BRAINSTORM! #7 EDITORIAL
POSTER DinA3 INCLUÍDO EN LA VERSIÓN FÍSICA. A LA VENTA EN ZULOA (Correría, 21 Vitoria-Gasteiz)
Más de 20 estudiantes de ilustración hemos trabajado para llenar estas páginas con nuestra profesión. Con la ayuda de la EASD de Vitoria-Gasteiz y en especial de Lourdes, Charo y Antonio. Con el apoyo de la Fundación Sancho el Sabio Fundazioa que nos ha proporcionado un espacio para reunirnos y el acceso a su fanzinoteca. Con la colaboración de los escritores Ignacio H. B. y Amaia Yániz. Con la tipografía de Diego Valle. Con la generosidad de David de las Heras que nos ha regalado tiempo para la entrevista. Con tu muestra de valor al comprar nuestro fanzine. Con... tinuaremos. Mikel Escalera
brainstormfanzine@gmail.com Depósito legal: VI-139/14
Ilustración de Denís Lizoain
MARCAPÁGINAS INCLUÍDO EN LA VERSIÓN FÍSICA. A LA VENTA TAMBIÉN EN LA EASD (Cuadrilla de Salvatierra S/N Vitoria-Gasteiz)
Texto de Arantza Eziolaza / TipografĂa realizada por Diego Valle
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DAVID DE LAS HERAS ENTREVISTA
David de las Heras (Bilbao 1984) es un pintor e ilustrador afincado en Barcelona, donde trabaja desde el estudio “Domingo”. Realizó la carrera de Bellas Artes especializándose en pintura, y posteriormente estudió ilustración en la “Escola Massana” de Barcelona. Entre los últimos trabajos que ha realizado se encuentra el diseño del personaje principal de las fiestas de Santa Eulalia 2013 en Barcelona, así como el cómic infantil “Martín, de grumete a capitán”. “En sus pinturas intenta mostrar la naturaleza violenta del ser humano, y el miedo que la genera, pero siempre dejando una salida para el espectador, una ventana donde coger aire.”
Imagen: David, retratado por Luisa Jiménez, junto con Martín, el protagonista de su último cómic infantil.
Muchos ilustradores van a probar suerte a Barcelona, por tu experiencia, ¿crees que realmente hay más posibilidades allí? La verdad es que no sabría decirte si realmente hay más posibilidades, es verdad que en Barcelona existe una tradición mayor que en otros lugares de España, y que aquí he podido relacionarme con profesionales que en Bilbao me hubiera sido imposible o por lo menos mucho más difícil. Quizás para empezar esta bastante bien pero de todos modos una muy buena opción y que si tienes idiomas la mejor, es intentar abrirse paso en un mercado internacional, ya que en muchos países se tiene en una mayor consideración el oficio del ilustrador de la que se tiene aquí. ¿Cómo empezó todo para “Martín, de Grumete a Capitán”? ¿Cómo surgió la oportunidad de publicar el cómic? Empezó hace un par de años...yo estaba aún en la Massana y le comentaba a una amiga de clase que yo solo necesitaba que me dieran una oportunidad, y que si me la daban no les decepcionaría...y esa misma noche por el facebook recibí un mensaje de Arianna Squilloni (la escritora).Aparte de ser escritora, es editora, lleva una pequeña, preciosa e importante editorial que se llama “A Buen Paso”. En el mensaje me decía que había visto mi trabajo en facebook y que le había gustado mucho quería saber si era posible quedar para conocerlo mejor. A partir de ahí empezó todo...todos los trabajos que me han ido viniendo en mayor o menor medida se los debo a ella, a partir de ella conocí a Olalla, que es la directora de la colección donde se publicó el cómic de Martin; ella un tiempo después me propuso si me interesaba ilustrar el texto de Arianna. Así que yo acepté encantado...
¿Qué escondes debajo de tanto pelo? Pues la verdad es que muchas cosas, es mi baúl particular, la mayoría de veces es material para trabajar, cómo lápices, gomas de borrar, algún que otro aperitivo y las llaves de la bici para que no se me olviden... es verdad que a veces oigo canciones que salen de ella, canciones que no entiendo pero creo que son solo turistas borrachos que están de paso...así que lo llevo bien. ¿En qué se parece lo que dibujas a lo que dibujabas de pequeño? Pues la verdad es que no se parece mucho, de pequeño odiaba pintar! solo me gustaba el dibujo, no soportaba currarme un dibujo a lapiz y después salirme de la linea con el pincel! me decia a mi mismo que de mayor inventaría un pincel de punta dura! si hay que decir algo, quizás lo que más se asemeja es la intención siempre de crear algo laborioso, no me dejo soltar y sorprenderme, fallar y aprender, demasiado control...algo que con el tiempo espero poder cambiar... ¿Un artista olvidado que consideres que deberíamos recordar? Hay dos, y ninguno de los dos olvidados, pero si que es verdad que yo los he tenido que volver a recordar ahora mismo en mi etapa de ilustrador, uno es Magritte y el otro Richard Corben...
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¿Cómo ves el presente y futuro de la ilustración? Pues el presente lo veo bastante bien, en España cada vez se tiene una conocimiento mayor de la ilustración, hace unos años no podías decir simplemente que eras ilustrador porque mucha gente no tenía ni idea de lo que era. Ahora la cosa se ha normalizado más, aun así es verdad que ello conlleva que de alguna manera se considere cómo ilustración trabajos que no los son, y que solo cumplen una función estética o de espectáculo, sin ningún tipo de función ilustrativa. Y en el futuro pues no lo se la verdad, pero creo que se le dará a la ilustración unas funciones mayores y tendrá una mayor presencia en más ámbitos de los que tiene actualmente... sobretodo pienso yo en el mundo de los videojuegos. ¿Por qué pintas rojas las narices? Jajaja! me estoy quitando, me estoy quitando! son manías que tiene uno, lo recogí no se de donde...pero ahora intento darle la nariz que corresponde a cada personaje, con la forma, tamaño y color que mejor expresen su personalidad... es algo que creo que es importante y que me enseñaron en la Massana, no me refiero solo a las narices, con los rasgos, las posturas, la constitución, podemos decir mucho de cada personaje... ¿Qué te inspira? La verdad es que todo...es que hoy en día cualquier cosa, abres los periódicos y flipas la de historias que surgen. Sobretodo siempre intento hacer cosas que me gustaría poder ver en la realidad, cómo cuando te engancha un buen libro, y te imaginas todo lo que ocurre en él, pues eso mismo lo sacas al papel...lo mueves y sacas otra historia a partir de esa imagen..."y si?" es una pregunta tan grande y tan llena de posibilidades...y todo lo que nos rodea esta dispuesto para que cambie con esa pregunta. Los libros, las películas, los videojuegos, tu vecino, son el comienzo y el comienzo de puentes enormes...(me puesto un poco grandilocuente lo siento...) ¿Qué te parece si te cortamos las manos? ¡Va! no pasa nada, seguro que como esta yendo el futuro en un par de años con las g**gle glass y cosas así no necesitaremos ni las manos, pintaremos a pestañeos!!jeje
carapajaro.blogspot.com.es
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LOS OLVIDADOS LUIS BUÑUEL Sinopsis
En los barrios bajos de Ciudad de México vive un grupo de niños rateros rodeado de crímenes y violencia. Cuando Jaibo se escapa del reformatorio y vuelve al barrio, aprovecha para vengarse de su delator, Julián. Es entonces cuando la moral del jóven Pedro se ve truncada y la tragedia les perseguirá allá donde vayan.
Crítica
Luis Buñel propone un drama neorrealista con una clara intención social en el que la muerte, la sexualidad y la pobreza son protagonistas. Pero bajo esa premisa, también nos presenta la evolución del surrealismo, que analiza los pensamientos irracionales que surgen en el fondo oscuro de los hombres.
Hoy hace ocho años que paseaba por el parque cuando me crucé con un señor que estaba agachado entre arbustos. Preocupada, me acerqué a él: -Disculpe, señor, ¿está usted bien? El anciano, sorprendido, alzó la mirada y respondió: -Sí, sí, sí, estoy buscando, tiene que estar por aquí. -¿Buscando? ¿Qué estás buscando? -¡El pequeño elefante azul, jovencita! Entonces pensé que mi nuevo conocido era, simplemente, un pobre viejo loco, como tantos a los que la edad les ha pasado factura, y suponiendo que sería lo mejor, procedí a ayudarle a buscar al pequeño elefante azul. -¿Y cómo dice que es ese elefante? -Pues es azul, pequeño, supongo que será del tamaño de una pastilla de jabón chimbo. Sin hacer más preguntas, seguí buscando, sin saber exactamente qué era en realidad lo que estaba haciendo. Al cabo de un rato, cuando mi paciencia estaba llegando a su límite, vi algo de un color azul intenso, un azul que chillaba. Impresionada, acerqué mi mano a la cosa azul que chillaba. Efectivamente, aquello no era imaginación mía. Aquella cosa azul era algo palpable. -¡Señor! ¡Señor he encontrado algo! ¿Esto es lo que busca? El anciano se acercó a mí mientras se colocaba las gafas, me quitó el elefante de las manos y exclamó: -¡Vendita seas, jovencita, lo has encontrado! ¡ajajaj! Perdón, no te he preguntado tu nombre. -Me llamo Eloísa. -Yo soy Florentino, ¡buscador y amigo de objetos perdidos! Un placer, señorita. Entonces, sin dudarlo, me atreví a preguntarle de qué iba todo aquello: -Puede perdonarme, Florentino, pero, ¿qué es este…este elefante? ¡Oh! Este es un elefante que perdió alguien una vez. Como ya te he dicho, soy amigo y buscador de objetos perdidos. ¡Los objetos perdidos me gritan! La gente piensa que sólo soy un viejo chiflado, pero no es así. Las cosas que la gente pierde y echa de menos me llaman, me dicen “¡eh, estoy aquí!”.¿Sabes cuando pierdes algo que quieres y piensas “si hubiese hecho tal... si no hubiese hecho cual”...? pues cuando sientes eso, el objeto también se siente apenado porque ya no está con quien tanto le quiso y llora, llora… y yo les oigo y los busco, pero, ¡ojo! que si te da lo mismo perder lo que has perdido, ese objeto nunca llorará. Pero bueno, en fin, cuando encuentro las cosas que busco, los llevo a mi pequeño almacén, a mi chiringuito y espero a que, por un casual, sus respectiv@s dueñ@s vuelvan algún día. Entonces Florentino me miró con sorpresa y me preguntó: -¿Quieres acompañarme? Te enseñaré todo lo que tengo, ¡quién sabe! quizás algo está esperándote… -Iré encantada, Florentino Salimos del parque y tras callejear llegamos al casco viejo. Florentino me estaba guiando por callejuelas por las cuales no había estado jamás. De
pronto, entramos en la calle más estrecha que había visto nunca, una calle oscura y sucia. Al otro lado del callejón había una plaza con forma de media luna, la cual no tenía más salida que aquel callejón. El lugar era como un bonito pueblito de cuento en medio de la abochornada ciudad; Había cinco portales, una librería, una pequeña tienda de caramelos, una panadería-pastelería, una tienda de ultramarinos, una peluquería-barbería y lo que parecía un garaje o una lonja, cerrada con una persiana de color lila, en la cual se podía leer: OBJETOS PERDIDOS. También había tres bancos y una fuente. Florentino se dirigió hacia la persiana de color lila, la abrió y me invitó a pasar dentro. An tes de entrar, me quedé observando con gran asombro todas y cada una de las muchísimas cosas que tenía expuestas: un paraguassombrero, unas gafas de bucear con cámara de fotos incrustada, un cascanueces, una navaja con forma de pintalabios, un gremblin (sería de verdad?), una tetera con forma de lechuza, un enorme chuchillo de carnicero, una cámara de fotos lomográfica de la antigua unión soviética… -Vamos, entra, no tengas miedo. Dentro de aquel pequeño almacén había muchas más cosas almacenadas en baldas, además de una silla, una pequeña mesilla y un pequeño y viejo televisor. -¡Ah! Pues esto es mi pequeño rincón de paz, donde paso la mayoría del tiempo, excepto cuando estoy buscando cosas. -Tienes muchísimas cosas, Florentino. Nunca me hubiese imaginado algo así, ¡es realmente fantástico! -¡ajajaj! Me alegro de que te guste, ¡ajajajaj! Busca, mira, mira lo que quieras. No estoy acostumbrado a tener visitas y quizás encuentras algo, ¡quién sabe! El mundo es muy pequeño, querida, y tod@s tenemos una cosa en común, ¿sabes cuál es? ¡tod@s perdemos cosas! ¡ajajaja! algun@s mas que otr@s, claro, pero sí, sí, así es. -Y…¿vive solo, florentino? -¡Oh! Sí, sí, sí. Vivo solo, sí. -¡Y no tiene hermanas, hermanos, hij@s o, bueno, ya sabe, alguien con quien comparte su vida? - No, no. Tenía dos hermanas, pero murieron las dos. Desde entonces vivo sólo. Nunca he sido mucho de relacionarme con gente, me cuesta, no sé ¡las personas son tan complicadas y simples al mismo tiempo! Es difícil encontrar personas especiales con las que compartir obsesiones como ésta. Aquí estoy bien, tranquilo. L@s vecin@s son gente austera y generosa; saludan amablemente pero no se meten en asuntos ajenos ni chismorrean sobre ello. Pero, dime, Eloísa, ¿hay algo que perdiste alguna vez y aún echas de menos? -Pues, ahora que lo dices, estaba pensando en un paraguas que perdí cuando 22
era pequeña. Era un paraguas pequeño, transparente y era un paraguas muy especial porque a través del plástico del paraguas… -¡El día se veía soleado!- me interrumpió Florentino. -¡Sí! Daba igual si lloviese, nevase o estuviese el día gris, ¿Cómo lo sabes? -¡¿Cómo lo voy a saber?! Ajajajaj sí, sí, sí, ese paraguas debería estar por aquí… ¡aha! Aquí está. Lo encontré en una papelera con una varilla rota. Mi nuevo amigo me entregó el paraguas que yo perdí cuando tenía unos 9 años, al parecer, había arreglado la varilla rota. -¡oh santo cielo, Florentino! ¡Es mi paraguas! Sigo sin poder explicar la sensación que me invadió en aquel momento, lo especial que me sentí por haber vivido algo así, por haber conocido a Florentino. Él también parecía conmovido; sus ojos brillaban y tenía una sonrisa que irradiaba una tremenda felicidad. En aquel momento entendí qué era lo que hacía Florentino, por qué hacia lo que hacía. -¡Ay! Amo estos momentos, ¡me dan razón por la que vivir... ¿quieres algo de picar, querida? Son las dos, yo enseguida… -¡Las dos! Tengo que irme! Es tarde. Lo siento, Florentino, tengo que irme, pero volveré, se lo prometo. -Estaré encantado si vuelves, Eloísa, suelo estar siempre sólo y está bien hablar con alguien de vez en cuando, sobre todo si es alguien tan simpático como tú. -Descuide, Florentino. De todas formas, espero no perderme buscando ese estrecho callejón! Me voy, volveré pronto, se lo prometo! -De acuerdo, pero, hazme un favor, no me hables de usted, querida, hace que me sienta demasiado importante. -Está bien. Desde ese día fui dos veces por semana (a veces era una y otras tres y otras cuatro…) a estar con Florentino. Algunos días le ayuda a buscar todo aquello que buscaba, otros simplemente pasábamos la tarde en el chiriguito, bebiendo té y comiendo galletas, charlando o viendo alguna de sus películas antiguas en su pequeño televisor con VHS. Las cosas horribles del mundo desaparecían por unas horas mientras el tiempo pasaba tan rápido como un avión. Ahora que Florentino ya no está la vida es un poco más triste, pesada, gris. Pero, aún así, todos los objetos que recogió guardan en ellos parte de su memoria, de su historia, parte de él. De modo que, mientras todos esos objetos sigan existiendo, Florentino no morirá del todo y por esa razón yo, guardiana de los objetos perdidos, cuidaré de ellos hasta que alguna persona curiosa se enamore de este chiringuito tanto como lo hice yo años atrás.
Debe enseñarse a los hombres como si no se les enseñara. Las cosas desconocidas deben proponérseles como cosas olvidadadas. Alexander Pope proveniencia. 1. f. Procedencia, origen de algo. procedencia. (Del lat. procedens, -entis, procedente). 1. f. Origen, principio de donde nace o se deriva algo. Mándala (o mandala, sin tilde) es un término de origen sánscrito, y son diagramas o representaciones esquemáticas y simbólicas del macrocosmos y el microcosmos, utilizados en el budismo y el hinduismo.
EL ONASSIS El número 74 de la Zapa pasa del todo inadvertido ante los seres que cada día atraviesan esta calle de Gasteiz. Nadie se fija en él y lleva años convertido en un rincón fantasma, con el cartelito de “SE VENDE” deshaciéndose en una ventana. Es el local que hace esquina con el cantón de Anorbin, tan sólo a dos puertas del 1900, a las faldas de uno de los murales que engalanan la capital del planeta Patata. Probablemente muchos fines de semana habrá borrachos que apoyen la espalda en esta pared, ajenos a la historia que se esconde detrás. Pero esta cosa, ya olvidada… un día fue el Onassis. Hay que remontarse, fácil, hasta la Edad Media para hallar el origen de aquel bar. Se trataba de una tasca de barrio regentada por un hombre bien entrado en años, su esposa y su perro (según los testimonios, una auténtica máquina de matar). La taberna recibía ese nombre debido al parecido razonable que, aparentemente, guardaba aquel señor de pelo blanco con el famoso magnate griego que acabaría casándose con Jackie Kennedy. Los más viejos del lugar han podido confirmar que “no se parecía ni hostias, pero siempre fue su apodo…”. En cualquier caso, el aitona Onassis pasaba las tardes en la puerta del bar, amenizando las charlas de su clientela a base de tintorro, clarete y aceitunas. En verano de 1985 (qué buen vino!) llegaba procedente de Gipuzkoa un comando de tabernaris compuesto por Kike, Mikel y Jon, con la intención de abrir un garito rockero en la vieja Gasteiz y el destino les brindó la oportunidad de hacerse con el 74 de la Zapa, a un precio muy razonable acordado con Onassis y Jackie. Bastante más jodido fue convencer al perro, ya que defendió su hogar con uñas, dientes, sangre, sudor, lágrimas… y hasta con un par de pistolas semiautomáticas y un cuchillo jamonero que le incautaron al pobre animal (algún que otro ratón, sin embargo, abandonó el barco a las primeras de cambio, sin más esparajismos). Todo estaba listo para el txupinazo y la bajada de Celedón, en agosto. Para la épica, cabe aclarar que esta gente de Eibar fue tremendamente generosa al decidir que el nombre del bar debía permanecer intacto: Onassis. Durante aquellas fiestas la afluencia de gente al nuevo local no fue muy sonada, pero para cuando llegaron las Navidades los ritmos ensordecedores que emanaban del lugar ya habían logrado congregar a enormes cantidades de peña. Cosas de la vida, en febrero de 1986 les surgió a Kike y compañía una oportunidad imposible de rechazar: hacerse cargo del Bode. Lógicamente, no dudaron y se mudaron una calle más abajo, no sin antes ponerse en contacto con unos amigos de Durango, por si les interesaba adquirir el pequeño bar que habían reinventado el verano anterior. Así es como
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Iñaki y Mentxu aterrizaron en el cantón de Anorbin… y con ellos el esplendor del punk y del comúnmente denominado Rock Radikal Vasco, aquella etiqueta comercial tan criticada por muchos, pero que indudablemente fue la banda sonora para toda una generación. Los ochenta fueron años muy convulsos y sus drogas se llevaron por delante a mucha gente, debido a la enorme permisividad (interesada) que existía en Euskal Herria. Por aquel entonces la escena underground de Vitoria era fuerte y muy camaleónica… o tal vez sería más acertado aventurarse a concluir que nuestra ciudad contaba con una identidad múltiple, conformada por distintas tribus urbanas. Punkis, heavys, mods, skins y rocabilis convivían, a hostia limpia, por las calles de lo viejo. Cada filosofía estaba minuciosamente definida (incluso tenían sus propios camellos! Qué disciplina!!!) y la indumentaria de unos y otros no podía abandonarse al azar, por lo que un amplio espectro de crestas, melenas, gominas, chaquetas de cuero, chalecos, txapas, partxes, camisetas, vaqueros apretaus y botas con punta de hierro pertrechaban a una juventud capaz de acojonar al policía más sanguinario. Si alguien tenía algún conocido que se marchaba unos días a Londres por cualquier historia, los encargos de discos y la lista de la compra de ropajes que no había aquí, eran de obligado cumplimiento. Si no hubieran existido catálogos de Doctor Martens, habría habido que inventarlos… Pero aquellos heavys y aquellos punkis, igual que sus bares, no eran de mentira o diseñados exclusivamente para el finde. No, queridos niños y niñas, no. Esos bares no cerraban ningún día de la semana, así que quien era de una de estas tribus lo era todos los días. No es de extrañar que gente de entonces haya afirmado que “antes había identidad. Ahora hay diversión”. Pero aquellos cabrones identitarios también se divertían… y mucho. Volviendo a fijarnos en el Onassis hay que recordar que, a partir de 1986, el bar pasó a formar parte del temido escuadrón de la muerte de tabernas punkarras radikales, junto con los ya históricos Iturri, Cantón, Sótano, Tomás, Refugio, Jastepi… y hasta el propio Bode. Kontuz! que no es que en la Kutxi no hubiera bares míticos que fueran de este rollo. Aquí lo maquiavélico era contar con tantos bastiones punkis que distaban escasos metros entre sí. Aquello sí que era una ruta canalla… y no lo que se han inventado ahora. El antro protagonista de esta historia comenzó a hacerse fuerte y, poco a poco, se fueron haciendo frecuentes las visitas de los más ilustres profetas del punk vasco. Así es como los miembros de Korroskada, Quemando Ruedas, Hertzainak, La Polla o Cicatriz disfrutaron de la música a toda hostia, de las errefreskantes birras, de los intragables kubatas de ron “Flor de caña” y de los incómodos paraguazos de Iñaki cuando se ponía de mala leche. Pero entre estas bandas míticas hubo una que hizo de aquel local su particular kremlin: Ya hemos llegao! Somos de aquí! Somos los Cicatriz! Fueron muchas las horas metidas ahí dentro, tanto por la propia banda como por el entorno
de ésta y, claro está, por otras criaturas de la noche de la talla de Triku, Moretti, Moha o el gran Riki. La Poti incluso perteneció al dilatado elenco de tabernaris que trabajaron allí, sirviendo los tragos que irían a parar a los gaznates del Pescadilla, de Dieguillo, del Rioja, de Goar… y del propio Natxo, que era el encargado de pinchar las canciones y hasta de decorar las paredes con calaveras cabreadas. Además, este último incluso disponía de una cuenta propia a su nombre en el bar, para pedir fiao aquellas noches en las que se les notaba en la cara que no había bacalao. Aquel partenón punkarra y rockero de ascendencia helena fue además espectador de excepción en una recordadísima ensalada de hostias acaecida contra la policía en el cantón de Anorbin. En aquellos años la Zapa era escenario habitual de mamporros y guantazos al estilo de Bud Spencer y Terence Hill, debido en parte a la obsesión enfermiza que tenían los maderos de ir siempre al peor lugar en el momento menos oportuno. Para sintetizar un poco, que conste en acta que crujirse a sopapos estaba muy en boga a finales de los ochenta. Una noche en la que el hostiómetro estaba cerca de reventar la aguja, unos felices municipales tuvieron la brillante idea de aparcar su bólido a escasos metros de la puerta del Onassis. “Kakafuti!”, pensaron los rebeldes sin causa de la Zapa, que rápidamente rodearon al coche y comenzaron a levantarlo desde un lado. En cuestión de segundos, la muchedumbre enfervorecida consiguió volcar el vehículo y éste, oh milagro!, comenzó a rodar cantón abajo hasta efectuar un aterrizaje inolvidable en la calle Herrería. Aquel sonido retumbante de chapa abollada y de cristales rotos despeñándose de forma tan armoniosa por la cuesta de Anorbin culminó con una sentidísima ovación por parte de los relajados potatos y rastafaris que abarrotaban canuto en mano las inmediaciones de lo que fue el Parnaso, el eterno Dios griego de la Euskadi Tropikal, primo de Onassis. Corría 1988 cuando se produjo una última metamorfosis en el Onassis: la llegada del Heavy. Mikel “El Pelanas” y la hermosa Lola serían los encargados de asumir el mando y de llevar a cabo este maléfico plan de metal. Tuvieron además la gran suerte de contar con dos bares heavys como vecinos más inmediatos: el 1900, regentado entonces por Miguel y ubicado tan sólo a dos puertas y el Topo, en manos de Karlos y justo delante del Onassis, en el lado de los impares. Nacía así el por algunos denominado “Triángulo de Metal” de Gasteiz. La rotación de camareros era algo menos enrevesada que en la época anterior y mucha gente recuerda de carrerilla el “4 inicial” de la era heavy: Mikel, Lola, Aitor y el rubiales Pikatxa, sacando bebercio a borbotones de la kalimotxera. En alguna noche de gala también saltaba al otro lado de la barra el incombustible Txomin, si sus horas de servicio en la Guagua se lo permitían. Esta familia metalera incluso inventó un juego para beber que causó estragos -y alguna que otra pota- entre sus melenudos parroquianos: el juego de “La Puta Borracha”. Este juego de azar y borracheras alcanzó cierta fama y años más tarde el comandante en jefe del Joker,
pidió permiso a la gente del Onassis para instaurarlo en su bar. El espectro de heavy, rock y otras hierbas era amplio y el volumen seguía sonando muy alto, duro y al mentón, a través de aquel castigado equipo de sonido que disparaba Judas Priest y Sepultura en todas direcciones desde el final de la barra, junto a los taburetes de los asiduos Jorge y Javi, miembro de Super 46. Un poster del recién nacido Appetite for Destruction de los gansos vestía el fondo de un bar que también recibía visitas con pedigree, como las de los miembros de Rock D.A.M., BO2 y Ley Seca. El local sufrió un divertido manchado de cara después de una noche de carnavales en la que, por algún motivo, todo el mundo iba maquillado rollo Drácula, muerte, sangre y vísceras. Detrás de la barra, sobre una estantería apocalíptica, se colocaron algunos botes de cristal que contenían cerebros reales de ovejas y corderos, junto con otros motivos halloweenianos y telarañas varias. Muy gruntx!!!! Después de aquella noche, Mikel y Lola decidieron que el Onassis permanecería siempre de esta guisa, aunque unos cuantos meses más tarde los cerebros empezaron a coger mal aspecto y hubo que desprenderse de ellos. Aparte de esta faceta visceral y sangrienta de la última etapa del bar, es recordado el buen rollo que existía con los dueños de una tienda heavy de la Zapa llamada “Carátulas”, por cortesía de la cual en el Onassis se realizaban sorteos de discos y guitarras. Otro dato sorprendente y muy mítico era el momento de mandar a la gente a la calle tras la farra. “De los Apeninos a los Andes… y del bar a la puta calle”, porque cuando Lola cogía la escoba para amenazar a la plebe al grito de “Qué pasa!? Que no tenéis casa!?”, la canción que siempre sonaba como despedida de una juerga en el Onassis era la de la serie “Marco”: Mi mono Amedio y yoooo… El origen de esta tradición se sitúa en una Nochevieja y tuvo tanta aceptación que no hubo más remedio que adoptar este tema para el cierre. En 1991 el edificio que se erige sobre el Onassis fue declarado en ruinas y el bar se vio obligado a cerrar sus puertas para siempre. Tras la profunda remodelación de la casa, el número 74 de la Zapa y protagonista de esta historia se convirtió en una tienda de flores. Una tienda de flores secas… que no contó con el beneplácito de los Dioses griegos y tuvo que cerrar sus puertas. Desde ese día el local se vende, pilla polvo, se convierte en fantasma…y el Onassis es ya una cosa olvidada. Tal vez estas líneas sirvan para que algunas personas recuerden todo lo vivido aquellos años con una sonrisa. Gasteizmente, Natxo H.B. Sincero agradecimiento a toda la gente que ha ayudado a juntar las piezas: Pablo, Jose, Budi, Goyo, Mr. Boti Elizondo, Dieguillo, Mauri, Txomin, Mariano, Mikel, Lola, Kike, Pérez, Juan, Eva, Riki, Diego y A.G.U.
La inocencia del ser humano desaparece cuando somos conscientes de todo lo que nos rodea La vida es un cĂşmulo de todas las decisiones que tomamos a lo largo de ella Somos lo que queremos ser Somos lo que decidimos ser
David Company
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Lainopean bilutsik, izar berri ta erro zaharren artetik; buruz heldu, gorputz gazte ta bihotz jaio, formen amets-dantzan sartu da zeharo. Bidez lanbide ta laburbidez bidelapur; mugitzen diren gorputzak, inguruz jantziak, beraien norantzaren antza hartuz. Argitu, lotu ta murgil; adituz lortu du, hagitz hadi. Baina ez du bultzatu bidian jada erre da bere bizia orain hor dago jarria ahazturaz jantzia gure agure aztia.
XiMho
Olvidaste un grito. Tú,
que olvidaste algas de fuego como el cráter de la sangre. Olvidaste el bailar de las plumas marinas y su sexo negro
de langosta. Puede que hoy, sí, la balada canina de los besos feos se desdibuja en el aire ausente de tu boca. El soplo lejano de tus tetas mirando cómo se deshacen los rugidos suaves del orgasmo de la libertad. Y ya sin soñar,
sin querer
sueños son mentiras.
Y no conoces la verdad porque no tiene sentido.
Fue nuestra savia rupestre la Fue nuestro,
que trenzaba
un escroto con otro.
libres porque no sabíamos qué era
felicidad.
Pero tú, te miro borracha, como disgustada por todas tus pieles muertas, por como vomitas números de tabaco quemado sin que tus pestañas sepan acariciar la literatura gorda de unos caracoles. Y quiebran cascadas de sal en mi lengua por culpa del destornillador cuántico que atraviesa la tráquea de tu mentira.
Seamos la sangre de las caricias del orangután más primario. Seamos
calamares psicodélicos que se desnudan en el sol de café.
Seamos nada ante nuestros ojos de mentira.
Patricia García
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ÍNDICE DE ILUSTRADORES
Irene Gutiérrez Cubierta interior
Josu Maestu Págs. 22,23
Daniel Rubines Págs. 12,13
Arantza Eziolaza
Andrea Arnal
Págs. 2 - 5
Págs. 16,17
Coraline Aine
Págs. 6,7
Págs. 24 - 27,40
Iratxe González
Págs 14,15 Marcapáginas
Juan Gainzarain
Mikel Escalera
Págs. 28,29
Maider Jiménez Págs. 18 - 21 con Luisa Jiménez
Retratos Maite Ilarregi Págs. 30,31
Luisa Jiménez Págs. 42,43
Itxaso Arrausi Pág. 35
Patricia García Págs. 38,39
Bittor Beraza
David Company
Contraportada exterior
Págs. 32,33
Hodei Hernando Págs. 36,37
Peio Iglesias Pág. 41
Denís Lizoain Janire Domínguez Pág. 34
Poster