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Acciones contra la migraña
La migraña (o jaqueca) es un tipo de cefalea (dolor de cabeza), que puede manifestarse de diferentes formas: la migraña clásica es un dolor de cabeza recurrente que aparece después o al mismo tiempo que unos trastornos sensoriales llamados “aura”. Estos trastornos pueden incluir destellos de luz, puntos ciegos y otros cambios en la visión (son los más frecuentes) u hormigueo en la mano o la cara (aproximadamente, la tercera parte de los pacientes presenta un “aura” como síntoma de advertencia antes de la migraña).
Además del intenso dolor pulsátil o una sensación de latido en la cabeza, generalmente de un solo lado, la migraña a menudo suele estar acompañada de náuseas, vómitos y sensibilidad a la luz (fotofobia), sensibilidad a los ruidos (fonofobia) y sensibilidad a los olores (osmofobia). Los ataques de migraña pueden durar de horas a días, y el dolor puede ser tan intenso que impide las actividades diarias. Alrededor del 80% de las personas que sufren migraña tiene antecedentes familiares con este mismo problema. Entre la población general, la migraña afecta más a las mujeres que a los hombres.
Qué puedes hacer para reducir la intensidad y/o la frecuencia de las migrañas
Los medicamentos pueden ayudar a prevenir algunas migrañas y hacerlas menos dolorosas. Pero los medicamentos son solo una parte de la solución. Aprender a reconocer cuando puede parecer y a manejar el dolor de la migraña cuando se presenta puede servir de ayuda.
Lo primero es identificar los factores desencadenantes. Algunos de los más frecuentes son: Alimentos en escabeche, en conserva o fermentados, frutas, frutos secos, chocolate, alcohol, interrupción brusca del consumo de cafeína, estrés emocional, ansiedad, menstruación, alteraciones del sueño, olores intensos, y los cambios climáticos y estacionales. Lleva un registro y anota cuándo comienzan las migrañas, qué estabas haciendo en ese momento, dónde estabas, la hora del día y qué estabas comiendo.
Busca un ambiente tranquilo
Ante el primer signo de migraña, tómate un descanso (siempre que sea posible). Apaga las luces; las migrañas suelen aumentar la sensibilidad a la luz y al sonido. Utiliza la terapia de la temperatura y aplícate compresas calientes o frías en la cabeza o el cuello. Comprueba cuál te va mejor.
Duerme bien
Las migrañas a menudo se desencadenan por haber dormido mal (tanto por defecto como por exceso). Para dormir mejor, sigue las siguientes pautas:
Establece horas regulares de sueño; despiértate y acuéstate a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana. La siesta debería ser breve (menos de 30 minutos).
Reserva tu habitación para dormir y tener intimidad. No mires televisión, móvil, tableta (nada que tenga luz azul). Si no puedes conciliar el sueño, no te inquietes, levántate, lee o realiza otra actividad tranquila hasta sentirte somnoliento.
Revisa tus medicamentos; los que contienen cafeína u otros estimulantes, pueden interferir con el sueño.
Vigila tu alimentación
Tus hábitos alimentarios pueden influir en tus migrañas; la obesidad también aumenta el riesgo de padecer jaquecas. Come a la misma hora todos los días, no te saltes comidas. Estar en ayuno aumenta el riesgo de tener migraña. En algunos migrañosos el consumo moderado de café puede ser beneficioso, pero generalmente una ingesta elevada de cafeína no es un tratamiento eficaz. Evita alcohol y tabaco. Bebe agua con frecuencia.
Existe un tipo de migraña que depende de la enzima DAO (enzima Diamino Oxidasa). En personas con baja actividad de esta enzima, el ingerir alimentos ricos en histamina (enlatados, col fermentada, alcohol, aguacate, fresas, ...) puede desencadenarles una migraña.
Haz ejercicio regularmente
Durante la actividad física, el organismo libera ciertas sustancias químicas, las “endorfinas”, que bloquean las señales de dolor–también el ocasionado por la jaqueca–que van hacia el cerebro. Además, contribuyen a aliviar la ansiedad y la depresión, dos trastornos que pueden empeorar la migraña.
Controla el estrés
El estrés y las migrañas a menudo van de la mano. Quizás no puedas evitar el estrés diario, pero puedes buscar la manera de gestionarlo (prioriza lo importante y urgente y deja para otro momento lo menos importante).
Relájate. La respiración profunda desde el diafragma puede ayudarte a relajarte. Para ello, concéntrate en inhalar hinchando el abdomen y exhalar lenta y profundamente durante al menos 10 minutos todos los días. Encuentra cada día tiempo para hacer algo que disfrutes durante al menos 15 minutos. Divertirse es una forma natural de combatir el estrés.
Utiliza aceites esenciales
Los aceites esenciales pueden ayudarte a aliviar el dolor de cabeza, tanto inhalados como aplicados en la frente y las sienes; una gota es suficiente (los aceites esenciales son muy concentrados). Los de mayor utilidad son la menta piperita, la lavanda angustifolia y la cananga odorata. También, algunas plantas medicinales como el jengibre, manzanilla, valeriana, y la cúrcuma pueden reducir el malestar.
Acude al médico
En caso de necesitar analgésicos más de 3 días a la semana o de que afecte en tus actividades diarias, debes consultar con un médico. En caso de fiebre, rigidez en el cuello, confusión mental, convulsiones, visión doble, debilidad, o dificultad para hablar, impide el sueño o aumenta con el esfuerzo, debes acudir a urgencias.
¡Cuídate! Si tienes alguna duda, consulta a tu farmacéutico/a, está muy cerca de ti. •
Dra. Marta Castells, Farmacéutica