Mariposa de mar

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Mariposa de mar 1 Tu mar desemboca en los labios. En medio de las olas, Cuando va y viene el agua, Penetran mis peces en esas profundidades. Después buceo. Conozco con la punta de mi asombro La vegetación que escondes. 2 En este pozo me zambullo. Tu agua me moja por dentro Por primera vez De nuevo Y para siempre. Nací en tu corriente. Hasta ahora me entero. Dentro de vos descubro lo que soy. 3 Cuando llueve Huimos del techo De la sombra Y hacemos el amor Descapotados. Se vuelven locos mis peces Salen de sus dominios Como cuando cae una tormenta En un rincón del mar. 4 Las olas llegan hasta mí. El mar que camina con vos Recibe los peces que me caben adentro. Mis animales encuentran su hábitat. Hay una fiesta en ese bosque marino. Se descubren a sí mismos. Mis peces ya no buscarán en aguas peligrosas. Tu mar me salva de las pirañas y los tiburones.


5 Un ojo de agua amanece a la vida Donde la vegetación se desata. El cauce se bifurca y cae por tus piernas Enloquecida Una caravana de culebras. 6 Todo el mar del planeta cabe en tus ojos. De tu mano, meto los pies en la arena. Tengo la certeza de encontrarme con sensaciones nuevas. Me detengo en el estero que descubrí en vos. Entran el agua y los peces Con la misma alegría de la primera vez. También se vale recordar otros puertos Que conocí antes de llegar a tus costas. Mis peces entran en tus secretos Con la fuerza con que entran siempre en aguas ajenas. Celebro en cada cambio de la marea La luz que tiene la playa Para entregarse a un instante feroz. Viven todas las playas en tu costa. 7 Entran todos mis peces, de todos los tiempos, En tu estero. Incluso los peces que entraron en otras aguas Conocen el mar hasta ahora. Tus olas le ganan al tiempo. 8 Mariposa de mar. Termina la noche en el agua Cuando cerrás tus alas.

9 Pequeña grieta. La puerta tiene dientes en las orillas, El agua entra a cuenta gotas, Los peces esperan para saltar en el mejor momento. Hay algarabía en medio de la turbulencia cuando ingreso. 10


Entra mi vida en tu paisaje. Hace ingreso solemne Desde mi pequeña lengua de tierra. Decide el planeta que en tu mar desaparezca. 11 Sumergido bajo este mar Soy un pájaro cuyo nido está en tu vientre. Debo salir por el único cráter que tienes. Es el más bello que conozco. 12 En tus caderas cabe toda el agua Que quiero beber. Andas un océano cuando caminas. Tantas olas se derrumban en tu cintura de abeja. Eres el único espejo que conoce el mar. 13 Tengo todo listo para tus remotidades. Mis criaturas tienen los ojos y las aletas bajo el agua. Vos tenés el mar, y aquí están los peces para poblarlo. 14 Hay música de olas en mi habitación. Llegaron las gaviotas y los cangrejos. Se pueden ver las palmeras con sólo cerrar los ojos. Llegarás con tus canciones, con tu cola. La noche te hace mujer a mi lado. Es el milagro de mis dedos. 15 Navego tu fauna Conozco los corales, Disfruto las corrientes. Mar adentro en vos, Tus algas besan la piel. No tengo interés en un pedazo de madera. Me guía el canto de las sirenas. 16 Lleno tu mar con este nido de atletas. El manto azul se pinta. Lo colorea de plata este vuelo en el agua. Se zambullen en el cielo los bichos más esperados.


Caminan a ciegas por el horizonte Es una piel humedísima. Llega el frenesí a tus profundidades. 17 Las mariposas suben y bajan Diría mi abuela que no tienen fundamento. Vuelan locas, alucinando. Quieren salir por mis orejas Y entrar por mis ojos. Ya se adueñaron de mi estómago Y les pertenecen todas las terminales Que conocen mis nervios. No tengo espacio por dentro Más que para el mariposario Que dejó en mi boca.


Canci贸n de tu noche


Sorpresa A escondidas de tu familia, hacemos el amor en la sala de tu casa, en el baño, en el cuarto de servicio. Será por pisar terreno prohibido, parece que hasta los ángeles bajaron a ayudarnos. Nos enlazamos con tal frenesí que cualquiera juraría que nos daba miedo el que al día siguiente uno de los dos muriera.


Sudor Sudó la casa entera con nosotros. Tuvimos que encerrar el perro debajo de la pila porque se iba a volver loco. La fiebre se apoderó de todo, incluso de los rincones de nuestros cuerpos. Cuando mi embarcación entró en tu golfo casi nos desplomamos. Un desmayo de placer. En el baño, tuve que sostenerme en los ganchos de tender las toallas y casi quiero el tubo de la cortina. Al final, los daños materiales fueron menores a los que esperaban la noche y el aire.


Sobre vos Sobre vos, entro en los labios de tu noche. Sobre vos, abrazándote como dos árboles que se encuentran en medio de la tormenta. Sobre vos, hechos en un solo animalito de la selva, podríamos volar por la oscuridad como una mariposa que anuncia un número de la suerte.


Viaje a las nubes Los insectos y los pĂĄjaros se reĂşnen en la ventana del cuarto. Vienen para acompaĂąarte en tu viaje a las nubes.


Granja de capullos Sos una granja de insectos de colores. Cultivo capullos con las manos sobre tus senos y tus piernas. Salen de mi peces en busca del mar que desemboca en vos. De tus labios vuelan mariposas. Llenan el espacio entre las cuatro paredes.


Canto Conozco de tu boca el canto de las sirenas


Abismo, la muerte Parece que te vas a morir cuando siembro una orquesta de alas en vos. Parece que no te alcanzará el corazón para sostener ahí adentro el cardumen que salió en mí para nutrirse de los anhelos del mar que Dios dejó por equivocación en tu piel por dentro.


Tormenta Feliz Cuando no s贸lo sos una mujer, Cuando sos una erupci贸n, Una tormenta feliz, Un maremoto, Cuando tu boca anuncia La tempestad en la piel, No s茅 ni c贸mo me llamo.


Temblor elĂŠctrico Los perros y los gatos del barrio corren a esconderse cuando el cielo ruge por tu boca. Tu estremecimiento viaja como la luz elĂŠctrica. Pasa a la cama, al piso, a las paredes, los ventanales, los espejos, las puertas. Llega a la calle con la mĂşsica que canta en tu vientre, y todos los animales temen el arribo del cataclismo.


Cuerpos suspendidos Hay un temblor que no sale de este cuarto. Bota lรกmparas y floreros. Se puede abrir un abismo bajo nuestros pies. Pero nunca caeremos. Estamos sostenidos del pecho y la espalda. Nos suspendemos en el aire. La cama no hace falta.


Herencia española ¿Quién te enseño a sumergirte en la noche? ¿Quién te ayudó a esculpir pájaros? ¿Quién te puso a cantar con las manos? ¿Quién te permitió perderle el miedo a la inundación? ¿Quién le puso su nombre al mar en tus adentros? ¿Con quién aprendiste a nadar cuando el agua se rebalsa en vos?


Barrio inundado DespuĂŠs de tus altas profundidades, nos toca salir en bote para el trabajo. Hasta los perros nadan felices despuĂŠs de la fiesta que armaste anoche en nuestra cama.


Candela La cama es candela. Sos la llama. Te soplo. Te prendo y te apago. Vuela el fuego. Baila el azul del coraz贸n amarillo. Se incendia el cuarto con tu fiebre.


Pez y pรกjaro Sobre tu mar baja Arrancado del cielo El pez pรกjaro Con su pico abierto.


Contagio Sobre las gradas, hasta los ojos de los retratos y las pinturas se salen de sus orbitas cuando cae tu ropa en mis manos y salen a la vida tus globos. A tus esferas solo les falta hablar.


Fruta madura Las frutas que maduraron dentro de vos amenazan con escaparse conmigo. Se desprenden, caen de tu รกrbol, listas para el gusto, en cada grito, en cada bulla con que respondo sin palabras ante tu abundante redondez plena.


Mantel de flores Bajo la mesa que ponés para mí y bebo de tus dos copas. Más allá, tendido en tu mantel de flores, encuentro el sabor natural de tus frutas maduras. Me dirige la boca. Conoce muy bien el camino. Siempre se asombra. Como si estuviera conociendo aquellos olores.


Piel que mira Aqu铆 no necesito de los ojos. Recorren mis labios este paisaje. S贸lo lo puedo conocer en tu noche.


Mi patria diminuta No se parece tu pubis a otros. No parecĂŠs del mismo bosque de brazos y piernas. Descubro en vos una criatura nueva, objeto de estudio en la evoluciĂłn humana. Sos una mujer y sos mĂĄs que una sirena. Sos muchas criaturas pintadas en un solo cuerpo.


Rosal Como quien entra a una rosa gigantesca. Como quien va dejando la ropa en cada pliegue, el aire en cada pĂŠtalo. Quedo ebrio con este olor.


Tesoro escondido Nadie podrĂ­a imaginarse el circo de sonidos, el atado de sorpresas, la serenata de insectos, la terminal de estrellas, lo que vive bajo tu ropa, escondido en lo que conoce la gente de vos.


Somos dos y cuatro Cuando hacemos el amor en tu casa, el espejo de la pared es nuestro aliado. Hay un juego en dos planos. Somos cuatro los amantes, los dos de la pared, vos y yo. Te descubro en la muchacha del espejo. Me encuentro con un contagio de luz que hay en mi cara. Ese que también ama a una muchacha en un yo mejorado por la locura. Esa mujer que vemos en la pared sos vos en un paisaje en el que existes conmigo. Somos dos criaturas que se metieron por la ventana de la casa de tu mamá. Estamos empeñados en colaborar con la preservación de la especie. Me queda la idea de que estos dos cuerpos, y los cuatro que somos en esta sala, alguna vez, en otra vida, fueron uno solo.


Roncadora Tu mar tiene un bramido que sale por tu boca. El agua canta al contacto con los peces. Gemís y se caen los adornos de la casa, las pinturas de las paredes, los retratos de los trinchantes, los ángeles puestos sobre la mesa. El mar no controla el vuelo de su música. Vos no tenés la culpa de haber nacido con ese animal adentro.


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