Presentación Recordar al amigo perdido hace 24 años, trae nostalgia, dolor, y a la vez alegría de recordar momentos en que la discusión subía de tono con el “Bato”, aquel que siempre hacía gala de su sabiduría, y su facilidad de palabra, que sin proponérselo, de pronto se encontraba rodeado de alumnos o gente interesada queriendo preguntar sobre diversos tópicos de la geografía y la historia regional. Ahora es justo recordarlo en su aniversario luctuoso que nos lleva a releer sus textos y experiencias sobre esta tierra que tanto amo.
Archivo Histórico de Ensenada. Edición Mtro. Jorge Martínez Zepeda
¿Un futuro para nuestro pasado? David Andrés Zárate Loperena
Así de sencilla fue la interrogante que se planteó el Arqueólogo Jaime Abundis y esta reflexión lo llevo a recorrer y revisar ámbitos muy vastos, que iban desde los fundamentos filosóficos e históricos de la preservación de los bienes culturales, hasta los obstáculos que la especulación económica de nuestra sociedad contemporánea les impone. Fruto de lo anterior, fue un trabajo presentado en el Tercer Simposio de Historia celebrado en Ensenada en el año de 1984, con el título de “La Preservación del Patrimonio Histórico: Competencias y Lineamientos Generales”. Hoy, a seis años de distancia, seguimos buscando con el farol de Diógenes él como hacer las cosas, como si no existieran antecedentes que fundamenten la continuidad cultural de los californios.
No vamos a negar los esfuerzos del I.N.A.H., pues a la mano tenemos el “Catálogo de Monumentos Históricos”, del cual Guadalupe de la Torre y Jacinto Barrera le dieron continuidad con su obra “Monumentos Históricos de Baja California”. Estamos conscientes del entusiasmo que el Centro Regional de dicha dependencia le impuso al proyecto de catalogación y registro de Pictografías y Petrograbados, tan es así que ya contamos con un museo de sitio en las inmediaciones de La Rumorosa. Sabemos de su interés por restaurar algunos sitios misionales y de su apoyo al museo de Michoacán de Ocampo. Pero todo esto no basta, y si ustedes lo prefieren, sencillamente es muy poco. No porque se deba a ellos el que no se haya avanzado más, obviamente que no.
La responsabilidad es de la sociedad civil de Baja California, y sin el concurso de ella, ningún esfuerzo será suficiente; de tal manera, como ya lo dije, todo quedara en muy poco. Quisiera ejemplificarlo dicho. En Ensenada se catalogaron un poco más de ochenta edificios como históricos, de los cuales aún quedan en pie poco más de la mitad ante la apatía general; pero a fuerza de ser justos, de cuando en cuando se levantan protestas porque el I.N.A.H. nada hace para evitar su demolición, desconociendo que este instituto no tiene el personal suficiente y carece de la instrumentación legal para evitar dichas destrucciones. La cuestión es que dichos edificios no son monumentos históricos, en sentido estricto, solo por aparecer en el referido catálogo. 1
Archivo Histórico de Ensenada. Edición Mtro. Jorge Martínez Zepeda
Como ensenadense me siento muy molesto con lo que sucede en mi ciudad, pues a pesar de que contemos con el I.N.A.H., el catálogo y el libro mencionado, nos estamos quedando sin nada ante la indolencia de las autoridades locales y apatía y desinterés de nuestra sociedad y tan es así, que esta reunión da cobijo a la opinión de especialistas, cuando quienes deberían de estar presentes son las organizaciones civiles tales como clubes, mutualistas, colegios de profesionistas y otros tantos más, que son precisamente quienes viven en dichas ciudades y por tanto, los más interesados en que se termine con estos “rambos urbanos”. Pero en fin, tendré que dirigirme ante quien conoce el problema y la solución y no ante quienes deberían de resolver esta vergonzante cuestión.
Hoy vengo a hablar del edificio urbano más antiguo de Baja California, el cual hasta hace unos pocos días albergo a la Aduana Marítima por largos sesenta años y que fuera construido en el año de 1886 por la Compañía Internacional de Ensenada.
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Creo que solo el hecho de que este inmueble tenga más antigüedad de ningún otro debería, desde hace tiempo, estar ocupando nuestra atención por su bienestar, pero desafortunadamente no ha llegado a preocuparnos más que otros. No se cuestiona que cada ciudad o pueblo sienta satisfacción por lo suyo, pues lo contrario sería inaceptable, pero si quisiera llamar la atención de quienes convocan a este foro, especialmente al Colegio de Arquitectos y al Instituto de Cultura. Al primero, porque son ellos quienes precisamente se dedican a la construcción de inmuebles y deberían de ser los más preocupados por que el símbolo de su quehacer profesional en cualquier momento podría desaparecer y, al segundo, porque son ellos los que tienen la responsabilidad social de vigilar, mantener y salvaguardar nuestro bagaje cultural.
Edificio de la Compañía Inglesa, 1890. Fotografía de la Biblioteca Guildhall, Londres, Colección Buchanan Scott, localizada por la doctora Hilarie Joy Heath.
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La aduana, es decir, el edificio que así se conoce está en peligro, como lo estuvieron tantos edificios que han venido desapareciendo porque ya no llenaban los requerimientos y expectativas para lo que fueron construidos. Otros nuevos han venido ocupando sus espacios, los cuales estarán también, en un futuro no muy lejano, condenados a sufrir el mismo vergonzante fin, a pesar de que fueron diseñados por arquitectos así como ustedes. Con lo dicho no tratamos de asumir neciamente que todo debe permanecer, porque el futuro también necesita áreas de crecimiento, pero si sostenemos que algunos bienes deben de perdurar y asignárseles un uso. ¿Acaso el Estado o los Ayuntamientos no podrían ir adquiriendo estos inmuebles y posteriormente asignarles alguna función social?. ¿No sería posible que la Universidad e Instituciones afines hicieran lo propio y contáramos así con pequeños museos o bibliotecas especializadas para satisfacer las necesidades del extensionismo universitario?. Lo mismo se puede decir de las instituciones de crédito y financieras, y que decir de los empresarios e industriales o de los colegios de profesionistas. No creemos nosotros que sean enemigos de la salas de lectura o de los archivos municipales y, en último caso, podrían aprovecharlas en lo que más les acomodara con tal de salvaguardar nuestro patrimonio cultural. Creo que esta acción serviría en mucho para ir creando una cultura de conservación. En fin pues, mientras que no se les dé un uso adecuado y digno a estos inmuebles, seguirán desapareciendo ante los ojos complacientes de quienes nada les importa.
Con esto quiero decir que el problema no se va a resolver por efecto de alguna legislación que sobre protección y conservación pudiera conseguirse. El esfuerzo debe venir acompañado de una acción como la que se señala, de otra manera es muy probable que dentro de algunos años, en otra reunión como la presente, estemos contemplando bellas diapositivas de lo que fuera la Aduana de Ensenada y, esto no solo sería intolerable, sino imperdonable.
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Archivo Histórico de Ensenada. Edición Mtro. Jorge Martínez Zepeda
No es mi deseo de abrumarlos con mi pesimismo, por el contrario, vengo a invitarlos a que se unan a un frente por conservar el edificio de la Aduana de Ensenada y darle un uso adecuado. Para ello me voy a permitir a citar nuevamente a Jaime Abundis quien dice “…el nuevo uso que se dé a un edificio, deberá de estar en concordancia con la función original, con la categoría del mismo, con sus posibilidades espaciales, capacitivas, funcionales y con las necesidades de la comunidad en la cual se encuentra enclavado”. El primer aspecto no es posible cumplimentarlo, pero los demás seguramente que sí.
Veamos: Nuestra propuesta al Foro consiste en que se solicite al gobierno del Estado para que intervenga ante la S.E.D.U.E. con el fin de que dicho inmueble sea entregado a la ciudad de Ensenada, a través de sus autoridades y la Sociedad de Historia local y que estos dispongan la instalación del Archivo Histórico. Creemos de justicia que la categoría del edificio urbano más antiguo de Baja California sería el lugar más indicado para resguardar el acervo documental de Baja California. De tal opinión son los prestigiados investigadores Miguel León Portilla y Michael W. Mathes y, algunas instituciones como el Archivo Histórico de La Paz, el Centro de Investigaciones
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Históricas UNAM –UABC, el Museo de Historia Natural de Los Ángeles, California, para no cansarlos con más referencias.
Sabemos que vale la pena hacer un comentario irónico. Ensenada es la única ciudad del Estado que nació junto con sus archivos y registros, pues fue fundada con el fin de asentar la capital del entonces Partido Norte de Baja California y, lo que primero se instalo fue el juzgado judicial y naturalmente sus archivos. Destacó este incidente porque después de ciento ocho años de su fundación, seguimos buscando un local para nuestros archivos. Aprovecho para comentarles que el Archivo Judicial cuenta con treinta mil documentos históricos, de acuerdo a la investigación hecha por el Lic. Jorge Martínez Zepeda.
El oficio de historiar, valga la expresión, necesita de espacios y documentos y en Ensenada tenemos a la mano el edificio de la Aduana y los legajos del ramo judicial y con esto incluimos nuestra última petición. ¿No será posible que al legislar sobre el patrimonio cultural de Baja California, se incluyeran los documentos escritos, pues sin ellos difícilmente conoceremos nuestra historia que desde la época de La Colonia vienen forjando hombres de la talla de un Rivera y Moncada, de un Jatñil Mishkwish, o la del licenciado Manuel Clemente Rojo.
Muchas gracias
Mtro. David Andrés Zárate Loperena.
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