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-CO2
Mejorar La Calidad Del Aire
y abrir nuevos espacios para la fauna y la flora son algunos de los objetivos de estos proyectos.
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tructuras e iniciativas de carácter verde de la mano de firmas constructoras, Gobierno y organismos no gubernamentales. Es decir, proyectos que logren una relación sostenible con los ecosistemas y, por supuesto, con las comunidades cercanas. Como lo señala la Comisión Europea, puede hablarse de infraestructura verde como “una red planificada de zonas naturales y seminaturales diseñada y gestionada para proporcionar una amplia oferta de servicios ecosistémicos y proteger la biodiversidad de las zonas donde se realicen los proyectos”. Y, como lo resalta la Comisión -a diferencia de la infraestructura gris-, estas obras verdes le apuntan a mejorar la absorción de CO2, mejorar la calidad del aire y abrir nuevos espacios para la fauna y la flora.
Hasta el momento, tanto en zonas urbanas como en áreas distantes de las grandes capitales, ya se han estructurado importantes proyectos de carácter verde como, por ejemplo, la vía El Retorno – Calamar (en el departamento del Guaviare), la Línea 2 del Metro de Bogotá, el Corredor Verde de la Carrera Séptima (en Bogotá) y, también, cientos de pasos de fauna en los proyectos de cuarta generación de concesiones (4G).
Ejemplos en marcha
Luego de que el Gobierno expidiera los Lineamientos de Infraestructura Verde Vial para Colombia -con apoyo de World Wildlife Fund (WWF Colombia) y Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS)-, despegó un proyecto piloto de infraestructura para poner en el plano de lo real lo establecido: se trata del proceso de diseño de rehabilitación y mejoramiento de la vía San José – El Retorno – Calamar, en el departamento del Guaviare.
Mauricio Cabrera, asesor en Relaciones de Gobierno y Relaciones Internacionales de WWF Colombia, reitera que los Lineamientos en mención “hacen recomendaciones para todas las fases de carreteras, ya sea en la planeación básica, como en los diseños o fases subsiguientes a la construcción”.
En el proyecto del Guaviare -que tuvo en cuenta la visión de las comunidades de la zona y además busca hacer un significativo aporte en una de las zonas con más elevada deforestación en Colombia-, explica Cabrera, se hicieron corredores de fauna y, también, una identificación clara de las especies de la zona para hacer las adecuaciones necesarias (unas son de tipo aéreo, mientras que otras son pontones). Además, explica, “se priorizaron diseños geométricos para evitar usos excesivos de material y lograr una visión integral de la vía. No solo son temas de costos, sino de finalidad ecosistémica”.
Javier Antonio Millán, gerente de la firma JAM Ingeniería -compañía pionera en Colombia en implementar en sus proyectos los Lineamientos Verdes- agrega que la organización participó en los diseños de la vía El Retorno-Calamar. “Trabajamos
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con WWF tratando de hacer el proceso de implementación de esos conceptos. Queremos que esos criterios se acojan y que se generen buenas prácticas”.
Además de este proyecto, señala el ingeniero Millán, la compañía que lidera también ha trabajado en siete proyectos más con el Invías, teniendo presentes criterios de sostenibilidad, las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (con las que Colombia se comprometió) y los lineamientos de Gobierno.
“El criterio de infraestructura verde también está asociado a cómo se actúa con el territorio de una forma, respetando sus condiciones sociales, económicas y de biodiversidad. Esto se traduce en cómo de manera armónica la infraestructura puede interactuar en un territorio”, apunta.
Aunque contar con un piloto como el del Guaviare es un buen inicio, el experto de WWF advierte que es necesario hacer suficiente pedagogía para implementar los lineamientos. No solo en entidades del orden nacional, sino a nivel de alcaldías, gobernaciones y otras instituciones territoriales. Proyectos como El Retorno-Calamar no solo protegerán la fauna y la flora, explica Cabrera, sino que tendrán una buena capacidad para manejar excesos hídricos y así evitar colapsos viales en medio de extensas temporadas de lluvias.
Además de este piloto clave -que se constituye en un importante referente-, el Invías ya adelantó la incorporación de estándares sostenibles en millonarios proyectos que tendrá a su cargo y que se ejecutarán en los próximos años.
Entre estos se encuentran, por ejemplo, la Transversal del Catatumbo (en el Norte de San- tander), la carretera Puente Arimena-El Viento (que forma parte de la iniciativa Conexión Pacífico-Orinoquía), Transversal de La Macarena (entre Mesetas y La Uribe, en el Meta) y, en el Caribe, la Transversal Momposina (que pasa por Tamalameque, El Banco y termina en Mompox, Bolívar).
Otro ejemplo de cómo la infraestructura puede hacer buen ‘match’ con el entorno, integrando a la comunidad y cuidando el futuro ambiental, es la construcción del viaducto de 4,9 kilómetros sobre la Ciénaga de la Virgen (en el corredor Cartagena-Barranquilla) el cual empleó el método de construcción top down (de arriba hacia abajo) con el propósito de preservar los mangles y evitar intervenciones agresivas (como dragados) sobre el cuerpo de agua.
Asimismo, para mitigar los impactos de la obra, pilotes, cabezales y vigas (elementos estructurales) fueron prefabricados en concreto en zonas alejadas de la Ciénaga. Para su instalación se emplearon equipos especiales de montaje (uno de ellos llamado viga lanzadora) el cual se desplazaba sobre el mismo viaducto. El resultado de estas acciones es que las intervenciones sobre el área de la ciénaga se redujeron más del 95%.
Mirada verde para zonas urbanas
Al igual que sucede en proyectos viales localizados en diferentes regiones, las principales capitales del país ya vienen pensando en verde desde hace varios años. Bogotá es una muestra clara de este giro hacia una visión sostenible y busca adelantar ambiciosos proyectos como el Corredor Verde de la Carrera Séptima, una de las avenidas emblemáticas de la capital.
Este proyecto busca, a lo largo de tres grandes bloques conceptuales (Centro, Chapinero y Usaquén) cambiarle la cara a la Séptima -desde la calle 26 hasta la 200-. No solo integrando la biodiversidad a la infraestructura se logrará esa transformación, sino aumentando las zonas verdes, creando nuevos espacios peatonales y estudiando opciones para implementar alternativas de transporte urbano limpias que den prioridad a medios como el uso de la bicicleta.
Uno de los grandes retos que tiene este proyecto (tasado en más de $2,7 billones que aportará el Distrito Capital) no solo le apunta a aumentar el número de especies nativas, sino a crear drenajes sostenibles, integrar la Séptima a los cerros orientales, lograr un 87% de viajes con cero emisiones, transporte público electrificado y a construir nuevas plazas, ciclorrutas y alamedas con estándares sostenibles.
Shirley Mardonez, gerente senior de Proyectos de Infraestructura de la firma KPMG, comenta que en Bogotá -además del Corredor Verde- se busca que las soluciones de transporte masivo que requiere Bogotá (líneas 1 y 2 del Metro) sean ejemplo de buenas prácticas. Tan solo para la ejecución de la línea 2 se estima una necesidad de recursos por $35 billones.
“Estamos en la estructuración de la Línea 2 del Metro de la capital y vemos que en esta se incorporan todas las salvaguardias sociales y ambientales internacionales”, comenta la experta quien recuerda que la primera línea del Metro de la capital también contó con financiamiento verde al ser considerado ambientalmente sostenible.