Rara en Marte - Yves Villebouffant, César Barceló- Tierra de Mu

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Colección Imagina un bosque

RARA EN MARTE

© texto: Yves Villeboufante 2022

© ilustraciones: César Barceló 2022

© edición: Tierra de MU 2022 www.tierrademu.com mu@tierrademu.com

Maquetación: Tierra de MU www.tierrademu.com mu@tierrademu.com

Primera edición: octubre 2022

ISBN: 978-84-124782-3-5

Depósito Legal: SA 460-2022

Impreso en Eslovenia por GPS Group

A Yuna, Marc y Adriel, los tres soles de mi planeta.

Yves Villebouffante

A Elisa y Teio.

César Barceló

Todos los derechos reservados.

Queda prohibida toda forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sin la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por ley. Si necesita escanear o fotocopiar algún fragmento, diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográfcos).

CONSEJERÍA DE UNIVERSIDADES, IGUALDAD, CULTURA Y DEPORTE

Esta obra ha sido publicada con una subvención de la Dirección General de Acción Cultural del Gobierno de Cantabria.

Yves VillebouffantE César Barceló

En la clase de Matemáticas Planetarias los alumnos no atienden a la profe RK-21. La directora entra con un niño nuevo recién llegado del planeta Marte.

—¿Os habéis fjado en su piel naranja y su nariz enorme? —pregunta Venusia.

—¡¿Y su ropa horrorosa?! —exclama Patriocla—. Mirad su robomascota. ¡Qué modelo más pasado de moda!

—Pues no seré yo quien se siente a su lado —dice Martina entre risas.

—Qué raro es. Seguro que no sabe ni hablar terráqueo —opina Lunabella.

Esa misma noche, Martina recibe una noticia terrible.

—Solo son tres años —dice su padre, el señor Garcimoon.

—Es una oportunidad irrechazable —añade su madre—. Es un ascenso como directora del Hospital Central de Marte.

—¿Y mis amigas? ¿Y el colegio?

—No te preocupes. Hemos encontrado en Marte una escuela sensacional. Y con tus amigas podrás hablar con el videochat interplanetario —asegura su padre.

—Pero.... La imagen y la voz tardan mucho en llegar. ¡Es horrible! —se lamenta Martina.

Mientras el gran crucero espacial se desliza por el Sistema Solar con destino a Marte, Martina llora a moco tendido. Sus amigas la animan por sus cosmophones:

—Seguro que vuelves pronto. Todos te van a adorar.

—Cuando estés triste, mira nuestra foto y la pulsera que te hemos regalado.

—¿Puedo quedarme con tu corona de reina del baile del año pasado?

—¿Te importa que te sustituya como presidenta de las Pinkygirls?

Martina llora y llora diciendo a todo que sí. ¿Qué otra cosa puede hacer?

Tras su primera noche en Marte, Martina no se siente más optimista.

—Mamá, no me pienso comer esto.

—Pero si es moho cristalizado de Marte. Mucho mejor que un croissant.

—No he dormido nada esta noche. Cuando me movía, se despegaba el edredón y me daba la impresión de flotar.

—Normal —contesta su padre—, aquí la gravedad es tres veces menor que en la Tierra. ¿No has utilizado el cinturón para quedarte pegada al colchón? Tienes que leerte el manual de cómo vivir en Marte.

—Todo huele fatal, papá. Y hace mucho frío. ¿Y estos robots? Son unos antipáticos —dice susurrando.

—¡La he oído! —se queja la androide cocinera.

Los padres se ríen y Martina no sabe dónde meterse.

Después del desayuno, Martina va al colegio.

—Buenos días, niños. Os presento a vuestra nueva compañera de clase. Se llama Martina y viene de la Tierra. ¿Algún voluntario para sentarse con ella?

—¡Pero qué rara es! ¡Qué ropa espantosa!—grita alguien desde el fondo.

—Uf, qué horror, del planeta Tierra. ¡Mirad qué blancucha!

—Seguro que no sabe ni hablar marciano. Tendrá que usar el electrotraductor.

—Yo no me pienso sentar con ella.

Martina, que creía que todos se iban a pelear por estar a su lado, tiene muchas ganas de llorar.

A la hora del recreo, algunos marcianos la rodean.

—¿Habéis probado estas galletas terrícolas? Son asquerosas.

—¿Te las ha preparado tu mamaíta?

—No, seguro que tiene un androide para ella sola. ¡Es una pija!

—Y mirad lo que he encontrado. Una foto de sus amiguitas deseándole buen viaje a Marte.

—A ver, a ver... Ja, ja, ja. Son tan ridículas como ella —dice el marciano que rompe la imagen en pedazos.

Mientras Martina recoge sus cosas, un grupo de niños y niñas se acerca a ella.

—No te preocupes, Martina —dice Yuri, un niño de Urano—. Todos hemos pasado por lo mismo.

—Bienvenida al grupo de los frikis solares —la saluda Mónika de Plutón.

—Los primeros días son los peores —añade Guomelinda de Venus—, pero luego se olvidan de ti.

—¡No quiero ser una friki! —responde furiosa Martina—. Yo era la más popular de mi clase. ¿Cómo voy a ser amiga vuestra?

Y se levanta y se va, dejando todas sus cosas tiradas.

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