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Oceánica Camilo Rodríguez Chaverri Maya & P.Z. Editorial


Para Gabriela


1 Dios cubre tu vientre con un manto de pájaros. Te cantan una música exclusiva para tu sangre. Las aves de Dios son ángeles con plumas para cubrirte del cielo negro. Dios sopla tu vientre y deja sus sueños que caen sobre vos como hojas secas vestidas de mariposas de colores.


2 María cubre tu sangre con sus ojos, chorros de luz. María sabe del misterio eterno de la vida. Riega de noche tu vientre con el agua del cielo. Es el agua con que bañan los jardines por los que camina Dios a todas las horas. Cae lluvia sagrada. Crecerán verdes y vivas las semillas en tu profundidad serena.


3 Dios es un chorro de agua, Dios es un fuego redondo, Dios es una estrella fugaz que se anida en tu vientre. Fue una estrella apagada, una estrella dormida. En medio de un sueño de Dios, la estrella será semilla, será fuego, será un chorro de vida.


4 Francisco de Asís hablaba con los pájaros y los lobos. Yo le hablo al pájaro azul que siembran mis ojos en tu fondo verde. Yo le hablo al agua que me canta desde más allá de tu ombligo. Me entiendo con los seres alados de tu cielo rosado.


5 Yo veo en tus ojos el cielo y el mar de noche. Cierro los ojos. Miro desde el fondo de mĂ­ tu firmamento oscurĂ­simo. De estrellas te sembrarĂŠ el vientre.


6 Santa Ana y San Joaquín cuidan de tu nido con el mismo afán con que cuidan a la Virgen María. Saben que es de seda y de miel. Saben que es de un cristal minucioso y mágico. Santa Ana y San Joaquín te cuidan como si de tu vientre naciera un hermanito de Jesús.


7 Con una mancha azul de fuego Dios cubre tu mar y no hay tormenta ni fantasma que pueda alejar la vida con sus misterios alucinantes en su camino hacia el milagro que celebro.


8 Es un viento suave este Dios que te besa por las mañanas. Es la lluvia que escribe caminos en tu piel este Dios soberano. Es el palpitar que se inventará en tu noche por este amor que también es un espejo pequeño de Dios.


9 Que Dios te proteja las alas, que Dios te proteja las piernas, que Dios cuide de todas tus entradas y tus salidas. Que Dios te dé fuerzas para los dolores y las penas. Que Dios mande al carajo cualquier mala energía que haya sobre vos. Que Dios te cuide con una legión de ángeles.


10 El cielo puede ser una manta que Dios toma con sus largos brazos abiertos. Lo lleva hasta tu seno. Un enorme cielo azul cupo en tu diminuto atardecer del ombligo, la sonrisa rosada de tu vientre.


11 Dios reduce un paisaje en un latido. Un hálito de vida se recrea, es el respiro de un bosque, el bostezo del mar que dormía. De uno de estos suspiros serás la dueña por gusto de Dios.


12 Tengo un río, tenés un río, son aguas mudas. Se juntan y cantan. Cantarán nuestras aguas en la poza profunda que cuidás.


13 En una cรกpsula, la vida inventa de nuevo sus milagros. Es un saco de luz. Es un globo donde Dios oficia sus secretos sacramentos. Es el sitio donde un tambor va marcando el ritmo del reloj mรกgico que hemos creado con estos respiros prestados.


14 Dios se frota las manos. AdĂĄn aprendiĂł de su padre a frotar dos piedras o dos ramas para que surgiera el fuego. Dios hace que de sus dedos salgas chispas con vida. Los deja en mis sueĂąos. Disfruto la feliz tarea de dejarlas en tu nido.


15 Fue como si te hubieras tragado un duende. Te lo comiste en la lechuga. Te lo tragaste durante una noche de luna llena. Dios hizo su trabajo. Ba帽贸 con su luz a la nueva criatura. Lo envolvi贸 con sus rayos celestes.


16 El mar abre sus ventanas. Entro en otra dimensi贸n en tus aguas. Encuentro mi atl谩ntida en ese fondo de piedras vivas que se comen a mordiscos a las sirenas que salen volando de la profundidad cuando sueno esta flauta. Nacen y crecen las edificaciones en la ciudad marina que surgi贸 para mis peces.


17 Dejรกs una fiesta de sabores en mi boca. Bebo en vos el jugo de un matรณn de maracuyรก que crece en ese mar.


18 Parecen olas los labios de esta boca. Se traga al pico de piedra. Viste un velo de conchas. Deja en mĂ­ un mapa de los potreros azules del fondo de sus aguas. Parecen pitufos mis peces vestidos de cielo.


19 Las flores del mar vienen a parir en la playa. Son pulpos que le robaron el vestido a las mantarrayas. El sol les pinta el lomo de colores. Son arco iris que desembocan en muchos brazos. En estas arenas el parto me transformarรก en un animal nuevo. Nacido en el agua me alimento de tu flor oceรกnica al despertar al nuevo inicio de la vida.


20 Después del dolor que renueva al universo celeste en medio de la sangre que derramás en este sacramento te noto los dientes más brillantes. Despiertan al día en mí en medio de tu feliz erupción.


21 El cuarto donde dormimos y nos amamos es un campo nuevo para el juego. Ahora la p贸lvora tiene formas como las nubes. El cielorraso se llena de conejos, de ovejas y de estrellas. Antes las noches estaban de fiesta. La fiesta llegar谩 ahora con los amaneceres.


22 Dos montañas se bambolean entre tus aguas. Sale una nueva cabeza del manto plateado. Juro que viene bailando. Estoy entre ansioso y asustado. Así como me consumieron tus montes. Así como me tragó tu tierra redonda. Así llega el parto del mar como un regalo para todos mis seres.


23 De todas las estrellas vueltas al revés en el mar sólo dos brillan en esta esquina. Se agitan en el mismo rincón y se aparean. Nacerá un pequeño astro de la locura y el frenesí de tanto amor bajo el cielo. Espera tu mar con la boca abierta.


24 Me hinco ante tu vulva como santiguándome. Parece que no quisiera mirarme. Está ensimismada. Se inclina sobre sí misma. Se recoge. Regresa sobre los pasos de su origen, como una planta dormilona que acaricia el viento. Juega al escondite. Le vuelve su cara al sol. Se sabe dueña de su naturaleza nocturna. Su luz es de estrella. No luce de día. Parece un ser de otro planeta. O un ser prehistórico. Nadie podría creer durante el día que es la reina de la noche. La única luz que le luce es la propia. Es una flor carnívora que caza entre las sombras. Me regresa la vida en una miniatura que crecerá. Será una metáfora del tiempo.


25 Anidas a un ángel en tus secretos. Aprende a nadar en lo oscuro. Ese ser que primero voló. Cuando dejés de empollarlo, abrirá sus ojos desde un volcán dormido. Lo soplarás. Lleno de alegrías caminará por el mundo.


26 Bebo del agua de tu fuente. Siempre tengo sed de esa agua.


27 Lanzo mis semillas. Las pongo a volar. Encuentran nido. Tengo un semillero. Brotan tus plantitas como palabras reciĂŠn nacidas. Son palabras que invento al pronunciarlas.


28 Ibas caminando y en tus huellas quedaba el olor, tu olor. Sin saberlo yo, mis recuerdos te iban olfateando, encontrando. Es lo que llaman destino.


29 Una simple semilla va a despertar la luz. Una pequeñísima gota iniciará la ola. El viento nace en el gesto de un árbol. Con vos y conmigo Puede nacer la vida como un milagro cotidiano, una oración a Dios se concreta en piel y sangre. Lo que urge es la fe, las ganas de lanzarse al

vacío,

el apego a lo sobrenatural, el abrazo con lo atávico.


30 Yo era un árbol mudo. Tus ojos son pájaros negros. Cantan con su risa musical. Pájaros que ríen con el pico. Ahora soy un árbol lleno de carcajadas. Mejoró mi humor.


31 Hoy es un gran día. Podemos nacer de nuevo. Podemos hablar con las flores. Las flores le cantarán al viento una melodía que no entendemos. Podemos bailar entre los árboles. Los árboles querrán bailar con nosotros. Sentirán ganas de salir corriendo. Quisieran que sus raíces sean alas. Los pájaros organizarán un coro. Las lombrices saldrán de la tierra. Bailarán lagartijas con sapos. Se unirán a la fiesta las ardillas. Tronarán los cielos como tambores. El mar abrirá su grandísima boca. Saldrán de fiesta tiburones y ballenas. Elefantes y delfines podrán bailar juntos. Sirenas y gnomos por fin saldrán de día. Hoy podemos enlazarnos a los círculos del fuego. Hoy podemos encontrar nuevas semillas, nuevos milagros, nuevos asombros.


32 Tu cuerpo es un sendero Donde encuentro mi ruta personal, El camino donde no me chiman los zapatos. El espacio lleno de aromas nuevos Donde me multiplico en mĂ­ mismo Hasta que me crecen las alas.


33 Te tengo metida en las venas. Sos un fantasma líquido que anda conmigo. Te asomás por mis ojos y mis rodillas. Te acomodás en mis manos. Esta mano derecha te encuentra dentro y te refleja. Líquida como podés ser, estás en mis palabras.


34 Una estrella de mar dirigi贸 a dos delfines y los puso a dibujar sobre el papel azul. Los llev贸 a la tierra siguiendo el rastro de su rayo azul. Despu茅s los puso a nadar en el cielo. Desde arriba vieron el parto del mar.


35 Todos estos pájaros chocan en las ventanas de la casa donde escondés a ese dragón. Mueren ardiendo a tu fuente de fuego. Vuelan hacia su muerte felices de nacer para morir en esta cueva. Uno solo vivirá para hacerte el favor de brotar como un ángel. Su luz matará al dragón y llevará la vida hasta tus confines.


36 En esta gruta me encuentro con la naturaleza que me enciende y me apaga, como si yo tuviera un motor mĂĄgico. En esta gruta, me entero de mi naturaleza, de la metamorfosis que vivo en el dĂ­a y en la noche, de la capacidad de regenerar la vida que nos regala, como un premio, cada puĂąado de amaneceres.


37 Somos dos caracoles. Dejamos botados nuestros refugios. Vivimos en un rinc贸n del mar. Andamos la casa a cuestas. Mi casa sos vos. Tu casa soy yo. Tenemos espacio para un reto帽o de la noche y el agua.


38 Somos dos pรกjaros que bailan en la rama antes de aparearse. Somos el vuelo que nace de nuestro baile.


39 Una piedra preciosa, oscura y brillante, tenĂŠs en cada ojo. Es la firma de Dios en cada pupila tuya.


40 Brilla una piedra en cada ojo tuyo. Tenés un sol escondido detrás de cada lago negro. Me llamás a tu noche cuando me mirás.


Camilo Rodríguez Chaverri (Cartago, 1976) es periodista y escritor. Tiene más de veinte años de trabajar en radio, televisión y prensa escrita. Es autor de más de cien libros.


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