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ARTURO COMAS Sevilla 1982 www.absurdoydiestro.blogspot.com www.colectivoartisticorecreo.blogspot.com www.25cosas.com
Para mi... la poesía visual es... _Julio Iglesias arropando al Litri. _El torso de Miliki. _Julio Verne aclamado por miles de personas, un Jueves Santo en la Pza. de la Encarnación (Sevilla). _"Absurdo y Diestro" junto a una Boa. _Maradona con cuerpo femenino. _David Beckamp mirando fijamente a los ojos a Andrés Aberasturi durante 45 largos minutos. _Un tren recubierto de purpurina viajando a 300 km/h.
_Un hombre negro que si lo miras bien en realidad es blanco. _Un tenedor a 300º centígrados en la Plaza Nueva. _Un político guiñando un ojo a Baltasar. _Rafaela Aparicio vestida con la segunda equipacion del Rayo Vallecano. _Un gitano con una bandera de Japón de los años 80. _Etc.
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“a flor de piel”
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“la ilusión” arturo comas
“LibrorbiL” arturo comas
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Tengo una idea! Me dispongo a escribirla para recordarla. Voy a coger un bolĂgrafo pero se me resbala, otra vez... y nada, cojo una tiza pero me achicharra, enciendo el ordenador y veo que no tengo pantalla. -Suena la puerta- Es mi hermana que viene a dar a luz a mi casa.
"En el hospital" Aquel hombre me miraba. Su corbata era de papel, pero no le dije nada.
Cada vez que un alimento caduca, éste lanza un grito de agonía prácticamente imperceptible para el oído humano.
Atención!!! Atención!!!
…Y todas las personas de la sala vieron cómo el polvo de Nesquik se disolvía lentamente en mi negra taza de leche.
No sé si las mesas de estilo isabelino pueden quedarse embarazadas. Supongo que depende de la voluntad de cada una. Pero de lo que estoy seguro es que tengo justo delante mía a una de ellas. Estoy frente por frente a un magnífico ejemplar de mesa de estilo isabelino embarazada, también llamada “Funky wear table”. Es asombroso… tan gordita… tan brillante. Desprende tanta ternura que una hiena huérfana sería capaz de dar su propia vida por ella. A 25 cm de la futura madre descansa el rottweiler. Rambo la mira con ojos grises. Rambo es ciego.
Carmen Carmen estĂĄ frente a la ventana. Recibe un sms. Es una foto de su padre, al que no conoce, arrodillado bajo una vaca. EstĂĄ todo manga por hombro. Carmen vive en una autĂŠntica pocilga.
Me levanto. Necesito estar solo. Dejo los brazos y las piernas encima de mi cama, la cabeza en su cajita de madera y el torso lo cuelgo en una percha. ‌Salgo por la puerta.
(Suena un ruido) - Seguro que es el viento.
¿Prefiero vivir o nacer muerto? …Me pregunté a mi mismo cuando era un feto.
Ayer descubrĂ que el hombre de los golpes que no me dejaba dormir aquella noche, era yo mismo con la camiseta del Betis.
Entro en una cafetería, salgo. Vuelvo a entrar, vuelvo a salir. Entro por tercera vez, pero ahora sí, al salir me cruzo con Mercedes Milá.
Hoy me he levantado con una intuición. Compro por primera vez el cuponazo. Pasan las horas mientras trabajo y rápidamente llega el momento de ver el teletexto. Asombrado me hallo al ver que cada uno de mis números coinciden perfectamente con el que veo en la pantalla. Automáticamente miro por la ventana y veo un perro vagabundo que camina por la carretera. Cojo el cupón, me meto en mi coche y conduzco durante 50 minutos. Ya es de noche. Paro en un descampado, apago las luces y me veo a mi mismo nadando a unos metros del suelo a velocidad constante. Entonces vuelvo a casa y compruebo que no tengo teletexto, no tengo tele y no tengo ventana. Miro a Rambo y como todas las noches, me abraza.
“4 propuestas para ajedrez� arturo comas
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Texto 1: “Clave 25_3: Bambi”
Éramos un grupo de cinco personas dentro de la habitación. Todos estábamos en silencio, menos Maiquel, que seguía tarareando esa dichosa cancioncilla del siglo XVI llamada “Zazaibo”. Todos estábamos allí por la misma razón. Todos esperábamos aquel momento. Pero allí, nada sucedía. La habitación estaba completamente sellada, sin puertas ni ventanas, Claudia se balanceaba sobre su propio abdomen con las manos y los pies el alto, yo aguantaba un tobogán encima de mis hombros, y los demás no hacían más que descubrir nuevas formas de vida en otros planetas. Se cumplían todos los requisitos. O eso creíamos nosotros.
Pasaron cinco meses y allí seguíamos todos exactamente igual como empezamos. Pero no hizo falta más que mirar hacia arriba, para darse cuenta de que allí había algo que no entraba en nuestros planes. Había sido un descuido bastante absurdo. Se comprende, que un perro había pasado por allí siete minutos antes de la explosión y entonces, este inesperado acontecimiento provocó que todos y cada uno de nosotros estuviéramos en el interior del metacarpo de Julio Iglesias. Nos sentíamos fatal. Sobre todo Maiquel que conocía a su madre desde muy pequeño. ¡Ánimo hermanos! (Se escuchó a 25 metros de la referencia) ¡Seguid adelante! Aquella voz comenzó a apoderarse de mí hasta tal punto que de mi cuero cabelludo emanaron unas melenas blanquiazules que, por qué no decirlo, me favorecían bastante. La monjita tenía razón. A estas alturas de la noche, echarse atrás sería asumir la derrota e irnos a casa tal y como llegamos.
Claudia y yo nos miramos y no hizo falta decir nada. Dejó de balancearse y se dirigió a mí, tirando rápidamente del vendaje. Aquella monjita albina había dado fuerzas nuevas a todo el grupo. Maiquel, Mara y el alma de San Agustín señalaban hacia el mismo punto. Fuimos hacia ellos con todos los documentos necesarios para renovar nuestro D.N.I debajo del brazo. Efectivamente, indicaban lo que parecía que era la única forma de salir de aquel amasijo de hierros. El alma de San Agustín aseguró que si aquel tubo no conducía a la salida, nos daría 5 euros a cada uno de nosotros. Parecía que la oferta había convencido a la mayoría del grupo, pero Maiquel seguía en sus trece de quedarse allí para formar un grupo de música experimental. Entonces Claudia se le abalanzó a la cara sacando sus uñas y lo mató de un disparo en la sien. Nunca nos sentiremos orgullosos de aquello pero no había otra opción, el minutero seguía su curso y nosotros debíamos seguir el nuestro.
Ahora nada se interponía ante la decisión tomada. Aunque el diámetro del tubo era de 15 centímetros, fue bastante fácil atravesarlo, puesto que iba ensanchándose poco a poco hasta adoptar una forma abombada e indescriptiblemente enorme y roja. De su techo, por llamarlo de alguna forma, colgaban largos hilos de seda y en los extremos había una especie de manchas. Me acerqué. Y mis dudas fueron empequeñeciéndose cada vez más, hasta que desaparecieron. Eran retratos nuestros a carboncillo. Volví la cabeza hacia el grupo, y decidiendo mantener en secreto aquel hallazgo, dije: “No hay nada, no os preocupéis, son simples manchas de grasa. Sigamos adelante”. No sabía si iba a poder soportar ese peso tan grande. Seguimos caminando. Tenía una gran necesidad de contarlo, pero por el bien del grupo, preferí parar un rato y pedir una pizza, a ver si de aquel modo se calmaba un poco la angustia que se había afincado en mi interior.
Cuando me dispuse a darle el segundo bocado a la carbonara, se escuchó un portazo. Nos vestimos lo más rápido que pudimos y nos echamos a correr en dirección al coche fantástico. El camino era largo. Cuando empezó a anochecer, paramos en una tienda de souvenirs a ver si nos podían dar algunos datos específicos sobre el origen de la vida. La tendera no tenía cara de buenos amigos, pero mientras le efectuábamos la pregunta, a través de mapas conceptuales, transparencias y videos resolvió todas nuestras dudas. En agradecimiento le hicimos un regalo. Claudia me pedía explicaciones por todo lo que estaba sucediendo. Yo sólo tuve fuerzas para sonreír y poner los brazos de tal forma que la sombra que proyectara dentro del cofre fuera el perfil de Bambi. Se levantó, se abrazó a mí fuertemente y así estuvimos hasta que sonó el despertador. Abrimos los ojos y mientras entrábamos en razón, nos fuimos dando cuenta de que éramos los únicos supervivientes de
aquel naufragio. Y que aquellos charcos que rodeaban la cama eran las lágrimas de los curiosos que habían disfrutado de nuestra hazaña. Llamamos a una televisión local y allí nos lo confirmaron.
Texto 2:
“Carolain Love” Viernes de primavera en Sevilla. Paseaba por el centro de la ciudad con un presentimiento que me aprisionaba el pecho. Intentaba olvidarlo mirando tiendas y acariciando perros callejeros ejerciéndole una fuerte presión al llegar a los cuartos traseros, invitándoles así a sentarse a mi lado y compartir con ellos ese momento agridulce en aquella placita de mi ciudad natal. Eran bastante ariscos y aquellas caricias sólo obtenían como respuesta miradas hostiles e incluso algún que otro gruñido. Decidí seguir mirando tiendas.
Me paré frente a un escaparate de una famosa firma de ropa femenina. Aquel vestido blanco y negro ceñido me recordaba a ella. El maniquí que lo llevaba también me recordaba a ella aunque careciera de cabeza, cuello y pies. Me la imaginaba con él puesto, estaba guapísima… con su ondulada melena rubia, su tez blanca y sus labios carmesí que le daban ese punto de color que tanto le favorecía. Mi corazón empezó a palpitar más rápido y fuerte cada vez, aquella presión en el pecho se convertía en algo que luchaba por arrebatarme el oxígeno. Entonces puse mi mente en blanco para poder salir del laberinto que yo mismo construyo cada día. Siempre dije que una de las razones de mi sufrimiento eran mis recuerdos, demasiado reales. Esperaba que aquello fuera disminuyendo y que la tranquilidad y el sosiego comenzaran a llenar de nuevo mis pulmones con aire sabor mentolado, pero el ritmo de mi corazón se fue enriqueciendo cada vez con nuevos tambores, bombos y platillos cada vez más fuertes y a mayor velocidad.
Abrí los ojos y miré de nuevo el escaparate, no era imaginación mía, ahora el maniquí sí tenía piernas, manos, cuello y un bellísimo rostro. Era ella, mi bella Carolain. Allí estaba, justo detrás mía, vistiendo aquella prenda mediante un azaroso juego de reflejos. Cada una de las curvas del maniquí coincidían perfectamente con las de Carolain. Me volví rápidamente pero sólo pude apreciar ese aroma que tanto añoraba. Sus piernas empezaron a perderse en medio de aquella multitud. Seguí su olor hasta altas horas de la madrugada. No iba a dejar marchar esta oportunidad. Anduve a ritmo acelerado aproximadamente 52,7 km. rastreando al amor de mi vida. Me condujo hasta un escampado frente a un barrio periférico de la ciudad donde me esperaba justo en el centro. Antes de acercarme grité: - “Eres tú, Carolain?”. A lo que ella contestó:
- Yes, I am!!! Soy tu novia de toda la vida!!! Esperé 25 minutos y salí corriendo hacia ella mientras miraba cómo un gitano rapaba al cero a un perro pastor. Cuando llegué a tocarla ya levantábamos unos cinco palmos del suelo pero en aquel momento no me llamó la atención, lo más importante es que iba a abrazarla pasados unos microsegundos, después de tantos años. Por fin los dos juntos de nuevo. Levitando.
Fue un día precioso. Fuimos a la puerta del museo a pedir limosnas, disfrazamos de mejicanos a dos columnas de la Catedral, hablamos horas y horas de los huesecillos que tenemos en la palma de las manos y cogimos un spray y estuvimos resolviendo ecuaciones en la fachada de la cárcel. Era todo perfecto, my romantic woman.
Esa noche dormimos en su casa, porque estaba recién pintada. Pero cual fue mi sorpresa cuando, al amanecer, me asomé debajo de la cama a la remanguillé y vi un dibujo en el que aparecía Ana Torroja (cantante de Mecano) discutiendo acaloradamente con mi padre junto a mi coche completamente destrozado. Salí corriendo detrás de Carolain hasta que la alcancé, la miré a los ojos y le hice la danza del oso panda con un resultado tan profesional que hasta yo mismo quedé sorprendido. Cuando acabé el espectáculo bajé del escenario y pude confirmar que Carolain murió a los 15 años de una lipotimia en uno de esos misteriosos viajes que hacía con su madre, también muerta, al sur de África. Pa chula tú, chulo yo!!! Le dije a Carolain mientras me terminaba los cereales. Vestí su cuerpo inerte con la ropa de su sobrina de 5 años, la llevé hasta la iglesia más cercana, la subí al altar mayor y le recité a vox populi todo el repertorio del cantante venezolano “El Puma”.
Salí de aquella iglesia de paredes convexas y como cada día me dispuse a dar mi matutino paseo por las calles de Sevilla. Otra bronca más, pero aun así, se que Carolain siempre será la mujer de mi vida.
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