Esta publicación es una recopilación de ar culos y no cias que hablan de mujeres y diversidades en el denominado "mundo de las drogas". Entendemos que el machismo existe en la sociedad toda, por ende, también está presente en el ambiente cannábico, en el ac vismo, en la cultura, en la nocturnidad, hasta en la academia. La mayoría de los ar culos se encuentran en internet simplemente buscando un poco, por lo cual lo único que hicimos fue seleccionarlo y recopilarlo. Podes googlear y leer todo esto gra s, o podes comprar esta publicación a volutad y bancar la autoges ón y el ac ve feminista cannábico. Si crees que algún material que tenés puede sumarse a alguna próxima publicación, no dudes en escribirnos a infobroteproducciones@gmail.com La revolución será feminista, antiprohibicionista, decolonial e interseccional.
Notas cannábicas -"Salió macho: el mundo cannábico también es sexista". Por Polita Pepper. En Vice (España). Agosto 2018. -"Mujeres y Cannabis" entrevista a Ana Flor Sclani Horrac por Mar na Altalef. En Revista Furias (Argen na). Diciembre 2018. -"El deseo de Pandora: Faso y feminismo". Conversación con Valeria Salech y Ana Flor Sclani Horrac. Podcast Anfibia. Conducción por Leila Mesyngier y Julieta Greco. Producción María Mansilla. En Spo fy (Argen na). Noviembre 2018. -"Soy una consumidora de marihuana y eso no me hace mala madre" entrevista a Fernanda Ramírez. En Revista Cáñamo (Chile). Febrero 2019. No cias -Mujeres y Cannabis: proponen inaugurar el taller en el próximo Encuentro de Mujeres de Rosario. Por Ly Chacama. En laizquierdadiario.com (Argen na). Agosto 2016. -La mayor causa de encarcelamiento de mujeres en Argen na es por drogas.Por Bárbara Crespo. En minutouno.com (Argen na). Octubre 2018. Notas de interés -"Demasiado zorra para ser una víc ma: cuando las drogas y el sexo jus fican que nos violen". Por Jara Aithany Pérez López. En Vice (España). Marzo 2019. -Tu madre también se droga (pero con receta). Por María Zuil y Alfredo Pascual. En El Confidencial (España). Enero 2017. -"La prohibición de las drogas también es machista" por Isabel Pereira. En dejus cia.org (Colombia). Sep embre 2019. -"Primer re ro espiritual sólo para mujeres con barra libre de marihuana" Por Fran Sanchez Becerril. En El Mundo (España). Enero 2018. Redes Sociales Posteos amigues en referencia a drogas y es gma zación
Salió macho: el mundo cannábico también es sexista El camino a lo prohibido, a las drogas y al placer, ha sido siempre más inaccesible para las mujeres. por Polita Pepper. 09 Agosto 2018. Ilustración por Sabina Islas.
¿Por qué eres la única mujer en la mesa de jueces?, me preguntaba un reportero durante la primera copa cannábica organizada en México. Estábamos en una finca privada con más de 300 personas fumando marihuana y todo po de extractos, era una ambiente más bien relajado y agradable, muchos porros, música y sobre todo muchos vatos. El medio del porro es machista, al igual que el resto de medios. Pero resulta que algunas ya estamos cansadas de eso y hemos comenzado a hablar. El sector cannábico, al menos en este lado del mundo y pese a toda su buena onda, no se escapa de reproducir ac tudes, estereo pos y prejuicios machistas. Las mujeres que trabajan en el sector se enen que esforzar mucho más por mostrar sus capacidades profesionales. Las consumidoras son doblemente es gma zadas y si son madres la cosa se pone peor aún. La falta de crea vidad en la publicidad usa la misma fórmula que funciona para vender cualquier cosa: la cosificación del cuerpo femenino. Da igual si es detergente, un auto, semillas o armarios de cul vo; todo se vende mejor si se muestran un par de buenas tetas, y si las acompañas de tacones altos y atrac vas ropas, el éxito de tu stand en cualquier feria cannábica está garan zado. El camino a lo prohibido, a las drogas y al placer, ha sido siempre más inaccesible para las mujeres. Mientras que a los hombres se les permite “el vicio y el placer” de una manera naturalizada, a las mujeres se nos envuelve con el manto de la moral porque antes que mujeres con plena agencia somos esposas o madres o hijas y eso nos relega a gozar del placer preferentemente entre cuatro paredes y preferentemente con nuestra pareja, preferentemente que sea hombre. El cul vo y consumo de marihuana con usos “recrea vos” es mucho más escandaloso si la que se fuma los porros es la mujer, y si es madre la liga de la moral y la decencia le salta a la yugular. No es extraño que las mujeres que consumen y cul van se sientan in midadas en un medio y una sociedad que sistemá camente las juzga y las invisibiliza. 1
El peso de ocho décadas de prohibición y de incontables más de una cultura machista conjuga un es gma que se lleva en las tripas, en la médula, y que se reproduce incansablemente en la sociedad. En La noamérica —por cierto, recientemente declarada por la ONU como región campeona en feminicidios a nivel mundial—, las polí cas de drogas atraviesan a las mujeres de manera dis nta. La guerra contra las drogas en nuestra región ha cumplido la función específica de criminalizar principalmente a las mujeres. Según el informe de la Oficina de Washington para Asuntos La noamericanos (Wola) y Equis Jus cia para las Mujeres: en Argen na, Brasil, Perú y Costa Rica, más del 60 por ciento de la población carcelaria femenina está encarcelada por delitos relacionados con drogas. La población carcelaria total en América La na ha crecido también, aumentando un 300 por ciento en Colombia en los úl mos 25 años. En México, la tasa de encarcelamiento de mujeres por delitos relacionados con drogas aumentó en 103 por ciento entre 2014 y 2016. Las mujeres son condenadas principalmente por posesión, venta o transporte de pequeñas can dades de drogas y generalmente no ocupan puestos de poder dentro del narcotráfico y no han come do crímenes violentos. Para empeorar el panorama, su encarcelamiento no ene impacto en el tráfico de drogas; no obstante, el número de mujeres condenadas por delitos de drogas aumenta a un ritmo alarmante. El mundo cannábico también está dominado por hombres que generan prác cas de sociabilidad gremial: los expertos y reconocidos en el mundo del cul vo, la extracción, la gené ca, la inves gación son mayoritariamente hombres y a la postre los que escriben sobre ellos son también mayoritariamente hombres. Justamente para responder a esta situación y ante la evidencia de que poco va a cambiar el sector en cues ón de género si nosotras no tomamos el espacio y la voz, hace ya algunos años que agrupaciones de mujeres están tomando la escena cannábica para recordarle al sector que aún existen prác cas desiguales, polí cas de no reconocimiento e invisibilización, así como para transversalizar la perspec va de género en las polí cas de drogas. Aunque sobre todo para estar juntas y potencializar nuestras experiencias y trabajos, para darnos el reconocimiento entre cómplices y crear espacios con otras lógicas: la Women Grow en Estados Unidos y Canadá, la REMA en España y más recientemente las Cannábicas La nas en Chile y RENFA en Brasil. En 2016 en el marco de la ExpoMedeweed en Medellín se presentó la Red La noamericana de Mujeres Cannábicas, conformada por mujeres involucradas en dis ntas áreas del sector cannábico: polí cas de reducción de riesgos, inves gación, periodistas, organizaciones de la sociedad civil y cul vadoras de siete países de la región. Los ejes fundamentales de nuestro trabajo pretender seguir el sen r de los 2
saberes decoloniales, una apuesta por las polí cas an patriarcales y una fuerte convicción an prohibicionista. En la presentación que hicimos se estremeció el auditorio cuando se expuso la realidad de la mujer la noamericana en el sector cannábico en par cular y en la polí ca de drogas en general. Como red nos proponemos “hablar con voz propia”, que básicamente se trata de reconocer las voces y pensamientos que se producen desde los saberes locales, desde las iden dades y espacios geopolí cos históricamente subalternizados, imaginando y accionando otros modos de hacer, de decir y de habitar el mundo, el mundo cannábico. Nuestra apuesta es ir ganando reconocimiento y salir de las sombras que la masculinidad nos deja como espacio ideal de par cipación, generar comunidad con voz propia e ir transformando las lógicas que rigen el mundo cannábico. Ahora parece que la cuota de género nos da algún espacio: no reconocernos en las copas o ferias cannábicas comienza a ser polí camente incorrecto. Aunque esto es un pequeño paso queda mucho por hacer hasta la cosecha. Así que compañeros, colegas, fumadores, cul vadores y cualquier hijo de vecino, un pasito atrás, escuchen lo que las mujeres estamos diciendo, piensen en las preocupaciones que se están planteando y si les parece que estamos alzando mucho lo a voz, si esto les parece demasiado feminista… tal vez deberían fumarse un porro y pensarlo. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Mujeres y Cannabis Entrevista a Ana Florencia Sclani Horrac. Por Mar na Altalef. Ana Florencia Sclani Horrac es Licenciada en Geogra a y doctoranda en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de La Plata, donde inves ga el movimiento cannábico en Argen na. Pertenece a la agrupación Mujeres y Cannabis en Argen na (MyCA) y al grupo motor de la Red La noamericana de Mujeres Cannábicas.
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¿Qué es la Red La noamericana de Mujeres Cannábicas? ¿Cómo se gestó? Es un espacio de encuentro y acción polí ca entre dis ntas usuarias, ac vistas, inves gadoras. En este mundo patriarcal y de prohibición, de opresión contra nuestros cuerpos y nuestros territorios, encontramos que la clásica asociación entre delito y drogas está atravesada por cues ones de género. Como inves gadora pude trabajar mucho sobre el encarcelamiento de mujeres y delitos vinculados a drogas, pero poco sobre la realidad de las usuarias de sustancias consideradas ilegales en general y todavía menos sobre el cannabis en par cular. Al mismo empo, como ac vistas empezamos a iden ficar publicidades sexistas que inundaban los foros y eventos del movimiento. En 2016, viajé a México y conocí a Polita Pepper, ac vista mexicana que organiza el proyecto Canna va.net, y me habló de la Red que estaba gestando junto a Pilar Sánchez. Pilar es directora de PIDEKA, la primera empresa de Colombia que, además del permiso para producir cannabis con fines médicos y cien ficos, consiguió una licencia de producción de derivados de cannabis de alta calidad para fines psicoac vos. La Red se propuso desde entonces como un espacio diverso de mujeres del sector cannábico para darnos voz y reconocimiento. Quisimos dejar de tener como único lugar posible la tarea de modelar para los bancos de semillas ves das con calzas brillantes y tacos. En nuestra primera presentación oficial en la ExpoMedeWeed de noviembre de 2016 invitamos a todas las promotoras de esta gran feria a que par ciparan de nuestra ac vidad. Recuerdo eso como un llamado a unirnos, a promover vínculos sororos que rompan la naturalización de este po de roles para las mujeres. Esa vez expusimos diez mujeres, entre las que se encontraba Paulina Bobadilla (la fundadora de Mamá Cul va Chile) y ese encuentro entre las “mamás que hacen todo por sus hijes” y las “fumonas” fue potenciador. Nuestros saberes diversos circulan en un marco de horizontalidad y valoración de la labor ajena y amplían nuestras perspec vas. ¿Y el ac vismo en Argen na? En octubre de 2016 nos unimos con el mismo espíritu en el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario. Por primera vez se hizo el taller “Mujeres y Cannabis en Argen na” que se con núa realizando como un espacio disputado y ganado hacia adentro del movimiento de mujeres. Antes nos mandaban a “Mujeres y Adicciones” por drogadictas. Y la adicción se vincula con lo no dicho, con lo que callamos y nos enferma. Es importante poder compar r experiencias en este contexto geopolí co para pensar juntas estrategias de cuidado, en el marco de la ilegalidad del consumo y el cul vo de la planta de cannabis, que nos hace vulnerables a todas. 4
Existe el riesgo de ser detenidas, encarceladas y discriminadas. También existe la dependencia al dealer, que es muy peligrosa. Al comienzo de la década del 2000 yo tenía unos 16 años y le decía a mi mamá: “Mami, yo fumo pero prefiero cul var que ir a comprar. No quiero meterme en la casa de un po que no conozco, que puede hacer cualquier cosa conmigo. Encima pueden allanar el lugar y que yo esté adentro”. Hoy en Argen na hay muchísima gente que cul va, y cada vez más mujeres dejan de depender del transa. Y también del chabón que le “comparte” sus flores. Empoderarnos con la planta nos hace libres. Parece un cliché pero es verdad, te corrés por completo de los circuitos de mercan lización clásicos, aunque es cierto que podés entrar en otros, propios de la “elite” que hoy ene la posibilidad de cul var. Es un tema complejo y hay muchas posturas, pero a casi treinta años de la ley penal, y gracias al movimiento cannábico argen no que cul va desde la crisis de 2001 en ar culación con el ac vismo, hoy existe un fuerte sostén de experiencia, organización y conocimiento sobre la planta y las polí cas que la a ngen. Somos una referencia para la región. Y no solo se trata de las personas que conocieron y necesitan el cannabis terapéu co -que son muchas- sino también de todes aquelles que producen conocimientos y aportan sus saberes al Estado. Actualmente hay 20 metros cuadrados de cul vo en la UNLP, donde se produce e inves ga el cannabis de tres cepas terapéu cas argen nas aportadas por dos agrupaciones que integran el Frente de Organizaciones Cannábicas de Argen na. Sin el nivel de cul vo y de compromiso social que el movimiento construyó en el país, sería imposible cul var, consumir e inves gar cannabis para tanta gente que ve mejoras concretas en su calidad de vida gracias al uso de la planta en sus dis ntas vías de administración. ¿Cómo describirías el mapa de la región considerando específicamente a las mujeres y el cannabis? La región la noamericana padece las polí cas represivas que Estados Unidos exportó a nuestros territorios a través de la guerra contra las drogas. En sus convenciones de 1961 y 1971, Naciones Unidas hizo crecer ese paradigma a través de la construcción de un enemigo público sin cara: “las drogas”. Pero al mismo empo se fundó una polí ca de intervención territorial estratégica. Hoy se dice que la guerra contra las drogas es una guerra contra las mujeres ya que desde la década de los setenta hasta hoy, en sintonía con la expansión de ese paradigma, la criminalidad en las mujeres ha aumentado de un 14% a un 71% en nuestra región. Los grupos vulnerables suelen ser los que más sufren los “daños” provocados por las polí cas represivas. Hay una contradicción que circunda este po de guerras difusas: no reducen el tráfico y el consumo, tal como proponía Naciones Unidas en 1988 con 5
la campaña “Un mundo sin drogas, podemos conseguirlo”, sino que permiten su aumento exponencial. La criminalización selec va de los eslabones más débiles de la cadena de producción y consumo de drogas ha crecido especialmente. Existe una invisibilización impresionante de los verdaderos narcotraficantes y el lavado de dinero es di cil de iden ficar. Estas guerras “contra” en realidad esconden fundamentos muy perversos, que son funcionales a la reproducción de formas violentas del negocio. ¿Qué es el prohibicionismo? Es un paradigma en polí ca de drogas que se basa en la abstención represiva, o sea, la prohibición del consumo de las sustancias que se consideran estupefacientes. Se creó en Estados Unidos a comienzos del siglo XX. Hasta ese momento, las mujeres blancas de clase media norteamericana consumían cannabis para tratar dolores menstruales sin ningún po de problema legal. En Oriente, por su parte, la potencia terapéu ca del cannabis ya se conocía y se lo u lizaba mucho. En 1919 se aprobó la Ley Seca del Alcohol que prohibió por primera vez una sustancia consumida regularmente por todo el mundo occidental. Fue un fracaso total y provocó que se conformaran las mayores mafias en EE.UU, país que por entonces recibía enormes oleadas migratorias. Las mafias italiana, filipina, irlandesa nacieron en esa época. En 1933 se legalizó nuevamente el alcohol y todo el aparato que controlaba y reprimía su consumo se redireccionó al de otras sustancias, principalmente las que consumían les extranjeres. Se asoció el uso de opio a los orientales, de cocaína a les negres y la marihuana a mexicanes y la nes en general. Fue un modo de criminalizar a les migrantes. Poco después, EE.UU. comenzó a exportar esta lógica, que genera muchísimo dinero, sobre todo a través de la venta de armas. Desde entonces esta dinámica produce guerras y conflictos armados en toda América La na y en otras partes del mundo. ¿Genera impactos específicos en las vidas de las mujeres? Las mujeres, lesbianas, bisexuales, traves s y trans, así como también les jóvenes, migrantes, indígenas, afrodescendientes cons tuyen en los hechos y en el imaginario ese “otro” al que la norma social apunta con el dedo, es gma za, discrimina. Creo que es importante la evidencia que obtenemos al analizar el daño que provocan estas polí cas represivas. En el norte de Argen na, 98% de las presas en los tres penales de mujeres más grandes, enen causas por infracción a la Ley 23.737 de Estupefacientes. En general se trata de delitos de venta al menudeo, transporte y consumo; es decir, delitos que no implican ninguna forma de violencia. Una aberrante mayoría de estas mujeres está encerrada por el prohibicionismo. 6
Es un dato desolador: la prohibición se lleva la vida de mujeres al igual que el patriarcado. Nos quieren muertas, presas, recatadas o calladitas. ¿Hay otras agrupaciones de mujeres y ac vismo cannábico? ¡Sí, somos muchas! En Chile, Mamá Cul va dio pie a la generación de colec vos en Argen na, Paraguay, México. También en Chile están las Cannábicas La nas. Acá, además de Mujeres y Cannabis de Argen na, existe el Encuentro Nacional de Mujeres Cannábicas, que ya cuenta con siete ediciones. En Brasil existe la Red Nacional de Feministas An prohibicionistas, que iluminan nuestras luchas al pensarse en los contextos locales, regionales, nacionales y al dialogar con otros países. No es fácil definirse como lo hacemos nosotras. El encuentro de nuestros colec vos diversos nos garan za que el patriarcado se va a caer. Este año en la ExpoMedeWeed, en Colombia, presentamos un ar culo llamado “Mujeres, Cannabis y Geopolí ca en América La na” e hicimos el 3° Foro Internacional de Mujeres Cannábicas, por primera vez en La noamérica. ¿Qué experiencias tuviste como mujer desde que empezaste a trabajar en este ámbito? El mundo cannábico contemporáneo siempre estuvo copado por hombres. Es un poco complejo el tema y hoy se van abriendo nuevas dinámicas, pero en un comienzo la transgresión de cul var olía a huevos. Sin embargo, a nosotras nos gusta recuperar los saberes herbarios de las mujeres an guas para tratar dolencias y padecimientos y mostrar que incluían a esta y a otras plantas que el mundo occidental convierte en commodi es ilegales. Mucho contenido y muchos eventos que circulan en medios de comunicación, redes sociales e incluso en la academia están producidos por mujeres. La educación popular feminista me da algunas herramientas para pensar en las desigualdades, en las cues ones colec vas que generamos y para encontrarme con otras en el desa o de sen pensarnos juntas y construir horizontalmente, desde abajo y a la izquierda. En ese sen do, ¿cuál es la relación entre academia y ac vismo para vos? Me me en el ac vismo de muy chica, a los 16 años. Conocí una persona con la que compar varios años de mi vida y que tenía plantas en su casa. En diciembre de 2003 me dijo “yo fumo marihuana con la misma naturalidad que vos tomás mate”. Al principio de visita y más tarde viviendo en una casa con un invernadero de ochenta plantas en el pa o, empecé a aprender sobre el cul vo. Cantaba reggae y rocksteady con una banda que se llamaba Índica. Estaba todo relacionado. Hice la secundaria en el Bachillerato en Bellas Artes de la UNLP y cuando terminé dirigía un coro de abuelos. 7
Un día me senté, fumé y evalué qué quería estudiar, me sen a agradecida de poder hacerlo, a los 21 años y viviendo sola. En 2007 empecé la Licenciatura en Geogra a, pensando en estudiar la planta de cannabis, pero concentrada en los rendimientos y esas cosas. En la UNLP la carrera se da en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y eso, indefec blemente me fue llevando a una inves gación de índole más social que produc va. Durante mi formación académica, además, viví dos intercambios (uno de grado y otro de posgrado) en la Universidad de San Pablo en Brasil, que me permi eron impulsar una perspec va teórica más robusta, para pensarnos como la noamericanas que luchan. ¿Qué impactos de los feminismos resuenan en el ac vismo cannábico? Los feminismos nos ofrecen herramientas de lucha y autorreconocimiento para dejar de vivir desde los impuestos del heteropatriarcado. Nos interpelan como mujeres, lesbianas, bisexuales, trans y traves s cannábicas para pensar nuestros vínculos y empoderarnos. El cul vo es reflejo de eso y te cambia el co diano porque resis s a la oferta del sistema: comprar “prensado”. Muchas mujeres argen nas la rompen cul vando. Al leer Claves feministas para mis socias de la vida de Lagarde entendí esta conexión: el feminismo es una bandera, se planta y da pelea contra las opresiones del sistema que forman parte de una matriz y llegan al co diano de todes. Dentro del movimiento cannábico argen no el espíritu an sistema todavía ene su fuerza. Consumir cannabis es una transgresión que la sociedad todavía no acepta. Sí se acepta a la madre que cul va por sus hijes, porque puede leerse como mujer cuidadora, enfermera, al servicio de otres. Eso también se pone en jaque. Valeria, de Mamá Cul va Argen na cuenta que perdieron muchísimes seguidores en redes sociales desde que usan la “e” del lenguaje inclusivo. Con la “x” no era tan notorio, pero con la “e” hubo un quiebre. En ese sen do, pienso de manera muy interseccional. Me gustaría que si en algún momento cambia la legislación tanto la señora que usa cannabis para la artrosis como la piba pobre que hace uso recrea vo accedan a un producto de mejor calidad, sin los riesgos que implica hoy conseguir y consumir en la ilegalidad. La clandes nidad del cul vo es algo muy de la esfera de lo ín mo, que se apoya en el ar culo 19 de la Cons tución Nacional, pero temo por momentos que ese discurso del autocul vo quede corto y no sea todo lo incluyente que se pretende. No todo el mundo puede cul var y por eso es necesario pensar en un mejor modo de acceder al cannabis, ya que mejora la calidad de vida de miles de personas en todo el país. Los cul vos colec vos a través de coopera vas serían una buena opción porque que generan empleo local y producen para el consumo interno. El ejemplo de Uruguay es claro, se ha reducido el narcotráfico muchísimo a 5 años de su regulación, nadie murió, es contundente creo, el consumo responsable que propone, se ve en las calles del país vecino. 8
¿Encontrás vínculos entre ac vismo abortero y ac vismo cannábico? ¿Se reconfiguran las nociones de legalización y clandes nidad? Hay una conexión profunda entre las formas de la clandes nidad contra las que luchamos. Buscamos legalizar prác cas que ya existen, darles marcos de seguridad, salud y protección respetando por sobre todo la voluntad de la persona que elige en libertad qué hace con su cuerpo, desde el goce hasta el daño. Nadie va a la cárcel por fumar tabaco y sabemos que mata. La clandes nidad mata y no se deposita sobre estas prác cas al azar. La clandes nidad es un negocio con el que ganan los peces gordos, quienes en realidad lavan dinero proveniente de la trata, la venta de armas, de drogas ilegales y de medicamentos y prác cas realizadas fuera del marco de la ley. La lucha por el aborto legal, seguro y gratuito nos enseñó algo fundamental a través de la consigna “educación sexual para decidir, an concep vos para no abortar y aborto legal para no morir”: iluminó la importancia de la educación y la información para elegir con libertad y acompañadas por muchas que te sos enen y te dan la mano. Desde ahí reinventamos nuestra lucha con la misma bandera, bah el mismo pañuelo, para pensarnos más allá de las individualidades, como colec vo de sostén, de iden dad. Sin rivalizar, sin idealizarnos como supermujeres en la militancia. Como hermanas en la lucha. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------
"Soy una consumidora de marihuana y eso no me hace mala madre" entrevista a Fernanda Ramírez. Lamentablemente no contamos con esta nota completa dado que no está en internet, y la revista Cañamo no se vende en Argen na. Sin embargo, dejamos la nota ADN Radio, de un medio chileno que se hizo eco de la entrevista. Si alunx lectorx ene la nota y nos la puede compar r le agradeceríamos.
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La actriz de Mega, Fernanda Ramírez, reconocida por su rol de Augusta en Perdona Nuestros Pecados, confesó ser una consumidora de marihuana, lo que generó un áspero debate en redes sociales. En conversación con Revista Cáñamo, señaló que “el problema es que todos llegamos desde la curiosidad y desde el tabú de la marihuana. Creo que si con mi mamá hubiésemos tenido una horizontalidad en nuestra relación y hubiese sido más honesta con respecto al consumo de marihuana y lo que provocaba, quizás yo no hubiese estado tan curiosa de probarla”. La discusión, par cularmente, se inició luego de que expresara que “cuando joven y sobre todo antes de ser mamá, el consumo era parte del panorama, del carrete. Ahora tengo más responsabilidades y vivo la vida de otra manera, quizás más lenta. Ahora la marihuana se convir ó en una aliada en mis momentos de soledad más que en los colec vos”. “Hay un juicio por ser madre y consumir, pero en realidad lo que hay es un juicio por todo a la hora de ser madre (…) Yo me fui un mes a Europa y mi hijo quedó con su padre y no te imaginas la can dad de mensajes que recibí del po ‘eres una mala madre’. ‘Cómo dejai a tu hijo solo’ y mi hijo no estaba solo, estaba con su padre”, aseveró. Antes de cerrar la entrevista, sostuvo que “soy una consumidora de marihuana y soy madre. Y eso no me hace mala madre. Al contrario. Muchas veces me ha tocado tener las mejores tardes de juegos con mi hijo después de pegarme un piteada. Obvio que la gente lo juzga, pero prefiero decirlo”.
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El deseo de Pandora: Faso y feminismo. Podcast Anfibia. Conversación con Valeria Salech y Ana Flor Sclani Horrac. Conducción: Leila Mesyngier y Julieta Greco. Producción: María Mansilla. Diseño e Ilustración: Sebas án Angresano Noviembre 2018. - Disponible en Spo fy. Se desgrabaron los siguientes fragmanetos: (10min) _Bueno, ambas vienen de organizaciones ¿Qué sienten que el feminismo les ha… qué herramientas creen que el feminismo les haya aportado para pensar la propia militancia?... y a la vez, pensábamos antes, y es algo que en este podcast ya hemos hablado, en casi todos es que el feminismo ene como esta 'construcción de red'. Bueno, ¿qué de eso ustedes han podido construir, y qué del ac vismo propio del Cannabis puede aportarle al feminismo? VS_ Lo que pasa es que nosotros, en Mamá Cul va Argen na, no nacimos feministas. Es una organización que no nace feminista, se transforma. Nuestra resistencia ene un l u ga r e n l a p rá c c a c o d i a n a d e l empoderarnos con la planta. Es la planta nuestra herramienta de empoderamiento. Cuando nosotrxs nos damos cuenta que la planta nos brinda autonomía y soberanía sobre nuestra salud, entendemos al feminismo… Es como una cosa viene de la mano de la otra. Una vez que nos dimos cuenta, ya eso no ene vuelta atrás. Lo que ahora intentamos hacer es transferir la experiencia de la autonomía sanitaria hacia otras personas que se acercan a nosotrxs...Porque la realidad es que esta planta es tan maravillosa, pero tan maravillosa, que nos dio la posibilidad de liberarnos de un montón de ataduras. Y el tema de poder ponerlo en palabras nos hizo ver esta situación... Nosotras sabíamos que estábamos presas de un sistema de salud que nos tenía de rehenes. Y de repente, la planta nos da una herramienta que nos permite salirnos de este sistema de salud. 11
salud. Cuando vos salís y lo ves de otra vereda, le ves un montón de defectos, empezás a entender que eras más cliente más que paciente, que la industria farmacéu ca no te va a permi r avanzar en un montón de sen dos, y cuando empezás a hacer esos descubrimientos… Bueno, empezás también a hacer una construcción colec va de las del feminismo, como decía Flor, un entramado, una red que se mul plica en cada pa o, en cada balcón, en cada terraza. Porque nosotrxs no podemos pelear con las mismas armas que las del poder, que aparte es cruel... y además nos quieren invisibilizar como cuidadoras ¿No?. Entonces, nosotrxs lo único que podemos hacer es resis r amorosamente, transmi endo nuestra experiencia otras personas. (24min) AF_ El desa o de construir de este modo: an patriarcal, descolonial, an prohibicionista, es un desa o de crea vidad puesta ahí. El cul vo es terapéu co. Ellas hablan por vos, si vos estás mal, las plantas están mal, si vos estás colgada, si vos estás abandonada en ese co diano ellas te lo muestran al toque. Entonces, es como esa búsqueda de coherencia que en realidad no hay a dónde llegar, sino que es ir en el caminito ese... Es di cil para las personas que viven en las ciudades entender que este circuito que involucra un montón de gente, porque atrás de prensado que consumen la mayoría de las personas Argen na, del cual no se puede hacer medicina, como tampoco de la crippy en Colombia, porque ene muchos agroquímicos que producen en monocul vos cercanos... Ese prensado y esa mala calidad que le llega también ene que ver con la salud, es un daño a la salud de un montón de personas. Entonces el autocul vo también no debe ser sólo, sino acompañado de pensar modelos colec vos de cul vo ¿Por qué? Porque la persona que vive en una villa con la luz enganchada, el sodio 400 lo ve por televisión. Entonces es muy importante hacer ese cruce de clase, hacer ese cruce de género, y siempre estar en ese desa o de crear modos de ejercer esa igualdad que profesamos, crí ca... Dentro del movimiento también nos pasaba: las publicidades sexistas, con promotoras en calsa blanca con la semilla... eh, vine de Colombia de la Expo MedeWeed, es lo que más se ve. Dentro de las Copas Cannábicas por ejemplo, qué son eventos que Argen na hace 16 años que hace, las mujeres no nos sentábamos a la mesa... Hoy hay mujeres juradas de Copas. Un poco lo que los demás países de América La na hacen es mirar lo que pasa acá, no sólo con el tema de Ni Una Menos y el aborto legal, que sí somos referencia, sino también porque adentro del movimiento pudimos empoderarnos cul vando a pesar de todo, en la ilegalidad, y hoy son esas las proveedoras de medicina. Por eso, un poco me molesta cuando se habla de los cul vadores... Los cul vadores y las cul vadoras. Que pudimos, nos sostenemos, acompañamos y nos informamos. 12
Yo siempre decia, el movimiento cannábico antes producía para sí mismo y el excedente lo compar a con sus amigas. Hoy ese excedente de producción se va para una persona que lo necesita para comba r una patología. Entonces eso, mas el aumento de precio de la ilegalidad de las flores, que antes no se vendían, pero que con un prensado de tan mala calidad empieza a surgir. Hoy, la mayoría de las personas compran. Entonces si bien el movimiento cannábico, y las Mamá Cul va, proponemos "cul vate, cul vá en contra del narcotráfico, no seas más parte de este negocio". Tenemos que cri car el negocio que es el narcoestado, la prohibición. Aparte porque el sistema capitalista se inyecta del dinero de ac vos de la trata, de la venta de armas y le de la venta de drogas. El cannabis es el 75% de usuarios de drogas ilegales en el mundo. Sin el cannabis no se jus fica "una guerra contra las drogas"... Y es la lógica de intervención que geoestratégicamente Estados Unidos siempre tuvo sobre nuestra región. Entonces, cruzando las escalas, y poder hablar de nuestro cul vo chiqui to, es gma zado, abajo en un armario, y también poder hablar de la lógica neoliberal del sistema que nos propone compe r, por ejemplo, entre las mujeres. Todo lo que tenga que ver con hacer, tender redes que sean de horizontalidad, eb donde nos cuidamos, nos apoyamos, nos asesoramos, lloramos, nos encabronamos, y podemos construirlo... Lo que parece que ese es el desa o, y que el Feminismo en eso nos da muchas herramientas para pensarnos. (40min) AN_ Yo recién recordaba que Nermi había ido antes al Encuentro de Mujeres, de Misiones, Nacional, y la mandaron a "Mujeres y Adicciones". O sea que esta construcción de "Mujeres y Cannabis" es algo que surge en 2016 en Rosario, y que de ahí se empezó a trabajar. Desde el principio Mamá Cul va estaba en esa primera reunión y recuerdo un poco esto de la ruptura con el vínculo patriarcal con el médico que un poco más te dice madre, pero también esa ruptura con machirulo proveedor que te da el porro. Entonces nosotras siempre que podemos, desde lo académico, yo junto con una organización que se llama INCAMED, con la que trabajo, hicimos una parte importante de pensar el Curso de Promotorxs en Terapéuica Cannábica, justamente en esta perspec va...Me acuerdo que Vale siempre dice que hay que saber la dilución, la gené ca y su ra o, es pan para hoy y hambre para mañana si te regalan o vos compras el aceite, porque no tenés la capacidad de a simple vista de saber cuánto está diluido. No es lo mismo una parte de la resina pura en 20 que una parte en 200. Sin embargo hay gente que con una parte 200 anda bien, con microdosis. Entonces digo, estas son partes y los conocimientos que no enen ni los médicos ni tampoco las universidades. 13
Mujeres y Cannabis: proponen inaugurar el taller en el próximo Encuentro de Mujeres de Rosario Un nuevo debate comenzó a abrirse en estos días entre las organizaciones abocadas a la preparación del próximo Encuentro de Mujeres. El debate, con voces a favor y algunas en contra, surgió ante la propuesta de crear un taller de Mujeres y Cannabis, orientado a fortalecer la lucha por la legalización del cul vo y el consumo. Ly Chacama. Lunes 1ro de agosto de 2016.
Un nuevo pedido llegó a la Comisión Organizadora del XXXI Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) que se desarrollará en octubre en la localidad de Rosario. Como había sucedido con el pedido de AMMAR, se recibió una propuesta para inaugurar un nuevo taller: Mujeres y Cannabis. En su pedido, referentes de Mujeres Cannábicas en Argen na fundamentan que, por ser mujeres, también sufren par cularmente la “es gma zación social” y la “criminalización penal”. En su carta dirigida a la Comisión Organizadora, también sos enen que “somos chantajeadas, usadas y obligadas a ser (mal llamadas) ‘mulitas’” y, en el marco de la gran repercusión que conquistó la voz de cientos de mamás que exigen el Cannabis medicinal para sus niños y niñas, también proponen la incorporación de estos temas, que hasta el momento no han contemplado jamás los Encuentros de Mujeres". Con la intención de aportar a que miles de par cipantes que viajarán desde todo el país conozcan los debates que viene desarrollando la Comisión Organizadora, La Izquierda Diario da a conocer los intercambios que tuvieron lugar alrededor de este pedido. 14
Entre las sub-comisiones que se han puesto en pie durante el año para preparar el Encuentro, la sub-comisión de Contenidos delinea las temá cas de los más de 60 talleres en los que se basa este evento único en la región y en el mundo. Como las restantes, esta sub-comisión está integrada por diversas corrientes polí cas y agrupaciones de mujeres, así como por mujeres independientes que par cipan regularmente de los prepara vos. Sólo el PCR del Frente Social y Popular opuso resistencia al reclamo de estas mujeres. No es de extrañar, ya que se trata de una organización que viene haciendo campaña junto a sectores de la Iglesia bajo el slogan “La droga mata”, tal como sucedió recientemente, en el marco del llamado Día internacional de lucha contra uso indebido y el tráfico ilícito de droga. Pan y Rosas en el Frente de Izquierda, que es parte de la Comisión Organizadora, sostuvo en cambio su apoyo a la inicia va. Desde su perspec va, “este sería un gran punto de apoyo para las mamás de miles de niños y niñas que padecen enfermedades severas y exigen al Estado nacional su derecho al uso medicinal. También sería un gran punto de apoyo a la lucha por la legalización integral de la marihuana, única forma de terminar con el negocio del narcotráfico”, como sos ene el proyecto que presentaron Myriam Bregman y Nicolás del Caño en el Congreso Nacional. Sin plantear abiertamente su desacuerdo con la pelea por la legalización y la despenalización del cannabis, el PCR sostuvo en el debate que hay “una intención oportunista” por parte de quienes están a favor de abrir este taller, ya que el debate de fondo que escondería la discusión sobre el uso de la marihuana, tanto recrea va como medicinal, es el de la legalización de “las drogas”. Sin embargo no hay ninguna discusión oculta: efec vamente este taller plantea entre sus puntos la despenalización y la legalización de la marihuana, reclamo que moviliza a decenas de miles en las calles todos los años en todo el país. Una lucha más que necesaria para quienes queremos terminar con la persecución por cul var y consumir, ya sea con fines medicinales y/o recrea vos, como con el negocio del narcotráfico, uno de los negocios ilegales más importantes en todo el planeta, que funciona gracias a la impunidad que garan zan los funcionarios polí cos y las ins tuciones del Estado, como la jus cia y las fuerzas de seguridad. Mientras cientos de mamás se organizan por el derecho de sus niños/as al cannabis medicinal, otro argumento esgrimido por el PCR fue que dar lugar a talleres que parten de un acuerdo puntual es peligroso porque “anula el debate”. Parece que “el Encuentro somos todas”, siempre y cuando el contenido de los talleres no discrepe con las posiciones que sos ene esta organización, de peso en la preparación de los Encuentros.
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Se dio un acalorado debate entre las mujeres respecto de la legalización y el consumo del cannabis, el uso de la marihuana medicinal, la criminalización y la legalización de otras sustancias. Y, después de horas de discusión, no se pudo tomar una definición porque “no hay consenso”. Así, el PCR intenta poner un bozal a las nuevas voces que quieren expresarse en este Encuentro, en lugar de dar espacio a los más variados temas y, sobre todo, a aquellos que fortalecen nuestro derecho a decidir y a organizarnos contra las ins tuciones del Estado que nos criminalizan y persiguen, además de todos los pos de violencia machista por los que luchamos diariamente. “Somos mujeres usuarias y cul vadoras de cannabis. Invisibilizadas en un encuentro que ene por obje vo unirnos en la lucha contra la discriminación y vulnerabilidad; un espacio des nado a compar r información y experiencias; un lugar donde sen rnos contenidas y seguir creciendo en busca de derechos aún no reconocidos. El respeto, dignidad y libertad sobre nuestros cuerpos. Premisas que hasta el momento no han sido aplicadas a otro sector vulnerable de la sociedad. Nosotras, usuarias y cul vadoras de cannabis. Estamos. Exis mos. Sufrimos es gma zación social. Criminalización penal. (…) En el marco de que en todos los no cieros y diarios, se plantea la regulación del uso del cannabis medicinal; creemos fervientemente que es el momento propicio para que La Comisión del 31° Encuentro Nacional de Mujeres, nos reconozca con el espacio de información que merecemos tener.” Un Encuentro democrá co, y de lucha Como integrante de la Comisión Organizadora del 31° Encuentro de Mujeres, Pan y Rosas es parte ac va de esta lucha de la juventud por la legalización integral de la marihuana, que se ha conver do en una de las más masivas en los úl mos años, con los y las jóvenes de los barrios en el centro de la escena, porque son quienes más sufren la represión constante de los gobiernos y sus policías. Consideramos que sólo difundiendo y enriqueciendo el debate podemos fortalecer la pelea por nuestros derechos. Hemos planteado siempre que el método del “consenso”, en el que se basan los Encuentros, es un límite para las miles de mujeres que hacen esfuerzos enormes para par cipar año a año con la intención de deba r y volver a sus localidades con nuevas herramientas y un plan de lucha que fortalezca la pelea por todos nuestros derechos. Par r de acuerdos es una de las tareas del movimiento de mujeres para avanzar en la conquista de esos derechos. Por eso peleamos para que los Encuentros Nacionales de Mujeres tengan un carácter resolu vo, donde las mujeres podamos deba r y votar a mano alzada qué herramientas y qué pasos necesitamos dar para fortalecer nuestra lucha.
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La mayor causa de encarcelamiento de mujeres en Argen na es por drogas Por: Bárbara García Crespo. 26 de octubre de 2018. E l 6 0 % d e l a s m u j e re s s e encuentran detenidas por delitos recogidos en la Ley de Estupefacientes. En América La na la población carcelaria en Argen na aumentó un 53% entre 2000 y 2017. La Procuración Penitenciaria publicó un informe en el que muestra su gran preocupación por el aumento de la población carcelaria femenina y hace hincapié en la principal causa del encarcelamiento de las mujeres que están detenidas por delitos recogidos en la Ley de Estupefacientes (Ley 23.737). En ese sen do, sos ene que las polí cas de drogas prohibicionistas afectan desproporcionalmente a las mujeres. “El encarcelamiento de mujeres en América La na supera, junto a Asia, al de cualquier otra región del mundo. Aunque es sabido que el número de hombres privados de libertad es mayor, los niveles de encarcelamiento de mujeres están creciendo a una tasa más rápida”, describe el informe. El informe fue presentado en el marco de Proyecto de Visibilización del Impacto de las Polí cas de Drogas impulsado por la Procuración Penitenciaria junto con la Fundación Friedrich Eber S ungy la Asociación de Pensamiento penal. Sin embargo el principal problema que hay con la Ley de Drogas es que criminaliza el narcomenudeo y el microtráfico. La condena más frecuente es de 4 años es decir, que se criminaliza las economías de subsistencia y no se pelea contra el narcotráfico.
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En el informe, la Procuración Penitenciaria exige que la Argen na comience a dimensionar el impacto real de las polí cas de drogas que afecta a los derechos humanos de las mujeres y sobre todo comenzar a hacer una serie de reformas a las ley de Estupefacientes como la descriminalización del consumo, proporcionalidad de las penas y eliminación de penas mínimas obligatorias. En la presentación del informe par cipó la experta en Polí ca Internacional de drogas y miembro de The Washington Office on La n America, Cole a Youngers, quien aseguró que “las mujeres encarceladas en delitos relacionados a las drogas están involucradas en su mayoría por tráfico de pequeña escala, transporte de drogas, cul vo e ingreso de drogas dentro de las unidades penitenciarias”. Andrea James, ex detenida, fundadora y directora ejecu va del Na onal Council For Incarcerated and Formerly Incarcerated Women and Girls, brindó datos sobre el sistema carcelario en Estados Unidos y destacó la importancia de difundir la situación de las mujeres encarceladas y los efectos de la prisión no solo en ellas sino también en sus familias y los derechos que les son negados. Además, explicó que “no solo debemos crear conciencia sobre el aumento del encarcelamiento de mujeres sino también debemos eliminar la vergüenza y el es gma de ser personas condenadas o de haber sido condenadas”. 70% de las presas enen prisión preven va La Procuración Penitenciaria también expresó su preocupación sobre el aumento de la can dad de mujeres que se encuentran en prisión preven va. “Cerca del 70% de las mujeres privadas de la libertad no ene una condena firme, cifra considerablemente mayor a aquella presente en la población de varones. La gran mayoría de las mujeres procesadas permanecen detenidas por delitos vinculados a la ley de estupefacientes”, consignó un informe. El aumento de la población penal a nivel federal, lo cual trajo aparejado la reproducción de focos de sobrepoblación y hacinamiento que trae aparejado el inevitable deterioro de las condiciones materiales y de vida. 18
Demasiado zorra para ser una víc ma: cuando las drogas y el sexo jus fican que nos violen Las mujeres aprendemos que, según cómo ges onemos nuestros placeres, quizá seamos demasiado zorras como para que lo nuestro pueda ser considerado violencia sexual. por Jara Aithany Pérez López; ilustración de Teresa Cano. 07 Marzo 2019. Virginie Despentes tula el tercer capítulo de su libro, La Teoría King Kong, "Imposible violar a una mujer tan viciosa". Esta es la clave de mucho de lo que ene que ver con las violencias sexuales en general y con el mundo del ocio nocturno en concreto. Virginie relata una violación vivida en primera persona cuando ella y su amiga se montan en un coche haciendo autoestop para llegar a un concierto en París: “Mientras ocurre ellos hacen como si no supieran exactamente qué está pasando. Como llevamos minifalda, como tenemos una el pelo verde y la otra naranja, sin duda, follamos como perras”. Cuando eres una persona socializada como mujer y empiezas a salir de noche, consciente o inconscientemente aprendes una serie de códigos que enen que ver con sen rte segura. Aprendes que, cuando pasas delante de un grupo de os, es mejor poner cara de rancia para que no te digan nada, que si aceptas copas o drogas de según qué muchachitos, pueden venir seguidas de pe ciones o exigencias del po que me des un beso, que me sonrías o que me comas la polla; aprendes formas de soportar las miradas insistentes y los reclamos soeces, aprendes que hay hombres que pueden interrumpir tu noche para preguntarte, una y mil veces, si estudias o trabajas y que si les contestas de manera firme en lugar de seguirles el rollo te van a llamar fea, borde o estrecha. Así, al final, acabas por limitar tus movimientos, en mayor o menor medida, para que no te den la c h a p a o p a ra p ro te g e r t u integridad. Tal y como afirma la periodista Susan Brownmiller, “las violencias sexuales suponen una amenaza sobre la que se ar cu la u n mecan is mo d e control de las mujeres: el miedo a ser violadas limita su autonomía y libertad sexual”. 19
Con este pack de códigos, las mujeres aprendemos también su contrapar da, cuya “lógica” perversa sería la siguiente: si te saltas el código y te pasa algo, la culpa es tuya por no protegerte. Así, en nuestro cerebro queda impreso que si estás borracha, la culpa de lo que pase es tuya; que si te estás poniendo hasta el culo de drogas y algún o se sobrepasa, la culpa, por supuesto, es tuya; aprendemos que si vamos ves das como “guarras”, culpita tuya lo que pase; que si te vas a casa de un chiquillo a las siete de la mañana es para follar y si eso no es lo que tú tenías en la cabeza ¿para qué vas? Aprendemos que, según cómo ges onemos nuestros placeres, quizá seamos demasiado zorras como para que lo nuestro pueda ser considerado violencia sexual. De esto nos habla Ana Burgos, antropóloga, comunicadora social y coordinadora del Observatorio Noctámbul@s, que aborda la relación entre el consumo de drogas y las violencias sexuales en contextos de ocio nocturno y que acaba de publicar su quinto informe anual: “El ocio nocturno es un espacio paradigmá co en el ejercicio de la violencia. Es así por diferentes mo vos, uno de ellos es que este po de ocio se caracteriza por el consumo de alcohol y otro po de drogas, pero hay una lectura desigual del uso de estas en función del género. Es decir, los chicos consumen pero se les exime de su responsabilidad: 'él no sabía lo que hacía', 'estaba borracho', 'estas cosas pasan', etc; cuando son las chicas las que consumen, se las suele culpabilizar: 'ha consumido demasiado', 'se lo estaba buscando', etc. Esto ene que ver con el mandato de género que insta a las mujeres a no consumir, a ser cuidadosas todo el empo, a no transgredir normas y a no asumir riesgos. Asumir riesgos y ges onar placeres es algo asociado a lo masculino. Cuando una mujer consume alcohol u otras sustancias no solo está transgrediendo las normas sociales, en caso de un consumo problemá co, o las normas legales, en caso de consumo de sustancias ilegales, sino también las normas de género. Sufre una penalización extra”. En esta línea del cas go por doble par da, Alba, de 35 años, cuenta: “Estaba con un montón de amigos en un bar al que íbamos habitualmente. Era un bar de noche, de bailar. Yo hacía tres meses que había llegado nueva a la ciudad y parece que aún no conocía muy bien cómo iba la historia. Había por allí un o que me gustaba. En un momento dado lo miré de reojo y él se dio cuenta del asunto. Se acercó a mí, empezamos a hablar y me propuso que fuéramos al baño a meternos una raya. Acepté encantada porque me apetecía muchísimo drogarme y ninguno de mis amigos lo hacía. Además, él me ponía bastante. Cuando llegamos al baño, cerró la puerta y sin mediar palabra me empujó contra la pared. Con una mano me sujetaba el pecho para que no pudiera moverme y con la otra me desabrochaba los pantalones. 20
Me me ó la mano dentro de las bragas y la lengua hasta el fondo de la garganta. Yo me quedé paralizada y para cuando reaccioné todo aquello ya estaba pasando. No sé muy bien cómo conseguí quitármelo de encima y salir corriendo del baño con los pantalones aún desabrochados. Se lo conté a mis amigos bastante nerviosa y cabreada pero ellos se rieron de mí, me dijeron que era el camello oficial del bar, hacía eso noche sí, noche también. Insinuaron que qué esperaba, si me movía con ese po de gente no me podía pasar nada bueno. Yo por un lado me lo creí y una parte de mí se sin ó una yonki y una ingenua. En aquel momento pensé que quizá era cierto, que me había comportado como una gilipollas y que mis ansias de drogarme me habían llevado a aquella situación. No fue hasta mucho empo después que pude ver que el hecho de ir con él al cuarto de baño a meterme una raya lo único que debería implicar era que nos íbamos a meter una raya. Vamos, igual que si yo fuera un o”. Este planteamiento de culparnos por zorras liber nas y no reconocernos como víc mas establece una clara jerarquía entre las mujeres que sufren violencia sexual. Las que han sido intoxicadas contra su voluntad versus las que iban colocadas como piojos por voluntad propia, las que van con ropa recatada contra las que van ves das como perras. Las que bailan tranquilitas contra las que bailan como gatas en celo. Las primeras serían percibidas como las verdaderas víc mas, a las que la violencia ha pillado de sopetón y por mucho que han intentado protegerse no lo han conseguido; las segundas son percibidas, desde muchos frentes, como si lo fueran buscando, demasiado viciosas, demasiado guarras para ser víc mas reales de abuso. Es de recibo plasmar aquí que el 98 por ciento de mujeres que par ciparon en el estudio del Observatorio Noctámbul@s declararon haber vivido algún po de violencia sexual en entornos de ocio nocturno. Los más habituales son comentarios sexuales incómodos (98 por ciento), seguidos de insistencias ante una nega va (87 por ciento), los tocamientos no consen dos (81,4 por ciento) y acorralamientos (44,7 por ciento). Estas cifras ponen de manifiesto la normalidad con la que las mujeres tenemos que vivir este calvario cuando estamos en nuestro momento de pasarlo bien. Lo verdaderamente asombroso es ¿cómo coño hacemos para pasarlo bien en medio de este percal? Aquí no hay víc mas de primera y víc mas de segunda porque prác camente la totalidad de las mujeres que salen de noche han experimentado este po de conductas abusivas. Pero no quedan lejos los mensajes de prevención basados en el mito de que el consumo vuelve a la mujer presa fácil. De nuevo la responsabilidad recae sobre nosotras y no sobre los agresores, ni sobre el contexto de desigualdad en el que ocurren. Además, ese león del que somos presa fácil, por lo general, es amigo nuestro. 21
Según los datos del informe nuestro depredador suele ser alguien con quien previamente hemos interactuado; en una fiesta, chicos con los que se han mantenido relaciones sexuales consen das previamente, pareja, etc. La fiera es amiga nuestra y nosotras somos una chuleta fresca para él: Si nos acercamos demasiado, ¿qué esperamos que ocurra? La siguiente chica, a la que llamaremos Sonia*, conocía a sus agresores. Los había visto mil veces en las fiestas a las que solía acudir, eran amigos de sus amigos y organizaban fiestas conjuntas: “Esa noche me quedé sola con ellos, no eran mi grupo habitual pero les conocía y llevaba horas para arriba y para abajo, bailando, bebiendo y pasándolo de puta madre. Cuando cerró el bar donde estábamos fuimos al coche de uno de ellos para irnos a un a er que está en un polígono a las afueras de la ciudad. Me dijeron que si quería una raya de speed y acepté. No era la primera raya que me me a esa noche, habíamos ido juntos al baño unas cuantas veces, sobre todo con dos de ellos. Pero en cuanto me la me supe que algo raro pasaba, no sabía a speed. Les pregunté y me dijeron que quizá se habían equivocado y que podía ser ketamina. Yo había probado la ketamina muchas veces y sabía que si esa raya tan grande era de keta seguramente me iba a desmayar. Intenté sonarme la nariz pero fue demasiado tarde. Me acuerdo de poco: me rompieron las medias, me bajaron las bragas y empezaron a meterme mano a lo bes a. No sé cómo pero me hicieron sangre; recuerdo ver bastante sangre en las manos de uno y oírle decir: 'qué asco', tras lo que abrió la puerta y me ró a la puta calle con las medias rotas, las bragas por las rodillas y la falda llena de sangre. Gracias a que me raron también la riñonera pude llamar a un taxi que miró me con cara de asco y me preguntó si quería que fuéramos a un hospital. Le dije que no, que quería irme a mi casa. Una vez allí pensé: esta vez la has cagado a lo grande; esto no se lo puedes contar a nadie. Nunca denuncié y no fue hasta años después que pude hablarlo; contarlo”. Esta cruz de ser demasiado zorra para ser una víc ma se nos echa encima con mucha facilidad, también cuando denunciamos, lo que lo hace aún más di cil. Cuando vas a poner una denuncia a la policía por una agresión ocurrida durante la noche en un entorno de ocio te pueden preguntar cosas como qué llevabas puesto o cuánto habías bebido. María cuenta: “Yo estaba borracha, venía de pasar toda la tarde y parte de la noche bebiendo cañas con mis compañeros de trabajo. Uno de ellos, con el que mejor me llevaba, se vino conmigo a casa porque íbamos a ver una peli y a fumarnos unos porros. Pero él entendió que ir a casa de una compañera a fumar porros y ver una película después de estar de marcha era una invitación a que podía hacer lo que quisiera con mi cuerpo. Claro que iba borracha, y además era verano y en cuanto llegué a casa me quité el sujetador que me estaba matando de calor. 22
Pero, ¿qué más da todo eso? Cuando fui a la policía a denunciar dos días después me preguntaron cuánto había bebido y si llevaba la ropa puesta cuando nos pusimos a ver la película. ¿Es que acaso piensan que se puede jus ficar lo que me hizo por lo que llevaba o no llevaba puesto o la borrachera que yo llevaba?”. Gracias a Dios, también conocido como feminismo, las viciosas de toda la vida vamos entendiendo que el violador no es, necesariamente, un ser oscuro que nos acecha tras las esquinas, que la mayoría de las veces se trata más bien de un monstruo conocido. Gracias al cambio de dirección de los empos estamos comenzando a librarnos de la carga de culpa que supone no alcanzar una imagen de pureza, tener una reputación suficientemente perfecta, que nos avale como víc mas de violencia sexual. Entendemos, por fin, que lo que sustenta estas dinámicas perversas no es nuestra ropa, nuestras ganas de disfrutar, de colocarnos o nuestra forma de bailar. Lo que sustenta estas dinámicas es un sistema desigual que quiere privarnos a las personas socializadas como mujeres de disfrutar del espacio público en libertad. Zorras y mojigatas, es el momento de que todas, de la mano, salgamos del armario de la víc ma perfecta. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Tu madre también se droga (pero con receta) Casi un tercio de las mujeres españolas entre 55 y 65 años son adictas a los ansiolí cos, una epidemia silenciosa a la que empiezan a sumarse los analgésicos derivados del opio. Autor María Zuil y Alfredo Pascual. Ilustración: Raúl Arias. 22/01/2017.
Concha y Lourdes comparten varias cosas. Las dos acaban de cumplir los 60, son vecinas en el barrio del Pilar y pasean juntas sus perros todas las noches. También comparten dolores de espalda. Y remedios. 23
A Concha le diagnos caron en 2008 dos hernias discales que le generan ciá ca, un dolor agudo que le baja hasta los talones. Los médicos, explica, no la quieren operar hasta que el malestar sea insostenible por temor a afectarle la columna vertebral. Le recetaron paracetamol y diazepam, este úl mo solo para casos de dolor agudo. “Con el empo me quitaron el diazepam y tenía dolor todo el empo”, afirma a este periódico. La situación de Lourdes es algo más grave. Tiene escoliosis, una desviación de la columna vertebral, desde que nació, y además sufre fibromialgia. Un especialista le prescribió Oxycon n, un potente analgésico basado en el opio, para unos meses. Después Lourdes se buscó la vida: “Abusé de mi farmacéu ca durante un empo. Me dio durante varios meses Oxycon n sin receta, porque sabe de mis dolores, pero luego me dijo que no podía seguir haciéndolo”, relata. Encontró la solución en otra vecina cuya hija es también farmacéu ca. Le consigue las cajas por 40 euros, un precio similar al de venta al público. Hace tres veranos, cuentan las vecinas, Concha dejó de bajar al perro por los dolores. Lourdes, tras meses de glosar las virtudes de la oxicodona, apareció en su casa con un blíster y prác camente obligó a Concha a tomar oxicodona. “El dolor se fue a las dos horas, e incluso me dio empo a bajar a comprar”, dice. Desde entonces Lourdes y Concha toman todos los días Oxycon n. Lourdes lo hace cada 12 horas, como le indicó su médico, pero Concha lo ha conver do en un ritual costumbrista: todas las noches, después de sacar al perro, se toma una pas lla y una copa de vino blanco. “Me duela o no”, confiesa con cierto reparo. La combinación le provoca una somnolencia “muy agradable” a la que se ha acostumbrado. “Me hago la cena, me pongo un vino… y me parto de risa con 'El hormiguero' hasta que me quedo dormida”, dice diver da. Sin embargo, hay una serie de datos que Lourdes y Concha desconocen de la oxicodona. Que se trata de una molécula similar a la heroína, más potente que la morfina como analgésico, que presenta altos índices de adicción. Tampoco que no se debe mezclar jamás con alcohol ni tomarla sin supervisión médica porque las sobredosis son mortales. La oxicodona no es nueva, pero su uso se ha extendido en los úl mos años para tratar nuevas afecciones. Lo explica el psiquiatra, psicólogo y experto en adicciones Josep Guardia: "En España siempre hemos contenido el uso de opioides. Históricamente se han tomado medidas de precaución, reservándolo para el dolor agudo o el canceroso, pero úl mamente estamos levantando la mano para otros dolores crónicos o para problemas muy comunes como la osteoartri s y las lumbalgias. Un caso paradigmá co es el del dolor refractario, el que no responde a los tratamientos. 24
El paciente suele acudir a clínicas del dolor donde comienza la escalada analgésica: se le van suministrando fármacos hasta encontrar el que le palíe el sufrimiento. Empiezan con el famoso Tramadol –otro opioide de menor potencia– y van aumentando hasta que el paciente deja de quejarse. Por supuesto, por la tolerancia, lo normal es acabar en los opioides más fuertes”, explica el especialista. Guardia ilustra la llegada de estos fármacos en la sociedad con un caso paradigmá co: "Pensemos en la pica situación de un politrauma zado que llega al hospital, pongamos por un accidente de tráfico, y es tratado con opioides en cuidados intensivos. Hasta aquí no hay ningún problema, porque este po de fármacos están indicados para estas situaciones. Sin embargo, luego le suben a planta y siguen administrándoselos vía intravenosa, muchas veces a pe ción del propio paciente. Y por fin, cuando recibe el alta, se va con una prescripción del fármaco para un empo. Ese paciente, probablemente, ya ha salido con un grado de adicción del hospital y no va a hacer más que alargarlo en casa. ¿Y qué va a hacer? ¿Dejarlos él solo? Eso podría provocarle incluso un ataque epilép co. Los opioides generan una adicción sica, química, a la que hay que sumar la adicción psicológica”. Es muy complicado medir el aumento del uso de opioides en España. No existen datos a nivel estatal, y la Agencia Española del Medicamento, después de una semana de la pe ción de este diario, ha sido incapaz de obtenerlos. No obstante, numerosos indicios apuntan a un crecimiento exponencial. El más importante es el úl mo estudio de Sanidad sobre opiáceos, que abarca de 1992 a 2006, y evidencia un crecimiento del 475%. Por otra parte Mundipharma, la farmacéu ca que comercializa el Oxycon n, reconoce que desde 2007 ha mul plicado por siete las ventas del fármaco en nuestro país. Mundipharma también indica que el impacto del medicamento en España es "muy grande". ulio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, ve dos factores detrás del repunte. Por un lado, el aumento de las prescripciones médicas, especialmente en atención primaria, una tendencia que corroboran diversos informes autonómicos de salud. Es exactamente lo contrario a lo que sucede en Estados Unidos, donde las recetas de opioides han caído un 40% desde 2010, una vez pasada el furor de los 'painkillers'. Más de 200.000 muertos por sobredosis, y una infinidad de adictos, han puesto freno a la fiesta del opio en el país. Tras las muertes de ar stas muy conocidos como Prince o Heath Ledger, derivadas del mal uso de los opioides, se obligó a las farmacéu cas a añadir un aviso: "No triture ni obtenga el polvo de las pas llas. Deben administrarse siempre por vía oral y nunca intravenosa".J Este es precisamente el segundo de los factores que apunta Bobes: administrado en vena, el medicamento añade un colocón a su efecto analgésico. "Por eso la gente lo compra por internet y se lo inyecta, cualquiera puede hacerlo sin receta". 25
En efecto, basta con introducir el nombre comercial de algún medicamento para encontrarse con cientos de webs que lo ofrecen a un precio disparatado, normalmente importado de Ucrania, Israel o Rusia. "El mercado ilegal de estos fármacos es muy importante, a menudo recurrido por politoxicómanos y pacientes con dolores crónicos", relata Bobes. La tercera mayor adicción de los españoles Si la adicción a los opioides es un tema incipiente en nuestro país, se suma a otra más vieja y mucho mejor documentada: la de los ansiolí cos. El perfil del adicto español es interesante en tanto que no se parece al de ninguna otra droga: las toman más mujeres que hombres y su consumo habitual (más de una semana) aumenta con la edad. Concretamente, el 27% de las mujeres entre 55 y 65 (más de 820.000) y el 11% de hombres del mismo rango de edad son asiduos de estas pas llas. Todo esto sin contar el mercado negro. El perfil prevalente del adicto a los ansiolí cos es una mujer de entre 55 y 65 añosCuando José Ángel Pérez se cayó del tejado de una casa en obras en la que trabajaba el mundo se le vino abajo. Acababa de poner una empresa de construcción, pero durante un año sin apenas poder moverse, fue yéndose a la ruina. Sus nervios empezaron a dispararse y los episodios de ansiedad a mul plicarse. Visitó a varios psicólogos y psiquiatras y probó numerosos ansiolí cos que le dejaban somnoliento hasta que le recetaron el que mejor le funcionó, Alprazolam, que le ha acompañado los úl mos 25 años. Ya no le hace prác camente efecto, a pesar de que toma tres pas llas y media al día: una por la mañana, una al mediodía y una y media por la noche. El hábito y la suges ón le impiden dejarlas. “Si un día se me olvida o no la tomo, no ocurre nada, pero en cuanto me pasa cualquier cosa, un mínimo dolor de cabeza, ya pienso que es porque no me he tomado la pas lla y voy a por ella corriendo”, explica José Ángel. “Sé que es psicológico, que tengo pánico a dejarlo”. Hace diez años que ningún médico ni psiquiatra ha vuelto a revisar su caso, se limitan a seguir recetándole cajas y cajas de ansiolí cos. Las benzodiazepinas, la familia de ansiolí os y sedantes más habitual, ene numerosas dificultades y un alto riesgo de dependencia, a pesar de que su uso está ampliamente extendido: “Son la tercera sustancia de la que más se abusa en España, solo por detrás del alcohol y el tabaco. Hay un grave desconocimiento de la adicción que generan entre la sociedad. Se introdujeron en los años sesenta como sus tutos de los barbitúricos, que eran mucho más propensos a la sobredosis, y nos hemos creído que son completamente seguros”, explica el psiquiatra Josep Guardia. El mo vo es la facilidad de su prescripción, para la que rara vez se consulta al especialista. Dos de cada tres recetas de este po se realizan directamente desde los médicos de familia, que además no suelen tener mucho empo para atender al 26
paciente y recurren a un médicamento “fácil y barato" de prescribir por los años que lleva en el mercado. Por eso, a pesar de que su uso principal debería ser el tratamiento a corto plazo del insomnio y de los trastornos de ansiedad, es habitual que el consumo se ex enda a otras patologías y se alargue en el empo por encima de la recomendación de entre dos o cuatro semanas. Son la tercera sustancia de la que más se abusa en España, solo por detrás del alcohol y el tabaco “Habría que controlar los tratamientos a medio y largo plazo de manera más exhaus va y esto requiere empo, pero los médicos de primaria enen poco para revisar las prescripciones. También falta educación a los pacientes de que hay ciertas cosas que pueden ser peligrosas”, reconoce Carlos Roncero, jefe de sección de Adicciones y Patología y coordinador del Centro de Adicción y Seguimiento del Hospital Universitario Vall d'Hebron, una opinión con la que coincide San ago Cuellar, responsable de acción profesional del Consejo General de Farmacéu cos, en lo que refiere a estos profesionales: "Es importante insis r en que, sobre todo en la farmacia, la persona debe recibir algo más que el paque to, también un asesoramiento sobre cómo usar ese paque to". El abuso de los ansiolí cos se ha relacionado con el aumento de riesgo de accidentes de tráfico, de sufrir caídas y fracturas de cadera y del deterioro de la memoria. Sin embargo, según un informe de la OCU, seis de cada diez personas que consumían ansiolí cos no habían sido informados por su médico del riesgo de dependencia. “Cuando se toman benzodiazepinas más de tres meses, ya podemos hablar de que se genera una dependencia”, explica Caterina Vicens, especialista en medicina familiar y autora de un estudio sobre la deshabituación a estas sustancias. “El problema no es su consumo, si no que no se re re a empo”. Pasado este empo el cuerpo se ha acostumbrado a estas sustancias y a menudo el paciente necesita aumentar la dosis y además es más complicado desengancharse. El psiquiatra Hilario Blasco, del Hospital Universitario Puerta de Hierro, señala también como mo vo de su aumento el po de sociedad en la que nos movemos: “La medicina que tenemos es un reflejo de nuestra sociedad, buscamos soluciones rápidas y no queremos sufrir por nada. Es como el 'soma' de 'Un mundo feliz', queremos que pase como sea, y ya está”. También apunta a la presión comercial de las farmacéu cas por colocar sus productos, pero sobre todo a la de los pacientes para conseguir el producto: “También el paciente está convir éndose cada vez más en cliente, que te pide lo que quiere y se lo enes que dar, sobre todo en la privada”. Si no lo consigue, cambiará de médico o acudirá al mercado negro, según Roncero, uno de los síntomas de la adicción.
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La prohibición de las drogas también es machista sabel Pereira sep embre 9, 2019 La vida para estas mujeres puede mejorar, aun dentro de la prohibición. Las apuestas de desarrollo rural y sus tución de cul vos deben comprometerse a construir sobre las victorias ganadas en el hogar, y el Estado debe abstenerse de reac var la fumigación, cuyos impactos más nocivos son para las mujeres e incluyen abortos. | José Jacome, EFE
La prohibición global de drogas es un ejemplo clásico de una polí ca pública en la que el remedio es peor que la enfermedad. En nombre de ‘acabar con las drogas’ se ha adelantado una real guerra hacia personas que cul van las plantas prohibidas, se generaliza todo uso como problemá co, aunque el 90 por ciento del uso de drogas a nivel global es ocasional, se ha profundizado el es gma hacia quienes sufren trastornos por dependencia a sustancias ilícitas como cocaína o heroína, y se han llenado las cárceles de personas que han come do delitos menores, y no violentos, como transportar pasta base de coca en el bolso. Las medidas excesivas de fiscalización han obstaculizado el acceso a las sustancias con fines médicos y han impedido que se avance en la inves gación cien fica. Estos, entre muchos otros, son los efectos nega vos generales de la prohibición. En el caso de las mujeres, muchos de estos efectos se ven agravados por las lógicas mismas de la prohibición y por las lógicas del machismo. Me explico: la prohibición construye un enemigo público —las drogas— y todo quien se asocie a conductas con las sustancias, carga el peso del es gma mismo, en la 28
dicotomía entre delincuente y enfermo. De otra parte, el machismo y el patriarcado construyen una visión del sujeto femenino como débil, dócil y vulnerable, narra va a su vez apropiada por las mujeres y la sociedad. Estas dos situaciones hacen de las mujeres un blanco fácil en la guerra contra las drogas. Examinar los impactos de la polí ca de drogas con enfoque de género, nos arroja luces sobre la experiencia de las mujeres bajo la prohibición. Así, las mujeres que están asociadas a las drogas, subvierten sus roles asignados de género, son tachadas de ‘malas mujeres’, y se oculta su vivencia de otros pos de discriminación (de clase, étnica, rural/urbana), y también los procesos de vic mización y violencia que han vivido (conflicto armado, violencia intra-familiar, sexual). Las mujeres dentro de la prohibición viven y atraviesan, en un solo proceso, dis ntas discriminaciones y violencias. En Colombia este es un campo de conocimiento empírico al que se va sumando evidencia desde diversas orillas. Me concentraré en tres ejemplos: las mujeres en la producción de hoja de coca, las mujeres encarceladas por delitos de drogas y las mujeres que usan sustancias ilícitas, este úl mo, el menos estudiado. Desde el diagnós co mismo, la polí ca pública frente a los cul vos de coca invisibiliza las realidades de género. El Sistema Integrado de Monitoreo de Cul vos Ilícitos (Simci) de Unodc que hace mediciones anuales, iden fica número de hectáreas, y en las mejores versiones, número de familias. Es así que sabemos muy poco sobre quienes son las mujeres involucradas en el cul vo, donde están, y cuáles son las dinámicas que genera el cul var coca en las vidas campesinas. Sin saber bien quiénes son los que cul van coca, el Estado ha emprendido medidas represivas como la erradicación forzada, la fumigación aérea, y en el mejor de los casos, estrategias del mal llamado ‘desarrollo alterna vo’. En un estudio que realizaron Dejus cia y Fensuagro con mujeres de la región andinoamazónica, documentamos la situación de esta población, que, en el departamento más fumigado de todo el país, vivió de primera mano los efectos de la represión y es gma zación. Encontramos que demonizar la coca ha ocultado algo fundamental, y es que, a través de este cul vo, se afectaron posi vamente los roles de las mujeres en sus familias y comunidades. En la coca, las mujeres encontraron autonomía económica al interior del hogar, y la usaron mejorando sus condiciones de vida, e invir endo en el bienestar de los hijos e hijas. También se pagaron inversiones comunitarias como infraestructura, y pago a profesores. Aquello que desde el Estado se construye como una ac vidad delic va que destruye los valores, ha sido para muchas mujeres la salida de relaciones abusivas, la posibilidad de pagar por la educación superior, y la movilidad social para la siguiente generación en estos entornos rurales. 29
Es así que el proceso actual de sus tución de cul vos ilícitos debe par r de reconocer estas dinámicas familiares, a fin de evitar que se pierda el terreno ganado para las mujeres. En cuanto al encarcelamiento, la equivocada polí ca de drogas contribuye significa vamente al hacinamiento carcelario, y en consecuencia al Estado de Cosas Incons tucional que declaró la Corte Cons tucional en su sentencia T-388 de 2013. A nivel general, mientras que entre 2000 y 2015 la población general del país se incrementó en un 19 por ciento, la población penitenciaria aumentó un 141 por ciento y la población encarcelada por delitos de drogas aumentó un 289 por ciento. Ahora, para el caso de las mujeres, este crecimiento es dramá co: en 1991 había 1500 mujeres privadas de la libertad, y en el 2015 había 8351. Cinco de cada 10 mujeres encarceladas, lo está por delitos de drogas, la gran mayoría sin concurso con algún delito violento. Los relatos y vivencias de las mujeres en la cárcel enen elementos comunes: la mayoría no tenían empleo, bajos niveles de escolaridad, buscaban ingresos para sus familias, son madres cabeza de hogar, y no enen ninguna influencia dentro del esquema del crimen organizado. En efecto, del total de mujeres encarceladas que son cabeza de hogar, el 86,4 por ciento fueron recluidas exclusivamente por delitos de drogas menores no violentos. Esto significa que desempeñaron tareas logís cas fácilmente reemplazables – dividir las sustancias en pequeñas dosis, contestar teléfonos, etc. Al ser las cuidadoras principales, cuando se les priva de la libertad se rompe todo el tejido familiar, y muy seguramente sus hijos e hijas se exponen a contextos violentos y desiguales, como una trágica trampa de la pobreza. Este perfil de vulnerabilidad que comparten las mujeres encarceladas, es usado por los grupos delincuenciales para aprovecharse de la necesidad, pero además es después cas gado por el Estado con penas severas. Como afirma Luz Piedad Caicedo en su libro sobre este tema “con la cárcel, los estados controlan los estragos de la exclusión social”. Hay injus cias en la profunda exclusión social que opera en las vidas de estas mujeres, en las penas desproporcionadas que cumplen en prisión, pero además también en el tratamiento discriminatorio que viven una vez en la cárcel. Según el cuarto informe de seguimiento de la Comisión de Sociedad Civil sobre la Sentencia T388 de 2013, presentado en 2018, mientras los hombres privados de la libertad reciben todas las visitas en celdas, con posibilidad de visita ín ma, en el caso de las mujeres hay menor can dad de visitas, y estas ocurren en el pa o. Esto, entre muchos otros elementos, se suma a la larga lista de impactos diferenciados del cas go sobre las mujeres. 30
Sobre las mujeres y el uso de drogas, hay un gran vacío de información. Ahora, es importante precisar que al igual que para el resto de la población, hay usos problemá cos y no problemá cos de drogas ilícitas. Sobre el uso recrea vo, u ocasional, este año se publicó una primera car lla sobre mujeres y reducción de daños, que responde a muchas preguntas específicas sobre los efectos de las sustancias psicoac vas (SPA) sobre nuestros cuerpos y procesos sicos, así como recomendaciones para reducir los riesgos del consumo, que a enden al enfoque de género. En el caso del uso problemá co, se conoce muy poco sobre la magnitud de la población femenina que sufre trastorno por dependencia, pero sabemos que aun cuando es una población minoritaria, enen carreras más largas de consumo, temen pedir ayuda por el rechazo que reciben de sus familias y la amenaza a sus derechos de potestad de los hijos, y en muchos casos los centros de tratamiento se rehúsan a recibir mujeres en sus programas. Además, son some das a hacer ‘transacciones sexuales’ con su cuerpo, a cambio de dinero o de la sustancia que necesitan. La vida para estas mujeres puede mejorar, aun dentro de la prohibición. Las apuestas de desarrollo rural y sus tución de cul vos deben comprometerse a construir sobre las victorias ganadas en el hogar, y el Estado debe abstenerse de reac var la fumigación, cuyos impactos más nocivos son para las mujeres e incluyen abortos. El Estado debe aplicar medidas alterna vas al encarcelamiento para mujeres en situación de vulnerabilidad económica y con personas a cargo. Se deben promover y ampliar los servicios de análisis de sustancias, y facilitar ahí información específica a los cuerpos de las mujeres. Los servicios de salud deben ser lugares donde ellas también puedan acudir, sin miedo al cas go o el es gma. En general, debemos asumir la tarea de examinar la vida de las mujeres bajo la prohibición de drogas, para conocer mejor sus necesidades, retos y posibilidades. Aquí no se trata de ‘buenas o malas mujeres’, se trata de traer a la luz las profundas desigualdades que la economía ilícita expone, y buscar mejores maneras dentro de la polí ca de drogas que tenemos hoy.
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Primer re ro espiritual sรณlo para mujeres con barra libre de marihuana Fran Sanchez Becerril Re ros espirituales sรณlo para mujeres donde el principal protagonista es el cannabis. El reclamo de la empresa estadounidense Ganja Goddness Getaway (GGG) no puede resultar mรกs atrac vo. Esta agencia naciรณ en 2016 con un primer evento en San Francisco centrado en la Diosa Marihuana que da nombre a su inicia va, y desde entonces no han vivido mรกs que รฉxitos, con una demanda que crece exponencialmente. Su fundadora, Deidra Bagdasarian, explica que en sus re ros hay "marihuana ilimitada para fumar", en conversaciรณn con FCINCO desde la soleada California. La misiรณn de los eventos, que se celebran en el estado dorado, es conectar a las mujeres con su mundo interior empleando el cannabis como una herramienta "espiritual y crea va", cuenta Bagdasarian, mรกs conocida como Miss Bliss: "El cannabis permite derribar los muros que ene la gente y c o n e c t a r genuinamente con los demรกs desde el principio". La sustancia psicoac va "ayuda a construir amistades y mantener un ambiente abierto en los eventos" subraya. Harta de que la marihuana fuese "cosa de chicos", la f u n d a d o ra d e G G G decidiรณ crear estos eventos donde sรณlo se admiten mujeres. La experta en comes bles que con enen cannabis, decidiรณ crear los encuentros para "conectar con otras 32
chicas fumadoras". Estos re ros espirituales enen ac vidades y talleres para ayudar a conectar consigo mismas y con la 'Diosa Marihuana'. "Los eventos están centrados en el cannabis. Hay marihuana ilimitado para fumar, 'vapear', comer,... disponible para todas las asistentes durante todo el empo que dure el re ro", explica Bagdasarian. "La 'Diosa Marihuana' es la protagonista", asumiendo ésta deidad cada una "tratando de usar el cannabis como una herramienta para mejorar y mejorarse a sí misma" empleándolo como un instrumento de meditación. En noviembre de 2016 el Estado de California aprobó en referéndum la legalización de del cannabis recrea vo -a día de hoy todavía se está implementando ésta decisión-. Actualmente la legislación permite el consumo recrea vo y medicinal de la marihuana, lo que da licitud a la existencia de estos re ros espirituales a los que pueden acudir mujeres a par r de los 21, edad a la que la ley permite el consumo recrea vo. La empresa aclara que también podrán asis r las mujeres de entre 18 y 20 que tengan la acreditación que le permite su uso terapéu co. Desde el nacimiento de la empresa ya han organizado seis re ros espirituales. En el año 2016 se atrevieron con el primer evento, desde entonces con nuaron creando estos a picos encuentros, otros cinco en 2017 y ya enen programados otros 10 para el año 2018. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------
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Defiendo el derecho de las pibas a irnos de gira,fumar marihuana,coger si tenemos ganas, mandarnos nudes con los chongos,mensajes subidos de tono. Defiendo el derecho a irnos de gira,ves rnos cómo se nos da la gana, que el chongo compré cindor,birra,facturas o bananas pero que eso no le dé el derecho de cogernos sin nuestro consen miento. Defiendo el derecho de ratearnos del colegio,tomar las plazas,disfrutar en nuestras camas ,comprar o cul var marihuana. Defiendo el derecho a decidir de qué manera,cómo,donde,cuando y con quién queremos pasar nuestro empo y que esa valen a que asumimos algunas de salirnos de ciertas normas establecidas no sea darle el pie a que los demás hagan de nosotras lo que ellos quieran, que u licen nuestras formas de vida para jus ficar nuestra muerte,que busquen y rebusquen en nuestro historial, que revisen nuestros chats y que cualquier cosa que hayamos hecho sea u lizada para jus ficar lo injus ficable. Tenemos derecho a irnos de gira,pegarnos un viaje,ranchar tal cual lo pueden hacer los chongos sin que ellos estén expuestos a que se cues one su decisión, porque los pactos de machos son justamente cuidarse entre ellos, respetarse,protegerse y las pibas... Las pibas no entramos en ese pacto porque si queremos hacer lo mismo de ellos estamos dando pie a que puedan hacer con nosotras lo que quieran y si nos negamos lo pagamos con nuestras vidas. Vidas que terminan no valiendo nada ,que no causan conmoción social porque los jueces escriben un fallo que da a pensar que te jodiste por qué te la buscaste. Te jodiste por ser la mamá víc ma. Hoy buscamos jus cia por Lucia. Todos los días seguimos buscando poder vivir sin que el patriarcado haga estragos en nuestras vidas.
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/Geororellano - 27 noviembre 2018
Desde PLM pensamos el ac vismo cannábico en clave feminista. >Porque creemos que solo hablar de "soberanía medicinal" resulta reduccionista, y debemos acompañarlo con la idea de soberanía sobre nuestros cuerpos. Defendemos la libertad y la autoges ón de nuestros placeres, en endo el mal llamado "uso recrea vo" como un uso legí mo, el cual debe ser legal. >Consideramos urgente que esta lucha se empape de feminismos. En la Argen na, el 60% de las mujeres cis y trans presas, lo está por la 23737, la Ley de Drogas an cons tucional y del siglo pasado. La feminización de la pobreza va acompañada de las ac vidades de narcomenudeo y del denominado contrabando de "mulas". >Repudiamos la doble es gma zación que sufrimos las mujeres, lesbianas, traves s y trans a la hora de prendernos un porro, y ni hablar si es madre! Y además, denunciamos todo el "mansplaining" y machismo existente hacia el adentro del movimiento y de las organizaciones. >Pensamos en clave feminista y por supuesto somos del Feminismo Popular, porque es urgente que el autocul vo llegue a todxs, y no solo a aquel que puede romperse un indoor y pagar la factura de luz. >Porro legal y rico para todos, todas y todes ☀! Y no como dirian Mariu y Amalia, para "el que ene el departamento en Palermo". El ac vismo cannábico ni cabida con el neoliberalismo y lxs conservadores!!.. /plantemoslibresmoron 21 octubre 2019 Post a par r de la realización del conversartorio “Cannabis&Feminismos” Con par cipación de Alex Green Monkey; Grace Lan (MyCA), Vaneza Cufre y Ornella Infante (Frente Igualdad Moviento Evita). Organización de Plantemos Libres Morón y moderación de Dana Banana.
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El 29 de abril de este año, la Policía Federal allanó el hogar de Diana Denise Moruzzi de 41 años, y su hija Luciana Esteche M. de 19 años. Efec vos de la DDI y personal del Comando de Patrullas del Municipio de Vicente López realizaron el opera vo tras una denuncia anónima. El allanamiento, ordenado por la fiscal Dra. Marcela S e m e r í a , o b t u vo l a c a rát u l a d e “incautación de drogas y elementos para su fragmentación y comercialización”. Tanto Denise como la hija fueron detenidas, con nuando al día de hoy presas en Penitenciaria en espera del juicio y la sentencia que les pueda caer. Aquí queremos detenernos, se vuelve necesario hacer un análisis profundo y en clave feminista de este caso, para entender cues ones fundamentales de la polí ca criminal argen na. Sabemos que la subordinación y desigualdad económica, social y polí ca que afecta a las mujeres nace y se alimenta de una determinada estructura de poder que reproduce la complicidad entre varones. No se da de manera natural ni aislada: es una construcción sociocultural. También sabemos que las mujeres e iden dades feminizadas ocupan los úl mos eslabones, están más expuestas a la criminalización y la mayoría comienza a vincularse con este po de delito porque son quienes organizan y sos enen los grupos familiares. Pensar la criminalización de mujeres por venta de drogas desde un enfoque feminista nos permite reflexionar sobre dos cues ones: Por un lado acerca del lugar que ocupan las mujeres e iden dades feminizadas en los procesos de intercambio y disputa de poder que se dan en los territorios, muchas de las jóvenes que son criminalizadas entran en instancias de negociación entre la policía y las bandas narcotraficantes. En tal sen do, los cuerpos de mujeres funcionan como mercancía de intercambio en las relaciones de poder de las redes que controlan los territorios. Por otro lado, dicho enfoque nos permite pensar los procesos de selec vidad penal y de criminalidad en clave feminista. Instragram FOCA 36
recuperemos la erra vivamos la naturaleza dejemos de vivir apiladxs unx sobre le otrx muerte al trabajo
solo se que soy abono para la erra
Editado por DanaBanana
P rimera ediciรณn Octubre 2019 Segunda ediciรณn Marzo 2020
Conurbano Oeste
broteproducciones infobroteproducciones@gmail.com
-Porque las mujeres y disidencias sufrimos doble es gma zación como usuarias de cannabis, por dis ntos imaginarios sociales impuestos tales como que el uso de sustancias en mujeres es "mal visto, siendo estas reservadas solo para el placer de los varones. -Por nuestras ancestras, abuelas y madres, poseedoras de conocimientos milenarios sobre el poder cura vo de las plantas; quienes han tenido que sufrir ser acusadas de "brujas", viéndose despres giados sus saberes. Recuperemos esos saberes, -Por aquellas madres que por la salud de sus hijes pasaron de ser solo madres, a ser también cul vadoras, médicas, enfermeras, ac vistas, abogadas, y tantos otros "roles de oficio" que por supuesto no son remunerados al tratarse de una extensión del trabajo dommés co. -Por la criminalización de las mujeres en el marco de la Ley de Drogas 23737, que afecta al 60% de las mujeres presas en la Argen na. -Por la despenalización de la marihuana, y su regulación tanto para uso medicinal como para el mal llamado "uso recrea vo"; considerando que la OMS define como salud al "estado de completo bienestar sico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". No nos negarán la ges ón de nuestros placeres y goces. -Por las mujeres que habitan el "mundo cannabico" el cual está conformado mayoritariamente por varones: por el machismo presente en las organizaciones, en el ac vismo y en las movidas cannábicas de todo po. -Por el sexismo existente en las publicidades de productos cannábicos, la cosificación de los cuerpos femeninos para vender cualquier cosa. -Por la emancipación del transa, dealer o del chabon que te "comparte" de su marihuana. Por el autocul vo para evitar exponernos a situaciones de vulnerabilidad, de peligro y violencia, pero sobre todo para que no nos falte la santa planta, y que entre amigues nos regalemos medicina mutuamente.