Paco Ortega
Nació en Sevilla, pero lleva prácticamente toda su vida viviendo en Morón de la Frontera. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, desde 2004 trabaja como diseñador gráfico.
Su primer álbum ilustrado, El niño y el cofre, fue editado en 2016 por la editorial En Huida. Ha publicado casi una docena de álbumes ilustrados con diferentes editoriales, de autoría íntegra o solo como ilustrador. En su obra destaca la sensibilidad en cada uno de los proyectos que aborda.
© Texto Paco Ortega
© Ilustraciones Paco Ortega © De esta edición bookolia Primera edición Enero de 2022
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ISBN 978-84-18284-32-8 Depósito legal M-111-2022
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A Mercedes, por imaginar conmigo. La sonrisa de Alika es la tuya. Paco Ortega
C
omo cada noche en las últimas semanas, Alika se duerme acurrucada en los brazos de su madre, pero a diferencia de las otras, esta noche Alika se siente muy feliz.
Su mamá le ha prometido que, al despertar, por fin podrá regalarle lo que tanto tiempo llevan esperando.
Y así, la pequeña ha cerrado los ojos, imaginando qué podría ser...
Aunque Alika sabe que aún no es primavera, piensa que quizás su mamá la lleve a ver esas preciosas flores rojas que crecen cerca de su casa.
Esas que papá regalaba a mamá cada veintinueve de abril.
Flores con olor a rocío, a mañanas de libertad.
Como últimamente tiene siempre mucha sed, puede que mamá haya pensado traerle agua del arroyo que descansa entre árboles y piedras, junto a su poblado. Es un agua muy dulce y fresquita; mamá siempre dice que limpia las heridas y sana el alma.
¿Sería que, por fin, habían encontrado a Shamin, su borreguito perdido? Alika había cuidado de él desde que era solo una bolita de lana, suave y calentita, pero, desde que huyó de casa el día de la terrible tormenta, no lo había vuelto a ver.
Entonces Alika se ha acordado de sus amigos, y deseado con todo su corazón que el regalo de mamá fuera llevarla junto a ellos de nuevo, para ir a jugar a la montaña.
Contemplar el atardecer no es tan divertido sin las bromas de Chayna, ni tan bonito sin la sonrisa de Akin.
Para protegerlas del intenso calor de los últimos días, Alika cree que un gran regalo sería que su mamá le trajese la sombra del gran árbol que crece en el centro de su poblado, donde cada tarde oía con sus amigos las leyendas que los más ancianos compartían.