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Grandes personajes bananeros costarricenses Tomo II

Camilo RodrĂ­guez Chaverri



Grandes personajes bananeros costarricenses

José Zaglul

El gran rector de la EARTH Es atento, culto, ameno y un gran educador. Como rector de EARTH; su gestión ha sido mucho más que exitosa. José Zaglul es un enorme gestor de desarrollo para la Zona Atlántica. Nació el 24 de agosto de 1947. “Te voy a servir lo que mi abuelita me servía cuando iba a verla, aceitunas negras. Mi abuelita vivía en el pueblo de mis padres, Hasroun, al norte de Líbano. Un pueblo enclavado en las faldas de los cerros de Líbano. Yo nací en San Ramón, hijo de Wajib Zaglul (qdDg) y Carmen Slom. “De los Zaglul el que se vino fue mi papá, de 23 años. Eran nueve hermanos, y vivían en un pueblo pobre. Se vino buscando oportunidades económicas. La historia que contaba mi papá se va más hacia atrás. Cuando mi papá estaba en tercer grado de la escuela, allá en la montañita, en su pueblo, mi abuelo le dijo ´tiene que salir de la escuela para ayudarme a trabajar en el campo´. “En Líbano, las montañas están muy erosionadas, por lo que hacen terrazas. Ahí cultivaban manzanas, uvas, peras… En verano es muy seco, y a veces tienen que ir a atender el turno a las dos de la mañana para desviar el canalito de agua para que riegue su parcelita. “Mi papá le escribió una carta a mi hermana cuando ella tenía dos años. Se iba a operar de la nariz, era cualquier cosa, pero seguro le dio miedo la muerte, como me da a mí. Vieran qué carta más linda. En árabe escribía muy lindo. Él era un poeta. La ilusión de mi padre era estudiar, pero no tenía oportunidad porque era 5


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muy pobre. “Mis tíos dicen que era muy serio, muy callado, leía y leía y leía. Llegó a ser maestro de escuela porque se educó él solo. En un pueblo pequeño, a principios del siglo pasado, siendo muy joven, llegó a destacase por su esfuerzo personal. “Tenía familiares en América. No sabía dónde era Costa Rica. Para ellos, en América era igual Nueva York que Heredia. Un familiar le dijo que por qué no se venía. “Hasta ese momento sólo trabajaba en el campo y de maestro. Hay una foto muy vacilona de él, con un Tarbush… “Se vino en barco. Fue una travesía de un mes. Era un muchacho fuera de serie, con una cultura impresionante si tomamos en cuenta que vivía en aquel pueblito y que no había podido estudiar. “Les voy a poner un ejemplo más de su sensibilidad y su conocimiento. Khalil Gibran es el poeta nacional de Líbano. Papá lo admiraba mucho. Cuando muere nuestro poeta, ya tenía muchos años de vivir en Estados Unidos. Llevan su cuerpo a Becharre, un pueblo a siete kilómetros de Sahún, como decir Palmares y San Ramón aquí. A papá le tocó dar el discurso en nombre del pueblo cuando el cuerpo de Gibran pasó por Sahún. “Cuando fui a Líbano en el año 92, papá me dijo ´vaya y me trae la foto de la esquina donde hablé, todavía está el balcón´. Le tomé un montón de fotos. Desafortunadamente él murió mientras estaba yo allá. Estaba Líbano recién saliendo del conflicto y no pude llegar al sepelio. Por culpa de la guerra, los teléfonos en Líbano estaban apenas en reparación. En el 92 Líbano apenas se estaba reconstruyendo. Mientras llamaron, 6


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estábamos en un lugar distante, y me llegó la noticia exactamente después del entierro. “Pero Dios sabe lo que hace: sabiendo que estaba el hijo, el pueblo, que recordaba a mi padre, se acercó a acompañarnos. Estaban mi hermano más joven, Jorge Luis; su esposa, Ivannia; mi esposa, Rosario, y mis tres hijos, Joumana, Samir y Layla, así como una hermana de Rosario, Marielos. En el momento en que me avisaron a mí, estábamos en casa de mi papá. “Allá hay una costumbre muy linda: cuando muere un hijo del pueblo, las campanas de la iglesia comienzan a repicar, la gente empezó a pensar en quién había muerto, cuando supieron que era mi papá, todo el pueblo vino a darnos el pésame, y el domingo en la misa, un sacerdote que había conocido a mi papá dio el sermón sobre su vida y su ejemplo. “Todo lo hace Dios: si no hubiéramos estado allá, su pueblo no hubiera podido darle el adiós de esa manera”.

Zaglul en Costa Rica “Papa llegó aquí creyendo que iba a estudiar. Desde que llegó tuvo que buscar trabajo, y no pudo estudiar. Empezó con una tiendilla en Heredia, después se fue a Alajuela. No le fue bien ni en Heredia ni en Alajuela. Entonces se fue para Puntarenas con Don Juan Maarbis, que era del mismo pueblo. Empezaron en Puntarenas con una tienda. “En eso papá y mamá se casaron. Se habían conocido en Heredia. Los papás de mamá se vinieron de Líbano cuando ella tenía tres años. Mamá creció aquí. Mamá es herediana. Habla perfecto español y árabe.

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“Estando papá en Puntarenas, le entró por casarse. Se casaron y se fueron para San Ramón. Después tuvieron hijos y, bueno, nunca pudo estudiar. “Somos seis hermanos, tres mujeres y tres hombres. Cuando yo tenía un año, papá decidió regresar a Líbano. Nos fuimos mis tres hermanas, mis papás y yo. Soy el mayor de los hombres. También se fueron mis tíos maternos. Se fue el papá del doctor Claudio Slom, mi tío Pedro, mi tío Jesús, mi tía Mercedes y Meri. “Aquí siempre nos decían turcos. Tiene una razón de ser: los turcos, durante el Imperio Otomano, dominaron Siria y Líbano. Eso quedó, y cuando la gente salía de Líbano, lo hacían con pasaporte turco. Se ofendían mucho que les dijeran turcos, porque los turcos más bien tenían bajo su poder a su país, pero llegaban a América y les decían, simplemente, ´turcos´. “Nos fuimos mi papá, mis hermanos y yo, con un año de edad. Nos quedamos cinco años. Creo que mi primer idioma es el árabe. Lo que pasa es que aquí después sólo quería hablar español en la escuela, porque luego de esos cinco años volvimos a San Ramón. Pasé la escuela en San Ramón, el colegio en San Ramón, y cuando salí del colegio, jovencito, de 17 años, me fui de nuevo para Líbano. “Fue como una curiosidad. Quería estar un año allá. En mis adentros, sólo estaba pensando en un año. Papá creyó que me mandaba por unos años. La verdad, el primer año fue un año muy difícil, pero después disfruté muchísimo. No sólo hice los años preparatorios de mi carrera, sino que estudié la carrera allá. ”No hablaba ningún idioma, sólo ramonense. Allá ni sabían dónde quedaba Costa Rica, y español nadie hablaba. Duré seis meses mudo. Yo tenía allá a mi 8


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hermana mayor, Mariana. Con ella hablaba español. “Ya cuando le pasa a uno esa primera etapa, viniendo uno de un pueblo donde conoce a toda la gente (imagínense que, tantos años después, todavía somos cercanos los compañeros de colegio) desprenderme de mi familia y de San Ramón fue como un shock para mí”.

Estudió en Líbano “Hice mi carrera. No tenía claro qué estudiar. Cuando me fui, pensaba estudiar química. Luego, me cambié a Agronomía. Estuve allá ocho años. Cuando eso no conocía a Doña Rosario, mi esposa. La hermana de ella, Sonia, era mi compañera de colegio. “Saqué el título de ingeniero. Tenía una beca deportiva. Jugaba futbol. Era el portero de la selección de la universidad. Era el mejor arquero del mundo. Nos llevaron a Cairo, a Jordania. “Ya para la maestría, pensaba venirme para acá. Como un mes antes de venirme, uno de los profesores, un profesor norteamericano, me dijo que me conocía bien, que creía que yo era un buen estudiante, que sabía que yo ya me venía para Costa Rica, pero que me ofrecía una beca para estudiar la maestría. “Aún así me vine. Vieran qué curioso: fui a buscar trabajo, conocí a un señor que trabajaba en una de las compañías bananeras, don Jorge González. Me acuerdo que fui a una entrevista a la oficina de él, me preguntó por las opciones que tenía, le conté lo que me dijo el profesor, y me dice, ´si usted quiere, yo le doy trabajo mañana, le puedo dar trabajo mañana mismo, pero si fuera su papá, yo lo agarraría de un brazo y me lo llevo 9


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para el avión para que vaya a sacar su maestría. “Salí de ahí triste pero convencido de que yo debería hacer esa maestría. Me fui de nuevo para Líbano, y regresé dos años más tarde, con una maestría en producción animal. “Empecé a trabajar en el ITCO, ahora IDA, en el departamento de planificación. Estaba don José Manuel Salazar Navarrete. También estuvo Don Yoyo Quirós. Yo quería estar en la práctica profesional, no en una oficina. En eso salió una posición para trabajar en el Instituto Tecnológico de Costa Rica, que estaba abriendo la carrera de Agronomía en Santa Clara de San Carlos”.

En San Carlos y en Limón “Me fui para allá de profesor de producción animal. Fue en el año 76. Tenía 29 años. En el año 77 me llegó una respuesta de la Standard. Yo había puesto la solicitud en el 74, cuando vine a buscar trabajo antes de decidir irme de nuevo para Líbano. Me llamaron tres años después. Fui a una entrevista. Ya era novio de Rosario. Me dieron un puestazo en el departamento de investigación de banano. Les dije que no sabía nada de banano. Me dijeron que no importaba que no supiera. Hablé con la gente del Tecnológico. Me dijeron que era muy buena oportunidad. “Pasé de Santa Clara de San Carlos a Limón. Estando en Limón, me iba los sábados para San Ramón por Turrialba, y me devolvía los domingos. Era demasiado. Así que en ese año me casé con Rosario. Nos casamos en octubre del 77. “Mi vida ha sido llena de acontecimientos que no sé, se han dado de una manera, porque Dios me ha puesto 10


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en cierto rumbo que él ha dispuesto. Recién llegado de Líbano, mandé una solicitud para estudiar en solamente una universidad de Estados Unidos, porque quería sacar mi doctorado en una universidad relacionada con el trópico. Por eso, en un viaje que hice, mandé mi solicitud a la Universidad de Florida. “Nunca más supe algo de la solicitud de la Universidad de Florida y un buen día, cuando ya estaba a punto de comprar una chanchera en San Ramón, estaba esperando al piloto que había vivido a la par mía en la casa de solteros de Limón. Sólo esperaba que terminara de fumigar para irnos. Era un sábado o un domingo. Era un 14 de febrero. El quería celebrar un año más con su esposa, y nosotros íbamos a celebrar el día de los enamorados. Pero en la última vuelta de fumigación se estrelló y se mató. Fue impactante para mí. Agarré el carro, y me vine para San José. Ya tenía el préstamo para comprar la chanchera. Cuando llegué a San Ramón, mi suegro me dijo que el señor que me iba a vender la chanchera, la vendió a otro por 5 mil pesos más. No quería saber nada más ese día. “En eso, mi suegra me dijo que mi mamá había llamado, que había una carta para mí. Ese día había sido traumático. No quería creer lo de mi amigo, que se llamaba Ronald Barrientos, ni lo de la chanchera. Me pareció de mal gusto. Era faltar a la palabra. “La carta era el anuncio de que me aceptaban en el doctorado de la Universidad de Florida. Volví al Tecnológico, porque en Standard no me iban a ayudar en nada, pues el doctorado iba a ser en producción animal. En el Tecnológico me apoyaron, me dieron una media beca, y tomé con CONAPE una beca préstamo”.

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De Estados Unidos al CATIE “Nos fuimos para Florida y cambió la vida. Nos fuimos un 19 de marzo de 1978, hace 27 años. Estuve allá tres años. Allá nació Joumana, la hija mayor. Los otros dos nacieron aquí, al regreso. “Saqué un doctorado en producción animal y otra maestría en procesamiento de alimentos. A la vuelta, empecé a trabajar en el Tecnológico. Tenía que pagar mi deuda con ellos, no sólo el préstamo de CONAPE, sino también pagar con tiempo mi beca en el Tecnológico. “Estuve en el TEC del año 81 a finales del 85, cuando, por esas cosas de la vida, el director del CATIE, que andaba buscando un director de producción animal, se encontró con uno de mis profesores de la Universidad de Florida, que estaba trabajando en la Universidad de Missouri, que, a su vez, apoyaba al CATIE. “Este profesor mío del doctorado estaba de decano en Missouri, y le dijo al director del CATIE que no buscara más, que se contactara conmigo. Me llamó, fui a una entrevista y me ofreció el trabajo. En ese momento, era vicerrector de investigación y extensión en el Tecnológico. Roberto Villalobos era el rector, le conté y me dijo una cosa muy linda, me dijo ´José, si no te vas, yo te echo de aquí´. Después me dijo ´vos podés cumplir tu compromiso con el Tecnológico desde el CATIE, porque lo importante es que le aportés al país´. Así que el resto de mi compromiso por la beca lo terminé en el CATIE. “En el CATIE estuve del año 85 al año 89. Durante esos años vivimos en Turrrialba. Antes vivía en Cartago. Y en el 89 me eligieron aquí, para que fuera rector de la

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EARTH. “Me voy a devolver un poco. Cuando estaba en el TEC, me parecía una barbaridad que fueran a crear otra institución de educación cuando las universidades nacionales estaban con tantos problemas de presupuesto. Tenía mis dudas acerca de qué tipo de institución iba a ser la EARTH. Así que cuando se iba a crear esta institución, estando yo en el Tecnológico me preguntaba, junto a otros profesores, si de verdad iba a ser una institución de educación. “Cuando estaban buscando rector, mandé la solicitud por pura curiosidad, sinceramente, a ver qué pasaba. Ahí comenzó el proceso. Al final, quedé entre los últimos cinco candidatos. Por cierto cuando me hicieron la entrevista manifesté lo mismo que les voy diciendo a ustedes. Fui muy transparente en la entrevista. “Tenía muy buen trabajo en CATIE, estaba muy contento, así que sentí que podía manifestarme con libertad, sin tener que escoger mis palabras ni nada. “La verdad que fui uno de los más sorprendidos cuando me dijeron que había sido elegido para la posición. Sólo mi esposa siempre me decía ´usted va a ser el rector´ y un colega, Don Carlos Chaves, también me lo dijo desde el inicio del proceso. “Desde la entrevista hasta que me anunciaron que iba a ser el rector pasó año y medio. Al principio mandé la solicitud, me hicieron una entrevista primero cuando de las 90 solicitudes escogieron a veinticinco. Me hicieron la primera entrevista personal en el hotel Bouganvillea. Cuando eran doce o quince, me entrevistaron a mí, de nuevo, entrevistaron a mis estudiantes, a mis colegas, al director del CATIE… Cuando eso, las entrevistas las hacía un equipo de cuatro profesores de Estados Unidos. 13


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Y cuando quedamos cinco, la entrevista fue con toda la junta directiva y sus asesores, con todo el consejo directivo. De un montón de gente que había ahí conocía a algunos y a otros no”.

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Rector de EARTH “Para mí, estar en EARTH ha sido como lo mejor que nos ha podido pasar como familia. Además, como profesional, como oportunidad, ha marcado mi vida. Yo difícilmente me veo en otro lugar que no sea EARTH. Desde el principio, EARTH nos da la oportunidad de llevar a cabo un sistema educativo donde uno pudiera realizar sus sueños. El apoyo que hemos recibido a través del tiempo por parte de la junta directiva nos ha permitido crear una institución diferente. A través de EARTH hemos podido llegar a muchos jóvenes, a personas que sueñan con nosotros en poder cambiar el rumbo del mundo, en que podemos tratar de aliviar la pobreza y transformar a nuestros países. “EARTH es un sueño y creemos que se hace realidad a través de la juventud de los graduados, que ya están en todo el mundo. Hemos apostado al liderazgo. Hemos apostado a la calidad y no a la cantidad. Creo que eso es lo que es EARTH. “Cuando nosotros llegamos aquí, esto era finca Bremen. Cuando se adquirió la propiedad, que es de 3300 hectáreas, 300 hectáreas estaban cultivadas de banano, y había una extensión grande en ganadería. Tenía un bosque secundario y algunas bases primarias. Cuando llegué, acababan de comprar la finca. “Cuando nosotros llegamos a la finca, pedimos un estudio de impacto ambiental. Fue promovido por el doctor Brown. Él nos explicó que esto era una finca, y que de pronto íbamos a crear una infraestructura, donde hubiera de ochocientas a mil personas por día, y un día especial, como durante la Feria América Tropical, que organizan los estudiantes, podrían llegar hasta 10 mil personas. 15


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“Estudiamos el impacto ambiental. La fundación Kellog nos apoyó para financiar el estudio. Entre lo que se encontró en el estudio, se supo que el mayor impacto lo estaba causando la plantación bananera por el material orgánico que iba a los ríos, principalmente el pinzote de banano. A eso se juntaba el problema del plástico, que quedaba en el suelo o iba a dar al río. “Uno creería que el material orgánico es orgánico, y que no contamina, pero consume oxígeno, por lo que disminuye el oxígeno del río, con lo que afecta la vida acuática y la calidad de las aguas. “Los peones bananeros dejaban el plástico en la plantación, sacaban los racimos y dejaban el plástico que los cubría ahí mismo. Luego, tiraban el pinzote en la planta empacadora, cuando dejaban todos los racimos en manos. Cuando venían las llenas, todo iba a dar a los ríos. La presa de basura por las bananeras llegó hasta el Tortuguero”.

El reto de la bananera “Una de las recomendaciones que nos dieron con los resultados del estudio de impacto ambiental fue que nos deshiciéramos del banano. Me acuerdo que en la reunión en que me lo comentaron les dije que no, que eso era hacer las del avestruz, esconder la cabeza. Les expliqué que, más bien, nosotros lo que deberíamos hacer es enfrentarnos a ese problema, que la actividad bananera brindaba trabajo al país, y que teníamos que ver cómo compatibilizábamos la actividad bananera con el ambiente. Les dije que teníamos que encontrar una respuesta para educar a los estudiantes en una solución sostenible para esos problemas del cultivo del banano.

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“En la forma en que se estaba produciendo, el banano no era sostenible. Más que deshacernos del banano, sentimos que, metidos en el trópico húmedo, aquí, y lo mismo en Honduras, Colombia, Ecuador, Filipinas… teníamos que buscar la manera de producir un banano sostenible y eventualmente un banano orgánico. Ojalá que podamos. “Le dije a la junta directiva que a mí me parecía que deberíamos enfrentar ese problema. La junta directiva estuvo de acuerdo. Empezamos por lo más grave: el pinzote y el plástico. No sabíamos qué hacer. Me parece que uno de los bastiones, uno de los pilares ha sido el doctor Carlos Hernández. “Estábamos en el año 89. Aquí no había ni estudiantes. Y enfocamos todas nuestras baterías a solucionar esos dos problemas. Carlos Hernández, con una gran inventiva, una gran capacidad, una gran inteligencia, se puso a investigar en las soluciones. “Él es ingeniero civil, y doctor en manejo de desechos. Gracias a todo esto que hizo, la Universidad de Michigan se lo llevó para que hiciera su doctorado con ellos. Don Carlos, que primero fue el ingeniero contratado por EARTH, era la contraparte de las empresas que estaban construyendo las instalaciones, es decir, era el que se aseguraba por parte de EARTH de que las cosas se iban a hacer bien. “Estoy casi seguro que de todos los proyectos de AID, el único que fue construido con menos dinero del asignado y en menor tiempo de lo que se previó ha sido EARTH. Y eso gracias a muchas personas, entre ellos, Carlos Hernández y Alex Mata, que jugaron un papel muy importante. Alex es el director de administración y finanzas”. 17


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Papel de pinzote de banano “Nosotros no sabíamos qué hacer con el pinzote y con el plástico. En eso, nos dimos cuenta que una pintora muy reconocida, Lil Mena, pintaba en papel de banano. Lil Mena fue nuestra inspiración. Ella nos impulsó para tratar de utilizar el pinzote y la fibra de pinzote. La idea era convertir esa fibra en papel. Luego nos dimos cuenta que había unos estudios en la Universidad de Costa Rica, y que habían producido papel de banano con pinzote. Esas dos cosas nos dieron el empuje a nosotros para comenzar a investigar más, para tratar de extraer la fibra de banano, e intentar hacer un papel de banano. Cuando hicimos las primeras pruebas, fuimos a las compañías papeleras, y diay, nos decían que no les servía. Argumentaban lo siguiente: ´lo que hemos ido haciendo es quitarle manchas al papel, dejarlo para que sea totalmente blanco, y ustedes traen uno que está más manchado que el nuestro al inicio del proceso´. “Para hacer el papel tradicional se necesitaba de químicos. Nosotros no queríamos usar químicos. Perdimos mucha plata buscando una salida. Carlos siguió investigando, y nos encontramos con una empresa de un salvadoreño. Resulta que el hijo del empresario quería hacer cosas más sostenibles. Con ellos comenzamos a mezclar fibra de banano con papel reciclado, y a través de ellos comenzamos las primeras pruebas de papel fino de banano. Ahora podemos imprimir y publicar de todo. Nosotros producíamos las láminas y la fibra pura, y la mandábamos a El Salvador, hasta que pudimos sacar el papel de banano. 18


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“Un graduado nuestro, Gabriel Valverde, de la primera generación, que había trabajado desde EARTH tratando de comercializar papel de banano, montó la empresa ´Costa Rica Natural´. Con ellos hemos ido trabajando juntos en papel de banano. Lo interesante aquí es que nos deshicimos del contaminante orgánico, y el producto se convirtió en un bien comercializable”.

Qué hacer con el plástico “Lo otro era qué diablos hacíamos con el plástico. Paralelamente al proceso de búsqueda que nos llevó hasta el papel de banano, comenzamos a hacer pruebas de reciclaje con Carlos Hernández al frente. Comenzamos a producir en el ámbito casero cositas de plástico que se quedan flotando, y comenzamos a tratar de hacer postes para cercas con el plástico azul, a hacer maceteros y basureros… Vimos que era posible deshacerse del plástico azul. Además, en lugar de poner unas bolsas plásticas larguísimas, comenzamos a decir que nos hicieran las bolsas como en tubos, nos íbamos con el tubo de bolsa para el campo, y empezamos a cortar lo que le sobraba a la bolsa. Utilizábamos la bolsa en tubo, cortábamos el plástico de un racimo y seguíamos con la siguiente planta. Sólo con esa medida redujimos un 25 por ciento del plástico. No era una práctica fácil. Llevar todo el tubo a la plantación es incómodo. A los que nosotros le comprábamos el plástico les decíamos ´se lo compramos pero de vuelta ustedes reciben el plástico para reciclarlo´. Y estábamos en una comisión bananera, buscando formas de cómo reducir la contaminación. “Carlos Hernández era el coordinador de esta comisión. Comenzamos a dictar ciertas normas. Antes 19


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se sembraba banano hasta a la orilla de los ríos, y los bandereros se ponían en el campo justo donde el avión les pasaba por encima, bañándolos con los químicos que fumigaban en las plantaciones. Nosotros sugerimos que quince metros a la orilla de cada río se tenía que sembrar árboles, y que los bandereros y toda la gente tenían que salir de la finca cuando el avión fumigaba. “También hemos trabajado mucho con respecto al tema de la vestimenta de los trabajadores. Si ustedes van a la finca de la EARTH, ven cómo es que manejamos los agroquímicos. Hay un lugar donde se deja la ropa y se ponen una indumentaria especial. Después de aplicar el producto se tienen que bañar y salir con ropa limpia. En cambio, antes iban a la casa y la mujer les lavaba la ropa en los tarros donde después ponía la leche. Además, hay que tener mucho cuidado con las mezclas. “En esa comisión también determinamos que se debía recoger todo el plástico y la piola. Ustedes iban a una bananera, desenterraban y desenterraban, y veían la cantidad de plástico, porque deliberadamente lo dejaban en la plantación. Eso no se deshace, cuesta cientos de años que se descomponga, y más si cada día era más y más piola y más y más plástico. “En cambio, ahora en la finca nuestra ya no hay piola. La empresa Reciplast ya te procesa el plástico azul, la piola… Las compañías se encargan de que no quede plástico. Nosotros recogimos el plástico de los ríos nuestros. Ya no ves el plástico en la plantación. Seguimos usando piola, pero se recicla. También empezamos a usar un filtro especial en la planta empacadora. Hay un montón de desechos orgánicos. Por cierta pendiente de las plantas empacadoras, el agua que sale pasa por un filtro, los desechos sólidos y el fungicida se quedan y el 20


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agua que sale es agua limpia. Funciona de la siguiente manera: el fungicida forma como un coágulo con el látex del banano y se queda ahí. Por eso, el agua que sale se puede reciclar. Después, también hemos hecho un esfuerzo con respecto a la producción de abonos orgánicos. “Todo lo que hemos hecho en cuanto a prácticas sostenibles ha tenido un impacto muy grande. Tanto que decidimos diferenciar nuestro producto en el mercado. Nosotros comercializamos el banano con el nombre EARTH. Así lo vendemos en Estados Unidos y en Europa. La comercializadora es nuestra. También vendemos a través de una empresa comercializadora costarricense que se llama Rumisel. “Y también trabajamos en la parte social. Por ejemplo, construimos letrinas en el campo para el uso de los trabajadores bananeros, damos alimentación caliente a los trabajadores de campo, y tenemos un gran respeto hacia ellos y ellas. En lugar de cantinas, construimos para los trabajadores un centro cultural en Mercedes, hay un campo de deportes, y tratamos de fomentar el espíritu familiar, la unión familiar. Los trabajadores bananeros son empleados de EARTH, son parte de la familia EARTH, igual que todos los demás, y de esa manera los hemos integrado. “Creo que en banano, los aportes de EARTH son muy valiosos y marcan una nueva etapa en este importante cultivo en nuestro país y en el mundo”.

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Juan Rafael Lang Quirós

Pionero de Asbana Juan Rafael Lang Quirós nació en Moravia, el 7 de junio de 1940, hijo de Alfredo Lang Sáenz y Carmen Quirós Roig. Se crió en San José. “Fuimos cuatro hermanos, cuatro hombres, quedamos dos… Me crié en San José. Fui a la Escuela Buenaventura Corrales, y empecé la secundaria en el Liceo de Costa Rica. Me echaron porque le arrié a un profesor, por lo que terminé en el Seminario “Recuerdo muy bien a los compañeros. En el caso de la Escuela Buenaventura Corrales, fui compañero de Rolando Laclé, Álvaro Montero Mejía, Alfredo Ramírez Montero, Carlos Zúñiga y Johnny Aguilar. En otro grupo, pero del mismo año, estaba Miguel Ángel Rodríguez. “En el Liceo de Costa Rica fui compañero de Alfredo Ramírez, y en el Seminario de Alfredo Brilla, Ignacio Pozuelo, Johnny Aguilar, Jaime Tiberino (qdDg), Carlos Trejos, Jorge Castillo, Fernando Chacón, Ronald Fernández y Álvaro Montero Mejía… “Estudié Agronomía en El Zamorano, en Honduras. Me gradué en el año 62, y me vine derechito a la Estación Experimental los Diamantes. En ese tiempo era de STICA, del Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola. “Entré para manejar un proyecto de investigación de nutrición de cerdos en el que solamente usábamos alimentos de la zona, y con una idea de rebote que era mejorar los padrotes de los productores de toda la región. “Fue una idea de Romano Orlich, que fue mi primer

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jefe. En cuanto al ganado, hacíamos un tiro muy bueno: les recibíamos un torillo ´aguacatero´ y se les daba uno ´enrazadillo´ a cambio. “Fue poquito lo que estuvimos con STICA. Nos tocó el cambio; nos absorbió el Ministerio de Agricultura, y nació el AID, la Agencia Interamericana de Desarrollo, a raíz de STICA. En Diamantes, STICA había dejado todo eso con casas. “Salí de Diamantes en el año 65. Me trasladaron para San José. En el año 66 renuncié y empecé a trabajar en banano”.

Inicios como bananero “Empecé a trabajar con Cobal, el original, que era un grupo alemán. Estuve trabajando con ellos en el año 66 y el año 67. Originalmente exportó con la marca Uncle Tuca. En esos inicios, Cobal era un consorcio de compañías alemanas y holandesas. Entraron simultáneamente este grupo y un grupo belga, que fue el que empezó en Ticabán. Ese grupo belga compró esas tierras y metió el ferrocarril. “Cobal era una compañía chiquitica. Tenía unas oficinas en El Prado. Ahí estaba Don Yoyo Quirós con Beto y Gerardo. Hicieron un contrato con Cobal para producir la semilla necesaria para las fincas. “Hicieron un semillero de cien hectáreas. Ahí empezó a salir la semilla para Finca Santa María; Finca Borzone (que se llama Agropecuaria Río Jiménez); Finca Santa María (que era de los Arias, de don Manuel Arias); la finca de don José Enrique Quirós Trejos (Quirisón), en Villa Franca, al otro lado del río, donde hoy se llama Escorpiones… Del lado de Guápiles sembraron un señor 23


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Castillo y un señor Azofeifa, en la finca ´La Propia´, al lado abajo de Numancia. Ese señor Castillo es tío de José Alberto Castillo, el presidente del Grupo Colono. Eran dos campesinos que, a ´puro güevo´, sacaron la finca adelante, pero en eso se les quiso meter sindicato, dijeron no lo aceptamos y cerraron la finca. Se llamaba ´Productora Tropical´. Otro que sembró fue Dennis Sánchez, junto a su cuñado, que era un gringo. También sembró una finca un grupo de gringos de Carolina del Norte, adentro de Cariari, donde se llamaba finca Carolina. “Cuando empezó el desarrollo en Guápiles, la gran mayoría estaban sin su familia allá, por la escasez de casas que había en Guápiles. Yo sí estaba con la familia. El punto de reunión era en un restaurante que se llamaba ´El Singapur´”.

Bananeros en Guápiles “En las noches, nos juntábamos a contar las historias del día y a comer. Muy a menudo, durante los fines de semana ideábamos otro sitio de reunión: la escuela tenía un salón, al costado norte de la municipalidad, y se convertía en el otro punto. La mesa donde estábamos nosotros compraba casi todos los números de las gallinas, y ahí se nos acercaban don León Weinstock, don Fernando Madrigal, ´El Suco´ Aguilar, que era el tinterillo del pueblo; Don Rogelio Alvarado, que era el gran dirigente deportivo… Antes de las reuniones de los sábados, llegaba Carlos Loría a mi casa a dejar guardado lo que tuviera que llevarse después para la finca. Un sábado por la noche, llega con una bolsa de manigueta, y me dice, ´guardáme estos tamales en la refrigeradora´. 24


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Dicho y hecho, fueron guardados en la refrigeradora, y nos fuimos para el salón de la escuela. Después de la fiesta, en la madrugada llega a mi casa a recoger los tamales para irse a la finca Babilonia en un motocar de Standard, al abrir la refri y sacar la bolsa, se abrió y cayeron un montón de billetes: era la plata de la planilla de la finca, quién sabe cuántos miles… Ahí se quedó toda la noche. “Esta zona está llena de pioneros. Moisés Soto empezó en el Valle de la Estrella, junto a Asdrúbal Carballo; Carlos Loría; el doctor Frank Lara, destacado entomólogo, y Rodolfo Martín. “Yo fui el primer agrónomo que tuvo Cobal. En ese momento, en la empresa éramos el gerente y yo. Le pusimos el nombre a la compañía. Teníamos una oficina en San José, en los altos de Discolandia, de la antigua Embajada Americana, 25 metros al sur, al otro lado de la calle. En Guápiles, se tenía una oficina en El Prado. Don Yoyo les prestó un terreno de la misma finca. “Aunque empecé como bananero en Cobal, mi primer vinculación con el producto fue cuando se mandó la semilla de Los Diamantes para sembrar Bataán. Es toda una historia. Había un contrato con Standard, para que la semilla de una hectárea en experimentación, no fuera utilizada. Don Romano Orlich, que era el director, empezó a permitir que la pasaran para un lote del lado, y de ahí nos la llevamos robada para Coopebataán. El pleito era de variedades. En Standard se le decía Cavendish, y en Chiquita se le llamaba Valery, pero era lo mismo, aunque ellos querían hacer algunas diferenciaciones. “Cuando Standard trae la semilla, no sé quién la trajo, consigue semilla para una hectárea, con fines de investigación, y se prohíbe terminantemente su uso. 25


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Luego, se amplió a más, pero en eso nace el ITCO, le dan pelota a Coopebataán, y dentro de la planificación estaba sembrar banano. Esa semilla no se conseguía por ningún lado. La circunstancia nos obligó a ´tomarla prestada´. Pedimos un par de vagones del ferrocarril con el cuento de que yo me pasaba a vivir allá, con todo lo de mi casa, y en vagón donde supuestamente iban mis cosas metimos la semilla. Ahí se vino un broncón cuando los de Standard se dieron cuenta. El compromiso es que ese material no saldría. Como decía don Romano, la verdad es que, como semilla, nunca salió: todo ese material salió como el menaje de casa de Juan Lang, que lo trasladaban para Bataán. Fue ´Taxi´ (Alberto) Amador quien nos prestó dos vagones del tren”.

Ingreso de las compañías “Para el país, fue muy importante la entrada de las compañías. Primero entró Bandeco, que se llamaba West Indies, y empezó en Margarita de Bataán, con un semillero; de ahí salieron El Carmen e Imperio. Después West Indies pasa a ser Bandeco y Del Monte compra la empresa. “Lo importante fue el abanico de opciones para los productores costarricenses para poder sembrar banano… “En Cobal estuve hasta 1969. Renuncié porque se me había hecho un ofrecimiento que no me cumplieron… Ese desarrollo bananero fue muy duro y de mucho esfuerzo. No había vías de comunicación en esa zona. La movilización a través de un burrocar era cosa seria, arriesgaba uno la vida. Me tocó andar de Río Jiménez a Villa Franca en burrocar. Había que coordinar los trenes locales de carga porque, si 26


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no, le tocaba uno devolverse a pie. “Muchas veces me tocó ir de Río Jiménez a Guápiles a pie, o ´sabaqueando´ a los amigos de las compañías que tenían motocar. Después, por dicha compramos un motocar. “En el año 69 Standard me ofreció trabajo en buenas condiciones, y se efectuó el cambio. Seguí en Guápiles, a cargo del departamento de productores independientes. Para esos años, estaban Rodolfo Marín, en Santa Clara; Asdrúbal Carballo, en Roxana; un par de gringos en Francesa y Kehoe, uno de ellos era un señor Bowman, y creo que el otro señor era de apellido Sweat… Para ese tiempo estuvo Rigo Muñoz muy metido en algunas de esas fincas. “Otra finca productora era Finca Numancia, que era de una sociedad; las fincas Caribe y Tortuguero eran del ´Ñato´ (Rodolfo) Gurdián (qdDg); también estaba Édgar Quirós, ´Peluca´, y recuerdo que el administrador era Guillermo González Dorado; estaba La Teresa, de unos gringos, Glenn Ebey y Arthur Tutle; finca San Rafael, que ya no existe… A Standard le compraba a todos esos. “Asimismo, estaba la Finca Bremen, que pertenecía a Guápiles. Estaba a cargo de Carlos Manuel Rojas; Babilonia, que era una sociedad, y Carlos Loría la sembró y la administraba, recuerdo que cuando metieron los tractores salió bastante pieza indígena. Esa finca estaba donde ahora está ´Siempre Verde´. Poco más allá estaba ´Las Mercedes´, con don Mario Guardia; finca Río Jiménez, de dos chinos, Beto Acón y otro; la Finca Sonia, de Juan Schoeder; La Leticia, que era de una sociedad, y tenían acciones un doctor Oreamuno y una señora Pirie… Bueno, de esas son las que recuerdo. 27


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“Estuve con Standard hasta principios del 74. Mi posición fue de agrónomo supervisor de fincas, lo que comprendía toda la operación agrícola y el tema de la calidad. En el año 74 me trasladaron a Río Frío. Me fui como superintendente general de operaciones. Sólo éramos dos los jefes. Mi responsabilidad era en el campo de los procesos y el empaque en la totalidad de las fincas de Río Frío. Eso incluía el manejo de los trenes. Me tocaba disponer a qué hora llegaba y a qué hora salía el tren, y si traía el cartón o no. “En eso se me empezó a hacer un problema el estar allá con la familia, sobre todo por el tema de la educación. El hijo mayor estaba por terminar la escuela, y en eso me ofrecieron venirme a ASBANA. Renuncié a Standard, me trasladé a ASBANA porque me daban la felicidad de tener la familia en San José”.

ASBANA “Entré a ASBANA el 1 de enero de 1975. ASBANA nació en el 72, con la idea de reactivar algunas fincas bananeras que estaban en situación precaria, pero realmente ASBANA inició su verdadero despegue en el año 75, que fue cuando el Estado le empezó a girar dineros. Se inició con un fideicomiso de 16 fincas, tanto de la zona de Guápiles como de la zona de Siquirres y Limón. Me responsabilizaron de la zona de Guápiles, de fincas como Caribe, Tortuguero, Guadalupe y Sonia. “Como entraron en fideicomiso, hubo un refinanciamiento de los bancos para sacarlas adelante. Durante el gobierno de Carazo, con la devaluación tan fuerte que hubo, estas fincas salieron adelante, al venderse la fruta en dólares y al estar la deuda en 28


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colones, pudieron levantarse. Se logró pagar las deudas, y se le devolvió cada finca a los dueños. “Un proceso importante en CORBANA se inició en el año 79 con la creación del departamento de investigaciones, cuyo primer director fue Ramiro Jaramillo. “Durante esos años, Cobal siguió en manos del grupo alemán hasta el año 74. Siguió exportando fruta. En el 74, fue adquirida por Chiquita. Ya habían crecido, y tenían sus oficinas en Guápiles, como cuando empezamos. “Y el grupo belga de Ticabán fracasó. No le fue bien. Vendió las fincas a un grupo costarricense, donde estaban los hermanos Merino, Óscar Cruz, los hermanos Salazar, y no sé si el grupo San Cristóbal. “En ASBANA pasé por todos los puestos. A los años, ASBANA se convirtió en CORBANA. Se hizo una modificación a la ley para delimitar la deducción de cinco centavos de dólar por caja de banano exportada. Dentro de esa misma modificación se cambió el nombre de ASBANA a CORBANA “En el año 85 llegué a ser subgerente, y estuve de subgerente hasta el año 96. Para ese año 85, había una junta directiva que le zumbaba la matraca, y me dieron mucho apoyo para el departamento de investigaciones”.

Época de oro “Fue una época de oro para CORBANA. Fue la época donde el departamento de investigaciones estuvo en su apogeo. Se mandaron a preparar muchachos con especialidades en distintos campos. “Estuve en CORBANA hasta el 96. Estuve veinticinco años con la institución. No he perdido el nexo con 29


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CORBANA. Cuando me retiré, seguí como asesor externo por cuatro o cinco años. “Luego, con la llegada de Romano Orlich a la presidencia de CORBANA, formó un grupo asesor para que colaborara con el departamento de investigaciones. El grupo está formado por Ramiro Jaramillo, Óscar Arias Moreira, Edmundo Taylor, el mismo Don Romano (Orlich), Édgar Quirós y yo. Ahí llevo como dos años. Es algo muy satisfactorio para mí porque llevo cuarenta años vinculado a la producción bananera. “Eso me ha generado un vínculo cercano con la Zona Atlántica. Viví en Guápiles de 1962 a 1974. Primero vivimos en Los Diamantes, y después detrás de la iglesia, en una casa de León Weinstock. Don León las hizo para gente que empezaba a entrar a la zona y que no tenía donde vivir. Don León fue un hombre muy visionario. Fue el maderero de la zona, quien compraba toda la producción de maíz y quien le suministraba la alimentación y las provisiones a los agricultores mientras llegaban las cosechas. Al final, hasta fue bananero de Del Monte. “Para mí, Don León Weinstock fue un viejito fuera de serie. Él ayudó mucho al desarrollo de Guápiles. Cuando llegué a la zona, Guápiles vivía del maíz, y con su negocio, Don León ayudaba a financiar el negocio del maíz. Es en serio que le fiaba la comedera a los que él quería, y fue haciendo una selección de a quién se le podía dar y a quién no… “Para mí, era un viejo bonachón. Siempre noté que trabajaba mucho por Guápiles. Cuando llegué, ya no era presidente municipal, pero la gente todavía le agradecía todo lo que había hecho. El camino a La Colonia y el camino a Roxana se hicieron en sus épocas, y también 30


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parte del cuadrante de Guápiles se hizo en su época. “Había una historia muy simpática con respecto al Guápiles de esos años. La famosa planta eléctrica de Guápiles era muy modesta y pequeñita, y la demanda fue creciendo. El pueblo tenía una planta hidráulica, no sé de qué capacidad de producción, y los bombillos parecían un diez de achiote. En San José vendían unos elevadores de corriente, y los instalaba uno en la casa para poder arrancar el refrigerador, pero cuando uno volaba el máximo, todo el vecindario se quedaba casi a oscuras. “Otro problema serio en Guápiles era la salud, porque prácticamente había solo un médico, el de la Unidad Sanitaria. Cuando salía el fin de semana, Guápiles quedaba listo, sin un solo doctor que viera las emergencias. Eso fue así hasta el año 63 o el año 64, cuando el Seguro Social abrió una sucursal. Recuerdo que el primer médico de la sucursal fue el doctor Hernán Chavarría Gómez. Así, pasaron a haber dos médicos, Hernán Chavarría Gómez y José Antonio Delgado Mora… “Años antes, estuvo en la zona Abel Pacheco, el que ahora es presidente de la república. Estuvo aquí en los años 50. Siempre tuvo un gran espíritu de servicio, y se hizo amigo de toda la gente en la comunidad”.

Las historias de Don Tino “Tengo anécdotas de mucha gente querida de la zona. Por ejemplo, de Don Tino Zúñiga, que acaba de cumplir 96 años. Él tenía una pulpería. Entonces, una aventura de nosotros era ir a comprarle algo para quedarse hablando con él. Don Yoyo Quirós estaba en El Prado, y ahí estábamos trabajando con él. Íbamos mucho a tomarnos 31


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un fresco, una zarza generalmente, y como hicimos amistad con él, nos pasaba adelante y nos invitaba a tomar café. “Un día me preguntó que para donde iba, y yo le dije que iba a comprar unos terneros por Roxana. Cuando iba saliendo, me dijo, ´mirá, comprálos con cara de tonto´. Le pregunté que por qué, y me contestó, ´¿cuándo has visto un tonto flaco?´. “Hay otra salida buenísima de Tino Zúñiga. Llego un día y le digo, ´mirá, Tino, anduve por Cariari…´. Él fue boyero maderero. Le pregunté ´¿vos conocés?´. Me contestó ´claro, Juancho, si anduve todo eso con bueyes´. Entonces le pregunté qué pensaba de los suelos, y se volvió y me dijo, ´uy Juancho, esos suelos son buenísimos, si hasta con el culo se aran´. “Otro día me dice ´es que Juancho, las aguas de aquí no son tan buenas como las de donde yo, allá en Coronado, donde me criaron´. Le pregunté que por qué. ´Vos sabes que allá hay muchas cataratas, y no hay microbios´. Le dije ´¿cómo que no hay microbios?´. Y me replicó, ´diay, con una caída de esas que hay ahí, donde se caen los microbios, se desnucan´. “Tino vivía originalmente al lado debajo de donde ahora está la bomba de La Rita. El edificio estaba en malas condiciones. Cuando viene el auge bananero, el negocio de él prosperó, y él tenía toda esa propiedad, incluso al otro lado del río Guápiles. “Construyó el nuevo negocio, al este, al otro lado del río. Hizo un negocio amplio, con pooles, cantina, pulpería… Le hizo un segundo piso que era donde él vivía. Había hecho varios cuartos, y me llevó a conocerlo cuando ya lo estaba terminando. “Le pregunto que por qué tantos cuartos, y me dice, 32


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´diay, pa todos los chiquillos´. Le entro diciéndole ´mirá Tino, esto está como para poner una casa de monjas, dado que abajo están la cantina y los pooles…´. Yo quería vacilarlo. En eso me sale él y me da la vuelta: ´mirá Juancho, vos sabés que yo soy de Coronado, y ñor Vargas vendía leche en San José, la traía en carretón, y para que se le hiciera más le echaba agua a la leche. Entonces, de echarle agua a la leche hizo una platilla y se compró un sombrero ´esteson´, y un día, cuando ñor Vargas iba pa´ Coronado con su carretón, después de haber vendido el agua con leche, pasando El Puente de los Incurables, vino una ventolera, se llevó el sombrero, y cayó en el río. Ves, Juancho, lo que por agua viene, por agua se va… “Pero para terminar con lo que nos ocupa, que es la producción bananera, quiero decirte que he disfrutado mucho mi trabajo con las bananeras. No puedo quejarme, gracias a la producción bananera he vivido muy bien. Aunque no hice capital, tengo una vejez tranquila. Trabajé honradamente, y me siento muy feliz de lo que hice con mi labor de tantos años”.

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Los Hermanos Rojas

Pioneros de los “Minis” Familia guapileña es pionera en producción de los bananos ´mini´ Los hermanos Luis Carlos Rojas y Rubén Gerardo (“Lalo”) Rojas están al frente de una interesante y cautivadora empresa familiar, que, entre otras muchas actividades, está produciendo banano, y de una variedad, el mini, en la que son los líderes y los pioneros en Costa Rica. Su finca está justo al lado del cruce de Río Frío, al lado de la carretera que une a Guápiles con San José. En su finca trabajan ellos, sus hijos, hasta algunos de sus nietos, sus sobrinos y sus esposas... Todo el mundo ayuda. Por ejemplo, un día de corta es un espectáculo de organización familiar. Lalo nació en Naranjo, el 15 de diciembre de 1954, y Luis Carlos nació en Pital de San Carlos, el 5 de diciembre de 1958. Son hijos de Don Juan Rafael Rojas Arroyo (qdDg) y Aracelly Alvarado Rojas. “Somos cuatro hombres y una mujer. Todos vivimos en la finca, y todos dependemos de la finca”, explica Lalo. Los otros hermanos se llaman Matías, Álvaro y Marta. Y la finca extiende su dominio de atracción a los hijos de todos los hermanos, quienes viven en la finca, o trabajan en la finca. Don Lalo tiene dos varones y tres mujeres; Luis Carlos tiene dos varones y una mujer; Matías tiene una pareja; Álvaro tiene cinco mujeres y un hombre, y Marta tiene una pareja. ¿Cómo hacen para mantener a tanta gente con una

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sola finca? La fórmula es diversificar. Tienen cinco actividades diferentes en la finca: la producción de banano mini, un quebrador, una fábrica de hielo, producción ganadera y Al frente de la supervisión del quebrador está Lalo; su hermano Luis Carlos está en la bananera con Rubén, hijo de Lalo, y Moisés, hijo de Matías. Rubén está encargado de las exportaciones, y Moisés es el responsable del manejo del personal. Don Lalo también ayuda en la bananera. El tercer hermano que mencionamos en este relato, Matías, está en la fábrica de hielo, y le ayudan Juan, hijo de su hermano Álvaro, y Felipe, hijo de su hermana Marta. La ganadería está a cargo de Álvaro, el cuarto hermano en el orden de la enumeración. La finca es de 380 hectáreas, lo que la hace una propiedad muy valiosa por estar ubicada frente a la carretera más transitada del país. Sin embargo, no es tan grande si tomamos en cuenta la enorme cantidad de familiares que dependen de su producción. Eso hace todavía más ejemplar e innovador el sistema de producción y la organización de la familia. “Tenemos hasta tilapia en una pila de la planta empacadora. Cada familia da un saquito de concentrado, y al final las repartimos en partes iguales”, dice don Lalo.

La escuela, su padre “Tuvimos un padre que nos dio mucha escuela en eso. Él nos aconsejó que nunca hay que poner todos los huevos en la misma canasta. En la agricultura, a veces una actividad está buena y las otras están malas. 35


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“Además, al trabajar en familia, la familia es lo principal. Si no, no estuviéramos todos aquí, apoyados por Dios siempre”, explica Don Lalo. Por su parte, su hermano Luis Carlos explica que en la finca bananera trabajan 16 empleados de campo, y para los días de corta contratan tres o cuatro personas más. “Empezamos a producir banano desde hace como seis años, o sea que tenemos seis años de llevar cuero”, comenta Don Luis Carlos. “Es un banano que nadie conoce, es el baby, el dátil”. Don Lalo cuenta la historia en detalle: “empezamos con banano de la variedad Gros Michel. La idea era establecer un sistema orgánico, pero los entronques, los contactos que había en Estados Unidos tuvieron una pérdida. Al caerse el negocio de ellos allá, nos caímos todos. “En un principio, el plan era tener una finca de banano orgánico, y lo íbamos a complementar con cinco hectáreas de dátil. Después, nos dimos cuenta que el baby tenía mejor mercado que el Gros Michel. Entonces nos pasamos al baby. La mata es mucho más pequeña, y produce rapidito. Empezamos a luchar. Nadie le hace la lucha a uno. Sólo uno puede”. Don Luis Carlos se le suma en la narración. “Empezamos a trabajar con pérdidas, poniendo plata. Ahora se vino el boom, y nos agarró bien preparados. Una fortaleza de nosotros es que, como todos somos familia, trabajamos con base en la confianza. “Por ejemplo, aquí en la bananera, mi sobrino Rubén se encarga de la parte administrativa; mi sobrino Moisés ve lo que es el personal; un yerno de mi hermano Lalo, José Medrano Molina, esposo de mi sobrina Bernanda, 36


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es el encargado de manejar la finca. Tenemos cien hectáreas de banano”.

El baby “Coopepalacios, en Matina, fue la primera productora de banano baby, o banano mini. Luego empezamos nosotros. Ahora hay otra finca que produce, es del profesor Jorge Emilio Espinoza. Nosotros le dimos la logística. Emilio tiene 15 hectáreas. “Todos nosotros, los hermanos, hemos sido carniceros. Así empezamos. Mi papá tuvo carnicería y nosotros lo seguimos en esa actividad. “No nos ha costado tanto habituarnos a las características de la producción bananera. Todo es ponerse las pilas. Lo que producimos es exclusivamente para exportación. Si lo vendiéramos aquí no lo pagan igual”, explica Don Luis Carlos. “Tenemos como siete años de estar echando ´pichitos´. Estamos levantando la producción. Durante este año hicimos una alianza estratégica con Chiquita, y arrancamos con parte del financiamiento para expandir la producción”, agrega Don Lalo. “Desde el año pasado hicimos el contacto con Chiquita. Antes le vendíamos el banano a Standard Fruit Company y a Bandeco. “Todas las actividades agrícolas son riesgosas. Sin embargo, en el caso del dátil, se convive con el producto. No tiene el problema de la sigatoka, pero hay riesgos con el viento, igual que con las otras variedades. “En el país, los productores somos Coopepalacios, en Matina; un señor Rivera de Matina; Rodrigo Chaves, de Standard; Jorge Emilio Espinoza y nosotros. Somos 37


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los más pujantes. De momento otros no han crecido porque nosotros hemos crecido con la actividad, o sea que estamos sembrando para ir cumpliendo con las expectativas, y hemos ido escalonadamente, de acuerdo al mercado”, explica Don Luis Carlos. Chiquita manda este banano a Europa y a Estados Unidos. El de Europa va en una cajita pequeñita. La venden entera, en manitas, con bolsa plástica”, complementa Don Lalo.

“Hay que estar ocupados” “Cuando se reúne un lado de nuestra familia, la familia Alvarado, somos como 500 personas. Hacemos hasta corridas de toros. Este año la hicimos en Zarcero. Ya estamos planeando la que nos va a tocar organizar a nosotros. La vamos a hacer en las instalaciones de Expo Pococí. Nos toca dentro de unos años... “No es difícil para nosotros trabajar entre hermanos, sobre todo porque estamos en actividades independientes. Lo más importante de trabajar en familia es que todos estemos ocupados. Si usted está desocupado empieza a pelear. En cambio, aquí nadie tiene chance de ponerse a pelear. Mis hijos y mis sobrinos han tenido esa escuela aquí en la finca. Mi tata decía que a los hijos hay que tenerlos estudiando o trabajando, y que jamás hay que permitir que estén de vagos. Ni siquiera un rato. Si vagabundean, cuando usted los vuelve a ver ya están perdidos”, comenta don Lalo. “Y en cuanto a esta plantación de banano baby, nunca estamos desocupados”, dice su hermano Luis Carlos, tomando el hilo. “No hay literatura sobre las prácticas en el cultivo de este banano. La poca documentación que 38


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hay la tenemos nosotros”. “La semilla se la compramos a un señor en Roxana, aquí en el cantón de Pococí. Ahora es muy accesible, pero en ese momento no. A pesar de eso, nosotros no le vendemos semilla a nadie, porque nos dimos cuenta que el mercado es tan pequeño todavía que apenas da para nosotros, los productores que ya estamos montados en la burra. Lo que no queremos es que nos pase las del cultivo del palmito, porque todo el mundo empezó a sembrar palmito sin ningún control, y todos quebraron porque no había suficiente mercado”, afirma don Lalo.

Poco a poco, como siempre “Empezamos sacando una paletica. Ahora estamos sacando un contenedor por semana. Cuando sacábamos una paleta, la íbamos a dejar hasta Limón. Un contenedor tiene veinte paletas. Cuando producíamos sólo una paleta, se la vendíamos a Coopepalacios. Y ahora que llenamos el contenedor, entre más produce uno, más se emociona. Esta actividad lleva más mano de obra que el resto de las actividades agrícolas, y eso es una bendición para una comunidad. Además, en banano, si las actividades uno las agarra como tiene que ser, todo el tiempo hay trabajo. “Llegamos a esta zona en el año 68. Veníamos de San Carlos. Primero vivimos en Guápiles centro. Fuimos los primeros que trajimos un motor para aserrar la carne, una de esas maquinillas de moler carne... Tuvimos que comprar una planta eléctrica porque la luz no aguantaba. “Como fuimos los primeros que trajimos máquinas 39


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de moler, tuvimos que educar a la gente, porque aquí todos estaban acostumbrados a picar con hacha. Al principio, nosotros sufríamos mucho porque fuimos los primeros en traer refrigeración para la carne y la gente tampoco quería comprar la carne fría. A diferencia de lo que estábamos haciendo nosotros, el otro carnicero, el famoso Calancho (qdDg) mataba la res y la dejaba guindando... Entonces, la carnicería de nosotros estaba vacía y la de él estaba llena. “Después, empezamos a venderle carne a las bananeras. Fuimos pioneros en eso. Andábamos por todas las fincas de la zona. Matábamos tres reses por día. “Compramos esta finca en el año 80, a mil colones la hectárea. Compramos 125 hectáreas de frente con 60 cabezas de ganado en 125 mil colones. Y allá abajo compramos 80 hectáreas en 14 mil pesos”, cuenta Don Lalo. “El primero que me vine fui yo. Me vine a maderear con papá. En Guápiles nos quedamos con la carnicería. Había que sostener la carnicería, porque nos ayudaba a sostener la finca. Es la carnicería que ahora es de los hijos de Don Régulo Morera (qdDg). Por cierto que también fuimos los primeros que pusimos un supermercadillo con góndolas, precisamente a la par de la carnicería. Había una puerta que era como una media luna. Entonces, usted podía entrar a los dos lados del negocio, a la carnicería y al supermercadillo ese. “Cuando compramos la finca, aquí no había luz, ni agua potable, ni un camino como tal. No existía la carretera Braulio Carrillo, que abrieron hasta veinte años después. Por eso, desde que llegamos tuvimos que pensar cómo producir electricidad. Todavía producimos electricidad para las casas y también la utilizamos para 40


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la fábrica de hielo. “Nos hemos acostumbrado a que siempre hay que trabajar mucho, y a que uno le puede sacar provecho a todos sus esfuerzos. Por ejemplo, cuando empezamos con el Gros Michel, hicimos toda esta infraestructura para procesar el banano, secarlo, deshidratarlo y venderlo como banano pasa. También empezamos a hacer pasa de piña, mango, papaya…Todo lo metíamos en hornos. Es una técnica muy buena, pero requiere mucha mano de obra. Se llega a los costos pero hay que producir muchísimo para que sea rentable. Teníamos un socio norteamericano y tuvo un problema de mercado. Por dicha que apareció lo del baby, que vendemos como banano mini, y ya no sabemos ni cómo decirle. No importa cómo le digamos. Lo importante es que ha sido una gran salvada, una verdadera bendición”.

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Laureano Hurtado Guerra

Pionero de Cobal en Guápiles, productor independiente en Siquirres... Empezó de oficinista en una bananera y llegó a ser el máximo funcionario de la United Fruit Company, hoy Chiquita, en varias divisiones, así como productor independiente y asesor bananero en muchos países. Laureano Hurtado Guerra nació en 1929, en Nicaragua, pero desde chiquillo se lo trajeron para Costa Rica, aquí estudió, y desde muy joven comenzó a trabajar con la compañía. “Mis padres se llamaron Roberto Hurtado y Felipa Guerra. Los dos eran nicaragüenses. Nos vinimos para acá cuando yo tenía 5 años, por esas cosas de la política. En Nicaragua, como toda la vida aquello ha sido un desorden, mi papá tuvo que dejar el país. “Mi papá era político. Tacho Somoza lo echó. La condenada política es un vicio. Él siguió politiqueando. Vivió en México, Panamá, Estados Unidos y Costa Rica. “La vida de mi papá es la vida de uno de esos políticos que fue verdaderamente un Quijote. Las personas honradas no deben ser políticos. Tengo un concepto horroroso de la política. “Mi papá se ganaba la vida como todo político. No me preguntés cómo es que viven porque me los vas a echar encima a todos. La verdad es que tengo una opinión muy pobre de la política. De vez en cuando, voy y voto, pero nunca me he fanatizado con determinado partido. He votado por los dos partidos mayoritarios, 42


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pero no soy fanático. Voto por la persona que me parece mejor para el país. “Mientras tanto, yo estuve en San José hasta el año 1946, cuando comencé a trabajar con la compañía bananera, siendo un muchacho de 16 ó 17 años. “En mi casa, éramos cuatro varones y dos mujeres. Hice la primaria en la Escuela Vitalia Madrigal. Nosotros vivíamos ahí por donde estaba el Teatro América, 75 metros al sur. Sólo tenía que atravesar el Parque Morazán. “Fui al Liceo de Costa Rica. Me gradué muy chiquillo. Después estuve estudiando con las Escuelas Internacionales. Era como una universidad y daban lo que vos querías estudiar. Escuelas Internacionales estaba ahí en San José, de Chelles cincuenta varas al sur. “En las Escuelas Internacionales estudié Ingeniería. Estudié durante tres años. De ahí comencé a trabajar”.

Bananero a los 16 ó 17 años “Empecé a trabajar en la oficina de agricultura de la United Fruit Company, en el distrito de Piedras Blancas, en Golfito. Empecé a trabajar en el año 1946. En esos años, Golfito era un emporio de riqueza, verdaderamente. En ese entonces existían los distritos de Palmar Sur, Piedras Blancas, y allá por los años 53 y 54, comenzó el distrito de Coto. “En el 46 entré de oficinista, porque era el único puesto que había disponible. Hice la solicitud y me aceptaron. Estuve un año en eso. Ahí comenzó una historia interesantísima. Al año me trasladaron a las fincas, a sembrar una finca a como se sembraba en aquellos tiempos. Eso era una cosa espantosa. En esos 43


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años llovía mucho. En ese entonces se comenzaba el sistema de sembrar una finca en montañas vírgenes... Había que hacer el drenaje; después socolar, que significa botar lo más delgado; luego voltear la montaña sobre el área donde se iba a sembrar... Por supuesto que existía el barro como único material de los trillos para las fincas nuevas. Con la tierra mojada, había que batir barro. El único camino en el que podías llegar vos a la finca era la línea del tren. No había carreteras. “Sucesivamente fui ascendiendo a mandador, después a asistente del superintendente de distrito, luego a superintendente de distrito, más tarde como asistente del superintendente general de la división, y finalmente como superintendente de agricultura”.

En Limón y Guápiles, 30 años después “En el año 76 comencé a viajar a Limón, cuando iniciaba Cobal. Entonces estaba en manos de unos alemanes. Siempre trabajaba con Chiquita, que es como se llama ahora a la United Fruit Company. “Llegué a Limón como gerente de producción. Dormía en Limón, en Guápiles y en Siquirres. En esos años, tenía a mi familia y mi casa en San José. “Cuando llegamos a Limón, todas las fincas que tenía la Cobal alemana eran de productores asociados. Teníamos una casa de huéspedes en Guápiles y otra en Limón. Teníamos oficinas para todas las operaciones. Todo lo que era el superintendente del muelle para los embarques estaba ahí mismo, en nuestras oficinas. “Cuando llegamos por primera vez a Guápiles, en 1976, como todo al principio, tuve que traer oficinistas de Golfito, de Panamá y de Honduras. De todo lado me 44


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prestaron personal, gente que supiera de sigatoka, gente que supiera de manejo de una oficina bananera... “Alquilamos una casa en Guápiles para oficina, y comencé yo con un grupo de nueve ingenieros agrónomos, unos muchachos excelentes. No sabían absolutamente nada de banano. La compañía todavía tenía un centro de investigación en Honduras. Los mandé para que les dieran un entrenamiento, para manejar fincas y todas esas cosas. “No puede llegar uno a manejar lo que no conoce. Les dimos un entrenamiento magnífico, que fue teoría y práctica. Era un equipo muy completo. Eran muchachos muy jóvenes. Entre ellos estaban Juan Carlos Arredondo; Marcos Tuma, ecuatoriano; Carlos Barquero; Eduardo Martínez; Pablo Salas; Carlos Rodríguez; Óscar Bonilla, “Bugui”... Todos esos carajillos me dieron dolores de cabeza mientras aprendían. Otro era José Miguel Pacheco, quien ya tenía experiencia. Él trabajó con Corbana. También José Luis Valverde, el que viene de gerente ahora para acá. Será la cabeza de Chiquita en Costa Rica. En este momento, está de gerente en Honduras. “Asimismo, recuerdo que tuve dos muchachos colombianos de ´El Zamorano´ y uno de República Dominicana. Si te doy todos los nombres creo que llenamos el periódico. Fuimos creciendo poco a poco”.

Productor bananero en Siquirres “En Guápiles iniciamos nuestra experiencia con las fincas de los productores independientes. Recuerdo a Productora Tropical, de Dennis Sánchez; Banano Oro y Coopecariari. Teníamos también a los Castillo con 45


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una finca bananera. Un día, los Castillo llegaron y me dijeron, ´Don Laureano, cancelamos el contrato, porque vamos a hacernos ganaderos´. Es que no querían enredos con los sindicatos. “En ese tiempo, teníamos dos fincas en Bataán. Eran las dos que luego fueron de Corbana. Y en 1979 comenzamos a sembrar el distrito de San Alberto. Era para fincas independientes. Chiquita nos dio la oportunidad de ser productores independientes a cinco de sus funcionarios de más alto rango. Una de las fincas era de Agustín Herrera, Finca Estrella; otra de Houston Lacombe (qdDg), Finca Monteblanco; otra de Johnny Pastor (qdDg), Finca Laureles; una de Richard Jonson, Finca Trópico, y la mía, Finca San José. “La compañía le dio las fincas a sus viejos empleados. Yo trabajé 45 años con la compañía, toda mi vida. Sólo con ellos trabajé. Hicimos un arreglo entre los cinco funcionarios y la compañía, bajo el sistema de 60 por ciento capital costarricense y 40 por ciento capital de la empresa. “Me dieron una finca como le dieron a otros empleados de mucha confianza para la compañía, Agustín Herrera, Richard Jonson, Houston Lacombe y Johnny Pastor... Imagínense que Houston siguió como gerente general de Cobal hasta el año en que se ahogó. Se ahogó para una fiesta de Navidad. Fue algo terrible para nosotros. “Quien comenzó a sembrar San Alberto en 1979 fue Carlos Barquero. Fue un proceso paulatino. Yo fui uno de los últimos que entró en ese modelo que nos ofreció Chiquita. Sembré la finca San José como en el año 86. Antes entré a funciones administrativas, como parte del equipo de Chiquita para esas fincas independientes. El gerente general era Houston Lacombe, yo era como el 46


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asistente de él. “Del año 79 al año 86 estuve como gerente de producción, y seguí hasta el 90, a pesar de que ya era productor independiente. Comenzamos las siembras en Sarapiquí durante el año 89. Me retiré de la compañía un año después”.

De productor a consultor “Para mí, tener una finca propia fue muy interesante. La tuve del año 86 al año 92, cuando se la vendí a la misma Chiquita, y ahí viene otra etapa de mi vida. En los años en que trabajé con la compañía, Chiquita, que originalmente era nada menos que la United Fruit Company, fue una empresa excelente conmigo. Después decidí retirarme. Entonces, el gerente general, el señor Weber, me dijo ´danos un asesoramiento, quedáte como asesor´. Fui asesor desde el año 90. Comencé a viajar. Estuve primero en Venezuela, después en República Dominicana... La compañía me mandaba por temporadas. También fui a Nicaragua, como asesor, y estuve viendo unas tierras de Chinandega. Después volví a Nicaragua a ver unas tierras en la Costa Atlántica, en Bluefields. No recomendé que se sembraran porque las tierras no eran aptas para el banano. Posteriormente estuve en Jamaica. “Durante todos esos años viajaba a muchos países, y llegué a un punto en que le dije a la gente de la gerencia de la compañía, ´la verdad es que antes veía a mi familia todas las semanas, los veía los fines de semana, pero ahora estoy peor...´. Pasaba tanto tiempo viajando que entonces yo ya quería regresar y disfrutar de la familia. Ya tenía las hijas casadas, tenía nietos, y quería estar con ellos, les dije ´hasta aquí´. Dejé el asesoramiento como 47


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en el año 94. “Estoy casado con Elsie Fernández Escalante, y tenemos tres hijas, Elsie, Jenny y Laura. Tenemos seis nietos. “Para mí, la vida bananera fue verdaderamente interesante. Yo siento que aprendí mucho. Al comenzar tan joven en una empresa norteamericana tan organizada, en el que todo es tan planificado, aprendí a tener orden y tratar de hacer las cosas bien. Había disciplina, no hay duda. Uno aprendía a trabajar de esa manera. “La actividad bananera es muy dinámica. Si vos ves, en las demás labores agrícolas, sembrás maíz o café, por ejemplo, y una vez al año viene la cosecha. En cambio, el banano lo estás cultivando y cosechando todas las semanas. Además, hay muchas enfermedades, plagas, riesgos... Hay que estar muy atento para tener éxito. “La actividad bananera ha sido tan importante para mí, que aunque dije que no iba a volver, volví. Ahora soy asesor de la finca bananera de EARTH, y también le doy asesoría a los amigos de San Alberto. Creo que voy a ser bananero hasta el último día de mi vida”.

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León Laprade Fonseca

Constructor de caminos para bananeras Trajo los búfalos de agua de Trinidad y Tobago a Limón, estuvo durante el hundimiento del barco San Pablo, fue el primer gerente de desarrollo de Japdeva, y estuvo a cargo de la construcción de un camino rústico entre Siquirres y Guácimo, con la maquinaria que quedó libre al finalizar el rompeolas de Limón… León Laprade tiene una historia plena de aventuras y de anécdotas dentro de la historia misma de Limón. Hablemos primero de su historia personal. León Laprade Fonseca nació en San José, el 1 de diciembre de 1926, hijo de Enrique Laprade Wissel y Angélica Fonseca Lizano. “Papá fue contador en la bananera muchos años y con el IICA; mamá fue maestra de la Escuela Normal hasta que se pensionó. “Éramos cuatro hermanos, pero quedamos tres, Álvaro, Eugenio y yo. Yo soy el mayor. Murió Carlos Enrique. “Crecí un tiempo en San José, y después en Limón. Estuve en la Escuela Buenaventura Corrales. Fui compañero de José Trejos, Jorge Pacheco y Antonio Filloy. Llegué a Limón en 1937, cuando papá se fue a trabajar con la bananera. Allá vi las exportaciones de banano en racimos. “A Limón llegué a tercero o cuarto grado. Limón era muy bonito, muy limpio, muy ordenado… No había carros, sólo dos taxis. Eran del mismo dueño, y esos taxis trabajaban como colectivos. Circulaban por todas

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las calles de Limón. Eran calles muy amplias. A pesar de que eran dos, chocaron. “Había otro, que era un bus de la bananera, que transportaba a las 7, 11, 1 y 4… Después quedaba guardado. Era manejado por la Northern. En ese tiempo, la Northern administraba la bananera. El jefe de la Northern en ese entonces era Green. Después, estuvo al frente Charles W. Averre. ”En el año 40, la bananera abandonó Limón, se trasladó al Pacífico. En ese tiempo, el ferrocarril pasó a administración de la Northern, a sus dueños verdaderos. “Cuando Averre asumió la gerencia del ferrocarril, se interesó muchísimo en la exportación bananera. Gracias a eso, varios empresarios empezaron a exportar fruta, a exportar banano, que se cosechaba en las fincas de cacao…”.

Cacao y banano “Lo que predominaba era el cacao. Primero sembraron banano para dar sombra y para tener un ingreso adicional. Durante ese tiempo, míster Averre estuvo gestionando negocios con la United Fruit Company. Les ofreció muchas facilidades en el ferrocarril. “En ese tiempo, la bananera comenzó unos trabajos de estudios de suelos, en la Reserva Astúa Pirie, en Guápiles. La Northern comenzó a preparar un contrato de transporte de fruta y construcción de un ramal ferroviario de doce millas, bordeando la costa, hasta Astúa Pirie. Está el ferrocarril de Línea Vieja, pero este es otro, e iba por la costa. Fue un proyecto que no se llevó a cabo. “Siguió gestionando con otras compañías como Standard Fruit Company, para que hiciera siembras en Limón, hasta 50


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que logró que llegara a la Standard en el año 56. En ese tiempo, solamente la Standard tenía plantaciones, y luego vino Vesta, de los Taylor, y empezó el programa bananero de productores independientes. Es el tiempo de la finca Santa Clara. “Como había problemas con la semilla porque la semilla era propiedad de la Standard, consiguieron unas semillas que se quedaron en los vagones del ferrocarril y se sembraron en la finca Milwaukee, propiedad de la Northern. “En ese tiempo, me contrató la Northern a mí para la parte bananera. Terminé la escuela en Limón, y fui al Liceo de Costa Rica. Después, me fui para el Zamorano. Salí del Zamorano en 1949. El primer trabajo fue con el gobierno. Trabajé en el Ministerio de Agricultura en Limón. Estaba a cargo de la finca de cacao, de la finca Westphalia, que en ese tiempo era del gobierno. De ahí pasé al IICA en finca La Lola, en Limón. Era una finca de experimentación en cacao. De ahí pasé a Hacienda Theoroma Limitada. Theobroma es el nombre científico del cacao. En los años 50, los precios del cacao se fueron al suelo. “Después, el cacao se convirtió en una actividad ruinosa. Entonces, se unieron varios finqueros para sembrar mil hectáreas de banano en varios lugares de Limón. Hicimos siembras en río Hondo, en el ramal de Monteverde, el ramal de Cairo, el ramal de Roxana… Entre los productores estaban Vico Starke; Peter Chittenden; Abel Pacheco Tinoco, el papá del presidente Pacheco; Peter Scott; Johnny James; Francisco de Paula Gutiérrez Ross y Ricardo Gutiérrez Ross. “Mi primer trabajo bananero fue en el año 55. En las fincas no teníamos luz ni agua potable. Recogíamos agua 51


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de lluvia. Quienes podían, tenían sus plantas eléctricas propias. Si no, era con candela y lámparas Coleman. Todo el transporte era por ferrocarril. “No había teléfonos, sólo uno de la Northern. Era de darle vueltas. Por ejemplo, si uno quería hablar con Guápiles, tenía que llamar a Siquirres, a la central. Uno pedía a la finca, y la central llamaba a la central de Guápiles, para que le hiciera la conexión. O si era para Limón, había que llamar a la central de Limón. Era de darle vuelta. Recuerdo que para llamar a Siquirres eran dos cortos, una larga y una corta, y para mi finca tres largas… El teléfono era de manigueta. Había que darle vuelta. “Estuve a cargo de la siembra de banano en la finca Theobroma, y luego estuve al frente de la supervisión en cuanto a las fumigaciones, hasta que se terminó con el cultivo en la zona por enfermedad en el suelo, por el Mal de Panamá”.

La Northern “Después fui contratado por la Northern, en los años 60, para visitar las fincas bananeras en desarrollo para informarle al gerente el progreso de la siembra y el posible inicio de la producción. A la vez, preparamos un semillero de banano, por cuenta de la Northern. Posteriormente, como no se conseguía semilla, se le daba a todo aquel que la solicitara. Era semilla limpia, tratada, lista para sembrar. Era transportada por el ferrocarril a la espuela más cercana a la finca, sin costo alguno. “Le voy a contar algo interesante: estando en la finca ´La Peña´, en Estrada, que fue donde se hizo el semillero de banano, y donde luego sembramos banano, le comenté a míster Averre que por qué no vendía la 52


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semilla. Fue poco antes de empezar a distribuirla. Me preguntó cuánto creía yo que valía la semilla. Yo le dije que cobrara unos tres colones. Se volvió y me dijo, ´mire, León, yo no pienso en los tres colones de la semilla, estoy pensando en los fletes para el ferrocarril que me va a dar cada semilla de esas´ “Llegamos a entregar unas 400 mil semillas sin costo alguno. Trabajé ahí cinco años. Posteriormente, Míster Averre me encargó de la siembra de la finca Imperio, que era de la Northern. Yo seguía visitando las fincas bananeras para informarle la situación de cada finca al señor Averre. De cada visita a las fincas, le mandaba una cartita dándole todos los datos de la finca. “Estando en Imperio, le dije un día, ´mire, hice algo que no me gusta, y se lo voy a confesar…´. Míster Averre me dijo, ´¿qué fue lo que hizo, León?´ Me volví y le dije, ´Míster Averre, que le pasé una copia de mis cartas a un allegado a la compañía bananera de Costa Rica, la United Fruit Company´. Me dijo, ´mire, sirvámonos otro trago, y lo voy a felicitar por eso que hizo porque yo quiero picar a la bananera para que se venga a invertir en Limón´. La United Fruit Company todavía estaba en la Zona Sur. Eso fue en el año 70. “Míster Averre murió en el año 71. Era un viejo muy visionario. Vos sabés que por esa indiscreción , me dijo, ´mire León, usted hizo algo muy bueno, y como hizo algo muy bueno, le voy a aumentar el salario´. “Él tenía en mente que llegaran varias compañías, la West Indies, la Standard Fruit Company. Hasta llegó a hablarle a Novoa, en Ecuador, para que llegara a Limón a invertir, y a la compañía alemana que hizo Cobal, y que luego pasó a United Fruit Company. Es cuando aparece Juan Lang en la historia. 53


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“El ferrocarril estaba dedicado al banano. Esas eran todas sus preocupaciones, era un flete seguro, la idea del gerente era que hicieran la carretera a Limón, para eliminar los trenes de pasajeros y dedicarse exclusivamente al transporte de banano. “Hasta que míster Averre se retiró y murió al poco tiempo, después vino la nacionalización del ferrocarril y el desastre, fueron perdiendo los fletes. No dieron el servicio que daba la Northern. Todos los caminos llegaban al ferrocarril. Vino la apertura de la carretera a Guápiles, pero creo que no fue el motivo del fracaso. Se debe, sobre todo, a que no daban un buen servicio. “En los 70 volví al cacao y sembré plátano. Estuve trabajando con melina en la siembra de melina de la finca Monteverde, que fue la compañía que introdujo esa variedad a Costa Rica. Después pasé a la Costa Rica Cocoa Products, donde trabajé por más de once años. Sembramos cacao con plátano. Estuve en eso hasta que me pensioné, en el año 88. “En total viví en Limón casi cincuenta años. Me casé en Limón. Mi señora, Miriam Coto Pindaddo, es de Cartago, y el padre de ella era de Turrialba. Siempre jalamos hacia la misma zona. Nuestros hijos se llaman Rodolfo, Rose Marie y Sergio. Tenemos una linda familia”.

Entre bananeras y proyectos de desarrollo “La gente del banano es gente que tiene que trabajar muy duro porque es un cultivo que no admite errores. Cualquier error que uno cometa hoy lo nota a los tres meses cuando entra la fruta a la empacadora. 54


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“Está expuesto a las inclemencias del tiempo, a los vientos, las inundaciones, las huelgas en los tiempos pasados... A mí me tocaron las huelgas duras de Limón en tiempos de Trejos. El Presidente se plantó. Nos trajimos los trabajadores de la finca para hacer el carguío en Limón, para entrar con los trenes bananeros. Los muelleros estaban en huelga. Se hicieron dos o tres embarques hasta que ya venía la negociación, que era cuando volaban piedras contra los trenes. Pero la fuerza pública se plantó en ese tiempo… “Otro detalle bonito es que me tocó ser el primer gerente de desarrollo de Japdeva. Estuve a cargo de la construcción de un camino rústico entre Siquirres y Guácimo, con la maquinaria que quedó libre al finalizar el rompeolas de Limón. “Y también traje los búfalos de agua a Costa Rica. La idea de los búfalos de agua era vendérselos al precio de costo a los vecinos de los Canales del Tortuguero. Los bufalos de agua son buenos para carne, para leche y para tiro. Andan en el suampo y no se pegan. En cambio, los toros sí se pegan. Traje 18 hembras, y dos machos. Por ser un animal muy resistente a enfermedades, a plagas, se trajeron pensando en la gente de las barras, que viven en condiciones muy difíciles. Siempre pensé que era una excelente opción para Tortuguero, que quedaba muy aislado, que no tenían facilidades de transporte rápido para conseguir medicamentos. Es un animal que no le da nada, ni septicemia, ni ántrax… La garrapata no se le pega… Es increíble. “Fui liberacionista. Eso fue en tiempo de Don Pepe Figueres y parte de Daniel Oduber…Estuve cinco años de gerente de desarrollo. Ya después vino el cambio de gobierno y para afuera todo el mundo. El proyecto de 55


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los búfalos se perdió porque cambiaron los gobiernos, y no le dieron importancia. A los pobres búfalos los repartieron. ¿Dónde están ahora? No sé. Lo que sí sé es que no están en los canales”.

Búfalos de agua “Trajimos los búfalos de agua de Trinidad y Tobago. Allá tienen tres razas. La raza de los búfalos blancos, los búfalos negros, y los hindúes… Bueno, en realidad, así les llaman, pero todos los búfalos son de la India. Los hindúes vinieron a las islas de Trinidad y Tobago con sus búfalos. Era una colonia inglesa. Los ingleses que dominaron la India extendieron ese dominio a algunas islas del Caribe. “Ahí, en Trinidad y Tobago, el Doctor Benneth, comenzó una selección de mejoramiento de la raza. Fue cuando compramos los búfalos de agua… En ese lugar no hay enfermedades, y de por sí son resistentes. El punto es que este tema de los búfalos de agua es un buen ejemplo de que muchos proyectos interesantes se echan a perder por pura politiquería. “Otra historia que le puedo contar tiene que ver con la Segunda Guerra Mundial. A Limón por precaución lo mantenían a oscuras. En las casas usaban cortinas gruesas, para que no saliera ni siquiera la luz de las candelas. “Eso se mantuvo por un tiempo hasta que llegó el barco San Pablo, que atrajo en el muelle de madera. Para hacer la descarga más rápido, iluminaron de nuevo a Limón. Fue cuando un submarino alemán le dio con un torpedo y lo hundió. “Curiosamente, Costa Rica le declaró la guerra a 56


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Alemania antes que Estados Unidos. Vea usted cómo es que son las cosas”.

Hundimiento del barco San Pablo “Después de que hundieron el barco San Pablo, por precaución volvieron a mantener a Limón sin iluminación de noche, a oscuras. En ese mismo tiempo, sacaron un cañón de los que tenían entre la aduana y la planta de cacao. Lo llevaron a la zona donde está ahora el hospital Tony Facio. “Los soldados tenían instrucciones de disparar a cualquier luz que vieran en el mar. Para que ese cañón funcionara tuvieron que quitarle todo el herrumbre, y aceitarlo, y pedirle a Dios que funcionara. Una de las noches, el guarda de la isla Uvita salió en la noche, con su candilera, a hacer una necesidad fisiológica, y los soldados donde vieron la luz le mandaron un tiro. Casi lo matan. Dice la gente que el tiro pegó en un sector de la casa y no explotó… También dicen que por eso fue que Alemania perdió la guerra. Se asustaron con el primer cañonazo de Limón. “Hay otro detalle interesante. Por la escasez de petróleo debido a la guerra, la Northern tuvo que suspender los trenes de pasajeros en una de las vías. Entonces, si el tren entraba a Limón los lunes, regresaba a San José los martes, se devolvía a Limón los miércoles, y así sucesivamente. Es decir, si iba, no venía el mismo día. Y el tren de carga local se suspendió, por lo que esa carga la mandaban con los pocos trenes de carga, o el tren de pasajeros… Lo mismo sucedió para todos los ramales de la Northern.

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“Son detalles interesantes de la historia de Limón. Yo adoro la historia de ese pueblo que llevo en el corazón”.

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Mariano Zúñiga Odio

Gran personaje de la historia de Limón En San Pedro de Montes de Oca, entramos al condominio donde vive. Acomodamos el vehículo detrás de un señor que va caminando rápidamente. Nos vuelve a ver, lleva un bastón con una punta como la que usan con los bueyes, y una gorra de Dole. No parece ser un hombre de 92 años, y cuando sonríe, tiende un puente para la confianza. “Toda la vida he hecho ejercicio, y sigo haciendo. Me mantengo a puro ejercicio. Empecé a pedalear un día en que se me quebró la rodilla. Fui bajando el asiento de la bicicleta estacionaria hasta que no quedé renco. Pude seguir caminando bien gracias al ejercicio. Siempre he estado en actividad”, dice don Mariano Zúñiga, toda una leyenda en la historia de la provincia de Limón. Mariano Zúñiga Odio nació en San José el 1 de julio de 1913 en el hogar de Don Mariano Zúñiga Castro y doña Corina Odio Odio. “Crecí en San José. Fui a la Escuela Adelita Montúfar y al Colegio Seminario. Después, entré a la Escuela de Comercio Manuel Aragón. “Le llevaba la contabilidad al Country Club y empecé a trabajar en el Banco Nacional. Por eso fui a dar a Limón. Me fui a abrir la sucursal del Banco Nacional de Limón. “Trabajé como diez años con el Banco Nacional de Costa Rica. Luego fundamos la compañía ´Atlantic Trading Company´, para desarrollar la zona de Tortuguero y Barra del Colorado, con don Yoyo Quirós, Juan Schoeder y Hernán Salas. Además, Don Pedro 59


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Mohs y don Raúl Velásquez tenían lanchas y madereaban la zona. Luego sembrábamos banano. Nos íbamos a la zona en lanchas de la Segunda Guerra Mundial que compramos para trabajar aquí. “Con Atlantic Trading Company me hice bananero. Era el tiempo de fincas bananeras como Babilonia, Santa Clara, San Luis y San Rafael. “Traíamos los barcos de Tampa para cargarlos de banano. Exportábamos todo el banano. Nuestros socios eran Yoyo Quirós, Juan Schoeder y Hernán Salas. “Allá, almorzábamos donde Teddy Brown, que tenía un negocio en Barra del Colorado… Había mucho manatí y había tiburón. La pesca de tiburón era algo normal. “Luego fundé otra compañía, que es la que le cargaba el banano a la Standard Fruit Company. Siendo diputado, fui el que luchó para que pasara la ley en el congreso con la que se permitía que se le dieran las mismas condiciones de la United a las otras compañías que vinieran al país. “Desde hace mucho he sido productor independiente de banano. Es como un vicio, porque nunca se quita. Ahora tengo una finca que hice con mi hijo, en Zent de Matina”.

Amigo de Somoza “En aquellos años, nos íbamos en la lancha ´Lucky´ desde Barra del Colorado hasta el río San Juan. Llegábamos a Castillo Viejo a reunirnos con Luis Somoza, y nos bebíamos juntos una botella de Flor de Caña. Tacho nos daba permiso de producir banano del lado de Nicaragua, para poder dar empleo. “La última vez que lo vimos fue porque nos invitó a la inauguración del Puerto de Corinto. A veces dormíamos 60


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en la montaña. Entre todo lo que le compró al Ejército Americano, las lanchas, los tractores, equipos para maderera, remolcadores, me fui a los Estados Unidos sin saber hablar inglés y me vine con todo ese chinchero. “Compré unas hamacas, cuando nos cogía muy tarde, que íbamos o veníamos hacia Catillo Viejo, en la ribera del Río San Juan, o en algunos de los caños, colgábamos las hamacas en medio de la selva, y ahí dormíamos. La hamaca era como de un plástico y tenía malla, entonces era impermeable. Tenía un cedazo y una malla. Ahí dormíamos. “Yo era montañés. En esas zonas lo único que había de la civilización era el guaro ´Flor de caña´. Debo decir que conmigo Somoza era un hombre buena gente, abierto. Lo conocí porque el Río San Juan era de Nicaragua, y el hombre venía mucho a la zona de Castillo Viejo. “Lo conocí un día que Somoza se quedó varado en el río San Juan. Me devolví con la lancha, le saqué la lancha de él y me la llevé remolcada hasta la frontera. Así fue como nos conocimos. Como yo estaba desarrollando fincas bananeras a la par de todos esos caños, él se dio cuenta y me dijo que le sembrara esa zona para emplear a la gente. O sea, que sembramos del lado tico y del lado nica. “Cuando vino Arturo de estudiar en Louisiana, manejé la empresa de carga y descarga, junto a él. Y todavía tenemos la Bananera Kopemaz. “También tuve una incursión en la finca la Rosalía, con Jorge Rossi, Dionisio Mora y el doctor Garner. Trajimos tres aviones con ochenta cabezas cada uno, con ganado Brangus, trajimos el semen para inseminación artificial, que era del toro campeón del mundo. “Un día nos tomamos unos traguitos en la noche. 61


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Nos los dio Dionisio. En la mañana salimos de goma, a caballo, con un sol tremendo. Me puse por error los pantalones de mi hijo Arturo, que me socaban muchísimo. Sentí que me desvanecía. Pensé ´me voy a caer del caballo´. Mi hijo me bajó y me acomodó en el único lugar donde no había barro. Se vienen Jorge Rossi y Dionisio, y empiezo como a convulsionar. Creyeron que me estaba muriendo y era que me habían sentado en un hormiguero. Entonces, me levantaran y casi me matan a chonetazos. Ahí se me acabó la goma. “Tengo grandes recuerdos de Limón. Había dos negros, Enrique Rivers (padre del futbolista) y otro, que hacían esgrima y tenían motos Harley Davison. En ese entonces, Enrique Rivers manejaba la empresa Felipe J. Alvarado. “Aunque vivo en San José, mi mente pasaba pendiente de Limón, y no puedo pasar muchos días sin ir”.

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Mario Guardia Gutiérrez

Bananero de generación en generación Es hijo y nieto de bananeros. Por eso, Mario Guardia, y sus hermanos, Orlando y Luis Diego, se dedican a la industria bananera por una suma de razones que pasan por el destino y también por la sangre. Mario Guardia Gutiérrez es el mayor de los hermanos y el que ha dedicado más años de su vida a esta actividad. Nació el 23 de setiembre de 1945. “Nuestro abuelo por el lado materno, Ricardo Gutiérrez Ross, comienza a trabajar con la United Fruit Company en los años 20, y después se convierte en productor independiente. Cuando la bananera se va de la zona, en los años 30, por el ´Mal de Panamá´, y busca para la zona sur, mi papá, es decir, su yerno, se quedó con ´Williamsburg´, que después se llamó ´Babilonia´, así como con ´Las Mercedes´, finca que después le vendimos a la EARTH. “Esas fincas tenían repastos y cacao, que era lo que se sembraba en todas las fincas que eran abandonos de la United. Así, mi papá siembra esas fincas con cacao. Donde había producido banano era en Río Hondo, por Pacuare y Pacuarito. “Cuando muere mi abuelo, mi padre, Mario Guardia Carballo, sigue los pasos de su suegro, y se va a administrar todas las fincas. Participamos con la producción de abacá. Produjimos abacá durante 25 años. El abacá llegó aquí en los años cuarenta, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón invade Filipinas, que era donde les suministraban el abacá. Sembramos abacá aquí para el suministro de las fibras

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para el mecate de los barcos de guerra. “Ahora todo es sintético y la historia es diferente. La fibra sintética aparece en el año 65 y nos saca del negocio. Ante eso, se toma la decisión de sembrar banano ahí en Las Mercedes. Otro detalle que nos une, ya no sólo con la historia bananera sino la historia limonense y del ferrocarril, sin el que hubiera sido imposible la producción bananera en el Atlántico de Costa Rica, es que somos sobrinos bisnietos de Tomás Guardia, quien impulsó la construcción del tren”.

Productores independientes “Éramos vecinos de los hermanos Rojas, que eran productores desde antes con la finca Bremen. Es ahí en Las Mercedes donde comenzamos de bananeros. Esta etapa de la historia de la vinculación bananera de mi familia la comienzo yo, en el año 69, con 24 años de edad. “Ese mismo año me casé. Hay una anécdota que cuenta mi mujer: estábamos de luna de miel y me llamaron porque ya estaban con la primera corta de banano. Nos tuvimos que venir antes de tiempo de la luna de miel. “Yo me crié en San José. Estudié en la Escuela Juan Rafael Mora y en el Colegio de La Salle. Cuando salí de la secundaria, me fui a estudiar en la Universidad de Costa Rica. Estuve cuatros años en Ingeniería Electromecánica. Antes de eso había desechado una beca al Zamorano porque creí que nunca iba a ser agricultor... Lo que es la vida, ¿verdad? “Me salí de la universidad para ir a trabajar con abacá primero. Cuando empecé tenía 19 años, y cuando 64


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iniciamos con el cultivo del banano ya tenía cinco años de trabajar allá. Me gradué del colegio de 15 años, y a los 19 años ya tenía cuatro años en la universidad. “Empecé la educación formal antes de tiempo porque vivíamos en La Francia de Siquirres. Mi papá administraba una finca de la Goodyear, en los años 50. Tenían plantaciones de hule. Mi hermana Anabel, de 7 años, iba a la escuela. Yo tenía 5 años y la perseguía. Así que me metieron de oyente, al final me hicieron los exámenes y pasé, lo cual no es nada bueno, pero así ocurrió. Adelantar las cosas se me convirtió en un problema más adelante, porque nunca iba calzando uno, y entraba muy chiquillo al colegio y muy chiquillo a la universidad. Por eso es que, en la Universidad de Costa Rica, cursé ´pretil uno´, ´pretil dos´, y todos los pretiles de la U. “A los 19 años tomé la decisión de trabajar con las empresas familiares, y ya tenía un lustro de estar en la zona cuando nos hicimos bananeros. Desde el año 68 sembramos la finca ´Las Mercedes´, con la compañía Standard Fruit Company. Fue en ese momento cuando me casé con María de la Luz Trejos Gómez. “Nos tocó la famosa ´llena del 70´ estando en Las Mercedes. En la primera noche de llena, nos asomamos ante un ruido, y vimos reflejada la luna en el patio. No estaba lloviendo cerrado, pero sí había estado lloviendo en la montaña, y la luna se veía reflejada en el agua por todo lado. Ya se habían salido los ríos. “El padre del presidente Abel Pacheco, don Abel Pacheco Tinoco, era el gerente de Finca Freeman, que queda en la boca del río Pacuare. Se inundó de tal manera que sólo se veía la punta de las hojas. El agua tapaba hasta los racimos. Un día, le preguntaron a don 65


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Abel que qué daños pensaba él que había, y contestó, con su gran sentido del humor, que consideraba que el mayor daño en la fruta era el de mordeduras de tiburón. “Don Abel era muy ameno. Lo conocí muy bien. Incluso, antes de que falleciera, fui a visitarlo a Santa Cruz de Guanacaste, donde tuvo una panadería. Era una gran persona, y fue todo un personaje bananero”.

Bananero en Guápiles “Casi recién casados nos fuimos a vivir a Guápiles porque me tocó sembrar otra finca, ´Bananera de Parismina´, que queda en San Cristóbal, por El Humo o San Antonio de Roxana. “Le alquilábamos una casa a don Jorge González. Había cuatro casitas en todo Guápiles. En el año 70, esa zona era remota y vivir ahí era muy duro. Mi señora se crió en San José, y el cambio fue muy abrupto para ella. Le fue difícil adaptarse, pero se acostumbró. Además, ella siempre ha dicho que quería casarse con un finquero. “En Guápiles tuvimos buenas amistades, Valentín Quirós (qdDg), Asdrúbal Carballo, German Cruz, Rodolfo Martín (qdDg) y Carlos Arroyo (qdDg). Recuerdo que también teníamos ganado y Carlos llegaba a palpar. Teníamos 250 hectáreas de banano, 400 hectáreas de repasto, y el resto hasta llegar a 1700 hectáreas era puro bosque. “Esa finca era del grupo de los Figueres, pero era un grupo un poco más grande que ellos, era el grupo San Cristóbal. Teníamos muy buena amistad con toda la familia por medio de don Antonio Figueres, y del hijo de él, don Fernando Figueres. Don Antonio era muy trabajador y le gustaba mucho el traguito, pero decía que 66


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a las seis de la tarde sonaba el pito del árbitro, por lo que nunca se tomaba un trago de día. “Nuestra relación con ellos fue muy buena. Comenzó porque la fibra de abacá era procesada en ´La Lucha´. Ahí producían el mecate. “Después, esa finca que administré se le vendió a Standard, que le cambió el nombre por ´Finca Parismina´. Queda a la par de Santa Clara. Rodolfo Martín manejaba Santa Clara cuando yo manejaba ´Bananera de Parismina´”.

También comerciante “Estuve en Guápiles hasta el año 75. Luego, tuve un impasse hasta el año 80. En esos cinco años me dediqué a unas compañías de servicios y a unos restaurantes. Formamos la cadena de pizzerías ´Pizza´ Alegre. Los socios éramos José Antonio ´Gully´ Figueres, el hijo de Toño Figueres; Carlos Rojas Madriz, alias ´Cuza´, y yo. “En el año 80 se inicia un nuevo fomento bananero, y me asocio con Ernesto Ruiz Gutiérrez, cuya familia tenía tierras baldías que iban a ser dedicadas a un desarrollo cacaotero. Él es hijo de los dueños de la Costa Rica Cocoa Products. “Empezamos con Ernesto. Su padre, don Ernesto Ruiz Avilés, era un líder empresarial y todo un personaje. También es el papá de Marco Vinicio Ruiz, quien fuera presidente de la Cámara de Industrias. Son siete hermanos, tres hombres y cuatro mujeres. “En otra sociedad también participó don José León Schoeder, quien es el dueño de finca ´La Sonia´, en ´La Rita´. Asimismo, formamos la compañía Zent entre los hermanos Rojas (Carlos Manuel, Javier y Federico) y 67


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nosotros, los hermanos Guardia, Luis Diego, Orlando y yo. “Luis Diego y Orlando, en diferentes edades, han trabajado en la actividad. Ellos han trabajado en las fincas, y son los directores de nuestros proyectos. “Hicimos la finca Zent en el año 82 o en el año 83, cuya historia es muy interesante. Finca Zent fue la primera finca de banano que hubo en Costa Rica, según aparece en el libro de Moisés Soto. Luego, en los años 30, fue sembrada de cacao. Era de los hermanos Lara Eduarte. Cuando la compramos tenía cacao. “Siempre estuve al frente de la siembra de las fincas. A mí me ha gustado mucho el campo. Desde los años 80 siempre viajé desde San José, porque ya los hijos estaban en escuelas y colegios. Pasaba toda la semana en la finca, y me iba los fines de semana para San José. “Después de Finca Zent, que fue la única en la que estamos asociados con los hermanos Rojas, a inicios de los 80, sembramos ´Finca Placeres´, en Bataán; ´Finca Pacuare´ en Indiana de Siquirres; ´Finca Boston´ en Chirripó, en Matina, en sociedad con Ernesto Ruiz, y ´Finca Palacios´”.

Presidente de ANAPROBAN “En el 92 me tocó ser presidente de la Asociación Nacional de Productores Bananeros (ANAPROBAN). Antes había sido director de la Cámara de Bananeros. Es también durante el inicio de los años 90 cuando entramos a la zona de Sarapiquí, y sembramos dos fincas, San Antonio y La Victoria. Todavía las tenemos. “En el año 94 me tocó ser presidente de CORBANA. Me nombró don José María Figueres, amigo mío. Pasé 68


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cuatro años en la presidencia de CORBANA. Me tocó participar mucho en las negociaciones con Europa. En ese trabajo cumplí con mi época de política, porque yo con la política… de larguito. “Tratando de volver a la zona donde me había iniciado, hace tres años comencé un proyecto de piña en Pocora, que es el pueblo que colinda con Las Mercedes. Comenzamos con un semillero, y entramos en producción en octubre de este año Es un negocio familiar, con mis hijos. “Tengo tres hijos: Melania, quien está casada, y me dio una nieta, Isabella; Mario Antonio, soltero, de 32 años, Máster en Hotelería, quien está en la zona de Papagayo, tiene negocios propios… Nosotros también estamos ahí, porque en el año 94 nos metimos en un hotel en una sociedad con don Jorge Woodgridge, alias ´El Puma´. El hotel se llama Costa Blanca del Pacífico. Ahí estamos don Rodrigo Solano, don Ernesto Ruiz y yo. “Nos chupamos toda la época mala de Papagayo. El motor de Papagayo ha sido ´Four seasons´. Antes de eso, Papagayo pasó diez años en que no había nada. Es un lugar bellísimo. Mi hijo participa dentro de la dirección de nuestro hotel y aparte tiene negocios propios “La hija menor se llama Ximena, tiene 28 años, está soltera y se dedica a la educación. Tiene un kínder montesori. Se llama ´Yabalá Montesori´. Es muy interesante. Ahí en el kínder tiene animales, chanchos, gallinas… Enseña al niño a estar en contacto con la naturaleza. También tienen una huerta”.

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Cuatro fincas “En este momento, soy socio en cuatro fincas, Pacuare, San Antonio, La Victoria y Zent. Estar tantos años en la Zona Atlántica me ha hecho conocer a profundidad los orígenes del desarrollo de muchas zonas. Por ejemplo, me tocó conocer Cariari cuando eran unas cuantas parcelas, que acababa de adjudicar el ITCO. Verlo hoy, con el desarrollo que hay ahí, en Cariari, me hace pensar qué sería del Atlántico de Costa Rica sin banano. Pienso igual en el caso del país. En un momento dado, el sector bananero representó el 25 por ciento de las exportaciones. Creo que el sector sigue siendo un gran empleador. Aunque no podemos comparar los números con Intel, la cantidad de trabajo es mucho mayor, lo cual lo vuelve una actividad estratégica, con 40 mil empleos directos. “Pero veamos otros parámetros. Si usted entrevista a algún ganadero, verá que le admitirá que apenas hay un abandono en una finca bananera, empiezan a robarles ganado. “El banano está lleno de riesgos climatológicos tremendos, vientos del lado de Guápiles, enfermedades como sigatoka, y el principal problema de los últimos diez años, que es la comercialización. “Yo le vendo a una compañía inglesa que se llama Fyffes en las tres fincas en las que estoy asociado con Ernesto Ruiz, mientras que en Zent le vendemos a Del Monte. “No entiendo la posición europea: por un deseo de proteger al África y a las antiguas colonias del Caribe y del Pacífico, tratan de que, con un impuesto enorme, no se pueda exportar banano de América Latina hacia 70


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el viejo continente, lo que nos llevaría a reducir casi en un 50 por ciento las exportaciones bananeras, ya que sólo sería accesible el mercado americano. Ni siquiera podemos pensar en Japón, porque a Japón lo está supliendo Filipinas. “Si uno ve el mercado, es 50-50 con Europa. Soy creyente de que los gringos, aunque no producen banano, tienen que meterse en la pelea con Europa porque si no van a tener un grave problema de migración por falta de trabajo en nuestras zonas bananeras, lo cual se puede apreciar en que la mayor parte de personas que van a Estados Unidos vienen de la zona sur del país, ante la falta de trabajo. Cuando uno va a la zona sur y nota la falta de empleo y de oportunidades, se da cuenta de la importancia de la producción bananera. La diferencia entre el Atlántico y la zona sur es el banano. Me siento muy orgulloso de ser parte de esa diferencia, y me siento muy feliz de haber dedicado casi toda mi vida a la producción bananera”.

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Mario López Durán

Promotor de desarrollo humano Es el gran motor de desarrollo humano y de armonía laboral dentro de Bandeco, y la gran cantidad de tiempo que tiene de trabajar en la zona lo convierte en un símbolo. Mario López Durán es un emblema del solidarismo en la zona. Su historia personal está llena de grandes consecuciones. Don Mario nació el 3 de octubre de 1947, en Tres Ríos, Cartago. Su papá, Don Mario López Pereira (qdDg), le dejó un gran ejemplo, así como su mamá, Doña Virginia Durán Fonseca, quien todavía vive en Tres Ríos. “Crecí en Tres Ríos, que era puro campo. Mi papá era comerciante, y mi mamá, ama de casa, como las matronas de la época. Fuimos seis hermanos, cuatro mujeres y dos hombres. Dos más murieron recién nacidos. “Fui a la escuela en el pueblo. Cuando eso, no había colegio en Tres Ríos. La gente de Tres Ríos iba a Cartago, pero yo fui a San Pedro. Estaba recién fundado el Colegio Vargas Calvo. Era mejor ir a San Pedro que a Cartago, especialmente por razones de transporte. “Cuando estaba en eso, murió mi papá. Él tenía un negocio, era una cantina de antaño, donde se distribuía los periódicos, vendíamos confituras y hacíamos esfuerzos adicionales. Nosotros seguimos el negocio. Yo era el único hombre que estaba en edad de hacerse cargo del negocio. En los primeros años estuvo un tío mío conmigo. “Después, recién entrado a la universidad, obtuve empleo en el Ministerio de Trabajo. No había quien 72


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atendiera el negocio, por lo que se alquiló. Luego hicimos una edificación, y mamá vivía del arrendamiento. “Entré al Ministerio de Trabajo el 13 de octubre del año 70, en el gobierno de Figueres. Estaba estudiando Derecho. Ahí hice un contrato de estudios con el Estado. Durante los primeros cuatro años que trabajé en el Ministerio de Trabajo fui regidor del partido Liberación Nacional en Tres Ríos, y durante tres años fui presidente municipal. “Trabajé con el Ministerio de Trabajo hasta el 17 de junio de 1978, que fue cuando inicié a trabajar en Bandeco. Ya había terminado la carrera, y desde entonces estoy aquí, hace más de 26 años. Entré a trabajar en el mismo puesto en el que estoy hoy, como gerente del departamento de relaciones laborales”.

Relaciones Laborales “Hace 26 años Limón tenía un ambiente laboral muy fuerte, muy violento y muy conflictivo. Sufríamos de constantes huelgas. Eso dio paso a la apertura de mi departamento, de mi puesto. El departamento nació para que alguien de manera uniforme atendiera las situaciones laborales. En ese momento eran 18 fincas con diferentes departamentos, dos instalaciones de ingeniería, y talleres en Guápiles y en El Carmen de Siquirres. “Las operaciones centrales siempre han estado en El Carmen de Siquirres. Además de eso, me correspondía atender la relación con los sindicatos en Limón, en el muelle y en las oficinas, y la naciente operación de Pindeco, en Buenos Aires de Puntarenas. Estuve durante 14 años directamente relacionado con Pindeco. Por una situación especial que se dio en Buenos 73


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Aires, en junio del 89 me pidieron ir a atender el asunto allá, estuve seis meses, hasta diciembre de ese año, y al terminar en Pindeco me dieron la opción de definir la sede mía. “Entonces, en ese año me vine para acá. Antes, durante los primeros años mi oficina estaba en San José. “Decidí venirme para El Carmen de Siquirres porque es muy diferente estar a kilómetros de aquí que vivir y convivir con empleados de todos los niveles. Comprendí que para trabajar bien había que venirse a vivir aquí. Tenía los hijos aquí, en la escuela, y me quedó más cómodo porque está a cien metros de mi casa. Así, pude viajar por toda la zona sin preocuparme por los chiquitos. Ellos siempre estaban cerca de la casa. “Mi señora se llama María del Milagro Fonseca Troyo, y tenemos tres hijos: Mario, de 21 años; María del Milagro, de 20, y Luis Guillermo, de 15. Todos han estudiado aquí, en el centro educativo de la compañía, tanto la primaria como la secundaria. Es un centro educativo con muy buenos récords en el ámbito nacional. Ha sido algo que hemos conseguido durante todos los años. “Esta zona me ha permitido tener grandes experiencias. Si al morir tengo que escoger qué haría en otra vida, me vendría para acá, durante muchos años más, a convivir con los trabajadores y con los funcionarios. “Es muy enriquecedor poder palpar las condiciones y facilidades para las familias. El ambiente laboral ha cambiado muchísimo. Poderles ayudar desde la posición que uno tiene es algo muy reconfortante. Hay que procurar que haya estabilidad como empresa. La estabilidad económica de las familias es fundamental para su bienestar. Nos preocupamos de que tengan su techo, su empleo, sus 74


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condiciones, su atención como seres humanos… Es lo que siempre hemos pretendido aplicar”.

Armonía y paz laboral “La zona ha cambiado radicalmente en estos 26 años. En la relación de trabajo pasamos de la confrontación a la colaboración, la armonía, la paz y el diálogo. Físicamente, son evidentes todas las mejoras de infraestructura y comunicaciones. El solidarismo le ha dado una gran transformación a la zona, un mayor desarrollo… Esa paz y esa armonía obrero patronal ha permitido que los inversionistas vengan a la zona con toda confianza. “Esa evolución económica y laboral en la zona ha evitado que los índices de criminalidad sean mucho más altos de lo que son. La gente de esta zona es gente muy buena, afable, noble, lo ha demostrado a través del solidarismo, con una gran conciencia. No me canso de insistir en que esa gran diferencia en el aspecto social lo marca el advenimiento del solidarismo a la zona. “En el Atlántico podemos decir que existen dos etapas en la historia bananera, una es antes y la otra es después de la llegada del solidarismo. En ese sentido, el Padre Claudio Solano ha sido la gran figura. “La transfiguración se dio a partir del año 82. Antes nos golpeaban los machetes fuera de los recintos donde estábamos reunidos. Los trabajadores sólo habían escuchado de los sindicatos. Fue sumamente difícil llegar a vivir lo que tenemos hoy, pero nos queda una gran satisfacción. “Hay mucha lucha que dar, en términos positivos. Cada uno por su lado nunca llegaríamos a algo positivo, 75


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y confrontados de verdad que nunca llegaríamos a un puerto seguro. “El milagro lo ha hecho el solidarismo. La relación obrero patronal, dentro de una concepción humana y de desarrollo, ha permitido un ingreso familiar que permite la obtención de otras prioridades para un ser humano. “La actitud positiva es fundamental. Dichosamente, año con año esta empresa ha traído más riqueza a la zona. Vea también el caso de Buenos Aires de Puntarenas. Era un cantón que demográficamente estaba decreciendo, es decir, cada año tenía menos habitantes, al contrario del resto del país. La existencia de Pindeco le ha dado mucha estabilidad a la zona, gracias al solidarismo, algo que me da enorme satisfacción, porque tuve la oportunidad de participar en todo el proceso de nacimiento del solidarismo en Pindeco “Después de vivir las experiencias que nosotros vivimos, en el pensamiento y la actitud de los dirigentes, en la época del clímax de la guerra fría, del marxismo y del comunismo, cuando tenían a los dirigentes y a los trabajadores bajo condiciones mentales y de fuerza de acatamiento a todas sus estrategias de vandalismo, no creí al principio que el solidarismo pudiera desarrollarse en la zona. “Yo fui incrédulo, tengo que confesarlo. No me opuse al solidarismo, de ninguna manera, pero no creí que fuera posible derrotar ese ambiente violento, de confrontación, en el que nos tenían los sindicatos. Aún viendo los resultados en las bananeras, años después, con la transformación que permitió esa experiencia, tampoco creí que funcionara en los muelles de Limón. “Gracias a Dios me volví a equivocar, pues desde hace unos siete u ocho años, las cosas en Limón han 76


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sido muy diferentes… “Yo creí que eso jamás se iba a dar, pero hoy en día, en Limón tenemos un ejemplo vivo de lo que se puede conseguir gracias al solidarismo. Si usted ve en los últimos siete, ocho años, no ha habido huelgas de muelleros. Las últimas fueron promovidas por ex dirigentes sindicales y los mismos trabajadores, los muelleres pidieron la protección de la Guardia Civil para trabajar. Es una diferencia de cielo a tierra. “Cuando han tenido manifestaciones violentas los otros muelleros, entonces ellos, los muelleros que ahora son solidaristas, siguen trabajando. Antes, muchos sectores se aprovechaban de situaciones especiales de los muelleros para procurar la obtención de inmensas sumas vía indemnizaciones y vía componendas políticas. Eso ya se terminó”.

La experiencia de ANFO “Unos trabajadores muelleros se unieron a empresarios exportadores y crearon lo que hoy se llama ANFO. Son 500 trabajadores que, junto con los exportadores, compraron una licencia para las actividades de carga y descarga. La mitad es de los trabajadores y la otra mitad es de los exportadores. “Cualquiera que llegue a exportar resulta socio de la empresa, igual que cualquiera que llegue a trabajar. Es una gran experiencia. Recuerde que en la provincia de Limón vivimos dos mundos: el del puerto y el del resto. El resto está compuesto por agricultura, trabajo fuerte, comercio… El puerto tiene el ambiente difícil. Desgraciadamente se ha vivido pensando en una época de ferrocarril y muelle. La gente del puerto vivía de 77


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ambas actividades, pero cuando se cerró el ferrocarril, pretendieron vivir del muelle. “La economía y la actividad laboral se ha reducido exclusivamente a esas operaciones, atendiendo todo lo que participa en esas actividades. Es mucho peso sólo para el muelle. Eso fue lo que generó tanto problema. “No ha habido una apertura ni una intención para darle paso a otras actividades, con todo lo que eso implica. En cambio, en la zona productiva la actitud y el desarrollo ha sido muy diferente. “Me parece que el mayor reto de los limonenses es preservar la armonía y el diálogo, para generar confianza en el inversionista, para que Limón surja. Eso implica el surgimiento de otro tipo de condiciones, como la educación y la cultura de trabajo. “Estoy muy contento de haber puesto mi grano de arena. Me satisface mucho ver lo que he ayudado a construir. Bandeco es una empresa responsable socialmente, sobre todo alrededor del solidarismo, cuyo elemento principal son los trabajadores. Gracias al solidarismo todos hemos logrado una mejora muy sustancial con respecto a lo que vivimos hace 22 años. Ese progreso que se nota en todo el Caribe me hace sentirme muy orgulloso de mi trabajo”.

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El gran intelectual del banano Tiene casi medio siglo de ser profesor universitario y en lo que respecta al cultivo del banano, es la máxima autoridad académica y científica de nuestro país. Moisés Soto Ballestero nació en San José el 5 de diciembre de 1932. Vino al mundo en el hogar de Doña Benigna Ballestero y Don Jesús Soto, oriundos de Naranjo. “Crecí los primeros años en Naranjo, y después en San José. Fui a la escuela en Naranjo, y terminé en la Escuela Doctor Ferraz, en Calle Blancos. Somos tres hermanos. Mis hermanos se llaman Francisco y Juanita. “Estudié en el Liceo de Costa Rica. Ahí me di cuenta que me gustaba la agricultura. Teníamos un campito experimental donde ahora está el MOPT. Pasé a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Costa Rica, y me egresé en el año 56. “Trabajé con la UCR durante tres años, mientras estudiaba. Trabajé en suelos, en el Departamento de Tecnología y Clasificación de Suelos, que fue en lo que fui a laborar con Standard Fruit Company apenas me egresé. “Me fui a hacer la clasificación de suelos en el Valle de la Estrella, cuando la Standard apenas estaba comenzando allá. Estuve en los inicios de Standard Fruit en el país. Entré a la compañía en el 57, y esta había llegado al país en el 56. “En ese tiempo, el Valle de la Estrella estaba compuesto por fincas en estado de abandono. Eran plantaciones abandonadas de cacao. En ese tiempo, una de las personas que estuvo ahí muy metido en el cacao y en el desarrollo de ganado en toda la zona era Don José 79


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Rossi, el papá de Don Jorge Rossi. “Standard adquirió esas fincas. Le compraron a José Rossi, a Raúl Velásquez, a Vico Starke y a otros. En total, compraron 2400 hectáreas. La situación era muy difícil. El Valle de la Estrella tenía problemas de drenaje. Por lo tanto, hubo que planear un sistema de drenaje enorme. Había áreas que eran verdaderos suampos, enormes, cientos de cientos de hectáreas. Es cierto que había mucho bosque secundario, y que era fácil encontrar cualquier tipo de animal. Había cantidades enormes de serpientes, bien grandes. Todos los días se veían las terciopelo. Bueno, cuesta verlas porque son muy rápidas. También había mucha zopilota y mucha boa o béquer. Encontrárselas de cuatro y de cinco metros era algo muy corriente. “No era tan feo vivir ahí. Había una casa vieja en Pandora donde Standard Fruit tenía comodidades. Esa casa fue de Vico Starke. “Lo que sí pasaba es que el trabajo bananero era un trabajo de muchos meses ahí metido, y un trabajo de hombres solos. Eran los inicios de Standard Fruit, así que no había ningún tipo de población”.

Valle de la Estrella… perdida “Ir de Puerto Limón a Pandora era una aventura. El tren se descarrilaba una o dos veces durante el camino. En un trayecto que se hacía en dos horas, a veces durábamos doce horas o más. “Muchas de las veces teníamos que caminar los últimos diez kilómetros a pie. La línea del tren había sido abandonada durante muchísimo tiempo. La Northern estaba tratando de repararla para introducir la semilla. 80


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La primera semilla que venía de Honduras al Valle de la Estrella provenía de La Ceiba. Era tipo cavendish. “Los rieles de la línea sí servían, pero los durmientes eran muy viejos, estaban prácticamente podridos. Aunque la máquina iba muy despacio, los rieles se volcaban porque los durmientes estaban muy malos, eran de madera y no aguantaban el peso. “Yo pertenecía al departamento de investigaciones, y estaba a cargo de la parte de suelos junto con Rodolfo Martín. Standard Fruit era muy pequeña en organización. Éramos el gerente y seis o siete personas. Las oficinas estaban ubicadas en el centro de Limón, en un local muy pequeño. “El primer gerente de la Standard Fruit en Costa Rica se llamaba míster Lloyd, mientras que el gerente de la Northern Railway Company, que era la otra compañía grande de la zona, era míster Averre, quien, entonces, estaba al frente de la administración del ferrocarril. “Hay que recordar que el Valle de la Estrella había sido abandonado por la United Fruit Company debido al ´Mal de Panamá´, que es un hongo normal, de todos los suelos, pero que bajo ciertas condiciones y en ciertos cultivo ataca, y provoca destrucción de las raíces. “La United abandonó esas tierras en los años 34 y 35, como consecuencia del ´Mal de Panamá´. Standard Fruit llegó a Costa Rica debido a una gestión de Charles Averre, gerente de Northern, porque Averre se dio cuenta que existía un banano que era resistente al mal de Panamá. “Estuve entre Limón y el Valle de la Estrella desde 1957 hasta 1962. Al principio todavía exportábamos en racimos. Las primeras exportaciones se dieron alrededor de los años 58 y 59, pero hubo problemas con 81


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el manejo. “Fue necesario buscar un procedimiento para empacar. Se empacó en manos, en cajas de cartón, siguiendo un poco la manera en que empacaban naranjas en Florida. Fue idea de Joseph Dantoni, que era uno de los dueños de la compañía. Lo que parece extraño es que el tamaño de la caja era similar al de ahora, idéntica… Lo único que cambia son los huecos, pero las dimensiones de la caja son las mismas. En el año 60, ya se empacó en cajas de cartón”.

La reacción de los trabajadores “Hay algo muy importante, que casi nadie conoce: cuando arrancamos en el valle, en el año 56, los trabajadores no estaban muy satisfechos de lo que estábamos haciendo. Había casas de concreto, carreteras y campo de aterrizaje. Eso les parecía extraño, porque los peones estaban acostumbrados a que la actividad bananera fuera una actividad nómada. La United Fruit Company siempre lo había hecho diferente. “Los trabajadores decían que se metía una línea del tren donde iban a sembrar, llegaban los vagones y en cada vagón vivían dos familias. Se metían tantos vagones como familias eran necesarias. Como las fincas duraban muy poco tiempo en producción, porque la tecnología era muy mala, entonces pegaban los vagones a la máquina, se los llevaban, arrancaban la línea y seguían extrayendo y explotando recursos en otra parte… Al fin y al cabo tenían 333 mil hectáreas, que fue lo que les dio el gobierno de Tomás Guardia en el año de 1884. “Esto parece que fuera una forma de entreguismo, pero era normal en la época. Y lo fue también en el 82


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resto de Centroamérica. Era la única manera de tener ferrocarril. No había alternativa. “A la gente no le parecía que aquello que estaba haciendo Standard fuera lógico. Yo estaba muy joven. Estaba egresado de la Universidad de Costa Rica. Iba como técnico. Se suponía que era técnico en bananos, pero no sabía absolutamente nada de bananos. En la UCR se me insistió en que no me fuera a Standard. Me dijeron que el ambiente de mi trabajo durante tres años en la universidad era muy diferente, pues yo trabajaba en la ciudad universitaria, y el ambiente era urbano, mientras que en Standard me tocaría el ambiente más hostil de la selva. Pensé en mis compañeros que trabajaban ahí, en la UCR. Algunos eran muy viejos y tenían todo la vida de trabajar ahí. Esa no era mi meta. “Llegamos simultáneamente Rodolfo Martín y yo. Después se consiguieron otros técnicos, entre ellos, Carlos Loría Colombari y Rigoberto Matamoros, unos años después. Posteriormente, vino la etapa de Asdrúbal Carballo, ya cuando Standard estaba en producción. “Cuando Rodolfo Martín y yo llegamos a la zona no había prácticamente nada. Llegamos a fundar Standard Fruit Company en el Valle de la Estrella. La gente que manejaba en la parte de tecnología y en la parte de producción eran hondureños, por una sencilla razón: Standard Fruit estaba afincada en Honduras; el gerente, Míster Lloyd, procedía de Honduras, del Valle del Río Aguán. La Ceiba es el puerto de salida del valle del río Aguán. “Hubo un momento en el Valle de la Estrella en que estuvimos a punto de cerrar la división. Eso sucedió como en el 58. Las plantas que venían de Honduras se sembraron en la localidad de Fortuna, a lo largo de treinta 83


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hectáreas. Las plantas comenzaron a crecer, después se pusieron amarillas y empezaron a caerse. “Como era cavendish y nosotros nunca habíamos visto cavendish, no sabíamos de qué se trataba. Trajimos a un gringo que sabía del tema. Después de mucho estudio dijo que tenía lo que en ese momento llamó ´Fortuna Condition´. Aseguró que no se podía curar y que había que cerrarlo todo. “Tenía tres meses de estar ahí y pensé que me iban a cortar el rabo apenas comenzando. Trajimos a un técnico de Ecuador, Miguel Cevallos, porque alguien nos dijo que él existía. “Miguel Cevallos llegó y determinó que teníamos una infestación enorme de picudo negro. Lo tratamos con insecticidas clorinados. No había suficientes insecticida en el mercado nacional para lo que requeríamos. Recogimos todo lo que había, se aplicó y salvamos la actividad bananera en el país. “Trabajé hasta el 62 con Standard Fruit. Por motivos de salud de la familia regresé a San José, estaba casado por primera vez. En ese momento, estaba naciendo el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO)”.

El ITCO “Me vengo con José Manuel Salazar Navarrete. Dentro de los proyectos que tenía el ITCO estaba CoopeBataán, en Bataán. De acuerdo con el plan de financiamiento con el BID, había que hacer una cooperativa. Se me consultó de qué podíamos hacer una cooperativa, y yo sugerí sembrar banano. Me dijeron que si podía conseguir un contrato con Standard Fruit Company, pero luego la Contraloría dijo que había que sacar una licitación 84


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internacional. Participó West Indies, con el nombre de Bandeco. Es más, el nombre de Bandeco nació para eso. Cobal era de un grupo alemán. Su sello era Unkle Tuca. También participó Cobal, así como Standard Fruit y Africanish, a nombre de Ticabananera. “La mejor oferta fue la de Bandeco. Por lo tanto, hubo que adjudicársela. Como el volumen de Coope Bataán era muy pequeño, fue necesario conseguir productores hasta llegar a tener el volumen de un barco. Eso equivalía aproximadamente a dos mil hectáreas. Me metí dentro del grupo de productores. “Empecé con Frutera Atlántica, una finca de 400 hectáreas. Ahí estuve con Mario Echandi y Charles Seagars, que era un técnico de West Indies, quien también había trabajado con Standard Fruit. Nos conocíamos de ese tiempo. “Mario Echandi era ex presidente. Teníamos necesidades de financiamiento. Éramos conocidos. Hablé con él y se interesó en el proyecto. Lo llevamos en conjunto. Posteriormente, agregamos al grupo de empresas a Bananera Formosa. Tuvimos un socio más, José Fulgencio Li, ´Chepe´ Li. Era comerciante. Tenía comisariatos en el Valle de la Estrella. La historia de él no se ha terminado aunque ya murió. La gente dice todavía ´el comisariato de Chepe Li´. “Cuando arrancamos el proceso de Coopebataán, no había semilla de cavendish. Nos dimos a la tarea de tratar de conseguir semillas de cavendish. Se dieron dos circunstancias especiales, los vecinos de la zona y especialmente los sancarleños, durante los primeros años se llevaron poquitos de semilla del Valle de la Estrella y las sembraron en sus propiedades. Le pusieron de nombre ´banano congo´. Todavía hablan del congo, por ejemplo, 85


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en la zona de Turrialba y en la zona de Los Santos. “Esa semilla comenzó a trasladarse a la finca Monte Líbano. Recuerdo que, como se pagaba bastante bien, en las compras de semilla, la gente vendía todo revuelto: banano, plátano, yute o abacá, de todo… “La selección de las semillas la hacía Charles Seagars. Un grupo de semilla llegó de la Estación Experimental Los Diamantes. No fue toda, pero llegó de una manera muy particular. Prácticamente nos la robamos entre Romano Orlich, Juan Lang y yo. Romano era el presidente de la junta directiva del ITCO, y yo estaba en el ITCO. Juan Lang estaba en Los Diamantes. Hicimos la maniobra en la noche. Recuerdo muy bien porque estábamos en la etapa de afianzar West Indies. Si West Indies no tenía semilla, no podía haber desarrollo bananero en Bataán. “Se seleccionaron las semillas más apropiadas, tanto Charles Seagars como yo conocíamos bien y sabíamos qué era cavendish y qué no. La gente nos metía de todo. Sin embargo, con ese semillero se hizo la finca Monte Líbano, en Bataán. De ahí se sacó la semilla para sembrar el primer proyecto de ese grupo, que fue CoopeBataán. Casi simultáneamente iniciamos con Frutera tlántica y con el resto de las fincas también”.

La importancia de la diversidad “Sucedió algo muy extraño: el mundo bananero de 1956, 1957 y 1958 era un mundo muy cerrado. Los únicos que conocían el negocio eran las compañías. Cuando hicimos la licitación para la compra de fruta de Coopebataán, nunca creímos que hubiera otro oferente que no fuera Standard Fruit. Cuando nos dimos cuenta 86


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que había cuatro ofertas, aquello fue toda una sorpresa. Eran compañías de las cuales desconocíamos todo. “¿Por qué tanto interés en Costa Rica? Esto se dio por una circunstancia muy especial: el gobierno ecuatoriano había prohibido a las compañías extranjeras la producción de bananos en el Ecuador, por babosadas de los gobiernos de América Latina, tan plegados de estupideces. Algunos gobiernos latinoamericanos se volvían muy nacionalistas. Era el caso del gobierno de Ecuador, que quería que todo estuviera en manos de los ecuatorianos. “Estos grupos andaban buscando desarrollos en otros países. Lo de Costa Rica fue muy oportuno. Al mismo tiempo que West Indies desarrolló su proyecto con productores nacionales, hizo lo propio Cobal y también Ticabananera tuvo su desarrollo en El Porvenir de La Rita. Por lo tanto, apareció una nueva explosión de crecimiento bananero de alrededor de 7500 hectáreas, superando lógicamente el área de Standard Fruit, que era de alrededor de 2500 hectáreas. “Es así como nace, entonces, este florecimiento de la primera fase del desarrollo bananero, que se ve muy empujado por las políticas gubernamentales, donde se da un plan de financiamiento muy apropiado para un futuro desarrollo bananero, y que es muy bien acogido por los productores nacionales. “Cambian radicalmente todos los conceptos que hasta la fecha existían. Ya no sólo cambia el clon, y pasamos de la variedad Gros Michel a Cavendish, sino que los productores nacionales independientes forman el grupo más importante del desarrollo bananero costarricense. “Se puede decir, sin lugar a dudas, que la tecnología desarrollada en el banano del subgrupo cavendish fue, en 87


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su mayoría, obra de los nacionales, ya que, al principio, las compañías extranjeras desconocían casi en su totalidad cómo manejar estos nuevos clones. “Todo el desarrollo del cavendish es un desarrollo muy propio de los costarricenses, muy adaptado a nuestro medio, acorde a nuestra idiosincrasia, muy diferente al Gros Michel, que representa el período socioeconómico y cultural de la United Fruit Company, la famosa ´Mamita Yunai´. “Con el cavendish se da un cambio radical. Podríamos decir que es el inicio de la industria bananera moderna. Algunos hemos tenido la posibilidad de participar activamente, creando empresas y desarrollando tecnologías que posteriormente hemos tenido oportunidad de llevar también a otros países”.

Generadoras de empleo “De esa época, Frutera Atlántica y Formosa, en el distrito de Cariari, así como Guajira, en el distrito de La Rita, eran las grandes empleadoras de la zona. Cuando comenzamos con Frutera, en ese mismo momento aparece Rodolfo Gurdián con la finca Caribe. Y cuando aparece Rodolfo Gurdián, también aparece Edgar Quirós como gerente de las fincas de Rodolfo Gurdián. Rodolfo le vende fruta a Standard Fruit y a West Indies. “Cuando nos tocó venderle a West Indies, en el ITCO, no sabíamos quiénes estaban detrás. Sólo nos dimos cuenta que el presidente se llamaba Isi Heck. Jack Loeb, quien se hace bananero posteriormente, es el motor de West Indies en el país. Jack Loeb comienza desde West Indies. Estaba en Ecuador. Cuando se pasa para Costa Rica, necesitó de Hernán Robles para la parte legal. 88


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Después hicieron una buena yunta. Hernán Robles fue uno de los primeros gerentes de Bandeco. “En esa época, muchos funcionarios se convierten en productores. Es el caso mío, el caso de Seagars, el caso de Jack Loeb, y el caso de Agustín Herrera, pero mucho después. “Cariari fue fundado y desarrollado mientras yo era funcionario del ITCO. Vi de cerca el proceso de fundación. Lo llevamos adelante nosotros. José Manuel Salazar Navarrete era nuestro líder. Estuve en el ITCO del 62 al 66, cuatro años, que es precisamente cuando empieza Cariari. “Hice el planeamiento de Cariari. Yo era el subjefe del departamento de planeamiento del ITCO. Mi trabajo tenía que ver con el ordenamiento de las parcelas, y la ubicación del centro de población. Cuando se le puso el nombre estábamos Romano Orlich, José Manuel Salazar y yo. Cariari nació como una chiripa. Cariari no iba a nacer así como está. “A mí me llamaron, me llamó don José Manuel, y me dijo, ´nos están regalando unas tierras´. Esas tierras eran de unos Rojas. En aquel tiempo, la gente no tenía tierras, sino derechos. Esas tierras aparecían en los planos de la United Fruit Company, y aparecían unos derechos. Esos planos todavía existen. “Cada uno cercaba un pedazo y decía que era de él, pero en realidad era mentiras, no había linderos. En Cariari, en ese tiempo, no tenías puntos de referencia de nada. “Entramos por donde hoy está Ticabán, pero de salida, nos fuimos por donde hoy está el centro de Cariari. Fuimos a buscar ochocientas (800) hectáreas, pero nos dimos cuenta que había seis mil quinientas (6500) hectáreas baldías. Lógicamente que eran del Estado. 89


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¿Qué necesidad teníamos de hacer un desarrollo de 800 hectáreas si teníamos 6500? Por eso nació Cariari”.

La historia de Cariari “En un libro que escribió José Manuel Salazar Navarrete, cuenta que llegaron dos geógrafos alemanes, que vinieron a ayudar al ITCO. Los juntamos con dos ecólogos costarricenses, Tossi y Holdrich, y los llevamos a la zona. Estábamos muy entusiasmados con aquel hallazgo. Es anecdótico si cuento cómo llegamos allá. Era un día malísimo, de mucha lluvia, lo normal en el Caribe. Cuando regresamos al ITCO, y ellos hicieron la exposición en la junta directiva, los cuatro dijeron que Cariari no era apto para la vida humana. Estamos hablando de hace 45 años. En ese momento ellos tenían el mayor conocimiento en esa materia. “A cada cosa tenés que juzgarla en su momento. La verdad es que estábamos tan necesitados de tierra que nos metimos e hicimos la colonia. Cometimos errores garrafales. Uno de ellos fue llevar gente de regiones ecológicamente tan diferentes, como San Pedro de Poás. ¿A qué se debió? A que éramos muy jóvenes y muy novatos en esa materia. “Lo que había era una cantidad enorme de entusiasmo. Ahora yo hubiera arrancado primero que todo con puriscaleños, porque los puriscaleños pegan en cualquier parte. Los otros que pegan en todas partes son los agricultores de la zona de Los Santos. Las condiciones ecológicas de Puriscal y de la zona de Los Santos son tan malas, que cualquier otra condición es aceptable. Pero cuando uno lleva gente de una condición buena a una mala condición, la mata. 90


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“Todos esos errores son entendibles porque todos estábamos aprendiendo, apenas. El más viejo en la junta directiva era Romano Orlich, y no tenía ni cuarenta años. Todos éramos imberbes. “Los errores no fueron tan graves, puesto que Cariari y Bataán son regiones prósperas. Por eso es que la otra verdad es que esa etapa de imberbes fue la etapa más gloriosa, en la que se hizo prácticamente todo. Todas las colonias se hicieron en esa etapa. “El trabajo era activísimo, trabajábamos hasta las doce de la noche o la una de la mañana, y con malos salarios. Pero éramos amigos, y éramos un equipo de trabajo. “Yo viví en Frutera Atlántica desde 1967 hasta 1978, durante once años. Después me trasladé a vivir al centro de Cariari, por la primera casa de Fernando Gamboa (qdDg). Vivía en una casa de Jorge Garita, quien trabajaba conmigo. Vivía cerca del río Tortuguero. Fue cuando hicimos Agrícola Ganadera Cariari, que se puede llamar la finca insignia del Solidarismo”.

Solidarismo bananero “Yo fui el primero de los productores independientes que metí el Solidarismo. Recuerdo muy bien que hay una anécdota interesantísima. Estaba de Presidente Luis Alberto Monge. Le comenté lo que estábamos haciendo, y me dijo, ´no, eso no es posible, no se puede hacer, porque cuando yo era líder sindical, para ir a la Zona Atlántica tenía que pedirle permiso a los sindicatos, por lo menos avisarles. Si no, no se podía pasar de Turrialba para adentro´. Le dije algo muy importante: ´no tengo que pedir permiso porque yo vivo ahí´. Así fue como 91


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introdujimos el Solidarismo. “Posteriormente, con la ayuda del padre Solano y la Escuela Juan XXIII, hicimos la cosa más tonta que he hecho yo en mi vida: hicimos una jornada solidarista en Agrícola Ganadera Cariari. Se llamaba así porque teníamos otras fincas con ganado. Digo que fue la cosa más tonta porque llevé alrededor de diez mil personas. Contratamos un tren entero que salió de la Estación del Atlántico, en San José, y fue hasta la estación de El Jordán. Asimismo, contratamos una flota de buses, enorme, que salió de San José, de Turrialba, de Puerto Limón, y del Valle de la Estrella, por la carretera vieja. Y Otro tren salió de Limón, y recogió gente de Bataán y Siquirres. Los buses salieron muy temprano en la madrugada. El viaje era de seis horas. La parte emotiva la hicimos en la tarde. ¿Cuál era la idea? En ese momento de la historia, estamos siendo acosados por los sindicatos marxistas de la zona. Queríamos mostrarle al sindicalismo cuán fuerte podía ser el Solidarismo. En ese momento, era fuerte sólo en el Valle Central. Para mostrar la fuerza, había que llevar gente de la tienda La Gloria, de Gallito o de La Nación. Por cierto, pagamos a hacer un suplemento especial en ´La Nación´, para que fuera publicado y distruibuido ese mismo día. “Aquello fue algo magnífico. Había decenas de equipos de fútbol en campeonatos en todas las canchas de la región. Fue algo tan difícil manejar diez mil personas, pero lo hicimos. La comida era la cosa más apoteósica. Hicimos un arroz con pollo gigantesco. Recuerdo ver todas las refrigeradoras de la región llenas de arroz. En todas las cantinas y las pulperías donde hubiera una refrigeradora, acaparamos todo el espacio. “Aquello fue una hecatombe. No tuvimos ningún 92


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accidente serio, aparte de un parto de una muchacha de La Gloria. La llevamos al Hospital de Guápiles. No hubo nada que lamentar. “Fue un acto de poder. Después de esa gran manifestación, logramos implantar el Solidarismo en el cien por ciento de las fincas bananeras. El sindicalismo bananero era algo terrible. A partir de 1934, los partidos políticos de izquierda de Costa Rica basan toda su estrategia de poder en los sindicatos marxistas. Se te hace dificilísimo separar sindicalismo con partidos comunistas. Estaban al frente Manuel Mora, Carlos Luis Fallas y Arnoldo Ferreto. “Para el año 78, el Partido Comunista saca seis diputados para la Asamblea Legislativa. Cuando hicimos esta reunión, a mediados de los 80, el sector bananero perdía el 20 por ciento de sus cosechas por las huelgas. Había que buscar una alternativa… “El trabajador bananero siempre se consideró una ficha indispensable por parte de los partidos comunistas. Siempre amenazaban con traerse a San José a sus sindicalistas con machete en mano. Por eso es tan interesante analizar cómo el solidarismo se presenta como una opción para el trabajador y cómo el trabajador acepta el solidarismo. “Se dan dos circunstancias muy especiales: primero, el solidarismo es introducido desde adentro, sin líderes de afuera, sino como necesidad entre el trabajador y el patrono. Ante un proceso tan desgastante como había sido la lucha sindical, el trabajador estaba hastiado de las huelgas. “La gota que derramó el vaso fue la huelga de Bandeco, donde los peones estuvieron sin trabajar durante más de tres meses, las familias padecieron de hambre y se dieron 93


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cuenta de que estaban siendo manipuladas. “La otra circunstancia especial fue la presencia de una Ministra de Trabajo de gran determinación, durante el gobierno de Carazo. Yo fui parte muy importante de las decisiones de doña Estela Quesada, porque hemos sido muy amigos. Pasamos muchas veces juntos en el Ministerio de Trabajo, planeando la lucha. Varias veces nos desplazamos del Ministerio de Trabajo a la Casa Presidencial. Recuerdo muy bien una noche en que Estela le planteaba al Presidente que tenían que darle lucha fuerte a lo que ella llamaba ´anarco-sindicalismo´. Recuerdo que le dijo, ´señor Presidente, no me vaya a quitar el caballo a la mitad del río, voy a dar la lucha, pero no me vaya a dejar sola´. ”Después de eso, hubo una huelga en la finca ´La Teresa´. Los sindicalistas siempre tuvieron los mismos procedimientos: tres o cuatro trabajadores se paraban en las bodegas del equipo de corta y en las bodegas de entrega de materiales. Era suficiente para paralizar el proceso. Si algún trabajador decidía ir a trabajar, lo amarraban en el campo, o en las torres, o en las matas de banano. Eso lo sabían todos los Ministros de Trabajo. Era un anarcosindicalismo terrorista, como lo llamaba doña Estela. Los cabecillas eran muy violentos y no perdonaban al peón bananero que quisiera ir a trabajar”.

Muerte de la central de sindicatos “Estela disolvió la Central de Sindicatos de Guápiles. Con la huelga en ´La Teresa´, arrancó todo el proceso. De inmediato comenzamos a formar asociaciones solidaristas en todas las fincas. A pesar de que la central sindical había sido disuelta, la violencia de los sindicatos 94


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era tal que los trabajadores mismos no podían reunirse en su propia finca para organizar su asociación solidarista, sino que se reunían en Agrícola Ganadera Cariari. Era posible que en una semana los trabajadores de hasta tres fincas se reunieran en nuestra finca. “Todas las fincas del área de Guápiles crearon asociaciones solidaristas, sin excepción. Todavía había una exposición fuertísima por parte de los cabecillas sindicalistas. A esa circunstancia especial se acogió Del Monte en El Carmen. Pidió otra figura diferente, una especie de referéndum, donde los trabajadores botaban si se mantenían en el sindicalismo o si cambiaban a la asociación solidarista. Los trabajadores de Siquirres votaron en el referendo a favor del solidarismo. En menos de un año, los sindicatos perdieron Guápiles y Siquirres. Además, cuando perdieron Guápiles también perdieron Río Frío. “Posteriormente cayó Limón, hasta el día de hoy, porque los sindicatos se mantienen con unas condiciones diferentes: unos cuantos trabajadores cotizan al sindicato, pero el movimiento solidarista es el movimiento laboral más fuerte. “A partir del 78 y hasta que se instaló el Solidarismo, las empresas hicieron todo lo posible y dieron a los trabajadores una gran cantidad de ventajas. Se criaron muchas expectativas. Se arrancó con procesos de creación de vivienda para los trabajadores, y con un proceso de creación de empresas satélites. Yo estaba muy identificado con eso. Había que convertir al trabajador en propietario. Era algo que ya había probado la tienda ´La Gloria´. Todas aquellas empresas que prestaban servicios a la empresa madre, fueron sustituidas por empresas de los trabajadores. Por ejemplo, en el caso del banano, el 95


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transporte de cajas, el transporte de trabajadores… El fin último era permitirle al trabajador que con sus ahorros comprara acciones de la empresa y participara. ¿Qué fue lo que pasó? Cuando el sindicalismo desapareció como amenaza, todas esas buenas ideas también desaparecieron…”.

Los problemas de ahora “La empresa ya no se siente amenazada. Estoy hablando de lo que pasa ahora. Lo que buscan ahora es llevarse bien, el abrazo, el beso, la fiestecita… No es el mismo compromiso social de mejoramiento del trabajador y su familia que teníamos en aquel momento. Por eso me salí de la Escuela Social Juan XXIII, donde fui parte de la junta directiva, junto con Julio Rodríguez, Guillermo Malavassi y José Miguel Corrales. También era director de la Unión Solidarista, que ahora se llama Movimiento Solidarista. La escuela y la unión no se llevaban. Sin embargo, yo era directivo de las dos, tratando de hacer un puente de plata. “En aquel momento en que le comenté a don Luis Alberto Monge la importancia del solidarismo y me dijo que era imposible, que no se podía porque el sindicalismo era la más importante fuerza en las zonas bananeras, le dije que sí era posible, aunque él no lo creyera, porque nació como una necesidad. “Si a partir del año 90 para adelante, el solidarismo hubiera tenido el ritmo y la creatividad que tuvo antes, la economía del país sería otra cosa: tendríamos una economía socialista, donde el capital de los trabajadores sería más grande que cualquier otro. Podría absorber incluso a las empresas. Se lo pongo en otros términos: 96


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tome el 15 por ciento de los salarios de un millón de trabajadores de este país e inviértalo en lo que sea, en industria, por ejemplo, y verá lo que ocurre. Esa fue la grandeza de la idea de Alberto Martén, que fue mejorada sustancialmente a la hora de ponerle una doctrina cristiana, como lo hizo el Padre Solano. “Tanto ha cambiado la realidad, y nos hemos llenado tanto de conformismo, que ahora me pregunto si fue tan bueno el haber eliminado el sindicalismo de la manera en que lo hicimos. La prueba de ello es que, contrario a mis pensamientos y a mis principios, en la última finca que tuve, yo mismo introduje de nuevo un movimiento sindicalista. Fue en Agrícola Ganadera La Benigna, en Las Palmitas. Lo introduje con Gílberth Bermúdez. Todo el mundo me decía, ´¿cómo es posible que usted haga eso?´ Lo hice porque creo que los solidaristas no hemos cumplido con lo que prometimos que íbamos a hacer. “El Movimiento Solidarista se estancó en las fincas bananeras. Ningún movimiento de estos puede sobrevivir cuando se estanca. En el caso del solidarismo. No muere porque está muy adaptado a la idiosincrasia de nuestro pueblo, y porque no hay nada mejor. No hay otra opción mejor. A pesar de todo, el solidarismo es lo mejor que existe. “En segundo lugar, tenemos la ventaja de que los sindicatos de tipo marxista en nuestro país están manejados más por agitadores que por verdaderos dirigentes, pero si no se hace algo, podríamos volver a lamentarnos”.

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“Siempre he sido bananero” “Siempre he sido bananero. Después de Frutera Atlántica y Formosa, tuve Agrícola Ganadera Cariari. Quedaba casi en el centro de Cariari, antes de llegar al río Tortuguero. Las tres estuvieron desde el 67 hasta que las vendimos, en el 78. En el 78 hicimos Agrícola Ganadera La Benigna. Vendimos la Benigna en el 2003. “Me he dedicado a dar clases. He sido profesor de la Universidad de Costa Rica en los cursos de banano desde hace 46 años. Imagínese que ya la promoción del año 69 me la dedicaron a mí. También he sido profesor de EARTH durante 15 años. En EARTH he sido profesor del curso de banano. “En la actividad bananera he tenido todo lo que he querido. He estado en la parte didáctica, en el cultivo en sí, en la parte de investigación… He recibido prácticamente todos los premios y reconocimientos que existen en el ramo. “He estado fuera como consultor. Yo participo al menos tres veces al año en consultorías internacionales. He estado dos veces en África, en Costa de Marfil, contratado por la Unión Europea. Hemos estado en Filipinas varias veces. Hemos estado en todos los países bananeros de América, en Ecuador y en Colombia múltiples veces, en Venezuela, en México, en Cuba, en República Dominicana, en Jamaica, en Puerto Rico y en Argentina. “Recientemente estamos haciendo un desarrollo importante en Bolivia y un gran desarrollo con una promoción de siembra de banano en Brasil. Soy el promotor de la inversión en Brasil. Tengo once años de ir a Brasil. Vamos más o menos tres veces por año. 98


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“Creo que me respetan como una autoridad en el cultivo de banano en el mundo. El libro mío es el libro más actualizado y más avanzado en el mundo en banano. Ahora está en versión electrónica. Ya consta de 1200 páginas. Si se volviera a hacer en papel tendría un peso de casi tres kilogramos. Es el libro de texto prácticamente obligado casi sin excepción en todo el mundo. Tenemos una copia ya en la nueva biblioteca de Alejandría. Eso me hace sentir muy contento. Es un ejemplar en papel de 1995. “La producción bananera significa todo en mi vida. No conozco ninguna otra cosa. A pesar de que he probado en muchísimas actividades, la actividad bananera es lo único que he entendido del todo bien. Es un cultivo difícil. Después de 43 años de estar en la actividad, se me hace difícil pensar que haya alguien que pueda manejarla en forma plena y total... “Le agradezco a la actividad bananera todo lo que he sido en la vida, y también a la gente que ha trabajado conmigo. Eso sí, procuro no reunirme con gente vieja porque me quitan la energía. En cambio, cuando me voy a dar clases, me voy regenerando. Los jóvenes me dan energía. Conforme pasan las horas, yo tengo más energía y ellos menos, no digo que se las esté robando, pero por lo menos que me las prestan…”.

Aportes comunales “Me energizan las plantas y el bosque. Los días más duros de trabajo, en la Zona Atlántica, sobre todo cuando hacía las fincas, necesitaba alguna fuente de energía. Yo me repongo de toda la energía perdida con sólo pasar por la carretera Braulio Carrillo. A la par del túnel me siento 99


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energizado. Adoro la carretera Braulio Carrillo. Me gusta mucho haber colaborado cuando se hizo. Formé parte de un Comité Cívico de Desarrollo de Pococí, cuando hubo que defender el trayecto de la carretera de Guápiles. Aparte de eso, había una comisión del MOPT donde trabajaban técnicos de diferentes ramas. Yo fui el representante por Guápiles en esa comisión. “Hay otra pelea que yo di, estando en ese comité cívico, y fue cuando se crió la EARTH. El proyecto estaba en la Asamblea Legislativa. Se consideraron los aportes que el AID iba a dar para la construcción de esta escuela, y las universidades del país se opusieron en forma rotunda a la creación de la EARTH. Siendo yo profesor de la Universidad de Costa Rica, y egresado de esa universidad, tuve que oponerme a las pretensiones de las universidades nacionales, sobre todo de la UCR, haciendo ver la ventaja de contar con una universidad de este tipo en la Zona Atlántica, así como las ventajas y los beneficios que esto iba a traer para el país. “Hay una persona a la que nunca se le reconoció la lucha. Se trata del entonces diputado Herman Weinstock. Yo pasé con él muchísimas horas en la Asamblea Legislativa convenciendo a los diputados de las bondades de la creación de la EARTH. “Ahí me quieren mucho. No sé si me consideran el abuelo, pero creo que ni en EARTH ni en la UCR, en Agronomía, quede alguien con 73 años que todavía dé clases, y que luche por estar actualizado. Eso es fundamental. Es lo que les gusta a los estudiantes. Por eso, a pesar de que en ambas universidades mi curso de banano es optativo, siempre está lleno. “En la UCR doy el curso dos veces al año; en EARTH también, y doy un curso de administración bananera. 100


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“En cuanto a los productores bananeros independientes, puedo decir que son como camadas de cierto tiempo. Por ejemplo, hubo un tiempo en que se podían considerar verdaderos productores, porque eran agricultores; después vino una época en que, como consecuencia del éxito que se obtuvo por diferentes circunstancias en distintos momentos, empezaron a aparecer inversores más que productores, con un criterio netamente empresarial, es decir, la bananera vista como una empresa que rinde beneficios económicos. Ha cambiado un poco el concepto. No significa, de ninguna manera, que ser empresario nuevo sea un pecado. El punto es que el empresario agrícola es diferente al simple inversionista. Yo diría que el empresario agrícola debe tener formación agrícola. Por eso, te das cuenta que entre los últimos bananeros, la mayoría son de otras formaciones. A veces no tienen nada que ver con la agricultura. Entonces, la actividad se puede volver impersonal. Eso lo siente la gente. “Creo que casi en todas las actividades pasa lo mismo: cuando la actividad era más personal, lógicamente las condiciones eran más llevaderas y más interesantes”.

Su familia “Mi esposa, Emma Mora Salazar, es la que manda. Ella es una gran compañera. Va conmigo a todas partes. A cualquier lugar donde vaya a dar conferencias, asesorías o charlas, ella va conmigo siempre. Quienes me invitan saben que cuando me mandan a llevar me tienen que mandar dos boletos, el de Emma y el mío. “Para ir a la EARTH es hasta mi chofer. Siempre va a mis clases. Ya incluso podría darlas ella. Cuando 101


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voy a dar conferencias, o cuando voy a congresos, ella participa. Siempre participa en la totalidad del congreso y en la totalidad de las conferencias. No se va de paseo mientras yo estoy en reuniones, como hacen las demás mujeres. Eso le ha ganado un gran respeto en el mundo bananero internacional. “Cuando alguien da una conferencia, ella discute los temas, pregunta, opina… La gente lo agradece mucho y la admira mucho. “Tenemos dos hijos, Mauricio y Alejandro, y una hija, Emma, a quien le decimos ´Tuti´. “Tenemos un vivero desde hace muchos años, en Moravia. Es un vivero de plantas ornamentales. Tenemos maranta roja para exportación. Mi hijo Mauricio se encarga de la parte de la comercialización y las exportaciones. También vendemos especias para mercado interno. “En ese invernadero, porque es más invernadero que vivero, Emma tiene de 3 mil a 4 mil orquídeas. Ella es especialista en orquídeas. “Nuestra historia de amor es muy bella: Emma trabajaba en un almacén de suministros agrícolas y ahí la conocí. Habíamos hecho una importación de vacas Pardo Suizo. Se enfermaron porque las atacaron las garrapatas. Tenían piroplasmosis. Tuve que ir a buscar medicinas, y ahí me encontré con Emma. Siempre he dicho que gracias a Dios que se me enfermaron esas vacas… “Estamos montando tres proyectos de banano de altura, con Dole. Vamos a trabajar con dos o tres variedades, pero básicamente con ´Gran Enano´. Vamos a instalar tres proyectos piloto para este año, uno en El Sauce de Turrialba, con la finca de Don Jorge Rossi y otras más; otro proyecto piloto en el Valle de Orosi, y un 102


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tercer proyecto en Naranjo, con Copronaranjo. “Son proyectos de combinación de banano con café, para producir bananos más dulces, no necesariamente más pequeños, para un nicho de mercado gourmet, en Estados Unidos, Europa y Japón. “Leo dos libros por semana. No puedo dormir si no he leído dos o tres horas. Me encanta leer sobre historia. En realidad, me dedico a los libros de personajes y a las novelas históricas. Por ejemplo, me encanta las obras de Dominique Lapiere, como ´La Ciudad de Dios´, ´Esta noche, la libertad´, ´Arde París´ y ´Oh Jesuralén´, que es sobre la independencia de Israel. He leído todo lo que se ha encontrado sobre Gandhi y sobre su esposa. “A mis 73 años, soy un hombre realizado y feliz…”.

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Ramón Argüello el Famoso Mola

“Soy fundador de La Rita” Llegó a la zona en 1942 y se metió a lo que él llama “los charralones” de lo que ahora conocemos como La Rita. Asegura que cuando eso no había ni una sola familia ni un rancho. Apenas existía un campamento en el extremo sur del sitio donde ahora está el pueblo, y que era ocupado por quienes se dedicaban a sacar madera de las riberas del río Tortuguero. Después de muchos años de vivir en una zona remota de Sarapiquí, hace poco volvió a La Rita Don Ramón Argüello Castillo, mejor conocido como Mola, de quien salió el nombre de la bananera. Tiene 82 años y se mantiene lúcido y saludable. Dice que ha querido venir a esta tierra que le ha dado tanto, y a la que él también le dio muchísimo, para pasar estos años con sus hijos y nietos. Nació en Cebadilla de Alajuela en noviembre de 1920 y desde muy chiquillo le dicen Mola. Así lo bautizó uno de sus hermanos, pero ya no recuerda ni siquiera quien de ellos. “Llegué a la zona para los tiempos de la Segunda Guerra Mundial y fui el primer hombre que se metió a lo que ahora conocemos como La Rita, cuando esto eran puros charralones”.

Antes de las bananeras “Fue en ese tiempo que empezamos a formar las fincas que luego se convirtieron en bananeras. Mi socio

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de entonces sigue siendo un gran hombre, una persona honorable. Se trata de Don Yoyo Quirós Castro., quien incluso fue Ministro de Agricultura. Un día me contó que había unos gringos que estaban interesados en comprarnos esto…Le cedí los terrenos a los precios que convinimos “ cuenta Don Mola, como le diremos en esta nota, por respeto. Cuenta que Don Melis Quesada fue el dueño de lo que ahora se llama La Rita, y que le pusieron este nombre con la idea de que en algún momento pasara a llamarse Santa Rita…Sin embargo, no ocurrió así. Don Mola empezó a trabajar “esos charralones” desde 1942. Para 1948 ya tenía ya tenía espacio avanzado, como lo obligaban sus circunstancias personales, pues empezó a llenarse de hijos. En ese particular también es famoso… “Tuve 13 hijos con la propia esposa, pero nunca he sido muy bien portado. Por eso es que tengo dos hijos más con una señora, y otros cuatro con una tercera señora. Ya las tres fallecieron”, cuenta Don Mola, y por un instante pierde el brillo tradicional de sus ojos. Después de vender La Rita, se metió a hacer las fincas de Perdís y Mola. Recuerda que para la creación de la finca Perdís , vendió 450 hectáreas y cuando estaban formando Mola, Don Yoyo Quirós les contó a los gringos que a él le decían así, por lo que a uno de ellos propuso que la dejaran con ese nombre.

Hombre de muchas mulas “Eran tiempos muy duros. Aquí pasaba el tranvía y ya teníamos listas cinco o seis mulas. Todos sembrábamos maíz, y yo me encargaba de cosecharle amucha gente.” 105


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“Aperaba hasta 20 mulas con aparejo y luego las sacaba por Roxana”, Cuenta Argûello quien se levantaba a las 3 de la mañana para darle de comer a las mulas y a las 4 comenzaba con los aparejos. En esos años, a Don Mola lo acompañaban instituciones de la historia de la bajura, entre ellos Rafael Vega (qdDg), Manuel Aguirre, Juan Vega, Braulio y Álvaro Argüello. Con la venta de las tierras de fincas bananeras Perdís y Mola, Don Ramón hizo mucho dinero.”Me llegó un montón de plata, pero se fue yendo a las cansadas del tiempo. Se nos fue yendo el capital en la andareada”. Una vez que vendió sus tierras en La Rita, Don Mola se fue a aventurear a Palmar del Río Sucio de Sarapiquí, a varias horas en bote del centro comercial de ese cantón.

Aventurero bananero En esas remotidades de Sarapiquí, sembró banano ramichel, y tardaba dos horas en con la producción en bote para llegar al lugar donde podían subirla a los camiones. Fue a inicios de los setentas. No había luz ni agua potable. Y en esas condiciones tuvo que soportar unos 15 anos, después de los cuales vivió durante un período similar en el centro de Puerto Viejo. Volvió a La Rita hace 4 meses. “He encontrado un pueblo muy distinto. En mis años ni siquiera tenía hidrante. Ahora es una comunidad completa, carajo”, dice Don Mola, muy emocionado. Con más de 80 años, recuerdda muchas luchas a favor de esta zona. Por ejemplo estuve entre quienes lideraron un movimiento con la idea de trazar una carretera que comunicara Guápiles con San José por San Jerónimo de 106


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Moravia. Fue el encargado de hacer los viajes con mulas para llevarles el diesel de los tractores. “Durábamos dos días para llegar hasta donde iban abriendo la montaña. Al fin y al cabo, no se consiguió lo que perseguíamos porque de pronto llegamos a un cerro y no hubo manera de hacer camino. Había hondura para un lado y hondura para el otro”.

Fundador de la escuela y la iglesia Ahora Don Ramón vive con su nueva compañera, Modesta Rojas García, en una casa de su hijo Braulio Argüello. Al lado de las fincas bananeras, el legado de Don Ramón o Don Mola a La Rita incluye su trabajo en la fundación de la primera escuela de la comunidad y en la construcción del primer templo católico. “Me tocó jalar los materiales con mula. Ahí estuve al lado tan valiosa como Don Hernán Azofeifa, Hernán Araya (qdDg), Luis Solano, Marcos Murillo, Juan Rafael Sánchez y Ananías Vindas”, concluye Don Mola.

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Óscar Cruz

El gran aventurero y artista en la producción bananera Su casa es sencilla, sobria y desordenada. Se nota que al frente de ella está un hombre, no una mujer, pero sobre todo un artista. Hay pinturas por doquier, una gotera en la sala y decenas de libros. El dueño de ese hogar, que es más una guarida, un estudio de pintor y un taller de alguien que crea e inventa, es Óscar Cruz, conocido como el legendario soldado de la contrarrevolución del 55, y apodado por sus compañeros de aquel entonces como ´Cacho´ Cruz. Óscar Cruz es todo un personaje en el que se conjugan muchos elementos. Héroe de la primera patrulla que enfrentó a quienes invadían el país desde Nicaragua, es reconocido por los testigos de esos hechos como uno de los más valientes y aguerridos soldados costarricenses. Y después de las armas, su afición por el conocimiento y su apego a la tierra lo han llevado a ser bananero y a dirigir proyectos agrícolas a lo largo de muchas décadas. Además, se dice que fue uno de los colaboradores más respetados por don Pepe Figueres tanto en La Lucha como en las fincas de Ticabán. Entre las pinturas que tiene en la casa, llama la atención una donde aparecen dos panteras. “Esa pintura se debe a que me dijeron que no se usaba el negro en pintura. Demostré que el negro también está lleno de vida”, dice don Óscar, quien nos muestra no más empezando su carácter y su criterio, a prueba de todo. Hay pinturas del mar y una de unos niños con un 108


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perro. En la mesa donde la gotera hace de las suyas hay un libro acerca del auge bananero, un libro de Mafalda, varios textos en inglés, uno sobre el Corán y el islamismo… Ve que estoy husmeando entre sus libros, y me sale al paso. “Ahora estoy leyendo el catecismo, que curiosamente tiene toda la teología del catolicismo. Me encanta leer sobre las religiones. Es algo que me hace crecer. No soy religioso pero sí espiritual. Al fin y al cabo, aparte de agricultor de toda la vida, soy un artista”. Óscar Cruz nació en San José, por Plaza Víquez, en 1928. Tiene 77 años, pero parece veinte años menor. Él lo sabe. “Nunca he dejado de conversarle al cuerpo, hago mucho ejercicio, me muevo… Es que lo peor es cuando la gente le dice a uno ´puta, pero es que te estás poniéndote viejo´, sin darse cuenta que le están tocando a uno las fibras que no quiere que le toquen… “Aunque nací en la capital, no fui un niño de ciudad. A los cuatro años me fui para Limón. Papá trabajaba como operador de cine en el Teatro Variedades. Veo cine desde antes de que aprendiera a caminar. Soy un crítico del cine. A mí el cine me apasiona. Ahora que está ´Cine Canal´, me vuelvo loco viendo cine. En ese canal agarran a un actor famoso, de los de aquellos años, y pasan todas sus películas. Además, sacan toda la serie de los clásicos, los que fueron nominados para el Óscar, etcétera. Es una locura para mí, porque revivo toda mi existencia carajillo en Limón, viendo cine”.

Cine en Limón “Es que mi familia se trasladó a Limón porque Mario Urbini, del circuito de cines Urbini, le encargó a mi 109


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papá que se fuera para Limón a hacerse cargo del teatro Arrasty, que era de don Pepe Arrasty, un catalán. Cuando eso, el otro circuito de cines era el Raventós. “Cuando llegamos a Limón el cine estaba muy mal, no tenía clientela. A papá se le ocurrían unas ideas buenísimas para ver cómo levantaba el cine. Por ejemplo, debo decir que la historia del boxeo en Costa Rica está íntimamente ligada al desarrollo del boxeo en mi familia. Mi padre y sus hermanos se daban de ´piñazos´ todo el día, y hacían encuentros de boxeo. Un hermano de mi padre tenía un garaje de servicio público, que era como se le llamaba al lugar donde había carros para que dieran servicio de taxi. En ese garaje armaban las veladas de boxeo. “Así que cuando papá llegó a Limón, y se encontró con ese montón de gente negra, empezó a seleccionar a los que le servían para el boxeo. Apenas llegó a Limón, mi papá se dio cuenta que el cine como cine no servía para nada porque no había publico, no había afición. Era algo cultural. Entonces, papá montaba cada semana la tanda de 7 común y corriente, y a las 9 teníamos boxeo. Mi papá preparó las instalaciones, el ring y toda la vaina. Después se puso de acuerdo con los promotores de San José, y montaron peleas nacionales. “Recuerdo que llegó Vicente Sterling, campeón de peso medio, quien se puso a trabajar en el cine con papá. También recuerdo a un muchacho Bagás, que era campeón de peso wélter, y Arturo Clark, quien también era peso wélter, y era muy bueno boxeando. “Mi papá hacía veladas y cobraba la entrada. El teatro se llenaba de bote en bote. Así fue que hizo plata mi tata. El primer deporte que practiqué yo fue el boxeo, pero hay que desmenuzar qué significa eso. Era darle al 110


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punching ball, hacer suiza, hacer guantes, hacer sombra, que es tener la luz atrás para entrenar con la sombra de uno…”.

Niñez en Limón “Fui a la escuela Tomás Guardia, y tuve compañeros como José Garrón; Rodolfo de la Peña, mejor conocido como ´Chiquitín´ de la Peña; ´Beto´ León, que era muy bueno en béisbol… En esos años, un 70 por ciento de los chiquillos eran de origen jamaiquino. Aprendí a hablar inglés con ellos. “Era otro mundo, un mundo totalmente diferente al actual. Aquel Limón era de muy alta cultura. Paradójicamente, no se sentían atraídos por el cine. Sin embargo, tenían muchas actividades culturales, y mucho orgullo por sus trajes, sus bailes, sus raíces caribeñas y africanas. Los jamaiquinos que llegaron a Limón eran traídos por la United Fruit Company y por la Northern Railway Company, para trabajar en la construcción del ferrocarril. En las tres islas británicas se hablan tres dialectos diferentes. Se trata de Escocia, Inglaterra e Irlanda. Deben haberse uniformado mucho. “La gente cree que los negros inventaron un dialecto, pero es que es inglés de Escocia, es decir, un inglés que curiosamente tiene más de Escocia que de Inglaterra, y se han permitido licencias interesantes. Un día estaba hablando con unos jamaiquinos y me di cuenta que invierten algunas vocales. Esas particularidades no son exclusivas de las islas ni del inglés. Igual ocurre en todas partes. Por ejemplo, el inglés americano tiene grandes diferencias entre el sur, el este y el centro. “En esos años estábamos juntos los negros y los 111


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blancos. Terminé la escuela en Limón, y me mandaron para el colegio Seminario. Mi madrina era una tía de mamá, fue a pasar unos días a Limón, y preguntó ´¿que está haciendo Óscar?´. Ya seguía el colegio, y me mandaron donde la tía, en Aranjuez”. “Entre los compañeros en el Seminario estaban Franz y Arnoldo Amrheim, Raúl Hesse (no había forma de quitarle el primer lugar de la clase a ese carajo), y Teodoro Picado hijo. Como era regido por los curas alemanes, el Seminario estaba lleno de muchachos de origen alemán, un buen grupo de alemanes que ya están incorporados en la vida y en la economía de Costa Rica. “Aún con el uniforme del colegio, me fui a trabajar a la empresa ´Aceites y Grasas´. Luego trabajé en la Imprenta Universal, y estuve en el Instituto de Seguros”.

La revolución del 48 “Papá murió en la revolución, en la misma revolución en que murieron mi tío, Nacho Cruz, y Édgar Cruz, hijo de Nacho. Nacho y su hijo Édgar eran calderonistas. No estaban ni peleando cuando los mataron. Fue un asesinato de Zúñiga Girón, un carajo con el alma atravesada que fue el culpable de la masacre en ´El Codo del Diablo´. “A diferencia de una parte de mi familia, yo era liberacionista. En 1947 me volaron garrote sin conciencia, me tiraron en una cárcel llena de caca y de orines, y me golpearon mucho. Son las cosas insólitas de esos años. Mi hermano Édgar estaba por casarse, fue a hablarle al cura, que era ulatista, era beligerante y le gustaba hablar en contra del gobierno. Yo estaba marcando con la que después fue mi esposa, allá por el potrero de los gallegos, donde ahora está la Corte Suprema de Justicia. En eso 112


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llega mi hermano, caminando, y me dice, ´¿vos sabés que me vienen siguiendo?´. Estábamos en esas cuando llegan cuatro carajos y se paran en la esquina. Él me dijo ´esos son, me vienen siguiendo desde la salida de la Iglesia de la Soledad´. Llegan y nos dicen a él y a mí ´vengan con nosotros, están detenidos´. Yo estaba marcando. No habíamos hecho absolutamente nada malo. En eso sale la suegra, que era calderonista, y se encuentra el lío. Les dije yo ´bueno, ¿quiénes son ustedes? Identifíquense´. “Se paró un ´jeepón´ en la esquina, los llamaron, se armó la discusión, yo veía que estaban exasperándose, que estaban caldeándose los ánimos, Édgar me quedaba a la par, el que estaba conversando con él estaba de espaldas a mí, el tipo saca una cachiporra, y le iba a dar a mi hermano… Ni lo pensé, le di por la nuca, y cayó. Se armó una bronca terrible. Yo recobré el conocimiento en un vehículo, mucho rato después. Fuimos a dar al Cuartel de Artillería, que era donde metían a los borrachos y a todos los detenidos. Recuerdo que me desperté del todo ya en una celda, tirado en el suelo. Era una celda de chicheros, había de todo, ´miaus´ y vomitadas. “Estaba bañado en sangre. Mi hermano estaba igual, a la par mía. Al día siguiente se aparecen dos carajos a interrogarnos, nos sientan en una banca, pasaban a la par de nosotros y flaaaaa, cachetada, y uno que practicaba deportes y que en esa edad se creía el rey del mundo… Quedé con las manos como tamales, porque las puse para soportar las cachiporras. Por cierto que esos dos carajos que nos interrogaron murieron en la revolución. “Estuve en diciembre del 49 y luego tuve una destacada participación en los hechos del 55”. (Ver entrevista exclusiva sobre este tema, con Óscar ´Cacho´ 113


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Cruz, en el periódico OJO, de venta en todos los almacenes El Colono).

Ciencias Económicas “En 1949, entré al Banco Nacional y también me puse a estudiar Ciencias Económicas en la Universidad de Costa Rica. Estaban José Manuel Salazar Navarrete y Rodrigo Carazo. Entre los profesores recuerdo a Mario Jiménez Royo, mientras que el decano de Ciencias Económicas era nada menos que Don Rodrigo Facio. Terminé la universidad. Soy licenciado en ciencias económicas con especialidad en administración de negocios. “Nunca me he metido en política, a pesar de que en esos años tuve importantes propuestas para ser diputado. En el 56 me gradué de economista. Estaba en la Auditoría del Ferrocarril al Pacífico. Ahí trabajé del año 55 al año 61. “En el año 61 me fui a la Costa Rica Machinary, que era la empresa representante de la Ford en ese momento. La Ford me mandó a Michigan para estudiar proyecciones financieras. Me especialicé en proyecciones financieras del año 61 al año 64. “En el 64 nos dedicamos a importar autobuses Hino de Japón, y en eso estuve entretenido varios años. Estaba en eso cuado Don Pepe me mandó a llamar. Él sabía que había peleado en defensa de su gobierno tanto en diciembre del 49 como en enero del 55. Éramos amigos del tiempo en que yo trabajaba en el banco porque me tocó trabajar en las adecuaciones de las deudas de las empresas de don Pepe. No era desordenado. Lo que pasa es que lo que era lógico para él no es lógico para los 114


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demás. “Me acostumbré con don Pepe a desconfiar de mis propios criterios. Él tenía un modelo que era toda una reeducación del campesinado nuestro. “Trabajé muchos años con don Pepe Figueres. Tengo muchas anécdotas con él. Por ejemplo, un día Óscar Barahona Streber, que era pariente mío, y que había sido ministro de Hacienda de don Pepe para darle continuidad a lo que había hecho con don José Joaquín Trejos, en el gobierno anterior, me pide que le hable a don Pepe, porque quería tener conversaciones con él, pues tenía ambiciones políticas. Le fui a hablar a don Pepe, y me dijo, ´mire Óscar, el problema con Barahona es que si se monta en una yegua parida, no lo sigue ni la cría´. Es que tenía un carácter de los diablos”.

Bananero “Entré al Grupo San Cristóbal, de Don Pepe, para hacer un estudio de factibilidad para producir sacos, pero con polipropileno. Hice el estudio de factibilidad, y en eso me dijeron que había que tener a alguien en finanzas, por lo que fui gerente financiero de todo el grupo. “Don Pepe no tenía mucha actividad bananera, solamente la finca ´Las Mercedes´, de la cual era socios. Luego, me incorporé de lleno a la actividad bananera. Un grupo ajeno a San Cristóbal, donde estaban un hijo y un sobrino de don Pepe, me incorporó en la sociedad. Me pusieron a cargo de las fincas bananeras, y yo era socio. La agricultura no me era ajena. Para mí no era muy difícil habituarme al ambiente bananero por haberme criado entre Limón y Guápiles. “Don Pepe tenía toda la parte agrícola en San 115


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Cristóbal, y en la Zona Atlántica empezamos a tantear con el banano. Nos metimos mucho Mario Salazar, Fernando Figueres, José Martí Figueres, Body Hatch, Mario Merino padre, Mario Merino Jr y yo. “En el año 65 con Compañía Bananera de Parismina S.A. Luego nos metimos con Ticabán. Compramos los activos de Ticabán y los pasamos a una empresa que llamamos Tica Frutera. Esa finca era un monstruo de 6800 hectáreas. Ticabán era una empresa de inversiones del Benelux (los países bajos, Bélgica, Holanda y Luxemburgo). Luego nos las vendieron a nosotros. En ese negocio tuvo que ver un hombre que fue gerente de operaciones en la Compañía Bananera de Costra Rica en Panamá y en Costa Rica. Se trata de Maurice Bostich, una persona muy amiga de la estructura de la United Fruit Company. Un día, Body Hatch se encuentra con Maurice y Maurice le cuenta el chisme. Le encargaron el análisis de las ´Ticas´, y él recomendó venderlas. Eran 6800 hectáreas en terrenos en total, con 2100 hectáreas de banano, campos de aterrizaje y 450 casas. Body Hatch llevó a Maurice Bostich a San Cristóbal para que conversara con nosotros. De repente, meterse en eso era una locura. Había seis millones de dólares invertidos, y había sido un fracaso por su producción y por la calidad de los suelos. Sembramos las áreas que no debieron haber sembrado, y áreas que eran mucho mejores no fueron sembradas con banano. “Montamos un plan, que contemplaba ofrecerles 400 mil dólares por todo el paquete. Fuimos al Banco Nacional, les pedimos que hicieran un avalúo, cuando tuvieron los avalúos, el gerente, Don Elías Quirós, nos mandó a llamar, asombrado, y aprobaron 800 mil dólares, 400 mil para comprar y 400 mil para rehabilitar. 116


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El Banco Nacional dio el aval y Chase Manhattan Bank, de Nueva York, aportó los recursos. “Yo en ese momento era socio del grupo bananero, y gerente financiero del Grupo San Cristóbal. Trabajé doce años con don Pepe, trabajé en todas sus empresas, y en banano he estado en total 30 años”.

Dirigente bananero “De primera entrada, me metí con don Carlos Manuel Rojas, Jorge Rossi y Mariano Anderson, y formamos la Cámara Nacional de Bananeros. Empatado con ello vino la necesidad de crear una institución mixta, para coordinar el apoyo técnico y financiero para los productores de banano en general. Eso fue ASBANA, hoy CORBANA “Recuerdo cuando llegaron los estudios de las fincas Vesta, Santa Clara y Bremen, que fueron las primeras. Los estudios llegaron al Banco de Costa Rica. Las proyecciones financieras estaban hechas en la forma usual a la que estábamos acostumbrados. Yo venía de estudiar por cuenta de Ford proyecciones financieras con base en flujos de caja. Esas tres fincas fueron las primeras a las que se les aprobaron los créditos con base en los estudios de flujos de caja con el equipo de analistas de crédito del Banco de Costa Rica. “Se tenía la idea de que ASBANA debía ser el brazo técnico de los productores, sobre todo los bananeros independientes. Tengo un concepto muy diferente de lo que se debe hacer. Ahora los enfoques a Estados Unidos deben ser otros. Debemos apostarle al banano orgánico. He sometido a los carajos de CORBANA a que estudien este tema. Me parece que no nos debe dar 117


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miedo el riesgo. Le tienen miedo a las dos enfermedades principales, la sigatoka negra y los nemátodos…Pero ahora, el consumidor busca productos amigables con el ambiente, es decir, todo lo contrario de lo que todavía se hace en muchas bananeras. Sólo en Costa Rica, anualmente se riegan 50 mil toneladas de fungicidas preparados. “Resumo la producción bananera de esta forma: en un primer período, Minor Keith, con la idea de utilizar las plantaciones bananeras para darle trabajo al tren; luego Agatón Lutz, y la apertura de los mercados en Estados Unidos en forma rudimentaria; más tarde la aparición de Standard Fruit Company de Costa Rica. En esta tercera etapa, cuando aparece Standard, también aparecen los productores independientes. “Ahora estamos ante la circunstancia de que debemos entender el mercado de Europa y de Estados Unidos para brindarle un producto diferenciado. ¿Cómo se cambia la cosa? Preguntémosle a los de Café Britt para que veamos cómo cambió la cosa para ellos con el valor agregado del producto. Cuando me dicen que el principal problema es que no tienen compradores, pienso que otra sería la realidad si pensaran en determinados nichos del mercado, que están a la espera de productos diferenciados. “El problema es que si no es la trasnacional la que designa los cambios, no se realizan las transformaciones. Eso está muy mal. El sector debe tener la visión de anticiparse a lo que ocurra en el mercado del mundo, y debemos aportarle al banano orgánico. En resumen, de lo que se trata es de una estrategia de diferenciación. Pregúntele a las varias empresas que están exportando café de selección para que vea cómo les está yendo. “He sido un estudioso del sector, tanto desde la 118


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Cámara Nacional de Bananeros, como desde FERTICA, donde fui directivo. El análisis debe partir del hecho de que Costa Rica ya no compite con las repúblicas bananeras. Nuestros productores se deben pelear por contar con un lugar entre los países cuyos mercados, de importaciones y exportaciones, crecen más rápidamente. En general, nosotros competimos con Vietnam, Chile, México, Malaysia… “Para diferenciarnos, contamos con una realidad social y hasta ambiental que debe estar de nuestro lado. El banano es una hierba. Aquí, a los diez meses de haberlo sembrado, se corta. Ni siquiera la piña se cosecha tan rápido, tarda año y medio. “Todo el mundo habla de la crisis del banano. Lo he oído siempre. Lo escuché cuando estuve en CORBANA, durante doce años, y cuando fui su presidente. El punto es que debemos atender las oportunidades que al país se le presentan”.

Una fábrica de casas “Con Don Pepe estuve en muchas actividades. Él empezó un negocio de casas prefabricadas. Eran casas de madera, casas baratas. Lo que el INVU no le dio, él trató de hacerlo a través de sus empresas. “Diseñó los paneles de madera tratada. Se le ocurrió que en lugar de la madera aserrada era mejor trabajar con una guillotina rotativa, para sacar láminas semejantes a las de ´plywood´. “Hizo todo un proyecto. Había cuatro prototipos de casas baratas de madera. Se armaban en dos patadas porque estaban diseñadas en paneles, como las de ahora. 119


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“Al principio, todo el mundo estaba opuesto en San Cristóbal, incluso yo. El negocio era deficitario, pero se empezaron a vender casas. Se le vendieron a Nicaragua, pero no salía bien el negocio. Los negocios de café, cabuya y banano mantenían el nivel adecuado, pero la fábrica de casas no. “Yo tuve que abandonar mis criterios propios porque me convenció la actitud de don Pepe y la convicción con que hablaba de sus casas. Fui ferviente admirador de don Pepe. Seguimos con las casas, pero con números en rojo. “Los costos de hacer las fábricas eran superiores a los precios que él pretendía que les pusiéramos. Simplemente él inventaba los costos y se los creía. Su entusiasmo de carácter social lo llevaba a jalar un poco los números. Si no, no le salían las cuentas. Al final de la historia tuvo que desistir, pero viera cómo nos costó. El que lo sacó de ese carril fue José María Figueres cuando asumió el manejo de las empresas. En ese momento, ya no estaba yo en las empresas de Don Pepe.

Las particularidades de Don Pepe “Siempre lo admiré mucho, porque, aunque fracasó en algunos negocios, siempre estaba pensando, siempre tenía nuevas ideas, y quería sacarlas adelante. Era de una gran sabiduría, producto de la combinación de sus lecturas y de lo que aprendía con los campesinos. Sus consejos eran cortos y concisos. Decía, por ejemplo, ´nunca bote un árbol sin sembrar otro´. “La vez que lo enfrenté porque teníamos que cerrar la fábrica de casas baratas porque, si no, iba a quebrar todas las otras actividades del Grupo San Cristóbal, se queda viéndome y me dice ´usted es… usted es… no es 120


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más que un teórico´. “Yo me arranqué, a mí me hacen una malacrianza de ese tamaño y me arranco también. Don Pepe me dio la espalda, pero yo llamé a Martí, su hijo mayor, y le dije que don Pepe era un gran malcriado. José Martí se volvió, se quedó viéndome y me dijo ´todos lo sabemos, pero mejor no se lo diga´. “Pasamos un año sin hablarnos, pero no dejó que me fuera de la empresa. Los puso a convencerme de que no me fuera. “También estuve para cuando Vesco llegó al país. Vesco se fue metiendo en las empresas de don Pepe. No se metió a administrar, pero sí tenía mucha influencia. Aprendí mucho de Vesco. Sabía muchísimo de cómo transferir activos y pasivos por compra y venta de acciones. Así lo hizo hasta establecer un equilibrio sin que ninguna de las empresas inflara sus valores. Él decía que las empresas nunca valen lo que dicen los libros. Nadie las evalúa. También estuve al lado de don Pepe cuando Vico Starke nos vendió 770 hectáreas en Parismina, con la que desarrollamos una finca ganadera. Vico Starke había estado con él en la revolución. Se armó una polémica, y yo dije lo que pensaba. Aunque don Pepe no me hablara, yo sabía que él iba a respetar mi criterio. “Al final, después de trabajar tantos años con él, tengo claro que era un hombre fuera de serie y que tuvo en mí a un amigo fiel y a un consejero leal”.

“Estamos en manos de las trasnacionales” “La guerra del banano, en 1974, demostró que es estúpido pensar que las bananeras se van y uno puede reactivar las tierras con otros productos. Yo 121


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era presidente de la Cámara de Bananeros, y luego fui presidente de ASBANA. Convocaba a los representantes de las trasnacionales a reuniones. Estábamos viéndonos la cara, y sabíamos que las fincas estaban en malas condiciones. “Un día llamo, siendo don Pepe presidente, me sale al teléfono, y le digo ´Don Pepe, ¿qué hace usted jugando de telefonista?´, me dice, ´no, no, es que iba pasando y sonó el teléfono´. Quería hablarle de la situación que teníamos con Standard Fruit Company, porque se sentaron en un precio que no pagaba los costos, y eso era la ruina para todos. Me preguntó ‘´¿cuántos son ustedes?´. Le dije que éramos como quince o veinte personas. Me dijo ´vénganse para acá´. Nos fuimos para la Casa Presidencial. Empezamos a contarle el cuento a Don Pepe. No habían pasado cinco minutos cuando le pidió a la secretaria que le llamara al General Omar Torrijos, Presidente de Panamá. Habló con el general Torrijos, le explicó la situación. No sabemos cómo siguió la conversación. Juntos, él y Torrijos inventaron un impuesto de un dólar por cada caja de banano. Era un impuesto de 4 millones de dólares. La bronca que teníamos los productores con Standard Fruit Company era un aumento de quince centavos por caja exportada. Standard Fruit nunca estuvo de acuerdo. Con ese dólar que se estableció por ley, el Estado nos dio primero 25 centavos por caja y luego 35 centavos por caja. “Dentro de todas las discusiones, y estando vigente el impuesto bananero, las compañías seguían oponiéndose, y pronosticándole a Costa Rica, en su gran ignorancia del comportamiento de los mercados, que a todo el esquema bananero se lo iba a llevar el demonio. Hasta ese momento, era un mercado de compradores. El 122


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comprador mandaba. Don Pepe, con el impuesto de un dólar, transformó el mercado en un mercado de vendedores. ´Usted me paga lo que yo le pida o no le vendo el banano´. “En eso, se aparecen un par de carajos, entran con don Pepe a la oficina, él me llama, me siento de oyente, y el par de güevones empiezan a hablar de la ley 5515, que es la del impuesto bananero en Costa Rica. Eran un par de machos. Empiezan a contarle a Don Pepe que dentro de las ignorancias del mercado que tenía el gobierno de Costa Rica, la fruta no se iba a vender por el recargo de un dólar. Se llamaban Kirchof y Wait. Eran de la casa matriz de Standard Fruit. “Ve lo que es don Pepe: se sienta, se escurre debajo de la mesa, pone un aspecto ridículo para ser un presidente, se les hacía el chancho, el que no entendía la cosa… Entonces le dice uno de ellos, de frente, ´quiero que usted entienda, señor Presidente, que no vamos a comprar más fruta de Costa Rica´. Se desenrolla don Pepe, se levanta, se para, y le dice ´más bien, yo quiero que usted entienda que nosotros no le vamos a vender a usted más fruta, y quiero que entienda la diferencia´. “Con Don Pepe iba uno de sorpresa en sorpresa. Una vez, venía para un salón de reuniones del Banco Nacional con bananeros centroamericanos. Lo tenía que esperar afuera y en eso lo veo que venía con un casco de plástico. Me dijo que había que reunir asociaciones de productores para que se defendieran de las trasnacionales. Ya le iba a decir que estaba terrible el casco cuando me dice ´voy a entrar con el casco puesto para impresionarlos´. “Era todo un personaje. Por ejemplo, le presentaba uno a una muchacha, le daba la mano y volvía a ver hacia 123


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arriba y hacia abajo con todo el descaro. En eso, era un gran ´cara de barro´. “Ahora tengo una finca de 70 hectáreas con un grupo holandés. Estoy en una nueva aventura, he estado en muchas y no siempre me ha ido bien que digamos. Una vez salí perjudicado personalmente porque CORBANA hizo un estudio sobre unos bananos de la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola. Idearon bananos resistentes a sigatoka y a los nemátodos, con una entidad canadiense que es como la AID de Canadá, que metió como 7 millones de dólares en la investigación precisamente acerca de variedades tolerantes a la sigatoka y nemátodos, a través del International Development Research Center (IDRC). Phil Rowe estaba a cargo de la investigación. “Pues bien, CORBANA aprobó los informes , pero las variedades sólo funcionaron en sostener el hambre en Brasil, la India, África… Resulta que esos bananos liberan tres veces más etileno que los Cavendish. El etileno es la hormona de maduración, por lo que llegaban podridos al puerto de destino. Hay que ver lo que significaba esperar la llegada de los bananos a Holanda… Llegaban podridos. “Después ideamos como retrasar la maduración con supresores de etileno, como el permanganato de potasio, pero siempre maduraba en dos días. La vida útil de un banano de grado uno, que es cuando se empaca, a grado siete, que es cuando uno lo consume, era de 9 días, pero en este caso eso era imposible. “Bueno, a mí me ha ido muy mal en muchas aventuras y muy bien en otras. Eso le pasa a los bananeros. El cultivo del banano es riesgoso y difícil. Y yo estoy convencido de una cosa: el grueso de las gentes pasa por esta vida sin 124


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ver ni a la izquierda, ni a la derecha, ni arriba ni abajo, y la vida estå llena de incidentes importantísimos‌�.

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Recuadro

Óscar ´Cacho´ Cruz Un héroe del 55 “Un grupo de ciudadanos comunes y corrientes, de diferentes ocupaciones civiles, entre los cuales se encontraban mis hermanos Edgar y Otto, recibimos invitación para organizamos en la defensa de la integridad del país, ya que se tenía información fidedigna de que fuerzas costarricenses y nicaragüenses estaban entrenándose, bajo la protección del Dictador Anastasio Somoza García y su familia, en Coyotepe, Nicaragua, para invadirnos y derrocar al Gobierno de don José Figueres Ferrer, que era el único gobierno no dictatorial en el área. “Después de los combates que hubimos de sostener, no recomiendo a nadie que pelee una guerra con hermanos de sangre en la misma unidad. Para acentuar esto, resulta que mi cuñado, Rodolfo Molina, era parte de nuestra unidad y otro cuñado, Rodolfo Lutz peleó en la misma región, pero en otra unidad. “En 1949 ya estaba prohibido, en la Nueva Constitución, la existencia del ejército; lo único que existía era una Guardia Civil para combatir la delincuencia común. Durante la Guerra Civil de Marzo y Abril de 1948 ya habían venido oficiales nicaragüenses, intervensionistas, a pelear en Costa Rica, a defender el gobierno del Licenciado Teodoro Picado, quien era relevo del Doctor Calderón Guardia, en la usurpación del poder, durante los años de 1940 al 1948. “Sacrificando noches entre semana, feriados y fines de 126


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semana, estuvimos recibiendo entrenamiento de combate, propio de la zona en la que esperábamos encontrar a los invasores, en Guanacaste; concretamente la zona de lo que es hoy el Parque Nacional de Santa Rosa. “Llegó la anunciada invasión por el puesto fronterizo de Peñas Blancas. Nuestra unidad estaba comandada por los oficiales Mario Charpantier y Andrés Lippa. La Compañía Charpantier salió de Liberia, hacia Santa Rosa el día 14 de Enero de 1955. Pernoctamos en La Casona de Santa Rosa. Ese fue mi regalo de cumpleaños número 27. “El día 15, muy temprano en la mañana, un avión de los invasores hizo varios pases sobre nuestra ubicación. Dejó caer una bomba que no estalló y se incrustó en el suelo cerca de La Casona”.

La bomba de Tacho “Cuando llegué a observar este asunto, había un grupo en el sitio; estaban escarbando alrededor de la bomba para aflojarla y sacarla. En el grupo había un agregado militar de la Embajada de los Estados Unidos. Al darme cuenta de esto, le dije “This is a Tacho’s bomb”. Lo cual era cierto. Esto provocó la risa de nuestros audaces e irresponsables zapadores, quienes contaban con enorme experiencia previa en poderosos explosivos como bombetas de turno y triquitraques del día de La Purísima y fiestas de fin de año. “La bomba salió del suelo sin mayores contratiempos. Era una bomba pequeña, de unos 20 kilos. Más tarde nos enteramos de que unos campesinos andaban paseando en carreta una bomba mucho más grande, de unos 100 kilos. La habían encontrado incrustada en el suelo. 127


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“La amarraron con cadenas y mecates, de la argolla con que viaja a bordo del avión, y le aplicaron la tracciòn de dos yuntas de bueyes, ayudándose a mano, con apoyo del cuerpo y rotándola para ayudarle a los bueyes, al tiempo que usaban los chuzos y se desgañitaban con los ´¡Yiiiiiiiii, buey!´, hasta que la sacaron. Y como a partir de ese momento la bomba era de ellos, pues se dedicaron a pasearla por la comarca. No hubo pariente de ellos que no viera la bomba. Mientras contaban el cuento yo me iba encogiendo, como para evitar las consecuencias de la explosión...o ignorarlas. Finalmente no sé que se hicieron las tales bombas. “Un poco avanzada la mañana y después del frugal desayuno, recibì instrucciones de Charpantier y Lippa de escoger unos 8 hombres de mi escuadra. El objetivo era formar una patrulla, avanzar hacia el noreste de Santa Rosa hasta encontrar la carretera Interamericana, a unos 8 kilómetros, para luego seguir esta carretera hasta Puercos y Potrerillos, unos 11 kilómetros más allá, donde se encontraban ya ubicadas fuerzas nuestras al mando de Beto Franco. “Habíamos avanzado unos 3 kilómetros cuando oímos un vehículo detrás nuestro, como viniendo de Santa Rosa; pero como esos campos estaban llenos de caminos rústicos y ya teníamos noticia de la presencia del enemigo en esas tierras, distribuí a los miembros de la patrulla, escondidos, a ambos lados de la vía. Yo me escondí detrás de un árbol grueso que estaba en medio del camino. “Al sentir el vehículo a unos 4 metros de distancia, salté a la mitad del camino, apunté la M3 sobre los ocupantes del jeep y gritè un definitivo ´¡Alto!´ El reconocimiento fuè inmediato: en el jeep venían Daniel 128


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Oduber, Salazar Baldioceda, miembros de la OEA y Guayo, un camarógrafo cubano. Continuamos con ellos la marcha hacia la intersección con la Interamericana. “El final del camino yendo de Santa Rosa a la Interamericana es una recta de unos 500 metros, perpendicular a la Interamericana, que no ofrecía forma alguna de ocultar el jeep que venía con nosotros. Al aproximarse a esta intersección, la Interamericana desarrolla una curva que viene del Norte y se abre hacia el Sur-Este. Nos desplegamos a ambos lados de la radial a pocos metros de la interamericana. Hacia la izquierda había una vereda que llevaba a un pequeño cerro. Hacia ese cerro se fue Daniel Oduber con otros voluntarios. Yo tomé por la derecha con Piedra y alguien más, cuyo nombre no recuerdo, en un alto jaragual que ocultaba nuestra presencia. Avancé con mis dos compañeros hasta el borde derecho de la Interamericana, donde se conservaba una franja ancha del jaragual. No habíamos terminado de desplegarnos cuando oímos motores que venían del norte por la Interamericana. Apareció un semi-oruga en la carretera, cargado de tropas. Uno de los soldados se incorporó y señaló nuestro jeep parqueado a un lado de la radial. En ese momento estalló una granada y se abrió fuego sobre el vehículo. “La explosión y el fuego de fusilería fueron inmediatos y el semioruga, orillándose a la izquierda tomó hacia donde estábamos los tres compañeros, y se detuvo en el lado izquierdo de la carretera, al frente nuestro. Mientras tanto, nosotros abríamos fuego con dos M1 y mi M3 a la distancia del ancho de la carretera. El vehículo venía lleno de invasores y fueron tomados completamente de sorpresa. Los veíamos caer. Teníamos una situación de absoluta proximidad y con armas de precisión”. 129


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Muerte entre compatriotas “Es impresionante la forma impersonal con que funciona una guerra. Pero se trata de dominar territorio estratégico táctico y ganarle al enemigo. Hasta ese momento, los miembros de la patrulla y los agregados no teníamos idea de la magnitud de las fuerzas enemigas y nosotros éramos unos pocos. Eso sí lo sabíamos. “A los pocos minutos, empezamos a oír fuego de armas a lo lejos, hacia el sur, por la Interamericana, hacia la dirección de Beto Franco y su gente en Puercos. Al mismo tiempo, en nuestro campo, hacia el sur, considerando la Interamericana el frente de batalla, empezó fuego de ametralladoras. Al asomarse hacia esa área, se veían unas concentraciones de humo denso del fuego de las ametralladoras de los invasores. Eran unas ametralladoras rusas, de tambor, capturadas por la Guardia Nacional de Nicaragua. Eran unos chunches viejos cargados con munición de pólvora que quemaba con enorme profusión de humo, lo cual delataba sus posiciones. En realidad, eran muy efectivas, y que mataban... mataban. “Y a poca distancia de nuestra posición, al otro lado de la carretera, una voz gritaba ´¡Denle pija a esoj hijueputaj, viva el General, jodido!´. Cuando las ráfagas pasaban chapeando el jaragual, se oyò una voz, del lado nuestro, que gritaba ´¡somos miembros de la OEA, somos miembros de la OEA!... ¡Alto al fuego!. Y el oficial que exhaltaba la personalidad del General Somoza alzò la voz y dijo ¡Avancen con las manos en alto!. “Y el grupo de miembros de la OEA y Guayo, el camarógrafo cubano, pasaron hacia la carretera a unos 5 metros de la posición que yo ocupaba. Rápidamente ya 130


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estaban con los invasores. Posteriormente vi en un cine de San José las tomas de Guayo con los invasores. “La proximidad de fuerzas era increíble, unos cuantos metros, el ancho de la carretera las más de las veces. El pequeño grupo nuestro era de diez personas. El fuego proveniente del sur, sobre la Interamericana, se intensificó. Me acosté boca abajo en el jaragual y la subametralladora, que me colgaba del cuello, se atravesó entre el jaragua y no me permitía avanzar de panza y hacia atrás. Entonces agarré la sub-ametralladora por el cañón para poder manipularla y liberarla y aquello sonó como agua en una sartén hirviendo… “Después de quemar tres cargadores, no se me ocurrió pensar que el cañón estaba por fundirse y el dolor fue intenso, pero momentáneo. La adrenalina no le permitió continuar. La palma de la mano y tres dedos ya tenían ampollas. Me protegí la mano con un pañuelo y busqué la salida hacia la radial que nos había llevado a la intersección. “En ese momento estaba solo y tenía que cruzar el campo barrido donde no había protección alguna. Iba cruzando hacia la mitad de ese campo cuando vì a dos invasores que pasaban, a unos 20 metros de distancia, por detrás de un grueso árbol caído a la par del camino radial hacia Santa Rosa. En ese momento me eché boca abajo, detrás de un promontorio pequeño que parecía más bien un terrón. “Me quede observándolos. Pero reaccioné tan pronto como vi pegar dos tiros en el suelo, adelante y a un lado de mi cabeza. Me di cuenta de que los dos que estaban debajo del árbol caído, me estaban viendo y apuntando. Salté, quedé rodilla en tierra e hice fuego, cuidando de ser realmente efectivo. Luego salté tres pasos hacia atrás. 131


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En ese momento vi a Óscar Zavaleta, en una especie de trinchera, que me observaba. Con tres saltos más estaba a la par de él. “Nos fuimos turnando para entrar a un bosquecillo que estaba hacia el Sur de la posición que ocupábamos. El bosquecillo estaba bajo el fuego de morteros y ametralladoras, pero era nuestra única salida. En cuanto a los morteros, cada vez que oíamos el tubazo del disparo nos protegíamos porque sabíamos que había un lapso entre el disparo y la caída del obús. “En ese momento ninguno de los dos estábamos claros en cuanto a la magnitud de la fuerza del enemigo. Lo que sí estaba claro era que se habían llevado un fuerte golpe, muy lamentable, en vidas humanas. Mi eterno reproche a políticos inescrupulosos que defienden sus ambiciones con fuego y sangre, y que se alían a dictadores acostumbrados a ignorar la dignidad humana”.

Reconstrucción de los hechos “En la reconstrucción de los hechos, llegamos a la conclusión de que la patrulla había llegado a la intersección con la interamericana cuando una primera compañía de invasores ya había pasado por ese puesto todavía no ocupábamos, dirigiéndose hacia el sur, y el vehículo al que habíamos hecho fuego era el primer carro de transporte de tropas de la segunda compañía. Por eso, cuando empezamos a intercambiar fuego con esta segunda unidad, oíamos a lo lejos, hacia el sur, fuego de fusilería. La primera compañía había hecho contacto con la unidad de Beto Franco. Pero esta primera compañía de invasores oyó también fuego de armas diversas a sus espaldas, a unos 10 kilómetros, por donde 132


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ya habían pasado. Entre las dos compañías eran unos 300 hombres, y nosotros, los de mi patrulla, no éramos más de diez, y estábamos completamente rodeados. “Como esto de oír fuego por la espalda es muy desconcertante, los de la primera compañía se sentían rodeados, y se replegaron hacia la intersección. Óscar Zavaleta y yo tomamos un camino paralelo a la radial a Santa Rosa, tratando de llegar a la Casona. Mediaba la tarde cuando oímos un tupido fuego de fusilería, ametralladoras y disparos de mortero, en la dirección de Santa Rosa. Conjeturamos que eran refuerzos que venían a ayudarnos al darse cuenta de que habíamos entrado en combate. Efectivamente fue así, pero los invasores, que tomaron el llamado ´camino del telégrafo´, vieron venir nuestras unidades de refuerzo, se desplegaron y apuntaron sus morteros al campo escogido por ellos. Todo esto lo explico de esta manera después de una reconstrucción de los hechos que incluye el testimonio de los invasores. La acción de los 35 hombres de refuerzo con los invasores tuvo lugar a medio camino de la intersección a La Casona. Fue una acción muy dura para estos combatientes nuestros que llegaron a reforzarnos y que no pudieron llegar hasta nuestras posiciones al ser interceptados. Hubo mucho fuego de morteros. Le hicieron mucho daño a nuestra gente. “Sin embargo, los nuestros quedaron como dueños del campo de batalla a pesar de que al ser una fuerza reducida, representaron, junto con nuestra patrulla, un porcentaje muy alto de bajas entre muertos y heridos”.

Dos soldados solos, en la noche “Mientras tanto, Óscar Zavaleta y yo revisamos 133


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nuestras armas y las municiones. Luego encontramos la tierra fresca del hueco dejado por un gran árbol volcado y que formaba como una especie de trinchera. “Pasamos la noche ahí. Al día siguiente, orientados por el sol, mantuvimos la dirección hacia Santa Rosa, pero sin usar el camino radial, ya que, en diversas oportunidades, hubo fuego de armas en ese rumbo. No sabíamos si Santa Rosa estaba todavía en manos nuestras. “Al atravesar un campo de jaragua, vimos a cierta distancia a un hombre que atravesaba el mismo campo. Evidentemente llevaba un rifle en bandolera. No nos había visto. Corté camino agachado, para salirle adelante, y cuando estaba ya muy cerca, me levanté apuntándole con mi arma y le di el alto. Todavía recuerdo bien sus ojos cuadrados por la sorpresa. Era nuestro compañero Mario Bejarano. Un ´¡Gracias a Dios!´, espontáneo, le salió de la boca cuando me reconoció. “Mario fue de gran utilidad. Al salir del campo de batalla una mortificante sed ya se había apoderado de nosotros, y en enero, en esa zona, no había como calmarla. El traía dos racimos del fruto de la piñuela y me ofreció uno de ellos. Lo probé. “Me supo a jabón, pero contenía agua digerible. Los tres continuamos el camino hacia Santa Rosa. No encontramos más piñuelas. “Esporádicamente oíamos fuego de fusilería hacia la dirección en que sabíamos que estaba Santa Rosa, cada vez más cerca. Uno de los problemas serios que tuvimos es que sin agua y sin comida nos debilitábamos rápidamente. Y las noches eran muy calurosas y sudábamos mucho, lo que contribuía a la deshidratación. “Además, en nuestro afán por seguir una línea lógica, 134


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una línea recta hacia Santa Rosa y alrededores, diay, subíamos y bajábamos cerros y barrancos, evitando veredas transitadas. “Finalmente, al cuarto día, salimos a lo que sabíamos era el camino de acceso a Santa Rosa. Entonces hice una reunión para ver cual era la opinión en cuanto al costado por el cual acercarse a Santa Rosa debidamente protegidos. Alguien sugirió el noreste. Yo hice un cuadro mental de esa aproximación y dije ´pero por ahí hay un limpio como de 100 metros totalmente desprotegido´. Y la respuesta no se hizo esperar: ´sí, pero también hay un pozo con balde y canoa y ahí beben agua los chanchos´. La sed se había transformado en la prioridad número uno, aún por encima de la vida misma. “Observamos la situación desde una posición adecuada y llegamos a la conclusión de que éramos dueños del terreno. Así es que marchamos por el centro del camino. “Desde un cerro muy empinado, un pequeño grupo nos observaba. Alguien nos dio un ´Alto´ perentorio y desgañitado. Luego siguió otro grito también desgañitado. ´¡Suban!´ “Este gran carajo que sabía que éramos miembros de la patrulla que comenzó su peregrinar hacía varios días, quería que hiciéramos un sprint final hacia arriba por la cuesta. Mi respuesta desgañitada fue ´¡No me joda, baje usted!´”.

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La Casona “Seguimos camino hacia La Casona. Se nos unieron dos miembros de la nueva unidad que nos acompañaron muy solícitos. Al llegar al patio de La Casona agarré una lata vacía de municiones, un recipiente como de medio galón. Llené la lata de agua y comencé a engullirla. Con el rabo del ojo logré divisar la figura despavorida de alguien que corría para arrebatarme el agua. Era médico. Me dijo ´¡no sea loco! Vomite. Se va a morir. Su organismo deshidratado no va a soportar toda esa agua sin los hidrolitos que perdió en cuatro días. ¡Vomiiiite! “Para confirmar la opinión del médico un compañero que también había recién aparecido estaba desmayado y recibía gotas de agua con un pedazo de algodón. Un suero estaba conectado a su brazo. “Yo me sentía bien; pero el médico no se me separaba, posiblemente esperando el momento en que daba el costalazo. “´¿Cómo te sentís?´, me dijo. ´Pues…bien, pero todavía tengo sed. Un café me vendría muy bien´, le contesté. El resto de la recuperación con líquidos y comida fue perfectamente normal. El médico se interesó en lo raro de mi caso. “La teoría de lo que me pasaba viene del hecho de que durante quince años competí fuertemente en natación y en cada entrenamiento completo perdía muchas libras de peso. Perdía en lo fundamental agua con sus hidrolitos, potasio, sal y un montón de elementos menores. Actualmente, existen el Gatorade y otros productos que hidratan junto con los hidrolitos y normalizan rápidamente el balance de los líquidos del organismo. “El médico estuvo de acuerdo en que posiblemente 136


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la deshidratación y rehidratación constantes, en la práctica de mi deporte, me permitía un margen mayor en la pérdida de elementos menores. Ahora bien, eso no quería decir que no me sintiera hecho leña. “En La Casona me dijeron que Édgar, mi hermano, estaba herido. Tenía un fragmento de granada de mortero en el tobillo, pero aparentemente no era de gravedad. Mi otro hermano, Otto, estaba bien. “Decidieron sacarnos hacia Colorado, donde se encontraba nuestra unidad repastando, después de la ´mecateada´ de Santa Rosa y las pérdidas sufridas, tan dolorosas. “El jeep que nos sacaba se volcó a la salida de Santa Rosa. Cuando vi la operación fallida de una curva, salté y caí a tierra sobre ambos pies. No hubo bajas. “Sentado a la orilla de la carretera, con los codos en las piernas y la cara entre las manos, contemplaba el jeep descansando sobre un costado. Rápidamente la situación se normalizó y seguimos hacia Colorado en el mismo vehículo. Al llegar al campamento, el primero que me vio gritó ´¡Avísenle a Otto que apareció su hermano!´. Y en eso apareció Otto corriendo con cara de loco. Como era lógico, con tanta descompostura, tropezó y empezó a irse de bruces, pero alguien le pegó un golpe en el pecho de abajo hacia arriba y medio volvió a tomar la vertical, pero no del todo, y en esa posición me atropelló. Porque eso fue lo que hizo: me atropelló y me abrazó y se puso a llorar. Un tierno silencio dominaba la escena. “Este silencio se interrumpió cuando Otto se separò un poco y dijo, ´Oscar, hijueputa, ¿que carajos te hiciste?´ Me enteré de que nuestro hermano Édgar estaba en el Hospital San Juan de Dios por el fragmento de granada de mortero incrustado en el tobillo. 137


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“Tuvimos un buen descanso de varios días y luego nos trasladamos a Quebrada Grande, en lo alto de la Cordillera de Guanacaste. Ahí veíamos los P-51 que volaban nuestros pilotos de LACSA. Pasaban rasantes por las planicies de abajo. Habían recibido un corto entrenamiento y lo hacían muy bien. Eran Pillique Guerra, Johnny Víctory y Muñeco Araya, “Algunas de las gentes invasoras andaban por la zona en que estábamos y todos en nuestra unidad conjeturaban sobre la forma en que iban a tratar al primer invasor que capturaran. El grupo de ´Los Alajuelas´ pedían que se lo dejaran a ellos. “Y apareció un prisionero. Todos queríamos verlo. Ropa y zapatos rotos, famélico... Llegaron ´Los Alajuelas´ y apenas lo vieron dijeron ´por Dios, dénle ropa y comida a este hombre´. “Al regresar a San Jose ya finalizada esta etapa de la invasión, fui al Hospital San Juan de Dios a ver qué era de Édgar. Me encontré que venía saliendo de la operación del tobillo y el pentotal sódico lo tenía delirando”.

Otros testimonios “Dentro de la rutina de la vida, me he encontrado a varios invasores y he reconstruido los hechos. Varios años después, conocí a los hermanos Rigoberto, Rodrigo y Franco Pacheco Musmanni, así como de sus esposas, dentro de un movimiento católico muy importante. Son los hijos del Coronel Rigoberto Pacheco, posiblemente la primera baja entre los militares importantes del gobierno de Teodoro Picado, durante los hechos armados de marzo y abril de 1948. Era un militar de carrera con un largo y limpio historial. 138


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“Con Rodrigo Pacheco me unió una fraternal amistad. Él tenía problemas en su empresa metalmecánica y estaba ofuscado. Le hice ver que el peor componedor de los problemas de uno es uno mismo, y por dicha logramos que las cosas se normalizaran. Era un gran trabajador. Poco tiempo después, fue él quien se enteró de algunas cosas mías que andaban mal y sin decirme nada se fue a los bancos, tramitó arreglos y cuando llegó a mi oficina fue con los papeles listos para firmar. Y así fue mi amistad con él, y la amistad de nuestras familias. “Un día me dijo que quería conocer a don Pepe, ya que en la familia lo consideraban responsable de la muerte de su padre y no quería sentir ese peso emocional y espiritual. Le conté a don Pepe, pero como que no entendió la cosa de que un hijo del Coronel Rigoberto Pacheco quería conocerlo... “Para esos días, Rodrigo tenía su taller cerca de la empresa Pozuelo, en La Uruca. En una reunión del movimiento de cursillos de cristiandad, me contó, muy jocoso, cómo don Pepe se detuvo frente al taller de Rodrigo y sin saber don Pepe a quién tenía al frente hablaron de estructuras metálicas, en forma muy cordial. E hicieron comentarios de otros países. Pues bien, fue inevitable que hablara con Rodrigo sobre la batalla de Santa Rosa, ya que sabíamos que ambos habíamos peleado en distintos bandos. “Me contó detalles que denotaban actitudes patrocinadas por la Guardia Nacional de Nicaragua, como el asesinato de catorce prisioneros. Me narró la muerte de Mora Molina, famoso combatiente de las fuerzas de Calderón Guardia, el cual, al ser ametrallado, virtualmente cayó encima de Rodrigo. “Pero lo importante es lo que nosotros sospechábamos. 139


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Rodrigo y yo reconstruimos nuestras posiciones contrarias en la Batalla de Santa Rosa y llegamos a la conclusión de que mantuvimos fuego a no más de treinta metros de distancia uno del otro. En ese momento ni siquiera nos conocíamos. Otro aspecto importante es sus grandes dudas de que fueran ciertas las cifras que le di de los combatientes nuestros en cada uno de los enfrentamientos. Al principio creyó que lo estoy ´paqueteando´, pero es la verdad. Al rato lo aceptó, pero le pareció ridículo que cerca de diez hombres les hubieran detenido sus planes sobre Liberia. Creían que estaban frente a fuerzas muy superiores. “Consideremos lo siguiente: primero atacan Puercos y Potrerillos y la unidad de Beto Franco les hace frente y los detiene; segundo, una fuerza oculta y en reserva los ataca por detrás, a medio camino, y en ese mismo momento, en la intersección de Santa Rosa y les hace gran daño (esa fuerza oculta era nuestra patrulla, de no más de diez hombres); tercero, al rodear esta fuerza por el camino del telégrafo, se encuentran con otra fuerza que les corta el paso, y que era la unidad de 35 hombres que mandaron a reforzarnos; cuarto, si hacemos los cálculos, no fueron más de 50 hombres nuestros quienes los combatieron. “Una vez que ponemos todo esto en el tapete, podemos pensar que tenían la oportunidad de quedarse en el terreno a medio camino a Santa Rosa por la radial e iniciar el asedio a Santa Rosa; pero, entonces, ¿qué hacían con la compañía completa que había hecho contacto con Beto Franco? Además, podían estar preguntándose cuàntos hombres había en la intersección, o sea, nuestra patrulla de diez hombres… “Lo mejor era reagrupar todas las fuerzas y re-estudiar 140


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la situación. Y eso se llama ´retirada´. Había que probar suerte por otro lado. El hecho de que hicieran acciones de tanteo en los días siguientes, confirma esta tesis. “Lo cierto es que de nuestro lado peleamos alrededor de 50 hombres y desorganizamos a cerca de 300, en dos compañías, con planes bien trazados y oficiales de carrera, que sufrieron mucha pija. “Conversamos también sobre las acciones posteriores a esa invasión, como la invasión por Los Chiles, y la recuperación de parte del gobierno en una operación aerotransportada. Como me dijo una vez un oficial nicaragüense en la frontera: ´Es que el General Figueres sí que sabía de táctica y estrategia´. Y yo que pienso que el ´General´ Figueres tenía sentido común para muchas cosas, entre ellas, cómo lograr un calibre adecuado en el grosor de la cabuya para fabricar sacos y cordelería en su agroindustria de La Lucha. “Naturalmente, estaban convencidos de una gran magnitud de fuerzas del gobierno, y de nuestra planeación táctica y estratégica, y de nuestra gran audacia. “¡Ah, si hubieran tenido el corazón de nuestra gente!”

Padre Claudio Solano 141


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Padre del solidarismo en las bananeras El solidarismo era un movimiento interesante, casi revolucionario, pero estaba apenas en el papel. Don Alberto Martén fue su ideólogo, pero después, sus ideas se quedaron en unas cuantas conferencias compiladas en un libro. Quien tomó aquello y lo transformó en una realidad nacional fue el presbítero Claudio Solano. Y quizás en ningún sector se note más la importancia estratégica del solidarismo que en la producción bananera, y, de nuevo, no se puede concebir el desarrollo del solidarismo en las fincas del Caribe costarricense sin la presencia, la mística y el empuje del Padre Claudio Solano. Me recibe en su oficina, en la Escuela Social Juan XXIII. Ahí hay fotos de él con Pablo VI, con Juan Pablo II, con Juan XXIII y con la Madre Teresa de Calcuta. “He conocido a cuatro papas. Al primero que conocí fue a Pío XII. Lo conocí porque convocó al Segundo Congreso Mundial de Laicos, en 1957. Estaba en Castelgandolfo, la quinta de recreo, como a 30 kilómetros de Roma. El Papa saludó a los participantes. Él no daba mucho la mano a nadie. Yo fui con el padre Carlos Humberto Rodríguez Quirós, quien luego fue arzobispo. En ese momento era prelado doméstico de su santidad. Pasó el Papa Pío XII junto a nosotros, lo volví a ver, le extendí la mano, y él me dio la mano. Yo tenía como 15 años. En ese momento, Monseñor Rodríguez me estaba ayudando a estudiar. Yo lo conocí porque era quien le ayudaba a su mamá. Yo era el que le hacía todos los mandados de la casa. “También conocí a Juan XXIII. Desde el año 60 yo estaba en Roma, y él convocó al Concilio Ecuménico Vaticano Segundo, que revolucionó a la iglesia. Fue cuando la misa empezó a celebrarse en otros idiomas 142


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que no fueran el latín. Se celebraba en español. Me impresionó mucho porque el Papa decía que había que abrir las ventanas de la iglesia, oxigenarla, ventilarla… Recuerdo que tenía detractores, que decían que con eso la Iglesia iba a permitir que sus costumbres se relajaran. Incluso hay quienes dicen que el Vaticano Segundo se convirtió en el inicio de la Teología de la Liberación… Algunos decían que el Papa quiso abrir las ventanas para airear la iglesia, pero se le metió un chiflón… Al Papa Pablo VI lo conocí siendo yo sacerdote, a Juan Pablo II también y con respecto a Benedicto XVI, resulta que lo conocí en Roma, hace muchos años. Él me regaló su penúltimo libro, autografiado. El libro se llama ´Tolerancia y verdad´. “Un día que fui a buscarlo, no lo encontré, entonces le pregunté al secretario, ´¿dónde está su eminencia?´ El secretario me dijo ´está con el Santo Padre, es que ellos dos hablan mucho’. La designación de Benedicto XVI es una garantía de la continuidad de la obra de Juan Pablo II”

Trece hermanos “Nací en Cinco Esquinas de Tibás. Mi papá se llamó Miguel Ángel Solano Rojas y mi mamá, Luzmilda Cerdas Rojas. Éramos trece hermanos, dos murieron pequeñitos, y tres han muerto en estos años. Mi papá era sastre, y mi mamá, ama de casa. Mi papá era sastre de la intendencia, que era la sastrería del gobierno. Fue sastre de don León Cortés. “Nos tocó vivir por muchas partes. Primero vivimos en Cinco Esquinas, al frente de la Copa Blanca, que era una famosa pulpería y cantina. Esa casa era de mi papá. Mi papá sufrió de un cáncer en la cara y en un ojo. Tenía 143


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tantos hijos que entró en una crisis. No tenía suficiente trabajo. No podía dedicarse lo suficiente a la sastrería. Nunca tomó ni un trago, nunca un cigarro. Era rectísimo, pero no le quedaba plata para salir adelante. Entonces, se le ocurrió vender la casa. Fue en ese momento cuando empezamos a rodar por todas partes. “De ahí salimos para vivir en una casa metida en un cafetal allá por Llorente de Tibás. Esa fue apenas la primera parada en un peregrinaje interminable que vivimos trece chiquillos, hijos del sastre, por los barrios de San José. “Soy el número nueve de todos los hijos. Curiosamente cursé el primer año en Zarcero, porque mi abuelita materna vivía allá. Para ayudarnos un poco, mi abuela se llevó a uno, que fui yo; un tío se llevó a otro; una tía se llevó a otro más… “Después de estar en Zarcero, fui a la escuela de Calle Blancos, la Escuela Otilio Ulate. Ahí cursé el segundo grado. Después pasé a la Escuela Claudio González Rucavado y ahí ya terminé mi período por escuelas de día. “De día llegué apenas a tercer grado. Es que resulta que en mi casa ya había mucha pobreza. Así que no me quedó más que empezar a trabajar haciendo mandados. Fui a la Escuela Nocturna República de Chile, en Barrio Luján. “Fui eso que llaman víctima del trabajo infantil, porque empecé a trabajar a los 10 años. Ya a los 11 años era mandadero de Don ´Mechito´ Tinoco, Don Luis Demetrio Tinoco, quien fuera Ministro de Educación del doctor Calderón Guardia. “También trabajé en los altos de ´La Magnolia´, haciéndole mandados a Don Fernando Soto Harrison y al papá de Orlando Gei Guardia. “Empecé a ascender mucho. Primero hacía limpieza 144


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y mandadillos sin importancia. Después pasé a hacer mandados más importantes, como ir al banco. Entré en confianza con Don Mechito, que era abogado. Él me daba las llaves y yo le tenía todo en orden. Este señor era abogado del padre Rodríguez. “Un día, el padre Rodríguez le dice a don Mechito, ´Mechito, necesito un chiquito de mandados, un chiquito de muchísima confianza, porque es para que trabaje para mi mamá´. Don Mechito me recomendó al padre Rodríguez. “Me llamaron al escritorio de Mechito, me dijeron que el padre Rodríguez necesitaba una persona así y asá, quien sabe si usted quiere, si usted quiere le hablamos a la mamá del padre. Le dije que tenía que preguntarle a mi mamá. Se va don Mechito a preguntarle a mi mamá y ella le dijo que estaba bien. Entonces me fui a trabajar con el Padre Rodríguez y su mamá. El día que llegué a su casa, en Barrio Amón, casi me da algo. El padre vivía en un castillo. Yo era un chiquillo descalzo, super pobre… Lo único que yo tenía era dos camisas, un pantalón y punto. Muchas veces, para mudarme mi mamá lavaba la ropa y la secaba en la noche, a plancha, porque si no, no tenía qué ponerme al día siguiente. La secaba a plancha de carbón porque no había otra cosa. En mi casa no había horno, había anafre y mi mamá cocinaba con carbón”.

Zapatos por primera vez “El Padre Rodríguez me mandó a comprar ropa. Por primera vez me puse zapatos y pantalón largo. Estuve vario tiempo con el padre y su mamá, por lo menos dos o tres años. “Terminé la escuela nocturna, trabajé tres años con el 145


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Padre Rodríguez, fue en ese tiempo cuando él me llevó al Vaticano. Así conocí a Pío XII. Después, su mamá influenció para que me mandara a estudiar. “Fue que un día el padre me preguntó qué quería hacer. Yo le dije que quería ser misionero. Entonces me dijo que no podía ir al Colegio Los Ángeles, de los padres dominicos, que era lo que él originalmente quería, sino que él se había dado cuenta que lo mejor es que fuera al Seminario Menor. “Él me seguía ayudando. Estuve ahí como un año. Después estuve un año en el Liceo de Costa Rica, pero por la noche. Salí del Seminario Menor porque me di cuenta que en mi casa había dificultades económicas. Le dije al padre que no podía estar ahí tranquilo, estudiando, mientras mis hermanos pasaban hambres. “Monseñor velaba por mis estudios, pero la platilla que iba para la casa por mi trabajo, ya no le llegaba a mi mamá. Cuando me salí, se enojó Monseñor (porque el padre Rodríguez ya era monseñor, se me olvidé decirles). No le gustó que me saliera, y yo no volví más donde él. “Al año siguiente, un día me mandó a llamar, que cómo andaba, que qué estaba haciendo, que en qué trabajaba… Le dije que era repartidor de pan de la Musmanni. Ya lo había hecho antes. Para ser repartidor de pan hay que levantarse muy temprano, a las tres de la mañana. Además, estaba en un colegio nocturno. Por el trabajo tenía que faltar mucho al colegio. Recuerdo que la secretaria del liceo nocturno, Doña Lidia Keffer, una noche se me acercó y me dijo ´chiquito, venga acá, vamos a hacer un trato, si usted me promete que no vuelve a faltar a clases, le quito todas las ausencias que tiene, para que pueda pasar de año´. Si no hubiera sido por doña Lidia, me hubiera quedado por ausencias. 146


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Después de que Monseñor Rodríguez escuchó toda mi historia reciente, me dijo que me fuera a trabajar a la Librería Católica y que volviera al Seminario. “Después de medio año en el Seminario menor, Monseñor Rodríguez me llamó y me dijo, ´mira, mamá quiere darte estudios, está muy agradecida contigo, ella te quiere mucho, quiere que te mande fuera del país, a mí me gustaría que tú fueras a Europa, yo voy para Europa, quiero llevarte a un colegio a Francia´… Yo le dije ´¿cómo voy a hacer si no hablo francés? Él me dijo ´te darás cuenta que las primeras semanas son difíciles, después rápido vas a aprender francés´. Le dije ´bueno, pero es que, diay, la verdad es que no sé, me da miedo´. Me replicó ´¿qué te da miedo?´ Le expliqué, ´me da miedo no dar rendimiento en los estudios, un viaje tan lejano, tan caro, y que yo no resulte, y tener que venirme´. Al final, le recomendé hasta un nombre, de otro muchacho. Me dijo, ´no, mira, mamá quiere que seas tú, quiero que aproveches esta oportunidad, si tú dices que sí, yo escribo inmediatamente al colegio´. Así fue. Hablamos con mamá. Mi mamá le dijo al padre, ´si esa es su suerte, lo pongo en sus manos´. Al final, el padre le aseguró que él veía que yo iba a dar buen rendimiento. Una vez que teníamos el permiso de mi mamá, me dijo ´pues, mira, aprovechando que voy a un congreso en Europa, nos vamos y te dejo instalado en un colegio´”.

Un colegio francés “Era el Colegio Saint Paul en Cannes. Llegué allá directamente al tercer año. Tenía como 16 años. Terminé el colegio ahí. Cuado terminé el colegio, Monseñor me 147


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dijo que tenía que decidir qué quería estudiar. Cada año iba a Europa y me pasaba a ver al colegio. Cuando se estaba acercando la conclusión del colegio, me dijo que tenía que ver que si terminaba el colegio debía ir a la universidad, que había muchas opciones, medicina, leyes, en fin… Que qué me pasaba por la cabeza, que cuál universidad me parecía mejor. “Al final le dije que a mí me parecía que en realidad me gustaría probar en un seminario mi vocación sacerdotal. Monseñor me dijo que, en ese caso, no quería mandarme a un seminario común y corriente, sino a la Universidad Pontificia Gregoriana, en Roma, que ahí podían suceder que empezara a estudiar Filosofía, lo cual era una base para cualquier profesión, y que cuando terminara filosofía, que habláramos de nuevo, que él tenía miedo que escogiera el sacerdocio. Yo le pregunté el por qué, y él decía ´el miedo que me da es que tú has pasado tanto tiempo en mi casa que me preocupa que creas que ser sacerdote es tener una vida acomodada, una familia acomodada, como yo. Me hice cartujo para desposeerme de todo´. Yo no tenía ese miedo. Sabía que él era cartujo, y que se había desprendido de todo. Los cartujos siguen a San Bruno, que se desprendió de todo. Al final monseñor lo resumió en una frase: ´me da miedo que tú creas que vas a ser sacerdote para tener plata´. Le dije que ese no era mi deseo, le dije que había renunciado a la vida material. “Él me decía ´Cabito´. Llega y me dice, ´mira, Cabito, somos de la muerte, voy a hacer un depósito bancario, de manera que tengas dinero para estudiar…¨. Le dije que no, que no quería eso, que prefería trabajar. Y aproveché para convencerlo: ´Si yo le he dicho que no quiero donaciones, menos quiero ser sacerdote para 148


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tener plata. No me interesa´. Le dije que tanto en Francia como en Italia me sentí atraído a servir a las necesidades espirituales de la gente”.

Formación sacerdotal en Roma “Monseñor conversó con el rector del Colegio Pontificio Latinoamericano. Empecé la filosofía, terminé, hablamos monseñor y yo y le dije que quería seguir. Estudié Teología, terminé, y, a pesar de eso, no me quiso ordenar sacerdote todavía. Me puso a estudiar sociología de la religión, y me explico lo siguiente: ´eso además de que te va a servir de mucho, te da un poco más de tiempo para pensarlo bien´. “´Yo estaba en Roma, todavía, cuando un hermano me llamó para decirme que mamá estaba muy grave, que me viniera. Allá le conté a un amigo mío, un padre de la universidad, que era el decano de Derecho de la Universidad Gregoriana y mi director espiritual. De inmediato me dijo que me iba a ayudar para que me viniera de inmediato. Me dijo ´te vas en avión y te venís en avión´. Pedí permiso en la universidad y me vine. Este padre me dio los pasajes del avión. Me presento al aeropuerto, me vengo para Costa Rica, aquí paso con mi familia una semana. A la semana, cuando volví al aeropuerto, porque tenía que regresar a Roma, me piden la cédula, y yo les digo ´no tengo cédula´. ´Nunca había sacado cédula. Me había ido con un permiso del patronato, porque me fui siendo un chiquillo. Me devolví al Registro Civil, aparecieron dos anotaciones registrales, y así me di cuenta que habían registrado dos fechas de nacimiento diferentes, en una decía que nací en 1939 y en otra que nací en 1936. 149


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Las dos coincidían en que nací un 6 de junio. Resulta que tengo un hermano que tiene un año de diferencia conmigo. Mi madrina, que es una tía, bueno, tuve como dos madrinas: Hermelinda Matamoros era mi madrina propiamente, pero creo que esa madrina no pudo llegar ese día, así que la representó una tía mía, que se llama Elida Acuña, que vive en Zarcero. Ella me inscribió en Zarcero con una fecha y mi mamá en la iglesia del Carmen, donde fui bautizado, con otra fecha. Yo nací en el 39, pero en la cédula quedó que nací en el 36. “Mi mamá no sabía qué fue aquel enredo. Tanto que mi cédula empieza con 2, como si hubiera nacido en la provincia de Alajuela, y no con 1, como debería ser, porque nací en San José. “Me ordené sacerdote después de cursar una especialización en Sociología Religiosa en Roma. Estuve ocho años en Roma. Antes había estado tres años en Francia. Me ordené en Roma porque Monseñor Rodríguez me fue a ordenar. “Me vine para Costa Rica en el 69. Ya Monseñor Rodríguez era el arzobispo. A la semana siguiente, me nombró coadjutor en San Ignacio de Acosta”.

Acosta, su primera parroquia “Estuve en San Ignacio de Acosta durante año y medio. Hice un montón de cosas que no son las cosas que primaria y básicamente hace un sacerdote. Mucha gente me criticó, me acusó con él, con monseñor. Les explico: fue el año en que hubo un ataque de polio en Costa Rica, el año 70. “Entonces, yo me propuse defender el cantón contra la poliomielitis vacunando a todos los niños. Fue una

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experiencia muy interesante y muy difícil. Se vacunaba dos veces, la primera era una vacuna y la segunda era lo que llaman el refuerzo. “Don José María Crespo, de la Tienda ´La Gloria´, estaba metido con el movimiento de Scouts en Costa Rica. Él me ayudó. Había que tener la vacuna de la polio en termos fríos, con hielo. Yo me iba con los scouts por todo el cantón. Me criticaron porque decían que eso no era propio de un sacerdote, pero Acosta fue el único cantón del país que no tuvo un solo caso de polio. “Una vez, llegó un señor a pedir que celebrara una misa por un niño difunto. Celebré la misa. A la semana siguiente, vino para pedir que celebrara misa por otro niño. Como era la segunda vez que llegaba el mismo padre, le pregunté por qué murieron seguidos los dos niños, y me contó que era un problema del barrio. Me fui a hablar con el médico del pueblo, que después resultó un gran psiquiatra, el doctor Coto Lacayo, que se fue a especializar a Estados Unidos y se quedó allá. “Nos fuimos el doctor y yo, y vimos las condiciones en que estaban viviendo. Los chiquillos se morían de diarrea porque no tomaban agua potable y ni siquiera tenían servicio sanitario. Le dije al Doctor Coto ´a esta gente hay que enseñarla a usar servicios sanitarios´. “Me fui para el Ministerio de Salud, hablé con el director general de salud, le expliqué y me dijo ´podemos hacer algo bien bonito, si usted se mete, nosotros le ayudamos´. Había que hacerlo con la municipalidad. Me conquisté a los munícipes y emprendimos esa campaña. Nosotros ayudamos a hacer los huecos, dábamos los planchés y las tazas. Resultó algo muy interesante. Concomitantemente, empezamos a ver en qué casas vivían, en ranchos. Así que me largué a una campaña 151


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de vivienda: la hacíamos básicamente con el aserradero de Juan de Dios Murillo, el Aserradero Murillo de Heredia. “En las importadoras de carros me daban el embalaje de los carros que importábamos. Con eso nos armábamos. Don Pepe Figueres era el presidente. Él fue a verlas con Doña Karen Olsen, su esposa, y me dijo ´caramba, esto es lo que deberían hacer todos los padrecitos´. Ahí fue donde nació la gran amistad mía con Don Pepe y Doña Karen. “Monseñor Rodríguez me llamó, me dijo ´tú has estado haciendo huecos de excusado, yo no te mandé a eso a Acosta´. Le dije que eso tiene otra explicación. Le expliqué ´uno no puede predicar el evangelio viendo a la gente vivir en un chiquero, uno tiene que hacer que la influencia de uno valga a favor de la gente pobre, así que no estoy haciendo nada que no corresponda a un sacerdote´. “Al final, convencí a monseñor. Me dijo ´como están haciendo esos excusados, que no son de agua, que son de hueco, pues entonces ensaya los que se hacen con tanques y drenajes, porque ahí no hay cloaca´. Lo que primero resultó una regañada, terminó en una alianza de él con nosotros. “A la segunda semana de estar en Acosta, un día iba para Sabanilla de Acosta. Entre San Ignacio y Sabanilla hay un lugar al que le llaman ´El Soslayo´. Ahí constantemente había derrumbes. Habían caído caballos, carretas y de todo. Ese día me encontré un tremendo aterro. Los viejillos me dijeron ´nunca nos ha ayudado un gobierno´. A la semana siguiente me fui a la sesión municipal, me dijeron que era muy difícil hacer algo, que había que entrar al Ministerio de Transportes… Me fui a hablar con el Presidente de la República, José Joaquín 152


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Trejos. Me acompañó un señor que se llama Luis Mora Badilla, que era muy politiquero. Me dice ´vea, padre, seguro que el presidente le va a decir, ¿cómo va el asunto por allá?. No olvide que él es de Unificación Nacional, así que dígale que va muy bien´. En efecto, Trejos me preguntó ´¿cómo va todo por allá?’, y le digo yo ´todo va muy bien con Liberación Nacional´. Luis Mora dice de inmediato, ´padre, era ¨todo va muy bien con Unificación Nacional¨´. A don José Joaquín le dio mucha risa. No sólo me ayudó, sino que, al final me dijo, ´padrecito, este es mi número de teléfono, para lo que usted necesite´. Llamó al ingeniero Don Ricardo Mangel, jefe del CNP, y le dijo ´le voy a mandar al Padre Solano de Acosta´. Hicimos un convenio con el Consejo Nacional de Producción. Nos fuimos desde San Ignacio hasta Pozo Azul, por las fincas de Don Jorge Zeledón Castro, en 1700 horas de trabajo, con dinamita, un tractor… Vieran el montón de gente que ayudó. La Municipalidad ponía plata para el diesel, Don Ricardo ponía el ´bulldozer´, y el MOPT ponía los repuestos. Así fuimos limpiando el terreno. A partir de ese momento, empezaron a entrar más y más carros. Don Hugo Camacho tenía un jeepcito, y con sólo tener caminos más amplios, se dedicó a hacer fletes. Él era el papá de los dueños de ´Policromía´. También creé un grupo de Scouts, un grupo de Alcohólicos Anónimos, y hasta un sistema moderno que nació en Choluteca, Honduras, y que consistía en que, con plata de empresarios amigos míos, les pagaba a los catequistas el salario del jornal para que vinieran los sábados a recibir instrucción. Así ellos no perdían el jornal y les podíamos dar formación espiritual…”.

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La historia del pool “Yo era coadjutor, es decir, le ayudaba al párroco. El párroco me tenía prohibido hablarle a dos señores, porque consideraba que eran ateos y enemigos de la iglesia. Uno de ellos tenía un pool. Pasaron los días y encontré que en unas zonas alejadas de Acosta, había suficientes niños para abrir escuela, pero el director regional no quería. Me le metí directamente al Ministro de Educación, Guillermo Malavassi, y él me dijo, ´vea padre, si hay gente para eso, presénteme la encuesta´. Fue así como abrimos cuatro escuelas, y no simplemente una que era lo que yo andaba buscando. Una de esas escuelas era para Las Vegas de Parritón, otra está en Caspirola, otra en Zoncuaco (llamado Zoncuano), y otra en Tablazo de Acosta. La de Tablazo la sigo muy de cerca. Está muy cerca del centro y la gente me busca mucho, después de 30 y pico de años. “Un día llegué donde el señor del pool, Tano. Me pasó adelante muy gentil, me ofreció café y tortillas con queso. Era un día de invierno. Le dije ´Tano, dígame una cosa, ¿a usted no le da lástima ver a estos chiquitos del pueblo en esos barriales, subiendo esas cuestas, sin sombra de nada, camino a la escuela?´ Tano me muerde el anzuelo: ´diay padrecito, ¿qué se va a hacer? Tendríamos que dejar a los chiquitos sin escuela´. Entonces le digo, ´no, la alternativa es que usted me dé ese pool, si usted me da ese pool, yo le hago una escuela, aquí chiquitos hay, y el pool lo podemos arreglar para hacer un aula y un primer grado y ahí vamos para adelante, a como se nos presente la oportunidad´. Tano Arias Arias, quien según el párroco era ateo y enemigo de la iglesia, me dijo que sí. Inmediatamente levantamos el censo, y presentamos 154


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todos los documentos al Ministerio de Educación”. Estamos en eso cuando el padre Solano detiene nuestra tertulia para llamar a una señora de Acosta. Mientras le contestan la llamada, nos dice ´esta señora es mi comadre, soy padrino de los siete hijos de ellos, cuando me agarra, me cuenta todas las últimas tristezas del pueblo, es de San Ignacio centro… Si ustedes ven mi agenda, se asustan de los centenares de llamadas. Son por todas esas cosas que les estoy contando´. Por cierto, nunca le dije nada al cura párroco sobre mi negocio con ´Tano´. Él se dio cuenta, pero tampoco me dijo nada. Todo ese trabajo se hizo en año y medio, porque de ahí me mandaron para Heredia centro. Estuve en la Iglesia de la Virgen de los Ángeles, al frente del parque de Los Ángeles, en Heredia”.

En los pueblos de Heredia… “En Heredia tuve una actividad comunal muy interesante. Desde Heredia me proyecté a Sacramento y Poasito, allá por el Volcán Poás. Con Doña Clemencia Campos nos ocupamos de Cáritas, e hicimos una semana cultural herediana. Reunimos todas las obras de arte, pintura, escultura, para enseñarle a la gente joven el arte herediano. De ahí surgió la idea de la casa de la cultura. A Doña Clemencia le decíamos Menchita. Ya murió. Ella fue la encargada de sacar adelante la casa de la cultura. “Empecé a darle a los jóvenes mayor participación en la misa. Para ello, le compraba fiado todos los equipos de música a Eugenio Pignataro, para hacer el coro de jóvenes. Fue muy lindo. Dio pie a que se hiciera mucha cosa. Al principio muchos padres no querían. Duré en Heredia otro año y medio, y sé que hicimos mucho bien 155


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a los jóvenes, que se sintieron tomados en cuenta. “En eso me llamó el arzobispo y me dijo, ´mira, sabes que abrí la Escuela Social Juan XXIII. Por ahí han pasado siete sacerdotes, el último, el padre Villalta, ya me presentó la renuncia. Quería ver si tú, que tienes esa vocación obrera, que fuiste trabajador desde chiquito, te interesarías en ir a la escuela´. Le dije que diay, que no sabía, que me dejara ver, pero que, en todo caso, contara conmigo, que me había hecho sacerdote para obedecer al obispo y trabajar por la iglesia. ´Haga el nombramiento, si le sirvo me deja, si no le sirvo, me quita y se acabó´, le dije a Monseñor Rodríguez en dos platos. “A la semana ya estaba en Curridabat. Monseñor Rodríguez Quirós era de allá. Me vine para la Escuela Juan XXIII el 14 de agosto de 1971. Llegué aquí, y no encontré a nadie. Las llaves me las habían dejado en una casa. No había papeles ni nada. En una caja de cartón de esas de botellas, había facturas viejas. Como a la hora de estar aquí, oí un tocadillo de puerta. Donde está la Soda Fresas había un galerón. Curiosamente, en el galerón había una soda. La señora de esa soda me mandó a preguntar que si me gustaba el café. Le dije al chiquillo que vino ´dígale a su mamá que sí, que gracias y que se apure porque tengo mucha hambre´. “Al rato llegó el chiquillo con galletas y un café. Fue mi primer contacto en la parroquia. Lo otro que me encontré fue una tarjeta de visita del ingeniero Virgilio Roqué, que fue el patrono, el socio y el promotor de Romano Orlich. Veo la tarjeta por ahí, casi botada. A mano, la tarjeta decía ´padre, quiero hablar con usted´ “Lo llamé. Estaba traumatizado por la revolución cubana. Era cubano. Había trabajado con la empresa Monsanto. Se vino a establecer a Costa Rica, creó 156


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´Pecuaria Costarricense´, lo que fue la Plumrose, y me dijo que él quería hacer todo lo que de él dependiera para que a Costa Rica no le pasara lo de Cuba. Entre otras cosas, quería un programa de video casette sobre la Doctrina Social de la Iglesia y tenía un video sobre la tragedia de Cuba. Vino, lo vimos, a mí me gustó el programa y empezamos a pedir audiencia a los colegios para pasar el programa. Fuimos a muchos colegios privados. La primera que se apuntó fue Doña Delia Betancourt, del Colegio San Juan Tadeo”.

Seminarios a empresas “Desde que estaba en Acosta, don José María Crespo siempre me ayudó mucho. Lo llamé para contarle cómo era que estaba recibiendo la Escuela Social Juan XXIII. “Apenas me llamó para decirme, ´bueno, padre, ¿en qué le ayudo?’ Le dije, ´vea, José María, creo que tengo una idea y usted me puede ayudar a llevarla adelante. No se puede predicar desde los púlpitos. Esta escuela fue fundada para la promulgación de la Doctrina Social de la Iglesia. Quiero entrar a las empresas para darle oportunidad a la doctrina social en la transformación de la sociedad, de la empresa, de la familia. Eso sólo lo puedo hacer yendo a las empresas, dando seminarios a los trabajadores, y que las empresas paguen por eso. Es un trabajo importante. La iglesia no tiene los recursos para hacerle ese favor a las empresas. Además, si no pagan, nunca se van a dar cuenta de lo importante que es esta labor´. “Él me dijo, ´diay, juega. ¿Qué me toca a mi?’ Le dije ´empiezo con usted, vamos a dar seminarios, pero usted me los va a pagar y usted me los paga bien caros, porque 157


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la escuela no tiene nada, ni para pagar la luz´. Aquí había pisos hundidos, cielorrasos malos... “También pensé en Juan de Dios Murillo, que fue el socio mío laico, en obras sociales, en Heredia. Tuve bonita relación con Juan de Dios Murillo, Toño Herrera, dueño de la Ferretería Herrera, y el doctor Melico Cortés, director general de Salud Pública. Ellos me ayudaron a arreglar la escuela, y José María me ayudaba a buscar citas con empresarios, a hablarle a los empresarios. ”Empecé a traer trabajadores a la escuela. Para eso consideré necesario tener un manual de la Doctrina Social. No le podía dar las encíclicas a los trabajadores. Tenía que darles resúmenes de encíclicas. “El ingeniero Roqué me ayudó en eso, me ayudó de dos maneras: por un lado leíamos las encíclicas juntos, e íbamos subrayando aquello que era importante; luego, la secretaria de la empresa de él la pasaba a máquina. Así nació mi primer folleto de Doctrina Social de la Iglesia Católica. “Cuando me preguntaban cómo llevarla a la práctica, yo les contestaba parte de lo que tenemos ahora como solidarismo, que no se podía sin un entendimiento, sin un diálogo, sin un acercamiento franco, sincero, con el patrono, es decir, el principio de León XIII; no puede haber capital sin trabajo ni trabajo sin capital. Aunque lo dijo hace más de un siglo, sigue siendo cierto, y es inamovible. “Empezamos a hacer círculos, seminarios sobre la doctrina, con un esquema muy sencillo. El esquema parte de algunas preguntas, como ¿cuál es la realidad?, ¿cuál es el ideal que presenta la doctrina y los santos padres? Básicamente es la revelación. Desde el Antiguo Testamento, el fondo social de la predicación de los 158


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profetas nos llega al alma y es de una realidad palpitante. Con ese postulado reunía a los trabajadores, y los ponía a examinar esa realidad. “El Evangelio de San Mateo dice ´tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, desnudo y me vestiste, forastero y me acogiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y me fuiste a ver…´ “Son temas fuertes. Había que poner todo esto proyectado en un lenguaje a la familia. No se puede sintetizar en pocas palabras. Es toda una realidad social que hay que redimir. Como dice San Pablo, la creación entera emite dolores de parto. “Con toda esa realidad, empezamos a crear comités en las empresas para el mejoramiento de las condiciones laborales, los beneficios sociales y el trato humano”.

El clic con el solidarismo “Aquí surge algo importante: un empleado de José María Crespo, Eugenio Montealegre, me dijo un día, ´padre, ¿usted ha oído hablar de Alberto Martén? Le dije, ´no, nunca he oído hablar de él’. Eso es entendible porque yo salí chiquillo para Europa. Eugenio me dijo que Alberto Martén había ido a hablar de ahorro y sobre unos temas muy parecidos a los que yo estaba hablando, que él tenía unos esquemillas, que si quería me los traía; me los trajo, empecé a buscar sobre Alberto Martén, le hablé al doctor Carlos Carro, hermano de Alfonso Carro, compañero nuestro en la escuela, y me dijo el doctor Carro que su hermano Alfonso trabajó con Alberto Martén cuando estaba jovencillo. Me puse en contacto con Alfonso, Alfonso me dio el folleto de las tres charlas que Alberto Martén pronunció por radio en 1947. El 159


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primero que reaccionó contestándole a Alberto Martén sobre estas charlas fue el padre Benjamín Núñez. El 26 de diciembre de 1947, le mandó una carta a Don Alberto Martén, en su calidad de presidente de la Confederación Costarricense de Trabajadores Rerum Novarum, le manifestó su entusiasmo y le ofreció toda la colaboración suya y del sindicato. “Con Don Alberto descubrí lo que era el plan de capitalización universal o Plan Martén. La idea de Don Alberto se sustentaba en que, en ese momento, como también hoy, el conflicto laboral se puede resolver dándole oportunidad a los trabajadores de ser socios de las empresas. Como no tenían capital, había que crearles un ahorro, y ese ahorro podía servir en un futuro para que los trabajadores pudieran comprar acciones. Había que construirlo en forma bipartita, trabajador – patrono. “Don Alberto consideró que, en lugar de acumular la cesantía de los trabajadores y ponerla a trabajar, el patrono debería hacer un adelanto de un 5 por ciento del salario, mientras que el trabajador debía juntarlo también con un ahorro del 5 por ciento. El fondo, que iría creciendo, era para darle oportunidad al trabajador de adquirir acciones de la empresa. “Cuando inicié esta historia, uno de los temas que me gustaron fue el del ahorro. Conocía el tema del ahorro, especialmente en Alemania. Me entusiasmó saber que podíamos hacer algo así. Los sistemas de ahorro obrero de Alemania eran un gran ejemplo. Pero tengo que aceptar que nunca pensé que pudiera servir para comprar acciones de las empresas. Esa novedad la encontré en el proyecto de Don Alberto. “Hay que reconocer que este plan nunca tuvo éxito por lo menos por dos razones: una, porque Don Alberto 160


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creó un partido político que se llamó Acción Solidarista, para darle fortaleza al movimiento obrero. Eso dio al traste con el asunto porque fue un fracaso. Sacó tres mil quinientos votos en las elecciones de 1962. Según tengo entendido, Don Alberto lo hizo por consejo de Don Daniel Oduber, que lo único que quería era sacarlo del camino. Con eso desanimó a los empresarios y a todo el mundo, porque, según me dijeron los empresarios más prestigiosos, Don Santiago Crespo y Don Óscar Fischel, el resto de los empresarios creyó que Don Alberto Martén les iba a pasar la factura del costo político. “El mal cálculo de Don Alberto y la jugada de Don Daniel Oduber partieron del mismo elemento, que consistió en seguir el paradigma político obrero, político gremial, que tan nefastos resultados ha dado en la historia de los movimientos laborales. “La otra razón por lo que el Plan Martén no triunfó de acuerdo a las expectativas de don Alberto, se puede dividir en dos partes: una, que la empresa familiar de aquel entonces, cuyas juntas directivas se hacían en la sala principal o el comedor de las casas de los dueños, no estaban dispuestas a abrirle campo en su seno a los trabajadores. No los creían importantes como poseedores de acciones, como tampoco lo siguen creyendo hoy. No los consideraban interlocutores válidos de peso. Ni siquiera en los Estados Unidos, donde el presidente Reagan hizo un intento parecido al del accionariado obrero, con el plan Kelso, que tampoco produjo frutos. La segunda parte de esta causa es que los trabajadores nunca iban a poseer las suficientes acciones para tener peso en las decisiones de una junta directiva, o para recibir los dividendos que ellos soñaban. Tanto es así que en la finca ´La Lucha´, como gran cosa, Don Pepe le había 161


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dado a los trabajadores el 15 por ciento de las acciones, y muchos años más tarde, fue a través de la Escuela Social Juan XXIII que se negoció la retrocompra de esas acciones porque a los trabajadores no les interesaban”.

Ahorrar es la fórmula “Para la escuela quedó claro una cosa: que la oportunidad simplemente de ahorrar sólo la podían tener ahorrando a través de las asociaciones solidaristas que empezaron a constituirse al amparo de la Ley General de Asociaciones, y se tenían que inscribir en el Ministerio de Gobernación. “Hay que reconocer que esa idea del trabajador empresario, ni se perdió, ni se ha perdido, ni se perderá nunca. Eso se debe a esa vocación natural del hombre de poseer, situación que mejora hoy día por todas las facilidades y los fenómenos económicos que invitan realmente a hacer negocios y a usar el capital ocioso, lo que es muy bueno cuando se hace de una manera prudente y con las máximas seguridades. “Las primeras asociaciones solidaristas en tener participación fueron una gran señal para nosotros. La primera que recuerdo es la del departamento de costura de la tienda ´La Gloria´, que posteriormente fue avanzando hasta tener acciones y ser propietarios de por lo menos uno de los puntos de venta de La Gloria, el de Guadalupe. La otra empresa fue la de Don Norberto Salinas, Alimentos Preparados, Alpre. “Don Norberto era de origen nicaragüense. Era un hombre de una profunda religiosidad y valores extraordinarios. Concibió su forma de pensar a la luz del pensamiento social de la iglesia, especialmente en ´Mater et Magistra´, ´Madre y Maestra´, del Papa 162


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Juan XXIII. Teníamos muchas conversaciones sobre la participación de los trabajadores en la empresa. Un día, Don Norberto decidió transferir a los trabajadores el departamento de reparto. Esa actividad se convirtió en una empresa de ellos a través de la asociación solidarista. Fue a principios de los ochenta. “El tema equivocado de mucha gente es pensar que el solidarismo nació en 1947. Lo que surgió en el 47 fue la idea. Tampoco es cierto, de ninguna manera, que las primeras asociaciones hayan sido llevadas a inscribir al Ministerio de Gobernación. En aquel entonces, no había preocupación por lo legal. “En 1972, creamos la Asociación de Empresarios Pro Justicia Social y Paz, constituida por empresarios que se habían identificado con el propósito del Solidarismo, querían influenciar y atraer a más empresarios para patrocinar la Escuela Social Juan XXIII y todos sus programas de capacitación. Ese fue el objetivo de la fundación. Hago esta asociación, funcionamos muy bien, hasta que un día dos personas en junta directiva, Eric Brenner, yerno de José María Crespo y Rodrigo Jiménez, empleado de Carlos Lachner, dijeron que era necesario que esa asociación de empresarios tuviera sus propios recursos para hacer algunas actividades ellos solos, sin la mediación de la escuela. Yo alegaba que eso no era necesario porque la escuela podía organizar las actividades que ellos quisieran. “Empezaron a dividirse, me llevaron al punto de que, por iniciativa y gestión directa de Rodrigo Jiménez, la asociación celebró una asamblea en el Hotel Cariari, a la que me invitaron. En esa asamblea los empresarios se separaron de la escuela, sin haberme nunca comentado nada, de tal manera que a partir de ese momento, el 163


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aporte de los empresarios no iba a llegar a la escuela sino a la asociación, que me daría a mí un porcentaje, con la condición de que no iba a ir más a las empresas, porque todas esas gestiones las harían ellos. Me tenía que limitar a quedarme encerrado en la escuela. No me opuse, no hice nada, no podía hacer nada... Ellos tenían la sartén por el mango. Aún cuando me obligaban a firmar un documento, lo firmé moralmente amenazado…”.

Solidarismo en bananeras “Cuando me sentí acorralado, pensé que Dios me estaba poniendo una prueba de fuego para trabajar por su obra en otras zonas y con otras actividades. Unos días antes se había dado en río Frío un plebiscito entre dos sindicatos, uno comunista y el otro democrático. Ganó el comunista. Eso me llamó mucho la atención... “Empecé a interesarme en la situación bananera, ese plebiscito y las huelgas que se daban constantemente ahí, me hicieron pensar que había que llevar el solidarismo a las bananeras, de manera que a finales del 87 le pedí a Corbana, en aquel entonces Asbana, que me pusieran a una persona como guía, para ir a hablar a las bananeras. Nunca había pasado más allá de Turrialba. “Así fue como llegué a la primera finca bananera, en Río Jiménez de Guácimo. Era de Manuel Arias de San Joaquín de Flores. Se llamaba Finca Santa María. Llegué ahí a las cinco de la mañana. Por dicha no encontramos obstáculos en los ríos crecidos ni nada, había salido de aquí a la una de la mañana y a las ocho de la mañana tenía hecha la primera asociación, ahí mismo, en Río Jiménez de Guácimo. “El gerente de la finca me reunió a todos los 164


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trabajadores para que escucharan mi discurso. Los dejó hasta la hora que yo necesitara. Ahí empezó toda esta gran historia. “Unos días más tarde estalló una huelga en la finca ´Agrícola Ganadera Cariari´, de Moisés Soto. Sucedió un conflicto laboral. Me fui a conversar con Don Moisés. El conflicto llegó a un punto de mucha agresión. La prensa nacional se dio cuenta de ello, pero toda esa agresividad del sindicato y de algunos trabajadores me sirvió para hacer reflexionar a la gente sobre el modo de vida que estaban teniendo, tanto en el campo laboral como social y familiar. “De ahí fui a hablar con el gerente de Del Monte, Hernán Robles Oreamuno, un hombre extraordinario. Es un hombre tan solidarista... Vieran cuanto. Me fui a hablar con Don Hernán, él convenció a Jack Loeb y me dieron cancha abierta. Las grandes decisiones para que la empresa esté donde está, en los momentos críticos y la sabiduría del manejo en esos tiempos fue de Hernán Robles. Imagínense ustedes que una vez reunió a todas las jefaturas y les dijo esto: ´señores, yo quiero que ustedes entiendan, de una vez por todas, que la filosofía laboral, la política laboral de esta empresa es el solidarismo y que actuar en contra del solidarismo en esta empresa es actuar contra la empresa, y, por consiguiente, quien así actúe no podrá estar con nosotros´. “También dijo esto: ´el solidarismo ha sido de un enorme valor para esta empresa, y no le permito ir a nadie en contra de esta política laboral si no tienen los recursos suficientes para recompensar a la empresa por lo que eso significaría´. Se refería a la eliminación de los desastres del sindicalismo. “En Costa Rica hay más de 40 mil hectáreas de 165


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banano, 17 mil son fincas de las compañías y 23 mil de los productores independientes. Generan 40 mil empleos directos y 150 mil empleos indirectos. Si lo multiplico por 3 ó 4 miembros por familia, estaban hablando de 600 a 800 mil personas. Esto se le debe al solidarismo porque, por ejemplo, cuando yo llegué a la Zona Atlántica, ya Standard había empezado a vender tierras y ya Del Monte había empezado a abandonar tierras que no podían seguir produciendo por todos los problemas sindicales. “Había un espectro de ruina y muchas ganas de tirar la toalla por parte de las transnacionales. Ya se había dado la salida de las bananeras del sur. Y el país tuvo que pensar en el impulso de la industria bananera para que no cayeran las exportaciones. “La entrada del solidarismo en las fincas bananeras contribuyó a que se desarrollara lo que han llamado el ´boom´ bananero, que se dio porque no solamente había estabilidad laboral, sino porque se elevaron todos los índices de producción, de calidad... Era una invitación directa a los bancos a financiar más hectáreas, las fincas bananeras de productores independientes dieron un salto increíble, y tomaron la delantera. Al igual que las transnacionales, los productores independientes se han portado bien con el solidarismo, salvo algún productor bananero problemático, que nunca falta alguien difícil en cualquier sector, verdad”.

Se nota la diferencia “Cuando ustedes ven lo que es hoy Río Frío, por ejemplo, pueden pensar qué era Río Frío en aquella época... ¿Cómo eran las bananeras de Siquirres, Cariari 166


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y Ticabán antes del solidarismo? ¿Cómo eran antes del solidarismo las comunidades de Sixaola? Si las inundaciones más recientes hubieran sido antes de la irrupción del solidarismo en la zona, nadie se acordaría de estos pueblos, pues sólo hay indígenas y gente que sigue sufriendo, como han sufrido siempre. La diferencia en esas comunidades la hace el solidarismo. “Cada vez que hay una inundación o un problema, el ruido lo hacen las plantaciones bananeras y de plátano donde hay asociaciones solidaristas. Eso siempre me ha llamado poderosamente la atención, porque indica que los trabajadores solidaristas aprenden a defender sus derechos y le pierden el miedo al futuro. Aún así, siento que algunos nunca han tenido la capacidad de darse cuenta lo que significa el solidarismo para ellos... “En ningún otro sector se nota como en las bananeras el peso del solidarismo. Hay asociaciones inmensamente ricas en otras actividades. No tienen las asociaciones solidaristas de la Zona Atlántica el capital que tienen la Asociación Solidarista de la Caja Costarricense del Seguro Social, del Banco de Costa Rica o de Intel, pero tampoco esas asociaciones tienen una proyección social de la envergadura de la proyección social que tienen las asociaciones solidaristas del sector bananero en la Zona Atlántica, que han hecho evolucionar la producción bananera, le han dado estabilidad a las plantaciones y le han dado vida y razón de existir a las comunidades. “La inestabilidad laboral que había antes, que era un porcentaje altísimo en tiempos de los sindicatos, es parte del pasado. La gente no se quedaba en una sola finca. Ahora usted pregunta quiénes de aquí participaron en la asamblea constitutiva de la Asociación Solidarista y un 167


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montón levantan la mano”.

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Cercano a Pablo Sexto Hemos pasado dos tardes enteras conversando acerca de su vida. El Padre Claudio Solano es simpatiquísimo, ameno, encantador... Se le nota su vocación de maestro y de orientador. Ha ido contando todas las facetas de su vida con dulzura y alegría. Mientras vamos guardando el equipo, le pregunto por las fotos que hay en su oficina. Una de ellas es de Pablo Sexto. “Con el Papa Pablo Sexto tuve una relación muy linda desde que él era cardenal. En ese momento, yo era un chiquillo, yo era seminarista, y lo veía mucho porque él visitaba el Pontificio Colegio Lombardo, que está en Roma, y recoge alumnos de Italia, especialmente de la región de Milán. Cuando él decidió reconstruir ese colegio en el centro de Roma para hacer un enorme edificio con locales comerciales, de manera que esos locales comerciales le dieran al Colegio Lombardo los recursos económicos para su manejo, los estudiantes del Colegio Lombardo tuvieron que seguir su formación en otro edificio. Mientras reconstruían el edificio que usaban ellos, los alumnos del Colegio Lombardo fueron a estudiar con nosotros en el Pontificio Colegio Pío Latinoamericano. “Fue en ese momento que me hice muy amigo de él. Cuando murió Juan XXIII; él se convirtió en Pablo VI. Me tocó vivirlo en Roma. La última noche que pasó el cardenal antes de entrar al cónclave fue con nosotros. Queríamos sacarle una foto con nosotros, una foto con el futuro Papa, porque se esperaba que fuera él. Esa noche nos dijo ´no crean eso, el nuevo Papa tendrá que ser un hombre muy santo, muy sabio, y ese no soy yo´. Dos días después, él era Papa. “Durante la primera fiesta de La Candelaria, en la

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Catedral de Roma, el Papa pidió que yo llevara el Cirio durante la celebración papal. El Papa Pablo Sexto me quería ordenar a mí sacerdote. Él mismo me lo dijo, pero yo no dejé porque quería que me ordenara Monseñor Rodríguez, quien fue mi gran amigo, consejero y padrino espiritual de toda una vida”.

La Madre Teresa de Calcuta “Recibí a la Madre Teresa cuando estuvo aquí, en los años 80. Me tocó ser uno de sus anfitriones. Tengo una anécdota increíble de la Madre Teresa. La madre me dijo que quería irse para México en avión privado. Werner Lotz era el piloto de Daniel Oduber. Werner puso el avión para llevar a la Madre a México. Iban a salir a las 6 de la mañana. Estaba yo en el aeropuerto a las cinco de la mañana, arreglando todos los detalles, y en eso me llamaron para decirme que ella había cambiado de planes. Ahora quería que otras monjitas se fueran en ese avión y decía que ella se podía ir en un avión comercial a la una de la tarde. Me dijeron que ella se tenía que llevar otras monjitas hindúes y que no les daban entrada en México, no les daban pasaporte por ser hindúes, por lo que me pedía que les gestionara la visa para México. Sacar la visa dura un mes. Le dije a la Madre Teresa, ´Madre, haré todo lo posible´. Salí en carrera del aeropuerto hacia la casa de Óscar Arias. Llegué a buscarlo y me dijeron que el presidente estaba dormido. Le expliqué a quien me atendió lo que me tenía tan urgido de hablar con él, y que le dijera a Don Óscar que era un asunto del que teníamos que conversar de inmediato. En eso sale Óscar Arias en pijama, y me dice ´padre, ¿qué es lo que pasa?´. Yo le dije que la Madre 170


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Teresa quería que le consiguiéramos visa para México a unas monjas hindúes. Llamó al embajador de México, le dijo que eran tres o cuatro monjitas. Después de que hablaron, me dice Don Óscar, ´Padre, que esté en el consulado con los pasaportes a las 8 de la mañana´. Y a las 10 de la mañana ya estaban listas las visas. El padre del solidarismo en la actividad bananera es una figura fuera de serie, alguien que nació con una estrella en la frente... Gracias a eso, las bananeras han recibido la bendición del solidarismo.

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Peter Gilmore

El gran artífice de mucho cambios Tiene un parecido con el Super Man original. Peter Gilmore corre cinco días por semana. “Tenemos un equipo casi de profesionales. Hacemos tres carreras por año, en las fincas. Yo corro entre 5 y 10 kilómetros. Hay escuela porque somos cien corredores en la empresa. Tenemos un grupo A y un grupo B. Yo estoy en el B. Tuve que darme un chance”, cuenta don Peter. Con ese inicio, nos muestra que es una persona abierta y que se siente como uno más en la empresa. Don Peter Gillmore nació en Carolina del Norte el 10 de febrero de 1954. Sus papás, Voit y Katheryn Gillmore, lo formaron muy bien. “A mi padre siempre le gustó mucho la agricultura. Tiene una finca de árboles, y en eso se entretiene. Mientras tanto, mi mamá se dedica a la botánica doméstica, tiene un jardín. “Somos cinco hermanos. Yo soy el cuarto, y también soy el único que está lejos. Crecí en Carolina del Norte. Fui a una escuela pública, y a un colegio público. Gané una beca y me fui a la Universidad de Carolina del Norte, que es muy conocida porque ganó un campeonato de baloncesto hace poco. “Estudié Economía. Siempre me ha gustado la agricultura, pero es que en mi Estado sólo se cultiva el tabaco, hay muchas compañías de cigarrillos, y no me gustaría para nada trabajar en eso, cultivando un producto tan malo para la salud. “Yo estaba buscando dónde trabajar en algo sano y bueno. Tuve una oportunidad muy buena para ir a hacer en la Universidad de Stanford una maestría en Finanzas 172


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en general. En Stanford tuve una compañera de cuarto oriunda de Hawai, que me comentó de la compañía Dole. Nunca había escuchado de esta compañía. Me puse en contacto con la compañía, y me fui a trabajar con esta empresa en Colombia durante tres meses. Realmente en lo que estaba era en un entrenamiento. Todavía hablaba muy poco español. “Estuve en Medellín, Colombia. Cuando eso, ese país era muy tranquilo. Viví en una época muy linda de Colombia. Fue antes de todo lo que ha pasado después. Había muchos jardines. Todas las casas tenían muchas flores vivas. La gente era super alegre, eran super buenos anfitriones… Después vino la violencia y llegó el desastre total. En Colombia estuve entrevistando a mucha gente, y me involucré en la empresa. Regresé para terminar mi maestría”.

El inicio en Limón “Cuando terminé mi postgrado, mi maestría, comencé con Dole en Puerto Limón, en agosto de 1979. Inicié como analista financiero. Limón no era bonito como ahora. Era un lugar feo. La ciudad de Limón que yo encontré en aquel momento era muy pequeña. No había tantos camiones. La industria era pequeña y no había turismo. Era un pueblo dormido. En cambio, ahora es una ciudad grande, con mucha acción por los cruceros que la visitan. “La gente de Limón me adoptó. Yo era soltero. Tenía 25 años. Disfruté mucho en Limón. Estuve un año. Después me fui a Ecuador, para ser jefe de análisis financiero. Conocí todas las montañas de ese país. Me fui a escalar. Allá me quedé seis años, y me casé con una 173


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guayaquileña que se llama Carolina Yulee. “Cuando uno se casa con una latina, se casa con toda la familia. Así que me hice más cercano a la familia de ella que a mi propia familia. Ella es periodista. Nos conocimos durante una entrevista. Jalamos tres años. Disfruté mucho el país. Es un país muy lindo, con muy buena gente. Cuando por fin nos casamos, vivíamos en Guayaquil. Tres meses después de nuestra boda, me mandaron como gerente de la división en Colombia, en Santa Marta. Cambiamos la ubicación de Medellín, que fue donde estuve antes, a Santa Marta, que es otro sitio lindísimo. Estuve en Santa Marta durante cinco años. Fue mi primera experiencia como gerente. Hicimos algunos programas sociales muy nobles e innovadores. Organicé el primer programa para ayudar a las comunidades aledañas a la zona bananera. Generamos bienestar. Por ejemplo, le ayudamos a veinte comunidades que no tenían agua potable. Todo lo organicé con al apoyo de mis productores. Lo organizamos de la siguiente manera: si yo ponía tres centavos en el fondo social, ellos ponían tres centavos más. Luego formamos una fundación. Todo el dinero del fondo fue administrado por ingenieros civiles, de manera que todo se destinaba a las obras. “También hice campañas con las otras compañías. Las otras compañías aceptaron el reto y todos colaboraron. Eso fue durante los años 86 y 87. Ahora este grupo es tan exitoso que han invertido millones de dólares en bienestar social. “Ahora la zona bananera es otra cosa. La calidad de vida ha mejorado mucho. Han mejorado los caminos, las escuelas, los servicios básicos...”.

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El papel del Padre Solano “Yo había oído del padre Solano, lo invité a Colombia, para compartir conmigo algunos de mis principios, la gente estaba muy atrasada, había que dotarlas con agua potable, Costa Rica estaba muy adelantada, antes de pensar en el Solidarismo, hay que tener lo básico. “Él ayudó con el concepto, no era el Solidarismo, no estaba listo, pero de ahí comencé mi relación con el padre Solano, se fortificó cuando llegué a Costa Rica. “Llegué como gerente en Costa Rica en el año 91, después del terremoto, que fue en abril, llegué en setiembre. “En agosto hubo llenas, inundaciones, había cambiado mucho Limón, el avance en los contenedores, muchos lotes de contenedores, yo creo que ha habido más desarrollo en los últimos veinte años, el país se ha convertido en un gran exportador. Es número uno en café, tiene buena fama en melón, fueron los primeros en piña, banano tiene la mejor fama de todo el mundo. “Nuestra calidad es la más estable, tiene fama de más estable, esto está alimentado por cómo se produce, se produce cuidando el ambiente y cuidando la gente. La calidad sostenida por muchos años, que se produzca cuidando el ambiente y la gente es algo que nos separa de todos los otros países. “La diferencia es que tenemos una fuerza laboral que está mucho más entrenada, hay ganas de trabajar, hay un nivel educativo, la gente muy preparada, la gente permite recibir conceptos nuevos, interpretarlos y compararlos, además, la compañía ha hecho un gran esfuerzo en retener a la gente, con el entrenamiento y la capacitación que se hace nos damos cuenta que la gente vale, hay que convencer a la gente para que haya cambios, las 175


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amenazas ya no tienen base o eco, es escuela vieja, ahora hay inversión fuerte en mi gente, si tengo que despedir a alguien, sé que cualquiera puede conseguir trabajo, son los más entrenados, tenemos varios cursos, más que cualquier otra empresa. “Hasta la fecha, en seis o siete años, hemos tenido 158 mil participaciones netas de trabajadores, incluyendo piñeros, en el Valle de la Estrella y en otros sitios, el centro es Valle de la Estrella, tenemos muchos cursos para cartón, no enseñamos piña allá. Hay mucha gente que da cursos, nosotros nos hemos especializado en hacerlo muy bien, la gente respeta eso, hay que darle a la gente para preguntar, que se tomen un fresquito, que haya chance para la retroalimentación. “Lo único que tiene en la ventana, “we have built this company on quility, and quality, and quality, Jim dole, quien empezó en Hawaii. “Tenemos 36 cursos en banano, 25 cursos en piña en cartón 29 y en operaciones 27. Estamos lejos, al frente de los demás, en América Latina. “Jim Dole, hizo mucho para la gente de las piñeras de Hawai, construyó escuelas, hospitales, en el año 22, y luego en ese libro se me menciona a mí, que seguimos en la tradición de Jim Dole. “Ellos mandan gente aquí para cursos, y nosotros vamos a otros lados, se necesita la gente, nadie más tiene la fórmula, también se necesita un interés gerencial, yo he visto los beneficios, la gente quiere seguir mejorando en su vida, le hemos dado mucha oportunidad a la gente. “El Solidarismo ha sido clave para nuestro desarrollo, es algo revolucionario y evolucionario, no ha habido otro movimiento igual en el mundo, toda la historia laboral 176


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era joder, joder, joder, había razón para que hubiera sindicatos porque estaban maltratados, las gerencias de la compañía no respondía, el Solidarismo exigía un cambio fundamental en cómo operar la gerencia moderna, pero en aquella época, en los 80, era algo revolucionario, la compañía tiene que sentarse con los trabajadores, escucharlos, negociar los cambios, comprometerse e implementar los cambios. “Se quitó mucho de la arbitrariedad del manejo, una cosa buenísima, mucha gente habla mal en el mundo porque son envidiosos, el sistema funciona, hay que respetarlo, es una institución que es caro, hay que invertir en gente, en mejorar para el ambiente, para la familia y el trabajador, es para tener un ambiente laboral positivo, abierto, una fuerza laboral que acepte el cambio y promete el cambio, es una institución que salvó a la industria bananera costarricense, hay gente todavía que no trata bien al trabajador, eso está mal, como resultado sus rendimiento son mucho menores. “Cuando llegué, estaba aquí la vieja escala bananera, el Solidarismo ayudó a transformar, había que mejorar e capacitación, ahora los trabajadores tienen autoestima, somos número uno en manejo del ambiente, ellos saben que producen la mejor fruta, saben que son el mejor en el patrón ambiental y en el patrón laboral, están muy cotizados, si se van, pueden buscar trabajo en otro lado. Yo soy un fulano más en la empresa, es el conjunto, yo he tenido la suerte de buscar a los mejores colaboradores, son gente muy inteligente, siempre hay que buscar gente más inteligente que uno, gente que se pone en desacuerdo conmigo. Tenemos reuniones muy buenas, no necesito gente que me diga que sí, las soluciones no las tengo yo, ni muchas veces las tiene los otros gerentes, muchas 177


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veces las soluciones vienen de los mismos trabajadores. “No es decir yo, yo, yo… en la vida hay que reconocer que en la vida uno sólo tiene una parte. “He disfrutado mucho aquí, tengo el mejor equipo que hay, aquí en las gerencias y en las fincas, la base de todo es el trabajador, el trabajador de Dole tiene su criterio, y sabe que cuenta. Darle autoestima a los trabajadores es levantar el coeficiente de inteligencia de la organización, toda la organización sube. “Ahora, de las fincas propias, tenemos las más productivas, excepto con la llena, somos los más altos en rendimientos, tengo la más alta imagen en ambiente, en productividad de cajas, en manejo con el trabajador, en el mejoramiento, hay una espiral para arriba. “La gente quiere imitarnos porque somos los mejores, ahora producimos más que hace 14 años, somos conocidos como innovadores, tuvimos reunión el viernes, tenemos ideas que dan miedo de lo buenas, toda la gente viene aquí para copiar lo que hacemos, cuando alguien quiere trabajar, tengo mucha gente que quiere trabajar en nuestras empresas, la gente quiere trabajar con nosotros por algo. “Estuvimos en el programa de la excelencia de la Cámara de Industrias, fuimos la primera empresa en ganar todas las categorías, fue a inicios de esta década, yo quise entrar fuerte, la competencia es muy fuerte, pero en la parte agrícola somos una empresa líder. Somos humildes para saber que no tenemos todas las soluciones, pero la valentía para saber que vamos a ganar. “Me duele mucho dejar Costa Rica, especialmente mi familia, tengo tres hijos, David, 16 años, Francisca 14 y Sarah 7.

“La fórmula ha sido el Solidarismo” 178


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“Yo soy un fulano más en la empresa. La diferencia es el conjunto. Yo he tenido la suerte de buscar a los mejores colaboradores. Son gente muy inteligente. Siempre hay que buscar gente más inteligente que uno. Me encanta la gente que se pone en desacuerdo conmigo, la gente que me contradice, la gente que me cuestiona. Viera cómo aprendo con la gente en esta empresa”. “Estuvimos en el programa de la excelencia de la Cámara de Industrias, y fuimos la primera empresa en ganar todas las categorías. Fue a inicios de esta década. Yo quise entrar fuerte. La competencia es muy fuerte. A pesar de eso, en la parte agrícola somos una empresa líder. Somos humildes para saber que no tenemos todas las soluciones, pero tenemos la valentía para saber que vamos a ganar”. La oficina de don Peter Gilmore está en las alturas del Edificio Torre Mercedes. Se divisa el horizonte. La primera vez que fui me encontré con el cielo incendiado por el atardecer. La segunda vez, un pleito de nubes en movimiento que permitía que pasara un hilito de luz y se posara en la ventana, que es amplia, como la del piloto de un avión, una ventana para que el cielo gobierne la vista. Ahí, en medio de esa ventana que es una boca del edificio para que todos sus pobladores puedan nutrir el alma con la belleza, lo único que tiene, sostenido en el vidrio, donde es inevitable verlo, es un cuadro con la siguiente frase: “we have built this company on quility, and quality, and quality”, Jim Dole. (Nosotros hemos construido esta compañía en la calidad, y la calidad, y 179


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la calidad). Don Peter nos explica que Jim Dole es quien empezó esta compañía en Hawaii. “Tenemos un compromiso histórico con la calidad.. Nuestra inspiración es Jim Dole, quien hizo mucho para la gente de las piñeras de Hawai. Construyó escuelas y hospitales, allá por el año 22 del siglo pasado”. Don Peter toma un libro acerca de la historia de la compañía y dice, muy satisfecho por la labor realizada, “en este libro se me menciona a mí, se comenta que aquí, en Costa Rica, seguimos con la tradición de Jim Dole”. “Los gerentes de todas las demás divisiones de Dole en el trópico mandan gente aquí para cursos, y nosotros vamos a otros lados a explicarles qué es lo que hemos hecho. Se necesita la gente de Costa Rica para conseguir lo que hemos conseguido aquí. Nadie más tiene la fórmula. También se necesita un interés gerencial. Yo he visto los beneficios: la gente quiere seguir mejorando en su vida porque les hemos dado muchas oportunidades”.

“El Solidarismo ha sido clave” “El Solidarismo ha sido clave para nuestro desarrollo. Es algo revolucionario y evolucionario. No ha habido otro movimiento igual en el mundo. Las gerencias de la compañía no respondían a las peticiones de la gente. El Solidarismo exigía un cambio fundamental en cómo operar desde la gerencia moderna. Por eso digo que, en aquella época, en los años 80, el solidarismo fue algo revolucionario para nosotros. A partir de ese cambio, la compañía tiene que sentarse con los trabajadores, escucharlos, negociar los cambios, comprometerse e implementar esos cambios. Eso es muchísimo más que 180


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lo que pueden conseguir los trabajadores a través de un sindicato o de una convención colectiva. “Con respecto al solidarismo, mucha gente habla mal en el mundo porque son envidiosos, pero el sistema funciona y hay que respetarlo. En una institución, el solidarismo puede parecer caro, porque hay que invertir en la gente, en mejorar el ambiente, en favorecer las condiciones para la familia y el trabajador. Pero estoy convencido de que el solidarismo es la mejor inversión que puede hacer un empresario. Es lo ideal para tener un ambiente laboral positivo, abierto, y una fuerza laboral que acepte el cambio y promueva ese cambio. “El solidarismo es la institución que salvó a la industria bananera costarricense. Hay gente que todavía no trata bien al trabajador. Eso está muy mal. El resultado es que sus rendimientos son mucho menores”.

La capacitación y el equipo humano “Cuando llegué a Costa Rica, estaba aquí la vieja escuela bananera. El Solidarismo ayudó a transformar la realidad bananera costarricense de manera dramática. Aún así, había que mejorar en capacitación. Ahora los trabajadores tienen autoestima. Somos número uno en manejo del ambiente. Nuestros trabajadores saben que producen la mejor fruta, saben que somos los mejores en cuanto al patrón ambiental y en el patrón laboral. Nuestros trabajadores saben que están muy cotizados. Nuestros trabajadores saben que si se van, pueden buscar trabajo en cualquier lugar. “Yo soy un fulano más en la empresa. La diferencia es el conjunto. Yo he tenido la suerte de buscar a los mejores colaboradores. Son gente muy inteligente. Siempre hay 181


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que buscar gente más inteligente que uno. Me encanta la gente que se pone en desacuerdo conmigo, la gente que me contradice, la gente que me cuestiona. Viera cómo aprendo con la gente en esta empresa. “Tenemos reuniones muy buenas, con mucha discusión. No necesito gente que me diga que sí para todo y siempre. Las soluciones no las tengo yo. Muchas veces tampoco las tienen los otros gerentes. Muchas veces las soluciones vienen de los mismos trabajadores. “No es decir ´yo tal cosa, y yo tal otra, y yo para acá, y yo para allá…´. En la vida hay que reconocer que uno sólo tiene una parte de la verdad y de los méritos”.

Su legado en Costa Rica “He disfrutado mucho aquí, en Costa Rica. Tengo el mejor equipo que hay, tanto aquí en las gerencias como en las fincas. La base de todo es el trabajador. El trabajador de Dole tiene su criterio, y sabe que cuenta. Darle autoestima a los trabajadores es levantar el coeficiente de inteligencia de la organización. Cuando se levanta la autoestima del trabajador, toda la organización sube. “Ahora, entre las fincas propias tenemos las más productivas. Eso sólo ha cambiado por culpa de la llena. Tenemos los más altos en rendimientos. Tengo la más alta imagen en ambiente, en productividad de cajas, en manejo con el trabajador, en el mejoramiento... Gracias al solidarismo y a la capacitación, hay una espiral para arriba en esta empresa. “La gente quiere imitarnos porque somos los mejores. Ahora producimos más que hace 14 años, cuando llegué a Costa Rica como gerente de Dole. Somos conocidos 182


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como innovadores. Tenemos ideas que sorprenden y asombran de lo buenas que son. Fue a inicios de esta década. Yo quise entrar fuerte. La competencia es muy fuerte. A pesar de eso, en la parte agrícola somos una empresa líder. Somos humildes para saber que no tenemos todas las soluciones, pero tenemos la valentía para saber que vamos a ganar”, explica don Peter Gilmore, quien, después de 14 años al frente de Dole en Costa Rica, ha recibido la noticia de que la compañía lo necesita en otro lugar. Se le nota el dolor en el rostro. Casi se pone a llorar cuando nos cuenta que se va. “Me duele mucho dejar Costa Rica, especialmente porque mi familia y yo nos hemos enamorado del país. Me siento muy orgulloso de todo lo que he conseguido en Costa Rica”, comenta, con la voz cortada. Don Peter continúa casado, y considera que la familia está primero que todo. Tiene tres hijos: David, de 16 años; Francisca, de 14, y Sarah, de 7. Es un hombre fuera de serie, una pieza fundamental para el desarrollo bananero costarricense, y una persona que le hará muchísima falta a la industria agrícola más importante del país. Ha conseguido tanto, tanto, en capacitación, en solidarismo, en mejoramiento de la productividad, que hasta las matas de banano secretamente lo extrañarán...

Próspero Bruce Stenlirg

El señor de los drenajes 183


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Próspero Bruce es famoso en la zona porque se dice que es la persona que más sabe de drenajes, zanjas y manejo de aguas en el cultivo del banano. Es un personaje con sólo verlo, y la gran simpatía que despierta en la gente es prueba de ello. “Nací en San José, pero de pura casualidad. Aunque me llevaron a nacer a San José, soy de Limón centro. Ahí fue que creció mi corazón”, dice Don Próspero quien nació el 18 de diciembre de 1951, y tiene 52 años. “Me crié en Limón. Mi mamá se llama Iris Morgan y es el gran personaje de mi vida. Tiene 87 años, y es una personalidad en Limón. Las escritoras Ana Cristina Rossi y Yazmín Ross la han entrevistado muchas veces porque tiene recuerdos de muchos episodios muy importantes de la historia de la zona. Incluso hasta salió en una película sobre la negritud y la lucha de los negros por volver a sus raíces”, explica don Próspero. “Éramos tres hermanos, pero se ahogó uno. Se llamaba Gerardo, y falleció en Piuta. Sólo me queda Leila, que es mi hermana. Ella vive en Nueva York. “Fui a la Escuela Tomás Guardia y al Colegio Diurno de Limón. Después estudié Agronomía en la Universidad de Costa Rica. “Ya como profesional, primero trabajé como instructor de fertilidad de suelos en el laboratorio de la UCR, después estuve como cuatro meses en el Ministerio de Agricultura y Ganadería, y de ahí pasé a la Standard Fruit Company, hace 26 años. “Entré al Departamento de Investigaciones de la Standard. Dos años después pasé al Departamento de Drenajes, donde primero estuve en supervisión y entrenamiento, y tiempo después pasé a ser jefe y gerente de lo que se llama el Departamento de Drenajes 184


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y Suelos. “Los drenajes son fundamentales para casi todos los productos agrícolas, pero sobre todo para el banano. Yo veo todo lo que tiene que ver con drenajes, diques, todo lo que es suelos, estaciones de bombeo, la maquinaria que se usa para los drenajes, etcétera. “La tecnología ha mejorado mucho de cuando se comenzó a ahora. Antes se hacían al tan tan. Ahora se forman ingenieros agrícolas que hasta se especializan en esto”.

Compost “En el año 95 o en el 96 empecé con una nueva etapa en mi trabajo. Tiene que ver con la elaboración de compost. Uno de los puntos fundamentales es el reciclaje de los desechos de la finca, tanto en pinzote como en banano de rechazo, lo que se llama los sólidos de desecho. “Tenemos tres plantas de compost, una en Valle de La Estrella, otra en Río Frío y la tercera en Zurquí, en Sarapiquí. Tenemos varias más en proyecto porque los resultados han sido muy buenos. “Se ha mejorado en la producción y se espera que, en el futuro, el compost ayude a bajar los costos. En cuanto a la producción ayuda mucho, y tiene que ver con un compromiso con el ambiente, además de que la aplicación de compost reduce el lavado de nutrientes y la compactación de suelos. “Vivo en Guápiles desde el año 81. Ya son 23 años. Soy tan guapileño como cualquiera. A mí me gustaba desde antes de vivir aquí. No sé por qué, pero me llamaba la atención. Cuando me vine para acá me costó trasladarme, para ya aquí les dije que nunca me iban a 185


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sacar de Guápiles. Yo espero que así sea”.

Richard Johnson

Pionero en muchos campos 186


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de la producción Vive en Lagos de Lindora, Santa Ana, y detrás de su figura de señor mayor, enjuto, sencillo, humilde, afable y dulce, hay muchas historias por contar. Combatiente de la Segunda Guerra Mundial, se vino a aventurar y se quedó en Costa Rica para siempre. Es el fundador de la compañía Numar, una gran institución de la historia bananera y un personaje fuera de serie. Richard Johnson nació el 12 de junio de 1923 en Dakota del Sur, Estados Unidos. “Fui a estudiar Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Michigan. Sólo tenía tres años de estudio cuando se vino la guerra contra Japón, a partir de la invasión a Pearl Harbor, en diciembre de 1941. Yo estaba en la reserva de la marina. Me dieron permiso de estudiar seis meses más en Ingeniería Eléctrica, para darme una comisión como ingeniero a bordo de un barco. Me fui de Michigan a Oakland en un tren. Reporté a la marina, me dieron un sobre sellado con mis órdenes, y no la podía abrir hasta que estuviera abordo. “En la reserva recibí unas clases de teoría sobre municiones y sobre cómo manejar barcos, pero cuando uno llega a un barco hay que comenzar a aprender mucho. “La Panamerican estuvo conminada a entregar sus aviones. Esos aviones podían aterrizar o acuatizar. El avión en el que yo fui al Pacífico, tenía dos pisos, el piso de abajo tenía camarotes, una cocina y un lugar para comer, y arriba asientos, la cabina para los pilotos y el lugar para las maletas, la bodeguita. “Era un Panamerican Clipper, y acuatizó en la bahía de Honolulu. No había pasado mucho tiempo desde que 187


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los japoneses bombardearon Pearl Harbor. Hundieron el U.S. Arizona, un barco de guerra. Murieron 105 marineros. Estaba medio hundido. Ese barco hoy en día tiene banderas y de todo. El gobierno de Estados Unidos lo ha dejado en el mismo lugar como recordatorio de aquella situación. “Yo no era piloto. Comencé a volar después de la guerra. Tenía mi grado de teniente en la marina, y mi título como ingeniero eléctrico. “Yo estuve a bordo de un barco. Estuve tres años en ese barco. Fue una experiencia tremenda. El barco era para llevar tropas, municiones y suministros. Teníamos cañones y de todo. No era para entrar en combate. “Seguimos con otros barcos dándole soporte al ejército y a ciertos barcos que necesitaban municiones. El nuestro era un barco de suministros. Teníamos algunos cañones, pero nos dieron la orden de que no entráramos en combate. “Fue muy interesante lo que viví. Anduve de Hawaii a media distancia, hasta Guam. Fue un sector muy importante en la guerra. Los japoneses habían sido eliminados, poco a poco, por la Marina. Murieron los marines. Muchos murieron tomando las playas. “Fui después hasta Guada Canal, una isla grande, que fue una de las islas claves en el Pacífico Sur. Ahí murieron no sólo americanos sino británicos. Habíamos pasado el Ecuador. Los británicos entraron con los australianos, al norte, y los soldados de Estados Unidos entró al sur. Eliminaron muchos japoneses en Guada Canal, pero tuvo un costo alto en vidas para nosotros. Muchos japoneses se escondieron en la selva. Cuando Truman mandó a tirar la bomba en Hiroshima, el 3 de agosto de 1945, y después mandó a tirar la bomba de 188


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Nagasaki, fue cuando el emperador mandó un mensaje, que Japón estaba rindiéndose. “Estuve tres años en la marina. Fue una experiencia muy interesante. Regresé a mi vida, y por estar en la guerra y en la marina, me dieron un año con gastos pagados como a todos los veteranos. Terminé mis estudios universitarios en Los Ángeles, California”.

Costa Rica “En eso me pasó una de esas cosas curiosas que ocurren en la vida. Estaba en una reunión de estudiantes, y me encontré con un señor de Costa Rica, Silverio Chaverri, de Heredia. Él me invitó a venir a conocer este país. Yo llegué, me encontré con ese señor, él hablaba un poco de inglés y yo un poco de español. “Tenía una pequeña finca en Sierpe. Había una tienda de un chino. Uno tenía que pasar en una panga. Yo llegué a San José en un avión que era como el lechero: pasaba por México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y al final Costa Rica. Pasé algunos días en San José. Después, tomé un vuelo de Lacsa a Palmar Sur, y allá tomé un motocar. “Llegué donde don Silverio, que era muy buena persona. Era un hombre grandote, alto, muy amistoso. Sólo estuve como dos o tres días. Él vivía en una típica casa bananera, sobre postes. La parte de vivir, comer y dormir estaba en el segundo piso. “Me enseñó su plantación de banano. Era el tiempo del banano de la variedad Gross Michel. No tenía las enfermedades que luego llegaron para complicarlo todo. Había sigatoka en Trinidad y Tobago, pero aquí no. Aquí sólo había moco. En aquel momento se mandaba el 189


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banano en racimos. Se mandaba en una lancha a Puerto Cortés, y de ahí a Puntarenas. Todo era transferido al Grace Line Ships, de Peter Grace. Una vez me invitó a su oficina. Él tenía plantaciones y conexiones con embarques en Colombia y en Costa Rica. “Entré como socio con don Silverio Chaverri. Él viajaba mucho a España. Me pidió que cuidara la finca todo el tiempo. Fue mi primera experiencia con banano. “Comenzamos el señor Chaverri y yo a embarcar pequeñas cantidades de banano a Los Ángeles, California. En aquel tiempo, no había refrigeración para el banano. Los barcos llegaban con 15 ó 20 por ciento de pérdida. Todos los racimos iban parados “Estaba ya con la fiebre del banano. En eso conocí a Don Pedro Mohs, el papá de Édgar Mohs, que tenía una lancha que entraba por los canales recogiendo banano. Entraba por Barra del Colorado, por el Río Sarapiquí, hasta Puerto Limón. Recogía fruta en el camino. Don Pedro Mohs vendía la fruta en Tampa, Florida “Vendimos todo lo que produjimos. Me gustó mucho meterme en banano. Ese fue el primer contacto con el banano. La United Fruit Company, que aquí se llamaba Bananera de Costa Rica, tenía sus oficinas centrales en Golfito. Embarcaban racimos de Golfito a Los Ángeles. Resulta que después me contrataron, pero no en Golfito, sino en San Alberto. “Me enamoré de Costa Rica. Yo tocaba piano, y mi primera esposa, Elisa, cantaba. Una noche, estaba el gerente de United Fruit Company, y nos escuchó tocar piano. Así fue cómo nos hicimos amigos”.

Compañía Numar “En 1951, fundé la Compañía Numar. Era algo 190


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totalmente nuevo. Sólo en Caracas, Venezuela, había una planta similar. En todo América Latina éramos la segunda compañía. Fui a ver la compañía en Caracas, y aprendí de lo que ellos estaban haciendo. “Cuando llegué a Sierpe, en 1949, no había plantaciones de palma, sólo un poco de soya. La United Fruit Company había querido empezar en Quepos. Cuando la United sembró palma africana, yo me di cuenta que era el momento para el negocio de la mantequilla vegetal. “Por un tiempo tuve que comprar algodón. La compañía tenía un molino para extraer aceite “Aquí la mantequilla de leche de vaca era muy cara. Costaba más de 6 colones la libra, y el tipo de cambio esta a 5, 60, es decir, era más de un dólar por paquete de una libra. Por eso la idea de hacer mantequilla vegetal fue tan bien recibida. “Bueno, más o menos. El ministro de Salud se enojaba a tal punto que nos obligaba a cambiarle el color, para que no se pareciera a la mantequilla. Quería hacernos la vida imposible para que no pudiéramos imitar la mantequilla, pero, de por sí, había tan poquita mantequilla… “La secretaria mía, doña Lotty de Fábrega, le contaba a mi esposa, que yo me levantaba a las cuatro de la mañana a ver la caldera, y si a medio día decían que compraban una libra de Numar en Nicoya, yo tomaba el camión y me iba en carrera para allá. “Pasé catorce años con la empresa Numar. Fueron los años más difíciles. Comenzamos a exportar un poco a Nicaragua y a El Salvador. “Un día llegó un gerente de United Fruit Company, en Boston, y me dijo que United tenía mucho interés en comprar la Numar. Pensé ´¿qué voy a hacer, entonces?´ 191


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Llegaron dos directores de la compañía, fueron a barrio Luján, donde estaba la fábrica de Numar. “Querían comprar la Numar porque era una salida garantizada para su producto. Numar fue adquirida por Chiquita, es decir, por la vieja United Fruit Company. Más tarde ayudé a la United Fruit Company a instalar una planta como la de Numar en San Pedro Sula, Honduras. “Como dueño anterior de la Numar, entré en el año 65 como gerente. Me quedé aquí hasta el 72. Llegué a ser el gerente de América Central. De ahí pasé a ser vicepresidente de la división mundial de productos diversificados de la United Fruit Company”.

Vicepresidente de Chiquita Brands “Me compraron la Numar y me dejaron ahí. Luego, me mandaron para Boston. Me fui en el año 72. Llegué a ser el vicepresidente de United Fruit Company en Boston. Fui el vicepresidente durante tres años. “Fui el vicepresidente encargado de la diversificación. Formamos varias compañías. Compramos John Morrell Meat Company, una compañía empacadora de carne. “Nuestra planta empacadora estaba en Iowa. Ahí teníamos todas las operaciones de destace de ganado y cerdos. También teníamos empacadoras en Dakota del Sur y en El Paso, Texas. “Asimismo, durante ese tiempo compramos 250 puntos de producción y venta de helados. Se llaman Baskin-robbins Ice Cream. Todavía existen. Teníamos 31 sabores. Éramos número uno en calidad. “Al final, también estuve a cargo de la producción más grande de lechuga en California y en Estados Unidos. 192


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Producíamos lechuga en la parte central de California. Era lechuga para la exportación. Casi toda fue exportada a Japón y a otros lugares en Asia. “Y compramos la compañía Clemente Jacques, en México. Era una compañía fundada por una familia francesa que emigró a México hace como tres generaciones, y la compañía más grande en todo México en producción de alimentos. Los más famosos eran los jalapeños y el chipotle. “En cuanto al banano, teníamos fincas en Guatemala; en Honduras, donde estaban las más grandes; en Costa Rica, y en la costa Atlántica de Panamá. Además, Chiquita no sólo tiene banano”.

De vuelta a Costa Rica “Después de tres años en Boston, volví a Costa Rica. Hubiera llegado a ser presidente de la compañía, pero me regresé. Le dije al presidente que quería regresar a Costa Rica. Puse mi renuncia de United Fruit Company para poder regresar. “Me hicieron trabajar independientemente. Tenía una oferta para formar unas fincas nuevas de banano. Las fincas de San Alberto en ese momento eran pura montaña. Era un proyecto bonito. “Cuento la historia porque es muy interesante. A la United le iba a expropiar el ITCO unas fincas que eran muy ricas. La compañía ideó darle a cinco de sus ejecutivos la oportunidad de convertirse en productores independientes. Éramos Agustín Herrera, Houston Lacombe, Juan Pastor, Laureano Hurtado, y yo. Laureano entró después, con una pequeña finca. “Los cuatro, que luego fuimos cinco, estábamos 193


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asociados, pero cada uno tenía su finca propia. Además, cada uno tenía una empacadora, es decir, había una empacadora en cada finca. “De los cinco, yo era el único que todavía trabajaba con Chiquita. Era como el puente. Chiquita era nuestra compradora, la comercializadora de banano. Chiquita quedó con el 40 por ciento de la propiedad, y nosotros con el 60 por ciento. “Algo muy importante para mí es que formamos la asociación solidarista. La compañía daba un porcentaje cada mes, y cuando el empleado tenía que retirarse o salir, la plata había ganado muchos intereses. El entusiasmo por el solidarismo ayudó mucho en contra de los sindicatos. “Hablando de sindicatos, en Golfito tuve que pelear contra alguien que después resultó buen amigo, Danilo Jiménez Veiga. Al principio, él estaba en contra de la compañía. Andaba diciendo puerta a puerta, casa a casa, que United era un monstruo. Un día le invité al último piso del Centro Colón, nos tomamos unos tragos en el Club Colón, nos hicimos muy amigos, y al final hasta tenía que cederle una casa bananera cuando iba a la zona”.

Los fundadores de San Alberto “Todos ellos, Agustín Herrera, Houston Lacombe, Juan Pastor y Laureano Hurtado, tienen muchas experiencias. Es muy doloroso que Houston Lacombe haya fallecido repentinamente, muy joven. Se ahogó en el mar. No sé sabe qué fue lo que le pasó. Me dolió mucho. “A mí también me dieron una finca. Agustín Herrera escogió primero. Él había sido un draguero famoso. Luego, Houston Lacombe, que tenía una casa en la zona. 194


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Don Houston fue admirable, porque empezó como time keeper y fue ascendiendo en la compañía bananera, poco a poco. “Entonces, cuando regreso a la zona, la compañía me ofrece entrar de nuevo en el negocio del banano, ya en Costa Rica. En San Alberto pusimos cables para sostener las matas y transportar frutas por cable. Fui uno de los primeros que lo hizo. Fue para finales de los años 70 que se ideó todo el plan, pero sembramos San Alberto hasta el año 81. “En esos años, estoy yendo y viniendo de Estados Unidos, y en el año 80 muere Elissa, mi esposa. Fue un dolor muy grande para mí. “Me refugié en el trabajo. Llegamos a tener la producción más grande por hectárea. Llegamos a tener una producción de 3600 cajas por hectárea, y el promedio era 2800 cajas por hectárea. “Era un negocio excelente debido a esa producción tan grande por hectárea. Fue cuando instalamos empacadoras con cajas de cartón. Resultó sumamente interesante. “Me quedé con las fincas hasta el 84, cuando me pensioné, bueno, es una forma de decir porque no recibo pensión. “Mi actual esposa, Judith, enviudó un tiempo antes que yo, en el año 78. Cuando yo enviudé, en el año 80, ni nos conocíamos. Nos conocimos en agosto del 80 y nos casamos en octubre. Cuando sembramos San Alberto, en el año 81, ya éramos compañeros”.

Entre grandes líderes “Conocí a Chico Orlich, a Daniel Oduber, a don 195


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Pepe (Figueres)… Fueron muy buenos amigos míos. Don Pepe me invitó muchas veces a La Lucha para que le ayudara a revisar bien su siembra de cabuya. Don Pepe tenía dos bellas personalidades: en la finca tenía un lenguaje a lo campesino, pero en la casa, aunque no tomaba nada, siempre me ofrecía un vino, y se ponía a hablar como profesor de Harvard. “Daniel era amigo nuestro, como pareja, y era vecino. Jorge Rossi también ha sido un excelente amigo. Y Rodrigo Crespo es alguien a quien también admiro y considero un amigo. “Me encanta hablar de la gente que ha tenido una gran visión. Por ejemplo, si no fuera por Daniel Oduber no hubiéramos tenido los parques nacionales. Él pasó por la asamblea una ley de reservas y áreas de montaña. Fue un gran estadista. “Daniel era muy conflictivo pero muy visionario. Por eso no me extrañaría que, ya que están haciendo entrevistas a personajes de la historia, más de uno les hable mal de Daniel. Era una buena persona. “Otro que fue un buen presidente es Don Chico Orlich. Yo un día le dije que quería reunirme con él para hablar algo de la bananera. Tenía malos conceptos de la bananera por culpa de los hermanos Manuel Mora y Eduardo Mora. Ellos le metieron carbón. Hicimos una cita para reunirnos en el Hotel Europa. Yo llegué, y le pregunté a Carlos Ventura, que era uno de los dueños, ´¿dónde está Don Chico?´ Me contestó, ´Don Chico está esperándote en el segundo piso´. Subí, entré, y veo a un hombre sentado allá, en una silla. Era Don Chico, un hombre muy sencillo. Le di excusas por llegar cinco minutos tarde, y comenzamos a hablar. Al final, ya pensaba un poquito diferente de nosotros, los 196


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bananeros. “Yo tengo tanto de estar aquí, que he conocido a muchísima gente. Por ejemplo, siempre llevaba a Otilio Ulate de la esquina de El Sesteo, en el cruce de Escazú. Muchas veces él caminaba esperando un carro que le diera un aventón. Salía de Bello Horizonte. Más de una vez detuve mi carro, y lo llevaba de ese cruce, sobre el puente de Los Anonos, a la única conexión con La Sabana. Eso era a las siete y media de la mañana. Yo iba y lo dejaba en una cantina que estaba en la esquina suroeste de La Sabana. Se bajaba en una esquinita antes y decía que quería irse caminando. Qué va. Es que entraba para su primer traguito del día. “Yo llegué aquí para el tiempo de El Cardonazo. Mi gran amigo de ese tiempo era Renato Delcore, teniente de Don Pepe. En aquel tiempo, donde ahora está el Museo de los Niños estaba La Penitenciaría. Para El Cardonazo, yo estaba en el apartamento donde vivía, por la Casa Amarilla,y las balas pasaban…”.

Además de todo, piloto… “Aunque me pensioné en el año 84, seguimos produciendo banano, pero no había incentivos. Por eso, vendimos la finca en el año 89 o en el año 90”, dice don Richard, y por primera vez lo interrumpe su esposa. -Cuando vendimos esa finca, yo fui la mujer más feliz del mundo, dice doña Judith. “Algo que me entretuvo es que me hice piloto. Aprendí a volar en La Sabana, con un piloto de Lacsa. “Volaba solo, en mi avioneta, a las fincas de banano. Iba todas las semanas. Me llevé más de un susto. Una vez tuve que aterrizar en ´La Verbena´, de la familia de 197


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Arturo Guardia. Una parte de la finca estaba en potrero. Ese día entré en una tormenta, sobre el volcán Irazú, y cuando estaba sobre San José, vi un hueco y era el Banco Central, bajé, hice espiral, y salí por la Tienda La Gloria a cinco mil pies. Por hacer esa maniobra tuve que planear, no podía llegar hasta Pavas, y el aterrizaje no podía ser en La Sabana, donde antes estuvo el aeropuerto, porque estaba lloviendo, así que aterricé sin motor en ´La Verbena´. Gracias a Dios aterricé sin dañar el avión. Sólo dañé la hélice. “Me entretuve volando, pero mi verdadera pasión han sido las bananeras. Este país ha sido fabuloso en la producción bananera. Sólo Ecuador produce más cantidad de banano por año que Costa Rica, pero Costa Rica lo supera en calidad. “La actividad es muy difícil, por un tiempo pasamos amenazados por los sindicatos, pero el solidarismo salvó al sector. Fue esencial. La otra amenaza es la naturaleza, por un lado el clima y las inundaciones, y por el otro lado las plagas y las enfermedades. Pero si uno lucha todos los días, siempre sale adelante. Es la gran lección de la vida que aprende uno con la producción bananera”.

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Don Rigoberto Muñoz Ramírez

De maestro de escuela a consultor bananero -Tiene cincuenta años de estar vinculado a la producción bananera Quizás sólo don Agustín Herrera, que empezó de draguero y ahora es productor bananero, pueda contar una historia de superación como la de don Rigo Muñoz, quien era maestro de escuela en Roxana, entró a la industria bananera a aprenderlo todo y ahora, mucho años después, es un consultor reconocido y un empresario que brinda servicios a los productores de banano de la Zona Atlántica. Don Esteban Rigoberto Muñoz Ramírez nació en Roxana, Pococí, el 1 de abril de 1937, hijo y sobrino de dos fundadores de Roxana: su papá, Humberto Muñoz Herrera, quien murió de 98 años, y su tío Julio Herrera, quien murió de 100 años. “Los Muñoz y los Herrera eran de las tres o cuatro familias fundadoras de Roxana. En ese entonces estaban los Seco, que eran españoles, los Reyes, y las familias de mi papá y de mi mamá. Mi mamá, Irma Canales de Muñoz, tiene 85 años, y es de las últimas grandes pioneras de la comunidad. “Crecí en Roxana, estudié con candela ahí en el pueblo, porque no había luz. Primero estuve en la escuela de Roxana, donde daban hasta segundo grado; cursé el tercer grado en la Escuela Porfirio Brenes, en San José, y de cuarto a sexto grado estuve en la Escuela Justo Antonio Facio, en Siquirres. 199


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“Saqué trece dieces, un diez en cada materia de la escuela. Por eso fue que el Padre Evans me matriculó en el Seminario. Estuve internado en el Colegio Seminario, y mi papá pagaba 350 colones. “Estuvieron conmigo Rodolfo Méndez Mata, el ex ministro de Obras Públicas y ex diputado; Édgar Mohs, el ex ministro de Salud y ex diputado, y recuerdo a algunos otros, como Vladimir Gordienko Orlich. En nuestra generación éramos 63, y ya quedamos como 42. “Mi papá seguía en Roxana. Logramos comprar el centro del pueblo, que eran 80 hectáreas que iban de la carretera de Santa Clara hasta Punta de Riel. Luego regalamos una hectárea para la escuela, media hectárea para la iglesia, y la tierra de la carretera que va ahora para Punta de Riel. “Yo venía a fines de año a sembrar maíz, a ayudarle a papá a hacer las milpas. Después de que terminé el colegio, estuve en el Instituto de Formación Profesional del Magisterio. Hice posgrado y todo en educación…”.

Escuela de Roxana “Debo decir que fui el primer alumno de la escuela de Roxana, en una casa que ya desapareció… Después di clases en la misma escuela, pero con otras instalaciones. “La primera maestra de Roxana, doña Teresa viuda de Zamora, fue mi maestra. Imagínese cuánto hace de eso, que salía el tigre en Roxana cuando yo estaba en la escuela. Roxana eran charrales y montaña, y sólo existía el ferrocarril. “Aunque estudié Educación y fui maestro, toda una vida he estado en banano. Trabajé en banano desde que 200


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tenía 12 años. Era conchero de papá, que sembraba en ese entonces banano de la variedad Gross Michelle. Si se desprendía un racimo había que quitarse el tiro porque eran unos racimos grandísimos y pesadísimos. Teníamos 20 hectáreas en La Curia y 50 hectáreas en La Leticia. Don Raúl Velásquez exportaba el banano en racimos. Cuando yo estaba en la escuela todavía era en racimos. “Cuando volví de estudiar con el Magisterio, fui maestro por cinco años. Ya había carretera de lastre, una carretera rústica. En ese entonces, fui presidente de la asociación de desarrollo. El colmo es que trabajaba todo el día en la escuela, y hacía trabajos administrativos por las noches. “Fue así que me vinculé al mundo bananero de nuevo. Llevaba la oficina de Francesa S.A., una finca bananera que fundamos poco después de que se fundó Santa Clara. Santa Clara se fundó en el año 65, y Francesa en el año 66 ó 67. Era de unos gringos. “Tuve que renunciar al Magisterio porque me convertí en un fanático del banano. No renuncié ni siquiera por el salario, porque ganaba como maestro 1200 colones por mes, y renuncié ganando apenas 650 colones como auxiliar de oficina en finca Roxana. El asunto es que yo sabía que iba a surgir. “Asdrúbal Carballo estaba al frente de Francesa S.A. Él me puso de oficinista en Francesa, después de administrador… Eran fincas particulares, pero después las compró Standard. En el año 68 sembré la finca ´Quijo´. “Estuve de administrador de las dos fincas durante 14 años. Siempre digo que soy maestro, y que llegué a puestos altísimos en las bananeras, pero por pura práctica, nada más. 201


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“En aquellos años, trabajar en banano era muy duro. Había que pelear con los sindicatos, había huelgas por todo lado… Con Moisés Soto hicimos una asociación, y nos apoyábamos todos los empresarios. Si en alguna finca había huelga, venían todos los demás a apoyarnos para cortar banano. “El punto es que nos sentíamos dueños de aquellos proyectos tan lindos. Por ejemplo, Asdrúbal tuvo una pequeña participación accionaria en Roxana, y yo tenía participación en una porqueriza de dos mil cerdos de engorde. Yo la administraba. “Las prácticas agrícolas no eran como ahora. No existía la tecnología que existe ahora, y lo peor era el sindicato. Estaba el STPG. Todos los dirigentes habían estudiado en Moscú. Fue un verdadero dolor de cabeza. Por dicha que Estela Quesada, siendo ministra de Trabajo, lo cerró. Si todavía existiera el STPG, quién sabe qué habría pasado con la producción bananera costarricense”.

De Francesa y Quijo a Santa Clara “En el año 80 pasé a ser subgerente de Santa Clara. Sergio Carballo, hermano de Asdrúbal, estaba como gerente. Santa Clara es una finca emblemática. En todo, fue la primera, y al principio estuve a cargo del queridísimo Rodolfo Martín (qdDg), el famoso ´Cachaflás´. Era una finca muy grande, de unas 750 hectáreas. “Estuve en Santa Clara once meses. Gracias a Dios, di tan buenos resultados que Standard me dio dos fincas ya como gerente, Tortuguero y Caribe. Después también me dieron Finca San José. Era un buen gerente. Tenía tres fincas a mi cargo, y era muy duro. Uno entraba a las 4 de la mañana y llegaba a las nueve o diez de la noche 202


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a la casa… Cuando llegaba a la casa, porque hubo días que tuvimos que amanecer en el trabajo. “En el año 86 pasé a la zona de Siquirres, como gerente de ´Perla´, que es la mejor finca que tiene Standard. Había zonas en ´Perla´ en las que, durante miles de años, el humus del Pacuare permitió la formación de un suelo inmejorable. Los racimos eran tan grandes que los conchaban y se quebraban por sus dimensiones. Eran racimos de unas 14 ó 15 manos. “Ahí inventamos el sistema de sombrillas, que consistía en desmanar en el campo y llevar por otro sistema de cables. Yo hice el instructivo de sombrillas. Todavía lo tiene Standard. Teníamos doble sistema de cablevías. Era el sistema de reloj, nadie se topaba. También implementamos cambios en la planta empacadora. Empacamos manos grandes, manos medianas, manos pequeñas… En la pana sabía cuánto era de las grandes, cuánto de las medianas y cuánto de las pequeñas. Nosotros lo ideamos, lo ideamos con Standard. “Recuerdo que, estando en Siquirres, hicimos una fiesta con el presidente de entonces, Óscar Arias, y los miembros de la Asamblea Legislativa, entre ellos doña Rosemarie Karpinsky, que era Presidenta de la Asamblea Legislativa. La fiesta fue cuando hicimos la primera finca que se abrió con el plan de fomento bananero del gobierno de Arias, en el año 86”.

De Siquirres a Sarapiquí “Estuve en ´Perla´ del año 86 al año 91. En el 91 renuncié y me fui a fundar Gees Caribbean, a la zona de Sarapiquí. Salí de Standard para ser gerente de zona. El gerente de zona es el jefe de todos los gerentes de 203


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finca. Sembré 1200 hectáreas, divididas en cuatro fincas. Inicialmente se llamaban Santa Lucía, San Vicente, Dominica y Granada, que son las islas que Inglaterra domina en el Caribe. Por eso, al de Sarapiquí se le llamaba ´Proyecto islas´. “Viajaba desde Guápiles. Me levantaba a las dos y media de la mañana, y me iba por la calle rústica. En ese momento no teníamos la carretera de Guápiles a Puerto Viejo. Sólo estaba asfaltado hasta la entrada a Río Frío. Lo demás era rústico aquello. Eran casi dos horas para llegar al proyecto bananero. “El proyecto estuvo cinco años con el nombre de ´Islas´. De Gees Caribbean las fincas pasaron a Fyffes, y de Fyffes a Caribana. Seguí con las tres hasta el año 2000. En total el proyecto era de 1500 hectáreas: sembramos 1200 hectáreas y 300 hectáreas de semillero. “En el 96 me pasaron al proyecto Londres, a veinte kilómetros de Cariari, y en el 98 me llamaron para ser gerente de proyectos especiales, para sembrar banano en todo lado, hacer reformas, homogenizar… Todo lo extraño en banano lo hacía yo. “Vos tenés una mezcla de variedades, unas altas y otras pequeñas. Eso es un problema por la sigatoka. Entonces, vos tenés que homogenizar, ver qué porcentaje tenés más alto, quitar las otras y dejar una sola variedad. “Estaba a cargo de eso y de las siembras con meristemos. Hicimos siembras grandes con lomillos. Nadie más se arriesgaba a eso. Inicialmente trabajamos con meristemos de Israel, y tuvimos invernaderos y viveros. Luego trabajamos con meristemos de mi gran amigo Óscar Arias. Los metíamos en invernadero con abonos de Estados Unidos y sustrato de Canadá. Varias semanas después los tirás al vivero, y los sacamos para 204


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el campo de 25 ó 30 centímetros de tallo”.

Siempre innovando “Cuando empezamos a trabajar con meristemos, lo refutaban en el Colegio de Ingenieros Agrónomos, pero la empresa privada se defendió bien. En esto de la producción bananera, siempre hay que luchar contra algo, contra la sigatoka, contra la ´llena´, contra el viento, contra el sindicato o contra los ataques… “Creo que si no hubiera tenido experiencia en educación, de repente no hubiera podido. De cierta manera, sigo siendo maestro. Por ejemplo, tenía un programa de Standard que se llamaba ´Aprender haciendo´. A cada quien lo mandaba a las cinco de la mañana con un apuntalador, a ver qué hacían, o con un embolsador. Tenía que levantarse y hacer la labor que hacía un peón. Si no le gustaba, fuera. “En el año 2000 me pensioné por la Caja Costarricense del Seguro Social. Llegué al tope de la Caja. Entonces fundé mi empresita. Es de servicios agrícolas. Se llama ´Soluciones bananeras´., Estamos asesorando proyectos bananeros, hacemos contratos, manejamos fincas y tenemos trabajadores a nuestro cargo. A veces he tenido hasta 450 trabajadores, a veces 50, depende de muchas circunstancias. Estoy muy entretenido en esto. Me encanta. “Esta actividad me ha gustado desde que era un chiquillo. Al inicio era tremendo. Había una empresa nacional, Banarica, en la que trabajé. Tenía mil hectáreas repartidas en fincas: en Río Hondo, camino a Limón, tenían 100 hectáreas; en Santa Matilde, entrando al ramal de Cairo, 300 hectáreas; en Ontario, 100 hectáreas más 205


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(para entrar a Ontario teníamos que ir en bote, y hasta después pusimos tranvía); en Goleen Grow, tenían otras 100 hectáreas, y en El Prado tenían 106 hectáreas más. “Fue en los años sesenta. Fue el primer proyecto bananero nacional para exportar fruta. Envolvíamos los racimos con las yaguas del tallo de banano. Vos quitás el tallo de banano, y con las cáscaras y con mecate cabuya ibas envolviéndolo. Así se exportaba. Era muy complicado. Fueron los inicios…”.

Medio siglo de maestro y bananero “He pasado en banano cincuenta años de mi vida. Por dicha no me canso, ni me aburro. Me encanta… “Lo que me apasiona del banano es como lo que me apasiona de la educación: los carajillos entran a la escuela, no saben nada, y al año siguiente ya leen. Igual, uno siembra las matas, al tiempo se ponen lindísimas porque las chineaste… Todo lo que es agricultura lo veo como la educación. Es fascinante. Igual me ocurre con banano que con otras plantas. Tengo 60 variedades de plantas alrededor de mi casa. Aquí vos ves hasta tomate pequeño y culantro. Me encantan las matas. Aquí hasta en el techo hay matas… ¿Viste? Eso no lo ves en otras casas”, dice don Rigo, y se muere de la risa... “Me llama la atención el esfuerzo enorme que hacen los productores independientes de banano. Nosotros no tenemos el capital enorme que tienen las trasnacionales. Sin embargo, viene una tragedia, y siguen adelante. Después de unas inundaciones, los productores independientes dicen ´bueno, nosotros la sembramos de nuevo´. “Conozco gente que se ha aprovechado de los bancos 206


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y que ni siquiera se dedican al banano, gente que tiene hoteles lujosos basados en banano, aunque el banano lo perdieron. En esto, conocés fincas con doble planilla, y son fincas que nunca pueden servir precisamente por esas condiciones. Lo importante es que a la par hay mucha gente que sí hace un esfuerzo. “De ese mundo bananero, aprendí y admiro mucho a Víctor Hugo Vargas, que fue gerente particular de Standard, que manejó todas las fincas independientes. Ahora, sin Víctor Hugo, muchas de esas fincas que eran independientes son de nuevo de Standard. Otro gerente particular, Mario Arana, hermano del presidente Arana, de Guatemala, como gerente de Standard encargado de fincas independientes también tuvo mucho éxito. Y quiero mucho a Moisés Soto, quien sacó un libro que es una obra de consulta muy importante para los bananeros. “Creo que se puede aprender de los valores de algunos bananeros, de gente como Agustín Herrera, como Romano Orlich. Ellos son ejemplos para todos, son pioneros, son tipos que no piensan en el dinero, piensan en la gente… Ojalá que todos los productores agrícolas fuera como ellos. Admiro mucho a un carajo como Edwin Hernández, de BANDECO, quien desde hace 35 años anda en esto. Recuerdo que fundamos juntos el Club de Leones aquí en Guápiles… Héctor Carballo, el ex diputado, también estaba, y por cierto que sus hermanos, Asdrúbal y Sergio, son grandes personajes bananeros. “Vieras cómo me siento de orgulloso de ser bananero, de todo lo que he aprendido de los bananeros y de seguir en esto cincuenta años después de que inicié. Es toda una vida dedicada a una actividad que genera mucho empleo 207


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y bienestar. Eso lo hace a uno sentirse realizado y muy feliz�.

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Roberto Acón Sánchez

Transformador de la producción bananera Jorge Calvo, que tiene experiencia bananera en tres continentes y cuenta con una enorme trayectoria en este cultivo a lo largo de muchas décadas, dice que hay un antes y un después de Roberto Acón en la producción bananera. El más dinámico, pujante y valiente productor ha hecho la diferencia en muchos campos de la producción bananera, y, junto a su hermano, está al frente del más ejemplarizante grupo de fincas independientes de producción de banano en Costa Rica. Roberto Acón Sánchez nació el 14 de noviembre de 1957 en Limón. Tenía tres años y medio cuando murió su padre, don Ramón Acón León. “Sólo tengo vagos recuerdos de él. Me acuerdo que cuando llegaba a la casa, decía ´que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva´. Hacía la siesta donde le pegara mucho el viento. Eso también lo recuerdo. Y tristemente también recuerdo el día que lo estaban velando. Mi papá tenía apenas 52 años cuando murió. “Por la ausencia de mi padre, me enseñaron desde muy chiquito a trabajar mucho. Los domingos había que ir al cine a trabajar. Mis compañeros de escuela eran clientes. A veces uno se preguntaba por qué no podía estar al otro lado del mostrador, pero fue una gran escuela. Crecimos ayudándole a doña Juanita en lo que uno podía hacer de acuerdo a cada etapa de crecimiento. “Lo que tenía mamá era el cine y una fábrica de hacer aceite de coco, así como algunas propiedades. Pero eran otras épocas. El cine era la única diversión del pueblo. 209


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Los matinés eran unos llenazos. Los tiempos cambian. Tal vez lo que uno ve ahora como llenazo, que la gente se abarrota para ir a una discoteque, por ejemplo, era lo que pasaba antes con el cine. El matiné era lo de rigor. “Era el tiempo de Los Beatles y estaban de moda las películas de vaqueros, las del Viejo Oeste de los Estados Unidos. En ese entonces, no había película mala. La que dábamos era la única diversión del pueblo. “El ir a la playa era como decir ir a Miami, porque no había medios de transporte, y los medios de diversión de antes eran juegos sanos, como trompo, puro y canicas. Limón era un pueblo donde todos nos conocíamos. Ahora usted no conoce a toda la gente, porque Limón ha ido creciendo. “Crecí en la época en que uno dormía con las puertas abiertas. Eso ocurría en todo Costa Rica, no sólo en Limón. Cualquiera en Costa Rica que habla de su lugar de origen, tiene remembranzas, hay detalles del pasado de los pueblos que todos añoramos… “Ya cuando estaba en el colegio, se oía de los hippies y de la marihuana. Fue cuando comenzaron a cambiar un poquito las cosas, pero en la escuela no se hablaba nada de eso. “Fui a la escuela María Inmaculada y al Colegio Diurno de Limón. Estuve en ese colegio hasta cuarto año. Hice el quinto año en Estados Unidos…”.

Formación en Estados Unidos “Mis hermanos y yo nos fuimos a estudiar a Los Ángeles, California, en Estados Unidos. Cada uno se fue yendo conforme iba terminando el colegio, o poco antes. “De acuerdo a lo que he podido conversar con 210


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doña Juanita, el primer objetivo de mandarnos a estudiar afuera era darnos una mejor oportunidad de estudio y que viéramos el mundo diferente. No era lo mismo quedarse en Limón o quedarse en Costa Rica. Eso no hace falta ahora, porque está globalizada esta vaina, pero antes no era así. “El caso mío fue excepcional. Por ser el menor, mi mamá me quería dejar aquí con ella. Me fui porque pedí, porque mi hermano y mis dos hermanas estaban allá. Otra pregunta es cómo llegamos allá. Bueno, es que allá estaba una familiar, la hija de una tía, de doña Rosita, la mamá de Rubén, o sea, una hermana de Rubén, que vive en Los Ángeles, era quien nos recibía. “No somos familiares por consanguinidad, pero nos vemos como familia y crecimos juntos. A Don Rubén padre siempre lo vi como a un tío, a pesar de que no era familia. La historia es larga: mi mamá conoció a mi papá a través de don Rubén, porque don Rubén era cónsul de Costa Rica en Hong Kong. “Como se fue desarrollando un nexo, nos fuimos viendo como primos. Así, Betty se fue a estudiar a Los Ángeles, amparada por la hija de don Rubén. Se puso a estudiar Administración de Negocios con énfasis en Finanzas. Después se fue a estudiar Ruby, mi segunda hermana. Estudió Administración de Negocios y Contabilidad. El tercero que se fue, Jorge, entró a Administración de Negocios con énfasis en Mercadeo. “Cuando me tocó irme a mí, tenía muy claro que quería estudiar Agronomía. Yo desde pequeño tuve una afición que me nació en la escuela. Mi familia nunca había sido de vocación en la agricultura, sino en el comercio. El interés por la agricultura me nació con esos ensayos en que ponen a los chiquitos a sembrar un frijol con secante 211


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en un vaso. La humedad del secante hacía que el frijol naciera. A mí me emocionaba mucho ver la planta nacer. Ahí es donde nace mi afición por la agricultura. “Me gradué en dos carreras, Animal Science (Ciencia y Producción Animal) y Agronomía. En realidad, después de sacar las dos carreras, la que más me gustaba era Producción Animal y más que todo producción porcina… Cortarles los dientillos, inyectarles hierro, cortarles el rabillo, destetarlos a los 40 días, toda esa vaina me gustaba muchísimo… También me gustaba la producción de gallinas. “Duré tres años y tres trimestres. Lo hice por cuestiones de ahorro de dinero, porque nosotros como estudiantes extranjeros pagábamos una cuota máxima de 16 unidades, o 15 unidades, no recuerdo, y las demás nos salían gratis. Así que iba a la universidad día y noche para que le saliera más barato a mi mamá. La veía uno a pelitos. En un momento dado éramos cuatro hermanos en la universidad. También aprendí a trabajar medio tiempo. Tenía que acomodar muy bien los horarios. Trabajé en un restaurante recogiendo platos durante tres años. Eso me ocurrió todos los fines de semana. Se ganaba uno diez dólares en propinas. En ese entonces ser mesero en Estados Unidos era un buen trabajo. Salía uno con 25 ó 30 dólares por día. “Mi hermano Jorge también trabajó cocinando hamburguesas, y mis dos hermanas limpiando baños, o sea, lo que uno hace como latinoamericano en Estados Unidos. “También tuve otro trabajo, uno de los más tontos de mi vida, en un departamento de mercadería defectuosa. Mi trabajo era determinar si un bote de inflar era defectuoso o no. Una vez que determinaba que sí, tenía que volarles cuchilla para botarlos. 212


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“Después de que terminé, me quedé un año allá. Como dicen, me quedé allá tonteando, hasta que ya vi que había que venirse. Al inicio quería como quedarme allá. Había crecido allá, había pasado allá la juventud, y para mí el mejor sistema era ese “Se adapta uno y cree que eso es todo en la vida. Entré a la escuela un año antes, entré a primer grado de seis años, y eso me permitió hacer mucho a muy corta edad. Me gradué como de 21 y resto, casi 22, y volví a Limón de 23 años”.

El regreso a Limón “Regresé, y lo primero que hice aquí fue meterme a trabajar en la discotheque que habían fundado mi mamá y mis hermanos en el Hotel Acón. Se llama Discotheque Acuarios. Como nunca habíamos tenido finca, yo me metí a trabajar ahí durante un tiempo. Mi hermano ya estaba aquí, él estaba en el negocio y se había regresado hacía dos o tres años. “Lo primero que comenzamos a buscar fue una finca para ver si yo aplicaba lo que había estudiado. Aparece la oportunidad de esta finca, donde tenemos nuestras oficinas, que en ese entonces era de los hermanos Rodríguez, Alfredo Rodríguez y Alfonso Rodríguez. “Esta finca se fue comprando por partes. Esta es la finca madre. Eran unas doscientas hectáreas. Primero sembramos arroz, y nos fue muy bien. Bueno, no, lo primero que sembré fue jengibre, y me fue muy mal. De feria no tenía la experiencia, y sembré en un área baja. Hubo una inundación, y todo se pudrió. “Después sembré un poquito de malanga. Tampoco tenía la experiencia y me fue mal. Después compramos 213


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un poquito de ganado. Siempre hicimos todo de la mano de doña Juanita, mi mamá, que siempre ha sido el soporte para que salgamos adelante. “Lo importante es que toda esa inversión que significa el trabajo de toda su vida, la hizo de una manera como si no fuera de ella. Ella nos decía ´esto es de ustedes´. “Nunca fue como si hubiera separación. La idea era que todo era de la familia. Nunca hubo una diferenciación de si esto es mío o suyo. Siempre hemos pensado en ´nosotros´. “Ahí iba el ganado. Era un negocio muy poco tecnificado. Los animales no estaban confinados. Era a puro pasto. Simultáneamente fue apareciendo la oportunidad de hacer agricultura mecanizada. “Debo agradecerle al Consejo Nacional de Producción que tenía una maquinaria agrícola en ese entonces, la cual fue un soporte muy grande para la mecanización. Tenían tractores de oruga para la destronca, tractores de mecanización, de aplicación especial… En el CNP los alquilaban. “Uno sin experiencia no sabía por donde empezar. Yo me preguntaba ´¿qué hago?´. Primero sembramos como quince hectáreas de arroz. Ese año dio la casualidad de que hubo una sequía en Guanacaste, y la producción de esas quince hectáreas se vendió para semilla. Nos fue mucho mejor, por la diferencia de precio entre comerciar el producto o venderlo para semilla”.

Auge arrocero “De ahí nació el auge arrocero en la zona de Matina. Dadas las circunstancias de que el arroz era un producto agrícola alternativo, porque el cacao estaba mal por la 214


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monilia, pasamos de 15 hectáreas a 80 hectáreas en la próxima siembra, y para semilla todo. Tratábamos con la Arrocera Costa Rica en ese entonces. Eso fue en el año 81 ú 82. Tenían un departamento de semillas muy bueno. Tenía yo como 24 ó 25 años. “Ya después de 80 hectáreas brincamos a 200 hectáreas y resto. En las primeras 15 hectáreas estaba yo solo, con las 80 hectáreas comenzó a ver la arrocera a la que le vendíamos, y empezó a mejorar la cosa. Desde siempre, la parte operativa he sido yo quien la ve, y mi hermano Jorge la parte financiera. “Con el arroz hubo algo interesante: había un negocio adicional, que era comprar cosechadoras y alquilarlas. En muy corto plazo le dábamos servicio a nuestros vecinos además de cosechar lo propio, y nos íbamos a Guanacaste. Las máquinas pasaban ´full´, y hacíamos tres cosechas al año. Esa era la diferencia con los arroceros tradicionales. Nosotros teníamos dos cosechas y una en Guanacaste. Terminábamos aquí en octubre, y noviembre y diciembre estábamos en Guanacaste. Mi hermano se iba para allá, y yo me quedaba con la finca, porque en octubre volvíamos a sembrar. Él se iba para Guanacaste con las cuatro cosechadoras. Fuimos a diferentes fincas y tuvimos experiencias diversas. Trabajamos con Johnny Brealey; John Gillen, en el Rancho Horizontes, en Cañas; los Ajú, y también un señor Hurtado. “Estuvimos con arroz hasta el año 88. En el año 87 empezamos a hacer un semillero de banano. Dejamos de sembrar arroz porque en ese entonces era más que todo un negocio político. Como formaba y sigue formando gran parte de la canasta básica, llegó un momento en que casi costaba más producirlo, y el negocio ya no era del productor. 215


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“Como alternativa, apareció que se hablaba de un fomento bananero. Cuando se empezó a indagar, en realidad empezó como un sueño. Fue un sueño personal mío. “El gremio bananero era muy cerrado. En cuanto a conseguir contratos bananeros con las compañías, se veía como un sueño imposible. Buscando alternativas, un día tomé la opción de hacerle un estudio de suelos a las fincas, y la gran sorpresa era que dio que eran tierras en su gran mayoría clase 2 y clase 1, para banano. En ese momento, lo más difícil era cómo hacía uno para conseguir un contrato de venta de fruta. Si no había contrato de venta de fruta no había financiamiento. La llave a todo era el contrato, porque el gremio era muy cerrado. “La finca Kopemaz había sido arrozal, y en eso aparece don Arturo Zúñiga, su propietario, con un bananal. Éramos muy amigos y seguimos siéndolo. Él convirtió Kopemaz a bananal primero que nosotros. Había sido bananero toda una vida con Standard Fruit Company. “Le dije a Arturo que los estudios de suelo me habían salido bien. Me dijo ´¿por qué no tratás de ver cómo te metés a bananero?´. ¨Noooombre´, le decía yo, ´es que esa vaina es muy cerrado el círculo´. “Don Arturo me dijo, ´mirá, voy a ver en qué te puedo ayudar´. Él le habló a don Mariano, su papá, que era una persona muy conocida e influyente en Standard Fruit Company. Nos sacó una cita con Jonathan Bass. Don Jonathan y sus ejecutivos nos atendieron, a mi hermano y a mí. Fuimos a la reunión con don Mariano y Arturo. Don Mariano nos presentó como personas jóvenes, correctas, dispuestas a trabajar. Les dijo que si nos daban un contrato íbamos a ser leales, y que si iba a haber un crecimiento bananero, que nos tomaran en cuenta y nos ayudaran. 216


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“Uno de los requisitos para ser tomados en cuenta era el factor semilla. No estaba en práctica el cultivo por tejidos, por meristemos. Entonces, toda la semilla tenía que ser producida en semilleros, entonces. Lo que nos dijo Standard es que para ser considerado dentro de la lista de productores que habían solicitado para convertirse en bananeros teníamos que contar con un semillero. Nos dijeron que pensáramos en un semillero de 20 a 30 hectáreas, que poco a poco se podía ir sembrando la finca, pero que era muy difícil sin el semillero ser siquiera tomado en cuenta. Nos asignaron a una persona en producción, en ese entonces, el ingeniero Medrano, y a cargo de él estaba don Víctor Hugo Vargas, el gerente de productores independientes”.

Enorme semillero de banano “Al cabo como de seis meses volvimos a tener una cita para ver cómo iban los avances, y resulta que no eran ni veinte ni treinta hectáreas, sino ochenta hectáreas de semillero. Esa fue la gran sorpresa que ellos se llevaron. “Después de que teníamos ochenta hectáreas de semilla, la compañía ya se interesó en nosotros. Decían que desgraciadamente no nos podían dar un contrato en ese momento, y nosotros lo que les dijimos es que, a sabiendas de que sí estaban sembrando fincas de Standard, les hacíamos el ofrecimiento de que sin que importara que fuera para un contrato nuestro o no, les poníamos a disposición la totalidad de la semilla para la expansión de ellos. Le vendimos parte de nuestra semilla a ellos. “Simultáneamente les habíamos hecho el ofrecimiento 217


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a Del Monte, donde nos dijeron que no, y a Cobal, que es de Chiquita. Cuando ellos nos dijeron que sí, ya Dole nos había dicho que sí quince días antes… “Desde que fuimos a la reunión hasta que nos dijeron que sí transcurrieron unos meses. Entonces, aparece un contrato por 200 hectáreas de banano. Es ahí donde también me gustaría agradecerle a don Víctor Hugo Vargas como gerente de productores independientes, que ha sido una persona con mucha visión hacia el productor nacional. Él fue muy importante para que el crecimiento de los productores independientes se diera dentro de Standard Fruit Company. “Siempre hemos creído que hay dos personas que nos ayudaron muchísimo: don Mariano Zúñiga, porque sin su padrinazgo hubiera sido más difícil, y don Víctor Hugo Vargas, que después de un tiempo de conocernos, cree en nosotros. Fue tanto así que de 200 hectáreas pasamos a 300 hectáreas tres meses después. Apenas estábamos haciendo drenajes, y otros tres meses después, se le convence de la idea de sembrar al otro lado de la carretera, en total, dio 444 hectáreas, o sea, toda la finca Carrandi, que se llama así porque pertenece al distrito tercero, que se llama Carrandi. “Como sembramos a los dos lados de la carretera, siempre pasamos la fruta por debajo del puente de la carretera, por debajo del puente del río Cuba. Para empezar era muchísimo. “En ese entonces, en el sector nos veían a nosotros como nuevos, y que la nuestra era un área muy grande para productores nuevos. Los productores tradicionales preguntaban ´¿quiénes son? ¿por qué ellos?´. El gremio era muy tradicional. Todo lo manejaban por los apellidos y los nombres. 218


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“Después aparece que teníamos otra finca, que también había sido arrocera, Desarrollo Industriales Montebello, y que también íbamos a sembrar banano. La historia de esa finca es interesante. Nosotros la sembramos de arroz. Era de los Rossi, y la veía don Hernán Rossi, que era un ganadero ejemplar. También tenían la famosa Saborío, que es la finca donde están las lagunas de Saborío, y que ahora está a cargo de don Jorge Rossi. Esta finca, por la relación que había con los Rossi y con don Mariano Zúñiga, que eran socios en Santa Clara, resultó atractiva para nosotros porque Arturo me comentó que la habían ido a analizar para banano, y que las aguas no tenían salida. Don Hernán se iba a vivir a Canadá, quería vender la finca y Arturo me dijo, ´mirá , no la compramos porque nos dijeron que no salían las aguas, por qué no le entrás para sembrarla de arroz?´. Cuando eso, no éramos bananeros, les hicimos un ofrecimiento y la compramos a un precio muy diferenciado. Cuando la compramos, eran puros potreros, y siempre la quisimos para sembrar arroz. Es más, se sembró de arroz. Cuando eso ni siquiera teníamos en proyecto sembrar banano en Carrandi. “Pero después de que apenas estamos sembrando Carrandi, le digo a mi hermano ´Saborío tiene que ser sembrada de banano´. A mí me emociona el reto de hacer las cosas. Voy y le encuentro la salida a las aguas. Está a la par de finca Bananita, que era de Del Monte. Llego a una negociación en la que me tienen que dar un pase para recavar el canal. Conseguimos sacar las aguas de estas tierras y empezamos a drenar. De nuevo, don Víctor Hugo Vargas nos ayudó muchísimo. Él siempre fue una persona que nos tuvo fe. Él ha sido la persona que creyó en nosotros. Con Montebello es cuando 219


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nace el crecimiento nuestro con Standard, a la par de varios gerentes, como Jerry Briceca. Y en eso aparece un Peter Gillmore, quien nos da la mano con el resto del crecimiento nuestro. Seguimos sembrando parejo… Después de Carrandi sembramos Saborío, y aparece que cuando estábamos sembrando Montebello, en el 91, ya Carrandi estaba produciendo. Producía desde finales del 89…”.

El inicio de un gran productor bananero “El 19 de diciembre de 1989, el día que estábamos celebrando años de casados, se empezó la primera corta en Carrandi. Precisamente la primera fruta se cortó ese día. Año y medio después, cuando estábamos sembrando Montebello, apenas, se vino el terremoto de Limón, del año 91. Teníamos como un 75 por ciento en drenaje subterráneo. Con el terremoto todo quedó dañado. Dejamos enterrados más de cien kilómetros de mangueras, que habían tenido un costo altísimo. Tuvimos que hacer la finca nueva. Los secundarios estaban a doscientos metros, así que tuvimos que meter uno en el centro, uno de por medio, abrir terciarios, y hacer la finca nueva en drenajes. No todas han sido maduras, qué va, ha sido durísimo. “Poco antes habíamos tomado una decisión que, a la larga, nos salvó. Nosotros teníamos el financiamiento con el Banco Nacional en Carrandi, y los intereses eran monstruosamente altos. La baja productividad por los drenajes y los altos costos financieros nos estaban matando. Teníamos que tomar una decisión. Lo que teníamos como ingresos no nos alcanzaba para seguir haciéndole frente a la situación. Toda la deuda estaba 220


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en colones, y todos los productores bananeros tenían sus préstamos en colones. Nosotros nos atrevimos a pasar la deuda en dólares. Pusimos en garantía todo el patrimonio familiar, con cédulas hipotecarias del hotel, y conseguimos que el Banco del Comercio creyera en nosotros y que nos financiara. Le pagamos al Banco Nacional y dolarizamos. Eso nos bajó los pagos a menos de la mitad. Fue en eso que se vino el terremoto. Al bajar esos pagos, nos daba la plata para rehabilitar la finca Carrandi. “Fuimos la primer finca del fomento bananero de esa época que dolarizó. Muchos de los problemas que hay hoy en día es porque muchos productores no lo hicieron a tiempo. En el Banco del Comercio se asustaron después del terremoto, pero nos dieron una prórroga de no pago de intereses mientras nosotros nos acomodábamos. Ese momento fue durísimo. No podíamos meter máquinas, metimos paleros y se rehabilitó la finca. “Después apareció una oportunidad de adquirir fincas que estaban en problemas financieros. Específicamente salieron a licitación unas fincas de CORBANA, Bananera La Flor, que hoy es bananera Carrandi C, que era una finca de cien hectáreas, y finca Banasol, como de cien hectáreas, que está en Estrada, y pegamos con finca El Encanto, de Dole. “Entramos en la licitación. Íbamos a entrar con una finca. Recuerdo que yo andaba de vacaciones en Estados Unidos, y me llamó mi hermano para preguntarme cuál de las dos fincas. Yo le dije que le entráramos a las dos. Le dije ´hagamos cualquier enredo entre nosotros dos para cumplir, pero le podemos hacer frente a las dos fincas´. “Fue un impulso agresivo de crecimiento. De paso, 221


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CORBANA también tenía una finca que no era de banano, sino que estaba conformada por un montón de parcelas. Se llamaba ´Biotecnología bananera de Costa Rica´, y estaba frente a la finca Turquesa Dorada. Esa finca medía 125 hectáreas. No estaba sembrada de banano. Estaba en potreros y tacotales. “Empieza la rehabilitación de bananera ´La Flor´, que se fusiona con Carrandi, ahora es Carrandi c, mide 261 hectáreas, así como Banasol, donde compramos otras parcelas, y hoy en día mide en producción 240 y resto de hectáreas. Carrandi c y Banasol han sido proyectos nuestros a partir de la segunda mitad de los 90. Empecé a generar cambios, después compramos ´Bananera Chirripó´ y ´Bananera Boston´, que era de don Ernesto Ruiz y don Mario Guardia. Ellos le llamaban ´La Corporación´. Íbamos a comprar una, pero hicimos un paquete, porque casi todas estas fincas pegan. Arrancamos en Boston y todas van pegadas. Ahora nosotros arrancamos en Boston y vamos dando vuelta: Boston pega con ´Chirripó´ y con ´Carrandi´; ´Carrandi´ pega con ´La Flor´, que es Carrandi c; ´Carrandi c´ pega con ´Palo Verde´ y ´Palo Verde´ pega con ´Bioban´ por un lado y ´Palo Verde´ también pega con ´Montebello´, que pega con ´Banasol´. Son como dos mil hectáreas. “A su vez, ´Banasol´ pega con ´Limón Fruit a´, ´Limón Fruit b´, ´Limon Fruit c´, que eran antiguamente conocidas con otros nombres. Las fincas a y b eran ´La Luisa´ y ´Bananera Lagartos´, respectivamente. Las dos eran de don Rodolfo Gutiérrez. La ´Limón Fruit c´ era la antigua Miluca, que luego también se llamó Sendel… “En total, andamos como en 4300 hectáreas, desarrolladas en 18 años, desde que empezamos con el semillero. Sólo Caribana ha crecido así, con ese ritmo 222


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nuestro�.

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Lo que hizo la diferencia “Nosotros teníamos una alternativa cuando sucedió lo del terremoto, o era vender o era hacerle frente. Una de las enseñanzas en el caso operativo, es que hasta entonces cada finca tenía un gerente. Se le conocía precisamente como gerente de finca. Yo estaba metido en la toma de decisiones y en el empuje, pero nunca manejando la finca. Estaba como detrás de todo, en el contacto directo con la base administrativa, con los administradores de finca y los capataces. Eso sí, yo no tenía contacto directo con la gente, como sí lo tenía cuando sembrábamos arroz, cuyo caso es distinto, porque son pocos empleados y más maquinaria. La del arroz es una operación más chiquita. “Pero, a partir del inicio de los 90, me pongo al frente de la parte operativa. Desde entonces, estoy al frente de todas las fincas. Tengo gerentes de producción, igual con el banano que con la piña. Pero quien está al frente de todas las fincas soy yo. Creo que eso ha hecho la diferencia. “Casi todos los negocios que tenemos son de oportunidad. Eran fincas con problemas financieros y de producción, problemas muy grandes. Desde ese entonces se contaba con un equipo muy completo, no solamente en producción sino también en el campo administrativo”.

Grandes aportes al sector “Por eso es que el grupo evoluciona. Es donde uno se siente satisfecho del aporte que ha podido hacer. En el momento en que nosotros llegamos, la industria bananera sufría por una enorme pasividad, un conformismo, un sentimiento de que no había nada por mejorar, que todo estaba inventado… 224


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“Tal vez por ser nuevos en la actividad, con nosotros se desarrolla una tecnología de prácticas agrícolas en los domos que mi hermano también menciona como un gran aporte nuestro. También desarrollamos una deshija que ya la han perfeccionado otros. Lo cierto es que los primeros pasos de deshija unidireccional los dimos nosotros. Hoy en día otros la perfeccionan, y hemos ido a copiar a otro lado las mejoras que les han hecho, pero eso lo inventamos en Montebello. “Otro aporte es la cosecha con tres hombres. Antes la cosecha era con cinco hombres. Nosotros iniciamos con las cuadrillas de tres hombres. Antes había concheros y carreros. Ahora el conchero es carrero. Antes era un cortador, dos concheros y dos carreros. Fuimos nosotros los que pasamos a cuadrillas de cuatro, con un cortador, dos conchando y un carrero, pero se turnaban los tres. Ahora tenemos un cortador y dos concheros que también son carreros. Eso disminuye el costo mientras que el rendimiento es igual. Se llama ´reingeniería de procesos´. “Además, en la parte laboral, nosotros implementamos un sistema de bonificaciones para la parte administrativa productiva, de acuerdo a la productividad, con un bono para capataces, administradores y supervisores; también implementamos un plan adicional de pensiones, además de los existentes… A estas bases de administradores, supervisores, bodegueros, les tenemos un plan adicional. ¿Cómo nace? Después de estar viendo a algunos trabajadores de mayor edad que venían como paleros, y uno se decía, ´mirá, este señor era capataz en tal parte, y volvió a ser palero´, gente que era conocida desde hacía muchos años, y que ahora andaban paleando, porque a lo mejor habían cumplido su ciclo en la parte 225


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administrativa, con eso se me vino una inquietud… No quería que le pasara a la gente que trabaja conmigo. No quería que después de varios años, en lugar de velar por el futuro de ellos, tuviera que darles trabajo como paleros. La inquietud era crearles algún tipo de sistema, aparte del sistema de pensiones. “Todo nació porque se dio un aumento de 2 por ciento en la cotización. Le agregamos otro 2 por ciento, y lo metimos en BN Vital. Dichosamente apareció un plan adicional por ley, que ellos tienen ahora. Así que cuentan con tres: el de la Caja Costarricense del Seguro Social, el que establece la Ley de Protección al Trabajador y el nuevo, que es el nuestro. “Lo hice con una regulación, y es que en cinco años no pudieran tocar ese fondo. Al que lo tocara, yo le dejaba de cotizar. Eso era con el objetivo de enseñarles a ellos que después de cinco años iban a tener una suma significante de ahorros. Uno sabe que la bola de nieve de las pensiones empieza después de los diez años, algunos ya tienen siete años y tienen sus milloncitos guardaditos. “Venderles la idea no fue fácil, pero aceptaron. También tienen asociación solidarista, que es una gran cosa”.

Trabajamos sin miedo “Trabajamos sin miedo a los retos ni al futuro. ¿Será porque nos educaron así? Recuerdo que estando yo recién graduado, cuando empecé a trabajar en la discotheque, hubo un problema con un trabajador. No sé si mi mamá se acuerda o no. Ella se levantó, y me preguntó que por qué me veía tan preocupado y triste. Le conté que tenía 226


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un problema con un trabajador, y me dijo ´mira, hijo, si yo quedé viuda, con cuatro hijos muy pequeños, sin saber el idioma, y pude salir adelante, yo creo que usted siendo hombre y joven puede hacer cualquier cosa y va a poder hacer lo que quiera en la vida´. Es la mayor lección que he podido recibir en la vida. “Poco a poco, comencé a entender, como me lo decía don Sergio Carballo, superintendente por parte de Standard, que el negocio del banano es un negocio con mucha gente involucrada. Comencé a entender que ya no era una cuestión solamente de salarios o de beneficios económicos. En realidad, el activo más importante es la gente. Ni siquiera la tecnología supera a la gente. Ya andamos en cuatro mil y resto de personas, y no digo que todo sea perfecto, pero sí hay reglas muy claras en esta empresa, y toda la base administrativa lo sabe… Por ejemplo, a ningún trabajador se le quita un solo cinco... “Comencé a entender que la parte humana había que manejarla de alguna manera. Mucho se demostró agarrando fincas con problemas. Lo único que hicimos fue ordenarlas. Siempre hemos dicho que los derechos del trabajador tienen que ser cumplidos: el salario del trabajador es sagrado y sus derechos también son sagrados. Eso hay que transmitirlo a toda la organización. “También se comenzó a entender y a dar a entender ante las comunidades, de alguna y otra manera, que el Grupo Acón está también para el desarrollo de los pueblos…”.

“Vivo en la finca” “Nosotros vivimos en la finca. No somos de los 227


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empresarios que viven en San José. Somos bananeros que vivimos en nuestras fincas. Eso nos permite compartir con nuestros trabajadores las necesidades de las comunidades. No somos productores de visita, ni de vista, que vivimos en San José y venimos de visita. Nada de eso. “Por ejemplo, después del terremoto, a la última casa a la que le llegó agua fue a la mía. Después del terremoto, a la primeras casas a las que les llega la electricidad es a las del cuadrante. La gente lo ve, lo siente, lo palpa… Uno sabe cuando lo estás diciendo de palabra y cuando de corazón… “Otro ejemplo: en nuestras fincas, no existe una filosofía restrictiva para el personal femenino. Tampoco en las plantas empacadoras hay restricciones. Nunca nos hemos cuestionado por qué hay tantas mujeres en nuestras plantas empacadoras. Soy como padrino de un montón de chiquitos, porque nos ha tocado cubrir un montón de obligaciones. Creo que parte del balance y la estabilidad socioeconómica parte del trabajo para las mujeres y las madres solteras. Nosotros nos encargamos de que, en las comunidades en las que tenemos fincas, ellas tengan alguna oportunidad para trabajar”.

Ahora, productores de piña “La piña empezó hace tres años, cuando la finca bananera Santa Clara pasa por una etapa en donde el banano resulta ruinoso para ellos por la productividad y los altos costos. La Standard Fruit era socio de algunos productores independientes, y deciden vender la finca, pero los productores independientes deciden que la finca se venda a cualquiera menos a la misma Standard. En ese 228


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momento nos invitan a participar como productores de la compañía. Nos invitan a que participemos en la compra de la finca. La Standard como compañía confiaba en que le íbamos a dar un buen uso a la tierra, y para lo único que se visualizaba era para piña. “De nuevo nace la oportunidad, licitamos para la compra, y los socios de Santa Clara deciden que se venda al grupo nuestro. Son 1.120 hectáreas de área bruta, y en este momento tenemos 700 hectáreas de piña. “Nace otro contrato con Dole. Ellos se comprometen a que nos darán seguimiento y asistencia. Empezamos a agarrar experiencia. Al ritmo que veníamos sembrando, definitivamente era muy lerdo para las proyecciones. La gente se puede preguntar ´¿por qué crecieron?´. Bueno, veíamos que en el negocio, la única manera de poder ser competitivo era yéndose a escala de volumen, para poder tener mejores precios en la compra de insumos y tener posibilidades de vender fruta que sólo en escala de volumen podés ofrecer a los clientes. “Se decide entrar en piña con la misma filosofía que tenemos en banano, con el mismo esquema de comercialización, agresividad en la comercialización… Veamos un ejemplo en banano: en más de una finca, después de estar en 1.700 cajas por hectárea, en un año pasamos a 2.200 cajas, y pretendemos llegar a 2.500 cajas por hectárea… “En eso vemos la finca de los hermanos Arias, finca Santa María, en río Jiménez, aparece la oportunidad y se entra en una negociación con ellos. Todo lo que estaba en potreros pasa a producción de piña. “Así hemos ido, poco a poco, y ya tenemos tres mil hectáreas de piña. Después de Santa María, aparece una oportunidad con otra finca, Finca Carolina. El banco 229


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BCT nos la pone en las manos. La finca es de banano. Son 230 hectáreas. Producía 900 cajas de banano por hectárea. Estaba muy mal, así que en el primer año decidimos que lo mejor era ponerla a producir piña. Pero la gente ha estado cuidando el trabajito, poniéndole amor, esa voluntad que la gente le pone, ya estamos en 2.500 cajas por hectárea. Es una finca que se sostiene, que cuenta con buenas condiciones de pago, y sin poner un solo cinco del Grupo Acón, con apoyo del banco, ha salido adelante. “Gracias a nuestro trabajo y que no le hemos tenido miedo a los retos, ya somos los clientes más grandes del Banco BCT, y por eso ellos mismos nos han puesto más de un negocio en las manos. Igual nos ocurre con Dole. Hemos hecho negocios de oportunidad…”.

Las fincas de Ticabán “También nos apareció la oportunidad con las fincas de El Colono, con don Alberto Castillo. Es el negocio más rápido que hemos hecho en la vida. Fuimos a ver las fincas de Ticabán, las famosas ´Ticas´, nos sentamos un 31 de diciembre y nos pusimos de acuerdo. Y como una semana después nos pusimos de acuerdo con la finca Ventura. Ahora las estamos transformando en fincas de piña. Son como 700 hectáreas brutas, se quedaron como 200 hectáreas en banano, y ahora todo lo demás está en piña. “Sé que tenemos mucho, y que es demasiado para que lo vea una sola persona. Para ver todo, lo que hago es rodearme de buena gente. Hemos ido construyendo una organización administrativa en la que confiamos. Para mí, el mejor aporte, yo creo que ha sido el haber despertado

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en tantísima gente buena, profesional, esa habilidad de ser creativos y de ver que en un mundo competitivo, una industria competitiva, siempre hay espacio para mejorar… Antes, cuando empezamos en la producción bananera, uno veía a ingenieros de ingenieros, con todo muy estático. Pensaban un poco en que ´lo mismo que hacían mi jefe y mi papá, lo hago yo´. “En cambio, ahora las compañías trasnacionales dan bonificaciones, que en esto, que en lo otro, y lo aprendieron de nosotros. Hoy en día las compañías cuidado que si hasta saben producir mejor que uno. Lo que nosotros fuimos inventando y creando ellos lo fueron trasladando a sus fincas propias, Dole y Chiquita, usted los ve, y es el concepto del Grupo Acón. No sé si lo tienen claro y lo admiten. Pero así fue. Por ejemplo, desde que nosotros lo aplicamos, el gerente es el nuevo dueño, y amo y principio y fin de la finca. Ese concepto es el aporte mas importante. De ahí es que la industria ha ido mejorando mas significativamente. Creo que la gente, la industria y la sociedad evolucionan de acuerdo a su estado mental, y ese ha sido para mí uno de los puntos más importantes. Usted ve que nuestros agrónomos ya no son de escritorio. Se andan fijando dónde está la plata, cómo hacer más eficientes los procesos, cómo ser más competitivos… A pesar de que es una industria muy dolida por el clima, y quizás estemos pasando por el peor momento de la industria, no me cabe duda de que estamos muy bien, y eso se lo debemos a la gente”.

“Admiro a Romano Orlich” “Admiramos a quienes también nos transmiten su espíritu de innovación. Por ejemplo, admiramos a un 231


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Romano Orlich. Hay que ver cómo ha evolucionado una CORBANA con él. Sin menospreciar lo que se hacía antes, hay que ver cómo él, con un grupo de directores, donde hay gente de la visión de un Eduardo Gómez Bodden, han transformado la visión de CORBANA. Don Romano es visionario, y ha visto en CORBANA, con todo ese material humano y ese potencial, que estaba dormido, una gran oportunidad para refrescar el sector. Hay que ver ahora todos esos técnicos aportando, mejorando la industria que tanto necesita de ellos, sobre todo si pensamos en los productores independientes. “Dos o tres años después del terremoto, pensamos en una imagen diferente de cómo producimos banano. Ahora no es la misma planta empacadora. Pensamos que teníamos que diferenciarnos en algo. Nos dijimos ´hay que mejorar las instalaciones y la infraestructura con ornamentales´. Ahí participa mi señora, Arlene Fernandino. Se incorpora de lleno en esa parte, a pesar de ser abogada. Ahora también tiene oficina, y está metida de lleno en la parte legal y laboral. Ella es quien se entiende con recursos humanos. Eso hace que uno tenga ese soporte desde el hogar. Hablamos el mismo idioma, ella conoce a toda la gente… Tenemos 18 años de casados. Si no es así, el trabajo se convierte en la peor competencia de tu familia. Tenemos tres hijos: Sofía, de 15 años; Robert, de 12 años, y Daniel, de ocho años. Ellos tres y Arlene se sienten muy orgullosos de lo que estamos haciendo en la empresa, y están de lleno en nuestras actividades. Ese es el mejor premio que uno espera”.

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Romano Orlich

El roble de Sarapiquí “Me tocó hacer finca, arrear ganado, sacar ganado desde Sarapiquí hasta Alajuela, con unos peones famosos, Basurita y Chepe Lucas, los famosos arrieros de Río Cuarto. Nos volábamos tres días caminando de Chilamate a Alajuela, tres días en el camino, con una gran arrea de 12 vacas, de 200 pesos cada vaca…”. “Cuando me metí a Sarapiquí decía mi abuela que estaba loco. Me dio la recomendación de que me bañara, me rasurara y me cambiara la ropa, que si no me iba a hacer un salvaje”. Él es la leyenda viva entre los agricultores de Sarapiquí, que entraron a esta zona cuando era inhóspita, y había que andar en mula y a pie, por entre trillos y montañas, para empezar a soñar con una finquita. Ahora, después de tener fuerza y paciencia durante más de medio siglo, Don Romano Orlich es querido y muy respetado productor bananero en la zona norte. Nos encontramos en su oficina de San Pedro de Montes de Oca. Me recibe un señorón, grande y fuerte, que parece muchos años menor de los que lleva entre pecho y espalda.

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En su oficina, lo primero que llama la atención son tres pinturas de Margarita Facio. En cada una hay un árbol querido por don Romano. “Son los tres árboles típicos de Costa Rica, el Corteza Amarillo, el Malinche y el Roble Sabana”. Son tres óleos del año 83. Atrás, en la otra pared de la oficina, que me queda a la espalda, hay una prueba de editor de Don Paco Amighetti, un paisaje de Rafael Solís, una casona vieja de las típicas de Escazú y trapiche de bueyes de Barrantes. Hay fotos de la mamá; de su esposa, Jessie Montejo Ortuño, prima de Fernando Ortuño e hija de Manuel Montejo, quien fuera gerente del Banco de Costa Rica; una foto de su hermano Luis Orlich, que falleció en un accidente aéreo en el año 58 en Zent, Limón, en una avioneta, cuando iba para un carnaval de Limón, y también hay fotos de sus nietas. -Son cuatro nietas, Gina, quien está casada; Éricka, que estudia Biología Molecular en Suiza y está sacando su doctorado, así como Mónica y Stephanie, que son estudiantes universitarias en Carolina del Norte. Sin colocar, hay una pintura de una casita en medio de un potrero, con la montaña al fondo. -Esta es la primer abra de montaña que hice yo, en 1949. Es decir, que tiene 56 años de trabajar al campo, muy fuerte, para surgir como finquero y como productor. Romano Orlich Carranza nació en San José el 14 de diciembre de 1925, pero podría pasar por un hombre de 65 años. -Gozo de muy buena salud. Debe ser el trabajo el que me conserva. Sus papás fueron Romano Orlich Zamora y Celia Carranza Volio, sobrina del legendario general Jorge Volio 234


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. -Soy sobrino nieto de Jorge Volio. Los Volio son una única familia. También venimos de don Miguel Carranza, hermano de don Bruno Carranza y quien trajo la primera imprenta a Costa Rica. Por ahí tengo el pedigrí. “Crecí en San José y San Ramón, fui a la Escuela Buenaventura Corrales y al Liceo de Costa Rica. En la escuela y en el liceo, tuve algunos compañeros inolvidables como Eduardo Yamuni, Fernando Zumbado, Rodolfo Vinocour, el doctor Salvador Gurdián, el doctor Alejandro Mayer, Armando Araúz, el doctor Manuel Waserman, el doctor Rodrigo Loría Cortés y Carlos Manuel González, el de ´El Pelón de la Bajura´. “En la escuela era buen estudiante, entre bueno y muy bueno, no excepcional, eso sí. Me gustaba mejenguear. Nunca fui un deportista muy connotado. Mejengueaba mucho, y era muy peleoncillo. No era muy especial. Era un carajillo común y corriente. “Vivíamos en el Barrio Amón. Éramos cuatro hermanos, todos hombres. Murieron dos, el mayor y el menor, queda el Doctor Claudio Orlich y quedo yo, que soy el segundo. Los dos que murieron eran Alberto, dos años mayor que yo, y el menor Luis, abogado, dos años menor que Claudio, por lo que tendría 75”.

Vida vibrante “Del colegio me fui para los Estados Unidos, a la Universidad de Cornell, donde me hice agrónomo y saqué mi especialidad en Zootecnia. “Cuando llegué de la universidad empecé a trabajar en el Ministerio de Agricultura, con Don José Joaquín Peralta, Quincho Peralta, en el gobierno de Teodoro 235


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Picado. Me tenían en la sección de ganadería, marcando vacas en la plaza de Alajuela. Había un programa de vacas no aptas para la cría. “Renuncié porque me fui con Alfredo Volio a la ´Huelga de los Brazos Caídos´, en Cartago. Siempre he sido peleón. Ahí conocí a todos los viejos importantes de Cartago, Orontes Gutiérrez, Carlos Piedra, José Miguel Jiménez, Mario Vargas… “Me fui a trabajar a San Ramón donde papá manejaba las fincas de la familia. Ahí es donde viene la parte chistosa de la vida mía. En el 46 empecé a trabajar con el IICA, cerca de Turrialba. Trabajaba con el doctor Road. Estábamos en la campaña de Ulate, un día le dieron las quejas a la administración del IICA, porque según denunciaron, yo usaba el carro del IICA para ir a Turrialba a las reuniones políticas… Me quitaron el carro, me prohibieron usarlo, y entonces compré un caballo. Me movía a Turrialba en caballo. Dejaba el caballo en Aragón. “Un día estábamos en la reunión. Por cierto que ahí estaba el papá del diputado Luis Ramírez Villalobos. El señor era farmacéutico en Turrialba. Estábamos en una reunión con él, que era secretario del grupo. Hacíamos las reuniones en la lechería de Sergio Castro, y empezó un tipo a ofender. Era un mariachi. Bajé a ver qué era la carajada, y nos agarramos. Me acomodó el primer sopapo, me tiró contra un horcón, y me le fui encima con toda la saña. Lo agarré a pescozones y lo volé al suelo, y le di por la cara. Al día siguiente me encontré con el doctor Sotero Antillón, y me contó que me iban a acusar, por todo lo que le di. Me jalaron para la Alcaldía, me encerró el jefe político que había entonces, de apellido Mejía. Como ya venían las elecciones me quitó la cédula, para 236


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que yo no votara, pero nos habían dicho que hiciéramos duplicados de cédula, por si la policía empezaba con la política de quitarnos la cédula. Yo tenía un duplicado. Me acuerdo de la congoja de ese viejo cuando me vio entrar el día de las elecciones. Mi primer voto fue en Turrialba, y voté por Otilio Ulate. Fui tan utalista, que antes, en la convención, en la campaña de Pepe y Otilio, yo iba con Ulate. “Es que la casa de mi mamá estaba a la par de la casa de Ulate. Ahí nos conocimos. Crecí a la par de don Otilio. Lo conocía muy bien. Es más, yo le decía Otilio y bromeaba con él. En eso me fui para San Ramón y dejé de verlo. “En Turrialba, conocí a Jorge González. Nos paseábamos por la acera de la tienda de Jorge, frente al parque de Turrialba. Él estaba casado con Nora Murillo, de San Ramón. Por eso, nos llevamos muy bien. “Nos paseábamos ofendiendo por la acera de Jorge y los mariachis se paseaban ofendiendo por la acera del parque. Un buen día que estábamos gritándole cosas a los mariachis, íbamos tres y al frente había otros tres; me dice Marcos Castro, nieto de don Florentino Castro, que me agarre yo con un machillo, rubiecillo. Me dije, el desgraciado de Marcos, ´mirá, no nos dejemos ofender, Romano, vos cogé a ese machillo´. Y me voy yo, muy contento, porque era más chiquitillo que yo. Me le fui a enfrentar, me dio un primer pescozón, y ´goodbye´, me puso a dormir. Me desperté en la madrugada. El tal machillo era Longardes, el campeón nacional de boxeo. Fui el día que me fue peor con los mariachis”.

De Turrialba a San Ramón “De ahí pasé a San Ramón, a las fincas de la familia, 237


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pero me echaron el 8 de diciembre del 48, porque el marzo anterior me había enrolado con Chico en la revolución. “Estuve en ´La Paz´, en San Ramón, con Chico. Estábamos José Luis Cabada, quien era ingeniero y después fue director del SNA; José Antonio del Barco; Lisímaco Azofeifa, que estuvo en los ferrocarriles; Miguel Ruiz Herrero, que después se hizo mariachi; Fidel Tristán; Rodrigo Valverde Acosta, que era un carajillo joven, de 14 ó 15 años… A Rodrigo lo comisionamos para que cortara las líneas del telégrafo. Por eso no pudieron avisar de la entrada a San Ramón. “Recuerdo que después nos atacó Áureo Morales, que vino a tomar la plaza de San Ramón. Estuvimos en ´La Paz´ como cinco o seis semanas, desde el 1 de marzo hasta que salimos, a mediados de abril. “Mi tío Aquiles Orlich era calderonista. También era tío de Chico (Orlich). Es que los Orlich Bolmarcich y los Orlich Carranza éramos figueristas y revolucionistas, mientras que los Orlich Ramírez y los Orlich Jenkins eran calderonistas. “Es que a Costa Rica llegó mi abuelo, que también se llamaba Chico Orlich, tuvo aquí seis hijos, dos mujeres y cuatro hombres. Sólo el papá de Chico se casó con una italiana. Los demás se casaron aquí: uno con una muchacha Jenkins de Atenas, Aurelia Jenkins, el hijo se llama Nicolás; otro con Blanca Ramírez, el hijo se llama Aquileo; otro con Georgina Bolmarcich, la italiana, la mamá de Chico, y papá, que nos tuvo a nosotros. “Para el 48, la familia se dividió. Dos tíos eran mariachis: Aquiles era muy revuelto, bueno, todos nosotros somos muy revueltos… Imagináte que un hijo de Aquiles estaba con el otro bando. Se fue para Nicaragua y se enfiló con los de Coyotepe, para la contrarrevolución. 238


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“Pero mejor te cuento la historia como es. Chico y yo participamos en la revolución. Como los demás. Nos ganamos el derecho peleando. Incluso vinimos a San José, después de la revolución, y desfilamos. “Cuando empezó la junta de gobierno, yo estaba en San Ramón, pero a finales del 48 me echaron. Me echó el resto de la familia, los que eran mariachis, porque dominaban en la compañía. “La historia de las divisiones entre hermanos venía de una generación antes. Mi papá, Aquiles y Nicolás eran antitinoquistas, y en el 18 participaron en la revolución contra los Tinoco. Eran los líderes de San Ramón. Es la sangre. Ese es el problema. Pepe (Figueres) en el sepelio de mi abuelo, dijo que los hijos de don Chico, entre ellos tío José, Nicolás, Aquileo y Papá, pelearon contra los Tinoco, y la siguiente generación, o sea, Chico y yo, peleamos contra la dictadura de Calderón y Picado… “Te iba contando que me echaron de la finca en San Ramón. Y, bueno, me hicieron un gran favor, porque fue cuando me metí a Sarapiquí”.

En Sarapiquí “Me dijeron que en Sarapiquí había tierra libre. Me echan mis tíos y mis primos, y me vengo para Sarapiquí. Llegaba caminando hasta Chilamate de Sarapiquí. Me venía a pata desde Vara Blanca. Así llegué la primera vez. Después me fui adentrando más. Llegábamos a Cinchona, después llegamos a Cariblanco, después bajábamos el Congo y llegábamos hasta San Miguel. En ese ´telele´ ya nos dio el año 53, y Chico Orlich era Ministro de Obras Públicas en tiempos de Figueres, en la primera presidencia legítima de Figueres. Chico nos

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consiguió unos bonos de café. Nos los dio para hacer caminos, pero con la condición de que no se podía perder plata. Chico era muy estricto. Teníamos que retirar los bonos del ministerio, vendérselos a don Mariano Tovar o a don Porfirio Morera, de Alajuela. Nos cobraba hasta el 36 por ciento de descuento. De esa forma empezamos a trabajar en los caminos y llegamos hasta La Virgen. Tenía yo 23 años. Así que ahora tengo más 56 años de vivir en Sarapiquí. “La finca se llama ´La Rebusca´. Antes de ´La Rebusca´ estuve en Chilamate. Ahí me tocó hacer finca, arrear ganado, sacar ganado a Alajuela, con unos peones famosos, Basurita y Chepe Lucas, los famosos arrieros de Río Cuarto. Nos volábamos tres días caminando de Chilamate a Alajuela, tres días en el camino, con una gran arrea de 12 vacas, de 200 pesos cada vaca… “En el corral de Gilberto Barrantes empotrerábamos, Gilberto vendía el ganado en la plaza, en Alajuela, fui muy amigo de él, que era el lechero más modernizado y más emprendedor de la zona”.

“Decían que estaba loco” “Cuando me metí a Sarapiquí decía mi abuela que estaba loco. Pasaba una temporada y venía otra… Seguíamos abriendo montaña. Había mucho animal. Tal vez una anécdota. Ya me había casado, y mi mujer me regaló un reloj Seiko Cinco, con números fosforescentes. Una noche, habíamos estado hablando de casería, que el tigre aquí y que el tigre allá… Apagamos la candela como a las siete para dormir, porque uno se acostaba muy temprano y se levantaba de madrugada. Me dormí. Yo me dormía sobre el brazo. En la noche, sentí algo que 240


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me chupaba la planta del pie, me desperté espantado de ver un lamparón verde, y pensé, ´jueputa, me comió el tigre´. Uno arrollaba el pantalón y lo ponía de almohada. Cuando hice a levantarme, quité el reloj de la visión y se fue el tigre. Agarré el foco y la pistola, me preparé para enfrentarme con el bicho, y era un ternero. Se había soltado el condenado ternero. Yo no me había bañado y me estaba chupando la sal del pie. Al principio yo pensé que era el tigre porque vi de golpe lo fosforescente del reloj. “En aquellos años, la vida del campo era muy difícil. Imaginate que al principio vivía en un rancho. Así pasé unos tres, cuatro o cinco años. Después uno va haciendo casillas… “Cuando la cosa iba mejorando, me vine de la montaña para el Ministerio de Agricultura, en el gobierno de Otilio, en el 52. Claudio Volio era el ministro, y era pariente mío. Yo era encargado de ganado de carne. Estuve un tiempo entre el ministerio y las fincas, porque nunca dejé de ir a la montaña, aunque fuera de viernes a domingo. Qué va. Si ya me iba costando mi tiempo y un esfuerzo de los diablos”.

Padre de Los Diamantes “Siempre jalé más hacia la zona. Por ejemplo, a mí me tocó recibir la Estación Experimental Los Diamantes, en Guápiles, cuando la entregaron los gringos, porque esa finca había sido de los gringos para producir hule para la Segunda Guerra Mundial. Entré en una avioneta de Míster Ellison, el Macho. Yo trabajaba en Stica, que era como una agencia de cooperación de Estados Unidos. STICA significaba ´Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola´. Era parte del famoso ´Punto 241


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Cuatro´ de Truman, que dio pie a que nacieron la Agencia Interamericana de Desarrollo (AID). “Cuando recibimos Diamantes, no se había abierto la cuenta bancaria, así que la primera planilla de Diamantes, siendo ya del Estado, la pagué de mi bolsa. Me acuerdo como hoy que fueron 70 mil pesos. Nos llevó Roberto Alfaro en una avioneta. “También me tocó inaugurar los programas de inseminación artificial en El Alto de Ochomogo. También hicimos la Estación Experimental de Capulín, en Liberia, y la primera exposición de ganado en Liberia. En ese momento ya estábamos en el gobierno de Figueres. Recuerdo que me mandó Pepe a Estados Unidos a comprar cien toros, para un programa grande de mejoramiento en Guanacaste. Fui con David Stewart, y nos costó mucho conseguir cien toros buenos, así de golpe, rápido… “Seguí en el ministerio, fui director general y viceministro con Pepe. Después fui ministro un tiempito cortico, tal vez ni mencionarlo porque fue muy corto el tiempo, supliendo ausencias, nada más. “Después, en el gobierno de Chico, él me nombró presidente del ITCO. Salazar Navarrete era mi gerente cuando yo era presidente de la junta del ITCO. La otra pieza clave del ITCO fue Yoyo Quirós. Como hermano yo de Yoyo. Don Elías Soley Carrasco era el Ministro de Agricultura, y don Eduardo Lizano Fait estaba en Planificación, o algo así, con un señor Eugenio Vargas, que era el boticario de Nicoya, y José Francisco Jiménez Lutmer… Ve cómo me acuerdo de todos los nombres. “El Instituto de Tierras y Colonización (ITCO), que después se llamó IDA, nació con Chico, y ahí me tuvo Chico hasta que nos echó Trejos”.

Cariari 242


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“Abrimos Cariari… Hubo un momento en que perdimos las elecciones. Entonces, estábamos con el proyecto de Cariari entre manos. Dijimos que se iba a terminar Cariari, que teníamos que terminarlo nosotros. Por acuerdo de la junta, concentramos todo el equipo del ITCO en Roxana y La Rita. Arrancamos trabajando 24 horas diarias, con tres turnos de trabajadores. Sólo se paraba para engrasar y seguíamos. Ahí se afincó Ramiro Castillo, se casó con Nora Arias, y andaba feliz con un D 6 nuevo. Se encargó de la coordinación a Rodrigo Chaves, de Atenas, quien ya trabajaba en el ITCO. “Mientras tanto, yo pasaba a ratos con la finca. Iba sábados y domingos, iba por Vara Blanca… Ya en el año 66 me desentendí completamente del gobierno. Me había separado del ministerio antes, un año antes. “Después de ayudar en los gobiernos de Otilio, Pepe y Chico, siempre en agricultura, me quedé en Sarapiquí, no volví a San José. Empecé a producir ganado. Tenía esa finca de Chilamate, y mi papá tenía otra en San Miguel. Los dos teníamos cría de ganado. He sido ganadero toda la vida. Es lo que más me gusta. Tengo finca de ganado. Debo reconocer que me gusta más que el banano, pero la producción bananera también me interesa mucho. Lo que pasa es que el ganado es tranquilo, el banano es muy dinámico… Al ganado con sólo verlo comiendo usted descansa. “Me hice bananero en el año 90. Le vendí la mayor parte de mis fincas de ganado a Chiquita. Me las pagaron muy bien. Uno como agricultor viene a ver la plata cuando vende. Antes no ve nada. Ya había tenido otros negocios en San José, tuve una famosa empacadora de carne que se llamó Pecosa, en Barranca de Puntarenas, 243


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la mejor planta empacadora que ha habido aquí en Costa Rica, por lo menos en el momento en que yo la tuve. La tenía con un cubano, Alberto Roque. “Ya había hecho mucho como ganadero, y empezar como bananero me llamaba la atención. Incluso, antes de tener la empacadora de carne, fui gerente de Montecillos durante un año. Oiga esto: fui reelecto con 107 votos contra 3, pero no me dejaron ocupar el cargo porque era con una terna que había que presentarle al consejo. Yo era contrario al gobierno, estábamos en el gobierno de Trejos, entonces Rodrigo Riggioni, que era gerente del CNP, la institución que manejaba Montecillos, y ´Macho´ Iglesias, Guillermo Iglesias, el Ministro de Agricultura, decidieron que, a pesar de que gané la terna, no debía ser yo el gerente. Rodrigo, que era amigo mío, me dijo ´Romano, vos ganaste, pero perdonáme, tenemos instrucciones del gobierno de que no ocupés la gerencia´. Entonces nombraron a Luis Felipe Ramírez, el vendedor del ganado de los Riggioni en Alajuela. “Después estuve en Pecosa varios años, no recuerdo cuántos. Matamos mucho ganado. Exportábamos la carne. Imaginate que hice junto con Miguel Ángel Rodríguez la primera exportación de carne a Israel en tiempos de Daniel Oduber. “El embajador de Israel y Daniel se empeñaron en que había que hacer una negociación a cómo diera lugar entre los dos países. Entonces, a pesar de los precios altos de la carne de Costa Rica, hubo un acuerdo entre gobiernos de que había que comprarnos. Nos compraron 5 mil toneladas. “Como no podía producir toda la carne en Pecosa, invité a Miguel Ángel, que era mi competidor, para que tomáramos ese reto juntos. Él empacaba en Gisa, en 244


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Guanacaste. Su empacadora era más grande que la mía, pero yo fui el que hice el negocio. Lo invité a formar parte del reto, y la verdad es que Miguel Ángel era un carajo muy trabajador. Siempre fue muy ambicioso y muy agradable, muy educado y era aun un tipo joven. El suegro de él, Manuel Emilio Clare, había empezado con el negocio de la carne. Así fue como Miguel Ángel empezó a trabajar en eso, porque él nada que ver con agricultura ni ganadería, es economista y abogado. “Había muchas plantas empacadoras y poco ganado, así que en tiempo de Daniel Oduber, Juan Arrea, que era gerente del Banco Central, empezó a decir que eran muchas plantas para poco ganado. Se hizo un negocio que yo creo que lo idearon entre Tomás Batalla y Miguel Ángel, para eliminar una planta empacadora, Tomás Batalla tenía una en Alajuela; Miguel Ángel en Guanacaste; Roberto Rojas estaba con ´El Arreo´, con un grupo de ganaderos, Santi Ovares, Ronald Let, Quintín Rojas, de San Carlos; Fernando Retana, Herrera de Venecia, Chale Guillén… Pero prácticamente los dueños eran Roberto y Santi. Además, la Cooperativa Montecillos tenía una planta en Barranca y otra en Alajuela, y nosotros también… “Se decidió que había que eliminar una empacadora, que había muchas. La verdad es que la única empacadora que no estaba en proceso de ruina era la nuestra. Era la única que tenía valores libres, patrimonio… Entonces el Banco Central, con Juan Arrea al frente, prestó la plata para cerrar Pecosa. Fue un buen negocio para todos. Era la única que se podía cerrar. Había que entregar bienes, todos los demás estaban en proceso casi de quiebra… “De nuevo, eso lo habíamos hecho de la nada, con base en el nombre y en el crédito. Había conseguido 245


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algo de plata con Codesa y Daniel me ayudó. Al final, hubo que vender. Yo no me puse de tonto a pelear. Hice efectivo parte del patrimonio. Eso me permitió comprar más fincas en Sarapiquí…”.

La Rebusca “Con la plata que me dieron de la venta y el cierre de la empacadora de carne, compré ´La Rebusca´ a Fabio Ruiz. Se llama ´La Rebusca´ porque la compré muy barata y en muy buenas condiciones. Después compré ´La Chamaca´ a un carajo Avendaño, que le decían ´Chamaco´ Avendaño (qdDg). Se llama Chamaca en honor a Chamaco. Y también compré ´La Chiripa´. Se llama así porque fue un chiripazo comprarla. La iba a rematar el banco. “Llegué a tener mil cabezas de ganado ahí, entre las tres fincas. Después, como te conté, Chiquita me compró la mayor parte de esas tierras. A Chiquita le vendí lo que hoy es Cocobolo, Gavilán y Roble, tres fincas de banano de Chiquita. Le vendí ´La Chiripa´ al ITCO, y el ITCO la loteó. Yo sólo me dejé ´La Rebusca´, porque al hacer el muestreo de suelos para banano, el Doctor Gaugel, que era el especialista que estaba probando los suelos de esta finca, me dijo ´esto es pura mantequilla´. Entonces, yo me la dejé porque era la mejor tierra, porque me puse a pensar, ´Chiquita me está comprando, Chiquita, bueno, la Yunai, como decíamos nosotros, no se llamaba Chiquita, se llamaba United Brands, tiene cien años de estar en banano, conocen el negocio, me están comprando porque el negocio es bueno y yo me estoy dejando el mejor pedazo, no tengo nada que perder´. “´La Rebusca´ es una finca de 123 hectáreas. Tengo 246


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sembrado de banano 101 hectáreas. Aquí vivo yo. Aquí atiendo a mis amigos. Paso aquí de miércoles a domingo. Ahora los martes voy a la Junta Directiva de CORBANA, soy el presidente de la junta, y es una experiencia muy bonita, muy interesante. Me ha tocado una época de gran cambio, tiempos muy duros para la industria. Por mi formación profesional le he dado mucho énfasis y en cierto modo he reorganizado lo que es investigación y asistencia técnica. “Mi formación profesional fue fundamentalmente en investigación y trabajé mucho con STICA dando asistencia técnica. Me di cuenta de la necesidad del campesino de que le lleven la asistencia técnica. “Tengo una anécdota sobre esto, que he escondido hasta ahora, la he guardado como un secreto. La Standard Fruit Company tenía como gerente a Joel Lloyd. En Diamantes se firmó un contrato de una hectárea de banano de una nueva variedad, que se llama Valery. Era el banano para empacar, el primero para exportar en cajas… “Yo era director de la Estación Experimental Los Diamantes. Estábamos en tiempos de Figueres, con Yoyo Quirós de Ministro de Agricultura. A la par de esa hectárea se sembró otro lote, como que a escondidas. Esa hectárea tenía un contrato muy cerrado. No se podía tocar, ni repartir. Se tenía para investigación y era un asunto secreto de la Standard, pero a escondidas. A la par fuimos sembrando otro lote con hijos de ahí. Ese segundo lote no tenía contrato. Para esos años, yo soy presidente del ITCO, y en ese momento también director de Los Diamantes… Yo recordé que Chico en su campaña ofreció sembrar Bataán, y pensé que teníamos que sembrarlo con esta variedad nueva”. 247


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El robo de la semilla “En eso Chico me pide que hay que sembrar Bataán, y yo ni lerdo ni perezoso. Yoyo me dice ´Romanito, ¿por qué no nos llevamos un poco de semilla?´. El ingeniero Juan Rafael Lang, quien después fue subgerente de CORBANA, trabajaba conmigo en Los Diamantes, e ideamos la manera de sacar la semilla para Bataán. Hasta el tren era operado por Standard. El jefe de los trenes era Alberto Amador, y le bailamos la sueca. ”Te cuento nuestra fechoría: le pedimos dos carros de ferrocarril para transportar el menaje de casa de Juan Lang a Bataán; en la noche lo cargamos de banano, y se fue la semilla de la Standard para Bataán. La sembramos, tranquilamente, y de pronto, me llama Chico a la Casa Presidencial, y me dice, ´Romanillo --sólo así me decía- venite, porque hay una gran torta aquí y dicen que es culpa tuya´. Me voy yo para la Casa Presidencial, iba asustado, entré por la guardia presidencial y me dice la secretaria, con la mano, que me van a barbear. Entré más asustado de lo que venía. Estaba Chico sentado en el escritorio. También estaban Mario Quirós Sasso, que fue el primer Ministro de la Presidencia; Mariano Anderson, el abogado de la Standard; Mister Lloyd y el embajador americano, que era medio mexicano. “Me dice Chico, ´Romanillo, estos señores te acusan de que vos les robaste un banano´. Chico era ronquetas para hablar, y cuando quería enojarse o hacer teatro, se ponía más ronquetas. ´Dicen que vos les robaste un banano especial de ellos y que había un contrato en el que decía que no se podía tocar´. Yo le contesté ´Chico, yo no me he robado nada´. Se mete Míster Lloyd ´no 248


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estamos acusando de robo, posiblemente usted ignoraba que hay un contrato por el cual la semilla no puede propagarse…´. Le contesto ´no, Míster Lloyd, yo soy el Director de la Estación Experimental Los Diamantes, no ignoro ese contraro, pero resulta que el banano que me llevé, no es el del contrato, el suyo ahí está, usted lo puede ver, no me he robado nada´. -Usted debe comprender que el material se pasó de ese lote a otro, dijo Lloyd -Sí, Mister Lloyd, usted debe comprender que el lote de la par es del gobierno de Costa Rica. “Él argumentó, yo argumenté, al final, dije, ´me cago en todo, si no me quieren entender, ya me voy´. Entonces dice Chico, ´jueputa Romanillo, qué jeta más sucia´. Todo el mundo se esmoreció de la risa, el embajador, Lloyd y el abogado también. Hasta ahí llegó el pleito”.

Dinamismo bananero “Destaco de la producción bananera lo dinámica que es. Como costarricense, me gusta que la producción bananera produce mucho bienestar social. Tengo más de 200 trabajadores y tengo 260 hectáreas. Tengo otra, Pénjamo, que la compré después, en Zapote de Sarapiquí. Otra anécdota curiosa es que siendo presidente del ITCO, le compramos a un grupo formado por Gilberto Barrantes, Alfredo Volio, Juan Arrea y Guido Goicoechea, que eran directores del Banco Nacional. Les compramos esas tierras para formar la Colonia González Flores. “Ese grupo había comprado a cien colones la hectárea, y nosotros le compramos a ellos a 200 colones la hectárea. Les compramos 10 mil hectáreas. Don Otilio Ulate nos acusó de que estábamos malversando los fondos del ITCO, pagando caprichos. Después, la tierra se volvió a 249


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concentrar, que ha sido la gran desgracia: el ITCO y de la reforma agraria en Costa Rica, que se reparte tierras y a la vuelta de los años están en manos de unos pocos. Bueno, esas mismas tierras yo le compré después a BANACOL, que había comprado 700 hectáreas. De esas tierras, yo compré 200 hectáreas, como a mil quinientos dólares la hectárea, en el 90, cuando le vendí las otras a Chiquita. Las vueltas que da la vida… Esa finca se llama Pénjamo. Tengo 160 hectáreas sembradas y 40 hectáreas de bosque. “Todavía trabajo absolutamente todos los días. Veo las fincas, todos los días camino todas mis fincas a pie y a caballo, tanto las fincas de banano como la finca de ganado, que se llama Pochote, y está en las Marías”.

Mi lindo Sarapiquí “Sarapiquí me gusta mucho. Ahora está cerca, ahora es un juguete. Voy y vengo de San José a Sarapiquí y al revés en cualquier momento. Le debo mucho a Sarapiquí, porque no soy de una familia pobre, pero yo no tenía plata. No tenía un cinco, era un asalariado… He llegado a tener a punta de trabajo. Son cincuenta y cinco años de estar metido en Sarapiquí y le debo a Sarapiquí las finquitas que tengo”, dice don Romano, sentado en su escritorio. Detrás, tiene dos pequeñas esculturas de toros, que son un recuerdo de Estados Unidos. “Ahora tengo 350 cabezas, en una finquita de 143 hectáreas, unas 225 manzanas. Me gusta la bananera, pero el ganado también me hace feliz. “Una ventaja que he tenido es que tengo a un hijo, Romano, el menor, que me apoya en todos los proyectos. Como acaban de pasar inundaciones, ahí estuvo mi hijo

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Romano limpiando barro. Él es el gerente de las fincas, y yo soy el presidente, el toro que más mea, como dicen. “También tengo dos hijas, la hija mayor, Jessie María, y la menor, Elizabeth. Las dos viven en Curridabat, una es microbióloga, y la otra es la Presidenta Municipal de Montes de Oca. “La verdad es que mi familia me ha hecho feliz y lo que tengo me tiene disfrutando mucho de la vida, entre el banano y el ganado paso muy bien siempre. Creo que se me nota lo bien que me siento”.

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José Manuel Salazar Navarrete

Padre del desarrollo agrario Tiene a un escritor en la lengua. A veces es un poeta. Otras veces es alguien que escribe cuentos. Siempre entretiene con su palabra. Y parece que hay una conexión clara entre sus palabras y sus ojos. Cuando son palabras pequeñitas, se cierran como un puente elevado, y cuando hay palabras que portan ideas grandes, toda su cara se resume en los ojos… Padre del Instituto de Tierras y Colonización (ITCO), actual Instituto de Desarrollo Agrario (IDA), José Manuel Salazar Navarrete es mucho más que un nombre sellado en la historia de cientos de asentamientos campesinos. Uno de los ideólogos del Partido Liberación Nacional, gran conocedor de la historia del desarrollo de diversas zonas rurales y ahora también novelista, es un gran personaje de nuestro país. Salazar Navarrete nació en San José el 16 de abril de 1928, y se crió en Barrio México, por El Paso de la Vaca. “Mis papás se llamaban Manuel Salazar Rivera y Dora Navarrete Grijalva. Mi mamá y todos los Navarrete eran de Santa Cruz de Guanacaste, así que íbamos allá a pasar todas las vacaciones. Hacíamos giras a caballo. “Era otro Guanacaste. Había que irse a mediodía en ferrocarril, llegar a Puntarenas, y esperar unas horas en el muellecito hasta las 12 de la noche. Entrábamos por el Golfo de Nicoya. Era un Golfo de Nicoya que no estaba contaminado. Los delfines iban jugando con la lancha. “Cuando estaba amaneciendo, llegábamos a Bolsón o a Ballena. Eran dos puertecitos. Ahí nos esperaban con caballos para ir hasta Santa Bárbara de Santa Cruz de Guanacaste. 252


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“Pero donde realmente nos criamos fue en Barrio México. Mi papá tenía una pastelería en el Paso de la Vaca. Era muy trabajador. Se dio la desgracia de que murió cuando tenía 30 años de edad. Le dio una pulmonía. El día que se levantó de la gravedad de la pulmonía murió del corazón. “Yo tenía dos años de edad. Somos cinco, tres hermanas mayores y dos hermanos. Mi hermano Fernando tenía dos meses de edad cuando murió mi papá. Fernando es abogado y fue diputado, Viceministro de Relaciones Exteriores y Embajador en Naciones Unidas, Colombia y Argentina. “Nos criamos como huérfanos de padre, con una maravilla de mamá. Seguimos un tiempo muy corto con la pastelería, y luego, por influencia familiar, el negocio se convirtió en una fábrica de ropa. “Crecí en esa fábrica de ropa. Tuve que trabajar desde los 8 años de edad. Trabajé en la fábrica de ropa y también en una tienda. Es que vendíamos al detalle la ropa que fabricábamos. La tienda estaba en el Mercado Central, mientras que la fábrica primero estuvo en Barrio México y después al frente de la tienda. “Nos pasamos a vivir al frente del Mercado Central, con todas las aventuras de un chiquillo en el ambiente variopinto y colorido de un mercado. “Éramos pobres porque el país era pobre. Barrio México era un área representativa de la pobreza de la Costa Rica de ese tiempo. Ahí vivíamos, por ejemplo, Óscar Cháves Esquivel, quien luego fue fundador de ALDESA Valores y creador del Terramall; la actriz Ana Poltronieri; el Doctor Luis Burstin; el Doctor Lev; María Eugenia Vargas Solera, primera jueza de menores. Barrio México es muy interesante. Otro aspecto es que lo más representativo del llamado hoy Art Deco de la capital está en Barrio México. 253


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“Estudié en la Escuela República de Argentina. Realmente en esa época la escuela primaria era el crisol de la democracia costarricense. Uno tenía amigos de todos los estratos sociales. Amigos para toda la vida. “Tuve un maestro tan extraordinario en quinto y sexto grado, que fue quien me guió y me marcó la vida en lo académico y en lo humano. Se llamaba don León Ávila. También tenía otro muy bueno, de Educación Física. Se llamaba Maynard Kohkemper. Era un alemán extraordinario. “Además, en la escuela nos enseñaron a nadar en la pila Volio, que quedaba por el Paseo de los Estudiantes. “Nadé en pozas en Tibás y Moravia, y en el río Virilla, cuando no estaba contaminado. Hacíamos excursiones a Ojo de Agua, todos los sábados. Nos íbamos en ferrocarril y nos bajábamos en San Antonio en Belén. Todo lo demás era a pie. Uno de los de ese grupo era Daniel Oduber. “También recuerdo que en esos años había una revista en que publicábamos artículos en la escuela. Eso me permitió iniciarme en las letras”.

Niñez, cine y trabajo “Los niños y las niñas nos fuimos haciendo grandes. Asistíamos al Teatro Líbano y al Cine Adela. Los hombres nos íbamos los sábados a la tanda de tres del Raventós o del Palace. En ellos y en los cines del barrio vimos inolvidables películas mexicanas y argentinas, y otras de Hollywood, tan memorables como ´La Fiebre del Oro´, o ´Tiempos Modernos´, de Chaplin. También otras, como las de Shirley Temple, de Diana Durbin o de Mickey Rooney. “En el cine Adela fue un acontecimiento la película ´Siempre en mi Corazón´, de la que todos los amigos

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fuimos espectadores repetidamente. La vi al menos cuatro veces. En el Teatro Líbano el llenazo extraordinario fue la película ´El Gran Vals´. “Con el recuerdo de esta primorosa película se me viene a la memoria don Luis Fioravanti, inmigrante italiano, excelente sastre, que ya entonces había llegado a una edad avanzada. Siempre andaba ataviado con su elegante vestido entero que incluía chaleco, saco y corbata. Cuando proyectaban ´El Gran Vals´, ingresaba a la tanda de cuatro, se quedaba a la de las siete y seguidamente a la de nueve. Así cada día durante todo el tiempo en que estuvo en exhibición esa película. “Y lo que le voy a contar ahora no se lo he contado a nadie: en ese quinto y sexto grado yo era el primero de la clase, pero no se me permitió ir a secundaria. Nunca fui a un colegio. “En ese tiempo era bastante corriente. Me dijeron ´usted lo que tiene que hacer es trabajar´. No había colegios nocturnos, ni siquiera el Omar Dengo, que fue el primero. Diurnos, en todo el país existían cinco: uno en Alajuela, otro en Cartago y tres en San José, el Colegio de Señoritas, el Seminario y el Liceo de Costa Rica, al que ingresaron mis compañeros de escuela. Lo único que había eran dos escuelas de comercio, nocturnas. Yo estudié en la Escuela Manuel Aragón. Entré y me gradué con 13 años de tenedor de libros, y a los 14 años me gradué de contador privado. “Entonces, por las circunstancias familiares, trabajaba supervisando en la fábrica y tuve que aprender hasta de sastrería. En eso, un tío mío fundó la primera fábrica de zapatos que hubo en Costa Rica. Se llamaba ´M 27´. La fundó con Carlos Manuel Zecca. Yo era el encargado de pegarle los remaches a las botas de trabajo. Lo hacía con una máquina. Viera mis manos. Era una jornada de trabajo pesada y terminaba con las manos realmente maltratadas. 255


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También quedaba en El Paso de la Vaca, a la vuelta de la Botica Solera, cerca del negocio de la familia de la que luego fue la profesora universitaria Estrellita Cartín, y de la casa de doña Carmen Valverde, que se casó con don Rómulo Betancourt y llegó a ser primera dama de Venezuela. Los zapatos aquellos eran famosos. Se llamaban zapatos ´Pocobién´. “Lo que apenas alguien podrá percibir, si es muy sensible, es mi terrible frustración como adolescente por no ir al Liceo de Costa Rica. El país tenía apenas cinco colegios de segunda enseñanza, ¡Qué gran contraste con esos trescientos que tiene hoy! “Eso me marcó para muchos años. Me dediqué a cultivar mucho la lectura. Me convertí en un devorador de libros, en la Biblioteca Nacional. Leí ´El Conde de Montecristo´, ´Quo Vadis´, ´Los Tres Mosqueteros´, ´Tarzán´… Leí todas las obras que pude de Julio Verne, Salgari, los dos Alejandro Dumas, Édgar Rice Burroughs, Doc Savage, Bill Barnes, Sandokan y Miguel Strogoff. Como uno no podía llevarse el libro a la casa, leía las tardes enteras en la biblioteca”. En el Banco Nacional “A los 15 años de edad me presenté a un concurso en el Banco Nacional para entrar como empleado de oficina. En ese tiempo, era una gran distinción. Se presentaron 62 aspirantes. Yo no había alcanzado ni la estatura de hombre, pero quedé de segundo entre 62. “Entré al banco el 3 de mayo de 1943. Me llevaron donde el gerente del banco, Don Julio Peña Morúa, que además había sido fundador del Banco Crédito Agrícola de Cartago. Era como una curiosidad dentro de la institución. “Primero estuve en ´Clasificación de billetes´. Me tocaba elaborar la lista de los billetes retirados de circulación e irlos a quemar en la azotea del banco. La jefa se llamaba 256


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doña Joaquinita. “Empecé a formarme en ese banco en el que había mucha mística, mucho interés por mejorar el servicio público y una honestidad a toda prueba. “Al mes de estar en ´Clasificación de billetes´, me pasaron a Juntas Rurales de Crédito, que había sido una idea de don Julio Peña Morúa. El jefe era el ingeniero Alfredo Hernández Volio, quien después alcanzó un mayor prestigio como Ministro de Hacienda de Don Otilio Ulate. “Ahí también trabajaba don Elías Soley Carrasco. Había también un ingeniero de apellido Mangel, papá del doctor Enrique Mangel. Eran de un esfuerzo y una capacidad de trabajo increíbles. “La idea era que hubiera una Junta Rural de Crédito en cada lugar de Costa Rica. Ahí capté más dosis de mística. Siendo oficinista tuve una interesante experiencia durante cuatro años. Una vez importaron machetes, picos y palas para vender. Yo estaba a cargo de la venta de esas herramientas. “Otra gran persona con quien tuve contacto en el banco fue Rodrigo Facio Brenes. En ese momento, estaba trabajando de secretario privado de don Julio Peña Morúa. Rodrigo y yo desarrollamos una gran amistad, lo que me permitió enterarme de lo que sería la vida universitaria, vedada de momento para mí porque no tenía bachillerato”.

Los hechos del 48 “Mario Cordero Croceri era compañero mío, y también conocía a su hermano, José Rafael. Un día me dice ´¿no querés enrolarte?´. Le dije que sí, y me fui para Cartago. Logré entrar hasta la finca ´Muñeco´, de los Masís. No más

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llegando, nos dijo un señor ´para atrás todo el mundo´. “Tuve que devolverme a Orosi. En eso salió uno que fue comandante, Vico Starke, pero no me dejó irme con él. Después resultó ser el comandante de la invasión a Limón. “Tuve que coger un tren a San José. Cuando llegué, por dicha me llevaron escondido, porque cayeron varios ´jeepones´ y registraron la casa. Yo estaba escondido en una casa a la vuelta. Esperé hasta el día en que San José quedó sin guardia. Entonces, ahí en el barrio México, le quitamos armas a algunos de ´Los Linieros´ de Carlos Luis Fallas y nos fuimos a la calle. Yo tenía 20 años. “La revolución tiene un significado para mí más allá del enfrentamiento. Creo que significa más en otro sentido.porque después del 48 viene el capítulo que es el de fondo en mi vida. Estando en el banco, me entero de un decreto de la Junta de Gobierno que, por la situación extraordinaria, permitía entrar a la universidad sin ser bachiller. Así que desde noviembre de 1948, es decir desde antes de la invasión nicaragüense y del episodio bélico de diciembre de ese año, organicé un grupo de cinco, al final el único que usufructuó eso fui yo, pero juntos contratamos un profesor de matemáticas, don Bernardo Alfaro Sagot, autor de los libros de matemática para secundaria. Por mi trabajo en el banco a lo único que podía aspirar era a estudiar Ciencias Económicas. “Ves, donde sí me metí de lleno fue en contra de la invasión de la Guardia Nacional de Somoza. Nos entrenaron en la finca Lindora, de Marcial Aguiluz, junto a Hernán González. Marcial y Hernán formaron una compañía. Carlos Luis Valverde fue asesinado el 1 de marzo de 1948. Por eso, el batallón llevó su nombre. Los comandantes eran los hermanos Aguiluz, que también 258


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había vivido en Barrio México. “Recuerdo a poca gente de ese tiempo, pero sí recuerdo que había muchos de la Legión Caribe, que incluía a muchos peruanos y dominicanos. Éramos un grupo de unos 110 hombres, dividido en subgrupos. El ametrallador de mi grupo era un peruano. Nos fuimos en cuatro aviones DC 3, uno piloteado por Johnny Victory y otro por Pillique Guerra. “Volamos hasta el campo de aterrizaje en ´El Amo´, que era privado. Estuve en unas balaceras horribles. Recuerdo de una que duró toda la noche, estábamos al descampado y nos estaban disparando con una ametralladora calibre 50, de esas que las montan en un trípode. Lo que paró ese fuego y nos salvó fue que empezó a llover durísimo. “Alguien muy enterado me dijo que Aguiluz dijo que la operación de los aviones era la más riesgosa que se había realizado en las luchas de Costa Rica. Es que nos tirábamos del avión y de una vez a disparar… “Estuve entre los 110 escogidos para ir a tomar La Cruz, donde estaba Calderón Guardia. El ataque final fue un 23 de diciembre. Por gran suerte, cuando entramos el pueblillo estaba vacío. Lo habían abandonado. Recuerdo que había trincheras y comida que parecía estar caliente. En las casas habían guardado todo. Por ejemplo, encontré una máquina de escribir debajo del piso. “Eso parecía como un pueblo fantasma. No había nadie. Ni de las familias originales ni de los ocupantes. Dormimos por cortesía del padre, dentro de la iglesia. Nos acomodamos en las bancas y ahí pasamos la noche del 24 de diciembre, y recibimos el 25 de diciembre con un órgano increíble que había en esa iglesia. Alguien empezó a tocar por la mañana. “Ahí jugó de todo, tomando en cuenta que Estados 259


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Unidos a veces jugaba para un lado y a veces para el otro. En ese momento, cuatro aviones de guerra resolvieron el asunto, y los conseguimos a un dólar cada uno. Hay que recordar que Somoza era pro yanqui. Yo no sé cómo fue que conseguimos que nos dieran esos aviones. “Después de la operación regresé a San José, exactamente el 29 de diciembre”.

Universitario sin colegio “El 3 de enero de 1949 empezamos a estudiar matemáticas con don Bernardo Alfaro. Estudiamos en los libros cuyo autor era el excelente profesor de nuestro curso. En 15 días aprobamos el primer año. Eso sí, todas las noches, rum rum rum, estudiábamos parejito. “Hubo algunos “años”, como el tercero o el cuarto, que nos tomaron más días. Pero en marzo del 49 terminamos quinto año. Así superamos ese que era un obstáculo terrible. “En ese mes de marzo llego a la universidad, que quedaba donde ahora está la Corte Suprema de Justicia. Entré a Ciencias Económicas, entramos 200, y en diciembre de ese primer año terminamos 60. Finalmente, llegamos a quinto año de carrera sólo 15. Entre ellos éramos compañeros el ex presidente Rodrigo Carazo Odio; Raúl Hess; Édgar Jiménez Andreoli; Jenaro Valverde (qdDg), que estuvo en la Caja Costarricense del Seguro Social; el recordado Rodolfo Solano Orfila (qdDg) y Matilde Marín (qdDg) que fue diputada, Porfirio Morera Batres y varios otros, todos excelentes estudiantes y amigos. “Y de los que habíamos entrado sin ser bachilleres, sólo terminamos dos, Wallace Cover yo. Me gradué finalmente de Administración de Negocios, y después hicimos un grupo de Economía con Rodrigo Carazo, Rodolfo Solano 260


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Orfila, Matilde Marín, Raúl Hess y unos pocos más. Las otras dos carreras en esa Facultad de la UCR eran Administración Pública y Estadística. “Y vea las vueltas del mundo: yo que tuve esa dificultad, años después llegué a ser decano. El decano es el director por elección de la asamblea de los profesores y de la representación estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas con sus cuatro escuelas. “En esa época, la única universidad, por mandato constitucional, era la Universidad de Costa Rica. Ahí me hice muy amigo de Luis Demetrio Tinoco, ´Mechito´ Tinoco, que fue Ministro de Educación del Dr. Calderón Guardia. Eramos profesores en la Escuela de Ciencias Económicas dando el curso de Principios de Economía. “Yo mientras estudiaba, trabajaba en el Banco Nacional, que era emisor de billetes, y lo fue hasta el momento en que se formó el Banco Central, en 1950. Para la formación y los inicios del Banco Central me trasladé a esta institución y fui primer inspector de bancos, junto con tres compañeros más, bajo la dirección de don Jorge Arturo Sáenz Brenes, Auditor General de Bancos, y del Gerente General, don Ángel Coronas. “Después me fui a Brasil durante un año y estudié en el Centro Superior de Enseñanza Getulio Vargas. Unas cosas que aprendí, de un profesor que venía de Harvard, fue la materia llamado relaciones públicas, así que me traje esas enseñanzas. “A mi regreso, en el 54, se formó el INVU, el primer gerente fue Rodrigo Carazo. Antes, Carazo era Director Nacional de Economía del Ministerio de Hacienda, que en ese momento estaba en los altos del edificio de Correos. “Así que, cuando supe que iba a ser el gerente, fui a hablarle y le dije que un compañero de nosotros quería irse a trabajar con él, y fue cuando me dijo ´no, no, quien 261


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quiero que se venga conmigo sos vos´. “Así que fui el segundo de a bordo. Estuve desde el primer día de labores del Banco Central y luego estuve desde el primer día de labores del INVU. Era jefe del departamento financiero. “En el INVU estuve cuatro años, creo que a partir de 1954. Me tocó la compra de las primeras hectáreas de los Hatillos. “Algo muy curioso es que en la Escuela de Economía, siendo yo estudiante o profesor, además de a Rodrigo Carazo, a Miguel Angel Rodríguez, como te conté, y a Óscar Arias, y desde jovencillos, los tres decían ´voy a ser Presidente de la República´, cosa que ellos alcanzaron. Al otro presidente que conocí ahí, pero es otro caso, fue a don José Joaquín Trejos. “Don José Joaquín vino a la escuela después de especializarse en Estados Unidos. El de él fue un caso muy diferente: le salió la presidencia ocho meses antes de las elecciones de 1966, por un pacto entre los expresidentes Calderón y Ulate, quienes lo lanzaron con el lema de ´las manos limpias´. Don José Joaquín nos dio los cursos de Geometría Universitaria y Cálculo. Dos descubridores desarrollaron el cálculo, uno de ellos fue Isaac Newton. Yo era tan bueno en cálculo que incluso pensé hacerme matemático, pero no seguí esa carrera. Mientras pasaba todo eso seguía de muy amigo con Rodrigo Facio, que fue profesor mío en la Escuela de Ciencias Económicas. Era profesor de Doctrinas Económicas. Él nos hablaba de cómo se formó el pensamiento en Economía”.

Del INVU al CNP “En eso promulgan una ley para reorganizar el CNP. 262


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Nombraron de gerente a don Elías Soley Carrasco, y él me llamó para ser subgerente. Ahí manejaba todas las importaciones y exportaciones de granos y de ganado. Tenía expendios para regular los precios en todo el país y agencias de compras de productos a lo largo y ancho de nuestro territorio. “Fue una experiencia muy enriquecedora, como las juntas rurales. Me tocaba trabajar siempre con ingenieros agrónomos, campesinos y de refilón con abogados. Fue a partir del año 56. Tenía yo 28 años. A ese sistema lo hicieron desaparecer. “El CNP era el dueño de la Fábrica Nacional de Licores, y don Elías me dijo ´no quiero tener ninguna relación con eso´. Así que me delegó la administración de FANAL, que tenía su director. Empecé a aprender, todo era mercado y ventas. “Para eso trajimos un consultor puertorriqueño. Guiados por él compramos una finca de 30 hectáreas en Belén, que tiene las mejores aguas subterráneas. Por ese terreno pasaba el ferrocarril, y magníficas carreteras, sin embargo nunca se instaló ahí FANAL. Un diputado pasó una ley de que tenía que estar en Grecia, y así, el terreno de Belén terminó convertido en una finca recreo de los empleados del CNP. El Consejo Nacional de Producción tenía decenas de agencias de compras de arroz, frijoles y maíz en todo el país para asegurar, en los hechos, buenos precios a los productores de todas las regiones. Contaba además con expendios de productos de consumo popular para hacer seguros, en los hechos, precios bajos para benficio de los consumidores. Todo eso, como los sistemas similares, fueron desmontados en años recientes por las influyentes personas a quienes esas realidades no les importan en lo más mínimo. “Como te he contado, estuve en ciclos de cuatro años en esas instituciones públicas, y después venía de profesor. 263


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Siempre tuve aunque fuera un cuarto de tiempo, unas horas en la universidad. “En esa época se redactó la ley del ITCO, la ley más grande que se había dado durante el gobierno de don Mario Echandi. Él vetó la ley. “Ahí es que entra en esta historia Fernando Salazar Navarrete, mi hermano, que es abogado. Él fue diputado del 62 al 66. Él había trabajado en la campaña de don Chico. Don Chico era un hombrón. Tenía un manera recia de hablar, pero siempre fue un gran hombre. Apenas quedó de Presidente, don Chico me preguntó, ´José Manuel, ¿usted qué quiere?´ Yo le dije que había que crear el ITCO. Mi tesis de graduación universitaria fue sobre ese tema y se llamó ´Tierras y Colonización en Costa Rica´. Don Chico me respondió, ´entonces, espérese, usted va a ser el primer gerente´. Igual que cuando ingresé al Banco Central o al INVU, otra vez entré con ´La Gaceta´ en la mano: de nuevo estuve desde el primer día de la institución. “Hubo un sesgo que le di al ITCO que fue realmente distribuir tierras aptas para sembrar, y al mismo tiempo impedir que fueran ocupadas tierras que debían ser destinadas a parques nacionales. En las diferentes administraciones se le dio tierras a sesenta mil familias. Ahora la institución se dedica primordialmente a programas de titulación, pero distribuir tierras era lo esencial en aquellos otros tiempos, aunque los títulos no se dieran inmediatamente. Me parece que, en ese sentido, se ha desvirtuado la razón de ser de la institución. “Estuve en el ITCO con don Chico, con don Daniel (Oduber) y don Luis Alberto (Monge). En los años en que no estaba en el ITCO, volvía a la universidad. “Yo era decano y renuncié para ser jefe de campaña de Daniel Oduber. Yo era muy cercano a don Pepe y a Daniel. 264


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En ese momento, Daniel era nuestro candidato. Yo estuve en todos los primeros congresos ideológicos del partido. Fui organizador y dirigente de algunos de los primeros, junto a Carlos José Gutiérrez (qdDg) y a Eduardo Lizano Fait. “Eduardo y yo tuvimos una gran amistad. Él tuvo un papel muy importante durante las primeras décadas de la vida de Liberación Nacional. Dirigimos algunos de los primeros congresos ideológicos, en especial el segundo y tercero. Participé también en algunos aspectos de la redacción de la carta fundamental con el Padre Benjamín Núñez, de quien también fui muy amigo. Todos sabíamos, eso sí, que la carta fundamental y las correcciones de ese documento realizadas en los congresos era materia que siempre estaba en manos del Padre Núnez. Esos años, los de los primeros congresos ideológicos del partido Liberación Nacional, fueron los años gloriosos de Liberación Nacional. Era cuando de verdad éramos creyentes sinceros de esas ideas que poníamos por escrito. “Como fui jefe de campaña de Daniel, él me puso en la lista de diputados por San José. Los dos primeros puestos los ocupamos Alfonso Carro Zúñiga y yo. Fui diputado dos años. Alfonso fue presidente de la Asamblea Legislativa y yo fui jefe de fracción. Recuerdo que me sentaba en la primera silla, y del otro lado, en la primera silla se sentaba Rafael Ángel Calderón Fournier, que cuando eso era un muchacho joven y ya se sabía que iba a ser Presidente de la República. “En esa época bajo la guía de Daniel Oduber, fuimos verdaderos negociadores. Daniel fue el presidente más parlamentario que he conocido. Él mismo negociaba todo. Dedicaba gran parte de su pensamiento a su actividad parlamentaria. Cada semana me invitaba a almorzar en la Casa Presidencial con algún líder de la oposición. 265


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“Así se consiguió la creación del Puerto de Caldera, la de Asignaciones Familiares y varias otras leyes importantes. Esa es la magia que hay en negociar”.

La pasión por el desarrollo agrario “Dos años después me fui para el ITCO porque Daniel me lo sugirió. En mi familia me dijeron, ´qué bruto, con lo que cuesta ser diputado…´. Pero lo del ITCO es algo que llevo marcado en mi historia, en mi corazón. “Daniel me tenía una confianza enorme. Por eso, no me puso ningún ministro encima. En el ITCO trabajamos con tanta libertad que fue cuando se compró más tierras en todo el país. “Antes, trabajábamos con mucha soltura. Ahora, hay todo tipo de controles. Sin embargo, nunca ha habido más irregularidades que ahora en las instituciones públicas. “Estando de diputado me enfrenté a la United Fruit Company con una ley de expropiación de todas las tierras incultas. El bloque principal estaba en la Zona Sur. Así fue como creamos Coto Sur. Adquirimos tierras que llegaban hasta la frontera con Panamá. Esa extensión, la sembramos principalmente de palma aceitera. Eran 30 mil hectáreas. “Curiosamente, también hice amistad con el hombre más importante de la United, que era Richard Johnson. Incluso, él nos vendió la semilla para sembrar palma aceitera. El primer semillero fueron 30 hectáreas de matitas. De todo corazón se lo agradezco a don Richard. Ese fue el origen de la enorme producción de aceite vegetal, por un valor de muchísimos millones de colones para beneficio de millares de pequeños colonos, que tienen sólo en esa actividad ingresos de centenares de miles de colones por mes.

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“Además, en el otro extremo del país, hicimos un trabajo muy interesante. En todo Sixaola formamos una empresa mixta entre la United y el Estado costarricense. El trato entre la United y el estado costarricense era mitad y mitad en la propiead de la empresa, que se llamó PAIS, S. A. Estuve en la junta directiva de ese consorcio que creamos. Íbamos allá en el avión de la compañía. Fue un período de valioso aprendizaje para mí. “Toda esa zona estaba llena de campesinos, y les ayudamos para que se convirtieran en agricultores, en productores. “Después, durante el gobierno de don Luis Alberto trabajé con el rango de Ministro de Desarrollo Agrario. Don Luis Alberto y don Chico me ayudaron. Sin embargo, debo admitir que el hombre más interesado en distribuir la tierra y en fundar parques nacionales fue Daniel. “Así estuve, entre los altos cargos y la universidad, hasta que me pensioné. “Creo que el desarrollo agrario tuvo un gran momento histórico. Fue un privilegio para mí estar involucrado con el ITCO en esa época. Todo se hizo con base en la ley, sin violar la propiedad privada. Aún ahora, hay muchos propietarios que estarían dispuestos a vender sus tierras para que las distribuyan. Hay muchas actividades en mala situación, la ganadería, el café… Pero debemos creer en el agro, porque es parte del alma, del ser costarricense. Para mejorar la distribución de las tierras, habría que dedicar muchos más recursos. “Otra gran cosa que comenzó con el ITCO fue la creación de parques nacionales. Costa Rica ha sabido crear instituciones en momentos en que hay retos históricos. En ese momento, el reto fue decir ´aquí no entrará nadie: estas tierras serán para parques nacionales´. “El primer parque nacional creado fue Cabo Blanco. Había 267


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un departamento del MAG, que en esa materia no manejaba muchos recursos. Yo llamaba al director y le decía ´aquí le tengo otro nuevo parque nacional, vamos a verlo´. “Reitero que se le dio tierra a 60 mil familias. Hay gente que cree que la tierra se volvió a concentrar. Eso no es cierto. Es cuestión de ir a ver a Cariari, por ejemplo. En Cariari se concreta lo que para mí era el ideal: crear regiones de desarrollo, democratizar la propiedad y distribuir la tierra. Un pensador argentino dijo que ´gobernar es poblar´. Eso es lo que se hizo con base en el ITCO en algunas regiones, como Coto Sur, Cariari, Río Frío y Sixaola. “Claro. Te voy a confesar que es más fácil hacerlo en el Atlántico que en el Pacífico. El Pacífico históricamente tiende a las fincas grandes. Uno hace recorridos en Guanacaste y atraviesa inmensas extensiones sin gente, y sin gente no hay progreso. El progreso lo encuentra uno en el valle de Palmares, en el Valle de El General, en Cariari, en San Carlos. ¿Por qué? Porque hay mucha gente. “Hay un gran poeta, José Coronel Urtecho, que le hace un gran poema al Cantón de San Carlos. Era un gran admirador de Costa Rica, tenía una finca en Los Chiles en la frontera, pero la propiedad estaba ubicada en territorio costarricense, y estaba dotada con un canal para salir al Río San Juan cerca de San Carlos de Nicaragua. Ese poema sobre la región costarricense de San Carlos habla de la cantidad de gente, de las numerosas fincas y de la abundante producción. “Yo fui a una gira a la finca del poeta con Daniel Oduber, Hernán Garrón, y Óscar Arias. Dormimos en la casa del señor José Coronel Urtecho. De ahí, seguidos por periodistas de toda la prensa nacional, salimos a las seis de la mañana para atravesar Costa Rica de frontera a frontera por el Norte. Llegamos a las 2 de la tarde al Río Sixaola en 268


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la frontera con Panamá. Nos fuimos por dentro, pasamos por La Unión de Guápiles, y nos servimos de los tablones que habían sido colocados en los puentes del ferrocarril del Atlántico.

La Gran Serpiente Verde “Siempre me ha gustado escribir. No obstante, fue hasta después de viejo que saqué tiempo para hacerlo sistemáticamente. Hace unos años publiqué la novela ´La Gran Serpiente Verde´. Resulta que empecé a inclinarme por estudiar la ´Yunai´ desde hace muchos años. Así que coleccioné documentos y libros, hice incursiones, revisé los periódicos, y me metí de lleno en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, en la que hay una sala de lectura bajo una gigantesca cúpula. Lo mismo hice en el Museo Británico. Es decir estuve en las mejores bibliotecas del mundo, en las que se encuentra una cantidad increíble de información en documentos y libros. Más tarde, con base en toda la documentación, me entró la gana de publicar un libro en forma de novela. Fue un atrevimiento. He tenido la gran suerte de que hay algunas personas muy cultas a quienes les ha gustado mucho el libro, entre ellos Rodolfo Gurdián, Alberto Cañas y Mario González. “Ahora, además de escribir, paso mucho tiempo en La Unión de Guápiles, donde tengo una finca. Me gusta mucho trabajar con tranquilidad. He estado en medio de los vaivenes de la política. Eso le genera a uno mucha presión. Por ejemplo, en el año 66, después del gobierno de Don Chico, cuando perdimos con Daniel, me quedé sin trabajo. 269


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“He jalado mucho hacia el Atlántico, especialmente hacia Guápiles. Cuando me encontré esas tierras, fue tanto el amor que nos inspiró que íbamos cada ocho días. Nos íbamos hasta Turrialba en carro, de ahí a Guápiles en tren, llegábamos a las 6 y media de la tarde. Nos quedábamos en una casita de un señor Molina. Quedaba al frente de las palmeras. Al día siguiente, salíamos de Guápiles hacia la finca que está situado en el distrito llamado La Unión. Después, me hice un cuarto con baño y camarotes, ahí en el centro de Guápiles. Fue en el año 66. “Teníamos ganado ahí en La Unión, pero una vez se me salió un toro, chocó contra un camión, era un toro de 700 kilos y me metió en un problema. Así que quité todo el ganado y hasta los cuatro caballos que tenía. “Ya no quiero nada que camine frente a una autopista. Me dediqué a sembrar árboles. La principal ventaja de los árboles es que no caminan, no hay que pensar en que se le pueden atravesar a un camión. Sólo que en un cultivo forestal hay que esperar ocho o nueve años. Por ahora siembro los árboles llamados chancho o botarrama, de los que tengo buena semilla en la finca. “Mis hijos estaban chiquillos. Nos íbamos todos y al día siguiente el único tren que entraba era el de las 10 de la mañana y salía a las 2 de la tarde. Era sólo un servicio diario. Entonces, si no salíamos a las 10 de la mañana, nos tocaba quedarnos en Turrialba, dormir ahí y tomar un bus hasta el siguiente día. “Algo decisivo en todos mis años ha sido mi matrimonio con Virginia. Tenemos dos hijos, José Manuel y Sylvia. José Manuel fue Ministro de Comercio Exterior de 270


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José María Figueres, estudió Economía en Cambridge, Inglaterra. Una universidad de 800 años de historia, en la que José Manuel alcanzó diversos títulos, incluso el de doctor. Ahora está en el departamento de Comercio Exterior de la OEA en Washington, Estados Unidos. “Sylvia estudió Matemáticas y Estadística, y está de gerente de una empresa que importa piezas especializadas para Odontología, que se llama Implantec”. José Manuel Salazar Navarrete refleja serenidad y tranquilidad en su rostro, especialmente cuando hace una síntesis de su vida “lo más importante de mi vida es que me consagré con plenitud al servicio en instituciones públicas. En aquellos tiempos la labor de un servidor público en los cargos de más alta responsabilidad sinificaba inagotable trabajo y pocos beneficios, no como ahora. Antes se desempeñaba uno con gran idealismo, espíritu de sacrificio y completa honestidad”. Mucho de eso hace falta en la actualidad, evidentemente.

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Thomas Taylor

Cuando exportábamos en racimos… Thomas Taylor nació en Limón el 2 de junio de 1920, hijo de don Edmund Taylor Vaz, y nieto de una mujer de origen holandés y un estadounidense, su abuelo Thomas Taylor Ballard. “Soy el tercero de los hermanos, de una familia de diez hermanos, como eran en ese tiempo. Crecí en Limón, hasta los cinco o seis años. Papá trabajaba con la bananera. Nos criamos hasta esa edad en fincas bananeras. A mis siete años de edad nos pasamos a vivir en Cartago, a los ocho años en San José, a los nueve años en Limón y a los 10 años o a los 11 años, vivimos en Alajuela. A mis 12 años volvimos a Limón. Ahí salí de sexto grado. A los 13 años entré al Liceo de Costa Rica, en San José, y nos quedamos a vivir ahí. “En la escuela era estudiante mediano, digamos que regular, nunca repetí un grado, pero no fui sobresaliente; en el liceo nunca repetí un año, pero tampoco es de los que sacaban puros unos, porque antes un ´uno´ era como decir después un ´diez´ y ahora un ´cien´ en educación. “Eso sí, practicaba todos los deportes. Representaba al liceo en salto a lo largo, jugaba futbol, jugaba basket… Conocí a Alfredo Cruz Bolaños, y llegué a practicar salto con garrocha. “Estudié en el Liceo de Costa Rica de 1933 a 1938. Fui compañero de Jorge Rossi, aunque no siempre estuvimos en el mismo grupo. De los que sí fui compañero fue de Daniel Oduber, Fidel Tristán, Édgar Badilla y Óscar Collado. Cuando eso, éramos cuatro grupos de quinto año. Me gradué en 1938. 273


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“Mi papá compró la finca Vesta en el año 38. Mi hermano Edmundo trabajaba allá, yo salí del colegio y me metí a trabajar con la compañía bananera. Salí de quinto año en diciembre y en enero estaba trabajando como recibidor de fruta de productores independientes. “Había varios productores independientes. Estaban los Esna; los Borzone; en Las Mercedes estaba Alberto Piza, que administraba la finca de Fernando Alvarado Chacón; los Gutiérrez estaban por el lado de Matina; Francisco de Paula Gutiérrez, el papá del que ha sido presidente del Banco Central, también era productor… Lo que había era un sinnúmero de productores pequeños. Había tanto productor pequeño que existía lo que llamábamos un ´running pick up´, que era un tren que salía con sus carros de ferrocarril vacíos para alzar la fruta. Todos los productores pequeños ponían sus pilitas y los racimos a la orilla del ferrocarril. Se recibía la fruta en racimos y se clasificaban en ´siete manos´, ´ocho manos´, ´nueve manos´… En ese tiempo no se desmanaba. Si tenía más de nueve manos se pagaba como si sólo tuviera nueve manos”.

Una forma diferente “Lo que llamaban una unidad era un racimo de nueve manos. Mientras tanto, uno de tres cuartos era de ocho manos, y el de siete manos era conocido como ´medio´. El precio era sobre la unidad. Contaban la cantidad de racimos. Por ejemplo, si uno tenía cuatro medios, eso daba dos unidades. “Tenían diferentes precios. No recuerdo bien los precios. Creo que valían 50 centavos, o cuarenta, o treinta. Siempre se pagaba en dólares. El precio era puesto en el carro del 274


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ferrocarril. Ellos lo sacaban a la orilla del ferrocarril y la compañía se encargaba de montarlo. “Nosotros íbamos en el tren y llevábamos la cuadrilla que cargaba el banano. El racimo tenía que reunir condiciones de calidad para ser recibido. Si el racimo tenía una mano maltratada, se rechazaba entero. Igual si tenía algún daño de insecto. No era como hoy en día, que uno quita lo dañado y empaca lo demás. “Cada racimo tendría que reunir las condiciones de calidad para cada embarque. Había unas condiciones para Europa y otras para Estados Unidos, y en cada caso tenía que reunir las condiciones requeridas. Se exportaban los racimos. Así se cargaban en el barco. “Generalmente, las fincas sacaban en tranvías, en rieles angostos, en burrocarril… Cuando íbamos a un lugar donde había mucho productor pequeño, nos movilizábamos en carro motor, como los que usan las cuadrillas que van reparando. “Y cuando terminábamos la labor de recibir la fruta, nos veníamos en el mismo tren o en el carro motor. Cuando es ´running pick up´, cuando sólo es levantar poquitos, iba en el tren para levantar todos los poquitos; en el otro caso, el del carro motor, era específicamente a levantar la fruta de alguien. “Trabajábamos del Ramal de La Estrella hasta Hone Creek. De Limón a Pandora la línea era ancha, era línea de ferrocarril, y después se hacía angosta. Íbamos también al ramal de Indiana y de Monteverde, en ´running pick up´, e íbamos también de Siquirres a Guápiles, en la famosa Línea Vieja. Íbamos más bien a Roxana, no a Guápiles, porque en Guápiles ya no había banano, había muy poco. “Después de trabajar en eso, la compañía me trasladó 275


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a Puerto Jiménez, en el Golfo Dulce, en el año 39. Lo que había ahí era una casa de la compañía y un pequeño poblado con obreros de ascendencia chiricana, nacidos en esa zona pero de padres panameños. Por ejemplo, el papá de José Antonio Yock, vicepresidente de Del Monte, era el chino que le recibía el oro a los obreros y les daba provisiones al crédito. Después le pagaban con el oro. “En ese momento, la zona sur era muy sana, no había mucha prostitución. Eso se dio después”.

Peripecias en el sur “Para recibir el banano, nosotros salíamos en una lancha de un motor de ahí de Puerto Jiménez, realmente era un bote salvavidas de un barco, acondicionado, tenía una lona y una brújula. Íbamos por agua a recoger los racimos. En ciertas ocasiones se recibía el banano, pero no se embarcaba, simplemente se destruía. En otras oportunidades, llegaba una lancha, la Nicoya, de Puntarenas. Es que había unas lanchas planas que se arrimaban hasta la playa cuando subía la marea. “La fruta que se recibía se cargaba en la lancha plana y se movía hasta la Nicoya, para llevarla a Puntarenas, donde se descargaba y se cargaba en carros de ferrocarril, para enviarla a Limón en barco. “En esos años nosotros visitábamos lugares como Sándalo, Playa Blanca, Rincón, San Josecito de Golfito y Pueblo Nuevo de Coto, entrando por el río Coto. Ese es un recorrido que se hacía todas las semanas. “Cuando llovía y el Golfo Dulce se nublaba, la única forma de llegar de regreso a Puerto Jiménez era con el rumbo de la brújula. Fíjese cómo eran esos años, que no había muelle en Golfito, ni ferrocarril, menos carretera.

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Sólo se llegaba por agua o por avión. Había que irse en lancha desde Puntarenas o en avión. Había campo de aterrizaje en Puerto Jiménez y en Golfito. “Por ejemplo, a mí me mandaron a Puerto Jiménez en un avión de los que fumigaba. Después, había aviones Ford trimotores y Cóndor de dos alas. Cuando nos tocaba volar en los Ford, si todos los asientos estaban ocupados, nos ponían una tablita en el medio, como en los buses… Imaginate en un bajonazo, sin faja y sin nada, ¿adónde íbamos a dar? “Estuve tres meses en Puerto Jiménez y me trasladaron a Quepos. Apenas se estaba terminando de construir la infraestructura. Ya estaba el muelle de Quepos, porque la bananera lo construyó. En Quepos estaba mi centro de operaciones. De ahí me mandaban a Boca de Naranjo, en el río Naranjo, en una finca de don Herman Lutz, que se llamaba Quebrada Azul. La otra se llamaba Pandora Oeste. “Yo me quedaba dos o tres días. Herman Lutz vivía ahí, en la finca. Él era piloto y tenía ahí una avioneta. Los días que iba a recibirle fruta, nos hospedaba don Herman en su casa. Además, no había otro lugar donde quedarse. Nunca llegué a ver el tigre porque todo aquello estaba cultivado de banano, pero estábamos lejos, en el monte, muy distantes de la gente. Antes de que llegara la bananera, el papá de Herman, don Agathón Lutz, exportaba a Estados Unidos, pero la compañía le compró. “Yo recogía y cargaba en un vapor. La lancha se llamaba Estella Maris, era en la que recogía el banano, recogía banano de don Herman y de otros a los que él les compraba. Al comprarle la compañía, todos los contratistas de los Lutz pasaron a ser contratistas de la compañía. Todo lo cargábamos para Estados Unidos. 277


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“Después me mandaban a Uvita. De ahí tenía que ir a Dominical y a Ballena. En el Golfo Dulce se veía a cada rato a las ballenas cuando tiraban el chorro de agua. Le comprábamos a productores de Uvita, de Dominical y de Ballena. Ese banano nunca se embarcaba. Ahí el mar era muy turbulento. Se recibía y se les daba un papel para cobrar la plata. Eso de comprar el banano para dejarlo perder lo hacíamos para evitar que un competidor llegara a comprarles. Era para tener el monopolio. “También me mandaban a Paquita, que queda de Quepos yendo hacia Parrita, y había un lugar cerca de Damas que se llamaba Papaturro. La última finca era la Julieta, cerca de Parrita”.

De planillero a mandador “Me pasaron al Departamento de Agricultura, que antes era el Departamento de Fruta. Primero trabajé como planillero, después trabajé en control de riego de sigatoka, y en verano en irrigación. Esa zona es muy seca. “Luego fui asistente de mandador, la mano derecha del administrador de la finca, y finalmente fui mandador, jefe de la finca. En eso estuve como dos años, porque después, en unas vacaciones, me vine a trabajar en una finca que teníamos en Peralta, por Chitaría de Turrialba. Yo era codueño. Jorge Rossi tenía a un lado del ferrocarril y yo al otro lado. Él estuvo en sociedad con Daniel Oduber. La finca se llamaba Rossi y Oduber Limitada. Yo había hecho algunas averiguaciones sobre explotación maderera. En la finca teníamos suficiente madera, que fue lo que comencé a explotar durante mis vacaciones. “Toda la madera la jalábamos con yuntas de bueyes, hasta la orilla del río Reventazón. Cruzábamos el río 278


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para cargarla al otro lado, donde pasaba el ferrocarril. Como este negocio me resultó más remunerativo que el trabajo mío en la bananera, pedí un permiso de 6 meses sin goce de sueldo, primero se me negó, y me dijeron que tenía que renunciar, entonces presenté la renuncia, y en ese momento sí me dieron el permiso para que no me fuera del todo. Cuando estaban venciendo los seis meses, recibí un telegrama para que me pusiera en contacto con los contratistas y regresara de nuevo, pero yo fui a Parrita y les dije que no iba a regresar más. “Entonces, lo que hice fue conseguir ciertas concesiones de madera en otras fincas, comprarle a particulares la madera en pie y aumentar el número de yuntas de bueyes, que en ese tiempo llegaron a ser catorce. “Me quedé trabajando en eso durante varios años, hasta que comencé a comprar cacao para otra compañía. Compraba en toda la Región Atlántica. Iba comprando por las orillas donde pasaba el ferrocarril. Me ganaba una comisión de todo lo que compraba. Después dejé el negocio de madera por falta de tiempo y me quedé trabajando en el cacao”.

De maderero a comerciante de cacao “Estando en el cacao, en 1962 el gerente de Standard Fruit Company, James Lloyd, a quien los amigos le decíamos Jack, me propuso que cultiváramos en Vesta. Nosotros nos conocíamos muy bien y empezamos juntos. “Me dijo que sembráramos Vesta como pioneros en el cultivo del banano, porque el banano se había ido del Atlántico. Estábamos comenzando otra era, e íbamos a 279


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comenzar como productores independientes. “En febrero y marzo de 1963 cultivamos la primera área de banano, y en diciembre de ese mismo año cosechamos los primeros racimos. Y habiéndose probado el embarque en cajas de cartón, debido a que se quemó un carro de ferrocarril con sistema de refrigeración, Standard tenía una planta empacadora donde preparaba todo, en la parte céntrica del valle, y también tenía una bodega refrigerada. “Pero como Vesta estaba distante, prepararon un carro de ferrocarril con refrigeración hasta que también se incendió. Entonces, tuvieron que mandar las cajas sin refrigeración. Llegaron en buena condición. Así, se dieron cuenta que no había que enfriar todo desde el principio, sino que se podía enfriar al meterlo al barco. “Ahora, uno mete en contenedor, el refrigerador va apagado y lo conectan en el barco o en Moín, si es que va a tardar el barco en llegar. Edmundo, mi hermano, estaba al frente de la finca, y yo estaba en la comercialización de cacao e iba todos los sábados allá, adonde teníamos las plantaciones de banano. Volvíamos los domingos. Otras veces nos íbamos en la madrugada del domingo, a las 4 de la mañana, y a las seis o siete de la noche regresaba el tren a Limón. “Durante todo este tiempo vivíamos en Limón. Llegué a vivir en Limón en el año 48, y viví en Limón hasta el año 79 de manera ininterrumpida. En ese tiempo, el cacao era el tercer producto de exportación del país. “En el año 79 me vine para San José, durante un año trabajé con Desarrollo Cacaotero, asesorándolos en compras de cacao, hasta el año 80. Del año 48 al año 80 no me separé del cacao y tampoco del banano. “El cacao fracasó porque tuve problemas con la gente 280


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que trabajaba. Es más, tuve un pleito judicial de ocho años y fui sobreseído”.

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25 años en banano “Del año 80 para acá hemos estado exclusivamente con banano. La producción bananera es la vida de uno. Todos dependemos de eso, y si las cosas van mal, estamos mal todos, sea por la naturaleza o sea por cualquier otra condición. “En Vesta hemos tenido muchos problemas con la naturaleza, inundaciones, terremotos… Sin embargo, hemos logrado salir adelante gracias a la ayuda de distintos organismos que nos han dado la mano cuando se ha necesitado. “En esto, cuando uno cree que ya está saliendo, de repente pasa algo y no termina de ver el sol claro, pero tiene que ver sobre todo con los embates de la naturaleza, y las cosas que hay que afrontarlas e ir hacia adelante. “He tenido buena memoria. Cuando estaba en el liceo, don Alejandro Aguilar Machado, a quien le decíamos don Lilito, nos daba clases de Historia. Eran unas clases tan bien dadas y explicadas, que lo único que necesitaba yo era llegar a darle una leída al texto para saberlo todo. Era como que me contaran un cuento. “En los tiempos míos, todas las cuentas se hacían a mano. Después la octava maravilla eran las calculadoras de darles vuelta con la mano. Eso era todo. No había algún otro aditamento para ayudarse uno. Al principio, la hoja de planilla tenía 36 filas y se sumaban a pura mano. Esos sí eran tiempos difíciles. “Cuando llegamos a Limón, sólo se usaba cocina de canfín; la nevera era un pedacito de marqueta de hielo, y el calor era insoportable. Recuerdo que pasaban vendiendo la leche en un carretón. “También tuvimos ganado. Nos robaban tanto ganado 282


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que optamos por venderle al IDA la finca de ganado y vender todo el ganado aparte. Hubo ocasiones en que nos robaron 35 reses en un mes… Hacíamos inventario todos los meses. Los animales estaban numerados con fierro, y el veterinario llegaba todos los meses. “Creo que me ha ido muy bien, porque he trabajado mucho. También considero que la compañera de uno es muy importante. No ha habido de otra. Mi esposa y yo vamos a cumplir 54 años de casados. Los papás de ella eran gallegos. Yo digo que ella tiene el humor de los gallegos. Fíjese que el papá de ella murió a los 41 años de edad. Quedó la mamá con ocho hijos, la hermana mayor tenía 17 años y el menor de todos tenía cuatro años… La señora, Cecilia Filloy Álvarez, tenía apenas 37 años. Bueno, creo que mi esposa aprendió de su madre la capacidad de trabajo y de lucha. Ella ha sido una compañera invaluable”.

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Víctor Emilio Herrera

Un joven líder bananero En una ocasión, siendo el más jovencillo de los productores, lo eligieron presidente de la Asociación Nacional de Productores Bananeros (ANAPROBAN). Lo eligieron unánimemente. Tenía como 35 años y reconocían en él un espíritu conciliador en un sector que cada día se ha polarizado más y más, donde hay grandes fuerzas jalando cada una para su lado. Mantener un equilibrio en dichas circunstancias no es una tarea fácil, y es todavía más difícil desde la presidencia de CORBANA. Pero Víctor Emilio Herrera Arauz ha salido adelante, enfrentó ambos retos y superó todos los obstáculos que se le pusieron en el camino. Nació en San José el 18 de octubre de 1959, hijo del reconocido Víctor Emilio Herrera, quien murió hace diez años. Don Víctor Emilio fue presidente de la Unión de Cámaras, Ministro de Seguridad Pública, diputado, y un hombre dedicado a los negocios de construcción de carreteras y transporte. Al final, en la última etapa de su vida entró al sector bananero, junto a su hijo, quien lo ha representado siempre con dignidad y sentido de la excelencia. Su mamá se llama Vilma Arauz Herrera. Es ama de casa. El joven y destacado Víctor Emilio Junior creció en San Pedro. “Fui a la Escuela Buenaventura Corrales, es decir, a una escuela pública. Eso fue muy importante para mí. Ha sido la etapa más importante de mi educación. Después estuve en el Colegio Calasanz y estudié Administración en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Latina. “Luego de estudiar, trabajé para una línea naviera y una 284


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empresa de transportes terrestres durante los primeros dos años de experiencia laboral. Después me metí a construir para redondearme el salario. Me casé de 25 años. Y tengo una nieta, soy abuelo desde hace dos años. Sólo tengo una hija, Daniela, y ahora la nieta, Claudia. “Después, involucré a mi padre en el sector bananero. En 1985, la Ley de Fomento Bananero impulsó la siembra de banano. Ayudaban con un incentivo por caja que recibía el productor debido al impuesto de exportación que pagaban estas cajas. El incentivo consistía en 30 centavos por caja, que se fondeaba del mismo impuesto de exportación que pagábamos los mismos productores bananeros. Eso nos ayudaba con la carga financiera”.

Bananera Siquirres “Vi una oportunidad allí muy interesante. Nosotros compramos las tierras en el año 88. Compramos fincas en Siquirres. Hicimos una finca que se llama compañía ´Bananera Siquirres´. Originalmente era una finca de 400 hectáreas, pero la hemos reducido un poco. “En ese momento tenía 29 años y me puse al frente de la finca. Yo administro la empresa. Nos ha ido muy bien, a pesar de que hemos sufrido los embates del negocio, los desastres naturales, los problemas con la comercialización… “Por ejemplo, en el año 96 el río Reventazón nos pasó por encima en la plantación. Salimos adelante. Aparte de eso, los problemas con la comercialización son recurrentes. Hemos tenido algunos problemas como país. Por dicha, en mi caso, le vendemos a Caribana, de Don Jack Loeb, y nos ha ido muy bien. “Todos los que en esos años incursionamos en el sector bananero fuimos muy bien recibidos. Tanto que, 285


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poco después, en el año 95, me nombraron presidente de la Cámara Nacional de Productores Independientes de Banano (ANAPROBAN). Lo que me atrevo a decir es que me hicieron un gran honor. Me dieron el privilegio de ocupar la presidencia de tan distinguida cámara. “De ahí pasé en el 98 a ocupar la presidencia de CORBANA; por designio del presidente Rodríguez Echeverría, puesto que ocupé hasta los principios de la administración Pacheco de La Espriella. Estuve poco más de cuatro años. Con mucha nostalgia dejé la presidencia de CORBANA porque fui nombrado directivo en el Banco de Costa Rica. Digo que con mucha nostalgia porque uno se encariña, se identifica y se compromete con los principios e ideales de estas instituciones. Ahora soy el presidente del Banco de Costa Rica desde inicios de la administración Pacheco de la Espriella”.

Sus aportes “Me parece que nuestro trabajo rindió frutos y que he tenido aportes como dirigente bananero. Desde ANAPROBAN y luego desde CORBANA libramos una lucha muy fuerte, desde el ámbito legal y desde el ámbito político, contra los lineamientos de la Unión Europea, con la que conseguimos aumentar la cuota bananera para el país. “Otro logro importante es el lanzamiento por primera vez de una campaña publicitaria y de imagen institucional a favor del banano costarricense en Europa. Es una campaña significativa, que ha implicado casi medio centavo de los cincos centavos por caja que pagamos para cubrir el presupuesto de CORBANA. Eso quiere decir que un diez por ciento del dinero se compromete con la imagen y se dedica a la promoción de la calidad, de las condiciones 286


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sociales y ambientales extraordinarias con que se produce el banano de Costa Rica. “Arrancamos con esta campaña en el año 2000. Tenemos un lustro de llevar adelante este esfuerzo exclusivamente en Europa. Incluso financiamos hasta una carrera, una competencia atlética, en Bélgica. “Estamos muy orgullosos de los aportes del sector bananero, que emplea a 150 mil personas si tomamos en cuenta los empleos directos y los empleos indirectos. Si este número se multiplica por cinco, tomando en cuenta que cada quien tenga una familia de tres hijos, entonces casi tres cuartos de millón de personas tienen que ver directamente con el sector bananero. El efecto multiplicador en la economía nacional es impresionante. El banano es el primer producto agrícola de exportación, apenas superado por INTEL y por el turismo. Además, el sector significa más del 90 por ciento de la mano de obra de la Región Atlántica y ha traído gran prosperidad a esta zona. “La producción bananera es el motor del desarrollo de la Región Atlántica, del Pacífico Central y el Pacífico Sur de este país, desde principios del siglo XX”.

Admiración por los productores “Para mí, los productores bananeros son gente digna de admiración porque en lugar de sentarse a cortar cupones, en lugar de vivir de los intereses de su capital, en lugar de vivir de las rentas, han invertido grandes sumas de dinero a una región donde la naturaleza azota con fuerza, donde los terremotos y las inundaciones siempre son amenazas latentes. Son gente que se echa al hombro proyectos riesgosos para competir en el mundo 287


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con países donde la mano de obra cuesta una cuarta parte de lo que cuesta aquí. Eso hace que el negocio sea duro. Peleamos día a día con plagas, en una región del mundo donde son tremendamente violentas, como la sigatoka negra, que es un hongo muy agresivo. Junto a eso, peleamos en un mercado mundial caracterizado en los últimos quince años por una sobreoferta. “Estos empresarios que han crecido y han seguido invirtiendo son dignos de admiración y respeto porque generan riqueza, divisas y mano de obra para nuestro país. “Cuando empecé, no tenía experiencia en agricultura, ni tengo formación de agrónomo. La diferencia es que tengo un socio con una muy destacada trayectoria en el sector, que es don Jack Loeb. Lo conocí accidentalmente, porque estábamos comprando un grupo grande de parcelas que conforman nuestra finca ahora, más de 40 parcelas. Como estábamos detrás de las mismas tierras, en lugar de pelear decidimos asociarnos. Así fue como comenzó nuestra empresa. “Don Jack Loeb es mi mentor como bananero. Con eso le digo todo. Y como dirigente de organizaciones, mi mentor es Carlos Manuel Rojas. “Sigo al frente de la empresa, soy el presidente, y me dedico a este negocio, junto a un negocio de transporte intermodal, en América Central. “Somos seis hermanos. Tengo un hermano y cuatro hermanas. Mi padre nos dejó grandes enseñanzas… Se caracterizó por una enorme pasión por el trabajo, y un esfuerzo perseverante. Fue un luchador incansable antes las vicisitudes que encontró en el camino. También

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fue un soñador. Le sirvió al sector empresarial del país desinteresadamente a lo largo de sus varios años como presidente de la Unión de Cámaras. Primero fue presidente de la Cámara de Navieros… “De él heredé el interés por las organizaciones. Ahora ocupo un cargo en la junta directiva de Corbana, como representante del Banco de Costa Rica, el cual tiene uno de los cinco puestos de la junta directiva. Si me pregunta qué hace falta para el futuro, me parece que al sector bananero le falta un espíritu de solidaridad, ser solidario entre las partes. Se ha perdido la perspectiva de los negocios, la cual debiera ser el bienestar de todas las partes que lo conforman… Algunos se quieren quedar con el negocio de todos”.

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Víctor Hugo Vargas Barrientos

Padrino de los productores bananeros independientes Víctor Hugo Vargas Barrientos nació en San José el 15 de agosto de 1944, hijo de Humberto Vargas y Teresa Barrientos. “Somos cinco hermanos, tres hermanas y dos hermanos. Crecí en San José, me eduqué en la Escuela Claudio González Rucavado, que era una escuela de hombres. Era de hombres por la mañana y de mujeres por la tarde, o al revés. Nos turnábamos. Compartíamos las instalaciones, pero curiosamente eran dos escuelas distintas. La de mujeres se llamaba Ricardo Jiménez. Después fui al Liceo José Joaquín Vargas Calvo. Era buen estudiante. Por eso, cuando salí de quinto año, se me presentó una gran oportunidad. Me fui para México a estudiar ingeniería eléctrica. En ese tiempo no había escuela de ingeniería eléctrica en Costa Rica. “Estudié cinco años en México. Empecé en 1963 y terminé en 1967. Apenas concluí me vine a trabajar con el ICE. Estuve con el ICE cerca de un año. Era el jefe de la unidad de potencia de la red telefónica automática, que en ese momento se iniciaba. Fue cuando empezaron a romper por primera vez las aceras y las calles de Costa Rica. “De ahí pasé al INA, a trabajar en un proyecto que se llamaba Cost 5, con las Naciones Unidas. Era un proyecto de homología. Costa Rica ponía un grupo de gente para que trabajara con expertos de las Naciones Unidas a través de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Trabajábamos en el desarrollo de empresas desde el punto de vista de organización y métodos, iniciando el desarrollo de la parte tecnológica y brindando asesoría. En ese tiempo, las empresas estaban muy incipientes en 290


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organización de la producción. Entonces, dábamos asesoría a las gerencias y cursos al personal de nivel intermedio con expertos que venían de la FIAT de Italia, con franceses, con argentinos... ”Venían expertos de todas las partes del mundo, nos formaban, nos pasaban toda la información… Luego ellos se iban y nos encargábamos del asunto. Después, aprendía tanto uno con ellos que lo mandaban a uno a dar asesoría en organización de la producción en diferentes tipos de empresas. Durante dos años estuve viajando por Bolivia, Perú, Colombia y México porque ya éramos considerados unos expertos. Simplemente es que contábamos con gente de mucha experiencia que nos pasaban el conocimiento. Estuve en empresas como la cerveza Pilsen Callao en Perú, y en instituciones como el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), de Colombia. “Andaba de aquí para allá. Estando ahí, di un curso de desarrollo gerencial en la Standard Fruit Company. Cuando terminé el curso la compañía me hizo una oferta para trabajar en organización y desarrollo del aprendizaje en el Valle de la Estrella”.

Valle de la Estrella “Después de dos años viajando por América Latina y conociendo la realidad de muchas empresas, decidí que era mejor para mí entrar a Standard Fruit Company. Como me contrataron para trabajar en lo que ellos llamaban organización y desarrollo del aprendizaje, me fui para el Valle de la Estrella pensando que me tocaría iniciar de cero. Lo que tenían allá era como una universidad bananera. Llegué al Valle de la Estrella en el año 69. Aquello era terrible: sólo por tren se entraba, el 291


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tren salía a las tres de la mañana de Limón, y para llegar aquello era una odisea increíble… El tren se devolvía del Valle de la Estrella hasta las seis de la tarde, ya con la carga de banano. Si uno quería entrar al valle tenía que tomar el tren de la madrugada y si uno quería salir del valle, sólo se podía en el tren de las seis de la tarde. “Lo único que había era bananales y cuadrantes. El centro poblacional era Finca Seis. Desde esa época, Standard empezó a preocuparse por la capacitación de su gente. Se preocupaba por todos: desde el trabajador que recién llegaba hasta el nivel más alto de supervisión. No había luz ni agua del Estado. Los pozos eran de la compañía y la luz era con planta eléctrica. “Los capacitábamos en relaciones humanas, organización y métodos, administración en general y costos. Estuve dos años en el Valle de la Estrella, en esa universidad que se llamaba Centro de Capacitación de Standard Fruit Company. Estaba en el Valle de la Estrella porque era el único centro de producción importante que tenía la Standard en ese momento. Todavía no existía la división de Río Frío, ni Pacuare, ni Bananito… Y la división de Guápiles estaba incipiente. “Después de esos dos años, me nombraron gerente de recursos humanos. Hay algo curioso, y es que toda la vida quise especializarme en administración de negocios, hasta el punto que llegué a sacar la maestría. Pero en aquellos años, fue el INA la que me dio la oportunidad de desarrollarme en ese campo. No llevé cursos en el INA, pero sí homología. A los expertos les llamaban homólogos, y hacían más o menos lo que hice yo cuando trabajé en América Latina. Eran expertos internacionales con vasta experiencia que se ponían a la par de profesionales nacionales y entonces aprendíamos en la práctica. 292


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“Hace 35 baños, en Standard, en recursos humanos, lo que recuerdo es que todo se manejaba manualmente. Lo que maneja ahora una sola persona lo manejaban cuarenta personas en ese tiempo. Entre cuarenta personas manejaban la planilla, que era manual. “En ese tiempo empezó a modernizarse el sistema, poco a poco. Empezaron con las computadoras grandes, aquellos monstruos gigantescos… En cambio, ahora se manejan con minicomputadoras. ¡Qué cambios más increíbles ve uno en el tiempo! “Estuve en recursos humanos como dos años. Trabajaba en Limón. En ese tiempo, a pesar de que la empresa se preocupó muchísimo, y que la casa matriz se preocupaba por las relaciones humanas con los trabajadores, existían los sindicatos comunistas dirigidos por Álvaro Montero Vega, Rodrigo Paniagua y otros dirigentes que venían del sur. Era sumamente difícil trabajar. “Considero que esos sindicatos nos atrasaron a nosotros en el desarrollo bananero por lo menos quince años… Nos atrasaron en el desarrollo de la tecnología bananera. Era imposible trabajar con esa gente. Hacían huelgas ya programadas, huelgas simplemente por hacer huelgas, por asuntos políticos, por intereses personales de la dirigencia, sobre todo cuando venían las elecciones de los de las bases. Ahí tenía uno que aguantar las huelgas de quince días, diecisiete días, hasta un mes, y el banano pudriéndose…”.

Apoyando a los productores independientes “Después, ya me nombraron gerente de zona, porque cambiaron la organización de la compañía y pusieron un gerente por cada región. Descentralizaron la gerencia

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general, nombraron un gerente en Valle de la Estrella, un gerente en Guápiles y un gerente de Río Frío. Me tocó volver a Estrella, pasé menos de dos años en Estrella, e inmediatamente me nombraron gerente de productores independientes en Guápiles. “En ese tiempo, las fincas bananeras independientes que estaban en el lado oeste del río Reventazón, o sea, de Siquirres a Limón, estaban apenas en formación, pero al lado de Guápiles los productores independientes ya eran más fuertes. Todavía los suelos de Guápiles estaban buenos. Ya no, ahora sólo sirven para piña. “Cuando llegué, el esquema y el modelo de los productores independientes se habían fortalecido mucho. Hubo figuras fundamentales para ese desarrollo de las fincas independientes. Algunos son incuestionables, como Rodolfo Martín (qdDg), Asdrúbal Carballo, Sergio Carballo, Rafael González y Óscar Coghi, quienes eran gerentes de fincas. En algunos casos las fincas eran de costarricenses asociados con extranjeros, a veces las tierras eran en un cien por ciento de costarricenses, y en otras, sociedades entre Financiera de Costa Rica, subsidiaria de Standard Fruit Company, y empresarios nacionales, como Mariano Zúñiga; Jorge Rossi; Arturo Zúñiga; Edmundo Taylor; Carlos Loría Colombari y Mario Enrique Guardia (qdDg), el papá del actual productor bananero Mario Guardia. Había otras modalidades, tal era el caso de Carlos Manuel Rojas, quien era dueño de su finca, pero la administrábamos nosotros. “Llegué a vivir a Guápiles en el año 80. Guápiles era muy tranquilo, pero ya tenía mucho movimiento de comercio. El movimiento comercial y de bienes raíces era increíble en Guápiles, en ese momento. El pueblo se estaba poniendo muy bonito, pero la entrada era fatal, 294


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había que pasar por ríos grandes, trochas, quebradas, puentes del ferrocarril… Y a veces sólo se podía entrar en tren, el tren de Guápiles se tomaba en Siquirres…”.

Fiebre bananera ”Estaba en apogeo la producción bananera. Fue cuando se empezó a desarrollar la fiebre bananera en Costa Rica, la fiebre de la producción independiente. En Guápiles estuve hasta el 99, siempre con productores independientes y fincas de la compañía. Nada más que, en ese tiempo, ya había crecido mucho. Ya no era sólo Guápiles, porque sembramos la zona de Pacuare, en Siquirres, donde ahora están las fincas de Jack Loeb; también sembramos la finca Bananito; las Carrandí de los hermanos Acón; San Pedro; Boston; Kopemaz; la finca ´La Peña´; la finca California, la finca Esperanza… Además, de Siquirres hacia Limón, al oeste del río Reventazón, estaban las fincas de Álvaro Sancho, que era un productor bananero fuerte, con una finca muy buena y muy bien administrada… “Los productores independientes son muy importantes para el país. Son socios naturales y de negocios de las trasnacionales. Le dan un rostro costarricense a la producción bananera. También son importantes las trasnacionales porque no sólo producen sino que colocan la mayor parte de la fruta en el mercado. Son una buena yunta. Me siento muy orgulloso de haber trabajado tanto con ellos y de haber favorecido su fortalecimiento”.

La cruz de su vida En el año 99, siendo gerente de productores independientes de Standard Fruit Company, tuvo un 295


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accidente de trabajo. Tenía cinco años de estar con las fincas de costarricenses cuando le ocurrió el accidente. Tenía que viajar todas las semanas de San José a Limón, y todos los días iba a ver diferentes fincas. Era el encargado de producción de todas las fincas independientes y de Financiera de Costa Rica. En total, eran más de 22 fincas en esa época. A las seis y media de la mañana venía bajando el Zurquí, camino a Guápiles, se le derrapó el carro y pegó de frente contra un paredón. Se le lastimó la médula espinal y, de un momento a otro, ya no podía caminar y el brazo derecho le quedó dañado. “He superado la prueba con mucha fuerza y mucha valentía. He superado las dificultades gracias al apoyo de mi familia, indiscutiblemente, y al apoyo de mis amigos. “Mi esposa se llama Carmen María Calvo Zúñiga, y tenemos dos hijos, Víctor Hugo y Bernardo, así un nieto, Víctor Hugo. Mi familia es mi tesoro y ha sido mi principal soporte para salir adelante. “Ni siquiera ese accidente me ha separado de la actividad bananera. Dicen que cuando alguien se mete en el negocio del banano, nunca vuelve a salir. Soy un ejemplo. Del año 99 para acá he sido consultor de Standard Fruit Company. “Trabajo en mi casa. Aquí tengo mi computadora, mi fax, mis teléfonos… Trabajo como si estuviera en la oficina. Me llaman, me hacen consultas sobre diferentes aspectos, sobre el presente o el futuro… “Soy un estudioso del negocio bananero nacional. Me hacen preguntas y siempre pienso muy bien las respuestas. Siempre respondo como consultor. Que me sigan tomando en cuenta ha sido fuente de mi motivación, me ha ayudado 296


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a levantar el ánimo y seguir adelante. “Ahora soy socio de algunas fincas independientes, de Banano 2000 y Acumi. Estoy ahí con otros bananeros, como Gerardo Vargas, Felipe Vargas, Sergio Carballo, Leonel Rodríguez y Alfonso Muñoz”.

Bondades de la producción bananera “Creo que hoy por hoy la producción bananera es una de las actividades más importantes en cuanto a ingresos al fisco para el desarrollo y principalmente en cuanto a la ocupación de mano de obra. “Ustedes como periodistas tienen que ver que muy poco del trabajo bananero se ha mecanizando como se ha ido mecanizando todo tipo de actividad agroindustrial. Todo lo demás va reduciendo el uso de mano de obra. “Desde el punto de vista social, las fincas bananeras son fundamentales para el país porque consumen mucha mano de obra. Deben cuidarse los gobiernos de hacerla competitiva para que se pueda mantener esa gente trabajando. Es una actividad muy riesgosa. Los bananeros tienen que lidiar con llenas, mucho calor, el viento, el mercado… “El negocio del banano es de locos, todos los días tiene problemas diferentes, pestes, plagas… Además, nunca se termina de aprender en el negocio del banano. De los problemas de la industria bananera es que aprende uno más. “Bueno, es fácil verlo para mí, que he tenido que lidiar con la cruz del accidente. Trabajo en banano muchas horas, y el resto del tiempo pinto… Pinto desde que tenía 15 años. Me parece que mi lado artístico me permite tener una sensibilidad para ver detalles de la producción bananera que no toda la gente ve. 297


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“Creo que hay que ser positivo y optimista porque si no la vida se lo lleva a uno. Dicen que para tener alegrías hay que llevar una cruz. Yo llevo mi cruz, y los bananeros también tienen las suyas”.

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Victoria León Wong

La mujer bananera Victoria León Wong no es una mujer común y corriente. Victoria León Wong no es una persona común y corriente. Ella es extraordinaria. No le va a gustar que lo escribamos, pero no importa. No le pedimos permiso. Es una gran mujer, una gran hija, una gran hermana, una gran empresaria. Por algo, es la única mujer productora de banano en Costa Rica. Es la única finquera que ha sacado adelante un proyecto bananero. Tiene que ver con su temple, con su tesón, con su capacidad de trabajo… Tiene que ver con su cultura, con su sensibilidad, con su entusiasmo… Tiene que ver con su sentido de la excelencia, su exigencia consigo misma y ese sexto sentido que sólo tienen las mujeres… Victoria León Wong es un emblema de desarrollo y de integridad en la provincia de Limón. Nació en San José el 5 de diciembre de 1952 y creció en Siquirres. Hija de Don Manuel León Yee (qdDg) y Doña Dora Wong Yee, salió adelante gracias al trabajo y la gran escuela que es una familia grande. “Éramos ocho hijos, ocho hermanos. Sobrevivimos sólo seis. Han muerto una hermana y un hermano. Nos acostumbramos desde pequeños a trabajar. “Nos enseñaron desde que éramos unos niños a ser tolerantes, a ser solidarios, a ser considerados con los demás, a ser respetuosos y a identificarnos con los demás. Además, La honradez siempre ha sido un valor muy importante en mi familia. “Papá era agricultor, empresario y comerciante. Mi papá era mediano empresario. 299


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Crecí en Siquirres. Fui a la Escuela Justo Antonio Facio y al Instituto Agropecuario de Siquirres. El director era el Padre Roberto Evans. Fui presidenta del gobierno estudiantil en el año 70. Mi partido se llamaba ´Generación 70´. “Empecé a trabajar con mi papá a los ocho años de edad, porque era muy metiche. Me involucré en las actividades de mi papá siendo una niñita. En ese entonces, mi papá tenía un aserradero. Después nos entregaron una pulpería. Nos la entregaron de la noche a la mañana, así que tuvimos que asumir la administración. Yo le ayudaba en algo. Por lo menos le ayudaba a presentar las planillas en la clínica del Seguro Social y le hacía los depósitos bancarios casi que diariamente. También vendía en la pulpería, barría, acomodaba y sacudía. Crecí en un ambiente de trabajo”. También le gustó siempre ayudar en la comunidad. Fue bachiller de honor del Colegio de Siquirres. Le entregaron el certificado de bachiller en el Teatro Nacional junto con Rolando Chaves Jiménez. Él ahora es gerente de una empresa bananera. Venían los bachilleres de honor de todo el país. De su colegio iban Rolando Chaves, de Guápiles, y ella. Le entregó el título el Presidente de la República, que en ese entonces era José Figueres. Salió del colegio en el año 70. “En el año 71 me fui para la Universidad de Costa Rica, hice Generales y parte de la carrera de Economía. En el 72 inicié la carrera de Derecho. Me retiré en el 72 por la muerte de mi papá”.

Al frente del trabajo “Cuando murió mi papá, me devolví para Siquirres. 300


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Me vine a ayudarle a mi mamá. En Siquirres me tocó trabajar en la pulpería y le ayudaba a mi mamá a resolver problemas con las otras actividades que mi papá nos dejó. “Durante los diez años que estuve trabajando de lleno en Siquirres, surgió lo que es la Universidad Estatal a Distancia (UNED), así que saqué una carrerita que se llama ´Diplomado en Administración de Empresas´. “Estudiaba en la UNED y participaba en actividades comunales. Estuve en los bomberos de Siquirres. Para mí fue un gran honor porque este grupo lideró el traspaso de lo que era un cuerpo informal, el traspaso definitivo y formal al INS. Para nosotros era muy importante porque en ese momento sólo había voluntarios. Al hacerle el traspaso de instalaciones al INS, la institución nombró bomberos asalariados. El INS mandó a construir el edificio para que contáramos con un cuerpo de bomberos como existe hoy día. Desde entonces, contamos con un cuerpo permanente, que garantizaba la atención de los incendios en el cantón. Antes de eso era otra cosa. Ahí estaba un grupo grande de dirigentes comunales. Yo era parte de esa agrupación. También estaba en la junta del cementerio, en el consejo parroquial y en la junta administrativa del colegio. “Volví a la universidad hasta diez años después. Creo que ingresé en el año 82. Entré a segundo año de Derecho y me recibí como abogada en el año 86. “Ya con mi título de abogada, me vine para Siquirres, a litigar. Abrí una oficinita pequeñita. Más bien tenía como un bufete ambulante. Andaba para arriba y para abajo, iba a Guápiles, a Siquirres, a Guácimo, a todas partes.. Yo trabajé como abogada hasta que entré a la Junta Administrativa Portuaria y de Desarrollo de la Vertiente Atlántica (JAPDEVA), en mayo de 1994”. 301


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En JAPDEVA y en banano “Empezamos a involucrarnos con la actividad bananera en el año 87. Integramos un grupo de dos familias siquirreñas y un empresario josefino, con la ilusión de sacar adelante un proyecto. Mientras estábamos gestionando el contrato de venta de la fruta transcurrieron dos años. En esto tuvimos la paciencia para esperar. Antes era muy difícil. “El Banco Nacional jugó un papel fundamental, pues nos dio el préstamo a través del ´Programa de Fomento Bananero´. Era un proyecto muy bonito. El proyecto se consolida a partir del año 89. Yo me sentía muy orgullosa. Estuve involucrada directamente hasta el año 94, cuando entré a JAPDEVA. “Yo siempre he dicho que le doy gracias a El Colono y a FADASA, porque mientras se estuvo preparando la finca, tuvieron la gentileza de esperar la cancelación de los insumos que nos vendían. “Como esta entrevista se debe a que soy productora bananera, mejor dejamos a JAPDEVA para otro día… En junio del 98, cuando termina la administración Figueres y dejo JAPDEVA, mis socios de entonces decidieron vender las fincas. Teníamos las fincas originarias, conocidas como las Indianas, y la finca Santa Rosa Internacional, que compramos después, y que, en el 98, tenía dos inconvenientes: no era autosuficiente y el contrato para la venta de la fruta era en consignación. “Las Indianas cubrían los gastos de la finca Santa Rosa. Los otros socios compraron las Indianas y yo tuve que comprar la parte de ellos en Santa Rosa, para dejármela. Tuve que pedirle mucho a Dios que me 302


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iluminara en ese momento. Lo primero que hice fue que le cambié el nombre a ´Bananos Doña Dora´, en honor a mi mamá”.

Bananera independiente “De ahí para acá me independicé. Es una empresa familiar. Los dueños son mis hermanos, dos hermanas y un hermano. Yo soy la presidenta. “Al principio fue muy difícil. Tenía muchos problemas con el precio de la fruta por el hecho de tener un contrato de compra en consignación. Mientras todos los productores recibían un precio fijo, los precios de nuestra finca eran bajísimos, sobre todo en el segundo semestre del año. “Dichosamente, en enero del 99 los señores de BANDECO nos cambiaron el contrato de comercialización a un contrato de precios fijos, lo que nos vino a aliviar muchísimo. “Asumí esa finca con una deuda de dos millones de dólares. Si uno cree en Dios, si nosotros creemos en Dios, sabemos que el valor del trabajo es muy importante. Esto es un concurso de tres partes, los trabajadores, la empresa y la comercializadora. Podíamos enfrentar el reto positivamente. Les digo siempre a los trabajadores, este es un matrimonio de tres partes bien llevadas. Hemos ido pagando las deudas con base en el esfuerzo y con la ayuda del cambio del contrato. “Tenemos 237 hectáreas cultivadas. Contamos con el apoyo de 200 trabajadores y trabajadoras. Viajo de San José a la zona porque ahora tengo a mi mamá mayor y deseo disfrutar y compartir con ella el mayor tiempo posible que Dios quiera”. 303


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Urania, en Cariari “Después compré una finca en Cariari, La Urania, que era de Don Fernando Gamboa. Se la compré a los hijos. Ahora se llama Centro Turístico las Juntas. Cariari es un lugar que siempre he admirado, que siempre me ha gustado muchísimo. Desde que fui por primera vez, me encantó el lugar, y me quedé con el deseo de comprar algún día por lo menos una hectárea en Cariari. Sentí una atracción especial por parte de esta comunidad. “Me encanta la zona. Lo que menos me imaginé es que Dios me iba a llamar a liderar un proyecto ahí. Son 90 hectáreas, y tenemos como medio centenar de trabajadores. La compré en diciembre del año 2002. “Fui a verla durante ese diciembre. Una de las cosas que yo pedía era que el contrato de comercialización estuviera liberado. Quería una finca sin contrato. Se me prometió que eso se había logrado. Por eso decidí ir a verla. Cuando llegué a la finca me dijeron que lo del contrato no era factible. Pero vi los rostros de los trabajadores y las trabajadoras. Vi en el rostro de ellas y de ellos, de los que estaban ahí cerca de la planta empacadora, vi que me estaban aceptando, que me estaban dando una bienvenida. “Decidí que la iba a comprar a pesar de que no me habían rescindido el contrato existente. Vi la finca en malas condiciones, pero asumí el reto. “Tengo un administrador. Voy a la finca todas las semanas y hablamos todos los días por teléfono. Aprovechamos la asistencia técnica de CORBANA, y hacemos uso de sus servicios, por ejemplo, en cuanto al análisis de suelos y al programa de nutrición anual. 304


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También recibimos asesoría directa del Departamento de Asistencia Técnica. “CORBANA también ha sido muy importante desde el punto de vista financiero. Figúrese que CORBANA le ayuda a uno en la rehabilitación de las fincas y hasta nos hace préstamos que vamos pagando a lo largo del año…”.

La única mujer “En un mundo de hombres, tengo la filosofía de que, por ejemplo, si estoy sentada con ustedes, estoy viendo a unas personas, ni me acuerdo si ustedes son hombres o son mujeres. Nunca determino a una persona por el sexo. Me siento una más en medio de todos los productores bananeros. “Pienso que estoy en la actividad bananera porque es una actividad que cada día es más dinámica, de grandes retos y de grandes riesgos. Creo que la actividad bananera debe ser una actividad estratégica para el Estado costarricense. Por lo tanto, deben existir políticas públicas muy claras porque genera mano de obra directa, mano de obra indirecta, actividades accesorias, y micro y mediana empresa. “Desearía que CORBANA sea una institución llamada a conciliar los intereses de los productores independientes con las comercializadoras. El mundo está cambiando vertiginosamente. Se habla de una posible apertura de los mercados europeos. El país debe estar preparado. “Un punto estratégico es cómo vamos a transportar la fruta a tiempo. Si se van a abrir los mercados, el que llegue primero es el que va a vender. Son productos perecederos. Parte de la eficiencia está en cómo hacer 305


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llegar la fruta. “En Urania, le vendo el banano a Rumisel, que es un sueño de tener una comercializadora nacional. Es un esquema creativo, muy original, que surgió por una necesidad muy costarricense. No soy de las creadoras, pero me siento muy orgullosa de que me hayan invitado a participar en ese esquema. “Vivo enamorada de la Zona Atlántica porque es donde crecí y donde trabajo. La finca Doña Dora está en Bocas del Silencio, en Río Jiménez de Guácimo, Las Juntas está en Cariari, y tenemos en Siquirres, Ecoturismo Bananero, que es una finca en la que trabajamos a medias con Fernando Shedden. Me siento orgullosa de que logré que un empresario que era carnicero y comerciante de ganado sea hoy un empresario bananero, y que produzca en 60 hectáreas con eficiencia y con optimismo. “Aquí todos le hacemos frente a todo, es una administración sui géneris. Cada cosa se va adaptando a las necesidades. Tratamos de concertar. No tengo un esquema de administración único. En todas las fincas la administración es diferente. Me parece que el punto más importante es que no sólo se debe saber del cultivo y de los números. La sensibilidad y el sentimiento también son claves. Me interesa mucho el sentido social de todo. Será porque, después de todo, soy mujer”.

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Yoyo Quirós

Mito y maestro Desde muy pequeño, yo escuchaba a mi papá hablar de gente culta. Hablaba con mucho regocijo, como si quisiera que sonrieran todas las palabras que salían de él. En ese momento, yo creía que una persona culta era una persona que cultivaba la tierra. Y entendía el entusiasmo que despertaba en mi papá la gente ´culta´ por ser él agrónomo y biólogo. Hasta que un día no me encajó mucho lo que estaba hablando de alguien culto con aquella idea de un campesino. Entonces le pregunté, y después de sus risas prolongadas y contagiosas, me explicó qué es ser culto. Vea, culto es, por ejemplo, don Yoyo Quirós. Uno va a hablar con él seis horas y le habla de muchos temas diferentes. Otro día, uno va y se sienta seis horas más, y le habla de otros temas, sin repetir los primeros. Claro. Ahora sí tenía claro qué es una persona culta, aunque don Yoyo, la verdad, responde a mis dos ideas: tanto es culto por su conocimiento vasto, su hábito de lectura y su memoria impresionante como por su amor por la tierra, su apego a la agricultura y su aspecto de hombre sencillo, de campo. Pasé muchos años sin verlo, desde que acabó mi niñez en San Isidro de El General y me llevaron a vivir a Siquirres y a Guápiles. Don Yoyo vive en San Pedro de Pérez Zeledón, a una media hora de San Isidro de El General. Pero aquella imagen que tenía del señor culto, con sombrero de lona y largas explicaciones de la historia y la literatura, pronto fue ampliada en el Caribe. No más empezando el colegio mostré interés en la 307


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gente mayor y en la historia oral y vivida de los pueblos. Y siendo miembro de una asociación de estudiantes, organizamos fiestas para niños pobres en la zona de las Barras del Colorado, el Tortuguero y el Parismina. En una de tantas, me senté a hablar con unos señores de las barras y escuché historias del tiempo de Yoyo Quirós. De nuevo, era la huella de aquel hombre que tanto me impactó en la niñez. Don Yoyo tiene un lugar primigenio en la historia de la producción bananera de la zona norte de Pococí y Siquirres, y en la utilización de los recursos de la zona de las barras. Después, a lo largo de diez años, cada vez que voy a la Barra del Colorado o a Tortuguero, escucho alguna historia en la que, de pronto, surge el nombre de Yoyo Quirós en el nido del pueblo, cuando apenas estaba la comunidad saliendo del cascarón. Pero don Yoyo es mucho más que un personaje que, de casualidad, signifique algo para Pérez Zeledón y para la zona norte de Limón. Ministro de Agricultura, Presidente del Instituto de Tierras y Colonización (ITCO, hoy IDA), diputado de don Chico Orlich y Embajador de Costa Rica en el Bloque Socialista, es parte de la historia no oficial del desarrollo de las instituciones agrarias y del agro en general. Hace unos meses fui a visitarlo a Pérez Zeledón, después de hacer mil gestiones para entrevistarlo en sus cortas estadías en San José o en casa de sus hijos en Guápiles. Como no fue posible tenerlo más cerca, saqué un fin de semana para visitarlo. Tenía una y mil historias sobre él, algunas sorprendentes, como cuando me presentó por primera vez la obra de García Márquez. Tenía yo unos 8 años y se puso don Yoyo 308


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a hablar con mi papá sobre los pueblos de Colombia que aparecían en la obra de Gabo. Cuando eso, las memorias del escritor de las camisas pintonas y el bigote y la pinta de novela, ni siquiera eran un proyecto lejano. Acababa de ganar el Nóbel. Don Yoyo se puso a detallar las características de cada pueblo de su obra, y cómo coincidían con los pueblos colombianos de la niñez del escritor. Fue el mejor recibimiento literario para mí, porque luego entendí la fabulación de García Márquez como algo surgido de su historia personal y de la historia de sus pueblos, y reinventado por su imaginación, que creó una criatura a la que le puso alas pero le dejó las patas bien puestas en el suelo.

Volver por sus pasos Enjuto, sin un gramo de grasa entre piel y hueso, es la austeridad vestida de persona. Nos recibe en el portón de la finca donde vive, y antes de llegar al corredor donde se sentará con nosotros, bastantes varas más adelante, nos muestra árboles que ha cultivado, nos habla de experimentos en plantaciones de café y nos pasa por un galerón donde le ayuda a trabajar uno de sus nietos, criado en Guápiles y que viaja a casa de sus padres de quincena en quincena. Don Yoyo se llama Teodoro Quirós Castro. Nació en San José en 1917. Su papá se llamaba Roberto Quirós Blanco, nieto de Máximo Blanco, legendario guerrero de Costa Rica en 1856, quien vino de la Universidad de Essex con el grado de teniente y llegó precisamente para la campaña en contra de los filibusteros. Curiosamente, don Yoyo también es bisnieto de Juan Manuel Quirós, la

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primer baja de Santa Rosa. No más estamos iniciando y ya arranca con su manejo asombroso de la historia no oficial, de la historia paralela. “La campaña del 56 fue nuestra lucha contra la esclavitud. La campaña del San Juan fue la que cortó el recorrido de los mercenarios. Los mandaban de Nueva Orleáns y algunos de Baltimore a San Juan del Norte. De no haberse cortado el suministro de las armas, nos hubieran mandado todos los esclavos del sur de Estados Unidos. Este era el territorio alternativo, después de la obra de Abraham Lincoln. Y esa fue la primera guerra que perdió Estados Unidos. No fue la de Vietnam. La perdió aquí, contra mis abuelos. “Máximo Blanco era el padre de doña Filomena Blanco Mora, mi abuela. Mientras tanto, los Quirós habían sido adversarios de don Juanito Mora. Una de las críticas que le hacían era que para darle sustento a su finca fundó la Fábrica Nacional de Licores. “Por decir esas cosas se vieron obligados a exiliarse, pero cuando la guerra vinieron a brindar servicio. “Los dos militares, Juan Manuel y Máximo, mis bisabuelos, van a la campaña con importante grado militar. El 11 de abril, cuando Máximo comanda el pelotón, con lo que quedaba de un ejército muy pobre y diezmado, le proponen que se agache, y dice que un coronel no baja la cabeza. “En esa lucha en defensa de América Central, Costa Rica puso las armas y la lucha, aunque fuera con plata peruana. ¡Qué ingrata que es toda la vecindad con Costa Rica! De 30 mil unidades en la guerra, mueren 10 mil, y los pobres zopilotes hicieron higiene. Mientras tanto, a nadie enterraron los nicas. “Nosotros no dábamos abasto enterrando gente, se desata el cólera, la guerra nos quita 10 mil y el cólera otros 10 mil. 310


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Paliado el problema del cólera, vienen los de Nicaragua, se arman y nos dicen ´o nos firman este tratado o nos vamos contra ustedes´. “Yo creo que los únicos casos en el mundo donde un río es limítrofe es en Babilonia, en Persia, entre Irán e Irak, y el caso del San Juan. En todos los demás países, cuando un río es limítrofe, realmente es el talweg del río, el centro del río. La intervención fue para quitarnos el talweg. “Arriba de la desembocadura del San Carlos, ya en el Castillo Viejo, se ve el límite antiguo, que ya va muy tierra adentro, porque toda la vega meridional del lago ya no es de nosotros. “Ya había muerto Pierce, quien apoyó a William Walker. Pierce muere de una enorme borrachera. Los gringos siempre lo apoyaron pensando en el canal. “Las esclusas en Panamá se llenan en tantos minutos mientras que en el río San Juan se llenan en una cuarta parte del tiempo. “En Nicaragua, Estados Unidos encontró con un socio muy obediente y en Panamá se encontró con un gobierno altivo, pues era con Colombia con quien tenían que tratar. “Tenemos un caso similar en la frontera nuestra con el sur. El mandato real era ´del último extremo de la península Burika, hasta la mitad de la isla de Veraguas´. David, Concepción, toda esa parte rica de Panamá era de Costa Rica. “Fue genial la intervención de Leonidas Pacheco Cabezas, tío bisabuelo de Abel Pacheco. Don Leonidas va a Santa Fe de Bogotá con poderes plenos de negociar el tratado de límites y convence al gobierno colombiano de que respetaran el mandato real de límites entre Colombia y Costa Rica. “Cuando ya queda eso establecido, con el poder plenipotenciario que llevaba don Leonidas, le hicieron una alfombra de pétalos de rosa por su fuerza de persuasión, por 311


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su gran capacidad diplomática. “Teodoro Roosevelt compró las acciones de lo que quedó de la compañía del canal, del pobre Lesseps, que estaba en la cárcel por las deudas. Entonces, fabrica un estadito a su medida, que le obedezca a todo lo que él pida, y hace un contrato a perpetuidad, que lo viene a salvar el doctor De la Rosa, el papá de Kyra, panameño, el inspirador de la revisión de un tratado a perpetuidad, y que encuentra un presidente receptivo, demócrata, que es Jimmy Carter. Por eso es que ahora el canal está mejor manejado que nunca, con más clientela, en contra del mito de que aquello iba a ser un pantano cuando lo manejaran los panameños. “El problema es que no ampliaron las esclusas, pero el caso está resuelto en cuanto a la soberanía de Panamá, y hay que hacerle mérito a Torrijos, porque encontró receptividad en un senado justo. Esa alternabilidad que hay en el poder en los Estados Unidos es una maravilla”.

Sus orígenes A Don Yoyo cuesta domarlo en una entrevista. Nadie le mete el freno o las espuelas. Él es el dueño de la montura, y del aparejo. Así que jinetea la historia y la palabra por donde quiera. Su madre se llamó Marta Castro Herrera, y son tres hermanos más y tres hermanas. El papá se dedicaba a la mecánica, con grado de capitán de la Marina de Estados Unidos, y su mamá era ama de casa. Vivían en avenida 11, calles 15 y 17, donde nacieron todos. Ahí fue que echó patas la memoria descomunal de este señor casi nonagenario. “Abrimos la Escuela de Aranjuez, que se debió haber llamado Antonio Font, y se llamó Escuela México. El

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embajador ayudó mucho con los pupitres y las canastas de básket. En agradecimiento, se le llamó con el nombre de ese país. “Mis padres ayudaron mucho en la construcción. Se pagó muy caro, a 500 colones la manzana. Compraron tres manzanas. Se le compró a don Bernardo Soto. Íbamos de la mano de las maestras María y Rosita Font, esa señora que era la maestra de don Abel, el presidente. “En lugar de esperar el bus, yo esperaba a doña Rosa. Íbamos de a pie. Ella era la que vivía más lejos, tres casas más abajo de la mía. “Eran compañeros Sadot Venegas Moreno, Claudio Soto, Jaime Carvajal, Mario Siles, Jorge Roviralta y Cayetano Calvosa Chacón. “Era una escuela de hombres y de mujeres. Recuerdo que a veces me llevaba de la mano a una chiquilla que estaba llorando y que no quería ir a la escuela, Ofelita Sáenz. También eran compañeritas mías Margarita Rojas y Dyalá Jiménez Veiga”. Desde el inicio, muestra don Yoyo una disposición a decir todos los nombres completos y a recordar detalles pequeñísimos, con una precisión que asusta. “Cuando las Font se fueron de la Escuela México, nos fuimos mi hermano Mario y yo con una de ellas para la Buenaventura Corrales, y mi hermana se fue para la Julia Lang. “Un tío, Teodoro Quirós Blanco, era periodista, escritor y tenía un periodiquito, ´El Fígaro´, que le tiraba muy duro a Rafael Iglesias. Le volaban tajona a todos los de la casa, pero nunca tocaron a Teodoro, que firmaba como ´Yoyo´ Quirós, igual que yo. “Otro tío, Amadeo Quirós Blanco, le preguntó a don Rafael por qué a todos ellos nos levantaban a tajonazos y a Yoyo 313


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nunca. ´Ah, porque a mí me interesa lo que Yoyo escriba, y si lo meto a la cárcel o lo dejo pasar a los tajonazos, no podría escribir´, contestó Rafael Iglesias. “Don Rafael llegaba a la oficina de don Amadeo porque era el administrador de la empresa que tenía los transportes del Golfo de Nicoya, y don Rafael lo suplía de novilladas que traía de Guanacaste, donde estaba su finca, ´El Coyolar´. Embarcaban en Bebedero y desembarcaban en Chomes “De ahí, los arriaban hasta Coyolar, pero vea lo interesante: don Rafael era político y no podía ser un buen empresario. Se vio precariamente comprometido a venderla, y se la vende a quien se la puede pagar bien, a los Tinoco, pero los Tinoco… ¿de adónde? Está como aquel refrán ´Sacristán que vende cera sin tener cerería, ¿de dónde pecata dominis sino de la sacristía?´. “Los Tinoco, que cuando eso ya habían arriado con la hacienda pública, no podían poner la hacienda a nombre de ellos, así que la pusieron a nombre de un tercero, que era ´Terciopelo´, el apodo de Fernando Castro Cervantes. “Don Fernando hizo lo justo con la finca, y cuando ajustician al hombre que sostenía la tiranía de los Tinoco, Joaquín, su hermano Pelico, con las maletas listas, lo llama y le dice ´mirá, vamos a ponerle a nombre de fulano de tal la finca ‘El Coyolar´, y le contesta don Fernando, ´¿a punto de qué? Esa finca es mía´. “Barriles de morrocotas de oro y de plata pone Tinoco en un ferrocarril a cargo del ministro de Brasil en Costa Rica. En ese tiempo no se llamaba embajador, sino que se les decía ´ministro´. Era de apellido Mortiño, y en un tren expreso, viaja para embarcarse en Limón. “Los cartagos se dieron cuenta y pusieron mujeres y chiquillos a lo largo de quinientos metros en la línea. El tren no pudo pasar, y hasta ahí llegó el tesoro. Por eso es que 314


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dicen que a Pelico lo vieron en París sirviendo como mesero en cabarets y restaurantes”.

Compañero de Rodrigo Facio “Desde la escuela Buenaventura Corrales, tuve a la par una camada de gente especial. Otto Jiménez Quirós, que fue vicerrector de la UCR, y el compañero insigne, el más capaz, fue Rodrigo Facio Brenes. “Rodrigo era el mejor portero, el mejor matemático, el mejor en basketball, y el mejor compañero. Era muy solidario con todos. Hijo de una gran mujer, doña Rosarito Brenes Mata, quien también era una gran maestra. “Rodrigo Facio era muy humilde, no hacía por donde darle un codazo a nadie. Hizo un periódico en el colegio, ´El vocinglero´. El caricaturista era Otto Jiménez Quirós y el que hacía los editoriales era Fernando Lorenzo Brenes, un primo hermano de Rodrigo. “También estaban en clase Guillermo Ramos Valverde y Jorge Calvo Astúa, que fue el que ganó el primer premio de matemáticas de todos los colegios, cuando estábamos en tercer año. “Había un ´Tapón de yodo´ ahí, quien sigue siendo un gran hombre, Alejandro Soto Escalante, y todavía tiene todos los pelos colorados. Y Jorge Villalobos Dobles, quien fue contralor. “Poco tiempo antes, a papá lo llamó don Ricardo Jiménez a reformar la Fábrica Nacional de Licores, y junto con don Enrique Pinto, hijo de Tata Pinto, diseñaron la reestructuración. Fui al Liceo de Costa Rica, y a los meses cambió mi vida. “Mi papá murió en un accidente cuando yo tenía 13 años. Gracias a Dios, era muy previsor, y nos dejó la póliza de accidentes de trabajo, que la gestó en el año 24 por medio 315


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del actuario del Banco de Seguros, don Ernesto Arias. Fue la primera póliza que existió, la de riesgos del trabajo”.

Lombardo Toledano “El liceo fue punto de interés de los promotores de ideas nuevas. Había un hombre sindicalista, Lombardo Toledano, quien cogió de conejillo de Indias al liceo, y algunos mordieron el anzuelo. Lo de extrañar era que había más seguidores de Lombardo en el Seminario que en el Liceo. “No tuvo el apoyo que él pretendía. Nunca una huelga prosperó en el Liceo de Costa Rica. Él venía procurando reformas en el Liceo que el estudiantado no apoyó. “Por ejemplo, gente instruida como Rafael Ángel Johas y Duilio Canossa hablaban de que aquello de la Unión Soviética no era marxismo leninismo, sino una dictadura de Stalin. No tenía futuro tal y como Lenin lo había esbozado. “La única manera de ayudar era como lo hizo el doctor Hammer, el primero que socorrió Chernobyl. Estamos hablando de los tiempos de Reagan. Hammer sale con dos jets, el particular de él y otro, con una buena mayoría de científicos judíos, especialistas en cambio de médula, y aterriza sin permiso de las autoridades soviéticas. Cierro paréntesis. “En el seminario había alumnos como Joaquín Gutiérrez y Fabián Dobles, quienes, siendo hombres tan honrados y tan buenos, nunca quisieron entender lo que sí entendió Manuel Mora. Fíjese que cuando hacen el acuerdo Stalin y Hitler de deshacer Polonia e invaden, un periodista con radioemisora, Gonzalo Pinto Hernández, dueño de ´Alma Tica´, llama al Partido Comunista, al Bloque de Obreros y Campesinos, y les pide que expliquen cómo entienden un pacto entre el nazismo y la Unión Soviética. Los demás comunistas se quedaron callados, pero Manuel Mora no lo compartía, y 316


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lo dijo. “Entre una juventud así, de gentes moderadas, no privó nunca la doctrina estalinista, que era la doctrina de Lombardo Toledano. Por eso no pegó como él quería. “Ya que mencioné a Joaquín Gutiérrez, recuerdo que vivía frente a la Escuela Buenaventura Corrales. La mamá le hacía los pantalones, sin zíper, con un huequito con lengua, y le decían ´María huequitos´. “Recuerdo que se fracturó un brazo, se le entumió y agarró más fuerza en la otra mano. Entonces se echó un pulso y dijo: ´al próximo que me diga así, le rompo la cara´”. Trabajar con café “Intenté trabajar y seguir estudiando, pero no pude conseguir la manera, así que me dediqué a trabajar. Había trabajado desde chiquillo en dos beneficios de café y, después de que intenté trabajar para seguir estudiando, fui parte del primer curso en la Escuela de Agricultura que graduaría ingenieros. Antes era, más bien, un colegio técnico. “Pero tuve que salir. Era el hijo mayor de una viuda con seis hijos. Me tocó estar a cargo de mis hermanos. Nunca trabajé a sueldo. En Jorco de Aserrí administraba la finca de un primo hermano de mi mamá, Jorge Zeledón Castro, y entonces no quise que me asignaran sueldo. Mis hermanos iban a ayudar. Trabajaban mucho. “Había un comisariato en medio abandono. Yo concordé en que lo manejaría por la mitad de las ganancias. Hacíamos inventario cuatro veces al año. Se amplió mucho, procurando más clientela en el beneficio. Tenía que ayudar en todo por estar al frente de la finca. Era una finca muy completa, muy bonita. Con el ahorrito de tanto trabajo fue que me casé, con Flory Villafranca Güell, hija de Ricardo Villafranca Carazo, 317


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diputado en el 32. Nos casamos el 2 de abril del 38. “Del 38 al 42 estuvimos en Jorco, donde nacieron los primeros hijos. En junio del 42 nos vinimos para El Valle de El General. Recuerdo que Guillermo ´Macho´ Núñez, en el matrimonio de una prima hermana mía, me dijo, ´vos estás perdiendo el tiempo. Allá en Pérez Zeledón, hay tierras muy buenas y con muy buen clima. “Era el tiempo de la demarcación limítrofe. Un hermano mío era topógrafo de don Jaime Gutiérrez Brown, el papá del doctor Gutiérrez Góngora. Ahí conoció al delegado del gobierno panameño en la comisión de límites, Tomás Guardia, El 11 de diciembre fue Pearl Harbor, andaban en carreras en el Departamento de Ingeniería de Estados Unidos para hacer un trillo entre Estados Unidos y el canal de Panamá, necesitaban suplir de maderas a la construcción rústica, porque no había cemento ni había yerros. De ahí la razón de construir por donde nunca se debió haber construido, por el Cerro de la Muerte. La vía contaba con la virtud de que, desde Tejar de Cartago hasta San Isidro, se podía hacer a pura alcantarilla, sin cemento ni varilla. “El primer campamento se llamó Pionner, y lo asumió el Departamento de Ingeniería. Y de San Isidro a la frontera con Panamá no encontraron quién aserrara la madera. Don Tomás Guardia nos consiguió el contrato por medio de mi hermano y lo asumimos. “Nos dieron el contrato junto a Juan Schroeder. Era una carretera inteligente. Venía evitando puentes grandes. Terminó la guerra y quedó la carretera, aunque llegó a duras penas hasta San Isidro. En el gobierno de Eisenhower, John Foster Dulles era el Secretario de Estado. Había sido abogado de la United Fruit Company. Por eso, había dicho que dispusieran de toda la plata si la carretera pasaba por los terrenos de la United. 318


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“Había que terminar la vía para que pasara por Buenos Aires, Paso Real y Palmar. Eso era una exigencia del Partido Republicano de Eisenhower. Había dinero suficiente para terminar la Interamericana, que quedó trunca. “La carretera no iba por Paso Canoas, eso lo ´baqueamos´ don Juan y yo, junto con los marines, que en su mayoría eran irlandeses”.

“Zompopero de yuntas” “Compramos esta finca en San Pedro de Pérez Zeledón. La compramos porque aquí había muchas yuntas para jalar la madera de la carretera. Aquí tenían de cuarenta a cincuenta yuntas trabajando. Las tenía don Abel Sánchez, el mejor empresario de bueyes que yo conocí, el abuelo de Jorge Eduardo Sánchez, que ha sido dos veces diputado y es Secretario General del PUSC. Esta finca era un zompopero de yuntas. “Abel Sánchez y su gente cortaban madera en toda la zona, y la llevaban en bueyes. Había vigas que caían de una vez al río. Trabajamos con gente muy buena. La construcción en madera es muy interesante. “En eso se acaba la producción de quinina en el mundo y se agrava el problema del paludismo en el Pacífico tropical. El gobierno americano decide sembrar cinchona, sobre todo de la Catarata del Ángel para allá. La cinchona se llama quina carisaya. Cuando fueron a sacar la quinina, no había camino, y un ingeniero de Estados Unidos, Leo Wright, que era famoso porque, entre otras cosas, en dos horas diseñó un puente en Oregon, se vino a diseñar las planchas, todo lo que fue la estructura. “Tres semanas después estaba en Puntarenas. Que diseñara un puente de madera de 20 toneladas en Costa Rica 319


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era demasiado pedir, pero lo hizo. Lo diseñó en el corredor de la casa de Juan Schroeder, y de Pérez Zeledón mandaron la madera. Todavía funciona. Le pasan hasta 40 toneladas. Vaya, ráspele la madera, y verá que todavía está rosadita. “Se sacó la cinchona. Fue en el año 43, cuando nació Gerardón, mi tercer hijo. En todo ese tiempo tuvimos mucho contacto con Rodrigo Facio, porque era el abogado en el país del Departamento de Ingeniería de Estados Unidos. Ya Rodrigo tenía su bufete con Fernando Fournier. En una oportunidad, vino a la finca, y anduvimos por todo el valle. Siendo tan estudioso y observador, quería hablar con la gente. “Fuimos a muchas casas, a conversar con campesinos, y él notó que era una comunidad casi sin peones. La mayoría de los habitantes eran propietarios. Rodrigo me decía, ´esto es lo que fue el Valle Central en el siglo XVIII´. Era gente que tenía una autonomía del 90 por ciento. Aquí casi ni se compraba candelas. La mayoría usaba yesca. No usaban ni fósforos. “Era una zona aislada, igual que el Valle Central en el siglo XVIII, cuando no había salida ni a Limón ni a Puntarenas. Y ni falta hacía la de Puntarenas, porque el Pacífico ha sido el océano de los pobres, excepto por los japoneses ahora, y los tigres asiáticos. “Esto era una comunidad de gente muy altiva, muy independiente. Hubo una familia pionera de El General, la familia Madrigal Gutiérrez, y cuando fuimos, resulta que una sobrinita, Enriqueta Iglesias Gutiérrez, se hizo novia de Rodrigo”.

Después de la Guerra Mundial “Se termina la guerra, para la plata de la carretera, pero 320


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ya nos habíamos hecho amigos de Roger Stone, que fue el encargado, durante el conflicto bélico, de sembrar raicilla de ipecacuana para las amebas y de hule para la industria bélica. Todo lo sacaban por el Caribe. “Él tenía problemas de administración y me pidió que me fuera a administrar la Caribbean Packing Corporation. Cuando eso, Costa Rica era el segundo productor de hule del mundo, después de Brasil. “Y hasta la planta de Nicaragua producía hule que salía por Limón, porque, si no, se lo robaba Anastasio Somoza. Cuando eso, toda la plata que llegaba a Managua desaparecía. “Con Míster Stone en Costa Rica, en Estados Unidos tenían la seguridad de que todo saldría a tiempo y en orden, porque él era impecable. Estaba casado con la hija de Zamurray. “Fue así como nos fuimos para Limón en el año 46. Limón era la única ciudad con alcantarilla y pavimentación completa en toda América Central. No había otra. Vea si era aseado que no permitían secar cacao en la calle. Barrían hasta las calles. “El llavín de la casa de nosotros se descompuso y duró tres años descompuesto. “Era una comunidad muy pequeña. Había un sanedrín donde se podía saber todo lo habido y por haber, que por qué el chiquillo de la macha salió negrillo, y mucho más. Aquello era un nido de víboras. “Limón era el sitio de reunión de todas las partes. Después de sudados, los trabajadores ya estaban bañaditos, y en eso pasaba la muchacha del patí. Por cierto que, ya que digo patí, pienso en que la gente de Martinica es de habla francesa y tenía influencia en Limón. Por eso, el patuá tenía algo de francés. “Los negros se reunían en un rincón del malecón, 321


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con banquitas, a tertuliar. Limón tenía una vida cultural impresionante. Marcus Garvey hizo su patio aquí. Fue aquí que empezó a hablar de la Black Star Line. Después de estar en Limón, volvió con las ideas muy claras. Quien más lo apoyaba fue Gabriel Ramos Valverde”.

Frescura en la memoria “En Limón todavía estaba fresca la historia del buque San Pablo. Fue así: supuestamente lo torpedean los alemanes, y protestando contra el ataque, el 12 de octubre de 1943 se arma un desorden en San José. Apedrean las librerías alemanas y españolas. Hacían de cuentas que todos los españoles eran franquistas. El San Pablo queda hundido en el puesto número 3 del Muelle Metálico. La única manera de poder levantar al San Pablo fue traer un flotador que Míster Stone prestó. Lo hundieron lo más que pudieron. “La explosión fue de adentro para afuera, porque el hueco era hacia fuera. No se sabe qué fue lo que pasó. Perecieron los negritos de Limón, la cuadrilla de trabajadores. Todo Limón se estremeció con el retumbo y con la tragedia. “El papá del ex ministro Rogelio Pardo, que también se llamaba don Rogelio Pardo, era ingeniero civil, y manejaba la compañía de la electricidad, que era de John Saxe. “Terminada la guerra cerramos la Caribbean Packing Corporation y Míster Stone me dijo que si quería devolverme a El General o si prefería quedarme en Limón, porque él me podía vender un bote muy bueno. Estaba hecho para pasar barras. Entraba a las barras del Colorado, el Tortuguero y el Parismina, así como a la costa sur, a Cahuita, Puerto Viejo y Manzanillo. “Acepté el negocio. Empezamos a recoger banano y cacao, en las barras y en la costa sur de Limón, y poco 322


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después entramos en el negocio bananero. Empezamos las plantaciones bananeras en la confluencia del río La Suerte y el río Desenredo. Corría el año 46. Complementábamos esas plantaciones, porque comprábamos banano en el río San Juan y en el río San Carlos. Todo se transportaba a Limón. “Ahí estábamos de socios Juan Schroeder, Mariano Zúñiga y yo. Mariano se hizo cargo de toda la actividad bananera en el río San Juan y en el río San Carlos. Manejaba muy bien a los nicas. Y también se hizo cargo del embarque. “Después se dejó ese negocio del embarque de por vida, pero estuvimos juntos hasta el año 58. Fue hasta después que cada uno cogió su rama. “Lo del banano hubo que cancelarlo. A la United Fruit, una vez que ocurre lo de Pearl Harbor, le devuelven una flota de barcos Liberty, en el año 46. Cuando llegábamos con 18 mil racimos de bananito a Brownsville y a Tampa, ya la United tenía 40 mil racimos de fruta de primera, traída de Ecuador. Los clientes nuestros nos dijeron que no podían seguir con nosotros, porque les estaban ofreciendo ese banano por lo menos 2 centavos más barato y mucho más rápido. No hubo manera. “Pero voy cortando camino en el relato, porque, aún así, aguantamos más de diez años. Empezamos en el 46 y todavía estábamos sacando banano en el año 57. Aguantamos esos años porque había gente muy buena. Una de las maneras como nos defendimos fue porque persuadimos a los clientes de que compraran barcos y que cruzaran las barras. Francisco Vanolli nos llevaba un fiscal de aduana a Barra del Colorado, y de ahí salíamos directo. “Al hacer el bananal sacábamos mucha madera, pero no botamos toda la montaña. Sembramos a media sombra. La madera que sacamos iba para la industria mueblera de Puerto Rico. Ya conocíamos mucho de esa isla y admiramos mucho 323


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a Muñoz Marín, que es uno de los políticos más inteligentes que ha tenido América Latina. La fórmula de Estado libre asociado de la Unión Americana les da grandes garantías y les deja libertades. Por ejemplo, toda la industria mueblera entra libre de gravámenes a Estados Unidos. “Había un senador puertorriqueño, de origen vasco, de apellido Gaztanbide, que tenía una empresa mueblera, y los Hermanos Michelena, unos dominicanos que eran los grandes perseguidos de Trujillo, porque tenían un periódico en Santo Domingo, también tenían industria mueblera en Puerto Rico”.

“Bananito cimarrón” “En el 58, ya sin posibilidades de seguir llevando bananito cimarrón, decidimos empezar a buscar conexiones para hacer el cultivo al sol, con control de sigatoka, y vino una odisea. A través de gentes muy buenas en Europa, nos dedicamos a gastar platica de nosotros buscando conexiones y fuimos interesando a empresas europeas, que venían a romper el monopolio de la United Fruit en el Pacífico y la Standard Fruit en el Atlántico. “Mario Echandi era el presidente y no quería que hubiera esos monopolios. Los censuraba mucho. Con él me fui para Génova, y conquistamos a un empresario muy importante, casado con una nieta de José de San Martín. “Lo convidamos a que tanteara con unos viajes de banano, nos unimos entre varios, y embarcamos las primeras frutas para Europa en el 58. “El empresario genovés se llamaba Andrea Marsano. Cuando la Standard se dio cuenta, también empezaron a llevar fruta. “Marsano tuvo que correrse, pero habíamos quedado 324


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conectados en Hamburgo con una cooperativa, que se llamaba EDK, que importaba bananos que traían de África. En Alemania hay un consumo masivo de bananos. También teníamos contactos en Rotterdam, con Vran Hoboken, y en Bélgica, con Vran Parais y algunos empresarios de Amberes. Con ellos fundamos Ticabán algún tiempo después. “La primera finca se llamaba ´Casa Verde´. Estaba en la unión del río Desenredo y el río La Suerte, donde ahora está la Finca Cantagallo. “En la segunda etapa, hicimos un acuerdo con una gente conocida de antes, porque Costa Rica tuvo un gran instrumento de comercio en Tampa, gracias a Delia Failde, una gallega que nos ayudó muchísimo. “Un buen día se apareció en San José con un rabino y con el dueño de un lugar de carreras de perros. Traían de sacristán a Jacques Loeb. Esa gente venía representando a West Indies Fruit Company. Con ellos fundamos BANDECO. Nosotros no formamos parte de la sociedad de BANDECO. Lo que queríamos era romper el monopolio con alguien versado, como los de West Indies, que era el más grande de los pequeños comercializadores. “Recuerdo que Lou Grossman era el gerente, quien dejó aquí a Jacques Loeb como gerente. Fueron ellos quienes realmente fundaron Bandeco, que es la mamá de Pindeco, con grandes implicaciones en el Atlántico, por las plantaciones de banano, y el sur, por las plantaciones de piña. “Posteriormente, la gente de Vran Parais y tres más de Amberes forman ´Tica Bananera´, y empiezan a operar en el terminal de Río Frío, pero viene una depresión en los precios de banano y prefieren cerrar. Fue ese el nacimiento de Ticabán. “Era gente muy solvente. Todo lo pusieron con capital propio. El ramal iba desde Leesville, Roxana, hasta Ticabán. 325


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Les costó 700 mil dólares más los furgones. Fueron los primeros furgones decentes que hubo en el ferrocarril. Posteriormente los regalaron al Estado de Costa Rica, y dejó de ser simplemente un ramal bananero. “Tuve participación en Ticabán, con Edmond Woodbridge. Luego, esa finca le quedó a la familia Figueres, y la invasión de ´El Indio´ le tocó a los Figueres”.

Creador de fincas bananeras “La finca ´El Prado´ la hicimos en el año 67. Era un 40 por ciento de nosotros, porque la hice con mis hijos; un 20 por ciento era de un hermano mío, de Fernando, y el otro 40 por ciento de Parker Banana Company, de Tampa. “Después de ´El Prado´, vino la finca ´Mola´. Se llama así porque ahí nos ayudó mucho ´Mola´ Argüello, que es todo un personaje de la zona norte de la provincia de Limón. Era tremendo y los hijos salieron a él. Imagínese que un hijo de Mola se pegó una avioneta con una piedra y se la trajo al suelo. La avioneta pegó la panza contra la plaza y el piloto salió en carrera a agarrarlo. Era un espectáculo ver al chiquillo corriendo y al piloto detrás. Desde ese momento, al chiquillo le pusimos el apodo de ´Antiaérea´. “En ´El Prado´ y ´Mola´ nos esmeramos en hacer plazas, casas y hasta escuela. Le voy a contar la historia de la escuela de ´El Prado´, con la esperanza de que ya no me puedan meter a la cárcel. Un día, iba un camión de material para el pueblo de El Jardín. Era un material para hacer una escuela. Nosotros ya estábamos con los planes de hacer la escuela de la finca. Mis hijos Gerardo y Beto estaban tomando café, y en eso se baja el chofer del camión y les cuenta que está perdido y que anda buscando El Jardín porque todo el material que lleva es para la escuela que van a construir. 326


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“Beto se levanta y le dice ´en este lote estará la escuela de El Jardín´. Se pusieron las pilas, llamaron a unos peones y rapidito habían descargado todo el material. Mis hijos le dejaron el nombre de ´El Jardín´ a la Escuela de ´El Prado´ en honor a la otra escuela. “Esos hijos míos son terribles. Yo siempre digo que Gerardo fue el primer terrorista de la zona, porque cuando estaba en primer grado de la escuela aprendió a preparar pólvora. Estaba en la Escuela Tomás Guardia de Limón. “No sé quién fue el que le enseñó. No fui yo. La pólvora la hacía con una mezcla de clorato de potasio, azufre y carbón molido. Se iba con unos compañeros para la botica y compraba los ingredientes, todo al tanto de una libra. El azufre no se vendía en la zona, pero andaba regado por culpa de un barco. “Era un sábado. En ese tiempo sí trabajaban en las escuelas. Ellos iban a clases hasta mediodía. Hicieron una bomba y se pusieron a pensar ´¿dónde ponemos este bombón?´. Una bomba de esas se detona por impacto, simplemente se le tiraba otra piedra. “Viene ´Chayote´, que era como le decían a un chiquillo que era compañero de ´Gerardón´, y le dice al angelito de mi hijo que dónde más puede sonar la bomba es en las escaleras de su casa, porque hay un eco tremendo. El papá era gerente del banco, y la casa estaba en el alto del edificio, vivían en el segundo piso. “Armaron la bomba, fueron a cerrar la puerta y la tiraron. Salieron disparados con toda y puerta. Por dicha que naditica les pasó. Al frente estaba el comisariato de la United. Aquello estaba aterrado de gente y el banco también. “Cuando pregunté, me dijeron ´dos tombos tienen agarrado a su hijo´. Pero llegué y estaban en el balcón, muertos de la risa”. 327


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El 48 en Limón “Me metí en política en el año 48. Una vez que se hizo la sesión del Congreso desconociendo las elecciones, llegó el doctor Blanco Cervantes a Limón porque necesitaba un inventario de las armas del cuartel de Limón. Entonces, recurrió el doctor a don Enrique Alvarado, gerente de All American Cable y sobrino de Felipe J. Alvarado. Don Enrique les dijo que no podía ayudarles, pero que llamaran a Yoyo Quirós. Yo tenía amigos ahí, entre ellos, un primo, Gilbert Crespi Oduber, que era muy leal. Él vio cómo andaban las cosas. “Recuerdo que en ese momento había un muchacho vecino de nosotros que era de apellido Echeverría. Era tío de Miguel Ángel Rodríguez. Me pidió trabajo. Los Pardo tenían el mejor almacén de Limón, La Proveedora, que era el más surtido después del comisariato de la United. “Mario Pardo me dijo que tenían mercadería muy susceptible de que la requisaran. La cargamos, con la idea de que yo me la llevara para Puerto Viejo para guardarla. “Al hacer el desembarque, nos descubrieron y me metieron preso. Al llegar a la cárcel, me encontré con Sandro Sosto, que había sido agente de importadores de armas. Lo habían agarrado con dinamita. “Muy avanzado febrero, o a principios de marzo, al anochecer llegó el gobernador, don Abel Robles Troyo, casado con Mimí Fernández Prestinary, tía del periodista y escritor Álvaro Fernández, a quien le decimos ´PZ´ porque ese era su seudónimo en La Nación. “Había sido bastante cercano a los Figueres, porque tenía una socia capitalista muy buena, quien ponía la plata para los salarios y producíamos frijol en grande. “Le fiábamos a Toño Figueres, el hermano de Pepe. Le 328


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dábamos treinta días para pagar. Tenía una plantación en el bajo de Santa Elena y la otra en Frailes. También nos habíamos hecho amigos de don Pepe en nuestro primer trabajo, en el beneficio de Jorco de Aserrí. Yo le ayudaba con la secada a veces y Don Pepe nos daba consejos en general. “Él pasaba a Jorco con Tobías Umaña Jiménez y León Sotela Bonilla. Hablaban de precios de café y de ventas. “Lo cierto es que la revolución me agarró en Limón. El 10 de abril tenían que llegar, según los mensajes por radio, los de la Legión Caribe. Don Enrique y yo estábamos pendientes. “Los aviones que traían armas eran llevados por ´Pillique´ Guerra y ´El Macho´ Núñez. Pillique tenía que avisar tirándole una bomba al cuartel de Limón. Tenían que llegar sábado y no tuvimos ningún aviso. A la mañana siguiente íbamos para misa, a las 5 y 40 de la mañana. Al frente del cuartel estaba barriendo don Abel Cruz. Fuimos a misa. La misa es de lo más bonito en Limón porque las negritas van muy acicaladas. Estábamos entrando a la iglesia cuando oímos el bombazo. “Saliendo de la iglesia nos topamos con Octavio Sáenz, sindicalista y comunista, quien nos dijo que estaban invadiendo por Moín. Recuerdo que venían por la playa, directo desde el aeropuerto. “Octavio venía armado, me dijo que tenían las oficinas del Seguro Social y que su rehén era Hernán Garrón. Octavio murió en El Codo del Diablo. “Entre el puente del río Jilguero y el puente del río San Isidro, hay un monumento en homenaje a los caídos, que dice ´aquí yacen en sublime confusión los que ofrendaron sus vidas por defender sus ideales...´. El hecho de que estén juntos demuestra lo que es este país. “Siempre me opuse a los liberacionistas que no querían 329


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darle ningún crédito a los mariachis que lucharon defendiendo las Garantías Sociales. “Ahí donde está el monumento del que le hablo estaba una trinchera y reparaban camiones. Ahí echaban los cadáveres y los quemaban, de un bando y del otro. Fue un acuerdo entre Oldemar Chavarría y Alejandro Soto Escalante”.

Tomaron Limón “El 11 de abril me buscó Octavio y nos topamos a Vico Estarque. Nos dijo que ya habíamos tomado la Central y que iban a volarle bala al Seguro Social. Le dije que ahí estaba Hernán Garrón. Vico reforma su plan y no le vuela bala. De alguna manera interviene Octavio y liberan a Hernán Garrón. En eso, los comunistas toman la aduana. “Cuando supe que Hernán estaba liberado, nos fuimos a ver qué hacer con las familias. Alfonso Goicoechea Quirós venía como delegado de Don Pepe. Venía muy enfermo. Traía una carta en la que se me pedía que me hiciera cargo de la intendencia. “Recuerdo que los pilotos se hospedaron en un hotel. Y siempre estuve pendiente de que no le faltara comida a la gente. Para eso, escogí peones muy buenos: Álvaro Umaña, Carlos José Gutiérrez y ´El Macho´ Coto. “Mientras tanto, había que pensar en el trabajo. Ya teníamos un botecito listo. Nos fuimos y volvimos con ocho mil frutas. Veníamos alzando unos racimos por aquí y otros por allá. Hicimos varios viajes. “Me fui para la aduana. Estaban fuertes los comunistas. Negocié con ellos, para que nos dejaran embarcar. Estaba un hombre de apellidos Jiménez Guerrero, y le expliqué que íbamos a rescatar un dólar cincuenta por racimo. Entre viaje y viaje, al final eran 40 mil racimos. Aceptamos dar cincuenta centavos por racimo, pero con la condición de que 330


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les dábamos comida a unos y a los otros, al que le faltara comida, no importa del bando que fuera. “Una vez que hice el trato con los comunistas de que nos dejaran embarcar, empezamos a cargar un bote de mil toneladas, el Stella Maris, un barco que se salvó durante toda la guerra. Hizo el cabotaje de Colón a Limón del año 39 al año 45. “El gerente de la United era Johnny Moore, y con él hicimos un trato. En un embarque de ellos, les pedimos que nos hicieran el favor de traer arroz, frijoles, manteca y azúcar. No teníamos suficiente dinero para la comida. “La deuda nos quedó para después. Seguimos pagando José María Castro Odio, otro exportador y yo, hasta que le cancelamos a Míster Moore. Lo bueno es que el pueblo no ´hambrió´. Mucha de la comida que sobró se la dimos al cuartel. “Quienes estuvieron a cargo de la entrega de Limón fueron ´Pillique´ Guerra y Hernán Rossi. Dejaron las armas en la ventana de la agencia de vapores de la United, frente a la aduana, línea de por medio, y se fueron caminando desarmados, hablaron con los únicos que hacían resistencia y fue entonces que depusieron las armas”.

Historia viva de Tortuguero “Seguimos en las empresitas bananeras hasta el 58, y en Tortuguero continuamos con la madera. Cuando eso había mucho manatí. Procuramos que no los cazaran. Son animales muy amistosos. Yo recuerdo que Lalo Arrieta y su esposa, Petrona, los cuidaban en Caño Chiqueros. Se echaban al agua con ellos. “Otra cosa que hizo esa pareja tan particular fue un banco de almejas. Trajimos almejas y las botamos frente a donde teníamos el aserradero. La gente nunca las devastó, por lo menos en mi tiempo. El problema del abuso fue después. 331


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“En los caños quietos, como Penitencia, se pescaba gaspar. Cuando sacábamos la hembra, le quitábamos el caviar. “Había tanto róbalo que en Tortuguero se hacían competencias internacionales. Llegaba gente de las grandes ligas y artistas famosos. Todo aquello lo propiciaba don Julio Groscoors, un exiliado venezolano, amigo de Rómulo Betancourt y enemigo de Pérez Jiménez. “En Tortuguero hicimos tres cortes de montaña, uno en el 46 y otro en el 58. Dejábamos caobilla y cedro real. El tercer corte fue en el 65. “En un principio, hacíamos trocha y poníamos rieles de palo. Sobre eso, poníamos la madera rolliza. La tirábamos a la laguna; cuando flotaba, la amarrábamos. Por cierto, siempre ha habido tiburón en el Tortuguero. Sube 20 kilómetros. Y también pez sierra. “Cuando eso, en Tortuguero sólo había zambos mosquitos. Había una mujercita que se llama Yinola y otra que se llamaba Tuaila. Eran zambos mosquitos. El jefe se llamaba Dama Lightning y la matrona se llamaba Cuca, era la líder mujer, Cuca o Liliam. Los zambos mosquitos hablan muy bonito. “Hubo gente muy interesante en Tortuguero. Uno se pregunta cómo hacían para navegar en esas zonas desde hace tantos años. Hay un trabajo en arquitectura naval que no es ciencia sino arte, y es el oficio de diseñar las planchas para forrar un casco. Lo hacían los carpinteros graduados en el Colegio de los Moravos, de la antigua Checoslovaquia. “Cuando estuve allá, me preguntaba cómo habían hecho los zambos mosquitos para construir embarcaciones tan ingeniosas. Y es que resulta que en Nicaragua había un colegio de esa gente. Sabían soldar muy bien y conocen la carpintería de rivera”.

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Los Stone “Vea qué interesante la historia de los Stone, de Doris Stone, y de su esposo, Roger Stone. “Doris era hija de Samuel Zemurray. Era ucraniano. Hijo de judíos ucranianos, vino como niño inmigrante a vivir a Alabama. Allí empezó a frecuentar los barcos fruteros, y se fue haciendo el muchacho de los bananos pintones, que no tienen mercado. Lo fue orientando hacia pastelerías y fábricas de helados. Luego se extendió a Nueva Orleáns, y se hizo un gran empresario. Se casó con una hija de banqueros de Nueva Orleáns, de la familia Weinberger, y su paso siguiente fue venirse a América Central. “Los Weinberger tenían una finca, la Bluefields Banana Company. Stone toma la experiencia de uno de los Weinberger, que era un famoso banquero, y tío de su mujer. El asunto es que se vino, pero no le gustó la costa nicaragüense porque no tenía puertos de altura. Se fue a Honduras, a un río que se llama ´Cuyamel´, porque en Honduras al pez bobo le llaman ´cuyamel´ y empezó a llevar gente preparada para producir calidad. Llegaba a los mercados de la United con mejor calidad. Les estaba volando garrote. “La United, hastiada de que iba ganándoles terreno, le compra la finca del Cuyamel por un precio mayor del que valía, en el año 25 y 26; se retira de negocios, mete su platita con sus parientes, pero se viene la gran depresión del 29. Mi papá tenía unas accioncitas de la United a medias con Míster Ferris, el hombre encargado de la Northern Railway Company, que no era inglesa, pues la persona jurídica estaba registrada en Delaware, Estados Unidos, y lo que hizo fue arrendar la concesión de la compañía inglesa que la tenía. “Cuando las acciones valían 90 dólares, vino Míster Ferris y le dijo que las acciones habían bajado a 80 dólares y en dos 333


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semanas estaban en 60 dólares. En poco tiempo las acciones estaban en un dólar. Míster Zemurray fue y compró todas las acciones que pudo comprar de la United. “Él compró todas las acciones que pudo, se hizo un accionista de mucha importancia, la United empezó a perder mucha plata y, según Zemurray, no producía con calidad. “Empezó a abrir nuevas fincas, cerró en el Atlántico, abrió en el Pacífico, primero en Parrita, muy desordenadamente abrían los bananales en el Pacífico… El mercado mayoritario era en San Francisco y Canadá, que eran destinos muy lejanos. Míster Zemurray censuraba a la United y en una asamblea general de accionistas se presenta ante los aristócratas de Boston, los banqueros que eran dueños de las otras acciones. Nunca había aprendido a hablar inglés. “Entre paréntesis, quiero decirle que durante los años en que no estuvo activo en los negocios, se dedicó al sionismo. En un barco llevó judíos a Palestina. Era del movimiento sionista y ponía la plata para que el proyecto caminara. “Ya cuando llega a hacer la protesta en Boston, ante la asamblea de accionistas, sabe que está entrando en negocios. Reacciona ante el desprecio de los banqueros, les dice ´yo soy el dueño de esta empresa y todos ustedes quedan destituidos´, y se dedica a cambiar la leyenda del ´big stick´. “Trae gente versada en negocios; su hija, Doris Stone, empieza a frecuentar América Central. Ella nació en Nueva Orleáns, en Oregon Creek. En Tulane estudió Filosofía y Antropología, se graduó con todos los honores, y cuando el papá le decía que pidiera un premio le contestaba que algún día se lo iba a pedir. Luego fue a la Universidad Lomonosov, en San Petersburgo, y sacó un doctorado en Antropología. “Vuelve ya graduada, en vapor, la madre de familia en un contexto muy distinguido, hija de judíos banqueros, y le dice 334


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a sus papás que es una muchacha desarrapada y que no se monta en la limusina. “Viene a Santa Rosa de Copán, se encuentra el robo de piezas indígenas, interviene con el gobierno hondureño, y el gobierno de Bonilla le empieza a ayudar, pero lo botan y el presidente se va exiliado. “Zemurray tenía un barco por el que las autoridades de Nueva Orleáns lo tenía muy vigilado. Todos los de Bonilla se montan en el barco y desembarcan con 30 ametralladoras. Míster Zemurray queda dueño de Honduras por ausencia de Bonilla. Ya Doris Stone estaba identificada con el trabajo de preservación del legado indígena en América Central, y a eso se dedica. “Mientras tanto, viene la Segunda Guerra Mundial. Se va el hijo de Zemurray a la guerra. El ejército alemán le mata al muchacho, en África del Norte. Zemurray renuncia a su puesto de presidente en la United sin haber retirado nunca un salario. Con esa plata funda la escuela de El Zamorano, pero prohíbe la investigación en banano. “La primera administración de El Zamorano se la encargó a un autodidacta que se llamó Wilson Popenoe. Escoge tierras que no son de primera para que los muchachos tuvieran que hacer un esfuerzo adicional”.

Ministro de Agricultura de Don Pepe “Fui Ministro de Pepe, antes trabajé en el CNP y después fui gerente y presidente ejecutivo del ITCO. Cuando se hizo la ley del Concejo Nacional de Producción, en agosto del 56, algunos como Raúl Blanco Cervantes y yo metimos la cuchara porque se estaba dejando de lado al consumidor. El CNP nació en el Banco Nacional. Lo que se hacía era promover la producción mediante financiamiento adecuado, 335


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bastante cómodo. Con don Elías Quirós se quiso que se institucionalizara. Cuando la ley se promulga tiene bases equilibradas, fomento de la producción y control de precios, porque los precios hasta ese momento habían estado a la libre, en términos completamente liberales. Por eso es que al agricultor siempre se le explotó. Si había una buena cosecha, el precio iba ruinoso; cuando había malas cosechas, directamente lo pagaba el consumidor, se elevaba el precio y se transmitía a quien consumía el producto. “El Estado le garantizaba un precio mínimo. Cuando ya se hizo la ley, don Pepe nos llamó a los que le habíamos medio ayudado con estadísticas y algunos informes, entre ellos Otto Jiménez Quirós, quien trabajaba con la FAO. “Yo era directivo en el gobierno de don Pepe, y luego pasé al consejo de gobierno. Estuve dos años como Ministro de Agricultura. Fue un gobierno en el que se pudo hacer mucho porque teníamos muchos diputados. Había el dicho de Luis Bonilla Castro, que lo sintetizaba de esta manera: ´para eso tenemos mayoría´. En Cartago, sacamos todos los diputados. “Luego, con don Chico (Orlich) estuve de diputado por Pérez Zeledón. En esos años, la austeridad fue muy importante. Realmente yo no conocí de malversación. “Hubo un caso y fue severamente condenado, era una mordida en un negocio. “Había que pasar el contrato industrial de la Numar. Por más que se quisiera no iba a pasar el contrato, el ministro tenía lechería y esa fábrica no iba a pasar. “A un lechero no le servía la fábrica de la Numar. Pero, conociéndolo, aposté con alguien mil pesos y se los gané. Lo pasó aún en contra de su conveniencia. Claudio Volio era el ministro, y era insobornable. “Recuerdo que un diputado se fue donde don Dick Jonhson 336


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y le dijo ´si quiere le consigo los votos para que pase´. Se dieron cuenta y lo denunciaron con nombres y apellidos. De ahí en adelante se le llamó ´el diputado margarino´. “En el consejo de gobierno de Chico jamás de la vida hubo un gallo. El que quería un fresquito que se lo procurara. En la oposición había dos bancadas grandes, los ulatistas y los calderonistas, pero los ulatistas nos ayudaban mucho. “En el 70, en el tercer gobierno de don Pepe, entré a trabajar en el ITCO. Era gerente. Todavía no existían las presidencias ejecutivas. Para palear un poco con Vanguardia Popular, se hizo un arreglo con Manuel Mora de que le entregaba el ITCO, que se había fundado en tiempos de don Chico. “Una lucha que yo di y perdí fue para que se estableciera el fuero de derecho agrario, una iniciativa de Rolando Sáenz Ulloa, en tiempos de Daniel Oduber. “Chico Paula era el gerente, era talentosísimo, hermano de Joaquinzón y papá del actual Presidente del Banco Central. “Estuve en el ITCO durante tres años de Don Pepe y dos años de Daniel (Oduber). Ya cuando eso era presidente ejecutivo. Compramos muchas tierras en regiones sin vías de comunicación, se hicieron caminos, se drenaron las zonas húmedas, se sanaron las tierras. “Así fue cómo se implementó la producción a lo largo y ancho del país. Por ejemplo, yendo de Coto 47 a Punta Zancudo hay 22 mil hectáreas de tierras que la gente fue ocupando, haciéndoles mejoras. “En esos años, había mucha gente que seguía de cerca las adjudicaciones, como Julieta Pinto y Marcial Aguiluz. Ahora el desarrollo agrario está estancado. Hay programas que son interesantes. Por ejemplo, un grupito de alcohólicos que se levantaron producen piña para exportación, pero no son muchos los proyectos como ese”. 337


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Embajador a un nuevo mundo “Me fui a Kiev como embajador de Costa Rica ante el Bloque Socialista. Aprendí mucho del régimen de Stalin y de la diferencia entre el legado de Lenin y de Trostky. Le voy a contar una diferencia. Alejandra Colontai era una legendaria guerrera, y andaba en el barco Aurora, que lo llevaba un capitán que era prócer de la revolución. No se presentan a los agasajos de la celebración de un triunfo, investigan y se los encuentran de amantes en una dacha de los bosques de la Crimea, en el Mar Negro, que es un lugar bellísimo. Trotsky considera que es una afrenta a la majestad de la revolución, y dice que dos militares que desertan merecen el fusilamiento. En eso viene Lenin. Alguien le cuenta y él replica, ´bueno, Trosky tiene razón en parte, pero creo que una ejecución no es castigo. Ellos mueren ¿y qué? No hay rectificación. No es un buen ejemplo. Hay que castigarlos de una manera más sustancial, para que den ejemplo: hay que casarlos y que se juren fidelidad mutua y eterna´. “Otro personaje interesante es Nikita Krushev, que llegó hasta segundo o tercer grado de escuela. Es el primero que critica la obra de Stalin. Era minero, rectificó los errores de la ingeniería rusa, para poner en acción la comunicación subterránea en las Islas del Báltico, en el golfo de Finlandia. “En el 76 me fui para Rumania, Bulgaria, la antigua Checoslovaquia y Polonia. Fui embajador itinerante. Estuve dos años. Creo que la experiencia de Checoslovaquia me ayudó mucho. Ellos fueron ejemplares como país. El hecho de no doblegarse ante la Unión Soviética ni de limitar el ritmo de trabajo, hablaba muy bien de su cultura y de su coraje. Tenían corporaciones autónomas y competían, a pesar de las 338


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grandes limitaciones. Siempre siguieron adelante. “Lástima que se dividieron porque se complementaban. Toda la arquitectura naval, el mantenimiento de la gran flota del Danubio, era de los de Eslovaquia, de los astilleros, mientras que la República Checa tenía la mejor maquinaria y las mejores herramientas de la región, los motores y las herramientas Skoda, superiores a los productos rusos. “Rumanía tampoco permitió el tránsito del ejército ruso. Siempre puso de primero su dignidad. Según Gabriela, quien es una amiga mía que pasa mucho tiempo allá, casi no se compensa el cambio de mayor libertad debido al gran deterioro que hay en la vida cotidiana. Cuando yo estuve allá, ellos prácticamente no tenían desempleo. Nadie se moría de hambre, abundaba la comida. En cambio, ahora sí hay hambre. “Tuve una gran amistad con un vicepresidente de Rumanía que fue educado en Oxford. Tenía una gran autoridad. Se sentaba a contarme su vida. Era campesino y petrolero. Tenía una compañía con el papá. Decía ´yo me metía en el pozo y papá jalaba el mecate´. Era de una región donde se había acabado el petróleo, pero con el terremoto brutal de los 70 volvió. Imagínese qué clase de terremoto. “Polonia también era un caso especial. La gente tenía mucho señorío. Y Bulgaria era el país más rural de toda la región. Tenía muchos sembradíos de frutas y soya, casi toda la soya procesada en harina o en aceite que se producía en Europa. Por eso, se les vendía toda en el mercado europeo. “Fue una época llena de experiencias. Por encargo de Miguel Sobrado, me fui a buscar al ideólogo del Seguro Social, el doctor Pomeranz. Fue una experiencia muy interesante”.

El país de ahora 339


Camilo Rodríguez Chaverri

“La verdad es que no sé en dónde puede estar el punto de equilibrio de nuestra democracia. Si hay miseria, hambre y pobreza, no se puede decir que hay democracia. Cada día hay más pobres y más millonarios. “Las cosas han venido empeorando mucho. Por ejemplo, se ha dado mucho abuso con la cogeneración, como si con eso quisieran ponerle remedio al flagelo que enfrenta el ICE. Con la cogeneración nos va peor, porque nos cobran el lucro cesante. “Otro caso que me decepciona fue el de Alterra. Esos casos no se veían todavía incluso en tiempos de Luis Alberto (Monge). Al pobre Luis Alberto le tocó el Fondo de Emergencias, que no fue ni descuido de él, sino de Armando, quien no se robó ni un cinco. Eso lo tengo claro. “Durante los últimos veinte años me he dedicado a la agricultura. Creo que, en el país, en este momento lo que tenemos que hacer es procurar sostener la agricultura en general. Hay que sostenerla. “No podemos permitir que nos siga ocurriendo lo que nos viene ocurriendo con el café. Es una lección que debemos aprender. Y hay que trabajar mucho para sostener las plantaciones de café. “En el caso de la agricultura en general, si están preocupados los senados y congresos norteamericanos es porque de verdad hay una crisis mundial. Hay una debacle de precios del café y hasta los expertos admiten que no se puede tener una solución en la oferta y la demanda. “El caos del café no tiene solución comercial. Lo único que puede darse es una decisión política. En el café, son cuatro los grandes intermediarios, Procter and Gamble, Kraft, Nestlé y Sara Lee. Esos cuatro intermediarios cogen el 80 por ciento de la producción. “También hay un tostador grande que no paga ni un cinco 340


Grandes personajes bananeros costarricenses

de propaganda. Lo que hace es abrir más puestos. Tiene muchos en Pekín, por ejemplo. Y es que quiso entrar a puñetazos. Es Starbucks. “En el caso del banano, estamos en lo mismo: hay cuatro trasnacionales, que son las que están lucrando... y el gran pecado es que la Unión Europea no le concedió la cuota a los países, sino a las trasnacionales. Es un indicativo del mundo que estamos viviendo, donde las trasnacionales mandan más que los países”. Hemos conversado una tarde y una noche, enteras, hasta que el sueño nos obliga a terminar. Nos encontramos a las 3 de la tarde, y ya son las 11 y 30 de la noche. Don Yoyo habla con el mismo entusiasmo con que inició. Si fuera por él, podríamos amanecer conversando. Sus palabras le inyectan vida a cualquiera. Cuando yo era un niño, mi papá me explicó que una persona culta era como él, pues puede hablar seis horas con uno y seguir al día siguiente con otras seis horas, sin repetir temas, ni fechas, ni anécdotas. No lo dudo. De seguro que mañana podríamos hablar de nuevo, toda la tarde y toda la noche, para escribir un texto como este, con otros temas y otras historias, pero ya no sería parte de una entrevista, sino de un libro sobre su vida. Hace mucha falta. Él se lo merece y muchos podríamos aprender de su vida llena de aventuras, de luchas y enseñanzas.

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Obras del autor “Sueños en vuelo” (poesía, 1993) “Patria y Camino” (artículos, 1994) “Montañas rebeldes“ (poesía, 1995) “Resurrección en los sueños“ (cuento, 1995) “Simio Urbanita“ (poesía, 1996) “Amor de barro“ (poesía, 1997) “La jaula rota“ (compilación de graffitti, 1996) “¿Por qué te fuiste, Capitana? “ (poesía, 1998) “En este jardín vivo“ (poesía, 1999) “La sirena y el pájaro ciego“ (poesía, 2001) “Plan de vuelo a la hora de dormir“ (cuentos, 2003) “Luces del alba“ (poesía, 2004) “Memorias de un Gigante“ (entrevistas, 2004) “Cartas de navegación “ (poesía, 2005) “Conversaciones con la historia“ (entrevistas, 2005) “Naufraga la lluvia” (poesía, 2005) “Grandes personajes bananeros costarricenses “ (entrevistas, 2005) “Otras postales de la patria“ (poesía, 2005) “ Grandes personajes limonenses” (entrevistas, 2005) “ Grandes personajes guanacastecos” (entrevistas, 2005)



Biografía Camilo Rodríguez Chaverri (1976) es periodista y escritor. Ha publicado más de veinticinco libros de poesía, cuento, ensayo y entrevistas. Algunos libros de poemas son “Sueños en vuelo” (1993), “Montañas rebeldes” (1994), “Simio Urbanita” (1995), “Amor de barro” (1996), “En este jardín vivo” (1997), “¿Por qué te fuiste, Capitana? “(1998), “La sirena y el pájaro ciego” (2001), “Luces del alba” (2005), “Naufraga la lluvia” (2005) y “Cartas de Navegación” (2005). Los libros de cuentos son “Resurrección en los sueños” (1995) y “Plan de vuelo a la hora de dormir” (2003). Tiene una década de trabajar en prensa escrita, radio y televisión. Es conductor y productor de programas televisivos y radiales. Ha sido columnista de los periódicos Al Día, La Prensa Libre, La República, Diario Extra y Eco Católico, y colaborador del semanario Universidad y las revistas Rumbo y Perfil. Además, durante diez años ha sido comentarista del programa Panorama, de la Cámara Nacional de Radio (CANARA). Es director del periódico Ojo. También es coordinador editorial del periódico “El Guapileño” y director de varios periódicos alternativos, “Viva Limón”, “Viva Siquirres”, “Cariari Vive”, “Huertar Norte”, “Viva Turrialba”, “Viva El Oeste”, “Ventanario” y “Cartago Vive”. Fue jefe de información de un noticiero televisivo y de un medio nacional de prensa escrita. Estudió Periodismo, Relaciones Públicas yAdministración de Empresas. Tiene postgrados en Dirección Empresarial; en Comunicación y Manejo de Imagen; así como en Periodismo de Opinión y en Análisis de la Opinión Pública. Ha sido asesor de diversas empresas, federaciones, organizaciones sociales, cámaras e instituciones. Asimismo, ha sido Profesor de Periodismo de Opinión, Análisis de la Opinión Pública, Técnicas de Comunicación, Géneros Periodísticos, Periodismo Televisivo y Expresión Oral y Escrita.



“Camilo es un colibrí del periodismo, dinámico, inquieto, capaz y trabajador sin descanso. Distribuye la energía de su envidiable juventud, presionando todas las teclas de la sociedad costarricense. Los humanos deberíamos ingerir 45 kilogramos diarios de azúcar, si tuviéramos idéntica actividad desplegada por el colibrí. Camilo, la excepción, acelera su labor cotidiana, desde la madrugada, sin consumir la comparable cuota azucarera. He compartido tareas con Camilo desde los inicios de la aventura de OJO. Rodríguez ha desarrollado en OJO un periodismo de alto valor literario y ético, mereciendo aplauso unánime de la comunidad nacional. La hemeroteca de OJO registra páginas, elaboradas por Camilo, que hacen historia en la prensa de Costa Rica, excepcionales entrevistas rodeadas de creatividad distinguida, singular”. Jose María Penabad


La primera edi­ción de es­te li­bro se diseñó y se im­pri­mió en el mes de octubre del 2005 en la Litografía YACOPI S.A. Telefax: 551-2595, portada full color en cartulina C-12, barniz UV y hojas internas en bond 75 grs. a una tinta


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