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Misiones Salesianas
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¡TENEMOS VACUNA!
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El año 2021 comenzó con más de 85 millones de personas contagiadas en el mundo por la pandemia y con la esperanza de que las vacunas ya empezaban a ponerse a las poblaciones más vulnerables de los países del Norte. Parecía que veíamos la luz al final del túnel. Sin embargo, las consecuencias socioeconómicas las sufriremos, y, sobre todo, aquellos que viven en los países del Sur, durante años. Los expertos ya nos hablan de que el coronavirus hará que los últimos diez años de logros en el combate contra la pobreza y el hambre desaparezcan.
Más de 1.300 millones de personas sufren pobreza en el mundo. Son 150 millones más desde que empezó la pandemia. De ellos, más de la mitad son niños y niñas y 340 millones de menores no tienen sus necesidades alimentarias cubiertas y la cifra aumentará en los próximos meses. Más de 80 millones de personas viven fuera de sus hogares por guerras, violencia, desastres naturales o pobreza. Cerca de 31 millones son niños y niñas.
Pero para la pobreza, desde Misiones Salesianas, también hemos encontrado una vacuna: la educación. Y hemos lanzado una campaña para poder aplicarla al mayor número de niños, niñas y jóvenes de todo el mundo. En la actualidad, más de 258 millones de menores no pueden ir a la escuela y la pandemia va a hacer que 24 millones no vuelvan a ir nunca más tras los cierres de sus escuelas. Sin embargo, la educación es la vacuna más potente para luchar contra la pobreza y la falta de oportunidades.
La educación es progreso
La vida de un niño o niña que va a la escuela y recibe educación cambia de manera drástica y se abre ante sí un futuro diferente. Un año más de estancia en el colegio supone un 10% más de ingresos en el futuro, según cifras de la Unesco. Pero, lo primero es que ese niño o niña va a mejorar su comprensión del mismo, va a mejorar su calidad de vida individual, porque va a mejorar sus hábitos de higiene, alimen-
ticios… Cuando crezca tendrá mejores herramientas para enfrentarse a la vida. Tendrá un mejor trabajo, se casará más tarde, ejercerá una paternidad/ maternidad más responsable… Además, querrá que sus hijos e hijas también vayan a la escuela, conocerá sus derechos y no dejará que le exploten, querrá participar en la toma de decisiones de su comunidad y su país. Así, ese niño o niña verá cómo cambia su futuro gracias a una pizarra, unos libros o unos lápices.
La escuela es el inicio de un círculo virtuoso que comienza con el desarrollo del niño o niña, pero que es fundamental para el avance de las sociedades. Sin embargo, la educación no suele ser una prioridad para los Gobiernos del mundo y siempre está a la cola, como muestra la falta de apoyos para que los niños y niñas más vulnerables permanecieran vinculados a las escuelas durante los meses de cierre debido a la pandemia y que hará que millones de niños y niñas no vuelvan a las aulas.
Objetivos para un futuro mejor
Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el número cuatro en concreto, habla de la necesidad de que la educación, además de universal y gratuita, sea de calidad. Más de 600 millones de niños y niñas no comprenden lo que leen ni tienen las mínimas habilidades matemáticas, a pesar de ir al colegio. De ahí, que la hoja de ruta de la Agenda 2030 haga hincapié en la calidad educativa. No sólo se trata de ampliar el número de niños que se matriculan, sino que reciban y adquieran los conocimientos básicos para las diferenMisiones Salesianas tes etapas educativas.
Para Misiones Salesianas, junto a los misioneros salesianos que trabajan en 134 países de todo el mundo, la educación es nuestra prioridad. Que los niños, niñas y jóvenes puedan tener acceso a una educación de calidad es la razón por la que cada mañana nos levantamos y trabajamos. En la actualidad, más de 1,5 millones de menores reciben educación y formación en centros educativos salesianos, pero aún son muchos los que necesitan ponerse la vacuna contra la pobreza.
Ana Muñoz
Toda la información sobre esta campaña la puedes encontrar en
www.misionessalesianas.org
Los misioneros y el patio salesiano
Vivimos a gran velocidad. Trabajamos, pensamos, nos movemos y también nos relacionamos deprisa. Parece que vivimos fuera de nosotros y generamos unas relaciones con los demás muchas veces superficiales. Terminamos por no estar contentos.
Para resolver estas situaciones, Don Bosco, sorprendentemente, se refiere al patio como una buena solución. Le parece que, en el patio de un colegio, los jóvenes se encuentran de forma original, se expresan como son y se ayudan.
Don Bosco completa lo que dice del patio con una carta que escribe en Roma cuatro años antes de su muerte. Se refiere a un ambiente, como el del patio, en el que las personas se sienten bien, porque se dan cuenta que tienen un valor particular y otros se preocupan de ellos. Entonces pueden realizar la experiencia fundamental del ser humano, la experiencia del amor. Todo mejora cuando somos capaces de querer a otras personas y sentirnos queridos.
Esta forma de entender la vida que repiten muchas personas con las que convivimos puede tener una especial relevancia en el trabajo misionero que se realiza en la Iglesia.
Los misioneros y quienes les ayudan, demuestran lo que Don Bosco decía del patio. Han comprendido que hacer algo por los demás le da sentido a la vida. Son los que nos dicen que repetir la experiencia del patio salesiano puede consistir en ofrecer la mano a quien lo necesita. Están convencidos que este es el camino más seguro para alcanzar la plenitud que Dios sueña para nosotros.
Eusebio Muñoz Ruiz, sdb