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Así es la vida

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Vocabulario

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“Lo siento, estamos un poco retrasados”.

Cierta noche, un amigo mío y yo manejábamos a casa creyendo que ya eran más de las 12:00 a. m., cuando en realidad el reloj marcaba las 8:36 p. m.

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Si eso no representa tener más de 40 años, no sé qué podría hacerlo. —@LETMESTART

Dos semanas después

de que le tomaron unas fotos a mi bebé, regresé al estudio para verlas en un monitor a color. El fotógrafo empezó a describir las cualidades de cada imagen, pero a medida que avanzaba en la secuencia recitaba su argumento de venta con tanta rapidez que fui incapaz de pronunciar una palabra.

Todas las clases son clases de arte dramático cuando estás en la secundaria.

—@timothybird186

Finalmente, después de ver cada una de las 20 fotografías, me preguntó cuáles me gustaban más. “Ninguna”, respondí. “Este no es mi hijo”. —GCFL.NET

Acabo de ver a un sujeto cepillándose los dientes mientras conducía su auto. ¿Qué está sucediendo con el mundo? —Rosemary Barton, periodista

Mi hija estaba ansiosa

por hacer algo de paisajismo en su nueva casa. Sin embargo, un día me llamó por teléfono completamente desanimada. “Creo que nunca voy a poder sembrar estas flores, mamá”, dijo con un tono de voz apagado. “Aquí dice que son de sol, pero ha estado nublado durante cuatro días”. —Doris Grayem, Estados Unidos

Cuando mi esposa se enoja un poco, a veces un simple “relájate” en tono suave es todo lo que necesito para que en verdad se enfurezca. —@TheNardvark

Como vivo en una zona rural de Minnesota, me resulta complicado manejar en la atestada ciudad de Minneapolis.

—Es difícil saber qué carril elegir y dónde dar vuelta —le comenté a mi nieto, que reside en esa gran urbe.

Al oír esas palabras, su esposa se compadeció de mí. —La comprendo perfectamente —repuso—. Cada vez que nosotros vamos a visitarla, nunca sé en qué campo de maíz debo dar vuelta. —Janet Krogfus, Estados Unidos

Cuando era niño, en realidad no valoraba lo que era no tener que decidir qué cenar todas las noches. —@JONNYSUN

Cuando compramos hace poco un segundo auto, mi esposo y yo disfrutamos de la sensación de libertad que esto nos ofrecía. Esperábamos nuestro primer hijo y, como vivíamos a unos 50 kilómetros del hospital más cercano, comencé a preocuparme pensando que quizá tendríamos una tormenta de nieve cuando llegara el niño.

Mi esposo quiso tranquilizarme, diciendo con toda seriedad: —No te preocupes mi vida. ¡Si hay tormenta, llevaremos los dos autos, y con toda seguridad uno de los dos llegará!

—T.L., marzo de 1973

SOLUCIONES EN 10 MINUTOS

¿Le gustaría recibir dinero extra? ¿Querría cocinar mejor o, simplemente, sentirse más feliz? Con estos 32 rápidos y sencillos trucos podrá lograr eso y mucho más. Caroline Fanning

1. Descongele carne más rápido Un estudio publicado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos reveló que descongelar un filete sumergiéndolo en agua caliente podría aportar beneficios a la carne. Los resultados mostraron que es seguro sumergir cortes de 2,5 centímetros de grosor diez minutos sin afectar a su calidad. La clave está en envolver la carne en plástico y colocarla en una olla grande con agua a 39°C, removiendo de vez en cuando para evitar que se cree una capa de agua fría alrededor del filete. Además, los investigadores concluyeron que los filetes que se descongelan en agua caliente suelen tener mejor sabor, ya que conservan mejor sus jugos que los que se dejan descongelar sobre las mesadas.

2. Podcasts más breves

Casi todas las aplicaciones de podcast tienen opciones para acelerar el audio sin que se distorsione el tono o la calidad de sonido. Le sugerimos empezar con una velocidad de 1,8x, con la que podrá escuchar un podcast de 30 minutos en menos de 17. También puede descargar la aplicación Overcast, que tiene la función de Velocidad de Audio Inteligente, que comprime los audios de forma automática recortando pausas y silencios. Esta alternativa es más adecuada para los podcasts informativos que para los de entretenimiento, en los que hay muchas más pausas.

3. Favores al instante

Es mucho más probable que una persona a la que le pida un pequeño favor acceda si utiliza la palabra “porque”. La psicóloga Ellen Langer realizó un estudio en el que descubrió que hay 34 por ciento más probabilidades de obtener una respuesta positiva a peticiones sencillas cuando se incluye esa palabra. Así que si dice: “Disculpe, ¿puedo meterme en la fila? Mi parquímetro vence en dos minutos”, hay un 60% de probabilidades de que le hagan el favor. En cambio, si dice que necesita saltarte la fila porque el parquímetro está a punto de terminar, la probabilidad aumenta hasta un 94 por ciento. Averiguó, además, que en realidad no importa la explicación que se dé, con solo decir “porque” las probabilidades de obtener un favor aumentarán.

4. Alivie el dolor de espalda

Dormir boca abajo, según la Clínica Mayo, podría empeorar el dolor. Si suele dormir así y le cuesta romper el hábito, pegue con cinta adhesiva un garbanzo a su estómago antes de acostarse, recomienda la quiropráctica Cynthia Vaughn. Lo despertará de

5.

inmediato cuando se gire y lo obligará a cambiar de posición.

5. Mejor memoria a corto plazo

La Universidad de California, en Irvine, Estados Unidos, realizó un estudio en el que pedían a estudiantes pedalear en una bicicleta estática a cierta velocidad que elevaba su ritmo cardíaco un 30 por ciento (o dar un paseo rápido para elevarlo un 50 por ciento). Después de este ejercicio, los participantes mostraron una notable mejoría en su memoria a corto plazo en una prueba de recordar imágenes que se les mostraban brevemente.

6. Duerma como un soldado

Recientemente, el Ejército de los Estados Unidos dio a conocer nuevas directrices para sus soldados: hacer “siestas cortas y poco frecuentes para reactivarse y mejorar su rendimiento”. El recién actualizado Manual FM 7-22: Holistic Health and Fitness también recomienda mantener una rutina constante de sueño. No obstante, si soldados (o civiles) no pueden dormir sus horas en días laborables, lo mejor es que no intenten dormirse hasta tarde y que hagan siestas en sus días de descanso para saldar su “deuda de sueño”, en lugar de intentar seguir su rutina de sueño y vigilia.

7. Cree su propia yesca

Todo buen scout sabe para encender un fuego solo se necesita yesca o virutas de madera (materiales fáciles de encender, por lo general ramas

pequeñas o papel arrugado) y combustible (leña), y que sin la yesca no habrá fuego. 10. Si no tiene a mano ni tampoco diarios, los editores de Family Handyman sugieren usar las pelusas de la secadora. Métalas dentro de rollos de papel higiénico y llévelos de camping, o guárdelos debajo de la rejilla de la chimenea. Prenden rápidamente y arden lo suficiente para encender cualquier madera. 50 años que daban diez saltos seguidos dos veces al día. La mejor forma 8. Enfríe una botella de vino de hacerlo es en un lugar amplio y sin Si no metió el vino a enfriar antes desniveles y a intervalos de 30 segunde una cena, los editores de Taste of dos entre cada salto. Home nos sugieren sumergir la botella en agua helada con abundante sal y 10. Torta improvisada gírala de vez en cuando. La sal hará Seriouseats.com propone una tarta que la temperatura del agua baje con rápida en microondas. Solo tiene que más rapidez y enfriará una botella de mezclar ¾ tazas de harina, ¾ tazas de vino blanco en 8 o 10 minutos; el vino azúcar, ¾ tazas de cacao en polvo, 2 tinto tardará de 3 a 5 minutos en al- ¼ cucharaditas de polvo para hornear, canzar una temperatura de 10 a 15°C. ¼ de cucharadita de sal, 2 yemas de Los vinos espumosos deberán estar huevo, 6 cucharadas de manteca desumergidos de 10 a 20 minutos. rretida, 2 cucharaditas de extracto de vainilla, ½ taza de chispas de choco9. Fortalezca sus huesos late y 1 taza de agua templada. Cinco Aunque podría pensarse que saltar au- minutos en el microondas le darán menta el riesgo de lesionarse la cadera, una sabrosa tarta de chocolate. un estudio de la Universidad Brigham Young reveló que, en solo 16 semanas, 11. Enhebre un cordón hubo un aumento en la densidad ósea Cuando uno de los extremos del corde la cadera de mujeres de entre 25 y dón de un pantalón o buzo se sale,

debe sacar primero el cordón entero. Introduzca un extremo de este por una pajilla y hágale un nudo en la punta. Después, meta el sorbete (con el nudo por delante) por una de las aberturas de la prenda y empújelo hasta que salga por el otro orificio.

12. Hervir verduras más rápido

Una tetera eléctrica puede ser la solución rápida para hervir agua en una cazuela al fuego. Eche el agua hirviendo de la tetera en la olla y así sus verduras se cocinarán más rápido.

13. Recupere una olla quemada

En lugar de tirarla, llénela con agua hasta la mitad, ponga una pastilla de detergente para lavavajillas y deje que hierva. Esta “sopa de jabón” disolverá hasta los residuos más difíciles.

14. Reduzca el dolor

Un equipo de investigadores de la Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich, en Alemania, sometió a 20 personas a un doloroso estímulo frío e indicó a los participantes que emplearan uno de los siguientes tres métodos para calmar el dolor: contar de mil a uno de siete en siete, pensar en algo agradable o convencerse de que el dolor no era tan intenso. Los resultados indicaron que contar hacia atrás era el mejor método, ya que exigía un alto nivel de concentración que distraía la atención del dolor e incluso podía reducir la intensidad del mismo hasta un 50 por ciento en algunas personas.

15. Reduzca el riesgo de diabetes

Desde hace tiempo, la ciencia sostiene que saunas y jacuzzis ayudan a reducir los niveles de azúcar en sangre y el porcentaje de grasa corporal. En un estudio de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes se registró una disminución en el peso, el índice de masa corporal (IMC), la circunferencia de cintura, la presión arterial diastólica y la hemoglobina glicosilada en personas con diabetes tipo 2 que pasaban entre 2 y 30 minutos en una bañera cuatro veces por semana.

16. Rentabilice su opinión

La aplicación Opinion Rewards de Google le ofrece una pequeña cantidad por cada encuesta de mercado que realice. Descargue la aplicación y Google le avisará cada que haya una disponible. Tendrá 24 horas para completarla, aunque casi todas las encuestas llevan menos de 20 segundos.

ES POSIBLE REDUCIR HASTA EN UN 50% EL DOLOR PRACTICANDO MATEMÁTICAS.

17. Uñas sin suciedad

Frote sus uñas en una pastilla de jabón antes de comenzar a trabajar en

el jardín. El jabón evitará que la tierra se meta bajo las uñas y lavar sus manos será más sencillo.

18. Menos compras impulsivas

Una encuesta de la web slickdeals.net halló que las compras por impulso aumentaron un 18 por ciento desde la pandemia de Covid-19. Es más probable que termine haciendo compras innecesarias si los datos de su tarjeta bancaria están guardados en su navegador o tiene activada la opción de comprar con un clic en Amazon. Al desactivar estas funciones, se verá obligado a 19. levantarse, buscar la tarjeta, meter manualmente la información y después de solo 21 días. “Quienes harealizar el proceso de compra de ma- cen esto no solo reciben a cambio conera tradicional, lo que reducirá un rreos electrónicos y mensajes de texto 30 por ciento la probabilidad de que cariñosos; sino que se les percibe termine haciendo la compra. como líderes positivos”, afirma Achor.

19.Más optimista

El director ejecutivo de GoodThink, Inc., Shawn Achor, en colaboración con la Universidad de Harvard, realizó un estudio en el que determinó que quienes dedicaban dos minutos de su día a escribir un mensaje positivo a una persona cercana de quien sentían apoyo, obtenían una puntuación mucho mayor en sus niveles de optimismo y satisfacción ante la vida

20. Limpie un caño

Los editores de la revista Family Handyman aconsejan tomar un gancho de metal y desenroscarlo hasta que quede un alambre largo con un extremo retorcido con forma de una pequeña barrena. Introduzca el extremo retorcido del gancho por la tubería hasta que llegue a la obstrucción. Doble la punta en forma de asa y gírelo. Tire del alambre y listo.

21. Mejore su autoestima

Según un estudio publicado en la revista académica Psychological Bulletin, las pequeñas buenas acciones pueden ayudar a aumentar la serotonina. El estudio demostró que las acciones motivadas por la cooperación, la solidaridad, la confianza y el altruismo pueden mejorar la salud y las funciones psicológicas de las personas. “Ayudar a un vecino mayor a llevar las bolsas de la compra, por ejemplo, otorga una recompensa prosocial a ambas partes”, afirma Bryant Hui, miembro del equipo de investigación. Por otro lado, investigadores de la Universidad de Pensilvania, la Universidad de Yale y Harvard concluyeron que la sensación de “riqueza de tiempo” (sensación de disponer de mucho tiempo para actividades de ocio o gratificantes) de los voluntarios aumentaba al realizar pequeñas acciones desinteresadas en favor de los demás, en comparación con aquellos que pasaban su tiempo a solas o sin actividad alguna.

22. Evite vertidos en el cubo de basura

Hay pocas cosas más desagradables que levantar una bolsa llena de basura de un basurero y descubrir que tiene un agujero. Coloque papel de diario doblado cuidadosamente en el fondo del recipiente para evitar que los líquidos se esparzan. El papel absorberá cualquier sustancia que se escape de la bolsa.

23. Cierre bien cerrado

¿Se le ha roto la cierre de los jeans y no para de abrirse? Desenrosque el anillo de su llavero y engánchelo en el agujero del tirador del cierre, suba el cierre y pase el botón del pantalón dentro del anillo. Nadie notará el remiendo improvisado y podrá llevar tranquilamente los jeans hasta que tenga tiempo de llevarlos a arreglar.

24. Limpiar un huevo roto

Limpiar un huevo estrellado en el suelo puede ser muy engorroso. Si se le ha caído al suelo un huevo, rocíelo

CAMINAR DIEZ MINUTOS REPARA LOS VASOS SANGUÍNEOS DAÑADOS POR PASAR SENTADO UN DÍA ENTERO.

con bastante sal (procurando que no se extienda por todo el piso). En diez minutos, el huevo tendrá una consistencia casi sólida y le será mucho más fácil recogerlo sin que la escoba quede pegajosa ni estropear el paño.

25. Muévase de la silla

Los resultados de un estudio de la Universidad de Missouri señalan que estar sentado seis horas provoca una reducción del flujo sanguíneo hacia las piernas, lo que evita que las

arterias de las pantorrillas tengan una dilatación adecuada y afecta al funcionamiento de los vasos sanguíneos. No obstante, el estudio también reveló que caminar solo diez minutos después de haber estado sentado durante un largo rato permite que las arterias se dilaten y que el flujo sanguíneo recupere niveles saludables.

26. Relaje cuerpo y mente

Investigadores de la Universidad de Constanza, en Alemania, concluyeron que diez minutos de masaje es suficiente para que una persona se relaje, física y psicológicamente. Este fue el primer estudio en confirmar que existe una relación entre un breve masaje (o incluso una ligera presión en los hombros) y el sistema nervioso parasimpático, que se encarga de producir la sensación de calma y restaurar la estabilidad del cuerpo tras un episodio de estrés.

27. Agote a un perro inquieto

Si alguna vez ha tenido un border collie o un pastor alemán, sabrá lo difícil que es sentarse a darse un respiro con estas inquietas razas que necesitan una gran actividad física. Si quiere que su perro esté contento, sano y termine cansado después de un paseo, llévelo a la cima de una pequeña colina para que en solo diez minutos de juego quede exhausto gracias a la gravedad. Escoja una pendiente no muy inclinada, ya que su perro deberá alcanzar la pelota que le lance cuando esta llegue a la base de la colina. Una vez la tenga, deberá subir corriendo para devolvérsela y así duplicará la cantidad de energía utilizada.

27. 28. Ilumine el interruptor

¿Está cansado de buscar a tientas el interruptor de luz en la oscuridad? La revista Family Handyman recomienda

pintar un lado del interruptor con pintura fosforescente.

29. Elimine marcas de la alfombra

Mover muebles —o, mejor aún, cambiarlos— es una actividad gratificante, si no fuera por las marcas que dejan en la alfombra al moverlos. Coloque un hielo sobre la marca y derrítalo con un secador de pelo hasta que el agua se evapore por completo de la tela. Las fibras de la alfombra volverán a su forma original gracias a la humedad y el calor (igual que sucede con el pelo).

30. Pasta lista en un minuto

El tiempo que tarda en cocerse la pasta parece eterno, y más cuando se tiene apuro, pero puede ahorrarse la espera al precocerla. Hierva la pasta hasta que esté al dente, escúrrala y déjela enfriar. Añádale un poco de aceite vegetal o de oliva y almacénela en un recipiente o bolsa en la heladera hasta tres días. Cuando vaya a utilizarla, métala en agua hirviendo durante 50 segundos, escúrrala y sírvala como prefiera.

31. Desinfecte el cepillo de dientes

Según un estudio de la Universidad de Manchester, Inglaterra, cada vez que nos cepillamos los dientes, alrededor de unas diez millones de pequeñas bacterias que habitan en las cerdas entran a nuestra boca. Enjuague su cepillo de dientes con agua bajo el grifo y déjelo secar en vertical para evitar que los microorganismos proliferen. Para acabar con las bacterias por completo, sumerja las cerdas en enjuague bucal durante 30 segundos.

32. Ablande manteca de la heladera

Emergencia repostera: ¡necesita manteca a temperatura ambiente y está en la heladera! Si tiene apuro y no puede esperar a que la manteca se atempere, busque un rallador de metal. Desenvuelva una parte de la barra de manteca y ralle cuidadosamente la cantidad que desee por los agujeros más grandes. Estas ralladuras se integrarán fácilmente a cualquier mezcla.

A cielo abierto Cuando llevamos a nuestra hija de cuatro años al planetario, tuvimos que esperar un rato en la entrada antes de que nos dejaran pasar. Cuando empezó el espectáculo, estaba oscuro y la cúpula plagada de estrellas proyectadas. “Mami, ¿hemos entrado ya?”, preguntó ella totalmente confundida. “¿O hemos salido?”.

PADMAJA KAMARAJU

Menú de helados y bebidas en la ciudad de Otaru, en la prefectura de Hokkaido. Derecha: El helado “Arco iris” de Otaru incluye té verde, melón Yubar, leche de Hokkaido, chocolate y lavanda.

Un recorrido especial con el sello de los asombrosos sabores locales.

Michael Colbert de Gastro obscura vía atlasobscura.com

la ruta del del helado en Japón

Si le preguntan a Lynn Ng cuál es su sabor favorito de helado, probablemente elija el de vieiras. “Es realmente delicioso, aunque parezca una combinación tan incompatible”, comenta.

cuatro años antes, Lynn y yo trabajamos juntos como profesores auxiliares de lengua en una escuela técnica en Hokkaido, una prefectura de Japón en el extremo norte del territorio, una isla que abarca alrededor del 20 por ciento de la superficie del país, pero menos del cinco por ciento de la población. Para muchos, Hokkaido es sinónimo de paseos en auto e inaka: el campo. Eso significa que nos pasamos fines de semana recorriendo las calles de la zona en su Toyota azul. En uno de nuestros primeros paseos conocimos Wakkanai, una ciudad situada en el extremo más septentrional del país. Desde el Cabo Soya, saludamos a la Isla Sakhalin perteneciente a Rusia. Ng era la única habilitada para manejar, por lo que interrumpimos la travesía con distintas paradas en michi-no-ekis, áreas de servicio a los lados de la carretera. En una de estas paradas, en Sarufutsu, compramos unos cucuruchos de helado (conocido en Japón como soft cream o crema helada). No eran de vainilla ni de chocolate, sino de madreselva azul.

Cremosos y espesos, los helados de Japón son muy populares en todo el país, y muchos pueblos exhiben su identidad local a través de sabores únicos e increíbles. El sabor de la ciudad en la que vivimos, Takikawa, era manzana, un homenaje a los árboles frutales que colman la región. La ciudad de Furano y el pequeño pueblo de Biei ofrecen lavanda y rosas, flores emblemáticas de estos lugares. Y en la pequeña ciudad de Yubari, el icónico helado de melón es más asequible que sus famosos melones King: en una subasta se vendieron un par de estos melones por más de 5 millones de yenes (46.000 dólares).

En sentido horario desde arriba: mujeres con trajes tradicionales disfrutan de sus helados en Kioto, excapital imperial de Japón. La lavanda de las granjas de Hokkaido se utiliza para crear helados locales.

En sentido horario, desde arriba a la izquierda: los helados atraen visitantes desde las grandes ciudades, incluso al área del Monte Fuji. Helado de tinta de calamar en Hakodate, prefectura de Hokkaido. El santuario de Usa Jingu ,en la Isla Kyushu, al suroeste del país, es uno de los atractivos para los viajeros que recorren de norte a sur la ruta del helado japonés.

Mientras que estos sabores rinden homenaje a los jardines y plantaciones frutales de Hokkaido, que pueden estar enterrados bajo la nieve la mayor parte del año, en el resto de Japón pueden volverse más creativos y originales. En Ishii Miso Brewery, en Matsumoto, una ciudad montañosa en la prefectura de Nagano en Honshu, isla principal de Japón, se elaboran helados con miso (pasta de brotes de soja fermentados). En Kioto, excapital de Japón, es posible encontrar helado de yuba, que sabe a la capa que se forma sobre la leche de soja al hervirla. Y la ciudad de Hakodate, al sur de Hokkaido, sorprende a sus visitantes con helado de tinta de calamar.

Salmuera marina y helado parecen ser un dúo improbable, sin embargo, estos sabores celebran la identidad regional de Japón. Se trata de un país extenso: el recorrido en coche desde Wakkanai, en el norte de Hokkaido, hasta Kagoshima, al sur de la isla Kyushu, lleva 38 horas continuas sin paradas, y son unos 2.700 kilómetros. La extensión de Japón también abarca diferentes paisajes y climas, lo que invita a recorrer en coche el campo. Los michi-no-ekis donde se pueden comprar estos exclusivos helados son elementos clave del plan nacional de revitalizar sus comunidades regionales, particularmente aquellas situadas en áreas rurales. El Ministerio de Agricultura, Infraestructura, Transporte y Turismo supervisa estas estaciones al lado de las rutas y las utiliza como espacios para mostrar especialidades locales. La revitalización rural es una potencial solución a un problema desconcertante de Japón: envejecimiento de la población y reducción de nacimientos. Aunque este dilema demográfico inquieta a todo el país, la presión afecta a las zonas rurales de forma más severa. Los jóvenes se trasladan a las ciudades, y las “casas fantasma” son testimonio de pueblos y ciudades vaciadas. Shigeru Ishiba, ex ministro de revitalización regional,

dispuso “crear sociedades comerciales en zonas rurales para promover y vender productos locales y animar el turismo”, entre otras iniciativas para estimular la economía rural.

Mi amiga Lynn Ng actualmente investiga temas de revitalización rural y turismo en la Universidad de Waseda, en Tokio. Uno de los enfoques que más llaman su atención es el de Fukushima. Tras el terremoto de 2011 y posterior desastre nuclear, la zona experimentó un gran éxodo, lo que obligó a activar la creatividad local.

“Algunos ayuntamientos ofrecen casas en préstamo temporal por las que

Promocionar especialidades y atractivos locales está muy arraigado en Japón.

no cobran alquiler, para que los recién llegados puedan contar con un lugar para alojarse en la zona mientras buscan trabajo y vivienda”, comenta Ng.

Además de tratar de llevar nuevos vecinos a zonas rurales, los funcionarios japoneses promueven el movimiento e intercambio entre los habitantes de espacios urbanos, suburbanos y rurales. Para atraer hacia zonas rurales, el Ministerio de Agricultura, Recursos Forestales y Pesqueros (MAFF) ha elaborado un plan destinado a ofrecer propuestas tentadoras, en el que la comida desempeña un rol importante. “Sabores de Japón” se enfoca en platos regionales y en productos agrícolas de muchas de las prefecturas del país. ¿Por qué comida? Tal vez tenga que ver con el poder de las cooperativas agrícolas japonesas agrupadas en la entidad JA Group, o quizá se trate de algo un poco más sentimental.

“La comida en concreto, pertenece a una esfera más emocional en comparación con otros productos, como la alfarería o la ropa”, comenta Ng. “Y,

CADA REGIÓN, UN SABOR EMBLEMÁTICO

EN JAPÓN, meibutsu significa literalmente “objeto famoso” y se aplica a la idea de las especialidades regionales. Las 47 prefecturas de Japón ofrecen a los visitantes una enorme variedad que vale la pena probar. Estas son algunas de ellas:

✦ Iwate (noreste de Honshu, isla más grande de Japón): tortas con forma de huevo con cobertura de chocolate blanco. ✦ Yamagata (al sur de Iwate): gelatina con cerezas. ✦ Gunma (zona sin salida al mar en el centro de Japón): queso curado en miso. ✦ Kagawa (zona insular al suroeste): aceites de oliva locales. ✦ Gifu (entre Osaka y Tokio): esferas parecidas a gelatina elaboradas con tapioca. ✦ Miyazaki (suroeste de Japón): gelatina de yuzu, cítrico recubierto con caramelo. ✦ Niigata(noroeste de Tokio, en el Mar de Japón): sake, vino de arroz, de muy alta calidad. ✦ Okayama (prefectura en una región soleada llena de árboles frutales): parfaitsde frutas.

Dulces típicos de la ciudad de Gifu.

como el turismo despierta las emociones y la imaginación de los visitantes, un turista tal vez recuerde más fácilmente aquel helado especial que comió en un viaje que los elementos de un antiguo castillo”.

Ofrecer especialidades locales y promover con orgullo las atracciones autóctonas son costumbres muy arraigadas en la cultura japonesa. Cada ciudad es famosa por algo, incluso las más pequeñas. En muchos casos, esos productos icónicos son extraídos y convertidos en helados. En esta práctica también está presente el concepto de omiyage: cuando alguien viaja, se espera que vuelva con algún regalo, típicamente algún producto comestible llamativo.

“Creo que lo que realmente permite conectar los sabores de las cremas heladas con la revitalización rural es el concepto de meibutsu [artículos y comidas famosas] y la cultura del omiyage”, afirma Ng. “Eso explica la obsesión por descubrir productos ‘famosos’ y característicos de cada lugar”. (Ver cuadro).

Los helados no son el único ejemplo de esta estrategia turística. En los michi-no-ekis se venden libros conmemorativos donde los viajeros pueden pegar sellos de cada lugar que visitan como prueba de que han estado allí, y las ciudades y prefecturas japonesas organizan viajes por estos circuitos. Ng comenta el ejemplo de Tsuetate Onsen, un pueblo histórico que cuenta con fuentes termales en la isla de Kyushu: las autoridades se propusieron convertir al lugar en sinónimo de natillas, y animaron a los viajeros a conseguir sellos mediante la compra de este producto en diez restaurantes y comercios locales que luego podían canjear por un recuerdo.

Pero aunque estos circuitos suelen enfocarse en zonas regionales, los helados son un fenómeno nacional: viajeros y turistas pueden probar sabores únicos en todos los rincones de Japón. La industria láctea también es muy valorada en este país. El verano pasado, el MAFF pidió a los japoneses que comieran helado todos los días como parte de la campaña Plus One, diseñada a combatir la caída de ventas por la pandemia.

“Creo que los helados funcionan porque los japoneses y, tal vez todos, tenemos debilidad por el helado en general”, asegura Ng. “Eso lo convierte en un producto fácil de vender”.

Entonces, además de llamar la atención con sabores como tinta de calamar y girasol, el objetivo es representar una región, algo que los locales aprecian mucho. Por ese motivo, Ng admite que en realidad su sabor favorito es manzana: el sabor emblemático de Takikawa, lugar donde vivimos y trabajamos como profesores de lengua. “Es un 10 por cien delicioso”, comenta, “y el 90 por ciento restante está repleto de todos mis vínculos afectivos con Takikawa”.

Gastro obscura (septiembre 20, 2020), copyriGht © 2020 por michael colbert, atlasobscura.com

El 11 de septiembre de 2001, hace 20 años, 38 aviones se vieron obligados a aterrizar en Gander, en la isla de Terranova, Canadá, dejando a miles de personas varadas. Los habitantes aceptaron el reto.

El día que el mundo llegó al pueblo

Jim Defede tomado del libro the day the World came to toWn

A mitad del camino entre Frankfurt y Nueva York, el capitán Reinhard Knoth cambió la frecuencia de la radio de su avión a una donde se comunicaban todos los pilotos. Parecía un día más, oyendo las bromas casuales que hacían entre sí sus colegas, cuando, de pronto, un piloto de la aerolínea KLM interrumpió la transmisión. “Algo está pasando en Nueva York”, anunciaba de forma inquietante aquel capitán. “Hubo un accidente”.

Con una carrera de 30 años en la aerolínea Lufthansa, Knoth, quien había recorrido esa ruta transatlántica en diversas ocasiones, sintonizó la cadena BBC, que transmitía desde Nueva York. Se informaba de una explosión en el World Trade Center, posiblemente causada por el choque de un avión con la Torre Norte.

El capitán dirigió la mirada a su copiloto y a su ingeniero de vuelo para asegurarse de que los tres hubieran escuchado lo mismo. Mientras hablaban, la transmisión volvió a tomarlos por sorpresa: “¡Otra explosión… un segundo avión acaba de estrellarse contra el World Trade Center!”.

Eran las 9:03 a. m. en aquella ciudad estadounidense y Knoth saltaba de una frecuencia a otra tratando de obtener más información. Algo era seguro: ningún piloto que trabajara para una aerolínea estrellaría su avión de esa forma, aunque le apuntaran a la cabeza con una pistola.

A las 9:15 a. m. todos los aeropuertos del área de Nueva York habían sido cerrados, por lo que Knoth envió un mensaje urgente a Lufthansa para pedir indicaciones. ¿Debía regresar a Frankfurt?

Le inquietaban los 355 pasajeros que viajaban en el Vuelo 400, el avión que pilotaba. ¿Alguno de ellos representaba un peligro? Observó la puerta de la cabina que estaba detrás de él; no parecía ser

EL ESPACIO AÉREO FUE CERRADO, Y MUCHOS VUELOS SE DESVIARON A CANADÁ.

muy resistente y ni siquiera tenía el seguro puesto.

Al no obtener respuesta de la aerolínea, tomó la decisión de continuar hacia el oeste, hizo contacto con el servicio de Control de Tránsito Aéreo (ATC, por sus siglas en inglés) de Gander, en la provincia canadiense de Terranova, solicitando autorización para volar en dirección a Toronto, donde Lufthansa tenía una base de operaciones.

“Solicitud denegada”, respondió tajantemente el controlador aéreo. “Tiene que aterrizar en este momento”.

El ATC, un edificio que parece un refugio subterráneo, ubicado a más de 1,5 kilómetros del Aeropuerto Internacional de Gander, lleva un registro de todos los vuelos entre Europa y Norteamérica. Alrededor de 40 controladores contribuyen a que cerca de 1.000 vuelos diarios lleguen de un lugar a otro sin contratiempos.

Cuando recibieron una llamada desde Washington, D. C. diciendo que todo el espacio aéreo de los Estados Unidos estaba cerrado, había alrededor de 300 aviones volando sobre su territorio, por lo que comenzaron a redirigir los vuelos a otros aeropuertos, tan lejos como Montreal e incluso Toronto.

El aeropuerto de Gander fue una pieza clave. Construido a mediados de los años 30, al principio fue una base militar que compartían tres países, Estados Unidos, Inglaterra y Canadá. Gracias a su ubicación, al noroeste del Atlántico, desempeñó un papel crucial en la Segunda Guerra Mundial como parada de reabastecimiento de combustible para los aviones de guerra y bombarderos pesados en su camino hacia Europa. Posteriormente, la mayoría de los vuelos comerciales internacionales fuera de los Estados Unidos y Canadá se reabastecían en Gander. Esto hizo que se lo conociera como la estación de combustible más grande del mundo.

La llegada del Boeing 747 en 1970, con un tanque de combustible de mayor capacidad y tiempos de vuelo más extensos, significó el cierre de Gander como centro de reunión de las aerolíneas comerciales. Pero se mantuvo como escala para aviones privados y corporativos, unos

CANA D Á

Gander

Nueva York

ESTADOS UNIDOS

Océano Atlántico

cuantos vuelos rentados y para la milicia estadounidense.

Gracias a que su pista principal de aterrizaje es inusualmente larga, fue ideal para manejar un cielo lleno de aviones jumbo.

Los empleados de la alcaldía del pueblo se reunieron frente al televisor, contemplando con horror mientras se interrumpía la programación con boletines especiales acerca de lo sucedido en Nueva York. Por su parte,

el alcalde Claude Elliott se enteró de la noticia en la pantalla de una panadería en la que se detuvo. La vio durante unos minutos y luego regresó a su casa para seguir la transmisión por CNN.

Poco tiempo después recibió una llamada telefónica del administrador del pueblo informándole del cierre del espacio aéreo y de la desviación de muchos aviones hacia Canadá. Parecía ser que Gander recibiría alrededor de 50 vuelos.

“¿Qué hay de los pasajeros?”, preguntó Elliott.

Le comentaron que, por el momento, el plan era que permanecieran a bordo mientras el espacio estadounidense era reabierto. Se pensaba que podrían ser solo unas cuantas horas.

Esto tomará más que unas cuantas horas, pensó el alcalde. Incluso si nunca bajaban de los aviones, el solo hecho de tener que alimentar a miles de personas representaba un desafío enorme para el lugar, que en ese entonces tenía una población de 10.000 habitantes.

El hombre no quería que la situación lo tomara desprevenido, así que el pueblo abrió su centro de operaciones de emergencia y se instruyó a todos los equipos a mantenerse alerta.

Tanto funcionarios locales como federales sabían que se aproximaba una avalancha.

El primer avión desviado aterrizó en Gander poco antes de las 11 a. m., hora local. El vuelo 75 de Virgin Air iba desde Manchester, Inglaterra, hacia Orlando, Florida. A bordo se encontraban 337 pasajeros, la mayoría eran familias que se dirigían al parque de diversiones Disney World. El transporte avanzó hasta la terminal y se detuvo. Un pequeño contingente de policías lo rodeó, ante la mirada curiosa de los viajeros.

El sonido de tantos motores de aeronaves acercándose ocasionó que las personas salieran de sus casas y negocios para ver qué sucedía. Los

LOS PENSAMIENTOS DE O’ROURKE GIRABAN EN TORNO A SU HIJO, UN BOMBERO DE NUEVA YORK.

trabajadores del aeropuerto utilizaron la segunda pista de aterrizaje como estacionamiento, colocando más de tres docenas de aviones uno detrás del otro.

Los pilotos quedaron liberados para explicar a su modo lo que ocurría a los pasajeros. En el vuelo 400 de Lufthansa, Knoth anunció únicamente que debido a algunos problemas en los Estados Unidos se habían visto forzados a aterrizar en Canadá.

Uno de los pasajeros, Werner Baldessarini, presidente de la firma Hugo Boss, se preguntaba a qué tipo de problemas se referiría. Más aún, quería saber cuándo partirían, ya que viajaba a Nueva York para la Semana de la Moda, que sería una de sus últimas pasarelas antes de retirarse, y quería que fuera todo un éxito.

Una vez en tierra, el capitán explicó cuál era la situación en Nueva York y Washington. También informó que, justo en ese momento, acababan de recibir noticias de que un cuarto avión se había estrellado en Pensilvania. Se temía que hubiera miles de muertos.

Baldessarini se sintió avergonzado por preocuparse por su desfile de modas.

En el vuelo 23 de Continental, que iba de Dublin a Newark, Nueva Jersey, los pasajeros se quedaron sin aliento al oír el anuncio de que dos aviones

Durante las horas posteriores a los ataques, 38 vuelos se vieron forzados a aterrizar en el Aeropuerto. . se habían estrellado contra las Torres Gemelas y un tercero había impactado en el Pentágono. George Vitale pensó en su hermana Patty, quien trabajaba en la Torre Sur, había perdido a su esposo tan solo un año atrás y ahora también podría estar muerta. Le vino a la mente su sobrino de 14 años, Patrick, de quien era tutor. Se preguntaba si tendría la capacidad para cuidar a un adolescente. Vitale, de 43 años, detective de la policía del estado de Nueva York, voló a Irlanda para planear la seguridad que acompañaría al gobernador en su próxima visita a dicho país, pero el evento se canceló y le ordenaron volver. Tras el aterrizaje en Gander, Vitale seguía recibiendo solo fragmentos de información, en su mayoría de breves llamadas que los pasajeros hacían a sus familiares. Empezaron a circular rumores de que ambas torres habían colapsado. Peor aún, se decía que decenas de bomberos y oficiales de

policía estaban en los edificios cuando esto ocurrió. Ahora el detective tenía otra preocupación: su mejor amigo, Anthony DeRubbio, pertenecía al cuerpo de bomberos de la ciudad.

Cuando por fin pudo enlazar una llamada a la residencia del gobernador en Albany, se dio cuenta del caos. Notó que aquel hombre estaba asustado, y esto hizo que se sintiera incluso más ansioso y culpable por no estar ahí para ayudar.

A bordo del vuelo 105 de Aer Lingus, con destino de Dublin a Nueva York, Hannah y Dennis O’Rourke escuchaban atentos la explicación del piloto. Hannah pensó en su hijo Kevin, bombero de la ciudad desde hacía 18 años, y miembro de uno de los grupos élite de rescate.

“Quizá no trabajó hoy”, le dijo Dennis asintiendo con suavidad. Ella solo cerró los ojos y comenzó a rezar.

Inmediatamente después de aterrizar, un hombre le ofreció a Hannah su teléfono para que pudiera contactar a su familia. Su hija Patricia le dijo que Kevin estaba trabajando. Nadie sabía nada de él. “Pero estoy segura de que está bien”, agregó. Había salido adelante de otros llamados. Su capitán solía increparlo sobre los riesgos que tomaba, pero Kevin no sabía trabajar de otra forma.

Amedia tarde llegó información oficial: el espacio aéreo permanecería cerrado por el futuro próximo. Para entonces, los líderes del pueblo ya estaban montando refugios en iglesias, fraternidades y escuelas.

Los alcaldes de localidades de los alrededores ofrecieron distintas instalaciones para resguardar a los pasajeros. El Ejército de Salvación tenía un campamento que podía alojar a cientos. El club de oficiales, ubicado en la base de las fuerzas aéreas, fue transformado rápidamente en un albergue.

El único lugar en el que los pasajeros no podrían quedarse era el hotel local, de 550 habitaciones, ya que estaría reservado para pilotos y asistentes de vuelo, ya que ellos deben descansar cierto tiempo antes de volar.

Sin contar a los miembros de las tripulaciones, había 6.132 pasajeros a bordo de los 38 vuelos. Todos fueron abandonando los aviones uno a uno sin llevar equipaje. Después de un filtro de seguridad y realizar los trámites aduanales y de migración se trasladaron a la Cruz Roja Canadiense, donde se realizó un registro de cada uno y del lugar en el que estarían. Para mantener el flujo de personas se apagaron los televisores y se colocaron letreros de “Fuera de servicio” en los teléfonos públicos.

Los conductores de ómnibus escolares, que estaban en una terrible huelga, bajaron sus carteles para ayudar día y noche transportando gente.

El Ejército de Salvación recolectó provisiones. Se pedía donar comida, ropa de cama que no usaran, prendas viejas, cualquier cosa que se pudiera necesitar. En el centro comunitario

se formó una larga fila de autos que traían sábanas, cobertores y almohadas de sus hogares. Las tiendas locales donaron miles de dólares en artículos de higiene personal y un cargamento especial de 4.000 cepillos dentales.

Tras diez horas del aterrizaje, los pasajeros y la tripulación del vuelo 400 de Lufthansa pudieron descender. Cuando llegaron a la escuela secundaria local, a medianoche, los voluntarios les entregaron lo necesario para su aseo personal y para dormir; además

se aseguraron de que todos supieran que había comida y agua disponible. Werner Baldessarini no podía creer la cantidad de gente que los recibió.

La escuela esperaba la llegada de los catres, así que el presidente de Hugo Boss tomó una manta y una almohada, eligió una esquina en el piso del gimnasio, se acurrucó vestido con su traje de casimir y se durmió.

Después de varias horas, George Vitale, aún a bordo del vuelo 23 de la aerolínea Continental, recibió un mensaje de que su hermana había abandonado el área antes de que el primer avión se estrellara contra la Torre Sur. Se sintió aliviado cuando, a las 2 a. m., el piloto anunció que era su turno de pasar por la aduana canadiense.

Él y otros pasajeros fueron transportados 24 kilómetros en ómnibus hasta Appleton, un hermoso pueblo de casi 600 habitantes ubicado cerca del río Gander. Al llegar al centro comunitario, lo primero que notaron fue el agradable olor a café; lo segundo fue el televisor. Aunque Vitale ya sabía de la destrucción de las torres, las imágenes lo dejaron helado. Había personas reunidas alrededor, horrorizadas, muchas llorando. La televisión estuvo encendida toda la noche.

Eran casi las 4 a. m. cuando los pasa-

jeros del vuelo 105 de Aer Lingus fueron enviados al Salón de la Legión Real Canadiense donde, pese a la hora, los voluntarios estaban esperando para servirles sopa caliente y sándwiches. Aunque la mayoría solo quería una frazada, una almohada y un lugar para recostarse.

Hannah O’Rourke esperaba en la fila para usar el teléfono. Llamó a casa de su hijo, donde respondió su esposa Maryann. No había buenas noticias.

El capitán de Kevin había llamado horas antes. “Dijo que él estaba perdido junto con su grupo”, explicó Maryann, “pero tienen esperanzas de encontrarlos con vida”.

“Vamos a orar para que todo salga bien”, respondió Hannah con seguridad; luego le pasó el teléfono a su

UNA PAREJA LLEVÓ A VITALE A SU HOGAR Y LE DIJO QUE SE SINTIERA COMO EN CASA.

esposo, Dennis, quien escuchó las mismas noticias y no pudo contener las lágrimas.

Miércoles

George Vitale ató los cordones de sus zapatillas; había empacado todas sus cosas en un equipaje de mano. Por largo tiempo, correr le había dado paz, alejándolo del estrés del trabajo.

Solía trotar casi todos los días desde su apartamento en Brooklyn, en un

punto corriendo hacia el horizonte de Manhattan con las Torres Gemelas como guía. Hasta 1996, las oficinas del gobernador de Manhattan, donde él trabajaba, se hallaban en la Torre Sur. Ahora se preguntaba si tendría la fortaleza para trotar hacia un paisaje que había perdido esos dos edificios.

Apenas llegó a Appleton, llamó a su familia. —¿Cómo está Anthony? —le preguntó a su hermano, Dennis. —Está bien —respondió con poco entusiasmo. Vitale se sintió emocionado—. Pero no encontramos a David.

El hermano menor de Anthony, David, de 38 años, se había unido al departamento de bomberos tres años atrás. Tenía esposa y una hija de 12 años. Vitale lo recordaba como un niño gracioso y un buen padre.

Mientras corría a lo largo del río, a través de Appleton, Vitale buscaba aclarar su mente. Entre más rápido iba, más distancia ponía entre él y su dolor, al menos por algunos momentos.

Luego de recorrer varios kilómetros, regresó al centro comunitario. Como no había duchas, una pareja de lugareños lo llevó a su hogar al final de la calle, le dijo que se sintiera como en casa y que tomara lo que quisiera del refrigerador, lo invitó a usar el teléfono

y la computadora, le mostró dónde estaba el control remoto de la televisión y después se fue.

Todo esto dejó a Vitale sin palabras. A la pareja no le importó dejar a un extraño en su casa. Era el acto de fe que George necesitaba con desesperación, algo para olvidarse de su angustia.

Luego de unas horas de sueño, Hannah O’Rourke salió del albergue y caminó cuatro cuadras hacia la Parroquia de San José. “Padre, ¿rezaría por nuestro hijo?”, le preguntó al sacerdote.

Al terminar la misa matutina llamó a su hija. La distancia la hacía sentir impotente. “No hay noticias todavía”, le dijo Patricia. “No pierdas la esperanza, mamá. Ya conoces a Kevin, encontrará una forma de salir de esta”.

Varios vecinos ofrecieron abrir sus puertas a Hannah y a Dennis, pero

HABÍA PERSONAS DE 40 PAÍSES EN LA ESCUELA, DESDE SRI LANKA HASTA AUSTRALIA.

ellos se negaron. Les aterraba pensar que, si dejaban el Salón de la Legión, alguien podría tratar de encontrarlos sin saber dónde estaban.

Algunos habitantes locales notaron que la atormentada pareja necesitaba distraerse, así que se turnaron para sentarse a hacerles compañía. Beulah Cooper, de 60 años, sentía una afinidad especial con Hannah, de 66 años, ya que su hijo era bombero voluntario en Gander. Cooper era una mujer desinhibida a la que le gustaba contar chistes. En ocasiones, Hannah sonreía e incluso se reía, lo que animaba aún más a su compañera.

Todos los negocios de Gander se unieron en un esfuerzo por ayudar. Establecimientos como Kentucky Fried Chicken, Subway y algunas pizzerías enviaban camiones llenos de comida. La cooperativa de alimentos de Gander empezó a brindar servicio las 24 horas. La compañía telefónica instaló teléfonos y computadoras. El servicio de televisión por cable se aseguró de que cada albergue tuviera este servicio. Los auxiliares de farmacias surtieron más de 1.000 recetas en el primer día. En todos los casos que atendían, llamaban al médico de la persona o a un especialista farmacéutico para obtener más detalles.

La maestra Eithne Smith trabajaba en la oficina de la Academia Lakewood en Glenwood, enviando mensajes por fax en nombre de los pasajeros que tenían problemas para localizar a sus seres queridos, cuando una mujer entró al lugar. “Te he visto toda la mañana resolviendo los problemas de otros y ahora te traigo uno más”, dijo.

Le explicó que había un rabino ortodoxo y aproximadamente una docena de judíos que solo consumían alimentos kosher en la escuela. Habían comido muy poco desde que llegaron.

En Terranova, el 97 por ciento de la población es católica y protestante, pero Smith estaba lista para afrontar el reto, así que puso al rabino en contacto con el dueño de la compañía que vendía carnes a los vuelos habituales de Gander. El proveedor condujo hasta Glenwood, cerca de Appleton, con un cargamento de comida kosher.

“¿Cómo supo que teníamos hambre?”, preguntó el rabino Leivi Sudak, cuando Smith le dijo que la comida había llegado.

La gran variedad de culturas representadas en la escuela era asombrosa para Eithne. Había personas de 40 países distintos, desde Sri Lanka hasta Australia. Los pasillos estaban repletos de sonidos de diferentes idiomas.

Después de 24 horas del ataque a las Torres Gemelas, aún había un puñado de aviones a la espera de ser procesados. A pesar del retraso, los 116 pasajeros a bordo del vuelo 5 de Continental, que iba de Londres a Houston, estaban de buen humor. El martes por la noche los auxiliares de vuelo abrieron los carritos donde se guardaba el licor y dejaron que todos se sirvieran. De pronto,

en la aeronave se sintió un ambiente despreocupado, como una fiesta ofrecida por las Naciones Unidas.

Deborah Farrar, ejecutiva de cuenta de 28 años, trabajaba para una compañía de tecnología de la información. Regresaba de su primer viaje al extranjero y estaba sorprendida por la diversidad de personas que conoció. Dos de ellas eran Winnie House y Lana Etherington. La primera tenía 26 años y había nacido en Nigeria; se trataba de la hija del jefe de una aldea. Era alta, delgada, y tenía el cabello largo y trenzado. Vivía en Houston al igual que Lana, quien creció en la excolonia británica de Rodesia y era abogada.

El miércoles por la mañana, una desvelada Deborah y sus nuevas amigas por fin subieron a los ómnibus color amarillo para un viaje de casi 50 kilómetros hasta Gambo, población de 2.100 habitantes a orillas de la espectacular costa de Kittiwake.

Parecía como si toda la localidad hubiera ido a darles la bienvenida. Prepararon una enorme olla de estofado de carne, muchos sándwiches y té. En total, se transportaron cerca de 900 pasajeros a este remoto lugar.

Esa misma noche, Deborah y sus amigas descubrieron el único bar que había en Gambo, Trailway Cabin Lounge, un lugar sencillo ubicado en un lote terregoso. El sitio saltaba de alegría. Durante el tiempo que las personas del avión se quedaron en el pueblo, se mantuvo abierto casi las 24 horas. Werner Baldessarini se descubrió entrando a un lugar en el que nunca había estado: un supermercado Walmart. Como era de esperarse, el presidente se vistió de pies a cabeza con Hugo Boss. Si bien su traje estaba en muy buen estado, las buenas costumbres exigían ya un cambio de ropa interior.

Para el jueves, las góndolas del supermercado comenzaban a lucir vacíos, pero logró encontrar la talla y el estilo adecuados.

Al regresar a la escuela se dio un baño y se cambió, pero comenzó a sentirse incómodo; la pretina, el material, el diseño, todo estaba mal.

Por suerte, la ayuda estaba en camino. Un buen amigo suyo le ofreció su jet para sacarlo de ahí. Mientras se coordinaban esfuerzos para rescatarlo, el ejecutivo mencionó el incómodo “aprieto” en que se encontraba respecto a su ropa interior. Su equipo entró en acción.

La manera más cercana de conseguir ropa Hugo Boss era Byron’s, una tienda en San Juan de Terranova, a unos 200 kilómetros de distancia. El dueño, Byron Murphy, de 39 años, no podía creer lo que escuchaba cuando recibió una llamada preguntándole si podía enviar un empleado a Gander con un paquete para Baldessarini. Para Murphy, él era el equivalente a una estrella de cine.

“Yo iré”, dijo Byron. Empacó ropa, incluidos calzoncillos, así como vino, quesos y pan, a sugerencia de quien le

había llamado. Tres horas más tarde, lleno de nervios, manejaba a Baldessarini desde el albergue hasta su auto para hacer la entrega.

Un poco avergonzado, el presidente de Hugo Boss le dijo que, si bien estaba agradecido, no podía aceptar las cestas con comida y vino. Su voz se llenó de emoción cuando describió los esfuerzos de todos en el poblado para ayudar a los pasajeros, en especial de las mujeres, que parecían estar cocinando todo el día. No quería ofen-

Antes de llevarla de regreso, Cooper le dio a su invitada un recorrido por Gander. Cada minuto que Hannah dejaba de pensar en la situación de Kevin, ella lo sentía como una victoria personal.

Su persistencia era entrañable. A Hannah le conmovía que a esta mujer le importara tanto como para esforzarse de esa manera.

Los pasajeros experimentaban la legendaria hospitalidad de Terranova. No había algo que necesitaran que la

EL RABINO SUDAK TENÍA LA SENSACIÓN DE QUE ERA SU DESTINO QUEDARSE EN TERRANOVA.

der a estas buenas personas, le explicó. “Llévatelo”, ordenó. Eso sí, se quedó con la ropa interior.

Cuando Murphy ofreció queso y vino a todos sus clientes, también tuvo una interesante historia que contarles.

Tras insistir durante dos días, la señora Cooper convenció a Hannah de ir a su casa por unas horas para alejarse de la abarrotada Sala de la Legión. Dennis prometió quedarse cerca del teléfono. Para Cooper era evidente que Hannah estaba agotada. No dormía, y el dolor de que su hijo estuviera desaparecido la tenía muy afectada.

Las dos mujeres se sentaron en la tranquilidad de la casa, bebieron café y se relajaron. gente del pueblo no estuviera dispuesta a proporcionarles. Su abnegación hizo que Denise Gray-Felder, una ejecutiva de la Fundación Rockefeller que viajaba en el vuelo 45 de Continental, de Milán a Nueva York, sintiera escalofríos.

La primera noche que pasó en el albergue de la Iglesia del Tabernáculo Pentecostal de Filadelfia, en Lewisporte, a unos 40 minutos de Gander, tuvo problemas para dormir. Alrededor de las 3 a. m. vio a varios hombres de la localidad, entre ellos al pastor Russell Bartlett, sentados junto a la entrada del lugar. Gray-Felder les preguntó por qué seguían despiertos.

“Pensamos que era importante cuidarte”, explicó el pastor, “y asegurarnos de que no te pasara nada mientras dormías”.

Todas las mañanas, Knoth caminaba hasta la escuela donde estaban los pasajeros de su vuelo. La primera pregunta que le hacían siempre era: “¿Cuándo nos vamos?”. Ojalá lo supiera. Todo lo que podía decirles era que debían estar listos para partir en cualquier momento.

Desde el punto de vista de la aviación, la situación en los Estados Unidos cambiaba constantemente. Algunos aeropuertos estaban abiertos y operando, mientras otros permanecían cerrados. Había nuevas amenazas y advertencias cada hora. El jueves por la noche llevaron a Vitale y a otros pasajeros del vuelo 23 de Continental al aeropuerto, pero ahí les dijeron que había sido un error, por lo que tuvieron que acampar en el salón de eventos de un hotel cercano. Por fin, el viernes por la tarde, el aeropuerto de Newark reanudó actividades y el avión recibió autorización para despegar.

Otros pasajeros también se preparaban para salir. Hannah y Dennis descubrieron que su avión, el vuelo 105 de Aer Lingus, regresaría a Dublin el viernes por la tarde. Ninguno podía expresar lo mucho que significaban sus nuevos amigos. Cuando llegaron a Gander les parecía insoportable estar lejos de su familia. Sin embargo, ahora era como si tuvieran una familia en ese pueblo.

Una aeronave corporativa estaba programada para llegar más tarde a recoger al presidente de Hugo Boss. No obstante, a primera hora de la mañana, Baldessarini canceló. No era que el hombre de 56 años disfrutara dormir en catres del ejército con varios cientos de personas alrededor. Pero después de dos días con sus compañeros de viaje, sintió que se había creado un vínculo increíble, solo comparado con su cariño hacia la gente del pueblo, cuya compasión era abrumadora. Los pasajeros eran tratados como parientes perdidos hacía mucho tiempo.

Intentó explicar a sus asistentes en Fráncfort que volar a casa, mientras los demás se quedaban, habría sido un acto de traición. Por mucho tiempo que tardara, estaría en esto hasta el final.

La pandilla del vuelo 5 de Continental decidió pasar su última noche en el Trailway Lounge, en Gambo; era probable que no volverían a verse. El bar estaba tan lleno que se desbordaba por la puerta trasera.

La más infame de las tradiciones de Terranova es la ceremonia Screeching-In, que permite a un visitante volverse un lugareño honorario a través de una serie de desafíos, incluido beber una cantidad poco saludable de un ron de baja calidad conocido como screech. Después del 11 de septiembre, cientos de pasajeros vivieron esa experiencia.

Esa noche, cuando supieron que Winnie era hija de un cacique africano, tuvieron que otorgarle el más alto honor. Ella había bebido una cantidad considerable de vino y estaba

lista para aceptar cualquier reto. Jim Lane, un bombero voluntario vestido con el tradicional traje impermeable color amarillo, luciendo una descuidada barba blanca falsa, le pidió que repitiera la línea que debía decir: Deed we is, me old cock, an’ long may yer big jib draw (“Sí, de hecho, amigo mío, que siempre haya viento en tus velas”).

Winnie se carcajeó. Lane le advirtió que no debía reír cuando le hicieran la pregunta oficial. —¿Estás lista, querida? —preguntó Lane. la muñeca con rapidez y logró poner la boca del pez sobre la de ella. “¡Puaj!”, gritó Winnie. Pero ahora tenía su certificado; todos aplaudían.

A la mañana siguiente, una llamada anunció que el vuelo 5 de Continental tenía autorización para partir.

Sábado

Cuando llegó el llamado para que el rabino Sudak y dos mujeres ortodoxas se fueran el viernes por la noche, surgió un nuevo problema: no podían viajar en el sabbat. Mientras el resto de

HICIERON LO QUE HICIERON POR UNA SOLA RAZÓN: ASÍ SE HACE EN TERRANOVA.

—Sí —contestó Winnie, tratando de guardar la compostura.

Lane, entrado en personaje, preguntó: —¿Somos newfies (nativos de Terranova)? —Deed... Me cock ... —repuso Winnie, para luego estallar en un ataque de risa. Después de varios intentos se acercó lo suficiente en su pronunciación como para que Lane la aprobara.

“Ahora besa al bacalao”, dijo él, mientras sostenía un pez de más de 2 kilos y pocos días de nacido. Winnie se estremeció. Las personas que los rodeaban comenzaron a gritar al unísono: “¡Besa al bacalao! ¡Besa al bacalao!”.

Lane se dio cuenta de que tendría que ayudarla un poco, así que movió los 71 pasajeros de su vuelo abordaban autobuses rumbo al aeropuerto, los tres permanecieron en la escuela.

El rabino Sudak tenía la sensación de que era su destino quedarse en Terranova.

Por la tarde, un hombre visitó al rabino. Tenía al menos 70 años, era parcialmente ciego y se movía con rigidez. Su nombre era Eddie Brake. Aunque había vivido en Gander por 40 años, muy pocos sabían que era judío. Se lo había dicho a su esposa y a sus hijos solo diez años atrás.

Alguien le había contado al rabino un poco sobre él, y estaba ansioso por conocerlo. Brake se sentía asustado, pero también tenía la necesidad de ir.

Brake había crecido en Berlín. No

sabía su nombre de nacimiento, solo que sus padres pagaron para que lo llevaran de contrabando a Inglaterra cuando tenía siete u ocho años. Fue adoptado por una familia que se mudó a Terranova en 1936. Le dijeron que nunca le contara a nadie que sus padres biológicos eran judíos. Y así comenzó su vida secreta.

Al sentarse con el rabino sintió cómo todo fluía. Creía que sus padres y hermanos habían muerto en los campos de concentración nazis. Le pidió al re-

El sábado, el vuelo 400 de Lufthansa recibió autorización para volar hacia Nueva York. De ahí, el capitán y los pasajeros europeos volaron a Fráncfort. El viaje a la ciudad estadounidense le dio a Baldessarini tiempo para pensar y, al menos de manera simbólica, le ayudó a cerrar el círculo de acontecimientos de la semana anterior.

El último vuelo salió de Gander el domingo por la tarde. El pueblo tardó unos días en limpiar

“NUNCA HE OLVIDADO EL SENTIMIENTO DE AMOR DE LOS PERFECTOS EXTRAÑOS QUE NOS CUIDARON”.

ligioso que tocara la parte posterior de su cráneo, donde sintió abolladuras y depresiones. Brake dijo que eran resultado de las palizas de sus padres adoptivos. Tenía cicatrices en la espalda y en los pies también.

Nunca dejó de pensar en sí mismo como judío, aseguró. Le mostró al rabino su bastón, el cual tenía grabada una pequeña estrella de David en el mango. Sudak se conmovió por sus palabras y lo animó a compartir su historia con más personas.

“Soy muy reservado”, explicó Brake, pero necesitaba decírselo a alguien. Y ahora que lo había hecho, sintió que le quitaban un peso de encima. Le dio las gracias a Sudak, se levantó y su figura se perdió lentamente a través de la puerta. los albergues, reabrir las escuelas y reabastecer las tiendas, pero pasó mucho más tiempo para que asimilara la magnitud de lo ocurrido en Nueva York y Washington. En el pasado había sido fácil ahogar los eventos distantes. Pero, esta vez, los habitantes vieron cómo una tragedia a más de 1.600 kilómetros los afectó de forma directa.

El gobierno de San Juan de Terranova ofreció pagar por una fiesta masiva para los voluntarios como una forma de agradecimiento. Todos votaron en contra. No había necesidad. Hicieron lo que hicieron por una sola razón: así se hace en Terranova.

Los pasajeros les agradecieron pasando el sombrero y, a menudo, reuniendo varios miles de dólares en

efectivo para la escuela o el grupo que los acogió. Otros dieron cheques a varias organizaciones. Uno de los vuelos creó un fondo anual de becas. La iglesia del pastor Bartlett y la Escuela Lewisporte recibieron subsidios de la Fundación Rockefeller.

El cuerpo del bombero Kevin O’Rourke fue rescatado el 23 de septiembre. Las autoridades creen que estaba en una escalera de la Torre Norte, entre los pisos 65 y 70, cuando se derrumbó.

El cuerpo de David DeRubbio nunca se recuperó.

George Vitale trabajó jornadas de 16 horas coordinando el acceso de dignatarios al lugar del derrumbe del World Trade Center. Cuando volvió a correr y vio el humo de los incendios que aún ardían, se sintió abrumado.

Una gratitud que perdura

Lo que sucedió en Gander inspiró el musical de Broadway Come From Away. Y en los 20 años transcurridos desde aquel 11 de septiembre, la inesperada hospitalidad de un lugar del que muchos nunca habían oído hablar dejó una marca para toda la vida en cientos de personas. Estos son algunos ejemplos.

Desde que volvió a Londres, el rabino Sudak cita a Gander como un ejemplo de lo que es posible lograr en el mundo. Ed Brake murió en 2008 a la edad de 72 años.

Deborah Farrar está casada, tiene tres hijas y vive cerca de Houston. Dona el 30 por ciento de las comisiones de su trabajo en bienes raíces a la caridad. “Ver cómo se unieron para ayudar tuvo un profundo efecto en mí”, cuenta.

Dennis O’Rourke falleció en 2019, a los 86 años. A su viuda, Hannah, Gander le otorgó una relación de amistad duradera con Beulah Cooper. Ambas mujeres, de aproximadamente 80 años, hablan al menos una vez al mes. Sus conversaciones están llenas de risas.

El piloto Reinhard Knoth dijo que, a pesar de lo ocurrido, nunca dudó en volver a la cabina. Le encantaba volar. Pero después de 45 años se retiró y se estableció con su familia en Butzbach, Alemania, donde cuida su jardín.

Para George Vitale, su experiencia en Gander contrasta con los trágicos eventos del 11 de septiembre, cuando tantas personas que conocía perdieron la vida. “Nunca he olvidado el sentimiento de amor de los perfectos extraños que nos cuidaron. Durante 20 años he tratado de transmitir eso a los demás”, dice.

Des Dillon, quien supervisó los esfuerzos realizados por la Cruz Roja en aquel momento, no tiene ninguna duda de que el pueblo estaría a la altura de la situación nuevamente, si su ayuda fuera requerida. “Si todo el mundo viniera aquí el día de mañana”, asegura, “sería recibido con los brazos abiertos”.

tomado del libro the day the World came to toWn, de Jim defede. © 2002 por Jim defede. reimpresiÓn con autoriZaciÓn de William morroW paperbacKs, baJo el sello de harpercollins publishers (eua).

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