Guia còmics muts

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CÒMICS SILENCIOSOS

“Cuando son buenos, suelen ser brillantes, porque el cómic sin palabras exige un dominio superior del medio”. Santiago García


Viñetas sin bocadillos

Lucía González

Libros tejidos con viñetas y sin bocadillos. Ni una palabra le hace falta al francés Marc-Antoine Mathieu en 3 segundos para montar un 'thriller' con los múltiples ángulos de una historia que sucede mientras se dispara una bala. Tampoco usó letras el gallego José Domingo, ganador de la mejor obra de España en el Salón del Cómic de Barcelona con Aventuras de un oficinista japonés. Además, se acaba de editar en España La Ciudad, de Masereel, un clásico de la historieta editada en 1925. “Es Es una larga tradición. Cuando son buenos, suelen ser brillantes, porque el cómic sin palabras exige exige un dominio superior del medio”, medio afirma Santiago García, autor de La novela gráfica. “ Santiago García admira muchas obras de cómic mudo. Entre los 'imprescindibles', recomienda Frank, de Jim Woodring (“es es de lo mejor que ofrece el cómic mundial ahora mismo, con palabras o sin ellas”), ellas Viaje, de Yuichi Yokoyama; Emigrantes, de Shaun Tan, uno de los grandes éxitos internacionales de los últimos años, y “un clásico maravilloso que se ha publicado recientemente en España", Él fue malo con ella, de Milt Gross. http://www.huffingtonpost.es/2012/05/22/comics-mudossin-palabras_n_1536648.html

Ni una palabra: còmics mudos imprescindibles La combinación de textos y dibujos se erige como la herramienta fundamental sobre la que se sustenta el 9º arte, desde que es consciente de sí mismo como medio artístico singular; no obstante, no es imprescindible recurrir a ella para que esta narrativa funcione con normalidad. Construir una narración compleja valiéndose sólo de un puñado de dibujos sin textos, entraña gran dificultad y requiere mucho oficio y saber hacer. La lectura se convierte en una actividad mucho más dinámica y exigente a la hora de interpretar las intenciones del autor. Algunos significativos ejemplos que ponen en relieve la importancia de este difícil y gratificante formato:

La ciudad , de Frans Masereel (1925). ‘La ciudad’ es un fidedigno retrato de una gran ciudad industrial en los años previos a la Gran Depresión. Utilizando la cotidianeidad como piedra de toque, crea una excelente radiografía urbana que refleja el abismo de los diferentes estratos sociales.

Arzach, de Moebius (1975). Varias historias cortas relatan las aventuras de Arzach (Hazark, Arzak y Harzakc, el nombre cambia en todas ellas), mientras sobrevuela un extraño y hostil mundo a lomos de su bestia voladora.

Gon, de Masashi Tanaka (1992). Las aventuras de un pequeño dinosaurio, superviviente a la gran extinción, empeñado en hacerle la vida imposible a –entre otros– los depredadores salvajes más peligrosos de la naturaleza.


Frank, de Jim Woodring (1994). Las andanzas de Frank, un gato que habita un extraño mundo que se mueve vertiginosamente entre la ensoñación, lo absurdo e incluso el horror.

¡CHHHT!, de Jason (2002). Varias historias protagonizadas por un pájaro antropomórfico sirven para reflexionar sobre diversos temas universales como la muerte, la soledad, el paso del tiempo, el desamor, la familia…

Emigrantes, de Shaun Tan (2006). Un padre de familia se ve obligado a dejar atrás a los suyos, emigrando a un nuevo y extraño país, que le es totalmente ajeno.

Pinocchio, de Winshluss (2008). Una retorcida y actualizada revisión del clásico de Carlo Collodi, muy alejada del edulcorado acercamiento de Disney, que aprovecha para echar un mordaz vistazo a los totalitarismos, la religión, la explotación infantil, la soledad…

El número, de Thomas Ott (2008). Un largo número en un papel acapara toda la atención de un condenado a la pena capital en sus últimos instantes de vida. Su verdugo lo encuentra después de la ejecución y se hace con él. Probablemente el peor error de su vida.

Aventuras de un oficinista japonés, de José Domingo (2011). Narra la estratosférica odisea que vive un empleado de oficina que regresa a su casa tras su anodina jornada laboral.

3 segundos, de Marc-Antoine Mathieu (2011). Narra en 72 páginas una serie de acontecimientos, sin aparente conexión, que suceden en el intervalo de tiempo que da nombre a esta obra. Mención especial a Joan Cornellà https://aburrimientovital.wordpress.com/2013/09/25/ni-una-palabra-un-punado-de-comics-mudosimprescindibles/

Sin palabras No son tantos los títulos “mudos”, pero sí que pueden resultar muy interesantes, ya sea por sus valores gráficos (y secuenciales), o bien por las posibilidades amplísimas de interpretación y de reescritura de lo narrado. Un clásico del tebeo mudo es la parodia que el genio uruguayo de la historieta, Alberto Breccia, realizó del mito de Drácula en ¿Drácula, Drácul, Vlad?… ¡Bah! El reino animal protagoniza los cómics de Love de Brrémaud y Bertolucci. El dibujo es sencillamente espectacular. Para acabar con la sección animal, hay que hablar de los animales antropomorfizados del noruego Jason que aparecen en las historias mudas cortas de Chhht! y en las algo más largas de En pocas palabras.


Si se trata de una historieta más experimental, ideal para ver las posibilidades gráficas y las locuras narrativas que nos ofrecen las manchas de tinta, El borrón , de Tom Neely. En 2012 en el número 11 de Ojo de Halcón, “Lo mío es la pizza”, con guión de Matt Fraction y dibujo del español David Aja la historia está protagonizada por el perro del protagonista. El animal asiste a las conversaciones de los humanos, pero solo escucha ciertos fragmentos que reconoce o que le interesan…. La osadía de los autores le valió de hecho un premio Eisner al mejor número de una serie. http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/proyecto/387000500001/tag/comic-mudo/


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