Cristo Rey o Jesucristo y Nuestro Siglo

Page 1





Asociaci贸n Pro Cultura Occidental, A.C. Guadalajara, Jalisco, M茅xico


Primera edición 1938 Editora Latino Americana, S. A.-México Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualesquier medios, ya sea mecánico o digitalizado u otro medio de almacenamiento de información, sin la autorización previa por escrito del editor.

Impreso en México. Printed in Mexico.

© Copyright Derechos Reservados Segunda edición Julio de 2003 Asociación Pro Cultura Occidental, A.C. Editorial APC Avenida Américas #384 C.P. 44600 Tel. (0133) 36-30-61-42 Guadalajara, Jalisco, México www.editorialapc.com.mx ISBN 970-725-040-2


Nihil obstat: Johannes Nicolau Censor Imprimátur: Iosephvs, Arch.-Ep. Maior Palmae Balearium, die 28 februarii 1938.

Este libro está directamente traducido del original húngaro «KRISZTUS KIRALY» por el M. I. Sr. Dr. Antonio Sancho Nebot, Magistral de Mallorca.



Índice Introducción ............................................................ 9 Concepto de la Realeza de Cristo (I) ..................... 11 Concepto de la Realeza de Cristo (II) .................... 27 Los derechos de Cristo a la realeza ....................... 39 Cristo, Rey de la patria terrena .............................. 55 Cristo, Rey de la patria eterna ............................... 75 Cristo, Rey de la Iglesia ......................................... 93 Cristo, Rey del sacerdocio ................................... 109 ¿Qué significa el nacimiento de Cristo para el mundo? ............................................... 127 Cristo, Rey de mi alma ........................................ 143 Cristo, Rey de los niños ....................................... 157 Cristo, Rey de los jóvenes.................................... 175 Cristo, Rey de la familia (I) .................................. 189 Cristo, Rey de la familia (II).................................. 205 Cristo, Rey de la familia (III) ................................. 221 Cristo, Rey de la familia (IV) ................................ 235 Cristo, Rey de dolores ......................................... 251 Cristo, Rey crucificado ........................................ 267 Cristo, Rey de los atribulados (I) ......................... 279 Cristo, Rey de los atribulados (II)......................... 295 Cristo, Rey de los confesores .............................. 309 Cristo, Rey de la vida humana............................. 329 Cristo, Rey de la mujer ........................................ 345 Cristo, Rey de las madres .................................... 363 Cristo, Rey de la muerte ...................................... 379 ¿Quién es Cristo para nosotros? ......................... 393 Ave, Rex! .............................................................. 409 Apéndice. Encíclica del Papa Pío XI «Quas Primas» estableciendo la fiesta de Cristo Rey ..... 427



Introducción

Introducción No ha mucho, los anales de la Iglesia registraron un acontecimiento de trascendencia suma: Su Santidad el Papa Pío XI, en su encíclica Quas primas, dada el 11 de diciembre de 1925, instituyó una nueva festividad; mandó consagrar el último domingo de octubre a la celebración de la «Realeza de Cristo». Es un tema importantísimo, del que hemos de tratar. Y al escogerlo como objeto de una no estrecha disquisición, me fundo en dos consideraciones; lo hago movido por dos causas. La primera es el respeto filial, y lleno de homenaje, que forzosamente, por estricta obligación, han de manifestar los fieles católicos a todas las palabras y a todos los actos del Papa. Caro lector: Tomé parte en el magnífico Congreso Eucarístico Internacional de Chicago, y vi, con asombro, que en los Estados Unidos, donde hay 120 millones de habitantes y sólo 20 millones son católicos, fue recibido con un entusiasmo increíble de amor y adhesión filiales el legado del Santo Padre. Dos años más tarde asistí al Congreso Eucarístico de Amsterdam, y esta ciudad, capital de un país protestante en sus dos terceras partes, rindió un homenaje no menos brioso al representante del Papa. Añadir podría otros muchos ejemplos... Es general el respeto profundo, el homenaje sentido que los católicos tributan a la Cabeza visible de la Iglesia. ¿No hemos de consagrar nuestros esfuerzos al estudio de este acto trascendental del Santo Padre?

9


Tihamer Toth Y me acucia también la importancia del tema. El objeto de la nueva festividad es tan inagotable, que temo falte lugar y tiempo para explanar los puntos necesarios, es decir, para explicar debidamente la «Realeza de Cristo». ¿En qué consiste la nueva festividad y cuál fue el objetivo del Papa al instituirla? ¿Qué significa la realeza de Cristo y qué podemos esperar de la misma? ¿Cuál fue el desarrollo de la sociedad que se dejó guiar por Cristo y qué sería de ella sin el Redentor? Cristo es Rey de todos nosotros: es Rey de la Iglesia, Rey del sacerdocio, Rey de los confesores, Rey de los atribulados, Rey del individuo y de la sociedad. Política, matrimonio, deportes, moralidad, honor, el niño, el joven, la mujer, la familia, ¿adónde llegan cuando siguen a Cristo y cuál es su resultado, si prescinden de Jesús?... Tales serán los puntos que pienso exponer en este libro. Pido a mis amables lectores que sigan los razonamientos con el interés y atención que se merecen la palabra del Papa y la importancia del asunto.

10


Concepto de la Realeza de Cristo (I)



Concepto de la Realeza de Cristo(I)

I

P

rimero. No hace mucho tiempo que un sabio dio una conferencia en Inglaterra sobre este tema: ¿Quién ganó la guerra? La respuesta fue la siguiente: «Desde el punto de vista militar, Francia; en el terreno político, Inglaterra; en cuanto a los intereses económicos, América. ¿Y moralmente? Moralmente, tan sólo el Papa». Sí. Benedicto XV fue quien hizo escuchar su voz al mundo entero durante la guerra y después de la misma; ahora, al instituir Pío XI una nueva festividad, también lo ha hecho pensando en la edificación del mundo entero. Al dar la orden, el Papa hizo constar explícitamente que lo que espera de la misma es una «renovación del mundo». Tenía una tristísima experiencia. La guerra mundial se terminó con un tratado de paz, para el cual no se pidió la colaboración del Papa. ¡Funestos «pactos de paz» aquellos en que ni siquiera se menciona el nombre de Dios! Y continúan las asambleas por la paz, pero nadie pronuncia el nombre de Dios... ¡Así son los resultados! Ya hace años que se terminó la gran guerra, y ¿dónde hay paz? ¿Dónde está la tranquilidad de los pueblos? «¡El cruel tratado de paz 13


Tihamer Toth es la bancarrota del Cristianismo!», dicen los hombres desesperados. ¡Oh, no! Es la derrota de la moderna gentilidad. Nuestro mal está justamente en que no somos bastante cristianos. Si Europa fuera realmente cristiana, no se habría impuesto tal «paz» a las naciones vencidas... Entra entonces en escena el Papa. Él es el vigía en la atalaya del Vaticano, a él incumbe mostrar el camino. ¿No hay paz? No, no la hay, porque la buscáis por caminos errados. Nada queréis saber de Cristo cuando Él es el punto céntrico de toda la Historia. Segundo. Existe en Roma un instituto sanitario: el Vaticano, cuyo oficio es descubrir los bacilos que causan las enfermedades del mundo. El 11 de diciembre del año 1925 el Jefe del instituto, el que lleva la responsabilidad de la salud espiritual del mundo entero, publicó un manifiesto y gritó por medio de una encíclica: ¡Hombres! ¡Hay peste! ¡Un contagio universal va corrompiendo el mundo! Y este contagio es: ¡El desterrar de la vida a Cristo! ¡Hombres!, de seguir así, pereceréis... Y lo que más descubre cuánta razón asiste al Santo Padre es el hecho de que nosotros ni siquiera nos asustamos al oír su grito de alarma. Se podría creer que desde que apareció la encíclica no se habla más que de ella en diarios, en tertulias, en sesiones. ¿Sucede realmente así? ¿Dónde se habla de ella? En ninguna parte. Y esto precisamente demuestra cuán gravemente enferma está la sociedad. Del más alto puesto se le llama la atención sobre su enfermedad mortal: ni siquiera se asusta, no mueve tan sólo un dedo de la mano. 14


Concepto de la Realeza de Cristo(I) Me acuerdo de un caso curioso. Un médico, ya de edad, llevó a sus jóvenes alumnos a una gran sala de hospital; los colocó en medio de la misma y les dirigió esta pregunta: «Díganme ustedes desde aquí, de lejos, ¿cuál es el enfermo más grave?... ¿Qué?... ¿No lo saben? Pues bien, miren allí, en aquel rincón, aquel hombre que está lleno de moscas. Es él. Porque si un enfermo sufre con tranquilidad, con apatía completa, que las moscas se posen sobre su cara, es señal de que ya se acerca su fin...». La enfermedad de la sociedad no puede ocultarse por más tiempo, aparecen ya las úlceras gangrenosas; pero nadie cambia, nadie se asusta... Tercero. Pero ¿dónde está el mal?, me preguntará tal vez alguno. La religión, ¿es perseguida? ¿Le espera el cadalso, la cárcel, al creyente? No, ya no existe tal sistema; éste era el sistema de los antiguos Nerones y Dioclecianos. Los bacilos modernos obran de distinta manera. Éstos enrarecen el aire en torno de Cristo y no permiten que en la vida pública seamos católicos. El mundo es un libro inmenso; cada criatura, una frase del mismo; el autor, la Santísima Trinidad. Todo libro bueno gira alrededor de un tema fundamental; si quisiéramos resumir en una sola palabra el pensamiento fundamental del mundo, habríamos de escribir este nombre: ¡Cristo! Ahora no lo vemos aún con toda claridad; tan sólo lo comprenderemos cuando aparezca en el cielo la señal del Hijo del Hombre... Entonces veremos sin nubes ni celajes que Él fue el alfa y el omega, el principio y el fin, el centro y la meta. Pero aunque ahora no lo veamos con claridad, creemos; creemos que donde falta la señal del Hijo del 15



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.