y sin embargo no se mueve
y sin embargo no se mueve Geocentrismo desde la perspectiva de la razĂłn y de la fe
juan carlos gorostizaga aguirre milenko bernadic critkovic
Universidad AutĂłnoma de Guadalajara Guadalajara, Jalisco, MĂŠxico
Primera edición 2013, CULTIVA LIBROS Lantia Publishing S.L., España Segunda edición 2014, CULTIVA LIBROS Lantia Publi shing S.L., España Coordinación de edición Hector Felipe Gómez Peña Diseño de portada e interiores Raymundo Muñoz Flores Coordinación de producción Eduardo Miranda Ortega Corrección María Luisa Rolón Velázquez ©Copyright Derechos Reservados Tercera edición Octubre de 2015 folia universitaria Universidad Autónoma de Guadalajara Avenida Patria 1201 Colonia Lomas del Valle Código Postal 45129 Guadalajara, Jalisco, México Teléfono (33) 3648 8824 extensión 32645 folia@uag.mx www.folia.uag.mx Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier forma, ya sea mecánica, eléctrica, electrónica u otro medio de almacenamiento de información sin la autorización previa por escrito del editor. Impreso en México Printed in Mexico
Si las obras de Dios fueran tales que la humana razón pudiera comprenderlas fácilmente, no serían en verdad cosas maravillosas, ni por lo mismo merecerían el calificativo de inefables. (Tomás H. de Kempis. Imitación de Cristo)
Algunas veces la primera obligación de un hombre inteligente es reexaminar lo obvio. (George Orwell)
Deo omnis gloria
En la imagen un cartel reivindicativo en las calles escocesas con ocasión de la visita del Papa Benedicto XVI a Gran Bretaña en 2010. La Revolución Copernicana aparece ligada a la contestación contra lo irreformablemente establecido por la Iglesia de Roma.
ÍNDICE Introducción................................................................13 CAPÍTULO I Argumentos en el juicio a Galileo. Su validez actual Galileo y su prueba inválida de las manchas solares..........................................................25 La prueba de las fases de Venus y el doble error de Galileo...................................................................... 33 Galileo y las mareas...................................................... 39 ¿La existencia de mareas prueba el movimiento de la Tierra?.................................................................. 43 La sabiduría de San Roberto Belarmino....................... 47 La santa y prudente defensa de la Iglesia contra la imposición del heliocentrismo..................................... 50 La manipulación del caso Galileo................................. 60 La sentencia a Galileo................................................... 61 La inédita retractación de Galileo................................. 68 Galileo y la caída del orden científico........................... 72 ¿Ha rehabilitado la Iglesia a Galileo?............................ 77 Discurso íntegro de SS Juan Pablo II a la PAS................ 88 CAPÍTULO II Las objeciones comunes al geocentrismo...................99 Equivalencia entre los sistemas heliocéntrico y geocéntrico................................................................... 99 Según las leyes de Newton ¿no tiene que rotar siempre el cuerpo menor en torno al mayor?........... 102 Las fases de Venus ¿no descartan el geocentrismo?............................................................ 104 El movimiento retrógrado de Marte ¿no prueba el heliocentrismo?................................... 105 El paralaje estelar ¿no prueba el movimiento terrestre?........................ 106
Algo más sobre el paralaje y las distancias estelares.108 El paralaje estelar y/o la aberración estelar son pruebas… ¿de qué?.............................................. 109 La diferencia entre paralaje y aberración................... 115 La aberración desde el geocentrismo........................ 116 Otros problemas con la aberración............................ 117 El péndulo de Foucault ¿prueba el movimiento de la Tierra?......................... 118 Puntos de Lagrange y Heliocentrismo........................ 137 La NASA no dice la verdad.......................................... 140 La real Paradoja de los gemelos................................. 145 El perihelio residual de Mercurio como una “prueba” de la relatividad de Einstein....................... 148 El eclipse de 1919 como “prueba” de la Relatividad.153 Una descripción del movimiento del sol en torno a la Tierra..................................................... 158 CAPÍTULO III Los Experimentos que confirman..............................167 que la Tierra está inmóvil en el espacio....................167 Los experimentos de Dominique François Arago....... 169 Los experimentos de Armand Fizeau......................... 174 El sorprendente experimento de Airy........................ 177 El experimento nulo de Michelson............................. 182 El experimento de Michelson-Morley........................ 184 Interpretación geocéntrica de los resultados del experimento de Michelson-Morley............................ 189 ¿Qué es lo que está en cuestión?............................... 195 El experimento de Sagnac.......................................... 202 El experimento de Michelson-Gale............................ 213 Anomalía de la Rotación Atmosférica ¿evidencia de no rotación?........................................ 218 Los experimentos LLR confirman el geocentrismo.... 224
CAPÍTULO IV Evidencias de la posición central de la tierra y las particularidades de la misma............................................229 En el fondo la Tierra no puede girar........................... 229 El universo geocéntrico en las revelaciones a Santa Hildegarda de Bingen........................................ 233 La simplicidad geoestática del analema solar............ 243 Anisotropía del cosmos y el “Eje del Maligno”.......... 245 Una prueba formal de que al utilizar la Mecánica de Newton para describir el Sistema Solar el modelo Heliocéntrico resulta imposible................ 250 Sobre satélites geoestacionarios Concepto de satélite geosíncrono (GSS) o geoestacionario.............................................. 256 Similitud entre el satélite MARISAT 3 y el Sol............. 262 Datos recientes apuntando al geocentrismo............. 264 CAPÍTULO V Geocentrismo y creación en los Padres de la Iglesia...............................................271 Sobre la inerrancia de la Biblia................................... 271 El geocentrismo para los Padres de la Iglesia............. 279 La creación del firmamento y de la Tierra.................. 282 La creación de los cuerpos celestes........................... 286 Más citas de los Padres sobre el universo geocéntrico................................................................. 289 El consenso de los Padres respecto a la esfericidad de la Tierra............................................... 293 Las citas bíblicas más destacadas que afirman o presuponen la inmovilidad de la Tierra................... 294 EPÍLOGO Creación y evolución. Sobre el pecado original.........301 ¿Son infinitos el espacio, el tiempo, la materia?.......360 Conclusión.................................................................363
Y SIN EMBARGO NO SE MUEVE Geocentrismo desde la perspectiva de la razón y de la fe
INTRODUCCIÓN En este libro vamos a presentar una teoría inaudita para muchos: La Tierra está fija en el universo, y no se traslada ni tampoco rota sobre su eje Norte-Sur, es el firmamento con todo su contenido quien lo hace. A su vez, el sol orbita la tierra, no al contrario como se nos ha instruido desde que éramos niños cándidos. Hace no mucho tiempo varios medios españoles lanzaron un grito al cielo escandalizados de los resultados de una encuesta que acababa de aparecer: “¡Más de un tercio de los españoles (34,2%) creen vivir en un universo pre-copernicano en el que el sol gira alrededor de la Tierra!, según la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología de España 2006, encargada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT)1 y hecha a partir de 7,000 entrevistas”. Hubo comentaristas que se mostraron aterrados ante lo que ellos consideraban “una ignorancia patológica” de los españoles, pues resultó que ante la cuestión: A) El Sol gira alrededor de la Tierra. B) Es la Tierra la que gira alrededor del Sol. Un 34,2% de los españoles encuestados, entre los cuales había incluso universi1 Al menos en 2008 la FECYT volvió a realizar otra encuesta similar. En su web (http://www.fecyt.es) se asegura que la población española ha mejorado en su percepción de la Ciencia y la Tecnología. 13
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tarios, no dieron la respuesta políticamente correcta, la B. Aunque también es muy probable que una parte apreciable de ellos colocara sus respuestas al azar. Al contrario de lo que una multitud de españoles creen hoy –igualmente sucede con el resto de europeos, americanos, etc.–, el movimiento de la tierra no ha sido nunca probado ni demostrado. En realidad, todos los sofisticados experimentos que se han venido haciendo desde 1870 para determinar ese presunto movimiento de la Tierra por Airy, Michelson-Morley, Sagnac, Michelson-Gale, Miller…, así como descubrimientos astrofísicos recientes, han aportado pruebas incompatibles con su movimiento, por lo que inducen a afirmar que la tierra se encuentra en reposo absoluto (respecto del baricentro del universo). ¿Qué está sucediendo entonces para que el paradigma científico actual defienda a capa y espada la traslación y rotación de la tierra? Primeramente, como todo paradigma científico, el actual es muy reticente a reconocer su propia aniquilación, pero además, en este caso, hay algún poderoso lobby anticristiano que está interesado en que haya permanentemente una fractura entre la teología y la ciencia, por eso se le mantiene en pie artificiosamente. Es básica en teología la cosmovisión geocéntrica, Dios creó el cielo y la tierra, y dispuso la vida en ésta. Y la Civilización Occidental se desarrolló armoniosamente mientras se mantuvo esta cosmovisión, pero ya en el siglo XIV, con Guillermo de Ockham, se produjo una fractura entre la teología y la filosofía, a la cual siguieron otras. En el siglo XVII, con Galileo, que imprudentemente defendió el modelo heliocéntrico de Copérnico, se inició la fractura entre la teología y las ciencias naturales. Un rápido repaso de esta triste historia podría comenzar en la noche del 24 de octubre de 1601, cuando Tycho Brahe2 yacía moribundo en su lecho. Al parecer, alguien le 2 Tycho Brahe (1546-1601), matemático y astrónomo danés. Era de familia noble, y después de estudiar en las universidades de Copenhague y Leipzig, viajó por la región de Alemania estudiando en varias universidades más. Finalmente aceptó el encargo del rey Frederic 14
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había puesto mercurio en los alimentos de la cena. Agonizando en su lecho, se le oyó exclamar repetidamente que esperaba no haber vivido en vano. Tycho había pasado la mitad de su vida recopilando datos astronómicos, con una minuciosidad difícil de superar, en su intento por demostrar la viabilidad de su modelo geocéntrico, y le dolía tener que dejar ahora la vía libre a los astrónomos infieles que ya empezaban a sustentar imprudentemente el sistema heliocéntrico de Copérnico. En aquel tiempo los astrónomos disponían de tres sistemas que salvaban las apariencias, dos geocéntricos, el de Ptolomeo y el de Tycho Brahe, y uno heliocéntrico, el de Copérnico. En realidad, Nicolás Copérnico no había realizado ninguna “revolución” científica, ni había logrado ningún avance en la astronomía, tal como dice el historiador de la astronomía I. Bernard Cohen: “Tanto en De Revolutionibus como en Commentariolus, Copérnico ataca el modelo de Ptolomeo, no porque en ella el sol se mueva en lugar de la tierra, sino porque Ptolomeo no había asumido estrictamente el convenio de que todos los movimientos celestes deberían explicarse –según los antiguos griegos– por medio de movimientos circulares uniformes o por combinación de ellos”. Copérnico tomó el sistema que ya había sido ideado por el griego Aristarco, utilizando círculos perfectos como órbitas de los planetas, incluida la Tierra, con la intención de mejorar la precisión de los cálculos del sistema de Ptolomeo3. Sin embargo, su sistema de orbitas circulares no II para convertir una isla en un observatorio astronómico, al que luego se dedicaría toda su vida en recopilar datos astronómicos con la intención de demostrar la validez de su sistema cosmológico geocéntrico. 3 El astrónomo Koestler dice: “El sistema de Copérnico no es un descubrimiento sino un intento de parchear una máquina obsoleta mediante el cambio de algunos de sus engranajes… el hecho de que la Tierra se mueva es un aspecto carente de importancia en el sistema de Copérnico, que visto geométricamente, es idéntico al viejo modelo de Ptolomeo, con una o dos ruedas intercambiadas y otras dos eliminadas”. 15
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funcionaba correctamente, y finalmente tuvo que admitir que el sistema de Ptolomeo era, en la práctica, mucho más preciso que el suyo. De todas formas, con su Commentariolus, Copérnico adquirió buena reputación entre los astrónomos de su tiempo. En 1541 llegó a presentar sus trabajos al Papa Paulo III bajo el pretexto que el suyo se trataba de un mero modelo hipotético. Lo cual parece ser cierto, y por tanto su postura habría sido correcta, entonces no fue él sino otros los que tomaron la iniciativa de una revolución no buscada por Copérnico. Tycho Brahe había propuesto un modelo novedoso, con el sol y la luna orbitando la tierra fija en el espacio, y el resto de planetas orbitando el sol. Durante cuarenta años había estado registrando las posiciones de los planetas para defender su modelo geocéntrico. Posteriormente contrató como ayudante a Johannes Kepler, un matemático y astrónomo luterano admirador del modelo de Copérnico, y que soñaba poseer el tesoro de datos astronómicos de Tycho para plasmar su idea de describir una estructura armónica universal. Tras conseguir sus ansiados datos4, Kepler necesitó modificar el modelo de Copérnico colocando los planetas circulando el sol por orbitas elípticas, sin embargo, igualmente podía haber modificado el sistema de su mentor Tycho Brahe, con idénticas órbitas elípticas (para el sol), idénticas leyes cinemáticas, etc. pues los dos modelos son equivalentes. Al comienzo del siglo XX, ya se habían acumulado las suficientes pruebas, evidenciando que la tierra estaba en el centro del universo, como para abandonar la llamada “Revolución Copernicana” y regresar al universo pre-copernicano, en concreto, al modelo de Tycho Brahe que era el más avanzado en la época de Galileo, y que era el enseñado en las universidades por los jesuitas. Sin embargo, algunas 4 Según una hipótesis del periodista J. Gilder, Kepler pudo estar implicado en el envenenamiento de Tycho Brahe. Joshua Gilder and Anne-Lee Gilder, Heavenly Intrigue: Johannes Kepler, Tycho Brahe, and the Murder Behind one of History’s Greatest Scientific Discoveries, 2004. 16
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actuaciones irregulares durante tres siglos consecutivos en el campo de la ciencia ya hicieron intuir que esa era una revolución que rebasaba el ámbito científico. Y ya en el siglo XX, con las teorías de la Relatividad de Einstein, especial y general, se cometió un fraude a la Ciencia, tomando como postulados ciertos per se una serie de conjeturas, cuyo objetivo último era dar prioridad a una teoría matemática en la que el físico podía ajustar ciertos parámetros para que los resultados coincidieran oportunamente con los observacionales, y así seguir haciendo ciencia sin reconocer nunca que la tierra está en reposo. Para encubrir esta mezquina arbitrariedad se acuñó el nombre de “Principio de Copérnico”, el cual muy bien se podría enunciar así “La tierra no es un lugar especial en nada, y bajo ninguna circunstancia se deberá tomar jamás como único, originario o central”. Asumir como un hecho innegable que la tierra se mueve tanto como los cuerpos celestes llamados planetas5, sin haberlo probado nunca, equivale a construir una cosmología sobre fundamentos falsos, además de ser una falacia circular “Es un hecho que la tierra se mueve, por lo tanto es imposible que la tierra se encuentre estática sean los que sean los resultados de los experimentos”. Hay en este mundo dos ciudades antagónicas –escribía San Agustín–, una la carnal fundada en el amor de sí mismo, y otra, la espiritual fundada en el amor de Dios. Cada una tiene su propio modo de vivir y su finalidad. La primera busca el gozo en este mundo, no así la segunda. La primera se gloría en sí mismo, en sus propias potencias, en sus logros, en sus conquistas, y en el dominio de las creaturas. La segunda si se gloría en algo es en conocer y comprender al Señor, y en practicar el derecho y la justicia en medio de la tierra. Las dos ciudades pueden coexistir mezcladas, aunque en algunos tiempos destaca netamente una sobre la otra. Es evidente que en los tiempos que nos ha 5 La Tierra no es un planeta según la etimología de la palabra ‘planeta’ que significa “vagabundo”, “errante”. Este adjetivo se dio en la antigua Grecia a aquellos cuerpos celestes que presentaban un movimiento aparente con respecto al fondo del zodiaco. 17
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correspondido vivir impera la carnal, compuesta por el diablo y todas las potencias del mal guerreando incansablemente para destruir a la otra. En su numerosísimo ejército ondea una bandera con el lema “Revolución anticristiana”, sus armas son las herejías y cismas, el engaño sistemático, la infiltración en toda institución civil y religiosa, la perversión de la moral y las costumbres, favoreciendo la impiedad, el materialismo, las modas indecentes, la pornografía, y promoviendo todo un pensamiento, filosofía, ciencia y arte corrompidos, una cultura de la muerte, y un adoctrinamiento ideológico en los foros del saber. Quien crea que la ciencia ha estado libre de esta guerra se equivoca. Es de todos conocido que hoy en el arte, por ejemplo, se exhiben obras grotescas, espantosas, sarcásticas, e incluso sacrílegas, bajo la apariencia de arte. Lo que debería ser la expresión de la belleza ha sido muchas veces transmutado en burla, exaltación de lo deforme y de la indecencia. Asimismo, en la física hoy se presentan el espacio de Einstein, el espacio de De Sitter, universos en expansión, universos en contracción, universos vibrando, universos múltiples surgiendo del vacío. Lo que debería ser una custodia de la verdad obtenida desde principios ciertos y perfectamente comprobados, ha sido convertida en la fabricación de hipótesis ficticias, jamás comprobadas. Vivimos en un mundo en el que se observa girar al sol, a las estrellas y a la luna, por el contrario nosotros no tenemos ningún indicio de viajar en un planeta móvil y rotante, no sufrimos mareo, la atmósfera está siempre como adherida a la superficie terrestre y no se queda atrás, pues de ninguna manera aparecen vientos superhuracanados en las más altas capas atmosféricas oponiéndose a la rotación, tal como sucede en planetas verdaderamente rotantes como Júpiter o Saturno, o bien nos encontramos con la paradoja que se puedan diseñar aparatos para medir la velocidad de rotación de la tierra por el éter luminífero (o el efecto opuesto), pero cuando medimos la presunta velocidad de traslación de la tierra a través del éter siempre obtenemos cero. Y se nos niega la validez de esos experimentos impli18
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cando al éter, sean los que sean, o incluso se ha pretendido convertir la palabra ‘éter’ en un tabú. Sin embargo, en la teoría del electromagnetismo de Maxwell, por ejemplo, en la que el éter juega un papel fundamental, resulta que aparece una fuerza electromotriz cuando un conductor se mueve por las inmediaciones de un imán en reposo, y otra distinta si es el imán el que se mueve por las inmediaciones del conductor en reposo, según los experimentos ya realizados por Faraday en 1830. Este hecho que ya dejó estupefacto a Einstein, nos indica que hay una forma muy simple de distinguir entre movimientos relativos: los efectos que el movimiento, en cada caso específico, produce sobre la luz que se transmite por el éter. Siguiendo esta línea de razonamiento llegamos a la conclusión que el geocentrismo no es un modelo cosmológico más, sino el modelo con principios más simples posibles, aquel que tiene todas sus hipótesis y argumentos basados sencillamente en lo que se observa, lo que se observa es la realidad que hay. Cualquier otra teoría cosmológica necesita asumir otra suposición a posteriori sin tener un soporte observacional o experimental en el que apoyarse. Así el heliocentrismo recurre a un grado de ilusión, “lo que nosotros observamos es una apariencia de realidad, no la realidad, lo real es lo que no observamos”. Es decir, como que el fondo estelar está aparentemente rotando, pero lo que realmente rota es la tierra sobre su eje. Los heliocentristas del tiempo de Galileo defendían este modo de apariencias mediante el símil del barquero, “al alejarse remando su barca, al barquero le aparece la playa alejándose y su barca quieta”; lo cual fue contestado por el cardenal San Roberto Belarmino diciendo: “quien parte de la playa, a pesar que le parezca a él como si la playa se alejase, él sabe que está en un error y lo corrige”. No hay ningún barquero en su sano juicio que no sepa que el alejamiento de la playa es una ilusión. Cuando estamos dentro de un tren estacionado y comenzamos a ver moverse el fondo de edificios hacia atrás, nos cuesta quizás unas décimas de segundo deducir que es el tren el que ha comenzado a moverse hacia adelante. ¿Po19
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dríamos estar engañados? Claro que sí, por ejemplo, si alguien hubiera colocado pantallas de video tridimensional en lugar de las ventanillas, en las que se estuvieran emitiendo imágenes de un fondo de objetos moviéndose hacia atrás. Pero en este caso estaría interviniendo todo un engaño planificado. Y aquí aparece otra regla primordial defendida por los autores de este libro: “el científico necesita la fe para conocer con certeza que los principios o hipótesis con las que se trabaja son razonables”, no teniendo esta obra, por supuesto, nada que ver con algo llamado “religión física”. Santo Tomás lo explica con la siguiente comparación: “Como uno de poca ciencia está más cierto de lo que oye a un sabio que de lo que juzga él mismo con su propia razón, con mayor motivo el hombre está más cierto de lo que oye de Dios, que no puede engañarse, que de lo que percibe con su propia razón, que sí puede estar sujeta a engaño”. En otras palabras, no puede hacerse ciencia desligada de la Teología cristiana. A algunos les podrá parecer exagerado sostener una afirmación semejante. Sin embargo, incluso en el plano natural y filosófico, deben recordar que toda ciencia descansa en un principio axiomático: es una teoría construida a partir de un conjunto de axiomas. ¿Qué axiomas? Es este punto que muchos no ven en toda su profundidad. La inmensa mayoría de las personas atiende los postulados científicos per se, es decir como enunciados independientes de una teoría. Esa teoría incluso puede ser derivada por un razonamiento lógico, pero… a partir de unos axiomas viciados y no correspondientes con la realidad. Uno de esos axiomas es el principio copernicano en astronomía, un principio no probado y gratuitamente presupuesto, con la finalidad de evitar la conclusión de la centralidad de la posición de la Tierra. Plásticamente lo destaca el mismo Einstein6: “la principal fuente de los conflictos actuales entre las esferas de la ciencia y la fe está en este concepto de Dios personal”. 6 Ideas and Opinions, 1954, 1984, p. 47 (citado por R. Sungenis en Galileo Was Wrong, The Church was Right). 20
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Sacar la Tierra del centro del universo, significaba para la mentalidad moderna que la Iglesia se equivocó y que la Biblia es un cuento. Y que de paso Dios no existe. Fue la causa del regocijo y congoja de Nietzsche en Así habló Zaratustra: “¿A dónde se fue Dios?, gritaba. Os lo diré. Nosotros lo hemos matado –tú y yo–. Nosotros somos sus asesinos. ¿Pero cómo lo hicimos? ¿Cómo hemos sido capaces de beber el mar? ¿Quién nos ha dado la esponja para absorber el horizonte entero? ¿Qué hicimos cuando desencadenamos la Tierra de su sol? Dios ha muerto. Dios permanece muerto. Y nosotros lo hemos matado”. Lo que se dijo a Natalia en Los vientos de Guerra no es menos suave: “El Cristianismo está muerto y tirado en la cuneta desde que Galileo le cortó el cuello”. El caso Galileo es el que realmente marca el inicio de una nueva época, modernista, caracterizada por la rebelión de la razón frente a la fe. La época en la que la Iglesia está desposeída de su autoridad, ya que si el Santo Oficio se equivocó con Galileo, ¿por qué no iba a equivocarse en otros asuntos? Es la lógica que emplearon muchos detractores. Incluso extrapolando, de forma totalmente indebida, el caso Galileo para aplicarlo nada menos que al control de natalidad y moral sexual. Más o menos en la línea de la “fundamentación” de la crítica de la Humanae Vitae. Sin ir más lejos, Annibale Fantoli, un famoso historiador del caso Galileo, afirma que “si el caso Galileo nos enseña algo, es el peligro de las declaraciones precipitadas similares, que corren el riesgo de llegar a ser insostenibles en el futuro, y las cuales, por otro lado, los laicos católicos contemporáneos son cada vez menos dispuestos a aceptar… Es suficiente pensar, en este contexto, en el presente estatus que tiene en el mundo católico la prohibición de las técnicas artificiales de control de nacimientos, sancionadas ochenta años antes por el Papa Pío XI, con la carta encíclica Casti connubii. Basada como está en muy discutible fundamentación bíblica, lo mismo que en la tradicional filosofía tomista del matrimonio, puede ser considerada como una forma de nuevo caso Galileo, con las consecuencias de 21
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largo alcance en la vida diaria de millones de personas. De la misma forma que ocurrió con el progresivo alejamiento de la prohibición de la teoría de Copérnico, en la era post Galileo, se puede observar una gran mayoría de aquellos que se consideran a sí mismos fieles católicos aunque usen amplios tipos de las técnicas de control de nacimientos, mientras que la Iglesia oficialmente sigue defendiendo el status quo”. El señor Fantoli se equivoca dos veces. La primera porque ni Casti connubii ni Humanae Vitae se extrapolan del caso Galileo. La segunda porque la Iglesia tenía toda la razón en el caso Galileo, y no solamente por el dictamen que hizo para salvaguardar intacta la fe, sino porque defendió la integridad de la ciencia al mantener que la Tierra no gira alrededor del sol. Es lo que estamos defendiendo en este libro, juntamente con cada vez más numerosos geocentristas católicos en el mundo. Como anécdota, referiremos una parte de la conversación que mantuvo un entrevistador de BBC en un programa en principio realizado sobre el Diseño Inteligente. Los invitados eran un geocentrista católico, Robert Sungenis, autor de uno de los mejores libros escritos en los últimos años sobre la temática que nos ocupa, Galileo Was Wrong, The Church Was Right, y el director del Observatorio Astronómico del Vaticano, Fr. Guy Consolmagno. El entrevistador procuró dejar en evidencia a R. Sungenis intentando que Fr. Consolmagno declare claramente que es la Tierra la que gira alrededor del sol. La entrevista siguió así: Entrevistador: Entonces, Dr. Sungenis, ¿usted cree que el sol gira alrededor de la tierra, no es así? Sungenis: Precisamente, igual que otras muchas personas. Entrevistador: ¿Cuáles? Sungenis: Ellos no desean ser directos y admitirlo, pero ellos sostienen que el geocentrismo es tan válido como el heliocentrismo. Entrevistador: ¿Y quiénes son esas personas? 22
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Sungenis: La gente como Albert Einstein, Ernst Mach, Julian Barbour, Bruno Bertotti… En este momento el entrevistador se dirige a Fr. Guy Consolmagno. Entrevistador: Fr. Consolmagno, ¿usted cree que el sol gira alrededor de la tierra? Consolmagno: Bien, dejémoslo así. Es más fácil hacer cálculos considerando la tierra en la órbita alrededor del sol. El entrevistador tenía aspecto de que una bomba le explotaba entre las manos. De forma que continuó intentando obtener una respuesta de Fr. Consolmagno negando el geocentrismo. Entrevistador: Pero Fr. Consolmagno, aquí hablamos sobre la realidad. Al margen si es más fácil realizar cálculos con la tierra girando o no, ¿es verdad o no que el sol gira alrededor de la tierra? Consolmagno: Pues, precisamente como lo dije. Es más fácil hacer cálculos con la tierra girando alrededor del sol. *** Es una entrevista significativa, aunque nosotros discrepamos que sea más fácil realizar cálculos en el sistema heliocéntrico. De hecho, la NASA y el Jet Propulsion Lab, como lo vamos a comentar en el libro, utilizan el modelo geocéntrico para los cálculos del seguimiento de las naves espaciales. En esta misma dirección, P. Walter Brandmüller, el Presidente del Pontificio Comité de Ciencias Históricas decía recientemente: “La condenación de las posturas de Galileo sobre la posición fija del sol y el movimiento de la tierra, que es tan a menudo descrita como un error del Magisterio de la Iglesia, es probada bajo la investigación más detallada como justificada en su tiempo… Más todavía, los hallazgos científicos más recientes reivindican la Iglesia de 1633”. Ya en 1975, Carl E. Wulfman (University of the Pacific) en su carta a Mr. Roush (citado en “Galileo to Darwin” 23
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por P. Wilders, Christian Order, april 1993, p. 225), decía: “He dicho en mi clase que si Galileo tuviera que afrontar el juicio de la Iglesia en los tiempos de Einstein, perdería su causa por argumentos mucho más fuertes. Puede utilizar mi nombre si lo desea”. Hay algo indómito en el hombre de todas las épocas: es su sed de la verdad. Hasta el punto de que no se puede tener felicidad sin defender la verdad. Pero las verdades crecen en la sombra de la Verdad; son amigas de la Verdad. Es más, es la Verdad la que impulsa al hombre a buscarla y a amarla. Algún día las Ciencias Naturales deberán ser restauradas, autentificadas, liberadas de toda impureza, error y engaño, y seguramente en cosmología habrá que retomar un modelo pre-copernicano, el de Tycho Brahe conveniente modificado con los descubrimientos astrofísicos de los últimos siglos. Aquel día también se habrá emplazado el honor de Tycho en el lugar que se merece, y su laboriosa investigación en busca de la verdad será reconocida por todos como algo digno de elogio y no como un trabajo vano. Aquel día también se habrá encumbrado a la Teología en el puesto que debe estar, por encima del resto de ciencias (desde la perspectiva de servicio, no por despotismo arbitrario ni caprichoso. La fe y la ciencia, la fe y la razón no se contradicen porque proceden de la misma verdad. Una inseparablemente sirve a la otra, siendo la fe la luz que ilumina y establece el orden en nuestro obrar), porque la doctrina sagrada trata principalmente de algo que por su sublimidad sobrepasa la razón humana. Las otras ciencias sólo consideran lo que está sometido a la razón, y de entre las ciencias prácticas es más digna la que se orienta al fin más alto; la felicidad eterna es el fin de la Teología. La razón humana será liberada de su propio despotismo que la somete, caprichosa en su pretensión viciosa de considerarse absolutamente independiente de la luz de la fe. Es más, la razón se hace más fuerte con la fe. El caso Galileo, paradójicamente para muchos, sirve para ese propósito.
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