraba falso, engañador, ladrón, capaz de hacer mil trastadas. Hay una obra española titulada El A.ole d. lunanles, holga.anes y vagabundos. Yo tengo de este librito una cuarta edición impresa en Madrid, por Mateo Repul1~s, en 1803. En esta obra se señalan y caracterizan toda esta clase de mendigos por sus actividades especiales. Los llama el autor con diversos nombres: hiantes, falsos, afrailes o frailes fingidos, abordones o {alsos peregrinos, acaptivos, afarfantes, acapones, lagrimantes, aturdidos, acnycntes, cañabaldos, temblado* res, admirantes o milagreros, aconios que llevan imágenes, ata cantados que se fingen picados por la tarántula, mendrugueros que piden mendrugos de pan, crujientes que tiritan, demontes que fingen Ber curas, rebautizados, palpadores, harineros, lampareros que piden aceite para las lámparas de las iglesias, reliquieros, paulianos, colisarios, lavanderos, croceantcs o vendedo* res de azafrán, compradoreros, familiosos, pO,bres vergonzantes, morganeros, testadores, atrasados, hormiguetes o soldados fingidos, ensalmadores y claveros o vendedores de amuletos. Según el autor del A.ol. de lunanl•• , el lema de todos estos picaros se ~8a aal:
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Con arle y con engailo vive medio año; con ingenio y con arte 58 S8
vive," otra parte.
Ya en la Turiana de Timoneda hay un p asillo: "Entrem6s de un ciego. de un mozo y de un pobre", muy gracioso, en el que aparece el típico ciego rezador, que por encargo pronuncia oraciones especiBlel . TambiEn en la farsa de El Molinero, de Diego Sánchez de Badajoz, sale otro farsante con su lazarillo. Lope de Vega, en el primer acto de Los peligros de la tJSlucia, hace que un. criado de cierto noble sevillano, llamado Martin, salga disfrazado de ciego y diga: ¿Hay quien me mande re.ar la oración del Juslo Jue., de los mártires de Fe:, San Telmo para el mar, de la visea d. Lucía, de la Magdalona sI llaneo y del EspírilU Sanlo hoy en su bendieo día? Un ciego fingido, muy bien car acterizado, dice lo siguiente en la jornada segunda de Pedro de Urdamalas : Soy poela de obra gruesa, hago en ver50 lo que rezo, canlo y alargo .1 pescue.o sobre la más alea mesa. Imprimo coplas de cueneos del diablo y mil mentiras, dando al mundo como miras . con aquesle fingímieneo .
Lope de Vega, que-no podia reprochar a nadie la tendencia a la ficción. e8 exclusiva .. mente artístico. Esto se advierte en la critica que hay en el acto primero, de La octava maravilla. En el capítulo IX de la Vida del Gran Tacaño, de Quevedo, sale un clérigo ignorante y malísimo poeta que compone versos para ciegos y pasillos para el dia del Corpus y otras fiestas, sobre el cual el autor carga una serie de ironías. Herederos de los pícaros del siglo XVII son los que saca Juan Ignacio González del 'Castillo en la Casa de vecindad. Uno de ellos mezcla coplas y oraciones y anuncia entre lo que vende: satiriza la literatura de "obra gruesa" con un criterio que no
La cueva de San Palricio, el Trisagio, la Gacela, la Ordenan.a Currulaca y olras cuanCas frioleras.
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La literatura de cordel ha seguido puhlicándose en España, desde el siglo XVII, en distintos puehlos. Hahía pasillos andaluces editados en Córdoba y en Carmona, por Hidalgo y Compañía, en 1838; otros en Madrid, en la eaUe del Oso y en la de Juanelo. El famoso Payo de la carla. El nuevo pasillo. El diálogo .enlre .1 emperador de Marrueco,. y Muley Abbas, el primero vestido con manto y corona de rey de baraja, y el segundo apoyado en una decorativa arpa. Ultimamente, estos pliegos los publicaba la Casa Hernando, de Madrid. Se vendían aún novenaSt vidas de Santos, historias de apariciones milagrosas, jaculatorias a la Virgen, etc, También había viñetas bárbaras del Cristo del Perd6n con unas largas enagüillas y una serie de exvotos alrededor, manoe y piernas cortadas y, a veces, en el suelo UDO persona metida en un ataúd, que 8e levantaba, o un cojo que soltaba sus muletas, También se vendían la "Desgraciada Jaeínta, que se maldijo a sí misma", "Cómo Dios castigó a un labrador, El alarbe de Marsella", que, por haber dado muerte a su padre, permitió la Divina Providencia que se viera:
Todo cubierlo de pelo, con lo. do. pie. de caballo, las manos d. león fiero, la cabe.a de dragón, las oreja. de jumenlo. Alarbe es el hombre tosco y brutal. En algunos papeles de éstos hay versos bonitos; otros no; son monótonos, porque las fórmulas se repiten con frecuencia. Así, por ejemplo, los gozos de Nuestra Señora del Buen Aire:
Oh Divina Emperodora, más que Tosa en hermosura; hacednos merced, señora, Virgen del Buen Aire pura reeuerdan' los loores a la Virgen del Arcipreste de Hita. De los versos de las novenas, los que recuerdo COn más fruici6n son los de San Antonio de Padua, traducidos dellatin, y la canción de "Los pajaritos", en donde se describe al padre del Santo:
Su padre era un caballero crisliano, honrado y prudenle, que mantenía su casa
con el sudor de su fronle; luego se habla del huerto que tenía y de los pájaros a qniened, después de haberlos encerrado, se les manda salir como para pasarles revista:
Salga el cuco y el milano burlapaslor y andarríos, canarios y ruisoñares, lordos, garrafón y mirl.s;
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salgan verdsrons. y las cardslinas y las cogujadas y las golondrinas. En Valencia, cuando yo era joven, se cantaba y se vendía por una oración que empezaba así:
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ciegos
Cuando el ángel San Gabriel vino a darnos la embajada que María slecla es, al punlo qued6 lurbada. María le dice: Esclava soy yo del Elerno Padre que a mí os envió.
En un libro francés sobre literatura popular se cita esta relación española de la novena de Santa Polonia, como muestra de extravagancia. A mí me parece muy bien. A la puerta del cislo
Polonia eSlaba, y la Virgsn María
allí pasaba. - Di:, Polonia. ¿Quff haces? ¿Duermes o velas? - Señora mía: ni duermo ni velo, que de un dolor de muelas me estoy muriendo.
- Por la eslrella de Venus y el Sol ponienle. Por el Sanlo Sacramenlo que llevé en el vienlre, que no le duela más ni muela ni diente. Además de estos loore~, gozos y novenas se publicaron en pliegos de cordel resúmenes ·de novelas y draI¡las célebres: El judío erranle, los Viajes de Gulliver, la Hisloria de Doña Blanca de Navarra, la del Gran Capitán, la de Maria Estuardo, la de Ana Bolena, del general Prim y, después, biografías de bandidos: José Maria el Tempranillo, Diego Corrientes, Jaime el Barbudo, Miguelito Caparrota, los Siete Niños de Ecija, el Guapo Francisco Esteban, el Pernales, el Vivillo y otros.