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Tema central FRATELLI TUTTI

@jotallorente

2021 UNA ENCÍCLICA MUY ESPECIAL DEL PAPA FRANCISCO

LAS RELIGIONES AL SERVICIO DE LA FRATERNIDAD EN EL MUNDO

El papa Francisco dedica el último capítulo de su Encíclica a Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo, y reitera que la violencia no encuentra fundamento alguno en las convicciones religiosas, sino en sus deformaciones. Actos tan ‘execrables’ como los terroristas no se deben a la religión, sino a interpretaciones erróneas de los textos religiosos, así como a la política del hambre, pobreza, injusticia y opresión. El terrorismo es un crimen internacional contra la seguridad y la paz mundial, y, como tal, debe ser condenado (282-283). Francisco subraya que es posible un camino de paz entre las religiones, y que es necesario garantizar la libertad religiosa, un derecho humano fundamental para todos los creyentes. En particular, la Encíclica ofrece una reflexión sobre el papel de la Iglesia: no relega su misión a la esfera privada ni está al margen de la sociedad; aunque no hace política, no renuncia a la dimensión política de la existencia (276-278). Recordando a los líderes religiosos su papel de ‘auténticos mediadores’ de la paz, Francisco cita el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, firmado por él mismo el 4 de febrero de 2019 en Abu Dabi, junto con el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb: de este hito del diálogo interreligioso, el Pontífice pide que se adopte el diálogo como camino, la colaboración común como conducta, y el conocimiento mutuo como método y como criterio (285).

¿No es la religión el camino que conduce a la ‘fraternidad’?

• «Las distintas religiones, fundamentadas en su respeto por toda persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, contribuyen de modo significativo a la construcción de la fraternidad y a la defensa de la justicia en la sociedad. El diálogo entre seguidores de distintas religiones no tiene lugar meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. Como enseñaron los

Obispos de India, “el objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía, y compartir valores espirituales morales en un espíritu de verdad y amor”». (271) • «Como creyentes, estamos convencidos de que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para la llamada a la fraternidad. Estamos seguros de que solo con esta conciencia de que no somos huérfanos, sino hijos, podemos vivir en paz entre nosotros». (272) • «Desde nuestra experiencia de fe y desde la sabiduría que ha ido amasándose a lo largo de los siglos, pero también por las lecciones aprendidas de nuestras muchas debilidades y caídas, nosotros, los creyentes de las distintas religiones, sabemos que nuestro testimonio de Dios beneficia a nuestras sociedades». (274) • «Debería ser reconocido que entre las causas más importantes de la crisis del mundo moderno, están una conciencia humana anestesiada, un alejamiento de los valores religiosos y el predominio del individualismo y de las filosofías materialistas, que divinizan al hombre y ponen los valores mundanos y materiales en el lugar de los principios supremos y trascendentes». (275) • «Llamada a echar raíces en todo lugar, a lo largo de los siglos la

Iglesia se ha hecho presente en todo el mundo, y este es el significado de ‘católica’. De este modo, y por su propia experiencia de gracia y de pecado, la Iglesia puede comprender la belleza de la invitación al amor universal». (278) • «Nosotros, los cristianos, pedimos que, en los países donde somos minoría, se nos garantice la libertad, así como nosotros promovemos la misma libertad para los que no son cristianos allí donde ellos son minoría». (279)

L´Osservatore Romano

¿Qué relación puede existir entre ‘religión’ y ‘violencia’?

• «Un camino de paz es posible entre religiones. El punto de partida debe ser el modo como Dios ve las cosas. Dios no ve con sus ojos, sino con su corazón. Y el amor de Dios es el mismo para todos, sean de la religión que sean. Aunque sean ateos, su amor es el mismo. Cuando llegue el último día, y haya la luz suficiente para ver las cosas como realmente son, ¡nos vamos a llevar cada sorpresa!». (281) • «Para los creyentes, el desafío consiste en volver a nuestras fuentes para concentrarnos en lo que es esencial: la adoración a Dios y el amor al prójimo, no sea que algunas de nuestras enseñanzas, sacadas de contexto, acaben fomentando formas de desprecio, odio, xenofobia o negación del otro. La verdad es que la violencia no encuentra fundamento en nuestras convicciones religiosas fundamentales, sino solo en sus deformaciones». (282) • «El culto a Dios sincero y humilde no puede dar lugar a la discriminación, el odio y la violencia, sino que fomenta el respeto a la sacralidad de la vida, el respeto a la dignidad y a la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por el bienestar de todos». (283) • «Las convicciones religiosas sobre el sentido sagrado de la vida humana nos permiten reconocer los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los valores en virtud de los cuales

podemos y debemos colaborar, construir y dialogar, perdonar y crecer. Ello permitirá que voces distintas se unan para crear una melodía de sublime nobleza y belleza, en vez del griterío fanático del odio». (283) • «A veces una violencia fundamentalista se desata en algunos grupos, de cualquier religión, por la imprudencia de sus líderes.

Sin embargo, el mandamiento de la paz está inscrito en lo profundo de las tradiciones religiosas que nosotros representamos.

Los líderes religiosos estamos llamados a ser ‘gente de diálogo’ auténtica, a trabajar en la construcción de la paz, pero no como intermediarios, sino como auténticos mediadores. Los intermediarios buscan satisfacer a todas las partes, con el fin de obtener una ganancia para ellos mismos. En cambio, el mediador no se guarda nada para sí mismo, sino que se entrega generosamente, hasta consumirse, sabiendo que la única ganancia es la de la paz. Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros». (284)

El papa Francisco recibió en El Vaticano a los delegados del encuentro ecuménico de la “Conferencia Mundial de Religiones por la paz” en octubre de 2018.

Oración cristiana ecuménica

Dios nuestro, Trinidad de amor, desde la fuerza comunitaria de tu intimidad divina derrama en nosotros el río del amor fraterno. Danos ese amor que se reflejaba en los gestos de Jesús, en su familia de Nazaret y en la primera comunidad cristiana. Concede a los cristianos que vivamos el Evangelio y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano, para verlo crucificado en las angustias de los abandonados y olvidados de este mundo, y resucitado en cada hermano o hermana que se levanta. Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosura reflejada en todos los pueblos de la tierra, para descubrir que todos somos importantes, que todos somos necesarios, que somos rostros diferentes de la misma humanidad que Tú, nuestro Dios, amas. Amén.

Una oración al Creador

Señor y Padre de nuestra familia humana, tú creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad: tú creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad: infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal. Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz. Impúlsanos a crear sociedades más sanas y un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras. Que nuestros corazones se abran a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza que sembraste en cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas. Amén.

Dado en Asís, junto a la tumba de san Francisco, el 3 de octubre del año 2020, víspera de la Fiesta del “Poverello”, octavo de mi Pontificado. Papa Francisco.

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