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Misiones Salesianas EN EL PEOR MOMENTO
En el peor momento
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Ante la situación de emergencia humanitaria en Haití a consecuencia del terremoto del 14 de agosto, los misioneros salesianos en el país plantean como objetivos prioritarios la ayuda psicológica y el apoyo a las familias para la reconstrucción de las viviendas con la entrega de herramientas y materiales.
Jean Paul Messidor, inspector de los Salesianos en Haití, nos decía en enero: "La situación política y social en Haití es catastrófica". Pero en este país antillano todo es susceptible de ir a peor. A la violencia y la inseguridad, a la pobreza y la falta de servicios básicos, a la pandemia y sus consecuencias y al asesinato de su presidente Jovenel Moïse el pasado mes de julio, se sumó un temblor de tierra de 7,2 grados que devastó la zona sur del país el pasado 14 de agosto.
Más de 2.200 fallecidos, más de 12.700 heridos, más de 140.000 casas destruidas o dañadas, miles de personas desplazadas, cientos de escuelas afectadas, hospitales colapsados y más de medio millón de personas con necesidad urgente de ayuda humanitaria es el resultado del terremoto.
Las primeras horas fueron de una gran confusión y caos y los misioneros salesianos en el país comunicaban que estaban bien, “pero que hay personas de nuestro entorno que han perdido la vida y muchas personas se han quedado sin sus casas”. La misión de Los Cayos abrió sus puertas para dar refugio a varias familias que habían perdido su hogar y no tenían un lugar en el que permanecer. Más tarde los misioneros salesianos colaboraron con los vecinos y con las organizaciones en el terreno para ofrecer comida caliente a las familias afectadas por el terremoto. Además, establecieron un punto de reparto de agua y consiguieron distribuir arroz para 150 familias vulnerables.
Junto a los misioneros en el país, la solidaridad salesiana por todo el mundo comenzó a organizarse para la distribución de alimentos y kits higiénicos para aquellos que lo necesitan. El objetivo, ayudar a 400 familias afectadas por el terremoto en el área de Los Cayos. “Esta ayuda va a garantizar la supervivencia de estas familias después de este desastre”, apuntan los Salesia-
nos de Haití. A ello, hay que sumar los más de 20.000 euros que Misiones Salesianas ha aportado ya para el reparto de ayuda de emergencia.
La violencia y la inseguridad que ya vivía Haití desde hace meses están afectando a que esa ayuda humanitaria esté llegando de manera rápida. “Los convoyes están siendo asaltados por las bandas criminales”, explican desde el país caribeño.
Cuando pase la emergencia
Tras la fase de emergencia, los misioneros salesianos en el país plantean como objetivos prioritarios la ayuda psicológica y el apoyo a las familias para la reconstrucción de las viviendas con la entrega de herramientas y materiales. Por último, quieren poner en marcha varios proyectos educativos y formativos durante dos años que abarcarán desde becas para los menores y jóvenes damnificados hasta comedores escolares para facilitar su aprendizaje.
Hasta ahora cerca de 24.000 niños, niñas y jóvenes vulnerables son atendidos por los misioneros salesianos y participan en programas o acuden a centros educativos salesianos en Haití. “Seguimos creyendo en la educación como única salida para los niños, niñas y jóvenes más pobres. Siempre serán más pobres si no tienen acceso a la educación”, añade Messidor.
Un país vulnerable
Haití es el quinto país del mundo más expuesto a los desastres naturales y el país más pobre de América. El terremoto de 2010 dejó más 300.000 fallecidos y la zona sur del país aún se estaba recuperando de los destrozos causados por el huracán Matthew en 2016. Tras el terremoto del pasado día 14 de agosto, miles de personas necesitan del apoyo y la solidaridad de la comunidad internacional.
El terremoto no ha podido producirse en peor momento para este país. Por un lado, con una gran inestabilidad política tras el asesinato en el mes de julio del presidente Jovenel Moïse; pero también con una escalada de violencia que ha hecho que más de 19.000 personas tuvieran que abandonar sus hogares. Además, como el resto del mundo, el país se enfrenta a la pandemia con Misiones Salesianas miles de personas contagiadas y con pocos recursos para atajar el virus. En Haití, más de 4,4 millones de personas necesitaban ayuda humanitaria. Y esta población ya vulnerable, lo es hoy un poco más. ¡No nos olvidemos de Haití!
Ana Muñoz
Obituario
Eusebio Muñoz Ruiz, in memoriam
“Sono felice”, le repitió varias veces por teléfono don Eusebio (como todos lo llamábamos) al inspector de Santiago El Mayor el 23 de agosto desde el hospital. Dos días antes había sufrido un ictus en la capilla de la Procura de Misiones en Madrid, y parecía que se recuperaba, aunque sólo hablaba en italiano.
Era consciente de su situación, pero él mismo hizo diversas llamadas de teléfono esos días. Poco después, una infección le produjo un shock séptico y permaneció sedado hasta su fallecimiento, el 1 de septiembre.
Eusebio Muñoz (Pozoblanco, 1944) dejó su impronta como salesiano en todas las responsabilidades que desempeñó (formación, educación, animación, dirección...). Amigo y compañero de colegio de otro gran salesiano, César Fernández, asesinado en Burkina Faso en 2019, durante el último año fue el director de la Procura de Misiones Salesianas. Allí trabajó en favor de los niños, niñas y jóvenes más desfavorecidos del mundo.
El profundo amor y la devoción a María Auxiliadora siempre caracterizaron su trabajo, y el Rector Mayor lo ha definido como “un verdadero padre para muchos salesianos, un auténtico hijo de Don Bosco, y para mí un gran hermano y amigo”.
Su último artículo, publicado hace un mes en esta misma página, lo tituló ‘Dios no tiene prisa’. Ahora creemos que se fue demasiado pronto y rápido, pero damos gracias a Dios por su vida salesiana. ¡Descanse en paz, Eusebio Muñoz Ruiz!
Alberto López Herrero