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REVISTA FEMINISTA DE CREACIÓN Y ENSAYO Nº 1. Diciembre 2014 Distribución libre y gratuita ISSN 2386-8430
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REVISTA FEMINISTA DE CREACIÓN Y ENSAYO
BLUSA Nº1 www.revistablusa.com revistablusa@gmail.com Responsables de la edición: Carmen G. de la Cueva y Sara Herrera Peralta Lugar de edición: Sevilla (España) y París (Francia) Carmen G. de la Cueva es periodista, feminista, editora y poeta. A veces, escribe. Hace una tesis sobre Poesía en red y dirige la web sobre literatura y feminismo La tribu de Frida: www.carmengdelacueva.com Dirección y Edición Narrativa Sara Herrera Peralta es poeta y diseñadora gráfica, autora de una decena de poemarios, aficionada al baile flamenco y la fotografía, viajera incansable, no se fía de las personas que nunca sonríen. www.saraherreraperalta.com Dirección, Edición, Diseño y Maquetación Poesía e Ilustración
Alba González Sanz es licenciada en Filología Hispánica y Máster en Género y Diversidad por la Universidad de Oviedo, donde hace su tesis. Ha publicado los poemarios “Apuntes de espera” (Torremozas, 2010) y “Parentesco” (Suburbia, 2012). www.albagonzalezsanz.es Feminismo
Patricia Sánchez es licenciada en Humanidades y doctoranda en Comunicación. En horario de oficina, se dedica a comunicar sobre Europa y un mar sostenible; a tiempo completo, busca la poesía allí por donde va. http://instagram.com/passtiche Fotografía y Música
Cristina Oñoro Otero es licenciada en Filosofía y doctora en Teoría de la Literatura. De niña le encantaba leer e inventar mundos imaginarios y ha tenido la fortuna de poder dedicarse de adulta a ambas pasiones. Actualmente trabaja en la Universidad de Estrasburgo. Relecturas feministas
Alberto Acerete es escritor y crítico literario. Ha participado en numerosas antologías y ha publicado libros como “El último verano” o “Cartas de la guerra”. Su obra está parcialmente traducida a idiomas como el inglés y el rumano. Reseñas
Helena Astorga Productora y Gestora Cultural. Agitadora y activadora cultural incipiente. Filóloga Inglesa en momentos extraños. Cometido inmediato: potenciar espacios culturales y de creatividad. ‘No tengo un talento especial, solo soy pasionalmente curiosa’. Flamenco
Agustín Galli es sociólogo por la Universidad de Buenos Aires, Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Torcuato Di Tella y Máster en Política comparada Mundo Musulmán, por Sciences Po Paris. Residió en Egipto, Siria y el Líbano, y actualmente lo hace en París, donde realiza trabajos de investigación sobre Siria y el Líbano. Oriente
Aloma Rodríguez es licenciada en Filología Hispánica. Ha publicado tres libros: “París tres” (Xordica, 2007), “Jóvenes y guapos” (Xodrica, 2010) y “Solo si te mueves” (Xordica, 2013). www.alomasimpe.com Maternidad
Una paciencia salvaje nos ha traído hasta aquí Que somos diferentes, que somos parecidas; que hemos sido desconectadas violentamente, que aún tenemos miedo y desconfiamos unas de otras; que nos añoramos y necesitamos unas a otras; que comprometernos primordialmente con las mujeres es romper un tabú primordial, por el cual a menudo seguimos pagando tanto a través de autocastigos como de penalidades impuestas por los guardianes del tabú. Adrienne Rich Durante siglos las mujeres de todo el mundo hemos creído que el anonimato era una condición propia de nuestro género. Las mujeres han escrito su historia siguiendo un viejo modelo por el que había que encontrar belleza hasta en los mayores momentos de dolor y transformar la ira en aceptación. Como si durante siglos se nos hubiera negado la posibilidad de manifestarnos, de decir en voz alta lo que pensamos, lo que sentimos. Pero es que, incluso, este relato idealizado de nuestras vidas donde lo correcto era omitir la
rabia y el dolor, ha sido el ejemplo a seguir por muchas mujeres que vinieron después. Porque no había otro. Si la ira estaba prohibida, cómo iba a encontrar la mujer una voz a través de la que quejarse y hallar su lugar en el mundo. No se nos puede olvidar esta idea: durante siglos a aquellas mujeres que protestaban oralmente o por escrito de sus vidas, se las tachaba de estridentes y chillonas; se las condenaba a la depresión y a la locura. ¿Qué podemos saber de todas aquellas mujeres que no tuvieron la oportunidad de ser libres para expresarse? Hoy en día, en muchos lugares y contextos, la mujer que se queja es una feminista. Como si ser feminista fuera casi un desprecio. Pero pensemos por un momento en algo que dijo la escritora Carolyn G. Heilbrun, autora de Escribir la vida de una mujer: “denunciar a las mujeres por ser chillonas o estridentes es otra forma de negarles todo derecho al poder”. Muchas escritoras se han planteado antes que nosotras estas mismas cuestiones que hoy en día siguen causando polémica. La propia Sylvia Plath escribe a propósito de la condición de la mujer en sus diarios: “Estoy de malas. Me disgusta ser chica porque como tal he de comprender que no puedo ser hombre. En otras palabras, tengo que canalizar mis energías en la dirección y la fuerza de mi compañero. Mi único acto libre es elegir o rechazar a ese compañero”. Dice Plath que su “único acto libre es elegir o rechazar a ese compañero”, ¿os imagináis que vuestro único acto libre fuera elegir pareja? ¿Que tuviéramos que dejar de lado nuestras aspiraciones y ambiciones porque se nos ha negado el poder y la palabra durante siglos? A causa de que el poder fue declarado como no femenino, muchas mujeres se han visto desprovistas de relatos y textos, de modelos, que les podrían servir como ejemplo para poder asumir el control de sus vidas. Hasta que nació el feminismo, las mujeres ni siquiera podían darse cuenta de que sus vidas estaban regidas por los patrones impuestos por la sociedad patriarcal. El poder depende de la capacidad de ocupar un lugar en todo tipo de discursos y que ese lugar cuente para algo.
Una paciencia salvaje nos ha traído hasta aquí para ocupar un lugar que cuente para algo. Escribir, pintar, crear, en definitiva, no es lo que se esperaba de nosotras. Pero hemos llegado hasta aquí como muchas otras antes que nosotras y concebimos esta revista como un lugar donde hermanarnos y compartir nuestro amor hacia la cultura. Muchas autoras como Marianne Moore y Elisabeth Bishop o Anne Sexton y Adrinne Rich, por ejemplo, se quisieron y respetaron y compartieron sus destinos. Son muchas las muestras de amistad entre ellas: cartas, ensayos, fragmentos de diarios. Aprendieron que las mujeres no pueden estar aisladas, identificándose solo con los hombres que hay a su alrededor. Resulta curioso imaginarse cómo una joven Emily Dickinson leyó novelas con frecuencia y pasión, sobre todo, las escritas por mujeres. Alababa a las hermanas Brontë – aunque su padre desaprobaba la ficción popular – leyó los libros de estas mujeres y sus contemporáneas en secreto para intentar encontrar equivalentes a sus propias historias en la novela gótica inglesa que leía a escondidas en “la casa del Padre” como ella la llamaba. Ella misma se lo contaba por carta a su mentor “mi Padre me compra muchos libros pero me pide que no los lea porque tiene miedo de que me agiten la Mente”. Desde estas páginas nos proponemos agitaros la mente con las voces de mujeres brillantes y honestas que tienen muchas cosas que contarnos.
Carmen G. de la Cueva
Sara Herrera Peralta
Feminismo. Re-visiones
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Reseñas. Salvar lo nuestro
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Relecturas feministas
15
Poesía
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Ilustración
26
Narrativa
32
Fotografía. Reveladas
42
Mujeres de Oriente
54
Maternidad. Ser madre hoy
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Flamenco. Quejío y mandil
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Especial de la casa. Se dice poeta 70 Música. Sin arreglos
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Tres coordenadas en la diplomacia internacional Alba González Sanz
I. Saliendo de Grand Central Station En un capítulo de Doctor en Alaska, Maggie O’Connell descubre unos restos indios en su propiedad. Antes de que pueda pensar al respecto, el jardín de su casa está invadido por una cuadrilla de operarios, ha firmado un contrato de venta de las piezas objetos relacionados con la cocina y la crianza en su mayor parte, por lo tanto, femeninos y algo empieza a revolverse en su interior. Haciendo gala de su carácter áspero, rompe el contrato, echa a todos los hombres del terreno y reflexiona. En el doblaje perdemos el juego de palabras de su alegato pero O’Connell cae en la cuenta de que al final la historia la hacen ellos; nadie relata la historia de ellas (en inglés, el juego entre his-story y her-story). Más allá de lo fascinante que resulta que una teoría feminista en explosión Blusa · 8
entonces, a finales de los ochenta, se convierta en motivo central de un capítulo de una serie televisiva de éxito, importa la conclusión: Maggie y otras mujeres de Cicely vuelven a enterrar los restos mientras la aviadora lee como peculiar oración unas palabras de Mary Wollstonecraft. A lo lejos, los varones protagonistas de la serie ven estupefactos cómo bajo la tierra reposan de nuevo lo que a sus ojos son sólo objetos cuyo valor son muchos miles de dólares. Escribió la filósofa belga Françoise Collin (1928-2012) que no debemos confundir la historia de las feministas con la historia de las mujeres. Esta sección nace entonces balanceándose entre dos puntos claros: la importancia de rescatar la historia de ellas para la historia colectiva común y la prevención de silenciar a esas ellas en los nombres destacados de
quienes tuvieron la posibilidad, la capacidad y los arrestos para alzar la voz en defensa de su condición humana. Hacer herstory no es, en todo caso, un mero ejercicio de inventario que nos permita colocar nuevos nombres junto a los ya existentes, es cambiar la perspectiva de estudio del pasado. Sucede en casi cualquier relato histórico que se pretenda fiel a la realidad que la introducción de las mujeres como variable invalida la descripción hasta el momento excelente: por ejemplo, la revolución industrial europea conforma una épica eminentemente masculina que deja de ser generalizable cuando se indaga en la vida de las obreras. Porque claro, aunque la historia social tardó en verlas, también existieron. Otro ejemplo: puede contarse la guerra desde los grandes nombres de los generales y reyes, las batallas, las tácticas.
O puede contarse, como nos enseña la citada historia social, desde la perspectiva del soldado raso, sus condiciones de existencia, sus razones forzosas o voluntarias para ser leva. O, en un paso más que nos recuerda el feminismo, puede contarse también desde la prostituta en primera línea de batalla o las mujeres al cargo de familias extensas que siguen a los varones al frente o guardan la casa en difíciles condiciones hasta su regreso. Por sí solas, ni la perspectiva del general, ni la del soldado ni la de la prostituta son suficientes para dar cuenta del hecho histórico. Sucede, sin embargo, que muchas veces podemos intuir la totalidad desde la excepción. Importa entonces tener en mente la reflexión de Collin para no caer en una generalización falsamente universalista que oculte la realidad. En ese sentido, importan también las mujeres que rechazando frontalmente el término “feminista” por las implicaciones que suponía en sus contextos, han dejado tras de sí unas obras y trayectorias que desde esta lucha, desde la perspectiva de la historia de las mujeres para formar parte de lo humano, se consideran preclaras y trascendentes. Importa otro sabio consejo de la historiadora Karen Offen cuando escribe que las mujeres que escribieron o actuaron con precaución generalmente tuvieron muy buenas razones para hacerlo, lo que no debe suponer su infravaloración con respecto a feministas declaradas. Al fin y al cabo, si parte de nuestra crítica al código patriarcal tiene que ver
con desmontar las mitologías del héroe, idéntico peligro debemos soslayar al situar a nuestras heroínas. II. En los alrededores de Naciones Unidas Mi amiga Valeria Vilaseca es boliviana. Acaba de cumplir 30 y trabaja como ministra de su país ante la ONU. Me indica de forma clara dónde está su legación diplomática, cómo llega cada día al trabajo, el camino que tendré que seguir desde la estación si un día aparezco de pronto en la ciudad y quiero localizarla. Es abogada experta en derechos humanos y género. Esta semana ha sido para ella una locura: la Asamblea General ha llenado de presidentes, seguridad y complicaciones su extenuante trabajo diario. Ahora que se van, la ciudad recupera la calma. Mientras tomamos el desayuno yo pienso en la primera española con cargos diplomáticos, con voz política, ante instituciones internacionales de comienzos del siglo XX. Isabel Oyarzábal Smith. O, también, con el apellido del esposo, Isabel de Palencia. Nacida en Málaga en 1878 y muerta en el exilio mexicano casi un siglo después, en 1974, su trayectoria refleja el cambio que experimentaron muchas mujeres de la burguesía acomodada conforme los hechos políticos y sociales de los años 20 y 30 les desvelaron la posibilidad de ocupar otro lugar en el mundo.
La futura periodista y diplomática, sin embargo, padeció una educación conventual salpicada de bocanadas de libertad en las ocasiones en que viajaba a la tierra de su madre, Escocia. No cursó estudios superiores y fue un ejemplo más de mujer culta pero autodidacta. Con la muerte del padre, decide probar suerte en el teatro y para ello se instala en Madrid. Pero pronto deja las tablas por las rotativas: su dominio del inglés le permite además ser corresponsal para diarios británicos y norteamericanos, trabajo que supone el sustento económico principal de su familia. De sus inicios en una prensa “femenina”, con unos planteamientos conservadores propios de su clase, pasa a desarrollar una conciencia socialista, una idea clara de la situación de las mujeres y la infancia y una voluntad de cambio que se concreta para ella en el movimiento feminista y en la proclamación, en 1931, de la Segunda República. Contra lo que se suele decir y ya entrado el siglo XX, el feminismo en España (como en otras periferias: Italia, Portugal) es una corriente que arma su pensamiento, que comienza a exigir de forma clara la igualdad de derechos políticos no reclamada de forma unánime en el XIX, cuando era prioritario tal vez poder estudiar y trabajar. Oyarzábal no tarda en pisar esos foros y asociaciones internacionales en los que las europeas debaten el escenario mundial tras la Gran Guerra, no tarda en establecer redes y lazos. Ya con el gobierno republicano, 9 · Blusa
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la escritora obtiene plaza como Inspectora de Trabajo, puesto que estrena también para las mujeres y que la lleva a la Organización Internacional del Trabajo. Iniciada la guerra civil, recorre Estados Unidos y Canadá pidiendo apoyo para la causa republicana (25000 personas la escucharán hablar en el Madison Square Garden). Después, es enviada a Suecia como embajadora. Ante distintos foros políticos del mundo anglosajón y del norte de Europa, Isabel Oyarzábal pide ayuda, sin éxito, para la paz en su patria. Coincidió en estos espacios, a lo largo de los años, con Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin y Alejandra Kollontai. De ese contacto queda la estupenda biografía que escribió de esta última, lo que nos hace pensar en un modelo, inspiración, solidaridad compartida con una de las grandes figuras de la Revolución Rusa y del feminismo de entonces. Eleanor Roosevelt apoyará la aparición de sus memorias, publicadas originariamente en inglés: I must have liberty y Smouldering freedom. He de tener libertad. Rescoldos de libertad. De la provincia que constriñe al mundo entero como escenario de una lucha y una causa no sólo de las mujeres, también de una idea de país, de una idea sobre la dignidad en el trabajo, de una forma de gobierno posible que tenga en cuenta a todas las personas. Cuando abro los ojos Nueva York es ahora y seguimos desayunando.
III. Regresando a Nueva Inglaterra Ignoro si mi amiga Valeria conoce alguna historia de las primeras diplomáticas de su país o de otros que a lo largo del siglo pasado trabajaron en el edificio enorme al que acude cada día. Me consta que muy pocas personas del mío reconocen el nombre de Isabel Oyarzábal o el hecho de que hace casi 100 años recorriera los puntos centrales del debate político para pedir, primero, la mejora de las condiciones laborales de las mujeres y la infancia; después, el apoyo a la democracia representada en el gobierno legítimo republicano. La prevención contra el fascismo no fue suficiente y, como la historia nos cuenta, Europa nos dejó morir antes de morir después ella misma. Nos quedan testimonios, panfletos, artículos, fotografías. Salvo por algunos textos académicos y las traducciones de sus obras, Isabel Oyarzábal es hoy anónima. Nace Blusa. Sus editoras me piden una sección sobre feministas en la historia y a la cabeza vienen la herstory; los nombres de las escritoras y militantes de los años 20 y 30, las modernas, esas mujeres que son quizá una de las generaciones punteras de aquella Europa y que perdimos, malbaratada su memoria por el silencio que la dictadura impuso sobre lo que todas significaron.
Acabo de llegar a Estados Unidos, paseo por el lugar en el que Isabel Oyarzábal pidió paz para España desde la solidaridad obrera y democrática internacional. Recorro la ciudad con Valeria que también es diplomática y lo es desde el trabajo: técnica, profesional, sin cócteles o boatos de cónsul de Indias. En la sección importa pensar en quienes se dijeron feministas y en quienes decidieron no hacerlo pero no cedieron un ápice la voluntad de ser y existir como mujeres. En la sección me importa pensar genealogías, cadenas, conexiones. La joven paceña que renegocia con éxito la deuda exterior de Argentina pues su país lleva la portavocía de los otros, de los países pobres en Naciones Unidas. La mujer que con 60 años se ve abocada al exilio pero dedica su energía, entre el dolor, a escribir para clamar contra lo injusto. Esta ciudad de acero y cristal que refleja la luz del sol escondiendo vidas subterráneas, fantasmas de otro tiempo; un camino secreto que aquí, como en todo lugar, hay que recorrer. 1) He de tener libertad fue publicado en 2010 por la editorial Horas y Horas. Rescoldos de libertad, su segunda autobiografía, apareció en 2008 en Alfama. Sobre la labor diplomática de Isabel de Palencia existe una monografía reciente escrita por Matilde Eiroa San Francisco: Isabel de Palencia. Diplomacia, periodismo y militancia al servicio de la República (Universidad de Málaga, 2014). 11 · Blusa
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Alberto Acerete
Querida amiga:
Cómo me apresa esta agonía de penes. Tu vida no es un río. Tu vida, querida Britney Jean, no va al mar. La tuya es un géiser de calipos hechos aguachirri. No obstante, me chifla que lo hayas dejado. Hay cosas que no pueden salvarse. Tú pasa, tía. De verdad. Te escribo como me pediste, mientras redacto y divago sobre Orlando, ESA NOVELA. Es un libro que, calculo, se publicará cincuenta y tres años antes de que nazcas (aproximadamente). Es un magnum opus (yo soy muy consciente de mi figura referencial) que, a veces, no sé de qué va. Creo que va de ti. Tú me inspiras. Los hombres que te la lían me inspiran. Yo pienso en ti, en los hombres y en lo locas que se te ponen cuando cortas con ellos. Amo ese transtodo. La mujer más despechada es siempre un hombre con el orgullo herido. Este libro, delirante como el género, es el Dragon Kahn del tiempo y el espacio. Tú quizá lo entiendas, que para eso tienes más espíritu travesti que yo. Y Middlesex, ¿lo has leído? Nada que ver y, sin embargo, tienen que verlo todo. Como Jackie Kennedy y tú. Esa novela (la de Eugenides, digo) es como una genealogía rusa de la peluca hecha festival (con ponis y chirimoyas a modo de párrafo –esto quiere decir que está MUY BIEN–). Me dices en tu carta, amiga saltimbanqui, que qué difícil separar un hombre de una vida. O lo que es lo mismo: un nombre del tiempo y el espacio que hay en cada uno. Para que pienses sobre esto, me encantaría hacerte dos recomendaciones poéticas. La primera es De paso a la ya tan (Ártese quien pueda) de Ángela Segovia; la segunda, Ready (Arrebato libros) de María Salgado. Ambas estiran, enredan, exprimen y regeneran el idioma. Viene a ser como pintarse los labios con un cactus pero con la identidad 13 · Blusa
y la alta poesía. Ambas componen lugares, desmembran la identidad para reconstruirla. Es la medida, la reducción de los recursos aquello que genera su expansión. Ya te digo, querida, a mí están sirviéndome mucho, porque ¿qué es la identidad sino un caleidoscopio de lenguas y discursos? Reconstrúyete, querida. Aprende de ella. Supera tu discurso. Supérate. También me gustaría que te abandonases, aunque parezca al decirlo que me comporto como Massiel en una boda: educadamente. Pero sí: quiero que te abandones. No en plan loca del coño. O sea: no que te dejes físicamente (yo creo en la estética como fenómeno político, ambas lo sabemos bien), sino que permitas que te lleven, que te envuelvan como con la cinta de reina de las fiestas, pero con la de la literatura. Brilla, mar del Edén (Galaxia Gutemberg), es la mejor novela que se ha publicado en España, ese país al que haces bien en no acercarte, en 2014. Lo sé porque he hecho clic en el intertexto y, por tanto, en el futuro también, si no, de qué iba a saberlo yo. Tal basta empresa es ese libro, que lo componen tres novelas distintas. Lo popular y la alta literatura, la televisión, los rusos y Roberto Bolaño hacen una acampada accidental. Tómate unos días de vacaciones y entrégate. Le dirás al libro, claro, “desátame o apriétame más fuerte”, sin ser tú ninguna sombra de Grey. Si te encuentras aflatada, no obstante; si te ves derrengadísima; si ocurre que el odio o la locura son tu único camino y si, a pesar de ellos, tu camino es el amor, Chris Kraus te espera. Tiene mucho que enseñarte. Tanto el relato de esa pasión que bordea el acoso en Amo a Dick (Alpha Decay) como el de la crueldad insegura de Verano del odio (Eterna Cadencia) podrán guiarte. La prosa excelente de ambos, la construcción milimétrica de cada uno, te ayudará a saber qué quieres para ti y qué no. El dolor ajeno, ya lo sabes, suele ser la mejor autoayuda. Si no, Youtube nunca habría funcionado. Para terminar, y como la mayoría de tus canciones ahondan esa misma temática, quizá Vagina (Kairós) de Naomi Wolf te aporte inspiración en estos tiempos bajos. Naomi, que tanto hizo por ti y nuestras sucesoras en El mito de la belleza, vuelve aquí a indagar con excelencia, y a poner sobre la mesa temas que, de tan superados que suenan, están todavía pendientes de asimilación.
En cualquier caso, me despido, que tengo que comprar flores.
Te mando mi afecto entero, que como no pesa no me cobran recargo.
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Escríbeme cuando te plazca. Estoy aquí.
Siempre juntas. Unidas siempre,
Virginia
¿Qué pasó con Penélope? Cristina Oñoro Otero
De entre todos los logros humanos, Sigmund Freud sólo concedió a las mujeres la progenitura de uno de ellos: haber inventado el arte de tejer. En su opinión, tal invento habría servido para paliar –ocultándola– la deficiencia sexual femenina. No obstante, como recuerda la crítica norteamericana Carolyn Heilbrun en su obra seminal Hamlet’s Mother and Other Women, las viejas historias que nos contamos desde el origen de los tiempos –mitos, cuentos, relatos– nos muestran que las mujeres no tejen para ocultar sino, más bien, para revelar e, incluso, para resistir ante la violencia patriarcal masculina. Para las mujeres, tejer ha sido a menudo una forma de lenguaje, de discurso. Un auténtico modo de hablar y dar sentido al universo. Heilbrun nos recuerda algunos ejemplos de costureras célebres: Aracne, la joven a quien Minerva convirtió en araña por alardear de sus dotes de tejedora y que, para escándalo de los dioses, urdió un tapiz feminista en el que representó los engaños de Zeus para conseguir los favores sexuales de mujeres y diosas; Philomela, que tejió su violación en otro tapiz; Ariadna, que le entregó a Teseo un hilo, un hilo como los que se utilizan para coser, para que con su ayuda pudiera salir del laberinto.
Es también el caso de Penélope, a quien se ha elegido como imagen central de esta sección de relecturas feministas. Y es que quizás sea Penélope la costurera más famosa de la historia de la literatura. Recordemos que resiste la seducción de los pretendientes tejiendo y destejiendo el sudario de su suegro Laertes. Promete casarse cuando lo termine, pero, como teje por el día y desteje por la noche, permanece incondicionalmente fiel a Ulises, quien tanto se retrasa en su viaje de regreso a casa. Sabemos muy bien lo que le ocurrió a Ulises: lo encontramos contado con todo lujo de detalles entre los cantos IV y XVI de la Odisea. Lo encontramos re-escrito, citado, evocado… en miles de obras literarias posteriores. Troya, Calipso, Polifemo, Circe, Nausicaa son sólo algunas etapas de esa gran aventura épica que nos funda como europeos, como occidentales. Desde Homero hasta James Joyce no hemos cesado de plantear la pregunta por Ulises. Telémaco no ha dejado de buscar, una y otra vez, a su padre. El mito del fundamento, ¿qué pasó con Ulises?, no ha parado de re-escribirse durante miles de años. 15 · Blusa
Pero a mí me gustaría saber qué pasó con Penélope. ¿Qué tejía y destejía durante tantas noches? ¿Qué aventuras le ocurrieron mientras esperaba? Como sostiene Heilbrun, Penélope también se marchó de su ciudad, pues recordemos que era de Esparta y no de Ítaca. Así, aunque haya sido retratada como la gran sedentaria de la historia de la literatura, en rigor, Penélope es la verdadera nómada: viajera, extranjera, exiliada. Ítaca no es su casa, aunque en nuestra imaginación se confunda con ella. Lejos de su madre, sin amigas ni hermanas, sin una hija… Penélope tuvo que emprender su propio viaje en la más extrema soledad. El suyo, como el de Ulises, también duró veinte años. Pero, a diferencia de aquél, su epopeya no se desarrolló en el espacio abierto de un océano poblado de sirenas y cíclopes sino entre los cuatro muros de la casa patriarcal. ¿Qué sabemos de ese viaje de Penélope? ¿Qué sabemos de Penélope, simplemente? Muy poco en realidad. Que era hija de Icario, que era esposa de Ulises, que era madre de Telémaco. Pero ¿quién era ella?, ¿qué hizo durante esos veinte años de larga espera? No lo sabemos, pues entre el canto IV y el XVI de la Odisea Penélope no aparece. Está ausente en el relato. No podemos saber ni quién era ni qué hizo: a diferencia de Ulises, su aventura lejos de casa, su viaje personal, no ha sido contado. Y, en consecuencia, su epopeya tampoco ha sido citada ni reinventada en miles de obras de arte posteriores. Su aventura, parece, no tendría el poder de fundarnos. ¿O será que su historia está aún por escribir? Y, sin embargo, según Samuel Butler, la Odisea fue escrita por una mujer. La razón que aduce este autor es que cuando Ulises regresa y Penélope, tras veinte años de espera, lo reconoce por fin y están juntos en la intimidad de la noche, es Penélope quien habla primero. Es ella quien relata lo que le ha ocurrido a lo largo del tiempo que han pasado separados. Según Butler, este hecho sería una prueba fehaciente de que la Odisea la escribió una mujer, pues si no, sería el hombre quien hablaría antes para narrar sus aventuras. Blusa · 16
No obstante, como señala Heilbrun, no es por esta razón por la que Penélope habla primero cuando Ulises regresa. Penélope habla primero y cuenta antes su historia porque la historia de Ulises ya la hemos escuchado a lo largo de todo el libro. Concretamente entre el canto IV y el XVI, en los que Penélope, como decía antes, está ausente. Penélope habla primero porque nadie ha contado su historia. Penélope habla antes porque nadie ha escuchado su historia. Lejos de su casa familiar, sin amigas y sin una hija, sólo tiene a Ulises para hablar. Con todo, algunas mujeres sí se han hecho cargo de la pregunta por Penélope. Algunas mujeres han tratado de escribir, de soñar, de imaginar lo que pasó con Penélope. Con la madre. Lo que tejió y destejió durante esos veinte años solitarios, encerrada entre cuatro paredes. Esa madre cuyo viaje en soledad también nos funda. Christine de Pisan, Jane Austen, George Eliot, Louisa May Alcott, Virginia Woolf, Colette, Julia Kristeva, Jean Rhys, Charlotte Perkins Gilman, Leonora Carrington, Susan Sontag son sólo algunos de los nombres de esas hijas que, como el Telémaco mítico, exploraron el mundo –el lenguaje– en busca de Penélope. En esta sección de relecturas feministas que inauguramos recordando el viaje de Penélope nos acercaremos a la obra de algunas de ellas. Trataremos de buscar en libros como La ciudad de las damas, Mujercitas, Middlemarch o Al faro las huellas de esa madre que se perdió entre los capítulos no escritos de la historia de la literatura. Iremos al encuentro de su historia. Su viaje. Su epopeya. Como a Heilbrun, me gustaría pensar que durante todos esos cantos en los que no aparece, entre el canto IV y XVI de la Odisea, Penélope ha estado destejiendo las historias que se cuentan sobre las mujeres y ha estado aprendiendo a bordar una historia nueva. Por eso Ulises, que ha regresado de tan lejos, ha de escuchar primero a quien, sin moverse de casa, ha viajado al centro mismo de una nueva experiencia; ha de escuchar primero a quienes como Christine de Pisan, Louisa May Alcott o Virginia Woolf, han sido capaces de inventar, desde ese lugar, una nueva historia.
Berta García Faet Berta García Faet nació en Valencia en 1988. Es autora de los libros “Manojo de abominaciones” (XVI Premio de Poesía “Ana de Valle”; Ayuntamiento de Avilés, 2008), “Night club para alumnas aplicadas” (VII Premio Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares”; Vitruvio, 2009), “Introducción a todo” (IV Premio de Poesía Joven “Pablo García Baena”; La Bella Varsovia, 2011) y “Fresa y herida” (Premio Nacional de Poesía “Antonio González de Lama” 2010; Diputación de León, 2011). Ha sido incluida en las antologías “Réquiem por Lolita” (Fundación Málaga, 2014), “Serial” (El Gaviero, 2014), “Sangrantes” (Origami, 2013) y “Tenían veinte años y estaban locos” (La Bella Varsovia, 2011). Este no es un poema feminista Este no es un poema feminista, amigo mío. No te vayas. Como eres músico y retratista-contable, te interesará la historia de la historia del espanto de un cuerpo de círculos y rosas, reprimido largo tiempo tras cortinas y uniforme. No sé cuándo comenzó el pánico. En algunas orgías lo pasamos bien (si bien es no llegar a desgarrarse y desmallarse en la anonimia de los usados). Bien es la astucia del olvido: el placer 17 · Blusa
no estaba planeado: siempre nos descubría desde el azar desnudo: no era una técnica ni valía la pena acoplar el del otro. Tenían mucha prisa. Pero cuando por fin nos hicimos sedentarios y burgueses y comenzamos a cultivar en la tierra múltiples colores y comenzamos a parir en la tierra bienes de inversión a los que dimos el nombre de hijos e hijas. nos vinieron con el cuento de que no teníamos alma. Amigo mío, no te rías: no teníamos alma. Al principio, amigo mío, no teníamos alma: mal-éramos vasijas con pulcrísimas piernas, mamíferas-damas-hormonas de melosos pezones, administradoras (la fantasía de las secretarias les viene de antiguo), mulas, serpientes. Luego, tampoco teníamos deseo. Pues no tienen deseo los lagartos ni los bebés lactantes (aunque, caramba, las frescas hetairas –adjudicadas según broquel y plata− sí sabían charlar sensualmente de literatura y astrología). Puesto que, amigo mío, tampoco teníamos deseo los hombres llegaron a pensarse que fornicaban con pájaros (objetos decorativos a veces, y siempre tan tentadores con esos tobillos de uva), no, por supuesto, con mujeres vivas −rodajas de canciones antiguas−, aunque un destello de furia y ansia en un ojo de una joven doncella tras una violación una vez a uno le hizo dudar (moderadamente) de la tesis de la inexistencia del corazón femenino no-de-madre.
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Después, amigo mío, pasaron los dulces años del escarmiento y, sin más retraso, nos concedieron el honor de tener alma −si bien, como contrapartida, poseída por el diablo−: mal-éramos labios rojísimos-redes-de-pecados-terribles, inútiles, arpías, lloricas, caprichosas (unas fueron esposas y otras cortesanas: así, así se dividió el mundo de las pobres vaginas): si tú supieras, amigo mío: un corsé con lazos diminutos como garrapatas henchidas de bilis nos aplastaba el pecho agrietado, y vivíamos en balcones cerrados, detrás de abanicos con estampas religiosas de vírgenes blancas. Eran los tiempos del amor cortés, de la concatenación de rosarios en la concatenación de días fútiles: yo no podía besar al que quería, y si por caridad conmigo misma me saltaba todas las conveniencias prácticas y normas morales de la Ciudad de Dios y él osaba entrar por el gran ventanal del carcelero, él, o cualquier otro, él, a mi cuerpo malva o blanquecino, ni siquiera sabía encontrar mi boca. Ni siquiera podía darme eso. Y más tarde, amigo mío… ¡por una vez que nos masturbamos mutuamente nos llamaron brujas! A mi amada le quemaron el muslo con cartílagos de bestias mitológicas, y a mí, sin ir más lejos, me expulsaron del colegio. Luego, cuando las primeras “emancipaciones” en Londres y en París y en otras ciudades así tan de indigentes-en-masa (importaba más ser pobre que ser muchacha: ya lo decían las primeras marxistas), tuvimos envidia del pene −una envidia muy seria y profunda, una envidia de dentro−, y, lo más grave, una enfermedad rarísima llamada histeria (que nos diagnosticaron con un sismógrafo).
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Nos desmayábamos, lloriqueábamos, sentíamos vértigo y picor y frío, y poseíamos, según los informes más doctos, una curiosísima y sintomática –de algo horripilante: estar en el mundo– “tendencia a causar problemas”. (Más tarde, mucho más tarde, tardísimo, de nuevo en París, esto se denominó “vacío existencial” y resultó también afectar a los testículos). (Allí te conocí, amigo mío, cuando el cuerpo era axiomático lugar de recreo; también campos de flores azules y pequeñas, donde aprendimos a jugar a volley.) Este no es un poema feminista, amigo mío. Sólo tienes que saber que no siempre deambulé alegre por las calles. En otra época roja, en otro lugar gris todavía, jamás podrías haberme perseguido con la voz de la lujuria equitativa ni yo podría haberte jamás rozado el brazo con mi brazo. No te vayas: sigue así, amigo mío. Me gusta lo que haces con tu tiempo.
(poema inédito)
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Sara Torres Sara Torres (Gijón, 1991) estudió Lengua Española y sus Literaturas en La Universidad de Oviedo y en Queen Mary University of London. Actualmente realiza estudios de posgrado en King’s College, Londres, MA en Critical Methodologies. Con su libro “La otra genealogía” editado por Torremozas, ganó el Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven. www.theforestofladies.blogspot.es
El gallo rojo en el derviche He roto el jarrón mientras bailaba No lo lamento He roto el jarrón [...] Algunos pedacitos afilados como púas me entraron en la pierna Los incorporé Fue el flujo de la sangre su apremio hacia adentro He roto el jarrón mientras bailaba Una vuelta otra vuelta como el derviche El derviche se descubre la cabeza y sobre el óvalo de su cara desmorona una larga cascada de pelo oscuro y suave La cintura diminuta del derviche está quebrada bajo el vestido Los senos diminutos del derviche están atentos bajo el vestido Su danza es en territorio vedado No atendió a la prohibición el derviche no está muy segura de qué significa esa palabra No utiliza palabras para aproximarse a las cosas Su cintura diminuta está quebrada Su pecho atento a las vibraciones Tiene dos manos grandes con las que remana el aire Dos manos como cucharas llenas Derviche Ingenio de viento Molino Me he quedado conjurando Me dormí conjurando y no pude parar el ritmo de mi letanía Era una oración de llamada Yo invocaba allí [...] Allí donde estallé el jarrón yo no invocaba Lo importante no era ese rompimiento Igual sí el sonido igual sí la entrada de los fragmentos en la carne célula cerámica confundidas No medité allí donde estalló el jarrón ese lugar no lo conocí hay un desplazamiento entre la inmovilidad y la descarga El jarrón estaba muy alto en el comedor de la casa Presidía los ritos Donde se come no se baila dijeron aleccionaron a todas sus hijas donde se como no se baila La más pequeña rompió el jarrón 21 · Blusa
Derviche Urgente cobra de viento Molino Pierdes al gallo rojo de los pies diamante de la boca arcillosa que esculpe montañas de arena en el desierto A ti te silba el gallo rojo y luego muere toca una sonata de otoño un vernao en menguante Pierdes al gallo rojo en el útero del derviche Vuelves atrás te encoges: clavas una espuela en el costado del gallo Obedeces y el gallo pierde el plumaje Se infla el derviche lora la muerte del gallo
(poema inédito)
La culpa Escucha Las rodillas de este cuerpo hermoso se abren En cada articulación hay un dolor y hay un crujido Atenta Aquí la enfermedad no es una metáfora ¿Entiendes ahora lo que ocurrió esa noche? Salvajemente dispuesto aullando su deseo en la penúltima cena un cuerpo sentenciado no contempla la culpa Termina la copa en la boca asombrada que lo prueba escribe la línea final con el pulso de siempre y se permite una reverencia un gesto de estilo Parece querer dejar constancia: Así era yo cuando... este cuerpo hermoso
(poema inédito)
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Silvia Terrón Silvia Terrón (Madrid, 1980). Poeta, periodista y traductora. Dirige la revista literaria bilingüe (español-francés) Alba Paris, dedicada a la difusión de la literatura hispanoamericana en Francia, donde reside desde 2009. Coordina la sección de literatura de Spain Now!, una temporada de cultura española contemporánea que se celebra cada otoño en Londres, ciudad donde también vivió durante cinco años. Ha publicado “La imposibilidad gravitatoria”, (Ediciones Torremozas, 2009) y “Doblez” (Ediciones Liliputienses, 2014). En su poesía explora los pliegues de la realidad, la dificultad de encontrar y elegir una voz propia y los secretos que se esconden en los márgenes del pensamiento. De nuevo, el líquido I. Siempre hay algo en lo que sumergirse: una idea, una hora, algo que requiere hinchar los pulmones y descender, los ojos cerrados, hasta perder el aliento. Pero mientras, el secreto, la vibración oscilando al ritmo de las sienes. Alineados, hechos diapasón del tiempo, descubrimos el sentido del pasaje: arrugar lo que hubo, hilvanar planos, inclinarlos, hacer que unas letras se lean antes que otras. ¿Estamos para mostrar o para ocultar? Los retazos sólo pueden ser restos en miniatura de otros mares, otras tierras. Nos quedamos con la que nos tocó en suerte, plagada de fósiles-trampa. Porque están, creemos que estuvieron. Una gran máquina de escribir fue tecleándolos, tallando de un golpe formas en la roca, una historia. 23 · Blusa
“Aquí hubo agua.” Y callamos, como si eso explicase el peso de las frases, el cordón desatado, cada domingo borroso. La evolución es el mundo que desplegamos ante la lluvia: plásticos, toldos, cristal, el derrame de las luces. Aunque finjamos, cada tormenta es una inundación, reacción en cadena hacia lo primitivo, antes a merced de los elementos, hoy a merced de su idea, de la conciencia de su poder y temperamento. De un plumazo, de nuevo el líquido, sumergirse sin elección para salir a flote, sabiendo, suele ser así. II. En otro planeta seríamos otra civilización, con otros trucos para mitigar el influjo de múltiples lunas, manchas rojas en la atmósfera. Con otros patrones de sueño aprenderíamos antes a olvidar, con dedicación, con aplomo. Sabríamos del límite tras el que recordar duele: tantas veces sacando llaves, sopesando comas, recorriendo pasillos. Aquello fue… y corre el cerebro en su mecanismo de jukebox a buscar el disco. Aguja de doble filo: nostalgia y culpa. Lo no hecho. Lo que hicimos y se alejó en el tiempo, estirándose, cambiando de perfiles hasta escurrirse, cada vez más pequeño. Momentos asidos que pasaron a ser vasijas, contenedores de vapor que sudan y pierden presencia. Los ojos cerrados.
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III. Lo no hecho, lo mal hecho, lo por hacer. Como la sutil línea de puntos entre ser y estar, crear otro verbo para la acción, hilvanarlo para indicar el lastre de lo hecho: por qué regresamos, la duda o la miopía. Cargar ese verbo hasta que rebose de sentido y hacerlo desaparecer. Que la evaporación de la palabra se lleve su experiencia, el grosor de la puntada que borda o borra rostros en sus pliegues. Aun sin palabras hay cadencias en las que sumergirse, la modulación que eriza el vello y nos detiene de golpe en una calle abarrotada. Ahí, ahí quiero sentirme, en la frontera tras la que la canción renace para contar lo mismo con otra voz. Los ojos abiertos. Un azar Luminiscente.
(poema inédito)
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Alejandra Hernández Alejandra Hernandez, Bogotá, Colombia (1989). Estudió Artes Visuales en La Universidad Javeriana de Bogotá. En el año 2012 comenzó su maestría en Bellas Artes en KASK, School of Arts en Gante, Bélgica. Actualmente vive en Bruselas y a partir del 2015 será residente en HISK (Higher Institute for Fine Arts). www.alejandrahernandez.com
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Jenn Díaz Jenn Díaz (Barcelona, 1988) es autora de las novelas “Belfondo” (Principal de los Libros, 2011), “El duelo y la fiesta” (Principal de los Libros, 2012), “Mujer sin hijo” (Jot Down Books, 2013) y “Es un decir” (Lumen, 2014). Colabora con El Periódico, Jot Down, Granite & Rainbow y, en catalán, Catorze.cat www.jenndiaz.com
La hija de Ann
Eliot Diane es una mujer madura pero se comporta como una maldita adolescente. Digamos que Diane es una de esas personas que comúnmente entendemos por inútiles, idiotas, imbéciles, insignificantes, irrelevantes. No, rectifico: Diane no es irrelevante, porque es la madre de mi hija.
—Una hija enferma—
Cuando mamá o la tía o el médico o Marie Jo o los padres de Marie Jo me hablan de Diane me dicen: tu hermana. Mamá, que no es nuestra madre, nos ha acogido como hermanos, pero no somos hermanos. Si fuéramos hermanos, en ese caso, no podríamos haber tenido nuestra
—hija enferma—
Nuestra pobre hija nuestra inútil hija nuestra idiota hija nuestra imbécil hija nuestra maldita hija enferma y, Dios, ojalá se hubiera muerto el mismo día que nació porque no hacía otra cosa que complicarnos la vida a todos: a mamá, a Diane, a mí. De todos, a la que menos complicaba la vida la existencia de nuestra hija era a Diane, porque Diane es lo que podemos entender por Blusa · 32
—una enferma mental—
Marie Jo algunas tardes me decía: ¿qué le pasa a tu hermana? Yo le contestaba que a mi hermana lo que le pasaba, primeramente, es que no era mi hermana. Para empezar. Y después que era una
—enferma mental—
y que si sabía lo que es una enferma mental. Entonces le contaba que era un gusano que tienes en la cabeza y que te va comiendo poco a poco el cerebro y que cuanto menos cerebro te queda, menos lista eres y más rara. Le decía que a Diane el gusano le había comido prácticamente todo el cerebro y sólo quedaba un trocito bien pequeño. Que como no quería dejarla totalmente inútil, el gusano se había ido sabiamente hacia el corazón y se lo estaba comiendo también. A causa de ese corazón mordisqueado, había olvidado a nuestra hija. Marie Jo viene a ver a nuestra hija pobre hija porque está aburrida, tiene pocas cosas que hacer y nuestra hija, al ser una
—hija enferma—
es algo extraño y atractivo para una niña gorda y, por qué no, también un poco imbécil. Viene a verla y le he dicho que como le cuente a alguien que tenemos esta
—hija enferma—
le voy a meter un gusano por la nariz hasta que suba por sus ojos y le devore entero el cerebro. Entonces será como Diane, que aunque crezca se comporta como una adolescente, y como ella es más pequeña todavía que una adolescente, pasará a comportarse como un bebé. Me ha preguntado si nuestra
—hija enferma—
tiene también un gusano en la cabeza, porque aunque va creciendo siempre está igual, siempre se le cae la baba, siempre está en silencio, siempre se mea y se caga encima, siempre tiene la boca abierta, siempre está blanca. Le he dicho que como no cierre de una maldita vez el maldito pico le voy a meter otra cosa por la nariz y va a sangrar hasta el día que se muera. Mamá me acogió porque mamá acoge a las personas que son desgraciadas, y yo en el momento que me acogió era la persona más desgraciada que conocía y que conoceré nunca. Me había enamorado de la mujer equivocada, mi hermano quería matarme, era huérfano y estaba muy perdido. Mamá nunca ha tenido hijos y aunque lo niegue para no disgustarme no podrá tener hijos nunca, además de porque ya es vieja, porque le gustan las mujeres y una mujer con una mujer nunca podrá tener un hijo. Así que yo no tenía padres, me podía ir olvidando de mi hermano y también de la mujer a la que amaba y a la que todavía amo, y mamá era la persona que yo necesitaba. Empezó a cuidarme desde el primer momento y estoy aquí. Para mi desgracia, además de mi desgracia estaba la desgraciada 33 · Blusa
—enfermedad mental—
de Diane, y también la acogió a ella, aunque cuando la acogió a ella no parecía que Diane fuera a convertirse en la loca que se convirtió. Como esta casa es demasiado pequeña para tres personas, Diane y yo dormíamos en la misma habitación, y así es como nuestra hija se convirtió en nuestra hija. Si esta casa hubiera tenido más habitaciones y Diane y yo nos hubiéramos visto solamente durante el día, en el almuerzo, donde los animales, en la cocina… entonces no habríamos follado y digo follado aunque ella prefiera decir que hacemos el amor. Pero empezamos a dormir juntos y a veces ella tenía miedo y a veces yo estaba de humor y, Dios, joder, follamos una y otra vez hasta que se quedó embarazada. Debería haberme dado cuenta antes de que era una
—enferma mental—
la persona, o la hermana, a la que me estaba follando, y si me hubiera dado cuenta antes seguro que habría tenido más cuidado de no dejarla embarazada o directamente de no mantener ningún tipo de relación con ella excepto la de hermanos. Pero mamá insistía en que Diane es una niña muy especial, mientras que yo insistía en que especial o no, ya no era ninguna niña. No era una niña cuando me la follaba ni ahora mismo es una niña. Tampoco era una niña cuando la mandamos al sanatorio. Nunca ha sido una niña ¡joder! Yo nunca me follaría a una niña, y por eso no me follaría a Marie Jo, además de porque es una niña idiota, imbécil, insignificante, idiota otra vez. Diane podría hacer el amor con cualquier persona, y no digo esto por decir. El día que supe que estaba embarazada de la que iba a ser pero todavía no podíamos saberlo nuestra
—hija enferma—
aún no sabía que Diane tenía problemas mentales. Mama seguía diciendo que Diane lo había pasado muy mal, como si decir que una persona lo ha pasado mal fuera suficiente para disculparla de cualquier excentricidad. Maldita sea. Yo había perdido a la mujer que amaba, al único hermano que tenía y a mis padres, y no por eso cuando cojo el rifle y me da por apuntar a Diane soy mejor o hay que justificarme, y yo lo sé y mamá también, pero con Diane siempre hace excepciones y es agotador vivir con dos mujeres así, con dos excepciones. Mamá dice: Eliot no quiere hacerte daño, ¿verdad que no, Eliot? Lo que no sabe es que yo le volaría la tapa de los sesos a Diane sin pensármelo dos veces, porque entonces tendría
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—una hija enferma—
pero no
—una hermana loca—
Y ni siquiera eso, porque Diane no es mi hermana y por Dios que no va a serlo nunca. Mamá ha sido capaz de reunir en una misma casa a las dos personas más necesitadas y desgraciadas del pueblo, pero también a las más difíciles. A ella, en cambio, lo único que le pasa es que le gustan las mujeres. Ojalá mi mayor problema fuera ése y no una hija y una hermana que no es una hermana ni tampoco es una esposa. Hubo una vez que quise que mi hermano se suicidara. Que se marchara, como todos decían, a las malditas vías del tren y se dejara morir allí, porque entonces me habría quedado con la mujer que amaba y con la que amo todavía, que por supuesto no es Diane. Entonces sí sería feliz, y quizá también tendría ahora lo mismo
—una hija enferma—
pero al menos sería de la mujer a la que siempre amaré, que es precisamente la mujer a la que siempre amará mi hermano. Si no apreciara a ese imbécil, idiota, etc., lo mataría yo mismo con mis propias manos. Pero con mis propias manos sólo he sabido hacer dos cosas: tocar a Diane y apuntar con el rifle a las personas de esta casa. El día que llevé a Diane al sanatorio, ya éramos los padres de nuestra hija. Diane siempre había sido diferente: tocaba la fruta con las manos porque la tranquilizaba, se daba baños continuamente porque se sentía sucia, entraba a ayudarme cuando yo me estaba bañando. Hasta entonces nos parecía que sólo era una persona diferente, pero ya entonces estaba —enferma— aunque yo no lo supiera y aunque nuestra madre intentara perdonarle todo con su sufrimiento, con lo mal que lo había pasado antes de que la rescatara mamá. Pero entonces nació nuestra hija, y como nació medio deformada, Diane cambió por completo. Era ya una mujer, pero empezó a comportarse como una niña infantil. No quería asumir que había tenido una hija o mejor dicho
—una hija enferma—
No es que yo estuviera preparado para ninguna de las dos cosas, pero las personas adultas es lo que hacen: afrontar lo que les tiene deparado la vida. Entonces empezaron a acentuarse las rarezas de Diane, y cada vez más hacía sus rarezas hasta que se convirtieron en una desgracia mayor que ser huérfanos. Se comportaba como si no fuera la madre de nuestra hija y vale que nuestra hija había nacido con deformidades y era para matarla o para abandonarla, pero no podía hacer como si no fuera la madre de aquella niña. Y como se desentendió no le pusimos ningún nombre porque estábamos destrozados. Mamá empezó a llamarla mi dulce niña y niñita y demás ternuras, así que no nos vimos obligados a ponerle ningún otro nombre que la identificara, 35 · Blusa
porque de todas formas su madre no acababa de identificarla con nada. Estaba desesperado así que cuando la niña tuvo un año y no sabía andar, ni siquiera mantener el cuello erguido, me decidí a llevar a Diane al sanatorio. Fue allí donde conocí a los fotógrafos que después quisieron ayudarnos. Estaban haciendo un reportaje sobre aquel sanatorio, sobre aquellos médicos, sobre aquellos pacientes. Vieron a Diane y se acercaron y yo me comporté como un grosero. Me dieron una tarjetita con su número de teléfono por si algún día me apetecía charlar con ellos, pero lo que querían era sacarle fotografías a Diane con los ojos blancos y aunque Diane no sea la mujer que ame ni la mujer que ama mi hermano, no pensaba permitir que hicieran nada con Diane, mucho menos retratarla en aquel estado lamentable. Así que la dejé allí en el sanatorio bajo la orden de no fotografías y el médico me dio su palabra.
Cuando Diane volvió del sanatorio aquella vez seguía siendo
—una enferma mental—
aunque mi madre hiciera grandes esfuerzos por encubrirle todo absolutamente todo lo que hacía mal, lo que hacía como una loca. Pero no me engañaron. El día que me enamoré de la mujer de la que todavía estoy enamorado, llevaba un vestido celeste. Sabía que era un vestido que me gustaba y se lo ponía constantemente. Y cuando yo era pequeño y la veía con aquel vestido, a veces sentía grandes deseos de que fuera mi madre, pero después, cuando crecí un poco, me di cuenta de que lo que en realidad quería era que fuera mi amante, mi esposa, mi mujer. Pero ya era la amante, la esposa y la mujer de mi hermano. Me daba igual. Llevaba aquel vestido celeste y tenía un cuello de camisa de color blanco. Le decía que parecía un babero para que se enfadara conmigo, porque cuando se enfadaba me daba un empujón y me tocaba el brazo para decirme oh Eliot. Cuando decía oh Eliot era la mujer más maravillosa del mundo, pero era la mujer de mi hermano. A veces se comportaba como si fuera mi madre pero yo sé que también me deseaba. En cuanto el cuerpo se me formó y parecía un hombre, empezó a desearme. Por las mañanas venía a despertarme para que me levantara al desayuno y al principio se quedaba en la puerta, porque le daba respeto acercarse a mi cuerpo, que entonces era el cuerpo de un hombre, pero cada vez entraba más hasta que de pronto estaba sentada en la cama, en el borde, y me sacudía con dulzura. Cuando abría los ojos de golpe y la asustaba, decía oh Eliot y lo que no sabía era que a mí no había otra cosa que me gustara más que aquel oh Eliot que decía tan graciosamente.
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Era la mujer de mi hermano.
Yo habría matado por la mujer de mi hermano.
Cuando dije por primera vez te quiero detrás había un nombre y ese nombre era Rose. Estaba ¡joder! estaba locamente enamorado de Rose y todavía estoy enamorado de Rose y me moriré siendo el enamorado de Rose, pero Rose es la mujer de mi hermano, la madre de mis sobrinos, mi cuñada. Rose, a diferencia de Diane, se comportaba según su edad, y su edad era la edad de una mujer maravillosa que se comportaba como se esperaba de ella, y era tan maravillosa que decidió quedarse con mi hermano porque tenía miedo. Las mujeres maravillosas, no lo parece pero sí, también tienen miedo, y las juzgamos como si fueran sólo maravillosas y, oh Dios y maldita sea y joder, también tienen miedo. Le dije a Rose mi amada que yo podría aplacar aquel miedo con todo mi amor, pero entonces mi hermano estaba tan… digamos que era
—un hermano enfermo—
pero un hermano de verdad, no como Diane. Un hermano de padre y de madre, aunque se hayan muerto de padre y de madre. Rose dijo que no podía hacer aquello pero entonces Rose, y en eso no se diferenció de Diane, se quedó embarazada. Lo último que sé al respecto es que Rose nunca tuvo aquel hijo y también que Rose nunca más me dirá oh Eliot, porque Rose es la mujer de mi hermano, la maravillosa mujer de mi hermano, la maravillosa a pesar del miedo mujer de mi hermano. Y yo sólo seré oh Eliot un cuñado. (inédito)
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Lara Moreno Lara Moreno (Sevilla, 1978) tiene publicados los libros de relatos “Casi todas las tijeras” (Quórum, 2004) y “Cuatro veces fuego” (Tropo, 2008), los poemarios “La herida costumbre” (CEDMA, 2008) y “Después de la apnea” (Ediciones del 4 de Agosto, 2013) y la novela “Por si se va la luz” (Lumen, 2013). www.nairobi1976.blogspot.es
Je me souviens
Solía dormir rodeada de muñecos de peluche que me provocaban alergia. A veces se me hinchaban los ojos y la nariz por los ácaros del polvo. Dormía con ellos porque tenía miedo, dormía enterrada en bolsas de felpa cosida rellenas de algodón sintético con ojos de plástico y bigotes de lana. Tenía miedo del espíritu santo, por ejemplo, una paloma tétrica de pico sucio y garras afiladas que entraba volando en un oscuro pajar, aleteando a traición, robándote inexplicablemente algo muy valioso que había dentro de ti, algo irrecuperable. Era más que un misterio, era una amenaza insalvable. También sentía un vértigo que me revolvía las tripas cuando pensaba en el infinito. El infinito era todo lo que había arriba, nosotros los humanos en la Tierra y por encima de nosotros y alrededor los planetas, las estrellas, el universo, la negrura más ancha, lo que no se acaba nunca, y hacia allá iba mi mente intentando comprender alguna cosa, no sé si el origen o el fin, pero alguna cosa inhóspita que me dolía en la frente, porque detrás de todo eso inabarcable estaba dios, la única teoría, la única incógnita, una razón que me apretaba la noche hasta el insomnio. Me quedaba muy quieta entre los muñecos, me tapaba con las sábanas la cabeza y cerraba los ojos. El sueño no llegaba. En la cama de al lado, el cuerpecito flaco y pequeño de mi hermana reposaba en silencio, limpio de peluches su colchón, una respiración inaudible. Hay un momento en la noche de un niño en que encender la luz es algo materialmente imposible, porque ya no hay vuelta atrás. La única salvación era el pasillo: al fondo, la habitación de mis padres. Blusa · 38
Al fin me decidía y saltaba de la cama, descalza salía de la habitación y atravesaba el pasillo muy despacio, como si los huesos finos de mis pies de niña de ocho años pudieran hacer ruido sobre las baldosas. El recorrido era eterno, y no porque el pasillo fuera largo, sino porque yo me recreaba en cada paso, mi figura en medio de la noche avanzaba a tientas, casi congelándome en el tiempo, ya que en cualquier momento todo podía solucionarse en mi interior y quizá consiguiera darme la vuelta, regresar a mi cuarto, no interrumpir la noche de nadie, no hacer nada indebido, meterme en mi cama y dormir hasta el día siguiente, en calma. Pero ahí estaba ya la puerta abierta de la habitación de mis padres, ahí la luz de la luna o quizá de las farolas atravesando las cortinas del balcón y recortando en la oscuridad la cama enorme, las dos mesillas de noche con los libros, el cuerpo gigante de mi padre bocarriba, ocupándolo todo, su respiración fuerte que no llegaba a ser un ronquido pero que quedaba suspendida en mi propia respiración, hilo tensado, aleteo traicionero de paloma, el cuerpo de mi madre de lado, formando un triángulo en una esquina de la cama, su mano doblada sobre el hombro, una mano suave de madre que descansa. Con la delicadeza de un trapecista, todos los músculos contraídos, yo daba la vuelta a la gran cama hasta situarme junto a mi madre. Y ahí me quedaba, tan quieta como un arbolillo, espectral como un sonámbulo. La miraba. No me atrevía a hacer otra cosa, no susurraba mamá, no tocaba su brazo, solo la miraba, porque mi padre dormía al otro lado con su fuerte respiración. Que mi padre se despertase en un violento respingo, que se alzase en la cama con los ojos exageradamente abiertos y me descubriera era algo que no podía ocurrir. A veces tenía mucha suerte. Tras varios minutos, mi madre abría sus ojos verdes, asustada por mi presencia, ¿cómo notaba en sueños que yo la estaba vigilando?, farfullaba algunas palabras, ¿qué haces aquí?, una riña sin voluntad, y me dejaba acostarme con ella. Y allí en medio, entre aquellos cuerpos tan diferentes, el de mi madre y el de mi padre, procurando no mover ni una pestaña para que la vida no diese marcha atrás, conseguía por fin dormirme, incómoda, caliente, plácida, hasta la mañana siguiente. (inédito)
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Ariana Harwicz Ariana Harwicz nació en Buenos Aires. Su primera novela, “Matate, amor” (Paradiso, Lengua de Trapo, 2012) fue también adaptada al teatro y traducida al hebreo (Zikit, 2014). Además es autora de un libro de ensayo escrito en colaboración, “Tan intertextual que te desmayás” (Contrabando, 2013) y “La débil mental” (Mardulce 2014), que será adaptada al teatro en 2015.
Su corazón se levanta
Era primavera. Ella era una cara de efigie cuyana. Una momia en movimiento. Sufrió trastornos bronquiales y crisis de asfixia como consecuencia de la falta de ejercicio y del aire contaminado de la villa. ¿Vos crees que ella sufre cada anochecer y cada noche negra en su cama frente a los abismos y al levantarse con el día se pone su vestido de luz cocido por la energía amorosa de dios? No se le conoció historias ni hijos. ¿Qué son historias e hijos? Iba en su auto y despertaba adicción en los que la cruzaban, en los que la miraban desde los techos de adobe. Una vez dos hermanas gemelas la secuestraron para comérsela, de tanto que les gustaba, pero logró escapar por un conducto. Ayer llegó borracha caminando al barrio a eso de las tres de la mañana después de haber chocado tontamente su Valiant contra unos viñedos. Una patrulla la venía siguiendo cuando sin esquivar una barrera de paso, resbaló por un despeñadero. Era conocida en la comisaría. Incendios forestales, hurtos menores como animales asados o armas, actos de indecencia como conducir desnuda o sin luces para que se la lleven puesta en alguna curva apretada. De la entrada al barrio hasta llegar a su casa se cayó varias veces. Alguien dice haberla visto desde su patio, pasar como un meteorito y caer en la tierra y fulminarla. Un vecino la ayudó a entrar a su casa. Después la encontrarán colgada de un árbol. Ella sabía mucho de árboles. Sabía que son capaces de crearse ellos mismos y de alcanzar por sus propios medios alturas más allá de los siete metros. Le gustaba especialmente un viejo pino agarrado al suelo de un escollo, cercado por el viento. Los vecinos intentan reconstruir su último día pero todo es incierto, hay quienes la vieron dormir la siesta mientras otros aseguran Blusa · 40
que nadaba dando brazadas veloces. Después de descolgarla el mismo vecino la lleva hasta un pequeño monte espeso detrás del seto y la deposita. Sin alertar a la policía. Dicen que por autoincriminación, la había visto colgarse sin poder reaccionar. En el pequeño monte silencioso ella vuelve de pronto sin llegar a saberlo nunca, al único lugar del mundo que se parece a su primer cubil. Conservada en un cuerpo con el sexo clavado en ella como un machete, como una carabina que se dispara en la entrepierna mientras la limpias con un paño. Nadie la embalsama. Nadie le pone un vestido bordado sobre su cama o la peina. Su cuerpo es un caballo. El hombre no recibe denuncias de los vecinos por sus actos fuera de la ley, en la villa lo dejan hacer, la policía tiene menos trabajo, él cava y cava a la sombra, cava, pero al poner el cuerpo no entra. Intenta colocarla de costado, boca abajo, en cuchillas, pero el hueco es demasiado angosto. Entonces sigue cavando, con la lengua afuera, hasta quedarse dormido en el pozo, su baba riega la tierra. Ella queda desnuda afuera y es barrida por la lluvia primaveral. Pero la noche anterior, el tipo la deja y ella lo saluda por la ventana, dando a entender con un salto que está alegre y que no perdió el equilibrio. Repetidamente dice haberla visto llevarse la mano a la cara como alguien que palpa su bolsillo en busca de sus anteojos o monedas. Avanzada la noche y el alcohol blanco, tiene la boca tan seca como una rama, como el pico abierto de una garza. Recorre su casa viendo cómo los pies que su mamá hubiera querido finos se volvían garras. El resto duerme pero su casa sigue alumbrada. Fue entonces cuando saca una silla al jardín, pasa toda la noche con frío y al amanecer se ahorca. (inédito)
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Entrevista a Hayley Eichenbaum Patricia Sánchez
Estar frente al espejo y aplicar la crema hidratante sobre la cara, extender la base de maquillaje, pintarse los ojos y los labios. No estar contenta con el resultado. Borrar los rastros con la toallita desmaquilladora y volver a empezar. Es esta escena familiar precisamente la que recrea la artista Hayley Eichenbaum en su performance Pilot dando la espalda al público en un tocador sobre el que levitan todos sus productos de belleza. Hayley Eichenbaum es una artista pluridisciplinar de Milwaukee que se atreve con todo y que ha cautivado la mirada de todo aquel que se ha acercado a su obra que abarca disciplinas tan aparentemente distantes como la escultura, el diseño, la ingeniería, la fotografía o la performance. Una gran parte de su trabajo se ha dado a conocer gracias a su perfil en la plataforma Instagram (@interdisciplinary) a través del cual muchos hemos ido tirando del hilo de sus desconcertantes videos de objetos flotantes e imágenes de paisajes abstractos y pastel, para llegar a conocer más de cerca el universo complejo, rabiosamente femenino y personal de esta artista. La declaración de intenciones en su web personal (www.hayley-eichenbaum.com) es contundente: “Mi objetivo es producir situaciones que confronten las construcciones sociales y morales de la identidad femenina.” Durante los últimos tres años, el trabajo de Hayley trató algo tan específico como el orgasmo femenino y últimamente su análisis se ha centrado en las expectativas sociales de la mujer. Blusa · 42
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En primer lugar, me gustaría preguntarte por el origen de una trayectoria tan pluridisciplinar como la tuya en la que la interacción de diferentes lenguajes como performance, escultura o fotografía caracterizan tu trabajo. Durante años trabajé solamente dentro de un mundo muy estricto de dibujo y pintura; no tenía una intención conceptual y no me permitía a mí misma experimentar con materiales o métodos alternativos. Mi proceso era rígido y el trabajo no era original: no dejaba espacio para la empatía o la interpretación objetiva. Tuve un mentor brillante, Christopher Willey, quien me introdujo al conceptualismo justo antes de empezar la universidad. Me ayudó a descubrir que era capaz de expresar mis ideas a través de una serie de lenguajes. Me enamoré del mundo conceptual y empecé a crear con la perspectiva de que cualquier medio es válido en la medida en que apoye los propósitos de mis intenciones ideológicas. Blusa · 44
La exploración continuó cuando empecé mi carrera en el programa de Nuevos Géneros en el San Francisco Art Institute. Se animaba a todos los estudiantes a explorar libremente todos los enfoques interdisciplinares. Tuve la idea romántica de romper con el canon general en la educación que dice que un artista debe elegir solo una disciplina. Siempre intento usar el medio o la combinación de medios que mejor me ayuden a transmitir mi mensaje. Si tengo una visión que exige una técnica que soy incapaz de ejecutar, entonces busco colaborar con alguien que tenga esa habilidad. En concreto, estoy interesada en colaborar con profesionales fuera del campo de bellas artes – como ingenieros o científicos- que puedan unir su experiencia y conocimiento a los enfoques del arte contemporáneo.
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Ya te he comentado con anterioridad que tu proyecto Pilot me ha llamado mucho la atención. En él, examinas la construcción social de la feminidad con objetos flotantes. Tal y como explicas en la web de Artbable, en la performance apareces poniéndote y quitándote maquillaje durante horas en un tocador; los objetos de belleza están flotando mientras que lo único que está en el suelo y no flota son las toallitas desmaquilladoras que tiras al suelo cada vez. ¿Podrías explicarnos cuáles son las connotaciones que has encontrado sobre la levitación y cómo se te ocurrió relacionarlas con la belleza femenina y su identidad social? Siempre he asociado la idea de levitación con algo que es inalcanzable, algo así como la idea de perfección. Los dispositivos electromagnéticos que inducen a los cosméticos a levitar y dar vueltas son instrumentos poderosos. En contraste, los objetos que levitan son extremadamente sensibles. Si el objeto no se sitúa en un “lugar dulce” muy preciso sobre el dispositivo, no flotará y se caerá sobre la superficie del tocador con tanta fuerza que quedará la marca. Conceptualmente, el dispositivo es comparable a la sociedad general, mientras que el objeto que levita deviene una metáfora del estereotipo femenino. Históricamente, se espera que la mujer sea delicada. Podemos manifestar cambios de humor rápidamente. Se espera de nosotras que seamos ligeras, seres flotantes. Si no somos tratadas correctamente, podemos romper emocionalmente. Y quizás lo más importante, se espera que nuestra imagen alcance un determinado nivel de perfección. Los estándares de belleza varían de una cultura a otra, pero hay una presión determinante para sucumbir a lo que sea que la cultura ha llamado “hermoso”. Las variantes dentro de la sociedad pueden empujarnos a una posición de vulnerabilidad, donde nos encontramos a nosotras mismas tratando de encontrar un equilibrio entre los valores personales y las expectativas colectivas. Es un limbo confuso y agotador dentro del que operar. Y si no mostramos estos comportamientos o si caemos de nuestros pedestales flotantes nos puede sobrevenir la vergüenza social y personal.
¿Cuál fue la reacción del público cuando vio la performance?, ¿fue homogénea? Creo que en general tanto a hombres como a mujeres les pareció intrigante, pero por una serie de razones subjetivas: las mujeres parecieron relacionarlo a algo más personal, mientras que el sector masculino se dejó cautivar por el diseño y los elementos tecnológicos. Claro que también hubo algunas reacciones adversas también. Una frase que oí varias veces fue: “Se está poniendo y quitando maquillaje todo el tiempo… ¿y qué pasa con eso?” Para algunos fue un reto. Probablemente mis reacciones favoritas fueron las de los niños. Una niña vino al espacio y me gritó segura de sí misma, “¡Es una BRUJA!” No tendría más de cinco años, para un niño ésa era una asunción totalmente racional. Lo que más adoro de ese momento es que sin saberlo había hecho una pertinente referencia histórica; fue un comentario que se prestó al espectáculo de la performance. Creo que ese fue el único instante en el que salí del personaje y se me dibujó una sonrisa en la cara. ¿Cómo consideras que la presión social de hacer que las mujeres sientan que necesitan ser hermosas de una cierta forma se relaciona con el sentimiento de culpa por no alcanzar el esperado “resultado”? Culpa y vergüenza son a menudo sinónimos, y eso es exactamente lo que te consume cuando te sientes rechazada –bien sea por la sociedad, tu pareja, o por otra influencia externa-. Personalmente, puedo admitir que he echado la culpa a mi apariencia por el fracaso en una relación personal. A menudo he pensado “Si mi aspecto fuese diferente, hubiese funcionado”. Para evitar el rechazo, aceptamos las normas colectivas de belleza. Naturalmente se siente mejor siendo deseada, amada y aceptada. Pero a menudo nuestra relación con nuestro aspecto exterior está acompañada tanto de la culpabilidad por ceder como de la vergüenza de no sentirse “suficiente”. 47 · Blusa
¿Habrá una continuación de Pilot?
¿Hay algún mensaje particular o visión sobre las mujeres en general o las mujeres en la sociedad que te gustaría transmitir a través de tu trabajo? Quiero que el trabajo tenga un pulso subyacente que declare qué increíblemente poderosas son las mujeres. Sin embargo, de muchas formas, nos pueden arrebatar el poder y el control. A veces dejamos que nos lo quiten: queremos encajar, recibir atención o sentirnos queridas, así que cedemos ante ciertas tendencias sociales o presiones externas. Otras veces nos callamos para evitar que se fijen en nosotras o enfrentarnos. En otras circunstancias, nacemos en un mundo donde no existe la elección –sistemas dogmáticos, condiciones abusivas, e incluso retos mentales como el desorden obsesivo-compulsivo hacen creer que la idea de ganar el control es imposible. Quiero plantear preguntas sobre el momento en que perdemos el control: ¿A quién o a qué nos sometemos?, ¿a los hombres?, ¿a otras mujeres?, ¿la sociedad?, ¿la religión?, ¿a nuestros propios deseos patológicos? Y en consecuencia, ¿cómo podemos recuperar el control? Blusa · 48
Espero que Pilot tenga una larga vida. Mi intención es realizar Pilot de nuevo en el contexto adecuado –bien sea en una nueva ciudad o país en el que la vanidad mantenga un poder tremendo, o en un lugar donde las mujeres están en constante lucha por el poder. El mensaje de mi trabajo podría ser más potente en esos contextos –retar a la audiencia de una manera más vigorosa. Estoy también interesada en ver cómo la obra cambia a medida que van pasando los años y evoluciono. Cada vez que me siento en un tocador siento algo diferente. Imagino cómo será cuando me siente en esa silla en treinta años, cuando tenga menos juventud. ¿Serán las ideas de Occidente sobre la belleza diferentes entonces?, ¿habrán cambiado mis propias percepciones sobre la belleza? Estoy deseando descubrirlo. Habiendo dicho esto, me gustaría ver a otras personas sentarse en el asiento de Pilot también: una niña, una adolescente, una mujer mayor. ¿Sería el efecto diferente? Ver a una niña de siete años equivocarse con una tecnología magnética emitiría un mensaje increíblemente punzante y relevante sobre lo que la belleza significa a su edad –¡algo muy confuso!-; ver las manos veteranas y temblorosas de una mujer de 80 años poniéndose rímel… Todas las posibilidades me intrigan, y espero guiar a Pilot en esa dirección.
¿Hay alguna mujer cuyo trabajo artístico te haya inspirado especialmente a lo largo de tu carrera? Muchas de las mujeres que más me han influenciado han sido actrices, o más bien, actrices que luego se han hecho activistas, como Jane Fonda. Su papel en Barbarella en 1968 fue una gran fuente de inspiración. La película obtuvo críticas demoledoras, sin embargo, creo que una estética tan exagerada y un guión aparentemente sin sofisticación eran toda una subversión. En 1968, la sociedad estaba en medio de una revolución sexual y era el momento adecuado para un cambio en los roles de género; una película sobre una diosa intergaláctica del sexo que se movía por el espacio y el tiempo para llevar su alegría a través del placer físico era un concepto bastante tabú. Creo que Fonda se daba buena cuenta de esas características subversivas y de la naturaleza política de Barbarella. La estética de la película y su tímido planteamiento ayudaron a dar forma a la ejecución de Pilot. Otro personaje público que me inspiró fue Isabella Rossellini, dedicó mucho tiempo de su vida a ser modelo y a actuar, sin embargo abrazó abiertamente el ámbito del arte contemporáneo en 2008 en su trabajo Green Porno –una serie de televisión en la que aparecía representando los hábitos reproductivos de los animales marinos y los insectos; un trabajo que es tanto científicamente preciso como absurdamente hortera en su planteamiento. La forma en que presentó y disfrazó el contenido provocador sobre un pilar de apariencia inocente es un concepto que me intrigó – y un concepto que guió mucho de mi trabajo como universitaria. Mujeres como Fonda y Rossellini tienen verdaderas habilidades interdisciplinares. Las admiro tremendamente.
¿ Qué otros proyectos tienes en camino? Mi obsesión con lo flotante ha durado años; es un concepto que se ha desarrollado en diferentes proyectos. Creo que ahora es el momento de verdaderamente investigar su necesaria contraparte: caer. Estoy ahora empezando a explorar de forma crítica este concepto. Mientras que he asociado levitación con perfección, caer a veces puede equivaler a fracasar, o a la idea de imperfección. Y esa es una cosa a la que tengo pavor – la caída (tanto el acto de caer físico como emocional). Creo que la caída nos da especialmente miedo a las mujeres, ya que la sociedad ya nos impone una cierta fragilidad. Las próximas series se centrarán en el descubrimiento del dolor, del alivio y de la naturaleza biológica del fracaso. El concepto se realizará a través de la fusión de vídeo, fotografía digital y performance. Además, recientemente he empezado a desarrollar mi práctica fotográfica al encontrar una inspiración desbordante y apoyo en la comunidad de instagram. Aunque nunca me he considerado una fotógrafa profesional, hago que soy una en instagram – como desempeñando un papel. Sin embargo, en algún momento en esta performance, he aprendido que puedo volver al mundo 2D tanto con propósito como de manera desenfadada. Las imágenes que aparecen en mi cuenta de instagram pueden parecer que no están relacionadas con mi trabajo conceptual tan contundente. Pero la conexión está ahí…. En el fundamento de las fotos, donde la libertad y la intención colindan. 49 · Blusa
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Entrevista a Abnousse Shalmani Agustín Galli
El papel de la mujer en el mundo árabe: Abnousse Shalmani, un viaje hacia la mujer, la literatura y la modernidad.
Teniendo que devolver un libro en una biblioteca municipal de París, me encontré con un aviso que promocionaba un encuentro-conferencia presentando el libro de una escritora que desconocía, Abnousse Shalmani. El título del libro ya era provocador y atractivo, ¨Khomeini, Sade et moi¨ (Jomeini, Sade y yo). Decidí inmediatamente que asistiría al encuentro, pero me sentí en la obligación de leer el libro. Desde la primera página, quedé absolutamente fascinado por este libro que es un ensayo autobiográfico que nos transporta al Irán de fines de los años 70 y principios de los años 80, signados por la revolución iraní comandada/apropiada por un clérigo, el Imam khomeini, a su llegada a Francia en 1985, y sus descubrimientos literarios a través de la literatura libertina y especialmente el Marqués de Sade. Pero el libro es también una invitación a pensar, a leer y a descubrir nuevos horizontes literarios, a pensar la libertad, la religión, el cuerpo femenino y la problemática del velo, no solo en el mundo musulmán sino en nuestro occidente. Esperemos que en breve aparezca una traducción en la lengua de Cervantes. En nuestra entrevista, buscamos no solo descubrir su obra sino también sus ideas acerca de diferentes temas como la mujer en el mundo musulmán, la literatura libertina, Sade y la modernidad. Muchas gracias, Abnousse, por tu tiempo y predisposición. Esta entrevista abre una serie de artículos sobre la problemática y el devenir de la mujer en el mundo musulmán. A través de análisis y entrevistas, intentaremos develar, desmitificar y bucear en un universo mal conocido y enriquecedor. Blusa · 54
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Antes de comenzar con la entrevista, quiero agradecerle su disponibilidad a responder a nuestras preguntas. ¿Podría presentarnos brevemente su libro? ¨Jomeiny, Sade y yo¨ es un relato y un ensayo. Yo quería antes que nada reflexionar sobre el cuerpo femenino en el espacio público. Esta problemática se encuentra en el corazón de mi vida. Desde la infancia, mi cuerpo de mujer (ya) había sido cuestionado. Forzando a las niñas, las adolescentes y las mujeres a cubrirse la cabeza y el cuerpo, la República Islámica de Irán hizo paradójicamente surgir al cuerpo femenino en el espacio público. Su problemática se convirtió en mi obsesión. Me dije que debía contar la historia de mi cuerpo político y volver sobre mi historia personal para reflexionar acerca de lo que está en juego alrededor del cuerpo femenino. En un segundo momento, sabía que tenía una respuesta y un arma contra todos los barbudos y los cuervos (se refiere a las mujeres cubiertas de pies a cabeza, NDLR): el saber. Y quería compartir este saber, devolver la cultura, la literatura, a su lugar de liberador absoluto. ¿Por qué quiso usted escribir y publicar un ensayo autobiográfico acerca de una parte de su infancia, de sus lecturas y de su llegada a Francia, en este momento? ¨Jomeiny, Sade y yo ¨ nació de las reflexiones que conviven conmigo desde la infancia. Desde septiembre de 2001, la atmósfera de religiosidad en la cual nada Francia me resulta insoportable. Si el caso Rushdie en 1989 (el Imam Jomeiny emitió un edicto religioso amenazando de muerte al escritor Salman Rushdie tras la publicación de su libro ¨Los versos satánicos¨) y la cuestión del velo en los recintos escolares me habían ya enfurecido, esto no era nada frente a lo que pasa en el mundo desde 2001. De repente, todo se volvió religioso. O más precisamente, un pensamiento político se vistió con su ropa más bonita: la religión. Lo que se trama a través Occidente y Oriente es la ideología de los Hermanos Musulmanes. Y es el combate que debe ser inducido en la actualidad ya que el Islam político no es solamente una plaga para el Oriente, lo es también para Occidente. Es una Blusa · 56
puesta en duda de las libertades individuales, de la libertad de culto, del carácter mixto de la sociedad, de la laicidad, del derecho. Yo necesitaba profundamente escribir ¨Khomeiny, Sade y yo ¨. Es mi modesta contribución a la lucha contra el oscurantismo. Jomeiny y los “cuervos” ocuparon una parte importante en su infancia. ¿Podríamos decir que es el debut de su descubrimiento literario y femenino? ¿Fue esta represión inicial determinante para su búsqueda? Paradójicamente, sin Jomeiny, los barbudos y los cuervos yo no me habría encontrado jamás con Pierre Louys, la literatura libertina y Sade. Sin ese sentimiento preciso de injusticia que sentí cuando la República Islámica de Irán me cubrió de negro, yo no habría tenido esa sed intelectual que aún no se ha callado. Quizás porque siempre vi a mi padre con libros y que él siempre rechazó pactar tanto con los barbudos musulmanes como con los barbudos comunistas, yo hice la relación entre el libro y la libertad. Yo sabía confusamente que para combatir a Jomeini y sus esbirros, necesitaba libros, saberes, ideas. Soy una mujer, por lo que a los ojos de los barbudos y de los cuervos, yo no soy nada. No tengo derecho a existir en el espacio público – salvo si elijo el campo de mis verdugos o como aquella política argelina que reclama la poligamia dado que es mas válido varias mujeres que una amanta. Lo rechacé instintivamente, no quería desaparecer por el hecho de ser una mujer. Quería reir y bailar, correr… y golpear a los niños. Yo era peleadora y las otras chicas no luchaban. Entonces, sí. Sin mi infancia iraní, sin la revolución, la guerra y el exilio, no habría elegido las armas que descubrí en Francia y que me posibilitaron mi combate: la belleza de la literatura y la fuerza inimitable de las palabras que destruyen los prejuicios. Francia ha sido la tierra de acogida donde usted pudo descubrir sus inquietudes literarias, humanas y femeninas. ¿Aquella Francia abierta se transformó en un país más cerrado y conservador, no solamente en relación con las mujeres sino al ser humano en general?
No es solamente Francia quien se cerró y quien desarrolló un reflejo puritano. Es un movimiento general que empujó el fin de las ideologías. La naturaleza siente horror por el vacío, así como el hombre. Este reflejo puritano colectivo es impulsado por una crisis de los valores políticos, sociales y culturales. Así, los trabajadores no tienen más contratos de trabajo indefinido, los niños viven peor que sus padres, las desigualdades crecen cada vez más en tiempos de crisis y son más visibles y chocantes; el capitalismo gira en círculo y ya no se autorregula; el miedo por el futuro pesa sobre las espaldas de las clases populares y medias; los políticos son tan mediocres como la cultura ambiente; la búsqueda desesperada de lo ¨guay¨ y lo fácil, etc. Pienso que, frente a tanta incertidumbre, porque el espíritu de nuestro tiempo ya implica el estudio y la profundidad, la mayoría se refugia en lo que se convirtió, con la fuerza de la costumbre, en los valores ¨ancestrales¨. Lo que hace que la situación sea explosiva, es que los países en vías de desarrollo viven también una crisis de valores. En la ocurrencia, los países orientales viven también una crisis de valores donde el hambre y la falta (de trabajo, de libertad, de elección), el inmovilismo y la corrupción, sin olvidar el trabajo de terreno que efectúan los Hermanos Musulmanes desde principios del siglo XX, empujan a las poblaciones hacia los valores ancestrales del Islam. ¿Quién habría imaginado, digamos en los años 80, que palabras como blasfemia o censura o lapidación se convertirían en algo corriente veinte años más tarde? Tengo la sensación de una protección ilusoria que anida en el pasado, en gestos tranquilizadores y paralizados. ¿Contra quién? No comprenderé jamás el miedo hacia el otro. Allí donde yo no puedo ver más que novedad, curiosidad, saber, otros no ven más que peligro y pérdida. Creo en el cosmopolitismo descendiente de las Luces, creo que hay siempre un libro a ser leído, una costumbre a ser descubierta, un rito que nos hace reflexionar. Por el contrario, no estoy a favor del multiculturalismo que acepta todo lo que existe y que favorece la especificidad de una nación y que debe defenderse porque es una tradición. Es estúpido.
Me resulta espantoso quemar a la viuda junto con el cadáver de su marido o la ablación de las mujeres. No me interesa si es una tradición ancestral. Hablo desde un punto de vista no occidental sino humano y digo que son tradiciones bárbaras que afectan a la dignidad humana. Estoy en contra del sistema de castas, lo cual no significa que tire a la basura toda la cultura india. En Francia, el derecho inalienable a tener relaciones sexuales de manera forzosa con una mujer fue costumbre durante siglos. Pero habrá siempre lectores y habrá ideas que circulen y que nos salvarán. Sí, es la crisis, y sí hay un retorno de lo puritano, y sí la situación es tensa, y sí la atmósfera es de angustia. Precisamente, es ahora o nunca que deben salir los libros, desempacar las ideas, combatir argumento por argumento las tentativas de paralizar al hombre y la mujer como figuras impuestas par el dogma nacido del miedo. Entonces sí, creo que es ahora mas que antes el momento del pensamiento y de los libros. La ignorancia constituye el nido de los miedos. ¿Por qué Sade y la literatura libertina? ¿Y por qué estas lecturas generan aún miedo? La literatura libertina es un arma que preparó los espíritus a la Revolución Francesa. Fue un movimiento que barrió en el transcurso de los años los prejuicios que mantenían a los individuos bajo la dominación del Rey y del Clero. La fuerza de la literatura libertina se encuentra ahí: en la Historia. Creo que es una lectura alegre y potente, siempre teñida de humor. Poco a poco a través de las aventuras en las cuales el héroe, al igual que su ropa, se retira y los cuerpos se liberan del corsé moral, el espíritu vuela ya sin el perjuicio que frena el vuelo de la Libertad. Encontré entre las páginas de estos libros como derribar a todos los barbudos existentes. En la literatura libertina, la búsqueda es siempre la libertad. Hay que leer la literatura libertina hoy para descubrir que debemos estar orgullosos de nuestra cultura nacida en las Luces y tener argumentos contra aquellos que pregonan a Dios. Somos hijos de las Luces. Lo cual significa que tenemos el libre arbitrio y la razón, la igualdad, el carácter mixto de la sociedad, la tolerancia, la educación, 57 · Blusa
la democracia y el derecho. Que la democracia no sea perfecta, que las clases sociales continúen a reproducir un esquema, que el sistema educativo deba ser revisado, todo aquello que deba aún ser pensado ya que nada debe permanecer estancado, no quita nada a la belleza de las Luces. Deseo a todos los habitantes de la tierra poder un día vivir en esta democracia imperfecta que nos preserva de buena parte de las injusticias y miserias. Sade es totalmente diferente. Para hacer rápido, allí donde las Luces buscan una universalidad del Derecho que funda lo general, Sade preconiza lo singular. Teme las leyes que el quería que fueran lo menos numerosas posibles para que no puedan entorpecer singularidad humana alguna, ninguno de sus deseos. Desde hace dos siglos, Sade es pensado, criticado, alabado, destruido, fantaseado, disecado. ¡Es de una riqueza y de una complejidad extraordinaria! Resumiendo, para mi Sade fue el gran liberador. Por dos razones muy precisas. Primero, la fuerza de las palabras. Malas palabras. La potencia de decir palabras sucias, prohibidas, vulgares, de boca de una mujer. Es regocijante. Nunca había leído nada de esta índole y nunca he vuelto a leerlo. Segundo, Sade es una lectura ¨física¨. Y es poco decir que tenía una relación compleja con mi cuerpo-político, mi cuerpo de mujer. A partir del día que el fue recubierto por el velo, se convirtió en algo fundamental el defenderlo. De repente mi cuerpo tenía un sentido. Ya no será despegado de mi cabeza. Y allí, en las páginas del Marqués, yo descubro un autor que se dirige tanto a mi cabeza como a mi cuerpo. Y las ideas en Sade no pueden dejar de lado al cuerpo. Es fascinante y totalmente revolucionario. Leyendo a Sade, barrí de un solo golpe todas las ideologías, todas las ideas, toda la sacralidad en bloqueaban mi espíritu. La soledad que siguió a esto duró solo un tiempo: podía construir. Sola. Hacer elecciones precisas, afilar mis ideas. Es necesario reconstruir después de Sade. Y es un regalo maravilloso. Blusa · 58
Sade siempre dio miedo, y siempre generará miedo. Esta allí para eso y para recordar al hombre su terrible singularidad, esta ahí para recordarnos que no somos nada, que podemos desaparecer y que la tierra no irá peor, que todos los sistemas políticos están condenados al fracaso, que la erotización del mundo es un hecho, que sólo el deseo puede tener un sentido. ¿Por qué la obsesión de los obscurantistas (barbudos, curas, rabinos, imanes, cuervos, etc.) por el cuerpo femenino? La larga y dolorosa historia del cuerpo femenino! Dado que las mujeres son capaces de dar a luz, el cuerpo femenino ha siempre estado en el corazón de los temas políticos, políticos, económicos. El sistema patriarcal que ha sido el sistema dominante en todos lados redujo a la mujer a ser un ser inferior. Su cuerpo, objeto de deseo, de descendencia, de fascinación, de peligro, ha sido siempre esclavo del derecho. Cubrirlo, reducirlo, diferenciarlo. El cuerpo femenino es siempre un tabú. Sólo ella tiene derecho de disfrutar y de hacer disfrutar a quien ella quiere y quiera. No necesariamente está resuelto. Y no sólo en Oriente. ¿Es una de las causas que explican la discriminación de la mujer en las sociedades musulmanas su discriminación en el campo educativo? Estoy persuadida! Hay que precisar aquí que el problema educativo no concierne solamente a las mujeres sino también a los hombres. Necesitamos mas escuela, mas universidad, más excelencia en el espacio oriental para dar a los ciudadanos la posibilidad de ponerse en contacto con otros saberes, otras maneras de ver el mundo, Dios, la sociedad, usos y costumbres. Las mujeres son más excluidas del sistema escolar pero esto no quiere decir que los hombres acceden fácilmente. La educación y la cultura son las dos armas que pueden transformar la situación de una sociedad. Para una mujer ir a la escuela y aprender, es la posibilidad de no dejarse encerrar nunca más por un sistema discriminatorio. Es eso lo que la escuela debe hacer para todos: ofrecer la posibilidad de una elección.
¿El velo es necesariamente, o representa, la represión de la mujer? Otros autores consideraron el velo como una forma de acceso a la modernidad para las mujeres musulmanas. ¿Usted no teme y arriesga que su obra sea vista como un análisis occidental u orientalista del problema de la mujer en los países musulmanes? En Irán, después de la Revolución de los Mollahs, las mujeres han sido más numerosas en la universidad. Muchas familias tradicionales que rechazaban enviar a sus hijas a la universidad del Shah por temor a que sean pervertidas, aceptaron dejarlas estudiar ya que portaban el velo y que la Universidad se había islamizado. Lo cual significa que la censura había actuado al nivel del saber. Si los estudios científicos podían difícilmente ser censurados, no es lo mismo para la literatura o la historia. Es difícil en estas condiciones tener roce con otras culturas o de poner en duda la cultura dominante. ¿Hay apertura? ¿Los estudios no deben ser antes que nada una puerta hacia lo otro? ¿No debería la duda ser la base de todo proceso intelectual? ¿Cómo sería esto posible en una universidad donde Nabokov, Zola o Simone de Beauvoir están prohibidas? El velo es una tumba para la mujer. Absorbe con el un mundo donde la diferenciación es tal que bloquea toda tentativa de independencia. Una mujer usa el velo por qué su cuerpo es tabú, por qué su cuerpo descubierto es una incitación al deseo. Reducir la mujer al deseo, es es rechazarle el derecho a la humanidad, el derecho a la palabra, al espacio público. El velo nunca ha sido un pedazo de tela anodino. Cuenta una historia de las mujeres que no habla más que de encierro, de analfabetismo, de maternidad, de inferioridad. El famoso pudor de las mujeres, su inocencia y su debilidad: esto es lo que vehicula el velo. Finalmente, es el signo exterior del Islam político más reconocible. Es así: desde que el Islam político toma el poder, la primera de las leyes es cubrir a las mujeres. Es significativo y nos dice: en esta sociedad las mujeres y los hombres no tienen ni los mismos derechos ni los mismos deberes. Y esto que debe ser combatido.
Quiero expresarme sobre la cuestión del punto de vista occidental. No es cuestión de imponer las Luces al mundo. Se trata de ponerlas a disposición. La universalidad de los Derechos del Hombre es eso: el libre servicio. EL Irán actual es un país de paradojas para la mujer. Treinta y cinco años después de la revolución islámica la mujer iraní ocupa un lugar mas importante que en otros países musulmanes, pero lejos no solamente de las sociedades desarrolladas sino de algunos países asiáticos o latinoamericanos. ¿La mujer iraní puede cambiar su situación bajo este régimen político? Las mujeres trabajan en Irán. Tienen títulos universitarios, son jefas de empresa, profesoras, periodistas, médicas, etc., es cierto. Pero en el derecho la mujer vale la mitad de un hombre, como en caso de violación, donde es la mujer la que es condenada por provocación. ¿Es posible para la mujer elegir el celibato o vivir sola? No. Tanto que no esté casa, debe vivir con su familia. Los títulos universitarios son esenciales, pero el lugar de la mujer en la sociedad civil y política lo es igualmente. No tener el derecho de ejercer su libre arbitrio reduce la mujer a un estatus inferior. Derribar la República Islámica es la única solución. Pero no es posible en la actualidad. No hay oposición organizada y por otra parte la sociedad se ha acostumbrado. La única solución para las mujeres es existir en el espacio público donde el derecho es reconocido. Las revoluciones árabes parecían ser un cambio real para el futuro de los países de la región. Casi cuatro años más tarde, el proceso parece ir en dirección de un invierno islamista, sino es ya una realidad., donde el lugar de la mujer parece empeorar. ¿Hay similitudes con la revolución que usted vivió? Jamás hacer comparaciones en Historia. Es peligroso. La revolución iraní fue una respuesta al sistema autoritario del Shah bajo la dominación estadounidense. Las revoluciones árabes de 2011 son una respuesta a los 59 · Blusa
sistemas autoritarios corrompidos y bloqueados. Ya no hay guerra fría, y el contexto impide toda comparación. La expresión ¨revoluciones árabes¨ no tiene demasiado sentido. Egipto ha vuelto a ser poseído por los militares, Libia se sumergió en una lucha entre tribus que Qadhaffi había logrado contener, Argelia está entre las manos de la Dictadura del FLN, Túnez continúa la vía abierta por Burguiba. Escuché la semana pasada en la radio a un tunecino que venía de votar decir: ¨Es Burguiba que creó Túnez, después del buen Dios¨. El terreno había sido preparado por su Historia. Tengo mucha esperanza en Túnez. Es en un país de nueve millones de habitantes que las mujeres son más activas ya que han sido reconocidas por el derecho hace cincuenta años. Y ellas no tienen la intención de dejar escapar derechos costosamente adquiridos. Incluso si la situación no es ideal, hay esperanza. Siempre hay esperanza. Siempre. ¿Considera usted que el mundo occidental promotor de los Derechos Humanos, de la Democracia y de la Libertad está en retroceso? ¿El lugar de la mujer puede también verse comprometido? Nosotros, ciudadanos, debemos defender nuestros logros y de estar orgullosos de ellos. La democracia y la libertad no están nunca totalmente derechos adquiridos. Necesitamos defender lo que hace de nosotros seres autónomos y conscientes. No se debe tener miedo, no debemos nunca elegir el camino de la facilidad. Cuando escucho hablar de cultura cristiana en Francia, me ahogo. Estamos sobre todo impregnados de la cultura de las Luces más que de cristiandad. Levantemos la cabeza y estemos orgullosos, en Europa, haber logrado sobrepasar tragedias, errores, para conseguir este sistema. Incluso aunque sea imperfecto, nos permite movernos en el espacio público sin temor de ser detenidos por nuestras ideas, nuestras creencias, nuestros sexos. Somos libres sin saberlo realmente.
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¨Khomeiny, Sade et moi¨, publicado en Ediciones Grasset, Paris, 2014.
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Aloma Rodríguez
Mi matrona me cayó bien en la segunda o tercera visita: le pregunté si creía que tenía que apuntarme a yoga para embarazadas y me respondió con una pregunta: “¿Por? ¿Haces yoga?”. No, no hago yoga. Me dijo que había hasta taichí para embarazadas y que era un negocio perfecto ponerle “para embarazadas” a todo. Antes de que saliera por la puerta me dijo, a modo de despedida: “Ve a nadar que la espalda sí que te va a doler”. No sabía cuánta razón tenía, pero le hice caso. Empecé a ir a nadar a la piscina cubierta de la calle Farmacia. El primer día me acompañó una amiga, siguiendo el consejo de mi madre: “por si te ahogas”. Iba dos días a la semana. Veía a otras embarazadas nadar sin cansarse. Me acuerdo de una que llevaba un bikini y no paraba a descansar entre largo y largo. A veces coincidía con la clase de natación para embarazadas. En los vestuarios de la piscina supe con qué frecuencia siempre menor de la deseada visitaban sus hijos a las señoras y fui objeto de toda clase augurios, que se contradecían, basados en la sabiduría popular: el embarazo me favorecía (aunque nunca me hubieran visto no embarazada), así que esperaba un niño; las chicas hacían que la embarazada estuviera más guapa, aunque lo pasara peor; las chicas son mejores, los chicos más cariñosos; el parto de las chicas es mejor; normalmente, las primerizas se retrasan; normalmente, las primerizas se adelantan… Blusa · 62
Durante los primeros meses, lo que más sentía era vergüenza. Vergüenza porque ya no bebía alcohol. Vergüenza cuando tuve que decirle a mi médico de cabecera al que veía por primera vez que estaba embarazada. Vergüenza cuando la ginecóloga que me hizo la ecografía de confirmación dijo “inquilino único”. Luego llegarían la pereza y el hartazgo de que cualquier desconocido se creyera con derecho a proyectar sobre mi tripa, cada vez más pesada, deseos, sueños o supersticiones. Creía que ya no podría soportar más miradas enternecidas ni suspiros de comprensión y empatía. Las otras embarazadas de la piscina no despertaban tanta ternura y yo me preguntaba si mi melena rubia y mi cara redonda podrían ser la explicación de tanta sonrisa complaciente. Terminé por unirme al grupo de natación para embarazadas unos días después de la amable invitación de la profesora. Al terminar la clase, las embarazadas ocupábamos todas las duchas ante las molestias evidentes de las señoras que venían de la clase de aquagym. La señora de la limpieza no se atrevía a decirnos nada, así que podíamos salir impunemente de la ducha sin que nos riñera por dejarlo todo lleno de agua. Después nos untábamos cremas para protegernos de las estrías. Me daba miedo que empezáramos a hablar de semanas, ecografías, marcadores, nombres y planes de parto. En cuanto había un amago de todo eso, me escabullía para no ser una embarazada que se junta con otras embarazadas a hablar de sus embarazos. Casi todas las que íbamos a nadar teníamos la misma matrona. Delgada, con el pelo corto y gafas; a la vuelta de navidades me había dicho, después de pesarme, que me había pasado con el turrón. A todas les caía mal. Les parecía muy seca. A mí me gustaba que fuera seca. El único reproche que podía hacerle es que un día me provocó un ataque de pánico porque no podía escuchar el latido del feto y lo achacó al aparato. “A veces va mal”. Eso y el leísmo cuando me preguntó: “Tú le* notas que se mueve”. Llegué a casa y saqué del fondo del armario la bolsa de papel en la que había escondido un aparato para escuchar el corazón que le había dejado una compañera de trabajo a mi novio. Ese aparato que causó una primera discusión sobre el tipo de madre que no quería ser me quitó el susto. Me parecía que su brusquedad era un método de protección frente a mujeres hormonadas y asustadas, en la mayoría de los casos, llenas de dudas y preguntas. En cuanto abrí la puerta me dijo que tenía cara de cansada. Y luego me dio ánimo: “ya no te queda nada”, dijo. “Estoy cansada porque ayer salí hasta tarde”, tenía ganas de decirle, pero me sentía culpable y creía que eso me costaría una reprimenda. Ya me había levantado y estaba a punto de salir: noté la mirada enternecida cayendo sobre mí. Luego suspiró y me dijo “hasta pronto”. 63 · Blusa
Entrevista a Luisa Fernández Pantoja “Luisa Terremoto” Helena Astorga Llego a la casa de la Tata Luisa y está pelando judías verdes en su patio, con un cubo entre las piernas y un mandil amarrado a la cintura. Por delante me queda una tarde en familia. Un ratito de charla en el patio, ponemos la mesa, comemos unas ‘papas’ con carne, un gazpacho que ‘quita el sentío’, y adelante. La tele de fondo, unos duermen la siesta en el sofá, otros en los dormitorios, y nosotras sin parar de charlar. Su salón invita a que hablemos de buen flamenco. Paredes enteras llenas de fotografías de la saga de los Terremotos ¡Casi na’! Fotografías que enseñan los más íntimo, el lado más familiar, a la vez que grandes momentos del flamenco de la mano de Fernando Terremoto, Fernando Terremoto Hijo, la mujeres de la Peña Terremoto.
Cuéntame la relación de la familia Terremoto con el flamenco desde sus inicios. Por parte de mi ‘pare’ y de mi ‘mare’, toda mi gente era artista pero no se dedicaron a ello. Todos cantaores y bailaores. Mi familia empezó con un cantaor que se llamaba Juan ‘Mojama’, que hoy está considerado en el mundo flamenco uno de los mejores cantaores que ha dado la historia. Era primo hermano de mi abuela. Él quedó en la historia como un cantaor de genialidad. A partir de ahí, salió un tío mío, hermano de mi padre, que era bailaor: ‘El Cali’. Fue el primer Terremoto que hubo. Blusa · 64
Le llamaban ‘Terremoto’ porque era muy malo cuando chico. Se lo llevó Concha Piquer como bailaor de su compañía a Argentina , cuando era muy pequeñito, y se quedó a vivir allí. En Argentina, se buscó la vida como artista, como bailaor. No volvió a España hasta 40 años después. Y luego salió mi ‘pare’, que no era ‘Terremoto’. Mi ‘pare’ tenía de apodo ‘El Perillo’ pero se quedó finalmente como ‘Terremoto de Jerez’. Al cabo del tiempo de morir mi ‘pare’ salió mi tía ‘María Soleá’. Mi gente ha sido artista siempre: mi tía Juana la del Pipa, que era tía de mi ‘pare’, Antonio el Pipa, primo segundo nuestro. Artistas. En mi familia todos tenían cualidades de sobra para ser artistas.
Y luego mi hermano Fernando -Terremoto Hijo- que empezó como tocaor. A mi madre le dijeron que mi hermano iba a dar un festival en la Peña Antonio Chacón y ella creía que iba con la guitarra. Pero no, iba hacer su presentación como cantaor. Cuando vinieron y nos dijeron que el niño iba a ser cantaor, lo llamó y le preguntó si se veía capacitado. No te digo llegara a la altura de ‘popa’ (Terremoto de Jerez), pero respeto a él había que tenerle. Él jamás desprestigiaría el nombre de ‘popa’. Y desde entonces está cantando. Y en vuestra familia, ¿ sólo ha habido una mujer que se dedicara profesionalmente al flamenco? Sí, mi tía ‘María Soleá’. De la familia terremotera la primera mujer artista fue María ‘Soleá’. Los Rincones son la misma ‘camá’ que los Fernández y los Fernández dieron muchas familias de artistas: los Pipas, los Parrillas, los Terremotos o los Zambos. Nosotras, mi hermana Juana y yo, hemos cantado y bailado siempre. Pero es desde que mi hermano Fernando hizo las zambombas que se llevaban de las peñas al Teatro Villamarta cuando comenzamos a trabajar más. La primera zambomba, en el año 2000, fue todo un éxito. Fue una zambomba que mi hermano Fernando dirigió y en la que se creó un repertorio completamente nuevo de villancicos, algo fuera de lo que normalmente se había presentado. Éramos personas jóvenes, las socias de la peña. Éramos todas mujeres, amas de casa, a las que mi hermano Fernando supo aprovechar, y sacar, el arte y el conocimiento del baile y el cante que tenemos todos los gitanos. Efectivamente, todas tenían cualidades. En el 2002, hicimos la zambomba en el Club Nazaret de Jerez y se volvió a hacer en el Teatro Villamarta en el año 2005, con el mismo cuadro de mujeres pero con todo renovado, villancicos nuevos. Fernando es uno de los referentes de la navidad de Jerez como innovador.
¿Cuándo empiezas tú a dedicarte profesionalmente al flamenco? Porque entiendo que en tu vida el flamenco ha estado siempre. Yo empecé yendo a aprender a bailar sevillanas. Por bulerías jamás. Nunca. Las sevillanas, quieras tú o no quieras, tienen sus pasos y sus vueltas y no sabía bailar por sevillanas. Yo era chica, tendría 14 ó 15 años, y quería ser bailaora. Entré en la academia de Cristobal ‘El Jerezano’ que estaba en La Plazuela. A partir de ahí, empecé a bailar en las fiestas privadas que se hacían para la gente que venía a visitar las bodegas de Jerez, donde daban cena y espectáculo flamenco después de la visita. También empecé a ir con mi ‘pare’, le tocaba las palmas. Por ahí empezó mi carrera. A las bodegas venía gente de todo el mundo, gente importante, y los señoritos de esas bodegas les agasajaban con una cena y un flamenco. Eran fiestas privadas para las que se montaban cuadros. En el que iba yo, venían Capullo, Joselito de la Melchora, Rosario Soto; éramos chavalitos. A nosotros nos llevaban las bodegas que estaban peor económicamente y se ganaba menos. Mi ‘pare’ también iba en estos cuadros pero con gente de su generación. Vivía todo el invierno de sus fiestas porque en verano trabajaba en los festivales. Pero durante el invierno eran esas fiestas las que le daban de comer. Era diferente el caché de las fiestas que en un festival ¡Ni pensarlo! También trabajé con la compañía de Tío Manuel (Manuel Morao) ‘Gitanos de Jerez’ y con mi hermano- Terremoto Hijo- con quien hacía espectáculos y televisiones a las palmas y al baile. 65 · Blusa
Foto: Ruven Afanador Blusa 路66
¿En aquella época ya había festivales? Mi ‘pare’ empezó en la Sala de Fiestas de Casa Maribar en la que trabajaban Tío Borrico, mi ‘pare’ y más artistas. Era un bar con un tablao donde cantaban. Allí salían fiestecitas e iban por poco dinero, por lo que saliera. Con mi ‘pare’ primero nos fuimos a Madrid. Empezó en ‘Los Canasteros’, en ‘El Duende’ y en ‘Las Brujas’: los tablaos flamencos de aquella época de Madrid. El invierno lo pasábamos en Madrid y el verano en Marbella porque el mismo dueño del Tablao Las Brujas abría un tablao en verano para los extranjeros en Marbella. Mi ‘pare’ donde quiera que fuera íbamos nosotros. Toda la familia. Él jamás se ha ido solo a ningún lado. Cuando nos íbamos a Marbella, alquilar el chalé costaba 75.000 u 80.000 pesetas. Te estoy hablando de hace 40 años. Pero allí se trabajaba mucho porque los extranjeros a las siete de la tarde cenaban y veían un espectáculo de flamenco y después, a las doce de la noche, se hacía otro espectáculo al que asistía la jet set. Quince años después, mi ‘pare’ quiso volverse a Jerez, cuando ya era conocido como ‘Terremoto de Jerez’. Ya tenía su nombre y su reconocimiento. Ahí es donde empezaron los festivales todos los veranos. Entonces, retomamos. Después de las fiestas privadas, ¿ cómo siguió tu carrera artística? Lo primero que yo hice para salir de España fue con Javier Latorre y la Fundación Villamarta; una obra de teatro que se llamaba ‘Viva Jerez’. En esa obra estaba mi hermano Fernando, Merceditas Ruiz en sus comienzos, María del Mar Moreno, Manuel Zarzana, Antoñito Malena, Rosario Soto ‘La Cochocha’, El Londro, Angelita Gómez, Santiago Lara, Mateo Soleá; algunas de las grandes referencias del flamenco de esos años. Como bailaor no iba ningún hombre porque, recuerdo que, se hacía la farruca pero la hacía Mercedes Ruiz vestida de hombre. Antiguamente la farruca era un baile de hombre, nunca la bailaban las mujeres. Ya hoy en día sí. La presentación fue en Jerez, luego fuimos a Londres, Barcelona y Madrid.
En este espectáculo se contaba cómo se bailaba y cantaba en Jerez. Se hacía una parodia sobre cómo los flamencos escapaban del duro trabajo en la gañanía a la conquista del nuevo mundo. Se cantaba por trillas, farrucas, seguiriyas, zambras, alegrías. Hoy en día se encuentran pocas mujeres que se dediquen profesionalmente, fuera de la disciplina del baile, al flamenco. Yo, con el espectáculo que recientemente he salido mucho al extranjero, ha sido con ‘Mujerez’. Juana la del Pipa, Dolores Agujetas y La Macanita al cante. Curra Jirigaña y yo al baile. Cinco mujeres y dos tocares. Como tocaores han venido Moraito, Diego del Morao, Manolo Parrilla y Antonio Higuero. ‘Mujerez’ ha viajado a muchas ciudades: Amsterdam, Bruselas, Niza, Bilbao, Madrid, Londres, Barcelona. Ese espectáculo no lo habrá, ni se hará, más bueno. Imposible. Ahí estaban los estandartes del cante femenino de Jerez. Yo he llorado sentada en la silla en el escenario con Dolores cantando por martinete, con mi prima Juana la del Pipa por tangos y por soleá. Ese eco de la Macana… Después de este espectáculo dejé de bailar. ¿Por qué no decidiste dedicarte al baile profesionalmente? Yo iba a ser artista. Cuando fui con Cristobal aprendí a bailar por alegrías. Pero me enamoré de mi marido y antes no era como ahora. Hace 42 años los noviazgos eran diferentes. Yo tenía novio y no me veía yendo a los a sitios a actuar. Económicamente a mi no me hacía falta. Además, yo era hija de quien era, y yo no llegaba a la altura de esa genialidad de mi ‘pare’. Era bailaora y palmera, y me decían Luisa Terremoto. Veía que ese apellido era muy importante. A mi hermano Fernando la guitarra se la inculcó mi ‘mare’ a la fuerza y le decía siempre: ‘con el nombre de popá tienes bastante’. 67 · Blusa
¿Qué te parecen la generaciones que están llegando? Felipa del Moreno está muy cualificada pero no ha llegado aún. A mí de niñas jóvenes de hoy, Helenita de mi alma, la Macana, que se hace unas seguiriyas y un cante por soleá. La gente joven hace hoy en día cantes más festeros: sus tangos, sus alegrías, no se entremete ¿Me entiendes lo que te quiero decir? Mercedes Ruiz es una bailaora de ‘échate pa’ allá’. Muy buena. Buenísima. Mira, y la hermana de Antonio de Reyes, Remedios Reyes, es una cantaora muy buena. También está Esperanza Fernández que es una artista con muchos proyectos. Estrella Morente que ya está consolidada. Yo creo que en la mujeres jóvenes hay poca afición por lo puro, y la que sale, sale cantando temas o acostumbra a ser corista de otros artistas. No son generaciones que se sienten a cantar por soleá ni seguiriyas, han optado por otras líneas. También está Mara Rey, aunque cantando detrás, canta por derecho para bailaores. Los niños se atreven más con lo puro. Está Jesús Méndez, Enrique de Remache, Rafael el Zambo. Hay pocas niñas que se sientan a cantar. Puede que haya menos afición al cante por fandango o seguiriyas. Lo puro se ha perdido.
‘qua’ y el flamenco ‘pin’ no sale ni uno. El flamenco puro se ha acabado. Los festivales casi están perdidos. Mira los programas. Además, hoy en día un chiquillo que se ponga por derecho y cante por malagueñas, tarantos, seguiriyas o soleás no tiene donde caerse muerto. Porque tampoco lo llaman.
Para dedicarse a esto hay que querer ser artista e intentarlo. Ir aquí y allí, si no se quedan en las fiestecillas y ya está. El flamenco se ha desprestigiado. Todo el mundo quiere ser artista. Todo el mundo se cree artista.
‘Viva Jerez’. Flamenco Festival Londres 2008 https://www.youtube.com/ watch?v=vnM03t7MyhQ
¿Cuál es el futuro del flamenco si las generaciones que vienen supuestamente no están contribuyendo a que se conserve y enriquezca? Yo creo que el flamenco no tiene futuro. El flamenco, flamenco, lo que yo entiendo como flamenco, futuro desde luego no tiene. En ningún sitio. Con el flamenco ‘folk’, el flamenco Blusa · 68
El flamenco se perderá con el tiempo o quedará ‘cogíito con palillos’.
Enlaces: María Soleá. Jerezanos de leyenda https://www.youtube.com/watch?v=LjlRohEwujo
Fernando Terremoto https://www.youtube.com/ watch?v=4SmEVgoxvEs ‘Mujerez’ https://www.youtube.com/ watch?v=VmZ5OUiHs7U Zambomba de Jerez. Fernando Terremoto Hijo https://www.youtube.com/ watch?v=Wc0Jpy85JKc
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“Se dice poeta”: Entrevistamos a Sofía Castañón, directora del documental Sara Herrera Peralta
Intercambiamos varios e-mails sobre la entrevista. Sofía Castañón está de vuelta de Salamanca, donde ha presentado el documental después un buen número de presentaciones, cuando recibimos las respuestas a preguntas que nos hacíamos sobre la acogida de esta película documental en la que ella, Juan Tizón y el resto del equipo de producción y rodaje, proponen una mirada de género al ponorama poético contemporáneo.
Blusa · 70
Carmen Camacho
¿Qué es “Se dice poeta”? Se dice poeta es un largometraje documental. Es el resultado de dos años de trabajo. Es el ofrecimiento a quien lo ve de una serie de preguntas que una tenía y que puso en común con admiradas poetas de su generación. ¿Cómo y por qué nació el proyecto? Nació de aquello que rechinaba dentro de esa idea de igualdad lograda que se nos aseguró. Nace de encontrar una serie “fallos en Matrix”, que en mi caso eran dentro del ámbito de la poesía, pero que podrían ser en cualquier otro. Nace para compartir esas preguntas, para aprender de las poetas de mi generación, para poner en común.
Alba González Sanz ¿Con qué dificultades te has encontrado antes y durante el proceso? Al movernos por la geografía, los rodajes han sido muy intensos. Esto es: poco tiempo y mucho que grabar con mucho desplazamiento. Los problemas que pueden surgir con esas premisas son fáciles de imaginar. La otra dificultad la encontramos en montaje y era una dificultad anunciada: con 17 horas de entrevistas, encontrar el modo de elaborar un discurso en menos de 96 minutos fueron muchas jornadas frente al ordenador boli en mano. 71 · Blusa
Habéis tenido ocasión de presentar el documental en varios festivales hasta la fecha, ¿cómo está siendo la acogida? La acogida está siendo muy buena, mejor de lo que el propio equipo que hemos hecho la película esperábamos. Hasta la fecha se ha proyectado en festivales, filmotecas, salas comerciales, espacios de arte... de Logroño, Avilés, Albacete, Londres, Oviedo, Madrid, Burgos, Barcelona, Salamanca... Y en los próximos meses ya hay muchas más cerradas.
Imagen del documental “Se dice poeta”
Las redes sociales están empezando a hacerse eco de las proyecciones, ¿hay algo que os haya sorprendido, entusiasmado o decepcionado ahora que el documental puede verse? Cada coloquio que tiene lugar tras la proyección -y que entendemos una parte más del proyecto- nos ha sorprendido, enriquecido, emocionado y activado nuevas preguntas. Yolanda Castaño Una vez terminadas las presentaciones del documental, ¿cómo podrá verlo el resto del público? ¿Tenéis alguna fecha prevista? La fase actual es la del circuito de los festivales y otros encuentros de exhibición. Nuestra idea es que pueda verse más adelante en alguna plataforma digital y, claro, que alguna cadena de televisión se interese por el asunto del que estamos hablando y lo emita.
Erika Martínez Blusa · 72
El equipo de Blusa está convencido de la necesidad de iniciativas como la vuestra, ¿rescatas para nuestros lectores algunas estadísticas significativas sobre la visibilidad o presencia de creadoras en festivales y premios o en cuanto a su obra artística en general? Me parecen incluso más elocuentes las cifras que da Ana López Navajas en un estudio publicado por la Universidad de Valencia y que se refiere a los libros de texto en secundaria. Esta investigadora ha visto que de cada 100 nombres propios que se estudian, 93 son de hombres y 7 de mujeres. Como bien apunta Carmen Beltrán en la película, parece que el mundo lo construyen hombres y mujeres por igual pero cuando te pones a estudiar resulta que las mujeres no aparecen. Y esto es dejarnos sin referentes. Más información: www.sedicepoeta.es
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Foto: promoci贸n tUnE- yArds Blusa 路 74
Entrevista a Merrill Garbus, alma de tUnE- yArds Patricia Sánchez
Qué vemos. Qué paisaje dibuja nuestra mente cuando empieza a sonar el primer acorde, el primer golpe de percusión, la primera caricia de unas cuerdas vocales. Escuchar música puede parecerse al sentimiento de intemperie en medio de una página en blanco o de un desierto sin calor sofocante, la melodía va penetrando por los poros de la piel por ósmosis, se eriza el pelo y reina la sensación de desamparo, de estar plenamente a merced de la música. Estas impresiones se hicieron verdad cuando tUnE- yArds salió al escenario del teatro en Vigo el pasado 29 de noviembre. Con los rasguños de su voz y las palmas de su Rocking Chair, nos dejó allí, en medio de ese campo blanco impoluto, de ese desierto de clima amable donde por un segundo volvimos a la infancia al sentir que vivíamos esa experiencia por vez primera. Creímos que estábamos en una sabana en África, una sabana de pobreza dolorosa pero donde la vida late fuerte, y vimos bailar frente a nuestros ojos un corro de niños con su alegría y su pulso. Y otra vez el golpe, y otra vez, y otra vez. La música nos desplaza de nuestras butacas y agarramos fuerte de la mano al amor, a la amiga que está a nuestro lado. Nuestro cuerpo
se divide entre un eco largo y profundo que se reconoce en esos latidos pegados a la tierra y el desconcierto ante la certeza de no haber escuchado un sonido similar hasta entonces. No sabemos dónde estamos pero nuestro corazón escucha atento sin poder clasificar este sonido como nuevo o primitivo, sabe que la única opción es dejarse llevar. Nos percatamos de que presenciamos algo que agradecemos: un sonido propio, y ya podemos abrir los ojos. Sobre el escenario con la energía del viento, Merrill Garbus galácticamente ataviada lidera una tribu que disfruta a su compás. Como un torbellino, golpea las baquetas, toca el teclado, se graba, canta con una garganta multiétnica. Le acompañan un bajo, una batería y dos coros que conforman dos versiones de la feminidad y que con sus gestos y su cuerpo interpretan las canciones como si su piel se fundiese en los personajes que las habitan. tUnE- yArds es un espectáculo de música y performance que no se parece a nada que hayas presenciado antes. 75 · Blusa
Nikki Nack Trayectoria “Supongo que soy una música hecha a mí misma, no tengo mucha formación clásica pero vengo de la música folk que aprendí de mis padres. Mi madre es pianista y me enseñó el instrumento cuando era joven. He tenido un montón de educación musical, algo de ópera, percusión, algo de cantar a capella del Renacimiento y de cantar canciones pop en la universidad,” nos cuenta Merril Garbus. Nada de este auténtico desconcierto y estimulante goce que es acudir a un concierto de tUnE- yArds es fortuito. Merrill Garbus estudió en la prestigiosa institución académica sólo para mujeres, Smith College, de la que también fue alumna la poeta Sylvia Plath, a quien Blusa homenajea en su portada. Garbus reconoce estar continuamente formándose; para su último disco, Nikki Nack, estuvo yendo hasta a clase de baile. En su biografía destaca, además de su formación en una variedad de disciplinas artísticas, como el teatro y el manejo de marionetas, y musicales, su espíritu viajero y explorador. Ha pasado una larga temporada en el continente africano, ha estudiado en Kenia y su más reciente viaje a Haití ha supuesto una gran influencia para su último disco. “La educación ha sido todo para mí. Mi familia puso mucho énfasis en ella y siempre teníamos presente que había mucho de lo que aprender en el mundo: música, lengua, historia, etc. Es mi curiosidad acerca del mundo y lo que atestiguo en mi propia comunidad y los lugares que visito lo que hace a tUnE- yArds ser lo que es. Mis letras incluyen temas como la injusticia, la política, temas medioambientales… reflejan el modo en que funciona el mundo,” nos explica Garbus. Blusa · 76
Nikki Nack es el tercer álbum de tUnE- yArds, el más intrépido de un ya valiente y nada convencional recorrido desde su debut en 2009 con Bird-Brains pasando por Whokill, con el que se ganó las alabanzas de la crítica musical; son discos que se asientan sobre su voz acompañada del ukelele y una base rítmica con gran influencia africana e incluso algo de hip-hop. Nikki Nack es un paso más hacia un sonido innovador, ecléctico y más sofisticado. Las canciones de su último disco tienen como base una melodía más clara y pegadiza, con influencia haitiana, arreglos complejos y ritmos de percusión, consiguen aunar de forma sorprendentemente natural tradiciones musicales tribales con cosquilleos electrónicos y mensajes contundentes en sus letras donde hay una clara conciencia política. Según ella misma cuenta en las conversaciones en las que desentraña el proceso de creación de Nikki Nack, la grabación de este disco fue distinto a los anteriores que habían surgido a partir de canciones que ya había tocado en directo. En esta ocasión, el trabajo fue muy metódico y requirió de gran disciplina y ensayos diarios. Esta intencionalidad en la formación del disco junto a la visceralidad con la que se sienten nacer las canciones de Garbus pueden explicar la determinación con la que recibimos su música. En realidad, lo que le importa es poder seguir tocando para quien quiera escucharla. “El disco ha sido muy bien recibido en muchos aspectos. A otros les causa rechazo, realmente no es para todo el mundo. Trato de no leer demasiado la prensa porque no puedo preocuparme demasiado sobre cómo se percibe. Si tenemos un público para quien tocar, considero que ya hemos tenido un gran éxito.”
Foto: Federico Álvarez 77 · Blusa
España y Voces Femeninas tUnE- yArds y el mundo Las letras de tUnE- yArds están llenas de mensajes que hacen referencia a un compromiso social con el mundo que nos rodea, como en la punzante constatación de “no water in the water fountain” o en “The Real thing” donde canta audaz “I come from the land of slaves/ Let’s go Redskins, let’s go Braves!”. “No creo que necesite hacer una declaración de principios en mis canciones, sino presentar ciertas situaciones que quien escucha puede valorar por sí mismo. Por ejemplo, las letras de “Water Fountain” no son específicamente políticas, pero pueden hacerte pensar en la falta de agua, o las letras “your fist clenched my neck we’re neck and neck” quizás no tengan demasiado sentido pero pueden evocar unos sentimientos muy poderosos en una persona.”
Del Festival Voces Femeninas sólo tiene palabras positivas: “Voces Femeninas es un festival increíble y parece que Galicia se da cuenta del regalo que supone. No es nada habitual que música hecha por mujeres, específicamente, sea respetada y se le preste atención. Tener la experiencia de viajar con este festival, centrado en las voces de mujeres, y ver a un gran número de público yendo a los conciertos ha sido algo verdaderamente inspirador y que me llegó al alma.” Igualmente halagadoras son sus palabras de su paso por España: “Es raro ser bienvenidas como una familia en un país que no conoces. Creo que la gente en España tiene un sentido diferente de lo que es calidad de vida, y lo que es importante en la vida. Buena comida, cercanía con los otros, celebración… nos lo pasamos de maravilla.”
El papel de la mujer
Música para todo el mundo
El papel de la mujer es otro de los temas que emerge en las canciones de tUnE- yArds. Alrededor de la canción “Time of Dark” hay una reflexión sobre el papel de los músicos hoy en día y particularmente sobre ser mujer y dedicarse a la música. En concreto, esta canción está muy influenciada por Khaira Arby, una cantante de Mali a la que Merril Garbus suele escuchar y que admira por haber seguido su pasión en un lugar donde dedicarse a la música no es nada sencillo. De entre las mujeres que le han inspirado, Garbus menciona entre otras a Bonnie Raitt, Joni Mitchell, Miriam Makeba, Selda, the Lijadu Sisters, Nina Simone, Erykah Badu y Lotte Lenya.
Merrill Garbus tiene claro que su música no sólo nace desde una multitud de hogares geográficos sino que también tiene vocación de llegar a todos los públicos: “Espero que nuestra música alcance a todo tipo de gente. Desafortunadamente hay limitaciones, como cuánto dinero tiene que gastarse la gente para ver nuestra música o comprarla, y hay públicos a los que atraemos más, como los lectores de Pitchfork, pero espero que a medida que crezcamos, más y más gente, mayor y más joven de diferentes países, clases y visiones políticas se acerquen a nuestra música.”
“Cada vez hay más mujeres en la escena indie, espero que pronto no tengamos que hablar tanto de una división de géneros y que simplemente podamos ver a las mujeres como potencias importantes en la escena musical. Como productora, creo que hay más espacios para que la gente pueda empezar a abrir su mente a la idea de que haya mujeres productoras. Espero producir más discos para otra gente y estar implicada en que más mujeres jóvenes puedan aprender las habilidades necesarias para la producción y la tecnología.” Blusa · 78
¿Qué es lo que depara el futuro para tune Yards? “Ojalá lo supiera. Espero que haya más música, y mejor música, y que cada vez tengamos una visión más clara del proyecto.” Por mi parte, sólo deseo que tUnE- yArds vuelva pronto porque su música, su actitud y su arte contienen la esencia de todo lo que elijo y prefiero. Mientras tanto, os invito a ver sus videoclips que son una buena muestra de la valiente propuesta musical y artística que nos ofrece.
Foto: Federico Álvarez 79 · Blusa
Foto: Federico Álvarez
VOCES FEMENINAS El festival Voces Femeninas nació en 2008 como un espacio en el que dar cabida a grandes intérpretes y compositoras de todo el mundo, algunas con gran predicamento en sus países y en la escena internacional, reivindicando el talento de toda una generación de intérpretes y compositoras. El festival permite dar a conocer al gran público en España a artistas increíblemente dotadas en un formato íntimo y próximo. La premisa para la selección de las artistas es que no hayan hecho una gira en nuestro país y que sean las mujeres las auténticas líderes de la formación musical. El festival se celebra siempre a finales de noviembre, coincidiendo con el Día Internacional contra la Violencia de Género.
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Foto: Federico Álvarez
Por él han pasado artistas como Nina Kinert (Suecia), Basia Bulat (Canadá), Sharon Van Etten (Estados Unidos), Lisa Hannigan (Irlanda) o Azure Rey (Estados Unidos). En su edición 2014, el Festival volvió a repetir en Madrid, Ourense y Vigo, y contó con la voz dulce y melodiosa de Olöf Arnalds y con la fuerza ecléctica de tUnE- yArds.
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