Mozart en el futuro

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Max es un chico como cualquier otro, con la excepción de que tiene un talento musical innato y una madre muy severa que se empeña en convertirlo en un gran músico a toda costa. Cuando el médico le dice a Max que no podrá ir al colegio durante algunos días, Max no sospechaba que estaría a punto de encontrarse con uno de sus héroes: Mozart, el genio. Uno de los mayores compositores de todos los tiempos. ¿Te imaginas a Mozart de pequeño, bajando por la nieve con un trineo, viendo los dibujos animados en la televisión o comiéndose una hamburguesa? Bueno, pues en Mozart en el futuro todo esto es posible si decides sumergirte en las aventuras de estos dos chicos para devolver a Mozart a su época, con la ayuda de una misteriosa hada llamada Espíritu de la Música.




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Mozart en el futuro Tânia Maria Rodrigues-Peters Traducción: José Luis Sansáns

Ilustraciones de Pedro Caraça

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Ilustraciones

Pedro Caraça www.rodrigues-peters.com/pedro

Traducción

José Luis Sansans www.rodrigues-peters.com/joseluis

Layout

Carsten Peters www.rodrigues-peters.com/carsten realizado con

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«Las personas sin imaginación podrán haber vivido las más imprevistas aventuras, podrán haber visitado los países más distantes; nada les quedó, nada les sobró. Una vida no basta con vivirla: también hay que soñarla». Mário Quintana. Poeta y periodista brasileño.

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Dedicatoria Dedico este libro a mis hijos: Luana, Teo y Toni, mis inspiraciones; a mi compañero de vida, viajes y sueños: el señor Peters; a todos los niños de este planeta; a Dios; y, también, a mi querido Ángel de la Guarda, así como a todos mis lectores y amigos que confían en mí. Y con especial cariño a Mozart, al sempiterno Mozart. Os quiero a todos. Tânia.

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Escribí este libro al son de la música de Mozart, dejándome llevar únicamente por lo que sentía, por mi intuición, por mi corazón. Bueno, ponga una canción suave de fondo —sugiero Mozart—, y diviértase con la lectura. Tânia, Austria, 2009.

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Mozart en el futuro Max trata de interpretar nuevamente una obra de Mozart, cuando su madre entra en la habitación y le pregunta: ♪ ¿Todavía no lo has conseguido? Tienes que estudiar más, quiero que te salga perfecto. Quizá sea mejor que estudies una hora más al día —dice su madre. ♪ Ah, no. ¡No aguanto más tener que estudiar tanto! A veces pienso que debería abandonar los estudios de piano; nunca seré el músico que quieres que sea, creo que ni siquiera tengo talento — dice Max, ya desesperado al ver que no alcanza la perfección que su madre quiere y espera de él. Max es un chico al que le encanta la música. Hace años que estudia piano, su instrumento favorito de toda la vida. Pero el problema es su madre, que le exige demasiado y casi no le deja tiempo para que se divierta con los demás chicos de su edad. Eso es algo que le aflige, pero no por ello su pasión por la música decrece. Max sólo se siente un poco desanimado. Astrid es una madre autoritaria. Para ella todo tiene hacerse a la perfección y quiere que Max dé lo máximo de sí mismo. Su deseo es que se convierta en un músico reconocido internacionalmente. Pero lo que Max quiere es tocar, sentir la música, sin importarle la fama ni la proyección internacional. Viven en un pueblecito de Vorarlberg, un lugar precioso, rodeado de montañas, donde la naturaleza no escatimó en belleza. La casa de Max es una de las últimas del pueblo: una casa de madera antigua, de estilo austríaco, con una bonita terraza, un horno de leña y un jardín maravilloso que, dependiendo de la temporada, se llena de las flores, verduras y legumbres que sus padres plantan. Se trata de un jardín creado con armonía. Tanto los padres como los hijos ayudan, no sólo con el mantenimiento, sino 13


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también con el plantío del jardín y de la huerta. La familia siempre tiene sobre de la mesa alimentos frescos de la huerta y la casa siempre está decorada con flores del jardín. También hay muchos árboles frutales, como cerezos, perales y manzanos. Y, cuando llega la temporada, los padres de Max preparan aguardiente con las frutas. De todos los pasteles deliciosos que su madre prepara, el preferido de Max es el de manzana, hecho con las manzanas del propio jardín. Marc, el padre de Max, es profesor en el colegio del pueblo. Es una persona muy alegre y siempre está dispuesta a ayudar cuando se le necesita. La madre de Max, a pesar de que es muy autoritaria y exigente con la educación de sus hijos, es una buena persona. Ella, al igual que su esposo, ayuda a los demás. A veces visita las casas de las personas ancianas que ya no se valen por sí mismas y las ayuda voluntariamente: limpia y ordena un poquito sus casas y les lee libros a los que ya no ven muy bien. Los padres de Max son personas dedicadas a la comunidad en la que viven y que caen bien a todo el pueblo. Anna, la hermana pequeña de Max, es supertraviesa, habla por los codos y siempre se mete donde no le llaman, pero es una ricura de niña. Tiene cuatro años y todos los días va al jardín de infancia. Anna siente adoración por su hermano, pero no por eso deja de atormentarlo y siempre intenta molestar a Max cuando está estudiando piano. Anna dice que, al igual que su hermano, también quiere ser pianista. Su madre dice que todavía es muy pequeña pero que, cuando cumpla seis años, también podrá estudiar piano si así lo desea. Sería maravilloso si los dos fuesen músicos. Y la madre ya sueña con el día en que podrá ver a sus dos hijos presentarse en un conocido teatro u ópera, entre aplausos del público y recibiendo el reconocimiento que se merecen por el esfuerzo que ella también tuvo por incentivarlos a la música. Su padre, en este sentido, no se lo toma tan a pecho. Marc siempre dice: ♪ Astrid, ¡no estés tan encima de Max! Tiene talento para la música, le encanta tocar y es disciplinado, pero no deja de ser un 15


chiquillo, y necesita divertirse un poco, jugar con sus amigos… No puede quedarse en casa estudiando todo el rato, déjale respirar un poco, nunca más tendrá la edad que tiene ahora. ♪ No; tengo que ayudarlo, orientarlo para que un día sea un gran músico, y sin disciplina no lo va a conseguir. Yo lo guiaré a hacia la fama —dice Astrid, con la seguridad de estar haciendo lo correcto. ♪ Te veo muy tensa con relación a este tema, no deberías exigirle demasiado al chico —dice el padre de Max. ♪ Si Leopold pensara así, Mozart no habría sido lo que fue. Era un padre ejemplar, no se separaba de su hijo. Con la edad de Max, Mozart ya era internacionalmente conocido. ♪ Vale, tienes razón en parte, pero Mozart con la edad de Max no jugaba al fútbol con los amigos, no practicaba snowboard, no iba al cine, no tenía ordenador, etc. —dice Marc, con una media sonrisa. ♪ No seas tonto, Marc. En aquella época no existía nada de lo que acabas de decir —dice Astrid, contrariada. ♪ ¡JA, JA, JA, JA! ¡Era una broma! ¿Ves como estás tensa? ¿Qué te parece si pasamos un fin de semana en una cabaña en lo alto de las montañas? ¡A los chicos les encantaría! —sugiere Marc. ♪ ¡Ni pensarlo! El mes que viene Max se presentará en el teatro de la ciudad y tiene que estar totalmente preparado —dice Astrid, con toda su autoridad. ♪ Así vas a acabar por estresar a Max… Está bien, pero después de ese recital nos iremos a algún sitio a descansar, y con una condición —dice Marc, con un aire exigente. ♪ ¿Cuál? —pregunta la madre de Mozart, intrigada. ♪ Sólo nos llevaremos a los niños. El piano se queda, no tenemos un asiento para él en el coche —dice el padre, riéndose en tono de burla. ♪ Mira que eres idiota a veces… —dice Astrid, con desdén.

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Mientras tanto, en el mismo país, pero en una época mucho más lejana —en el siglo XVIII, para ser más exactos—, en la ciudad de Salzburgo, un chico mira, melancólico, a través de una ventana. Su mirada está perdida cuando escucha una voz a sus espaldas que le llama de nuevo a la realidad. Se da la vuelta y sus ojos se encuentran con los de su padre. ♪ ¡Buenos días, padre! —dice el chico. ♪ Buenos días. ¿Qué haces parado y perdiendo algo tan valioso como el tiempo? —le pregunta su padre, con aire serio. ♪ Nada, solo estoy observando a aquellos niños. Hace tiempo que están jugando ahí abajo, parece tan divertido… Creo que todos deben ser más o menos de mi edad. ♪ ¡Están perdiendo el tiempo! Y encima no tienen un padre como yo, que se preocupa por la educación se su hijo. Anda, ponte a practicar un poco. ♪ Pero, padre, acabamos de volver de viaje ¡y ya he tocado tanto! ¿No puedo bajar un poco a la calle y jugar con esos chicos? ♪ ¡¿Cómo dices?! —pregunta su padre, indignado—. Si has alcanzado este nivel, ha sido gracias al esfuerzo que te dedico. ♪ Pero, papá, ya he tocado y estudiado tanto… Querría tanto ser un poco normal como lo son esos chicos… ♪ Pero tú no lo eres, nunca serás como uno de esos chicos. Mira otra vez por la ventana —entonces su padre le agarra levemente por el brazo y se lo lleva hasta la ventana—. Dime, ¿cuál de esos chicos ya ha tocado para reyes y reinas? ¿Cuál de esos 17


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chicos es conocido en casi toda Europa y miles de personas le aplauden en pie, emocionadas, después de oír un recital brindado para ellos? Dime, ¿cuál? —pregunta su padre, enérgicamente. ♪ Sí, papá —el chico, cabizbajo, sale del salón y se va hacia la sala de música. ♪ ¡Espera! —le ordena su padre. ♪ ¿Sí, papá? ♪ ¿Y cuál de esos chicos se llama Wolfgang Amadeus Mozart? ¡Tú eres único! Nunca existió y nunca existirá en este mundo alguien con tanto talento como tú —le dice su padre, orgulloso. Así que el pequeño Mozart vuelve a la realidad de su vida y, con ímpetu, se pone a tocar. Su música es envolvente, bella y profunda. Una música que entra en el corazón de cualquiera que la oiga. Mozart, con tan sólo cuatro años, aprendió a tocar el clave, un instrumento derivado del piano. También tocaba el violín, y, con cinco años, ya era capaz de componer. Antes de cumplir los seis años, su padre lo llevó a tocar para la corte de la realeza de Baviera. Durante ese recital, su hermana Nannerl lo acompañó. Después también tocaron en Viena, donde consiguieron impresionar tanto a todos que realizaron una gira de tres años y medio por toda Europa en la que cosecharon muchísimo éxito. El padre del pequeño era compositor y violinista al servicio del príncipe arzobispo de Salzburgo. Provenía de una familia pobre y, así como el talento de Mozart era para su padre algo como una bendición de Dios —y su misión era darlo a conocer por el mundo —, también era una ventaja económica. El pequeño Mozart no tenía una vida normal como la de cualquier otro niño. Vivía de aquí para allá, en carruajes, viajando, en posadas. Para muchos, el pequeño era un juguete divertido, era un chaval encantador y divertido, además de talentoso. Pero todo eso no impedía que quisiera salir a la calle y jugar con otros niños de su edad. Y, esta noche, Mozart se va a la cama pensando en eso. Duer19


me profundamente y sueña. Sueña con un lugar diferente a todo lo que conocía: las calles están muy animadas, hay mucha gente y música por todas partes, así como un olor, un olor extraño pero agradable, y, a su lado, hay otro chico, de su misma edad. Este sueño se repite noche tras noche y, cada vez que el pequeño Mozart se despierta, está más alegre, con más energía; parece que este sueño lo revitaliza.

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Leer mรกs...


Sobre mí

1964—Nací durante una bonita y calurosa noche de verano. 1981—Obtengo el título de bachiller para magisterio (titulación profesional). 1982—Concluyo la especialización para niños de edad preescolar. 1985—Concluyo la carrera de Educación Artística en la Universidad de Mogi das Cruzes (UMC, São Paulo, Brasil). Trabajo como actriz de teatro aficionada durante diez años. 1986—Concluyo la titulación en Artes Plásticas. Paralelamente a mis estudios universitarios, trabajo como profesora en varios colegios, tanto para cursos de enseñanza primera como para institutos y colegios. 1987—Termino el curso de Locutora de radio en la escuela Rádio Oficina de São Paulo. También paralelamente, hago un curso de pintura con el profesor holandés Antonius Josephus Maria van de Wiel. Participo en algunas exposiciones. 102


1990—Obtengo la titulación en Publicidad y Propaganda por la Universidad de Mogi das Cruzes en el área de Comunicación Social. 1989—Gano el campeonato de judo regional en el club Bunkio de Mogi das Cruzes. 1996—Gano el concurso de crónicas de viajes que otorga la Revista Turismo Brasil Service (primera posición en todo el territorio brasileño). 1997—Me mudo a Berlín. 1999—Me mudo a Pamplona. Durante esta etapa en la que vivo en España, soy séptima en un concurso de historias. Seleccionan algunas de mis fotos como unas de las mejores en un concurso de fotografías, fotos que posteriormente fueron empleadas por publicistas en España. Además, durante este tiempo en España, fui dueña de un restaurante-cafetería en el que mis clientes se deleitaban con algunas de mis creaciones gastronómicas. 2006—Me mudo a Dafins (Vorarlberg, Austria). 2007—Monto un blog: «Aventuras de una ama de casa»; en él, escribo, cuando puedo, un poco sobre mi vida en Austria, recetas, arte y otros asuntos más. 2008—Escogen una de mis recetas como una de las mejores de la región de Voralberg, en la revista Kuchen & Torten, patrocinada por VN Vorarlberger Nachrichten. 2009—Publico mi primer libro, Mozart en el futuro. www.rodrigues-peters.com

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