Ahigal. Revista Cultural nº 81 abril-junio 2020

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REVISTA CULTURAL

AHIGAL

Nยบ 81, ABRIL-JUNIO, 2020


AHIGAL Revista Cultural Número, 81, Abril-Junio, 2020 Epoca II

DL. CC. 124-1989

Dirección de la Revista:

Imprime:

Agrupación Cultural “Amigos de Ahigal”. C/ Cristo, 44. 10650 AHIGAL (Cáceres)

Imprenta IGLESIAS. Montehermoso. Tlf.: 927 43 05 75

Directora: 

Justa Paniagua Cáceres

Consejo de redacción: Gonzalo Domínguez Panadero Herminia Lino Antúnez José María Domínguez Moreno

Colaboran en este número: Becedas, Petry Domínguez Moreno, José María Domínguez Plata, María Jesús Editorial Adarve García García, M. Asunción García Gordo, Pedro García Paniagua, Maribel García Paule, Crispín García Plata, José María Gómez, Maximina Gil Paniagua, Antonio Lino Antúnez, Herminia Navarro Fernández, Moisés Nicolás Rodríguez, Santos Paniagua Cáceres, Elena

SUMARIO 1 2 3 4 5 9 10 11 15 16 17 22 23 25 27 28 29 31 33 39 40

Portada. Tío Máximo “Pajita”. Sumario. Editorial: Cuando la unión haría la fuerza. Cuentos Populares Ahigaleños, 58. “Los jamonis del borrachu”. El Monte, una zona encantada. Certamen Poético. Fallo de la XXXIX edición. Volvieron las cigüeñas al campanario. Certamen Poético: Primer Premio. Hagamos memoria: Las calles de Ahigal, IX. Al perro de don Genaro. A Federico García Lorca. Diccionario de Ahigal. Mis recetas caseras. Noticias: Cosas que pasan en Ahigal. Dialogando con un libro. Entrevista a José María García Plata Humor. Estampas de Ahigal: Vergonzoso. Sirena de Ahigal y otras de la provincia, 3. El Padre Bayle en Ahigal. Crónicas de Ahigal. Documento: Visita General (1712).

En todos los trabajos firmados los autores asumen su total responsabilidad


VENCEREMOS En este mes de marzo nos llegó la inesperada noticia de que un desconocido enemigo rondaba a nuestro alrededor: “el chinivirus”. Y se nos dijo cómo luchar contra él. La vida nos cambió en un instante, pero no el sentido de ella. Aunque el pueblo calló, si se escuchó con fuerzas la voz del silencio: VENCEREMOS. En nuestra historia se repiten hechos semejantes, que siempre acabaron en victoria. Pronto todo será un recuerdo, un doloroso recuerdo, que ensalzará nuestra lucha, nuestro sacrificio y nuestras ganas de vivir. Tras la noche un nuevo día veremos alborecer, y la aflicción del ayer, será cita en lejanía. Bendita vuestra porfía en esta lucha fatal contra el virus infernal, sin caer en desaliento. Ya gritaréis con contento: “¡Te vencimos en Ahigal!”.


CUENTOS POPULARES AHIGALEÑOS, 58

LOS JAMONIS DEL BORRACHU Le pasó a unu que se jue pa la feria, y l’ici a la su mujel: –Ya que te vas pa la feria te mercas un jamón, que tengamus güenas magras pa cuandu casemus a la muchacha. Se conoci qu’iban a casal a la su muchacha y p’aquí se pegan güenas jartás de jamón con los casorius. Se jue con la perras del jamón pa la feria montáu en la su burra. Y ya ici el esotru de que llega pa la feria: –Lo premeru es que me voy a mercal un serón pa la burra y asín traigu el jamón metíu en el serón. Pos andispué que se mercó el serón lo punió ancima la burra. Lo güenu es que tinía que compral al jamón a la hora de vinilsi, peru cuandu diba pa en busca del jamón s’encuentró con unus caporalis del esotru puebru. Y los otrus: –Entra pa la taberna, qu’echis un tragu. Y él: -¡Pos un tragu no jaci mal! Peru solitu c’un tragu, que m’aguarda la parienta, que le tengu que mercal un jamón pa la boa de la muchacha. La custión que se champó pa la taberna. Un tragu, otru tragu, una cuba na menu de morapiu que se jincarun entre tos. Hora qu’estaba bien pintoju, l’ici a los compairis, qu’es que p’allí eran tos compairis, l’ici a los compairis: –M’escabullu a pol el jamón y m’ajilu pal puebru. Anti resulta c’a las ferias diban to los ladronis de to los laus. Comu había ejáu el serón encima de la burra, pos llegó unu y le quitó el serón nuevu y cogió y le plantó a la burra un serón to vieju, que tinía un buracu bien güenu en el jondón. Peru no veas, qu’él ni s’enteró. Conqui compra el jamón y se va pal puebru. Al salil pal caminu cogi y meti el jamón en el serón. Hora c’había recorríu na de cachu, qu’el jamón le se salió pol el buracu. V’el otru el jamón pal suelu, qu’él no sabía qu’era el su jamón, y de que v’el jamón se poni: –¡Coñu, un jamón! Es que si me sé que m’iba encuentral un jamón es que no lo compru. Asín c’agarró el jamón del suelu y lo tiró pal serón. Al poquinu ratu otra v’el jamón que se salió por el buracu, y él con la creyencia qu’era otru jamón que s’encuentraba: –¡Otru jamón! Ya tengu tres jamonis, el qu’he mercáu y los esotrus dos encuentráus. Pa la burra con el jamón. Al ratinu, el jamón pol el buracu. Pos otru jamón que s’encuentró. –¡N’anqui jabieran sembráu de jamonis to el caminu! Otru jamón pa la burra. Sigui andandu p’alantri, pos que le pasó lo mesmu. El jamón pol el buracu. Cuandu ya se trompezó con el jamón, va y qu’ici: –Con los jamonis que llevu montáu en la burra ya tenemus pa comel to el añu, y pa casal tre vecis a la muchacha. Asín que ya no quiéu má, no quiciá me s’asriengui la probi burra. Conqui sigui andandu y lleg’a la su casa, y empieza dendi la puert’a llamal a la su mujel: –Baja p’acá que te jarti de jamonis. Que con to los que traigu en el serón te vas a jartal de jacel tajás. Ya baja la su mujel y de que mira en el serón ve que no hay nengún jamón, y c’ancima traía un serón con un güen buracu. Y l’ici él: –Saca tos los jamonis y poneilsu las muchacha y tú a jaceilus tajás. Y l’ici la su mujel: -¡Ay, tajás, tajás! ¡Pa tajá la que tú trais ancima! ¡Borrachu, más que borrachu!


“EL MONTE”, UNA ZONA ENCANTADA DE AHIGAL ELENA PANIAGUA CÁCERES

No es que haya encantos, como eran antiguamente muy común en nuestro pueblo, Ahigal. Aquí la palabra “encanto” significa algo maravilloso, como es nuestro Monte, al que voy a referirme. El Monte de Ahigal es un sitio precioso, fantástico, digno de verse y admirar, de pasear por él, olerlo... Esto es nuestro Monte: ¡un encanto! Este sitio tuvo su historia, y en ella tiene un espacio preferente un señor cura, valiente, amigo de todos y que se enfrentó a ciertos potentados para que Ahigal no perdiera estas tierras. Se llamaba Antonio Morcillo y de él ya se ha hablado en esta revista. El Monte está dividido en tres partes: Monte de Abajo, Monte de la Güeguera y Monte de la Alberca. El motivo de esta división no era otro que el aprovechamiento de los pastaderos y de las bellotas. Recordemos que muchas encinas eran de distinto dueño del de la finca en que estaban plantadas. Para el control y vigilancia de estos terrenos existía el “Guarda del Monte”. La comunicación en el Monte se hace a través de caminos y callejas, que, como las calles en el pueblo, cada uno tiene su nombre, dependiendo de su ubicación, dirección o un elemento característico que se encuentra en el mismo (pozo, teso, laguna...). Empezamos a pasear por el camino que nos lleva a la Laguna del Rodeo, que era el punto donde solía hacerse un mercado, evitando así el llevar el ganado hasta el pueblo. Por eso se llama Rodeo. El camino empieza en Santo Domingo, continúa por el Arroyo de los Lavaeros, la Pollera, el Cancho Güeco, los Tinaos y el Prao del Toro... El Prao del Toro fue propiedad municipal y aún hoy lo es. Todos los años sale a subasta, explotándolo el que más pague. Cuentan que antiguamente en él pastaba un toro que


se lidiaba el día de San Ramón, por ser el patrón del pueblo, en cuyo honor se hacía la fiesta más grande. La laguna del Rodeo atrae aves de distintas especies, entre las que abundan las gallaretas. Y no faltan galápagos y, por supuesto, las ranas. Durante este paseo, mirando hacia un lado u otro, dentro de los “huertos” encontramos las típicas construcciones: las casetas. Se trata de edificaciones hechas con un admirable estilo, sin arquitectos, pero con toda la ilusión del mundo. Suelen estar construidas a dos aguas, con esquinas de sillares de granito bien labrados, al igual que sus tozas y jambas. Algunas aparecen rodeadas de “alpendás” y sus entradas no presentan gran altura. Lógicamente, están pensadas para combatir los fríos del invierno y los calores del verano, ya que en ellas se resguardaban los animales, de manera especial las vacas y los chotos. Dentro de la “alpendá” se encontraban las pesebreras, adosadas por lo general al muro de la caseta. En ellas se les echaba la comida a los animales: pienso, paja, pasto... A la puerta de la caseta encontramos dos poyos, uno a cada lado. Aunque pequeñas, estas casetas son de una belleza sin igual. La lumbre siempre se ha hecho en un rincón. Y, puesto que no tienen chimenea, el humo salía a través de la tejavana. Para dormitorio se utilizaba otro rincón, cuando no un espacio próximo a la lumbre. Las ventanillas o “burancas” servían de alacenas, donde se colocaban los utensilios de la cocina: barreños, “escuillas”, pucheros de barro, sartenes, cuencos de madera o de corcho, cucharas, tenedores, cuchillos... Y, por supuesto, las cuernas para el aceite, el vinagre y la sal, sin olvidar los cántaros y botijas de barro para el agua que se traía de la fuente o pozo más cercano. Unos elementos que no faltaban eran los tajos de corcho ni los taburetes de madera de encina de tres patas. No muy alejados de las casetas mucha gente tenía el gallinero y las “guarraperas” o pocilgas. Tampoco era extraño toparse con alguna explanada circular con suelo de pizarra, donde se trillaban las mieses.


Muy bien se recuerdan los tiempos en los que en el Monte se cultivaba de todo: cebada, trigo, centeno, garbanzos, sandías... No hay que olvidar que muchas familias pasaban largas temporadas viviendo en aquellos parajes y otras tantas hacían del monte su residencia habitual. Estas construcciones a las que me he referido no han supuesto ni suponen un impacto para el medio. Están totalmente integradas en el paisaje y suponen algo muy digno de mirar, admirar y estudiar. Es un ejemplo de cómo con poco dinero, pero con mucha ilusión, se pudo hacer esta maravilla. Dependiendo de la estación de año, el Monte nos ofrece visiones diferentes. Con las lluvias del otoño estos campos muestran un aspecto primaveral, con sus lagunas llenas de agua, con los regatos corriendo, con una temperatura que propicia la andadura... Son momentos propicios para la búsqueda de “pitorros” y de espárragos. Recorrer el Monte en invierno supone otra maravillosa experiencia. Antes era el momento de la recogida de las bellotas y del acarreo de la leña para el hogar. Era una época en la que el tiempo apacible se entremezclaba con los fríos, el viento y la escarcha. Y la primavera... ¡el no va más! Los “galaperos” florecidos, en compañía de piornos, de escobas, de manzanillas en los valles, de poleos y las más sorprendentes flores llenan el aire de un perfume embriagador y dejan extasiada la vista. Miremos esas lagunas con su manto blanco de “ranúnculas” y oigamos en croar de las ranas. El verano..., ¡bonita estación!... con su olor a heno, los prados segados como alfombras. Recordamos el Monte que durante la siega de los pastos se vestía de fiesta. Segadores con sus guadañas, hombres haciendo “baraños” para que se secara o “rebujones” para elaborar los haces y atarlos con “vencejos”. Eran los “vencejos” pajas enteras de centeno, que se “esfalagaban” (golpeaban) para sacarle el grano, y que luego se usaban, como si de cuerdas se tratara. Y el acarreo a la caseta, donde se guardaba para alimentar al ganado. Una figura entrañable en


todo este trajín era el zagal o muchacho que, con el burro o el caballo al que le endosaban unas aguaderas de dos vasos, transportaba el agua para los segadores desde el pozo o la fuente más próximos. Se vivía el trabajo con gran armonía, acompañado de cantos sin parar. Al pardear, al resguardo de una buena encina bajo la que se acampaba, se daba cuenta de un buen gazpacho. Al medio día se comían unas patatas cocidas en un puchero de barro o una olla. Los que eran un poco cazadores, echaban mano de la carne: lagartos, ranas, pájaros o lo que viniera a cuento. Y los que no, se conformaban con el tocino o el chorizo de la matanza. Aparte de las melodías que interpretaban los trabajadores y el olor al pasto segado, en los campos también se escuchaban los cantos de las tórtolas, de las perdices, de los mochuelos, de los grillos..., el mugido de las vacas, los sonsonetes de los campanillos... En el período de la trilla el Monte respiraba vida. Familias enteras (padres, hijos y hasta abuelos) se trasladaban hasta allí, llevándose incluso con ellas el gato o las gallinas. A los niños que eran algo “micos”, que comían poco y mal, se decía que les venía muy bien este “cambio de aguas”. Por las noches se les contaban cuentos y se les mostraban las estrellas y, hasta en algunas mañanas temprano, las cabrillas. Solía dormirse al raso, aunque si se preparaba una tormenta había que recoger todo el equipo y refugiarse en la caseta. En estos casos no quedaba otro remedio que cantear la parva para que se secase y seguir trillando. Como decía Gabriel y Galán, “¿ondi juerun los tiempos aquellos, que pue que no güelvan?”.


FALLO DEL XXXVIII CERTAMEN POETICO NACIONAL “EXALTACIÓN AL OLIVO” Ahigal, 2018. Organiza: Agrupación Cultural “Amigos de Ahigal” Colaboran: Exm. Ayuntamiento de Ahigal y Cooperativa Agraria de Segundo Grado “La Granadilla”. PRIMER PREMIO: Donado por el Ayuntamiento de Ahigal: 600 euros y trofeo alegórico. Autor: MOISÉS NAVARRO FERNÁNDEZ, de Motril (Granada) Título del poema: "Olivos de Extremadura". SEGUNDO PREMIO: Donado por el Ayuntamiento de Ahigal”: 300 euros y trofeo. Autor: ANTONIO CASASOLA BENÍTEZ, de Antequera (Málaga) Título del poema: “Ancla de cielo” TERCER PREMIO (Premio “Poeta Juan García”): 150 euros y trofeo alegórico. Autor: MIGUEL ÁNGEL CARCELÉN GARCÍA, de Nambroca (Toledo) Título del poema: “Paisaje de Soneto para cuatro Estaciones”. El jurado ha estado compuesto por las siguientes personalidades: Presidente: Teófilo González Porras, Catedrático de Lengua y Literatura. Vocales: Rafael Grégory Sánchez, Gonzalo Sánchez Rodrigo, Gonzalo Domínguez Panadero, Herminia Lino Antúnez, Julio González Ruano, Justa Paniagua Cáceres y María Isabel Paniagua García (Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Ahigal)

VOLVIERON LAS CIGÜEÑAS AL CAMPANARIO Un campanario sin cigüeña es como una feria sin turrón, y mira que resulta triste una feria sin la presencia del turronero. No importan los motivos por los que estas zancudas fueron expulsadas de la torre y se hizo lo imposible para que no volvieran: desde serrarle la cesta de hierro hasta quitarle una a una las ramas que traían al tejado. Pero las zancudas fueron persistentes y aquí las tenemos de nuevo mostrando su bella estampa para deleite de unos y otros. Y esperemos que por muchos tiempo. Estos pobres animales siempre cargaron en Ahigal con las culpas de la desidia de quienes no movieron un dedo para reparar las techumbres de los edificios religiosos. Recordemos que nunca tuvo la iglesia más goteras que cuando las cigüeñas habían desaparecido de su tejado. Y nunca se hicieron más estropicios en la ermita de Santa Marina que cuando se eliminaron los cinco nidos que lucía en sus pináculos. ¡¡¡BIENVENIDAS A CASA!!!


XXXIX CERTAMEN POETICO NACIONAL “EXALTACIÓN AL OLIVO”. AHIGAL, 2019 PRIMER PREMIO:

OLIVOS DE EXTREMADRA Moisés NAVARRO FERNANDEZ MOTRIL (Granada)

Este olivo que llevo tatuado en este lateral de mi estatura, que me hiere y me hace rozadura señalando mi izquierda en el costado,

No retuerzas tu pena almazarera en el bancal de la melancolía, junta tu pena amarga con la mía y hagamos dos cordal aceitunera.

este tronco en mi pecho dibujado que retuerce su pena en mi figura lleva sangre vestal de Extremadura, la sangre que de chico yo he mamado.

Echa tu sequedad en mi mancera cuando la aurora aflore el nuevo día y vayamos los dos en compañía en busca de la almazara olivarera.

De su redonda paz gozo a diario en la quietud solemne olivarera del óleo de su trago rutinario,

¡Qué inundación de luz veo en lontananza invadida de paz y de esperanza por todos los caminos y senderos!

La vida así, se me hace llevadera y en la tarde rural el campanario invade de sosiego mi alma entera.

¡Cómo te añoro, olivo maltratado por la vara y el cierzo huracanado y el cuchillo sutil de los febreros!

¡Qué redonda ternura! ¡Qué belleza derrama tu ramaje en la solana! Tu templanza verdial en la mañana me perfuma el agror de la tristeza.

Mira mi piel de aceite revestida, mira mi corazón, lechín maduro, descubre el olivar verdoso y duro y llena de alpechín mi faz curtida.

En el tronco viril de tu aspereza retuerzo el luto de mi fe aldeana, pétalos sembraré por la besana abierta, que a mi pena descorteza.

Mira esta rama verde agradecida que tiembla como un pájaro inmaduro sobre el temblor de un frágil claroscuro al borde de esa tenue sombra herida.

Escucho tu raíz a ras del suelo en este pegujal del campo mío donde creció el olivo de mi abuelo.

Soy, ya lo ves, un tronco no vencido que retuerce su pena a tu costado y en mi Getsemaní tu fruto pido.

Escucho chorrear del labrantío campo de olivos bajo el azul cielo cómo se va llenando mi cántaro vacío.

Mira y verás, amigo olivo amado, mí corazón rural estremecido cómo late y palpita aquí a tu lado.


HAGAMOS MEMORIA. RECORRIDO POR LAS CALLES DE NUESTRO PUEBLO, IX SAN ISIDRO Y CANTARRANAS Hoy nos iremos a la calle San Isidro. Parte del Lejío en dirección a la Báscula. Entrando, hacia la derecha, no encontramos ninguna vivienda, así que lo haremos por la Trasera de los Santos Mártires. En primer lugar nos toparemos con la pollería de Vicente Simón. Hace algunos años era una cuadra de don Pablo “el cura”. Le sigue lo que fue la carpintería de Dionisio García. A su lado dan las traseras de dos cuadras que tienen la entrada por el Lejío. Siguen la casa de tío Antonio “el carpintero”, que acogía en la planta baja su carpintería, y la entrada a la vivienda de tío Máximo “Pajita”. Girando, a la izquierda, llegamos a lo que era “Salón de los Bodegas”, que actualmente son casas. Más allá, la vivienda de tío Fidel y tía Dolores, padres de Miguel, Marcial y Argimira, que hacía los años sesenta emigraron a Getafe. Creo que le sigue lo que era una cuadra de tío Donato “Churubito”, que se unía a la casa de él y de tía Antonia. Sus hijos eran Ascensión, Modesto y Antonio. Al igual que otras muchas familias, se fueron a Madrid buscando trabajo. Más allá, lo que siempre fue la carpintería de tío Juan, que se ubicaba en la parte baja, mientras que la vivienda se situaba arriba. Con posterioridad se abrió el primer taller mecánico de Ahigal. Lo dirigió Guillermo Oliveras, todo un artista de la mecánica. Hoy es la casa de mi quinto Francisco Mahíllo y Ángeles. También emigraron y creo que tienen dos hijas. Si nos damos la vuelta, nos topamos de bruces con la casa de cultura. Este lugar fue el “cementerio viejo”. Las personas de mi edad lo conocimos con unas paredes de piedra hechas alomo de toro. En muchas ocasiones entramos para ver las pocas urnas que había. Llegamos a lo que es la casa de Julio y Agapita, los padres de Obrayan y Rebeca. Todo esto era un corral de tío Esteban “Bodega” y tía Marciana, que iba de atrás a delante. Julio y Agapita regentaron una tienda de comestibles durante años. Le sigue una cuadra de los “Tribunales”, cuyo propietario me parece que era Segundo. Al lado, la casa de Claudio y María, partible con la anterior. Estos eran los padres de Juan y Julio.


Nos adentramos en la calle San Isidro. Tenemos el taller “Neumáticos Obrayan”, que ya señalé que era corral de los “Bodegas”. Seguía la trasera del “cementerio viejo” y lindando teníamos el “corral concejo”, a donde se traían a los animales perdidos o a los que los guardas encontraban haciendo daño. También ahí se solían meter los caballos que la Guardia Civil, incautaba a los contrabandistas. Estos se subastaban al mejor postor, que en muchas ocasiones resultaban ser los mismos dueños, ya directamente o a través de algún tercero. Cruzamos la carretera de Santibáñez, el punto final de la calle Agapito Monforte. En principio llegamos a una cuadra de Juliana Ruano, lo único que estaba edificado de hace años. Si seguimos, la casa de Florián y Gregoria, que no tienen hijos. Lindera está la vivienda de Jesús y Conchi, padres de Cristian y Alexis. Más allá la de Adolfo y María Matilde, padres de Lara y Cristina. Son construcciones bastante recientes sobre un huerto de tío Cipriano y tía María “la Pilonga”. Creo que le siguen un corral de Lucas y la casa de su hermana Carmen, una cochera de Paco Mata y otro corral de Antonio. Seguidamente la casa de Rafael y Dolores, que no tienen familia, y la de Carlos y Reme, padres de Daniel y Pablo. Después otros locales de tío Aurelio “Galápago” y la casa de Damián “Lucas”, que era un corral de tío Simón “Sana”. Este fue uno de los primeros edificios que se levantaron en lo que era el recinto del mercado. Más tarde se construyó el molino y la Tahona de tío Vicente Simón. Detrás del recinto ferial solo existió en su día la casa de tío Dionisio “Pitillo”. Todo lo demás eran cuadras. Volvemos a la carretera de Santibáñez. La primera casa será la de Martin y Míguela, padres de Emilia, Francisco y Pilar. Antes fue un huerto donde recogía los cochinos de la gente tío Ignacio Martín, el abuelo de Julio, que era el porquero del pueblo. Allí se los llevaban los dueños para que los sacase al campo. Le siguen la casa de Dionisio y Rosario, padres de Víctor y Fátima, y la de Antonio y Candelas, padres de Álvaro y Enrique. Siempre fue un rincón abierto, donde todos los quinquis y gente sin techo que llegasen al pueblo buscaban cobijo al estar al respaldo de paredes altas. Creo que hay una cochera de Severo. Un corral de Victoriano, partible con la casa de Julián y María Jesús, esos eran dos locales iguales, de tío Andrés y tío Julián. Julián y María Jesús son los padres de Rosa María y Álvaro. Lo que continúa hasta la


esquina es la vivienda de Severo y Angelita, padres de Luis y de María José. Durante muchos años fue un corral de tío Severo “Quitolis”, que hizo las veces de “cabrial” de concejo, pasamos la calle y llegamos a la casa de tío Leónides y tía Gonzala, padres de Casilda y Florentina. Le seguía un local que fue algún tiempo la carpintería de tío Crescenciano Morante. Ahora todo pertenece a Obrayan. Llegamos al Bar “Galeón”, propiedad de Cecilio Mahíllo. Años atrás se llamó el bar “Rosalito”. Le sigue la casa de Pedro y Florentina, que no tuvieron descendencia, y la casa donde vivieron Julián y Pilar, padres de Cristina y David. En este lugar Pilar regentó una mercería. Tras el hogar de Florián y Eladia alcanzamos el bar “Barquito”, de Marco y Petri, padres de Cristina. Y aquí concluye calle San Isidro. Dirigimos los pasos a la calle Cantarranas. Lo primero que encontramos es el bar “Botella”, que anteriormente fue una cuadra. Le siguen los pisos de Agapito y Ciriaca, padres de Jesús y Gema. La tienda de Jesús hasta no hace mucho era la salida de un huerto. Después, la casa de Juan y Gilda, padres de Juana y Angelita; una cochera de Natividad; la casa de Ricardo y Antonia, los padres de Pedro, Carmen, José Antonio y Sunci; una cochera de Severo; otra cochera de Alejandro y otra más de Antonio Ruano Ramos, lo que fue la casa de tío Leoncio y tía Juliana, los padres de Saturna. Pasamos la calle y nos topamos con una pequeña casilla. A continuación una casa de Ezequiel y Pilar, padres de Ana Belén, Puerto y Raquel. Seguidamente, la casa de tío Manuel y tía Argimira, padres de Daniela, Rafael, Jacinto y Evaristo. A continuación la de Juan Roncero y Elisa, padres Ana María y Ángeles. Elisa, era de Serradilla. Después vienen la de Nicolás y Angelita, padres de Luis e Ignacio; la de Benito y Filomena, que tienen tres hijos, fruto de dos matrimonios; y la de tío Marciano y tía Juana, padres de Santiago, Cecilia y Marciano. Atravesamos el cruce de la calle Alfonso XII y nos encontramos con una pequeña casa donde vivieron Paco y Jacinta, padres de Eugenio, Francisco, Francisca, y Angelita. Esta familia hace años que marchó a Francia. La siguiente, la de tía Iluminada, viuda, madre de Marcelo, Paco y Conchi. Entramos ahora en el Llano del Pozo, que no sé porqué motivo le han puesto el nombre de calle de los Carreteros. Así se llamó por el hecho de que había un pozo. En este llano vivieron dos carreteros: tío Juan “Diente” y tío “Firuli”.


Se dedicaban al transporte de mercancías. Lo que hoy hacen los camiones y furgonetas ellos lo hacían con sus carros. Los viajes los hacían sobre todo a la estación del tren de Villar a por la paquetería para las tiendas del pueblo. Cada uno de ellos tenía un carro con dos mulos, que las cuestas arriba, sobre todo en las del Pontón se extendían tirando del carro como gatos. La primera casa, la de tío Braulio y tía Juliana, padres de Antoliano y Jesús. En ella vivieron tío Ricardo y tía Felisa, padres de Jesús, Manuel, María Cecilia y Dionisia. Ahora vive en ella Manuel. Al lado el corral de tío Pedro y, junto a él, la casa de Dionisio y Anselma. Ahora damos la vuelta. En la de la esquina vivieron Pepe “Caminero” y Marciana, padres de Severo. En la que le seguía, tío Juan “Diente” y tía Marciana, padres de Pablo, Ricardo, Isidoro y Daniel. Lindera, la de Paco Regino y su madre Ana. Más allá la de Ángel y Dionisia, que eran de la familia de los “Carinas”. Ángel y Dionisia se fueron a Sevilla. Luego, la de tío Julián “Caminero” y tía Primitiva. A esta mujer le cortaron una pierna y con una silla, a falta de muleta, se hacía todos los oficios de la casa. Eran los padres de Pepe, Pedro, Martin y Dionisia. Todos ellos apodados los “Camineros”, ya que tío Julián fue caminero durante años. Entonces se dedicaban a reparar las carreteras que dependían de la diputación. Este puesto lo heredó Pepe. En la esquina de la casa de esta gente se encontraba el “Pozo del Llano”. Llegamos ahora a la casa, padres de Fernando, María Eladia y Mateo. La que le linda es la de tío Ignacio y tía Domiciana, padres de Eladia y Gilda. En la esquina estaba el corral de tío Eustaquio, donde hoy tiene vivienda su hija Antonia. Volvemos a entrar en la calle Cantarranas, comenzando por la casa de tío Juan el “aguacil” y tía Felicitas, padres de Jesús, Vicente, Juan Antonio, Carmen, Gregoria, Paulina y Florentina. En la otra vivieron tío Hilario Roncero y tía Juana, padres de Juan. A continuación, la de Severo y Vicenta, padres de Donato y Felipa. Aquí vivía tía Segunda “Bujordo”, que la conocí mayor y soltera. Les sigues la casa de tío Juan y tía Concepción, padres de Ascensión, Alberto, Máximo y Juana; y las de Catalina y Eloísa, a las que recuerdo viudas. El marido de una de ellas fue fusilado


en la posguerra. Tía Catalina era la madre de Concepción. Lindera a ésta se encuentra la de tío Urbano y tía Remigia, cuyos hijos eran de Ascensión, Marcelo y María. En la siguiente vivieron los padres de Gregoria, tío Julio y tía Teresa. Hoy viven Evaristo y Saturna, padres de Evaristo, Raúl y Monserrat. Y cruzamos la calle. Lo que es la casa de don Emiliano, no daba a esta acera. En la esquina estaba la casa de tío Cipriano “Pucherero”; el hombre estaba viudo y vivía solo. Después, la de tío Crescencio Roncero y tía Julia, padres de Francisco, Evaristo, Rosario, Julián y María Jesús. También había allí una cuadra. Para entrar en la vivienda era necesario subir unas escaleras anchas en la calle. En la siguiente vivía tío Constantino Roncero, apodado “El Lobo de las Canchorras”. A continuación vienen dos cuadras y la albardería de Álvaro. Ahí estuvieron su mujer y él durante muchos años ejerciendo el oficio de la Talabartería. Tras la calle que queda a la derecha cruzamos alcanzamos la cas de tío Justiniano y tía Antonia, que actualmente es de Carmen. Eran los padre de Antonio, Damián y Carmen, y, aquí tuvieron ferretería y ultramarinos. Lo que actualmente es el bar “Venecia” fue una casilla para meter las cabras. Al lado está una propiedad de Carlos, que hoy es tienda. Tenía la puerta en esta calle y, igual que la anterior, le servía para meter las cabras a tío Andrés. En aquellos tiempos eran pocas las personas del pueblo que no dispusieran de un par de cabras para el consumo de leche. Y aquí damos por terminada la calle Cantarranas.

CRISPIN GARCÍA PAULE

EL PERRO DE DON GENARO Al perro de don Genaro le duele el rabo y ha dicho el veterinario que es un caso extraordinario. Que le corten el rabo al pobre chucho, que le corten el rabo con un serrucho. El rabo se le cortó y el perro de don Genaro al instante se murió.


A FEDERICO GARCÏA LORCA ¡Ya están contados tus días! ¡Ya está escrita tu condena! Sin juicio, sin tribunal, sin nadie que te defienda, tienen un miedo infernal a que tus ideas se extiendan. ¿Qué delito has cometido? ¿Es un delito enseñar? Si lo tuyo siempre ha sido la escritura y el soñar.

El dieciocho de agosto en el año treinta y seis, ocurrió algo bochornoso que pienso todos sabéis. ¡Como perros, lo persiguen! ¡Como lobos, lo acorralan! Sus propósitos consiguen cuando con su vida acaban. ¡Qué vergüenza, Federico! ¡Que existiesen tres Españas! la del pobre… la del rico… y otra que miente y que engaña. Tus ideas están sembradas, tu semilla… repartida, esa sangre derramada solo abriría más la herida. ¡Como pólvora se extiende la muerte de Federico! Y en el mundo no se entiende como el hombre es tan borrico. En casa de Luis Rosales te quisiste refugiar, pero aquellos criminales no te dejaron parar. Acordonaron las calles, y tomaron los tejados, ¡Sin que les falte un detalle! ¡Te tienen acorralado! De guardias y policías estaban las calles llenas,

Como no sabían qué hacer te acusaron de masón, comunista, al parecer… y también de maricón. No te dejaron ser libre, le estorbaban tus saberes, ¡Eras un ser increíble que soñaba amaneceres! ¡Se malograron tus sueños! Truncaron tus ilusiones, tus abales son pequeños y no escuchan sus razones. ¡Tu muerte estaba pactada! La sentencia era certera. ¡Morirías en tu Granada junto a cualquier carretera! Nadie sabe en qué sendero, nadie sabe en qué cañada. Tu tumba es el mundo entero, porque nadie… sabe nada. ¡Te quiere Fuente Vaqueros! ¡También te quiere Granada! Porque fuiste un caballero y te mataron por nada. Hay quien peca de arrogante, la ignorancia es atrevida, mas nunca ha de ser bastante para arrancar una vida. ¡Seguro que se dijeron… hay que sembrar el terror! Y por desgracia, lo hicieron, ensalzando a un dictador.

Crispín García Paule 17 de agosto de 2019


DICCIONARIO DE AHIGAL Q que.

loc. adv. En lo que, mientras que, mientras tanto. “Jal el jateú en lo que yo barru la casa”. quear. tr. Olvidar, perder. “Se queó la gariboña pal caminu”. 2. prnl. Dicho de una mujer: embarazarse. “Se caso y queó ensiguía”.

quebrantagüeso. m. Alimoche. quebrao. adj. Dicho de un hombre: que le falta un testículo o lo tiene atrofiado. quebraúra. f. Jerniaúra. 2. Lesión testicular. queco. m. Muñeco de trapo. quejoso, sa. adj. Quejicoso, que se queja mucho y sin motivo. 2. Que está enfermo de escasa consideración. “Lo tengu en casa quejosu y el meicu no l’encuentra na”. quejinoso, sa. adj. Quejoso. quejuriento, ta. adj. Que se queja mucho y a todas horas. quemol. m. Quemazón. quemón, na. m. Quemadura. “S’ha jech’un quemón en toa la pata”. 2. adj. Que quema, que arde bien. “Las tarmas son mu quemonas”. queo. loc. interj. Chitos queo. Se usa en el juego de este mismo nombre para indicar que se han de parar los participantes. quereles. f. pl. Amores, cariños, quereres. querer. tr. ger. Quisiendo. 2. pres. indic. Queo, quies, quie, queremos, queréis,

quien. 3. 3ª pers. pl. pret. perf. indic. Quison. 4. fut. indic. Quedré, quedrás, quedrá, quedremos, quedréis, quedrán. 5. cond. indic. Quedría, quedrías, quedría, quedriamos, quedriáis, quedrían. 6. 1ª pers.sing. pres. subj. Quea. 7. imper. sing. Quie. queresa. f. Marca que deja el moscón en la carne, donde después nacen los cocos. queriendongo, ga. adj. Querindolo. querindolo, la. m. y f. Amante. Hombre o mujer que tiene relaciones ilícitas. qui. m. Quid. Lo más importante, la esencia. “El qui de la custión”. Quica. f. Francisca. 2. Vulva y vagina. quiciá. adv. Quizás. Quico. m. Francisco. quicra. f. Crica, vagina. quidá. adv. Quizás quiebrao. adj. Quebrao. quiebrar. tr. Romper. 2. prnl. Herniarse. 3. Atrofiarse un testículo o herirse en él. quieto. loc. adv. De quieto, estable, con residencia fija. “El vivi aquí de quietu”. quieto parao. loc. interj. Alto, detente, quieto. quijá. f. Quijada, mandíbula. quilimontri. loc. interj. Quí limontri. Quilino. m. Aquilino. quiliquileti. m. Quina quineti. quimono. m. Buzo, pijama de un niño pequeño. quila quileti. m. Retahila para elegir los jugadores en cualquier juego en el que participan dos grupos. "Una dola, / tola catola, / quila quileti, / estaba la reina / en su gabinete, / vino Gil, / apagó el candil, / candil candilón, / guardia y ladrón”. quinceño, ña. adj. Quinceañero. U. t. c. s. quinqué. m. Imaginación. “Cuandu no sabía qu’icil me s’ancendió el quinqué”. 2.


Vista. “Con quinqué”

los

antiojus

tie

güen

quisdá. adv. Quiciá. quitamerienda. f. Lucero de la tarde. quitapuchero. m. Lucero de la tarde. Cuando se quita el puchero de la lumbre, porque los hombres están a punto de llegar del campo. Apeayeguas. quitarra. f. Guitarra. 2. Jamón. 2. Máquina manual vibratoria para varear los olivos. 3. loc. verb. Meter la quitarra en el sacu, callar lo que no conviene decirse. “Meti la quitarra en el sacu y átalu a pezón”. 4. Templar la quitarra, calmar, tranquilizar. quitarrazo. m. Golpe dado con la guitarra. quitarreo. m. Toque de guitarra. quitarrero, ra. m. y f. Persona que toca la guitarra. U. t. c. adj. 2. Jamonero.

quinquillero, ra. m. y f. Quinqui. 2. Lañador ambulante. 3. Titiritero. quintá. f. Novatada. 2. loc. verb. Pagar la quintá, pagar la novatada. quintar. tr. Celebrar un festejo los quintos. quiqui. m. Rizo a modo de cresta en los niños pequeños. 2. Genital femenino. 3. loc. verb. Echar un quiqui, practicar coito. quiries. m. pl. Riña, alboroto, barullo. “Armaron los kiriis por na”. 2. loc. verb. Dar los quiries, tardar mucho. “Hasta que mos jatearun tardarun los quiriis”. 3. Pasar los quiries, sufrir mucho. quiriqui. m. Quiqui. quiriquí. m. Canto del gallo quis. interj. Se usa repetida para llamar a los perros..

quitiña. f. Landeo, pequeños hurtos en los huertos. quitólico, ca. adj. Católico. U. t. c. s. quitón, na. m. y f. Ratero, persona que se adueña de lo ajeno, ladrón. U. t. c. adj.

U ubre.

f. Mama de la mujer de grandes dimensiones. “Teta que la manu no cubri no es teta, qu’es ubri”. 2. Tener mucha ubre, tener la mujer un carácter fuerte. ucalito. m. Nogalito, eucalipto. ucaristía. f. Eucaristía. ucarístico, ca. adj. Eucarístico. uforia. f. Euforia. Ufrasia. f. Eufrasia. Ugenio. m. Eugenio. ultramarino. m. Tienda al pormenor, especialmente de comestibles. uncir. tr. Uñir.


uniquito, ta. adj. Unico, solo en su especie. unte. m. Unto, grasa, engüento. 2. Alimento cremoso para extender sobre el pan. 3. Lubricante. 4. Pomada. untoso, sa. adj. Papelón, que aparenta más de lo que es. U. t. c. s. uña. loc. verb. Echar a la uña, darse a la uña, correr, escapar. 2. Echar la uña, quitar, robar. 3. loc. verb. Muar la colol de las uñas, morir. 4. Tener güenas uñas, ser mañoso. 5. Coger a uña, recolectar a mano. uñero. m. Especie de verruga en forma de uña que le sale a las ovejas en los párpados. uñir. tr. Uncir. 2. Unir. urnia. f. Urna. 2. Sepultura. Uropa. f. Europa. urupeo, a. adj. Natural de Europa. U. t. c. s. Usebio. m. Eusebio. usente. adj. Ausente, forastero. usilio. m. Auxilio.

Ustaquio. m. Eustaquio. usté. pron. person. 3.ª pers. m. y f. Usted. usura. f. Picor. uténtico, ca. adj. Auténtico.

Y yacente. adj. Que está muerto. 2. n. p. Cristo Yacente, imagen del cristo metido en la urna o sepulcro.

yelo. m. Hielo. yemero. m. Yema, brote de un vegetal. yerbagüena. f. Hierbabuena, presta. yerbazal. m. Abundancia de hierbas. 2. Pradera. yerbizo, za. adj. Se dice del terreno que da mucha y buena hierba. yerro. m. Jierro. yesca. interj. Yesca, yesca puta. Se usa para expresar admiración y asombro. 2. f.

Paliza. “Daili yesca que te crió”. 3. Enfermedad que ataca a las parras y las seca. 4. Leña fina. “La lumbri precisa güena yesca”. 5. Jarana, jaleo. 6. loc. verb. Dar yesca, animar, avivar. yi. m. Vehículo todoterreno. yiedra. f. Hiedra. yu. m. Yugo. 2. loc. verb. Coger el yu, casarse. yugo. m. Velo con el que se cubren la cabeza de la novia y los hombros del novio durante la velación de la ceremonia nupcial. yuyu. m. Mareo, desmayo, jamacuco.


MIS RECETAS CASERAS Petry BECEDAS REVUELTO DE CHAMPIÑONES Ingredientes: -10 champiñones frescos -4 huevos -2 dientes de ajo, más bien grandes -Aceite (unas seis cucharadas) y sal Preparación: Lavamos y picamos en láminas los champiñones y los reservamos en una fuente. También pecamos en trozos muy pequeños los ajos. Ponemos el aceite al fuego y cuando esté muy caliente incorporamos los ajos, y en el momento que empiezan a dorarse le añadimos los champiñones, dándole unas vueltas. En el instante que los veamos pochados incorporamos los huevos y un poco de sal, también dándole vueltas. Si observamos que cuaja, es que ya está listo para comer.

NATILLAS DE CHOCOLATE Ingredientes: -2 yemas de huevo -1 sobre de flan “Potax” o “El niño” -1 litro de leche -5 cucharadas de azúcar -1 cucharada de cacao en polvo. Preparación: Mezclar en un cazo el contenido del sobre de flan y el azúcar. Añadimos las yemas de una en una y batimos bien. Incorporamos le leche fría y seguimos batiendo. Echamos el cacao y lo ponemos al fuego removiendo sin parar. Cuando ya esté hirviendo lo retiramos del fuego y servimos en porciones individuales. Lo dejamos enfriar y ya está listo para comerse. Si nos apetece podemos decorarlo con un barquillo, una galleta o con un bizcocho del tipo “Sancho Panza” o similar.

¡¡¡BUEN PROVECHO!!


LAS COSAS QUE PASAN (O QUE NO PASAN) EN AHIGAL. Hemos terminado un trimestre marcado por el “coronavirus”, ese regalo chino que nos llegó de sopetón. Por obra y gracia de él se suspendieron los mercados dominicales y la “matanza paleta”, se declaró el estado de alarma y andamos confinados en nuestras casas. Como tiempo habrá de hablar de ello, vamos a centrarnos ahora en las cosas buenas vividas. Dejando a un lado las doce campanadas, que ya ni se recuerdan en el pueblo, podemos decir que la cultura comenzó en Ahigal el día 4 de enero, con una velada que habitualmente lleva a cabo por estas fechas el Grupo Jigueral. Un numeroso plantel de actores deleitaron a los asistentes con una representación teatral. No faltaron en el evento la música ni las rifas. Y hablando de rifas no está mal reseñar que, aunque las loterías de Navidad y del Niño pasaron de largo, si cayó un pellizco en la administración local en el sorteo del 9 de enero. ¡Salud a los afortunados para disfrutarlo! También tuvieron premio los muchos niños que en la noche del día 5 recibieron a los Reyes Magos en la plaza del Concejo. La cabalgata recorrió, siguiendo la tradición, las calles de la localidad. Y los mayores igualmente recibieron el correspondiente agasajo a base de bollos y chocolate, en torno a una fogata. Por los mediados del mes de enero se dio a conocer e fallo de la XXXIX edición del Certamen Poético Nacional “Exaltación al Olivo”, una convocatoria que es decana en Extremadura. Está organizado por la Agrupación Cultura “Amigos de Ahigal” y cuenta con la colaboración del Ayuntamiento. En esta edición, a la que concurrieron decenas de poetas de todos los puntos de la Península, resultó ganador Moisés Navarro Fernández, de Motril (Granada). La reseña de los galardonados, así como la del jurado calificador, puede verse en las páginas de esta misma revista. Por iniciativa de la Universidad Popular de Ahigal el día 18 de enero, a través de la Red de Teatro Amateur, de la Federación


de Asociaciones de Teatro de Extremadura y AUPEX, se ofreció la obra de teatro “Alas de verdad, corazón de plomo”. Está basada el un cuento “El príncipe feliz”, de Oscar Wilde. Estuvo representada por el grupo Horozco Teatro. En el presente año hemos echado en falta la fiesta en honor a los Santitos Mártires. que en los últimos tiempos viene siendo animada por el grupo folklórico “El Jigueral”. Confiemos en que el próximo enero vuelva a recuperarse y que esto solo haya sido un paréntesis. Sería una pena que se perdiera esta fiesta de invierno, protagonista de una fecha que en Ahigal suponía el inicio de los carnavales. Peor futuro le depara a la celebración de San Blas, que hasta no hace mucho tiempo suponía uno de los festejos más importantes del calendario local. Y no digamos nada de las Candelas, una fiesta de gran valor etnológico y antropológico, propia de las mujeres pero que las mujeres de Ahigal cada vez recuerdan menos. Para recuperarlas solo serían precisas algunas dosis de voluntad. También para la Mancomunidad TransierraTierras de Granadilla se ha promovido algunas actividades a lo largo de este trimestre, organizadas por el Ceder Cáparra Tierras de Granadilla. Cabe citar en primer lugar las Jornadas de Sensibilización Ambiental, desarrollada entre los días 10 y 22 de febrero. Las mismas han consistido en charlas, talleres y cuentacuentos, teniendo presente la orientación hacia los niños. En este contexto hay que destacar la campaña de la Universidad Popular de Ahigal, “Libera1m2”, cuya misión fue la de limpiar el entorno del Pantano de las Cumbres en los primeros días de marzo. Que el ejercicio es sano lo tuvo en cuenta la Asociación Deportiva Zarajuelle, que el 29 de febrero llevó a cabo una ruta entre Hervás y Casas del Monte. Nunca está demás el respirar aire puro para espantar los microbios. Y ejercicio también es lo que hace cada semana el equipo de fútbol sala, que parece que, después de superar la racha de lesiones, ha encarrilado la marcha. Aunque las prohibiciones por motivo de la epidemia ha supuesto un freno. Lo más reseñable en este trimestre lo ha constituido la celebración del carnaval, que desarrolló en un programa que se extendió entre los días 20 y 26. Destacaron en ellos el Jueves de Comadres, el desfile del Colegio, el convite en la plaza el lunes, la parrillada de las asociaciones el martes, el entierro de la sardina del miércoles y el desfile del sábado, con la presencia diferentes carrozas y particulares, para los que no faltaron los premios.


HABLANDO CON UN LIBRO DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO: JUEVES 23 DE ABRIL Mª ASCENSIÓN GARCÍA ─ ¿Charlamos? Mi amigo me hace una invitación a la que no puedo negarme. ─Pues claro que sí, siempre es un placer dialogar contigo. Tus lecciones son hermosas. Él, es pequeño, inteligente y delicado. Según él, su tiempo no ha pasado en balde, las células de su piel son sensibles y la experiencia de sus años incalculable. Su mente se mantiene lucida y limpia, no se vislumbra deterioro alguno. Me sorprende con la sabiduría que guarda en su interior: de este amigo recibo los mejores consejos y con él mantengo largos diálogos. Procuro cuidarlo como un gran tesoro, lo admiro y lo respeto, es como vivir en la infancia al lado de un hermano mayor. ─¿Hablamos de naturaleza? ¡Sé que te encanta, mujer! ─No podías haber elegido mejor tema, los dos vamos a disfrutar, tú dando paso a tus archivos tan bien guardados y yo tomando nota de ellos. ─¿Me prestas tus manos? Quiero sentirme seguro, pero sujétame con delicadeza, mi estructura es muy frágil y temo dañarla. ─Estoy encantada de ser tu mejor apoyo. Lo sujeto con cariño y lo coloco en lugar seguro, él se deja llevar y lo agradece con un pequeño roce de su delicada piel sobre mis manos. “Ese leve contacto me inunda de paz”. Estoy impaciente por comenzar a desgranar los entresijos que la naturaleza y el campo nos van a ir descubriendo en nuestra charla. Hablamos de árboles frutales, me cuenta como se hace un injerto, acciona con temblor y se estremece, así como un racimo de uvas que se desgaja y se esparce. Los enumera uno a uno en su tiempo de floración y producción. Con cautela va marcando los pasos a seguir para sembrar e injertar una parra. Me cuenta los días que tardan en sacar sus polluelos la gallina, trigueros. mochuelos y pájaros moscas, entre otros. Su debilidad es tanta que siento sobre mí el peso de sus años y le propongo hacer una pausa, pero él es incansable, sigue pasando páginas y volvemos al tema anterior: “No es fácil hacerse a la idea que una mente tan lúcida pueda mantenerse sobre una estructura tan descompensada y envejecida”. ¡Su salud me preocupa! Por fin logro que pare un poco, y que hagamos un receso. A mi amigo no le apetece interrumpir nuestro diálogo, le urge dar a conocer sus conocimientos, me cuenta los meses de gestación de los animales, los tiene todos grabados con letras muy claras en su memoria.


─¡Cuántas cosas estoy aprendiendo hoy! –Me has hablado de árboles, de pájaros, del tiempo de gestación de los animales, pero no has pronunciado ni una sola palabra sobre la reproducción y misterio del ser humano. ─Eso es algo tan perfecto que mi mente no alcanza a entender y mi lengua no sabría interpretar. Solo el creador podría satisfacer tus deseos. Al llegar a este punto su mente se queda suspendida como una hoja en el espacio, para después continuar con la creación y sus maravillas. −El cuerpo humano es perfecto, me dice, no tengo palabras para definirlo, igual que el mundo: El sistema solar, la luna y sus fases, la belleza de nuestra galaxia o la perfección de la tierra. El tiempo se detiene con tantas maravillas. El no se cansa de darme explicaciones amplias y claras sobre estos y otros temas. De pronto, como si algo muy remoto hubiese vuelto a sus recuerdos alzó su voz en tono de súplica diciendo: ─¡Si me abres por mi antepenúltima página podrás descubrir algo tan importante como es la reproducción de las flores! El tiempo apremia. A mi amigo le urge abreviar y darme a conocer su última sorpresa. Inmediatamente busco la página y descubro otra maravilla de la naturaleza, tan desconocida para mí, que jamás había pensado que la reproducción de una flor tuviese tanto en común con la del ser humano. Cuando comencé a leer y apareció el título, mi admiración fue sorprendente. Órgano sexual masculino: estambre La reproducción sexual es aquella en las que intervienen las flores. Estas son los órganos reproductores de las plantas. La mayoría de las flores están compuestas de las siguientes partes: El órgano reproductor masculino: en las flores está compuesto por unos filamentos que en su extremo tienen unas bolsitas en las que se produce el polen, mayormente de color amarillo. Órgano sexual femenino, pistilo. Este es un filamento más grueso, en forma de botella. Cada pistilo se define por la posesión de su propio ovario. En la reproducción de las plantas con pistilo, los óvulos que están encerrados en los ovarios son fecundados por los gametos presentes en el polen. Ultimo dato. El polen es depositado en el estigma, que se encuentra en la región más alta del pistilo. Debido a su estructura viscosa, el polen puede adherirs e con facilidad. No podía imaginar que un pequeño y viejo libro publicado en 1880 podría guardar tanta sabiduría e información de la naturaleza. Al llegar a este punto, a su última lección, lo cerré con cuidado. Con emoción lo coloqué en sitio seguro y con la esperanza de que al pasar los años otro amigo vuelva a abrirlo y aprenda de su sabiduría. ¡Gracias amigo, por tu gran lección! Pensamiento: con un buen libro entre las manos, nunca te faltará un amigo.

Gracias a mi hermano por su colaboración


ENTREVISTA A JOSE MARIA GARCIA PLATA, AUTOR DE “PALABRAS Y SUSPIROS EN EL AIRE”. Por Editorial ADARVE Sabemos que la poesía es uno de los géneros literarios más complejos, ¿por qué decides dedicarte a ello? Precisamente por eso, por su complejidad, por la emoción que produce escribir desde el corazón, en un momento de inspiración o arrebato, aunque luego se corrija empleando la razón. En Palabras y suspiros en el aire la naturaleza se presenta como una constante, ¿cómo y por qué plasmas este elemento en tus poemas? Porque me crié en plena naturaleza y disfruté de la poesía que destila. El silencio del campo, el canto de los pájaros, el aroma de las flores y la lluvia, entre otras muchas bellezas naturales, son fuentes de inspiración que transportan más allá de lo meramente tangencial. Además, en todo ello está la mano del Creador, lo incógnito, y eso excita la imaginación y lleva a hacerse muchas preguntas. ¿Se te ha hecho muy difícil escribir un libro de poemas? ¿Por qué? Lo justo serían dos respuestas a esta pregunta: primero, el momento de inspiración, que te asalta y, sueltas, digamos, de forma automática el esbozo del poema, sin mucho esfuerzo. Luego vienen, en mi caso, cinco o diez días de trabajo, buscando sinónimos apropiados, ritmo lo más perfecto posible y técnicas que me aproximen a la calidad deseada, o al menos, me quede satisfecho con el trabajo. Le dediqué un año. Cuéntanos un poco acerca de tu proceso creativo. Nací en un pueblo de Cáceres, AHIGAL, con la buena suerte de que en el pueblo vecino, Guijo de Granadilla, vivió y murió José María Gabriel y Galán, nuestro poeta. En todas las casas había libros de su autoría y empecé a leerlo, a amar el género y a ver al poeta como mi referente. Así escribí tres poemarios en verso rimado, con estilo clásico. Después, con la asistencia a talleres literarios pude estudiar a poetas actuales y me enamoré del verso libre, que hoy escribo. ¿Cuál es tu poema favorito? ¿Por qué? «UN POEMA EN LA RETINA», aparece el primero en mi poemario. Porque fue hecho para un Post, que Txaro Cárdenas, directora de la Revista lúdico cultural “MoonMagazine”, con la cual colaboramos, nos propuso a la poeta Ainhoa Martínez Retenaga y a mí. Era nuestro primer trabajo y yo estaba preocupado, por ser primerizo en la Revista y por la calidad poética de mi compañera, cuyo listón veía muy alto. ¿Quién o quiénes fueron las primeras personas en leerlo? ¿Cuál fue su impresión?


Txaro Cárdenas, directora de MoonMagazine, cuando se lo envié para el Post poético. Su impresión fue un simple: «BRUTAL». Y el Post resultó de una aceptación superlativa tanto en compartidos, como en visitas y comentarios. ¿Por qué crees que el público debiese leer tu libro? Porque trato de que el lector se vea reflejado en mis poemas, ya sea porque le apasione la naturaleza, como a mí; porque haya sido feliz o haya sufrido por amor, por todo lo humano y lo social en que pueda verse afectado en él, y porque considero que es un texto asequible y sencillo, o al menos en ello me he empleado a fondo. Espero haberlo conseguido. ¿Tienes algún autor preferido que te haya servido de inspiración para escribir tus poemas? Comenté en el apartado 4, que Gabriel y Galán fue mi referente en la primera etapa como escritor. Luego, con el verso libre rompí toda dependencia y busqué mi propia voz poética. Aunque debo reconocer que tengo mis preferidos: Gil de Biedma y Luis García Montero. AÑADO UN POEMA DEL LIBRO: Yo quisiera saber… Yo quisiera saber de las alas del viento o de las olas del mar, si en algún instante, y por designio de quién han traído hasta mí esta presencia. Lo pregunto porque no hay caminos de unión entre puntos dispares, y a pesar de ello la presiento tenaz a mi lado. Yo quisiera entender el idioma que habla, descifrar sus misterios, y si ríe, ver pintada la mueca en sus labios. Sólo sé que es mujer. Cuando cruza, deja un halo de rosa y jazmín que me embriaga.

© José María García Plata.


ESTAMPAS DE AHIGAL

COBID-19 Dicho de carrerilla, el título que le han puesto a la pandemia adquiere nombre como de perro, de perro que muerde, de perro asesino. Si al diecinueve le añadimos tres ceros será la cifra de fallecidos que en poco tiempo alcance la estadística cuando esto escribo, y subiendo. Hoy no tenía previsto escribir de esto. De hecho le he pedido a la dirección de la revista un pequeño cambio de tercio. Hoy venía a hablar de la Agricultura y la Ganadería, pero como consecuencia de los acontecimientos en los que nos vemos inmersos, he reconducido mi escrito y con él, tratar de darle actualidad, una actualidad tétrica que se queda vieja cada día o, peor, cada hora. La pandemia que nos ha enclaustrado en casa y está diezmando la población viene a decirnos lo vulnerables y sensibles que somos. Un “bicharraquinu”, por utilizar un término nuestro, tiene acobardado a más de media humanidad, parados los distintos sectores productivos, y ha llenado Hospitales, Morgues, Tanatorios y Cementerios. Hasta aquí nada descubro que no se palpe en los medios de difusión y prensa cada día. Igual da perderse en números. Si hablan de muertos, son muchos siempre; si de afectados, más. Una imagen tenebrosa ocupa las pantallas de las televisiones en las que, por puro localismo, centramos la mirada en nuestra región, en nuestra provincia, en nuestra comarca. Los nuevos medios de comunicación nos acercan esas imágenes negras y focalizamos las cifras para comentarlas en la mesa camilla o por wuasap sobrecogidos. De vez en cuando aparece en algún recuadro una sarta de refranes dedicados a los años bisiestos y ninguno lleva un piropo agradable. Hasta donde he podido observar, en su mayoría llevan su correspondiente carga malaje que no voy a desvelar. Todos conocemos alguno, pero el actual creo que se va a llevar en la historia el premio. La humanidad está sumida en una guerra sin tiros, sin bombas, pero con muchos frentes de combate abiertos: cada hogar es un parapeto, cada población es un área defensiva. No sirven trincheras, cada uno puede ser objetivo. Los muertos en esta guerra se cuentan por miles, las bajas en hospitales han desbordado todas las previsiones, tanto en facultativos como en material quirúrgico, en camas, etc. Se han improvisado hospitales de

campaña en recintos polideportivos y feriales, en barcos, en hoteles... Igualmente de forma despiadada se amontonan los muertos sin nadie que los vele, sin nadie que los llore, sin nadie que los despida. Muchos de ellos en ignoto paradero y lejos de sus seres queridos. Desde la segunda semana de marzo llevo confinado con dos ocasionales salidas a por viandas. Resignado, trato de pasar el tiempo escuchando la radio, la televisión poco (mejor no verla) o con mis libros, leyendo, una de mis aficiones. En este estado es cuando me he dado cuenta del valor que tienen los libros que tenía aparcados; creo que rompen la soledad y elevan la moral. En un confinamiento como el actual son una evasión. Me he propuesto andar en casa al menos una hora por la mañana y otra por la tarde como un burro en una noria. Dieciocho pasos tengo de recorrido de una punta a otra de la casa que cuento. Todas las tardes cuando a las ocho nos asomamos a aplaudir en sintonía con los vecinos, es cuando notamos que hay vida tras las ventanas; el tránsito en la calle es escaso o nulo, algún coche policial o de emergencia. Pasado ese momento la población se calla sumida en la más absoluta quietud, la noche se convierte en algo fantasmagórico e inquietante. Frente a mi casa existe un amplio campo donde antiguamente muchos paisanos aprendieron a hacer la instrucción cuando prestaron el servicio militar. Actualmente sirve de improvisado campo de futbol en el que los niños del barrio se explayaban con juegos de todo tipo. Hoy se encuentra lleno de jaramagos que no estarían ahí. El “jerver” de los niños con sus juegos lo hubiera impedido. Soy observador, y desde el confinamiento me vengo percatando que un gato bien alimentado, de pelo atigrado, infaliblemente todas las tardes a la hora de aplaudir está frente a mi ventana, sentado de manera anárquica como esperando los aplausos, sin inmutarse. Pasa de nosotros y de nuestros aplausos. Creo que viene a expresar, con su indiferencia, que estamos como una cabra. Igualmente en mi observación echo de menos los vencejos que todos los años anidan y crían bajo el balcón. Hogaño no están. Igual se lo pensaron y no vinieron. Ellos van donde ven vida; aquí la hay, pero no la sienten. Creo que estamos ante algo muy serio que en el futuro nos va a hacer cambiar muchas cosas, entre ellas la forma de vivir, de comportarnos, de


relacionarnos, y va haber distintas formas de expresarnos al señalar periodos: antes de la pandemia o después de la pandemia, cuando hagamos referencias en el tiempo; como en el siglo pasado, en que “los años del hambre” se ponían como referente No he visto antecedentes de tantos muertos en tan poco tiempo en la historia, y será la historia la que lo trate en su momento, porque parece que la procesión no ha llegado aún a la plaza. Va para largo. Cuando sientes el soplo de la de la guadaña en una persona próxima mediante una fría llamada telefónica a deshoras, se descomponen los esquemas. Yo la he sentido, y mi familia también en una persona muy conocida en el pueblo por su actividad profesional y su bonhomía. Se le conocía popularmente como “Pepe el del Paro”, por haber estado durante años viniendo al pueblo y comarca a pasar las listas del paro y haber hecho innumerables favores al que se terciara. Tras jubilarse se le veía formando parte de una orquesta o charanga, o en la Banda Municipal de Plasencia tocando el saxofón, del que era un ilustrado virtuoso. Una llamada desde el Hospital a mi prima Maricarmen, su esposa, y una de sus hijas fue la breve despedida que pudo tener. El protocolo establecido por las autoridades sanitarias no permite duelo ni vela a los seres queridos. Es algo cruel y es, en suma, una ignominia el tratamiento que se le está dando a los muertos,

que, al dar las cifras (siempre confusas), el gobierno los cuenta como si de fanegas se tratara, sin respeto alguno. Es el Quijote como un pozo de sabiduría fundamentada en las vivencias y las andanzas de la vida, que Cervantes detalla de forma magistral. En uno de los pasajes (cito de memoria) dice don Quijote a a su escudero: “Sábete, Sancho, que, no es posible que el mal ni el bien sean duraderos, por tanto, si el mal es mucho y ha durado, quiere decir que el bien está próximo”. Parafraseando al Quijote, sería de desear su optimismo, que llegara el bien y nos sacudiésemos esta pesadilla, que dejáramos de palpar el miedo, que la soledad dejara de endurecer los corazones, que esta cosa dejara de zarandear el

mundo, y que esta densa niebla levante y veamos el horizonte y el futuro. Tengo a personas muy queridas dando el callo en primera línea. En ellos siento el valor de tanta gente en esta lucha al pié del cañón. Sus frecuentes llamadas me insuflan seguridad, me aportan ilusión. Sé que se están enfrentando a un enemigo muy peligroso con escasos y mediocres elementos de protección, pero con su impulso vocacional y de servicio a los demás contribuyen a que las cosas funcionen. ¿A quien culpamos de tanta muerte? Decía el premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal, que “la lucha contra virus y bacterias es un pulso, a ver quién quien gana a quién, la ciencia contra la naturaleza”. En esa pelea andan todos los biólogos y sabios del mundo. En estrategias de combate se recurre a una máxima muy útil en acciones tácticas: “Vale más actuar exponiéndote a equivocarte, que arrepentirte de no haber actuado”. Desde mi corto entender las autoridades sanitarias no lo han puesto en práctica, mas, al contrario, se ha actuado tarde y mal. Decía tío Clemente “el Curro” que todo lo que venía de arriba era malo, refiriéndose al aire del Norte. Y por el Norte vino y estábamos avisados. No era cosa de ponerse la venda antes que tener la herida, pero al menos deberían haber tenido preparado vendas y esparadrapos viendo el panorama italiano. Hace 1.950 años Séneca dijo que “el político inteligente es aquel que se anticipa a las circunstancias”. Pues ahí tenemos al ministro de Sanidad que cuando sale con ese traje negro y esa cara compungida parece el empleado de una funeraria, y vengo observando que cuando informa, se zarandea como un “jarnero”, lo cual es una clara expresión de inseguridad. Podéis verlo, sale muy espeso en la tele y, por desgracia, para dar malas noticias. Y el del jersey “respeluzao” de nombre Simón, (como el de la copla de Antonio Molina, el único enterraor) si se pringó del bicho y es el que tiene toda la responsabilidad sanitaria de la nación, catalanes incluidos, nos dice claramente en que manos andamos. Uno por inacción y el otro por omisión, aun cuando hay más responsables emboscados. Vamos a cuidarnos, queridos paisanos y amigos, dejémonos de tonterías, que esto va en serio. Nada de besos y abrazos, que ahora son puñales. Me despido con el deseo de que próximamente podamos saludarnos todos, disfrutando en familia de la amistad con unas cervezas, aunque sea bien testareadas, y con el deseo de que no haya novedad, y esto pase como un mal nublao. Decía un imbécil, con cargo público y sueldo alto, hace unos días en la tele que, “los muertos son el combustible de la historia”. Y yo dije: “Vale, pero, que sean sus muertos todos”. Pues eso, crucemos los dedos.

A. Gil. marzo de 2.020.


LA SIRENA DE AHIGAL Y OTRAS DE LA PROVINCIA DE CACERES, 3 El modelo caballeresco de la sirena de Garrovillas encuentra su réplica, aún más moderna, aguas arriba del Tajo, donde la figura semihumana se adueña de los atributos de otro ser encantado. En el rastreo de las pinturas esquemáticas rupestres, que se llevaron a cabo en las últimas décadas de pasado siglo en el parte de Monfragüe, se localizó lo que, con grandes dosis de imaginación, llegó a interpretarse como la representación de una sirena. Para que el pueblo aceptase tal exégesis hubiera bastado la proximidad del río y la universalidad de la leyenda de la mujer transformada en pez. Pero se da la circunstancia de que a este mismo paraje se ciñe la narración de la princesa Noeima. La joven agarena, enamorada de un caballero cristiano, propició la caída de la fortaleza de Monfragüe. Por este motivo el caíd, su padre, la maldijo y la conjuró a vivir eternamente en soledad. En ocasiones se la ha visto llorar su pena tendida sobre el llamado Cancho de la Mora. Versiones recientes de la leyenda, sin perder la trama argumental, quieren que el anatema del alcaide del castillo convirtiera a la hermosa Noeima en una huidiza sirena. Y esta sirena, salvando la incongruencia temporal, es la que se nos ofrece en el milenario retrato. Si continuamos Tajo arriba llegaremos al puente de Almaraz o de Albalat, aunque las aguas remansadas nos impedirán contemplar el verdinal o roquedo donde una mora se recostaba para peinarse la mañana de San Juan. Esta mujer encantada se zambullía como un pez cuando atisbaba una presencia humana. Que fue ra sirena no hay dudas y tal vez se trate de la misma que vivió su infancia y juventud en la cercana


población agarena de Albalat. A punto de rendirse su ciudad corrió hasta el río y se lanzó al agua para no caer en manos de los conquistadores cristianos. Convertida en sirena, con bello cuerpo y exquisita voz, embelesaba a quienes destruyeron su pueblo y con sus engañosas artes los sumergía hasta ahogarlos. Si bien la maldición o el propio deseo son elementos que configuran la conversión en sirena, encontramos un caso donde el castigo divino es la causa de la metamorfosis. Dada su difusión y, por lo general, su falta de vinculación a espacios concretos nos induce a pensar que el relato tiene su origen en algún tipo de cuento ejemplarizante sobre las consecuencias de no cumplir determinadas normas religiosas. Se trata de una sirena que, dependiendo de las poblaciones, se deja ver todos los viernes del año, solo los viernes de cuaresma, únicamente en el Viernes Santo o cuando el viernes coincide con San Juan. Dios la condenó a vivir dentro del agua y a no comer nada más que peces por rechazar el precepto de la abstinencia Una indeterminada poza del río Ambroz acogía en sus aguas tres pequeñas sirenas, que antes fueron doncellas en el palacio de Sotofermoso. Al poco de erigirse el cenobio franciscano de la Bien Parada, en Abadía, por los principios del siglo XVII, las jóvenes abandonaban sus aposentos y correteaban desnudas por las aguas que bañaban las huertas conventuales. Para evitar las tentaciones a las que invitaban estas provocadoras púberes los frailes recurrieron a la oración y el castigo de Dios no se hizo esperar: fueron convertidas en sirenas. Apunta otra versión que lo que sufrieron los monjes fue la presencia de tres sirenas, que respondían a la metamorfosis de otros tantos demonios. La belleza de estas ninfas, que se dejaban ver las noches de luna llena, y los dulces cantos que se escuchaban desde las celdas anulaban la voluntad de los religiosos. Los rezos y los sacrificios acabaron ahuyentando las sensuales visiones.


PÁGINAS SUELTAS

EL PADRE BAYLE EN AHIGAL Santos NICOLÁS RODRÍGUEZ Ahigal, Julio, 1927. En el número 76 de esta revista (Enero-marzo, 2019), se insertó un poema en “jabla paleta” bajo el título “Versos del Terruño: Explicación”. Su autor, Santos Nicolás Rodríguez, describía en versos la estancia del Padre Constantino Bayle en Ahigal, en el año 1927. En esta ocasión veremos cómo el propio Santos Nicolás, que entonces ejercía el magisterio en Ahigal, recogía el acontecimiento en prosa. Vio la luz en el número 33 de la revista “Hurdes”. –¿Quién es el P. Bayle?... –preguntará el lector. –Un hombre con mucho talento–, contestará el actual arzobispo de Burgos que, según noticias, conoce muy a fondo al mencionado jesuita. –Es verdad: un hombre de mucho talento – asiente el cronista. –¿Quieres que te diga más lector?... ¿Sí?... Pues allá van unas palabras: El P. Bayle pertenece a la Compañía de Jesús. Parece una abejilla laboriosa que va libando, sin descanso, dulzuras y balsámicas esencias en los rosales del Cristianismo (...) Dijo Balmes que “con la escritura no hay distancias”, y si así es, nuestro aludido, recorrerá con sus trabajos literarios, todo el Globo; pues como escritor profundo, concienzudo, ya tiene bien probada su valiosísima competencia. ¡Dígalo la revista “Razón y Fe”!... Es redactor jefe de ella, y en esa revista, formada en los moldes de la virtud y de la sabiduría (...) ... Y el que ayer era un niño retozón, ocurrente, vivaracho... que correteaba por las calles de Ahigal, buscando las travesuras de la edad infantil... hoy, encumbrado ya por su sapiencia, es “fray Constantino Bayle”, lauro de sus deudos, honra del pueblo de Ahigal y una de las glorias de la Compañía de Jesús. Este pueblo le vio crecer. Aquí no se le tiene por un extraño. Aquí llegó de dos o tres meses de edad. Aquí nació su difunto padre. Aquí tiene una extensa lista de familiares y amigos. De aquí marchó a emprender su carrera eclesiástica a la Universidad de Comillas, y Ahigal es quien, en los momentos que escribimos estas líneas, se prepara a prodigar al P. Bayle una ferviente y entrañable acogida. Hace veinticinco años que no pisa en este pueblo... ¡Ya ha llovido!... Anotemos. Es sábado. El calendario nos dice que es el día 9 de julio... La tarde va muriendo; pues Apolo, se nos presenta ya desmelenado, y lo vemos que cae pausadamente, lentamente... al otro lado de la crestería occidental... Unos estampidos de cohetes, rompen el silencio de los espacios. Un gran número de personas espera con impaciencia en la plaza de este pueblo al P. Bayle... Aparece


un auto en el que viene el sabio jesuita, acompañado de don Honorino Días y de don Manuel Bayle. El gentío prorrumpe en vivas delirantes. Arrecian los estampidos de los cohetes... ¡El P. Bayle echa pie a tierra!... Es de regular estatura, fornido, de ojos chispeantes, sonriente, vivaz de palabra enérgica, sentenciosa... Viste hábito de la Compañía de Jesús, ese hábito que viene a ser el uniforme de los abnegados soldados de las filas de San Ignacio. –¡Pero... si yo no esperaba esto...! –exclamó el clérigo al posar sus miradas en la multitud que le rodea y que le ofrendan saludos cariñosos, palabras elogiosas, dulcedumbres ingenuas... –Es que el pueblo tenía ya muchos deseos de ver a usted –le contesta el señor alcalde. Siguen los saludos. Los vivas se multiplican de momento a momento y acompañamos a Fr. Constantino, buen número de sus admiradores hasta la morada de don Munuel Bayle –su tío–, en donde este señor, nos obsequia en honor de su sobrino, con unas copas de licor. Voces del numeroso público que hay en la calle, piden con gran insistencia que salga al balcón el P. Bayle. Este, se presenta ante la muchedumbre, a la que le dirige unas sentidas palabras de agradecimiento, por el entusiasta recibimiento que se le ha tributado. Los concurrentes contestan con vivas enérgicos... de los que aturden. Es domingo... Tocan las campanas a Misa Mayor. El P. Bayle se dirige a la iglesia. Le acompañan muchas personas y los niños de las escuelas, que, dirigidos por los profesores, entonan cantos religiosos. El templo está invadido por una inmensa multitud. Casi no se cabe. Hay un gran fervor y recogimiento. Se destaca en todos los rostros la admiración hacia el discípulo de San Ignacio. Empieza el Santos Sacrificio de la Misa. El momento es solemne, magnífico... Oficia el P. Bayle, y le ayuda el señor Párroco de Guijo de Granadilla. Se oye la misa con gran religiosidad... El oficiante, dirige al pueblo unas inspiradísimas palabras. La emoción se siente, es bien de advertirse en los trémolos de su voz. Sus primeras frases, las dedica a repetir su agradecimiento a Ahigal, por la cogida tan cariñosa que se le tributo ayer. Enaltece a don Teodoro Asensio –se halla presente– que fue su profesor de primeras letras. Diserta sobre la obligación que contrajo este pueblo con el Corazón de Jesús, desde el día en que fue entronizado en la Casa Consistorial, por el que fue nuestro incansable Prelado, doctor Segura Sáenz. Sigue diciendo que ha visitado las tumbas de los conquistadores de América. Hace un estudio rápido de Núñez de Balboa, Cortes y Pizarro, cuyas empresas bélicas las sintetiza el orador en estas palabras: “A la vez que eran conquista de la Patria, eran también conquistas de la fe”. Termina el P. Bayle su plática y reanuda el Santo Sacrificio... Llega el sacratísimo momento de Alzar. Cantan las niñas... Acaba el acto religioso, y el jesuita, es acompañado por una respetable multitud, hasta la casa de don Manuel Bayle, en donde este señor nos ofrece a un gran número de concurrentes, dulces y licores. Después la comida íntima, pero espléndida y suculenta; el delicioso refresco del “señor Alcalde” y el paseo callejero recordando escenas de los tiempos idos... Son las seis de la tarde... El P. Bayle está con el pie en el estribo. Hace veinticinco horas que llegó a este pueblo. Una muchedumbre acude a despedirle. Marcha a Baños de Montemayor. Toma el auto que ha de conducirle a tal punto y el prestigioso jesuita desaparece... ¿Hasta cuándo?


HACE UN SIGLO: CURSILLOS DE LABORES EN AHIGAL En el año 1928 se impartió un curso de costura a las jóvenes de Ahigal, en el que participaron sesenta personas. Sus nombres pueden leerse en el documento que insertamos, redactado por el entonces alcalde Vicente Moreno Rubio y publicado en “Hurdes (Revista Católica Quincenal Ilustrada)”. Esto puede explicar el gran interés existente en Ahigal por la costura y la existencia de tantas máquinas de coser en el pueblo.

DESDE AHIGAL

CURSILLO DE LABORES «Con la asistencia de las autoridades, se ha clausurado en la primera quincena de este mes de abril, el cursillo de labores que la casa Singer había organizado en Ahigal, bajo la dirección de la cultísima señorita María Luisa Plasencia. Una idea de la importancia que el pueblo da a esta labor educativa, lo demuestra la concurrencia al mismo de cincuenta y seis señoritas, a las que el inspector don Antonio Gutiérrez queda muy agradecido en nombre de la casa que representa, haciendo resaltar que este cursillo ha sido hasta la fecha el más concurrido e importante de los celebrados en la región de Plasencia, prueba elocuente de lo mucho que se preocupa la mujer extremeña de elevar su nivel cultural. A los que somos hijos de la Alta Extremadura, considerada hasta ahora como una de las regiones más incultas y atrasadas de España, no puede menos que llenarnos de orgullo, estos síntomas de progreso que a las mismas puertas de Hurdes se producen. Por todo ello es de esperar que estas y otras manifestaciones de nuestra juventud sea faro potentísimo, iluminen nuestras almas y lleven al hogar honrado y cristiano, trabajo fecundo y educativo, en el que hallarán su mejor recompensa. Señoritas asistentes: Daniela González, Emiliana Antúnez, Valentina García, Marcelina Berrocal, Higinia Llorente, Angelina García, María Caberalí (sic), Faustina Gutiérrez, Vicente


Giménez, Ramona González, Teresa Blanco, Margarita Paniagua, Carmen Morante, Eloísa Pérez, Evarista García, María Ruano, María Bustamente, Matilde García, Sara Corrales, María Moreno, Argimira Díaz, Marcelina Blanco, Victoria Plata, Eugenia Paniagua, Filomena Ruano, Antoliana Paniagua, Modesta García, Marcelina García, Victoria Paniagua, Eladia Ruano, Ramona Gómez, Gregoria Santos, Aurora Albarrán, Bienvenida Terrón, Salustiana Terrón, Felícitas Palomero, Petra Montero, Flora Paniagua, Felícitas Anaya, María Bayle, Rosa García, Crescencia Ramos, Antoliana Cáceres, María Díaz, Justa Paniagua, Eladia García, Victoria García, Isidora González, Damiana González, Virgilia Rodríguez, Adelaida González, Juana Gutiérrez, Elena Gutiérrez, Luisa Sánchez, Nicolasa Sánchez y niñas de la escuela Petra Moreno, Casilda Rodríguez y Margarita Antúnez; y como auxiliar de la señora Profesora, doña Julia Anaya, que ha trabajado gratuitamente con entusiasmo. El empleado, don Fidel Pérez, muy trabajador y atento en servir a todas las señoritas. Muy bien la exposición de labores y que no tarde en repetirse».

LA MUERTE DEL DIPUTADO AGAPITO MONFORTE, 1918 El día 13 de febrero de 1918 la prensa regional se hacia eco de la noticia de la muerte de nuestro paisano don Agapito Monforte, que había sido diputado provincial y presidente de la Diputación Provincial de Cáceres. En el momento de su fallecimiento ejercía como médico titular de Ahigal. Insertamos la crónica recogida en uno de los medios cacereños, El Noticiero: En Ahigal ha fallecido, según nos comunican al cerrar este número, el que en vida fue nuestro particular amigo don Agapito Monforte, médico titular de dicho pueblo. El señor Monforte fue diputado provincial varias veces por el distrito de Coria y durante dos años presidente de nuestra Diputación, siendo su personalidad de verdadero relieve en aquel distrito. A su desconsolada familia, y en especial a sus hijos, enviamos nuestro más sentido pésame. D. E. P.

LAS JUVENTUDES EL PARTIDO RADICAL EN AHIGAL, 1933 A modo de información diremos que el partido radical tuvo cierta presencia en Ahigal durante los años de la república. Había sido creado por Alejandro Lerraux, que algún momento llegó a asumir la presidencia del Consejo de Ministros. En la práctica desapareció tras las elecciones de 1936.


Lo curioso es que en Ahigal, siguiendo una corriente extendida en la provincia de Cáceres, se crearon las Juventudes Radicales, constituyéndose como la cantera del partido. Aunque este hecho tal vez sea conocido, menos lo es la configuración de los cargos, que aquí exponemos, junto a los nombres de los que los ostentaban: Presidente: Gonzalo Cáceres Plata Vicepresidente: Julián Paniagua García Secretario: Aurelio García Díaz Tesorero: Gregorio Cáceres Domínguez Vocales: Ambrosio Simón Martín, Francisco Alba Díaz, Fernando Cáceres Ruano y Constantino Rubio Paniagua.

EN EL SIGLO XIX TAMBIÉN SE ROBABA EN AHIGAL Que nadie piense en Ahigal que el robar es cosa de hoy. Desde antiguo es una lacra que siempre se ha sufrido en el pueblo. Poco han cambiado los métodos y los objetivos del hurto. Al igual que ahora, entonces también se lañaban los medios de transporte y las maquinarias de trabajo. Es decir, que desaparecían jacas y mulos. ¿Qué ahora se roban matanzas? Pues entonces también, aunque en los casos que vemos la afanaban antes de convertirla en chorizo. En el mes de septiembre de 1843 la víctima es Antonio Bayle, al que le desaparece una jaca. Aunque no dice que se la robaran, la deducción es muy clara. Así aparece reflejado el hecho en el Boletín Oficial, con fecha de 4 de octubre de 1843:

«El 14 de septiembre último desapareció del pueblo del Ahigal de Granadilla, una jaca de la propiedad de D. Antonio Baile, de las señas siguientes: pelo castaño, estrella en frente, estatura seis cuartas y dos dedos, edad seis años, labrada por cima del menudillo en la mano derecha. La persona que supiese de su paradero se servirá avisar al D. Antonio Baile, quien dará una gratificación por su hallazgo». Curioso resulta ver reflejado en un documento oficial nuestro pueblo con el nombre de «AHIGAL DE GRANADILLA». Como lo es el constatar que el propio Antoni Bayle vuelva a ser víctima elegida. Le afanan otra jaca algunos años más tarde, concretamente en 1847. Que nadie piense que es la misma, ya que los datos lo dejan claro. La desaparición se produjo en el mes de julio, como se refiere en la notificación del Boletín Oficial del 7 de agosto de 1847:


«Alcaldía constitucional de Ahigal.- La noche del 13 del corriente faltó del Real de Eras de este pueblo, una jaca que pertenece á D. Antonio Baile, de esta vecindad; sus señas son las siguientes: Edad cinco años, calzada, seis cuartas poco más o menos, pelo cano, estrella en frente, cola escasa y dá en blanco, en una oreja una raya circular blanca, como de un dedo de ancha, que la circula, la cabeza dá más en blanco que el resto del cuerpo. La persona que descubra su paradero y lo ponga en mi conocimiento será recompensada con una gratificación.- Julio 29. = Basilio de Cáceres. Lo he dispuesto se anuncie en el presente Boletín á los efectos consiguientes. Cáceres 7 de agosto de 1847. = Juan Muñoz Guerra». El tal Juan Muñoz Guerra era el Jefe Político, algo semejante al actual delegado del gobierno. Y Basilio de Cáceres era el alcalde de Ahigal. Pero antes de ocupar este cargo también fue desvalijado, un 7 de septiembre de 1836. Según información del entonces alcalde, Antonio Monforte, le afanaron tres mulos. He aquí el edicto en cuestión:

«Tenencia de Alcalde Constitucional del Ahigal. En la noche del 7 del actual fueron robadas de las eras de este pueblo, después de cometer varios escesos, las caballerías que al pie se mencionan, por tres hombres armados con escopetas. Lo que se hace público en el Boletín de esta Provincia, para si pudiesen ser habidas en alguno de sus pueblos, las conduzcan á este a poder de D. Basilio de Cáceres, su dueño, quien les facilitará los gastos de su remesa. Ahigal y Setiembre 26 de 1836. = Antonio Monforte. Señas de las caballerías.- Un Mulo, capon, pelo colorado, bastante grueso, descalzo y edad cerrada. Otro, bastante cano, también capon, fuerte aunque menos que el anterior, descalzo y de edad cerrada. Id. Otro, pelo como pardo, su edad 20 años, de bastante alzada, entreseco, también descalzo de las cuatro patas, y rozado en la rodilla» En el mes de julio de 1845 nos encontramos con otro afectado, al que se le esfuma una yegua que pastaba en la dehesa del pueblo, como se recoge en el pertinente anuncio:


«El día 7 del corriente faltó de la dehesa del pueblo de Ahigal de Granadilla, una yegua de las señas siguientes: estatura corta, edad cerrada, pelo colorado, un poco descolada, herrada de las manos, bastante corpanchuda. La persona que supiere su paradero se servirá avisarlo en dicho pueblo á Ramón Paniagua Lobo, quien dará una gratificación» Aunque podíamos seguir ampliando la lista de los équidos (caballos, mulos o burros) que cambiaron de dueño por arte de birlibirloque, vamos a detenernos brevemente en el mundo guarrapil. A año 1846 corresponde este dato que habla del “estravío” de tres cerdas, de las que da pelos y señales:

«De la propiedad de Damián Blanco, vecino de Ahigal de Granadilla, se han estraviado tres cerdas grandes que compró en la feria de Arajeme en el corriente año á Alonso Rebollo, vecino de Malpartida de Cáceres, de las señas siguientes: Punta de espada en la oreja izquierda y en la derecha como hoja de higuera, hierro de 8 en la paleta derecha y las dos más grandes rabonas, todas cerradas de adelante y con hierro también en el hocico de u: fueron estraviadas el 5 del corriente mes, y á la persona que diese noticia de su paradero, después de pagar los costes ocasionados se le dará un gratificación. Ahigal 29 de octubre de 1846.- El Alcalde, Basilio de Cáceres» Pero en relación con el mundo animal también en Ahigal existen buenos principios. Es el caso que nos ocupa. Una cerda se encuentra perdida y los vecinos procuran localizar a su dueño. Lo que no consta es si dieron con él. El hecho, como vemos, en la reseña oficial, ocurrió en plena cuaresma de 1846:

«El Gefe civil del distrito de Plasencia con fecha 31 del pasado me dice lo siguiente: El Alcalde constitucional de Ahigal me dá parte en 29 del actual de hallarse retenida en aquel pueblo una cerda de procedencia desconocida y de las señas siguientes: pelirrasa, de buenas carnes, la oreja derecha hendida y golpe por detrás bastante hondo, la izquierda también hendida, pero con muesca por detrás. Lo que pongo en su superior conocimiento de V. S. por si se digna mandarlo insertar en el Boletín oficial. Lo que he dispuesto se inserte en el Boletín oficial de esta provincia para que llegue á conocimiento de su dueño y pueda pasar á recogerla. Cáceres 2 de abril de 1849. = Antonio Alegre Dolz. Para evitaros el atracón, cortamos estas crónicas de Ahigal por hoy. Para el próximo número guardamos más curiosidades, porque la verdad es que hay para dar y tomar. JOSE MARIA DOMÍNGUEZ M.


DOCUMENTOS DE AHIGAL VISITA GENERAL, 1712.


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