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Cosas que pasan A PESAR DE TODO, LA VIDA
A pesar de todo, la Vida
Javier Valiente, sdb director@boletin-salesiano.com Cuando leas esta página será, seguramente, el inicio del mes de abril en el que celebramos la Semana Santa, el recuerdo de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. El acontecimiento decisivo que está en el centro de nuestra fe, en el origen de la Iglesia y que explica, también, todo lo que la comunidad cristiana ha sido y será. Sin aquellos tres días no es posible entender ni la vida de la Iglesia ni todo lo que somos y hacemos quienes nos sentimos comprometidos con aquel Jesús de quien recordamos que padeció, entregó su vida, murió y resucitó.
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Lo que recordamos y actualizamos al celebrar el Triduo Pascual, además, da sentido a toda la vida de Jesús. Así lo entendieron los primeros cristianos y es lo que conservaron para nosotros en lo que llamamos el Nuevo Testamento. Es por eso que a esa semana seguimos llamándola “Santa”. Nunca se nos debe pasar por alto el motivo que celebramos, pues es lo que sostiene todas las expresiones que contemplamos estos días. Expresiones que podrán cambiar, actualizarse, ser diferentes de unos sitios a otros, pero que, sin la referencia a la historia de aquel Galileo, el hijo de María, carecerían de significado.
Comprometidos con la Vida
Dos mil años después, seguimos haciendo memoria del acontecimiento definitivo que supone saber, desde la fe, que Dios tiene la última palabra sobre la vida, sobre la Historia. Algo que tenemos que decírnoslo más a menudo, especialmente en estos tiempos que vivimos. Las costuras de nuestra fe pueden estar poniéndose a prueba ante la sucesión de desastres que, sobrecogidos, vemos cómo zarandean nuestra vida.
Con el inicio de cada primavera, los cristianos volvemos nuestra mirada al misterio de una tumba vacía, porque no se puede buscar entre los muertos al que está vivo. El dolor, el sufrimiento, la misma muerte, desde aquella mañana del primer domingo de Resurrección de la Historia, tienen otro sentido. La última palabra es de Dios, y es una palabra de esperanza, de afirmación de la vida sobre la muerte.
Con esta confianza vamos hilvanando nuestra historia sobre la Historia que Dios ha escrito para nosotros. Es así como los cristianos se empeñan en la vida concreta de cada día para hacer resplandecer la esperanza que los mueve. De ahí nacen la dedicación por los últimos, el empeño por la justicia, las mil y una iniciativas para llevar vida donde hay sufrimiento, el compromiso diario por hacer un mundo mejor.