¡Artista!

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Para Uriel, con quien primero juego cada historia David Hernández Sevillano

© Textos: David Hernández Sevillano © Ilustraciones: Miguel Cerro Rico © de esta edición: bookolia Colección: Ilustrados 1.a edición: marzo de 2019 ISBN: 978-84-949117-5-0 Depósito legal: M-5780-2019 Impreso en UE Todos los derechos reservados Reserva de derechos de libros Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).



HabĂ­a una vez un topo viviendo en un encinar con una melena larga y un flequillo y un lunar. Su topera era una ruina: la cama estaba muy vieja, no habĂ­a puertas ni ventanas, no quedaba ni una teja.




Quería cambiar el topo, además, de profesión, así que cogió tres quesos, un pan y su acordeón y se fue tarareando aquella alegre canción:

Había una vez, un circo…

Había una vez un topo, más bien cortito de vista, que lo tenía muy claro: ¡ÉL QUERÍA SER ARTISTA!


Caminando, caminando topó el topo en un paraje con tres lombrices muy tristes que lloraban por su traje: –¡Todo manchado de arcilla, todo cubierto de barro, con remiendos y jirones y zurcidos y un desgarro! –Amigas, yo soy artista, si queréis serlo conmigo, yo mañana os coso un traje con cascarones de trigo.



AsĂ­ el topo, sin desmayo, hizo su primer ensayo: EmpezĂł a hacer malabares con aquellas tres lombrices, pero no las vio bajar y cayeron de narices.


Mientras huían las tres, una de ellas mareada se volvió y le dijo al topo: – ¡NI ERES ARTISTA, NI NADA! –Lo siento, yo no quería, no os vi bien, no es culpa mía.

em más de peño o g l a on c etrás de su sueño. Y d ó i sigu


Llegó a un bosque donde un pino hizo con su rama un rizo, y bajo la rama vio con un pastel a un erizo. Y se acercó: –Soy payaso, hago a la gente reír, con tu ayuda y tu pastel nos podemos divertir.


–Apunta bien a la boca. Le dijo el erizo al topo y, como ayudante suyo, se colocó frente a un chopo.


Así el topo, sin desmayo, hizo su segundo ensayo: Pero alguien comió bananas y el topo pisó la piel y al suelo cayó en pedazos el delicioso pastel.


–¡Me has dejado sin merienda! Con su voz malhumorada el erizo gritó al topo:

– ¡NI ERES ARTISTA, NI NADA! –Lo siento, yo no quería, resbalé, no es culpa mía.


Y con algo más de empeño siguió detrás de su sueño. Caminó esta vez el topo sin salir de la chopera, cuando se encontró con un conejo gris con chistera. –Si quisieras ayudarme, puedes ser protagonista; has de saber que soy mago. ¡Seré un magnífico artista!



AsĂ­ el topo, sin desmayo, hizo su tercer ensayo: El topo ayudĂł al conejo a esconderse en el sombrero, pero con tanto empujĂłn le hicieron un agujero.


–¡Mi sombrero favorito! ¡Mi chistera más preciada! Se volvió y le dijo al topo: –¡NI ERES ARTISTA, NI NADA!

–Lo siento, no es culpa mía, yo pensé que resistía.



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