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Una juventud sacrificada en las últimas guerras coloniales pág

SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS) SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)

Una vez dentro de la casa recorrieron todas las estancias de la misma iluminándolas con DOS ARRIEROS LAGARTEIROS10 sus potentes linternas. Finalmente decidieron instalarse en lo que parecía ser el salón de la casa; allí depositaron sus cámaras de fotos, algo de comida, varias botellas de whisky y de Coca Cola Por el Puerto de Perales bajaban dos arrieros de Eljas con sus mulos cargados de los que habían llevado para pasar la velada. productos más variados de Castilla, que los habían obtenido mediante trueque por aquel otro que más apreciaban los castellanos y leoneses de aquellas tierras altas; el deseado aceite

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Mientras las horas pasaban y todo permanecía en una calma absoluta, Curro introdujosu serragatino, el oro líquido de estas tierras extremeñas que estos dos lagarteiros llevaban décadas mano en unade las mochilas y sacó una extraña tabla de madera. subiendo a los pueblos de Salamanca y Ávila. -¿Qué os parece si jugamos a la Ouija para darle más emoción a todo esto?-preguntó un El descenso por el puerto era tortuoso y lento; ya que el gran desnivel del mismo les

Curro siempre dispuesto a tomarse a sorna cualquier cosa por muy seria que ésta fuese. impedía a ellos y a sus mulos transitar por él con celeridad y continuamente debían ajustar la carga para que ésta no se perdiese por uno de los múltiples barrancos que asomaban por los

Ninguno de sus amigos respondió,pero todos admitieron con su pasividad el que Curro milesde curvas que hay a lo largo de todo su recorrido. instalase la Ouija en medio de todos ellos y comenzase con las tradicionales preguntas. Mientras todos los presentes, como manda la tradición, presionaban son sus dedos la parte superior de un En una de ellas, a mitad decamino, y desde donde se podía apreciar en toda su vaso invertido sobre un tablero lleno de letras, Curro iba mascullando, una tras otra, las típicas inmensidad la montaña de Jálama, Felipe, el arriero más joven de los dos, le dijo a su preguntas que haría que dicho artilugio los pusiese en contacto con los seres del más Allá, pero compañero de viaje y negocios: el vaso después de cada pregunta nunca hacía amago de moverse. -Alfredo, ¡Quién tuviera un montón de billetis como Xálima! -¡Oye vamos a dejar esta chorrada de una vez!-soltó exasperada Mónica, a quién el jueguecito le estaba empezando a comer la moral-,¿Por qué no nos tomas unas copas?, -¡Hombri¡-contestó Alfredo-¡Pidi pa salir de pobri!. ¿Quién me diera un montón de para eso hemos traído el whisky, ¿No? ayudas tan grandi comu Xálima y tuos lus sacus que se pudieran coger con ellas cheus de billetis? Borja se levantó de un brinco, era lo que llevaba horas esperando oír, y en un instante abrió la botella de Johnnie Walker, cogió un vaso de litro de plástico lo llenó de hielo y vertió Felipe se quedó meditabundo y comprendió claramente que tanto él como su compañero un cuarto de la botella en el vaso, rellenando el resto con Coca Cola. En menos de cinco de viaje y de negocios llevaban esa vida por su carácter ambicioso e inconformista con la minutos el vaso de litro se encontraba vacío; acto seguido alguien decidió poner algo de música situación y la realidad que les había tocado vivir. en un viejoradiocassette que habían traído, mientras José liaba un peta con maría de la zona. Con el paso del tiempo ambos se convirtieron en prósperos hombres de negocios y

Al poco rato comenzaron las risas, los besos entre las parejas, y las charlas filosóficas; amasaron dos grandes fortunas, con las que seguramente la Diosa Xalamati les quiso obsequiar al tiempo que Borja se levantaba de nuevo, después de darle la última calada al peta, y rellenaba a ambos por los bonitos piropos con los que la deleitaban a ella y a su morada cada vez que una vez más el vaso de whisky-cola, la noche prometía; pero esta vez decidió hacer una estos arrieros descendían por el Puerto de Perales. combinación especial; se metió una mano en el bolsillo y extrajo una pequeña bolsa con unos diminutos papeles, partió uno de ellos que llevaba impresa la imagen de la Pantera Rosa y lo introdujo en el vaso, lo movió bien y les dio de beber a todos sus colegas. Pasada una hora y mientras todos ellos se reían de una manera escandalosa comenzaron a oírse portazos y unas escalofriantes pisadas en el piso superior; todos ellos se pusieron en pie como pudieron o, mejor EL LATROCINIO dicho, como los vapores etílicos y las drogas les permitieron. Uno tras otro se decidieron a subir al piso de arriba,mientras una voz agónica emitía desde lo más alto del edificio unos dolorosos -Ahí está bien guardado –les dijo Emiliano a sus dos hijos. gritos de dolor.Acababan de esconder diez kilos de wolframio en una oquedad de la mina en la que

Cuando estaban llegando al rellano de la escalera, un golpe de airegélido les abofeteo llevaban trabajando un mes. las mejillas, al tiempo que las puertas de las habitaciones de los pisos inferiores comenzaban a cerrarse y a abrirse sin motivo aparente. Borja giró el pomo de la puerta y sigilosamente la abrió, la imagen que vieron fue dantesca y cuando ésta se desplazaba lentamente hacia ellos todos echaron a correr escaleras abajo. La última de todos ellos, Mónica, tropezó con un bidón -Mañana, de madrugada, a eso de las cinco, venimos; lo recogemos y lo llevamos a Ciudad Rodrigo donde he quedado con un tratante que se lo vende a los alemanes y lo pagan bien. que anteriormente no se encontraba en las escaleras, mientras algo, según creía ella, la sujetaba por el pelo. Al fin Borja tuvo que subir a buscarla; pero ya era tarde el estado delirante en el que se encontraba por lo que ella vio esa noche, real o no, la acompañaría a lo largo toda su vida.

Agosto 2012 10 Relato inspiradoen el escritodel párrocode Payo,Samuel Sousa Bustillo, “Jálama y su Comarca”.

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-¿Pero…, habrá que mezclarlo con las piedras que hemos untado con aceite y quemado Su ritmo cardíaco aumentó, mientras su respiración tomaba una cadencia cada vez más al fuego para que parezcan mineral?-preguntó el más joven de los hijos de Emiliano.corta, hasta que al fin les alcanzaron. -¡Por supuesto!; pero eso lo haremos mañana cuando repartamos los tres sacos que -¡Alto ahí si no queréis que hagamos con vosotros una chancina! llevaremos cada uno de nosotros. -¡No tío Emiliano! –respondió uno de ellos-,¡Por Dios…,que nosotros somos unos Emiliano y sus vástagos se marcharon a casa con la seguridad de que el mineral que mandaos! habían escondido en la mina estaba a buen recaudo. -¿Unos mandaos……?, ¿De quién….? –les preguntó un Emiliano irritado, mientras él y A las cinco de la mañana, como había ordenado el cabezade familia se encontraban al sus hijos les amenazaban con la segureja, el calabozo y las jocis. pie de la mina. El hijo mayor entró con una lámpara de carburo en la mina,mientras Emiliano y su hijo menor le esperaban a la entrada del yacimiento.-El tío Calerno nos dijo que nos daría una buena cantidad por hacer este trabajo. Al poco rato se escuchó desde el interior de la galería un: -Me lo imaginaba –les respondió Emiliano-. Ese cabrón envidioso no para de joderme desde hace años. Vamos dejad los sacos de mineral ahí y alejaros no sea que me -¡Me cago en…….!, ¡Algún hijo de su madre nos ha robado! –era el grito de rabia de arrepienta y paséis a ser comida de los lobos. Simeón cuando descubrió que el mineral no se encontraba donde lo habían escondido. Los dos jóvenes hicieron lo que se les ordenó Emiliano y se alejaron lo más rápido que

Emiliano y su hijo menor se quedaron pálidos; lo primero que les vino a la cabeza era pudieron; sabían de primera manolosarrestos que teníanlos miembros de esa familia. que tal vez Simeón se hubiese confundido de sitio. Cuando éste asomó su rostro vampírico desde el interior de la galería éstos entendieron que no había lugar a equívocos; les habían Esta vez Emiliano y sus hijos habían conseguido que su negocio de contrabando de robado el mineral, que tanto esfuerzo les había costado reunir, delante de sus narices. mineral acabase como lo habían planeado. Pasaron varios minutos hasta que fueron capaces de reaccionar. -Los ladrones no deben estar lejos. ¿Alguno de vosotros ha contado anoche algo en el pueblo? -Padre, me parece que la culpa la tengo yo;anoche se lo conté a mis amigos mientras jugábamos a las chapas. -¡Buf…..!, tienes que aprender que si quieres acompañarnos estas obligado a una discreción absoluta; pues de lo contrario todos nos jugamos la cárcel. El chico no sabía dónde meterse, su indiscreción había causado un gran perjuicio económico. Deseaba que la tierra se lo tragase, era incapaz de soportar las miradas de su padre y de su hermano. En ese instante Emiliano les ordenó: -¡Venga!, tú coge la segureja y tú el calabozo; creo que sé quiénes son y por dónde van. Los dos hermanos cogieron las herramientas que les indicó su padre; mientras éste cogía unas jocis. Los tres emprendieron una rápida marcha por veredas y caminos con dirección a lo que se conocía por el nombre de Puerto de Castilla y que conducía a El Payo. A mitad del recorrido divisaron la silueta de dos hombres que iban cargados con un par de sacos y marchaban a toda velocidad. -¡Ahí van! –les indicó Simeón a su padre y a su hermano. -¡Venga, ya son nuestros!

Septiembre de 2012

AHORRANDO PARA EL AJUAR ¡Colchas!, ¡Tolhas de mesa!, ¡Teciados!, ¡Sábanas! Así solía despertar la valverdeña tía Cadiada a los vecinos de Acebo el tercer sábado de mes. Con una cesta a la cintura y otra encima de la cabeza donde portaba el género que ofrecía a las amas de casa y a las mozas casaderas;recorría, la pobre mujer, la nada desdeñable distancia desde Valverde del Fresno hasta Acebo durante varios días; haciendo pequeñas escalas en los pueblos de San Martín de Trevejo, Villamiel y Hoyos, antes de llegar a su destino final. Anastasia solía esperar impaciente su llegada,y más este mes que había conseguido una buena cantidad de mineral en una de las minas del arroyo Jocino. Su esfuerzo le había costado, y varias noches en vela; ya que su hermano y ella se habían desplazado hasta esa mina por la noche y siempre después de finalizadas sustareas en el campo. La explotación minera pertenecía a un vecino de Acebo y ellos acudían a la luz de la luna al rebusco o a explotar alguna veta de mineral olvidada sin que el dueño de la misma se enterase. La última parada de la tía Cadiada en Acebo siempre la hacía a la altura del Crucero del Cristo, enfrente de la Ermita del Cordero Bendito. Allí, sobre los pequeños peldaños del Crucero exponía sus artículos y de inmediato se veía rodeada por un séquito de féminas a las que se les iluminaban los ojos al contemplar las telas que esta mujer solía conseguir en los pueblos limítrofes de Portugal. Anastasia en cuanto escuchó los gritos y el revuelo en el barrio del Cristo, se dirigió a la alacena de su cocina y cogió el mineral que había envuelto el día anterior en un trapo viejo. Salió de la casa con sus dos kilos aproximados de wolframio y en menos de dos minutos se encontraba entre el bullicio que la presencia de la tía Cadiada solía levantar en esta barriada acebana. Este rincón apartado de este pueblo era de los más rentables para esta pequeña mujer valverdeña; pues muchas de las mujeres que allí vivían solían hacer lo mismo que Anastasia, ir al rebusco del mineral para luego canjearlo por algún artículo del que se enamorasen.

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