OCTUBRE 2023 12ª EDICIÓN
MUERTE
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Editor General Ana Jimena Casillas
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Editor Adjunto Luz del Carmen Castañeda
Contenido
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Ana Jimena Casillas
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Natahan Klauditz
Arte y Diseño Diego Jazz Pimentel
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Lic. Ana Jimena Casillas Castañeda, calle Félix U Gómez, 2, Col. Héroes de la Revolución, Municipio Naucalpan de Juárez, C.P. 53840, fecha de última modificación, 20 de agosto de 2015.
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.
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Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional del Derecho de Autor.
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Portada: “Dulce Muerte”, Jazz Pimentel, 2023.
RETO . EDICIÓN DE LA
Decir adiós es parte de sanar
“Ofrenda de tequila”, Jazz Pimentel, 2018.
“Tapete de papel picado de día de muertos”, Jazz Pimentel, 2022.
CONTENIDO
¿DIOS NOS CONDENA? HÉCTOR TADEO LÓPEZ LIMÓN
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¿Dios nos condena?
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APOLOGÍA DE SÓCRATES
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El problema de la muerte
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Escrito muerte
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Las Muertes
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YODO no YOLO
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xisten personas que creen que el Infierno no es un lugar real, sino un invento de la Iglesia o de ciertos grupos religiosos para asustar a la gente. Piensan lo mismo del demonio. Pero, ¿están acertados estos? O, ¿realmente existe un lugar en el que van aquellos que hacen el mal ? El lugar donde “...habrá llanto y rechinar de dientes...” (Lucas 13, 28) es un lugar que la Biblia misma lo menciona. No aparece sólo una vez, sino que se mencionan numerosas apariciones y también se habla del demonio. No me expresaré sobre esto, sino que exploraré cómo puede entenderse mejor el infierno y quiénes van allí. El experto en Demonología, el Padre Fortea, dice que por el momento el Infierno es un estado del espíritu y que, en algún momento, será “un lugar”. No va a ser un lugar frío (como Dante
lo describe) ni de un calor intenso. El “fuego eterno” y todos los adjetivos que se usan para describir el Infierno no son otra cosa que figuras literarias para tratar de explicarnos lo que sería no estar con Dios . Esto no es tanto algo físico - cuando volvamos a nuestro cuerpo -, sino algo del alma, el tormento de saber que vivimos apartados de Él por elección propia. Se dice que el demonio va a atormentar al hombre, pero, si el demonio está en el infierno, ¿quién atormenta al demonio? El P. Fortea ha llegado a la conclusión de que, el tormento del Infierno no es otra cosa que saberse lejos de Dios y no estar en una comunión de paz y amor. Pero, por qué si está lejos, ¿no se acerca? La razón es que no quiere. El Infierno es el propio aislamiento de la persona de Aquél que es su fuente de vida.
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La respuesta que da la Iglesia es que es posible que aquellos que no lo conocieron tienen la posibilidad de salvarse , sobre esto hablaré en otro escrito. Por el momento, la única puerta es Cristo y sólo por Él nos salvamos, aunque la forma de salvarse de aquellos que no lo conocieron nos es desconocida. Así que, ¿Dios nos condena? No. ¿Acaso no nos quiere? Si, pero forzarnos a vivir con Él cuando nuestra alma y nosotros mismos no queremos sería ir contra nuestra libertad . El mal y el bien existen porque Dios lo permite. Para poder amarlo tendría que dejarnos la elección de hacerlo porque el amor requiere que sea libre y voluntario. Si Dios nos ama libremente, ¿no debería ser recíproco? Nosotros no podemos amar a Dios cómo Él nos ama, pero, gracias a que somos parte de Cristo, vale todo lo que hagamos. En conclusión, nadie debe ser obligado a estar donde no quiere y a amar, a quien no ama. El Infierno parece ser más bien la existencia sin Dios y el no estar con Él,
es lo que nos atormenta por dentro, ese fuego eterno. No hay forma de comprobarlo (y esperemos no llegar a constatarlo). Pero, si lo único que nos puede llenar es Dios, ¿qué será apartarlo de nuestra vida? Los demonios tuvieron una prueba análoga a la nuestra. Dios no se les mostró cómo era, pero, sabían de su existencia . El problema llegó cuando quisieron tener una vida sin Él, en ella, poco a poco se desviaron. Él los llamó; unos rectificaron y otros prefirieron seguir en su negativa. Llegado el momento, Dios se mostró como es (y como lo llegaremos a ver). Aquellos que amaban a Dios se quedaron a su lado, aquellos que lo repudiaban ya estaban muy lejos de Él. Lo último es el lugar de tinieblas: el rechazo a la visión y contemplación de Dios . Al final de nuestra vida seremos nosotros mismos los que digamos sí a Dios o no . Pero, ¿quién, viendo a Dios, lo rechazaría? Aquí nos encontramos en el meollo del asunto. ¿Por qué no estaría con Dios, mi Creador?
Dios no es el qué nos dice que no. El Cielo es estar en comunión con Él, recibiendo su amor y nosotros correspondiendo. La condenación es el resultado final de una vida rechazando a Dios y, en el momento del Juicio, rechazarlo por la eternidad. A esto se le llama la disposición del alma: qué tan inclinada está a Dios. Entonces, ¿no importa confesarme? Sigue importando. Las dos cosas van de la mano: si recibimos la gracia de Dios y estamos cerca de Él, aquí, aceptar vivir con Él por la eternidad será más fácil. El morir en pecado quita la comunión con Él, así que deberíamos morir en gracia para estar dispuestos. En resumen, el Infierno es el no poder ver a Dios. El condenado se verá cara a cara con su Creador y uno mismo decidirá a dónde va a parar. La visión de Dios puede ser agradable o odiosa, todo dependerá de cómo se encuentre el alma. Sin embargo, hay quienes no lo conocieron, no entablaron una relación con Dios, no escucharon sobre Él. ¿Qué será de estas personas? ¿Se condenarán?
Fernández, Aurelio. «Yo no moriré» La vida después de la muerte, Ediciones Palabra, Madrid. 2015 pp. 210-211. Ibídem, pp. 213-214. Fortea, José Antonio. Summa dæmoniaca, Editorial Dos Latidos, Zaragoza, 2012. Ibídem, q. 1. Fernández, Aurelio. «Yo no moriré» La vida después de la muerte, Ediciones Palabra, Madrid. 2015 p. 214. Ibídem, p. 224. Ibídem, p. 236. Ibídem, p. 227.
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APOLOGÍA DE SÓCRATES JIMENA C. CASTAÑEDA
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n el Diálogo de Platón, titulado “La apología de Sócrates” nos encontramos con la condenación del más grande filósofo del mundo griego: Sócrates. Quien fue acusado de corromper a la juventud y crear falsos dioses, a lo cual en un excelente discurso defiende su postura desde el principio metafísico de No contradicción , principio por el cual distinguimos lo que es de lo que no es. “… aun yo mismo, bajo el inf lujo de ellas (acusaciones), por unos momentos me olvidé de quien soy. ¡Tan persuasivamente han hablado! Aunque, por decirlo así, no hay en todas ellas ni una sola de verdad.” (20) Podemos comenzar con el tema de la autoestima, en tanto que los demás podrán decir muchas cosas en torno a ti, pero no por eso son verdaderas. Saber quién eres es indispensable para no dejarte llevar por rumores. Lo que hace Sócrates al comenzar el juicio es irse a la realidad, partir de los hechos y no de interpretaciones
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propias. Como buen científico, parte de la realidad para analizarla, aunque se le ha acusado personalmente. La madurez emocional busca la ref lexión de lo que es, sin interpretar ni cambiar los hechos. (Cfr. 19-20) Es importante ir a las causas de los hechos, la pregunta ¿por qué? Siempre nos da un punto de partida para comenzar a analizar lo que sucede en nuestro alrededor, también se conoce como circunspección (hacer una cuidadosa ponderación de las circunstancias que rodean la posible actuación para juzgar, en vista de ellas, si es o no conveniente realizar algo. Calcula o mide las posibilidades que se tiene para lograr un objetivo.) Cuando Sócrates habla de Delfos, menciona hechos, apelando a la realidad y no a interpretaciones. (20) “Por cierto que soy más sabio que este hombre, porque, en realidad de verdad, me inclino peligrosamente a pensar que ninguno de los dos sabemos nada ni de bello ni de bueno,
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más él cree saber sin saber, mientras que yo, como no sé nada, nada me creo saber. Parece, pues, que soy más sabio que él en esto poquito: en no creer saber lo que no sé.” (21) Siguiendo la realidad, entonces es importante no interpretarla a como “deben ser las cosas” sino tomar lo que es y partir de ahí, de este modo se practica la humildad y la ciencia, ya que no interpreta el cómo ser de la realidad, sino como ya es. “Los que de mayor renombre de sabios gozaban me parecieron, al examinarlos, según el dios, estar casi faltos de lo más importante, mientras que otros varones tenidos en menos me parecieron dotados de inteligencia y cordura.” (22) Por muchos conocimientos que se tengan, no por eso es posible opinar de lo que sea, ya que al hombre sabio lo hace la cordura e inteligencia en la práctica- tomar la realidad.
Nunca hables de lo que no sabes le dice Sócrates a los poetas. De lo cual, muchas personas más hablan de cosas que no saben o las han escuchado sin profundizar. Mucho daño sabe aquella persona que se basa en meras opiniones sin indagar a fondo o buscar la raíz de las cosas, ya que da por hecho cosas que pueden ser contagiadas de percepciones o ideas que no tienen nada que ver con la realidad. Es preferible ser como eresSócrates (22) En el caso de Meleto, él se concentra en lo que debe ser, todos los ciudadanos Atenienses son buenos, por lo que no habría necesidad de una educación, ya que las leyes educan y por tanto, quien sigue la ley es educado en el bien. Sin embargo en la práctica, esto no sucede. Porque hemos visto que muchos corrompen y pervierten la ley, ultrajan a los demás. (cfr. 25-27) “¿Es posible darse a los hombres sin creer en lo humano?” (27) Lo que Sócrates hace es comprobar lo absurdo de muchas afirmaciones, las cuales confundimos el deber ser, con lo que realmente es. Los hechos y la realidad son contundentes: son o no son, no pueden ser y no ser al mismo tiempo. Por lo que si deben
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serlo, no quiere decir que por eso lo sean. “A nadie que tenga sentido común puedes persuadir jamás de que el hombre que cree que hay cosas concernientes a los dioses y a los demonios, pueda creer, sin embargo, que no hay ni demonios, ni dioses, ni héroes; esto es absolutamente imposible.” (28) Muchas veces hablamos de cosas que no sabemos, por lo que terminamos estudiando muy a fondo y sin experiencia apropiada para actuar en consecuencia. La problemática principal está en una especie de esquizofrenia que lleva al hombre a pensar en lo que debe ser o de manera teórica, sin realmente haberlo hecho propio, haberlo vivido. Por lo que cuando se vive, entonces surge una crisis ante lo que es con lo que debió ser. “Esta envidia del pueblo que hace victimas a tantos hombres de bien, y que harán perecer en lo sucesivo a muchos más.” (28) Las palabras matan más que los golpes, ya que estas si llevan odio consumen a la persona sin haberla afectado físicamente. Una sociedad llena de odio destruye más que una guerra. “Quizá me dirá alguno: ¿No tienes remordimiento,
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Sócrates, en haberte consagrado a un estudio que te pone en este momento en peligro de muerte? A este hombre le daré una respuesta muy decisiva, y le diré que se engaña mucho al creer que un hombre de valor tome en cuenta lo; peligros de la vida o de la muerte. Lo único que debe mirar en todos sus procederes es ver si lo que hace es justo o injusto, si es acción de un hombre de bien o de un malvado.” (29) Cuando se hace el bien y éste a su vez lleva a la felicidad, ¿por qué dudar de aquello? Si en realidad, esto nos lleva a ser mejores y a mejorar el entorno. La valentía consiste en permanecer firme ante las adversidades y a su vez a acometer y actuar en consecuencia con lo que se cree. “Es una verdad constante, atenienses, que todo hombre que ha escogido un puesto que ha creído honroso, o que ha sido colocado en él por sus superiores, debe mantenerse firme, y no debe temer ni la muerte, ni lo que haya de más terrible, anteponiendo a todo el honor.” (30) La coherencia de vida puede costar trabajo, pero esta depende de cada uno y no de los demás, por lo que Sócrates se compara con Aquiles para demostrar que una vida lograda, una vida honorable es la que se reconoce y se actual como tal.
“Porque temer la muerte, atenienses, no es otra cosa que creerse sabio sin serlo, y creer conocer lo que no se sabe, en efecto, nadie conoce la muerte, ni sabe si es el mayor de los bienes para el hombre. Sin embargo, se la teme, como si se supiese con certeza que es el mayor de todos los males. ¡Ah! ¿No es una ignorancia vergonzante creer conocer una cosa que no se conoce?” (30) Quien nada debe, nada teme, por lo que es importante evitar una doble vida, conociendo las cosas y no haciéndolas. ¿De qué sirve un conocimiento si éste no afecta la vida? “Lo que sé de cierto es que cometer injusticias y desobedecer al que es mejor y está por cima de nosotros, sea Dios, sea hombre, es lo más criminal y lo más vergonzoso. Por lo mismo yo no temeré ni huiré nunca de nada que no conozco y que son quizá verdaderos bienes; pero temeré y huiré siempre de males que sé con certeza que son verdaderos males.” (30) La realidad es una, no es posible si se evita con ideas o pensamientos que nos llevan a una disociación. Es necesario estar en sintonía entre lo que conocemos con lo que somos, ser objetivos es aceptar las cosas en cuanto son, no en cuanto deben ser.
“Atenienses, os respeto y os amo; pero obedeceré a Dios antes que a vosotros, y mientras yo viva no cesaré de filosofar, dándoos siempre consejos, volviendo a mi vida ordinaria… buen hombre, ¿cómo siendo ateniense y ciudadano de la más grande ciudad del mundo por su sabiduría y por su valor, cómo no te avergüenzas de no haber pensado más que en amontonar riquezas, en adquirir crédito y honores, de despreciar los tesoros de la verdad y de la sabiduría , y de no trabajar para hacer tu alma tan buena como pueda serlo?” (30) La filosofía no puede quedarse en ideas y conocimientos, si éstos no enriquecen la vida humana. Conocer las cosas en cuanto son es la mejor forma de llevar una vida feliz. No se trata de acumular riquezas ni conocimientos, sino de lo que se sabe y se tiene lo que se hace con ello. Al actuar mostramos lo que nuestra vida tiene sentido. “Toda mi ocupación es trabajar para persuadiros, jóvenes y viejos, que antes que el cuidado del cuerpo y de las riquezas, antes que cualquier otro cuidado, es el del alma y de su perfeccionamiento; porque no me canso de deciros que la virtud no viene de las riquezas, sino por el contrario, que las riquezas
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vienen de la virtud, y que es de aquí de donde nacen todos los demás bienes públicos y particulares.” (31) La educación debe centralizarse en ejercer las virtudes y no en el cultivo de conocimientos, que a la larga, muchos de ellos estarán inadecuados y vacíos de significado. Nuestros actos virtuosos son aquellos que traen por consecuencia bienes tanto materiales como inmateriales. “El mal no puede nada contra el hombre de bien… el más grande de todos los males… es trabajar para hacer morir un inocente” (32) Tener una conciencia clara y actuar conforme a lo que se cree que lleva a enriquecer los actos y a elevar el espíritu a una paz y claridad en la vida diaria. Como comúnmente se dice: no hay cola que le pisen. “Este demonio se ha pegado a mí desde mi infancia; es una voz que no se hace escuchar sino cuando quiere separarme de lo que he resuelto hacer, porque jamás me excita a emprender nada. Ella es la que se me ha opuesto siempre, cuando he querido mezclarme en los negocios de la república... Es preciso de toda necesidad, que el que quiere combatir por la justicia, por poco que quiera vivir, sea sólo simple particular y no hombre público.” (33-34)
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Es indispensable escuchar la conciencia, aunque ésta sea corrompida o alterada, su fin siempre es el bien. La enseñanza debe ser personalizada, no es posible atender asuntos del estado si no atendemos nuestros propios asuntos. “No es conveniente que os acostumbremos al perjurio, ni vosotros debéis dejaros acostumbrar; porque los unos y los otros seremos igualmente culpables para con los dioses.” (34) El engaño es como una enfermedad que se propaga si comenzamos con una es casi imposible frenar la lengua una vez que la mentira ha salido. “El motivo que tengo es, at-
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enienses, que abrigo la convicción de no haber hecho jamás el menor daño a nadie queriéndolo y sabiéndolo.” (36) La vida feliz consiste en saber y querer hacer el bien, porque haciéndolo y queriéndolo se crece y se hace más feliz. “Sucede muchas veces en los combates, que se puede salvar la vida muy fácilmente, arrojando las armas y pidiendo cuartel al enemigo, y lo mismo sucede en todos los demás peligros; hay mil expedientes para evitar la muerte; cuando está uno en posición de poder decirlo todo o hacerlo todo.” (38) Mantener la vida para no vivirla es la peor tontería que un hombre en todas sus poten-
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cias debe evitar ¿Si no estamos aquí para actualizarlas? “En efecto, quizá las cosas han debido pasar así, y en mi opinión no han podido pasar de mejor modo.” (38) Es importante dejar que las cosas se den, al fin de cuentas si uno hace las cosas bien, lo que recibirá son beneficios. Este principio se enuncia diciendo: "es imposible que algo sea y no sea al mismo tiempo y en el mismo sentido". En forma esquemática se puede simbolizar así: "Es imposible que A sea B y no sea B."
JIMENA C. CASTAÑEDA Consultor filosófico FB: CAFÉ&co. www.cafeandco.com.mx
“Danza de cempasúchiles”, Jazz Pimentel, 2022.
EL PROBLEMA DE LA MUERTE IVONNE MANZANO
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a mortalidad es sin duda uno de los modosde ser del humano. Los griegos se expresaban desde antiguo diciendo “nosotros los mortales”, realmente en cierto modo “morirse”, es un atributo exclusivamente humano. Platón afirmaba que sin la muerte él nunca hubiera filosofado. Como hemos mencionado en el capítulo anterior, la muerte, el conocimiento de la propia muerte; saca al hombre de su letargo y sopor enfrentándolo frente a sí y obligándole a preguntarse por sí mismo. De este modo la muerte llega a ser el nacimiento de la ref lexión antrpológica.
La muerte no es un jeroglífico resoluble por la mente humana, sino más bien un límite del pensamiento, aquello que no puede pensarse ni comprenderse porque es lo que acaba con nuestro pensamiento y nuestra capacidad de comprensión. La muerte constituye la frontera del pensamiento porque se trataría de pensar la no existencia del propio pensamiento. Ante la propia muerte, el pensamiento se estrella como ante un límite opaco e impenetrable. La propia muerte nos resulta inconcebible. La muerte es un escándalo para el penszamiento.
“La filosofía señala Carlos Llano (“Una aproximación filosófica al problema de la muerte” Revista Istmo 129, julio-agosto de 1980,p.20) - no soluciona el problema de la muerte; por el contrario, lo acrecienta ofreciéndonoslo en toda su magnitud. En efecto, el problema de la muerte se entiende mejor en la medida en que se entiende que es un verdadero problema”
La incomprensibilidad de la muerte se mantiene aunque se sostenga la inmortalidad del alma y aunque se crea firmemente en el destino sobrenatural del ser humano, porque el hombre no es su alma y porque el que la muerte sea el paso para la vida eterna no permite comprenderla cabalmente. Que la muerte sea un tránsito no explica por qué el paso se da bajo la forma de derrumbamiento físico. La inmortalMUERTE
idad del alma no es sin más la solución al problema de la muerte. La muerte no es sólo el término de la vida biológica humana, la cesación de las funciones vitales,sino que es también el término de la vida biográfica humana. El morir humano es irreductible al acabar biológico, es el término de una persona, y por tanto, de un ser que se posee a sí mismo, que es dueño de sí. La biografía es irreductible a la biología. La naturaleza de la muerte humana no puede dejar fuera lo que en ella hay de específicamente humano. Hay una variabilidad histórica del morir. En buena medida el morir cumple lo que Ortega y Gaset decía del amor, que es un género literario, algo marcadamente cultural y variable. Morir es, en el sentido etimológico de la palabra, algo profundamente poético, modulado culturalmente (Jorge V. Arregui-J. Choza, Filosofía del hombre, una antropología de la intimidad. España, Rialp, 1992, p. 485). 17
La muerte es, más que un momento, un proceso irreversible de desintegración, que sólo puede ser diagnosticado usando varios criterios. Es también un proceso natural intrínsecamente ligado a la vida y no algo puramente exterior. Rilke (Rainer María, escritor checoslovaco, poeta de tono místico, 1875- 1926), denuncia a principios de siglo la muerte trivial, despersonalizada: la muerte no puede ser algo anodino y estúpido, sino el fruto maduro de la existencia, el acto culminar y más propio de la vida. Para él la muerte no es una sombra que pesa sobre la existencia, sino más bien, el secreto de la vida, su sentido y su culminación. Una vida, cabe decir, vale lo que vale su muerte. El hombre es la única criatura que posee en su naturaleza una peculiarísima relación que lo une al Absoluto. Elevado, sobre, todas las demás criaturas, a la dignidad que le confiere haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, se enseñorea de sus cualidades específicamente humanas: la inteligen cia y la voluntad por la que libremente se autode termina a su perfección o, con el mal uso de su libertad, a su degradación. Esa dignidad ontológica o constitutiva, irrenunciable, que pertenece a cada hombre por el hecho de
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ser hombre, significa un aspecto de la eminencia personal humana; en otro sentido se puede hablar de la dignidad añadida, complementaria o moral que supone una nobleza ulterior derivada de la libre determinación al bien. Elementos inevitables de la vida del hombre son el dolor y el sufrimiento, factores de crecimiento y perfección que, en la cultura actual, son vistos como “maldición” o como un mal que se desprecian y que han de ser evitados siempre y de cualquier modo por considerarlos inútiles y absurdos. Esta mentalidad - demasiado extendida por todo 50 Ivonne Sevilla Manzano el mundosurgida del materialismo práctico en el que proliferan el individualismo, utilitarismo y hedonismo, es auténticamente un error intelectual y práctico que ha de ser combatido con la verdad, ésta siendo la adecuación del intelecto a la realidad nos lleva a conocer que, aún cuando el dolor y el sufrimiento son realidades complejas en que se dan cita diversos factores, colaboran a que el hombre crezca, cuestionándose sobre el valor de su existencia y su trascendencia. El puede decir que son un gimnasio de virtudes humanas y sobrenaturales. El dolor saca de la indiferencia o de la escla vitud de pensar que el
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gozo en la vida terrena es un bien absoluto. El sufrimiento que afecta al enfermo y a su familia es también fuente de perfección, unidad y servicio. Ambos preparan a la muerte y cobran su sentido pleno -en las coordenadas del cristianismo en el ejemplo universal y culmen que es Jesucristo que los encarnó dándoles su valor supremo: ser camino y puerta a la eternidad. La muerte constituye un límite del pensamiento, nos resulta inconcebible. La incomprensibilidad de la muerte se mantiene aunque se sostenga la inmortalidad del alma y se crea firmemente en el destino sobrenatural del ser humano. La única certeza que tenemos es que vamos a morir y, ese trance de muerte, esa espera es propia, especial, personalísima.
La atención espiritual al enfermo terminal es necesaria en sentido estricto. Es un derecho del enfermo y a la vez un deber de quienes lo acompañan. Esa atención no es exclusiva del sacerdote, compete también a sus familiares y al personal sanitario. Saber, aprender a acompañar al moribundo no es ciencia fácil. El mejor acompañante es el que está en situación de compartir con él sus sufrimientos, comprendiendo sus variaciones de fase, sus angustias, sus esperanzas. Quien sepa ser verdadero acompañante, se transforma el mismo en un signo, por medio del cual le es posible al moribundo una experiencia
decisiva de trascendencia. Lo importante es que, se le ayude, que no se sienta sólo en el último trance, que se sienta hombre, que asuma su propia muerte dignamente. El Fundador de la Universidad de Navarra señalaba: “Pensad que... aquel enfermo es Cristo. Lo ha dicho El .Tratádme los con cariño, con cuidado, con delicadeza. Que no les falta nada: sobre todo, los auxilios espirituales. Prepáralos bien”. CONCLUSIONES La raíz última de la dignidad humana se encuentra en la peculiarisima relación que une a toda persona con su Absoluto.El dolor y el sufrimiento, compañeros de la vida del hombre, no son una maldición sino motivo de per-
feccionamiento de la persona que los padece. La muerte es una realidad privativa que deviene al separarse el alma espiritual del cuerpo material y que interrumpe la vida biológica y biográfica de la persona. El moribundo sufre y espera su propia muerte: el modo de vivir inf luye en el modo de morir. Todo hombre, por el hecho de serlo, tiene derecho a morir rodeado de cuidados médicos y espirituales, cada uno según su fe. EI moribundo necesita una atención espiritual en sentido estricto según sus creencias.
El moribundo tiene derecho a “vivir su propia muerte” con dignidad, es decir, a que se le Persona y muerte 51 acompañe con cariño y atención para que afronte con serenidad y valor su propia muerte, de ahí que el ensañamiento terapéutico y la eutanasia deban ser rechazados como atentados contra la vida y más gravemente contra la vida del débil el mayor necesitado de los demás.
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ESCRITO DE LA MUERTE DR. PAULO SUA ZO CORTÉS
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l terror a la muerte es instintivo, el tener miedo a morir es parte de nuestra naturaleza, ya que este temor nos impulsa a seguir viviendo, a luchar o a huir cuando nos enfrentamos ante una amenaza. Sin embargo, en la vida moderna donde las decisiones de vida o muerte no tienen que ser tomadas salvo en contadas excepciones, el terror innato a morir es un temor que simplemente ignoramos, gran parte de nuestra vida se dedica a negar nuestra propia mortalidad. La negación y la trascendencia de la muerte es un componente de la experiencia humana a lo largo de todas las civilizaciones y culturas, desde las experiencias profundamente personales, como nuestras pesadillas, nuestras motivaciones en la vida y nuestros mecanismos de defensa hasta las experiencias compartidas como las religiones, las filosofías de vida, la organización de las ciudades que incluyen un cementerio junto a las residencias, hospitales y universidades. Es innegable que la presencia de la muerte, a lo largo de nuestra vida, ha moldeado nuestras organizaciones sociales, culturales y personales. No solamente buscamos encontrar un sentido o propósito superior dentro de nuestra
frágil mortalidad, sino que llevamos esta negación de la muerte hasta el punto de buscar una inmortalidad simbólica. El psiquiatra Robert Jay Lif ton describe 4 maneras en las que buscamos alcanzar la “inmortalidad”: 1. La inmortalidad biológica a través de nuestra descendencia, siguiendo una cadena irrompible de apegos familiares, de recuerdos, tradiciones y traumas que decidimos continuar pasando de generación en generación. 2. La inmortalidad prometida en las religiones y una vida en niveles superiores de existencia. 3. La inmortalidad alcanzada mediante el trabajo realizado en vida o los logros artísticos. Estos, alcanzados ya sea, viviendo de nuestro trabajo o en el impacto que nuestro trabajo tenga en otros. 4. La inmortalidad mediante regresar a la naturaleza y servir como materia orgánica para la creación de una nueva vida, animales que se alimenten de nuestro cuerpo y vegetales que crezcan a partir de nuestra substancia. Otra actitud que podemos tomar frente al problema de la muerte, es la que se
promueve en filosofías orientales y que es compartida con la filosofía estoica, vivir cada día como si potencialmente pudiera ser el último, procurando nuestra felicidad, viviendo completamente entregados al “aquí y ahora”. Al final de cuentas, ningún camino o postura resulta mejor que el otro ya que todos llevan al mismo destino, lo importante es que tanto aprovechamos nuestro tiempo de vida buscando nuestro propio bienestar y placer pero también buscando lo mismo para los demás que nos acompañan en este camino. Kierkegaard fue el primer filósofo en hacer una distinción clara entre miedo y terror, él hace esta distinción basándose en que el miedo es un temor a algo en específico, mientras que el terror es un temor a la nada o como él lo expresa: “la nada en la que el individuo no tiene nada que hacer”. Sentimos terror a la muerte si la interpretamos como una nada absoluta, mientras que solo le tememos, si la interpretamos como un proceso que nos llevará a otro estado de “inmortalidad”. Así es como funcionan los mecanismos de defensa ante la muerte y nos disminuyen la angustia que la muerte nos causa. ¿Cómo podemos combatir esta angustia? Desplazarla de la nada y dándole un significado simbólico, primeramente viviendo en el aquí y el ahora y, de manera última, entender a la muerte como un periodo de transición hacia otro tipo de vida, ya sea espiritual u orgánica. Este significado es lo que Kierkegaard nos da a entender cuando dice: “La nada que es objeto de pavor se convierte, por así decirlo, cada vez más en algo”. Si podemos transformar nuestro terror a la nada a un temor a algo, podemos montar una estrategia de autoprotección, buscando aliados contra él, elaborar rituales místicos para sentirnos protegidos o vivir de una manera de la que nos sintamos orgullosos de haber vivido al momento de morir.
Reken, 2019, Janitzio Michoacán, México.
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LA MUERTE DR. CARLOS ROJAS MALPICA
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a muerte siempre ha sido un tema del que pocos quieren hablar, sin embargo desde tiempo inmemorial el hombre ha rendido culto a sus muertos y esto se ha ref lejado en los diferentes rituales y formas de entierro. La condición humana de seres finitos obliga a caminar en un solo sentido; cada segundo que transcurra será irreparable un segundo después. El tiempo aparece como una línea que une la vida con la muerte. La muerte inspira temor y respeto, envuelta en un ambiente de misterio, tiene un lenguaje arcano difícilmente descifrable, que a su vez transmite mensajes ambiguos que invitan a marchar con ella en busca de la paz total en una vida nueva sin más muerte. La angustia de la muerte ha sido considerada como la angustia más profunda del hombre. La mayoría de los profesionales de la salud elegimos esta profesión para beneficiar a las personas que nos solicitan ayuda, pero cuando esa ayuda tiene que ver con la experiencia de la muerte y el duelo, hay algo que limita nuestra capacidad para ayudar. Todos los que trabajamos en el área de la salud, hemos sufrido diversas pérdidas a lo largo de nuestra propia
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vida y sentimos temores con respecto a pérdidas futuras. Los miembros del equipo de salud, debemos reconocernos vulnerables para poder comprender que las situaciones de duelo y muerte en nuestros pacientes nos van a afectar. La muerte es la pérdida total de las funciones vitales; la muerte como la conclusión de la existencia terrena e histórica del hombre, símbolo de finitud del ser, no está en manos del hombre poder evitarla. Con ella terminan los procesos biológicos fundamentales, pero también las relaciones sociales del hombre. Es el acontecimiento universal, en cierta forma, le confiere intensidad y valor a la vida, lo cual según Kubler, permite configurar una vida más consciente La muerte puede ocurrir a cualquier edad, repentinamente o después de padecer una larga enfermedad. A pesar de saber que algún día tendremos que morir, el fallecimiento de un ser querido resulta un hecho terrible, muy difícil de aceptar, que afecta nuestro yo y el miedo que despierta es universal, por el temor a lo desconocido. En tal sentido ese miedo puede manifestarse en MUERTE
un afán desmesurado por obtener logros que contrarresten esta angustia y la persona emprende una carrera ansiosa contra el tiempo, sin disfrute de los propios logros, pues vive pendiente de obtener el máximo posible contra el sufrimiento que genera la muerte. El sufrimiento es la respuesta emotivo afectiva negativa desagradable, generada en los centros nerviosos por el dolor y por otras situaciones que psicológicamente se le asemejen, como pérdidas de personas queridas o de objetos de amor importantes con la consiguiente depresión, estrés, ansiedad y frustración. Para Dr. Jaspers, el sufrimiento deriva de la consciencia del hombre acerca de su finitud, por lo que la realización de la existencia de la humanidad está ligada al tiempo. La Organización Mundial de la Salud, refiere que el equipo de salud solo podrá enfrentar y aceptar adecuadamente la muerte (los sentimientos y la angustia que se viven), si dispone de fuentes de apoyo, si ha podido superar satisfactoriamente sus propios duelos y si posee una adecuada capacidad para tolerar el estrés.
Corazón, Arte y Muerte, Jazz Pimentel, 2023.
Lamentablemente, en nuestro medio, el equipo de salud ha sido formado para promover la salud, prolongar la vida, controlar riesgos, curar y rehabilitar enfermos, aliviar el dolor físico; pero no para comprender que en ocasiones su intervención profesional está dirigida a ayudar al enfermo y a su familia a enfrentar dignamente la muerte y el duelo y apoyarlos en sus decisiones, lo cual implica enfrentar no solo problemas profesionales y técnicos, sino también emocionales y espirituales. A los médicos se les educa para la vida no para la muerte, así que la muerte de un paciente puede constituir un fracaso. “Siempre hay esperanza…cuando tengo un paciente en condiciones delicadas brinco y salto para conseguirle lo que necesita…no me rindo”. “Si se muere, entonces me pregunto… ¿Qué más pude haber hecho por él ?”. En todas las expresiones subyacen sentimientos de frustración, fracaso, culpa, dolor, incompetencia y negación de la muerte. La psiquiatría de inspiración antropológica, enriquecida con el estudio filosófico, histórico, psicológico, biológico, sociológico, religioso, etc., del problema de la muerte, puede aportar una comprensión más profunda del tema y favorecer una relación mejor cualificada entre el médico y su paciente con todas las consecuencias positivas que
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ello pueda significar. Los tipos de muerte conocidos: muerte biológica, muerte física, muerte psíquica, muerte social, muerte espiritual, muerte de la conciencia, en la vejez, muerte ante una vida plena y vigorosa, el suicida desea morir para sí mismo. Existen además, la muerte natural, la muerte accidental, la muerte interna, la muerte externa. También se hacen juegos de palabras como muerte chiquita, buena muerte, mala muerte, desenterrar a un muerto, echarle a uno el muerto, el muerto al hoyo y el vivo al brollo, muerto de miedo, hacer el muerto, ni vivo ni muerto, la dulce muerte (orgasmo), muerto de risa, muero de envidia, muerto en vida, ¡muérete que sí!; que son expresiones frecuentes en el habla popular. Explicando la muerte en la Antropología de Edgar Morin: "el alma es una especie de Ôdoble' que habita el cuerpo del vivo, que sale y regresa en las noches pero que se marcha definitivamente al morir". Entre la concepción que se tenga del "doble' y de la forma que se disponga del cadáver se articulan una serie de articulaciones míticas y religiosas de la muerte. El "doble" es un arquetipo universal. Lo encontramos en el Eidolon griego, el Ka egipcio, el Genios romano, el Rephaim hebreo, el Fevoli o Fravashi persa, el Alma de los cristianos,
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el Cuerpo Astral de los espiritistas, en el Ánima de las creencias populares y en el Ghost de los sajones. ¿Cómo se aborda la muerte a través de la historia y de la cultura? El Dr. Carlos Rojas brinda respuestas a este cuestionamiento universal y autocita expresa: "La medicina con los griegos, aparece como la envoltura científica de una aspiración mítica mucho más profunda que es el mito de la inmortalidad". Marguerite Yourcenar, en Las memorias de Adriano, aborda la idea de la muerte y el papel del médico en la cultura judeo-cristiana. Dice el emperador: "Mi paciencia da sus frutos. Sufro menos y la vida se vuelve casi dulce. No me enojo ya con los médicos; sus tontos remedios me han condenado, pero nosotros tenemos la culpa de su presunción y de su pedantería: mentirían menos si no tuviéramos tanto miedo de morir". Ya en el siglo XX, el hombre poeta comienza a expresar el dolor de su progresivo apagamiento tal como se lee en este fragmento del poema "Velas" de Cavafys: No quiero volverme por no ver y horrorizarme Cuán aprisa va alargándose la hilera sombría, Cuán aprisa van creciendo las velas apagadas.
En la antropología psiquiátrica, el problema del suicidio y el del homicidio deben ser entendidos en el texto y el contexto general de la psicopatología de la agresividad y de la violencia. Del Homo Habilis, al Homo Sapiens, al Homo Sapiens Sapiens, llegando al Homo brutalis que se caracteriza por una especial dotación para la violencia y hasta el Homo Demens cuya vida se realiza con arreglo a un delirio activado desde el mitologema de una base arquetipal. Sociológicamente, se dice que cuando las clases altas ejercen la violencia, lo hacen en nombre del orden; las clases medias, en nombre del miedo; y las clases bajas reivindicando la justicia. Algunos datos de interés del capítulo de las enfermedades médicas graves: la incidencia de trastornos psiquiátricos en los enfermos de cáncer puede llegar hasta el 50 por ciento de ellos. En la mayoría de los casos se trata de Trastornos de Estrés Grave y Trastornos de Adaptación (68%), seguidos por la Depresión Mayor (13%) y el Delirium (8%). En algunos casos se
puede diagnosticar un Trastorno Pre-mórbido y entonces el estrés concomitante no hace más que reactivarlo. A esto hay que agregar los Trastornos Mentales Orgánicos comunes en los enfermos de cáncer ocasionados por las drogas, los efectos del tumor mismo, así como los asociados con las condiciones médicas. El hecho de no mencionar la enfermedad, muchas veces traduce un mecanismo defensivo de tipo obsesivo para no tratar con ella. El solo mencionar la palabra cáncer, SIDA, tuberculosis, etc., es como tocar la fuente energética de un Tótem prohibido. Para algunos enfermos la mención de su enfermedad equivale a la violación de un tabú. ¿Qué le pasa al paciente en diálisis? Levy describió los estadios por los que pasa el enfermo en hemodiálisis: se comienza por una luna de miel, luego viene un periodo de desencanto. En esta etapa son frecuentes, la depresión, la irritabilidad y los problemas de adaptación, así como el riesgo suicida, el cual se considera 100 veces más alto
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que en la población con salud. Por último viene la fase de adaptación. Todo parece indicar que la personalidad previa y la "salud" que tenga el enfermo determinan más el pronóstico y la adaptación psicosocial, que la misma enfermedad de base cuando ésta está bien controlada. La evolución del Síndrome Depresivo en pacientes nefrópatas en los periodos pre-transplante, post-transplante y después de una intervención grupal de 12 sesiones semanales, se encontró 40% de depresiones severas en pacientes con diálisis peritoneal pre- transplante y 30% de depresión leve en pacientes post-transplante después de 3.5 años de haber sido operados. Las principales estrategias de afrontamiento utilizadas por los pacientes en etapas pre y post-transplante fueron la búsqueda de información y el apoyo social. Se encontró que la intervención grupal reduce significativamente las manifestaciones depresivas.
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¿Cómo viven la muerte los enfermos mentales? La muerte está presente en el enfermo mental como lo está en el sujeto sano. La diferencia es que en el enfermo mental se acusa de una manera mórbida y corrosiva, que suplanta la relativa indiferencia o ceguera con la que vive el sujeto sano, por una actitud aprehensiva, temerosa, obsesiva, retadora, fría, calculada o brutal, como se podrá ver en la galería de los diversos trastornos mentales que aquí se presentan. Entre otros: los trastornos mentales orgánicos, la personalidad epiléptica, enequética o viscosa con su llamada "permeabilidad límbica", las esquizofrenias, los trastornos delirantes no esquizofrénicos como es el caso del "Delirio de los Masturbadores", los Trastornos del Humor (cabe recordar que el humor es a la afectividad lo que el tono a la musculatura), la hipocondría en donde la conciencia de la muerte se viste de horror y de sufrimiento y otras enfermedades mentales. Llama la atención que un par de pacientes, relatan en sus historias de vida, la inf luencia curativa espiritual del Dr. José Gregorio Hernández.
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En el paciente con ataques de pánico se señala la vinculación entre la angustia y la vivencia de la muerte. La mayoría de los síntomas que acompañan a un ataque de pánico son tales porque los enfermos los leen e interpretan desde el temor a la muerte. Bajo el acápite de los trastornos del sueño, Dr. Rojas relata el caso de una paciente severamente deprimida a partir de la muerte de su hijo, que logró sentirse mejor luego de tener un sueño muy vívido en que abrazaba a su hijo y se hacían promesas de quererse para siempre. Diversos autores piensan que los sueños catastróficos y de auto aniquilación en algunos enfermos deprimidos son predictores del riesgo suicida. ¿Disfunciones sexuales y muerte? No es extraña la ideación suicida en un hombre que ha confrontado episodios de disfunción eréctil, tampoco es raro que se refiera a su pene como un órgano muerto. En todo caso no hay que olvidar que Dr. Freud consideraba que en el fondo del temor a la muerte, lo que subyace es el miedo a la castración. Lo anterior muestra que haciéndose cargo de las preocupa-
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ciones esenciales del hombre, la Psiquiatría Antropológica se topa con la importancia de la muerte en tanto que categorías estructural y estructuradora de las enfermedades somáticas de la medicina general y de los trastornos mentales, en particular. La conciencia de la muerte, la búsqueda del amor y de la libertad juegan un papel fundamental de la conformación del frágil psiquismo sano. Puede afirmarse con propiedad que hacen parte de la salud mental, pues saberse finito y transitorio impulsa al hombre a trascender hacia relaciones solidarias con la vida, la sociedad y la historia. Sin embargo, esta conciencia sana de la muerte resulta profundamente alterada por las vivencias anómalas que tienen lugar en la enfermedad mental.
Dr. Carlos Rojas Malpica El enfermo mental ante la muerte. Estudios clínicos de antropología psiquiátrica Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad de Carabobo. Primera edición. Valencia, Venezuela. 2002. 249 páginas
Reken, 2019, Janitzio Michoacán, México.
Reken, 2019, Janitzio Michoacán, México.
Reken, 2019, Janitzio Michoacán, México.
YODO no YOLO LUZ DEL CARMEN CASTAÑEDA
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oy en día es muy común escuchar entre los jóvenes que basan su filosofía de vida en hacer cosas increíbles o disfrutar su momento al máximo como si no hubiera un mañana. Incluso, usan la frase “vale más la pena pedir perdón que pedir permiso”, de modo que vale más la pena el momento vivido, contar con la experiencia de estar buscando “quién te deje hacerlo o que simplemente no te dejen hacerlo”. Si conocemos la historia, en la antigua Grecia surgen diversas corrientes filosóficas en busca de la felicidad del hombre desde diferentes ejercicios que le permitan maximizar su experiencia en la vida al ser feliz. Una de estas prácticas es llamada “epicureísmo”, la cual basa su felicidad en el rechazo del dolor y la búsqueda del placer, ya que el hombre por naturaleza busca lo que le agrada y se aleja de lo que lo daña, por tanto el placer es bueno y el dolor malo. Entonces las cosas que hacen eran siempre en busca de placeres, pero es muy bien sabido que su exceso produce dolor, por ejemplo: tomar alcohol no es malo ni bueno, excederse en su consumo es placentero y sin embargo, después de llega la cruda la cual nos causa un dolor terrible a causa del abuso. Podríamos pensar que no tiene sentido perseguir placeres para después sufrir porque padeceremos dolor. Pero hay algunos dolores que valen la pena, por ejemplo: tomar un helado en un día caluroso no se equipara a aprender un nuevo idioma. Tener una escala de dolores en cuanto al placer, consiste en la intensidad y duración del mismo para ser considerado superior a
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otros. Esto es lo que los epicureístas afirmaban, no es vivir según los placeres sino que es necesario tomar los mejores placeres. No es cualquier placer como lo propone el YOLO, sino el que valga más la pena. Por otro lado la escuela helenística del Estoicismo vive bajo la máxima: Carpediem, la cual nos puede sonar muy similar al YOLO. La diferencia radica en que YOLO es hacer mayor número de cosas en un día, en cambio Carpediem es aprovechar el día al máximo. En concreto, el estóico va a disfrutar del día haciendo lo que debe en el momento que debe hacerlo. Es más parecido a lo que conocemos como mindfulness, esa capacidad de concentrarte en lo que haces mientras lo haces, evitando distracciones. Ahora bien, si cambiamos una sola letra de YOLO a YODO, no como en los videojuegos en donde tenemos muchas vidas, por lo que no importa cuántas veces mueres, siempre puedes volver a empezar. Como vemos, la vida real no tiene muchas vidas, sino una sola. Cuando nosotros comenzamos a ver el transcurso de nuestra vida, nos damos cuenta que está acechada por un final: la muerte. Cuando vemos el final nos ponemos sombríos y sobrios, cambia la perspectiva de nuestros días: ahora todo tiene un peso. La muerte da significado a lo que hoy vivimos para que deje huella siempre, que trascienda. Es por eso que en CAFE&co. proponemos YODO: you only die once (solamente mueres una vez). Si solo tienes una oportunidad de vivir ¿cómo la vivirías?
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OCTUBRE 2023
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CAFÉ&
Reken, 2019, Janitzio Michoacán, México.