Libro buena gente

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BUENA GENTE

Camilo RodrĂ­guez Chaverri Maya y PZ Editorial


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Camilo Rodríguez Chaverri

Pelando el Ojo Es sorprendente la capacidad periodística que muestran en el programa “Pelando el Ojo”, que se transmite por Radio Monumental (93.5) de lunes a viernes, de 5 pm a 7 pm. Ese horario es excelente en radio debido a los embotellamientos viales y a la paciencia que se requiere para llegar del trabajo a la casa. Los humoristas Norval Calvo y Froilán Bolaños, sin duda los grandes imitadores que tiene el país, juntan su gran talento a un guión excelente. Primero, es fundamental decir que tienen una buena contraparte, el locutor Cristian Hernández, quien hace las veces de la parte seria, así como a Tres Patines se le contrapone la gravedad del Tremendo Juez, o a Mario Moreno “Cantinflas” la frialdad del actor Ángel Garaza. Siempre debe existir alguien que los ponga en orden. El cartaginés Cristian Hernández hace ese papel con creces. La grandeza del programa es la suma de dos elementos: el talento de los imitadores más la grandeza del guión. El elemento clave en ese sentido es Norval, quien estudió Periodismo y tuvo la escuela de Parmenio Medina (qdDg), que fue, primero y ante todo, un gran guionista. Sin duda que eso se caería si Froilán no estuviera informado, y él lo está. (Me contó que incluso ve dos o tres noticiarios todas las noches). Hay personajes muy bien imitados. En futbol, Javier Rojas, Leonel Jiménez, Everardo Herrera, Yashin Quesada, Mauricio Montero, Eric Lonnis… En política, Rafael Ángel Calderón, Miguel Ángel Rodríguez, Abel Pacheco, Oscar Arias, Johnny Araya, Ottón Solís… En periodismo, Ignacio Santos, Amelia Rueda (en el programa “Camelia Llantas”), Gerardo Zamora, Danny González, Manuel Delgado… Asimismo, son excelentes las imitaciones de personajes que les sirven de comodín, como el animador Don Francisco, el ex diputado Juan José Vargas, Iván Díaz, Facundo Cabral, Monseñor Hugo Barrantes, Hugo “Gato” Araya, o el diputado José Luis Valenciano. También destacan las imitaciones de los periodistas de otro programa de Monumental, de “Así es la cosa”, (que ellos rebautizaron como “Así es la vara”) Alberto Cañas, Álvaro Fernández y Guillermo Villegas. Los personajes están muy bien seleccionados: tienen características muy particulares, y ellos los han estudiado. Pero el guión sigue siendo el punto más alto. El programa informa, entretiene, analiza, cuestiona, investiga, punza, ortiga... Y tiene el ingrediente que no le puede faltar a la radio: la gente participa, y a través de llamadas, crea un balance en todo lo que se analiza. Ya resolvieron el único punto bajo que les notaba, que eran algunas voces femeninas. Si bien ellos dos hacen algunas muy buenas, como la ex vicepresidenta Elizabeth Odio, Gloria Valerín o la diputada Elizabeth Fonseca, les faltaban otras, y ahora les tienen gracias a la actriz Natalia Monge. Con “Pelando el ojo” queda uno muy bien informado y con la espinita en muchos temas. Se queda uno pensando en Costa Rica

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La madrina de los boyeros Conocimos a Ángela Ulibarri por Facetas del Terruño, en canal 13. Con este programa se adentró en la cocina costarricense, con tanto sentido científico y tanta sensibilidad poética como la periodista Marjorie Ross, quien, con justicia, este año fue honrada con el Premio Nacional de Periodismo. Después, Angelita tuvo la grandeza de levantar del olvido a los boyeros del país y organizó la entrada de las carretas a San José, con el apoyo del Alcalde Johnny Araya. Ahora hay desfiles de boyeros en todas las provincias, y uno les siente un gran orgullo por sus raíces y una enorme ilusión por desfilar. Todo empezó con el empuje y la visión de la señora Ulibarri. Hace nueve años, se fue a vivir a San Carlos. Allá ha hecho una gran labor cultural desde los canales 14 y 16, y desde Radio Santa Clara. También promovió un día de las tradiciones sancarleñas. Se celebra el segundo domingo de mayo. Es increíble la capacidad de convocatoria de esta periodista. Toda la gente de San Carlos le ayuda. Este fin de semana, el parque de Ciudad Quesada tendrá un rancho cultural por cada uno de los 13 distritos del cantón, así como exposición de artesanías y venta de árboles corteza amarilla, el árbol del cantón. El sábado habrá algo insólito: un concierto para los antepasados en el cementerio del pueblo, así como un concurso de comida típica y un festival de música sancarleña. El domingo, una entrada de santos con bandas sancarleñas y una carroza con todos los sancarleños mayores de 85 años nacidos en el cantón, así como desfile de boyeros, con estampas representativas de sus viejos trabajos, una ambulancia con bueyes, boyeros que jalan un majador de caña y un arado de palo. También habrá una pulpería de pueblo, de las de antes; un matrimonio campesino, exposición de fotos antiguas y tertulias sobre historia. El dedicado especial es don Adrián Chacón, un adulto mayor que todos los días limpia el Parque Central de Ciudad Quesada y una vez por semana da cuerda al reloj de la iglesia, y todo lo hace de gratis. Como de gratis trabaja esta gran periodista de la cultura popular. Su periodismo es alegre, simpático, positivo, optimista, feliz. Es un regreso a las raíces. Es un abrazo con el alma de la patria. San Carlos y Costa Rica le deben mucho a Angelita Ulibarri.

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El cazador de sapos Me encantó el artículo de Rogelio Benavides, en la Revista SOHO, acerca de su niñez en Quepos, cuando él recolectaba sapos para venderlos en el laboratorio del hospital, donde los usaban para las pruebas de embarazo, y vendía tarjetas de Navidad, casa por casa, hasta Savegre, Parrita y el comisariato de Roncador. Dibuja muy bien a la zona bananera caída en desgracia: todo había sido, pero ya no era. Como ir a Golfito y a Puerto Cortés, en Osa, en este momento. La bananera se va y todo se detiene en el tiempo. Se vive del recuerdo. Me impresionó la manera en que se salía: por lancha, arriesgando el pellejo, hasta Puntarenas. Y de ahí en tren a San José. La capital para un niño era el Parque Bolívar, Plaza Víquez (ya le habían botado el González), Ojo de Agua y, más allá, la Basílica. El artículo refleja muy bien lo que se vive en la zona rural. Sigue siendo así. El futuro de los muchachos es el estudio. Y ese futuro se llama San José. Nací en 1976, cuando ya Rogelio Benavides era mecanógrafo paqueteado y recepcionista de banca (sólo jugaba en los tiempos extra), cuando escribía los titulares de noticias de los Altos de Monumental y tuvo de maestro a ese sabio escritor que es Armando Vargas… Pero la gente de mi edad, que proviene de la zona rural, tiene que pulsearla parecido. Son otros tiempos, ya hay carretera para todos los rincones y los medios acercan a todas las comunidades, pero abundan las oportunidades sólo en el centro del país, es decir, no llegan hasta las zonas más pobres y más remotas. Sin embargo, quienes somos de lejos, a mucho orgullo, como yo, que crecí entre Cervantes, San Isidro de El General, Siquirres y Guápiles, entendemos la nostalgia que se le nota a Rogelio en ese artículo, y compartimos con él una sensibilidad que sólo se consigue en el campo. Aunque ahora él vive la aparente comodidad de la capital, de alguna manera extraña (y recuerda con cariño) el calor de la familia numerosa en que creció, porque Quepos no lo abandona. Tanto que bautizó su requeteleída sección como Tía Zelmira en honor a la esposa del radio operador del pueblo. La niñez es como un río que lo atraviesa a uno de pies a cabeza. Él sigue siendo el mismo carajo despreocupado y sencillo, que instalaba antenas de televisor cuando su papá dejó de ser oficinista y su mamá de ser telefonista para montar juntos una pequeña empresa. Es rebelde. No se deja avasallar. Es tranquilo y campechano, no aprendió a manejar carro ni usa tarjetas de crédito… Es alguien que no se toma en serio, y que sabe que el arma para llevar los embates, la chimazón de gruperas y el tedio de la vida es el humor. Al cazador de sapos no le urge nada, ni nada le precisa, porque ya pasó por donde asustan y ha dejado que pase toda el agua bajo el puente. Es alguien que sabe vivir. Qué bueno que ha sido periodista ya durante más de 30 años, porque la gente como él le urge a los medios de comunicación, donde es necesaria la risa y el gozo, en medio de tantas malas noticias, y el miedo, y la zozobra, y el dolor.

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Yuri y María Acabo de leer un excelente libro que se llama “Periodismo al límite”, compilado, por el escritor cubano Froilán Escobar y el periodista y cuentista tico-argentino Ernesto Rivera. Es un compendio de reportajes latinoamericanos en los que se llega al límite entre el periodismo y la literatura. Es lectura de aprendizaje enorme para quienes amamos escribir en medios de prensa. Incluye hasta textos de Martí y de Darío. El libro me llevó a pensar en dos periodistas costarricenses que no están en la selección de reporteros de sus páginas (no aparece algún costarricense), pero que siempre he admirado por sus artículos. Se trata de Yuri Lorena Jiménez y María Montero. Conocí a Yuri en la U. Cuento con los dedos de las manos las veces que he conversado con ella. Conocí a María hace unos 15 años, en un congreso de periodismo político. He hablado dos veces con ella, solamente. Creo que hasta les caigo mal. Pero eso le da mayor validez a lo que pienso y siento. Sus artículos me parecen formidables. Piezas de literatura. Escritos con un gran sentido humano, y puestos en periódico por dos mujeres que deberían ser grandes escritoras. Yuri es de Turrialba, y me identifico con ella por su sensibilidad por el campo. Sus reportajes son exquisitos por su interés, por los detalles, porque se fijan en lo que casi nadie mira. Son los reportajes de una mujer plena. Difícilmente podría escribir así un hombre. Los de María vuelan en la frontera entre el periodismo y la poesía. Son artículos refinados, precisos, hermosísimos. No hay otro periodista u otra periodista, en Costa Rica, que maneje con tal maestría las imágenes en sus reportajes. María está sola. Me parece que ambas deberían publicar sus artículos en un libro, así como lo han hecho con sus comentarios Víctor Hurtado (el famoso “Tito”), Víctor Flury, Armando Vargas y Ufrán García. Yuri tiene muchos años de experiencia como redactora de reportajes. Recuerdo con cariño algunos muy bellos: uno sobre una partera de su pueblo; otro acerca de unos curas alemanes de Talamanca; el tercero, de las mujeres que salieron de la cárcel con un indulto del presidente Arias. María es egresada del Colegio Castella, y el trapito de dominguear de los talleres de escritura que impartía el poeta Osvaldo Sauma en ese maravilloso centro educativo. Ella ha escrito poemas que son verdaderas obras de arte. Y entre sus artículos, tomo un ejemplo: el abordaje que hizo de los indígenas que cogen café en la Zona de los Santos. Le enseña las uñas y los dientes y le limpia los zapatos a cualquiera de los reportajes del libro “Periodismo al límite” con el que inicié esta columna. Aunque yo no sea santo de su devoción, ojalá que reciban esta sugerencia y publique cada una un libro con sus artículos. Pasarán a la historia como lo mejor del periodismo escrito de su generación.

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Ignacio Santos, tan bueno como siempre De niño, me gustaba el periodismo. Admiraba a don Rodrigo Fournier, cuando presentaba Telenoticias; a doña Nora Ruiz, cuando hacía entrevistas en el noticiario de canal 6 que ella dirigía; a don Julio Rodríguez, cuya columna leo sin falta desde que estaba en la escuela; a don Beto Cañas, quien, para el tiempo de mi niñez, publicaba su columna “Chisporroteos” en La Prensa Libre; a don Abel Pacheco, con sus comentarios precisos, breves, interesantes… Mi primer sueño fue el ser narrador de futbol, como don José Luis “El Rápido” Ortiz. En mi época de escuela, mis papás me regalaron una grabadora en la que guardaba mis narraciones de futbol, e imitaba la forma de anunciar las alineaciones de don Javier Rojas. Pero cuando pensé en estudiar Periodismo, a los 16 años, el periodista que me cautivó fue Ignacio Santos. Creo que él es el gran entrevistador y el gran presentador que tiene la televisión costarricense. En aquel tiempo, admiraba las entrevistas que hacía los domingos en NC 4. (Recuerdo especialmente la entrevista que le hizo a don Julio Rodríguez). Es una lástima que ya casi no haga entrevistas en Telenoticias. Y es un gran acierto el que sea don Ignacio quien presenta el programa “¿Quién quiere ser millonario?”, que se transmite los martes por Teletica. Ese programa es de lo mejor que tiene la televisión costarricense. Es un espacio que reúne la diversión, la cultura, la historia, la geografía, el deporte, el cine, la literatura... En fin, reúne entretenimiento y educación. Lo que nos entretiene no necesariamente debe ser violento, frívolo, ligero o estúpido. El mejor ejemplo de que la televisión puede aliarse con el conocimiento y la inteligencia es este programa. Y un punto muy alto es la forma en que conduce el programa don Ignacio Santos. Tiene una gran capacidad para jugar con los tiempos, con el carácter de los invitados, con su personalidad, con sus nervios y hasta con sus anhelos. Nada mejor le pudo pasar a la televisión nacional que este refrescamiento. Nada mejor le pudo pasar al mismo Ignacio Santos, que sale fortalecido y más grande que siempre desde su oportuna y muy eficiente conducción de este buen programa.

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Credomatic Una empresa que hace la diferencia Me siento muy orgulloso de haber publicado, al día de hoy, 84 libros. No soy una persona de recursos económicos, y publicar libros es muy caro. Lo he conseguido gracias al apoyo de muchas empresas. Pero si tuviera que mencionar a un grupo empresarial en especial, ese es BAC-Credomatic. Sobre todo, BAC San José, que en la persona de su gerente, Gerardo Corrales, ha creído en mi trabajo. Me siento orgulloso de que haya sido ese grupo empresarial, porque es líder en temas de responsabilidad social, rescate y promoción de valores, y ahora en educación financiera y políticas de carbono neutral. Pongo algunos ejemplos. Tienen la figura del “ombusperson”, es decir, hay personas que tienen la función de atender consultas éticas por parte de un cliente, un proveedor o un colaborador. Por otra parte, están dándoles una bonificación a los colaboradores con salarios más modestos. Es dinero extra para que enfrenten la crisis que viven el país y el mundo. Asimismo, firmaron convenios con los ministerios de educación de los países de América Central para dar formación financiera a los muchachos, para que aprendan a hacer un presupuesto, sepan de servicios bancarios y se conduzcan bien ante la posibilidad o la oportunidad de un crédito. Además, Credomatic financia el Festival Internacional de la Música, hasta el punto que ahora lleva su nombre, y que es uno de los mejores del continente. También patrocina el Simposio de Escultura de Barva, y está colaborando en la colocación de unas litografías de las obras de Jiménez Deredia para ayudarle a asumir los gastos de su exposición en Roma. Junto a eso, BAC San José es el patrocinador costarricense de esta exposición de Jiménez Deredia. Es la primera vez en la historia en que un artista expondrá su obra en el Foro Romano. Y ahora BAC-Credomatic lleva adelante un proyecto de carbono neutral. Un carro produce más o menos cinco o seis toneladas de dióxido de carbono por año. BAC-Credomatic invita a las personas a pagar $ 5 al mes para asumir los gastos de sembrar los árboles que compensen ese desequilibrio. Todo esto es consecuente con las bellas publicaciones sobre valores que hicieron en La Nación. Es decir, practican lo que predican. Finalmente, este grupo es líder en lo que se llama “transparencia”.

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Usted encuentra en su página web todos los servicios que ofrecen, con sus costos y sus requisitos. Como dijo su gerente de responsabilidad social, Roxana Víquez, en una entrevista que le hice para canal 13 y el periódico Actuar, de la Cámara de Industrias, “cuando nos ponemos de acuerdo con alguien, le cumplimos siempre. La responsabilidad social no busca que las empresas hagan algo diferente a lo que tienen que hacer, sino que hagan bien su quehacer, con honestidad, con ética, con calidad, con precios justos, cuidando la seguridad de sus trabajadores, el ambiente, el impacto a la comunidad”. En mi entrevista, concluye doña Roxana con unas sabias palabras: “responsabilidad social es hacer las cosas bien, y hacerlas cada día mejor”. Una lección para todos y todas. Muchas gracias por sus ejemplos, BAC-Credomatic.

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Nono Antillón y el viejo canal 2 Hace diez años, trabajé con Nono Antillón en canal 2. Eran los tiempos de oro de ese canal, que tenía una producción nacional muy valiosa. De canal 2 salieron figuras destacadas como Adriana Durán, Jorge Martínez y Francia Zavala. Ahí también empezó Alejandro Rueda, en el programa “La Lucha de Lucho”, del gran hombre de teatro que ha sido el chileno Lucho Barahona. También recuerdo que ahí “descubrieron” a Norval Calvo, en el programa “La Dulce Vida”, unos cuantos años antes. En ese momento, el noticiario de canal 2 estaba a cargo de Adriana Núñez. Antes, estuvieron ahí don Rodrigo Fournier (qdDg) y doña Amelia Rueda. Para ese tiempo, estaba en canal 2 la reina de la televisión costarricense, doña Inés Sánchez, y gente que no podemos olvidar, como Faride Nasralah y Luana Freer. Don Jorge Hernández, de Radio Omega, tuvo en ese canal su programa “Tu música”. Y en deportes pasaron por canal 2 Róger Ajún (que llamaba a la Liga, “La Máquina”), Manuel Antonio “Pilo” Obando, Hernán Morales, y las dos estrellas de canal 7 que mencioné antes, Jorge Martínez y Adriana Durán. Ese era el canal 2 de Ramón “Moncho” Coll. Fue un gran semillero de la producción nacional, como lo demuestra la gran cantidad de gente del 2 que ahora trabaja en canal 7. Ahí conocí a Nono Antillón. Ella es la gran conversadora de la televisión nacional y una de las mejores motivadoras. Tiene una gran fuerza escénica y muchísima facilidad para romper la barrera de la cámara. Hace sentir que está hablando en la casa, en la sala, en la cocina, al lado de uno. Se escapa del monitor, salta al otro lado. Nono trabaja con una gran naturalidad y es una de las periodistas que sabe más de temas de salud, así como de medicina alternativa. También da un mensaje espiritual optimista, entusiasta, reconfortante. Después de trabajar en canal 2, pasó unos años fuera, para tristeza del medio, y volvió con su ímpetu y alegría a canal 13. Me dolió mucho cuando me enteré que la sacaron del SINART… Celebro que esté en canal Extra tv42. Es una excelente comunicadora. Aporta mucho con sus ojos que hipnotizan, su risa que contagia, su corazón que se hace sentir, su buena vibra, sus canas elegantes… Nono es de lo mejor que tiene la televisión costarricense.

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Los canales rurales Es impresionante el fenómeno masivo que los canales rurales desatan en sus respectivas zonas. Me impacta el peso que tienen estos medios en sus comunidades. Tengo espacios en dos de estos canales y me consta que son fundamentales en los pueblos, así como lo son las emisoras y los periódicos de determinadas regiones. Desde hace 15 años, edito el periódico “El Guapileño”, por lo que tengo especial interés por estudiar lo que ocurre con el periodismo alternativo que se hace fuera de San José. Conozco de cerca los casos de dos medios electrónicos: TV Norte, canales 14 y 16, en San Carlos, y canal 36, en Guápiles. Es sorprendente la gran cantidad de gente que ve estos canales. Es un tema digno de estudio. Tengo un programa de entrevistas que pasa todos los días en canales 14 y 16, después del noticiario. Y tengo un programa de entrevistas en el canal de mi pueblo, canal 36, los miércoles por la noche. Además, en estos canales retransmitimos programas del sector empresarial, que reconocen a los emprendedores costarricenses, y que originalmente se transmiten por canal 13. Son los espacios del programa ACTUAR, que busca reconocer las virtudes, las buenas noticias, la buena gente y las potencialidades del sector empresarial. Por eso, conozco de cerca la reacción que suscitan estos canales. En el caso de TV Norte, la virtud es de Coopelesca, la cooperativa de electrificación de San Carlos, que fundó el canal y que lo tiene como su medio de comunicación social. Es un canal de lujo para una zona rural. En cuanto a canal 36 de Guápiles, su éxito se debe a la valentía y el entusiasmo del empresario Freddy Madrigal, que ha invertido millones de colones en los cinco años que tiene este medio. Antes estuvo en Siquirres, y fue ahí donde tuve mi primer contacto con un canal rural. También son importantes los casos de canal 36 de Liberia, a cargo de ese veterano de la televisión que es don Ramón “Moncho” Coll, padrino de la producción nacional desde que estuvo en canal 2. En este canal 36 de don Moncho destacan las noticias, los deportes (con el espléndido, carismático y folclórico Róger Ajún) y el amor por la cultura guanacasteca.

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Al lado de don Moncho, trabaja de manera entusiasta Luichi Giralt. En este medio, tuvo un bellísimo programa el gran animador Luis Fernando Crespi (qdDg). Y también son valiosos los aportes de canal 14 y de canal 36 en San Isidro de El General (me consta que ambos son muy vistos en la Zona Sur), así como de los canales 28, 20 y 51, de don Lindbergh Quesada, en San Carlos, y CIMA canal 55, de Luis Lizano Barquero. En el caso de canal 14 de Pérez Zeledón, hay importantes aportes del maestro del periodismo rural, don Miguel Salguero. Ojalá que algún día las agencias de publicidad le presten atención a lo rural. Hay decenas de emisoras (tema para otra columna), periódicos rurales y canales en los pueblos, que son los medios que más siguen las personas fuera del Valle Central. Fuera de la Gran Área Metropolitana, el periodismo tiene un gran papel social.

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Marcelo Castro Mi familia y yo tuvimos la dicha de compartir con el periodista Marcelo Castro durante la inauguración y apertura de la exposición de Jorge Jiménez Deredia en Roma. Luego, él nos acompañó a Asís, el pueblo de San Francisco y Santa Clara, así como a Subiaco, el pueblo más cercano a las montañas donde iniciaron su vida religiosa y fundaron las primeras órdenes monásticas San Benito y su hermana gemela, Santa Escolástica. Marcelo fue un gran compañero y un gran guía pues nosotros nunca antes habíamos estado en Italia. Me impresionó ver a Marcelo orando de rodillas en la cueva donde San Benito vivió durante tres años, comiendo solamente el pan que le llevara un cuervo con su pico. También me asombró verlo orando ante la tumba de San Francisco de Asís. Pasé varias semanas visitando santuarios religiosos para un libro en el que trabajo en este momento, y en ningún otro sitio sentí más fuerza espiritual que la que se siente en Asís y en la cueva de San Benito. Sólo sentí algo parecido en la Basílica de María Auxiliadora, en Turín, donde están las tumbas de San Juan Bosco, Santo Domingo Savio y Santa María Mazarello. Marcelo fue un gran compañero para mi familia y para mí. Le ayudó a mi mamá durante las largas caminatas y se dio las grandes conversadas con ella. En tren y en bus, interrogado por este servidor, nos contó de sus viajes por el mundo: un bello recorrido por Europa junto a su hermano, su viaje a Egipto, sus tres viajes a Machu Pichu, a los pueblos coloniales de México, al santuario de la Virgen de Medjugore, pasando por Ucrania… Marcelo ha viajado mucho. También ha leído mucho. Se le nota la cultura, pero, sobre todo, se le siente una gran paz interior. Es un gran conocedor de sí mismo. Es alguien que se acepta tal y como es, y le da un lugar a Dios en su vida. Es una persona serena, tranquila, sencilla, humilde, suave, tolerante, paciente, apacible. Le admiro su valentía, su dignidad, su profesionalismo, la profundidad de su alma… En Roma también estaban los periodistas Édgar Silva y Natalia Romero, así como el camarógrafo Jonathan Granados. Aunque Marcelo estaba de vacaciones, le ayudó a Jonathan a cargar el trípode de la cámara durante las horas de labor de este camarógrafo con Natalia pues ellos dos estaban en gira de trabajo. Marcelo es tan discreto y tan modesto, que no se le nota que es jefe.

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. A él no le interesan esas cosas. Está por encima de todo eso… He notado el cariño que le tienen sus compañeros de trabajo. Le dicen “Chelo” y hasta “Chelito”. Lo sienten cercano, lo sienten uno entre ellos, uno más, un amigo, un compañero, un consejero… Hace unos años, tanto Patricia Jiménez como Lilliana Carranza me comentaron que Marcelo Castro es como un papá para muchos otros periodistas, sobre todo los más jóvenes, los que están empezando. En estos meses cumple 25 años de laborar casi ininterrumpidamente en Teletica. Es parte del paisaje de ese canal. Y ha aportado muchísimo al noticiario y a Costa Rica este gran periodista, gran hijo, gran hermano y gran persona que es.

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Paula Garro, artista gráfica Un periodista tiene que acostumbrarse a trabajar en equipo. Se requiere una labor de equipo para la televisión. Igual ocurre en la radio y en la prensa escrita. Y generalmente el periodista o la periodista es la persona conocida, pero detrás de él o de ella, hay un enorme equipo de gente. En el caso de la televisión, por cada periodista, hay veinte o treinta personas que trabajan detrás, y cuya labor es imprescindible. Productores; técnicos en electrónica, en luces, en cámaras, en sonido; realizadores, asistentes, camarógrafos, secretarias, editores, misceláneos, postproductores, vendedores de publicidad… Todos y todas hacen un trabajo indispensable. En el programa Alto Contraste, en el que participo desde hace 15 años, leo la lista de quienes trabajan a mi lado. La leo al final de cada programa. Es mejor así, porque los créditos escritos salen muy rápidamente. Es que les debo tanto… Igualmente le debo al realizador y editor Vladimir Sánchez, del programa “Actuar”, así como a Martha Castillo, vicepresidenta ejecutiva de la Cámara de Industrias y quien se ha convertido en productora de este espacio. Lo que pasa en los medios de comunicación es un reflejo de la vida. ¿Cuántas secretarias, asistentes y asesores hacen un gran trabajo detrás de un ministro, un diputado, un gerente, aunque quede su trabajo en el anonimato? Por eso también quiero reconocer el gran trabajo que hace a mi lado la diseñadora Paula Garro. Ella ha sido la gran artista gráfica de unos 25 libros míos. Ha sido mi mano derecha coordinando los detalles de la impresión de esos libros, y su trabajo ha sido fundamental para mí, como lo es el trabajo de mi mamá, Sara Chaverri, en la coordinación del trabajo del periódico rural “El Guapileño”, en el que también ayudan varios miembros de mi familia, entre ellos mis dos hermanos de crianza, Eduardo y Carlos, así como mi tío José y mi papá, Rafael Ángel Rodríguez. (De la misma manera trabaja el periodista Sergio Fernández con la ayuda de toda su familia). Me detuve para mencionar a Paula porque ella ha sido incondicional con mis libros de fotografías de templos, de la Virgen María, de manifestaciones religiosas populares, de fotografías de pobreza y de paisajes, de entrevistas y de biografías… Alguien me preguntó el por qué en la publicidad, ella aparece a mi lado. Lo explico con una frase: los libros no serían lo que son, si no fuera por Paula. Ella hace una diferencia. Como mi mamá en “El Guapileño”. ¿Cuánta gente hace un gran trabajo a nuestro lado y no nos detenemos a observarlo, contemplarlo, atesorarlo, agradecerlo? Gracias,, Paula, por tu compromiso, tu talento, tu capacidad, tu profesionalismo y tu cariño profundo por mis libros, que son, por vos, nuestros libros.

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Deredia, de Heredia Jorge Jiménez Martínez se puso el “Deredia” porque nació y creció en Heredia. Es “Deredia” y no “De Heredia” porque aquí pegamos las palabras y omitimos algunos sonidos al hablar. Nadie dice que es “de Heredia”, sino que es “Deredia”. Nació el 4 de octubre de 1954. Estudió en el Conservatorio de Castella, gracias a una beca que gestionó su primer maestro, el escultor Ólger Villegas, que fue su profesor en primer año de secundaria, en un colegio público de Heredia. El fundador del Conservatorio de Castella, don Arnoldo Herrera (qdDg) fue el padrino de su formación inicial. De 22 años de edad se fue con una beca para Carrara, Italia, donde originalmente pasaría siete meses y ya lleva ahí 33 años. Fui con él a uno de los talleres donde los artesanos le ayudan con sus obras de mármol, a una de las fundidoras donde preparan sus bronces y a las empresas que trabajaron en el transporte de las 60 esculturas hasta Roma. Noté el gran respeto, el profundo cariño y la admiración sincera que le tiene todo su equipo de trabajo. Su ascenso a la cima tiene saltos fundamentales: su obra de San Marcelino en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, la única de un artista no europeo, y que ocupa un nicho previsto por Miguel Ángel; su exposición en Florencia, cuna del Renacimiento y donde él estudió Arquitectura, y ahora esta gran exposición en Roma, cuna y punto de encuentro de la cultura de Occidente. Es el primer artista que expone en el Foro Romano y en el Coliseo, espacios intocables e impenetrables para un artista, e impensables, inconcebibles para una exposición hasta esta exposición. Un periódico italiano publicó un artículo con este título, “Deredia, el Nuevo Emperador: Roma está a sus pies”. Y un artista escribió, “¿quién es este Deredia que le han dado lo que no le dieron ni siquiera a Miguel Ángel?” Esta exposición es un reconocimiento a la plenitud y la armonía de las culturas indígenas precolombinas y es producto del amor de Deredia por nuestra esfera boruca. Hay anuncios de la exposición en todas las paradas de bus y en las paredes de los buses… Es un gran acontecimiento que llegó al país gracias a estas dos talentosas y muy respetadas periodistas. Es una dicha que dos periodistas jóvenes, pero experimentadas y brillantes, Doriam Díaz y Natalia Romero, le hayan dado una amplia y muy valiosa cobertura a la exposición del artista costarricense Jiménez Deredia en Roma. Es muy significativo que dos medios de comunicación hayan invertido en la cobertura de este gran acontecimiento Doriam Díaz ha hecho un gran trabajo por la cultura desde La Nación y Natalia Romero se ha ganado un lugar importante en Telenoticias. Felicidades por su gran cobertura desde Roma. Y felicidades a nuestro consagrado artista, conocido en el mundo entero 15


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Magia con doble M El narrador deportivo Mario McGregor tiene magia en la boca. Cuando la Doble Eme más grande de la radio narra un partido, aquello es una fiesta. Un partido de futbol es una merienda de negros en su boca. Limón, con su colorido y su esplendor, nos dio al máximo narrador deportivo de mucho tiempo. Le aporta sabor y pimienta a su trabajo. Hay música en un partido narrado por McGregor. Hay calipso. Hay reggae. Hay soca. También hay patuá y plantintá. Los partidos se adoban con coco en su voz. Me encanta escuchar los partidos de futbol narrados por él. Mi papá, como mucha gente más, ve los partidos por tele, pero calla al televisor. Al lado tiene el radio, y por ahí es que se escapa la luz potente y el calor de este limonense de cepa y de corazón. Diría que lo más grande que tiene es estilo. El estilo es fundamental para un comunicador. McGregor no se confunde con nadie. Es único. Es un narrador especial. Se debe a su voz y a su gracia. En él se suman humor y chispa, encanto y fisga. Mete fragmentos de canciones en los partidos. Sólo le falta bailar. Genera entusiasmo. Emociona. El partido más aburrido del planeta puede palpitar al máximo por radio. Lo hacen impactante el medio en sí y el menjurje exquisito, venido del Caribe, de este negro maravilloso. En su trabajo, se sintetiza hasta la elegancia imponente de una salida del culto bautista en la ciudad de Limón. McGregor impregna dramatismo, inyecta pasión, infunde misterio, imprime expectación en cualquier partido de futbol. Cunde el pánico o inunda la ilusión ante un tiro libre. (“Tiro libre, tiro libre, tiro libre”, dice el negro). Y cuando canta la palabra peligro, cualquiera quiere salir corriendo. Tiene riqueza literaria. Se apoya en lo onomatopéyico. La bola pega en el tubo del marco, y él dice, “pin, pin, pin, palo”. Mario McGregor es un excelente ejemplo del poder que tiene este medio si se utiliza con imaginación. Un partido narrado por la Doble Eme está lleno de fantasía. Cuando Costa Rica fue a su primer mundial mayor, McGregor narró un partido de fogueo de la Selección Nacional contra un equipo italiano. El partido, malísimo, dormía a cualquiera. Entonces, los pocos aficionados italianos se volvieron para escuchar al narrador que estaba cantando el futbol desde un palco, y le aplaudieron al final del partido. Era la Doble Eme. Qué duda cabe. ¡Él ganó el partido! Yo también le aplaudo. ¡Qué bueno que es! Lo que hace Mario McGregor es un ejemplo de que la radio es un medio único, diferente a los demás, un medio donde cada quien pone lo suyo y hace que magia y fantasía vuelen por los aires.

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Amubri, Boruca y El Cachito La radio es el medio que democratiza la información en Costa Rica. Don Alberto Cañas asegura que la libertad de expresión vendrá con Internet, pero eso todavía no es una realidad en la zona rural porque no tienen acceso real a Internet. Lo que sí es una realidad es que la radio llega hasta todos los rincones. Tengo tres ejemplos de los últimos meses. He andado todo el país durante tres años, primero tomando fotos de templos, y ahora tomando fotos de pulperías y de edificios que son patrimonio arquitectónico, y eso me ha permitido observar la realidad de los pueblos. Estoy maravillado por lo que me han demostrado las emisoras rurales. El primer caso que deseo comentar es el de la emisora de Amubri, en Talamanca. Amubri es el centro de algunas comunidades indígenas aisladas por un río. El Estado no ha construido el puente sobre el río que separa a Amubri y Suiri de Suretka y Shiroles, que están siguiendo el camino de Bribrí, pasando por la comunidad de Chase. La gente depende de una panga, con lo que corren serios peligros y quedan incomunicados cuando el río se torea por una llena. En el centro de la comunidad, destacan la iglesia construida por el Padre Bernardo, un cura alemán que tiene más de 40 años de vivir en Amubri, y la antena de la radio. Fui a la emisora y me di cuenta que es el gran reservorio de la cultura bribrí y cabécar, que se dan la mano en Talamanca. La radio es una escuela para los indígenas y un medio de comunicación para quienes viven más adentro, en la montaña. El locutor es un vocero de las comunidades. A los días, me encontré con un ejemplo similar en Boruca, Buenos Aires, la cuna de la cultura brunca, y el lugar de donde se origina “El Baile de los Diablitos”, en el cual los indígenas se disfrazan con máscaras coloridas, un vestido de yute y hojas de plátano, y pasan tres días burlándose del toro, con cabeza de madera y cuerpo de saco de gangoche, y que es el que representa a los españoles. En Boruca hay una emisora y tiene el primerísimo lugar de audiencia en esa comunidad y en pueblos vecinos, como Rey Curré. El tercer caso lo viví en Los Chiles, frontera con Nicaragua.

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Acabo de publicar una serie de libros de fotografías sobre la pobreza que viven nuestros hermanos en esa zona del país. Resulta que hay pueblos enteros sin luz eléctrica, sin agua potable, sin caminos de piedra, siquiera. Sólo tienen un camino de tierra roja, que no los deja salir en invierno. En algunos casos no tienen ni puente. Se trata de pueblos como El Cachito, La Trocha e Isla Chica. La emisora de Los Chiles es su única ventana de comunicación cuando los caminos son una barrera. La emisora nunca los abandona. Hay muchos otros casos, pero yo tengo esos tres en mi libreta de viajero rural, de periodista que ama andar caminos y trillos, y que está absolutamente seguro de que la radio llega hasta ahí, hasta donde sólo llega Dios, porque el Diablo pierde la chaqueta y se queda de camino. Sólo llegan Dios y las ondas de este medio mágico y poderoso, la radio, el medio que democratiza el territorio de Costa Rica.

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Si no la tiene Sinfonola, nunca más… Tengo bellísimas experiencias en Remembranzas, la cafetería que más frecuento, en un pueblo que se llama Suerre, a pocos kilómetros de Guápiles. Una de las más bellas tiene que ver con una rocola o sinfonola, gracias a la cual bailé por años en medio de sillas construidas sobre las bases de viejas máquinas de coser. En ese lugar todo es viejo: los relojes, las fotos, los radios… Los servilleteros son viejas planchas de carbón. Sobre cada mesa hay un pequeño molino de maíz, y, si usted quiere café, lo chorrean sobre la mesa, con chorreador de tela, de los de antes. Ahí, un día de estos casi me vuelvo loco poniendo discos de acetato, porque se les ocurrió comprar montones de vejestorios musicales. Bailé con Elvis Presley, Daniel Santos, Benny Moré, Los Churumbeles, Harry Belafonte y Julio Jaramillo. Pensé mucho en don Carlos Lafuente, el alma y el motor de Radio Sinfonola, 90.3 FM. Esa emisora me encanta. Me transporta en el tiempo. Mis gustos musicales son como para que hubiera nacido un cuarto de siglo antes, en los años 50. De los 50 a los 80 está la mejor música de América Latina y del mundo. Es la música que me emociona. Es la música de Sinfonola. Me quedo con Javier Solís, Sandro, el primer Rafael, Los Machucambos, Celia Cruz, Rocío Dúrcal, el primer Michael Jackson, la Sonora Santanera, la Sonora Matancera, un mar de boleros y la fiebre del sábado por la noche… Aunque algunos se burlen porque tengo 33 años, me fascina Sinfonola, obra de ese gran personaje que es el señor Lafuente. Su voz me es familiar porque de niño escuchaba “Las visitas navideñas”, repletas de cuentos, leyendas, personajes fantásticos, villancicos y el inolvidable Pánfilo, el Chimuelo. Cuentan que Don Carlos iba a México a conocer las novedades del mundo musical.

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Terminaba de fiesta con su amigo Alberto Vázquez. Alguien trajo unos discos de Pánfilo a Costa Rica y se los ofreció a Lafuente. Él los compró todos. Quebró el 90 por ciento y los echó en la basura. Puso diez en sus sistemas de programación. Sólo él tenía las canciones. Pánfilo voló al corazón de los niños que, como yo, crecieron escuchando la inconfundible voz de este cartaginés genial. Me lo imagino feliz, jugando, mientras programa la música de su emisora, antigua Radio Rumbo, que llegó a ser una de las más escuchadas del país, a pesar de ser de provincia. También me lo imagino fantaseando, inventando las frases inmejorables que intercalan con la música en Sinfonola, la número uno entre la gente mayor de media teja. Hay una emisora de una cadena muy grande en cuya cabina pegaron un rótulo que dice, “copiar todo de Sinfonola”. No he visto mayor homenaje para alguien que disfruta tanto programando como yo en Remembranzas, envuelto en un bolero, desafiando al tiempo.

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El humanismo de Doña Pilar Me encontré una revista Perfil muy vieja, con las hojas amarillas, con un diseño prehistórico, pero que era diseño de punta. Por curiosidad, le eché un ojo. Me sorprendió encontrarme un artículo firmado por Pilar Cisneros. Lo único que había leído de ella antes de eso era un valiente artículo llamado “¡Qué asco!”, en que increpaba al Colegio de Periodistas por una situación en que se sintió abandonada por esta institución. Nada más. Pero ahora tenía ante mis ojos un artículo de ella, ¡y qué artículo! Cuenta la historia de una pareja que está ante el altar, y en el momento en que el sacerdote pregunta si alguien se opone a esa unión, entra a la iglesia una mujer con dos o tres niños, y le dice al cura que esos niños son del novio. La novia toma a los niños, casi se los arrebata a la mujer que invadió el templo y le dice a su novio, ya casi su esposo, si estos hijos son tuyos, ahora serán nuestros. El artículo es bellísimo. Los hijos del novio serían ahora hijos de la pareja ante el altar. Pocos días después, escuché en Telenoticias (escucho las noticias por 100.7 por razones de trabajo) un sentido y hermoso comentario de doña Pilar acerca de una mujer artesana, quien murió por el virus AH1N1, y que era conocida de ella. Me encantó la dulzura y la solidaridad de lo que leyó. Aunque la gente crea que es dura, sobre todo, porque sus entrevistas son descarnadas, incisivas, urticantes, porosas, fuertes, sin concesiones, sin brocha para los políticos, aunque alguna gente la tilda como una mujer ultra enérgica, me parece que doña Pilar es una humanista del periodismo. Me explico. La edición del mediodía de Telenoticias es su charco, es donde ella más manda, está a cargo de ella y de Marcelo Castro, y me parece el espacio más humano del periodismo televisivo de formato noticioso.

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La otra propuesta que me gusta, y mucho, es la de Informe 11 Las Noticias. En ambos casos, se nota una apuesta por el periodismo más tradicional, serio, sin sensacionalismos ni amarillismos, sin dramas, que doña Pilar convirtió en escuela en los años 80. Telenoticias al mediodía tiene como protagonistas a los funcionarios públicos, a los expertos, a los sectores sociales y empresariales, a los dirigentes comunales. No a los delincuentes. No a los antisociales. No a los mafiosos. Ahí noto su humanismo. Es un noticiero que tiene espacio para los reportajes humanos, de temas ambientales e históricos, y hasta para la excelente sección de libros de Manuel Delgado. Caben las sonrisas en esa edición. No solo el llanto ni la pena. Es un noticiero con espacio para una entrevista hecha por ella, sosegada, moderada, tranquila, no siempre tan incisiva como piensan sus detractores. Y hasta esas entrevistas más fuertes son siempre buenas y siempre necesarias. De ella, dicen quienes han trabajado a su cargo que es exigente, pero benevolente, rigurosa, pero bondadosa, con gran don de mando, pero siempre muy solidaria... Y su periodismo, la propuesta de Telenoticias al mediodía, no tiene fascinación por la violencia, ni tiene interés en que los protagonistas sean los bandidos, los agresores, los cacos... El de doña Pilar es, sin duda, un periodismo muy humano.

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La muerte de un amigo Me cuesta ser amigo. Me gusta tener maestros, respetar a la gente, estudiar su vida, enaltecer sus obras. Pero me cuesta ser amigo de alguien. Nadie era amigo mío como él lo era. Tanto que para toda la gente se llamaba Wálter López y yo le decía, simplemente, Tío Popeye, en honor a un tío suyo, Popeye, de Cañas, Guanacaste, a quien él quiso mucho…Él me decía Popeyita. Sólo a él se lo permitía. El único apodo de mi vida. Nos conocimos por el solidarismo. Quiso encontrar en mí a un periodista y a un escritor, pero terminó teniendo en mí a un amigo. Poco a poco, supe de su vida, de su niñez en Nicaragua, donde conoció la pobreza y también la dignidad. Su padre murió cuando él todavía no tenía conciencia. Creció en la casa D449, de la Colonia Morazán. Después hizo de su patria, la patria de su padre fallecido. Vivió en Turrialba, donde fue contador en una empresa cafetalera. Vivió en Osa, en una colita del Parque Corcovado. Hizo un gran trabajo desde la Cámara de Industrias y fue el motor del solidarismo desde hace nueve años. Pero era mi amigo. Íbamos a bailar, a escuchar música nicaragüense. Amaba cantar y vivió cada día con intensidad. Cuando cantaba, se tragaba la vida. Me transmitió su gran amor por Nicaragua y a él le debo mis libros sobre ese bellísimo país. Un día me mandó un correo electrónico. Me contaba la historia de una novia que tuvo. Ahí descubrí a un cuentista. Lo estimulé a escribir. Publicamos un libro con sus cuentos. Él siguió escribiendo. Al año publicamos un segundo tomo de cuentos. Ahora estábamos trabajando en su primer libro de poemas. Apenas salía un libro mío, lo primero que yo hacía era llevarle un ejemplar a mi maestro Alberto Cañas y un ejemplar a él. ¿Qué será de ese libro de Tío Popeye, ahora, cada vez que aparezca un libro mío? Tenía la colección de mis libros en el comedor de su casa.


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Yo le agradecía tanto ese gesto. Y tanto le agradecí que me criticara, que me dijera las cosas en la cara, que sacara un rato para llorar sus penas y oír las mías. Cuando me llamaron para anunciarme su muerte, no lo creí. Pensé que era una broma pesada. Fui a su oficina. Ahí estaba la muerte, olía por todos los rincones, la muerte cruel y puntual, que se llevó a mi amigo con poco más de medio siglo. Estaban ahí las fotos que le regalé: una foto de él con el poeta Cardenal, cuando fuimos a un encuentro de poetas en Tortuguero; fotos con sus hijas, con el presidente Abel Pacheco, con el presidente Arias, con su risa que lo llenaba todo y todo lo remediaba, todo lo componía. Nunca imaginé que uno podía decir que tenía amor por un amigo. Pero en la oficina de mi amigo poeta, sentí una herida en el pecho, una piedra que me estrujaba el corazón, un frío que subía y bajaba. Eso es amor, quien lo vivió, lo sabe, como escribió Quevedo. Y, por primera vez, sentí en la vida una orfandad, un hueco irremediable provocado por la muerte de alguien que uno aprendió a querer con el tiempo. Que Dios cuide a Wálter López, con quien aprendí que sí hay amigos. Quien tiene un amigo de verdad, que lo cuide. Es un regalo de Dios. Que baile y cante en el cielo mi Tío Popeye, el poeta, el cuentista, el amigo mío.

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El Chino Moreno Mi madre es de Cervantes de Alvarado. Es hija de un operario del tren que vino de Grecia, Alajuela, a trabajar en Santiago, Paraíso, como brequero de la Northern Railway Company. Después fue “by master” del tren. Luego, pasó a ser administrador de un comisariato. Un día de estos llevé a mi abuelita, Tita, que crió con él a más de 25 criaturas, a dar una vuelta por la zona. Fuimos a El Yas de Paraíso, que Tita no conocía, y desembocamos en Santiago, donde están las ruinas de lo que fue el primer comisariato que administró mi abuelo. Es indescriptible la cara de nostalgia de mi abuela al encontrarse aquel edificio que fue un ajito cuando estuvo en sus manos. Es un edificio que se está cayendo. De ahí pasaron a Cervantes, donde con mucho esfuerzo compraron un comisariato. Se hicieron muy amigos de dos hermanos emprendedores, Alfonso y Juan Manuel “Cholo” Madriz, don Carlos Piedra, don Jorge Brenes y don José María “Chema” Moreno. Don Chema Moreno fue como el segundo papá de mi mamá, la menor de la veintena de hijos de mis abuelos, que criaron una gran cantidad de sobrinos y sobrinas que quedaron sin papás. Crecí escuchando muchas historias de “Moreno”, como le dice mi mamá hasta el día de hoy, y de su esposa, doña Gilda. Del matrimonio de ellos dos, nació Alfredo “Chino” Moreno, mito y leyenda de la música y de la radio en Costa Rica. El Chino Moreno es uno de los emblemas de la época de oro de nuestros grupos musicales, los años 80, cuando fueron famosos conjuntos como La Banda, La Pandylla, Los Hicsos, Manantial, Gaviota, Marfil, Jaque Mate, Blanco y Negro, entre otros. Él, junto a Ricardo Sáenz, inventó el ritmo que la periodista Karen Asch bautizó como el chiqui-chiqui. Él también es un reconocido estudioso de la música. Hay gente que dice que “El Chino” Moreno es la persona que más conoce de música en el país. No me cabe duda que es una de las personas que sabe más acerca de su gran amor, el jazz. Y también una de las personas que estudia más los ritmos musicales que impactan a la colectividad. Por muchos años ha sido el ideólogo de 94,7,creó y diseñó 95,9, dedicada al jazz y a la música clásica y ahora que don Andrés Quintana está al frente de una decena de emisoras, “El Chino” es el encargado de todas. Cuando fui a su oficina, tuve la impresión de que entré a un tesoro donde alguien trabaja, alguien que está rodeado de diamantes de la creatividad y la fantasía del ser humano. ¡Qué gran cantidad de libros! ¡Qué maravilla que alguien tenga esa cantidad de música y de información sobre la música! Y qué tipo tan simpático, tan encantador. Cada vez que habla, surgen la magia y la luz de su boca. Sabe mucho y lo que sabe, se pinta de colores cuando él conversa. Es una dicha que Costa Rica tenga alguien como “El Chino” Moreno. 25


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El Chino Moreno Un sábado de estos, el propietario y gestor del Grupo Radiofónico Omega, don Jorge Hernández, contó algunas anécdotas que vivió en sus inicios en este medio. Don Jorge inició cuando era un carajillo de colegio. En su oficina conserva unas fotos de esos tiempos, y bien podría pasar por un escolar. Cuenta don Jorge que al principio, hubo días en que le tocó caminar por la noche desde la Avenida Central, en San José, hasta Alajuelita. Eran otros tiempos. No tenía vehículo, y andaba arañando los cincos. Con el transcurrir del tiempo, don Jorge Hernández se ha convertido en una de las figuras indudables de la radio, y en uno de los más audaces radiodifusores costarricenses. Se separó de su hermano mayor, don Roberto, que se quedó con Radio Centro, y arrancó con Omega. Ahora tiene tres emisoras líderes: Omega, IQ y Vox. Cada una es líder en su grupo de audiencia. El secreto está en el estudio de la programación, el perfil de sus locutores, la capacidad para sintetizar un mundo en spots, en slogans, en el tipo y la calidad de sus programas. Don Jorge Hernández es como un buen entrenador: orquesta muy bien a su gente y tiene muy buen ojo, quiero decir, buen ojo y buen oído. Detecta con facilidad el talento. Radio Omega es un fenómeno de influencia y de audiencia. Sus locutores son verdaderos animadores. Cada uno de sus personajes tiene otro nombre, como si fueran parte de una alineación de un equipo de estrellas. Andrés Zamora Jara, el famoso “Padre Mix”, es un gran motivador de vida. Arrancó en Radio Fides y don Jorge Hernández supo darle libertad para que conservara su estilo. Su programa, “El club de las ingenieras domésticas”, para amas de casa, es de lo mejor. En el equipo de Omega también destacan “El Capitano”, “El Maleku”, “El Erizo” y “La Perla”, entre otros. Cada quien tiene un excelente apodo: “El Padre Mix” es un Alberto Cutié de la radio. ¡Qué capacidad de levantarle el ánimo a cualquiera! “El Capitano” tiene voz para levantar un muerto, y los demás tienen una gran gracia y mucho ingenio. A cada quien bautizaron con precisión:

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“La Perla” es del puerto; “El Erizo” de La Liga; “El Maleku” del grupo indígena de la zona norte. También menciono a Opo Marín, que está bien posicionado de la audiencia. Se les suma Jorge Salas, quien, junto a “El Capitano”, hace sus armas también como animador de conjuntos musicales, así como lo hizo en sus tiempos mozos el maestro de todos ellos, este don Jorge Hernández que se las trae. Ahora que la radio tiene soberano pereque con las trasnacionales de la música, que pretenden cobrar sumas arbitrarias y enormes por programar canciones, don Jorge vuelve a salir con su ingenio. Los sábados a medio día tienen un programa de las canciones más solicitadas por el público, y ahora lo hacen exclusivamente con canciones de músicos costarricenses. ¡Qué genial salida, en medio del pleito con las gigantes de la música! Como quien dice, “gallo viejo con el ala mata”.

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¡Así es la cosa! Disfruto mucho ¡Así es la cosa!, que se transmite por Monumental de lunes a viernes a las tres de la tarde. Es el programa de tres veteranos y maravillosos sabios del periodismo y la polémica, Alberto Cañas, Guillermo Villegas Hoffmaister y Álvaro Fernández Escalante. Se reúnen y conversan de lo humano y lo divino; lo bueno, lo malo y lo feo, sin una dirección establecida en un guión, a la libre, como tres señores jubilados que se reúnen en un parque o en una cafetería durante un rato, todas las tardes. Don Alberto es el intelectual más culto que tiene el país. Autor de grandes cuentos y obras de teatro fundamentales en nuestra historia, su columna Chisporroteos es un pozo de sabiduría. Nada mejor que escucharlo polemizando, discutiendo ardientemente. Es el mejor polemista del país. A su lado, Don Guillermo es el periodista que más sabe de la letra menuda de nuestra historia, ¡y qué bien que cuenta todo eso que conoce o que recuerda! Es un alajuelense auténtico: entretenido, dicharachero, con fisga, con sentido del humor. Y Don Álvaro es agudo, profundo, y se le nota que disfruta mucho el programa. Hasta canta. Además, no le importa que don Alberto lo regañe y discuta con él en un programa y en otro y en el siguiente. Don Álvaro es mi mentor, mi padrino, mi maestro, un amigo incondicional para mí y el abuelo que adopté hace quince años. Es mi segundo papá. Este programa es una gran lección de historia, de literatura, de política y de la vida. Pero, sobre todo, es el gran rescate, la reaparición, la resurrección de la tertulia en Costa Rica.

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Emeterio Viales Juan Rafael Sandoval, mejor conocido como Emeterio Viales, rescata la oralidad campesina, llena de magia, imaginación y fantasía. Antes de Carpentier y García Márquez, el realismo mágico ya vivía en el campesino de América Latina. Esa capacidad de fabular, de construir un mundo donde se refleja y se exagera el mundo “ordinario”, desemboca en las fábulas. Es algo propio de los pueblos. Las historias de Emeterio están hermanadas con los cuentos de brujas y las historias de hadas y sirenas, así como con darle atributos humanos a los animales. Todo viene del imaginario griego y romano. También de los cuentos nórdicos. Además, tanto en el Viejo Testamento como en el Nuevo Testamento, aparecen esas historias en que magia y realidad se juntan. Jesús nació de una virgen, a quien se le presentó un ángel; su prima, estéril y anciana, también está encinta y le salta el pequeño ser de sus entrañas ante el encuentro con la madre de Dios; José y María fueron dirigidos por una estrella; de niño, Jesús discutió con los sumos sacerdotes; en las bodas de Canaan, convirtió el agua en vino; ante una multitud, multiplicó los panes y los peces; le devolvió la vida a Lázaro; se transfiguró en el monte de Tabor; le dio la vista al ciego; curó al leproso y a quien no podía caminar; resucitó tres días después de su muerte en la cruz; se le apareció varias veces a sus discípulos; su madre subió al cielo en medio de los ángeles.... Los pueblos indígenas también tienen nutrientes para esta capacidad de inventar, fabular y exagerar. Pueblos que nacen de un soplo o de una semilla, del barro o del maíz. De todo esto se nutren nuestros cuentacuentos. Nos queda registro de Ñor Garúa, de San Ramón; de Tío Julián, de Guanacaste, y de Ñor Román, de Cartago. De ellos se alimenta el lenguaje de Emeterio Viales, cuyo nombre es obra de la enorme capacidad para estudiar la psicología del campesino que tiene Miguel Salguero. Acabo de publicar un libro sobre Emeterio Viales y ya viene la segunda edición. No sólo son importantes las historias, también es importante el lenguaje. Rescaté la forma de hablar de Emeterio Viales, cuyo nombre resume su oficio de viejo rajón y mentiroso. Aplaudo de pie, sombrero en mano, ante la gran habilidad para hilar historias de este artista que no olvida sus raíces. Este libro ha sido una fiesta para mí. Lo invito a compartir este gozo.

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Lizeth Castro Hay gente que nace para algo determinado y tiene la dicha de encontrarse con la horma de su alma. Hay gente que nace para el cielo y le ponen alas. Gente que nace para el mar y alguien hace que a sus pies aparezcan las estrellas entre la espuma y la arena. Lizeth Castro nació para ser periodista, y para que su periodismo conmoviera. Su voz endulza. Sus ojos abrazan. Sus gestos arrullan. Su programa “Así es la vida” fue una clara demostración de que el periodismo puede ser exitoso sin la sangre en exceso, ni el abuso de las emociones fuertes, ni la burla por el dolor ajeno. El periodismo puede enfrentar a la miseria sin enseñarle las uñas. Podemos mostrar la pobreza con respeto por la dignidad. Podemos encarar la tristeza de las personas, mostrarla en cámaras, pero con misericordia. Acabo de escuchar por la radio uno de los reportajes de Telenoticias para motivar la adopción de una familia para Navidad. Lizeth fue a Parrita y visitó a la familia Atencio. Él gana cien mil colones. Ella gana setenta y cinco mil. Tienen siete hijos. Pagan más de la mitad de lo que ganan por un alquiler. Viven en un lugar infrahumano, paupérrimo. Comparten un excusado de hueco con treinta personas. Escucho el reportaje por la radio, en 100.7 FM, porque no puedo ver las noticias. Debo andar en la calle. Operación frijoles. Pero la voz de Lizeth me transporta. No irrespeta a la familia Atencio. No se burla de sus sueños. No hace mofa de la obscenidad de sus carencias. Es suave. Serena. Hace un abordaje tranquilo y pausado del tema. Le duele la pobreza. Seguramente le emputa la miseria. Pero primero debe cuidar sus gestos. No puede jugar con aquella gente necesitada. Qué bien que maneja todos los detalles. Voy conduciendo mi carro y me estremece el dolor de aquella gente, me enojo conmigo, con mis preocupaciones pequeñas, con mis ridículos sociales. Lizeth me conmueve. Seguramente conmueve a muchos. Nació para ser periodista. Nació para que su periodismo estremeciera. Sin ser ilusos ni románticos, ella demuestra que uno de verdad puede trabajar con la certeza de que algo cambia en el mundo si uno aporta su granito de arena. La familia Atencio, y otras, muchas, tendrán una Navidad realmente cristiana gracias a la iniciativa de Telenoticias y al buen corazón de mucha gente linda que tiene Costa Rica. Lizeth es sólo un instrumento de aquel chiquito que nació hace dos mil años en un pesebre de miseria, entre una mula y un buey, pobre entre los pobres, y que transformó a la humanidad

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La magia de los tamales Los tamales son una alfombra que nos lleva a la niñez. Huelo la masa y estoy de nuevo en Cervantes, en la casa de mis abuelos, donde Tita, mi abuela, era la reina de todo lo creado para ser convertido en magia de sabores sobre la mesa. El tío José iba a Siquirres, a traer hojas de plátano. El Tío Édgar las soasaba, lo que según el viejo diccionario, manchado de colores y travesuras de mi infancia, significa “asar a medias”. La Tía Cari, Lele y mi mamá preparaban todos los ingredientes bajo la batuta de la mamá grande, porque no sólo García Márquez tuvo una. Yo todavía la tengo, y así como crió a más de una veintena de güilas, lanza órdenes para un lado y para el otro desde mis años de pantalón corto, y desde entonces los tamales llevan su firma en olores, proporciones, santos y achiote. Iba al mercado de Cartago a comprar todo después de tocarlo, tantearlo, olerlo… Examinaba cada ingrediente que salió de la tierra como un fruto que inventó Dios para cada Navidad, para cada nacimiento nuevo de su chiquito en un portal de miseria, entre una mula y un buey, con la mirra, el incienso y el oro de los reyes que llegaron guiados por la estrella. La Navidad era mágica también por los tamales, cuyos ingredientes llegaban a la casa de mis abuelos gracias a la gentileza de Curro, un muchacho que le cargaba los sacos a Tita, ante la diminutez de este que era y sigue siendo su nieto mayor. Había una ceremonia especial para hacer tamales. Y, como todas las mujeres que hacen tamales en Costa Rica, mi abuela juraba y rejuraba que tamales como los suyos, no había. Mi abuelo, que siempre le dijo que sí, le alababa los tamales con una alegría única y una devoción casi religiosa por su esposa. “Cómase un tamalito de los de mi señora”, le decía a sus amigos.

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Ahora, me ha tocado ver la procesión de ingredientes y de gentes para hacer tamales en la casa de mi otra abuela, Maya, y escucho de lejos las risas, los chistes, las historias que acompañan el proceso misterioso y lúdico de hacer tamales. Dos días de habladas y mucho trabajo en equipo. Cuando termina, Maya se viene con un tamal rajón de aroma, buscapleitos, un tamal más fresco que la noche, y con el orgullo de que “tamales como estos, qué va, en ninguna parte”. Y yo pienso que sí, que así pasa con mis dos abuelas, porque hasta la casa, con todos sus rincones, se esmera en que los tamales sean un envoltorio de secretos y sorpresas. Cada quien tiene su receta infalible, única, insobornable, irrepetible. Pasa en mi familia y en todas las familias de mi país. Los tamales son una comida, un mapa de cuentos, una síntesis, un resumen del ser costarricense, y del nicaragüense, para no ir más lejos. Hacerlos es una fiesta en una familia, en una casa, en un barrio y en el recuerdo de cada quien, pues sirve para revolcar la memoria y poner patas arriba los más bellos momentos de cuando teníamos el alma henchida de luz y de asombro, allá en la niñez.

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Glenm Gómez y Gloria Calderón Soy un católico feliz de mi fe. Me llena de regocijo el haber escrito cuatro libros de poemas religiosos, uno sobre mi Madre del Cielo, otro sobre el Redentor, el tercero para dar gracias al Padre por la Creación y el más reciente sobre santuarios religiosos, así como el haber publicado una decena de libros con fotografías de templos de Costa Rica y Nicaragua, un libro de vitrales de las iglesias, un libro de la Entrada de los Santos de San Ramón y tres libros sobre la Pasada de la Virgen de los Ángeles. Nuestra iglesia tiene una franca desventaja en relación con otras religiones cristianas en el ámbito de la comunicación y los medios de prensa. Por eso, me encanta cuando veo a un cura o a alguna congregación que hace un abordaje apropiado, oportuno, adecuado, de los medios. Y me toca celebrar la aparición de un libro sobre la Negrita, con textos del culto sacerdote Glenm Gómez y fotos de esa gran artista gráfica que es Gloria Calderón Bejarano. De Glenm, hay que recordar que, además de sacerdote, es periodista, y se le nota su gran pasión por los medios. Es una dicha porque la Iglesia Católica lo necesita. Ojalá que la iglesia aproveche todo ese talento que él tiene. Y de Gloria, que es una gran periodista gráfica y ya tiene una producción editorial muy valiosa y muy rica. Este libro, “La Negrita”, es bellísimo. Tiene una gran calidad en la impresión y los detalles. Viene en una caja de lujo, con pasta dura, y es un libro cosido. Las fotos de Gloria son, sencillamente, sensacionales. Y el trabajo de Glenm es una producción periodística madura y muy eficiente. Inicia con el relato del hallazgo, luego trata de la historia de la devoción por la Negrita, las distintas conmemoraciones, el surgimiento de la diócesis de Cartago, las características de la imagen y su resplandor, la historia de su casa, los distintos templos, los vitrales, las imágenes, el altar, el púlpito, los exvotos. Y lo que más me gustó del libro, las fotos maravillosas e impresionantes de Gloria (que se está ganando la gloria) sobre la romería, la pasada y la visita que hizo la Negrita a muchos pueblos del país ante la suspensión de su fiesta nacional de este año por parte del Ministerio de Salud. Qué belleza de libro. Textos limpios, claros, diáfanos. Fotos exquisitas, hermosas, lindísimas. Las fotos de la imagen de la Negrita, que más bien es verdecita, calaron en mí. Y hay una foto de un hombre descalzo, con los pies llenos de ampollas, que entra de rodillas al templo, que es una foto y un poema, una foto y un abrazo, y merece un premio. Felicito al padre Glenn Gómez, a la fotoperiodista Gloria Calderón, a los patrocinadores, a Monseñor Ulloa… Lo más importante es que en este libro se nota, fresca y dulce, la fe de nuestro pueblo, un pueblo mariano, un pueblo consagrado a la Madre de Jesús, protectora de este pequeño país, una finca del cielo, una quinta de Dios, un rincón del paraíso. 33


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Un debate fuera de serie La imaginación y la creatividad siempre son buenas compañeras de viaje. Y a veces, son tres los mosqueteros si invitan a la osadía. El debate de canal 7, con tres de los candidatos a la presidencia, fue imaginativo, osado y creativo. Nunca hubiera imaginado que un debate podía dejar de ser lento, cuadrado, fronterizo. He moderado muchos debates, y los míos siempre eran aburridos. Eran debates TV, sólo mi mamá los ve… El debate del 7, en cambio, atrapó a la audiencia, los clavó a la silla, y pegó sus ojos, bien pelados, a la pantalla. ¿Por qué? Porque permitió que los candidatos y la candidata se dieran de madre. Y la política tiene que ser así. La tal política de altura no existe. Cuando dicen que la política es sucia, no se equivocan, pero la política es así por su propia naturaleza. Cada quien aspira bajo el lema de “síganme los buenos”, y se empeña en hacer creer a los demás de que es el mejor. Para eso, no sólo se vale decir lo bueno mío, sino lo no tan bueno de los demás. El debate estuvo entretenido, aguerrido, divertido. Ottón Solís resultó excelente moderador. Laura Chinchilla se plantó. Otto Guevara demostró que puede ser un inteligente galán de telenovela. Ottón Solís se empeñó en dejar claro que los otros dos han gastado millones de millones y que sus planteamientos son afines. Laura Chinchilla puso a Ottón en su lugar, se sacudió de su “dedo acusador”, le dio varios golpes de frente (con Rolando Araya incluido) y a Otto le sacó un librito donde él aseguraba estar en contra del salario mínimo. Otto Guevara, por su parte, aprovechó para sacarle trapos sucios al gobierno —ayudado por Ottón—y tuvo espacio suficiente para hablar, despectivamente, como siempre, de “los hermanos Arias”. Hasta formaron alianzas: Ottón y Laura contra la supuesta “tendencia derechista” de Otto; Otto y Ottón contra el supuesto “continuismo” de Laura. Quedó 3 a 3 a 3. Los tres anotaron y los tres se dejaron anotar. Los tres tuvieron aciertos. Ottón fue el que mejoró más con respecto a los otros debates. Laura se sintió presidenta. Otto se defendió de los ataques por su supuesta cercanía con los casinos y por querer que todo Costa Rica sea una enorme zona franca, sin impuestos. Me gustó el debate. Los tres candidatos demostraron que tienen oficio. Son personas capaces, preparadas, estudiosas. Y canal 7 se puso una flor en el ojal. Habrá un antes y un después de este debate. Doña Pilar y Don Ignacio demuestran que la experiencia es la otra pata de ese banco—con la creatividad, la imaginación, la osadía—y que no les ha dado pereza reinventarse en la televisión. Por eso, el debate fue tan rico y tan refrescante 34


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La tele y la radio hacen diferencia En una democracia en que no hay límites para los gastos en propaganda y son laxos y flojos los controles ante las contribuciones privadas, y ese es el caso de Costa Rica, favorecemos la plutocracia, que es el poder del dinero. Ante esta realidad, la prensa debe hacer una diferencia. Los debates organizados por los canales de televisión han tenido una impresionante influencia que se nota en las encuestas, desde las de la prensa hasta las de Internet y las universidades. El debate de canal 7 mostró un formato novedoso y efectivo, como lo comenté antes. El debate de Repretel también fue excelente. Me encantó la participación de Jerry Alfaro, el punto más alto, y de nuevo Ottón se vio como el más experimentado en este tipo de enfrentamientos, Laura lució firme y fuerte, y Otto tuvo que sacarle suertes a varios toros seguidos, desde un aguerrido y bien documentado Jerry Alfaro hasta Luis Fishman, que sabe que ni siquiera él se esperaba el repunte sorpresivo de su partido bajo el alero del “menos malo”, una nueva “salida” de ese genio de la comunicación que es Christian Bulgarelli, el creador de la campaña de las máscaras de Ottón, el corazón del Sí y el corazón del No del TLC, y ahora las mujeres embarazadas de la Unidad. Son buenos los ejemplos de canal 42 y canal 13, tanto el programa El Inquisidor de Extra TV 42, agudo, ácido, urticante, como el programa de don Alfonso Stevanovich, en canal 13 a las 10 pm. La televisión no está sola, ni es el único medio que hace una diferencia. Aquí hay una gran participación de la radio y de Internet. En cuanto a la radio, los programas de Columbia (el de Vilma Ibarra, el de Nora Ruiz, el de Jaime Peña, y el de Dionisio Cabal, a la una de la madrugada), y los de Monumental (Nuestra voz, Así es la cosa, Pelando el ojo y La hora que ortiga) se llevan las palmas como trincheras, tribunas, espacios para el análisis y la discusión. Figuras como Amelia Rueda, Norval Calvo y Rolando González dejan su huella. La democracia del dinero, en la que los grupos de interés pueden “invertir” en determinado candidato para ver garantizada la salvaguarda de sus intereses, requiere de un periodismo valiente, que haga el contrapeso. Es la única salida que tiene nuestro sistema. Está en manos de la prensa independiente. Y, como dice don Alberto Cañas, con Internet es que la libertad de expresión cumple su sueño dorado. Las garras de los grandes intereses del dinero no llegan hasta ahí.

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Deredia, mi personaje del 2009 Me alegró mucho ver fotos de don Jorge Jiménez Deredia, el gran escultor, en el restaurante Estación Atocha, junto a la periodista Lilliana Mora, así como la de la colocación de una obra suya, monumental, en Avenida Escazú. Me encanta que nuestro gran artista universal venga todos los años a Costa Rica, regrese a sus raíces, tenga interés en lo que ocurre en nuestro país y hasta tenga la valentía de dar su adhesión a Laura Chinchilla, unos días antes de que ella hiciera historia, al convertirse en nuestra primera presidenta. Es una tremenda injusticia que no lo hayan escogido como el personaje noticioso del año 2009. Lo fue, y por mucho. Las noticias que generó le dieron la vuelta al mundo. Estampó su nombre en la historia del arte al convertirse en el primerísimo y único artista del mundo en exponer en el Foro Romano, en las afueras del Coliseo y en varias galerías. En Roma, me impresionó ver anuncios de su exposición en mupis (anuncios de paradas de buses y estaciones del tren), en vallas de buses y en diversos sitios públicos. El titular de un periódico de Italia fue el siguiente, “Deredia, el nuevo emperador, Roma está a sus pies”, y un artista envidioso escribió un artículo en que se preguntaba, “¿quién es este Deredia que le han dado privilegios que ni a Miguel Ángel le dieron?”. Deredia es un herediano que creció en medio de la pobreza, que aprendió con la enfermedad de su padre que la adversidad puede hacernos fuertes, estudió en el Castella, se fue a Italia siendo un muchachillo y ha universalizado el mensaje espiritual de nuestra esfera precolombina. El gran personaje del año 2009 tenía que ser el único artista costarricense conocido en todos los rincones del planeta, este escultor cuya obra contiene un mensaje holístico, humanista, lleno de luz, un mensaje de tolerancia y, sobre todo, un mensaje de esperanza para el ser humano. Ahora que ganó su candidata, ojalá que ella sí cumpla su sueño de contar con un museo de verdad en el sitio de las esferas, allá en Palmar, en Osa, donde todavía hay algunas alineadas como las dejaron los borucas. Urge un gran museo en el Valle del Diquís, como lo ha propuesto este gran artista de la humanidad.

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Honor a alguien que hace mucho Me quito el sombrero ante la gente que hace, que no se queda en habladas, que habla con su trabajo, que demuestra lo que es, pero con hechos. Alguien que hace, y mucho, es Johnny Araya, el Alcalde de San José. Cualquiera puede decir que eso no es un mérito, porque lo hace con los recursos de todos, y ese es su deber. Pues sí, pero aquí hay decenas, centenares, miles de gentes que se quedan en la parla y no hacen. Él sí. Estuve con don Johnny y con Mariano Morelli, de la empresa que hizo esa maravilla que fue el Cow Parade, a propósito del relanzamiento de la vaca que diseñaron los artistas Carolina Rodríguez y Alben Montiel y que lleva como nombre “Tour Marito”, en honor a ese pintoresco personaje de la Avenida Central que es Marito “Mortadela”, Mario Gilberto Solano, una persona con necesidades especiales que se ha ganado el cariño de la gente desde el corazón de la capital. Marito decía “Johnny, Johnny” cada cuatro o cinco palabras. Y es que don Johnny ha hecho una diferencia por San José. Ha llevado adelante la renovación y revitalización urbana, primero mediante la distribución y fijación de los usos del suelo y de obras, y luego con la recuperación de espacios públicos. Ahora hay 4,7 kilómetros de bulevares, básicamente en la Avenida Central y la Avenida 4. Es una ciudad para la gente, no una ciudad para los carros. Antes el 20 por ciento que viajaba en carro aplastaba los derechos del 80 por ciento que viajaban en bus. A la par, han sido esplendorosos los remozamientos de los parques, entre ellos el Parque Central, el Morazán, el Braulio Carrillo, el República de Argentina, el España, el Francia, así como el bulevar del correo, el Parque Lineal del Río Torres y la restauración del Paseo de los Estudiantes.

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Y urgía la revitalización vial con avenidas de concreto, como la del Paseo de las Damas. Su trabajo también se nota en la iluminación de íconos de la ciudad como el Teatro Nacional, en el plan de regeneración y repoblamiento del centro de San José, que promueve la peatonización de vías, y en el cambio de mobiliario urbano y rescate de áreas públicas. Empresas como EUCOR le han dado la mano. Asimismo, lo he visto en las Cruzadas de Fe y Esperanza con indigentes de la ciudad y la creación del Centro Dormitorio para quienes antes dormían en las aceras, entre cartones. El día de la actividad de Marito, también supe que hay casi 400 policías municipales, crece el proyecto de monitoreo de alarmas y la instalación de cámaras de seguridad en diferentes puntos de la capital. Junto a eso, me encanta el programa Arte en Espacios Públicos (por ejemplo, la escultura de Juan Pablo II al lado de la catedral, y un mural de Amighetti frente a la iglesia de El Carmen) el Festival Transitarte, el Cow Parade, la Entrada de Santos y Boyeros, el Día Mundial de la Música, el Avenidazo y el Festival de la Luz. ¿Ven que ha hecho mucho? Me gusta la gente como don Johnny, que hace y hace y hace, y que demuestra su valor como persona, desde su gran trabajo

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El zurdazo del talento Zurdo es un artista. En sus trazos, se recrea el carácter, la personalidad y la fisonomía de los personajes. Sus caricaturas son obras de arte. Sus personajes son inconfundibles. De cada quien, él retoma lo emblemático, la síntesis, el mínimo denominador. Zurdo se llama Alejandro Hernández Rojas. Su zurda es un fenómeno, una orquesta para los colores, una amenaza para el arco iris, una carcajada que sabe esconderse en una mano. -Cuando la gente ve mis caricaturas, lo piensa mucho para sentarse a que yo los dibuje. Les da pavor lo que voy a sacar de ellos en mi trabajo. ¿A quién no le puede dar miedo un zurdazo del artista, un manotazo de genialidad en el papel? Zurdo tiene 25 años. Está casado con Sofía Sánchez. Tiene una niña, Fabiana Alejandra, quien es la luz de sus ojos. Vive en Desamparados. Aquí hacemos un homenaje al Zurdo, un reconocimiento a su gran trabajo. Si usted desea conversar con él, o solicitarle una caricatura, puedo llamarlo al teléfono 8993-3323, o escribirle al correo electrónico caricaturaszurdo@gmail.com

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La versatilidad de Edgar Silva es impresionante Mi primer recuerdo de Edgar Silva es de hace más de veinte años. Estaba yo todavía en la escuela y él ya era periodista de Espectáculos en la gloriosa primera etapa de doña Pilar Cisneros en Telenoticias. Estaba el flaco baile que baile con un grupo folclórico de Panamá. Me impresionó. Ahora puedo explicar que lo que me gustó fue la frescura y la naturalidad con que se expresó e informó. En ese momento, estaba empezando. Estuvo un año en el programa “En vivo”, junto a Evelyn Fachler, y de ahí pasó al noticiario. Poco después, estando en el colegio, lo vi para un baile de Expo Pococí, en mi pueblo, Guápiles. La actividad fue en un salón enorme. Edgar fue saludando a la gente mesa por mesa, hasta completar todo el salón. Debió haber saludado a unas dos mil personas. Desde entonces, admiro más al carismático periodista liberiano. Fue excelente su paso por la sección de Espectáculos y ha sido un gran conductor de “Buen Día”. Sus entrevistas son amenas, instructivas, útiles. Sabe escuchar y repreguntar. Aporta con comentarios. Tiene un gran sentido del humor. Nunca veo su programa, pero todos los días lo escucho. Es la magia de la radio, que uno escucha desde el vehículo o la oficina. La radio me permite detenerme en su capacidad como entrevistador. Recuerdo algunas entrevistas con especial atención: una con Dionisio Cabal sobre agüizotes, en la que él aportó con su fisga y sencillez; una con Chayanne, en la que se le nota el gran movimiento de cintura en el manejo de los espectáculos; numerosas entrevistas humanas y muy respetuosas con los muchachos y las muchachas de las Olimpiadas Especiales en Puerto Rico; entrevistas sobre cómo ser buenos padres, o cómo manejar el capricho de los hijos, o cómo permitir que los hijos sean independientes, y hasta una excelente entrevista con el Ministro de Educación, Leonardo Garnier. Todas sus participaciones son muy buenas. También en “Bailando por un sueño”, “Nace una estrella”, “El Chinamo” o “Miss Costa Rica”.

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Lo satanizan por plural y diverso, por versátil, pero esa es su magia, ese es su gran talento, ese es su secreto. Por su capacidad de ser maleable y conducir igualmente una entrevista muy seria o una muy rosadita, es que ha tenido tanto éxito. Tiene gracia para entrevistar a un cantante joven que nunca había aparecido en televisión, a un muchacho con una necesidad especial que tiene dificultades para hablar, a un ministro, a un artista internacional con colmillo, a la gente que se sube a un taxi, etcétera. Y así como es de bueno como periodista, lo es como animador. En ese caso, creo que el detalle está, precisamente, en que es periodista. Hay conductores que no lo son, y la diferencia salta a la vista. Tiene un gran don de la palabra y tiene una gran facilidad para improvisar. ¡Y cómo lo quiere la gente! Ahí ya no hay mula que lo bote. Así como lo vi en Guápiles hace dos décadas, lo vi hace un año en Ciudad Quesada, durante una maratónica. Se quitó la sudadera, y así, chingoleto, empezó a subastarla. Le sacó un montón de plata para aquella causa benéfica. La gente gritaba y aplaudía, feliz de tenerlo ahí, y feliz de que alguien tuviera esa gran capacidad de asombrar y de embrujar desde la tarima. Es que el flaco, además de alto, es grande.

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Chamelo No creía que fuera posible que un Ufrán tuviera apodo (como decir que un Camilo tuviera apodo), pero en el libro de Ufrán García no está Ufrán, sino Chamelo, el maicero (a mucha honra, como dice) que creció en la Hacienda La Argentina, en Naranjos Agrios de Tilarán, y que vivió “a pata pelada” hasta los 12 años. Impresionante su capacidad para describir el paisaje, para darle atributos humanos a ese bicho maldoso de su niñez y juventud que fue el viento; su magia con las palabras al saludar a las flores y los pájaros; la escuela para los sentidos que es hacer un jardín; la fuerza de su poesía al hablar de su madre, Doña Flora, a quien le dedica la más grande pieza literaria de este libro; la gracia para contar la relación familiar que tenemos en el campo con las vacas y los chanchos y las gallinas; la calidez con que cuenta el episodio de su primer beso a Chu García, su padre, cuando este mentado Chamelo ya tenía 36 años. La primera parte del libro es poesía en prosa sobre su familia, la naturaleza, el verdor de Tilarán, el asombro en los ojos del poeta, ya sea en Guanacaste o en Zarcero. La segunda parte trata de la política y la realidad nacional. Que las fiestas de Palmares son una guarera triste y desastrosa; que es lamentable que en Semana Santa toda la gente olvide la pasión de Jesús; que el país no puede desarrollarse si nos cuesta tanto madrugar y si trabajamos poquito; que el guaro es la gran enfermedad del país; que hay que dedicarle muchos millones a las pequeñas empresas y a la gente emprendedora. En la tercera parte escribe sobre futbol, con verbo variopinto, con franqueza y con su racimo de palabras del campo. El epílogo es una excelente crítica al boxeo. Chamelo, con sus jeans, sus botas vaqueras y las camisas coloridas de las que habla el maestro Armando Vargas en el bellísimo prólogo, Ufrán García, siempre catrín, con sus siete hijos y el manojo de amores que le ha dado la vida, es ni más ni menos que un poeta que anda vestido de periodista y se gana la vida como tal. Su libro es una delicada pieza de orfebrería, un cofre de imágenes exquisitas, una delicia absoluta.

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El regreso de doña Roxana Zúñiga Gana mucho la televisión nacional con el regreso de doña Roxana Zúñiga. Trabajé durante varios años en Repretel, y observé de cerca el corre corre que lideró doña Roxana para lanzar el noticiario de esa empresa, así como los diversos programas informativos que conforman el bloque noticioso de Repretel. Siempre la he admirado mucho. La conocí cuando era subdirectora del periódico Al Día. ¡Qué mujer más dinámica! ¡Qué capacidad de trabajo tiene! Es una periodista de una escuela que tiene características muy especiales: ella no es la noticia, jamás busca protagonismo; ella suda la camiseta, no es de estar encerrada en su oficina, sino metida en la atención diaria de la producción de sus programas; es exigente, pero justa; es agresiva, pero comedida; es disciplinada, y tiene un gran sentido del humor. Por su capacidad de mando, algunos le han puesto “La Doña”. No me gusta ese apodo, porque la hace verse como una persona dura, y ella no lo es. Es una mujer fuerte, sí, severa en el manejo de la autoridad, pero muy sensible. Por algo, una de sus grandes aficiones es participar en vistas de pájaros, meterse en la montaña a observar la mar de aves que tenemos. (Y en este país se puede dar cuatro gustos, pues tenemos más diversidad de aves que Europa, más diversidad de aves que África). Lo más importante de Doña Roxana es que le dio al país una alternativa, cuando parecía que sólo teníamos una única vía para informarnos por televisión. (Ella ha sido en la televisión, lo que Grupo Extra ha sido en la prensa escrita: una garantía de pluralidad, de diversidad, de alternabilidad). De sus “hijos”, Noticias Repretel siempre tuvo, bajo su mando, el sello del periodismo de servicio, la información al servicio de la gente, e introdujo un dinamismo especial en las noticias; Informe 11 Las Historias (originalmente Informe 4) es el espacio para los detalles coloridos y pintorescos (ese programa me encanta), e Informe 11 Las Noticias, el más exquisito recuerdo de las noticias de otra época, sin apego por los sucesos, sin afán por la farándula, y con mucha información. Qué dicha que volvió doña Roxana a la televisión. Mejorará su empresa y mejorará su competencia. Es garantía de que vendrán mejores tiempos en el manejo de la información y en la lucha por la audiencia.

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No se pierda a Sabina Sabina es un duende. Es un poeta. (¿Habrá alguna diferencia?). Con él, como con nadie más, la música en español alcanza el cielo del arte. Sus canciones son poemas. Su manejo del ritmo es maravilloso. Sabina es un bandido. Es un malvado. Es un travieso. Como él lo reconoce, es un perfecto Judas desde la “J” hasta la “S”. Es el pirata cojo, viejo truhán, capitán de un barco cuya bandera es una calavera. El pirata con parche en el ojo. Brinda con el diablo a su salud. Es más libre que un verso tachado. Su destino es el destino del agorero. Aprendió a tragar fuego justo cuando se fue el circo. Se pone a jugar la vida con paris y nonis con fulana de tal. Es un sabio. Conoce más del amor que todos los cantantes. Y sus canciones podrían venderse como poemarios. (“Lo peor del amor, cuanto termina, son las habitaciones ventiladas; el solo de pijama con sordina; la adrenalina en camas separadas… Lo malo del después son los despojos, que embalsama los pájaros del sueño (…) los móviles te insultan con los ojos”. Sabina es un ejercicio para el espíritu, un bálsamo para el oído, un premio al buen gusto. Es el poeta de la nostalgia, del amor perdido. (“Las canciones de amor que no quisiste / andan rodando por las aceras / las tocan las orquestas de los tristes / pa’ que baile Don Nadie con cualquiera”). Sabina es el hijo de una generación del desconcierto. Sabina es el padre de una legión de temerarios. Enfrenta con su verbo al dictador. Se burla de la mojigatería. Escupe flores que queman a los puritanos. Sus palabras son flechas de plumas, dardos, balas de espuma.

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(“Se llamaba Rebeca la gringa que empató conmigo / me sacaba la lengua en lugar de enseñarme a besar. (…) Con la espalda mojada, no hay nada peor que soñar”). Sabina atraviesa el espacio y es un pájaro que vuela contra la tormenta. Un albatros. (“Hay Carmela, me duelen tus ojos, sembrando rastrojos, canela en la nieve (…) Como dos carabelas, tan pintas, tan niñas, tan leves”). Sabina es un hijo de los dioses. Vicente Huidobro diría que, como poeta, es un dios pequeño. (“Por sobrevivir, te mereces un novio poeta”). Y se le nota siempre que no sólo es un artista. Es un genio. (“Cuando quemes tus naves, no me pierdas las llaves del cielo”). Como duende, su manera de comprometerse es darse a la fuga. Como poeta, estudia la vida desde su universo. (“A los 15, dos cuerdos de atar me cortaron las alas. A los 20, escapé por las malas, a los pies del altar. A los 30 fui de armas tomar sin chaleco anti balas). Y es tan brillante, y tan honesto, que sabe reírse hasta de sí mismo. (“Con 60, ¿qué importa la talla de mis Calvin Klein”). Viene Sabina. Viene del cielo y del infierno. Peor para el sol. En sus alas, llega el fuego. En su lengua, la poesía. Como le dijo el gran escritor cubano José Lezama Lima a un joven poeta que llegó a su casa, Froilán Escobar, para conocerlo… -“Bienvenida la poesía”. No se pierda a Sabina. Viene de otros mundos. Es un embajador de las estrellas.

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No se pierda a Sabina“Toñito” y Natalia La primera vez que apareció esta columna sirvió para aliviar mi urgencia por felicitar al elenco de Pelando el Ojo, ese programa de humor y periodismo serio que se transmite por Radio Monumental de lunes a viernes de 5 a 7 p.m. Me encantan la fisga, la sagacidad y el entusiasmo de quienes participan. Admiro mucho a Norval Calvo. Es un gran periodista. Su guión es impecable. Se le nota la gran capacidad de estudio, análisis y lectura de la realidad. Y lamenté la muerte de su compañero, Froilán Bolaños, el mejor imitador de este país. (¿Para qué andarnos por las ramas?) Ahora quiero celebrar a los otros dos grandes imitadores de ese espacio: Natalia Monge y Antonio “Toñito” Hernández. Una vez, le dije a Froilán que el punto bajo de su espacio era la falta de una voz femenina. Me dijo, “ya viene, ya la tenemos”. En eso apareció Natalia, y qué buena es. Me gusta mucho ver cómo crece de semana a semana. Son excelentes sus imitaciones de Pilar Cisneros, Ana Helena Chacón, Maureen Ballestero, María Luisa Ávila, Mayi Antillón, Elizabeth Fonseca y Jianina Del Vecchio. Me muero de la risa con la Piñar Chismeros, con la chica fresita y con la niñita buena que ella personifica. Y un día de estos tuve la oportunidad de estar en un espectáculo de “Toñito” Hernández, junto a otro gran talento, Francisco Blanco Chaves. “Toñito” se lució con sus personajes: Medford, El Chunche, Porcionzón, Gorgojo, Manuel Delgado, Don Pepe Figueres y Tres Patines. Qué bueno “Toñito”. Él y Natalia le han traído más luz, más color y más gracia al programa. Aparte debo aplaudir a Francisco Blanco, quien imita a muchísimos personajes y tiene su espacio en la radio gracias a “Nel” López (el de verdad, no el de Norval) en el programa “Bola al aire” (Radio Actual) los domingos. Pero eso es harina de otro costal. Por ahora, aplaudo de pie porque, con “Toñito” y Natalia, “Pelando el ojo” está cada día mejor, bajo la batuta de este gran guionista de radio que es Norval Calvo.

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La fiesta de 50 años de Teletica Tengo unos diez años de conducir espacios periodísticos encargados de visibilizar el beneficio social de las empresas, el impacto positivo de una empresa en la comunidad donde está, el mérito de un emprendedor o una emprendedora, la responsabilidad social empresarial… He conocido cientos de casos de grandes costarricenses que se han convertido en empresarios y que tienen compañías que empezaron en un garaje de una casa o en una cocina. Son muchos los casos que conozco, de gente que demuestra los valores verdaderos del alma nacional. Pero en ningún caso noto tanto la luz de un trabajo en equipo, la alegría del servicio, la pasión por el deber cumplido que se nota en Teletica canal 7. Puedo contar más de cien casos de empresas exitosas y excelentes, pero en ninguna he sentido tanto ni tan bien ese calorcito que uno siente en canal 7, donde se le nota a la gente su amor por la empresa y el gusto con que se sudan la camiseta. Tuve el honor de estar en la fiesta de los 50 años de fundación de Teletica. Fue una fiesta sencilla, pero cálida, entusiasta sin ser pomposa, vivencial y hasta devocional sin ser lujosa, austera y sencilla, sin derroches, sin ostentaciones. Fue una fiesta muy parecida a la empresa. Llegaron cientos de trabajadores vestidos de blanco, con la camiseta conmemorativa de este cincuentenario. El maestro de ceremonias y encargado de la oración fue Marcelo Castro, quien invocó al Espíritu Santo y llamó a la reflexión con la serenidad y la alegría que salen de su alma. Marcelo dijo, “gracias, Señor, por esta familia (Picado) que ha trabajado noblemente y ha hecho más grande Tu nombre”. El mensaje por parte de la empresa lo dio Doña Carmen Jiménez, quien dijo cosas muy lindas sobre la familia Picado y sobre el motor principal, el detonante de este fenómeno colorido y maravilloso que es Teletica, Doña Olga Cozza de Picado, una mujer extraordinaria, cariñosa, entusiasta, visionaria, quien tuvo que asumir la empresa al borde de la quiebra, sin conocer un cinco de televisión y quien la llevó a buen puerto con su sabiduría, su buen tino y su fe oceánica. Dios ha sido el padrino y el protector de Teletica. Eso se le debe a Doña Olga.

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Carmen Jiménez dijo, por ejemplo, “gracias a la familia Picado porque nos hacen sentirnos en casa, nos hacen sentir como nuestros sus éxitos, nos demuestran que sólo el amor genera y produce”. Después vinieron los videos con la gente de Teletica y de Cabletica de Santa Elena y Monteverde, Tilarán, Rancho Redondo, el Volcán Irazú, Palmira de Zarcero, Limón, La Fortuna de San Carlos, Río Claro de Golfito, Palmar Norte de Osa… Un video lleno de entusiasmo y de orgullo de cada quien por trabajar en Teletica. Cuando habló Doña Olga, les reiteró su gran amor por la empresa y por quienes trabajan a su lado. Un mensaje corto, como siempre, y abundante en calidez. Ella dijo, “los amo verdaderamente de todo corazón, hoy y siempre. Estoy viviendo esta celebración con mucha alegría. Desde lo más profundo de mi corazón, les agradezco este agasajo tan lleno de amor. Regresa a mí, el amor que yo he sentido por todos ustedes. Deseo dar gracias infinitas a Dios contemplando los pequeños y grandes milagros que Dios ha hecho con esta empresa. (…) Todos ustedes, que forman parte de esta gran familia, son una bendición”. Después llegaron la cimarrona y las mascaradas, incluyendo la máscara de Ignacio Santos y de Pilar Cisneros, y el cielo se pintó con las chispas y los colores de la magia de la pólvora. Con la música y el ambiente de turno, se contagiaron hasta los obreros chinos que trabajan en la construcción del Estadio Nacional. Los pasaron adelante y fueron parte del jolgorio. Al final, hasta comieron queque y salieron en las noticias, felices de aquella fiesta prestada, compartida, que disfrutaron mientras decían “hola” ante las cámaras, algunos hasta en pijamas. Esa luz contagiosa de Teletica, como una electricidad que se le mete a uno en el cuerpo, es obra de esta empresa fuera de serie, a la que aquí también le decimos “feliz cumpleaños”.

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Las “alaracas” de doña Amelia Escucho el programa de Amelia Rueda. Doña Amelia es única, fuerte, incisiva, “mandada”, “regañona”, sagaz, agresiva, directa, franca, y tiene un lugar primordial en la audiencia de la radio por cinco razones: su capacidad de convocatoria (toda la gente responde a sus llamadas); su autoridad moral (regaña a todos y todas por igual); su experiencia de más de 30 años de labor periodística, su capacidad extraordinaria de trabajo y su interacción con los medios electrónicos. Ella llama a un ministro, un presidente ejecutivo o un diputado; de inmediato le contesta; ella lo increpa, le dispara sus preguntas, le demuestra su puntería de francotiradora, y cuando el ministro se defiende, una multitud respalda las preguntas de doña Amelia desde las redes sociales. Doña Amelia es plantada. No quema las naves con nadie. Y cuando uno ve atropellos como la alza abusiva del sueldo de los diputados, que empiezan con el pie izquierdo, y que se recetan un aumentazo legislando en beneficio propio, a pesar de la pobreza de uno de cada cinco ticos, a pesar de los problemas en carreteras y puertos, la desigualdad social y las grandes brechas entre ricos y pobres, y entre zonas urbanas y rurales, y entre barrios “pipis” y barriadas urbanomarginales, cuando uno ve atropellos como este, y escucha a una Amelia Rueda furiosa con los diputados, con espada al ristre, bien agarrada de su escudo, y bien amparada por más de diez mil personas desde twitter, sin un solo ciudadano que respalde por su correo electrónico a unos diputados que terminarán ganando seis millones por mes, y que comprometen al país porque hay 300 diputados pensionados (leyó bien, trescientos) que reclamarán su tajada de este queque, entonces uno dice, ¡qué dicha que existe Amelia Rueda!, ¡qué dicha que les dice las cuatro verdades en la cara a todos los políticos!, ¡qué dicha que le tienen miedo! Ella se ha ganado ese “miedo” a punta de trabajo y de una palabra fundamental para un comunicador: credibilidad. Podrán decir lo que sea, que “trapea” a la gente, que los “atropella”, que no los deja terminar, lo que sea… Pero el periodismo urticante y confrontativo es fundamental, y gente como ella, como doña Amelia, es una gran garantía para la democracia costarricense.

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Entre la presidenta y Tío Coyote Un día de estos, una hembra de rinoceronte, se manifestó en contra del lenguaje. Las feministas la respaldaron, y ahora la llaman rinoceronta. Ella llegó feliz a la selva, y le contó su historia a la hembra del elefante, que pasó a pedir que le llamaran elefanta. Apenas pudieron, le mandaron un recado a la hembra del delfín, quien ahora se conoce como delfina. Pero la ballena empezó a chotear al delfín, quien empezó a llamarle balleno. El cuento llegó hasta las alturas, por lo que ahora se habla en el andar del viento del águilo y la hembra del halcón ahora se conoce como halcona. El águila se molestó de que su marido anduviera con “mariconadas”, cambiándose el nombre, por lo que reclamó que el cielo fuera macho, y no hembra, y empezó a decirle a las suyas, como la garza, esposa del nuevo garzo, y la gaviota, esposa del nuevo gavioto, que empezaran a decirle la ciela al antiguo cielo. La ballena, que andaba con el mismo pique, porque su esposo ahora era “balleno”, reclamó que el mar fuera el mar y no la mara. Pero la mara es el nombre de unas pandillas de bandidos juveniles, así que tuvieron que ponerle la mar, como dicen los poetas. El búho, molesto porque la mamá de sus pichoncitos andaba diciéndose la búha, se juntó con la lechuza, bravísima porque su marido se pasó a llamarse lechuzo, y enviaron un reclamo al cielo, o la ciela, donde lo recibió San Pedro. Por qué decía la luna que se llamaba así, y no el luno, para justicias con el búho, y por qué las estrellas se llaman así, y no los estrellos, para justicias con el lechuzo. A Dios le molestó mucho aquello, y les mandó a decir que todos y todas tuvieran la paciencia de la tortuga, pero al tortugo aquello le molestó mucho. Y se juntó con el águilo y el manto rayo y el foco, que es el esposo de la foca, para evitar mal entendidos...

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Yo, que andaba por ahí, de sácalas, escuché el cuento, pedí cita con el secretario de Dios, que es San Agustín, y me fui a pedir que por qué los escritores no decimos el literaturo, en lugar de la literatura, que parece mujer, el poesío en lugar de la poesía, así como los artistas el pinturo en vez de la pintura, y el esculturo mejor que la escultura... Casi me va peor que al tío Conejo, me han pegado aquel jalón de orejas, y no de orejos, y me dijeron así. Bajé usted en avión, que no hay aviona, si cae en el agua nade, porque no hay aguo, y pida un barco o una barca, y váyase para su casa, que no es su caso, en un carro, porque carra no hay. Y déjese de andar de metido, donde no lo han llamado, porque si sigue en esas la rinoceronta y la elefanta van a pedir que usted pase a llamarse periodisto o poeto. Y que tenga mucho cuidado, me mandó a decir Tatica Dios, porque si este periodisto y poeto le sigue metiendo carbón a la búha y la tiburona, al hieno y al pantero, van a empezar a pedir que a los libros yo tenga que decirles las libras y decir que he escrito tantas libras y que vendo una libra de Emeterio Viales o una libra de la Virgen María... Me pasó igualito que al esposo de tía Coyota, que por andar de soplas, donde no lo llamaron, salió con el fondillo al fuego. Y más de uno dirá, adiós, Camilillo, culito quemado...

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Viviam Quesada es generosa Conocí a Viviam Quesada hace más de diez años. Me impresionó su gran capacidad para conjuntar a artistas, sobre todo a músicos nacionales. Después estuve en su programa, en los inicios, hace unos nueve años, y he vuelto dos veces. Conmigo ha sido generosa, como lo ha sido con tantos artistas nacionales. Me ha dado espacio para mis libros, y ha respetado mi trabajo con su trato. Me ha ayudado con su espacio. De la misma manera, sé de decenas de artistas que le agradecen su generosidad. En un país en que hay espacio periodístico para las modelos que están dispuestas a desnudarse, y espacio periodístico para escandalillos de segunda, hay que agradecer a quienes abren espacio para los libros y el arte (Evelyn Ugalde y Manuel Delgado también son muy valiosos en este aspecto, y los premios nacionales que han recibido son justos y bien merecidos). En el caso de Viviam, es impresionante cómo tiene capacidad para abrirle espacios a la música. Y en cuanto a su programa, coincido con otros que han escrito antes (Rogelio Benavides, José Mairena) en que tiene una gran capacidad para escuchar a sus entrevistados. Los deja fluir. Eso es lo más importante en una entrevista. Y qué buena audiencia tiene. Uno se da cuenta en la calle. Todo el mundo lo ve. Ahora estuve en la fiesta de los diez años de su programa. Primero que todo, siempre hay que celebrar que un programa de entrevistas, de producción independiente, sobreviva, porque en el país no se premia ni se favorece ese tipo de espacios. Segundo, qué buena fiesta, qué gran cantidad de músicos y de artistas. Vi a Grace Abarca, Cristina Gutiérrez, María Vargas, Piti Royes, Luis Jákamo, William Fallas, Gene Chambers, Javier Cartín, Rina Vega, Carlos Guzmán (y a todo su grupo Gaviota),

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Luis Ángel Castro, Emeterio Viales y Juan Nolan. También estuvieron los periodistas Rubén Rodríguez, Rogelio Benavides, Jorge Chaves, Nórval Calvo, Maricruz Leiva, Lilliana Mora, Fabián Barrantes y Juan Carlos Torres. Vi a los pintores Mario Maffioli y Fabio Herrera; a Eric Lonis con su bella esposa; a productores como José Cortés, Manuel Fresno y Gloriana Sanabria; al árbitro Ramón Luis Méndez, a los políticos Johnny Araya, Rolando González, Juan José Echeverría Alfaro y Evita Arguedas, a la señora Iary Gómez, de Grupo Extra, y a Viviana Echandi. Hasta el ex presidente Oscar Arias llegó y dio un discurso cálido, sereno, generoso. Iba acompañado de su hermano Rodrigo. Me sentí bien en la fiesta. Me pareció un justo homenaje para una mujer que se ha dedicado a hacer homenajes a personas que se lo merecen y que sólo reciben de otros sectores de la prensa rabietas, envidias y dolores. Hay un sector de la prensa que congela a la gente. Hay medios en que prohíben hablar de una u otra persona. Y Dios guarde mencionar sus discos, sus obras, sus libros… Viviam Quesada es todo lo contrario de esa gente resentida y “enchilada”. Ella es una persona abierta, franca y muy generosa. Le deseo muchos años más de vida a su entretenido e instructivo programa, “La Verdad”. Y a ella, que Dios siempre la bendiga.

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Homenaje a las directoras de medios Hace sólo veinte años, todas las encuestas indicaban que una mujer no podría llegar a la presidencia. Ahora, no sólo llegó, sino que le dio una gran vapuleada a sus contrincantes. Es el desenlace de un proceso que inició con el arribo de las mujeres a muchísimos puestos de mando o posiciones en la cúspide de muchas organizaciones sociales fundamentales para la democracia. Hace muy poco, eran mujeres quienes estaban al frente de las jefaturas de fracción, la Contraloría General de la República, la Defensoría de los Habitantes y la rectorías de universidades públicas como la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional. Además, hay indicadores muy claros, como el hecho de que llegan hasta la universidad más mujeres que hombres. Ciertamente ha sido más difícil para una mujer acceder a un trabajo que para un hombre, sobre todo si se los enfrenta, y también es claro que en una misma posición, tienden a pagarle mejor salario al hombre que a la mujer, pero hay campos en que el ascenso de las mujeres ha sido espectacular. No sé si habrá otro gremio en que el crecimiento de la presencia de las mujeres en puestos de mando sea tan espectacular como en el periodismo. Hoy dirigen su medio, Pilar Cisneros en canal 7, Roxana Zúñiga en Repretel, Amelia Rueda en Monumental y Reloj, y acaban de ser nombradas Yanancy Noguera en La Nación y Julieta Cambronero en el noticiero de canal 13, así como hay una mujer en la vicepresidencia del Grupo Extra y de Canal 42, Iary Gómez. Todas ellas llegaron a la cúspide de sus organizaciones informativas o fueron nombradas directamente en la cima por sus atestados, su formación, su trabajo, su esfuerzo, su renombre, su estatura moral, su gran capacidad de entrega, sus luchas y sus resultados. A ninguna de ellas se le regaló un puesto. Todas han sido insignes periodistas, extraordinarias profesionales, grandes baluartes de sus respectivos medios. El Movimiento Solidarista Costarricense, que agrupa al solidarismo costarricense y representa los intereses de unas 500 organizaciones de empresas privadas e instituciones públicas, ha decidido hacerle un homenaje a estas mujeres en el marco del Congreso Solidarista, que se realizará el próximo viernes 25 de junio, en el Centro de Conferencias del Hotel Ramada Plaza Herradura. Ahí también estará la presidenta Laura Chinchilla. Felicito a la junta directiva, a su coordinador, Vidal Villalobos, vicepresidente del Movimiento Solidarista, así como a Silvia Morales, la única mujer en la junta directiva del Movimiento Solidarista, pues él y ella llevaron adelante esta idea tan buena. Es un homenaje justo y muy merecido. 54


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El baile de Glenda Medina Admiro el trabajo que hace Glenda Medina. Lo admiro porque tiene una gran intención: apoyar y enaltecer al artista nacional. La verdad es que hay un gran vacío en la mayor parte de las emisoras: no hay apoyo para los músicos costarricenses. Esto ha venido cambiando por la incursión de nuestros grupos musicales en la buena salsa (hay grupos maravillosos en el país, como La Solución, Son de Tikizia, Madera Nueva y Érick Sánchez, por ejemplo) y en cumbia, que es todo un movimiento cultural en el país, no sólo por conjuntos como Kalúa o Calle Ocho, sino también por esa maravilla del ser costarricense popular y moderno que es el swing criollo, al que deberían darle mucha pelota en las políticas públicas, llevar a los turistas a los salones donde se celebra este baile típico de Costa Rica y enseñarlo en escuelas y colegios. También ha venido cambiando por el aporte de grandes músicos de trova, como Bernardo Quesada, Allan Guzmán, Humberto Vargas y Luis Ángel Castro, y por el inusitado, pero muy merecido éxito de la música mágica, guanacasteca, costarricense y universal de Malpaís, llena de luz y de poesía. Pero sigue siendo poco lo que la prensa hace por nuestros artistas. Nos encanta dedicarle páginas de páginas a cualquier artista extranjero que viene o que dice cualquier tontera, pero nos cuesta rendirle tributo a lo nuestro. Dos excepciones: Viviam Quesada, de la que escribí antes, y esta Glenda Medina que cada día está mejor (como periodista y como muchacha, ¡qué guapa que se nos puso!, ¡le hizo muy bueno casarse!) Me gusta el estilo de Glenda, risueña, generosa, especial con nuestros artistas, solícita con ellos… Por eso, el baile que organizó para el primer cumpleaños de su programa, “Los sobrinos de la Tía Zelmira”, fue algo apoteósico. Y que lo diga este angelito, que anda de baile en baile, de salón en salón, de chinchorro en chinchorro. Trabajo hasta los domingos, pero voy a bailar tres veces por semana, y pocas veces he visto un espectáculo tan grande como el baile de Glenda: La Solución, Son de Tikizia, Érick Sánchez, Sasha Campbell, Leslie Gabriels (el suegro más temido del país, por los puños de su hija, la guapa boxeadora, Hannah, la campeona del mundo)… Me encantó el baile. Bailé hasta saber que si no me iba para la casa, no tendría fuerzas ni para manejar. Qué dicha que los artistas le dieron este apoyo a Glenda. Sólo ella, y Pitusa, ese gran motor de La Solución, están dándole a los artistas nacionales los espacios que se merecen en la radio nacional. De Pitusa escribo otro día. Es todo un personaje. De Glenda, espero que la vida me permita escribir muchas veces más. Se merece muchos aplausos y muchos homenajes. (Y a ver si sigue organizando estos bailongos de película).

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Salón de baile “El Novillo Alegre” En el periodismo hay especialistas en todo: expertos en comentar futbol, corridas de toros, farándula, sucesos… No me da vergüenza confesar mi especialidad: los salones de baile. Chingo de especialidad. Escucho ofertas de trabajo. Pregúnteme lo que quiera saber sobre esos antros de alegría, esos paraísos de la felicidad que dura una noche, pero que se repite una y otra vez, cuando el día cierra los ojos. Los lunes hay que ir al Típico Latino (Heredia, a un costado de El Paseo de las Flores), a Viejillos Bar (Sarchí), a Rancho Azul (Birrisito) o a Río Bravo (Caballo Blanco). El lunes es el mejor día para ir a bailar. Los martes al Salón Italia (Santa Lucía, Barva). Los miércoles al Casino Fiesta. Los jueves a Castro’s, o a Gavilanes (Guápiles) o a Platanar de San Carlos. Los viernes a Casa Zeller o a Pepper. Los sábados se abre el abanico. Recomiendo La Casona del Pollo (San Rafael de Ojo de Agua) o Comalitos (Guápiles) Y los domingos por la tarde hay bailes del recuerdo en La Pista (Tibás), El Tobogán, o El Barril (La Lima de Cartago). Pero, por la noche, lo mejor es El Lago (Grecia). Y no olvidemos mencionar clásicos como Típico Copey o centros de referencia, como Rumba. Este país tiene una gran cultura de salón, que se aprecia en el bolero (Típico Latino, los lunes, por ejemplo) y sobre todo en el swing criollo (recordemos al extinto y muy llorado Karymar). Ahora, que viene “Bailando por un sueño”, sería bueno que le den un tour a los jueces por esos salones, porque el baile no es el juego de maromas y acrobacias en que quieren convertirlo algunos profesores de gimnasia rítmica, perdón, de baile. El baile es un fenómeno de salón, no de circo. Por eso, lo primero que deben hacer es volver a llamar a Martín Aldaburu, ese vasco dulce, encantador, parlanchín como los argentinos, que ha sido la figura más interesante de las dos ediciones anteriores, pues es el único que ha entendido que el baile es, ante todo, una fiesta, una alegría de las piernas,

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, un alboroto de las caderas, un carnaval de las manos, hacer el amor en un abrazo, escribir poesía con los pies. Don Martín se fijó siempre en lo más importante. “Se notó que lo disfrutaste”, le dijo a alguien, y le puso un 10. Y jamás se atrevió a poner una mala nota a gente aficionada, como yo, que lo que ama es bailar como baila el pueblo, a gente que ha tenido la valentía de exponerse al ridículo y ha hecho su mejor esfuerzo. Lo dejo en claro: nunca se ha visto una maroma o una acrobacia en los salones donde baila el pueblo. Por buena gente, Aldaburu es el personaje más querido del programa. Se nota que él goza de ese brete. Ojalá que lo llamen de nuevo. Reconforta a la gente que se atreve a bailar en ese programa tan visto y tan seguido por la prensa. Y, de paso, se olvida un rato de sus chorizos y sus empanadas, lo cual también es bueno para su salud. Si se apunta, yo lo agito de salón en salón, pero no me hago responsable de lo que pase con él. Capaz que no quiere salir de ahí y termina más alborotado que un novillo alegre... Es un ambiente altamente contagioso.

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¿Bailamos? Bailo dos o tres veces por semana desde que soy mayor de edad, es decir, desde hace década y media. Bailar es casi que el único ejercicio que practico. Soy un joven que lleva por dentro a un viejo que baila. Quiero decir, me gustan mucho los ritmos de mis padres o mis abuelos, como el bolero, el cha cha cha, el paso doble, y muy poco el reguetón, el dance hall, el pop, y los ritmos por el estilo, que vienen saliendo del cascarón. Me siento a gusto bailando con el grupo Komején, en Suerre de Pococí; con el grupo Los Pachangueros en Sarchí; con Los Hicsos y Los Alegrísimos (los conjuntos que sintetizan ese revoltijo de cumbia, merengue y salsa que es nuestro “chiqui chiqui”); con la Sonora Siguaray; con los maestros del bolero, que son todas las sonoras que tocan en el Típico Latino; con los grupos de cumbia, como Calle Ocho, o los de salsa, como Son Mayor, La Solución, Madera Nueva y Son de Tikicia; con Azul Plata en Guanacaste, con Las Sonideras y con Nákar... No me gustan las discomóviles. Me encanta bailar con conjunto. Y sólo en Remembranzas, allá por Guápiles, bailo sin conjunto, pero es porque ahí yo mismo programo la música que bailo, que es la música de los viejos acetatos que conserva mi amigo Humberto Madrigal. Amo el baile. Lo amo tanto como el periodismo y la poesía. Esas son mis tres grandes pasiones. Tengo el corazón partido en tres. Celebro el baile, con todo lo que hay de poesía en cada ritmo, en cada movimiento, en el contacto de dos seres que son una sola criatura por la música… En el programa “Bailando por un sueño”, se me permitió un curso intensivo de baile, y el espacio para observar como periodista y para celebrar como poeta. Agradezco tanto esa experiencia… El baile es juego, y por eso nos ayuda a conservar al niño de adentro.

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Soy al baile, lo que los mejengueros son al futbol: un vulgar aficionado, que ama el juego por encima de todas las reglas y los convencionalismos. Nadie me tiene que rogar para echarme al ruedo con el baile. Yo suelo abrir la fiesta y soy el último que se va del salón. Me echan disimuladamente. Cargo muchas camisas en mi carro para ponerme a bailar donde se arme la fiesta. Me cambio la camisa a cada rato, para no incomodar a las damas con mi transpiración. Me pasa en el baile, lo que le pasa a unos niños uruguayos con el futbol, como lo narra ese gran poeta, cuentista, periodista que es Eduardo Galeano: venían de una mejenga, subidos en un carro, y coreaban, “ganamos, perdimos, igual nos divertimos”. El baile es magia y es diversión. Por eso es tan antiguo como el ser humano. Tan antiguo como el universo. Su origen está en la materia. No muere. Se transforma. Y goza siempre de muy buena salud. Hace unos años, Maya, mi abuelita, estaba en una playa de Miami, y una señora cubana le dijo que se apuntara en un baile que armaron sobre la arena. Maya se volvió y le dijo, “¡nooombre!, ¿no ve que estoy muy vieja?”. La señora le respondió, “no, chica, viejo está el mar, ¡y mira cómo se mueve!”

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Bailar en La Gloria Respeto a la gente que no se queda en habladas. Entre los funcionarios públicos, hay tres personas que de verdad se sudan la chaqueta pues se nota lo que generan con su trabajo: el presidente de INCOFER, Miguel Carabaguías; el Alcalde de San José, Johnny Araya, y la ministra de Salud, María Luisa Ávila. Y termino con ella, porque esta columna es una chinita para su ministerio. Hemos publicado dos comentarios sobre el baile y el fenómeno social que es el salón de pueblo, a propósito de que vuelve la bailadera a la televisión con ese buen programa de Teletica, “Bailando por un sueño”, y de que en ese canal tuvieron la gran idea de abrir un concurso con gente fiebre de los salones, como yo, es decir, con los que no tenemos formación de academia sino escuela de la calle. Es fundamental que se tenga interés en un campo tan popular y tan importante para la gente de las comunidades. Sobre todo porque cada día hay menos salones de baile, a pesar del gusto que tienen las nuevas generaciones por aprender ritmos como la salsa, que se baila tan bien aquí, o el bolero, y de que hasta tenemos formas de bailar que son únicas en el mundo, como el swing criollo. Cada día hay menos salones, y eso es grave pues en nuestros pueblos sólo hay salones o cantinas. Recuerdo muchos que desaparecieron, como El Sonia, El Trapiche, Amémonos, El Burro Amarrado, Karymar, El Mil Amores o El Rancho Guanacaste (donde bailé dos noches por semana durante varios años). El Ministerio de Salud se ha puesto muy milindres, se empeña en ver el punto negro en la hoja blanca, en buscar el pelo en la sopa. Hay un caso que indigna. La Asociación Solidarista de la Tienda La Gloria, que es una de las más antiguas del país, tiene un club de recreo desde hace más de 35 años. Está en Barrio San José de Alajuela. Los domingos por la tarde se armaban unos bailongos de muerte lenta con Son Mayor y La Solución, pero fueron clausurados. Han movido cielo y tierra para conseguir el permiso, pero nada. Es indignante porque ni siquiera está en un barrio populoso, sino en una zona llamada “corredor turístico”. Tienen tres salones con excelente ventilación y colindan con fincas, por lo que el ruido no es motivo de impedimento. El salón de baile es un ambiente sano. Quien baila mucho, rara vez toma licor. Es un lugar para la diversión y el ejercicio. Más cuando son bailes por la tarde, porque asisten familias enteras. En La Gloria, muchos bailes se organizaron para recaudar fondos en favor de una escuela o una institución benéfica. Es una paradoja y una tristeza que el ministerio de mi doctora Ávila se enemiste con el baile. La invito a una bailadita por este medio tan discreto (con permiso de mi Tía Zelmira) para que vea que los salones merecen un trato tan justo como el que les están dando a los templos. Son tan buenos para el espíritu como los centros de culto y adoración. Que lo diga este angelito… 60


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Los que me gustan Dicen por ahí que el escritor uruguayo Mario Benedetti fue quien publicó una carta que circulan por internet y que dice, “me gusta la gente que lucha, que hace las cosas…”. No creo que ese texto pertenezca a Benedetti, pero tomaré esas frases para escribir de alguna gente cuyo trabajo periodístico me gusta mucho. Me gusta la gente que asume un rol importante en los medios de comunicación en defensa del arte y la cultura. Me gusta el trabajo de los periodistas que hacen un esfuerzo por defender espacios para las manifestaciones más sublimes del ser humano, la idiosincrasia y el arte. Me gustan los programas sobre libros y sobre escritores de esa muchacha bellísima y brillante que es Evelyn Ugalde. Me gusta la agenda cultural para la televisión y los grandes espectáculos culturales que llegan a las casas gracias al aporte de Patricio Primus. Me gusta el rescate de tradiciones y de personajes de los pueblos que lleva adelante Fabio Muñoz, con su programa “De pueblo en pueblo”. Me gusta el gran legado en historia popular, costumbres, leyendas, tradiciones, narraciones orales, personajes y paisajes del maestro Don Miguel Salguero. Me gusta el rescate de la música autóctona que hace día con día doña Silvia en Radio Nacional. Me gusta la celebración del paisaje y de la cultura de Guanacaste y de Limón que asumen Luciano Capelli y Yazmín Ross. Me gusta el periodismo cultural que cocina Ángela Ulibarri en los medios de comunicación de San Carlos. Me gusta la capacidad de hacer un periodismo urbano de manera muy sensible, diferente a lo demás que hay en la tele, que tiene Nono Antillón. Me gusta el periodismo que celebra a los personajes coloridos en el programa “Informe 11, las Historias”. Me gusta la sección de libros de Manuel Delgado en Telenoticias. Me gusta el trabajo fuera de serie que realiza don Víctor Hurtado, el cultísimo “Tito”. Me gusta todo esto porque sé que en los medios de comunicación hay que defender los espacios para la cultura con espada y escudo, a veces con los puños, pero bien puestos en un esfuerzo heroico y una convicción invencible. Me gustan esos y esas periodistas porque tengo claro que trabajan contra viento y marea a favor de la difusión cultural, trabajan con las uñas, con mucha pasión, por la sensibilización con respecto al arte y la defensa de lo nuestro.

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Chinchorros y chirotes Un buen bailongo se compone de tres elementos: un buen conjunto, de los que he escrito antes; un salón tipo “chinchorro” y una caterva de artistas, de personajes, de gente especial que baila, que hace del baile un arte popular. No digo “chinchorro” en sentido ofensivo o peyorativo. Digo “chinchorros” porque son salones humildes, sencillos, pero maravillosos. Esos chinchorros son mi otra patria. Dos patrias tengo yo: Costa Rica y la noche de los chinchorros. Generalmente son salones antiguos, con decoración que remite a otras épocas. Son como ollas mágicas. Ahí adentro se cocina el baile popular. Literalmente se cocina, porque mis amados chinchorros tienden a ser pequeños para la cantidad de gente que los frecuenta. Y cuando me refiero a los “artistas”, se trata de la cantidad de personajes únicos, irrepetibles, que llegan a bailar a los chinchorros. El padre de todos esos personajes es Jorge “El Negro” Calderón, un flaco chispeante, quien a sus 80 años todavía da lecciones de cómo bailar bolero “contaminado” con el tango, condimentado por la elegancia del baile argentino… Toma hasta cuatro buses y le inyectan voltarén pues tiene una lesión en la cadera, pero no deja de ir a bailar. Otro es Manzanita, un taxista nocturno, que baila de 11 p.m. a 1 a.m. en cualquier salón, con sus camisetas con huequitos y sus camisas pintonas. Tienen unos toques en cumbia que se nota que los exportó del mambo y que lo hacen único en los salones. También está Topo Yiyo, de Los Ángeles de San Ramón, quien acompaña a la Orquesta de Lubín Barahona y los Caballeros del Ritmo (única en su género) con sus camisas que parecen que le heredó la orquesta de Pérez Prado. Suena la orquesta y Topo Yiyo parece la versión masculina de Tongo Lele. En el swing criollo, los personajes principales son Gringo, Cupido y Tito, distinguidos por su chainy, su feeling y su sabor.

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Y en todos los salones, usted puede distinguir a sus propias joyas. Por ejemplo, en el Típico Latino, hay un personaje que llega a bailar con botas de cuero, una blanca y otra café; un médico de 80 años es el gran galán de las noches de los lunes y Umaña es el maestro de todas las muchachas que quieren aprender a bailar. Es un calvo encantador, un flaco sin remedio, cuya sonrisa de 60 y pico de años, fascina a las damas de todas las edades. Dice una amiga mía, que en los salones de baile que yo frecuento, todos somos o pachucos o polos. De inmediato, reaccioné y le dije que prefiero ser pachuco y polo que pipi o popof. Días después de la afrenta de mi amiga (a quien no llevé más a bailar, por su irrespeto a los muñecos que bailan en los chinchorros) la llamé y le dije que había llegado a una conclusión gracias a su visión inexacta de nuestra realidad de estrellas de salón: ni somos pachucos ni polos. Lo que somos es chirotes. Y agrego, hay un mundo de distancia entre un charlatán y un chirote. Los chirotes gozamos la vida y la noche, esa otra patria, como decía Martí. Los chirotes vivimos felices la bohemia, porque al decir del expresidente Luis Alberto Monge, compatriota de la noche, “la bohemia, bien manejada, humaniza”.

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La grandeza de un festival de música que es único en el mundo El Festival de Música Credomatic cumple 20 años de existencia. Es, sin duda, una gran actividad cultural, un gran referente, una vitrina, una ventana para Costa Rica. Así como la transformación de la Orquesta Sinfónica Nacional, de los años 70, establece un antes y un después en la música nacional, el Festival de Música Credomatic es un parte aguas. En estos 20 años, han venido a Costa Rica más de mil músicos de 47 países, se han dado más de 700 (sí, setecientos) conciertos en más de 70 sitios del país. Cuando escribimos sitios, son localidades, muchas de ellas rurales. Porque un gran acierto de este festival es que democratizó la oferta cultural. Lleva conciertos de música clásica a Puerto Viejo de Talamanca, La Virgen de Sarapiquí, Quepos, Jacó, Grecia, San Ramón, Puntarenas, numerosas playas de Guanacaste, Santa Rosa de Santo Domingo de Heredia, Las Mercedes de Guácimo y Monteverde de Santa Elena de Puntarenas, para citar algunos de los más espectaculares o emblemáticos pueblos. He asistido a conciertos bellísimos en sitios paradisíacos como Sarapiquí Rainforest Lodge (antiguo Centro Neotrópico Sarapiquís); Villa Caletas, EARTH, INBioParque y Sí Cómo No, en Manuel Antonio, para citar algunos que recuerdo con mucho cariño. Es espléndida la combinación de arte y bosque, de música y playa, de lo apoteósico de la creación humana y lo sublime del paisaje costarricense. Todo esto gracias a la visión de Jordi Antich, un músico costarricense, de padres catalanes, graduado en Moscú, que tuvo el gran acierto y ha tenido la perseverancia, el tesón, el coraje, el empuje, la garra, el aplomo, la fuerza y el carácter para sostener este sueño con alas durante 20 años. Ha sido posible gracias a la inteligencia y la sensibilidad del equipo humano de Credomatic y a decenas de empresas que ayudan de una u otra manera. También ha sido acertado el papel de la prensa, que se dejó de mezquindades y ha tenido la entereza y la voluntad de ayudarle a don Jordi y al festival, que no habría sido tan exitoso sin la gran cantidad de artículos, semblanzas, reportajes y menciones en medios de comunicación.

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Y el público costarricense responde a la altura. He visto espectáculos repletos en el templo hermosísimo de Grecia, en el templo elegantísimo de San Ramón, en el Teatro Nacional, en INBioParque y en hoteles como Sí Cómo No, en Quepos, donde hasta los monos cariblancos parece que reservaron espacio en los árboles que besan las cimas de las lindas instalaciones. Vi a un hombre amarrar dos vacas en la cerca, al lado del salón donde se presentaron unos músicos en Monteverde. Entró al salón con sus botas de hule. Aplaudió al final con toda su energía. Se acercó a agradecer por la oportunidad. Así como él, yo me quito el sombrero, aplaudo de pie, silbo, chiflo, ovaciono, beso la mano de las mujeres que acompañan a don Jordi y le digo a él que muchas gracias por existir, porque este festival ha traído músicos de todos los países de Europa y los países más grandes de Asia, porque ha permitido conocer mejor la música de América Latina y el Caribe, porque permite que nuestros músicos se rocen con otros grandes músicos, porque Costa Rica ya no es un país más para las grandes academias y orquestas del mundo, y porque tenemos un festival que es único, que es diferente, que es fuera de serie. Hay grandes festivales en el mundo, más grandes o más pequeños, pero nuestro Festival de Música Credomatic ya tiene un lugar único en el planeta. Eso es mucho decir en un país pequeño y pobre, pero que puede soñar en grande. Eso es enseñar el camino, mostrar la senda, ir dejando una huella profunda, un surco, una semilla, un amanecer…

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Bailar en un nido de luciérnagas Hace 50 años, uno de los lugares más importantes para el baile era el Mirador Franklin, que estaba donde ahora está el restaurante Ram Luna, con la imponencia de las luces del Valle Central a los pies, como un portal, como hormiguitas que caminan entre el fuego, como una tempestad de carbunclos… En ese entonces, el presidente era don Mario Echandi, quien iba a los bailes de ese lugar. Iba a ver el paisaje y a ver bailar. También iba Don Pepe Figueres. Como no había requisitos de ingreso, todo el mundo iba a bailar donde estaban los presidentes. Franklin Rojas era el dueño del salón y tuvo mucho éxito, a pesar de que la sociedad josefina era muy difícil, sobre todo para las mujeres, y aquello quedaba en el puro campo, en el monte. De esos años, se recuerda también al salón Hawái, en Moravia; El Jorón y El Samboyán. Entre los grupos que eran de fuste, estaban la Orquesta de Lubín Barahona, Gil Vega y la Maribal, Hernán Sánchez y La Fabulosa de Otto Vargas. En esos años, se llenaba el Mirador Franklin hasta cuando había lluvia. Después fueron El Apaicán, el Grupo Ocho, Los Álamos y Aurelio y Sus Violines. Durante quince años, hubo cuatro o cinco bailes por semana. Uno de los más exitosos era el baile de los domingos a las cuatro de la tarde. Desde entonces, ese es el baile más sano, el baile de las familias, el baile de los señores mayores, el baile de los maestros. El legendario Ricardo Mora le compuso una canción al lugar, que se llama “Noches en el Mirador”. La cantaba Asdrúbal Zamora. Años después, siendo ya el Ram Luna, Alfredo “El Chino” Moreno hacía las delicias de las muchachas (que llegaban por cientos para verlo) con su batería, tanto que esa envidiada compañera del galán de todos los tiempos estuvo permanentemente allí durante dos largos años.

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. Eran los años de Ricardo “Celajes” Guerrero, con el vibráfono, la marimbita metálica, la orquesta en miniatura. En eso, a los bailes de Ram Luna les cayó la sal, o a mi querido primo Gilber Ramírez le dio por echarlos al olvido. Dejaron de hacer bailes en la cima desde donde la capital es un montoncito de luces, un enjambre de estrellas dormidas en el valle... Pero, como sólo los ríos no se devuelven, don Gilber está convencido de que se equivocó. “Voy a volver a organizar bailes. Considero que el baile es importante en las celebraciones. Es una manifestación tan natural en el ser humano como el amor. El baile como tal no lo hacen ni los monos, ni las jirafas, ni los lagartos”, me confesó don Gilber. Ahora es el tiempo de bailar allá con “Los guerreros de Santa Ana” y “El Alazán”. Vuelven los bailes de Ram Luna los viernes. Es un espacio para las parejas, para los bailarines de salón, para quienes peinan la pista escribiendo poemas de amor con sus pies. Allá los espero. Porque a mí me invitaron y cuando me meto al vacilón, llega la abeja al panal, como diría Juan Luis Guerra. Dios primero, arrimaré este montón de alegría que yo llevo por dentro. Ayayay. Que ni me rueguen mucho.

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Bolero No podía empezar mejor “Bailando por un sueño” en su tercera temporada. Empezó con el bolero, que es el poema hecho baile. Hasta Dios nos envidia en un bolero. Él quisiera dejar botado el cielo para ponerse a bailar. Rompemos las fronteras con el paraíso. En pareja, abrazados, con mis poros embriagados por los de una dama, bailamos un bolero sobre una nube, y con cada paso pintamos una estrella. El bolero es el amor cuando sale a bailar con su vestido de luces. Es el abrazo que se puede mover. Es la única manera en que un beso sabe en todo el cuerpo. Al bailar bolero, tenemos labios en los dedos, y la boca quiere expresarse por toda la extensión de nuestra existencia. Quisiéramos ser labios, tener bocas en todo el mapa de lo que somos. Somos cien besos, doscientos labios, cuando bailamos bolero. Un bolero nos pone en el cielo. Bailar bolero es la gloria de la que tanto nos han hablado. La promesa de la vida eterna está condensada en la música y bailar bolero es darle las gracias a Dios con los pies. Es burlarse del infierno. Es lanzarle una llama al tiempo. Es recordar que al principio fuimos uno, un solo ser en el universo, antes de Adán y de Eva, cuando la carne era un solo movimiento. Cuando una pareja baila bolero, las horas se detienen, la piel se contagia de esta fiebre y de este calor. Hasta el viento nos mira. Por primera vez, el aire se siente solo. No puede abrazarse. Y sin abrazo, no hay bolero. Bailar bolero es acomodarse un ángel sobre cada zapato. Es una fiesta para todos los rincones del cuerpo. El piso se mueve. También quiere bailar. La madera del piso chilla de las ganas. En cada paso, vamos dejando la huella de un estremecimiento. Desde arriba, Dios nos mira. Detiene la fábrica de los días y mira. El bolero es un aroma, es la piel de una dama en mi mejilla, es su cabello cuando roza mis labios. Si el poema tuviera piernas, bailaría bolero. Si la poesía pudiera bautizarse a sí misma, bolero sería su nombre entre todos los nombres, su manera de llamarse en el universo. Llevo mis boleros tendidos en el alma. Y a mí nadie me quita los que he bailado… Absolutamente nada, ni nadie.

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Karymar y el swing criollo Karymar es la capital del mundo para quienes amamos el swing criollo. Es un recinto que sintetiza el sentido de la democracia en Costa Rica. Sobre la pista, de nada vale el dinero. Cada quien baila lo que baila. Y el swing criollo tiene ahí su más refinado sabor. Hasta dan clases de swing criollo. Aprender este baile es una experiencia profundamente costarricense. Deberían enseñar swing criollo en las escuelas y en los colegios. Deberían impartirlo como el baile nuestro que es, tan nuestro como el punto guanacasteco y el tambito, pero con una gran diferencia: está vivo, lo que significa que está en evolución constante. No es raro encontrarse de una semana a otra con grandes sorpresas de los bailarines de este ritmo tan nuestro, siempre reverdecido, siempre joven. Cada ritmo del baile refleja una cultura determinada, un micromundo, un universo exclusivo, y también un espacio subterráneo, intrínseco a sus condiciones. El swing criollo tiene una manera de encuadernar a la gente en una forma de vestir y de brincar, de sentir la tierra, y de despegarse del piso. Aunque nació con la misma música, el baile del swing nuestro es distinto al de la cumbia de Colombia. Pudo haber nacido con el feeling del swing de las grandes bandas, pero tampoco se parece a su padre natural. Hay mundos especialmente exclusivos en el baile, con una personalidad cultural muy acusada, distinta a las demás aunque se trata de ritmos hermanos. Cada ritmo es un cosmos. Ahí está el tango como ejemplo. Y el flamenco. Cuando uno sale a bailar, viaja por el espacio y por el tiempo. Bailar es encontrarse con culturas. Es poner a las culturas a convivir. De pronto está uno en los años 50 en Cuba; en los años 70 en Inglaterra; en los años 80 en Jamaica; a principios del siglo anterior en Argentina o en México; en los 90 en Puerto Rico o en República Dominicana. El swing criollo remite exclusivamente a Costa Rica. Bailar es el viaje al que todos tienen acceso. Es el viaje en primera clase de las familias más modestas. Es el viaje en cazadora de los ricos y famosos. Bailar es hablar todos los idiomas con los pies y las manos. Bailar es la mejor manera de decir todo sin palabras. Nació con el génesis. Nació con Dios, en el principio de los tiempos… Apuesto a que Dios está deseando que le enseñen a bailar swing criollo. Que venga a Karymar. Ahí la pasará la mar de contento.

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Mates, teleles y locuras Cada quien tiene sus teleles, sus mates. Cada loco con su tema. Y quienes estamos muy locos, tenemos derecho a varias chocheras. Tengo una sana locura por los salones de baile; la cumbia y el bolero; los templos antiguos, de madera o de lata; las imágenes de la Virgen María; los libros de poemas, de microcuentos o de fotos; los programas de entrevistas y la edición de libros. Y como los locos no tenemos remedio, acabo de llegar a cien libros publicados, que son mis hijos, mis pequeños demonios, mis tormentos y el barril sin fondo de mi dinero escaso, pero bien sudado. He tenido sólo un éxito de librerías: mi colección de ocho tomos con fotografías de templos de Costa Rica y Nicaragua. Las locuras se ponen de acuerdo y lo ponen a uno en jaque. Ha sido la aventura más bella de mi vida. A lo largo de cuatro años, recorrí dos mil setecientos (2.700) pueblos de Costa Rica y quinientos pueblos de Nicaragua. Gracias a esta chochera, conozco todo el país, excepto la Isla del Coco. Ahora publicaré un libro con las iglesias más bonitas, gracias a la empresa Pródex. También empecé a coleccionar fotos viejas con la idea de publicar un libro sobre templos demolidos, porque el país derribó verdaderos tesoros, como las iglesias antiguas de Guadalupe, El Tejar, San Isidro de El General, Guápiles y Ciudad Quesada. En algunos pueblos han conservado sus bellísimos templos viejos, como en Fraijanes, Llano Grande y La Trinidad de Dota. Y ya que cito a La Trinidad de Dota, resulta que un día, Tía Zelmira me hizo el favor de mencionar que ando buscando fotos de esos templos, y me llamó una muchacha, Gabriela Elizondo, para contarme, como la gran gracia, que como ahora tienen una iglesia nueva, estaban decididos a botar la vieja, que es la iglesita de la foto. Entonces, este loquito tomó la decisión de amarrarse con cadenas un largo sábado de un condenado frío que es de hielo puro en esa zona, en los alrededores del Cerro de la Muerte.

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Camilo Rodríguez Chaverri

Después de mi alharaca, ha soportado la iglesia en pie durante dos años. Ahora, conseguimos la pintura para dejarla como una quinceañera y mi amigo Rogelio Benavides me hizo el favor de publicar esta protesta un día antes de una asamblea de la asociación de desarrollo del pueblo, a la que yo llegaré cargado de galones de pintura y con la promesa de CoopeDota de que nos ayudarán para que quede bien periqueada. No entiendo a Gabriela, que tras de todo es hasta bonita. Su abuelo, Don Crispín Elizondo, construyó la iglesia. Su otro abuelo, don Carlos Segura, fue el sacristán. Ella quiere derribarla para hacer un parque. Pero alrededor del pueblo, todo es parque, verdor, páramo, luz del viento, agua de las montañas más altas y azules… Botar esta iglesita sería un pecado, en un país que no cuida su patrimonio, y que ha dejado que voten tesoros como el edificio de la Biblioteca Nacional, o el de la Artillería, o casas como la de Max Jiménez. Por ahora, como protesta, amenazo con casarme en esa joyita de madera, yo que he sido resbaloso como chancho encebado, porque no voy a quedarme quieto con la amenaza de que quieran destruirla por puro gusto, perdón, por puro mal gusto, o por capricho de cuatro gatos de la comunidad.

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Mates, teleles y locuras Cada quien tiene sus teleles, sus mates. Cada loco con su tema. Y quienes estamos muy locos, tenemos derecho a varias chocheras. Tengo una sana locura por los salones de baile; la cumbia y el bolero; los templos antiguos, de madera o de lata; las imágenes de la Virgen María; los libros de poemas, de microcuentos o de fotos; los programas de entrevistas y la edición de libros. Y como los locos no tenemos remedio, acabo de llegar a cien libros publicados, que son mis hijos, mis pequeños demonios, mis tormentos y el barril sin fondo de mi dinero escaso, pero bien sudado. He tenido sólo un éxito de librerías: mi colección de ocho tomos con fotografías de templos de Costa Rica y Nicaragua. Las locuras se ponen de acuerdo y lo ponen a uno en jaque. Ha sido la aventura más bella de mi vida. A lo largo de cuatro años, recorrí dos mil setecientos (2.700) pueblos de Costa Rica y quinientos pueblos de Nicaragua. Gracias a esta chochera, conozco todo el país, excepto la Isla del Coco. Ahora publicaré un libro con las iglesias más bonitas, gracias a la empresa Pródex. También empecé a coleccionar fotos viejas con la idea de publicar un libro sobre templos demolidos, porque el país derribó verdaderos tesoros, como las iglesias antiguas de Guadalupe, El Tejar, San Isidro de El General, Guápiles y Ciudad Quesada. En algunos pueblos han conservado sus bellísimos templos viejos, como en Fraijanes, Llano Grande y La Trinidad de Dota. Y ya que cito a La Trinidad de Dota, resulta que un día, Tía Zelmira me hizo el favor de mencionar que ando buscando fotos de esos templos, y me llamó una muchacha, Gabriela Elizondo, para contarme, como la gran gracia, que como ahora tienen una iglesia nueva, estaban decididos a botar la vieja, que es la iglesita de la foto. Entonces, este loquito tomó la decisión de amarrarse con cadenas un largo sábado de un condenado frío que es de hielo puro en esa zona, en los alrededores del Cerro de la Muerte.

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Después de mi alharaca, ha soportado la iglesia en pie durante dos años. Ahora, conseguimos la pintura para dejarla como una quinceañera y mi amigo Rogelio Benavides me hizo el favor de publicar esta protesta un día antes de una asamblea de la asociación de desarrollo del pueblo, a la que yo llegaré cargado de galones de pintura y con la promesa de CoopeDota de que nos ayudarán para que quede bien periqueada. No entiendo a Gabriela, que tras de todo es hasta bonita. Su abuelo, Don Crispín Elizondo, construyó la iglesia. Su otro abuelo, don Carlos Segura, fue el sacristán. Ella quiere derribarla para hacer un parque. Pero alrededor del pueblo, todo es parque, verdor, páramo, luz del viento, agua de las montañas más altas y azules… Botar esta iglesita sería un pecado, en un país que no cuida su patrimonio, y que ha dejado que voten tesoros como el edificio de la Biblioteca Nacional, o el de la Artillería, o casas como la de Max Jiménez. Por ahora, como protesta, amenazo con casarme en esa joyita de madera, yo que he sido resbaloso como chancho encebado, porque no voy a quedarme quieto con la amenaza de que quieran destruirla por puro gusto, perdón, por puro mal gusto, o por capricho de cuatro gatos de la comunidad.

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Viajar a España en una guitarra Mi hermano David le preguntó a una guía en Madrid que si él podía visitar Toledo en un día. La guía le contestó, “puedes pasar en Toledo un día, un año o una vida. Toledo es una ciudad intensa”. Eso pasa con España entero. Es un país mágico, que atraviesa la piel, que recorre el alma de uno con sólo meterse por los ojos o los oídos. Por esas dichas de ser periodista, que es la forma más divertida de ser pobre, recorrí España de lado a lado en bus y en tren, de Barcelona a Santiago de Compostela, de la frontera con Francia a Córdoba y Granada, tomando fotos de santuarios marianos y de cuanto pude ver, para un libro que llamaré “Descubrir España”, como antes publiqué uno de Nicaragua y como tengo otros dos en camino, uno de Italia y otro de Corea del Sur. Lo cierto es que España se me vino embarrada en la piel. Se me vino tatuada en el espíritu. Lamenté no haber ido a los 20 años, y no haber estudiado periodismo allá, donde la tele, la radio y, sobre todo, la prensa escrita, es intensidad, poesía, belleza… Hasta una narración de futbol por la radio tiene un sabor especial. Hasta una crítica de toros parece un cuento. La prensa escrita española es literatura pura. Ahora tengo la dicha de volver a España los martes por la noche, porque se presenta en Estación Atocha Giovanni Rodríguez con su guitarra a cuestas y hace un recorrido por la música española. Lo he escuchado dos martes y me parece un espectáculo mayor. Es muy serio, muy intenso, como España, y se le nota su entrega. Giovanni nació en San José el 24 de marzo de 1960, hijo de don Edwin Rodríguez y doña Carmen Julia Segura. El papá era ebanista y la mamá, ama de casa. Creció en Tibás y estudió en el Conservatorio de Castella, desde primer grado. Fue un niño prodigio de la guitarra. En su época estudiaron ahí muchachos que luego han sido artistas muy destacados, como Jiménez Deredia, William Porras, Jordi Antich, José Aurelio Castillo, Gustavo Rojas, Marta Ávila y las hermanas Barquero, Amelia, Luci y Zamira.

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Desde que estaba en tercer año del colegio, Giovanni se convirtió en profesor de guitarra, porque se fue el profesor Valentín Bielsa, español, su segundo gran maestro. La primera fue María Luisa Adino, argentina, quien huyó de la dictadura en su país y dio clases aquí cuando Giovanni era un niño. La magia de Adino atrapó a Giovanni a los 7 años. También le dio clases el chileno Juan Enrique Reitze, quien ahora es director del Conservatorio de Hamburgo. Giovanni se fue para España en el 79 y se graduó del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Vivió allá 23 años. Trabajó con Rocío Durcal, Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Carmen Sevilla, María Dolores Pradera, Ángela Carrasco, Jairo y Julio Zabala. Volvió a Costa Rica en el 2001 y ha producido cuatro discos. Ahora, su herencia española, la marca de fierro que dejó ese país en su piel y su espíritu nos llega todos los martes en Estación Atocha. Es un artista entusiasta y un gran profesional. Se toma muy en serio su trabajo. Se le nota. Y se hace acompañar de otros grandes artistas nuestros. El primer martes lo acompañó el cantautor Rodolfo Emilio Morales, un gran poeta de la música. El martes siguiente, Ricardo Padilla, el fuego que canta. Los otros martes estuvieron Peter Nietche y Elvis Porras. Escuchar a Giovanni con su guitarra es trasladarse a España, a sus calles, sus comidas, sus olores, sus guiños, su luz… En Estación Atocha, todo se viste de fiesta con él. Es un espectáculo de lujo. No se lo pierda. Viaje a España con nosotros.

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Las verdades de Pitusa Hago un reconocimiento a un gran músico y a un gran promotor de sus colegas, el músico Carlos Gutiérrez Hine, mejor conocido como “Pitusa”, apodo que heredó de su padre, el también músico y animador Ronald Jaime de la Trinidad Gutiérrez. El “Pitusa” más joven trae el embrujo en la sangre. Es sobrino del legendario pianista “Pibe” Hine, hermano de su madre; nieto de Roberto Gutiérrez Vargas, compositor de “La Guaria Morada”, y bisnieto de Marita Oleari, abuela de “El Pibe” y concertista del Teatro Nacional. En el campo le dirían que el daño le viene en la sangre. Nació en Nueva Orleáns en 1968, porque allá estaba su papá metido en la música, junto a otras estrellas de la música costarricense, Ricardo Sáenz, Rodrigo Sáenz y su tío, “El Pibe”. Estaba muy pequeño cuando lo trajeron a Costa Rica. Creció entre Desamparados y El Cacique de Alajuela, donde tuvo su época de colegial y de mejenguero. Empezó en la música a los 12 años, en la Sinfónica Juvenil. Y en la música popular, primero estuvo en el conjunto “La Tropa”, después en “Momentos”, “Sus Diamantes” y “Los Brillanticos”, del maestro Napoleón Zapata, quien lo pulió y lo hizo nacer de nuevo porque lo enseñó a escribir música. Después, estuvo en “Explosión” y en el 2001 fundó “La Solución”, una de las mejores orquestas costarricenses de todos los tiempos. Ahora tiene un programa de radio, que se llama “Al ritmo con Pitusa”, en 107.1 FM, de 3 a 4 de la tarde, de lunes a viernes. Ahí desfilan los músicos nacionales y anuncian los bailes de todos los salones. Es de gratis. La labor de Pitusa es maravillosa. Hace unos días lo entrevisté en canal 13 y me dijo cuatro verdades: que estamos de “tú a tú” en calidad de música con respecto a los mejores grupos musicales de América Latina, que el país no impulsa a sus artistas, que no tenemos éxitos comerciales como un Arjona o un Sanz o un Alejandro Fernández sólo por culpa de la falta de promoción, pero calidad sí tenemos y que lo único que le falta a nuestra gente es más disciplina, más perseverancia y mercadeo internacional. Gracias a él, conocemos mejor a compositores de la talla de un Érick Sánchez, cuya canción, “Tú eres mi reina”, fue el primer gran éxito de “La Solución”; o de un Charlie Rivera, o de un Alexander Esquivel (“Chochón”). También me dijo que a nuestras grandes bandas hay que recordarles que en los bailes deben combinar la salsa con la cumbia, el merengue y el bolero. (En Costa Rica, amamos el bolero y la cumbia vieja, pero hay orquestas que se abusan de la salsa). Y una sentencia: si las orquestas y los grupos quieren que les programen sus canciones en la radio, primero tienen que tocarlas en los bailes. Bien dicho. Pitusa sabe lo que dice.

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El libro que cambió la historia A Jesús lo mandaron a crucificar quienes sólo unos días antes lo recibieron como a un rey. Esa es la historia de la humanidad, una traición tras otra. En Costa Rica, tenemos nuestro episodio de traición. Es una vergüenza nacional. Es el crimen de Estado del mayor estadista que ha tenido este país y el único con un nombre propio en el continente: Juan Rafael Mora. Durante siglo y medio, a Mora se le despreció. Su sitio es justo al lado de Bolívar, San Martín, O’Higgins, Juárez, Martí y Washington. Mora es un libertador y un héroe, como lo acaba de declarar la Asamblea Legislativa, que será recordada por este hito. En 189 años de vida republicana, es la primera vez que el Congreso nombra Libertador y Héroe a un costarricense. Y es justo que sea al presidente Mora, el único que puede ostentar esos honores pues detuvo el proyecto expansionista de Estados Unidos, que le cercenó la mitad del territorio a México, anexó Texas y quería convertir a América Central y las Antillas en parte de su territorio, para que el Caribe fuera como un lago interior de sus dominios. Lo que seguía era apoderarse del resto de México. En Estados Unidos, hasta existía una campaña que rezaba “All of México”. Sólo el presidente Mora se plantó y los encaró. Detrás de William Walker estaban los tentáculos del “Destino Manifiesto”. Sólo Estados Unidos reconoció al gobierno espurio de Walker en Granada, Nicaragua. Ese era el mejor momento para que el imperio desplegara su poder por el continente, pues las potencias europeas, especialmente Inglaterra y Francia, junto al reino de Cerdeña y Piamonte así como Turquía, estaban enfrentado el despliegue de la Rusia zarista, con apetito similar al de Estados Unidos, en lo que se llama la Guerra de Crimea. Pero el presidente de un país pequeñito, Costa Rica, que tenía una población nacional como la que tiene en este momento el cantón de La Unión, los detuvo en seco, sin recular, y no les permitió crear un Estado esclavista en lo que fueron los territorios de la Capitanía General de Guatemala.

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Mora no sólo liberó a Costa Rica: liberó a América Central y atajó la amenaza a la libertad de Hispanoamérica. Le debemos mucho a quienes empezaron a contar los detalles de esta historia: el compositor Dionisio Cabal, con su Cantata del 56, que conocemos por el grupo Cantares; a Juan Sepúlveda, quien hizo un gran trabajo que se transmitió por la Cámara Nacional de Radio, y, sobre todo, a ese gran periodista, que nos resultó gran escritor e historiador, que es don Armando Vargas Araya. Hace menos de una década, fui a visitarlo a Coronado, donde su mamá. Venía de vivir en Inglaterra. Nos contó a Rogelio Benavides Rivas y a mí de sus proyectos literarios: libros sobre el General Maceo, el Doctor Zambrana, Martí, Florencio del Castillo y el presidente Mora. Yo, la pura verdad, no le creí. Ahora, considero que sin su libro sobre Mora, no se hubiera fraguado el acuerdo legislativo para declararlo Libertador y de Héroe. Su libro, “El lado oculto del Presidente Mora”, es un parteaguas, establece un antes y un después en nuestra historia. Un día de estos, nos contó en Alto Contraste que un geógrafo francés de finales del siglo XIX considera que la Batalla de Rivas es tan importante como la batalla de Maratón, conocida como la más importante de la historia. Imagínense. Y él es el gran biógrafo de Mora, y su libro es el definitivo sobre esa gesta heroica, como asegura don Alberto Cañas, el intelectual más importante de Costa Rica.

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Lechetón para acabar con la desazón Uno ve telenoticiarios y le dan ganas de llorar, porque el país tiene muchos problemas, sin duda la pobreza, la violencia, la desigualdad social, la corrupción, la inoperancia del Estado, la lentitud en todo, el licor para todo y la ausencia de un verdadero liderazgo que encienda lo mejor del país. Pero hay buenas noticias, y gente que nos hace creer. Tenemos grandes ejemplos: un Nery Brenes, una Hanna Gabriels, Ronald González y la selección de futbol que quedó en el cuarto lugar en un campeonato mundial, por primera vez en nuestra historia; un colegial que ganó medalla de oro en las olimpiadas de química; otro que ganó oro en las olimpiadas de biología; el escultor Jiménez Deredia, de estatura mundial; Franklin Chang y su sueño de lanzar al espacio el motor de plasma... A pesar de las malas noticias, todos los días me encuentro con grandes gestos. Por ejemplo, la Lechetón, que reunió a la farándula, que tanto detestan algunos periodistas de la prensa escrita, pero que tanto ayuda... La Lechetón superó la meta por mucho. El objetivo era recaudar 30 mil litros, pero recaudamos casi 47 mil, con la ayuda de todos los conocidos “bombetas”, conmigo incluido, que tanto critican algunos. Esos 47 mil litros de leche permitirán ayudar a más de dos mil niños en albergues, hogares y comedores infantiles; así como a tres hogares de ancianos. Aunque alguna gente sólo quiere ver lo malo, también hay muy buenos programas, como Siete Días, ¿Quién quiere ser millonario?, Informe 11 Las Noticias e Informe 11 Las Historias, y ahora el programa Esta Semana, de Allan Trigueros, en canal 13, que tiene tanto sentido de la excelencia como los otros que mencioné. Y hay gente que nos devuelve la fe en el ser costarricense. Un día de estos estuve en un conversatorio que organizó la Casa Presidencial, a propósito del mes del adulto mayor. Participaron el novel actor octogenario Luis Carlos Zamora (el de la película “A ojos cerrados”) y la actriz Ana Poltronieri, una de las mejores de nuestra historia.

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Lo moderó Maureen Salguero, siempre dulce, ágil de palabra, cálida, serena, relajada, exquisita, bellísima. Don Luis Carlos y doña Ana hablaron de una Costa Rica llena de luz, que no hemos perdido aunque algunos se empeñen en demostrar lo contrario. Hay dos campos en que veo que Costa Rica es una sociedad mucho más compleja, pero mejor: la música y el cine. En el cine, da gusto lo que han conseguido figuras como Hilda Hidalgo, Hernán Jiménez y Esteban Ramírez. En la música, hemos crecido en todos los campos, desde lo clásico hasta la trova y la música tropical. La Orquesta Sinfónica Nacional y la Filarmónica; las orquesta de provincia y orquestas populares como La Solución, Madera Nueva, Son de Tikicia; grupos como Marfil, Gaviota, Los Hicsos, Mal País; sonoras como La Sonorita, Sonora Azteca y La Siguaray, y grupos como Escats. Por cierto, estuve en el lanzamiento de la nueva producción de Escats, que está muy buena. Como todo lo que produce ese gran empresario del espectáculo que ha venido a revolucionar nuestro medio, don Eduardo Agami. Para aterrizar, no me canso de decirlo: a pesar de todo, Costa Rica tiene todo para ser el primer país de América Latina en desarrollarse.

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Fui el jurado más feliz de Tango India No soy un puritano, ni un mojigato. He sido fogoso, inquieto, resbaladizo, más peligroso que un pleito a machetazos. Pero también soy ferviente y le rezo a Dios. Por eso, ni que se rasguen las vestiduras, ni que se escandalicen. El viernes pasado fui al concurso de disfraces de Tango India, y me encantó. La pasé de lo mejor. Me gusta disfrazarme. Lo hice en “Bailando por un sueño”. Me vestí de Elvis Presley, con un traje blanco y lleno de luces, con el que me veía como un chanchito feliz. Hasta me di el gusto de tirarle una flor a Marilín Gamboa. Me vestí de Bienvenido Granda para bailar cha cha cha. Fue la única vez que me gané un 10, por supuesto que de mi amigo Martín Aldaburu, el terror de las damas de Escazú. Me vestí del Rey del Dance Hall y el mismísimo Ignacio Santos fue al camerino a ver si era cierto que aquel desbarajuste era mío. Me vestí de Daddy Yankee, y era exactamente poner patas arriba lo que soy: un jeans enorme, unas cadenas como las de Mario Baracus, pero modernas, una facha de los diablos. Pero la pegué: hasta los periodistas de las páginas de farándula de un periódico nacional, que supuestamente no me soportan, sacaron fotos de este fachoso, de este “bañazo”… La verdad, disfruté con el niño que llevo adentro. Al año siguiente, me invitaron para el inicio de “Bailando por un sueño II” y me vestí de Cantinflas, para no quedarme con las ganas. Hasta me parecía. Hay gente que dice que no soy para eso, que mis programas son muy serios, etcétera. Pero yo me sentí de lo más feliz vestido como “Cupido”, un bailarín de Karymar. Cuando Edgar Silva destacó que yo reconocía el “chaine” de los bailarines populares, se lo agradecí mucho. Y el viernes pasado sentí que la gente de Tango India disfrutó como yo. Hicieron un trabajo serio. Yo fui con permiso de mi autoridad superior, así que gocé como un chanchito en su charco. En la modalidad de fantasía ganó “El Show del Enano”, un mae buenísimo, que se hacía pasar por un enano, para lo cual metió sus piernas en un saco que jalaba su personaje. No irrespetó a las personas pequeñas. Y se movió al son de la música. Lo personificó muy bien. El segundo lugar lo obtuvo Kysha, la Reina de Corazones, que era idéntica al personaje de la película de dibujos animados.

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El tercer lugar lo ganó el Grupo Kiss. La verdad que los tres podían ganar el primer lugar. En la modalidad de terror ganó una flaca guapísima que personificó a un terrible personaje de Silent Hill. Qué buen trabajo. También le hubiera dado un premio especial a Pinocho, a Shrek y Fionna (idénticos) y a un payaso de “Alicia en el país de las maravillas”. Destaco al animador, Luis Fernando Barrantes. Él hizo la noche. Es un maestro con el lenguaje con doble sentido. Tiene chispa, fisga, estilo y humor. Las agarra en el aire. Le pone a cada quien su picantito. A mí también. Cuando salió “La reina con el sapo”, me agarró asando elotes. Yo pregunté que dónde estaba el sapo y me fui con todo. No puse ni los codos. Fui el hazmerreír de su jugada. Pero tampoco importa, sobre todo porque después las muchachonas, corrongas, chirotas, hermosas y alentadas, que no tienen problemas de “polio” ni de desnutrición, se dieron cuenta que yo era el alcahuete, el “resbalón” del jurado, y entonces la que se vistió de Cupido me tiró su flecha, y le puse un 10; otra me cerró el ojo, y otro 10; otra me tiró un beso, y un 10 más. El resto del jurado, muy serio y comedido, integrado por Milo Junco, Andrés Sanabria y Viviam Quesada, juiciosos y de lo más precisos, castigaban a las muchachas, y ahí estaba el bueno de Camilo para consolarlas con su paleta. Los del jurado sentían vergüenza ajena por mí. Pero esos encantos, esos primores de damas necesitaban en el jurado a alguien dulce y cariñoso. Sólo yogurt. Al fin y al cabo, rendí tributo a don Martín Aldaburu, y no simplemente porque ya casi estoy tan calvito como él… (Si en Tango India vuelven a hacer un concurso tan divertido y simpático, tengo permiso de ir. Que me inviten, por favor. Amenazo con vestirme de cura para confesarlas a todas.).

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Mis cien libros publicados Llego a cien libros publicados pocos meses antes de abandonar oficialmente la juventud: si Dios lo permite, pronto cumpliré 35 años, el inicio de la edad adulta. He dedicado mucho tiempo de mi juventud a investigar, hacer trabajo de campo, escribir, producir, editar y publicar estos cien libros. Son mis hijos. En estos cien libros están mis ahorros, mis desvelos, mis energías, mis anhelos, mis ilusiones. Le debo mucho a quienes me han inspirado y me acompañan en esta aventura: mi papá y mi mamá; don Álvaro Fernández Escalante, quien ha sido como otro padre para mí, sobre todo, por su gran ejemplo y su cariño; don Miguel Salguero, quien me inspira con su monumental obra periodística de toda la vida consagrada a las gentes y los paisajes; don Alberto Cañas, el intelectual más importante del país; don Abel Pacheco; Maya Suárez, mi abuela afectiva… He publicado libros de entrevistas, semblanzas, recopilaciones con interés histórico, fotografías, poemas, cuentos, folclor, arte religioso y templos. Gracias a don Johnny Fung, quien patrocina el libro cien, el primero de mis hijos que aparece con tapa dura. Gracias a quienes han creído en mi trabajo y han patrocinado mis libros a lo largo del tiempo. Entre ellos, la familia Luconi, don Marco Meneses, don Gerardo Corrales, don Rodolfo Jiménez, don Oscar Alfaro, don Carlos Odio, don Alfonso Robelo, doña Olga Cozza de Picado, doña Ana Cristina Castro, los miembros de diversas juntas directivas de CANARA; don Carlos Lafuente, de Radio Sinfonola; don Javier Castro, de Radio Musical; mis amigos periodistas Rogelio Benavides y Liliana Mora; Martha Castillo Díaz, de la Cámara de Industrias, y Mariano Morelli, de GPO, Gigantografías. Le agradezco mucho a quienes me inspiran con comentarios y ejemplos… Claudio Monge, Santiago Porras, Juan Durán Luzio, Armando Vargas Araya. Gracias a mi jefe, Don Enrique Acosta, y a la junta directiva del Movimiento Solidarista, porque en el solidarismo trabajo con pasión y me gano los frijoles pues mis libros sólo pueden ser los dueños de mis ratos de tiempo libre, ya que no dejan ni un cinco de ganancia, pero sí una gran satisfacción. Y gracias a Sor María Romero, quien me inspira con su vida de santidad y entrega a Dios. Estoy seguro de que me ayuda a agenciar los recursos para este proyecto de vida. Espero en Dios seguir dedicando tiempo e ilusión para mis libros. Y amenazo con un libro con todas mis columnas de “Buena Gente”.

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Clonar a dos Johnnys, Araya y Fung Durante la presentación de mi libro número cien, Pintores de Limón, dijo el expresidente Abel Pacheco que había hombres a los que había que hacerles un monumento por su gran trabajo como empresarios, y que entre ellos estaba el empresario limonense Johnny Fung, quien a sus 38 años es gestor de catorce empresas y tiene la sensibilidad de patrocinar obras de interés cultural, como mi libro, y también de llevar adelante proyectos tan importantes como la campaña de limpieza de las playas de Limón, que iniciaremos el 11 de diciembre. Estoy de acuerdo con hacerle un monumento a don Johnny, pero me parece vital hacer con él algo que luego mencionó en ese acto el escritor guanacasteco Santiago Porras: “a este Johnny hay que clonarlo”. Claro que sí. Hay empresarios y gente en general que hacen un trabajo tan extraordinario que sería muy bueno clonarlos. Aparte de Johnny Fung, clonaría a Franklin Chang, al Padre Sergio Valverde, que hace un trabajo extraordinario en los barrios más pobres de San José; a don Efraín Chacón, que defiende y protege el río más limpio de Costa Rica y de América Central, el río Savegre, y al Alcalde de San José, Johnny Araya. Yo clonaría a Johnny Araya porque ha demostrado que la Municipalidad puede ser exitosa en su gestión. Como dice el mismísimo Don Alberto Cañas, el intelectual vivo más importante del país, “este Johnny Araya sí que hace cosas”. ¡Y lo dice la conciencia viva del PAC! Su labor se nota en los bulevares, en los parques, en la policía municipal en el centro de la capital, en el repoblamiento de San José. Se nota en los grandes edificios que tiene ahora la zona de La Sabana, y en todo el proceso de repoblamiento del centro. Una ciudad repoblada es una ciudad segura. Necesitamos 80 alcaldes como Johnny Araya para que las municipalidades puedan enfrentar los serios problemas que tienen. La municipalidad en Costa Rica es una institución caótica, decadente e inoperante.

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Pero no tiene por qué seguir siendo así, porque hay una demostración de que las cosas sí se pueden hacer, de que las obras sí se pueden ejecutar, y esa excepción es Johnny Araya. Antes de él, el Parque Morazán daba vergüenza, las calles no tenían ni aceras, las vías eran exclusivamente para los vehículos y nadie respetaba los derechos de los peatones, que compartían centímetros de espacio con los vendedores ambulantes, quienes eran reyes y señores de la capital. Eso se terminó porque San José ha tenido un Alcalde que es ejecutivo, que da gusto porque no gavetea las cosas, que hace uso de su autoridad, que nos da un gran ejemplo de productividad y de eficiencia… Y, tras de todo, tiene la humildad de admitir que todavía le falta mucho trabajo, que las soluciones están en proceso, que para resolver los problemas de San José se necesita tiempo. De ahí la inteligencia y la chispa de su excelente campaña “Johnny versus Johnny”. Ochenta alcaldes como Johnny Araya es lo que necesitamos. Y quinientos empresarios como Johnny Fung, un médico super joven, a quien la vida lo obligó a atender un restaurante de su papá, cuando él enfermó, y que a partir de un restaurante ha generado un emporio de trabajo y bienestar que es impresionante y que le estaba urgiendo mucho a mi querida ciudad de Limón, así como le sigue urgiendo la presencia de Johnny Araya a San José.

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Para qué sirven los de la farándula Cuando alguien me habla de la farándula, usualmente lo hace de manera despectiva. He escuchado frases muy desagradables y que derrochan odio, prejuicios y resentimiento social. Primero que todo, esos de la farándula generalmente son de la clase media, con contadas excepciones. Son gente que trabaja, como usted y como yo, y que depende de un salario, es decir, son del proletario, o la prole. Ni juegan de vivos como otros que suelen aparentar lo que no son, ni son tan interesados como parecen a los ojos de quienes los juzgan sin conocerlos. Simplemente, los de la farándula trabajan en la radio o la televisión, o tienen que ver con la moda y el espectáculo, o escriben en las secciones de rumores, que todo el país lee. Y quienes hablan de manera peyorativa de esos de la farándula no se dan cuenta que son personas que movilizan socialmente en favor de muchas obras o grupos necesitados, una serie de ayudas y de beneficios esenciales, que, de lo contrario, difícilmente llegarían a destinos tan gratificantes. Los ejemplos sobran. De la farándula son todos quienes animan la Teletón, que este año volvió a superar la meta a pesar de que el país acaba de apoyar intensamente una serie de campañas humanitarias de similar importancia. ¿Qué sería del Hospital Nacional de Niños sin la Teletón? De la farándula son todos los comunicadores y las comunicadoras que llevan adelante las exitosas campañas de beneficencia gracias a las grandes iniciativas de Repretel y Central de Radios, con resultados económicos impresionantes y fabulosos a favor de comunidades como Cinchona, destrozada por un terremoto, o los barrios más golpeados por las lluvias y los desbordamientos e inundaciones en la Zona de los Santos, Desamparados, Escazú, Aguirre y Parrita, hace poco. En el caso de Cinchona, Repretel y Central de Radios recaudaron más de dos mil millones de colones. De la farándula son algunos de los que llevan adelante las excelentes campañas de limpieza del río Virilla y la maravillosa campaña de recolección de materiales para reciclaje en que juntan sus esfuerzos Teletica y Kimberly Clark, con resultados también enaltecedores.

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Poco a poco, se nota la diferencia gracias al trabajo docente que llevan adelante estas campañas de canal 7. De la farándula son quienes participan en las fiestas de negro, en que se recaudan miles de juguetes para albergues de niños que necesitan mucho amor y atención, y quienes asisten a actividades como el campeonato de tenis de la Fundación Anna Gabriela Ross, así como quienes le ayudan a esta notable fundación apareciendo en sus banners, mupies y vallas de carretera para movilizar multitudes para sus marchas y manifestaciones. También son de la farándula quienes ayudan en un día especial para los niños de la Fundación Ronald McDonald; quienes hicieron posible la campaña del Grupo Extra a favor de los damnificados de las recientes inundaciones, y quienes le ayudan al comedor de Dos Cercas de Desamparados, junto a ese encanto de persona y ejemplo de periodismo humanizante que es Lizeth Castro. Nada más y nada menos que son de la farándula quienes ayudan a muchas actividades de los clubes de Leones; las fundaciones para personas con enfermedades poco comunes y complejas, de tratamiento muy caro y complicado; quienes asisten a las ventas de cachivaches y las cenas de gala de instituciones de beneficencia muy grandes e importantes, cuyo papel social es imprescindible para el país. Como se nota, quienes condenan a la farándula, y la limitan a ser frívola e indiferente, no conocen la realidad de una gran mayoría de las actividades a las que convocan a los muy criticados y despreciados faranduleros, que mucho bien le hacen al país y que jamás hacen daño con sus fiestas o sus reuniones.

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Maribel Guardia Iluminó Estación Atocha Hace unos años, mientras esperaba mi turno en la animación de la Teletón, en uno de los corredores internos del Palacio de los Deportes, me encontré con una mujer luminosa. Venía caminando en dirección a mí, en medio de un pasillo a oscuras, y parecía que iba inventando la luz con cada paso. Vestía un saco emplumado, azul, y sus piernas estaban desnudas, dos tucas bañadas en oro, simétricas y perfectas, como doradas por un sol que sólo brilla para ella. Hasta Dios tuvo que ver conmigo esas piernas. No pude hacer otra cosa que dar pasitos hacia atrás, asombrado ante esa inusual belleza, hasta que pasó a mi lado. Era una aparición. Lo más parecido a una sirena. A una hada. A una amazona. Su rostro, radiante, de cutis intacto, era como me imagino el rostro de María, la madre de Jesús. Era Maribel Guardia. Nunca había visto a alguien así y si tuviera que describirla con una palabra, esa palabra es “iluminada”. Si me dejan usar un segundo adjetivo, ese sería “luminosa”. Después la he visto en otra Teletón y en un par de ocasiones en el Festival de la Luz, que cada año está mejor, y este año fue esplendoroso. Da gusto ver cómo la quiere la gente. La gente le aplaude y agita sus manos con rapidez, con alegría. Un día de estos tuve la dicha de almorzar con ella, en compañía del gran imitador y periodista Norval Calvo, gracias a una invitación de los periodistas Rogelio Benavides y Lilliana Mora. El otro invitado de honor fue el ex ministro Rodrigo Arias. Maribel llegó guapísima, con un pantalón negro y unas botas altas. Es increíble lo hermosa, lo bella, lo bonita que es esta mujer cincuentona, sin un miligramo de grasa de más en su cuerpo, y todo lo que me imagino que distingue a las princesas. Es, ante todo, cálida y sencilla. Doña Lilliana y otra gran periodista, Yuri Jiménez, fueron una vez a cenar con ella en el DF, y se quedaron sorprendidas de lo mucho que la quiere el pueblo mexicano. Llegó al almuerzo con nosotros, en Estación Atocha (restaurante que ella piropeó mucho) junto a su esposo, Marco Chacón. Parecían dos muchachotes. Maribel y Marco le preguntaron a don Rodrigo sobre la situación del país y escucharon sus claras explicaciones con atención y agrado.

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Don Rogelio llamó a Yuri, quien habló con Maribel y con don Rodrigo, y creyó haber hablado con don Oscar Arias, aunque era el genio de Norval, quien también imitó a Rafael Ángel Calderón, Miguel Ángel Rodríguez y Yashín Quesada. Maribel y su esposo se pusieron a las órdenes de don Rodrigo, y compartieron con nosotros detalles del lanzamiento al estrellato de Julián, el hijo de Maribel y Joan Sebastián. A Julián, Marco lo quiere como si fuera su hijo, según lo dijo y como bien se le notó cuando compartió una grabación del muchacho. Es sorprendente ver cómo una muchacha que salió de Costa Rica hace más de treinta años, siendo la Miss Costa Rica de 1978, sigue como una muchacha, una perenne muñeca, una escultura impresionante, y una mujer humilde, a pesar de que es una celebridad en México y en América Latina desde hace mucho rato. Me encantó ver lo que le ayuda su esposo, doctor en Derecho y experto en propiedad intelectual. Su relación ya tiene catorce años, llevan ocho de vivir juntos y hace unos meses se casaron en el aire, en un helicóptero, sobre el Gran Cañón. De nuevo en tierra, un indígena nativo de esa región mágica, les hizo un ritual de prosperidad y amor. Cuando nos contó, pensé que no es la primera vez que recibe una pócima, o un abrazo sagrado, porque algo hay en ella, no sé qué, pero es algo extraordinario, sobrenatural, sublime, que se respira en la belleza de esta costarricense que quedó huérfana a los nueve años de edad y fue criada por su hermana, Mima, quien llegó después, más fresca que una lechuga, dulce y afable, mostró su gran amor por su hermana-hija y aprovechó para darle su apoyo a don Rodrigo Arias. “Maribel y yo siempre hemos sido liberacionistas”, le dijo. Fue un rato especial. Norval y Marco hablaron montones de humoristas e imitadores mexicanos. Yo aproveché para apuntar detalles de Maribel y don Rodrigo demostró que es cercano y sereno, cortés y amistoso. Como me mandó a decir don Rogelio en un mensaje de texto, “Maribel estuvo como siempre, ella es muy grande”.

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¿EDGARDO VERÓNICO? Conocí a Edgardo Camacho antes que la gente que supo de él por los medios de comunicación. Había un turno en Pital de San Carlos y se lo dedicaron a algunos artistas de La Pensión, el programa más costarricense de la producción nacional, que refleja las vivencias de la gente que lucha: una mujer sola, un ganadero que vino a menos, un empleado público, un chofer de bus, los que la pulsean en un mini super (una forma también muy tica de denominar a un negocio mediano, que ni es supermercado ni es pulpería). Aunque admiro a los demás actores y actrices, tengo una relación cercana con Carlos Alvarado, el famoso Camacho, un actor de primera categoría, que se desenvuelve tan bien en el teatro como en la televisión y el cine, y que lo hace con excelencia en la comedia y en el drama, y ha tenido actuaciones magistrales en obras como “Un viejo con alas”. Pues bien, mi abuela Maya y yo nos fuimos para el turno de Pital atendiendo una invitación de Carlos Alvarado. Para variar, llegamos tarde. Nos recibió un muchacho jovencitito, con un pantalón vaquero y unos zapatos puntiagudos, que con soltura nos sentó en el palco y nos presentó al público del redondel donde Carlos Alvarado, Camacho, se presentó junto a otros actores de La Pensión como una hora antes. Vi al carajillo ese tan desenvuelto que me senté a hablar con él sobre su vida. Me contó que quería estudiar periodismo y le propuse que hiciéramos juntos un periódico en San Carlos, que es un sueño mío de hace rato, y que he malogrado. Me contestó así, “no, nada que ver, yo voy a ser periodista de farándula, de espectáculos”. No le contesté. Me puse a pensar, “ah, bueno, no lo atraso, que le vaya bien”. La verdad, la puritita verdad, pensé que ese sancarleño más parecido al otro Camacho, al de La Pensión, que a un periodista farandulero, jamás podría incursionar en ese periodismo que él quería. Me tuve que tragar mis malos pensamientos. Pocos años después lo vi otra vez, en ese momento al lado de Juan Carlos Torres, el loco más loco de la radio, en su programa acelerado y particular, argentinísimo y requetetico a la vez.

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Luego, saltó a “Sin Complejos”, el programa de mi amigo René Barboza, quien, al igual que Juan Carlos, tiene vocación de maestro y ha hecho de su programa, un buen semillero. Pasó a VM Latino, gracias al apoyo de su amiga Hanzell Carballo, y de ahí a Intrusos de la Farándula, donde hay quienes lo han catalogado como “el Ariel Chaves de la televisión costarricense”. No es así. Los dos tienen su estilo. Ariel es más frontal, más lanzado, capaz de meterle un gol a cualquier personaje nacional, aunque sea de chilena. Edgardo se me parece más a Verónica Bastos, a quien conocí el mismísimo primer día en que ambos ingresamos a hacer una práctica profesional en Repretel. Parece que los dos tienen dinamita en el purisco. Un día de estos, le pregunté a Edgardo por ese parecido. Me contestó, “algún día, yo seré un Verónico”. Ya va hacia eso. Es el corresponsal del programa “El Gordo y La Flaca” en Costa Rica y ha pegado buenas notas, como la que le hizo a Juan Gabriel. Encuentro que cada día hace mejor su trabajo farandulero y que tiene todo para convertirse en un personaje, desde su frescura sancarleña y sus corbatas delgadas como una lombriz, hasta el tono dulzón y simpático de sus enfoques. Ojalá que llegue hasta México, pues sé que Verónica habla con él todas las semanas y quiere ayudarle. Serían un dúo dinámico. A cachete lleno. La Vero es un encanto y el mentado Edgardo, con sus orejas enderezaditas por el cirujano plástico Christian Rivera Paniagua, tiene su toque, tiene su vara, como decimos aquí, es súper entrador y cuenta con una estrella en la frente. Espero que llegue hasta donde lo quieran sus sueños.

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“Esta semana”, de Allan Trigueros Una de las más agradables sorpresas que he tenido recientemente en la televisión nacional es el programa “Esta Semana”, que dirige y conduce Allan Trigueros, y que se transmite por canal 13. A Allan lo conocí hace más de una década, en canal 2. Es un profesional serio, mesurado, comedido, responsable. Nació el 18 de mayo de 1966, en Alajuela, pero tiene cuarenta años de vivir en Heredia. Allan ha tenido que “fuercearla” en la vida. Es de una familia humilde, sencilla. Su papá, don Vidal Trigueros Zárate, murió hace unos meses. Era zapatero, oficio que aprendió Allan. Su mamá fue enfermera. Su único hermano es chofer en el INA. Allan estudió gracias a su tesón, su coraje, su disciplina, su aptitud, su empeño. Estudió en la Escuela Félix Arcadio Montero y en el Colegio Santa María de Guadalupe (Samagú). A los 17 empezó a trabajar como locutor. Primero trabajó unos días en Monumental, en el tiempo de “Todo noticias, todo el tiempo”, que era dirigido por doña Nora Ruiz. El primer comercial que grabó, fue con Roberto Castro y el segundo lo hizo junto a Manuel Fresno, en Teleproducciones Costarricenses, donde se producía el programa “Costa Rica es así”. Por años, Allan atendía al público en la Compañía Nacional de Fuerza y Luz. Tuvo que trabajar durante cinco años para ahorrar, y así cumplir su sueño: estudiar Periodismo, algo que logró gracias a doña Helia Betancourt, rectora de la Universidad de San Judas Tadeo. Ella conoció su historia y le becó parte de la carrera, sin lo que Allan no habría podido terminar, pues era desde muy corta edad responsable de su papá y mamá. Le cobraba sólo una parte de las materias, y a cambio él era animador de actividades y simposios de literatura. Recuerda con gran cariño cuando le correspondió moderar la actividad en que se presentó la escritora argentina María Elena Walsh. Empezó su ejercicio profesional en “El Heraldo”. Fue periodista y locutor de noticias en Radio Nacional y de ahí pasó a ser presentador de noticias en canal 2, con Adriana Núñez como directora. Fue Nono Antillón quien lo presentó al público, en una edición en directo. A él lo tomó por sorpresa.

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Después fue corresponsal de la Cadena Telemundo y Radio Nederland, y hasta trabajó para la televisión japonesa junto a Tomotane Hara, para el canal NHK. Regresó a la Compañía Nacional de Fuerza y Luz, para ser editor de la página web, luego fue asesor en la Asamblea Legislativa y ya ha estado dos veces en la subgerencia del SINART. La primera vez lo llevó el gran maestro del periodismo costumbrista y rural, Miguel Salguero. Ahora está al lado de don Rodrigo Arias Camacho, quien le imprime al canal una vocación docente que le hacía mucha falta. Recientemente publicó su novela “Señor Alcalde, Utopía de un político”, un gran libro. Por el programa de Allan, “Esta Semana”, han pasado figuras de la talla de Franklin Chang y Jiménez Deredia, pero lo que más me gusta es que es un foro para periodistas y generadores de opinión, sin importar el medio para el que trabajan, se sientan juntos y los comunicadores opinan, cuestionan, analizan, interpretan la realidad nacional. Han participado, entre muchos, Lizeth Castro, Rodolfo González, Marianella Cordero, Jerry Alfaro, Héctor Guzmán, y figuras legendarias como Javier Rojas, José Luis “El Rápido” Ortiz, Álvaro Fernández y Alberto Cañas Escalante. Felicito a Allan Trigueros por la excelencia de su programa. Él sabe cómo es que se alcanzan los grandes sueños con base en el trabajo, la humildad, la tozudez y la dedicación.

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René Barboza, el rey del karaoke Es de personas bien nacidas, el ser agradecidas. Siempre tiene uno un puñado de gente valiosa que es imprescindible en su historia de vida. Pocas veces menciono a alguien a quien le debo mucho, René Barboza, el simpatiquísimo y divertido periodista de “Sin Complejos”, cantante, contertulio del programa más escuchado de la radio, “Sensación Deportiva”, de Leonel Jiménez (toda una leyenda de la radio) así como productor de espectáculos y quien fue hasta productor de programas de toros. A René lo conocí cuando yo tenía 17 años. Fue la persona que me llevó a trabajar a Repretel, la primera persona que me permitió hacer comentarios sobre libros y escritores en televisión y quien me dio seguridad para dar los primeros pasos haciendo entrevistas. Hace unas semanas, René presentó su programa desde nuestra fiesta del Día Nacional del Solidarismo. Él y otro gran amigo, Carlos Gutiérrez “Pitusa”, organizaron un gran bailongo, en el que conocí a un verdadero profesional del mundo de los conjuntos musicales, Nicolás Fallas, el entusiasta propietario de Madera Nueva. El baile empezó con La Solución y concluyó con el gran grupo de don Nicolás. Dinamita pura. Todo eso gracias a René, un comunicador de pueblo, quien creció en Cinco Esquinas de Tibás y en Hatillo, estudió en el Colegio Brenes Mesén de Hatillo y en el Braulio Carrillo de Tibás y quien concluyó Periodismo en la Universidad San Judas Tadeo. Empezó en el periodismo deportivo en Radio Sonora, con el caballero del deporte, don Mario Segura. Fue maestro de música durante doce años, en Rincón Grande de Pavas, en el Colegio Miguel Obregón de Tibás y en Napoleón Quesada. En tele se inició en transmisiones de baloncesto, en canal 11. Después estuvo en Antena 9, donde me inicié a su lado. Hace ocho años empezó “Sin Complejos”, un programa que se ha ganado un lugar fundamental para los grupos musicales y se ha apoderado del nicho del karaoke, toda una institución cultural de los bares de todo el país. Un pueblo que canta es un pueblo feliz. Cuando lo vi en la fiesta del Movimiento Solidarista, a este personaje singular, que se echó a la bolsa a la dirigencia solidarista de todo el país con su humildad y su humor, supe que mucho le debía al único artista nuestro que ha mezclado el mundo de los karaokes y el del futbol. Igual lo quieren personajes como Pitusa y Nicolás Fallas que periodistas como Leonel Jiménez y Javier Rojas. Se debe a su versatilidad, pero, sobre todo, a que es una persona buena, sencilla, generosa y bien intencionada. No hay mejor negocio que ser una buena persona. René lo demuestra.

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Zelmirazos, Intrusos y la hipocresía Aunque le revuelva el estómago a mojigatos y puritanos, cada vez que llego temprano a mi casa, veo dos programas, Intrusos de la farándula e Informe 11. Escribiré después sobre Informe 11 Las historias, el programa más entretenido y colorido de la televisión nacional. Y de Informe 11 Las Noticias, todo lo resumo en que es el noticiero tradicional (noticiero de sólo noticias, noticias puras) más importante del país. Ahora, a partir al ayote por la mitad. Digan lo que digan, aunque hagan berrinche las supuestas élites, todo el país ve Intrusos de la Farándula. Pasa con ese programa lo que pasa con Tía Zelmira. Alguna gente pipi, popof, tuyú, que juega de viva, jamás acepta que ve Intrusos o que lee Tía Zelmira, pero de que la leen, la leen. Cada vez que me han sacado en Intrusos un chisme o una verdad, ¡todo el mundo me lo dice en la calle! Me lo gritan desde los taxis, me lo reafirman en todas las esquinas de San José, Heredia, Cartago, Alajuela y Guápiles. Por ejemplo, si hubiera tenido plata para imprimir muchos miles de ejemplares de mi libro sobre Emeterio Viales, hubiéramos hecho clavos de oro ese talentoso cuentacuentos y yo. ¡Qué publicidad nos hicieron en Intrusos! Ven el programa desde las esposas de los señores más encopetados que conozco, ¡hasta esos mismísimos señores! Me sacan algo en Intrusos, y al día siguiente me llaman tíos, primos, amigos, conocidos. Todos profesionales. Hasta intelectuales. Nada de que sólo lo ve la chusma. Igual pasa con Tía Zelmira. Señorotes le dicen a uno, “mirá, te vi por ahí”. “Ajá, ¿dónde?”, les pregunto. “En La Nación”. Ja ja ja, ¡Mentira! Nunca sacan, pero ni un chiste sobre mí, ni una esquela. ¿Qué quiere decir? ¡Qué todo el país lee la Tía Zelmira! Aunque algunos “bañazos” escondan Diario Extra dentro de otro periódico supuestamente más serio, ¡lo leen! Diario Extra es, por mucho, el periódico más leído. Y tiene espacios tan buenos como “La Página Abierta”, todos los martes. Lo que ocurre con Tía Zelmira e Intrusos, también pasa con Extra TV 42. Sale uno en programas como “La Verdad”, y todo el mundo se lo comenta en la calle. Pero, para aterrizar con Intrusos, lo mejor es que dejen de despotricar contra ese entretenido programa de chismes, y que aceptemos que el chisme le encanta al tico y que, aunque hablen mal de la farándula, ¡a todos y todas les encanta husmear en la vida de los faranduleros! Cuando trabajo por las noches, en la computadora de mi casa, lo hago con el tele al frente, y siempre veo Intrusos. No me gustan los chismes, ¡pero cómo me entretienen!

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Mujeres periodistas poderosas En ningún otro campo se nota la inserción de las mujeres y la gran capacidad de ejercer influencia sobre el país como se nota en el periodismo. Excepto la presidenta, la mujer más poderosa del país, todas las mujeres que están en la primera fila por su gran influencia en Costa Rica, todas son periodistas o tienen que ver con medios. Al lado de Laura Chinchilla, yo pondría a doña Olga Cozza de Picado, dueña del imperio de canal 7 y Cable Tica. La coloco por encima de las demás porque es dueña única, y comparte su mando con otra mujer, su hija Paula. Después de doña Laura y doña Olga, las mujeres más poderosas son las periodistas Pilar Cisneros, Iary Gómez, Yanancy Noguera, Amelia Rueda y Roxana Zúñiga. Las coloqué en orden alfabético, con base en su primer apellido. Doña Pilar se ha ganado ese lugar por su liderazgo desde Telenoticias, por sus editoriales aguerridos, por sus entrevistas agresivas, su don de mando y su capacidad de trabajo. Doña Amelia tiene una impresionante capacidad de convocatoria, gran laboriosidad y gran colorido en sus entrevistas, con opiniones y regaños incluidos. Doña Iary está al frente del periódico más leído del país, Diario Extra. Ha sabido sostener y acrecentar el legado periodístico de su padre, don William Gómez, gracias a quien no hay monopolio de la información en la prensa escrita de Costa Rica. Doña Yanancy es la directora del medio que marca la agenda en el país, La Nación (si alguien muere y no sale en una esquela de La Nación, como que todavía no ha terminado de morir). Anteriormente, consolidó a El Financiero. Y doña Roxana ha manejado con sabiduría e inteligencia Noticias Repretel. Ella fue directora de Rumbo y subdirectora fundadora de Al Día. Tiene una trayectoria impresionante. En Repretel, tuvieron que llamarla de nuevo, y enderezó el rumbo. También hay que mencionar a otras, muy influyentes, como Vilma Ibarra y Nora Ruiz, de Radio Columbia; Iris Zamora, de Radio Centro; Laura Martínez, directora del Semanario Universidad; las subdirectoras de Diario Extra, Paola Hernández y Marcela Villalobos, así como periodistas del Grupo Nación como Larissa Minsky, Yuri Lorena Jiménez, Debbie Ponchner y Gianina Segnini, y de Repretel, como Djennane Villanueva. Ahí están Viviam Quesada, de Extra TV 42 y hasta Natalia Monge, de “Pelando el ojo”. ¿En cuál otro campo hay tantas mujeres en los puestos de mando y con las posiciones más influyentes? Realmente, las mujeres mandan en el periodismo costarricense.

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Grandes esfuerzos de Repretel y canal 13 Me encantan dos programas que enaltecen lo más bello y excelso del ser costarricense: Informe 11 Las Historias y De pueblo en pueblo. Informe 11 Las Historias es el mejor esfuerzo que hace la televisión comercial por traernos el inmenso colorido cultural, lo emblemático, lo sublime y lo poético del paisaje y la gente del país, los grandes tesoros de nuestros mares y las grandes joyas de todos los rincones de este hermosísimo país. Repretel tiene su punto más alto en este programa. De su gente, me impresionan Giovanni Calderón, cálido, humano, sencillo, cariñoso con la gente, carismático, y Maureen Salguero, conductora afable, risueña, inteligente, cuatro por cuatro, todo terreno. El otro programa, De pueblo en pueblo, es el mejor esfuerzo de canal 13 por visibilizar el arte, el folclor y las tradiciones de los pueblos. Es obra intelectual de ese gran periodista que es Fabio Muñoz, que este año recibe el Premio Nacional de Periodismo Cultural, o de Difusión de la Cultura, Premio Joaquín García Monge. Muy merecido. Muñoz ha dejado huella en canal 13, Contrapunto y Al Día. Memorables sus reseñas, admirables sus experiencias con Don Pepe Figueres, a quien le ayudó a editar y revisar su mejor libro, el poema en prosa “Cubaces tiernos en abril”, mitad novela, mitad semblanza de ese paraíso tico que es la Zona de los Santos. De Fabio también destaco el libro sobre historia de su pueblo, Curridabat. Ni Informe 11 Las Historias ni De Pueblo en Pueblo habrían existido sin alguien que no puedo dejar de mencionar, Don Miguel Salguero, pionero en este tipo de periodismo, con su revista “Gentes y Paisajes”, con la sección “Conozcamos Ticolandia”, con el programa de radio “Aló, pueblo”, con sus recuerdos impresos en libros como “El fogón de la peonada”, con su paso por el cine y la televisión, con programas clásicos como “El Fogón de Doña Chinda” y “El barbero de esta villa”. Mi reconocimiento para don Miguel Salguero, quien también fue el más joven combatiente del 48, y mis aplausos para quienes han seguido sus pasos, Fabio Muñoz y Giovanni Calderón, entre ellos.

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Bailados por la más fea Acabo de leer el libro “Mis mejores calumnias”, del periodista Edgar Espinoza. Es una selección de sus columnas y crónicas, que publicó durante cuatro décadas. Me atrapó por dos elementos: los artículos están muy bien escritos (nítidos, precisos, prístinos, coloridos, exquisitos, escandalosos, provocadores) y tienen un gran sentido del humor. Respeto mucho su talento y admiro el abordaje que él hace de los temas, con un gran interés por reírse y causar gracia. Y aquí paso de las excelentes columnas de don Edgar a Betty La Fea. Aunque no parezca, hay un elemento que une al periodismo profundamente tico, folclórico y profesional a la vez, de don Edgar, y a Betty La Fea. Gocé ochenta con las ocurrencias de sus personajes, que no están idealizados, al estilo de Hollywood, sino que son como la gente común y corriente, que es, de paso, el gran acierto que le encuentro a La Pensión, ese programa de canal 7 que tiene tantos años, con personajes ocurrentes y profundamente costarricenses, como Camacho (Carlos Alvarado). El tema que une a todo esto, es que la comunicación debe ser fresca, flexible, parecida a la vida. Así como me atrapó el libro de don Edgar, entiendo el fenómeno por el cual Betty La Fea le ha ganado en rating a los noticiarios serios, a las siete de la noche. ¿Cómo es que una novela que se transmite por tercera vez en la televisión nacional le gana a los noticiarios en sus horarios estelares? Al ganar Betty, ganan el humor y la vida. No hay algo más serio que el humor. No conozco una síntesis más rica de una oficina y un contexto social y familiar en América Latina que la bendita Betty, tan mona y tan graciosa como es. La gente se cansa de ver muertos, balaceras y sangre. La gente necesita un respiro. Y si alguien mete los dedos en mi arroz con mango diciendo que, de ser así, Diario Extra no se vendería tanto, yo le contesto que “La Extra” es el periódico más vendido del país por la gracia, el humor, las sustancias variopintas, el lenguaje folclórico, las “salidas” típicas del tico, lo extraño y lo inusual.

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“La Extra”, así como Betty, así como las columnas de Edgar Espinoza, y el trabajo de Giovanni Calderón (Informe 11 Las Historias) y el programa de radio “Pelando el Ojo” (Radio Monumental, 5 pm, lunes a viernes), son líderes y ganan en sus respectivos campos por el humor, lo simpático, lo divertido, porque no se toman la vida tan en serio, porque tienen la inteligencia de reírse de sí mismos y nos ayudan a reírnos en medio de tantos problemas. (Por ahí mismo ubico el éxito del Verano Toreado, con todo y la boda de la Chilindrina, pero otro día escribo de ese fenómeno). A pesar de la platina, y el kilómetro 47 de la carretera de Caldera, y los pleitos politiqueros y las persecuciones de los diputados, este es el país más feliz del mundo. Betty La Fea engancha con su jovialidad en medio de una vida que nos aturde con tantos enredos. Los chismes de la oficina donde Betty son un pacho. Son unas viejas pizpiretas y vagabundas. Y no hay mejor medicina que la risa. No es escape. Es la luz al final del túnel.

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Canal 13 reconoce a los emprendedores El jueves 7 de abril fue el estreno del programa “Emprendedores”, en canal 13. Se trata de una producción en conjunto entre el SINART y el periodista Camilo Rodríguez, quien tiene 13 años de conducir programas en dicho canal. Camilo propuso este espacio para reconocer la vida y la trayectoria de grandes emprendedores de tres ámbitos: el arte en general, el mundo empresarial y las organizaciones sociales, sobre todo las cooperativas y las asociaciones solidaristas. Ya están grabados los primeros 22 capítulos. Destacan artistas como los escultores Néstor Zeledón, Ólger Villegas, Luis Arias y Emilio Argüello; los pintores Fernando Carballo, Felo García e Isidro Con Wong; los escritores José León Sánchez, Miguel Salguero y Santiago Porras. Asimismo, han grabado con empresarios como el joven Marco Escamilla, líder en la producción de software para organizaciones sociales, quien inició con su empresa Quarzo cuando tenía sólo 19 años, y destacarán los aportes sociales de las asociaciones solidaristas de Gessa, Hacienda Juan Viñas y Plycem. El programa saldrá al aire los jueves a las 10:30 p.m. Camilo también produce Alto Contraste, que se transmite los martes a las 10 p.m. por canal 13. Su trayectoria en los medios de comunicación inició con este programa hace 18 años, en Repretel. Su compañero en Alto Contraste es el experimentado Álvaro Fernández Escalante. Acompaña a Camilo en “Emprendedores” el productor Diego Blanco, quien fue durante muchos años el productor general de canal 14, TV Norte, en San Carlos. Camilo ha pasado en estos 18 años por canal 13, Repretel, canal 9, canal 2, canal 14 y canal 36. También ha producido espacios en Radio Columbia y Radio Monumental, y es comentarista en el programa Panorama, de la Cámara Nacional de Radio. En canal 7 participó en “Bailando por un sueño”, en su primera temporada. Camilo es autor de un centenar de libros (www.librosdecamilorodriguez.com/”librosdecamilorodriguez.com) y actualmente es el director ejecutivo del Movimiento Solidarista Costarricense. Si desea mayor información, puede llamarle a los teléfonos 2253-9808, 2253-9804 y 8828-8484.

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Tres grandes aportes de Tía Zelmira Tía Zelmira patrocinó tres actividades, y me invitó, muy gentilmente. Esas tres actividades dibujan muy bien el mundo de la farándula y los espectáculos de los artistas nacionales. La primera de esas actividades fue una conferencia de Edgar Silva en el Teatro Mélico Salazar. Siempre me ha impresionado el cariño que le tiene la gente a este comunicador sobresaliente, versátil y único en su estilo, en nuestro pequeño ámbito nacional. Fui a la conferencia de prensa de esta actividad y me impresionó que Edgar dijera que estaba preparado para decir que no cuando le ofrecieron drogas en un colegio en Estados Unidos, siendo un adolescente, pero que no estaba preparado para despedir a un compañero de trabajo. Esa tarea le fue muy dura. Me asombró su carisma y la humildad con que abordó la conferencia. Me dolió, eso sí, la poca asistencia al Teatro Mélico Salazar, algo que no me esperaba porque lo he visto mover multitudes, por ejemplo, en La Sabana y en una maratónica en Ciudad Quesada, donde terminó ovacionado y sin camisa. La segunda actividad fue el concierto de Vikki Carr. Debo admitir que fui para ver a Sandra Solano, porque mi amigo Rogelio Benavides estaba feliz pues se enteró de que iba a cantar esta gran artista costarricense y me lo contó. El teatro estaba lleno y la gente le aplaudió de pie a Sandra, haciendo justicia con una gran cantante y una gran artista, que ha sufrido por la mezquindad y el afán serrucha pisos del tico. La tercera actividad fue un excelente concierto de la Gran Orquesta del Pueblo, una fusión de las orquestas La Solución y Madera Nueva, con algunos refuerzos de lujo, como Érick Sánchez y Napoleón Zapata. Hicieron un recorrido por la música costarricense. Cantaron obras de grandes autores ya fallecidos, como Ray Tico, Ricardo Mora, Mario Chacón, Orlando Zeledón, Jesús Bonilla, Roberto Gutiérrez y Paco Navarrete, y de autores brillantes, que todavía están con nosotros, como Otto Vargas, Rodolfo Emilio Morales, Carlos Guzmán, Pitusa, Vinicio Meza, Periquín y Bernardo Quesada.

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Una gran iniciativa de Carlos Gutiérrez “Pitusa”, de La Solución, y Nicolás Fallas, de Madera Nueva. Muchas gracias a don Gerardo Porras, del Banco Popular; Tía Zelmira y Los Sobrinos de la Tía Zelmira (Glenda Medina) por patrocinar actividades como esta, un maravilloso recorrido por la música costarricense. Muy bien la animación de René Barboza. Muy bien Roberto Gutiérrez, “Pitusa”, el papá, y la presentación de tres generaciones de “Pitusas”. El único punto bajo fue la asistencia. La gente va a bailar con Gilberto Santa Rosa o a ver a Shakira, pero no le ayuda a nuestros artistas, que pueden llegar tan alto como los grupos dominicanos o puertorriqueños. Aunque era prohibido, bailé toda la noche, feliz de la vida. (Le perdono a René que me haya regañado dos veces, desde la tarima). A mí, nadie me quita lo bailado. Gracias a Tía Zelmira, que sí apoya a la gente nuestra. Gracias a Tía Zelmira por tenerme entre sus sobrinos.

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Un homenaje para don William Gómez Ayer, el Banco Popular y de Desarrollo Comunal realizó un merecido homenaje a don William Gómez, fundador de Diario Extra y Extra TV Canal 42, y quien también ha estado al frente de La Prensa Libre y Radio América. Es muy justo que se le reconozca a don William su gran trabajo por la libertad de prensa en Costa Rica. Gracias a don William, no hay monopolio de la información en la prensa escrita, pues casi todos los demás medios escritos pertenecen a un solo grupo empresarial. Don William nació en Alajuela hace poco más de sesenta años. Ha vivido en esa ciudad casi toda su vida. Tuvo una vida difícil. Aprendió a valerse por sí mismo desde que era muy jovencito. Empezó en el periodismo al lado de la familia Borrasé. Vendía publicidad en La Prensa Libre, y luego inició Diario Extra en una sociedad, pero el peso de levantar el periódico recayó sobre sus hombros. Hace poco, lo vi en el programa Esta Semana, de canal 13, dirigido por Allan Trigueros. Lo vi defendiendo la libertad de prensa y argumentando, con preocupación, que aquí se persigue al periodismo que denuncia, que aquí se sataniza a quienes critican con hondura. El periodismo duro es necesario. El periodismo de Greivin Moya, de Gianina Segnini, de Pilar Cisneros. El periodismo que ataca de frente. William Gómez es un gran promotor del periodismo y también es una gran persona. En un momento difícil de mi vida, la única persona de la prensa que sacó el ratito y me llamó (y también me defendió) fue don William Gómez. Hay gestos que no se olvidan. Siempre le estaré muy agradecido. Y hay que admirar cómo se enfrentó a un grupo empresarial serio y muy poderoso, y pudo salir adelante con su periódico, Diario Extra, que es el medio más leído en este país. Un día, venía yo de un baile, para variar, de madrugada, y vi un choque aparatoso. Chocaron un vehículo de distribución de Diario Extra y el vehículo de un político muy prominente y muy respetado. Me bajé del carro y al ver tan asustado al político, que me parece una buena persona, lo acompañé un rato. El muchacho de Diario Extra le dijo que podía llamar a don William, su jefe, para que se pusieran de acuerdo. Eran las dos o las tres de la mañana. El político le dijo que por favor no lo despertara. El muchacho le contestó, “nombre, si don William siempre está a esta hora en el periódico”. Así fue. Llamó a Diario Extra y ahí estaba don William Gómez, trabajando. Esta historia la conté en un congreso del Movimiento Solidarista Costarricense que le dedicamos a él. Es un hombre empunchado, valiente, que ha salido adelante gracias a mucho trabajo. Por eso es muy merecido el homenaje que le realizó ayer el Banco Popular y de Desarrollo Comunal.

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Lecciones de dignidad del fundador de Diario Extra Como lo comenté la semana pasada, el Banco Popular hizo un homenaje al fundador de Diario Extra, Extra TV 42 y Radio América, don William Gómez. Cuento ahora los detalles. La actividad contó los ex presidentes Abel Pacheco y Oscar Arias, el vicepresidente Luis Liberman y los ex ministros Francisco Antonio Pacheco, Ricardo Toledo y Rodrigo Arias. El discurso de don William fue una verdadera lección de periodismo. Dijo que siempre hay que luchar para que las cosas que uno hace, queden bien, queden bonitas. Que en el periodismo no hay almuerzo gratis y que el periodista no puede venderse a los intereses de los grupos de presión. Que el periodismo tiene que fiscalizar lo público pero que no debe matar a nadie con sus denuncias, ni juzgar, ni condenar. Que las presiones de ciertos grupos pueden matar a cualquiera más rápido que un balazo. Que Costa Rica tiene buenas personas en la función pública, pero que a veces los periodistas pretendemos que se conviertan en “supermanes”. Yo asentía con la cabeza. Don Francisco Antonio Pacheco, quien es de Alajuela, al igual que don William, explicó que el alajuelense es horizontal con la gente, igualitario y demócrata por naturaleza, y que todo eso caracteriza a don William y a su obra periodística, donde se le ha dado espacios a todos los sectores. El alajuelense tiene mirada crítica, desmitificadora. Así es la obra de William Gómez. Luis Liberman destacó el que don William tuviera que haber trabajado desde muy joven, casi desde niño, como él mismo también lo hizo, ambos ayudándole al papá, dijo que esa formación en el trabajo fue fundamental para don William, y destacó su gran valentía como empresario, lo emprendedor que ha sido, lo ordenado y lo disciplinado que fue para levantar sus medios de comunicación. Cuando terminaron los discursos, el presidente del Club Unión, José Francisco Aguilar, rompió el protocolo, se fue para la mesa principal, tomó el micrófono y contó que cuando el Club Unión estuvo en crisis, fueron a pedir ayuda en los medios donde compraban publicidad, les dieron la espalda. Y que el único que les ayudó, les tendió la mano, les abrió las páginas de sus periódicos, los espacios de su emisora y su canal, fue William Gómez.

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Él sintetizó la grandeza de este hombre, dueño del emporio del periodismo popular, para el pueblo, para la clase trabajadora, dueño del periódico que puso a leer y a informarse a los peones del campo y de la construcción, a los guardas, a las trabajadoras domésticas, la grandeza del hombre que, a pesar de enfocarse en la clase baja y la clase media, le tendió una mano al club más encopetado, al ícono de los cafetaleros de antaño, le dio apoyo cuando más lo necesitaron. A quienes el Club Unión compraba publicidad, esos le dieron la espalda. Sólo don William les tendió un puente, aunque nunca habían comprado pero ni un anuncio en Diario Extra. Sólo un gran demócrata, sólo una gran persona, sólo un ser excepcional hace algo así.

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Telenoticias y Don Pepe El agricultor Natán Ceciliano, de Santa María de Dota, sus 40 años ingresó al Ejército de Liberación Nacional, en marzo de 1948. Don Pepe le nombró sargento. Don Natán consiguió un casco, botas militares, y camisa de caqui. Pero a los días se notó que estaba extraño. A veces preguntaba, “¿cuándo avanzaremos? ¿cuándo iremos a atacar San José? Si de esta salimos con vida, ¡Dios lo quiera!, ¿cuándo podremos volver a casa?”. Un coronel le contó a Don Pepe. “Mi Comandante: yo le he dicho a usted que estos ejércitos de reclutas son una calamidad. Esta gente no conoce ninguna regla de disciplina. Figúrese que se le ha ocurrido al Sargento Ceciliano, ¡solicitarme autorización para hablar con usted, mi Comandante!. Esta gente nada sabe de respeto al superior. A un amigo le dijo que está con ganas de ir a su casa. Si va y no vuelve, ¿qué hacemos?. Lo último que se debe hacer en campaña es fomentar las deserciones. ¿Qué le parece que hagamos con el sargento, mi Comandante?” Don Pepe le dijo, “tráigame al sargento a la oficina. Yo le sacaré lo que piensa”. Tan pronto como se quedaron solos, don Natán se confesó. “Don Pepe, toda la vaina está en que yo tenía el rastrojo raspado, listo para sembrar, cuando dijeron por radio que usted pedía gente; y me vine. Ahora estamos casi en abril, y el tiempo está poniéndose de lluvia. Usted sabe: ahí donde nosotros, si no se siembra en seco, la cosecha no es lo mismo. ¿Y qué vamos a comer el año entrante si no sembramos, y si de esta jugada nos saca Dios vivos?.. ¡Y que no haya ni un lote pa’ los chiquillos!... Don Pepe: yo en tres días voy, siembro y vuelvo. Y lo pior es que yo había revuelto ya el maíz y los cubaces de semilla. Se siembran revueltos, usted sabe. Costaría mucho volver a escogerlos. Y hasta la macana dejé escondida allá, junto con la semilla, debajo de un tronco de cedro dulce, ¿Y los ratones de monte?... ¿Y lo que siente uno por dentro a estas horas sin sembrar?”. Don Pepe preguntó, “¿cuánto siembra usted?”. Le contestó, “eso es variable, Don Pepe. Esa semilla de donde nosotros es algo menuda.

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A veces con tres o cuatro cuartillos se siembra una manzana. Y el rastrojo mío es pequeñón. Además, eso va también en la persona que hace la siembra. Usted sabe, don Pepe: no hay dos cristianos que claven la macana a la misma distancia. Sembrando tupido, cabe más semilla; sembrando ralo, cabe menos semilla”. Don Pepe tomó pluma y papel: “El Sargento Ceciliano irá en misión mía, confidencial, a un recorrido militar de tres días”. A los tres días, llegó a la oficina de Don Pepe el Coronel junto al Sargento Ceciliano. “Mi Comandante: el Sargento Ceciliano desea informar sobre su gira. Solicito autorización para retirarme”. Se fue. ¡Para qué lo hizo! Al cuarto de segundo Don Natán se le echó encima a don Pepe. Emocionado, casi llorando, murmuró a su oído: “¡qué gran parada, don Pepe!, ¡cupieron cinco cuartillos!”. En la eternidad, en el cielo o en las raíces de un árbol, que era donde quería estar Don Pepe cuando muriera, esté donde esté, desde allá el caudillo le manda un abrazo al personal de Telenoticias, porque ha hecho por nuestros frijoleros lo que el gobierno es incapaz, incluyendo el cascarón en que convirtieron el Consejo Nacional de Producción que con tanta visión creó el estadista de esta historia.

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Quien sabe, sabe Me gustó la sección “El que sabe, sabe”, de Intrusos de la Farándula. Me asombró menos que “¿Quién quiere ser millonario?”, pero esto se debe a que el programa de canal 7 es más ágil por su formato, y a que Ignacio Santos se reinventó a sí mismo en ese espacio, donde siempre lució cálido, risueño, simpático y afectuoso. Ignacio Santos creció muchísimo como figura pública con ese espacio. Pero aunque “Quien sabe, sabe” tuvo menos impacto, fue un espacio valioso y enriquecedor. No tuvo el ritmo del espacio conducido por Ignacio Santos, pero sí grandes aportes, como el poner el conocimiento por encima de la belleza (acierto en el que coincide con el programa de Santos), promover el conocimiento, fomentar la cultura, trabajar a favor de la educación y la promoción de la ciencia, el arte, el deporte, el humanismo… No me parece oportuno bajarle el piso a “Quien sabe, sabe”, simplemente porque no fue un espacio tan efectivo o tan atractivo como “¿Quién quiere ser millonario?”. Tuvo grandes puntos a su favor. El primero es el “rescate” para nuestra televisión de la figura de Leonardo Perucci, gran actor, gran figura del teatro y la cultura, quien fuera un ícono de la televisión nacional en los años 80 y 90. Él hizo un gran trabajo en este espacio. Su contratación en Giros da prueba de ello. También hizo lo suyo el periodista Enrique Tovar, con una gran trayectoria en el periodismo cultural, en el periodismo histórico, en la promoción del cine, la literatura y la historia patria. Don Enrique ahora tiene una excelente sección de cine en Diario Extra. Fabio Escalante trabajó bien en el ámbito del deporte. Quien me diga que es una copia mala de “¿Quién quiere ser millonario?”, debe pensar primero que es un paso al frente, un salto cualitativo de “Intrusos de la farándula”. En todo caso, lo malo no es copiar. Lo malo es copiar lo malo. Copiar lo bueno es algo bueno. “Quien sabe, sabe” aporta más que otros espacios. Alguien que ve ese espacio, de verdad puede aprender, como aprendió gozando y disfrutando con Ignacio Santos en “¿Quién quiere ser millonario?”. Felicito a quienes pensaron en Leonardo Perucci y Enrique Tovar para este espacio. Son personas cultas, que saben mucho y le aportan mucho a la televisión. Como decía el gran periodista Julio Suñol, que de Dios goce, “el periodismo decente primero debe ser docente, debe educar, debe predicar con el ejemplo”.

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Lo que me gusta de Telenoticias De Telenoticias, me han gustado últimamente varios aspectos, varios componentes de su propuesta informativa. Lo primero y lo que más me gusta no es precisamente lo informativo, sino lo editorial. Me encantan los comentarios de Pilar Cisneros. Qué mujer más plantada. Me encanta cómo encara a los políticos y a los funcionarios públicos. Personas como ella y como Amelia Rueda son necesarias para una democracia. Cuando una democracia está en crisis, los periodistas pueden servir más de pesos y contrapesos que los mismos poderes de la República. De doña Pilar, me encantan los editoriales y las entrevistas. Hay gente que le reclama su tono, dicen que es insolente y que no deja hablar a sus entrevistados. No estoy de acuerdo. Es directa, se informa muy bien para las entrevistas y para en seco hasta el más pintado. También me gusta mucho el trabajo investigativo, lo que escarban Greivin Moya y Álvaro Sánchez. Por ejemplo, aplaudo que hayan desnudado el chorizo espantoso, pestilente, por la venta de licencias de conducir. Qué bien que hay un periodismo tan frontal, tan descarnado, tan fuerte, que deja en trizas a los corruptos que han hecho un negociazo con algo que debe ser serio y transparente. Es admirable cómo se metieron hasta el fondo de ese negocio asqueroso en sitios como Pérez Zeledón, San Carlos y Guápiles. Bien utilizada, la cámara escondida es un método infalible. Asimismo, admiro lo que han hecho en Telenoticias con dos situaciones en las que han dejado a un lado lo meramente informativo, para tomar cartas en el asunto. La primera de estas acciones es la campaña “Ambientados”, junto a una empresa prístina y muy valiosa, Kimberly Clark, donde también la asociación solidarista ayuda en este campo. Es una campaña que ha generado un gran impacto, y ha dejado huella. La segunda de estas acciones es su decisión de apoyar directamente a los frijoleros de la Zona Norte. Fue una acción abierta, franca, oportuna. Fue un acto decidido y decisivo. ¿Fue algo informativo? Fue más allá. Fue claramente contestatario, fue como tomar la justicia por sus manos. ¿Y qué con eso? Un periodista es, primero que todo, un ser humano con cierto poder y liderazgo. Estas dos acciones sensibilizan profundamente. Este tipo de políticas bien caben o podrían caber dentro de una estructura sostenida de Responsabilidad Social Empresarial. Y Teletica Canal 7 es una empresa que ha sabido defender muy bien su nombre, su prestigio, su marca, su gran fuerza en el imaginario colectivo costarricense. Con estos ejemplos, Telenoticias respalda las acciones de canal 7 a lo largo de los años. Lo hace con creces 109


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Isidro Con Wong en el Estadio Nacional Acaba de cumplir 80 años el pintor chino costarricense Isidro Con Wong, uno de los artistas nuestros más cotizados fuera de nuestras fronteras. Nació en Puntarenas en 1931. Hace poco, su familia y la comunidad china le celebraron sus ocho décadas de vida. También hubo una hermosa fiesta en la inauguración de su exposición en Avenida Escazú. Es un artista muy significativo porque en su obra se juntan su influencia oriental, pues Con Wong creció en medio de la influencia de la colonia china e hizo sus estudios secundarios en China; su influencia pampera, pues su niñez transcurrió en el Golfo de Nicoya, donde volvió para convertirse en productor ganadero y su influencia puntarenense, la tierra donde creció, donde se acostaba en las noches a ver las estrellas, donde metía sus manos en el manglar, donde aprendió a conocer la música de las olas y el aroma de la brisa del mar. Aprendió a tragarse el cielo en Puntarenas. En Con Wong se reconoce el colorido chino, la forma de pigmentación y la fuerza de los contrastes variopintos de Oriente. También se reconoce la luz de la pampa, la fuerza de sus montañas, la magia de sus árboles, el encanto de sus toros, el misterio de sus vasijas chorotegas… Y también está el mar de Puntarenas, del Golfo de Nicoya. Pinta unos toros siempre fuertes; siempre oníricos, como si sus sueños parieran toros; siempre lúdicos, como si los toros pudieran caminar por las nubes, o salir del mar, o caminar por las ramas de los árboles. También pinta las noches de Guanacaste y de Puntarenas, las noches en las que se consumía, acostado en la playa, con su Abuelo Colorado, un tío lejano, chino, que era el filósofo de la familia, el gran maestro del pintor en su profundidad espiritual, en su interés por mirar para adentro, por encontrarse a sí mismo.

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Por esa sinergia de culturas, por esa mezcla de orígenes, por esa síntesis entre China y Costa Rica, entre Oriente y la cultura chorotega, entre los toros de la India y las vasijas de la pampa, por todo eso es que lo más justo sería que en el Estadio Nacional, donado por la República Popular de China, Costa Rica coloque un gran toro de Isidro Con Wong, una escultura de ese artista que es tan tico y tan chino a la vez, y cuya obra demuestra cómo las culturas no se repelen, sino que se abrazan, se combinan, se enriquecen y se nutren. Ahora que ya pasaron el frenesí y la fiebre de la inauguración del Estadio Nacional, es el momento para que pensemos en rendirle tributo a la cultura de la gigantesca y multiforme China, y que sea dentro del coloso que nos donó. Por eso, no hay mejor manera que con una escultura de Isidro Con Wong, porque en una escultura de él se juntan Costa Rica y China, se hermanan, se hacen una sola pieza en un toro soberano, apacible y mágico. Ojalá que rinda resultados una campaña que circula por Internet, fruto de la idea de unos muchachos, para que se coloque en el Estadio Nacional una obra de este gran artista.

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El encanto de Glenda Medina Glenda Patricia Medina Camacho nació en el Hospital México. Primero vivió en Cartago y después en San José. Sus papás se llaman José Luis Medina y María del Carmen Camacho. Sólo tiene hermanos de parte de su papá, así que se crió como hija única. Fue a la Escuela Hatillo 2, donde trabajaba su mamá como maestra. Siempre fue el mejor promedio. Aunque usted no lo crea, de niña era súper dócil, estudiosa e inocente, pero hablantina. De adolescente, era una verde. Sus compañeros del cole llegaban a estudiar a su casa siempre, pero no la llevaban a las fiestas. Estudió en el Liceo Roberto Brenes Mesén. Estudió Comunicación en la Universidad de Costa Rica (UCR) y se especializó en Relaciones Públicas. Empezó a trabajar en TVA, como parte de la práctica profesional, en el noticiero de espectáculos TVA Magazine. Pasó a presentar Soy Latino en Canal 38, después en REPRETEL, en Informe 11, y colaboraba en Giros, en Deportes y actividades de fin de año. En radio inició al mismo tiempo que en canal 38, en GLR, la radio 90.7, que en ese momento era Ritmo 907, luego en Bésame 89.9, en Azul 99.9 y actualmente en 89.1, con “Los Sobrinos de la Tía”. Ha escrito colaboraciones en revistas como PH, de Harold Quesada. Y tiene la empresa Medina Media & Communications. “Los sobrinos de la Tía Zelmira” es un espacio que disfruta montones, que la desestresa, y es para ella la oportunidad de trabajar al lado de Don Andrés Quintana, con quien siempre ha tenido una entrañable amistad. Ahora retomó el micrófono con un excelente compañero, Maikel, con quien inició su trabajo en radio hace más de diez años. Su programa entretiene, informa, vagabundea, ironiza, punza, envenena, picotea y muerde. Ahí se comenta todo lo que la gente quiere saber sin llegar al punto de ser destructivo o buscar polémica o enfrentamientos entre la gente. Por eso, toda la gente está anuente a hablar en sus micrófonos.

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La entrevista que más recuerda es la que le hizo a Juan Gabriel, quien casi nunca da entrevistas. Lo más gratificante es que habló sin reparos durante casi dos horas. Al final, todo su equipo le aplaudió y se fue con ellos para el concierto en el Estadio Azteca, en México. Para ella, Hatillo es un lugar lleno de gente buena y trabajadora. Aún va al video de José, en Hatillo 2, a comprar pastelitos y repostería fina donde los hermanos Damasio y a comer riquísimo a la tradicional Taquería Costa Rica, en Hatillo 3. Para ella, son los mejores tacos del país. Ahora es mamá, una etapa que no esperaba, pero que disfruta intensamente cada día. “Todos los días hay algo nuevo, no hay oportunidad de rutina con un bebé y la mayor recompensa hasta el momento es ver su sonrisa y sus ojos llenos de luz cuando le habla su mamá”. Glenda me encanta porque es fresca, sencilla, destramada para hablar, pícara, aguda, viperina, pero con un gran sentido de las proporciones. Nunca parece excesiva. Nunca se le pasa la mano. La admiro. Respeto y disfruto mucho su trabajo.

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Humor a teatro lleno El periodismo costarricense tiene dos puntos altísimos: Informe 11 y Pelando el Ojo. He escrito sobre Informe 11, el mejor programa de la televisión costarricense, y dedico este espacio de hoy a Pelando el Ojo. Me duele el día que no puedo sacar el tiempo para escuchar este excelente, espectacular, irreverente espacio radiofónico, que forma, instruye, cuestiona, denuncia, vacila, molesta, jode, gruñe, ortiga, envenena, muge y alardea del gran talento de sus imitadores y sus artistas. Porque en el programa no se limitan a imitar. Y eso quedó claro en su espectáculo de tres noches en el Teatro Mélico Salazar. Lo primero que uno debe reconocer es que lograron brincarse la frontera de la radio, que es un medio mágico, cuyo gran gancho es la imaginación de la gente. Es muy difícil que algo que es excelente en radio, pase a la televisión o al escenario y conserve la nitidez de su mensaje y la dimensión de su impacto, cuando ya deja poco para la fantasía que le aporta cada quien cuando simplemente escucha. En ese sentido, es excelente el salto que dan en el escenario, de la mano de un gran trabajo, que se nota en personificaciones como la de Ignacio Santos, Oscar Arias, Facundo Cabral y José María Figueres, por parte de Norval Calvo; o de Pilar Cisneros, Shakira en vestido largo o Shakira en su versión de Loba, por parte de Natalia Monge, quien cada día está mejor, o de Viviam Quesada y Gorgojo, de Antonio “Toñito” Hernández. Hay momentos en los que uno piensa que el imitador es mejor que el personaje verdadero. Por ejemplo, un humorista costarricense patentó su nombre artístico para que el imitador no pueda utilizarlo, pero a veces ese imitador lo supera en gracia contando chistes… Ese talento de más no se puede patentar. (Es como cuando Julio Sabala imita a Julio Iglesias, llega a notas muy altas y pide disculpas porque el Julio Iglesias verdadero no canta tanto). Toñito es un humorista extraordinario, que anda con gran facilidad de Gorgojo a Porcionzón, perdón, Porcinón, que imita los sonidos propios de elefantes y chompipes, y que personifica con maestría a personajes que van desde El Chunche hasta Viviam Quesada, punto altísimo del show. De Natalia Monge hay que decir que es la gran sorpresa y todavía la gran promesa, ya es una realidad, pero tiene mucho más que darnos.

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Me muero de la risa con sus personificaciones de Laura Chinchilla y Pilar Cisneros (no me gusta el cambio de Cisneros por Chismeros, doña Pilar no lo merece) e hizo un gran trabajo imitando a Shakira (a veces creo que puede cantar mucho mejor que la colombiana). Es increíble la lectura psicológica que hace de personajes-cliché, inventados por ella, como la jugadora de futbol, marimacha, hombruna, la encantadora Marta Emilia. No creo que puedan sentirse ofendidas las mujeres homosexuales pues el personaje es tallado a la realidad de muchas, y profundamente respetuoso de esa realidad social. También destaco el sensible homenaje a Froilán Bolaños, con quien creó este espacio el gran periodista Norval Calvo, y es de helarse de la impresión lo que significa el abordaje del arte y el mensaje de Facundo Cabral, quien le dijo a Norval que estaba autorizado a suplantarlo después de su muerte. Alguien que juega como Messi, distribuyendo bolas, poniendo pases a profundidad, es Roque Ramírez, cuyos personajes son grandes arquetipos, pero también funcionan como elementos comodines. Merry Christmas es la señora pulseadora, bina, chismosa, pero atenta y muy servicial. Steven José Chanto es una crítica profunda al periodismo mediocre. Por otra parte, admiro las imitaciones de Norval Calvo de personajes como Mario McGregor, con ese chorro de voz, o de Javier Rojas, hasta con sus respiraciones prolongadas. Y me encantó ver ahí a algunos de los imitados más notables, como Oscar Arias y Viviam Quesada. Es una muestra de gratitud y de tolerancia. La gente que se enoja por las imitaciones no entiende que les hacen un favor ante la opinión pública. Ojalá que un show como el del Mélico Salazar vaya a Ciudad Quesada, San Isidro de El General, Golfito, Quepos, Liberia, Santa Cruz, Puntarenas, San Ramón, la Zona de los Santos, Turrialba y Limón. Costa Rica entera debe vivir de cerca el fenómeno humorístico que vive la radio: el humor periodístico, profesional y profundo de Pelando el Ojo.

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De Norval Calvo a Juan Carlos Torres En medio del mundo de hoy, que parece consumido por la Internet, en el que es pecado no tener facebook, o enredarse en el uso de twitter, en este mundo en que, para existir hay que hacerlo virtualmente, y es usual ver a alguien en un paseo mientras le escribe a la gente que no vino al paseo de lo bien que la está pasando escribiendo en un rincón de la mesa, es decir, que no estamos donde estamos, sino donde queremos estar, pero no estamos, en este enredo de mundo, yo me manifiesto fanático de la radio. No me informo por Internet, aunque entro todos los días a buscar algunos datos a esa aldea global. Me informo por los noticieros de la radio y también por Telenoticias, pero en su versión radiofónica de 100.7. Por eso, quiero dedicar unas líneas a la gente que más me ayuda por la radio. Empiezo por tres programas excelentes de Radio Monumental: el de Amelia Rueda, que hace temblar a los políticos con su temple y sus malacrianzas imprescindibles para Costa Rica, porque es valiente, osada y está bien informada; “Así es la cosa”, donde analizan la realidad nacional y del mundo tres viejos sabios de la Costa Rica de la educación pública y el amor por los libros, tres grandes conciencias nacionales, y “Pelando el ojo”, el mejor análisis del día a día en Costa Rica, con humor, que es la forma más inteligente de abordar los temas que dan pena. También me encanta el programa “Pasión por la justicia”, del abogado Juan Diego Castro, los sábados por la tarde en Radio Columbia, y también en esta emisora, el programa sabatino del loco más loco de la radio, Juan Carlos Torres, un argentino muy tico, ingenioso, creativo y locuaz, que sabe intercalar el lenguaje radiofónico con lo meramente comercial, tal y como lo hacía ese maestro de la producción que fue Parmenio Medina.

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Juan Carlos tiene características muy argentinas que le aportan mucho a Costa Rica: es generoso y le dice a cada quien lo bueno, no lo malo, algo que cada día es más extraño en este país de baja-pisos. Amanezco temprano, enciendo la radio y escucho los noticieros dirigidos por dos mujeres muy inteligentes y muy preparadas, Mishelle Mitchel y Nora Ruiz, y continúo todas las mañanas con el programa Panorama, que se transmite por 75 emisoras, desde las más escuchadas y potentes, como Omega, Sinfonola y Musical, hasta las maravillosas emisoras de pueblo, en las que hay desde noticias y programas de opinión, hasta transmisiones de toros (¡por la radio!) y programas de compraventa, donde la gente de Grecia y Boruca, de Los Chiles y Los Santos, de Guápiles y Buenos Aires, la gente común y corriente tiene lo que ahora les llega a las nuevas generaciones a través de la Internet: la interactividad, el contacto virtual. Será porque soy de campo, pero amo la radio y me siento muy cómodo en este medio que nunca pasa de moda, como lo demuestran los periodistas serios y la gente del humor, desde “Pelando el ojo” hasta mi querido y admirado Juan Carlos Torres.

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La muerte del cantor Una historia del escritor uruguayo Eduardo Galeano cuenta que a un violinista que iba por un camino, le robaron el violín. Lo encontraron unas horas después, herido y adolorido, pero cuando le preguntaron cómo se sentía, contestó sonriendo, “pobrecitos ellos, porque se robaron mi violín, pero no se pueden robar mi música”. Al matar vilmente a Facundo Cabral, no pueden matar su maravillosa lucha por la libertad, por la paz mundial, por el arte y por la tolerancia. Han convertido a Facundo Cabral en un mártir de los principios más altos y sublimes del ser humano. Tuve la oportunidad de verlo en escenario tres veces y lo entrevisté en dos ocasiones para dos medios costarricenses. Siempre me impresionó su personalidad, su capacidad de asombro, el niño que siempre llevó por dentro. Me encantó su gran amor por la poesía, su respeto por la vida de las personas, su gran admiración por los esfuerzos que hace cada persona para surgir y cada pueblo para encontrar un mejor destino. Canciones suyas son verdaderos emblemas humanistas, como esa que dice, “No soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir, y ser feliz es mi color de identidad”. O canciones de amor, como la que tiene estos versos, “cuando los amantes entran al bosque, las mariposas tiemblan, porque los amantes no saben cazar mariposas”. También fue fundamental para que América Latina escuchara con mayor profusión a otros grandes artistas como Atahualpa Yupanqui. Por ejemplo, hizo famosa esa canción que dice, “pobrecito mi patrón, cree que el pobre soy yo”. Fue grandioso en el rescate de la vida de la gente del campo, del agricultor, el obrero, el campesino, el albañil, el carpintero, el fontanero… También la mujer que siembra la tierra, que cría muchos hijos, que cocina para los peones, que hace tamales y sopa para el turno con el que recogen dinero para la escuela, el hogar de ancianos o el albergue de niños con discapacidad. Era un hombre valiente, un defensor de la dignidad de la persona, de la personalidad clarísima de cada pueblo. Era un defensor de la patria humana, de que todos y todas tenemos un compromiso con el ser humano por encima de las diferencias. En una canción dice, “sólo lo muy barato tiene precio”. Lo ha matado la violencia institucionalizada de América Latina. Y lo mató por error. Pero qué va, una muerte de estas no es por casualidad, ni por error. Han matado a un gran defensor de la paz. Y eso tiene un gran contenido simbólico. Me sobrecogió ver a la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, llorando en el lugar del crimen. Guatemala, Costa Rica, América Latina, y el mundo entero tienen que llorar por la muerte de este gran cantor de la vida, del amor y de la dignidad humana. Que no descanse en paz Facundo Cabral. Que su canto y su mensaje defiendan lo mejor de la humanidad por los siglos de los siglos.

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Hacienda Pinilla, donde el cielo se hincó ante el mar… Este país es bello a todo lo ancho y lo extenso. Soy un pobre con suerte pues conozco todo mi país, excepto la Isla del Coco, y tengo muchas ganas de ir pues me han hablado bellezas de esa isla, y vi los maravillosos reportajes de Ignacio Santos, en Telenoticias, hace unos años. Un periodista guatemalteco decía que “ser periodista es la forma más divertida de ser pobre”, y el gran periodista costarricense don Juan Antonio Sánchez Alonso (qdDg) decía que para ser periodista hay que hacer votos de pobreza. Soy un periodista pobre y agradecido, y uno de mis proyectos, fotografiar todas las iglesias del país, me llevó a 2.700 (dos mil setecientas) comunidades del país. Antes, tuve fiebre por los parques nacionales, y los conocí todos excepto la isla del Coco. Amo todo mi país. Admiro la belleza de las montañas de Los Santos, Bajos los Rodríguez, Vara Blanca, el Cerro de la Muerte; los pueblos de Coto Brus, Tarrazú, Hojancha, Tilarán, Buenos Aires y Pérez Zeledón; las comunidades diminutas y mágicas, como San Gerardo y San Isidro de Dota, Suerre o Quebrada Arroyo de Tarrazú; los mercados y los parques de los pueblos; más de treinta pueblos fantasmas que conocí, como Maratón de San Mateo, donde hay una iglesia metida en un bosque secundario; las iglesias maravillosas de la ruta de los volcanes del Valle Central; los pueblos que rodean los volcanes de la Cordillera de Tilarán; los portales vivos, como Zarcero, Monteverde, Tortuguero y Pacayas; los ríos, los playones, las cataratas; las carreteras que van a Guápiles, San Carlos o la Zona Sur... Con sólo andar en carro o en bus, uno goza de los encantos de Costa Rica. Pero no conocía Hacienda Pinilla. Había llegado hasta la capilla y el cementerio del pequeño pueblo que están al lado. Acabo de ir. Es genial cómo han logrado hermanar bosque y mar, playa y montaña, tal y como lo había visto en Puerto Viejo de Talamanca o en los espectaculares acantilados de La Cruz, donde Dios se lució, se jaló una gran torta de luz y colores. Me encantó el Hotel La Posada, los paseos a caballo por la playa alucinante de Avellanas, donde Dios pegó a la arena pedacitos de estrellas caídas en la tentación de tanta belleza; los paseos en bicicleta por potreros y sabanas… Caminamos del hotel a la playa y nos acompañó un congo que nos divisaba desde el cable de la luz. Negro, con los güevos blancos, a cada rato me enjachaba. Me contaron de camino que el congo es así porque se puso a picar a Tatica Dios,

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que él aullaba más fuerte que el Mero Mero (que aúlla en el trueno) y entonces hicieron una competencia. Aulló el congo, y cuando lo hizo el trueno, quemó al mono matón, que era blanquito como la leche (en Guanacaste dicen “chele”), y cuando le cayó el fuego, sólo tuvo tiempo de taparse las bolas. Lo supe mientras caminaba al lado del bosque, escoltado por pájaros que iban amenizando nuestra caminata, una procesión con música del bosque. Por la noche, hubo una espléndida fiesta sabanera, donde gozamos la riqueza cultural, gastronómica, musical de Guanacaste, al amparo de la magia de la marimba. Es justo que le celebremos a Guanacaste la anexión a Costa Rica, porque de seguro que Dios repartió el planeta entre todas las naciones y dejó una finquita para venir a descansar Él. Como sé que no es buchón, estoy seguro de que quería algo pequeñón, pero vio tan lindo a Guanacaste, que en lugar de una finca, se dejó una hacienda. Guanacaste es un pequeño país dentro de Costa Rica, y es enteramente un paraíso. Tanto que hasta el Diablo le toca la puerta cuando sabe que El Hombre anda relajándose por aquí. Dentro de ese edén de árboles y pájaros, playas y volcanes, Hacienda Pinilla es una excelente síntesis de esa obra de arte hecha por Dios con sus manos y sus dedos que es mi amado Guanacaste. Gracias al Hotel La Posada por su gran apoyo a la música y gracias a Hacienda Pinilla por la excelencia de todo lo que han hecho, la elegancia, la sobriedad, pero, sobre todo, gracias por dejar que sea la naturaleza la que se luzca, la que brille, la que raje con toda su belleza. Otro día sigo sólo con los árboles de Hacienda Pinilla, que son un poemario que se mueve con el viento en este rincón del cielo al lado del mar rabioso, chichoso, virulento, donde otros ven olas para surfear y yo veo aletazos del encanto que nos regala El Colochón, como le dicen en Nicaragua. Vivo agradecido de haber nacido en este país que Tatica Dios dejó para el final, para que fuera de lo mejor de sus obras

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Excelencia del Festival de la Música Credomatic Como dice mi abuelo, don Alvaro Fernández, gran maestro del periodismo, este país tiene muchos problemas, pero cuando uno ve el desarrollo de la música, cuando uno ve a todos esos muchachos y muchachas que son verdaderos baluartes, cuando uno se encuentra con ese talento, uno se reivindica con Costa Rica. La música saca la cara por el país. Hay muchos casos, desde los talentosos jóvenes pianistas que brillan por el mundo hasta grupos exitosos como Malpaís. No entiendo cómo Malpaís no se ha convertido en un ícono latinoamericano, pues tiene todo para brillar. El primero de mayo, mientras los diputados se hundían en una vergüenza nacional, vi a los de Malpaís en el CATIE, Turrialba, en el acto público más feliz que hubo ese día en el país. En la música tenemos lo mejor. Un día de estos, me sentí feliz de ser guapileño pues allá, en un pueblo que se llama Suerre, se presentaron los nicaragüenses Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy junto a ese gran poeta, trovador, investigador y promotor cultural que es Dionisio Cabal. En ese mismo lugar, Remembranzas, vi al ministro Manuel Obregón junto a Aurelia Trejos, de Cantares, en un concierto de música costarricense antigua y maravillosa. De todo, lo más grande de la música que se realiza en el país es el Festival de la Música Credomatic; la anterior es una empresa que aporta muchísimo en cultura, en arte, en ambiente, en responsabilidad social empresarial. Y es gracias a Credomatic que Costa Rica ha tenido un festival de música de primer mundo, que ya tiene veintiún años de existir, con más de 750 conciertos en más de 75 sitios de Costa Rica. Han venido grupos y músicos de todo Europa y Asia, así como lo mejor de América Latina, y se han presentado por todo lo ancho y extenso del país. El Festival de la Música Credomatic es lo más grande y bueno que se organiza cada año en el ámbito cultural en Costa Rica. Me encanta que los grupos vayan a Sarapiquí, Talamanca, Monteverde, Quepos, San Ramón, Garabito, Palmares, Liberia y Santa Cruz, para mencionar algunos de los sitios donde hay conciertos este año. Este año hay 46 conciertos. Tenemos en el país grupos importantes, como la Camerata Romeu,

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una orquesta de mujeres cubanas; un grupo coreano de altísimo nivel; Música Temprana, de Holanda, que rescata música de las catedrales de América Latina; un virtuoso de steelpam, de Trinidad y Tobago… Hay de todo, desde lo clásico hasta lo popular. Vino un gaitero gallego y se presentará hasta en el mismísimo redondel de Palmares. Felicito a Credomatic por su gran visión social y cultural. Este festival ya suena en todo el mundo, y eso no sería posible sin el gran apoyo, el respaldo, el espaldarazo de esta gran empresa. Y le agradezco al fundador y director del Festival de Música Credomatic, Jordi Antich, por su tesón, su perseverancia y su sentido de excelencia. El Festival de la Música Credomatic se realiza en estos días, hasta el domingo 21 de agosto. En la prensa aparece la programación. Hay conciertos gratuitos y los que no lo son, tienen precios accesibles. No se pierda este festival, un gran acierto de nuestro país.

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El legado de Fidel Gamboa Hay razón de que el país entero haya sentido tanto dolor por la muerte de Fidel Gamboa. Fidel no fue un compositor común y corriente. Ni fue simplemente un gran cantante. Ni fue nada más que alguien que se ganó la vida componiendo música para anuncios, películas o grupos nacionales. Fidel Gamboa es el más grande compositor y poeta musical de su generación. También es el poeta que mejor conocen las nuevas generaciones. Lo conocen mejor que a Jorge Debravo, Isaac Felipe Azofeifa, Eunice Odio, Laureano Albán, Julieta Dobles, Alfonso Chase, Marco Aguilar o Rafael Duverrán, los poetas costarricenses más importantes de todos los tiempos. Si hay que decir en una frase lo grandioso de Fidel Gamboa, esa frase debe ser la siguiente: puso la poesía al alcance de los jóvenes. Fidel tomó el legado de los grandes músicos y compositores guanacastecos, como Jesús Bonilla, Héctor Zúñiga, Max Goldenberg, Odilón Juárez, Adán Guevara, Fernando Grillo, Medardo Guido, Guadalupe Urbina, UIpiano Duarte y, de alguna manera, modernizó esa música, la adaptó a las generaciones que se criaron bajo la nueva Orquesta Sinfónica Nacional, las generaciones que pueden comparar la música del mundo entero y que, desde que nacen, ya pasaron por donde asustan. La música guanacasteca se convirtió en música universal gracias al talento y la sensibilidad de Fidel Gamboa. De hecho, sus canciones deberían ser conocidas y hasta ser exitosas en América Latina, y no lo son por un asunto de mercadeo, no de calidad. Seguramente algunos se molesten, pero Fidel Gamboa era el compositor más universal de Costa Rica, desde su profunda guanacastequidad y desde la gran influencia de tres elementos básicos en su formación: primero, el peso de su tío, el músico Max Goldenberg, y su abuelo, Adán Guevara; segundo, su educación en el Conservatorio de Castella y en La Habana, Cuba, y tercero, su gran roce internacional gracias a ese hombre tan importante para la generación de Fidel que es Adrián Goizueta. Dicho todo esto, después de recalcar que me parece que murió el más grande de los que compositores de su generación, debo decir que tampoco es justo que ahora se desvanezca Malpaís, que es todo un fenómeno artístico y musical en Costa Rica.

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Los otros músicos del grupo son brillantes, empezando por ese carismático ministro de Cultura que se jaló doña Laura, Manuel Obregón, el viceministro Iván Rodríguez, el mago de los sonidos Carlos “Tapao” Vargas y el otro gran poeta del grupo, Jaime, el hermano de Fidel. El primero de mayo, mientras los diputados firmaban una de las más caóticas y vergonzosas páginas de la historia reciente del país, Malpaís se presentó en el CATIE, en Turrialba. Me impresionó cómo los muchachos corearon todas las canciones y cómo esperaron a Fidel al final del concierto, para tomarse fotos con él. Ese día, desde Turrialba, Malpaís sacó la cara por Costa Rica. Y su líder, Fidel, el poeta, el guanacasteco más universal, ese Fidel no morirá.

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La fuerza de los emprendedores Respeto a los emprendedores. Son quienes cambian al mundo. Me he pasado 18 años escribiendo reportajes y libros sobre los emprendedores. Tengo libros con las historias de vida de personajes como Jorge Manuel Dengo, padre del ICE; Efraín Chacón, padre de la comunidad de San Gerardo de Dota; Vinzenz Schmack, padre del ecoturismo en la frontera norte; las pioneras del turismo en Costa Rica y ahora estoy escribiendo un libro sobre Yoyo Quirós, de 96 años, emprendedor de Pérez Zeledón y un libro sobre Marvin Mora, mejor conocido como Media Libra, quien pasó de ser jardinero y sacristán a tener grandes empresas en Orosi, con base en mucho trabajo. En canal 13, tenemos el programa “Emprendedores”, que se transmite los jueves a las 10:30 p.m. Acabo de entrevistar a uno de estos emprendedores que nos llenan de fe en el futuro y de esperanzas en el desarrollo de Costa Rica. Se trata de Freddy Rodríguez Campos, un emprendedor que empezó a trabajar cortando el césped en casas y haciendo jardines. Luego, pasó a ser ayudante de albañil de su padre y trabajó en una empresa de aduanas. Iba a trabajar en una compañía naviera en Gran Caimán, pero la Reina Isabel dispuso que en las islas británicas sólo tienen permiso para trabajar los súbditos de la corona. Así que empezó a soñar en voz alta en Miami, donde llegó sin trabajo, sin capital y sin siquiera hablar inglés. Trabajó en albañilería, pasó a una empresa exportadora, especializada en fármacos, al igual que una empresa en que había trabajado en Costa Rica, luego perdió lo que había conseguido y llegó hasta a vivir en un carro, durante un mes… Ahora tiene su propia empresa consolidadora de carga, y envía productos a Costa Rica, su único destino. A este lado, su hermano Gerardo tiene una empresa similar dedicada al comercio internacional, en la que son socios. Gerardo también es un emprendedor. Trabajaba en el Ministerio de Hacienda, precisamente en Aduanas, pero soñaba con tener “algo propio”. Ahora, son socios, y junto a José Ángel Barrantes, su otro socio en Costa Rica, ofrecen servicios para los ticos, hablando su propio idioma, en el puerto más importante de los latinos en Estados Unidos.

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Los entrevisté para “Emprendedores” y para “Alto Contraste”, y me quedó el dulce sabor de encontrarme con gente que no conoce las excusas, que sabe derribar muros, que se brinca los obstáculos y sale adelante. Son del mismo talante de un Bill Gates o un Henry Ford, o para hablar de los nuestros, de figuras de los negocios como los hermanos Luis y Jack Liberman, un Lanzo Luconi, un Hans Bucher (qdDg), o figuras que han escalado en instituciones públicas, hasta lo más alto, a pesar de que provienen de familias muy humildes y tuvieron que hacer todo tipo de trabajos en el camino, como don William Hayden, que empezó vendiendo lotería en la Avenida Central y llegó a ser gerente del Banco Nacional, o como don Gerardo Porras, gerente del Banco Popular, quien fue incluso guarda antes de llegar hasta ahí arriba. Los emprendedores cambian el mundo. Por eso, me encanta un espacio como “Esto promete”, de Telenoticias, y una iniciativa como “Yo Emprendedor”, proyecto iniciado por la Fundación Mesoamérica, que abre concursos para conocer las ideas y los proyectos de los emprendedores. Gente como Freddy y Gerardo Rodríguez Campos, que triunfan en Costa Rica y en Miami, genera los insumos que necesita nuestra patria que tiene todo para ser el primer país en América Latina en desarrollarse. Don Freddy vive en Miami, pero estará unos días en el país, y usted puede hablar con él si lo llama al teléfono 8842-6677. Él inyecta energía y optimismo con su historia de vida. La empresa se llama AC Cargo Internacional Inc., y las oficinas aquí están en el Centro Comercial El Punto, en San Juan de Tibás, frente al parque. Entrevistar a estos hermanos fue una experiencia enriquecedora para mí, que soy admirador de quienes hablan poco y hacen mucho, de quienes saben, como José Martí, que la mejor manera de decir, es hacer.

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María Pía Vale más que Dios es más terco que yo. En mis planes no estaba el tener hijos, pero el destino me trajo a María Pía, como un canasto con tesoros que llegó a la puerta de mi vida. Mide menos de un metro, pesa pocos kilos, llega a mis rodillas cuando me abraza, pero es más grande que todos los árboles, más fuerte que todas las tormentas. Me tomó de las riendas. Me volcó. Puso todas mis velas en dirección a sus vientos. Tiene un año y medio, y me cambió todas las rutas. Arrancó todas las puertas de mi alma con su risa. Todas mis carabelas llegan a sus manos, y en sus ojos veo a Dios. Algunas veces se queda su chupón en mi carro. Otras veces se queda un zapato, una trenza, una media, un gorro. Me pongo a ver sus huellas, sus basuritas, sus desórdenes. Son las señas que me deja. Son guiños para mis días largos, sin ella. En mis ojos, quedan sus ojos. Es un cielo su mirar. Cierro los ojos y me ve. En mi memoria, y en mi carro, ella colorea. Otras veces me tira un beso y se llena el aire de burbujas. Frunce sus labios e inventa para mí todo de nuevo. Nace el mundo en su beso. Nace la vida por su boca. Su beso es una flor que nace cada cierto tiempo. Otras veces se carcajea. Hacen gárgaras los pájaros en su boca. Sus dientes son árboles jóvenes, felices. Su risa es una pequeña sandía que no se descompone. Ríe y le hace cosquillas a las piedras. Desata los vientos que quieren entrar por la ventana. Hace que llueva bajo el sol. María Pía tiene una risa musical. Se ríe y es un jilguero en el bosque, es un arroyo que acaba de despertar, es un abrazo con alas, una semilla que vuela y explota en colores, que sopla Dios hasta mí. Le llevo flores del campo. Ella las huele. Vuelven a las flores las abejas y los pájaros. El vuelo del asombro queda en su nariz. Acerca un girasol y su cara es una flor. Otro día camina en el kiosko del pueblo. Estoy sentado en las gradas. Camina hasta mí. Detrás están las montañas azules. Azul es el viento que la despeina. Me dice, “papá”. Entonces, yo también me pongo azul, y rojo, y verde, y de todos los colores. Soy de los colores que ella quiera. Cuando me devuelvo a San José, María Pía me persigna. Jesús de nuevo es un niño. Dos mil años de misterio vuelven a mi fe cuando su mano baja entre mi frente y mi pecho. Últimamente he estado en el ojo del huracán por ella, que no debe nada, que es absolutamente inocente. Lo único que he hecho es lo que tiene que hacer un ciudadano responsable, un ser humano digno: responder como padre por lo que hice como hombre. María Pía no se quedará sin papá mientras yo viva. Ese Jesús que vuelve a vivir cuando ella me persigna me la cuidará y me ayudará a defender mi pequeño y enorme cielo, lo más grande y más mío que tengo, que es ella, mi hija.

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Nuestra guerrera de la radio Me encanta estudiar quiénes son los personajes que imitan en ese programa exitoso y genial que es “Pelando el Ojo”. No imitan a las más bonitas, o los más brillantes, o las más exitosas. Imitan a los y las originales. Imitan a los que tienen elementos muy distintivos. Es curioso que no imiten a un Otto Guevara, que atrae tanto a un sector de la prensa televisiva. No lo imitan porque su voz y su estilo son planos, no tiene alguna particularidad espléndida. Imitan a los grandes personajes, que son grandes porque son únicos, como un Chunche, o un Medford, para hablar de futbol; un Javier Rojas o un Yashín Quesada, en prensa deportiva, y siempre me ha impresionado que imiten a Ignacio Santos y Pilar Cisneros (ambos, muy imitables, por su acento, por su personalidad, por su prominencia, por su estilo). No es por todo eso que me impresiona que los imiten. Me impresiona que los imiten porque son de la acera del frente, de la competencia, de Teletica. Pero en Repretel y en su ala de emisoras han entendido que el programa de humor y crítica por excelencia no estaría completo sin los directores del noticiero de La Sabana. Pero si tuviera que escoger a un personaje que disfruto por la gran capacidad de la imitación, ese personaje es Amelia Rueda. Primero que todo, creo que el periodismo de doña Amelia es un periodismo necesario para un país democrático. El periodismo frontal. El periodismo duro. El periodismo que encara, que “enjacha”, el periodismo que no tiene pelos en la lengua. Cualquiera me puede decir que en ese periodismo, ella compite con doña Pilar. Pero no. Ambas son confrontativas, frontales, directas, duras, aguerridas, locuaces, tremebundas, pero la radio es muy diferente a la televisión, y eso hace que doña Amelia tenga más espacio para jugar con sus dotes que doña Pilar. Doña Pilar en radio tendría un espacio como el de doña Amelia. Así de combativo. Y doña Amelia en televisión tendría que hacer entrevistas como las de doña Pilar. Hay una diferencia esencial en el tiempo, en la inmediatez, en el espacio.

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Espero que ambas me perdonen la comparación. El punto es que doña Amelia es mi personaje favorito de “Pelando el Ojo” porque, en la realidad, doña Amelia me representa un estilo y una forma de hacer periodismo que es imprescindible para la democracia. ¿Qué regaña a los políticos? Pues sí, ¿y qué? ¿Qué es irrespetuosa? Pues no. Es visceral, verborraica, como una ametralladora loca. Pero tiene que respetar al público primero que a los políticos que desfilan por su programa, aunque sea meados del susto. Está muy bien que los políticos tiemblen cuando doña Amelia los llama. Está muy bien para una democracia que alguien les pueda golpear la mesa, que los pellizque, que los ponga en su lugar, que agite el mantel y bote las moronas. Ese es el papel que juega doña Amelia Rueda como periodista. Tanto es así que se ha convertido en portavoz de quienes critican, opinan y protestan desde Internet. Ahora, que cumple sesenta años y está a punto de celebrarlo con una enorme fiesta, donde estarán las personas que la quieren y los políticos que, por dicha, le tienen pavor, terror, un miedo saludable para la democracia, ahora que está de manteles largos, le deseo muchos años más de vida y que siga cosechando éxitos como profesional, como un personaje de Costa Rica, que es lo que ha conseguido con su personalidad, su voz, su estilo, su laboriosidad, sus salidas, sus camotes, sus teleles, su profesionalismo y su valentía.

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Combate impulsa a Intrusos Me gusta el programa Combate en el sentido de que busca entretener desde lo lúdico, con un afán sano y sin caer en lo chabacano y lo absurdo. Al principio, vi el programa con recelo porque soy seguidor de Intrusos y me dolió que pasaran el programa para las cinco de la tarde. Pero, al parecer, en lugar de perjudicar a Intrusos, Combate vino a hacerle un favor. Intrusos está ahora en el excelente horario que alguna vez tuvo un programa de noticias más suaves en canal 7, con Evelyn Fachler. Ahí dio sus primeros pasos el gran periodista y excelente comunicador y animador Édgar Silva. También estuvo en ese horario el programa “A Todo Dar”, del que heredamos a las bellas y buenas comunicadoras Nancy Dobles, Maureen Salguero, Nadia Aldana y Viviana Calderón. Ahora, retoma ese espacio Repretel con Intrusos, que es un programa fresco, juvenil, picante, lleno de sabor, lejos de lo que piensan quienes lo atacan una y otra vez, desde medios con doble moral, que critican a espacios como Intrusos aunque tienen formatos similares, pero en medios diferentes. Me parece excelente que Edgardo Camacho sea parte del equipo de presentadores. Edgardo y Tony Bertarioni, el famoso Tigre Tony, le han traído más movilidad y más peso a las presentaciones y los comentarios. Edgardo es más pícaro que los demás. Es más periodista. Y el Tigre Tony le aporta al programa su experiencia, su buen humor, su frescura ante las cámaras. Le pone chile y tomate a la propuesta de Intrusos. Me gusta lo que han crecido las muchachas, Johanna Ortiz y Jalé Berahimi. Están más sueltas. Jalé tiene todos los componentes de una periodista. Johanna se ha ido asentando muy bien en el contexto costarricense. También destaco a Diego Piñar, Fabricio Solís y Michael segura, los reporteros, buenos muchachos, que le han puesto pimienta al lado del reportero estrella del programa, que es Edgardo. Y destaco ahora a una jovencita muy bella y muy respetuosa, que hace sus primeras armas en Intrusos, María Fernanda Quirós Hernández. He sentido una gran alegría cuando ella me ha entrevistado. Florece el encanto en nuestro periodismo. Y no puedo dejar de mencionar a María del Mar Umaña. Me encantan su cabello, su cara preciosa, su estilo. Ya apareció como presentadora y lo hizo muy bien. Como reportera ha crecido notablemente. Hace unos meses, me entrevistó, me agarró en curva y fui a dar al precipicio.

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La culpa no fue de ella. Fue mía. Aparte del gran acierto de pasar a Intrusos a las cinco de la tarde, hora en que tiene menos competencia que a las ocho de la noche, también celebro el que canal 11 repita el programa a las once de la noche, algo fundamental para que personas como yo, que trabajamos hasta tarde, también podamos verlo. A quienes atacan a Intrusos, siempre les recuerdo que el programa existe porque tiene un público, que la farándula vende, que los chismes le encantan al tico, que nos fascina meternos en la vida, en las cuitas y las pulgas del prójimo, y que ponerse a pelear con Intrusos es como ponerse en las mismas que el personaje de un cuento del gran escritor uruguayo Mario Benedetti. Este hombre del cuento llega a su casa, se encuentra el calzoncillo del amante de su esposa en el sofá de la sala, y cuando su perro trae el calzoncillo con su hocico, el hombre agarra a patadas al pobre perro. Intrusos refleja muy bien una parte muy evidente del alma costarricense. Aunque eso chime o pique a más de uno. Acabo de pasar por una tormenta mediática de este estilo. Es el precio que uno paga por ser periodista y por trabajar en televisión. Nada de caritas. Es como chollarse las nalgas. Hay que ponerse de pie para seguir jugando. Bueno, pero parafraseando a Edgardo Camacho, si a alguien le pica pues que se rasque.

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Canal 13 consagrado a la cultura El padre intelectual de canal 13 fue don Pepe Figueres, el padre de la segunda república, padre del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), el Instituto de Vivienda y Urbanismo (INVU), el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICIT), el Instituto de Fomento Municipal (IFAM), la Contraloría General de la República, la nacionalización bancaria y la abolición del ejército. Fue en la cabeza de quien es considerado el costarricense más importante del siglo XX, en la cabeza de don Pepe, donde se fraguó la televisora del Estado. Es más, él quería que sólo el Estado tuviera televisora, porque deseaba, como el poeta mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, que la televisión se consagrara al arte, la música, la cultura, y eso sólo es posible en medios estatales. Costó varios años que naciera el Sistema Nacional de Radio y Televisión (SINART). Le tocó gestarlo a don Daniel Oduber, padre del Sistema de Parques Nacionales, y a su insigne ministro de Educación, don Fernando Volio. Después, lo vieron nacer en la administración de don Rodrigo Carazo. Desde entonces, canal 13 ha trabajado de manera tesonera por el arte, la música, el folclor, la cultura… Han pasado por el canal figuras fundamentales del rescate de lo nuestro, como Miguel Salguero, Fabio Muñoz y Ángela Ulibarri. Canal 13 ha sido un baluarte de la cultura de los pueblos. Ha enaltecido lo mejor del ser costarricense. Ha promovido la educación con espacios señeros como Antorcha. Ha promovido la cultura culinaria costarricense, con espacios como “Facetas del terruño”. Ha promovido la vida del campo y las raíces del país, con espacios como “El fogón de Doña Chinda”. Muchos de estos espacios vuelven ahora, gracias a la visión de don Rodrigo Arias Camacho, presidente ejecutivo del SINART, y Allan Trigueros, subgerente general. Gracias a ellos vuelve “La Vencedora Pulpería”, enaltecimiento y rescate de la pulpería, institución cultural de los pueblos. También gracias a ellos vuelve “Antorcha”, excelente espacio para la promoción de la excelencia académica en los colegios del país. Canal 13 nació para la cultura. Prueba de ello es que han recibido el Premio Nacional Joaquín García Monge, por la Promoción del Periodismo Cultural, figuras tan importantes para el canal como Fabio Muñoz y Patricio Primus, cuya agenda cultural es un espacio único en la televisión costarricense. Sólo en canal 13 hay un programa para ir de pueblo en pueblo. Sólo en canal 13 hay un programa que es una clase de pintura y sólo en canal enaltecemos la vida de los escultores, los pintores y los escritores. Sólo en canal 13, hay suficientes espacios de entrevistas y polémica como para demostrar que hay pluralidad de pensamiento y promoción del debate en la televisión costarricense. 132


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Yo si tengo un gran secreto Tu huella de la noche, la contraseña de paso a tus ocultos sacramentos, tu fruta blanquísima, tu flor azucarada, tu rosa desnuda, centella rosada, pararrayos del colibrí, tu empanada de miel, tu estrecho de polen, tu gallito de queso, el oasis donde bebo mi naturaleza plena, el ojo de agua de donde salen mis riachuelos, el sitio donde vuelven mis pájaros agoreros, el espejo de la lluvia, el regreso del sereno, donde la noche se ve de frente a si misma, donde el día vuelve a alzar la cabeza, el espacio pequeño donde nace la vida, el único chiste que no entiende la muerte, el potrero bajo el agua, el vecindario de las mariposas, la cueva para este cardumen, la única trampa para los ángeles, el bosque en miniatura, donde me aguardan los duendes, tu gruta para el tigre, tu cueva que gotea, tu boca de río, tu puerto ciego, tu delta, tu estero, tu anona caída de una nube, tu concha de nácar, tu ostra de riachuelo, tu noni que cura mis espantos, tu amuleto para mis miedos, tu lámpara para mis túneles, tu luz para mis preguntas, tu salida para el humo, tu rincón para esconderme, tu guarida secreta, tu escondite de arena, el único sitio donde la leche nace de un panal, el enjambre de tu suelo, el único refugio seguro ante el temporal de la memoria, la única respuesta para todos los ataques, el escudo ciego ante las balas, el único abrazo que sale de las piernas, tu planta carnívora, la persiana por donde entra el sol en las noches tropicales, la foto de la luna cuando se puso de pie, resultado de la explosión del purisco, el semillero de estrellas, nido de carbunclos, criadero de luciérnagas, dulce suampo sin zancudos, ciénaga entre signos de pregunta, el monumento para la sed, el elogio de la niebla, la escultura que hizo un ángel caído, obra suprema de arte a la que Dios le dio sus últimos retoques y le puso su firma para depositarlo como un tesoro, como un destino, como un destino, como una puerta, en cada mujer sobre la tierra. Ese es el gran se3creto revelado a este poeta.

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La belleza de Johanna Ortíz Es lindo encontrarse con la belleza. Ese es el destino del ser humano. Es su gran emblema y su camino. Ruta y meta al mismo tiempo. Uno celebra la belleza de un paisaje, de un atardecer rosado o naranja, de una mañana que va pintando el lomo de la montaña, de un oso perezoso que inventa la lentitud en cada árbol, de un venado que corre ante la mano de mi hija… Celebro la belleza de ver a mi María Pía cuando se mece en su hamaca nueva, bañada en una sonrisa que me va pintando el horizonte. Celebro la belleza de bailar con mi mamá en las actividades más importantes de mi trabajo o de tener a mis papás a mi lado en los momentos difíciles que me ha puesto la vida. Celebro la belleza de ver a mi papá llorando de la alegría cuando aparece algún libro mío, nuevo. No hay palabras para describir esos momentos de belleza mágica y pura. Y digo todo esto porque yo, que soy misionero de la belleza, sé que no hay nada más bello para este poeta que las mujeres, criaturas en las que Dios se detuvo, rompió los moldes, se rajó y se botó con los hombres. Fue en extremo generoso al crearnos a las mujeres. Si las sacó de nuestra costilla la baño en rosas, y la sopló con los vientos que vienen vestidos de brujos desde el fondo de los mares. Eso me quedó más que claro el viernes 4 de noviembre, cuando a propósito del Día Nacional del Solidarismo, unos quinientos hombres del Movimiento Solidarista Costarricense nos solazamos ante la belleza imponente de Johanna Ortíz, la publicista colombiana, la modelo, la presentadora de Intrusos, quien fue a montar un stand de uno de los clientes de su empresa, y de paso bendijo con su encanto y su lindura los ojos de todos los que pudimos observarla. La belleza de Johanna Ortíz la celebro como poeta, como hombre, como ser humano. Celebrar la belleza es una forma de encontrar la felicidad. Ella me parece de una belleza extraordinaria, de un encanto singular, de una capacidad de atracción fuera de serie. Si esta muchacha trabajara en Estados Unidos, ya se hubiera perdido de vista. En el caso de ella y en el de Leonora Jiménez, nuestro medio se queda corto. Es como tener a Messi jugando en un equipo de segunda división. Ya me había percatado de su luz y sus misterios en una actividad que organizó Rogelio Benavides. Tras de todo, mientras todos comíamos frituras, ella se limitó a una ensalada de lechuga. Luego volví a verla en Estación Atocha, con una camiseta de Costa Rica. Dios mío pensé,

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qué gran artista es usted, mi Señor. Y en el marco de la celebración del Día Nacional del Solidarismo, anduvo Johanna por los pasillos del Hotel Ramada Herradura y dejaba su veneno con su aroma. Tras de bella y hermosa y guapa, ¡que simpática que es!. Me entretengo con Intrusos, siempre lo veo, lo veo a las once de la noche, pero lo veo, me muero de la risa con los chismes, y de paso me solazo con esta miel de mujer, de la que quinientos hombres solidaristas que estuvimos en el Día Nacional del Solidarismo, deberíamos conformar un club de fans. Me ofrezco para presidente.

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María, la mar de talentosa ¿Qué sería de la vida sin las grandes pasiones? Hay que tener pasión para todo. Amar con pasión, aunque eso después genere dolor y tristeza. Luchar con pasión. Chollarse las nalgas, diría ese gran personaje, espejo del ser costarricense, que es Mauricio Montero, El “Chunche”. Hay que ponerle pasión a todo. Los mexicanos dicen “echarle ganas”. Aquí decimos ponerle bonito, dejar la sangre en el polvo, besar la arena, poner toda la carne en el asador, sudar la camiseta, no doblar rodilla, morir con las botas puestas, nada de achicopalarse, no esconder la leche, ni llorar sobre la leche derramada. Uno debe tener pasiones en la vida. Yo tengo seis o siete grandes amores: el solidarismo, el periodismo, la poesía, el baile, manejar largas distancias entre campos y pueblos, la fotografía, mi familia y mi hija. Así, cada quien tiene sus locuras, sus amores, sus patines. Tengo patín por las iglesias y por las imágenes de la Virgen María. Esas pasiones me parten el vástago y me ponen a comer echado. Y en el periodismo, tengo locura por tres campos: las entrevistas, los artículos de opinión o columnas, y la fotografía. Ahora hablaré solamente de la entrevista como género y como arte. Hay escritores, como Plinio Apuleyo, Rosa Montero, Oriana Falacci, y en nuestro medio Miguel Salguero, quienes han hecho de la entrevista un arte, y digamos que un género literario. Son grandes obras literarias los libros de entrevistas de Falacci, el libro “El olor de la guayaba”, entrevista de Apuleyo a García Márquez, y un libro-entrevista sobre José Figueres que escribió Salguero. Amo hacer entrevistas. Me duele mucho no poder dedicarle más tiempo a ese género. Y me encanta encontrarme con grandes entrevistadores o entrevistadoras. Como me dijo una vez doña Roxana Zúñiga, gran periodista y maestra de periodistas, “en la entrevista lo más importante es la pregunta, no la respuesta”. Aunque Don Pepe Figueres decía que el arte era contestar siempre lo que uno quisiera, sin que importe lo que quiera preguntar el periodista. Agradezco cuando me encuentro con una buena entrevista. Una muchacha que trabaja en Repretel, María del Mar Umaña, quien es la mar de bella, la mar de sexy, la mar de sensual y de guapa, una flaca divina, es, además de todo eso, una excelente entrevistadora.

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Soy esquivo de las entrevistas de farándula porque me han hecho más de una fechoría, pero ella me ha agarrado dos veces, y las dos veces me ha pegado una buena revolcada. Es más fácil que lo revuelquen a uno cuando llegan con ese pelo, con esos ojos, con esa voz, con esa sonrisa, pero, bueno, revolcada es revolcada. Por meses, me le escapé a los periodistas de varios medios, porque querían saber detalles de mi vida privada, personalísima, vida a la que tengo todo el derecho. Pero María del Mar me agarró y me sacó el menudo despacito, me abrió como a un libro, me deshojó por dentro y me puso a comer de su mano. Es una excelente entrevistadora. Tiene una virtud importante en las entrevistas, que es el arte de repreguntar. Es fundamental escuchar bien lo que contesta el entrevistado y darle vuelta con un nuevo giro en la pregunta. Dos veces me ha tomado y me ha leído. Me ha puesto patas arriba con sus preguntas Y yo, que no quería hablar, caí rendido a sus pies. Qué linda, qué talentosa, qué simpática, qué pícara, qué pizpireta y qué divertida es. Me parece una excelente periodista. Su cintura de avispa y su delgadez tan hermosa, su figura de libélula, esos encantos suyos son el único problema que tiene: ella misma, con su belleza, distrae al entrevistado. Y me parece, dicho con todo respeto, que se ha ganado con su trabajo un lugar al lado de mi Johanna Ortiz (ojalá de verdad fuera mía), la urticante y corrosiva de Jalé, buenísima por la pimienta que le echa al programa, el siempre oportuno y buen conductor Edgardo Camacho, y el carismático y experimentado Tigre Tony. Ojalá que le dé una oportunidad el gran maestro de esta orquesta que es Intrusos, ese periodista tan profesional que es Gilberto Valencia.

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Ignacio Santos y el hijo de Don Pepe Estudié Periodismo inspirado en dos figuras fundamentales del periodismo costarricense: el columnista Julio Rodríguez e Ignacio Santos. De don Julio Rodríguez, pienso que es la pluma más certera, incisiva, urticante, precisa y pulcra de nuestro país. Puede estar uno a favor o en contra de lo que escribe, pero, ¡qué bien que escribe! E Ignacio Santos es, sin duda, el mejor presentador que tiene la televisión costarricense, como lo ha dicho mi querido amigo Rogelio Benavides. A eso hay que agregar que ha demostrado ser un gran animador y conductor, por su gran participación en “¿Quién quiere ser millonario?”, uno de los poquísimos programas que pone el conocimiento y la cultura por encima de la belleza física, los escotes y las nalgas peladas (el otro gran programa de este estilo, por su gran afán educativo, y de promoción del conocimiento y la cultura, es Antorcha, del infaltable canal 13). Pero si tuviera que quedarme con una faceta de Ignacio Santos, esa es la de entrevistador. No atropella, como otros (y, sobre todo, otras) periodistas. Escucha. Sabe manejar los tiempos de la entrevista. Demuestra que la entrevista es un juego psicológico, y siempre tiene como una sonrisa por dentro, que le permite ser más suave, más afable, más sereno. Me encantó la entrevista que le hizo a José María Figueres. Yo soy figuerista, pero de Don Pepe. Creo que Don Pepe transformó a Costa Rica, que hay una Costa Rica antes y otra después de Don Pepe. Este hombre cambió a Costa Rica porque abolió el ejército, porque creó al ICE, porque nacionalizó la banca, porque favoreció el voto de las mujeres, porque ganó una revolución y entregó el poder, porque apoyó el desarrollo de la música, porque transformó a la Orquesta Sinfónica Nacional, porque creó el Ministerio de Cultura, y el CONICIT, y el IFAM, y por un larguísimo etcétera. Compilé mucha información sobre Don Pepe y he publicado ocho libros con mis estudios sobre ese personaje singular, único, fuera de serie, amante del teatro y de la literatura clásica, sembrador de cabuya, conocedor profundo del campesino y del ser costarricense. Me emocionó ver a don José María tan parecido a Don Pepe, quien también era un viejo chollado, y dejó un montón de hijos idénticos a él. Todos son como sapos: idénticos entre sí. Y José María cada vez se parece más a su papá. Eso me emocionó.

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He escuchado muchas entrevistas que quedaron del papá, y vi en la forma reposada de contestar de José María, los gestos y el ritmo de Don Pepe (algo que también he notado en Mariano, quien es el hijo de Don Pepe que se parece más a él). A Mariano lo he visto hasta montar el toro mecánico, una noche que fui a echarme una bailadilla en La Lucha. Me encantó el parecido de José María con Don Pepe, pero, como me dijo don Mario Echandi en una entrevista para OJO, José María es muy Olsen, más Olsen que Figueres. Ignacio Santos le sacó una excelente partida, le hizo una excelente jugada. El país entero se puso de pie con él cuando lo cuestionó, y casi el país entero se conmovió cuando vio al hijo de Don Pepe llorar. Ojalá que vuelva José María y que pueda respirar el aire único de la Zona de los Santos. No puedo imaginarme lo que, de verdad, ha sufrido lejos de La Lucha. Las encuestas dicen que el 77 por ciento no votaría por él, y yo le creo a las encuestas. Pero sinceramente me dieron ganas de darle un abrazo cuando habló del tamalito y de lo que extraña a Costa Rica. Ignacio Santos sacó lo mejor de José María Figueres, y eso también tiene un gran mérito. Siento que don Ignacio cada día es mejor presentador, mejor conductor, y, sobre todo, mejor entrevistador. José María no es Don Pepe. Ni por asomo. Pero se vio muy grande gracias al talento de un excelente entrevistador. Me encantó ese José María que se atrevió a tocarle la rodilla al periodista, y me encantó ese entrevistador que va bajando el tono, se va suavizando, se va enterneciendo con su entrevistado. ¿Qué importa? ¿Acaso ser periodista es ser, siempre, como un perro de traba? Gracias, don Ignacio. Sigue siendo una inspiración para mí.

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Johnny Araya y la fe en Costa Rica Dos desgracias tiene nuestro país: la incapacidad de concretar los proyectos y la lentitud con que hacemos todo aquí. Los proyectos del Estado tardan décadas y también tardamos años de años buscando una salida para ciertos problemas o tomando una decisión. En medio de esa desidia, de ese “güeveo” con que tratamos todo, llevándola muy suave, en un puro nadadito de perro, en un puro “güiri-güir”, pidiéndole permiso a la mano izquierda para mover la derecha, hay un único funcionario público que me ha demostrado que todo se puede hacer rapidito, y que hay capacidad para concretar obras públicas. Ese funcionario es Johnny Araya, el alcalde de San José. Estoy preparando un libro sobre los edificios y la obra pública en general que llevó adelante León Cortés, como presidente, de 1936 a 1940. Si comparáramos esa obra pública impresionante, con respecto a nuestros tiempos, el único funcionario que concreta de esa manera, con eficiencia, con prontitud, es Johnny Araya. Me atrevo a decir que hay otro funcionario, aunque la mitad de quienes me lean vomiten sapos y culebras: el otro es Óscar Arias. Sólo en su segundo gobierno, terminó la carretera de Caldera (la calle de la hipocresía, todo el mundo se queja, pero nadie usa la ruta alterna), el Estadio Nacional, gran ícono de la capital, y la Costanera Sur, que esperó treinta años. Y Johnny es la persona que me da esperanzas en el futuro, porque ha transformado a San José, sus parques, sus monumentos, sus fiestas… Da gusto el cambio del Parque Nacional, el Parque Morazán, el Parque España. Da gusto ver cómo la cultura toma San José en Transitarte y tantos festivales similares (gracias a don Johnny, la Municipalidad de San José ha apalancado al Ministerio de Cultura por muchos años). Da gusto ver cómo adquieren fuerzas los templos de San José con tanta luz. Johnny Araya es un maestro de los detalles: la escultura de Juan Pablo II, de nuestro gran escultor Jiménez Deredia, por ejemplo, y es el creador de grandes paradigmas, como el Festival de la Luz (ahora hay festivales similares, pero pequeñitos, en todos los cantones, gracias a la visión de él). Lo he visto de cerca apoyar gestiones tan valiosas como el Cow Parade y ahora este bellísimo Peace Parade, que es un gran acto público, un festival de Costa Rica para el mundo. Y le aplaudo su gran visión.

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Por ejemplo, la escogencia de grandes artistas costarricenses como mariscales del Festival de la Luz de este año. Por cierto, sólo canal 42 tuvo una excelente cobertura, con fechas, con datos, con exactitud, con profundidad, sobre las obras y las vidas de estos artistas, durante la transmisión de este festival. Cuando veo a San José iluminado en diciembre, pienso que esto es lo que le falta a Costa Rica: luz, mucha luz, para que veamos todo lo bueno que tenemos y para que entendamos que el nuestro, es el país de América Latina que está llamado a dar el salto para caer en el Primer Mundo. Se necesita fe en Costa Rica y capacidad para poner el huevo en todo. Lo que ha hecho Johnny Araya en San José. Esto lo ha dicho hasta el intelectual vivo más importante que tiene el país, el enorme don Alberto Cañas. Johnny Araya no necesita que lo defienda nadie. Su obra lo defiende. Su gestión impresionante se defiende por sí sola. Pero a mí me gusta reconocer lo bueno, aplaudir la excelencia, reconocer la belleza de lo bueno y lo justo, ponerme de pie ante lo magnánimo, alabar lo que se lo merece, esté donde esté. Ese es el destino de un poeta.

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Sandra León, amazona de Limón Conocí a la doctora Sandra León hace unos doce o catorce años. Yo era un carajillo, periodista, de Guápiles, que estaba en un grupo de meditación en Cariari de Pococí, junto a una persona que admiro mucho, la doctora Xinia Guzmán, odontóloga como Sandra, y quien fue su compañera de la universidad y amiga. Xinia es un gran orgullo de Cariari, una muchacha especial, una gran emprendedora. Sandra y Xinia eran parte de un grupo que organizaba congresos y actividades académicas. Ahí la conocí. Fui a su casa. Me llamaron la atención su encanto, su carisma, su luz, la huella china y el sabor especial de su personalidad. Luego, un día que la entrevisté a propósito de un campeonato de tennis, benéfico, me encontré con una serie de circunstancias especiales que la hacen muy atractiva. Sandra creció entre Limón y Cartago, tuvo una infancia llena de mar y del acento cultural único que tiene el Caribe. Después, vino la vida en serio, el estudio, la profesión. Vivió por aquí y por allá, y tuvo a Moravia como centro de gravitación. Se le nota el campo. Empezó con su clínica en San Rafael de Heredia y aunque ahora está en San Rafael de Escazú, no olvida sus raíces y no deja al pueblo verraco de la iglesia más bella de Heredia. Un buen día, la invitaron a Giros para que le sirviera de estilista a un profesional. En la sala de maquillaje, le preguntaron quién era y qué hacía. De esa manera, inició su sección de odontología, tan gustada, tan hermosa, tan llena de sensibilidad. Me encantó saber que el programa le ha permitido ayudarle a personas que vivían problemas serios por sus enfermedades dentales o por la falta de dientes. Es propio de alguien especial, con un sentido humanitario, con un gran don de gentes. De aquellos tiempos en que yo me quedaba dormido en las reuniones de meditación en Cariari, cerca de mi Guápiles querido, recuerdo su primer libro de poemas, que ahora retomo y encuentro en sus textos el sincretismo, la síntesis, la mezcla deliciosa de lo oriental y el ser caribe que vive en ella, de la fuerza de sus ancestros chinos y todo lo que aprendieron sus ojos, sus oídos y su piel en Limón, Limón, Limón, la provincia con la personalidad cultural más rica, más pronunciada y más acusada del país. Ahora está escribiendo un libro sobre su niñez, sobre sus primeros años en Limón y Cartago, esa combinación violenta y fértil, lo más verde junto a lo más tradicional de Costa Rica, lo más salvaje y lo más católico, hasta estuvo en un centro educativo de señoritas católicas, ella, que era y sigue siendo una amazona limonense.

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Toda esa magia de la mezcla que es ella se nota en su gusto por la cocina, en su amor por los platillos exóticos, tan exóticos como ella. Hace poco invitó a cenar en su casa a la presidenta de la república, doña Laura Chinchilla, y le preparó un manjar de platillos caribeños. Sé que es una señora, y que no se pueden decir muchos epítetos porque queda uno como un irrespetuoso, pero don Luis Alberto Monge, tío de su novio, Johnny Araya, diría que está de muy buen ver. Y también don Luis Alberto, extraña mezcla de estadista y de poeta, diría que es de parte aseada. Pero ya que estoy mencionando a un político medio poeta, termino mejor con un poeta en serio, poeta metido en la política, poeta y escritor de cuerpo entero, y de alma completa, don Abel Pacheco, quien tiene un poema que se llama “Esa muchacha”, y que refleja a doña Sandra. más o menos así: ¿Que de qué color era? Mezcle usted diez limones con tres atardeceres, una pluma del pecho de un jilguero monturo y póngale la arena del (río) Pacuare cuando se le mete al Caribe. Santígüemelo todo bajo un celaje andino y esa muchacha, de ese color era. Se imaginan que llegara a primera dama de la república una mujer así de bella, así de encantadora, así de sensible. Y tras de todo hija de mi provincia, de mi Limón amado y venerado. Como quien dice, quien quita un quite…

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Diego entre los coyotes de Nicoya Un día de estos, estaba yo recorriendo el Mercado Central, del que estoy preparando un libro con entrevistas a los chinameros y personajes más importantes de este reducto fundamental de la cultura costarricense, cuando una señora me abordó y me dijo que era la abuela del periodista Diego Piñar. Me lo dijo con tal orgullo y determinación que yo me desprendí de lo que estaba haciendo y me senté con ella. Nos comimos un helado de sorbetera donde Lolo Mora, el sitio que me ha servido de epicentro o centro gravitacional en este trabajo que he estado haciendo en el Mercado Central durante mi tiempo libre. Se llama Doña Alicia y es una guanacasteca típica. En ella se nota la huella impresionante de la sangre chorotega, último coletazo maya al sur del gran imperio indígena. Diego Piñar es su nieto, pero también es su hijo. Su mamá biológica lo llevó a vivir a Nicoya y ahí se juntó con el papá de su hermano. Poco después, sus abuelos maternos deciden llevarlo a vivir con ellos. Para ellos, Diego fue el hijo número 11. Así como a García Márquez lo marcaron sus abuelos, personajes centrales de novelas como Cien Años de Soledad, y como muchos más hemos sido marcados por los abuelos, como yo, marcado por Joaquín Chaverri, la otra figura paterna de mi niñez, el papá de mi mamá, de igual manera Doña Alicia Segura y Don Chico Piñar (José Francisco Piñar), personajes y grandes señores, muy respetados en Nicoya, marcaron la vida de Diego. Desde los tres años, Diego creció en medio de vacas, estudió con candela, tomaba agua de un pozo que para él, según la confesión de doña Alicia, es como el agua eterna, y comía el “pinto con cuajada” de su mamá (Doña Alicia) acompañado del café que cultivaba y preparaba Don Chico. Don Chico Piñar le enseñó a arriar las vacas, a andar a caballo, a estudiar con luz zigzagueante de candela porque no había luz ni televisión; y a levantarse en las madrugadas porque los perros estaban furiosos ya que los coyotes rondaban los potreros, donde estaban las vacas recién paridas. A los 16 años, siendo ya casi todo un hombre, Diego regresó donde su mamá, hija de don Chico y doña Alicia. Diego se siente orgulloso de llevar los apellidos de su madre, que es llevar los apellidos de don Chico y doña Alicia. Eso me lo dijo cuando supo de mi entrevista fortuita con doña Alicia. Su mamá, hoy la profesora Flor del Carmen Piñar Segura, estudió en la universidad mientras criaba sola a sus hijos, pues se dejó de su segundo compañero. Ella, al principio, tuvo que lavar y limpiar baños para estudiar y sacar adelante a sus hijos, entre ellos, el hijo pródigo, Diego, que volvió de la casa de sus padres, los de Flor del Carmen. 144


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Pero escribo esta nota pensando en doña Alicia, una señora de poco menos de 1. 60 de estatura, de lentes, un poco delgada, con mirada de humildad, con las manos arrugadas por la cocina de leña, el cloro y el jabón, una mujer sencilla, de campo, que marcó la vida de su nieto, quien, como muchos y muchas, creció sin un papá al lado de su mamá. Pero papá sí tuvo. Para eso estaba don Chico Piñar, ordeñando, preparando el café, cuidando potreros, alejando a los coyotes... Con más de 90 años de edad, dice Diego que su abuelo nunca lo regañó ni lo reprendió fuertemente. La mamá biológica, doña Flor del Carmen, le dio otra gran lección: esforzarse para estudiar y salir adelante. Por eso, Diego buscó una beca y gracias a la Universidad San Judas Tadeo, cuna de una gran cantidad de periodistas, alma mater de muchos profesionales excelentes en esta materia, Diego va para adelante, poco a poco. El día que lo conocí, antes de entrevistarme para Intrusos en el parque de Mata Redonda, parque donde iba yo de niño con mis abuelos paternos, Miguel “El Manco” Rodríguez y María Francisca Picado, yo le conté este detalle, y le dije que mi abuelo me heredó el amor por la fotografía y mi abuela fue la primera persona que me leyó poesía en la vida, y recitaban los dos (mis abuelos paternos) con gran elegancia y soltura, lo que Diego escuchó con atención, y de inmediato me explicó que él tenía historias muy importantes de sus abuelos, en su tierra, Nicoya (y dijo Ni-co-ya como llenándose la boca de aire, sangre y agua). No me imaginé que los caminos de la vida me iban a encontrar con doña Alicia, una de las dos mamás de Diego, quien me iba a dar tan hermosos detalles de la vida de este muchacho, tan esforzado, que ha tenido que salir adelante desde la realidad campesina y sencilla, labriega y dura, en que le tocó crecer.

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Un tomatero, un emprendedor, un ciudadano Respeto profundamente a los emprendedores, a la gente que hace una diferencia con base en el trabajo de mucho tiempo, el esfuerzo fecundo, las buenas ideas, el ingenio, la perseverancia y la innovación. Reconozco la grandeza de las personas que creen en sus sueños. Así he conocido a emprendedores y emprendedoras de todos los campos. Por ejemplo, a don Jorge Manuel Dengo, padre del ICE y de la Comisión Nacional de Emergencias, de quien escribí un libro, y a Franklin Chang, el ser humano con más tiempo fuera de la órbita de la Tierra. Gracias a mi amigo Rogelio Benavides, conocí Roy Rivera Gómez. Es hijo de dos campesinos, Jesús Rivera y María Teresa Gómez, quienes criaron a catorce hijos gracias a su espíritu emprendedor. Criaron a su familia produciendo y vendiendo tomates en mercados. Literalmente es una familia de tomateros. Por eso, don Roy creció vendiendo platos con tomates majados. Los vendía en el vecindario, en Churuca (San Rafael de Oreamuno). Su mamá arreglaba los tomates de segunda. Les daba los tomates en platos a sus hijos pequeños. De cada tres platos que vendían, dos eran para la familia y uno para el vendedor. Así aprendió el arte y los misterios del comercio. Como productor de tomate aprendió el valor del campo, su flora, su fauna, su agua y su paz, ingredientes que incluye en sus negocios este hombre que tiene exclusivamente la universidad de la vida. Después de ser tomatero, fue policía, pero no cualquier policía. Formó parte de la Unidad Especial de Intervención; donde se enfrentó con las barreras de la burocracia de los altos poderes de la república y sacó su espíritu negociador para convencer a los altos mandos de que era necesario tener una policía entrenada y bien pagada. Así, fue el líder del rescate de esta policía cuando estuvo a punto de desaparecer. Ahí aprendió la disciplina, que sumó a la sabiduría que le imprimieron en el espíritu don Chuta y doña María Teresa. Cuando se retiró de la policía, le dieron 287 mil colones de prestaciones. Con esa plata, don Roy empezó solo, sin muletas ni padrinos, en el mundo de los negocios. Ha tenido dos especialidades: toma empresas en mal estado y las levanta, así como ha desarrollado grandes proyectos inmobiliarios en Cartago. Tuvo un minisúper, el primero de Cartago, una zapatería, una farmacia y una ferretería. Asume el reto de levantar una empresa que está en el suelo, y cuando la reactiva, la vende. En su otro campo, el inmobiliario, es el fundador de Condominios Calzadas Coloniales. En el año 2008, en medio de la crisis inmobiliaria, asumió la difícil tarea de liderar el área de ventas.

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Ahora tiene en desarrollo un proyecto sostenible, respetuoso de la tierra, del agua y del ambiente, es decir, que no altera el relieve, como lo aprendió en el campo, en su niñez. Le impregna una orientación dirigida por el Feng Shui para mejorar la calidad de vida de las personas. Está ubicado entre los colegios COVAO, Seráfico y Figueres Ferrer, con el nombre de nuestro emprendedor social más grande de todos los tiempos, a los pies del volcán más alto del centro del país. Se llama “Riveras del Irazú”. En este proyecto se respetaron las líneas naturales de la tierra, las curvas de nivel del terreno, y se protegerán los yurros naturales. Ahí no se permite el movimiento violento del terreno. Roy Rivera está convencido de que todo trabajo debe tener algo especial que lo diferencie, distinga y sirva como ejemplo para las nuevas generaciones. En este caso, la idea de su proyecto es demostrar que sí se puede trabajar con sostenibilidad y con valores, los valores de su niñez en el campo. Pero donde don Roy termina de convencerme es en su compromiso con la cultura y el deporte de la provincia. Pronto saldrán dos libros, uno con fotos de la historia de Cartago y otro con los personajes del Mercado de Cartago, el más tradicional, limpio y conservador de los mercados de Costa Rica. Su empeño y patrocinio se fundamentan en resumir la historia de una institución pionera en el desarrollo de la provincia, y creadora de familias emprendedoras. Asimismo, este emprendedor ha apoyado al ciclismo y al atletismo, y abraza el sueño de ver al equipo de Cartago como campeón nacional, algo que no ha ocurrido en setenta y dos años. Por eso en este momento valora una idea de liderar un equipo de profesionales cartagineses que desea llevar adelante un plan empresarial, integral, en la formación de los jóvenes, para hacer campeón al Cartaginés. Es un padre ejemplar. Está muy orgulloso de Johel, Eren y Fátima, sus hijos. Don Roy es de los emprendedores que me hacen creer en que nuestro país puede desarrollarse. Ahora está trabajando en un libro para ayudarle en su camino a los nuevos emprendedores. Con eso, me recuerda algo que me dijo don Francisco Antonio Pacheco, “más que grandes empresarios, nuestros emprendedores deben ser grandes ciudadanos. Construir grandes ciudadanos debe ser la prioridad de Costa Rica”.

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El valioso libro de Raymundo Macís Bienvenida la belleza. Bienvenida la plenitud. Bienvenida la poesía. Gracias a Rogelio Benavides, llegó a mis manos, y, gracias a Dios, a mis ojos, a mi alma, a mi corazón, un libro de un joven abogado costarricense que se llama Raymundo Macís. Es un libro compuesto por pensamientos cortos, filosos, realistas y dulces de Raymundo, con fotografías de un gran artista costarricense que se llama Arnoldo Robert Batalla, quien a los ocho años de edad recibió una cámara como regalo y tesoro abierto para él por uno de sus abuelos. Es discípulo del reconocido fotógrafo Jaime David Tischler y es un poeta del instante, un mago del segundo que es una foto, un artífice de las fantasías. Raymundo también es un artista de la síntesis. Sus textos tienen menos poesía que las fotos de Arnoldo, pero están impregnados de sabiduría y de espiritualidad. Les regalo unos cuantos detalles de su estilo claro y su andar profundo. Menciona a Andrea Bocelli, y nos regala este dardo. “Hay muchos días de largo silencio. El silencio me ha enseñado muchas cosas. Sobre todo, a escuchar más”. Luego, Raymundo se adentra en un monólogo interior, que es como un espejo para verse uno por dentro. “Imagino que hay dentro de vos un grito ahogado de más de una cosa que quisieras decirme pero sientes que no tienes ni el espacio ni el tiempo adecuados para decirlo, y entonces todo queda dentro, en ese monólogo silencioso entre vos y tus pensamientos; entre vos y tus sentimientos; entre vos y tus anhelos; entre vos y tus fantasías”. Más adelante, frente a una maravillosa foto de unas aves en un pantano, Raymundo dice, “ se necesita mucho valor para aceptarse, para reconocernos a nosotros mismos, y simplemente decir, ‘no soy como todos los demás, pero todos somos parte de todos’”. Arnoldo nos regala una foto bellísima de un muelle, y al frente escribe Raymundo, “pregúntale al agua si algo la detiene, y ella sonreirá”. Este muchacho es un ser humano aventajado, que ha andado más caminos que la mayoría. Dice, “uno debe tratar de vivir de la manera más simple y sencilla, haciendo el bien, alejando todo aquello que nos hace daño, ayudando a los demás-pues eso lo llena a uno muchísimo-, pudiendo ver a los otros a los ojos y sentir tranquila la conciencia”.

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Luego cuenta historias de vida, de Genoveva, una mujer de quien aprendió muchísimo, y frente a una foto de una anciana indígena, maya, de Guatemala, nos regala una cita de Teresa de Calcuta, “mientras existan ricos que abusen o no usen las cosas según la voluntad de Dios, habrá siempre pobres en el mundo”. Ahí asegura que, “nadie es dueño de nada: la belleza se acaba, el dinero viene y va, y lo único que nos pertenece es lo que demos a los demás”. Y al final del libro, junto a múltiples y volados fotopoemas de Arnoldo, Raymundo nos confiesa que con los años ha aprendido que la familia es un tesoro; que la niñez es fundamental para cada persona; que hay que conocer y apreciar las etnias, los países, las culturas; que quien me ofrece un momento de su vida, aunque sea para escucharme o mirarme, abre un espacio de atención amorosa nuevo e irrepetible; que todos estamos en un proceso de crecimiento; que es necesario seguir caminando y descubriendo; que muchas veces el contrasentido es lo que más sentido nos aporta y que las cosas trascienden lo que, al principio, logramos comprender. “El alma funda sus razones más allá de nuestros deseos y nos conduce, prontamente, por caminos inciertos. Los ciclos se cierran para abrirnos a experiencias nuevas”. Termina con Dios. Qué dicha. Escribe en el último párrafo del libro: “existe una Fuerza Superior a nosotros que nos otorga la gracia de expandir nuestra existencia a niveles más profundos”. El libro es impecable en cuanto a la impresión, el uso del espacio y el diseño en sí. Pero igualmente sería valiosísimo si la edición hubiera sido pequeña y modesta. Es un libro-objeto, fino, distinguido, pero el contenido es lo que más vale. Yo, que he vivido una crisis personal, íntima, dolorosa y profunda en los últimos meses, recibí el libro de Raymundo, con fotos de Arnoldo, como un envío de Dios para mí, para mi reencuentro conmigo, para mi proceso de cura interior. Pensé en mi hija, María Pía, y me fui a contarle historias con las fotos de este libro, “Reflexiones de vida”, un bálsamo, un manantial, un baúl con alas, un libro y mucho más que eso, un abrazo de alguien que ha pasado por donde asustan, y que ha visto correr el agua bajo el puente, en silencio.

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Personajes del periodismo de servicio Empecemos por la mamá de los tomates. Casi que no puede uno ni imaginarse cómo alguien puede tener un programa de televisión, con el mismo formato, el mismo afán, la misma fe, durante medio siglo. Eso está a punto de conseguir doña Inés Sánchez, con todo y un infarto encima. Ella es pionera del periodismo de servicio, junto a Vicky (Maroto) y Pochola (Mendieta). Fueron ellas las primeras que llevaron a la televisión a médicos, estilistas, pasteleros y todo tipo de especialistas en el arte de cocinar, criar hijos o hacer manualidades. Décadas después vinieron los programas de formato revista de Canal 7 y Repretel. Hay figuras emblemáticas, como Édgar Silva y Patricia Figueroa, cuyos trabajos consisten en ser animadores y conductores al mismo tiempo, y en ser facilitadores, poner asistencias para que metan los goles los especialistas. Me encanta lo que han crecido a partir de Buen Día figuras como la psicóloga y gran animadora de vida, María Ester Flores Sandoval, una competente profesional especializada en España y con toda la inspiración que trae del mar de Sámara, su tierra, su playa, o Sixto Porras, gran artífice del crecimiento de Enfoque a la Familia en Costa Rica y en América Latina. También es muy valioso ver en Buen Día a figuras como Mauricio Corrales o en Giros a Mauro Fernández, quienes van creciendo poco a poco, al alero y la sombra de un Edgar Silva o una Patricia Figueroa, respectivamente, y luego hasta llegan a independizarse y tienen programas propios. El de Mauricio Corrales en Radio Columbia es muy bueno. El de Mauro en canal 13 también. En el caso de Giros, ya escribí sobre Sandra León, pero debo agregar que me encantó verla un día de estos con un grupo de niños que le sirvieron de modelos para las explicaciones que dio. Es excelente cómo ha aprendido a “traducir”, “aterrizar” los términos odontológicos para que toda la gente le entienda. Ese mismo día que volví a admirar a doña Sandra, me encantó la participación de dos jóvenes heredianas brillantes. La primera, Melissa Núñez, una atleta emprendedora, parte del grupo de corredoras del cantón de Flores que se hacen llamar “Las Pecheches”, y quien empezó una empresa propia, con la cual brinda servicios en preparación física.

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La otra es Catalina Gómez, nueva y bella chef que participa en Giros y tiene una empresa que se llama “Almendras y Chocolates”, que empezó con pastelería y ahora brinda servicios de catering. Las dos refrescaron el programa junto a la siempre exquisita y encantadora Verónica González, quien ahora, por dicha, ha tenido que soltarse más, dada la ausencia de Patricia Figueroa durante unos días. Este tipo de personajes hacen de los programas de formato revista (Mujeres del 2000 y Teleclub en canal 13, Buen Día, Giros, Callejeando con Nono, etc) grandes espacios para el aprendizaje, la formación, la educación de la familia. Siempre he querido a Nono Antillón. Siempre la he admirado. Creo que es la persona que mejor se salta la barrera de la cámara. Parece que habla con la gente en la sala de su casa. Y es precisamente al lado de ella que aprendí que estos profesionales de otras materias brindan un gran aporte desde la televisión. Grandioso es cuando los periodistas, como la maestra Inés Sánchez, pionera, sencillamente la gran campeona, entienden que las estrellas de cada espacio son los profesionales de otros campos, y que el periodismo es como un puente para que lleguen sus conocimientos hasta los hogares.

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La grandeza de los bocones y los desbocados Me gusta la gente que dice al pan, pan, y al vino, vino. Hay gente que trabaja en los medios de comunicación, y que han hecho una gran diferencia con su trabajo. Uno de ellos es el exárbitro y ahora comentarista Ramón Luis Méndez. Dice todo lo que tiene que decir, sin pelos en la lengua. Hace poco vi una entrevista que le hizo Yashin Quesada, en el programa Íntimo, de canal 13. Por cierto, este programa del SINART es excelente. Vi el lado más personal de Ramón Luis, quien no es tan pesado como parece. Simplemente es riguroso en su trabajo, y es exigente con la labor de los árbitros. Parece arrogante su participación, pero es una labor bien hecha. No se anda por las ramas. Dice lo que piensa, sin ponerle muchos adornos. Otro que es así es Don Javier Rojas González. Admiro la memoria y el gran conocimiento que tiene de la historia del futbol, su capacidad para contar anécdotas y lo desbocado que es para hablar. Incita con lo que dice. Provoca. Siempre es crítico y valiente. Es un gran periodista. Siempre pone los puntos sobre las íes y las jotas en materia deportiva. Su programa de Radio Columbia es una lección de historia y de coraje para criticar. También es en Radio Columbia donde desarrolla esa capacidad crítica el abogado Juan Diego Castro. Me encanta su capacidad de síntesis. Admiro su gran agilidad para criticar los detalles de la profunda crisis que vive el Poder Judicial. Semana a semana, trato de escuchar su programa de los sábados por la tarde, pues don Juan Diego parte de casos concretos, de procesos reales, de sentencias, de espinas judiciales, y desnuda irregularidades, tonterías, pésimas decisiones y vergüenzas. Cualquiera se molesta con lo que ocurre en nuestros tribunales gracias a las buenas intervenciones y explicaciones de don Juan Diego en la radio.

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Y en este mismo sentido admiro a Jalé Berahimi y Edgardo Camacho, los periodistas de Intrusos. Primero que todo, se nota que ellos sí son periodistas. Sus comentarios son más incisivos, más corrosivos, más urticantes. Por supuesto que mi favorita sigue siendo Johanna Ortiz. (Es mi novia espiritual. Qué bonita y qué elegante que es). Y debo decir que Gabriela Gorden, la rubia despampanante, es mucho más bella en persona que en televisión. En persona es como una Barbie de carne y hueso. Pero hoy lo que quiero es destacar la valentía y la irreverencia de Jalé, siempre venenosa, siempre punzante. Dios guarde muerda al novio porque lo mata. Es viperina. Pero es imprescindible para lo que se busca en Intrusos. Y qué belleza, qué hermosura de piernotas. A esta muchacha nunca le dará polio. Un buen número de caballeros ven Intrusos por esas tucas. También destaco el gran olfato de Edgardo, quien, junto a la hermosísima María del Mar Umaña, le pone la sal a las entrevistas. No entiendo por qué critican tanto a María del Mar. Es buena, es chispeante, es bonita. En esta sección ha aparecido una foto de ella que es como la foto de una modelo internacional. Y si ellos dos, Edgardo y María del Mar, le ponen sal, Jalé y el otro gran crítico, el Tigre Tony (la cereza en el pastel) son los que le ponen condimento al programa Intrusos, que ha demostrado con el tiempo, que existe porque hay público para los pachos, las metidas de pata y los binazos de la farándula. Me agradan Jale, Edgardo y El Tigre Tony porque van al grano, porque disparan al marco, porque le ponen la comba al palo, porque toman al toro por los cuernos. Desde Ramón Luis Méndez y Javier Rojas, hasta los intrusos, Jalé, Edgardo y El Tigre Tony, pasando por ese pozo de sabiduría jurídica y judicial que es Juan Diego Castro, hay gente en la prensa que destaca porque ponen en blanco y negro lo que no siempre puede verse con todos los colores.

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Me gusta canal 9 No puedo decirlo mejor: me gusta canal 9. Es un canal refrescante y fresco al mismo tiempo, maduro y juvenil, moderno y claro. Sabe para dónde quiere dirigirse. Me gustan las noticias, los deportes, el talk show de las siete de la noche, el programa de documentales, los programas para niños, los enlatados latinoamericanos de cocina y de hogar, y hasta los anuncios de toda la programación. Destaco “Proyecto en corto”, los domingos a las nueve de la noche. Aprovecha los cortos (muchos y de calidad) que se producen en el país. Me encanta “Así vivimos los ticos”. Me gusta la actitud avasalladora de Thelma Darkings. Me parece importante el espacio de entrevistas de fondo al final de la noche. Replay, todo en deportes, los domingos a las tres, es un programa de deportes más sugerente y sugestivo. Junto a eso, tienen un programa para niños y jóvenes los fines de semana, que es un aporte particularísimo. Y me parece oportuno que transmitan espacios muy bien producidos por la UNED, entre ellos, “Punto y Coma”, el programa sobre libros de Evelyn Ugalde. Canal 9 es un canal movido, un canal atrevido, un canal exquisito. El logo está muy bien diseñado. Los anuncios no están hechos a la carrera. Me gusta el tono estético del canal, y me gusta sentir que vienen pasos de animal grande tras los esfuerzos iniciales de este canal. Es un camino largo y tortuoso, porque el televidente costarricense es un ser de tradiciones. Estoy seguro que casi toda la gente enciende el televisor en el 7. Y también estoy seguro de que la gente ve los partidos de futbol en silencio, mientras escucha a Mario McGregor en Radio Columbia. Canal 7 y Repretel tienen muchísimo camino andado. Canal 7 es la tradición. Repretel, el trabajo millonario de muchos años tras la supremacía de Teletica (que hasta el nombre le ayuda). En muchos campos, el 7 y Repretel están codo a codo, taco a taco. Teletica es Teletica, pero Repretel le ha pegado sus buenos pescozones. No es fácil robarle la presa a uno de estos dos bravucones, pero canal 9 tiene todo para hacerse de un lugar. Así como han defendido un espacio canal 13, canal 15, canal 42 y canal 44, cada uno con sus nichos, con sus enfoques, con sus estilos, de la misma manera canal 9 ofrece un estilo propio, un horizonte particular, una estructura de sueños convertidos en imágenes. Me gusta el afán lúdico que se les nota en muchos campos. Me sorprende que cada elemento, por más pequeño que parezca, pueda ser transformado en arte del instante por sus editores. Canal 9 es promesa y es realidad. Ojalá que soporte el tiempo que necesita, con la calidad que tiene hasta ahora, para hacerse de un lugar propio, único, en los hábitos de los y las costarricenses.

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La propuesta novedosa y visionaria de Red de las Américas Me llama la atención el excelente resultado que ha tenido Red de las Américas canal 44, un canal dedicado exclusivamente a las noticias. Con un equipo humano y técnico que labora 24 horas al día, los 365 días del año, Red de las Américas se está ganando un lugar en el corazón de los costarricenses, e incluso de mucha gente que lo observa a través de su página web www.reddelasamericas.tv. Este proyecto inició hace poco más de dos años, y permite al televidente disfrutar de un ciclo de noticias de aproximadamente una hora, con una sección de noticias nacionales, otra de internacionales y deportes, tanto de Costa Rica como del mundo. El gran periodista Miguel Salguero, maestro e inspiración en mi vida, me dijo que le parece un proyecto visionario. Me han hablado muy bien del proyecto intelectuales y generadores de opinión muy importantes del país, como el pintor Rafael “Chino” Solís, quien dice que es el único canal de televisión que ve (más bien que escucha) pues es su compañía durante todas sus horas de trabajo artístico. Además de las noticias permanentes, hay pequeños paréntesis, como respiros, en la programación. Se trata de espacios de entrevistas, muy bien seleccionados, que oxigenan en medio de su mundo de noticias. Han desfilado por canal 44 figuras como Alberto Cañas, Abel Pacheco, José León Sánchez y Ottón Solís e incluso la Presidenta de la República, Laura Chinchilla. Canal 44 fue baluarte en los procesos de elecciones del año 2010 para presidente, diputados y alcaldes. Entre las grandes novedades que nos llegan con este medio, destacan el programa de entrevistas de Ricardo Toledo, exdiputado y exministro, quien ha resultado un excelente entrevistador; el programa ácido, duro, virulento e imprevisible de don Oscar Aguilar Bulgarelli, siempre explosivo, iracundo, frontal, agresivo; las entrevistas y la opinión editorial a cargo de su director general, Belisario Solano, quien es periodista de formación y vocación, así como las intervenciones sobre futbol de ese gran personaje que es Benjamín Mayorga. Red de las Américas viene abriéndole espacios a la opinión y discusión política nacional e internacional. Ha transmitido desde Colombia, Guatemala, Nicaragua, China, Taiwán, y próximamente desde la Cumbre de las Américas, y la gira de la presidenta a Europa.

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En ocasiones, escucho los anuncios de Red de las Américas en Radio Sinfonola y el canal ha sido visionario en el apoyo de actividades artísticas y culturales, como un concierto de la orquesta La Solución, de sólo boleros, gracias al empuje de Carlos “Pitusa” Gutiérrez Hine. Este proyecto ha tenido éxito por no encerrarse en las noticias nacionales, ya que nos brinda una visión de mundo, bajo el lema de que usted dedica dónde y a qué hora desea estar informado. Por dicha, ya el canal está en muchas cableras. Poco a poco, se ganará un espacio que es único y que sólo este canal llena. Las noticias las veinticuatro horas harán de Red de las Américas el modesto, pero efectivo y muy propio “producto al estilo de la CNN” de Costa Rica. Me incorporo al equipo de trabajo de canal 44 con un programa que tiene como objetivo tomarle el pulso a la realidad nacional. Los invito para que nos sintonicen los jueves a las once de la mañana, con repetición ese mismo día a las ocho de la noche y los domingos a las cuatro de la tarde. Felicito a Belisario Solano y Lilliana Chaves, quienes están al frente de este proyecto, así como al equipo de periodistas, camarógrafos y técnicos que han hecho posible que tengamos esta opción informativa.

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Papá es lechero A mi papá le debo mi amor por los libros. Para alguien que ha publicado cien libros, y se ha gastado todos sus ahorros en sus proyectos editoriales, eso es decir que le debo muchísimo más que la vida a mi papá. Él se llama Rafael Ángel Rodríguez Picado. Es hijo de un pequeño productor de café y caña de Chilamate de San Rafael de Poás, y de una maestra que amaba la poesía, y que fue la primera persona en la vida que me leyó poemas, y me los declamó. Todavía recuerdo cuando papá me leía “Los Cuentos de mi tía Panchita”, en voz alta, acostada mi cabeza en su estómago peludo, tirados los dos en la cama, cuando yo no sabía leer. Todavía recuerdo que encuadernó dos asignaciones mías, de la escuela, una sobre el Mundial de México 86 y otra sobre razas ganaderas, que pasaron a ser, en mis manos, como los dos primeros ensayos de libro; aquellas hojas empastadas, que adquirieron una elegancia, una presencia, aquellas hojas de mis tareas de la escuela, que me marcaron para siempre. Todavía es la persona que me pregunta por mis libros en camino. Todavía, es quien llora en las presentaciones de mis libros. Es a quien le debo mi vocación de escritor y de periodista. Es la única persona en el mundo que se desvive por mis libros, que los reparte entre sus amigos, que los atesora con orgullo. Pero papá es lechero. Aunque es agrónomo y biólogo, su oficio es producir leche, en una pequeña y calurosa finca, entre San Luis, Cartagena y El Bosque de Guácimo. Por eso, como todos los lecheros, mi papá se levanta de madrugada, de lunes a domingo, incluidos el Jueves Santo y el Viernes Santo, el primero de mayo, el 25 de diciembre y el primero de enero. Si tiene que cumplir con algo impostergable e ineludible, como ir a un funeral, entonces alguien más, mi tío José, tiene que ir a la lechería. Esa es la vida de los lecheros. No importa si llueve o si truena, hay que ir a ordeñar. Al igual que mi papá, miles de productores de leche sacrifican sus vacaciones y sus ratos de ocio, para llevarnos a la mesa, ese producto perfecto de la naturaleza que es la leche. Y el país tiene grandes bendiciones para los lecheros, como la Cooperativa Dos Pinos, entre cuyos fundadores están dos tíos abuelos míos (tíos de mi papá) y el esposo de una tía abuela. La Dos Pinos es la marca más querida por los costarricenses, la empresa lechera más diversificada del mundo y líder indiscutible en la región. (Que conste, papá no le vende leche a la Dos Pinos, la vende en sodas y casas. Es un lechero de los de antes. Y la Dos Pinos no me compra publicidad). Otra bendición es la empresa Tetra Pak, que ha permitido la tecnología que le conserva a la leche sus propiedades, su aroma y su sabor, gracias a su combinación de ingredientes, 157


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a sus seis capas de papel, aluminio y polietileno, que evitan el contacto con el medio externo, y aseguran que la leche llegue intacta, íntegra, a los consumidores. Dice el científico argentino Esteban Carmuega que la leche es el único alimento en la naturaleza que ha sido pensado, diseñado y evolucionado junto con las especies de nuestro planeta, específicamente como un alimento. Mientras que otros alimentos se originan en la capacidad de adaptación de las especies, la leche acompaña a los animales más evolucionados de la escala zoológica para asegurarles la mejor nutrición posible en las primeras etapas de la vida. Hoy, día mundial de la leche, gracias a la Dos Pinos porque muestra un camino de excelencia, gracias a TetraPak, que brinda la tecnología que “democratiza” las propiedades de la leche, hasta llevarla lejos, en las comunidades remotas, y gracias a los miles de lecheros que, como mi papá, me demuestran que este país sí tiene valores, sí tiene reservas morales para crecer, para producir, para alcanzar el desarrollo.

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El legado de Osvaldo Valerín Una canción de Malpaís dice: “sé que a veces miro para atrás, pero es para saber de dónde vengo”. El poeta y político costarricense Enrique Obregón Valverde, exdiputado, exministro, excandidato a la presidencia, tiene una similar: “a veces hay que caminar de espaldas, para ver en claro lo que vamos dejando en el camino”. Costa Rica necesita aprender más de su historia. Necesita consolidar su memoria. Necesita afianzar sus raíces con apego en el patrimonio. Cuando uno ve que botan edificios como el de la Biblioteca Nacional, casas como la de Max Jiménez en Barrio Aranjuez, con unos árboles mágicos, de corcho, en el patio, y que quieren botar iglesias antiguas, valiosas, como la de Santiago de Puriscal o la de La Trinidad de Copey de Dota, uno se da cuenta que Costa Rica no aprecia, como debe, el legado, la huella del tiempo en su historia. Sería impensable en España, en Francia o en Italia, que quieran botar un templo antiquísimo, o un edificio con historia. Pero aquí parece que vamos pisoteando lo que queda atrás, vamos tirando el pasado por las esquinas. Por todo esto es que la muerte de Osvaldo Valerín, muerte prematura, si se le puede llamar así a la muerte, es dolorosa, profundamente dolorosa, para Costa Rica. El periodista Ignacio Santos, que lo conoció bien, dijo, “hay personas que nunca se podrán sustituir en la vida y en el caso de Osvaldo Valerín, no habrá nadie que tome su lugar. Por el momento, no sabemos qué pasará, pero sin duda su legado debe continuar muchos años”. Por eso, es bueno que el Ministerio de Cultura defienda ese legado, y lo conserve. Es un trabajo de unos treinta años de investigación, recopilación y compilación. Es un trabajo intenso, serio, riguroso. Osvaldo Valerín, atesoró la memoria visual de Costa Rica. Esa gran sensibilidad y ese gran trabajo le deparan un sitio especial en la historia de Costa Rica. Mientras su patrimonio visual no desaparezca, no habrá manera de decir que Osvaldo Valerín ha muerto. Decía el escritor argentino Jorge Luis Borges que hay gente tan grande, tan grande, que parece que se burla de la muerte, cuyo legado es tan importante que parece no importar que haya muerto, pues sigue vivo, muy vivo, vivísimo. Es el caso de Osvaldo Valerín. Ojalá que alguien tenga la valentía y el coraje de seguir con su trabajo invaluable y generoso.

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Jalé Berahimi y el arte de tener estilo En los medios de comunicación, se puede ser bonito o feo, incluso gordo, pero no se puede ser insípido. El punto está en el estilo. Hasta un feíto, o una gordita, puede tener un pegue impresionante si tiene algo que la hace o lo hace único. Una vez, escuché a Porcionzón decir que en el negocio de él, ser gordo o feo era algo muy significativo. Tiene razón. Un humorista bien parecido se distrae a sí mismo y distrae a su público. Estilo tiene Ignacio Santos, para presentar y para entrevistar. Estilo tienen Amelia Rueda y Pilar Cisneros para increpar y cuestionar. Estilo tiene Gerardo Zamora, con esa voz tan diferente. Estilo tiene Manuel Delgado para leer sus notas. Estilo tiene Luis Carlos Monge, con esas notas en que mete hasta a Cantinflas. A usted le pueden gustar o no, pero son diferentes e irrepetibles. Ya hasta se parece al perro de su sección en Telenoticias. El perro parece hijo de Luis Carlos. En deportes, estilo tiene Pilo Obando, y, por eso, hay gente que lo ama y gente que lo aborrece. Es inconfundible. Estilo tiene Greivin Moya, con una ametralladora en la pluma y en la garganta. Ojalá que nunca le peguen un tiro en la calle. Qué valiente y qué lanzado que es… Sin duda, estilo tenía Osvaldo Valerín. Cualquiera que lo imite, queda al desnudo en cinco segundos. Y estilo tiene ese personaje único de Repretel que es “El Galán”. Me encanta el estilo de Jalé Berahimi. Me encanta ella como personaje de la televisión. Me encantan sus piernas, que fueron hechas por Dios a mano, un domingo por la tarde. Piernas moldeadas por Dios con sus dedos, mientras se tomaba un traguito, con el mar a sus pies. Piernas que parecen tucas de unos árboles que solo hay en el cielo. Piernas que deben ser el delirio y la perdición de cientos de televidentes. Eso son piernas y lo demás es paquete. “¡Qué piernas de muchacha, por Dios santo!”, diría ese gran locutor que sí que tiene estilo, la doble M más grande de la radio, Mario McGregor. Me encanta Jalé porque es desbocada, irónica, sarcástica, ácida, urticante, jodida y jodedora. Me gusta su estilo. Es un estilo muy oportuno para Intrusos de la Farándula. Hace unas semanas, Jalé me rapó en tele, cuando perdí una apuesta por mi amor a Guápiles y a nuestro equipo, el Santos. Fue tan burlista como tenía que ser para la ocasión. Me dijo que la apuesta había sido un favor para mí, que estoy tan calvo. Era terminar de adelantarse a los acontecimientos. Después, en la calle, la gente me decía, “Camilo, Jalé tenía razón”. (Porque, de paso, digo lo que sé: todo el mundo ve Intrusos de la Farándula. 160


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Salgo ahí, y alguna gente se me queja, pero hasta los quejosos ven el programa que tanto critican. Lo ven porque les encanta el chisme. Como a mí). Tuve oportunidad de estudiarla. Estudié su personalidad. A mucha gente le cae mal, pero alguien tiene que hacer ese trabajo. Tanto cabe ella en Intrusos, como anillo al dedo, que cuando no está, hace mucha falta. Hay dos tipos de programas en Intrusos, cuando está Jale y cuando no está. Y también me gusta su rostro de otras latitudes y su nariz tan particular. No sería Jalé si se pone a retocarse esa nariz, que sería desarreglarse. Me gusta la gente que tiene sus particularidades y que se las celebra. Jalé es distinta también por su nariz árabe. Jalé es exuberante, exótica, de una belleza diferente. Su papá es iraní, su mamá es de Palmares, y ella nació en Madrid. Tiene una magia que se encuentra uno en las mujeres del sur de España. Es un encanto moro que cautiva y sobrecoge. Se le nota que es una mora. Y miles quisieran comerse esa fruta carnal y jugosa, esa fruta del paraíso, la fruta prohibida para la prensa mojigata y puritana, que supuestamente la vomita y la detesta, pero que nunca deja de escribir o de hablar sobre ella, una mora que es manjar de reyes, una mora que le hace la boca agua hasta los santos y los ángeles. Una mora, una fruta del cielo, una trampa del cachudo para distracción de todos, en la tele. Es como la manzana de Eva, pero no es manzana, es mora. Jalé es requeteguapa. Tiene unas piernotas de infarto y una risa insoportablemente bella, viperina e irónica, que la hace única, como sus comentarios venenosos y acertados, en Intrusos de la farándula. Lo que más le respeto es su valentía. Respeto a la gente que dice lo que piensa sin que le importe mucho si cae bien o mal. Eso es lo más grande de Jalé, aunque lo más hermoso sean sus piernas.

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En defensa de (mi) Johanna Ortiz Mi pareja, mi compañera de vida, tiene sus amores platónicos. Sin husmear mucho, sé de dos: el cantante Alejandro Fernández y el cuatro o cinco veces candidato presidencial Otto Guevara. (Sí, creo que ella es de las que votaron y votarán por Otto por ser guapo. Ni modo. Puede ser candidato cuatro o cinco veces más. Ella seguirá votando por él, como tantas otras muchas… Al final, se verá igualito a Rommey, el candidato republicano, que es como ver a Otto en unos quince o veinte años). Bueno, con Alejandro y con Otto, ¡cuidado pierde! Así que, una vez hecha la aclaración de que ella (mi novia) y yo tenemos iguales derechos, me muevo con soltura y tranquilidad en el ámbito de tener un amor espiritual, que en mi caso es la modelo Johanna Ortiz. Sólo es novia mía de la tele, como si fuera un personaje de una telenovela colombiana o mexicana. Es tan lejana para mí como si viviera en Venezuela o en Nueva Caledonia. Es más, dejé a Lucero y a Shakira para ennoviarme con ella. Hasta cuando la veo en las actividades que organiza mi amigo Rogelio Benavides, Johanna es distante, lejana para mí, porque es mi novia espiritual, y uno tiene derecho a amar la belleza. El ser humano tiene un compromiso con la ética y con la estética. Es decir, la justicia es bella, aunque la belleza no sea tan justa. La democracia es bella, aunque la belleza no sea democrática. Y tengo que salir en defensa de mi apego por la belleza ahora que mi tío Luichi Giralt, quien pasó de ser suegro mío hace unos diez años a ser sólo un entrañable “tío”, está metiendo las narices y tratando de pellizcarme el queso. Eso de que él esté enamorado de (mi) Johanna Ortiz me parece una broma de mal gusto. Y que venga a hacer alarde en mi patio, es decir, en el vecindario de la Tía Zelmira, me parece una malacrianza atroz contra este sobrino que lo aprecia. Dice que él no es peseta, sino menudo. Pero si sigue tratando de arrancarme de mi trono como presidente honorario y vitalicio del club de fans de (mi) Johannita, no será menudo sino moneda en desuso. Johanna es mi versión moderna de una Venus. Es mi suma de todas las mujeres bellas. Los paisajes azules y verdes, los atardeceres rosados y naranjas, lo inmenso del cielo se puede sintetizar en una voz y en una sonrisa. Qué ojos de muchacha, ojos oscuros que derriten la luz y la convierten en miel. Pelo oscuro, que parece azabache de las estrellas. Brillo que cae del firmamento porque a Dios se le pasó la mano con Johannita.

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Le pido por este medio al tío Luichi, viejo amigo, que ha hecho un trabajo espectacular en Liberia, un esfuerzo comercial que debe agradecerle la ciudad blanca, y que la pulsea también en canal 36, con otro gran amigo, Ramón “Moncho” Coll, que vaya al mar todos los fines de semana, que aproveche los acantilados de La Cruz, los volcanes de la cordillera del fuego, las aguas termales de la altura en Bagaces, los vientos de Tilarán, el folclor de Santa Cruz, la cuajada y los bizcochos de allá, así como los toros en todos los pueblos, desde la Península de Nicoya hasta el Cerro Chato, desde Bahía Salinas hasta Pozo Azul, pero que, por favor, no se ponga de viejo chiquitico y vagabundo, y que deje en paz a quienes no estamos haciéndole daño al prójimo. Johannita es mía. Yo no soy de ella, pero ella sí es mía. Todas las noches, en Intrusos, ella es mía, y no tengo ni pizca de interés en compartirla con el tío Luichi. De ninguna manera. Así que le regalo todo Guanacaste, si le cabe en los ojos… Y a todas las muchachas bellas del río Lagarto hasta Peñas Blancas. Pero a Johanna, como si no existiera para él, por favor. Johanna es tan mía como una sirena, tan mía como una Eva que me invita a morder una manzana prohibida, tan mía como los pájaros que cantan al amanecer. Es mía porque a mí me da la regalada gana, y que me perdonen su novio y el tío Luichi Giralt. (Mi mujer entre todas las mujeres me lo tiene que perdonar así como yo le perdono su admiración por Alejandro y a Otto. Lo bonito es bonito, aunque a uno se lo coma la cochina envidia, y lo carcoman los celos. Yo me los aguanto a lo macho, hasta donde pueda). En Intrusos, yo la veo a (mi) Johanna, embobado, hasta cuando no habla. No hace falta que hable. Para el veneno tenemos a Jale Berahini. En cambio, a Johanna la tenemos en la tele porque Dios es muy grande y es un gran artista, y porque es un placer observar lo bonito. Así como mi novia con un cantante y un sempiterno candidato presidencial, yo me solazo con mi Johannita, aunque sea a lo lejos, porque a nadie le amarga un dulce.

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Gracias, Édgar Es doloroso admitirlo, pero el periodismo es destructivo. Es doloroso admitirlo, pero los periodistas asumimos que los políticos son unos corruptos hasta que demuestren lo contrario. Es doloroso admitirlo, pero la prensa no sólo bien le ha hecho a la democracia. También le ha hecho mal. La gente buena no está dispuesta a entrar en política, no está dispuesta a ejercer ciertos cargos públicos, por dos razones de peso: se gana muy mal en esos puestos y desde que usted asume ese cargo, pasa a ser considerado un “sinvergüenza”. Y la culpa tiene que ver con los excesos de la prensa. La prensa ha sido fundamental para desnudar pillerías y sandeces, pero en el camino se ha llevado entre las patas el honor de gente buena. Al informar profusamente de ciertos temas, antes de un juicio justo y comedido, la prensa también juzga. Hay dos tipos de juicios en Costa Rica: los “mediáticos” y los “oficiales”. En los mediáticos, el castigo es el menoscabo del honor. Alguien puede salir libre, ser inocente, salir bien librado de un juicio “oficial”, pero si fue condenado “mediáticamente”, la duda quedará para siempre. Y pasa la duda de padres a hijos. La duda se hereda, como una maldición, como una enfermedad genética. A la par de esa tendencia a juzgar a los políticos siempre, como si todos fueran pillos, como si todos fueran rufianes, malhechores y rastreros, existe la tendencia a pensar que el periodismo debe ser destructivo, debe sostenerse a partir de la denuncia y, en el caso específico del periodismo farandulero o social, a partir del choteo. Se trata a las figuras públicas con el desprecio con que se trata a los políticos. Quienes somos faranduleros, como yo, que no tengo ningún reparo ni pena por admitir que me encantan el baile y la diversión, pero sana, sin licor ni prostitución ni drogas ilícitas de por medio, y quienes frecuentamos los ambientes nocturnos de la gente de los medios de comunicación, y admitimos con desparpajo lo que despectivamente se llama “ser bombetas”, tenemos que soportar el choteo corrosivo, los chismes y las críticas de quienes no pueden admitir lo bueno de cada quien (lo ignoran o lo callan) y se solazan con los problemas, las frustraciones o los defectos de quienes son conocidos por ser figuras públicas. Escribo esto porque hay excepciones. Y por ser excepciones, brillan.

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Muchas veces brillan con una luz tan notable que no pasan inadvertidas. En mi caso, una excepción marcada, pronunciada, inclaudicable, ha sido el presentador y odontólogo Édgar Barrantes. En los nueve años que ha trabajado en Siete Estrellas, han pasado por mi vida experiencias bonitas y feas, triunfos, fracasos, penas, dolores y alegrías. La prensa ha ignorado mis ventanas del alma, entre ellas, mis cien libros publicados, que no se los brinca ni un sapo ni un tonto. Pero nunca han ignorado mis metidas de pata, mis errores, mis lamentos. Y en todo momento, Édgar Barrantes ha dicho lo suyo con una intención sana y una prudencia cristalina. Nunca ha tenido una palabra mal puesta, ni un comentario mal intencionado en los momentos en que otros se solazan con mis malos pasos o mis equivocaciones. ¿Y quién no se equivoca? Jesús, el Maestro, dijo, “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Los periodistas somos expertos en tirar piedras, y tenemos una puntería bárbara. Édgar siempre ha pensado bien de mí, y eso se lo agradezco tanto, tanto, tanto, que decirle gracias fue, es y será poco. Su paso por Siete Estrellas ha sido notable, y él ha demostrado su altura espiritual, el tamaño de sus valores. Por todo lo que a mí compete, Édgar, gracias por ser una excepción. Que Dios te cuide y te abrigue siempre.

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Un papá de verdad… Cuando tenía nueve años, les conté a mis papás que quería hacer de asignación de la escuela “un libro” sobre razas ganaderas. Mi papá es agrónomo y biólogo. Aquello le hizo mucha gracia. Me dijo que tuviera la asignación dos días antes de la fecha de entrega. Así lo hice. Papá se llevó mi asignación. Volvió al día siguiente con mi trabajado empastado en una imprenta. De verdad parecía un libro. Sin aquel gesto de papá, no tendría cien libros publicados. Cuando algún día exponga mis obras porque en este país de serrucha-pisos y choteadores, hay que exponer las obras porque si no alguna gente no lo cree, también voy a exponer aquella obra de mi padre, fundamental en mi vida. Esta historia se la conté al doctor José Luis Sánchez y a su hija Ana Laura, después de una conferencia de prensa en el Club Unión. El doctor Sánchez organizó esta presentación para que la prensa conociera de los esfuerzos de su hija de diez años de edad, quien una semana después daría un concierto en el marco de “Teatro al medio día”, en el Teatro Nacional. Ana Laura es estudiante del Instituto Superior de Artes, donde un grupo de músicos de la ex Unión Soviética ha hecho un trabajo impresionante con niños y adolescentes pianistas. Primero fue estudiante del Programa de Extensión de la Escuela de Música de la Universidad Nacional (UNA). Entre ambas instituciones, se han echado al hombro la pesada tarea de suplantar al sistema educativo costarricense, que no tiene espacios adecuados para la música. La otra institución que ayuda en este campo es el Sistema Nacional de Educación Musical (SINEM). Fui al “Teatro al medio día”, y me escalofrié de la alegría y el asombro cuando vi salir a aquella chiquilla que parece una muñeca, con un vestido color fucsia y unas zapatillas como pringadas por serpentinas, como salida de un cuento de hadas. Me encantó lo que tocó, me encantó su clic con el público, y me encantó ver al doctor José Luis Sánchez, corriendo al final del concierto, en busca de su hija, de diez años, que ensaya horas de horas todos los días, y que ha demostrado con su esfuerzo y el gozo de la música, todo lo excelso y noble que hay en su ser. Esa misma sensibilidad de padre que tiene don José Luis se nota en otros ámbitos de su vida. El doctor Sánchez tiene tres farmacias, las Boticas Internacional, y una distribuidora de vinos, como los Novas de Chile. Si usted compra una botella de vino Novas en los supermercados de GESSA (Perimercados, Jumbo, Saretto, Diboico y Super Compro), está donando mil colones para “Techo”, esa organización de América Latina que antes se llamaba “Un Techo para mi país”. 168


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Doce mil jóvenes costarricenses han participado en Techo, que ha construido mil doscientas viviendas transitorias en zonas urbanas y rurales de Costa Rica. Techo permite integración social. Permite que los jóvenes costarricenses que tienen oportunidades, conozcan la pobreza, las limitaciones, las condiciones particulares e inhumanas de quienes viven en tugurios, en barrios pobres, en medio del hacinamiento, la exclusión y el dolor. En Radio Columbia, Radio Centro, canal 13 y canal 44, que son los medios en los que laboro, les he tendido la mano a los muchachos y las muchachas de Techo, feliz de ver que hay un proyecto tan esperanzador en Costa Rica. Admiro a muchachos como Ana Cristina Trejos, directora social de Techo; Sofía Yglesias, directora de comunicación de Techo, y Bernal Bolaños, director de voluntariado y egresado del Colegio Humanístico de Paso Canoas, de la UNA. Y me alegra que alguien con el espíritu del doctor José Luis Sánchez, no se limite a ayudarle tanto y tan bien a su hija pianista, sino que pueda generar oportunidades para este proyecto maravilloso que se llama Techo.

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Mi abuelita, doña Mayita Escribí esto sobre mi abuelita afectiva, doña Mayita, a quien nombré como mi abuelita hace más de una década. Es de esa otra familia, la familia que uno escoge, la familia que no impone la sangre. Escribí esto en un cuadernito una noche en que, junto a ella, esperaba una cirugía en su cuerpo frágil y pequeño, en el Hospital México. Lo publico tal cual, sin quitarle ni ponerle. Lo escribí en una noche en que creí que ella se me moría. Maya es fuerte como una tormenta. Fuerte como el viento que baja por esas montañas. Fuerte como el brillo del agua. Fuerte como el canto del yigüirro frente a mi ventana. Fuerte como la Virgen María, suave y fuerte, serena y conmovedora por fuerte. Maya ama la poesía de las casitas entre las montañas, de las señoras que cuidan plantas en sus maceteras, que tienen un jardín donde está sembrado el arcoiris. Maya ama España, la España que lleva en las venas, la España que canta en su voz. Maya ama la arquitectura y encuentra en ella un dibujo de los hombres que saben de la vida y de Dios. Maya sabe que la poesía vive en las costumbres de su gente, la poesía vive en sus recuerdos de España, en Granada y en sus palacios de más allá del mar. Maya está en un rincón de una cantina con un tequila en la mano. Maya está en el hospital y en el cielo. Maya sabe que las mujeres son más grandes por dentro que los hombres, que los hombres son cazadores y que los cazan siempre las mujeres, hasta las tontas. Maya dice que no hay bicho más veloz que la mujer. Dice que el tiempo hace a la gente más lúcida. Maya tiene un brillo en los ojos y un cuchillo filoso en el verbo. Maya es suave como la seda y dura como un muro habitado por enredaderas. Maya es un poema edificado en un cuerpo pequeño. Es pequeña como Napoleón, como Bolívar, como don Pepe, a quien me ayudó a conocer. Ella le dice “Tío Pepe”. Fuimos juntos a La Lucha, Maya bailó con Mariano Figueres. Maya anduvo entre los cabuyales. Maya va a la misa y le habla a la Virgen con todas sus palabras y le dice de todo y de seguro la Virgen María se muere de la risa. Maya le escribe a la Virgen sus oraciones y María debe guardar tanta belleza junta. Maya anduvo conmigo todo el país y todo el territorio de Nicaragua. Entró conmigo a doscientas iglesias, a dos mil iglesias. Se arrodilló ante tres mil imágenes de la Virgen María. Conoció conmigo todos los pueblos, todas las montañas, todos los caminos secretos, los buenos y los malos, todos los caminos que son dulces, los caminos serenos, los caminos despreciados.

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Nos perdimos por esos caminos. Nos encontramos a la patria perdida. Todas las preguntas encontraron respuestas en los caminos. Maya ha pasado por fuego toda la vida. Quemó todos los problemas. Fumó todas las horas de la vida. Pasó por las llamas a todos los demonios. En el azul incandescente ha purificado los malos pensamientos. Pero sigue siendo mal pensada. Y casi nunca se equivoca. Puede ser cualquier cosa, menos tonta. Fumó para quemar para siempre las tonterías de la vida Entre María, el fuego y el humor, le han tapado para siempre todas las sombras de la tierra. Maya se ríe de la vida, se ríe del cielo y de la tierra. Se ríe del buen humor de la gente y también de las pequeñeces. Maya sabe contar cuentos y los cuentos los lleva por la vida. Yo le robo sus cuentos para mis libros. Los cuentos los carga como un atadito de penas y de recuerdos. Sabe contar la vida, sabe contar el misterio y la magia. Sabe contar las lágrimas y las risas, sabe contar para atrás y para delante, sabe descifrar todos los enigmas con lo que cuenta, serena, feliz, muerta de la risa, esperanzada, sin saber en que las historias no se mueren.

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La música se pone de pie en Costa Rica La música se pone de pie en Costa Rica. La música vuela. La música, el idioma universal, nos hace ciudadanos del mundo gracias al Festival de Música Credomatic, que tiene 22 años de existencia. Es una gran actividad cultural, un gran referente, una vitrina, una ventana para Costa Rica. Así como la transformación de la Orquesta Sinfónica Nacional, de los años 70, establece un antes y un después en la música nacional. El Festival de Música Credomatic es un parte aguas. En estos 22 años, han venido a Costa Rica más de mil músicos de medio centenar de países, se han dado más de 700 conciertos en más de 70 sitios del país. Un gran acierto de este festival es que democratizó la oferta cultural. Lleva conciertos de música clásica a Puerto Viejo de Talamanca, La Virgen de Sarapiquí, Quepos, Jacó, Grecia, San Ramón, Puntarenas, numerosas playas de Guanacaste, Santa Rosa de Santo Domingo de Heredia, Las Mercedes de Guácimo y Monteverde de Santa Elena de Puntarenas, para citar algunos de los más espectaculares o emblemáticos pueblos. He asistido a conciertos bellísimos en sitios paradisíacos como Sarapiquí Rainforest Lodge (antiguo Centro Neotrópico Sarapiquís); Villa Caletas, EARTH, INBioParque, Hacienda Pinilla, y Sí Cómo No, en Manuel Antonio, para citar algunos que recuerdo con mucho cariño. Es espléndida la combinación de arte y bosque, de música y playa, de lo apoteósico de la creación humana y lo sublime del paisaje costarricense. Todo esto gracias a la visión de Jordi Antich, un músico costarricense, de padres catalanes, graduado en Moscú, que tuvo el gran acierto y ha tenido la perseverancia, el tesón, el coraje, el empuje, la garra, el aplomo, la fuerza y el carácter para sostener este sueño con alas durante 22 años. El público costarricense responde a la altura. He visto espectáculos repletos en el templo hermosísimo de Grecia, en el templo elegantísimo de San Ramón y en el de Grecia, en el Teatro Nacional, en INBioParque y en hoteles como Sí Cómo No, en Quepos, donde hasta los monos cariblancos parece que reservaron espacio en los árboles que besan las cimas de las lindas instalaciones. Vi a un hombre amarrar dos vacas en la cerca, al lado del salón donde se presentaron unos músicos en Monteverde. Entró al salón con sus botas de hule. Aplaudió al final con toda su energía. Se acercó a agradecer por la oportunidad. Así como él, yo me quito el sombrero, aplaudo de pie, silbo, chiflo, ovaciono, beso la mano de las mujeres que acompañan a don Jordi y le digo a él que muchas gracias por existir, porque este festival ha traído músicos de todos los países de Europa y los países más grandes de Asia,

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porque ha permitido conocer mejor la música de América Latina y el Caribe, porque permite que nuestros músicos se rocen con otros grandes músicos, porque Costa Rica ya no es un país más para las grandes academias y orquestas del mundo, y porque tenemos un festival que es único, que es diferente, que es fuera de serie. Le debo a BAC Credomatic el que hayan aparecido al menos la mitad de los cien libros que he publicado. Se lo debo a la generosidad de un ser humano que ha sido como un ángel para mi vida, don Gerardo Corrales, gracias a quien se imprimieron mis libros de iglesias y muchos libros de cultura popular, de historia, de arte. De igual manera, BAC Credomatic ha sido determinante para la música costarricense gracias a este festival internacional. Hay grandes festivales en el mundo, más grandes o más pequeños, pero nuestro Festival de Música Credomatic ya tiene un lugar único en el planeta. Eso es mucho decir en un país pequeño y pobre, pero que puede soñar en grande. Eso es enseñar el camino, mostrar la senda, ir dejando una huella profunda, un surco, una semilla, un amanecer… Costa Rica tiene el alma de fiesta durante la celebración del Festival Internacional de Música Credomatic.

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Felizmente… Bien bombeta ¿Qué es ser bombeta? Tal vez, es siempre decir que sí a las invitaciones sugerentes. Tal vez es amar el baile y, entonces, bailar con todas las señoras en una actividad nocturna. Tal vez es saludar en la calle a quien saluda por el nombre. Tal vez es admitir, sin tapujos, que le gusta la bohemia, la fiesta, las reuniones nocturnas. Yo, que trabajo en tres espacios de radio, uno en Radio Columbia (“Peloteando”, 3 p.m.), otro en Radio Centro (a medio día) y que escribo en Panorama de la Cámara Nacional de Radio; yo, que trabajo en canal 13 y canal 44, y que tengo una alianza con canal 9 y con canal 28 de San Carlos; yo, que escribo en Diario Extra, en Tía Zelmira, en La Prensa Libre, en OJO, en Eco Católico y en El Guapileño; yo, por supuesto, admito que soy un gran bombeta. ¿Y qué? ¿Cuál es el problema de ser bombeta? ¿Por qué voy a ser tan hipócrita de decir que lo mejor para alguien como yo es tener un perfil bajo? El que quiera tener un bajo perfil, que lo tenga. El que no quiera que lo entrevisten en Intrusos de la Farándula, que lo diga. Yo sí respondo cuando me llaman de ese espacio, y lo hago por varias razones: la primera, por bombeta; la segunda, porque ese programa lo ve casi todo el país, aunque algunos se pongan en hipocresías; la tercera, porque me encantan el veneno y la fisga de los periodistas de este espacio. Hay gente tan hipócrita que lee Diario Extra y lo esconde dentro de otro medio. Apuesto lo que quieran a que tienen una mejor lecturabilidad (cantidad de lectura de un medio escrito) con Diario Extra que con otro medio más sofisticado y elegante. Ah, pero Dios guarde la gente sepa que leen el periódico más leído del país. Fúchila. Si me ponen a escoger entre ser bombeta y ser hipócrita, prefiero que me digan y me consideren bombeta. Si me ponen a escoger entre que me digan pachuco (que no lo soy) y que me digan bombeta, prefiero que me digan lo que, de por sí, yo sé que soy. No es igual ser bombeta que ser chusma. Bombeta soy, con desparpajo. Y aparte de bombeta, soy lo que aquí se llama “polo”, y lo que aquí se llama “maicero”. Y aunque tenga 102 (ciento dos) libros publicados, no me chima ser polo y ser maicero. No quiero que se me salga lo que tengo de raíces del campo. Siento un gran orgullo por Cervantes, el pueblo de mi mamá, y por Chilamate de San Rafael de Poás, el pueblo de mi papá. Me agrada haber crecido en San Isidro de El General, en Siquirres y en Guápiles. Me agrada el campo y me encanta lo que es campesino. En los pueblos, uno es todavía más bombeta, y son más evidentes las bombetadas. Si alguien cree que me ofende al decirme bombeta, no me conoce. Quizás hasta un favor me hace. Me critican por bombeta, y aquello es como hacerme cosquillas. Ser bombeta no me hace ni más ni menos que los demás.

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Me río de mí mismo, pero no me burlo de nadie. Aquí he escrito que la farándula es vilipendiada e incomprendida, que la gente juzga a los faranduleros sin conocerlos. Asocian farándula con estupidez, pero los faranduleros salimos de noche a fiestas y hacemos exactamente lo que hace toda la gente. Algunos, ni siquiera tomamos licor. Pero, como dice Luis Alberto Monge, “bien administrada, la bohemia humaniza”. Amo la lectura. Amo los libros. Amo la investigación de las raíces del país. Pero también me encantan los bailes y las fiestas de la gente de los medios. ¿Dónde está la incoherencia? Organizo actividades en el Club Unión y voy a Estación Atocha, pero también me encantan el Mercado Central, el Mercado de Cartago y el de Heredia. ¿Cuál es la incoherencia de esto? No bailo únicamente en lugares sofisticados y elegantes. Amo Viejillos Bar en Sarchí, el Típico Latino, en Heredia, y hasta bailo con la giganta en Cacique Acseri. La vida es corta. Yo me la bebo todos los días. ¿Que por qué bailo hasta cuando nadie más se echa a pista? Porque el día que no baile, seguramente voy a querer morir. No me importa que me digan calvo o gordo, igual bailo, sin complejos, como dice mi amigo bombeta, René. Bailo hasta solo, en media pista, porque me da la regaladísima gana. He bailado hasta con travestis, embarcado por otro bombetón, el tal Opo Marín. Terminé la pieza con el señor vestido de dama. Un bombeta es, primero que todo, un caballero. Puritano no soy. Ni mojigato. Soy bombeta, y como las bombetas, estallo, echo chispas, vuelo alto, llevo colores conmigo y dejo una huella con humo. Quiero que mi vida sea un cachiflín de alegrías y de experiencias, y que, al final, todo se queme en medio de un montón de luz… Al que le pique, que le tiren un palo para que se rasque.

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Billetes verdes: ¡Qué descaro! ¿Por qué los billetes nuevos son verdes y tienen una foto de don Pepe Figueres? Es un relajo y un descaro. No puede ser que si el Gobierno de la República proviene del Partido Liberación Nacional, y se rumora que un hijo de don Pepe Figueres será candidato a la presidencia, en este momento empiecen a circular unos billetes con la foto del caudillo Figueres, y tras de todo, que los billetes sean verdes. Es un abuso de poder. Dejemos de lado si la obra de don Pepe fue grande o no. Para mí, sí fue grande, pero él tuvo grandes contradicciones. Don Pepe fue visionario: creó al Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), la Controlaría General de la República, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICIT), el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el Instituto de Vivienda y Urbanismo (INVU), el Consejo Nacional de Producción (CNP) y muchas instituciones más. También fue durante sus gobiernos que nacieron el Instituto Tecnológico de Costa Rica y la Universidad Nacional de Costa Rica, la UNA. Pero también fue don Pepe quien trajo a Robert Vesco, perseguido por la justicia en Estados Unidos, y hasta le escribió el discurso cuando llegó al país. Fue un gran estadista, pero un pésimo empresario. Y cuando murió, la gente decía que iban a sepultarlo en el jardín del Banco Central a ver si abonaba algo, dadas las deudas que tenía con los bancos del Estado. Sin embargo, fue quien nacionalizó la banca y quien consiguió que hubiera crédito para los campesinos y los empresarios emergentes. En fin, es un personaje inolvidable e imprescindible de nuestra historia, pero también un personaje polémico y con cuestionamientos. Lo digo con propiedad porque pasé cinco años estudiando su obra y publiqué ocho libros sobre lo bueno de don Pepe. Lo malo lo disimulé, pero aquí lo estoy diciendo. Abolió el ejército y eso lo hace único en la historia de América. Ganó una revolución y entregó el poder. Eso también lo hace único. Pero ni así. Ni así. Ni siquiera con todos los argumentos a su favor, puede el Estado costarricense tener el descaro de poner en circulación un billete con su rostro y con el color de su partido, el color verde, precisamente durante el segundo gobierno consecutivo de ese partido, que tiene casi siete años en el poder, y no puede porque un hijo de don Pepe, el también expresidente José María Figueres, tan cuestionado por el pago de casi un millón de dólares por una asesoría que no ha podido explicar, a una empresa que compite contra el ICE que creó su padre, cuando este hijo de don Pepe está dando todos los motivos para que creamos que será de nuevo precandidato a la presidencia. No entiendo cómo es que los demás partidos políticos no solicitan el retiro de estos billetes. Son claramente un ejemplo de cómo un gobierno liberacionista le ayuda a su partido, con descaro y desparpajo, a seguir en el poder. Es algo injusto. Es un abuso del poder, aunque pongan los argumentos que quieran. 176


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Hoy con Penélope Hoy con Penélope es un programa que se transmite en Extra TV 42, los martes y los jueves a las 4 p.m. Lo dirige Penélope, una mujer alajuelense que estudió Periodismo y Estética. Tiene un salón en su pueblo, que se llama Penélope Salon, y empezó en Informe 11 Las Noticias. Su maestra fue Grettel Alfaro, casi nada. Estudió Periodismo en la Universidad San Judas Tadeo, e hizo una práctica en el noticiero de canal 11. Dice que aprendió mucho con Evelyn Fachler, Dejenanne Villanueva, Alexis Rojas y Grettel Alfaro. De ahí se fue con una beca a Taiwán, donde estudió durante seis meses. La beca fue apadrinada por el entonces diputado Ricardo Toledo, pues Penélope y su esposo, Max Campos, escribieron un libro llamado “Asamblea Legislativa versus medios de comunicación”, que participó en un concurso de la OEA. De ese proyecto surgió su viaje a Taiwán. Al regreso, casó con Max, y activó su salón de belleza. Volvió al periodismo gracias al apoyo de Iary Gómez, gerente general del Grupo Extra. Hoy con Penélope es un programa de variedad, que se ocupa de hacer entrevistas sobre actualidad en belleza, salud, moda, rescate de valores y cultura. Penélope es una mujer hermosa y bella, con unas redondeces exquisitas, que siempre viste muy elegantemente y ha impregnado su espacio de distinción. Su programa ha venido creciendo gracias a que la misma gente recomienda temas y ella ha sabido asesorarse con especialistas. Dos veces por semana aparece una columna de ella en Diario Extra, los mismos días que se transmite su programa, martes y jueves. La columna se basa en una pregunta enviada por un o una televidente. Eso le ha permitido a Penélope enriquecer su espacio. En el caso de ella, como en otros, Grupo Extra ha desarrollado una simbiosis interesante entre sus periódicos y alguno de sus medios electrónicos. Ella ama los viajes. Conoce Asia, sobre todo. Asia es mágico para ella. Ha estado en China y en Taiwán, en Malaysia, en Tailandia, en Indonesia, en Singapur y en Timor, donde vive su marido, Max Campos, quien trabaja en Naciones Unidas (es decir, que ella es tan Penélope como la de La Odisea, pero su Ulises se llama Max). También en el programa este profundo interés de Penélope por el mundo espiritual y estético de Oriente, que le viene en la sangre en la sangre, pues es nieta de un inmigrante chino. El set de su programa, y también la indumentaria que usa Penélope, tiene un acento y una atmósfera propia del otro lado del mundo. Con lo que cuesta mantener un espacio independiente, un espacio pagado en un medio electrónico, el que llegue a dos años demuestra la tenacidad de esta gran muchacha alajuelense. 177


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Don Ignacio Rodolfo en “El Manicomio de la Risa” Me encantó la participación del periodista Ignacio Rodolfo Santos Pasamontes en el programa de Radio Omega “El manicomio de la Risa”, con la excelente participación del líder del programa Carlos Álvarez, y sus compañeros Juanca Galindo y Ronny “La Perla” Celaya. Tuvieron buenísimos “tomas y dacas”. Dijo que no baila, y Juanca le contestó que no podía creer que no bailara por lo menos las cejas. Contó que lo invitaron a bailar música electrónica en Puerto Viejo de Talamanca, Limón, y que esa música le caía muy bien en su cuerpo, por cadenciosa, pero Carlos Álvarez dijo que esa música era para los tiesos. Juanca se le vino encima a Carlitos, y le dijo, “¿Cómo?, pero si fue lo único que bailaste bien en Bailando por un sueño”. La entrevista estuvo muy bien. Fue una tertulia interesante, afable y divertida. Don Ignacio Rodolfo contó que su papá es abogado y su mamá toca piano. Dijo que hace treinta años soñó con ser escritor, pero ingresó a la universidad a estudiar Derecho, como su padre. Su mamá le heredó la pasión por la música. La entrevista también tuvo momentos de profundidad. Contó que conoció a su padre en la cárcel, por razones políticas. Su papá estuvo cinco años en la cárcel. Lo metieron en marzo del 63 y salió en marzo del 68. El pequeño Ignacio Rodolfo conoció a su padre en la cárcel, cuando tenía tres años. Iba con su madre a la cárcel, de madrugada. Lo permea el ejemplo de su padre, que defendió sus ideales en su amada Cuba. Le apasionan la música, la historia, la comida de Cuba. Las experiencias en la isla no lo marcó con el odio. Confesó que tiene pocos amigos, pero que algunos de ellos son cubanos. Sus padres lo marcaron con la pasión con la literatura. De joven, Ignacio Rodolfo escribía cuentos. Recordó que Hemingway decía que el periodismo era como una deslumbrante, exuberante, exquisita “mala” mujer. Una mujer con la que no te vas a casar, pero no la vas a dejar pasar. El periodismo atrapa. El periodismo enseña disciplina, enseña reglas básicas, y un escritor puede pasar por el periodismo. Pero, también, que muchos se quedan ahí. Es el caso de él. También contó que practicó el Derecho y que le encantó el Derecho Penal. Pero lo atrajo el periodismo. Considera que sus maestros fueron Eduardo Ulibarri y Lafitte Fernández, quienes lo guiaron. “La vida es muy corta y el periodismo me gusta cuerpo a cuerpo”, le dijo Juanca Galindo, recordando alguna entrevista anterior de don Ignacio Rodolfo. Confesó que le encanta ser periodista de la calle, reportero.

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Pero que ha sido director desde 1989. Ha sido tantas horas presentador de televisión, que considera que es el hombre en Costa Rica que más veces se ha maquillado. Ha presentado noticias durante ocho mil horas. Es tanto como haber estado frente a cámaras durante un año entero. Recordó lo que le gustó hacer el documental que hizo hace tres años sobre la Isla del Coco. La conversación fue riquísima. Don Ignacio Rodolfo habló de mujeres, de su encanto por tener conversaciones con las mujeres, y cómo lo atraen los gestos de las mujeres, los temas de las mujeres, la visión y las observaciones de las mujeres. Hasta confesó que, alguna vez, alguna mujer de su pasado le fue infiel. Y hasta tarareó a César Portillo de la Luz, con aquella canción que dice, “nosotros, que nos queremos tanto, debemos separarnos”. Terció su mujer, Nancy Dobles, con un mensaje de texto, aduciendo que “lo que no es en mi año, no me hace daño”. Aprovechó para decir que nunca antes había estado tan bien, que había tenido una gran suerte y que estaba feliz en la vida “por mis hijos y mi mujer”. Habló muy bien de Nancy, con pocas palabras, pero palabras contundentes, terminantes, plenas. Y dijo que, tras de todo, tiene “unas lindas piernas”. Don Ignacio Rodolfo tiene varias reglas básicas, entre ellas, no hacerle a otros lo que no le gustaría que le hagan a él (que considera un principio básico del cristianismo, el budismo y otras creencias, filosofías o religiones), y aprender siempre, hasta de los errores. Habló de la importancia del humor. Dijo que con los años, ha entendido que el escritor Mario Vargas Llosa tiene razón cuando dice “los cincuenta años son la flor de la vida”. Y después explicó que la risa es necesaria, pero que el sexo lo es más. También terció por mensaje de texto Lázaro Malvárez, y don Ignacio Rodolfo lo llamó “mi hermano”. Lázaro agregó desde antes que Ignacio le regaló hasta ropa, cuando llegó Lázaro al país con dos pantalones y dos camisas. Ignacio dijo que a Lázaro le tiene gran admiración y plena confianza. Ya maduro, Ignacio Rodolfo subió el Chirripó, buceó con tiburones en la Isla del Coco y la Isla del Caño, y hasta dejó entrever que puede casarse. “Tengo la vida más intensa, más bonita que creo que puedo tener”, dijo. Confesó que está tratando de convencer a Nancy, su mujer, de casarse pronto, y que quiere convencerla antes de diciembre. También confesó que va a caminar con ella en La Sabana, y que pasa la media hora que caminan, metiendo la panza. “Es que Nancy es una mujer realmente guapa”. También explicó, “cuando camino con ella, a la que saludan es a ella. Eso nunca me había pasado. Nancy es una persona muy ubicada, muy humilde, y disfruta con la gente”. Fue una excelente entrevista al mejor entrevistador que tiene la televisión costarricense. Felicidades al equipo de trabajo de “El manicomio de la risa”. Se apuntaron una de las más altas notas de sus diez años de grandes audiencias y muchos éxitos. Don Ignacio Rodolfo, como siempre, fue encantador, sereno, locuaz, culto, simpático, generoso y brillante. Lo mejor que tiene nuestra televisión. 179


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Hogar Santa Lucía Doña Mayita es tan cercana a mí como mis papás, mis hermanos, Catalina y María Pía. Tiene 80 años, es mi segunda madre y ha sido un pilar en mi vida. Ahora, un cáncer la tiene en una condición dolorosa. Después de siete semanas en el hospital Calderón Guardia, donde la atendieron con esmero y consideración, había que llevarla a la casa. Pero no tenemos las condiciones para atenderla ahí con todas las atenciones que queríamos. Sus hijos y yo tomamos la decisión de buscar un lugar especializado. Fui a conocer el Hogar Santa Lucía, y luego de observar la excelente atención que reciben los adultos mayores, la llevamos. Fue una decisión muy difícil, pero la atención de doña Mayita requiere de un equipo profesional y que esté dispuesto las veinticuatro horas. Una sola persona no puede atender de esta manera. Es humanamente imposible. En este hogar vive el amor. He visto a las muchachas que le atienden, hechas una miel de cariño para Doña Mayita. Las he visto trabajando con suma consideración y especial cuidado. En las mujeres y los hombres que atienden en este hogar, se nota una suma impresionante de conocimiento, serenidad, respeto, humor, sensibilidad y calor humano. A cargo de la médico gerontóloga Dixia Espinoza, y de su esposo, Douglas Mora Arias, licenciado en Enfermería, este hogar me ha mostrado una dimensión de la atención humana con personas enfermas que no me había tocado ver hasta ahora. Quisiera alzar por los aires, abrazar y decirles gracias de muchas maneras a las tres o cuatro muchachas que se fajan con mi abuelita y la bañan con gran cuidado y profesionalismo. No tengo ni palabras ni formas adecuadas para expresar toda mi gratitud hacia estas mujeres que nos están atendiendo tan bien a quien ha sido como otra mamá para mí. La bondad también tiene nombres propios: Lorena Ruiz, Candy Murillo, Marta Moncada y Milady Morales. Ellas cuatro bañan y cuidan de Doña Mayita, la chinean, están pendientes de ella. Tres son nicaragüenses, como miles de personas que han venido a hacer más grande a esta patria. Son de ese país que recorrimos Doña Mayita y yo, enamorados de su colorido, sus templos, sus parques, su hospitalidad, su folclor y sus paisajes. Ellas, esas cuatro grandes muchachas, y Dixia Espinoza, la médico gerontóloga, son mis nuevas heroínas, los rostros que tiene Dios para llegar a mí. El Hogar Santa Lucía está a cien metros de la Clínica La Católica, en Guadalupe, y los teléfonos son 8969-3728 y 2524-0542. En nombre de esta Doña Mayita que ha sido una gran bendición en mi vida, les doy las gracias. Gracias, muchas gracias, desde el fondo de mi corazón, muchísimas gracias

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El director de la orquesta de las risas Gracias a la generosidad y la confianza de mi amigo Rogelio Benavides, ya superamos las cien columnas de Buena Gente. Hay mucho qué decir, bueno, notable, de las personas que aparecen en los medios de comunicación. Recuerdo que la primera vez que le hablé a don Rogelio sobre la posibilidad de escribir algunos textos (fue don Rogelio quien propuso el nombre Buena Gente) lo hice pensando específicamente en el gran crecimiento profesional que ha tenido Norval Calvo, como periodista, guionista y humorista, en el programa Pelando el Ojo. Me gano los frijoles en dos emisoras, Radio Columbia, donde tengo el programa Peloteando, gracias a la generosidad y la confianza de don Raúl Quesada y don Rolando Alfaro, de la Cadena de Emisoras Columbia, y también hago un programa en Radio Centro, un espacio especializado en solidarismo, gracias a don Ronald Hernández. Además, tengo 18 años de escribir en el programa Panorama, de la Cámara Nacional de Radio (CANARA), a la que no está adscrita la emisora de Pelando el Ojo. Sin embargo, lo bueno es bueno. Lo notable es notable. Y no creo que haya un fenómeno de la radio en la actualidad tan fuerte como este programa. Hay dos fenómenos más, pero que ya son clásicos de la radio: Nuestra voz, de Amelia Rueda, y Sensación Deportiva, de Leonel Jiménez. De esta década, el gran fenómeno es el trabajo de Norval Calvo, primero con Froilán Bolaños, gran imitador, con enorme y finísima fisga. Froilán falleció prematuramente, si ese término le cabe a la muerte. Fuimos al funeral don Rogelio, doña Liliana, su esposa, y yo, y recuerdo haberles preguntado qué pensaban ellos que iba a pasar con Pelando el Ojo. Parecía que sin Froilán, Norval tendría que buscar otro concepto. Pero hay mucho talento en este país. El primer elemento de cambio que oxigenó a este programa fue Natalia Monge, con excelentes imitaciones de Pilar Cisneros; Laura Chinchilla; Elizabeth Fonseca; María Luisa Ávila; Alexandra Gran Pola, así como sus caracterizaciones de una futbolista marimacha, Marta Emilia; una carajilla fresa, insoportable, Cinthia, etcétera. Se juntaron a ellos la gracia de Roque Ramírez (Doña Merry, Steven José Chanto, Rachad, Polvazo, etc.), Antonio Hernández (quien imita a Viviam Quesada, Mauricio “El Chunche” Montero, Hernán Medford, el Padre Minor Calvo, a todos los animales de la selva, etc), Mino Padilla (doña Culita, Juan Luis Hernández Fuertes, el Padre Ijurco, Josef Miso, un mexicano más metido que la pobreza y el ingeniero de las plantas medicinales, que es lo más ocurrente del programa) y ahora incluso figuras más nuevas, como Mila Montero, quien imita a Evelyn Fachler, Jill Paer y María Torres. Ella no sólo es ocurrente, sino también impertinente, y le suma mucho al programa. 181


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Hay una gran capacidad innata en cada uno, y un gran trabajo de perfeccionamiento de los personajes, porque no sólo hay que hablar igualito, también hay que calcar la personalidad y el discurso de cada quien, para que la imitación sea convincente. Otro aspecto importante es el seguimiento por internet a cargo del periodista Cristian Tristán. Otro punto alto es que al frente del grupo hay dos pilares: Cristian Hernández, quien sirve de moderador, conductor, pararrayos, y sobre todos ellos, este brillante Norval Calvo, el periodista del grupo, el que dirige la orquesta, el que conoce muy bien a su gente, y sabe combinar de manera eficiente a personajes y personalidades. Norval es juez y parte, pero lo hace con distinción. Sus personajes nunca están por encima de los personajes de sus compañeros. Y eso sí, se nota que cuando tiene que poner orden, también lo hace con sabiduría y con autoridad. Es pertinente y oportuno. Esto también me lo ha dicho mi amigo Santiago Porras, escritor, quien ha estado en cabina con estos personajes. Me gusta mucho más el elenco de Pelando el Ojo por la radio que por la tele. Los he visto muchas veces por canal 2, pero les creo mucho más por la radio. Ahí está cada personaje cuando sólo se les escucha. Es la magia de la radio. La radio tiene un mundo único, y eso lo sabe muy bien Norval, a pesar de que empezó en televisión, en “La Dulce Vida”, también de canal 2, allá por el año 1988, cuando yo era un estudiante de sexto grado en la Escuela Justo Antonio Facio (primer poeta que publicó un libro en Costa Rica), en Siquirres. Punto y aparte son las imitaciones en los espectáculos públicos, porque ahí cada quien también “viste” al personaje, es decir, encarnan a cada persona. Se transforman. Norval es igualito a Ignacio Santos, Óscar Arias, Amelia Rueda y José María Figueres. Natalia es, incluso, más guapa y más sexy que Shakyra. Pero para terminar por donde empecé, tengo una admiración profunda por este gran periodista que es el alma y el motor de Pelando el Ojo. Sin Norval Calvo, el programa sería una pobre mueca de sí mismo.

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El mago del mar Mario Vargas Rivera tiene 56 años. Nació en Golfito, pero se crió en San José. Es hijo de Rodrigo Vargas Lizano, hermano de Chavela Vargas. Es decir, Chavela es su tía. El otro tío es Álvaro Vargas, gran personaje costarricense. Los hermanos Vargas fueron legendarios en el sur. Álvaro escribió un poema que dice “Golfito, camanance de arena, donde ríe la pena y suspira el amor”. Son de San Joaquín de Flores, pero vivieron muchos años en Golfito, en la época de la compañía bananera. Por eso fue que Mario nació allá, pero a los tres años se lo trajeron para San José. Estudió en la Escuela República de Haití, en Paso Ancho; hizo la secundaria en el Liceo del Sur, y estuvo dos años en la universidad con el propósito de estudiar Biología Marina. Lo inspiró el Planeta Azul, el programa de Jacques Cousteau, que salía en canal 7 los lunes a las 7 de la noche. Empezó a bucear empíricamente a los 15 años. A los 17, ya tenía su cámara de cine subacuática, de 16 milímetros. Dejó la universidad y se fue a estudiar a Estados Unidos para ser instructor de buceo. Estuvo seis meses estudiando en Miami, Florida. Al regreso, montó la primera tienda de buceo del país. Sigue ubicada en San Pedro, por el Colegio Calasanz. La vendió en los años de la crisis del gobierno de Carazo, a inicios de los años ochenta, y se fue para Playas del Coco, a montar otras tiendas de buceo. Estuvo en total veinte años en Playas del Coco. Daba cursos y llevaba turistas a bucear. Bucear es la satisfacción más grande que ha tenido en la vida. Ha visto grandes maravillas marítimas de nuestro país. También ha buceado en Bahamas, Florida, Nicaragua, Panamá y San Andrés. Ha estado cinco veces en Isla del Coco, que es lo que considera lo máximo en vida marina. Dice que en ese lugar, tan pequeño, es impresionante la concentración de animales y vida marina. Buceando, se ha asustado muchas veces, y ha corrido peligro. Ha estado con animales muy peligrosos, como el tiburón toro. Están catalogados como la tercera especie más peligrosa, después del tiburón blanco y el tiburón tigre. Piensa que los tiburones son como los perros: no hay que mostrarles miedo, pero hay que respetarlos. Ya en el agua, hay que enfrentar la situación con sangre fría. No hay que asustarse. Hace una década se vino de Playas del Coco. Se puso muy duro el negocio, y estaba cansado de dar clases. No había reventado el boom turístico de Guanacaste. Se vino antes de eso. Estuvo en canal 7, con el Planeta Azul. Hizo unos programas para canal 13. Produjo la serie “Costa Rica Natural” en el SINART.

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Y hace cuatro años ingresó a Repretel como camarógrafo, para producir “En lo profundo”. Fue contratado por Frederick Fallas, para Informe Once. La sección sale todos los jueves. Dura de ocho a doce minutos. También aparece un extracto todos los sábados en Noticias Repretel. Su trabajo es notable. El mundo verde de Costa Rica se vuelve mágico en lo azul. Hace uso de su gran experiencia con la cámara, tanto en el agua como en la tierra, y muestra detalles de nuestra naturaleza valiosa. Primero, “En lo profundo” era únicamente para hacer los reportajes de nuestros mares. Ahora, también hace reportajes desde lo más profundo del bosque de Costa Rica. Lleva casi doscientos programas. Dos detalles: considera que el Pacífico se basa en vida marina y el Caribe en colores y corales. El Pacífico tiene una gran riqueza por el planton, lo que facilita la observación de variedades de especies marinas. Mientras tanto, el Caribe es menos profundo, entra más luz, y por esa razón, es más colorido, tantos en arrecifes como en peces. Mario Vargas construye un poema visual todas las semanas. El mar, poema gigante, papá de todos los poemas, marido de la poesía, hembra de luz, ese mar se vuelve imágenes y palabras. Los periodistas Omar Cascante y Esteban Rodríguez hacen los guiones, y es este buzo, camarógrafo, mago de los colores, quien nos muestra los tesoros vivos de la Costa Rica más azul.

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Camilo Rodríguez Chaverri

Calderón fue condenado por la prensa Uno siempre tiene que oponerse a los atropellos. Si hoy la justicia, la policía y/o la prensa atropellan a otros, mañana pueden atropellarnos a nosotros. La justicia costarricense ha sido profundamente injusta en muchos casos. Se ha dejado llevar por la prensa, que ha condenado a priori a algunos personajes del país. No voy a defenderlos. No tengo por qué. Lo que deseo expresar es que algunas veces la prensa no ha dejado que la justicia sea pronta ni cumplida. Pronta ha sido la prensa, con la ofensa, con el látigo, con la humillación. Soy un defensor de la prensa. La prensa es imprescindible para la democracia. Lo dijo Jefferson, “entre una democracia sin periódicos o una serie de periódicos sin democracia, me quedo con lo segundo”. La prensa ha sido fundamental para denunciar graves casos de corrupción. La ley mordaza es una vergüenza para el país, y es el indicio de que puede venir una época más oscura y más penosa para nuestra democracia. Pero, hecha la aclaración, me opongo a los casos en que claramente han hecho una mancuerna oscura la prensa y la (in) justicia. En las últimas semanas, tanto en canal 13 como en Radio Columbia, he entrevistado a tres personas que han sufrido atropellos claros y perversos. El primer caso que salta a la vista es el de José León Sánchez, el escritor costarricense más reconocido en el mundo. Tanto la justicia como la Iglesia Católica lo han declarado inocente, y se ha demostrado que fue condenado en un juicio maltrecho, mal habido, sin una defensa oportuna, y con base en declaraciones nulas, porque se ha demostrado que fueron realizadas bajo tortura. En aquel momento, José León tenía poco más de 18 años, y un periódico nacional lo bautizó “El Monstruo de la Basílica”. Lo condenaron hasta por robar la imagen de la Virgen de los Ángeles, pero la virgencita negrita ni siquiera fue robada. Pasó casi treinta años en la cárcel. Ahora, hasta el Papa le envió un comunicado en que le pide perdón. En aquel momento, la (in) justicia y la prensa se aliaron para condenarlo. El segundo caso es el del cura Minor Calvo, perseguido por la prensa y condenado por algo que no apareció jamás en el juicio. Lo acusaron por participar en el ajusticiamiento del periodista Parmenio Medina, nunca pudieron probar participación alguna de él, y, entonces, ¡lo condenaron por estafa! Pero cuando se dona algo, no se puede hablar de estafa. El cura nunca estafó porque lo que recibió fue donaciones. De nuevo, hubo mancuerna perversa entre la (in) justicia y la prensa. Y el caso que es noticia en estos días es el del expresidente Rafael Ángel Calderón, quien fue mancillado, humillado, linchado, escupido por un sector de la prensa.

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Y en un libro riguroso de su esposa, la brillante señora Gloria Bejarano de Calderón, la diputada, que pasará a la historia por haber concebido y llevado a la realidad el Museo de los Niños, ahora valientemente se describe los hechos, se narran los atropellos, se cuestionan elementos sumamente sospechosos (aumento de la pensión de una persona antes de la conclusión del juicio, traslado de otra persona poco antes de que se dictara sentencia, relación ancestral de una pieza clave contra Calderón por sentimientos anticalderonistas desde los cuarenta, revanchismo de esa persona contra Calderón por lo que sufrieron sus abuelos durante el gobierno de Calderón Guardia, etcétera). Es un libro claro, sencillo, descarnado y contundente. Todavía recuerdo las escenas de esta señora valiente, camino a la prisión donde tenían a su esposo. Todavía recuerdo su sentido de la dignidad ante las malacrianzas de la prensa. Y en el libro aparecen también las versiones de sus hijos, y todo lo que la familia vivió en medio de aquella condena mediática. La prensa debe hacer su trabajo. Por supuesto. Y la ley mordaza es una vergüenza para este país. Pero que personas como el escritor José León Sánchez, el excura Minor Calvo y el expresidente Rafael Ángel Calderón sean condenados después de un escándalo desmedido, desconsiderado, humillante, y después de procesos judiciales manidos, estrafalarios, extravagantes, en los que hay jueces o fiscales que entregan a periodistas copias de declaraciones antes de los juicios, para que sean publicadas en la prensa, casos como los de estos tres señores, me siembran tristes y profundas dudas en el Poder Judicial, en la administración de la justicia y en el respeto por los derechos de las personas a un proceso justo y oportuno, a la presunción de inocencia, y al amparo de su dignidad y su honor. En algunos cursos de periodismo que he impartido, con mis 19 años de ejercicio profesional, les he preguntado a los estudiantes cuál es el primer derecho de una persona. Todos y todas contestan, “el derecho a la vida”. Les digo que no, que el primer derecho es el honor. Uno muere, pero el nombre, el buen nombre, puede quedar por mucho tiempo. El nombre de Don Pepe vive. El nombre del doctor Calderón Guardia vive. Así que uno tiene derecho a que se respete su honor, su buen nombre, y que no haya ni apetito feroz de la prensa, ni protagonismo desmedido de jueces o fiscales, que pueda pisotear ese derecho. En el caso de Calderón Fournier, el libro de su esposa, doña Gloria, deja en claro que primero que todo había que hacer un escándalo, y en segundo lugar, había que buscar la manera de condenarlo, al precio que fuera, aunque fuera atropellando el proceso, aunque fuera destruyendo el sentido mismo de la justicia.

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Así que el libro le hace honor a su nombre: “Sin derecho a la ley”. Y que nadie me venga con argumentos puritanos, ni que se me pongan de mojigatos. Ayer fueron José León Sánchez, el Padre Minor Calvo y Rafael Ángel Calderón. Mañana podemos ser usted y yo los que caigamos en las garras de un periodismo irresponsable, voraz, que se empeña en destruir a un político simplemente porque es político, así como en las fauces de un sistema judicial que complace a quienes condenan a priori, desde los medios de comunicación. Como si esto fuera un circo. Como si destruir el honor de las personas fuera un derecho de los periodistas y de los jueces o fiscales con apetito de poder político. Este libro es importante por lo que denuncia, por lo que cuestiona, por lo que vivió una familia muy importante, cuya “caída en desgracia” ha sumido al país en una crisis político-partidaria que favorece el multipartidismo, la ausencia de liderazgos fuertes, la atomización de poder, el desbarajuste en la Asamblea Legislativa y la ingobernabilidad. Al final, la que más ha sufrido es nuestra querida Costa Rica.

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