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Prólogo

Este trabajo como antólogo, me recordó mi infancia cuando tenía que escoger entre infinitas posibilidades. Cuando escogía gomitas en una dulcería era igual de “desastroso” o, como lo calificaba mi mamá, el mayor popurrí. Ella agarraba una bolsita distinta y mezclaba solo tres variedades de gomitas y de cada tipo agregaba cinco. Quedaban quince, un buen número, organizadas y visiblemente agradables. Además, al comerlas, sus sabores no chocaban. Pero para mí siempre ha sido más importante probar un poco de todo para tener un panorama más amplio de qué es lo que voy a pedir la próxima vez en mayor cantidad. Si alguien me preguntaba cuál era la gomita más sabrosa yo podía guiarlo sin problemas. Bueno, este libro es una bolsita en la que metí siete sabores distintos de a dos gomitas. A simple vista no atrae, pero después de comer la selección que elegí que yo elegí, de paladear el “uno de cada uno”, de que ustedes prueben todos los sabores, decidirán si mi madre tenía razón.

Esta antología toma dos poemas de autores destacados en su época y contexto. El tema que trataron los une, así los separen siglos, situaciones sociales y algunos continentes. A todos los poetas les toca vivir una experiencia que crea una visión de mundo distinta: cómo ven su oficio, dónde está la musa y qué hacen con su resultado, el poema.

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Cada vez me acerco más temporal, geográfica y socialmente a donde nos encontramos, cuando voy de Europa a Latinoamérica, del siglo diecinueve al veintiuno y de lo celestial a lo mundano. La respuesta para la pregunta de que si

la poesía sirve para algo depende de su época. Yo en esta búsqueda encontré mí no-respuesta o lo que me digo: solo podría decir que cada vez se sitúa más abajo. El lugar del poeta irá perdiendo su reconocimiento, pero este irá volviendo más precisa su pluma. Más sucio y certero su golpe.

Y la inspiración, y las musas, ¿murieron o se transformaron? Bajaron del firmamento junto con el poeta y ahora se dedican a labores parecidas. El poeta como bufón, como reportero, como portador de sentimientos y palabras divinas, como boxeador, como indigente, como DJ. La musa es a veces trago, a veces puta, a veces soledad, a veces fama, a veces el verdadero amor muerto, a veces la encarnación de la inspiración divina, a veces fracaso, a veces Dios, a veces nada.

¿Por qué solo una poetisa en esta antología? Al final del recorrido me lo pregunté también. Busqué más mujeres que hablaran del tema y no las encontré. Vi el desequilibrio y pensé en quitarla para no dejarla sola. Mi decisión de dejarla en la antología repercutió en su voz poética. Se volvió indispensable, pues fue quien expuso de la mejor manera el tema de esta antología. Además, lo que buscaba era una concordancia en los temas y la cantidad de poemas expuestos por autor, no su procedencia ni su género.

Aún me falta encontrar mucha poesía para agregar a más autores y autoras. Pero hasta este punto de mi existencia, las obras fundamentales para ver los quiebres, las articulaciones, son estas.

Después de masticar estas gomitas, una por una en sus diferentes momentos, se entenderá el objetivo del popurrí.

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