El Botiquín Natural Diciembre 2021 (Nº 13)

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Dra. Laura I. Arranz, Farmacéutica y Dietista-Nutricionista www.dietalogica.com info@gananutricion.es

FÁRMACOS Y MEDICAMENTOS

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Antibióticos: historia y uso racional

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El descubrimiento de los antibióticos fue un gran logro de la medicina puesto que en el pasado las enfermedades infecciosas mataban a una parte importante de la población. Antes de los antibióticos, el 90% de los niños que se contagiaban con meningitis bacteriana fallecían y entre los que sobrevivían, la mayoría quedaba con discapacidades graves. También infecciones que ahora no preocupan ya que tenemos tratamientos adecuados, como una amigdalitis o una otitis, eran en el pasado problemas que causaban graves problemas e incluso la muerte.

Los antibióticos se usan para combatir infecciones bacterianas de diferente índole y son muy útiles y necesarios en algunas circunstancias concretas. Sin embargo, de ellos se ha abusado en situaciones en las que realmente no hacían falta con consecuencias importantes para la salud individual y para la salud pública. Ya hace mucho tiempo que tanto la OMS como las instituciones médicas europeas y nacionales y la propia administración señalan la importancia de hacer un uso racional, solo cuando sea estrictamente necesario, para evitar la aparición de bacterias resistentes, que provocan que un antibiótico que era eficaz, deje de serlo. De forma genérica, un antibiótico es una sustancia que destruye los microorganismos como bacterias o virus que producen enfermedades e infecciones. Esas sustancias las podemos encontrar de forma natural, no solo hay medicamentos con esta actividad. Por ejemplo, algunas plantas o alimentos tienen esta propiedad, como es el caso del ajo, que es el antibiótico natural más potente ya que contiene hasta 70 sustancias

123rf Limited©stock2018. Infusión de tomillo

con capacidad bactericida y fungicida, el jengibre, la equinácea, el tomillo o incluso el cobre, que ya se utilizaba en el antiguo Egipto para combatir infecciones preparando aguas cúpricas (aguas que se almacenaban en recipientes de cobre y que se enriquecían, por tanto, con este mineral). Pero cuando hablamos de sustancias farmacológicas siempre hablamos de mayor potencia y precisión en cuanto a sus mecanismos de acción. Y esto no es ni mejor ni

peor, solo es algo que debe usarse de forma apropiada para que podamos combatir las infecciones que puedan ocasionarnos un problema. Si tenemos un resfriado o unas aftas en la boca, fácilmente podremos combatirlo con infusiones de tomillo y jengibre, pero si tenemos un absceso que crece debido a una infección que no remite, sí debemos recurrir al consejo médico y éste probablemente se decantará por la prescripción de un medicamento antibiótico.

En la década de 1920, el descubrimiento de la penicilina fue el comienzo de la era de los antibióticos. Por aquel entonces el científico británico Alexander Fleming trabajaba en su laboratorio cuando, casi por accidente, descubrió una sustancia de crecimiento natural que podía atacar a ciertas bacterias. En uno de sus experimentos observó que colonias de la bacteria Staphylococcus aureus, muy común en nuestro sistema respiratorio, habían sido eliminadas por un moho que creció sin esperarlo en la placa

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