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Aumenta tus defensas con equinácea
La equinácea es una planta originaria de las llanuras del oeste de Estados Unidos y ya era muy valorada como planta medicinal por los nativos americanos. Por vía tópica, para tratar picaduras de insectos, heridas o mordeduras de serpiente, por sus propiedades cicatrizantes y antisépticas. Por vía interna, la usaban para combatir resfriados, dolor de muelas y de garganta y molestias de estómago, entre otros.
Los colonos europeos aprendieron de los indios sus propiedades y aplicaciones y la incorporaron como medicamento de uso habitual. Posteriormente, se empezó a comercializar en Europa. Hacia el año 1930, la falta de materia prima hizo que se empezara a cultivar también en Europa.
Hay más de 20 especies de equinácea, pero no todas son aptas para el consumo humano. Las más cultivadas y reconocidas son tres: Echinacea purpurea (flores rojo-violáceo), Echinacea angustifolia (flores malva) y Echinacea pallida (flores blancas). En el centro, tiene un disco espinoso que le otorga su nombre, ya que echinos significa erizo, en griego.
Propiedades y beneficios
La equinácea es reconocida por sus propiedades inmunoestimulantes, antivíricas, antifúngicas, antibacterianas, antiinflamatorias y antitérmicas (ayuda a bajar la fiebre).
Si tenemos que destacar una de sus propiedades es precisamente la de reforzar el sistema inmunitario. Aumenta las defensas inespecíficas, es decir, las que componen la inmunidad innata para destruir los microorganismos patógenos.
Por una parte, activa la formación de leucocitos (glóbulos blancos) y la tasa de properdina (indicador del poder de resistencia del individuo). Por otra parte, eleva el interferón, una molécula que se encarga de neutralizar y evitar el desarrollo de los virus.
Especialmente, está indicada para épocas de frío para aumentar las defensas y prevenir el resfriado común, la gripe y otras infecciones de las vías respiratorias altas (laringitis, faringitis, amigdalitis, rinitis y sinusitis).
Además de la prevención, también ayuda a tratar las infecciones (bacterianas y víricas) y acelera el tiempo de recuperación. Se puede tomar ante los primeros síntomas y prolongar unos días más como mantenimiento.
Aunque la principal indicación es para las afecciones de las vías respiratorias altas, también es muy útil para infecciones recurrentes. Especialmente, del tracto urino-genital (cistitis y pileonefritis) y del digestivo.
Existen diferentes formatos de presentación: raíz seca (para infusión, decocción y maceración), cápsulas, comprimidos, ampollas, extracto, tintura y jarabe.
De forma externa, se puede usar en pomada para quemaduras, acné, bajar la inflamación y ulceraciones dérmicas.
Precauciones
Se recomienda usarla de forma discontinua. Se puede tomar un máximo de 8 semanas y después descansar; nunca superar los 3 meses seguidos. El abuso en cantidad o duración puede producir el efecto contrario (inmunosupresión) o cierta hepatotoxicidad.
Está contraindicada en personas con enfermedades autoinmunes, después de un trasplante de órganos y en pacientes con SIDA.
En caso de diabetes, debe usarse con precaución porque puede provocar hipoglucemias. Se debería controlar con un profesional para ajustar la medicación.
Tampoco se aconseja en mujeres embarazadas y durante el periodo de lactancia por precaución.
Autora: Lluca Rullan, Periodista especializada en nutrición y salud natural. Dietista con perspectiva integrativa