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Alimentos inseguros: en el límite de la legalidad
No es cuestionable que el consumo de productos procedentes de la industria de alimentos y bebidas está provocando un aumento de enfermedades. La industria alimentaria inunda el mercado con alimentos que debemos considerar cuanto menos inseguros, ya que su consumo afecta directamente a la salud. Mediante un marketing agresivo, algunas empresas del sector venden productos que en muchos casos están en el límite de lo establecido en la normativa, una línea sutil que a menudo es traspasada y que conlleva la retirada del producto de los puntos de venta. Están creando un problema a nivel mundial. Son productos con alto contenido de azúcar, sal y grasa, que suponen un riesgo elevado para la salud del consumidor y que tendrán consecuencias sobre las generaciones futuras.
Muchos consumidores no valoran los riesgos que conllevan los alimentos que toman. Buscan satisfacer sus deseos, en gran parte inducidos por el marketing y la promoción de los fabricantes, sin reparar en lo arriesgado que es consumir unos productos alimenticios inseguros que hipotecan la salud. Entre los alimentos no inocuos que se producen y venden debemos distinguir dos tipos, los que son nocivos y los que son no saludables. Los alimentos nocivos son aquellos cuyo consumo tiene un riesgo indudable de daño directo, alimentos que contienen elementos tóxicos o peligrosos, sustancias químicas que al ser ingeridas van a producir un daño seguro a medio y largo plazo. Es el caso de los alimentos que contienen metales pesados, como mercurio o arsénico, compuestos químicos orgánicos e inorgánicos como pesticidas, o distintas toxinas generadas en los procesos de producción.
Hay un segundo grupo de alimentos no inocuos que afectan negativamente a la salud. Son los productos alimenticios no saludables. Se trata de productos que incrementan de forma significativa las enfermedades, por estar atiborrados de sal, azúcar y grasa. Aparentemente no representan un riesgo para la salud, pero su consumo diario los convierte en un agente letal. Un buen ejemplo de estos productos son los refrescos y los alimentos procesados, que causan estragos en la salud de la población, sobre todo en niños y jóvenes. Las bebidas azucaradas no son más que agua con aditivos y colorantes químicos, y, sobre todo, enormes cantidades de azúcar. No aportan ningún nutriente al organismo. Su consumo se ha extendido y generalizado en la población, produciendo un incremento de la obesidad y un aumento de las posibilidades de sufrir diabetes, infartos y enfermedades vasculares. •
Raúl Martínez, Dietista-Nutricionista, biólogo