Sentimientos de Antonia

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Sentimientos de ANTONIA el presentimiento

ILUSTRE MUNICIPALIDAD DE QUELLON BIBLIOTECA PUBLICA N째 093 QUELLON 3


Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, sin permiso previo de su Autora. 1° edición, febrero 2010 Impresión BP N° 093, Quellón

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Karol Ruiz 2010

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Indice Pág Sueños……………………………………………………………………… 11 Ausencia de un padre……………………………………………….... 12 ¡Y tu maldita!........................................................................... 13 Obsequio sincero………………………………………………………… 14 A tu lado…………………………………………………………………… 15 Demonios…………………………………………………………………… 16 Bendita muerte…………………………………………………………… 17 En busca del silencio……………………………………………………. 18 Esperaré……………………………………………………………………… 19 Invierno……………………………………………………………………… 20 Latidos de la mente……………………………………………………... 21 Mutaciones………………………………………………………………… 22 Reseñas de ortigas………………………………………………………. 23 Fría despedida…………………………………………………………….. 24 El presentimiento………………………………………………………… 26

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Sentimientos de ANTONIA

El presentimiento

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Sueños Soñé con un campo, sembrado de ilusión, Abonado con polvo de claveles, y manos de ilusión, Soñé, que el río era de dulces aguas como un manjar, Soñé con montañas de oro verde, Con nubes de azafrán, Pude ver tantas cosas sumida en el silencio, Sumida en el mundo de los sueños donde no hay ley ni dueños, Soñé cosas tan extrañas, Que escuche trinar, un pez sobre una rama, También vi una gaviota tejiendo un pijama, He soñado tantas cosas y tan extrañas, Que empezaré a escribir mis sueños, Para leérselos al alba.

Antonia. 11


Ausencia de un padre He recorrido más de treinta años recordándote, Imaginándote en mi mente, Pintándote en mi piel, Con los colores del recuerdo, Con los olores de la miel. Algo me queda en la retina de tu cara, Algo almacené en mis oídos de las fracciones de tu voz, De aquellas manos grandes que me daban protección, Te marchaste sin decirme nada, No hubo despedida ni explicación, ¡Me dejasteis tan sola que te odie!, ¡Te odie de tanto amarte!, ¡De tanto necesitar que estés aquí! Tantas noches lloré en silencio, Pidiéndole un milagro a Dios, Que me devuelva a mi padre, Por un día o un atardecer, Para escuchar el último cuento, Para no decirte adiós, Para abrazarte tan fuerte, que no te iba dejar partir. Pero Dios te brazo primero y me dejo sin ti.

Antonia. 12


¡Y tú, maldita! Maldita soga de hilo negro, Que vivías abandonada en una vieja bodega, Por que a nadie le servías, Maldita cómplice silenciosa, de lo que ella planeó, Que no fuiste capaz, de hacerla pensar, Antes de tomar la decisión, Quien podría a ti obligarte a decir ¿Que pasó?, ¡Maldita! Que con un delito tan grande, Nadie te puede hacer pagar. Pobre madre que sufre, Que siente culpa de no haber estado ahí, Que daría la vida entera por cambiar lo sucedido, Que hubiera preferido no nacer, A tener que aceptar, que su amor no fue suficiente. ¡Y tú, maldita!, Sigues en el mismo rincón de esa bodega, Como si nada hubiera pasado, Como si pudieras hacerlo nuevamente, Sin que nadie te pueda juzgar. 13

Antonia.


Obsequio sincero Quisiera regalarte un puñado de arco iris, Una caminata por las nubes, o por los rayos del sol, Me gustaría amarte más de lo normal… Saber que cada día piensas en mí, Y desvelarme cada noche, Imaginadote aquí, Por ti reuniría plumas de Fénix, Agua del desierto y dulzura de la hiel, Te invito a volar en nuestros sueños, A amanecer entre algodones, Y a llorar de tanto amor, Quisiera regalarte, mas que eso… Quizá un par de ángeles azules, Una sonrisa del alma, o el vuelo de un colibrí, Los años de vida que me quedan, Vale la pena morir por ti. Antonia. 14


A tu lado He amanecido contigo, Sin saber que acá estabas, Y te he amado tanto, sin saber que te amaba, Veo tu silueta a través, de la ventana, Y la tarde te sueña, como yo te sueño, entre mis sábanas, Quiero viajar contigo, Donde nadie sepa, donde tiramos la llave, Y el amor florezca, Donde el tiempo no avance, y el universo no tenga fechas, Donde las horas no cuenten, Y no llevemos maleta, Te invito a la luna, Que es la señora cómplice de mil amores, La que calla secretos y no los revela, He amanecido contigo, Y sentí tu cabello enredado en la cama, Sentí el perfume de tus manos, Y el sabor de tus palabras. Antonia. 15


Demonios No lloro por ti, las lágrimas que asoman son mías Y de nadie más, No lloro por nada especial, Lloro solo por que mis lágrimas caen, Como si alguien las fabricara, solo para mí, Abundantes, transparentes, con sal, Tan saladas que dan sed y bebo de ellas, Para encontrar paz, y dejar de llorar, pero no se detienen, No puedo parar y deambulo entre sentimientos, Que ahogan mis sentidos, y paralizan, mi vida, Siento cantar mi alma, pero no es un canto bello, Parece música de demonios, demonios que asechan, que me acosan, Que me amenazan, de muerte y de vida, Y no se no se que hacer, solo sé que no paro de llorar, ¡Escuchas!, ¡escuchas!, son los demonios del dolor, Están aquí, me están llamando, voy a llorar, ¡No puedo parar de llorar! Antonia. 16


Bendita muerte Que bendición, más hermosa, Saber que en algún lugar la muerte aguarda por mí, Que dicha más grande, Al imaginar mi cuerpo anciano, encorvado, y senil, La alegría me mira de frente, cuando recuerdo que un día sufrí, Y los amaneceres, me parecen más bellos, Desde que la aurora, me visitó con un Jazmín, Que bendición más grande al recordar el amor que me hizo sufrir, Benditas las lagrimas derramadas, También las tardes de otoño, que me hicieron felíz, Elevo esta poesía hoy día a la muerte y al tiempo que me ha tocado vivir, Por que si la muerte y la vejes me aguardan, O si el amor me hizo sufrir, Es por que estoy viva, y tuve la dicha de nacer, Solo así puedo algún día morir. Antonia. 17


En busca del silencio Tu destino inmediato se perdió en medio de la gente, Y la luz que debía ser de espejos, se escondió bajo tus pechos tristes… El ruido impetuoso que emana de las calles, te ensordece, Y el silencio de la noche, que cae justo en tu ventana te estremece, Si las nubes te dejaran cabalgar sobre ellas, Visitarías el edén trepado en el firmamento, Y hablarías con los ángeles en busca de consuelo, Rogarías por sigilo en el árido desierto de estrellas… Y canjearías tu vida por un pedazo de silencio, Más el destino atribulado que se escabulló entre la gente, Será el que te de la espalda Cuando busques ese silencio.

Antonia. 18


Esperaré Me rendiré cuando la luna sea verde, Verde como las hojas, y mis deseos, Hoy no estoy, y me faltan tus latidos, ¿Por que dejaste de quererme?... si yo no te olvido, No voy a rendirme, solo por que tú lo hiciste, Me rendiré solo cuando la luna se vista de verde, Esperaré lo necesario, para que me extrañes, O necesites mi sonrisa, Se que me amas, pero aún no lo sabes, Yo esperaré… y cuando la luna se vista de verde, Estaré aquí esperando para tenerte.

Antonia. 19


Invierno El invierno furioso se puso sus botas de cuero, Y armó con las nubes un paraguas ingenuo, …Y caen las gotas de lluvia celeste, trayendo recuerdos, Recuerdos de un sol lejano, Un sol que tomó sus maletas de ultra violeta y cerró la puerta, Cerró la puerta con llaves del infierno, El invierno imponente, no da marcha atrás… Se escuchan de lejos crepitar los braseros, Sus rojos carbones asustan el invierno, Más el inclemente con su lluvia celeste y sus botas de cuero, Arremete en las casas, sin pena ni duelo, Invierno imponente, detén tus escarchas y amaneceres en hielo, Estación impetuosa ten piedad de las manos, Y derrite tu nieve al calor de un brasero.

Antonia. 20


Latidos de la mente Precipitaré las lágrimas sobre los latidos de mi mente, Y vomitaré las entrañas corruptas, sobre un campo de hinojo, Clavaré en mí corazón herido un puñal de auras doradas, Y elevaré oraciones al cielo para que los ángeles caigan, Si el precipicio de mis dolores me castigara con suelas oscuras, Me rendiré a los pies del infierno… El infierno gélido y rojo que emana del desierto, Si el infierno de hielos no calmara los latidos de mi mente, Clavaré en mi razón un nuevo puñal, Está vez un puñal de sangre y muerte.

Antonia. 21


Mutaciones La vida en sus ciclos muta cada día, Muta como la escarcha, Se transforma como los harapos del día, Como escarabajos rosados que se funden en tu vientre pardo, O similar al sol que se oculta bajo tus pestañas de plata, Las semillas que no germinaron y se pudrieron bajo tu piel celeste, No son más que residuos de tu fatídica suerte, Aquellos recuerdos que no sobrevivieron al silencio inclemente, Son la mutación del gozo, hecho agonía inocente, La vida cambia a cada segundo y lo que antes no era nada, Hoy lunes es la esencia de tu marcha, No esperes que un manzano dé siempre flores rosadas, La vida cambia y quizá mañana… ¡el manzano de naranjas!. Antonia 22


Reseñas de ortigas Escribo hoy ensayos de mi muerte, Experimento con ratas, y manjar con nueces, Anoto en mi sangre los recuerdos más bellos, Y los inyecto con ortigas en el fondo de mi vientre, Escribo hoy reseñas de mi vida, Lo hago por que no podré hacerlo cuando este podrida, Trazo hoy, lo que no subrayaré mañana, La muerte es silenciosa y me puede llamar con el alba. Y si después de las doce todavía tengo vida, Me perfumaré de reseñas con aromas de ortigas.

Antonia.

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Fría despedida Soñaba con conocer el mundo, Amar a mi madre Y tener un hogar, Quería que mis padres escucharan mi sonrisa, Se perdieran en mis ojos, Me amaran, sin preguntar, Cumplí dos meses en el vientre, Un examen me delató. Mi madre estaba enamorada, Pero eso no bastó… Ella lloraba angustiada, repitiendo una y otra vez, ¡No puedo!, ¡A los quince no puedo parir!, Mi padre, se fué lejos, ¡Ese niño no es mío!, Fue lo último que escuché. Fue entonces cuando las calidas manos de un médico, Fueron cambiadas, por frías manos viejas, Que me provocaron mucho dolor. 24


Todos mis sueños, se fueron ese día, Y la cuna, que tanto imagine… fue a dar a la basura, Junto a mis últimos latidos, En un lugar muy frío, donde mi madre llorando se despidió. Antonia.

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El Presentimiento

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Esta

historia acontece en Chiloé, cuando un

grupo de marinos y buzos se prepara para iniciar un nuevo día de faena, en el mar.

Todos los días a las seis en punto de la mañana se comenzaba la lucha por subsistir, los marinos eran José y Osvaldo, los Buzos se llamaban Juan, los dos llevaban el mismo nombre, y para no confundirlos les decían “Juanito” y “Juancho”.

Esa mañana como todos los días revisaron sus cosas para ver que este todo en orden y se hicieron a la mar, “Juancho”, les dijo que tenía un mal presentimiento, pero nadie le prestó atención, incluso José y Osvaldo se burlaron de él, diciéndole que la pereza era la que le daba los malos augurios. De todos modos el viaje a la faena del erizo no se iba a aplazar por un presentimiento, por otro lado el día estaba tranquilo y con un sol hermoso que daba ganas de salir a la conquista del poderoso mar,

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además tenían ganas de quedarse unos dos o tres días para aprovechar el viaje, así ahorrarían combustible.

En fin todo fue viento en popa, lograron sacar grandes erizos sin tanto esfuerzo, por que encontraron un lugar con mucha abundancia, cuando ya llevaban dos días en el lugar decidieron volver no sin antes marcar con una boya el lugar exacto donde habían estado esos dos días, no querían perder la brecha encontrada, el mar ya no es tan generoso como lo era antes, y pensaban volver apenas hubieran descargado su lancha, “Juancho” una vez más comenzó con la cantaleta del presentimiento, pero nadie le hizo caso, por último guardaron sus cosas se tomaron unos mates, acompañado de unas papas con color, y se volvieron a su pueblo.

El viaje de vuelta se presentaba sin novedad hasta que un ruido en el motor los alertó que algo pasaba, Osvaldo ayudado de “Juanito” , revisó pero no hallaron nada así que continuaron, pero solo anduvieron tres cuarto de hora más, y 28


quedaron “en pana” a mitad de camino, sin radio, ni señal para sus teléfonos, tampoco cargaban en su lancha bengalas, u otra cosa que les sirviera si algo les pasaba, lo único a bordo era un salvavidas que cargaba a sus espaldas “el Juancho” quién era el más precavido, aunque sus compañeros le decía, que era un cobarde, pero a el eso le daba lo mismo, prefería prevenir que lamentar, los otros confiaban en su experiencia sobre todo “Juanito” que era el Capitán , y los instaba a no perder la calma, nunca le prestaron atención a eso de la seguridad, pensaban que cargar tanta cosa de emergencia era como tentar al destino, así es que se confiaban de su experiencia en el mar y la suerte que podía acompañarles en su trayecto; Para su desdicha el cielo ya se venía nublando de a poco y por último comenzó a llover, no vieron otra posibilidad que esperar que amanezca para pedir ayuda, si tenían suerte podría pasar otra lancha y prestarles auxilio.

Pero ojalá la lluvia hubiera sido solo eso, agua que caía del cielo y nada más, el viento se levantó de un momento a otro, y mecía la lancha como una hoja en el aire, sin dar tregua. 29


Del asombro pasaron al susto, el motor detenido muy lejos de la costa y el temporal desatado en toda su furia, cuando notaron que el viento no amainaba, y la lancha parecía de papel frente al mar, se dieron cuenta que no había más que hacer, se entregaron a su destino cargados del miedo, no era solo la muerte que los atormentaba eran sus familias todos excepto “el Juancho” eran casados y tenían hijos que los esperaban en casa.

Por último paso lo inevitable y la lancha sin aviso ni trámite se dio “vuelta” en medio del mar, ¡todos gritaban y rezaban por sus vidas!, la muerte era inminente solo “el Osvaldo” sabia nadar, parecía mentira trabajaban hace años en el mar…y no sabían nadar, todo fue tan rápido, uno a uno se fueron perdiendo entre gritos y olas, Osvaldo trato de llevar a Juanito en sus espaldas, pero sus fuerzas no fueron suficientes, y con mucho dolor pidiéndole perdón entre lagrimas se vio obligado a soltarlo, y nado como pudo, para salvar su vida llegando apenas hasta la orilla.

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Por su parte “Juancho” el más precavido de todos, al ver que no era capáz de ayudar a sus amigos, como pudo se saco su salvavidas y se lo entrego a su compañero José, pensó por un instante que el era soltero y ningún hijo o esposa lo esperaba en casa, tampoco sus padres por que ya hace años habían fallecido, en cambio su socio tenía una esposa joven un hijo pequeño y otro en camino.

José se salvó de la muerte que por un momento la había apresado entre sus redes, sin embargo el acto heroico de su amigo le torció la mano al destino, nunca pudo agradecer a su compadre por regalarle la vida, sin embargo aprendió una gran lección, ahora trabaja con precaución, y gran respeto por el mar.

En honor a su amigo caído en alta mar, llamó a su hijo que venía en camino Juan, y también le dicen “ Juancho”. Osvaldo y José no hablan mucho de lo ocurrido, solamente dan gracias a Dios que les salvo a ambos la vida, ellos siguen trabajando en su oficio de toda la vida, pero nunca se han podido 31


borrar el recuerdo terrible de esa noche, y cada vez que su lancha pasa por el lugar, de los hechos se persignan pidiendo al cielo por el descansó de sus amigos caídos en el mar.

Cerca del lugar donde ocurrió la desgracia, ellos levantaron una cruz hermosa con una placa que dice:

“Que el gran Dios los tenga en su reino, los recordaremos toda la vida”, con mucho cariño sus amigos, Osvaldo y José.

...FIN…

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FIN de

Sentimientos de Antonia

“El presentimiento�

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