Susanna Isern es autora de numerosos libros infantiles, psicóloga, profesora de Psicología del Aprendizaje en la universidad y madre de tres hijos. Sus obras han sido premiadas internacionalmente y traducidas a más de quince idiomas. El Juego de DimeDigo nace de su dilatada experiencia trabajando con niños y familias y de su pasión por la literatura. Leire Salaberria se graduó en Bellas Artes y estudió un postgrado en ilustración infantil y diseño gráfico. Ha ilustrado numerosos libros infantiles y ha expuesto sus obras de arte en diferentes países del mundo. Su trabajo ha sido seleccionado y premiado en las ferias internacionales más importantes.
Colección Toolbox El Juego de DimeDigo © idea original: Susanna Isern Concepto y denominación registrados © texto: Susanna Isern 2018 © ilustraciones: Leire Salaberria 2018 © diseño: Leire Salaberria 2018 © maquetación: Eduardo Vidal Passani 2018 © edición: Tierra de MU 2018 www.tierrademu.com mu@tierrademu.com Primera edición: octubre 2018 ISBN: 978-84-948337-2-4 Deposito Legal: SA 433-2018 Este libro ha recibido el sello de Libro Respetuoso® por ser considerado una obra editorial que ha tenido entre sus objetivos ofrecer una lectura que potencie el desarrollo armónico de la infancia, así como el respeto de los derechos y de las libertades de niñas y niños. © concepto: Laura Richichi. Impreso en China por Asia Pacific Offset. Todos los derechos reservados. Queda prohibida toda forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sin la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por ley. Si necesita escanear o fotocopiar algún fragmento, diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos).
Mientras escribía este libro ha habido un pensamiento que me ha acompañado continuamente en el proceso. Se trata de un mensaje aclaratorio que necesito transmitir a madres, padres y educadores justo antes de que comiencen a leer o a trabajar este manual junto a sus pequeños.
Generalmente esta preocupación viene fomentada por dos inquietudes:
Muchos profesionales y muchos estudios confirman que la expresión de sentimientos y el relato de las cosas que nos ocurren, son muy beneficiosos para el bienestar emocional. Sin embargo, me parece imprescindible matizar que no es conveniente obligar o forzar a alguien a hacerlo. La persona, sea un adulto o un niño, debe querer y estar de acuerdo. Puede suceder que, a pesar de intentarlo con mucho cariño, el niño se muestre cerrado y reacio a compartir lo que le pasa por dentro. Y esta negación debe respetarse, sin peros.
2. Cuando las cosas se quedan dentro, ¿pueden hacer más daño de lo necesario?
Este manual pretende ser un recurso para que las familias logren comunicarse con mayor fluidez y, más en concreto, para que los más pequeños logren expresarse mejor. Los diferentes apartados de este libro pueden ayudar de forma respetuosa a que los niños reflexionen sobre si quieren o no abrirse. Incluso es posible que de forma natural comiencen a hacerlo. También puede pasar que no se abran del todo, pero sí un poco más que antes. Ese poco es un gran logro para alguien que no está acostumbrado a abrirse y será un buen inicio para seguir trabajando. Pero si no recibimos la respuesta esperada, será mejor que aguardemos a un momento en que el pequeño se encuentre más receptivo. También existe otro matiz importante que es necesario tener en cuenta:
¿Debemos expresar nuestros sentimientos y relatar nuestras vivencias siempre? La respuesta es NO. A la hora de sincerarnos debemos plantearnos las siguientes preguntas:
Por otro lado, muchos padres reconocen que de niños les pasaba lo mismo que a sus hijos. Y al preguntarles si en la actualidad expresan sus sentimientos y comparten sus vivencias en casa, algunos reconocen que no. Cada uno es como es por un cúmulo de circunstancias, pero comprenden que sus hijos pueden haber heredado esa tendencia a no hablar y haber aprendido por observación su forma de comportarse. Expresar sentimientos, decir lo que pensamos y compartir las vivencias, es un hábito muy beneficioso que se puede aprender o mejorar con la práctica. Lógicamente siempre es mejor adquirirlo en la infancia, pero es posible hacerlo cuando uno ya suma unas cuantas décadas. Los adultos también sufrimos las consecuencias si nos mantenemos cerrados como una caja hermética. A partir de esta preocupación que me transmiten muchos padres, y de las propias dificultades con las que me encuentro en la consulta —para que los niños se abran y poder ayudarles de forma más efectiva—, comencé a investigar construyendo herramientas. Poco a poco fui poniendo en práctica y puliendo muchas de las estrategias que recojo en este libro: historias, metáforas, reflexiones, explicaciones, ejemplos, actividades… Y lo que me resulta más útil, un JUEGO que se ha convertido en un facilitador fantástico. Jugando se puede hablar y compartir sentimientos, preocupaciones y alegrías, de una forma distendida y divertida.
Este manual invita a reflexionar sobre estas y otras preguntas. Generalmente si las respuestas son favorables, entonces será aconsejable “abrirse”.
Este manual se puede utilizar de la forma que cada uno crea más conveniente, pero está ideado como instrumento de uso familiar. Es ideal para leer acompañado, con la posibilidad de adaptarlo también para trabajo de grupo en el aula. Se pueden ir descubriendo los diferentes apartados y reflexionar sobre ellos. No se recomienda leerlo entero de un tirón. Es preferible hacerlo de una forma pausada, dejando espacio para el análisis, práctica y asimilación de conceptos.
Una vez aclarados estos puntos, me gustaría explicar por qué he escrito este libro.
Al final de estas páginas hay un apartado dirigido a madres, padres y educadores.
¿Cómo solemos actuar? ¿Nos vendrá bien sincerarnos? ¿Por qué? ¿Con quién nos lanzamos? ¿Cuándo es el mejor momento? ¿En qué circunstancias es aconsejable? ¿Cómo empezamos?
Mi hijo no me cuenta nada. A lo largo de todos estos años de profesión, una de las preocupaciones que más me han trasladado los padres es el hecho de que sus hijos no expresen sus sentimientos, preocupaciones, miedos, sufrimientos... Que no les digan lo que piensan o que no les cuenten lo que han hecho durante el día. 2
1. Si mi hijo no comparte conmigo lo que le pasa por dentro, ¿cómo puedo ayudarle?
Para acabar, solo queda matizar que la comunicación siempre debe ser algo recíproco y bidireccional. Por eso hemos llamado a nuestro juego DimeDigo. Porque para que los niños se abran, debemos saber escuchar. Porque para que los niños nos cuenten, debemos contarles también nosotros. Susanna Isern
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ABRIRSE, sincerarse, explayarse, confiarse, desahogarse, comunicarse, compartir, ser transparente… Mostrar nuestro interior. A veces nos ocurren cosas en el colegio, en el parque, en casa, con los profesores, con los compañeros, con los amigos, con desconocidos, con la familia… Pueden ser situaciones agradables, divertidas y curiosas o, por el contrario, dificultades, problemas y malas experiencias que nos preocupan y hacen que nos sintamos mal. Cosas que podemos compartir, o no, con otras personas. En muchas ocasiones los demás podrán ayudarnos. En otras, quizás simplemente nos escuchen y nos consuelen si lo necesitamos. Se trata de un ejercicio de COMUNICACIÓN. Los expertos aseguran que compartir los problemas y las preocupaciones, y expresar nuestros sentimientos con las personas adecuadas, hace que nos desahoguemos y nos sintamos aliviados. En definitiva nos ayudan a encontrarnos mejor. No solamente se puede compartir aquello menos agradable, también es importante hacerlo con las cosas positivas que nos llenan de ilusión. Se trata de algo maravilloso.
Cuando hablamos de “abrirse”, nos referimos a: y y y y y y y
Expresar sentimientos. Transmitir pensamientos. Verbalizar opiniones. Compartir preocupaciones, alegrías, ilusiones, tristezas y temores. Contar nuestras vivencias positivas y negativas. Comunicarse de forma asertiva. Recibir las emociones de los demás con empatía.
h ¿Por qué hemos llamado a nuestro juego el “DimeDigo”? j Porque al ABRIRSE, no solamente participa de forma activa la persona que se expresa (Digo), también se necesita a alguien que escuche y reciba los sentimientos de una forma adecuada (Dime). DimeDigo es compartir:
Dime qué te pasa, que yo te escucho.
Sin embargo, a lo largo de este manual, hablaremos principalmente de las dificultades de expresar las preocupaciones, las vivencias y los sentimientos complicados para nosotros, ya que probablemente es algo que ocurre con más frecuencia. En otras ocasiones sucede que NO queremos compartir algo. Cuando eso ocurre no hay que sentirse obligado a hacerlo. Es mejor dejar fluir las cosas de forma natural, y esperar el momento conveniente y encontrar la persona adecuada. A veces nos gustaría poder hablar y expresarnos, pero no sabemos cómo. Por suerte, contar nuestras vivencias, nuestros pensamientos, preocupaciones, tristezas, ilusiones y alegrías es algo que se puede practicar para después hacerlo cuando lo necesitemos. Seguramente habrás oído alguna vez la expresión “abrirse a los demás”. El objetivo de este manual es hallar el camino para poder mostrarse, siempre y cuando queramos hacerlo y eso signifique sentirse mejor. Generalmente cuando “te abres” a la persona adecuada, en el momento oportuno y de forma voluntaria, resulta una experiencia positiva.
Con este manual nos enfrentamos a un importante reto:
Aprender a expresar nuestros sentimientos, detectar las vivencias y las situaciones que los han provocado, y compartirlas libremente con aquellas personas que nos quieren y aprecian. 4
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La Familia Oso ........................................................................................................... Presentación de la Familia Oso ........................................................................................................ ¿Qué le ocurre a Osami? .................................................................................................................. Las historias del abuelo oso: Cerca, pero lejos ................................................................................. Las pesadillas de Osami ................................................................................................................... Las historias del abuelo oso: Piki y Shhh ......................................................................................... El colegio de las encinas ................................................................................................................... Las historias del abuelo oso: La mochila de Fito ............................................................................. Manos a la obra................................................................................................................................ Las historias del abuelo oso: El malentendido de Kubi ................................................................... Jugando al Juego de DimeDigo ........................................................................................................ Las historias del abuelo oso: El dibujo de Enzo ................................................................................ Solucionando el problema de Osami ............................................................................................... Lo mejor, lo peor y lo regular ........................................................................................................... Las historias del abuelo oso: El secreto.............................................................................................
La nuez mágica ........................................................................................................... Preocupaciones ................................................................................................................................. Visita a Nipío .................................................................................................................................... ¿Cómo solemos actuar? .................................................................................................................... Visita a la ardilla Triza ..................................................................................................................... ¿Por qué es difícil abrirse? ................................................................................................................ Visita al topo Bono ........................................................................................................................... ¿Por qué es importante abrirse? ....................................................................................................... Visita a la marmota Molli ................................................................................................................ ¿Con quién y cuándo abrirse? .......................................................................................................... Visita a la tortuga Moira .................................................................................................................. ¿Cómo podemos abrirnos? Trucos para empezar ............................................................................ Visita al castor Oto ........................................................................................................................... ¿Cómo podemos abrirnos? Expresar emociones .............................................................................. ¿Cómo podemos abrirnos? La empatía ........................................................................................... Visita al ratoncito Lito ...................................................................................................................... ¿Cómo podemos abrirnos? La asertividad ....................................................................................... Las conclusiones de Osami ............................................................................................................... Comenzar a practicar .......................................................................................................................
10 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 32 34 36 38
40 42 44 46 48 50 54 56 58 60 64 66 68 70 72 74 76 80 82
Apartado para madres, padres y educadores .......................................... La escucha activa ............................................................................................................................. Aceptar los sentimientos................................................................................................................... Trucos para comunicarse con los niños ........................................................................................... Pistas e indicios .................................................................................................................................
El Juego de DimeDigo ..............................................................................................
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94 Una casilla, un reto ............................................................................................................... Desplegable
Este libro se divide en cuatro partes: La Familia Oso La Familia Oso vive en el bosque de Nara. Los miembros de esta familia nos ayudarán a descubrir los beneficios de la comunicación y la expresión de sentimientos a través de:
h Apartado para padres y educadores j Ideas y observaciones para mejorar la comunicación con los más pequeños.
• Sus vivencias: Algo le sucede a Osami, últimamente está triste y callada. Pero la pequeña de los osos no cuenta nada. Toda su familia está muy preocupada. ¿Cómo conseguirán ayudarla?
• Las historias del Abuelo Oso: El abuelo es el
más veterano de la familia de los osos y también el más sabio. Sus historias transmiten valiosos mensajes.
La nuez mágica Osami realiza un recorrido por el bosque de Nara, descubriendo el motivo de las preocupaciones de sus amigos. En este apartado la joven osa logra comprender a sus amigos poniéndose en su lugar. Aprenderá estrategias para expresarse y escuchar.
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El Juego de DimeDigo Juego de mesa ideado por Mamá Osa para poder entender qué le pasa a su hija Osami. Un juego que nos ayudará en la práctica de “Abrirse” con los seres más queridos. En las últimas páginas encontrarás el tablero, las instrucciones, el dado y las fichas recortables. Y en www.tierrademu.com te esperan muchas actividades complementarias de descarga gratuita.
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Abuelo Oso es el que más estaciones ha vivido de la familia, por eso sabe muchísimas cosas. Siente adoración por su nieta Osami. Le encanta sentarse en su balancín y contar historias mientras teje ropa de abrigo.
Osami es la más joven de la familia. Se
En una gran casa de un árbol del bosque de Nara, vive La
Familia Oso.
caracteriza por ser una osa risueña y curiosa. Lo que más le gusta es divertirse con su amigo Pitu, desayunar el bizcocho de miel que prepara papá, los arrumacos “quitapenas” de mamá y las historias que le cuenta el abuelo.
Pitu es un pájaro muy simpático. Pasa mucho
Mamá Osa es muy cariñosa y comprensiva.
Su abrazo es tan cálido que podría derretir un iceberg. Su creatividad e ingenio no tienen límites. 12
Papá Oso también es un muy afectuoso, pero
tiempo con los osos, le encanta estar con su amiga Osami. Entra y sale de la casa del árbol por un túnel secreto. Una de las cosas que más le gusta es sobrevolar el bosque junto a sus hermanos los gorriones.
sobre todo tiene un gran sentido del humor. Su especialidad son las cosquillas en los pies, capaces de hacer sonreír a un ogro gruñón. 13
Osami es una osa muy alegre, sus ojos brillan y en su cara siempre resplandece una amplia y blanca sonrisa, como una raja de melón. Al llegar a casa, como si entonase una melodía, suele exclamar:
—¿Todo va bien, pequeña? —le pregunta Mamá Osa.
—¡Holaaaaa! ¡Holaaaaa!
—¿Ha ocurrido algo en el colegio?
Y corre a abrazar a sus padres y al abuelo que teje meciéndose en su balancín.
Sin levantar los ojos del libro que está leyendo, Osami niega con la cabeza.
Por la tarde suele divertirse jugando con Pitu mientras baila y silba.
Aquella tarde la pequeña osa se muestra aparentemente preocupada y ausente. Pero por más que le preguntan qué le sucede, ella asegura que no ocurre nada.
Le encanta bañarse rodeada de sus muñecos favoritos, se pasa horas a remojo mientras imagina viajes en barco y apasionantes aventuras. Además Osami es de risa fácil, todos adoran contarle chistes, pues aunque sean malos, ella siempre estalla en carcajadas, incluso le caen lagrimones de tanto reír. Y no digamos si Papá Oso le propina una dosis de sus infalibles cosquillas en los pies. Pero un día Osami llega a casa en silencio. Saluda con desgana, le devuelve el beso a su mamá y se dirige a su habitación cabizbaja.
Osami asiente poco convencida y esquiva su mirada.
—Ya se le pasará. Mañana volverá a ser la osa alegre y risueña de siempre. Un mal día puede tenerlo cualquiera —tranquiliza Papá Oso a Mamá Osa.
Algunas veces puedes estar sentado en tu pupitre a la hora de matemáticas y, mientras, tu mente estar viviendo una emocionante aventura cruzando el universo en una nave espacial. La imaginación tiene el poder extraordinario de trasladarte a lugares increíbles en el momento más inesperado. Pero, otras veces, tu mente te lleva a sitios menos agradables. Puedes estar sentado delante de una película y no enterarte de nada, porque tu cabeza está enfrascada en un problema que has tenido en el colegio.
Tu cuerpo puede estar cerca de otras personas, pero en realidad tu cabeza se encuentra lejos. A veces eliges mantenerte alejado. Otras, te gustaría acercarte a alguien que aprecias y contarle algo que te ha sucedido, pero no encuentras el camino para hacerlo. Pequeña Osa está abrazada a su abuelo. Sin embargo, su cabeza parece estar en otra parte. Abuelo Oso le acaricia las orejas y le pregunta: —Osami, ¿tú que crees? ¿Ahora mismo estamos cerca o lejos el uno del otro? —Muy cerca, abuelito. Te estoy abrazando. Así que más cerca imposible. —Te voy a contar la historia de lo que le dijo Papá Conejo a su hijo Coni, una tarde que salieron a pasear.
Encuentra la salida del siguiente laberinto.
Papá Conejo y su hijo Coni estaban descansando a la sombra de un gran árbol. Había llegado la primavera y hacía un día fantástico. Papá Conejo silbaba haciendo vibrar sus bigotes. El pajarito que estaba en lo más alto del árbol le contestaba con su alegre canto. Coni miraba ensimismado las nubes. —Coni, ¿te apetece un trozo de bizcocho de zanahoria? Pero Coni no contestó, seguía perdido en las nubes. —¿Dónde estás, Coni? —le preguntó nuevamente su papá mientras le pellizcaba un brazo con suavidad. —Aquí, a tu lado. ¿No me ves, papi? —contestó Coni sorprendido por la pregunta. —Querido Coni, aparentemente estás cerca, pero en realidad te encuentras lejos, muy lejos. Más allá de esas nubes que tanto te gustan. Aquel pájaro que canta en lo alto del árbol está más cerca de mí que tú. 16
Encontrar el camino que conduce hasta las personas con las se quiere compartir el peso de un problema o preocupación puede resultar difícil. Pero con esfuerzo y práctica se puede conseguir. 17
—¡Paraaa! ¡Noooo! —se oye gritar a medianoche. Papá Oso se despierta sobresaltado por el grito, corre a la habitación de su hija y enciende la luz. Osami está empapada de sudor y tiembla. —¿Qué ocurre? —pregunta mientras la abraza. —He tenido una pesadilla horrible —dice tartamudeando un poco. —Tranquila. Ya pasó. Y, ¿qué es eso tan terrible que estabas soñando? —No lo sé, papá. No me acuerdo. —No te preocupes. Estoy aquí. No te pasará nada. Papá Oso abraza todavía más fuerte a su hija y se quedan profundamente dormidos. Ya hace días que a Osami la envuelve un aire triste que le impide sonreír. Pero no solo eso, también ha empezado a tener pesadillas prácticamente todas las noches. De madrugada se despierta gritando, pero cuando le preguntan qué ha soñado asegura no acordarse de nada. Papá Oso, Mamá Osa y Abuelo Oso están cada vez más preocupados. El tiempo pasa y Osami sigue decaída. Ya casi nunca está alegre, parece ausente, le cuesta ir al colegio, prefiere no salir de casa por las tardes, ha perdido el apetito y tiene esas pesadillas tan terribles. Pitu también sufre por su amiga. Además la echa de menos, hace tiempo que no juegan ni se divierten juntos. Al principio todos creyeron que sería algo pasajero, pero por más días que tachan en el calendario la situación no mejora. Aunque lo peor es su silencio, la pequeña osa es como un libro cerrado. ¿Qué le pasa a Osami? ¿Por qué no cuenta nada? ¿Qué sueña por las noches para despertarse tan asustada?
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Si te gusta hablar mucho como a Piki, ten en cuenta que puedes perderte cosas muy interesantes que se aprenden escuchando a los demás. Y, por otro lado, es bueno tener cierto cuidado con lo que cuentas y a quién se lo cuentas. Si en cambio te identificas más con Shhhh, no te gusta hablar y prefieres permanecer en silencio, piensa que contarle tus cosas a alguien de confianza te puede ayudar a tener otra perspectiva, desahogarte y en muchos casos a sentirte mejor. —Dime, Osami, ¿tú qué crees que es mejor, contarlo todo o no contar nada? —No lo sé, abuelo. Nunca lo había pensado. ¿Por qué me lo preguntas? —Te voy a contar lo que les ocurrió a Piki y Shhh, dos amigas que eran muy diferentes.
Todos tenemos una forma de ser y de actuar con la que nos sentimos más cómodos. Sin embargo, en ocasiones, podemos hacer un esfuerzo por alejarnos de ciertos extremos, si eso nos beneficia.
La mapache Piki y la gata Shhh eran muy distintas. Piki hablaba por los codos, hasta debajo del agua, parecía una cotorra y nunca callaba. En cambio a Shhh parecía habérsele comido la lengua el gato, no decía ni pío. Solo abría la boca para comer, beber y bostezar. A pesar de lo que pueda parecer, Piki y Shhh eran grandes amigas y se llevaban de maravilla. Piki se encontraba muy a gusto con Shhh, con ella podía hablar todo lo que quisiera sin que nadie la interrumpiera. Y Shhh se sentía muy cómoda con Piki, con ella no tenía que esforzarse por hablar porque nunca había silencios incómodos. Un día Piki y Shhh se enfadaron entre ellas. Al ver que no lo solucionaban, el viejo búho les habló. —Parece que os habéis disgustado —les dijo—. Piki, ¿tú sabes qué le ha podido molestar a Shhh? — preguntó el búho. Pero como Shhh nunca hablaba, Piki se dio cuenta de que en realidad no sabía por qué se habían enfadado. Si había algo que le había sentado mal a su amiga, ella no podía solucionarlo. Por primera vez en mucho tiempo Piki se quedó muda. —Shhh, ¿sabes si a Piki le ha molestado algo? —preguntó el búho. Shhh conocía perfectamente la respuesta, pero cómo no estaba acostumbrada a decir lo que pensaba, se encogió de hombros y no contestó. Tampoco ella sabía cómo solucionar el problema. —Justo lo que imaginaba. Cada uno es como es y no hay nada malo en ello. Pero en ocasiones merece la pena esforzarse y alejarse un poco de los extremos, ¿no creéis? Así no podréis arreglar vuestras diferencias —sentenció el búho. 20
No digo ni pío
Pocas veces digo pío
Hablo y escucho
Me cuesta cerrar Hablo a todas horas el pico
—¿Con cuál de estos personajes te identificas más? —¿A cuál de estos personajes te gustaría parecerte? ¿Por qué? —¿A cuál de estos personajes preferirías como amigo? ¿Por qué? —¿Te molesta cuándo alguien habla demasiado? ¿Por qué? —¿Te sientes incómodo cuando alguien está excesivamente callado? ¿Por qué? 21
Una mañana, a la hora del recreo, Mamá Osa se dirige al colegio para hablar con Maestro Ciervo. Le pregunta si le ha ocurrido algo a Osami recientemente y si también la nota rara. —Pues ahora que lo dices, quizás sí. Está un poco más callada y menos participativa. Pero no he observado ninguna situación que haya podido producir este cambio —explica Maestro Ciervo. —Estamos muy preocupados por ella. No solo está decaída, también ha perdido el apetito y tiene pesadillas casi a diario. —Vaya, ¿le habéis preguntado si algo va mal? —Infinidad de veces. Pero no nos cuenta nada. Está completamente encerrada en sí misma. —A partir de ahora la observaré con más detenimiento por si lo que le sucede está relacionado con el colegio —concluye Maestro Ciervo. Al salir del aula, Mamá Osa busca con la mirada a Osami en el patio. Casi todos los pequeños revolotean contentos. Sin embargo, Osami está sentada en un banco, con la cabeza baja. A Mamá Osa se le encoge el corazón. ¿Cómo puede ayudar a su hija?
Imagina que todas tus preocupaciones son las piedras que cargas en una mochila que siempre llevas encima. Si no la vas vaciando, cada vez pesará más. Te costará avanzar y te sentirás mal. Así es, las preocupaciones son pesadas como piedras y, si se acumulan, pueden resultar una verdadera carga para tu día a día.
Vaciar la mochila no es fácil. Pero lo puedes conseguir poco a poco, con esfuerzo y paciencia.
Receta para vaciar la mochila de piedras 1. Haz una lista con todas tus preocupaciones. 2. Enuméralas de mayor a menor. 3. Dibuja piedras de diferentes tamaños en cartulina gris y recórtalas. —Osami, ¿qué te parece tu mochila?, ¿pesa mucho o poco? —pregunta el abuelo mientras la sostiene. —No pesa nada, abuelo. Está vacía. —¿Estás segura? Yo creo que pesa una barbaridad. Te contaré la historia del zorro Fito y su mochila. Fito siempre llevaba una mochila cargada en la espalda. No importaba si tenía que cruzar el río a nado, escalar hasta el pico más alto o trepar hasta la copa de un gran árbol, aquella mochila siempre le acompañaba. Al principio la mochila no parecía importar demasiado, pero a medida que pasaba el tiempo, el paso alegre y ágil de Fito se iba resintiendo. Cada vez le costaba más corretear por el camino, saltar de charco en charco y brincar entre las ramas. Un atardecer la sabia tortuga Uka, que reposaba junto al camino, le detuvo: —Hola, Fito. Pareces cansado. —Lo estoy, Uka. Caminar es agotador. —¡Qué raro! Los zorros sois muy ágiles. ¿Qué hay en tu mochila? Parece muy pesada. ¿Sabías que mi caparazón es como una báscula? Deja caer la mochila sobre él. Fito apoyó su mochila sobre el caparazón de la tortuga, que parecía muy concentrada. —Justo lo que me temía —dijo por fin Uka —. Fito, no puedes seguir recogiendo todas las piedras del camino. Pesan demasiado. Es mejor que te liberes de ellas. —¡No entiendo, Uka! —se sorprendió Fito—. Yo no recojo piedras. Solo llevo mis cosas. —Te aseguro que “tus cosas” pesan como plomo. ¡Toma esta receta! 24
4. Escribe una palabra clave en cada piedra e identifícala con una preocupación. Utiliza las piedras pequeñas para las preocupaciones menores y las grandes para las mayores. 5. Introduce todas “las piedras” en una mochila e imagina que son de verdad. Si tienes muchas piedras comprobarás que pesa demasiado.
de confianza y comparte tus preocupaciones. Cuando cuentas tus problemas, el peso se comparte y se hace mucho más llevadero.
7. Sostén la mochila con la ayuda de la persona que te ha escuchado. Te darás cuenta de que las piedras se han reducido de tamaño, quizás alguna incluso ha desaparecido. La mochila pesa menos. 8. La mayoría de problemas y preocupaciones tienen solución, intenta buscarla con el apoyo de tus seres queridos.
6. Para comenzar a aligerar el peso de la mochila elige a una persona —o personas—
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Después de la visita al colegio, Mamá Osa toma una firme decisión. No puede quedarse de brazos cruzados. Tiene que descubrir qué le ocurre a su hija. Y la mejor forma de hacerlo es conseguir que ella misma se lo cuente. Pero, ¿cómo? De pronto, Mamá Osa tiene una idea brillante. Busca cartulinas de colores, cartón duro, pegamento, pinturas, tijeras… Y comienza a recortar, pegar, dibujar, colorear y escribir. Pasa horas y horas trabajando hasta que logra alcanzar su objetivo. Con el tablero acabado, ya solo le falta hacerse con un dado y con unas fichas. El dado lo toma prestado de otro juego de mesa y como fichas escoge varios botones de colores del costurero del abuelo. Una vez lo tiene todo listo, lo envuelve en papel de regalo. La mañana siguiente es sábado. Osami se despierta temprano. Desde hace un tiempo no duerme demasiado. Mamá Osa la espera en el salón con el paquete preparado. —¿Es para mí? —pregunta Osami con emoción. Mamá Osa asiente. Entonces la pequeña osa lo desenvuelve con nervios y curiosidad. Cuando ve de qué se trata, mira a su madre sorprendida. —¡Es un juego! —Sí, me lo he inventado yo. Se llama “El juego de DimeDigo”. Lo he fabricado para que juguemos toda la familia. Te quiero tanto… Y Mamá Osa y Osami se abrazan tan fuerte que casi se quedan sin respiración.
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En ocasiones estamos tristes, pero mostramos enfado. Otras veces estamos tristes, pero intentamos parecer alegres. También puede suceder que de verdad estemos contentos, pero que los que nos rodean piensen que estamos preocupados. Si no nos expresamos de una forma acorde a lo que realmente sentimos, puede suceder que los demás no nos entiendan, y reaccionen a nuestros sentimientos de manera equivocada, sin atender a lo que realmente necesitamos. Kubi actúa molestando y mostrándose rabioso, provocando el enfado y el alejamiento de los demás, cuando en realidad está triste y lo que necesita es afecto y comprensión.
Osami juega a los piratas en el salón. El sofá es un gran barco con bandera negra y calavera. —¡Al abordaje, piratas! ¡Hay que acabar con las injusticias de la isla! —brama con energía e indignación. Abuelo Oso la observa curioso desde su mecedora. Más tarde, habla con ella. —Osami, cuando jugabas a los piratas parecías enfadada. Te he visto con ganas de hacer justicia. —Bueno, solo era un juego —contesta Osami. Sus ojos vuelven a estar tristes como en los últimos días. —¿Un juego? ¿Estás segura? Te voy a contar la historia de Kubi y el malentendido que se produjo. Nadie sabía el porqué, pero Kubi había comenzado a golpear con su pico a todas horas. ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! Los habitantes del bosque no podían dormir con tanto ruido, echaban de menos la tranquilidad, sobre todo durante la noche. —¡Kubi, ya está bien! ¡Queremos descansar! —le pidieron. —¡Dejadme en paz! ¡Seguiré golpeando si me da la gana! —contestó Kubi de malas maneras. Kubi siempre había sido amable y respetuoso. A todos les extrañó aquella respuesta tan maleducada. Kubi siguió con la misma canción de día y de noche. ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! Los animales cada vez estaban más molestos y pronto se alejaron de él. Finalmente, una tarde, la ardilla Triza le sorprendió llorando. Se enteró de que días atrás, Kubi había recibido una carta de su hermana anunciando que se había dañado un ala y que no podía visitar el bosque de Nara aquel verano. —Kubi, ¿por qué no lo has contado antes? Todos están enfadados contigo, cuando lo que necesitas es cariño. 28
Las emociones son muy pillas y muchas veces se disfrazan de otras para despistar. Por ejemplo, a la tristeza le encanta disfrazarse de enfado.
Si estuvieras triste y quisieras disimular, ¿cómo lo harías? Busca una hoja y dibújate en una situación en la que estando triste transmites enfado. Describe lo que ha hecho que te sientas así.
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“Jugaremos cuando te apetezca”, le dijo Mamá Osa el día que le regaló el juego. Desde entonces Osami pasa largos ratos en su habitación observando el tablero. A veces tira el dado e imagina que está jugando. Finalmente, una tarde de domingo, se dirige al salón con la caja en los brazos. Como de costumbre el abuelo tricota en su mecedora, mientras sus padres leen en el sofá. —Mamá, papá, abuelo… Me gustaría jugar —dice Osami con decisión. La Familia Oso y Pitu se sientan alrededor de la mesa. Sin hacerse esperar, comienza el juego. Primero le toca tirar a Abuelo Oso, que cae en la casilla número 6. —Abuelo Oso, has caído en una casilla de “Recuerdo”. Debes contarnos en qué ocasión de tu vida has pasado más vergüenza —indica Mamá Osa. —Vamos a ver… —dice Abuelo Oso haciendo memoria—. Ya lo tengo. Una de las veces en que pasé más vergüenza fue cuando conocí a la abuela. Me pilló cantando a pleno pulmón mientras pescaba junto al lago. ¡No podéis imaginar qué gallos soltaba! Menos mal que ella no buscaba un cantante como esposo. Todos ríen imaginando la escena. Osami nunca antes había oído esa historia del abuelo. La siguiente en tirar es Mamá Osa, que cae en la casilla número 2. —Mami, has caído en una casilla de “Pregunta”. Dime, ¿qué ha sido lo mejor del día? —Sin duda cuando has venido a despertarme a la cama. Adoro cuando te cuelas a hurtadillas entre las sábanas y me abrazas como un koala —dice Mamá Osa mientras sonríe. A Osami le encanta saberlo. Papá Oso debe representar con gestos la expresión del miedo. Lo hace tan bien que parece el protagonista de una película de terror. Pitu cae en la casilla de “Silencio”, y con lo que le gusta hablar, no puede contar nada. Osami tiene suerte porque tira y cae en la de “Osami”, y adelanta a todos. Entre tirada y tirada, y risa y risa, va avanzando el juego. Por fin, Osami cae en el número 20, una casilla de “Sigue la frase”. —Osami —dice Papá Oso—, ahora debes seguir la siguiente frase: Me asusta… Osami traga saliva. Su sonrisa ha desaparecido y sus ojos se han humedecido. —Me asusta… ir al colegio y que se burlen de mí —parece que Osami no va a seguir, pero de pronto rompe a contar—. La liebre Lula dice que tengo orejas de soplillo y todos los días me obliga a darle el desayuno. Ha conseguido que nadie quiera jugar conmigo. A la hora del recreo siempre me quedo sola. El otro día destrozó mi trabajo de naturales sin motivo, tuve que decir que lo había roto yo para que no se metiera más conmigo. A veces me hace la zancadilla y mis compañeros se ríen. ¡No puedo más! Osami se echa a llorar. Todos se levantan a abrazarla.
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Juego de DimeDigo Juego de mesa ideado por Mamá Osa para conseguir comunicarse mejor con su hija Osami. Un juego pensado para que los jugadores compartan sentimientos, experiencias, recuerdos, pensamientos, preocupaciones y alegrías. Al final de este libro se encuentra el tablero de juego, las instrucciones, el dado y las fichas recortables.
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Algunas personas piensan erróneamente que solo se pueden expresar sentimientos y vivencias mediante la palabra. Y, aunque cierto es que esta suele ser la forma más común, hay que tener en cuenta que no es la única. Para aquellos que tienen mayor dificultad en emplear la palabra, tanto oral como escrita, existen otras formas de expresar sentimientos.
El dibujo, la pintura, la escultura, la música, el cine, el teatro... son otras formas de comunicarse, de transmitir emociones y sensaciones. De abrirse y de sentirse mejor.
Osami mira ensimismada a través de la ventana. Abuelo Oso se acerca a ella. —Osami, se me acaba de ocurrir una idea. ¿Qué te parece si salimos al jardín a dibujar? —¿A dibujar? ¿Para qué? —¿Sabes? Dibujar no solo sirve para pasar un buen rato. Te voy a contar la historia de cómo un montón de papel y unas pinturas le cambiaron la vida a Enzo.
Equípate con papeles, pinceles, pinturas, recortes, tijeras y pegamento. Busca un momento y un sitio tranquilo. Dibuja un día en el que te sentiste muy triste.
Enzo provenía de un país muy lejano. Apareció en Nara una mañana cualquiera. Tenía un aire cansado y ausente. Se instaló en una madriguera abandonada cerca del lago. Muchos animales llamaron a su puerta con algunos obsequios para darle la bienvenida. Pero Enzo ni siquiera pudo agradecérselo, solamente asentía con una sonrisa tímida. Y es que el panda rojo venía del otro lado del mundo, de un lugar donde se hablaba un idioma completamente desconocido para los de Nara. Enzo era un auténtico misterio para todos. Pero, a pesar de no poder comunicarse, parecía amable y nunca le faltaba aquella sonrisa a medio brillar. Una mañana, la gallina Kika tuvo una idea y se acercó a su casa. Llevaba un bloc de dibujo y un montón de pinturas. Kika dibujó un panda rojo con un signo de interrogación. Entonces Enzo tomó las pinturas y un papel y se puso a dibujar. Pasó muchas horas pintando. Mientras lo hacía a veces reía, otras lloraba. Al final de la tarde había llenado un montón de hojas.
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Cuando lo vio, a Kika se le pusieron las plumas de punta. Enzo había dibujado su historia. Una historia en la que al principio todos vivían felices en un bosque de bambúes. Hasta que llegó un feroz incendio y tuvieron que huir. Gracias a eso, y a pesar de no hablar el mismo idioma, todos entendieron lo que le había sucedido a Enzo. Y lo mejor de todo, este parecía sentirse más tranquilo y aliviado por haber podido contarlo.
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Después de confiarle a su familia su gran inquietud, Osami llora a mares. Después cuenta más detalles de lo sucedido: desde cuándo ocurre, cómo fue la primera vez, cómo se siente… Tras sincerarse, la pequeña se encuentra aliviada y más ligera. En ese momento entiende las sabias historias que le cuenta el abuelo. Sin lugar a dudas ha empezado a compartir el peso de todas las piedras que lleva en su mochila. Ahora se siente mucho mejor. Aquella noche, cuando Osami ya duerme, Mamá Osa, Papá Oso y Abuelo Oso hablan de lo ocurrido. También les acompaña Pitu, que está muy preocupado por su amiga. Deben decidir cuál es la mejor forma de ayudar a solucionar el problema de la pequeña de la familia. A la mañana siguiente, piden cita con Maestro Ciervo y se reúnen con él. El maestro dice que no se había dado cuenta. Se muestra comprensivo con la Familia Oso y les promete que tomará las medidas oportunas: hablar con la Familia Liebre, hacer reflexionar a Lula y exigirle un cambio de comportamiento, concienciar a los compañeros de que no está bien lo que ocurre y que no deben guardar silencio. Hacerles ver que es necesario apoyar a Osami. Maestro Ciervo se compromete a velar por el bienestar de la pequeña de los osos y hacer todo lo necesario para que la situación cambie.