No callaré estos ojos
Camilo Rodríguez Chaverri
MAYA & P.Z. Editorial
Para Gabriela
1 Has venido a encontrarte con mi pasado. He venido a descubrir que derribĂĄs todas mis barreras. Ahora tu voz me suena por dentro como si tuviera mĂşsica en mi cabeza. No me llegaron los sonidos del cielo. Todos los pĂĄjaros picotearon esta memoria.
2 Cierro los ojos y estas ahí. Una serpiente que huye veloz, un pájaro culebra, una pequeña víbora voladora. Cierro los ojos y estás riéndote. Tu risa es venenosa. Paralizante. Quema los músculos. Mata los malos recuerdos.
3 Encontrarte no fue fácil. Te llevaba por dentro. Abrí una puerta en mí. Dijiste unas cuantas pistas, huellas, palabras, y me ha dictado la memoria una enciclopedia de tu piel, un discurso de tus ojos. Encontré todo lo que quise. Todo volvió a su sitio sin mi consentimiento. El cuerpo entiende más que yo. Es más inteligente.
4 Como una mariposa que venía escondida en mí. Te saqué de mis ojos para verte de nuevo.
5 Una mirada que pica. Una hormiga que habla de lejos. Un piquete que se rasca y duele. Me ardés en esta noche. Estás en dos lugares. Como lanzada en un sueño, en un tobogán del tiempo. Una hormiga que pica. Duele. Nube que no sale de mi cielo. Escozor de la memoria.
6 Una gota de sangre en el cielo azul. Una gota se hace grande y peque帽a. Un coraz贸n la mueve, la estira y la recoge. El cielo es una almohada de plumas. Esa gota tuya se apodera del cielo. Camina por las nubes como tinta en papel peri贸dico. Llega el atardecer con vos.
7 Tu risa es una ventana. Es el único lugar por donde ahora miro al cielo. Me asomo por ahí y escucho los pájaros. Las nubes caminan por tu risa. Si se cierra la ventana, está todo muy claro. Es una foto para mis ojos.
8 Detesto los viajes en avión, odio las turbulencias, no tiene por qué gustarle todo al poeta. Los extraños vacíos del cielo hacen del vuelo una secuencia de temblores. Sobre la tierra, todo quedaría en el suelo. Te escribo desde un avión. Es como escribirte desde una navaja filosa. Verte es una picadura contagiosa. Vuelo tranquilo con vos al lado y en la cabeza. Tu presencia es un tranquilizante para mis nervios. No hay mejor manera de explicar esta alegría que me abriga. Has permitido una salida elegante para el cobarde de las alturas que comparte el pellejo con este poeta.
9 No es algo especial de tu cabello. No es que haya burbujas en mi boca con cada beso. No es un color particular, un aroma de flores en tus ojos. No es que parezca de cuento. No es que esta historia pueda servir para una película. No es que me crezca el calor con tu recuerdo. No es que me suden las manos cuando te encuentro. No es que me acelerés el reloj. Simplemente es que me siento cómodo. Como el sol de la mañana. Me siento en casa. Como tomando una sopa de mi abuela. Me siento en mi charco cuando estás. Como unos viejos zapatos que no querés cambiar aunque tengan huecos... Una sustancia natural para mí. Como el agua.
10 Una mancha corrosiva. Una cicatriz que crece. Un hueco en el paisaje. El botón único en una camisa. Una gota de ácido sobre la seda. Eso sos.
11 Un hilo invisible te amarra aquí. Algo te ata. Un hechizo de lentejas. Un maleficio de lechugas. Un embrujo de plumas. Un empacho de pájaros. Un nido de macuá. Cuatro pelos del bigote de un gato negro. Tres patas de grillo. Dos de cangrejo. Una de rana. El cacho virgen de un unicornio. Esa fórmula o la que sea. Estás, todavía. Eso es todo.
12 Un disparo de az煤car, un dardo de miel, una manzana de agua que cruje por la noche, un farol en la neblina m谩s espesa. Una gota de le贸n que camina por mis ojos. Sangre que dibuja figuras. Donde yo ponga la mirada, una invasi贸n de vos.
13 Intenté mil quinientas cincuenta formas de esquivarte. Fue abonarte las raíces. Hago el esfuerzo de pensar que no sabés volar en la tormenta, dormir en la intemperie, sobrevivir a mis torpedos, contraatacar mis insinuaciones, contrarrestar mis llamadas. En todas las caras veo tu presencia. Hasta los árboles, si hablaran, me dirían que venís.
14 No callaré estos ojos. Los dejaré volar contra el viento, los soplaré para que electricen, los abriré cuando echen fuego, les aplaudiré sus impertinencias, voy a celebrarles sus fiestas, voy a vestirme para la lucha y pelearé con ellos, podría andar desarmado con sus pretensiones. Se incendian a tu lado. Somos cenizas que no duermen.
15 Sos un árbol con ojos. Un árbol con una sonrisa de rama a rama. Un árbol que se despega del suelo y baila con otro árbol. Un árbol que cuida niños ajenos cuando descansan felices bajo su sombra. Un árbol que buscaba a otro árbol. Un árbol que buscaba abrigo en un bosque con verdes pálidos. Sos de un verde más intenso que este bosque. Sos un árbol que no sabe vivir a solas. Llegó otro árbol que florece palabras. Te arrancó de cuajo las raíces prestadas. Te puso a volar. Sos un árbol con alas. Escribo una corta historia de tu aprendizaje en el cielo.
16 BaĂąaste de oro todas las colinas que miro. Rociaste de plata las aguas y los amaneceres. Soplaste tu luz en todos los caminos de piedra. Lanzaste arena sobre los ĂĄrboles de esta senda. Las olas se vinieron tras el olor. El mar cayĂł en mis pies cuando volviste a mis ojos.
17 Los ríos brillan como flores amarillas. Son soles líquidos, culebras de cobre. Los ríos que atraviesan mi pequeño territorio. arden y relampaguean. Son instantes de sol. Es el panorama del tiempo desde que me encendí con vos. Atravieso mi cambio climático.
18 Fue un golpe en seco. Sacudiste la mesa y limpiaste el mantel. Fue un tiro certero con una piedra. Causaste un cataclismo. Sos un meteorito con piernas.
19 Los árboles echaron frutos de colores, las plantas florecieron con los ojos hacia arriba, los ríos empezaron a cantar, los pájaros establecieron una orquesta, grillos y ranas se adueñaron de la noche. Sos como acercar el sol al planeta. Elevás la temperatura global. Desatás fenómenos. Me ponés a la par del caos.
20 Me besaste. Soy un 谩rbol de rosas. Una rosa se mete por mi boca y se multiplica en mi est贸mago. Bombeo rosas con la sangre. Me sale el aroma de tus labios por las orejas.
21 Te abrazo y me trago una nube. Iba echando fuego. Ahora tengo la boca hecha agua. En cualquier momento lluevo.
22 Estás en el aire, invisible. Sos una garúa. Estás en la música de todo. Sos la nueva armonía. Estás en el clima de mi cuerpo. Sos un fuego sin ojos. Sos los ojos del viento. Me llegan el calor, el rumor, el aroma.
23 Es un mensaje del cielo. Fue el aire que respiramos ese día. Lo dijo todo lo azul que vimos. Lo susurraba la noche. Cada árbol, un guiño. Cada sonido, un pedazo de jardín. Los pájaros, murmullos. Cada frase, una estrofa. Lo sabés y lo sé. Es lo que se dice sin decirlo.
24 Estar aquí sin estar. Respirar. Hacer las tareas. Entrevistas. Cumplir con compromisos. Tomar fotos. Poemas en flashazos. Recibir llamadas. Trabajar. Atender urgencias. Editar periódicos. Reuniones ceremoniosas. Andar en la luna. Lo demás está con vos.
25 Todos los fantasmas del pasado hablan por tu boca, se reĂşnen en tu voz, me tocan las manos con tus manos, me agitan la vida con tu risa, me tiran al piso, me revuelcan las entraĂąas, me tumban. Es esta enfermedad oscura, la nostalgia.
26 Te ayuda la lluvia. Tus ojos, alfileres en mis brazos, tu voz, una brisa, una trompeta a lo lejos, sumergirse en una poza… La campana está en la cabeza. Llegás como un aguijón de abeja. Sos venenosa. Me inyectás con tus ojos una invisible sustancia paralizante.
27 Tus ojos son una bandera de la patria que tengo en el cielo. Bajás de las nubes con este chaparrón en cualquier ciudad extraña. Todas las ciudades son ajenas sin vos. Soy un forastero donde esté. Te ayuda la lluvia.
28 ¿Dónde están mis ojos que se fueron con vos? ¿Dónde están mis ojos que se amarraron a tus pasos?
29 Sos una hoja que corta el viento, una luz que se escapó del sol. Cuando cierra los ojos el día, descansa tu llama en el pedazo de árbol que soy.
30 Sos pariente de las mariposas. En el vuelo no se miden los años. No pasa el tiempo. No pasa por vos. Crece tu cuerpo como un bosque, intenso y copioso. No tenés edad. Una niña vive en tus ojos. Te hechizó la luna.
31 Sonreís y vuelven todos los pájaros al cielo. Llueve, pero no se ensucia el agua de los ríos. Amanece la vida en vos como en los árboles, siempre de buen humor.
32 Te parecĂŠs a la lluvia. EntregĂĄs el agua que llevĂĄs por dentro. No te importan las inundaciones. No te pertenecen los desbordamientos. Nadie tiene la culpa de tus tsunamis.
33 La plenitud te conoce. Con ella cumplĂs tu destino. Aplaudo tu abundancia. Naciste para la grandeza. ParecĂŠs una escultura de Dios, una montaĂąa que se sintetiza en el cuerpo de una sorpresa.
34 Derramás miel en el aire. Huele a colmena tu andar. La dulzura alza vuelo con vos. Vivís en los jardines floreados. El polen que cae en esta hoja cumplió sus horas de cielo en un titubeo tuyo sobre el vacío.
35 Tu piel llama al olor de la tierra mojada. TenĂŠs aliento de flor herida. Tu olor desata a las mariposas.
36 Corren a tu lado los roedores. Sobrevuelan los pรกjaros cuidรกndote. No en vano sos una sirena pero del cielo.
37 Celebro la mĂşsica en tu voz. Se me mete entre la piel y los misterios. Quiere derretir a los mĂşsculos. Sos un mar metido en mis pellejos.
38 Los ĂĄrboles cantan en la noche. Con sus dedos mĂĄs altos, bailan vals y bolero. Los perros le ladran a la luna. Algo nuevo hay en el viento. Nos ofrecemos una alegrĂa.
39 Nos preguntamos la ternura. Desde el fondo de cada quien, una mano se enlazará con la mano del prójimo que sos para mí, que soy para vos.
40 Esta magia es un invento para el silencio en tu rinc贸n, en tu guarida, como salida del fondo del mar, como en el suelo que besa el agua azul, pero sin agua. Sos quien moja esta atm贸sfera.
Camilo Rodríguez Chaverri es periodista y escritor. Tiene más de veinte años de trabajar en radio, prensa escrita y televisión. Ha publicado más de cien libros.