El dúo - Matías Bó

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Georges Braque – El dúo (1937, 1,30 x 1,60 m) París, Museo Nacional de Arte Moderno.

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El Dúo

Índice

1.

Introducción

pág. 3

2.

Cuaderno de actividades (6 de febrero 2012)

pág. 4

3.

Responder a una pregunta (Eternidad)

pág. 5

4.

Cuaderno de actividades (7 de febrero 2012)

pág. 7

5.

Responder a una pregunta (Silencio)

pág. 8

6.

Cuaderno de actividades (10 de febrero 2012)

pág. 10

7.

Responder a una pregunta (Umbral)

pág. 11

8.

Cuaderno de actividades (17 de febrero 2012)

pág. 14

9.

Responder a una pregunta (Otro)

pág. 15

10.

Cuaderno de actividades (21 de febrero 2012)

pág. 17

11.

Responder a una última pregunta (País)

pág. 18

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1 Introducción

En este ensayo mi intención era realizar un juego de preguntas y una conversación acerca de la Pintura en general y sobre las distintas características sensitivas e identitarias que conlleva la presencia de la pintura en sí misma. La cuestión también era trabajar al posible “otro” que existiese en el cuadro. Charlé con mi tío Marcelo Molina (un pintor en mi familia) y con Jorgelina Giménez (una amiga, creadora de imágenes, plásticas, pictóricas y audiovisuales). Con ellos dos creo que pude sacar el fruto de lo que buscaba. Además planee un cronograma diario de actividades (las cosas que pensaba, lo que leía, mis estados de ánimos, mis ideas, algunas anotaciones y conversaciones conmigo mismo mientras escribía) para poder enriquecer al trabajo desde una veta más personal.

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2 Cuaderno de actividades

Lunes 6 de febrero de 2012

Mucho calor: 31º

Bob Dylan y unplugged de Eric Clapton

Espero la lluvia

Leo el texto de Nancy “A la escucha”

Busco el texto de Cristina Corea “El testimonio constituye al testigo” (lo cargo en la computadora, pero no lo leo, estoy atento a Nancy)

Comienzo a armar un boceto de posibles preguntas pertinentes a la búsqueda personal en relación con la pintura.

Se nubla

Una idea

Trabajar la eternidad y la espectralidad de la obra.

Una cita “Cuando el mundo no puede situar al poeta, lo convierte en dios” (Nuria Amat – Todos somos Kafka)

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3 Responder a una pregunta

¿Qué es la pintura para mí?

Eternidad.

Vuelvo a ver una película de Ingmar Bergman que se titula “Creadores de imágenes” y es del año 2000. Si no me equivoco puede llegar a ser su última película (Bergman muere el mismo día que Antonioni en 2004 o 2007 ¿?) Corrijo: Muere en 2007. Y es su penúltima película. En “Creadores de imágenes” Bergman trabaja la existencia de las disciplinas artísticas (pintura, fotografía, escritura, actuación) como disciplinas creadoras de imágenes. Este es un punto de partida clave para mi trabajo. Mi objetivo es poder entender a todas estas disciplinas como creadoras de imágenes. Y para mi la imagen es eterna. No puedo dejar de volver a Barthes: Tengo en mis manos “La cámara lúcida” (un libro que me ayudo mucho para poder vivir en las imágenes y cursar mi expediciones imaginativas, quizás tal vez, investigar constantemente e indagar de manera perpetua a todo lo que pasa alrededor), un libro blanco y negro, un libro que cuando es abierto se llega a sentir el tiempo y una música quieta, como suspendida. Allí el autor nos dice que al ser fotografiados nos convertimos, casi en un santiamén repentino, en espectros. Diría que nos volvemos antiguas formas y trazados. Giorgio Agamben en su libro “Desnudez” nos dice algo importante sobre los espectros: “¿De qué está hecho un espectro? De signos, o más bien, con mayor precisión, de signaturas, es decir, de aquellos signos, cifras o monogramas que el tiempo inscribe en las cosas. Un espectro siempre lleva consigo una fecha, es, pues, un ser íntimamente histórico”

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El espectro me llama mucho la atención por dos cosas: Primero porque lo busco en la pintura y siento que lo que hace un trabajador de la pintura, a diferencia de la fotografía en sí, es fotografiar a un espectro no nacido. Un fantasma muerto. Un ser inexistente. Un ser que no tiene fecha. Un ser creado de una historia casi de aire. Hay un secreto adentro. Un enigma que es la imagen pintada en relación con lo imaginado. Lo imaginado es ese espectro. El llevar a cabo, el poner pintura en el bastidor, es el lenguaje. Uno podría preguntarse realmente si esos paisajes de verdad existieron, o si aquellos rostros de aquellas mujeres, eran en verdad así. Uno pone en duda la existencia real de los espectros en las pinturas. No es como las fotografías. En ellas el espectro sí tiene una fecha. (En una película de Abbas Kiarostami titulada “Copia certificada” el protagonista le habla a Juliete Binoche y le cuestiona la sonrisa de la Gioconda, diciéndole ¿Es en verdad la sonrisa de la Gioconda? ¿O acaso Leonardo hizo a la Gioconda con esa sonrisa?) Eso hace que uno piense si en verdad es la sonrisa de la Gioconda o simplemente si existen creaciones espectrales por parte de Leonardo al hacerla de ese modo. ¿Leonardo agrega esa sonrisa que no es real? Yo creo que el espectro de la Gioconda es uno de esos que no tiene fecha ni que pertenece a la historia. Es de esos que se crean. No que se funden. Es de esos que salen de lo imaginado. Y segundo -el otro punto por el que nos volvemos figuras antiguas y trazos-, tiene que ver con la eternidad. Barthes nos habla que para él las fotografías de paisajes deben ser habitables y no visitables. Esta idea me lleva a pensar que la pintura es un lugar habitable, uno puede vivir de por vida, pero es un hábitat movible. Cada pintura es un pasaje eterno. Un umbral que nos traslada a nuevas dimensiones y lugares. Es un lugar habitable pero uno entra y sale rápidamente aunque pueda quedarse a vivir por siempre. Hay algo aoristo en la pintura (algo puntual y momentáneamente indeterminado que nos lleva a permanecer allí pero a la vez a salirnos. Es una forma de vivir y de habitar, viviendo en un mundo cotidiano como el nuestro) La posibilidad de ver cuadros es una posibilidad de vivir en nuevos mundos a la vez. Esa es la fuerza eterna de las imágenes.

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4 Cuaderno de actividades 

Martes 7 de febrero 2012

Libros en la mesa

Viento y sol

Walter Benjamin: “…enteramente cubierto por la nieve de la lectura” (Niño Leyendo – Calle de mano única)

Leo el texto de Cristina Corea (esta vez sí lo leo)

Mates y pava en la mesa del living

Lou Reed “The Raven”

Una idea

Trabajar el silencio de la obra. El cuadro y la imagen como una caja de resonancia, como un cuerpo vibrante, como una forma vibrante.

Una cita “Uno se conoce por los otros, a los otros se los conoce por sí mismo”

(Jean Paul Sartre)

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5 Responder a una pregunta

¿Cuál es el secreto de la pintura?

El silencio

El sonido de los cuadros. El sonido de las historias. Este sonido que no sería sonido si no existiese el silencio. Cuando entramos a un museo, llegamos a una sala con diferentes cuadros, o simplemente nos encontramos en una casa enfrentados a un cuadro común y corriente; mantenemos una postura de silencio. Apreciarlo, necesita de ese silencio, de aquel respeto ante la imagen que tenemos delante. Siempre que vemos un cuadro tenemos un momento (aunque sea mínimo) en el que nos detenemos y detenemos nuestro tiempo para pertenecer por un instante a la obra que tenemos en frente. Imaginamos la historia, los trazos nos guían a algún lugar del cuento que estamos inventando, los colores nos abren dimensiones que permiten expandir nuestro horizonte imaginativo. Entrar en un cuadro es respetar su silencio. Este silencio es una forma de poder hablarle al cuadro, de poder entrar en su casa, de invitarnos a recorrer todo su cuerpo. Por eso pienso que el silencio es el secreto de toda obra de arte. En este caso de la pintura. En las conversaciones que tuve, noté que muchas de las preguntas que se fueron dando me permitían acercarme a esta idea del silencio. De un respeto que existe entre la obra y nosotros. Es entrar a un paisaje. Y cuando vi el documental televisivo que John Berger filmó para la cadena de la BBC, me sonreí aún más por las coincidencias con las que pensé esta idea. Berger nos dice que “el silencio del cuadro, de la pintura, hace que se forme un corredor o un pasillo entre el significado y la naturaleza del cuadro y nosotros, nuestros ojos. El sonido en los cuadros es fundamental. Cada uno le acentúa el ritmo y el sonido que sea” (La traducción es mía)

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Qué magnifica forma de entender este respeto del que hablaba. Cuando nos enfrentamos ante un cuadro, cuando comenzamos a entablar ese diálogo con la obra, entendemos que nos encontramos en un lugar determinado del tiempo. El cuadro está en su lugar en un solo momento. Y nosotros también. En un artículo publicado en la Ñ durante febrero del 2011 aparece una nota a John Berger que dice: “John Berger afirma que leer un poema significa ser transportado pero no al futuro ni al pasado. Que sólo hay un aquí y ahora. Un tiempo y un lugar idénticos al de la lectura del poema y que lo incluye todo.” Y este análisis llevado a la acción de ver un cuadro es la misma idea. Nosotros generamos un tiempo y un lugar idéntico al de la visión de un cuadro. Estamos en ese momento flotando en ese cuento que nos cuenta el cuadro.

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6 Cuaderno de actividades

Viernes 10 de febrero de 2012

Hojeo un libro de Jacques Riviére que se titula “Rimbaud”. Me propuse leerlo para marzo.

Escucho Elliot Smith

Ayer llovió y pensé que iba a refrescar, pero sigue haciendo calor. Un día con bruma.

Sigo trabajando con el escrito

Una idea

Trabajar el espacio de atracción que existe entre la obra blanca (la obra todavía no pintada) y el impulso a pintar.

Una cita “…la imagen, una vez captada, conlleva el misterio del Ser”

(John Berger – Cada vez que decimos adiós)

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Responder a una pregunta

¿Qué existe entre la obra blanca y la atracción o el impulso del pintor por llenar ese lugar vacío del bastidor?

Un umbral.

Umbral que es energía. Umbral invisible. Umbral que se percibe. Se siente. El hombre toma un pincel y decide mojarlo en un color. Elige ese color. Embadurna todo el cuerpo del pincel en ese color, y llega a la idea de generar un trazo. El hombre que tiene el pincel ya se entregó de lleno a una aventura. Se entregó a desplazarse a través de aquel umbral. Aquella entridad que se mantiene entre el bastidor y sus ojos y sus pinceles y sus pensamientos. ¿Qué podemos decir de este umbral? ¿Podemos llegar a generar una conclusión sobre este espacio? ¿Existe una especie de embrujo por parte del bastidor? ¿Es acaso esta pintura naciente un hechicero del pintor?

Aquel umbral funciona como la Mesa del Rey Salomón. En la película de Carlos Saura “Buñuel y la Mesa del Rey Salomón” el director español nos muestra la aventura de Salvador Dalí, Federico García Lorca y Luis Buñuel, en la búsqueda de este artefacto. La leyenda cuenta que esta mesa tenía el poder de mostrar el pasado, el presente y el futuro. Pienso que el umbral entre la obra blanca sin haber sido creada todavía y el impulso del pintor a pintarla, es un lugar donde confluyen tanto el pasado, el presente y el

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futuro. Un lugar donde existe un tiempo flotante. Un tiempo distinto. Un tiempo del acontecimiento. El pintor no depende de una cronología temporal. Se ha aislado. Ha pertenecido a este umbral que le da paso a entrar en la obra blanca y vacía. Ingresa a un universo antiguo y nuevo a la vez. Ingresa a grandes sensaciones de pasado, presente y futuro. Revuelve en su interior. Es como un rabdomante de recuerdos y sensaciones. Cada trazo. Cada línea. Cada singularidad abigarrada. Cada ruta teñida, muestra una liberación de ese tiempo. Creo que lo que pasa en ese umbral es similar a lo que Deleuze y Guattari nos dicen en el capítulo “Devenir-intenso, devenir-animal, devenir-imperceptible” de “Mil Mesetas”: “…Aión, es decir, el tiempo del acontecimiento puro o del devenir, que enuncia velocidades y lentitudes relativas independientemente de los valores cronológicos o cronométricos que el tiempo adquiere en los otros modos. Por eso se puede oponer con todo derecho el infinitivo como modo y tiempo del devenir al conjunto de los otros modos y tiempos que remiten a Cronos al formar las pulsaciones o los valores del ser ( el verbo ser es precisamente el único que no tiene infinitivo, o más bien aquel cuyo infinitivo sólo es una expresión vacía indeterminada, considerada abstractamente para designar el conjunto de los modos y tiempos definidos”

Entonces existe esta cuestión incorporal de la que habla Deleuze en la mezcla de los cuerpos. Ya se pone sobre la mesa el acontecimiento: el pintor se va de los cuerpos. El pintor entra en un espacio de devenir, un lugar si se quiere donde no hay un presente, sino que existe aquello que pasó o que va a pasar. Y se siente como un estado actual. Y de qué manera nos sentimos cuando terminamos la obra. Cuando sabemos que ya no nos pertenecen esos trazos. Que fueron nuestros y ahora son del aire. Del universo. Del mismo cuadro blanco que ahora nació. “El misterio no está en las palabras sino en la página escrita” nos dice John Berger. ¿Podríamos llevar esta cita a este lugar?  ¿El misterio no está en los colores sino en el cuadro pintado?

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Pienso que sí. Pienso que el misterio es parte de ese umbral que nos lleva a elegir aquella palabra, a elegir mojar aquel pincel en un color. El misterio de la página escrita. El misterio del cuadro pintado. Eso es el impulso. Pero el misterio es parte de nuestra relación con la obra blanca y ese umbral en el que entramos. Ya no queda más que un espacio del cual somos parte y sentimos, que no pertenecemos a ningún otro lugar en el mundo, más que a ese lugar. A ese espacio musical y lleno de sensaciones que se encuentra entre el rostro del cuadro y nuestro rostro.

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8 Cuaderno de actividades

Viernes 17 de febrero de 2012

“Rostros” de David Le Breton

Mi hermano escribe al lado mío: trabaja algo de publicidad

¿Lluvia?

Una idea

Trabajar el otro en la pintura; el cuerpo en la pintura. El cuerpo como ser creado por el pintor. Indagar sobre la dualidad entre el creador y lo creado. Explorar una identidad doble y mutua a la vez.

Una cita “El rostro es un mediodecir, un susurro de la identidad personal, no una afirmación caracterológica exenta de toda ambigüedad”

(David Le Breton - Rostros)

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9 Responder a una pregunta

¿Qué es lo que hay detrás de una pintura para mí?

Un Otro. Un Otro que nos mira también.

Creo que existe un dúo. No puedo negar la esencia de dejar algo en una página escrita, o en un cuadro pintado. Hay un trabajo en conjunto. Hacemos la actividad de crear las imágenes, tanto escritas como pintadas, con otro. Con la otra figura detrás de la página o detrás del cuadro. No puedo dejar afuera la idea de que estamos construyendo con otro que a la vez nos construye. Pienso que una pintura como cualquier obra, nos construye y la construimos. Detrás de toda pintura, detrás de todo libro, hay un Otro que nos lee, que nos mira.

John Berger: “Si pensamos las apariencias como una frontera, se podría decir que los pintores buscan mensajes que atraviesen esa frontera: mensajes que llegan desde atrás de lo visible. No porque todos los pintores sean platónicos, sino porque se empeñan en mirar. La creación de la imagen comienza interrogando las apariencias y dejando marcas. Todo artista descubre que el dibujo es un proceso doble. Dibujar no implica solamente medir y calcular; sino también recibir.”

Sentimos un golpe amigo por parte de lo que se esta creando, que en verdad ya está creado, sólo que se va moldeando. Como un alfarero, uno moldea la imagen, va amoldando lo pintado a lo que ya está creado, y esta creación nos moldea también. Nos afecta. Nos golpea amistosamente y nosotros sonreímos. Cuando escribimos, cuando pintamos, recibimos tactos y estímulos por parte de la página escrita y las palabras; por

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parte de los colores y las figuras pintadas. Todo eso es recibir como nos dice Berger. Todo eso es formar un trabajo en grupo. Un dúo que suena y suena, como el cuadro de Braque. En este cuadro esta pareja musicaliza una pieza que a mi entender es clásica. Pero las siluetas están tan bien dispuestas y tan disponibles entre ellas que uno cree (o yo por lo menos pienso) que son la misma persona. Este dúo es la metáfora del pintor y su pintura; del escritor y su página escrita. Una toca la música pero la otra la canta. Uno dibuja pero el dibujo también lo dibuja a uno. Lo toca de cierta manera. Lo va dibujando dejando ser dibujado también. ¿Cómo reconocemos este dúo? Desde el momento en que elegimos el color, desde el momento en que mojamos el pincel, desde el momento en que pintamos en nuestra mente al otro, que nos acompañará en todo el trabajo de la pintura. Ya existe un diálogo. Desde ese momento, cuando nosotros y la figura que será pintada, tenemos un contacto de rostro. Nos conocemos con la figura y la figura nos conoce por un enfrentamiento de miradas y de rostros. “El rostro es el lugar del Otro más próximo. El lugar de las significaciones ocultas”. Y allí, una vez que nos enfrentamos cara a cara con la obra, como si fuese un gran lago en donde ya no es aquel reflejonarciso el que vemos, ya no nos reflejamos nosotros, sino que se refleja una figura oculta, un rostro que es otro que es pintado por nosotros, allí comienza el hechizo. Una fuerza anímica en el cuerpo. Y es eso lo que el rostro simboliza: tomando a Juan Eduardo Cirlot en su “Diccionario de símbolos”, donde él nos dice que “el rostro simboliza la <aparición> de lo anímico en el cuerpo, la manifestación de la vida espiritual.” Así es la afección de este dúo. Esta parte creada y el creador. Dos partes que se unen a partir de rostros y apariciones.

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10 Cuaderno de actividades

21 de febrero de 2012

Fresco y nublado.

Releo el trabajo.

Escucho música

Hojeo el texto de Adolfo Vazquez Rocca “La metáfora del cuerpo en la filosofía de Jean Luc Nancy”

Pienso en cerrar hoy el trabajo.

Después corregir.

Una idea

Pensar la concepción de un cuadro y el efecto del mismo.

Una cita “Las pinturas originales son todavía únicas porque uno puede sentir su autenticidad”

(John Berger) (La traducción es mía)

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11 Responder a una última pregunta

¿Qué es un cuadro para mí?

Un país

Me gusta pensar a los cuadros como paisajes o países. Pienso que un país es una transportación. Una transformación. Uno entra a un país e ingresa en otro mundo. En otro lugar totalmente foráneo. Nosotros cambiamos siempre al entrar en un país y ese país cambia con nosotros. Desde las callecitas hasta los olores. Desde las personas hasta los animales. Desde el clima hasta las comidas. Lo mismo ocurre con un cuadro. Recuerdo la primera vez que estudiamos “Las Meninas” de Velázquez en una cátedra de mi facultad: Epistemología de la Comunicación y nos sumergimos en el texto de Foucault “Las palabras y las cosas”: Mi primera impresión al ver la pintura fueron los cuadros colgados en las paredes, todas esas sombras que quedaban ahí. Me molestaba no poder saber qué cuadros eran los pintados en las paredes de esa enorme sala. Hoy en día miro “Las Meninas” y no puedo dejar de pensar y de focalizarme en el Velázquez pintado sosteniendo su pincel; o quizás en el sujeto que es sombra y que se encuentra al fondo del cuadro casi subiendo o bajando la escalera de atrás. Los cuadros cambian con nosotros y nosotros también con ellos. Al entrar en cada cuadro generamos un recorrido distinto, un andar diferente, que depende de nuestros patrones socioculturales y nuestras expectativas. Lo mismo pasa al entrar en un país.

Entrar a un país. Entrar a un cuadro es entrar a descifrar un código distinto. Entrar a armar un rompecabezas nuevo con distintas cantidades de piezas. Mirar un cuadro es resolver un enigma que funciona como un juego divertido para uno. En el documental “Ways of seeing” Berger nos dice que “los cuadros y las piezas de pintura se convierten

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en mensajes, pedazos de información para ser usada.”. Esas piezas se nutren de nosotros naturalmente como nosotros lo hacemos con ellas. Hay un territorio de diálogos entre nosotros y la imagen. Formamos nuestro recorrido. Nuestras historias dentro de aquel determinado país. Y agrega: “Los detalles en los cuadros pueden formar historias diferentes.” Esto es algo sumamente bello, porque nos permite entender a un cuadro como un rompecabezas. Nos permite aprender a utilizar esas piezas a nuestra manera. Dar uso propio de cada uno de esos detalles: para futuras creaciones; para andar por la vida; para relacionarnos con otros individuos; para apropiarnos de distintas formas del mundo. Aprender a querer esos detalles que muestran una historia determinada, nos permite liberarnos de una rutina perceptiva. Empezar a percibir lo imperceptible. Construir de acuerdo a los diferentes espacios que componen a la imagen, a los objetos y a lo que sucede. Nos permite romper con una imagen habitual. Nos permite dibujar con nuestra percepción. Imaginar dibujando. Imaginar escribiendo. Imaginar pintando. Imaginar musicalizando. Imaginar gritando, bailando, yendo, viniendo, escapando, hablando, estando, etc. Entender que los detalles generan distintas historias, nos permite ver y acercarnos a un cuadro como un país, donde cada detalle nos hace crear una historia determinada. La pregunta es: ¿Qué historia construiré ahora? Y ¿en qué país?

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Bibliografía -

AMAT, Nuria: “Todos somos Kafka”

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NANCY, Jean Luc: “A la escucha”

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COREA, Cristina: “El testimonio constituye el testigo”

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LE BRETON, David: “Rostros”

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BERGER, John: “Cuando decimos adiós”

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BERGER, John: “Ways of seeing” (Documental para la BBC)

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BENJAMIN, Walter: “Calle de mano única”

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BARTHES, Roland: “La cámara lúcida”

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AGAMBEN, Giorgio: “Desnudez”

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PRADELLI, Angela: Crónica de un encuentro: John Berger, el anfitrión de la montaña.- Artículo publicado en la revista Ñ, el 5 de febrero de 2011.

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DELEUZE, Gilles & GUATTARI, Felix.: “Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia”

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