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Pronunciamientos de antaño

ASUNTOS HISTÓRICOS Y DESCRIPTIVOS. 467

ban para preguntarse los individuos unos á otros lo que acontecía, prontamente se dicipaban, y afligidas las madres de familia en las casas por la suerte de sus hijos, ordenaban á sus criados que fuesen por ellos, sin pérdida de tiempo, á las escuelas y amigas. Los coches abandonaban sus sitios y se dirigían con apres a m i e n to á las carrocerías. De vez en cuando se dejaban oír los toques de clarín que convocaban á los soldados á sus cuarteles; coronábanse de fuerza armada las alturas de Palacio y de éste salían á relucir á la plaza las piezas de artillería. Poco á poco iba desapareciendo de Jas calles y plazas la gente, hasta quedar solitarias, tristemente alumbradas yor el sol

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que con sus pálidos rayos parecía, en tales momentos, condolerse de nuestro infortunio. Solamente en los balcones y en los zaguanes, á ^edio cerrar, se veían agrupados los curiosos, dispuestos á desaparecer al menor indicio de u « peligro. A poco, algunos soldados y los cogidos de leva, á las órdenes de oficiales, afanábanse en levantar trincheras y barricadas en ias bocacalles de las cercanías de Palacio y, por P°r último, el silencio de la ciudad sólo era interrumpido por el galope de un caballo que Contaba algún dragón que iba de acá para al'a, comunicando órdenes.

Las fuerzas pronunciadas y las defensoras d el Gobierno permanecían en la inacción sin abandonar sus preparativos, mientras duraban las contestaciones entre los jefes de la revolución y el Presidente pot ella desconocido. Daba origen á esas contestaciones, casi siempre, la risible pretención de los pronunciados para que el Presidente depusiese toda actitud de defensa, haciéndole responsable de la sangre que se virtiera y de los males que al país causase su obstinación. El plan proclamado por aquéllos siempre era salvador, regenerador ó libertador, así como la autoridad que se quería derrocar era, en todos los casos, arbitraria, ilegal y despótica. Tanto como enaltecían los pronunciados su patriotismo, su desinterés'y el amor á sus conciudadanos, deprimíanse los actos del Gobierno acusándole de verdaderas

INTERIOR DEL PALACIO EN TIEMPO DE REVOLUCIÓN.

faltas é imputándole otras. Nunca en tales planes como en las proclamas dejábase de consignar que el alzamiento era la expresión de la voluntad soberana de la nación, y su único objeto la defensa de los sacrosantos derechos de la Patria ó de los verdaderos intereses del pueblo.

Como se ha manifestado, los preludios de las escenas á que daban lugar los pronunciamientos, consistían en agrias contestaciones entre el Gobierno y el jefe de los pronunciados, sin apearse aquél y éstos los tratamientos de Excelencias, tratamientos que resaltaban en medio de los denuestos; en levantar los contendientes trincheras ; en coger de leva á los hombres y en apoderarse de los principales

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EL LIBRO DE MIS RECUERDOS.

edificios y templos, colocando en las ventanas de los campanarios y en los pretiles de las azoteas sacos rellenos de arena, no quedando más intersticios entre ellos que los necesarios para dar paso á los cañones de los fusiles y, por último, en declarar el Gobierno la ciudad en estado de sitio y en lanzar todos proclamas y manifiestos.

Si los pronunciados se apoderaban de los templos situados en la parte occidental de la ciudad, los del Gobierno tomaban posesión de los que se hallaban en la parte opuesta, y al romperse el parlamento, ya que ninguno de los contendientes cejaba en sus pretensiones, rompíase el fuego entre dos ó más torres contrapuestas, continuando por algunas horas hasta que el clarín ordenaba la suspensión de armas, momentos que eran aprovechados por los vecinos para acudir con presteza á proveerse de los artículos de primera necesidad en los parajes en que podían encontrarlos. En los barrios particularmente, eran las mujeres las que con tal objeto salían á la calle, pues los hombres no asomaban las narices por el temor de ser cogidos de leva. Como era natural, en esos aciagos días tan escaso andaba el dinero, como limitados y caros los víveres; así es que la población vivía en continuas aflicciones, miserias y sobresaltos.

A poco el fuego de fusilería y uno que otro cañonazo disparado por el rumbo de la Ciudadela y contestado por la artillería del Gobierno, obligaba á los que por necesidad andaban en las calles, á refugiarse prontamente en sus casas, si no querían encontrar fuera de ellas una muerte segura, como á muchos aconteció, sin que á sus deudos Jes fuera posible salir á levantar los cadáveres ó acudir al socorro de los heridos.

Si risible era esa guerra de torre á torre, haciendo abstracción de las desgracias que causaba, honda pena infundía en todos los ánimos la sangrienta lucha sostenida por los contendientes en los momentos en que unos trataban de ganar á los otros, por asalto, edificios ó barricadas. Entonces veíanse por las calles avanzar los soldados en tiradores ó en columna cerrada, á las órdenes de sus oficiales, demostrando unos y otros mucha serenidad y un valor admirable y digno de una noble causa. Después de algún tiempo durante el cual la población, presa de la mayor ansiedad, solamente oía el continuado estampido del cañón, y el nutrido fuego de la fusilería, los repiques de determinados templos anunciábanle el término, por entonces, de la lucha, y quiénes podían ser los victoriosos. Las calles, en las que había sido la refriega, presentaban algunos de sus edificios destrozados por las granadas y balas razas, y regados sus pavimentos de cadáveres de los que habían sido ametrallados por la artillería ó alanceados por las terribles caballerías de Torrejón.

Para dar tregua á las inicuas escenas como la que acaba de indicarse, representábanse, á veces, otras verdaderamente cómicas. Intempestivamente un repique á vuelo era el anuncio de otro acontecimiento que ponía á la ciudad en conmoción, y del cual no era advertida sino hasta los momentos en que las gentes podían salir de las casas para hacer sus compras.

LANCERO.

HI

El repique aquél no lo había determinado un triunfo parcial de las fuerzas gobiernistas contra las pronunciadas ó viceversa, sino la entrada á la Capital de un refuerzo que al Supremo Gobierno enviaba tal ó cual Estado ó Departamento, consistente en cuarenta dragones empolvados que con sus cuarenta encanijados caballos habían tomado alojamiento en el mesón de Tezontlale.

Los sucesivos pronunciamientos produjeron otras tantas revoluciones, sostenidas, antes de la proclamación del plan de Ayutla, por intereses individuales más que políticos, y de tal manera recrudecieron los odios de partido qu e poco faltó para que en México se reprodujeran las horribles escenas con que escandaliza: ron al mundo otras naciones. Principio fué ¿ e

e sas escenas los fusilamientos en los caminos de prisioneros, sin formación de causa, y á pretesto de pretender aquellos escaparse, ultrajando de tal manera á la justicia, no solamente P°r el hecho sino por el nombre de ley fuga con que se distinguió el inicuo procedimiento. La revolución casi siempre triunfaba, y como consecuencia del triunfo establecíase un nuevo Gobierno, central ó federal, conforme al plan proclamado; á poco un nuevo pronunciamiento convertía en arbitrarios, ilegales y despóticos A los mismos que poco antes habían Sido los salvadores, regeneradores ó libertadores, y nuevos patriotas desinteresados y ban punto de reposo," de la misma manera en nuestro país, dábale Urrea áBustamante, Bustamante á Santa-Anna, Santa-Anna, á él, Paredes á Santa-Anna y éste á todos, menudeando los golpes sin tregua ni descanso.

Santa-Anna, de carácter vivo, de talento natural, que conocía más (pie nadie á sus paisanos, y era travieso por temperamento, zafaba A tiempo el cuerpo y dejaba que á otro le tronase la bomba en la mano y se retiraba muy oportunamente á su hacienda Manga de Clavo, .') se expatriaba voluntariamente, antes de que otros descretasen su ostracismo, de lo que resultaba que cansados pronto los mexicanos

PALACIO NACIONAL DESPUÉS DE LAS JORNADAS DEL 15 AL 27 DE JULIO DE 1840. REVOLUCIÓN CONTRA BUSTAMANTE.

amantes de sus conciudadanos echaban por tier r a al nuevo Gobierno, en virtud de aquella misma voluntad soberana de la nación, la que, a decir verdad, no deseaba otra cosa sino que la dejasen en paz.

Tal

era el sistema de pronunciamientos perfectamente establecido, para la repetición hasta el fastidio de las mismas escenas, con mayor ó menor efusión de sangre, y más ó menos Persistentes; y así como en el inimitable Quijote (perdone el insigne Cervantes la osadía) se lee: "daba el arriero á Sancho, Sancho á la ^oza, la moza á él, el ventero á la moza, y todos menudeaban con tanta priesa, que no se dade su nuevo gobierno, apelaban otra vez áSanta-Anna, lo llamaban y recibían en la Capital bajo arcos de triunfo. Cierto es que hubo vez que le saliera fallido su intento, como aquella en que, al emprender su fuga, fué aprehendido en las inmediaciones de Xico, mas tal incidente constituía una excepción de la regla.

Dieron pábulo á las marcadas tendencias de Santa-Anna al gobierno dictatorio, los diferentes partidos que se disputaban el poder creyéndolo su salvador. Si aquéllos reincidían en su error, él reincidía en sus inconsecuencias, pues aceptaba y juraba, como Fernando VII los principios que repudiaba para que-

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EL LIERO DE MIS RECUERDOS.

brantarlos después, sacrificándolo todo en aras del poder absoluto.

Otras vocea los beligerantes dejaban en relativa tranquilidad á la Capital, cuando las

ó para amasar un pastel en cualquier lugarejo en que se tenía ya preparado el amasijo, práctica muy frecuente que á todos, por el momento, dejaba satisfechos, para volver á poco á las andadas. El aspecto que adquiría la ciudad y el ánimo de sus moradores eran diversos, pero las emociones las mismas.

panas permanecían mudas, y los que á muerto tocaban eran los corazones de los adictos, aunque muchas veces acontecía que éstos ce-

ESQUINA DE LOS PORTALES Y DIPUTACIÓN DESRUES DE LAS JORNADAS DEL 15 AL 27 DE JULIO DE 1840.

fuerzas del gobierno andaban por esos mundos i De vez en cuando un intempestivo repiqi»3 de Dios, ¡i caza de las pronunciadas, para, di- I en la Caledivd anunciaba una buena nueva parimir sus contiendas en los campos de batalla, | ra el Gobierno pero en caso contrario las eam-

COMBATE EN LA CALLE DEL REFUGIO.

ASUNTOS HISTÓRICOS Y UESCRIPTIVOS. 471

lebrasen, como triunfos sus derrotas. En todo caso los pacientes vecinos de la gran ciudad sorprendidos, unas veces por los consabidos repiques y estallidos del cañón y, otras, por los gritos de los vendedores de noticias extraordinarias, abandonaban en gran número sus casas y formando oleajes en las calles, su dirigían precipitadamente á la plaza de la Constitución, d i os preguntaban dónde y cómo fué la acción y otros respondían dando tantos pormenores como si en aquélla se hubiesen encontrado; quienes se abrazaban, manifestando á gritos su alegría; quienes al estrecharse las manos se mostraban pesarosos y exponían en voz baja sus dudas, acerca de la exactitud de 'as noticias, transformando en favorables las adversas mediante un razonamiento inspirado por la pasión. El gentío se remolinaba en 'a plaza, mientras que los balcones de las casas se hallaban enchidos más de curiosas (pie de curiosos, pues éstos habíanse lanzado alas calles, en tanto que en el balconaje del palacio asomaban los escuálidos semblantes de los empleados, sujetos á rigurosa dieta por causa de las circunstancias.

Por las plazas y calles de la ciudad, corrían l°s pilludos, cotí sus hojas noticieras en la mano, gritando según los tiempos y la, política dominante: la, derrota del faisioso l'iicblita 0 la derrota del Macabeo M ¡ramón.

No había casa de la cual no fuesen aquéllos llamados para imponerse con avidez sus moradores, de todos los detalles (pit; del nuevo acontecimiento propalaban las noticias, unas v eces ciertas y otras falsas, descubriéndose por los mismos conceptos de los partes oficiales 1^8 imposturas, entro las que resaltaba la, que Se refería al prodigioso número de bajas causadas al enemigo, en tanto que en las fihis de los soldados fieles contábanse solamente un muerto y dos contusos. Esos partes traíanme "• la memoria la graciosa crítica que sobre la materia expuso el ínclito Bretón de los FTorrcr°s, en su famosa comedia: Muérete ¡y ver&s . .. ! crítica (pie parece hecha de exprofeso Para México.

"Es muy vaga la, noticia. Es atrasada la fecha. Si fué la facción desliedla, ¿Qué se hizo nuestra milicia? En la guerra hay mil azares; Y, además, la exactitud No siempre fué la virtud De los partes militares. Muchos planes y cautelas, Y alardes y movimientos, Y zanjas y campamentos, Y curvas y paralelas. Mucho de causar zozobras A las fuerzas enemigas; De encarecer las fatigas, De describir las maniobras, Mucha recomendación ; Mucho de Roma y Numancia; Y, ¿qué nos dice en sustancia El jefe de división V Que anduvimos cuatro leguas; Que el faccioso echó á correr Dejando en nuestro poder Ibia mochila y dos yeguas; Que allí hubieran muerto muchos De la gavilla perjura A no ser la noche oscura Y á no faltar los cartuchos; Que el cabecilla vasallo Huyó á tiempo de la (pierna, Y se salvó . . . por la extrema Ligereza del caballo; Que por falta de refuerzo Deja el campo de batalla Y va á esperar la vitualla A Villa Franca del Vierzo; Que envíen francas de portes Diez Cruces de San Fernando: Y concluye suplicando Al Ministro y á las Cortes Que sin exigir recibo Le traigan los maragatos Seis mil pares de zapatos Y un millón en efectivo.''

Con excepción de los nombres propios y de lugares así como de la graciosa descripción y su elegante forma, los conceptos de los partes oficiales de nuestras pasadas revoluciones eran idénticos á los expresados en la composición del inimitable Bretón.

En todas las azonadas se repicaba porque, unos entraban; se repicaba porque otros salían, se tocaban dianas por la captura de un armón, y el novelero populacho recorría en tu-

multo las calles de la ciudad, unas veces al grito de ''Viva la liclijjión" y otras, a l d e " T 7m la Libertad;" rompía faroles y vidrieras, sin saber por qué ni contra quién iba dirigida su zana; furores políticos Difundidos por sus malévolos instintos y estimulados por algunos ese poder, no arraigaron en el país. En México no ha habido un Fonquiar-Tinville, ni n n Robespierre, ni un Conde de España, hombres de encallecido corazón, en el que no hacía mella la vida humana y la infelicidad de las familias.

REVOLUCIÓN DE LOS POLKOS.-CALLE DEL REFUGIO. corifeos. Tan pronto los animaba el entusiasmo como el furor, sin distinción de causa, y tan dispuesto estaba cuando dominaba en él su primer sentimiento, á pegarse en sustitución de los caballos, á la carroza de un Presidente como arrastrar, por el suelo, cuando dominaba el segundo, la estatua de su ídolo de ayer. Tal es el populacho, y así creo que ha sido y es el de todas partes, salvas dos notables diferencias, una en pro de aquél, como la de no ser tan brutal como el de ciertas grandes naciones, y otra en contra, como la de tener horror al agua y al jabón.

Sin embargo, comparando nuestras luchas intestinas con las revolciones de otros países, no ofrecen como éstas, cuadros tan desoladores. En México nunca han existido las Comisiones de Salud Pública, como en Francia, ni las Superintendencias de Vigilancia, como en España que tanto unas como otras favorecían la arbitrariedad, el espinaje, la delación, la venganza, la traición, el crimen y la inmoralidad; y si en México se conecieron las inhumanas Cortes Marciales, fueron obra de la

Intervención, de un poder estraño á nuestro modo de ser, plantas exóticas que, al terminar Los delitos extraordinarios <pie en nuestro país se han registrado, fueron debidos á exaltación del momento y á especiales circunstancias, y no á un sistema inhumanamente concebido y fríamente llevado á cabo. Si nuestras revoluciones escandalizaron á esas naciones que han llevado sus actos delictuosos á un repugnante refinamiento, fué porque hipócritamente apartaron los ojos de sus tejados de vidrio. Dispénsame, lector amigo, este desahogo, que ya proseguiré refiriéndote mis impresiones, procurando reanudar, lo mejor que pueda, el hilo que cortó la digresión, causada por uno de esos arranques que no pueden contenerse, cuando estalla la indignación.

Tratábamos de la participación que tomaba en nuestras revueltas políticas, el populacho y tiempo es ya de que te diga lo que él mismo tenía por ellas que sufrir.

Las tantas veces citadas revoluciones pusieron en práctica el vicioso reclutamiento, conocido con-el nombre de leva. No solamente en los campos y villorrios, con daño de la agricultura y de la industria, eran sorprendidos los hombres para ser destinados, contra su voluntad, á la milicia, sino en las mismas capitales, á ciencia y paciencia, de los legisladores y magistrados. Con demasiada frecuencia, 1°9 vecindarios de las ciudades y pueblos, se conmovían ante el repentino movimiento de hombres del pueblo, cpie corrían despavoridos p° las calles, huyendo de los agentes de la leva, quienes, con su tenaz persecución y maltrato los de su raza, justificaban el refrán de que peor cuña es la del propio palo. Los infort nados que no habían podido librarse de aquellos perros de presa, eran conducidos á los cua teles para habilitarlos de soldados, sujetan"0

los á una dura disciplina y á infamantes castigos á pesar de no hallarse ligados á obligaciones impuestas por la inscripción voluntaria.

Entre las penas recuerdo con horror la de los bancos de palos, siendo los ejecutores de ellas los llamados cabos, quienes nunca abandonaban una vara de membrillo, el vil instrumento con que se les veía por las calles, caminando por detrás de los pelotones de soldados que vigilaban.

Desde uno de los corredores del Palacio Nacional, que daba al patio desproporcionado, feo y sucio de un cuartel, convertido hoy en departamentos elegantes do la Secretaría de Hacienda, observé, poseído de la mayor indignación y congoja, el castigo que á un desgraciado recluta se le daba. A medida que éste con una escoba barría el empedrado suelo, recibía de mano de su verdugo, de tiempo en tiempo, fuertes varazos que le hacían dar gritos desgarradores que degeneraban en ayes lastimeros, y si por un momento interrumpía su faena, la proseguía luego, sujeto al mismo martirio. Otras veces tendido el paciente sobre un banco recibía tantos y tan continuados azotes, que del banco aquel era mandado al hospital.

El honrado y virtuoso Presidente de la República D. José Joaquín de Herrera, intentó poner coto á tales desafueros, y con tal fin, hizo expedir la siguiente circular, cuyos conceptos comprueban la exactitud de mi relación.

"Ministerio de Guerra y Marina.—Circular. — Estando prohibido por diferentes disposiciones anteriores y posteriores á nuestra independencia, el castigo de bancos de palos que se aplican á individuos de la clase de tropa, y por el cual no se les aplican las penas que las leyes tienen señaladas ¡í los diversos delitos ó faltas que se cometen.

Tal castigo aplicado á los que sirven en una carrera de honor, retrae á muchos individuos para alistarse voluntariamente en una profesión á que sus inclinaciones los llaman, cometiendo por esto, tal vez, el ('rimen de deserción. Como estas disposiciones hayan caído en desuso, se hace preciso recordarlas, no sólo por no haber ley que autorice semejante hecho, sino muy particularmeme, por prevenirlo así el artículo 149 de la l onstitución Federal, el que terminantemente ordena Que ninguna autoridad aplicar¿í clase alguna de tormen; to, sea cual fuere la naturaleza del delito y estado del Proceso.

Un abuso de autoridad, ó el capricho de algún individuo, constituido en cualquiera clase de mando, ha puesto en práctica esas penas, llegando á tal extremo su arbitrariedad, que varios individuos han sido apaleadlos, seles ha negado pasar al hospital, y otros han fallecido, de resultas de tan bárbaro castigo.

Por dichas razones, el Kxmo. señor Presidente, por el deber que tiene de guardar la Constitución y ¡as leyes; por humanidad y por estímulo de honor que debe inspirarse á los que sirven en la honrosa carrera de las armas, se ha servido prevenir que por motivo alguno se vuelva á aplicar el castigo de banco de palos.

Y para que no vuelva A repetirse el pernicioso ejemplo de caer en desuso las disposiciones vigentes en este particular, ni se contravenga á lo que terminantemente prohibe la Constitución, ha dispuesto S. K. que el general, jefe ú oficial que mande aplicar el castigo á que se hace referencia, ó que lo tolere sin tomar providencia para corregirlo, quede suspenso de su empleo por tres meses, en virtud de la facultad 20 del art. 110 de la Constitución, sin perjuicio de formarse causa al que hubiere contravenido á esta orden suprema, según el mérito y grado de culpabilidad que le resulte.

Lo cojimnico ú Ud. para su cumplimiento y el de los individuos de la inspección de su mando.

Dios y Libertad. México Julio 3 de 1848.—Arixta."

A pesar do esta circular el abuso continuó, como lo comprueba el hecho á que me he referido, presenciado por mí algunos años después.

En el terrible drama de nuestras revueltas políticas, en la época á que he aludido, desempeñaron los principales papeles de la exposición, los primeros actores Mr. Poinsett y D. Lorenzo Zavala con acompañamiento de las logias; atendieron al desarrollo de la acción en numerosas jornadas, con frecuentes cambios de decoración y efectos escénicos de sensación, los Santa-Annas, Bustamantes y Paredes, y para el desenlace, intervinieron estranos actores, quienes, con daño de las buenas reglas esta blecidas que desechan personajes episódicos, prepararon con su malaventurada intervención la escena trágica final del cerro de las Campanas.

Los más notables pronunciamientos ocurridos en el país de 1822 á 1854 fueron los siguientes -. 1822.--« de Diciembre.—El del Coronel Santa-Anna contra Iturbide, proclamando en Veracruz la República. 1823.—I" de Febrero. —Plan de Casa Mata concebido en once artículos, proclamado por eo

Santa-Anna y Echávarri, reprobando los actos del Gobierno de Iturbide y señalando las bases de la convocatoria para un nuevo Congreso. 1827.—23 de Diciembre.- El del Teniente Coronel Montano en Otumba, exigiendo la expulsión de españoles y del Ministro de los Estados Unidos, Mr. Poinsett. 1828.-16 de Septiembre. — Pronunciamiento de Santa-Anna en Perote á efecto de anular la elección de Presidente hecha en el General Gómez Pedraza. 1828.—30 de Noviembre.—Pronunciamiento llamado de la Acordada contra la elección de Gómez Pedraza y en favor del General D. Vicente Guerrero, llevado á cabo por el Gobernador del Estado de México, el General Lobato y un hombre de bien engañado, Don Lucas Balderas. El alzamiento hízose notable por sus resultados impolíticos y antisociales, como fueron el saqueo del Parián, el asesinato proditorio del Conde del Valle, el atentado contra la ley constitucional y la inconveniente ley de expulsión de españoles. Ñuño de Guzmán babía reencarnado en los directores de esa asonada. 1829.—4 de Diciembre.—De Bustamante en Jalapa contra el Presidente Guerrero, proclamando el restablecimiento de la Constitución. Secundado el plan de Bustamante por la guarnición de México y abandonado Guerrero por las fuerzas que de la capital había sacado para combatir á los pronunciados se dirigió al Sur. 1832. Pronunciamientos contra Bustamante.—El de Veracruz, 2 de Enero, por la renovación del Ministerio, acaudillado por Santa-Anna quien fué derrotado en Tolome por el General Calderón, 3 de Marzo. Los de Tamaulipas 13 y 20 del mismo mes. El de Zacatecas, 10 de Julio, por la presidencia de Gómez Pedraza. La fuerza pronunciada en número de (5,000 hombres al mando del General Moctezuma fué completamente aniquiladapor el General Bustamante en la célebre y sangrienta acción del Gallinero, lugar situado á 4,000 kilómetros N.

N. O. de Dolores, Guanajuato. No menos cruenta fué la batalla librada contra el General Santa Anua por el mismo General Bustamante en el rancho de Posadas, Puebla, el día 6, en la que perecieron más de mil hombres, hecho de armas al que se siguió el plan de Zavaleta que secundado por la guarnición de México el 27 del propio mes, dio por resultado la caída de Bustamante, y la elevación al poder de Gómez Pedraza. 1833.—26 de Mayo.—Del Teniente Coronel Escalada en Morelia, por Religión y Fueros, contra Santa-Anna Presidente y Gómez Farias Vice-Presiden te. 1834. - 30 de Junio.—De Cuernavaca proclamando la dictadura de Santa-Anna. 1835.—30 de Marzo.—Sublevación de Zacatecas contra la dictadura de Santa-Anna, quien marchó á combatirla quedando en calidad de Presidente interino el General D. Miguel Barragán. Este movimiento terminó el día 11 de Mayo con la derrota de los pronunciados al mando de D. Francisco García, en el campo de Guadalupe á inmediaciones de Zacatecas. 1835.—Sublevación de Texas. 1837. — Varios pronunciamientos contra Bustamante, los que prontamente fueron sofocados, siendo los más notables los siguientes:

El de San Luis Potosí, el día 6 de Mayo por el Teniente Coronel Ugarte. La derrota en Río Verde de las fuerzas pronunciadas al mando del General Don Esteban Moctezuma, que murió en la acción, dio el triunfo al General Paredes que mandaba las fuerzas del Gobierno.

El del General Urrea en Arizpe el día 26 de Diciembre, que proclamaba la federación. 1838.—7 de Octubre.—Revolución promovida por Urrea en Tamaulipas contra el mismo Bustamante. La batalla de Acajete el 3 de

Mayo de 1839 ganada por los Generales Santa-

Anna y Valencia contra los Generales Urrea y Mejía, en la que fué hecho prisionero y fusilado el último, puso término á la revolución. 1840.—15 de Julio.—Pronunciamiento en

México, de Urrea y Gómez Farias contra Bustamante, levantamiento que se hizo notable por los estragos causados, por sus actos atentatorios contra el Presidente y por su inutilidad. 1841 .—.-8 de Agosto.—Pronunciamiento del

General Paredes en Guadalajara, por la dictadura y reformas constitucionales secundado en

México por el general Valencia (31 de Agosto) y en Perote por el General Santa-Anna (9 de Septiembre), dando por resultado la caída para siempre de Bustamante y la elevación al poder, por tercera vez, del general Santa-Anna. 1844. —1'-' de Noviembre.— Otro pronuciamiento del General Paredes en Guadalajara, exigiendo el cumplimiento de la sexta base del plan de Tacubaya por la que Santa-Anna deoía dar cuenta ante el Congreso de los actos de su gobierno. Santa-Anna salió á combatir la nueva revolución dejando de sustituto en la presidencia á Canalizo, mas con motivo de un levantamiento popular en México á causa de haber Canalizo clausurado el Congreso, y de la actitud que asumieron las ciudades de México y Puebla contra las fuerzas de SantaAnna, éste abandonó la situación y huyendo con dirección á Veracruz fué hecho prisionero cerca del pueblo de Xico, encerrado en la fortaleza de Perote y por último desterrado. 1845.—14 de Diciembre,- Otro pronunciamiento más del General Paredes en la hacienda de Peotillos, San Luis Potosí, con las fuerzas que el Gobierno del General Herrera le había confiado para combatir á las huestes norteamericanas que al mando de Taylor habían invadido el territorio nacional. Caída de Herrera y Presidencia de Paredes. 1846.—20 de Mayo,—Pronunciamiento del General D. José María Yáñez en Guadalajara, secundado en México por el General D. Mariano Salas. Calda de Paredes y Presidencia provisional de Salas quien ejerció el poder del 5 de Agosto al 24 de Diciembre que lo envegó al General Santa-Anna, nombrado Préndente interino por el Congreso. 1848.—27 de Febrero.--Pronunciamiento conocido con el nombre de los Polkos, que tal e r a el nombre que se daba á los Guardias Nacionales, sublevados á causa de la ley de Manos muertas, recientemente expedida por el •ice-Presidente Gómez Farias y de la dispo8ición para que el Batallón Independencia saliese á Veracruz á defender la plaza, á la sazón bloqueada por la Escuadra norteamericana- Santa-Anna á su regreso á México reprimió el movimiento. 1852.—27 de Julio.—Pronunciamiento de •D- José María Blancarte en Guadalajara, que dio por resultado la caída lamentable del General Arista, quien fué sucesivamente reemplazado por Don Juan B. Ceballos, Presidendente de la Suprema Corte de Justicia, el General Don Manuel Lombardini, Presidente interino y el Geneïal Santa-Anna, dictador. 1854.—1" de Marzo.—Plan de Ayutla contra la dictadura proclamado por el General D. Florencio Villarreal. Este plan reformado en Acapulco por D. Ignacio Comonfort y secundado en todo el país determinó la caída para siempre del General Santa-Anna.

Hanse descrito las escenas que en la capital de la República se dasarrollaban, las que igualmente se reproducían en otras poblaciones del país, siendo las aldeas y las tincas de campo las más expuestas á las depredaciones de las guerrillas, formadas, en general, por individuos de la peor ralea, pues hay que tener en cuenta que los partidos beligerantes no los elegían, sino que contemporizaban con ellos por cuanto á que eran demasiado listos para distraer á las fuerzas enemigas y vivir sobre el país, siendo por otra parte inconcusa su utilidad en las guerras extranjeras. El siguiente romance que se me ha venido á las mientes, echando una cana al aire, revela (il carácter de los guerrilleros en general.

JÎ rr¡¡ querido arqigo €nríque fernández (¡roñados.

Dichosos y afortunados Deben reputarse aquellos Que no alcanzaron á ver, En no muy remotos tiempos, De las guerras intestinas Los episodios sangrientos ; Ni testigos de miserias, Y de vejaciones fueron; Pues ha de tenerse en cuenta, Respecto de tales hechos, Que no es lo mismo sufrirlos Que en la historia conocerlos ; Y si, en verdad, hubo entonces Hombres de honradez modelo Y virtud acrisolada, Los hubo además perversos, Debiendo entre éstos citarse A no pocos guerrilleros, Y de ello da prueba al canto La historieta que refiero. Por veredas y caminos, Por llanos, montes y oteros,

Merodeaban dos guerrillas De gente de pelo en pecho, Mandadas por J y X, Cuyos nombres no recuerdo. X, con toda su gente, Se hallaba en pleno consejo, Cerca del cortijo H Y del monte de Río Seco, Discutiendo nuevos planes Que fueran de más provecho, Cuando se le presentaron, Procedentes de aquel pueblo, Mujeres casi desnudas Y en estado lastimero, Todas exponiendo, á gritos, De sus quejas el objeto. —Nos han dejado en camisa, Señor, vuestros guerrilleros, Sin refajos, ni qnichquemel, Que medio nos cubra el pecho. A tal interpelación Contestó el jefe resuelto: —No pueden ser mis soldados, Autores del atropello, Sino los do la guerrilla Que manda mi compañero; Si hubieran sido los míos, Os viera á todas tin cueros, Que hasta la piel os quitaran Si valiera ésta dinero. Cuando las pobres mujeres Tal declaración oyeron, Para no verse en el trance Que mencionó el guerrillero, En camisa y en volandas Al cortijo se volvieron.

LOS ODIOS POLÍTICOS.

f AS escenas que voy á referir, en las que, por capricho de la suerte, desempeñé un principal papel, ponen en relieve el alto grado de exaltación y encono á que había llegado la sociedad á causa de las contiendas civiles, exaltación y encono que germinaban en los cerebros de los políticos para dar sus amargos frutos en la Prensa y en los campos de batalla. No pocas mujeres contribuyeron al estado lastimoso en que llegó á verse el país, digno por mil títulos de mejor suerte. No faltaron hembras como La Barragana, que vistiendo la blusa roja y usando el sombrero jarano y la pistola al cinto, combatiesen á la cabeza de una guerrilla, ni patrioteras que no usasen en los adornos de sus vestidos él color verde ó rojo, como distintivos de los dos partidos contendientes, dándose mutuamente los apodos de mochas y puras, aunque bien estudiado el punto, viénese en conocimiento de que la admisión de tales colores simbólicos, no obedecía, en general, á los sentimientos rencorosos que pudiesen abrigar, sino más bien á los impulsos del amor, pues natural era que simp3' tizara cada cual, sin atender á otra consideración, con el partido en que estuviera afilia"0 el que era dueño de su corazón.

La batalla de Calpulalpan, 22 de Diciem-

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