PALABRAS EN LA BODA DE MI HIJO

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ALEJANDRO Y ABIGAIL Sevilla a 8 de octubre de 2016 Tus hijos no son tus hijos son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues, ellos tienen sus propios pensamientos. Puedes abrigar sus cuerpos,


pero no sus almas, porque ellas, viven en la casa del mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer…. Queridos amigos, queridas amigas, familia, Alejandro y Abigail; así daba comienzo Kahlil Gibran uno de sus maravillosos poemas, sois “Hijos de la Vida” y hoy dais un paso hacia adelante en ella, hoy nos hacéis participes de esta fiesta que ha de ser la del Amor. Yo, pobre padre, estoy aquí no más que como eso, un pobre padre, que vagaré el resto de mis días añorando abrazar a mis hijos y acurrucarlos contra mi pecho los amaneceres de los días festivos; yo, pobre padre yo, llevaré impregnado en mí ese olor a pan caliente de mis hijos recién nacidos cuando llegaron a este mundo y todos sus antepasados se giraron para sonreírles y posarse sobre la comisura de sus labios y reconocerse en ellos; yo, pobre padre yo,


como muchos otros siempre quise cual “mamá gallina”, proteger a estos pollitos de todo mal, pedí y pido para mí mismo todo el dolor que la vida les tenga deparado,… pero eso no es así, no funciona así, ni aunque a gritos lo pidiera, eso no es así, pues habréis de vivir vuestra vida, andar vuestros caminos, cometer vuestros errores, vivir, vivir. La más bella expresión de qué papel he de jugar yo, pobre padre, la encontré en ese texto de Eduardo Galeano donde un padre llevaba a su hijo por primera vez a ver la mar y decía así: “Diego no conocía la mar. El padre, Santiago, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: Padre "¡Ayúdame a mirar!" Ésta puede ser la más bella expresión de lo que los padres podemos hacer por nuestros hijos. ¡Ayúdame a


mirar! Yo no puedo mirar por ti, no puedo obligarte a mirar, no puedo hacer que veas lo que yo veo, no puedo forzarte, no puedo prestarte mis ojos, mis pensamientos, mi experiencia; pero puedo ayudarte. Traerte al sur, atravesar el desierto de arena contigo, ponerme frente al mar y estar a tu lado mientras miras. Pero es tan ingente esta tarea inesperada de mirar al mar que quiero que sientas mi presencia, mi compañía, mi mano en tu hombro. Ayudarte con la seguridad de que lo que ves es real, que está allí, que siempre ha estado y seguirá estando cuando nos vayamos, como sabía que estaba cuando te traje aquí. Ayudarte con mi recuerdo. ¡Ayudarte a mirar la mar! Abre bien los ojos y el alma, todos los sentidos y el cuerpo entero para ver con todo tu ser la realidad apasionante que tienes ante ti. Que el mar, que la vida te empape bien adentro, conciencia adentro, para que se te ensanchen para siempre las orillas del alma.


Quisiera ayudarte a andar, a trabajar, a lograr, a ser feliz. Pero, sobre todo te ofrezco ayuda para ver, ver de veras todo lo que se te presenta por fuera con todo lo que llevo dentro, para ayudarte a sentir, ayudarte a dejarte sorprender, ayudarte a abarcar con la mirada agradecida todo este océano que es la vida de orilla a orilla, de nacimiento a eternidad. De pie a mi lado sobre la playa de nuestro amor, ¡ayudarte a mirar! Hoy es vuestro día, decía que hoy es la fiesta del amor y la alegría. No hay mejor momento, para comenzar a construir vuestra felicidad es ahora, sino es ahora ¿cuándo? Vuestra vida estará siempre llena de retos, pero a pesar de todos los retos y obstáculos, pelead por esa felicidad, peleadla contra todo y contra todos, sed felices. No hay camino a la felicidad, la felicidad es el camino; atesorad cada momento que tengáis, no esperéis a mañana, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta el verano, o el invierno o hasta que os jubiléis, para decidir que no hay mejor momento que éste para ser feliz… la felicidad es un trayecto, no un destino. No os rindáis nunca en esa pelea, perseguid vuestros sueños, soñadlos cada noche y caminadlos cada mañana; a pesar del frío, a pesar de la oscuridad de la noche vendrán amaneceres nuevos, esta vida es vuestra, vividla; derribad los muros que os separen, tended puentes que os unan; buscaros la risa, haceros cosquillas en el alma cada noche, extended la mano para encontraros, conquistad juntos


el cielo cada amanecer…. Nunca dejéis de sentir ni de sentiros, aunque os digan que no está de moda, que es poco inteligente o arriesgado; cómo sino se hace ¿cómo se finge la vida?, que no os cuenten como es o como será, que os dejen vivirla. Disfrutad de las pequeñas cosas, sentir el sol en la cara por la mañana, saborear un helado, ver ganar al Betis, meceros al son de una Bachata, un “ronsito” contemplando las estrellas, … disfrutadlas y compartidlas. Ese tejido básico de actos felices, de sutiles placeres efímeros, que sin darnos cuenta sustenta firmemente toda nuestra vida. Pero no os aisléis, la vida es como un hilo que cada día vamos tejiendo lentamente. Un hilo de acá, otro hilo de allá, y las vidas se van encontrando, entrelazando, haciendo nudos. Va surgiendo un tejido hermoso y colorido. En el arte de la vida en la que somos los artistas. Podemos unir los hilos y hacerlos fuertes, o romperlos y


crear un punto falso, un vacío, una ilusión. Cuando rehusamos unirnos a otros hilos y hacer con ellos un nudo o formar un tejido, estamos sellando nuestro fracaso, pues, al primer golpe de un viento más fuerte, ese hilo puede romperse. Cuando descubrimos como la fuerza del amor nos impulsa hacia la unión y formar esa tela, nos hacemos fuertes, imbatibles; y nuestras vidas se van fortaleciendo con los valores de miles de otras vidas. El amor es energía pura, capaz de transformar nuestras vidas en un bordado vivo donde nos vamos encontrando los hermanos, los amantes, los hijos, la familia, los amigos, todos aquellos a quienes queremos y por quien nos sentimos queridos… Terminar queridos míos, amigos, amigas, familia, Alejandro y Abigail, con los últimos versos con los que comencé, y dirigiéndose al padre dicen tal que así …eres el arco del cual, tus hijos como flechas vivas son lanzados.


Deja que la inclinaciĂłn en tu mano de arquero sea para la felicidad. Hoy yo, pobre y afortunado padre, como siempre, como cada dĂ­a de mi vida, tenso mi brazo para lanzar la flecha de la vida y que ĂŠsta vaya derecha al horizonte de vuestra felicidad. Os quiero.


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