Letras rojas

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PoesĂ­a Liberal michoacana del siglo XIX



Tamara Sosa A.

Esta edición fue posible gracias al apoyo del Sistema Estatal de Creadores de la Secretaria de Cultura del Gobierno del Estado de Michoacán, a través del Programa de Coinversiones para la Producción Artística, correspondiente a la emisión 2009. Este Programa es de carácter público, no es patrocinado ni promovido por partido político alguno y sus recursos provienen de los impuestos que pagan los contribuyentes. Está prohibido el uso de este programa con fines políticos, electorales, de lucro y otros distintos a los establecidos. Quien haga uso indebido de los recursos de este programa deberá ser denunciado y sancionado de acuerdo con la ley aplicable y ante la autoridad competente.



El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable intenta adaptar el mundo a sĂ­ mismo. AsĂ­ pues, el progreso depende del hombre irrazonable.

George Bernard Shaw



AGRADECIMIENTOS Quiero agradecer el apoyo de muchas personas en el difícil quehacer de lograr un primer libro. Fueron muchos los que respaldaron este trabajo, sin embargo, quiero mencionar a mi familia, a Alejandro Basulto, a la Mtra. Gabriela Sánchez, Arnabeth Muñoz Castro, Miguel Monroy Sosa, el Dr. Raúl Eduardo González, y el poeta Gaspar Aguilera.

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ÍNDICE GENERAL Advertencia al lector

VI

Introducción

VII

Estudio preliminar: Letras para la nación, un acercamiento a los poemas de La Bandera Roja

VIII

Inventario de conceptos Índice de los poemas Índice onomástico de los poemas Anexos Bibliografía

XII

Poemas de La Bandera Roja

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XIX XXVIII XXXII XL

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ADVERTENCIA AL LECTOR Letras Rojas reúne los poemas sociales e íntimos que se publicaron en el periódico decimonónico de Michoacán La Bandera Roja. El punto de partida se encuentra en el trabajo hemerográfico realizado en la Hemeroteca Pública Universitaria Mariano de Jesús Torres de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y en la hemeroteca del Archivo municipal de Morelia. Con la finalidad de aportar un elemento adicional a la lectura de los poemas, se agregó un inventario de temas en donde se desarrollan los principales conceptos empleados por los poetas a lo largo de los 111 poemas encontrados en los cinco años de publicación (1859-1863). Ya en la lectura de los poemas el lector se encontrará con el número de periódico, número de página y fecha en que fue publicado. La numeración de los poemas cambia a partir del 25 de diciembre de 1860, y se regresa al número uno ya que el periódico se divide en dos tomos. Posteriormente, se incluyó un índice onomástico referente a los personajes que se mencionan en los versos, pues se creyó conveniente para el enriquecimiento de la lectura. Se debe aclarar que en esta edición se respetó la ortografía original de los versos con el objeto de tener una visión real de su publicación, y aunque el lector encontrará palabras y reglas ortográficas en desuso, cabe destacar que en algunos casos se trata de errores cometidos por los poetas o por la casa tipográfica en turno; sin embargo ambos aspectos podrían ser el objeto un trabajo posterior. Asimismo se respetó la presentación original de los poemas como la sangría, comentarios de los editores, dedicatorias y puntos suspensivos que podrían parecer como un error. Finalmente cabe anotar que no se hizo ningún tipo de anotación a excepción de ininteligible en los casos en los que el estado del periódico no permitió hacer la transcripción de los versos.

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INTRODUCCIÓN El siglo XIX en Michoacán y en el país entero, tras haber pasado el movimiento de independencia de la corona española, marcó el inicio de una etapa importante en cuanto a la estabilidad del territorio como nación, debido a que fue una época de trascendentes discusiones en torno al rumbo político-social que debía seguir México. En tal escenario, la literatura decimonónica en la entidad representó un papel fuerte en cuestión de la didáctica de las ideologías, aunque el lector fuera un sector reducido pues la mayoría de la población era analfabeta. La producción literaria era difundida -además de los libros- en los periódicos, mediante la forma de poemas, piezas teatrales o de novelas por entregas. Las expresiones literarias del siglo XIX que predominaban en la prensa giraban en torno a temas sociales de la época y a elogios dirigidos a destacados independentistas, sin embargo, no se dejaron de lado expresiones más íntimas. Michoacán, conocido por ser cuna de destacados patriotas, y por su firme participación en los momentos decisivos del país, jugó un papel importante en el escenario político del momento y fue un campo fértil para la discusión, muchas veces, a través de los periódicos de distinta índole, como políticos, literarios o religiosos. La Bandera Roja, periódico publicado durante la guerra conocida como “de los tres años” y del inicio de la segunda intervención francesa, fue un medio importante de difusión para las ideas liberales, pues en él escribieron importantes personajes de la vida política del estado. Con el rescate de los poemas encontrados en su periodo de vida se conformó Letras Rojas; un trabajo hemerográfico que pretende lograr un acercamiento con la literatura de ese tiempo, y su vinculación en el contexto social y político del momento a través de la vasta producción de los poetas-políticos que escribieron en el Michoacán decimonónico. Debido a que el material encontrado en este periódico puede considerarse como representativo de lo que estaba pasando a nivel estatal en el ámbito literario es que el libro se ha subtitulado Poesía Liberal michoacana del siglo XIX; en el ánimo de tener una lectura generalizada del contexto político-literario del estado.

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ESTUDIO PRELIMINAR

Letras para la nación: un acercamiento a los poemas de La Bandera Roja. BREVE CONTEXTO México en medio de guerras civiles, y unos años después de la independencia de España es el escenario. La política estaba representada en dos grupos dominantes a lo largo del país: liberales y conservadores; ambos buscaban dominar al enemigo para implementar su modelo de nación y parecía no haber punto de encuentro. El país volvía a mirarse a sí mismo después del movimiento independista y de la guerra con Estados Unidos, en donde se perdió una parte importante del territorio. Estos acontecimientos dejaban el espacio fértil para una discusión que llevara a la consolidación nacional, y que evitara una ruptura definitiva al interior, sin embargo, la idea de que el bando contrario resultara vencedor era aterradora, se trataba de proyectos antagónicos aunque con el mismo objetivo de conformar una nación. Mientras que los conservadores eran identificados con el poder eclesiástico y con lo que significara anti-federalismo, los liberales se alzaban con la bandera del progreso y con la urgencia de remover los privilegios que persistían desde la colonia. Así, tras la declaración de la Constitución de 1857, en donde -entre otras cosas- se disminuía poder a la Iglesia, vino la presentación del Plan de Tacubaya, mediante el cual los conservadores pretendían desconocer dicha constitución. Así, se dio inicio a la guerra de Reforma o de los tres años, conocida por ser el enfrentamiento a muerte que tuvieron liberales y conservadores a fin de implementar su proyecto de nación, y que con el tiempo se profundizaría hasta llegar a que la población en general se involucrara de manera activa en cualquiera de los dos bandos. En Michoacán las ideas liberales siempre fueron imperantes; por lo que la entidad se apegó a la nueva constitución bajo la gubernatura del liberal Epitacio Huerta. Esto implicó, entre otros acontecimientos, el descontento del clero, lo que llevó a constantes enfrentamientos entre el poder religioso y el político. La iglesia michoacana dejó en clara su posición, “el obispo Clemente de Jesús Munguía expidió un decreto mediante el cual declaró ilícito que los católicos juraran obediencia a la constitución indicando que quienes lo hicieran no podían recibir los sacramentos, si antes no se retractaban públicamente”1. Enrique Florescano, coord. General, Historia General de Michoacán, 3 vols., Instituto Michoacano de Cultura, México, 1989, p.53 1

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Esta amenaza de excomulgar a los seguidores de la Reforma era una bandera que los conservadores promulgaban y que afectaba a la idiosincrasia del creyente por lo que se convirtió en todo un tema de discusión que continuamente se llevó al terreno de los periódicos, la literatura, y de cualquier espacio de debate. La segunda intervención francesa fue también un momento determinante para los escritores de ese tiempo. Más allá de los conflictos entre conservadores y liberales, la política se encontró en un escenario internacional complicado con la amenaza de la implementación de un imperio. Si bien esto representaba un obstáculo ante el camino de la consolidación del país independiente, el peligro francés significó para los escritores liberales todo un campo por explotar frente a la necesidad de enraizar el patriotismo entre el resto de la población, lo cual se vería claramente en sus versos.

LA LITERATURA EN LOS PERIÓDICOS La continua batalla entre liberales y conservadores quedó plasmada en los medios de comunicación de ese tiempo. Los periódicos representaron el espacio común para la difusión de los dos proyectos de nación; a pesar de que la mayoría de la población era analfabeta, los escritores –políticos y a la vez poetas- estaban dedicados a la concientización de las masas, pues la ignorancia era el símbolo del retraso y se creía que educando a la gente podría consolidarse el país. Así las revistas y periódicos literarios se volvieron espacios en los que empezó a fraguarse el nacionalismo cultural mexicano, en donde se exploraron los fundamentos de la nación, las raíces históricas de la cultura del país, y se trató de sentar las bases de la literatura mexicana2. En ese contexto la literatura que apareció en los diferentes tipos de periódicos estuvo enfocada, en gran medida, a respaldar esta necesidad de conformar a un país. El compromiso social de estos escritores-políticos se debía no sólo a la experiencia que les dejaron los momentos de inestabilidad, sino a que la mayoría de ellos fueron actores de la vida política del país y del estado. Así nos encontramos, -entre muchos ejemplos- con un autor como Gabino Ortiz que además de ser diputado y magistrado del Supremo Tribunal de Justicia fungía un importante papel en diferentes periódicos de su tiempo, en los cuales no sólo participaba en la redacción de editoriales sino en la composición de versos íntimos, pero sobre todo en los dedicados a la nación y al hombre patriota. En cuanto a la forma, durante la primera mitad del siglo XIX, los escritores empezaron a familiarizarse con el romanticismo que en Europa se había caracterizado por un rompimiento con las reglas y con el neoclasicismo decadente ya para ese tiempo. En el caso de México la innovación se vio con más fuerza en el aspecto temático, del lado del ya mencionado patriotismo y de la necesidad de consolidar a la nación. “A la poesía romántica mexi-

Véase Carlos Illades, Nación, Sociedad y Utopía en el romanticismo mexicano, CONACULTA, México, 2005. 2

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cana la cruzaron y guiaron tres motivos: el regreso al pasado indígena, el pleito por el paisaje y las intensidades cívicas”3. Se trató de autores inmersos en la problemática de su tiempo que encontraban su inspiración en el acontecer del país, por lo que los personajes principales fueron los de la vida política nacional. Como parte del creciente romanticismo y respondiendo a una necesidad patriótica, los autores se referían al tema de la naturaleza constantemente. Explotaban las riquezas de los paisajes, y todo lo que implicara lo original de México, con el objeto de ir forjando la literatura mexicana como uno más de los elementos propios de una nación. Se trataba de fusionar a los distintos sectores sociales a partir de un orgullo de la mexicanidad, pero sobre todo a raíz de forjar una identidad que tanta falta hacía en ese momento. Sin embargo, y a pesar de que los temas patrióticos eran el principal foco de atención, los poetas que entraban al romanticismo también se interesaron por innovar en la presentación, por lo que se percibe cierta novedad en el uso de nuevos modos, a la par de que se empezaron a ver nuevas formas que no encajaban necesariamente en una definición -aunque estructuras clásicas como el soneto aun eran comunes.

LA BANDERA ROJA Y SUS POEMAS La producción de periódicos en Michoacán fue variada y vasta. Se conocieron publicaciones conservadoras, religiosas, literarias y liberales, entre otras; sin embargo, dada la naturaleza liberal del estado, fue este último tipo el más influyente en la prensa de ese tiempo. En el caso de La Bandera Roja no hubo una auto denominación ‘liberal’ aunque así lo fuera, pero sí una clasificación de semi-oficial, lo que implicaba que no había una identificación plena con el gobierno de ese entonces, “semi-oficial’ refiere que no eran publicaciones íntegramente afines a la postura del gobierno”4, aunque se tratara de administraciones de ideología similar. Su publicación tuvo una duración de cinco años; de 1859 a 1863, un tiempo considerable tomando en cuenta que la mayoría de los periódicos duraban poco debido a problemas económicos y al contexto inestable de guerra en que se encontraban. De acuerdo a la investigación que realizó la historiadora Adriana Pineda5; en el tiempo en que se publicó La Bandera Roja, se conocieron en el estado otros 14 periódicos, todos de tipo político, lo que denota

Luis Miguel Aguilar, La Democracia de los Muertos, ensayo sobre la poesía mexicana 1800-1921, Cal y Arena, México, 1988, p. 108 3

Adriana Pineda Soto, Registro de la prensa política michoacana, Siglo XIX, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Universidad de Guadalajara, CONACYT, México, 2005, p.46 4

Véase Adriana Pineda Soto, Catálogo de la Hemerografía de Michoacán, Universidad de Guadalajara, CONACYT, México, 2004. 4

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que en Michoacán se vivían activamente las discusiones sociales del momento, y que se tenía un gran interés por participar en la formación de la nación. Compuesto por una sección editorial, parte oficial, gacetilla, avisos y variedades, La Bandera Roja salía por lo general dos veces por semana, aunque en distintas etapas su periodicidad cambiaba. A lo largo de su vida lo publicaron las dos casas impresoras que había en Morelia: la de Octaviano Ortiz en un principio y la de Ignacio Arango en su etapa final. Siendo un periódico de tipo político, La Bandera Roja se concentró en dar a conocer partes de guerra y en opinar en torno a los acontecimientos que iban definiendo el camino de la lucha entre liberales y conservadores. En este escenario, la sección Variedades aportaba precisamente esto al lector, una variedad respecto del discurso serio de la política, por lo que éste apartado se encontró con regularidad en el periódico y fungió una parte importante en cuanto a su propia aportación de la difusión de la ideología liberal. Variedades, (conocido en algunos números como Poesía) se ubicaba normalmente en las últimas dos páginas del periódico y estaba conformado por diferentes géneros literarios, aunque en contadas ocasiones se vieron artículos de opinión política. Por lo general se publicaban versos, novelas por entrega, llegaron a verse un par de cuentos, además de algunas piezas teatrales. Los versos fueron los más comunes, y se encontraban en diferentes presentaciones como: himnos, baladas, coplas, sonetos, elegias, anacreóntica, o incluso en formas no literarias como epitafios, diálogos, cartas o alocución, pues se buscaba cierta originalidad en el modo de expresarse. En cuanto a la parte estructural, en los versos se encontraron generalmente distintas métricas pero el endecasílabo fue el más común, y la rima fue de los dos tipos, asonante y consonante, lo que lleva a una difícil clasificación de una tendencia poética particular que haya sido empleada. Como parte del mencionado naciente romanticismo, y a la tendencia a la originalidad, el sarcasmo fue de suma importancia para el desarrollo de los poemas sociales publicados en este periódico. Más que una forma, era todo un lenguaje que los poetas empleaban para comunicar el apasionamiento que sentían por su patria. Empleado en una cantidad importante de los versos sociales, el sarcasmo se encuentra en diferentes tipos de voces poéticas. El más común es el poema que está dirigido a un conservador o a un fraile; en ocasiones pareciera que se trata de un discurso amistoso pero el tipo de lenguaje va cambiando hasta llegar al reclamo y a los insultos. Por otro lado se encuentran los poemas en donde el autor toma la voz como si se tratara de alguien del bando contrario para hablar de las atrocidades que ha cometido, o de los lujos que dejará de tener si triunfan los liberales. En cuanto a los autores, su presencia varió respecto a la editorial que se encargó de la publicación, pues mientras Octaviano Ortiz fue el productor de 1859 a 1860 se vieron de manera más frecuente poemas de escritores como Gabino Ortiz

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–responsable de la edición en ese tiempo- y Antonio Plaza. Por otra parte, de 1861 a 1863 cuando fue la casa editorial de Ignacio Arango la responsable de la publicación, los poetas más representativos fueron Juan Valle y José Rosas, por mencionar algunos. Esto podría responder en alguna medida a la tendencia ideológica de cada autor que podía coincidir o no con la línea del periódico o del gobierno mismo, pues al interior del grupo liberal había también diferencias entre radicales y moderados que se hacían públicas en ocasiones, aunque nunca a través de los poemas. El papel de la mujer en La Bandera Roja no fue muy destacable; era el objeto de versos principalmente en torno al desamor, adoración o al resentimiento, y en un sentido activo sólo se conocieron seis poemas de cuatro autoras diferentes: Elisa B. Espirito, Dolores de la Mota, Esther Tapia y Josefa Aguilar, algunas de ellas personajes populares en el periódico y en el estado. En sus pocos ejemplos, las mujeres escribieron también en torno a temas patrióticos, versos dedicados a personajes sacrificados por la nación, pues se trataba de un tema que preocupaba a toda la población en general. Cabe destacar que su interés íntimo fue constante en su material poético, sin embargo, los versos que fueron publicados en este periódico fueron de carácter social, seguramente por el perfil político de La Bandera Roja. Otro tipo de autor fueron las colaboraciones de periódicos afines ideológicamente, por lo que en ocasiones se firmaban como copiados, del Mocho de Querétaro, o del Prisma –por mencionar los más comunes-. En cuestión de cantidad, en el periodo de 1859 a 1863, aparecieron un total de 111 poemas; en los últimos dos años la producción fue menos constante, en 1862, -ya inmersos en el conflicto con Francia- sólo se publicaron siete poemas, mientras que en 1863 sólo uno, debido a que en ese año únicamente se dieron a conocer dos números del periódico. En un anexo se muestra un cuadro en el que se presentan los autores, el número de periódico en el que aparecieron, la página, así como la fecha y comentarios adicionales de cada uno de los poemas incluidos en este libro con la finalidad de enriquecer y facilitar su lectura.

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INVENTARIO DE TEMAS

Con la finalidad de enriquecer la lectura de los poemas se presenta un inventario con los temas recurrentes de los versos, tanto sociales como íntimos. Se buscó tener una perspectiva que tomara en cuenta el contexto en el que escribieron los poetas. Amor/desamor. No se encontraron más que cuatro casos de poemas que celebran el amor como un sentimiento positivo y lleno de dicha: A ella, A Morelia. A Esther, El sueño del amor y Los ojos de Socorro. Por el contrario, el desamor es una emoción a la que se dedican numerosos versos. Se sufre la pérdida de la mujer amada, ya sea por la muerte de esta o por su traición. “Quiero olvidarte para siempre, ingrata”, es un claro ejemplo de versos dedicados al desamor, como puede verse desde el título en A una pérfida. El olvido. Este desamor exacerbado podría explicarse en cuanto a la presencia de la desgracia; la pasión se vive hacia lo trágico de la vida, y en cierta medida hay una entrega total a la desdicha. Sin embargo, cuando se trata del amor dedicado a la patria no cabe posibilidad de encontrar infelicidad. De alguna manera todos los autores en los poemas sociales hablan de esa entrega total que se dibuja como amor pero no hacia una persona sino hacia la nación. Conservadores. Además del clero, los conservadores fueron la representación del mal en los versos sociales de La Bandera Roja, pues eran quienes buscaban el retraso del país. Dibujados como lo maligno, a menudo se hacen comparaciones de los conservadores con el diablo y todos los adjetivos que ayuden a describir y ampliar esta imagen. Se trata de asesinos que actúan con la bendición de la Iglesia, bandidos que disfrutan de la opulencia que han logrado con el trabajo del pueblo, traidores de la patria. Los protagonistas de este tipo de versos son Generales y militares que se han destacado por su actuar en batallas donde murieron liberales. El dinero a menudo resulta un elemento asociado con el mal y la injusticia de este grupo. Dios. Resulta interesante la concepción de Dios en los poemas de La Bandera Roja, pues por un lado se encuentra un odio genuino por todo lo relacionado con la institución o la religión en sí misma; sin embargo, existe un total respeto y amor por la deidad. A pesar de la devoción que se siente por él, hay una clara diferenciación en cuanto al fanatismo: “¡Dios va a ser adorado en vez del papa!” se dice en La Muerte del Diablo.

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Dios está relacionado con la ley y la libertad, pues es todo bondad, a él se dirige el poeta para reclamar justicia, e incluso la lucha sangrienta es un dictado de Jesucristo, son sacrificios que tienen que hacerse para lograr la Reforma. La gente que adora a Dios está del lado de la razón y del progreso, contrario a los ateos, término que en algún momento se contrasta con ‘estúpidos’. Independencia (Aniversario). Para los poetas relacionados con el bando liberal, el movimiento independentista que vivió el país unos años atrás representa todo un ejemplo en cuanto a la lucha por la libertad; es por esa razón que en diferentes versos se encuentra una gran admiración por los héroes que dieron patria al territorio, y es en ese sentido que se les conmemora cada año. En ocasiones se encuentra el formato de ‘Composición leída por su autor…’ o ‘Composición patriótica…’. Se trata de discursos en endecasílabos que recuerdan de manera poética el valiente actuar de los insurgentes. Cabe destacar la importancia que tenían los 15 o 16 de septiembre para los activistas liberales, pues se realizaba una ceremonia para recordar ‘el grito de libertad’. Así, Miguel Hidalgo es el principal personaje mencionado en la mayoría de este tipo de poemas y representa un modelo a seguir para los combatientes liberales. Debe decirse que no todas las ‘Composiciones’ fueron conmemorativas de la Independencia, ni ese formato fue el único empleado para recordar ese momento histórico. En ocasiones se componían himnos alusivos, y en una gran cantidad de poemas sociales se encuentra la imagen de la Independencia presente, pues este fue un tema que permitió a los poetas reflexionar sobre la situación que vivió el país después de haber conseguido la libertad, y en ese sentido es un llamado también a seguir su ejemplo. Liberales. Héroes de las mejores batallas, luchadores de la justicia, y promotores de la Reforma, los liberales –muy pocas veces llamados así- son protagonistas de los poemas sociales publicados en La Bandera Roja. También conocidos como ‘rojos’ se les relaciona con el progreso y con el amor a la patria. Hay buenos y malos pues al parecer no se puede actuar de manera imparcial y se encuentran muy delimitados los roles de lo que representa cada grupo; en el caso de los liberales, se personifican en los combatientes que murieron en batallas contra conservadores, o en ciudadanos que fueron conocidos por su ideología patriótica. En la mayoría de los poemas sociales, la voz poética es liberal, que reflexiona sobre los problemas del país y maldice al bando contrario como responsable. Libertad. Aunado a la consolidación de la patria, la libertad representa el objetivo máximo para el poeta-político. En el discurso de los poemas sociales se presenta a la libertad como una finalidad que hay que alcanzar y defender ante todo.

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Sin embargo el tema no es desarrollado en ninguno de los poemas; se habla de libertad pero como algo abstracto que al parecer se logrará una vez que triunfe la Reforma y que haya leyes justas. En términos generales podría entenderse que libertad es para los poetas de La Bandera Roja triunfar sobre un opresor, que en este caso es representado por el bando conservador y el clero. Es una emoción idealizada, en donde una vez que se alcance se llegará al bienestar total. La libertad es ‘dulce’ es ‘hermosa’; incluso llega a personificarse en una joven mujer como en Al S. General Epitacio Huerta. El grito de dolores. Asimismo, en diferentes poemas se relaciona la frase ‘el grito de libertad’ con el movimiento independentista, y de igual manera con un nuevo inicio de guerra que traerá bienestar, tal como se ve en Himno patriótico, en honor de los héroes de la Independencia.

Gloria á Hidalgo, pues libres nos vemos, Porque esclavo no supo vivir, Y en presencia del héroe jurémos Libres ser ó luchando morir. Michoacán/Morelia. En La Bandera Roja se encontraron diversos poemas dirigidos a la tierra natal, Michoacán, o Morelia según el caso. No sólo se le escribe por un sentido de pertenencia sino que se resalta continuamente el valor que tiene por ser la cuna de diferentes patriotas; es así que se le distingue como un estado ‘libre’. Otro calificativo común es el heroísmo, pues se trata de una tierra comprometida con la causa liberal, y eso es de celebrarse en Al estado de Michoacan:

Prosigue ¡oh Michoacan! dando á la patria Héroes que la corona refulgente De la victoria ciñan á su frente, Dándola al fin la suspirada paz. La fertilidad de la tierra y la hermosura de sus paisajes vienen a ser un componente secundario cuando se habla del orgullo por lo productiva que ha sido Morelia, o Michoacán en cuanto a su lucha contra los conservadores. Muerte. La muerte, por diferentes motivos fue un tema importante para los poetas que escribieron en La Bandera Roja. En la mayoría de los poemas coincide la muerte, ya sea en versos íntimos o sociales, aunque en ambos con una simbología distinta. Por un lado, los poemas dedicados a la patria tienen constante acercamiento con la muerte de un héroe o de un ciudadano patriota; asimismo, una mayoría de versos íntimos están dedicados a la muerte de un ser querido, ya sea familiar o de amistad.

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En el caso de la muerte de un patriota, se encuentran una serie de descripciones heroicas del que fallece; se dibujan todos los calificativos posibles para enaltecer su valentía y nacionalismo, e incluso se tocan aspectos físicos que logran presentar verdaderos mártires. Así, el que muere no sólo es recordado por todas las virtudes que poseía sino que se encamina hacia la gloria eterna. La voz del poeta se muestra orgullosa y fuerte ante la pérdida, aunque furiosa ante el asesinato del héroe; se habla de que es el inicio rumbo a la gloria y a una permanencia eterna en la memoria del pueblo, como en el caso de Las tres tumbas:

¿Qué, nada queda sino el polvo frio De los héroes de vida transitoria? ¡No!... que á despecho del olvido impío Queda una alma inmortal, queda la gloria. No es el caso de los poemas íntimos, en donde encontramos a un autor deprimido y sin esperanza. La soledad es el sentimiento imperante en este tipo de versos; la muerte se convierte en una tragedia para los que permanecen vivos y deben soportar la ausencia del ser amado. La tumba es el lugar común para el lamento, es la “fría loza” o la “tumba solitaria”. La muerte fue también un símbolo de dos sensaciones: el orgullo y el reclamo. Por un lado el poeta estaba dispuesto a la muerte con tal de defender la patria y la libertad; se consideraba el mejor de los finales morir por la nación, pues era una búsqueda de la victoria por sobre todas las cosas. Asimismo, este tema era también empleado para reclamar al bando contrario la pérdida de grandes hombres y dejar en claro que eran asesinos. Naturaleza. Relacionada con el sentimiento patriótico, la naturaleza fue una herramienta para enaltecer al país naciente, y al mismo tiempo, un escenario para el poeta sufrido. En distintas ocasiones se encuentran descripciones de lugares hermosos, -principalmente michoacanos- en los que la belleza es el motivo; se trataba de lograr un sentimiento de orgullo y admiración por la nación, y al mismo tiempo alcanzar un sentido de identidad. Sin embargo, los poetas hicieron más que describir paisajes, pues en algunos versos se puede ver la naturaleza como un pretexto. En el poema A la cascada de Uruapan, conocida con el nombre de La Tzararacua, la naturaleza se vuelve un motivo para hablar de lo imperativo que es luchar contra el fanatismo:

¿Quién puede comprender si en el estruendo Con que desciendes de la inmensa altura, Se simboliza el huracán tremendo Con que un dia el pueblo lleno de bravura Se levante y se destroce al fanatismo Y arroje á sus campeones al abismo?

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Finalmente, la naturaleza por sí misma, cuando no se refiere a ningún lugar en específico, es la acompañante del poeta, su escenario y cómplice en el sufrir íntimo, en la reflexión espiritual. Patria/Nación. Este tema, que también se puede relacionar con la nación, es el más recurrente en los poemas sociales. A pesar de que no se mencione la palabra en muchos de los casos, todo el sentido de estos versos está dedicado a este concepto como objetivo final de los poetas. El concepto es constantemente empleado para engrandecer la figura de algún político del momento. Se trata de patriotas que dan su vida por la nación, y es en este sentido que el amor a la patria es igualmente apreciado. Por otro lado, el peor de los insultos que puede cometerse es traicionar a la patria; y con frecuencia se encuentra el concepto de ‘enemigos de la patria’. En La Moreliana, se denota un adjetivo religioso “¡Oh amor de la patria sagrado!”. En Composición Patriotica, el autor habla de manera apasionada del fenómeno que busca consolidarse entre los mexicanos:

¡Patria! ¡Patria! Palabra encantadora Que el alma y corazon fuerte conmueve, Y hace que el entusiasmo les subleve, Y se embriaguen de dicha seductora. Poeta. La imagen del poeta se encuentra en los poemas íntimos, pues en los versos sociales la voz es siempre liberal o conservadora, -en los casos en los que se emplea el sarcasmo-. Las reflexiones de la voz poética son en torno a la soledad, y a una comparación con la belleza que hay en la vida, que ellos no tienen; es un continuo lamentar por lo que les tocó vivir y por la inminente muerte. Ya como figura continuamente se ve a un poeta débil y desamparado del que hay que compadecerse. “Nació para sufrir: era poéta”, se resume en A la memoria de mi amigo Juan Diaz Cobarrubias. Esta imagen se refuerza con la idea de su noble corazón y sensibilidad ante lo hermoso del mundo. Pueblo. Se trata de dibujar a un pueblo personificado en una dicotomía de mártir-poderoso. Es mártir pues se le ha sometido en la ignorancia, sufre en la pobreza a pesar de que es trabajador y su esfuerzo hace que el país funcione. Es común encontrar que el poeta hable al pueblo, desde afuera, y como si se tratara de “alguien”. Esta personificación es una herramienta que logra reafirmar esta idea de abnegación que al mismo tiempo funge como un reclamo hacia el bando conservador.

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En el mismo sentido de lejanía se encuentran versos en los que el poeta se dirige al pueblo para provocarlo a recordar y amar a los héroes que han muerto por la nación, o más común, para luchar contra la opresión, como se ve en el poema El pueblo:

Pueblo! Pueblo! Desata tu cadena, Busca compensación á tus trabajos, Y á llanto eterno, sin piedad, condena A los viles que insultan tus andrajos. Por otro lado, y a pesar de la marcada característica de víctima que se le da, podría decirse que se trata de un pueblo al que se le otorga todo el poder y se le deposita plena confianza para lograr lo que desee. Religión/Clérigos. La religión es la encarnación del mal en todos los poemas sociales. Tanto a la institución en sí, como a los clérigos se les atribuye la opresión del pueblo y en general, todas las desgracias que sufra la nación, pues se oponen al deseado progreso. Constantemente se califica de ‘hipócritas’, ‘fanáticos’ y ‘santurrones’ a los seguidores de la religión; incluso en poemas como ¡¡¡Guerra!!! y Sorprendente milagro del Arcangel S. Rafael se encuentra a ‘viejas sin pudor’ y a ‘viejas reaccionarias’ que se niegan a recibir el progreso y que en general, simbolizan a un sector de la sociedad identificado con la iglesia. Los clérigos o canónigos son la personificación del mal porque son los que se encargan de hundir en la ignorancia a la población al tiempo que amenazan con la excomunión; por esta razón se ve en diferentes versos una dedicatoria a un fraile o es éste mismo quien toma la voz poética en forma sarcástica. La vinculación de la religión con el bando conservador y con los españoles es un hecho que se resalta en la mayoría de los poemas sociales; ellos representan la antigüedad, lo caduco que ha robado las riquezas del país y que se vale de la enajenación para obstaculizar al pueblo en su camino hacia la libertad. Sangre/Guerra. Volcados en un círculo de guerra y constantes batallas, los poetas-políticos muestran una sed de sangre, (vinculado muchas veces con la venganza) en la mayoría de los poemas sociales. El objetivo es vencer al enemigo, lo que implica verter la sangre que sea necesaria. En Marcha dedicada a los gefes de las divisiones unidas, en la del ejercito federal sobre la capital de la republica, se hace un llamado “¡A morir! ¡A regar nuestra sangre!”, como se encontrará en muchos otros versos.

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En distintos poemas se muestra una imagen de México ensangrentado por la guerra; se trata de un reclamo, y en ocasiones un motivo de orgullo por el sufrimiento que se ha causado al pueblo combatiente, o al pueblo inocente, como en el poema Morelia y la libertad. Continuamente la sangre simboliza en diferentes poemas la venganza. Ya sea por la muerte de un héroe o por el sacrificio del pueblo inocente, como puede verse en los versos de En el aniversario de las victimas sacrificadas por el bando teocrático el 11 de abril de 1859 en Tacubaya:

Mas sangre y mas rencor, facción maldita, Divinidad fatal del paganismo, De sangre necesitas un bautismo, De lágrimas tu frente necesita. Es también este concepto un símbolo que representa a la huella de la desgracia, o a la marca que perseguirá al enemigo como consecuencia de su actuar, tal es el caso del poema El triunfo del pueblo. Por otro lado cabe destacar que la guerra no sólo estaba declarada en el terreno campal sino a través de los periódicos e impresos que circulaban y que eran escenario de versos dedicados a los enemigos ideológicos. En el poema ¡¡¡Guerra!!! se lanza una amenaza muy significativa “¡Que haya guerra, siempre guerra, Con metralla y con papel!”.

Los escritores de ese periodo aportaron en lo que pudieron a la educación de la población de la manera que creyeron propicia. Sus versos estuvieron colmados de ideas patrióticas y de apasionamientos sociales e íntimos, pues finalmente esa era su tarea: compartir el sentimiento exaltado de un momento crucial en la construcción de un nuevo país.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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ÍNDICE DE POEMAS Corona Fúnebre

00

Á la reaccion

00

Las Tres Tumbas

00

Las lágrimas del fraile

00

Mejico

00

Hiel y Balsamo

00

A mi amigo el joven poeta ciego D. Juan del Valle

00

¡¡¡Guerra!!!

00

Á la cascada de Uruapan, conocida con el nombre de La Tzararacua

00

El canto del Jesuita

00

Al Sr. D. Braulio Franco en su segunda ascensión verificada en esta capital el dia 26 de febrero de 1860

00

Á una perfida, El olvido

00

Soneto

00

En el campo

00

¡Amame!

00

Á la memoria del bizarro coronel D. Andres Iturbide

00

Á mi hijo dormido

00

Caridad

00

Un cánonigo, á su sotana

00

Á ella

00

El grito de Libertad

00

Composicion leida por su autor en el teatro de Morelia, la noche del 15 de setiembre de 1859, y dedicada al pueblo rojo de Michoacan

00

Al S. General Epitacio Huerta, El Grito de Dolores

00

Gemidos de una madre

00

Oda

00

Á una señorita en su cumpleaños

00

Bacanal

00

Presente amistoso á D. Miguel Miramon (a) Macabeo, en el dia de su 120 cumple-años

00

Á mi amigo, el Sr. D. Antonio Plaza

00

Á Felix Zuloaga

00

Á Michoacan

00

Á la memoria del intrépido joven General Don Miguel Contreras Medellín

00

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

00


Á la memoria de mi amado padre

00

Una lágrima sobre la tumba del Sr. D. Juan B. Cevallos

00

Á la grata memoria del excelentisimo Subgeneral D. Mariano Arista Á la memoria de los mártires de Tacubaya Ecos del alma

00 00

Consulta que hace el juez criminal en turno al ministro de justicia D. Isidro Diaz

00

La muerte del diablo

00

Recuerdos sobre el sepulcro de la joven Doña Irene Gaona

00

Á la virgen. Balada

00

Envio al ilustrísimo señor D. Clemente de Jesus Murguía

00

Á la memoria del infortunado coronel D. Antonio Bravo

00

Al mismo, Epitafio

00

Marcha dedicada á los gefes de las divisiones unidas, en la del Ejercito Federal sobre la capital de la República

00

La moreliana

00

La mocha filida de estos tiempos

00

Sobre el sepulcro de mi desgraciado amigo Ildelfonso Portugal

00

El pueblo de Rincón de Romos. Al C. Jesús G. Ortega, en su tránsito para el interior, el dia 18 de julio de 1860

00

00

LETRAS ROJAS

00

El pueblo de Rincón de Romos. Al C. Jesús G. Ortega, en su tránsito para el interior, el dia 18 de julio de 1860

00

Maldición a Comonfort

00

En el aniversario de las victimas sacrificadas por el bando teocrático el 11 de abril de 1859 en Tacubaya

00

Himno patriótico en honor de los héroes de la Independencia

00

A Morelia. Á Esther

00

Sobre el sepulcro del desgraciado joven D. Juan D. Cobarruvias, después de haber leído un tomo de sus poesías

00

Himno

00

A una joven

00

Composicion recitada en el castillo de Granaditas la noche del 16 de Setiembre de 1860 dedicada al ciudadano Presidente de la República Mejicana Benito Juarez

00

Adios a Morelia

00

Morelia y la Libertad

00

El pueblo

00

Al Exmo. Sr. General D. Epitacio Huerta, a su transito por la Villa de Arista, despues de la gloriosa campaña de Jalisco

00

Sonetos. A Miramon, A Marquez, A Mejía

00

Sorprendente del arcángel S. Rafael

00


Al Exmo. Sr. General Don Jesús González Ortega

La Muger

00

El sueño del amor

00

A la memoria del ilustre C. Miguel L. de Tejada

00

00

Al ciudadano General José López Uraga TOMO II

00

Jaculatorias á S. Francisco de Paula

00

(Copla)

00

Composicion patriótica

00

A Guanajuato

00

A la memoria de mi amigo Juan Diaz Cobarrubias

00

A la memoria del ciudadano Ignacio Herrera y Cairo, ilustre mártir de la libertad mejicana

00

El dinero

00

Las flores de Calderon

00

Composicion leída por su autor en las horas fúnebres que el Colegio de S. Nicolas de Hidalgo, de Morelia, celebró á la memoria del inmortal ciudadano Melchor Ocampo, la noche del 9 de Junio de 1861

00

En la muerte del señor D. Melchor Ocampo

00

00

A Ortosira, Anacreónticos

00

00

En la muerte de Ocampo

00

00

En las honras del Sr. Degollado

00

Alocucion dirigida á los socios del “Ateneo Nicolaita”, en la noche de su inauguración

00

Ánacreontica. Á Portugal (Santa Clara)

00

00

(sin título)

00

00

Los ojos de Socorro

00

Un excomulgado El pastelero A la muerte del señor Doctor D. Miguel Silva Macias Diceres que cuentan y se dicen El desierto

00 00 00 00 00 00

Rie y canta Dialogo a la llegada del Macabeo Un recuerdo á la muerte de la simpática niña, Rosarito D. L. T. LL. El triunfo del pueblo

00

A una monja Al ilustre coronel Calderon, muerto en la jornada de 11 de marzo de 1858 Al Estado de Michoacan A la memoria del malogrado poeta jalisciense Epitacio José de los Rios, muerto en el mar

00 00

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

00


Composicion poética que los gefes y oficiales del cuerpo Lanceros “Guias de la Libertad”, consagran á la memoria del ilustre General D. Miguel Contreras Medellín

00

Composicion leída en el teatro de Morelia, la noche del 15 de setiembre de 1861, y dedicada á los redactores de “La Victoria”, periódico de C. Progreso, en testimonio de gratitud

00

El lenguaje de las flores Verdades amargas Amistad

00 00

A la muerte del niño José Iturbide, acaecida el 25 de mayo de 1862, á los nueve años y siete meses de su edad; su amante y desconsolado padre, Luis Iturbide

00

Composicion leída por su autor en el teatro de Morelia, la noche del 15 de Setiembre de 1862

00

A Mejico. En el aniversario de su Independencia

00

Un recuerdo

00

A la tierna memoria de mi querido hermano Ramon Alvarez

00

Romanos célebres

00

00

00

LETRAS ROJAS


ÍNDICE ONOMÁSTICO DE LOSPOEMAS A

F

Abasolo, Mariano, 285, 387

Franco, Braulio, 158

Aldaiturreaga, Juan, 251 Allende, Ignacio, 184, 285

G

Alvarez, (General), 64

G. Ortega, Jesús, 257, 261, 317 Galeana, 267 Gaona, Irene, 372 Garibaldi, 184, 273 Guerrero, Vicente, 184, 273, 372

Álvarez, Felipe, 274 Álvarez, Ramón, 198, 234 Arias, Juan de Dios, 289 Arista, Mariano, 158

B B. Ceballos, Juan, 257 Bravo, Antonio, 348, 349

C Cálderon, 64, 67, 69 Camilo, 402 Cevallos, Gregorio, 356 Cintora, Antonio, 173 Cobos, 69, 167 Comonfort, Ignacio, 267 Contreras Medellín, Miguel, 269, 367

H Herrera y Cairo, Ignacio, 164 Hidalgo, Miguel, 70,80, 89, 96, 139, 157, 168, 175, 187, 190, 217, 220, 234, 278 Huerta, Epitacio, 68, 258

I Iturbide, Andrés, 79, 97 Iturbide, José, 382

J Juárez, Benito, 82, 183

Cortéz, Alejo, 269

L

D

Lerdo de Tejada, Miguel, 261 López Uraga, José, 291

D. Cobarruvias, Juan, 142, 139 De los Rios, Epitacio José, 183

M

Degollado, Santos, 169, 184, 263

Márquez, 69, 78, 89, 167 Mártires de Tacubaya, 123, 147, 235 Matamoros, Mariano, 276

Del Valle, Juan, 74 Díaz, Isidro, 379

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

00


Mejía, 69, 90, 268 Miramon, Miguel “Macabeo”, 95, 179, 280, 297, 328, 345, 357, 376, 386 Morelos, José María, 102, 175, 208, 274, 297, 341 Munguia, Clemente de Jesús, 238

N Núñez, 64

O Ocampo, Melchor, 79, 94, 185, 196

P Plaza, Antonio, 249 Pompeyo, 404 Ponce, Antonio, 173 Portugal, Ildelfonso, 284

R R. de Córdova, Tirso, 294 Romulo, 403

S Santa Anna, 284 Sila, 401 Silva Macias, Miguel, 201

V Valle, Juan, 350 Vallejo, Vicente, 367

Z Zuloaga, Félix, 120, 268, 269

00

LETRAS ROJAS


Fecha No. de Periódco

Título

Página Autor 4

1

10 de Enero, 1859

Corona Fúnebre. Sonetos.

4

20 de Enero, 1859

Las Tres Tumbas. 4 A la memoria de los generales Alvarez, Calderón y Nuñez, victimas de la última guerra civil.

F. V.

4

20 de Enero, 1859

Mejico. Recuerdos del glorioso grito de la Independencia, A mi amigo D. Felipe Alvarez

4

Ramon M. Valle

12

17 de febrero, 1859

Hiel y Balsamo

4

A. Gaitan

18

17 de marzo, 1859

A la memoria del bizarro coronel D. Andres Iturbide

4

Vicente Moreno

20

28 de marzo, 1859

A mi hijo dormido

4

Gavino Ortiz

21

31 de marzo, 1859

Caridad

4

Sin firma

21

31 de marzo, 1859

Un cánonigo á su sotana. Soneto

4

(Copiado)

22

4 de abril, 1859

A ella

4

V. Moreno

26

18 de abril, 1859

El grito de Libertad. A mi hermano Andres Iturbide

4

I. Ortiz

50

19 de setiembre, 1859

Composición. Leída por su autor en el teatro de Morelia la noche deL 15 de setiembre de 1859, y dedicada al pueblo rojo de Michoacán

3y4

Vicente Moreno

54

3 de octubre, 1859

Al S. General Epitacio Huerta. El grito de Dolores

3

Ramon Alvarez

54

3 de octubre, 1859

Al S. General Epitacio Huerta. El grito de Dolores

3

Ramon Alvarez

Observaciones

Gabino Ortiz

(contiene una cita de D. Eduardo Asquerino)

(contiene cita de José T de Cuéllar)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Fecha No. de Periódco

00

Título

Página Autor

57

13 de octubre, 1859

Oda que el C. Juan de Dios Arias pronunció, en la plaza de Armas de la heróica ciudad de Veracruz, la noche del 15 de setiembre de 1859

3

Sin firma

61

27 de octubre, 1859

Presente amistoso á D. Miguel Miramon (a) Macabeo, en el día de su cumpleaños

3y4

La Conciencia

63

3 de noviembre, 1859

A Felix Zuloaga. Soneto

4

Joaquin Villalobos

72

15 de diciembre, 1859

A Michoacan

2

Cipriano López Saavedra

72

15 de diciembre, 1859

A la reaccion

2

Sin firma

73

19 de diciembre, 1859

Las lagrimas del fraile

2

(Del Prisma)

77

2 de enero, 1860

A mi amigo el joven poeta ciego D. Juan del Valle

2

Picharo

83

2 de febrero, 1860

¡¡¡Guerra!!!. Versos dedicados a los limosneros morelianos que escriben en el “Diario de avisos”

3

V. Moreno

87

17 de febrero, 1860

A la cascada de 3y4 Uruapan conocida con el nombre de la Tzararacua. Poesia descriptiva. Dedicada a mi apreciable amigo D. Alejo Cortez

Alipio Gaitan

89

24 de febrero, 1860

El canto del jesuita. Parodia

Rúfugo

90

28 de febrero, 1860

Al Sr. D. Braulio 3 Franco en su segunda ascensión verificada en esta capital el día 26 de febrero de 1860. Soneto

LETRAS ROJAS

3

Su amigo L. M.

Observaciones

(contiene cita de Rúfugo)


Fecha No. de Periódco

Título

Página Autor

93

9 de marzo, 1860

A una pérfida. El olvido.

2

Simon Rugido

93

9 de marzo, 1860

soneto

3

A. Plaza

95

23 de marzo, 1860

En el campo

2

A. Plaza

98

6 de abril, 1860

¡Amame!

4

Alipio Gaitan

102

27 de abril, 1860

Gemidos de una madre

2

A. G

105

11 de mayo, 1860

A una señorita en su cumpleaños. Soneto con Estrambote

3

Zaide

106

15 de mayo, 1860

Bacanal

2

A. Plaza

110

1 de junio, 1860

A mi amigo el Sr. Antonio Plaza

2

J. Urbina

112

8 de junio, 1860

A la memoria del intrépido joven General Don Miguel Contreras Medellin. Soneto

4

Antonio Espinoza (El Espiritu Público)

114

15 de junio, 1860

A la memoria de mi 3y4 amado padre. Soneto.

Jesús Echaiz

115

19 de junio, 1860

Una lagrima sobre la tumba del Sr. D. Juan B. Cevallos.

3

Francisco Vaca

121

13 de julio, 1860

A la grata memoria del Excelentísimo subgeneral D. Mariano Arista. Soneto.

4

José Macial

122

17 de julio, 1860

A la memoria de los mártires.

4

Sin firma

123

20 de julio, 1860

Ecos del alma. A la buena memoria del Sr. D. Gregorio Cevallos

4

Francisco Vaca

124

24 de julio, 1860

Consulta que hace 3 el juez criminal en torno al ministro de justicia D. Isidro Diaz

Flores Alatorre (del Boletín de noticias)

125

27 de julio, 1860

La muerte del diablo. 3 Traducida de Beranger

Un jesuita

Observaciones

(contiene cita de Espronceda)

(contiene cita de Eugenio de Ochoa)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

00


Fecha No. de Periódco

00

Título

Página Autor

125

27 de julio, 1860

Recuerdos sobre el sepulcro de la joven Doña Irene Gaona. Dedicados a su familia.

3y4

Ramon Alvarez

125

7 de agosto, 1860

A la virgen. Balada.

2

G. Ortiz

128

7 de agosto, 1860

Envio. Al Ilustrisimo Señor D. Clemente de Jesús Munguia Obispo in Partibus de Michoacán.

2

G. Ortiz

128

7 de agosto, 1860

A la memoria del infortunado coronel D. Antonio Bravo.

2

Elisa B. Espirito

128

7 de agosto, 1860

Al mismo. Epitafio.

2

La misma

135

31 de agosto, 1860

Marcha dedicada 4 a los gefes de las divisiones unidas en la del ejercito federal sobre la capital de la república.

Jose María Brito (Impreso suelto)

138

11 de setiembre, 1860

La moreliana. 3 Imitación de la Marsella, se canta con la música de esta.

G. Ortiz

139

14 de setiembre, 1860

La mocha Filida de estos tiempos.

3

Dolores de la Mota

139

14 de setiembre, 1860

Soneto acróstico. A Miguel Miramon.

3

(El Tecolote)

140

18 de setiembre, 1860

A mi buen hermano Juan Valle en la muerte de mi madre como un testimonio de fraternal cariño.

3y4

Esther Tapia

141

21 de setiembre, 1860

Sobre el sepulcro de mi desgraciado amigo Ildefonso Portugal. Elegia.

4

Juan Valle

LETRAS ROJAS

Observaciones

(aparece en francés y luego su traducción)


Fecha No. de Periódco

Título

Página Autor

141

21 de setiembre, 1860

El pueblo de Rincón de Romos. Al C. Jesús G. Ortega en su transito para el interior el día 18 de julio de 1860. Soneto.

4

Sin firma

142

25 de setiembre, 1860

Maldición a Comonfort.

4

Sin firma

142

25 de setiembre, 1860

En el aniversario de las victimas sacrificadas por el bando teocrático el 11 de abril de 1859 en Tacubaya.

4

(El Prisma)

143

28 de setiembre, 1860

Himno patriótico en honor a los héroes de la independencia.

3y4

Juan Valle

149

19 de octubre, 1860

A Morelia, a Esther.

3y4

Juan Valle

150

23 de setiembre, 1860

Sobre el sepulcro del 4 desgraciado joven D. Juan D. Cobarruvias después de haber leído un tomo de sus poesías.

Esther Tapia

153

2 de noviembre, 1860

Himno

3y4

(Boletín liberal)

153

2 de noviembre, 1860

A una joven

4

Marcos Arroniz

154

6 de noviembre, 1860

Composición recita- 3 da en el castillo de Granaditas la noche del 16 de setiembre de 1860 dedicada al ciudadano presidente de la república mexicana Benito Juarez.

159

23 de noviembre, 1860 Adiós a Morelia. Dedicada 3 y 4 a la juventud michoacana, en testimonio de gratitud y simpatía.

Observaciones

(incluye presentación por parte del periódico)

(Traducción del francés de un poema de Victor Hugo, aunque se publica en ambos idiomas)

Juan Valle

Juan Valle

(incluye presentación por parte del periódico)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

00


Fecha No. de Periódco

00

Título

Página Autor

167

24 de octubre, 1862

Un recuerdo. A la joven Manuelita C. Soneto

4

V. E.

176

9 de diciembre, 1862

A la tierna memoria de mi querido hermano Ramon Alvarez. Soneto

3

Tomas Mariano Alvarez

180

9 de diciembre, 1862

Romanos Celebres. Sonetos

3

Francisco Vaca

LETRAS ROJAS

Observaciones


POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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BIBLIOGRAFÍA

,

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La Bandera Roja, periódico semi-oficial de Michoacán,

ensayo sobre la poesía mexicana 1800-1921, Cal y

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Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, también consultado en facsímil impreso del Ayun-

B. Pedraza Felipe y Milagros Rodríguez, Historia Es-

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Martínez José Luis, Historia General de México, vol.

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Chillón Albert, Literatura y Periodismo, una tradición

Pineda Soto, Adriana, Registro de la prensa política

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-----------------------------, Catálogo de la Hemerografía

jara, CONACYT, Miguel Ángel Porrúa, México, 2006.

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Florescano Enrique, coordinador general, Historia General de Michoacán, vol. III El Siglo XIX, Instituto Michoacano de Cultura, México, 1989. G. Urbina Luis, La vida literaria de México, Porrúa, México, 1965. Hauser Arnold, Historia Social de la Literatura y el arte, desde el Rococó hasta la época del cine, Debate, Madrid, 1998.

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Illades Carlos, Nación, Sociedad y Utopía en el roman-

Soto, publicado en la Revista Universidad de Guadala-

ticismo mexicano, CONACULTA, México, 2005.

jara No. 28, 2003.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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POEMAS DE LA BANDERA ROJA 1859-1963

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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TOMO I


Número 1, 10 de enero de 1859, p.4

Corona Fúnebre Sonetos

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I

II

FELICIDAD PERDIDA

SU RETRATO

¡Yo era feliz…! Un ángel adoraba,

Este ángel de candor y de hermosura,

Lleno de gracia de virtud y encanto….

Modelo de bondad y de pureza,

Yo la adoraba con cariño santo

Que tuvo un corazón cuya belleza

Y en su divina imagen me estasiaba.

Formó a la vez mi orgullo y mi ventura:

Su hermoso corazón también me amaba

Esta flor nacarada, fresca y pura

Con tal ternura, con delirio tanto,

Cuyo divino aroma aun me embeleza

Que al verme apasionada, ardiente llanto

Y que herida de muerte, la cabeza

Por sus mejillas de carmin rodaba.

Marchita inclina con mortal tristura;

Cual rápido meteoro ya ha pasado

Este es mi amor, el soplo de mi vida,

Aquel tiempo de dicha transitoria

La mágica ilusion en que aun se gosa

¡Ilusiones, amor! ¡Todo ha volado!

El alma triste de dolor herida.

De tanta dicha, de tamaña gloria

Esta es su imagen celestial, hermosa,

¿Hoy que le queda el corazón helado?

Prenda sagrada en mi pesar querida

¡Un pesar, una tumba, una memoria!

¡Este es mi corazon! ¡Esta es mi esposa!

LETRAS ROJAS


III

VI

SU TUMBA

SUS CARTAS

Al ocultarse el sol en Occidente,

¡O dulces prendas de mi bien perdido,

Cuando la tarde lánguida declina

Testigos ahora de mi mal presente,

Y el soplo de la brisa vespertina

Rasgos divinos de un amor ardiente

Refresca grato mi ardorosa frente;

Que aliento dais al corazon herido!

Cuando el alma infeliz anhela ardiente

Pues en tiempos felices habeis sido

Sin esperanza la muger divina

Intérpretes del ángel que en mi mente

Que tanto amó; mi paso se encamina

Dejó su imagen bella eternamente,

Al lugar de tu tumba lentamente.

No puedo condenaros al olvido.

Y en medio de mi horrible desventura,

Vuestra inocente, cándida escritura

Devorado de cruel melancolía,

Toda la historia de mi vida encierra,

Mi pobre corazon solo procura,

Sus virtudes, mi amor y su ternura.

Ya que verte no puedo, prenda mia,

Y pues que solo me dejó en la tierra

Al menos en tu triste sepultura

Venid á acompañarme en mi amargura

Llorar tu muerte al espirar el dia.

Mientras la muerte mis pupilas cierra.

Gabino Ortiz

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 4, 20 de enero de 1859, p.4

LAS TRES TUMBAS A LA MEMORIA DE LOS GENERALES ALVAREZ, CALDERON Y NUÑEZ, VICTIMAS DE LA ULTIMA GUERRA CIVIL

En alas de mi ardiente fantasía,

Allí Alvarez está… ¡Tárgica historia!...

Al soplo del dolor y la tristeza,

Ya su fama inmortal gira y retumba…

¡Alzate corazon! ¡vuela alma mia!

Descansan el abrigo de su gloria

Que me manda sentir naturaleza.

Treinta años de virtud bajo su tumba.

Quiero esas tumbas visitar dó moran

Allí está Calderon. Noble guerrero

Los restos de guerreros eminentes,

De altiva frente, de mirar profundo,

Cuya suerte fatal tristes deploran

Ilustrado, valiente, justiciero

Todas las nobles é ilustradas gentes.

La gala era y joyel del nuevo mundo.

Quiero mis penas mitigar con llanto

Allí está Nuñez… El leal soldado

Que es mi pesar y mi dolor profundo,

Bravo en la lid y sabio en el consejo,

Quiero postrarme con respeto santo

Grande, noble, sublime, denodado

Ante tres tumbas que venera el mundo.

De honor y de virtud radiante espejo.

¡Alvarez! ¡Calderon! ¡Nuñez!.... Avara

¡Alvarez! ¡Calderon! ¡Nuñez!... ¡guerreros

La suerte ha sido con la patria mia,

Grandes sobre los campos de victoria!

Habeis perdido la existencia cara

¿No sentís en la tumba estremeceros

En mala hora y en infausto dia.

Al coronaros la radiante gloria?

Luto debe vestir la tierra insana

¿Qué, nada queda sino el polvo frio

Que bebió vuestra sangre. Vuestra muerte

De los héroes de vida transitoria?

Deplorará la gente mejicana,

¡No!... que á despecho del olvido impío

Como el rigor de la contraria suerte.

Queda una alma inmortal, queda la gloria.

¡Venerables sepulcros donde moran

Yo pobre é ignorado ciudadano

Los restos de guerreros tan valientes!

Cantor de solitarias catacumbas,

¡Venerables sepulcros donde lloran

Vengo á grabar con temblorosa mano

Los tristes ojos de abatidas gentes!

Una espada, un laurel, sobre esas tumbas.

Recibid el tributo de mi llanto, Yo también vengo con dolor profundo A consagrar mi dolorido canto Ante esas tumbas que venera el mundo

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LETRAS ROJAS

F. V.


MEJICO Número 4, 20 de enero de 1859, p.4

¡Gloria! ¡gloria! ya Méjico triunfante

Recuerdos del Glorioso Grito de la Independencia. A mi amigo D. Felipe Álvarez

Que esa águila que vuela libremente,

Su frente eleva de laurel ceñida,

Con grandioso y magnifico aparato,

Y con una corona de diamante

Manifestando al mundo ser potente,

La Libertad gozosa la convida.

Es de la Libertad el fiel retrato.

¡Gloria! ¡gloria! sus hijas venturosas

Allá en un tiempo el español la hollara

Se aman y estrechan en la unión mas tierna

Con la fuerza y las armas en la mano;

Y en lugar de cadenas oprobiosas

Porque un ibero á Anáhuac pisara,

Une á sus hijos amistad fraterna.

Pensó su dueño ser: fué su tirano.

¡Gloria! ¡gloria! ya reina la abundancia

Y pensó dominar las voluntades,

Y la guerra depone su fiereza,

Santuario donde Dios entrar no quiere,

Y por tierra la débil ignorancia

Sin respetar ¡qué horror! secso ni edades;

Los mejicanos huellan su cabeza.

Al que no le obedece al punto hiere.

¡Gloria! ¡gloria! la insignia victoriosa

Deja al pueblo en pobrísimas esteras,

Méjico eleva ¡viva Anáhuac! dice,

A un pueblo que era de guerreros bravos,

Y la bandera tricolor hermosa,

Y encendiendo sacrílegas hogueras,

Cubre al pueblo, y el pueblo la bendice.

Forma un pueblo de timidos esclavos.

El águila parece que se afana

No les es dable lamentar sus penas,

Por cubrir á sus hijos con sus alas,

Con el terror su labio está sellado;

Como el sol, en mitad de la mañana,

Solo llorar al son de sus cadenas,

Cubre al mundo, llenándole de galas.

Comiendo un pan en lágrimas bañado.

Parece mira al pueblo con anhelo

¿No sabían que el pueblo los blasones

Y mirándole queda con cariño,

Odia, y su amor es imposible lleven,

Cual tierno niño que contempla el cielo,

Y que aquellos que rigen las naciones

Cual una madre que contempla á un niño.

El amor de los pueblos tener deben?

Y parece celebra su alegría

¿Qué, pueden estar sumido en la pobreza

Pues tiende ya su vuelo presuroso:

El pueblo, sin tener ningún anhelo,

¡Ay! Olvidada se mirara un día

Mas que si alzar llegare la cabeza

Y sumida en el polvo ignominioso.

Arroja á los tiranos por el suelo?

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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¿Y que si alguna vez al pueblo plugo Su yugo no mirar, no tiene encono;

Se vieran en las lanzas victoriosas,

Mas si al alzar los ojos ve su yugo

Y que lavadas fueran sus espadas

El cetro pisa derribando el trono?

Con las lágrimas de hijos y de esposas?

¿Y el español soberbio no pensaba

¿Y que en sangre también fuera bañado

Que hay un Dios que castiga la inclemencia,

El suelo de su infame sepultura

Y que el pueblo de Méjico gozaba

Porque el liberticida es castigado

También de libertad é inteligencia?

Aun mas allá de su ecsistencia impura?

¿Que entre suplicios mil al dar la vida

¿Y que aquellas hogueras encendidas,

Mejicanos sin fin con injusticia,

Por sacrílegas manos consagradas,

El alma, de la tierra desprendida,

Con la sangre de víctimas heridas

Volaba al cielo á demandar justicia?

Preciso era que fueran apagadas?

¿Y no sabían, viles delincuentes.

Sucedió así: ya Méjico triunfante

Que el dudar de su reino era imposible,

Su frente eleva de laurel ceñida

Y que al verter la sangre de inocentes

Y con una corona de diamante

El castigo de Dios seria terrible?

La libertad gozosa la convida.

¿Y que aquella comarca ensangrentada,

¡Gloria! ¡gloria! sus hijas venturosas

Regada de cadáveres á miles,

Se aman y estrechan en la unión mas tierna,

También con sangre había de ser lavada,

Y en lugar de cadenas oprobiosas

Y con la sangre de asesinos viles?

Une á sus hijos amistad fraterna.

¿Y que á aquellos cobardes asesinos

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¿Y que aquellas cabezas levantadas

Que al Cura ilustre, Libertad, llamaras,

El pueblo, á quien robaran su riqueza,

Nacido pobre, en olvidada tierra,

A romper sus tan necios pergaminos

Que ministro de Dios era en las aras

Preciso era cortara la cabeza?

Y del Señor ministro fue en la guerra.

LETRAS ROJAS


Y el grande Hidalgo, apostol consagrado

Gozosa la fortuna sonreía

Del alto Jehová por la clemencia,

Y en Méjico sus dones derramaba,

Del dios de las naciones inspirado

Y allí la Religión resplandecía,

A la bella Anahuac dio independencia.

Y allí también la libertad reinaba.

Fueron del sol mas bellos los reflejos,

¡La libertad! aurora esplendorosa,

Y mas hermosa apareció la luna,

Del dia de los pueblos deseado,

Y el porvenir de Méjico á lo lejos

Que con su luz suave de oro y rosa

Al contemplar, sonrióse la fortuna.

A Méjico por fin ha iluminado.

Pues que miró al cristiano y al hebréo

¡La libertad! que al mundo la donara

Juntos orar bajo de un mismo techo,

Derramando su sangre el Dios bendito,

Y del gentil á la hija, ó del atéo,

Y gozoso el Señor la derramara

Con el cristiano compartir su lecho.

Por dar al mundo un don tan infinito.

Y en el lugar que un claustro había ocupado,

¡La libertad! ilustre compañera

Siendo sepulcro en vida de algún hombre,

Del mismo Dios, y no por el creada:

Miró ella á Dios un templo consagrado,

Pues desque el alto Jehová Dios fuera

De Júpiter ó brama bajo el nombre.

Libre fue Dios; la libertad su amada.

Y al sacerdote llena de alegría,

¡La libertad! que á Méjico triunfante,

Miró que al Hombre-Dios siempre imitaba,

Cuya cien se halla de laurel ceñida,

Sin galas y sin lujo aparecía

Ofrece una corona de diamante

Y el pueblo en él á Cristo contemplaba.

Y gozosa con ella la convida.

Y con gozo miraba al retroceso

¡La libertad! que siempre victoriosa

Huir, y á sus adictos humillados;

La insignia eleva: ¡viva Anahuac! dice,

Oponerse querían al progreso,

Y la bandera tricolor hermosa,

Mas en su curso fueron aplastados.

Cubre al pueblo, y el pueblo la bendice.

Pátzcuaro, Enero de 1859 Ramón M. Valle

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 12, 17 de febrero de 1859, p.4

No en palacios magníficos de mármol Pasaron mis nacientes primaveras,

Que mi adormida, oscura inteligencia,

Ni en salones de ricas colgaduras

Y así no pudo el miserable orgullo

La cuna de mi infancia mereciera.

Hecer de mí su envilecida presa.

Ni el brillante tizú, ni el terciopelo,

Proseguí en los senderos de la vida

Ni la suave batista, ni la seda,

De privaciones lleno y de pobreza,

Formaron las mantillas que cubrieron

Al paso que miraba entre placeres

Mi desnudez en mi niñez primera.

Á otros hombres vivir en la opulencia.

Al mundo no vine entre nocturna calma,

Y en mí miraba los sayales toscos;

Y mi pupila al entreabrir incierta,

Y en ellos vía las delicadas sedas:

Solo miré la rústica cabaña

Y yo palpaba mi facción escuálida;

Las paredes pajizas y grotescas.

Y ellos la alzaban rosagante y llena.

Nó mi infantil mirada sorprendieron

Mientras en sus magníficos palacios

Dorados artesones, ni las bellas

Nadando en la abundancia y la riqueza,

Tapicerías, álfombras, ni cortinas

Disfrutaban espléndidos banquetes

Ni de ricos candiles luz espléndida.

Al acento armonioso de la orquesta.

La luz miré del astro de la noche

En tanto que lanzando voluptuosas

Que penetraba por la tosca puerta,

Vestidas de oro jóvenes parejas

Y á su vislumbre á mi amorosa madre

Hasta el colmo apuraban la ventura

Caricias prodigándome cinceras.

Ebrias de gozo y de amor risueñas.

Ni manos mercenarias me cuidaron,

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Pobre nací, sin otro patrimonio

¡Cuantas veces me hallaba en mi cabaña

Ni de amor recibí mentidas muestras

Enfermo y solo, y con la faz hambrienta,

Con que estrañas personas me halagaran

Sin un trozo de pan, sin gota de agua

Si mi madre de mi desprendiera.

Que refrezcara mi ardorosa lengua!

LETRAS ROJAS


¡Cuantas veces al pie de sus balcones

¿Qué importa que al nacer hallen sobrado

Dó escuchaban las notas de la orquesta,

Unos el oro y otros en la miseria,

Aterido quédeme por la nieve

Si todos traen las mismas facultades

Que caía en mis carnes descubiertas!

El mismo fin, objeto y ecsistencia?

Y al salir los magnates de su orgía

Aunque el magnate de soberbia lleno

Con desden me miraban é insolencia,

Como título alega de nobleza

Y tal vez me trataban como bruto,

Su rica cuna y al que pobre nace

Como un ser de inferior naturaleza.

Como villano ultraja y menosprecia;

Mi mano entonces oprimía mi pecho,

Siempre verdad será que ese mendigo

Sentía latir mi corazon con fuerza,

Que de toscos manjares se alimenta,

Y lo hallaba mas noble que los pechos

Es su hermano que gime en la desgracia;

De aquella turba vanidosa y necia.

Es su sangre también que en vano niega.

Sentía en mi frente juvenil y altiva

¿Y es justo, ¡Dios eterno! que en el mundo

Flamear también la luz de inteligencia

Unos disfruten y otros mil padezcan,

¿Y tan solo por su oro aquellos seres

Tan solo porque aquellos en palacios

Se creían hechos de mejor materia…?

Y estos en chozas rústicas nacieran?

Así pasé los años de mi vida

Si el trabajo es la fuente de los bienes,

En medio de mi rústica pobreza,

¿Un perezoso lleno de riquezas

Despreciando á los ricos orgullosos,

Debe vivir en tanto que padece

Mi frente alzando entre ellos altanera.

Un hombre laborioso en la miseria?

Y enseñéme á mirar á los mortales

¿Por qué vierten los ricos á raudales

Como hijos que engendró naturaleza,

En sus placeres el metal que heredan,

Iguales todos, pues que todos nacen

Ellos al pobre dictarán las leyes

Sin títulos, ropajes, ni riquezas

Cual si sus dueños y señores fueran…?

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Mas un tiempo vendrá que dicte al mundo La democracia, leyes justicieras

Solo veía su ecselsitud inmensa:

Que honores den tan solo al laborioso

Y DIOS escrito por dó quier hallaba,

Y en proporción mas justa las riquezas.

Y en todas partes su sin par clemencia.

Yo en la choza nací y gracias rindo

En la flor inpregnada de rocío,

Por tal favor á la alta Providencia,

En los valles sumidos y las selvas,

Porque así me enseñara á conocerme

En las fuertes cascadas y arrolluelos,

Y á no atribuirla distinciones necias.

En las nevadas cumbres gigantescas.

Ni me miré rodeado de sirvientes

Al trinar el censontli en los jardines

Para abrigar la miserable idéa

A Dios llamaba en su armoniosa lengua,

De que Dios los formara para esclavos,

Y al mismo su temor manifestaba

Y á mí para ecsigirles obediencia.

Al rugir en los bosques la pantera.

Es mas justo y mas noble el sentimiento

Esas estrellas que cual polvo de oro

Que del Supremo Ser mi mente encierra,

Sobre el azul se esparcen de la esfera,

Y no lo juzgo origen de injusticias,

Dorar parecen el augusto manto

Ni así le niego su alta inteligencia.

Del gran Señor que en los espacios reina.

Desde mi infancia en que corría ligero

Los cortinajes de doradas nubes

Tras la voluble mariposa esbelta,

Tras de que el sol se oculta, manifiesta

De Dios miré la poderosa imagen

El esplendor de los palacios regios

Esculpida y gravada por dó quiera.

Que habita el hacedor de la materia.

Y al ver que al gusanillo alimentaba,

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En mi redor al dirigir mi vista

¡Dios, siempre Dios! ¡ y el mismo en todas partes!

Al águila, al cordero, á la pantera,

A los hombres sus obras lo revelan,

Admiré su bondad y enternecido

Y su grande poder y sus bondades

Bendije su poder y su clemencia.

Temor y gratitud del alma llevan.

LETRAS ROJAS


Ante su nombre humíllase rendida

Este es el templo do natura adora

La especie humana fervorosa y tierna,

Del Dios Omnipotente la grandeza

Y en su sencilla religión le ofrece

¿Ni que mención habrá mas suntuosa

Temor, cariño y gratitud inmensa.

Que la que él mismo con su mano hiciera?

Parece el mundo dilatado templo

El tributo mas grato que recibe

Que habita Dios con su inmortal grandeza:

Es la oración de humildad inmensa

Son sus altares los gigantes montes,

Que de todos los ámbitos del orbe

Las nubes forman sus cortinas regias.

Homenaje le presta y reverencia.

Las praderas sembradas de esmeraldas

Y radiante Jehová desde su trono

Y bordadas de flores hechiceras,

Recibe con sonrisa placentera

Son del santuario el rico pavimento

La sencilla oración que de los pechos

Dó sus rodillas el mortal doblega.

Sin fanatismo y natural se eleva.

El incienso que sube á los altares

Ya se alze desde el Africa ordorsa,

Es el perfume de las flores bellas,

Ya en las nieves de Rusia ó en la América;

Y el trino de canoros ruiseñores

En las tribus salvajes ó en la Francia,

Los dulces himnos que al Señor celebran.

En Roma, en China, en el Japón ó en Viena.

El astro rey y silenciosa luna

Siempre tiene sus brazos entreabiertos

Son lámparas del templo gigantescas,

Para todo el que humilde ante él se llega;

Y las estrellas con su luz fosfórica

No es un Dios de terror y de venganza,

Inmensa muchedumbre de candelas.

Es de amor, de bondad y de clemencia.

Las naciones en grupo arrodilladas Los fieles son que su plegaria elevan, En mil idiomas, en diversos países, Que Dios escucha si las ve sinceras.

Morelia, 1859, A. Gaitan.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 18, 17 de marzo de 1859, p.4

A LA MEMORIA DELBIZARRO CORONEL D. ANDRES ITURBIDE Si hácia su seno te arrancó la muerte, Envidiando las prendas de tu vida, Descansa en paz bajo la tierra inerte, Hoja del árbol santo desprendida D. Eduardo Asquerino I

II

En defensa del pueblo soberano

Yo, pobre vate, cantaré tu gloria,

Presuroso corriste á la batalla,

Hijo del pueblo, guardaré tu nombre;

Rebosando en furor contra el tirano,

Y al mundo entero narraré tu historia,

Despreciando el horror de la metralla.

Para que el mundo, oyéndola, se asombre.

“Progreso y libertad”, dijiste ufano,

Digno te juzgo de inmortal memoria,

Del enemigo al pié de la muralla;

Que un héroe se vió en ti, no un débil hombre,

Mas ¿qué valió tan denodado verte,

Cuando bala servil te hirió atrevida,

“Si hácia su seno te arrancó la muerte?”

“Envidiando las prendas de tu vida”.

III

IV

¡Oh! ¡quién tus restos animar pudiera

¡Ya triunfa la verdad! Avergonzado

Y tornarte á la lid una vez sola,

Huye á ocultarse el negro fanatismo,

Ilustre defensor de la bandera

Que mañana el ejército cruzado

Que victoriosa en Michoacán tremola!

Caerá en el seno del profundo abismo.

Mas mientras Dios con mano justiciera

Y pues que fuiste intrépido soldado,

A tus verdugos bárbaros inmola,

A cuya voz temblara el despotismo,

Joven de alma leal y pecho fuerte,

Bendígate mi patria agradecida,

“Descansa en paz bajo la tierra inerte”.

“Hoja del árbol santo desprendida”.

Pátzcuaro, 1858, Vicente Moreno

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LETRAS ROJAS


Número 20, 28 de marzo de 1859, p.4

Luego que el brillo matinal fulgura Se lanza á sorprender el alva pura Desde su lecho el rudo pescador; Y allá en el cielo descubrir procura Un bello dia de brillante sol. Así yo, ángel de amor, contemplo amante Cuando duermes tu plácido semblante Queriendo tu destino descubrir, Y leer en tus facciones anhelante Tu misterioso oscuro porvenir. Tu entretanto Sosegado Y arrullado Por mi amor, Ángel mio, En mi seno Duerme lleno De candor.

¿Qué serás tú, mi bien sobre la tierra? ¿Hombre de paz, ó rayo de la guerra? ¿Lámpara viva del sagrado altar? ¿O las bellezas que natura encierra En inspirado acento cantarás? ¿O bien robando al Iris sus colores Las fuentes, las cascadas y las flores Brotarán de tu mano y tu pincel; Y del bosque los pajaros cantores, El valle, la cabaña y el vergel? Entre tanto, Prenda hermosa De la esposa Que amé yo, Duerme ahora Sosegado, Arrullado Por mi amor.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Ya te miro en el campo de batalla Asaltando el reducto y la muralla, Palpitando el estruendo del cañon; Y cruzando radiante la metralla El espanto sembrar, la confusión. Huye medroso al verte el enemigo, Dó quiera la victoria está contigo, El clarín te proclama vencedor. ¡De tus laureles y valor testigo, Como late de orgullo el corazon! Entre tanto Tu sereno En mi seno Paternal; Blando goza Del reposo, ¡o mi hermoso General!

En tu apacible frente el genio asoma Que hizo de Grecia y de la antigua Roma Emporio de las artes y el saber, Y las costumbres y los vicios doma Y al universo todo impone ley. Allá en las nubes se alza el Vaticano, Ingente esfuerzo del orgullo humano, Y de un Ángel terrestre inspiración. Tu serás su rival y con tu mano Darás al mármol vida y espresion. Entre tanto, Bien de mi alma, Dulce calma Goza ya, Y te duerman Mis cantares Sin pesares, Sin afán.

Mas no, mi amor, tu padre en sus temores De la guerra al peligro y los horrores Por ti continua alarma sufrirá. Pasa mejor tu vida sin dolores A la vista de Dios en el altar. Sé del templo la lámpara sagrada Con el aroma suave perfumada De la plegaria que se eleva á Dios. Sé esa nube de incienso que callada Al trono se levanta del Señor. Arrullado Entre tanto Con el canto Del Querúb, En mi pecho Que palpita, Mi Levita, Duerme tú.

Perdóname, Señor: en mi locura Desconocí tu ley divina y pura, Mas el culpable soy tan solo yo. ¡Es tan inmensa y santa la ternura Por este hijo que adora el corazon! Tu que todo lo ves, que lo has amado Tanto cual yo, escójele un estado, Señálale un dichoso porvenir, Mientras desciendo yo al sepulcro helado A reunirme á la esposa que perdí. En mi seno Amoroso El reposo Bienhechor, Goza y duerme Entre tanto, Tierno encanto, Dulce amor.

Gavino Ortiz.

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LETRAS ROJAS


Número 21, 31 de marzo de 1859, p.4

Caridad

Don Modesto no trabaja, ¿Cómo esplicar el problema? Y no hay que volver al tema, El no toca una baraja. Su mujer es como un sol, Y él es hombre de paciencia. Vive de la conferencia De San Vicente de Paul.

¿No quebró ese comerciante? ¿Pues como tiene carroaje, Y lleva tan rico trage, Y usa reloj, lente y guante, Y zapatos de charol? ¿Fue quiebra… de conveniencia? ¡Qué, Señor, la conferencia De San Vicente de Paul!

Una muchacha doncella Vive en aquella casita; Ningún hombre la visita, Que es recatada y muy bella. Un viejo rico, español, La proteje… con decencia, Que ahí anda la conferencia De San Vicente de Paul.

Sotana de rica seda, Tres bellísimas sobrinas; Tiene maneras muy finas El canónigo Zepeda. -¿Se adjudicó?-¡Caracol! Si fue su harmano, ¡que ciencia! Como anda en la conferencia De San Vicente de Paul!

¡Digna mujer! Quedó viuda, Sin tener entradas… fijas, Y ella mantiene cinco hijas, Y no cuenta con ayuda. Estrenó ayer un fistol Su hija menor, Inocencia: Vendría de la conferencia De San Vicente de Paul.

¡Plumas en ristre! ¡al combate, Conserveros, á la lid! ¡Faltan plumas! Escribid Contra el puro botarate, ¡Nobles plumas de Madrid! ¡Que viva el taco español! ¿No hay suscritores? Paciencia; Pagará la conferencia De San Vicente de Paul.

Recojió Da. Ruperta (Mientras estaba en Tampico Su marido) un bello chico, Que tiraron á su puerta. ¡Desecharlo! ¡Ni en Mogol! Lo prohíbe la conciencia; Y ella es de la conferencia De San Vicente de Paul.

En suma la caridad, Entre nos se ha convertido En una arma de partido, En careta de impiedad. Si se pasa en el crisol Del deber y la conciencia, Pediremos conferencia De San Vicente de Paul.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 21, 31 de marzo 1859, pág. 4

SONETO Quédate, adiós, pendiente de este pino, Sin defensa del tiempo á los rigores, Prenda que me legaron mis mayores, Como la insignia de un poder divino. Girones te hizo el bárbaro yorkino Con sus atroces planes destructores; Tú que ayer dispensabas mil favores, Servir hoy de irrisión es tu destino: Más volverá de nuevo tu opulencia, Cuando renazcan en la patria mia La fé romana, la papal creencia. Tú verás Á los rojos algún dia Bajo de tu dominio y dependencia, Como en un tiempo cuando Dios quería.

(Copiado)

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LETRAS ROJAS


A Ella

Número 22, 4 de abril de 1859, p.4

¡Gracias, oh, gracias mil: siempre te adoro! Solo tu alama es sin fin agradecida: ¡Cada suspiro tuyo es mi tesoro! ¡Cada caricia tuya es una vida! José T de Cuéllar.

I

II

De la existencia en el erial camino

Del desengaño el huracán terrible

Nos encontramos en dichoso dia,

Destrozará de mi ilusion las hojas;

Y enlazando tu suerte á mi destino,

Pero aun no llora el corazon sensible,

Yo tuyo quise ser, tú fuiste mia.

Agobiado de bárbaras congojas.

Gozo á tu lado de placer divino;

El sol de mis delicias apacible

Y que léjos de ti no hay alegría,

Relucirá mientras mi amor acojas;

Canto al compás de mi laud sonoro:

¿Y he de negar que, de bondad henchida,

¡Gracias, oh, gracias mil; siempre te adoro!

Solo tu alma es sin fin agradecida?

III

IV

Es verdad que anhelé gloria y laureles,

¡Mira! Ya el aura de la tarde apenas

Es verdad que pedí renombre y fama;

Mueve las flores del pensil galano:

Mas ¿qué importan los falsos oropeles,

Ven y ornaré tu frente de azucenas

Si tengo una muger y ésta me ama?

Al cruzar por el valle ó por el llano.

Que suspires por mí, que por mí veles,

Ven y abrázame aquí, que tú me llenas

Es la ambición que sin cesar me inflama;

Del gozo mas cabal que hay en lo humano;

Pues si vale tu amor mundos de oro,

Ven, y diré con mi razón perdida:

¡Cada suspiro tuyo es mi tesoro!

¡Cada caricia tuya es una vida!

Tacámbaro: 1859- V. Moreno

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 26, 18 de abril 1859, pág. 4

a mi hermano Andres Iturbide ¡Salud y gloria valientes,

¿Sabeis porqué? Porque él quiere

Del pueblo ínclitos soldados,

Ser libre; y al hondo abismo

Que al combate denodados

Tronando irá el despotismo

Con entusiasmo volais!

Al grito de LIBERTAD.

¡Salud y Gloria! Mi lábio

Salve mil veces, ¡oh pueblo,

De bendiciones os llena,

Que tus derechos comprendes,

Y por doquiera resuena

Y tu corazon enciendes

El grito de LIBERTAD.

En fuego pátrio, voraz!

Vengan ya los que blasonan

¡Salve mil veces! ¡que tiemblen

Y se precian de cruzados,

Los que piensen oprimirte

Que esperan nuestros soldados,

Que sabes triunfar y unirte

Los hijos de Michoacán.

Al grito de LIBERTAD!

Que vengan ya. Su arrogancia

¡Salud y gloria, soldados,

Nos traerá nuevas victorias,

Que en las fatigas crueles

Cantarémos nuevas glorias

Arrancais bellos laureles

Al grito de LIBERTAD.

A la victoria! ¡Pelead!

Jamás en Méjico un trono

¡Soldados! No mas tiranos,

Tendrá la opresión insana,

Esgrimid vuestros aceros,

Y ninguna ley tirana

No hay mas cantos que guerreros,

Al pueblo se le dará.

Y un grito de LIBERTAD.

I.Ortiz

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LETRAS ROJAS


Número 50, 19 de setiembre 1859, pág. 3 y 4

LEIDA POR SU AUTOR, EN EL TEATRO DE MORELIA, LA NOCHE DEL 15 DE SETIEMBRE DE 1859, Y DEDICADA AL PUEBLO ROJO DE MICHOACAN.

I

A un impulso del pueblo soberano El imperio cayó de los virreyes, Y en la estencion del pueblo mejicano Rijiendo van republicanas leyes. La turba clerical, con torpe mano, Escriba el epitafio de los reyes; Que el mundo entero, con terrible encono, Rompe la liga del altar y el trono.

III

II

“Guerra sin fin”, las gentes de rosario

Humillen el pendon de la ignorancia

De inocente coraje esclaman llenas:

Los que solo á Ripalda conocieron,

“Contener la reforma es necesario,

Y vegetando en criminal vagancia

Porque ella acabará con las novenas”.

Su sagrada misión prostituyeron.

Y ¡qué! ¿no oís el canto funerario

¡Pasó el tiempo de necia intolerancia!

Que en los conventos resonando apenas,

Tronó la voz de la verdad; y huyeron,

Os dice ya que en la presente lucha

Formando numerosa caravana,

Débil cota de malla es la capucha?

Las furias de bonete y de sotana.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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IV

V

¿Y adónde irán los místicos sayones

¡Oh! ¡benditos los pueblos que comprenden

En busca de sangrientas bacanales,

De progreso la idea sacrosanta,

Con su inmenso caudal de escomuniones,

Y en su alma pura el entusiasmo encienden

De protestas y cartas pastorales?

Con esa luz que al retroceso espanta.

¿Dónde hallarán los bárbaros leones

¡Benditos otra vez! Ellos entienden

Corderos que destruir con sus puñales

Que el despotismo con su inmunda planta

Si en cada ciudadano hay un atleta

No puede hollar el mejicano suelo,

Que permanece en pié con su escopeta?

Sin ofender á la razón y al cielo.

VI

VII

Benditos, sí, los pueblos valerosos

¡Y su recuerdo quedará perdido!

Que alzan con altivez la noble frente,

¡Y ni un suspiro arrancará su muerte!

A despecho de clérigos rabiosos,

¡Ni habrá quien vierta, de pesar transido,

Mengua y baldon de la cristiana gente.

Llanto de amor en su sepulcro inerte!

Nada importa que obispos ambiciosos

¡Indiferencia! –nada mas- ¡olvido!

Quieran hoy combatir contra el torrente;

Hé aquí la gloria que con alma fuerte

Porque su audacia costará la vida

En medio siglo á conquistar llegaron

Al teocrático bando parricida.

Los que á HIDALGO ¡infeliz! Sacrificaron.

VIII

IX

¡A HIDALGO! ¡el héroe de la patria mia!

¡Pueblo! Marchemos á la lid: en ella

¡El caudillo del pueblo de Dolores!...

La victoria nos guarda sus laureles;

¿Y hemos de apetecer la tiranía,

Pues no nacieron con mejor estrella

Con su puñal, sus crímenes y horrores?

Los soldados de Dios, que los INFIELES.

¡Nunca!... primero el luminar del dia,

¡Pueblo, á la lid! ¡la libertad es bella!

Con sus rayos de fuego, abrasadores,

¡Los tiranos, odiosos y crueles!

Consuma este país, aunque al infierno

¡¡Vamos á sostener nuestra creencia,

Vayamos á dormir el sueño eterno…

Y salvada será la INDEPENDENCIA!!

Vicente Moreno.

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LETRAS ROJAS


Número 54, 3 de octubre 1859, pág. 3

AL S. GENERAL EPITACIO HUERTA

I

Salud! felicidad!... hijos de Méjico!...

Libertad!... bella magna, cuyo nombre

Que marcados llevais en vuestra frente

Llena al tirano de una rabia impía

Los caracteres de entusiasmo ardiente,

Y al hombre libre inunda de alegría

De la paz que os inunda el corazon.

Como á vosotros inundando está.

Un pensamiento de delicias lleno,

Mas y mas lustros se han hundido rápidos

Un recuerdo purísimo de gloria

En la insondable eternidad; empero

A todos nos inunda la memoria

Vosotros con semblante placentero

Y nos llena también de patrio ardor.

De libertad el grito recordais.

Reid! gozad!... contentos celebremos

Oh!... sí… jamás el mejicano ardiente

A nuestros nobles ínclitos mayores

Se cansará de bendecir al Hombre,

Reid! gozad!... y en plácidos loores

Aquel anciano, cuyo ilustre nombre

Cantad la Religion, la Libertad.

Respeta de los tiempos el furor.

Libertad!... dulce acento misterioso

Venid á mí los que adorais sinceros

Que hace cimbrar el trono de los reyes,

La libertad de vuestra patria hermosa,

Y que desgarra las injustas leyes

Venid á mí, y os contaré gloriosa

Que esclavizan la pobre humanidad.

La memoria del gran Libertador

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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II

Nace tranquila en los desiertos lóbregos Una flor solitaria, encantadora,

Siempre brillaban en su frente pura;

Y la mano del hombre destructora

Era envidiable la feliz ventura

Marchita imbécil su fugaz verdor.

De la virgen graciosa de Anahuac.

Crece tranquila entre las sirtes ásperas

Sí: gozaba el murmurio de sus fuentes,

Una perla riquísima escondida,

El aura y el aroma de sus flores,

Pero al fin la codicia aborrecida

Y de castos y férvidos amores

Viene á eclipsar su celestial fulgor.

Se embriagaba en sus bosques á la par.

Así el tirano de la infame Iberia

Restauraba en placeres inocentes

Manchó la perla de Occidente pura,

Su perdido vigor, y á los acentos

Así agostó la matinal frescura

De suaves y campestres instrumentos,

De la flor escondida de Anahuac.

Entonaba dulcísima canción.

Del candor por el aura deliciosa

El feliz trovador de los desiertos

Tierna virgen mecida todavía

Le arrullaba con blanda melodía,

América feliz aun no bebía

Mas entonces tampoco descubría

La venenosa copa del dolor.

La bondad infinita del Criador.

Cierto es que se encontraba sumergida

Tal vez por esto resolvió el eterno

En sangrienta fatal idolatría;

Que el cristiano de Iberia perturbara.

Mas ella, la inocente no sabia

La dulce paz, la libertad preclara

Cual es del hombre el verdadero Dios.

Que en los Aztecas se veía reinar.

Por eso no escuchaba estremecida

Tal vez por esto Moctezuma viera

El grito atronador de la conciencia,

Cubrir de nubes su azulado cielo,

Por eso caminaba la ecsistencia

Y desplegar el tenebroso velo

Coronada de rosas y de amor.

Fatídica y horrible tempestad…

Y contemplaba con serena frente

Qué desventura!... desde entonces rápidos

El puro azul de su esplendente cielo,

Huyeron la quietud, las alegrías,

Sin descorrer el magestuoso velo

Y los ensueños de pasados días,

Que cubre el solio del inmenso Dios.

Y la dulce y la hermosa libertad.

Al retumbar horrísono el estruendo

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Oro abundante, rutilantes perlas,

En cambio de las flores deliciosas

Del rayo aterrador, se estremecía;

Que coronaban la serena frente

Mas en este tampoco conocía

Del Azteca feliz, ¡cuán tristemente

De Jehová la omnipotente voz.

Las espinas le punzan sin cesar.

LETRAS ROJAS


III

Ya no huellan sus plantas delicadas

Era la noche: tempestuosas nubes

La verde grama de los campos pura;

Cubrían la faz del meijcano suelo:

Hoy se mira cubierto de amargura

No derramaban por el ancho cielo

Caminar sobre fuego destructor.

Las estrellas su trémulo fulgor.

En lugar de los trinos melodiosos

En cambio de las auras apacibles

Que entonaban sus pájaros cantores,

Que mecieran las hojas de las flores,

Hoy escucha doquier atronadores

Retumbaban do quier atronadores

Los acentos de un déspota feroz.

Los rugidos del rápido aquilón.

¡Y el estruendo terrible de cadenas,

Pausadamente resonaba entonces

Y el monótono ruido de los grillos,

Sobre las alas del helado viento,

Y la voz del verdugo, y los cuchillos

El siniestro monótono lamento

Y de las llamas el crujir voráz.

Del búho, centinela del torreon.

Lágrimas que devoran como fuego,

A la cárdena luz de algún relámpago

Surcan hoy sus mejillas hondamente;

Se miraba un instante iluminada

Lágrimas de dolor que tristemente

Del mejicano la infeliz morada

Su ecsistencia, tal vez, acabarán.

Y el alcázar sombrio del español.

¿Dónde están, se decia suspirando,

Los míseros mortales se encontraban

Dónde están mis riquezas; mi ventura

En los brazos del sueño reposando:

Dónde ecsisten?... la copa de amargura

Unos la dulce libertad soñando,

Hasta las heces apurando voy…

Otros soñando el despotismo atroz.

Exhalo ardiente mis gemidos lúgubres

Solamente una joven primorosa

Por si hay quien calme mi terrible pena:

Al pié de un trono vigilando ecsiste;

Mas nadie rompe mi fatal cadena,

Vaga en sus labios la sonrisa triste,

Nadie contempla mi tenaz dolor…

La sonrisa importuna del dolor.

¡Tímida vírgen de la patria mia!

Miradla allí: su gentileza rara

¡Blanca gacela que te ves ahora

A los cedros del Libano da enojos,

En la potente garra destructora

Y sus amantes y rasgados ojos

Del irancundo, castellano león!...

La fuente son del rutilante sol

Nada temas; que tu águila rampante

Cándida vestidura rozagante

Viene rasgando el tenebroso cielo:

Cubre su cuerpo delicado y bello;

Nada temas; que un rayo de consuelo

Pero ¡ay! mirad en su torneado cuello

Brillará en tu semblante seductor.

Las cadenas de mísera opresión.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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¡Pobre virgen! al verse sin alivio, Lanza un gemido por sus labios rojos;

Que aborrecen la infame tiranía,

Una lágrima rueda de sus ojos,

La que Moises en el desierto oía

Y queda desmayada de dolor…

Cuando Israel gritaba: libertad!...

Entre tanto resuena por los aires

Este inefable, poderoso acento,

Un acento divino, misterioso,

Del universo la atención llamó:

Mucho mas argentino y melodioso

El mundo nuevo se inundó en contento,

Que las harpas sublimes del Eden.

El viejo mundo de pesar tembló.

Llega cruzando los inmensos bosques Y los campos de Méjico la hermosa, Penetra en la morada silenciosa Donde la joven infeliz se vé. Oh!... ella entonces vuelve con presteza De su triste y profundo abatimiento; Escucha ansiosa el divinal acento, Se embriaga de ternura, de placer… ¿Sabeis quien es tan seductora joven? ¿Sabeis porqué con amargura gime? ¿Sabeis quien es?... Su origen es sublime, ¡Ella es la hermosa Libertad, ella es!... ¿Y ese acento que alhaga sus oídos? No es rugido de fieras espantoso; Es el grito dulcísimo y glorioso Que en Dolores Hidalgo pronunció. Es el grito que un héroe enamorado Por su cautiva Libertad lanzara, Por esa virgen de beldad tan rara, Hija sublime del inmenso Dios. Este es el grito que en la patria mia Deramara un placer indefinible; No es el grito fatídico y terrible Que de espanto la hiciera retemblar.

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Esta voz es la dicha de los pueblos

LETRAS ROJAS


IV

V

Sí, Michoacanos: por el ancho cielo

Desaparecieron como sombra mágica

Independencia! libertad!... resuena;

Los ilustres caudillos de Anhahuac;

Y el león erizando su melena

Mas de la pobre, desgraciada Méjico,

Lanza un rugido lleno de terror.

Las cadenas lograron quebrantar?

El águila altanera de la América

Ay!... no tuvieron el encanto célico

Se remonta á las nubes magestuosa,

De ver destruido el despotismo atroz

Y allá en su trono de jazmin y rosa

No consiguieron sus aceros fúlgidos

Vé con desprecio al castellano león.

Verse límpios de sangre tan feroz.

El héroe venerando de Dolores

Únicamente en las tinieblas lúgubres

Lleno de amor y de entusiasmo lleno,

De la muerte pudieron columbrar

Llorando estrecha entre su ardiente seno.

Una sonrisa de placer dulcísima

La bandera feliz de libertad.

Que les dio la naciente libertad.

Y mil bravos se acogen á su sombra,

Al exhalar su belicoso espíritu

Y brotan donde quiera mil guerreros,

Tierna lágrima vierten de dolor…

Y desnudan sus bélicos aceros,

Y entre sollozos y suspiros férvidos

Y se aprestan altivos á pelear.

Dan á la patria el postrimer adiós…

Y se traba el combate formidable,

¡Oh campeones de la noble América!

Y se tiñe de sangre la ancha tierra,

¡Grandes génios de paz y libertad!

Y once inviernos el genio de la guerra

Nada temais, esclarecidos mártires,

Sobre el suelo de Méjico se vió:

Porque Méjico libre quedará.

Murieron en la lid los Abasolos,

Esa sangre inocente que impertérritos

Los Hidalgos, Allendes y Morelos,

Vertisteis en los campos del honor

Y otros muchos que viven en los cielos

Es el rocío que reanima límpido

Circuidos todos de inmortal fulgor.

De libertad á la naciente flor.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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VIII

VI

¡Hija del cielo, libertad preciosa,

Y tú, soldado valtiente,

Espíritu fecundo, cuyo imperio

Astro feliz de Dolores,

Al pasar de hemisferio en hemisferio

Cuyos claros resplandores

Los férreos cetros derrocando vas:

Llenan de rábia impotente

Sirena encantadora, cuyo acento Embriaga de placer á las naciones:

A los crueles opresores: Oye los votos

Tú en el combate animas las legiones

Que á un pueblo mísero

Y al héroe con tu mágica beldad.

Lleno de júbilo

Por ti suspira el que se ve oprimido Bajo el yugo de infame tiranía,

Miras formar. Derrama siempre

Por ti el genio de la alma poesía

Tu luz benéfica

Recorre libre su feliz mansión.

Sobre la cándida

Por ti camina el pensamiento rápido Impulsando las artes y la ciencia,

Flor de Anhahuac. Gloria!... tremendo campeón!

Tú coronas de gloria la existencia.

Tú rompiste con tu acero

Con tus lazos purísimos de amor.

Las cadenas de opresión

¡Oh si pudiera mi olvidada lira Encomiar dignamente tu hermosura! ¡Oh si llegasen á tu inmensa altura Las vibraciones de su ronca voz! Por ti inundada de placer mi alma,

Con que el despótico Ibero Subyugara la nación. Desde el trono refulgente Donde para siempre habitas, Vé la situación doliente

No cesa un punto de pedir al cielo,

Que llena de amarguras cuitas

Que siempre brilles en mi patrio suelo,

A nuestra patria inocente.

Siempre tan pura como brilla el sol.

Oye los votos Que un pueblo misero Levanta férvido, Héroe inmortal. Derrama siempre Tu aliento vívido Sobre la cándida Flor de Anhahuac.

Morelia, Setiembre 15 de 1859,- Ramón Alvarez

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LETRAS ROJAS


Número 57, 13 de octubre 1859, pág. 3

El canto del poeta Es á veces, el fúnebre gemido Que lanza el alma tras el bien perdido; A veces el acento del profeta, Que, descorriendo el velo del futuro, Al hombre anuncia tenebrosos días O bien le indica las ignotas vías

Que el C. Juan de Dios Arias pronunció, en la plaza de armas de la Heróica Ciudad de Veracruz, la noche del 15 de setiembre de 1859

De un porvenir espléndido y seguro. El vate pronostica, llora ó rie; Pero no mezcla con la risa el llanto, Y donde quiera que su voz envíe A un solo númen ruega que le guíe Á un solo objeto le dedica un canto; Y ora lo inspire el luminar del dia, Ora el misterio de la noche umbría, Ora el canto de las gayas flores: Entona en su placer ó en sus dolores Para cada deidad una armonía. Mas héme aquí sin estro y fatigado, Confundiendo las lúgubres memorias De infortunios que el tiempo no ha borrado, Con el recuerdo vívido y sagrado De hombres ilustres y de excelsas glorias. ALLENDE acaso desde el cielo vea De Calderon el puente, Donde esperó con su bisoña gente Hacer triunfar de libertad la idea; Y en él fijando con dolor sus ojos, Encuentra de la muerte mas despojos En la sangre preciosa que aun humea. Tal vez HIDALGO contemplando ahora De Guanajuato la escarpada sierra, El grito escucha que su nombre implora En medio del estruendo de la guerra

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Para salvar la infortunada tierra Del genio destructor que la devora.

A la constante luz de la esperanza,

Y esa legion de séres inmortales,

Apenas puede verse en lotananza

Que su sangre vertieron á raudales

La hermosa senda de la edad futura.

Para legarnos libertad y honores,

Mirad obstruida su mamórea puerta;

Nos maldicen, quizá, como á traidores

Un grupo informe cierra los umbrales;

Al ver sobre sus tumbas consagradas

Es una masa de arrabiadas fieras,

Los laureles y lápidas gloriosas,

Son hienas carniceras,

En vez de oliva y de fragantes rosas,

Hambrientos lobos, tigres y chacales.

Con sangre de sus hijos salpicadas.

Activo allí, gozoso, el fanatismo

Verán como sarcasmo su memoria,

Su sitio le señala al despotismo:

Si á los mentidos cánticos de gloria

Ved, con el crímen la ambicion descuella,

Y al cívico tributo,

Y en bárbara fatiga,

Se mezclan doloridos

Ambos azuzan su feroz cuadriga

De víctimas sin cuento los gemidos

Mostrándole de sangre inmensa huella.

Y ofrendas tristes de constante luto;

Los cuerpos destrozados de Rivero,

Que ciegos, egoístas, confiados

De Portugal, de Sanchez, de Lozano,

Y en indolencia criminal hundidos,

De Jáuregui, de Abad, de Tellechea,

Dejamos levantados

Pasto serán del lobo y del milano,

Los del error fatales monumentos,

Que el dolo alumbra con siniestra tea.

Los altares cruentos

Queda también exánime Mateos,

Donde en aciago dia

De Cobarrubias el cadáver frio,

Los pueblos ignorantes se postraron,

Restos de génio, de virtud, de brio,…

Y la cerviz doblaron

¡Gózate, oh fanatismo, en tus trofeos!

Al yugo de espantosa tiranía.

Allá están Nuñez, Calderon, los bravos

De esos verdugos, que con lengua impía

Que antes que ser de la traición esclavos

Del Cristo la doctrina falsearon,

Dieron su sangre al profanado suelo;

Y religión trazando en sus banderas,

Ambos á un fin glorioso se arrojaron,

La ciencia persiguieron,

Y al perecer un nombre nos legaron

Y los tormentos sus delicias fueron

De pundonor y de lealtad modelo.

Y la cárdena luz de las hogueras

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Triste diorama, en cuya zona oscura,

Allí están Vargas, Villagran y Sierra,

Ellos con labio estúpido y nefario

Insepultos aún sobre la tierra

Y en su ambicion sin limites ni vallas

En pago á sus afanes:

Forjaron hasta un Dios de las batallas

Y Arteaga, y Esquivel, Duval y López…

Colérico, implacable, sanguinario.

No puedo continuar… ¡Sagrados manes!

LETRAS ROJAS


Dejad ese hecatombe enrojecida

De los del mundo esclarecidos hombres,

Con sangre ilustre que manchó al tirano,

De dignidad, de honor y de progreso,

Y perseguid al pueblo mejicano

El fanatismo borrará los nombres;

Hasta que os dé satisfaccion cumplida.

Y en cambio de academias y liceos,

Y os la dará; vibrando está en su diestra,

Y en vez de las tribunas populares

No el aleve puñal del asesino,

Donde hace ya vandálicos destrozos,

No el dardo del salvaje

Con grillos y mordazas á millares

Que oculto acecha á la enemiga tribu

Mazmorras se verán y calabozos;

Para vengar ultraje por ultraje;

Y allí la inspiración del hombre libre,

Ni el sable dado á la traición malvada

El fuego de la mente

Digno sosten de sórdida codica;

Acabará cual luz sobre las tumbas

Vibrando está de la imparcial justicia

Que muere al soplo de infestado ambiente:

La inecsorable espada.

Serán nuestras miradas un delito;

Y ¿adonde dirijir certero el golpe?

El pan acibarado del proscrito

Allí, donde se sueña en nuevos reyes;

Un regalo será si lo tenemos;

Allí, donde al pedir derechos santos,

Dichosos si podemos

Y libertad y razonadas leyes,

Romper desesperados nuestras venas,

Ilustración y amor y tolerancia,

Que, hasta el sagrario dó el amor se anida,

El crímen, apoyado en la ignorancia,

El ángel que disipa nuestras penas,

A título de audaz y osado y fuerte,

La flor de nuestros campos mas querida,

Responde con estúpida arrogancia

La preciosa mitad de nuestra vida

“Silencio, pueblo, religión ó muerte”.

Arrastrará las bárbaras cadenas…

¡Ay de nosotros si en la lid cansados

Muerte al tirano, muerte á los traidores;

Y de luchar rendidos

Y si doblamos la cerviz cobardes

En actitud quedamos de vencidos!

El cielo nos maldiga;

Adiós por siempre al rico pensamiento,

Que sus rayos nos lance abrasadores,

Adiós á la virtud de nuestros hijos,

Que de HIDALGO la sombra nos persiga

Adiós de libertad al sentimiento

Y acaben oprimidos y opresores.

Y del hogar á la dichosa calma;

Mas no, jamás, anciano venerable,

Adiós á la sublime inteligencia,

Nunca daremos tan infame pago

Al noble orgullo y á la paz del alma,

A tu sublime y santo sacrificio;

Y adiós á la preciada independencia.

No son tus hijos los que en pos del vicio

De Guttemberg el nombre venerado

La causa fueran de tan hondo estrago;

Por mil esbirros quedará velado:

Mira, que en medio de la lucha horrible,

De la igualdad y equitativa ley,

Conserva el pueblo tu grandiosa idea,

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Y al buscarte en los ámbitos del cielo,

Es á tus manes la mejor ofrenda.

Rasgó del porvenir el denso velo

Progreso y libertad repite el viento

Y el astro del progreso centellea.

Que son del pueblo que tu nombre exalta

Ora marchando con segura planta

Su voz, su fé, su sol, su juramento.

Vuelve á la senda que trazó tu mano; Ya de sus leyes y poder ufano

En sus cansadas y rugosas manos

Su espíritu levanta

Alzó en esta hora el labaro de Bruto

Para ilustrar su venidera historia,

Para romper la frente á los tiranos;

Y á cada golpe de la suerte impía

Id, y en su nombre consumada sea

De nuevo á los verdugos desafia

De libertad, de honor y de progreso

Buscando infatigable a la victoria.

La generosa idea;

Ella vendrá, vendrán sobre sus huellas

Y si el tirano su rencor no abate,

Los bienes de la espléndida fortuna,

Entrad valientes al postrer combate,

Como en cortejo vienen las estrellas

Y aquel que hiera mas en la pelea,

De la luciente y apacible luna.

Ese el mas libre y venturoso sea.

Y la patria, la virgen desgraciada

Si un holocausto nuevo se prepara

Por inícuos padrastos maltratada,

El último será todo lo augura:

Alegre ostentará la faz llorosa,

Si vuestra sangre hoy, por desventura,

Y coronada de jazmin y oliva

De nuevo el fanatismo la derrama,

Como en el templo la feliz esposa,

Vengada quedará, y en nuestra historia,

Deslumbradora con sus ricas galas

Vuestros serán los timbres de la gloria,

Y al aire dando el transparente velo,

Vuestras serán las honras de la fama.

El ángel de la paz vendrá del cielo

La patria agradecida

A protejerla con sus blancas alas.

Veneración dará y eterna vida

Y cantarán entonces su ventura

A los ilustres y sencillos nombres

Del bosque tropical las lindas aves,

De los modestos hombres

El eco en el taller del artesano

Que han recobrado la virtud perdida,

Del campesino los acentos graves,

Nombres que harán las sosegadas madres

Y en himo soberano

Repetir á sus hijos venturosos

El hoy desierto y mugidor océano

Desde la tierna infancia

Poblado entonces de preciosas naves.

En medio del placer, de la abundancia,

Tu pensamiento, HIDALGO, tu esperanza

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Id, nobles hijos del que allá en Dolores,

En medio de festines y alegrías

El pueblo lleva en la fatal contienda;

Y flores de riquísima fragancia.

A conquistar la realidad se lanza,

Acelerad ¡oh cielos! Tales días,

Y cada palmo que en la lid avanza

Y salgan ciertas las promesas mias

LETRAS ROJAS


Número 61, 27 de octubre 1859, pág. 3 y 4

Amistoso á D. Miguel Miramon (a) Macabeo, En el dia de su cumple-años Goza… goza… de esclavos de uniforme

Vinos y loores…! La orgullosa frente

La miserable adulación escucha,

De los magnates ante ti se rinda,

Sobre el solio sangriento que deforme

Y escuchando su brindis elocuente…

Hiciste con los cráneos de la lucha.

Alza la copa con placer, y brinda!

De sacrílegos hombres de bonetes,

¡Sí… brinda…! brinda! ¿y cuando todos cantan

De estolas, de casullas, de sotanas,

De religión al formidable escudo,

Recibe los inmundos ramilletes

En medio de los himnos que levantan

Y oye gracioso las lisonjas vanas.

He de quedarme indiferente y mudo…?

Alégrate Miguel…! Ya los Escribas

No, vive Dios… Mi destemplado acento

Insultan los altares del Inmenso,

Para cantarte ha de encontrar un tono!

Y entonándote plácemes y vivas

Salud, oh Campeón! Ya cobro aliento

Te ofrecen de las aras el incienso.

Y ya tus glorias en mi canto entono!

En sangre roja la maldita mano

Pero mi voz ha de sonar unida

Levantan al Señor de las naciones,

Al coro que se escucha en lotananza…

Y piden por la vida del tirano

Oyes…? Oyes… el aura estremecida

Al compás del fragor de los cañones,

Te repite esta frase… La venganza…

¡Hossana… Hossana…! Al asesino cantan

Es la voz de los mártires que suena,

¡Hossana, al defensor de nuestros bienes!

Y que como se oyó en el Paraíso

Alégrate! Tus siervos se adelantan,

El acento de Dios, terrible truena,

A ti se acercan, á tus pies los tienes.

Rompiendo los espacios de improviso.

Alégrate, Miguel!... Hoy es tu dia

Oh nieto de Casi…! Mil y mil veces

Tu horrible nombre va á subir al cielo,

Dichoso tú, de quien el clero plugo

Envuelto en los vapores de la orgía…

Dar á tu nombre colosales creces

¡Feliz la madre que te diera al suelo…!

Dándote el San Benito de verdugo!

Te mira como el sol en el altura,

De HERODES el cruel, la fama viva

El clero, su caudillo te confiesa,

Atrás tu fama sin ejemplo deja;

Y dichoso te acercas con presura

Que alzaste una sangrienta prespectiva

A gustar las delicias de la mesa!

Que crece mas, mientras que mas se aleja.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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¡Oh del altar invulnerable escudo!...

Y en el ronco rugir de los cañones,

A tu encumbrada magestad me rindo,

Y en la lúgubre noche borrascosa,

Y humilde como fraile te saludo,

Y en tu lecho, en tu mesa, en diversiones,

Y por honrar tu natalicio brindo!

Y en la voz de la mar tempestuosa.

Que acompañen sonoros instrumentos

De los pájaros lo oigas en el canto,

El choque de las copas y los platos!

Y siempre, sin cesar, cada momento,

Y sonatas de amor pueblen los vientos,

Te oprima el corazon lleno de espanto,

Y bebamos los dos, Poncio Pilatos.

La planta del atroz remordimiento.

Pero vino no bebes…? Ah! Bien haya

Niéguete el sol su lumbre bienhechora

Tu negro corazon que no se abruma…

Y la dulce mañana su frescura…

De los héroes que hiciste en Tacubaya

Solo tengas desdicha punzadora,

Bebes la sangre que levanta espuma…!

Y tédio, malestar, miedo, pavura.

No la apures…! Aguarda…! No violente

JAMAS halles alivio… Que el ecseso

Tu mano, la ancia de tu noble pecho,

De los males te siga hasta la huesa!

Que esa sangre es preciso que la aumente

Que en la frente de tu hijo al darle un beso

El llanto de los huérfanos que has hecho.

Dejes la marca de Caín impresa.

Ahora… bebe…! Y cuando ya beódo

Vagabundo, del uno al otro polo

Con la sangre y las lágrimas te veas,

Lleva en tu frente “fraticida” escrito,

Que te arrastres, BANDIDO! Por el lodo,

Sin agua, sin llorar, camina solo,

Y del hombre y de Dios, Maldito seas…!

Y si quieres parar, anda maldito!

¡Maldito!... Sí… Maldito…! Que durmiendo

¡Maldito Sí!! Ve errante por el mundo

Oigas la voz del Hacedor Divino,

Y en tu camino Maldicion te siga,

Que implacable te siga repitiendo

Anda…! Anda…! Que el hombre furibundo

“Para ti no hay piedad, vil asesino!!!!

Al escuchar tu nombre te maldiga…

Que en medio de los báquicos festines

Y si hallares piedad en algún pecho,

En donde quieras divertir tu vida,

Y tu cabeza de tus hombros trunca,

Y del mundo si vas á los confines

Y te perdona todo el mal que has hecho,

Encuentres quien te diga ¡FRATRICIDA!

Yo no Caín! No te perdono, nunca!

Lo escuches de la selva en la espesura,

Que si es morir, antes que tú, mi suerte

Y en el rudo aquilón de los desiertos

Sin mirar á la pena consumirte,

Y en la brisa que lánguida murmura,

Romperé las cadenas de la muerte,

Y en los áridos campos de los muertos.

Y al mundo volveré por maldecirte.

Y en las tranquilas aguas de los lagos, Y en el aire que azota la maleza; Y en los ruidos misteriosos, vagos, Que tiene en soledad naturaleza.

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LETRAS ROJAS

Méjico, Setiembre 29 de 1859.- La Conciencia.


Número 63, 3 de noviembre 1859, pág. 4

A Felix Zuloaga SONETO Aquel que en la baraja combinada cambiaba el cinco de oros por la sota, aquel cuya conducta está sin nota pues todo es una nota prolongada Aquel cuya fortuna acomodada miseria señaló en su capa rota, aquel tahúr en su capa rota, y de mano sutil bien enseñada. Es hoy el que á los clérigos levanta, es hoy el que los pueblos aprisiona, es hoy el que se ciñe una corona y el que sella las bocas con su planta: jamás en los albures que ha ganado mas precioso laurel ha conquistado

Joaquin Villalobos

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 72, 15 de diciembre 1859, pág. 2

Salud salud ¡oh Michoacan la heróica! Cuna feliz de tan ilustres hombres, De invictos héroes cuyos gratos nombres Repetirán los siglos con placer. Heme en tu suelo, respirando ufano, El aire de ventura y de contento De simpatía te guardo un sentimiento: Que á mi alma no le es dado contener. De allá, dó las montañas son de plara Vengo á tu seno, ¡Michoacan querida! Buscando otra riqueza que á la vida, Encantos brinda, de sin par valor. Es la briza que sopla blandamente, Aire de libertad puro y sereno, Lo que vengo á buscar entre tu seno Huyendo del dogal del opresor. Quiero alejarme del brutal dominio Del imperio fatal del despotismo, Y vengo aquí, donde es el patriotismo, La ecselsa prenda, la especial virtud. Aquí los niños en la cuna oyeron Canto de Libertad, y repetían Los nombres de los héroes que morían Dando aliento á la tierna juventud.

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LETRAS ROJAS


Yo te bendigo, Patria de Morelos,

Dos años há que el país de los axtecas

Que has pisoteado con potente planta,

Con sangre de mil víctamas se riega

La cabeza del monstruo que aun levanta

Pero se acerca el dia, la hora llega,

Sus moribundo ojos hácia ti.

En que esa sangre vengarás al fin.

No haya piedad para el que siempre ingrato

¡Heroica Michoacan! Ya se prepara

Desconoce tus pródigos favores:

Sobre tu suelo la arma aterradora

Que muera entre tormentos y dolores

Que llevará la muerte destructora

El déspota, el hipócrita y el vil.

Si es preciso del mundo hasta el confin.

Que sienta de tu brazo la potencia,

¡Guerra á muerte al que al pueblo soberano!

Que gima en el abismo que él se abriera,

Hundir quiere en el negro oscurantismo

Tu Michoacan, ilustre la primera

El solo ha de caer en el abismo

El triunfo la primera has de obtener

Que con su mano el déspota se abrió.

Levanta de entre escombros orgullosa

Para ti lucirá de las victorias

El laurel de la gloria que te espera:

Ese sol que su luz nos ha negado

Que tu memoria sea imperecedera,

Y oirás del pueblo el grito entusiasmado

Y tu nombre el primero llegue á sér.

Del pueblo que por ti libre se vió.

Tus hazañas por todos admiradas

Y Morelos, Hidalgo y Abasolo

Con letras de oro escribirá la historia,

Guerrero, Matamoros y Galeana,

Y allá en la cumbre de elavada gloria

Un recuerdo á la tierra Moreliana

La heroína de la américa serás.

Pedirán á la ecselsa Magestad.

Cuando en Tenoztitlán la bella y rica

Y yo mi voz elevaré afanoso

Su estandarte elevara el despotismo,

Entre la multitud que te vendiga

Ya estaba reservado á tu heroísmo

Y al pueblo me uniré, que alegre diga

El laurel que en tu frente señirás.

¡Viva la Independencia y la Libertad!

Morelia, 12 de Diciembre de 1859.- Cipriano López Saavedra.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 72, 15 de diciembre 1859, pág. 2

A La Reaccion Que tiemble el mundo y se oscuresca el cielo, ¡¡Sin piedad!! Muerte, muerte! Guerra, guerra!

Las cruces que relumbran en su pecho,

Y que corra la sangre por el suelo,

Son sangre de la patria no otra cosa…

Sangre riegue de Méjico la tierra.

La sangre de los mártires que ha hecho.

Y que la planta del tirano inmundo

Y se roba la sangre con la leva

Sobre su sangre resvalando vaya,

Y deja al joven á su triste suerte

Y que su alma maldita deje al mundo

Y á verter esa sangre se lo lleva

Y que espire de horror en Tacubaya.

En los áridos campos de la muerte.

Que sus ojos sangrientos vean la luna

Y al mirar en los sauces los ahorcados

De los héroes con sangre ensangrentada,

Férvido dice, que nos hace bien,

Y que tenga la bárbara fortuna

Y se dan parabienes los soldados

De que en sangre se apague su mirada.

Que del pueblo verdugos son también.

Porque sangre inocente él ha vertido,

Y luego entonan en acción de gracias

Cual indómito tigre vertiera,

El Te-Deum cual lo hiciera un capuchino,

La púrpura que lleva su vestido

Ofreciéndole á Dios tantas desgracias

Con la sangre inocente tiñera.

Cual si fuera el Señor un asesino.

Porque el solio pestífero que tiene

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Y esa corona que en su cien reposa,

Y echan á vuelo sus campanas locas

De cráneos pensadores lo ha formado,

Y tienden sus cortinas insultantes

Su tropa vil con sangre lo mantiene,

Y desatan sus mordaces bocas

Y la sangre alimenta ya al soldado.

Inventando diatrivas calumniantes.

LETRAS ROJAS


¡Mueran los libres! En su grito impío,

¡¡Pues no!! Por siempre con furor diremos,

Y llevan en sus pechos una cruz,

¡¡Malditos los tiranos, impostores!!

Caminando de sangre por el rio

Y su cetro fatal lo romperemos,

Asesinos que que invocan á Jesus.

Y que tiemblen tan viles opresores

Por su ambicion desenfrenada, impura;

Sus sólios deslumbrantes desgajados

Con el pueblo quisieran acabar,

Pestíferos sepulcros les serán

Y es tanta su codicia y su locura

Y á esos hombres veremos castigados

Que al mismo Dios volvieran á matar.

Y en su sangre se sed apagarán.

Nuestra riqueza, nuestros bienes y oro,

Y los pueblos ya de ellos libertados

Avarientos no cesan de decir,

Serán grandes, dichosos, respetables,

Nada importa del pueblo triste lloro

Y los derechos de hombres restaurados,

Que del pueblo la suerte fue sufrir.

Leyes tendremos en lugar de sables.

Y se hermanan los ricos con los malos,

Para lograr tan plácida esperanza

Y del pobre la sangre están bebiendo,

Batallemos sin tregua, sin cesar,

Para el pueblo las levas y los palos

Empuñemos las armas sin tardanza

Que la sangre del pueblo está corriendo.

Que el sol de Libertad ha de brillar.

Y aquestos son los fueros que del cielo

Que tiemble el mundo y se oscurece el cielo

Un Arcángel sin duda les bajó

¡¡Sin piedad!! Muerte muerte! Guerra guerra!

Para dicha del pobre en este suelo

Y que corra la sangre por el suelo,

¡Ay! De aquel pobre cuando dijo “No”.

Sangre riegue de Méjico la tierra.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 73, 19 de diciembre 1859, pág. 2

Sentado en poltrona silla,

Ya no hay casa de violin,

Ya la torta asegurada,

Allá en su celda encerrado,

Renta hemos de pagar,

De las manos escapó

Cierto fraile contristado,

Tendremos que trabajar;

Ya el bando se promulgó

Con la mano en la mejilla,

Adiós, buen vino del Rhin,

La constitucion malvada,

Esto decia acongojado:

No te volveré á tomar.

A pesar nuestro triunfó.

“Por fin se nos llegó el dia,

Espléndido refectorio,

Adiós ¡oh! Mi hábito azul!

Un dia de los mas fatales,

Do mi abdomen yo llenaba,

Pronto te voy á colgar,

Los malditos liberales

Despensa donde pasaba

Tengo que desenfrailar,

Triunfaron; ¡oh suerte impia!

Ratos divinos de holgorio,

Y la vida de gandul,

Adiós preciosos caudales.

Adiós, adiós todo acaba.

Muy pronto voy á dejar.

Adiós, capilla y cordon,

Adiós tiernos regalillos,

¡Oh convento! Abandonarte

Adiós vida regalada,

De imbéciles santurrones,

Es forzoso en la ocasión:

¡Maldita constitución,

Adiós latas de salmones,

Adiós delicioso rom,

Que con caja destemplada

Adiós lindos pastelillos,

Con la música á otra parte,

Ya nos tocó dispersión!

Adiós famosos jamones.

Se marcha fray Hilarion.

La hora funesta sonó,

Adiós chocolate espeso

Nuestra altivez claudicó,

El claustro hemos de dejar

A todas horas tomado,

El pueblo ya no es idiota;

Pero ay! Solo siento yo,

Adiós suculento asado,

Sus derechos conoció,

Que ya el cuerpo se enseñó

Adiós magnífico queso,

Y con justicia nos bota

A vivir sin trabajar.

Adiós: todo ha terminado.

Porque bastante aguantó”.

Y yo que estoy tan obeso,

¡Oh! Si ese cojo bribon

Esto dijo el fraylecillo

Tan lozano y rubicundo,

No hubiese dado la huida,

Sus lágrimas enjugando,

Tener que salir al mundo

Hoy nos sirviera de egida;

Y unas tijeras sacando

A buscar un triste peso,

Y ni habría federación

De su mugroso manguillo,

¡A Cristo! Yo me confundo.

Ni variaríamos de vida.

Comenzó á irse trasquilando Su bien poblado cerquillo.

(Del Prisma)

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LETRAS ROJAS


Número 77, 2 de enero 1860 pág. 2

A MI AMIGO EL JOVEN POETA CIEGO D. JUAN DEL VALLE

No engolfes tu fantasía,

Ni que produzca á millares,

No sigas ya vejetando,

En los mares de la crítica,

En horrible confusión,

Ni con tristeza pensando,

Que es peligroso ¡á fé mia!

Monjes, frailes, militares,

Aunque miras en bosquejo

En asuntos de política,

Esbirros y familiares,

Que tu patria vá marchando

Entablar una porfía.

De la santa inquisición.

Montada sobre cangrejo.

Mas pulsa tu lira de oro,

Ni que la estúpida gente,

No mires con aflicción,

Las cuerdas vibrando á pena,

Proclamando Religion

De barbarie tanta enseña,

Y saca una cantilena

Se fabrique diligente,

Pues se dirá con razón,

Del magnífico tesoro,

Ministros y Presidente

Que tienes alma pequeña,

Que guarda tu mente amena.

En nombre de la nación.

Y pequeño el corazon.

Dejanos oír tu acento

Tu mente ¿porque se aterra?

Vamos, Juan, deja esa calma,

Habla de brisa y de flores,

Que haya diez, que haya mil reyes,

Esa tristeza sombría,

O refiérenos un cuento,

Que destruyan que hagan leyes,

Que ahoga tu fantasía,

Dó finja tu pensamiento,

Que con sus trenes de guerra,

Y deja brotar del alma,

Alguna historia de amores.

Hagan temblar á la tierra.

Un manantial de poesía.

No te cause mucho encono,

Todo eso ¿qué nos importa?

Y mientras llega el momento,

Ver que la suerte menguada,

Al cabo la vida es corta,

De oír tu canto sonoro,

Ha tenido la humorada,

Y debes considerar,

Allá vá mi ronco acento,

De que suban hasta el trono,

Que si nos comen en torta,

Rasgando el callado viento,

Los nietos de Torquemada.

Algun dia han de reventar.

Como el bramido de un toro.

La historia me refiere que mi abuela

Deja la olla al sereno bien cubierta,

Era un tipo en la clase femenina,

Que es prudente la vieja cual Minerva

Por su mucho talento en la cocina

Y en dulce sobre todo muy esperta;

Y su vasta instrucción, en la camela,

Mas á pesar del régimen que observa,

Y con ello la pobre se imagina,

Quedóse anonadada, seca y yerta

Provarle su amistad sincera y fina

Cuando vió que se agriaba la Conserva.

Al reverendo padre fray Tudela.

Pícharo.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 83, 2 de febrero 1860, pág. 3

II

VERSOS DEDICADOS A LOS LIMOSNEROS MORELIANOS, QUE ESCRIBEN EN EL “DIARIO DE AVISOS”

Mejía y Cobos ¡Dios mio! Pasan por gentes de honor. ¿Y estos son los aristócratas, De Méjico fama y gloria? ¡Oh! ¡cómo será la escoria Del bando conservador! III

I El “Diario” titula pícaro

¿Cómo serán esos díscolos

Y ladrón á cualquier hombre,

De nuestro suelo espulsados,

Que ni ha manchado su nombre,

Que se han vendido ¡menguados!

Ni robado á la nación;

Por un pedazo de pan?

Y olvida que no son ángeles

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Zuloaga, el tahúr mas zángano, Márquez, asesino impío,

Y ¿cómo los antropófagos,

Los hipócritas sayones

De nuestra sangre sedientos,

Que arrullan con procesiones

Que en vano sueñan, hambrientos,

A su niño Miramon.

En tragarse á Michoacan?

LETRAS ROJAS


VI

IV

¿Pensáis que aquí los demócratas

¡Á Michoacan! donde, pérfidos, Tantas veces se arrastraron,

Temen á vuestros cañones?

Y favores alcanzaron

¿Cuánto os engañáis, bribones,

Del partido liberal:

Descendientes de Luzbel! ¡Os engañáis! de los déspotas

Donde sus familias míseras Del pueblo el sudor bebieron,

No habrá de ser esta tierra:

Mientras estafar pudieron

¡Que haya guerra, siempre guerra,

Á la turba clerical!

Con metralla y con papel!

V

VII Responded, fieles discípulos

Bien podéis, en necia critica,

De rufianes y traidores,

Calumniarnos torpemente;

Cobardes aduladores

Esto no ataja el torrente,

Del gobierno usurpador:

Ni estingue la libertad.

¿Dáis á vuestra causa crédito,

Y aunque plebeyos y bárbaros

Improvisando consejas,

Nacimos, según vosotros,

Que solo aplauden las viejas,

Será el triunfo de nosotros.

Y las viejas sin pudor?

¡Viles, oídlo y temblad!

Morelia, Enero de 1860.-V. Moreno

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 87, 17 de febrero 1860, pág. 3 y 4

A LA CASCADA DE URUAPAN CONOCIDA CON EL NOMBRE DE LA TZARARACUA POESÍA DESCRIPTIVA DEDICADA A MI APRECIABLE AMIGO D. ALEJO CORTEZ

¡Salud!...Salud!... Cascada magestuosa Emblema de la fuerza y la hermosura. ¡Salud a ti…! Mi lira quejumbrosa Desea verter raudales de dulzura, Para cantar al son de tu corriente Tus ricas galas, seductor torrente! Cuan atrevida y rápida te arrojas Desde esa altura de escarpadas peñas, Donde se miran cual pequeñas hojas Desde tu pié las gigantescas breñas; Hendiendo el aire con violencia suma Envuelta en nubes de brillante espuma. Y caes al lago que á tus piés murmura, Con fuerza irresistible y estruendosa. Grandes copos de cónica figura Al choque se levantan, y espumosa Nube de plata con el sol brillando, Por las olas del lago anda vagando. Húmedos y densísimos vapores Desprendidos del cáos que te recibe Se agitan en el aire, y de colores En la atmósfera un arco se describe, Descompuestos del sol los rayos bellos Sin duda al verte mas hermosa que ellos. Como se pára el alma y estasía Al contemplar tu insólita belleza, Ostentando á la luz del claro dia Su blanco manto, su sin par grandeza, Como diciendo al pobre peregrino: ¡Soy la obra magna del poder divino!... La mente se divaga de improviso Pareciéndole ver en tu apostura Á la hada de los bosques, cuyo hechizo Se encubre con la blanca vestidura, Y que apoyada en la elevada peña, Duerme convulsa, y agitada sueña.

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LETRAS ROJAS


Y el aire ondéa su hermosa cabellera De transparentes hilos diamantinos

II Prosigue, ser divino, tu rápida carrera

Que de la piedra brotan, y ligera

En tanto que yo elevo mi acento admirador.

Cual lluvia de raudales cristalinos,

Los aires atraviesa fantástica y ligera

Forma dos grupos de arcos rutilantes

Formando eco en los bosques tu ruido atronador.

Cual pequeñas cascadas de brillantes. Belleza sin igual!... yo te saludo

Pequeño y miserable me siento á tu presencia: Temblando y vacilante recorro mi laud:

Con los pobres acentos de mi lira,

Cantar quiero entusiasta tu espléndida ecsistencia,

Y un homenaje respetuoso y mudo

Pero ¡ah! No satisfago mi fiel solicitud.

Mi corazon te rinde, porque mira

Estático y absorto me deja tu hermosura:

Que se oculta tal vez en tu ecsistencia

Agítase mi ánimo, conmuévese mi voz:

Un misterio á la humana inteligencia.

Deslumbra mi pupila la luz de tu blancura,

¿Quién puede comprender si en el estruendo Con que desciendes de la inmensa altura,

Y túrbase mi vista al verte caer veloz. ¿Podrá sonar armónica mi lira ensordecida

Se simboliza el huracán tremendo

Para cantar cual debe tu aspecto encantador,

Con que un dia el pueblo lleno de bravura

Si tú eres la Belleza del cielo descendida,

Se levante y se destroce al fanatismo

Y un ser cual tú divino merece ángel cantor?

Y arroje á sus campeones al abismo? Quien sabe si tu nítida blancura

¿Podrá cantar acaso mi númen infecundo Las gratas sensaciones que das al corazon…?

Esos negros peñascos encubriendo;

¿Mis rústicos acentos podrán decir al mundo

Si esa vertiente cristalina y pura

Las mil ideas que al alma inspira tu visión?

Que brota por doquier, no están diciendo

Mas siéntome inspirado de noble atrevimiento:

Que así en un tiempo cubrirá el progreso

Paréceme que á mi alma bajó la inspiración…

Las huellas del inmundo retroceso?

¡Oh si! Cantar ya puedo… ya elévase mi acento…

Y ese arco de prismáticos colores Que se forma en la lluvia que te cerca, ¿No será la señal de los favores Con que Dios premie á nuestra cara América, Cuando se vea la libertad querida Por todos acatada y bendecida…? Salud!... Salud á ti, ser misterioso!

Mi cítara ya pulso temblando de emoción. Ya brotan de sus cuerdas torrentes de dulzura… Dignísima armonía que á celebrarte vá… Mas ¡ah que no lo puedo!... me apoca tu hermosura…! Mis labios enmudecen… mi lira sorda está…! Morelia, Enero 2 de 1860.- Alipio Gaitan.

Yo te admiro y respeto tus arcanos, Y ante ti me prosterno respetuoso Y vacila mi cítara en mis manos, Porque indigno es mi desacorde canto De celebrar tu sin igual encanto.

Morelia, Enero de 1860.-V. Moreno

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 89, 24 de febrero 1860, pág. 3

EL CANTO DEL JESUITA PARODIA

“No hay crimen que les parezca grande, tesoro que súcie su avaricia, virtud que no aparenten y maldigan en el fondo de su corazon. Malvados por instinto, sórdidos por esencia é hipócritas por cálculo, son una verdadera plaga social de quien el mismo demonio podría tomar lecciones”.

- Rúfugo “¡Hurra! Cosacos de sotana ¡Hurra! México os brinda opíparo festín,

“¡Hurra cosacos… Encontrareis riquezas y mujeres

Y sus palacios, sus altares sean

De talle esbelto y argentina voz;

De vosotros magnífico botín.

Id á gozar un mundo de placeres Saciando vuestra sórdida ambicion. Malditos ¡guay! de los que esconden su oro Los haremos mil lágrimas verter; ¡Hurra, volad! su honor y su tesoro De alfombra servirán á vuestro pié. “¡Hurra! cosacos…

¡Hurra! ¡venid, abortos de Loyola!

Veladas con artera santidad,

¿Veis esa linda tierra? No esta sola,

Esas cobardes, degradadas greyes,

Hay gente rica, embrutecida ya.

De nuestro carro humildes tiraran.

Palacios, hombres, campos y jardines

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Al imponer vuestro capricho leyes

Un crucifijo es mucho capital,

Corred, corred á hartar vuestros deseos

Todo es modesto y poderoso allí…

Abortos de la noche y Belzebú

¡Oh! Nos creerán ignótos serafines

Y esos semblantes lánguidos y feos

Desprendidos del cielo de zafir.

Cubrid con la careta de virtud

LETRAS ROJAS


“¡Hurra! cosacos…

“¡Hurra! cosacos…

Ya desgarramos á la vieja Europa

¿Quién en pesar trocó las alegrías

Como hipócrita gato su racion;

De esa virgen un tiempo tan feliz?

Ahora, volad, volad con viento en popa

Quién enlutó sus divinales días?

El vergel á destruir de Guatimot.

Eran –sabedlo- pósteros del cid.

El rico imbécil al dejar la vida

Volad, volad á consumar la obra

Su tesoro á nosotros legará,

Le abriremos un tétrico ataúd;

Y su frente cobarde, envilecida,

Si quereis consumir lo que aun le sobra

Al mover nuestros ojos bajará.

Educad á la tierna juventud.

“¡Hurra! cosacos…

“¡Hurra! cosacos…

Venid, volad juglares de sotana,

Será vuestro semblante rudo, austero,

Oirémos á la hermosa en confesion,

Humilde vuestro traje, pobre al fin,

Será para nosotros flor temprana

Mas bajo el sayo ruin de pordiosero

Que al fuego de los tropicos se abrió.

La negra sangre sentireis hervir.

¡Hurra!, corred, ¡volad! no confundidos

El pueblo idiota nos verá humildoso

Cual tromba que arrebata el huracán,

Burlándonos de Dios y del altar,

Al contrario, con órden divididos

Y usando de lenguaje religioso

Cual paladines que á la liza van.

Al cuello le pondremos un dogal.

“¡Hurra! cosacos…

“¡Hurra! cosacos…

Un tiempo á nuestros padres espulsaron

A poco tiempo nos verá triunfantes

Y tuvieron su presa que dejar,

Con frente enhiesta, sin careta ya,

Es fama que su oro abandonaron,

Nuestros ojos de rábia centellantes

Tal afrenta volemos á vengar.

En la cima de un trono brillarán.

Venid, venid, y ¡guay de los malvados

Grande, terrible sea vuestra venganza,

Que á contrariar se atrevan nuestra voz!

Sangre y mas sangre derramar haced,

Sobre ellos y sus hijos desgraciados

Un crucifijo os servirá de lanza

Nuestro ódio recaerá sin compasión!

Y una trinchera en el altar tendréis.

“¡Hurra! cosacos… ¡Qué ¿no sentís el pecho estremecerse Hambriento en la sotana por llegar? ¡No veis en la lotananza aparece Esa nación embrutecida ya? “¡Hurra! cosacos de sotana ¡hurra!

Es vefa vil de las demás naciones La que grande, muy grande un tiempo fué,

México os brinda opíparo festín,

De lodo se cubrieron sus pendones

Y sus palacios, sus altares sean De vosotros magnífico botín.

Y rodó por el fango su poder.

Rúfugo

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 90, 28 de febrero 1860, pág. 3

AL SR. D. BRAULIO FRANCO EN SU SEGUNDA ASCENCION VERIFICADA EN ESTA CAPITAL EL DIA 26 DE FEBRERO DE 1860

SONETO El rostro amable, bello y pudoroso, De la cándida vírgen palidece, Al contemplar tu bárca que se mece Bajo ese cielo espléndido y hermoso. Del joven en el pecho borrascoso Se agita el corazon y se estremece; Y su entusiasmo, que por grados crece, “HONOR AL GENIO” grita en su alboroso. Mas ya cesó el temor: tu altiva frente Que iluminó la luz con sus fulgores En la región sublime del ambiente. Ceñir queremos de variadas flores; Pues del arrojo, BRAULIO, de un valiente, Los Morelianos son admiradores.

Su amigo.- L.M.

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LETRAS ROJAS


Número 93, 9 de marzo 1860, pág. 2

A una Perfida EL OLVIDO

Quiero olvidarte para siempre, ingrata,

Huyó fugaz la placentera dicha

Muger que fuiste para mí querida;

Con que halagaste á tu infeliz amante,

Quiero borrar de mi alma dolorida

Para verlo á tus plantas delirante

Tus recuerdos, tu imagen y tu amor.

Y arrancarle la fé del corazon.

Porque infiel de mi afecto te olvidaste

¡Tan miserable y negro pensamiento

Despreciando mi amor y mi ternura;

Muy pronto le miraste realizado;

Y llenando mi pecho de amargura

Y clavaste el puñal envenenado,

Me hundiste en el abismo del dolor.

En prenda de mi amor y mi pasión.

Porque cruel é inhumana destrozaste

¡Ay! Cuantas veces con fatal locura

De mi encendido corazon las flores;

Invocaba tu nombre en mi delirio,

Y á la voz del rival de mis amores

Sin pensar en el hórrido martirio

Con infamia burlaste mi pasión.

Que tu me preparabas con placer.

Por eso yo te arrojaré al olvido

Y cuántas veces con candor fingido

Arrancando tu imágen de mi mente;

Me estrechabas falaz entre tus brazos;

Y estasiado veré ceñir tu frente

Y la esperanza de dorados lazos

Con la diadema de fatal baldon.

Procuraste en mi pecho mantener.

Pues ya tan solo en mi memoria queda

Y disipaste al fin mis ilusiones

Leve resto del crímen fementido,

Trocando para siempre mi destino;

Con que dejaste de dolor trancido

Y llenaste de abrojos el camino

Al que en tus áras inmoló su paz.

De tu fiel y constante adorador.

De los análes de mi triste historia

Mas si algún dia te miras desgraciada

Yo extinguiré tu nombre tormentoso;

Y sumergida en bárbaros pesares;

Y ni un recuerdo quedará azaroso

Recuerda entonces, estos mis cantares

De amor mentido que pasó fugáz.

Cual yo recuerdo mi perdido amor.

No esperes, no, que brote de mis ojos

¡Adios, muger faláz! Hondo gemido

Lágrima ardiente que pesar augura;

En mi desdicha se levanta al Cielo,

Ni creas jamás que cifre mi ventura

Que humilde pide para mí el consuelo

En lamentar tu negra ingratitud.

E implora de tu crímen el perdón.

Pasó velóz el enlutado tiempo En que orgulloso te adoraba un dia, Con esta llama que en mi pecho ardía Creyéndote modelo de virtud.

Morelia, Noviembre de 1859.- Simon Rugido.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 93, 9 de marzo 1860, pág. 2

Si de la blanca aurora diamantina Se dibujan los gélidos albores, Los pájaros del bosque moradores Al éter mandan su canción divina; Y si el Sol orgulloso se reclina Sobre un Cielo radiante de colores, Llenas de amor las carminadas flores Entre-abren su corola purpurina. Todos tienen un Sér que los comprenda, Yo al vicio y la virtud indiferente Aislado cruzo la maldita senda Cual se arrastra en la roca la serpiente; Mas tengo una alma de vivir cansada Que ni al cielo ni al mundo pide nada.

A. Plaza

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LETRAS ROJAS


EN EL CAMPO

Número 95, 23 de marzo 1860, pág. 2

Te saludo, santuario del reposo,

Es de tizú tu pabellón ingente

Como al monte sagrado el pasagero;

Que en perlas mana líquido rosío,

¡Bendito seas oasis misterioso

Huele á jazmin el tu amoroso ambiente,

De bienandanza asilo verdadero!

De azahar es tu bosque tan sombrío,

Ojalá que á la sombra de este añoso

Y en roca de coral brota un torrente

Árbol, encuentre la quietud que espero

De plata pura que se vuelve rio,

Y un instante siquier torne á la vida

Por eso yo, tan linda al contemplarte

Un alma por el vicio carcomida.

Tierra de promisión, quiero besarte.

De rica pompa te vistió natura,

Feliz si en este divinal retiro

Híbleo vergel dó cantan ruiseñores,

Resbalaran mis horas venturosas,

Te dio un riachuelo, cuya linfa pura

Contemplando en el toldo de zafiro

Despide á la alborada sus vapores,

Las de oro y nácar nubes vaporosas,

Y de tu suelo en la feraz llanura

Y ese imposible eden con que deliro

Rosas tejió de límpidos colores

Lleno de luz, de aromas y de rosas,

Que entreabren su botón sin pesadumbre

Realizando en tus cármenes lo viera

Del astro-rey al resbalar la lumbre.

Y en la clemencia de su autor creyera.

Foco de luz, eden privilegiado

Sin con la virgen que adoré soñando

Que respetan tal vez las tempestades,

Al alborar mis años juveniles

Alcázar de esmeraldas fabricado

Aquí estuviese de su amor gozando,

Por Aquel que gobierna las edades,

Pasára nuestra vida en los pensiles

Paraíso de flores habitado

Como dos colibrís pasan cantando,

Por Ferónias, Ondinas y Oreades,

Y fueran nuestras almas infantiles

En ti de Dios lo grande se retrata

Cual dos gotas del cielo desprendidas

Y al visitarte el pecho se dilata,

En el nectario de una flor unidas.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Corriera tras mi linda en el bocage

Vagas visiones la memoria evoca!

Y el aura al recoger el blando encage

Al hombre condenado al sufrimiento

Me enseñara sus formas deleitosas,

Padecer y morir tan solo toca;

Y al detenerla en sólito parage

En vano, en vano de gozar hambriento

Mirara sus pupilas ardorosas,

Alza castillos en su mente loca,

Suelta la crencha, nácar el semblante

Que si un instante la ilusion se mece

Y el seno de cansancio palpitante.

Mas negra la verdad luego aparece.

Y de azucenas y claveles rojos

Huid de aquí visiones brilladoras

Gruta ignóta mis manos compusieran,

De blanco lino y de glacé cubiertas

Do no nos viesen importunos ojos

¿Para qué presentaris halagadoras

Ni las blancas palomas nos sintieran,

Imágenes de amor, sombras inciertas?

Y ante ella allí postrándome de hinojos

Si ya perdí mis juveniles horas,

A mi semblante los deseos salieran,

Si lloro ya mis esperanzas muertas,

Y misteriosa, tímida, convulsa,

Y solo, lejos del mundano asilo

Opusiera á mi afán débil repulsa.

Busco una tumba en que dormir tranquilo.

Nos sorprendiera la callada noche

Pasó el tiempo que alegre acariñaba

Y al débil rayo de la tibia luna,

Lleno de amor, doradas ilusiones,

Cuando cierra la flor su tierno broche,

Y en áureo cáliz el placer libaba

Cuando silencio á magestad se aduna

Bañado en mil divinas emociones;

Y solo se oye cual lejano coche

En todos tuve fé, todo lo amaba,

Ese ruido que forma laguna,

Mas vinieron horribles decepciones

Y el cielo vierte mágico beleño,

Y hoy todo miro descarnado, feo,

Digérame quedito “Eres mi dueño”.

Y á nadie amo porque á nadie creo.

Y mi tórrido pecho só el turgente

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¡Necio de mí! En medio del tormento

Siguiendo las brillantes mariposas,

Soy nube tenebrosa que atraviesa

Regazo de la hermosa reposara,

El tendal por los vientos arrojada,

Y la ígnea luz de su mirar ardiente

Yo no sé donde voy, ni me interesa,

En la región de mi alma se filtrara,

Solo sé que mi vida despreciada

Y mi frente se uniera con su frente,

Ha de concluir en medio la tristeza

Y mi boca á su boca se juntara,

De Dios y de los hombres olvidada,

Y espirantes los dos, ébrios de amores,

Y aunque viage, infeliz, de polo á polo

Quedáramos sin vida entre las flores.

He de encontrarme solo ¡¡siempre solo!!

LETRAS ROJAS


Si un viejo veo de niños rodeado,

¡Ay! solo tengo de dolor postrada

Cual se rodea de vástagos la encina,

Mi pobre madre en su desnudo lecho,

Que al oir que le llaman: “padre amado”

Acaso ahora espira, ¡desgraciada!

Para besarlos trémulo se inclina,

Con flaco rostro en lágrimas deshecho,

Y de placer llorando entusiasmado

Y su amarilla mano descarnada

Gracias tributa á la bondad divina,

Le dá tortura á su huesoso pecho

Me digo: “á ti, viagero sin abrigo,

Y conteniendo el estertor prolijo

Nadie te llama padre, hermano, amigo”.

Con túrbido mirar busca á su hijo.

Si veo niñas de ojos rutilantes;

Tal vez ¡oh madre! ya no vuelva á verte,

Porque de amor la lumbre reververan,

Porque así cumpla al hado furibundo;

Que al hallar á sus jóvenes amantes,

Víctimas somos de contraria suerte,

Que también intranquilos las esperan,

Ambos ludibrio del artero mundo,

Los abrasan sonriendo, palpitantes,

Tú dormiras bajo la loza inerte,

Cual si un alma de dos formar quisieran,

Yo seguiré mendígo vagamundo

Esclamó: “para mí no hay nada ¡nada!

Y en tierra estraña exhalaré el aliento

Y nadie me dirige una mirada”.

Sin nadie que oiga mi postrer lamento.

Ama el jazmin la juguetona brisa,

Mas cúmplase el decreto inecsorable

El ave el viento que orgullosa hiende,

Que dar le plugo al irritado cielo,

La fiera con el monte simpatiza,

Alcabo en este mundo detestable

Ama el sol el azul en que resplende,

Mentira es el dolor, mentira el duelo,

El rio al mar buscando se desliza;

Que puso Dios sapiente, inescrutable,

Todo se ama, se aduna, se comprende,

Pena en la dicha, en el gemir consuelo,

Solo á mi corazon, injusto el cielo,

Zarza en la rosa, en la ilusion quebranto,

Al ostracismo condenó y al duelo.

Llanto en la risa, risas en el llanto.

Y marcho juyendo á la ventura errante

Por eso voy siguiendo resignado

Como rabioso perro perseguido,

Entre malezas mi fatal camino:

Miro á todos los hombres el semblante

Quédate á dios ¡oh campo recamado

Y no encuentro un semblante conocido,

De bellas flores de color divino!

Aunque caiga en el suelo agonizante

Siempre serás el oasis encantado

De dolor y cansancio consumido,

Que en éxtasis admire el peregrino,

Tosa esa gente á quien muriendo imploro

Mientras yo soy en la revuelta vida,

Ni siquiera pregunta por qué lloro.

Pobre basura entre el turbión perdida

A. Plaza

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 98, 6 de abril 1860, pág. 4

¡Ámame! ¿Por qué recatas, virgen, tu mirada De tus pestañas bajo el negro velo;

Para hacerme feliz, destruir mi pena;

Y de dulce candor ruborisada

¿Por qué esquivas de mi, paloma mía,

La bajas siempre con modestia al suelo?

Una mirada de ternura llena?

¿De tus ojos por qué la luz vacila

Si la bondad de tu alma se revela

Si es la espresion del fuego de tu alma?

En tus mejillas frescas como el lírio:

¿Quiéres que diga que tu pecho oscila

¿Dime por qué, mi tímida gacela,

Entre el amor, la indiferencia y calma?

Huyes sin dar consuelo á mi martirio?

Tal vez no ecsiste en tu ánimo el sosiego:

Sin seguir un sendero ni una huella

Quizá de amor consúmete el veneno;

Por las tinieblas del dolor camino:

¿Y de tus ojos opacando el fuego

¿Y tú no mandas, reluciente estrella,

Quieres mostrarnos la quietud del seno?

Un rayo que ilumine mi destino?

Levanta el velo yá de tu pestaña:

Guardo en mi pecho perfumada rosa

Descórrase esa célica cortina:

Que ha cultivado el ángel del amor:

Su negro manto el esplendor empaña

¿Quieres tú ser la bella mariposa

De tu mirada angélica y divina.

Que libe el néctar de esa rica flor?

No me robes ¡oh joven! Te lo ruego

El amor en mi seno con su hechizo

Esa franca mirada de tus ojos,

Ha levantado una ara á tu hermosura:

Su objeto quiero ser aunque su fuego

¿Quieres tú ser, hurí del paraíso,

Me convierta en tristísimos despojos.

La diosa de ese templo de ternura?

¿No sabes que mi vista por dó quiera

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Si un destello tan solo bastaría

Tu voz hace vibrar con armonía

Busca un rayo de luz en tu pupila;

Las fibras de mi pobre corazon:

Un rayo que de mi alma destruyera

Alzan himnos de amor, sirena mía;

La inquietud y temor en que vacila?

¿Quieres oir benigna su espresion?

LETRAS ROJAS


Gacela del desierto de mi vida:

Y en lenguaje ternísimo y quejoso

Blanca paloma del vergel florido:

Cantaremos los dos nuestros amores,

¿Me aceptas por el dulce compañero

Y mi cariño te traerá afanoso

Que te ayude á formar el blando nido?

El dulcísimo néctar de las flores.

Yo buzcaré la selva mas frondosa

Al ir el astro rey en su carrosa

Con riachuelos que formen blanca espuma,

Su manto de oro y grana recojiendo,

Y de un sauz en la sombra misteriosa

En el bosque la hora misteriosa

Tu nido formaré de suave pluma.

De ténue claridad irá naciendo.

En el silencio de floresta umbría

Y los últimos pliegues de su manto

Llenos de encantos en soledad salvaje,

Nos dejarán gorgeando de ventura,

Te elevaré mis cantos de alegría

Muriendo poco á poco nuestro canto

Al compas del susurro del follaje.

Del sueño por la mágica dulzura.

Y de la briza al misterioso ruido,

Te cubrirán mis álas protectoras

Y del arroyo oyéndose el murmullo,

Del viento de la noche y del rocío,

Nos diremos amor, y en nuestro nido

Y feliz pasaré las largas horas

Te haré dormir con amoroso arrullo.

Velando el sueño del tesoro mio.

Al asomar la reluciente aurora

Y así transcurrirá nuestra ecsistencia

Con tierno con tierno canto ahuyentaré tu sueño,

Como májico sueño de ventura…

Y tú al abrir los ojos seductora

¿Gozarlo quieres, ángel de inocencia?.....

Darás un beso á tu felice dueño.

Toma mi amor y dame tu ternura!

Morelia, 1860.- Alipio Gaitan

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 98, 6 de abril 1860, pág. 4

EL GEMIDO DE UNA MADRE Rompiendo de las nubes el velo vaporoso Desciende, hijo querido, del celestial eden,

Zulcando mis mejillas marchitas de dolor:

Batiendo tus alitas ligero y amoroso

Tan solo, hijo querido, por ti se han derramado

Al seno de tu madre á reclinarte ven.

Tan solo por ti muero, objeto de mi amor.

La aureola refulgente de inmarcescible gloria

¿Ni como no sentirte mi corazon pudiera

Que ahora te circunda con fúlgido esplendor,

Si tú eras mi tesoro, mi gloria terrenal:

No haga de tu madre que olvides la memoria:

Si al verte la sedosa, dorada cabellera

No olvides mis desvelos, mi maternal amor.

Mil ósculos te daba mi afecto maternal?

Dirije tus ojuelos vivaces é inocentes

¡Cuán dulces se pasaban las horas de mi vida

Al suelo que dejaste con presuroso afán,

Cubriéndote mis brazos con cuidadoso amor,

Y mira aquí á tus padres que tristes y dolientes

Mirando enagenada por tu facción dormida

Por ti tan solo lloran, por ti muriendo están

Vagar tierna sonrisa de angélico candor.

Y á mi que con mi sangre te diera la ecsistencia,

Miraba yo tu frente tranquila como el cielo,

A mi que en contemplarte cifraba mi placer,

Tu boca diminuta de labios de rubí:

Ven dame algún consuelo que calme mi dolencia:

Tos ojos azulados cubiertos por el velo

A mitigar desciende mi negro padecer.

Que el ángel de los sueños tendiera sobre ti.

Yo siento que la pena que ocúltase en mi seno

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El llanto que derramo mis ojos han secado

Y entonces á mi seno gozosa te estrechaba

Mi vida entristecida despedazando vá:

Cubriéndote con ósculos de afecto maternal:

Mi corazon conozco que de martirio lleno

Tan lleno de inocencia, tan bello te miraba,

Se encuentra moribundo sin agitarse yá.

Que entonces te creía querube celestial.

LETRAS ROJAS


Mas ¡ah! que en un momento perdióse mi ventura

¿No ves que poco á poco se muere mi ecsistencia

Trocándose en pesares mi dicha y alegría:

Herida por el golpe que te alejó de mí…?

Dejaste mi regazo volando hácia la altura,

¿No ves que me doblego al peso de tu ausencia

Quedéme solitaria muriendo de agonía.

Y acércame al sepulcro mi loco frenesí?...

Tu gozas de mil glorias allá con los querubes

Mas ¡ah! que no me escuchas y dejasme sumida

Tel trono de María volando en el redor,

En mi ferviente lloro, mi pena y soledad:

Y el firmamento inmenso y las doradas nubes

A ti van mis suspiros, por ti pierdo la vida,

Te encubren mis pesares mirando mi dolor.

Y tú no bajas breve mis llantos á enjugar!

¿Qué haré sin tus caricias? que haré sin tu ternura?

Tan solo una esperanza me queda de consuelo

¿La música y las flores de que me sirven yá?,

En tanto que mi vida doblégase al dolor:

Si sígueme dó quiera cual fuente de tristura

Saber que entre los coros seráficos del cielo

Tu imagen que en mi mente gravada siempre esta?

Te encuentras circundado de mágico esplendor.

Tan solo tu memoria me ocupa el pensamiento:

Que bates tus alitas de armiño plata y oro

Un hondo desconsuelo corróe mi corazon…

En la esplendente aureola que allá cerca á Maria,

¡Piedad, hijo querido! piedad de mi tormento…!

Pidiéndole que enjugue mi dolorido lloro,

¡Desciende á mi regazo, ven calma mi aflicción!

Y llévame á los cielos á hacerte compañía

¿No miras este llanto? no escuchas mis gemidos? ¿No ves mi dolorosa febril desperacion? ¿No escuchas mis acentos que llaman doloridos Momentos por momentos al hijo de mi amor?

A. G

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 105, 11 de mayo 1860, pág. 3

SONETO CON ESTRAMBOTE Si en dia de tanta gala y alegría Como el que hoy brilla en la terrestre esfera, De un Dios la omnipotencia yo tuviera, Digno obsequio de vos os brindaría. Con el azul del cielo formaría De astros bordado el manto que os cubriera, Y por corona en vuestra cien pusiera Flores que solo para voz crearía. El cetro de la gran naturaleza En vuestra blanca mano colocara, Y radiante de oro y belleza En medio de ella vuestro trono alzara, De voz cantando el garbo y hermosura Los angélicos coros de la altura. Mas tanta donosura No puedo realizar: de consonantes Soy rey á la verdad, pero un poeta Solo tiene en sonetos los brillantes: Yo os doy en este reinos y diamentes Y en verdad de verdad ni… una soleta!

Morelia.- Zaide

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LETRAS ROJAS


Numero 106, 15 de mayo 1860, pág. 2

“La vida es la vida: cuando ella se acaba, Acaba con ella también el placer, De inciertos placeres ¿por qué hacerla esclava? Para mí no hay nunca mañana ni ayer. Si mañana muero que sea en mala hora O en buena cual dicen, ¿qué me importa á mí? Goce yo al presente, disfrute yo ahora Y el diablo me lleve siquiera al morir”.

Espronceda

¡Bebamos, mis amigos! El néctar delicioso

En buena hora el hipócrita nos llame irreligiosos,

En cálices de oro, mitigue nuestra sed,

Sus máximas ridículas sabremos despreciar;

Los lábios de una vírgen de seno voluptuoso

Predíganos si quiere castigos horrorosos

Nos lleven entre aromas de Venus al eden.

Al cabo que la tumba no tiene mas allá.

En góndola de naipes, con séquito de hadas,

¡Infierno y purgatorio! dos miserables cuentos

Vogando sobre un golfo de hirviente catalán,

¡Que en tiempos de barbarie creyó la senectud!

A la isla del olvido marchemos camaradas,

Dos fábulas forjadas por frailes avarientos

Que al fin es la ecsistencia perpetuo carnaval.

Qué cínicos se nombran enviados de Jesús!

¡Que choquen nuestras! El mal que nos abruma,

Bebamos y burlemos consejas tan pueriles

Sepúltese en un piélago de límpido licor,

Dejando en todas partes la huella del placer,

Que allí se queme el alma y en álas de su espuma,

Que como el humo rápidos se pasan los abriles

Audaz el pensamiento remóntese hasta Dios.

Y pronto sentiremos la frente envejecer.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Bebamos; porque el dedo del Hacedor de todo

La vida deleznable que prestada tenemos,

Un límite á la vida le plugo señalar,

Como rostro de nuve violenta pasará,

Y mañana seremos gusanos, podre, lodo,

Y aun ese sol radiante que colorando vemos

¡De lodo nauseabundo formado el hombre está!

El soplo de la muerte también lo ha de apagar.

El hombre, vil oruga, que sueña deifecarse,

Mañana nuestro nombre se hundirá en el olvido

Y dice delirando: “¡La imagen soy de Dios!”

Y un tétrico sudario, emblema de dolor,

Cual si pudiera ¡estúpidos! en lodo retratarse

Cubrirá el esqueleto de súcia piel vestido

Aquel á cuyas plantas de alfombra sirve el sol.

Y adiós de los placeres, las risas y el amor.

El hombre en cuya alma se agitan las pasiones,

El hombre es una hoguera, al volverse ceniza

Pasiones ¡ay! que envuelven el alma en el capuz;

Del alma que es su fuego el brillo concluirá;

El hombre siempre lleno, de locas ambiciones

Que el corazon de barro se seca y pulveriza

Que al fin van á estrellarse al lúgubre ataúd.

Y el es el que nos hace sufrir y disfrutar.

Es muy triste que el hombre que en medio á su camino

Hoy mismo, si la muerte aquí nos arrebata,

No sabe de dó viene é ignora donde vá,

Hoy mismo acaba todo; porque la vida es

Ese reptil que arrastra del mundo el torbellino,

Como ráfaga de humo que el viento desvarata

Se considere la obra mas grande de Jehová…

Y en el viento se pierde para jamás volver.

¡Bebamos! Sí la vida sembrada está de abrojos,

Si de nada nacimos y al fin seremos nada;

De imágenes que mienten, de luto y de dolor,

Por que todo es fantasma, delirio, falsedad,

¿Hemos de estar sujetos del mundo á los antojos,

Pasemos nuestro tiempo sin que el dolor lo invada,

Sin que cortemos nunca de paso alguna flor?

Con una copa al lado y al otro una beldad.

Al corazon que joven hoy late con violencia

La que se fue olvidando, gocemos del presente

Démosle sensaciones que lo hagan disfrutar;

En manos del destino dejando el porvenir,

Mirad que se aproxima la edad de la experiencia

Y así nuestra ecsistencia pasará alegremente

Y entonces los ensueños ¡cobardes! volarán.

Como pasan las aves cantando en el pensil…

Sí sombra en nuestra vida, gocemos de sus bienes

Así calma el malvado henchido de locura

Sin pensar en mañana, sin pensar en ayer,

Por que insensato olvida en su torpe furor,

Y con púdicas rosas ciñámos nuestras sienes

Que en este árido valle de llanto y de tristura

Antes que sus colores vayan á fenecer.

Sin virtud no se encuentra sociego ni ventura… No sabe lo que dice ¡perdónalo señor!

A. Plaza

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LETRAS ROJAS


A MI AMIGO EL SR. D. ANTONIO PLAZA

Numero 110, 1 de junio 1860, pág. 2

Vén á cantar los amores

Y nadie tu ardiente lloro

De la Uruapense gentil,

Mirará, ni tu dolor,

Y á gustar de los olores

Solo el pájaro canoro

De las esmaltadas flores

La fuente y el sicomoro,

Que adornan este pensil.

La brisa, el cielo y la flor.

Vén, poeta, á estas rejiones,

Así yo también vagué

Trae la lira y el pincel,

Entre las selvas floridas,

Te darán inspiraciones,

Y allí, en las hojas dejé

Las suaves emanaciones

Muchas lágrimas perdidas

De este florido verjel.

Del llanto que derramé.

Si amores desea tu mente

Y vieron el duelo mio

Todo aquí respira amor:

Y mi triste insensatéz,

El perfume del ambiente,

La onda rizada del rio,

El murmullo de la fuente

Y el peñazco yerto y frio

Y el canto del ruiseñor.

Donde posaba mis piés.

El ruido de la cascada

Vén, que aquí los azahares

Y del valle la ambrosía,

Del naranjo y del jazmin

Y la canción angustiada

Mitigarán tus pensares

De la tórtola estraviada

Y elevarás tus cantares

Entre la floresta umbría.

Bajo un cielo de carmin.

Si sufres hondo tormento;

Aquí si la mente trata

Si te fastidia el vivir;

De comprender ese sol

Si quieres el sentimiento

Que al ocultarse dilata

Y el agudo pensamiento

Entre nubes de escarlata

Con libertad espansir;

Su magnífico arrebol;

Aquí de la enhiesta palma

Entonces el pensamiento,

Bajo el rico pabellón,

Gira de su huella en pos,

Puede con sobrada calma

Y pasando el firmamento,

Lanzar suspiros el alma

Se vá con el raudo viento

Y llorar el corazon.

A la presencia de Dios.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Vén poeta á la cascada,

Si amores desea tu mente,

Y verás mas de una vez

Si quieres que el pecho aliente

En la corriente ajitada,

En amoroso latir,

La pobre flor deshojada

Vén, poeta, ven ardiente

Que flota sobre su tez.

Bajo este cielo á vivir.

O ya al mirlo de colores

Vén á gozar los placeres

Que cansado de gustar

De este suelo encantador,

De los fragantes olores

Y á adorar á sus mugeres,

De las campesinas flores,

Que son los mas bellos seres

Viene al torrente á jugar.

Que formara el Hacedor.

Y allí mojando la pluma

Porque las horas pasadas

Y su pico de coral,

Y las delicias gozadas

Vuela al travez de la bruma,

En amorosa ilusion,

O salta en la blanca espuma

Son las páginas doradas

De su lecho de cristal.

Del libro del corazon.

Y allá en la noche callada

De la ciudad prostituida

Mirará tu alma arrobada,

Deja el ruidoso vaivén,

La triste melancolía

Porque allí solo se anida,

Con que la luna plateada

O ya la amistad finjida,

Cruza la estension vacía.

O el feo vicio del harén.

Y te dará inspiraciones

Vén aquí, que entre pensiles,

Su amarillento fulgor,

En placeres infantiles

Para elevar tus canciones

Y en inocente quietud,

Y de tu lira los sones,

Pasarás de tus abriles

A los ángeles de amor.

La ardorosa juventud.

Y á sus pálidos destellos

Para tu amor, hermosuras;

Será grato para ti,

Para tu vista, llanuras;

Mirar unos ojos bellos,

Para tu lira, poesía;

Unos sedosos cabellos

¿Dónde hallará mas venturas

Y unos lábios de rubí.

Tu entusiasta fantasía?

J. Urbina

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LETRAS ROJAS


Número 112, 8 de junio 1860, pág. 4

A la Memoria del Intrepido Joven General Don Miguel Contreras Medellin SONETO ¡Murió ya Medellin!...; que la metralla La flor de su ecsistencia despedaza, Al presentar su pecho de coraza Y al asaltar la formidable valla. No ante la muerte que lo hirió desmaya; Que mientras mas su corazon traspasa De pátrio fuego sin igual se abrasa, Y ante su voz el universo calla. ¡Malogrado campeón! alza la frente Que no mereces que te cubra el suelo Y te confunda entre la oscura gente… Mas ya tu nombre se levanta al cielo, Y héroe te llama sin rival, valiente, Mi patria llena de profundo duelo.

Mayo 31 de 1860.- Antonio Espinosa (El Espiritu Público)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 114, 15 de junio 1860, pág. 3 y 4

A LA MEMORIA DE MI AMADO PADRE SONETO ¡Cual solitario aquel hogar que un dia Llenó de gozo tu paterno celo! Y cuan oscuro me parece el cielo Sobre la loza de esa tumba fría! En vano pide la flaqueza mia Á la sublime Religion consuelo; Mis ojos fijos en el triste suelo Buscando van tus huellas todavía. Mas no derraman lágrimas, que el llanto Al desatar sus placidos raudales Benignio alivia el interior quebranto; Y yo, ni gozo de apacible calma Ni pudiera esplicarse con señales El hondo afán que me devora el alma

Jesús Echaiz

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LETRAS ROJAS


Numero 115, 19 de junio 1860, pág. 3

UNA LAGRIMA SOBRE LA TUMBA DEL SR. D. JUAN B. CEVALLOS

Virtus clara acternaque habetur

-Salustio

Alma que sientes el feroz delirio De tu triste, angustiada situación, Llora, llora tu bárbaro martirio, ¡Palpita destrozando el corazon! Mi destino es llorar desde la cuna Mi pobre madre me miró sufrir El sino de mi tétrica fortuna Que marcó mi angustiado porvenir. Todo á mi vida sin cesar contrista, Hasta las flores de mi ardiente amor, Do quier que tiendo la agitada vista Hallo espinas y dardos de dolor.

Yo que nacido en amargura y llanto En hora del dolor ¡hora fatal! Solo á las tumbas consagré mi canto Y lloré en ellos mi funesto mal. Génios de los sepulcros solitarios Que cobija la sombra de una cruz, Mostradme vuestras tocas y sudarios Al esplendor de moribunda luz. Quiero la inspiración de una memoria Que la mística lámpara alumbró, Quiero á mis solas repasar la historia Del hombre ilustre que á mi patria amó.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Otro canto nomás ¡numen de duelo!

¿Cuáles son esos lábios en que ardientes

Solo otro canto sobre un ataúd,

Palabras dominaron la estencion?

Y vuelen agitadas por el suelo

¿Cuáles son esos ojos esplendentes?

Las perdidas cenizas de mi laud.

¿Cuál es ese entusiasta corazon?

Llevadme en vuestras álas ¡ó deseo!

Te reconozco en fin, ¡águila caída!

Mas allá de las olas de ese mar,

Al furor del soberbio vendaba!...

La patria del ilustre Clodoveo

¡Acaba en paz tu luminosa vida!

Guarda á mi corazon un gran pesar…

¡Sube al cielo, Cevallos inmortal!

En apartada estancia silenciosa

Tu cuerpo dobla lánguido desmayo,

Bañada por el último arrebol

Tu alma conserva espléndido vigor…

Un hombre agita su mirada anciosa

Bibra la muerte su tremendo rayo,

Muy lejos de su cielo y de su sol.

Genio adiós ¡ciencia! ¡virtud! ¡valor!

Piensa en Dios, en su patria idolatrada,

La ántes radiante y pensadora frente

Y conociendo su incurable mal

Tiñe en sus sombras el mortal capuz,

Inclina triste su postrer mirada

Y esa que dominó mirada ardiente

Al horizonte de su país natal.

Perdió su hermosura y esplendente luz.

Allá do están sus lánguidas memorias

Todo acabó… En estrangero suelo

De otro tiempo felice, de otra edad,

En hora de dolor ¡hora fatal!

Allá do están apacibles glorias

Ilustres mejicanos van de duelo

De cívica virtud, de libertad.

Dando pompa á un cristiano funeral…

Allá do fuera el ídolo preciado

¡Cevallos inmortal, ilustre hombre

De un pueblo que adoró su corazon,

Mi noble bienhechor génio del bien,

Noble, ilustre, potento, respetado

De grata fama, de eternal renombre,

Honor y gloria de su gran nación.

Laureles ornen tu sublime cien.

¿Cuál es esa cabeza pensadora

Descanza en paz, en apartado suelo,

Que atormenta la pena y el dolor?

Léjos, muy léjos de tu caro país…

¿De quien es esa frente que atesora

Tu alma se eleva al diamantino cielo

La luz del cielo en todo su esplendor?

Tus restos guarda la imperial París.

Chilchota, Octubre 10 de 1859. Francisco Vaca

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LETRAS ROJAS


Número 121, 13 de julio 1860, pág. 4

A LA GRATA MEMORIA DEL EXCELENTISIMO SUBGENERAL D. MARIANO ARISTA

SONETO Llevando el brazo á la luciente espada, Tendió en el pomo la robusta mano, Y juró ante el congreso soberano Sacrificarse por la patria amada. La rebelión infame y malhadada Que á Mejico trajera á un vil tirano Fue la que hizo al patriota ciudadano Dejar la presidencia tan ansiada. Todo le fue contrario ¡adversa suerte! Empero, le quedaban elementos Para salvarse denodado y fuerte; Mas en llegando críticos momentos Dijo á la ley; “Pedazos puedo hacerte; Pero yo se cumplir mis juramentos”.

José Macias

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 122, 17 de julio 1860, pág. 4

A LA MEMORIA DE LOS MARTIRES DE TACUBAYA ¡Piedad Señor! La pérfida ramera Que en sangre de los mártires embriaga,

A la infelice vírgen candorosa:

En Méjico su trono alzó altanera,

Y sembrando doquier males prolijos

Mata y mas muertes sin cesar amaga.

Arma contra los padres á los hijos.

De la discordia la funesta hoguera

A Tacubaya dirijid los ojos.

Atizada por ella no se apaga,

Y allí veréis con cólera y espanto,

Toma falaz de religión el nombre

Como muestra fatal de sus enojos,

Y en el tuyo, ¡Señor! Destruye al hombre.

Familias mil trancidas de quebranto,

Sangre doquier el fanatismo vierte,

Los empedrados, por la sangre rojos,

Lo mismo en la ciudad que en la montaña,

Ir á lavar con su copioso llanto:

En ruinas los alcázares convierte

Y envano pide pan el niño triste

Y en ruinas del labriego la cabaña.

Porque hoy quien se lo daba ya no ecsiste.

Aliado con la guerra y con la muerte

Aun repiten los ecos espantados

Todo lo asola con terrible zaña,

De tantos moribundos los gemidos,

Conduciendo la cruz en una mano

Aun se piensa mirar á los soldados

Y esgrimiendo con la otra el hierro insano.

Acabar de matar á los heridos

Bajo el falso disfraz del sacerdote

Con golpes de culata despiadados,

Penetra en las hogueras cautelosa,

Y saciar su furor en los vencidos;

Y el llanto del rubor hace que brote

Mientras, cobardes, sin seguirlas miran

A los ojos del padre y de la esposa.

A las tropas que armadas se retiran.

Siendo del pueblo que seduce, azote

Se ven á los rabiosos oficiales

Del honrado artesano laborioso

Ebrios con el olor de la matanza

En la sangre su sed apaga fiera,

Con el feroz placer de los chacales,

Como el lobo en la sangre del cordero.

Y cual siniestros genios de venganza,

Interpone colérica su espada

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A los claustros arrastra alucinada

Derramar sin piedad sangre á raudales;

Entre el hijo y la madre cariñosa:

Y cual fiero y hambriento se abalanza

El hermano y la hermana idolatrada,

Sobre su preso el buitre enfurecido

Entre el esposo y la querida esposa:

Abalanzarse sobre el ya vencido.

LETRAS ROJAS


¡Cuantas nobles, magníficas espadas,

Será vuestro recuerdo bendecido

Que durante el combate se miraron

Una segura prenda de victoria:

En su rica cubierta sosegadas,

Que la mortal metralla no amedrenta

Cuando las armas de crujir cesaron,

Al que vengar vuestro martirio intenta.

Con bélico furor desembainadas,

Desde que os dio la muerte el despotismo

De vencidos en sangre se empaparon,

¡Mártires del progreso! conocemos

Y las armas de honor de los guerreros

Que aspirar sin rubor un aire mismo

La sangre salpicó de prisioneros!

El déspota y nosotros no podemos.

Al filo de las armas sanguinosas

Por vuestra sangre y cívico heroísmo

¡Cuantos y cuantos inocentes mueren!

Os juramos que firmes lucharemos

Que aquellas armas con razón odiosas

Mientras con pecho varonil y fuerte

Sin compasión y con fiereza hieren,

La Libertad logramos ó la muerte.

A las madres, las hijas, las esposas,

Por eso en pos de vuestras huellas vamos

Que por última vez abrazar quieren,

Persiguiendo á la injusta tiranía,

¡Ay! Á las prendas de su amor queridas,

Prisiones y destierros despreciamos,

Que con ellos también quedan tendidas.

Pues vuestro ejemplo por do quier nos guía.

Del guerrero corcel los piés herrados

Vuestro glorioso nombre pronunciamos,

En el herido pecho se clavaban

Y el nos infunde esfuerzo y osadía,

De algunos moribundos desdichados

Y sin dejar en la nación entera

Y el lamento final les arrancaban.

Se mira tremolar vuestra bandera.

Por el hambre los perros acosados

Con lento paso y ademan doliente

Gruñendo de placer su hambre saciaban

Las mejicanas vírgenes en tanto,

Del libre cadáver insepulto…

A vuestra tumba acuden tristemente,

¡A su heroico valor último insulto!

Llevando en su alma sin igual quebranto

Mas el vapor de vuestra sangre pura,

Funerarias adelfas en la frente,

Víctimas nobles del rencor odioso

En la boca ayes y en los ojos llanto,

Del fanatismo y la opresión mas dura,

Y os ofrece su mano compasiva

El incienso será que silencioso

Coronas de laurel y siempreviva.

Vuestra venganza implorará en la altura

En premio de su amor y su homenaje

Del Dios de las venganzas poderoso,

Haced que grato nos sonria el cielo,

Y buscará su rayo con preteza

Y que al infierno el fanatismo baje

De los nuevos caines la cabeza.

Y florezca la paz en nuestro suelo;

Y en medio del combate enfurecido

Y ya la tiranía no nos ultraje,

Aliento nos dará vuestra memoria,

Y se realice nuestro santo anhelo;

Y vuestro acento nos dirá al oído

Os sabrán venerar los mejicanos

“Mucho mas que el vivir vale la gloria”.

Mientras sepan odiar á los tiranos.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 123, 20 de julio 1869, pág. 4

ECOS DEL ALMA A LA BUENA MEMORIA DEL SR. D. GREGORIO CEVALLOS

¡Siempre llorar!... Tremendo es el destino Que á mi angustiado corazon tocó, Siempre abrojos encuentro en mi camino, Que la suerte fatal me deparó. ¿Era preciso á mi dolor profundo, Vivír entre los toques de agonía? ¿Era preciso á mi pesar fecundo, Otra loza mirar triste y sombría? ¿Qué, no bastaba á mi terrible duelo Ver alejarse en desgraciado dia, Al génio poderoso que en su vuelo Fue la esperanza de la patria mia? ¡Otra tumba fatal!... ¡Tremendos fallos Del que envía y quita la esplendente luz!... Y era la triste tumba de Cevallos

¡Murió! sobre su tumba solitaria Mi labio exhala férvida plegaria; Vierten mis ojos abrasado llanto,

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Abrigada á la sombra de una cruz. Tu que gozaste de eternal renombre, Modelo de honradez y de hidalguía,

Vierte la luna moribunda luz.

Último resto de tu claro nombre,

-Eugenio de Ochoa

Orgullo y gloria de la patria mia.

LETRAS ROJAS


¿Tu también? ¿tu también te nos alejas,

Primero el sol apagará su lumbre,

De este mundo á otro mundo de esplendor?

Y ántes sus aguas secará la mar,

¿Por qué en el duelo mísero nos dejas?

Que yo pueda matar mi pesadumbre,

¿Por qué olvidas la tierra de tu amor?

Y á tan ilustres hombres olvidar.

Timbre de honor del suelo michoacano

¡Duermen en paz! Los ecos de su gloria

Que contempló tu cívica virtud,

Siempre sonoros por el mundo irán,

¿Tan pronto sigues á tu fiel hermano,

Y su nombre, su fama y su memoria

Allá en las sombras de su triste ataús?...

Son el orgullo de mi ardiente afán.

Fueron dos que se amaron tiernamente,

Yo no quiero vivir, si mi creencia

Modelos de un cariño fraternal,

No ha de ser un tributo á la virtud,

Uno de altiva y pensadora frente,

Yo no quiero vivir si á mi ecsistencia

Otro de un corazon noble y leal.

No ha de animar mi noble gratitud.

Los dos sirvieron á su átrio suelo

Triste vegeto en apartado suelo

Con ciencia, con honor, con probidad,

Á la sombra del techo paternal,

Los dos se alzaron al radiante cielo

Y aquí alimento mi terrible duelo

Proclamando ¡virtud y libertad!

Y lloro ¡ah! por tan triste funeral.

Los dos gozando de eternal renombre

Protectores y amigos la guadaña

Á la historia su fama remitieron…

De la muerte fatal me arrebató,

Ambos me vieron sin apoyo y nombre

Solo en el mundo, cual la frágil caña

Y su sombra benéfica me dieron.

Los rigores del tiempo sufro yo.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 123, 20 de julio 1869, pág. 4

Consulta que hace el Juez Criminal en turno al Ministro de Justicia D. Isidro Diaz Conociendo de V. E.

Otro trajeron después

Trajeron otro por fin

La profunda ilustración,

Diciendo que es salteador,

Acusado de raptor,

A consultarle unas dudas

Y que tiene un modo estraño

Con abuso de confianza

Que me han ocurrido voy.

De ejercer la profesión,

Y violencia y qué sé yo.

Entra á un pueblo derrepente,

A los cargos me responde

Me trajo la policía

Ve quien es rico y quien no,

Con el salero mayor,

A mi juzgado un ladron

Y ya no lo es cuando él sale

Que del mismo presidente

Que en la esquina de Plateros

Quien lo era cuando él llegó;

Ha tomado la lección

Quitó á un quídam su relox.

Porque limpia los bolsillos

Que así como éste á Zuloaga

No lo niega el acusado;

Sin dejarles un tostón,

A una dama él se robó,

Pero alega en su favor

Usando cuantos recursos

Que en abuso de confianza

Que si hay culpa es del gobierno

Da la fuerza superior.

Están iguales los dos:

Porque el ejemplo le dio.

Le hice cargos y responde

Y sigue por este estilo

Dice que momentos antes

Que esa industria ¡Habrá bribon!

Datallando el parangon

Vió á un Ministro ejecutor

La ha aprendido de V. E.

Hasta deducir que el rapto

Que se sacó por la fuerza

Que es un dechado de honor,

Del presidente es peor.

Diez relojes de un cajón.

Y se avanza hasta citar

Por supuesto que pretende

Y que él en vista del hecho

Un caso que sucedió

También que le absuelva yo,

Cosa inocente creyó,

Cuando fue V. E. á Puebla

Y yo consulto á V. E.

Hacer un chico lo que hace

Con su amigo Miramon.

¿Tiene ó no tiene razón?

El gobierno por mayor.

Este zángano pretende

Fundado en este alegato

También que le absuelva yo,

Al sentenciar estas causas

Quiere que le absuelva yo,

Y yo pregunto á V. E.

Me hallo perplejo, Señor,

Y yo pregunto á V. E.

¿Tiene ó no tiene razón?

Y quiero que me ilumine

¿Tiene ó no tiene razón?

Su notoria ilustración.

Flores Alatorre (Del Boletin de noticias)

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LETRAS ROJAS


Número 125, 27 de julio 1860, pág. 3

(TRADUCIDA DE BERANGER) Del milagro que os pinta en breve espacio

“Sin duda el hombre á nuestro yugo escapa

Mi canción, que en honduras no se mete.

“Y la odiosa verdad se entronizó,

Tributad el honor á San Ignacio,

“¡Dios va á ser adorado en vez del papa!

Patron de nuestros santos de birrete. Con un ardid que infame pareciera

“Murió el diablo, murió!” Corre el santo á la turba que lloraba:

En un gentil, pero en el santo nó,

“Los derechos del muerto y sus acciones

Hizo al diablo morir como un cualquiera.

“Dadme,” dijo: “Luzbel ya no espantaba:

¡Murió el diablo, murió! Sarán comiendo lo sorprende acaso:

“Yo haré que tiemblen reyes y naciones. “Robos, matanzas y otras buenas obras

“¡Brindemos, esclamó, ó eres maldito!”

“Rico me harán, cual nadie lo soñó:

El santo acepta; mas al darle un vaso,

“A Dios, ¿qué mas? le dejaré mis sobras…

Al vino mezcla un tósigo bendito. Bebió Satán; y víctima de un cólico

“¡Murió el diablo, murió!” “Bravo!” le gritan: “bien! Su lugar toma,

Torcido blasfemando reventó,

“Y ampáranos, buen hombre, con tu celo:”

Como hereje en las manos de un católico.

Al punto su órden, báculo de Roma,

“¡Murió!” claman los frailes compugnidos: “¡Adios de nuestras celdas y raciones!”

Con su túnica espanta al mismo cielo. Oíd… cantan las ánimas benditas:

“¡Murió!” dicen los curas afligidos:

¿Qué esperanza, mortales os quedó

“¡Ya nadie pagará las obvenciones!”

Cuando el infierno hereden los Jesuitas?...

El cónclave gimió desesperado:

¡Murió el diablo; no hay duda que murió!

“¡La riqueza, el poder, todo acabó! “¡Perdimos ¡ay! un padre idolatrado! ¡Murió el diablo, murió!” “¿De qué sirve el amor, si el miedo solo “Era el sostén de un pingüe beneficio? “La tolerancia ¡oh Dios! de polo á polo, “El fuego apagará del santo oficio.

Un Jesuita.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 125, 27 de julio 1860, pág. 3 y 4

Sobre el sepulcro de la joven Doña Irene Gaona (DEDICADOS A SU FAMILIA)

Os acordais?... cuando á la luz del dia Sus ojos espresivos se cerraron, Los nuestros en silencio y á porfia Su cadáver bellísimo regaron. Oh sí!... los hielos de la muerte impía El frescor de la rosa le dejaron… ¿Ni cómo afear la muerte pretendiera A un ángel de bondad como ella era? El ángel de las lágrimas inspire

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Mas, ¡ay! la tierra del sepulcro frio

Los recuerdos tristísimos que hacemos:

Puede mas que la muerte pavorosa…

Nuestra garganta comprimida aspire

¿No contemplasteis la arrogancia y brío

La atmósfera de muerte que aquí vemos:

De vuestra hermana que en su edad fogosa

El génio del dolor también suspire

Pisára el rostro del destino impío

Al oír los suspiros que exhalemos…

Para ser en el mundo, venturosa,

-Hijas… venid!... y nuestro canto suene

Y verter en los otros el contento?...

Sobre la losa funeral de Irene…

¡Pues todo es polvo yá… ceniza… viento…

LETRAS ROJAS


¡¡¡Quién!!!... ay! ay!... y nosotros sí sentimos Tu ausencia eterna con dolor perenne; Pues desde el día que tu cadáver vimos, Llorando estamos, celestial Irene, Porque eres nuestro amor y te perdimos… Desde entonces el sol esplendoroso Que recorre la esfera solitaria, Nos parece la antorcha funeraria Que alumbra tu sepulcro silencioso. El murmurio apacible de la frente, El suspiro del aura vagarosa, El gemir de la tórtola doliente Aquí están ¡ay dolor! aquellos ojos De mirada de fuego y candorosa, Y aquellos lábios de encendida rosa Que al hablar disipaban los enojos Del que al oír su melodioso canto, Zozobraba en los mares del quebranto… Aquí las suaves y rosadas manos Que de su harpa enflarada producían Acentos que á los míseros humanos De tristeza ó placer estremecían… Aquí se halla el gracioso continente De su cuerpo flexible y rozagante… Aquí la pura y espaciosa frente Que al ostentarse de placer, radiante, En ella se asentaban la inocencia El amor y también la inteligencia… ¡Cándida Irene, Irene encantadora! ¡Dulce tormento de mis tristes días! ¿Quién te arrojó en la tumba destructora? ¿Quién en mano fatídica y traidora Te arrancó á nuestras dulces alegrías?...

Y el cántico del ave melodiosa, Parecen el tristísimo concierto Que acompaña el llorar de nuestros ojos, Al recordar que en el sepulcro yerto Solo existen tus fúnebres despojos… Que siga la ambicion con sus horrores Manchando en sangre la feraz llanura: Que el génio y el poder y los honores Resplandezcan entoda su hermosura: Nosotros llorarémos tus amores Y en tu sepulcro esparciremos flores… Porque todo sin ti nos es muy triste, Porque sin ti no hay dicha apetecida; Porque á la dicha que en la tierra existe Hemos dado la eterna despedida… Adiós… Irene!!... el único consuelo Que hallamos en la vida desgraciada, Es pensar en tu imagen adorada Y alimentar con ardoroso anhelo La esperanza de vernos en el cielo…

Morelia, Julio 19 de 1860.- Ramón Alvarez

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 128, 7 de agosto 1860, pág. 2

BALADA ¡Es el niño Jesus un niño de oro. ¡Hija augusta de reyes, Vírgen pura! A cuya voz la tempestad rugiente

Y de sus ojos la mirada ardiente,

Aparece en el cielo, ó bien fulgura

Aun mas clara que un sol de primavera.

Del Iris bello la radiosa frente!

Su boca es un coral, blanca azucena

Deja lucir tu cetro de zafiros:

Es su frente apacible que convida

Escucha nuestros flébiles acentos;

Al pecador cuyo pesar serena,

Acoge favorable los suspiros

Y al tenebroso crímen intimida.

Que llevan á tu trono raudos vientos.

Su corazon sensible late lleno

Sin ti pereceremos, Vírgen tierna,

De bondad paternal y de ternura,

Nos prepara Luzbel males prolijos;

Y con razón, que tu virgineo seno

Para nunca volver en noche eterna

Lo alimentó con la ambrosía pura

Pretende hundir tus infelices hijos.

Que llena el cielo de inefable gozo;

Presenta á Dios el fruto misterioso

Y desde niño tu bondad imita,

Que se formara en tu fecundo seno,

Y fue desde su infancia bondadoso,

Y cuyo rostro celestial, hermoso

Y su misericordia es infinita.

Está de gloria inmarcecsible lleno.

¡De rodillas, oh pueblo! En sus altares

¡Qué gracioso es tu niño, Vírgen Madre!

Derramad de dolor ardiente lloro

¡Es de belleza y de virtud tesoro!

Y repetid en místicos cantares

¡Qué parecido á su celeste Padre!

¡Es el niño Jesus un niño de oro!

¡Es el niño Jesús un niño de oro!

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De hilos de plata y oro reluciente Es su rizada y blonda cabellera,

LETRAS ROJAS


¡Ah! Princesa inmortal, baja del cielo! Y del Angel caído nos defienda Tu virginal, tu diamantino velo! ¡Su terrible furor no nos ofenda! Suene tu voz suave y argentina En el trono de tu hijo omnipotente A favor de nosotros, y encamina Nuestros suspiros y plegaria ardiente. Al verte el cielo se postra y enmudece Y de gloria y honor sembró tus huellas, Y ante tu faz divina palidece La rutilante luz de las estrellas. ¡O Vírgen llena de virtud y encanto! Postrados hoy al pié de tus altares, Dó resuena tu nombre dulce y santo, Repetido por célicos cantares Que entonan invisibles los Querubes, Se reúnen nuestras voces á su coro, Y se oye sin cesar entre las nubes ¡Es el niño Jesus un niño de oro!

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 128, 7 de agosto 1860, pág. 2

AL ILUSTRÍSIMO SEÑOR D. CLEMENTE DE JESUS MUNGUÍA OBISPO IN PARTIBUS DE MICHOACAN. ¡Prelado ilustre, sábio y opulento Cuyo alto nombre México venera, Que celebrais el sacrificio incruento En esa Babilonia trapacera! Celebrad igualmente este misterio Inefable, tiernísimo, glorioso; De Judá recordando el cautiverio A orillas del Eufrates caudaloso. Y sobre el bronce y el papel timbrado Gravad con letras del inmortal decoro Este refrán del cielo iluminado, ¡Es el niño Jesus un niño de oro!

G. Ortiz

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LETRAS ROJAS


Número 128, 7 de agosto 1860, pág. 2

A LA MEMORIADEL INFORTUNADO CORONEL D. ANTONIO BRAVO

Al elevar mi voz tímida y débil, Ensalzar no pretendo tu memoria, Ni intento, osada, celebrar tu gloria Con mi tosca canción: Quiero regar, tan solo, con mi llanto, Que expresa apénas lo que el alma siente, El glorioso sepulcro de un valiente, De un noble corazon. En medio del furor de la pelea, Entre el fuego, la sangre y la agonía, Cuando el cañon mortífero se oía Sin tregua resonar; Cuando al grito de guerra del soldado Del moribundo el grito se mezclaba, Y el guerrero exaltado solo ansiaba Perecer ó triunfar, Llegó á tu oído la doliente queja Del alma desolada que sufria, Y la piedad, que nadie comprendía, Tu alma grande llenó… Y ese soldado, ese héroe que el primero Entró á la plaza intrépido y valiente, Al que jamás del enemigo en frente Palidecer se vió: El héroe que entre el fuego y la metralla Hasta el palacio penetrar supiera, Y allí del enemigo la bandera Logró, osado arrancar; Y rodeándose el lienzo á la cintura, Hizo ver á su tropa entusiasmada, En el hasta, su blusa ensangrentada, Arrogante flotar, Fue el mismo que olvidando la victoria Que amorosa los brazos le tendía, Oyendo ese gemído de agonía

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Presuroso voló: Y alivió al que espiraba de miseria,

Nadie ha osado gravar; No importa, Bravo, tu sepulcro inunda

Dio al cadáver honorosa sepultura,

El resplandor sereno de tu gloria:

Y el llanto de dolor y de amargura

Vivirá en cada pecho tu memoria,

Conmovido enjugó. ¡Entre los rasgos de valor heroico,

Que encierre un corazon. Y si regada de cincero llanto

Que harán por siempre eterna tu memoria,

Se encuentra siempre tu sencilla loza,

Ninguno encierra tan sublime gloria

Para una alma valiente y generosa,

Como esa sola acción!

¿Qué mas bella inscripción?

Cuando ese noble y generoso rasgo Embelesada referir oia, Mis párpados de llanto humedecia La mas tierna emoción. Nunca ofuscado de ambicion mezquina: Siempre ante el riesgo firme y arrogante; Empañado jamás ni un solo instante Fue de tu gloria el sol. Dulcificaste humano y compasivo Los horrores sangrientos de la guerra… ¡Cabe, cuanto de grande el mundo encierra, En un pecho español! Esa verde corona de laureles Regada con tu sangre generosa, La debiste ceñir bella y gloriosa En tu suelo natal. ¿Por qué ha querido tu destino infausto Que léjos ¡ay! de nuestra patria amada Duermas en tumba extraña é ignorada, Alma noble y leal? Mas si un rincón de tierra solamente Nuestra patria adoptiva te ha ofrecido; Si al recuerdo de un héroe no ha querido Un monumento alzar; Si hoy inscripción, de tus hazañas digna, Digna del héroe noble y esforzado, En letras de oro en tu sepulcro helado

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LETRAS ROJAS

Elisa B. Espirito


Número 128, 7 de agosto 1860, pág. 2

EPITAFIO Sobre esa loza helada y solitaria Una bandera magestuosa ondea, Y una corona de laurel sombrea Que el llanto que la baña hace verter. ¿Pudiera haber ¡oh Bravo! en tu sepulcro Epitafio mas bello y merecido, Que esa gota de llanto agradecido, Que el pendon que supiste conquistar?

La misma

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 135, 31 de agosto 1860, pág. 4

MARCHA DEDICADA A LOS GEFES DE LAS DIVISIONES UNIDAS, EN LA DEL EJERCITO FEDERAL SOBRE LA CAPITAL DE LA REPUBLICA CORO ¡A morir! ¡A regar nuestra sangre!

Y á matar y á morir incitando,

¡A pelear con denuedo y bravura,

Santifica al cobarde asesino,

Hasta hallar la feliz sepultura;

Y predica que es bueno y divino

Antes bien que los hierros besar!

Sin piedad acabar la Nacion. ¡A morir!...

Patria mia, ¿por qué gimes y lloras Abatida ante el trono del clero,

Su oración y plegaria dirige,

De ese infame servil cuyo acero

Mientras tanto un patíbulo erige

Nos pretende arrancar libertad?

Donde espira el que ódia su ley.

¿Por qué triste y cobarde temblando,

Y á ese Dios de paz y ternura

Su crueldad y su orgullo has sufrido,

Corazones le ofrece gozoso

Y tan solo doliente gemido

Y le pide en su canto piadoso,

Ahoga el pecho sin que haya piedad?

Que aniquile al hereje, al infiel.

¡A morir…!

¡A morir!...

¡Libertad! ¡Libertad! ¿Dónde ecsistes?

Esas turbas de frailes y monos,

¿Por qué ocultas tu faz tu hermosura…

De soldados comprados con oro,

Y nos dejas sin paz ni ventura

Y de viejas reunidas en coro

Las cadenas de esclavos llevar?

Gritan todos “¡pelear religión!

Ese lago de sangre que ves

“Defender, defender nuestra creencia

Va corriendo con ánsia y presteza,

“Y matar, lo mandó nuestro clero:

Mas se aumenta y en honda tristeza

“De ese pueblo (blandiendo el acero)

Lo pretende el tirano ocultar.

“Traspasémosle ya el corazon”.

¡A morir!... En el cráneo del pueblo brindando

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Y fanático dice que á Dios

¡A morir!... Y llevando en el pecho venganza,

Por el triunfo del noble y del oro:

Y de rábia animado el tirano,

Un Jesuita hipócrita y beodo

El cuchillo sangriento en la mano

¡Viva (dice) la cruz, religión!

Así, bruto, se acerca al altar;

LETRAS ROJAS


Y allí dice: “Señor, yo he vertido

Mas ¿adónde velar su ignominia

“Por tu amor mucha sangre judía;

Si ya lleva consigo el baldon?

“Mas y mas verteré todavía,

¿Qué no oirá decir: ¡Miramon,

“Hasta hacer que te venga á adorar.

En la corte te vas á estrellar!

¡A morir!... “Yo he incendiado la humilde cabaña,

¡A morir!... Ya no oculta la nube sombría,

“He burlado la pobre doncella…

De los libres el sol venturoso:

“Mas, qué importa; es judía, es plebeya,

Ya sentimos su rayo ardoroso

“Es esclava que debe llorar.

Y su línea de fuego vibrar.

“Mi nobleza y mi futuro me cubren,

Y entre tanto en el campo de Marte,

“Mi carácter y orgullo la quieren:

El cañon que resuena estruendoso

“Contra nos, aunque griten no pueden

Hace al pueblo gritar animoso:

“De una infamia acusarnos jamás”.

¡A morir! ¡A morir, ó triunfar!

¡A morir!... Pero pueden lavar esa afrenta

¡A morir!... Las cadenas que forja el tirano

Con la espada y fusil en la mano:

En sus leyes de fuero y nobleza,

Contra el pueblo no puede el tirano

Privilegios de clase y alteza

Que del pueblo la voz es de Dios.

Las debemos por siempre rotar.

Y el guerrero que allá en Veracruz

Que la unión sea la noble divisa,

Hizo al joven besár a la arena,

Y la guerra el canto de gloria:

Por doquier con frente serena

O triunfar ó morir; la victoria,

Se presenta resuelto y velóz.

O en la tumba el descanso encontrar.

¡A morir!... Ya va el niño con miedo horroroso

¡A morir! ¡A regar nuestra sangre!

De su crímen temiendo el castigo:

¡A pelear con denuedo y bravura,

Y en cada hombre, un fatal enemigo

Hasta hallar la feliz sepultura;

Cree, ¡cobarde! á su paso encontrar.

Antes bien que los hierros besar!

Y allí huye ante el libre y valiente, Allá riñe sañudo y rabioso; Porque un eco le dice: es forzoso Tus maldades y orgullo acabar, ¡A morir!... En Sayutla de infamia cubierto, En Peñuelas de susto abrumado, Y en Silao de oprobio (el menguado) Pierde y corre su afrenta á ocultar.

Celaya, Agosto 20 de 1860.- José María Brito (Impreso suelto)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 138, 11 de setiembre 1860, pág. 3

La Moreliana IMITACION DE LA MARSELLA. SE CANTA CON LA MUSICA DE ESTA.

CORO

II

¡Al arma, mejicanos!

¿Qué pretende sacrílega esa horda

Al combate volad.

De fanáticos, viles soldados?

¡Marchad! ¡Marchad!

¿Y esos frailes, qué quieren, armados?

Con sangre de tiranos

¿Siempre al pueblo infeliz subyagar?

Nuestros campos regad.

¡Ah! ¡Qué horrible baldon! ¡Qué vergüenza! ¿Y sufrimos ¡por Dios! tanto ultrage? ¡Y al infierno no hacemos que baje Ese monstruo de hipócrita faz? Al arma…

I

III Para Méjico, ¡oh pueblo! ha llegado

Perdonemos oh! sí, á los vencidos,

La sangrienta, brutal tiranía

Que vinieron al fin seducidos,

Enarbola su horrible pendon.

Y creyendo pelear por su Dios.

Escuchad ya rugir por los campos

Mas á tigres infames, sangrientos

Los soldados al clero vendidos;

De corona ó de bélica malla

Degollar nuestros hijos queridos

¡Guerra á muerte y sin tregua! ¡No haya

Quieren ciegos de rábia y furor.

Con los buitres del templo, perdón!

Al arma…

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Como cumple á guerreros magnánimos

De la gloria el espléndido dia:

LETRAS ROJAS

Al arma…


IV

VI Esa sangre de tantos hermanos

¡Árbol santo! Sé tu ya la prenda

Que el tirano derrama á torrentes,

De esperanza y de dicha futura:

Esos miembros humeantes, calientes

Tu follage de eterna verdura

Que en el campo insepultos están;

Nuestros últimos hijos verán.

Esas víctimas santas, ilustres,

Que tu sombra benigna, apacible

Nos demandan terrible venganza:

Sirva al viejo guerrero de abrigo:

Siga pues la sangrienta matanza,

Pueda el pobre allí siempre un amigo,

Que esos tigres no encuentran piedad.

Y todo hombre un hermano, encontrar.

Al arma…

Al arma…

V

VII Pues los clérigos trocan, infames,

¡Oh amor de la Patria, sagrado,

Por la cruz y dorado incensario

Sosten tú nuestra dulce esperanza!

El aleve puñal del cicario,

Nuestra justa y terrible venganza

Atizando la guerra fatal;

Alimenta ¡oh feliz LIBERTAD!

Con su sangre regad nuestro suelo

Al ondear tu divino oriflama

Y que en él inmortal se levante,

Y á tu voz, nos sonrié la victoria:

Magestuoso, divino, triunfante

Nuestro triunfo contempla y tu gloria

Bello el árbol de la LIBERTAD.

Del tirano en la lívida faz.

Al arma…

Al arma…

Morelia, Agosto 10 de 1860. G. Ortiz

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 139, 14 de setiembre 1860, pág. 3

LA MOCHA FILIDA DE ESTOS TIEMPOS Soy un conservador refinado,

Preciso es titularse gente noble,

que pretende engañar á todo el mundo.

para cubrir mejor nuestra inmundicia

Con ingenio sagaz y muy fecundo

y á mansalva saciar la vil codicia

haré mi voluntad.

que oculta el corazon.

Cual absoluto dueño

Pero con modo hipócrita,

domino al ignorante

cubriendo la apariencia;

con solo repetirle amenazante:

porque de este sistema la exelencia

¡teme la escomunion!

Está en disimular.

Por esto los veréis, como marranos

Y mientras á los puros aborrecen

temblar bajo mis piés y ante la estola,

llamándolos infames, asesinos,

cual tiembla ante el cañon de una pistola

nosotros engordamos cual cochinos,

la mas débil muger.

oliendo á… santidad.

Y al son del incensario,

Y todo ¿qué nos cuesta?

con modo zalamero

Besar algún bonete,

á mi sabor dispongo del dinero,

ser de alguna hermandad, echar un cohete

del pueblo y del altar.

con mucha devoción.

Así cuando la plata de Morelia,

Soy un traidor, cobarde y asesino,

los puros, olvidada se dejaron,

ladron, calumniador y vil canalla,

nuestras rapaces manos la pillaron,

ya lo dicen Cocula y Tacubaya

con religioso afán.

Oajaca y pueblos mil.

Y aunque era sacrilegio

Mas paso por un santo

tomar plata de altares

en todo el hemisferio

entre esbirros y liebres militares,

porque supe ocultar bajo el misterio

dieron á todo fin.

mi pérfida maldad.

Los puros estuvieron en la villa,

El pueblo es infeliz embrutecido;

Dejando los altares bien ilesos;

pero á nuestro proyecto así conviene

y nosotros tomamos para pesos

pues con su fanatismo nos mantiene

blandones y candil.

los hijos y mujer.

Pero este no es un crímen

El velo que lo ciega,

porque es para la panza;

jamás levantarémos,

porque es para azuzar á la matanza,

así permitirá que lo ensillemos

gritando: ¡religión!

diciendo á todo: AMEN.

Dolores de la Mota

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LETRAS ROJAS


Número 139, 14 de setiembre 1860, pág. 3

Soneto Acróstico

A MIGUEL MIRAMON

Aquel que ves en trage de guerrero Macabéo lo apellida la comparza, I cual mite es el héroe de la farza, Gefe muy digno del indigno clero. Unidos la sotana y el dinero El sable y el hisopo torpe engarza La luz huyendo porque no se esparza Manejo tan infame y tan grosero. I qué diremos de su inicua gente, Retrógrada, fanática y menguada, Asesina como él y delincuente? Mucho hay que decir y es mejor nada O decirle en concreto solamente, Nauceabunda, hipócrita y malvada.

(El Tecolote)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 140, 18 de setiembre 1860, pág. 3 y 4

Nos cabe verdadera satisfacción al dar hoy á luz en nuestras columnas la composición poética dirigida por la poetisa moreliana que la suscribe, á nuestro amigo, tan ilustrado como célebre, D. Juan Valle. En esa composición encontramos delicadeza de espresion y ternura de sentimientos, galas de imaginación y belleza de formas. “Esthér Tapia”, “Juan Valle” ¡qué nombres tan bellos! las musas sonrien sin duda al escucharlos. Que las dos personas que los llevan honren siempre nuestro periódico con sus producciones, y muy justo y muy dulce será nuestro placer.

EN LA MUERTE DE MI MADRE COMO UN TESTIMONIO DE FRATERNAL CARIÑO.

¡Piensan puedo cantar, porque en mis lábios Miran una sonrisa de ventura; Y no miran que el tédio y la amargura Desgarrándome están el corazon! ¡No miran en mis ojos una lágrima: Ven mi semblante plácido y risueño, Y sumergida júzganme en un sueño, De ventura, de paz y de ilusion!

¡Quieren que cante… mas si canto es triste:

O tal vez insensible me han juzgado,

Es de dolor un lúgubre gemido;

Porque me ven tranquila, indiferente;

Cantar no puedo; el pecho adolorido

No miran ¡ay! en mi marchita frente

Un gemido no mas exhalar!

Pintada la amargura y la aflicción.

¿Cómo cantar si el alma destrozada

No miran como el tédio me consume;

Rebozando está en hiel y en amargura?

No miran el dolor que me devora;

Si me persigue horrible desventura,

No ven que á cada instante, á cada hora,

¿Cómo tener valor para cantar?

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Destilando está heil mi corazon.

¡No puedo, no… me abruma un pensamiento…

En mis noches de insomnio no me miran

Bulle ardoroso en mi abrazada frente;

Bañada en llanto abrasador, ardiente;

Seria el canto del cisne que presiente

No sienten ¡ay! lo que mi pecho siente;

Que de la muerte ya camina en pos!

Nadie comprende mi tenaz dolor

Seria el clamor mortuorio que se escucha

No saben como mata el pensamiento

Vibrando desde el alto campanario,

Una idea fija que tortura el alma;

Cuando unido á las voces del santuario

Tampoco ven que mi aparente calma

Es al que espira postrimer adios.

Encubre un sufrimiento destructor.

LETRAS ROJAS


No comprenden el golpe que he sentido

Apurando el aislamiento,

Al perder á la madre que adoraba;

¿Cómo, Dios santo, vivir?

¡Ay! la dicha perdí que me quedaba,

¡Tú comprendes lo que siento;

Que la mitad de mi alma se llevó!

Tú sabes mi sufrimiento;

No saben que aun resuena en mis oidos

Hazme por piedad morir!

Su postrimer gemido agonizante;

Triste, sola, desgraciada,

Que aún contemple su lívido semblante

Huerfana y abandonada

Y la postrer mirada que me dió.

Voy pasando por el mundo

No saben como siempre estoy mirando

Cual barquilla destrozada

Esa tumba fatal, pero adorada;

Que boga en el mar profundo,

Donde yace mi madre idolatrada,

Como yerda separada

La que formaba mi última ilusion,

De la encina protectora,

Á toda hora mi mente fatigada

Cuál flor del tallo cortada,

Mira bajo la tierra sus despojos;

Como ave que triste llora

Mira sus grandes y espresivos ojos,

En horfandad desgraciada.

Su tiernísimo y noble corazon.

Llévame Dios santo al cielo,

Miro tambien las manos cariñosas

Allá donde no se llora,

Que mi pobre cabeza acariciaban,

Á esa mansión bienhechora,

Los lábios que en mi frente se posaban

Á esa mansión de consuelo,

Con un cariño santo y celestial

¡Allá dó mi madre mora!

¡Y yace allí… tendida en esa tumba!

¡Dios mio, no puedo sufrir,

Y no me es dado ¡ay triste! acompañarla,

“Me revienta el corazon!”

¿Cómo tener ¡oh Dios! que abandonarla

Este penar no es vivir

En ese sitio lúgubre y fatal?

¡Hazme dejar de ecsistir

¡Dejarla no puedo, no

O quitame la razon!

En ese sitio de horror,

No puedo, no, cantar… mi triste acento

Dó no ecsiste ni una flor,

Tu oido martiriza, tierno hermano,

Dó no puedo poner yo

Tiéndeme ¡por piedad! tu amiga mano,

Ni un recuerdo de mi amor!

Porque mis esfuerzos se agotaron ya.

Solo tengo un corazon, Sepulcro de su memoria: Es el dolor su inscripción; Es su recuerdo su historia, Su cariño su ilusion.

Morelia, Abril 20 de 1860. Esthér Tapia.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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úmero 141, 21 de setiembre 1860, pág. 4

SOBRE EL SEPULCRO DE MI DESGRACIADO AMIGO ILDELFONSO PORTUGAL

ELEGIA ¿Y puede ser verdad? ¿venció la muerte Al hijo predilecto de la ciencia, Que corrigiendo el fallo de la suerte Apartó del enfermo la dolencia; Al que con mano bienhechora y fuerte Borró mil veces la fatal sentencia Que la inflexible parca pronunciara Y a la expirante victima salvara? Iba á la fiera muerte amedrentando Siendo de la nación ilustre y decoro Pródigo por do quiera derramando De santa caridad rico tesoro; De la doliente humanidad secando Con solicita mano el triste lloro: Honor y orgullo de la noble ciencia, De los pobres consuelo y providencia. El astro de la gloria reluciendo Á lo lejos expléndido vería Y ansia de gloria en su interior sintiendo Se adelantaba con su luz por guía, Complaciente la fama corriendo Del porvenir las puertas ya le abría Iba ya a entrar, y á la orden de la suerte Cerróselas el angel de la muerte. Respetándolo el llanto y los dolores Por sendero de rosas caminaba Y aspirando con gozo sus olores Sus variados maticos admiraba, Sin advertir que bajo aquellas flores Una escondida sepultura estaba, Dio un paso mas y abriéndose la hueza Devoradora se tragó á su presa.

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LETRAS ROJAS


Espiró cuando aun sobre su frente

Los huérfanos que tierno protegías

Los mirtos no se habían marchitado,

Sienten al morir tú lo que sintieron,

Con que la bella juventud riente

Cuando al autor querido de sus días

Amorosa lo había coronado:

Cerrar los ojos para siempre vieron:

La copa que brindóle, ávidamente

De su alma las postreras alegrías

Apenas a su lábio hubo acercado

Con tu amada ecsistencia se extinguieron,

Los brazos de la parca lo oprimieron

Y el mejor templo de tu justa gloria

Y entre sus propias manos la rompieron,

Es el que te han labrado en su memoria.

Tú te sentiste sabio, amigo mio,

Por nuestro mal temprano sucumbiste

Y el lauro de los sabios anhelaste

Víctima de la zaña de la guerra,

Y tu enlutado porvenir sombrio

Al par quedando con el alma triste

Por engañoso prisma contemplaste;

Todos cuantos te amamos en la tierra;

Pero fue tu destino tan impío

Viva en nosotros tu memoria existe,

Que en vez del porvenir que ambicionaste,

Con nuestro llanto el suelo que te encierra

Solo te dio su cólera funesta

Siempre húmedo estará, querido amigo,

Bajo un mustio cipres tumba modesta.

Mientras bajamos á dormir contigo.

Cuando meciendo con amor tu cuna Tu madre con amor te sonria Por el futuro sin zozobra alguna Que perturbar pudiera su alegría, Sin duda la cruel torba fortuna, Con lástima y malicia la vería; Cómplice de la muerte, no ignoraba El término fatal que te aguardaba. Hoy se sienten sin ti mas desgraciados Los desgraciados y tu muerte lloran: Siempre que los acosan los cuidados Mirando al cielo tu bondad imploran; Tus beneficios con amor guardados Teniendo en su alma tu recuerdo adoran, Y besando tu loza funeraria Te ofrecen una flor y una plegraria.

Guanajuato, 6 de Marzo de 1860. Juan Valle

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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SONETO Vuelve á la lid campion esclarecido Que la patria reclama tus hazañas, Anda y arranca todas las entrañas De ese bando feróz casi extinguido: Con otro impulso mas, ese bandido Que grita ¡Religion! entre patrañas, Se destruirá como las artimañas, Del falso apóstol á quien se ha vendido. Zacatecas, San Luis y Aguascalientes, Que á la madre común ven asolada, Te presentan sus hijos mas valientes

AL C. JESUS G. ORTEGA, EN SU TRÁNSITO PARA EL INTERIOR, EL DIA 18 DE JULIO DE 1860.

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LETRAS ROJAS

Para concluir la lucha comenzada; ¡Adelante! y las huestes insolentes Se postrarán al brillo de tu espada.

Rincón de Romos, Julio de 1860.


Número 141, 21 de setiembre 1860, pág.4

MALDICION A

COMONFORT Un país por la guerra devorado,

Las tenebrosas furias del Santuario,

Un huracán sangriento y espantoso,

Predicando el incendio y la ruina,

Un pueblo agonizante y tembloroso

Levantando en su altar la guillotina,

Bajo la bota ferrea del soldado.

Y adorando á Molock en el cicario.

Envilecido y mudo el pensamiento,

Conviértense en tizones las cabañas,

Latiendo de terror los corazones,

En lóbregos sepulcros los palacios,

La juventud llorando en las prisiones,

Gritos de rábia atruenan los espacios,

Muriendo entre los grillos el talento.

Gritos de muerte invaden las montañas.

Doquier desolación, doquier gemidos,

Lagos de sangre inundan los collados,

Doquier encadenadas nuestras manos,

Abre el cañon en la llanura abismos,

En la ciudad reinando los tiranos,

Callan las aves, y los tigres mismos

En los campos reinando los bandidos.

Rugen en las cavernas espantados.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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En la ciudad la vírgen pudibunda,

¡Que haga el soldado nuestra patria suya…!

Presa infeliz del vencedor salvage

Para el que incendia y que los campos tala

Que la violó en su bárbaro corage,

¿No hay un puñal siquiera, ni una bala?

Lo maldice en la calle moribunda.

¿No hay un rayo de Dios que los destruya?

El anciano inclinando la cabeza,

Contra nosotros hasta Dios se encona:

La madre sin pudor y prostituida,

No hay que elevar los ojos hácia el cielo,

Cobarde el hombre y la niñez perdida,

Que maldice iracundo nuestro suelo,

Solo el bandido riendo en su fiereza.

Y al furor de Satán nos abandona.

Un pueblo degradado y pordiosero,

¿Lo ves? ¡traidor!... todo esto es obra tuya,

Los viejos magistrados venerables

Tal huracán horrible has desatado…

Palideciendo al ruido de los sables,

¿No hay una bala para ti, malvado?

Arrastrándose al ruido del dinero.

¿No hay un rayo de Dios que te destruya?

Muerto el honor, las leyes hechas trizas,

Quizá ¡traidor! de nuestro mal te alegras…

Y arrojadas al pié de los corceles,

¿No mueres de vergüenza y de tormento?

Y algún Neron cogiendo sus laureles,

¿No muerde acaso tus entrañas negras,

En un campo de sangre y de cenizas.

El buitre de infernal remordimiento?

Y en medio á tanto honor á nuestras banderas

¿Qué piensas? ¿cómo duermes? ¿cómo existes?

Llenas de negro lodo, en mil girones,

¿Cómo sufres tu vida tormentosa?

Son el ludibrio vil de las naciones

¿No te persigue la traición odiosa,

Que corren á asaltar nuestras fronteras.

Negro fantasma de tus sueños tristes?

Y en medio á tanta lucha y tanta guerra,

¡Oh! tiembla, Comonfort! escucha el grito

En medio á tal miseria y tal matanza,

Que domina el fragor de la matanza…!

No hay una luz siquiera de esperanza,

Un grito atroz, inmenso, de venganza…!

No hay gloria ni perdón á nuestra tierra.

¡Dios te condene, apóstata maldito!

Méjico, Setiembre 29 de 1859.

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LETRAS ROJAS


Número 142, 25 de setiembre 1860, pág. 4

EN EL ANIVERSARIO DE LAS VICTIMAS SACRIFICADAS POR EL BANDO TEOCRÁTICO EL 11 DE ABRIL DE 1859 EN TACUBAYA Mas sangre y mas rencor, facción maldita,

La humanidad llorando por la ciencia,

Divinidad fatal del paganismo,

Que sin piedad tu orgullo asesinara,

De sangre necesitas un bautismo, De lágrimas tu frente necesita.

Confiando en el poder de su creencia, Del sacrificio en la sangrienta ara

Con vil encono tu furor se escita,

Prometiendo vengar á la inocencia,

Insultando al Autor del cristianismo;

Fango y mas fango te arrojó á la cara.

Tremolando el pendon del fanatismo Hórrida fiebre tu venganza agita.

Méjico, 11 de abril de 1860. (El Prísma)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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HIMNO PATRIÓTICO Número 142, 25 de setiembre 1860, pág. 4

EN HONOR DE LOS HÉROES DE LA INDEPENDENCIA.

CORO Gloria á Hidalgo, pues libres nos vemos, Porque esclavo no supo vivir, Y en presencia del héroe jurémos Libres ser ó luchando morir. ESTROFAS

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Hubo un tiempo en que Méjico triste

Despertando de un sueño oprobio

De su gran Guatimoc olvidado,

“Libertad” la nación esclamaba,

Y en bajeza su orgullo tornado

Y sus grillos audaz arrojaba

De un intruso besaba los piés;

A la cara del déspota audaz.

Mas Hidalgo sintiendo que hervía

Y al sentir que en su frente anatemas

Del azteca la sangre en sus venas,

De sus siervos trazábale el dedo,

Del Anáhuac rompió las cadenas:

Descompuesta de cólera y miedo

¡Alabanzas al nuevo Moysés!

Del tirano se puso á la faz.

¡Pobres reyes! al soplo primero

El ibero cadenas forjaba,

De un aciano infeliz solamente,

El león de Castilla rugía,

De un monarca en la pálida frente

Libre el águila el vuelo tendía

La corona real vaciló.

Y la sangre veiase correr.

Y ante un grupo de míseros siervos

Pero altivo sus grillos rompiendo

Que la voz LIBERTAD pronunciaron,

Se tornaba en señor el esclavo,

Tres centurias cobardes temblaron

Y la garra del águila al cabo

Y con ellas un trono tembló.

Del león humillaba el poder.

LETRAS ROJAS


Contra el pueblo se armaron temblando

Mejicanos, cantemos de hinojos

La traición y el feroz despotismo,

La grandeza de aquellos patriotas,

La venganza y el ruin fanatismo,

Que cual triunfos las mismas derrotas

Y sin tregua la lucha siguió.

Aumentaban su bélico ardor.

Mas el pueblo sintiéndose grande

Ejercite la virgen su acento,

Superior al destino y la muerte,

Canse el bardo su voz y su lira,

Nuevo Anteo paróse mas fuerte

Entonando los himnos que inspira

Cuantas veces al suelo cayó.

Tanto génio, constancia y valor.

Los valientes patriotas morían

Héroes todos, amor sacrosanto

Sobre miles de muertos liberos,

Nuestro pecho patriótico os tiene,

Y otros y otros mas bravos y fieros

Nuestra fiel gratitud lo mantiene

De su sangre veianse brotar.

De su fuego celosa vestal.

Al morir, en su tierno regazo

Vuestra herencia jamás robáranos

Recibiálos llorando la gloria;

Los que enlazan la cruz con la espada,

Se fatiga la voz de la historia

Tornad pues vuestra esquiva mirada

Sus hazañas queriendo narrar.

En sonrisa de amor paternal.

Venturosos mil veces los libres, Que supieron morir sonriendo,

CORO

Su sagrado pendon bendiciendo

Gloria á Hidalgo, pues libres nos vemos,

Como el mártir bendice la cruz.

Porque esclavo no supo vivir,

Pues laureles en vez de cipreses

Y en presencia del héroe jurémos

Se contemplan crecer en su fosa,

Libres ser ó luchando morir.

Y sobre ella constante y radiosa De la gloria deslumbra la luz.

Guanajuato, 16 de Setiembre de 1860. Juan Valle

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 149, 19 de octubre 1860, pág. 3 y 4

Ciudad hermosa, que jamás tu frente

Entre tus aguas te recreas y ellas

Humille el tiempo con osado pié,

Tu adulador espejo son tambien;

Y junto á ti pasando reverente.

Las sultanas así sus formas bellas

Nuevo esplendor á tu hermosura dé.

Refrescan en el baño de su haren.

Las gracias mil de tu belleza admiran

Tus tibias noches que envidiara Niza

Con delicia los siglos al llegar,

Aduermen en las almas el dolor,

Y cuando ellos ya ancianos se retiran

El soplo de sus auras narcotiza

Aun las pueden intactas admirar.

Y despierta en las almas el amor.

Las tinieblas el alba desvanece

Suspiros blandos y furtivos besos

Para poderte ver á su arrebol,

Tus mansas brisas remedando van,

Con lentitud poniéndose, parece

Y á su viva influencia entre embelesos

Que te abandona con pesar el sol.

Se languidece de amoroso afan.

Sobre el azul de tu apacible cielo

Favorita de Céres y de Flora

Complaciente la luna brilla mas

En competencia obséquiante las dos;

Y recatada entre el nocturno velo

Siempre estás bella porque á todas horas

Tal vez mas bella y atractiva estás.

Te está mirando bondadoso Dios.

Así como parece mas hermosa

Sobre tus edificios arrogante

La figura gentil de una muger

Descuella de la noche entre el capuz

Cuando vela sus formas pudorosa

Tu antigua Catedral como triunfante

Y apenas deja sus contornos ver.

Sobre los pueblos álzase la cruz.

Frutos y flores de tu tierra opima

Se desbordan torrentes de armonía

Brotan á un tiempo en variedad gentil,

Por todas tus ventanas á la par,

Que habitan sin cesar bajo tu clima

Y á la luz interior de la bujía

Unidos el Octubre y el Abril.

Se miran sombras rápidas cruzar.


Tal vez en tu recinto en este instante

Ahora recuerdo que cuando era niño

Esquiva al movimiento y al placer,

Estuve, Esthér, en tu natal ciudad,

Apoyado en la mano su semblante

Y me inspiraba un íntimo cariño

Triste medita y solitaria Esthér.

Cariño estraño en la infantil edad.

Y lánguida suspira en su retiro

Mi corazon sin duda presentía,

Al ver que solo ella sufre allí,

Por eso tanto á tu ciudad amó,

Y nadie recogiendo aquel suspiro

Que al fin allí mas tarde encontraría

Al traves del espacio viene á mí.

La dichosa mansión que Adan perdió

Por eso de repente se estremece

Salve, ciudad en donde Esthér habita

Mi pecho de ternura y de placer,

Por esto hermosa y sin igual ciudad

Y las brisas que pasan me parece

Sea mil veces la mansión bendita

Que tiene algo de mi dulce Esthér.

Santuario feliz de tal deidad.

Cuánto menguara mi dolor sombrío

¡Bendita la hora en que nació tan bella

Si al ménos yo supiera en mi aflicción

Tan tierna vírgen, y la luz que ve!

Que algunas veces el recuerdo mio

¡Bendito el aire que respira ella!

Apresuré el latir su corazon.

¡Bendito el suelo donde pone el pie!

Esthér, cuando fantásticas visiones

¡Bendito sea el venturoso padre

En tus éxtasis pasan frente á ti

Que á niña tan gentil la vida dio!

Causándote inefables sensaciones

¡Bendita sea la dichosa madre

¿Alguna, dime, se parece á mí?

Cuyo amoroso seno la nutrió!

¿Algun recuerdo, Esthér, tu alma concede

Y tú Morelia hermosa, edén querido

Al que de ti se acuerda sin cesar

Te puedes con justicia envanecer

Porque no sabe ni olvidarte puede

Porque jamas profanará el olvido

Ni quiere tus encantos olvidar?

El feliz sitio en que naciera Esthér.

En mis deliríos mágicas visiones Vienen á consolarme en mi aflicción, Y reboza mi pecho de emociones Porque á ti todas parecidas son.

Guanajuato, 23 de Enero de 1860 Juan Valle.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 149, 19 de octubre 1860, pág. 3 y 4

¿Por qué tan tarde tu divino acento Refleccionando sobre la larga série de crímenes de que muy en breve tendrá que dar cuenta la reacción ante la justicia del país, la casualidad á la que tanto se

Ha resonado en mi infeliz oído?

debe, nos ha proporcionado una deliciosa poesía de la Señorita Da. Esther Tapia á la muerte del infortunado joven Cobarruvias, asesinado el 11 de abril de 1857 por órden de Márquez y Miramon en el momento en que aquel curaba á los heridos. ¡Pueda esta hermosa lágrima vertida por tan noble corazon, endulzar el sentimiento de todos los que conocieron á la ilustre victima á quien va consagrada.

¿Por qué no oí ese acento que revela

¿Por qué tu triste y lúgubre gemido Cuando en el mundo estabas no escuché? La mas honda tristeza y la amargura, Por qué el sello de horrible desventura En tu frente grabado no miré? Yo habría volado á delirar contigo Yo habría enjugado tu ardoroso llanto, Y al ménos en tu horrible desencanto Te hubiera sonreído la amistad.

SOBRE EL SEPULCRO DEL DESGRACIADO JOVEN D. JUAN D. COBARRUVIAS, DESPUES DE HABER LEIDO UN TOMO DE SUS POESIAS

Cuando llorabas con un filial cariño De tu madre la muerte desgraciada, Yo contigo en su tumba infortunada Hubiera lamentado tu horfandad. Cuando llorabas de este mundo necio La falsedad, el dolo, los engaños Tus pesares y tristes desengaños Yo habría sabido con dolor llorar. ¡Pero ay!... escrito estaba que del mundo Solo, triste, pasaras el camino, Y era tu horrible y tétrico destino En tu temprana edad la muerte hallar. Cual águila pasaste por el mundo Dejando solo una brillante huella, Fuiste una antorcha luminosa y bella Que el viento en sus furores apagó, “Fuiste un brazo del árbol de la ciencia” Que á la doliente humanidad salvaba, ¡Cuando á su sombra el alivio hallaba Horrible tempestad lo destrozó!

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LETRAS ROJAS


Pobre, sencilla, cándida violeta

No morirá su nombre, ella le dijo,

Que el valle de la vida perfumaba,

Mientras aliente un pecho mejicano,

Cuando á la aurora bella se mostraba,

Yo con sangre y con mi propia mano

El huracán furioso la arrancó.

En su patria infeliz lo grabaré.

¡Pobre botón que deshojara el viento!

Y aun mas allá de los inmensos mares

¡Pobre flor agostada en su mañana!

En mis álas y en brazos de la gloria,

¡Ciencia, saber, ni juventud lozana

Su nombre, su martirio y su memoria

La muerte en su furor no respetó!

A la faz de ambos mundos mostraré!

Ave que en los cipreses elevados

Y no murió tu nombre tan querido,

Te arrullaba la brisa suavemente

Lo adora tu familia desgraciada,

Al cantar sus pesares tristemente

Lo venera tu patria infortunada

“Desapiadado el cazador te hirió”.

Y está grabado en cada corazon.

Tierna ave… flor… antorcha… ya no existes

Las vírgenes hermosas de tu suelo

¡Árbol, tan solo recordamos ahora,

Cipreses plantarán junto á tu fosa,

Que á tu sombra feliz y bienhechora

Con blancas flores regarán tu losa,

Aquel que padecía su alivio halló!

La bañarán con llanto de aflicción!

Ave… nos quedan tus divinos cantos,

Tus amigos con palmas y laureles

Con ellos una herencia nos dejaste,

Adornarán tu losa funeraria,

Antorcha… ya no existes, te apagaste

Y de sus lábios mística plegaria

Solo el destello de tu luz se vió.

Hasta el cielo do moras llegará.

Flor, no existes tampoco, te abrasaron

A la hora del crepúsculo sombrío

Del sol los rayos del ardiente Mayo,

Un ángel bello cantará tu gloria,

Ya doblegaste tu flecsible tayo,

Su eco será la postrimer historia

“Solo el aroma de la flor quedó”.

Y en sus hojas tu nombre quedará.

Envidiosa la muerte contemplando

Vive alegre en el cielo, que en el mundo

Por tu mano la victima salvada

No olvidamos tu nombre tan querido,

Con su mano fatal y descarnada

Por tu martirio lúgubre gemido

Sobre tu frente la guadaña hundió.

¡No dejará de resonar jamás!

Y envidiosa también de los laureles

Ni un solo mejicano habrá que olvide

Que preparaba para ti la gloria,

Tu lamentable y desgraciada historia,

Quiso estinguir tu nombre y tu memoria

¡Es inmortal! de un mártir la memoria!

¡Pero la fama sus deseos burló!

No morirá tu nombre: ¡duerme en paz!

Morelia, Octubre 17 de 1860. Esther Tapia

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 149, 19 de octubre 1860, pág. 3 y 4

CORO

ESTROFA 3ª.

Mejicanos! marchad á la guerra:

Hasta el fin de la lucha seguid:

De la patria abrazad el pendon,

Hijos caros dejad y el hogar,

Que ya muerde humillado la tierra

Y olvidad en el campo de Marte

El infame y traidor Miramon.

Que al morir les legais orfandad. Pues mas vale morir como buenos

ESTROFA 1ª. De la patria el gemido doliente Hasta el trono subió el Señor, Y por fin por su brazo potente

Y al morir esclamar:- ¡Libertad! Que vivir aherrojados y opresos Y al tirano las plantas besar. Mejicanos &c.

Espirando se vé la reacción. En Oajaca, en Silao y en Jalisco De los libres flamea el pabellón

ESTROFA 4ª. Poco falta: un esfuerzo tan solo,

Ya con pecho animoso y valiente

Y esta guerra civil terminad;

Humillaron al vil opresor.

Mas después en el campo al vencido

Mejicanos &c.

El brazo le dad de amistad. Que los fueros por siempre perezcan,

ESTROFA 2ª. Lucha en vano la fiera reaccion Contra el pueblo que quiere oprimir,

La igualdad en la ley afianzad, Y de hoy mas nuestro grito de guerra Patria sea y Union, Libertad.

Que los libres no saben rendirse, En el campo prefieren morir. Mejicanos! marchad al combate:

Mejicanos! marchad á la guerra: De la patria abrazad el pendon,

Nunca, nunca os canséis de vencer,

Que ya muerde humillado la tierra

No dejéis de la mano las armas

El infame y traidor Miramon.

Mientras viva el que os quiere vender. Mejicanos &c.

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LETRAS ROJAS

(Boletin Libertad)


Numero 153, 2 de noviembre 1860, pág.4

A UNA JOVEN (TRADUCCION DE POEMA DE VICTOR HUGO) Si fuera rey ¡oh niña! con júbilo daría Mi pueblo arrodillado, mi reino y mi tesoro, Y mis baños de pórfido y mi corona de oro, Y mi espléndida escuadra que el mar abrumaría, Por una sola mirada de tus ojos! Si fuera Dios, esta tierra y sus mares profundos, La gloria y el infierno á mis leyes sumisos, Los gérmenes del caos fecundos, indecisos, La eternidad, el espacio, los cielos y los mundos Por un beso de tus lábios rojos!

Marcos Arróniz

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 149, 19 de octubre 1860, pág. 3 y 4

COMPOSICION RECITADA EN EL CASTILLO DE GRANADITAS LA NOCHE DEL 16 DE SETIEBRE DE 1860 DEDICADA AL CIUDADANO PRESIDENTE DE LA REPUBLICA MEJICANA BENITO JUAREZ Venid á mi los que elevais la frente, Ante la torva faz del despotismo;

El incienso quememos á porfia

Los que os abrasa y os consume ardiente

Y pongamos guirnaldas á millares;

Fiebre de LIBERTAD y patriotismo;

Todos alcemos en tan fausto dia

Los que sintiendo como el pueblo siente,

De nuestros héroes en loor, cantares

Admirais la virtud y el heroísmo,

Pese á la aborrecida tiranía:

Y á la patria adorais mas que á una madre,

¡Retrógrados, atrás! ¡atrás, profanos!

Y al generoso HIDALGO mas que á un padre.

Vengan no mas los dignos mejicanos.

Venid, los que sentís dentro del seno

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Venid y de la patria en los altares

¡Oh mártires! Por un medio de mi acento

Latir el corazon cual late el mio,

Los nobles y patriotas corazones,

Y al rebramar de la opresión el trueno,

De gratitud cediendo al sentimiento,

Sin temor sonreís cual yo sonrio,

Os mandan cariñosas bendiciones;

Y en lugar de arrastraros por el cieno

Espresar no me es dado lo que siento,

Cual los reptiles, con heroico brio

Pues son mudas las grandes emociones,

Tomais el ódio y con osada mano

Y en este sitio en que mi lábio os nombra

Lo arrojais á la cara del tirano.

Siento vagar vuestra irritada sombra.

LETRAS ROJAS


Héroes, con el rubor sobre la frente,

A vuestra voz el pueblo mejicano

Y de vergüenza y de emoción temblando,

Vuelto gigante levantóse erguido,

Con atrevida voz, mas reverente,

Y sacudió con poderosa mano

Turbo el reposo de que estais gozando:

El trono por tres siglos sostenido;

Ya me parece que severamente

Corona y cetro arrebató al tirano,

Os levantais y al derredor mirando,

Al león español dejó vencido;

Henchidos de amenazas y de enojos

Sacudió audaz del fanatismo el yugo,

Clavais en nuestros ojos vuestros ojos.

Y el hacha al fin arrebató al verdugo.

Porque vosotros tras sangrienta guerra

Mas ¡ay! Que no acababa todavía

Una patria y un nombre nos legaisteis,

De sonreir al pueblo la victoria,

Y no supimos defender la tierra

Cuando el aliento de facción impía

Que con la sangre vuestra nos comprasteis,

Vino á empañar nuestra naciente gloria,

Y á través de la loza que os encierra

Y llena de sacrílega osadía

Acaso nuestros crímenes mirasteis,

Ensuciando profana nuestra historia,

Y entre el duro reproche y el gemido

Su nombre allí trazó con un acero

Nos habeis muchas veces maldecido.

Empapado en la sangre de GUERRERO.

¡Perdón” pues con crímenes y errores

Tendió sobre el país una mirada

Hemos á vuestros manes ultrajado;

Y “es mia la nación” dijo gozosa,

Sufriendo de la suerte los rigores

Y la cruz enlazando con la espada

Con lágrimas los hemos expiado:

“Yo soy la fuerza de Dios” dijo orgullosa:

Apartad vuestros ojos vengadores

Débil la LIBERTAD y desarmada

Del repugnante cuadro del pasado,

Se le puso delante valerosa,

Y ved que entre tiernísimas memorias

Y cien veces con ínclito heroísmo

Celebramos ahora vuestras glorias.

Puso bajo sus piés al despotismo.

Sin contar ni temer á los contrarios

Cuando pisó Méjico el decoro

Os lanzasteis osados á la lucha

Una gente invasora y temeraria,

Viendo que si eran muchos adversarios

Avara esa facción de su tesoro

Era también vuestra bravura mucha,

Interrumpiendo la común plegaria,

Y en chozas y en palacios y en santuarios

Solo por defender un poco de oro

La gran palabra “LIBERTAD” se escucha:

Azuzó á la discordia sanguinaria;

Tiembla el Ibero Rey, tiembla su trono,

Degolló mejicanos á millares…

Y hombre se siente el infeliz colono.

Y violó el invasor nuestros hogares.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Facción liberticida; ¿desde cuando

Y yo que con tus penas he llorado,

Nos estás rencorosa persiguiendo,

Y que he sido feliz con tu alegría;

Los errores de ayer resucitando,

Que he defendido tu derecho hollado

A los siglos que marchan deteniendo,

Enfrente de la armada tiranía;

Con la maldita inquisición quemando,

Que asi como tus grillos he arrastrado,

Con los déspotas reyes oprimiendo,

Tu infalible victoria será mia;

Verdugo del saber y de la gloria,

Que pisé las prisiones sin marcharme

Mancha eterna y sangrienta de la historia? Tú, criminal facción, deicida fuiste;

Y al destierro partí sin humillarme. Yo que si al cabo por tu causa muero

Porque al mártir Jesus crucificaste;

Bajo el hacha del déspota inhumano,

Tú á los cristianos perecer hiciste

Gritaré con mi aliento postrimero

Y á Sócrates á muerte condenaste;

“¡Viva la LIBERTAD, muera el tirano!”

La cruz en un puñal tu convertiste,

En el nombre de HIDALGO á quien venero

A la Europa sobre Asia tu lanzaste,

Con fé te incito ¡oh pueblo mejicano!

Y perpetuo Caín tus propias manos

A que hundas para siempre en el abismo

Matan sin compasión á tus hermanos.

Al par á la opresión y al fanatismo.

Pide trabajo el artesano hambriento,

Y tú, bando servil, bando obcecado,

Y lo haces que trabaje sus cadenas,

Contra quien siempre y por doquier conspiro;

Y que haga de su llanto su alimento;

En medio de la luz ciego obstinado,

La sangre generosa de sus venas

Y de la sangre popular vampiro;

Bebes, cual buitre, con feroz contento,

Eres mas que culpable desgraciado;

Y te arrullan los ayes de sus penas:

Mas que te ódio con lástima te miro,

¡Tiembla! Ya Dios, cual la del rey impuro,

Pues no gozas la dicha embriagadora

Va á trazar tu sentencia sobre el muro.

Del que á la santa LIBERTAD adora.

Pueblo, tú como grande y soberano

LIBERTAD, el mejor de tus amantes,

Representas á Dios: que la sentencia

Ante tus aras con pasión ferviente,

De la impía facción trace tu mano,

Te ofrece tu ecsistencia que desde antes

Porque lo quiere así la Providencia:

De saber qué era amor te amaba ardiente;

Debes creerme porque soy tu hermano,

Y quedemos vencidos ó triunfantes

Y te hablo con la mano en la conciencia:

Desde hoy tu imagen orgullosamente

Creeme, si, porque ódio el despotismo

En mi indomable corazon enclavo…

Y te amo, pueblo, á ti, como á mi mismo.

Mártir seré; pero jamás esclavo.

Guanajuato, Setiembre 16 de 1860 Juan Valle.

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LETRAS ROJAS


El Señor Valle. Tenemos el gusto de publicar hoy en nuestras columnas una bellísima composición de nuestro amigo, el distinguido poeta Guanajuatense, el Milton mejicano, en que dirige á la cuna de Morelos su despedida, después de la corta mancion que ha hecho en nuestra capital, agradeciendo la benévola acogida que le han hecho los morelianos y que apenas ha sido lo muy preciso para significarle las vivas simpatías y los gratos recuerdos que deja entre nosotros.

Adiós a Morelia DEDICADA A LA JUVENTUD MICHOACANA, EN TESTIMONIO DE GRATITUD Y SIMPATIA

Adiós, adiós, segundo paraíso,

Quédate en paz, de Michoacan señora,

Palacio de recreo del Abril,

De los siglos placer y admiración;

Favorita de Dios que hacerte quiso

Y sigue siendo de la linda Flora

La ciudad mas hermosa y gentil:

Predilecta y eterna habitación.

Te sonrió el Señor y á su sonrisa

Yo te amo por tu ardiente patriotismo,

Tu suelo para siempre floreció:

Te amo por tu belleza y tu virtud;

Para que fuera sin cesar tu brisa

Porque odias como mi alma al despotismo;

Un soplo de su aliento te mandó.

Porque odias como yo la esclavitud.

Queriendo que tu sol hermoso fuera,

Tu eres del bando de la cruz y el sable

Un rayo te prestó de su mirar,

Terror por tu entusiásmo y lealtad:

Y al invierno mandó que no volviera

Tu eres sancta sanctorum inviolable

Por tus floridos valles á pasar.

De la diosa llamada libertad.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Pisa apenas tu suelo consagrado

Pese á sus cruces quedarán vencidos,

sacrílego ejército consagrado

Y perdón de rodillas pedirán

Cuando tu suelo tiembla, y el soldado,

Los soldados fanáticos, vendidos

Temblando de pavor suelta el fusil.

Respirará la libertad al cabo,

Por lo libre su hermana eres también:

Bajo el seguro amparo de la ley:

Al Papa con desden arroja ella;

No quedará un tirano ni un esclavo,

Tu á Márquez arrojaste con desden.

Y pontífice el pueblo será y rey.

Ella con el desprecio mas profundo

Alzando entonces la mortuoria losa

De su tirano el rostro escupe audaz;

Dirá: “libre mi patria miro al fin”,

Mientras tu escupes á la faz del mundo

Mandándonos sonrisa cariñosa

De tu prelado hipócrita la faz.

Por la primera vez Guatimotzin.

En tu seno á Morelos engendraste,

Y en premio á tus esfuerzos generosos

Como al gran Garibaldi ella engendró:

Mirarás ¡oh Morelia! con placer

El hierro de tus grillos empleaste

Á tus modestos hijos victoriosos

En armas, como Italia lo empleó

Á su trabajo y á su hogar volver:

Cual Nápoles vencida se postrara,

Verás que los abrazan sus esposas,

Roma sin resistir se postrará;

Llorando y sonriéndose á la par,

Y así como cayó Guadalajara,

Y verás que sus hijas, orgullosas

La prostituida Méjico caerá.

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A un claro que después maldecirán.

Hermana de la Italia por lo bella,

Van sus tostadas frentes á besar.

Tremolarán gloriosas y altaneras

Ellos en su mansión, junto á la azada,

Del bando usurpador en la mansión

De su glorioso patriotismo fiel

De Michoacan triunfante las banderas,

Como recuerdo, colgarán su espada

Pésele al impotente Miramon.

Y su marcial corona de laurel.

LETRAS ROJAS


Y ya el guerrero en labrador tornado

Mas en ti, nuevo eden, mi Eva no ecsiste

Á sus hijos dirá con vanidad:

Y sepulcro de mi última ilusion

“Con mi sangre al país he libertado”;

Fuiste, ciudad hermosa, como fuiste

Y ellos adorarán la libertad.

Calvario de mi mártir corazon,

Entre tanto, Morelia, venturosa

Mas te amo, sin embargo, todavía,

De tus aguas y céfiros al son,

Y si hoy el hado oblígame á partir,

Bajo tus frescos árboles reposa,

Cuando se acerque mi postrero dia

Sin despertar al eco del cañon.

Donde murió mi fé vendré á morir.

Yo dejo tu recinto hospitalario,

Bajo tu dulce, voluptuoso cielo

Llevando eterno tu recuerdo en mí

Debe esclarecerse el alma sin dolor:

¡Adios! cual pajarillo solitario,

Bajo las flores de tu fértil suelo

A las montañas voy donde nací.

Deben los muertos reposar mejor.

Perseguido por bárbaros pesares

Dichoso yo si alguno de tus hijos

Vuelvo á mi patria con cansado pié,

Dice, mi nombre recordando fiel,

Nadie me espera en mis nativos lares

En mi sepulcro con los ojos fijos

Y yo estrangero en mi país seré.

Y vertiendo una lágrima sobre él:

De ti muy léjos el azar me lleva,

“Sin fortuna, sin gloria ni consuelo,

Cual de su huerto léjos arrastró

El desierto del mundo atravesó;

A Adan su falta, mas partió con Eva,

Mas no profana el michoacano suelo,

Y parto solo de tu suelo yo.

Porque á la santa libertad amó”.

Como eres paraíso yo creía Que oculta entre tus rosas; como Adan, Una tierna muger encontraría, La muger que buscaba con afán.

Morelia, Noviembre de 1860. Juan Valle.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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MORELIA Y LA LIBERTAD Número 160, 27 de noviembre 1860, pág. 3

¡Oh Morelia! mancion de la gloria, Tierra libre, de amor y placer,

Con la sangre de mártires fuera,

De tu manto en la espléndida historia

Por ti tiembla el tirano maldito

Quién pudiera á la patria volver!

Que borrarte del mundo quisiera.

Cuando ocupa el poder un tirano,

Aun al hombre que sufre oprimido

Cuando oprime feroz bandería,

De un injusto castigo las penas,

Un terrible “hasta aquí” Soberano

Lo haces fuerte, indomable, temido,

Le has impuesto con leal bizarría.

Cuando su alma inmortal de ti llenas.

Cuna de hombres ilustres y buenos

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Libertad ¡sacro nombre que escrito

Libertad! como ruedan los tronos

Que modelo de Méjico son,

Cuando estalla tu fuerza potente…

Combatir los contemplas serenos

Emancipas á pobres colonos

Por un justo y humano pendon.

De un poder formidable, inclemente.

LETRAS ROJAS


Y eres siempre tan noble y tan bella

¿Qué han podido lograr? ir perdiendo

Que á tus propios verdugos perdonas

En la lid mas y mas cada dia,

Porque ves que su furia se estrella

Sin dejar de seguir maldiciendo

Y se rompen en ti sus coronas.

Con la mas enconada porfia.

Ya te insultan, te ultrajan, te venden,

Pero tiene razón la impostura,

Te calumnian por pérfidas miras

Porque es duro perder la riqueza…

Esos hombres que no te comprenden

Es molesto seguir la Escritura…

Ni los bienes tampoco á que aspiras.

Y Humillante abrazar la pobreza.

Yo bendigo esa tierra adorada

Los que siempre han mandado altaneros

Donde vives amándote todos,

Disponiendo del país á su antojo,

Donde reinas sin ser engañada,

Rehusarán presindir de sus fueros

Sin oir repugnantes apodos.

Mientras dure en su pecho el enojo.

De Morelia la heróica el ejemplo

Los que tienen las manos metidas

Han seguido ciudades hermanas,

En las manos que llámanse muertas

A pesar de que dicen que el templo,

Y que son por el clero movidas,

Y el ministro y la virgen profanas.

No las han de querer descubiertas.

Esos hombres que quieren con zaña

Poderosos esfuerzos insanos

Restaurar de barbarie un pasado

Han de hacer al perder su dominio

Y poner un monarca de España,

Sin quitar de las armas las manos,

Nada, nada en un año han logrado.

De los libres jurando esterminio.

Por horrible traición obtuvieron

Pero en vano será su locura,

Del poder afianzarse feroces,

No verán sus tendencias logradas,

Tropas, armas, cañones tuvieron

Y ya siente con triste amargura

Y decretos lanzaron atroces.

Que sus armas están embotádas.

La ignorancia del pueblo de un lado

Vienen cerca los días de la gloria

Y del otro el ausilio del clero

Libertad inmortal! adorada,

Algún tiempo de vida le han dado

Bellas hojas te ofrece la historia

A ese bando feroz y altanero.

De mi patria hasta aquí infortunada.

Ese bando que osado combate Contra tí, Libertad, don del cielo! Ese bando cuya alma no late Al mirar que conmueves el suelo. Y á pesar de sus mil pastorales, A pesar del error de los necios, A pesar de los triunfos parciales, Sus intrigas, calumnias, desprecios.

Querétaro, 1860.- Un Queretano (La idea progresista)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 160, 27 de noviembre 1860, pág. 3

Tú, que nada tienes, vete! Acaso

¿Veis esos otros que amenazan

Hay una patria para el pobre?

Con su altiva mirada la ancha tierra,

- Lamenais

Que sin piedad ni encono despedazan A sus mismos hermanos en la guerra?

¿Quién es el pueblo…? No os riais ahora

Corren á descubrir nuevas regiones,

Para que vuestra risa mofadora

O en el fondo buscan del océano

De la verdad se ofusque á los fulgores.

Ricas, desconocidas producciones?

¿Veis ese obrero activo, infatigable,

Mirais esotros que en la eterna noche

Que arranca de la tierra la riqueza,

De una altiva y benéfica esperanza

En esa mina oscura y detestable…?

De los hombres soportan el reproche

A ese solo debeis vuestra grandeza.

Por conseguir lo que su mente alcanza?

¿Veis esos hombres que al calor ardiente

¿Los veis sobre los libros con que anhelo,

De un sol de fuego, con su sangre riegan

De las ciencias hermosas y las artes

Esas vastas campiñas, la simiente

Buscan la luz al procurar consuelo

Consiguiendo, que ufanos os entregan?

A ese llanto que ven por todas partes?

¿Veis esos hombres pálidos que buscan

¿Veis á esos otros cuyo amor ardiente

La sal y mil sustancias minerales,

Por sus hermanos su entusiasmo atiza?

Y esos que forman trenes que os ofuscan

¿Mirais las concepciones de su mente

Y en que brillan las piedras y metales?

Conque la sociedad se civiliza?...

¿Veis esotros que labran la madera

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¿Mirais aquellos que tal vez envano,

Os lo voy á decir, grandes señores

Pues ved al pueblo ahí!... ¿De desdichados

Y el fierro y el azufre; y mil talleres,

Un cúmulo infeliz que desespera!...

En fin, donde trabajan, cuanto espera

Sacad esos que son privilegiados,

La ambicion de los hombres y mujeres?

Y allí veréis la humanidad entera.

LETRAS ROJAS


La sociedad se forma solamente

Tú dices: tengo hambre! É insolentes

Del pueblo!... y es verdad? ¿y esos malvados

A sus perros les dan en tu presencia

Lo ven con rostro déspota, insolente,

Suculento manjar, é indiferentes

Debiendo por el pueblo ser hollados?

Dan, con asco una ojeada á tu indigencia.

Ay!... pobre pueblo! En tanto que alimentas

Y en su rencor y su feroz desprecio,

La ostentación, el lujo y la opulencia

Ve ese grano de arcilla tu quebranto:

Tú ni un momento á descansar te sientas,

Tú dices: tengo sed! Y el rico nécio

O á llorar tu dolor y tu indigencia.

Te dice con desden: bebe tu llanto!

Atado vas al yugo que esos viles

Y cuando vas, sin qué comer, desnudo,

Tal vez salidos de tu propio seno,

Hasta su umbral á demandar abrigo,

Te impusieran al ver que de serviles

Insolente respondete, y zañudo:

Eres un pueblo de su bien ageno.

Vete, asqueroso y mísero mendigo.

¿Y podrás soportar, pueblo querido,

Ecsecracion! Levanta ya del suelo

Que llama el vulgo rico pueblo bajo,

Esa hasta hoy envilecida frente:

Que la befa del rico protituido

Vuelve al poder que te legara el cielo,

La recompensa sea de tu trabajo?

Y destruye de un soplo á ese insolente.

¿Y podrás soportar, que te arrebaten

Se te ha hablado del rey, del soberano;

Esos viles tu manto y tu corona,

De los poderes públicos… ¡mentira!

Y como á un vil esclavo te maltraten

Abusando de ti, corre el tirano

Pues tu ignorancia su maldad perdona?

A gozar un poder con que delira.

Hijo del pueblo soy, y si he podido

¡Cuantas veces, ¡oh pueblo! Te ha engañado

A sus palacios penetrar, mi pecho

Quien sobre de ti los males acumula!...

A lanzado mil veces un gemido

¡Cualquiera ley que no hayas tu formado,

Mi anatema al mandarles satisfecho.

Que no emane del pueblo es en sí nula.

Porque han visto hasta hoy á sus hermanos

Sé bien que te dirán esos sensatos:

Peor que al perro fiel que los divierte…

Rebeldes, miserables, atrevidos..

Por eso he maldecido á los tiranos…

Ellos tan solo son… sí, mentecatos

Siempre les profesé rencor de muerte.

Que se duermen al son de tus gemidos.

Pueblo! Pueblo! Desata tu cadena,

Esa dominación es usurpada,

Busca compensación á tus trabajos,

Y cuando un pueblo sábio la destruye,

Y á llanto eterno, sin piedad, condena

Cumple la órden de Dios mas respetada,

A los viles que insultan tus andrajos.

Y el órden y la calma restituye.

Tú dices: tengo frio!... y sonriéndose

Alza, pues, pueblo altivo, ya tu frente

Te introducen en húmedas prisiones,

Restablece tu sólio sobre el mundo;

Do del hierro el contacto percibiendo

Al confundir al déspota insolente

Tiemblas con horrorosas convulsiones.

Bendeciré tu esfuerzo sin segundo!

E. J. de los R. POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 161, 4 de noviembre 1860, pág. 3

AL EXMO. SR. GENERAL D. EPITACIO HUERTA, A SU TRANSITO POR LA VILLA DE ARISTA, DESPUES DE LA GLORIOSA CAMPAÑA DE JALISCO SONETO ¡Salud al vencedor! que en la pelea Allí el primero denodado se halla Y entre el fuego y furor de la metralla El Michoacano pabellón ondea. ¡Salud al vencedor! su espada sea La primera en los campos de batalla Y al reaccionario vil mantenga á ralla Y al bando militar temblando vea. ¡Salud oh vencedor!... la espera bruma Se aleja de los cielos mejicanos ¡Salud oh vencedor! vuela y consuma La obra grande de pueblos soberanos ¡La hermosa capital de Moctezuma No sea mas la guarida de tiranos!

F. Vaca

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LETRAS ROJAS


Número 161, 4 de noviembre 1860, pág. 3 y 4

SONETOS* A MIRAMON

A MEJIA

I

III ¡Pobre de ti, verdugo infortunado,

Noble señor del consagrado suelo

Mártir de Veracruz y de la Higuera!

Abundante en magníficos camotes,

¡Rey que su trono fabricó de cera,

Gobernador de viejas y hotentotes

Y al asentarse en él lo vió aplastado!

Que te han creido embajador del cielo:

De tu palacio espléndido lanzado,

¿Por qué permites que te infundan celo

Un porvenir tristísimo te espera:

Márquez y Miramon, siendo unos zotes?

¡Oh! Que llegue por fin tu hora postrera,

Es preciso, TOMÁS, que te alborotes;

Hora en que el pueblo quedará vengado.

Muestra tambien presidencial anhelo.

¡Y no habrá compasión! ¿tu alma villana

Con loco frenesí tu lanza empuña

Tal vez la tuvo en Tacubaya un dia,

Y haz á Márquez en Méjico la guerra,

Defensor infeliz de la sotana,

Soldado de la Cruz y de la UÑA,

Vil asesino de la patria mia?

Indio el mas bruto que la patria encierra

¡No, no hay piedad! ¡¡Abajo tu cabeza!!

¡Sí! ¡muera aquel que á Miramon traiciona,

¡Qué importan hoy el clero y la nobleza?

Y te ceñiste la imperial corona!.- V. Moreno

A MARQUEZ

Morelia, Noviembre de 1860 V. Moreno

II Sube á la silla, enérgico soldado. Donde la intriga te coloca ufana: Sube, que al fin descenderás mañana Para ser en el cieno sepultado. ¿No es verdad que te sientes animado De una rabia feroz, de rabia insana? ¡Oh! mata, roba y cantarán “hosanna” Los que el nombre de Dios han profanado. ¡Esterminio y rapiña! ¿están contentos Los obispos, los frailes, los ladrones? ¡Pues bien! que alzen soberbios monumentos En que ponga Murguía estos renglones: “Marquez tuvo por plan sangre y dinero ¡Bendita religión! ¡bendito clero!

*Debo advertir que estos Sonetos fueron escritos á fines del año anterior, en virtud de haberse asegurado que los obispos y los frailes de influencia, residentes en la capital de la República, daban á Miramon por derrotado en Jalisco, y estaban á punto de desconocerlo, sustituyéndolo en la presidencia con Márquez; lo cual no lisonjeaba las aspiraciones de Mejía, quien deseaba igualmente llamarse príncipe de la ciudad santa. V. M.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 161, 4 de noviembre 1860, pág. 4

SORPRENDENTE MILAGRO DEL ARCANGEL S. RAFAEL Muy bien sé que mis lectores,

Le dijo muy compungido:

Era el Santo de la vieja,

Al hablarles de milagros,

“Voló ya nuestra esperanza,

Era el patron de la casa,

Se van á burlar de mí

Á Márquez lo han derrotado,

Y á quien ella dirijía

Y á llamarme visionario.

No le dejaron ni cara…”

Sus ruegos y sus plegarias.

Mas con todo, no prescindo,

Ya no quiso saber mas;

Y encerrándose con él,

De publicar un portento,

Cerró la fatal ventana

Resentida, despechada,

Que en estos últimos dias

En donde había recibido

En estilo familiar

Sucedió, como verémos…

Esta nueva tan infausta.

Le habló con estas palabras:

Los repiques y los cohetes,

Se le razaron los ojos

“Oyes ingrato, el holgorio

Las músicas y las dianas,

De lágrimas que surcaban

Que tienen esos hacharos

Que la derrota de Márquez

Las descarnadas mejillas

Que ya acaban las campanas

Alegremente anunciaban,

Y nos turden con truenos?

Pues creció con la noticia

¿Sabes por qué es tango gusto

Á la sazon ocupada

Por lo menos diez pulgadas;

Mientras que yo tanto peno?

En ensartar un rosario,

Los suspiros, los sollozos,

Porque acabaron con Márquez

Mediante las antiparras.

La oprimían, la sofocaban;

Defensor del santo clero;

Al oir la bulla, corrió

Era victima la vieja

Porque asi lo permitiste

Á asomarse a una ventana,

De las mas horribles áncias,

Sin atender á mi empeño;

No haciendo caso de cuentas,

Y sin saberse que hacer

Porque no haces ningun caso

De reliquias, ni medallas.

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De su prolongada cara,

Alarmaron á una vieja

Se fue á meter á una sala,

De mis súplicas y ruegos.

Anhelosa de saber

En donde había un S. Rafael

Todos los dias te pedia

Del regocijo la causa,

De una escultura muy rara,

Con la necedad de un ciego,

Pronto salió de la duda,

De tamaño natural,

De todos los liberales

Pues un beato que pasaba

Y milagroso de fama.

El esterminio completo:

LETRAS ROJAS


Que la religión triunfara,

Pero todo se ha perdido,

O lo que es lo mismo, el clero,

Voló ya mi hermoso ensueño,

Quítate de mi presencia,

Y que las cosas volvieran

Diste el gano á los impíos

No necesito regalos,

Sobre tus humildes siervos.

Ni estoy por cumplir antojos,

Á aquellos felices tiempos,

A pesar que soy de palo.

En los que al nombrar al rey

Estoy muy agradecida

Ni enderezar jorobados.

Se quitaban el sombrero,

Por el favor que me has hecho,

Tú y las viejas de tu clase

Y en la preñez de la reina,

No lo esperaba de ti

Y tus frailes y tus beatos,

Habia toros y festejos…

Sinvergüenza, traicionero

Salgan, salgan de este mundo,

A aquellos tiempos cristianos

Cuando menos lo creia,

De la pícota y el cepo,

El baqueton fue saliendo

Que los esperan los diablos… Dijo y agarrando el guaje

De bulas, de inquisición,

Con una batea de babas:

Que al cinto traia colgado,

De tributos, de tormento:

Que bien dicen: cria uno cuervos…

Se lo quebró en la cabeza,

En los que á los padrecitos

Y tan fresco que te quedas:

Se les tenia tal respeto,

Aun yo creo que te estás riendo

Y la vieja al recibir

Haciéndolo mil pedazos…

Que aunque hicieran lo que hicieran

Después que has aprovechado

Este golpe inesperado,

Se les guardaba silencio.

Mis obsequios, gollefero

Quedó tendida en el suelo

Cuando en lugar de República

Ten presente mi cariño,

Esto se llamaba Reino,

Mis cuidados, mis desvelos

Que les sirva de escarmiento

Y que no habia ciudadanos;

Mis flores y mis funciones,

Este famoso milagro,

Mis novenas y mis rezos.

Á la viejas reaccionarias

Sino vasallos y siervos. Esto nomas te pedia,

Recuerda que te has mamado

Te hiciste sordo, está bueno…

Las comuniones que te he hecho,

En tu salud lo hallarás

Tantos ayunos y misas;

Con los diablos de modernos.

Ahora mamarás un cuerno.

Sobrecogida de espanto.

De que el mundo está plagado.

Ya que por mí no lo hiciste

No habrá (ininteligible) calzoncitos,

Lo hubieras hecho, á lo menos,

Ni camisas, ni sombreros,

Por la santa madre Iglesia

Ni te encenderé mas velas,

Que ha gastado su dinero

Y en lugar de oler sahumerio

Por los pobrecitos frailes

Olerás… (ininteligible)

Que saldrán de los conventos,

(ininteligible) ... callate vieja

Pues, según dicen, los Rojos

(De improviso gritó el santo)

Van á tumbar el chiquero.

Tu necedad me ha hecho hablar

Colima, Noviembre 8 de 1860, Filomeno Medina

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 161, 4 de diciembre 1860, pág.2, 3 y 4

Que á su gran temeridad,

AL EXMO. SR. GENERAL DON JESUS GONZALEZ ORTEGA

Se ha dado un nombre distinto Pues hablando con verdad, Mató por casualidad, Á Goliad en Terebinto. Para entonces era bueno Este milagro, y fue nada, En muy distinto terreno, Hizo el suyo Aristomeno, Fugándose de la ceada. Si milagrosos trofeos, Tuvieran los Israelitas Robando á los Amorreos, Matando á los Filisteos, Y venciendo Madianitas, Milagro con mas razón, De Belona, de Atenea, O de Júpiter Amon, Fué el triunfo de Maraton,

El Autor. ESTOS SON UNOS VERSITOS Compositores de capote y porra, Poetas de surron y de chamarra; Cuyo bestial espítu desbarra, Rebutiendo el papel de lana y borra. QUEVEDO Omnia tulit punctum, qui miscuit utile dulci, Lectorem delectando, pariterque monendo. Oracio Si la crónica no miente, Diremos que fue verdad, Que David, hombre valiente, Hincó una piedra en la frente, Del de Ramond de Galad.

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LETRAS ROJAS

De Salamina y Platea. Milagros hacen Arato. Y Genofonte en su fuga; Y si no miente el relato, Hicieron mas que Viriato, Los héroes de la Tortuga. Los Israelitas pensaban Que por milagro vencían, Que por milagro robaban, Y por milagro violaban Á todas cuantas podían. Allí un sangriento trofeo Era un milagroso ardid; Así fue lo de David, La hermana de Mardoqueo Y la valiente Judit.


No hurtarás la ley decia,

Pero los nuevos levitas

No matarás ni adulteres;

De una religión que encanta,

Mas lo contrario se hacia,

Se volvieron Simonitas,

Y cada uno mantenía,

Y venden para sus cuitas

Dos, tres ó cuatro mujeres.

Hasta la sabana santa.

Y el levita mas piadoso

Pues si San Pedro, San Lino,

Y en su litúrgia severo,

San Cleto y otros barones,

Degollaba con reposo,

Siguieron recto el camino

Y andaba mas asqueroso,

Que trazó el Autor divino,

Que el mas sucio carnicero.

Son pocas las escepciones.

Pues de este pueblo uzurero

En el imperio de Oriente

Y su jefe estrafalario,

Dió Justiniano permiso

Ha venido á nuestro clero,

De que inmuebles, esta gente,

La codicia del dinero

Adquiera, y rica se hizo;

Y su instinto sanguinario.

Se hizo también insolente.

Robo, estupro y mil maldades,

Prudente, Mercurio y Decio,

Son en concreto la historia,

Y varios Emperadores,

De un pueblo cuyas crueldades,

Prohibieron ser poseedores

Recordarán las edades,

De inmuebles; pero el desprecio

Maldiciendo su memoria.

Es la arma de estos señores.

Al fin vino Jesucrito,

Mas después Constancia Cloro

A estirpar tantos errores;

En las Galias dio permiso,

Pero ya estaba previsto,

De que adquirieran, y se hizo

Que había de quedar malquisto

El clero de un gran tesoro,

Con la ley y sus doctores.

Que el noventa y tres deshizo.

Y al Autor de la verdad,

Hubo obispos criminales

Al inocente Jesus,

Sea por ejemplo en las Galias,

Al predicar la igualdad

Y ministros cardenales

Lo pusieron con crueldad

Que tencian como feudales,

Los padres en una cruz.

El derecho de Sandalias.

Con este hecho, establecida Fue una nueva religión,

Allá de Cluni silenciosamente

Que aunque fuera combatida,

Meditabundo un fraile en su Abadia,

Quedó por fin recibida

Ambiciosa esperanza mantenía

En una inmensa estension.

De que la tiara posaría en su frente.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Léjos de equiborcarse el fraile astuto,

Y aquello otra de unigenitus;

Muy pronto fue llevando al Vaticano;

Y en fin pasaron por siempre,

Tomó las llaves con potente mano

Aquellos dichosos tiempos,

Y ecsigió de los reyes el tributo.

En que á Pepin escribía,

Con mónita y consejos calculados.

Desde el Empirio San Pedro;

Hizo pasar á su simpar Matilde

Y que Dios mas complaciente,

Por su hija espiritual, y muy humilde

Se mostraba con sus ciervos;

Le hiciera donación de sus estados.

Pues lo veían y le hablan,

Entra soberbio en la tremenda lisa,

Y hasta triscaba con ellos;

Y escomulga atrevido al gran Germano,

El diablo andaba vicible;

Y tuvo que venir el soberano

Y se aparecían los muertos;

Á implorar su perdón puesto en camisa.

Había endriagos y vestigios,

Hildebrando era este hombre, grande artífice,

Maleficios, sortilegios,

Que en álas de su orgullo levantara

Duendes, brujas y vampiros,

Á la altura la soberbia tiara,

Hechiceras y poseídos;

Como nunca pudiera otro pontífice.

Muchas ánimas en penas;

Al morir este Papa sin ejemplo,

Condenados del infierno,

Pudieron respirar cien soberanos;

Que con frecuencia venían

Y al perder á Hildebrando los cristianos,

A vernos por pasatiempo;

Se azaba un San Gregorio en cada templo.

Los santos hacían milagros…

El poder de este Papa en los anales

¡Pues, milagros estupendos!...

Se encuentra solamente de la historia;

Aquí salian los pescados,

Y apenas queda la fugaz memoria

Á oir la palabra de un lego;

De Isidoro y sus falsas decretales.

Allí platica una burra;

Y al perder el clero tan potente brazo,

Acá resucita un muerto:

Comenzó á declinar en su carrera;

Pero… por mucho que diga,

Y sus vicios infames por do quiera,

Muy corto según entiendo,

Bolando lo despeñan en su ocaso.

Me he de quedar al hablar, De milagros, y es mas cuerdo

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Y mas cuando por fortuna

Remitir á mis lectores,

De todo el cristiano pueblo

A los claustros de un convento;

Y por desgracia también,

Allí verán mirabilia,

De este farisaico clero,

Se han de quedar allí lelos,

En rídiculo se hallaban,

La andante caballería,

Desde el tiempo de los Guelfos,

Y los despóticos feudos,

Las bulas in caena domini,

Pasaron ya para siempre,

LETRAS ROJAS


Con sus fiestas y torneos;

Que de Méjico han salido

Ya no hay los juicios de Dios,

Para todo el universo;

Tampoco hay encantamientos;

Y el anhelo con que siempre,

Ni entra con capa pluvial

Visitan á los enfermos;

Una burra en ningún templo:

Se entiende cuando son ricos,

Ya todo esto causa risa,

Pues entonces es precepto

Ya pasó la edad de hierro;

La primera de las obras;

Hoy se estiman en muy poco,

Y en los últimos momentos,

Y esto solo por los nécios,

Ya los tienen facinados,

Escapularios, medidas,

Contritos y bien dispuestos

Pedazos del santo leño,

A dejar para la iglesia

Cera de Agnus y cordones,

Sus bienes ó parte de ellos;

Rosarios, medallas, rezos,

Pues menos no se libertan,

Novenas, palma vendita,

De las penas del infierno:

Y hasta los golpes de pecho;

Pero si es pobre, quimera

Y ya los huesos de santo,

Seria pensar en que un clérigo

Seguro es que se pudrieron;

Se ocupara de llevarle

Porque ya no hay quien se ocupe,

El mas pequeño consuelo;

De reliquias ni amuletos.

Estos mueren como bestias; No son del cristiano gremio;

Figúrense mis lectores,

Y para darles sepulcro,

¿Con tantos emolumentos

Tienen que llevar los deudos,

Qué déficit, no tendrán,

Los derechos parroquiales;

En su bolsillo los clérigos?

Y cuando carecen de estos,

Y no hemos hecho mención,

Es fuerza llevar al cura,

De otros muchos elementos,

Gallinas, burros ó cerdos;

Que han tenido de la iglesia,

Es preciso contentarlo,

Los cofres siempre rellenos;

Con los espolios del muerto.

Las Anatas, las reservas, El dinero de San Pedro,

Figúrate lector mio,

Las indulgencias, las bulas,

Pues de nuevo te lo ruego;

Las primicias y los diezmos;

¡Qué pudieron estas maulas

Las misas de San Gregorio,

Hacer con tanto dinero!

Procesiones, jubileos;

Si hubieran sido prudentes,

La invención del Purgatorio,

Mesurados, circunspectos,

Que les ha dado mas pesos,

El mundo entero sería,

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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00

Su patrimonio, su feudo;

Vivitas, en alma y cuerpos;

Pero afortunadamente,

Pero aunque estas acabaran,

Se hicieron tan altaneros,

Y acabaran los terceros

Viciosos y corrompidos,

Poco se habría conseguido,

Tan ambiciosos y necios,

Pues los cuartos son los buenos.

Que los pueblos despertaron

¡Los cuartos! ¡bella invención!

Del sueño en que tanto tiempo

¡Piadoso entretenimiento,

Estos insaciables zátrapas

Donde la joven mas pura,

Sumergidos los tuvieron;

Y el capellán mas… discreto,

Y dieron sobre sus bienes,

Se deleitan platicando

Porque estos eran del pueblo;

De lo temporal y eterno;

Y dieron sobre los frailes;

La niña de lo segundo,

Y dieron sobre los clérigos,

El fraile de lo primero.

Cansados de tolerar,

El inquiere y le pregunta,

Tanto orgullo y tan ecseso.

Cuanto conviene á su intento,

Se sabe ya que son hombres;

Y la niña con candor,

Que son de carne y de hueso;

Pensando solo en el cielo,

Capaces de mucho malo

Por mas que el pudor resista,

Aunque aparentan ser buenos:

Contesta á todo… lo cierto;

Y lo que era adoracion,

Porque ¡ah de aquel infeliz,

Vino á parar en respeto,

Que por mundanos respetos,

Y este respeto mas tarde

Callare en la confesión.

Vino á quedar en desprecio.

Un pecado! es muy á cuento

Ya ni los nécios se avienen,

Le platican de Pelagio

A comprar los sacramentos,

Aquel espantoso ejemplo,

Ni á pagarlos con sus hijas,

Que todo el mundo conoce,

Moneda que quieren ellos:

Si has conocido á los clérigos,

Aunque por desgracia de ellas,

Ahora dime lector mio,

En las ciudades y pueblos.

Como hombre honrado é ingenuo,

Los adonis de las niñas,

Suponiendo que este fraile

Son los frailes y los clérigos;

Es como todos un lépero;

Y las terceras personas,

¿Cómo una niña inocente

Son las beatas; que hay un cuento

Se escapa de un fariceo?

Que por complacer á un fraile,

De aquí pues se infiere claro,

Por verlo siempre contento,

Que mientras nos confesemos,

Se darían á satanáz,

Un confesionario solo

LETRAS ROJAS


Vale mas que cien terceros.

Pues de este prestigio loco

Y las vírgenes serán

Ha quedado ya muy poco,

De sus impuros deseos

Y ninguno quedará.

Las víctimas, si nosotros

Dejemos á los doctores,

No evitamos este riesgo.

Con sus sangrientas disputas,

Esto es ahora y ¿qué sería,

Traicionando á sus señores;

Cuando por total recreo,

Y olvidando

Solo tenían las familias

Dejemos al santo oficio,

Tres librotes embusteros;

Que aun puede perderse el juicio,

Como el año Josefino,

Recordando lo pasado.

De lo temporal y eterno,

Volvamos pues al presente,

Luz de verdades católicas,

Y sin alarma ni asombro,

El de gritos del infierno,

Observamos cuanto escombro,

Ulloa y arcoíris de paz,

En su inpetuosa corriente

El sandio Pascual Ranchero,

Precipita,

Tomás de Quempis y Jaen,

El siglo, que los derrumba;

El de Eleuto y Desiderio

Y forma una inmensa tumba,

San Ignacio y Martagon,

De la Iglesia y la Mesquita.

Y otros inmundos libelos,

Usos, costumbres y leyes,

Que juntos con sus autores,

Privilegios y bonetes,

Ir á la hoguera debieron?

Cerquillos, borlas, roquetes, Obispos papas y reyes

Dejemos pues un pasado,

Son llevados

En que la ignorancia suma

Por la espantosa pendiente,

Del pueblo, servia de pluma

Los que se opongan de frente

A un déspota coronado:

Serán sin duda aplastados.

Cuya ley

Sigamos pues el torrente

Era su insolente dicho;

Del siglo que en raudo vuelo

Y sellaba su capricho,

Levanta el alma hasta el cielo,

Con esta firma Yo el Rey.

Hace al hombre omnipotente,

En que un clero corrompido,

Y desdeña

Oprimiendo la conciencia,

Al fanatismo mezquino,

Tenia tal omnipotencia

Y de la dicha el camino

Como ninguno ha tenido,

A todo el mundo le enseña.

Ni tendrá:

Sayula, Octubre 25 de 1859.- R. Y. G.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Numero 163, 14 de diciembre 1860, pág. 2

AL CIUDADANO GENERAL JOSÉ LOPEZ URAGA SONETO En apoyo de un pérfido tirano Tu noble hacer desnudaste un dia, Y Santa-Anna pisó la patria mia, Para mengua del pueblo mejicano. Pero tal mancha, ilustre veterano, Lavada está con sangre, y tu osafía Al bando de la cruz hoy desafia, Para gloria del suelo michoacano. ¡Bien! ¡fuera el dolo, la traición, la intriga! Si por nosotros con lealtad peleas, Caudillo liberal, Dios te bendiga; Mas si vendernos, como vil, deseas, No estrañarás que con furor te diga; Mutilado sin fé, ¡maldito seas!

Morelia, Diciembre de 1860. V. Moreno.

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LETRAS ROJAS


TOMO II


Numero 163, 14 de diciembre 1860, pág. 2

JACULATORIAS Á S. FRANCISCO DE PAULA Al glorioso S. Francisco Se le postra aquí su oveja,

Ya no hay hombre de provecho;

Pidiéndole una pareja,

Y lo que siento del hecho

Para formar el aprisco.

Es que al fin yo no me caso

Oye el afán con que pido

Por eso aquí compungida

Que me des para marido

Con mi velita en la mano

Un hombre que sea bonazo,

Te repito, pero en vano

Mínimo de Dios querido

¡San Francisco que me paso!

¡Que me paso, que me paso! La caridad y bondad

Santo de mi corazon Mínimo por exelencia,

Son tu atributo especial

Se me acabó la paciencia

Búscame un hombre formal

Ya no es posible esperar:

Que guarde fidelidad:

No he omitido ningún paso

Esta es la dificultad

Para encontrar un marido

Que allanarás condolido

Dame pronto lo que pido,

Del fuego en que yo me abrazo,

Viejito mio ¡que me paso!

Concédeme pues, marido, Porque me paso, me paso. He de estrechar este lazo

Los nóvios están muy caros Ninguno casarse opina; Y aunque usamos crinolina

Cuanto mas pronto se pueda,

En la red no quieren caer

Y con tal que así suceda

Yo tengo votin de razo

Me conformo con un viudo;

Con un dorado tacon,

Y aunque me dé difuntazo

Llevo el vestido zancon

Todo lo doy de partido,

Y sin embargo me paso.

Mínimo de Dios querido ¿No miras que ya me paso?

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En estos tiempos tan malos

LETRAS ROJAS


Un coronel retirado,

Nuevo sol de caridad

Un médico mata sanos

Aunque sea un viejo achacoso

O escultor chambon de manos,

Inválido y aun gotoso

O aprendiz de licenciado,

Concédeme por piedad

Un músico que en el brazo

Un hábito hecho de razo

Cargando lleve el violin,

Te ofrezco y bordado de oro

Un tendero, un gachupin…

Mira Señor cuanto lloro

Cualquiera porque me paso.

Porque preveo que me paso.

Viejito del alma mia

Santo mio, Santo querido.

Por tu inserción bendita

Por tu caridad ardiente

Que no me quede solita,

Mira esta pobre que siente

No me dejes para tía

Mortal ánsia de marido

Pues si ven que no me caso

Aunque me des en traspaso

Los hombres me burlarán

Algún viejo regañon,

Mis amigos se reirán,

Lo admito sin condición

Y… Señor, Señor me paso.

¡Ay! porque veo que me paso.

No le pido buen mozo.

A los hombres bien les gusta

Elegante y con riqueza,

Enamorar por un rato,

Me avengo con la pobreza,

Pero afianzar el contrato.

Pero sola no he de estar

Se rehúsan, y no me caso.

¿O me caso ó no me caso?

Soy joven y algo bonita

Yo sola no tendré calma,

¡Y nada de matrimonio!

Por Dios, viejito del alma

Aunque sea con el demonio

Que me paso, que me paso.

Porque si nó, no me caso.

¡Mínimo de Dios querido! Condiciones no le pongo, Aunque sea uno de jorongo Lo que yo quiero es marido. Aunque me dé chirreonaso Y me ponga en un metate Y aunque duerma en un petate ¡Por Dios, Señor, que me paso.

Laus Deo

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Numero 163, 14 de diciembre 1860, pág. 2

COMPOSICION PATRIOTICA ¡Patria! ¡Patria! Palabra encantadora Que el alma y corazon fuerte conmueve,

De esos que sueñan en nobleza y rango

Y hace que el entusiasmo les subleve,

Cuando su origen pertenece al fango

Y se embriaguen de dicha seductora.

De plebe humilde, soez ó despreciable.

¿Quién es aquel de corazon de hielo,

Es la ignorancia estúpida, arrogante,

Que al escuchar tu nombre sacrosanto

De ejército cobarde y ambicioso

No humedezca sus ojos tierno llanto,

Que aliado con un clero sedicioso,

No procure tu dicha con anhelo?

Quiere él solo mandar predominante,

¿Habrá quien se sustraiga á esa ley santa

Quiere que el pueblo, cuyo sudor bebe,

Que tu amor nos grabó dentro del pecho,

Sea su esclavo obediente y degradado;

Y que no sienta en compasión deshecho

Y esquilmarle á placer él y su aliado,

Al ver el mal que fiero te quebranta?

Y enbrutecerle con astucia aleve.

¡No! que al mirar la sin igual angustia

Es ese egoísmo criminal, malvado,

Que destroza feroz tu casto seno,

Que al bien procomunal su bien prefiere;

El alma gime inconsolable, mustia;

Y procura su bien aun cuando fuere

Y hierve el pecho de amargura lleno.

Á costa del mal público logrado.

¿Porqué al Eterno engalanarte plugo

Es el desprecio estúpido, infundado,

De plata y perlas, de diamantes y oro;

Con que el rico aragan y presuntuoso

Y á tus hijos hundir en triste lloro,

Mira á todo artesano laborioso

Y sujetarlos del dolor al yugo?

Que está á útiles trabajos dedicado.

¡Blasfemia atroz! no el Dios Omnipotente

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Es el orgullo injusto, insoportable

Es ese menosprecio inexplicable

Es quien nos colma de desgracia y luto;

Con que al agricultor necios miramos;

Es la ignorancia, el fanatismo bruto,

E imbéciles jamás consideramos

De un clero avaro, rico é insolente.

De sus tareas el fruto inapreciable.

LETRAS ROJAS


Es el adulador y bajo aprecio

Es ese clero rico hasta el exeso,

Que al rico depravado prodigamos;

Y plagado de miembros poco dignos

Y perversos tal vez, siempre tratamos

Que temen la pobreza y que malignos

Al virtuoso indigente con desprecio.

Excomulgan al hombre del progreso

Es el supersticioso fanatismo

No fue la vocación del sacerdocio

Que con estériles actos practicamos,

La que al altar los trajo reverentes,

Sin meditar jamás cuanto distamos

Sino poca virtud, deseos vehementes

Del puro y verdadero cristianismo.

De vegetar en la molicie y ocio.

Creemos que es religión el que un dia entero

Por eso al infeliz crueles esplotan

Nos estemos rezando en la capilla,

Arrancando injustas obenciones

Y negamos acaso una tortilla

Para satisfacer viles pasiones

Que nos pide un valdado pordiosero.

Que allá en su corazon fogosas brotan

Nos ocupamos exclusivamente

Y por eso han jurado odio salobre

En labrar bien ó mal nuestra fortuna,

Al que arrancar pretenda de sus manos

Sin merecernos atención alguna

Los bienes que donaran los cristianos

La patria, ni el enfermo ó indigente.

Para la viuda, el huérfano ó el pobre.

¡Egoismo criminal! ¡maldito seas!

Son esos militares sin decoro,

Que encerrado en sí mismo el ciudadano,

Que, como meretrices descaradas,

Hace que las desgracias de su hermano

Trafican con su honor y sus espadas,

Con criminal indiferencia vea.

Que el clero corruptor compra con su oro.

Sin recordar jamás que el bien ageno,

Tantos vicios y crímenes han sido

Diligente buscar cual propio debe;

Los que nuestras desgracias han causado;

Y que a quien mal ageno no conmueve,

Y los que acervos han emponsoñado

Jamás podremos reputar por bueno.

De independencia el fruto apetecido.

Son esos sacerdotes complacientes

Hoy que aquí congregados celebramos

Que desoyen la voz de su conciencia,

De nuestra Libertad el natalicio,

Y prestan por temor, ciega obediencia

De la patria infeliz en beneficio

A prelados perversos, ó incipientes.

Nuestras malas pasiones depongamos.

Son algunos fanáticos groseros,

Y ante la sombra augusta de Morelos

Que, vulnerando el nombre de cristianos,

Ser virtuosos por siempre prometamos,

Cual otros sanguinarios mahometanos

Entre tanto que unidos levantamos

Se han trasformado en lobos carniceros;

De Méjico la gloria hasta los cielos.

Y tintos en la sangre de su hermano

Y por la sangre heróica que vertieron

Defienden con la espada y con la lanza

Por darnos patria nuestros Héroes caros,

La religión que prohíbe la matanza

Jurad sinceramente consagraros

Y en tierno lazo unió al genero humano.

Á hacer feliz la patria que nos dieron.

Setiembre 15 de 1860. Francisco Carrillo. POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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A LA MEMORIA DE MI AMIGO JUAN DIAZ COBARRUBIAS. Número 3, 1 de enero 1861, pág. 3

ELEGIA. Ven musa del dolor y los pesares,

Con oculta tristeza sonriendo,

El mas triste cantar de mis cantares.

Melancólicamente suspirando.

Ven, musa del dolor, llora conmigo,

Pobre ave abandonada que sintiendo

Lamentemos con voz desconsolada

Rugir la tempestad enfurecida,

La triste suerte de mi pobre amigo,

Un árbol protector buscó gimiendo.

Lamentemos su suerte inesperada

Buscó reposo al encontrarse herida

Y con esta sencilla violeta

Y no halló ni una planta hospitalaria

Adornemos su tumba abandonada.

En el grande desierto de la vida.

¡Ay! pobre amigo, su existencia inquieta

Entonces fue cuando la suerte varia

Horrible fue cual su temprana muerte,

Entre sus brazos me arrojó piadosa,

Nació para sufrir: era poéta.

Y juntó mi plegaria á su plegaria,

Aunque le dio el Señor una alma fuerte,

Y mi mano á su mano cariñosa;

¡Pobre mártir! apenas resistía

Desde entonces su historia fue la mia,

Los duros golpes de su ingrata suerte.

Me daba pena su inquietud penosa;

No tuvo de placer un solo dia,

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Aun me parece que lo estoy mirando,

Ven, porque quiero suspirar contigo

Me alegraba si alegre le veía,

Su corta vida la pasó llorando

Y lloraba también cuando lloraba

Ausencias del amor y la alegría.

La negra ingratitud de su Sofía.

LETRAS ROJAS


¡Pobre mártir! tal vez adivinaba

¡Cuando el alma se vuelve sentimiento,

Lo que la suerte despiadada y fiera,

Cuando es una armonía cada brisa

De angustia y dolor le preparaba.

Y es cada flor que nace un pensamiento,

Cuando iba comenzando su carrera,

¡Cuando al mirarnos, trémula, indecisa

La muerte vino á detener su paso,

La muger, ruborosa se levanta

Insensible á su queja lastimera.

Para ofrecernos su primer sonrisa!

Miró extinguirse su esplendor escaso,

¡Ay! morir cuando todo nos encanta;

Pobre astro solitario, en el momento

Cuando todo acaricia los sentidos,

En que estaba mas léjos del Ocaso.

Cuando todo sonríe y todo canta.

¡Ay! la muerte insensible á su tormento,

Cuando todos los goces confundidos,

Heló en sus ojos su postrer mirada,

Nos hacen conocer con voz secreta

Secó en sus lábios su postrer aliento,

Misterios de placer desconocidos…!

Tocó su frente, y al sentirla helada

¡Amigo sin ventura! su alma inquieta

El rostro se cubrió con ambas manos,

Dejó la vida sin haber gozado:

De su propio furor avergonzada.

Nació para sufrir: era poéta.

Solamente insensibles los tiranos

Venid á mi los que le habeis amado,

Gozando en el dolor de su agonía,

Repetid el cantar que el lábio entona

Su existencia apagaron inhumanos.

Venid, llevamos al sepulcro helado

¡Pobre flor solitaria, flor de un dia!

Donde á dormir el mundo le abandona,

¡Morir así cuando esperaba tanto,

Al bardo sus laureles y su lira,

Cuando vivir para gozar quería!

Al mártir de la patria su corona.

¡Cuando una vida de infinito encanto,

Y tú, patria infeliz, por quien suspira

De amor, de libertad, y de reposo

Mi pobre corazon, á quien la historia

Comenzaba á cubrirlo con su manto!

También cual mártir con respeto admira;

¡Dejar la vida, cuando el sol radioso

Bendice agradecida su alta gloria,

Con nueva pompa y magestad destella

Conserva siempre su memoria tierna…

En el cielo mas puro y mas hermoso!

¡Eterna bendición á su memoria!

¡Morir así, cuando la vida es bella,

¡¡A sus verdugos maldición eterna!!

Cuando nos dá la juventud galana Una esperanza que gozar en ella! ¡Descender al sepulcro, cuando ufana El alma, vé sus ilusiones puras; Morir, morir, en la primer mañana! ¡Cuando se hallan tan mágicas dulzuras, Hasta en las quejas que suspira el viento Al volar por las fértiles llanuras!

Leon, Noviembre de 1860. José Rosas

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 3, 1 de enero 1861, pág. 3

Escomulgado estás, -¡valla una pieza! No hay en la vida nada que me importe -No te dará mas hijos tu consorte -Ya no tendré quien me abra la cabeza. -No te sabrá ni el vino ni cerveza -No es el vino y cerveza mi resorte

Me inclinaré al coñac que es de buen porte, -¿Si te dejan? – mejor á mi pereza. -Si el sol no te calienta? -¡Adios capote El pobre sastre se verá apurado ¿Qué tomarás sin sal? –vaya camote ¿Si te ves del templo separado? -Ya no veré jamás un monigote ¡Es una suerte estar excomulgado!

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LETRAS ROJAS


Número 4, 4 de enero 1861, pág.3

El Pastelero

Huele á gaspacho ¡qué susto! Este es un hijo del Cid, Esto me sabe á Madrid Y tiene pésimo gusto.

En Méjico está la fonda

Con este bello repuesto

Que diablo! no se que pienso

Son los pasteles de avena,

Como en Méjico se usa,

¿Si le faltará jamon?

Si algún tonto se envenena

Yo sé que dirá algún blusa

Vamos, si sabe á Borbon

Será en la mesa redonda.

Si los come me indigesto.

Con un aroma de incienso

Entre puro y moderado

Su parecer adivino

Ea, no perdamos el tino

Sale un volován sabroso,

Yo le pondré al botarate

Y andemos un poco quedo

Si es á la nación costoso

Para que limpie el gasnate

Si es pastel de Muñoz Ledo

La gente está bien librada.

Una botella de vino.

Puede ser de Lazarino.

Hablando en mucha reserva

Con los avances del dia,

No perdamos el buen tino…

Sin que nadie diga basta,

Y el grito de alharma dando

¿Habrá quien le ponga pero

Se prepara buena pasta

Llamo al político bando

A estos pasteles del clero

Para un pastel de CONSERVA

A mi gran pastelería.

De Lutero y de Calvino?

Con harina de viscocho

El incauto que se mete,

Ya de rancio dá señales

De otros pasteles en mengua

Pronto se dará á Luzbel

Ni el demonio ya lo traga

En habiendo mucha lengua

Porque al tomar el pastel

Es hechura de Zuloaga

Saldrá rico, aunque mocho.

Le hallará dentro un bonete.

No es pastel, ya son tamales.

De conserva y moderato

Yo convoco á todo Estado

Aquí hay pastel de bedeles…

Es tan vieja ya la masa,

Se trata de una friolera

Pues la verdad pastelero

Que ni entre muchachos pasa

De un pastel á la estranjera

Soy chinaco y no los quiero

Y no la quiere ni el gato.

Que esté bien condimentado.

Me indigestan los pasteles.

(Del Mocho de Querétaro)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 5, 8 de enero 1861, pág.3

A la Muerte del Señor Doctor D. Miguel Silva Macias.

ELEGÍA ¿Tambien el sábio muere? ¿Tambien la triste fosa Sobre de su sepulcro desplómase fatal? ¿Tambien la parca fiera nos corta su preciosa Y su querida vida, como á cualquier mortal? ¡Fatalidad!... Que muera el déspota inhumano Que riega con la sangre el suelo donde está: Que muera, y entre horrores, el bárbaro tirano Que de la triste víctima jamás tuvo piedad. Que muera el que en la noche terrífica y oscura Alzando, parricida, fatídico puñal, Empapa, ¡vil! sus manos con sangre limpia y pura, Ahogando el alto grito de afecto paternal. Que muera el que á su patria burlando malicioso Pisa el libro sagrado y santo de la ley: Que destrozando á un pueblo que ayer lo amaba ancioso Esparce solo muerte en la infelice grey. Que muera el que insensato y con audacia loca Desconoce, ¡maldito! a Dios, á su Criador: Y al cielo desafiando, sus iras él provoca, Y muere maldiciendo, augusto al Redentor. Pero el hombre benéfico que solo emplea su ciencia En aliviar la triste y pobre humanidad, Y arranca del enfermo la bárbara dolencia, ¿Porqué la muerte fiera nos lo ha de arrebatar? ¿Por qué el hombre virtuoso que esparce sus favores Al mísero mendigo que vive en la horfandad, Y le ofrece consuelo y calma sus dolores, Se le ha de abrir la fosa terrible y sepulcral?

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LETRAS ROJAS


¿Por qué al buen ciudadano que á la ley obediente Respeta de los pueblos augustos el poder, Ha de venir la parca, audaz y velozmente A hacer que á nuestros ojos se vea desaparecer? ¿Por qué? Porque es preciso que el hombre al fin sucumba Siguiendo de Natura el órden general: Por eso derrepente sumérgese en la tumba El que fue de la ciencia ayer claro fanal. Así como al empuje del aquilón bravío Arráncase del roble la profunda raíz, Y perecen las flores de mágico atavío Que ayer bellas robustas, ornaban el pensil; Así todos al soplo de la implacable muerte Perecen al momento: la vida es muy fugaz, Y cae en el sepulcro el débil y el fuerte El magnate orgulloso y el que indigente está. Por eso cuando menos nosotros lo creíamos Bajastes á la fosa fatídica, ¡Oh Miguel! Y todos al creerte salvado, sonreíamos: ¿Pero ahora?... Ahora lloramos la muerte tan cruel… Moristes y tan joven, cuando apenas gozabas Las delicias supremas de afecto conyugal; Cuando á tus tiernos hijos con gozo acariciabas Al lado de tu esposa, de tu Maria sin par. Hoy á tus puertas gime desierta y desolada La muchedumbre triste que consolaste ayer, Y en lágrimas sinceras hoy dejan anegada La casa bendecida que tu morada fue.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Contemplan tu cadáver inerte y amarillo: Tocan tu helada mano besándola sin fin; Y miran de tus ojos el ya apagado brillo, Y pálido ya el labio que ayer vieran reir. Tus hijos tan queridos te llaman aun su padre, Y tú no les respondes con paternal amor: Y sin saber su pérdida, el seno de su madre Riegan con triste lloro: el lloro del dolor. ¡Ay! lloran y aun no saben el porvenir sombrío Que envuelto en el misterio no alcanzan á entrever. No saben si mañana por su destino impío, Por su querida madre suspirarán también. No saben si mañana llorando en la indigencia Comerán del mendígo el desabrido pan; Y solo las espinas sembrarán su existencia, Y será su destino la pena y el pesar. No saben… mas, ¡no: nunca! porque si el triste suelo Los viera doblegados por la suerte fatal; Encontrarían abrigo, y ellos tendrían consuelo En aquellos que ahora llorándote aquí están. Aquellos que tú siempre solícito curaste Dirían: este es el hijo de nuestro bienhechor: Tú a ellos la existencia preciosa conservaste, Ellos entonces todos volverían tu favor. No temas por tus hijos, no temas por tu esposa, Si tú te fuiste al cielo, tu recuerdo quedó Y la alta Providencia que es justa y bondadosa, Desde su excelso trono los verá con amor.

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LETRAS ROJAS


No temas por su suerte, pues mira que está escrito Que el que hace un beneficio espere mil y mil, Y ya que aquí en la tierra es tu nombre bendito, Tu familia querida aquí será feliz. Descansa ya tranquilo bajo la helada fosa Que la terrible parca con su guadaña abrió; Recibe allí las lágrimas de tu querida esposa, También de tus amigos la mística oración. Ella con flores riega tu última morada: Ella que tu suspiro postrero recibió: Ella que ahora suspira y llora desolada, Cediendo al duro peso de su fatal dolor. Descansa en paz que aun queda escrita tu memoria De pobre y de amigos aquí en el corazon. Y mira en tu sepulcro los lauros de la gloria, Que tu preclara ciencia y vasta conquistó. Descansa en paz y escucha el canto que en mi lira Entono tristemente henchido de emoción: La gratitud sincera aquí solo me inspira, No se dirá que ahora es torpe adulación. Sentado de tu fosa junto á la mústia orilla, Elevo mis cantares y mística oración… Quien sabe si mañana la frágil navecilla De mi existencia triste, romperá el aquilón. Quien sabe si mañana dejando el triste suelo, Ninguno de este poeta aquí se acordará… Y entonces á mi madre nadie dará un consuelo… Y solo ella mi losa con llanto regará.

Enero 5 de 1861. Mariano de Jesús Torres.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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DICERES QUE CUENTAN Y SE DICEN

Número 6, 11 de enero 1861, pág.4

Dicen que el indio Mejía

Y dicen que hay hotentote

Vino á pasar Noche-buena,

Que al mirar tal avechucho,

Pues vendría como alma en pena

Mira en él, un cucurucho

Que nunca se ve de dia.

Relleno de humo de ocote.

Dicen que el indio macuache

Y dicen que hasta hay quien crea

Con humo negro se pinta,

Al ver al indio indijesto

Si su sangre no es de tinta

Que debe ser un compuesto

Es el zumo del huisache.

De trementina y de brea.

Dice cada monigote

Y dicen los de la estola

Que en indio desventurado

Que al ver al indio adornado

Debe haber sido engendrado

Ven en el, pintíparado

Con sustancia de zapote… (prieto)

Un frasco entero de bola.

Y dicen en conclusión

Dice el bando desleal

Que el vientre donde tal hijo

Que en el indio marrullero,

Tomó asilo, fue de fijo

Contempla en él un cohetero

Una saca de carbón.

Pero nunca un general.

Y dicen hay grande empeño

Y dice un naturalista,

Para darle algo divino,

Que de Bernal á Tampico

En hacer creer que es sobrino

No se ha encontrado otro mico

De San Benito el trigueño.

Mas ágil y equilibrista.

Tomada del Mocho de Querétaro.

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LETRAS ROJAS


Número 7, 15 de enero 1861, pág.3

Grandioso es un estenso desierto americano:

Los roncos gritos oye del pájaro salvage

Magnífica su eterna profunda soledad:

Que con espanto siente venir la tempestad,

Allí clavó potente del Hacedor la mano,

Y ve á la torva fiera que busca entre el follage

La gigantesca palma y el pino secular.

La entrada de su gruta con temeroso afán.

Tal sitio es una parte del bello eden perdido:

Contempla de repente que á la mitad del dia

Allí nos anonada con su grandeza Dios;

Anticipada noche su imperio roba al sol,

Que allí su templo tiene sublime y escondido

Y a su pesar entonces vacila en osadía

Allí su faz vislumbra temblando el corazon.

Y siente que su sangre se hiela de pavor.

Cual todos los encantos que nos oculta pura

Relámpagos ardientes el aire ve cruzando:

Descubre en su retrete la púdica beldad;

Al trueno y á las fieras escucha al par rugir:

Así en las soledades descubre la natura

Y ver se le figura mil rayos arrojando,

Las gracias que en poblados oculta virginal

Entre encendidas nubes, al Dios del Sinaí.

Allí el viagero encuentra florestas ignoradas,

Empujan con estruendo los ábregos pujantes

Y oyendo sorprendidas el ruido de su pie,

El carro de la ronca soberbia tempestad,

La aparición estraña las fieras asombradas

Y arrancan sin esfuerzo los arboles gigantes

Contemplan desde lejos por la primera vez.

Y los inmensos lagos sublevan al pasar.

Encuentra allí lagunas de nadie conocidas

Y el mísero viagero pasar el tiempo siente

Azules cual los cielos, inmensas como el mar;

Mirando de la parca la torva faz ante él,

Y la figura humana retratan sorprendidas

Hasta que al fin al rayo del tibio sol poniente

Las transparentes aguas en su húmedo cristal.

El iris suspirado contempla aparecer.

De pronto vé á natura quedar en honda calma,

Rogiza ve á lo lejos la hoguera del salvage:

El viento fatigado sus álas recogió;

La luna ve encenderse cual faro salvador,

Pero á la par las hojas del pino y de la palma

Y entonces admirando lo hermoso del paisaje

Se agitan sin embargo con lánguido rumor.

Se postra de rodillas para adorar á Dios.

Juan Valle

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 7, 15 de enero 1861, pág.3

RIE Y CANTA Rie y canta, niña hermosa. Flor pomposa De la vida en el verjel; Rie y canta mientras dura El regalo y la ventura Y la paz que hallas en él. - Zorrilla

Rie y canta, muger divina. ¡Peregrina!

El eco de tu garganta. Mas me encanta

A millares

Sin pesares ni dolor.

Que el dulce y bello trinar

Nos cercan ¡ay! por do quier:

Canta, que tu acento hechiza

Del senzontle enamorado,

Y al compás de tus canciones

Como encanta y esclaviza

Que el arrullo compasado

Que olviden los corazones

El primer sueño de amor.

De la fuente al murmurar

Negros pesares de ayer.

Canta y conjura la pena

Canta, si, muger graciosa,

Goza y canta y rie sin duelo.

Que me llena

Mas hermosa

Mi consuelo!

De angustias el corazon.

Que la hurí de bello harem!

Mi delicia celestial!

Canta! que tu voz hermosa

Canta y rie que me fascina

Y de tu voz al acento

De mi vida pesarosa

Tu angélica voz divina

En alas vuele del viento

Disipa tanta aflicción.

Que me enagena también.

Tanto martirio fatal!

De la “Crisis” de Zacatecas

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Rie y canta que los pesares

LETRAS ROJAS


Número 7, 15 de enero 1861, pág. 3

DIALOGO A LA LLEGADA DEL MACABEO

M.- Veinte mil hombres riñeron

El general que dirije

En el campo de batalla

La batalla consabida

Y al escupir la metralla

Temiendo perder la vida

De sangre el suelo tiñeron.

Siente que el alma se aflije,

La bala allí de un cañon

Y en pos de resolución

Me hizo en la mano una roncha.

Con vino y coñac se emponcha

C.- ¿Qué deveras Miramon?

C.- ¿Qué deveras Miramon?

M.- Como te lo digo Concha.

M.- Como te lo digo Concha.

Los catorce mil caballos

Los chinacos desde luego

Contando los oficiales,

Cargan con tal bizarria,

Sin lastimarse los callos

Que la pobre infantería

Saltaban los matorrales,

Toma las de Villadiego.

Aquí se agrupa un monton

Volamos porque el cañon

Que hasta los árboles troncha

Hasta las cabezas troncha

C.- ¿Qué deveras Miramon?

C.- ¿Qué deveras Miramon?

M.- Como te lo digo Concha.

M.- ¡Triste verdad! ¡pobre Concha!

Redoblaban los tambores, Y se mecían las banderas, Y las pobres soldaderas Sufrían del sol los ardores. Quien del maguey al raspon Hasta la cara se enroncha, C.- ¿Qué deveras Miramon! M.- Como te lo digo Concha

Tomado del Mocho de Queretaro

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 7, 15 de enero 1861, pág. 3

UN RECUERDO Á LA MUERTE DE LA SIMPÁTICA NIÑA, ROSARITO D. L. T. LL. ODA. ¡Fúnebre opacidad vela la lumbre Del sol, que triste baja al occidente! La noche se levanta hácia la cumbre;

Que cubierto de crímenes fieros,

Y eclipsa el Sol! En estupor profundo la natura

Vibra el puñal? Eran en otro tiempo mis delicias

Pesada rueda en sus eternos ejes;

Estrecharla en mis brazos con ternura

Y la copa tremenda mi alma apura

Y recibir en pago sus caricias

Del cruel dolor! Pálida luz de esperanza brilla,…

Y blando amor. Hoy solo siento en lo interior del alma

Se apaga y reaparece entre la sombra!

Horrible angustia al recordar sus días,

La mano del consuelo en mi mejilla

Consigo se llevó la dulce calma

Pasa velóz…! ¡Acabose! ¡Espiró!!! ¡Su alma inocente

Del corazon. Desfallecida en el mortuorio lecho

Voló, gloriosa de su Dios al seno!

Ni un ay! sonaba en sus combulsos lábios;

Ya velada de luz indeficiente

Y desahogaba su sensible pecho

La miro allí! Sobre diáfana nube arrodillada

Con suspirar! Larga vigilia precedió á su sueño

A los piés del Eterno el himno entona;

Pesada calma á su postrer instante,

Del esplendor del cielo está rodeada

Vió del Arcángel de la muerte el sueño

Y eterna fáz. Huyó para siempre de la tierra,

Sin vacilar… Jamás se borrará del alma mia

Anegados dejándonos en llanto;

La escena funeral del aposento,

De la mansión del luto y de la guerra

Donde en silencio exánime yácia

Atroz y cruel! Como la flor que reventó á la aurora,

La ultima vez! Cuando oprimí sus manos con las mias,

Fue su existencia ó como la blanca bruma

Le dí el último adiós bañado en llanto

Que deshace la zaña bramadora

Y en medio de sus crueles agonias

Del huracán!

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¿Porqué mas bien su destructor acero No descargó la muerte en el malvado,

LETRAS ROJAS

Ay! la estreché!


Sus ojos que emponzoñaba negro velo

Tu tierna hermana con afán suspira,

Pesados con el sueño de la muerte

Te busca y llora, y sin cesar te llama:

Una mirada lánguida de duelo

Yo en mi dolor el canto de mi lira

Me dirigieron…

Dedico á ti!

¡Cuan otra estabas en mejores días,

Al través de ese cielo tachonado

Cuando tu corazon lleno de vida,

Tu espíritu brillar miro glorioso:

Apasible y contenta sonreías

Allí en el seno del reposo increado

Con tu familia!...

Te veo feliz!

Aun las dulces canciones que entonaba

Ruégale por nosotros al Eterno

Ondulan sin cesar en mis oídos

Ponga término al plazo de tu ausencia

Y un rostro modesto que adoraba

U nos conceda el gozo sempiterno

Veo en mi delirio.

Que á ti te dio!

¡Oh Rosario, Rosario!!! aun veo tu sombra

Mientras yo aquí en tu tumba solitaria

Silenciosa girar en mi contorno

Juntaré á tus angélicas canciones

Ven, que tu faz al corazon no asombra

De mi lira las tristes vibraciones,

Que te vea yó!

Y mi oración!

Por que tan pronto huiste de este mundo Dejando á tu familia desolada, Abandonada á su dolor profundo, A otra región? Mas tu eras ángel que por breves días Bajaba á consolarnos á la tierra, Y que volverte, sí, pronto debías A tu mansión! Tú eras; ay! de tus padres el consuelo, Tímida cual la tórtola inocente; De las caras amigas el modelo De la humanidad!

P.G.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 10, 25 de enero 1861, pág. 3

EL TRIUNFO DEL PUEBLO Á LOS DEMÓCRATAS CIUDADANOS BENITO JUAREZ Y JESUS G. ORTEGA

Grande es el pueblo á su fiat miramos Que los tronos de Europa se estremecen, Sus postreros gemidos ya escuchamos, Y con asombro y gozo contemplamos Que los reyes, de miedo palidecen. En humo se convierte su decoro; Se tornan sus alcázares en ruinas, En polvo se convierte su tesoro, Su pueblo en rey, y sus coronas de oro En coronas de rígidas espinas. A Garibaldi contemplad triunfante De Italia con el lábaro en la mano, Ved al mónstruo de Roma vasilante, Garibaldi da un paso hácia delante Y cien pasos atrás dan los tiranos. Silenciosa Polonia, mas sombría, El arma busca que salvarla debe; Ya de Bruto el puñal con alegría Venecia afila, y la dormida Hungría, Como queriendo despertar, se mueve. Mirad al pueblo de la patria nuestra Tornar sus instrumentos de labranza Heróico en armas, con robusta diestra: Ya las empuña de corage en muestra: Y ¡adelante! le grita á la esperanza. En vano el monstruo que se llama clero Azuza el sanguinario fanatismo; Porque valiente el pueblo y altanero Al monstruo audaz y fanatismo fiero Pone bajo sus pies, con heroísmo.

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LETRAS ROJAS


Se lamenta vencido el monstruo insano;

Severo Dios á Miramon volvióse,

El pueblo desdeñoso le abandona

Y horrorizado de sus manchas feas,

Al mirarlo lamiéndole la mano,

Tanto su hechura al ver avergonzóse,

Y presto el monstruo con rencor tirano

Que de haberlo creado arrepintióse,

Destroza el corazon que lo perdona.

Y le dijo: “Caín maldito seas”.

La justicia y la paz tristes se ahuyentan:

Tuvo el culpable desde aquel instante

Del sacerdote y del soldado ultrage

En frente á su conciencia noche y dia,

Los torpes vicios con descaro ostentan,

Y no daba ni un paso hácia adelante,

Y en el confesionario al par se sientan

Sin volverse alarmado y vacilante

La impura seducción y el espionaje.

A ver si alguna sombra le seguía.

Tiembla el esposo de su propia sombra;

El agua pura de la sacra fuente

Lo persigue el esbirro hasta su lecho;

A su hijo al bautizar, la fama cuenta,

A la matanza, religión se nombra,

Que vio tornarse en sangre de repente,

Y el ciudadano, al despertar, se asombra

Dicen que siempre que besó su frente

Encontrándose aún bajo su techo.

Su labio allí dejó huella sangrienta.

La infatigable proscripción no cesa

Dicen que veinte veces de su lecho,

De arrojar hombres libres de sus lares;

Huyendo de algún sueño se arrojaba

La señal que la sangre deja impresa,

Palpitante la cien, turbado el pecho;

La borra luego el sacerdote apriesa

Y la espada con miedo y con despecho

Con el óleo robado á los altares.

Sin saber contra quien desenvainaba.

En los que inermes en la lid cayeron,

Dicen que lleno de terror veia

La cobarde opresión su garra ensaya,

De huesos y de cruces su camino,

¡Ay, cuantos inocentes perecieron!

Y siempre en medio de la alegre orgía

Que nos grieten mentís, si no lo vieron

Sus labios al tocar, se convertía

Colima, Veracruz y Tacubaya.

En sangre hirviente, el espumoso vino.

La cárcel no se cierra, y entre tanto

Pero Márquez y Velez lo azuzaban

La gavilla oficial cínica dice:

Cual cazador á su indeciso perro,

“Os proteje la sombra de mi manto”,

Y todos juntos con furor mataban,

Y de Dios y los hombres con espanto

Hasta que ya en la sangre resbalaban,

El arzobispo á Miramon bendice.

Y se mellaba de matar su hierro.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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A veces engañaba la victoria

De amarga esclavitud hasta las heces

Dejó que le robaran sus laureles,

Su patria estaba el cáliz apurando,

Pero la espalda le volvió la gloria,

Y él reparó con triunfos sus reveses,

Y en letras rojas escribió la historia:

El supo en cada lid vencer dos veces,

“Mucho mas que valientes son crueles”.

Después de haber vencido, perdonando”.

Al fin, de tantos crímenes cansado,

Honor al héroe! bajo el pié humillada

Hizo una seña Dios, y al punto Ortega

De un opresor la libertad estuvo,

Sintióse pueblo, y se sintió inspirado,

Mas de Ortega la voz, tronó inspirada.

Y á luchar y á vencer se lanza osado

Y cayó la opresión anonadada,

Pues con él siempre la victoria llega.

Y se paró la libertad y anduvo.

Los motinistas, á su causa infieles

Gloria al Señor! porque á los pueblos cuida,

Huyen abandonando sus pendones,

Y caigamos de hinojos al instante

Y sus armas, y carros y laureles,

Con calma cariñosa y conmovida,

En vano fueron, sin cesar, crueles;

Pues por Dios de la mano conducida

No se matan ideas con los cañones.

Pasando va la libertad triunfante.

El asesino Márquez, la pantera

Vence el pueblo do quier: rueda al abismo

Que con sangre de mártires se embriaga,

Donde debe gemir sin esperanza

Cual del apocalípsis la ramera,

El nuevo Lucifer del fanatismo:

Huye velóz cual perseguida fiera,

Presto nadie sabrá qué es despotismo

Mas nunca el pueblo sin herir amaga.

Ya victorioso el porvenir avanza.

Grande Juárez, salud! tú generoso

Y solo de los tiempos ya pasados

La gran revolución intacta y bella

Quedarán al triunfar las santas leyes

Has conducido á un término glorioso,

De los severos pueblos irritados,

Como al lecho conduce de su esposo,

Cenizas de los tronos incendiados,

Pura, su padre á la gentil doncella.

Y harapos de los mantos de los reyes.

Al grande Ortega honor! de quien la gloria Es la sombra do quier; honor al hombre Que por esclava tiene á la victoria! Loor á aquel de quien dirá la historia “Al porvenir que adorará su nombre

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LETRAS ROJAS

Guanajuato 28 de Diciembre de 1860. Juan Valle (El Siglo XIX)


Número 13, 5 de febrero 1861, pág. 3 Y 4

¿Por qué le robaste al mundo

¿Y cuando oculta en el coro

Esa angélica hermosura,

Clamaba tu voz al cielo,

Tus gracias y tu ternura

Pidiéndole á Dios consuelo,

Tu dignidad de muger?

Y fuerza para sufrir.

¿Creíste, ¡pobre insensata!

Tu corazon palpitar

Servir en el claustro al cielo,

Bajo tu manto de armiño

Con el amargo desvelo

No sentiste, al ver un niño

De un continuo padecer?

Con su fáz de querubin?

¿Burlar la naturaleza

¿Comprendiste lo que era

Venciendo sus afecciones,

Ser madre, madre querida,

Y matar las sensaciones

Nacer á una nueva vida

De tu sexo encantador?

Con el fruto del amor?...

¡Te engañaste!... ni el cilicio,

¿Alguna vez sorprendiste

Ni la dura penitencia,

Una sonrisa ó mirada

Tranquilizan la conciencia

Llena de amor, impregnada

Ni ocultan el torcedor.

De su aroma seductor?

En vano tu lindo rostro

¡Ay!... tal vez al volver al claustro

Humillaste al pavimento,

Sepulcro de tu hermosura,

En vano clamó tu acento

Con lágrimas de ternura

Pidiéndole á Dios quietud.

Maldecías tu profesión;

En vano con la oración

Y ansiabas por el momento

Quisiste olvidar el mundo,

En que la muerte homicida,

Que en tu retiro profundo

De tu existencia perdida

Te hablaba tu juventud.

Terminara tu baldon.

Y los recuerdos queridos

La sociedad es mas justa

De una época de ilusiones,

Que los frailes mentecatos,

Un tropel de sensaciones

Que esos votos insensatos

Te traían al corazon.

Te obligaron á ofrecer.

Si desecharlos querías,

Rotos, sin valor están:

Era tu esperanza vana,

¡Eres libre, libre ya!

Que con mas fuerza mañana

Y la libertad te da,

Volvian á tu derredor.

Tu dignidad de muger.

Real de Monte, Enero 10 de 1861. I. L. S. (Del Monitor) POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 13, 5 de febrero 1861, pág. 4

AL ILUSTRE CORONEL CALDERON, MUERTO EN LA JORNADA DEL 11 DE MARZO DE 1858. ¡Paz en la tumba! ¡venerable sombra! En estos campos do tu acero un dia

Árbol de libertad; bendita sea!

A la lumbre del sol resplandecía,

Perdonemos las horas al quebranto,

Hoy el soldado con dolor te nombra.

¡Es la gloria, la muerte en la pelea!

Aquí recuerda de tu triste historia

Si puedes estender sobre la tierra

Hoy la enlutada pájina postrera,

Una mirada á tus amigos fieles,

Mira en tu tumba el rayo de la gloria

En su frente contempla los laureles

Y eleva al cielo su oración sincera.

Que la fortuna les prestó en la guerra.

Los árboles aquí que el aire ondea

Su ardiente brio ni el infortunio doma,

Si los agita el huracán violento,

No pudo resistir el choque duro

Al cielo vuelven tu soberbio acento

Guadalajara con su fuerte muro,

Que tronaba zañudo en la pelea.

Zapotlanejo en su pendiente loma.

Tú animabas las huestes populares

Allí les ví llegar! el sol lucia

Que conducías ardiente á la batalla,

En el valle estendido y la montaña,

De la patria ofreciendo en los alteres

Y el brillo de las armas encendia

La sangre que regaba la metralla.

Con ese mate que la vista engaña.

Aun en los montes el cañon retumba

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Ya fecundo su sangre el sacrosanto

Porque ese sol que en las montañas arde,

De esterminio y de muerte mensagero…

Ha alumbrado también nuestros dolores:

Quebrantóse la espada del guerrero

Pero entonces las brisas de la tarde

Y abrió la gloria ante sus piés la tumba.

Sacudían las banderas tricolores.

LETRAS ROJAS


Se escuchaba el ardiente clamoreo

Cual bandada de tórtolas que hiere

Con que á la diosa Libertad llamaba,

Vago sonido de arcabaz lejano,

Y en sus ecos de gloria se encontraba

Huyeron los cobardes, solo muere

De morir ó vencer; hondo deseo.

Quien tiene corazon de mejicano.

¡La muerte ó la victoria! dulce emblema

Ese laurel que se arrancó á la fama

Que el acerado corazon recrea,

Te pertenece á ti, y á tu memoria;

Que lanza á los cobardes anatema,

Dividir con los muertos nuestra gloria,

Y que al hombre en el mundo enseñorea…

Deber y gratitud nos lo reclama.

¡Tronó el cañon! y el enemigo fiero

Que del martirio el inmortal camino

Vió del soldado levantar su frente,

Las víctimas mostrais, sea en buena hora!

Y su pecho poner como valiente,

De santa libertad luce la aurora,

Y decidido á levantar su acero.

El castigo se acerca al asesino.

Y crujieron también nuestros cañones

¡Sombra de Calderon! ¡paz en la fosa!

Retumbando en el monto y la llanura

Si te ha inquietado el porvenir, en calma

Como atruenan los recios aquilones

Duerme en la tumba, coronel reposa,

Sobre los mares en la noche oscura.

Como en el seno del Señor tu alma.

Cayó el coloso cual gigante nube

Recibe del soldado siempre puro

Que en el desierto el huracán levanta,

Dulce recuerdo de piedad sincera,

Y la atmósfera enluta y nos espanta,

Y ruégale al Señor que la bandera

¡Para humillarse hasta los cielos sube.

La clavemos de Méjico en el muro.

Juan A. Mateos (De “La Verdad”)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 13, 5 de febrero 1861, pág. 4

¡Salve, tierra feliz, joya preciosa, Del manto de la reina de Occidente! Natura te ha adornado complaciente Como la madre á la hija de su amor. Hermoso es ver tu transparente cielo, Como el zafiro azul, como él brillante; Y tu dorado sol que fecundante En ti virtiendo va luz y calor. Y ver tus nubes que el ardor templando De tu sol van, cual de los ojos bellos De enamorada vírgen los destellos, Con su velo el pudor templando va. Es grato ver tus fértiles llanuras, Surcadas por tus ríos caudalosos, Y tus serenos lagos majestuosos Donde tu cielo retratado está. Cuánto complace ver tus grandes bosques, Donde á porfía suben hasta el cielo Arboles mil, que de ti fértil suelo Por su fruto sabroso orgullo son. Allí el manzano de doradas pomas Crece gentil junto á la palma bella, El limonero, el coco, allí descuella Formando majestuoso pabellón.

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LETRAS ROJAS


Tus bosques de naranjos, ajitados

Guerreros mil has producido, que hacen

Por el viento, su aroma delicioso

Al tirano temblar lleno de espanto,

Esparcen, un murmullo melodioso

Y de la patria calman el quebranto

Exhalando sus copas al mecer.

Mostrándola un dichoso porvenir.

Variadas flores de esquisito aroma

Y cuando ruge el huracán furioso

Y brillantes colores, á la influencia

De la persecución, al desterrado

De tu clima con grata complacencia

Un asilo le ofreces sosegado

En tus llanuras míranse crecer.

Donde mire la dicha sonreir.

Canoras aves de pintada pluma

Prosigue ¡oh Michoacan! dando á la patria

Tus bosques pueblan: lindas mariposas

Héroes que la corona refulgente

En el cáliz fragante de las rosas

De la victoria ciñan á su frente,

Liban contentas perfumada miel.

Dándola al fin la suspirada paz.

Jamás empaña tu brillante cielo

Sigue ofreciendo la infeliz proscrito

Exhalación impura, ni furioso

Asilo donde goze horas serenas,

Roba las galas de tu suelo hermoso

Sigue aliviando sus terribles penas

Con su helado contacto invierno cruel.

Y enjuga el llanto de su triste faz.

Mirando Dios tanta hermosura, quiso

En recompensa haga el Creador que nunca

Que á tu felicidad nada faltara,

El invierno visite tus praderas,

E hizo que en ti su habitación fijara

Que nunca tus naranjos y palmeras

Para siempre la sacra LIBERTAD.

Su dulce fruto dejen de ofrecer:

A su contacto produjiste al héroe

Que siempre mire el labrador cubiertos

Que es el honor del suelo mejicano,

De doradas espigas sus sembrados,

Al ilustre Morelos, del hispano

Y que jamás tus hijos humillados

Terror por su denuedo y su lealtad.

Por déspota feroz llegues á ver.

Morelia, 3 de Noviembre de 1860. Josefa Aguilar (De el Libre Exámen)

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 15, 12 de febrero 1861, pág. 3

A la Memoria del Malogrado Poeta Jalisciense Epitacio José de los Rios Muerto en el Mar. Era una flor que marchitó en estío, Era una fuente que agotó el verano; Ya no se siente su murmullo vano Ya está quemado el tallo de la flor.

Y circunda su frente pensadora

Todavía su aroma se percibe

Fresca corona de sin par laurel.

Y ese verde color de la llanura,

Piensa en la gloria que idolatra ardiente

Ese manto de yerba y de frescura

Y en la que tiene deliciosa fé,

Hijos son del arroyo creador.

Y en su entusiasmo y su valor no siente

Zorrilla á la memoria de Lara. Sobre las olas del hirviente océano

A las olas rodar bajo su pié. Piensa en el nuevo suelo que le espera

Un lijero bajel volando vá,

De inmensas pompas y de eterno Abril,

Arrebatado por el viento insano,

Y sueña con su suerte lisonjera,

Que lo empuja y lo lleva mas allá.

Y se aduerme en su mágico pensil…

En esa frágil, angustiosa tabla

¡Poeta del corazon! Deten el paso

Camina un poeta de la dicha en pos,

De ese tu barco, rápido y fugaz,

Y se deleita y á sus solas habla

Que es nuestra vida quebradizo vaso

Con el poder, la inmensidad de Dios.

Que destroza la suerte pertinaz.

Pensamientos hermosos su cabeza

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Su alma noble conserva y atesora El mas rico y espléndido joyel,

Triste se eleva la redonda luna

Encanta con su mágica ilusion,

Y su pálida luz deja brillar,

Y la sublimidad y la belleza

Parece que le espanta tu fortuna

Brotan de su entusiasta corazon.

Y temblando se mira bajo el mar.

LETRAS ROJAS


La densa niebla con su manto cubre

Tu hermosa inteligencia ya no brilla

De la aurora el magnรญfico arrebol,

Al esplendor de mรกgica ilusion,

Y lento y pesaroso se descubre

Una lรกgrima vรก por tu mejilla

En lontonanza el moribundo sol.

Calcinando tu noble corazon.

Gimen las aves con pesar inmenso

Doliente miro tus terribles penas

Al saludar la aurora matinal,

Y tu cansancio y trabajoso afรกn,

Gimen las ondas con pesar intenso

Y corre destructora por tus venas

En su lecho sublime de cristal.

La lava devorante de un volcรกn.

ยกPoeta del corazon! oye el contento

Es la fiebre tremenda, asoladora

Que el mar terrible repitiendo estรก.

Que en ti derrama calcinante hiel,

ยกPoeta del corazon! abra tu acento

Y posa en tu cabeza pensadora

Al trono esplendoroso de Jeovรก.

Y le consume y le devora cruel.

ยกPoeta del corazon! oye armoniosa

Tanto esplendor y tan brillantes galas

Mรกgica voz de sin igual dulzor,

La muerte con su soplo disipรณ,

De tu adorada, de tu leal esposa,

Y ese cisne infeliz de blancas alas

De los hijos queridos de tu amor.

Sobre las olas de la mar cayรณ.

Ellos te esperan en la playa ardiente

Las acuรกticas aves solitarias

Con su sonrisa pura, angelical,

Sus funerales vienen รก cantar,

Y no miran escrito sรณ tu frente

Son antorchas de duelo funerarias

La inmensa pena de tu inmenso mal.

Esos astros que brillan รก la par, Las olas dan sus lรกnguidas plegarias Y tumba de cristal le presta el mar.

Chilchota, Diciembre 6 de 1860. F. Vaca (De La Luz de la Libertad)

POESร A LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 15, 12 de febrero 1861, pág. 3

SONETO Belleza y gracia, angelical dulzura, Mirar facinador, de riza lleno El labio de carmin, turgente el seno Donde de amor refleja la hermosura. Tal es la que del hombre en la amargura Por compañera concedióle el cielo, La que con suave voz vierte el consuelo En su pecho y le exita á la ternura. Mas huid de su mirada seductora; No probeis de sus labios el dulzor Que inflama el corazon y le devora. Que al disfrutar tan esquisita flor Clavada sobre el alma, punzadora Deja la aguda espina del dolor

P.G.

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LETRAS ROJAS


Número 18, 21 de febrero 1861, pág. 3

Era una tarde del ardiente Mayo:

Son tus ojos

Próximo el sol á hundirse en occidente,

Seductores,

Iluminaba con su tibio rayo

Brilladores

El monte, el llano, la tranquila fuente. A la entrada de un bosque delicioso

Como el sol… ¡Quémame con los destellos

Sentada sobre el musgo se miraba

Ardientes que brotan ellos,

Una niña de rostro muy hermoso,

Mi adorado trovador!

Que esta canción dulcísima entonaba. CANCION

Y á los sones

Eres, Fabio

De tu lira

Mas hermoso

Que suspira

Que el gracioso

Con dolor,

Ruiseñor:

En tus brazos delirando,

Y es mas dulce tu sonrisa

Me quiero estar arrullando…

Que la miel que se desliza

¡Dulcísimo trovador!...

De la campesina flor. La canción terminó… luego se oyeron Si mil mundos

Los acentos divinos de una lira,

Yo tuviera,

Que á la niña bellísima dijeron

Te los diera

Lo que al amor la soledad inspira.

Sin dolor;

En seguida en el bosque se internaron

Y de ellos el rey serias,

La niña y el amante trovador…

Y á tus plantas me verias

Y después…? solamente se escucharon

Tu esclava llena de amor.

Los sollozos del sueño del amor.

Codallos, Febrero 3 de 1861. Vrrael Amazon

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 30, 9 de abril 1861, pág.3

A LA MEMORIA DEL ILUSTRE C. MIGUEL L. DE TEJADA La patria te consagra, ilustre Lerdo, El tributo debido á tu civismo. Alégrese en tu muerte el fanatismo Y te honre de los libres el recuerdo. Porque nunca la gloria pisotea La turba de malvados, insensata, Ni al pensamiento volador lo mata, Ni ha conseguido sofocar la idea. Y tú fuiste la idea y el pensamiento De la reforma del poder social. Por eso en homenage, un sentimiento De gratitud, te rinde el liberal: Lágrimas en tu féretro derrama, Y en tu sepulcro flores de retama.

Manuel G. Lama

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LETRAS ROJAS


Número 36, 7 de mayo 1861, pág. 4

Nosotros, entre tanto, pregonarémos con la copla siguiente, la resurrección del periódico episcopal.

¡Católicos, atención! Vuelve al mundo el pajarraco, Fiel discípulo de Caco, Mengua de la religión. Siendo su Dios Miramon, Sus santos Márquez y Cobos, Únicamente los bobos Pueden creer buen cristiano Al que predica, villano, Asesinatos y robos.

V. Moreno

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 36, 7 de mayo 1861, pág. 4

SONETO ¡Salve, país del lujo y la riqueza, Donde reina el placer y abunda el oro! ¡Del Nuevo-Mundo espléndido tesoro! ¡Dechado de primor y de grandeza! Por conocer tu singular belleza, De Morelia partí, virtiendo lloro; Y hoy, linda tierra, que en tu seno moro, Dicha es mi afán, deleite mi tristeza. Tiéndeme, pues, tu generosa mano, Ciudad amada, cuya limpia historia Sirve de prez al pueblo mejicano; Y agradecido cantaré tu gloria, Para que vuele por el mundo, ufano, Mi nombre unido á tu inmortal memoria.

Guanajuato, Enero de 1861. V. Moreno

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LETRAS ROJAS


Número 38, 17 de mayo 1861, pág.3

A LA MEMORIA DEL CIUDADANO IGNACIO HERRERA Y CAIRO, ILUSTRE MÁRTIR DE LA LIBERTAD MEJICANA.

SONETO En hora infausta profanó atrevido Un verdugo feroz tu hogar sagrado, Y fuiste sin piedad sacrificado, De Jalisco patriota esclarecido. El pueblo entonces, de dolor transido, Á Casanova señaló indignado, Y –caiga- dijo sobre aquel malvado El castigo que tiene merecido. Al criminal, por fin, hoy se asegura: ¿Va á ser tu sangre por la ley vengada? Sí; mas ¡callad! que un hombre sin cordura, Dejando á la justicia desarmada, ¡YO TE ABSUELVO! –pronuncia con ternuraQUE LA SANGRE DE HERRERA VALE NADA.

Morelia, Abril de 1861. V. Moreno

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 39, 21 de mayo 1861, pág.4

Muchos hay que caridad Y abnegación nos predican; Mas, responde con verdad,

Á TIRSO R. DE CÓRDOVA

¿Ellos el precepto aplican? Sin duda que no, ni es justo: Hemos venido á la tierra Porque encierra Placeres, amor y gusto; Y esto falta si primero No está el dinero.

TIRSO, el dinero es iman De un encanto sin segundo, Y por él ¡maldito afán! Revuelto anda todo el mundo. Caprichos del siglo son: Quien de oro y plata carece Bien merece Morir en la inquisición; Que nadie cristiano entero Es sin dinero. ¿Hay móvil mas seductor Que el móvil de que te hablo? Yo (perdóneme el Señor) Juzgo que inventólo el diablo. De la discordia la téa Con él incendió villano, Y hoy, ufano, Mirando está que pelea Hasta el venerable clero Por el dinero.

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LETRAS ROJAS

¡Oh! quién pudiera volver A los tiempos patriarcales, Que pobre actualmente ser, Es ser manantial de males. Solo hay virtud en el rico, Gracia, talento y nobleza: La pobreza Hace del hombre un borrico; Y así, con razón yo quiero Tener dinero. El juicio que estampo aquí Acaso hallarás errado; Mas, si esto escuchas de mí, ¿Qué noches habré pasado? Una ocasión, caro amigo, Ofrecí á una bella mi alma Y con calma La bella esclamó: “¡mendigo! En lugar de amor sincero, Busco dinero”.


Fui periodista una vez

Por último, yo soñé

Y hablar alto me propuse;

Con la fama, con la gloria,

Mas, con todo y mi altivez,

É inmortalizar pensé

En ridículo me puse;

Con mis versos mi memoria.

Porque censuré al gobierno Y aquel dijo: “¡qué capricho!

Pero ilusion tan completa Desvaneció el desengaño,

Ese vicho

Y hoy no estraño

Será un charlatan eterno”.

Que llamen grande poeta

¿Quién escritor verdadero

Á aquel que, siendo coplero,

Fue sin dinero? Como todos claro ven

Tiene dinero. Esto supuesto, ¿qué hacer

Que está mi fortuna escasa,

Para de pobre salir?

En todo hallo desden,

¿Como el presente ha de ser,

Nadie visita mi casa.

Dulce amigo, el porvenir?

Y obran con sumo cuidado Los que obran de tal manera,

Tal duda me mata impía; Mas, si algo con fé se alcanza,

Pues pudiera,

La esperanza

De mi indigencia llevado,

Me hará esclamar noche y dia:

Decir á algún caballero:

Dáme, oh Rey del mundo entero,

“Dádme dinero”.

¡¡¡MUCHO DINERO!!!

Tengo una pobre mujer Que vive de mil deseos, Y nunca se deja ver En tertulias ni paseos; Porque ha oído de mi boca Que una mujer sin herencia (¡Qué sentencia!) Es mujer inculta y loca, Y es querubín hechicero Con el dinero.

V. Moreno

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 44, 7 de junio 1861, pág. 2

Las Flores de Calderon A mis Amigos D. Antonio Cíntora y D. Antonio Ponce

Siendo yo niño inocente,

Pues nunca podréis negarme

Mucho celebrar oía

Lo que vuestros ojos miran,

Las flores de Alejandría,

El patriotismo que inspiran

Las rosas de Jericó;

Las flores de Calderon…

Pero al dejar en CODALLOS

Ay (!!..) Dichosos de vosotros,

Entre borrascas mis huellas,

Cuya alma ardiente recrea

Me han parecido mas bellas

La traviesa Galatea

Las flores de Calderon.

Del Mantuano ruiseñor;

¿Os acordais, mis amigos?

Y la que es… dulce refugio

En medio á las convulsiones

Para un corazon opreso,

De políticas pasiones,

Que anda en pós del grato beso

Gemía nuestro corazon…

Primero que dá el amor…

¿Y cómo dábamos tregua

¡Adios!.. Seguid, mis amigos,

A nuestro amargo quebranto?

De una luz pura á los rayos,

Yendo á contemplar un tanto

En el vergel de CODALLOS

Las flores de Calderon.

Gozando tanta ilusion.

¿Ni adónde fuera el patriota

Y mientras yo apuro triste

En sus horas tempestuosas,

De mi vida la amargura,

Sino á adorar á las diosas

Que os dén amor y fe pura

De la alma Federacion?

Las flores de Calderon.

R. Álvarez

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LETRAS ROJAS


Número 49, 25 de junio 1861, pág. 4

COMPOSICION

III Cual Jesucristo, predicó en la tierra

LEÍDA POR SU AUTOR EN LAS HORAS FÚNEBRES QUE EL COLEGIO DE S. NICOLÁS DE HIDALGO, DE MORELIA, CELEBRÓ Á LA MEMORIA DEL INMORTAL CIUDADANO MELCHOR OCAMPO, LA NOCHE DEL 9 DE JUNIO DE 1861.

La virtud, la igualdad, la tolerancia;

I

IV

Cual Jesucristo, soportó la guerra Del vicio, la ambicion y la ignorancia. Hoy una tumba al redentor encierra: Entre OCAMPO y el mundo hay gran distancia; Mas las nobles ideas del patricio No espiraron con él en el suplicio.

Ellas ecsisten, de verdad radiantes,

La mas honda tristeza retratada En todos los semblantes aquí veo:

Como su autor las concibiera un dia;

La realidad dejó despedazada

Quedan aquí para marchar triunfantes

La mágica ilusion de mi deseo.

Y difundirse por la patria mia.

Traigo el alma de pena emponzoñada,

¡Oidme bien, jesuitas vergonzantes,

Lo que mirando estoy apenas creo;

Revestidos de torpe hipocresía!

Y ántes que al peso del dolor espire,

Pudo el hombre morir en el tormento;

Quiero decir lo que el dolor me inspire.

Pero ¿cómo mataís su pensamiento?

II

V ¿Quién me contara ayer ¡mísero vate

Para llorar al héroe, falta llanto,

Que á OCAMPO celebré, de orgullo henchido!

Para ecsecrar á su asesino, falta

Que al fin OCAMPO, en desigual combate

Un nuevo idioma de terror y espanto.

De sucumbir debía, escarnecido?

Mi enardecido espíritu se ecsalta;

Ya su esforzado corazon no late:

Y á la vista teniendo crímen tanto,

Cesó de respirar; y el ancho suelo

En que la furia clerical resalta,

Por él se cubre de profundo duelo.

Ya no vacilo en renegar del clero Que imprimió en su pendon: “sangre y dinero”.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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VI

IX “Sangre y dinero”, resonó en el templo,

¡Ocampo, el tres de Junio, el alto clero!

“Dinero y sangre”, respondió el sicario;

¡Un mártir, una fecha, un asesino!

Y presentando escandaloso ejemplo,

¿Para qué agregar mas? El mundo entero

Se unieron el puñal y el incensario.

Ve fijado de Méjico el destino.

En OCAMPO la víctima contemplo

¡Álzate, Michoacan!- se tú el primero

De los viles ministros del santuario…

En perseguir al tigre que abomino;

Mas esa sangre pagaréis mañana,

Tú, que detestas su ominoso yugo,

Miserables bandidos de sotana.

Repite sin cesar: ¡¡¡muera el verdugo!!!

VII La cólera del pueblo se despierta, La Justicia levántase imponente; El universo á descubrir acierta La marca de Caín en vuestra frente. Decid ¡adios! Á la esperanza muerta, Si esperanza abrigais, mística gente; Y ántes que el pueblo á destrozaros vaya, Bendecid al chacal de Tacubaya. VIII Agrupados allá en las sacristías, Brindad por él y su fatal victoria, Y á la siniestra luz de las bujías Repasad con placer su negra historia. ¡Reid, danzad en lúbricas orgías! Que allí estará de OCAMPO la memoria, Y el tres de Junio en vuestra mente escrito, Siempre os recordará vuestro delito.

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LETRAS ROJAS

V. Moreno


Número 50, 28 de junio 1861, pág.2

El la Muerte del Señor D. Melchor Ocampo ELEGIA. Voz de dolor, rugido de venganza,

Los derechos del pueblo mejicano?

Lúgubres ecos de pesar y de ira

¿En dónde está tu orgullo, patria mia?

Lanzen las cuerdas de mi triste lira,

¡OCAMPO, OCAMPO, ilustre ciudadano!

Provocando sangrienta á la matanza.

¿En dónde estás…? ¡Oh Dios! ¡Horrible crímen!

El génio de las furias que me inspira

¿Qué espectáculo atroz ante mis ojos

Ponga en mis labios con terror y espanto

Ofrecen los esbirros del santuario?

Raudales de frenética armonía,

De sangre pura, generosa y cara

Y en tan infando dia

Empapados están los labios rojos

Sea de rabia y de rencor mi canto.

Del aleve y fanático sicario… ¿Qué visiones son esas que me oprimen…?

Desperacion y luto en torno miro

¡Un sangriento cadáver insepulto…!

Y fresca sangre que caliente humea…

¡Tres niñas tiernas que espantadas gimen…!

Sangre tambien el corazon desea

¡Oh bárbaro atentado, oh negro insulto!

Y á sangre sabe el aire que respiro.

¿É impune queda un hecho tan salvaje?

¿Qué se hizo el hombre grande, el génio fuerte,

¿No hay quien castigue tan feroz delito?

El sabio michoacano cuyo acento

¿Y sufre el pueblo tan mortal ultraje?

Hizo temblar al fanatismo inerte

¿Y no hay quien lanze de venganza el grito?

Y á la ignorancia en su profundo asiento?

¡Maldito el mejicano, sí, maldito

¿Dó está la antorcha luminosa y clara

Que al escuchar el crímen de esas hienas

Que el mundo de Colon bañaba un dia?

No sienta, convertida en fuego ardiente,

¿Dónde el escudo está que defendia

Correr la sangre en las hinchadas venas!

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Contemplad con asombro aquella frente

En el inmenso libro de natura;

Do el génio y el saber tenian asiento…

Por la noche los astros observando

El sacrílego plomo del soldado,

Y bebiendo la ciencia en la lectura

Vendido al clero de poder sediento,

De la antigua y actual filosofia?

Aleve ha traspasado.

¿Recordais igualmente su alma pia,

Ese rostro mirad al que animaba

Su noble corazon que generoso

El rayo de divina inteligencia,

De la esperanza el bálsamo vertia

Cubierto ya de palidez horrible,

Con el pan que dio al menesteroso?

Privado del calor de la existencia.

¿Recordais su pasion por lo sublime,

Esa cabeza, ayer depositaria

Por lo puro, lo cándido, lo bello?

De espíritu creador, de idas sublimes

Cuando del sol el último destello

De humanitarias altas concepciones,

Dejaba el horizonte moribundo;

Cubierta está de venda funeraria

Cuando dormir parece el ancho mundo,

Y elevada del viento á las regiones,

Arrullado en la mágica armonía

Y aquella boca, manantial fecundo

Que al caer de la tarde se produce

De alocucion purísima, elocuente,

Por ese vago y misterioso ruido

Aun entreabierta está, cual aspirando

Del universo al declinar el dia,

El blando aliento de la fresca brisa:

Entre luz y tinieblas sumergido;

Generosa tal vez aunque doliente

Él al Señor en la creación mandaba

En esos lábios asomó vagando

Su ardiente corazon entre el aroma

Una inefable, celestial sonrisa,

De las modestas campesinas flores,

Á su asesino infame perdonando.

Con el blando gemir de la paloma,

Mirad allí al hombre inmaculado,

Con el canto de tiernos ruiseñores,

Al gran republicano, al fiel patriota,

Y á los cielos volaba su plegaria

Á un suplicio afrentoso condenado,

En las alas del aura vespertina,

Y cual vil malhechor, como un malvado,

En la voz del alondra solitaria,

Expuesto á la vergüenza en la picota.

En el vapor de fuente cristalina. ¿Lo recordais? Pues todo ha sido vano

¿Recordais por ventura

Ante el feroz y bárbaro asesino…

Sus ínclitas virtudes?

¡Solo queda un cadáver en el llano,

¿Su hermosa vida irreprensible y pura,

Oscilando en la rama de alto pino!

Con afan incesante consagrada De santa libertad al culto ardiente,

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¡Oh rabia, oh dolor, oh cruel agravio,

Al amor de su patria desgraciada,

Que hace temblar la humanidad entera!

Y á la mejora de su triste gente?

Horrible imprecación lanza mi labio

¿Recordais sus vigilias estudiando

Sobre la infame, la voraz pantera

LETRAS ROJAS


Que sedienta de sangre y de matanza

No ha faltado insensato que soñara

Con sangre pura se salpica y moja…

Con el vapor de su asqueroso aliento

De Tacubaya al tigre el alma arroja

Empañar el crisol brillante y puro

Un grito de furor y de venganza.

De tu virtud, tu nombre y tu talento…

¡Eterna maldición, Cain inmundo, Caiga del cielo en tu aplastada frente,

Empero ya dejaste el triste suelo

Maldígate el averno, el ancho mundo,

Y en él gravadas tus preciosas huellas,

Los hombres de hoy, la venidera gente!

Hoy inmortal recorres por el cielo El ignorado país de las estrellas,

¡Oh ilustre sombra del ilustre OCAMPO!

Queda tan solo á Méjico tu gloria,

¡Martir de libertad y de reforma!

Tu génio, tu virtud, tu nombre al mundo,

Ya tu dejaste de la vida el campo,

Á tus amigos un dolor profundo,

Y aquí tu nombre de preclara norma,

Á mi alma atribulada tu memoria.

Al espirar sin duda una mirada De inefable perdon diste postrera Á tus sangrientos crueles enemigos, Que generosa y grande tu alma era. Mas yo que tengo el corazon herido, Y orgullo tuve en ser de tus amigos, Ante tus manes juro eterna guerra A tus viles infames matadores: Una guerra sin tregua á ese partido Falaz y fementido De asesinos hipócritas traidores, Que en el misterio y soledad del templo Cruel y vengativo te condena Á ignominiosa pena, Á una muerte de horror y sin ejemplo. Y porque nada falte á tus tormentos De tu carrera en el ocaso triste, Amargo el cáliz del dolor bebiste En tus flébiles últimos momentos. La ingratitud, la envidia, la demencia De los tuyos tambien emponzoñara Tu mísera existencia.

Morelia, Junio 9 de 1861. G. Ortiz

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 56, 19 de julio 1861, pág.3

Disfrutando tranquilo De tu alma pura y tímida La constante ternura, Las plácidas caricias… Ocho lunas pasaron

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Y todas las grandezas

¡Yo he perdido tu amor!

Desde el infausto dia,

Que ecsisten en la vida?

Y perdiéndole, niña,

En que tus dulces ojos

¡Yo he perdido tu amor!...

Perdí por siempre ¡ay triste!...

Y tu dulce sonrisa,

Y perdiéndole, niña,

A la bella Ostosira,

Encendieron en mi alma

Con él perdí por siempre

A la jóven que adoro,

Este amor que me obliga

La ambicion que tenia

La diosa de la dicha

A descender llorando

De coronar mi frente

Que debería mis pasos

A la tumba temida.

Con la blanca aureola

Dirigir compasiva

En vano los gemidos

Que fulgura en el templo

Por el desierto lóbrego

De mi enlutada lira

De Erato y de Talía.

De la ecsistencia mia…

Quisieron melancólicos

¡Yo he perdido tu amor!

¡Yo he perdido tu amor!

Enternecer ¡oh niña!

Y perdiéndole, niña,

Y perdiéndole, niña,

Tu corazon angélico:

Con él perdí la fuente

Perdí la paz del alma

Inútil fue, Ortosira,

De mi inspiración divina…

Que tú, bella enemiga,

La sin igual constancia

Ay…! para mí perdieron

Me has robado inocente

De una alma dolorida

La aurora su sonrisa,

Con tu dulce sonrisa,

Que solo de esperanzas

El ruiseñor sus cantos,

Con tu mirada lánguida

Y lágrimas vivía.

Su susurro la brisa…

Y tu alma pura y tímida…

Huyeron para siempre

Perdió la blanca luna

Adios… ¡adios, por siempre,

Mis ensueños de dicha,

Que en los espacios gira,

¡Bellísima Ortosira!...

Mi ilusion mas hermosa

La ilusion melancólica

Tal vez en las mansiones

Quedó desvanecida.

Que para mi tenia…

Del cielo, dulce amiga,

¿Qué me importan la gloria,

Perdí cuanta ventura

Mirarás la fé pura

La bella poesía

Me fuera prometida,

Con que te amé en la vida.

LETRAS ROJAS


Número 57, 23 de julio 1861, pág.3

SONETO ¡Oh víctima preciosa degollada Por el ódio carnívoro del clero Goza pues del descanso verdadero Que hoy te dá tu existencia inmaculada. Tú salvarás la pátria desgraciada, Porque fuiste entre todos el primero Que enardeció al demócrata guerrero, “¡REFORMA!”, al escribir tu pluma osada Redentor de la pátria deliciosa Te llamarán los pósteros un dia; Porque tu sangre que vertió rabiosa Del retroceso la faccion impía, Decretará cadalsos y ostracismo Con el bárbaro y negro fanatismo.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 58, 26 de julio 1861, pág.2

EN LAS HONRAS DEL SR. DEGOLLADO No el ángel de las lágrimas inspira

Su muerte cruel y su feliz memoria:

Ni el aura gemebunda que suspira

Aplastad esas místicas panteras

De la honda noche entre el oscuro manto,

Que profanan el campo de la gloria,

Nunca! Jamas!... mi ciudadana lira,

Y así demostraciones verdaderas

Hoy viste el rojo de terror y espanto;

Podreis hacer en la mansión mortuoria,

Y no cumple de un rojo á los deberes,

Del sabio y del político guerrero

El llorar como débiles mugeres.

Que ha sucumbido á la traicion del clero.

Yo no vengo á deciros que estoy triste,

Oh! Aquí en nombre de la patria mia,

Ni que siento mi pecho dolorido,

Y á nombre mismo de la especia humana,

Porque en el mundo de Colon no existe

Y al negro borde de esta tumba fria

El grande hombre que Méjico á perdido,

Que ha abierto aleve la faccion tirana;

Mi corazon al llanto se resiste;

Fuerza es que os resolvais desde este dia:

Y al pensar en el heroe esclarecido,

O á ser esclavos de la vil sotana,

Y al mirar de la patria el vil ultraje,

O á matar el sangriento fanatismo,

Yo no siento dolor, siento coraje…!

Proclamando de Francia el terrorismo…

Sí; yo vengo á deciros, ciudadanos:

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Vengad su sangre y honrareis de veras

En esta vez mi funerario canto;

¡Qué esperais todavía, ciudadanos?

Que si deseais honrar los funerales

¿Cobardes dejareis que siga el clero

De vuestros nobles é ínclitos hermanos,

Matando á nuestros ínclitos hermanos,

Salteis á la campaña, y á raudales,

Robando vuestras hijas y dinero,

La sangre derrameis de esos tiranos

En el nombre de Dios de los cristianos?...

Que han criado los tesoros clericales…

Pues si temeis al monstruo carnicero,

Ellos son los que os han asesinado

Si á DANTON no imitais en sus enojos,

Al patriota, al insigne DEGOLLADO.

¡Nunca os llameis republicanos rojos!...

LETRAS ROJAS


Número 62, 16 de agosto 1861 pág. 3

¿Qué vais á hacer?... ¿Acaso el entusiasmo

ALOCUCION DIRIGIDA Á LOS SOCIOS DEL “ATENEO NICOLAITA”,EN LA NOCHE DE SU INAUGURACION

Que enciende vuestros años juveniles, Realizará las ilusiones miles Que allá en el hondo porvenir mirais? Juventud… la inconstancia, hermana tuya, Que mirais en oscura lontananza, Hoy asecha la flor de la esperanza Que muy pronto, tal vez, marchitará. ¿Qué vais á hacer?... ¿Cuál es vuestro designio En medio de este espléndido contento?... Ah!... brillar con la gloria del talento… Los laureles del genio conquistar… Nada mas?... Oh mis caros compañeros!... ¿Y en qué tiempo, cual época dichosa Elegís para la obra portentosa Que algun dia llegareis á coronar? Es la época del tiempo de las luces, El periodo del siglo diez y nueve, En que todo se agita, y se conmueve, Y se cambia, y se lleva á perfeccion. ¿Y en qué sitio del mundo habeis pensado Que comienze á lucir la nueva aurora De ese astro delicioso que colora El mundo mas feliz de la creación? Ay!... En la triste, desgraciada Méjico… Aquí donde las luces y el talento, Y las flores que brota el sentimiento Se miran con insólito desden. Qué desventura! Si el divino Orfeo Dominaba los tigres y leones, Al compaz de las dulces vibraciones Que supiera su cítara verter, Yo no alcanzo hasta donde llegar puede La barbarie del pueblo mejicano, O ese fatal positivismo insano,

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Que á los goces del alma nunca cede, Que metaliza todo cuanto toca Y que convierte el corazon en roca. Sacrílego, él contempla iluminada Con el claro esplendor del pensamiento La frente del filósofo sagrada: Material, no recibe el ardimiento Del poeta que revela en su mirada, Cuanto encierra de amable el sentimiento: Insensato, jamás su pecho gime Por lo bello, lo grande y lo sublime, Ya lo veis? En lugar en que nacimos, Esa inconstancia de la edad traidora, Este siglo de luz en que vivimos, Y el grandor de la empresa que hasta ahora En nuestro ardiente corazon sentimos, Son rémora tal vez que destructora Discipará las ilusiones bellas Con ese amor que alimentais por ellas. Pero nada temáis; hoy comenzamos A sentir un influjo misterioso En la época feliz que atrevezamos, De Libertad al esplendor glorioso: El afan del progreso contemplamos, Y el retroceso bárbaro y medroso Envuelto queda en su caverna umbría, Al desengaño de la suerte impía. Qué mas quereis que os diga?... Es bien sabido Que el trabajo del hombre infatigable Obstáculos tan grandes ha vencido, Que les han hecho por siempre memorable. Mirad, en fin, que los que se ha querido Por el hombre entusiasta, es realizable, Porque una firme voluntad ardiente, Es en cierta manera omnipotente

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LETRAS ROJAS


Número 44, 7 de junio 1861, pág. 2

ÁNACREONTICA Á PORTUGAL (SANTA CLARA) Cuán puro en los espacios

Mi corazon sensible,

El sol fecundo brilla

Mi ardiente fantasía,

En este suelo hermoso,

Encuentran en tus flores

Morada de la dicha.

Mi dicha apetecida…

¡PORTUGAL primorosa,

Jóven yo infortunado

De flora protegida!

Estraño en tu manida,

¡Como encantan tus flores,

En mi pecho produces

Tus aguas cristalinas,

Blanca melancolía…

Tus bellas huertas miles,

Si yo tuviera el canto

Tus aves que se anidan

Que tiene CAROLINA;

En los frondosos árboles

Si el gemido imitara

De frutas esquisitas!

De triste tortolilla;

No se canza un momento

Verías que entre tus flores,

De contemplar mi vista,

Cantara entristecidas

Tus azulados cerros

Mil trovas amorosas

Y apacibles colinas

Á ENCARNACION querida,

Cuando pisé tu suelo,

Modelo de entusiasmo…

Tembló la mente mía,

PORTUGAL, dicha mia!...

Al verte paraíso

Los ardientes gemidos

De la terrena dicha.

Escucha de mi lira.

R. Álvarez

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 62, 16 de agosto 1861, pág. 3

Si Guerrero en las ásperas montañas Sostubo el Luminar de Independencia, Degollado en Palacios y cabañas Demostró su valor y su alta ciencia. ¡Degollado! tu aureola refulgente Brillará en los anales de la historia, Eternizando la sin par memoria De un héroe de saber, justo y valiente. Degollado fue grande y sin segundo, La fama de su gloria será eterna, Y su memoria celestial y tierna Ensalzará cual la de Hidalgo el Mundo.

Castelan

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LETRAS ROJAS


Número 66, 27 de agosto 1861, pág.4

DEDICADOS Á MI BUEN AMIGO D. RAMON ALVAREZ EN TESTIMONIO DE MI SINGULAR APRECIO. Arder las grandes pasiones

Me he sentido entonces fuerte,

Dentro del alma he sentido;

Y no he sabido temblar:

Pero ninguno ha podido

Pero al mirar que tus ojos

Mi corazon dominar,

Derraman lánguidamente

Como esa pasion vehemente

Sobre mi altanera frente,

Que aquí en mi pecho encendieron,

Su tranquila claridad

SOCORRO cuando me vieron

Sin querer me sobresalto,

Los ojos de tu beldad.

Tiemblo cual niño y no puedo

Al creer que las mugeres

SOCORRO, sino con miedo

Ocultan en su almo seno,

Tus ojos ¡ay! contemplar.

Como las flores, veneno,

¿Y esos ojos, no me engañan?

Como la dicha el dolor,

Oh! siempre así dulcemente

Quise renunciar por siempre

Nos fascina la serpiente

La fantástica ventura

Para lanzarnos al mal…

De erigir á la hermosura

Pero ese mal es tan dulce,

Un altar del corazon

Son esos ojos tan bellos…

Pero ¡ay de mí…! cuando libre

Dejame abrazarme en ellos…

De su imperio me creía,

Mi SOCORRO angelical.

Cuando nécio me reía De amor y su realidad; Entonces, débil de mí! A pesar de mis enojos. SOCORRO, tus dulces ojos Me han llegado á cautivar. Yo he escuchado algunas veces Sobre el campo de batalla La mortífera metralla Por donde quiera zumbar: He mirado cara á cara El semblante de la muerte:

R. Salguero Montaño.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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COMPOSICION POÉTICA Número 68, 6 de setiembre 1861, pág. 4

QUE LOS GEFES Y OFICIALES DEL CUERPO LANCEROS “GUIAS DE LA LIBERTAD”, CONSAGRAN Á LA MEMORIA DEL ILUSTRE GENERAL D. MIGUEL CONTRERAS MEDELLIN

Ceux qui pieusement sont morts pour la patrie Ont droit qui á leur cercueil la foule vienne et prie -V. Hugo

Secad el llanto al recordar su historia,

El corcel en que indómito camina;

Que ofendeis con el llanto su memoria:

Su fuerte espada como rayo esgrime,

Apartad las adelfas funerarias

Y es la luz del relámpago sublime,

Y entonémos el himno de la gloria.

El rayo que sus ojos ilumina.

El héroe á quien llorais vive gozoso

En medio del peligro siempre se halla;

Y apenas vuestras lágrimas percibe;

Y herido por la muerte en la batalla

No turbéis con el llanto su reposo:

Lanza un suspiro, y á la patria nombra

Jamas lloréis al que murió dichoso,

En medio de torrentes de metralla

Jamais lloréis al que dichoso vive.

Del libre pabellón bajo la sombra

El fue de los valientes que supieron

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Miradlo como lucha, cual oprime

Suspended las inútiles plegarias,

Llevando en alas de su génio ardiente,

Ser el orgullo de la patria mia,

Luchando por su patria y su esperanza

Y por la patria su existencia dieron:

Conquistó los laureles del valiente;

No lloréis porque vive todavía,

Mas nunca se adunó con la venganza,

Pues nunca mueren los que asi vivieron.

Nunca cobarde se humilló su frente.

LETRAS ROJAS


Al mirar á la muerte destructora

Ofendeis con el llanto su grandeza

Su pecho generoso no se abate,

Suspended las inútiles plegarias,

Que el hombre libre que á la patria adora,

Que es baldon recordarlo con tristeza:

En los bélicos himnos de combate

Apartad las adelfas funerarias;

Encuentra su ilusión mas seductora.

Su vida fue, pero su gloria empieza.

Llegó de la ecsistencia el fin tremendo

Su nombre bendecid con alegría,

Delirando ilusiones lisongeras;

Bendecid entusiastas su memoria,

Murió como los héroes sonriendo,

No lloréis porque vive todavía:

Murió de la batalla en el estruendo:

Nunca mueren los hijos de la gloria

En medio de cañones y banderas.

Y él fue la gloria de la patria mia.

Murió como héroe y el olvido en vano Su nombre oculta y su laurel derriba Su gloria es nuestra gloria, es nuestro hermano, Su nombre vivirá mientras que viva Un solo corazon de mejicano.

Lagos, Mayo 29 de 1861. José Rosas

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 68, 6 de setiembre 1861, pág. 4

COMPOSICION Leida en el teatro de Morelia, la noche del 15 de Setiembre de 1861, y dedicada á los redactores de “La Victoria”, periódico de C. Progreso, en testimonio de gratitud.

I Canten otros la gloria y heroísmo Del insigne caudillo de DOLORES; Yo vengo á maldecir al despotismo, Sin temor de su saña y sus furores. No hay en mi alma ni miedo, ni egoismo: Si mañana me ahorcan los traidores, Daré á la Libertad mi último acento, Y entre sus brazos moriré contento. II Cediendo á mis arranques juveniles, Siempre hablé así: por esta independencia Me aborrecen acaso los serviles Que forman la faccion de la decencia. Mas ¿qué importa? son míseros reptiles Que ocultan en el fango su impotencia; Y ven, cuitados, desde el cieno inmundo, Que toma el pueblo posesion del mundo. III ¡El pueblo! ¿lo entendeis? la enorme masa De patriotas y dignos ciudadanos Que soberbios alcázares traspasa Y arroja de su sólio á los tiranos; El poderoso ejército que arrasa Las murallas que alzaron torpes manos; El juez inecsorable, cuyas leyes Respetarán los papas y los reyes.

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LETRAS ROJAS


VII

IV

¡No, vive Dios! Bien puede la pelea

Abandonado el retroceso espira, Y en soberano el siervo se trasforma;

Prolongarse, creciendo la matanza:

El bando de la cruz triste suspira,

Nunca el cañon estinguirá la idea

Y triunfante camina la reforma.

Que sostiene del pueblo la esperanza.

Si esto es una ilusion, si esto es mentira,

Solo la gente estúpida ó atea

Tan dulcísimo error mi dicha forma;

Niega que al fin la humanidad avanza,

Si esto es soñar, que con amante empeño

Y que el viejo edificio se derrumba,

El ánjel de la luz vele mi sueño.

Sirviendo á los hipócritas de tumba.

V

VIII No quiero despertar sobresaltado

Hoy nada mas que la razon impera:

Y encontrar el país en que he nacido

Ya no hay derecho celestial, divino;

Por esbirros infames gobernado

Y un hombre no es mejor que otro cualquiera

Y con sangre de mártires teñido.

Porque abone su estirpe un pergamino.

No quiero el pensamiento encadenado,

La aristocracia, que rujió altanera,

No apetezco vivir escarnecido:

Con el pueblo confunde su destino;

Porque libre nací, ser libre anhelo

Y yo, tan pobre, como el rico valgo:

De Michoacán bajo el brillante cielo.

Esto dijo JESUS y enseñó HIDALGO.

VI ¡Y lo seré!- Si pérfida y aleve Una turba levántase de pillos Que á la nacion á desafiar se atreve, No es Michoacán quien sufrirá sus grillos; Ni á la mitad del siglo diez y nueve Nos han de convertir en monaguillo Los que ambicionan de la patria mia Hacer una perpetua sacristía.

V. Moreno

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 68, 6 de setiembre 1861, pág. 4

El Lenguaje de las Flores (Traducción del aleman)

Tiernas hijas de natura,

Mústio cipres, la tristeza,

Del campo bello ornamento,

Mas bella? su vista inflama

Veló su pálida frente

Su imagen el sentimiento

Muy pocas lunas, derrama

En tu ramage doliente

Va en vosotros á encontrar.

Su esencia con profusion

Que las tumbas cubre fiel.

En matizadas guirnaldas

En el viento; pero ¿cuándo

A las flores haces sombra,

Dejadme así entretejeros,

Se encontró amor sin enojos?...

Y repites lastimero

Dejadme para entenderos

De la rosa los abrojos

Las quejas que alza sincero

Vuestra lengua descifrar.

Desgarran el corazon.

Del alma el dolor cruel.

De la inocencia son claros

¿Conoces dí, la violeta

Como las flores marchitas

Y brillantes los colores,

De Mayo modesta gala?

La vida se huye ligera,

Matices engañadores

Sola su perfume exhala

Mas la amable primavera

No las van á sorprender.

A vista de la humildad;

Las vuelve el campo adornar.

Caris con mano profusa

Pero de su olor precioso

El corazon poco á poco,

De lilía las riega en torno,

El candoroso suspiro

Tambien cae y desfallece…

Las hizo, del valle adorno,

Va del sabio en su retiro

Pero, mira, no perece;

Símbolo de gracia ser.

A encantar la soledad.

Vuelve á conocer y amar.

De la vírgen pudorosa

Símbolo la siempreviva

En el pelo ensortijado

De la amistad inocente,

Se ve el mirto entrelazado

Jamás la musgosa fuente

Lucir su gala y frescor:

Ve su verdor parecer:

La dulzura que huyó al cielo

Cura las hondas heridas,

En el mirto se halla puesta

Se teje en alianza eterna

Para encarecer modesta

Y vése en sus hojas tierna,

De la inocencia el rubor.

La vida resplandecer.

Bello lauro, en ti la fama

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¿Conoces la flor del campo

Llama á la flor del arroyo,

Su premio al valor imprime,

Si acaso un penoso anhelo

Pero inspiración sublime

Te aqueja; color de cielo,

Te hizo tambien coronar

En su gracioso matiz;

Al amado de los dioses,

Con el nombre “no me olvides”

Cuyo músico instrumento

El amor su gloria canta…

Eleva su dulce acento

Coloca en un alma santa

De los cantos á la par.

Tu amor, y serás feliz.

LETRAS ROJAS

Guadalajara Enero 15 de 1859. José María Vigil.


A LA SEÑORITA...

Niña que triste suspiras

No te quiero triste ver

Por tus perdidos amores

No quiero que llanto viertas,

Ya no llores

Que, no ves que me despiertas

Pobre niña, ¿qué no miras

Y que me haces padecer?

Que nadie te puede dar

No es así como la calma

La ventura que perdiste?

Halla el alma,

¡Ay! no me mires tan triste

No redobles tu aflicción,

Que me obligas á llorar.

Si alguna ilusion perdiste

No quiero que así me veas,

No estés triste,

Por piedad no llores tanto,

Porque todo es ilusion.

Que la dicha que deseas

Y es la vida

No puede dártela el llanto.

Largo y estéril desierto

Por desgracia, vírgen pura,

Donde no hay, niña querida,

La ventura

Nada cierto.

A que tu alma amante aspira,

La ventura que hallarás

Y que al fin gozar espera,

Del amor en el anhelo,

Es sueño, una quimera,

Es una sombra del cielo;

Una sombra, una mentira.

Pero sombra nada mas.

Yo tambien de amor sediento,

Todo tédio nos inspira,

Vida mia,

Todo es fuente de dolor,

Tras de la dicha corria,

El amor ¡ay! el amor

El amor me daba aliento:

Niña, tambien es mentira.

A la suerte no temia,

Guarda bien tu corazon,

Y forjaba en mis amores

No abrigues una pasion

Mil ilusiones divinas;

Que con sus ansias te agite

Pero solo hallé dolores

Y que pérfida te halague:

Porque buscando las flores

No hay flor que no se marchite

Me punzaron las espinas.

Ni fuego que no se apague.

¡Ay! no sueñes niña hermosa, Todo pasa en un momento, Que aunque grato soñar es,

Gloria, placeres, amor,

Es un sueño triste cosa

Esperanzas y contento:

Si se despierta después.

Todo es humo, sueño y viento,

Vanamente á la razon

Solo es verdad el dolor.

Dulces quimeras opones, Yo lo sé, las ilusiones Sueño, viento y humo son.

Leon, Noviembre de 1861. José Rosas

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 113, 11 de marzo 1862, pág. 4

A LA SIMPÁTICA JÓVEN DOÑA J. M. DE R SONETO Pálido está tu seductor semblante Y anegados en lágrimas tus ojos: Huyó el placer, y bárbaros enojos Destrozan hoy tu corazon amante. Mas ¿quién pudo trocar en un instante De tu vida las flores en abrojos Y la sonrisa de tus labios rojos En triste queja de dolor constante? ¡Yo no lo se! pero tu mal profundo Quiero sentir y padecer contigo, Ya que te mira con desden el mundo; Quiero hallarme á tu lado, y, como amigo Darte consuelo en tu letal quebranto, Bebiendo los raudales de tu llanto.

Morelia, Marzo de 1862 V. Moreno

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LETRAS ROJAS


Número 135, 3 de junio 1862, pág. 4

A LA MUERTE DEL NIÑO JOSÉ ITURBIDE, ACAECIDA EL 25 DE MAYO DE 1862, Á LOS NUEVE AÑOS Y SIETE MESES DE SU EDAD; SU AMANTE Y DESCONSOLADO PADRE, LUIS ITURBIDE. Inocente criatura, flor hermosa

Mas este cuadro de ventura, ameno,

Que Dios, en mi camino, colocó,

En negros nubarrones se trocó;

Tuviste la existencia de la rosa

Y de alegre que era antes y sereno,

Que, sin piedad, el viento deshojó.

De tristeza y de luto se cubrió.

Tu fuiste de tus padres el consuelo,

Alevozos dolores aparecen

Su grato ensueño, su ilusion dorada,

Que tu existencia sordamente minan,

Por ti sus votos dirijian al cielo,

Tus miembros debilitan y entorpecen

Como prenda de su alma idolatrada.

Y á la tumba, en silencio, te encaminan.

Tu primera sonrisa recibieron

Después de sufrimientos espantosos

Con inefable, sin igual ventura,

En brazos de la muerte, al fin, te miro,

En sus amantes brazos te mecieron

Y tus padres reciben pesarosos,

Y te arrullaron con feliz ternura.

Llenos de angustia, tu postrer suspiro.

Tus pasos vacilantes dirijieron

¡Hijo querido! que con vuelo santo,

En la breve carrera que emprendias,

Te elevaste hasta el trono del Criador,

Con amor paternal te sostuvieron,

Pídele que mitigue mi quebranto,

Y gozaban contigo si reias.

Que alivie de tus padres el dolor.

Las primeras palabras te enseñaron

Mientras disfrutas de su eterna gloria,

Que con débiles labios balbutias,

Premio de tu inocencia y sufrimiento;

Y en sus oidos con placer vibraron

Que mi alma guardará fiel tu memoria,

Cuando sus nombres pronunciar querias.

Hasta que exhale mi postrer aliento.

Así creciste ¡oh hijo! sin que triste El caliz aun gustaras del dolor, Pues, entonces, solo recibiste Ardientes besos de un inmenso amor.

Morelia, Mayo 28 de 1862

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 158, 19 de setiembre 1862, pág. 3

Composición LEIDA POR SU AUTOR, EN EL TEATRO DE MORELIA, LA NOCHE DEL 15 DE SETIEMBRE DE 1862.

I

IV De América volando al hemisferio,

Era que nuestros héroes en sus fosas

Osaron invadir la patria mia

Transidos de dolor se estremecian,

Las águilas altivas del imperio

Y como en otras épocas odiosas

Que en su ambicion al mundo desafia.

Tan torpe ultraje castigar querian.

Disipada la sombra del misterio,

Era que en nuestras almas generosas

Napoleón, modelo de falsía,

Despertaban ideas que ya dormian;

Apareció cual es, vil y tirano,

Sentimientos de orgullo y de venganza,

En presencia del pueblo mejicano.

Que solo Dios á contener alcanza.

II

V Id- dijo á sus genízaros el hombre

Humillando á un ejército insolente,

Para vencer os bastará mi nombre;

Y al sol de Mayo saludar pudimos

Nada contrastará vuestra arrogancia.

Con cánticos de gloria indeficiente.

¡Á las armas! que Méjico se asombre

¡Allí está Puebla! lo que en ella hicimos

Y mi favor demande con instancia:

Sabrá admirada la futura gente,

Quiero agregar á mi nacion de bravos

Que allí la espalda á nuestra humilde tropa

Una nacion de míseros esclavos.

Volvieron los Quijotes de la Europa.

III

VI Y sus esbirros con placer le oyeron,

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Aceptamos el reto: combatimos,

Que audaz oprime á la soberbia Francia:

Allí plugo ponernos al destino

Y soldados y naves aprestaron,

Para trocar en irrisión y afrenta

Y á la vela frenéticos se dieron,

La fama conquistada en Solferino,

Y en busca de oro á Veracruz llegaron.

Los escudos ganados en Magenta.

Cuando pobre y débiles nos vieron,

Allí el francés á persuadirse vino

“El dinero ó la vida”, nos gritaron;

De que al pueblo de HIDALGO no amedrenta

Y fue por la República su acento

La espada del perjuro coronado,

Causando aterrador sacudimiento.

Digno Señor de Almonte el renegado.

LETRAS ROJAS


VII

X ¡De Almonte, cuya frente envilecida

¡No, ciudadanos! el clarin ya suena

Debe ser arrastrada por el lodo!

Y á batallar sin tregua nos convoca:

¡Del que siente pesar sobre su vida

Los serviles, que forjen su cadena;

La ecsecracion del universo todo!

Solo á los libres el batirse toca.

¡Del indio infame que su estirpe olvida,

Si hay un bando traidor que nos condena,

Y pone, cual demente ó cual beodo,

Y la piedad del estranjero invoca,

En almoneda pública la tierra

Yo, que temores por ninguno abrigo,

Que las reliquias de su padre encierra!

En nombre de la patria le maldigo.

VIII

XI ¡Que horror! ¡decid si de alma tan villana

Marchemos á la lid, enarbolando

Podrá salir un rasgo de nobleza,

De HIDALGO y de MORELOS la bandera:

Y si felices nos hará mañana

Vamos á perecer, pero luchando;

Quien por vendernos á un estraño empieza!

Morir sin pelear deshonra fuera.

Responda del país la parte sana,

Pueda el Pequeño proseguir armando

La mas adicta á la imperial grandeza,

Á los valientes de la Francia entera:

¿Ecsistiria sin rubor ni espanto

¡Nada valdrá su brazo furibundo

De un monarca cualquiera bajo el manto?

Contra la libertad del Nuevo-Mundo!

IX ¿Creeis que, por salvarnos, sus lejiones Napoleón duplica, delirante, Y á sus mas aguerridos campeones Verdugos improvisa en este instante? Ruedan por nuestro suelo sus cañones, Por vez segunda nos arroja el guante; ¿Y de la patria en el solemne dia Os contemplo serenos todavía?

V. Moreno

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 159, 23 de setiembre 1862, pág. 3

A MEJICO EN EL ANIVERSARIO DE SU INDEPENDENCIA

¿Porqué te miro ¡oh Méjico! doliente, Cubierto tu semblante de tristura,

¡Patria de Hidalgo, patria de Morelos!

Lívida y mustia tu morena frente,

¡Del inmortal Guerrero ilustre cuna!

Brotando de tus ojos un torrente

¿Por qué el dolor á tu belleza aduna

De lágrimas ardientes de amargura.

La cólera terrible de los cielos?

¿Por qué de luto vistes, Patria mia,

El bastardo de aquel que á Santa Elena

En ves de flores y las ricas galas

Fue á sepultar con su ambicion su orgullo,

Con que la vírgen tierna se atavia?

Quiere aherrojarte con servil cadena,

¿Porque de tu cumpleaños en el dia

Y de ignominia y de baldon te llena

Hondo suspiro de pesar ecshalas?

De mentidas promesas al arrullo.

¿Porque tu cielo siempre transparente,

Y cruzan por tus mares sus vageles

Antes azul, hermoso y cristalino,

Erizados de gente y de cañones,

Oscuro se ha tornado derrepente,

Y en tus playas relinchan sus corceles,

Y sopla en él el huracán rugiente

Y en tus plazas y montes y vergeles

Y te circunda denso torbellino?

Imprimieron la planta sus legiones.

Por tus valles y montes sus rigores

Y despreciando la razon y el fuero

La soledad esparce y la tristeza,

Y los usos de pueblos soberanos,

No cantan ya los dulces ruiseñores

El imperial tirano aventurero

Y doblan mustias las pintadas flores

Mancha del galo el victorioso acero

Sobre su debil tallo la cabeza.

Con la sangre de buenos mejicanos.

Parece que en tus campos y ciudades

Y del vil conde D. Julian la huella,

El ángel de la muerte se pasea

Y de Opas el infame el triste ejemplo

Tornándolos en vastas soledades,

Siguiendo Almonte y nuestro clero, sella

Y el génio que sopló las tempestades

Aquel con lodo su ascendencia bella,

En tu horizonte lúgubre flamea.

Este con sangre fraternal el templo.

¡Que! ¿Dejó de brillar tu claro ambiente,

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¡Vírgen de Anáhuac, Méjico infortuna!

¡Morelos inmortal, héroe querido!

Que el iris matizó con sus colores,

Desde esa hermosa tumba que ilumina

Con la llama purísima, luciente

El sol de las batallas encendido,

Del astro luminoso que potente

Contempla ese hijo en Judas convertido

Alumbrará tu cuna allá en Dolores?

Y horrible maldición sobre él fulmina.

LETRAS ROJAS


¿Y cual será tu suerte, Patria mia?

Mas deja, oh Patria, tu honda pesadumbre,

¿Tu cuello ceñirán los invasores

Aun brilla el sol de libertad sin niebla,

Con el dogal de servidumbre impia?

Y viste fulgurar su santa lumbre

Cantarán con satánica alegría

Sobre Aculzingo, en su elevada cumbre,

Su parricida triunfo los traidores?

Y en las orillas de la invicta Puebla.

¿Y tus hijos con rostro indiferente,

Pues tienes tantos héroes y campeones

Ultrajarte veran con arrogancia,

Cuantos hijos te adoran, Patria mia,

Y el patrimonio ser de estraña gente

Que á tu nombre combaten como leones

Y volverte de libre, independiente,

E hicieron recular los batallones

En esclava del déspota de Francia?

Que el déspota de Francia nos envia.

¡Ah, no, jamás! Que vengan los traidores

Las virtudes de Ocampo y Degollado,

En ruin venganza á pretender venderte

El ejemplo de Hidalgo y de Morelos

A sus nuevos aliados opresores…

Nos inspiran esfuerzo inusitado,

Aun se oye el eco que gritó en Dolores

Y tu largo infortunio habrá inclinado

¡Independencia, libertad, ó muerte!

En tu favor á los benignos cielos.

Es verdad que ese puño de valientes

Mas si á pesar de tu fatal belleza,

Que traen en sus fusiles tus cadenas,

De tus desgracias y dolor prolijos,

Nos dejan ver en sus marciales frentes

Resuelto está que inclines la cabeza

Que son belicosos descendientes

Bajo la mano de brutal fiereza,

De los grandes Condés y los Turenas.

Te seguirán tus infelices hijos.

Inteligentes, cultos, esforzados,

Si en la siguiente lucha la victoria

A su genio y valor envidia tengo,

Nos vuelve el rostro y hace que sucumba

Y son de Europa toda respetados

El mejicano, elevará la historia

Y con mucha razon apellidados

Un monumento de perene gloria

Los héroes de Austerliz y de Marengo.

Sobre su humilde y solitaria tumba.

Cuando el cañon, cual huracán, retruena

Y al recordar, oh Patria, tus loores

En medio del horror de la pelea,

Y aquella noche en que quisiste verte

Se les ve combatir con faz serena;

Libertada de injustos opresores,

Y aun hoy el mar estremecido suena

Repitamos el grito de Dolores

Con los triunfos del Alma y de Crimen.

¡INDEPENDENCIA! ¡LIBERTAD! Ó MUERTE!

El mundo llenan sus inmensas glorias, Su nombre solo al enemigo ahuyenta, Y guardarán los siglos las memorias De las brillantes rápidas victorias Que en Solferino alcanzan y Magenta.

Setiembre 15 de 1862. G. Ortiz.

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 167, 24 de octubre 1862, pág. 4

Un Recuerdo A LA JOVEN MANUELITA C… SONETO ¡Beldad divina! yo te idolatraba; Mil veces te lo dijo el labio mio, Y en mi ferviente, loco desvarío, Amor eterno siempre te juraba. Te dije ¿lo recuerdas? que te daba Mi corazon, mi vida, mi albedrío, Y que si alguna vez destino impío Con bárbara crueldad nos separaba. No olvidaras que existe en este mundo Un desgraciado que por ti delira; Que en su dolor horrorísimo y profundo. Solitario en un páramo se mira; Y vertiendo ¡infeliz! llanto fecundo, De anciedad y de amor por ti suspiro.

V.E.

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LETRAS ROJAS


A LA TIERNA MEMORIA DE MI QUERIDO HERMANO RAMON ALVAREZ

SONETO Como la hermosa flor que de repente Vá rodando en el suelo deshojada, Y con el polvo se convierte en nada Al soplo horrible de aquilón rugiente, Así á la diestra del Señor potente La flor de tu ecsistencia desgraciada Para siempre quedó despedazada… Y yerta se tornó tu altiva frente. ¡¡¡Hermano!!! Hermano!!! desde el alto cielo En donde tu alma inmaculada habita Dirige una mirada de consuelo Al que en la tierra de pesar se agita… Al que transido de dolor sombrio Su llanto vierte en tu sepulcro frio.

Morelia, Diciembre 7 de 1862. Tomás Mariano Alvarez

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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Número 180, 9 de enero 1863, pág. 3

SONETOS I

II

RÓMULO

CAMILO

¿Quién es ese guerrero sin segundo

Pueblos y pueblos victorioso doma,

Con sangre tinto el casco la armadura,

Su planta pisa la opulenta Roma,

Grande en valor y en su poder fecundo?

Que inclina humilde la abatida frente.

Rómulo invicto, en estupor profundo

Lleno de rabia el vencedor potente

Miro tu noble y colosal figura:

A la hermosa ciudad á saco toma,

De los remotos siglos en la altura,

Todo su encono y su furor desploma

Te alzas gigante dominando el mundo.

Cual de la altura bramador torrente.

Una sacerdotisa te dio la vida

Léjos, muy léjos de su hermoso suelo,

Y alimento te dio la loba salvaje,

De rencores y crímenes ageno,

El asta de tu lanza dio follage,

Camilo mira de su patria el duelo:

Arbol sagrado á la nacion querida,

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El galo altivo en su furor vehemente

Que entre las sombras de la edad fulgura,

Y pronto como el rayo y como el trueno,

Y te rindió sumiso vasallaje,

Bajo la luz de su esplendente cuelo,

Y te admiró la tierra conmovida.

Rompió la espada del odiado Breno.

LETRAS ROJAS


III

IV

SILA

POMPEYO Al orbe asombra el dictador romano,

Del almo laurel y vigorosa encina

De infame nombre y tétrica memoria,

Vírgen corona que el valor venera,

Con lágrimas y sangre está su historia

Pone en tu sien la fama lisongera

Trazada por el pueblo soberano.

Y un rayo de tu gloria la ilumina.

Rencoroso y cruel, siempre inhumano

Es grande tu poder do quier domina;

Sangre vertió su diestra proditoria:

Inmensa es tu fortuna placentera,

Miedo supo difundir pero no gloria

El Asia rica, el Africa altanera,

El soldado ambicioso y vil tirano.

La fuerte Europea á tu poder se inclina

Al pueblo rey esclavizó altanero,

Pompeyo magno, la voluble diosa

Llevó á Atenas el mal de su venganza,

Que te hizo dueño de la bella Italia,

El Asia destruyó mas que severo,

Te abandonó por siempre desdeñosa,

Y mató el porvenir y la esperanza,

¡Palideció tu estrella!... De la Galia

Escribiendo orgulloso con su acero:

Se alza un astro de luz esplendoroso

¡Guerra y depredacion! ¡Fuego y matanza!

Que ilumina los campos de Farsalia.

Francisco Vaca

POESÍA LIBERAL MICHOACANA DEL SIGLO XIX

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