Grandes personajes bananeros costarricenses Tomo I
Camilo RodrĂguez Chaverri
Grandes personajes bananeros costarricenses
Abel Pacheco Tinoco
En memoria de un gran bananero El presidente de la República, Don Abel Pacheco de la Espriella, es el hijo mayor de quien fuera una leyenda bananera costarricense, Don Abel Pacheco Tinoco, toda una institución entre muchas fincas bananeras del Atlántico y del Pacífico. He aquí un breve homenaje póstumo a este gran hombre. Don Abel Pacheco Tinoco nació en San José, pero era un viejo Cartago. El Presidente de la República lo resume con sencillez: “siempre fue cartaguísimo”. “Don Abel era de una familia de nueve hermanos. El abuelo mío era Abel Pacheco Cabezas, hijo de Don Jesús Pacheco Ugalde y de Josefina Cabezas, hermana de Rigoberto Cabezas, el conquistador de la Mosquitia. “Papá no se llamaba Abel, se llamaba Jesús Ramiro, en la cédula decía ´alias Abel´. El que se llamaba Abel era mi tío Rogelio. Pero le cambiaron el nombre para que no le dijeran Abelito. Le pusieron Rogelio. “No había quedado ningún hijo que se llamara Abel. Por eso, ya que el otro se llamaba Rigoberto, le encaramaron el Abel a mi papá, o sea, al que se llamaba Jesús Ramiro”. “Don Ricardo Jiménez era pariente de mi abuelo, eran primos, y lo manda para Colón, Panamá, para salvarlo de unos líos de faldas que provocó aquí. Abel, el abuelo mío, muere muy joven. “A los seis años, mi abuela se fue a traer los restos en barco. Abuela decide armar la calavera en el camarote, para estar segura de que no le falta una parte del viejo Abel, a la par había una gringa y salió pegando gritos… 5
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”.
La lección de vida de la abuela “Abuela quedó con nueve hijos y recogió tres sobrinos motos, los Martén Tinoco. Para criarlos hacía tamales y pasteles de piña. Los vendía el famoso ´Yeguas´, cuyo nombre propio era Moisés, un personaje de aquellos tiempos. También hacía cigarrillos amarillos. Los curaba en unos frascos. “En aquellos años mucha gente hacía cigarrillos. Entonces, a veces no se vendían. Cuando eso pasaba, mandaba a los doce chiquillos a preguntar en las pulperías ´¿tiene cigarros de Doña Emilia Tinoco? Todo el mundo les decía que no. Al último lo mandó con los cigarros para que se los dejaran. Así, no quedaba ni un solo cigarrillo. “Puso una pensión. Llegaba mucho Leonidas Pacheco, hermano del abuelo Abel, Benemérito de la Patria. Fue diputado y Ministro de Relaciones Exteriores, y firmó muchos tratados marítimos, y acuerdos con Venezuela y con Colombia. “En medio de lo que he ido contando creció papá. Fue al Liceo de Costa Rica, pero jodía mucho. Lo último que le perdonaron fue cuando dijo que los Montes del Aguacate eran navegables hasta su desembocadura. Lo echaron. “Siendo un adolescente se va de cobrador en el tren de Limón. En esos años al cobrador se le llamaba ´conductor´. Se fue junto a Don Gonzalo Facio Segreda, quien estaba muy muchachillo. El padre de Gonzalo era maquinista. “Antes fue futbolista. Jugó con el equipo de 6
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´Universidad´, con ´Cartaginés´, con ´Orión´ también… Jugó en primeras, pero de eso no puedo dar fe, porque yo todavía no existía”.
Surgimiento del bananero “Don Raúl Gurdián lo recomienda con la United Fruit Company y le dan un puesto de time keeper. Era muy jovencito. Después se encuentra a mamá, parece que en el Teatro Nacional… En una velada alguien le dijo a mamá, ´te está dando cuerda aquel muchacho guapo…´. “Mamá era mujer de embajada. Mi abuelo materno, Francisco de la Espriella Macaya, fue muchos años embajador de Panamá en Costa Rica. También lo fue en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Por eso es que hice el segundo grado de la escuela en Guatemala. “Mis papás vivieron juntos en Limón y en Margarita de Bataán. Ahí había una plantación de abacá que papá manejaba. Sobreviene el divorcio, y me toca irme con mamá a vivir con mi abuelo, Francisco. “Cuando se cierra Limón por la sigatoka y el Mal de Panamá, y se abre el Pacífico Sur. A papá le toca voltear montaña y hacer Coto 47. De ahí pasa a Palmar Sur, y trabaja en Finca 16. Estando ahí se casa con Doña Elena Chinchilla Aguilar, con quien tiene cinco hijos más, Claudio, Rita, Daniel, Carlos y María. Por su parte, Mi mamá no tuvo más hijos. “En Palmar nacen tres de mis hermanos por parte de padre, pasan los años, y papá llega a ser el primer superintendente de zona, en la United, que es costarricense. “Una vez, decidió dejar de tomar tragos porque en 7
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Palmar se tomaba mucho. Para entretenerse por las noches, sacó el violín. Había aprendido con Longino Soto Guardia, que se casó con mi tía Carmen Pacheco Tinoco. Ellos son los papás de Longino Soto Pacheco, mi primo hermano. Como a los cinco días de oír a papá tocando violín, los vecinos le mandaron una caja de whisky de regalo...”, dice don Abel, y se muere de la risa.
Anécdotas “Una vez, había una gran huelga bananera. Andaba yo con él en un jeep. Como los bananeros andaban la ´rula´ en medio de la huelga, yo le pregunté ´papá, ¿por qué no andás armado? Esta situación es peligrosa´. Se volvió y me dijo, ´yo siempre ando armado, fijáte ahí atrás…´. Me fijé en el asiento de atrás y lo que traía era el violín… Con eso deshacía huelgas. “Cuando papá se va, la compañía le da como prestaciones una finca en Limón. Así que papá vuelve a Limón, a la finca Carmen, que era de cacao. Ahí pasa papá algunos años. Se van al diablo los precios del cacao, y el pobre papá pierde la finca. “De ahí se va a trabajar a Freeman, a una finca de Rodolfo Gurdián. Él la hizo… Vivía en una casona vieja de la compañía. Fui a verlo. Vivía con un viejo inglés, de la compañía. En una llena tuvieron que treparse al techo, con un radio. En eso, Rodolfo Gurdián lo llamó por radio y le dijo, ´Abel, llamo para que me contés qué daños hay en la fruta´, y papá le contestó ´un poco de daño por mordeduras de tiburón en la fruta, nada más´”, y cierra la historia con una enorme carcajada. 8
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“A Freeman teníamos que entrar en lancha. Íbamos a Siquirres en el tren. Ahí tomábamos un trencito pequeño, llegábamos a Cairo, y en Cairo tomábamos un bote, hasta llegar a Freeman, que estaba a la par del río Pacuare. Una vez, con mi hijo mayor, Abel, me metí en ese río en un cayuco, y el río nos arrastró y nos llevó hasta la barra. Ahí pasaban los tiburones. Dios me dio fuerza para salir remando... “Después de Freeman, papá trabajó en muchos lugares. Por ejemplo, trabajó con un gringo que se llamó Míster McAlpin. Papá administró unas fincas de McAlpin, que estaban en San Carlos. Un día lo asaltaron, casi lo matan, le robaron la planilla, y papá dijo que no iba a trabajar más por esos lugares. “Se pone a sembrar arroz en Filadelfia de Guanacaste. Ahí lo fui a ver un día. Estaba todo inundado, y me lo encontré en el kiosko de Filadelfia, que en ese momento era como una isla. Estaba junto a sus dos amigos de aquel lugar, el Negro Viales y Chugallo. Ahora tienen cien años cada uno, me los encontré un día que fui a Filadelfia, hace algún tiempo, siendo ya presidente. “Ese día, en el kiosko, le digo ´¿cómo te va, papá?´, y me contesta, ´mirá, como ves: la finca está toda inundada, se perdió el arroz, el galerón con la maquinaria se me quemó, y tengo a Elena, mi mujer, muy enferma, pero aparte de eso todo muy bien…´. Era para suicidarse, pero el hombre era un eterno optimista”.
También fue panadero “Después de todas las tragedias que le tocó vivir, el hombre se desilusionó mucho de la agricultura. Entonces, se encontró con su primo hermano Franco Pacheco 9
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Musmanni, hijo del primer muerto del 48, Rigoberto Pacheco Tinoco, que era hermano de papá, y edecán de Calderón Guardia, y no sólo fue el primer muerto del 48, sino que lo mataron por la espalda, desarmado y herido. Le cortaron el miembro viril y cuando la gente lo encontró, tenía su miembro en la boca. “Franco Pacheco Musmanni, el hijo de Rigoberto, decidió estudiar panadería. Todos lo vacilábamos. Entre los primos hay de todo, cirujanos como Longino (Soto Pacheco), literatas como Yolanda Oreamuno, pero el que hizo plata fue el panadero… Ese día que se encontró con su sobrino, él le dijo, ´tío, te veo cansado, quiero poner una panadería en lo que era el cine de Santa Cruz, ¿por qué no se mete usted a ayudarme?´. “Entonces, papá monta la panadería Pinova. Me voy a verlo allá, y le digo ´¿cómo te va?´, y me contesta, ´muy bien, sólo que cuando se me cae un bollo de pan tengo que ir a recogerlo a las 25 varas´, haciendo alusión a que los cines tienen el piso inclinado. “El hombre se nos hizo santacruceño, volvió a tocar violín, volvió a tocar guitarra, volvió a cantar y a contar chistes… Revivió papá. Ahí en Santa Cruz lo pusieron una vez a cobrar en la entrada de una exposición de pinturas, y decía ´pasen, pasen, hay frescos y hay pasteles…´. Aunque sonara a otra cosa, era la verdad: entre las pinturas había frescos y pasteles”.
Vivía con una culebra “En otra ocasión fui a verlo a Freeman. Estaba tomándose un trago. Pasa un culebrón, y me asusto. Le pregunto qué está haciendo ahí esa bicha, y me dice ´aquí vive conmigo, es bueno porque así no me roban la 10
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planilla´. Le pegunté que si no le daba miedo, y se volvió y me dijo ´no, por lo menos me va mejor con ella que con tu mamá y con Elena (su segunda esposa)´. “Otra vez, estaban sentados él y un amigo, vagabundeando, y apareció el moto car del gringo de manera imprevista. Se levantan en carrera y le dice él al otro, ´no te sacudás el culo porque se van a dar cuenta que estábamos sentados´. “En Santa Cruz le dio un infarto, el primero. A como era él de valiente, se fue manejando hasta Nicoya, hasta el hospital, él solo. Entonces, desde ese momento se tuvo que venir para San José. Mi primo Franco le dio las prestaciones, y él había hecho algunos ahorrillos. “Al final de su vida, cuando yo tenía tienda, se sentaba a la par de la caja a martirizarme. Llegaba alguien con un pantalón hasta la caja, y él se quedaba viendo el pantalón y me decía, ´¿esos son de aquellos que me contaste?´ “Acabó sus días, y estuvo con Doña Elena, su compañera, hasta el final. No perdió el humor. Un día antes de morirse, estaba Longino, mi primo, viéndolo, en el Hospital México, y en eso llegó una enfermera con un pato… Le dice, ´Don Abel, ¿quiere orinar?´, se vuelve y le contesta, ´yo no, pero Longino sí, póngalo…´. “Papá murió de un infarto masivo. Adonde iba lo querían mucho. La mejor herencia que puedo tener es el cariño que todavía siente la gente por papá. Seguí siendo amigo de sus amigos, todavía le digo ´tío´ a José María Castro, todavía cuando voy a Guanacaste visito al Negro Viales y a Chugallo… Fue un gran hombre. ¡Qué satisfacción más grande es poder decir eso uno de su propio padre!
Caldo bordalés 11
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Antes de que en las bananeras, la fumigación aérea hiciera más fácil el control de las plagas (a pesar de sus enormes cuestionamientos ambientales), las fincas utilizaban largos tubos por toda la plantación para aplicar caldo bordalés, una mezcla de hidróxido de cobre, cal y agua. La cal neutraliza al cobre. En una ocasión apareció un pájaro muerto que tenía caldo bordalés en el pico. Se hizo un escándalo, y los ambientalistas empezaron a decir que esa sustancia atentaba contra la vida. Las fincas bananeras decidieron hacer un foro para hablar del tema y aclarar todas las dudas. Por más que quisieron convencer a los ambientalistas, no lo consiguieron. Ya en el almuerzo, Don Abel Pacheco Tinoco esperó un momento en que todos pudieran escucharlo y pidió que, junto a su almuerzo, le trajeran como fresco un vaso de caldo bordalés. Todos esperaron el momento en que don Abel se tomó el vaso. Almorzó y al final procedió a lo que tenía a todos con una gran expectativa. Se tomó el vaso de caldo bordalés. Se puso de pie, se despidió de todos y se fue. Hasta ahí llegaron los cuestionamientos al caldo bordalés. A las semanas, mi papá se lo encontró en la calle y le felicitó por aquel gesto de valentía. Don Abel se volvió y le dijo, -Lo que no supo la gente es que salí en carrera para el hospital y pedí que me hicieran una lavativa.
Lagartos y pleitos 12
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Dos destacados bananeros cuentan un par de anécdotas sobre don Abel Pacheco Tinoco, leyenda de la producción bananera costarricense. Don Hernán Robles: “Cuando la compañía Del Monte estaba haciendo sus fincas en El Carmen de Siquirres, yo era el presidente en Costa Rica, y me tocó ponerme de acuerdo con quienes tenían derechos de propiedad en esa zona. Uno de ellos era don Abel Pacheco Tinoco, el papá del Presidente Pacheco. Él tenía una finca de cacao. Llegamos al acuerdo de que él tendría derecho a la siguiente cosecha de cacao, y que después podríamos hacer lo que quisiéramos. Pero el encargado de hacer las fincas, Carlos Loría Colombari, no entendió, y le pasó por encima a la finca de don Abel. Se viene don Abel furioso, a mi oficina, y me dice que qué barbaridad, que incumplimos con la palabra. Le dije, ´tiene razón don Abel, ¿cuánto tenemos que pagarle por nuestro error?´. Don Abel se quedó viéndome y me dijo, ´a la puta, yo venía a pelear y me dejaste sin armas…”. Don Carlos Loría Colombari: “Yo estaba a cargo de hacer las fincas de El Carmen de Siquirres, y Don Abel era uno de los dueños de esas tierras. Un día, llegó a su finca otro productor de la zona, junto a un gringo. Tenían miedo porque el gringo no sabía nadar y se quería tirar de un bote a cada rato. En un momento dado, dice el gringo, ´quiero bajar, ¿no haber tiburón?´. Se vuelve don Abel y le dice, ´no haber tiburón, todos se los comieron los lagartos´”.
Adrián Paniagua Gamboa 13
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Gran ejemplo limonense de superación Adrián Paniagua es el más culto y leído de todos los productores bananeros. Nos da cita en una de las salas de Grupo Samma, y mientras nos espera, está ahí con un libro de Sergio Ramírez Mercado, el novelista y ex vicepresidente de Nicaragua, en las manos. Hablamos primero del autor nicaragüense, y fácilmente nos percatamos de que don Adrián en efecto es un gran lector y una persona con gran interés por la cultura y el arte. Ya antes habíamos conocido algunos detalles sobre él y su aporte social a la comunidad. Don Adrián es un ideal de empresario culto, y con interés en campos muy diversos, más allá de las finanzas y el mundo bursátil. Adrián Paniagua Gamboa nació en Guanacaste. “Soy de Nicoya. Mis padres eran de San Ramón, eran ´moncheños´. Mi papá se llamaba Juan Rafael Paniagua Rojas, conocido como ´El Macho´ Paniagua, y mi madre, Consuelo Gamboa Villalobos. “Éramos nueve hermanos. Nací cuando mi madre tenía 50 años y mi padre 55 años, soy el menor. Mi padre se dedicaba a la agricultura y ganadería. Era, como se decía entonces, un gamonal, una persona muy querida y muy respetada en la comunidad. Vivíamos parte del año en Nicoya y otra parte en Puerto Carrillo, que es un lugar bellísimo. “Todavía tenemos una casona allá, y allá me voy a meter. Esa zona significa mucho para mí por lo que ha significado para mi familia. Ellos le escogieron el nombre Estrada Rábago, por el padre Estrada Rábago, que fue un español que vino con Juan de Cavallón, y 14
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trajo las primeras vacas y los primeros bueyes a nuestro país. “Ellos ingresaron por el Pacífico, por Puntarenas. El padre estuvo por la Península de Nicoya, en el área de Chomes. En atención a eso y que era poco común que se tratara bien a los indígenas, él fue un padre muy cristiano y se enfrentó a quienes maltrataron a los nativos. Mi madre sugirió al director provincial de escuelas que se le bautizara con ese nombre. “Fui a esta escuela primero y segundo grado. En ese momento, sólo teníamos hasta segundo grado. Era una escuelita muy modesta. La habían construido los vecinos del pueblo, entre ellos mis padres. “Después, nos pasamos a la Escuela de Nicoya. Al entrar a lecciones nos íbamos para Nicoya y nos íbamos para Puerto Carrillo para el tiempo de las vacaciones. Terminé la escuela en Nicoya. Era un buen estudiante. Ya me gustaba leer. Tuve la desventaja de que mi maestra era mi hermana. Lo digo en son de broma. Más bien, lo cierto es que Maruja, María Noemí Paniagua, fue muy importante en mi formación. Ahora tiene un hotel allá, se llama Hotel Curime”.
De Nicoya a Puntarenas y San José “Empecé en el Liceo de Nicoya y luego estudié en el Liceo José Martí, en Puntarenas. Mi familia tenía una empresa de lanchas de cabotaje. En esa época no había carretera a Guanacaste, sólo una rústica. No me tocó la época en que Bebedero era la entrada natural a esa zona. “Nosotros transportábamos personas, animales y 15
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granos de Sámara, Nosara, Carrillo, Islita, Bejuco, y otros puertos como Paquera y Montezuma. Todo se transportaba a Puntarenas. Teníamos amigos en Puntarenas, y un hermano mío estaba al frente de la empresa en Puntarenas. Por eso me vine al Liceo José Martí. “Se puede decir que fui buen estudiante, tal vez no la octava maravilla del mundo, pero esforzado. “Después me vine para la Universidad de Costa Rica. No tenía familia en San José. Yo le digo a los muchachos de ahora que es muy fácil estudiar y hay muchas facilidades para muchas cosas. Cuando eso, no había ninguna forma de comunicarse sino a través del correo. No había teléfonos en Nicoya ni en Puntarenas. Se ha avanzado muy rápidamente en pocos años. En los años 60, no había teléfonos, ni siquiera administrados. “Una vez que tuve una emergencia, tuve que comunicarme a través de la radio de la policía. En las comandancias tenían un sistema de radio comunicación, y era usual que la gente usara ese sistema cuando tenía alguna emergencia. La gente de la policía, muy solidaria, prestaba su colaboración. “En San José, cuando eso era muy usual que los estudiantes de zonas alejadas vivieran en pensiones. Las señoras daban alojamiento a los estudiantes, y se pagaba una mensualidad por la habitación, la comida, el lavado y el planchado de ropa. “Tuve la ventaja de que siempre me atendieron muy bien. Siempre viví en los alrededores de la Universidad de Costa Rica, en casas que se dedicaban a ese menester. Fue una época muy bonita, muy tranquila, en que compartíamos los estudiantes de diversas provincias. “Había lugares donde nos alojábamos 15, 20 ó 25 16
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estudiantes, y era muy divertido. Estuve estudiando Derecho e Historia. No terminé Historia porque luego, ya con el tiempo, fui asistente de algunos bufetes, entre otros, del Bufete Facio, Fournier y Cañas. En Historia llegué al grado de profesorado, y seguí estudiando Derecho”.
Profesores de lujo “Mientras estudiaba, también era asistente de la Cátedra de Historia en generales. Tenía de profesores a Teodoro Olarte, Constantino Láscaris, Anabel Garrido y Marina Volio. Cuando pasé a Derecho, tuve entre mis profesores a Alfonso Carro Zúñiga, Miguel Blanco, que fue presidente de la Corte Suprema de Justicia; Fernando Coto Albán, y Edgar Cervantes, que también fueron Presidentes de la Corte Suprema de Justicia; Fernando Naranjo; Eduardo Ortiz; Jorge Enrique Guier; Carlos José Gutiérrez, quien fue Ministro de Relaciones Exteriores; Rodolfo Piza Escalante; José Luis Molina Quesada; Fernando Volio, Fernando Fournier, Óscar Barahona Strebber… Tuve profesores de lujo. “Imagínese que, por ejemplo, después manejamos muchos juicios en común entre don Óscar Barahona Strebber y yo. Otro caso interesante es que al primer grupo al que le dio lecciones Rodolfo Piza fue al grupo nuestro. Tuvimos la virtud de graduarnos en poquísimo tiempo. La carrera de Derecho era muy larga, se hacía muy extensa. En esa época, sólo se impartía Derecho en las mañanas. Pero tuve la suerte de ser compañero de varios estudiantes cuyos padres eran profesores en la Escuela de Derecho. Fue así como logramos que nos 17
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impartieran lecciones fuera de esos horarios tan cerrados, que nos dieran cursos de verano. Entonces, una carrera que era de cinco o seis años la vinimos a sacar en poco más de tres años. “Trabajando en el bufete de Gonzalo Facio, recibí una beca para hacer un post grado en Derecho comparado. Me sirvió para ampliar mi cultura en Derecho más que para trabajar. Un Doctorado en Derecho comparado en ese tiempo nos quedaba grande aquí. Me fui para la Universidad de Nueva York. La beca era de un año. Era un curso corto de Derecho Comparado. Yo hablaba muy poco inglés. Había recibido cursos en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano. “Después de estar un año en Nueva York, al regresar fui a saludar a mi profesor, Don Fernando Coto Albán, que en ese momento era Presidente de la Corte Suprema de Justicia, y él me dijo, ´Adrián, ¿querés irte a Limón?´ Le dije, ´diay, no sé, ¿cuándo?´ Me contestó ´tenés que irte para allá ahora mismo´”.
En Limón “Don Fernando Coto Albán me obligó a decirle que sí. Como no era muy ducho en el Derecho Laboral, Don Fernando llamó a Álvaro Ciro Vargas, que era el Presidente del Tribunal Superior de Trabajo, y le dijo, ´mirá Alvaro, dále el ABC del Derecho Laboral Colectivo a Adrián, porque va a tener que resolver una huelga muy grande. En efecto, cuando llegué, había una huelga en Limón. Tenía paralizados los ferrocarriles, los muelles, las bananeras… Don Álvaro Ciro Vargas me dio algunos ´volados´. “Me fui a Limón a resolver ese asunto. Por ahí me 18
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quedé como juez varios años. Fui juez exactamente durante cuatro años. Llegué de 22 años de edad. No conocía Limón. Me impactó mucho la forma de ser de la gente. Limón estaba muy influenciado por los inmigrantes jamaiquinos originales. Todavía tenían banderas británicas en la casa, y eran muy respetuosos de la autoridad moral que tenía la corona británica sobre ellos. “Había mucho sindicato de izquierda. Era una época de mucha efervescencia social y sindical. Cuando llegué, me tocó enfrentar, de entrada, la fuerza de esos sindicatos. Hasta ese momento, era la huelga más extensa de la historia, incluyendo la de Calufa (Carlos Luis Fallas, escritor y activista de izquierda), en los años 30. No sólo era la más extensa por la cantidad de días, sino que había paralizado todas las actividades. No estaba funcionando el tren. Me tuve que ir en avión. Los vuelos comerciales de LACSA también habían sido suspendidos. No había vuelos por la misma huelga. Tuve que llegar en una avioneta del Ministro de Seguridad. No se me olvida que cuando llegué el aeropuerto estaba resguardado por la policía. “Empezamos a resolver problemas. Me encontré con el único juzgado. Hoy día los jueces se quejan de que tienen mucho trabajo, y atribuyen la lentitud en la resolución de asuntos al exceso de trabajo. Desconozco las estadísticas, pero le voy a decir esto: llegué al único juzgado que había en toda la provincia, desde el río Sixaola hasta Sarapiquí, abarcaba por la zona costera hasta Barra del Colorado, casi en Nicaragua, y casi hasta Turrialba. “Llegué a un juzgado que veía materia laboral, materia civil, Derecho de Familia, Derecho Agrario, que ni siquiera existía como disciplina aparte, ni existía el 19
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Derecho de Familia, por lo menos en nuestro medio. “Siempre se presentaban cosas interesantes porque la administración de justicia era muy difícil. Para ir a Guápiles desde Limón, era toda una aventura. Estaba en auge la titulación de tierras. No se hacía a través del IDA. Casi siempre era a través de los juzgados civiles. Teníamos que viajar en tren, y perdíamos mucho tiempo. Por dicha logramos algún acuerdo. Le hablé a Don Fernando Coto para que el Ministerio de Seguridad nos suministrara un avión, y más de una vez estuvimos a punto de morir por culpa del mal tiempo que impera en esa zona. “Corríamos serio peligro, sobre todo cuando tuvimos que hacer viajes a Barra del Colorado. Una vez nos extraviamos y fuimos a parar a un aeropuerto en Nicaragua. El piloto no volaba por instrumentos sino visualmente, se nos perdieron los puntos cardinales y nos pasamos un poquito… Imagínense el susto. “Como en ese caso, pasé por más de un susto, pero ahí estuvimos, al frente de ese despacho, hasta que salí por algo anecdótico. “Estaba en Limón un abogado con un gran prestigio. Don Fernando del Barco, quien tiene más de 90 años y mentalmente está muy bien. Él es un hombre muy inteligente, que ejerció una gran influencia en Limón. En ese momento, era un abogado muy connotado. Sólo había dos o tres abogados en Limón. Para ponerlo en términos agrícolas, cada uno tenía su parcela de clientes. Los otros abogados eran Don Daniel Zeledón Umaña y Don Carlos Silva, que yo recuerde. “Don Fernando tenía la clientela empresarial. Era el abogado de la Northern, el abogado de Recope, el abogado de las compañías navieras, el abogado de las compañías bananeras, de las empresas de transporte y de 20
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las fábricas. “Estando una vez Don Fernando en Europa, me llamó al juzgado y me dijo, ´Adrián, tengo una comparecencia dentro de tres días, en los tribunales, y realmente estoy muy contento aquí. He decidido retirarme, te llamo para que te hagás cargo del bufete y que te hagás cargo de la clientela a partir de ahora´. ¿Verdad que parece mentira? Pero así fue, como les estoy contando. Por supuesto que me tomó por sorpresa. Le dije, ´Don Fernando, no puedo hacer eso, tendría que preguntarle a Fernando Coto Albán´. Me dijo, ´no te preocupés, que ya yo lo llamé´. “Fernando Coto y Fernando del Barco eran muy amigos porque Fernando Coto inició su carrera judicial en Limón. Me contaban ambos que como la Corte no tenía muchos libros, la única Biblioteca Jurídica que podía llamarse tal era la de Don Fernando del Barco. Fernando Coto se iba a estudiar por las noches en la oficina de Fernando del Barco. “Una anécdota que me contaron ambos, de esa época de Don Fernando Coto en los Tribunales de Limón, que estaban en los altos del correo, es que llegó un campesino y pidió hablar con el juez. Don Fernando Coto accedió, y llegó el campesino y le dice, ´mire, quiero hacerle una propuesta, tengo un caso, vengo de hablar con Fernando del Barco, quien por llevármelo me cobra tanto, pero no me garantiza ganar, en cambio yo sé que usted como juez sí puede garantizarme ganar el asunto. Entonces lo que le voy a pagar al abogado, mejor se lo pago a usted, y usted da una sentencia a mi favor´. Don Fernando Coto, que era muy inteligente, no se puso a pegarle gritos al cielo, sino le dio una lección, le dijo, ´mire, la ley dice que si usted me hace esa propuesta, yo tengo que denunciarlo a la policía, y a usted se lo llevan detenido, entonces 21
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hagamos esto: usted todavía no me ha dicho su nombre, bájase ahí, queditito, y se va corriendo, mientras voy a la policía a denunciarlo, como no sabremos quién fue, la policía no va a poder agarrarlo´. Efectivamente nunca volvió por los tribunales. “Cuando me dijo Don Fernando del Barco, siempre llamé a don Fernando Coto, que era un poquillo tartamudo… Me dijo, ´que que Adrián, salíte tres meses, a ver cómo te va´. Me fue bien, renuncié y me quedé con el bufete. Cuando regresó don Fernando del Barco, aquello todavía me parecía mentira. Sólo llegaba a darme consejos. Tenía unos 62 ó 63 años. Eso fue a mediados de los años 70”.
Abogado de las grandes empresas “De un momento a otro me convertí en el abogado de las empresas de la zona. Don Fernando del Barco también había sido empresario bananero, y se entretuvo con otras actividades. Siguió llegando al bufete, y tuvimos una relación muy bonita, de mucho respeto… Él era muy reconocido. La gente en Limón le tenía un gran respeto. Era casado con una hermana de don Hernán Garrón. Don Hernán era un hombre muy influyente en el país. Ya había sido Ministro de Agricultura y Diputado, luego, fue precandidato presidencial y fue Ministro de Seguridad de Óscar Arias. “Aunque ahora tengo mucha actividad empresarial, todavía tengo el bufete. Ya los asistentes están en la misma condición en que estuve yo con Don Fernando. Estoy más relacionado con las compañías bananeras. “Desde que empecé en el bufete, en el ejercicio de 22
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abogado de ese bufete tenían que combinarse ambas condiciones, la de abogado y la de empresario. Me nombraron curador en varias quiebras de compañías bananeras. No obstante que era un puesto de administración y de tutela de la empresa y de los acreedores de la empresa, tenía que ejercer como empresario. “Un poco después compré una finca a un alemán en la zona de Estrada de Matina, Ernesto von Estorre. Era un hombre muy reconocido. Compré esa finca con el ánimo de sembrarla. La compré con los honorarios que me gané en una curatela de una de esas fincas bananeras que acabo de mencionar. “Es curioso: en el ejercicio de esa curatela había venido a hacer una inversiones a Inversiones Samma, porque Rolando Ramírez Paniagua, ex Ministro de Gobernación de Don Óscar Arias, y ex Gerente del Banco Nacional, me llamó porque estaba transitoriamente en Samma, me dijo, ´vení para ofrecerte un paquete de inversiones´. Él es ramonense, su mamá es hermana de mi papá. Conocí a la gente de Samma a la par de ese primo. Conocí a Víctor Oconitrillo, Álvaro Sancho y Jorge Donato, que son los fundadores de Grupo Samma. Vea lo que son las coincidencias, vine a hacer las inversiones, y cuando liquidé la quiebra y saqué avante la empresa, se le pagó a los acreedores, y el juez me liquidó mis honorarios, me fui y compré esta finca. Era Semana Santa. La compré un Jueves Santo. Hice la opción de compra. Estaba soltero. Me fui para Guanacaste. Estando allá, recibí en un teléfono público administrado una llamada del presidente de Samma, Álvaro Sancho, quien me ofreció comprar la finca que acababa de comprar yo. Llamó para ofrecerme el doble del precio en que la había 23
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comprado dos días antes. No quise vendérsela. Le dije, ´tengo la posibilidad de comprar otras fincas alrededor de esta, constituyamos una sociedad, hacemos una finca más grande, y con costos fijos a escala más bajos, nos beneficiamos todos´. “Esa primera finca era de 150 hectáreas. Nos asociamos en esa primera finca, hicimos una finca como de 400 hectáreas, la sembramos de banano. E independientemente del grupo, fui comprando otras fincas. Finalmente, hace un par de años le compramos las acciones que tenía Don Álvaro Sancho. “En todas las fincas pusimos un gerente. El gerente es el ejecutor. Siempre estamos detrás de todo, vigilantes de los costos y de los rendimientos…”.
Conciencia social bananera “No quiero jactarme de nada, pero creo que hemos trabajado con conciencia social, hemos hecho escuelas, hemos creado parques recreativos, hemos hecho donaciones para que se instalen clínicas, para que se construyan escuelas, y también hemos donado terrenos. “Participo en varios grupos de socios. Don Víctor Oconitrillo y Don Henry Zamora, de Samma, están conmigo en un grupo. Otra cosa que hemos tenido como práctica es darle una participación accionaria a los ejecutores del proyecto, que son el músculo y el cerebro del proyecto. Ha participado con nosotros un hombre muy capaz que es el licenciado Carlos Mora Corrales. Él también participa en otros proyectos en que no participan Víctor y Henry, mientras que en otros proyectos está conmigo Don Martín Gómez. La salida de Don Álvaro Sancho fue posterior. 24
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“Aparte de nuestra finca inicial, compramos otras fincas con el mismo grupo. Tenemos unas 1600 hectáreas. Tengo unos quince años de ser bananero. Lo que más me llama la atención de la actividad bananera es su impacto social tan positivo. Uno inicia un negocio para ganar dinero, por supuesto, porque no voy a empezar un negocio para perder, pero se puede ayudar mucho a través de una actividad exitosa. Yo lo veo así. Si yo empiezo un negocio que no es un negocio lucrativo, no sólo no me da a mí, sino que me imposibilita ayudar. “Sin que quiera jugar de mecenas, se puede ayudar a la comunidad, se puede ayudar a los empleados directos a tener un mejor sistema de vida, se puede destinar premios a la cultura… Lo digo porque lo hemos hecho. Se puede incentivar el deporte. Es algo en lo que también hemos participado. “Uno de los grupos se llama Aproveco, Aprovechamientos Ecológicos. El hombre es como el lobo de Darío que para comer tiene que matar. Muchas veces para sembrar banano uno tiene que cortar árboles, pero igual hemos tratado de hacer la actividad lo menos dañina al ambiente. “He tenido una preocupación por destinar áreas de reserva, que sirvan de santuarios para la fauna, que es tan abundante en nuestro medio. En ese sentido, nosotros hemos procurado dejar secciones para la eternidad en que no cortamos un solo árbol, y no permitimos que entre gente a molestar a la diversidad de pajarillos y animalitos. “Yo, personalmente, tengo grupos de reserva de unas 1500 hectáreas de reserva, en el cantón central. Hay una área del río Peje en que tengo áreas de reserva. También tengo áreas de reserva en Horquetas de Sarapiquí. Son tierras propiamente aledañas a las fincas bananeras, que 25
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están en los cantones de Matina y Limón”.
Pionero en piña en el Norte “Una de las razones por las que me gusta el banano es porque es una fuente de trabajo. Le voy a contar una anécdota, una vivencia… Me fui un día con este señor que me ayuda a ejecutar un proyecto, se llama Martín Gómez, a ubicar unas tierras que íbamos a comprar. Ya cansados, llegamos a una pulpería muy chiquita del pueblo, para tomarnos un refresco. Empezaban a llegar los niños a comprar dos tajaditas de mortadela, a comprar un huevo, a comprar un bollito de pan, dos bollitos de pan… Hasta ese momento no estaba decidido en comprar la finca, pero le dije a don Martín, ´vamos a comprar esta finca porque esta gente necesita mejorar su situación económica, necesita una fuente de trabajo´. Así lo hicimos. Un año después, al llegar a esa misma pulpería, encontramos con que los mismos chiquitos llegaban a comprar dos kilos de huevos, más pan y más tortillas… Es decir, el efecto multiplicador del salario que pagábamos se había extendido a todo el pueblo, y ya tenían más dinero para gastar. Esas son las satisfacciones que me da la actividad. “En esa magnífica relación que he tenido con las compañías comercializadoras, como abogado y como amigo de los gerentes, he conocido a mucha gente. En esa situación llegó un ex bananero un día a mi oficina. Curiosamente, a pesar de ser gran amigo mío nunca me dice Adrián, me dice ´licenciado´. Ese amigo se llama Alfredo Herrera Solís. Me dijo, ´licenciado, me dan un contrato para sembrar piña en la región del Atlántico, y 26
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en la única persona en quien he pensado para asociarme es en usted´. A partir de ese momento empezamos a hablar del negocio, empezamos a buscar la finca, fuimos a San Carlos, aterrizamos en Sarapiquí, e iniciamos con la que podría ser la finca pionera de piña en el Norte. “Fue el primer proyecto que se sembró. Empezamos un día de mi cumpleaños, un 13 de agosto del año 90. Así empezó la actividad piñera. Del Monte otorgó tres o cuatro contratos, a los Montealegre, a un señor Cooper, a una gente de ´Hacienda Ojo de Agua´, y a nosotros. Nosotros fuimos los primeros que sembramos. “Fue hace quince años. Empezamos un 13 de agosto. Sembramos primero 100 hectáreas, subimos a 800 hectáreas, y hace muy poco tiempo, le vendí mi parte a don Alfredo Herrera, y compré una fábrica para procesar jugos y concentrados de piña y de otros productos. Vamos a procesar mangos y melón. Soy productor de mango en el Pacífico, en Playa Ostional, que es bellísima. Soy productor con mis hermanos. En esto estamos tres hermanos. Tenemos 150 hectáreas de mango. “Soy fundamentalmente hombre de negocios, pero me da la impresión de que se está sembrando mucha piña. Somos el primer productor de piña, es cierto, pero se están desplazando otras actividades, como las lecherías, que han subsistido por muchos años, y que han tenido éxito. Me da la impresión de que se está cometiendo un gran error y da mucho miedo que la actividad colapse, como colapsó el palmito. Yo no sembré palmito, pero sí hice un vivero, y en proporción a la inversión hice grandes negocios con palmito. Por esa inquietud que tengo con respecto a la piña, he comprado esta fábrica procesadora, porque creo que puedo ayudar. “Aquí, el problema que existe es que usted pone 27
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una pulpería en una esquina y le va bien, pero al año le ponen una pulpería en cada esquina de la cuadra, y un año después todas quiebran. “También hay que llamar la atención de la banca de desarrollo. Le voy a poner un ejemplo. Cuando sembramos la finca de piña, que era la primera, nadie me prestó plata. Me decían ´mejor sembrá banano, y te prestamos lo que querás´. Cinco años después estaban ejecutando a un montón de bananeros y la piña empezaba a tener auge. Ahora el fenómeno puede perfectamente revertirse. “Soy muy inquieto, conservo las fincas ganaderas que nos heredaron nuestros padres, y hemos comprado fincas en Guanacaste, siguiendo los pasos de mi padre, que sembró árboles cuando todo el mundo destruía bosques, hace 50 años. Tenemos áreas reforestadas en Guanacaste gracias a la visión que nos dio mi padre. “Estoy casado con Nidia Acón, prima de Jorge y de Roberto Acón. Hemos tenido toda la vida un gran cariño por los Hermanos Acón. Son muy emprendedores, muy inteligentes y muy sagaces. Tenemos grupos diferentes, y les admiro todo lo que han conseguido. “Tenemos dos hijos, Daniela, de 25 años, y Adrián, de 23. Daniela estudió Banca y Finanzas así como Economía, mientras que Adrián está terminando Comercio Internacional. Daniela está en la fábrica, y vive en San José. Aquí tenemos oficinas, en el Centro Colón, y ella viaja si tiene que viajar. Está soltera “A Adrián, vamos a ver si lo ponemos a encontrarle salida a eso que estamos produciendo. Mientras tanto, está con las fincas ganaderas en Limón. Me ayuda también en Guanacaste. “Hago mucho ejercicio, todos los días, juego tennis y 28
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futbol en gimnasio, futbol cinco. Me fracturé y estuve un año fuera. Por eso estoy un poco más gordo. Me gusta mucho leer. Ese es mi gran pasatiempo, absolutamente. Extraño a Enrique Benavides, a Cristián Rodríguez, a Teodoro Olarte, a Constantino Láscaris… Me parece que el periodismo de ahora es muy negativo y muy light. “Me gusta mucho Limón. Por supuesto que Guanacaste me encanta también. Me gusta mucho la actividad piñera y la actividad bananera. Me gusta estar activo en Limón. Llevo una vida casi pastoril. Mi casa está a los cien metros de mi oficina. Vivo frente al mar, si algún día quiero tomar un bote o un kayac, me voy tranquilo… “En la zona donde vivo, todavía se puede encontrar esa Costa Rica de hace unos años, en la que los vecinos se sentaba en la acera por la noche. He sabido delegar. Dios me ha dado mucha habilidad o ha puesto en mi camino a las personas adecuadas, empezando con mi esposa. Dios me ha regalado la visión y el instinto que me han permitido tener magníficos gerentes en todas las empresas que son magníficos ejecutores, así como tener magníficos socios, que son, primero que todo, verdaderos amigos. Las empresas me han permitido ayudar. El hecho de contar con un sistema de becas, de donar terrenos para centros educativos y clínicas, de aportar para la construcción de escuelas y de ayudarle a la comunidad me hace una persona muy feliz”.
José Agustín Herrera Navarro 29
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El gran símbolo bananero de Siquirres Él es el gran símbolo del bienestar social que genera la producción bananera. Da gusto ver cómo trata a su gente, de qué manera hace que todos en su finca sean parte de su familia… Él vive con ellos. Su casa está al lado de la casa de su gente. Su esposa es quien se encarga de todas las áreas verdes, y él es el gran motor espiritual de la lucha de todos los días en una zona de Siquirres que es conocida en el mundo entero como la capital del desarrollo humana gracias a la producción bananera. El responsable es Don José Agustín Herrera Navarro, un hombre sencillo y humilde, con un don de gentes impresionante y una mística a prueba de todo. Don Agustín nació en Limón. “Mis padres vivieron en las siete provincias. Mi padre no era académico ni profesional. Tuvo un crédito tan fabuloso, una credibilidad y un respeto por los demás, que tuvo negocio en todas las provincias. “Mi papá fue atraído a Limón por don Carlos Manuel Fernández Prestinary, odontólogo, y don Abel Robles, quien era gobernador y estaba casado con doña Niní Fernández. Don Abel era capitán de puerto, igual que lo fue don José Rossi, el papá de don Jorge Rossi Chavarría. “Ahí había personajes, casi autoridades, que eran verdaderamente timbre y orgullo de Costa Rica, como los Alvarado Sandoval, que eran muy conocidos. “Mi padre tuvo en Limón el hotel Palace. Fracasó en él dada la crisis de 1928 y 1929. Entonces, con los pocos cincos que tenía, hizo un negocito que llegó a ser 30
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muy grande, ´La Proveedora´. Ese fue el motivo de que perteneciéramos en Limón muchos años. Después de mucho tiempo, mi abuelo se lo vendió a don Rogelio Pardo, al abuelo de don Rogelio Pardo Evans, el ex ministro de Salud y de Ciencia y Tecnología. “Luego de Limón, vivimos en Puntarenas, Quepos, Golfito, San Isidro de El General…Anduvimos mucho, rodamos mucho y tuvimos muchas oportunidades de aprender. “Mi padre, Manuel Antonio Herrera Sáenz, y mi madre, Anita Navarro Alvarado, vivieron 94 y 95 años respectivamente. Cuando me voy a hacer un chequeo al médico, me dice ´vamos a tenerte que llevar al paredón para que te murás´. “Empecé la escuela en la Tomás Guardia, en Limón, donde fui compañero de Óscar Cruz Salazar, otra persona que luego se metió a bananero. Después estuvimos en el Seminario juntos. Estuvo primero en el Colegio Seminario y luego en el Colegio Los Ángeles. Llegué hasta cuarto año, no quería estar interno, y mis papás no aceptaban de otra manera. En el Colegio Los Ángeles, fui compañero de Arturo Durman Carranza. Lo recuerdo con mucho cariño. “Yo no era muy buen estudiante. Quería trabajar. Tampoco fui muy enamoradillo, apenas lo normal. Apenas cuando estaba terminando, me vine a San Isidro de El General con mi padre. Él estaba establecido con una finquita. “Mi padre fue un gran trabajador. Una vez llevó 150 mulas vendidas a la carretera Interamericana, saliendo del colegio Liceo San José, donde estaba la plaza de arreo. Duramos ocho días con las primeras cincuenta mulas, durmiendo de camino en las casas de gobierno. 31
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La mula es una bestia sumamente inteligente, más que el caballo”.
Abacá “Ahí, en San Isidro, trabajaba con mi padre. Él se había instalado con una pequeña finca ganadera. De ahí empezó la herencia de nómada. Yo quería volver a Limón. Obtuve un trabajo en las plantaciones de abacá, en Manila, y me devolví. El abacá era materia prima para los famosos chicotes, los mecates de La Marina. Era una industria que había florecido en Filipinas, y cuando Filipinas quedó en poder de Japón, el gobierno americano firmó un contrato con la United Fruit Company para que sembrara en Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panamá. El abacá es una musácea, es una planta muy parecida al banano… Hay unas variedades más frondosas, más altas, unas de color morado en la corteza, que nos servían mucho. Bungalalon y tongongon eran las variedades que cultivamos. La semilla venía de las Filipinas. “Me vine inicialmente como oficinista, en 1950. Tenía como 21 años. Estuve trabajando en Manila, en Cultivez… Luego pasé a labores de campo. Quiero hacerle un énfasis muy especial a lo que le voy a contar. Considero que fue una gran suerte haber trabajado con costarricenses de muy buena estirpe, de mucho humanismo. Vale la pena mencionar algunos nombres, Guillermo Oreamuno Flores, José Chaves Limonta, Luis Pattoni Castro, Humberto Odio González, y recuerdo el nombre de algunos extranjeros, norteamericanos y suizos, gente que quería a este país, como Willy Hug, suizo, casado con una señora de aquí, que el papá tuvo fincas en Guápiles, un señor Piza. 32
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“Trabajé en administración de fincas, primero como ´time keeper´, como asistente de mandador y como mandador. Después sucedió algo totalmente inesperado y que me puso a trabajar en algo diferente. “En ese momento se presentó la oportunidad, con don Pedro Zuchett e hijo, de trabajar como operador de dragas. Con el permiso de la compañía, y en vista de la escasez de operadores de dragas, la United consintió en que aprendiéramos un grupo de costarricenses, y los encabecé yo. “Los salarios de los operadores de dragas eran altísimos. Decían que ganaban más que los gerentes. Era por contrato. Había salario base y cubicaje. Ganábamos hasta mil dólares, que era mucha plata”.
En el Pacífico “Cuando se terminó la actividad del abacá, pasamos al Pacífico, a Coto 47. Ahí tuve la suerte de conocer a don Alberto Sandí, que trabajaba en Relaciones Laborales y a un grupo muy buenos costarricenses, de los que aprendí mucho. Cuando pasé de la draga a labores administrativas en fincas de banano, con gente muy especial, me orientaron muy bien. Tuve la gran suerte de haber topado con gente que lo orientó muchísimo a uno en lo principal, la relación humana con las demás personas. “Me topó con gente como Eduardo Palavissi Mora, Claudio Dittel Valerín, Jorge Asch, Laureano Hurtado, gerentes que llamo yo que ya estaban tropicalizados, que querían a este país y gente de este país, así como Flecher A. Hacth, quien fue con los años el primer gerente de ASBANA, hoy CORBANA, a la par de Édgar Quirós 33
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González como subgerente. “En el sur primero estuve como operador. Cuando vino la huelga del 60 y se redujeron las operaciones, fui trasladado al Departamento de Agricultura como mandador de finca. Estuve al frente de Finca 55. “Después pasé a asistente del superintendente de distrito, y luego pasé a relaciones laborales, lo que se llamaba Director de Relaciones Laborales, en Golfito. “Viví allá como 17 años, siempre de empleado de la compañía bananera de Costa Rica, la que hoy día es Chiquita Brands. Cuando se fue la bananera, aquello fue una debacle. El sur pasó a vivir abandono y pobreza. “En ese momento, ya me había venido para el Atlántico. Cuando se habló de que se iba a hacer la división de Sixaola, renuncié al Pacífico porque quería volver a mi provincia. Me llamaba mi provincia a dar la pelea. “En ese momento me convirtí en empresario, muy bien apadrinado, eso sí. Estuve en exportación de plátanos y chayotes con Édgar y Fernando Figueres. Manejaba lo que era la exportación en el Atlántico. Ya esto era independiente. “Ellos compraban todo el producto, los chayotes en Paraíso de Cartago, y los plátanos en la Zona Atlántica. Estuvimos como cuatro años en esa actividad. Y se presentó una nueva oportunidad cuando se fundó País S.A., que era una empresa mixta entre la compañía bananera y el Estado. Se inició con un 60 por ciento de la compañía y un 40 por ciento del Estado, pero ahora está arrendado a BANDECO con opción de compra”.
País S.A., Sixaola 34
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“En ese tiempo eran 1700 hectáreas en Sixaola, desde Bribrí hasta el puente. Por tener muy buena relación con la compañía y también con el gobierno de don Daniel Oduber, llegué a fungir como presidente de País S.A. “Iniciamos siembras de palma y áreas experimentales en maní, en tabaco, en maíz, todo en la zona de Bribrí. Todo esto fue en las postrimerías del gobierno de don Daniel. “Quiero hacer mención de don Richard Johnson, quien fue fundador de Grupo Numar, y en ese momento había vendido Numar a la compañía bananera. Ya estaba la palma en el Pacífico, y Richard Johnson fue nombrado Vice Presidente de la compañía bananera, por lo que participó con gran capacidad en las negociaciones de País S.A. Era un gran caballero. “Cuando vino el cambio de gobierno, y que entrara Carazo, yo opté por irme, lógicamente, antes de que me cortaran el rabo. Preferí renunciar, pero pensé en quedarme en Limón. Entonces vino la oportunidad de San Alberto. “La compañía quería tener productores independientes en el área de San Alberto. Escogió en un grupo de empleados y ex empleados, entre el grupo estábamos Houston Lacombe; Richard Johnson, quien después le vendió a Chiquita; Johnny Pastor, padre de Juan Antonio Pastor, y este servidor. Luego se completó el grupo con don Laureano Hurtado, en finca San José. “No había plata. Entoces, ahí viene lo bueno: nos cobijó el fomento bananero, de parte de don Daniel Oduber, que lo había dejado encaminado, con don Luis Alberto Monge siendo diputado. Una vez que firmamos nuestros contratos de desarrollo con Chiquita, obtuvimos crédito del Banco Nacional, y arrancamos 35
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con todo el apoyo de ASBANA. En ese tiempo todo el financiamiento era para desarrollar estas fincas”.
San Alberto “Quiero hacer mención de algo muy especial: lo que aprendimos con toda esa gente lo puedo resumir en una palabra, ´orden´. Pagamos las fincas en un poquito menos de cuatro años. El plazo era de diez años. Paradójicamente, nos ayudó mucho Carazo, con su golpe económico, porque la deuda era en colones. Queríamos pagar, y todo lo que entraba era para pagar. “Fuimos muy honestos al pagar. Un productor nos dijo, ´¡qué bárbaros ustedes, pagarle al Banco en ese término, al Banco se le paga de último!´ No creo que sea así. Ese día, que nos dijeron eso, estaban presentes Jack Lobe y Houston Lacombe. “Mi respuesta fue que el Banco nos había sacado de asalariados a empresarios, y que era plata del pueblo costarricense, que lo menos que podíamos hacer era retribuirle esa confianza al país, para que financiaran a otros bananeros. “Sembré en 1979. Empezamos el 4 de junio de 1979. Un día le dijo el periodista Leví Vega (qdDg) en estas sillas a Houston Lacombe que si San Alberto producía mucho porque eran las mejores tierras y le respondió que no. Le dijo que San Alberto producía mucho por el calor humano. “San Alberto es el pueblo. Es un caserío del distrito de Siquirres. Los abogados sacaron los nombres de las fincas del sombrero: Monte Blanco, Estrella, Laureles del Trópico y San José. “San Alberto se llama así porque San Alberto era un 36
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santo muy milagroso… Así que venimos bendecidos desde el cielo. En San Alberto he tenido grandes lecciones de vida. “Sé que la primera escuela es el hogar. Mi padre fue un hombre muy afable, muy amigo de colaborar… Eso lo aprendí en mi casa. Y la otra gran escuela de mi vida ha sido gente como la que le he mencionado. A esa lista que he ido diciendo a lo largo de la conversación, agrego a personas como don Abel Pacheco Tinoco, un gran humanista, con una innata alegría… Sabía apreciar a sus subalternos, en todos los niveles. Eso he querido llevarlo adelante hasta los últimos rincones de mi finca y de nuestro trabajo. “La finca es mi patrimonio más querido. Deseo permanecer aquí hasta que Dios quiera. Me siento muy orgulloso de lo que hemos logrado en equipo. Esto no es obra de un hombre, es obra de en equipo. “Mi señora, María Cecilia Astúa Vargas, es de Mata Redonda, en San José, y ha sido fundamental para el crecimiento integral de San Alberto. La conocí en Limón. Llegó de profesora de inglés. Ahí nos conocimos. La realidad es que ella adora esta finca porque la hicimos juntos. Me siento muy orgulloso de lo que hemos ido consiguiendo hasta en las zonas verdes del área residencial, y aunque los jardineros son tres hombres con mucha creatividad y espíritu de trabajo, la mística y el cariño por esto se los ha infundido ella. Todo esto que usted ve aquí, y que es tan bonito, se debe a esa gente con gran cariño por la tierra. “Yo siempre digo que es una bendición haber nacido y haber vivido en este país tan lindo, con gente tan especial… Querer esta tierra es aferrarse más a esta patria, al terruño. Ahora, tener amigos como tanta gente 37
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que trabaja con nosotros y que ya son parte de mi familia, lo considero un tesoro. “A Dios le doy gracias por todo lo que me ha dado, y no le pido más… Tengo dos hijos, María Cecilia y José Guillermo, José por José Agustín, que es mi nombre, y Guillermo por el nombre de mi suegro. Los quiero muchísimo. Ella tiene 29 años y él 24. Los hemos enseñado a ser honestos, trabajadores y muy esforzados. Eso es lo fundamental”.
Producción bananera “Para la producción bananera, ahora todo depende de la apertura del 2006, de lo que se logre para los países latinoamericanos en Europa… Si hay apertura, sé que Costa Rica podrá competir con las grandes cualidades de nuestra gente. Esa es la esperanza. Mientras tanto, tenemos que ser valientes, sosteniendo esta situación. Tengo gran fe en aceptar el reto por Costa Rica y en salir avante. “Una bananera son 24 horas de trabajo, 24 horas porque usted está pensando en la actividad, usted lo ve aquí, en San Alberto. El esfuerzo que aún en estas circunstancias hacemos para que nuestra gente viva mejor, estimando a nuestra gente y a su familia, es lo más importante para nosotros. “Con gente así, vamos a dar la pelea, con optimismo. La mejor calidad es nuestra gente, como apunté en un rótulo en la planta empacadora. Aquí le damos premios a la gente que inventa algo que mejore, que sugiere cambios para mejorar, mejoras a los sistemas, tanto de seguridad como de rendimiento. “Tenemos un premio de asistencias: si en seis meses 38
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no ha faltado ni un solo día laborable, recibe un premio de 40 mil colones. Es un gran incentivo. En este país, hoy día hay algo muy serio que son las incapacidades, tanto en las empresas privadas como en el Estado. Este premio que le damos a nuestra gente ha redundado en que la gente se cuida de no herirse. Nuestra gente es gente que no te falta un lunes, jamás. Eso ha contribuido a evitar accidentes; en cambio, en otras empresas, hay doctor, y seguramente dicen, ´ay, doctor, incapacíteme porque me lastimé un dedo´ “También tenemos la política de pagar las prestaciones cada seis meses, como reconocimiento al buen trabajador, con la oportunidad de que se reintegre nuevamente a la empresa. “Lo hacemos cada seis meses. El código reza que para pagarle las prestaciones a un trabajador uno tiene que calcular el promedio de los seis últimos meses, o sea, 180 días, que es un período corto, y se ve cerca “Te quiero llevar a que entrevistés a mi gente. Esa fue la condición que te puse para esta entrevista. Aquí la gente busca cómo trabajar mejor. Por eso es que la empresa privada produce tanto. “Un día de corta, aquí tenemos listos seis contenedores a las cuatro de la tarde, y esto con sólo 43 personas. Una vez, unos guatemaltecos vinieron y me dijeron que a las cinco de la tarde sacan cinco contenedores pero con 90 personas. También se extrañaron de no ver a empleados descalzos. “Además, aquí es rendimiento con calidad. Yo le diría que un promedio de salario de nuestra gente, tanta de campo como de la empacadora, puede ser de 5 mil, 5200 diarios, poniéndolo bajo. Tenemos deshijadores, apuntaladotes y paleros que ganan más… 39
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“Trabajamos en períodos de 24 días. Los días del mes que van sobrando se convierten en un período al final del año. Es un treceavo período…”, concluye don Agustín Herrera, quien, con mucha razón, ha sido galardonado con un premio por su gran labor humana, es el Premio a la Calidad de Vida, de la Defensoría de los Habitantes. Se lo otorgaron en el año 95. También ganó el premio al Agricultor del Año, en el año 91, otorgado por la Unión de Cámaras. Él se merece eso y mucho más. Es un gran símbolo de la producción bananera. Y retribuye su fama y su honor con su trabajo y su trato con la gente de todos los días.
Álvaro Acosta Valerio 40
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Escudero de la armonía laboral Las luchas sindicales bananeras tienen dos lados de la moneda; en una cara están los sindicalistas, por lo general foráneos, ajenos a las fincas, que peleaban por reivindicaciones laborales y salariales, y por el otro lado están quienes defendían los intereses de las compañías. La historia de Costa Rica tiene un elemento adicional: esos defensores de la compañía también fueron escuderos del bienestar social, y fueron los responsables de que la compañía tomara ciertos lineamientos que todavía hoy serían imposibles en países como Ecuador y Honduras. Una de las personas que más trabajó en este sentido y que más tuvo que luchar en contra de la cultura de la huelga es don Álvaro Acosta Valerio, a quien le tocó mediar entre los sindicatos y la compañía durante la violenta huelga del año 69, en el Valle de la Estrella. Nació el 17 de marzo de 1928, en San José, hijo de Abraham Acosta Castro y Clementina Valerio Rodríguez. “Éramos ocho hermanos. Estuve en la Escuela Juan Rudín, en San José. Entre mis compañeros estaban José Luis Molina, quien luego fue diputado; Roberto Quesada Guardia, quien fue médico; un López Herrera que fue gobernador de San José… Después pasamos al Liceo de Costa Rica, de nuevo con José Luis Molina, y con Álvaro Padilla y Rodolfo Rojas Cortés. “Mi hermano Rogelio, que era ingeniero agrónomo, tenía una finca cafetalera en Puriscal, y me pidió que le ayudara. Apenas salí del Liceo de Costa Rica, me fui para la finca, le ayudé un tiempo, poco menos de un año, y empecé a pensar que estaba perdiendo el tiempo. Entonces se me ofreció una beca en El Zamorano a través 41
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de un tío mío, Juvenal Valerio Rodríguez, biólogo, que estaba trabajando allá. Me fui para El Zamorano, y regresé al país hasta después de la revolución, en el 49. “Regresé para trabajar con el CNP, que en ese tiempo estaba desarrollando un plan de granos básicos del cual formé parte como supervisor en muy diferentes zonas del país, desde la finca Altamira de San Carlos, la finca de don Gastón Peralta, hasta Guanacaste. Estuvimos a lo largo de todo el país, incluyendo la zona de Línea Vieja, que para ese propósito puso una secadora de granos básicos en Guácimo. El Presidente, Don Otilio Ulate, me recomendó y el embajador de Costa Rica en Estados Unidos, Don José Rafael Oreamuno, me consiguió una beca en la Universidad de Maryland. Estuve en una granja experimental en la pequeña comunidad de Veltsville, y vivía en Washington D.C. Viajaba todos los días. Estuve dos años allá, y saqué una maestría en cultivos extensivos, como arroz, maíz, frijol, sorgo y soya. “Cuando volví, estuve otros dos años más en el CNP. Después, todo cambió de rumbo. La institución dejó de ser una institución que impulsaba a través de asesoría técnica a los sembradores de cultivos extensivos para ser exclusivamente una institución que compraba los granos y los comercializaba a través de los estancos que tuvo en todo el país”.
Con la United Fruit Company “Se me presento la oportunidad de trabajar en Palmar Sur, con la compañía bananera de Costa Rica, United Fruit Company, en 1962. Inicié en Finca Ocho de Palmar Sur, como mandador de una finca. Mis jefes inmediatos 42
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eran Abel Pacheco Tinoco y Mario Volio Trejos. “Luego, se me trasladó a Finca Uno de Palmar Sur, donde estuve durante unos seis meses porque la división de Palmar Sur empezaba a declinar con la aparición de la enfermedad ´Mal de Panamá´. Con la sigatoka las plantas se ven con manchas, y después se secan; en cambio, con el mal de Panamá, la planta empieza a ponerse amarilla en una forma pareja, y en dos o tres semanas está completamente amarilla. Si uno mete el machete en el tallo, lo que sale es una agua maloliente. ´El mal de Panamá´ es un virus, mientras que la sigatoka es un hongo. Por eso es que para la sigatoka hay remedio, con fumigaciones manuales o aéreas. En esos años, las fumigaciones manuales se hacían con caldo bordelés, que era una suma de cal, sulfato de cobre y un elemento pegante, como el tritón. Debo decir que años después sembré arroz ahí, y adonde cayó caldo bordalés, no crece nada. Vale agregar que el uso de caldo bordalés implica una inversión super millonaria en tubería, ya que desde una planta central en cada finca, la planta consta de dos tanques mezcladores, uno para el sulfato y otro para el óxido de calcio, y un motor que impulsa la mezcla para toda la finca, mediante tubos primero de dos pulgadas, luego de una y media, y termina en boquillas de tres cuartos. “Estuve nueve años con la compañía, primero como mandador, luego como spray master, que es el que dirige el riego de caldo bordalés, y a mediados de la década de los años sesenta se introdujo el riego aéreo. Yo todavía estaba en el Pacífico. Estuve en Palmar y en Coto. Después regresé brevemente a San José, para orientarme qué iba a hacer, y se dio la circunstancia de que Rodolfo Martín, quien había sido compañero mío de estudios en 43
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el Liceo de Costa Rica, me ofreció trabajo con Standard Fruit Company”.
Valle de la Estrella “Me fui para el Valle de la Estrella en 1964. Ya estaba muy adelantada la plantación, casi terminada… Faltaban finca 20 y finca 18. Ya estaba completo el sistema de carreteras y también las plantas empacadoras con los ramales de ferrocarril necesarios. La Standard comenzó con pequeñas empacadoras a las que conocíamos como ´mini boxing´, pero se llegó a la conclusión de que esta operación era un poco dispersa, por lo que se construyó una planta central en finca 6 del Valle de la Estrella, a la que se llamó el ´boxing plant´. Cabe aquí agregar que antes de 1964, el banano se exportaba en racimos. Era cortado en las fincas bananeras, se sometía a un proceso de lavado, y se ponía en carros cerrados de ferrocarril que tenían una capacidad de mil racimos. A partir de 1964 se instauró el sistema de empaque, que consistía en tomar el racimo que venía del campo, desmanarlo, lavarlo, y empacarlo en cajas de cartón con un peso de cuarenta y dos libras cada caja. “En ese tiempo, el gerente era Stanley Black, mientras que Carlos Loría Colombari era superintendente de agricultura. Cuando él se fue para Babilonia, para Williamsburg, ya habían dividido el Valle de la Estrella en cuatro zonas. Estuve encargado primero de zona 1, después de zona 2, y luego se me encargó del boxing plant, que tenía en esos tiempos capacidad de procesar hasta cien mil cajas por día. “La operación de la planta se dividía en dos turnos, uno de las 6 de la mañana a las cinco o seis de la tarde, 44
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y el otro turno de siete de la noche hasta las seis de la mañana. Trabajábamos toda la noche cuando el número de cajas lo exigía. Fue un trabajo agotador. Yo tenía que estar en los dos turnos, a veces con muy poco tiempo para dormir. No era todos los días, generalmente dos o tres veces por semana, dependía de la capacidad del barco que estuviera en Limón. Estuve al frente del boxing plant tres años, y luego fui asistente de Stanley Black en la parte de personal y administración. Esto significaba visitar todas las fincas, hablar con todos los trabajadores, atender inquietudes y tratar de solucionarlas. Para esos días es que se estaban creando como pequeños sindicatos en cada finca, que la misma Standard propiciaba, con el nombre de ´asociaciones de trabajadores´. “Los diferentes grupos de trabajadores enviaban en cada finca a sus representantes a esas famosas asociaciones, en donde se reunían con personeros de la Standard para externar todas sus quejas. Se quejaban de que vivían dos familias en una sola casa, pedían que se les dieran tiquetes para viajar gratis a Limón, y peticiones por el estilo. Curiosamente, nunca se trataron asuntos de jornales. “Estas asociaciones a la larga hicieron un gran mal, porque se convirtieron en el embrión de los sindicatos. El proceso continuó con la vinculación de dirigentes foráneos, como Agustín Mendoza y Rodrigo Paniagua, que consolidaron el sindicalismo en las bananeras. El sindicato trajo inestabilidad. Dieron los primeros pasos hacia el problema que se avecinaba, una huelga bananera, en 1969, en el Valle de la Estrella, en la cual los sindicatos plantearon peticiones que estaban fuera de las manos de la Standard. En ese momento, en el Valle de la Estrella vivían 1500 trabajadores más todos los 45
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familiares. Se calcula que había 10 mil personas en el valle”.
La huelga del 69 “Se vino inevitablemente esa gran huelga del 69. Duró algo más de un mes. Se pararon las exportaciones de banano. La única vía de acceso, aparte del ferrocarril, era un pequeño campo de aterrizaje en Pandora. Los trabajadores de la Northern Railway se unieron a la huelga y paralizaron el suministro de alimentos, que era básico. No había por donde meter alimentos al Valle de la Estrella si no era por el tren. Ya no estaba Stanley Black, quien se fue a Europa, a manejar Euroban, que era subsidiaria de la Standard. Don Stanley era piloto y llegaba en un avión al Valle de la Estrella, un Sessna 172 que se llamaba ´La Estrellita´. Llamaba por radio, y decía ´voy a estar aterrizando en diez minutos´. La última vez que llegó, me dijo, ´sé que la cosa está muy difícil, no quisiera estar yo en su pellejo, pero tiene que mantenerse firme, con la posición de la gerencia´. Él todavía era el gerente, pero a los días lo mandaron para Europa. “Luego vino un nuevo gerente general, que había estado en Honduras. Nuestras oficinas estaban en el edificio de madera, viejo, que todavía está frente al Parque Vargas. Un día de tantos fui a Limón, a la gobernación, y me dijo el gobernador, Don Alfonso Solé, que el gerente de Standard había hablado con él, y que le iba a mandar un destacamento de cincuenta policías, que era un número respetable. “Esa acción de mandar la policía fue muy perjudicial, la gente había estado revoltosa, pero no habían perdido la calma. Aunque en huelga, la gente todavía estaba pacífica. Que llegara el 46
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destacamento de policía y que se pusiera la cosa violenta fue un instante. Como yo era el encargado y el enlace con la gerencia, me achacaron a mí la culpa. “Se puso violenta la cosa, empezaron a bloquear calles, no podíamos movernos de Pandora, de las oficinas y de la casa de la administración. Cortaron las líneas telefónicas, incendiaron una planta empacadora, la de la finca 16… “Cuando la cosa se puso en esos términos, el gerente me dijo ´convoque a una reunión en finca 6 a todos los dirigentes´. Llegó la mayoría, los representantes de las veinte fincas. La tónica de la reunión fue muy tensa desde el principio. Los trabajadores se mostraban inflexibles, y al final pidieron hasta alza de salarios. El gerente venía de una huelga muy dura en Honduras, ya tenía experiencia en huelgas, y me tiró todas las culpas a mí: ´don Álvaro es el encargado y pregúntenle por qué fue que traje a la policía´. Dije que la determinación no fue mía, sino del gobernador Alfonso Solé. “Pasamos en reunión todo el día. A las 7 de la noche, el gerente dijo ´pónganme por escrito todas sus peticiones, y en dos días tendrán mi contestación´. El gerente se fue para Limón. Tenía listo un motocar para salir corriendo. Los dirigentes pusieron sus reclamos por escrito, y mandaron la carta a la gerencia. El gerente vino otra vez de Limón a Pandora, nos reunimos en la escuela de finca 6, y les dijo, ´bueno, consulté con mis superiores en Nueva Orleáns, ustedes no están muy contentos con la actuación de don Álvaro…´. Valga decir que los otros no dijeron que estaban descontentos, simplemente guardaron silencio. “Se puso con una larga y otra corta, y quince minutos después dice ´esta reunión ha terminado´. A la noche, el 47
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gerente me llama y me dice, ´creo que mientras usted esté a cargo, no va a volver la tranquilidad´. “Ya estaba Mírter Henry Muery, que en cuanto a pleitos era un plato de babas. Este señor era el superintendente de agricultura, y sabía mucho, pero no tenía carácter. Él estuvo en la reunión. El gerente dijo, ´ya hablé con Mr Muery, y el arreglo es que lo despidamos´. Ese despido fue fatal, porque tuvo implicaciones. Me dijo que era un traslado, que me fuera para Guápiles, a trabajar con los productores independientes, o en Limón, pero sin contacto con los trabajadores. Me quedé pensando. Cuando sucede algo así, que el gerente no lo acuerpa a uno, que está al frente de la relación con los trabajadores, la verdad es que la imagen de uno está falseada. “Opté por renunciar. Aunque lo mío fue una renuncia, me pagaron todo. Las implicaciones para la compañía fueron muy graves. Pasó un tiempo, llevaron a un supervisor de relaciones públicas, con una posición dura, con el big steak, el gran garrote, y todo desembocó en que menos de un año después los empleados obtuvieron las ventajas que no habían obtenido que cuando yo estuve y mucho más… “Hasta ahí llegó mi actividad bananera, no más. Luego de eso, estuve con el inicio del seguro de cosechas. Me llamaron del INS porque en un principio se había pensado que estuvieran cubiertos también los bananeros. El gerente del INS era José Ángel Chacón, que fue compañero mío en la escuela y el colegio. Sabiendo la experiencia que había tenido en banano, me llamó para que cooperara con ellos. La póliza resultó en cero porque los riesgos eran muy grandes. “La solicitud que hicieron los bananeros para que se asegurara el cultivo del banano quedó en nada. El INS 48
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no la acogió porque no era rentable ni siquiera cobrando primas muy altas. “Si se toma en cuenta que una sola hectárea de banano en esos años valía 100 mil dólares, claro que el negocio no eran rentable para el instituto. No podían cobrar primas que cubrieran semejante inversión. Al fracasar la solicitud del banano, me quedé trabajando con el INS, que empezó por asegurar solamente granos básicos”.
La historia bananera en dos etapas “Desde los tiempos de Minor Keith, cuando se hizo el tendido desde Turrialba hasta Limón, él soñó con convertir todo eso en una zona bananera, a lo largo de toda la línea férrea. Tenía mucho de fantasía, pero él lo fue sacando adelante. A partir de esa idea que tenía don Minor Keith, le concedieron una milla a cada lado de la vía férrea hasta Limón, por 99 años. Es la culminación de la primera etapa de la historia bananera. Hay dos etapas, de 1872 en adelante, con Tomás Guardia como presidente, que fue cuando se empezaron a gestar junto al Ferrocarril al Atlántico las siembras bananeras, hasta 1950. La primera fase fue con trasnacionales, United y después Standard. No era lo más deseable, pero en esa etapa la producción bananera dio mucho trabajo. Costa Rica se salvó del hambre en la segunda mitad del siglo XIX porque hubo una fuente nueva de trabajo. La segunda fase, de 1950 a la fecha, se ha dado de la mano de los productores independientes. Aunque quedan ahí Standard, que es Dole; Chiquita, que es la reminiscencia de United; Bandeco, que fue West Indies, ahora los productores independientes son fundamentales. No sólo está diversificada la actividad, sino que colateralmente 49
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ayuda a una serie enorme de actividades en el país, porque aquí compran el cartón, los agroquímicos, es decir, se favorece a industriales colaterales. Antes de 1950 nada de eso ocurría porque todo tenía que venir de afuera. El gran cambio se dio gracias a los productores independientes, que tuvieron gran auge, y lo siguen teniendo. Lo que hicieron en ese sentido, figuras como Don Yoyo Quirós, Rodolfo Martín, Asdrúbal Carballo y Carlos Loría Colombari, sobre todo en la zona de Línea Vieja, es fundamental para la historia bananera de Costa Rica”.
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Antonio Álvarez Desanti
Un bananero con grandes rendimientos Es el más grande defensor de los bananeros en el mundo político. Y uno de los más importantes productores bananeros. Ha destacado por la calidad de sus fincas y por los altos índices de productividad. Antonio Álvarez Desanti nació en San José en julio de 1958, tiene 47 años. Es hijo de Isaías Álvarez y Dora Desanti. Creció en San José, en Barrio Vasconia, por Plaza González Víquez. “Papá era médico y cirujano, y mamá, ama de casa. Somos seis hermanos, cuatro mujeres y dos hombres. Soy el tercero de la familia y el mayor de los hombres. “Estuve durante la escuela y la secundaria en el Colegio Calasanz. Fui candidato a la presidencia en dos ocasiones y perdí las dos veces, pero luego, en la universidad, gané dos veces, primero para el Consejo Universitario y después para la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (FEUCR). “Empecé a trabajar en 1974. Asistía a un tío después de clases del colegio. Él es abogado. Se llama Jorge Desanti. Yo lo asistía haciéndole mandados. Eso me permitió llegar a la Facultad de Derecho conociendo buena parte del teje y maneje del Registro Público y de los tribunales. “Gracias a una frase que le oí a don Jorge Enrique Guier, que dijo que en el país había muchos codigueros y pocos abogados, entendí que tenía que mezclar esa experiencia práctica con una sólida formación académica. 51
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“Mientras estudié la carrera también trabajé. Siempre traté de mantener un equilibrio entre el estudio y la práctica. “Me casé por primera vez a los 18 años. Tres años después nació Adriana, mi primera hija. Mi primera esposa es la abogada Livia Meza. Ella trabajaba con el papá, y yo trabajaba con mis tíos. Ya llevaba mis propios cobros judiciales y muchos trámites registrales. Ellos me firmaban y me prestaban el protocolo. “Después de cuatro años de matrimonio, me divorcié al terminar la carrera de Derecho, y empecé a ejercer con mi propio bufete. “Después contraje matrimonio con Nuria Marín, con quien estoy casado desde hace 23 años. Tenemos una hija, que se llama Andrea”.
Función pública “Al tercer año del gobierno de don Luis Alberto Monge, él me invitó a formar parte de FERTICA, como presidente de la empresa, y meses después asumí la presidencia del CNP. “Fue ya mi debut en la primera línea de la política nacional. El CNP era una institución muy importante y muy grande. En ese momento, significaba que asumiera yo una posición ejecutiva de alto nivel. “De ahí pasé a formar parte del gobierno de Óscar Arias. Durante los primeros meses del gobierno permanecí en el consejo. Después fui nombrado Ministro de Agricultura, y en la segunda parte de la administración fui Ministro de Gobernación y Policía. “Cuando termina el gobierno de Óscar (Arias) me voy a estudiar mi maestría en los Estados Unidos, con Nuria, 52
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mi esposa, y las hijas. Adriana se fue con nosotros. Más o menos pasaba año de por medio con cada uno, con su mamá o con nosotros. “Adriana es hiperactiva. Ahora está montando un spa con servicios complementarios. “Estuvimos en Estados Unidos poco más de un año. Nuria y yo estudiamos en Harvard. Los dos sacamos nuestra maestría, Nuria en Política Internacional y yo en Derecho y luego un postgrado en Finanzas Públicas. “Regresamos al país y ahí fue cuando decidí entrar a la actividad bananera, en el año 92”.
Bananero “Entramos a la producción bananera por dos razones: una, durante el tiempo en que fui presidente de Fertica, y Ministro de Agricultura, me sorprendía lo bien estructurado que era el sector bananero y lo estables que eran sus relaciones entre productores y comercializadores. “Segundo, se estaba dando la entrada en vigencia de la Unión Europea. Eso significaba que el mercado europeo se iba a abrir. Pocos años antes, al haber caído el Muro de Berlín, se esperaba una reactivación económica en la Europa del Este, que generaría beneficios muy importantes a la actividad bananera. “Era una actividad que presentaba un futuro bastante interesante. Por eso fue que tomé la decisión de meterme en banano. “El primer proyecto que desarrollamos fue Bananera Calinda, en Pueblo Nuevo de Duacarí de Guácimo, una finca de 235 hectáreas que era puro potrero. La sembramos a finales de 1992. Tomamos una decisión 53
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difícil, pero valiente, que fue vender el banano a una empresa inglesa, JP, propiedad de un grupo jamaiquino. Nadie les vendía. Todo el mundo creía que estábamos locos, porque una empresa de ese tipo iba a sucumbir ante la apertura del mercado europeo. La decisión fue difícil, pero valiente. Al no abrirse el mercado europeo, y al entrar el régimen de licencias y cuotas que todavía rige en la actualidad, las circunstancias hicieron que esta empresa continuara siendo un excelente comercializador, al contrario de lo que le pasó a empresas como Chiquita, cuyo mercado se complicó. “Esto nos permitió mantener la estabilidad, y tomar decisiones de largo plazo, gracias a la solvencia que tuvo en el mercado la empresa JP. Pudimos cancelar rápidamente la finca al banco. Primero arreglamos con el Banco Anglo. Cuando la quiebra del Anglo, el Banco de Costa Rica le compró la cuenta. “Después tuvimos operaciones con el Banco Continental, y finalmente con el Banco de San José, con el que todavía tenemos relación. Gracias a eso, cancelamos el banco y pudimos hacer la ampliación de Calinda para llevarla a 300 hectáreas netas de banano”.
Las Valquirias “Posteriormente, compramos ´Bananera Las Valquirias´. Se llamaba ´Bananera Maravilla´. Le pusimos ese nombre en honor a la obra de Wagner. Por cierto, Calinda se llama así porque en un hotel de la Cadena de Hoteles Calinda, Nuria y yo pasamos la luna de miel. Quisimos usar un nombre que nos hubiera traído buena suerte. Es una cadena de hoteles en México. “Después compramos ´Bananera Patricia´, que era 54
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una finca pequeña. La ampliamos, la llamamos ahora ´Bananera Támesis´, en honor al río que cruza la ciudad de Londres, dado que fue el mercado londinense el que nos permitió crecer en la actividad. “Con las decisiones de la Unión Europea, en determinado momento JP perdió las licencias para comprar más banano en los países del área del dólar, así que ´Las Valquirias´ y ´Calinda´ se pasaron a venderle a Dole, y Támesis continuó con Del Monte, que era con quien había empezado. Está al lado de ´Las Valquirias´. “Tenemos por encima de las ochocientas hectáreas netas. La meta es llegar con las actuales tres fincas a 900 hectáreas, y, como grupo, llegar a las 1200 hectáreas con cuatro fincas. Va a ser ´Bananera Córcega´, y se llamará así porque mi abuelo Desanti venía de la isla de Córcega. Todavía no la hemos empezado a desarrollar. Estamos viendo opciones de compras. “´Calinda´ ha ganado en tres oportunidades el premio a la mejor calidad en los Estados Unidos, y dos segundos lugares, de la división de Dole, en Estados Unidos. Ganó la competencia entre todas las fincas de varios países en los Estados Unidos. “´Las Valquirias´ la ha ganado en dos oportunidades y tiene dos segundos lugares; ´Támesis´ ha estado en tres ocasiones entre las diez fincas más productivas del país…”.
¿Por qué tan exitoso? “Yo creo que el éxito de nosotros como grupo proviene de tres puntos. El primer punto es seguir el paquete tecnológico. Esto porque la finca da en la misma medida en que usted la alimente. Si usted mantiene la 55
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fertilización y los programas agronómicos, la finca se lo va a reintegrar. El segundo punto es una drástica disciplina financiera. Primero se paga al banco, proveedores y todos los gastos, y después se retiran utilidades. Los que siguen el camino de retirar primero las utilidades difícilmente logran levantarse. El tercer punto es una buena política con los trabajadores. Tenemos asociación solidarista y nos sentimos muy orgullosos de nuestra relación con la gente. La mezcla de esas tres cosas nos han permitido ser exitosos. “Acabamos de inaugurar dos aulas que regalaron mis dos hijas por parte de las bananeras a la escuela de Pueblo Nuevo. El año pasado dimos una ayuda sustancial para el aula de cómputo de la Escuela de El Limbo. “Igualmente, tenemos varios años de apoyar al equipo de básket de Limón. Y en el pasado tuvimos una escuela de futbol con Edwin ´Sarapiquí´ Salazar. “El desarrollo que permite la actividad bananera en beneficio de las comunidades difícilmente se tendría en el país con otros cultivos. La actividad es sumamente cambiante. Hoy se le puede informar a uno que hay un sobrante de banano, y a los ocho días hay aguaceros fuertes en algún lugar del mundo y más bien falta banano. “La actividad bananera tiene muchas cosas apasionantes. Una es sus dimensiones: por su naturaleza, cualquier finca de banano ya de por sí es una actividad muy grande, en empleo y en volumen… “Lo segundo es lo diversificada que está. Si bien es cierto que uno está en la parte agrícola, la actividad es sumamente sensible a la actividad marítma, a la comercialización internacional, a las políticas de comercio exterior, a la política en general… Por 56
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ejemplo, José María Aznar se había comprometido con Miguel Ángel Rodríguez para ayudarle al presidente de Costa Rica en ese momento en el conflicto europeo. Pero cuando ganó, necesitó el voto de los diputados canarios, así que se alineó con ellos a favor del banano canario. Era el único camino que le quedaba para conseguir sus votos. Y eso que Aznar y Rodríguez son como hermanos”.
Tendremos banano para mucho rato “Por su tamaño, la actividad bananera permite estar con lo último de la tecnología. Se puede investigar y producir de manera moderna, y a la vez dar margen para buenos programas sociales a los trabajadores y las comunidades. “Con respecto a los productores bananeros, creo que, en su gran mayoría, son personas muy de avanzada. En el campo de la producción, muchos bananeros son productores de avanzada, a los que no hay que explicarles las bondades de la investigación ni las bondades de las prácticas agrícolas. Además, son personas acostumbradas a la innovación constante, porque las prácticas agrícolas están en constante cambio. “Si me pregunta por los retos, lo primero que tengo que decirle es que la actividad bananera en Costa Rica sí tiene futuro. Estoy seguro de que, a pesar de lo que se dice de la producción bananera en Ecuador, que necesita de menos recursos porque tiene los costos mucho más bajos, e igual ocurre con otros países, Costa Rica tiene opción de ser productor de banano y un agente en el mundo bananero. Si de algo podemos estar seguros es que habrá banano
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por mucho rato en el país”.
Arturo Zúñiga
Bananero netamente limonense Arturo Zúñiga Ross nació el 27 de setiembre de 1944. “Nací en la bella ciudad de Limón, en la manzana 46. Mis papás se llaman Mariano Zúñiga Odio y Grace Ross Bonilla (qdDg) y somos tres hermanos, Corina, Isabel y yo”, cuenta don Arturo. “Crecí en Limón. Estudié hasta segundo grado en la Escuela Tomás Guardia, luego me fui a estudiar a San José, pero mi pueblo seguía siendo Limón, que era muy bonito. La zona americana de Limón era bellísima. Además recuerdo ´El nido de las víboras´, que era una esquina que estaba frente al Park Hotel. Le decían así porque la gente se sentaba a hablar de todo, a arreglar el mundo, y si uno estaba ahí, lo mejor era irse hasta el final de la tertulia, porque al que se levantara primero, los demás se lo ´comían´. “En Limón había edificios bellísimos. El mercado también era bellísimo. Los niños crecíamos en pleno contacto con la vida, con el mar y con la naturaleza. Teníamos una libertad que ya no existe. Recuerdo que una vez me tiré del segundo piso del Hotel Park, y caí en un montón de arena. Se me salió el aire, y me llevé un gran susto, pero nada más. Es que, según yo, fue que me tiré en paracaídas con un paraguas. ”También andábamos en bicicleta por el tajamar, y nadábamos de ´Los baños´ hasta el ´swiming´ sin parar. Bueno, parábamos un ratito en la roca del descanso, 58
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que quedaba a medio camino. A veces, cuando la marea estaba alta, costaba un mundo encontrar la bendita roca. Lo peor era venirse de vuelta, en pantaloneta y descalzos. “Íbamos a hacer guerrillas al potrero de Gólcher, a tirar piedras con las pandillas… El jefe de la pandilla mía era Rigo Mohs. Yo era el menor de la pandilla. “Comencé a estudiar en inglés con Miss Jessie, todavía me acuerdo del librillo, con un dog, un perrillo en la portada”.
Anécdotas “Cuando comencé a estudiar en la Escuela Buenaventura Corrales, en San José, veníamos a ´temporar´ a Limón, o sea, íbamos de temporada a Limón. La única manera de ir era en el tren. Y uno siempre iba esperando que llegara el túnel para darle beso a la que estuviera más cerca. También esperaba uno la señora que se montaba con los huevos duros, tortilla y pescado. Otro personaje era Borocho, que nos vendía las colas ´Garrón´. Recuerdo que una vez íbamos en tren con mi papá y con el doctor Calvosa Chacón, que era un gran personaje de Limón. Era el doctor del pueblo, y cuando ya se fue a vivir a San José, todos los negros que se sentían mal y que veían como que no los estaban curando o tratando bien en Limón, se dejaban ir para el consultorio de don Melo Calvosa. A veces, su consultorio era una verdadera fiesta de negros. Y, ya estando en la capital, nunca le cobró una consulta a un negro de Limón. Otro personaje que iba mucho a Limón era Luis Fernando Crespi (qdDg). Iba siendo un carajillo. “Pero no les conté la historia del tren. Iban mi papá, 59
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Mariano Zúñiga, Don Melo Calvosa y Don Hernán Paéz. Iban tomando whisky, de lo más bien, hasta que les mandaron a decir que no podían darles más hielo porque apenas quedaba para mantener frío el cuerpo del chino que iban a enterrar a Limón. Es decir, que todos los tragos se los habían tomado con hielo del muerto. “Una vez nos quedamos tres días varados en Bataan, por culpa de las inundaciones. El agua no dejaba que el tren pasara. Dormimos en el tren. Nos llevaron para bañarnos donde don Antonio Lara. “Además, nos llevaban en tren a ver a mi abuelita. Una vez duraron mucho en parar, así que me ponían a orinar en un conito de cartón que había en el tren. Como había pasado tanto tiempo sin que el tren se detuviera, se rebalsaba el conito y pringó los huevos que llevábamos para comer. “Ese Limón en el que crecí estaba lleno de pequeñas postales, de detalles que deberían haberse quedado detenidos en el tiempo. Doña Niní Robles, esposa de Don Abel Robles, que fue gobernador de Limón durante muchos años, iba en bici al mercado, como todas las mujeres. “Una vez, la mandan los Velásquez y le dicen ´Doña Niní, vaya donde Pita porque tiene las mejores verduras´. Llega doña Niní y le dice, ´hola, Don Pita´, y el hombre se puso chivísima. El hombre masculló algo. ´Repita´, le dijo doña Niní, ´repita´, y el hombre se vuelve y le dice la mala palabra, el prefijo ´re´ con algo parecido a ´pita´, pero para ella, y que no podemos repetir aquí, ¿verdad? “Los paseos a Portete eran un sueño. Alquilábamos un camión y nos montaban a todos. Era un camión de cadena, no tenía eje. Era el camión del comisariato. Era de madera. 60
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“Es que Portete era un sueño. Con un riíto de este hondo (pone la mano a un metro del suelo) me acuerdo estar una vez con Édgar Mohs, en Portete, y ver a lo lejos a un tiburón paseándose, con la aleta afuera. La constitución de Portete les impedía entrar hasta donde estábamos nosotros”.
El tiempo de la langosta “Pesqué langosta en el año 1960. En ese tiempo, Renato Gamboa era el capitán de puerto. En esa época uno lanzaba nasas grandes y agarraba hasta 400 libras de langostas. Íbamos con una lanchita de trece pies, de plywood, que nos habían alquilado. Vi a la gente lavando la mesa con whisky. Papá y mamá cuentan que se iban en la noche a langostear. Eso quería decir que una noche comían en una casa y otra noche en otra casa. “El Club Miramar era lindísimo. Gerald Jackson, el papá de Daniel Jackson, era el que vendía refrescos y nos daba fiado en la sodita del club Miramar. A veces Daniel le ayudaba. “También recuerdo cuando me fui a pelear al ´Nido de las víboras´ con Barril Sáenz. El único que me apoyó fue Jorge Vieto. “Limón está lleno de anécdotas, y casi todas tienen que ver con el tren o con el mar. Recuerdo otra vez que nos quedamos varados fue a ´Piedras de Fuego´. Se bajó don Melo Calvosa y compró una mortadela grande, y unos bollos de pan. Cuando abrió la mortadela, estaba podrida, y nosotros con aquella hambre espantosa. “Una vez el niño me trajo un chaleco de lana, y yo chorreaba de sudor, en Limón, pero no me quité el bendito chaleco en todo el día. 61
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“En esos años, en la estación del tren, el negro Caballero vendía helados de sorbetera en cono. Agarraba el cono, cogía una cucharota y le ponía el helado encima. Ese negro es un personaje inolvidable. Otro personaje inolvidable es el barbero Virgilio, que tenía su barbería en la esquina del parque, diagonal a la estación del tren, es un quioskito hexagonal. Otro era Nelson, el taxi de Nelson era famoso… “Los carnavales de aquellos años eran bellísimos. Se tomaba uno parte de la cerveza y la otra parte se la echaba en la cabeza, para después orinar y disimular el olor con la cerveza derramada. “Estando en Limón, siempre íbamos a comer a la taquería Yanory, al frente del teatro Kinas, comprábamos huevos de tortuga en la esquina e íbamos a tomar chicheme donde la mamá de los gemelos Sterling. También recuerdo los enyucados del Hapoy Landings, y las pupusas dulces en la panadería de debajo de don Rogelio Pardo. Lo que más extraño es la galleta Butt, de coco, que era de morirse. La negra que las hacía se murió con la receta. “Éramos unos carajillos muy tequiosos. Llamamos a la policía una vez que los Solé estaban en el teatro Acón. Estaban muy carajillos. Entonces vino la Julia, que era la perrera de Limón, el vehículo de la policía para cargarse a la gente, y se los llevó porque era prohibido llevar al teatro a los menores. “También es de esos años el recuerdo que tengo de los chinos Jorge y Roberto Acón viendo la película desde el balcón de la casa. Poco después, era típico verlos ayudando. Jorgillo Acón empezó vendiendo adentro y después, cuando echó un poquillo más de cuerpo, lo pasaron para la puerta. 62
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“Por cierto, que, hablando de los Acón, ahora recuerdo cuando me vacunaron de fiebre amarilla. Fui a parar a la Sanidad, que estaba diagonal al teatro Acón. Me cogió una alergia espantosa, me desmayé, y cuando me desperté estaban todas las señoras con las grandes panzas… Es que me tenían en una cama en la maternidad”.
Chiquillo libre en Limón “El primer día que fui al kínder le tiré arena a todos los chiquillos a los ojos, me mandaron para la casa y no quise volver. Lo que quería era aprender a leer y escribir. Una muchacha, Jessie Castillo, que se hizo monja, me enseñó a leer y escribir. “Luego de la Escuela Buenaventura Corrales fui a dar al Colegio de La Salle, pero salí del Colegio San Bosco. Es que, por bien portado, me pasaron interno al San Bosco. Después me fui a estudiar a Estados Unidos. Estudié en Louisiana State University. Estudié Administración de Empresas. Me vine a trabajar en Limón, a manejar el muelle. “Después fui diputado. Cuando fui candidato, mi lema fue ´Arturo Zúñiga, un limonense por nacimiento´. “Uno en la vida tiene muchas experiencias interesantes, y también tiene uno que superar muchas pruebas. Por ejemplo, me fumaba tres paquetes y medio de cigarrillos. Una semana me encerré en la finca en Zent, con el paquete y la caja de fósforos, y no los toqué. Después anduve una caja de cigarros en la bolsa durante un año, y lo superé… “Siempre he disfrutado mucho la vida, y he sido muy fogoso. Un día llevamos a G.W. Villalobos, cuando 63
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era candidato a la Presidencia. Tenía un slogan que decía, ´G.W., estamos con tú´, y otro que decía ´doña toda con galleta soda´. Montamos la gira entre dos o tres personas. Billy Hasbun dio todos los palos de bandera que se necesitaban, los donó de su aserradero; Dennis Cruz puso sábanas para hacer las banderas blancas de G.W. Villalobos; Leo Acosta fue otro de los contribuyentes, y el organizador de la caravana, y todos los empleados de Standard hicieron contribuciones para comprarle un ramo de flores a la esposa… GW llegó en una avioneta que le conseguimos. Cuando llegó al aeropuerto, iba con una camisa hawaiana, con palmeras. Salía la gente a aplaudirnos. La caravana era gigantesca. Nosotros lo coordinamos todo. Íbamos hasta con radios para comunicarnos entre los organizadores. Todo eso se lo debemos a Leo Acosta. Los carros llegaban desde el aeropuerto de Limón hasta el cruce de Cieneguita. G.W. Villalobos lloraba, impresionado. Y es que andaba gente de todos los partidos. Por ejemplo, Juan Guillermo Castro, el munícipe de Liberación Nacional, andaba ahí. “Fue una belleza, nos lo llevamos para un restaurante frente al Hospital Tony Facio, para que comiera ´rice and beans´. De ahí nos fuimos a visitar a los enfermos del hospital… La gira fue todo un éxito. Fue una belleza. No se ha podido hacer en Limón una reunión política con una romería como la de G.W. Villalobos. Al final, el déficit fue de 95 colones”.
Diputado “Fui diputado en el gobierno de Carazo. Primero era candidato del doctor Trejos Escalante, después del 64
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doctor Aguilar Peralta, después de Miguel Barzuna y al final de Carazo… Aquello fue terrible. Uno iba a hablar maravillas de Trejos, a la semana maravillas de Aguilar, a la semana maravillas de Barzuna y al final de Carazo. “La Asamblea Legislativa es un mundo muy interesante. Hay cosas muy agradables, pero el sacrificio de dejar la familia me dolió mucho. Después de ser diputado yo siempre dije que me lamenté por haber perdido todo aquel tiempo que debí estar con Graciela, mi primera esposa. “Yo salía de la casa a las 7 de la mañana y llegaba a las 11 de la noche. La política en Limón en esos años era algo terrible. Una vez en Moín se armó una trifulca en una reunión política, y otra vez en el Valle de Estrella llegaron los comunistas y tuvimos que agarrarnos a sillazos y a pescozones. Otra vez me fui con un muchacho al que le decíamos ´Pocora´ al Valle de la Estrella. Estaba lloviendo mucho, el camino estaba muy malo, seguimos a pie para bajar al valle, le entregamos la propaganda a una persona de nuestro partido. Yo estoy seguro de que se la dimos a un mariachi, pero después la tiró en un zanjo, porque le pagaron los de Liberación Nacional. Así es la política de sucia y de cochina”.
Bananero “Hice la finca Zent hace quince años. Me tocó sembrarla de bananero. Antes teníamos cacao, y luego la convertimos en arroz, con asesoría de mi amigo George Stewart Clachar. Después de arroz, estuvimos cultivando sorgo… “Hace 15 años nos convertimos en bananeros. El banano es una actividad muy dinámica, muy bonita, con 65
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retos agrícolas siempre nuevos, y de un potencial de uso de mano de obra muy grande, y muy bien remunerada. “El banano es el cultivo para esta zona, es el mejor cultivo aquí… Las buenas tierras de banano están en las orillas de los ríos. Por eso es que hay muchos problemas con las inundaciones, pero es parte de la aventura. “El azote más grande ha sido la sigatoka negra, que nos causa un gasto muy grande, con un montón de problemas adicionales, como la contaminación por las fumigaciones aéreas… “Me encanta poder dedicar mis fuerzas a una actividad agrícola en la que uno cada día aprende y en la que, por eso mismo, uno nunca se aburre, porque no sabe cuáles serán las sorpresas que le traerá el cultivo al siguiente día”.
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Asdrúbal Carballo Chaves
El desarrollador de Roxana Cuando se dio el boom bananero del norte de la provincia de Limón, allá por los años 60, algunas personas marcaron su nombre sobre piedra en la historia de la región. Uno de ellos es el desaparecido y legendario Rodolfo Martín, y otro, sin duda, es Asdrúbal Carballo, padre de las fincas Roxana Farm, Francesa y Quijo, dirigente de los productores bananeros y directivos de los ferrocarriles y de JAPDEVA siempre en defensa de la industria bananera. Asdrúbal Carballo Chaves nació el 15 de diciembre de 1933, en Guápiles. “Mi familia se vino para acá antes de que yo naciera. La primera parte de la familia nació en San José y la otra parte aquí. Mi papá se llamó Héctor Carballo, como mi hrmano, y mi mamá, Clementina Chaves. “Yo tengo relación con la producción bananera desde que era un carajillo porque mi papá se dedicó a trabajar con la bananera pero en comisariatos, en comercio. Después, cuando la bananera se fue de aquí, mi papá se dedicó a sacar madera con bueyes. En ese tiempo no existían tractores para la explotación de madera. “Aquí crecimos los siete hermanos, Héctor, José Joaquín, Sergio, María Esther (qdDg), Martina, Corina y yo. “Estudié en la Escuela Mixta de Guápiles, que estaba donde antes estuvo el hospital de la bananera. Ya la compañía había entregado ese edificio al Ministerio de 67
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Educación. Entre mis compañeros de la escuela recuerdo a Germán Cruz, Clemente Ríos y Ligia Cruz. “Cuando salí de la escuela, me tuve que ir para San José porque aquí no había colegio. Entré al Liceo de Costa Rica. Fui compañero de Luis Burstin (qdDg) y de Rodolfo ´Fito´ Coto. “Cuando eso mi papá era maderero. Cuando él murió, yo estaba en cuarto año. Mi familia se trasladó a Limón centro. Ahí saqué el bachillerato, en el Liceo de Limón, donde fui compañero de Jorge Wing Ching; Cecilia Solé, hija de don Alfonso Solé; Esperanza Lázaros y Germán Barnes. “Estuve en Limón un año. Al final de su vida, papá sacaba madera por la zona de Santa Rosa, cerquita de Limón. Papá murió de fiebre amarilla. Mis hermanos mayores, Héctor y José Joaquín, ya trabajaban con él. Sergio estaba muy carajillo y yo también. Cuando salí del colegio, mis hermanos se quedaron en Limón y yo me fui a estudiar Agronomía en San José. Mis hermanos me ayudaron mucho para que yo pudiera estudiar. Entré a la Universidad de Costa Rica en el año 52 y salí en el año 58. “Era más o menos cuando comenzaba la Standard Fruit Company a trabajar en Limón. El ingeniero Rodolfo Martín, que ya estaba con Standard, me llevó a trabajar al Valle de la Estrella. “En el Valle de la Estrella estuve siete años. Fui supervisor de agricultura y estuve manejando cuatro fincas. Ese tiempo fue muy bonito. Se iniciaba también el proceso de los productores independientes”.
De empleado a productor independiente 68
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“Fui asesor de ellos. Cuando comenzó el programa de productores independientes, Standard me cedió a un grupo que iba a sembrar una finca. No sólo fui gerente de la finca, sino que me convertí en socio. Es la historia de ´Roxana Farm´. Me tocó sembrar esa finca. Ya tenía experiencia, porque me había tocado sembrar toda una zona en el Valle de la Estrella. La sembré y la vi por mucho tiempo. Mi zona fue Atalanta, que es parte del Valle de la Estrella. “Empezamos Roxana Farm en el año 1967. Ya estaban al frente de fincas Moisés Soto, Rodolfo Martín y Carlos Loría Colombari. Cuando Standard vio que finca Roxana había sido un éxito, que canceló en tres años el préstamo, me cedieron dos fincas más, ´Francesa´ y ´Quijo´. Eran de unos gringos y de Standard, que era socia, pero las veía como fincas independientes. También fui el gerente de esas dos fincas. “En esos años, la Standard le dio la oportunidad a mucha gente de salir adelante. Viera la historia de Rigo Muñoz, por ejemplo. Cuando empecé en Roxana, Rigo era maestro de escuela. Yo comía donde la mamá de él, y empecé a enseñarle. Poco a poco se fue metiendo, le dieron una oportunidad y otra, hasta que se perdió de vista. Ese carajo se fue arriba. Cuando me fui para Gees Caribbean, me lo llevé. Ahora es un consultor de lujo, y tiene un montón de gente que trabaja para él. “En esos años, me enrolé un poquito en política bananera y estuve diez años como presidente de la Cámara de Bananeros. Fui presidente de esa cámara como del año 71 al año 81. Creo que tuve grandes aportes en ese tiempo. En primer lugar, tuve que trabajar en la coordinación entre productores y compañías exportadoras. En esos años no había tanto problema con impuestos de ingreso a los mercados; además, Ecuador y 69
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Colombia tenían un producto de mala calidad, el manejo de la fruta ahí era muy malo, entonces, nuestro producto era mucho mejor y salíamos beneficiados. Pero con el tiempo esos países mejoraron las condiciones de calidad de la fruta, especialmente Ecuador, que se convirtió en un país muy competitivo para nosotros. En el tiempo en que yo estaba en la cámara no existía eso. “Veamos un ejemplo: un ratio racimo caja era 1,80, o sea que de cada racimo salía 1,8 cajas, de 100 racimos, 180 cajas… Ahora, el que llega a una caja por racimo le va muy bien… ¿Por qué esto? Porque las compañías han mejorado la calidad, y todos esos países también la han mejorado. Eso para los productores es un reto y antes no existía. “Todo eso que hacía en la cámara era recargo para mí porque mi principal tarea era ver las fincas que seguían a mi cargo, es decir, Roxana, Quijo y Francesa”.
Ferrocarriles y Gees Caribbean “Cuando quedó Rodrigo Carazo de presidente, y mi hermano Héctor de diputado, don Rodrigo me dijo que qué pretendía yo. Le dije que nada. Al rato le dije, ´más bien, si quiere meterme en algo, me puede interesar alguna junta directiva con la condición de que tenga que ver con banano´. Me nombraron directivo de Ferrocarriles de Costa Rica (FECOSA) y fui vicepresidente de su junta directiva, cuando se estaba iniciando la modernización del ferrocarril para hacerlo bananero. Estuve cuatro años en Fecosa. Durante ese tiempo estaba ahí y en la Cámara de Bananeros. “Después, me dediqué de lleno a las fincas y fui gerente de Roxana, Francesa y Quijo hasta el año 90. 70
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Renuncié en el tiempo del gobierno de Rafael Ángel Calderón. Renuncié para ir a Gees Caribbean como gerente de agricultura. El gerente general era Eduardo de la Espriella, quien había trabajado en la Standard. Nos conocíamos bien y me llevó a trabajar con él. Trabajé un año, y renuncié para ir a sembrar una finca en Sixaola. Se llama Compañía Bananera Bribrí. Es que hacer fincas y ser independiente es algo que, una vez que uno lo ha sido alguna vez, uno no quiere dejar de serlo. “La finca en Bribrí era en sociedad con Edmundo Taylor, Álvaro Rodríguez, Willy Vargas, que fue gerente en el Banco de Costa Rica en San José, y Chepe (José León) Schoeder. Tuvimos esa finca como catorce años. Se nos inundó muchas veces. Es que pegaba con el río Sixaola. Era una finca increíble en producción, pero, al inundarse, subía la tabla de agua o el nivel freático, y sacar esa agua costaba mucha plata. Al final, realmente nos fue muy mal con la finca. La culpa era de un problema natural. Ahora, con la inundación de inicios de este año, 2005, esa finca quedó totalmente barrida. Es la misma finca, la bandida esa… “Nosotros iniciamos la siembra de eso cuando se vino el terremoto de Limón. La cortina continental, o sea, el borde del mar con la tierra, bloqueó la salida de las aguas del Sixaola. El río se convirtió en una laguna y metía el agua a las áreas cultivadas de banano. Se producía unas condiciones inaceptables para el desarrollo bananero. Pero quisimos darle lucha al río. En eso estamos todavía. Fue una cabezonada. Con la inundación de ahora la finca aparentemente se perdió toda. Seguimos siendo los mismos socios. Cuando la comenzamos, estaba yo con Gees Caribbean, pero hubo un momento en que ya no podía estar yo con las dos cosas, entonces renuncié a la 71
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empresa y me quedé con la finca. “En ese mismo año, el presidente Rafael Ángel Calderón me nombró en la junta directiva de JAPDEVA. Ahí estuve ocho años. Calderón me dijo igual que Carazo, que si quería algo, y volví a contestar que una junta directiva de una institución que tuviera que ver con la producción bananera”.
Producción bananera independiente “La producción bananera independiente es interesante para el agricultor costarricense, es un gran reto. Lo ideal para el productor sería que pudiera llevar la batuta, pero las compañías trasnacionales tienen la papa en la mano, como dicen. Le compran la fruta a uno para venderla, y el negocio va en la intermediación. Ahora, el gran problema es que Europa quiere meter un impuesto aún mayor que el que teníamos, que pasa de 75 euros a 270 euros por tonelada, lo que es completamente inaceptable… “Uno de los grandes problemas es que los países productores de banano de América Latina no nos poníamos de acuerdo, pero con estos 270 euros que quieren meternos han provocado que por fin nos sentemos y tengamos una posición en común. Cuando nos cobraban 75 euros, limitaban el volumen de compra. Ahora dicen que 275 euros, no pondrán límite al volumen, pero es que ya ni hace falta. Imagínese que 270 euros en dólares son 325 dólares por tonelada. Te lo cobran allá cuando llega la fruta, y 325 entre 2 mil libras, que es la tonelada, te da por cada libra 0,162 de dólar, multiplicado por 40 libras que tiene cada caja, implicaría 6,48 dólares por cada caja de banano… Eso es una barbaridad. “Se han hecho reuniones en Guayaquil, Ecuador, y en 72
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Colombia. La única ventaja que tenemos es que estamos unidos en esta lucha. Por ejemplo, el 25 de febrero del 2005 se reunieron en Medellín los representantes de Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras y Panamá, y acordaron que acudirán a un arbitraje ante la Organización Mundial de Comercio para defender sus derechos frente a la Unión Europea. Esto es un atropello atroz. “Creo que ni los mismos bananeros se han dado cuenta de lo que eso significaría para la actividad y para el país. Creo que eso sería la ruina de las fincas que han estado produciendo normalmente, Ecuador está que no sabe qué hacer. Hay una fuerza laboral enorme en nuestros países que depende de la actividad bananera. “En cambio, los países ACP (África, Caribe y Pacífico), no tienen que pagar impuestos. Los europeos están defendiendo a las colonias, pero en una forma inaudita. “Tras de que es difícil trabajar en las condiciones actuales, y siempre es un reto para los productores bananeros independientes, porque no hay incentivos, esto del impuesto europeo viene a poner en peligro a toda la industria bananera de Costa Rica y otros países como Ecuador y Honduras, cuyas economías dependen mucho del banano, igual que la de nosotros. Y es que de todo lo que exportamos, la mitad va a Europa. “La producción bananera para mí, de aquí para atrás muy bien, aun con esos volúmenes que te limitan y con impuestos altos, ha sido una bendición por el trabajo que genera. Se puede calcular un trabajador por hectárea: si tengo una finca de 200 hectáreas, tendría 200 trabajadores, incluyendo campo y planta empacadora, esto sin tomar en cuenta los servicios externos a la 73
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plantación, como fumigación, transporte de cajas y muelle. Además, la cantidad de gente en una finca que trabaja indirectamente es un número parecido. “Con producciones razonables, de 2 mil a 3 mil cajas de banano por hectárea por año, Costa Rica sigue siendo el mejor productor del mundo. “El banano es un producto muy amplio, que le da la oportunidad a mucha gente de surgir en la vida. Soy un apasionado de esto. Desgraciadamente ahora sin finca por culpa de las ´llenas´ del río Sixaola. Ahora tengo que vivir de la pensión y del capitalito que hice al vender las fincas en Roxana. Me siento triste sin finca. Es lógico. Es duro para uno. Lo único que tenemos en la finca es guardas para que cuiden. El río lo barrió todo. “El año en que no hubo inundaciones, sacamos una productividad altísima y le pagamos al banco un montón de plata, pero todos los otros años se inundó. Y esto de producir es un vicio, y nunca quisimos hacer caso al peligro del río. Pero la producción bananera me gusta tanto que no pierdo la esperanza de seguir produciendo, todavía no sé cómo, pero ahí saldrá algo”.
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Carlos Loría Colombari
El padre de Babilonia En la sala de su casa hay tres pinturas del famoso artista costarricense Jorge Gallardo. Me quedó viéndolas, y él rompe el hielo… -No creán que tenemos plata. Esas pinturas fueron regalos que nos dieron. Gallardo era hermano de un cuñado mío. Y las mujeres que pintó ahí son mis chiquillas. Antes, Carlos Loría Colombari nos había enseñado el enorme tamaño de su sencillez: no encontrábamos su casa, y entonces se fue a la esquina a esperarnos. Un señor blanco, con gorrita, que parecía que estaba parando un taxi a la orilla de la calle… Así fue más fácil llegar a su hogar. Nació en San José el 19 de febrero de 1933, hijo de Guillermo Loría Artavia y Lina Colombari Cenegatti. “Somos tres hermanos. Me crié en San Francisco de Mata Redonda. Fui a la Escuela Juan Rafael Mora. Entre mis compañeros, recuerdo especialmente a Emilio Ramírez Rojas. Luego estuve en el Liceo de Costa Rica, de nuevo con Emilio Ramírez, y con el escritor Samuel Rovinsky y Arturo Borbón, que estudió agronomía en la Universidad de Costa Rica. “Salí de la universidad en el año 57, junto a gente muy destacada como Rigoberto Matamoros, el mismo Arturo Borbón, como les dije, y Garret Britton. Éramos como diez ticos. El resto eran venezolanos… Es que los venezolanos venían a estudiar Agronomía aquí. No me acuerdo ni por qué fue, creo que por una dictadura que sufrían allá. 75
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“Mi primer trabajo fue en la Standard Fruit Company. Entré en el año 57, a los días de haber salido de la universidad. La historia es así: fui en diciembre a ver la nota del último examen, y ahí me encontré a Moisés Soto, que es ingeniero, pero iba un año adelante que yo. Fue él quien me ofreció trabajo con la Standard Fruit Company. “Fui por la nota el 10 de diciembre, y ya el 14 ó el 15 de diciembre iba para adentro, para Limón. Me mandaron a Williamsburg, a finca Babilonia, de Línea Vieja, a un proyecto experimental. Queda entre Germania y Las Mercedes. “Era una finca de la Standard en la que trabajaban haciendo investigaciones con fertilizantes y tratamientos. Ahí estuve como año y medio. Todos los días tenía que salir a medir los racimos, a etiquetar, a medir el tamaño de los hijos, a medir las hojas, a medir los crecimientos. Se pueden imaginar que al año y medio de estar en esa carajada, lo único que me faltaba era hablar con las matas de banano. “Tenía un motocar para movilizarme a Siquirres, y un motorista a cargo mío, Elí Montero. Recuerdo que lo trasladaron al Valle de la Estrella, al mes o mes y medio me mandaron a mí también para allá. Cuando me bajé en Pandora, me dice Montero, ´don Carlos, ¿qué hace usted aquí si es ingeniero? Aquí sólo borracho o loco se puede vivir´. “La zona de Línea Vieja, que va de Guápiles a Siquirres, no era tan feo. Estaba ya más desarrollado, con más poblaciones y más gente. Pero el Valle de la Estrella sí era muy feo. “Cuando ya teníamos una población de banano, buscaba cómo salir de ahí. Yo era amigo de Róger Bravo Rudín, el dueño de La Casa del Tornillo. Él 76
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era piloto fumigador, y yo me le montaba a horcajadas en el avión con tal de que me sacara de ahí. Esos aviones tienen la cabina pequeña, para un solo pasajero, que es el piloto, por supuesto. “Esos aviones son muy chiquitillos, y me le metía como en la espalda. En aquel tiempo, cuando despegábamos sólo selva veías por todo lado, y también recuerdo que cuando llegábamos al Valle de la Estrella, Róger decía ´una isla en la selva´. “Estamos hablando de los años sesentas. Cuando eso, en el Valle de la Estrella no había nada. Hasta el ferrocarril era una mierda. “Cuando me mandaron para el Valle de la Estrella, me mandaron de supervisor de agricultura, a cargo de cinco fincas, la 1, la 2 , la 3, la 4 y la 9…”.
El primer supervisor “Yo fui el primer supervisor de Standard Fruit Company en el Valle de la Estrella. Era muy duro pero uno se acostumbra a todo. Bueno, si estamos hablando sólo de mí, no era tan duro, porque yo era jefe, por lo que tenía un buen sueldo, un comedor, una casa. Duro era para las peonadas. Para uno no tanto. Hasta cierto cartel tenía, llamémosle así, con las chiquillas de Limón: ingeniero de la Standard, chiquillo, entrador… “Standard tenía un equipo de dirección y administración muy bueno, muy calificado… La compañía le dio oportunidad a los costarricenses de manejar las fincas. “Y nos acostumbramos a hacer grandes sacrificios para dar la talla. Se llegó a sembrar diez hectáreas de banano por día. Cuando eso no había ni camino, sólo un 77
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ramal del ferrocarril. Los caminos internos los hacía la compañía, y todo el material para los caminos y las casas llegaba por tren. “Hugo Vargas Pacheco era el jefe de construcción, el que hacía el cuadrante. Era un hombre mayor, como de la edad mía de ahora. Nos decía ´esclavos del dólar´. “Luego me pusieron a cargo del control de sigatoca. Tenía que programar los aviones, los inspectores, los banderilleros, las fechas de fumigación… Después me hicieron superintendente de agricultura del Valle de la Estrella. “Llegué a ser superintendente general de agricultura como de 34 años de edad. En aquellos años, ese departamento de la Standard manejaba un presupuesto mayor que el presupuesto del INS de aquellas épocas. Me di cuenta por los periódicos, un día que salió el presupuesto del INS. Diay, resulta que nosotros manejábamos más plata. Sólo a cargo mío, había 18 agrónomos…”.
Fincas independientes “En eso comenzó el desarrollo particular de fincas, por parte de bananeros independientes. Los hermanos Taylor empezaron a desarrollar Vesta; a Rodolfo Martín lo mandaron a hacer Santa Clara; después siguió Las Mercedes de Carlos Manuel Rojas, y Williamsburg, donde me mandaron a mí, de nuevo. Seguramente me mandaron porque sabían que ya yo conocía muy bien esa finca. “Me mandaron a sembrarla y me pusieron de socio. Tenía muy buenos socios, Mr Averre, el encargado de la Northern en ese tiempo, el mandamás allá; Mariano 78
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Anderson; por debajo de la mesa también el doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, que estaba en México en esos años; es que se venían las elecciones y le habían dado acciones a una persona de cada partido, al doctor Calderón Guardia de la Oposición y a don Jorge Rossi de Liberación Nacional… “Por los estudios de suelo, estaban indecisos acerca del futuro de Williamsburg, si valía la pena o no sembrarla de banano, y para que el banco les aprobara la plata, idearon eso de darle acciones a uno de cada lado, Calderón Guardia por un lado y Rossi por el otro. “El banano necesita suelos profundos con drenaje natural, suelos negros. Cuando ya hay arcilla se complica la cosa. Williamsburg no estaba muy allá que digamos. “Cuando eso, apenas estaba comenzando el desarrollo bananero a través de productores independientes. Fue un boom bananero que se dio. Se necesitaba apoyo de los bancos, no había credibilidad en el sector como para que nos financiaran, y mucho menos a productores nacionales. “A los años de estar yo ahí, en Williamsburg, que pasó a conocerse como Finca Babilonia, tuve dos ofertas. Bueno, primero que todo tuve un problema: Standard Fruit Company cambió de gerente, y el nuevo gerente tuvo roces conmigo, aunque todavía somos amigos… Era Don Stanley Black. Por cierto, que vive en Estados Unidos pero a cada rato viene, y cada vez que llega me llama y me invita a comer. Un día de estos fuimos mi señora y yo, porque organizó una comida en el Club Unión, y ahí estaban todos los viejos personajes bananeros de aquellos años. Ahora somos amigos, pero en ese entonces me jodió todo lo que quiso. “El problema fue que Black quería que yo me 79
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reportara a Standard en cuanto a todo gasto de la finca, y yo decía que a lo único que me tenía que reportar era a la junta directiva de la compañía bananera Williamsburg y al Banco de Costa Rica, que era el financista. “Black llamó a la junta directiva. Como esa finca había sido de la Standard, y Standard ayudaba mucho a los productores independientes en esos años, entonces el malo de la película fui yo. “Vinieron las ofertas. La primera era que las acciones de Williamsburg, de Babilonia, las querían comprar unos norteamericanos. Entonces las vendí y construí tres casas en Guadalupe, que aquí estoy, tranquilo. Es donde están siendo recibidos ustedes, como en su casa. “La segunda oferta era que Bandeco me estaba llamando para ir a desarrollar El Carmen de Siquirres, y estaba muy bonito eso. “Stanley Black ahora es mi amigo, pero en ese momento era un muchacho recién graduado de Harvard, muy perfeccionista, quien con sólo que se manchara un banano no lo aceptaba, no permitía el recibo”.
El Carmen de Siquirres “Me fui para El Carmen de Siquirres. Tuve que empezar de cero. Estuvimos un año sacando precaristas. En un arreglo de BANDECO con el ITCO, se llegaba donde un precarista, se le hacía un avalúo por parte de un ingeniero del ITCO, apellido Molina, y entonces Francisco Charpantier, de Puriscal, hacía los arreglos administrativos, pagábamos las mejoras, se les daba transporte y facilidades para que se trasladaran a Bataán, y nos quedábamos a cargo de la finca, que, según ellos, ya habían parcelado. 80
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“En Bataán les daban una parcela y les financiaban una casa. En realidad, muchos de los parceleros de Bataán primero fueron precaristas de El Carmen, que era de BANDECO, era de West Indies. “Arranqué de cero en El Carmen de Siquirres. Era superintendente de agricultura. También tenía a cargo Pacuare, y de unas fincas que la United le había vendido a BANDECO. Teníamos semilleros ahí. “Hay una anécdota muy buena. Había un señor, Míster Miller, un negro que no quería vender su parcela. Íbamos Molina, Charpantier, el macho que nos cuidaba y yo en un botecillo de alta velocidad. En eso, dice Charpantier, ´mirá, ahí está Míster Miller. El viejo estaba encima en el paredón del río. Se baja Charpantier, y se vuelve para decir ´no se baje nadie´. El negro le dijo ´quiero hablar con el representante de la empresa´, y Charpantier le contestó ´¡ah!, es el ingeniero Loría, que suba, que suba…´. “Me encaramo en el paredón, y me dice Míster Millar, ´how are you, son?´ Me ve de arriba abajo, y me pregunta ´how old are you?´. Cuando le dije mi edad, me contestó ‘¿y cómo es posible que usted, con 33 años, venga a decirme que esta tierra no es mía, si yo tengo 40 años de vivir aquí?´. “Me quiso joder, de verdad, pero yo reaccioné a tiempo. Le digo ´es que más viejas son las leyes´. Y le digo ´hablando de años, ¿cuántos años más va a vivir usted? ¿Cinco años más? ¿Diez años más?´ Se puso a dudar, lo revolqué con la preguntilla, y entonces, no perdí el tiempo, y le rematé lo siguiente: ´¿los va a vivir en este mierdero? Me contaron que usted tiene un lote en Limón. Yo le construyo una casa en ese lote, le doy una plata para que la tenga en el banco y todos los meses 81
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retira los intereses. Se la va a tirar riquísimo, no como aquí´. “No es cuento que el viejo me hizo caso. Al año, me estoy tomando un café en la estación del ferrocarril de Siquirres, y me abraza por detrás un negrote, me alza, y yo me vuelvo y sólo veo unas botas con un pantalón por dentro. Ya cuando pude volver a ver bien, me encuentro con Míster Miller, y me dice ´hello son...´. Andaba visitando amigos. Aquella decisión de dejar la parcela, a esa edad, le cambió la vida. Eso fue lo mejor que me pasó a mí en el Carmen de Siquirres sacando precaristas. “Y lo peor que me pasó es que si llegaba un muchacho que decía que tenía una plantación a dos horas, y todo el mundo sabía que era mentira, entonces mejor les dábamos 2 mil pesos. “En El Carmen estaba Abel Pacheco Tinoco, el padre de nuestro actual presidente. Tenía unas concesiones de cacao de la Standard, y era la pura madre de buena gente… Era un historial ese carajo”.
Cambio de vida Don Carlos Loría Colombari salió de El Carmen por un accidente que tuvo sobre el dique. Se estrelló contra una vagoneta. Él cuenta que iba con un auto mula, un jeepcito pequeñito que vendía autos Xiri. Iba con tres o cuatro personas de Francia que andaban de visita, y con Hernán Robles. Se les vino la vagoneta encima. Fue que frenó pero se ladeó. Los tiró al dique, con la suerte de que el golpe tiró a todo el mundo menos a él. A los otros no les pasó nada. A don Carlos el auto mula le cayó encima. Tuvo problemas en el vaso, el páncreas, los riñones, así como quince fracturas y fisuras de costillas. 82
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Tuvo que soportar 15 meses de incapacidad, y decirle adiós al banano. “La gente de la compañía me trató muy bien. Jack Loeb me dijo que qué quería hacer, porque resulta que la organización administrativa de El Carmen tuvo que completarse durante mi ausencia. Le dije que no, que me liquidara, y me dio el doble de prestaciones, me pagó todos los sueldos completos de incapacidad y me regaló los medio salarios del INS que yo llevé para entregarle. Me fui a comprar maquinaria y dragas, y el mismo Jack Loeb me dio trabajo en la canalización de las fincas de BANDECO. Jorge Flores Barcacel tenía tractores y cargadores, así que hicimos una sociedad. Las fincas hacían fila para que les trabajáramos. Así fue. Pero unos años después se dio mucha competencia desleal. Además, habíamos comprado unas retroexcavadoras en Matra, financiados por Cofisa, en dólares, y se vino el golpe de Carazo. Nuestros contratos eran en colones, y nuestras deudas en dólares. No pudimos hacerle frente a las cuentas en dólares, salvamos la mitad del equipo, y luego me puse a trabajar de consultor. Trabajé en México, porque estaban montando una plantación de banano. En eso estuve unos años”.
Anecdotario “Cuando estaba Rodolfo Martín de superintendente, nos dábamos el lujo de que no teníamos sindicato en el Valle de la Estrella. Pero en eso llegó Agustín Mendoza a organizar un sindicato. Se iba para finca 12 que era donde había más aceptación para él por la efervescencia. “En eso, había reunión de jefes, y decimos, no, no, aquí lo que hay que hacer es pegarle a ese carajo, 83
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que alguien le dé una buena tunda y van a ver como no vuelve. Él pasaba de Finca 6 hasta Finca 12, a pie. Era obeso, y caminaba muy despacio. Dice Asdrúbal Carballo, ´yo tengo un chapulinero que es buenísimo para pegar, es chiquitillo, pero donde pega no se levanta nadie´. “Tomamos el acuerdo de contratar al chapulinero de Asdrúbal para que le pegue a Agustín Mendoza, y el día pactado nos fuimos todos a ver esa cinta. Rodolfo Martín y yo nos vamos a preguntarle a Asdrúbal que cómo va la cosa, nos dice que el pegador está tranquilo y que ahorita va a sentar a Agustín por ahí. Nosotros atrás viéndolo… En eso viene el bendito chapulinero, ´Don Asdrúbal, mire, es que necesito meterme un trago, es que todavía estoy frío´. Asdrúbal le da plata para el mechazo, y el carajo se puso hasta a hacer sombra, como un boxeador. “Pasó un buen rato, y para serles franco, lo único que había visto yo en ese momento es que el chapulinero se había echado muchos tapis. Nos avisan que ahí venía Agustín Mendoza. Jalamos al encargado de liquidarlo de un ´güevazo´, se queda Asdrúbal en una casa, nosotros atrás, viene el gordo caminando despacito, y el boxeador nuestro ya estaba borracho. En lo que el chapulinero le mandó la mano, Agustín se corrió y el borracho fue a dar a la línea. Se fue de bruces. Hasta hubo que mandarlo a Limón, al hospital, porque se abrió la cabeza del golpe. “A la larga, después hicieron sindicato, de ahí nació FETRAL (la Federación de Trabajadores de Limón), y el sindicalismo se metió en La Estrella. Quien lo organizó fue Rodrigo Paniagua, bonita cara, joven como ustedes, que andaba bien vestido y fue formado en Rusia o en Cuba. “Como esos carajos iban al Valle de la Estrella a 84
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pie, les mandábamos los jeeps para que pasaran para allá y pasarán para acá, les echara el polvazal encima y que llegaran teñidos de polvo. No obstante todo lo que ideamos, el sindicato se metió y le hizo un gran daño a la zona”.
Conciencia social “La realidad fue que nosotros peleamos mucho por los trabajadores. La empresa traía el ejemplo de Honduras, que es un país muy diferente al nuestro. Una vez, estaba yo en Honduras, cuando comenzaban las empacadoras, y a lo lejos había un cuadrante. En eso, se oyen unos balazos, llega un carajo, y nos dice que mataron a otro. No había ataúd. En eso, apareció uno, pero era muy pequeño para el carajo que mataron, entonces agarraron un serrucho y le cortaron las piernas para poderlo acomodar. “Para pelear fue muy importante la conciencia social de quienes estábamos en puestos altos y en puestos de confianza de la Standard. Es cierto que los sindicatos vinieron a resolver problemas patronales, pero el punto es que, por ejemplo en el caso del sur, quisieron arruinar a la bananera. “Un día estaba en Changuinola, me meto en una cantina, y cuando me voy a echar el trago veo un rótulo con una foto del general Omar Torrijos, que dice, ´Lo que quiero para mis hijos, lo quiero para mi pueblo´. Yo me puse a pensar que es igual con los trabajadores. Y así pensaban los de altos puestos que eran costarricenses. En cuanto a las bananeras, no hay compañías costarricenses que se porten mal. Es cuando están los gringos en el medio que cuesta más… 85
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“Pero las cosas hay que decirlas como son. Eso es lo que me gusta de don Abel, el presidente, hijo de nuestro querido Abel Pacheco Tinoco. Es como cuando se inunda Sixaola. Va Abel Pacheco y dice que no se puede hacer nada con Sixaola porque se va a seguir inundaron, y se resintieron con él. Pero, ¿por qué? Es que tiene razón. No se puede hacer nada, es mejor sacarlos a todos de ahí. “Aunque ya estoy retirado, nunca he dejado de pensar en la producción bananera. Ahora que pasamos por una crisis por las inundaciones, he pensado en algunas salidas. Tengo algunas propuestas para la producción bananera de ahora. La primera es eliminar toda área que presente deficiencia en suelos. La segunda es eliminar todas las fincas que comprueben daños frecuentes de inundaciones. Por ejemplo, toda la zona de Sixaola. La tercera es hacer un estudio gubernamental de ríos y quebradas en cuanto a la capacidad de manejo de drenaje. La cuarta es estimular nuevamente la población vegetal de vegas de ríos. La quinta es que, ya que somos de los primeros productores en calidad y cantidad, y esto nos da un gran ingreso, hay que devolverle a Limón lo que Limón produce. Por eso hay que ayudar con infraestructura a Limón. Si no, nunca va a salir adelante como se lo merece”.
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Dallas Albert Johnston De la Mothe
Fundador de La Perla El fundador de la finca ´La Perla´ llegó a Costa Rica después de una enorme aventura por América Latina y fue uno de los primeros soñadores de la producción de macadamia en nuestro país. Gracias a su visión, su empuje y su empeño, las comunidades aledañas a La Perla y La Alegría han notado un cambio profundo, un antes y un después de Dallas Jonston, que tiene nombre de personaje de película. La culpable de su éxito es su fe. Se le nota la certeza que tiene en sus proyectos. La gente de su pueblo lo respeta mucho. Lo respetaban como bananero y ahora como generador de empleo desde un cultivo al que nadie le apostaba un cinco. Como bananero, anduvo por África, enseñando a hacer fincas, y por muchos países de América Latina trabajando en el control de plagas. Como productor de macadamia, hubo un momento en que más de una tercera parte de toda el área sembrada había sido sembrada por él, ya fueran fincas propias o de terceros, y también ha hecho fincas de macadamia en Panamá y en Bolivia. Dallas Albert Johnston De la Mothe nació el 21 de abril de 1926, el mismo día que la Reina Isabel de Inglaterra. Nació en Massachussetts, Estados Unidos, y vivió ahí hasta los cinco años. Sus papás perdieron todo el dinero en la Gran Depresión de 1929, por lo que se fueron al oeste de su 87
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país, como miles de personas, para buscar su nueva vida. “Mi madre había nacido en Canadá, en la parte francesa, por lo que tengo un origen diverso. Mis papas se llaman Frederick Dallas Jonston y Auralie De La Mothe. Sólo tengo una hermana. A pesar de ser una familia pequeña, la Gran Depresión nos hizo pasarla mal. Mi papá siempre estuvo buscando trabajo, pero era poco lo que podía conseguir. Antes de esa difícil situación trabajaba para una venta ambulante de máquinas de escribir. “Después de estar en la lejano oeste, vivimos en British Columbia. Hice toda la escuela y el colegio en Vancouver, Canadá, y luego estuve en un colegio universitario en Washington State. Dejé la secundaria, para meterme en la Marina. Estuve en el Pacífico Sur, en Australia, en todas las islas, en Nueva Zelandia… Fui marino durante tres años, en lo más álgido de la Segunda Guerra Mundial. “Trabajé en comunicación. Hacía señales de un barco a otro… Participé en invasiones a Filipinas, Hiroshima, Okinawa y Palau. Estuve en muchas invasiones. “La guerra fue muy impactante. Los kamicasi nos atacaron. Y en lugar de una medalla me dieron pedazos de metal de armas en el cuerpo, astillas en la ingle, y en el brazo, por ejemplo. Casi no nacen mis hijos, porque tengo residuos de metal cerca de los genitales. “Recuerdo que cuando murió Roosevelt, yo estaba en Hawaii. Todo el mundo estaba muy triste. Después, recuerdo muy bien cuando Harry Truman ordenó atacar Hiroshima y Nagasaki. “Poco tiempo antes, yo había estado en Okinawa, y pasé un mes fuera porque un kamicasi cayó en el barco en el que yo iba. “Después de la Segunda Guerra Mundial, terminé la 88
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secundaria y estuve en la universidad. El Estado me pagó los estudios por haber estado en la guerra. Estudié cuatro años en la universidad. Estudié Publicidad, Mercadeo y Periodismo. Al final, me especialicé en periodismo. “De repente me llegó un cheque de mil dólares, en 1950, que era parecido a de cualquier otro veterano de guerra. Cuando terminé periodismo, cuatro o cinco compañeros nos pusimos de acuerdo porque queríamos hacer algo con ese cheque inesperado, que provenía del gobierno”.
Aventura hacia el sur “Nos vinimos caminando hacia el sur. Primero hicimos un zigzag por Estados Unidos. Estuvimos en Washington State, Oregon, Nuevo México, Arizona, California y Texas. Veníamos trabajando en hoteles, pasábamos un tiempo en cada sitio. Después seguimos para el sur, cruzando la frontera en Texas. En México no ganamos ni un centavo. Más bien, pasamos en una gran fiesta de un mes completo en México. “Nos gastamos toda la plata en un mes, pasamos a Tapachula y a Guatemala. Fue una aventura loca. Entré a Honduras con dólar y medio en la bolsa. Conseguí un trabajo en una tienda. Había algo de turismo en Guatemala y un poco en Roatán, Honduras. “Pasamos treinta días en Guatemala. Nos renovaron las visas. Para ponerlo en contexto, hay que recordar que era el tiempo del presidente Arbenz, que era medio comunista. Echó al embajador de Estados Unidos. En ese momento fui a pedir treinta días más, pero lo que me dieron fue 24 horas para salir. “Aunque el viaje lo iniciamos cuatro o cinco 89
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amigos y compañeros, no recuerdo, a esta altura ya sólo estábamos dos. Los demás se devolvieron antes, desde el sur de Estados Unidos o desde México. En El Salvador no encontramos trabajo. Nos pasamos de nuevo para Honduras. Tuvimos problemas en la frontera, pero pasamos. Y en Honduras me encontré a mi esposa. Caí en la trampa del amor. Mi esposa se llama Romelia Martínez Bobadilla, que es de la descendencia de los que metieron a Cristóbal Colón en la cárcel, 400 años antes. Hija única de un capataz de una bananera, quien no quería que ella creciera en los cuadrantes de la compañía y la mandó a una escuela de monjas en Belice, para que aprendiera a hablar inglés. “Cuando regresó consiguió un trabajo en el departamento de ingeniería de Chiquita en Progreso, Honduras. Mientras tanto, sin ella a mi lado todavía, conseguí un trabajo en el Hotel Prado de Tegucigalpa. Trabajaba de botones, y me pagaban treinta dólares al mes, más cuarto y comida. “Ahí conocí al embajador gringo, y gracias a su ayuda conseguí un trabajo en Chiquita Brands, la compañía que surgió de la United Fruit Company, la del libro ´Mamita Yunai´. Trabajé diez años en Chiquita. La compañía me mandó para el canal de Panamá. “Durante los años en que estuve en Honduras fui ´time keeper´, fui mandador, administrador de finca… Tuve quinientos hombres bajo mi mando. Estuve haciendo muchas fincas. En ese tiempo el banano salía en racimos, y se transportaba con mulas. “En el año 54 me casé. Recuerdo que hubo un huracán. Nos casamos poco antes del huracán, que fue parte de la llena del 55”.
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Entre bananeras “De Honduras nos fuimos para República Dominicana, donde estuve a cargo de las avionetas y los helicópteros, en el Departamento de Control de Plagas y Enfermedades. Era el superintendente de los spray master. Acababan de abandonar el uso del caldo bordalés. Estuve durante el tiempo del dictador Rafael Leonidas Trujillo, más bien al final de su dictadura. Mi hijo, que tenía cinco años, recuerda unos aviones que volaban sobre la casa, y disparaban sobre un fuerte… Fue una corta guerra civil. “Estuvimos tres años en República Dominicana. Al principio, en la transición del caldo bordalés a la fumigación aérea, sólo se trabajaba con helicópteros. En algunas otras divisiones de la compañía tenían avionetas, pero nosotros dos. “Después de República Dominicana, estuvimos tres años en Santa Marta, Colombia, siempre con Chiquita. Ahí era el superintendente del Departamento de Control de Plagas y Enfermedades. Estuve ahí hasta que abandonamos la división por culpa de las guerrillas. “Me iban a mandar a Turbo, en el Valle de Urabá, en el norte de Colombia, pero no tenían ni casas ni escuelas. Fue al inicio de los tiempos en que Tiro Fijo estuvo en las montañas. Estuvimos en Colombia dos o tres años. “Y como la situación era compleja en América Latina, nos fuimos para Estados Unidos. Regresé a mi pueblo, en Washington State, y conseguí un trabajo en Monsanto. Nos trasladamos a vivir en San Luis, Missouri. La revolución verde había iniciado. Trabajé un año ahí, pero quería regresar a América Latina. Me tenían allá haciendo cosas, pero no podía dejar de pensar 91
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en devolverme al sur. “Empecé a trabajar con la Agencia Internacional de Desarrollo (AID) en Uruguay, y estuvimos allá durante tres años. Estados Unidos le dio a Uruguay diez millones de dólares para hacer un plan porque perdían millones por las sequías. Me tocó coordinar ese plan. Trabajamos con el ministro de agricultura de Uruguay e hicimos consultorías en conservación de suelos. Trabajé tres años con el ministro. Yo jugaba naipe con un grupo de amigos uruguayos, casi todos compañeros de trabajo. Teníamos un grupo los jueves por la noche que se llamaba ´Grupo de Estudios Técnicos en Póker´. “En eso, se me estaba acabando el contrato con AID, y me iban a mandar a Vietnam. Uno de mis amigos del naipe me dijo que estaban abriendo la Costa Atlántica de nuevo para bananeras. No tenía dinero para aventurar de nuevo, pero todos mis amigos del póker contribuyeron con cien dólares, y me vine para acá”.
Bananero en Costa Rica “Anduve por los tranvías y los trenes de Costa Rica. Todos los amigos del póker me mandaban su dinero mensualmente. Eran seis u ocho amigos, y me ayudaron de esa manera durante seis meses. Llegué el 21 de julio de 1968, el año en que explotó el Volcán Arenal. “Vi todo, recorrí todas las rutas del tren, y duré exactamente seis meses para encontrar una buena finca. La finca que decidimos que tenía la mejor tierra es la finca ´La Perla´, en Monteverde, Siquirres. “La finca ´La Perla´ era del Banco Anglo. El gobierno estaba dando una buena financiación. Era la única tierra disponible. Jack Loeb estaba en El Carmen. Compré ´La 92
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Perla´, y le dejamos el mismo nombre. “La finca era de José Ángel Rodríguez. Era una finca abandonada de abacá. Del abacá se extraía la fibra para hacer mecate de barco durante la Segunda Guerra Mundial. “Cuando llegué a ´La Perla´, la sembré de banano. Empezamos a hacer la finca en 1969. Fui uno de los primeros productores independientes. Sembramos 385 hectáreas de banano. La finca tenía 1050 hectáreas en total. Luego, me tocó enfrentar las inundaciones de 1969 y 1970, que nos dejó todo en el suelo. “Tuve ´La Perla´ durante trece años. Viví en la finca. Los bananeros no teníamos que estar en la oficina. En realidad, lo que queríamos era hacer algo en el campo. Nosotros no éramos ricos, “No se podía hacer finca sin un contrato de venta de fruta. Stándard y Del Monte querían el contrato con ´La Perla´. Al final le vendimos a Standard.Era una de las cuatro fincas que pudo pagar sus préstamos. “Cuando estábamos haciendo ´La Perla´, también hicimos un gran esfuerzo para que la Caja Costarricense del Seguro Social hiciera una clínica en la comunidad, para que nuestros trabajadores no perdieran el tiempo yendo a Siquirres. En ese momento la finca tenía doscientos trabajadores. “Después de trece años vendí la finca. Me quedé un año más después de que vendí, pero ya no era la misma cosa”.
De los elefantes a la macadamia “Mis amigos de Chiquita sabían que yo había vendido la finca, y que estaba disponible. Me volvieron 93
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a contratar, pero para otra aventura inesperada. En Somalia estaban sembrando banano. Me fui para allá. Apenas llegué, pregunté por el control de esos ´insectos´ llamados ´elefantes´ y ´rinocerontes´. Esos grandes animales entraban y salían de las plantaciones. Durante una sequía en ese país africano decidí devolverme y cultivar macadamia. “Los Rojas Cortés fueron los pioneros en el cultivo de la macadamia. En inglés se dice ´go nuts´ para describir que alguien se volvió loco. Entonces todos me decían, en inglés, que me había pasado de banano ´to nuts´, es decir, que me estaba volviendo loco... “Ya tengo 23 años cultivando macadamia. La finca se llama ´Pura Vida´. Yo había oído de la macadamia desde que estaba en ´La Perla´. Los Rojas estaban cultivando macadamia desde el 75, así que incorporé mucho de lo que ellos sabían. “No estudié en Cornell, pero soy observador y estudioso. Eso es lo más importante. Soy de una pequeña universidad de Washington State, pero nunca me he dado por menos. “En el caso de la macadamia, hemos aportado muchísimo. Trajimos variedades nuevas de Israel, Australia, Hawai y California. Evolucionamos con prácticas que no se conocían. El problema de la macadamia es que no ha sido fácil aumentar el consumo nacional. Nosotros no queremos vender todo el producto afuera. Yo insisto en que se puede mercadear aquí. Nosotros la vendemos para Café Britt. Es mejor vender aquí que durar unos meses esperando si llega bien el barco, si lo quieren pagar, si ponen pretextos para no pagarlo, si después lo colocan bien… Esos son los problemas que hay al exportar, y lo tienen muchos productores de 94
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diversos cultivos en Costa Rica. Imagínense que habían seis mil hectáreas de banano, y ahora si acaso quedan dos mil hectáreas. “Nosotros sembramos 700 hectáreas en todo el país, porque ofrecimos el servicio de hacer las fincas. Los australianos son los mejores productores del mundo, pero en Costa Rica estábamos más avanzados en el control biológico. Se usa una avispa para controlar un barrenador. “Sin embargo, se perdió el incentivo para sembrar macadamia. He estado muy entretenido. Tanto que no extraño la plantación bananera. El calor se quedó en la bajura, con el banano, del que tengo grandes enseñanzas y grandes recuerdos. El banano ha sido fundamental para la economía y el bienestar social. El asunto es que necesitamos diversificar. Por eso he estado tan emocionado con la macadamia, y ahora hicimos un campamento de pesca en ´La Perla´. Me quedé en Costa Rica por las oportunidades. Pudo más su ´nice people´, su estabilidad, el clima… Pudo más eso que mi afán aventurero. “Soy un soñador, y he visto los resultados de mis sueños. Desde que estoy con la macadamia, tengo mi vida en La Alegría de Siquirres. El pueblo es un ejemplo de lo que uno puede conseguir con sus proyectos. Cuando llegamos a La Alegría, sólo había dos casas de cemento, la de un señor que se llama don Ramiro y la mía…Ahora podemos salir de aquí, y contar decenas de decenas de casas bonitas. “La gente no cree en la macadamia porque es difícil y es lenta, hay que abonar todo el tiempo y tener paciencia. La macadamia proviene de Australia, y se encontró hace sólo 140 años atrás. Se empezó a cultivar hace 50 años. No existe la experiencia que existe en casi todos los 95
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demás cultivos, pero no importa. Para quienes tenemos la escuela en la producción de banano, los retos y los riesgos son cosa de todos los días. Por eso, gracias a la escuela bananera, la macadamia ha sido una prueba que hemos podido superar, y ahora somos exitosos”.
Diana Guzmán Calzada
Dirigente bananera por excelencia Ella hace historia en un mundo de hombres: es la abogada de Chiquita Brands en Costa Rica, la compañía que surgió de la legendaria United Fruit Company; es la encargada de las relaciones corporativas de esa compañía en nuestro país, y es la presidenta de la Cámara Nacional de Bananeros, que está compuesta por las compañías comercializadoras, los productores independientes y CORBANA. Fue elegida por unanimidad. Es la primera vez que eligen a un representante de una compañía comercializadora, y desde hace tres años está al frente de esta organización. Diana Guzmán Calzada nació en San José el 18 de enero de 1958, hija de Rolando Guzmán Midence y Marta Calzada Maduro. Son cuatro hermanos, Diana, Rolando, Silvia y Jorge. Creció en San José, fue a la Escuela Anglo Americana, al Colegio de Sión, y se gradué de abogada en la Universidad de Costa Rica. “Mi papá es dentista, y mi mamá, ama de casa. Sin embargo, mi relación con el banano empieza en la familia. Mi abuelo, Alfredo Guzmán Bustamante, hondureño, trabajaba en La Ceiba con la compañía bananera. Era draguero. Cuando decidieron abrir la 96
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división de Quepos, lo mandaron para acá, en 1944. Papi nació en Honduras, en el año 33. Tenía 11 años de edad cuando se lo trajeron. Recuerdo a mi abuelo muy bien. Era un enamorado de la compañía bananera. Él trabajó con la original, con la que trabajo yo ahora, con la United Fruit Company. Chiquita surgió de la antigua United. A mi abuelo lo mandaron para Costa Rica porque hablaba inglés perfecto, y era un empleado de confianza en Honduras. “Cuando ya la división de Quepos estuvo lista, se trasladaron a Golfito. Me acuerdo de mi abuelo en Golfito. Recuerdo que vivían en trailers. Tengo en la memoria el haber ido allá con papi y mami. Tanto se enamoró mi abuelo de esa zona, que a los años, cuando ya tenía yo cinco o seis años de edad, él y mi abuela se separaron, y se quedó él viviendo toda la vida en Golfito. Dos años antes de morir, enfermó y se vino para San José. “Recuerdo que él decía que era maravilloso ver la expansión del banano, las fuentes de trabajo que abría, y lo bien que trataban a los empleados… Es un contraste con respecto a lo que sabemos de la ´Mamita Yunai´. Algo de razón tenía porque cuando la compañía bananera se salió de ahí, toda la zona se deprimió. “En la escuela yo era buena estudiante; en el colegio también… Era aplicada, disciplinada, responsable… Luego, nunca estudié derecho pensando en trabajar en la producción bananera. De hecho, yo trabajé desde que estaba en tercer año de carrera, en el bufete Pacheco Coto, luego el destino me llevó a vivir a Puriscal, de donde viajaba cuatro días por semana a la Universidad. Viví en Houston después, donde hice la tesis de graduación. “Me vine para acá, con un grupo de amigos montamos 97
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una oficina, y mi conexión con la compañía comenzó en 1991, cuando me contrataron como abogada externa para llevar algunos asuntos. Dos años después cerré la oficina y me vine a trabajar tiempo completo con la compañía. “En un bufete uno tiene un montón de clientes. Como uno tiene que cumplirle a los clientes, a veces uno tiene que hacer cosas muy aburridas… En cambio, este negocio es dinámico y apasionante”.
Sus inicios en Chiquita “Cuando entré, Chiquita era dueña de Numar, Palmatica y el Grupo Polimer… Eso implicaba todo el trabajo del mundo. En aquel momento éramos cuatro abogados a tiempo completo, y manejábamos todos los asuntos de estas cuatro compañías. “Ahora es sólo el negocio del banano, estoy a cargo yo, con dos abogados externos, Bernal Allen y Enrique Vázquez. “El negocio bananero es dinámico, cambiante, apasionante… Al ser un negocio de agricultura, usted no sabe qué va a pasar mañana, si va a sufrir inundaciones, sobreoferta mundial… Todos los días cambia algo. “Me ha impresionado mucho el mundo bananero. Aunque tengo muy buenos recuerdos por parte de mi abuelo, desafortunadamente en este país todos leímos ´Mamita Yunai´, y sólo nos mostraron una cara de la moneda. Todos hemos leído de las supuestas barbaridades que ocurrían en el pasado. Muchas de ellas deben haber sido ciertas, pero hoy por hoy, la compañía está totalmente comprometida con el ambiente, las normas sociales, la responsabilidad corporativa y los códigos de conducta. 98
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“En estos momentos, nosotros tenemos 4400 hectáreas de banano; somos el mayor exportador; Chiquita es la marca que más bananos vende, y en Costa Rica siempre hemos oscilado entre el primero y el segundo lugar. Un elemento muy importante es que más de la mitad de la fruta que nosotros exportamos es comprada a productores independientes. “Desde hace tres años, soy la presidenta de la Cámara Nacional de Bananeros, que está compuesta por las compañías comercializadoras, los productores independientes y CORBANA. Fui elegida por unanimidad. Curiosamente es la primera vez que eligen a un representante de una compañía comercializadora. “El reto ha sido muy grande, por supuesto. A veces no es fácil conciliar los intereses de las compañías con los productores independientes, básicamente por cuestiones de precio, y es más grande todavía por el hecho de ser mujer. “Ha sido maravilloso el reto en este mundo de hombres, que es la producción bananera. Es un reto desenvolverme en un medio que es totalmente machista. Para ser franca, es un mundo en el que, sin embargo, nunca, nunca, me han hecho un problema por ser mujer. La relación es de respeto y de admiración. Nunca me he sentido discriminada por ser mujer. Me han tratado como si fuera una más…”.
Productores independientes “Hay productores excelentes, productores muy esforzados y muy eficientes, pero como en todo, hay de todo… Definitivamente Costa Rica es el país que tiene los mejores estándares de producción, el único país que 99
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tiene todas las cargas sociales, gente asegurada, buenas condiciones de trabajo. “La industria bananera costarricense ha sido pionera en cumplir con las garantías sociales, abordar el tema ambiental y el tema social de manera integral… Entonces, vale preguntarse, ¿por qué ha sido tan criticada la producción bananera costarricense? ¿Qué es lo que ha pasado? Por ser Costa Rica un lugar tan especial, los ambientalistas europeos han buscado este lugar para atacarlo. “En Europa no tienen todos los elementos para entendernos. Por ejemplo, no creen en el solidarismo, no entienden cómo aquí puede existir el solidarismo; no entienden que aquí, en la industria bananera, usted no se encuentra un sindicato... Somos el blanco de las críticas de Europa porque somos los mejores… “Creo que soy una persona muy respetada en el mundo de la industria bananera costarricense porque soy muy franca y muy directa. Eso me ha generado pequeños problemas, pero también el respeto de todos. Por ejemplo, el único país en el mundo en el que hay un impuesto de exportación de banano es Costa Rica. Hemos tenido en 26 mil hectáreas de banano, que emplean unas 25 mil personas, directamente, pero el 70 por ciento de la población de Limón depende en forma directa o indirecta de la producción bananera… “Chiquita tiene banano en Costa Rica, en Honduras, en Guatemala, en Panamá, en Colombia, en Costa de Marfil, en Filipinas... Chiquita es la comercializadora más grande del país. A través de nuestra marca salen 30 millones de cajas de primera calidad, ya sea de fincas propias o de productores independientes. ”De la industria bananera de Costa Rica y de Chiquita 100
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Costa Rica, va para Estados Unidos el 70 por ciento y el 30 por ciento restante va para Europa...�.
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Los retos de la industria bananera “La industria bananera es una industria costosa. Por ejemplo, sólo por la inundación de este año, a la compañía le costará millón y medio de dólares la recuperación de las fincas… Hay unas fincas en Sixaola que fueron arrasadas, el río se metió y las dejó como una plaza de fútbol. Al tener el 50 por ciento de su área en buen estado, el reto es hacer que el resto de la finca funcione, porque con sólo la mitad de la producción el modelo económico ya no da, y no puede operar con utilidades por las cargas financieras que tenía… Hay fincas que operan con una carga financiera altísima, al final pasa esto, ocurre una tragedia de la naturaleza y se les acabó la actividad. “En este momento, el trabajador bananero costarricense es el mejor. De acuerdo a las estadísticas, en Guatemala necesitan 1,1 trabajadores para lo que aquí se hace con 0,8. En Costa Rica no tenemos sindicatos. El gran valor agregado, el activo más importante que tenemos es nuestra fuerza laboral. Está tecnológicamente más educada, y es la más consciente de sus labores. En una finca de 100 hectáreas, no podés ver cada mata, tenés que confiar en la gente. “Por la triste historia que se suscita por el cierre de Golfito, el trabajador costarricense entiende de la importancia de la estabilidad laboral y la armonía obrero patronal. “Cuando vino una inundación en Sixaola, mucha gente se quedó sin trabajo en la zona. En este momento, puede ser que haya migración importante hacia Parrita, donde el plan de expansión podría llegar a 800 hectáreas. En este momento hay 200. Puede ser que en el futuro haya una migración importante del Atlántico al Pacífico, 102
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porque en el Pacífico hay más radiación solar, lo que hace que las fincas sean más productivas. “El mensaje que nos envía el mundo de la industria bananera hoy es muy claro. La reacción también debe serlo: rehabilitemos las fincas; cuidemos que la fruta sea competitiva, para que las empresas no se vayan para el Pacífico o para otro país, y para que las compañías sigan comprando el banano de Costa Rica. “La gran mayoría de los productores bananeros se han comprometido con esta industria, son muy eficientes, se han comprometido con los estándares ambientales y sociales, y han hecho grandes inversiones en infraestructura. “El reto más grande que tiene la industria en este momento es ser competitiva con miras a lo que pueda pasar con el problema de Europa. Nos quieren imponer un arancel muy alto, lo que haría que prácticamente sea imposible que la fruta costarricense ingrese al mercado europeo, y el mercado norteamericano es un mercado donde el pago siempre es menor, porque los precios siempre son más bajos. Para hacer la diferencia, en medio de las circunstancias actuales, tenemos que ser competitivos y muy eficientes”.
Donald Murray Unwin 103
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Al frente de Bandeco Es un destacado personaje de la historia bananera, pues su nombre está en las páginas del mejoramiento a través de la investigación y en las páginas de la consolidación de la paz laboral. Donald Murray Unwin nació en San José, el 12 de diciembre de 1949. Es hijo de Douglas Murray (qdDg) y Diana Unwin. “Somos tres hermanos. Mis hermanos se llaman Federico y Brenda. “Crecí en nuestro país. Al principio, mi papá trabajaba en café y luego en banano. Mi abuelo paterno era escocés. Vino a este país en el siglo XIX a trabajar con la Northern Railway Company, en Limón. Era farmacéutico. Fue contratado como tal, y llegó a vivir a Limón. Mi papá nació en San José. “Mi abuelo se hizo cafetalero cuando dejó de trabajar con la Northern Railway Company. También hizo un intento de sembrar banano y cacao en el año 1914Cuando eso era de hombrecitos meterse ahí. No prosperó mucho. Tuvo una finca al otro lado de El Carmen. La finca se llamó Ontario, y era a medias con la familia Pirie, de Turrialba. Los Pirie tienen fincas en Agua Caliente de Cartago. Mi abuelo y los Pirie se vinieron juntos, contratados por la Northern. “Durante la Segunda Guerra Mundial, mi abuelo fue nombrado cónsul del Reino Unido en Costa Rica. Mi papá se fue a Escocia de 7 años de edad, junto a un hermano, con la idea de estudiar allá. Cuando estaba terminando los estudios superiores, estalló la Segunda Guerra Mundial. Entonces, se enlistó en la Real Fuerza Aérea. 104
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“Estuvo destacado en el Lejano Oriente, en Malasia. Su rol en la guerra fue de bombardero en un avión de la Real Fuerza Aérea. El Imperio Británico los mandaba a relajarse, a descanso, a Ceilán. Ese país ahora se llama Sri Lanka. Descansaban en una base de la Real Fuerza Aérea, al sur de la India. “Ahí conoció a mi mamá, que trabajaba en la Real Fuerza Aérea. Al final de la guerra se casaron. Mi mamá es inglesa. Vive en Canadá. “El país natal de mi papá era este, así que regresó a Costa Rica después de concluida la Segunda Guerra Mundial. En los años 50 adquirieron una finca grande de café, en Orosi. Ahí pasé los primeros años de mi vida. Viajaba a la escuela en San José. Estuve en la Lincoln la primaria y en el Saint Francis la secundaria. “Después de Orosi nos vinimos a vivir en San José. A los 15 años me fui a estudiar a Canadá. Terminé allá la secundaria y estudié allá mi carrera universitaria. Estudié Ciencias Biológicas. “A fines de la década de los 60, en el año 68 mi papá trabajó en las fincas Freeman y Freehold que eran propiedad de los señores Gurdián, de Rodolfo Gurdián y de Édgar Quirós, el famoso ´Peluca´. Mi papá y ´Peluca´ son primos hermanos. “Estuve en Canadá como siete años. Regresé una vez que concluí. Y en una visita que le hice a mi padre en finca Freeman, en el año 73, me entusiasmé tanto con el banano que empecé a aprender todo lo que es el cultivo, el manejo y la calidad de la fruta”.
Bandeco, hace 32 años 105
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“Ese mismo año, me di cuenta que había una plaza vacante en el Departamento de Investigaciones Agrícolas de BANDECO. Hice la solicitud y me contrataron por mis estudios en ciencias biológicas. Entré a BANDECO en setiembre de 1973. “Empecé a trabajar en El Carmen de Siquirres. Ahí teníamos el departamento de investigaciones y los laboratorios de investigaciones. Estuve trabajando con el doctor Franz Lara, quien es el responsable del desarrollo técnico avanzado del cultivo del banano. Él revolucionó la administración técnica del cultivo. Mucha gente dice que es por eso que Costa Rica se encuentra en la vanguardia en cuanto a productividad bananera. “Viví en El Carmen de Siquirres durante 15 años, del año 73 al año 88. Ahí se educaron mis hijos en la escuela primaria. Empecé a trabajar en el departamento de investigaciones, y después se me abrió la oportunidad de dirigir ese departamento a la salida de Franz Lara y de Valentín Quirós. “Luego ocupé la posición de subgerente de la compañía, siempre radicado en la zona. Cuando se pensionó el gerente Hernán Robles, el puesto se me asignó a mí, en el año 88. Tengo 17 años de ser gerente. “Ahora la industria es otra cosa. Se han dado cambios muy importantes. El manejo del concepto de la calidad ha sufrido una evolución tremenda. Antes la calidad era secundaria. Entre otras cosas, no había la sobre oferta bananera que impera hoy día. “Cuando llegué a El Carmen, no había carretera, no había club, no había televisión, excepto Canal 7, no había luz eléctrica. Lo único que había era una plantilla. Todo giraba alrededor del tren de la madrugada que entraba a Siquirres y del tren de la tarde. 106
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“Era otro mundo, sobre todo en lo que respecta a la naturaleza. Buscábamos diversión en lo que es cacería o pesca. Comíamos tepezcuintle una vez a la semana. Se conseguía en cualquier comisariato, en las cantinas lo daban de boca, y si no, uno lo encargaba. Había montaña virgen por todo lado. El paseo de rigor era ir a las barras, a Parismina o a Tortuguero. Esa era la ilusión nuestra: irnos a pasear a las barras. No había teléfono. Toda la comunicación era por radio. Sólo entraba radio Monumental porque tenían repetidora en el volcán Irazú. “La vida empezaba a las cinco de la mañana. Era común y corriente, una costumbre de todos los días. Y todo el mundo estaba durmiendo a las ocho o las nueve de la noche. Se apagaba la planta a las ocho o a las nueve. “Era un mundo diferente. Al ser un mundo donde había poco influencia externa, había mucha camaradería. Todos los días nos poníamos de acuerdo para ir a jugar dominó, una fiestilla y unos traguillos en la casa de tal o de tal otro. “Durante los fines de semana todo el mundo se quedaba ahí. También teníamos a nuestro servicio una avionetita pequeña, una monomotor, que era la que usábamos para desplazarnos en la zona, por ejemplo, para ir a Bataán, a Limón o a Guápiles, a Finca San Pedro, en Cariari, o a Ticabán, y también para ir a traer pescado a la Barra del Colorado. Es que no había carreteras. “Me casé en el año 75 con una profesora del Colegio de Siquirres, Cristina Quesada. Ella daba clases de agricultura, había estudiado Agronomía”.
El Carmen de Siquirres 107
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“En el año 74 hicimos la carretera de El Carmen, lo que permitió una comunicación más dinámica con el mundo externo. “La realidad de la zona era dramáticamente distinta. Para ir a Guápiles había que pasar entre los ríos, y compartir los puentes grandes con el ferrocarril. En una ocasión, se nos corrió una tabla y el pick up se nos quedó colgando. “Las cabezas de agua se daban a cada momento. Esa zona no se inundaba tanto como ahora, aunque se me viene a la memoria la famosa ´Llena del 70´. Se vino ´una llena´ en el año 49, y se ha dado ´una llena´ de esas dimensiones cada 20 ó 30 años. El punto es que antes las llenas eran fuertes, pero no tan violentas. El incremento del peligro se debe a la masiva deforestación en las cuencas de los ríos grandes. Por ejemplo, la cuenca del río Reventazón ha estado muy descuidada. Si no hay árboles, la lluvia provoca erosión, lava los suelos y se lleva los sedimentos para los ríos. La sedimentación de los ríos hace que con cualquier aguacerito haya ´llenas´. “Volviendo al tema de los caminos, la rústica de Guápiles era una calamidad. Nos topábamos con los trenes de Don Taxi Amador, y teníamos que andar capeándolos. Andar por la línea del tren era una ciencia. Entre los rieles, apenas cabían las llantas. Era incómodo, pero era el único medio de transporte de esos años. “Guápiles estaba aislado. Cuando teníamos que ir, nos hospedábamos en el Hotel Keng Wa, y el restaurante de rigor era el Singapur. Guápiles ha sido el más pujante pueblo de la zona. Otra situación importante era la zozobra laboral que se dio en los años 70, por la incitación permanente al estado de huelga. Es dramático enterarse cómo los trabajadores fueron haciendo conciencia, poco 108
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a poco, de que había una grave manipulación por parte de los dirigentes sindicales”.
El solidarismo “Es interesante para mí recordar el cambio gracias a que nosotros, siguiendo el ejemplo de Moisés Soto, que fue pionero en esto, decidimos inculcar la filosofía del Solidarismo. “Nos acercamos a través del padre Claudio Solano. Fue para nosotros motivo de mucho orgullo el entrar en el solidarismo, y tuvo una tremenda influencia en la transformación social, que se dio cuando los peones dijeron ´queremos vivir bajo las garantías que nos brinda el solidarismo´. “Esta es la tónica que queremos: armonía y paz laboral, en un marco de relaciones de total apertura, relaciones directas, sin manipulación externa. Por eso es que tuvimos el último encontronazo con los amigos de la acera de enfrente hace ya mucho tiempo, en el año 82. De ahí para acá no hemos tenido interrupción laboral. Hemos guiado nuestras relaciones obrero-patronales en la comprensión y la colaboración. Hemos tenido que enfrentar juntos la crisis bananera y todo lo que eso implica, y hemos salido adelante gracias a la armonía entre los trabajadores y la empresa. “A mi juicio, este ha sido el proceso evolucionario de mayor impacto que se ha dado en los últimos treinta años. Se lo debemos al solidarismo. “La actividad bananera le ha traído mucho bienestar a la provincia. El dinamismo de la Zona Atlántica es sinónimo de la actividad bananera. Si uno hace un análisis de lo que hace cada individuo en la Zona 109
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Atlántica, el banano es el motor económico. El Atlántico no existiría en las condiciones en que está si no fuera por el banano. “Otro punto importante es que no debemos entender la relación entre los bananeros costarricenses y las compañías comercializadoras como si fuera una pelea ´trasnacionales versus productores independientes´. Los productores siempre dicen que el precio de la fruta es insuficiente. El precio nunca llega a la expectativa del productor. Por otro lado, el productor tiene que entender que este negocio está en una situación de salud no idónea, desde el año 91. La situación ha sido motivada por una sobreproducción que se da, y está ligada a otros factores, como el pernicioso régimen de importación de banano en Europa. “Tenemos una lucha constante entre el sector productor y estas compañías por ver cómo se mejora el ingreso por caja. Desgraciadamente, el comportamiento de los mercados en los últimos doce a catorce años no da el espacio para generar más dinero en la compra de fruta. Hay un balance muy jodido: hay que mantener esto vivo y sostener la presión. Si se desborda uno en lo que paga, pierde y pone en riesgo las fincas”.
Productores independientes “A los productores independientes les admiro el trabajo, el esfuerzo, la valentía... Las similitudes son más grandes que las diferencias. Tenemos una relación cordial, abierta y sincera con nuestros productores independientes. Hay que evitar a toda costa la intervención de la Unión Europea y su afán por dictar las pautas en lo que son las estipulaciones de los contratos 110
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de compra de fruta en Europa. “Lo que debe quedar claro, porque así es, es que en la medida en que nos es posible, procuramos ayudar al sector independiente, a los productores independientes que tienen relación contractual con nosotros. “Las fincas de Banacol están bajo contrato con Del Monte; el Grupo Caribana, el grupo de Jack Loeb, también tiene relación con nosotros; los Rojas y los Guardia, Adrián Paniagua también es un productor nuestro; la familia Espinoza, Victoria León... “También hemos conseguido un modelo laboral a través del convencimiento y la concientización... Con los trabajadores del muelle nos sentamos para definir a lo interno nuestro destino en común. No obstante que hay Solidarismo, también ha habido un diálogo permanente con el sindicato. Y el ejemplo claro de lo que hemos conseguido gracias a la armonía obrero-patronal es el modelo laboral de ANFO, una gestión única del país. “El muelle ha sido otro campo muy conflictivo. Es la última etapa de la actividad bananera. Por concientización, ellos, como operadores portuarios, y nosotros, como dueños de la carga, nos hemos puesto de acuerdo. El destino lo fijamos nosotros dos y nadie más. El problema de Limón es que antes nuestros destinos los fijaban intermediarios, y mantuvieron ese sistema feudal a través del fomento del conflicto en los muelles. Poco se puede lograr con una producción y una adecuada cosecha de la fruta si no hubiera podido ser embarcada. Uno habla con cualquiera de los 500 y pico de trabajadores de ANFO y dicen que el momento trascendental de sus vidas fue el día que hicimos la alianza entre los dueños de la carga y los operadores del muelle, o sea, los estibadores... 111
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“Sin duda que esto fue una revolución. Juntos, la compañía y los estibadores le dimos un golpe de muerte al sistema feudal, corrupto... Desgraciadamente los gobiernos se hacían de la vista gorda con respecto a las arbitrariedades que estos intermediarios cometían en contra de los trabajadores del muelle. “Disfruto mucho la relación con mi familia. Mi señora está en la casa. Tenemos dos hijos: el hijo mayor, Vernon, trabaja en una trasnacional en Estados Unidos, estudió allá administración de empresas, desde el año 94 vive allá, mientras que la hija, Melissa, estudia Derecho en la Universidad de Costa Rica. “No me quejo de la vida. Hay cosas que están fuera del ámbito del control de uno. No hay que punzarse el hígado por lo que está fuera del anillo de influencia de uno. “Lo importante en la vida es que le guste a uno hacer las cosas, y no tanto hacer sólo lo que a uno le gusta”.
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Édgar Quirós González
Capitán en la tormenta “Después de estar en el negocio bananero uno puede administrar el infierno fácilmente y hasta ponerle aire acondicionado”. En su oficina, lo primero que llama la atención es una foto de Pachira acuática. Al lado, hay tres pinturas de flores tropicales; una pintura de E. Sáenz, y un cuadro de una puerta. No quisiera uno que se abra la puerta en la obra, de la atmósfera que le imprimió la artista. Detrás, cuelga una jacket amarilla. Él anda una camisa de rayas, un pantalón claro… A un lado, tiene una maceta con una flor, y una foto de él con Romano Orlich, presidente de CORBANA. Édgar Quirós González, el famoso “Peluca”, es un personaje fuera de serie en la actividad bananera. Tiene frases cortas y habla con una franqueza que a más de uno asustaría. Hay detalles y circunstancias de la producción bananera a los que otros les pasan por encima, y sólo él, como capitán en la tormenta, saca a relucir, porque se le nota que tiene una alta dosis de dignidad y valentía, y que el miedo es algo que le anda de lejos. Nació un 8 de agosto, en San José, hijo de Gonzalo Quirós Carranza y Amparo González Ulloa. “Mi papá era contador y mi mamá, ama de casa. Somos ocho hermanos. Crecí en San José, en barrio La Soledad. Fui a la escuela Juan Rudín, al Colegio Seminario y a 113
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la Universidad de Costa Rica… Entre los compañeros de la escuela, recuerdo a Luis Alberto Fournier, Rodolfo Mussmanni, Rodrigo Montealegre y Ernesto Doninelli. En el Seminario, volví a estar con Luis Alberto Fournier, y así fue también en la universidad. Él terminó haciendo un doctorado en botánica. Además, en el colegio fui compañero del doctor Federico Sobrado, el doctor Federico Sosto, Jorge Gutiérrez, Eugenio Franco y Manfred Amhreim. “Siempre quise estudiar agronomía. Todos mis tíos eran finqueros, y mis hermanos fueron cazadores, así que siempre andaba metido entre el monte. Nunca dudé de lo que quería. “Estudié los cinco años de Agronomía en la Universidad de Costa Rica. Teníamos clases mañana y tarde. Era prácticamente tres profesiones en una. El paquete de materias que teníamos nosotros ahora lo dividieron en tres carreras por a parte, Producción Animal, Fitotecnia y Veterinaria. Nosotros recibíamos todo eso junto. Era un programa cargadísimo. Creo que hubo un año en que llevábamos trece materias. Llevábamos las optativas que había que tomar para rellenar créditos, y contando todas eran trece”.
Farmagro y Abonos Superior “Después de que salí me fui a trabajar con la Hoeches, conocida aquí como Farmagro. Trabajé ahí dos años en desarrollo y venta de productos agroquímicos. Todas las moléculas nuevas que sacaban los alemanes me las daban para que fuéramos a probarlas, también los fertilizantes y la línea veterinaria. El campo de medicina lo manejaban otros. Yo me la jugaba con veterinaria, agroquímicos 114
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y fertilizantes. De ahí pasé a Abonos Superior, con los señores Raúl y Rodolfo Gurdián, en la misma línea. Había representaciones muy interesantes, como la de DowAgroSciencies, y la de Dupont. “Me tocó, por ejemplo, introducir el Karmex (diurón) en banano, y algunas triacinas. También me tocó hacer las primeras pruebas de round up en banano. Además, en una de las fincas de los Gurdián, en Freehold, se desarrolló el estudio del Benlate, que se usaba mucho con la sigatoka, pero la condenada sigatoka va perdiendo los productos, y hay que rotarlos… “En asociación con los señores Gurdián empezamos a sembrar fincas de banano. Fue estando en Abonos Superior que me hice bananero. Yo manejaba todo en la Zona Atlántica, pero en sociedad con los dueños de Abono Superior, y unos primos hermanos míos, los González Martén. “Formamos una empresa que se llamaba Inversiones del Atlántico, los Gurdián, los González Martén, don Juan Arrea Escalante y yo. Yo era el gerente. Empezamos a desarrollar fincas en el año 67. Era el tiempo de Rodolfo Martín en Finca Santa Clara, Asdrúbal Carballo en Roxana y Yoyo Quirós en El Prado y Guajira. “Después entró Moisés Soto a desarrollar Frutera Atlántica y entró Edmond Woodbridge a desarrollar un montón de fincas, como San Pablo, San Francisco, Imperio, San Pedro, San Peter y Jardín. “El primer productor independiente de esa generación fueron Edmundo y Thomas Taylor, en Vesta. Luego entró la finca Bremen con el papá de los Rojas, don Carlos Manuel Rojas. Después, estaba una finca pequeña que sembraron dos gringos, Bowman y Sweet. Se llamaba La Francesa. 115
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“Posteriormente empezamos a sembrar Tortuguero. Eran 140 hectáreas. Después de eso, se empezaron a sembró casi al mismo tiempo Babilonia, en Williamsburg, con Carlos Loría Colombari al frente, y Roxana, con Asdrúbal Carballo y luego Rigo Muñoz. Ya Santa Clara estaba produciendo. “Tortuguero le entregaba a Standard pero era independiente. Casi todas las otras eran fincas de Standard, o Standard era socio. En ese entonces, prácticamente sólo Standard estaba en el país. Standard era dueño de casi todas las fincas en sociedad, por ejemplo, Santa Clara, Roxana y Babilonia eran de Standard en sociedad con Míster Averre, Mariano Zúñiga, Jorge Rossi y Gilberto Barrantes. Ese fue el boom con Standard en la zona de Guápiles…”.
Bananeras en Cariari “Después nosotros, sembramos Caribe entre tres primos, Jorge González González, Guillermo González Dorado (“Buguie”) y yo. Cuando nosotros hicimos Caribe, los colonos de Cariari estaban tan pobres, tan pobres, que llegaban apenas con algo más que los calzoncillos, y con los pantalones todos rotos. “Levantamos esa comunidad entre nosotros, los bananeros, porque cuando entró Moisés Soto ya hubo más trabajo en la zona. “Hasta ese momento, la única compañía que estaba metida en el Atlántico era Standard. Después vino un gran movimiento desatado, curiosamente, por el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO). El ITCO sacó una licitación internacional para sembrar 700 hectáreas en el área de Bataán. Después, el ITCO iba a repartir las 116
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tierras. Romano Orlich era el presidente de la junta directiva. “En ese tiempo, la United le pasó al gobierno un montón de hectáreas que estaban en cacao y en abacá. Muchas se las dieron a los administradores como parte de prestaciones. Por ejemplo, ahí surgió la zona de San Alberto. Funcionarios de confianza de la United Fruit Company, como Agustín Herrera y Houston Lacombe, quedaron con finca. “El asunto es que al ITCO le quedaron cientos de hectáreas en Bataán. Querían hacer una cooperativa y sembrar todo aquello con banano. Tenían que hacer una licitación. Vinieron varios importadores fuertes de Europa y algunas compañías interesadas en esa licitación de 700 hectáreas. Entre esas compañías estaba el grupo Africanish, que después fue Cobal (Compañía Bananera Atlántica), un consorcio de Grupos Alemanes... A Cobal la conformaron con la ayuda de Edeca, que era una cadena de supermercados. También estaba participando West Indies, que después fue adquirida por Del Monte. West Indies empezó como una empresa de Jack Loeb, que ahora es uno de los socios de Caribana. Los otros socios eran Isidoro Hess y Lou Grossman, si no me falla la memoria. Estaban comprando algo de fruta en Ecuador… También vino el Grupo Belga, que formó Tica Frutera, las fincas de Ticabán. “Africanish, West Indies y el Grupo Belga vinieron a licitar lo de Bataán. La licitación la ganó West Indies. Entonces, formamos grupos de empresarios para que estas otras compañías que vinieron no se fueran sino que tuvieran a quién comprarle banano y se quedaran en el país”.
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Detalles del inicio “Cuando llegaron todas esas compañías al país, el sector se movió bastante. Yo me metí en una finca con mis hermanos Gonzalo, Rodolfo y Rodrigo. Compramos una finca, Freeman, en Siquirres, después de La Perla. Eran 800 hectáreas. Le vendimos al Grupo Inversiones del Atlántico la mitad, así como la mitad de la finca Caribe. Nos quedamos con la mitad de Caribe, y con Tortuguero y la mitad de Freeman: Entonces, firmamos un contrato con West Indies, que, como ganó la licitación de 700 hectáreas, nos generaba un sentimiento de seguridad. Por cierto que, al final, fue gracias a los independientes que West Indies se quedó aquí, porque las 700 hectáreas de Bataán nunca se sembraron por problemas con el ITCO. “La cuestión es que sembramos Freeman, Perla, que era de Rafael Ángel Rojas y Mariano Rodríguez, y Frutera, de don Moisés Soto, don Mario Echandi y don Charles Seagars. “Moisés Soto, Rodolfo Martín y yo empezamos siendo profesionales, y luego nos convertimos en socios de algún grupo. Aparte de los que consolidamos la operación de West Indies en el país, para que no se fuera, también se formó otro grupo de empresarios, en el cual estábamos don Yoyo Quirós y nosotros de nuevo. De esa manera, nos metimos a sembrar con el grupo alemán, con Africanish, con Cobal… En ese momento sembramos Guajira y El Prado, de Don Yoyo (Quirós), y Freehold, que era del Grupo Inversiones del Atlántico. Así consolidamos al grupo alemán, para que tampoco se fuera. Don Yoyo era el encargado de manejar ese grupo, mientras que el grupo de West Indies hizo su propia 118
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organización con Jack Loeb a la cabeza. Ellos sembraron Monte Líbano como semillero para todo el desarrollo de las otras fincas. Yo estaba metido en todo. No hay baile en que no estuviera”.
La historia de Ticabán
“El otro grupo que vino era belga, y estaba formado por unos navieros que tenían negocios en Congo y Angola, en África. Ese grupo lo lideró don Edmond Woodbridge, que hablaba muy buen francés. Inversiones del Atlántico también entró en este grupo con don Edmond, y se sembraron las Ticafruteras, las fincas de Ticabán. “El grupo belga mandó a unos agrónomos que no tenían experiencia en la Zona Atlántica. Venían de África. Empezaron a hacerlo todo mal. Los del grupo ´Inversiones del Atlántico´ nos retiramos de la sociedad. Teníamos un 10 por ciento de las Ticabán, pero nos retiramos porque estaban mal las operaciones, las siembras y las prácticas. “Me tocó dar la recomendación de salirnos de las fincas de Ticabán. Desgraciadamente tuve la razón. Tiempo después, este grupo liquidó operaciones, y le vendió todo el grupo de Ticabán al imperio de Lucho Novoa, del Ecuador. Era el papá del Novoa que ha sido candidato en Ecuador, Don Álvaro Novoa. “Novoa es la cuarta exportadora bananera más grande del mundo. A través de don Fletcher Hatch, que fue su primer gerente, conocido como ´Body´ Hatch, entró con el Grupo Figueres, con Don Pepe, en las Ticabán. “Ellos recuperaron Ticabán porque prácticamente las habían dejado abandonadas. Después las vendieron en varios grupos, hasta que llegaron a los Castillo del Grupo 119
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Colono, y ahora están en manos de los Acón. Después, al grupo Cobal lo compra United, ahora llamado Chiquita, y a West Indies lo compra Del Monte. Del Monte forma Bandeco y, años después, también Pindeco, en la zona sur. “Mientras todo esto que cuento pasaba, estuve más de veinte años al frente de las fincas Tortuguero, Caribe, Freehold y Freeman. Era gerente y socio”.
Tiempo de inundaciones “En el año 70 se da la gran inundación. Antes, en el 69, habíamos tenido otra inundación bastante fuerte. La del 70 nos remató. Toda la industria independiente entró en crisis: Freeman estaba produciendo 150 hectáreas, y casi 2800 cajas por hectárea. En aquel entonces el promedio era 1800 cajas. La de Freeman era la mayor productividad de la zona. Con la llena del 69 se liquidó como un 70 por ciento de la finca. Sembramos 150 hectáreas más con la ayuda del Banco Anglo y ya cuando estaban produciendo las 150, se vino la inundación del 70 y liquidó entonces las 300 hectáreas. “Después del 70 entra en crisis toda la industria bananera, y se forma la Asociación Bananera Nacional (ASBANA), y se hace un fideicomiso general. ASBANA acoge todas las fincas en crisis. “Seguimos adelante. Desde el Banco Central, don Claudio Volio nos ayuda mucho en la formación de ASBANA. Trae al gringo Fletcher Hatch para que sea gerente de ASBANA, Hatch escoge a Inversiones del Atlántico como la estructura básica para manejar ASBANA. Se amplía la estructura organizativa que teníamos nosotros, y paso a ser gerente de producción 120
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de ASBANA. Fue en los años 70. Después me retiré obstinado de estar peleando con los bancos. Me largué en el año 73. Es que las compañías y los bancos no querían que naciera ASBANA, hoy CORBANA. Las compañías no querían porque deseaban estar solas, y los secundaban los bancos por celos de los departamentos de control de empresas, que perdían ese poder en la industria bananera. Era una guerra a muerte. “En eso me fui a trabajar con productos ´Del Campo´, a desarrollarles el proyecto de palmito en Sarapiquí. Ese proyecto empezó en el año 72. Estuve allá un año o año y medio. Después, cuando Daniel Oduber quedó de presidente, me llamó para que asumiera la presidencia de la junta directiva de CORBANA. El presidente de CORBANA es nombrado por el consejo de gobierno. Hay dos directivos de los bancos, dos directivos de los empresarios bananeros, y el presidente es nombrado por el Presidente de la República y ratificado por su gabinete. “En ese entonces, el Presidente Oduber quiso que yo fuera presidente ejecutivo. Estuve a tiempo completo, con dedicación exclusiva. Además, me metió como director del Consejo Nacional de Producción, y tenía un asesoramiento del ministro de agricultura, por lo que estaba al frente de la coordinación de todo lo que era CORBANA, CNP y MAG. Estuve los cuatro años del gobierno de Oduber trabajando en todo eso. Daniel y yo éramos parientes por el lado Quirós”.
Al frente de CORBANA “Lo primero era recuperar todas las fincas de banano. Aparte de eso, nuestra labor principal, y el gran aporte 121
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nuestro, fue formar el programa de Diversificación Agrícola, que fue muy exitoso, modestia aparte. Se hizo en coordinación con la Universidad de Costa Rica y el Ministerio de Agricultura y Ganadería. “Fue cuando se llevó a cabo todo el desarrollo de investigación y estudio de tilapia, tubérculos, pejibaye, guanábana, pimienta, jengibre, plátano y coco híbrido, entre muchos otros. Tuvimos 75 proyectos de investigación. El Presidente Oduber tenía una idea muy importante, y la desarrollamos él y yo en conjunto. Era que el campesino tuviera alternativas que le dieran flujo de caja, que le dieran utilidades. “Era la salida para que no hubiera precarismo, porque como precaristas lo que hacían era destruir bosques, quemar el suelo, agotar el suelo por erosión y aniquilar las oportunidades por sus malas prácticas culturales. Después, por falta de opciones vendían las parcelas e invadían tierras en otras zonas del país. “El presidente lo que quería era que diseñáramos un paquete mixto que pudiera ofrecerle al parcelero muchas opciones. Todas las parcelas que hay de guanábana en Bataán son parte de los resultados de esas investigaciones. Hay parceleros que se ganan dos y tres millones de pesos por hectárea con guanábana. Junto a eso, los tubérculos y el plátano han crecido como productos de exportación. Y fueron muy exitosas las mezclas que experimentamos de cacao, coco y plátano. El problema es que después llegaron las enfermedades, la monilia en el cacao y la sigatoka negra en el plátano. “Después del gobierno de Oduber, seguí como presidente de CORBANA durante seis meses más, ya en el gobierno de Carazo. Por decencia le mandé la renuncia al presidente Carazo, y él me pidió que me quedara ahí 122
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hasta que consiguiera a quién nombrar... “Pasado ese tiempo, me devolví a una oficina que teníamos de administración de empresas y de estudios de factibilidad, junto con todos los que perdimos en política, como Federico Herrero y Rodolfo Quirós Guardia. “Durante los años ochenta estuve en esa empresa. Le dábamos servicio a mucha gente. Vendíamos consultorías, y a veces ganábamos algunas licitaciones. Posteriormente desarrollamos otra finca, Filadelfia, con don Rodolfo Gurdián, detrás del aeropuerto de Limón. Al tiempo nos asociamos con Del Monte y terminamos por vendérsela a Del Monte. “Me pasé a trabajar de socio en Estiba y en Remarsa, que significa Representaciones Marítimas S.A, con don Álvaro Rossi y don Luis Anderson. Ya en los 90, nos asociamos con don Álvaro Rossi y sembramos la finca ´Super Amigos´. Después entramos de socios con Chiquita, y cuando le vendimos ´Super Amigos´, sembramos la finca ´Tanagra´. “Tanagra se quedó con nosotros hasta el último día, hasta esta inundación que fue más grande que la del 70. Tanagra murió en nuestros brazos hace pocos meses… ”.
Como administrar el infierno “El negocio del banano es tan difícil, tan complejo y tan arriesgado, es un reto de todos los días, y esa lucha que implica hace que cuando uno se acostumbra, una vez que se le mete a uno en la sangre, no hay cómo dejarlo. Después de estar en el negocio bananero, uno puede administrar el infierno fácilmente y hasta ponerle aire acondicionado. 123
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“Yo he sido presidente de la Asociación de Productores Independientes de Banano (ANAPROBAN) y de Corbana. Conozco el negocio en todas sus dimensiones. “El dolor que me da después de todos estos años es que no hemos logrado independizarnos de las compañías bananeras trasnacionales, que han perdido el corazón tropical que tenían antes sus ejecutivos, y han caído en manos de financistas. Lo único que les importa es que el precio de las acciones suban en las bolsas. No tienen respeto por los países, ni siquiera por Costa Rica que las ha visto nacer, que les ha prestado sus tierras, que les ha dado la matriz para que engendren riqueza entre su gente... “Sigo creyendo que esta es la gran desgracia de esta industria, así como la injusticia en la distribución de la riqueza que produce el banano, en la cual los países productores reciben migajas y las grandes utilidades se quedan sobre todo en las cadenas de supermercados. Después de las cadenas de supermercados, los otros grandes beneficiados, por su orden, son los tenedores de licencias en Europa, los maduradores y las compañías trasnacionales, o sea, es un negocio para los intermediarios. Es tan ridícula la distribución que, en este momento, el flete cuesta casi tanto o más que la fruta. Es el caso del Ecuador, por ejemplo. “En el caso de los supermercados, las cadenas grandes se ganan un 75 por ciento de las utilidades, mientras que el productor, con todos los riesgos, en este momento está saliendo a punto de equilibrio o con pérdidas. Es la gran amargura que tengo a estas edades. Amo el cultivo del banano, y la industria, el sector en sí, pero alguien tiene que decir estas verdades…”.
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Edmundo Taylor Enríquez
Espíritu de Vesta Edmundo Taylor nació en San José el 29 de diciembre de 1935, hijo de don Edmundo Taylor Vaz y Francisca Enríquez Ruiz. “Mi mamá era nica y mi papá era un tico de origen gringo. El gringo era mi abuelo, Richard Taylor. “Somos de tradición profundamente bananera. Mi papá empezó a trabajar con la United Fruit Company a principios del siglo XX. Empezó simplemente como empleado bananero, pero se independizó tres veces y tres veces lo quebraron ellos mismos. Cada vez que lo quebraban lo volvían a emplear. Cuando las condiciones del negocio eran malas, le botaban todo el banano, que en aquel tiempo se exportaba en racimos. “Crecimos en un hogar de bananeros. Después del año 38, cuando vino el mal de Panamá y comenzaron a botar bananales, a papá le tocó trabajar con cacaotales porque abandonaron las tierras del Atlántico. “A él le vendieron la finca cuando ya se iban. Eran muy paternalistas. Le vendieron las fincas Vesta y Andrómeda, en 1938. Cuando se fueron, él siguió trabajando con la compañía bananera, ya no en banano sino en otras cosas. “Lo que había en las fincas era cacao, y tenía algo de 125
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ganado. Después, Standard Fruit decidió entrar a Costa Rica, porque vinieron invitados por Chales Averre, el gerente de la Northern Railway, que los instó a invertir en Costa Rica porque el ferrocarril iba perdiendo mucho flete. A los de Standard les gustó el Valle de la Estrella. Parece que la Standard aquí se levantó de nuevo. Era una empresa de la familia d´Antoni, de origen siciliano, pero ya estaban muy afincados en Nueva Orleáns, y de la familia Vaccaro, también sicilianos. “Estaban en Honduras desde hacía 30 años. Les gustaron esas tierras. Compraron el Valle de la Estrella muy barato. Se lo compraron a Vico Starke, en el año 51. “Luego, el doctor Joseph d´Antoni asumió en el año 53. Antes estaba su papá. El doctor d´Antoni se salió en el 64, decidió salirse del negocio de los bananos, para dedicarse a su verdadera profesión, la investigación de enfermedades tropicales, y entonces la compró Dole. En ese momento, Standard estaba casi quebrada. “Mi papá produjo banano de 1900 a 1938 y siguió trabajando con United. Como ya te expliqué, o era independiente o era trabajador, pero siempre estuvo vinculado con la compañía. “Se pensionó en el año 48, le detectaron un cáncer a los 60 años de edad, le dieron seis meses de vida, pero vivió 18 años más. Le gustaba caminar en la montaña, y lo hacía durante varios días. Iba hasta los Altos de Telire. Era amigo de un sukia, de un médico indio, y me parece que fue él quien le ayudó a conservarse por tanto tiempo. “Mi papá se fue a buscarlo, él le dio una cáscara que se hervía y una hoja que también se hervía. Luego de hervidas, se tomaba el agua. Duró 18 años más. Vivió 126
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78 años. Murió en el año 65. Era analista de suelos, un analista empírico. Los de Standard entrenaron muy bien a su gente. Mi papá lo aprovechó muy bien. Analizó San Carlos, Guanacaste, el Pacífico, parte de Quepos y muchos lugares más. “Por cierto, iba en mula desde San José, pasando el Cerro de la Muerte, para hacer los análisis de suelos. Todo era a pie, a caballo o en bote. “Era muy duro, pero él tenía un carácter fuerte, que le ayudaba mucho. A mí me llevó apretado desde que nací. No tomaba, no fumaba, era muy alegre, muy optimista siempre, muy trabajador, increíblemente trabajador… Quiso heredarnos todo eso. “Nos infundió un gran espíritu de trabajo. Al que más le costó fue a mí, pero, aquí entre nos, a todos nos ha tocado trabajar muy duro. Él fue la persona que recomendó a Averre para que acomodara a los de Standard. Luego, dirigió la organización de la primera parte de la infraestructura agrícola de campo. Papá sabía mucho de eso. Por eso confiaban tanto. Había que drenarlo todo. Estaba en cacaotales y charrales. Era todo lo que le decían ´Pandora Oeste´, que era de Vico Starke. Antes de venderle a Standard, se lo tenía alquilado a Raúl Velásquez, que tenía banano en esa zona. “Don Raúl Velásquez fue educado en Bélgica, en la Universidad de Lovaina. Era economista y una persona muy culta. Otra persona fuera de serie en el Limón de esos años, aunque no tuvo que ver nada con banano, fue Francisco Garrón, una persona que impulsó mucho a la comunidad, lo que indirectamente influyó en la realidad bananera. “Papá estuvo en El Valle de la Estrella antes de comenzar las siembras, pero siempre estaba con esa 127
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enfermedad latente, por lo que tuvo que retirarse. Había estado administrando Vesta allá por 1920, cuando la finca era de United. Conocía muy bien todas esas tierras. “A él le tocó trabajar mucho. Fuimos doce hijos, así que el deber era muy grande. Ahí vivía por lo menos con seis hermanos míos. Yo no había nacido todavía. Papá se enamoró de Vesta y los alrededores. Seguramente por eso es que nuestro destino está tan relacionado con esa zona”.
Sus primeros años “Nací en San José, me crié aquí, y llegué a conocer aquella zona como de once años. Estudié en la Escuela de Buenaventura Corrales. Entre mis compañeros estaba Marcelo Martén, hijo de don Alberto Martén, el padre del solidarismo. Después pasé al Liceo de Costa Rica, donde estuve con Jorge Sánchez Méndez, y Luis Alberto Chocano. Vivimos en un montón de lugares. Cuando terminé el colegio vivíamos bajando la cuesta de la Penitenciaría, a 200 metros del Banco Nacional, diagonal adonde está el bar La Viña. “Conocí Limón como a los once años, y me mandaron de una vez una semana a la finca Vesta. En ese tiempo iba uno en tren de Limón a Pandora y a Veintinueve Millas. Desde San José, el tren duraba hasta diez horas porque jalaba gente y jalaba carga. “En la travesía a Vesta, una vez en Pandora uno cogía un burrocarril, que duraba de hora y media a tres horas. Existía un problema serio y es que no había descarriladores. Era casi más rápido ir a pie. Cuando se encontraban dos de frente, los negros empezaban a pelear a gritos sobre quién tenía que bajar el carro. En el 128
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pleito se podía perder una hora. “Llegaba uno a un lugar que se llama ´Casa Amarilla´. Eso ya era dentro de las propiedades de nosotros, después a pie o a caballo. Había que cruzar un río que se llama Suruy, y después el río Estrella. “En esa finca donde está ´Casa Amarilla´, un puesto conocido así porque había dos casas pintadas de amarillo, había un punto de referencia. Ahí era la finca ´Andrómeda´, que le vendimos al IDA e hicieron una colonia. “La parte de arriba se llama ´Llano Grande´. Esa finca, Andrómeda, fue donde estuvo y trabajó con United el escritor Carlos Luis Fallas. Esos tiempos eran muy duros, pero al extremo en que dice Califa no. Es cierto que no había Código de Trabajo. Hay que acordarse de eso. Es cierto que vacaciones casi no existían. Papá siempre decía que el Código de Trabajo era un gran logro, porque reguló las condiciones. “Aquí había mucha malaria. Cuando llegó la fiebre amarilla, que mató a mucha gente, United siempre se preocupó por tener las condiciones sanitarias adecuadas en ese tiempo. Eran condiciones difíciles, pero no al extremo que narra Califa en Mamita Yunai”.
Encuentro con el destino “Cuando llegué a la finca me dio terror. Era un chiquillo. No había luz eléctrica. El servicio sanitario estaba a 50 metros de la casa. No había nada. Era prácticamente una montaña con un poquito de ganado y cacaotales. “Cuando llegué no me gustó para nada. Después, todas las vacaciones me las clavaron ahí, y pasaba en la 129
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finca, trabajando, durante diciembre, enero y febrero. “Cuando yo salí de bachiller, papá me metió a la finca a trabajar. No tuve la oportunidad de ir a la universidad. Él no se sentía bien de salud. Si bien es cierto que vivió mucho, tenía muchas caídas. El viaje era muy duro. Entré allá a trabajar en el año 55. Cuando llegué a la finca había un pedazo de cacao, se sacaban maderas, y había nueve vacas con los ternerillos y un toro. Lo que teníamos era ganado de ordeño, y hacíamos quesos. “Yo quería irme a estudiar Arquitectura. Aquí no había escuela. Tal vez por el comportamiento de uno consideraron que era mejor que fuera a trabajar. Yo era un poco bohemio, vagabundo en los estudios y faltaba mucho a clases. “Ya tres años después de estar en la finca, entré a la universidad, pero tenía que seguir a cargo de todo. Como se duraba tanto en ir y volver, perdía mucho tiempo. Tres años después de estar en la universidad, vino el proyecto de cultivar banano. “Standard quería hacer un plan piloto con productores independientes. Como conocían tan bien a papá, nos escogieron a nosotros. “Teníamos buenos suelos. Estaban analizados por ellos desde el año 51. Habíamos desarrollado buena parte del Valle de la Estrella. Buscaron a papá, y él me mandó a mí. Estuve tres meses en el Valle de la Estrella, con una beca, para ver todo en general, pero en tres meses no aprende uno nada. “Thomas Taylor, mi hermano, vivía en Limón, y tenía muy buena amistad con Jack Lloyd, el gerente de Standard. Limón en ese tiempo era muy pequeñito, ahí se conocieron y conversaron. Poco después, fue escogida la finca Vesta para sembrar banano. 130
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“Yo ya tenía novia, y tenía ganas de casarme. Duré seis años jalando, bueno no, cuatro años jalando, y dos años saliendo, como dicen. “Cuando estuve en el Valle de la Estrella me gustó el dinamismo bananero. Era un cambio radical porque lo que estaba haciendo antes era bastante deprimente, sin medios económicos y sin mayores resultados. “Aquí yo siempre manejé lo de campo, mi hermano Thomas se hacía cargo de toda la logística económica, financiamiento y negociaciones. Él iba todas las semanas a la finca y yo vivía allá. “Viví allá en la finca desde 1955 hasta 1958, que fue cuando me metí en la universidad. Volví a Limón en el 61 y viví allá hasta el 81. En el 55 era muy duro vivir allá. Era muy difícil. No había infraestructura que le diera a uno comodidad, las andadas a caballo eran enormes, las caminadas también… “En cambio, ya cuando llegó el año 62, cuando Standard nos construyó la carretera hasta la finca, fueron otros cien pesos. Antes, no había carretera del Valle de la Estrella a Limón. Y la carretera hasta el final se vino a construir con Daniel Oduber en el año 77, todo era a caballo y en tren. “Hicimos un campo de aterrizaje y entrábamos de Limón en avioneta. Tardamos cinco o diez minutos. Me llevé más de un susto en avioneta. Un día iba con mi señora y las dos chiquitas, y me dice el piloto, ´mirá no puedo revolucionar porque se me cae el avión, voy a aterrizar en un playón del Bananito´. Era un cañón con unas piedras de este tamaño (indica grandeza e inmensidad con las manos y los gestos de la cara). Le dije ´no señor, con mi familia usted no se la juega´. “Otro día, en medio de un diluvio de estos a los que 131
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estamos acostumbrados en la zona, aterrizamos en Vesta, en el campo de aterrizaje que hicimos, pero derrapó la cola, la avioneta quebró un montón de matas de banano y quedó partida en dos”.
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Nueva etapa bananera “Comenzamos a sembrar el 14 de febrero de 1963, y siempre le vendimos a Standard, hasta el 30 de diciembre del 2004. Ahora buscamos otras opciones de comercialización para buscar mejores oportunidades de negocios. En eso es en lo que está mi sobrino, Randall, hijo de Thomas. Si hubiera sido por nosotros es probable que siguiéramos con Standard. Ya uno viejo se vuelve más conservador, más miedoso. Siempre tuvimos muy buena relación con Standard, no descartamos volver, pero no íbamos bien como estábamos. “Yo había estudiado aviación en el año 68, estaba en la finca, venía, recibía clases y me volvía a ir. Nunca terminé la carrera. Las fincas lo absorben a uno. Hicimos fincas de ganadería comenzando con nueve cabezas y llegamos a tener 1450 cabezas de ganado hasta el año 83, estando al mismo tiempo con la bananera. En el Valle de la Estrella se roban mucho el ganado. Hicimos un inventario, y nos robaban como cien cabezas por año. Se robaban hasta los saladeros y el alambre de púas. Aquello era un desastre. “Habíamos puesto un aserradero y habíamos sembrado 100 hectáreas de cacao. Todo lo fuimos haciendo poco a poco. “Me casé cinco años después de haberme metido en banano. A mi esposa, Ligia Lines Luján, me la llevé de la comodidad de San José a las incomodidades de allá. A esas alturas ya Standard tenía su zona y escuela. Una hija mía, Susan, hizo la escuela allá, pero la menor, Vivian, hizo la escuela en San José. Solamente estuvo en pre-kínder allá. “Ya están casadas las dos. Tengo un nieto, Javier, 133
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terrorífico. Tiene poco más de un año, pero es tremendo”. En eso, en su casa en Escazú, que es como una cabaña por fuera, con todas las comodidades por dentro y una distribución espacios y moderna, suena una chirbala, esas lagartijas que parecen de plástico transparente. “Se han venido en el carro o en una caja de bananos. Se comen todos los zancudos. Son como los zanates, que vinieron de afuera, y que ningún otro animal se los come. A los zanates nadie los ataca, ni los gavilanes. Sólo los chiquillos con cerbatanas. A los chiquillos los regañan. Cuando yo veo uno, le digo que sólo mate zanates. Los zanates habían desaparecido a los Pecho Amarillo, a los finitos, que silban, a las viudas también. “Me gusta aquí donde vivo, porque, cuando nos pasamos para acá, esto parecía montaña. No había casas alrededor. Ya estoy acostumbrado a vivir en finca. Viví un año en el Barrio Escalante y no soporté, ni mis hijas. Ellas también se estresaron. “Llegamos a Escazú a finales de 1980. Aquí era el campo. Vivo en una cabaña, como si de verdad siguiera siendo de campo. Es una casa de amarillón, el techo es de madera de amarillón, las vigas son de laurel, y las paredes de cedro amargo. El amarillón estaba en la casa, porque la compré hecha. En cambio, las paredes de cedro amargo vienen de la finca. Compré la casa sin terminar, pero estaba bien estructurada. Al final, le puse el sabor del campo que yo quise. “La familia se vino antes que yo para San José. Yo me vine en 1981, y viajaba todas las semanas. Paso tres días allá. Todas las semanas vamos. No he dejado de ir ni una sola semana. “En este momento, tenemos Vesta, Agrotubérculos 134
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y Bananos del Caribe. Esta última es una sola finca, la compramos porque a los dueños anteriores no les iba bien, empezamos a manejarla un poco mejor y tampoco nos va bien....”. Se ríe mucho de lo que dijo. “Es que los bananeros tenemos muchos méritos. Cultivar banano exige un gran sacrificio. Es un cultivo de grandes riesgos. Las cualidades de los bananeros son muchas. La calidad del producto y la cantidad de empleo generado nos da satisfacción personal a los que trabajamos en banano. “Es apasionante el cultivo. Tiene tantas facetas, y todas son fascinantes. Lo que es desde la siembra, la producción, hasta lo que es mercadeo. No hay nada que no sea bonito. “Los problemas de los productores independientes es que si no tienen muy alta productividad, el negocio no es bueno. Los costos han subido de una manera exagerada, y los precios están al mismo nivel, o más bajos que hace unos años. Ese es fundamentalmente el problema actual del cultivo de banano… “La ventaja del banano es que demuestra cómo, con el tiempo, hay una transformación por la investigación y la tecnología. Standard vendió en racimos, desde el año 55 aquí, y antes en Honduras, pero empezaron a empacar después de ver cómo empacaban las naranjas en Florida. Comenzaron a empacar aquí en el 59. A nosotros nos tocó empezar a exportar en cajas. Imagínese que tenían lo que se llamaba el ´main plant´, una sola planta empacadora en la que cabían ocho mil racimos, y una nevera de 25 mil cajas. Toda la fruta del Valle de la Estrella la llevaban allá. Poco a poco hemos ido transformando la producción, y en eso le cabe el mérito a todos los bananeros, porque, de una u otra manera, todos contribuimos a que el cultivo 135
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vaya mejorando”.
Eduardo Gómez Bodden
Un caballero produce banano en 28 millas De origen inglés, su segundo apellido es de piratas, pero él podría pasar primero por príncipe que por pirata. Es un señor en sus modales, su forma de conversar, su vocabulario, su manera de abordar los temas y hasta de recordar su vida. Después de ser empleado de la compañía bananera durante toda su vida laboral, después de entregarle su juventud y sus mejores años a Chiquita Brands, hija de United Fruit Company, se convirtió en productor bananero, siguiendo a una serie de altos personeros de las transnacionales que terminan siendo propietarios y desarrolladores de sus fincas. Eduardo Gómez Bodden nació el 3 de julio de 1935, en Puerto Castilla, en Trujillo, Honduras. “Crecí en la división bananera en los años 30. En aquellos años, estaba en la región la que luego conocieron como ´Mamita Yunai´. “Mi papá, Enrique Gómez Carrillo, era empleado de la United, trabajaba en el departamento de suministro de materiales, y mi madre, Elody Bodden Bush, de origen inglés, era descendiente de los piratas ingleses que colonizaron esas islas. Ella nació en Roatán, y siempre fue ama de casa. Somos seis hermanos, y cuatro todavía vivimos. “Tengo recuerdos muy vagos de Puerto Castilla porque cuando tenía cuatro años de edad, a mi padre lo trasladaron a Golfito, de nuevo en el departamento de materiales, en 136
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el que también se hacía cargo de los repuestos para plantas eléctricas, bombas de agua, locomotoras, dragas y todo el equipo que tenían las compañías. “Era el año 39. Mi padre era colombiano, había estudiado en Estados Unidos, y la bananera lo envió a Honduras. Andar de zona en zona fue algo que también me pasó a mí. Pasé cuatro años en Golfito. Recuerdo muy bien ese lindo período de mi vida. Cuando llegamos, apenas estaban construyendo las casas en Golfito. Estudié ahí hasta tercer grado. “En el año 43 pasamos a vivir a Almirante, en Bocas del Toro, Panamá. Es un lugar muy bonito. Tengo gratos recuerdos de ese puerto, en el que viví hasta el año 46. Ahí seguí la escuela. “En el año 43 y en el año 46, nos correspondió quedarnos seis meses en San José, seis meses en el 43 y seis meses en el 46, en ambos casos mientras mi papá se acomodaba en su nuevo lugar de trabajo. Tanto en el 43 como en el 46 asistí a la Escuela Buenaventura Corrales, mejor conocida como la Escuela Metálica. Nos quedábamos seis meses mientras se acomodaban los detalles, entre otras cosas la casa, para irnos donde mi papá trabajaba; o sea, nos quedábamos en San José sólo con nuestra mamá. “Pasamos al Puerto Armuelles, en el pacífico de Panamá, que casi colinda con Costa Rica. En el año 48 concluí la escuela primaria, que era la típica escuela ´americana´ de las Bananeras, cuya gran ventaja es el inglés… Bueno, pero yo aprendí a hablar inglés desde chiquillo, porque mi mamá nos hablaba en inglés”.
40 años con United Fruit Company 137
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“En el año 48 no teníamos facilidades educativas en los pueblos. Una buena escuela y nada más. Así que a los 13 años de edad empecé a trabajar con la bananera, con la United. Era mensajero en la oficina de contabilidad. Empecé desde abajo, como Don Agustín Herrera, que era draguero. A Don Agustín lo conocí hace muchos años. “Como no había colegio, me matriculé en una escuela de secundaria por correspondencia. La casa matriz estaba en Estados Unidos. Por correspondencia hacía hasta los exámenes. Luego de graduarme, aún trabajando en el mismo departamento, hice un curso de contabilidad de la Internacional Correspondence School, muy famosa en aquellos años. En aquella época saqué el título de contador. “Ya viviendo en Puerto Armuelles, éramos vecinos mi esposa y yo. Ella se llama Beatriz Granados Ríos. Empezamos nuestra relación amorosa cuando yo tenía 15 años y ella 14. Fue mi única novia, y yo fui su único novio. Nos casamos el 12 de febrero de 1955. En ese momento de mi vida es que estaba estudiando contabilidad. “Una vez que terminé la parte contable, me matriculé en La Salle Extension University, que es una universidad por correspondencia de Estados Unidos. Ingresé en el programa de ´Contraloría´, y tomé el título de contralor. “Trabajé cuarenta años con la United (Fruit Company). Empecé de mensajero de contaduría, y empecé a ascender en ese departamento. La contabilidad en la compañía bananera es muy extensa. Primero, había como 50 comisariatos, porque la compañía tenía 30 ó 40 fincas. Además, tenía hospitales, plantas eléctricas, teléfonos administrados, sistemas de agua, departamento 138
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de construcción, locomotoras, muelles… “Las divisiones bananeras estaban aisladas, como Golfito en aquella época, pues sólo se llegaba por agua o por aire. Entonces, en cada división había que hacer como pequeños países. En aquellos años, en las divisiones bananeras, la empresa suministraba casa, muebles, todos los enseres domésticos… Nos pagaba hasta para el servicio doméstico. “Precisamente por esa situación la contabilidad era muy diversa. Había que aprender a manejar detalles y particularidades de comisariatos, clubes, escuelas y hasta hospitales. “Trabajé en distintas secciones de la contabilidad, aprendiendo a manejar todas las distintas fases. Me nombraron asistente administrativo del contralor a final de los años 50, siempre viviendo en Armuelles. “Luego, a principios de los 60 empezaron a estar disponibles las computadoras. La compañía necesitó el personal para hacerse cargo del equipo de cómputo. Hicieron pruebas de lógica entre el personal administrativo, y salí favorecido. Me enviaron a San José, a tomar cursos de programación en sistemas, con la IBM de Costa Rica. “Luego me hice cargo de un centro de cómputo en Armuelles, que manejaba la parte contable de Almirante y Puerto Armuelles, es decir, la división en el Atlántico y la división en el Pacífico. Ese centro manejaba como 16 mil empleados en cuanto a la planilla y la contabilidad de las dos partes. “A finales de los años 60, la compañía bananera decidió que quería instalar dos centros de cómputo utilizando equipo mucho más complejo para toda la parte contable de América Central. Iban a instalar un 139
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centro de cómputo en Costa Rica y otro en Honduras. “En ese momento, se suscitaba otra circunstancia en mi familia. La costumbre en esas divisiones bananeras era que los hijos de uno salían a estudiar en Estados Unidos, uno pagaba y la compañía daba un apoyo económico, siempre y cuando fueran a estudiar a los Estados Unidos y no a otro país. Resulta que enviamos a la hija mayor, que nació en el año 55, Doris. A partir de esa experiencia, no nos pareció el hecho de enviar a nuestros hijos a un país extraño, desprendernos de nuestros hijos y que se fueran a un país con costumbres distintas a las nuestras. “Tampoco había salida para los muchachos en las zonas bananeras, aparte de una buena escuela y un buen colegio. Cuando yo crecía lo único que se nos ofreció fue una buena escuela. Cuando crecieron mis hijos por lo menos nos ofrecían un buen colegio. Pero, después, la zona bananera quedaba muy lejos de cualquier universidad buena, y nuestra hija tenía que dejar el núcleo familiar para seguir sus estudios. “Por eso decidí renunciar a la empresa en ese momento. Era el año 69. Fui a buscar trabajo en la zona del Canal en Panamá. Por mi dominio del idioma inglés y mi conocimiento en cómputo, me conseguí un trabajo para programar computadoras. El mismo día que estaba haciendo la entrevista final, me llamó el que había sido mi jefe de la United Fruit Company, en Estados Unidos. En ese momento la casa matriz estaba en Boston. Me pidió que no renunciara. Primero le expliqué la razón por la cual quería salir de la compañía, y me dijo que iban a hacer un centro de cómputo en San José y otro en San Pedro Sula, en Honduras. Me ofreció el traslado para encargarme de ese centro en San Pedro Sula, y me dijo que ya en Costa Rica el centro estaba instalado y 140
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que viniera a un entrenamiento por seis meses con toda la familia en San José”.
Su arribo a Costa Rica “Resulta que ese entrenamiento se da en el primer semestre de 1969, y en julio del 69 se vino la guerra entre El Salvador y Honduras. En la compañía decidieron no hacer el centro en Honduras y consolidar el centro de San José, manejando todo América Central desde aquí. Es decir, desde San José se manejaba por cómputo las operaciones contables y todo lo que pudiera computarizarse de las labores de la compañía en todas sus divisiones desde Panamá hasta Guatemala. “Nos quedamos en San José, y busqué el colegio Lincoln para los muchachos. Ya la bananera no nos ayudaba con el pago de los estudios. Cuando uno sale de la división bananera, las circunstancias son otras: en la ciudad ya no había privilegios por parte de la compañía. “En el centro de cómputo, yo me encargaba de la parte bananera, que eran fincas, comisariatos, escuelas, hospitales… Otros manejaban las otras empresas de la compañía, como Pólimer y Numar. Aquí la empresa se llamaba SEDCA, que significaba ´Servicios Electrónicos de Datos y Ciencias Administrativas´. El gerente de ese tiempo era Don Otto Holst”.
Su paso por Numar y Cobal “Trabajé en ese departamento de cómputo hasta el año 75, cuando consideré que debía diversificar un poco mis conocimientos administrativos. Entonces 141
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me trasladaron a la compañía Numar regional. Numar nació en Costa Rica. Es una empresa industrializadora de aceites vegetales. En aquellos años, esa empresa tenía subsidiarias en Nicaragua, que se llamaba Aceite Corona; en Honduras, Numar Honduras; en Guatemala, Olmeca… Yo era el subcontralor regional de ese grupo de compañías desde San José. Fui contralor hasta el año 78, cuando me nombraron gerente de finanzas de la compañía Numar Costa Rica. Antes, en el año 76, estando en Numar, la empresa me matriculó en el programa de Alta Gerencia de INCAE, en Managua, Nicaragua. Pasar por INCAE me abrió mucho la mente. “Para esos años ya nuestros hijos estaban estudiando en la Universidad de Costa Rica. Tenemos tres hijos: Doris, odontóloga de la UCR; Jorge, administrador de empresas de la UCR, y Jaime Ricardo, quien al final se graduó en administración de empresas en Missouri State University. “Fui gerente de finanzas de la compañía Numar hasta el año 81. En el 81 me nombraron contralor de Cobal. Como controlar de la bananera me tocó atender el cierre de la división de Golfito en el 83 y 84. Me acuerdo haber participado en negociaciones con Danilo Jiménez Veiga, buscándole soluciones a que la bananera no se fuera de allá. “La bananera pidió como condición que le rebajaran el impuesto de salida por un año, debido a los daños ocasionados por las huelgas. Necesitábamos mucho dinero para recuperar y rehabilitar las plantaciones. No hubo acuerdo entre la empresa y el gobierno, y la compañía decidió cerrar la división. “Trabajé en Cobal hasta el año 90. Cobal no tenía fincas propias, sino que toda la fruta que exportaba se 142
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la compraba a productores independientes. Pero en el año 88, Cobal empezó a adquirir fincas. Siempre fui como contralor, pero en realidad tenía responsabilidades regionales: me tocaba visitar Jamaica, Colombia, Ecuador, y al final también iba a Guatemala… Iba a todos los países donde la compañía compraba fruta a productores independientes. “Allá por el año 88 me entró el gusanillo de ser productor, precisamente porque tuve la oportunidad de participar en muchos procesos de producción con bananeros independientes, ya como funcionario de Chiquita Brands, porque United Fruit Company cambió de nombre en los años 70”.
Productor independiente “Decidí empezar a buscar tierras, con el interés de jubilarme a los 55 años, que era la edad mínima. Quería convertirme en productor independiente. Empecé a buscar las tierras apropiadas, en compañía de mi esposa. Bastante trabajo nos costó, porque todos los fines de semana nos íbamos con algunos amigos agrónomos a visitar fincas que podrían estar disponibles para la venta y que fueran aptas para el cultivo de banano. Tomé unos días de vacaciones, intensificamos la búsqueda, y estando en eso, hubo una confrontación con la empresa. El presidente en Costa Rica alegaba que el hecho de que yo quisiera ser bananero generaba un conflicto de intereses. Por esa causa, yo había programado jubilarme en julio del año 90, cuando cumpliría los 55 años, y tuve que retirarme en febrero de ese mismo año, o sea, unos meses antes. Hubo mucha presión negativa. Tuve que abandonar la empresa y esperar hasta julio para recibir 143
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mi pensión. “Eso me dolió mucho, porque la compañía es parte de nuestra vida. Yo nací en un hospital de la compañía, mi esposa también, y pasamos toda una vida en una compañía… ¡Cómo llega uno a querer a esa compañía! “En julio del 90 me jubilé. En ese tiempo, el gobierno aprobó una ley de fomento bananero, para que se sembrara en el Atlántico lo que se había perdido en el sur, en el Pacífico. Daban facilidades de préstamos bancarios para desarrollar los proyectos bananeros en el Atlántico. Por fin encontré la finca que quería en 28 Millas, en Bataán de Matina. Ahí estaba un grupo de agricultores negros que habían cultivado cacao, y por problemas con la monilia habían abandonado las tierras. Reunimos 85 parcelas con la ayuda del abogado Roy Jiménez Oreamuno y un corredor de bienes raíces que se llama Luis Paulino Castro. En un fin de semana, con la computadora del abogado y mi chequera, sentados en un bar restaurante de 28 Millas, hicimos 85 documentos de opción de compra y le pagamos un anticipo a estas 85 personas. “En total, eran 230 hectáreas. Para conseguirlo fuimos hablando con grupos. Claro que teníamos un plano, que se había levantado para efectos del IDA. Sabíamos quién era el dueño de cada lote y cuánta área tenían. Para lograr la compra apropiada empezamos desde el centro. Empezamos comprando de los lotes del centro hacia afuera, porque si nos quedaba alguien en el medio, nos fregaba. “Compré esas tierras a finales del 89 con los ahorros de toda la vida. Después, cuando me dieron las prestaciones dediqué todo el dinero a cancelar las tierras, y aun así no me alcanzó, por lo que tuve que recurrir a un préstamo 144
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con Cofisa. Fue un préstamo de 125 mil dólares. Mis hijos y yo fuimos garantes con nuestras propiedades, e hipotecamos hasta la casa”.
La aventura de ser independiente
“Dediqué mis primeros doce meses a hacer los estudios de factibilidad, y a presentar todos los papeles en el Banco Nacional, que me aprobó el préstamo gracias al buen nombre que había forjado. No me pusieron ninguna objeción. En el año 91, empezamos a hacer los drenajes, y en abril fue el terremoto de Limón. Todos los drenajes que habíamos hecho quedaron inservibles, y tuvimos que reiniciar las labores. “En el momento preciso del terremoto yo estaba empujando un carro Land Rover que estaba pegado en un barrial. Con ese carro jalaba diesel para las dragas. Se da el terremoto, estaba tratando de levantar el carro con una palanca y sentí un mareo. Pensé ´qué raro, me estoy mariando´. Pensé que el sol me había afectado, pero era que se estaba estremeciendo la tierra. “A pesar de todo, seguimos el desarrollo de la finca, y empezamos a producir en marzo del 92. Al haber sido funcionario de Chiquita por tanto tiempo, pensé que iba a ser productor bananero para venderle fruta a Chiquita, pero no pude lograrlo. Nunca me dieron un contrato para venderles la fruta. “El gobierno tenía un programa de ampliación de áreas, por el cual se le daba un incentivo de 30 centavos de dólar por cada caja exportada a los productores independientes durante los primeros ocho años de producción de una finca, pero el punto es que el banco no te da el préstamo si no hay contrato para vender la fruta. Tenía que seguir
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buscando un contrato. En esos años, la compañía Uniban de Colombia estaba implementando una división aquí para recibir fruta de productores costarricenses. Muchos colombianos vinieron a desarrollar fincas. Algunos costarricenses decidimos venderles fruta, entre otros, estábamos Moisés Soto, Federico Gallegos y yo. “Con el contrato de Uniban en la mano logré el préstamo del banco. Trabajé toda la vida con la compañía bananera, pero en el departamento contable financiero. Así que cuando quise producir, necesité ayuda. Quise unirme en sociedad con un buen funcionario bananero para que él atendiera lo agronómico, y yo lo financiero, pero no resultó favorable la yunta y al final tuve que hacerlo todo yo solo. Lo interesante es que en menos de siete meses de estar produciendo, vino la crisis por la situación crítica en el mercado europeo, y Uniban decidió retirarse de Costa Rica. Ellos nos ofrecieron pagar 80 centavos menos de lo que estipulaba el contrato por cada caja, pero eso nos arruinaba. Ya no tenía quién me comprara fruta. Entonces 17 productores y yo decidimos formar una empresa, llamada Coriban de Costa Rica, donde también estaban Moisés Soto; Federico Gallegos; unos colombianos Mejía; unos colombianos Vélez; unos colombianos Moreno; Ábel Ramiro Guzmán, que era otro colombiano; un colombiano Álvaro Vaquero, y un tico de apellido Ramírez. Estuvimos vendiendo la fruta como dos o tres años, a consignación, soportando a veces muchas pérdidas… Esto fue en el 93, en el 94, y hasta el 95. Esos años se nos hicieron eternos. En general hubo estabilidad, pude bajar un poco la deuda con los bancos, pero al final este proyecto fracasó. Una vez que Coriban cerró, las fincas estaban con muchas dificultades, y muchas se acogieron a la intervención judicial para 146
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evitar el pago de intereses por la deuda bancaria…”.
“Decidí jugármela” “Para no perjudicar la imagen y el futuro crediticio de mi familia, decidí jugármela. Gracias a Dios he logrado salir de la parte más difícil. Muchas de las fincas que sí estaban en intervención al final fracasaron. Obtuve un contrato con la compañía Standard Fruit Company, con Dole, durante los años 96, 97, 98 y 99. Me ayudó muchísimo. Sin embargo, Standard decide que tiene que disminuir el volumen de fruta que va a comprar en Costa Rica, y le cancela el contrato a once fincas bananeras independientes, entre ellas, la nuestra. “Me quedo sin comprador. Logramos contactar a la compañía Caribana, a cargo de Jack Loeb, por año y medio nos compró la fruta, pero luego, también por problemas en el mercado europeo, se vio en dificultades para comprarnos la fruta. “Eso fue en el año 2001. A mediados del 2001 logramos hacer un contrato con Del Monte, con BANDECO, por seis meses, pero resultó ser ruinoso para nosotros. Fue entonces que nació la idea de independizarnos. La idea fue de Jorge Calvo y Jorge Acón. Por suerte mía y por consideración de parte de ellos, me incluyeron en el grupo Rumisel, que es la empresa nuestra, la que comercializa la fruta de nuestras fincas. Romano Orlich y yo estábamos juntos en Del Monte, tuvimos que salir por lo ruinoso del contrato, y seguimos el mismo camino hacia Rumisel. “A la fecha, tenemos casi tres años de vender directamente. Le vendemos a distintos clientes. Rumisel tiene una persona en Europa que es la que tiene los contactos y coloca la fruta. Es un grupo de confianza, de 147
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respeto y de aprecio mutuo. “En Rumisel nos ha funcionado todo a la maravilla. Ocasionalmente hay situaciones adversas de mercado, pero las hemos sabido manejar. Cuando tenemos problemas sabemos compartir los perjuicios. Es un proyecto lindo porque nos permite pensar en independizarnos, para no estar sujetos a los caprichos de las compañías multinacionales. “Puedo agregar que esas compañías trasnacionales tienen la costumbre de no respetar sus contratos, y de no preocuparse mucho por el bienestar de los productores independientes…”.
Bondades de la producción bananera “Definitivamente, esta es una industria de mucha mano de obra. Cuento con el apoyo de 130 trabajadores Creo que muchos productores apreciamos a los trabajadores como personas. Tenemos claro que si nosotros podemos ser exitosos, podemos traer mucho bienestar a estas familias, cosa que no es común con las trasnacionales, donde el empresario no es cercano a su trabajador. Para las trasnacionales cada quien es un número, nada más. En cambio, para los productores independientes, la realidad de la gente que trabaja en sus fincas es algo muy importante. “Me gustaría contar que, por ejemplo, yo tengo un proyecto de vivienda para mi gente. En eso estoy trabajando desde hace muchos años. Yo no tengo cuadrante, sino que sólo tengo algunas casas en la finca. La mayor parte de los trabajadores se trasladan diariamente de su lugar de domicilio a la finca. Tengo un proyecto de vivienda para 70 familias. Este proyecto de 148
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vivienda lo estoy coordinando con Costa Rica – Canadá, con la Fundación Promotora de Vivienda y el Ministerio de Vivienda. “El proyecto de vivienda consta de 70 lotes en 28 Millas. Voy a regalar el terreno. Son 3 hectáreas. Ya las compré. Nosotros tenemos 230 hectáreas, pero este proyecto queda como a 500 metros de la finca. Lo compré aparte, específicamente para este proyecto de vivienda. Tuve que comprar el lote porque tiene las condiciones que se necesitan para las viviendas, y lo compré alejado de la finca para evitar la contaminación por riegos aéreos. La idea es la siguiente: yo regalo el lote, y que el gobierno les dé un bono de vivienda. Eso es lo que estamos negociando. “Además, tenemos una asociación solidarista muy exitosa. Tiene un capital como de 30 millones. Actualmente soy miembro de la junta directiva de CORBANA en representación de los productores independientes. Definitivamente, sin CORBANA los productores independientes no tendrían ninguna garantía o contrapeso ante las compañías multinacionales. “Soy un enamorado de la producción bananera. No me canso de repetir que es una fuente de trabajo para muchos costarricense y produce riqueza al país. Por ejemplo, nosotros modestamente exportamos unos dos millones y medio de dólares al año, y contribuimos al bienestar de la comunidad. Eso a mí me realiza. “Tengo catorce años de dedicarme a la finca. No hemos disfrutado todavía de los beneficios económicos, porque todos los ingresos se dedican a amortizar la deuda con los bancos, así como a la renovación del cultivo y al bienestar de los trabajadores. Esperamos que pronto haya beneficios económicos para compartir con mis 149
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socios, que son mis hijos. Ya tenemos seis nietos, sólo una mujer, y ellos y ella son otra parte de nosotros. “Me gustaría mencionar que para mí es una gran satisfacción el poder cumplir con las obligaciones sociales y bancarias de la empresa. Sé que en algunos casos hay productores que no han podido cumplir. Eso deja muy mal al gremio. En cambio, nosotros sí hemos cumplido, con mucho esfuerzo y también con orgullo. Nos interesa el buen nombre y la defensa de la dignidad del productor bananero. Sabemos lo que cuesta esto y damos la vida para que todo nos salga lo mejor posible”.
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Fabio Campos Gutiérrez
Bananero a ambos lados de la frontera La United Fruit Company confió tanto en él que no sólo lo tuvo al frente de operaciones importantes en Costa Rica, sino también en Panamá, Colombia y México. Fabio Campos Gutiérrez nació en San José, el 30 de marzo de 1924, hijo de Víctor Campos y Aurelia Gutiérrez. Su papá era zapatero; su mamá, ama de casa. Eran cinco hermanos, y ahora sólo quedan tres. Estuvo en la Escuela República de Argentina y luego en la Escuela de Comercio Manuel Aragón. “Es que trabajaba uno de día y estudiaba de noche. Empecé a trabajar cuando tenía 14 años. Primero trabajé en talleres de muebles, puertas y ventanas. Posteriormente trabajé en la Junta de Defensa Económica. Trabajaba en la oficina calculando precios. Después de la Segunda Guerra Mundial, teníamos que recibir todas las facturas de los importadores, hacíamos cálculos y le poníamos el precio a muchos artículos, como llantas, gasolina, zinc y cemento. Era para el control de los precios. “Para ese tiempo, yo jugaba fútbol en primera división, con el Herediano. Era delantero. En vista de que jugaba fútbol, en las fincas bananeras había una gente interesada en mí: la compañía fomentaba la práctica del fútbol. Tenía la conexión con el jefe de la oficina en Palmar Sur. A través de esa persona comenzaron a insistirme para que me fuera a la bananera para ayudar en ese deporte. “Renuncié a la Junta de Defensa Económica, y a los 151
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tres días me llegó un radiograma de la compañía, para que pasara a retirar los pasajes de avión en las oficinas en San José. Eso fue en el año 47”.
Palmar Sur “Fue poco antes de la revolución. Me fui para Palmar Sur. Fue muy difícil para mí. El cambio fue muy duro porque soy una persona criada en San José, y con el fútbol, diay, un muchacho de 20 años se cree que es la mamá de Tarzán. Irse a una finca allá, metida, sin saber nada del trabajo de las bananeras, fue una aventura... “Trabajaba como asistente del administrador de una finca. En la administración, ese es el puesto más bajo. Aparte, ayudaba al equipo de fútbol y jugaba en los equipos de la zona. Se acabó el Herediano, y la primera división. Antes había jugado con la Gimnástica Española. “Siendo muy carajillo, me habían recomendado en Heredia. Ir de San José a Heredia era como ir a Inglaterra. Estuve en dos períodos distintos en Herediano. En el medio fue que jugué en Gimnástica Española. Al principio de mi carrera, con Herediano, era tan muchachillo... El primer partido que hice en primeras divisiones fue en el Estadio Nacional, contra el Atlante de México. “Pero en la bananera se acabaron los aplausos y los goles. Allá no había personas que tuvieran prerrogativas. Todos éramos iguales. Fui ´time keeper´. Si lo analizamos ahora, un muchacho de esa edad, que jugaba en primeras divisiones, que tuvo que dejar eso para irse a la compañía, debió enfrentar un cambio muy fuerte. “Tengo como 58 años de trabajar en banano. Me gusta 152
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todo lo que he logrado porque me tocó empezar desde abajo. Fui ´time keeper´ como unos dos años. En cuanto me dieron la casa, equipada con todo, entonces le escribí una carta a la novia. Le puse, ´Vera, ya me dieron la casa, tenemos que casarnos´. Vera tenía 17 años y yo 22 ó 23 años. “Nos casamos. Nos fuimos para allá. Recuerdo como si hubiera sido ayer que llegó con una maletita así de pequeñita... La compañía nos daba de todo. Casi le da un patatús porque tuvo que empezar a cocinar en latas de avena. No sabía cocinar. El problema mío era comer aquello que ella cocinaba. Esa fue una experiencia muy buena. “Vera me dice a mí ´¿cómo es que hablás de la compañía tan contento?´ Trabajábamos desde las cuatro de la mañana hasta las ocho o nueve de la noche. Cuando trabajé haciendo las planillas, todo era a mano, y no había ni calculadora ni nada. “La ventaja es que tuve la oportunidad de ascender muy rápido en la compañía, en la primera, en la original, en la United Fruit Company. Como en el año 51, me trasladaron a Coto ya como administrador de finca. Cuando me fueron a mostrar la finca, nos fuimos en un motocar por la línea. El motocar se detuvo en cierto lugar, y la persona me dijo ´esta es tu finca´. Lo que había era montaña. ´¿Cómo es eso de que esto es mi finca?´, le pregunté. Y me contestó, ´sí, es que hay que hacerla´. Tuve que hacerla”. (Saca una foto de un álbum y nos la muestra) “Tuve que botar montaña. Había mucha terciopelo. Esta mata de esta foto fue la primera de la finca Coto 45. La compañía tenía un periódico que se llamaba ´El Pacífico´, y el título de la nota fue ´una matita matona´. 153
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“Terminando la finca, tuve un gran salto. Es que a Harvey Johnson, un gringo que manejaba otra finca, lo trasladaron a Laurel, de asistente del superintendente. Entonces pasé de Coto 45 a Laurel. Pasé como asistente del superintendente. En Laurel vivimos como ocho años. Los hijos se fueron para San José un año, pero se devolvieron. Tengo tres mujeres y un varón. Las dos mayores se vinieron para la escuela en San José, pero no les gustó. Es que los chiquitillos de quienes trabajábamos en la compañía, adoraban la zona, porque tenían piscina y club”.
Coto 47 y Puerto Armuelles “Pasé a Coto 47, ya como superintendente general de la compañía. Ahí estaba centralizada la jefatura. Me tocaba ver las fincas de Coto, Palmar, Piedras Blancas, Laurel... “Eso fue cerca del año 60. Viví ahí como dos o tres años. En eso, a Harvey Johnson lo mandaron para Panamá, a Puerto Armuelles. Él me pidió como asistente administrativo. “Lo que Harvey estaba haciendo era preparando el terreno para que yo me ambientara con la gente y que la gente se ambientara conmigo, porque quería que fuera superintendente general de agricultura en Panamá. “La gente siempre ha pensado que uno tiene que ambientarse. Como si a uno no le hubiera tocado muy duro desde el principio. Trabajé un poco en la gerencia, como asistente, y ya me nombraron superintendente general de agricultura de toda la operación bananera que había en Panamá. Era más grande que la operación bananera en Costa Rica. 154
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“Era un lugar muy bonito. Era más grande que Golfito. Toda la población de Armuelles se crió alrededor de la compañía. La compañía tenía hospital, tenía cancha de golf, cancha de tennis, club social, piscina, talleres para el ferrocarril... Había 27 máquinas para transportar el banano. Una parte de la producción salía de Armuelles, porque iba para la costa oeste de Estados Unidos. Otra parte pasaba por el canal. “Estuve en Armuelles como doce años. Para venir, tardábamos una hora de Armuelles a la frontera, y de ahí para acá siete horas. Generalmente lo hacíamos en la avioneta de la empresa, o nos íbamos a Laurel, y ahí tomábamos AVE, que era del ´Macho´ Núñez. Otro que tenía empresa de avionetas era Pillique Guerra. Pillique fumigaba las plantaciones de la compañía. “Un detalle importante es que en la compañía aprendí a tomar whisky, pero yo no tomaba mucho. La gente de las bananeras toma mucho, y antes era peor. Íbamos a jugar golf, y de ahí nos metíamos al club a tomar tragos”.
Panamá, Colombia, México... “Después me trasladaron otra vez a Coto, como superintendente de agricultura. Estuve en Coto como tres o cuatro meses, y me pasaron a subgerente de la compañía en Golfito. “Mis hijos se graduaron en el colegio de Armuelles, y mi hija Janet fue a estudiar a Estados Unidos. La compañía nos daba facilidades para mandar a la familia a estudiar a Estados Unidos. Janet se fue a estudiar Secretariado en Líneas Aéreas. “Estuve en Golfito como año y medio. Después me 155
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nombraron Gerente General de la compañía United Fruit Company en Golfito. Fui el primer gerente latinoamericano en la compañía. Eso no se usaba. No se acostumbraba nombrar de gerente a un latinoamericano. En las compañías, todos los gerentes eran gringos, y los subgerentes, en su mayoría, también. Los puestos clave, como contralor, casi siempre también eran ocupados por americanos. “Después de Golfito, donde estuve del 71 al 74, me volvieron a mandar a Armuelles, de Gerente General. Estuve tres años, y me trasladaron a Colombia, de Gerente General de Urabá. Ese sí es el fin del mundo. En avión se tarda más de una hora de Medellín a Urabá. Después, ahí estuvieron los guerrilleros. Es al norte, en el Atlántico. “Estuvimos como tres o cuatro años. Fue un cambio muy interesante para mí. En esa posición tenía que relacionarme con los ministros, y los políticos de cada país. Eso es así tanto en Costa Rica como en Panamá y en Colombia. Las leyes laborales variaban mucho de un país a otro. Siempre han sido más fuertes en Costa Rica. “De Urabá, Colombia, me pasaron a Tapachula, México, a manejar la operación de banano. Era más bien de compra y exportación de banano, porque no producíamos directamente. Estuve en México hasta el 81, porque en ese año me pensioné. Trabajé con la compañía del año 47 al año 81. Estuve 34 años con la United”.
Productor independiente “Cuando me pensioné, compré una finca por teléfono. 156
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Concretamente fue que la ´palabrié´ por teléfono y me vine a verla. Se llamaba Bananera Modelo, en Guácimo. Mi esposa y yo nos vinimos a vivir a la finca, en una casa de peón un poquito mejorada. Había vivido en casas mucho mejores siempre. Por ejemplo, en Golfito tenía casa, avión y yate. La compañía me daba muchas facilidades. “La finca de Guácimo tenía una gran deuda con el banco. Recuerdo que en 18 meses pagamos la deuda. Pasó una cosa muy simpática: el Banco Nacional me invitó a un almuerzo en la parte alta del edificio central, en San José, para que explicara cómo había hecho para pagar la deuda en tan corto tiempo. “Lo que hice fue poner la finca a producir y economizar dinero. Nada más. Esa finca era de 160 hectáreas, y yo, pellizcando plata de la misma finca, la hice de 160 hectáreas más. “Era una finca muy grande. La tuvimos como unos nueve años. A los nueve años se la vendí a Chiquita, a la que le vendí banano todo este tiempo. “En esa finca éramos tres socios, William Allan, que fue gerente en Colombia y en México; Miguel Valle, abogado de la compañía en San José, y yo. En el año 91 comenzamos a sembrar la finca de ahora, que se llama Bananera Estrellales. Queda en Sarapiquí, queda en El Achiote de San Julián de Sarapiquí, como a 40 kilómetros de la frontera con Nicaragua. “Es una finca de 200 hectáreas. Durante todo este tiempo he estado manejándola yo, pero ahora el esposo de mi hija Janet, Elmer Howell, quien trabajó en Chiquita y en Caribana, la está manejando. Está unos días allá y otros días en Caribana, donde es gerente de Calidad y Empaque. Ahora le vendemos a Chiquita a través de 157
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Caribana. “La producción bananera ha variado muchísimo. Ahora es una producción muy diferente. Los bananeros independientes representamos más del cincuenta por ciento de la producción. “Me parece que la producción bananera es muy importante. Ahora, tal y como yo lo veo, es una operación que está muy difícil. Le damos muy buenas condiciones a los trabajadores, mantenemos la finca en muy buenas condiciones, pero el negocio no es tan bueno como lo fue antes. “Eso sí, las condiciones sociales se han mejorado mucho, inclusive ahora estamos certificados. Es más, ahora uno tiene que estar certificado. Nosotros estamos certificados con Eurep gap para poder exportar la fruta con ellos. “La producción bananera es todo en mi vida. Cuando uno tiene 55 años de estar en banano, como es mi caso, el cultivo del banano es casi todo en la vida. Estoy muy satisfecho de lo que nosotros hemos hecho. Mi esposa, Vera, me dice ´dejá de preocuparte tanto por todo´, pero le digo que para desarrollar algo exitosamente hay que preocuparse mucho de la operación en sí… “La producción bananera me ha dado mucha satisfacción. Yo creo que eso se me nota. Paso mucho en Sarapiquí, pero también en Esparza, donde tenemos ahora una tierrita para ir a descansar. Todas las semanas vamos allá. Tenemos cuatro hectáreas de frutales, y una piscina, para que la gente vaya. Mi cumpleaños lo celebramos allá. A veces invitamos a muchos amigos. A veces hay hasta 180 personas. Tenemos la casa equipada para no pasar incomodidades. Es muy bonito tener un lugar para cambiar de sistema. Pero estoy seguro que ni esa finca ni 158
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nada me va a separar del todo de la producción bananera. El día que eso pase seguramente me muero”.
Don Fernando del Barco
El abogado histórico de Limón Ya casi no puede hablar pero, tiene la mente lúcida, y es el gran anfitrión de un grupo de limonenses para la historia que se reúnen todas las semanas en su casa. Sin embargo, no sólo es el mayor, sino que sacarle unas cuantas palabras es lo más significativo para la historia de Limón, pues fue el abogado de la Northern Railway Company por muchísimos años. Esta entrevista le costó un gran esfuerzo personal, porque tiene complicaciones de salud, pero ama tanto Limón que no pudo decir que no… Fernando del Barco Orozco nació el 6 de enero 1913 en San Pedro de Montes de Oca, pero se fue a Limón muy pronto, se lo llevaron muy pequeño… “Quedé huérfano. Por eso me fui para Limón. Mi papá murió cuando yo tenía año y medio, y mi mamá quedó viuda de 24 años y con siete hijos. “Yo era el menor cuando murió papá. Después nació uno más, que fue lo que llaman ´hijo póstumo´. Como éramos tanto, mi mamá tuvo que pedir ayuda. A mí me crió la mamá del exdiputado Julio Jurado del Barco, doña Maruja, que era la hermana mayor de mi papá. El señor Jurado era agente principal de policía. Se llamaba don Julio Jurado Acosta, y fue mi segundo padre. “Recuerdo Limón cuando yo estaba chiquitico. Era un pueblito. Todo era de la bananera o de la Northern. La bananera era la United Fruti Company y el tren era de la 159
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Northern Railway Company. “Luego, viví en la casa del doctor Lachner, y estuve tres años en el Colegio San Luis Gonzaga, en Cartago. Más tarde, estuve dos años en la Escuela Normal. Me hice maestro por necesidad. Cuando salí de bachiller había una tremenda crisis económica: estábamos en medio de la crisis de la Gran Depresión de Estados Unidos, en 1929. “Mi familia estaba en Limón, así que volví a Limón una vez que me recibí de maestro. Trabajé de maestro año y medio en la escuela Tomás Guardia. Por ejemplo, fui maestro de Longino Soto. También trabajé en Obras Públicas, pero lo hice siendo estudiante de Derecho. Estudié Derecho durante toda la administración de don Ricardo Jiménez, de 1932 a 1936. Esta fue su tercera y última administración. “Me gradué entre un grupo destacado de abogados, entre otros, Antonio Quesada, Luis Bonilla, Paul Chaverri… Todavía mantengo relaciones con el expresidente Mario Echandi, quien también fue compañero mío. Nos graduamos cuando todavía el Presidente era don Ricardo Jiménez, tuve oficina en San José durante un año, precisamente con Toño Quesada, Luis Bonilla y Paul Chaverri, y luego Luis Bonilla y yo nos fuimos para Limón”.
Abogado de la Northern “En toda la provincia éramos cinco abogados. Los litigantes éramos Carlos Silva, Paco Fonseca, un tal Zeledón, otro Villalobos y Luis Bonilla. Varios eran lo que se conocía como pasante de abogado, pero ese título no existe ahora. 160
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“Yo me convertí en el abogado de la Northern. Y estuve en Limón hasta que quedé viudo, en 1982. Entonces me vine para San José. “A raíz de que fui abogado de la Northern, tuve mucha influencia en Limón, y la gente me quería mucho. Fui munícipe tres veces. La última vez fue durante el gobierno de Daniel Oduber. Era munícipe cuando no pagaban. “Yo fui cuñado de Hernán Garrón, que era un gran dirigente liberacionista, y hasta de candidato a la presidencia, pero la pura verdad es que yo era muy mariachi. El gran amigo de mi padre fue el doctor Calderón Guardia. Nunca quise ser diputado, pero me lo ofrecieron infinidad de veces. “En Limón me cambiaron muchas costumbres. Por ejemplo, la forma de vestir me cambió radicalmente. Después, cuando salía de vestido entero aquí en San José me reconocían, pero cuando salía en mangas de camisa no, y era en mangas de camisa que trabajaba en Limón. “Presencié grandes cambios en Limón: cuando yo llegué no había ni sexto grado, muchos menos colegio, ni había caminos. En cambio ahora, todo se ha modernizado. He visto mucho cambio porque soy muy viejo. En cualquier momento voy a tener tataranietos. Imagínese. Tengo 10 bisnietos. Hace seis meses que no voy a Limón, y me hace falta Limón. “Por lo menos, lo que hago para que no me haga tanta falta es que reúno en mi casa a un montón de limonenses. Todos los viernes se reúnen para almorzar en mi casa Willie Heilbron, de 93 años, casi igual que yo, quien trabajó con la Northern; Alberto ´Taxi´ Amador, quien 161
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fue hasta gerente de la Northern; José María Castro Odio, quien vivió en Limón, noqueó a ´Big Boy´ y fue productor bananero; Francisco Chamberlain Trejos, que fue mi asistente, y Fred O´Neil, que se crió en Limón también… (ver reportajes aparte). “Vivo contento, porque aunque casi no puedo ni hablar, mis hijos me quieren mucho y me cuidan. Ellos se llaman Eugenia, Margarita, Luis Fernando, Rodolfo, Ana Cecilia y Elisa (qdDg). He tenido una vida plena y feliz. Eso me gusta mucho”.
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Fernando Canet Moya
Amante del puerto y del muelle “De la actividad bananera sé todo lo que hay que saber”. Así resume 32 años de vida laboral en el campo bananero don Fernando Canet, quien se declara amante de Limón, donde vivió 22 años. Fernando Canet Moya nació en San José, adonde ahora es el nuevo edificio de la Clínica Bíblica, el 4 de setiembre de 1941. “Pero en la cédula dice que nací el 4 de octubre. Dice mi mamá que el cura se equivocó. Me bautizaron en la iglesia de La Dolorosa. “Mi mamá, Margarita Moya Solano nació en San José, en el mismo lugar que yo. Mi papá, Rubén Canet Andrade, es de la familia de las persianas. Esa es una empresa de mis tíos. El que inició con las persianas fue mi tío, Gonzalo Canet. “Siendo un carajillo, durante todo el tiempo de vacaciones, andaba instalando persianas en los bancos, en las oficinas. Era bonito porque había que ir a Guanacaste, a Cartago, a Turrialba… “Esos tíos Canet también eran cazadores. Sus deportes eran pescar y cazar. Iban a cazar venados en Bahía Culebra, y en Murciélago, cuando aquello era pura montaña. Había repastos en algunos lados, y ahí estaban los venados. “Cuando estaban haciendo el camino para San Isidro de El General, más bien cuando estaban asfaltándolo, íbamos a cazar palomas con escopetas y a pescar en Guanacaste. “Estuve en la Escuela Juan Rudín, que ya no existe. Entre mis compañeros de escuela recuerdo a Johnny 163
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Echeverría Brealey. Éramos amiguísimos. Íbamos a la casa de ellos. El papá se llama Don Mariano Echeverría. Era masón. La mamá era una señora Brealey, muy buena gente. También eran compañeros míos los gemelos Campos, que son médicos en la Clínica Católica. “Después de la escuela estuve en el Liceo de Costa Rica. Ahí me gradué de bachiller. Entré a la Universidad de Costa Rica. Me metí a Generales y a Física Matemática. Me tocó por suerte la época en que habían importado un montón de profesores de España, entre ellos, el Doctor Aguado, que daba castellano; el jefe de cátedra era Constantino Láscaris; Charles Borel era suizo y daba Física, le decíamos ´Pata de plomo´, porque en la Segunda Guerra Mundial perdió una pierna, y un belga, Monsier Banufel, nos daba francés; Don Fernando Chavarría nos daba trigonometría, le decíamos ´Triangulito´, era el genio de la universidad, era un hombre muy simpático y muy bueno para un ´tapis´; otro señor, Carboni, nos daba álgebra. “Lamentablemente no me dio clases Teodoro Olarte, pero en esos años era profesor. No me dio a mí, pero sí me dio Indalesio Sáenz. Me dio química. Y la profesora mía de filosofía era Doña Ligia Sánchez. “Estuve dos años en la Universidad de Costa Rica. Después me saqué una beca y me fui tres años a El Zamorano, de donde salí en el año 63. Don Romano Orlich era directivo del ITCO, que estaba apenas naciendo, en el gobierno de Don Chico Orlich, por cierto que es el único presidente que ha sido muy amigo mío. “Don Romano era muy amigo de mi tata. Yo me iba a quedar trabajando con la United Fruit Company en Honduras, con un científico muy importante, y cuando Don Romano se dio cuenta, le dijo a mi tata que 164
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estaban abriendo el ITCO, que estaban haciendo falta agrónomos, y que él no debía dejar que yo me quedara en Honduras”.
En el ITCO “Trabajé cinco años con Salazar Navarrete. Es un hombre muy culto. A veces lo veo en el supermercado. Empecé en Colonia Trinidad, en Chachagua, en la base del Volcán Arenal, diez kilómetros al este de La Fortuna. En frente de la colonia , calle de por medio, Don Chico Orlich y ´Rodrigón´ Valverde tenían una finca, una sociedad que incluía un aserradero y cría de ganado. Como el ITCO estaba naciendo, Don Chico iba cada quince días a la finca. Llegaba con Rodrigón. Me invitaba a acompañarlo. Yo me quedaba ahí, en la colonia, entonces él me invitaba a comer. Don Chico fumaba un purote, y le decía a uno, ´tomá, fumate un puro, dejá de fumar esos cigarros de maricón´. Don Chico era muy simpático. A ´Rodrigón´ le gustaba el tiro al blanco. Y nos poníamos a eso. “Recuerdo que el edecán que andaba con Don Chico siempre venía con una camisa llena de insignias y medallas. Curiosamente, Don Chico venía manejando y el otro a la par. Entonces, la gente de campo al que saludaba era al edecán. “Salían camiones de madera. Había muchísima madera. Había un proyecto de mil hectáreas de arroz, pasaban los madereros y le decían a Don Chico, ´jale, jale, viejo vago, vaya a trabajar por Costa Rica´, tal era la confianza que le tenían. “En el ITCO evolucioné como profesional y fui ascendiendo, poco a poco. Primero fui asistente de 165
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Carlos Franco en Chachagua. Él se mató en Coto Brus, saliendo de la colonia de Coto Brus, se salió el carro y se fue en un guindo. “Después de estar en Chachagua, me pasaron de administrador a Guayabo de Turrialba. Esa colonia se había establecido después de la ceniza del volcán Irazú. Se quedaron sin zacate los de Llano Grande. Entonces los mandaron cerca del volcán Turrialba. “Había una casa de administración. Se dice que ahí, Juan Gómez criaba mulas para el Canal de Panamá, pero eso fue muchos años antes de que yo llegara. Estuve en Guayabo como un año y resto. Ahí fue la torta porque conocí a la doña mía, Ida Limkimer. El papá era ruso lituano, y tenía líneas de buses en esa zona. “De ahí me pasaron al programa más grande que había, Bataán, que era de 10.600 hectáreas. Había un gerente sólo para Bataán. Fui gerente. El ITCO hizo Coopebataán, hicieron un semillero de Giant Cavendish, que era una variedad que había traído Standard Fruit Company, y le dio semilla a la Estación Experimental Los Diamantes. Lo cierto es que, de alguna manera, se llevaron la semilla de Los Diamantes para Coopebataán. “Para levantar el proyecto de Coopebataán, hicieron una licitación pública, y llegó una compañía que venía de Ecuador, West Indies. Eran cuatro viejos: Isidoro Geck, Jack Loeb, Glue Grossman y Samy Gordon, quien era el más importante en Miami, era el hombre que distribuía la fruta y hacía las conexiones en Miami. “Yo había entrado al ITCO con Don Chico. Cuando llegó don José Joaquín Trejos a la presidencia, pusieron al frente del ITCO a Deseado Barboza. Lo pusieron de gerente general en lugar de José Manuel Salazar Navarrete. El jefe nuevo de personal era Patiño, que 166
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después fue animador de televisión. Él empezó a perseguir a los liberacionistas. “Me hicieron una tontera: un viejo hizo una carta diciendo que yo prefería a los liberacionistas, y me quitaron. Para ese tiempo, tuvimos los agrónomos la suerte de que hubo un boom bananero. No alcanzábamos los agrónomos. Nos peleaban las compañías”.
Charles Seagars y Míster Averre “Estaba en Bataán de gerente y administrador del ITCO cuando conocí a Charles Seagars, quien trabajaba con West Indies. Le presté una casa para que viviera, y empecé a andar con Charles para arriba y para abajo. Estaban desesperado, y me decía que ellos hacían lo que fuera para que les vendiéramos esa semilla. Por cierto que Don Yoyo Quirós se puso un semillero en El Prado y lo vendió todo. “Cuando se me vino el problema en el ITCO, me pasé a trabajar en una finca bananera que producía para West Indies, que pasó después a convertirse en Bandeco. Entré en el año 68. “Cuando entré, estaban exportando con West Indies barcos pequeñitos, de 20 mil cajas, de 15 mil cajas… Eso era la producción que había. La finca que había en Bataán se llamaba Monte Líbano. En Guápiles estaba Los Diamantes, que nos vendía banano. Después sembramos finca Santa María. “En esos años, la Northern, que seguía siendo manejada por míster Averre, compró la finca Imperio, que era de Francisco de Paula Gutiérrez, y estaba a la orilla del río Pacuare. Míster Averre le hizo una espuela de ferrocarril desde Siquirres para sacar el banano. 167
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“La compañía se iba a hacer cargo de la administración. Así fue. Entonces, yo me reportaba a la Northern, porque yo era el administrador. Realmente, mi patrón era la Northern, que tenía una subsidiaria que se llamaba Diversity Development, y a través de la subsidiaria, la Northern invertía sus ganancias aquí. Lógicamente que era idea y obra de Averre, “Salí de la compañía por una cosa tonta. Resulta que me casé estando ahí, con la novia que tenía desde que había estado en Guayabo de Turrialba. No había un camino y tenían una ley muy estricta que dictaba que ninguna mujer se podía montar en un motocar. Una vez subí a la doña, veníamos llegando de San José, la vestí de hombre, ella se metió las trenzas en el sombrero, pero diay, aún así, alguien nos sapió. “Botaron al motocarista por nuestra torta. Míster Averre me llamó bravísimo, que si no conocía la ley, le dije que sí, me dijo que si quería renunciar, era lo mejor. Él era un inglés, gobernaba con la fuerza. “Míster Seagars supo lo que me estaba pasando y me contrató directamente con West Indies. Me dijo, ´más bien este mes va a salir mejor, porque le vamos a pagar este mes por su trabajo y la Northern también le tiene que pagar´. “En esos años, la actividad bananera era mucho más difícil de manejar que ahora. Por ejemplo, en Imperio revisaba las planillas con una máquina Monroe manual. Revisar una planilla de 500 personas me tomaba todo un día. La planilla la hacía un time keeper. Yo tenía que revisarla y ponerle el visto bueno. “Estando con West Indies, nos entrenábamos en Monte Líbano. Ahí estuve dando vueltas, trabajando como administrador, en el departamento de calidad. 168
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Trabajaba comprando fruta, inspeccionando las plantas empacadoras, haciendo evaluaciones… “Si hay una finca con mucha sigatoca, el banano se madura en el barco. Es un tortón porque se maduraba todo el barco. Yo coordinaba riego aéreo, calidad, y veía el área de agricultura, la asistencia a los productores independientes. “Me llevé diez años en eso. Vivía en Bataán, Siquirres y Guápiles. En Bataán viví dos años; en Guápiles viví un año, por cierto que vivía en una casilla de Don León Weinstock, que estaba detrás de la iglesia. Don León fue uno de los primeros bananeros. Tuvo una finca que se llamaba Tel Aviv. “Después, viví en Siquirres otros dos años. Pasé a coordinar las fincas de esa zona. En Siquirres se nos quemó la casa. Fue algo horrible. Tuvimos que empezar de cero. “Luego volví otra vez a Guápiles. Ahí vivía Don Valentín Quirós, que fue gran amigo mío. Recuerdo que para ese tiempo, el director de la Estación Experimental Los Diamantes era Oldemar Chavarría, y ahí también estaba don Juan Lang. Después nos pasamos a las casas bonitas, por el aeropuerto. Volví a Bataán. En ese andar de aquí para allá me llevé diez años”.
Limón “Pasé a Limón a manejar el puerto. Trabajé en la coordinación como gerente de operaciones portuarias y control de calidad. Eran los años de las huelgas bravas, con Don Timothy Scott. “Parí con ese señor, porque era casi un dios. Los 169
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presidentes de la república, con tal de arreglar Limón, le concedían muchas cosas. En una reunión en que Timothy se levantaba y se iba, el presidente de la república temblaba. Más de una vez le mandaron una avioneta con tal de que fuera a una reunión. “Estuve en Limón 22 años. Vivimos primero en la casa de don José Garrón, hermano de Don Hernán. Después nos hicieron una casa muy bonita. Limón es un lugar que nos gusta muchísimo. Como tuve que estar en tantos lugares, para mí no hay lugar ni feo ni bonito, depende de las amistades. “En el caso de Limón, a mi mujer y a mí nos gustaba bucear. Había compañeros que salían soplados para San José los fines de semana. Nosotros no. Yo iba a bucear, a buscar langosta. La doña mía era buena para sacar pulpos y arponeaba con arbaleta los pargos grandes. “Teníamos amistad con los capitanes de los barcos. En Limón pasé una vida muy bonita. Era un trabajo de 24 horas de disponibilidad los siete días de la semana. A cualquier hora se le podía quebrar una grúa al barco. Había que ir a buscar una grúa de tierra para cargarlo o se trataba de coordinar con otro barco. Los destinos de exportación eran Estados Unidos y Europa. “Pasé 22 años de gerente, me chupé las huelgas, el sindicato… Cuando ya iba saliendo, se acusó al sindicato de corrupción. Eso los debilitó mucho. “Ya Don Jack Loeb había salido de la compañía. Mi jefe era Donald Murray. Una vez salió en La Nación el escándalo del sindicato. Don Donald me mandó un paquete enorme con periódicos, los distribuimos por todo 170
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el muelle, me fui al muelle a hablar con los estibadores, y se dividieron en dos grupos: el grupo que estaba con el sindicato, y el grupo liberal, que quería coger una oferta que les planteamos, donde ellos fueran su propio jefe con el apoyo del solidarismo… “Fue cuando nació ANFO. Fue una idea que surgió con nuestros abogados asesores, encabezados por Óscar Bejarano, y Mario López Durán, quien es el abogado que trabaja con la compañía, junto a Donald (Murray) y yo también estaba entre los gestores. Creo que ANFO ha revolucionado la industria bananera por su gran labor en el muelle”.
Amor por las bananeras “Me vine de Limón en el año 99, cuando me pensioné. Trabajé con la bananera 32 años. La actividad bananera es en lo que me especialicé y lo que conozco. De banano sé todo lo que hay que saber. He trabajado en sistemas, calidad, producción, fertilizantes, drenajes y suelos. “El esfuerzo que hice en mi vida fue en la actividad bananera. Y me ayudó a ilustrarme mucho. Por ejemplo, en Limón, nosotros teníamos hasta cinco barcos para cargar. Eran cinco invitaciones a comer con el capitán. Así aprendimos de vinos, comidas, culturas… Había barcos griegos, rusos, italianos, japoneses, chinos… Hemos comido todas las mejores comidas de casi todos los países del mundo. Y eran muy espléndidos con nosotros. Agradezco la forma de ser de los capitanes, porque nos regalaban cajas de champán, quesos enteros, 171
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cajas de vinos… “Extraño mucho la actividad bananera. Es lo que he vivido con pasión en la vida. Esa ha sido mi vida. Ahora estoy pensionado, y vivo de los recuerdos. “Mi esposa y yo tenemos cuatro hijos: Sleymer, de 34 años; Taubet, de 30 años; Sender, de 26 años, y Zorais, de 25 años. También tenemos nietos. Taubet tiene gemelitas. Ellas viven en Estados Unidos. La verdad es que mi familia es mi vida, y aparte de la producción bananera, la familia es lo que queda y lo que llena todos los espacios de mi existencia”.
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Félix Pérez Pérez
El Gran Pequeño Félix Pérez Pérez, mejor conocido como “Pequeño”, es un gran personaje de Imperio, El Carmen, San Alberto y Cairo, en Siquirres. Es el encargado de la limpieza de las zonas verdes, y su liderazgo es tan apabullante que ha sido hasta el presidente de la asociación solidarista de la finca de Bandeco donde labora. Tiene 61 años. Nació en La Cruz de Guanacaste, en el hogar de José Vega Martínez, y Clara Pérez Torrentes (qdDg). ¡éramos cuatro hermanos de papá y por parte de madre éramos tres hermanos. ¡Crecí en La Cruz de Guanacaste. Ahí estuve en la escuela Salvador Villar. Llegué hasta Sexto Grado, con muchas dificultades, porque fui criado por unos familiares de mi mamá. Tenía año y medio cuando mi mamá murió. Me crié solo. Bueno, me ayudaron a criarme unos familiares de mi mamá. ¡Me dediqué a trabajar para ayudar en la casa. Me fajé en las labores del campo, como picar leña y vender leña. Fui un vendedor de primera línea. ¡A los 16 años me fui con mi hermano para la Zona Sur. Trabajé en Finca 46, en labores del campo en banano. Al principio no me dejaban trabajar porque era menor de edad. Fui a sacar el permiso de trabajo en Golfito. ¡Trabajé durante tres años en la Finca 46. De ahí, pasé a trabajar en un taller de la bananera en Coto 47. En ese lugar trabajé con mi hermano, Bonifacio Pérez Torrentes. ¡Yo soy Pérez Pérez por error. Debería ser apellidos Pérez Torrentes, como mi mamá y mis hermanos. En la 173
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cédula mía aparecen mis apellidos “Pérez Pérez”, pero fue por una confusión. Se debe a que en los papeles de la iglesia de La Cruz aparezco como Félix Arcadio Pérez Pérez. Ni siquiera fue que copiaron bien el error, porque en la cédula no me pusieron Félix Arcadio, sino Félix Claudio. ¡En esos años de los que le hablo, cuando estaba cachorrito, pero ya empezaba a fuercearla, conocí a mi esposa, que se llama Grace Pérez. Me la llevé para La Cruz, de vuelta, y allá nació mi primer hijo. ¡El 6 de junio de 1971, con mi hijo recién nacido, agarré para Imperio, en Siquirres. Tengo 33 años de estar en Imperio, y tengo tres hijos: élmer José, 33 años; Roy Celestino de 31 años, y una muchacha, Marielos, que cumple 21 años. ¡Ella tiene un hijo de cuatro años, Wilson Francisco Aguilar Pérez, que es mi apreciable nieto. Viera qué inteligente que es ese chiquito!.
Con BANDECO ¡Tengo 33 años de trabajar con BANDECO. Comencé mis labores como deshojador, después fui embolsador, luego pasé a responsabilidad en sanidad, limpieza y recolección de basura. Tengo 24 años de estar en eso. Soy el responsable de la limpieza en los tres cuadrantes. ¡Gracias a mi trabajo, me he hecho solidarista. Soy un orgulloso solidarista desde 1983. Estoy convencido de que el solidarismo es una maravilla. Me metí porque antes de meterme ahí hice un estudio muy minucioso, vi el panorama, me convencí de la importancia de este movimiento en la Escuela Social Juan XXIII, con el maestro Claudio María Solano, y moriré en las filas del 174
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solidarismo. ¡He sido presidente de mi asociación solidarista. En 1990, Rafael ángel Calderón Fournier me dio un premio en la Casa Presidencial por ser alguien que lleva la paz social. ¡El solidarismo es lo máximo para la humanidad y el ser humano. El solidarismo nos recuerda el valor que tiene la familia y el valor que tiene nuestro salario para cuidar de los nuestros. El solidarismo es también la manera de vivir en paz con nuestros compañeros y vecinos. ¡Hay orden, paz y armonía en las bananeras gracias a que el solidarismo reconoce las grandes virtudes de nuestros antepasados y sienta a las partes a trabajar juntas y a ponerse de acuerdo. ¡Me voy a pensionar en poco tiempo, pero me siento muy complacido de todo lo que he hecho. Me interesa estar en la casa, ayudándole a mi esposa, porque ella perdió una pierna y me necesita mucho. Vivimos en Cairo porque nos dieron un bono para una casita. La verdad es que entre semana yo vivo en Imperio, y viajo los fines de semana a ver a mi esposita. ¡Quiero pensionarme para ayudarla, pero, la verdad, también voy a extrañar a los compañeros, y todo lo que hemos conseguido gracias al solidarismo!
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Francisco Vanolli Collado
Fundador de la fumigación bananera en Costa Rica Padre de la fumigación bananera, el nombre de Francisco Vanolli Collado está sellado en la historia de este cultivo en nuestro país. Francisco Vanolli Collado nació el 24 de diciembre de 1920, en San José, a la par de la Iglesia de El Carmen, donde luego estuvo la Embajada Americana. “Originalmente esa fue la casa donde estaba el Banco Collado, de mis abuelos. Mis papás se llamaron Ismael Vanolli Campos y Julia Collado Quirós. Fuimos una pareja. Tengo una hermana, Emilia, viuda de José Orlich, el papá de Chico Orlich. Ella se casó con el papá de Chico porque él quedó viudo de la mamá de Chico. Era muy allegado a mi casa. Los Orlich y los Figueres eran muy cercanos a mi casa. Mi hermana murió hace como treinta años. “Siendo soltero, mi padre tenía una caballeriza en frente a la entrada al pasaje Jiménez. En ese tiempo, los caballos eran como decir ahora los carros. Él se iba a Perú y se traía cinco, seis o diez caballos. Los metía en la caballeriza y los cuidaba. En las tardes, la gente iba a pasear a caballo por San José. No había el tránsito que hay ahora, que es de locos. “Nunca faltaban compradores para los caballos y papá los vendía a muy buen precio. Ese era como quien dice el tipo de negocio que tenía él. Traía caballos de peso, de buen brazo, de buena estampa… También tenía varias fincas, varias lecherías en Las Nubes de 176
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Coronado, en Quebrada Honda de Coronado y en San Isidro de Coronado. “Cuando crecí, mi papá tenía fincas de agricultura y leche, sembraba papas, hortalizas, pero el centro era la lechería, a la par de los caballos, por supuesto. Crecí en San José. A la par de la iglesia de El Carmen estaba la casa de mi abuelo y de mi abuela, y estaba el Banco Collado, de don Adrián Collado Bennet, padre de mamá, casado con Delfina Quirós, madre de mamá. Un tío mío, Roberto Collado, se casó con Ángela Aguilar, y nació mi prima Delfina Collado Aguilar, que escribía unos lindos cuentos para chiquitos. “Estuve en la Escuela Buenaventura Corrales, donde fui compañero de Beto Cañas, Roberto Fernández Durán y Daniel Oduber, quien fue muy amigo mío. Éramos de las mismas ideas, y muy jodedores y aventureros. “Rodamos un poco porque papá vendió las fincas. ¿Se ubican en el Teatro Variedades? Bueno, viniendo hacia el norte, durante un tiempo estuvo ahí la Biblioteca Nacional. En frente hay una casa como metida… Ahí vivíamos nosotros. Esa casa era de papá. Cuando vendió las fincas puso un tipo de banco. Prestaba plata. Ahí se arruinó. Les voy a explicar el por qué: no sé si ustedes han oído o han leído acerca de que en el año 33 el gobierno dictó una moratoria. Estaba Don Ricardo Jiménez de presidente. Papá tenía todo el capital en la calle, prestado, con garantías, hipotecas, pagarés… y el gobierno declaró esa ley del 33. Con la moratoria, todo aquel que debía a un banco o a un particular o una institución, se acogía a la moratoria y no pagaban. Si a mi papá le debían cien mil colones, simplemente decían ´ahí está la moratoria´, lo que prácticamente daba por canceladas las cuentas. En ese momento empezó papá a 177
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padecer de presión alta”.
Puntarenas y Alajuela
“Nos fuimos a vivir a Puntarenas. Pasé del Edificio Metálico a una escuela de allá. Recuerdo que una referencia de todas las direcciones era una famosa cantina de Chalo Segares. Por cierto que a las cincuenta varas estaba el colegio. Estuvimos dos años en Puntarenas, allá terminé la escuela y empecé el colegio. A los dos años decidió mamá, que era una mujer muy recta, con mucho ´coco´, muy preparada, graduada en París, que si estábamos en Puntarenas por la salud de papá, pero papá andaba y andaba en San José, tanto mi hermanita como ella (mi mamá) y yo éramos los sacrificados. “El clima era fuerte para nosotros. Si papá estaba la mayor parte en San José, acabando de finalizar negocios, debía decidir: o se quedaba en Puntarenas a vivir, con el mejor clima para él, o nos devolvíamos a la casa nuestra en el barrio de Amón, una casa muy grande, muy hermosa, que fue el siguiente lugar donde vivimos. Papá había vendido por el parqueo de Vernor ´Chino´ Lines, y había construido la casa en la esquina opuesta a la casa de los Carvalho, en frente de Jorge Hine, en Barrio Amón, o sea, construyó ahí cuando vendió la casa que estaba por el Variedades, como les dije hace un rato. “Construyó cien varas antes del Zoológico Simón Bolívar. La casa se le alquiló a un americano mientras estuvimos en Puntarenas, y dio la casualidad de que la dejó. Al frente vivía Manuel Enrique ´Pillique´ Guerra, el médico, el papá del aviador. “Nos vinimos de nuevo para San José. Entré al Seminario. Estaban casi todos los compañeros del Edificio Metálico, entre ellos, Daniel Oduber. Como el 178
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clima no le siguió cayendo bien a papá, nos fuimos a vivir a Alajuela, donde pasamos muchos años. “Me pasé para el Instituto de Alajuela. La situación era apretada y difícil, no quisiera entrar en detalles. Un alemán que vivía en Nicaragua y que era amigo de Somoza, nos ayudó a levantarnos. El alemán hizo efectivo en el banco unos bonos de mi papá. Somoza le dijo que se lo permitía sólo si la plata se quedaba en Nicaragua. Papá todavía tenía la banca cuando vino la pavimentación de San José. La compañía que pavimentó San José le pagó a mi papá con los bonos, la plata que retiraba para las planillas. “Empezamos a viajar de aquí para allá. Íbamos a Nicaragua, y también pasábamos mucho en San Pedro de Poás, porque el alemán tenía una finca ahí, y mi papá se la veía. “Papá primero fue a arrendar una finca en Nicaragua, cerca del Valle Bribón. La casa de la familia seguía estando en Alajuela. Mi mamá y mi hermanita siguieron aquí, y papá y yo íbamos y veníamos. Donde ahora la gente va sobre la carretera Interamericana, nosotros íbamos a caballo, con el barro al pecho”.
Compraba mulas para las bananeras “Cuando tenía suficiente ganado en la finca que arrendó, papá arrendó dos fincas más, una a un señor Justiniani, que se llama El Barro, en Orotina, que era una finca inmensa, tanto que empezaba en Orotina y terminaba en Jacó. Era grandísima. Se empezó a sacar el ganado en partidas para San José. “También alquilamos una finca en Barranca, arrendada a Maximiliano Soto. La finca se llamaba San Bernardo. 179
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Y la otra estaba por Cañas. Cuando traíamos ganado de Nicaragua, había ganado que se gafeaba, se le gastaba el casco, las pezuñas, y no podían caminar. En lugar de dejarlos botados en medio camino, se empotreraban en Cañas o en Barranca. “Papá estaba enfermo. A veces no podía ir e iba yo. En ese tiempo tendría yo tenía unos 15 años. Mientras tanto, estaba en el Instituto de Alajuela. “A mí siempre me gustó la mecánica. Estando en el Instituto de Alajuela conocí a un americano de apellido Polakis. Le caí bien al viejo, posiblemente por las referencias que tenía de uno. Tenía unos carros pick up, los compraba desarmados y los armaba. Si aparecía un comprador, los vendía y compraba otros. Así me empecé a levantar. “También apareció un negocio con Don Enrique Clare, amigo de la United Fruit Company. En ese tiempo, el banano era jalado por cables donde guindaban los racimos, o por rieles, en que venía un tipo de carreta grande. Las mulas jalaban las carretas. Él fue el que nos pasó el volado e hizo la conexión. “Mi papá y yo fuimos a comprar mulas. Como papá estaba delicado de salud, casi siempre iba yo a comprar las mulas, a escogerlas, que estuvieran sanas, que no fueran viejas… Se embarcaban en Barranca. Había un atracadero de lanchones. Las mulas venían por tierra desde Nicaragua. En Barranca se subían a las lanchas que las trasladaban hasta Golfito. “Polakis llegaba a pasear a mi casa los domingos, porque mamá lo invitaba a que pasara en Alajuela, que tiene un clima más amistoso que el de San José, donde él vivía. Fue así que le caí en gracia el hombre, como quien dice. Un día me propuso financiarme. Él traía bombas 180
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modernas de gasolina, no las de zifón, e instalé una bomba de gasolina en Alajuela a la par del correo. Tenía yo unos 17 ó 18 años. Estaba en tercer o cuarto año en el instituto, y en los recreos salía para chequear la bomba y volvía otra vez al colegio. Me quedaba a las cien varas. Era buen negocio. Casi todo lo vendíamos al contado. Sólo le dábamos crédito a clientes como el doctor José Cabezas, al que le cobrábamos por mes. Era plata segura. “Logré controlar el negocio de gasolina en Alajuela. Un día apareció un carajo en una moto, con el cuento de que era dueño de un periódico, ya no me acuerdo ni de cuál, y me ofreció comprar la bomba. Creí que era para dejarla ahí mismo, en Alajuela. Por eso, le di un precio especial con todos los tanques, instalaciones, stock de repuestos… “Cuando se llegó la hora del negocio, lo que quería era traérsela para San José. La instalaron por el Teatro Raventós, ciento veinticinco varas al sur. Así que nos quedamos en Alajuela sin bomba. Me dio una plata. El negocio era al contado, pero quedamos en que me daba una plata y me dejaba la bomba en garantía en San José, hasta que me pagara. Yo tenía ya un camión de carga grande. Estando ahí en la bomba en Alajuela, da la casualidad que un 24 de diciembre llegó el administrador de Rodolfo Peters, un alemán que tenía un beneficio de café en Las Cañas, en Alajuela. Llegó ahogándose del colerón de que el chofer que le manejaba el camión había dejado todo el café que se había recibido en Barva, Santa Bárbara, Carrizal de Alajuela y otra serie de lugares. Lo que pasó es que no llegó. Yo fui con mi camión, pasé el 24 de diciembre jalando ese café. Recuerdo que mi mamá estuvo todo el día a la par mía. Eran las 5 ó 6 de la mañana del 25 de diciembre, y ya habíamos 181
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traído todo el café que compraban en los recibidores que tenían ellos. En eso, me encontré a un muchacho y me dijo que don Rodolfo estaba muy agradecido, y quería ver si podía jalar café beneficiado adonde los Gurdián, o a los compañías ferrocarrileras al Atlántico o al Pacífico… Dije ´va jugando´. Nos dio todo el día, ese 25 de diciembre, haciendo tres o cuatro viajes”.
En café y en caña “Cuando vendí la bomba me quedé jalando café. Entonces, entrando con más confianza donde Peters, me dijo que con un camión no se hacía nada, que necesitaba uno o dos más, que si yo tenía ese camión libre, que si tenía plata para comprar otros, y que si no, en base de lo que me tenía que pagar de flete, que viniéramos donde Reimers, y que trajera unos camiones diesel. Compramos dos más. Algo que le agradezco a Peters es que siempre me dijo que los camiones iban a ser míos, de la compañía que yo formé. “Un camión lo manejaba un chofer muy bueno al que le decíamos ´Pan Añejo´, y el otro lo manejaba ´El Negro´ Sánchez. Empezamos a tirarle y pagaban muy bien. Estuve en eso año y medio o dos años. En eso cogieron a los alemanes y los encerraron, y les quitaron sus fincas y sus propiedades por la Segunda Guerra Mundial. Los metieron en un campo de concentración, les quitaron todo… “Salí en carrera con mis camiones. Entonces, conseguí un trabajo en la Fábrica de Licores. Manejaba un camión para la Fábrica de Licores. Cuando había exportación de alcohol, guaro, etcétera, lo llevábamos de la Fábrica de Licores, por el Parque Morazán, al Ferrocarril al 182
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Pacífico. Cargaba los vagones y veníamos por otro, hasta completar el tren que iba para Puntarenas o al tren que iba para Limón. “Y cuando no había mucho trabajo, sacaba una extra manejando el mono rey. Les voy a explicar de qué se trata: unos rieles van por el cielo, y de ahí va agarrado el mono rey, que tiene un asiento, los controles, para manipularlo, arrancarlo, echarlo a andar… Cuando los camiones traían las panelas y marquetas de dulce a la Fábrica de Licores, el mono rey entraba en acción. Había un sistema de control para comprar y pagar por cantidad. De ahí se llevaba a unas bodegas en unas palanganas, en un tipo de cajones cuadrados. Venía el mono rey, se paraba encima de la palangana, bajaba el clave, el ayudante de abajo enganchaba el cable en la palangana y uno lo subía y lo ponía en la bodega. El otro trabajo consistía en sacarlo de la bodega y ponerlo en una estructura cilíndrica, de cinco, diez o veinte metros de circunferencia, en que se derriten las panelas de dulce, y en líquido lo llevan por una tubería adonde procesan el licor. Yo sacaba 90 horas extras a la semana. Pasaba las noches enteras en eso. Cuando había que trabajar, había que trabajar. Pasé en eso dos años”.
Mecánico y piloto “Conseguí trabajo de mecánico en Taca. No sabía nada de mecánica de aviación. Había leído mucho, pero en la práctica… nada. Empecé a trabajar. Había trabajo como quien dice día y noche. Entraba a las 3 de la mañana y salía a las diez de la noche. Ya con los días, con el tiempo, me sentaba en la cabina de pilotos. Había que probar un motor y ya yo sabía arrancarlo… 183
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Así fui cogiendo experiencia. Hubo algunos jefes que me apoyaron mucho. Cuando había que llevar un avión a la rampa y no estaba lo que ellos llamaban la mula, que era un tractorcillo que se le pegaba al avión y lo llevaba jalado, entonces se llevaba con los motores del avión. Por eso, empecé a travesear. Pasó el tiempo, apareció un avioncillo Piper, de un cubano de apellido Villa, y él empezó a dar instrucción. Yo trabajaba para mi mamá, y las otras horas, las que me sobraban, eran para mí, para pagarme un ratico de vuelo. Así, me hice piloto, empecé a volar. “Estando en eso, con la fiebre de los primeros vuelos, me encontré con que había un mecánico, Clarence Martín, que tenía un avioncito, pero había tenido un accidente. No le prestó atención. No quiso repararlo. El socio de él, a quien le gustaba volar, que era Álvaro González, el de MATRA, tampoco tuvo interés. Lo dejaron botado en Parrita. Ahí se quedó el pobre avión, en la costa, en la playa, donde tuvo el aterrizaje forzoso, y dio ´vuelta carnera´. Me lo vendió con facilidades. Pedí las vacaciones en Taca y me fui a traerlo. Tuve que armarlo y traerlo. “Ya con el avión aquí, en San José, empecé a volar todas las tardes o las mañanas que tenía desocupadas. El avión se llamaba ´El Marijuana´, cáiganse de espaldas. Sabía que se iban a reír. Pero, no tiene que ver nada con la droga. Simplemente que la esposa de Clarence se llamaba María, y la de González, Juanita. La suma de las dos da ´Marijuana´. “Después de que lo desarmé, la arreglé, lo alisté y lo pinté, cuando ya lo tenía en La Sabana, me llama Mario Facio, que era el director de Aviación Civil, y me dice, ´Vanolli, ¿tenés el Marijuana listo? ¿Cómo estás como para ir a varios lugares? Así empecé con mi avioncito 184
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propio. “Durante esa mañana, un Douglas DC 3 o un Douglas C 47, (la diferencia es que uno que tiene puerta de carga y otro sólo tiene puerta de pasajeros), no despegó de La Sabana. Venía a recoger todos los archivos de seis años de trabajo del Instituto Geográfico. No despegó. O estaba muy cargado o venía con viento en cola. Sólo ellos sabrán. Pero ve la torta: no sólo llevaba los originales, sino las copias. No levantó de La Sabana, y se estrelló. Murieron todas las personas que iban en él. Además, se quemaron todos los papeles. En el Instituto Geográfico trabajaba Claudio Vieto. Junto a otros ingenieros, levantó todo el mapeo de Costa Rica. Como se quemaron todos los papeles, tenían que volver a hacer todo el trabajo. Empezaron de cero. Había gente metida en la montaña por Upala, por Sixaola y por Puerto Jiménez”.
En playas y en potreros “Yo empecé a jalarlos. Aterrizaba en las playas o en los potreros. El avioncito aterrizaba en cualquier lugar. A los días, cuando ya se había tranquilizado un poco más la cosa, me siguieron utilizando a mí todos los días para meter gente a la montaña. “A todo esto seguía trabajando en TACA. Había pedido un permiso. Cuando vi que seguía el trabajo con el Instituto Geográfico y que la cosa iba para largo, así como que había meses que cobraba hasta treinta mil dólares, pensé que era el momento de tomar una decisión. Dio la casualidad que un día que veníamos de un vuelo, un señor que era coordinador del instituto me dijo, ´Vanolli, estamos muy contentos con el trabajo suyo, usted sabe que el trabajo hay que hacerlo todo 185
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nuevo, y resulta que ellos quieren hacerlo todo con usted siempre y cuando mejore el equipo…´. Ese día, apenas llegamos al aeropuerto, a La Sabana, ellos mismos me ofrecieron llevarme hasta mi casa. Yo vivía a un costado de la Casa Amarilla. Les dije que tenía que hacer una vuelta en el aeropuerto. Cerré el avioncito, y me fui directo donde un mecánico que tenía otro avión parecido a uno que yo había volado. El mío era monomotor. En cambio, el que fui a ver era un Sessna bimotor. Le hice una inspección. La gente del instituto me había dicho a mí que lo ideal era que entre los cables que pasan por debajo de la panza del avión hubiera espacio por donde hacer una compuerta para sentar la cámara y tomar fotos. Esa compuerta también iba a ser utilizada para tirar sacos de manta con comida y provisiones para abastecer a la gente en la montaña. “Cuando le hablé al mecánico, me dijo ‘¿querés que vayamos a volarlo?´. Le dije que había volado unos parecidos. En todo caso fuimos a probarlo, y me fue muy bien. Me dio el precio, vi las horas del avión, y le dije, ´bueno, tentativamente andá preparando en Aviación Civil el traspaso, y con tu abogado la carta de venta. Voy a San José y regreso dentro de dos o tres horas, junto a mi abogado´. Creo que me cobró diez mil dólares. “Yo no tenía la plata. Vine a San José, donde un amigo mío, Pipón Martínez. Una hermana de él estaba casada con un pariente mío. Le conté en lo que estaba, dio media vuelta, y me dijo ´¿a nombre de quién te hago el cheque?´ Era toda la plata que yo me podía imaginar en ese momento. Me la prestó. Lo cierto es que me vine en el tranvía a La Sabana a buscar al muchacho, al dueño del avión. Le dije, ´bueno, aquí te traigo la plata´. Ya había llegado el abogado mío. Entregué el cheque. Ya era 186
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dueño de un bimotor. “Después le pagué a Pipín Martínez la plata que me prestó, y me fui para Estados Unidos. Un amigo mío que estaba allá, Tommy Green, tenía un avión igual. Sé que si se me varaba este avión, y tenía mucho trabajo, estaría en problemas, así que quería tener uno más, que me sirviera para otros servicios y de relevo en caso de que lo necesitáramos para el Instituto Geográfico porque no se podía perder tiempo. “Trabajé independientemente cuatro o cinco años. Fue una experiencia muy interesante. Después volví a TACA. Volaba adonde me mandaran. A mí lo que me gustaba era volar. No me importaba ni las horas ni el tiempo. Venía en un vuelo, y si estaba en la rampa del aeropuerto, y oía que un avión tenía problemas, y alguien decía que era de un vuelo que tenía que salir hacía una hora, y que no había podido, yo de inmediato me acercaba y avisaba ´pónganme en lista de vuelo´”.
El 48 “Vino el año 48. Yo iba en un vuelo para Panamá. Se me informó que había caído San Isidro de El General, di media vuelta, aterrizamos en San Isidro. Aterricé en San Isidro como a las 5 ó 5 y media de la tarde. Todavía estaba el tiroteo. Estaba un viejito Paéz de agente de la TACA en San Isidro de El General. Nos pusimos de acuerdo y dijimos que fue un aterrizaje forzoso para que mandaran mecánicos y repuestos. Fue cuando llegó Johnny Víctory. Tomamos su avión y él se incorporó. Reportamos a San José, que al avión que traía Víctory se le estalló una llanta, que mandaran otro avión con la llanta. Llegó un hondureño, que era el jefe de mecánica. 187
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Cuando se apeó el avión dice ´¿dónde está la llanta pache?´ Es que los hondureños para decir ´desinfladas´ dicen ´apachadas´. Llega Tuta Cortés y le dice ´aquí el único apache tendrás que ser vos´. Con ese avión ya teníamos tres. “Los grandes personajes de la aviación de aquellos años ya estaban en ese aeropuerto. Estaba Guillermo ´Macho´ Núñez, quien era un gran piloto, y daba la palabra con el pelo del bigote. También estaba Otto Escalante. Nos fuimos en un jeep, para La Lucha, y me puse a la orden de Don Pepe. “Después, en la misión aérea, ni ´Macho´ Núñez ni Otto, que eran los que estaban más cercanos a Don Pepe, nos indicaron para donde íbamos. No sabíamos que íbamos para Guatemala. Yo iba con ´Macho´ Núñez. El plan de vuelo era salir a aguas internacionales, a ochenta millas, para que los nicas no nos pudieran interceptar. Teníamos prohibido llamar de un avión a otro. Sólo podíamos utilizar una contraseña que nos dieron. “Yo hice 39 ó 40 vuelos de noche, de aquí a Guatemala. Así trajimos las armas del 48. Éramos varios, Otto Escalante, ´El Macho´ Núñez, Johnny Víctory, un muchacho Lizano... “El llamado ´avión uno´ lo llevábamos ´Macho´ Núñez y yo; el ´avión dos´ Otto Escalante, y el ´avión tres´ Johnny Víctory. Hubo varios pilotos que se incorporaron, por ejemplo, Fernando Cruz, que era dentista y piloto privado… “Llegábamos a Guatemala, cargábamos el avión, le poníamos gasolina, y a la una de la mañana despegábamos. Íbamos llegando a las cinco de la mañana a San Isidro de El General. “De San Isidro nos fuimos a Limón. Se planeó que don Pepe bajaba de ´La Lucha´ a tomar Cartago, y que 188
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durante la madrugada de ese mismo día transportábamos la gente para tomar Limón. En Limón teníamos la Texaco. Ahí abastecíamos los aviones. De ahí en adelante, lo único que podría es repetirte la historia oficial. Pero lo que viví en el 48 ha sido inolvidable para mí”.
Fumigación bananera “De vuelta en la empresa, volando con TACA, me entró la espina, el cosquilleo, el gusanito por volver a crear una empresa propia. No quería estar toda mi vida en un asiento de TACA. Me puse a trabajar solo. En ese momento, no había aviones para vuelos especiales. Había unos cubanos que eran madereros, y que frecuentemente pedían vuelos a Barra del Colorado, Barra de Tortuguero, Parismina y Limón. “Empecé a hacer todos esos servicios. Fue cuando formé la compañía ´Expreso aéreo costarricense´ (Exaco). Si no podía volar yo, tenía uno o dos pilotos que me hacían los vuelos. “Estando con estos vuelos a Parismina, Tortuguero y Barra del Colorado, empecé a notar que había unos tiempos muy malos, y en los que se dificultaban los vuelos, sobre todo porque no se podían posponer. A estos cubanos les urgía llegar. Les llegaban los barcos para cargar madera a Barra del Colorado, Tortuguero y Parismina. Había que estar antes de que el barco anclara. Así que se me ocurrió poner un avión basado en Limón, para que la gente volara a las seis de la mañana en Lacsa, y ahí mi avión los esperaba y los llevaba por la costa, viendo la espuma del reventadero de las olas, volando a cien pies, doscientos pies… Para eso había que conocer la playa como la conocía yo. 189
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“Al piloto que mandé para Limón le enseñé bien el camino, y me quedé atendiendo con el otro avión a los clientes que me llamaran, pero pronto me di cuenta que había cometido un error porque el piloto de Limón andaba enfiestado todo el tiempo. Era muy buen piloto, pero muy inestable. Así que empecé a volar más a la Zona Atlántica. Esto fue en los años 50. “Además de volar a la zona de las barras, empecé a volar a Guápiles, Bremen, Siquirres, Río Jiménez, Sixaola, Puerto Viejo, Valle de la Estrella y Gandoca, que en ese momento era de don Fernando Castro Cervantes, un viejo rico. “Como iba tanto, me fui haciendo amigo de quienes iban y venían. Empecé a oír a los gerentes de bananeras que iban a la zona a comprar tierras. Cuando me di cuenta que habían comprado en Pandora, empecé a preguntar si yo les podía ayudar. “Mientras fueron haciendo semilleros, en la segunda mitad de los años 50, vi la posibilidad de brindarles servicios de fumigación. Sin preguntarle nada a nadie, me fui a Estados Unidos y me traje un avión de fumigación. Nunca había fumigado. Cuando ya tenía aquí un avión para fumigar, lo llenaba de agua y me iba volando por la costa. Es que para fumigar hay que aprender a volar de manera rasante. “Estaba en eso cuando me llamó Míster Lloyd, que fue el primer gerente de Standard Fruit Company. Me llamó un día y me dijo, ´Vanolli, necesitamos fumigar el semillero. Si usted desea ayudarnos, le cargamos el avión en Limón y vuela a Pandora. “Era la única manera, porque en el Valle de la Estrella no había campo de aterrizaje. “Empecé haciendo unos cuantos vuelos. No había una 190
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comunicación entre el piloto y la gente de tierra. Yo no tenía plata para el equipo. Así que lo que transmitían a través del radio o el teléfono a Limón, me lo comunicaban hasta que llegara a la oficina”.
Valle de la Estrella “Fui el primer fumigador en el Valle de la Estrella. En todo Limón no se había fumigado. Fumigué el semillero, y me di cuenta adonde estaban trasplantando, dónde estarían los bananales… Les sugerí lo que tenían que botar de montaña para entrar y salir del avión, y sugerí la necesidad de un campo de aterrizaje con el equipo para cargar el avión. “Míster Lloyd estuvo de acuerdo e hicieron el campo de Pandora. Ahí tuve basados a dos pilotos con sus aviones. En Pandora empezamos con dos aviones, después metimos el tercero… Luego los cambié por unos más grandes. Llegué a tener 16 aviones de fumigación en todo el país. “Estando ya los bananales en La Estrella y el sistema de aviación debidamente instalado, me llama un día Míster Glomblad, quien era gerente de la United. Él me dejó dicho que apenas pudiera, pasara a Golfito porque quería hablar conmigo. “Había estado sólo con la Standard. Me voy para Golfito y me dice ´Vanolli, te mandamos a llamar porque hemos tenido referencias de que en la Standard estaban muy contentos con el tipo de riego y de servicio que usted les da, que es un servicio de calidad, y que usted es serio y muy puntual´. Eso era mucho decir, porque el riego aéreo lo chequean en una pulgada cuadrada, y se desea que pase el avión con las boquillas abiertas 191
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dejando una gota no más grande que la cabeza de un alfiler ni más pequeña que la punta del alfiler. “También me dijo que tenían encargada de la fumigación a una compañía extranjera, pero que esa compañía regaba con helicópteros, y que no les gustaba porque no se había podido mejorar en los chequeos… “Querían ver si yo me podía hacer cargo de las fumigaciones en algunas de las plantaciones de la United. Primero me ofrecieron Palmar, que eran 40 mil acres. Les dije que cuánto tiempo me daban para traer el equipo. Me dijeron que era cosa mía. Entonces, ni lerdo ni perezoso, me puse a trabajar. Me aseguraron que cuando tuviera el equipo, sólo tenía que avisarles, para que ellos le dieran a la otra empresa 30 días para que abandonaran Palmar. “Me vine de Golfito, pasé el Cerro de la Muerte, empecé a bajar, y después de 45 minutos estaba en Limón. Fui a la oficina, les conté de la propuesta, y cuando ya me iba a ir a descansar al apartamento mío, porque casi siempre he vivido solo, no sé qué me dio por pasar por el club Miramar. Pedí un trago de ´Matusalén´. Estaba ahí pensativo y preocupado, preguntándome a mí mismo de adonde cogía la plata para comprar los aviones, porque prácticamente les había dicho que sí… En eso entró Míster Lloyd, el gerente de la Standard, y me dice ´diay, Vanolli, ¿qué le pasa que está ahí tan agachado?´ Me quedé viéndolo, le dije ´venga para contarle´, y le pedí un trago al viejo. Me parece estar viéndolo con su pipa. Yo también fumé pipa y puro. Este es el último que me queda de recuerdo… (muestra uno que tiene en una de las gavetas de su escritorio). Este puro tiene 30 años. Me fumaba cinco o seis puros y cinco o diez pipas. Yo traía tabaco de Estados Unidos, lo mezclaba y sacaba muy 192
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buen producto… “Mientras nos comimos algo juntos, le conté a Lloyd lo que andaba en el buche. El viejo Lloyd vivía a las cien varas de la casa mía. Nos fuimos caminando, y me dice ´¿qué tiene que hacer mañana?´ Le dije que tenía que llevar a unos cubanos a Barra del Colorado. Entonces, me dice, ´bueno, déjeme pensar´. “Al día siguiente, me fui para la barra a las cuatro o cinco de la mañana. Cuando venía de regreso, como a las seis o siete de la mañana, la secretaria me dijo que tenía un mensaje de Míster Lloyd, que en cuanto llegara me fuera para la oficina de él, que necesitaba verme. Me voy para donde Míster Lloyd y me dice ´ya pedí los permisos a Honduras, hablé con los hermanos Holcom, y le vamos a prestar la plata´. Standard tenía dos aviones Stirman que nunca habían sido utilizados para fumigación. Pregunté que si me los ponían vender, y él me dijo que sí. “Me vine a San José, pedí las licencias, enseñé la carta de venta… Un amigo mío, de apellido Teresín, que en ese momento era funcionario de Standard, fue a traer los aviones. Aterrizó en Nicaragua, y ahí había un piloto americano, Jerry Taidyn. Vino y me dijo que Taidyn estaba dispuesto a venirse a trabajar conmigo. Teresín me buscó a otro, al que le habían dicho que le decían ´Tiyi´ o ´Tigi´, y también le dijo que se venía. Los dos tenían una gran experiencia. “Le dije al gerente de la United que tenía los aviones listos, y un mes después empezamos a trabajar en el sur. Trabajé en Limón y en el sur a la vez. Empecé a reconocer toda el área asignada a nosotros en las plantaciones de la zona sur. Al mes o a los dos meses, recibí otra llamada por teléfono a Limón, que Míster Glomblad quería hablar conmigo. Lo llamé y me dijo 193
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´Vanolli, estamos contentos con el área. Su trabajo es bueno. Así que si usted acepta, puede tomar el trabajo en Coto 47´. Eran otros 40 mil acres “He tenido una vida muy movida. Nací en el año 20, empecé en aviación en el 37, después de dar unas vueltas, por aquí y por allá, entré a TACA, y estuve ahí hasta el año 50. A partir de que me vinculé a la Zona Atlántica, me dediqué a la fumigación bananera durante un cuarto de siglo”.
Prueba terrible El 24 de diciembre de 1974 le hicieron una operación en Texas. Se le diagnosticó a Don Francisco Vanolli un cáncer severo en la cara. Había ido a Miami, le hicieron una operación, le aplicaron radiación, pero no logró superarlo. Volvió a Miami, luego se fue a Boston y a Nueva York. Como no le fue bien, regresó a Miami, otra vez al Memorial Hospital de Miami. Saliendo del hospital se encontró con el Doctor Biamonte Cuervo, un médico muy famoso. Él lo remitió a un hospital de Houston, donde se vería con el doctor Richard Jessie. Este médico lo vio al día siguiente. El medico echó al basurero todos los exámenes, lo chequeó de pies a cabeza, y el 24 de diciembre de 1974 le extirparon el cáncer en el rostro. Tiene más de 30 años de vivir solo, lidiando con las secuelas de aquella operación. Entre otras cosas, le aplicaron cobalto y perdió un ojo. Cuando volvió a Costa Rica, no pudo trabajar más… “Tengo 25 años de vivir solo. Paso aquí todo el día. A veces no me alcanza el tiempo. Tengo mucho que hacer en la oficina, que tengo aquí en mi casa. Estoy tratando 194
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de sacar los costos de la operación de hace 31 años. “Hice mucho por la aviación y por la actividad bananera. Otras cosas que no les dije es que también abrí una compañía que empezó los viajes a San Andrés. Se llamó Caribe Airlines. Como ya comenté, también fui fundador de ´Expreso Aéreo Costarricense´, ´Servicio Aéreo de Fumigación´, ´Proton S.A.´, ´Vancolla S.A.´, ´Fravanco´, ´Franthel´… Todas estas compañías brindaron servicios aéreos, y le aportaron mucho al desarrollo de muchas regiones, de muchos sectores y de muchas actividades del país. Ese es el legado de mi vida”.
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Hernán Robles
Gran aliado del solidarismo Gran aliado del solidarismo en la actividad bananera, el apoyo que le dio Don Hernán Robles, siendo gerente de Bandeco en Costa Rica, al padre Claudio Solano, fue fundamental para el establecimiento de este movimiento laboral en la industria bananera, así como para la estabilización de la zona, pues los sindicatos amenazaban con provocar en las plantaciones del Caribe algo similar a lo que desataron en la zona Sur, donde Chiquita Brands abandonó sus tierras por la prepotencia sindical. Hernán Robles Oreamuno nació en San José, el 4 de noviembre de 1931, hijo de Miguel Ángel Robles Troyo, quien fue diputado varias veces. “Mi papá fue diputado cuando era un honor ser diputado. Mi abuelo, Nicolás Oreamuno, fue antitinoquista. Pasó algo curioso con respecto a mi padre, quien también era antitinoquista. Los líderes de lo que se ha llamado ´la revolución del Sapoá´ iban a bombardear el cuartel de Limón precisamente la noche en que papá se uniría a la revolución. Papá fue a Limón para ir al Sapoá, y lo metieron preso en el cuartel. Él sabía que el plan era bombardear el cuartel de Limón. Tenía que callarse porque si lo decía era un traidor. Y si lo callaba, moriría en el cuartel. En ese momento se produjo la muerte de Joaquín Tinoco. Se rumora que lo mataron por un asunto de faldas. Cayó el gobierno, no bombardearon el cuartel, y se salvó mi papá. “Mi padre volvió a San José, Don Julio Acosta le pidió que fuera a Limón a coger el cuartel, y también le pidió que fuera comandante. Se quedó unos meses de comandante. Cuando se fue para Limón, se llevó a sus 196
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dos hermanos, Abel y Rubén Robles. El que llegó a ser muy famoso en Limón fue mi tío, Abel Robles. “Papá se vino a San José como diputado por Limón, y Don Abel se quedó muchísimos años allá. Fue gobernador durante mucho tiempo. “Estando en San José, conoce a mi mamá y casan. Mi mamá se llamó Amalia Oreamuno Flores. Mi madre fue hermana de Rafael Oreamuno, secretario ejecutivo de Rockefeller en Washington. “Somos dos hermanos, Antonio y yo. Soy el menor. Mi hermano es cinco años mayor que yo. Nací cuando mi padre tenía 50 años. Él murió cuando yo tenía apenas 23 años. Murió justamente ocho días antes de mi incorporación como abogado. “Devolvámonos en mi historia. Fui a la Escuela Buenaventura Corrales, donde era compañero de Álvaro Fernández Escalante, Arnoldo Segura Rodríguez, Wálter Field (con quien ahora somos consuegros) y Alejo Esquivel. “Después fui al Liceo de Costa Rica. Estaban Jorge Alberto Borbón, Carlos Prada y Rigoberto Navarro, que fue presidente del Banco Central. Recuerdo que, en ese entonces, vivía en Desamparados y llegaba descalzo, con los zapatos al hombro. Se limpiaba los pies y se ponía los zapatos antes de entrar a clases. “Recuerdo que, en el colegio, las empanadas costaban 45 centavos. Crecí en el ambiente de la escuela pública y del colegio público. Ni siquiera el Colegio Seminario estaba descompuesto porque los curas traían gente con becas de la zona rural. “Todos íbamos a la educación pública y ahí se hacían amigos el rico y el pobre. Ahora hay una ostentación que no existía en esos años. Cuando yo crecía, mis amigos 197
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de plata, los Rohrmoser, los Escalante, los Borbón, vivían en casas que por fuera eran iguales a la nuestra. La diferencia todavía usted la podía apreciar hace unos años. La diferencia es que esas casas tenían puerta y tres o cuatro ventanas a los lados, y la de nosotros tenía puerta y dos ventanas. Es decir, la diferencia era en dimensiones, pero el lujo casi no se veía”.
Abogado y funcionario bananero “Entré a la Escuela de Derecho en la Universidad de Costa Rica. Por muchos afanes, uno de ellos la limitación económica, por las tardes trabajaba en la Corte Suprema de Justicia para poder pagar la universidad. Mis papás estaban viejos y retirados. Yo tenía que ayudarlos. “Fui alumno de honor los 6 años de la carrera. Me gradué con calificaciones muy altas. Me gradué en el año 55. Después, me casé con una muchacha excelente. Me casé en el 55, el mismo año de mi graduación. Me volvería a casar con ella. “Me puse a trabajar con Don Francisco Fonseca Chamier. Él fue presidente de la Asamblea Legislativa. Era muy amigo del doctor Calderón Guardia. Siendo muy amigo de Calderón Guardia, votó en contra de la anulación de las elecciones de Otilio Ulate. Imagínese qué clase de hombre era… “Mi esposa es de una familia adinerada. Sin embargo, siempre vivimos con muchas limitaciones. Vivimos a lo que yo pude hacer. Trabajamos muy duro durante cinco años. Viniendo de una familia rica, se sometió a las limitaciones económicas. “Tuvimos una hija y cuatro hijos. La hija es la mayor. Nació en el 56, cuando todavía estábamos con 198
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algunas limitaciones. Hasta tuve que vender mi carro, mi ´cacharpa´, para poder pagar la atención del parto en la clínica. “En el bufete de don Francisco Fonseca, teníamos cuatro ejecutivos entre nuestros clientes. Uno de ellos es Jack Loeb Smith, holandés de origen judío. En ese momento, esos ejecutivos eran los socios y dueños de West Indies Fruit Company, que exportaba alrededor de 13 mil cajas de banano por semana. Estamos hablando de 1965 y 1966. “Antes de eso, Jack Loeb había sido vicepresidente de Standard Fruit Company en Ecuador. Tiempo después formó esta sociedad. Los otros tres socios vivían en Miami y en Tampa. En cambio, Jack se la pasaba entre Ecuador y Costa Rica. “Cuando los conocí, todavía no tenían oficina en el país. Nuestra oficina se encargaba de recibir la correspondencia, que entonces era cable y télex. “Para esos años, a la mitad de los 60, sólo Standard Fruit Company estaba fuerte en el negocio del banano en Costa Rica. Estaban aquí desde 1955. Apadrinaron todo el inicio de la producción independiente. En realidad, en ese tiempo lo que había era sociedades de la compañía con productores independientes. Eran los tiempos de la Finca Santa Clara, a cargo de Rodolfo Martín (qdDg), y de las fincas Mola y Prado, a cargo de Yoyo Quirós… Ya estaban trabajando con una nueva variedad de banano que se llamaba Valery. La hija mayor de Jack se llama Valery, en honor a esa variedad, porque en ese momento él era vicepresidente de Standard. “En el año 66 o en el año 67, ya la United Fruit Company, que fue la bananera de la historia, la ´Mamita Yunai´, Chiquita Brands, estaba comprando o tenía 199
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prácticamente comprada la compañía Del Monte, que en ese momento era ´Enlatados Del Monte´. La United Fruit Company estaba comprando acciones para tomar el control de la compañía. Uno de los abogados que estaba defendiendo a Del Monte, dijo, en una reunión, ´es una lástima que en todos los productos enlatados Del Monte no haya un solo banano, porque si hubiera un banano, no podrían comprar acciones por la ley anti-monopolio de Estados Unidos´. “Entonces Dick Ward, presidente de Del Monte, dijo, ´en cuatro o cinco días tendremos una compañía bananera´. Compraron West Indies Fruit Company, quiero decir, compraron el giro comercial de West Indies, y lo incorporaron a Del Monte. “En ese momento le dije a Don Paco Fonseca ´perdimos un cliente, porque la compañía la compró Del Monte, que tiene sus abogados y demás´. Sin embargo, gracias a Dios me equivoqué, porque en el nuevo giro comercial de la empresa quedó Jack Loeb como presidente de la junta directiva. “Del Monte les compró a ellos en una suma de varios millones de dólares, pero tuvieron la inteligencia de dejarlo a él al frente, siendo él quien conocía del negocio. De la venta de West Indies a Del Monte viene la plata inicial con que Jack empezó a crecer. Jack Loeb es un hombre muy hábil. No tiene formación profesional, pero es muy inteligente para los negocios”.
Alto puesto en Del Monte “Me pidieron que yo tomara la subgerencia de Del Monte en el campo de fruta fresca. Acepté con muy poco entusiasmo, porque mi bufete ya era muy buen bufete. Lo 200
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que me ofrecían era un buen sueldo para ese momento. Acepté por seis meses. Quedó el bufete con Don Paco Fonseca al frente, y yo conservaba dos nombramientos. Es que en ese momento tenía dos posiciones. Era director del Banco Nacional de Costa Rica y era magistrado del Tribunal de Servicio Civil. Acepté el puesto con el convenio de que a los seis meses me podía retirar sin resentimientos, o que, si me quedaba, ellos me podían pedir que dejara uno de los dos trabajos adicionales, el del banco o el del tribunal. “Así empezamos a desarrollar Bandeco. Ya existía como departamento de West Indies. El nombre completo de Bandeco es Banana Development Corporation of Costa Rica. Tenía un terreno en Bataán. Se llamaba finca Líbano. Esa finca fue el semillero para proveer semilla de Cavendish o Valery, que era como le decían en Standard. Suplíamos semilla a los productores con los que firmábamos contratos. Teníamos dos grupos de productores y dos tipos de contratos. Inicialmente se vendía y exportaba la mano de banano. Luego se empezó a cambiar a clusters, que son gajos, y se elevaron los precios. Teníamos precios de 2,50 y 2,25 por caja. Inicialmente habían sido de 1,50 y 1,53. “Entre los productores independientes estaban los Gurdián, con finca Freeman; Edmond Woodbrige con algunos socios… Entre las fincas independientes estaban las fincas que llamábamos fincas de los santos, San Peter, San Pedro, San Francisco, San José, que era de Míster Coffei, un hombre muy inteligente, muy especial… También estaba la finca de Alberto Lorenzo, Banawaldeck, que ahora es de CORBANA. Ahora se llama finca San Pablo. “Yoyo Quirós no era productor nuestro. Él es todo un 201
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personaje. Estaba en El Prado y Mola. Le compramos las dos fincas: Mola para Interfruit, y El Prado directamente para Del Monte”.
También productor independiente “Antes de entrar en la compañía, Don Paco Fonseca y yo nos habíamos metido en finca Guajira, junto a José Fulgencio Lee y a Fernando Hong. Éramos los cuatro socios. Yo le vendí mis acciones al hijo de Don Paco, ya cuando trabajaba como subgerente de Bandeco, porque, si no, no podía comprarle. También le comprábamos fruta a Moisés Soto y Mario Echandi, que eran socios. Creo que el socio de ellos era Charly Seagars, un gringo que trabajó con Standard, que fue alcohólico y se recuperó. Era un hombre admirable. “Hay historias increíbles de esos años en las bananeras. Por ejemplo, Rodolfo Martín era todo un personaje. A las seis de la tarde y a las siete de la noche ya no había nada qué hacer excepto tomar tragos. Llegábamos al salón, en Guápiles, y ahí recuerdo bien que estaba Rodolfo. Me acuerdo como si hubiera sido ayer, verlo sentado, pidiendo una botella de whisky ‘white label’, la regaba en la mesa, limpiaba con ese whisky el lugar donde iban a tomar, y después pedía Chivas Regal. En ese momento, Rodolfo Martín era un hombre poderoso. Era el único técnico en Guápiles. “La carretera de Guápiles llegaba hasta La Rita. El desarrollo de la carretera hasta Cariari se dio ya en nuestros tiempos en esa zona. Recuerdo ver ese camino cuando era de troncos. Se ponían los troncos abrazados, es decir, inversos, uno para arriba y el siguiente para abajo, para que se acoplaran mejor, y sobre los troncos 202
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se echaba balastre. “Recuerden que todo eso era un suampo gigantesco. Aquí había muchas serpientes, mucha terciopelo… Recuerdo que me mostraban serpientes muy grandes. En el año 67, mi querida esposa me regaló una bombita con un suero antiofídico. Era un estuchito con forma de huevo. Cuando se la mostré a un médico, me dijo que si me mordía una serpiente necesitaría doce dosis de esas para poder sobrevivir. “Para llegar a Guápiles había que ir por tierra hasta Turrialba, luego por trocha hasta Siquirres, y de Siquirres a Guápiles por tren porque ni siquiera había camino. Yo salía de casa en San José a las 3 de la mañana para llegar a las 7 a Siquirres y tomar el tren de Línea Vieja. “Si uno se quedaba en Guápiles, se tenía que quedar en el único hotel, que era de Don León Weinstock. Cobraba diez colones por noche. Eran unos cuartitos pequeñitos con un baño al final. El baño tenía sólo media puerta. Se le veían a uno los pies. Don León puso así la puerta porque le permitía contar las piernas. Era para que nadie se metiera al baño con una mujer. “Cuando queríamos desarrollar en Guápiles el campamento y una casa de huéspedes, fui con el jefe de presupuesto de la casa matriz, y con toda mala fe organicé la gira de manera que termináramos en Guápiles por la tarde. Mi objetivo era que no pudiéramos salir. El chino que manejaba el hotel le dijo a mi jefe de la casa matriz que el hotel costaba diez pesos solo, y veinte pesos si quería llevar una mujer. Después de eso, fue mucho más fácil que nos aprobaran los recursos para el campamento y la casa de huéspedes”.
El Carmen 203
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“Del Monte compró a José Chaves Limonta y a Antonio Lara Fernández, el papá de los Lara Eduarte, toda la tierra de lo que es hoy ´Finca Carmen´. Curiosamente, el título de propiedad era de ellos dos, pero había 214 ocupantes, cada uno con su finquita. A nosotros nos tocó comprarles el derecho de posesión y ubicarlos en lo que se llama ´Pueblo Nuevo´, a la entrada de la finca. “Recuerdo que había una siembra de cacao bastante mantenida dentro de las circunstancias. Era de Don Abel Pacheco Tinoco, el papá del presidente Abel Pacheco. Yo personalmente le compré los derechos de posesión. El me pidió que le permitiera recoger la cosecha de ese año. El jefe de proyecto era Carlos Loría Colombari. Por un error, Carlos atravesó con los tractores la plantación de Don Abel Pacheco Tinoco, destruyéndola. “Recuerdo que Don Abel llegó a mi oficina furioso, diciéndome que yo me había comprometido a respetar su cultivo, le dije que si, me dijo que mis empleados habían destruido su plantación, le dije que cuanto eran las pérdidas, y me dijo ´ah carajo, yo venía a pelear. Con eso que me acabás de decir, me desarmaste...´. “Abel Pacheco administraba la finca de los Gurdián, la finca Freeman. A la par estaba la finca La Perla, de Dallas Johnston, quien además de ver la finca tenía un negocio turístico. Tenía lanchas para bajar el río Pacuare. Era un plan turístico que producía mucho dinero. Además, tenía un trago especial, el ´Pacuare Special´, que era guaro con jugo de frutas. “La historia es que en una ocasión los turistas pararon en finca Freeman, que queda a diez minutos en bote. Un turista gringo dijo ´me quiero bajar´. El botero le dijo ´no puede bajar´. El gringo preguntó que si ahí había tiburón, y el botero le dijo que no, el macho hizo a bajarse, y, de 204
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inmediato, don Abel le dijo, ´no,no, ya no hay tiburón, los cocodrilos se los comieron´. Esa finca Freeman la administraron en un tiempo Abel Pacheco Tinoco y Douglas Murray, el papá de Donald Murray”.
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Don Jack Loeb Smit
El fundador de BANDECO y de PINDECO Si sumamos las veces que es citada una persona entre quienes hemos entrevistado por su importancia en el desarrollo de la producción bananera y piñera, nos damos cuenta que nadie ha sido citado en más ocasiones que don Jack Loeb, ni nadie ha sido citado con tanta admiración por parte de todos. Don Jack es un holandés que se vino para América en 1948, huyendo de las ideas socialistas que imperaban en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Tenía 20 años y fue a dar a las plantaciones de banano de Honduras. Después vivió en Guatemala y en Ecuador, y llegó a Costa Rica a mediados de los 60. Primero trabajó en Standard Fruit Company, luego creó la compañía West Indies, y poco después de que llegó a Costa Rica, entró a Del Monte como máxima autoridad en América Latina. Es el padre de Bandeco y de Pindeco, en Costa Rica; de Bandegua, en Guatemala, la división bananera de Del Monte en ese país, y de Bandecua, en Ecuador, la división bananera en el país del centro del planeta. Después de pasar por Del Monte, tuvo una enorme compañía comercializadora independiente y ahora es el VicePresidente Ejecutivo de Desarrollo Agroindustrial de FRUTALES, compañía que fundó junto a Alberto Esquivel Volio y a los hermanos Lewis, de Panamá. También tiene plantaciones de helechos y de palmito, y es banquero. A los 78 años, sigue siendo una figura de primer orden en la agricultura costarricense. Alberto Amador, ex presidente ejecutivo de JAPDEVA, dice que don Jack Loeb es tan inteligente 206
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que tiene un cerebro que no le cabría a 17 personas juntas… Nació en Ámsterdam, Holanda, al mismo tiempo que el Papa Benedicto XVI, en 1927. “Nací el 26 de agosto, hijo de Frederick Loeb y Sara Elena Smit. Smit quiere decir ´herrero´ en holandés. Mi lengua materna es el holandés, y nunca cambié de nacionalidad a pesar de que llevo más de cincuenta años en América. El apellido Smit en Holanda es tan común como Rojas en Costa Rica. “Crecí en Holanda, mi papá se dedicaba al comercio, y mi mamá era ama de casa. Tengo un hermano mayor, nada más. Él vive en Ámsterdam. “Después de la Segunda Guerra Mundial, estaba en la Universidad de Ámsterdam estudiando Economía. Eran seis años de carrera. Durante toda esa época, en Europa estaba todo socializado. Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa era roja, muy roja. Me aburrí de eso. “Entonces hice un viaje a los Estados Unidos, donde tenía unos tíos. Me gustó mucho. Como no podía quedarme por no tener residencia, hice un viaje a América Central en un barco de la Standard Fruit Company. Hablo Alemán, francés e Inglés, después aprendí español. El manejar esas lenguas me permitía mucha movilidad. Salí de Nueva Orleáns y llegué a La Ceiba con US$300 en el bolsillo. Comencé a trabajar en las plantaciones de la Standard en Honduras. “Tenía 21 años. No había terminado la universidad, ni la terminé nunca. Aún no hablaba español, pero mi inglés era fluido. Empecé a trabajar como ´time keeper´ en 1948. Pasé por Honduras, Guatemala y Ecuador, siempre trabajando con Standard Fruit Company. En 1963, siendo gerente general de Standard en Ecuador y el vicepresidente más joven (yo tenía 36 años), renuncié 207
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después de haber trabajado durante 15 años. “Entonces me asocié con el grupo West Indies Fruit Company. Éramos cuatro dueños. Comenzamos a exportar fruta del Ecuador. Todo era banano Gros Michel. Como había trabajado en la Standard, sabía de las nuevas variedades de América Central. Así que le dije a mis socios que teníamos que irnos a América Central a trabajar con una nueva variedad”.
Su arribo a Costa Rica “En 1964, en Costa Rica, el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO, hoy IDA) cuyo presidente era Romano Orlich y cuyo gerente era José Manuel Salazar Navarrete, abrió una licitación para desarrollar 800 hectáreas de banano en Bataán. Años antes, la United Fruit Company había donado 10 mil hectáreas al ITCO. “La licitación era para sembrar Coope Bataán. Nosotros ganamos la licitación, y yo me vine a vivir aquí. Trasladé aquí mi residencia en 1967. Además del contrato con Coope Bataán, buscamos a gente que quisiera producir banano para nosotros. El primero fue el Ministerio de Agricultura y Ganadería, con la Estación Experimental Los Diamantes, entre Bataán, Diamantes y una pequeña finca, Monte Líbano, que habíamos adquirido nosotros, y que estaba ubicada frente a Bataán, comenzamos a exportar los primeros bananos en febrero del 68. “Pero en enero del 68, un mes antes, los socios de West Indies vendimos la compañía a Del Monte Corporation. Es que resulta que Chiquita quería comprar a Del Monte. Ellos tenían que defenderse, y se dieron cuenta que la manera de evitar que la otra compañía se los comiera 208
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era a través de la producción bananera. Necesitaban una compañía bananera para que las leyes antimonopólicas le impidieran a Chiquita adquirir la compañía. La condición de ellos para adquirir West Indies era que yo me quedara en América Latina. Así que estuve al frente del desarrollo de Del Monte aquí en Costa Rica. “Empezaron a producir para nosotros algunos bananeros independientes, como Álvaro Rossi y Rodolfo Gurdián. Después hicimos un contrato con la Northern Railway, específicamente con Charles Averre. Él hizo finca Imperio. “En eso conocí a Don Edmond Woodbridge, gerente de la Industria de Cemento, y él inició plantaciones con una serie de gente que invirtió aquí en Costa Rica. Trajo a inversionistas de Inglaterra y de Estados Unidos. Curtis Coffey fue uno de ellos. Hicieron una serie de fincas. “La mayoría de los extranjeros trajeron su propia financiación, es decir, que no hicieron uso de los servicios bancarios en Costa Rica. Todos vendían a Del monte, pero eran productores independientes”.
El Carmen y Pindeco “Entre el año 69 y el año 70, Del Monte compró El Carmen. Estaba Carlos Loría Colombari al frente de la finca, y Hernán Robles siempre a la par mía. Fue mi subgerente durante muchos años. “Estuve en Del Monte durante veinte años, del año 68 hasta el año 88. Primero fundé Bandeco, que significa Banana Development Corporation, y entre el año 74 y el año 75 fundé Pindeco, que significa Pinneaple Development Corporation. Soy el fundador de las dos 209
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empresas. En el caso de la piña, Rodolfo Robert tenía una concesión del ITCO en Buenos Aires de Puntarenas. Nosotros le compramos a él el derecho de la concesión, y con la ayuda de Del Monte de Hawai trajimos por avión la semilla champaka. La semilla venía en sacos. Sembrábamos como 70 mil plantas por hectárea, por lo que trajimos varios millones de semillas. “En 1963, Standard Fruit y Dole hicieron un “joint venture” en La Ceiba. Luego Dole adquirió Standard. No te puedo precisar la fecha. Cuando estaba yo en Standard, las familias Dantoni y Vaccaro, de Nueva Orleáns, eran los dueños. “Le soy franco con respecto a la piña: Del Monte y Dole buscaban desarrollos piñeros de este lado del mundo porque el costo de la mano de obra en Hawai la estaba haciendo prohibitiva. Estaban buscando fuentes alternas. Como Del Monte estaba establecida aquí, en agricultura, me traje a dos técnicos de Hawai. En ese momento no existía un solo técnico tico en piña. Me llevé a los dos técnicos para Buenos Aires y en el año 78 presentamos a la junta directiva de Del Monte, en la casa matriz, el proyecto de piña de Buenos Aires. Era un proyecto de 28 millones de dólares. Fue el año en que todo el mundo estaba huyendo de América Central por los sandinistas y la crisis en El Salvador, pero nosotros fuimos contra la corriente. “El proyecto de piña ha sido un éxito: Hoy día, Costa Rica es el mayor productor de piña fresca del mundo, no con champaka, sino con una nueva variedad, pero el mérito es que lo conseguimos gracias a esa primera irrupción con Pindeco”.
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En medio de la crisis “Entre los años 72, 73 y 74, el mercado bananero estuvo tan mal que Del Monte compró a casi todos los productores independientes. Ellos no podían seguir, entonces nosotros les compramos. Fue cuando Del Monte creció a lo que es hoy día en banano. “En 1972 con Del Monte fuimos a Guatemala y compramos la división bananera de United Brands, en el Atlántico. La marca ya era Chiquita. Le pusimos Bandegua, Banana Development Corporation of Guatemala. También fuimos al Ecuador, abrimos oficina ahí, y constituimos Bandecua, Banana Development of Ecuador. “Estuve a cargo de Guatemala, Costa Rica y Ecuador por 20 años. Del Monte fue adquirida primero por R.F Reynolds Tobacco Co. y ésta fue después fusionada con Nabisco. Durante varios años la empresa pasó por varios dueños en juegos bursátiles. Viví todo este proceso, pero en el 88 ya habían cambiado tanto que en uno de esos cambios, no nos pusimos de acuerdo, y yo me retiré. “Entonces, con un socio anterior de West Indies, me hicieron una oferta y me fui para Guatemala. Nos asociamos con los productores independientes y constituimos una compañía comercializadora que se llamó Cobigua, Compañía Bananera de Productores Independientes de Guatemala. Hicimos un contrato para vender fruta a Arabia Saudita, eso duró dos años y medio. Luego le vendimos Cobigua a Chiquita... “Me quedé sin trabajo, era como el año 92, y comencé a hacer unas fincas de banano en Costa Rica con Víctor Emilio Herrera, entre ellas, Bananera Siquirres, otra con Rodolfo Gurdián, en Bataán. También comencé a 211
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sembrar helechos en Oreamuno de Cartago. “Después, algunos clientes italianos de Del Monte querían hacer plantaciones propias en Costa Rica. Entonces me contrataron a mí para desarrollarlas y manejarlas. Fuimos haciendo un consorcio nuevo…”.
Desarrollo Agroindustrial de FRUTALES “En 1996, me asocié con Alberto Esquivel Volio y con Samuel Lewis Navarro, quién es hoy vicepresidente de Panamá y Ministro de Relaciones Exteriores. Compramos las plantaciones de Geest Caribbean. Compramos 2700 hectáreas. Fue en el año 96. Hicimos un contrato con Chiquita para venderles la producción. Los Lewis y los Esquivel eran cartoneros desde la época de sus padres, Gabriel Lewis y Mario Esquivel, respectivamente. Comenzaron con la industria en Costa Rica y en Panamá. Ellos siempre fueron socios, y eran los dueños de ENVACO con Standard Fruit Company. “Hemos ido trabajando juntos. Tanto que, ahora, en el año 2005, tenemos casi 6 mil hectáreas de banano. La empresa se llama DESARROLLO AGROINDUSTRIAL DE FRUTALES. Tenemos varios productores independientes que nos venden la fruta, y somos la primera exportadora independiente, después de Dole, Del Monte y Chiquita. “Hace como cuatro años también comenzamos en la siembra de piña. Creo que estamos entre los independientes más grandes de piña, después de Pindeco. Por cierto, ahora que menciono a Pindeco, quiero contarles algo que es interesante. Al inicio trajimos técnicos hawaianos. Insistí en hacer técnicos ticos, así que mandamos cinco o seis agrónomos a Hawai. Eso 212
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fue hace 20 años. Hoy, Del Monte maneja el negocio de la piña en Hawai, en Filipinas y en Brasil con técnicos costarricenses. Es interesante…” Le pregunto qué es lo que siente por Costa Rica. “¿Qué se puede decir si alguien ha vivido 38 años en un país, está casado aquí, tiene los hijos aquí, más los nietos? Costa Rica es mucho más que un país para mí. Es todo. “Otro aspecto que me gusta contar es que mis dos hijos trabajan en FRUTALES y me acompañan en todos los proyectos. Realmente ellos son quienes dirigen esta compañía. Mi hijo mayor Jack es el Gerente General y mi hijo Richard hizo su casa en Guápiles y es el Gerente de Producción de las fincas. “Con las compañías he conocido profundamente Costa Rica. Por ejemplo, con Del Monte yo hice las casas de Bandeco en Guápiles, hice todo el desarrollo del Carmen, hice Pindeco, y compré el actual edificio de Del Monte en Barrio Tournón… “Ahora mis hijos están al frente de FRUTALES, en un edificio que está a pocos metros del edificio donde está mi oficina. Yo estoy aquí, aparte, viendo toda la administración de la finca de helechos, el palmito, y tres fincas bananeras independientes. Soy vicepresidente ejecutivo de FRUTALES, Alberto Esquivel es el otro Vicepresidente Ejecutivo, que se encarga de la piña. No les puedo hablar de piña en los mismos términos en que se habla de banano, porque la producción de piña no se expresa en hectáreas. Mejor digo que este año esperamos llegar a exportar seis millones de cajas. Es mucho, sobre todo si tomamos en cuenta que sólo estamos produciendo en piña.
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57 años en banano “Desde el año 48 estoy en la actividad bananera. No me he aburrido. Hacemos muchas cosas diferentes y es muy entretenido. Trabajé muchos años como empleado, hasta que tuve 60 años de edad trabajé como ejecutivo, y es apenas durante los últimos 18 años cuando he estado trabajando de manera independiente. El negocio de banano no te da chance de aburrirte. Es un negocio muy movido. “Salí de Holanda a los 20 años. Después de tantos años, uno está latinizado. Mi vida está hecha aquí… Mi vida está compuesta por mi esposa, mis nietos, mis hijos, mi trabajo… “Además de estar en agricultura, en banano, en piña, en palmito y en helechos, ahora soy director de Banex. “Si me pongo a ver para atrás, y analizar a este país, creo que el cambio más importante de Costa Rica es el aumento de la población. Cuando llegué, en los años 60, tenía dos millones de habitantes. Ahora tiene cuatro, o sea, el doble, y las calles no se han hecho más anchas... “Conocí a todos los presidentes de estos cuarenta años. Es la verdad. Admiro el sistema democrático del país y la libertad en que vivimos. Me gusta que todos tengamos derecho al berreo. Eso es importante. “Antes de llegar a Costa Rica, viví nueve años en el Ecuador, viví en Guatemala y en Honduras. Luego vine aquí y mi trabajo me radicó en el país. Vino Del Monte, todo comenzó a crecer y empecé a echar raíces. Me gusta Costa Rica. Obviamente, no es que yo me pusiera a escoger donde iba a vivir. Nunca pensé ´voy a vivir en Costa Rica porque sí´. Simplemente, las circunstancias me llevaron a vivir aquí”. 214
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El banano en la actualidad “Veo el negocio del banano en el mundo con mucha preocupación. El banano sufre de sobreproducción, y está pasando por una época muy difícil, tanto en los Estados Unidos como en Europa. En Estados Unidos, las tres compañías grandes, Dole, Chiquita y Del Monte, se pelean el mercado bajando el precio y dándole más poder a las grandes cadenas de supermercados, que son las que hacen el negocio. Mientras tanto, en Europa, las restricciones que existen hacen que el negocio sea muy difícil. Por eso, yo no veo que crezca el negocio del banano. No va a crecer. “En cambio, el negocio de la piña lo veo bien porque es totalmente diferente. El mercado de la piña es un mercado nuevo. Hay países donde se come menos de un kilo al año por habitante. Hoy día, por los nuevos métodos de transporte y de conservación, veo bien el negocio de la piña, pero sólo para cierto tipo de productores. La piña no es para productores pequeños. Puede ser que les vaya bien por algunos años, pero los pequeños van a tener que vender a los grandes. Es el lío de siempre. “En cuanto al banano costarricense, existen algunos mitos. Por ejemplo, no es cierto que nuestro país tenga la mayor productividad. El sur de Guatemala y Filipinas tienen mejor producción que Costa Rica. Hay muchas áreas que tienen muy buena productividad. Aquí tenemos un sistema muy malo ya que somos el único país donde se grava la exportación de banano. En otros países o no hay impuesto de exportación o hay muchos tipos de subsidio y de estímulo fiscal para los productores. Aquí todo eso se terminó. Aquí somos más papistas que el Papa, verdad… 215
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“Eso sí, el elemento humano aquí es excelente. Está bien preparado, está bien educado… En Costa Rica hay una ética de trabajo. Aquí la gente se levanta a trabajar, y si no lo hacemos con los ticos, lo hacemos con los nicas. “Los nicas han contribuido muchísimo a la economía y la producción agrícola de Costa Rica, sobre todo en los últimos diez o veinte años. Sin los nicas no podríamos ni cortar caña, ni coger café… En las piñeras de San Carlos, por lo menos un 20 por ciento de la mano de obra es nica. “No creo que la palabra ´dependencia´ sea la palabra adecuada. Simplemente que ellos forman parte de nuestra sociedad. Usted tiene el mismo fenómeno en Europa, la gente de los países más pobres va a mandar a su gente a trabajar a los países más ricos. ¿Cuántos mexicanos van a trabajar a Estados Unidos? Es la realidad de la vida”.
“Estamos atrasados” Le preguntamos a Don Jack Loeb qué aspectos de la vida del país le disgustan, y en cuáles campos estamos mal. “A mí no me van a meter a opinar qué hay que cambiar en Costa Rica. Aquí la gente es muy inteligente y hay muchos que saben exactamente lo que hay que hacer. Lo que falta es la voluntad para hacerlo. Son dos cosas distintas... “Creo que Costa Rica tiene que amarrarse los pantalones. Estamos atrasados en caminos, puertos y aeropuertos. Estamos atrasados sobre todo en el manejo de las fuerzas laborales. No estoy diciendo que estamos pagando demasiado. No digo que la gente gane mucho. Ese no es el punto. El punto es que no tenemos 216
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la flexibilidad para trabajar con la eficiencia que se requiere. Es uno de los problemas serios que hay en el país. “Pienso que una de las grandes ventajas que tiene Costa Rica es el Solidarismo. Es una bendición para las bananeras y las piñeras. Su apoyo va más allá de las actividades agrícolas. Soy muy amigo del Padre Claudio Solano. El me casó por la iglesia. “Me siento realizado por todo lo que he conseguido en mi vida. Me siento muy orgulloso de haber llevado adelante tantos proyectos. También me siento muy satisfecho de los hijos que tengo. Son personas de bien. “Jack tiene 46 años, Valery tiene 44, Richard tiene 42 e Isabel 28… Jack estudió Administración; Richard, Agronomía; Valery estudió Bellas Artes, e Isabel Arquitectura. A todos los pude enviar a estudiar a Estados Unidos. “Ya les conté que Jack y Richard están al frente de FRUTALES. Mientras tanto, Isabel tiene su oficina de arquitectura y trabaja independientemente, y Valery es ama de casa. “Estoy muy contento de mi vida. Decir eso es un privilegio”.
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Jorge Acón
La cabeza de los números en el Grupo Acón Jorge Acón nació en Limón el 22 de febrero del año 55. Su papá, don Ramón Acón, murió cuando él tenía apenas 6 años. “Soy el tercero de los hermanos. Mis dos hermanas son mayores. Betty es la mayor y Ruby es la segunda. “Como mi mamá se quedó sola, me tocó trabajar en el cine. Comencé cuando estaba muy pequeño. Cuando mi papá murió. Mis hermanas estaban estudiando en Limón. Después se fueron al Colegio de Desamparados en un internado. Cuando mis primos salieron de la escuela, se fueron al Claretiano. En esos años, ir a San José a estudiar era como ir a Harvard. En cambio, aquí encerrado en Limón, uno no podía conocer mucho. “Le pregunté a doña Juanita, mi mamá, que por qué no podía estudiar como Rubén mi primo. Él me contestó ´es que él tiene algo que usted no tiene: un papá´. Tuve que asumir la responsabilidad de acompañar a mi mamá, que, cuando quedó viuda con costos hablaba español. “Lo primero que hice fue vender tiquetes. El cine fue un negocio fabuloso. Había matiné a la una y media y a las tres y media… En Limón, sólo se podía ir al mar o al cine. Recuerdo que las entradas costaban 75 centavos y 50 centavos, y las noches colón veinticinco. Todos los domingos vendía tiquetes, porque era muy chiquitillo. Con un poquito más de cuerpo, ya me pusieron de portero. Me tocaba recibir los tiquetes. Así pasé todos los fines de semana durante el colegio. 218
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“Estuve en la escuela de monjas y en el colegio diurno. Cuando iba a salir, mi mamá me mandó a Alahambra High School. Luego, también fue Roberto. En la universidad me tocó trabajar, conseguí un trabajo en ´Jack in the box´, una compañía que era una cadena de comidas rápidas. Mi hermana y mi cuñado también. Primero comencé limpiando pisos y servicios sanitarios. Luego me ascendieron a cocinero, fue cuando aprendí a cocinar, y después pasé a tomar las órdenes, y llegué a ser cajero. Ganaba un dólar con veinte centavos por hora. “Después salí y me fui a trabajar con mi cuñado, a un restaurante en Redondo Beach. Me tocaba limpiar las mesas, y cuando la gente llegaba, les llevaba el agua, el té y el menú. Mi cuñado era el encargado. “Cuando empecé en ese trabajo, ya Roberto, mi hermano menor, también estaba allá. Él tenía ese trabajo, y cuando se vino para Costa Rica de vacaciones, agarré el trabajo yo para que no lo perdiéramos. “Después de terminar la secundaria, estudié en California State University, en Los Ángeles. Estudié administración de negocios con énfasis en mercadeo. Después me vine para Costa Rica y me puse a trabajar en el Hotel Acón. Mi hermana se vino antes, y cuando yo llegué, ella se devolvió. Comencé administrando el hotel. La primera aventura en la que me metí fue en la Discotheque Acuarios. En los años 78 y 79 fue una de las primeras discotheques en Limón. Fue muy exitosa. Ahora, el patrón de diversión ya cambió. Ahora Limón está muy convulsionado. Pero en aquel momento, la 219
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discotheque nos ayudó mucho”.
Metidos en agricultura “Cuando llegó Roberto, empezó a producir en una finca en La Teresa. Le ayudaba a un señor Paniagua, que era curador en una quiebra. Eso fue lo primero que hizo. Estuvo cuatro o cinco meses. Ahí fue cuando conocimos Guápiles. “Luego compramos una finca, Roberto comenzó como productor. Le fue mal con algunos tubérculos, y luego se metió en el negocio de los arroz. “Estando en la discotheque, yo era muy fiestero y desordenado. Tomaba licor y me fumaba dos paquetes de cigarrillos todos los días. Años después dejé de fumar, y eso ha sido una bendición. “Además, todos los días me tomaba una cuarta de whisky y varias cervezas, y siempre llegaba a las cuatro o cinco de la mañana. Un día mi mamá me dijo ´en esta casa necesitamos sólo una cama, porque en el momento en que usted llega, su hermano se levanta para ir a trabajar. Mi mamá me dijo ´usted está en él negocio equivocado, cuando la mayor parte de la gente trabaja, usted duerme, y cuando usted supuestamente está trabajando, todo el mundo está dormido´. Esas palabras de mi mamá me salvaron la vida. “Decidimos poner un administrador en la discotheque. En eso, me dice Roberto que me pusiera a trabajar con él. Pensé ´¿qué puedo hacer yo si de agricultura no sé nada?´ Después de que lo pensé, me hice cargo de la maquinaria. Comenzamos sembrando arroz. En la estrategia, teníamos dos cosechas, una en marzo y otra en 220
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septiembre. Así que después me llevaba la maquinaria, en octubre y en noviembre, para cosecharle el arroz a otros productores en Guanacaste. “De esa manera hacíamos tres cosechas durante el año. Empezamos con una cosechadora y pasamos a tener cuatro. Comenzamos con el arroz. Resulta que un amigo nuestro, Arturo Zúñiga, que en ese momento era diputado, también estaba en el negocio del arroz. Después de que salió de diputado, decidió pasarse al negocio del banano. Nosotros decidimos hacer un estudio de suelo preliminar, y vimos que podíamos contar con buenos resultados. Recuerdo que mi hermano Roberto llegó un día todo mojado, pero contentísimo porque le habían dicho que la finca servía para banano. “Nosotros no sabíamos nada de banano. Roberto me decía que quería ser bananero. Yo le dije que el círculo de los bananeros era muy cerrado. En ese entonces, conseguir un contrato era difícil. Era un círculo de amigos. Eran los mismos carajos en distintas compañías y en distintas sociedades. Que una trasnacional le diera un contrato a uno era muy difícil. Lo que valía en ese entonces era un contrato. “Yo le decía a Roberto que era un grupo muy cerrado. Buscamos a Arturo y a don Mariano. Ellos nos acompañaron a hablar a Standard Fruit Company. No había espacio para nuevos productores. Nos dijeron que estaban pendientes de si había conversión de deuda o no. Si Standard no entraba en conversión de deuda, no había posibilidad. En ese momento, la ley de fomento bananero decía que por cada hectárea que le dieran a un productor independiente recibían incentivos de CORBANA. Para poder calificar sembraban un área determinada y tenían que darle a un productor independiente un área del 221
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mismo tamaño. “No había semilla. Nos preguntaron qué íbamos a sembrar. Por eso comenzamos con un semillero. Mi hermano y yo no sabíamos nada de banano. Don René Medrano venía un día por semana para asesorar a Roberto, mi hermano. También nos mandaron a Próspero Bruce para que se encargara de los drenajes. Pidieron 30 hectáreas de semillero y les hicimos 80 hectáreas. “Cuando llegamos y dijimos que teníamos 80 hectáreas de semillero casi se caen de la silla. Cuando vinieron Jonathan Vas y Víctor Hugo Vargas a ver lo que habíamos hecho, hasta se asustaron. El semillero comenzó a dar semilla. Standard estaba desarrollando Siquirres. Les vendimos la semilla que necesitaran”.
El nacimiento de un gigante “Un 2 de mayo nos llamaron de Standard para que fuéramos a San José. Allá nos entregaron la carta de intenciones para que sembráramos 200 hectáreas. Roberto, mi hermano y yo salimos de la oficina, y pegamos unos gritos de alegría ahí por donde está la foto Coto, en San José. Fue más sorpresa cuando Standard nos dijo ´vamos a ser socios´. Fuimos socios de Standard en una relación de 60 – 40. Empezamos sembrando 200 hectáreas, luego fueron 300, y llegamos a 444. La gente nos decía, ´pero, diay, ¿originalmente no eran 200 hectáreas?´ “La primera plata que conseguimos para la finca fue del Banco Nacional. Eran recursos del BID y del BIRF. Empezamos con 18 por ciento de interés. Poco a poco presenciamos la escalada. Cuando nos pasamos a la banca privada fue porque los intereses ya estaban en 28 por 222
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ciento. Los otros bananeros se quedaron esperando. Cuando tomaron la decisión, ya estaban embarcados. Imagínense que los intereses llegaron hasta el 42 por ciento. Muchos tuvieron que pagar la deuda tres veces en colones. Es decir, terminaron pagando el triple de lo que debían. “Nuestra salvación fue que decidimos dolarizar la deuda a tiempo. Dolarizamos en el año 91. Para dolarizar la deuda, tuvimos que poner de garantía hasta el hotel Acón, de nuestra mamá. Además, el 22 de abril fue el terremoto de Limón. “Nos decidimos por el Banco de Comercio. El gerente era Javier Filloy. Don Javier Filloy y el presidente de la junta directiva, Don Javier Quirós, nos dieron seis meses de período de gracia. Nos acumulaban los intereses como parte de la deuda. Alguien que les ayudó a tomar esa decisión fue don Augusto Carballo (qdDg). En general, todos fueron muy buenos con nosotros. También estaban un señor Oldemar Echandi, de Doctores Echandi, y el abogado Armando Guardia. ”Fue un momento de mucha presión. No había dragas. No eran suficientes. No se conseguía el servicio porque era más el trabajo, debido al terremoto, que la cantidad de maquinaria disponible. Así que contratamos entre 500 y 600 paleros, “Después de eso fue que sembramos finca Montebello, que es conocido como Saborío…De nuevo, fue fundamental Don Víctor Hugo Vargas. Él siempre creyó en nosotros, siempre apostó a esa nueva sangre de bananeros… Lo hizo por intuición, seguramente, y sin imaginarse el aporte que le dimos a la compañía en ideas y tecnologías. “Roberto hizo el experimento de los domos. Se ha hablado mucho de los famosos domos de Montebello, que se iniciaron hace siete o tal vez ocho años. El asunto está 223
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así: todo el mundo trata de sacar el agua superficialmente, pero Roberto hace el siguiente planteamiento: la mata camina, ¿por qué no se hace un domo? De esta manera, la mata puede caminar sin obstáculo, y no se requiere de mantenimiento en drenajes superficiales”.
Habilidad para crecer… “Primero que todo, la confianza del sector financiero es muy importante. Nunca se me olvida a mí que el día del terremoto, en el 91, yo estaba en San José, negociando la venta de los últimos equipos y lo que nos quedaba de maquinaria de arroz. Cuando escuché por la radio lo del terremoto, me asusté, pero jamás pensé que nos había hecho tanto daño. Me di cuenta a las 5 de la tarde de que estábamos en problemas y me fui por la noche al Banco del Comercio. Antes de cualquier cosa, el gerente del banco me dice ´tenés una línea de crédito de 200 mil dólares para que reactivés la finca´. “Así es difícil tener un pretexto para no luchar. El Banco del Comercio, hoy BCT, nos dio la mano. Con BCT hemos seguido en las mismas condiciones. El presidente es Don Leonel Baruch, y el gerente corporativo es Don Álvaro Saborío. “También tenemos excelentes relaciones con don Gerardo Corrales, en el BAC San José; con don Luis Liberman, en Interfín, y también con Jimmy Hernández en Interfín. Ahora estamos trabajando muy de cerca con el gerente del Banco de Costa Rica, Don Carlos Fernández, y con Don Marvin Corrales, director de banca comercial. “Después de 15 años de que sólo tratamos con bancos privados, el Banco de Costa Rica nos acaba de aprobar 224
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un crédito de banano. En diciembre del año pasado formalizamos el primer crédito de banano en un banco del Estado después de 15 años. “Desde el año 90 ningún banco estatal le prestó dinero al sector bananero. Pero no es culpa exclusiva de los bananeros. Si uno suma los intereses, muchos pagaron la deuda hasta dos o tres veces. “Las tasas de interés mataron a muchos. La misma coyuntura hizo que las empresas no tuvieran capacidad de pago. Los bananeros quedaron endeudados. No me da vergüenza decir que el Banco de Comercio nos salvó. Si no hubiera sido por ellos, no estaríamos vivos. Yo siempre he dicho que los bancos son de personas, y si confían en vos, nos damos la mano. “La gente que está a la par de uno es muy importante. Por ejemplo, Juan Carlos Quesada es nuestro asesor financiero y es parte de la junta directiva de todas las empresas del grupo. En todo se necesita una parte de estrategia. En la parte financiera don Juan Carlos nos ha ayudado montones. “Poco a poco hemos ido creciendo. Según los datos de CORBANA, son más las tierras que están en manos de los productores independientes que las que están en manos de las trasnacionales. “Gracias a Dios, estamos entre los más productivos. Según el ranking del 2003, tenemos la segunda finca en productividad, que es Biotecnología; la tercera en productividad, que es Palo Verde; la quinta, que es Banasol... “En productividad, Roberto ha puesto la diferencia a nuestro favor. Creo que en el sector bananero, ya la tecnología está al alcance de cada productor. El asunto es quién lo hace mejor. Para nosotros, el factor humano 225
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es el más importante. “No hay muchos secretos en banano. El éxito esta en el que tiene el mejor equipo, la gente motivada, la gente capacitada… A diferencia de una fábrica, en la que quien tiene la mejor maquinaria, lleva ventaja, en agricultura es quien tiene la mejor gente el que lleva ventaja. Ni siquiera es necesario tener la mejor tierra. Fincas como Carrandi o Palo Verde no son suelos de primera, son suelos de segunda. ¿Por qué producen tanto? Porque tenemos el equipo ganador. “En esto es muy importante tener el equipo. Vea el Real Madrid, tiene las mejores estrellas del mundo, pero no siempre va en el primer lugar. Va arriba quien tiene el mejor conjunto. Esa es la base del éxito en cualquier cultivo”.
”Nos complementamos” “Mi hermano y yo nos complementamos. Roberto es el que siempre va disparado. Es hiperactivo. Siempre tiene que estar inventando algo. Siempre tiene nuevos proyectos. Yo soy el que va sosteniéndolo. Soy el más moderado. Yo digo que es que Roberto está toreando y yo ando viendo los toros desde la barrera. Roberto ve lo micro y yo veo lo macro. Roberto ve los números de costos, yo veo la estrategia y la marcha en general. “Eso sí, montamos la estrategia entre los dos, y todo nos lo consultamos el uno al otro. A veces es difícil. A veces uno tiene que ceder un poco. Aquí nadie es el dueño de la verdad. Lo bueno es que cuando hay una discrepancia se disipa de una sola vez. Nos ponemos bravos hoy en la mañana y en la tarde ya estamos montados en la misma carreta. “Nosotros le vendemos a Dole, a Fyffes y a Chiquita. 226
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Una persona que también va con nosotros, en otro barco, pero muy cerca del nuestro, es Victoria León. Ella es la única mujer bananera que hay en el país. En las reuniones es la única mujer. “Creo que nuestro éxito está en la confianza. La política que ha tenido Roberto es la de ir creando sus propios líderes. Hay gente con la que comenzamos como parceleros y hoy son administradores de fincas. Hay gente que comenzó con nosotros prácticamente en cero, desde abajo, y hoy son supervisores. Te doy ejemplos: Rónald Piedra comenzó como capataz, y hoy está a cargo de la coordinación de la producción de todas las fincas; Farid Siles empezó como capataz y hoy es supervisor de drenajes, cable vía y cable aéreo; Eugenio Villareal empezó como supervisor de contabilidad, y ahora es el coordinador administrativo de la parte de banano… Así tenemos un montón de gente que arrancó con nosotros en puestos muy elementales, y que han ido aprendiendo y se han ganado la confianza de la empresa. “Roberto los ha hecho, les ha dado la oportunidad de crecer con nosotros… A veces se presenta la oportunidad de adquirir una finca y ponemos al equipo humano para que haga la diferencia. Antes tomar una finca se nos hacía un mundo. Ahora adquirimos una finca, la administramos y la ponemos a producir más fácilmente. La diferencia la ha hecho nuestro personal. “Nosotros tenemos planes de incentivos para nuestra gente. Lo medimos todo por metas, por calidad, por productividad. Eso motiva a la gente. En nuestras fincas generamos riqueza y compartimos riqueza. Con esto, todo el mundo se moja. “Además, es una enorme satisfacción saber que nuestras empresas le dan trabajo a tanta gente y que 227
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llevamos bienestar a tantas comunidades. En Matina está lo más grueso de nuestro grupo, pero también tenemos fincas en Guácimo, en Pococí y en Siquirres. “Ahora no sólo estamos en banano. También en piña. ¿Cómo hacemos? Aplicamos en piña la misma estrategia que en banano: lo más importante es la gente, apoyamos a nuestro personal, trabajamos por objetivos y vamos alcanzando y superando cada nueva meta”.
La mamá y las esposas “Mi mamá ha sido un apoyo moral muy importante en nuestras vidas. No conoce mucho de banano pero lo que conoce es más importante: conoce de la vida y de los retos. Sabe luchar todos los días. La vida la ha obligado a eso. Ella siempre nos ha dado el apoyo para que salgamos adelante. “Además, la esposa de Roberto, mi hermano, Arlene Ferrandino, y mi esposa, Justina León Wong, siempre han sido pilares para nuestras vidas. Justina es quien me acompaña a mi mamá, está pendiente de ella y son buenas amigas. Justina le ayuda a doña Juanita con el hotel. El Hotel Acón es mucho más que un hotel para nosotros. Doña Juanita empezó en ese hotel en los años 70. Con ese hotel nos mandó a estudiar y nos hizo profesionales. Ella lo cuida, es el amor de ella, ella está contra viento y marea ahí en el hotel. Justina, mi esposa, la acompaña. “Mi mamá, doña Juanita, ahora se metió con la Asociación China. Ya remodelaron la asociación. Entró ahí y ya puso a todo el mundo a trabajar. Reúne a los paisanos, integra la cultura china con la cultura limonense, y se siente muy orgullosa de su labor. Ha habido mucha migración de paisanos de la China a 228
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Limón, y a veces cuesta integrarlos a la comunidad. “Justina y yo tenemos dos hijos, Ramón y Jorge Manuel, que tienen 18 y 13 años, respectivamente. El mayor estudia Administración en la Universidad Latina, y el menor está en un colegio de Limón, junto con los hijos de Roberto. “La mujer es fundamental para uno. Mi esposa ha sido un apoyo muy grande para mí. Con tantísimo trabajo sacrifica uno el tiempo con los hijos, el tiempo con la familia… Ellos pagan un precio. La idea de uno es pagarles con creces todo ese tiempo que no hemos podido disfrutar con ellos tanto como quisiéramos. “Muchas familias han fracasado por disputas entre hermanos, pero el respeto, la mística y el sentido de la hermandad hace que seamos exitosos. La mística es fundamental para trabajar cada día mejor. Hay que respetar las decisiones de unos y de los otros. Hay que crear el balance. Aquí todo es correr: el día tiene tantas horas, digamos doce o catorce horas de trabajo. Eso es lo que uno tiene que aprovechar”.
Transformamos a las comunidades “Me encanta ver cómo cambia una comunidad gracias a una bananera o una piñera. Por ejemplo, Río Jiménez de Guácimo ha cambiado. Es un pueblo que ahora tiene más vida. Se ha transformado el pueblo. También ocurre con El Humo de Roxana. Cuando llegamos a la comunidad, sólo había una pulpería abierta. En cambio, ahora hay tiendas abiertas, y los polaco hacen fiesta en todas las casas. Eso se llama bienestar y progreso. “Nos llena de satisfacción ver cómo hemos aportado a las comunidades por la generación de empleo. 229
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Terminaremos este año con 5 mil trabajadores. No hemos abierto la planta empacadora de Río Jiménez y ya tenemos 300 solicitudes, principalmente de mujeres. Muchas mujeres de la zona están solas. Queremos darle trabajo a muchas madres solteras. Sólo en la planta empacadora tendremos cien empleos. Ya dije que les demos mucho trabajo a las madres solteras. Si uno no les da trabajo, ¿a qué las destina?, ¿qué otra cosa pueden hacer? Nosotros no pensamos como otros empresarios que no le ayudan a las mujeres porque eso implica pensar en embarazos, maternidad… No. Yo pienso que con trabajo pueden tener futuro digno, decente, y educar a sus hijos. Ese es el sentimiento que le inyectamos a nuestra gente. “En Montebello, por ejemplo, queremos hacer laboratorios de cómputo. No queremos dárselos a la escuela, porque si está en sus instalaciones, más de un delincuente puede meterse a robar. La idea es que el laboratorio esté dentro de la finca, y que los chiquitos vengan, para que tengan internet, y puedan conectarse con el mundo. Como tenemos red en todas las fincas, después lo haremos en todas. Si uno lleva progreso a la comunidad y la gente tiene la alternativa de salir adelante, la gente misma te cuida la finca, te la quiere, te la chinea… “Hay empresarios que se olvidan de lo social, sin tener presente que es fundamental para la empresa. Una compañía no nace para una generación, nace para muchas generaciones. Uno trabaja para progresar en la vida, no sólo para comer. Lo tenemos claro. Por eso, tratamos de que nuestros trabajadores tengan de todo y se sienten bien. Si no es así, ¿qué esperanza tendrían para
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los hijos? Roberto vive en una de las fincas y yo vivo en Limón, cerca de todo. El estar tan cerca o el estar dentro de la finca, incluso, hace que sepamos qué es lo que está pasando, y que sintamos lo que los trabajadores sienten. Aquí, en las fincas, nosotros somos de los mismos con toda la gente”.
Jorge Calvo Fonseca
Soñando con una comercialización costarricense Es un trotamundos de la producción bananera. Inició sus labores en la Zona Atlántica, y luego la vida y el cultivo del banano lo llevaron por Filipinas, las islas del Caribe y África. Ahora, después de más cuarenta años en la industria bananera, Don Jorge Calvo representa el sueño costarricense de contar con una empresa comercializadora de fruta, que sea tica e independiente. Jorge Calvo Fonseca nació en Tres Ríos, Cartago, el 26 de agosto de 1940, hijo de Carlos Calvo y María del Rosario Fonseca. “Mi papá trabajaba el café y era administrador de una finca, mientras que mi mamá era maestra de la Escuela Central de Tres Ríos, que lleva el nombre de mi abuelita, la mamá de mi mamá, Adela Rivas, que también era maestra. “Somos once hermanos, mi papá tenía sus pequeños negocitos para mantener una familia de trece miembros. Yo crecí en Tres Ríos, fui a la Escuela de Tres Ríos e hice la secundaria en el colegio San Luis Gonzaga. Me hice agrónomo en El Zamorano, en Honduras. Estuve allá del año 59 al año 61. Era una formación de tres años muy intensivos, sin vacaciones y sin nada que se le pareciera. 231
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“Mi primer trabajo fue con el Consejo Nacional de Producción (CNP), en la compra de granos, en el año 62. Después, cuando se abrió el ITCO me metí a trabajar en el ITCO con don José Manuel Salazar Navarrete. Recuerdo que Don Romano Orlich era el presidente de la junta directiva, y don Yoyo Quirós llegó después. “Poco después, el ITCO me becó para ir a estudiar a Holanda, donde obtuve una especialización en mapeo de suelos con el uso de fotografías aéreas, en el International Training Center, en Delft, Holanda. Estuve allá como año y medio. Teníamos conexión con la universidad de Wagenigenen, ahí hacíamos los laboratorios y los trabajos de campo. “En el ITCO, trabajé en el Departamento de Inventario de Tierras, y después en el Departamento de Planificación. El ITCO tenía un programa con una universidad de Hamburgo, Alemania, para hacer estudios regionales, geográficos, en la Zona Atlántica y en la Zona Norte de Costa Rica. “Fui el representante del gobierno de Costa Rica en ese programa. Trabajaba con el doctor Gerald Sadner y el doctor Helmut Nhunn, dos geógrafos alemanes muy connotados. Anduvimos toda la Zona Atlántica y toda la Zona Norte. Quedaron dos publicaciones de todo ese trabajo de investigación, que cubría todas las áreas de estudio, suelo, demografía, uso de la tierra, vegetación, cuencas hidrográficas y geología. “Recuerdo que de ese estudio salió la reserva Chambacú, que abarcaba todo un sector de San Carlos, desde Muelle hasta los Chiles, y que estaba prácticamente virgen. Una de las cosas que nos preocupó al decir que existía esa zona era que la invadieran, y fue lo que ocurrió. Hoy la reserva Chambacú no existe. También 232
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localizamos la laguna de Caño Negro, que luego se convirtió en un parque nacional. Estuve como dos años en ese trabajo. “Cuando se fundó el ITCO, se le trató de dar cierto realce. Por eso fue que trajeron a un señor, Rudy Venegas, un costarricense que trabajaba con la CEPAL en México. Lo pusieron como jefe del Departamento de Planificación, y a Moisés Soto lo pusieron como subjefe. Moisés había estudiado en la Universidad de Costa Rica y se había ido a trabajar con Standard en Pandora. “Fue haciendo estudios de suelos y viabilidad de proyectos que me metí en la actividad bananera. Moisés Soto fundó una empresa para hacer estudios de viabilidad de proyectos bananeros, y nos contrató a Marco Tulio Ramírez, a Eduardo Guillén (qdDg) y a mí. Había otra gente que entraba y salía. “Moisés se contactó con don Edmond Woodbrigde y con Mr Charles Averre. Don Edmond era el presidente de la Fábrica de Cemento y Míster Averre era el gerente de la Northern. Ellos dos tenían muchos contactos internacionales, y eran los responsables del desarrollo bananero del norteste de Limón. Para eso trajeron a un montón de inversionistas. El grupo principal de inversionistas estaba constituido en una compañía belga que hizo Ticabán. André Ballot era el gerente”.
Ticabán y Bataán “Participamos en los estudios de factibilidad de Ticabán. Se planeó lo que era el ferrocarril de Ticabán e hicimos los estudios de suelo. No sé si fue una venta directa del Estado o una concesión de tierras. Yo seguía
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trabajando en el ITCO y los fines de semana hacíamos toda esta clase de estudios. Ya en ese momento estaban en producción la finca Santa Clara, con Rodolfo Martín, y Roxana, con Asdrúbal Carballo. Esas fincas eran como satélites de Standard. “Viene un capítulo muy interesante, con la venida de Moisés Soto al ITCO. La United Fruit Company le donó diez mil hectáreas de Bataán al Estado costarricense. Tenía ferrocarril, tranvía, agua, electricidad, casas, y mucha infraestructura. Era ideal para un asentamiento. Tuvieron la idea de hacer una cooperativa, que se llamó Coopebataán. Iba a tener 500 hectáreas de banano, dos mil hectáreas de ganado y unas mil hectáreas de arroz, pero todo en cooperativa. Aunque todo iba a ser una sola unidad de producción, pensaban distribuirla en parcelas. Era una utopía, una cosa lindísima, que la gente además de tener su parcelita, tuviera una fuente de trabajo. “Te voy a contar cómo se inició el desarrollo bananero en esa zona. El ITCO le pidió contrato para Coopebataán a la Standard Fruit Company. La Standard ofreció un contrato a $ 1,25 la caja. A nosotros nos pareció muy bajo el precio. Entonces se sacó a licitación internacional para ofrecer la comercialización de este banano. “En esa licitación participaron tres compañías: Standard, que ofreció un $ 1,40; Africanish, que ofreció $ 1,50 y West Indies Fruit, $ 1,75. Se adjudicó a West Indies Fruit. Era una compañía pequeña, de Miami. Al tomar la licitación, compró una finca en Bataán que se llama Monte Líbano, para hacer un semillero. Como West Indies Fruit no podía exportar sólo la fruta de Bataán porque no era suficiente para llenar un barco, comenzaron a dar contratos a otras fincas. Le dieron contrato a Moisés Soto que hizo Frutera Atlántica, 234
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Formosa y Guajira, y tambiÊn dieron contratos para San Pedro, San Peter y Bananita, que eran de un grupo de inversionistas ingleses y americanos, capitaneados por Edmond Woodbridge y Mr Charles Averre�.
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Bananita “Aquí empieza mi historia bananera en la Zona Atlántica. Además de montar Monte Líbano, West Indies contrató al doctor Charles Segares, que era un ex empleado de Standard Fruit Company en Pandora. Lo trajo como consultor. Me salí del ITCO y me fui a trabajar con Mr Averre y Mr Woodbridge, venía a sembrar Bananita, en milla 16, Matina. Yo sembré Bananita. Fue en el año 66 y 67. Estaba soltero, y me fui para aquella zona. Aquello era otra cosa: no había carretera y la única manera de comunicarse era el ferrocarril. Tenía la ventaja de que, como Mr Averre era socio de la compañía y el gerente de la Northern, nos daba un tratamiento especial. Había dos trenes de San José a Limón, ´El Pachuco´, que salía a las 12: 15 de San José, que llegaba a Limón a las 7 de la noche, y el ´Pasajeros´, que salía a las 10 de la mañana. Mr Averre le llamaba a ´El Pachuco´ ´El Rápido´, porque duraba apenas como seis horas pues tenía muy pocas paradas. ´El Rápido´ paraba en Cartago, Turrialba, Siquirres y Bataán, mientras que ´El Pasajeros´ llevaba el correo y las encomiendas, y paraba en todas las estaciones de San José a Limón. Duraba como 10 horas, salía a las 10 de la mañana y llegaba después de las seis. En Siquirres se repartían en La Junta, uno agarraba para Guápiles y el otro para Limón. Y cuando venía de Limón, en Siquirres uno agarraba para Guápiles y el otro para San José. Por orden de Mr Averre, yo tenía parada de bandera, que significaba que si yo quería ir a Limón, o tenía un enfermo, o necesitaba algo, ponía una bandera y el tren tenía que parar por obligación. “Mr Averre manejaba el tren como un reloj. La 236
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consigna era seguridad ante todo y había que respetarla. Lo tenía que respetar desde el subgerente hasta el último brequero. “No había absolutamente nada en Bananita. A la par había un par de fincas pequeñas de ganado, y los Rossi tenían en lo que es Saborío, una explotación lechera. Tenían muchísima tierra, y la manejaba Hernán Rossi. “Mientras yo construía una casa en Bananita, ellos me prestaron la casa que tenían para la administración, que era la casa de ellos, para cuando estaban en la finca. Yo operaba desde ahí. “Tuvimos que comenzar de cero. Tuve que hacer carretera, construir la casa y las oficinas, una empacadora, un cuadrante, las bodegas… La única manera de entrar era por el ferrocarril, y era también el único medio para transportar los materiales. Así llegó hasta la última piedra para hacer la carretera. Todo teníamos que llevarlo en ferrocarril. Era muy incómodo. Ver para atrás es muy fácil. Decir ´aquellos tiempos tan lindos´, pero qué va”.
Míster Charles Averre “Mr Averre también fue superintendente de la United Fruit Company. Él sabía mucho y me guiaba. Sembré 250 hectáreas en Bananita. La finca era de 400 hectáreas. Era muy difícil crecer con tanta lentitud en el transporte de todo. Hasta la grava iba en el ferrocarril. Recuerdo que el macho Alberto Yunis Mora, de origén libanés, fue quien nos construyó la carretera. Tenía una compañía constructora en Limón. Construimos una espuela para descargar todo y al final ahí cargábamos el banano. Ya cuando eso era exportado en cajas, como ocurrió desde el año 61. 237
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“Mr Averre tenía muy buenas relaciones con Standard. Tuvo una gran visión. Fue el hombre visionario de la producción bananera de esos años, tal vez porque necesitaba carga para el ferrocarril. Lo mismo que hizo Minor Keith. Mr Averre consiguió semilla de cavendish, la regaló y la repartió a lo largo del ferrocarril. A todo finquero que quisiera semilla él le daba semilla. “Dio un mandato estratégico en el ferrocarril: la semilla viajaba de gratis. Vivísimo, como era, por todo lado regaló él la semilla. El único que tenía cavendish era Standard Fruit Company. Así que estoy seguro que fue que el viejo le sacó semilla y la repartió por todo lado. Mientras yo desarrollaba Bananita, Moisés Soto sembraba Frutera Atlántica, y don Edmond Woodbrige, las fincas San José, San Pedro y San Peter. De hecho, Bananita se llama San Edmundo, por don Edmond, pero la gente no la conoce con ese nombre. “En ese momento, no había semilla. Todo el mundo andaba buscando semilla. En todas esas fincas donde Mr Averre años antes había dado semilla, había algo rescatable. La gente que tenía, la vendía. Uno tenía que ir a buscar a ver dónde conseguía semilla. Y esa gente nos salvó. “Cobal, que era Africanish, estaba haciendo su propio desarrollo. Como cotizaron en la licitación del ITCO, y no ganaron, siempre quisieron venirse a producir banano en Costa Rica. Compraron la finca San Luis, en Guácimo, y ahí establecieron su base. Se asociaron con Don Yoyo y él les hizo un semillero en El Prado. “Todos los que estábamos sembrando en ese tiempo íbamos a comprar semilla. Generalmente estos señores que recibieron la semilla de Mr Averre nos vendían la semilla a todos. Por ejemplo, yo iba a una finca en Zent, 238
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llegaba, hacía una inspección donde un señor que tenía cinco hectáreas, calculaba que tenía 15 mil semillas, para decir algo, y se las compraba. “Como la semilla viajaba de gratis en el ferrocarril, y todas estas fincas estaban a la orilla del ferrocarril, uno le decía a la Northern ´póngame un carro en Zent´, igual en Barbilla o donde estuviera la semilla localizada. La Northern le ponía a uno un carro, los finqueros le vendían la misma semilla a varios, y entonces había que apurarse a extraerla primero que los otros compradores. El finquero ajustaba la semilla con yute, plátano, abacá y lo que pudiera. “El vagón del ferrocarril estaba ahí una semana mientras él lo llenaba, y pasaba otra semana mientras llegaba a la finca. La ventaja nuestra es que la finca estaba a la orilla de la línea del ferrocarril. A otros, como a Moisés Soto, les costaba mucho más. De la espuela donde le dejaban la semilla, en Roxana, él la jalaba en lo que pudiera. “La semilla llegaba muy vieja. Uno no tenía la malicia de que le podían dar otra cosa. Uno no se daba cuenta. Uno llegaba a la finca, la pelaba, la trataba y la sembraba. Cuando la semilla crecía, uno se daba cuenta que un tanto por ciento no era banano. Ya no se le podía reclamar al señor, porque igual hubiera dicho que todo era buena semilla. Así que además de todos los problemas que uno tenía, se le venía ese otro problema que significaba que la semilla venía revuelta, mezclada”.
De Bananita a Filipinas “Hacer una finca en aquel tiempo era dificilísimo. Ahora no es nada comparado a lo que era en esos 239
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años. Hacer una finca de banano ahora es mucho más fácil. No hay comparación por la tecnología que hay. Recuerdo que llevé una draga gigantesca, una draga de cables, y había unas vigas enormes de madera muy dura, de pilón o gavilán. Generalmente juntábamos tres tablones de madera que se atornillaban, se hacían diez o quince tarimas de este tipo, cada tablón medía cincuenta centímetros de ancho y veinte o treinta centímetros de grueso, y la draga iba moviendo tres o cuatro o cinco de esos tablones y se montaba en ellos para no hundirse… Era un proceso muy lento, muy engorroso. No había otra forma de hacerlo. “Estuve en Bananita dos años. Cuando me salí, continuamos con los estudios de factibilidad y de proyectos bananeros, con Moisés Soto. En noviembre del 68, Jack Loeb, que era gerente de BANDECO, me llamó porque el doctor Segares quería hablar conmigo. Me fui a hablar con él. Me acuerdo que el Doctor Segares me preguntó que cómo estaba el inglés mío. Me dijo que Del Monte iba a abrir un proyecto productivo en Filipinas y estaban buscando a alguien que fuera a hacer los mapas de suelos. Me propuso que me fuera por seis meses, y esos seis meses se convirtieron en 23 años. Estuve en Filipinas del año 68 al año 91, sólo que estuve aquí de vuelta durante los años 73 y 74, que fue cuando me asocié con Moisés Soto y con el doctor Segares en Frutera Atlántica y Formosa. “La compañía Del Monte se dio cuenta que alguien le estaba comprando sus acciones en el mercado. Estoy hablando del año 68. Míster Countryman, presidente de Del Monte, se dio cuenta que la compañía que la estaba comprando era United Fruit Company. Entonces los abogados de Del Monte vieron que había una cláusula 240
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en la ley antimonopolio que decía que United Fruit Company no podía invertir en ninguna compañía que tuviera inversiones en banano. Por eso, Del Monte decidió comprar West Indies Fruit, para que United no pudiera comprar a Del Monte. Hasta ese momento Del Monte estaba en la producción de piña y de café. Producía piña en Hawai y Filipinas, y se dedicaba a otras actividades, como enlatar espárragos, melocotones y sardinas. “En el mismo momento en que todo esto estaba pasando, también estaba empezando un desarrollo bananero en Filipinas. Amigos de la compañía Del Monte en Filipinas hicieron una inversión en una plantación muy grande. Era un grupo japonés, y querían dedicarla al cultivo de banano. “Del Monte Filipinas le pidió a la casa matriz que si tenían una persona que supiera de banano, alguien que fuera a asesorarlos en esa nueva aventura, y entonces Del Monte asignó al Doctor Segares, y él me llevó”.
Su aventura en Filipinas “Tenía 28 años cuando me fui para Filipinas. Es un país como seis veces más grande que Costa Rica. Se parece mucho en el clima, y todo es muy parecido. “No me dio mal de patria. Pienso que era que no tenía tiempo. Me fui el 15 ó el 16 de noviembre de 1968. El Doctor Segares me dijo que me fuera a hacer un mapa de suelo de la Finca Hijo, de 2500 hectáreas, que controlara la sigatoka, que hiciera mapa de suelos y de drenaje, y que localizara cinco empacadoras, para determinar donde debían estar en la plantación. Me dijo que él se iba en febrero, y que cuando llegara, seguíamos adelante, 241
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que lo siguiente era conseguir más tierras para que fuera un proyecto que acomodara un barco o varios barcos por semana. En cuatro años sembramos cinco mil hectáreas. “En Filipinas había cero industria bananera. Ya Dole estaba metiéndose allá. Tenía semilleros y una pequeña plantación. Me tocó establecer una organización para una explotación bananera en grande. Iba de consultor, pero actuaba como gerente. “Tuvimos que organizar el departamento de producción, el departamento de control de calidad, el departamento de investigación, el departamento de operaciones… Hubo que instalar las empacadoras, establecer los sistemas de transporte, el cablevía… “Algo que nos ayudó mucho es que Del Monte tenía cincuenta años de estar en Filipinas. Tenía 9 mil hectáreas de piña para enlatar. Las otras divisiones de Del Monte nos facilitaron técnicos e ingenieros, y nos dieron muchos contactos en el país. Por eso pudimos desarrollar un proyecto grande tan rápidamente. “Me quedé allá hasta el 73. En febrero de ese año me vine. Ya me había casado. Cuando llegué a Filipinas, empecé a hacer amigos. Un señor que es un productor muy fuerte allá era muy amigo de mi esposa, quien estaba en Madrid. Ella había estudiado banca en Filipinas y la mandaron a España a aprender español. Filipinas fue una colonia española como nosotros. Los gringos se la quitaron a los españoles, los gringos metieron escuelas y convirtieron el inglés en la lengua nacional. “Hace treinta años, cuando llegué, la gente mayor hablaba español, pero había tanto trabajo que hacer que ni tiempo tenía de ir a buscar con quién hablar. La comida típica era arroz, pescado seco y verduras. No me costó adaptarme. 242
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“Mi esposa estaba en España. Este gran productor del que hablé, amigo de ella, llegó a visitarla a España, y se enamoró de una de sus amigas, con quien a la larga se casó. Años después, la que es hoy mi esposa regresó a Filipinas de vacaciones. Él nos presentó, y me enamoré de ella. Él dice que le estaba pagando la deuda a mi mujer, porque ella le había presentado a su esposa. Fuimos novios dos años. Y nos casamos en octubre del 72. Ya yo estaba pensando en venirme para Costa Rica”.
De regreso en Costa Rica “En febrero del 73 nos vinimos. A mi esposa le gustó Costa Rica. Nos vinimos porque entré en una sociedad con Moisés Soto y el Doctor Segares. Éramos los dueños de las fincas Fruta Atlántica y Formosa. “Pero había una depresión bananera provocada por las inundaciones del 70. La industria bananera estaba muy mal. Es más, en el año 70 se habló de que la Zona Atlántica no servía para banano. “Trabajé dos años, la situación seguía muy difícil, estábamos muy endeudados, por lo que vendí mi participación. Del Monte estaba muy agradecido por mi trabajo en Filipinas, los llamé y se pusieron felices de que quisiéramos regresar a ese país. Tenía un ambiente muy bueno allá y mi esposa es de allá y toda su familia estaba allá. “Nos devolvimos. Seguí con Del Monte, primero como gerente de agricultura, luego como gerente de control de calidad, gerente de operaciones, finalmente gerente general. Fui gerente general como seis años, hasta que me devolví a Costa Rica ya definitivamente. “Cuando vine, en el año 91, me conecté con la compañía 243
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inglesa Geest Caribbean. Estuve en el Caribe, dirigiendo sus operaciones en las islas. Me fui de gerente general a las islas del Caribe, Santa Lucía, Dominica, San Vicente y Granada. Estuve allá dos años. Vivía en Santa Lucía. Fue muy interesante. Esas islas eran colonias inglesas. Cuando bajó el azúcar, no sabían qué hacer en sus terrenos, que son muy quebrados. Para Inglaterra ha sido un problema el qué hacer en esas islas”.
En las islas del Caribe “El señor Van Geest, dueño de la empresa Geest, un holandés que vivía en Inglaterra, hizo un arreglo con el gobierno inglés y sembró banano en esas islas, con lo que revivió la economía de esas islas. El banano de esas islas era exclusivo para el Reino Unido. “En las islas del Caribe todo es importado, así que Van Geest estableció una línea naviera, Geest Lines, con la que traía todos los materiales y los bienes que se consumían en estas islas, por ejemplo, traía materiales de construcción, comida, telas, lo que a usted se le ocurra, comenzaba a descargar desde Antigua, llegaba a Granada y Trinidad y Tobago, después se iba para arriba cargando banano. Era un negociazo. Era un banano en consignación, con un precio muy alto en Europa. “Me fui para estas islas con la tarea de modernizar la industria bananera, para que cuando entrara el nuevo régimen, con cero tarifa, sin proteccionismo, estuvieran preparados para competir, algo se logró. “Me vine porque Geest tenía muchos problemas aquí en Costa Rica, y querían consolidar más la operación. Así que me pidieron que regresara. Me nombraron aquí gerente de logística, y me quedé con ellos hasta que 244
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cerraron. Geest Costa Rica le vendió a Caribana. “En ese momento me puse a trabajar como consultor internacional. Hice trabajos en Perú, Venezuela, Brasil y Ecuador, tanto en mango como en banano. Fui consultor en producción y mercadeo. Estuve en eso varios años. En eso, del 96 al 99. En el año 99 me fui para África, a administrar una finca bananera de un grupo holandés que estaba conectado con Fair Trade, o Comercio Justo”.
Bananero en África “Estuve en Ghana trabajando como gerente de una bananera durante un año. África es otro mundo, hay una pobreza horrorosa… Creo que le pagábamos a los trabajadores menos de un dólar por día, y eso que estábamos trabajando con Fair Trade. En otras actividades ganaban muchísimo menos. “Estuve allá trabajando con un grupo holandés que tenía muchas inversiones en Ghana, y querían devolverle algo al país. Pensaron en una finca bananera porque emplea mucha gente. Yo era el gerente. Eran 240 hectáreas de finca, y la idea era extenderse. La compañía se llamaba Volta River State, y quedaba a la margen del río Volta. “Era demasiado trabajo. Me dediqué a ver si podía levantar ese proyecto. Estuve un año, las tierras no son tan buenas, pero se podía sembrar. Allá hay un gran problema con respecto a la tenencia de la tierra. Nadie tiene título. Las tierras son de la comunidad, o sea, son de todos y de nadie. “Por la organización cultural, la vida es diferente. La pobreza es algo tremendo, las escuelas son muy pobres, la medicina abarca a poca gente, el sistema de salud es 245
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precario… “Por suerte me tocó estar en un lugar donde había una represa muy grande, como decir aquí el ICE. Entonces había hospitales y algunos servicios básicos. Pero allá las casas no tienen agua ni servicio sanitario, la gente come yuca, banano, y cuanto pueden, cuando hay. De vez en cuando también comen maíz, y hacen una mezcla de estos tres, yuca, banano y maíz, lo muelen, lo fermentan, y eso es lo que comen. A eso le arriman lo que puedan, pero es poco lo que pueden arrimar a su dieta básico. Hacen a veces como una sopa… “Mi esposa no se sentía bien, la finca iba muy mal porque no nos compraban todo lo que producíamos, y no se veía que podíamos hacer mucho. “Durante los días en que me estaba yendo para Ghana me contactó Geest. Me dijeron que iban a volver a comprar fruta de Costa Rica, que si quería representarlos, y les dije que iba para África. “Pero cuando nos regresamos de África, específicamente a la semana de volver, Geest me volvió a buscar. En ese tiempo le estaban comprando la fruta a don Romano Orlich y una parte de la producción de Caribana. “Me puse a trabajar con ellos. Cuando yo entré, le comenzamos a comprar parte de la producción a los hermanos Acón. Eso fue en el año 2000. Luego, Geest decidió cerrar operaciones en Costa Rica, en el 2001. Entonces un amigo mío, el director de Geest en Europa, cuando nos notifica Geest que va a cerrar, me dice que podemos hacer algo juntos. Él y yo decidimos montar una compañía para seguir con las compras. Él tiene los contactos de mercadeo y yo tengo los de productores. Como ya sabíamos que en diciembre del 2001 Geest 246
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cerraría estas operaciones, a mediados del 2001 comenzamos a organizar esta compañía. La hicimos con los señores Acón. Con la ayuda de ellos fuimos montando esta compañía”.
Un sueño, comercializar desde aquí “En noviembre del 2001, organizamos la compañía. Entraron como productores don Romano Orlich; la Earth; la finca Cartagena, de don Martín Dedout, colombiano; la finca ´El Esfuerzo´, de don Eduardo Gómez Bodden, y los Acón. La empresa comercializadora comenzó muy pequeñita: colocábamos 3 mil cajas por semana. Ahora exportamos entre tres y cuatro millones de cajas al año, y veinte contenedores de piña por semana. “Estamos tratando de buscar una alternativa nacional para la comercialización de banano y piña. Es un sueño que hemos ido convirtiendo en realidad, con el apoyo y la fe de los productores que han creído en nosotros. “Esto significa mucho en mi vida porque la actividad bananera es todo para mí. No sé cómo ver la vida sin el cultivo del banano. Prácticamente desde que comencé a trabajar como profesional, toda la vida he estado en el banano. He tenido la posibilidad de trabajar en todos los campos, desde sembrar hasta mercadear. He pasado más de 40 años trabajando en la industria bananera. “Es muy interesante: es una actividad muy dura, muy dinámica, muy cambiante… Hay que tener mucha dedicación y mucha entereza. Esta actividad demanda demasiado por parte de uno. Vea ahorita, en medio de nuestra conversación, hemos tenido que interrumpir más de diez veces… Me llaman, que no tengo fruta, que sí tengo mucha fruta, que no me alcanza el tiempo, que 247
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necesito más espacio en el barco… Así es en todo, que la sigatoka, que la inundación, que el mercado… Eso es cosa de todos los días. “La actividad bananera es muy esclavizante, pero muy reconfortante. A todos los que amamos esta actividad nos gusta mucho lo que hacemos y lo hacemos con mucho cariño. Es una actividad de 24 horas al día, y de 7 días de la semana. “Por eso, algo muy importante para mí es que he contado siempre con el apoyo de mi esposa, María del Carmen Lon, y de nuestros hijos, María Lourdes, de 31 años, quien tiene el restaurante Tre fratelli; Jorge Carlos, de 28 años, médico, que tiene una clínica en Tamarindo, y José María, de 26 años, que trabaja conmigo, en la comercializadora, que se llama Rumisel. “La actividad bananera es mi vida, me siento muy orgulloso de lo que he hecho y espero tener muchos años más de trabajo y de sueños por realizar con respecto al banano”.
Jorge Sauma Aguilar
Al frente de CORBANA Él es el gran aliado de CORBANA, el gran defensor 248
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de los productores bananeros, su escudero y su vasallo. Jorge Sauma Aguilar, el gerente de CORBANA, nació en San José el 12 de setiembre de 1952. Hijo de Antonio Sauma Aued, pionero en la zona de Sarapiquí, y de Ofelia Aguilar Guzmán, creció en un hogar de cuatro hermanos, José Antonio, ingeniero químico; Leda, profesora de inglés, y Osvaldo, poeta. “Yo soy el menor. Crecí en el Barrio Roosevelt, cuando había caballos, vacas y carretones. Tuve una infancia muy rural, con calles de tierra. Era puro campo. Ya no existe eso. Ahora debería existir en cada barrio una poza con aluminas y un bejuco para que el niño tenga más contacto con la naturaleza. “Vivo en Curridabat, en Guayabos. Casi todos los días, paso por el mismo barrio, en San Pedro, por Barrio Roosevelt. Yo vivía de la Escuela Roosevelt 100 metros al este y 100 metros al sur. En la esquina de la casa de Don Jorge Manuel Dengo se hacía un charco, una gran poza. Ahí jugábamos con los hijos de Don Jorge. “Estuve en primer grado en la Escuela Roosevelt. De la Roosevelt me sacaron porque hablaba muy malcriado. Mis compañeros eran todos los hijos de los carretoneros de Barrio Pinto. Eran muy buena gente todos y yo los quería mucho. “En segundo grado estuve en la escuela nueva. Era un proyecto de la Universidad de Costa Rica. Era una escuela laboratorio. Después, alguien aconsejó mal a mamá y me mandó a La Salle. No me arrepiento de La Salle, pero el horario era mucho más pesado. La diferencia era muy grande. En la escuela nueva tenía sólo medio día de clases, y únicamente había un grupo de primer grado y un grupo de segundo grado. Éramos como los dueños de la escuela. Paso a La Salle, y había 249
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siete grados hacia arriba. Era un choque muy grande, y con un horario de todo el día. Salí de La Salle de quinto año. Recuerdo que en La Salle iba a las barras, había un gimnasta que era rapidísimo y buenísimo para hacer acrobacia. Era Franklin Chang”.
UCR y Holanda “Me metí a la Universidad de Costa Rica. Estudié Zootecnia y Economía Agrícola. Después hice un postgrado en Holanda, en producción tropical. “Entré a trabajar como delegado de las juntas rurales del Banco Nacional. Abrí la junta rural de Paquera. Estaba en una casa de madera. La anécdota interesante es que una vez dejé abierto el banco. Me di cuenta en la mañana que había dejado la puerta abierta. No pasó nada. Eso ya no se puede hacer aquí, con toda la tragedia de corrupción que tenemos. “Yo dormía ahí, con un revólver 38 debajo de la cama, hasta que supe que no tenía póliza como guarda. Entonces me fui a vivir en la casa de Don Bernardino Jiménez. El delegado era como el ministro de Economía de un pueblo. Estuve en Paquera durante un año. Luego pasé a planificador de fincas en Puriscal, Parrita y Quepos. “Me metí en asistencia técnica, como jefe técnico de los programas de desarrollo que tenía el BID con el Banco Nacional. Colocamos varios empréstitos en San Carlos y en la zona de Guápiles. “Gran parte del desarrollo lechero que vino después, nosotros lo tratamos de consolidar con préstamos de desarrollo a largo plazo y bajo interés. Se le daba 250
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asistencia técnica a los agricultores. “Después pasé al recién creado Banco Cooperativo. Trabajé ahí por espacio de dos años y medio. Luego estuve trabajando directamente con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), como especialista local en el campo agrícola. Trabajé con el BID durante cinco años. Tenía que ver con todos los programas de desarrollo en Costa Rica, como el Proyecto Arenal de Riego, el Proyecto Geotérmico Miravalles, la supervisión de programas de crédito rural y de desarrollo agropecuario… “De ahí pasé a la EARTH como gerente de proyecto. Estaba comenzando la construcción, la primera etapa. No había rector. Don Jorge Manuel Dengo era el director interino. Hicimos la acometida eléctrica y la primera fase de construcciones. Fue un gran aprendizaje, estuve ahí como cuatro años. Luego pasé al Banco Continental, que era un banco privado que funcionaba muy bien. Era de los cañeros. Se hizo una fusión entre los cañeros y los bananeros, y entonces me pidieron que asumiera la gerencia de CORBANA”.
Más de diez años en CORBANA “Hace poco más de diez años me dijeron que me metiera en CORBANA, que no había mucha complicación. Vine, y cuando uno se va metiendo aquí se da cuenta que es una industria muy compleja, una actividad complicada. Tiene muchos elementos, todo lo que es problemas climáticos, problemas financieros, el problema de venta de fruta con la Unión Europea… Luego, tiene elementos muy interesantes de proyección, como la investigación. Entré para colaborar con la junta directiva en todo un proceso de reorganización de la 251
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institución, para tratar de modernizarla, para meter programas de cómputo y poner a CORBANA a la altura de los tiempos. “Traía la cultura del Banco Continental. La institución estaba atrasada en la parte de sistemas contables, la parte de informática… Todo esto lo conversamos. Fuimos modernizando todas estas aéreas. Fuimos tratando de que CORBANA volviera a sus puntos originales. Dada la crisis que había, y la competitividad, el problema de sigatoka y de financiamiento, había que concentrarse en todo esto, y reforzar la investigación. También hemos hecho muchos esfuerzos con respecto al crédito, ya que actualmente no hay fuentes de financiamiento para el banano, y trabajamos en la búsqueda del mejor posicionamiento del país ante los regímenes restrictivos de comercio de la Unión Europea. “Lo que más les admiro a los bananeros es el tesón, la constancia. Los veo a lo largo de estos años. Nos ha tocado una inundación cada año como promedio. Siempre andan buscando la manera de salir adelante, no se dan por vencidos. Ese es un punto importante en cuanto a los productores. “Y en cuanto a la actividad como tal, hay que tomar en cuenta el impacto que tiene en la generación de empleo y divisas, sobre todo en zonas que están deprimidas. “Como actividad, veo a la actividad bananera como de gran significado para el país. Tenemos un gran impacto en generación de trabajo y de divisas. El banano continúa como el primer rubro de exportación agrícola del país. También he visto cómo ha cambiado el sector en estos diez años. Venimos en una continua lucha. Hemos tenido períodos de crisis. El sector ha tenido que ir ajustándose. Hemos tenido que ir luchando contra una tendencia a la 252
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reducción. “El más fuerte dolor de cabeza es el reglamento 404, que aprobó la Unión Europea en el 93 y se implementó en el 94 . Estableció un régimen unificado, con preferencias para los países ACP (África, Caribe y el Pacífico), que son ex colonias o territorios de ultra mar de algunos países europeos. Limitaron el acceso del banano de América Latina. Pusieron un contingente de dos mil doscientas toneladas métricas. Ahora es de dos mil setecientas toneladas métricas. “Eso hizo que perdiéramos de un 20 a un 30 por ciento de la oferta exportable latinoamericana. Hemos venido enfrentando un excedente que ronda entre los 50 y los 90 millones de cajas anuales. Eso aunado a los beneficios sociales que tiene Costa Rica, y al estar los mercados deprimidos, nos ha creado una crisis. Es una crisis que también la han tenido otros países sin brindar el soporte en el ámbito social que nosotros brindamos gracias a la legislación costarricense”.
La unión hace la fuerza “Lo que ha tratado Costa Rica es de fortalecerse a través de la unión de CORBANA, la Asociación Nacional de Productores Bananeros (ANAPROBAN), las compañías comercializadoras y el Poder Ejecutivo, para tratar de mantener nuestro volumen exportable. Si bien es cierto que hemos reducido el área entre 8 y 10 mil hectáreas, hemos logrado mantener el volumen, alrededor de cien millones de cajas, manteniéndose el banano como el primer rubro de exportación agrícola en Costa Rica. Esto lo conseguimos después del plan de fomento bananero, a finales de los 80, cuando las 253
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exportaciones de banano sobrepasaron a las de café. “Mantenemos el segundo lugar en exportaciones en el mundo, después de Ecuador. Y lo hemos logrado utilizando menos de un 1 por ciento del territorio nacional, y con mucho menos área que Ecuador. “Ahora hay muchos retos. Está el reto de aumentar la productividad sin incremento de áreas, de aumentar el rendimiento y la eficiencia para poder mantener como objetivo un buen desarrollo humano, con buena condición laboral de los trabajadores. “También tenemos el reto de mantenernos a la vanguardia en lo que es manejo ambiental. CORBANA coordina la comisión ambiental bananera, en la que están ANAPROBAN, el Ministerio de Agricultura y Ganadería, el Ministerio de Salud, CORBANA y las compañías comercializadoras… Todo esto nos lleva a tener una producción sostenible y a buscar la mejor manera de mantener los índices en cuanto a desarrollo humano y beneficios para los trabajadores. “Otro aspecto fundamental es ver cómo se coordinan esfuerzos para amortiguar y aminorar los problemas climáticos tan serios que han venido afectándonos. Estamos con una comisión de cuencas que funciona en CORBANA, y que cuenta con participación de comercializadoras, productores, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), la Junta Administrativa Portuaria y de Desarrollo de la Vertiente Atlántica (JAPDEVA), el Servicio Nacional de Riego y Avenamiento (SENARA) y la Comisión Nacional de Emergencias. Estamos en comunicación con las comunidades rurales, y contamos con el apoyo técnico de un hidrólogo, Rafael Oreamuno. Pretendemos ir atendiendo las solicitudes por riesgos más graves, y, a 254
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su vez, de forma paralela, estamos desarrollando un plan maestro que determine qué se debe hacer en todas estas cuencas. Hay que contar con ese plan. Después se verá cómo se logra financiar. “Actualmente se han finalizado algunos diques en Matina, en Estrada, se espera trabajar con el río Pacuare, para lo cual hemos utilizado recursos que destinó el Poder Ejecutivo a la Comisión Nacional de Emergencias. Son alrededor de dos mil millones de colones”.
Producto con desarrollo humano y ambiental “Nosotros tenemos una campaña en Europa tratando de diferenciar el producto, el banano costarricense. Lógicamente esta campaña probablemente este año va a ser más pequeña debido a los problemas que hemos tenido en el país, sobre todo por las inundaciones. “Siempre mantenemos esa campaña de imagen, que es muy importante. Está en tres países piloto, Alemania, Inglaterra y Bélgica. Son los que más consumen y es donde hemos tenido algunos ataques de organismos no gubernamentales (ONGs). ¿Por qué atacan a Costa Rica? Algunos de los países ACP (África, Caribe y Pacífico) lo hacen para bajarnos el perfil. Por eso, cada vez que hay negociaciones comerciales hay ataques de ONGs en contra de Costa Rica. “El otro elemento importante en la campaña es destacar la importancia del tema ambiental y del tema social en nuestras plantaciones. Siempre mantenemos esos esfuerzos en lo social o lo ambiental, aunque ahora no se estén pagando. Cada vez tienden a reconocerse más. 255
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Por ejemplo, estar bajo las condiciones de Eurepgap, que se debe a que un consorcio de importadores pide buenas prácticas agrícolas, en este momento le cuesta al productor entre 4 y 5 centavos de dólar por caja. Eurepgap es una certificación. Sin ella no podríamos exportar a Europa. Sin embargo, no la están pagando. Es un costo más para nosotros. Creo que en ese tema, eso lo van a tener que ir pagando. “Hay que prepararse a atender la compleja situación por las condiciones impuestas por la Unión Europea, conjuntamente con COMEX, y hay que reforzar toda la parte jurídica. “En CORBANA somos 176 trabajadores. De su presupuesto, CORBANA dedica más del 60 por ciento a investigación y asistencia técnica. Les damos servicio a los productores, servicio de laboratorio, asistencia técnica, suelos, recomendaciones para sigatoka, crédito para capital de trabajo… “CORBANA nació como asociación bananera nacional en 1971, después de las inundaciones del 69 y el 70, y por la necesidad de que el productor nacional manejara el paquete técnico. El paquete técnico era propiedad de las compañías trasnacionales. Eran las dueñas del conocimiento, del ´know how´. También había que ayudarle a ciertas fincas que estaban con problemas financieros muy serios. “Cuando nació se llamaba ASBANA, y tenía esos propósitos. Luego, en la década del 90, se hace la ley como corporación, que es como está actualmente. Tiene aquellos mismos objetivos, pero ahora participan el gobierno, los bancos comerciales del Estado y los productores. “Para mí significa mucho estar al frente de CORBANA. Siento que es una gran experiencia y un 256
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honor. La actividad bananera es una actividad muy importante, que se refleja en el bienestar de muchos trabajadores, y en muchas familias que dependen de esta actividad para su subsistencia. Hay alrededor de 40 mil trabajadores bananeros, y 100 mil trabajadores indirectos. Es una gran satisfacción saber que podemos trabajar para tanta gente”.
Otro reto, su familia “Mi esposa se llama Julieta Rossi Umaña. Es hija de Don Jorge Rossi y doña Virginia Umaña (qdDg). A Doña Virginia yo la quería como a una madre. Murió en 1980. Tenemos ocho hijos, cuatro mujeres y cuatro hombres. Mi mujer siempre quiso tener una familia grande, y yo también. “El de Arriba siempre arregla las cosas. No sé cómo, pero al final todo va saliendo. En una familia tan grande, los hijos se integran mucho y saben compartir más. Hay que integrarse más porque es mucha gente. Hay que tomar en cuenta que siempre llega algún amigo o alguna amiga, y que nunca somos diez. Siempre somos más de diez. Una vez fuimos a un paseo a Guanacaste, porque tenemos una finca pequeña en Mansión. Íbamos en microbús, me detuve un momento y me preguntaron que si era una excursión…”, dice don Jorge, y se muere de la risa. “Hay elementos curiosos. Por ejemplo, estoy deseando que entren a la universidad, porque es más barato pagar la universidad que los colegios y las escuelas. La educación primaria y secundaria privada es mucho más costosa que la universitaria. Uno no lo podría imaginar. “Amo mi trabajo en CORBANA y amo a mi familia, que es la gran razón de ser de todo. Cada día me maravillo 257
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más de tener una familia tan numerosa”.
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Jorge Segura
Bananero de los de antes… Lleva más de medio siglo de historias y anécdotas entre los ojos y el alma. Le tocó vivir los más oscuros tiempos de la producción bananera en la zona norte de Pococí y sobrevivió para contarlo. Estuvo en las garras del licor, en manos de los males sociales de una época llena de vicios y desintegración familiar, pero salió adelante… Jorge Segura Jiménez nació en el Hospital de Turrialba, el 5 de mayo de 1944. “Toda mi familia es de Desamparados. Mi abuela por parte de mamá, Doña María Morales, era de San Ignacio de Acosta, y mi abuelo, Manuel Jiménez, de San Juan de Dios de Desamparados. Los otros dos sí eran de Desamparados centro. “Mi papá y unos familiares tenían una finca en Pejibaye y en Tucurrique. Mi mamá fue a visitarlos en la finca, y en eso nací yo. Por eso fue en Turrialba y no en Desamparados”, cuenta Jorge Segura. No más iniciando me impresiona, pues tiene una ópera de canal 13 atrás. Estaba escuchándola cuando llegué. Me sorprendió un trabajador bananero ocupado en el arte bello. Me pregunta si me molesta, y le digo que no. Será la música de fondo durante toda la entrevista. “El papá de mi abuela paterna se llamó Joaquín Madrigal. El hombre era dueño de casi todo Desamparados. Tenía un capital enorme para aquellas épocas. Ese bisabuelo mío se casó tres veces, enviudó dos veces, tuvo 36 hijos legítimos y 14 hijos por fuera. “Cuando él murió, repartió a todos los hijos por igual. 259
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Por eso, se hizo poco, porque por más fortuna que fuera, entre cincuenta no hay bulla que aguante. Después del río Tiribí, hay una casa antigua. Todavía existe. Ahí vivía mi bisabuelo. Todo lo que es la colonia San Joaquín y al otro lado, la cuesta de El Tiribí, todo eso era de él. “El cementerio de Desamparados fue un terreno que donó él, y todo San Jerónimo también era de él. “Me crié en Desamparados. Fui desde el kínder hasta sexto grado en la escuela García Monge, después al Liceo de Costa Rica, y trabajé en el Almacén La Granja como tres años. “Estuve hasta tercer año en el liceo de día, en el Liceo de Costa Rica, y luego me pasé a un nocturno por La Sabana”.
En la zona “Vine a dar aquí en el año 65. Estaba comenzando la finca Santa Clara. Ahí trabajé. De hecho, la historia es así: estaba aburrido de trabajar en el Almacén La Granja, quería probar otras cosas, vi que en la Compañía de Desarrollo Santa Clara estaban buscando un oficinista, porque salió un anuncio en el periódico y decidí venirme para la zona. “Sólo existía el tren, y vea el chile que me pasó: en lugar de agarrar para Santa Clara, agarré para Bataán. Ya se había iniciado la bananera de Coopebataán, me dijeron que me quedara allí, pero quería irme para Santa Clara porque buscaba un puesto de oficinista. Cuando llegué, ya le habían dado el puesto a otro. “Nunca se me olvida que estaba Don Rodolfo Martín. En esos días, si vos llegabas a las 9 de la mañana a pedir 260
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trabajo y había, le hacían a uno en el enganche y lo mandaban a trabajar. “Estaba haciendo falta personal en cantidad. Yo les dije que me dieran trabajo al campo con la esperanza de pasarme a las oficinas. Don Rodolfo se quedó viéndome y me dijo, ´bueno, venga dentro de tres días, si hay trabajo se lo damos´. “Me fui asustado y decepcionado. Se me había terminado el dinero. Estaba en la fonda donde Tomasita, en el puro centro de ´El Humo´, había que pagar siete colones diarios con derecho a comida y dormida… “Yo siempre he sido muy saprissista. En la noche, empezamos a hablar de Saprissa y se arrimó un hijo de Tomasita, que se llamó ´Emilio Belleza´. A los hijos de ella les decían ´los Belleza´. Por cierto que él era un fenómeno jugando futbol, jugó con el Santos y con el Pococí. “Como me encantaba el futbol, en Desamparados era muy metido en deportes, iba al gimnasio y a entrenar con los equipos. Incluso fui maratonista. “Comenzamos a conversar, e hicimos una muy buena amistad. Le conté mis problemas y ahí mismo llamó a unos carambas, les dijo que yo necesitaba el trabajito, otro de ellos me dijo que me fuera con él y que dijera que ya le habían dado enganche. “Desde que yo llegué, un señor ´Tico´ Guerrero (qdDg), que era el encargado de una cuadrilla, se me quedó viendo como pensando ´este carajo se equivocó de lugar´. Yo iba con pantalón de salir. Diay, trabajaba en La Granja, con corbata y de todo. Andaba una camisa Manhatan de color celeste y unos mocasines negros. El vacilón es que se quedaba viéndome, y me dice, ´¿cómo va a trabajar así?´. Sólo ese tipo de ropa tenía”. 261
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Apuntalar “La cuestión es que me mandaron a apuntalar, y no sabía nada de eso. Un señor que era del lado de Anita Grande, don Federico, ya mayor, andaba con la cuadrilla, y comenzó a hacer la ´pata e´ chancho´. Él me enseñó a apuntalar bien. Había que jalar caña brava de los cables hacia adentro, distribuirla en el bananal. Hice lo que pude con tal de que no me fueran a quitar el trabajo. Estaba preocupado. “Más que todo, no quería volver como un inútil a la casa. Me echaba unos cargones de caña brava, muchacho, hasta que unos compañeros me dijeron, ´no sea güevón, jale menos, porque se va a pasear en la cuadrilla´. Me decían ´coja seis u ocho cañitas´. Llévela al suave. “Así seguí haciendo diferentes labores, por ejemplo regar fertilizante. Y después lo más duro que fue aprender a chapear. Nunca había tocado un machete en la vida. Poco a poco me enseñaron a rodajear, a apuntalar. “Los días de corta trabajaba en los boxitos. Así les decían, porque no eran boxings grandes. Todavía se empacaba en manos enteras. Se desmanaba, se echaba en una pila para que botara un poco la leche, la mancha, y de ahí directo para la caja, sin ´selectar´ como ahora, que se gajea. “Ahí comencé yo. Cuando ya tenía como 15 días en el trabajo, y ya había hecho amistades, me mandaron un día con una cuadrilla a chapear, a un lugar que se llamaba ´Las Doces´. “Eran unas palizadas y unos pedregales, con unos zacatales como de dos metros de alto, que casi no se veían las matas de banano entre el zacatal. Se pagaba por calles. Una hectárea era de diez calles, 262
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y pagaban 40 colones por la hectárea. “Como nunca había tocado un machete, pedí dos calles, y un cholito que iba a la par mía pidió ocho calles. Él venía de Anabán. A las 12 del día estaba con las ocho calles. “Otros pedían seis calles, y el que menos pedía, pedía cinco calles. Yo pedí dos, y salí tan tarde que ya no se veía, como a las 6. Traía la mano reventada en vejigas y en sangre. “Al día siguiente me tocó otra vez lo mismo, volar machete de nuevo. Imagináte al segundo día cómo tenía la mano. Me amarraba un pañuelo en la mano, y no pasaba de dos calles. “Así me estuve esa semana: tres días sacando dos calles por día. Dos calles significaban ocho colones, y pagaba siete colones de comida y dormida. Me quedaba un peso, pagaba 50 céntimos de transporte a los Badilla, por lo que sólo me quedaban cincuenta céntimos. “Me salvaba los días de corta, porque iba al boxito, y ahí se pagaba a 2,10 la hora. Las ocho horas eran 16, 80 hasta las 2 de la tarde, y trabajaba hasta las cinco o las seis, tiempo y medio. Eso me salvaba la tanda, porque en esos días tal vez me ganaba 25 ó 26 colones. “Con eso me permitía pagar la quincena de la comida y me quedaba algo para comprar la pasta, el jabón, y nada de pagar a lavar: lavábamos los domingos en la mañana en las piedras del río Santa Clara. “Lo único de ropa que había dejado para los domingos eran dos mudadas. Lo demás lo había echado al bananal”.
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“Por encimita” “A las siguientes semanas, vi que pedí las dos calles y salí a la 1. Los compañeros me decían ´por encimita, por encimita, y bien parejito, no baje mucho el machete´. “Al siguiente día, el cholito de Anabán me dijo ´coja tres calles, no coja dos, cuando nosotros salimos, nosotros pegamos lo que le falta a usted, para salir juntos´. Ese cholito era un ´arrecho´. “Me comenzaron a dar ánimo. Salía con todos, a la misma hora, con cuatro calles. Aprendí a los tres meses, ya sabía volar machete. La mano se me había sanado a punta de cebo. Claro, nunca llegué a ocho calles. Cogía cinco o seis calles. “Una vez me mandaron a conchar. Al compañero que le tocaba a la par era don Federico Pérez, un señor muy mayor, que me había enseñado mucho. Él era de Anita Grande. “Cuando lo vi, a la par mía, me dije, ´diay, pobrecito este señor tan mayor, ¿cómo lo ponen a conchar?. Yo le voy a ayudar, para que no se mate mucho´. Eso fue lo que pensé. “Pero la primer fruta que me echaron casi me mata. Me fui de jupa. Casi me desnuca. Comencé a pulsearla para no darme por menos. Don Federico me decía ´no corra mucho, que se va a asolear´. A las nueves de la mañana estaba yo en un pozo de sudor, clavado en una cepa de banano, ahogándome, con un dolor de cabeza que me iba a morir… “A las nueve de la mañana ya estaba asoleado. Don Federico me decía ´tranquilo, tranquilo, yo jalo por los dos´. Entonces iba con un racimo al hombro y otro debajo del brazo. Nunca serví para conchar. Las tres 264
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veces que me mandaron tuve que irme para la casa. No me botaron porque me tenían simpatía. “Para carrear sí di bola. Tenía mucho aire porque estaba acostumbrado a correr, y jalaba bastante bien. “No era cualquiera el que se hacía del cinquillo en una bananera. El cholito amigo mío a veces hacía una hectárea a la una de la tarde. Vos te imaginás”.
Guaro y prostitutas “El cholito a veces ´se echaba´ cuarenta pesos… El problema es que la gente lo que hacía era beber guaro. Los días de pago eran unos pleitones en ´El Humo´, en el famoso salón de los Porras… “Los compañeros de uno se peleaban por cualquier tontera, hasta por un empujón o un majonazo. Salió más de un macheteado. Ahí se mató gente “Los días de pago llegaban las prostitutas. En ese tiempo, en estos lados no había mujeres. Eran muy pocas. Por eso es que las mujeres llegaban los días de pago, se estaban sábado y domingo, y se llevaban toda la platilla de todos los trabajadores. “Más de uno se enamoró de una prostituta, muchos se juntaron y formaron hogares. Una prostituta en un fin de semana perfectamente se llevaba mil quinientos y hasta dos mil colones, porque era de ´haga fila´, no era ´vaya báñese´. “Las prostitutas brindaban servicios en cuartillos detrás de una cantina. Esos Porras alquilaban los cuartillos. Las viejas iban saliendo con uno, se asomaban al salón, y va pa´adentro de nuevo, con otro. O los carambas hacían fila, y ellas esperaban adentro, con un rollo de papel higiénico. 265
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“Dios guarde el SIDA hubiera existido porque en ese tiempo nadie usaba preservativo. Aquello era como desnucar sapos. Un trabajador muy bueno se ganaba 500 pesos, un palero 600 pesos en una quincena, y una prostituta se echaba el triple o hasta cuatro veces esos salarios en un par de días… “Esas mujeres tomaban y fumaban mucho. No era para menos, pero en un fin de semana se llevaban el salario equivalente a tres o cuatro. Tenían tarifas que iban de cinco colones hasta diez colones. “Imagínese que cuando estuve en San Pedro, llegaban hasta 200 mujeres para los fines de semana de pago. Había un promedio de 600 hombres. Todos vivían solos. Las pocas mujeres que había eran las fonderas. “Así que cada vez que llegaban mujeres esto se revolvía montones. Sólo faltaba que saliera el Pisuicas. Te voy a contar un detalle para que sepás que aquello era como el infierno. En San Pedro, en Campo de Aterrizaje, había como una plaza de futbol. Ahí no teníamos ni cuartos para organizar un medio prostíbulo. Poníamos unas hojas secas de banano. Con eso formamos unas camas. Tiraban una colchilla, y la fila de bananeros era como de veinte metros. Iba uno tras otro. Había carajos que se ponían de pie y volvían a hacer fila atrás”.
Un cambio “Como había estudiado, comencé a hacer los reportes de los encargados. En una hoja ponía todos los nombres y lo que habían hecho en el día. Después, me dio la vara por hacer los cálculos. “Comenzaron a llegar a buscarme para eso. Un 266
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capataz que me ayudó mucho, Cuyo, de Cartago, comenzó a recomendarme para que me pusieran de encargado de una cuadrilla. No andaba trabajando, sino supervisando gente. Los días que no había corta andaba encargado de una cuadrilla, y los días de corta en el boxito. Cuando eso, ya me había hecho empacador. “Entonces, fue un alivio. En eso se ganaba bien, porque era por contrato y se repartía la plata entre los de la cuadrilla. “Al año siguiente se abrió Finca Nueva. Carlos Luis Avendaño era el superintendente de Finca Nueva. Estuve en Finca Nueva y en Finca Vieja. Tuve como compañeros a Jorge Araya, que era capataz; Marco Tulio ´Tilarán´, que se ahogó en el Tortuguero. Los jefes grandes eran Germán Cruz y Carlos Cruz. Ellos eran los segundos después de don Rodolfo Martín. “Carlos Cruz estaba en Finca Vieja y Carlos Luis Avendaño en Finca Nueva. Recuerdo a uno que le decíamos ´Huevo´, y que murió allá adentro. Lo mataron en Puerto Lindo. Lo mató un nica. Tenía un salón y una finca. En aquel entonces era el mecánico. Su esposa se llamaba Soledad y era una mujer bellísima. “Los capataces eran Cuyo, Jorge Araya, Cabalceta y Trino, y entre los compañeros míos estaba Álvaro Pellejo, que vende tiempos en Guápiles. “´Felique´ Salas Campbell, el negro, era el encargado, el capataz del boxing de Finca Nueva. Ya entonces sí era una sola planta, y no boxitos, como en la finca vieja. “Ya ahí fui encargado de toda una cuadrilla. Tenía una sección de ochenta hectáreas. Tenía a un segundo a mi cargo. Ese segundo, que era el asistente mío, Lico 267
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Delgado, es hijo del finado don Juan Félix Delgado y de doña Teresa León. “En ese momento yo ya era de la gallada. Era pelota. Estuve como otro año ahí. Y ya salió finca Guadalupe. En esta finca Don Rodolfo Martín era socio. El otro socio era Don Gonzalo Calderón, un médico de Cartago. “El ingeniero que iba a hacer finca Guadalupe, siempre pasaba por mi sección, que era el puro fondo de Finca Nueva. Llega un día y me dice, ´mirá, ¿por qué no te vas conmigo?´ Me quería de asistente de él, es decir, de asistente del gerente. “Renuncié a Santa Clara. Don Rodolfo me dijo que le parecía muy bien, pero que me tenía que liquidar primero. Por eso, me fui a pasear 15 días a San José. “Cuando volví, ya entré a finca Guadalupe. Ya teníamos hecho el camino, que pasaba por Santa Clara, y teníamos sembradas 40 hectáreas. Había aprendido muchísimo. Siempre que veía una labor de campo, preguntaba para aprenderla. Había un señor Guillermo Uva, que era el capataz de zanjos y drenajes, todos los trabajos de pala, y yo aprendí mucho a la par de él. “La ventaja mía es que tenía estudio, tenía la secundaria. Ahora no es nada, pero en esa época era mucho. Por ejemplo, con el estudio que tenía pude haber sido maestro. Sabía manejar las máquinas de oficina. Cuando me fui a finca Guadalupe llevaba los trabajos de campo y todos los trabajos de oficina “Pero en eso atrasaron en el banco los préstamos, y hubo que parar todas las labores. Me iba a devolver para Santa Clara, pero quería descansar. Me fui para San José, y le hablé a Germán Cruz para la vuelta. Recuerdo que 268
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para ese tiempo el chofer de Rodolfo Martín era Carlos Murillo, que ahora es un gran ganadero y finquero”.
Nueva etapa
“Me fui para San José, me estuve un tiempo y me encontré un día en San José con unos conocidos míos. Uno de ellos me dijo ´¿sabés quién anda ahí? Uva, está en las oficinas de la bananera´. “Me fui para las oficinas de Cofisa, que pertenecía a quienes estaban comenzando finca San José, San Pedro, San Peter y Jardín. “Era una sola cadena. A Uva se lo habían traído de capataz de zanjos. Llego, lo saludo y me dice, ´el gerente, Mario Chinchilla, está necesitando a un asistente´. Mario venía del sur e iba a iniciar como gerente de Finca San Peter. “Volví a San Peter, y a veces veníamos a trabajar a finca San José. El consorcio se llama ´Compañía bananera de Guápiles´. Eso era montaña, y a todo le encajaban el nombre de santos. La única finca conocida con un nombre diferente era Jardín, pero realmente se llamaba finca San Antonio. “Nosotros hicimos San Peter. Desde que llegué, llegué de asistente. Me quedé con Mario, que era de San Ignacio de Acosta. No nos conocíamos de antes, pero hicimos una amistad como de hermanos. “Él como gerente ganaba 3 mil colones mensuales, y a mí cuando llegué me pusieron 1 200 colones con el compromiso de que a los tres meses me aumentaban. Además, ya tenía derecho a casa. “A los tres meses me pasaron a ganar mil quinientos colones, que era un platal en ese tiempo. El jefe de planillas se llamaba Guillermo Porras, y era de 269
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Desamparados, como yo. “Un peón podía andar ganándose como 500 ó 600 colones en ese tiempo. Los paleros andaban en 700, y un estaquillador también… “Para que te hagás una idea del buen salario que era, imagináte que el director de la Escuela de Campo Kennedy, Cariari, Don Ulises Campos, ganaba 940 colones por mes. “La gente me decía ´¿qué hacés con tanta plata? Cuando eso ya me había escocherado. Era muy mujeriego y tomaba mucho guaro” Entre guaro y prostitutas
“El ambiente bananero lo consumía a uno” “Empecé siendo un peón que no sabía ni chapear ni conchar. Unos años después, ya era de la gallada. Era el segundo después del gerente. Ganaba muy bien, pero todo se me iba en guaro y en mujeres. “El ambiente lo consume a uno. Estar encerrado en esas montañas, con un tiempo de lluvia casi siempre, porque aquí el temporal era cosa de todos los días… Todo hacía que uno se desordenara mucho con el licor. Esa era la perdición de todos en estas zonas bananeras. “Yo iba en las mañanas al campo y en las tardes me quedaba en la oficina. La ropa con la que yo salía el lunes por la mañana, cuando llegaba a la 1 la guindaba, entraba en calzoncillos a la casa, y al día siguiente me la ponía otra vez por la mañana. O sea, andaba con la misma ropa mojada y sucia todas las mañanas. ¿Para qué más con esos temporales? Pero eso no es vida. “Es que eran tiempos es que la gente bebía guaro y 270
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se ponía muy violenta. Ahí donde Tomasita, en la fonda donde viví mucho tiempo, una vez se armó una balacera, y me pasó una bala por el cuello de la camisa. “Voy a devolverme para contarte cómo vivíamos donde Tomasita, para que tengás una idea de lo duro que era. Los cuartos donde Tomasita eran de tres metros de alto por tres metros de largo, y ahí dormíamos seis personas. No toda la gente es aseada, y nos tocaba dormir a seis peones bananeros en tres camarotes. “Siempre le tocaba a uno con las patas de alguien en la nariz, y había carajos que no se bañaban en toda la semana. Imagináte que se quitaban las botas de hule y empezaban a rascarse los yuyos. Vieras qué hediondez. “Ese ambiente bananero hacía que cualquiera cayera en la perdición del guaro y las mujeres. Te voy a hacer una confesión: el primer 31 de diciembre que pasé en la zona bananera lo pasé a la par del río Santa Clara, con una botella de guaro y llorando. Me estaba matando la nostalgia por Desamparados. “Con la Compañía Bananera de Guápiles trabajé muchos años en puestos de mando. Era algo significativo para mí, porque comencé volando machete en dos calles por día, y ganando apenas para pagarle la dormida y la comida a Tomasita y los pases del bus a los Badilla. “Estuve en el nacimiento de finca San José, de finca San Pedro, de finca San Peter y de finca San Antonio, en El Jardín. Ahí duré siete años”.
La transformación “Comenzando a trabajar en San Peter conocí a la señora mía. Inauguraban el primer salón de baile de Cariari, que era del finado don Ramiro Castillo, y de 271
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doña Dinorah, su esposa. “Había llegado a Cariari una maestra de Desamparados, Margarita, que era de la época mía. Nos conocíamos. Un día me dice, ´mirá, yo estoy viviendo en la casa de una gente muy buena. Hoy hay baile, andá por mí y nos vamos a bailar´. “Me vine para Cariari en un chapulín. Ahí estaba Margarita, y esa noche conocí a mi señora, que se llama Ana Luisa Valverde Barboza, hija de la famosa ´Mamá Teresa´, que fue la primera gran pionera de Cariari. “El vacilón es que, cuando eso, la que sería mi esposa era una chiquilla. No había cumplido los 15 años, y no sabía bailar. Bailamos como tres ´piecillas´, y me dijo que no quería bailar más. “Entonces me fui para el famoso ´Machetazo´, que era un prostíbulo de Astúa Pirie. En ´El Machetazo´ mataron a mucha gente. En esa época no había más que bananeras. La primera cantina era la de Ramiro Castillo, luego estaba la de Félix Guluguay, y ´El Machetazo´. No había mucho de donde escoger. “El chile es que me fui, pero a mí me gustó mucho. Tenía una noviecilla en el centro de Cariari, pero nunca le volví. Mario Chinchilla, el gerente, venía mucho a la casa de ´Mamá Teresa´ y nos veníamos juntos. “La chiquilla ni me volvía a ver. Un día fui a hacer un mandado para Palmares, y ella estaba cumpliendo años. Yo me acordé y le traje un álbum. Se lo di, y yo creo que con eso hice los puntos que me faltaban. Pero esa gente era muy conservadora. Antes de que pasara cualquier cosa, ella me dijo ´tiene que hablar con papá´. El papá era el famoso don Manuel Valverde, el padre de todos los inicios en Cariari. “Le dije a mi señora ´voy a hablar con él´. No había 272
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luz, sólo una canfinera en el centro de la sala. Cuando eso, en Cariari había seis o tal vez ocho casitas. Yo estaba sentado en un silloncito de la sala, Ana estaba a la par mía, en el centro ´Mamá Teresa´ y al frente Don Manuel. “Don Manuel me dijo, ´no quiero que ella tenga novio. No me gusta que pierda el tiempo. Le doy tres meses, a ver si es en serio. Si no, mejor no vuelva´. “Cuando eso la verdad es que yo estaba descompuesto por el ambiente bananero. No sólo tomaba mucho licor, sino que dormía en San Pedro con dos mujeres, en una casa de la compañía que me tocaba por ser de la gallada, el segundo al mando. “Primero estaba juntado con una y a los días me llevé a la otra. Dormían las dos en la misma casa, una en cada cuarto. Un día dormía con una y al día siguiente dormía con la otra”.
Don Manuel Valverde “Cuando don Manuel me dijo que me daba tres meses, me tocó el orgullo de macho, seguramente, porque fijate que cuando eso le dije a él que en un mes me bastaba. Llegué a la finca, lo pensé y lo decidí. ´Me voy a casar´, dije en la finca. La gente se moría de la risa, no me creían, y al final, cuando me creyeron, empezaron a pedirle a Dios por mi víctima. “Pero sí estaba decidido. Fui a la oficina de la bananera y le dije a una secretaria que me averiguara cuánto costaban cien invitaciones. Pregunté el nombre de ella y de los papás (el colmo es que no los sabía bien, ni siquiera sabía los apellidos), y a los tres días de haber pedido la entrada, el miércoles llamé a San José, 273
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encargué las invitaciones y vamonós, asunto resuelto… “A los 15 días le dije a las dos mujeres que dormían conmigo, ´vean muchachas, me caso un día de estos, se me va cada una para su casa´. Una se me quiso venir encima y casi me da por la cara. Estaba furiosa. La otra lloró mucho. Me fui y les dije ´cuando venga a mediodía, ya no quiero verlas aquí´. Ahora, hasta que me da vergüenza contar esas cosas, pero es parte de lo malo que uno aprendía en ese ambiente bananero. Gracias a Dios que ha cambiado un poco. “En la tarde se habían ido las dos, por dicha. No creás, tuve miedo de que le prendieran fuego a la casa. A los 15 días salí a San José, le llevé las invitaciones a mamá, para que las repartiera y nos casamos el 2 de agosto. Fuimos novios cinco semanas. “Siempre he sido devoto de la Virgen de los Ángeles, y creo que eso fue lo que me mantuvo el matrimonio, porque yo era terrible”.
Bananero descompuesto “Me fui un tiempo a trabajar con René Medrano, en finca Leticia, de Standard. Me volvieron a llamar de ´El Jardín´, estuve cuatro años más… Y en eso, ya existía Asbana, ahora Corbana, y Guillermo Buguie, era el gerente de Finca Caribe, que era de Asbana. Ahí necesitaban administradores. El presidente de Asbana era Moisés Soto Ballestero, a quien yo conocí en Frutera. “Llegué, le dije a don Moisés que quería hablar con él, le conté, y me dijo que no me iba a dar una carta de recomendación. Me sentí muy mal, y cuando me dispuse a irme, sentí un frío helado por todo el cuerpo. 274
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“Cuando iba saliendo de la oficina, me dijo que no me daba la carta para Asbana, porque más bien él me necesitaba en su bananera. Me estaba vacilando. Me fui para Frutera, me pusieron de jefe administrativo, y de encargado de los talleres, las bodegas y las construcciones de Frutera y de Formosa. “Estuve ahí como once años. Cuando Moisés vendió, me pasó para Agrícola Ganadera Cariari. Ahí comencé como encargado, como administrador, y tuve que hacer todos los trabajos de la finca. “Vivía en una casa que está en la entrada de Cariari. Era una casa de madera, de Fernando Gamboa (qdDg). Ahí me fui a vivir. La casa que está al frente era de los Garita, la reparé y ahí se vino a vivir Don Moisés Soto. Yo vivía al frente del patrón. “Trabajé en banano como 25 años, hasta que los hijos ya estaban en el colegio. Yo tomaba demasiado. Un día un primo le dijo a Julio, mi hijo, que yo lo iba a cambiar a él por una botella de guaro. “Cuando me di cuenta, eso me golpeó tan profundo, que vi que tenía que salirme de esa vida. La única salida para mí del licor era también salir del ambiente bananero”.
“Dejé de tomar” “Dejé de tomar, al extremo que ahora no tomo nada. Yo era un borracho de todos los días, pero trabajaba. Si tenía que estar a las cinco de la mañana, y llegaba a las tres bien borracho, me echaba al agua y a las cinco estaba en el trabajo. En todas las compañías que trabajé, trabajé dos veces. Si me volvían a llamar era por algo. “A las nueve de la mañana, me tenían en la fonda el 275
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pinto y una cerveza. Dejé de trabajar en las bananeras cuando el dólar estaba a 8,60. Ganaba 15 mil colones mensuales, que sería como 600 mil colones ahora. “Con las bananeras, se fueron el guaro y las mujeres. Imagináte que yo era el que firmaba los enganches para entrar en el boxing. Por eso, llegaban las mujeres a buscarme hasta en la casa. No respetaban ni mi hogar. “Después me dediqué a la construcción. La clínica de La Rita la hice yo, la segunda parte de la Clínica de Cariari también, el supermercado ´Caribeña´, el edificio donde ahora está la librería ´La Hormiguita´. He construido mucho para las bananeras, especialmente para Standard. He construido casas administrativas y sodas…”.
Pescador y entrenador “Ahora voy cada quince días a Tortuguero. Me encanta pescar. Mis hijos tienen un pedacito allá y un ranchito. Disfruto mucho la vida. Tengo 60 años. Me arrepiento de esa vida llena de guaro y de mujeres. Todo eso me dejó una experiencia. Si yo pudiera comenzar de nuevo, mi vida sería otra cosa. Si fuera joven y tuviera esta experiencia, jamás cometería los mismos errores. “De todo ese tiempo, lo único que rescato fue mi gran experiencia como promotor del deporte en la zona. Fui entrenador de la Selección Bananera de Futbol. Con el apoyo de Moisés Soto y de varios finqueros, tuvimos mucho éxito. “Tuvimos muchos jugadores de Roxana, de Formosa, de Finca San José, de Formosa y de Frutera. La base era la Selección de ´El Jardín´. “Los equipos de la zona eran el Independiente de Don Manuel Méndez (qdDg), el Pococí de Don Rogelio 276
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Alvarado y el Santos de Don Cecilio Arias… Les ganamos a todos, y hasta jugamos una final de Tercera División contra Sagrada Familia. “También le ganamos a todos los equipos de la provincia. Derrotamos a los de Siquirres, los de Guácimo... Al de ´Transportes´, ´El Turbo´, ´El Carmen´, ´Madre de Dios´ e´Imperio´. Nuestro uniforme era celeste, como el del equipo de la universidad. “De esos años en los que el guaro y las mujeres me vencieron, también rescato que estuve en la primera Junta de Desarrollo Comunal de Cariari. Era secretario de esa junta, en la que también estaban mi suegra, ´Mamá Teresa´, don Mercedes García, Don Mecho y Don Orlando Alvarado. El presidente era don Juan Sosa, y yo era el encargado de llevar las notas. En ese tiempo hicimos un enorme trabajo por la constitución de todos los servicios y todas las instituciones en este Cariari que queremos tanto”.
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Jorge Rossi
Decencia con pantalones Es el primer político del que escuché hablar en la vida. Hace casi medio siglo, uno de mis abuelos simpatizó con su candidatura presidencial y le ayudó en Cervantes de Alvarado, Cartago, y mi otro abuelo, de San Rafael de Poás, Alajuela, fue directivo, junto a él, de la Cooperativa Victoria, en los años 50. Siendo yo un escolar, escuché a los dos hablar de Jorge Rossi como un ejemplo de virtud, lealtad, transparencia y honradez. “Es tan correcto que no parece político”, decía uno de mis abuelos. Hace muchos años murieron los papás de mis papás, pero la imagen de Rossi que ellos me construyeron está fresca en mi memoria. El hombre que manejó la Hacienda del país en los años 50, con Don Pepe en la Presidencia de la República, y que se salió en el 57 de Liberación Nacional como protesta por un atropello dentro de su estructura, a la postre le quitó los votos a don Chico Orlich para que ganara don Mario Echandi en el 58. Luego fue Vicepresidente de Don Pepe en el 70, diputado de Óscar Arias en el 86 y miembro de la famosa primera comisión parlamentaria de investigación contra el narcotráfico. Pero Rossi es mucho más que eso. Finquero desde que era un muchacho, tiene un gran ejemplo de desarrollo parcelario en lo que fue su finca El Sauce y parte de la finca Bonilla, ubicadas entre Turrialba y Siquirres. Pero sus fincas no sólo son famosas por el hecho de que haya convertido en propietarios a cientos de peones y vecinos, sino porque una de ellas cuenta con dos lagunas 278
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bellísimas, que parecen dos grandes camanances en el rostro de la tierra. La laguna más grande mide 37 hectáreas y alcanza una profundidad de 30 metros, y la otra mide 8 hectáreas. El paisaje es paradisíaco. Cuando quiera, don Jorge podría desarrollar un proyecto turístico. Aunque primero nos reunimos en su casa, en Curridabat, concluimos esta entrevista en su finca, a una hora de Guápiles. Nos esperaba con caballos ensillados y la ilusión de que recorriéramos su finca. Nos llevó por sus plantaciones de varios miles de árboles y de flores, por los potreros donde cría una raza de ganado muy poco común (Red Poll, rojo mocho) y por los seis pueblos que se han formado en los alrededores gracias a su visión agraria.
De origen cartaginés Don Jorge Rossi nació en Cartago el 25 de enero de 1922, en el hogar de José Rossi Monge y Amalia Chavarría Flores. Su papá primero fue agricultor en esa región, y en los años 30 se fue hacia el Atlántico y trabajó en banano y en ganadería. Don Jorge confiesa que su padre era un ganadero de gran afición y conocimiento. “Crecí en Cartago. Hice la primaria en las dos escuelas tradicionales de la ciudad. En ese tiempo, la Escuela Ascensión Esquivel iba de primero a tercero, y la Escuela Jesús Jiménez de cuarto a sexto. Hice tres años en cada escuela, y estuve durante el primer año de secundaria en el Colegio San Luis Gonzaga. “Fernando Guzmán Mata, quien fuera diputado de nuestro país en la administración de Daniel (Oduber) fue mi compañero de pupitre en esos tiempos. 279
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“Nosotros somos tres hermanos, yo soy el mayor. Mis hermanos se llaman Hernán y Álvaro. Hernán se ha dedicado más a la agricultura, es agrónomo, estudió en Estados Unidos y ahora vive en el Canadá. Es un granjero canadiense. Álvaro vive aquí, y ha tenido empresas de servicio en actividades navieras y de transportes. “Después de vivir la niñez en Cartago, nos vinimos para San José. Ya mi papá viajaba al Atlántico. Yo entré al Colegio Seminario y estuve ahí de segundo a cuarto año. En ningún colegio privado se daba bachillerato, por lo que uno tenía que pasarse a un colegio público. Por eso, me pasé para el Liceo de Costa Rica. Ahí terminé la secundaria. “Fui compañero de Daniel Oduber en el Colegio Seminario, en el Liceo y en la Facultad de Derecho. Tengo muchos recuerdos. Primero fue una relación de hermanos, y después se me volvió una relación muy dolorosa. “Cuando murieron los papás de Daniel, él se fue a vivir a mi casa. Se relacionaba con nosotros como un cuarto hermano. Por eso, después fue muy lamentable todo lo que me hizo o me quiso hacer, que era el resultado de su excesiva ambición. “Daniel era ingenioso, travieso, pero muy buen estudiante. Sin mucho esfuerzo sacaba muy buenas notas. Era muy ocurrente y simpático. Yo, más bien, era tranquilo, un muchacho de familia. “Otros compañeros eran Jaime Alem; Gil Chaverri, el químico; Alejo Dobles, y Rafael París, quien luego fue diputado y gobernador de Puntarenas. “Mis padres me indujeron a que tomara un curso de mecanografía cuando estaba en tercer año de secundaria. Y cuando estaba en cuarto año entré a la Escuela de Comercio Manuel Aragón. Mientras terminaba el colegio, iba a la escuela de comercio por las noches, y me gradué 280
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de contador mercantil cuando estaba en los primeros años de estudios de Derecho. “En esa escuela me propusieron que me quedara, por lo que di el curso de Redacción Comercial durante unos cinco años. “Comencé en la Escuela de Derecho en 1939. La universidad fue creada en 1940, así que en el curso de nuestros estudios se transformó de escuela en la facultad. Empunchado “Comencé a trabajar recién salido de bachiller, de 17 años, a principios del 39. Conseguí un trabajo en una agencia comercial de representación de casas extranjeras, de materiales de construcción. En ese año, al estallar la guerra, se cortó el comercio con Europa. Eso hizo que se intensificara el movimiento con Estados Unidos. Durante mucho tiempo estuve estudiando por las mañanas en la Escuela de Derecho; por la tarde iba a la empresa, que se llamaba Fred Schumacher y compañía, y en la noche daba clases en la Escuela de Comercio. “En 1944 me correspondió ser representante de la Facultad de Derecho en la Federación de Estudiantes de la UCR, y también fui presidente de la FEUCR. Por eso, asistía a las reuniones del Consejo Universitario. El secretario de la FEUCR era Mario Quirós Sasso, quien fuera Ministro de la Presidencia de Don Chico Orlich y de Obras Públicas de Don Pepe. “Fuimos los representantes de los estudiantes en el año 44. Fue un año de gran efervescencia política, sobre todo por culpa de las elecciones fraudulentas. Tuve una experiencia muy especial: en el curso de ese año vencieron los períodos de los primeros funcionarios de la universidad nombrados al constituirse la institución. El gobierno quiso que se reeligiera al rector, mientras que, 281
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como secretario, renunciaba Rogelio Sotela, quien era abogado y poeta, y el gobierno quiso que se postulara su Secretario de Educación. “Era muy buena gente, pero estaba apoyado por el gobierno, es decir, que iba con un plan político. Los dirigentes estudiantiles promovimos un movimiento de oposición a las candidaturas oficiales, y elegimos como rector a José Joaquín Jiménez Núñez, con la colaboración de un sector del profesorado. Tanto Mario Quirós como yo lo reconocíamos como un valor independiente”.
Al lado de Brenes Mesén “Devolviéndonos un poco, desde antes del año 40 me vinculé al Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales. Estuve desde el inicio, en el 38, cuando Roberto Brenes Mesén vino con la idea de integrar un grupo de jóvenes estudiantes y profesionales que discutieran los problemas nacionales desde un centro de estudio. Yo estuve desde el primer momento. No entré por simpatía con Brenes Mesén. No lo consideraba un gran ejemplo, sobre todo por identificación con mis padres, puesto que él colaboró con los Tinoco. Había sido Ministro de Educación en el gobierno de González Flores y luego siguió durante la dictadura. Por razones de formación política, aquello no podía agradarme, porque mi papá había sido asistente del General Chao, el mexicano, uno de los generales de Villa, y que no era un matón, era un profesor, igual que Felipe Ángeles. “Reconocía yo que don Roberto Brenes había vuelto, después de muchos años de haber vivido en Estados Unidos, con muy buenos criterios de cultura y de civismo. 282
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“Entré al Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales por invitación de mis compañeros, Rodrigo Facio y Gonzalo Facio. En el Centro fui director de la revista Surco y presidente de la junta directiva. Y por el criterio político formado en el Centro, tomamos Mario Quirós y yo muy en serio nuestra representación estudiantil. “En la Facultad de Derecho estábamos Daniel (Oduber); Abel Robles; Fernando Monge Alfaro, hermano de Carlos Monge; Álvaro Cubillo, quien era diputado por Guanacaste; Emanuel Thompson; Arturo Moncada, Mario Herrera Barrantes y Guido Herrera. “Mientras tanto, en el Centro estábamos, entre los que comenzamos siendo estudiantes, Rodrigo Facio, Rodrigo Madrigal Nieto, Gonzalo Facio y yo; también había estudiantes de economía, como Rafael Alberto Zúñiga Tristán; entre los profesores jóvenes destacaban Carlos Monge Alfaro e Isaac Felipe Azofeifa, y entre los jóvenes profesionales, los licenciados Paúl Chaverri, Adrián Chaverri, Julio Ruiz Solórzano y Manuel Antonio Quesada Chacón. “En el centro promovimos mucho la formación de cooperativas. Estuvimos muy activos en la promoción de la Cooperativa Victoria. En los años 44 y 45, después de que me gradué, hice un viaje recién casado, en mi primer matrimonio, para estudiar el movimiento cooperativista en Canadá y Estados Unidos. Al regreso, colaboré con la Central Rerum Novarum. El gran organizador de la Rerum Novarum era el Padre Benjamín Núñez, por encargo de Monseñor Sanabria. Yo dirigía la sección de cooperativas y Luis Alberto Monge la sección de sindicatos. “Me ofrecieron la Cátedra de Cooperativas y Sindicatos, en la Escuela de Ciencias Económicas de la UCR. En 283
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el primer curso todos los alumnos eran mayores que yo. Recuerdo que ahí estaban Álvaro Castro Jenkins, Guillermo Masís Dibiasi, Rufino Gil Pacheco, Guillermo González Truque y José Rafael Echeverría Villafranca. “Di esos cursos hasta el año 53, cuando me nombraron Ministro de Hacienda, en el primer gobierno constitucional de Don Pepe. “Dentro de las actividades universitarias, fue muy importante el triunfo de Jiménez Núñez, en contra de la voluntad del gobierno, porque así se acentuó la autonomía universitaria. Los nombrados fueron el doctor Jiménez Núñez, Decano de Odontología, y Enrique Macaya como secretario. Don Enrique era Doctor en Filosofía y en Derecho, pero estaba dedicado a su negocio de venta de maquinaria agrícola. Se llamaba Ferretería Macaya. Eso quiere decir que, en ese momento, no había espacio en Costa Rica para las figuras académicas. “Los estudiantes propusimos como rector a Enrique Macaya, pero, según la ley, el rector tenía que estar incorporado a un colegio profesional, y él no estaba en ninguno”.
En todo “En esos años de la década de los 40, buena parte del tiempo estuve trabajando. En el año 42, adquirí la finca El Sauce. Yo tenía 20 años. La finca pertenecía a un alemán que era amigo de mi familia, y que fue enviado a un campo de concentración. Él nos ofreció la finca, porque la Junta de Custodia organizada por el gobierno iba a hacer posesión. La adquirí para compartirla con mis hermanos, que en ese momento estaban estudiando en Estados Unidos. “La finca está en Santa Teresita de Turrialba. El Sauce es de mil hectáreas. Poco después compramos esta otra finca, 284
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la de la laguna. Del año 42 en adelante me ocupé ya de esta actividad. En ese momento, todavía estaba terminando los estudios de Derecho y estaba muy metido en el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales. En el 44 se me juntó la responsabilidad de la representación estudiantil, así como la dirección del Diario de Costa Rica. “Ya te cuento cómo fue que nació eso. Hubo un fraude tremendo, pues, cuando los resultados electorales pasaban de las mesas a la Casa Presidencial, invirtieron los resultados. Aparte, impidieron que mucha gente votara, y la policía mató a Timoleón Morera en Alajuela y a otras cinco personas en Llano Grande de Cartago. “En protesta por el evidente fraude electoral, don Otilio cerró el Diario, y los del Centro nos atrevimos a pedirle que nos lo diera para reabrirlo. Para dirigirlo, el Centro nombró a tres miembros. Originalmente éramos Rodrigo Facio, Ottón Acosta y yo. “Recuerdo mucho a Rodrigo Facio. Era el hombre más sobresaliente de la generación nuestra, una persona de un gran equilibrio intelectual. Tenía una enorme vocación cívica y era muy recto. También tenía mucha capacidad. Fue una gran pérdida para el país. Él debió haber sido presidente. “Íbamos un día cada uno, por turno. Estuve como 3 meses. En la mañana estudiaba, en la tarde trabajaba, y daba clases por la noche. Aparte, tenía lo de la FEURC y la finca en Santa Teresita. “En ese tiempo, mi hermano ya había regresado y era el encargado de la finca. En el año 44, en sociedad con Daniel Oduber, compramos esta finca, la finca Bonilla, donde están las lagunas. Eran otras mil hectáreas. “Originalmente compramos al crédito estas 2 mil hectáreas, pero ahora sólo tengo 300 hectáreas como resultado del parcelamiento”. 285
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Mucha actividad política “Teníamos reuniones periódicas del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, y mucha actividad por la crisis política. Desde el Centro presionamos, junto a otros sectores, por la creación de un tribunal electoral. “Fue muy ardua la lucha por el establecimiento de la libertad electoral. El país nunca la había tenido completa, lo cual había permitido muchos fraudes. Parte de los movimientos de protesta fue la Huelga de los Brazos Caídos. Durante el tiempo que tuvimos El Diario de Costa Rica promovimos mucha actividad de protesta en contra de la actividad pública. “Durante mi viaje a Canadá y a Estados Unidos, del 44 al 45, que fue de ocho meses, aparte del estudio de cooperativas, me ofrecieron un trabajo en Washington. Se necesitaba alguien que tradujera noticias al español en una dependencia de la Conferencia Episcopal que mandaba noticias del mundo a América Latina. “A la vuelta, comencé las clases de la universidad, en la cátedra que te conté. A finales del 44 y durante el 45, poco a poco el Centro se convirtió en el Partido Social Demócrata, del cual no participé como dirigente”, dice don Jorge. En eso entra su esposa, doña Marie Bravo Rudín, con un paquete enorme de libros. Ella ha escrito seis novelas y dos libros de cocina. Saca los libros de una bolsa, le hace una señal de disculpa a su marido y se pone a hablar de su trabajo. Después de acceder con una sonrisa de satisfacción, don Jorge inicia a secundarla en la explicación de cada obra. Primero me regala ´Wend´, y don Jorge se apresura a comentar que es la vida de un policía de la Montada del Canadá. 286
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Luego, don Jorge saca de la bolsa de su esposa, el libro “Una mujer valiente”, y doña Marie confiesa que es la historia real de una mujer que ella conoce. Y sin malicia, me entrega “Cocinando con amor, libro de cocina para recién casados”. Celebro el libro con una carcajada. Le pido que me regale dos en lugar de uno, y asombrada me pregunta si me he casado dos veces. Ahora la risa es de todos. Don Jorge me explica que “Montefrío”, es la historia de la familia de su esposa, quien es nieta de don Juan Rudín, el suizo que trajo el gobierno para formar maestros, el maestro de maestros. “Por parte del papá, doña Marie es española. Su papá era andaluz”, dice don Jorge, y le brillan los ojos al hablar de su señora. “´La cuerda de un violín´ trata de la vida de una familia en un castillo donde asustan”, me dice don Jorge, con entusiasmo y con luz en la boca. Está convencido de que es un libro interesante. “Lo de los sustos está muy metido en la obra de mi esposa. En ´Wend´, por ejemplo, el policía se encontraba en la montaña algo que parecía un fantasma, pero después vio que era real, que era una muchacha, y se casó con ella”, explica. Doña Marie agrega que es una novela de amor. “Todas mis novelas están llenas de amor”, explica. Concertamos con la señora una entrevista para la radio, y don Jorge reacciona feliz, y le ofrece que él la lleva. “Yo he tenido mucho que ver con la publicación de las obras de mi esposa. Le he ayudado a revisar. En pocos años ha publicado un montón de obras”, dice, orgullosísimo.
Cerca del 48 “Poco antes de los ´Hechos del 48´, atendía las fincas y 287
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daba clases en la universidad. “Trabajé mucho en la preparación del ambiente de oposición a aquel gobierno. Teníamos muchas reuniones con grupos, y hacíamos publicaciones del Centro en los periódicos. “Todo nuestro grupo había apoyado a don León Cortés en el 44, y después de las elecciones para diputados del año 46, cuando ya se aproximó la crisis, entendimos que teníamos un compromiso de participación en la campaña de Otilio Ulate. “Hicimos un esfuerzo muy grande el padre Benjamín Núñez y yo para acercar a Monseñor Sanabria y a Don Otilio. Había un movimiento creciente de incomprensión. “Antes de hablar de las elecciones, devolvámonos un poco para explicar que el Partido Social Demócrata impulsaba a Don Pepe, quien tenía poco apoyo político en ese momento. Dentro de la Oposición al gobierno, había un movimiento de intelectuales y revolucionarios con Don Pepe, otro de capitalistas con don Fernando Castro Cervantes, y uno popular, de respaldo a Ulate. “Para unificar a la Oposición primero hicimos una convención. En esa convención, los de Figueres apoyamos a Ulate para ganarle a Castro Cervantes. Luego, entendimos que todos teníamos que apoyar a Ulate en la campaña contra Calderón Guardia. “A Don Pepe yo lo conocí cuando estuve en la oficina de Alberto Martén. Es que don Alberto nos invitó a Eloy Morúa, a Virginia Martén y a mí a incorporarnos en su bufete. Estuve un tiempo, pero no me atrajo la práctica del Derecho. “Conocí a Don Pepe estando yo en el bufete. Era tan atractiva su personalidad, y llamaba tanto la atención por el éxito de sus empresas desde muy joven… En ese momento, don Pepe tenía unos 38 años. Después de su 288
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exilio lo traté más. “Vienen las elecciones y la crisis posterior. Se genera la tormenta con el fraude y con la muerte del doctor Valverde. En ese momento, no estuve organizando el movimiento, pero mi papá sí. “La asociación de banqueros quiso intervenir cuando ya se venía la guerra. Querían encontrar algo que pudiera evitar la confrontación armada pero que resolviera el problema político. Yo estaba en la asociación porque era miembro de la directiva del Banco Lyon, que era el único banco privado. “Inmediatamente después de la muerte del doctor Valverde, mis dos hermanos se vinieron a caballo desde las fincas de Turrialba. En medio de la actividad que yo tenía, mi empeño era sostener un poco la cosa mientras tratábamos de buscar una solución. “Pero Don Pepe estaba en los últimos preparativos para la guerra. Mi papá me dijo ´sus dos hermanos ya se fueron para La Lucha, vaya a darle una vuelta a las fincas para dejar las cosas organizadas´. Él ya se iba para Cartago, para cooperar en la movilización de gentes a La Lucha. “En ese tiempo, el recorrido hacia las fincas era en tren. Cuando venía de regreso, en el tren me enteré que había reventado la guerra. Al llegar a la estación de Túnel Camp, me encontré con un mensaje de mi papá, que me quedara en la finca hasta nuevo aviso, porque con seguridad me detendrían, pues, ya sabían que mis hermanos estaban en La Lucha. Había un control policial que no me iba a permitir llegar a San José. “El mensaje me lo mandó mi papá con mi señora, mi primera esposa, que en paz descanse, Virginia Umaña Volio. Yo me había casado de 22 años. Me mandaron el mensaje con ella, quien vino acompañada por su papá, el 289
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doctor Rubén Umaña. “Me fui con mi señora para la finca, y el doctor se regresó en el tren. Había mucho riesgo de captura. Había muchos presos en Cartago y en San José. El gobierno llenó las cárceles de gente de la Oposición. Y tras de todo, se descompuso un radio que era el único medio de comunicación que tenía en la finca”.
La toma de Limón “Estuvimos allá hasta que tuve conocimiento de la Toma de Limón. Gracias a una información que me dio un empleado del ferrocarril, supe que mi hermano Hernán estaba de comandante en Siquirres. Bajé a la estación de Peralta, me comuniqué por teléfono con Siquirres, y me dijeron que ya teníamos el dominio en Limón. “Tomé un motocar y me fui para Limón. Asumí la Secretaría de la Gobernación con don Alfonso Goicoechea, que fue el representante de Don Pepe en la Legión Caribe durante la toma de Limón. En ese momento ya estaban luchando en Cartago. “Al organizarse el gabinete, me nombraron director del Banco Nacional. En eso estuve hasta el año 53, que fue cuando Don Pepe me nombró ministro, durante su segunda administración, y la primera por la vía electoral. “Después del ofrecimiento de Don Pepe, le dije que no estaba seguro de que yo fuera la persona adecuada, y me dijo que sí, aunque admitió que personas que me conocían dijeron que mi experiencia era para un puesto administrativo. “Don Pepe me dijo que Daniel (Oduber) le dijo eso. Daniel lo que quería era que yo estuviera en el Consejo Nacional de Producción. Me duele decirlo, pero Daniel no quería que yo surgiera. Yo era Ministro de Hacienda 290
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y él era embajador itinerante en Europa, pero él hubiera preferido que me pusieran en el CNP y que yo no tuviera mayor incidencia en el gobierno. “Me dijeron mis papás que Daniel llegó a hablarles para que me convencieran de que no aceptara, porque no me convenía. Les expliqué la propuesta de Don Pepe, y les dije que ya la había aceptado. “En el Ministerio de Hacienda hubo mucha actividad. Uno de los trabajos que me tocó llevar adelante fue la reforma del impuesto sobre la renta, para subir el impuesto máximo del 15 al 30 por ciento. También me correspondió una reforma de los contratos con la United Fruit Company. “Conseguimos que aceptaran pagar el 30 por ciento y que cedieran en una cantidad de privilegios de importación sin aranceles que tenían. Los pusimos al mismo nivel que los empresarios nacionales. “Lo del impuesto de la renta fue muy impopular, pero era necesario. Creamos el INVU, donde estuvo muy metido Rodrigo Carazo, quien era de los más jóvenes en el Centro de Estudio de los Problemas Nacionales. Por cierto que yo fui quien lo invitó a integrarse al Centro, al igual que invité a Fernando Volio Jiménez. “Del grupo derivado del Centro de Estudio que cooperó en la preparación de la campaña para Don Pepe, salió el proyecto del INVU, que aprobaron en el Congreso en el gobierno de Figueres. Rodrigo fue el primer gerente del INVU”.
La semilla del BID “Como Ministro de Hacienda tuve muchas realizaciones. Algo de lo más importante fue mi injerencia en una 291
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reunión del Consejo de la OEA con los Ministros de Economía y Hacienda, en Río de Janeiro, donde se tomó el primer acuerdo para crear al Banco Interamericano de Desarrollo, el BID. “La delegación nuestra fue decisiva. En la delegación llevé a Rodrigo Facio, que era rector de la UCR y vicepresidente del Banco Central; a Raúl Hess, quien después fue Ministro de Hacienda; a Rodrigo Soley, que era el asesor legal del Ministerio de Hacienda; a Rafael Alberto Zúñiga, gerente del Banco de Costa Rica; a Jorge Hazera, secretario de la embajada nuestra en Washington, y a Jorge Borbón Castro, quien era el presidente del Instituto del Café. Hasta Borbón era estratégico, aunque no tuviera nada que ver con el gobierno. “La participación que tuve ante la delegación de Estados Unidos fue decisiva. El Subsecretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Holland, tenía buena amistad conmigo. Había estado en Costa Rica. Encontramos eco en algunas delegaciones latinoamericanas. En Colombia estaba Carlos Lleras Restrepo, quien luego fue presidente del país. Era opositor al dictador Rojas Pinilla. Con el apoyo intelectual de Lleras y de Rodrigo Facio presionamos para la creación de una institución interamericana de crédito para el desarrollo. “Holland me llamó y me dijo que por qué estábamos insistiendo tanto con esa idea si ya existía el Export and Import Bank, mejor conocido como Exim Bank, que tenía la finalidad de ayudar a los proyectos de desarrollo. Le dije que en Costa Rica había un ferrocarril que era propiedad de una empresa inglesa, que estaba en una crisis muy seria porque la zona en la que trabajaba estaba muy afectada por la difícil situación bananera derivada de la guerra. Le expliqué que tenía locomotoras viejas de carbón y que 292
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le hizo una solicitud al Exim Bank para comprar cuatro locomotoras diesel eléctricas a la General Electric, una empresa norteamericana, pero que el Exim Bank dijo que no, porque no quería financiar empresas que tuvieran más de diez años de presentar problemas financieros. El banco negó el crédito sin preguntar las razones de su crisis y sin preguntar de qué manera se iba a servir la empresa de esa inversión para salir de la crisis. “En ese tiempo, yo era director del Banco Nacional y logré que con los escasos recursos que teníamos le financiáramos a la empresa inglesa la compra de ese equipo norteamericano. Le dije a Holland ¿usted cree que con esos criterios se puede fomentar el desarrollo?. “También le dije que LACSA estaba gestionando en el Exim Bank un crédito para comprar dos aviones nuevos y que no les habían resuelto nada. Me dijo ´déme dos días de tiempo´. A los dos días me volvió a llamar, me dijo que pusiéramos una moción para que el Consejo de la OEA estudiara la posible creación de un organismo de financiamiento interamericano. Me dijo ´póngase de acuerdo con Carrillo Flores´, el Ministro de Hacienda de México. También me anunció que nos acababan de aprobar el crédito de LACSA. Él lo consiguió desde Río de Janeiro. “Rodrigo Facio me preguntó qué hacíamos con Carlos Lleras Restrepo. Yo le dije ´convencélo vos´. Es que había que convencerlo para que se acordara emprender el estudio para crear la institución y no que de una sola vez se creara. “Nos apoyó Felipe Herrera, de la delegación chilena. A la larga, fue el primer presidente del BID. “El nacimiento del BID fue uno de los grandes logros de la administración Figueres, y casi nadie lo sabe, como tampoco se conoce de la compra de los aviones por nuestra 293
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gestión con el señor Holland y el Exim Bank”. Ministro a los 31 “Fui ministro de Hacienda a los 31 años de edad. No pude olvidar fácilmente lo que Daniel le dijo a don Pepe y a mis padres. Sin embargo, tengo una excelente relación con Marjorie, su esposa. Me encontré una fotografía del día en que murió Daniel. Horas antes, en San Ramón hubo un homenaje a Chico Orlich, y en esa actividad no lo dejaron hablar. En la foto de ese día estamos Daniel, Óscar Arias y yo en un ambiente muy amistoso. “Años después, en una reunión de los ex diputados de Óscar Arias, que nos reunimos un par de veces por año desde inicios de los 90, Óscar contó que estaban muy resentidos porque supuestamente él no había dejado que Daniel hablara en aquella ocasión, y aclaró que no era quien lo había impedido. “También me tocó el manejo de la crisis de la invasión del 55. Estuve al frente de las gestiones para adquirir los aviones de combate que nos ofreció el gobierno de Estados Unidos, al precio simbólico de un dólar cada uno, como consecuencia de que el Consejo General de la OEA aconsejó a los países afiliados que vendieran armas y aviones a Costa Rica por no tener ejército”. A esta altura de la conversación, andamos a caballo por la finca. Cambia de tema. Empieza a hablar de su ganado Red Poll, de sus caballos, de las lagunas. “Estas fincas me cambiaron la vida. Compramos la finca El Sauce en 1942 y la finca Bonilla en el año 44. Antes de ser del alemán que te conté, El Sauce fue de don Arturo Volio. Mi papá la conoció muy bien porque don Arturo andaba muy metido en política y papá le ayudaba con la finca. “Pero estas fincas no me han cambiado la visión de 294
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la vida por lo que nos han dado, sino por lo que hemos aprendido con ellas. En un momento difícil, parcelamos la finca El Sauce, con la idea de ayudar a resolver la situación financiera de un pariente. Empezamos a vender parcelas sobre todo a los peones, y después comenzamos a venderle a gente de otras partes. Vendimos parcelas de dos, tres o cinco hectáreas”.
Fundador de seis pueblos “Comenzamos en el año 65, y ahora hay seis pueblos, El Cas, El Llano, Bonilla, El Sauce, Palomo y El Oriente, hay cinco escuelas y una más en proceso, y hay más de mil habitantes, según el último censo. “Por ejemplo, este señor que nos ha acompañado por el recorrido a caballo y en carro, don Roberto Vega, es el mandador de mi finca y el presidente del Banco Comunal, que le brinda crédito a personas de estos seis pueblos. “En todos los pueblos hay un salón comunal, una iglesia, una delegación de la guardia rural y una plaza de futbol”, dice don Jorge, muy satisfecho; gracias a esta significativa experiencia, también tuvo la cátedra de Política Agraria en la Escuela de Agronomía de la UCR durante 20 años -Todos esos terrenos comunales los donó don Jorge, agrega don Roberto, mirando a su jefe con gratitud. “El Banco forma parte de la Fundación Integral Nacional Campesina, FINCA, y don Jorge puso el capital inicial con su empresa CORMAR”, agrega don Roberto. Nos subimos a un carro de don Jorge, y hacemos un recorrido por los pueblos. Él va saludando con la mano a toda la gente. Invariablemente, todos y todas se vuelven al paso del vehículo, levantan la mano y dicen “Adiós, don Jorge”. 295
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El primer pueblo al salir de la finca es Oriente. Viene un hombre a caballo. Don Jorge saca la cabeza por la ventana y le dice ´quiubo, ¿qué tal, Miranda?´. Lo saluda con suma familiaridad. Lo conoce de toda la vida. Nos va explicando todos los detalles. Nada se le escapa. Conoce de memoria los pueblos y la distribución de la tierra. Podría montar mapas a ojos cerrados. -Esta es la parcela de uno de los trabajadores más antiguos, dice don Jorge. “Toda la gente que vive en estos pueblos, o trabajaban en nuestras fincas o se vinieron a trabajar y aprovecharon la oportunidad de empezar en esta zona con su tierrita propia. Dábamos muchas facilidades de pago”, cuenta don Jorge, y la alegría se le siente en la voz, y se le ve en las manos y en los ojos. “Ahora estamos muy preocupados porque casi todos han tenido café y ese cultivo está muy mal en este momento. Estamos pensando cómo les ayudamos a cuidar el cultivo, y vamos a ver cómo les ayudamos también a diversificar la producción. Queremos llevarlos a Puriscal, a ver si les puede ir mejor sembrando frutas, como ha ocurrido con algunos agricultores de ese cantón. “El que tiene un negocio aparte puede sostener el café mientras se compone, pero el resto tuvo que abandonar los cultivos”, explica don Jorge.
Dueño de una ilusión Le pide a su chofer que se detenga en el inmueble del Banco Comunal. Mirando a su mandador dice, “Don Roberto Vega Rodríguez es el presidente. Don José Abel Salas Guillén está al frente de la atención en este local, recibe la solicitud, 296
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y la remite a la junta, que se encarga de estudiarla”. Don Roberto nos muestra el pequeño edificio, que es como un salón comunal con divisiones y bien cuidado. “El primer fondo lo aportó don Jorge, el BID también hizo un aporte, y otra fundación que también nos da recursos es FUNDEBASE”, comenta don Roberto. “Actualmente manejamos una cartera de más de 60 millones, y contamos con unos 200 socios. Los servicios se abren al cliente, pero todos son conocidos de aquí, de estos pueblos”, agrega. Don Jorge toma la palabra para explicar que a muchos se les ayudó a pagar sus parcelas. “Recuerdo muy bien que la primera junta rural fue en Atenas. Yo fui el día que celebramos la constitución de esa junta. Fue el inicio de esta modalidad de institución. “Durante muchos años ocupé puestos públicos y nunca quise traer mejoras a estas comunidades por haber nacido de una particular política agraria de mi familia. Siendo ministro, en la década de los 50, no apoyé alguna gestión para construir la carretera, ni en los 70 lo hice, cuando fui Vicepresidente de la República. Tuvieron que esperar hasta los años 80, cuando estuve en la Asamblea Legislativa porque entonces sí era diputado por la provincia y además, ya no tenía una propiedad extensa, sino que de ella habían surgido los seis pueblos”, confiesa. Está en eso don Jorge, precisamente cuando pasamos frente a la plaza del pueblo El Sauce. Está entrenando el equipo de futbol, que se llama ´José María Rossi´, al igual que su hijo. Al lado de la plaza, está la oficinita de la Guardia Rural, el comedor del CENCINAI y la Iglesia Católica. Don Jorge le pide al chofer que detenga el vehículo y se baja con el anuncio de que me dará una sorpresa. 297
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Me bajo en carrera detrás de él, que va entrando a la iglesita. Adentro, después de ponerse de rodillas para saludar al Altísimo, empieza a buscar en todas las paredes, hasta que ve el objetivo de su visita. “Ajá”, dice feliz, y me hace una seña con la mano para que lo siga. En una de las esquinas del templo, como escondida, está una pintura de Jorge Gallardo. Se llama ´En el taller de José´. -Un día, hace muchos años, me encontré a Jorge Gallardo y le encargué la elaboración de una pintura para esta iglesia. Aquí está, bien cuidada. Esta pintura salió en una estampilla. Yo la tengo guardada por ahí. La conseguí con un amigo filaterista. Cuando volvemos al carro, don Roberto nos cuenta que de los seis pueblos el único que no tiene escuela es Oriente, pero que ya está en construcción y que la propuesta del pueblo es que se llame ´Centro Educativo Jorge Rossi´.
Viaje al inicio Al final del camino está la casa vieja de la finca El Sauce. Don Jorge afirma que la tuvo del año 42 al año 82, y que luego se la vendió al empresario Alfonso Robelo, quien, en ese entonces, era embajador de Nicaragua en Costa Rica. Le pido que vayamos a la casa. Me dice que ya no es de él. Le digo que le podemos pedir permiso al mandador de la finca El Sauce. Cuando está frente al portón, antes de abrirlo me dice que tenía 20 años de no venir, y que, al inicio, se tardaba hora y media a caballo desde Túnel Camp, que era el sitio donde los dejaba el tren. Camina por la casa reconociendo cada rincón, cada 298
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puerta, cada estancia. - Aquí arreglaron el piso, dice en la sala. Luego, pasa diez minutos dándole vueltas a la casa. Pasa ese tiempo en silencio. Ya de vuelta para la casa de Bonilla, donde nos espera el almuerzo, se detiene a saludar a un señor que viene a la vera del camino. Se llama Neftalí Villalobos, según nos informa. Le pregunta por su salud, pues padece de artrosis, y le explica, muy apenado, por qué no fue a la fiesta de su papá a pesar de que hizo todo lo posible por ir. Una vez que el carro sigue el camino, cuenta que en el año 69 se trajo al papá de don Neftalí a trabajar en la finca. Es el hermano de la muchacha que trabajaba en la casa de sus papás, y se lo trajo de Nicoya. - Ahora, no sólo el papá tiene su parcela, sino que cada uno de sus hijos también, y el mayor de ellos es gerente de la División de Aduanas de Cormar. Por todo lado hay rótulos de seguridad comunitaria, pero don Jorge comenta que aún así es necesario otro policía y que se lo va a pedir al Ministerio de Seguridad. Cuando termina su explicación, don Roberto le dice que hace tres días murió Florindo Quirós. Don Jorge lo lamenta, cuenta dos o tres detalles de la persona que falleció y después guarda un largo silencio. Me cuesta sacarlo de ahí, pero lo consigue el hecho de que pasamos por otro de los pueblos. En una loma, una veintena de casas se asoma a los lejos. Los techos parecen hongos y conforme nos acercamos, don Jorge reacciona, moviendo el sombrero para todos los lados. “Un alumno de Política Agraria quería hacer su tesis aquí. Quería realizar un análisis comparativo entre lo que consiguió el IDA y este desarrollo parcelario de nuestra familia, pero me negué, para evitar controversias. “Lo cierto es que aquí siempre nos hemos llevado muy 299
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bien. Una vez le presté una mula al jefe de tasaciones del Banco Nacional. Esa mula no se la prestaba a nadie, sólo a mi papá, que era mejor jinete que yo. Pero a ese funcionario del banco no se la podía negar. Al entregármela, me preguntó que si esa era la mula que yo utilizaba en política, pues, paraba cada vez que pasaba alguien. Yo le dije que no, que estaba acostumbrada a detenerse para hablar con todos los vecinos, ya que casi todos tenían que ver conmigo, y tenían siempre algo qué decirme. Lo que pasa es que viven en sus pueblos, a pesar de su relación con la finca. “Una ventaja del parcelamiento es que todos los trabajadores tienen casa propia y no hay que hacerles vivienda ni preocuparse de eso”.
Finca llena de experimentos “Nos quedan 330 hectáreas de Bonilla. Esta finca la inició el señor Francisco López Calleja, en 1880. Él vino con dos hijastros, hijos de un hermano de él y de una señora que después de que enviudó de su hermano se casó con él, y una hija de dos años, huérfana, porque la mamá, o sea, la señora que se casó con su hermano y luego con él, había muerto. “Esa niña se crió en Costa Rica y se llamó doña Amparo López Calleja. Casó con don José Zeledón, y fundó la Botica Francesa. “Pues bien, su padre, don Francisco, empezó a trabajar en la construcción del ferrocarril. Ahí descubrió esta tierra, con las dos lagunas, y la denunció. En esa época se hacían denuncias de áreas grandes y se inscribían a nombre de quien las denunciaba. Las desarrolló, y llegó a tener alrededor de 300 hectáreas de repastos y ganadería. 300
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“La finca le quedó a Doña Amparo y era tan generosa, que le donó toda la madera a la obra salesiana. También les donó algunas propiedades de Mata Redonda, en San José, que es donde tienen el colegio y una iglesia. “Además, Amparo López Calleja de Zeledón contribuyó con el doctor Giustiniani, a favor de los revolucionarios que estaban contra Tinoco y, como venganza, el gobierno de Tinoco le saqueó la finca a finales de la década de 1910. “Esta finca llegó a ser de nuevo montaña en los años 20. Cuando compramos El Sauce, la estación de ferrocarril quedaba abajo, en la finca Bonilla, que todavía no era de nosotros. Para llegar a El Sauce, atravesábamos la Bonilla hora y media a caballo. “Cuando Doña Amparo le cedió al Padre Turcios la madera que quisieran cortar de la finca Bonilla, el Padre me pidió que le ayudáramos a controlar la corta de la madera, pero yo le dije que ahí nadie estaba cortando madera. Él me dijo que ya habían designado a un fulano y que ya le habían mandado dos vagones de tren repletos de madera. Entonces, me dio el número del carro que llevaba su madera y así nos dimos cuenta lo que estaba ocurriendo. Yo le dije al Padre que descubrimos que le estaban mandando madera de otra finca, y entonces se interesó por venir aquí. Vino con mis papás y conmigo. Y en la finca se dio cuenta que estaban abusando de ellos. Dijo que le diría a doña Amparo, y que nos iba a encargar de la madera. Al Padre le gustó tanto la finca, que dijo que le iba a pedir a Doña Amparo que se las regalara para poner una escuela granja. “Yo seguía en Derecho y dando clases de redacción comercial, y fue entonces cuando comenzó el Padre a conectarse con los salesianos de Estados Unidos para 301
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organizar la escuela granja, pero en eso lo nombraron Obispo en Honduras, y se suspendió el proyecto. En ese momento, nos dijo papá ´propongámosle a doña Amparo que nos venda la finca´. Papá hizo la negociación para nosotros tres, los hijos de él, y Daniel, que vivía con nosotros, y era como nuestro hermano. Daniel entró de socio, con partes iguales, en Bonilla. “Aquí tenemos ganado raza Red Poll. También tenemos ganado Simmental y Brahmann puro. Utilizamos inseminación artificial. Roberto, el mandador, es el toro de aquí”, explica don Jorge, muerto de risa. “Sacamos madera desde hace 50 años. Tenemos laurel, cedro, teca y pochote. Todo lo tenemos en siembra natural. Por ejemplo, el laurel es como una mala hierba. “Y hemos diversificado la producción con flores psitacorum, y con un follaje que sirve para acompañarlas. “Antes sembrábamos árboles de corriente exótica como eucalipto, ciprés y pino, pero de esos árboles sólo dejamos los pinos que están alrededor de las lagunas. “También tenemos cedro australiano”.
La traición de los leales “Siendo ministro de Hacienda, Don Pepe nos propuso al doctor Blanco Cervantes, que era su primer vicepresidente, y a mí, que lo pensáramos y que nos pusiéramos de acuerdo para que uno de los dos se postulara contra don Chico (Orlich) en el 58, para que no hubiera el fenómeno de candidatura única. Había que darle una oportunidad al partido de escoger un candidato en una contienda interna. El doctor Blanco Cervantes dijo que no le interesaba, que apenas terminara el gobierno quería volver a la lucha antituberculosa. Entonces, Don Pepe me dijo que si yo 302
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aceptaba le hacía un servicio muy especial al partido y al país. Yo dije que sí, con la condición de que todo funcionara democráticamente, que fue lo que no pasó. “Según don Alberto Cañas, Don Pepe me estaba preparando contra Daniel. Don Pepe sabía que Chico me iba a ganar. Chico tenía 24 años de acción política. Pero la convención interna reforzaría al partido. Acepté sin mucha expectativa, alentado por Don Pepe. “Hace poco escribí un libro sobre mi vida, y se llama ´La traición de los leales´, precisamente por esta circunstancia que me tocó vivir. Al comenzar la campaña, contaba con el apoyo de importantes dirigentes de mi partido, entre quienes se contaban otros cuatro o cinco ministros de don Don Pepe: Fernando Volio Sancho, Ministro de Gobernación; Fernando Valverde, Ministro de Seguridad; Mario Esquivel Arguedas, quien acababa de renunciar de Ministerio de Relaciones Exteriores; Domingo García, Ministro de Seguridad en sustitución de Fernando Valverde, y Rodrigo Soley, quien me sustituyó en el Ministerio de Hacienda. “Don Chico era ministro de Obras Públicas, y también lo había sido durante la Junta Fundadora de la Segunda República, dentro de cuyo grupo también habíamos encontrado algún respaldo. “Aparecieron varias muestras de apoyo que eran muy alentadoras, como una manifestación pública de la casi totalidad de los pilotos del 48 y personalidades populares, como la estrella de fútbol ´Catato´ Cordero. “Entonces, los dirigentes sugerimos que se nos diera más tiempo. El proceso de asambleas de distrito se iniciaba en setiembre del 56, y las elecciones presidenciales iban a ser en febrero del 58. Pedimos que el proceso se desarrollara en el año 57, es decir, pedimos más tiempo, pero no nos 303
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lo dieron. “En la segunda asamblea de distrito, en San Nicolás de Cartago, los resultados se veían muy favorables para mi candidatura. Por eso fue que hubo una gestión para alargar el proceso, pero fue rechazada por el partido. “En las negociaciones internas, planteamos como un argumento de fuerza la posibilidad de que si nuestra petición se rechazaba nos retirábamos del partido, sin imaginarnos lo que iba a ocurrir. “La verdad es que no me imaginé que me iban a obligar a irme. Como nos dieron la espalda, pensé que había que cumplir con la palabra. No me fui yo solo. Me fui con una plana de dirigentes, pensando que el partido necesitaba una decisión ejemplar, de criterio. Estábamos convencidos de que nos habían negado más tiempo por intereses políticos personales. “Antes de irnos, nos reunimos con don Chico. Él dijo que no podía hacer nada, que la plana mayor ya estaba resuelta. Creo que él no se imaginó que nuestra salida fuera significativa. Lo convencieron de que no importaba. La campaña fue muy incómoda porque nos hablaban de traición”, dice don Jorge. Lo interrumpo para preguntarle si le parece que lo ocurrido sirvió de depuramiento para Liberación Nacional. “Fue una experiencia que sirvió para que supiéramos que no debe volver a pasar. Ha habido otros alejamientos del partido, como el de Rodrigo Carazo y el de Ottón Solís, pero ha sido en circunstancias distintas. “La campaña fue bastante normal, excepto por la fricción que se provocaba porque nos trataban de traidores. Los dos partidos luchábamos contra Mario Echandi. Fue una campaña de principios. Tanto en Liberación como 304
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en el Independiente luchábamos por los principios de Liberación. Los estatutos del Independiente eran idénticos a los de Liberación. “Tanto que nadie del Independiente, prácticamente nadie, se retiró de Liberación. Apenas terminó la campaña, todos volvimos. Y en uno de los períodos legislativos, el doctor Guzmán Mata fue presidente de la Asamblea Legislativa, siendo diputado del Independiente, porque entre los diputados de Liberación y los nuestros teníamos mayoría. “Por ejemplo, nadie puede dudar del espíritu liberacionista de Fernando Volio Jiménez, Ministro de Educación de Oduber, y Ministro de Relaciones Exteriores de Monge. “Elegimos cinco diputados, Miguel Ángel Dávila, Florentino Castro Monge, Fernando Volio Jiménez, Fernando Guzmán Mata y Juan Guillermo Brenes Castillo. Eran cinco entre propietarios y suplentes. Los suplentes sustituían a cualquiera que faltara. Eso hizo que los suplentes trabajaran todo el tiempo. Teníamos cinco votos”.
¿Canciller de Echandi? “Cuando Don Mario Echandi gana, me ofrece el Ministerio de Relaciones Exteriores. Yo estaba en la finca cuando me llegó una carta de Monseñor Rubén Odio, quien me transmitía un mensaje del presidente electo para ofrecerme ese ministerio. Muy educadamente lo rechacé. “La relación con Mario siempre ha sido muy cordial. Hace un tiempo hubo una reunión en la Asociación Nacional de Agentes de Aduana. Ahí organizan muchas actividades y hacen homenajes. Estábamos en una de esas actividades Luis Alberto (Monge), Mario Echandi y yo. “Luis Alberto y yo fuimos compañeros en la Rerum 305
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Novarum. Con el permiso de don Mario, conté una anécdota: cuando él fue diputado, viera qué difícil luchar como Ministro con un Congreso donde estuviera Mario Echandi… “Un día estábamos tratando un nuevo arancel de aduanas, y Mario, muy demagógico, comenzó a decir qué iba a hacer el país con nuevos aforos, con la consecuente alza del precio de baldes, tarros, medicinas para ganado y abono. Don Mario se volvió hacia un diputado, don Pancho Bonilla, de Turrialba, que medía casi dos metros de altura, y que nunca había hablado en el Congreso, y le preguntó que qué iba a hacer con sus vaquitas. Don Pancho se volvió, enojado con don Mario por la pregunta, y le dijo, ´ordeñarlas, mi amigo, ¿qué más?, ordeñarlas como todos los días´. En forma simpática, casi cincuenta años después de la anécdota, se celebró el chiste. “Le voy a contar otra anécdota diferente: en tiempos de Carazo, la situación de los negocios de Don Pepe era muy mala. Entonces, Rodrigo, que mantenía una amistad y un cariño especial por Don Pepe, me llamó y me dijo que le daba temor que las empresas de Figueres quebraran durante su gobierno, que me sugería intervenir para pedir ayuda en los bancos, puesto que su condición de presidente de la República le impedía a él hacerlo. Empecé a gestionar, fui a cantidad de actividades y visitas, y las gestiones me valieron una úlcera del duodeno. “En una de las reuniones con la directiva del Banco de Costa Rica, los directores mostraron anuencia a pesar de que eran antiliberacionistas. Estaban más dispuestos a ayudar que lo que estuvieron los directores en gobiernos de Liberación. “Don Pepe estaba en una situación tensísima. En medio de la espera, insultó al auditor del banco, Nereo Brenes, 306
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primo hermano del gerente, Boris Méndez. Es que los directores decían que Nereo no sé qué y que Nereo no sé cuánto. Don Pepe se vuelve y dice ´yo me meo en Nereo´. “Yo le dije, ´Don Pepe, usted está atacando a quienes le van a ayudar´. Me escucha y replica, ´tiene razón, Jorge, yo estoy como los curas, porque los que van a misa se llevan la regañada por los que no van´. “Años después, Mario Echandi y yo estuvimos en la directiva de ENVACO. Mario me preguntó si era cierto que Rodrigo Carazo me había pedido que le ayudara a Pepe. Le dije que sí, y me contestó, ´hombre, hizo muy bien Rodrigo´”.
“Chanchadas” de la política “Aproveché para contarle a Mario Echandi otro cuento de don Pepe. Un día estábamos almorzando, y decíamos que, en miras a las siguientes elecciones, el partido lo que necesitaba era tener de líder a un hombre honrado y limpio. Don Pepe dijo, ´¿saben quién es un hombre como el que necesitamos en el partido? Mario Echandi´. “Yo me volví y le dije, ´Don Pepe, ¿cómo va a aceptar el partido a Mario Echandi si usted alguna vez públicamente dijo que Mario Echandi había sido un pillo por siete generaciones?´. Entonces, baja los hombres, y me contesta, ´¡ay! Las chanchadas de la política…´. “Otra cosa simpática que viví con Mario fue en una reunión con bananeros extranjeros, cuando Chico era presidente. Estábamos Chico, Mario y yo con dos bananeros costarricenses y tres extranjeros. Uno de los costarricenses le explicó a los extranjeros que, hace unos años, esos tres señores compitieron por la presidencia. 307
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“Chico contó una anécdota, dijo que era de una campaña política, y agregó: ´no sé si fue cuando gané o cuando me jodiste vos´, señalando a Mario, y Mario se volvió y le contestó ´te jodió Jorge´, y me volví yo, y le dije a Chico ´te jodiste vos mismo´. “Por cierto que Volio Mata dijo, durante la campaña en la que fui candidato, que ´en esta campaña con cualquiera que gane, el país no pierde, porque ninguno de los tres tiene hijos´. Al cabo de los años, yo les gané, porque tengo 3 hijos, 17 nietos y dos bisnietos, y sumados con los de mi segunda esposa, más bien son 27 nietos y nueve bisnietos. “Del 58 al 70 me dediqué a la cátedra de Política Agraria, a atender los negocios y a trabajar con mi papá. En 1966 nació Cormar, que es líder en todo Centroamérica, la empresa de mayor movimiento y mayores servicios. Al principio era de aduanas y vapores. Ahora, además de eso, tenemos transporte internacional hasta México; servicios de logística; atención de inventario de muchas empresas, y hacemos distribución por encargo de empresas, fábricas y almacenes. Cormar ha crecido muchísimo. Es agencia de carga aérea, marítima y de exportación. Saca los productos de aviones y de barcos, y los entrega a los clientes. “Después de las elecciones del 58, cuando estuve con el Partido Independiente, del que fui fundador, me incorporé a Liberación como simple partidario. Apoyé a todos los candidatos. En el 62 apoyé a Chico y en el 66 fui partidario de Daniel, pero estaba involucrado de fondo en mis negocios. “Luego, me entusiasmé con la candidatura de Don Pepe, me pareció que valía la pena apoyarlo, le di la colaboración que él quería, y me ofreció ser ministro o diputado. Yo le dije que no quería volver a la vida pública. A las semanas 308
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me volvió a preguntar, me dijo, ´Jorge, total, ¿va al gabinete conmigo o no?´, y le dije de nuevo que no, pero que le agradecía mucho su interés. “Entonces me dijo, ´bueno, ya que no quiere nada con la política, hágame un favorcito. Es que estoy pensando para la vicepresidencia en escoger a dos entre dieciocho personas que voy a mencionar´.
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“Entre esos que me dijo estaba Carlitos Sáenz Herrera, el doctor, a quien quería nombrar como primer vicepresidente. Ya el doctor Sáenz había sido segundo vicepresidente con don Chico, y el primero fue el doctor Blanco Cervantes, en ese momento vicepresidente por segunda vez, pues, primero fue vicepresidente con Don Pepe. “Me fui para donde el doctor Sáenz, y me dijo que no. Recuerdo sus palabras: ´Jorge, viera que no, no quiero retirarme del hospital´. En ese momento, el doctor estaba empezando el trabajo del Hospital Nacional de Niños. “Además, me dijo lo que significaba ser vicepresidente para él. ´Mire, Jorge, la verdad es que ser vicepresidente no me hace gracia. Es como andar subido en un pick up, pero sentado viendo para atrás. No puede uno ni hablar con el chofer ni ver el camino´. “Me hizo gracia el cuento. Le dije a Carlitos que, además, cuando uno ha desempeñado funciones, después no quiere nada con ese tipo de posiciones. “Voy donde Don Pepe, le cuento la cosa, y me dice ´entonces hágame un servicio al revés: a un amigo le han hablado, es pariente mío, y no quiero meter parientes, vaya a desanimarlo´. Apenas llegué me dijo ´quiero ayudarle a Pepe´. Es decir, que ese pariente de Don Pepe sí quería ser vicepresidente. “Yo empecé a decirle, ´mirá, desde el Centro de Estudio de los Problemas Nacionales andamos metidos en política, ¿no te parece que hay que darle el campo a otros?´. Y él seguía, ´yo no sé, si uno puede todavía…´. Aproveché para decirle que por ahí andaba el cuento de que lo querían nombrar vicepresidente. Me dijo que si se le ocurría a Pepe, él no iba a decirle que no. Y le pregunté, ´si no se le ocurre a Don Pepe, ¿te resentís?´. Y me contestó que no. Así desanimé a ese amigo nuestro. 310
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“Semanas después, estaba en casa con unos amigos, oyendo en televisión los detalles de la convención del Partido Liberación Nacional. Una de las personas que estaba de visita en mi casa, me preguntó ´¿y usted no está metido?´. Le dije que no, que no estaba, que prefería quedarme en la casa, porque ya no quería meterme en política. “Y en eso sale Don Pepe en la tele, y dice que para las vicepresidencias ha escogido, entre un grupo de amigos en los que pensó, en Aguilar Bonilla y en mí, él como candidato a la primera vicepresidencia y yo para la segunda vicepresidencia. “Inmediatamente llamó Bruce Masís para decirme ´cuidado no aceptás´. Y así un montón de amigos. Después hasta tuve que ir a explicarle al pariente de Don Pepe que cuando le hablé de ese asunto, no sabía que yo estaba en la lista. “En ese momento se dio otra maniobra de Daniel. Cuando acepté, Don Pepe me dijo, de una vez, que quería advertirme que íbamos a tener problemas. Me dijo ´cuídese, se lo digo de una vez, cuando propuse a Aguilar Bonilla y a usted, Daniel me dijo, ´Pepe, hay torta, Jorge tiene problemas con el partido´. Cuídese porque Daniel se le atraviesa a usted´. Eso me dijo Don Pepe. “Un tiempo después de eso, iba oyendo un noticiero de radio, camino a la casa. El periodista chileno Arturo Cubillo dio una noticia que para mí no era cierta, lo llamé, y le dije que si tendría inconveniente en rectificar porque, a mi juicio, lo que estaba diciendo no era cierto. Me dijo ´llámeme dentro de un rato´. “Lo volví a llamar, y me dijo, ´vea, ¿usted sabía que cuando Don Pepe lo escogió para vicepresidente, Daniel se opuso? Yo estaba a la par de Don Pepe y me di cuenta cuando Daniel se acercó y le dijo que usted no era 311
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conveniente. Me hace mucha gracia porque Don Pepe lo que le contestó fue que con el partido usted no tenía problema, que el problema era con él, con Daniel´”.
El peor Don Pepe “Me tocó estar en el gobierno más polémico de Don Pepe. El más positivo gobierno de él fue el de 1953. No sé si Don Pepe estaba cansado o si algunas de las gentes que él escogió no tenían todo el empuje. “Estuve en desacuerdo con Don Pepe por lo de Vesco. Pensé que no debía familiarizarse tanto. Fue un daño político para el país y para el partido, aunque no creo que haya un daño moral. No conocí ninguna anomalía. “El doctor Aguilar Bonilla y yo visitamos a Don Pepe. Le dijimos que cortara su relación con Vesco. Don Pepe discutió el tema con nosotros, expuso sus argumentos, y le dijimos que si no se apartaba de Vesco, nosotros renunciaríamos. Total, quedamos en que íbamos a darle más tiempo. Y al final no quedamos en nada. “Otra vez, Don Pepe le redactó el texto de una carta a Vesco. Vesco publicó esa carta. Trascendió que fue el presidente y se armó un escándalo. Un día me dice Don Pepe, ´vea, Jorge, le voy a contar algo, pero no se enoje, un señor González, de Alajuela, al que le dicen Carne Asada, me dijo que fue usted el que dijo que yo había escrito la carta´. Llamé a González, y le dije que según Don Pepe vos decís que yo te dije y yo no te dije nada. Me contestó, ´no, don Jorge, no se preocupe, yo lo que dije es que un alto funcionario había dicho, y como todos son chiquitillos, sólo usted es alto, por eso es que Don Pepe dice que fue usted´ “Recuerdo que en otra ocasión, le dije a Don Pepe: ´mire, 312
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don Pepe, la guerra del 48 tenía como objetivos recuperar la libertad electoral y recuperar el orden público. En esos dos objetivos, no hay duda que el partido ha cumplido. Pero, el otro objetivo era la lucha contra la corrupción. Don Pepe, ¿cree que el partido es totalmente limpio?´. En esa ocasión me dijo que no. “Le dije que la cachucha que tenía ahí y la pistola irían para el museo, pero que teníamos que ir más allá. Le insistí en el tema de la corrupción: ´Don Pepe, ¿usted puede nombrarme diez personas sanas en el partido?´, le pregunté. Me contestó que sí. Empecé a mencionarle muchos nombres, y sólo me dijo que sí en tres casos. Entonces me admitió que él no conocía ni a diez dirigentes liberacionistas que fueran sanos y limpios. “Otra vez, le dije, ´Don Pepe, usted me dijo que le podía hablar de cualquier cosa, ¿eso sigue todavía?´. Me dijo que sí. Entonces, le comenté lo siguiente: ´Don Pepe, ¿usted no se ha puesto a pensar en todo el bien humano que ha hecho en el país? Eso viene de lo que aprendió en su casa, formado con criterios cristianos definidos, no sé si se ha puesto a pensar que fue esto lo que lo formó y no la universidad´. Don Pepe asentía con la cabeza. “Entonces, le dije, ´Dispense, Don Pepe, usted y yo nos podemos morir, y yo quiero preguntarle, ¿por cuál puerta va a salir, por la que salieron su papá, su mamá y su hermano Toño, o por la otra puerta?´. “Fue a partir de ese momento que empezamos un proceso por convencerlo hasta que se confesó y comulgó. La segunda etapa, antes de que nos dijera que sí, fue porque otro amigo de Don Pepe me dice ´mirá, ¿por qué no le hablás a Pepe?´ Él quería que yo lo convenciera, porque a él no le había hecho caso. “Entonces le conseguí una cita al padre Mata, padrino 313
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mío de confirma y calderonista de hueso colorado. Le hablé a Don Pepe, le dije que el Padre quería saludarlo y me dijo que sí. Le conseguí una cita. Yo le dije a Don Pepe que él quería hablarle. ´Tráigaselo por aquí´, me dijo Don Pepe. En cuanto llegamos, le dice Don Pepe, ´diay, Matica, ¿siempre tan mariachi?´. Con sólo eso se paseó en todo. “No me quedé quieto. Inventamos presentarle al padre Alberto Casals, que es catalán. Fuimos, se saludaron en catalán, y le dice Don Pepe, en castellano, ´Padre, no sé si usted sabe, pero yo en religión soy muy cachivolteado´. Don Alberto le contestó ´mi papá era igual´. Pero después empezó a preguntarle en catalán, y poco a poco, con el pretexto de que practicara el idioma, el padre Casals lo fue metiendo en las ideas del Señor”.
De vicepresidente a diputado “La vicepresidencia fue un cierre satisfactorio para mí si tomamos en cuenta la situación que se presentó con el partido Independiente. La vicepresidencia fue una especie de reivindicación. Fue un reconocimiento de mi leal adhesión al partido. Los dirigentes y los miembros del Independiente así lo interpretaron. “Creí que la vicepresidencia sería mi última participación pública, pero en el 86 me llamó Óscar Arias y me dijo que había llegado un grupo de dirigentes de Cartago para pedirle que me debía postular como candidato a diputado por esa provincia. Yo le dije que no, y recomendé a José Miguel Corrales. Óscar no me lo aceptó. Le dije que no quería ir a la Asamblea Legislativa, me insistió y entonces le dije ´hagamos una cosa, déjeme ir, pero con José Miguel Corrales de segundo´. 314
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“Mi participación parlamentaria fue muy satisfactoria. Había mucha gente buena en esa Asamblea Legislativa. Estaban Fernando Volio, José Miguel Corrales, Alberto Fait, Óscar Ávila Solé, Luis Fishman, Luis Manuel Chacón, Rosemarie Karpinsky, Rodolfo Méndez Mata, José Luis Valenciano, Álex Solís y Mario Carvajal. “En la primera reunión, Óscar Arias sugirió que los cuatro presidentes fuéramos Alberto Fait, Rosemarie Karpinsky, Fernando Volio y yo. Sugería mi nombre para la presidencia del primer período. Yo le dije que aceptaba si la primera era Rosemarie Karpinsky. Comenté que yo podía ir de segundo. En eso, se iba pasando el tiempo. Fernando Volio, que por tercera vez era diputado, me dijo ´diay, vos estás postulado por Óscar, pero aquí hay que moverse´. Le dije que tenía pereza. ´Metete vos de segundo´, le dije. Fernando se movió y fue él el segundo Presidente de esa Asamblea Legislativa. “Para la tercera elección, a Leonel Villalobos se le metió que podía aspirar a la Presidencia. Leonel era un diputado cercano a Daniel Oduber. Yo denuncié que Leonel andaba con un automóvil que había sido introducido sin pagar derechos y que se lo había dado Fernando Melo. Le dije que presentara la póliza de desalmacenaje. Años después, fue condenado judicialmente. “En la Comisión de Narcotráfico denunciamos su relación con varios narcotraficantes, entre ellos Ricardo Alem, así como Fernando Melo, amigo de Oduber y sospechoso según autoridades estadounidenses. ”En esa tercera elección quedó de presidente José Luis Valenciano, porque, por dicha, pudimos atajar a Leonel Villalobos. Y en la cuarta elección quedó Alem Arias. Ya para la cuarta yo no quería aspirar. Apoyé a Valenciano y al año siguiente a Alem. No tengo ningún resentimiento. 315
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“En el seno de la Asamblea Legislativa lo más importante que hice fue dentro de la Comisión de Narcotráfico. Estábamos Alberto Fait, José Miguel Corrales, Luis Fishman, Óscar Avila Solé, Luis Manuel Chacón y yo. Muy abiertamente denunciamos a los que había que denunciar. Lo de Oduber fue lo más grave y lo más doloroso. Casey tenía antecedentes de tráfico de droga y era gran amigo de Daniel. Se supo que había dado un millón de colones para la campaña de Óscar Arias, pero que se los había dado a Daniel, y Daniel no los reportó. También denunciamos su relación con Fernando Melo, que había hecho intrigas de negocios sucios y se había metido a maniobrar en concesiones. Por ejemplo, Beto Fait denunció una maniobra en Acueductos y Alcantarillados. Fait había sido asesor del A y A. “Por lo que encontramos de Daniel, recomendamos que no se le permitiera ejercer puestos públicos por un tiempo, pero no fuimos nosotros quienes pedimos que se le expulsara del partido. De ninguna forma sugerimos acciones de Daniel en el narcotráfico sino amistad de él con personas mencionadas en esa actividad. “Esa Asamblea Legislativa fue muy buena. Tuvimos una excelente relación con el Poder Ejecutivo, basada en la acción positiva de Rodrigo Arias, quien era el Ministro de la Presidencia, y la buena relación con la fracción opositora, liderada por Rodolfo Méndez Mata, Luis Manuel Chacón y Luis Fishman. “Hubo bastante entendimiento entre los partidos. Hubo coincidencia en proyectos importantes, y en cada caso se dio una unión de la fracción. Desde que terminamos, todos los años nos reunimos para conservar la relación. Ya han fallecido algunos, como Beto Fait, Fernando Volio y Etelberto Jiménez”. 316
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Apoya a Arias No puedo terminar sin preguntarle por algunos temas del momento. Le hablo de la situación electoral. Me dice: “Creo que si bien es cierto que Liberación Nacional perdió las elecciones pasadas por no contar con los votos que se llevó Ottón, el PAC ya no es el peligro que fue. “En cuanto a Arias, en primer lugar estuve de acuerdo con la Reforma Constitucional. Además, como costarricense y como liberacionista, deseo que Arias vuelva a la Presidencia. Estaré dispuesto a ayudar sin formar parte del gobierno. “Arias tiene experiencia, carácter y respaldo popular suficientes para resolver muchos de los problemas que tiene el país. “Algunos de los principales problemas que sufrimos son la falta de verdadero liderazgo político, la falta de consistencia de los funcionarios y los políticos, y la falta de coherencia entre los principios teóricos de los partidos y lo que hacen sus dirigentes ya en el ejercicio del poder. “Me parece que falta conciencia de la verdadera naturaleza de los problemas de gobierno, y que las soluciones inician evitando el despilfarro. Hay que hacer un mayor control del gasto, así como contar con mayor visión y con diligencia en la promoción económica del país”, dice don Jorge, quien tiene tres hijos, José, quien está al frente de Cormar, y Julieta y Georgina, quienes son amas de casa. Don Jorge es el Presidente del Patronato del Centro Universitario Miravalles, orientado por la espiritualidad del Opus Dei. “Por más de treinta años he estado ahí. Estoy convencido de la importancia de esta actividad. Me da la facilidad de ayudar en la formación de 317
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muchachos durante sus estudios universitarios. Tenemos muy buenos estudiantes, muchos de ellos son de lugares lejanos, y formamos con criterios adecuados de ética y eficiencia profesional. Formamos a muchachos de todas las carreras y procedencias, mediante actividades que el centro promueve tomando como base la residencia y las facilidades que dentro del centro se dan. “Hay conciencia de que los resultados en más de treinta años han sido muy satisfactorios por el rendimiento que al país y a sus familias dan quienes han tenido oportunidad de complementar sus estudios universitarios con esa formación espiritual y profesional fundamentada en el concepto de la santificación del trabajo ordinario y de todas las actividades académicas, empresariales, sociales, familiares y públicas”.
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José Antonio Yock Fung
Al frente de Del Monte en América Latina Nunca antes otro costarricense ocupó un puesto tan alto durante tanto tiempo en una compañía trasnacional bananera: don José Antonio Yock Fung es Vicepresidente Ejecutivo para América Latina de la compañía Del Monte. Él que fue criado descalzo y libre en Puerto Jiménez, al sur del país, que creció pescando y montado a caballo, ahora viaja por todo el continente y por Europa pendiente de los precios y los movimientos del mercado bananero... José Antonio Yock Fung nació en Puerto Jiménez, el 17 de marzo de 1952. Su papá, Antonio León Yock Apuy, era comerciante. En el pueblo tenían comisariato, salón de baile, los pooles y la soda. En el tiempo de Jesús Jiménez, Puerto Jiménez era una especie de presidio, lo que después fue San Lucas, mandaban a los presos y a las prostitutas para aislarlas. Así nace Puerto Jiménez. Eso generó una situación social difícil. “Mi abuelo llegó a Costa Rica a principios de 1900. Mi abuelo empezó en Puntarenas. Tenía un almacén de abarrotes, y mandaba por lancha la mercadería a Puerto Jiménez. Después en 1937 vendió lo de Puntarenas y se fue para Puerto Jiménez. En esa época nació la fiebre del oro allá, al mismo tiempo que empezó la bananera a trasladarse a la zona sur porque había problemas en el Atlántico, sobre todo ‘El Mal de Panamá’. “Mi papá nació en Puntarenas, lo mandaron a estudiar a la China y regresó casado con mamá en tiempos de 320
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la Segunda Guerra Mundial. Mamá es china legítima. Se llama Ángela Fung Fung. Antes los paisanos sin preguntar y por correo lo casaban a uno. “Mi mamá venía a conocer y a vivir. Se fueron directamente a Puerto Jiménez. Mi mamá enviudó y nunca ni siquiera ha pensado en salir de Puerto Jiménez. Vive allá, lo tiene todo alquilado. No se quiere venir para San José. Ni a balazos lo haría. Tiene una parcelita pequeña ahí en Puerto Jiménez. Se dedica a la finca que es su entretenimiento. Se le pasa el tiempo entre su ganadito y lo que cultiva. “Empecé a trabajar con mi abuelo en la pulpería. Aquí, en la empresa, me he encontrado ya señores mayores a los que yo les llevaba el pan en la mañana. Uno chiquillo se llevaba cada ´costreada´ cuando se equivocaba. “Seguí estudios en el colegio Don Bosco, en Zapote, me gradué y pasé a la Universidad de Costa Rica. Estudié Administración de Negocios, fui contador público autorizado, hoy día no ejerzo. “Desde muy jovencillo, empecé a estudiar y trabajar. Cuando estaba en segundo año de carrera, empecé a trabajar con la Contraloría General de la República. Pasé como dos años ahí. Luego, me fui para un despacho de contadores públicos. Estaba muy involucrado en cuestiones de café, de industria, y un compañero, Álvaro Rodríguez Gutiérrez, que llegó a ser Gerente de Corbana por muchos años, y que en ese momento era compañero mío de universidad, un día me dijo que por qué no me iba a trabajar yo con la Asociación Bananera Nacional (ASBABA). “Yo no sabía de qué se trababa. Al principio me sonaba a sindicato del Banco Nacional, pero uno soltero es aventurero. Entré por probar, por conocer más, por ampliar mi experiencia profesional, que era más 321
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relativa al café y a la industria por el tipo de auditorias. En el despacho de contadores públicos donde estaba trabajando, me correspondió atender más la parte industrial y comercial. Nunca había estado relacionado con el cultivo del banano”.
En ASBANA “Tendría 22 ó 23 años de edad. Entré como Asistente del Auditor y después fui Jefe de la Contabilidad de ASBANA. Rodé por todo lado, fui Director Administrativo, después Director Financiero, después Auditor Interno, después Subgerente. “Cuando entré a Corbana, la institución estaba en una época muy interesante. Las compañías trasnacionales empezaban a perder el control sobre el paquete tecnológico, sobre el ‘know how’. Las trasnacionales tenían agrónomos cuyos hijos ya necesitaban ir a la universidad. Eso los obligaba a volver a San José. Entonces ASBANA contrató a algunos de ellos, que ya sabían mucho. “Poco a poco, les fuimos sacando todo el conocimiento. El ‘know how’ en temas de presupuesto, en temas técnicos... Mi desarrollo en banano arrancó ahí. Antes íbamos a sacar el presupuesto, y el Agrónomo decía ‘es tanto’, pero uno le preguntaba las razones de cada decisión, y poco a poco se les extrajo el paquete tecnológico. “En 1982, siendo yo Subgerente de la compañía, me fui para Del Monte. Estaba pasando lo de Carazo, la crisis de los años 80, y aquellos que ganábamos en colones, perdimos mucha capacidad adquisitiva. Imagínense que yo ganaba 14.700 colones, que eran casi dos mil dólares 322
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por mes, si el cambio estaba al 8,60. Y en cuestión de meses pasé a ganar 500 dólares. Fue una debacle. “Llegué aquí a Del Monte, un poco como pasando de zapato a caite. Buscaba una compañía que tuviera más proyección. Teniendo un gerente joven y eficiente como Álvaro Rodríguez. Sabía que me iba a dedicar a vegetar. Como Subgerente tenía limitadas las posibilidades de crecimiento. “Me ofrecieron trabajo en Del Monte y en Chiquita. En Chiquita me entrevisté con la gente de Recursos Humanos, con el Gerente Local, con el Gerente Regional de América Latina, y me faltaba la entrevista con el Gerente de Recursos Humanos de la Casa Matriz. “En eso Jack Loeb me llamó. Él estaba de Vicepresidente de Del Monte para América Latina, que es mi posición ahora y me dijo ‘¿Cuánto te ofrecen?’, me ofreció un poquito más, y me dijo ‘empieza cuando tú quieras....’ Jack Loeb es el precursor de muchos proyectos en este país. Tiene una gran visión. Por ejemplo, es el papá de Pindeco y el que metió cabeza para hacer del proyecto una realidad. “Era incómodo trabajar con él porque es sumamente exigente y está pendiente de todo. Por eso es que ha sido tan exitoso. Conmigo siempre se ha llevado muy bien”.
Primer analista financiero “Me vine para acá como Analista Financiero. Fui el primero en Del Monte. Aquí no existía eso. Pasé de Subgerente, en ASBANA, con carro, secretaria, y todos los beneficios, a la llanura otra vez, y ganando igual....Lo único que buscaba era estar en una compañía donde pudiera tener más proyección. Por eso me vine 323
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para Del Monte. “Después de Analista Financiero en la parte de banano pasé a ser Subcontralor de la piña. Posteriormente pasé a ser el Auditor de la compañía aquí. Me devuelvo otra vez a ASBANA en el año 86, como Gerente General. Creo que fue una cuestión de ego, quería ser Gerente. Además, veía muy mal a ASBANA y quería ayudar otra vez, pero no duré mucho. Salí en abril del 86 para ASBANA, y en enero del 87 regresé a Del Monte. Duré ocho meses. Jack Loeb me volvió a llamar, ‘mirá, ¿oís ofertas?. Te voy a hacer una oferta que no te podés negar’, me dijo don Jack. Así fue. La primera misión por la que me estaban contratando era ir a Camerún a hacer un estudio de factibilidad. Allá establecimos la división de banano después de nuestros estudios. “Quiero hacer paréntesis para hablar de lo que conseguimos en ASBANA durante ese corto tiempo en que estuve de gerente. En el año 86 empezamos Gonzalo Cervantes y yo a pensar y discutir de la ley de Corbana. Hasta entonces se llamaba ASBANA. El problema que tenía ASBANA era que si bien había una contribución de 5 centavos por caja de banano, se manejaba por caja única del Estado. Entonces, ustedes se pueden imaginar que a veces llegaba la plata y a veces no llegaba...A veces no teníamos plata ni para pagar la planilla. La idea de la ley de Corbana fue de Chalo (Cervantes) y mía y nació en las charlas luego de las horas de oficina. “Empezó Gonzalo a trabajar sobre el proyecto de ley, es así como nace el primer proyecto. Tengo que darle el mérito a Gonzalo y a los que siguieron con todo ese empuje, porque lo único que se hizo fue echar la semilla. Otros vinieron a regarla. Quedó José Álvaro Sandoval de Gerente General, y después vino Jorge Sauma”. 324
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Camerún y Guatemala “Salgo otra vez de ASBANA, que ya iba encaminada a cambiar de nombre por Corbana, me voy para Camerún, hicimos todos los estudios, íbamos como Boys Scouts. Nos fuimos a trabajar allá dos costarricenses, un especialista en suelos, Luis Sánchez y yo; un Guatemalteco, Marco Contreras, especialista en Ingeniería Civil, y un Americano que era el Encargado de Operaciones, y era Subgerente en Guatemala. “Fue nuestra primera experiencia en África. No conocíamos ni teníamos la menor idea. Si nosotros somos tercer mundo, ellos son como el veinte. Allá hay muchas enfermedades que aquí desaparecieron hace muchos años. Allá el mundo se le vuelve al revés a uno: los blancos y otras razas somos minoría. Lo curioso es que no veía gente con canas, y me ponía a pensar ‘o se pintan el pelo o tienen un pelo muy fuerte’. La respuesta era otra: el promedio de vida allá era de 45 años morían antes de tener canas....Fue una experiencia interesante, en otra cultura, en otro mundo. Al final, se estableció la división de banano. “De Camerún regresé a la piña, a la parte financiera, como Contralor. Pasé en eso casi un año. En el año 88 me trasladan a Guatemala, como Director Financiero. Me fui con la familia.” “Estuve en Guatemala durante tres años, del año 88 al año 90. Vivía en Ciudad Guatemala. Siempre he tenido la gran suerte de trabajar en las capitales de los países donde he estado. Mis hijas estuvieron en la escuela en Guatemala. Mi familia se vino antes por los peligros que había en Guatemala. Yo me quedé año y medio más. 325
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Estaba solo allá.” “Es complicado lo que nos pasó. En esa época, Guatemala era un país sumamente peligroso. Estábamos tratando de poner orden en muchos campos de la compañía, y eso implicaba tocar intereses. Allá había que escoger por un extremo: o andar con máxima seguridad, guardaespaldas y carro blindado, o andar como un ciudadano más, sin llamar la atención. Tienes dos extremos, o haces todo en grande o no haces nada y vivís en un bajo perfil. El Gerente General era un Americano y se fue al otro extremo. Mi jefe tenía doce guardaespaldas, un carro adelante, un carro blindado donde andaba él y un carro atrás. En mi caso no, decidí no tener nada, y andaba como cualquier Guatemalteco en la calle. Un día recibí una llamada por mi teléfono directo donde me decían todo lo que hacían mis hijas en la escuela. Allá a las gemelas les dicen ‘cuaches’. Me dijeron ‘qué lindas cuaches tienes!’ Salen a las 7 de la mañana de la casa, esperan el bus a 400 metros de la casa, a las 9 de la mañana toman su refacción (su merienda), la toman por las llantas del tractor grande que hay en la escuela...’Ahí mismo mandé a mi familia para afuera. Faltaban como dos o tres semanas para que salieran del curso lectivo. Esas semanas se me hicieron eternas. Notifiqué a la seguridad de nosotros acerca de lo que había pasado, y apenas salieron de la escuela, mandé a la familia para Costa Rica. Tengo tres hijos: las gemelas, Adriana y Viviana, de 24 años, y un hijo, Andrés, de 13 años. Adriana es médico, Viviana está estudiando Arquitectura, y Andrés estudia en el Colegio Marista, en Alajuela”.
Salto a América Latina 326
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“Volví aquí como Director Financiero para América Latina. La sede central para América Latina está en San José y la organización corporativa es muy pequeña. Somos apenas ocho personas. En cambio, en otras trasnacionales son muchos. Creo que somos muchísimo más ágiles en la toma de decisiones, a pesar de las épocas malas en que hemos vivido. Las otras compañías nunca pudieron terminar de acabarnos. “Fui Director Financiero para América Latina del año 90 al año 94. Cuando eso, teníamos la regional en otro lado, en Oficentro La Sabana. Al final nos vinimos para Barrio Tournón. “A partir de ahí me hicieron Vicepresidente de Operaciones para América Latina. No tenemos Presidente. El Presidente es para toda la compañía en el mundo.” Don José Antonio Yock es la máxima autoridad de frutas tropicales de Del Monte en América Latina. Hay otra división que es de productos subtropicales, está en América del Sur, basada en Chile, y se ocupa de productos como kiwie, peras, manzanas y uvas. “La historia de Del Monte es muy interesante. Esta es una compañía centenaria que nació en California. Tenía piña en Hawai y hacía enlatados de productos. Por ahí de los años 60 Chiquita intenta comprar Del Monte, y empezamos la división de banano con lo que Chiquita ya no pudo adquirir de la compañía porque no se lo permitía la legislación antimonopolio de Estados Unidos. “Así nace la actividad bananera de Del Monte. En 1968 Del Monte Food compra West Indies Tropical Fruit Co. de Coral Gables, por tres millones de dólares. En 1969 West Indies, R. J. Reynolds compra Del Monte 327
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Foods. Esa empresa es la Tabacalera de Winston Camel y otras marcas. En abril de 1986 hace una alianza con Nabisco Foods. Reynolds era más grande como Phillip Morris. Aparte de las famosas galletas Nabisco, éramos dueños de Planters, de Canada Dry, de Kentucky Fried Chicken, de Royal...En setiembre del 89, la alta gerencia de Nabisco trata de hacer un auto compra. En eso sale ofertando Kohlberg Kravis Roberts and Company. Compran Nabisco por 30 billones de dólares. Después, empiezan a vendernos en pedazos. Vendieron Planters por un lado, lo que era Nabisco por otro lado, sacaron una utilidad enorme. A Del Monte la vendieron en pedazos: Del Monte Asia se la vendieron a Sumitomo, lo que era Del Monte Foods USA lo agarró Lehmann Brothers, Del Monte Europa lo tomó un grupo sudafricano, los enlatados lo vendieron a Poly Peck, una compañía inglesa. El dueño era un turco chipriota, Asil Nadir, que pagó por la compañía 875 millones de dólares. Agarró los barcos que teníamos, se los vendió a unos Noruegos y los volvimos a alquilar, con un rendimiento garantizado por los Noruegos. El turco se dejó la plata, porque nunca llegó a la compañía. Por movidas que hizo terminó en la cárcel en Inglaterra, le pusieron la casa por cárcel, tenía un brazalete conectado a un satélite, alguien tenía que vigilarlo, en un determinado momento el hombre evadió la vigilancia y tomó una avioneta en los campos de Inglaterra, se fue para Turquía...Allá vive, tiene inmunidad porque el socio grande de él era el presidente de Turquía. “Entonces tomó control de la compañía Cooper and Laybrand, una compañía de auditores. La tuvo por dos años. Después la compraron los del Grupo Cabal. Carlos Cabal estuvo al frente, hasta que lo declararon 328
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fugitivo. Entonces, de setiembre del 94 a diciembre del 96 fuimos del gobierno de México, que le vendió a un grupo IAT, liderado por una familia de origen Árabe, la familia Abughazaleh. Tenían su base en Chile. Ellos son los socios mayoritarios de Del Monte en la actualidad”.
Diez años como vicepresidente “Tengo diez años como Vicepresidente de Del Monte. Me ha tocado enfrentar todos los cambios de dueños y de políticas. Quizás el trabajo y el conocimiento que tengo de la región y del negocio me han ayudado. Tenemos operaciones en México, en Guatemala, en Costa rica, en Colombia, en Ecuador y en Brasil. También tuvimos operaciones en Panamá y en Honduras, pero ya no. Paso viajando por todos estos países. Ahora con internet se me ha reducido la cantidad de viajes. Voy todos los años a Europa y Estados Unidos a atender asuntos de calidad y precios. “Para mí, la actividad bananera es una actividad sumamente dinámica. En esta actividad nunca hay un momento para aburrirse. No hay dos días iguales. Todos los días son diferentes. O tienes conflictos con el clima, o con los sindicatos, o tienes problemas con los gobiernos...Porque uno en América Latina se encuentra con gobiernos de gobiernos. Un día, un pueblo pelea por sus caminos, paraliza el tránsito y eso es suficiente para que se le haga a uno un problema. El estigma que tienen estas compañías es difícil de manejar. Todavía persiste la idea de 1934, de Mamita Yunai, situación esta totalmente equivocada. “Somos el más grande productor de piña del país, y exportamos 64 millones de cajas entre banano, 329
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piña, melón, mango, plátano y sandía. Todo esto en una combinación de producción propia y compra a productores. “Me realiza mi trabajo ya que se hace mucho por la comunidad, tenemos 7 mil trabajadores en Costa Rica, y cuando estamos en temporada de melón, tenemos hasta 13 mil trabajadores. Es tan dinámico este trabajo que después de 30 años sigo entretenido. “Me siento muy orgulloso de mi trabajo porque no es típico que una trasnacional bananera tenga a un costarricense encargado de América Latina. “Cuando me nombraron, en realidad yo no lo esperaba, creí que iban a nombrar a Donald Murray. Nos llevamos muy bien, somos muy amigos y nuestra relación es excelente. Para mí, no hubiera sido ningún problema trabajar para él....ya que es un conocedor como pocos del negocio y con gran experiencia. “Creí que me iba a meter un momento en banano y tengo toda una vida dedicado a esta actividad. Me siento muy orgulloso de estar al frente de esta empresa donde en Costa Rica tenemos casi 16 mil hectáreas entre melones, piña y banano. Ahora tenemos un proyecto de 700 hectáreas de plátano en la zona Sur (Palmar). Era lo único que me faltaba, porque siempre he pensado en hacer algo por mi zona. Crecí allá, descalzo. Andaba a caballo, pescaba en botes de madera a canalete y nos metíamos mar adentro. Crecí como un chiquillo salvaje. Eso me ha hecho muy libre. Por eso, en Del Monte trabajo tranquilo, siempre trabajo respetando mi libertad y disfruto mucho todo lo que hago”.
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José María Castro Odio
Leyenda del boxeo y las bananeras “Los productores de banano nos dividíamos las regiones. Estaba Don Pedro Mohs (qdDg) en la Barra del Colorado, don Raúl Velázquez (qdDg) en El Valle de la Estrella, Yoyo Quirós en Roxana y Mariano Zúñiga en Limón. Dividimos la provincia en zonas porque a todos nos estaba llevando el diablo”. Empecemos por decir que es bisnieto de José María Castro Madriz, el primer presidente de la República de Costa Rica. En segundo lugar, que noqueó al legendario ´Big Boy´ en Limón, en 1934, en el Teatro Arrastry. En tercer lugar, que fue productor bananero para los años en que la compañía a0bandonó la exportación porque el gobierno de Estados Unidos le quitó sus barcos para utilizarlos en la Segunda Guerra Mundial. Y en cuarto lugar, que tiene más de nueve décadas de vida, está lúcido y es tan chirote y jovial como si fuera un muchachillo… José María Castro Odio nació en San José, en 1913. Tiene 92 años. Su papá se llamó Aurelio Castro Carazo y su mamá, Elvira Odio Odio. “Crecí en Limón. Estuve en la Escuela Rafael Yglesias, cuando era mixta. Entré en 1920. “Mi papá fue el inspector de Hacienda de Limón durante muchos años. Era lo que llamaban jefe del Resguardo. “Fui hermano de `Siete Vicios`, a quien le decían así por parrandero, mujeriego y tapis, pero era un hombrazo. 331
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“Es que hemos sido un poquito fogosos”, dice don José María Castro, y se muere de la risa. “Después de terminar la escuela, me fui a estudiar la secundaria a un colegio de Estados Unidos. Es que yo era de una familia popof. “Estuve en Mississippi. Allá fue que aprendí a boxear y a jugar futbol americano. Me fue muy bien. Terminé la secundaria y llevé un montón de cursos de Administración de Negocios”.
La Yunai “Me devolví para trabajar con la United. En esos años, la compañía bananera era el gran proveedor de trabajo de Costa Rica. Estamos hablando de los años 20 y 30 del siglo pasado. “Entre todas las cosas que he sido, yo fui boxeador durante varios años. Una vez pelié con el famoso `Big Boy`. En memoria de él es que lleva ese nombre el parque de beisbol de Limón. “`Big Boy` era un negro enorme, que trabajaba en el taller de la United. Se armó todo para hacer una pelea en el Teatro Arrastry. Fue en 1934. Recuerdo un rótulo en el que decía `José María Castro versus Big Boy`. Lo noquié en el tercer round. Esta zurda era buenísima. Ahora estoy hecho leña, pero sólo porque estoy muy viejo. “Después de trabajar diez años con la United, hice mi propia compañía bananera. Es que durante la Segunda Guerra Mundial, la United abandonó las fincas y el ejército, la Navy, decomisó los barcos de la compañía para usarlos en la guerra. La Navy requisó toda la flota mercante, en eso que se conoce como `esfuerzo de guerra`. ”La United dejó la zona en 1938. Ya éramos hombres hechos y derechos. Es que recuerde que yo nací antes 332
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de la Primera Guerra Mundial. Soy un hombre de dos guerras mundiales”.
Aventura de empresario bananero
“Arrancamos la producción y exportábamos en barcazas. Un compañero mío de esos años fue Abel Pacheco Tinoco, el padre del presidente Abel Pacheco. “En ese tiempo, los productores nos dividíamos las regiones. Estaba Don Pedro Mohs en la Barra del Colorado, don Raúl Velázquez en El Valle de la Estrella, Yoyo Quirós en Roxana y Mariano Zúñiga en Limón. Dividimos la provincia en zonas porque a todos nos estaba llevando el diablo. “Se dio lo que conocimos como la guerra bananera. Eran más los compradores que los vendedores. Exportábamos a Tampa y Miami, en Estados Unidos; a Italia y a Noruega. Yo tenía una finquita pequeña y le compraba a todos los finqueros de la zona. “Comprábamos todo lo que fuera banano o pareciera banano, y lo pagábamos a precio de United Fruit Company. Recuerdo que todo lo exportábamos en racimos. “Cargábamos los racimos en el tren. Recuerdo que con sólo que uno dijera `snake` (serpiente), todos los negros tiraban los racimos. “Fui comprador de banano y productor bananero desde que tenía 32 años hasta que tuve 42 años. Estuve en esa industria durante diez años. “Pero no es lo único interesante que he hecho en la vida. Fui comandante de Don Pepe en el 48, en Limón. Tomé la Barra del Colorado en el tiempo de la Revolución”.
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Camilo RodrĂguez Chaverri
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Fundador de Tropigas “Después, la vida me puso en otras cosas. Fui gerente y presidente de Tropigás. Fui el que estableció la empresa y estuve al frente durante 37 años. Abrí el mercado y le enseñé a la gente a cocinar con gas. Antes de eso, lo único que había era canfín. “Bueno, he hecho tanta cosa que hasta estoy en el Salón de la Fama de mi colegio en Estados Unidos. Es que fui `pelota`, aunque ahora sólo sea una pelotica. “Hasta fui cónsul de Costa Rica en Los Ángeles. Los tiquetes de avión eran muy caros, no como ahora. Costaba mucho volar. Entonces, me venía de Los Àngeles en carro hasta México, y ahí tomábamos una avioneta de Lacsa. A la vuelta nos tocaba igual. Así era como viajaba con toda mi familia. “Me casé en 1940, y viví con mi esposa, Virginia Alpízar Fernández, hasta el último de sus días. Fuimos una pareja feliz. Vivimos juntos 48 años. Soy viudo, pero a veces busco que me `desviuden`”, dice don José María Castro, con una cara de bandido que lo acompaña aún a los 92 años de edad.
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Obras del autor “Sueños en vuelo” (poesía, 1993) “Patria y Camino” (artículos, 1994) “Montañas rebeldes“ (poesía, 1995) “Resurrección en los sueños“ (cuento, 1995) “Simio Urbanita“ (poesía, 1996) “Amor de barro“ (poesía, 1997) “La jaula rota“ (compilación de graffitti, 1996) “¿Por qué te fuiste, Capitana? “ (poesía, 1998) “En este jardín vivo“ (poesía, 1999) “La sirena y el pájaro ciego“ (poesía, 2001) “Plan de vuelo a la hora de dormir“ (cuentos, 2003) “Luces del alba“ (poesía, 2004) “Memorias de un Gigante“(entrevistas, 2004) “Cartas de navegación “ (poesía, 2005) “Conversaciones con la historia“ (entrevistas, 2005) “Naufraga la lluvia” (poesía, 2005) “Grandes personajes bananeros costarricenses “ (entrevistas, 2005) “Otras postales de la patria“ (poesía, 2005) “ Grandes personajes limonenses” (entrevistas, 2005) “ Grandes personajes guanacastecos” (entrevistas, 2005)
Biografía Camilo Rodríguez Chaverri (1976) es periodista y escritor. Ha publicado más de veinticinco libros de poesía, cuento, ensayo y entrevistas. Algunos libros de poemas son “Sueños en vuelo” (1993), “Montañas rebeldes” (1994), “Simio Urbanita” (1995), “Amor de barro” (1996), “En este jardín vivo” (1997), “¿Por qué te fuiste, Capitana? “(1998), “La sirena y el pájaro ciego” (2001), “Luces del alba” (2005), “Naufraga la lluvia” (2005) y “Cartas de Navegación” (2005). Los libros de cuentos son “Resurrección en los sueños” (1995) y “Plan de vuelo a la hora de dormir” (2003). Tiene una década de trabajar en prensa escrita, radio y televisión. Es conductor y productor de programas televisivos y radiales. Ha sido columnista de los periódicos Al Día, La Prensa Libre, La República, Diario Extra y Eco Católico, y colaborador del semanario Universidad y las revistas Rumbo y Perfil. Además, durante diez años ha sido comentarista del programa Panorama, de la Cámara Nacional de Radio (CANARA). Es director del periódico Ojo. También es coordinador editorial del periódico “El Guapileño” y director de varios periódicos alternativos, “Viva Limón”, “Viva Siquirres”, “Cariari Vive”, “Huertar Norte”, “Viva Turrialba”, “Viva El Oeste”, “Ventanario” y “Cartago Vive”. Fue jefe de información de un noticiero televisivo y de un medio nacional de prensa escrita. Estudió Periodismo, Relaciones Públicas yAdministración de Empresas. Tiene postgrados en Dirección Empresarial; en Comunicación y Manejo de Imagen; así como en Periodismo de Opinión y en Análisis de la Opinión Pública. Ha sido asesor de diversas empresas, federaciones, organizaciones sociales, cámaras e instituciones. Asimismo, ha sido Profesor de Periodismo de Opinión, Análisis de la Opinión Pública, Técnicas de Comunicación, Géneros Periodísticos, Periodismo Televisivo y Expresión Oral y Escrita.
“Camilo es un colibrí del periodismo, dinámico, inquieto, capaz y trabajador sin descanso. Distribuye la energía de su envidiable juventud, presionando todas las teclas de la sociedad costarricense. Los humanos deberíamos ingerir 45 kilogramos diarios de azúcar, si tuviéramos idéntica actividad desplegada por el colibrí. Camilo, la excepción, acelera su labor cotidiana, desde la madrugada, sin consumir la comparable cuota azucarera.” “He compartido tareas con Camilo desde los inicios de la aventura de OJO. Rodríguez ha desarrollado en OJO un periodismo de alto valor literario y ético, mereciendo aplauso unánime de la comunidad nacional. La hemeroteca de OJO registra páginas, elaboradas por Camilo, que hacen historia en la prensa de Costa Rica, excepcionales entrevistas rodeadas de creatividad distinguida, singular”. Jose María Penabad
La primera edición de este libro se diseñó y se imprimió en el mes de octubre del 2005 en la Litografía YACOPI S.A. Telefax: 551-2595, portada full color en cartulina C-12, barniz UV y hojas internas en bond 75 grs. a una tinta