Ian Espinoza
MEDITACIÓN
Libro de salvación P. Hugo Estrada sdb
Para muchos cristianos la Biblia todavía es un “tesoro escondido”. Todavía no se han encontrado, personalmente, con la Palabra de Dios. Muchos, como Marta del Evangelio, van de un lado a otro queriendo quedar bien con Jesús: multiplican sus prácticas de piedad, sus ritos religiosos.
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esos cristianos de prácticas de piedad, pero sin la Biblia en la mano, el Señor les vuelve a decir como a Marta: “Aprende de tu hermana María; ella escogió la mejor parte”. María, hermana de Lázaro, cuando Jesús llegó a su casa, suspendió toda actividad y se sentó a sus pies para no perderse ni una sola palabra que salía de los labios del Señor. Mientras un cristiano no aprenda a sentarse para oír la Palabra, se estará perdiendo la “mejor parte”; se estará privando del Libro de salvación por medio del cual Dios le provoca la fe, lo lleva a la conversión y le regala el don de su Espíritu Santo. Es, por eso, importantísimo saber cómo acercarse a ese libro de
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salvación. Cómo tener un encuentro con ese “tesoro inigualable” que Dios ha querido que cada hijo encuentre para su salvación. San Pedro escribió: “Los profetas nunca hablaron por su propia voluntad; al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo” (2P 1,21). El Espíritu Santo es el que ha llevado a los autores a exponer lo que Dios les inspiraba. Es el mismo Espíritu Santo el que nos conduce a nosotros para que podamos internarnos en la Biblia y comprender su mensaje de salvación. San Pablo resaltaba que el mensaje de la Palabra no lo puede entender el hombre “no espiritual”, sino,
Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
únicamente, el “hombre espiritual”. Decía San Pablo: “El hombre natural no puede percibir las cosas que son del Espíritu, para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1Cor 2,14). No basta, entonces, invocar simplemente al Espíritu Santo. Hay que dejarse guiar, purificar por él para poder internarse con luz en la Biblia. Ante la zarza ardiente, se le ordenó a Moisés descalzarse porque estaba caminando sobre terreno sagrado. Para poder acercarse a la Palabra de Dios hay que descalzarse, dejarse purificar por el Espíritu. Decía Jesús: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. Ese “ver a Dios” de que habla Jesús se refiere, sobre todo, a ese poder penetrar más y más en el misterio de Dios, en su secreto, que se oculta al hombre “no espiritual” y se revela al hombre espiritual. Después de mi bautismo en el Espíritu pude constatar algo muy