CONSTRUIR URUGUAY 100 AÑOS DE LA CÁMARA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL URUGUAY
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EPIGRAFE : REFERENCIA TEXTUAL DE APOYO A LA IMAGEN
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EPIGRAFE : REFERENCIA TEXTUAL DE APOYO A LA IMAGEN
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100 AÑOS DE LA CÁMARA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL URUGUAY LA HISTORIA DE LA CONSTRUCCIÓN
CONSTRUIR URUGUAY PABLO VIERCI
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ÍNDICE
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Prólogo
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Introducción
19 CAPÍTULO 1
Inicios
47 CAPÍTULO 2
Las primeras décadas del siglo xx: espíritu dinamizador
79 CAPÍTULO 3
Infraestructura
117 CAPÍTULO 4
La casa propia
139 CAPÍTULO 5
Escala internacional de Punta del Este y el desarrollo de Colonia
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CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 11
Etapas de la construcción y cambios tecnológicos
E l rol de la Cámara de la Construcción
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CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 12
Claves para perdurar y crecer
El desafío de la productividad
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CAPÍTULO 8
Camino a la excelencia
227 CAPÍTULO 9
El punto de inflexión de los años 2000: la crisis y las grandes obras
248 CAPÍTULO 10
Internacionalización de las constructoras uruguayas
CAPÍTULO 13
La agenda futura
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PRÓLOGO
Con motivo de la celebración de los 100 años de su fundación, la Cámara de la Construcción del Uruguay tuvo la iniciativa de convocar a un grupo de actores relevantes de la industria para realizar este libro, con el objetivo de presentar una aproximación a la historia de la construcción en nuestro país. El desafío era grande, pero el resultado nos ha dejado muy conformes: al pasar estas páginas, el lector podrá encontrar las realizaciones más destacadas del patrimonio de construcción de Uruguay. El recorrido se inicia en la Montevideo amurallada, y en las fundaciones de Colonia del Sacramento y la Villa de Melo; edificios emblemáticos como el Teatro Solís; los primeros barrios populares; grandes realizaciones en las primeras décadas del siglo XX como el Palacio Legislativo o el Estadio Centenario; el boom de Punta del Este y el desarrollo de Colonia; las grandes obras del siglo XXI; un sinnúmero de construcciones que conforman un rico patrimonio edilicio. En simultáneo, el lector también irá encontrando el desarrollo de infraestructura en sus distintas formas: el agua potable, el saneamiento de Montevideo en el siglo XIX, del que fue pionera en América, la red vial, los puentes nacionales e internacionales, el ferrocarril, los puertos, las ramblas, las represas, la generación de energía eólica y solar, el aeropuerto; obras todas que constituyen el patrimonio de infraestructura. En algunos casos fue el Estado el impulsor de grandes obras, en otros, la iniciativa privada fue la responsable del empuje de la construcción con importantes desarrollos. El Estado y el sector privado se han complementado para construir el país que hoy tenemos. Resultan también enriquecedores los testimonios y visiones de algunos empresarios de la construcción que son entrevistados, así como de autoridades de nuestra Cámara. Surge claramente de estas páginas que el país cuenta con un activo muy importante en las empresas del sector construcción, que están en permanente desarrollo y expansión, incorporando tecnología, innovando, con capacidad de respuesta ante nuevos retos. Creemos que este libro es un valioso aporte a la historia de la construcción en Uruguay y confiamos en que conocer este rico patrimonio nos impulse hacia adelante, para
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enfrentar los desafíos que tenemos como país, que permitan una mejor calidad de vida para su gente. En nombre de la Cámara de la Construcción, vaya nuestro agradecimiento para todos los que lo hicieron posible.
ING. DIEGO O’NEILL PRESIDENTE CÁMARA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL URUGUAY
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MONUMENTO A LA PAZ DE CAGANCHA, CALLE 18 DE JULIO.
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INTRODUCCIÓN
La construcción acompaña la hazaña humana. Donde el hombre pasa, construye, deja su traza. La construcción en Uruguay corre en paralelo con la propia historia del país, constituyéndose en el espejo en el que se proyecta. Acompaña la peripecia uruguaya desde antes de ser república, pautando nuestro derrotero y dejando a la vista nuestros trazos identitarios, lo que somos y proyectamos. La construcción refleja ese matiz humanista en escala, que tanto nos diferencia, en un continente de exuberancias. Como lo señala el ministro de Transporte y Obras Públicas, Víctor Rossi, en entrevista con esta publicación, «el Estado a través del ministerio correspondiente, los privados representados en la Cámara y las diferentes instituciones forjaron el Uruguay que hoy conocemos, el patrimonio, la estructura del país. Por eso coincide que rondan el siglo: la Cámara cumple 100 años, el MTOP 110, el puerto de Montevideo 108. Vamos entonces de la mano en la construcción de Uruguay». Por su historia y su geografía, Montevideo y Uruguay nacieron como ciudad y país de encuentro, en los límites americanos de los reinos de España y Portugal, zona de grandes transferencias y conflictos de fronteras. Un país y una construcción abierta a las corrientes artísticas que pasan, dejando sus huellas. Los pocos vestigios del mundo precolombino son propios de tribus indígenas dispersas y escasas, a diferencia de otros virreinatos. Lo primero, en términos constructivos, es el toldado sencillo y el rancho, le sigue la vivienda de cubierta inclinada y a fines del siglo xviii la vivienda-patio con techo de azotea, de influencia canaria y andaluza. El Cabildo colonial es el que dicta las primeras reglamentaciones referidas a la edificación, como el mantenimiento de la línea de fachada y el establecimiento de servidumbres. Son nuestros primeros pasos en la historia constructiva.
1 En este caso se hace una suerte de licitación para hacer el faro, se presenta el plano y se encarga la obra. 2 «A la vez la construcción tiene un impacto importante en el empleo, un impacto más importante que los cotizantes al Banco de Previsión Social (bps) que existen. Los cotizantes tienen un pico de 80 mil personas en 2014, en 2017 son 55 mil, pero al analizar la Encuesta Continua de Hogares que hace el Instituto Nacional de Estadísticas, que releva en qué actividad se desempeñan las personas, 120 mil responden que son trabajadores de la construcción, lo que incluye a los que trabajan por cuenta propia, a quienes hacen refacciones, o son proveedores o empresas que están en la periferia de la construcción a efectos del bps, sumados a los trabajadores informales», señala Gabriel Oddone.
Durante el período colonial la demanda de construcción dependía del Estado, que contrataba para sí y también para la Iglesia. Había arquitectos como Tomás Toribio –el primer arquitecto del Río de la Plata–, ingenieros militares y maestros de obra cuyo título era, muchas veces, un título de hecho. Miguel Estévez, sucesor de Toribio, continúa la obra del Cabildo y realiza la Capilla de la Caridad o del Maciel. Ramón Artagaveytia será en tiempos de dominio portugués el encargado de la construcción del faro en la Isla de Flores.1 Otros nombres se van sucediendo y exponiendo la experiencia constructiva colonial. Una vez declarada la independencia, sobresale el lenguaje neoclásico que enaltece la naciente República, cuyo principal símbolo es el Teatro Solís. La capital decimonónica exhibe, poco a poco, el deseo de integrarse a la economía del mundo. En el último tercio del siglo xix, el eclecticismo va urdiendo el tejido urbano, mediante distintos ejemplos residenciales. Florecen en diferentes construcciones del Centro de la capital los balaustres, molduras, pilastras, cornisas, mansardas, bajorrelieves y herrerías, mientras cada vez más barrios se consolidan en los alrededores. Las arquitecturas modernas se van insertando sin rupturas, respetando las particularidades de los espacios urbanos donde se construyen. Montevideo y las principales ciudades del interior irán albergando un rico patrimonio edilicio, con una variedad de estilos que incluyen el neoclasicismo, el eclecticismo, el art nouveau, el art déco, un racionalismo de base moderna y, también, manifestaciones propias de arquitecturas post y tardo modernas. No menor es el desarrollo en infraestructura, como puentes, carreteras o represas hidroeléctricas. Se trata de un verdadero patrimonio que debe analizarse y valorarse. «La industria de la construcción juega un papel relevante en Uruguay», indica el economista Gabriel Oddone, director del Centro de Estudios de la Industria de la Construcción de Uruguay (ceeic), en entrevista con esta publicación. «Su contribución al pbi es hoy de un 9%, aunque ha oscilado a lo largo del tiempo, porque antes era el 6%».2 El hecho de que la construcción emplee a entre 120 y 130 mil personas en una población económicamente activa de 1.700.000 habitantes, o sea el 7% de la población, habla de un sector significativo de nuestra economía. ¶
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INICIOS
1 FUNDACIÓN DE MONTEVIDEO PORTUGAL AVANZA POR EL ESTE BASE NAVAL DEL ATLÁNTICO SUR EL CASCO ANTIGUO DE MONTEVIDEO DESPUÉS DE LA COLONIA URUGUAY EN EL SIGLO XIX . EL CENTRO DE LA CAPITAL SIGLO XIX Y LA INICIATIVA PRIVADA TEATRO SOLÍS OTRAS OBRAS ALUMBRADO PÚBLICO - AGUA POTABLE PRIMERA CIUDAD DE AMÉRICA CON SANEAMIENTO LOS PLANES DE SANEAMIENTO URBANO
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INICIOS
La primera ciudad que se creó en la Banda Oriental fue portuguesa, Colonia del Sacramento, en 1680. España respondió fundando una ciudad en el puerto natural de Montevideo, en 1726. Desde los orígenes, lo que ahora conocemos como Ciudad Vieja fue el corazón de un territorio mayor, que concentró las actividades políticas, administrativas, comerciales, productivas y culturales. Su área interior alberga un rico patrimonio edilicio, donde sobresalen la plaza Matriz, la Iglesia Catedral y el Cabildo. Tras la independencia se demolieron las fortificaciones de la ciudad colonial, a partir de 1829, y se delineó la Ciudad Nueva que contaba con unas 160 manzanas ubicadas en el Campo de Marte, cuyo eje es la actual 18 de Julio. La iniciativa privada dejó las principales huellas en la construcción del Montevideo decimonónico. La arquitectura residencial fue generando tejido urbano y consolidando importantes tramos de ciudad, pero también esa iniciativa dará lugar a las grandes edificaciones como el Teatro Solís, que comenzó a construirse en 1842 y que conforma una de las obras más calificadas del país. Se destacan también en ese período sus principales mercados, como es el caso del Central (1865), la casa de Francisco Gómez, hoy Junta Departamental (1870), el Palacio Estévez (1873), el Club Uruguay (1886), el Palacio Santos (1886), el Ateneo de Montevideo (1886), la vivienda Vaeza (1887), el Hospital Italiano (1890) y la Estación del Ferrocarril Central General Artigas (1893). En el interior del país sobresalen los edificios de las jefaturas políticas y policiales, edificios militares como cuarteles, cementerios como el de Paysandú y Fray Bentos, programas culturales como el Ateneo de Salto y teatros como el de Young y el Larrañaga, ambos en el litoral uruguayo. Otros íconos constructivos del siglo XIX son las obras de infraestructura, como la iluminación, el agua potable y en especial el saneamiento: Montevideo fue la primera ciudad de América en contar con este servicio, cuya red de alcantarillado data de 1854.
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VISTA DE LA BAHIA DE MONTEVIDEO DESDE LA FORTALEZA DEL CERRO.
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Montevideo amurallada, fortaleza y puerto, fue una ciudad de tardía fundación dentro del contexto colonial. Nuestra historia se forjó en medio de un conflicto mayor, entre los dos imperios navegantes y conquistadores que se dividieron toda América del Sur, la Central y parte de la del Norte: España y Portugal. El diferendo de estas dos potencias venía de lejos, desde el Tratado de Tordesillas, en el siglo XV, cuando Portugal y España trazan los imprecisos límites de las Américas que le corresponden a cada conquistador ibérico. El tiempo de unidad entre ambas coronas, como resultado de bodas reales, amainó esos conflictos durante 60 años. El Tratado de Tordesillas se reinterpretó muchas veces como un acuerdo escurridizo, que permitió que los portugueses se sintieran con derecho de fundar Colonia del Sacramento en 1680, frente a Buenos Aires, en el lado oriental del río Uruguay. Fue bastión militar y centro de intercambios comerciales con la Buenos Aires española, impulsando la ilícita tradición del contrabando portugués y de su aliada Inglaterra. Después de fundar Montevideo, los españoles conquistaron Colonia del Sacramento, en 1762. Los sucesivos cambios de dominio dejaron su huella en la construcción de la ciudad, con una fusión de estilos y sistemas constructivos propios de portugueses, españoles y, más tarde, republicanos.
Fundación de Montevideo
1 Mariano Arana fue además catedrático de Historia de la Arquitectura. 2 Así lo señala la revista Montevideo Ciudad Abierta, editada por la Intendencia de Montevideo (número 1, segunda época).
«El rey Felipe V insta al gobernador de Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zabala, a que funde una ciudad en el puerto natural de Montevideo como consecuencia directa de la presencia portuguesa en Colonia del Sacramento», puntualiza el arquitecto Mariano Arana,1 exintendente de Montevideo y exministro de Vivienda, en entrevista con esta publicación. Iniciada una ocupación portuguesa de la bahía de Montevideo, el
gobernador Zabala actúa rápida y eficazmente, desalojando al enemigo e iniciando una tarea fundacional y pobladora. Por eso Montevideo nació tardíamente, en la Nochebuena de 1726, cuando el capitán Pedro Millán, por órdenes del gobernador de Buenos Aires, hace la delineación de lo que sería el núcleo originario de San Felipe y Santiago de Montevideo, un verdadero fuerte urbano en las inmensidades del territorio colonial español. La ciudad amurallada tendría un parapeto con batería artillada siguiendo la ribera, y por la parte de tierra, un cordón de murallas que corrían desde el Cubo del Sur –Rambla Sur y actual calle Treinta y Tres–, por la calle Brecha y desde Las Bóvedas y Cubo del Norte, aproximadamente por Bartolomé Mitre, confluyendo en la Ciudadela. Esta última conformaba una verdadera fortaleza, cuya piedra fundamental fue presumiblemente colocada en 1742 y finalizada hacia 1780.2 El predio donde hoy está la plaza Zabala alojó durante más de un siglo el edificio llamado El Fuerte, construido entre 1766 y 1770, destinado inicialmente a la actividad militar y más tarde a residencia y oficina de los gobernadores. Montevideo se creó con casas de piedra y ladrillo cocido. La mayoría eran de una planta y de tejados. Más tarde aparecen las casas de azotea y mirador. Las llamadas Leyes de Indias planteaban un urbanismo inteligente, que permitía suavizar los efectos del pampero mediante un trazado a medios rumbos, que evitaba que las calles tuvieran direcciones cardinales: Norte-Sur, Este-Oeste. Este es el inicio de un tiempo constructivo marcado por el empleo del sistema «a la porteña» –vigas y correas de madera más ladrillo– que solo dejaría paso, más tarde, a la bovedilla y sus apoyos en vigas metálicas, hasta la década de 1870. Otros componentes empleados en la construcción serán el cuero –en las primeras cubiertas, fundamentalmente–, la madera engalanaría las mejores puertas de cuarterones y el hierro se aplicaría casi exclusivamente en la conformación de rejas y herrajes.
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FUERTE DE SAN MIGUEL, ROCHA.
Portugal avanza por el Este Tras la fundación de Colonia del Sacramento en 1680, los portugueses tomaron una guarnición española creando un fuerte, donde hoy está el Fuerte de San Miguel, a orillas del arroyo Chuy, en 1737. Inicialmente fue una simple fortificación de campaña, fortalecida más adelante por los españoles. En 1762, el general español Pedro de Ceballos conquistó Colonia del Sacramento. Para detener a los españoles, la respuesta portuguesa fue construir una línea defensiva, al sur del Fuerte de San Miguel: se trataba de una fortificación de campaña, una trinchera cavada en la pendiente de un cerro, con un cerco de tron-
cos de palo a pique. Poco después, en abril de 1763, Pedro de Ceballos la conquistó y ordenó la construcción de una fortificación de piedra con la finalidad opuesta: defender el territorio de la Banda Oriental de los portugueses. Era la actual Fortaleza de Santa Teresa, proyectada por el ingeniero militar Juan B. Howell. Mientras se construía, el militar español siguió 30 kilómetros más y conquistó el Fuerte de San Miguel. Más adelante, y en el marco de las defensas de frontera, el 27 de junio de 1795, el capitán de infantería español Agustín de la Rosa fundó la Villa de Melo, a orillas del arroyo de Los Conventos, como un punto de defensa del territorio frente al asedio portugués desde este lado del territorio.
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FUERTE DE SAN MIGUEL, ROCHA.
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FUERTE DE SAN MIGUEL, ROCHA.
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FUERTE DE SAN MIGUEL, ROCHA.
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FORTALEZA DE SANTA TERESA, ROCHA.
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Base naval del Atlántico Sur En 1776, España creó en Montevideo su base naval para el Atlántico Sur, autónoma del virrey de Buenos Aires, dependiendo directamente del rey Carlos III, lo que acicateó aún más la incipiente rivalidad entre los puertos de ambas ciudades. El puerto pasa a cumplir la función, como menciona el historiador Leslie Crawford, de «conservar la integridad de la soberanía española en las costas atlánticas del Uruguay, costas del Río de la Plata, costas de la Patagonia, Islas Malvinas y aguas adyacentes incluidas, por proyección meridional, las aguas y espacio de mitad de la Antártida».3 Poco después, en 1778, la responsabilidad del Apostadero de Montevideo, Patagonia e islas Malvinas se extendió al golfo de Guinea, en África. Junto al resguardo militar estaba también el comercio, aunque en régimen de monopolio con España. Si bien las operaciones portuarias se inician en 1724, la Bahía, o puerto natural de Montevideo, en su uso oficial y autónomo debió esperar más de cincuenta años para ser habilitada.
El casco antiguo de Montevideo
3 Leslie Crawford en su obra Pasado, presente y futuro del puerto de Montevideo.
Lo que es ahora la Ciudad Vieja fue el corazón de un territorio mayor, que concentró las actividades políticas, administrativas, comerciales, productivas y culturales. Alberga un rico patrimonio edilicio que, como en ningún otro sector de la ciudad, exhibe toda la variada gama de estilos que caracterizan a Montevideo. Entre las obras que se destacan de ese primer período sobresalen la plaza Matriz, que desde 1726 fue la plaza Mayor de la ciudad-fuerte durante el período colonial. Recién a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX la plaza fue coronada por sus grandes edificios, primero
la Iglesia Matriz y luego el viejo Cabildo, así como también por las viviendas de mayor nivel constructivo y vínculo social. Mariano Arana puntualiza que en las Leyes de Indias siempre tuvieron relevancia los monumentos públicos, las edificaciones de carác-
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CABILDO, CIUDAD VIEJA, MONTEVIDEO.
ter oficial, aquellas de carácter civil y religioso y también de carácter defensivo como fue la Ciudadela de Montevideo. «A ello se agregan algunas personas que por sus propios puestos públicos o fortunas particulares comenzaron a hacer viviendas más confortables y de mayor
enjundia, a veces incluso superando la calidad constructiva de la obra pública». La Iglesia Matriz, uno de los mojones de la ciudad colonial, se construyó partiendo de un proyecto original del ingeniero militar portugués Custodio de Saá y Faría y dirigida por el
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PATIO INTERIOR DEL CABILDO, CIUDAD VIEJA, MONTEVIDEO.
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LAS BÓVEDAS, ANTIGUO POLVORÍN DE LA CIUDAD, CIUDAD VIEJA, MONTEVIDEO.
ingeniero José Antonio del Pozo y Marquy.4 Es destacable para esta obra el empeño y la voluntad de un actor clave del clero: el presbítero Juan José Ortiz. El edificio responde a una volumetría simple, expresada con austeridad, representativa del neoclasicismo español y de ciertas tipologías de iglesias portuguesas, construyéndose en diferentes etapas que demandaron varias décadas. El Cabildo, otro importante edificio del período, se construyó en 1804, continuándose luego con diversas interrupciones. Es una obra adusta y con ajustadas proporciones, construida en piedra y ladrillo, que parte de un proyecto original del arquitecto Tomás Toribio y responde a una modalidad neoclásica de raíz hispánica. Mariano Arana hace hincapié en la formación de Toribio, quien perteneció a la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando en España y fue el único arquitecto académico en llegar al Río de
la Plata en tiempos coloniales. «En la calle Piedras, en un predio de cuatro metros de ancho, construye su casa propia con gran ingenio. Estaba cerca del puerto, que entonces era la zona más privilegiada porque tenía orientación Norte y evitaba los crudos vientos del Sur, dada la topografía de la Ciudad Vieja». Las antiguas construcciones de Las Bóvedas fueron una monumental obra de arquitectura militar, realizada entre 1794 y 1806. Son una suerte de murallas paralelas sobre las que se apoyaban casamatas, primero utilizadas como almacenes y alojamiento de tropas y luego como depósitos. Son la prueba de que Montevideo era, por encima de todo, una ciudad amurallada. Otra construcción que se destaca es el Hospital Maciel, cuya primera etapa es colonial, continuándose luego, en 1825, bajo la dirección de José Toribio, hijo del académico Tomás Toribio. Se materializa casi en su totalidad la Capilla
4 El ingeniero Custodio de Saá y Faría, inicialmente al servicio de la corona portuguesa, se pasa al mando español luego de la toma de Colonia por Ceballos.
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FARO DE LA FORTALEZA DEL CERRO, MONTEVIDEO.
de la Caridad, en 1807, proyectada por Miguel Estévez, sin olvidar que por aquellos tiempos la salvación del alma primaba sobre la salvación de los cuerpos; de ahí su importancia y cercanía al hospital. Fuera del casco antiguo, la fortaleza del Cerro es, primero, una base edilicia para la primera farola ubicada en nuestro territorio y luego un baluarte defensivo finalizado en 1811, testigo de todo el proceso histórico del país, incluyendo el primer y el segundo sitio de Montevideo establecidos por las fuerzas patriotas. Tras el descalabro europeo y el sucesivo destronar de familias de monarcas por parte de Napoleón, los territorios españoles de ultramar quedaron a la deriva. Nada más elocuente que los cambios de dominio de la ciudad de Montevideo y su puerto. La ciudad fue española desde su fundación; fue inglesa en 1807; volvió a ser española en 1808; fue porteña en 1814; llegó a
ser artiguista en 1815; portuguesa en el 17; brasileña en el 22; oriental tras el armisticio de 1828 y fue «uruguaya» desde la Constitución de 1830. Todos fueron dejando su impronta en la huella perenne de la historia, la construcción. Las invasiones y la dominación británica a Buenos Aires y Montevideo en 1806 y 1807 fueron fugaces, pero tuvieron consecuencias relevantes. Fueron fruto de la debacle europea pero también de la revolución industrial, cuyo principal asiento estaba en Gran Bretaña, que vivía una de las principales transformaciones productivas de la historia de la humanidad, iniciada a mediados del siglo XVIII. Disminuyendo los costos y estandarizando la producción, fue posible que hubiera más productos, cada vez más baratos, requiriendo más mercados, o sea más territorios consumidores. El 20 de enero de 1807 los británicos volvieron al Río de la Plata, donde habían estado
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un año antes, en Buenos Aires. Ahora no fueron a la capital del Virreinato sino a la aguerrida Montevideo, la que los había derrotado unos meses antes. Los británicos produjeron un alto número de muertos en su población en el momento de la invasión, aunque la ocuparon con «mano blanda». La plaza de Montevideo estuvo en poder británico desde el 3 de febrero de 1807 hasta el 9 de setiembre, pero dejó una profunda huella. Entre otras cosas porque los criollos percibieron una suerte de «modernidad» británica en comparación con el mundo cerrado del monopolio español –que solo les permitía comerciar con ellos–. A la vez, cuando se retiraron los 240 barcos británicos, entre mercantes y militares, Montevideo quedó sobreabastecida de productos hasta entonces desconocidos, con una variedad, calidad y precio que interesó a muchos comerciantes que se inclinarían por las ventajas del libre comercio. Para Gran Bretaña, la incorporación de la Provincia Oriental a Brasil o Argentina, como antes lo había sido de España y Portugal, resultaba perjudicial para los intereses del comercio mundial, porque dejaría el monopolio del comercio en el principal sistema hidrográfico navegable de América del Sur a uno de los dos países en pugna. La independencia del Estado Oriental, si bien fue estipulada en el tratado de paz de 1828, en Río de Janeiro, con la participación del diplomático lord John Ponsonby en representación del reino británico, no es un invento de las cancillerías de nuestros vecinos ni de los intereses británicos, sino la consecuencia de los hechos históricos y del espíritu de sus hombres. Desde el Cabildo Abierto de 1808, el Éxodo de 1811, las Instrucciones de 1813, el Desembarco de los 33 Orientales y la Declaratoria de la Independencia de 1825, se vislumbra una vocación de independencia. La incursión británica en estas costas prosiguió, aunque sin ejércitos, ampliándose por otras vías en el siglo XIX y mediados del XX. El
Fuera del casco antiguo, la fortaleza del Cerro es, primero, una base edilicia para la primera farola ubicada en nuestro territorio…
imperio inglés llegó a poseer en Uruguay todas las empresas industriales importantes: los ferrocarriles –que en Montevideo se tradujo en la creación de todo un barrio como Peñarol–, los tranvías, los bancos, el abastecimiento de gas y de agua corriente. Ya en 1890 el presidente de la República, Julio Herrera y Obes, comparaba su situación a la de un «administrador de una gran estancia cuyo directorio estaba en Londres». Un grupo empresarial con capitales mayoritariamente británicos adquirió la empresa Liebig’s y en 1924 pasa a denominarse Frigorífico Anglo del Uruguay. Sus principales productos eran el extracto de carne y el corned beef, con lo que se conformó como una de las fábricas de productos cárnicos más importantes del mundo.
El Centro de la capital Como Montevideo fue fundada con el carácter de bastión militar, construyéndola en la península, por razones estratégicas se dejó libre de obstáculos el frente de tierra o espacio conocido como Ejido o Campo de Marte, zona de amortiguación militar, definida por el alcance del tiro de cañón. La situación de esta zona de extramuros, donde estaba prohibido edificar en forma permanente, cambió tras la demolición de las fortificaciones de la ciudad colonial en 1829.
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ANTIGUA CASA DEL INGENIERO LECOCQ, CIUDAD VIEJA, MONTEVIDEO.
Para eso se le encomendó al responsable de la demolición de las murallas, el ingeniero militar José María Reyes, la delineación de la Ciudad Nueva, en 1836, que contaba con unas 160 manzanas ubicadas en el Ejido y directamente anexadas al núcleo colonial. En el mismo año de 1836 se instaló, dentro de los muros de la Ciudadela, un mercado llamado Mercado Viejo. A él se le sumaron, en 1859, el actual mercado de la Abundancia, en 1865 el mercado Central, detrás del Teatro Solís, y tres años después el mercado del Puerto, que ocupa media manzana de la Ciudad Vieja. Este programa en crecimiento habla a las claras acerca de la prosperidad urbana.
Reyes establece un trazado de damero cuyo eje es la actual 18 de Julio, concibiendo una plaza en el cruce de esta avenida y la calle del Ibicuy: la plaza de Cagancha, que marcará luego el kilómetro cero del sistema vial de todo el país. También proyectó un espacio frente a la antigua Ciudadela, que sería el origen de la futura plaza Independencia, que fue rediseñada por un arquitecto formado en Francia: Carlos Zucchi. La avenida 18 de Julio representa al Estado independiente, homenajeando a la Jura de la primera Constitución de la República, en 1830. Comenzó de tierra y polvorienta, luego llegaron los adoquines y más adelante, en 1912, el pavimento asfáltico.
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VISTA DE LA PLAZA DE LA INDEPENDENCIA DESDE EL PALACIO SALVO, CIUDAD VIEJA, MONTEVIDEO.
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ESQUINA DE LA AVENIDA 18 DE JULIO Y LA CALLE DAYMÁN (ACTUAL JULIO HERRERA Y OBES). AÑO 1895. (FOTO: 0877FMHB.CDF.IMO.UY - AUTOR: S.D./IMO).
5 Guía Arquitectónica y Urbanística de Montevideo, de la Junta de Andalucía, Intendencia de Montevideo y Agencia Española de Cooperación Internacional. Trabajo de análisis e investigación del Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura, Udelar.
La avenida hilvana hoy lo que antes fue la vieja ciudad amurallada con los terrenos de extramuros y el Cordón, en un trazado que continúa el viejo camino colonial sobre el Ejido, en el lomo de la cuchilla. Al presente se pueden diferenciar tres tramos principales de 18 de Julio, en atención a su traza y al tejido edilicio y urbano. El primero va desde la plaza Independencia hasta la Explanada Municipal y comprende el patrimonio de mayor calidad edilicia y urbana, con lenguajes interesantes consolidados desde el siglo XIX en lujosas residencias, salas de espectáculos, grandes tien-
das y organismos públicos. También tienen espacio «los lenguajes arquitectónicos vanguardistas, al amparo del ‘impuesto a la edificación inapropiada’ de 1926, que procuró la modernización edilicia postulando a la avenida como ‘imagen de la ciudad deseada’», como señala la Guía Arquitectónica y Urbanística de Montevideo.5 El segundo tramo, que se extiende hasta las proximidades del Banco Hipotecario, presenta numerosas sustituciones edilicias, con estilos muy diferentes. El tercer tramo, de Arenal Grande al Este, es posterior, coronado por el Obelisco que se recorta en la extensión verde del parque Batlle.
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La avenida hilvana lo que antes fue la vieja ciudad amurallada con los terrenos de extramuros y el Cordón, en un trazado que continúa el viejo camino colonial sobre el Ejido, sobre el lomo de la cuchilla.
La iniciativa privada en el siglo XIX Mariano Arana subraya que en el siglo XIX ya se advierte una conciencia básica de la significación constructiva, que les impedía a los pobladores hacer obras de mala calidad. «La propia gente no lo admitía, incluso en conventillos, donde las fachadas cuentan con niveles decorosos. Hasta el más humilde tenía la inclinación por la belleza. Montevideo además se fue desarrollando mediante autoconstrucción. Quien más quien menos era albañil, máxime hablando de construcciones livianas. Lo último que se construía en las viviendas era la fachada de mampostería, que era la que concentraba más ornamentación». En 1885 se crea la Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas donde se forman ingenieros, agrimensores y había una rama de arquitectos, o sea gente idónea para construir. Los arquitectos, en 1914, pasan a exigir autonomía, influidos por corrientes europeas, y crean su propia facultad un año después. Pero es destacable que desde 1885 comienzan a formarse técnicos nacionales con profesores que muchas veces eran extranjeros. La iniciativa privada y la arquitectura residencial fueron generando tejido urbano y consolidando importantes tramos de ciudad, pero también esa iniciativa dará lugar a las grandes edificaciones que serán orgullo de la capital.
Un ejemplo de iniciativa privada, en los inicios de la república, fue el Teatro Solís, una de las construcciones más calificadas del país cuya historia acompaña, muy de cerca, nuestra historia. El período comprendido entre 1840 y 1850 fue crítico. El Estado acababa de nacer, la economía era débil y, para peor, la sociedad estaba enfrentada a la guerra civil que se extendió de 1838 a 1851: la Guerra Grande. Ante ese panorama, empero, un grupo de uruguayos creó una sociedad para impulsar el proyecto de un teatro de grandes proporciones que le diera a la capital una fisonomía acorde con la importancia que había cobrado tras la Jura de la Constitución. En 1840, la Sociedad de Accionistas creada para construir una sala teatral le encomendó el proyecto al arquitecto italiano Carlos Zucchi. Pero cuando este presentó el presupuesto superó el costo proyectado, por lo que resolvió conversar con otro técnico, quizás más austero. Así se llegó al arquitecto Francisco Javier De Garmendia, que se adecuó a los 125.000 pesos que disponía la Sociedad de Accionistas, adaptando el proyecto de Zucchi a las nuevas exigencias y viabilizando su construcción. En 1842 comenzaron las obras, que se interrumpieron en 1843 al iniciarse el Sitio Grande de la capital por parte del ejército del general Manuel Oribe. Los trabajos se retomaron cuando
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6 Revista Montevideo Ciudad Abierta de la Intendencia de Montevideo (número 4, segunda época). 7 La empresa Stiler tuvo a su cargo la etapa inicial de los trabajos y un papel relevante en la confección del proyecto. 8 Las obras de Teyma se iniciaron en 2002 y finalizaron con la reapertura del teatro en el segundo semestre de 2004. Incluyeron la demolición de las antiguas edificaciones interiores de la torre escénica y alas laterales, manteniendo la fachada original del teatro; la construcción de aproximadamente 7.000 metros cuadrados de nueva edificación, destinados a vestuario, oficinas y modernas salas técnicas; construcción de una nueva torre escénica y escenario; recuperación integral de la sala, vestíbulos y foyer, y suministro del equipamiento correspondiente a la maquinaria escénica.
terminó la guerra, a fines de 1851. Hasta ese momento se habían podido realizar los cimientos y comenzaron los muros. La Comisión Directiva del teatro pudo conservar, durante toda la contienda, una serie de materiales llegados de Europa para la construcción, como madera siberiana para la estructura, columnas y capiteles de mármol italiano y pizarras para el techo. El edificio del Teatro Solís es producto de una compleja sumatoria y adaptación de proyectos, así como de una azarosa construcción.6 Las obras insumieron 15 años. En 1856 se concluyó la parte central del edificio actual, quedando para 18 años más tarde la construcción de las alas laterales anexadas al cuerpo principal, lo que permitió generar una plazoleta frontal, con una escala adecuada al conjunto. Además de Zucchi y Garmendia, Clemente César es responsable del diseño de la fachada y Víctor Rabú de sus alas laterales. El 25 de agosto de 1856, conmemorando la fecha patria, se inauguró la mayor obra nacional hasta la fecha. En 1881 se le cambió el techo de madera por uno de estructura metálica de origen francés y en 1882 se ensanchó el escenario. Entre 1905 y 1910 se renovó la decoración, destacándose las pinturas del plafón de sala y el arco escénico realizadas por los pintores Carlos María Herrera y Pío Collivadino. Un segundo período comienza en 1937, con la compra del edificio por parte de la intendencia, que en los años sucesivos introdujo una serie de mejoras y de instalaciones que aumentaron la seguridad, sobre todo en el año 1943. Tras permanecer cerrado durante tres años, las actividades de la sala se reabrieron en 1946. En 1965 se procedió a una renovación del alhajamiento, cambiándose, entre otras cosas, las viejas butacas de la platea. En 1997, un principio de incendio alertó que el edificio debía ser reacondicionado. Se cerró en 1998, cuando un equipo multidisciplinario comenzó a trabajar en la elaboración de una propuesta integral para su recuperación. La intendencia convocó a
un concurso internacional de precios para rehabilitarlo. El plan elegido para la restauración proponía pasar de un teatro del siglo XIX a un complejo cultural para el siglo XXI, manteniendo su matriz patrimonial decimonónica. Mediante licitación pública 7 se realizaron las obras que quedaron concluidas en rústico: vestíbulo, foyer y las nuevas circulaciones de ingreso a la sala, a lo que siguió el proceso de restauración de los frentes de palcos, luminarias históricas, el desmonte de los lambrices de ambulatorios realizado por una empresa diferente. Alberto Taranto, cofundador y titular de Stiler, en entrevista para esta publicación relata que tomar este tipo de obras es una de las características de su empresa. «Una clave para perdurar es la flexibilidad, cambiamos mucho el tipo de obra que hacemos. Y nos es fácil cambiar, pasar de hacer puentes y carreteras a hacer edificios, viviendas y de ahí pasar a hacer tendido eléctrico, a fibra óptica, o restauración de patrimonio histórico». Para la siguiente etapa de la restauración, la empresa seleccionada fue Teyma. El ingeniero Brandon Kaufman, que fue su director, entrevistado para esta publicación, explica por qué les interesó una obra tan singular: «Como ejecutores de proyectos, forma parte de nuestro oficio afrontar permanentemente desafíos de distintas magnitudes. El Solís ha sido el desafío más complejo que habíamos enfrentado hasta ese momento». El objetivo del trabajo era alcanzar la reestructuración funcional, recuperar la acústica y restaurar los elementos patrimoniales. Estas metas implicaron tomar la totalidad de la responsabilidad en la recuperación integral del Cañón Central del Teatro, restaurando los sectores y elementos considerados de interés patrimonial y construyendo nuevas edificaciones e instalaciones acordes al moderno diseño previsto en el proyecto. Asimismo, la empresa tomó a su cargo las tareas de mantenimiento en los cinco años siguientes a la reapertura.8
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GALERÍA DEL TEATRO SOLÍS, CIUDAD VIEJA, MONTEVIDEO.
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SALA PRINCIPAL DEL TEATRO SOLIS, CIUDAD VIEJA, MONTEVIDEO.
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Otras obras que es necesario destacar dentro de la esfera privada decimonónica son los principales mercados como el Central (1865), la casa de Francisco Gómez, hoy Junta Departamental (1870), el Palacio Estévez (1873), sede del Poder Ejecutivo, el Club Uruguay (1886), el Palacio Santos (1886), el Ateneo de Montevideo (1886), la vivienda Vaeza (1887), el Hospital Italiano (1890) y la Estación del Ferrocarril Central General Artigas (1893). En el interior del país sobresalen los edificios de las jefaturas políticas y policiales, edificios militares como cuarteles, los cementerios como el de Paysandú y Fray Bentos, programas culturales como el Ateneo de Salto y teatros como el de Young y el Larrañaga de Salto.
vendría a comprar empresas ya en funcionamiento, años más tarde. En el caso de Aguas Corrientes, el edificio de la vieja usina es un ejemplo excepcional de arquitectura industrial, hoy declarado Monumento Histórico Nacional. En materia de saneamiento, Montevideo fue la primera ciudad de América en contar con ese servicio, lo que se debe a Juan José de Arteaga, que desarrolló la red de alcantarillado en
Infraestructura y servicios Para Mariano Arana, si se habla de íconos constructivos en el siglo XIX, no todo es arquitectura: «También el saneamiento, la iluminación y el agua potable son motivos de orgullo». En el siglo XIX, empresarios privados fueron los responsables de brindar estos servicios. El primer alumbrado público de las calles de Montevideo colonial surgió en 1795, con velas de sebo. A mediados de 1830 las velas fueron sustituidas por aceite. El alumbrado a gas, obtenido por la descomposición de grasas y aceites animales, llegó a Montevideo en 1853. Durante la colonia y las primeras décadas de su independencia, Montevideo tenía dificultades con el agua potable, que provenía de La Aguada, además de los aljibes en las viviendas, al arbitrio de las lluvias. En 1871 surgió el primer sistema de agua corriente en Montevideo, gracias al espíritu emprendedor de un grupo de empresarios, Enrique Fynn, Plácido Lezica y los hermanos Lamas, que crearon un sistema alimentado por el río Santa Lucía. En este caso, al igual que sucedería con el ferrocarril, el capital local precede al capital inglés, el que
ANTIGUA USINA, AGUAS CORRIENTES, CANELONES.
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9 Según documentos de la Intendencia de Montevideo, los colectores son de sección ovoide, con dimensiones internas que varían –de acuerdo al tramo– entre 110 centímetros de altura y 85 de ancho, hasta 170 centímetros por 135 de ancho. Se encuentran a poca profundidad, en la mayoría de los casos con apenas un metro de terreno sobre ellos. La bóveda, o parte superior, está construida por una hilera de ladrillos enteros dispuestos en el sentido de la altura, lo que le da un espesor de aproximadamente 30 centímetros. Las paredes laterales son macizas y se construyeron con bloques de piedra dura, con un espesor mayor o igual a 40 centímetros. El zampeado –zona inferior del colector por donde escurre el líquido residual– fue realizado en hiladas de ladrillos colocados de plano, longitudinalmente con respecto a la corriente. Estos ladrillos se colocaron sobre un lecho de mortero u hormigón. 10 Una parte significativa de esas obras fueron realizadas por la empresa Saceem.
1854, mediante una concesión de obra pública del gobierno, red que comenzó a funcionar dos años después. Con apenas 40.000 habitantes, Montevideo aprendía de las pestes europeas y realizaba una de las políticas públicas de mayor envergadura. En ese entonces habían transcurrido solo cuatro años desde la realización de estudios para obras de saneamiento en Londres, y faltaban cinco años para que comenzara el diseño del sistema en Brooklyn, Nueva York, y 18 para el de Buenos Aires. Algunos de los túneles de la famosa red, conocida como «red Arteaga», todavía están en funcionamiento. En los 59 años que duró esa concesión la empresa construyó 211 kilómetros de colectores, que servían una superficie de 1.157 hectáreas de Ciudad Vieja, Centro, Cordón y Aguada. La empresa privada desarrolló y administró el servicio de 1854 a 1913, cuando fue municipalizado. La Red Arteaga se fue extendiendo a medida que se expandía la demanda de la urbanización: Centro, Aguada, Reducto, parte de Bella Vista, Villa Muñoz, Cordón, La Comercial, Tres Cruces, Palermo, Parque Rodó. En sus últimos ramales llega a La Unión y Pocitos. Entre 1903 y 1911 se construye el colector de la avenida Rondeau, a efectos de eliminar los vertimientos de aguas residuales y pluviales a la Bahía de Montevideo, conduciéndolas al Río de la Plata. Este colector tiene 3.200 metros de longitud, de los cuales 1.416 metros son de túnel, el que cruza la cuchilla de 18 de Julio en plaza de Cagancha, a unos 30 metros de profundidad.9 La primera etapa de las obras de saneamiento del puerto de Montevideo se realizó entre 1903 y 1907, a cargo de la empresa contratada Vicente Scala, de Argentina. Entre 1908 y 1913, la empresa Constructora Uruguaya se hizo cargo de los activos y pasivos de la empresa Scala y realizó las obras complementarias del sanea-
miento, que ampliaba la red por la calle Paraguay. Pero la red de saneamiento resultaba totalmente insuficiente para las transformaciones de Montevideo a partir de mediados del siglo XX. Para ello, desde 1984 se hicieron los Planes de Saneamiento Urbano, financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo, BID.10 De acuerdo a documentos municipales, el Plan de Saneamiento Urbano I apuntaba a recuperar las playas ubicadas al Este de Punta Carretas. El emisario subfluvial de Punta Carretas se puso en funcionamiento en julio de 1991, permitiendo inmediatamente una notoria mejora en la calidad de las aguas de las playas. Se trata de una tubería de 1,80 metros de diámetro y 2.300 metros de longitud, que se interna en el Río de la Plata a partir del extremo más austral de la ciudad. El Plan Director de Saneamiento de Montevideo retoma con fuerza la planificación e incorpora elementos electromecánicos en la red: estaciones de bombeo y rejas mecanizadas. Se implementa el Plan de Saneamiento II, destinado a la recuperación de la Playa Ramírez. El Plan de Saneamiento III incluye otras dos obras: refuerzo de colectores en la cuenca de la calle Gaboto y modificación del perfil especial de la rambla; y la sustitución de colectores principales en la zona industrial Belvedere - Victoria. El Plan de Saneamiento IV apuntó a la recuperación de la Bahía de Montevideo y a la extensión del servicio a los barrios donde reside la población de clase trabajadora. El Sistema de Disposición Oeste incluye un emisario en la península de Punta Yeguas, similar al existente en Punta Carretas, que permite que la zona Oeste de Montevideo cuente con una solución de disposición final de calidad similar a la que tiene la zona Centro y Este. ¶
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LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX: ESPÍRITU DINAMIZADOR
2 FRANCISCO PIRIA Y EMILIO REUS EL ESPÍRITU DEL NUEVO SIGLO TIEMPO DE PLANIFICADORES HOTEL CARRASCO, PALACIO SALVO Y PALACIO LEGISLATIVO LA RAMBLA: BALCÓN AL MAR Y VENTANA AL MUNDO LA TOPOGRAFÍA DE MONTEVIDEO RAMBLA SUR OTRAS RAMBLAS OTRAS OBRAS DEL PERÍODO
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Al rápido incremento de la población de comienzos del siglo XX le acompañó un extraordinario desarrollo de la construcción, ya sea de obras referenciales en todo el país, como de construcción de viviendas, afianzándose la tendencia a la casa propia, gracias a la posibilidad de adquirir lotes para vivienda a bajo precio y en cuotas. Se destacan empresarios como Francisco Piria y Emilio Reus, el primero rematando lotes y creando barrios y el segundo construyendo viviendas, hotelería y centros de ocio. Pero la principal característica uruguaya de ese período fue el clima de optimismo, cuando se afirmaba la tendencia de «pequeño país modelo», lo que se reflejaría en sus construcciones. A ese período pertenecen el puerto de Montevideo, el Palacio Legislativo, el Palacio Salvo, la Rambla Sur, el Hospital de Clínicas y el estadio Centenario, o barrios de categoría como Carrasco, en gran parte fruto de iniciativas privadas. Posiblemente fue la rambla la que mejor expresó este espíritu de país abierto, cosmopolita, «un gran escaparate de la oferta uruguaya al mundo».
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1 Lucio Cáceres fue director de Vialidad del MTOP de 1985 a 1989 y ministro de Transporte y Obras Públicas en dos períodos, de 1995 al 2004. 2 Francisco Piria nació en Montevideo, en 1847. A los 16 años se instaló como comerciante en el Mercado Viejo de Montevideo. En 1875 inicia su carrera como rematador. Además fue fabricante de ropa, productor agropecuario, forestador, minero, escritor y periodista. 3. Como señalan Aníbal Barrios Pintos y Washington Reyes Abadie, en el libro Por el camino de Goes, de la colección Barrios de Montevideo, «la meteórica carrera del Dr. Reus en el Río de la Plata solo cubrió el lapso de cinco años. Cuando llegó a Buenos Aires en 1886 tenía 27 años de edad». Narran que en Buenos Aires realizó juegos bursátiles que le reportaron en poco tiempo medio millón de pesos, que perdió prestamente. Pero como cumplió con sus acreedores, siguió contando con la confianza y el respaldo de grandes fortunas argentinas. En época del gobierno del general Tajes, en Uruguay, se llamó a una especie de concurso para la organización del Banco del Estado que se proyectaba. En tales circunstancias Reus cruzó el Río de la Plata y fundó el Banco Nacional. 4 En el libro Montevideo, entre la memoria y el desafío, editado por la Intendencia de Montevideo, se sostiene que «Reus no era un aventurero desesperado, sino un hombre de sólida cultura, dotado de un fino instinto para la oportunidad». Entre los ambiciosos y variados proyectos de Reus, un «emprendedor audaz», destaca que financió tranvías, puertos y establecimientos ganaderos, buscó oro en Minas y construyó hoteles y piscinas cerradas, para hacer un establecimiento de baños hidroterápicos. Parte de ese proyecto es el Hotel Nacional, destinado en su origen a funcionar en combinación con el Gran Establecimiento Balneario, donde los huéspedes, con prescripción médica, se trataban con agua de mar.
El ingeniero Lucio Cáceres,1 en entrevista para esta publicación, sostiene que uno de los hitos de la construcción en el país es el hecho de que los uruguayos lograron acceder, en su gran mayoría, a la vivienda propia, gracias a que «existió gente como el viejo Francisco Piria que había hecho el fraccionamiento de medio Montevideo y lo vendía a pura cuota para pagar cuando puedas. Y en esas condiciones la gente compraba su parcela». Una opinión que habla de un especial espíritu de empresa y un afán propietarista por parte del conjunto de los habitantes. Mariano Arana agrega que Piria permitió que la población pudiera adquirir predios que estuvieran a su alcance. Aunque hubo otros, como Zorrilla y Florencio Escardó, Piria fue el más emblemático. Después vinieron los bancos territoriales, algunos de los cuales tenían planos determinados para viviendas y también vendían casas. Por eso, para Arana, los verdaderos urbanizadores de los primeros tiempos no son arquitectos diplomados sino que terminan siendo los agrimensores y los inversores como Piria, «que hicieron fortunas pero al mismo tiempo estaban beneficiando a la gente. Hay que recordar que los inmigrantes vienen escapando de situaciones económicas muy limitantes, venían de la zona más pobre de España, Galicia, o del sur de Italia, y ocasionalmente emigran de situaciones políticas».
Francisco Piria y Emilio Reus El primero de los libros escritos por Francisco Piria2 se tituló Impresiones de un viajero en un país de llorones, en 1879. Y la primera frase de su libro El hombre que ríe, en 1885, reza: «La vida de un hombre se debe medir por lo que hace y por lo que siente en ella». Homo Faber por antonomasia, Piria creó 70 barrios montevideanos, entre ellos Flor de Maroñas, Pérez Castellano, Jardines del Hipó-
dromo e Ituzaingó. Fundó un pueblo en Canelones –Joaquín Suárez–, construyó una iglesia, un castillo, un palacio –donde hoy está la Suprema Corte de Justicia– y creó un balneario, Piriápolis, su obra predilecta, con su rambla, su puerto, los hoteles Argentino y Piriápolis, así como un servicio ferroviario. La vida de Francisco Piria se cruza con la de Emilio Reus en la venta del barrio Reus al Norte.3 Reus fundó la Compañía Nacional de Créditos y Obras Públicas y se lanzó a la creación de grandes obras, como el Barrio Reus al Sur y el bloque de viviendas que hoy constituyen Villa Muñoz. En estos dos últimos casos su objetivo era construir un enorme conjunto de casas sólidas, funcionales y baratas.4 El principal emprendimiento de Reus fue su apuesta a las decenas de miles de inmigrantes de bajos recursos que durante las últimas décadas del siglo XIX llegaban a una Montevideo en la que habitaban más extranjeros que orientales. Fueron apuestas edilicias sin precedentes, como Reus al Sur, o que demandaron, en el caso del barrio Reus al Norte, una gigantesca tarea en la que participaban 2.000 personas diariamente. Mariano Arana sostiene que «los especuladores no tenían por qué ser insensibles, porque en aquel entonces el vocablo especulador no tenía connotaciones peyorativas: era simplemente un empresario». Al mismo tiempo, entre Piria y Reus se planteó una puja, relata Arana. «Piria le decía a Reus que estaba loco, que no había que construir viviendas porque después no te pueden pagar, que había que vender lotes, baratos, sobre todo a los inmigrantes que nunca más iban a regresar a sus países, y así se fueron creando barrios en la zona Sur de Montevideo, la más castigada por los vientos, que hoy es el lugar más valioso». Piria tenía muy claro que había que facilitarle el lote al que no tenía nada más que su trabajo, al que llegaba de Europa «y se ponía a trabajar de jornalero, o poniendo pequeñas
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EX CASA PIRIA, ACTUAL SEDE DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, MONTEVIDEO.
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VIVIENDAS RESTAURADAS PERTENECIENTES AL ANTIGUO BARRIO REUS AL SUR, MONTEVIDEO.
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empresitas comerciales, o si tenía alguna formación artesanal siendo zapateros o lavanderas las mujeres, logrando pequeños ahorros, por lo que había que rematar las zonas donde ellos puedan pagar las cuotas. Porque era sagrado radicarse, y qué mejor manera que tener un terreno y construir cuando pudieran». Así surgen barrios en Montevideo, porque Piria les llamaba barrios, «comprando los terrenos, loteando, subdividiéndolos y generando los remates que se hacían con bombos y platillos, con fuegos artificiales, vino, sándwiches. Incluso Piria le ponía al barrio el nombre que buscaba el atractivo de la zona, algo que sería muy grato para el tipo de inmigrante al que se destinaba, como Nueva Roma, en Pocitos Nuevo, por su semejanza con las colinas de la capital italiana, con calles como Julio César o Marco Bruto». En el caso de Reus, cuenta Arana, era una aventura épica: «Cómo no iba a sorprender si uno ve las fotos y no lo puede creer, en el Barrio Sur son 100 viviendas todas juntas, con un modelo afrancesado que recuerda al arquitecto Haussmann con las transformaciones que hizo en París, viviendas de varios pisos con bohardilla, que hoy serían un tercer piso, porque las familias eran numerosas. Y en Reus al Norte hacía más de 500 casas. Cuando yo fui ministro de Vivienda, para hacer 600 viviendas me enloquecí, las licitaciones, las obras. Reus directamente las financiaba y las hacía». «El lugar donde concentraría todos sus fuegos fue la chacra de Echeverría, con 68 hectáreas de superficie, que extendía sus tierra entre el Barrio Lavalleja –fundado por Francisco Piria en 1885, en la zona que encerraban los caminos de Goes, Figurita y Pastor– y la zona conocida por la Humedad, que comprendía las quintas de Muñoz, Béjar y Hocquard», relatan Barrios Pintos y Reyes Abadie. Del primero tomaría su nombre: Villa Muñoz. «Fueron así surgiendo, con celeridad pasmosa, 27 cuerpos de edificios ubicados sobre 18 manzanas que en total albergaban 531 casas», señala la misma obra. Los trabajos de Reus iban
ANTIGUA CARICATURA DEL REMATADOR FRANCISCO PIRIA POR J. OLIVELLA.
en marcha, a ritmo acelerado. «Pero la naturaleza y las contingencias humanas se encargarían de obstaculizar los trabajos», narran estos autores. En el invierno de 1888 la lluvia se ensañó como nunca: durante 78 días el mal tiempo paralizó las obras. Por otra parte, la crisis que se abatía sobre la economía uruguaya sumió a la compañía de Emilio Reus en la ruina. Era necesario, empero, salir a toda costa del impasse, por lo que se resolvió rematar las casas. Y aquí se cruza el otro símbolo del espíritu emprendedor de fines de siglo XIX y comienzos del XX: las ventas iniciales fueron realizadas por Francisco Piria. La Compañía Nacional de Créditos debió rematar el barrio para afrontar las pérdidas. Más adelante, las casas formarían parte del capital del Banco Hipotecario, creado a partir de
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TORRE DE LOS HOMENAJES, ESTADIO CENTENARIO, MONTEVIDEO.
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la quiebra del Banco Nacional causada por la misma crisis. A pesar de todo el barrio se convirtió, como estaba previsto, en lugar de asentamiento de inmigrantes, particularmente llegados desde Europa Central, por lo que comúnmente se lo conocería como «Barrio de los judíos»: la actual Villa Muñoz.5
El espíritu del nuevo siglo En las primeras décadas del siglo XX Uruguay era un país que ganaba «en todas las canchas». El peso estaba a la par del dólar; en Ámsterdam la selección uruguaya de fútbol era campeona olímpica y en esos mismos años «se construía el Puerto de Montevideo, el Palacio Legislativo, el Palacio Salvo, la Rambla Sur, el Hospital de Clínicas y el Estadio Centenario. Los años 20 y 30 fueron increíbles, en una época en que la política del Estado era protagónica», anota Lucio Cáceres. «Esto se ha desdibujado con el correr del siglo, llegando al presente, donde por momentos parecería que es el sector privado el que planifica y define los mayores desarrollos en los países. Ahora no hay más ‘troperos’, como eran aquellos actores de antes, sino que hay ‘seguidores’».6 Cáceres sugiere observar con atención lo que sucedió en esas primeras décadas, la cantidad de obras y el desafío que ellas requerían, porque habla de nuestras potencialidades. «No solo hay que pensar todo lo que se hizo en ese período, que es impresionante, sino que hay que tomar en cuenta que la industria de la construcción, en cuanto maquinaria, era incipiente. Había como mucho una grúa a vapor, que podía levantar una carga limitada, y con eso se hicieron obras impresionantes, el puerto de Montevideo, la Rambla Sur». El ingeniero Alejandro Foglia, gerente general de Techint, en entrevista con esta publicación, relata que en esos años su abuelo y su pa-
dre, que fueron presidentes de la Cámara de la Construcción, participaban de ese dinamismo. «Cuando nací mi padre tenía 50 años. Tanto él como mi abuelo eran ingenieros, mi abuelo fue uno de los primeros ingenieros que se recibió en Uruguay. Ellos tomaron una empresa constructora que fue de un bisabuelo mío. Vinieron aquí particularmente porque tenían un contrato que habían ganado en Buenos Aires e hicieron una recalada en Montevideo. Era la empresa Ponzini. Eso fue a mediados del siglo XIX. De las obras de esa época está el Templo Inglés, toda la fachada del Cementerio Central».7
Tiempo de planificadores Lucio Cáceres destaca que las primeras décadas del siglo XX fue el tiempo de los planificadores. «Un buen ejemplo de ese espíritu es cuando José Batlle y Ordóñez envía a Baltasar Brum, que después fue presidente de 1919 a 1923, a estudiar las zonas francas en Europa». Cuando regresa promueve la expropiación de lo que sería la zona franca de Nueva Palmira, porque era la interfaz entre los ríos Paraná y Uruguay y el mar, de ahí para arriba se navega por río, de ahí para abajo hay olas, en el Río de la Plata, por lo que cambia el tipo de buques, lo que se convirtió con el tiempo en un enclave logístico fundamental. Dichos ejemplos no son para detenerse en un pasado mítico, sino porque, como sostiene, «son ese tipo de visiones las que nos tienen que desafiar en este tiempo, en que tenemos muchísimos más elementos. Tenemos satélites y la posibilidad de modelar el mundo con la informática. Hace 100 años no teníamos nada de todo eso y se modelaba con mucho más furor que lo que modelamos hoy». Mariano Arana hace hincapié en el desarrollo de los particulares. «Así sucedió también en el Parque Capurro, con una inversión colosal, a comienzos del siglo XX». En ese caso fue la Sociedad Tranviaria La Transatlántica la que
5 Emilio Reus no llegó a verlo. Murió solo y pobre, de una afección cardíaca, dos años después del fracaso de su mayor apuesta. Tenía 32 años. Había vivido en nuestro país nada más que cuatro, pero ese tiempo le bastó para que toda esa época de desenfreno financiero y optimismo exacerbado se conozca como «la época de Reus», como señala el libro Montevideo, entre la memoria y el desafío. 6 Era el tiempo en que Uruguay fue considerado el «pequeño país modelo» de Latinoamérica, por el elevado nivel de vida de su población, la ciencia y el arte, el nivel de educación y hasta los logros en el deporte. El crecimiento económico se vio reflejado en el aumento de producción de carnes. En 1915 se aprueba la ley de las 8 horas de trabajo, protegiendo a los obreros y a otros sectores populares. Según el censo realizado en 1908, Uruguay constaba con 1.040.000 habitantes, que se duplicaron para el año 1930. En 1913 se aprueba la ley del divorcio por sola voluntad de la mujer, y en 1932 se logra el derecho al voto. Descendió la tasa de analfabetismo y se expandió la Enseñanza Secundaria al interior del país. 7 Un Foglia se casó con la hija de Ponzini y le gustó Montevideo: «El clima, todo era agradable, volvieron, hicieron un puente en Argel y luego se instalaron en Uruguay –cuenta Alejandro Foglia–. Fundaron una empresa constructora y luego crearon la empresa José Foglia. Se destacaron sus trabajos en la construcción del hotel Carrasco, hicieron la primera ruta de hormigón que fue la Ruta 3, saneamientos importantes en la ciudad de Dolores, la pista y hangares del aeropuerto de Carrasco y previamente mi abuelo, el ingeniero José Foglia, fue director técnico del proyecto de obras de la construcción del Palacio Legislativo, en representación de la comisión creada a ese fin por el Estado. En esa época acá no había mano de obra calificada, por eso había esa cantidad de artesanos italianos».
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VISTA DE LA CIUDAD DESDE BALCÓN DEL MINISTERIO DE SALUD PÚBLICA, MONTEVIDEO.
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construyó un balneario, primero con las «casas de baños», destinadas a vestuario de los veraneantes y luego con la construcción del Parque, un conjunto de edificaciones con terrazas, siguiendo los lineamientos de los balnearios europeos, a cargo del arquitecto italiano Giovanni Veltroni. Este arquitecto diseña también la sede central del Banco de la República y el actual Ministerio de Salud Pública. Luego, se funda Pocitos, a cargo de privados. Para todo ese desarrollo es importante contar con importantes técnicos, lo que se logró, también, gracias a la Facultad de Arquitectura, fundada en 1915, cuando el presidente José Batlle y Ordóñez logra traer profesores de la talla de Joseph Carré, de la Escuela de Bellas Artes de Francia.
Hotel Carrasco, Palacio Salvo y Palacio Legislativo En las primeras décadas del siglo XX, cuando Montevideo ya miraba a la costa como lugar de descanso, empresarios privados planean la construcción de una estación balnearia de prestigio, pensada para los sectores altos, a fin de evitar el hacinamiento que se vivía en las playas Capurro, Ramírez y Pocitos, en una zona de arenales y bañados. Fue un caso pionero de planeamiento y diseño urbano de iniciativa privada. El principal símbolo y baluarte de aquel sueño fue el Hotel Casino Carrasco, monumental construcción al estilo de los lujosos hoteles que deslumbraron a Alfredo Arocena –el impulsor del proyecto–, en Europa, donde fue a buscar inspiración.8 El proyecto se completaba con suntuosas residencias, parques y jardines arbolados. Si bien los primeros pasos se dieron en 1906, en 1912 Arocena junto a Esteban Elena y José Ordeig constituyeron la sociedad anónima Balneario de Carrasco, que hizo delinear el barrio-jardín por
8 Revista Montevideo Ciudad Abierta de la Intendencia de Montevideo, número 1, segunda época.
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ACCESO AL HOTEL SOFITEL, CARRASCO, MONTEVIDEO.
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VISTA DEL BARRIO CARRASCO DESDE HOTEL SOFITEL, MONTEVIDEO.
el paisajista francés Carlos Thays, con trazos curvos, incluyendo los principales baluartes: el Hotel Casino y la iglesia Stella Maris. Mariano Arana recuerda que el espejo arquitectónico de la época era Buenos Aires, y el espejo de Buenos Aires era París. «Por eso Buenos Aires y Montevideo cuentan con grandes paisajistas franceses como Carlos Thays o Carlos Racine». Carrasco se fue convirtiendo en un barrio destacado por su trazado y por el nivel de su arquitectura, rodeado de plazas y jardines, en torno al Hotel Casino Carrasco. En 1912 se inició la construcción de este último, en base al proyecto de los arquitectos franceses Dunant y Mallet, con la colaboración posterior del uruguayo Felipe Elena. La Primera Guerra Mundial en 1914 provoca una paralización importante de las ventas de los
solares, por lo que la sociedad Balneario de Carrasco, responsable también de la construcción del hotel, se desfinanció, deteniendo la obra. En ese estado inconcluso lo adquirió el municipio de Montevideo en 1915, junto con 12 hectáreas de terrenos destinados a parque público. La intendencia continuó la obra, que concluyó en 1921, rodeada de jardines y esculturas en mármol de Carrara. El hotel contaba con salas de fiestas, de juego, gran comedor, así como terrazas cubiertas y al aire libre. Se trata de un edificio ecléctico, respetando ejes de simetría, compuesto con las dos altas torres en el extremo. Con el tiempo, comenzó a declinar. Tras décadas de decadencia, con modificaciones arquitectónicas de poco nivel realizadas en los años 40, se concluyó que la mejor solución era otorgarlo en concesión a privados. Para ello
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se llamó a una licitación pública internacional, donde la adjudicataria fue la empresa Carrasco Nobile. El hotel pasó a llamarse Sofitel Montevideo Casino Carrasco & Spa. En las obras de rehabilitación se invirtieron más de U$S 75 millones. La obra de restauración permitió que el edificio volviera a tener su acceso sobre la rambla como lo tuvo originalmente. El principal desafío de la restauración fue mantener la categoría del edificio y sus valores, pero tornándolo compatible con una operación hotelera de jerarquía.
El hormigón armado en la construcción Isaac Johnson, en 1845, obtiene el prototipo del cemento moderno, con una mezcla de caliza y arcilla calcinada a alta temperatura. Antes se utilizaba tierra y argamasas básicas como pegamento, lo que no permitía que se construyeran estructuras en altura. El cemento de Pórtland es un aglomerante que se hidrata, que cuando se lo combina con piedra y arena forma una masa que una vez que comienza el fraguado adquiere una resistencia pétrea, que da resistencia y fortaleza: el hormigón. A mediados del siglo xix comenzaron a llegar a Uruguay millares de inmigrantes italianos, entre ellos Lorenzo Salvo, de La Liguria, quien llegó a Montevideo en 1866. Trabajador incansable, comenzó en el comercio y pasó a la industria. Exitosos en todo lo que hicieron, a comienzos de 1920 los Salvo querían homenajear a la ciudad que los había albergado construyendo un edificio monumental. La tarea le correspondió a Ángel, hijo del pionero, que contrató al prestigioso arquitecto milanés Mario Palanti, que residía en Buenos Aires, donde había diseñado el Palacio Barolo, una versión análoga de lo que luego sería nuestro Salvo. Con vocación de rascacielo, la construcción del Palacio Salvo utilizó el hormigón armado y
logró alcanzar una altura y un perfil característicos, convirtiéndose, a pesar de las críticas que recibió, en postal montevideana. Palanti se sumaba a esa corriente italiana como los Salvo, donde también se destacaron Luigi Andreoni, ingeniero proyectista del Club Uruguay y el Hospital Italiano o el ya citado Giovanni Veltroni. El proyecto combinaba hotel, galería comercial y oficinas. La obra comenzó en 1922. El cálculo del hormigón armado pertenece al ingeniero alemán Adolf Hartschuh, también calculista de otras importantes obras como el Hospital de Clínicas y el Estadio Centenario. El edificio se inauguró el 12 de octubre de 1928. Décadas más tarde, en 1996, fue declarado Monumento Histórico Nacional. Otro gran monumento urbano, resultado de la obra pública, es el Palacio Legislativo. Para Mariano Arana, es el producto de la visión abierta y cosmopolita del Uruguay de la época: «Por eso hacen un concurso internacional, en 1903, para destacar la vocación republicana de un país enriquecido razonablemente por el comercio portuario, así como por el incentivo que nos brinda cotejarnos con Buenos Aires». Hasta ese momento, el Poder Legislativo funcionaba en el mismo lugar que lo hizo desde que nació la República, en el Cabildo. Es un ejemplo de arquitectura ecléctica de inspiración clásica, como forma de homenajear a la democracia, lo que además se manifiesta en la frase de José Artigas que preside las reuniones en la Cámara de Diputados y la Asamblea General: «Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana». Al concurso se presentaron 27 proyectos: se optó por el del arquitecto Víctor Meano, que también había proyectado el Palacio del Congreso Nacional Argentino. Se llamó a licitación pública para su construcción, adjudicándose la obra a la empresa Manuel y Juan Debernardis.9 Los trabajos comenzaron en 1908 y en 1913 se contrató al arquitecto italiano Caetano
9 «De aquí irradiará a todo el país un fulgor intelectual y moral cada vez más intenso. Aquí se elaborará la felicidad, la grandeza y el honor de la patria», decía el presidente de la República, José Batlle y Ordóñez, gran impulsor del proyecto, cuando se colocaba la piedra fundamental, en 1906.
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Moretti, para terminar el edificio por la muerte de Meano. Moretti introdujo un rico plan de transformaciones y decoraciones en el edificio. Para ello utilizó los mejores materiales, con artesanías en maderas nobles, mármoles, bronce, esculturas, bajorrelieves, vitrales y mosaicos. Además introdujo elementos arquitectónicos como el Lucernario y el Crucero en el Salón de los Pasos Perdidos, lográndose un edificio majestuoso y al mismo tiempo solemne.10 Se abrieron decenas de canteras para suministrar los materiales (todos los granitos, mármoles y pórfidos son de procedencia nacional), con terminaciones elaboradas fundamentalmente por artesanos italianos, todo un desafío que implicaba la combinación de 52 tonos de mármol y 17 colores de granito. Se destacan en el interior las terminaciones, los techos decorados, los lambrices de roble y pisos de parqué de sobre tirantería de madera y altas puertas y ventanas en finas maderas. En el exterior sobresale el pórtico de entrada, con el frontis decorado en relieves realizados por el escultor italiano Gianino Castiglioni. El Palacio se inauguró el 25 de agosto de 1925.
La rambla: balcón al mar y ventana al mundo
10 Durante el tiempo que duró la construcción del edificio, el ingeniero José Foglia actuó como representante de la Comisión del Palacio, encargada de los lineamientos del proyecto por cuenta del Estado.
Uno de los rasgos más característicos de Montevideo es su calidad de balcón al mar. Así se construyó la rambla, que es, antes que nada, el producto de una concepción cultural, «un gran escaparate de la oferta uruguaya al mundo», tal como lo afirmó el escritor Carlos Real de Azúa. Entre el arroyo Carrasco y el río Santa Lucía, límites extremos del departamento de Montevideo, se extienden 70 kilómetros de costa con diferentes playas de arena. El tramo comprendido entre la escollera y el arroyo Carrasco cuenta, a su vez, con 22 kilómetros de rambla continua, a los que se suma el sector de la Bahía y el Cerro, ambos con sus bordes propios.
El ingeniero Alejandro Ruibal, actual director de Saceem, en entrevista para esta publicación, hace hincapié en que los primeros tramos de la rambla comenzaron en la Ciudad Vieja, que es donde arranca el concepto de balcón al mar, porque antes, durante dos siglos, desde la fundación de Montevideo hasta comienzos del siglo XX, la ciudad estaba de espaldas al Río de la Plata. «Y es a lo largo de la rambla que se generaría un increíble desarrollo inmobiliario». En 1890 se construyó el hotel Nacional para atender el Gran Establecimiento Balneario, al que ya aludiéramos, en tiempos de Reus. En las décadas del 20 y del 30 se produce el cambio de hábitos, cuando surge una avidez por
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INSTALACIONES DEL ANTIGUO HOTEL NACIONAL, CIUADA VIEJA, MONTEVIDEO.
la playa que antes no existía. El barrio residencial de El Prado cede su posición para los barrios costeros. Entre otras cosas aparece el prestigio del bronceado, importado de París, impuesto por Coco Channel, decana del mundo de la moda. Hasta ese momento, en cambio, el color de moda era el blanco, pálido y anémico. La cercanía con la playa cobró entonces otro estatus. En 1910 Pocitos era, junto con Ramírez, una de las playas más populares. El primer hotel de los Pocitos se adentraba en el mar por su terraza, con un gran muelle asentado en fuertes pilares de lapacho. Aquel Hotel Pocitos, que se inauguró en 1912, fue punto de referencia del barrio y de la ciudad.
Si bien la apertura de la rambla se concretó en las primeras décadas del siglo XX, su continuidad actual implicaría más años. Un acelerado proceso constructivo se inició en su frente costero, hacia el final de la década de 1940, cuando se aprueba la Ley de Propiedad Horizontal.
La topografía de Montevideo El arquitecto Iván Arcos, titular de Estudio Cinco, en entrevista para esta publicación, señala que «Montevideo tiene una topografía característica, con una suave pendiente hacia el mar. El principal paseo es su rambla. Se puede esquematizar
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11 Iván Arcos menciona la nueva reglamentación que se hizo en Punta del Este en Rincón del Indio, que es la punta cerca del arroyo Maldonado, donde permitieron mayor altura sobre la calle Miguel Ángel. «Hay una península que se forma en la desembocadura del arroyo Maldonado y la Rambla de la Brava, cuyo eje lo forma la calle Miguel Ángel. En esa calle permitieron hacer torres aunque todavía no se construyó ninguna, y las alturas van disminuyendo hasta llegar a la altura vigente sobre la rambla. De esa manera se evitan sombras arrojadas sobre la rambla».
como una topografía convexa, donde el punto más bajo es la rambla elevándose hacia el centro, en algunos barrios más que en otros. Es el paseo democrático por excelencia. «Por eso sostengo que las plazas en Montevideo compiten con un paseo natural muy difícil de superar. Un caso diferente es Buenos Aires, donde existen numerosas plazas de gran calidad arquitectónica, porque no tiene rambla. Buenos Aires es como una especie de olla, cóncava. De ahí que la belleza de Montevideo nace de su topografía, que determinó la obra de la rambla». En 1935 se erige el Rambla Hotel Casino, según planos del arquitecto Mauricio Cravotto, el mismo que creó el Palacio Municipal. Con 12 pisos, fue entonces el edificio más alto de Pocitos y algunas fotos lo muestran en una competencia a dúo con el edificio El Mástil, más conocido como el del Expreso Pocitos. A mediados del siglo XX creció exponencialmente la zona edificada, sustituyendo la totalidad de las viviendas construidas sobre la costa y las calles inmediatas. «La rambla de Montevideo es maravillosa, pero Pocitos perdió la mayor parte de su patrimonio de estupendas casas –sostiene Iván Arcos–. Si se observa la Costa Azul francesa, se configura al revés que nuestra franja costera, la altura está en un segundo plano, con todo un escalonado de menor altura hacia el mar».11
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ANTIGUO HOTEL DE LOS POCITOS, ACTUAL RAMBLA REPÚBLICA DEL PERÚ Y MARTÍ, MONTEVIDEO.
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VISTA DE COSTA, PLAYA RAMÍREZ, MONTEVIDEO.
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Rambla Sur La construcción de la Rambla Sur está asociada a un momento particular de nuestra historia, pautado por un clima de euforia, que se reflejaba en la realización de obras colosales. En los años 30, los montevideanos iniciaron algo prácticamente inverosímil a nivel mundial, como era rellenar 18 hectáreas con piedra y arena, cubriendo dos grandes bahías con sus playas, para construir una rambla artificial de 4.000 metros. El ingeniero Juan Pedro Fabini fue el responsable de conducir los trabajos de construcción, desde la calle Jackson hasta la escollera Sarandí. Hubo que expropiar 929 fincas, y hacer movimientos de tierra como nunca se habían realizado, con una tecnología mucho más limitada que la actual. A su vez se debía contener el embate de las olas, en ese espacio ganado al mar, con una compleja estructura, coronando el trabajo con granito nacional. Para construir esa rambla artificial se utilizaron 500.000 metros cúbicos de arena y piedra y se requirió el equivalente de hormigón necesario para levantar la estructura de 160 edificios, de 10 pisos de altura. La obra se finalizó en 1935. Para Iván Arcos, «la Rambla Sur es la obra más importante de la ciudad en toda su historia. Es una obra que jamás la podría hacer el Uruguay de hoy».
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VISTA DE LA CIUDAD DE FRAY BENTOS CON TEATRO DE VERANO EN PRIMER PLANO Y EMPRESA UPM AL FONDO, RÍO NEGRO.
Otros ríos, otras ramblas En 1912, el intendente de Soriano Manuel Milans proyectó rellenar la zona aledaña al río Negro comprendida entre el puerto de Comercio y la actual calle 18 de Julio, creando así la rambla de Mercedes. La rambla se equipó con esculturas de bronce, mármol y mayólicas, así como se enjardinó al estilo francés, con variadas especies vegetales.
En Fray Bentos la rambla sobre el río Uruguay se construyó al oeste de la ciudad, desde el Parque Roosevelt hasta el arroyo Laureles, en la década del 30. El principal desafío fue poner límite al avance de las aguas en las barrancas, para lo que se hizo un amplio paredón colocando directamente en la costa bolsas de cemento de Pórtland, al que se agregó tosca cementada. La rambla de Piriápolis fue la arteria donde Piria construyó el balneario que lleva su nom-
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bre. Junto al puerto se inauguró en 1916. Cuatro años después comenzó la construcción del Argentino Hotel, que culminaría en 1930, con una capacidad única en el país: 1.200 huéspedes. En Punta del Este se fueron construyendo diversas ramblas, comenzando con la Rambla Williman, o Rambla Mansa, desde donde termina la ruta Interbalnearia hasta donde empieza la Rambla Artigas, que es la rambla portuaria que rodea la península, de unos 5 kilómetros. Termi-
na a orillas de la Playa Brava, donde está la escultura conocida como «Los Dedos». Allí se inicia la Rambla de la Brava. También se destaca la Rambla de las Américas, en Colonia del Sacramento, bordeando el Río de la Plata por varios kilómetros.
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VISTA DE PIRIÁPOLIS, MALDONADO.
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EDIFICACIONES SOBRE PLAYA BRAVA, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
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TEATRO MACCIÓ, SAN JOSÉ DE MAYO, SAN JOSÉ.
Otras obras del período El 5 de junio de 1912 se inauguró el Teatro Macció en la ciudad de San José, con capacidad para 800 personas. Su construcción comenzó en el año 1909 con proyecto del arquitecto Leopoldo Tossi. Se destaca la excelente acústica, la visión del escenario desde todos los puntos y la calidad de sus instalaciones. La anécdota recuerda que fue allí que cantó por última vez en Uruguay «el Mago» Carlos Gardel. Fue declarado Monumento Histórico Nacional el 27 de diciembre de 1984.
Otras obras que se destacan en el interior del país son el Mercado de Florida 1909, obra del ingeniero Leopoldo Peluffo, el Teatro Municipal Miguel Young en Fray Bentos de 1913, a cargo de Antonio Llambías de Olivar y el Palacio de Oficinas Públicas de Giovanni Veltroni, en Salto, construido entre 1919 y 1924. Como marco en torno al que giran buena parte de estas obras sobresale la creación de la Cámara de la Construcción del Uruguay, el 25 de junio de 1919. ¶
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MERCADO DE LA CIUDAD DE FLORIDA, FLORIDA.
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TEATRO MUNICIPAL MIGUEL YOUNG, FRAY BENTOS, RÍO NEGRO.
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GALERÍA DEL PALACIO DE OFICINAS PÚBLICAS, SALTO.
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INFRAESTRUCTURA
3 3.000 KILÓMETROS DE CALLES EL ESTADO Y LOS PRIVADOS LA NUEVA REALIDAD DE 2015 PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO VIAL VOCACIÓN PORTUARIA PUERTO LIBRE NUEVAS OBRAS PUENTES PUENTES INTERNACIONALES ENERGÍA Y PARQUES EÓLICOS EL DEBE DEL FERROCARRIL REPRESAS HIDROELÉCTRICAS
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INFRAESTRUCTURA
L a s obr a s de infraestructura de Uruguay acompañaron su devenir y sus vaivenes. En las primeras décadas del siglo XX el impulso fue fundamentalmente público, incrementándose la participación privada con el transcurrir de las décadas. Si por un lado tiene una de las principales mallas viales del continente, y un puerto modelo en la región, como el de Montevideo, el explosivo incremento de las cargas por las carreteras de 2003 en adelante, que se multiplicó por cinco, dejó de manifiesto la necesidad de ampliarlas, así como de mantenerlas y mejorarlas. Además de otras terminales portuarias administradas por la Administración Nacional de Puertos, la iniciativa privada fue clave en las obras del Puerto de Nueva Palmira y en la década de 2010 se realizaron dos obras netamente privadas: el puerto construido por Montes del Plata en Punta Pereira y la Terminal Portuaria de UPM en Fray Bentos. A esta infraestructura se suman cinco puentes internacionales y cuatro represas hidroeléctricas, que, en épocas normales de lluvia, permiten cubrir toda la demanda de energía del país. También se cuenta con respaldos de generación de energía térmica. En los últimos años, gracias a una política de ampliación de la matriz energética, surgieron otras fuentes de energía renovable, preponderantemente la eólica (y algo de biomasa y solar) que permiten compensar los períodos de sequía. Pese a tener esa capacidad instalada de infraestructura, las nuevas demandas son vertiginosas y el país ha apelado a nuevas fórmulas, como la Participación Público Privada, para aggiornar la infraestructura a un país en movimiento.
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Techint, una compañía con más de 60 años en el país, es una de las tantas empresas que hacen infraestructura. «El marco más importante por el cual la compañía apareció en Uruguay fue una licitación en los años 60 que fue la famosa Ruta 26 que cruza de Este a Oeste el país», relata Alejandro Foglia. «En los años que lleva de ejecución de obras viales no se ha desarrollado una obra de este tamaño, fueron casi 180 kilómetros. Ese fue el hito con el que los dueños de Techint dijeron ‘vamos a establecernos en Uruguay’». Otras obras muy importantes fueron la línea de alta tensión, habiendo participado en la construcción de las líneas de alta tensión de las represas hidroeléctricas de Rincón del Bonete y de Salto Grande, y en los años 2000 la interconexión con Brasil, una línea de 350 kilómetros de longitud. «Desde Salto Grande que no se hacía una obra de ese porte». La empresa Cujó, con sede en Salto, nacida en 1954, es un ejemplo de compañía que
RUTA 26 QUE CRUZA DE ESTE A OESTE EL PAÍS.
comenzó construyendo viviendas y luego fue incluyendo las obras de infraestructura, como ocurrió con muchas otras. En el año 1994 inició los trabajos en el área de electrificación rural, lo que trajo como consecuencia, en 1998, la adquisición de maquinaria. «Saceem siempre hizo infraestructura, puentes, represas, saneamiento, línea de alta tensión», señala el ingeniero Alejandro Ruibal. «Es el pan de cada día. Luego adquirimos la empresa Grinor especializada en carreteras».
3.000 kilómetros de calles De los 3.011 kilómetros de calles que tiene Montevideo, el 65% se construyó durante la década del 30 del siglo XX. Hasta la década del 60, buena parte del pavimento de Montevideo era de adoquines. En esa década se hizo la primera experiencia de recapado con asfalto, cubriendo los
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adoquines. De estos kilómetros de pavimentos, el 52,6% son de hormigón, el 27% son de carpeta asfáltica, el 6% son de tratamiento bitumen, el 11% son de tosca y el 2% son de adoquín. «En el sector de vialidad, Uruguay logró tener a través de distintos actores algo que fue ejemplar en toda América, porque es el país que tiene la red vial más densa de América, la mayor por kilómetro cuadrado de superficie y todavía lo sigue siendo, por lejos –afirma Lucio Cáceres–. Eso se logró por los gestores del Estado, de los cuales en la primera mitad del siglo los referentes eran directores de Vialidad que después fueron ministros de Transporte y Obras Públicas, como el ingeniero Federico Capurro, el ingeniero Agustín Maggi. Ellos estaban desde el lado del Estado e interactuaban con los contratistas de esa época». En la segunda mitad del siglo XX, cinco contratistas concentraban las obras de vialidad: Barrandeguy, Oleggini, Tomás Guarino, Teodoro Colaroff y Hércules Carugatti, este último italiano. Colaroff era macedonio, una empresa que por los años 30 vino a hacer obras en Argentina y en Uruguay y trajo gente de los Balcanes. Esas empresas tenían puntos en común, como el hecho de que todas empezaron de abajo, o empezaron como empresas pequeñas. Guarino era aguatero, su padre trabajaba en el ferrocarril, él también trabajó en el ferrocarril y después desarrolló su empresa, que llegó a ser la más importante del país. Llegó a tener en su cartera el 32% de lo que se invertía en vialidad. Carugatti era un emigrante italiano que trabajaba de pintor, Colaroff y Barrandeguy empezaron como empresas pequeñas pero tenían el título de ingenieros. En las generaciones posteriores se repitió el fenómeno: dos de los dueños de las mayores empresas, Hernández y González y Colier, eran camioneros que se convirtieron en empresarios. Otra, Ramón Álvarez, dirigida por el nieto de Carugatti, decidió abrirse por cuenta propia y hoy es otra de las empresas grandes del país.1
«Hoy el movimiento de cargas y personas se hace primordialmente en forma radial, pero también se puede mover en forma de malla, lo que genera facilidades para instalar inversiones en otros lugares…»
Esas cinco empresas hicieron la gran red vial de Uruguay empezando fundamentalmente en 1942, cuando Tomás Berreta era ministro de Obras Públicas y luego Presidente de la República. Berreta no era ingeniero sino un hombre de campo, que se daba cuenta de la importancia del camino mejorado, porque en aquel entonces no se necesitaba la carretera: alcanzaba con que el camino permitiera llegar en todo tipo de clima. En el tiempo de Berreta la red vial nacional y municipal se extiende enormemente, y fundamentalmente por dos grandes amigos que tiene la vialidad en este país: uno es la topografía, la penillanura, que permite hacer carreteras con facilidad, a diferencia de países quebrados, como Perú o Chile, y la otra es la disponibilidad de buenos materiales, que en Uruguay abundan. Otro ministro de Transportes y Obras Públicas que fue determinante para desarrollar la red vial fue el ingeniero Luis Giannattasio, que también era empresario. Asumió como ministro en 1959, en el gobierno del Partido Nacional y luego, en el siguiente período, fue miembro del Consejo de Gobierno. En 1959, un año de excepcionales inundaciones, Giannattasio consiguió
1 También se crearon empresas con el proceso de reconversión laboral, como la empresa de un ingeniero profesional empleado del Estado en el MTOP que se acogió al sistema de retiro incentivado e instaló una empresa. Se fue con un grupo de empleados que trabajaban con él y es una importante empresa del sector vial.
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ENCUENTRO ENTRE RUTA 8 Y ANILLO PERIMETRAL, MONTEVIDEO.
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2 El ingeniero Mario Errecart, cofundador de la empresa Sabyl, en entrevista para esta publicación, se refiere al tiempo en que trabajó en la empresa de Tomás Guarino. «Me recibí de ingeniero en abril del 63 e inmediatamente empecé a trabajar en la empresa Guarino. En aquella época era la más importante en carreteras y puentes. Ahí estuve cuatro años hasta 1967. Vivía en Tacuarembó porque la empresa estaba haciendo junto con otras empresas las rutas 5 (un tramo de 60 km de Tacuarembó al sur y un tramo de 60 km de Rivera a Tacuarembó) y 26 (un puente muy largo, de 600 metros sobre el río Yaguarí). Incluso después proyecté para la empresa un puente en la Ruta 5. La empresa tenía normalmente cuatro o cinco obras en todo el interior. Todas las obras de aquel momento dependían o de la Dirección de Vialidad o de un organismo que se creó en el año 1965 cuando el ministro era Isidoro Vejo Rodríguez, que solamente se ocupaba de las rutas 5 y 26, por un préstamo del BID muy importante que permitió hacer varias centenas de kilómetros. Se rectificaron y se mejoraron, se pasó de carretera de balastro a terminación con complemento asfáltico. El mantenimiento de las rutas, una vez recibidas, le corresponde a la Dirección de Vialidad del MTOP».
recursos extraordinarios y realizó significativas mejoras a la red vial transformando lo que eran mayoritariamente caminos mejorados, convirtiéndolos en carreteras, porque Uruguay ya estaba, en la segunda mitad del siglo, en la «época del camión».2 Las empresas viales, a diferencia de las de arquitectura, tienen menos personal en relación al monto de obras que hacen. La incidencia del costo máquina en el precio de una carretera no se compara con la incidencia que tienen los equipos en una obra de arquitectura. Alejandro Ruibal considera que Uruguay tiene una buena malla vial, pensada fundamentalmente hacia el puerto de Montevideo. «El desafío que queda es la malla transversal. En su origen, la lógica del país funcionaba mediante la exportación de materia prima por el puerto de la capital, de ahí su malla vial para abastecer al puerto. Por eso hay tantas carreteras con un trazado tan bueno, con muy buenos caminos secundarios. Por distintos motivos y distintas crisis los mantenimientos se han ido rezagando». A través de las concesiones y los mecanismos de Participación Público Privada, el MTOP está intentando impulsar los corredores importantes y además la transversalidad, que son las rutas 12, 14, 26, la 30, rutas horizontales, proyectos que están en carpeta. «Hoy el movimiento de cargas y personas se hace primordialmente en forma radial, pero también se puede mover en forma de malla, lo que genera facilidades para instalar inversiones en otros lugares, además de bajar los costos de logística. Al mismo tiempo, a pesar de todo lo que se ha hecho, hay que mejorar mucho la trama final de los caminos», señala Ruibal.
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VISTA DE RUTA 1 CON PUENTE SANTA LUCÍA DE FONDO, CANELONES.
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El Estado y los privados
3 Otra tarea pendiente de su primer período al frente del MTOP era terminar la Torre Ejecutiva y el Sodre. «Si bien teníamos que prestar atención al conjunto de la infraestructura del país, era una importante señal concluir estas obras que ya tenían una historia, porque eran obras que eran como expresiones de ‘no se puede’, como consecuencia entre otras de los últimos años de la crisis desatada en 2002».
«El primer período como ministro en el 2005 fue diferente al que me tocó repetir en 2015 –anota Víctor Rossi–. Uruguay siempre tuvo una red vial importante, que debemos valorar, importante respecto a su superficie y a su población». Rossi sostiene que en estos últimos años se ha ido mejorando en cuanto a las condiciones, el estándar de determinados sectores de ruta, aunque no de todas las rutas del país. «El gran desafío es cómo elevamos el estándar general de las rutas en todo el país y cómo vamos incorporando más y mejores servicios y además hacerlo con más seguridad». En 2005 era más fácil porque más allá de los esfuerzos que se habían hecho, los niveles de exigencia que tenía la red vial eran de otro tipo. De los años 2004 en adelante se ha multiplicado el volumen total de la carga. Y eso ha ido acompañado del cambio de la flota que corre sobre la ruta. Caminos que durante 20, 25, 30 años no necesitaban mantenimiento, en poco tiempo fueron sometidos a un incremento y exigencia cada vez mayores, y algunos de ellos fueron desapareciendo como consecuencia de la circulación de decenas y en algunos casos de centenas de camiones diarios de 45 toneladas. Un ejemplo es la Ruta 55 en el tramo que va a la Ruta 21, hacia Ombúes de Lavalle, que simplemente desapareció, al punto que hay que construir una nueva desde la base. A su vez en 2005 había tareas pendientes para ejecutar. Una de ellos era poner en funcionamiento la doble vía de la Ruta 1, que había sido inaugurada varias veces pero no funcionaba como tal. «Logramos hacerla hasta Tarariras en aquel período y después terminamos el puente sobre el río Santa Lucía, que estaba detenido desde hacía siete años. A partir de ahí había que ir aprovechando los tramos de la ruta vieja con la ruta nueva, proyectada para hacer posible la doble vía.3 El ministro Lucio Cáceres, que me precedió, fue un ministro que entendía
muy bien el tema e hizo esfuerzos para el desarrollo sobre todo de la red vial, pero se quedó sin financiamiento», señala Víctor Rossi. En ese sentido se destaca la Corporación Vial del Uruguay, creada por Cáceres en plena crisis, procurando captar recursos adicionales del sector privado para obras que estaban siendo jaqueadas por la falta de recursos del Estado. «Se hizo una especie de concesión pública que quedó esbozada y cuando llegamos la aprovechamos y ampliamos». Se trata de una forma novedosa de desarrollar infraestructura nacional de transporte mediante la construcción de obras y mantenimiento de las mismas y la explotación de los puestos de peajes en carreteras, durante un período de 20 años. En aquel primer período el MTOP también hizo la Ruta 102, la perimetral Wilson Ferreira Aldunate, que vincula las rutas 5, 6, 7, 8 y 101, la duplicación de la Ruta Interbalnearia y avenida Giannattasio, conectando las zonas Este y Oeste de Montevideo, no solo para dar más fluidez al tránsito en los accesos a la ciudad, sino para evitar la circulación de vehículos pesados por el área central de Bulevar Artigas o José Batlle y Ordóñez.«La perimetral tampoco fue una inspiración personal sino que eran viejas ideas y proyectos que tenían expresiones variadas y era una necesidad muy estudiada».
La nueva realidad de 2015 En el segundo período del ministro Rossi la realidad del país era otra. Las obras de infraestructura necesarias ya no se limitan a la red vial. El desafío del nuevo tiempo requiere una visión más global, que incluya el desarrollo de infraestructura por parte del Estado y también la promoción de inversión de todos los privados que estén dispuestos a participar. «Sumando lo que estamos haciendo con fondos propios o con fondos que surgen de las asociaciones públicas y privadas, terminaremos el período con
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un buen mejoramiento en la red y sus condiciones, aunque sabemos que es una tarea que nunca concluye, porque Uruguay tendrá que seguir creciendo, porque las rutas tendrán que seguir manteniéndose, porque tendremos que aumentar la calidad de la circulación y la seguridad de esas carreteras». Actualmente se está queriendo replicar lo que se hizo en la Ruta 9 en otras carreteras, con terceras vías parciales, que es el paso previo a las dobles vías totales. A ello se agrega la incorporación de cruces a desnivel, los intercomunicadores. «Creemos que vamos a dejar una red vial sustancialmente en mejores condiciones de la que recibimos. Y en esa dirección es cierto lo que señala Alejandro Ruibal, sobre la necesidad de la red transversal. Así como está la conexión Colonia-Punta del Este, Colonia-Rocha, que es una conexión que está en muy buenas condiciones desde hace muchos años porque es la red más intensamente utilizada del país, ya en el primer período nos ocupamos de la Ruta 11, y de su mejoramiento. Ahora estamos llamando dos PPP por la Ruta 14. Una de ellas ya está adjudicada y su trabajo a punto de empezar, que nos permitirá conectar Mercedes, pasando por Trinidad, Florida, Durazno, Sarandí del Yí, hacer una interconexión del puente que se inunda sobre el río Yí que sirva a la Ruta 14 y la Ruta 6. Una segunda PPP que ya se llamó unirá Sarandí del Yí con Rocha, permitirá unir la Ruta 9 con Mercedes de Este a Oeste. Estamos ejecutando la Ruta 26, donde hay varias empresas trabajando en el mantenimiento, que estaba muy deteriorada, sobre todo en el tramo Paysandú-Tacuarembó. Y estamos trabajando en la Ruta 30 que es una de las rutas que ingresa a una capital departamental, Artigas, un trabajo con una inversión importante de punta a punta, y sin ser transversal está el ingreso a Melo que se inaugura también como un homenaje al centenario de la Cámara de la Construcción». En cuanto a la participación de empresas extranjeras en las PPP, Rossi afirma que «a nosotros nos importa que las empresas uruguayas
sean fuertes, con mucha capacidad y que tengan trabajo. Eso repercute en el conjunto del país. Siempre aspiramos a que primero sean los uruguayos. Pero en algunos casos esa alternativa tiene que ir acompañada del financiamiento necesario. En otros casos son las propias empresas uruguayas que van a buscar oportunidades de consorcio. Y esto se aplica a las PPP, que son modalidades a largo plazo, que en algunos casos complican a las empresas nacionales que muchas veces tienen una historia de mucho menos tiempo que el plazo del contrato en el que tienen que comprometerse. Adicionalmente hay muchas empresas uruguayas explorando oportunidades para trabajar en el exterior, por lo que la reciprocidad es buena».
Preservación del patrimonio vial Un desafío del país, para Lucio Cáceres, es la preservación del patrimonio vial. «Pensemos que el patrimonio del país en vialidad es de más de cuatro mil millones de dólares, y eso anduvo muy bien mientras se respetó el impuesto al combustible, que se destinaba al mantenimiento de la red. Es el mismo impuesto que hoy se sigue cobrando, pero la diferencia es que antes se cobraba y se destinaba al fin para el cual se creó, pero progresivamente eso fue a atender otras necesidades de caja del Estado, en lugar de usarlo para el mantenimiento de las carreteras».4 A eso se suma el incremento de la carga que se transporta en las rutas. Uruguay era un país netamente bucólico, rural, se transportaba lana y carne, y algún grano, como el arroz. «Era lo que había. Nosotros llegamos a ser importadores de trigo, de maíz, porque no alcanzaba ni siquiera para el autoconsumo. Y de golpe, a raíz de los precios descomunales de los commodities de estos últimos años debido a la demanda china, con la explosión de la soja, ayudado por
4 «Hay que tomar en cuenta que la carretera es el único servicio que no tiene precio. Solo unas poquitas carreteras tienen peaje. La recolección de la basura, el saneamiento los cobra la intendencia, la luz, el gas, el teléfono, todos cobran el servicio de infraestructura. El único que no cobra es la carretera, aquí y en el mundo entero. El cobro se hace a través del impuesto al combustible, que surgió en el año 52, precisamente cuando aparece el camión, porque el camión es el que rompe la carretera. Ese impuesto se crea en Estados Unidos, y como la situación es semejante, los otros países siguen el mismo procedimiento. Hoy en día si se destinara el impuesto al combustible a las carreteras, tendríamos las mejores carreteras de América. Como no se destina a eso, tenemos unas carreteras que están muy cascoteadas», indica Lucio Cáceres.
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VISTA DE BAHÍA DE MONTEVIDEO, EN LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL SIGLO XIX.
las detracciones de Argentina que hicieron migrar a los argentinos a Uruguay, que tecnificaron el agro, todo se transformó. A lo que se suma aquella ‘promesa de los arbolitos’ de la Ley Forestal del 86 que se cumplió, y pasaron a estar crecidos como para cortar. Entonces el país pasó de 5 millones de toneladas agropecuarias en el 2004 a 25 millones de toneladas, que son las que se transportan ahora. Cuando yo dejé el Ministerio de Transporte y Obras Públicas en el 2004 quedaba un stock de carreteras mantenidas para 10 años, pero como se multiplicó por cinco la cantidad de toneladas, en realidad el stock de carreteras mantenidas era para dos años. Y fue lo que pasó. En el período 2005 - 2010, como las carreteras estaban bien, no estaban entre las prioridades gubernamentales. Después, con el pasaje de todas esas cargas, las carreteras se empezaron a deteriorar, hasta que llegó la famo-
sa frase del presidente José Mujica del ‘apagón logístico’. La inversión quedó rezagada, y así el país se viene comiendo el patrimonio invertido en las carreteras a un ritmo vertiginoso, en el orden de los U$S 200, U$S 300 millones por año».
Vocación portuaria
Entre 1861 y 1897 se habían recibido más de 20 proyectos diferentes para la construcción del puerto de Montevideo. En 1899, el presidente Juan Lindolfo Cuestas integró una comisión financiera a efectos de invitar a empresas europeas que estuvieran dispuestas a elaborar propuestas para la construcción de un nuevo puerto. La primera adjudicación se hizo el 4 de enero de 1901. De las cinco empresas que participaron en la licitación, las obras fueron concedidas al grupo francés formado por Altard,
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Coisseau, Couvreux, Dolfus, Duparchy y Wiriot de París, con una propuesta que era casi una réplica del puerto de Marsella. Los proyectos originales de los franceses fueron modificados en 1908, 1910 y 1912, en algunos casos por decisión de los propios proyectistas y en otros por influencia de técnicos uruguayos. El 18 de julio de 1901 se iniciaron las obras, cuando comenzaron a construirse los primeros muelles firmes. El 25 de agosto de 1909 se in-
auguraron las obras de infraestructura. Cuando aumentó el tránsito de buques, obligó a mejoras de utilaje, ampliaciones de muelles y la adquisición de grúas. Las primeras 20 llegaron el 13 de junio de 1911. Durante los trabajos se emplearon más de dos mil operarios de todas las categorías. El espacio terrestre del recinto portuario creció de 100 a 130 hectáreas de antepuerto, que abrigan a los buques que fondean o transitan para operar en sus muelles.
EL 18 DE JULIO DE 1901 DIERON COMIENZO LAS OBRAS DEL PUERTO DE MVD. PIEDRA FUNDAMENTAL.
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INFRAESTRUCTURA PORTUARIA, MONTEVIDEO.
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En 2001 fue concedida la operación de un servicio especializado de contenedores de 58,5 hectáreas del extremo este de la Bahía. En el marco de una subasta pública se creó la sociedad mixta Terminal Cuenca del Plata, con 80% de participación del grupo belga Katoen Natie y 20% de la Administración Nacional de Puertos (ANP).
Puerto Libre Si el puerto innovó a comienzos del siglo XX, lo repitió a finales de la centuria. El puerto de Montevideo fue el primero de la costa atlántica sudamericana que operó con el régimen de Puerto Libre. Desde la aprobación de la Ley de Puertos, de mayo de 1992, en Montevideo se permite la circulación de mercaderías sin necesidad de autorizaciones, ni trámites formales. Durante su permanencia en el recinto portuario aduanero, los bienes están libres de todos los tributos y recargos aplicables a la exportación o la importación comercial. Su destino comercial puede ser cambiado libremente y tampoco están sujetos a restricciones, limitaciones, permisos o denuncias previas. En 2001 fue concedida la operación de un servicio especializado de contenedores de 58,5 hectáreas del extremo este de la Bahía. En el marco de una subasta pública se creó la sociedad mixta Terminal Cuenca del Plata, con 80% de participación del grupo belga Katoen Natie y 20% de la Administración Nacional de Puertos (ANP).
A su vez, Montecon es una sociedad anónima de servicios logísticos y de estiba, integrada por el grupo Schandy uruguayo y el Grupo Ultramar chileno. Desde el 2000 brinda servicios similares a los de una terminal especializada de contenedores, utilizando muelles públicos. Sus puestos de atraque suman una longitud total de 1.113 metros.
Nuevas obras «Desde el 2005 hasta el 2010 teníamos zonas del puerto ociosas», afirma el ministro Víctor Rossi. «Luego hay otros muelles con inversiones importantes, la construcción del muelle C, está en marcha el muelle D, entre otros, porque el puerto se ha transformado. Pero tenemos que reconocer a aquellos que tuvieron la visión de asumir el riesgo de una inversión que a principio de 1900 significó para el país construir estos muelles que se siguen utilizando». A la altura de la calle Río Branco, donde estaban los clubes Montevideo Rowing y Nacional de Regatas, se construyó un amarradero
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TERMINAL CUENCA DEL PLATA, MONTEVIDEO.
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PUERTO PRIVADO CONSTRUIDO POR MONTES DEL PLATA, PUNTA PEREIRA, COLONIA.
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público con sus instalaciones multipropósito, el Muelle C, que permite atender buques contenedores y graneleros de hasta 12 metros de calado. Con 360 metros, el Muelle C se utiliza para cargas a granel. Alejandro Ruibal entiende que el de Montevideo es un puerto que se está ordenando. «A nivel de puertos hay que pensar 50, 100 años para adelante. Capaz que en el futuro hay que sacar la refinería de Ancap y ampliar significativamente el área en la Bahía, porque el de Montevideo es el ‘puerto profundo’ que tenemos hoy. Está en el debe un puerto de aguas profundas en el Este, pero eso ya es un tema geopolítico porque no se sabe si a Brasil le interesa. Uruguay tiene que buscar la manera de hacerlo, entre otras cosas se puede hacer un puerto energético, una terminal de gas, cerrar la boya de José Ignacio y llevarla para ahí. Empezar a hacer el puerto de a poco, modularmente, hacer una escollera y un primer puerto de atraques con proyectos».
Otros puertos en el país Además del puerto privado construido por Montes del Plata en Punta Pereira y la Terminal Portuaria de UPM en Fray Bentos, la autoridad portuaria, la ANP, gestiona seis terminales, además de Montevideo: Nueva Palmira, Juan Lacaze, Colonia, Fray Bentos, Paysandú y Salto. A eso hay que agregar los que tienen participación privada, como la creación de la terminal de Ontur, en el Puerto de Nueva Palmira, y los ya mencionados de las plantas de celulosa. Nueva Palmira es el segundo puerto uruguayo en volumen de operaciones, ubicado en el kilómetro cero de la Hidrovía Paraná - Paraguay. A la terminal situada en el cauce bajo del río Uruguay acceden los barcos de ultramar, por el dragado del canal Martín García, que llega a una profundidad operable de 9,70 metros, y por el canal Mitre, que cuenta con un calado de 10,30
metros. Su recinto comprende el puerto estatal de la ANP, la estación de tránsito y trasbordo y la planta de silos del consorcio Terminales Graneleras Uruguayas (TGU), el puerto de la Corporación Navíos SA y la Terminal Ontur, con un régimen similar a la Zona Franca de Nueva Palmira. El 80% de la carga se moviliza por estas dos terminales privadas (Navíos y Ontur) y la mayor parte del resto de la carga se mueve por la concesionaria de las instalaciones portuarias para granos (TGU) a través del puerto público de la ANP.5 El Puerto de Colonia es el mayor puerto fluvio-marítimo del país, por donde pasan alrededor de 2 millones de pasajeros por año. El 15 de diciembre de 2009 se inauguró la Terminal Fluvio-Marítima de la ANP, con un área total cubierta de 7 mil metros cuadrados. Su recinto posee tres muelles en forma de «U», protegidos por la escollera sur. El embarcadero de ultramar tiene una longitud de 146 metros. El puerto de Fray Bentos, ubicado sobre el río Uruguay, a 317 kilómetros de Montevideo, durante décadas fue la salida de la mayor agroindustria del mundo, el Anglo. Tiene dos muelles de embarque, uno de ultramar, de 200 metros de eslora, y el otro de cabotaje, con una extensión de 225 metros. En Fray Bentos, asimismo, en la zona franca está la Terminal Portuaria de UPM ya citada, de donde salen las barcazas con celulosa rumbo a Nueva Palmira. El Puerto de Paysandú es un potencial centro logístico del litoral norte productor de madera, cítricos, cereales, oleaginosos y cemento de Pórtland. Su muelle de ultramar posee 100 metros de largo y su muelle de cabotaje, 300. La terminal se complementa con Nueva Palmira en el negocio del transporte de cebada, soja y a futuro madera y cemento de Pórtland, además de la descarga de azúcar importada de Brasil para refinar. En 2008 fue declarado Puerto Libre. En 2006, el Puerto de Salto pasó a la jurisdicción de la ANP, junto con Paysandú, luego de haber sido administrados por el MTOP.
5 La Hidrovía Paraguay Paraná es un corredor fluvial de 3.442 kilómetros, integrado por los ríos Paraguay, Paraná y de la Plata, que une el centro de América del Sur con el océano Atlántico y constituye el sistema de transporte fluvial más importante del subcontinente.
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PUENTE CASTELLS SOBRE EL ARROYO DE LAS VACAS, COLONIA.
Puentes
6 Puentes del Uruguay, de W. Rey Ashfield y G. Laborido.
Desde comienzos del siglo XIX, la historia del país se forjó sorteando los quiebres de la penillanura y la falta de infraestructura. En esos tiempos, los viajes y los movimientos de tropa se servían de las postas y poblaciones diseminadas a lo largo de los escasos caminos. La ausencia casi total de puentes –solo se identifica uno en tiempos de la Banda Oriental– determinaba esa compleja y dificultosa manera de trasladarse a través del terri-
torio. Como se relata en Puentes del Uruguay,6 «recién a partir de 1850 se materializarán ciertas estructuras de paso y determinados puentes en piedra, algunos de los cuales han logrado llegar hasta hoy, como el llamado Puente Castells, sobre el arroyo de Las Vacas en Colonia, y el de la Posta del Chuy en Cerro Largo, ambos activos actualmente. Se trata, en algunos casos, de iniciativas privadas o bien de derechos de concesión y explotación licitados por parte del Estado. El ferrocarril será un estructurador fundamental del territorio, a partir de la llegada de
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PUENTE VIEJO SUMERGIBLE Y PUENTE FERROVIARIO SOBRE EL RÍO YÍ, DURAZNO.
la primera locomotora, en el año 1865. Este servicio demandará una sistemática construcción de puentes ferroviarios, comprometiendo una altísima inversión y generando para Uruguay un excepcional desarrollo en materia económica y social». El puente de la Posta del Chuy se construyó a partir de 1855, para permitir el paso de hombres, carretas y ganado, a través de 85 metros construidos en mampostería de piedra, con arcos escarzanos sostenidos en robustos pilares, como señala la obra antes citada. Fue
el primer emprendimiento hecho con el sistema de concesión de obra pública, mediante un contrato entre la Junta Administrativa de Cerro Largo y los constructores. En Durazno, el paso sobre la margen izquierda del río Yí conectó desde siempre el Sur con el Norte del país. Primero con una balsa y luego con un puente de madera, conocido como «puente viejo sumergible», diseñado y calculado con esa modalidad, concebido y ejecutado por el ingeniero Federico Capurro. Se inauguró en julio de 1903 y unía la capital
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PUENTE DE LA POSTA DEL CHUY, CERRO LARGO.
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PUENTE DE CARMELO, COLONIA.
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departamental con la localidad de Santa Bernardina. En 2007, el puente sumergible fue declarado Monumento Departamental. En Carmelo, sus habitantes aspiraban a un conector que, además de permitir cruzar el arroyo Las Vacas, habilitara también el pasaje de barcos con cierto calado. Así se hizo un puente giratorio de tracción humana, diseñado por los ingenieros Juan T. Smith y Eduardo Chiappori, que fue declarado Monumento Histórico Nacional. Otros muchos puentes tuvieron lugar en apoyo al desarrollo del ferrocarril, como el de 25 de Agosto y el del Yi, en Durazno, entre otros.
Puentes internacionales El Puente Internacional Barón de Mauá está emplazado sobre el río Yaguarón y la avenida Centenario. Une las ciudades fronterizas de Río Branco (Uruguay) con Yaguarón (Brasil). Fue construido entre 1927 y 1930 por la empresa de Donato Garminara y Quinto Bonomi, después de un tratado firmado en 1918 entre los dos países. Fue el primer puente internacional entre ambas naciones. Con sus 330 metros de longitud, es un puente mixto: carretero y ferroviario. Está construido en hormigón armado, con arcos alargados y cuatro torres que combinan hormigón y mampostería. Fue declarado Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Cultural Binacional. Es la primera expresión de un patrimonio común de Uruguay con otro país.
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PUENTE INTERNACIONAL BARÓN DE MAUÁ, RÍO BRANCO, CERRO LARGO.
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El Puente Internacional de la Concordia es un puente carretero sobre el río Cuareim, en la frontera entre Brasil y Uruguay. Es considerado como el puente con curva más largo de América del Sur. Une la ciudad de Artigas con la ciudad de Quaraí. Tiene una extensión de 760 metros. Fue construido entre 1967 y 1968 e inaugurado el 3 de abril de 1968. El Puente Internacional Bella Unión - Barra do Quaraí, inaugurado en 1976, está ubicado sobre el río Cuareim, y permite su entronque con la red de carreteras de Brasil a través de la Ruta BR 472. Está construido con concreto, con un largo total de 670 metros y un ancho de rodadura de 8,5 metros. Paralelo a este existe un puente ferroviario, inaugurado el 3 de junio de 1915. El puente Paysandú-Colón comenzó a construirse en 1970, a cargo de un consorcio argentino-uruguayo. Tiene una longitud de 2.350 metros. Se utilizaron diferentes soluciones estructurales en hormigón pretensado. Fue inaugurado oficialmente el 10 de diciembre de 1975 y se lo denominó Puente General Artigas. El Puente Libertador General San Martín es un puente carretero internacional que cruza el río Uruguay y une la zona de Puerto Unzué, cercana a Gualeguaychú en la provincia argentina de Entre Ríos, con Fray Bentos. Tiene una longitud de 5.365 metros. La obra comenzó en 1972 y se inauguró el 16 de septiembre de 1976.
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PUENTE ALFREDO ZITARROSA, BARRA DE SANTA LUCÍA, CANELONES.
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PUENTE INTERNACIONAL GENERAL ARTIGAS, PAYSANDÚ.
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El debe del ferrocarril El trazado de la red ferroviaria nacional es de 1884, estableciendo un sistema radial que, como las carreteras posteriores, convergían en la capital. La Estación Central de Montevideo es de 1897. Llegó a haber cuatro empresas británicas y una estatal: Central Uruguay Railway Limited, con 1.574 kilómetros; Midland Uruguay Railway, con 506 kilómetros; dos menores con 182 y 114 kilómetros respectivamente, y las líneas del Estado, con 623 kilómetros. El ferrocarril impulsó los fraccionamientos urbanos, fundamentalmente junto a sus estaciones, fundándose pueblos en todo el país, como Colón, Pueblo Ferrocarril, La Paz, 25 de
PUENTE SOBRE RÍO YÍ, DURAZNO.
Agosto, Cardal, Isla Mala, La Cruz, Sarandí Grande, Molles, Achar, Tambores, Tranqueras y Young. En 1948 el Estado adquirió los ferrocarriles extranjeros, cobrando de ese modo parte de la deuda de Gran Bretaña con Uruguay por las compras durante la Segunda Guerra Mundial. La administración de ferrocarriles del Estado, AFE, se creó en 1952, para administrar 2.950 kilómetros de red ferroviaria, hasta que en 1987 se dispuso que el ferrocarril se utilizaría apenas para el desplazamiento de cargas a media y larga distancia, aunque se restablecieron servicios de pasajeros en algunas líneas. El tema vuelve a la primera plana con una tercera planta de celulosa que requeriría del servicio ferroviario. Se trata del proyecto
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«Ferrocarril Central», que consiste en la construcción y mantenimiento de 273 kilómetros de vías férreas entre el puerto de Montevideo y la ciudad de Paso de los Toros, para permitir la circulación de trenes de carga a 80 kilómetros por hora y 22,5 toneladas por eje. Este proyecto, sumado a los que están en curso, como la rehabilitación de la línea Rivera y la línea litoral entre Piedra Sola y Salto, consolidaría la ampliación de la oferta de transporte ferroviario para las cargas nacionales y regionales. El ferrocarril es adecuado como medio de transporte en grandes distancias y grandes volúmenes, por lo que no compite para distancias menores de 200 o 300 kilómetros. El proyecto que ahora se presenta, vinculando Paso de los Toros y Montevideo, tiene casi 300 kilómetros y cuenta con el volumen necesario. Al mismo tiempo, de concretarse, se cumpliría otro desafío postergado: desde siempre Uruguay anhela con generar actividad en el centro del país.
REPRESA DE RINCÓN DEL BONETE, RÍO NEGRO.
Represas hidroeléctricas La Represa de Cuñapirú fue una usina minera y a su vez represa hidroeléctrica ubicada en el departamento de Rivera, Uruguay. Declarada Monumento Histórico Nacional, el lugar alberga las ruinas de lo que fue en su momento un importante emprendimiento dedicado a la producción de energía y extracción y purificación de oro. Fue la primera represa de América del Sur y se inauguró en 1882. La crisis que asoló al mundo en 1929 fomentó el desarrollo de la industria en varios países de América Latina, entre ellos Uruguay, como forma de compensar la baja de la actividad agropecuaria, cuyos precios internacionales se desplomaron. En ese entonces se creó Ancap y su refinería de petróleo. A su vez, el Estado realizó obras para generar energía y trabajo, destacándose la represa de Rincón del Bonete, primera represa hidroeléctrica del país,
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REPRESA DE SALTO GRANDE, SALTO.
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que hoy continúa en funciones. Previamente la electricidad se producía mediante centrales térmicas alimentadas con carbón o derivados de petróleo importados. Como crecían las industrias, era imprescindible abaratar los costos de la energía. Si bien desde hacía años se estudiaba la posibilidad de hacer represas en los ríos Negro y Uruguay, el presidente Gabriel Terra decidió construir la represa sobre el río Negro en 1934; se llamó a licitación y en 1937 se adjudicó a una empresa alemana. No obstante, a poco de comenzar la Segunda Guerra Mundial la construcción pasó a manos de la empresa estadounidense Westinghouse. La represa de Rincón del Bonete se inauguró en 1945. Pertenece a la empresa estatal de energía, UTE, y tiene una capacidad nominal de 160 MVA. Su embalse es el de mayor capacidad del país. La arquitectura del edificio principal de la represa fue construida por el arquitecto Julio Vilamajó, constituyendo un baluarte de nuestro patrimonio industrial. La represa de Baygorria es una central hidroeléctrica perteneciente a UTE, inaugurada el 8 de julio de 1960. Se ubica sobre el curso del río Negro, a 307 kilómetros de la desembocadura, entre los departamentos de Durazno y Río Negro. Su potencia máxima es de 108 MW. La central hidroeléctrica binacional de Salto Grande es una represa y central hidroeléctrica ubicada en el curso medio del río Uruguay, unos 15 kilómetros al norte de las ciudades de Salto y Concordia (provincia de Entre Ríos, Argentina). El 1° de abril de 1979 se inició la formación del embalse y el 21 de junio de 1979 la primera turbina comenzó a producir energía. Para su construcción se utilizaron 60.000 toneladas de hierro y 1.500.000 metros cúbicos de hormigón. La represa posee 69 metros de altura y forma un embalse de 78.300 hectáreas. En agosto de 1982 se habilitó el cruce vehicular y ferroviario internacional sobre el coronamiento de la represa. La última de las 14 turbinas generadoras de energía fue inaugurada el 27 de marzo de 1983.
La Central Hidroeléctrica Constitución, también conocida como Represa de Palmar, es una central hidroeléctrica de UTE situada en el curso del río Negro, a 72 kilómetros de Mercedes. Fue puesta en funcionamiento el 27 de agosto de 1982. Su potencia instalada es de 333 MVA.
Energía y parques eólicos Una novedad de los últimos años, en relación a la generación de energía, fue la creación de parques eólicos, que también es un cambio en la matriz tradicional de la industria de la construcción. La Política Energética 2005-2030, que establece los lineamientos en el campo de la energía a nivel nacional, fue aprobada por el Poder Ejecutivo en 2008 y ratificada por una comisión multipartidaria de energía en el Parlamento en 2010. Establece una fuerte apuesta a la diversificación de la matriz energética y a la incorporación de fuentes autóctonas, en particular energías renovables. En el régimen general de inversiones, la ley 16.906 y su decreto reglamentario (decreto 02/012), se incluye a las energías renovables dentro de la utilización de tecnologías limpias que generan incentivos adicionales. A su vez el decreto 354/009 otorga incentivos tributarios específicos para el sector de energías renovables. El régimen de promoción permite que las industrias que inviertan en generación de energía renovable financien hasta el 80% de esta inversión a través de las exoneraciones impositivas. Esto trajo como consecuencias, entre otras, la propagación de los parques eólicos en Uruguay. El ingeniero Daniel Vázquez, director ejecutivo de Ingener, en entrevista para esta publicación se refiere a la construcción de plantas de energía renovable. Hace hincapié en señalar que el ciclo de inversión en energías renovables vino después de las plantas de celulosa y otras grandes inversiones de UTE. «Por eso cuando surgen,
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PARQUE SOLAR EL NARANJAL.
las empresas estaban preparadas para resolver el parque completo y en tiempo. En el caso de los parques eólicos, el cliente contrataba dos paquetes, uno era el generador, o sea los molinos, la torre y el montaje de este elemento y el resto lo hacía con empresas locales, es decir la base de hormigón donde se colocaba la torre, la red de media tensión para evacuar la energía de cada uno de estos molinos, hasta un concentrador, y luego una estación elevadora para conectarse la red de alta tensión a nivel nacional». Lo primero a destacar de los parques eólicos es su dimensión. «Imaginemos un parque de 50 MW. Si bien ahora es más competitivo, al comienzo tenía un costo en el entorno de los U$S 2.000
por MW, o sea que 50 megavatios terminaban costando en el orden de U$S 100 millones. Si un edificio cuesta en el entorno de U$S 10 millones, sería el equivalente a 10 edificios. La diferencia es que de esos 100 millones tal vez 70 millones corresponde a las máquinas, que son importadas», indica Vázquez. Un parque eólico como uno solar tienen un componente logístico significativo, desde que el equipamiento llega al puerto de Montevideo hasta que se traslada al parque propiamente dicho. En el caso del eólico son unos 50 trenes de viaje, porque se transporta la góndola que va arriba, las torres y las palas. «En un parque solar son unos 300 contenedores que hay que llevar
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PARQUE EÓLICO, FLORIDA.
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del puerto hasta el sitio. Es un servicio que tal vez no se ve, pero requiere una coordinación logística sincronizada para que la secuencia se haga bien. El equipo no puede estar mucho tiempo estacionado en el puerto porque significa costo, y tampoco puede estar expuesto en el sitio de obras porque se puede dañar cuando no está instalado», anota el director de Ingener. Por este motivo, en estas obras hay un derrame muy importante en el sector logístico. Además está la obra en sí misma, que es la gente que trabaja en el proyecto, unas 100 personas operando durante unos 10 meses de forma intensa. A eso hay que sumarle toda una serie de servicios legales y administrativos significativos, porque estos proyectos tienen una serie de capítulos de exoneración que hay que trabajar para poder calificar y lograr los beneficios posibles. Si en la obra hay 100 personas y el costo es de U$S 10 millones, eso puede multiplicarse por una vez y media. Los parques solares construidos por Ingener en forma integral en Salto fueron Del Lito-
7 «Si 1.800 megavatios instalados de eólica rindieran 30% de la potencia instalada, eso serían 5.400 megavatios en el año. Y si una solar con 150 megavatios instalados rindiera un 15%, serían 21 megavatios. A lo largo del año, si la demanda completa promedio fuera de 1.500 a 2.000 MW, el 30% lo resuelve la energía eólica en el año. Lo que ha sucedido es que como en la noche baja el consumo, y es cuando ocurre la producción máxima de la eólica, hay momentos en que atiende el 100% de la demanda. Y si bien la solar no es significativa a nivel nacional,
porque sería el 5% del consumo de Uruguay, como funciona a potencia plena entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, fundamentalmente en verano, en los días de más radiación es cuando se da el consumo máximo por el acondicionamiento térmico. A la vez lo que sucede con la eólica es que al mediodía baja la generación, pero es la máxima potencia de la solar, mientras que de noche es la máxima potencia de la eólica, con lo que hay una complementación interesante», explica Daniel Vázquez, director ejecutivo de Ingener.
8 Los principales parques construidos son los siguientes: parque eólico Sierra de los Caracoles, en el departamento de Maldonado, con una potencia instalada de 10 MW + 10 MW. La energía neta del complejo es de 67 GWh/año. El parque eólico Arias cuenta con 35 aerogeneradores con una potencia nominal de 2 MW cada uno. Dentro de la obra se incluyen 26 kilómetros de línea de alta tensión desde el parque hasta la subestación de Cerro Colorado y una subestación elevadora. El parque eólico Artilleros está localizado en la Ruta 22, kilómetro 137, en
ral (17MW) y El Naranjal (50MW). En el parque solar La Jacinta (50MW) construyeron las subestaciones de UTE en alta tensión y la subestación elevadora del parque y la red interna de media tensión. Con la entrada en operación a mediados de 2017 han llegado a la potencia máxima en el verano 2017-2018. La empresa también participó en el parque solar de Tomás Gomensoro, de 20 MW. Uruguay tiene la característica de que la generación de energía tradicional, que es la hidroeléctrica, es renovable, con la que se puede cubrir toda la demanda con lo que está instalado. El problema surge con la sequía, tomando en cuenta que los ciclos de sequía son más largos en el tiempo, mientras que las otras fuentes de energía renovable, como la eólica y la solar, en el promedio son más variables en el corto plazo pero en el largo plazo llegan a un promedio más razonable.7 UTE dispone de energía generada por parque eólicos propios y parque eólicos privados.8 ¶
el departamento de Colonia. Tiene una potencia instalada de 65,1 MW y se inauguró en febrero de 2015. El parque eólico Artilleros es desarrollado en conjunto por las empresas UTE y Eletrobras de Brasil, a través de la sociedad Rouar SA, de la que ambos son accionistas en el 50%. El parque eólico Juan Pablo Terra fue desarrollado por UTE con fondos propios. UTE adquirió a la empresa Nordex USA Inc 28 aerogeneradores de tecnología alemana. El parque eólico Palomas se encuentra ubicado en la localidad de Palomas, departamento de Salto, en un
predio propiedad del Instituto Nacional de Colonización a unos 20 kilómetros del kilómetro 526 de la Ruta 3. La obra comenzó en noviembre de 2015. El parque eólico Pampa está ubicado en la Ruta 5, kilómetro 321. Cuenta con un total de 59 aerogeneradores de 2,4 MW de potencia unitaria. El parque eólico Valentines está ubicado en los alrededores del paraje Valentines, en padrones privados en los departamentos de Florida y Treinta y Tres.
I N I C IO S
LA CASA PROPIA
4 3.000 KILÓMETROS DE CALLES EL ESTADO Y LOS PRIVADOS LA NUEVA REALIDAD DE 2015 PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO VIAL VOCACIÓN PORTUARIA PUERTO LIBRE NUEVAS OBRAS PUENTES PUENTES INTERNACIONALES ENERGÍA Y PARQUES EÓLICOS EL DEBE DEL FERROCARRIL REPRESAS HIDROELÉCTRICAS
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LA CASA PROPIA
A mediados del siglo XX, el 70% de los uruguayos era propietario de su vivienda. Las fórmulas para lograrlo fueron variadas y evolucionaron con el tiempo, destinadas tanto a los sectores populares como a los de mayores ingresos. Entre las primeras, se destacan las viviendas construidas por las grandes industrias, como el barrio obrero para los empleados del frigorífico Liebig’s en Fray Bentos, el barrio Peñarol para los operarios del ferrocarril y el barrio del Cerro en Montevideo para los obreros del Frigorífico Artigas. A las iniciativas ya citadas de Emilio Reus, se suman experiencias como las del filántropo Alejo Rossell y Rius, que construyó numerosas viviendas en zonas donde había establecimientos industriales. Existe consenso en que la principal herramienta uruguaya para el acceso a la casa propia fue la Ley 7.395 del año 1921, conocida como Ley Serrato, que otorgaba el derecho a adquirir viviendas de propiedad del BHU o de particulares u obtener préstamos para construir viviendas, mediante créditos hasta el 85% del valor de tasación, que debían reintegrarse en un plazo no mayor de 30 años. La inflación y la crisis terminaron con ese mecanismo, hasta que surgió otro hito para la vivienda propia: la Ley 13.728, conocida como Plan Nacional de Vivienda, de 1968, con la estructura institucional para llevar a cabo los planes de vivienda, que también creaba los Núcleos Básicos Evolutivos y los fundamentos para el desarrollo de las cooperativas de viviendas, algo peculiar del país que siguió desarrollándose hasta el presente, en dos modalidades, de ayuda mutua y de ahorro y préstamo. El Ministerio de Vivienda se creó dos veces, en 1974 –solo duró tres años– y en 1990. El BHU siguió teniendo el monopolio de los préstamos hipotecarios hasta 1996, cuando pasó a competir con los bancos privados. La actividad del BHU tuvo fuertes vaivenes. Vivió un significativo impulso en 1976, que terminó con la crisis de 1982 y retomó la pujanza con la restauración de la democracia, en 1985, hasta la gran crisis del 2002, cuando cambiaron las funciones del banco.
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ANTIGUAS INSTALACIONES DEL FRIGORÍFICO ANGLO, FRAY BENTOS, RÍO NEGRO.
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VIVIENDAS DE INTERÉS SOCIAL, BARRIO AIRES PUROS, MONTEVIDEO.
En forma paralela a la construcción de viviendas por parte del Estado, a través del BHU, para los sectores medios, o del Ministerio de Vivienda, para quienes requieren algún tipo de subsidio, se desarrolla la promoción privada. El gran desafío, para lo que la CCU ha planteado opciones, sigue siendo la erradicación de asentamientos y las posibilidades de que los sectores de menores recursos (entre 0 y 30 UR de ingresos, aproximadamente) accedan a una vivienda digna. Al día de hoy el 62% de los uruguayos son propietarios de su vivienda.
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ANTIGUA FOTO DEL BARRIO VILLA MUÑOZ –REUS AL NORTE–, MONTEVIDEO.
Desde el punto de vista de la construcción de viviendas, lo destacable de estos últimos cien años es algo que ocurre en la primera mitad del siglo, que es la consolidación de la vivienda propia. Uruguay llegó a tener casi 70% de la población propietaria de su vivienda, lo que constituyó el mayor porcentaje de América. Eso se logra también gracias a algo que venía del siglo XIX, que era la disponibilidad de tierra para urbanizar.
Las primeras viviendas populares De las primeras propuestas de viviendas populares sobresalen las iniciativas de las grandes industrias. Así surgió a fines del siglo XIX el barrio obrero para los empleados del frigorífico Liebig’s en Fray Bentos, el barrio Peñarol para
los operarios del ferrocarril y, en las primeras décadas del siglo XX, el barrio del Cerro en Montevideo, para los obreros del Frigorífico Artigas. A esto se suman las iniciativas de Emilio Reus, ya mencionadas. Las viviendas de Reus fueron financiadas con la Sección Hipotecaria del Banco Nacional, que quebró en 1892, cuando nació el Banco Hipotecario del Uruguay, entonces privado, que se ocupó del financiamiento de dichas viviendas (el BHU pasó a manos del Estado en 1912). «Alejo Rossell y Rius es otro caso de constructor de viviendas populares, un hombre con mucho dinero, pero las hace ya no en carácter de especulador, sino más bien de filántropo», indica Mariano Arana. Entre los años 1907 y 1910 Rossell y Rius construyó con destino a «casas de obreros», como se les llamaba, a efectos de arrendarlas a precios bajos, permitiendo que se adquirieran con el tiempo, numerosas vivien-
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VIVIENDAS BARRIO PEÑAROL, MONTEVIDEO.
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das en zonas donde había establecimientos industriales, como la Fábrica de Chocolates Saint Hermanos, la Fábrica de Fósforos, la Estación de Tranvías del Reducto y otras industrias más pequeñas. El proyecto construyó 156 viviendas en diversos barrios de la ciudad. Hubo diversas leyes para promover las viviendas de bajo costo. Se destacan la Ley 9.723 del 19 de noviembre de 1937, que creó el Instituto Nacional de Viviendas Económicas (INVE), la Ley del 9 de octubre de 1944 para la erradicación de «rancheríos» y la Ley 13.640 de 1967, que crea recursos para el Movimiento para la Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir). El INVE dependía del Ministerio de Obras Públicas y su objetivo era la construcción de viviendas económicas para ser arrendadas o vendidas a empleados y obreros del Estado, a particulares, a jubilados y a pensionistas. Entre 1937 y 1942, el INVE construyó barrios en Villa del Cerro, Villa Unión, Pantanoso, Nuevo París, La Teja y Villa Española, en Montevideo, aunque no se concentró en la capital sino que llevó soluciones habitacionales a todos los departamentos del interior del país. Ejecutó unidades colectivas o bloques como es el caso de los barrios INVE Nº 16, Barrio Malvín Norte y algunas experiencias de prefabricados, como el caso del INVE Nº 20, en el Barrio Sur, obra del arquitecto Homero Pérez Noble, que fue demolido en 2014. En 1967 se sancionó la ley que creó Mevir, destinado a familias con bajos ingresos, en especial del sector rural. Se financia mediante el Mvotma, partidas del presupuesto nacional, donaciones y legados y el aporte de los beneficiarios.
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Viviendas construidas por la Intendencia de Montevideo
1 La vivienda de interés social en el Uruguay, de N. Conti de Queiruga.
A lo anterior se agregan las viviendas construidas por la Intendencia Municipal de Montevideo, que, como señala el trabajo La vivienda de interés social en el Uruguay,1 comenzó «de una manera muy modesta en el año 1923 con la iniciativa del Concejo de Administración Departamental de construir agrupaciones de casas económicas en diversos lugares de la ciudad de Montevideo, a fin de cooperar en la solución de uno de los problemas sociales de mayor trascendencia». A partir de 1941 el Municipio comienza a desarrollar la actividad de fomento a la construcción de viviendas de carácter económico que debía ejecutarse por particulares, como señala la obra mencionada. Entre 1955 y 1959 se formula el Plan Director para la ciudad de Montevideo, lo que plantea la construcción de 11 unidades habitacionales en el Cerro, en el Parque Vaz Ferreira, en Buceo, en Casavalle y San Martín, en Malvín Norte, en Maroñas y en el Barrio Sur. Los «planes directores» ordenaron la ciudad, con modelos padronizados, como el «plano económico departamental», con retiros frontales que dotaban a las viviendas de luz y espacio verde. «Los barrios municipales de los años 40 fueron hechos con un concepto de dignificación de la familia muy alto, y en algunos casos con un diseño de la estructuración vial y demás», sostiene Mariano Arana.
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VIVIENDA DE INTERÉS SOCIAL, BARRIO BUCEO, MONTEVIDEO.
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Primeras leyes de viviendas
2 Bello y Reborati solían comprar terrenos que dividían en mitades. Por eso sus viviendas suelen tener frentes angostos, con escaleras que conforman tres niveles. Se destacan los diseños y la calidad de los materiales, como ladrillo, piedra, revoques bien producidos y azulejos. 3 En 1925 las nuevas disposiciones nacionales exigieron a las empresas constructoras que tuvieran un ingeniero o arquitecto como técnico responsable. El arquitecto Carlos Molins pasa a ser el técnico responsable de Bello y Reborati. 4 En 1934 la empresa contaba con 2.000 operarios. La fábrica de tejas, ladrillos y ticholos estaba ubicada en Carlos A. López 340; la carpintería, en Agraciada 2779, mientras que los mosaicos, baldosas y trabajos de herrería se hacían en un local ubicado en Rivera y Mc Eachen.
Según el censo de 1908, la población uruguaya era de 1.042.686 habitantes, de los cuales un 30% residía en Montevideo. De estos, el 71% arrendaba la vivienda donde vivía. El Estado comenzó a intervenir para impulsar la construcción de viviendas a través de estímulos impositivos a la acción privada y por intermedio de préstamos financiados por el Banco Hipotecario del Uruguay, que en 1912 pasó a la órbita estatal. Hay consenso en que el gran salto hacia la construcción de la vivienda propia surge con la Ley 7.395 de derecho a la vivienda del año 1921, conocida como Ley Serrato, en homenaje a su autor, el ingeniero José Serrato, que era el presidente del BHU. La ley otorgaba el derecho a adquirir viviendas de propiedad del banco o de particulares u obtener préstamos para construir viviendas, a los obreros y funcionarios del sector público y privado, a militares, afiliados a las cajas de jubilaciones con más de diez años de aportes jubilatorios, a jubilados o retirados. El banco otorgaba créditos hasta el 85% del valor de tasación de la vivienda, que debían reintegrarse en un plazo no mayor de 30 años, en mensualidades retenidas del sueldo.
El caso Bello y Reborati Es en este marco, coincidiendo con el mismo año de promulgación de la Ley Serrato, que se desarrolló una importante promoción de la vivienda y crecieron dos empresarios que simbolizan el espíritu de la época: Ramón Bello y Alberto Reborati. En las primeras décadas del siglo XX la industria de la construcción se dinamizaba por la incorporación de nuevos materiales y técnicas, como el uso del hormigón armado. A su vez, entre los inmigrantes llegaban europeos idóneos en diferentes áreas y hábiles artesanos con una
variada gama de oficios, lo que consolidó una construcción de categoría. Las obras de Bello y Reborati demoraron en ser reconocidas como un valioso aporte a la arquitectura uruguaya y al perfil urbanístico de Montevideo. En 1989 Mariano Arana escribió lo siguiente: «Cuando hace más de dos décadas propusimos en el Instituto de Historia de la Arquitectura el estudio de la obra de Bello y Reborati, se interpretó la iniciativa como un despropósito entre irónico e irreverente. Lástima grande, puesto que muchas de sus realizaciones hoy inexistentes, estaban todavía en pie, y otras muchas no habían sufrido aún desfiguraciones importantes».2 La familia de Alberto Reborati nació en Génova y se mudó a Uruguay en 1900, cuando Alberto tenía 7 años de edad. Estudió en el Colegio Seminario e ingresó a la Facultad de Arquitectura, donde cursó varios años aunque nunca llegó a graduarse. En 1914, con 21 años de edad, comenzó a proyectar y construir viviendas, porque en esa época bastaba estar habilitado y no se exigía título de arquitecto. En 1921 Reborati se asoció con otro constructor que tampoco era arquitecto ni ingeniero: Ramón Bello. Así surge la constructora Bello y Reborati, que se convertiría en leyenda.3 La firma trabajaba por encargo, con financiamiento del BHU, siguiendo los lineamientos de la Ley Serrato. Ofrecía «planos tipo» de modo de poder repetir el modelo de viviendas adaptándose al terreno. En poco tiempo la empresa no daba abasto y los clientes se anotaban en listas de espera. La empresa no tercerizaba ninguna tarea, por lo que creó talleres que proveían todos los insumos, desde herrería y carpintería hasta fábrica de ladrillos, tejas y cerámicas. Contaban con los mejores finalistas de plaza y el propio Reborati viajaba constantemente a Italia para contratar a artesanos de categoría.4 Entre 1921 y 1934 habían construido 500 casas, preferentemente en Pocitos. En 1936, la empresa estaba en su momento de esplendor.
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CASA DE BELLO Y REBORATI SOBRE CALLE SOLANO ANTUÑA, MONTEVIDEO.
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PUENTE INTERNACIONAL GENERAL ARTIGAS, PAYSANDÚ.
5 «En 1974 estaba trabajando de empleado en la empresa Marquesoni y estaba haciendo el club de la Seguridad Social, que era el club de los funcionarios del Banco de Previsión Social, que se llamaba Dirección Nacional de Seguridad Social. La empresa ganó la licitación para hacer una piscina y la ampliación de la sede social del club, y encontramos como director del BPS a un tal Bello, que era hijo de Alberto Bello, de la famosa empresa Bello y Reborati. Fue en esa oportunidad que Bello me contó que la plata que había ganado la sociedad Bello y Reborati en toda su historia, la perdieron toda con la inflación del 39, porque era construcción por precio fijo. Me contó que cuando estaban inaugurando esa última obra al padre se le caían las lágrimas porque se había fundido haciéndola. Y estaba en la inauguración, porque la obra se entregaba, porque cumplir se cumplía», relata el arquitecto Sahid Manzur.
Hoy por hoy, buena parte de las viviendas construidas por Bello y Reborati han sido declaradas Bien de Interés Municipal. El boom inmobiliario que impulsaron terminó en forma imprevisible. En 1935, en pleno proceso de crecimiento, la empresa se comprometió a construir 400 viviendas para personal militar, con financiamiento del BHU, en Bulevar Artigas y Enrique Martínez. Como había estabilidad monetaria, o sea, no se conocía la inflación, se vendían a precio fijo. En 1939 comenzaron las obras. Un mes después, el 1º de septiembre de 1939, Hitler invadía Polonia iniciando la Segunda Guerra Mundial, lo que trajo aparejada la crisis y la inflación. Como se cumplía la palabra empeñada, la empresa se vio obligada a vender sus bienes para financiar los aumentos de costos, lo que provocó la quiebra.5
Mediados del siglo XX El contexto histórico muestra nuevamente, a mediados del siglo XX, a un Uruguay optimista. Se recupera plenamente la vida institucional democrática con las elecciones de 1942, y bajo el gobierno de Luis Batlle Berres (1947-1951) se consolida la prosperidad económica por el incremento de las exportaciones como consecuencia de la Guerra de Corea (1950-1953). El Uruguay de los años 50 recordaba al de los 20, cuando terminó de acuñarse el giro de la «Suiza de América», con un importante desarrollo cultural y el casi nulo analfabetismo, algo único en el continente. Sin embargo, el inicio de una crisis comenzaba a vislumbrarse en el horizonte. Un ministro de Obras Públicas de actuación muy destacada en la construcción edilicia en
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La ley promueve un amplio marco de promotores de construcción de vivienda, de modo que se pueden beneficiar de créditos empresas y promotores privados que construyan viviendas para la venta así como los particulares que destinen la vivienda para sí mismos o para otros.
esa mitad de siglo fue el arquitecto Walter Pintos Risso, que ocupó la cartera entre 1967 y 1972, cuando se promulgó la Ley Nacional de Vivienda. Como constructor ya había hecho, en 1949, el primer edificio de Uruguay bajo el régimen de propiedad horizontal, el Pinar, en las calles 20 y 29 de la península de Punta del Este, construido por Esteban J. Artucio. Como ministro impulsó la construcción de escuelas, hospitales, el trébol y el puente sobre la ruta Interbalnearia en Atlántida, el primer puente internacional Paysandú-Colón y la costanera de Punta del Este, mediante el esquema de obras por convenios con empresas privadas.
Ley de Vivienda de 1968 La Ley 13.728, conocida como Plan Nacional de Vivienda, fue promulgada el 17 de diciembre de 1968: establecía una estructura institucional para llevar a cabo los planes de vivienda, que se formalizarían a través de la Dirección Nacional de Vivienda (Dinavi), el BHU, como organismo exclusivamente financiero que formalizaría el financiamiento, y el INVE, como órgano central de la producción de viviendas por el sistema público. Las funciones de la Dinavi y el INVE
fueron ejercidas después, a partir de su creación definitiva en 1990, por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma). A su vez la ley creó los Núcleos Básicos Evolutivos y los fundamentos para el desarrollo de las cooperativas de viviendas. La ley fue creada, entre otras razones, para lograr «una reactivación del proceso económico nacional mediante el funcionamiento a ritmo intenso de la industria de la construcción». La ley define las condiciones y los tipos de vivienda; se las clasifica según el lugar de localización en el territorio –rural o urbano–, según el uso de la vivienda y según los metros habitables por persona. Se fijan dimensiones máximas y mínimas de construcción. También define los créditos y las condiciones de los mismos. Para evitar las quiebras de las empresas constructoras o del propio BHU ocurridas cuando se acelera la inflación (que provocó la quiebra de empresas como la mencionada Bello y Reborati), la ley determina que todos los préstamos concedidos con el fin de financiar vivienda exigen la devolución total del préstamo en su valor actualizado, para lo que se creó la Unidad Reajustable. La ley promueve un amplio marco de promotores de construcción de vivienda, de modo
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6 El cooperativismo en Uruguay, de Jorge Bertullo, Gabriel Isola, Diego Castro y Milton Silveira.
que se pueden beneficiar de créditos empresas y promotores privados que construyan viviendas para la venta así como los particulares que destinen la vivienda para sí mismos o para otros. El arquitecto Juan Pablo Terra fue uno de los principales redactores de la Ley N° 13.728, y tuvo un rol clave en la creación de las cooperativas de vivienda, algo novedoso a nivel universal. «Las cooperativas uruguayas de vivienda han hecho doctrina», afirma Mariano Arana. «Juan Pablo Terra, arquitecto y sociólogo, era un hombre de gran sensibilidad y fue un promotor de dichas cooperativas, que cuentan con un importante apoyo estatal, permitiendo que la gente que no tenía suficiente capacidad de ahorro pudiera acceder a la vivienda». En el país existen dos tipos de cooperativas de vivienda, las de ayuda mutua y las de ahorro previo. En las de ayuda mutua, destinadas a familias de bajos ingresos, los socios aportan trabajo además de las cuotas. Las cooperativas destinadas a trabajadores de sectores medios a nivel de ingreso son las de ahorro y préstamo. Como se explica en El cooperativismo en Uruguay, trabajo de la Udelar,6 en 1966, sin un marco legal adecuado, tres grupos de trabajadores de tres localidades del interior (Florida, Salto, Río Negro) constituyeron tres cooperativas «para resolver sus problemas de vivienda» y lograron ser incluidas por medio del Instituto de Vivienda en los préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo. Tres años después, con la Ley de Vivienda, se enmarca la actividad de estas cooperativas. A partir de entonces tuvieron un rápido desarrollo, al punto que en 1973, cuatro años después, alcanzaban a 69 cooperativas con 4.338 viviendas en construcción. En ambos tipos de cooperativas la forma de propiedad de la vivienda puede ser colectiva o individual: la primera se denomina de usuarios y la segunda de propietarios. Como explica el trabajo antes citado, en el primer caso, los socios son «usuarios» de la vivienda, donde la propie-
taria es la organización cooperativa, o sea es una modalidad de propiedad colectiva diferente a la propiedad horizontal. En las cooperativas de propietarios, una vez concluida la construcción del edificio, o del barrio, o cancelado el préstamo hipotecario, los socios cooperativistas tienen el derecho que otorga la Ley de Propiedad Horizontal ya citada, de 1949. En 1970 se creó la «Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua», Fucvam. Casi un 70% de las cooperativas de vivienda se encuentran en Montevideo. Han logrado construir más de 18.000 viviendas, con unas 230 cooperativas, a costos que parecen sensiblemente menores que otros sistemas. No obstante la CCU ha cuestionado al Mvotma por este tema, en razón de los plazos desproporcionados que requiere la construcción de cooperativas, calculados aproximadamente por el BHU en 4 años. Esto genera costos sociales, materiales y los aportes de organismos estatales que no son considerados en los costos. Esta es una de las razones por las que se crea el DAT (Documento de Aptitud Técnica) en el Mvotma, en 2011, a efectos de introducir sistemas no tradicionales de construcción que acorten esos plazos.
Núcleo Básico Evolutivo A comienzos de la década de los 90 se crearon los Núcleos Básicos Evolutivos. «Se hicieron varios miles de Núcleos Básicos Evolutivos, para personas en situación de extrema pobreza. Nosotros hicimos muchos con Sabyl», cuenta Mario Errecart. Con el Núcleo Básico Evolutivo, concepto que se eliminó recientemente, se podía automatizar la construcción: no es una fábrica pero parece una fábrica, añade. La maquinaria que requiere una obra de ese tipo es más que nada para el traslado de material, porque son predios grandes, pero no requiere maquinaria pesada. La unidad del Núcleo Básico Evolutivo
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era siempre la misma, aunque el proyecto era distinto porque se adecuaba al terreno. Son viviendas muy pequeñas, de 32 metros cuadrados. A su vez se le hacía la cimentación para que pudiera ampliarse, o sea se dejaba una franja de 3 por 7 metros de platea de hormigón donde se podía construir la ampliación. «Tenía costo de infraestructura, caminería, saneamiento, lo que significaba un costo mayor que lo que representaba la construcción. Andaban entre los U$S 10 y 15 mil», añade Errecart. La empresa Cujó, de Salto, también tuvo una intensa experiencia con los Núcleos Básicos Evolutivos. «El mayor que hicimos, que es el más grande de Salto, fueron 220 viviendas en el barrio Queguay, en tiempos de mi padre, así como la continuación del proyecto que era el mejoramiento del barrio. Trabajamos en 20 proyectos de ese tipo» sostiene José Ignacio Cujó.
Viviendas del BHU y del Mvotma En 1974, en plena dictadura, se crea el Ministerio de Vivienda y Promoción Social, cuyo titular fue Federico Soneira, aunque el Ministerio se disolvió tres años después, en 1977. Volvió a crearse en el gobierno de Luis Alberto Lacalle, en 1990, llamándose Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, aunque el BHU seguía teniendo el monopolio de los préstamos hipotecarios hasta 1996, cuando pasó a competir con los bancos privados. La actividad del BHU tuvo fuertes vaivenes. En 1976 impulsó el régimen de promoción privada, que permitía que un promotor que poseía un terreno, o que compraba un terreno, pudiera hacer un proyecto de viviendas en categoría 2 y 3, del BHU, dependiendo del área, lo presentaba al Banco, este estudiaba la viabilidad del programa en función de su localización y su posibilidad de venta, y en caso de que se considerara viable le otorgaba un préstamo al promotor, que
En 1976 impulsó el régimen de promoción privada, que permitía que un promotor que poseía un terreno, o que compraba un terreno, pudiera hacer un proyecto de viviendas en categoría 2 y 3, del BHU
generalmente era el constructor. El Banco prestaba el 60% del costo de tasación y el precio final lo ponía la empresa, todo en Unidades Reajustables. Este sistema fue afectado por la crisis de 1982, cuando se rompió «la tablita» del dólar. Con el retorno a la democracia, en 1985, el BHU recibió un fuerte impulso, que terminó con la crisis del año 2002. Las empresas constructoras más afectadas por dicha crisis fueron las que trabajaban para el BHU, que no pudo seguir pagando. El BHU tenía una nutrida cartera de clientes y fuerte morosidad, que en la crisis llegó al 55%. Así como el BHU era el principal actor del Estado para la generación de viviendas para la clase media, o sea viviendas para quienes no requerían un subsidio del Estado, paralelamente comenzó a actuar el Mvotma. Antes estaba el Núcleo Básico Evolutivo y luego el Ministerio de Vivienda construía para gente que podía subsidiar una parte de la vivienda y por
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7 Para Lucio Cáceres, sobre la mitad del siglo XX no se tomó debida cuenta de que se terminaba la disponibilidad de la tierra, y eso abre el capítulo del desarrollo de los asentamientos de Montevideo. «La gente se asienta porque no hay tierra accesible para comprar, a un precio adecuado. Es una disfunción de mercado muy grande que no existió antes porque había gente como el viejo Francisco Piria que había hecho el fraccionamiento de medio Montevideo y lo vendía a pura cuota para pagar cuando puedas. Y en esas condiciones la gente compraba su parcela. Hoy en día hay un fuerte estímulo para que los sectores de menores ingresos se vuelquen al asentamiento en lugar de volcarse a la vivienda social. Además, la vivienda social, en la actualidad, por el precio, es inabordable para alguien de bajos ingresos. Le han dado planes para exonerar pero vale U$S 2.000 el metro cuadrado, o sea hay algo que no cierra, no está de acuerdo con sus salarios». Para Cáceres, «hoy el desafío más grande que tiene el país es salir de esa situación de falta de vivienda para los sectores más carenciados. Uruguay no crece demográficamente, pero no crecer, es un promedio entre el decrecimiento de los sectores de ingresos medios y el crecimiento de los de ingresos bajos. Eso en una proyección demográfica futura lleva a una sociedad muy complicada que es precisamente lo que no fue el Uruguay en el siglo XX. Se trata de una materia pendiente que tenemos que pensar, y que además no es tan difícil de resolver en virtud de que el Estado posee dentro de Montevideo una gran ‘estancia’ de 3.600 hectáreas, solo en el departamento de Montevideo. O sea, hay disponibilidad de tierra, faltó el Francisco Piria, y sobró la rigidez municipal para no incorporar al mercado la oferta».
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la otra parte pagaba un crédito que lo otorgaba el propio Ministerio y a veces el BHU. Tras la crisis del 2002 se modificaron las competencias del BHU. Un nuevo marco legal se aprobó en 2007, cuando se creó la Agencia Nacional de Vivienda (ANV). En ese esquema, el BHU pasa a actuar exclusivamente como banco público especializado en la concesión y administración de créditos hipotecarios para las familias uruguayas, transfiriéndose desde ese momento las funciones no bancarias a la ANV.
Responsabilidad Decenal La Responsabilidad Decenal de los constructores es un modelo de responsabilidad proveniente del artículo 1.844 del Código Civil, de 1868, normas complementarias y criterios jurisprudenciales elaborados durante décadas. Se trata de la responsabilidad civil que se genera por daños provocados por defectos en la construcción, la que alcanza a arquitectos y constructores en su calidad de participantes principales de la construcción de un edificio. Constituye una suerte de garantía por la aparición de vicios en un edificio durante un período de 10 años después de la entrega del mismo. El Parlamento está estudiando un proyecto de ley modificativo.
Erradicación de asentamientos y vivienda digna para sectores de menores ingresos A efectos de poder brindar vivienda digna para los sectores de menores ingresos, colaborando para erradicar los asentamientos, hay hitos claves: • •
la creación del Mvotma en 1990, el llamado a Registro de Sistemas Constructivos No Tradicionales en 1991,
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la creación del DAT (Documento de Aptitud Técnica, según resolución ministerial del 8 de junio de 2011), ya citado, exigido para cualquier inversión realizada o patrocinada por el Mvotma con sistemas constructivos no tradicionales.7
Una herramienta adecuada para resolver este tema es desarrollar los sistemas de construcción no tradicionales. En ocasiones la CCU ha propuesto soluciones que colaborarían para facilitar el acceso a la vivienda a los miles de uruguayos de la franja de ingresos de hasta 30 UR, como serían las «soluciones intermedias» de brindar lotes con servicios, «viviendas cáscara», viviendas con crecimiento, licitaciones de sistema público con viviendas de nivel de terminaciones inferiores a las actuales, entre otros. Otro elemento que perjudica la construcción de viviendas para estas franjas de ingresos es el Decreto 898 de Accesibilidad de la Intendencia de Montevideo, que exige que el 100% de las viviendas nuevas se puedan adaptar para discapacitados motrices, cuando esta población redondea el 2% del total. Esto no significa que la CCU esté en contra del decreto sino de su planteo radical, al 100% de las nuevas viviendas, porque esto encarece el costo de la vivienda entre un 6 y un 10%. La posición socioeconómica de una familia depende de múltiples factores y no solo de sus ingresos actuales, aunque dichos ingresos son una parte sustancial de dicha posición. Se puede clasificar la posición socioeconómica de las familias de la siguiente manera: INGRESO FAMILIAR
POSICIÓN SOCIOECONÓMICA
0 - 30 UR
BAJA
30 - 45 UR
MEDIA BAJA
45 - 75 UR
MEDIA
75 - 125 UR
MEDIA ALTA
MAYOR A 125
UR ALTA
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La situación actual de acceso a la adquisición de la vivienda, por franja de ingresos sería la siguiente: •
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De 0 - 30 UR, no tienen capacidad de ahorro y no pueden pagar una cuota significativa (hasta 2 UR por mes, algunos). En la práctica, hay que subsidiarles la vivienda. Muchos viven en asentamientos irregulares. De 30 - 45 UR, tienen baja capacidad de ahorro. Pueden pagar una cuota por crédito hipotecario, pero la misma debe ser subsidiada. Son atendidos en forma limitada por el sistema cooperativo. Hay listas de espera. También podrían ser atendidos por el sistema público (licitaciones). Esto último se ha visto muy disminuido, por retaceo de la inversión. El Mvotma apuesta casi todo al sistema cooperativo de ayuda mutua y al plan sindical. De 45 - 75 UR, tienen cierta capacidad de ahorro y pueden pagar cuota por préstamo hipotecario. Lo mismo que la anterior, y además tienen escasas posibilidades de acceder a las viviendas «promovidas». De 75 - 125 UR, tienen capacidad de ahorro y pueden pagar cuota por crédito hipotecario. Son los clientes del ex BHU (PPT, etc.). Son los clientes de las «viviendas promovidas». El sistema «viviendas promovidas, ex VIS», vino para sustituir lo que antes producía el BHU. Mayor a 125 UR, tienen capacidad de ahorro y posibilidades de acceder al crédito hipotecario. En general, compran al sur de Avda. Italia en Montevideo y en zonas privilegiadas en el interior del país.
Para atender las franjas 2 y 3 se necesitarían mayores recursos del Estado. Para atender la franja 4, es adecuado el sistema de «Viviendas Promovidas». Para ello es necesario que se mantengan las exoneraciones fiscales y que además caigan ciertas restricciones de la reglamentación.
La franja 5 no requiere atención del Estado. El gran problema a atender por el Estado es la franja 1 (0 - 30 UR) y en particular el problema de los asentamientos irregulares. Esta franja no solo concentra la mayor cantidad de excluidos del país, sino que al mismo tiempo genera un alto grado de inseguridad pública. Realojar o simplemente mejorar la calidad de las viviendas en los asentamientos irregulares no es la solución del problema, pero es parte de la solución. Para la CCU, la mayor proporción de los recursos del Mvotma deberían estar destinados a revertir la problemática habitacional de los asentamientos irregulares. En el año 2011 se promulgó la Ley de Vivienda de Interés Social, la 18.795 que promueve la inversión privada en viviendas de interés social a partir del otorgamiento de exoneraciones tributarias, con el objetivo de facilitar el acceso a viviendas a sectores de ingresos medios y medios bajos, a través de la compra o el alquiler. Promueve la inversión privada en construcción, refacción o ampliación de un mínimo de dos hasta cien viviendas por padrón, las que podrán tener como destino tanto la venta como el alquiler. Los proyectos promovidos deben estar ubicados en ciertas zonas y cumplir con características cualitativas y cuantitativas. Campiglia Construcciones fue una de las empresas pioneras que incursionó con el esquema de la Ley 18.795. «Fue un proyecto interesante porque permitió invertir en zonas que antes no recibían grandes obras y que fueron transformadas, como es el caso de Barrio Sur frente al Cementerio Central, donde realizamos el desarrollo inmobiliario Estrella del Sur, e incluso acondicionamos, en conjunto con la Intendencia de Montevideo, la plaza pública que lleva el nombre Alfredo Zitarrosa», apunta el ingeniero Eduardo Campiglia, titular de Campiglia Construcciones, en entrevista para esta publicación. Él decidió acogerse al marco de la Ley de Vivienda de Interés Social porque «lo vimos como una oportunidad de invertir en zonas
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VIVIENDAS CONSTRUIDAS DE ACUERDO A LEY Nº 18.795, BARRIO SUR, MONTEVIDEO.
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de Montevideo en donde faltaba desarrollo y existían personas que querían mejorar sus condiciones de vivienda. Esta ley dio acceso a la vivienda a muchas familias que en otras condiciones les sería muy difícil, ya que permite financiar hasta el 90% del precio de la unidad a 25 años. Era un momento duro, y ayudó a generar fuentes de trabajo, embellecer la ciudad y dar la oportunidad de inversión en zonas de gran potencial pero faltante de desarrollo. La ley contempla beneficios tanto para los que compran para invertir como los que compran para vivir y también para las empresas constructoras, lo cual generó un gran interés de todas las partes. Algunos de los beneficios exoneraban del impuesto a los alquileres (IRPF/IRAE) por 10 años, también del impuesto al patrimonio por el mismo tiempo y no se pagaba el 2% del ITP ni el IVA de las compras, todo eso suma muchísimo dinero y era un gran incentivo. Sin embargo, ahora le pusieron muchas restricciones que la ley original no tenía, cuando en verdad la Ley 18.795 era un gran negocio para la ciudad y sus habitantes. Nuestros compradores son pequeños inversores y consumidores finales».
Los desarrolladores En forma paralela a la construcción de viviendas por parte del Estado, como el BHU o el Ministerio de Vivienda, se desarrolla la promoción privada. La diferencia entre constructor y desarrollador, o promotor, es que al constructor lo contrata su cliente (el desarrollador), mientras que el desarrollador o promotor es el inversor y su negocio es inmobiliario. El arquitecto Iván Arcos, de Estudio Cinco, hace hincapié en el rol del desarrollador, o promotor, explicando las diferencias. «En nuestro país existen dos maneras de hacer una obra. Una es la manera tradicional, que fue la que nos enseñaron en facultad: el promotor acude al arquitecto porque compró o comprará un terreno y le
solicita que realice un diseño. A partir de ahí se hacen los planos para obtener los permisos de construcción, se hacen los planos ejecutivos y se llama a licitación entre empresas constructoras. Una empresa constructora gana la licitación y ahí nace la famosa tríada: promotor, arquitecto y empresa constructora. Esa tríada es la ideal en términos de construcción, porque cada uno tiene su independencia. El arquitecto, quien realiza el proyecto y la dirección de obra, así como la certificación de la obra, es el que defiende los intereses del promotor que es su cliente, y luego la empresa constructora construye el edifico de acuerdo a los planos que hace el arquitecto. Si bien puede ser lo ideal, no siempre ocurre de esa manera. Suele suceder que el promotor cree una sociedad anónima y haga la obra por administración. Yo he trabajado con empresas en las dos modalidades, o sea hemos realizado obras por contrato, que era lo tradicional, y por administración». Explica que por contrato, las tres partes están bien diferenciadas, cosa que no sucede cuando se hace por administración. «No aparece la empresa constructora como figura, sino que la empresa constructora es la sociedad anónima que representa al promotor, con la responsabilidad del técnico, que contrata la sociedad anónima. El rol nuestro, en ese caso, es fiscalizar la obra, pero como arquitecto se pierde autoridad por no ser quien certifica. Si nosotros somos el director de obra de una empresa, cuando estamos gestionando una obra por contrato, en el sentido tradicional, uno tiene potestad para decir ‘esta pared está mal hecha, hay que tirarla abajo’. En el otro caso la respuesta puede ser: ‘Ya le pregunté al dueño y me dijo que no la tire’».8 El arquitecto Sahid Manzur, titular de la empresa S.A.D.ARQ., en entrevista para esta publicación explica la diferencia entre la Asociación de Promotores Privados del Uruguay (Appcu) y los constructores. «Cuando se dispone de dinero, que puede ser propio o de inversionistas y se decide invertirlo en hacer una obra, aparece la figura del promotor privado. En este negocio
8 El trípode es lo que nos enseñaron en Facultad, reafirma Arcos. «Pero todo cambió cuando se modificó el tema del IVA. La empresa constructora cuando te da el precio, tiene que cobrar cada certificado más IVA. Sin embargo, si se hace una obra por administración, se compran todos los materiales más IVA, pero no se paga el IVA de la mano de obra».
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intervienen otros factores aparte de la construcción propiamente dicha, como costo del terreno, ubicación, diseño del edificio y destino final de lo construido, que puede ser la venta o el arrendamiento. En todos estos factores que acabo de nombrar las empresas constructoras propiamente dichas pueden actuar solamente en la construcción del edificio, el resto lo maneja el promotor. A veces el promotor construye él mismo, otras veces contrata una empresa como la nuestra. Eso ocurre por el tema del IVA sobre la mano de obra: si se construye para uno mismo, no se paga IVA sobre la mano de obra. Entonces aparecen las obras como sociedad anónima, una
SA que nace y muere ahí, con esa obra. Son dos enfoques diferentes. La cabeza del constructor es el que tiene que optimizar la construcción. No obtiene ningún beneficio del negocio total; gana si hace bien la obra. El promotor gana o pierde con el negocio global». Al constructor se le entregan los planos y debe cotizar la obra, sin participar ni en la venta ni en la compra del terreno. El constructor se compromete a realizar determinado trabajo por determinado precio. En algunos casos, como Eduardo Campiglia, están, desde el inicio, en «los dos lados del mostrador», como constructor y promotor. ¶
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ESCALA INTERNACIONAL DE PUNTA DEL ESTE Y EL DESARROLLO DE COLONIA
5 EL BOOM DE LOS 70 EN PUNTA DEL ESTE LOS ARGENTINOS Y PUNTA DEL ESTE EQUILIBRIOS EN PUNTA DEL ESTE EL DESARROLLO DE COLONIA
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El desarrollo de Punta del Este es relativamente reciente. El primer hotel se construyó en 1889, y los desarrollos forestales, que definieron el balneario como «bosque y playa», se llevaron adelante en las últimas décadas del siglo XIX. El pueblo de Punta del Este se creó en 1907 y las primeras urbanizaciones como Pine Beach o San Rafael son de 1936 y 1937, respectivamente. Cantegril, Punta Ballena y el barrio Parque del Golf son de mediados de la década del 40. El primer gran edificio de altura fue el Vanguardia, cuatro bloques que comenzaron en 1957. Poco después quedó claro que debían evitarse los edificios como grandes masas, por lo que surge el concepto de torre. La primera es el edificio Opus Alpha, con una planta en «Y» que permite la vista en 360 grados y arroja menos sombra a la playa. El auge de la construcción se acelera en las décadas de los 70 y 80, con un fenómeno que fue un divisor de aguas: el famoso boom edilicio de mediados de los 70, cuando había apartamentos que valían más que el equivalente en Manhattan, boom que terminó abruptamente en 1982, cuando se rompió la tablita del dólar. Los equilibrios de edificación, playa y bosque en Punta del Este son un tema de debate, aunque si se observa el balneario en un marco general, se han respetado, al punto que hay opciones para todos los gustos, incluso conservando la tipología edilicia tradicional como ocurre en la península o en el Portezuelo diseñado por el arquitecto Antonio Bonet. En otra escala, el otro polo de inversión extranjera en la construcción se desarrolla en Colonia. No solo por lo que trajo aparejado la mayor inversión industrial de la historia uruguaya, la planta de Montes del Plata, sino por el impacto que produjo la declaración del Casco Histórico de Colonia del Sacramento como Patrimonio Mundial por Unesco en 1995, cuando pasó a interesar a turistas de todo el mundo, en especial a los de la vecina Buenos Aires. Junto con el desarrollo inmobiliario en la rambla de la ciudad, se impulsaron emprendimientos turísticos en Carmelo, sumado a lo que genera Nueva Palmira, con el principal puerto granelero del país.
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En 1829, cuando Uruguay estaba naciendo, lo que hoy es Punta del Este se conocía como Villa Ituzaingó, un simple pueblo de pescadores en medio de un desierto. La principal actividad del lugar era la faena de lobos de mar y el traslado de aceite y cueros desde la Isla de Lobos al puerto, y luego en carretas hasta la ciudad de Maldonado. Fue fundado por Francisco de Aguilar, que tenía la concesión para la explotación de la fauna de la Isla de Lobos, quien compró las tierras aledañas. Los hermanos Alejandro Ross Lafone y Samuel Fischer Lafone compraron las tierras a Aguilar en 1843 y se comprometieron con el Estado a delinear un pueblo en la península de Punta del Este, lo que se formalizó en 1890. El pueblo se dividió en 81 manzanas, con 12 solares cada una. El faro, que existe hasta hoy, se construyó en 1860. El primer hotel de la península lo mandó construir Pedro Risso, en 1889, al fondo de su empresa pesquera.
ANTIGUA FOTO DE CALLE GORLERO, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
En 1890 el inglés Henry Burnett comenzó a forestar el área, plantando pinos para frenar el avance de las dunas. Poco después, en 1896, haría lo propio Antonio Lussich, en Punta Ballena, donde todavía resta el Arboretum Lussich y el Museo, donde vivía. Las primeras residencias de veraneo comenzaron a construirse a inicios del siglo XX, de la mano de constructores como Laureano Alonso Pérez y Rómulo Rubbo. En 1903 se construyó un horno de ladrillos en Punta del Este, para atender una demanda lenta pero sostenida. En 1907 se inauguró el Biarritz Hotel. Ya había la suficiente infraestructura como para que el 5 de julio de 1907 se promulgara la Ley de Creación del Pueblo de Punta del Este, bajo el gobierno de Claudio Williman. En 1910 llegó a Punta del Este el primer Vapor de la Carrera con turistas de Montevideo y de Buenos Aires, viaje organizado con fines promocionales por una empresa privada, encargada de vender
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CONJUNTO BIARRITZ, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
solares. Poco después se inauguró el hotel British House, el Gran Hotel España, en 1911, y fue en ese entonces que el intendente de Maldonado, Juan Bautista Gorlero, mandó construir la actual Rambla de la Mansa, uniendo el balneario con la ciudad de Maldonado. En su homenaje la arteria principal de la península lleva su nombre. En 1910 llegó el agua corriente y en 1916, la luz eléctrica. La década siguiente fue fundamental para Punta del Este: en 1929 se construye la Carretera al Bosque Municipal –actualmente El Jagüel–, lo que ahora es Pedragosa Sierra y en 1930 llegó el ferrocarril, desde Maldonado. La fisonomía de Punta del Este ya era diferen-
te, entre otras cosas porque habían crecido los árboles plantados por los pioneros a fines del siglo anterior. Las construcciones se concentraban en la península, cuyo eje se situó en la calle Gorlero, cuando en 1938 se construyó el Hotel Casino Punta del Este, luego llamado Nogaró, los hoteles Míguez y Playa y la confitería La Fragata. En esa década comienzan a delinearse urbanizaciones como Pine Beach en 1936 y San Rafael un año después, moviéndose el desarrollo hacia el bosque, generando los barrios-jardín. Estuvo a cargo de pioneros urbanizadores, como Pascual Gattás, que urbanizó 40 hectáreas
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VISTA DEL PUERTO DE PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
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EDIFICIO PINAR, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
en Pine Beach, mientras que en 1937 José Pizzorno Scarone adquirió 150 hectáreas sobre la playa San Rafael, las que forestó, conformando el barrio San Rafael. En 1946 la intendencia elaboró la primera ordenanza municipal de fraccionamientos, que determinaba las dimensiones mínimas de los solares de acuerdo a la zona. Basándose en dicha normativa se crean nuevas urbanizaciones, como Cantegril, de Mauricio Litman; Portezuelo, diseñada por el arquitecto catalán Antonio Bonet en 1945, y el barrio Parque del Golf, en 1946. El hotel San Rafael se inauguró en 1948, obra de los arquitectos Octavio de los Campos, Milton Puente e Hipólito Tournier. Al año siguiente, el arquitecto Walter Pintos Risso y el constructor Esteban J. Artucio construyeron el edificio Pinar, con tejas rojas, en las calles 20 y 29, de tres plantas, a una cuadra de Gorlero, ya mencionado porque fue el primero en el marco de la Ley de Propiedad Horizontal. Le siguieron el edificio Espigón y el edificio Plaza. En los barrios surgían las grandes residencias, caracterizadas por la calidad arquitectónica que le daría una impronta especial a todo el balneario.
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EPÍGRAFE
BARRIO GOLF, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
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HOTEL L'AUBERGE, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
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CANTEGRIL COUNTRY CLUB, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
ACCESO A CANTEGRIL COUNTRY CLUB, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
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EDIFICIO PINE BEACH, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
Diez años más tarde surgen los edificios de altura, lo que constituye un punto de inflexión en la fisonomía del balneario. Hay consenso respecto a que un actor clave para delinear el perfil de Punta del Este fue el arquitecto Bonet, que establece que se tome el bosque y la playa como elementos primordiales; que se conciba el bosque como una unidad, evitando su parcelación; que en lo posible se suplanten las calles perpendiculares por senderos; que se diferencien claramente las zonas de residencia de las zonas de uso público y se planifiquen grandes lotes para evitar la congestión. Un ícono de los edificios de altura fue el Vanguardia, propiedad de Mauricio Litman y
asociados, cuatro bloques que comenzaron en 1957, del arquitecto Julio C. Aranda y de la empresa constructora Isola & Armas. Sobre la Rambla Claudio Williman, a continuación del Vanguardia, se construyen edificios de cuatro plantas. En 1957 comienza la construcción del edificio El Grillo, en Parada 15, de los arquitectos Luis García Pardo y Adolfo Sommer Smith, y un par de años después el edificio Puerto, sobre la Playa Mansa, con proyecto de Guillermo Gómez Platero. El primer edificio de altura en Punta del Este fue el Península, de 1959, construido por Julio César Cerdeiras Alonso, asociado con los arquitectos Guillermo Jones Odriozola y Francisco
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EDIFICIO PUERTO, PUNTAL DE ESTE, MALDONADO.
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Villegas Berro. Comienza en ese año la construcción del edificio Isla de Gorriti, finalizado en 1962. En esa época queda claro que debían evitarse los edificios como grandes masas, que arrojaban sombras sobre la playa, priorizando la construcción de torres: la primera es el edificio Opus Alpha, en la parada 2 de la Brava, con una planta en «Y» que permitía la vista en 360 grados y arrojaba menos sombra a la playa. El auge de la construcción se acelera en la década de los 70 y del 80, con torres del arquitecto Pintos Risso, de la empresa Safema, de Estudio Cinco y de Norte Construcciones, entre otros. EDIFICIO PENÍNSULA, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
EDIFICIO OPUS ALPHA, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
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El boom de los 70 en Punta del Este Quienes trabajan en la construcción en Punta del Este no olvidan el famoso boom edilicio de mediados de los 70, que terminó en 1982, cuando se rompió la tablita del dólar, después de un ciclo largo. El economista Gabriel Oddone lo explica. «El caso más notorio de boom fue el de los 70. El ministro que siguió a Alejandro Végh Villegas, Valentín Arismendi, con su equipo implementó los planes de estabilización, basados en un ancla cambiaria. Esos planes siempre generan un fenómeno que vulgarmente se conoce como atraso cambiario. Eso quiere decir que la inflación sube más que el tipo de cambio. Cuando ocurre ese fenómeno somos caros en dólares y ricos en dólares. Ese es un escenario típico para que la industria de la construcción florezca sobre todo porque la gente tiene más capacidad de gasto y en ese momento no había muchos instrumentos donde colocar dinero». «Nosotros proyectamos el edificio El Torreón y lo terminamos en el 79, en pleno boom. Fue uno de los edificios de mayor éxito comercial de la historia de Punta del Este –cuenta Iván Arcos–. Tanto fue así, que se vendió cuatro veces cada apartamento durante la obra. Lo compraban promotores que iban subiendo el precio y lo revendían, y llegó a costar U$S 500 mil un apartamento, que era más caro que un apartamento en Manhattan. Hace cuatro años estuve en Manhattan visitando una torre de la firma Herzog & de Meuron. Y el penthouse en el piso 54 costaba U$S 31 millones. Pero hace 40 años costaba más caro Punta del Este que Manhattan». «En esa época nosotros hicimos muchos edificios, como el Civitavecchia de ladrillos vistos que está en la esquina de la Liga de Fomento, el Pontevecchio, Aguamarina, La Caleta, entre muchos otros», relata Félix Boix, titular de Norte Construcciones, en entrevista para esta publicación. «En el año 77 ganamos una licitación para
EDIFICIO EL TORRIÓN, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
el grupo inversor Safema, administrado por el Estudio del contador Luis E. Lecueder. En las licitaciones competíamos con las grandes empresas de la época, como Ciapessoni-Falco, De los Campos, Puente y Tournier, García Otero, Butler y Zaffaroni, entre otras». Safema fue una sociedad anónima dedicada al estudio y promoción de negocios inmobiliarios en Montevideo y fundamentalmente Punta del Este. Fue constituida en 1972, integrándose con reconocidas firmas vendedoras de
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EDIFICIOS MALECÓN, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
1 En Montevideo se destacan los edificios sobre el puerto del Buceo: Del Barco, Del Puerto y Varadero, y los edificios de oficinas en la Ciudad Vieja de Montevideo, tales como Presidente o de la Reconquista. Además, Safema desarrolló la primera etapa de Montevideo Shopping Center, el primer shopping center del Río de la Plata.
Punta del Este –Inmobiliaria Gattás, Inmobiliaria Sader e Inmobiliaria Paullier–, el estudio de arquitectura Estudio Gómez Platero-López Rey, y administrada por el estudio del contador Luis E. Lecueder. Safema hizo más de 30 edificios en Montevideo y Punta del Este, tanto de viviendas como de oficinas, destacándose edificios de apartamentos en Punta del Este tales como Paz Marina, El Malecón I, II, III y IV, El Monarca, Varadero, Torres del Plata I, II y III, Recalada, El Galeón, Goleta, Fragata y Torre Gattás, entre otros.1 «Safema no construía, sino que invitaba a licitar a empresas constructoras. Ciapessoni-Falco había hecho el edificio Recalada, de 10 pisos en la calle 24, de hormigón visto, que en
aquella época era la ‘vedette’», apunta Félix Boix. «La constructora García Otero, Butler y Zaffaroni había construido El Monarca, un edificio muy lindo. Nos invitan a licitar La Caleta, edificio que está en la calle 20. Ganamos y nos adjudican la obra, no sin temores porque al lado de las otras empresas, éramos entre pequeña y mediana. Compramos nuestra primera grúa, que se había utilizado en la construcción del puente Fray Bentos - Puerto Unzué y que estaba desguasada. La había traído la empresa española y cuando terminaron la obra, remató todo. En aquella época no existía la tecnología de ahora. Todo el hormigonado era con guinche, allá arriba con la plumita, tenías que andar por encima del encofrado sostenido con puntales de eucaliptos, con
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EDIFICIO EL MONARCA, PUNTA DEL ESTE, MALDONADO.
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2 Félix Boix recuerda que en pleno boom de los 70 tomaron las obras del Club del Lago, antes de la construcción del hotel. «Las obras fueron la piscina, los vestuarios, las canchas de tenis, recién se lanzaba como fraccionamiento, como proyecto. En esa obra quedó de manifiesto la fuerza del boom. Me acuerdo que contratamos a un arquitecto que iba de capital en capital, en todo el interior del país, ponía un aviso en la principal radio de la ciudad, pidiendo: ‘empresa de Punta del Este precisa personal’, el interesado se presentaba en el hotel, donde estaba el arquitecto, y si se llegaba a un acuerdo, se le enviaba por ferrocarril y lo recogíamos en la estación de Punta del Este».
las carretillas o los carros Ransome». Cuando terminaron La Caleta seguía el boom y Safema continuó promoviendo nuevas obras. «Se licitó Torre del Plata 1 (son tres), que ganamos, la estábamos haciendo y el contador Lecueder nos plantea: ‘¿Se animan a hacer la Torre del Plata 2?’. Aceptamos el desafío. Después también hicimos la Torre del Plata 3, las tres de 17 pisos. Todo este boom siguió hasta el año 82, cuando todo se paró. Fue un año muy duro, caen los precios, cae todo, se para la construcción. Se pasó de 700 mil metros cuadrados de permiso de construcción del año 78 a 32 mil en el año 82». Félix Boix recuerda los números de ese boom edilicio. «Se pagaban viáticos al personal por encima de los laudos. El personal capacitado no alcanzaba. En pleno boom llegabas a la obra y de repente alguien se te había llevado a los encargados. Se pagaban más horas de las que se trabajaban, además de sobreprecios. Se llegaron a pagar 14 horas por 10 de presencia. Y si observo las liquidaciones, en la época del boom, del 76 hasta el 82, nunca se pagaron salarios tan altos, aunque todo terminó de repente».2 Después del 82 «vino una época muy dura, que duró varios años, casi hasta el 91, donde el tema era sobrevivir. En el 82, ante la crisis, abrimos oficina en Montevideo para tener acceso a otro mercado». Tras la crisis del 82, vino el segundo boom de la construcción en el año 92, 93 que duró hasta el 96, y después empezó a decaer hasta la crisis de 2002, comenta Iván Arcos. «Luego empezó a recomponerse a partir de 2004, con un nuevo período bueno. O sea, fue bastante corto el período de crisis en aquel momento». Sin las magnitudes del boom de los 70, porque son épocas distintas, después hubo períodos de un gran crecimiento en Punta del Este, como en los años 2004 y 2005. «Todo esto se detuvo en el 2014 y hasta ahora está muy tranquilo», afirma Boix. Eduardo Campiglia sostiene que «Punta del Este es maravilloso para tener tu casa, porque
es uno de los mejores balnearios que conozco, pero es difícil como empresa promotora. Construimos algunas casas pero nunca como promotores, sencillamente porque la competencia argentina es muy fuerte, ahí surgen empresarios que están dispuestos a construir edificios aunque demoren mucho en venderse. A lo largo de nuestros 39 años hemos construido y reinvertido las ganancias para seguir construyendo y para poder mantenernos durante tanto tiempo en el mercado, con una mejora continua, pero apuntamos a zonas más estables y que nos permitan la continuidad de trabajo independientemente de las buenas o malas temporadas».
Los argentinos y Punta del Este «La mayoría de nuestras construcciones son viviendas de promoción privada. De los promotores de Punta del Este, la mayoría fueron y son argentinos», apunta Iván Arcos. Para el titular de Estudio 5, los promotores argentinos supieron ver bien y cuidar a Punta del Este. «Ellos lo sienten como algo suyo. Todos los que llegan, cuando vienen con algún terreno, piden: ‘Quiero tener la mejor torre de Punta del Este, quiero ser el mejor’. Ese es el criterio. Quieren diferenciarse por el diseño, y no escatiman nada en cuanto a que se proyecte una obra de gran calidad de diseño, con muy buenos materiales». Los inversores, o promotores o desarrolladores, que son las diferentes formas como se les llama, empiezan la construcción de la obra sosteniéndose en las preventas –explica Iván Arcos–. «Cuando se hace un proyecto, se presentan los planos en la intendencia, se obtiene el permiso de construcción, comienza la venta y cuando se completa un 40%, es el momento de empezar la obra. Mientras tanto se van realizando los planos ejecutivos, se van solicitando los precios. Ese porcentaje es el promedio, es el número que casi siempre mencionan. Venden
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RAMBLA DE LA CIUDAD DE COLONIA, COLONIA.
a partir de gráficos de venta del proyecto, de la maqueta, basados en el prestigio, mediante presentaciones y publicaciones».3
Equilibrios en Punta del Este Los equilibrios de Punta del Este son un tema de debate. Algunos sostienen que los ha perdido, o que puede perderlos. Iván Arcos y Félix Boix consideran que se mantienen en forma adecuada. Se hizo una proyección para Punta del Este, que tiene más o menos unos 500 mil habitantes en verano, para llevarlos a 900 mil, cuenta Iván Arcos. «Uno puede ser muy crítico respecto a muchas decisiones que se han tomado en Punta del Este, pero viéndolo en un marco general,
creo que Punta del Este tiene de todo, y se han respetado los equilibrios, porque la reglamentación no permite construir una torre en el medio de Pinares, por ejemplo. Si uno está en Pinares y camina por el barrio es lo mismo que si estuvieras en un lugar de menor escala como Atlántida. Toda la urbanización de Bonet en Portezuelo, que es maravillosa, se ha mantenido». Otra característica de los equilibrios, para Iván Arcos, es que todas las opciones están a distancias pequeñas. «Te gustan playas mansas, te gustan playas bravas porque eres surfista, hay laguna, hay ‘río en el arroyo Maldonado’, hay sierras en Punta Ballena. Existen áreas con viento, otras sin viento y todo en un pequeño territorio. El carácter de pueblito de La Barra es totalmente diferente a la península o José Ignacio. Cada uno tiene su perfil y hay para todos los gustos».
3 Iván Arcos tuvo clientes argentinos que presentan sus proyectos en Buenos Aires. «Se organizan reuniones donde invitan a todos sus clientes, que en definitiva son clientes de Punta del Este. En el caso de unos clientes de Bilbao, España, fui a Bilbao a presentar el proyecto Ónix Punta del Este. Cuando se vendió el 40% comenzaron la obra. Hay momentos en que el movimiento es muy fluido y de pronto llegan al 30% y ya se comienza la obra, porque el inversor advierte que se está vendiendo. Es como un goteo de venta durante el proceso de la obra, para poder terminar el edificio, y los apartamentos que quedan por vender son la ganancia».
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EDIFICIO TERRAZAS DE LA LAGUNA, LAGUNA DEL DIARIO, MALDONADO.
Para Félix Boix, de acuerdo a su experiencia, una de las características de Punta del Este es que «hay público para todo. Hay gente que lo que más desea es subirse a un edificio muy alto para ver la isla Gorriti. A otro público le gusta la casita con jardín. Otros quieren el silencio, una gran casa que ni se vea, muchas veces en chacras. Otros en cambio prefieren el ruido, la farándula. Es un balneario que puede atender a todos los gustos y deseos. Ha habido exageraciones, en cuanto a altura, pero el tema es buscar la convivencia, según zonas. Es importante que en Punta del Este se preserven ciertas áreas, como puede ser la zona faro de la península o el barrio Parque
del Golf, o José Ignacio. Eso en cierto sentido se ha logrado. Ahora hay que preservar. Tengo una visión muy optimista respecto a Punta del Este, y por algo cada vez vienen más turistas. Desde sus comienzos nunca más se detuvo».
El desarrollo de Colonia En el lado opuesto de Uruguay, al Oeste, se desarrolla el otro centro internacional, con una escala sensiblemente menor: Colonia, a una hora de Buenos Aires por barco (50 kilómetros en línea recta) y dos de Montevideo por carretera.
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Fundada por portugueses en 1680, pasó a dominio español hasta la independencia de la Banda Oriental: estos cambios convirtieron el Casco Histórico en un crisol de estilos arquitectónicos, portugués, español y poscolonial. La vida de Colonia, como señala Juan Gonnet, titular de la empresa constructora Futuro, fundada en 1957, en entrevista para esta publicación, cambió considerablemente cuando el Casco Histórico de Colonia del Sacramento fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por Unesco en 1995, lo que posicionó a la ciudad en el mapa mundial. 4 El barrio histórico comprende 12 hectáreas, con un plano de estilo portugués, diferente del modelo de las Leyes de Indias español, con calles angostas características de su tradición militar. Saliendo del Casco Histórico, el desarrollo edilicio continúa por la rambla, bordeando el Río de la Plata, hasta llegar al Real de San Carlos, antiguo enclave militar español, donde se ubica el emprendimiento turístico que el argentino Nicolás Mihanovich realizó a comienzos del siglo XX, próximo a la Plaza de Toros. «Cuando la Unesco declaró Patrimonio Histórico de la Humanidad al Casco Histórico, se produjo un impacto demográfico –cuenta Juan Gonnet–. En su gran mayoría la población que vivía en esa zona, uruguayos de clase media, vendieron sus propiedades a precios muy altos, fundamentalmente a inversores extranjeros europeos y en mayor cantidad argentinos, generando un desplazamiento de los habitantes a otras zonas, siendo el barrio El General el mayor captador. Los compradores reciclaron las viviendas y se agregaron más servicios (tiendas, gastronomía, hotelería), estableciendo una gran población flotante para dicha zona». El desarrollo hotelero, a su vez, tuvo un crecimiento significativo, llegando al día de hoy a casi 3.000 camas. «El barrio que creció exponencialmente fue El General, y su desarrollo se da en dos etapas, la primera impulsada en parte con la
declaración de la Unesco (1995) y la segunda motivada por la construcción de la planta de celulosa Montes del Plata (2011). En la actualidad viven unas 13 mil personas, o sea la mitad de los residentes de Colonia del Sacramento», señala Gonnet. «Allí se han ejecutado obras de infraestructura como iluminación, construcción y bituminización de calles, saneamiento, también se realizaron numerosos fraccionamientos, se han construido para los sectores trabajadores más de mil viviendas ejecutadas por distintos organismos (Mvotma, BHU, cooperativas y particulares), ampliación de escuela y próximamente la construcción de un liceo a inaugurar en el año 2020, varias de estas con el orgullo de haberlas realizado». El General está ubicado a cuatro kilómetros del Centro de la ciudad: más que un barrio es como una ciudad pequeña en la periferia, separado por un gran bañado, en el arroyo La Caballada. Otro hito que cambió la historia de Colonia fue cuando en 2011 comenzó la construcción de la planta de celulosa Montes del Plata, cuya obra empleó a unas 6.000 personas en su pico máximo. Fue la mayor inversión privada en la historia del país, con U$S 2.000 millones. Eso implicó, además de la planta en sí misma, un impacto económico muy fuerte para Colonia del Sacramento, un desarrollo en la construcción de los alrededores, como lo que se hizo en Punta Pereira y en el pueblo Conchillas, el centro urbano más cercano a la planta. El otro marco que impulsó significativamente la construcción de Colonia, como lo relata Juan Gonnet, fue durante el segundo mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2011-2015), cuando muchos argentinos preferían invertir fuera de su país. «La inversión se destinó fundamentalmente a Montevideo, el Este del país y Colonia, donde se construyeron, en la rambla, frente al Río de la Plata, unas 600 unidades aproximadamente. Muchas de ellas operan en un sistema mixto, de ‘condo-hotel’, a efectos de que la inversión sea redituable».
4 La empresa constructora Futuro fue fundada en 1957 por el ingeniero Francisco Raúl Gonnet.
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PLAZA DE TOROS, REAL DE SAN CARLOS, COLONIA.
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RUINAS DEL CONVENTO DE SAN FRANCISCO Y FARO, COLONIA DEL SACRAMENTO, COLONIA.
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ANTIGUA CASA DE BARTOLOMÉ MITRE, ACTUAL MUSEO ESPAÑOL, COLONIA DEL SACRAMENTO, COLONIA.
Los «condo-hoteles» u «hoteles condominio» combinan el régimen de propiedad horizontal con los servicios de hotelería. Lo que se hizo en muchas de estas construcciones de la rambla fue construir el edificio y vender las unidades de propiedad horizontal, cuyos adquirentes pueden ceder su uso o usufructo a una explotadora que se dedica al negocio hotelero. Otros desarrollos importantes del departamento se realizaron en Carmelo, como el hotel Four Seasons; La Concordia, considerado «el primer barrio de viñas», que se extiende por 30 hectáreas, o el emprendimiento hotelero Casa Chic. «No hay que olvidar a Nueva Palmira, el principal centro de salida de granos del país», subraya Gonnet, «una ciudad donde hacen falta
soluciones habitacionales para los trabajadores, así como un plan serio de ordenamiento de la ciudad acorde a la situación». Además está lo que Gonnet considera como una oportunidad para el futuro crecimiento de la población: «En nuestra empresa siempre se habló de la posibilidad de atraer argentinos que quieran venir a residir a Colonia, apuntando a gente que se retira o gente que simplemente desea vivir en la paz de este lugar. Para dar contexto es importante recordar que estamos casi a la misma distancia del centro de Buenos Aires que de la ciudad de Tigre o de Pilar. Pero para eso no solo tenemos que ofrecer belleza, paz y seguridad, sino también servicios de calidad, mejor conectividad, infraestructura, entre otros, lo que aun hoy dista mucho de tener». ¶
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ETAPAS DE LA CONSTRUCCIÓN Y CAMBIOS TECNOLÓGICOS
6 EL MARCO DE LOS SHOPPING CENTERS OBRAS PÚBLICAS E INICIATIVA PRIVADA LA SEGURIDAD DE LOS TRABAJADORES CAMBIOS TECNOLÓGICOS EL SALTO TECNOLÓGICO CON LAS GRANDES OBRAS: NUEVO PARADIGMA
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La historia de la construcción suele dividirse en etapas, que en la mayoría de los casos están directamente influidas por los cambios tecnológicos. En el sector de vialidad, hay una etapa donde las rutas se construían para el auto, lo que cambia significativamente con la llegada del camión más pesado, a mediados del siglo XX. Otra etapa de ese sector está pautada por la mecanización, comenzando a principios del siglo XX con la simple grúa a vapor, hasta llegar a las retroexcavadoras y las motoniveladoras. Otra forma diferente de marcar los hitos en la historia de la construcción es a través de los vaivenes económicos del país, como cuando surgió la inflación, después de décadas en que las obras se hacían a precio fijo. A ella le siguieron los ciclos económicos definidos, con crisis como la del 82, o la del 2002, y los ciclos de bonanza, cuando se incrementaba la inversión. Hay hitos de la construcción vinculados directamente con el hábito de los uruguayos: uno clave fue cuando surgió en Montevideo el primer shopping center de América Latina, en 1985, que cambió la forma de comprar y hasta de esparcimiento, por lo que se replicó la experiencia en otros puntos del país. La toma de conciencia de la seguridad de los operarios fue un marco crucial. También fue relevante cuando se permitió la importación de materiales, lo que diversificó la oferta y cambió la estética y el confort. En lo tecnológico los cambios de los últimos tiempos fueron constantes, comenzando con el hormigón premezclado y afianzándose con el prefabricado, que constituye una transformación irreversible. Pero tal vez el principal punto de inflexión ocurrió a partir de los años 2000, con la construcción de las dos plantas de celulosa, Botnia y Montes del Plata.
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PLANTA DE UPM, FRAY BENTOS, RÍO NEGRO.
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PLANTA DE MONTES DEL PLATA, CONCHILLAS, COLONIA.
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1 Martín Carriquiry recuerda la huelga desde Saceem. «Yo había salido de las obras y estaba en la subgerencia cuando en el año 93 ocurrió aquella famosa huelga de la construcción, de varios meses. En ese momento Saceem estaba haciendo el shopping de Portones, que era una obra muy compleja y al terminar la huelga Germán Villar, el gerente general de la época, me dice: ‘Esta obra está muy complicada, no nos está yendo bien, necesito que te pongas el casco de vuelta y la vayas a dirigir hasta que termine’. Y así fue. El arquitecto Guillermo Gómez Platero era el proyectista general y Saceem era el contratista. En los últimos tiempos nos encontrábamos a las 2, 3 de la mañana recorriendo la obra». 2 Un fenómeno peculiar es lo que ocurre con la construcción de viviendas en épocas de boom, al que le sigue una crisis, como lo explica el economista Gabriel Oddone. «En Uruguay el caso de la construcción de viviendas tiene un componente medianamente especulativo. Cuando el sistema financiero en Uruguay es poco profundo y no ofrece muchos instrumentos, la construcción ha sido usada a lo largo de la historia, sobre todo hasta la crisis del 2002, como una reserva de valor. Del 78 al 82 es un período de boom, después ocurre otro boom en los 90. En el primer caso es un período de fuertes distorsiones de precios relativos, donde la gente invertía en vivienda porque se sentía protegida, o dicho con otras palabras, eran momentos en los cuales el país se encarecía mucho en dólares, nos veíamos todos bastante ricos en dólares y eso suponía que la gente, ante el riesgo de una devaluación y por el otro lado con el abaratamiento del costo de la construcción, lo que hacía era invertir en construcción».
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Al siglo XX se le puede dividir, en lo que tiene que ver con la vialidad, en una primera mitad del auto y la otra del camión. «Pensemos que a principios del siglo XX no había autos, no había motor de explosión. La primera mitad del siglo es de crecimiento del auto», indica Lucio Cáceres. El primer automóvil que apareció en Montevideo se exhibió el 16 de noviembre de 1905, transportado en una carreta. La segunda mitad es la del camión, porque este no existe hasta la Segunda Guerra Mundial. «Antes de los años 50 los camioncitos que había eran de juguete. Llevaban 2 mil, 3 mil kilos», añade. Otra etapa fue la mecanización del sector vial. A comienzos de siglo solo estaba la grúa a vapor, todo el resto era trabajo manual. Pero después aparecieron las cargadoras, las retroexcavadoras, las motoniveladoras. La composición del costo en general de la parte vial lo demuestra: la mano de obra llegó a ser del orden del 40% y hoy no llega al 7%. Esa diferencia entre el 40% y el 7% es fruto de la mecanización. Un momento clave para la construcción, si se habla de etapas, fue lo que significó la inflación en Uruguay, porque cuando surge, se producen quiebres de empresas que eran prósperas y parecían destinadas a perdurar. Brandon Kaufman sostiene que Uruguay vive una crisis cada 10 años. «En el 82 hubo una, en el 93 hubo otra, en el 2002 la crisis financiera, en el 2012 la crisis mundial la pasamos casi desapercibida, pero se sintió. Pero cada 10 años hay un problema». La crisis más severa de la construcción fue en 1993, con una huelga de cuatro meses. «Ese año fue muy duro para todos, para las empresas y para los trabajadores. Recuerdo que se decía que era un conflicto político donde nosotros poníamos la cancha y pagábamos los gastos. Los problemas eran en las obras emblemáticas que las teníamos tres o cuatro empresas. Hay que tomar en cuenta que la construcción es uno de los pulmones del país y se paró durante cuatro meses. El problema era que ni los más veteranos con más experiencia ni los jó-
venes (en ese momento yo era de los más jóvenes) sabíamos cómo solucionar la situación. Nos reuníamos todos los días a las 9 en la Cámara de la Construcción para buscar la salida», agrega. Con la huelga de cuatro meses en 19931 las empresas instaladas perdieron mucho dinero porque en muchos casos se mantuvieron los profesionales en las obras, los capataces, los serenos, y algún administrativo de obra. Y eso salió carísimo porque nadie pensó que duraría lo que duró. La mayor crisis del siglo fue en el 2002, como se relata ampliamente en el capítulo 9. La crisis del 93 golpeó, pero la que marcó a las empresas más fue la de 2002. El ingeniero Martín Carriquiry, que fue gerente general y luego socio de Saceem, en entrevista para esta publicación recuerda lo que fue ese año. «Por primera vez en la historia de Saceem hubo que despedir gente y mandar a seguro de paro. Ahí apliqué una máxima que aprendí del ingeniero Germán Villar, que me precedió en el cargo, que siempre decía que la ética de la responsabilidad empresarial, del empresario, es mantener la fuente de trabajo a la mayor cantidad de gente posible. No a todos, sino a la mayor cantidad, porque a veces si se quiere mantener a todos se corre el riesgo de fundir la empresa». El Ceeic ha hecho un trabajo donde analiza cómo se comporta la construcción en relación a los ciclos económicos. Como lo señala su director, Gabriel Oddone, lo que muestra el estudio es que el ciclo anticipa a la construcción.2 Cuando la economía está desacelerándose la construcción todavía tiene un período mayor de rezago porque arrancó antes. Y cuando al contrario, la economía empieza a recuperarse, la construcción tarda un tiempo en reiniciar. El ciclo viene siempre antes que la construcción, porque la construcción tiene un período de maduración lento y por lo tanto hay obras que se empezaron a ejecutar antes de que se desacelerara el ciclo, y por el contrario la economía debe
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PORTONES SHOPPING, MONTEVIDEO.
recuperarse para que las señales del sector, que tiene una maduración larga de la inversión, efectivamente se consoliden. Por eso se puede decir que la construcción fluctúa más que el ciclo económico. En los momentos de alza crece más y en los momentos de baja cae más. Al mismo tiempo hay quienes salen bien parados en la crisis. A lo largo del tiempo la empresa Campiglia Construcciones ha sabido sortear las diferentes crisis económicas que vivió el país. Para el ingeniero Eduardo Campiglia, él tuvo «la suerte del principiante en la crisis del 82. Abrí la empresa en 1979 y en 1980 la primera obra importante que hice fue para mí, como promotor, en la calle Machado, fue un edificio de 42 apartamentos financiado por el BHU. Poco después el Banco comenzó a tambalearse, terminé el edificio y el BHU no podía cancelar lo que me debía, pero ofreció pagarme a los dos, tres y cua-
tro años. Yo podía elegir la moneda y elegí dólares, con una tasa de interés alta. En el 82 vino la gran devaluación, y si bien no tenía certeza de la fecha de pago, por suerte respondieron. Así fue como me inicié en el negocio de la construcción de viviendas, con una suerte brutal». Mirando al futuro, para Gabriel Oddone, es difícil que otra crisis tenga la virulencia de la del 82 o del 2002. «Habrá crisis y recesiones, pero hoy es mucho menor la volatilidad macroeconómica porque Uruguay mejoró su supervisión y control del sistema financiero, porque ya no sigue evitando que los bancos quiebren, tiene una deuda pública desdolarizada, tiene un calendario de vencimiento mucho mayor. Tienen que seguir mejorando cosas, tiene que bajar el déficit fiscal, tiene que diversificar su inserción territorial, pero hoy Uruguay fue aprendiendo lecciones que hacen que el país sea menos vulnerable que hace
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20 o 30 años. Sigue siendo vulnerable porque es un país chiquito muy dependiente de una economía mundial que es inestable y una regional que es muy inestable. Pero creo que hoy tiene mecanismos de seguro y reaseguro más potentes que los que tenía 20, 30 años atrás, y eso es producto también de la democracia, una construcción de los partidos políticos».
El marco de los shopping centers 3 «Con Ciapessoni-Falco hicimos este edificio donde vivo, en Rambla Armenia, frente al Puertito del Buceo y los dos similares. Son los tres con plaquetas de mármol», apunta Roberto Falco. «Este edificio lo hicimos con el contador Luis Lecueder, en 1979. Pero todo este lugar de la rambla estaba muy lejos de Montevideo. Atrás lo que había era un baldío, que antes había sido leprosario y dispensario. Todo el mundo le tenía cierto miedo a lo que se podía construir ahí atrás. Hubo una propuesta para hacer viviendas económicas. Me hice muy amigo del presidente del BHU entre 1975 y 1985, el doctor Julio Luongo, cuando la empresa Safema estaba en dificultades. En ese momento yo era presidente de la Cámara de la Construcción, lo que es importante por las acciones que uno puede llegar a hacer apoyado en la institución que estás representando. Y el representante de la Cámara puede hablar de igual a igual con el presidente del BHU. Entonces me fui a hablar con Luongo y le dije que esta zona de aquí atrás iba a terminar siendo un terreno baldío horroroso, que perjudicaría a la ciudad que todos debemos cuidar, por qué no le planteaban a Luis Lecueder qué se podía hacer en esa zona, para empezar a dar vida a todo esto. Y ahí nació la idea del Montevideo Shopping que se inauguró cuando el intendente era Aquiles Lanza. Y todo esto, con el World Trade Center, la zona franca, transformó a la ciudad».
Analizando hechos que definieron etapas, hay obras que son verdaderas referencias, como los shopping centers. El primero fue el Montevideo Shopping, en el predio donde estaba el hospital Fermín Ferreira. En ese predio Federico Soneira, ministro de Vivienda de Juan María Bordaberry, pretendía hacer viviendas económicas, tal como se había planteado desde la década de 1960. Eran unas 1.000 viviendas y el INVE licitó una parte, que ganó la empresa Sadeing del ingeniero Enzo Frigerio. Sin embargo, antes de comenzar las obras el gobierno de la época advirtió que no era un buen lugar para ese tipo de viviendas, extremadamente económicas, por lo que Sadeing hizo, a cambio, las viviendas en la calle Vilardebó, dejando libre el terreno frente al puertito del Buceo. Junto al Montevideo Shopping se construyó el World Trade Center Montevideo (WTC), obra de los arquitectos Isidoro Singer, Ernesto Kimelman y David Rubén Flom. La primera torre, el WTC 1, tiene 25 pisos y se inauguró en 1998. La torre 2, idéntica a la anterior, se inauguró en 2002 y en 2009 el WTC 3, de 19 pisos. En medio de las torres está la Plaza de las Torres, con 4.200 metros cuadrados. En 2011 se inauguró el WTC Free Zone, con 23 pisos y en 2013 el WTC 4, la quinta torre, con 40 pisos. 3 Montevideo Shopping es el primer centro comercial de este tipo del Río de la Plata. Se inauguró en 1985, con sucesivas ampliaciones
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MONTEVIDEO SHOPPING Y ÁREA URBANA PRÓXIMA, DÉCADA DE 1980, MONTEVIDEO.
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DETALLE EXTERIOR DE SISTEMA CONSTRUCTIVO DEL ING. E. DIESTE, MONTEVIDEO SHOPPING, MONTEVIDEO.
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DETALLE INTERIOR DE SISTEMA CONSTRUCTIVO DEL ING. E. DIESTE, MONTEVIDEO SHOPPING, MONTEVIDEO.
posteriores. El proyecto pertenece al Estudio Gómez Platero - López Rey, con la participación del ingeniero Eladio Dieste en la estructura de ladrillo. La idea original fue del contador Luis E. Lecueder. Su éxito fue inmediato y cambió los hábitos de compras y de esparcimiento de los montevideanos, que paulatinamente fueron abandonando los comercios de la avenida 18 de Julio, lo que hizo que se proyectara, de inmediato, la construcción de otros centros comerciales similares.
El Punta Carretas Shopping, que se inauguró en 1994 es un reciclaje que ocupa las antiguas instalaciones de la Penitenciaría de Punta Carretas, inaugurada en 1910. El proyecto de reciclaje pertenece al arquitecto argentino Juan Carlos López (autor de Galerías Pacífico, entre otras) y el arquitecto uruguayo Casildo Rodríguez. El Portones de Carrasco Shopping se inauguró en 1994, con proyecto del arquitecto Guillermo Gómez Platero. Tres Cruces Shopping y la Terminal de Tres Cruces se inauguró en ese mismo año de 1994. El Punta Shopping se inauguró tres años después, en 1997, con proyecto del arquitecto Carlos Ott. Mercedes Terminal Shopping se inauguró en diciembre de 2000, en el centro de la ciudad, con una superficie total de 6.808 metros cuadrados. El proyecto pertenece a los arquitectos Guillermo Gómez Platero, Roberto Alberti y Enrique Cohe. Salto Shopping es hoy el centro comercial más importante del Norte del país. Colonia Shopping se inauguró en 2006. Costa Urbana Shopping y Centro Cívico, en la Ciudad de la Costa en el departamento de Canelones, se inauguró en 2012. El Nuevocentro Shopping se inauguró en 2013, en el barrio Jacinto Vera de Montevideo. El proyecto comercial estuvo a cargo del Estudio Gómez Platero. Las Piedras Shopping se inauguró en 2017.
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WTC FREE ZONE, MONTEVIDEO.
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NUEVOCENTRO SHOPPING, JACINTO VERA, MONTEVIDEO.
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Obras públicas e iniciativa privada
4 La empresa Saceem llegó a Uruguay en 1951, cuando ganó una licitación para hacer líneas y estaciones de alta tensión, contrató al ingeniero Rodolfo Arocena y armó su filial sudamericana de la compañía francesa, cuyo nombre oficial era Compañía Sudamericana de Empresas de Obras Públicas del Uruguay.
Otra forma gráfica de visualizar las etapas de la construcción es de acuerdo a quién la lleva adelante, el Estado o la iniciativa privada. Martín Carriquiry relata su experiencia en Saceem.4 «Una primera etapa importante por nuestra experiencia fue hasta la mitad de los años 80, cuando la ingeniería en Uruguay –y así era la actividad de Saceem– era 100% pública, eran inversiones públicas, UTE, Ancap… En la mitad de los años 80, conversando con Germán Villar, se tomó la decisión estratégica de empezar a abrirse a clientes privados». Fue un salto muy importante, que acompañaba la transformación de Uruguay. «Empezaron a aparecer inversiones importantes de los privados que nos permitieron ir variando nuestra carpeta de negocios de 100% público, a 80% público y 20% privado, pero esto siguió evolucionando hasta que llegamos a tener 75% privado y 25% público, cuando aparece Botnia, las plantas eólicas, la Fábrica Nacional de Cerveza, entre otras. Eso implicó un cambio tecnológico y fue un punto de inflexión por algo muy sencillo: con la administración pública, en un contrato, tenías un plazo a cumplir. Siempre nos interesó cumplir los plazos y teníamos buena fama por eso, porque cumpliendo los plazos ahorrabas costos generales. Pero si tenías algún problema o surgía algo, tenías elementos de donde agarrarte para convencer a la empresa pública de que te merecías un aumento de plazo. Con el privado esto era más difícil. El inversor privado hace su planificación para que tal día empiece a facturar la empresa. Ahí teníamos que dedicar todavía más cabeza, más gestión, y a veces dinero para cumplir. Filosóficamente era distinto».
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PARQUE EÓLICO, SIERRA DE LOS CARACOLES, MALDONADO.
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ASPA DE MOLINO EÓLICO PREVIO A MONTAJE.
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La seguridad de los trabajadores
5 Para el cofundador de Stiler, Alberto Taranto, una cosa que hay que eliminar y todavía no se ha logrado es la radio en las obras y sobre todo los celulares. «Debería hacerse como se hace en muchas plantas, que se llega y se deja el celular adentro de una caja. Hay un teléfono que se le da a la familia para que si lo precisan, lo llamen y puedan ubicar a la persona. Por otro lado si sienten que la caja suena, se atiende el teléfono y se ve lo que pasa. Pero no eso de andar con el teléfono en la obra». 6 Para Manzur, el cambio de las tecnologías es relativamente reciente. «En los años 70 mi patrón decía que su padre colocaba mil ladrillos por día. En Colonia, 30 años después, en una obra donde yo estaba los operarios ponían 250 ladrillos por día. Habían pasado 30 años. Ahora no sé. Hoy prácticamente la última obra no la pusimos con mezcla sino con otro sistema, con pomo, con una manga, y después aparecieron los yesos, el steel framing. Todo este sistema prefabricado es inevitable. Porque uno quiere hacer una casa de ladrillo y no encuentra gente idónea. No hay gente que sepa hacer un buen revoque».
Una nueva etapa en la construcción, para Sahid Manzur, surge cuando se toma más conciencia de la seguridad de los trabajadores. «Eso cambió mucho las formas de hacer, aparece el tema de seguridad como valor y en eso el Sunca fue determinante. Cambia la cabeza de la gente que trabaja en el sector. Hubo una época que no se les podía hacer poner casco a los operarios, ni arnés, ni zapatos de trabajo, ni nada. A veces hay una pasada de rosca, porque el péndulo se va al otro lado, y se hace un paro por cualquier cosa, pero igual en términos generales se profesionaliza el sector. Eso empezó por los 90. Antes los operarios tomaban vino al mediodía en la obra, porque el asado era con vino. Además de la indumentaria, hay que hacer comedor en la obra, un vestuario, un lugar para cocinar. Tuve muchas peleas con el sindicato, pero reconozco que son imprescindibles para mantener una base de salario mínimo que permite que la competencia entre las empresas sea más justa». «Saceem y Stiler fueron las dos primeras empresas que tuvimos prevencionistas cuando no era obligatorio por ley –indica Alberto Taranto–. Porque a fines de la década del 80 cuando empezó otro boom, después de la crisis del 82, nos dimos cuenta de que iba a entrar en la construcción gente que no era del oficio. Y que entonces no iban a evaluar los riesgos que tienen las obras. Las obras son riesgosas en cualquier parte del mundo. Por suerte el concepto de seguridad se ha afianzado. Creo que en algunos casos se afianzó por la Ley de Responsabilidad Penal y en otros porque tuvimos conciencia de lo que pasaba». La seguridad también pasa por las herramientas. A modo de ejemplo, prácticamente han desaparecido los martillos con que se picaba el pavimento: casi todas las empresas han incorporado martillos que están en la terminal de una retroexcavadora y el operario está arriba de una máquina.5 Respecto a las normas, la
Ley 12.839, de seguro de enfermedad, de invalidez y de asistencia médica para los obreros y empleados de la industria de la construcción y ramas anexas se creó en 1960. Dicho seguro estaba administrado por una Comisión Honoraria Tripartita, compuesta por un representante del Poder Ejecutivo, tres delegados de los trabajadores y tres delegados patronales, pasando a llamarse Comisión Honoraria de Asistencia Médica y Subsidio por Enfermedad para el personal de la Construcción, que se distinguió por su sigla Chamsec. La Ley 14.411 de 1975 estableció un nuevo régimen de aportes patronales y obreros correspondientes a la industria de la construcción, por concepto de jubilación, asignaciones familiares, seguro de enfermedad, seguro por accidentes de trabajo y Fondo Nacional de Viviendas. La ley declaró obligatoria la afiliación al Banco de Previsión Social, al Consejo Central de Asignaciones Familiares, al Banco de Seguros del Estado y a los Seguros de Enfermedad de todas las empresas y trabajadores de la construcción.
Cambios tecnológicos Otra forma de medir las etapas de la construcción en Uruguay es a través de los cambios tecnológicos. «La construcción es sumamente dinámica, aunque a veces no nos damos cuenta, porque por ejemplo si uno lo compara con la evolución de los celulares parece estancada, pero en verdad ha tenido una evolución enorme», pondera Lucio Cáceres. Por eso una innovación significativa fue cuando en Uruguay surgieron los hormigones premezclados, o sea se compra el hormigón hecho, que se trae de fábrica y se vuelca en el sitio de obras, lo que ahorra mano de obra y garantiza la calidad. El primer fabricante empezó a inicios de los 80. Posteriormente vino la crisis y terminó con esa empresa pionera.6 Otro marco es cuando se liberan las importaciones de materiales de construcción con el
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gobierno de Luis Alberto Lacalle. «Antes dependíamos, en cierto sentido, de Metzen y Sena o de Monolíticos Brignone. Los edificios de interés social, construidos antes de la década del 90 tenían inevitablemente azulejos blancos de 15 x 15 de Metzen y Sena, monolíticos grises de 20 x 20 grano 2-3-4 de Brignoni», relata Manzur. La evolución de la tecnología es constante, en especial en las últimas décadas, desde los pilares de hormigón que se enganchan con tornillos, el yeso proyectado en lugar del revoque o el uso de tiras de chapas galvanizadas donde después le pegan el yeso. El cinturón del trabajador cambia cada 20 años porque las herramientas son distintas. El operario de ahora tiene una llave más que un martillo, porque más que golpes de maceta, o clavar clavos, debe apretar tuercas, lo que además mejora la calidad de la obra. A eso hay que agregar los nuevos elementos mecánicos: grúas, los nuevos sistemas de andamios, sistemas de encofrado, al hormigón se le agregan aditivos, así como todos los elementos de protección, la seguridad de la obra. Los cambios tecnológicos y los materiales han sido un elemento transformador, subraya Félix Boix. «Acá en Punta del Este tenemos edificios enteros de ladrillos a la vista con junta hundida que ya no se hacen más. Para eso se agarraba una maderita de pino, le ponías unos clavitos y quedaban todas las juntas a la misma profundidad. Era algo típico en Punta del Este, que ya prácticamente se terminó por los altos costos. Cambiaron los materiales. Antes para los pisos se usaba mucho el monolítico, hoy se usa muy poco y muchos de los proveedores de antes no están más. Ahora en las paredes en lugar de ticholo es casi todo yeso y perfilería». A eso se suman los cambios en la química: «ahora está el producto que pinta y ya te impermeabiliza. Antes comprábamos cal viva, la apagábamos y hacíamos las mezclas. Hoy en día se usan los pegamentos. A veces los cambios en la química son tan rápidos que el personal muchas
veces no está preparado para su correcta utilización», añade. A instancias de la Cámara de la Construcción se generó, a partir de 2015, lo que es el Centro de Estudios Económicos de la Construcción, Ceeic, con un directorio profesional dirigido por Gabriel Oddone. Uno de los trabajos realizados, como se amplía en el capítulo 12, fue sobre la productividad y la inversión de las empresas en equipos y en tecnología. En la parte vial se han hecho inversiones muy significativas, con el tendido de mezclas asfálticas pero con equipos más sofisticados, con una tecnología más eficiente que representa una ganancia de productividad y una calidad final muy importante. Se trata de tecnologías que ya hace un tiempo estaban desarrolladas en otros países pero que no estaban incorporadas en Uruguay, como toda la parte de reciclado de pavimentos. Respecto a la infraestructura civil, se han hecho importantes inversiones en encofrados y sistemas de armado, así como en premoldeados y en elaboraciones de hormigón. «Los hormigones de mayores exigencias, de resistencia, colocación, estructuras que se van optimizando en su cálculo, exigen encofrados especiales, la colocación de la armadura y después el vertido del hormigón», señala Alejandro Foglia. Esta evolución se ve a simple vista: «antes pasabas por cualquier obra de un edificio y lo tradicional eran puntales de madera, vigas de madera, todo clavado, hoy son todos perfiles metálicos, telescópicos, vigas reticuladas de aluminio, con mayor capacidad de resistencia y menos peso. Eso ha sido un desarrollo importante que las compañías han ido haciendo, invirtiendo en tecnología. Creo que no se ha desarrollado más aun porque tampoco ha habido, más allá de las dos plantas de celulosa, ese tipo de proyecto que implica más desarrollo y una tecnología especial. Un caso típico de grandes obras son los puentes, salvo los que están construidos en el río Uruguay que desarrollaron una tecnología en su momento buena. Si se construyera el puente
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7 Hay empresas que hacen premoldeado en Uruguay y también se importan del exterior, de la empresa argentina de premoldeado Astori. Las losas vienen prontas y se van enganchando en la obra. 8 Para Roberto Falco, los métodos de construcción lo que hacen es acelerar los procesos. «Este edificio donde vivo, del 79, lo hacía con la hormigonera en el piso y subiendo el hormigón, pero se hizo. El avance tecnológico es una aceleración pero no es un avance técnico desde el punto de vista de la creación, de la tecnología. Creación es el aeropuerto, creación fue el estadio Centenario, que se hizo en siete meses y el arquitecto Juan Antonio Scasso tuvo la habilidad de utilizar el pozo que había para poder hacer la cancha. Por eso no se ve esa mole que uno ve en Madrid, en el estadio Bernabéu».
Colonia - Buenos Aires, uno vería una tecnología que nunca se aplicó en Uruguay».7 Si bien en la industria local se invirtió mucho, en el resto del mundo desarrollado se ve mayor equipamiento, indica Alberto Taranto. «Lo que sucede es que cuando se tiene continuidad en las obras uno puede darse el lujo de comprar equipos. Me acuerdo cuando el ministro Benito Medero, del equipo del presidente Juan María Bordaberry, dijo: ‘Vamos a sembrar el país de silos’. Como le creí fuimos y nos compramos los gatos, todos los equipos para construir silos, para hacer tubos deslizantes. Hicimos los silos de Nueva Palmira, fue todo un logro, deslizamos ocho tubos a la vez. Pero nunca más hice un silo. Terminé vendiendo los gatos en Argentina. Aquí siempre fue el país de quince minutos».8 Para el ingeniero Eduardo Apud, titular de Ing. Apud Construcciones SA, en entrevista para esta publicación, el gran cambio tecnológico en la construcción está empezando ahora, cuando se irá perdiendo la construcción tradicional para pasar a la construcción no tradicional, porque los sistemas de prefabricación se van a ir imponiendo progresivamente. Esto es un proceso irreversible, y es lo que sucede en los países desarrollados. «En la medida en que mejora la tecnología, y que la mano de obra tiene un costo muy importante, la tendencia es sustituir la mano de obra por el trabajo en la fábrica, donde todo está mecanizado. Es inevitable y la pérdida de puestos de trabajo va a ser irreversible. No se impuso antes por un problema de escala, de lo contrario ya lo hubiéramos vivido. Pero pudiendo importar, como sucede ahora, se hace de ese modo, y ya hay varias obras funcionando con este sistema, incluyendo un plan de cooperativas sindicales manejado por el PIT-CNT, donde prácticamente el sistema es prefabricado. Y claro que esto también vale para edificios: por ahora conviene usar el hormigón armado, pero hay otros países como Estados Unidos donde se usa el acero. Es un tema de economía y de rapidez, por eso es irreversible».
El salto tecnológico con las grandes obras: nuevo paradigma Como se señala ampliamente en el capítulo 9, el punto de inflexión de las grandes obras a partir de los 2000, en especial Botnia y Montes del Plata, fue el principal cambio tecnológico y más que una nueva etapa de la construcción en Uruguay, fue un antes y un después. Hay una disrupción previa que permitió este cambio de paradigma. Esto viene de la mano de Internet, con las posibilidades de tener las comunicaciones directas con los proveedores, que más que un cambio tecnológico de suministro en sí mismo, es un cambio apoyado en la posibilidad de acceder vía Internet a encontrar posibles proveedores. Después vienen los canales de mail, luego la visita al proveedor, esté donde esté, y la resolución en fábrica. «Hoy en día lo que se avanza en la construcción en el mundo llega más rápido –explica Alejandro Ruibal, de Saceem–. Antes el último equipo, la última máquina, el último sistema demoraba en llegar: hoy por hoy con Internet tenemos a mano los implementos que existen en el primer mundo, de Francia, Inglaterra, Alemania. Todo se da online, el mundo se achicó. En ingeniería esto pegó muchísimo, o para resumirlo, desde el punto de vista de los ‘fierros’, hoy en día con la información estamos todos igual, en cualquier país, todos sabemos lo mismo». Además, los métodos cambian con las obras. «Desde comienzos del siglo XX las grandes obras siempre dejan algo. Cuando se hizo el puerto de Montevideo, o los ferrocarriles de los ingleses, siempre quedan enseñanzas. Cuando se hicieron las represas dejaron gente formada, capataces, obreros, ingenieros. Obviamente Botnia y Montes del Plata también lo hicieron, empezando por lo organizativo», acrecienta. ¶
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CLAVES PARA PERDURAR Y CRECER
7 PENSAR EN EL LARGO PLAZO VOCACIÓN DEL HACER EMPRESAS FAMILIARES LA FLEXIBILIDAD UNA PARTE DEL TODO EL CAMBIO DE LAS NORMAS LA REPUTACIÓN Y CÓMO MANTENERLA SIMBIOSIS DE EMPRESAS
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CLAVES PARA PERDURAR Y CRECER
Si se parte de una constatación evidente, de que la mayor parte de las grandes constructoras del pasado no existen más, surge la pregunta de cuáles son las claves para perdurar y crecer, y por qué empresas que en su momento parecían indestructibles y poderosas terminaron cerrando o quebrando, en razón de que la inversión y el riesgo es grande y el margen de ganancia reducido. Si bien hay consenso en muchos requisitos para perdurar y crecer, cada actor del sector tiene su fórmula preferida. Algunos enfatizan en la rapidez para adaptarse a los cambios, otros en pensar a largo plazo, preparando la empresa para nuevos escenarios que todavía ni siquiera se conocen. Hay acuerdo entre los empresarios de hoy de que es más importante formar equipos que depender de una sola persona, con su empuje o eventual genialidad. La historia de la construcción está pautada por nombres ilustres, pero en la mayoría de los casos las empresas que fundaron ya no existen. Las nuevas generaciones creen más en la institución que en la persona. También hay consenso en que la construcción requiere una vocación fuerte por el hacer: no es una actividad para estar a «media máquina». Vinculado con lo anterior, como en otros sectores y en otros países, las empresas familiares muestran sus fortalezas en el sector. Poder adaptarse a las nuevas normativas son elementos comunes de las empresas que han perdurado y crecido, así como salir de la «zona de confort». Asimismo son muchos los que consideran que es saludable especializarse en determinadas áreas, sin abarcar todo. Mantener la reputación es una tarea diaria, donde al profesionalismo se suma la transparencia y la ética: la clave, acá, es «dar la cara», en el acierto o el error.
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1 «Desde que se fundó Saceem en Uruguay tuvo cinco directores generales, yo soy el último, y siempre el anterior preparó al siguiente, aunque cambien los accionistas, porque la empresa no puede morir conmigo. A mí me contrató Germán Villar y Martín Carriquiry me preparó para sucederlo. En mi despacho tengo el aviso del Gallito Luis al que me presenté, y así entré en la empresa. Eso me recuerda todos los días la forma simple en que todo comenzó», relata Alejandro Ruibal.
Para perdurar y crecer en la construcción hay que cambiar permanentemente. Hay que organizar a la empresa para que perdure, afirma Alejandro Ruibal, director de Saceem. «En los últimos 15 años cambió el negocio, en primer lugar porque la tecnología la tenemos inmediatamente, gracias a Internet, como se señaló, y el otro gran cambio es desde el punto de vista organizativo, donde tenemos un debe más grande. Entre otras cosas porque carecemos de un buen esquema de relaciones laborales que nos permita mejorar la productividad», tema que se analiza ampliamente en el capítulo 12. Ruibal apela a la historia para evaluar cuáles son las empresas que permanecen. Las constructoras nacen en el siglo XVIII, donde las grandes compañías pertenecían a los ejércitos. Así sucedía con las inglesas y las francesas, donde todavía existen empresas fundadas en el siglo XIX. «Porque la forma de organizar una obra tiene similitudes con lo militar, con sus jerarquías, sus responsabilidades, donde los ingenieros y los arquitectos son los oficiales, los capataces son los sargentos, el cabo es el encargado y la tropa son los operarios. El que maneja el personal de tropa en el ejército no es el coronel, sino el sargento. En Uruguay lo militar está mal visto, no tenemos incorporado este método de trabajo. Asimismo, como en el ejército, la logística es parte fundamental de la construcción». Otra clave para perdurar y crecer es preparar la empresa para la descendencia, añade. Hay que proyectar la empresa a futuro, y para eso hay que darle espacio de verdad a las generaciones jóvenes. A la vez no se trata de preparar la sucesión en una persona sola, sino de cuadros, sin personalizar. Hay que preparar la empresa para los cambios generacionales y después adaptar el negocio, porque siempre vendrán otras modalidades de hacer contratos. Es relevante tener una organización matricial, no vertical, sostiene Ruibal, o sea que los servicios interactúen, donde se cruzan los recursos humanos, los recursos técnicos, la logística,
la gestión de calidad, la contabilidad, las finanzas. «No son compartimentos estancos sino que todos interactúan con todos».1 Si muchas empresas de las décadas anteriores se basaban en la capacidad o genialidad de una persona, o un grupo de personas, en un tipo de empresa «embudo», esto está cambiando con los empresarios de las nuevas generaciones. En 2018 la empresa Ingener cumplió 20 años y la principal preocupación es empezar a formar un cuerpo de gerenciamiento de jóvenes con responsabilidad suficiente, de modo que si el día de mañana la generación anterior se retira, la organización continúa, sostiene Daniel Vázquez, director ejecutivo de la compañía. «El equipo de Ingener que trabaja en Argentina está a cargo de una persona del orden de los 40 años de edad con responsabilidad plena. Nos hemos posicionado en que queremos tener una empresa que perdure más allá del equipo inicial chico». Al mismo tiempo los equipos de gerenciamiento actuales requieren ser multidisciplinarios, lo que surge de los nuevos contratos, que deben tener una perspectiva distinta de la ingenieril pura, donde es muy importante lo financiero, ya que son contratos que se desarrollan en pocos meses y mueven muchos millones de dólares, con un flujo financiero muy importante. Del mismo modo es significativa la parte legal y contractual, antes de firmar y durante el desarrollo de la obra, para tener los elementos que protejan a la organización: «De esa forma podemos atender a la nueva demanda, que a veces son contratos intensos, cortos y de una cifra importante; no se pueden llevar adelante si no te organizas como una empresa profesional, corporativa, con más poder de decisión. Es lo contrario de la ‘empresa embudo’, donde todo pasa por una sola persona. Antes un contrato de repente era la facturación de todo un año y podía representar un año muy bueno. Pero podía suceder lo contrario, que de un día para el otro la actividad se bajara a la tercera parte, lo que provocaba que la organización no se sustentara.
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BASE DE MOLINO EÓLICO.
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CENTRAL DE CICLO COMBINADO, PUNTA DEL TIGRE, COLONIA.
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El cambio de escala de los contratos nos permitió llevar adelante este nuevo enfoque». Vázquez sostiene que «nuestro primer trabajo fundamental ha sido tener una solidez financiero-económica, tener balances sanos, porque es con esa base que las empresas van obteniendo su línea de crédito y manteniendo sus equipos». Algo similar sostiene Martín Gómez Platero, titular del Estudio Gómez Platero, en entrevista con esta publicación, en el ramo de la arquitectura: «una de las fortalezas del Estudio es que siempre fuimos acompañando y tratando de ser pioneros en usar las tecnologías. Pero creo que hoy la característica principal del Estudio, la gran fortaleza, está en su equipo. No es un Estudio individual donde la persona es Martín, el cliente no viene a contratar a Martín. Yo lidero el Estudio pero la fuerza está en el equipo, de gente muy talentosa, donde cada uno en su área es mejor que yo y eso es lo que ha generado un equipo fuerte. Creo que eso es distinto, en cierto modo novedoso, porque por regla general la arquitectura está muy vinculada a la persona en sí y yo entiendo que hoy por hoy, para hacer un proyecto de arquitectura se precisa un equipo de gente especialista, nadie es bueno en todo sino que nos complementamos en un equipo». El ingeniero Pablo Bocchi, director general de Berkes, en entrevista para esta publicación, amplía el concepto. Las empresas tienen que tener líderes pero no pueden estar fundadas o basadas en una persona. «Esto es un equipo, y esto es clave para perdurar. Yo fui gerente general con 34 años y dije ‘hasta los 55 puedo asumir todo’, pero la empresa tiene que continuar más allá de mi persona. Acá lo que más trabajo da es el futuro de la empresa. Esto no es para ‘supermanes’, es para grandes equipos. Lo que veo es que todas las organizaciones basadas en un megalíder tienen lo bueno de esa personalidad y lo malo, que dependen de un hombre que es de carne y hueso como to-
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2 Pablo Bocchi sostiene que este es un negocio que exige mucha prudencia, porque los riesgos son altos: «Yo vendo a futuro, nunca vendo algo que sé cuánto me costó. Vendo la promesa de hacer algo. La gran lectura es que tengo que ser prudente siempre, pero igual me puedo equivocar. En este negocio hay siempre empresas que nacen, crecen, facturan muchísimo y luego desaparecen. Va cambiando el nombre de esas empresas pero siempre ocurre lo mismo, y todas desaparecen porque no miden el riesgo, es fácil vender, es fácil creer que esa plata es de uno, porque se maneja mucho dinero, pero a la postre la rentabilidad que deja el negocio es baja. Es un trabajo de saber esperar, de saber estar, de saber responder, es de largo plazo». 3 Gómez Platero enfatiza en la vocación del hacer. «Acá se pone la misma pasión para reformar una cocina que para hacer un hotel cinco estrellas de U$S 50 millones. El desafío es el mismo y es algo que se da mucho en nuestra profesión: somos hacedores y las cosas tienen que quedar bien». Lo ilustra con los horarios de trabajo. «Como acá hacemos muchos proyectos, y muchos proyectos internacionales, es frecuente que estemos con mucho trabajo, con plazos determinados, y la gente se queda después de hora, o hay que quedarse toda la noche trabajando. Pero yo nunca tengo que decir que alguien se quede, ellos mismos lo deciden. Nunca tengo que preguntar ‘¿hoy se pueden quedar?’, porque si es necesario hacerlo lo hacen, por responsabilidad pero fundamentalmente porque disfrutan con lo que hacen».
dos nosotros. Para tener un equipo sólido hay que hacer un fuerte combate al ego, el que sea mejor que venga. El que tenga las mejores condiciones que vaya adelante, porque es bueno para todos. Es ganar-ganar».
moderno, así como los edificios Eolo, Vulcano, Niza, París, Madrid, Barcelona, Roma, Portofino y Nervi, entre otros.
Pensar en el largo plazo
Sahid Manzur destaca un hecho que cualquiera puede constatar: la vida de las empresas constructoras es azarosa. «Es muy difícil trabajar en la construcción, requiere una fuerte vocación». Por eso su empresa, S.A.D.ARQ., ha variado la cantidad de personal según dicte la coyuntura del sector y del país. «Una de las cosas que siempre mantuve como política es disponer del dinero suficiente para pagar los despidos de todo el personal de la empresa. Es una norma de la compañía, puntualiza. «Más allá de los momentos difíciles, de los tres capataces que trabajan hoy en S.A.D.ARQ., uno está desde el inicio de la empresa, otro desde el año 1987 y el tercero desde hace 20 años». Manzur subraya la vocación del hacer: «La satisfacción de entrar en un determinado lugar, en un local que era un pozo, donde hicimos una casa y decís ‘pahh qué gratificación brutal’. Una cosa que siempre me emociona es cuando vengo por la Ruta 1 y entro a la Rambla Portuaria, cuando hay que bajar la velocidad, miro y veo toda la bahía, y pienso: ‘Cuánto esfuerzo humano hay acá’. La satisfacción de una persona que pasa frente a una obra es esta. Porque además, lo bueno que tiene la construcción es que la hizo el arquitecto, la hizo el contratista, el capital, el oficial, el peón, el camionero».3 Eduardo Campiglia se entusiasma al expresar lo gratificante que le resulta su trabajo. «He hecho muchos edificios, entre grandes y menores. Cerca del World Trade Center hice varios. Y eso da una enorme satisfacción, poder incidir un poquito en la realidad». Campiglia adquirió los terrenos en la zona del World Trade Center cuando no había nada, en una licitación internacional a la que casi nadie se presentó.
Berkes se define como una empresa que piensa en el largo plazo. «Tenemos un directorio de seis personas que todas las semanas se reúne pero además tenemos una estructura de gerentes jóvenes que se han formado con nosotros y que están creciendo. Tenemos la primera línea, donde estoy yo con 56 años, luego hay tres gerentes del directorio que son socios con 46 años y abajo hay una camada de otros gerentes que están creciendo de 30 y pico de años. Es clave armar una escalera sólida para que la empresa se perpetúe», puntualiza Pablo Bocchi.2 «Nos llamamos Berkes desde hace 80 años, y queremos seguir llamándonos Berkes dentro de 80 años, y para eso es más importante la institución que los nombres propios. Ese es un foco permanente, y para eso hay que tener mucho equilibrio en no hacer locuras, como dijo una vez el ingeniero Omar Braga, ‘hay que saber perder, dejar pasar’». Hay empresas que traen la impronta del «largo plazo» de sus fundadores, como la italiana Lamaro, acostumbrados a un país que tiene construcciones tan valiosas como eternas. El arquitecto Luis Eduardo Casaretto, en entrevista para esta publicación, habla de su experiencia como director de Lamaro. La clave de las obras era la calidad, «que duraran para siempre». La empresa fue fundada por el ingeniero Antonio Lamaro en Italia en el año 1920. De la obra de Lamaro en Uruguay se destacan 11 edificios a lo largo de la Avenida del Libertador; los edificios de 10 pisos en la Rambla Sur; el trabajo realizado en el Punta Carretas Shopping, con el desafío de transformar una cárcel en un centro comercial
Vocación del hacer
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VISTA DE RAMBLA DE POCITOS Y BUCEO DESDE EL AGUA.
«Me acuerdo, después de la crisis del 2002, que nosotros habíamos terminado unos años antes esos tres edificios, las Torres Náuticas y el Caelus. Vino la mala y nos quedamos sin dinero. Recuerdo que venía con mi hijo Germán por la calle 26 de Marzo, y yo me lamentaba porque no teníamos un peso, y mi hijo me dijo: ‘¡Mira todo lo que hicimos!’. Y era verdad, nunca me hubiera imaginado hacer algo tan importante. Y esa es la mayor remuneración». Para Campiglia, esa gratificación va sumada a mantener la escala y los riesgos en forma adecuada. «Yo empecé muy chiquito y me fui adaptando. Hoy tengo oficinas, ingenieros, mucho personal a los que responder. Antes el único costo que tenía, además de la obra, era mi suel-
do, incluso tenía la zapatería que me daba para comer, por lo que podía reinvertir todo lo que ganaba en la constructora». Para Campiglia es fundamental tomar riesgos, pero que no sean desmedidos hay que saber evaluarlos. Y al mismo tiempo tener paciencia. «Si hago una obra y no se vende, hay que saber esperar, y si se pueden alquilar las viviendas mientras se reactiva el mercado, mejor. Porque cuando se lanza un edificio, siempre está la posibilidad de que no se venda. Lo que hago con los socios inversores, antes de empezar, es decirles: ‘Mira que si se viene la mala, hay que responder igual, y tener paciencia’; nunca hemos dejado una obra sin terminar y eso nos llena de orgullo».
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Empresas familiares
4 A su vez otro factor para la supervivencia puede estar en mantener las raíces, en el caso de Cujó su raíz salteña. «Mi abuelo catalán vino a Salto, mi padre nació en Barcelona pero llegó a Salto con 7 años con mi abuelo, y vivió toda su vida en Salto. Mi madre es montevideana pero tras casarse con mi padre se vino a vivir a Salto y nunca más volvió a la capital. Los hijos somos cuatro hermanos, todos salteños, todos vivimos acá y tenemos ese orgullo de todo salteño. Acá tenemos nuestra oficina y de acá movemos todo. Nunca tuvimos oficina en Montevideo. Acá hay un dicho que dice: ‘Dios está en todos lados pero atiende en Montevideo’. O sea, siempre tenemos que viajar a Montevideo, pero viajamos y volvemos acá, a nuestras raíces». 5 «Un día, en la década del 80 –todavía estaba el boom inmobiliario–, vino un grupo inversor para hacer muchos edificios y le dijimos que no podíamos asumirlos. Volvieron a la semana siguiente, con más argumentos. Estábamos a full. Hablé con mi socio y los dos estuvimos de acuerdo en no aceptar. Ya no teníamos ni un balde disponible. No queríamos seguir agrandando la empresa ni perder el control de las obras», relata Félix Boix.
Eduardo Campiglia destaca el aporte de la «veta comercial» para que una empresa sobreviva y crezca. «En la facultad aprendes una visión técnica pero no comercial. Yo era ‘bolichero’, desde niño vendía zapatos. Tenía calle. No tenía vergüenza de pedir un descuento, era cosa de todos los días. Y el valor más importante de trabajar en la zapatería era el tema del trabajo en equipo y el relacionamiento con la gente, porque en general los técnicos, los ingenieros somos más bien parcos. Es una simbiosis entre el ‘zapatero’ y el ingeniero lo que ayudó a hacer crecer la empresa». También subraya las virtudes de las empresas familiares. En su caso, la empresa la fundó en 1979 con la participación de sus hermanos. «Ahora el que está a mi lado es mi hijo Germán, y reconozco que el sueño de que alguien continúe es muy fuerte, a tal punto que las decisiones las tomamos en conjunto, porque él es la empresa de hoy y del mañana». La empresa Cujó fue fundada en el año 1953 por el inmigrante español José Cujó Gallard, un maestro de obras de Barcelona, que en los primeros 17 años desarrolló desde la ciudad de Salto proyectos y construcción de viviendas así como tareas de modernización industrial, ampliándose a otras ciudades vecinas. En el año 1970 le sucede su hijo José, transformándose la empresa en José Cujó Trías. En 1997 comienza a trabajar en la empresa su hijo, el ingeniero José Ignacio Cujó Darriulat, integrándose al directorio de la empresa en 2001, junto a su hermana, la arquitecta María Fernanda Cujó Darriulat. «En la década del 90 la empresa comienza un proceso de apertura hacia otras actividades en la industria, manteniendo las características propias de una empresa familiar, de tres generaciones», afirma José Ignacio Cujó en entrevista con esta publicación. «Yo creo que la principal clave para la supervivencia, en nuestro caso desde mediados del siglo XX, es esa pasión
por lo que uno hace, transferida de generación en generación, de mi abuelo a mi padre, que era constructor egresado de la UTU, hasta mi hermana y yo, que trabajo en la empresa hace 20 años, y eso que tengo 41 de edad. Nos encanta lo que hacemos». Otra clave para la supervivencia es «salir de la zona de confort», afirma José Ignacio Cujó. «Es la rapidez con que uno se adapta a los cambios, en estos tiempos de transformaciones vertiginosas. Y de la mano de esto, diversificar dentro de la empresa. Si nos hubiéramos quedado en lo que hacíamos hace casi 70 años, construyendo casas, capaz que estaríamos más tranquilos, pero no nos hubiéramos desarrollado como lo hicimos. Cuando se sale de la ‘zona de confort’ aparecen nuevos desafíos, nuevos emprendimientos, otras posibilidades, que es lo que hace que la empresa crezca, aunque claro está que te genera más estrés».4 Félix Boix afirma que una de las características permanentes de la empresa es que ellos siempre tenían una presencia muy directa en las obras, una asistencia diaria, constante, acompañando todos los detalles. Pero cuando la empresa se agranda ya no se puede hacer ese tipo de seguimiento y hay que delegar. «Hemos tenido fallos como cualquiera, pero hemos formado muy buenos equipos, el personal ha respondido muy bien y hoy en día, lo que antes hacíamos nosotros lo hace la segunda generación. Viven todos en Punta del Este, donde se fundó la empresa». Otra clave de la permanencia, para Félix Boix, es que «nunca quisimos crecer en cuanto a volumen de obra más allá de nuestras posibilidades. Muchas veces, ante la oferta para hacer una obra, dijimos que no. Cuando entendíamos que perdíamos la escala o no teníamos el personal idóneo, nos negábamos». 5 Históricamente las empresas familiares tienen puntos fuertes para la permanencia, en Uruguay y en el mundo. Es el caso de Campiglia, Cujó y de Norte Construcciones, que cumplió 50 años
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ALTOS DEL ARAPEY, SALTO.
en 2017, «y seguimos adelante», como enfatiza Félix Boix. «La construcción es una actividad complicada, por eso digo que no hubiéramos podido continuar si no contábamos con gente que siguiera el desarrollo, como son nuestros hijos. Es muy desgastante, en cada obra se empieza de cero. Lugar nuevo, proyectos distintos al igual que arquitectos e ingenieros, suelos diferentes, el capital humano pocas veces son los mismos. Se empieza a contratar personal hasta llegar al pico del trabajo y luego tenemos que empezar a disminuir hasta llegar a cero. Se finaliza y entrega la obra y si tuvimos la suerte de ganar, comenzaremos una nueva obra, seguramente totalmente distinta y vuelta a empezar todo de cero».
La flexibilidad Para Alberto Taranto, de Stiler, una clave para la supervivencia y el crecimiento es la flexibilidad. «Cambiamos mucho el tipo de obra que hacemos. Y nos es fácil cambiar. Hemos hecho carreteras, puentes, tendido eléctrico, terminales eléctricas, hicimos la obra civil de las subestaciones de Salto Grande, ahora estamos haciendo cuatro o cinco edificios, estamos haciendo varios sanatorios, la ampliación de las oficinas de Presidencia. Estamos haciendo un hospital muy grande en Colonia y también el sanatorio nuevo del Banco de Seguros. Uno de los motivos por los cuales nosotros hemos sobrevivido es por cómo nos hemos adaptado cada vez que cam-
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bia la realidad. Cuando había que hacer vivienda económica, cuando había que hacer vivienda para jubilados, cuando hubo que hacer puentes, carreteras, tendido eléctrico, fibra óptica, ahí estábamos nosotros. Siempre nos hemos adaptado a la demanda». Darwin dice que el que sobrevive no es el más fuerte sino el que se adapta más rápido: «Nos sucedió eso. Creo que hemos tenido suerte pero hemos trabajado mucho. Napoleón siempre decía ‘tráiganme un general con suerte’. Pienso que supimos adaptarnos con bastante facilidad a los cambios de demanda que había». Taranto reconoce que pasó por momentos complicados. «De las empresas que estaban cuando comencé a trabajar, en 1959, de las grandes, que dominaban el mercado, no queda ninguna. Algunas cerraron, pero el gran porcentaje quebró. Creo que hoy una de las empresas más antigua del país es Clerc, del arquitecto Raúl Clerc, fundada en 1910, que además hace pilotes». La adaptación a los nuevos tiempos ha hecho que Stiler tenga ya una empresa de premoldeado subsidiaria y una empresa que ellos representan de estructuras metálicas. «Si se miran los balances de cualquier empresa, inclusive las grandes del exterior, la renta después del último renglón, después de impuestos, nunca va a dar más de un 3, 4%. Por eso es una industria de alto riesgo. Ninguna empresa constructora del mundo es ‘triple A’, porque el volumen de dinero que movemos respecto a los riesgos que tomamos son enormes», señala.
Una parte del todo Cada uno de los referentes de la industria consultados va presentando sus claves y fórmulas. Martín Carriquiry destaca, del tiempo en que fue gerente general o socio de Saceem, que preferían ocuparse de una parte del todo. «Saceem ocupó una parte muy importante de la industria de la construcción pero no trabajamos en el 100% de la industria. Es muy difícil comparar a Saceem
con Guarino, por ejemplo, que era una empresa netamente vial. Nosotros no competíamos en esa área, así como había empresas que hacían solo viviendas, que nosotros en ese entonces tampoco hacíamos. La empresa de Tomás Guarino en su momento fue una potencia, probablemente porque lo vial te lo permitía. Había años que Guarino facturaba más que Saceem, pero son sectores independientes. En nuestro sector teníamos una porción importante del mercado. El fuerte de Saceem era el equipo de dirección de obra, que tenía muy claro el sistema de gestión y los hacía muy productivos». Carriquiry lo explica desde otros ángulos. «Mi experiencia es ingeniería, pero no es de carreteras, ni de viviendas familiares. No construimos con movimiento de tierra porque en Uruguay era más redituable invertir U$S 300 mil en una grúa importante que en un buldózer. Había una cantidad de empresas especializadas que tenían buldózer, que tenían el know how, en cambio grúas para trabajos de ingeniería había pocas en Uruguay, entonces te abría un espectro donde la competencia era más reducida. Para hacer viviendas familiares había que estar especializado en el tema, había empresas que tenían esa especialidad y se dedicaron a eso. Y lo otro que heredé de los gerentes anteriores de Saceem y que está vinculado a lo segundo es no ir a trabajar a Punta del Este. Las inversiones de Punta del Este en general son de viviendas, y en segundo lugar, en Punta del Este ocurre la ‘corrida de fin de año’, de octubre en adelante, para entregar antes de la temporada, lo que es muy complejo. Luego de que nosotros vendimos, Saceem entró en el sector de las viviendas y también fue a Punta del Este. Incluso actúa como desarrolladora». Con sus nuevos socios, tras la salida de Carriquiry, Saceem en lugar de hacer movimiento de tierra compró Grinor, una empresa muy sólida que tenía todo el know how vial. Brandon Kaufman apunta en la misma dirección, del tiempo en que dirigió Teyma. «La
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parte de vivienda es un arte, quisimos hacer eso y no nos fue bien», afirma. Eduardo Campiglia apostó primero a crecer en varias áreas y luego eligió una parte del todo. Para comenzar a trabajar, una clave para Campiglia fue tomar las obras que nadie quería. «Empecé la empresa en 1979 con una licitación que gané en Antel. Llovía y cuando entraba agua a las cámaras, los cables de plomo se deterioraban en las uniones. Llamaron a licitación para desagotar y limpiar las cámaras. Fuimos los únicos que nos presentamos. Ahí advertí la importancia de hacer cosas diferentes, que otros no hacen. Cotizar albañilería todo el mundo lo sabe hacer, pero no todos saben limpiar cámaras, o lo que hicimos después, cotizar zanjas y empalme de cables». La empresa siguió haciendo trabajos para terceros y obras propias, como promotora. «Cuando nos presentamos a la primera licitación grande, nos ajustamos todo lo que pudimos para ganarla, porque se trataba de la reforma del aeropuerto viejo. Había que apretarse para poder entrar, porque sabía que, si ganábamos esa obra menor, teníamos muchas chances de ganar la obra del aeropuerto nuevo, que fue lo que ocurrió, porque nos conocieron y vieron cómo trabajábamos. Continuamos trabajando especialmente para obras propias, pero también trabajamos como empresa constructora para terceros. La adaptación a las nuevas tecnologías y necesidades del mercado nos mantienen en permanente formación y en la búsqueda de nuevas oportunidades para seguir contribuyendo al desarrollo de la ciudad y a la generación de puestos de trabajo, con un equipo profesional, joven y especializado que mantiene los valores de la empresa y la búsqueda permanente de nuevas alternativas», añade Eduardo Campiglia. Para Alejandro Foglia, de Techint, una de las claves es la selección de las obras. «Esta es una compañía grande, con una facturación muy importante, y a pesar de lo que uno pueda pensar que como compañía grande tiene estructu-
ras muy rígidas y muy pesadas, no es así, tiene una característica muy particular porque tiene capacidad de agrandarse y achicarse de acuerdo a las coyunturas». De alguna manera también regula las obras que toma, en el sentido de que no toma contratos que no cumplen determinados requisitos que la compañía quiere, y eso es algo que siempre se ha mantenido. «Tiene un comité de riesgo muy importante a nivel global donde las diferentes sedes del mundo deben cumplir sus pautas. Por eso tiene sus oscilaciones a nivel de inversión. Tiene sus objetivos, sus metas y pretende determinados niveles de ingreso, pero no por eso es su principal objetivo. Se han dado muchos casos donde la compañía ha hecho inversiones muy importantes en la realización del presupuesto y llegado el momento de tomar la obra se hace el estudio y se toma la decisión de que no la asume. Es un análisis de riesgo global de todo el proyecto, con toda una matriz de riesgo. Yo siempre digo: ‘Techint no tiene necesidad de demostrar que es una empresa grande, poderosa en el sentido de la facturación, porque no lo necesita’. La intención es tener contratos seguros, que tengan aporte de valor por parte de la compañía, en el sentido de mejorar la condición de la obra. Obviamente las obras sencillas no tienen mucho aporte de valor, mientras que las obras más complicadas sí lo tienen».
El cambio de las normas El arquitecto Esteban Dieste, hijo de Eladio Dieste, que trabajó durante 20 años en Dieste y Montañez, en entrevista para esta publicación señala que muchas de las empresas que no sobrevivieron, sufrieron sin percibirlo los cambios que se fueron dando en la construcción de viviendas, con las diferentes normas, por ejemplo con la Ley de Propiedad Horizontal. Las normas cambiaban y muchas no supieron o no pudieron adaptarse.6
6 «Empezaron a surgir modalidades para construir un edificio en las que el que hacía la obra no contrataba una empresa que le hacía la obra y le facturaba, sino que un grupo económico se erigía en empresa, hacía el edificio y con eso se evitaba la facturación y determinados impuestos, lo que desfavoreció a las empresas constructoras –indica Esteban Dieste–. En otro tiempo el que iba a construir contrataba una empresa, incluso para obras industriales importantes. Después viene la exoneración de impuestos para determinados modos de construir. Hubo un tiempo en que se permitía importar galpones enteros, y eso en parte perjudicó a Dieste y Montañez».
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IGLESIA SAN PEDRO DE DURAZNO, DURAZNO.
Esteban Dieste sostiene que el tipo de obra que concibió su padre, Eladio Dieste, sería difícil para competir en el día de hoy, porque técnicamente son muy racionales, con una utilización de un porcentaje de mano de obra importante, a lo que hay que agregar las cargas sociales. La realidad fue cambiante, afirma. «En los 20 años que trabajé en Dieste y Montañez, recuerdo que hubo momentos en que sobre todo en obras industriales, con obras con luces de
cierta importancia, por ejemplo 30 o 40 metros y columnas, nosotros éramos más baratos que un techo liviano. Ganábamos las licitaciones. Cuando se hicieron los galpones de Caputo en Salto, competimos con gente que ponía techo liviano y les ganamos a precio, con una calidad de construcción mucho mayor, del punto de vista de la aislación térmica, de la durabilidad, obras que tienen 60 años y que están aún con poco mantenimiento».7
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La reputación y cómo mantenerla Martín Gómez Platero hace hincapié en otro aspecto relevante para la supervivencia: la reputación. «En nuestro equipo siempre decimos que no tenemos miedo a equivocarnos, pero si nos equivocamos, nos hacemos responsables y eso en todas las áreas. Y cuando hay un problema en una obra por un tema de proyecto o lo que sea, estamos ahí, estamos respondiendo. Pasan muchos años desde que se entrega un edificio y nos llaman y siempre respondemos y vamos a ver qué pasó. Nos importa más que el cliente esté conforme que el tema de los honorarios, que viene después. Primero tenemos que tener a los clientes encantados. Es algo que tenemos muy presente y arraigado en el equipo».
Simbiosis de empresas La empresa Dieste y Montañez fue fundada en 1954. Esteban Dieste menciona como clave la «simbiosis», «tanto de empresas como de arquitectura e ingeniería». Un hito de las construcciones de Eladio Dieste es Montevideo Shopping, donde se daba muy bien la simbiosis de ingenieros y arquitectos, así como de distintas empresas. «Recuerdo las reuniones con el arquitecto Enrique Cohe, que era socio del arquitecto Guillermo Gómez Platero, los proyectistas. Ellos vinieron a Dieste y Montañez para que la empresa hiciera el cálculo de la estructura, el diseño y la construcción de la obra. Pero ya venía un planteo arquitectónico previo, donde estaban las bóvedas que hacía mi padre. Había un planteo de pared ondulada pero vertical, no como está ahora, y ahí se logra esa simbiosis del arquitecto que hace la obra y mi padre que hace sugerencias del punto de vista estructural, y quedó ese resultado donde hay aporte de todos. No se puede decir que es una obra de Dieste. Lo que pasa es
que el nombre Dieste tiene un peso muy fuerte, de modo que la gente identifica el Montevideo Shopping como una obra de Dieste. Pero hay un aporte muy importante del estudio de Guillermo Gómez Platero e incluso de nosotros, de la empresa Dieste y Montañez. Luego en otras intervenciones del Montevideo Shopping hubo aportes de la empresa, como en la segunda etapa, donde también se hizo una bóveda perpendicular, en ese caso la empresa Dieste y Montañez hizo solamente esa parte. Lo otro lo hizo otra empresa y a partir de ahí hubo otras intervenciones en que no participamos. Siempre fuimos abiertos y eclécticos para trabajar con otros». Montevideo Shopping, de los arquitectos Enrique Cohe y Guillermo Gómez Platero, con estructura de Eladio Dieste, es un conjunto de bóvedas de cañón corrido y de doble curvatura. Las dimensiones de la primera etapa de la obra son de 9.800 metros cuadrados en dos plantas, y 30 bóvedas centrales, construida entre 1984 y 1985. La segunda etapa abarcó un área de 4.000 metros cuadrados con 16 bóvedas, que se construyó en 1988. Luego tuvo otras intervenciones, a medida que se desarrolló el entorno del World Trade Center y la zona franca. Esteban Dieste pone otro ejemplo de simbiosis de diferentes empresas: «Una barraca grande de lanas en Durazno que se hizo con un arquitecto, Andrés Queirolo, que fue compañero mío en facultad, con quien hicimos varias obras en trabajo en equipo. Esa obra es prácticamente una hectárea techada en las afueras de Durazno, una barraca de acopio de lana que tiene tres naves con techo de bóveda. Tiene una oficina importante con una zona administrativa, de servicios y comedor para el personal, y ese proyecto de arquitectura lo hizo Andrés Queirolo y ahí también se trabajó muy armoniosamente con la empresa Dieste y Montañez. Hay muchos edificios donde el cálculo de la estructura lo hizo mi padre, sobre todo en los primeros tiempos. Otro ejemplo de buena relación es con el Estudio de
7 Alberto Taranto destaca un aspecto que es importante para perdurar y crecer que, a su juicio, a Uruguay le falta. «Este es un país de 15 minutos, de planes que duran 15 minutos. Una explicación es la escala y lo otro es la falta de planificación. Es necesario tener una planificación a 20, 30 años. Es una diferencia que favorece a otros países. Chile por ejemplo, tiene continuidad en sus políticas. Brasil durante décadas tenía permanentes planes de expansión en obra pública, la creación del polo industrial era permanente. Hoy por hoy están un poco retrasados. Pero la tendencia es planificar, y Uruguay no lo hace con el suficiente énfasis».
8 En los sectores donde operaba Saceem, recuerda Carriquiry, no tenía tanta competencia en las licitaciones. «Cuando entré en Saceem, teníamos el puente de Cerro Largo, que era un puente importante, la planta de OSE de Salto, por lo que por la escala, Saceem en ese tiempo tenía poca competencia, y además sobrevivía con cuatro, cinco grandes obras. Y con eso cubría el presupuesto. Antes de que yo entrara ya había hecho el puente de Paso Pache de Canelones, que se hizo con tecnología francesa, donde ya se había empezado a utilizar el pretensado. La tercera obra que estaba haciendo eran las obras civiles de la sexta unidad térmica de UTE. Saceem ya había hecho, en consorcio con una empresa suiza como contratista, la quinta unidad térmica de Batlle y Ordóñez. En la sexta ganó la licitación una empresa italiana que recontrató a Saceem para toda la obra civil. Cuando se consorcia con una empresa extranjera, esta aporta el know how que el Uruguay no tiene. Uruguay siempre fue muy abierto y siempre buscando y aprovechando las transferencia de know how y traer tecnología de punta».
De los Campos, Puente y Tournier que también tenía una empresa constructora. El Club Atenas fue la primera obra de doble curvatura que hizo mi padre, antes de que existiera Dieste y Montañez. El proyecto arquitectónico es de Octavio De los Campos, mi padre hizo el cálculo de la estructura y se usó por primera vez una obra de doble curvatura. La obra la construyó De los Campos. Papá siempre decía que De los Campos era el primero que le había creído y que se había animado a construir esa bóveda». Para Alberto Taranto, otra clave para perdurar y crecer es traer del exterior solo lo indispensable. «Si podemos juntar fuerzas con empresas nacionales, lo preferimos. Ahora estamos en un consorcio de tres empresas para una Participación Público Privada. Siempre digo lo mismo: nosotros tenemos defensa cero. Paraguay le da a la empresa nacional un 10% de diferencia de precios de preferencia, otros países les dan créditos blandos, que es una manera de subvencionar. Acá estamos a la intemperie. Nosotros tenemos registros, vienen los extranjeros a veces con una nota periodística de que hicieron tal cosa y ya está. Vienen con mucha más facilidad de lo que nos exigen a nosotros en sus países». Martín Carriquiry recuerda sus tiempos en Saceem, en el mismo sentido de lo que dice Taranto. «En algunos casos nos asociábamos con empresas locales, como lo hicimos con Teyma, por dos condiciones: cuando el riesgo es muy grande había que compartirlo o cuando había una competencia internacional importante a nivel local. Cuando una empresa extranjera ve-
nía, se instalaba acá y si le iba bien después se quedaba como competidor local y achicaba el mercado».8 Lucio Cáceres hace hincapié en el mismo aspecto. «Afortunadamente las Participaciones Público Privadas que han salido las han tomado las empresas o consorcios de empresas locales, porque si no fuera así, en el futuro vamos a abrirles las puertas a unos señores que no los conocemos y que además tienen mucha fuerza porque vienen con la empresa constructora, con el financista, con el proyectista y muchas veces con la mano de obra. El ejemplo paradigmático es el estadio de San José de Costa Rica, donde la mano de obra vivía en un barco en el puerto con ‘cama caliente’, o sea la cama se usaba en tres turnos. Trabaja un turno y el otro duerme en su cama, con una cama para varios operarios que rotan. Y después se fue el barco y se fueron todos. Eso ocurrió hace un par de años. En África es moneda corriente. Se van, y se llevan la empresa entera. Un tema en el que tenemos que estar atentos acá es preservar el estilo de trabajo del país, las garantías del trabajador. Cuando se conoce a las empresas que se conocen, se conocen los dueños, es más personalizado. El que hace las cosas bien anda bien y el que hace las cosas mal, se sabe». El ministro Víctor Rossi explica que si bien es fundamental apoyar a la empresa nacional, en estas nuevas modalidades en ocasiones las propias empresas uruguayas requieren apoyarse en compañías con más porte, en tanto se trata de grandes obras que se financian en 20 o 30 años. ¶
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CAMINO A LA EXCELENCIA
8 LA CALIDAD DE LA CONSTRUCCIÓN URUGUAYA LA CONSTRUCTORA DE PÉREZ NOBLE OBRAS REFERENCIALES NIVEL DE EXCELENCIA EL «GRAN VALOR INMATERIAL» HACER «UN PEDAZO DE MEJOR CIUDAD» UN PAÍS CON REGLAS DE JUEGO CLARAS
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CAMINO A LA EXCELENCIA
En la primera mitad del siglo XX el prestigioso arquitecto francés Le Corbusier elogió la calidad de la construcción uruguaya. Las razones son muchas, y todos son contestes en que esa calidad se ha mantenido, con más o menos obras referenciales de acuerdo a los ciclos. A su vez en los últimos tiempos las empresas se han tecnificado y se han desarrollado de tal forma que pueden competir en el exterior. La calidad de la construcción uruguaya se ve incluso en obras de las empresas del Estado, como Ancap y UTE. Otro punto fuerte de las empresas nacionales es su decencia: por escala o por cultura, la corrupción que ha asolado al continente no se ha afincado en Uruguay. Al mismo tiempo el nivel académico uruguayo produjo figuras fuera de serie, que elevaron el umbral de la calidad de la construcción, en el diseño y en la obra en sí. Los ejemplos son múltiples y cada uno tiene sus referentes, y quienes trabajaron con ellos, las anécdotas que los retratan. A la vez los constructores tienen el compromiso de «hacer un pedazo de mejor ciudad», una vocación que contagia y estimula. A todo ello se suma el país, que debe colaborar con la calidad de su construcción mediante reglas de juego claras, confiables, transparentes. Falta mucho para la excelencia, porque es un destino inalcanzable, pero la construcción está en camino.
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Una de las voces más respetadas de la arquitectura mundial, el arquitecto francés Le Corbusier, visitó Montevideo en 1929 y se sorprendió con la calidad de sus obras, muchas de ellas todavía en construcción. En la oportunidad, dijo: «La libertad bien templada del pueblo montevideano es de una calidad tan superior que serviría de ejemplo a los leaders avancistas más auténticos de Europa». En 1937, agregó, en su libro Cuando las catedrales eran blancas: «Los uruguayos están a la vanguardia, mientras que a dos pasos de allí, en Buenos Aires, hasta los últimos años, la arquitectura estaba metida en la seguridad de caja fuerte de los estilos». Mariano Arana destaca la calidad de la construcción uruguaya en diferentes áreas: «en teatros, hospitales, templos, cementerios, municipios. Uruguay ha tenido gente muy calificada en sus empresas públicas, por lo que tenemos grandes obras en empresas como Ancap, en UTE o en el Ministerio del Interior, con los quioscos policiales realizados por el arquitecto Costa Lemes de la Oficina Técnica de esa cartera, una peculiaridad nacional donde se advierte una influencia de la arquitectura holandesa de vanguardia». «Las empresas constructoras uruguayas tienen una característica común, que es una gran virtud, y es que quieren hacer las cosas bien», afirma Martín Gómez Platero. «Cuando uno ha trabajado con empresas constructoras en otros países, advierte la diferencia. Muchas veces están buscando cómo cobrar el adicional, cómo sacar ventaja del contrato que firmaron. No puedo generalizar pero lo hemos visto en el exterior. Por eso defiendo a las empresas nacionales. La empresa constructora uruguaya firma un contrato y lo que quiere es hacer la obra con las características que firmó, no hay chicanas, está trabajando para hacer las cosas bien y ese es su objetivo. Hay una relación frontal, clara, donde por supuesto muchas veces hay intereses contrapuestos, o discusiones fuertes, pero siempre dentro de la buena relación y la buena intención de las partes, y eso es algo que valoramos mucho».
Alejandro Ruibal insiste en la misma tecla: «Ser una empresa limpia, honesta, es parte de los activos que tenemos, porque en el exterior se reconoce como un activo. Después del terremoto que produjeron los últimos escándalos de corrupción en Brasil y su consecuencia en el continente, está vigente la idea de tener un aire más fresco y actores nuevos en el mercado internacional, lo que abre una ventana para empresas como las nuestras». Una de las principales fortalezas de Uruguay, para Gabriel Oddone, es que en general es un país probo. «No hay funcionarios que se enriquezcan con pago de coima ni hay empresarios propensos a pagarla. Eso lo creo en general y lo creo en la construcción en particular. También hay que tomar en cuenta que recién hubo obras grandes privadas con los proyectos forestales, antes teníamos los puentes internacionales y las represas, pero no había grandes obras».
La calidad de la construcción uruguaya Alberto Taranto se entusiasma al hablar de la calidad uruguaya. «Uruguay tiene cosas absurdas, ¿cómo puede ser que tengamos los títulos de fútbol que tenemos con 3 millones de habitantes? La plástica es excepcional, la única escuela del Hemisferio Sur fue la de Torres García. Hay cosas que son ajenas al tamaño de la población. Y algo así sucede con la calidad de la construcción». Aunque a veces, sostiene, el propio país no lo reconoce. «El Cilindro fue el primer techo colgante del mundo, en Europa lo llaman el ‘techo Viera’, y acá lo demolieron. En su origen era un lugar de exposiciones. El puente Centenario, entre Tacuarembó y Durazno, en Paso de los Toros, era de trocha muy angosta y lo iban a hacer de nuevo, pero a la genialidad de Leonel Viera se le ocurrió ensanchar la calzada sin tener que hacer un puente nuevo. Para ello se
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PUENTE CENTENARIO, PASO DE LOS TOROS, TACUAREMBÓ.
postensó el hormigón hecho en la década del 20, pasándole unos cables, una genialidad que tuvimos la suerte de construir. Fue la única obra que se publicó en Europa como obra original, porque eran puentes que se hacían con tímpanos de arena». El arquitecto Roberto Falco,1 en entrevista con esta publicación, también recuerda a Leonel Viera. «Estuve arriba de la estructura del Cilindro Municipal con Viera, cuando él tenía 40 y pico de años, y conocí esa imaginación, esa perfección… Había ido a visitar la obra y me hice amigo de Viera y con él fui a Estados Unidos en 1960. Fuimos a ver al ingeniero Mario de Salvadori, que era el decano de la Universidad de Columbia en Nueva York. Mario de Salvadori le dijo a Viera que la idea del Cilindro Municipal era el aporte más grande que se había hecho en el siglo XX sobre hormigón armado, hasta ese momen-
to. Esa creación después se utilizó para hacer el Madison Square Garden, porque esa obra es una respuesta a aquello, es copiado del Cilindro, como muchas otras obras de Estados Unidos». Incluso Viera sabía lo que ocurriría después, como lo relata Roberto Falco. «En el año 1958 Viera fue a la intendencia y le dijo a los ingenieros que si no se protegían esos cables del Cilindro, si no le daban una impermeabilización absoluta, se iba a producir lo que se llama estrés corrosión. ¿Qué significa esto?: hay un cable que está soportando tensiones en todo, pero si le da el agua se oxida y le saca una muesquita, al hacer eso el cable empieza a perder su diámetro y al perderlo aumenta su tensión. ‘Mire que si no lo protege eso se cae’, les dijo Viera. Al perder la tensión, la tensión de ese cable se la pasa al de al lado que se sobrecarga, y llega un momento que se rompe y efectivamente se rompió».2
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1 Roberto Falco explica el aporte constructivo del Cilindro: «Era un cilindro de 18 metros de altura, con 100 metros de luz y en el medio había un cilindro donde llegaban todos los cables. Viera puso un contrapiso en el suelo y colocó ese anillo central de acero a 15 centímetros del piso con todos los cables puestos y lo dejó dos días colgado, midió la diferencia que se podría haber producido y no se produjo ninguna. Entonces lo subió. Cuando lo hizo, empezó a colocar unas losetas de hormigón armado de distintos espesores por la luz que había entre el centro, por lo que no podían ser iguales. Ahí empecé a aprender la calidad del individuo. Luego cargó las losetas con ladrillos, eso cedió, las diferencias entre loseta y loseta se ampliaron y eso se rellenó con arena y cemento de Pórtland. Luego se sacaron los ladrillos y ese techo se levantó y se comprimió invertido, hizo una bóveda comprimida invertida». 2 «Hay muchas modas en arquitectura. La obra de Pérez Noble en la Rambla Sur que demolieron, el Inve N° 20 era un ‘mamarracho’ 50 años después de construida», apunta Sahid Manzur. «Fue la primera obra a la que fui en mi vida y era toda una innovación. Porque Pérez Noble, como Leonel Viera, eran innovadores. Había hecho ese edificio en un lugar que estaba totalmente abandonado, atrás se veían los burros, los carros, del Corralón Municipal. Luego se pobló, y ese edificio de Pérez Noble quedó como descolgado. Pero cuando no había nada, adelante hizo esa experiencia de prefabricado. Fue toda una búsqueda que tenía reminiscencias de algo soviético, muy austero, todo igual».
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La construcción ha seguido una evolución con referencias de proyectistas locales reconocidos mundialmente como el ingeniero Alberto Ponce,3 que tuvo una trayectoria internacional.
La constructora de Pérez Noble 3 Alberto Ponce fue reconocido mundialmente en especial como investigador, docente y proyectista, dedicado especialmente a los puentes. Fue el director del proyecto y director general de la obra del Puente Libertador General San Martín (Fray Bentos - Puerto Unzué), que en su momento fue récord mundial en hormigón postensado con su tramo central de 220 metros de luz. También proyectó el puente sobre el río Negro y el proyecto del segundo puente sobre la Barra de Maldonado, idéntico al Puente Leonel Viera. 4 Álvaro Palenga nació en Italia y se radicó en Uruguay en 1948, donde creó su empresa constructora. Entre muchos edificios privados y públicos que construyó, participó en la construcción de la represa hidroeléctrica de Salto Grande y el complejo hidroeléctrico de Yacyretá. 5 Mario Errecart recuerda los momentos de dificultades de la empresa de Pérez Noble, como le sucedió a tantas compañías prestigiosas. «Estando yo había una situación muy difícil pero después se recuperó con el Parque Posadas. En la época complicada llegó a tener atraso con profesionales, proveedores, no con personal obrero. El ministerio pagaba con bolsas de cemento de Pórtland, les daba un crédito en Ancap para retirar cemento de Pórtland. ¿Qué hacía la gerencia? Conseguían compradores de bolsas de cemento de Pórtland para pagar los salarios. En un momento de la crisis recuerdo que Pérez Noble tenía cuatro torres grúas y le vendió dos a Palenga y con eso pagó los sueldos. Después usó las dos que le quedaban en Parque Posadas».
Uno de los arquitectos sobresalientes de Uruguay fue Homero Pérez Noble, que tenía una empresa constructora. Mario Errecart recuerda el tiempo en que trabajó en la empresa. «Fue la única etapa de mi carrera que no estuve en la obra. Trabajaba en la sede central, una central de control, control de rentabilidad, calidad, manejo de personal, de todo. En 1969 Pérez Noble llegó a tener 600 operarios, creo que era la más grande de Uruguay. Además Pérez Noble era el Presidente de la Cámara de la Construcción hasta el golpe de Estado del 73, cuando renunció. Pérez Noble casi no se metía en el día a día de la empresa, que funcionaba en tres pisos en la calle Brandzen y Arenal Grande. Los dos pisos de arriba los tenía la parte constructora y en el medio piso de abajo había arquitecto y dibujante, y era donde Pérez Noble llevaba su fantasía al papel. De esos proyectos, de esa fantasía que llevaba al papel, surgió por ejemplo el Parque Posadas, que llevó adelante junto a la empresa de Álvaro Palenga y otros». 4 Pérez Noble creó una forma de trabajar diferenciada, con muchos profesionales. Llegó a tener en ese pico de trabajo de 1969, 1970, 25 arquitectos e ingenieros, lo que hacía que las obras fueran muy controladas, con mucho seguimiento. Los profesionales eran casi residentes, con una búsqueda constante de la calidad, con un énfasis en el prefabricado. Construyó 600 viviendas en Malvín Norte de estructura prefabricada en la época que no había casi cooperativas. Pérez Noble tenía una patente que había aplicado en la obra recientemente demo-
lida en la Rambla Sur, Inve Nº 20 (CH 20), que tenía cuatro pisos, también prefabricada, y ese sistema mejorado se aplicó a las 600 viviendas de Malvín Norte, de cuatro plantas. Hizo la primera ampliación de lo que es la Médica Uruguaya, hizo un puente importante sobre el río San José en Ruta 11, una obra para Aguas Corrientes para OSE, parte del edificio de OSE en Montevideo, en la calle Tacuarembó, entre otros. 5
Obras referenciales Una forma de ilustrar la categoría de la construcción uruguaya, así como demostrar su perdurabilidad, es repasando grandes obras que superaron el tiempo. «En la primera mitad del siglo XX hay infinitas obras referenciales –afirma Lucio Cáceres–. Además de los edificios, todo lo que uno conoce de la estatuaria pertenece casi todo a las primeras décadas. El Gaucho, el Obelisco, el monumento de Batlle Berres es una obra que se terminó en los 60». Para la construcción de la sede central del Banco República (Montevideo), de 1917, participaron 38 proyectos, con la intervención de arquitectos franceses, americanos, argentinos, brasileños y nacionales. Los ganadores fueron los arquitectos Giovanni Veltroni y su socio Santos Genovese. En diciembre de 1930 se colocó la piedra fundamental de lo que sería el Hospital de Clínicas, del arquitecto Carlos Surraco, obra que demoró 22 años en construirse definitivamente. El arquitecto Julio Vilamajó realizó obras como la Facultad de Ingeniería en Montevideo, con un proyecto de 1936, inaugurado parcialmente en 1945 o el diseño de Villa Serrana, en 1946. El arquitecto Juan Scasso hizo obras como el estadio Centenario, o el Hotel Miramar, la actual Escuela Naval, de 1935, o el ensanche del balneario La Paloma, en 1946.
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SEDE CENTRAL DEL BANCO DE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY, MONTEVIDEO.
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HOSPITAL DE CLÍNICAS, MONTEVIDEO.
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FACULTAD DE INGENIERÍA, MONTEVIDEO.
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CASA BERLINGIERI, PUNTA BALLENA, MALDONADO.
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El arquitecto catalán Juan Bonet diseñó la urbanización de Portezuelo, en Maldonado, en 1949. Muy próximo, en 1993, se inauguró el aeropuerto de Laguna del Sauce, del arquitecto Carlos Ott. Lucio Cáceres sostiene que «la tan controvertida Torre de Antel, nadie puede negar que es un ícono de modernidad. En cierta medida fue lo que tratamos de hacer, cuando era ministro, con el puente de Avenida de las Américas y con el nuevo aeropuerto. Porque además de que el aeropuerto tiene su funcionalidad, esos lugares son los puntos de entrada, tienen que presentar al país, deben señalar que el país está acorde con el tiempo. Por eso el Puente de las Américas, que es el único puente atirantado de Uruguay, con esa iluminación, mucho más que un puente es un monumento de modernidad, para que el que llega tenga una impresión». La Torre de Antel o el Complejo Torre de las Telecomunicaciones es una torre de acero y cristal de 160 metros, compuesto por seis edificios y espacios públicos. La obra fue diseñada por el arquitecto Carlos Ott y la construcción de la obra fue adjudicada por licitación al consorcio internacional integrado por las compañías Benito Roggio de Argentina, Stiler de Uruguay y American Bridge de Estados Unidos. Los trabajos comenzaron en 1997 y en 2003 se culminó la totalidad del proyecto. El Puente de las Américas es un puente colgante de 488 metros de longitud, sostenido por 30 tirantes de acero con un tramo aéreo de 140 metros. Su construcción comenzó en 2001 y se inauguró en 2005. El nuevo Aeropuerto de Carrasco se inauguró en 2009. El proyecto es del arquitecto Rafael Viñoly, con un techo de triple curvatura que se extiende por 400 metros, descansando en los extremos. Como lo ha señalado el propio Viñoly, el diseño curvo está inspirado en las dunas de la costa uruguaya, con un ancho máximo de 130 metros. Tiene una superficie aproximada de 40.000 metros cuadrados.
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AEROPUERTO INTERNACIONAL DE CARRASCO, CANELONES.
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PUENTE LEONEL VIERA, LA BARRA, MALDONADO.
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Si bien los criterios varían con las épocas, hay hitos constructivos en todos los rincones del país. Se han declarado más de mil padrones como Monumentos Históricos, en todos los departamentos, tomando en cuenta su valor histórico, social, artístico o cultural. Además de los ya citados puentes internacionales, existen puentes que son obras de gran jerarquía, como el puente recién construido sobre Laguna Garzón, o el puente sobre la Barra de Maldonado de Leonel Viera, o, anterior, el Puente Ferroviario 25 de Agosto, en Florida. El ingeniero Eduardo Apud cuenta que se recibió en 1973, y luego en 1978 empezó a trabajar como ingeniero en la empresa Rafael Demarco, después en Cabrera Di Marco hasta que en 1981 creó su propia empresa. «Una de las obras que más me llamaron la atención de las que estuve fue el puente Fray Bentos - Puerto Unzué, con diseño del ingeniero Alberto Ponce. Hicimos los accesos del puente con la empresa Cabrera Di Marco. Otra obra impactante fue cuando se hizo la represa de Palmar, durante el período de gobierno militar». En 1986 se llamó a licitación para el nuevo edificio del Sodre, con la participación de 51 proyectos. Se eligió el de los arquitectos Jorge di Pólito, Diego Magnone, Isidoro Singer y Juan Carlos Vanini. La obra le correspondió a la firma Álvaro Palenga. La inauguración parcial del edificio se logró en 1999. La Universidad Regional Norte, de Salto, inaugurada en 2001, con una superficie de 6.500 m2, es un proyecto diseñado por los arquitectos Gustavo Sheps, junto con Martha Barreira y Ana Fakas. De las últimas décadas, también se destacan, entre muchos otros, el edificio del LATU, del arquitecto J. J. Casal Rocco; el Hospital Policial, inaugurado en 1980, de los arquitectos H. Benech, M. Marzano, Thomas Sprechmann y Arturo Villamil, y la sede de la Embajada de Estados Unidos diseñada por el arquitecto estadounidense Ieoh Ming Pei, el mismo que diseñó la pirámide de vidrio del Louvre realizada por la empresa Carcavallo.
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AUDITORIO NACIONAL DEL SODRE DRA. ADELA RETA, MONTEVIDEO.
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Nivel de excelencia Martín Gómez Platero es enfático al reconocer el nivel de los profesionales uruguayos. «Creo que hay un nivel de arquitectos muy bueno, donde hay gente joven muy talentosa que puede trabajar en cualquier lado. Siempre pongo los ejemplos más típicos, como el equipo de arquitectos que ganó el Antel Arena, un equipo de arquitectos jóvenes, excelentes. Yo entiendo que si bien estamos con un debe enorme en la educación en Uruguay, a nivel terciario, en arquitectura, Uruguay ha ido formando excelentes arquitectos. Eso viene desde la época de los grandes arquitectos como Román Fresnedo Siri, Julio Vilamajó, Mauricio Cravotto. Hubo una época de oro de la arquitectura uruguaya, fue en la década del 30, 40, donde hubo arquitectos impresionantes que acompañaban una realidad de país, donde Uruguay era un modelo en todo. En América Latina, que es la experiencia que tenemos, llega un arquitecto uruguayo y ya lo miran con buenos ojos, porque la arquitectura uruguaya está reconocida internacionalmente». Roberto Falco, por su parte, destaca el aporte del arquitecto Mario Payssé Reyes. «Con él hicimos, en nuestra empresa, Ciapessoni Falco, el edificio del Banco de Previsión Social, el de ladrillos. Una parte la hizo otra empresa y después lo terminamos nosotros. Payssé Reyes era el arquitecto director de esa obra». Dicha sede del BPS, en Colonia 1921, Av. Daniel Fernández Crespo, Mercedes y Arenal Grande, es fruto de un concurso realizado en 1957 cuya obra se inauguró en 1975. Fue construido en hormigón y ladrillo visto, con el bloque elevado de oficinas en la calle Colonia con un volumen más bajo para el acceso al público.6 Para Roberto Falco ese nivel de excelencia se logró, como lo indicó Le Corbusier en la cita mencionada, «porque acá había libertad de hacer las cosas y de aceptar las ideas de esos individuos que traían de afuera o las creaban. Siento que ahora no se ven tantas obras notables, con
excepciones, como el nuevo aeropuerto, que es una obra magnífica». «Yo diría que, primero por formación, lo que también tiene que ver con lo que pregona nuestra Cámara de la Construcción, como arquitecto no soy un arquitecto antojadizo», afirma Iván Arcos. «No pretendo hacer un edificio que lo reconozcan porque lo hice yo. Cada edificio es un desafío que pertenece a un lugar determinado. Que dialoga con ese entorno. La arquitectura tiene que ser a mi juicio lo más contextualista posible. Y por otro lado le doy una importancia muy gravitante al tema de la construcción. No sé proyectar lo que no sé construir. Nosotros permanentemente investigamos aquí en el estudio materiales nuevos, procedimientos nuevos. Nos mantenemos al día en todo lo que se avanza en el mundo en materia de construcción y tratamos de aplicarlo a nuestro contexto. Para nosotros, diseño y construcción van de la mano. Por eso digo que no me gusta ‘decorar’ los edificios, me gusta que sean esenciales, que las cosas que proyectes sean necesarias. Y que sean propositivos, lo que significa que haga una propuesta nueva, y esa propuesta si se puede que lo haga atractivo para vender, mejor. Ganan todos y gana la ciudad». La mano de obra de Uruguay es muy buena, pero lamentablemente era mejor en el pasado, subraya Iván Arcos. «Nosotros tuvimos una herencia extraordinaria, de los constructores que trajeron capataces italianos o españoles. Pienso que tenemos muy buena mano de obra, y la manera de hacer las obras es bien diferente en nuestro país de lo que se hace en otros países».
El «gran valor inmaterial» Esteban Dieste relata que su padre, Eladio Dieste, tenía un profundo respeto por lo que él llamaba el «gran valor inmaterial» que se incorporaba a una obra, que es el trabajo humano que
6 Falco destaca la enseñanza de los grandes arquitectos uruguayos. «Cuando venían los planos de los grandes arquitectos aprendí muchísimo más que en la facultad. Y charlaba con los capos de ese momento. Trabajé muchísimo con el arquitecto Francisco Villegas Berro, siempre con la empresa Ciapessoni - Falco, trabajamos mucho en Punta del Este. Después trabajé con Guillermo Gómez Platero, con Rodolfo López Rey. También trabajé muchísimo con Homero Pérez Noble, con el arquitecto Luis García Pardo, el que hizo El Pilar, el que hizo El Positano, en la calle Ponce, y que trabajó muchísimo en España. Empecé a trabajar con García Pardo antes de tener la empresa. Pude trabajar con gente como los arquitectos de Estudio Cinco, todos me enseñaron».
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7 Esteban Dieste recuerda cuando construyeron la casa familiar de los Dieste en Punta Gorda. «Habíamos terminado el año de liceo con mi hermano. Yo tenía 14, y mi hermano era un año mayor que yo, estábamos de vacaciones. Papá nos juntó a mi hermano y a mí y nos propuso que trabajáramos, que nos pagaba la mitad de lo que cobraba un peón, pero además nos explicó la razón. Quería que trabajáramos para que valoráramos lo que es el trabajo manual, el esfuerzo, y para que viéramos y tuviéramos contacto con los obreros trabajando en la obra. Y que viéramos cómo se esforzaba la gente para ganarse su jornal, y cómo si algún día nosotros íbamos a poder estudiar una profesión, en buena medida se debía a esa gente que trabajaba, porque en este país todos aportábamos para que la enseñanza fuera gratuita».
hay atrás. Con el capataz Vittorio Bergalito tenía mucha amistad y afinidad. «Muchas veces papá observaba la tarea de Vittorio, admiraba la habilidad que tenía para trabajar, y alguna vez en la obra le pidió a Vittorio que le prestara la cuchara y le explicara cómo lo hacía».7 Esteban Dieste se refiere a la relación de su padre con el personal. «Yo jamás vi a papá levantarle la voz a nadie en una obra. Quizá no había necesidad, porque tenía una presencia especial. Es una forma de liderazgo, porque la gente se sentía respetada. Y con los capataces tenía muy buena relación. Hay una foto que se ha difundido mucho, cuando se hizo un silo en Vergara, donde papá está sentado en una prensa con la pierna cruzada escribiendo y uno de los capataces mirando atentamente lo que él le explicaba. Esa escena refleja cómo funcionaba la empresa, en una relación afectiva, familiar. Donde no había distinción entre los técnicos y los operarios. Empecé a trabajar en la empresa antes de recibirme y en los 20 años que trabajé aquí, estaban esos capataces que era gente de antes en la empresa, entonces yo los trataba de usted y ellos me tuteaban». Dieste y Montañez siempre fue una compañía vinculada a lo constructivo. «Mi padre no fue solo un proyectista, siempre fue un constructor y él decía que no concebía separar el proyecto de la construcción –relata su hijo–. Al punto que construyó las máquinas de pilotaje de la empresa. O sea también hacíamos pilotaje, con pilotes perforados, con una máquina que inventó mi padre. Uruguay es un país capaz de desarrollar su propia tecnología a pesar de la modestia de la escala. Papá trabajó en Viermond, empresa de pilotaje, y ahí hizo su experiencia en fundaciones y tomó contacto de cómo hacer un pilote y ahí reinventó lo que había, hizo su propia máquina y un tipo de pilote que no era el que se hacía en Viermond. Y hasta ahora se sigue haciendo. Mi padre hablaba de la ‘invención inevitable’, en el sentido de que frente a un problema constructivo, no había que renunciar a pensar y resolverlo
nosotros, sin desconocer la experiencia de los países desarrollados». A la vez había que adaptarse a nuestras condiciones, decía Eladio Dieste. La experiencia de la cerámica armada es una experiencia de una tecnología que se adaptaba perfectamente a la realidad y a las condiciones del país en ese momento, continuando el desarrollo del hormigón armado, incluso tomando en cuenta la experiencia de la fabricación de bóvedas
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SUBESTACIÓN TRANSFORMADORA EN PARQUE EÓLICO.
y de cerámica armada que hubo en el mundo, por ejemplo las bóvedas de la Estación Central de Nueva York. «En realidad lo destacable de mi padre es que nadie llegó a la esbeltez y el espesor que él consiguió. Lo que puede ser declarado Patrimonio de la Humanidad no son las obras independientes de Eladio Dieste, aunque algunas obras van a ir como ejemplo, sino que es el sistema constructivo, la invención de la cerámica armada», opina Esteban Dieste.
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ÁREA TÉCNICA, PLANTA DE CELULOSA.
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Hacer «un pedazo de mejor ciudad» «Si bien creo que hubo y hoy hay un buen nivel de arquitectura, pienso asimismo que tenemos mucho más para dar. Los arquitectos de toda América Latina tenemos la responsabilidad de estar más focalizados en cada obra que hacemos, tenemos que hacer un ‘pedazo de mejor ciudad’, tenemos que cuidar el espacio público», sostiene Martín Gómez Platero. «En cada obra que hacemos tenemos una oportunidad de crear espacio público de calidad. Y a veces en América Latina estuvimos muy centrados en nuestro lote y no salimos hacia el espacio público para mejorarlo y creo que ahí hay un desafío importante para todos nosotros y la construcción en general». Para él, en cada obra que se hace hay que transmitir al cliente ese compromiso de hacer un «pedazo de mejor ciudad», porque esto es responsabilidad de todos. «Para conseguirlo, hay que lograr alinear los intereses de estas tres partes, que son el cliente por un lado, o sea el desarrollador, el promotor o el inversionista; las intendencias respectivas representando a la ciudad, y el arquitecto. Tenemos que lograr que ese trípode termine en una relación ganar-ganar de todas las partes. Un ejemplo muy gráfico es la High Line en Nueva York, cómo ese espacio público redundó en el incremento del valor del metro cuadrado en todos los edificios alrededor. Pero se requieren autoridades municipales que entiendan eso, que te lo exijan y para que lo puedas hacer, capaz que hay que ser flexibles en determinado caso concreto, capaz que se necesite habilitar tres pisos más de altura para que puedas hacerlo, si es por el bien de todos». El High Line es un parque lineal de 1,45 millas de largo en Manhattan, Nueva York. La competencia en el mercado permite regularlo, evitando intervenciones no deseadas, que lo perjudican. La ley de la oferta y la demanda es clave en el sector de la construcción.
«Nunca fuimos constructores. Siempre hicimos proyectos y dirección de obra de todas las obras que hemos realizado –señala Iván Arcos–. Nuestro Estudio siempre fue muy ‘concursero’, nos hemos presentado a un montón de concursos públicos y privados y el mayor acceso al trabajo fue por haber ganado concursos, hasta el día de hoy. Esa es la marca que también nos distingue».
Un país con reglas de juego claras Si las empresas tienen que ser eficientes para competir, crecer y perpetuarse, el país también lo tiene que ser. «Cuando uno habla con un inversor extranjero, queda claro que este es un país estable, serio», afirma Gabriel Oddone. La política económica se mantiene con los diferentes gobiernos, los tres partidos han gobernado obviamente que con matices, con énfasis distintos, pero cuando lo mira un observador externo concluye que es un país razonable, con políticas adecuadas, con reglas de juego claras. «Y eso es un mérito del sistema político, cosa que no ocurría en los años 60 cuando era un tembladeral de ideas, donde un mismo gobierno podía tener políticas desarrollistas junto con políticas monetaristas». Para competir en el mercado global se requiere ser predecible, añade. «Uruguay lo es. Tiene defectos, su principal defecto es la velocidad con que ejecutamos las cosas, que está fuera de los circuitos mundiales. Pero cuando se habla con un inversor de largo plazo, como es un inversor forestal, te dice que su negocio es de largo plazo y por lo tanto ‘si ustedes son lentos es su problema, pero son confiables y creíbles’». «Lo que ha hecho la compañía Techint es poner pie en Uruguay en base a unas características institucionales de garantías legales, de mantenimiento de las reglas de juego del país – expresa Alejandro Foglia–. Hoy en Uruguay hay
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EUCALIPTUS LLAGANDO A PLANTA DE UPM, FRAY BENTOS, RÍO NEGRO.
varias compañías muy fuertes del holding nuestro que están aquí. Tenaris es un ejemplo, que hoy da trabajo a más de 300 profesionales jóvenes a quienes capacita. Es toda la parte industrial de producción de tubos, de chapas planas. Un holding que tiene una incidencia del orden del 30 o 40% en los ingresos de la compañía y está en Uruguay. En ese aspecto la compañía ha
visto la opción de instalarse en el país por las condiciones, que son las que buscan las compañías internacionales: la seguridad, reglas de juego que se mantienen, la transparencia». Lo ejemplifica con el tema de las plantas de celulosa. «Uruguay tiene dos papeleras, la de Montes del Plata está ubicada en uno de los primeros puestos a nivel mundial en términos
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de producción, y la segunda de UPM puede estar en el primer lugar. Si se cruza el río, vas a los países vecinos y los bosques y producción de madera son infinitamente más grandes que la capacidad que tenemos nosotros, pero en algún momento de la historia los inversionistas vieron que Uruguay mantenía determinadas características que lo hacían más apetecible para invertir que los otros. Esa característica de seriedad, de certeza, no lo rápido que uno quisiera en un montón de cosas, y de seguridad es clave». Una característica del sector de la construcción en Uruguay es que sigue estando mayoritariamente en manos de compañías nacionales, puntualiza Gabriel Oddone. Otra característica es el tamaño medio-grande, porque no son ni muy grandes ni muy chicas. Eso tiene un conjunto de ventajas y un conjunto de desventajas. Entre las primeras se destaca que los empresarios son nacionales y por lo tanto conocen bien la lógica doméstica. Las desventajas es que son empresas en términos de envergadura de proyectos relativamente pequeñas. Cuando surge un proyecto muy grande tiene que buscar espaldas financieras para asociarse, porque sus patrimonios son reducidos y no acceden a crédito. Para Oddone, esto genera una suerte de contradicción. «Los proyectos de Participación Público Privada son proyectos de muy largo pla-
zo donde las compañías terminan haciéndose cargo de la gestión operativa del proyecto, donde las empresas constructoras toman riesgos que no son los tradicionales de los riesgos constructivos. Incurren en riesgos que son de gestión, de operativa y de mantenimiento. Y eso es una potencial limitación para el desarrollo rápido del tema PPP. Los proyectos que el país tiene por delante en infraestructura son de una envergadura tal, que van a requerir más espaldas que el tamaño medio de las empresas de hoy». Cuando hay volumen de operaciones y aparecen empresas extranjeras, según Oddone, surge una gran oportunidad para que las empresas locales se asocien, de hacer joint ventures, de buscar mecanismos de negociación donde hay ganar-ganar. La empresa extranjera gana porque lo que tiene es una pata local que conoce el mercado, los proveedores, la legislación, tiene la experiencia local. La empresa local gana porque seguramente accede a metodologías, tecnologías, procedimientos de trabajo que eventualmente le cambian su forma de operar, porque todo fenómeno que pone en contacto gente con experiencia distinta es beneficioso para todos. «Esto va a ocurrir con más intensidad ahora porque la agenda de proyectos va a ser de una envergadura tan grande, en un período de corto tiempo que va a requerir jugadores que cooperen», afirma. ¶
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EL PUNTO DE INFLEXIÓN DE LOS AÑOS 2000: LA CRISIS Y LAS GRANDES OBRAS
9 SEGUIR REMANDO CAMBIO DE CATEGORÍA MÁS DEL DOBLE DEL PBI EL CASO BOTNIA CAMBIO DE ENFOQUE MONTES DEL PLATA MÁS COMPLEJIDAD
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Suele decirse que en las grandes adversidades surgen también oportunidades. Pese a que en la crisis de 2002 quebraron o cerraron decenas de empresas constructoras, cuando se comenzó a superar, surgió un nuevo Uruguay y una nueva forma de encarar los negocios. Durante la peor crisis del siglo, la Cámara de la Construcción jugó un rol activo con el objetivo de evitar que se paralizaran las obras públicas, y luego para negociar una salida, en especial para las empresas comprometidas con obras para el BHU. Tres años después, en 2005, el país ya se había recuperado y la construcción comenzó entonces a crecer con nuevos paradigmas. A partir de ese año, de la mano de la bonanza que produjo en Uruguay la explosión de la economía china y el boom de los commodities, junto con la ejecución de las obras para Botnia (primera planta de producción de celulosa), el crecimiento de la actividad de la construcción a lo largo de los siguientes años llevó a que la ocupación de la mano de obra pasara de 15 mil trabajadores directos a 70 mil, pico histórico obtenido durante la ejecución de las obras de la planta de celulosa para Montes del Plata en el año 2015. En ese período el país dio un salto cualitativo aprovechando y potenciando reformas que se habían hecho desde el retorno de la democracia, en 1985. Avanzó y se tecnificó el sector agropecuario, terminó de madurar el sector forestal, mejoró la industria y se sofisticó el sector de la construcción, con nuevos actores y tecnologías, lo que le permitió afrontar proyectos de otra envergadura, asociados con proyectos portuarios, logísticos y forestales. Como se ha dicho, dos hitos que pautaron los cambios fueron la construcción de las dos plantas de celulosa: Botnia, hoy UPM, y Montes del Plata, con desafíos y aprendizajes que llevaron a un cambio de cultura para las empresas participantes. Asimismo, al ejecutarse esas dos obras en épocas diferentes, tuvieron distinta influencia en la actividad gremial del sector: con Botnia había poco trabajo en la construcción porque recién se salía de la crisis, lo que permitió un manejo adecuado de las relaciones laborales, mientras que en Montes del Plata la ocupación de personal era muy alta, lo que originó una fuerte conflictividad laboral y dejó de manifiesto muchos debes en lo que hace a las relaciones laborales.
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PLANTA DE CELULOSA DE MONTES DEL PLATA EN PLENA OBRA, CONCHILLAS, COLONIA.
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1 Eduardo Apud, titular de Apud Construcciones, fue un testigo de primera línea de la gran crisis del 2002, como presidente de la Cámara de la Construcción desde el último cuatrimestre de 2001 hasta el primer cuatrimestre de 2005.
Los años 2000 comenzaron con la mayor crisis del país en el siglo que culminó, cuatro años después, con el inicio del principal despegue de nuestra economía y un tiempo nuevo para la industria de la construcción. «En el 2001 el país estaba en una situación muy complicada, se veía venir el tema de los bancos –relata el ingeniero Eduardo Apud, que era presidente de la CCU–. Había empezado un ruido con un banco que tenía sede en Punta del Este con dificultades para devolver depósitos. La economía había entrado en recesión, y en particular la construcción. Era una situación de estrés muy importante, con el riesgo de una corrida bancaria».1 La principal tarea de la Cámara fue tratar de evitar que empezaran «los recortes salvajes a los presupuestos de inversión pública, cosa que era difícil de lograr y en definitiva no logramos», añade. A lo largo de 2002 se empezaron a achicar los presupuestos de los organismos públicos, los entes autónomos, los servicios descentralizados y también la administración central. En algunos casos cuando había pagos establecidos se alargaban los plazos, en muchos casos sin fecha cierta de cobro. «En 2002 en particular empezaron a caer empresas constructoras, no podían pagar los salarios, empezaron a incumplir sus obligaciones comerciales. En ese período deben de haber cerrado no menos de 30 a 40 empresas de diferente porte, asociadas a la gremial de la Cámara o no asociadas. El posicionamiento de la Cámara era intentar que, dado que el nivel de actividad se reducía enormemente, ello afectara lo menos posible a las empresas que iban quedando». La crisis afectó a la obra pública y también a la privada, cuya inversión se retrajo significativamente. Lo que se vislumbraba en 2001 ocurrió en 2002, cuando quedó explícito que había bancos que no iban a poder devolver los depósitos. El gobierno tomó drásticas decisiones de achicar el gasto público, recortándolo fundamentalmente en el rubro inver-
siones, dado que los salarios y las jubilaciones no se pueden tocar, y así fue como se castigó a la construcción, aunque hubiera documentos firmados. «Uno firma con el Estado un contrato donde este se compromete a pagar de tal o cual manera, pero hay cláusulas que le permiten flexibilidad, o sea pasado determinado plazo en que no se cumplieron las obligaciones de pago primero puede extender el plazo de obra, después la empresa puede eventualmente cobrar una tasa de interés, pero todas esas cosas en un momento de crisis a la empresa no le importan, le sirve de poco ampliar el plazo de obra, o cobrar una tasa de interés, lo que importa es poder cobrar para poder cumplir sus obligaciones», señala Apud. El margen de la construcción es pequeño y el costo es muy grande, donde los gastos de administración y beneficios representan un porcentaje que muchas veces es de un dígito con respecto al monto del contrato. Al afectarse la cadena de pagos se generaron situaciones muy diferentes. Estaban las empresas que tenían mucho capital invertido en equipos y que en cada obra cobraban la amortización y el mantenimiento del mismo, como ocurre con las empresas viales. «En ese caso tenían una capacidad de resistencia mayor que las empresas que trabajan en arquitectura, o sea las que construyen viviendas, liceos, hospitales. Porque los equipos son menores y la mayor parte es mano de obra y materiales. La mayoría de las empresas que cayeron en esa época fueron de arquitectura, y entre las más afectadas estuvieron las que hacían obras para el Banco Hipotecario, porque se difirieron los pagos. Después de una larga negociación, prácticamente todas las empresas que trabajaban en esa época con el BHU firmaron un convenio en donde se alargaron todos los plazos. El BHU dijo: ‘Puedo pagar hasta tanto por mes’, con una compensación, porque las recaudaciones del BHU se habían desplomado», cuenta quien fuera en ese momento presidente de la CCU. Mediante
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ese convenio, cuando el ministro de Economía era el ingeniero Alejandro Atchugarry, se repartió el dinero de que disponía el BHU entre todos. «Concluimos que había que duplicar los plazos restantes de las obras y así se hizo. Y el BHU cumplió bastante bien». En ese momento había entre 50 y 60 obras trabajando para el BHU. A partir de entonces el BHU nunca más fue el mismo. En esa época se votó la ley por la que el banco quedó únicamente habilitado para prestar en forma individual a compradores de viviendas. El BHU tenía una cartera de compradores muy grande y llegó a tener en ese período un 55% de morosidad, aunque hay que subrayar que ya venía con morosidad alta, que la crisis aceleró. «Siempre fue un banco que tuvo mucha tolerancia con sus deudores. Si un deudor no podía pagar se arreglaba de alguna manera, y era muy permeable a las decisiones políticas del Parlamento, donde se votaban todo tipo de refinanciaciones», indica. En tiempos de la crisis habría unas 30 constructoras trabajando con el BHU, a lo que se suman todos los proveedores. El BHU era el principal actor del Estado en la generación de viviendas para la clase media, a las que accedían todos aquellos que no precisaban subsidio del Estado, porque lo único que requerían era un crédito. «Para viviendas subsidiadas, o para quienes no pudieran pagar, actuaba el Ministerio de Vivienda, creado durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle; ya había surgido el Núcleo Básico Evolutivo, donde prácticamente se les regalaba la vivienda a los adjudicatarios, que pagaban 2 o 3 UR por mes durante cinco años. Además el Ministerio de Vivienda construía para gente que necesitaba que le subsidiaran una parte de la vivienda y por otra parte pagaba un crédito que lo otorgaba el propio Ministerio y a veces el BHU», apunta Apud. Al mismo tiempo había constructoras que trabajaban a través de la promoción privada preferentemente en la zona de la costa, para
compradores de otro poder adquisitivo, en los barrios Punta Carretas, Pocitos, Malvín, Carrasco y la zona de Bulevar Artigas cercana al Club de Golf, así como en Punta del Este y Colonia, que también enlentecieron las obras con la crisis. Al final la solución encontrada fue adecuada, porque no se cortó la cadena de pagos. Cuando abrieron los bancos al principio hubo retiros importantes, pero poco después se normalizó. Tras la devaluación, el dólar se disparó pero luego volvió a niveles más normales. A la vez, por el lado de la Cámara, no se podía hacer mucho con las empresas que trabajaban para el sector privado, porque el privado invierte si así lo decide. Pero sí se tomaron muchas iniciativas por el lado del sector público. Una de las propuestas fue hacer algún tipo de modificación con respecto a la inversión que podían hacer las AFAP para que pudieran invertir en la construcción de viviendas, lo que no se logró. 2
Seguir remando Durante los años de la crisis, 2002, 2003 y 2004, en los momentos más tensos, la Cámara funcionaba todos los martes, todas las semanas, y luego pasó a la reunión quincenal. Hasta el 2004, lo que hacía era «el recuento de los daños». «Los que habían caído, cayeron, en especial empresas que hacían obras de arquitectura, y los que pudieron sobrevivir a la crisis, siguieron remando al nuevo ritmo: los que trabajaban con los organismos públicos y con el MTOP fueron recomponiendo sus activos de a poco, y al terminar el gobierno de Jorge Batlle, en 2005, ya se había recuperado la estabilidad y el país estaba repuntando. La construcción, como requiere previamente de la recuperación económica de los inversores públicos y privados, fue de los últimos sectores en recuperarse, pero la situación había mejorado drásticamente», explica Apud.
2 Respecto a los privados, Eduardo Apud recuerda que en 2004 se estaba construyendo un solo edificio en la Rambla de la Mansa en Punta del Este. «No se sabía si continuar o no. Llamaron a Julio Villamide, experto en negocios inmobiliarios, para ver cómo veía el futuro y con muy buen criterio dijo que todo indicaba que habría una recuperación en el país, y en función de esa opinión se continuó la obra».
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En 2005 surgió la bonanza, apareció China, los precios de los commodities se dispararon, había comenzado la obra de Botnia, y en pocos años a partir de entonces se pasó de 15 a 70 mil trabajadores en la construcción, con el pico en la obra de Montes del Plata.
Cambio de categoría «Desde la crisis de 2002 Uruguay cambió de categoría en muchas cosas», afirma Gabriel Oddone. En el sector agropecuario fue una transformación drástica, porque el sector agrícola avanzó, la ganadería se tecnificó, la calidad de la industria frigorífica mejoró en relación a la que el país tenía hacía 20, 30 años. Del mismo modo se sofisticó el sector de la construcción, se introdujeron nuevos jugadores, nuevas tecnologías, y el país tuvo condiciones de gestionar proyectos de envergadura mayor que estuvieron asociados a proyectos portuarios, logísticos y forestales. «A pesar del mito popular, en términos económicos, si se mira la historia de Uruguay de los últimos 60 años, el período 1985 al 2017 es un período mucho mejor que el de 1955 a 1985. Los 30 años previos al 85, en comparación con los 30 años siguientes son peores, a diferencia de lo que la gente piensa. Del 85 a la fecha, después de recuperada la democracia y tras la salida de la crisis del 2002, se hicieron un conjunto de cosas a ‘velocidad Uruguay’, o sea más lento de lo que se podría, se introdujeron una serie de reformas que en su conjunto fueron generando una mejor economía». Se hizo una transición democrática muy ordenada, muy prolija, sin mayores sobresaltos, con libertades, y la situación económica previa y compleja se solucionó relativamente bien. Uruguay generó la Ley Forestal en los años 80; negoció
una reestructuración de deuda a principios de los 90 que despejó al país para el acceso al financiamiento; en los 90 hace la ley de puertos; en los 90 sanciona la independencia del Banco Central con una buena carta orgánica; en los 90 hace un plan de estabilización que lleva la inflación, que
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INTERCAMBIADOR VIAL DE RUTA 55 Y 21, CONCHILLAS, COLONIA.
había sido durante 30 años de 63% de promedio, a un dígito; en el 91 el país firma el tratado del Mercosur, que para Uruguay es beneficioso porque en la primera etapa, sobre todo hasta el 2004, funciona muy bien. «Uruguay hace una reforma previsional incompleta pero excelente. Hace una reforma del marco energético
que establece incentivos adecuadas para tener nuevos actores en la producción de energía. O sea, hay un conjunto de aciertos hasta el 2002. Pero hay un conjunto de cosas que no se fueron haciendo a la misma velocidad, que son las que explican parcialmente parte del problema que tuvimos en 2002, por ejemplo, mantuvimos
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una decisión política de que en Uruguay el banco no quebraba por lo tanto había un rescate permanente de bancos que hacía que el gobierno tuviera que intervenir. Esas cosas que no se fueron resolviendo implosionaron en la crisis del 2002. A su vez, en toda la etapa posterior al 2002 también se construyó una cantidad de cosas positivas. El gobierno del Frente Amplio gestionó adecuadamente su deuda pública y se mantuvieron reglas de juego macroeconómicas estables que dieron previsibilidad. Otro hito es la captación de las inversiones extranjeras directas, porque antes este era un país que captaba menos de un 0,5% de su PBI y después de 2004 eso explota. Y explota por la combinación de muchas razones, entre otras porque hay condiciones en el mundo para que ocurriera, porque el país crece mucho y hay oportunidades de negocios genuinos. Explota porque el gobierno desarrolla políticas de estímulo a la inversión que permiten captar la inversión extranjera. Explota porque el país tenía un régimen de zona franca que era útil para eso. Porque Argentina se vuelve no elegible, que es un factor que no controlamos nosotros. Explota también porque el país manejó muy bien la crisis del 2002, o sea, a diferencia de lo que pasó en Argentina donde el default fue festejado, Uruguay no hizo default y se honraron los compromisos», apunta Oddone. Lo indicado anteriormente explica por qué Uruguay en 2017 «es un país mucho mejor de lo que era hace 30 años. No solamente porque hubo etapas favorables en el contexto internacional en los últimos diez años sino porque el país hizo mejores cosas, las empresas son mejores, son más eficientes, más integradas al mundo, el país tiene más disciplina fiscal, hay menos inflación, tiene mejor distribución de ingresos, tiene menor pobreza. Podríamos haber hecho cosas mejor, perdimos oportunidades en muchas situaciones, pero la realidad mejoró significativamente». Cuando se observa desde la lógica de la construcción, «este es un país que ha mejora-
do notoriamente en los últimos 30 años y diría que es una continuidad. El 2002 es un accidente enorme por un conjunto de eventos. Había condiciones objetivas para que un evento gravísimo como lo que ocurrió en Argentina nos pegara. Pero hay un conjunto de aciertos enormes. Botnia es un mérito del presidente Jorge Batlle, el Frente Amplio tiene la virtud de cumplir con lo que el gobierno anterior había acordado. Pero el mérito de Jorge Batlle es que tomó riesgos porque sabía que alojar la planta donde la iba a alojar abría un flanco con Argentina, pero si no se hubiera instalado la planta allí, hubiera sido imposible que Botnia se instalara. En 2004 el país no tenía condiciones de instalar una planta en el medio del país como se habla ahora con UPM. Botnia es un hito porque si no hubiera estado esa primera planta, no hubiera llegado la segunda ni la tercera», dice el director del Ceeic.
Más del doble del PBI Uruguay cambió tan significativamente en los últimos 20 años, que el PBI es dos veces y media lo que era, alcanzando a U$S 60 mil millones. En este sentido, la industria de la construcción alcanza en el presente el 9% del PBI, cuando antes era solo el 6%. Para entender esa lógica hay que observar la inversión de las empresas en nuevos equipamientos, en tecnología, así como las obras privadas industriales, que comenzaron en 2004. En 2016, en la industria de la construcción, la inversión en vivienda en todo el país fue del 12% de ese 9% del PBI, la obra pública fue del 28% y el resto, más del 50%, son obras privadas industriales, incluyendo la novedad de los parques eólicos, las obras en las zonas francas, y la infraestructura de silos, entre otras. Para ilustrar la transformación, basta recordar que en los años 90 la obra pública alcanzaba el 40% y las obras industriales eran insignificantes.
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El caso Botnia Un hito fundamental que marca el cambio es la construcción de la planta de celulosa Botnia, hoy UPM, en Fray Bentos, que comenzó en 2004 e inició la producción en noviembre de 2007. En la construcción de la planta participaron numerosas empresas constructoras uruguayas. La fábrica de celulosa consiste en tres partes principales: la línea de fibra donde la madera se convierte en celulosa; la línea de recuperación donde se produce energía a partir de los residuos de madera resultantes de la cocción y se recuperan los agentes químicos para ser usados nuevamente y la planta de tratamiento de efluentes, donde se tratan los residuos líquidos. La planta produce 1.300.000 toneladas de pulpa de celulosa por año y genera el 8% de la energía producida en el país. El 75% se utiliza durante la producción, mientras que el excedente se vuelca a la red de UTE. La planta incluye un puerto propio por donde sale la celulosa, en barcazas, rumbo a Nueva Palmira. «Con la llegada de Botnia se cambia el volumen de actividad», apunta Brandon Kaufman. «En el país el volumen de inversión con altibajos era constante, cuando viene Botnia el volumen de negocio salta, se duplica o se triplica. Los que estaban más preparados o las empresas más grandes y las más confiables tomaron mayor volumen de negocios. Fue un punto de inflexión para todos». Botnia fue un marco no solo por el volumen de la inversión sino por el volumen de la construcción. «Ahí trabajamos muchas empresas juntas porque había mucho trabajo», apunta Martín Carriquiry. «Los finlandeses eran personas muy serias, muy profesionales, pero muy duros comercialmente, porque el plazo para ellos era una obsesión. Nos metimos todos, Stiler, Teyma, Saceem, Ingener, Campiglia, Berkes, Cujó, entre otros. Todos en distintos sectores. Eso fue muy interesante porque trabajábamos simultáneamente. Nosotros en Saceem tenía-
mos cinco, seis equipos distribuidos en los diferentes sectores de obra civil, montaje, y me daba cuenta cuáles elementos eran críticos para los finlandeses y cuáles no, lo que permitía negociar: se cambiaba el atraso de una parte de la obra por el adelanto de otra. Y eso era una educación que teníamos con la obra pública». «El primer contrato que firmó Botnia fue con nosotros, y estuvimos tres años trabajando con ellos, mientras duró la construcción de la planta, en la que tuvimos diferentes contratos, de todo tipo», señala José Ignacio Cujó. «Hasta el día de hoy, cuando hacemos consorcios con empresas, o reuniones de trabajo con diferentes ingenieros de otras empresas, seguimos usando el procedimiento de trabajo que trajeron los finlandeses. Incluso las mismas palabras, los mismos giros de expresión, porque expresan muy bien lo que hay que hacer, como el momento del puntapié inicial de una obra, con todo lo que ello significa. Aprendimos mucho de la metodología, porque los finlandeses son muy firmes pero muy correctos. Nos dejaron muchas enseñanzas, además de la cantidad de tecnología que aportaron, lo que nos permitió por ejemplo cambiar radicalmente los tiempos de los trabajos». Se cruzaron el cambio tecnológico, que ocurría en la industria de la construcción en todo el mundo en una época determinada, con una empresa de primera línea instalándose en Uruguay. «O sea, coincide que justo teníamos en Uruguay una inversión como la de Botnia en ese preciso momento de los cambios globales. Lo bueno es que las empresas y la industria en su conjunto estuvimos a la altura del desafío como para poder hacer esa obra y adaptarnos rápidamente a las transformaciones», añade. «Las grandes inversiones que entraron al país en las últimos 15 años nos permitieron aprender mucho», refuerza el ingeniero Pablo Bocchi, director de Berkes. «Botnia y Montes del Plata nos cambiaron de divisional. Botnia llegó y nos enseñó a todos a trabajar de otra
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OPERADOR ECONÓMICO CALIFICADO, PLANTA DE CELULOSA DE UPM, FRAY BENTOS, RÍO NEGRO
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forma, creo que fue correcto con todos, a todos nos dejó operar, ganar dinero razonable, cumplir, sin permitir apartamientos. En primer lugar con Botnia todos tuvimos que aprender a trabajar con encofrados de estándares internacionales, se terminó la madera de antes, o se alquilaban o se compraban, nosotros compramos unos americanos. Ya no se podía trabajar de otra forma. En segundo lugar, se empezó a trabajar en el tema seguridad. Los finlandeses impusieron que había que usar el chaleco reflexivo que ahora nos parece normal. Y lo tercero fue una profesionalización de todos los procesos de planificación, los cronogramas, el seguimiento de los mismos, la comunicación, con un orden de agenda». 3
Cambio de enfoque Botnia fue un punto de inflexión en la historia de la construcción uruguaya, porque además del cambio tecnológico, se suma el cambio de enfoque que produce ese tipo de proyectos. «Cuando inicié los trabajos en esta actividad, en el año 1994, las empresas de Uruguay estaban en una posición más parecida a la de proveedores de mano de obra o de task force local, donde la ingeniería y los suministros principales venían como un paquete completo del exterior», expresa Daniel Vázquez, director ejecutivo de Ingener. Lo que fue evolucionando y fue un cambio de enfoque y de posibilidades que permiten esos proyectos grandes a las empresas locales es que ya no solo ofrecen el paquete de mano de obra, sino también la provisión completa, un manejo del timing, de cronograma muy ligado al suministro y a la mano de obra, porque ya se puede gestionar la obra de forma de poder cumplir con el plazo general de ese verdadero concierto, con tantos actores. «En nuestro caso, Botnia fue un caso de cambio de cabeza en relación a cómo se gestiona una obra de este tamaño», añade.
3 «Me acuerdo cuando cerramos la primera obra, un contrato de U$S 7 millones, ellos me dicen: ‘Pero eso está incluido’; ‘no, no está incluido’, respondo. ‘Pero hágalo’, me dicen; entonces le respondo que ‘le tengo que subir el precio’; ‘hágalo’. Así era el diálogo. El cliente quería asegurarse. Es una forma transparente de trabajar. Él sabe que su ganancia no está en la chicana sino en el tiempo y la calidad para que le dure. Su verdadera ganancia está en eso», relata Pablo Bocchi.
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Desde el punto de vista del tipo de contrato, se asemeja más al EPC (Engineering, Procurement and Construction): la «E» por «ingeniería» en inglés, la «P» por procura o suministro y la «C» por construcción o montaje. Antes las empresas uruguayas hacían la «C», mientras que el cliente con más desarrollo aportaba la ingeniería, así como las compras que eran un suministro del cliente al pie de la obra o del contratista principal del proyecto en cuanto el gerenciamiento de la construcción o montaje lo hacían las empresas locales. Esas tres patas de la EPC se empezaron a integrar con estas grandes obras. Fue un cambio de cabeza de las organizaciones. Fue poder subir a esa clase mundial de contratista capaz de brindar un paquete «llave en mano», ya resuelto en forma completa. Había que adaptarse a las condiciones del plazo que Botnia precisaba y conseguir los suministros a importar con la especificación europea, relata Daniel Vázquez. Poder ofrecer la provisión es relevante, porque en estos proyectos la relación es aproximadamente 60% la provisión de equipamiento y 40% la mano de obra. Los contratos de Ingener fueron de instalación y mantenimiento principalmente en el área eléctrica. Se inició con la instalación, operación y mantenimiento de la red temporaria de media tensión para distribuir energía en todo el sitio de obras durante la etapa de construcción. Se ejecutaron las obras de montaje de la subestación que interconecta la planta con la red eléctrica nacional y la subestación que distribuye la energía generada por dos turbinas al resto de la planta. A su vez a Ingener le correspondió el suministro e instalación de la red de media tensión y el montaje de tableros de media y baja tensión en diferentes áreas de la planta y la instalación eléctrica y de instrumentación del área de secado de pulpa. Otro elemento importante, que permitió que las empresas pasaran a otro nivel, fue que a partir de esas obras grandes surgieron en el país una serie de inversiones tanto públicas
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OBREROS ENTRANDO A LA OBRA DE MONTES DEL PLATA, CONCHILLAS, COLONIA.
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PLANTA DE CELULOSA DE UPM, FRAY BENTOS, RÍO NEGRO.
como privadas, de mucho desafío y entidad. Surgieron normas de promoción de inversiones, que generaron inversiones no en la construcción de viviendas sino de infraestructura e industrial, que en línea con lo anterior, también eran más tipo «llave en mano». Se dio una secuencia hasta que se llega a la obra de Montes del Plata: «En ese momento todas las empresas participantes están más preparadas, con el sistema EPC más afianzado. Las empresas locales empezaron a tener suficientes credenciales para ser jugadores de nivel internacional», expresa el director ejecutivo de Ingener. Una de las obras importantes que siguió a Botnia fue una central térmica para UTE en Puntas del Tigre, que está compuesta por dos turbinas de gas con sus respectivas calderas
de recuperación de calor, y una turbina de vapor que hacen una potencia total de 530 MW. Los generadores se conectan a través de tres transformadores a una nueva subestación a la que se conecta la central existente. Con estas ampliaciones se pueden evacuar los 800 MW de generación.
Montes del Plata La experiencia se repitió con la segunda planta de celulosa, la mayor obra industrial de la historia uruguaya. El Complejo Industrial de Montes del Plata, que se inició en 2011 y concluyó en 2014, se ubica en Punta Pereira, en el departamento de Colonia. Comprende una planta de
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producción de celulosa de última generación, una unidad generadora de energía a partir de biomasa y una terminal portuaria para la exportación de celulosa y el ingreso de insumos. La inversión total en la planta de celulosa fue de casi U$S 2.000 millones. A la planta ingresan cuatro millones de toneladas de madera por año. Estas llegan a la chipera, que tritura la madera e ingresa en el proceso de producción, pasando por el digestor, el secado, los depósitos, el puerto y al barco de ultramar. Produce 1 millón 300 mil toneladas de pulpa de celulosa seca por año, que básicamente se exporta a Asia, Europa y Norteamérica. En Montes del Plata, Techint participó junto con un consorcio para construir el actual puerto de Punta Pereira, que es el segundo puerto más grande que se ha construido en Uruguay. «Creo que hubo un aporte que no sé si Uruguay tiene cabal conciencia de lo que hicieron las empresas nacionales en ese trabajo en las nuevas plantas industriales», indica Alejandro Foglia, gerente de Techint. «Y no me cabe la menor duda de que en el proyecto de UPM que se puede concretar, va a ser mucho mayor el aporte nacional, y UPM está apostando a eso. También porque vio que su primera planta funcionó. Y ese es un mojón bien importante para Uruguay, lo que también implica desafíos para las empresas».
Más complejidad La obra de Montes del Plata fue más compleja. «Sindicalmente tuvo muchos problemas. Los contratistas extranjeros se caían, se iban y Montes del Plata nos tomó un poco como empresa que iba resolviéndole problemas. Tomamos obras por la mitad, partes, fue ir de menos a más», señala Pablo Bocchi, director de Berkes. Si bien Montes del Plata fue un emprendimiento modelo, enfrentaron dos problemas básicos. Uno interno, y es que a pesar de ser
socios excelentes (Stora Enso y Arauco), trabajaron mucho el proyecto afuera y no vinieron previamente a Uruguay a conocer cara a cara el mercado: trajeron un gerente de la obra que era brasileño, quien programó la obra en São Paulo, o sea siempre eran visitantes. El otro problema es que el Uruguay del 2006 no era el Uruguay del 2011. «Sindicalmente el país estaba desmadrado. Tenían cada vez más paros, más concedían y más problemas les hacían. Uruguay no trató bien a este inversor. A ellos la obra les costó mucho tiempo y mucho más dinero y no se lo merecían», indica Pablo Bocchi. En la época de la construcción de Botnia era otro Uruguay, que recién salía de la crisis. «Había 30 mil operarios en la industria, y en el pico de Montes del Plata había 70 mil, porque había un boom, en Punta del Este, en todos lados. Esa es una diferencia significativa», refuerza Alejandro Ruibal, de Saceem. Cuando surge Montes del Plata ya se habían lanzado muchos proyectos en forma paralela, con un nivel de actividad de la industria de una vez y media el promedio. Eso hacía que se incorporara gente que no era del sector, la abundante actividad ambientó la conflictividad, con un clima de reclamo permanente e importante. Todo fue un aprendizaje significativo para las empresas de cómo manejar los recursos humanos en una situación de mayor estrés. «Se pusieron de manifiesto nuestros ‘debes’ en el tema sindical. Allí se vio claramente el exceso de derechos y la ausencia de obligaciones. Pero igual creo que lo peor de la conflictividad sindical de la obra se dio en la protección de los trabajadores que no cumplían. Uno no puede decir nada cuando el sindicato defiende el derecho del trabajador, al contrario, pero si se defiende al mal trabajador, refleja una falla en la autoridad», expresa Alejandro Ruibal. Si bien el desarrollo tecnológico de las dos plantas fue similar, ya que ambas contaron con la mejor tecnología de Andritz, la diferen-
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PUERTO DE PUNTA PEREIRA, PLANTA DE MONTES DEL PLATA, CONCHILLAS, COLONIA
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cia principal fue cómo fueron gestionadas. «En Botnia el cliente se metió en el proceso, ‘yo soy el constructor, yo voy a comprar los equipos’. Era el main contractor y dominaba el tema –relata Pablo Bocchi–. En Montes del Plata el cliente sabía producir celulosa, y entonces resolvió buscar un main contractor afuera. Botnia se involucraba en el problema y sabía resolverlo, porque cuando se compra ‘llave en mano’ hay que involucrarse». Además del cambio de cabeza, en el caso de Ingener «también pudimos consolidar equipos humanos, porque el tipo de construcción industrial de infraestructura electromecánica tiene un componente civil pero un componente fuerte de ingeniería electromecánica, lo que implica tener unos equipos humanos significativos. Ya sea para la parte ‘C’, buenos supervisores, equipos que sepan trabajar con las normas de niveles de seguridad que exige un proyecto de este tipo; para la parte de compras se requiere tener una jefatura, una organización dedicada a la compra que sepa especificar y recibir un equipo, rechazarlo o aceptarlo, que sepa exigir un plazo, una calidad de producto, mientras que la parte de ingeniería muchas veces lo que viene es un proyecto con la idea básica, una ingeniería de anteproyecto, que finalmente hay que ‘aterrizarlo’, llevarlo con las pautas que fija el proyecto general. Internamente con algunos asesores se fue consolidando un equipo de ingeniería local capaz de resolver estas áreas de servicios generales y/o de infraestructura general, no específicamente la ingeniería de proceso. Entre otras cosas, se puede decir que gracias a esa experiencia de EPC después se pudieron hacer los parques eólicos, por ejemplo», expresa Daniel Vázquez. La experiencia de Botnia fue diferente a la de Montes del Plata. «En el caso de Botnia el cliente asumió un rol muy activo desde el inicio, con un equipo comprometido, una organización de la propia Botnia en el lugar de la obra, apoyado por una consultora de mucha experiencia, la
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empresa finlandesa Pöyry, con un objetivo muy claro de sacar el proyecto en tiempo y forma». En Montes del Plata, Ingener ejecutó los trabajos de instrumentación y eléctrica del BOP (Balance of Plant), que es el conjunto de elementos –turbina, toma de agua, torre de enfriamiento, eléctrica de control–, que vinculan y permiten el funcionamiento de la instalación electromecánica de la planta de celulosa.
«El desafío de Botnia y Montes del Plata, para nuestra empresa, para estar a la altura de las exigencias, fue más organizativo que de calidad, porque la calidad no es tan diferente de otras obras realizadas –indica por su parte Alejandro Ruibal–. La complejidad era adaptarse a ese enjambre de empresas todas juntas trabajando en un gran proyecto. Eso fue novedoso».¶
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INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS CONSTRUCTORAS URUGUAYAS
10 UN MIX INTELIGENTE SIN «JUGAR AL ACHIQUE» EXPORTACIÓN DE PROFESIONALES URUGUAYOS EXPORTACIÓN DE TECNOLOGÍA EL CASO DE LA COMPRAVENTA DE SACEEM EL «BICHITO» DE LA INTERNACIONALIZACIÓN
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INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS CONSTRUCTORAS URUGUAYAS
La calidad de las empresas constructoras y el nivel de los profesionales uruguayos ambientó la internacionalización de las compañías y la «exportación de talentos». A ello se suma que como los ciclos económicos son inevitables, una forma de sortearlos a nivel local es internacionalizarse, por eso la gran crisis de 2002 operó como palanca para que muchas empresas nacionales buscaran mercados en el exterior. Algunas de las empresas que se han internacionalizado relatan sus experiencias, los ensayos y errores, los aprendizajes, las fortalezas y los principales obstáculos que encontraron para salir. En ciertos casos la experiencia llegó a los países de la región, y en otros atravesaron el Atlántico haciendo obras relevantes en Europa. Entre las fórmulas de las empresas para internacionalizarse está la especialización, la diferenciación, exportar el rubro en el que tienen expertise, ganado fundamentalmente con las últimas grandes obras realizadas en Uruguay, en la modalidad «llave en mano» o EPC. Otro punto a favor es la probidad de las empresas, en un continente sacudido por la corrupción que se desnudó en los últimos años en Brasil. Entre los aprendizajes de la internacionalización se destaca el hecho de que permite que la empresa proyecte una estabilidad en el mediano y largo plazo, brinda posibilidad y carrera a un equipo humano profesional y eficiente y la compañía se posiciona diferente ante los proveedores del exterior, como un jugador internacional. En el debe está la poca integración de América, porque a diferencia de Europa, donde se facilita la internacionalización de las empresas, nuestro continente presenta trabas de diferente tipo, fruto de una cierta inmadurez. Hay consenso, a su vez, del compromiso de las empresas de hacer una buena gestión en el exterior a efectos de afianzar el camino para las que le siguen, en una ecuación de ganar-ganar.
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La calidad de las empresas de construcción y de los profesionales uruguayos de la industria de la construcción les ha permitido traspasar fronteras, exportar servicios y destacarse en el mundo. A su vez la gran crisis de 2002 en algunas ocasiones operó como palanca para buscar otros mercados. «En el año 2002, en plena crisis uruguaya, definimos que queríamos pasar a tener actividad internacional», afirma el ingeniero Pablo Bocchi, director de Berkes. Hasta ese momento habían realizado algunas obras puntuales, pero desde entonces comenzaron a hacerlo más institucionalmente. «Primero apuntamos a Brasil y creamos una empresa que se llamó Berkes do Brasil, en Porto Alegre. Comenzamos muy a la uruguaya, yendo en el ómnibus de TTL. Trabajábamos martes y miércoles en Porto Alegre y regresábamos. Operábamos más que nada en la parte de energía y calderas: llegamos a vender siete calderas. Pero resultó mucho esfuerzo trabajar allá y a su vez crecer acá». En 2006 replicaron el modelo en Chile, enviaron a un gerente al que le daban soporte desde Uruguay. En el caso de Brasil se asociaron con un brasileño que tenía el 20% de la compañía, cosa que no repitieron en Chile. «También fue duro, todo a pulmón, no sabíamos nada del mercado, de la parte comercial». El salto se produjo con las grandes obras en Uruguay. «En 2009 ya habíamos empezado a crecer en Uruguay, en especial a partir de 2006 con Botnia, y creamos Berkes Hispana, porque tomamos una obra muy grande, una caldera para una planta de generación de energía en España. Como también había mucha actividad en Uruguay, no nos daba la fuerza para mantener Brasil, Chile, lanzar España y crecer en Uruguay. Por eso lo de Brasil quedó en estado vegetativo, al poco tiempo ocurrió lo mismo en Chile, mientras que con un socio comercial belga comenzamos a crecer en Europa, hicimos cinco obras en Francia, y en el ínterin hicimos algunas obras en estos últimos años en República Dominicana,
Bolivia, Chile y el año pasado decidimos crecer aún más en el área internacional». Reconoce que no posee la receta para internacionalizar una empresa: «vamos por ensayo y error». Asegura que en estos 15 años aprendieron a contratar gente de distintos países, a pagar impuestos en varios mercados. Enfatiza que Uruguay siempre será un mercado muy pequeño, a pesar de que hoy hay mucha actividad, máxime si se hace la nueva planta de UPM, pero si se mira más allá, en algún momento se puede achicar el mercado de nuevo y la empresa no puede rezagarse, con una estructura de 200 personas fijas, sino que hay que darles continuidad, carrera, planes de desarrollo y mercados. «Apostamos a la gente buena y la gente precisa buenos proyectos, y esto es un elemento fundamental para internacionalizarnos». Parte de la estrategia es internacionalizarse sobre la base de tener algún diferencial. «Si vamos a hacer algo que los otros hacen tan bien como nosotros, no agregamos nada. Sin embargo en la parte de calderas, de energía, tenemos un know how importante, diseñamos nosotros y fabrican terceros pero vendemos ‘llave en mano’. A su vez consideramos que en biocombustibles hay un nicho en el que somos buenos a nivel internacional. Estamos haciendo obras en Europa, en América, ahora vendimos una planta grande en Argentina. Y esas obras las usamos como punta de lanza para seguir creciendo en el exterior». La empresa Berkes nació hace 80 años como una metalúrgica, enfocada en soluciones energéticas. «Ahí es donde tenemos nuestro corazón como empresa. La compañía ha crecido mucho como constructora y montadora, pero el corazón internacional son las soluciones energéticas. En ese trabajo me inicié en la empresa y hemos formado un equipo de ingenieros muy bueno, con toda la ingeniería in situ, y además tenemos una empresa par alemana que nos da soporte. En otras palabras, vemos la posibilidad
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«Apostamos a la gente buena y la gente precisa buenos proyectos, y esto es un elemento fundamental para internacionalizarnos».
de internacionalizarnos como una apuesta difícil pero interesante, de largo plazo, dura, porque requiere mucho esfuerzo de la empresa y de las personas, pero por otro lado es fascinante porque vas a mercados de tamaños completamente diferentes del pequeño Uruguay». Uno de los debes del país es que Uruguay no tiene una cultura de apoyo para emprendedores que van al exterior, como tuvo Brasil en una época, con líneas de crédito, con financiamientos del Banco Nacional de Desarrollo, Bandes. Al mismo tiempo, reconoce que en el proceso de internacionalización fue relevante la experiencia de Botnia y Montes del Plata. «Las empresas uruguayas en los últimos diez años participaron en inversiones internacionales grandes, aprendimos mucho. Hoy por hoy trabajamos a veces en Francia con unos patrones de contratos y demás que ya trabajamos acá en Montes del Plata y Botnia. Lo malo de eso es que cuando no hay esas obras acá el mercado doméstico cuesta mucho que absorba estructuras más costosas, más sofisticadas. Por eso las empresas que aprendimos de esas experiencias estamos tratando de exportar». Asimismo Berkes apunta a internacionalizarse en conjunto con otras empresas uruguayas. «Esto lo queremos fomentar, tenemos buena relación con Ingener, tratamos de salir juntos en algunas obras porque creo que es bueno para el país que haya una especie de caldo de cultivo de ‘vamos a hacer’».
Entre las ventajas uruguayas para la internacionalización, destaca el buen nivel de la ingeniería: «Lo he constatado en el mundo entero. En Francia, que es uno de los mercados más exigentes que he visto a nivel de ingeniería, ingeniería mecánica y eléctrica, nuestra gente ha dado la talla perfectamente. A nivel de técnicos profesionales que es lo que exportamos, estamos muy bien. A la vez Uruguay tiene gente responsable y con compromiso a nivel de los mandos medios».
Un mix inteligente sin «jugar al achique» Ingener es otro ejemplo de internacionalización, para no jugar al «achique», como lo expresa su director ejecutivo, el ingeniero Daniel Vázquez. Mucho antes de que terminara el ciclo importante de inversiones, que comenzó con las plantas de celulosa, la compañía tomó una decisión estratégica respecto a su identidad como empresa contratista. Una posibilidad era ser una empresa más generalista que a medida que van surgiendo las posibilidades del país, se va adaptando. En un momento son parques de generación eólica, entonces se arma un equipo y se evalúa cómo brindar esa solución. En otra oportunidad pueden ser silos, o lo que fuere, y entonces la empresa tiene que adaptarse y reorganizarse para hacer silos. «El otro esquema es decir: ‘Soy bueno haciendo subestaciones,
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parques de generación tanto térmicos como renovables y líneas cortas de alta tensión, para dar la solución completa’. Nosotros resolvimos que queríamos ser una empresa que conoce y se enfoca en ser eficiente y potente en estos productos de contratación. En un mercado como el uruguayo que iba resolviendo esos capítulos de ponerse al día, o resolviendo las demandas de las industrias asociadas a la forestación, llegaría un momento en que no habría ese volumen de trabajo. Quedarse en esa sería una fórmula de jugar al ‘achique’». Cuando en 2010 la empresa adoptó el criterio de ser una empresa especialista, que se enfoca en ciertas obras, concluyó que tenía que estar dispuesta a trasladarse donde estaba el ciclo de esa inversión específica. «Con un desarrollo empresarial con base en Uruguay tenías que ver cómo hacerlo, tenías que estar a una distancia que fuera razonablemente factible en un viaje de avión. Que tuviera un volumen de negocio que se pudiera financiar desde el nivel de actividad que tiene la empresa, que no fuera mucho más grande ni demasiado pequeño. Fue todo un proceso interno de encontrar esos nichos. Después identificar los países más amigables ya sea para hacer convenios, o la forma de trasladar el dinero al sector financiero, de ida y vuelta, entre otras cosas. Y que además tuviera una gran cantidad de suministros». Así fue que se concretó uno de los proyectos en Bolivia, un contrato del orden de U$S 12 millones, dos centrales hidroeléctricas en la región cercana a Cochabamba. Ese fue el primer contrato. Hubo aprendizajes significativos, que van desde cómo se organiza la gente en ciclos de trabajo, cómo conseguir un buen estudio de asesoramiento local, que en el caso de Bolivia fue una consultora legal con matriz uruguaya, que de alguna manera conocía su cultura y les podía ayudar en los temas contractuales. «En este sentido encontramos diferencias que había que subsanar y nos permitió entender la lógica de lo que es desplazarse a otro país».
Otro desafío que hubo que superar es cómo se financia la obra en un país nuevo, donde se carece de las líneas de crédito instantáneas. El otro país donde desembarcó Ingener fue Argentina, donde llegaron con el gobierno de Mauricio Macri que abrió la posibilidad de inversiones en energías renovables de generación térmica. Se trata del programa Renovar (la puesta en práctica de la nueva Ley de Energías Renovables), que apunta a incorporar al mercado 1.000 MW de potencia con base en energías renovables y plantea objetivos del orden del 20% de ese tipo de fuentes en la matriz nacional para el año 2020. «Con este programa Argentina empezó a abrir el mercado hacia los temas que ya habíamos desarrollado en Uruguay. Tuvimos buena recepción. Las empresas uruguayas son conocidas como serias, y teníamos la referencia del fabricante internacional de generación». La idea general era empezar a tener actividad en cuatro países donde las altas y las bajas de inversiones en ese puzle de varios mercados les permitan mantener una actividad promedio como para tener el equipo humano de ingeniería, de saber hacer, de organización de la obra en el lugar. «Hoy por hoy el esquema es un mix: van profesionales que ya tienen experiencia, se desarrolla ingeniería centralizada pero subcontratando también ingeniería local, haciendo las gestiones con las empresas nacionales de electricidad». Como valores de la internacionalización, «diría primero que permite pensar una empresa que puede llegar a tener una estabilidad de actividad más a mediano plazo y te puedes organizar de otra manera. En forma paralela te permite dar posibilidades y carrera al equipo humano de la organización. El tercer aspecto significativo es el posicionamiento, porque al trabajar en más de un país, los proveedores extranjeros internacionales te ven de otra manera, porque ya tienes otra relevancia, no trabajas solo en Uruguay». La compañía está en Argentina y Bolivia pero su objetivo es lograr tener actividad en Chile y más adelante en Perú. «Como empresa uru-
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guaya nos recibieron bien, lo uruguayo está bien visto. De hecho nos damos cuenta del compromiso que tenemos las empresas contratistas de llevar los proyectos adelante, para reafirmar esa reputación, porque a veces uno de los reclamos que hacemos y escuchamos es que en ocasiones viene una empresa ‘golondrina’ sin compromiso y deja las cosas tiradas, sin terminar. Hay una cultura de las empresas uruguayas de que si se asume un compromiso se lleva adelante. Además tenemos el know how, ya teníamos antecedentes, porque sin contar a Brasil, Uruguay fue el pionero en el desarrollo de la energía eólica en la región, podíamos mostrar un volumen de proyectos importantes. Brasil fue el primero pero por afinidad cultural consideran más a una empresa uruguaya».
Exportación de profesionales uruguayos Teyma comenzó a internacionalizarse en 2006. Abengoa de España es la empresa matriz de Teyma, con presencia en más de 70 países.1 Brandon Kaufman puntualiza que entre 2006 y 2014 la exportación de profesionales uruguayos al exterior fue muy numerosa, llevando ingenieros, arquitectos, administrativos y capataces a diferentes países. «Cuando llegamos a España y nos reclamaban que los estábamos ‘invadiendo’, les decía que ‘lo que pasa es que cuando salimos de Uruguay en 2006, además de idoneidad técnica, teníamos ‘hambre, esa fue la diferencia’. La economía de España estaba muy bien y nosotros acabábamos de salir de la crisis que comenzó en 2002, donde la pasamos muy mal. Llevamos a 200 jóvenes al exterior, 100 ingenieros y 100 de otras profesiones, como contadores, arquitectos, topógrafos, agrimensores, entre otros. Los llevamos a España, Inglaterra, Estados Unidos, Israel, Polonia, México, Sudáfrica, Emiratos Árabes. Nosotros le decíamos a Abengoa des-
pués del 2002 que queríamos ir al exterior a los efectos de tener más distribuido el trabajo; hicimos algunas obras en Paraguay, hicimos alguna sociedad con la empresa de Abengoa en Perú, donde construimos una planta para una fábrica de cerveza, pero todo muy puntual. En ese momento comenzó la expansión de Abengoa y su problema era la parte civil, ya que no era su especialidad. Entonces nos dijeron: ‘Ustedes que hacen obras civiles en Uruguay entran como subcontratistas de otra empresa de Abengoa que tiene a cargo la totalidad del proyecto’, y así comenzamos haciendo las obras civiles. Nos mandaron a Francia, donde enviamos a dos ingenieros. Empezamos a aplicar todo el sistema de gestión que usábamos en Uruguay y en su momento nos dijeron que además de las obras civiles, en vez de ser subcontratistas de la otra empresa de Abengoa, íbamos a ser socios. Eso fue así desde el año 2008 al 2010, hasta que hubo un cambio y nuestro socio se dedicó a la contratación de obras y nosotros asumimos la ejecución de los proyectos de EPC. En todo ese período integramos mucha gente de Uruguay. Empezamos mandando a dos personas pero al final había entre 200 y 300 uruguayos por el mundo, muchos en posiciones trascendentes de Abengoa. El director de Estados Unidos de la parte de construcción era uruguayo, el de España también, el de Sudáfrica era uruguayo. El director de la obra en Polonia también. Yo era responsable de la ejecución de los proyectos y dentro de los directores muchos eran uruguayos». Cuando hicieron la primera obra de envergadura fuera de España, en los Emiratos Árabes Unidos, en Abu Dabi, en un primer momento no conseguían ayudante de ingeniero. «Llevamos 20 estudiantes del último año de ingeniería de Uruguay. Se recibieron ahí o a la vuelta. O llevábamos recién recibidos». Kaufman entiende que «Abengoa Teyma durante estos años ha hecho un aporte importante a la construcción en Uruguay, además de
1 En 1986 Brandon Kaufman asumió la gerencia general y en 1992 fue promovido a director general de Teyma. En 2009 fue designado presidente ejecutivo de Abeinsa EPC, que es el grupo de negocio de ingeniería, construcción e infraestructuras concesionales de Abengoa.
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lo realizado en Uruguay, participando de innumerables proyectos, varios de ellos emblemáticos. Gracias al crecimiento de Abengoa y a la capacidad demostrada en Uruguay, se nos dio la posibilidad de internacionalizar profesionales que desarrollaron sus capacidades en diferentes países y en su mayoría retornaron con una amplia experiencia que han podido volcar a Uruguay».
TERMINAL TERRESTRE, GUAYAQUIL, ECUADOR
Como consecuencia de la calidad de las empresas uruguayas, llega la exportación de talentos. «Toda vez que ha venido Techint internacional a trabajar aquí en Uruguay, generalmente se ha llevado a varios uruguayos al exterior, que luego se han destacado en la compañía. En Uruguay hay un tema de valorización importante en cuanto a la responsabilidad en el trabajo, la dedicación, la seriedad, la capacidad de aprender,
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la tranquilidad que otorga a la empresa saber que las cosas se están haciendo seriamente con confianza», indica Alejandro Foglia. Esa es una práctica de la compañía, a nivel mundial. «Tenaris, que pertenece al mismo grupo, es una compañía que toma jóvenes profesionales y los lleva al exterior. A los que van demostrando determinado perfil, los capacita, tiene planes de ‘jóvenes profesionales’ en todo el mundo».
El Estudio Gómez Platero, con el arquitecto Martín Gómez Platero a la cabeza, se inició en el año 2001, cuando se avecinaba la gran crisis que eclosionó al año siguiente, 2002. La crisis operó como palanca para salir al exterior. «Tuvimos la suerte de que nos invitaron a participar de un concurso para una terminal de ómnibus y un shopping center en Guayaquil, Ecuador, que ganamos, lo que nos permitió tener trabajo en
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NUEVOCENTRO SHOPPING, JACINTO VERA, MONTEVIDEO.
2 El Estudio Gómez Platero se especializa en cuatro áreas: «la residencial: edificios residenciales, corporativos, edificios de oficinas y para corporaciones; todo lo que es hotelería; todo lo que es retail, shopping centers, centros comerciales y además hacemos infraestructura como terminales de ómnibus. También estamos haciendo el Parque Central, del Club Nacional de Football, pero el core business son esas cuatro áreas. Y en cuanto a tamaño, las cuatro son bastante parejas. Y esa especialización es buena para trabajar en el exterior».
ese momento tan difícil en Uruguay. Pude traer al Estudio a la gente más talentosa de mi generación, en la Facultad de Arquitectura. Todo eso fue la base de lo que hoy es el Estudio. En ese momento éramos cinco o seis personas y hoy somos más de 90, pero la base fue ahí, o sea arrancamos enfrentando la adversidad, y lo hicimos exportando talento nacional».2 Luego crecieron en Uruguay, pero siempre manteniendo la ventana abierta al exterior. Hoy el Estudio está con obras en Ecuador, Perú, México, Paraguay, Colombia, Guatemala, Argentina, Panamá, Costa Rica y México. «El hecho de que no seamos constructores no quiere decir que no viva-
mos los vaivenes de los ciclos. El ciclo lo sufrimos igual, porque cuando se cae la construcción en Uruguay, nadie nos encarga un proyecto. Sin duda es una profesión cambiante y hay que estar preparados para agrandarse o achicarse rápidamente. Hay que ser muy elásticos. Y hay que tener coraje porque además la responsabilidad que asumimos es grande. Toda obra es un proyecto complejo, son obras de decenas de millones de dólares, hay responsabilidades muy grandes tanto para la empresa constructora que la ejecuta como para el arquitecto. Y trabajar en diferentes mercados y países brinda una seguridad especial».
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EDIFICIO ANEXO DE BANCO DE GUAYAQUIL, GUAYAQUIL, ECUADOR.
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CASA MATRIZ DE BANCO DE GUAYAQUIL, GUAYAQUIL, ECUADOR.
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Exportación de tecnología «Se puede decir que Dieste y Montañez exportó tecnología. Eso se dio porque mi padre tuvo algunas intervenciones en universidades donde dio charlas mostrando el desarrollo de las estructuras que hacía y surgieron vínculos con arquitectos», apunta Esteban Dieste. El principal salto fue a Brasil, sobre todo en Porto Alegre y Río de Janeiro. En Porto Alegre tuvieron una relación muy estrecha con un estudio de arquitectos importante, Maximiliano Faget y Claudio Araujo. Con ellos hicieron, entre otros, el Mercado Municipal de Porto Alegre. Esa relación con Brasil trajo la posibilidad de otras obras. Se trabó un vínculo con el arquitecto Mario Santos y tomaron la decisión de que el ingeniero Eugenio Montañez se trasladara a Brasil y abriera una empresa en Río de Janeiro. «En Río Grande do Sul el arquitecto Mario Santos era como la mano derecha de Montañez. Se hicieron obras relevantes, incluso en otros estados, más al norte, en Maceió, capital de Alagoas, aunque Montañez decía que no es nada fácil competir y trabajar en Brasil del punto de vista de la agresividad de la competencia y determinados códigos que no son los que tenemos en Uruguay».3 La exportación a Argentina fue diferente, porque hubo una especie de franchising con el ingeniero Massa y el arquitecto Mignone. El trato con los argentinos consistió en que ellos construían las obras, muchas en la periferia de Buenos Aires, fundamentalmente galpones para fábricas, hacían las bóvedas y pagaban un royalty. Muchos de los proyectos para esas obras se hacían en Montevideo. «Cuando yo empecé a trabajar en la empresa, en 1975, cuando todavía era estudiante, lo que hacía era dibujar una cantidad de planos para el exterior». La exportación de tecnología fue muy amplia. «No significó solamente hacer los planos aquí, mandarlos y que Montañez estuviera allá, sino que para algunas de esas obras Dieste y Montañez se asociaba
con alguna empresa brasileña, o Dieste y Montañez aportaba personal especializado que iba de Uruguay. Y eso le significó a muchos de los que trabajaban en la empresa, capataces o mandos medios, carpinteros, herreros o subcapataces, que después de trabajar uno o dos años en Brasil, podían venirse con un buen ahorro, porque de aquí se gestionaban buenos salarios».
El caso de la compraventa de Saceem De la mano de la exportación de talentos, y de salir al exterior, se dio un caso peculiar en la industria de la construcción uruguaya: la compra y venta posterior de una compañía internacional, Saceem. Martín Carriquiry lo cuenta. «El capital accionario de Saceem era 100% de los franceses, del grupo Spie Batignolles. Cuando yo entré en Saceem ya era así. En algún momento ellos [Spie Batignolles] cambiaron de dueño pero la empresa siguió siendo la misma. Cuando asumí la subgerencia y después, la gerencia general, en 1998, al momento en que se retiró Germán Villar, mantuve contactos comerciales frecuentes con los franceses, aunque siempre nos manejamos con absoluta independencia». En el año 2002, después de sucesivos cambios de accionistas, el grupo Spie se separó del grupo Batignolles: «Se separó la parte civil de la electromecánica y el grupo Spie fue comprado por la empresa inglesa Amec, que decidió concentrarse exclusivamente en Europa continental. Fue entonces que se planteó el problema de qué hacer con ese granito de arena que tenían a 12 mil kilómetros de distancia, que era Saceem, que no molestaba pero no cabía en la estrategia. Entonces me llama uno de los jefes de Spie Batignolles y me dice que los nuevos accionistas tomaron la decisión de vender Saceem. ‘Y lo primero que queremos plantear es que el management actual de Saceem lo compre’. En aquel momento éramos
3 «Una de las primeras sorpresas que se llevó Eugenio Montañez, cuando se instaló en Brasil, fue cuando la casa bancaria donde la empresa tenía la cuenta le envió una carta del gerente con las sugerencias de los regalos que tenía que hacer en el banco. Esto fue en los años 70», relata Esteban Dieste.
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4 En este caso se junta la exportación con la inversión. Porque, como cuenta Martín Carriquiry, al comprador lo conocían de antes, del tiempo de las «vacas flacas», cuando tuvieron que salir al exterior para paliar los ciclos. «En el año 2000 Uruguay estaba pasando por momentos poco florecientes, se vislumbraba un futuro complicado. No había mucha actividad, y en ese momento Brasil estaba viviendo el boom de las telecomunicaciones. Habían privatizado todas las telefónicas y estaban haciendo importantes inversiones. Un día nos llama una persona conocida de Brasil y nos dice que hay mucho trabajo, ‘sé que ustedes trabajan en telefonía’, porque las empresas brasileñas que se dedicaban a ese tema no daban abasto. Y nos plantea que vayamos a probar suerte a Brasil. Una forma de equilibrar los vaivenes de la crisis era esa, salir al exterior. Formamos una empresa con este socio brasileño y fuimos a trabajar primero como contratista de una empresa en Rio Grande do Sul. Una vez que viajé a Porto Alegre, a visitar la obra y a juntarme con él, en su oficina, aparece otro empresario brasileño, que tenía contratos de mantenimiento a empresas telefónicas. Era una empresa de servicio que llegó a tener 10 mil personas. Y fue esta persona, cuando en 2007 se enteró de que estábamos con la idea de incorporar un socio, que dijo que tenía interés en comprar».
tres. El 17 de diciembre de 2002, en pleno año de la crisis, firmamos la compra del 67% de Saceem y una opción de compra tres años después del restante». El resultado fue fruto del excelente relacionamiento personal, la confianza y la buena disposición que tuvieron los franceses. «En 2005, tras la crisis, Saceem había empezado a crecer y compramos el 33% restante. En 2007 habíamos crecido mucho». Ante la «crisis de crecimiento», tenían tres alternativas: poner como garantía los bienes personales de los accionistas, que no había sido nunca la política de la empresa, resignarse a estancarse y en algún momento perder el liderazgo de los sectores donde operaba o conseguir un socio que aportara capital o que comprara acciones. «Elegimos esta tercera opción, buscar un socio». La venta de Saceem se concretó en 2008. «En 2011 el socio brasileño tenía la opción de comprar el resto, hizo uso de la opción y le vendimos el 30% restante. El 31 de diciembre de 2011 me retiré».4 El resultado, indica, «fue un buen negocio para todos. Saceem llegó a facturar U$S 250 millones después de vendida, en 2014, 2015. Uruguay ganó, porque fue una inversión extranjera directa donde el comprador no se puede llevar nada, porque los activos son los equipos, el personal, los terrenos».
El «bichito» de la internacionalización «A mí siempre me picó el bichito de internacionalizar la empresa», sostiene Alejandro Ruibal, actual director de Saceem. «Siento la necesidad de impulsar a las empresas uruguayas a buscar afuera, porque nosotros no tenemos mercado. Tenemos calidad, somos honestos, gente positiva. Me picó el ‘bichito’ desde muy joven, y hoy en día me siento muy contento porque lo estamos haciendo. Estoy contento porque estamos saliendo con fuerza. Instalándonos afuera
con empresa, con oficina, con gerente local. Los uruguayos somos muy tímidos y hay que pensar ‘afuera de la caja’. Cuando veo tantos uruguayos exitosos en el exterior siempre pienso por qué las empresas no hacen lo mismo, trayendo además beneficios para el país». La internacionalización es un tema largamente discutido y reflexionado en Saceem, porque la empresa siempre tuvo un tamaño importante para un mercado pequeño como Uruguay. «Si bien hacemos de todo un poco para poder mantener el volumen de negocios, trabajamos tanto para el sector privado como para el público en todo tipo de obras, en todas las áreas de la ingeniería y en el sector inmobiliario que las complementa, nos parecía que podíamos trabajar en el exterior sobre todo en aquellas áreas en que creemos que somos buenos realmente y tenemos una expertise». Históricamente, hace 20 años, Saceem hizo experiencias puntuales para ejecutar obras en el exterior con suerte distinta, como ya lo relató Martín Carriquiry. «Brasil fue una experiencia complicada, pero en Argentina nos fue bien. Después lo que hicimos fue vender mano de obra a nivel de ingeniería y management en Perú y Venezuela». Alejandro Ruibal estuvo en todas las experiencias de internacionalización de la empresa. «A pesar de que siempre tuve en mente que teníamos que salir al exterior, uno va descubriendo que América está muy poco integrada y ese es uno de los problemas que enfrenta la internacionalización. En Europa las empresas se asocian para trabajar en distintos países, y si bien hay algo de proteccionismo, se mueven más, los mecanismos están más aceitados, cosa que en este continente no sucede. Somos un continente atrasado desde ese punto de vista y esa es una de las trabas, la falta de integración del continente fruto de la inmadurez. Si uno quiere trabajar afuera se encuentra con muchas barreras». Las áreas de expertise de Saceem para el proceso de internacionalización son puentes,
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obras electromecánicas y montajes. «Con la empresa Grinor, que adquirimos, tenemos expertise en carreteras de hormigón. En América hay mucho por hacer en infraestructura». Un aspecto importante es saber elegir los mercados, porque no hay recursos ilimitados para dirigirse a cualquier país, para lo que se usan criterios variados. Después de la experiencia en Brasil, y la complejidad de su mercado, con la situación especial que vivieron las empresas brasileñas cuando se descubrió un amplio esquema de corrupción que involucraba a políticos y contratistas con el Estado, no quisieron volver a ese país. La internacionalización de Saceem se traduce en obras concretas. «En Paraguay estamos haciendo puentes, en Perú estamos iniciando las obras de una villa deportiva y para ello fue muy importante el antecedente de la construcción del estadio de Peñarol». La villa deportiva son 20 hectáreas de canchas, y pequeños esta-
dios de hockey, de rugby, piscina cerrada, cancha de softball, toda la infraestructura deportiva con pequeñas gradas. Un debe para la internacionalización es lo caro que resulta desplazarse en este continente. «Una de las ventajas de Uruguay para ese proceso es el recurso humano, el profesional, el trabajador, el capataz se adapta bien en cualquier lado, el nivel de educación sigue siendo bueno», apunta. A su vez, los uruguayos somos más conocidos que hace 10 años, pero siempre hay que demostrar la categoría. «Afuera seguimos siendo más conocidos por el fútbol que por otra cosa. Y eso es uno de los problemas de la escala, de la pequeñez relativa del país. Para lo que es Uruguay, hay muchos uruguayos trabajando en el exterior, con éxito, pero por la escala, el número no es demasiado grande. Pero en lo que hace a la ingeniería, los uruguayos en el exterior siempre nos dejan bien parados. Además la obra de Botnia nos puso de moda». ¶
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I N I C IO S
EL ROL DE LA CÁMARA DE LA CONSTRUCCIÓN
11 PRESENCIA SIGNIFICATIVA TESTIMONIOS LA CÁMARA Y LA INDUSTRIA «SE DETIENE TODO» INCIDIR EN LA REALIDAD LOS FONDOS SOCIALES PALABRA DE PESO
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EL ROL DE LA CÁMARA DE LA CONSTRUCCIÓN
La CCU se fundó en 1919, para cooperar con los poderes públicos en el estudio y redacción de normas relacionadas con la industria de la construcción, impulsar al sector, mejorar las condiciones de trabajo y solucionar eventuales conflictos en la industria. La Cámara agrupa a los que brindan servicios de construcción, incluyendo empresas de ingeniería, arquitectura y vialidad. De los socios de la CCU la mayoría son de ingeniería, seguidos de los de arquitectura y más atrás los de vialidad. Las principales constructoras, en tamaño, son las de ingeniería. No todas las empresas que trabajan en la construcción están en la CCU: las muy pequeñas no lo están, pero son parte de la industria, al punto que si la CCU acuerda algo con el Sunca, o con el gobierno, ese acuerdo los incluye a ellos. La Cámara tuvo dos sedes propias, la primera en el Palacio Salvo y la segunda en la localización actual, en la calle Martínez Trueba. La Cámara siempre tuvo presencia importante ante los poderes públicos, incidiendo en la redacción de normas que impulsaran al sector y a la economía del país en general, para beneficio de todos los estratos sociales. La CCU debió sortear dificultades a lo largo de su historia, como a comienzos de los años 90, cuando había disminuido el número de socios y había un divorcio entre las grandes empresas y las medianas y pequeñas. Se superó encontrando los puntos en común de toda la industria, lo que continúa hasta el presente. A partir de 2008 la Cámara contrata auditorías externas que hacen la revisión de los balances de todos los años. El Fondo de Capacitación de la construcción, Focap, se inició en 2009, en el marco de acuerdos bipartitos, con el objetivo de desarrollar programas de transferencia de conocimientos, de actualización tecnológica y de habilidades, que sirvan para facilitar salidas laborales o generar nuevos empleos en la industria de la construcción. Se financia con el aporte de trabajadores y empresarios de la industria de la construcción.
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En los últimos años la CCU ha insistido con el tema de la internacionalización de las empresas, no solo porque les otorga mecanismos para nuevas formas de contratación, sino porque el éxito de las firmas uruguayas en el exterior le agrega valor a la industria como tal. Se ha afianzado la estructura interna de la CCU, de modo que tenga una voz fuerte para interactuar con los poderes públicos y con los sindicatos, con presencia mediática adecuada, que corresponda a la importancia del sector.
SEDE DE LA CÁMARA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL URUGUAY, MONTEVIDEO.
E L ROL DE L A C Á M A R A DE L A C ON S T RU C C I ÓN
El 25 de junio de 1919 se funda el Centro de Empresarios de Obras, que por Resolución del Poder Ejecutivo del 22 de octubre de 1930 pasó a denominarse Cámara de la Construcción del Uruguay. En los estatutos se establece que su objetivo es «cooperar con los poderes públicos en la consideración, estudio, redacción y aplicación de las leyes, decretos, resoluciones, ordenanzas [...] relacionados con la industria», «mejorar las condiciones de trabajo» y «bregar por una relación armónica entre el capital y el trabajo, propendiendo a la creación de un organismo para la resolución efectiva de los conflictos obreros». Las autoridades de la Cámara son el presidente, los consejeros y el director ejecutivo. El Consejo consta de ocho titulares, ocho alternos, tres titulares de área y el presidente. La Cámara tiene una Asamblea de socios, que se reúne una vez por año para aprobar el balance y periódicamente convoca a elecciones. A su vez la CCU cuenta con un Departamento Económico, un Departamento de Relaciones Laborales y ocho de capacitación. De los socios de la CCU la mayoría son de ingeniería, después vienen los de arquitectura, y más atrás los de vialidad. Las principales constructoras en el país, en tamaño, son las de ingeniería. Asimismo, las grandes empresas de ingeniería de Uruguay, como por ejemplo Saceem, Stiler y Berkes, entre otras, que también hacen obras de arquitectura, tienen más de 1.500 trabajadores ocupados, incluso en una situación como la actual, de «meseta», con 42 mil trabajadores en el sector. Si bien no todas las empresas constructoras son socias de la Cámara, sí lo son las principales compañías, que operan en todos los subsectores de la construcción. No todas las empresas que trabajan en la construcción están en la CCU: las muy pequeñas no lo están, pero son parte de la industria, al
punto que si la CCU acuerda algo con el Sunca, o con el gobierno, ese acuerdo los incluye a ellos.
Presencia significativa A través de la documentación de la propia Cámara se advierte que ha tenido una presencia razonablemente fuerte a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, acrecentándose en las últimas décadas. «Más allá de que tengamos mayor o menor diálogo con el gobierno de turno, la Cámara es razonablemente tomada en cuenta en las apreciaciones que hace. Leyendo documentos históricos, advierto, por ejemplo, que en 1940, el Directorio del Banco de la República convocaba a tres dirigentes de la Cámara para discutir las tasas de interés», señala Ignacio Otegui, que fue presidente de la CCU hasta octubre de 2018, en entrevista para esta publicación. «La CCU participó activamente en la primera mitad del siglo XX con la creación de un montón de obras importantes, donde participaron empresas asociadas a la Cámara; después vino la etapa en que el país y la economía se empezaron a achicar, reduciéndose también la construcción, aproximadamente entre los años 1955 y 1985, período en que la actividad de la Cámara fue más restringida». Ignacio Otegui asumió su primera presidencia de la Cámara en 1992, cuando la CCU tenía fragilidades por tres razones: tenía pocos socios, había un divorcio muy grande entre las empresas grandes, que eran cinco o seis, y el resto de las empresas, y sufría una lógica de desgaste fuerte con la autoridad pública. El rol de Ignacio Otegui fue justamente limar las asperezas entre las grandes empresas y las otras de la Cámara, buscando los puntos en común. «Si tengo que reconocer a alguien que trabajó para que yo asumiera la presidencia de la Cámara, fueron las empresas medianas y chicas que son las que me lo propusieron», señala el expresidente.
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PRESIDENTES DE LA CCU 1919 - 1921
ING. JUAN JOSÉ DE ARTEAGA
1921 - 1923
ING. SALVADOR FERRER ZUBIETA
1923 - 1925
ING. CAYETANO CARCAVALLO
1925 - 1927
ING. JOSÉ FOGLIA
1927 - 1929
ÓSCAR JULIO MAGGIOLO
1929
ING. RAÚL COSTEMALLE
1929 - 1930
ING. ENRIQUE AMBROSOLI BONOMI
1930 - 1931
ARQ. GONZALO VÁZQUEZ BARRIERE
1931 - 1933
ING. CAYETANO CARCAVALLO
1933 - 1935
ING. ENRIQUE AMBROSOLI BONOMI
1935 - 1937
ING. CAYETANO CARCAVALLO
1937 - 1939
ING. JULIO PAGANI
1939 - 1943
ING. LUIS ALBERTO CAT
1943 - 1945
ING. JOSÉ FOGLIA MÉNDEZ
1945 - 1947
ING. LUIS GIANNATTASIO
1947 - 1953
ARQ. ENRIQUE STEWART VARGAS
1957 - 1961
ING. ISIDORO VEJO RODRÍGUEZ
1961 - 1963
ING. ALBERTO CANABAL FALCONE
1963 - 1964
ING. JUAN JOSÉ LÓPEZ IBARBURU
1964 - 1973
ARQ. HOMERO PÉREZ NOBLE
1973 - 1979
WASHINGTON CARCAVALLO
1979 - 1981
ING. GERMÁN VILLAR
1982 - 1984
ARQ. ROBERTO FALCO
1984 - 1989
ARQ. NÉSTOR USERA
1989 - 1992
FRANCO PALENGA
1992 - 2001
IGNACIO OTEGUI
2001 - 2005
ING. EDUARDO APUD
2006 -
IGNACIO OTEGUI
«Cuando asumí en 1992 encontré que había un montón de empresas que no estaban en la Cámara, que habían sido socias pero se habían alejado –relata–. Por ejemplo de las empresas que jugaban en toda la cancha, en ese momento estaban Stiler, Palenga, Saceem, Techint y se terminó. Pero había diez, 12 empresas más que eran muy importantes y que no estaban. Me llevó un tiempo convencerlos de que valía la pena volver a asociarse y lo son hasta el día de hoy». Otegui ganó cuatro elecciones, durante cuatro períodos. «Cuando asumí la primera vez, en 1992, la Cámara tenía problemas económicos. El primer tesorero en la directiva conmigo fue Mario Errecart, que ayudó mucho, organizó la Cámara y fue tesorero en toda la presidencia en mis dos primeros períodos, del 92 al 2001. Después asumió como presidente Eduardo Apud, que era mi vicepresidente, hasta el 2005 cuando vuelvo a la presidencia de la Cámara. En esa oportunidad se designa a Jorge Brizzio como tesorero. En la actualidad el tesorero es Marcos Taranto». La Cámara vivió momentos difíciles. «Cuando yo asumo la primera presidencia, recuerdo que Mario Errecart me llama y me pregunta si tenía idea de cómo estaba la Cámara económicamente. Yo no tenía la menor idea. ‘Tenemos plata para pagar 15 días de presupuesto’, me dice, pero pronto se solucionó, ordenando la casa, y hasta el día de hoy la Cámara tiene una posición económica solvente. Preveo que por los próximos cuatro, cinco años no debería haber ningún problema en la medida que la industria se mantenga dentro de estos niveles de actividad razonable». La segunda etapa que Otegui asumió la presidencia fue en el 2005 hasta el 2018. «Recuerdo que en 2005 me fueron a ver algunos consejeros para que participara en las elecciones. Eduardo Apud, que era el presidente de la época, se quería ir. Yo dudé porque tenía mi vida encaminada por otro lado, con mi empresa, pero al fin dije que sí por dos años, y acá estoy, hasta octubre de 2018».
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E L ROL DE L A C Á M A R A DE L A C ON S T RU C C I ÓN
A partir de 2008 la Cámara contrata auditorías externas que hacen la revisión de los balances de todos los años. «Es dinero de los socios y es razonable que la Cámara esté bien controlada», indica. A su vez Otegui ha insistido mucho con el objetivo de la internacionalización de las empresas. «Es un tema nuevo y es muy importante. Entre otras cosas porque les da a las empresas la potencia de poder trabajar en los nuevos mecanismos de contratación que están viniendo, como las PPP, y actuar en el exterior es la ‘prueba del 9’ sobre la eficiencia de las empresas. La empresa que trabaja en Uruguay, pero que también trabaja en Argentina, Brasil, Paraguay, Perú, Bolivia, Estados Unidos o Argelia es porque hace las cosas bien. Es una empresa que traslada gente de acá, que arma una empresa allá, que gana una licitación asociada con alguna empresa local y después ejecuta la obra y las ejecuta bien. Y eso le agrega valor a la industria como tal». Otegui ha intentado dotar a la Cámara en el último año y medio de una estructura interna fuerte, sólida, independiente, con capacidad de gestión, que siga programas acordados con el Consejo y que tenga presencia mediática con los gobiernos y fuerte presencia con los sindicatos. «Ese relacionamiento, en el acuerdo o la discrepancia creo que se ha logrado. Es un proceso que ha llevado tres años, y en el último año y medio he tratado de que ese proceso continuara». Si se observa la historia de la Cámara, Homero Pérez Noble estuvo diez años como presidente e Ignacio Otegui 23. Es decir que de los 100 años de la Cámara estos dos presidentes estuvieron más de 30 años conduciendo a la institución. «La idea es que hacia adelante haya una rotación más equilibrada de los presidentes porque le hace bien a la industria y le va a hacer bien a la Cámara. Entiendo que la Cámara debe incorporar cuadros jóvenes, ya tiene un Consejo joven», señala Otegui. «La Cámara tiene que
tener una espalda fuerte para poder enfrentar un cambio en la conducción que no necesariamente va a ser profundo en los lineamientos, pero sí lo va a ser en la gestión interna y en el relacionamiento de la gente». Alberto Taranto apunta en la misma dirección: «Estuve demasiados años en el Consejo y eso no es bueno porque no hay rotación. Salí del Consejo y se armó un nuevo Consejo con gente más joven que era lo razonable. Creo que además de rotar hay que involucrar a más gente como hace la Cámara de Comercio, la Asociación Rural, porque es la manera de formar dirigentes. Nuestra gremial es la más antigua de América. Y si se observa la lista de presidentes que tuvimos se advierte el elevado nivel».
Testimonios El arquitecto Sahid Manzur recuerda cómo conoció a la Cámara de la Construcción. «Después de trabajar en cooperativas, por el año 1974, empecé a trabajar en una empresa constructora, Marchesoni, mi primer empleo, donde permanecí 10 años. Ahí empecé a ir a la Cámara de la Construcción a hacer gestiones de contratista, a buscar los boletines donde se publicaban las licitaciones, cuando la Cámara estaba ubicada en el Palacio Salvo. En ese local permaneció hasta que compramos la casa donde funciona actualmente, en Martínez Trueba, época en que yo integraba el Consejo como secretario». La Cámara tuvo dos sedes propias, la primera en el Palacio Salvo y la segunda en la localización actual, en la calle Martínez Trueba. Para Manzur, «el desarrollo de la Cámara como institución que abarca a todos fue a partir de Ignacio Otegui, que siempre ha tratado de mantener un equilibrio entre las grandes empresas y las empresas medianas y chicas. Coincidiendo con el auge que tuvo la industria de la construcción en los inicios de este siglo se ordenó financieramente la Cámara.1
1 «El ordenamiento financiero implicó que todas las empresas aportaran a la Cámara, lo cual permitió un mejor servicio por parte de la misma. Se compró la nueva sede de la calle Martínez Trueba. Esta propiedad perteneció a un arquitecto que la tenía en un muy buen estado de conservación. Cuando se iniciaron las gestiones para la compra, el arquitecto Cecilio Amarillo y yo nos entrevistamos con el propietario, y este accedió a venderla porque era para instalar la sede de la Cámara de la Construcción y nosotros a su vez nos comprometimos a mantener el carácter del edificio», apunta Manzur.
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Manzur subraya que uno de los papeles fundamentales de la Cámara fue el uso de paramétricas, que solucionó la crisis que afectó a la industria cuando surgió la inflación, que liquidó a tantas empresas. «No es casual que la sala de Consejo de la Cámara se llame Arquitecto Homero Pérez Noble, porque fue él quien propuso las paramétricas para acompasar la inflación. La
Cámara editaba un boletín en el que estaban los precios de los materiales con la variación mensual. Se logró que los organismos que contrataban emitieran el ajuste paramétrico, que se componía de tres elementos: el salario medio del medio oficial albañil, una canasta de materiales y se agrupaban los presupuestos por rubro y cada rubro tenía un tipo de ajuste distinto. Eso lo hacia
ORGANIZACIONES VINCULADAS A LA CCU
FEDERACIÓN INTERAMERICANA
CENTRO DE ESTUDIOS
LIGA DE LA CONSTRUCCIÓN
DE LA INDUSTRIA DE LA
ECONÓMICOS DE LA INDUSTRIA
DEL URUGUAY
CONSTRUCCIÓN
DE LA CONSTRUCCIÓN – CEEIC La Liga de la Construcción del Uruguay es una
La CCU es socia fundadora de la FIIC, Fede-
El Ceeic es una organización privada sin fines
Asociación de carácter patronal y gremial,
ración Interamericana de la Industria de la
de lucro, que tiene como objetivo generar co-
constituida con Personería Jurídica el 2 de se-
Construcción, la organización internacional de
nocimiento para el desarrollo de la industria
tiembre de 1919.
carácter privado sin fines de lucro integrada
de la construcción.
Agrupa en todo el país a empresas que
por cámaras nacionales, federaciones nacio-
Para ello, el primer pilar en el que se
desarrollan actividades industriales o comer-
nales y empresarios de la industria de la cons-
apoya el Centro es el ordenar y sistematizar
ciales relacionadas con la industria de la cons-
trucción de 18 países de América Latina.
la información disponible referida a todas las
trucción en todas sus ramas.
Es una organización de tercer nivel, con-
actividades económicas desarrolladas dentro
siderando a las empresas como el primero, y a
de la industria de la construcción. El segundo
sus cámaras o asociaciones como el segundo.
pilar del Centro es la generación de nuevas
La FIIC actúa a través de sus miembros
estadísticas a través del procesamiento de
Los orígenes del Sindicato Único Nacional de
en los países respectivos, y son estos los que
estos datos y la realización de encuestas a
la Construcción y Anexos (Sunca) se remon-
dan vigor a las acciones y a los acuerdos que
empresarios, trabajadores y otros actores del
tan a las primeras agrupaciones de albañiles
se adoptan por mayoría de los órganos de au-
sector. Por último, el tercer pilar del Centro es
del siglo XIX, que luchaban por las condiciones
toridad.
la generación de documentos de trabajo, que
y dignificación del trabajo en la industria de la
examinen con rigor técnico y método acadé-
construcción. Esto pasó luego a las sucesivas
mico diversas áreas y temáticas del sector.
organizaciones sindicales del siglo XX, hasta
Fue fundada el 6 de noviembre de 1960, en la ciudad de México, durante la celebración del Segundo Congreso Interamericano de la
El Centro busca generar constantemente
Industria de la Construcción, convocado para
información que refleje en forma fiel la rea-
este propósito.
lidad de toda la industria y sus perspectivas, transformándose así en una referencia permanente para las empresas del sector de la construcción, sus trabajadores, las autoridades nacionales y departamentales y la comunidad en general.
SUNCA
que el 11 de mayo de 1958 se creó el Sunca, que nuclea a los trabajadores del sector.
E L ROL DE L A C Á M A R A DE L A C ON S T RU C C I ÓN
la Cámara. Las paramétricas se crearon en 1966, y antes de ellas la obra se hacía por precio fijo. Con los años se empezó a hacer el boletín en común acuerdo con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas. Ahora lo hace el Instituto Nacional de Estadística, pero el inicio y la idea corresponden a Pérez Noble. Lo recuerdo como un veterano que andaba en moto, era excéntrico, muy creativo».
La Cámara y la industria La CCU es la institución que agrupa a los que brindan servicios de construcción, incluyendo empresas de ingeniería, arquitectura y vialidad. La Appcu, la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay, que son empresas promotoras, solo nuclea a empresas que
COORDINADORA DE LA
ASOCIACIÓN DE PROMOTORES
INDUSTRIA DE LA CONSTRUCCIÓN
PRIVADOS DE LA CONSTRUCCIÓN
DEL ESTE – CICE
DEL URUGUAY – APPCU
La Tisus, quam issu es sil venatud eperio ut
La CICE se fundó en Maldonado, en 2009. Na-
La Asociación de Promotores Privados de la
in temens consimi liconsua ressend ellerit
ció por la necesidad de dar respuestas parti-
Construcción del Uruguay (Appcu) nació en
verum iae, sperica ressina tusquit, C. Serit iaet
culares y específicas al desarrollo de la Indus-
setiembre de 1990, impulsada por algunas
tria de la Construcción, en un momento de un
empresas constructoras y arquitectos pro-
gran empuje y crecimiento de la misma, en
motores que consideraron que era necesario
CON ESPACIO quam temus vigil vivis perem, nos ma, man-
una zona claramente diferenciada del resto de
asociarse para encarar en forma mancomu-
dam iam. Ox senteatat det efer pro consum
nuestro país, el departamento de Maldonado.
nada la adopción de soluciones para una pro-
austi ia et vider auc tam iamqua reciae, pori
blemática que en muchos casos es común.
pubit; non spes interentem pratert andernium
Está formada por un grupo de empresas
FALTA AGREGAR ORGANIZACIÓN
L. Simmovid nocae mo intiamplium non vid
1000 norescenis, quam tatiliemque ignatum sena,
CARACTERES in diem iamquam intrenium id publica tilius,
constructoras, subcontratistas y proveedores
Más de 280 empresas conforman el
more estatum ignonequam re ac renatim mis.
y suministradores de artículos de la construc-
padrón de asociados. La Appcu es una ins-
Martiu ser la nem teritescie publiciendin vo-
ción, y busca herramientas que fomenten la
titución sin fines de lucro, integrada por de-
cupicior habuntremur. Marte ia vir qua nostili-
industria y sirvan a su vez para generar las
sarrolladores inmobiliarios, en cualquiera de
cae facrectam tatiortem num nihicat, que pra
bases para un desarrollo sustentable y per-
sus áreas, como así también por profesionales
idicastioca reor patabem quem horsuam huit;
manente de la misma en el departamento de
universitarios, instituciones públicas y priva-
iam ta, egerum, ves! Satilica vidicia mquidit
Maldonado.
das y empresas vinculadas al sector.
vivitur aut cernihili, serusa avender ferferiam. Ac tanumus, sim dem auderaeque movem ad Catra? Ines estandeneris ducentis cae ilis, Catiam nos fac omniciam teror adem peristemus. Obsedius et vehebat ursus, nihici pat, nos se cut Catiam in tem dere trum, nons et L. Tem
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construyen viviendas. «Las otras obras que no son viviendas, como hospitales, escuelas, liceos, rutas, puentes, los parques eólicos, cementerios, todo lo demás lo hacen empresas de la CCU, que también hacen viviendas, que es el 17% de lo que se construye», afirma Ignacio Otegui. Inclusive los intereses de Appcu son diferentes a los intereses de la Cámara. La Cámara tiene como interés fundamental la industria de la construcción. Puede negociar con el Sunca (Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos) y es la única que puede negociar con el sindicato en términos efectivamente de equilibrio, porque los socios son constructores, los aumentos de salarios que se acuerdan con los trabajadores los trasladan al cliente. «Cuando hay discusión por el salario es porque la Cámara quiere preservar la capacidad de que la gente construya. No porque ganes más o menos», afirma Sahid Manzur. «No somos financiadores de obras, somos constructores de obras».
«Se detiene todo» Mario Errecart cuenta que estuvo en el Consejo de la Cámara desde 1991 hasta 2004. «Los que trabajábamos con el Banco Hipotecario del Uruguay tuvimos varias crisis, como cuando nos decían ‘se detiene todo’, o nos decían ‘reduzcan al 30% lo que están haciendo’, cosa que pasó en 1982. Una fuerte reducción fue cuando Ramón Díaz asumió la presidencia del Banco Central en el 90 y le cortó los fondos al BHU y a las empresas les dijeron ‘no pagamos más de tanto por mes’. La Cámara de la Construcción era la que negociaba. El presidente era Ignacio Otegui. Negociábamos con el Banco Hipotecario y hablábamos con los políticos para que influyeran sobre la dirección económica, para que ‘aflojaran la mano’, por el tema grave de la desocupación que se produce cuando se para la construcción».
Errecart recuerda que «con el Ministerio de Vivienda y el BHU tuvimos serios problemas en la crisis del 2002, cuando querían detener todo, seguían solo las obras que se estaban por terminar, porque no se puede parar una obra. Y de vuelta las soluciones se buscaban por intermedio de la Cámara». Alberto Taranto, cofundador de Stiler, subraya que un punto de inflexión de la Cámara fue cuando Homero Pérez Noble, «que para mí fue uno de los mejores presidentes que ha tenido la Cámara de la Construcción, impulsó para que saliera la Ley de Viviendas, la 13.728, que fue cuando resurgió el Banco Hipotecario. Él fue quien advirtió que había que empezar con los consorcios de empresas porque se venían las obras grandes en las cuales las empresas nacionales no iban a poder trabajar. Era un hombre con una visión 10 años más adelantada que todos los demás». Taranto subraya que Pérez Noble «era un creador impresionante, también cuando logró que se aprobara la Ley 13.893. ¿Qué es esa ley? Cuando se hace una obra se pagan jornales y además están las leyes sociales que son montos muy elevados. Se logró que las leyes sociales las pagara directamente el comitente, o sea el dueño de la obra, el desarrollador, ya sea público o privado, y no el constructor. De esa forma defendió mucho a las empresas chicas porque si tenías que pagar las leyes sociales, también tenías que tener una espalda enorme porque a veces pasabas seis meses sin cobrar. Bancar la obra, más los operarios, más las leyes sociales que era otro tanto, le permitió a muchas empresas chicas acceder a obras que de otra manera no podían hacer. No fue un presidente que privilegió a los grandes. Fue un hombre de mucha visión». Taranto confiesa que se retira de la industria con varias satisfacciones, como haber influido para lograr, junto con el Consejo de la Cámara, como colectivo, que se aprobaran «dos cosas que me gustaron. Una fue cambiar la licencia.
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Antes la teníamos la semana de Carnaval y la semana de Turismo. Estuvimos tres años discutiendo en la Cámara. Sugeríamos que fuera del 23 de diciembre al 10 de enero. La pusimos como prueba y hasta ahora sigue así. Todos los años tenemos que firmar un convenio al respecto. Nos sirve a las empresas y a los operarios porque antes perdían días de diciembre y los jornales correspondientes, porque lo normal es que disfrutaran con sus familias las fiestas de fin de año. Otro es que la Cámara consiguió la reducción de la bolsa de cemento de Pórtland a 25 kilos. Cuando estábamos en las obras de Botnia, había líos y en algunos de ellos me tocó ir a hablar con Eduardo Bonomi, ministro de Trabajo de la época. Me habló del tema de la salud de los trabajadores y yo le dije que hacía ocho años que la Cámara, de acuerdo con el Sunca, estaba presentando varias notas para que la bolsa de cemento de Pórtland dejara de ser de 50 kilos. De ese esfuerzo conjunto salió el decreto que prohíbe las bolsas de 50 kilos».
Incidir en la realidad Para Roberto Falco, que fue presidente de la CCU de 1982 a 1984, «la Cámara me daba la oportunidad de hablar con las autoridades a efectos de incidir en apoyo de la construcción».2 Para Falco la importancia que tiene la Cámara de la Construcción es haber regulado, es haber intervenido, es haber reunido a los constructores para intercambiar ideas, con sus errores y aciertos. «Una de las cosas importantes es que la Cámara te permite reunirte con las autoridades. Así fue que logré, siendo presidente de la CCU, cuando el coronel José María Siqueira era intendente de Maldonado, en la época de la dictadura, que no se pudiese construir edificios de viviendas en la península, en Punta del Este». Para Taranto, «por la cantidad de gente que ocupa el sector de la construcción, por la influencia en el PBI, a pesar de todos los logros, la
Cámara debería tener más peso en las decisiones gubernamentales del que tiene».
Los fondos sociales El Fondo de Capacitación de la construcción, Focap, se inició en 2009, por acuerdo bipartito, con el objetivo de desarrollar programas de transferencia de conocimientos, de actualización tecnológica y de habilidades, que sirvan para facilitar salidas laborales o generar nuevos empleos en la industria de la construcción. Se financia con el aporte de trabajadores y empresarios de la industria de la construcción. La experiencia piloto fue el Instituto de Enseñanza de la Construcción (IEC), que capacitó en la rama de la albañilería y luego se amplió a la carpintería y herrería. «Poco después de asumir la presidencia en 1992, en mayo de 1993 empieza una huelga en la construcción que dura 83 días. Cuando estábamos llegando a la redacción final de un eventual convenio, le planteo a quien era en ese momento presidente del Sunca, Lirio Rodríguez, y al secretario general, Jorge Mesa, que lo que había visto y sufrido eran los daños, y los daños fueron para todos, para los trabajadores que perdieron 83 días de jornales y no había forma de arreglar, daño para los clientes que tuvieron las obras paradas y daño para las empresas. Se me ocurrió que teníamos que hacer algo que nos uniera, no que nos separara, y se me ocurrió que los Fondos Sociales podían ser un mecanismo para reunirnos por otros temas que nos obligaran a sentarnos a discutir y a acordar por encima de los salarios. Se los planteo y doy un borrador de redacción. Lo corrigen y ellos lo plantean. Reconozco que durante los primeros meses nadie quería hablar de los Fondos, porque el tema era evaluar los daños», señala Otegui. La adversidad de la larga huelga dejó de manifiesto que aquel era un problema que solo lo podía resolver la industria, en su conjunto,
2 «En agosto de 1976, con la Cámara de la Construcción pudimos hacer un cambio cuando el doctor Ernesto Llobet era el ministro de Vivienda y Promoción Social, en relación a las mayorías especiales. Antes en un edificio no se podía cambiar nada si uno se oponía, de acuerdo a la Ley 10.951. Con la Ley 14.560 se cambió el sistema y se llegó a mayorías especiales, o sea para hacer obras se necesita tener el 75% del valor catastral. Eso lo logró el ministro Llobet pero en conversaciones con la Cámara. El tema de la Cámara es buscar soluciones a los problemas y darles apoyo para que los juristas, como Llobet, puedan armar las cosas porque no son constructores», cuenta Roberto Falco.
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SALA DE DIRECTORIO DE LA CÁMARA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL URUGUAY.
ZAGUÁN DE LA CÁMARA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL URUGUAY.
porque el gobierno no iba a encontrar la salida. «Hablé con el ministro de Economía de la época y advertí que tenía la lógica de alguien que está manejando una cosa distinta a la que yo le llevaba y una lógica distinta de lo que teníamos que manejar en la industria. Él manejaba la economía del país. Ahí me hizo clic. Tengo un lío en el cual estoy solo para arreglarlo».
año de 2018 estoy intentando ampliar la base de información para la prensa, o sea que además de llamarme a mí, que soy el presidente, comience a obtener información que surge de la propia estructura de la Cámara», expresa Ignacio Otegui. «Lo que se ha generado es un marco razonable de informaciones que están acordadas con el presidente pero no las brinda el presidente, las expresa la estructura de la Cámara por intermedio de otros canales, que es una forma de aliviar el trabajo al próximo presidente. Y esa lógica se está probando y creo que va a dar resultados más allá de que en muchas ocasiones es el presidente el que tiene que dar la cara». ¶
Palabra de peso Otro elemento fundamental para la CCU es lograr que su voz tenga peso, de acuerdo a la importancia del sector que representa. «En este
I N I C IO S
EL DESAFÍO DE LA PRODUCTIVIDAD
12 PRESENCIA SIGNIFICATIVA TESTIMONIOS LA CÁMARA Y LA INDUSTRIA «SE DETIENE TODO» INCIDIR EN LA REALIDAD LOS FONDOS SOCIALES PALABRA DE PESO
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EL DESAFÍO DE LA PRODUCTIVIDAD
El Ceeic realizó un estudio sobre la productividad en la construcción que concluye que en las obras de arquitectura ha bajado 20% por trabajador durante el período 1995- 2016. Al mismo tiempo advierte que las obras de arquitectura recientes son menos productivas que aquellas terminadas a fines de los años 90 y principios de los 2010. Específicamente, construir un metro cuadrado hoy requiere de 1,2 jornales más que hace 20 años. Este descenso de la productividad ocurre a pesar de la incorporación de capital en el sector: en los últimos 10 años se invirtieron U$S 1.400 millones en equipamiento y tecnología. A su vez el estudio cuantificó el impacto que tienen los cambios tecnológicos en la productividad, específicamente la incorporación del hormigón premezclado, los sistemas de encofrado racionalizados y los muros interiores secos, los que deberían haber derivado en un ahorro de más de 12% en el total de jornales necesarios para construir una torre económica. Sin embargo, pese a estos cambios tecnológicos, la productividad de la mano de obra cayó, lo que determina que se generó una brecha en la productividad de la construcción de viviendas que se aproxima al 30%. Este incremento en jornales se traduce directamente en un aumento en los costos enfrentados por las empresas, por lo que construir una vivienda nueva hoy tiene un sobrecosto de 7,5% respecto a las obras de vivienda de fines de la década de los 90. El estudio no analiza las causas, mientras los empresarios del sector buscan explicaciones y formas de solucionarlo. Un déficit en las relaciones laborales, la pérdida de la cultura del trabajo, una sobreprotección sindical a los malos trabajadores, una sobredemanda, son algunas de las hipótesis manejadas. Como soluciones, se plantea el pago por producción o establecer nuevos parámetros donde haya conciencia de la importancia de la empresa, para defender tanto al sector como a los trabajadores.
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La industria de la construcción tiene una importancia gravitante sobre el empleo. En 2014 había 117.000 trabajadores para los que la construcción era su actividad principal, lo que fue un incremento importante frente a los 80.000 que se desempañaban en 1998. En 2017 había 45.600 personas en obras y 48.000 fuera de obras, o sea, un nivel relativamente bajo frente al de los años inmediatamente anteriores. A la vez la construcción está enfrentando un verdadero cuello de botella: la productividad. El Centro de Estudios Económicos de la Industria de la Construcción, Ceeic, señala que en los últimos 10 años se han invertido U$S 1.400 millones en equipamiento y tecnología, pero la productividad por trabajador en obras de arquitectura ha bajado un 20%. Así como la actividad agropecuaria en general muestra en el presente una respuesta positiva a la inversión de los últimos años, la industria de la construcción está rezagada en cuanto a la productividad. «Nosotros lo que hicimos en ese trabajo del Ceeic son dos cosas, primero una mirada general global», afirma Gabriel Oddone. «Hay unos indicadores que te permiten calcular lo que se conoce como ‘productividad aparente’. Es lo que relaciona el volumen físico producido versus una unidad física de esfuerzo. La primera parte del informe está hecha tomando el Producto Bruto de la construcción, midiendo lo que produce el sector construcción a precios constantes, dividido por las horas trabajadas y el personal ocupado. Cuando a lo largo de un período largo de tiempo se muestra la evolución del Producto Bruto respecto de las horas se obtiene un cociente que te indica la productividad. O sea, cuántas horas se necesitan para generar una unidad de valor agregado, cuánto personal ocupado se requiere. Eso se muestra en la primera parte del trabajo, que la productividad cae a lo largo del tiempo, sobre todo cae en la segunda mitad de los años 90 y cae ahora más recientemente».
El director del Ceeic explica que esa es una primera apreciación que reafirma la idea que los empresarios tienen, que hoy, en su percepción intuitiva, para levantar un muro se necesitan más jornales que antes. Lo otro que hace el trabajo es una encuesta entre un grupo de empresas que construyen viviendas. A partir de los registros se relacionan metros cuadrados construidos y metros cuadrados empleados, y se toma una muestra a lo largo del tiempo para ese tipo de obras, para ese grupo de empresas, de cómo evoluciona. «Y efectivamente volvemos a encontrar cuando vas al dato micro de la empresa, que aquella idea de la ‘productividad aparente’ se reafirma, hoy se requieren más jornales de los que se requerían». El informe no da el paso siguiente de explicar por qué ocurre, hace especulaciones pero no responde a la pregunta. «Una primera hipótesis es que estamos ante un fenómeno de ‘desidia laboral’ o de trabajadores menos proclives al trabajo o que las condiciones de rigidez laboral que han introducido los sindicatos han afectado la producción. Lo siguiente que podría estar ocurriendo es que las empresas constructoras no han introducido innovación, las contribuciones tecnológicas necesarias como para poder hacer que la hora de trabajo rinda más o menos lo mismo». No obstante, según dicho trabajo, esta última hipótesis no es correcta. «Cuando se mira el índice de incorporación de maquinaria del sector, lo que se ve es que el sector ha incorporado intensamente tecnología. Lo que sí es cierto, y lo hemos discutido con el Sunca, es que ha habido un proceso de incorporación masiva de mano de obra en esta última etapa, mano de obra no especializada, lo cual supuso seguramente algún precio en materia de capacitación. Además este período de crecimiento importante vino después de la crisis, cuando mucha gente se fue de Uruguay, por lo que pueden haberse ido obreros calificados». También se menciona en el trabajo del Ceeic un informe de la consultora global McKinsey & Company, que muestra la evolución de
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productividad en varios países del mundo para distintos sectores de la actividad y en donde la construcción es el sector que peor evoluciona en materia de productividad en los últimos 20, 30 años. Porque probablemente es una industria donde las innovaciones tecnológicas han tenido lugar pero no en la envergadura que han tenido en otras industrias.
El estudio sobre la productividad en la construcción El trabajo del Ceeic, de 2017, analiza la productividad en la industria de la construcción entre 1995 y 2016.1 La productividad es la relación entre los recursos utilizados en el proceso productivo y la producción obtenida. Se considera que los dos principales insumos son el trabajo y el capital: infraestructura, maquinaria, computadoras, TI, entre otros. En el caso de la construcción de viviendas, el indicador de productividad es el ratio entre jornales de mano de obra y metros cuadrados construidos. El trabajo analizó todas las empresas constructoras que tuvieran obras activas en el período comprendido entre 1995 y 2016 cuyos trabajos hayan sido finalizados. La información sobre los cierres de obra se obtuvo con la colaboración de la Cámara de la Construcción del Uruguay y la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay. Los datos obtenidos corresponden a 116 obras de vivienda, de las cuales 104 pertenecen a nueve empresas pertenecientes a la CCU y las restantes 12 obras, a cuatro empresas pertenecientes a la Appcu. Para obtener los jornales por metro cuadrado se solicitó a las empresas relevadas que a partir del monto imponible declarado mes a mes calcularan los jornales de medio oficial al-
bañil equivalentes que la obra insumió. De la suma de los jornales dividida entre los metros construidos se obtiene el indicador de productividad: jornales por metro cuadrado. La mayoría de las obras incluidas en la muestra se ubican en Montevideo, 76%, seguido de Maldonado y Canelones, que representaron el 18% y el 9%, respectivamente, del total. Si se consideran las obras según tipología de edificación, de las 116 obras, 80 son torres de varios niveles con ascensor, de las cuales 45 son de calidad económica o media y 35 corresponden a edificaciones de calidad superior. Las restantes 36 obras corresponden a viviendas individuales, aisladas o tiras, dúplex, de no más de tres pisos. De acuerdo al estudio del Ceeic, una de las particularidades de la industria de la construcción es la elevada tasa de informalidad en el empleo: de los 134 mil ocupados en la industria en 2015 según la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas, solo el 58% realizaba aportes a la seguridad social. Asimismo, solo el 60% de los ocupados del sector son asalariados, mientras que el resto son trabajadores por cuenta propia y patrones. De acuerdo a los registros del BPS, solamente 66.000 trabajadores (50% de los ocupados según INE) figuran en 2015 como dependientes cotizantes del Aporte Unificado de la Construcción (Ley 14.411) al Banco de Previsión Social.
Más jornales por metro cuadrado Si se analiza cómo han evolucionado los jornales por metro cuadrado durante las últimas dos décadas se observa una tendencia creciente en el tiempo, con un aumento de los jornales necesarios por metro cuadrado durante el período 1995- 2016. Este incremento sucedió tanto en los jornales propios de la empresa como en los jorna-
1 El trabajo La productividad en la industria de la construcción fue realizado en 2017 por Alfonso Capurro, Sofía Harguindeguy, Gabriel Oddone y Santiago Rego.
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OBREROS EN PLANTA DE MONTES DEL PLATA, CONCHILLAS, COLONIA.
les de subcontratos. Sin embargo, los jornales de la empresa aumentaron en mayor medida que los jornales de subcontratos, en 21% y 11% respectivamente. Se concluye entonces que la menor productividad es generalizada, aunque con distintas intensidades según la tipología de construcción analizada. El estudio establece que la productividad de la mano de obra en la construcción de viviendas cayó en torno al 20% en los últimos años. Adicionalmente se advierte que las obras recientes son menos productivas que aquellas finalizadas a fines de los años 90 y principios de los 2010. Específicamente, construir un metro cuadrado hoy requiere de 1,2 jornales más que hace 20 años. Este descenso de la productividad ocurre a pesar de que la incorporación de capital en el sector ha sido, al menos, tan intensa como en la economía en su conjunto. La primera incógnita que despeja el estudio del Ceeic es si esta caída de la productividad
es un fenómeno generalizado en la economía uruguaya o si por el contrario es un fenómeno sectorial y específico. El trabajo establece que la caída de la productividad durante la crisis de 2002 fue un fenómeno generalizado (salvo el sector de Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones). Sin embargo, salvo en la construcción, la productividad de la economía uruguaya creció sostenidamente a partir de 2005, superando los niveles previos a la crisis. A modo de ejemplo, la productividad de la economía uruguaya en el bienio 2014-15 fue 45% superior a la registrada en 1995-96, mientras que en la construcción el indicador es 10% inferior.
Inversión del sector El trabajo del Ceeic se pregunta, entonces, por qué cayó la productividad del sector respecto a la década del 90 mientras que para el resto de la
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economía los indicadores de productividad de la mano de obra muestran una mejora significativa en los últimos 20 años. Una primera hipótesis podría ser que la inversión en capital del sector ha sido insuficiente, lo que habría afectado el rendimiento de la mano de obra. No obstante esto no fue lo que ocurrió. Uruguay alcanzó los máximos registros de inversión en varias décadas: el ratio entre inversión y PIB superó el 22% en 2012, el mayor registro desde 1948. En particular, la inversión en maquinaria y equipos para el total de la economía representó en promedio aproximadamente el 8% del PBI durante el período 2005-2015. Por su parte, el Índice de Importación de Maquinarias y Equipos de la Construcción (IME) elaborado por el Ceeic muestra que la industria de la construcción incrementó de forma significativa su inversión en bienes de capital en la última década, con un intenso dinamismo entre 2003 y 2013, pasando de casi U$S 14 millones en 2003, a más de U$S 205 millones en 2013, antes de descender levemente hacia el final del período acompañando la contracción de la actividad. En otras palabras, las importaciones de maquinaria y equipos se ubicaron en 2013, 200% por encima del «pico» previo registrado en 1998, alcanzando así su máximo histórico del período.
Cambios técnicos en obras de arquitectura Un aspecto determinante de la productividad de la mano de obra en cualquier sector de actividad es la adopción de tecnologías o nuevos procesos. La caída de la productividad en la construcción de viviendas ocurrió a pesar de los cambios tecnológicos ocurridos en los procesos constructivos en los últimos años. Como se ha manifestado a lo largo de este libro, el trabajo del Ceeic establece que en los últimos 15 años se incorporaron tecnologías que mo-
dificaron la función de producción en la construcción de viviendas y habrían derivado en un ahorro significativo de los requerimientos de mano de obra en etapas clave del proceso de trabajo. Se estima que, en el caso de la incorporación del hormigón premezclado, los sistemas de encofrado racionalizados y los muros interiores secos habrían derivado en un ahorro de más de 12% en el total de jornales necesarios para construir una torre económica. Sin embargo, pese a estos cambios tecnológicos, la productividad en el sector cayó. Es decir, como la productividad de la mano de obra cayó 20% en los últimos años en la construcción de viviendas y los cambios tecnológicos introducidos deberían haber generado un incremento de la productividad de al menos 12%, estos últimos dos guarismos determinan que se generó una brecha en la productividad de la construcción de viviendas cercana al 30%.
El efecto de la tecnología en la productividad Como lo establece el estudio del Ceeic, los cambios tecnológicos más relevantes en la construcción de viviendas en la última década han sido los siguientes, como se ha visto a lo largo de este libro: •
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El sistema de encofrado: se incorporaron sistemas de encofrado racionalizado, con elementos metálicos o de madera y chapones, en sustitución de los encofrados tradicionales de madera. El sistema de armadura: se incorporaron armaduras procesadas en taller o con equipos electromecánicos, sustituyéndose los procesos de cortado y doblado manual que se realizaban en el obrador. El hormigonado: se incorporó hormigón preelaborado, en tanto que el transporte y llenado se realiza mediante sistemas de
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bombeo (hormigón bombeado) en sustitución del acarreo manual. La tecnología steel–frame: pasaron a utilizarse estructuras en perfilería de acero galvanizado que sustituyen en muchos casos la construcción de muros tradicionales. Los tabiques drywall: pasaron a utilizarse estos tabiques que sustituyen muros interiores. El incremento del uso de entrepisos prefabricados. Para las actividades de revoques se incrementa el uso de nuevos materiales (yeso, enduido) y se incorporan máquinas de revoque proyectado tanto en interiores como en exteriores. Utilización de grúas de gran porte, medios de elevación y sistemas de izaje para optimizar la gestión y movilización de materiales dentro de la obra.
De acuerdo al trabajo del Ceeic, algunos de estos cambios son disruptivos en el proceso de trabajo y sobre los requerimientos de mano de obra de algunas tareas, como el caso del hormigón premezclado. Otros como el cambio del sistema de encofrados tienen un impacto significativo en el costo de una obra ya que los jornales involucrados en esa tarea tienen una incidencia importante en los jornales totales.
Tres innovaciones y su impacto De las mencionadas, el estudio cuantificó el impacto de tres innovaciones tecnológicas seleccionadas por su relevancia para el proceso de construcción de una vivienda y porque su adopción se ha ido generalizando en la última década: el sistema de hormigonado, el sistema de encofrado y la construcción de muros interiores. El hormigón premezclado y el bombeo sustituyeron la elaboración en la obra por la ela-
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OBRERO TRABAJANDO EN EL MONTAJE DE UN ENCOFRADO PREFABRICADO.
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boración en planta. El proceso de transporte y volcado en los encofrados que se hacía de forma manual con balde y carretilla o tacho con grúa, se sustituyó por sistemas de bombeo. Estas innovaciones resultaron en un ahorro en materiales debido a la reducción de pérdidas en su elaboración y traslado, una reducción de la mano de obra necesaria para la tarea de transporte y volcado y una maximización de la utilización del espacio de obra. De acuerdo a los coeficientes técnicos relevados, la introducción del hormigón premezclado y bombeado derivó en un ahorro de 82% en la mano de obra dedicada al proceso específico y tuvo un impacto de al menos 3% en los jornales totales de la obra. Se entiende que se trata de una tecnología madura y su uso se ha generalizado después del año 2000. En cuanto al sistema de encofrados racionalizados, puntales y elevación, sustituyó al sistema tradicional que se realizaba en su totalidad con estructuras de madera. Siguiendo las tendencias internacionales, se sustituyeron gradualmente los elementos de madera por elementos metálicos, tales como puntales, viguetas o correas, tableros, entre otros. Este cambio no solo implica un ahorro en términos de insumos, ya que estos nuevos elementos permiten reutilizarlos, sino también un ahorro de mano de obra debido a que la preparación, ejecución, montaje, desmontaje, elevación y reacondicionamiento de los encofrados demanda menos tiempo que el sistema tradicional. Al igual que el caso del hormigón, se trata de una tecnología madura y de uso generalizado en obras medianas y grandes, principalmente después de 2005. Según el trabajo del Ceeic, el cambio en el sistema de encofrados tuvo un impacto de 22% en los jornales del proceso de encofrado y debido a su alta incidencia en los jornales totales, habría tenido un impacto de al menos 6,4% del total de jornales de una obra. Los tabiques drywall sustituyen al sistema tradicional que utiliza muros de mampostería para las divisiones internas de una obra. La tec-
nología de estos tabiques, también denominada «obra seca», implica la utilización de tabiques con estructura galvanizada y placas cuyos materiales y espesor varían en función de su utilización para muros divisorios de ambientes, de unidades o de espacios comunes. Se analizó el requerimiento de mano de obra para el levantamiento de muros, revoque grueso y revoque fino, por lo que se concluyó que la utilización de tabiques drywall deriva en un ahorro de la mano de obra directa de 38%. Se estima que esta tecnología tiene un impacto de al menos 2,9% en la productividad total de una obra. El estudio cuantificó la cantidad de jornales necesarios para completar la tarea en el momento previo a la introducción de cada una de las tres tecnologías. Se cuantificó el impacto para una obra tipo (ficticia): un edificio de viviendas de 20.000 m2 de torre en varios niveles, con ascensor, económica o mediana. Posteriormente se analizó el cambio en los requerimientos de mano de obra producto del cambio tecnológico para cada uno de los tres procesos y se cuantificó su incidencia en los jornales totales de la obra. La información se obtuvo mediante un relevamiento en empresas del sector, que aportaron información histórica de jornales totales desagregada por procesos, estimación de coeficientes técnicos de jornales/m2 para distintas tecnologías de producción dentro de un mismo proceso. El análisis concluyó que la productividad de la mano de obra en la construcción de viviendas debería haber aumentado 12,2% como resultado de la incorporación de estas innovaciones en los tres procesos productivos analizados. En otras palabras, construir una vivienda que adopte estas innovaciones debería requerir al menos 12,2% menos de jornales que en el pasado reciente. Si la productividad de la mano de obra en la construcción de vivienda nueva cayó 20% en los últimos años, en tanto que los cambios tecnoló-
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RUTA 55 EN OBRA, COLONIA.
gicos introducidos en la construcción de viviendas deberían haber generado un incremento de la productividad de al menos 12%, se produce una brecha en la productividad de la construcción de viviendas cercana al 30%, incremento en jornales que se traduce directamente en un incremento en los costos enfrentados por las empresas. Como lo explica el trabajo del Ceeic, la mano de obra representaba 25% del costo de construcción de vivienda en 1999. Tomando en cuenta la brecha de productividad estimada, construir una vivienda nueva hoy tendría un sobrecosto de 7,5% respecto a las obras de vivienda de fines de la década de los 90, lo que impactaría directamente en los precios de venta de los inmuebles.
Bajando en tobogán Para los empresarios consultados, la productividad es un asunto preocupante. «La productividad es un tema grueso en la construcción porque ha ido bajando en un tobogán permanente. Eso lleva a suplantar el personal con elementos mecánicos –afirma Mario Errecart–. Desde que empecé hace 50 años, la productividad debe estar en la mitad o menos. Pasaban los años, uno que estaba en las obras recogía los rendimientos de la mano de obra y era un proceso casi inexorable, empeoraba cada vez más. Por lo tanto se aumentaban los costos que había que presupuestar. Se debe a varios factores y fue un proceso que empezó hace mucho. Gente que se
2 «Una vez estaba de viaje en Estados Unidos y fui a ver una obra, un gran centro en Miami, 2.000 metros cada piso. El capataz era un cubano y me pongo a hablar con él. Eran las tres y poco de la tarde. Veía que estaban guardando las herramientas. Le pregunté cuál era el horario que hacían y me dijo: ‘Acá se paga por hacer, no por venir’. Es otro encare», relata Alberto Taranto.
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OBRAS EN BODEGA O'33, JOSÉ IGNACIO, MALDONADO.
fue del país, esa gente no volvió, se fueron los mejores oficiales, y después se fue degradando el oficial que tenía el gusto por hacer las cosas. A nivel de capataz todavía se encuentra gente pero a nivel de la masa, cada vez hay menos ganas de trabajar, hay más ausentismo. A lo que se suma la presión sindical». «Hemos progresado en lo tecnológico, en las herramientas, desde el encofrado hasta las grúas, en una serie de equipos mecánicos que facilitan la obra, pero lamentablemente lo que no hemos logrado es mejorar la productividad – apunta Alberto Taranto–. Es un tema pendiente, en el que se hacen los esfuerzos posibles pero no es fácil, porque cuando vienen los consorcios que traemos del exterior, vienen con un número de rendimiento, de productividad que acá no los tenemos. Los que vienen de afuera vienen con un concepto de productividad diferente al nuestro, bastante superior, con producción por hora hombre, lo que produce una cuadrilla por
día. Estoy hablando de los brasileños, de los argentinos, no de los alemanes». Taranto pone el ejemplo de Chile. «Los chilenos tienen una metodología de trabajo más eficaz que la nuestra: ellos trabajan con lo que llaman ‘trato’, o sea con pago referente a lo que se produce, lo que acá llamamos trabajo por producción, pero eso no está bien visto en Uruguay».2 Para Alejandro Ruibal, Uruguay no tiene un buen esquema de relaciones laborales que nos permita mejorar la productividad. «El desafío es claro, cómo hacemos para mejorar la productividad sin cercenar derechos a los operarios. Es el debe de la sociedad uruguaya pero del sector de la construcción en particular. El uruguayo ha tenido una cantidad de conquistas, lo que obviamente es un progreso, pero ¿cómo lograr trabajar con una mayor productividad y que el trabajador se comprometa y comprenda que la empresa es importante para la vida del país y del trabajador,
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porque no hay trabajador sin empresa? El trabajador tiene que concientizarse de que es bueno que la empresa sea saludable y perdure, porque esa es la forma de que pague buenos salarios, en regla, y en forma consistente». Además, agrega Taranto, también tenemos un producto muy caro en Uruguay. «No puede ser que un apartamento de dos dormitorios cueste U$S 100, 120 mil. Eso porque todo es caro. No solo por la escala de país pequeño. Los productos son caros. Tenemos cemento caro, nada es barato. Y además tenemos, aunque se enoje el gobierno, un peso sobrevaluado frente al dólar». Para Lucio Cáceres, hay que reservar la mano de obra para lo que no pueden hacer las máquinas y enseñarle a la gente a manejar las máquinas con eficiencia. «La diferencia entre una motoniveladora que hace las cosas bien y otra que la manejan regular, se mide en litros de combustible por hora adicional, o en tiempo de máquina que se muere con menos trabajo realizado. Negar todo eso llevaría a decir que el hombre tiene que volver al arco y la flecha y salir a cazar». Lucio Cáceres agrega, también, lo que él llama una pérdida de la «arquitectura hecha con cariño». «Empezamos a tener estereotipos, construcciones de viviendas más tipo ‘cajas de zapato’, o ‘ravioleras’, donde los apartamentos son raviolitos. Creo que se ha perdido mucho el amor al diseño. Uno despliega una lámina de esos proyectos del siglo pasado y ve que realmente todos los que estaban interviniendo, el arquitecto, el dibujante, todos tienen afecto. Y después hay afecto en el oficial albañil que hace el angelito o que coloca la cornisa o lo que sea. Junto al afecto había un sentido muy serio de responsabilidad, que el proyecto tiene que salir bien, tiene que ser de alta calidad, una buena construcción, un concepto que estaba muy arraigado. Hoy tenemos Autocad, programas de computación de todo tipo, y no hay tan buenos proyectos. Hay una estadística mundial según la cual el 62% de los problemas que hay
en las obras son originados en el diseño. Porque se olvidaron, porque lo hicieron mal. No están originados en la construcción. Un 30% está originado en la dirección de la obra y lo otro está vinculado a la construcción».
Pagar por producción Como el problema más grave es que el rendimiento baja, señala Sahid Manzur, es necesario pagar por producción. Se paga un salario y a partir de determinado rendimiento se paga más. «Históricamente había tareas que se hacían a destajo, que el operario cobraba por metro cuadrado. Eran especialistas. El revestidor, el azulejista, que requería una manualidad más fina, lo único que hacía era revestir. Lo mismo ocurría con los pisos». Según Martín Carriquiry, en los últimos años no solo comenzó a caer la productividad en Uruguay, sino que también comenzó a distorsionarse la cadena de mando. Para manejar bien una cuadrilla tiene que haber un capataz que sepa manejar la cadena de mando. «Esa caída de la productividad y de la cadena de mando se dio con un agravante, de que hasta el 2015 la actividad había crecido mucho, la demanda de mano de obra era importante, por lo que parecía que la productividad no importaba tanto. Pero eso cambió». Carriquiry enumera los principales problemas. «Lo primero que se veía era una sobreprotección del sindicato absurda. Conozco casos de empresas que han despedido a una persona porque no era idónea durante el período de prueba de 90 días y el sindicato le hace un paro igual. Lo otro que se veía era que la persona sentía que ganaba igual con poco esfuerzo. Se pierde la cultura del trabajo, fenómeno que se ve agravado en los años 2013, 2014, 2015 en que aumentó mucho la demanda, de modo que ingresó mucha gente que no era de la construcción, no tenía oficio ni cultura de trabajo. El
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3 José Ignacio Cujó señala que ellos lo vivieron en la experiencia de la empresa. «Antes tratábamos de no tener muchos familiares trabajando juntos, es decir que el padre no trabajara con el hijo, con el yerno, etcétera, porque si surgía un problema con uno, esto se generalizaba a los otros. Pero desde hace un tiempo nos vimos obligados a cambiar, porque advertimos que por la propia naturaleza humana, es el padre el que le transmitía el oficio a su hijo, a su sobrino, a su yerno y no a otro. El obrero de la construcción es muy solidario en transmitir lo que sabe. Y en la construcción donde más se aprende es mirando. El que le lleva el balde de mezcla al oficial está observando, está aprendiendo».
otro problema que está pasando ahora es que con esa situación de la productividad es muy difícil presupuestar una obra. La construcción es un sector totalmente distinto del industrial, que producen un bien y saben cuánto les costó. En la construcción hay que vender pensando cuánto te va a costar. Hoy, como no se sabe cuál es la productividad, ¿cómo se puede prever la mano de obra que vas a utilizar? Algunas veces las empresas dan precios suicidas para tratar de mantenerse». Para Martín Carriquiry, hoy por hoy, todo lo que sea reducir mano de obra es sumamente productivo, por eso florecen las construcciones prefabricadas. «Eso ha motivado a invertir en tecnología, todo lo que es construcción en seco y eso se debe a la productividad».
«Robar el oficio» La productividad, el rendimiento hora-hombre ha venido disminuyendo en algunos casos en forma preocupante, ratifica José Ignacio Cujó.3 «Creo que todo lo que hemos invertido en las empresas para poder ser más competi-
tivos, no hemos logrado que la mano de obra lo acompañe. Pero esta afirmación hay que matizarla. Porque es verdad que nosotros tuvimos una industria con más de 70 mil operarios, en el pico del ciclo, de los cuales seguramente por lo menos la mitad no era del palo». A ello se suma, para Cujó, que la construcción es una industria de «robar el oficio»: «El peón le va a ‘robar el oficio’ al oficial, y esto, que es algo peculiar de esta industria, se complica cuando se masifica, porque viene gente de otro sector, ya que la construcción paga bien, entonces viene el que trabajaba en el campo, en los servicios, en el comercio. Paga bien pero es un trabajo sacrificado. Creo que también ese boom en el que ingresó tanta gente jugó en contra de la productividad». Para Cujó, el hecho de «robar el oficio», que es una forma de superación, cuando se masifica, deja de ocurrir, por varias razones. «Una es porque al que tiene que ‘robar el oficio’ no le interesa, va a ganar su jornal igual y luego se va del sector. Segundo porque el oficial empieza a ser celoso de su oficio, no era como antes, que compartía el conocimiento, porque ahora son tantos, que se puede quedar sin trabajo». ¶
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SE PREVÉ UNA agenda futura de mucho trabajo, inversión y desafíos en la industria de la construcción. Muchas de las nuevas obras se harán en la modalidad de las PPP, que hasta ahora se desarrollaron con más lentitud de lo planificado. Se estima que en el año del centenario de la CCU el país estará en el pico de la obra pública. Asimismo, para el período 2018-2022 hay buenas perspectivas para el sector de la construcción porque hay un conjunto de factores que irán madurando, no solo las PPP sino las obras públicas que están en la agenda del gobierno, que suelen madurar en los últimos años de gestión. Entre los desafíos que destacan los empresarios, uno preponderante es cómo se ponen de acuerdo todos los actores, desde el sector privado hasta el estatal, pasando por los trabajadores y el Sunca, para mejorar la competitividad y no quedar rezagados ante países de la región. Otros apuntan a pensar en forma innovadora, para imaginar cuál será la «Rambla Sur» de los próximos cien años, porque son esos hitos los que operan como palanca para el crecimiento del país. La CCU por su parte visualiza un desafío clave: es necesario capacitar a la gente para que la industria se convierta en algo mejor de lo que es hoy. Se ha hecho mucho al respecto y se puede hacer más todavía. Esto, a la vez, está vinculado con todos los capítulos de este libro, desde los grandes hitos de la historia, perdurar y crecer, el camino hacia la excelencia, la productividad y la capacidad de destacarnos en el exterior.
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Es relevante el valor dinamizador de la construcción con su incidencia en los más diversos niveles de la sociedad, al punto que si aumenta la industria de la construcción, crece necesariamente la calidad de vida en el país. El ministro Víctor Rossi es enfático al señalar que nunca en la historia del país se invirtió tanto como en el año 2017. «Esto tiene que ver con las empresas, que en el caso de la construcción han crecido, se han calificado, las empresas tradicionales se han convertido en empresas de referencia más allá del territorio nacional». Para el ministro, son empresas que han elevado su nivel, han incorporado equipamientos y tecnología y lo han puesto en marcha con éxito. «Nuestra aspiración es que en 2018 tengan aún más volumen de obra, superando el rezago que tenemos con la aplicación de las Participaciones Público Privadas». El secretario de Estado considera que es un instrumento necesario que hay que mejorar y seguir perfeccionando y que el país lo utilizará durante mucho tiempo. «Recién logramos poner en marcha una PPP, pero tenemos muchas adjudicadas, algunas en proceso y esperamos ponerlas todas en marcha en lo que resta del período de gobierno. Entre otras cosas, eso se verá en la recuperación de rutas y en el mantenimiento de un número importante de kilómetros por 20 años». Rossi señala que llegaremos a celebrar los 100 años de la Cámara, a comienzos de 2019, en un muy buen momento, con el desarrollo de obras de infraestructura y vialidad. «En el año del centenario de la CCU estaremos en el pico de la obra pública. No obstante, la Cámara reúne todo tipo de empresas constructoras, no solo las que realizan trabajos de infraestructura, puertos y vialidad. Más allá de que existen señales positivas, en las otras áreas de la construcción no estamos en el mejor nivel. Y esa construcción es la que genera más puestos de trabajo y la que exige más mano de obra especializada. Es una materia que nos tiene que preocupar a todos».
Sin embargo, enfatiza, «desde el punto de vista de infraestructura vamos a tener obras en el puerto, obras de infraestructura portuaria, la transformación de muelles, si bien es lento está en marcha el Muelle Capurro, obras en la interconexión, obra del viaducto que une el puerto con la ciudad. Está en marcha la continuación y ampliación del Muelle C del puerto de Montevideo, se está trabajando en el puerto de Nueva Palmira, se está trabajando en el puerto de La Paloma, con un trabajo de transformación, habrá trabajo en el puerto de Juan Lacaze». En suma, afirma, «ingresamos en un momento de mucho trabajo y tenemos una buena capacidad de respuesta de parte de las empresas que integran la Cámara».
Competitividad Varios empresarios que aportan un punto de vista en esta publicación subrayan que el gran desafío que tiene la industria de la construcción, no solo los empresarios sino todos los actores, empezando por el Estado, que es el mayor contratante de empresas, así como los trabajadores, unidos en el Sunca o en forma independiente, es construir un país más competitivo. «Hoy en día tenemos en la región a países como Paraguay, que atrae inversiones día a día por sus bajos costos de construcción, bajos impuestos, tenemos una Argentina que está absorbiendo a buena parte de la inversión que anda en la vuelta –expresa José Ignacio Cujó–. Y Brasil, que está quieto, despierta en cualquier momento. Entonces como uruguayos y dentro de esta industria tenemos que tratar de ver cómo le buscamos la vuelta para ser lo más competitivos posible a efectos de que el inversor, que es quien nos interesa que venga, elija a Uruguay. Se trata de un desafío muy grande que nos involucra a todos».
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Nuevos retos Alejandro Ruibal sostiene que hay que pensar qué será lo innovador en la agenda futura. «Cuál será la ‘Rambla Sur’ de los próximos 100 años, la ‘interbalnearia’ del próximo siglo, esos hitos de infraestructura que marcan un antes y un después. Porque esos hitos, como la interbalnearia de doble vía, o el puente en la entrada de Punta Ballena, mueven la economía del país, porque entre otras cosas atraen más turistas, son elementos transformadores». La construcción es muy relevante para el país en diferentes órdenes, afirma el economista Gabriel Oddone, director del Ceeic. «Es muy relevante en el PBI, en el empleo, en la generación de impuestos». Al mismo tiempo, sostiene, la construcción tiene una agenda por delante muy interesante. «Creo que el sector de la construcción está y estará muy desafiado sobre todo por lo que es la infraestructura, porque si bien la inversión pública en los últimos años es muy importante y en valor absoluto es la más importante probablemente en la historia, ocurrió que el crecimiento de la economía fue mucho más proporcional que el crecimiento de la inversión en infraestructura. Esto genera que, por más que se haya invertido, haya un rezago». El Ceeic elaboró una investigación sobre la inversión en vialidad. A pesar de que se reconoce que la inversión fue importante en esta área, Uruguay tiene una necesidad de inversión del 5% del PBI para poder alcanzar los estándares de mantenimiento y de inversión que se requieren para sostener el crecimiento de la economía. El trabajo muestra que a medida que crece la economía, se requiere más inversión en construcción. «Por eso señalo que por delante el sector constructivo, a pesar de que está ahora en una etapa baja como consecuencia de este período que comienza en 2014, que fue una etapa de menor crecimiento del país, tiene por de-
lante un conjunto de desafíos, que abarcan las obras de vialidad que se harán vía PPP, las obras de construcción edilicia en liceos que también se están gestionando por PPP, además del eventual proyecto de UPM que va a generar el tema ferroviario, más el tema vial, más la propia planta constructiva», indica Oddone. Para el director del Ceeic, entre los años 2018 y 2022 hay buenas perspectivas para el sector porque hay un conjunto de factores que irán madurando, en línea con lo que señala Víctor Rossi: «Irán madurando las PPP, irán madurando algunas obras públicas que están en el plan de obras del gobierno, que maduran en todos los gobiernos en la segunda parte de los mismos, con mayor impacto sobre el año electoral. Y además está el mega proyecto de UPM que vertebrará una serie de cosas novedosas para el país». Oddone sostiene que el hecho de que se avecine un período favorable, con bastante presión por obras, permitirá que aparezcan empresas extranjeras que están buscando consorciarse, que están buscando socios locales o están interesadas en proyectos locales. Uruguay tiene buenos empresarios y tiene grandes oportunidades para consorciarse y para hacer negocios en conjunto. «En otros casos las empresas extranjeras competirán, pero acá no puede ocurrir lo que a veces ocurre en otros países, donde no se respetan las leyes sociales. Y cualquier empresa que venga va a precisar obreros uruguayos y apoyos locales». Es un futuro de transformaciones, sostiene Oddone. «Como todas las transformaciones introducen dolores de cambio, pero cuando lo miremos con la perspectiva de los años, será otro salto en el crecimiento del país». «La agenda futura en la industria de la construcción es de mucho trabajo y de mucha inversión», enfatiza el ministro de Transporte y Obras Públicas, Víctor Rossi.
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EXPLANADA DEL PUERTO DE MONTEVIDEO CON TORRE DE TELECOMUNICACIONES DE ANTEL AL FONDO.
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Desafíos clave Para Ignacio Otegui, hay dos desafíos para el futuro en los que hay que enfocarse. El primero es algo que la Cámara ya ha estudiado, pero que hay que profundizar, que es el seguimiento de todos los pliegos públicos que hay en Uruguay. El pliego es lo que establece las condiciones de un llamado a licitación. Y la lógica de los cambios ha hecho que haya menos obras públicas y más obras con dinero público pero realizadas de acuerdo al derecho privado. «Una mezcla rara donde los dineros los pone el Estado, los funcionarios están sujetos a derecho privado, y los contratos son de derecho privado. Es una mezcla compleja que en algunos casos funciona bien, en otros más o menos y en otros mal. Y una de las cosas que la industria tiene que hacer y la Cámara lo tiene que liderar es empezar a ordenar ese tipo de cosas, para que los pliegos y condiciones sean de razonable equidad». Otro tema clave para el futuro es la capacitación. «Si tuviera que poner un desafío por delante, tal vez el mayor que la industria tiene es la capacitación de su gente», pondera Ignacio Ote-
gui. «Tenemos un área específica destinada a la capacitación. Capacitamos en los últimos años más de 1.400 personas vinculadas a las empresas, incluyendo mandos medios, técnicos de las empresas, administrativos, en áreas diversas, desde relaciones laborales, seguridad laboral, salud laboral o los consejos de salarios». A eso se suma la capacitación de operarios del Fondo de Capacitación de la construcción, Focap, ya mencionado, que se financia con el aporte de trabajadores y empresarios de la industria de la construcción. Focap lleva capacitadas cerca de 8.500 personas. En 2018 se capacitaron alrededor de 2.000 personas y la idea es mantener el programa para el futuro. «Si no capacitamos a la gente no hay forma de que la industria se convierta en una cosa mejor de lo que es hoy –opina Ignacio Otegui–. Es un tema central para las empresas, para los trabajadores, para la Cámara y para el Sunca, y está vinculado con todos los capítulos de este libro, desde la historia de la que estamos orgullosos, las claves para perdurar y crecer, el camino hacia la excelencia, hasta la productividad y la capacidad de destacarnos en el exterior». ¶
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CONGESTIONAMIENTO DE MERCADERÍAS EN EL PUERTO DE MONTEVIDEO, 1946.
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PUERTO DE MONTEVIDEO. SEGUNDA Y TERCER ZONA DESDE EL MUELLE 1 AL 10, ZONA MÁNTARAS, 1961.
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VISTA EXTERIOR DEL PABELLÓN DE PASAJEROS DEL PUERTO DE MONTEVIDEO, 1967.
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100 AÑOS DE LA CCU LA HISTORIA DE LA CONSTRUCCIÓN
CONSTRUIR URUGUAY la construcción acompaña la hazaña humana, como pocas actividades. donde el hombre pasa, construye, deja su traza. por su historia y su geografía, montevideo y uruguay nacieron como ciudad y país de encuentro, en los límites americanos de los reinos de españa y portugal, zona de grandes transferencias y conflictos de fronteras. un país y una construcción abierta a las corrientes artísticas que pasan, dejando sus huellas.