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Diario: Fragmentos de intensidad variable. Anahí Mallol
from BOCA DE SAPO N° 31
by BOCA DE SAPO
morti. nada de eso importa. mirado desde la óptica de shakespeare lo que no es tragedia de alto vuelo es una comedia rabiosa: la intensidad del barroco puede ser la otra cara de epicuro. se sabe, donde hay mucho, hay la misma nada. entonces no importa la muerte inscripta en la propia imagen, una literatura central pero por eso mismo medio muerta que sale, como los susurros de valdemar, de un cuerpo que está cerca de su final. lo que de verdad no se soporta, lo que él no puede soportar, es dejar a su hijo solo, en su féretro, allá en el cementerio. cada domingo. un rito que tiene que ver con qué: la memoria, la culpa, o algo más simple, dar compañía al cuerpo que de uno ha nacido? no se lo pregunto. ingenia modos de llegar al cementerio, parar cerca, esperar que venga un cortejo de entierro (un infectado?), colarse por la puerta. el deseo, siempre, de estar cerca de aquellos a los que se ha amado.
información
querés saber lo que pasa más allá de tu casa. mirás diarios, escuchás radio, ves noticieros: lo mismo de siempre. los que están a favor. los que están en contra. hace años que no se puede siquiera vislumbrar el justo medio. al acecho para la crítica feraz, para la alabanza. el sinsentido de la lengua: la política barata. entonces sabés lo que siempre debiste haber sabido: la realidad es este pedazo de pan; esta sonrisa para un hijo, esa llamada a la amiga, a los vecinos, a las personas que sabés que están solas o están sufriendo, para saber si necesitan algo, este sol de otoño que no termina de asomarse, este coordinar desde tu casa algo chiquito. ahí la vida, ahí la política.
el ex
en los primeros días de encierro, un arranque de ternura (o habría soñado algo?), me dieron ganas de llamar a mi ex. lo último que había sabido era que estaba, solo, encerrado en un departamento chiquito en una ciudad que le quedaba grande (esto hace unos años). me lo imaginé de pronto aislado, un poco aburrido, un poco angustiado. quise llamarlo. llamarlo para qué? para decirle acá estoy, todavía me acuerdo de vos? para que me dijera que él también se acordaba? para consolarnos, por habernos, alguna vez, perdido? el lado dr jekyll. dejé pasar un rato. más tarde, imaginé sus respuestas: que esto a él en realidad no lo afecta, porque sigue trabajando en modo virtual (nunca paga un solo impuesto, habla de moral pero trabaja en negro, disfruta los intereses de una cuenta en dólares que le dejó su padre, resultado de una estafa); que encontró un modo de burlar la cuarentena e ir sin peligro a cenar con su exmujer y sus hijos (que tienen más de 18); que lo único que lo afecta es no poder viajar (su pasatiempo favorito, desde que no nos vemos); el relato de alguna relación amorosa actual, real o inventada (relatos con que me ha regalado cada vez que hablamos en los últimos años y para qué? para levantar una barrera a qué? para ver si me pongo celosa? para decir, mirá, no te necesito, nunca te necesité, estoy bien así?); y las dos preguntas, entre estúpidas e insidiosas, en todo caso erradas, de las que no se priva: estás con alguien? estás escribiendo algo? el lado mr. hyde. me puse a leer, un rato cioran, un rato san agustín (agridulce, no amargo). no llamé nada (no hace falta aclararlo).
modos
el que burla la cuarentena y hace alarde, porque las reglas no son para él; la que se queja porque no hay peluquería; el que se aburre; el que te indica cómo asearte cada vez, hasta que preferís contagiarte o no salir; el que justifica su fobia ya existente; el que niega; el que cree en la venganza de la naturaleza; el que la festeja; el que habla de experimentos y guerras químicas a futuro o control de la población; el que critica todo porque está en contra del gobierno; el que se cree que no tenés nada que hacer en tu casa; el que dice que se
lo va a tomar con calma y hace como si nada; el que disfruta la soledad; la que se pone a armar las galeras de tu libro futuro; la que se preocupa por vos y por tus hijos; la que no contesta tu mensaje preocupándote por ella; los que te miran con desconfianza y hacen de tu estornudo un arma, sí o sí, letal; los que reclaman presencia; los que no dan bola; los que salen aunque no quieran; los que no quieren salir aunque puedan; los que miran los noticieros todo el día; los que organizan reuniones virtuales bizarras; los que quieren dar clases por plataformas y aplicaciones; los que no quieren; los que discuten; los que no deciden; los que se hacen los que no pueden pasarse sin sexo; los que le echan la culpa a los demás; las que se quejan porque el encierro las separa de su amor; los que disfrutan; los que leen; los que maratonean; los que quieren correr; los que cocinan; los que engordan; los que organizan concursos; los que sacan fotos; los que escriben; graciela borges leyendo un poema de idea vilariño, en instagram y en vivo. yo, y mis hijos.
titulares
hay doscientas muertes más y suman; once mil infectados más; los abogados independientes piden una compensación; cómo dar clases virtuales en tiempos de pandemia; cómo cubrirte las canas: tres recetas caseras
para hacer frente a las canas durante la cuarentena; trece recetas para cocinar con lo que hay en la heladera; luciana salazar lo había anticipado; juanita viale, quien reemplaza a su abuela, que está en cuarentena, en los míticos almuerzos, se emociona en vivo; una kardashian dice que no aguanta más la cuarentena: extraña el sexo; el ministro de cultura promete un concierto en streaming de lito vitale; la china suárez posa en ropa interior en su casa; jennifer aniston nos abre su guardarropas por la cuarentena; por la cuarentena los canales de venecia lucen cristalinos y hasta se ven aves acuáticas; ya perdieron su empleo 7000 trabajadores, y la cifra sube; los administradores de comedores comunitarios no dan abasto con los pedidos de bolsones de comida; una propuesta diferente: libros de poesía gratis en formato digital; el gobierno de la ciudad paga 3000 pesos por cada barbijo; hoy se ve la punta del himalaya; cómo hacer una torta sin huevos ni harina; diez ejercicios para mantenerte en forma durante la cuarentena; diario de la cuarentena, por los periodistas de página 12; qué hacer para no aburrirte en cuarentena; doce consejos para no deprimirte en cuarentena; cuarentena: cómo afecta a nuestros hijos; abuelos aislados y asustados en cuarentena piden recibir llamados; se incorpora el uso de videollamadas en las cárceles por la suspensión de visitas por la cuarentena; infartante!! las fotos de xypolitakis ¡sólo con barbijo!! la cuarentena también puede ser caliente.
alivio
tenían razón a fin de cuentas, es un alivio vivir así, con lo que hay, comprar sólo lo que necesitamos estos días: frutas, verduras, pan. vestirnos con la ropa de años anteriores y no agregar nada. ni falta que hace. responder a los requerimientos: no puedo, no pude, no voy a poder. y que no te juzguen por eso. concentrarse en vivir cada mañana. alegrase de estar vivos. abrazarse a la noche, repartir con una sonrisa los últimos caramelos, leer juntos un libro con cuentos tradicionales. ponerse un abrigo. destejer un pulóver para tejerlo de nuevo. aprender que la felicidad es esto.
lo común
volver a ser un colectivo, los que antes nos odiábamos? ahora que ya no podemos sonreírnos, pero tampoco insultarnos, yaceremos codo a codo, o apilados, en las morgues, los camiones sanitarios, las fosas comunes? se había dicho, nueva york, crisol de razas. juntos, el blanco, el negro, el amarillo, el latino, el nativo, el hombre, la mujer, el joven, el anciano. se cruzaban por avenidas amplias, magníficas, donde se vendían cosas que casi nadie podía comprar. se chocaban con los codos, se basculaban, ni se miraban. acá estamos. si alguien pudiera mirarnos, decir algo. desde lo alto un dron toma una fotografía: las grúas, altísimas, cavando, tumbas iguales y anónimas, en una isla cerca del puerto, bajo un cielo más claro.
el encierro
encerrada adentro del encierro, dijo una poeta. pero qué me encierra en el encierro de esta casa? no las paredes, mucho menos las casuarinas, el roble, el álamo. no las horas destinadas a la cocina, la crianza. lo que encierra es lo que obliga a una vida desgajada de esta verdad: somos porque somos mortales. la muerte es lo que da sentido. lo que encierra es lo que hace como si nada. los burócratas, decía un analista, los que siguen exigiendo el rendimiento, los que se desentienden de la muerte y del deseo. los que impiden habitar este tiempo. y hacerlo como si fuera lo último que hiciéramos.
continuidad ruptura
la mera idea de la muerte. intercambiamos mensajes para dar señales de vida. intercambiamos mensajes como si nos despidiéramos. porque la muerte es la ruptura. de lo conocido. de alguien que conocemos. de una idea de uno mismo. la muerte es lo que descompleta, lo que deja inacabado? no tengo el tiempo libre que dicen: investigo, preparo clases, reúno artículos de colegas en un volumen, escribo, coordino reuniones con gente ansiosa, exasperada, atareada, resuelvo ejercicios, tareas absurdas de quími-
ca, plástica, educación física, geometría, por montañas estos días. valores en pintura, color, contraste, pincelada, ritmos afro, enlaces iónicos, enlaces covalentes, operaciones combinadas, la memoria del 24 de marzo, la del 2 de abril, arquitectura y esclavismo en la roma antigua, rómulo y remo paseándose acá por la casa, la transformación de la energía, el volumen de la esfera, ahhh poemas de ruth kaufman, de roberta iannamico. en la extenuación el cuerpo vuelve: moverse, sacar telas de araña, revolver roperos, sacudir la ropa del invierno. un descubrimiento: mi madre murió hace unos años, tuve que desarmar su casa, guardé, no sé por qué, un par de tejidos, hechos por ella, sin terminar, son unos chalecos de lana pura. creo que ya lo dije, no tengo tiempo, pero mientras escucho la clase virtual número n, apago el video, cuelgo la foto fija, y los retomo. retomo el tejido que mi madre dejó inacabado: como un diálogo, una continuidad, cuando esto termine mis hijos podrán disfrutar el abrazo, de lana pura, de la abuela que nunca tuvieron. mañana vamos a probar hacer su torta de arena.
la vida normal
lo peor es escuchar las cosas que se dicen, las que dice una misma. “cuando volvamos a la vida normal”. pero es que no había quedado claro? normal? levantarse a las siete, llevar al hijo a la parada, volver, trabajar, dar el almuerzo, llevar a los otros a la escuela, volver, trabajar, ir a buscarlos a la escuela, llevarlos al club, hacer las compras, ir a buscarlos al club, ir a buscar al grande a la parada, volver, hacer la cena, contestar mensajes, acostarse, dormir, mañana todo de nuevo? quedémonos acá, así, en el abrazo de esta tarde, un rato más.
tapa bocas
era el lugar de los besos. el de la palabra. el del silencio. un blanco móvil de la atracción, del desprecio. ahí radicaba el principio y el fin de muchas cosas. lo que elegías decir y callar. lo que tomabas y lo que dejabas pasar. el primer gesto sobre la cabeza recién nacida. sobre la frente del muerto. el primer llamado. el último silencio. cerrada, abierta, semiabierta, en sonrisa, gritando con el grito, apretada en los momentos difíciles, sabía todo de la vida: el amor, la palabra, el alimento. ahora tapada de blanco, negro o de color, a la moda o severa, nada le permite adquirir un aire dominguero: simula estar pero se fue. será el peor de los entierros?
la elección
dicen que en europa son los médicos que deben elegir, ante la escasez de las posibilidades de atención y de cuidado, quién vive, quién muere, y con qué criterios. los que poseen más sobrevida, los más bellos, los más ricos, los que llegaron primero? no se sabe. nadie puede decir que no intervengan otros factores, como el deseo o el parecido con alguien a quien se quiso. los médicos, los enfermeros, deben elegir, deben comprender, profundamente, lo duro que es ser dios, el peso de la libertad y de la decisión, lo inconmensurable de esa soledad. eso los quiebra.
nacer
y están también los que nacen en estos días aciagos. pegados a su madre, y nada más del mundo. algunos dicen que faltan más afectos. pero el bebé, su madre, un solo cuerpo, sin otros sonidos, sin otros aromas: siempre fue, es, seguirá siendo, el paraíso perfecto. nacer, estar ahí, en ese hueco.
lucecita
un día feriado en la pandemia, encerrada en el auto, en una avenida desierta, teléfono celular en una mano, una poeta lee sus poemas, para una transmisión en vivo. la luz del auto, pasado apenas un ratito, se apaga. el poema vuelve a lo que era: sonido, que se repite, que se aprende porque suena. es el día del trabajo. es de noche. la calle está desierta. la poeta, encerrada en el auto, lee sus poemas. es el día del trabajo. la poeta lee. una lucecita en la noche, por un rato. para quien quiera pasar y retenerla.
cerdos
sobran cerdos. al parecer no se ha vendido su carne. pero ahí están, y siguen naciendo. no se puede parar la cadena de la producción aunque el producto no haya sido consumido. la industria de la moda ya prepara las colecciones 2021, otros modelos, otros talles, otros diseños de cuerpos, aunque lo del 2020 esté en los estantes. la cadena de producción, como un lenguaje con vida propia, como el cuerpo de la gallina, sigue corriendo espantada, más allá de su sentido. un millón y medio de cerdos van a ser sacrificados. porque nadie pudo comerlos, y los que nacen están esperando su lugar.
insomnio
el insomnio, la condena, es esto: estar a solas con uno mismo. con su pasado, con lo que no se comprende, con lo que apenas se recuerda, uno mismo, como un territorio desconocido, el inconsciente como un virus que desarma lo cotidiano, tan trabajosamente construido.
hacer saltar al conejo
leo en el instagram de laura alcoba que forma parte de una red de amigos y escritores que llaman a las personas que están encerradas y solas. todas las noches las llaman. les preguntan cómo están. les cuentan un cuento. la literatura: lo que se comunica, lo que fluye, lo que hace lazo, y saca del encierro.
no ser
porque incluso los que viven arriba de los barcos, y dicen haber huido de la civilización humana, tienen que bajar a tierra algunas veces, para proveerse de alimentos, hacer trámites, caminar como borrachos, sentir la tierra, los pies, ver otras caras, hablar con personas extrañas, dar a luz, saber qué pasa.
niños
veo alejarse por la calle a un padre joven con dos nenes muy chicos. todos con barbijo. salieron a dar una vuelta. mero rodeo de exploración, tal vez para comprobar que existe un mundo afuera de las cuatro paredes de su casa. es de tarde. es otoño. los árboles tienen pocas hojas, la mayor parte de las hojas están en el suelo, húmedas, algo aplastadas, con colores variados. un sustrato de podredumbre. un cielo nublado que se oscurece. un padre joven de espaldas con dos chicos chiquitos. me pregunto qué verán esos ojos. qué pensarán, qué les espera. el mundo es para ellos esto: una calle desierta, la podredumbre que crece, la cara cubierta, la imposibilidad de contacto. la intensidad de la infancia: todo es presente. Y qué vida dibujarán para sí? y para los otros? un mundo en el que sólo se puede tener contacto con los que viven en la misma casa. y el afuera es amenaza.
perfección
era posible perfeccionar la maquinaria. la producción en su pureza. trabajar sin distracción de ningún tipo. ya no las miradas que se cruzan, cómplices o en estado de deseo. no hay café compartido, el azar de un cruce o un encuentro. ni siquiera posibilidad de huida. se trabaja sin cuerpo. se habla a las máquinas. se rumia más vale. sin olores. sin roces. la máquina señala, y es implacable, que el trabajo se ha entregado con un día tres horas veinte minutos de retraso. la máquina trae, no obstante, reproches, quejas. por qué se extendió la reunión. por qué se cortó. por qué no se avisó. la máquina llama. pero es un pedido descarnado. yo qué sé quién sos, qué hacés, cómo te movés, cómo mirás, a qué olés, ahí, del otro lado? perdóname si no puedo quererte, así, en la abstracción. cada vez más claro, la cabeza, un teatro de operaciones. solo y encerrado en su algoritmo.
miedo
alguien publica un libro con propuestas o fantasías de futuro. un editor decanta por el lado de la esperanza. primero fue la sopa, las opiniones encontradas, después la fiebre, ahora es el mañana. pero tengo miedo. no del contagio la enfermedad la muerte. tengo miedo de que el miedo se haga persistente. tengo miedo de un mundo en que la proximidad del otro, la sonrisa la palabra, por no decir el beso, la caricia, el roce o aún el frotamiento, la lucha de los cuerpos, sea una amenaza. tengo miedo de que ya nunca más podamos sacarnos la
máscara.
*Anahí Mallol
publicó nueve libros de poemas: Postdata (1998), Polaroid (2001,Primer Premio del Concurso “Año 2000: Memoria histórica de la violencia en América Latina y el Caribe”), Óleo sobre lienzo (2004), Zoo (2009, Premio del Fondo Nacional de las Artes), Querida Alicia (2011), como un iceberg (2013, Premio del Fondo Nacional de las Artes), Una ciudad (2016), piedras (2018) y Diario de la cárcel (2020); y dos libros de ensayos sobre poetas argentinos: El poema y su doble (2003) y La poesía argentina entre dos siglos: 1990-2010. Hacia una nueva lírica (2016).