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Alimentos que dificultan el sueño infantil
Dormir es esencial para la salud de los más pequeños, pero la mayoría de las niñas y niños en las sociedades occidentales no duermen todo lo que deberían. La falta de sueño puede interferir con la producción de hormona del crecimiento y con la función del sistema inmune. Dormir es un nutriente más para el cerebro en desarrollo: durante el periodo de descanso nocturno se producen millones de conexiones entre diferentes partes del cerebro, lo que ayuda a consolidar lo aprendido durante el día. Multitud de estudios han mostrado que los niños y niñas que duermen bien tienen mejor atención, memoria y salud emocional que aquellos con un sueño subóptimo.
A muchos niños pequeños les cuesta adquirir buenos hábitos de sueño. Varios son los factores que pueden ayudar o dificultar este proceso, como el ejercicio que hagan o la cantidad de luz que reciban durante el día, o las rutinas de casa en las horas anteriores a irse a la cama. Sin embargo, un factor importante que a veces descuidamos es la alimentación. Y es que algunos alimentos o sustancias tienen efectos particularmente nocivos a la hora de ir a dormir:
1. El azúcar puede producir un pico de excitabilidad e hiperactividad en muchos niños. Hay que evitar los postres lácteos azucarados tras la cena (también los de soja u otros vegetales), los helados, los refrescos, las galletas y madalenas, o cualquier otro dulce o alimento azucarado. No es que estos sean “buenos” en otros momentos del día, pero por la noche tienen el efecto añadido de dificultar el sueño. Además pueden producir una bajada de azúcar en sangre de rebote unas horas después, lo que despertará a algunos niños que estaban consiguiendo quedarse dormidos.
2. La cafeína es un excitante que se encuentra en el té, en algunos refrescos y en el cacao o chocolate, además de en el café. Debe evitarse en las 6-8 horas anteriores a la hora de dormir. Las bebidas calientes con cacao o una onza de chocolate negro antes de dormir, saludables si se toman ocasionalmente, pueden no ser la mejor idea para aquellas niñas y niños con el sueño sensible.
3. Las cenas copiosas, tardías y ricas en grasa dificultan la digestión, y a veces incluso producen acidez en el estómago y reflujo. Hay que acostumbrarse a cenar más pronto. Hasta los 5-6 años algunos niños pueden necesitar un tentempié justo antes de dormir, pero este ha de ser ligero.
4. El exceso de líquidos en las horas previas a ir a dormir puede hacer despertarse a un niño en mitad de la noche para orinar, lo que interrumpe el proceso natural de descanso.
Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra,